7
Alexander F. Skutch Responsabilidad y castigo- Summary: The author, avoiding determinism and the side of free will, chooses the voluntary assumption 01 a radical responsability for all our acts and words. He thinks that we chiefly need a wide dissemination 01 responsability for the con- sequences of our own behaviours, so that some of our major problems become manageable pro - blems. Resumen: El autor. obviando el determinis- mo y el partido del libre arbitrio, elige la asun- ción voluntaria de una responsabilidad radical sobre todos nuestros actos y palabras. El piensa que necesitamos.fundamentalmente, una amplia diseminación de la responsabilidad sobre las consecuencias de nuestros comportamientos. de manera que algunos de nuestros mayores proble- mas de vengan problemas manejables. El partidario del libre albedrío defiende ardien- temente su doctrina presentándola como la causa no causada motivada de nuestras voliciones por- que le permite consideramos radicalmente res- ponsables por nuestros hechos voluntarios, para elogiarnos y para acusamos. Puesto que la perso- na que hace una elección no está determinada por el pasado histórico o la condición presente, la libre escogencia pudo ser distinta y, en conse- cuencia, sostienen los partidarios del libre albe- drío, él o ella deben ser responsables del hecho. Para mí, es increíble que filósofos y moralistas hayan fallado tan a menudo en reconocer que la conclusión no se desprende de las premisas. Un <evento, físico o mental puede ser causado, deter- 'nado y controlado, o bien, no causado, indeter- 'nado e incontrolado. Si se trata del primero, no ía haber sido diferente en las circunstancias dadas. Si es no causado, indeterminado e incon- trolado, no guarda relación necesaria con todo lo que le antecedió. La presumible volición libre no solo escapa a la determinación por el pasado sino que en igual grado escapa a ser determinada por el carácter, los principios o los firmes propósitos de la persona a quien se le atribuye, todos los cua- les fueron moldeados por el pasado de él o de ella. Nace de la persona pero no es suya. Como un germen patógeno que uno recoge en medio de una multitud, su origen, si es que tiene alguno, permanece oculto. Es algo que más bien uno sufre y no algo que uno hace. ¿Cómo puede hacerse responsable a alguien por lo que sucede dentro de él de esta misteriosa manera? Lejos de aportar un fundamento para la responsabilidad humana, la doctrina del libre albedrío destruye totalmente la responsabilidad. Es fácil ver que así como la causación es el fundamento de nuestro control sobre las opera- ciones físicas y químicas, de la misma manera nos capacita para asumir responsabilidad por nuestras decisiones y, en ausencia de obstáculos externos, por las acciones subsecuentes. Una consecuencia necesaria de lo que somos bajo las circunstancias en que nos acontece hallarnos, es que nuestra volición nos pertenece de manera inequívoca. Podemos reconocerlo como algo que nos es propio. Si tal fuera todo el problema no se necesitaría mayor discusión. Aunque la condición de estar determinados nos hace responsables en el sentido de que eso nos da control sobre nuestras decisio- nes, así como nos da control sobre nuestros miembros, queremos saber si la responsabilidad es radical. ¿Vamos a ser alabados por lo que hace- mos bien, culpados o castigados por nuestras Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, xxxn (77), 19·25, 1994

Responsabilidad castigo- de Filosofía UCR/Vol. XXXII/No 77... · Responsabilidad y castigo-Summary: The author, avoiding determinism and the side of free will, chooses the voluntary

  • Upload
    others

  • View
    1

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Responsabilidad castigo- de Filosofía UCR/Vol. XXXII/No 77... · Responsabilidad y castigo-Summary: The author, avoiding determinism and the side of free will, chooses the voluntary

Alexander F. Skutch

Responsabilidad y castigo-

Summary: The author, avoiding determinismand the side of free will, chooses the voluntaryassumption 01 a radical responsability for all ouracts and words. He thinks that we chiefly need awide dissemination 01 responsability for the con-sequences of our own behaviours, so that someof our major problems become manageable pro -blems.

Resumen: El autor. obviando el determinis-mo y el partido del libre arbitrio, elige la asun-ción voluntaria de una responsabilidad radicalsobre todos nuestros actos y palabras. El piensaque necesitamos.fundamentalmente, una ampliadiseminación de la responsabilidad sobre lasconsecuencias de nuestros comportamientos. demanera que algunos de nuestros mayores proble-mas de vengan problemas manejables.

El partidario del libre albedrío defiende ardien-temente su doctrina presentándola como la causano causada motivada de nuestras voliciones por-que le permite consideramos radicalmente res-ponsables por nuestros hechos voluntarios, paraelogiarnos y para acusamos. Puesto que la perso-na que hace una elección no está determinada porel pasado histórico o la condición presente, lalibre escogencia pudo ser distinta y, en conse-cuencia, sostienen los partidarios del libre albe-drío, él o ella deben ser responsables del hecho.

Para mí, es increíble que filósofos y moralistashayan fallado tan a menudo en reconocer que laconclusión no se desprende de las premisas. Un

<evento, físico o mental puede ser causado, deter-'nado y controlado, o bien, no causado, indeter-'nado e incontrolado. Si se trata del primero, no

ía haber sido diferente en las circunstancias

dadas. Si es no causado, indeterminado e incon-trolado, no guarda relación necesaria con todo loque le antecedió. La presumible volición libre nosolo escapa a la determinación por el pasado sinoque en igual grado escapa a ser determinada porel carácter, los principios o los firmes propósitosde la persona a quien se le atribuye, todos los cua-les fueron moldeados por el pasado de él o deella. Nace de la persona pero no es suya. Comoun germen patógeno que uno recoge en medio deuna multitud, su origen, si es que tiene alguno,permanece oculto. Es algo que más bien uno sufrey no algo que uno hace. ¿Cómo puede hacerseresponsable a alguien por lo que sucede dentro deél de esta misteriosa manera? Lejos de aportar unfundamento para la responsabilidad humana, ladoctrina del libre albedrío destruye totalmente laresponsabilidad.

Es fácil ver que así como la causación es elfundamento de nuestro control sobre las opera-ciones físicas y químicas, de la misma maneranos capacita para asumir responsabilidad pornuestras decisiones y, en ausencia de obstáculosexternos, por las acciones subsecuentes. Unaconsecuencia necesaria de lo que somos bajo lascircunstancias en que nos acontece hallarnos, esque nuestra volición nos pertenece de manerainequívoca. Podemos reconocerlo como algo quenos es propio.

Si tal fuera todo el problema no se necesitaríamayor discusión. Aunque la condición de estardeterminados nos hace responsables en el sentidode que eso nos da control sobre nuestras decisio-nes, así como nos da control sobre nuestrosmiembros, queremos saber si la responsabilidades radical. ¿Vamos a ser alabados por lo que hace-mos bien, culpados o castigados por nuestras

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, xxxn (77), 19·25, 1994

Page 2: Responsabilidad castigo- de Filosofía UCR/Vol. XXXII/No 77... · Responsabilidad y castigo-Summary: The author, avoiding determinism and the side of free will, chooses the voluntary

20 A. ESKUTCH

malas acciones o somos títeres movidos de unamanera peculiarmente complicada por la causa-ción, más poéticamente llamada Destino, que hahecho de nosotros y nuestros actos lo que noso-tros somos y ellos son, de tal manera que es injus-to culpamos o castigamos por lo que no pudohaber sido diferente?

Hoy, ninguna persona reflexiva deja de recono-cer la inmensa influencia que la herencia, elmedio ambiente y la educación, sobre todo las cir-cunstancias de la temprana infancia, ejercen sobreel carácter y la conducta. La persona perpicaz, yasea que haga bien o haga mal, puede a menudorastrear los factores que contribuyeron a sus éxi-tos o sus fracasos, remontándose a condicionessobre las cuales no tuvo control, tales como suspadres y los genes que le transmitieron, la atmós-fera de su casa en la infancia, sus profesores, elambiente social que la rodeaba. Si supiera lo sufi-ciente, podría rastrear todo lo que es y hace a tra-vés de cadenas causales que corren hacia atrásmuchos millones de años hasta llegar a sus ances-tras arbóreos, o más allá. Aunque la persona afor-tunada propende a atribuir sus logros a algo pecu-liarmente suyo, mientras que el fracasado y el cri-minal apaciguan sus mentes echando la culpa alpobre comienzo que tuvieron en la vida o a losmalos ajustes de la sociedad, nosotros debemosnuestros éxitos, al igual que nuestros fracasos, almenos en parte, a factores fuera de nuestro con-trol. Así como cada átomo de nuestro cuerpo tieneun origen externo y una historia de permutacio-nes, de uniones químicas y disoluciones que noso-tros podríamos rastrear retrocediendo "al comien-zo del mundo", así todos nuestros pensamientos ydecisiones son el resultado de secuencias causalestremendamente largas.

Al encontrarse acusado ante una corte, el cri-minal o su abogado arguyen cada circunstanciaatenuante y usan todo artificio para hacer queparezca que él no es responsable de su crimen. Deuna manera menos evidente, todos nosotros ten-demos a hacer lo mismo ante el tribunal de nues-tra conciencia o ante el juicio de nuestros conoci-dos. Excusamos nuestras deficiencias, debilidades'y sumisión a las pasiones, recordando nuestraherencia quizás infortunada, errores en nuestroentrenamiento inicial, nuestras difíciles circuns-tancias presentes y otros factores contribuyentesfuera de nuestro control. En vista de la confusiónprovocada por controversias que rodean estascuestiones de libertad moral y responsabilidad y

las explicaciones deterrninistas de la conductahumana prevalecientes en la psicología moderna,apenas podemos ser censurados por seguir estecurso. Cuando echamos la culpa de nuestras abe-rraciones y fracasos a causas que escapan a nues-tro control, no hacemos nada malvado o absurdo,y es muy difícil probar que estamos equivocados.

Aunque puede ser admisible tomar tal actitudhacia nosotros mismos, sin embargo moralmentees desastrosa, es una entrega voluntaria de nuestraautonomía, dignidad y personalidad ética. Nosconsideramos y pedimos a los otros que nos con-sideren como un foco de secuencias causales quepasan inalteradas a través de nosotros, igual querayos de luz fluyendo desde todos lados a travésde un punto en el espacio abierto sin cambiar defrecuencia o direcci6n. Subestimamos la maravi-llosa organización mental que nos capacita parademorar una respuesta, examinar alternativas,pesar motivos contradictorios y elegir el cursomás compatible con nuestro carácter y nuestrosprincipios. Al lanzar hacia atrás todo nuestro con-tenido mental sobre sus orígenes, pareciera quenuestra personalidad se disuelve: como si recla-máramos que nuestros cuerpos no son más queleche, cereales, frutas y otros comestibles de loscuales se derivan sus materiales. Aunque pode-mos defender con argumentos plausibles nuestradenegación ce responsabilidad total, ya sea quesostengamos los puntos de vista sobre los eventossegún el libre albedrío o el determinismo, al haceresto nos deshonramos y empequeñecemos.

Yo he afirmado que ni la doctrina deterministani la de libre albedrío le da a nadie sólidos funda-mentos para atribuir a alguien una responsabilidadabsoluta: la primera, porque mira nuestras deci-siones como consecuencias inevitables de situa-ciones muy anteriores a nuestro nacimiento; lasegunda porque, contrariamente a su intenci6n, dehecho nos priva de nuestra "libre" escogencia. Noobstante, al rehusamos a aceptar plena responsa-bilidad por nuestros actos, nos despreciamos anosotros mismos y perjudicamos nuestro carácter.¿No hay solución a nuestra dificultad?

Hay una solución. Voluntariamente podemosasumir responsabilidad radical por todo lo quedecimos y hacemos ignorando dudas filosóficas ysutilezas legales, podemos afirmar que somos ple-namente responsables por nuestros actos, y pode-mos hacer válida esta pretensión mediante nuestraconducta. No escogimos a nuestros padres, quie-nes pueden habernos transmitido debilidades y

Page 3: Responsabilidad castigo- de Filosofía UCR/Vol. XXXII/No 77... · Responsabilidad y castigo-Summary: The author, avoiding determinism and the side of free will, chooses the voluntary

RESPONSABIliDAD Y CASTIGO 21

fallas de carácter que nos angustian, quizás tam-bién defectos físicos y mentales que nos ponen endesventaja. En los años impresionables de lainfancia, pudimos haber sido expuestos a todaclase de influencias que han dejado cicatrices ennuestras almas. Hemos batallado contra la adver-sidad y nuestras presentes circunstancias no secorresponden con aquellas que nos empeñamoshacer. Muy bien, voluntariamente aceptamos estetriste legado de los años y lo hacemos propio. Senos echó encima la carga: la llevamos valiente-mente, sin resentimiento ni queja. No nos detene-mos a discutir frustrantes cuestiones metafísicasde causalidad y responsabilidad radical: porvoluntaria decisión, nos hacemos responsables detodo lo que hacemos, y por esta libre aceptaciónde nuestra personalidad defendemos nuestra dig-nidad y aseguramos nuestra autonomía. El estu-dioso de la conducta (behaviorist) puede, si ledivierte, explicar todas nuestras actitudes, pala-bras y hechos como el resultado inevitable de cir-cunstancias fuera de nuestro control; hacemoscada escogencia como si el peso completo de ellodescansara únicamente sobre nosotros mismos.

Solo por esa aceptación, plena y sin compro-misos, de todo lo que el pasado inalterable hadepositado dentro de cada uno de nosotros pode-mos establecernos como personas éticas. Novamos a esperar hasta que la sociedad, por suspropios intereses, decida que somos responsables,porque tal responsabilidad imputada es una fic-ción. Nos anticipamos a la sociedad reclamandoresponsabilidad como un derecho inalienable,afirmando así nuestra dignidad moral.

Esta voluntaria aceptación de responsabilidadno es jactancia fútil, ni gesto infantil de desafío alinexorable destino, La cadena de causalidadpuede pasar intacta, dentro de la mente así comotambién en el mundo físico con todo el férreorigor que el materialismo del siglo diecinueve leadscribió. Sin embargo estamos seguros de que enel acto de deliberar, la secuencia causal sigue unaruta única, que la coloca rigurosamente aparte deaquella del universo físico. Nuestras escogenciasdeliberadas se hacen con vista al futuro, de unamanera que da a nuestros ideales y aspiracionesuna oportunidad de contribuir a su configuración.La necesidad puede regir sobre la voluntad huma-na lo mismo que la ley de la gravedad, pero aquíde lo que se trata es de una necesidad no ciegasino iluminada, que tiene un margen de opcionesque no es ciego. Las secuencias causales que, por

todo lo que sabemos, desde el principio de lostiempos han atravesado el universo sin una meta.por la decisión moral han venido a recibir al finun propósito y reorientarse hacia una meta ideal.Por la libre aceptación de la responsabilidadcomenzamos a hacer de nosotros mismos aquelloque aspiramos ser. agentes autónomos dedicadosa la sagrada tarea de crear un mundo más feliz yarmonioso!

Pero ¿qué hay de aquellos que rehusan echarseal hombro la carga de la responsabilidad. prefi-riendo culpar de sus fracasos y omisiones a cir-cunstancias que no pudieron controlar? Así comoen el trato social toleramos defectos obvios. tra-tando a gente impedida como si fuera normal. así.quizás. deberíamos ignorar en aquellos su preten-sión posiblemente correcta de que sus malasacciones fueron las inevitables consecuencias decondiciones que no podían prevenir y tratarloscomo si fueran plenamente responsables. Por estemedio nosotros los honramos más de lo que ellosmismos se honran y tal vez así podamos ayudar-les a tomar una visión optimista de su habilidadpara asumir el gobierno de sus vidas. Creer queuno es responsable. aunque no sea enteramentecorrecto. es en sí mismo un factor causal quepuede influir en el curso del acto de deliberar. Ysabiendo que. suceda lo que suceda. uno puedeser considerado responsable. eso contribuye a quecualquier persona normal proceda con cuidado.

El asunto de la responsabilidad asume unaspecto más oscuro cuando alguien es convicto deun crimen serio. El asesino puede. de hecho, serun foco de influencias malignas que desde unpasado distante han convergido sobre él desdetodos lados -apenas algo más que un trozo dearcilla en las manos del destino-oPero es imposi-ble rastrear todos esos factores contribuyentesdesde sus remotos orígenes y tratar con cada unoseparadamente. dividiendo el castigo del delin-cuente entre su padre libertino y su madre alcohó-lica (quizás ya fallecida). sus profesores incompe-tentes. todos aquellos que le dieron un mal ejem-plo en su impresionable infancia. así como tam-bién la comunidad a la larga. por permitir en sumedio tantas situaciones nocivas. La sociedaddebe. por así decirlo, atrapar todos esos hilos con-tribuyentes donde han convergido en un apretadonudo. en el culpable mismo. y contender con elnudo más bien que con los filamentos separados:no hay otro camino posible. No podemos separara un hombre de sus actos pretendiendo que ellos

Page 4: Responsabilidad castigo- de Filosofía UCR/Vol. XXXII/No 77... · Responsabilidad y castigo-Summary: The author, avoiding determinism and the side of free will, chooses the voluntary

22 A. F. SKUTCH

son consecuencias de una necesidad ineluctable.El hombre mismo es un producto de la mismanecesidad. La pretensión de que él no pudo haberdecidido de otra manera, lejos de desvincularlo desu crimen, es una afirmación de que tal acto esta-ba inseparablemente conectado con su carácter.Así como bondad y belleza son frutos de tenden-cias benéficas que desde largo tiempo han estadotrabajando en el cosmos, así un carácter vicioso oun acto perverso son resultantes de tendenciasmalignas antiguas y dispersas en el Universo yque han encontrado un foco en la persona infortu-nada del criminal. Al condenarlo a él, condena-mos algo mucho mayor que él, pero no por ellodebemos refrenamos de castigarlo.

Cuando encarcelamos a un hombre con el solopropósito de prevenir una repetición de susfechorías, lo tratamos como a un perro o a untoro maligno, que debe ser estrictamente confina-do para proteger a la gente. Si lo mantenemos enprisión para servir expresamente como unaadvertencia a otros de lo que les espera si come-ten crímenes similares, lo usamos como un signo,como el dibujo de un convicto tras las rejas y laleyenda: "¡Cuidado! Esto te podría pasar si robaso asesinas". Pero cuando lo castigamos porque hahecho mal y merece castigo, al menos le hacemosel cumplido de tratarlo como a un ser humanoresponsable que sabe lo que ha hecho. Nosotrosno castigamos a una rama podrida que cae de unárbol y mata a un transeúnte. Hace muchos años,Platén escribió: "Cuando un hombre siempre res-ponsabiliza a otros y no a él mismo por sus pro-pios pecados y por las mayores y más gravesmaldades, y siempre se exime a sí mismo deculpa, honrando así, según imagina, a su propiaalma, entonces en verdad está lejos de honrarla,sino que más bien la injuria".' Quizás la crecienteactitud de que el tratamiento de criminales debe-ría ser correctivo y ejemplar pero nunca retributi-vo necesita reconsideración. Despojar al pecadorde una parte esencial de su humanidad y tratarlocomo cosa, a menudo no solo ofende un senti-miento de justicia profundamente arraigado en élsino que debilita su sentimiento de responsabili-dad y lo hiere. Hartmann escribió: "Quien perdo-na a una persona culpable, la comprometeespiritualmente" .1

Puede ser que los deterministas coincidan conlos partidarios del libre albedrío sobre la necesi-dad social y sicológica del castigo. La permisivi-dad fácilmente se vuelve desastrosa para cual-

quier sociedad. Si nuestros semejantes y el Estadodeterminan tratamos 10 mismo, ya sea que burle-mos o que cumplamos sus leyes, solo la gente deconciencia muy elevada las cumpliría. A menudonos molestamos a la vista de alguien que cons-cientemente ha perjudicado a sus semejantes ycontinúa viviendo como si no hubiera hecho nadamalo. Si nos aferramos a las creencias tradiciona-les, nuestra certeza de que tras la muerte el hom-bre malvado sufrirá por sus maldades, nos ayudaa preservar la fe en que la justicia es algo más queuna palabra. A veces parece que la creciente leni-dad hacia los criminales, lejos de revelar un reco-nocimiento de la dignidad humana, se origina enconsiderar que la vida tiene peco valor. Cuando alautor de un asesinato múltiple no provocado se leaplica nada más que una sentencia de por vida,con la posibilidad de que después de estar confi-nado por veinte anos o algo así, a grandes expen-sas del Estado, puede ser puesto en libertad condi-cional y disfrutar muchos anos adicionales devida, la sentencia no parece adecuada a la enormi-dad del crimen. ¿Por qué habría de ser tratado conmayor suavidad que la que él tuvo para con susvíctimas, quienes probablemente eran personasmucho mejores que su asesino?

Aunque perdonar a quienes nos han hecho dai'lose ha considerado por largo tiempo la actitud de unser noble, no nos corresponde perdonar a quieneshan dañado a otros. Por el contrario, no insistir enque sean apropiadamente castigados revela unadeficiencia de cualidades tales como solidaridadcon los conciudadanos observantes de la ley y sim-patía por las víctimas de crímenes horrendos.Supóngase que por medio de unas cuantas píldoraso una breve y confortable internación en un hospi-tal siquiátrico, el autor de alguna acción terriblepueda ser curado felizmente de sus tendencias cri-minales y que se le permita vivir en libertad, talcomo si no hubiera hecho nada malo. Este cursosatisfaría a quienes se oponen a un castigo retribu-tivo. A otros les perturbaría la idea de que el asesi-no viva prósperamente mientras el hombre a quienmató para robarle yace en su tumba. o que el viola-dor está cómodamente casado mientras la virgen aquien forzó nunca podrá sobreponerse por enterode su penosa experiencia.

El salvaje de mente estrecha odia a quien lehace daño a él o a su clan pero no experimentaresentimiento hacia aquellos que maltratan conbrutalidad a gente que no es de su parentela. Lapersona de espíritu despierto se angustia por

Page 5: Responsabilidad castigo- de Filosofía UCR/Vol. XXXII/No 77... · Responsabilidad y castigo-Summary: The author, avoiding determinism and the side of free will, chooses the voluntary

RESPONSABILIDAD Y CASTIGO 23

algún daño que se haga a un ser sensitivo cual-quiera, no importa cuán retirado se halle en espa-cio y tiempo. El conocimiento de tales actos haceque el mundo parezca un lugar menos apeteciblepara vivir. A despecho de las enseñanzas de cier-tos profetas y moralistas, yo dudo que podamossobreponernos a la indignación moral y a lademanda de un apropiado castigo sin la atrofia deuna importante faceta de nuestra adaptaciónsocial.

El castigo es siempre la imposición de unapena, ya sea privando al ofensor de la vida lalibertad, o la propiedad, o haciéndolo sufrir física-mente. Con ello. la suma de sufrimiento e infeli-cidad en el mundo humano se incrementa, usual-mente sin traer ningún beneficio a las víctimasdel crimen, quienes de ese modo no son compen-sadas por pérdidas que, en el caso de asesinato yotros actos de violencia, pueden ser irreparables.y si la persona perjudicada se regocija con elsufrimiento de su asaltante, condenamos su acti-tud vengativa e implacable; porque ¿acaso nues-tros más respetados guías espirituales no nosmandaron perdonar a nuestros enemigos? Por lotanto, confrontados con la necesidad social detomar acción contra los criminales. podemos jus-tificar su encarcelamiento añrmando que se hacecon el objeto de reformarlos, prevenir la repeti-ción de sus delitos, o servir como una advertenciaa los otros -no como castigo por sus crímenes-o

Puesto que el pasado es inalterable y sus ini-quidades no pueden anularse, quizás nuestro inte-rés debería ser por entero con el presente y elfuturo. La naturaleza cura heridas y restaura losestragos de los cataclismos sin penalizar sus cau-sas. ¿No sería lo mejor seguir el ejemplo de lanaturaleza. desistir de nuestros intentos, a menu-do desatinados, de hacer que el castigo se equipa-re al crimen, y concentramos en crear un futuromás feliz? Si tomamos esa actitud. el castigo seinfligiría únicamente con miras a sus probablesefectos sobre el bienestar futuro de la comunidady la retribución vendría a ser obsoleta.

Este derrotero podría perturbar nuestro sentidode justicia y marchitar la antigua y difundida cre-encia de que, a la larga, la felicidad del hombredepende de su conducta. Toda civilización mode-radamente avanzada ha sustentado la fe en elgobiemo moral del mundo, que de alguna maneray en alguna parte, la rectitud debería premiarsecon la felicidad, mientras que aquellos que hicie-ron sufrir a sus prójimos deberían ser reembolsa-

dos con la misma moneda. Un mundo en que elbien reciba su recompensa y el mal se castigue,les ha parecido a todos los pueblos con cierto sen-tido moral algo desarrollado, ser más habitable,más humano que un mundo en que se hace casoomiso de nuestra pequeña dignidad humanamientras la naturaleza prosigue hacia adelante ensu curso impersonal. Evidentemente es por pre-servar la fe en un mundo tal, más que por el merocarácter vindicativo o el placer sádico de contem-plar los aprietos del condenado, que la gentebenévola. que se sustrae de daftar a criatura algu-na. se angustia cuando un crimen flagrante quedaimpune o es castigado inadecuadamente. La peorparte de la vieja lex talionis no era que insistía enla proporcionalidad entre un dafto y su desquitesino que hacía poca cuenta de motivos y circuns-tancias haciendo muy difícil cualquier distinciónentre un accidente y un daño premeditado, entreun asalto provocado y otro no provocado.Florecía en una atmósfera donde animales eincluso objetos inanimados podían ser tratadoscomo agentes responsables; a menudo demandabaque el vengador de un dafto duplicara actos de lamás chocante brutalidad: y podía desatar unalarga cadena de crímenes en reciprocidad.

Los métodos contemplados para premio de lavirtud y castigo de la maldad han variado grande-mente de cultura a cultura. Los filósofosHelénicos (no solamente los Estoicos) adoptaronla más elevada y valerosa solución de los proble-mas. Enseftaban que la virtud es su propio galar-dón y no necesita recompensa externa. Su doctri-na de que la virtud es suficiente para la felicidadimplicaba que el individuo que llega a ser buenoen grado suficiente es feliz de manera automática,del mismo modo que, cuando un metal se calientaa cierta temperatura, emite luz. Que la felicidaddel hombre virtuoso difería de lo que nosotros losmodernos entendemos por esa palabra se pone enevidencia por una observación de Aristóteles: quelos nlños y los animales no pueden ser felices;mientras que nosotros a menudo consideramosque una infancia afortunada es la etapa más felizde la vida. Aparentemente, la felicidad del hom-bre virtuoso era más bien como una concienciatranquila, o la satisfacción que sentimos cuandohemos realizado una empresa anhelada o cumpli-do un deber, aunque puede ser que suframos acausa de heridas o extrema fatiga. El Hinduismoy el Budismo enseftaban que los premios y casti-gos se pagan, en una sucesión de reencamaciones,

Page 6: Responsabilidad castigo- de Filosofía UCR/Vol. XXXII/No 77... · Responsabilidad y castigo-Summary: The author, avoiding determinism and the side of free will, chooses the voluntary

24 A. F.SKUTCH

por un mecanismo impersonal kármico, un podermoral difundido a través del mismo tejido de lanaturaleza. El Cristianismo tradicional ha sidofuerte al abogar por el perdón de los enemigos yel ofrecer la otra mejilla al violento, sin compro-meter la justicia, porque ha sostenido que despuésde la muerte se castigará a los malvados con sufri-mientos mucho más intensos y prolongados queaquellos que los hombres pueden infligir.

Puesto que el escepticismo moderno descartaestas venerables respuestas al requerir que nuestrafelicidad dependa de nuestra conducta, sólo quedaun agente capaz de satisfacerlo, aunque de maneraimperfecta, a escala general -el Estado-, Sus pro-gramas de bienestar cada vez más amplios, nece-sariamente administrados sin mucho interés por lacalidad moral de los beneficiarios, a veces pare-cen incrementar la insatisfacción y el desasosiegomás que la felicidad. Sus códigos penales intentanajustar la severidad del castigo a la gravedad delacto. A pesar de las dificultades de capturar alinfractor de la ley y así poder evaluar todas lascircunstancias de su crimen de tal manera quereciba una sentencia justa, ellos continúan siendola única respuesta visible, aunque parcial, a laantigua demanda por un mundo moral en que lavirtud se premie y el mal se castigue. Si adopta-mos el principio de que el malhechor no ha sidoincomodado sino sólo reformado o de otra maneraimpedido de repetir sus crímenes, la justicia pare-ce retirarse unos pocos pasos más del mundo, ynuestra confianza en su gobierno moral se debilitatodavía más. Aquellos que aprecian el ideal de lajusticia, que es aliada del sentido estético porque,como la belleza, depende de las proporciones, sesentirán cada vez más solos dentro de una socie-dad que está perdiendo sus imperativos morales.

Afortunadamente, el castigo de un criminal noes incompatible con su reformación y ciertamentepuede ser el medio para lograrlo. Castigar es infli-gir sufrimiento, que en una mente no desprovistade imaginación ni totalmente endurecida por labrutalidad, a menudo estimula el pensamiento yefectúa cambios en actitudes y valores que alteranel curso de una vida. El sufrimiento infligido porquien sufrió el daño constituye venganza y puedeser desproporcionado con relación al daño recibi-do por él. Cuando el castigo lo decreta un juezimparcial, es más probable que sea proporcionadoal crimen y, por consiguiente, justo. No obstante,la justicia perfecta es tan difícil de alcanzar pornosotros, para quienes las mentes de nuestros

semejantes son opacas, que podemos comprenderpor qué los líderes religiosos han preferido dejarlaal funcionamiento de un proceso kármico imper-sonal o al juicio infalibe de un Dios omnisciente.Pero aquellos que pretenden que Dios sentencia aciertos pecadores a una agonía eterna deshonran asu Dios haciéndolo parecer injusto. La justiciaimplica una cierta proporción entre una buenaacción y su recompensa o entre una acción per-versa y su castigo; pero entre un pecado finito yun sufrimiento infinitamente prolongado no puedeexistir proporción.

La interpretación determinista de la conductahumana hace más fácil aguantar a los enemigos ycastigar. a los ofensores sin odiarlos. Reflexio-nemos en que las desarmonías y los males abun-dan no solo en las sociedades humanas sino tam-bién en el más amplio mundo natural. Ocasio-nalmente, mucho mal tiende a converger sobrealgún individuo desafortunado, muy a menudonacido y educado pobremente pero a veces sobrealguien eon todas las ventajas que el status y lariqueza pueden dar, lo que entonces se convierteen una afrenta a su humanidad. Aunque él puedepavonearse y jactarse, es la víctima de influenciasfuera de su control. Sin embargo, debemos hacer-lo responsable de sus malas acciones y castigarlocomo se merece, no con odio, sino profundamenteentristecidos por la idea de que esta miserablepersona, a pesar de sí mismo, ha llegado a ser elvehículo de males cuyas raíces se hunden en elremoto pasado.

Responsabilidad es, primariamente, interéspor las consecuencias de los propios actos deuno. Sus manifestaciones incluyen fiel cumpli-miento de las promesas en asuntos grandes ypequeños, ejecución completa de contratos yobligaciones, y la aceptación de culpabilidad porel daño que se hace, en vez de culpar a otros. Porun extremo, la responsabilidad se revela acor-dándose de poner en el correo una carta que senos ha confiado y siendo puntuales en los com-promisos; por el otro, cumpliendo a concienciacon algún gran deber cívico y, sobre todo, cui-dando de manera adecuada a los niños que trai-gamos al mundo. Como otros sentimientos, elsentido de responsabilidad es inmensamenteexpansible. Puede crecer desde su función pri-maria de hacer que vigilemos las consecuenciasdirectas de nuestros propios actos, hasta sentir-nos responsables por el bienestar de nuestracomunidad, por la conservación de la naturaleza

Page 7: Responsabilidad castigo- de Filosofía UCR/Vol. XXXII/No 77... · Responsabilidad y castigo-Summary: The author, avoiding determinism and the side of free will, chooses the voluntary

RESPONSABILIDAD Y CASTIGO 25

y, también, en casos excepcionales, por el futurode la humanidad. Incluso podemos desarrollarun sentimiento de culpa por males que surgieronmucho antes que naciéramos y que difícilmente,con nuestros mayores esfuerzos, lograríamos erra-dicar. Un sentido de responsabilidad tan expandi-do deja entrever a un espíritu noble con una con-ciencia sensitiva, pero, a menos que se halle dota-do de habilidad y energía excepcionales, resultaineficaz en su mayor parte. Lo que necesitamosde modo capital es que se disemine extensamentela responsabilidad por las consecuencias de nues-tra propia conducta. Si se pudiera desarrollar estamagnitud de responsabilidad en suficientes perso-nas, algunos de nuestros mayores problemas ven-drían a ser manejables.

Notas

(*) La Revista de Filosofía se complace en publicareste artículo del profesor Alexander F. Skutch, quienjunto con Constantino Láscaris Comneno, fue fundadorde la Asociación Costarricense de Filosofía.

1. A. F. Skutch. El ascenso de la vida. Traducidopor Raúl Elvir. Editorial Costa Rica, San José, 1991.Capítulo 11.

2. Plato. Laws. Book 5, 727B.3. Hartrnann. Ethics. Translated by Stanton Coito

George Allen and Unwin, London, 1932. Vol. 2,AloralValues,p.145.

Traducido del inglés por Raúl Elvir.