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Mayerly Aya Pérez Código: 30102212 Seminario Heidegger Filosofía y Humanidades Universidad de La Salle VISIÓN HEIDEGGERIANA EN LA METAFÍSICA DE NIETZSCHE En este texto se mostraran los argumentos expuestos por Heidegger para mostrar su interpretación del nihilismo como historia, de la posición de valores y voluntad de poder, de la subjetividad, de la moral y del antropomorfismo en Nietzsche, como elementos que dan explicación a la metafísica expuesta por su filosofía. A lo largo de estos cinco apartados, Heidegger intenta demostrar el porqué y el cómo la filosofía de Nietzsche, más explícitamente la voluntad de poder, es una metafísica; y en lugar de romper con ésta, tiene sus bases en el pensamiento de Descartes y Protágoras. NIHILISMO COMO HISTORIA. Heidegger afirma el nihilismo pensado desde Nietzsche, es la historia de la desvalorización de los valores supremos válidos hasta el momento, cuya esencia es pensada desde la idea de valor y cuyo principio se encuentra en la voluntad de poder. En cuanto historia, esta desvalorización debe ser superada, es decir, debe dar paso a una nueva posición de valores, que comprenden la instauración, desvaloración y transvaloración de estos, que vienen dados a través de la interpretación del ente en su totalidad como voluntad de poder, esto es, una metafísica de la voluntad de poder. Respecto a la voluntad de poder, Heidegger dice “es el objeto y el sujeto de la metafísica dominada por la idea de valor”. Es decir, la metafísica esta sometida por la idea de valor; y la voluntad de poder es lo subjetivo y lo objetivo insertos en la metafísica, donde lo <<objetivo>> es entendido como verdad sobre el ente en su totalidad y lo subjetivo sujeto subiectum, como la base de la configuración humana, carácter fundamental del ente en su totalidad. De tal manera, el nihilismo es historia en tanto determina el suelo de lo que se conoce como historia universal, a través de la constitución de la esencia de la historia. Es decir, el nihilismo determina la historicidad de la historia. Esta determinación y constitución que promueve en nihilismo, se da a través de la esencia de éste, que consiste en la comprensión de la transición de la creencia en el proceso de instauración, desvaloración y transvaloración de los valores. Cuando la creencia esta por pasar al “estado” de desvaloración, surge una forma previa de nihilismo, a saber el

Relatoria Heidegger

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Page 1: Relatoria Heidegger

Mayerly Aya PérezCódigo: 30102212Seminario HeideggerFilosofía y HumanidadesUniversidad de La Salle

VISIÓN HEIDEGGERIANA EN LA METAFÍSICA DE NIETZSCHE

En este texto se mostraran los argumentos expuestos por Heidegger para mostrar su interpretación del nihilismo como historia, de la posición de valores y voluntad de poder, de la subjetividad, de la moral y del antropomorfismo en Nietzsche, como elementos que dan explicación a la metafísica expuesta por su filosofía.A lo largo de estos cinco apartados, Heidegger intenta demostrar el porqué y el cómo la filosofía de Nietzsche, más explícitamente la voluntad de poder, es una metafísica; y en lugar de romper con ésta, tiene sus bases en el pensamiento de Descartes y Protágoras.

NIHILISMO COMO HISTORIA.

Heidegger afirma el nihilismo pensado desde Nietzsche, es la historia de la desvalorización de los valores supremos válidos hasta el momento, cuya esencia es pensada desde la idea de valor y cuyo principio se encuentra en la voluntad de poder. En cuanto historia, esta desvalorización debe ser superada, es decir, debe dar paso a una nueva posición de valores, que comprenden la instauración, desvaloración y transvaloración de estos, que vienen dados a través de la interpretación del ente en su totalidad como voluntad de poder, esto es, una metafísica de la voluntad de poder. Respecto a la voluntad de poder, Heidegger dice “es el objeto y el sujeto de la metafísica dominada por la idea de valor”. Es decir, la metafísica esta sometida por la idea de valor; y la voluntad de poder es lo subjetivo y lo objetivo insertos en la metafísica, donde lo <<objetivo>> es entendido como verdad sobre el ente en su totalidad y lo subjetivo sujeto subiectum, como la base de la configuración humana, carácter fundamental del ente en su totalidad. De tal manera, el nihilismo es historia en tanto determina el suelo de lo que se conoce como historia universal, a través de la constitución de la esencia de la historia. Es decir, el nihilismo determina la historicidad de la historia. Esta determinación y constitución que promueve en nihilismo, se da a través de la esencia de éste, que consiste en la comprensión de la transición de la creencia en el proceso de instauración, desvaloración y transvaloración de los valores. Cuando la creencia esta por pasar al “estado” de desvaloración, surge una forma previa de nihilismo, a saber el pesimismo, que existente de dos maneras: como fuerza y como debilidad. El pesimismo como fuerza, expone lo que <<es>>, indica las razones por las cuales el ente es tal como es; lo denomina Heidegger, analítico. El pesimismo como debilidad, presume saber de antemano lo que sucederá, dando razones que son tendientes al fracaso encontrando refugio en el historicismo. Cuando se supera esta transición, es decir cuando se entra al “estado” de desvalorización, el pesimismo como debilidad muestra que el mundo aparece carente de valores, pues estos que eran válidos hasta el momento, son inalcanzables. Así mismo, el pesimismo analítico, hace consciente al hombre, mostrándole que tales estimaciones de valor, son originadas en la voluntad de poder, en el ente en su totalidad; dirigiendo la mirada a nuevas estimaciones de valor. Hasta este punto, el nihilismo es un <<nihilismo incompleto>> cuya superación viene dada a través de la transvaloración de aquellos valores válidos hasta ese punto.

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La transvaloración consiste en poner nuevos valores donde estaban los anteriores que ahora no son vigentes. En este sentido, la transvaloración de los valores es vacilante en cuanto a la verdad, pues ésta deja de existir de manera universal para convertirse en una verdad particular inmersa en el devenir. En este punto, el nihilismo se bifurca en nihilismo pasivo, que es aquel que establece su posición en la no existencia de verdad en absoluto; y en nihilismo activo, que entiende la verdad como una forma de la voluntad de poder, una forma de determinar la verdad en su esencia. Así, esta transvaloración se da a partir de la voluntad de poder y esta última toma forma de fundamento de posibilidad de la verdad. En este punto Heidegger iguala la voluntad de poder con el nihilismo, pues dice el nihilismo es condición de posibilidad. A este nihilismo Heidegger le llama nihilismo extático, en tanto es la forma mas elevada del nihilismo, donde se ve el proceso del posicionamiento de valores y el movimiento histórico que viene dado a través de este.

LA POSICIÓN DE VALORES Y LA VOLUNTAD DE PODER.

En este sentido, el nihilismo como historia de las posiciones de valores, se comprende en el conocimiento de dichas posiciones, en su esencia, en su necesidad metafísica. Nietzsche, dice Heidegger, entiende el nihilismo como despliegue y superación de la idea de valor; donde pensar en valores forma parte de la realidad determinada como voluntad de poder. De este modo, el valor es el fundamento histórico esencial de la metafísica de la voluntad de poder; así como el origen de la metafísica de la idea de valor es la verdad sobre el ente en su totalidad, es decir, del ser del ente. La idea de valor surge de la interpretación de la determinación del ente en su totalidad por el carácter fundamental de la voluntad de poder.

En este punto, Heidegger dice que la metafísica de Nietzsche, entendida como el acabamiento de la metafísica occidental, solo puede ser confrontada adecuadamente en la medida en que afecte a dicha metafísica en su totalidad. Entiéndase por confrontación la meditación acerca de la verdad, sometida a una decisión dictada por el ser en cuanto historia del ser. Bajo la perspectiva de Heidegger, el nombre y el concepto «nihilismo» se refieren a un pensamiento relativo al ser. Por otra parte Nietzsche, según Heidegger, piensa el nihilismo desde el pensamiento del valor. De este modo, la pregunta por el ente en su totalidad era la pregunta conductora de toda metafísica, luego el pensamiento del valor en la metafísica, se da con Nietzsche tras la ejecución de esta como el acabamiento de su esencia. Luego si Nietzsche efectúa el acabamiento de la metafísica occidental, y en esta filosofía el pensamiento del valor es determinante, entonces el pensamiento del valor se da en la metafísica desde el interior, en ese sentido, el pensamiento de valor se da en la metafísica como esencia de esta. De tal forma, el pensamiento de valor en cuanto estima todo de acuerdo con valores, incluso a sí mismo, y se pone como tarea la posición de valores nuevos, es fundamento y posibilidad de sí mismo.

Por esto último, toda especie de posición de valores y la transvaloración de los valores como posición de valores nuevos, tienen que estar referidas a la voluntad de poder; mostrando con ello, la conexión interna entre la posición de valores y la voluntad de poder, donde los valores proceden de la posición de valores, y ésta corresponde a la voluntad de poder «Los valores y su modificación están en relación con el crecimiento de poder de quien pone los valores». (HEIDEGGER, 2000, pág. 87) En otras palabras, los valores y la posición de valores, en cualquier estado, se determinan particularmente desde la manera de ser característica de la voluntad de poder, quien determina al hombre que pone los valores, es decir, en cuanto a su modo de ser hombre.

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Entiéndase valor aquí, como «punto de vista esencial», punto de vista que mediante la posición, se convierte en valor para tener como fin poner la mira algo. Luego este valor no es valor en si mismo, sino que es valor porque el hombre así lo determina. Tanto el pensamiento del valor como los valores sólo «son» en la medida en que se calculan, es decir en la medida en que se relacionan con un «cuanto» que indica el grado y un «tanto» que indica la cantidad o el punto; con lo cuántico y el número. En otras palabras se refieren a una «escala numérica y de medida», que deviene entre el acrecentamiento y la disminución de Valor. Este acrecentamiento y disminución de valor, esta condicionado por la conservación e inhibición del acrecentamiento de poder. En otras palabras, los «Valores» son las condiciones a tener en cuenta por el poder, para que éste sea entendido y se mantenga como tal. En este sentido, el acrecentamiento del poder se entiende como sobrepotenciamiento, que en cuanto condición, constituye la esencia de la voluntad de poder.

Los valores condicionan entonces la voluntad de poder, que no es considerada como una esencia simple, sino como carácter fundamental de lo «real». De tal forma, lo «real» también es visto desde esa conservación y acrecentamiento, con el fin de que la voluntad de poder en cuanto sobrepotenciación, pueda superar un grado, condicionado por un estar en sí, por una existencia consistente, que se piensa, y que a fin de cuentas, es lo que permite la gradación. De esta manera la superación de grado debe entenderse como alcance y mantenimiento de éste, donde su fijación hace concreto el poder de la voluntad de poder y permite una nueva apertura a un más-allá-de-sí, una sobrevaloración que posibilita la gradación. En definitiva, la voluntad de poder, en tanto fundamento y posibilidad del posicionamiento de valores, debe prensar y pensarse en una apertura y un ir mas allá, a partir de la conservación y acrecentamiento. Así mismo, lo real, se ve en este punto como algo relativo, en tanto determinación e indeterminación en el devenir de conservación, acrecentamiento, superación y fijación.

La apertura y el ir más allá de la voluntad de poder, es denominado por Nietzsche, como el carácter «perspectivista», en tanto trayectoria de la visión y de la mirada que atraviesa, donde la Voluntad de poder es en sí misma y pone la mira en más poder. Es decir, todos esos valores son, en cuanto valores, determinados puntos visuales de determinadas trayectorias visuales de una determinada voluntad de poder. De este modo, el ente en cuanto tal es perspectivista, y a cada ente le corresponde una «perspectiva» particular dado por el carácter fundamental de voluntad de poder.Según Heidegger, el carácter perspectivista del ente de Nietzsche, expresa lo que desde Leibniz constituía un oculto rasgo esencial de la metafísica, aunque en la filosofía de Leibniz el pensamiento del valor no es aún tan esencial y explícito como para que los valores puedan pensarse como los puntos de vista de las perspectivas:

Según Leibniz, todo ente está determinado por perceptio y appetitus, por el impulso que lleva en cada caso a poner-delante, a «representar» la totalidad del ente, y a que éste sea sólo y exclusivamente en y como esta representatio. Este representar tiene en cada caso lo que Leibniz denomina un point de vue, un punto de vista. Así dice también Nietzsche: es el «perspectivismo» (la constitución perspectivista del ente) aquello «en virtud de lo cual todo centro de fuerza —y no sólo el hombre— construye desde sí la totalidad del mundo restante, es decir, lo mide, lo palpa, lo conforma de acuerdo con su propia fuerza... (n. 636; 1888. Cfr. XIV, 13; 1884-1885: «Si se quisiera salir del mundo de las perspectivas, se perecería»). (HEIDEGGER,2000, pág. 90)

Como se venia diciendo, a la esencia de la sobrepotenciación le es inherente la combinación de conservación y acrecentamiento. Motivo por el cual, la esencia misma del poder es algo combinado. Así, la esencia de la voluntad de poder consiste en poder-ser-señor y poder-ordenar, mostrando que las formaciones de dominio son formas de la voluntad de poder. Esto, en tanto las condiciones de acrecentamiento y conservación, se

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refieren siempre a un «devenir» de crecimiento y decadencia del poder; así mismo, proporcionan una medida para valorar en la formación de dominio, tanto el quantum de poder, como el aumento y disminución bajo la perspectiva de utilidad buscando la conservación y acrecentamiento de formaciones de dominio humanas.

En este sentido, Los valores son esencialmente valor útil, que se usan para posibilitar las «formaciones de dominio» dentro de la realidad en su totalidad, del devenir, y cuyo carácter fundamental es la voluntad de poder. Sin embargo, la realidad en su totalidad no posee ningún valor y no es susceptible de tenerlo. Es decir, la totalidad del mundo es invalorable, en tanto se rechaza la idea de que los valores sean algo por sí mismos, independientes del ente y que por ese motivo sean aplicables al ente en su totalidad. Es decir, el mundo es independiente del hombre y por lo tanto es invalorable; en términos concretos, el mundo en devenir es la referencia para la formación de poderes individuales, puesto que solo dentro del devenir (del mundo) hay valores, que surgen de la voluntad de poder. O sea, Por tal motivo, los valores son esencialmente condiciones de la voluntad de poder, condicionadas por la conservación y el acrecentamiento del poder, que en cuanto referencia al quantum refiere al hombre.

LA SUBJETIVIDAD EN LA INTERPRETACIÓN NIETZSCHEANA DE LA HISTORIA

Nietzsche piensa que la totalidad de la filosofía occidental está fundamentada en términos de valor y quiere acabar con ello. Sin embargo, en el momento en que interpreta la historia de la metafísica desde el horizonte de la voluntad de poder, esto es desde el valor, surge su pensamiento metafísico. Así, Nietzsche concibe la tarea de la metafísica futura como la transvaloración de los valores supremos: unidad, totalidad, ser y verdad; lo cual hace que todo aquello pensado y dicho hasta entonces acerca del ente en cuanto tal en su totalidad, y la historia, sean vistos a la luz del pensamiento del valor, con los ojos de la voluntad de poder. De esta forma, se determina la esencia de la historia como una historiografía, a través de la conexión entre la voluntad de poder y la doctrina nietzscheana del eterno retorno de lo mismo, el eterno retorno de lo mismo caracteriza al ente en su totalidad, es, conjuntamente con la voluntad de poder, un carácter fundamental del ser, a pesar de que «eterno retorno» nombre un «devenir». (HEIDEGGER, 2000, pág. 232). En este sentido, la «trans-valoración» es según Heidegger, el repensar en términos de valor todas las determinaciones del ente. Para Nietzsche, las determinaciones, es decir los valores supremos anteriormente nombrados, del ente en cuanto tal, son categorías de la razón, entiéndase «razón» como esencia de la subjetividad.

Con la interpretación de la metafísica desde el pensamiento del valor, la realidad histórica se entiende como la liberación de los valores metafísicos anteriores. De este modo, la historia del pensar occidental se desarrolla como una desvalorización de los valores supremos, que de acuerdo con la caducidad de tales fines, debe convertirse en «nihilismo». Luego si el nihilismo es el movimiento fundamental de la historia, de este dependerá cómo y desde dónde se determine para nosotros la historicidad de la existencia humana. De esta manera, la historicidad de la historia está determinada por el presente y se refiere a él, en este sentido, es «relativa» y no «objetiva». Por lo tanto, la historicidad es siempre «subjetiva», además, esta historicidad pone lo pasado al servicio de su respectivo presente, para dar lugar a la historia.

LA INTERPRETACIÓN «MORAL» DE LA METAFÍSICA POR PARTE DE NIETZSCHE

La moral para Nietzsche según Heidegger, es el sistema de estimaciones de valor en el que de determina y desea un mundo suprasensible, de lo ideal. En otras palabras,

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comprende la «moral» de modo «metafísico», en tanto decide sobre la totalidad del ente. El hombre virtuoso, idóneo, es decir, el «hombre bueno», erige por encima de él valores, ideales suprasensibles que poseen un carácter de utilidad, el cual, permite a través de su cumplimiento el aseguramiento de una meta de vida. Luego una condición para que se de ese aseguramiento de una meta de vida, es el sometimiento a ideales como algo que existe en si, es decir, el sometimiento de la voluntad de poder a la totalidad del ente.

En el significado metafísico, hay «moral» y «moral» para Nietzsche, dice Heidegger; moral, es todo sistema de estimaciones y relaciones de valor; que en tanto ponen las condiciones de la vida pueden llamarse «morales». Por lo que respecta a la moral en Nietzsche es el sistema de aquellas estimaciones de valor que incluye en sí la postulación de valores supremos incondicionados en el sentido del platonismo y del cristianismo. La moral pues, es la moral del «hombre bueno», que vive de y en la oposición con el «mal», y no «más allá del bien y del mal». En la medida en que su metafísica está «más allá del bien y del mal» y en que previamente trata de constituir y de ocupar este lugar como posición fundamental, Nietzsche puede designarse a sí mismo como «inmoralista». (HEIDEGGER, 2000, pág. 102).

Entiéndase aquí por inmoral, más allá del bien y del mal. Y esto no quiere decir fuera de toda legalidad y de todo orden, sino dentro de la necesidad que surge de una nueva posición de un orden diferente frente al caos. (HEIDEGGER, 2000, pág. 102)

El sometimiento de la voluntad de poder a la totalidad del ente a través de la posición de valores, debe ser de manera consciente; de lo contrario, el hombre bueno será en este caso un «ingenuo hiperbólico» pues pone los valores sobre él sin entender que son puestos por la voluntad de poder, es decir por el hombre. Por tanto, ser consciente de que la voluntad de poder es quien pone los valores para ratificar una meta de vida, es entender que los valores son condiciones condicionadas por el hombre. Aquí, el hombre puede verse como sentido y medida de todas las cosas, con lo cual, solo a través del punto de vista del hombre el mundo puede ser interpretado. Por lo tanto la metafísica debe fijarse en el hombre. Al poner valores supremos a las cosas, los entes se humanizan, pero hasta este punto de una manera incondicionada. Solo en el momento en que se desoculta el origen de los valores a través de la autoconciencia, el hombre se erige y se instituye como incondicionado dominador, mostrando completamente al ente humanizado, en tanto es el hombre el único fundamento de lo que posee valor, dando paso al súper-hombre. Este, se radica la carencia esencial de determinación del poder incondicionado, es decir, se radica en la carencia del puro sobrepotenciar como tal, el incondicionado sobrepasar, estar encima y poder ordenar, lo único y lo más elevado.Por lo tanto, la metafísica es una concepción moral, en el sentido en que toda interpretación del mundo es una posición de valores y con ello un configurar el mundo a imagen del hombre, el cual tiene que buscar lo verdadero y real en la incondicionada humanización de todo ente.

METAFÍSICA Y ANTROPOMORFISMO

Partiendo del hecho de que solo a partir del punto de vista del hombre el mundo puede ser interpretado, y valorado, la interpretación del mundo será una interpretación humanizada. Ya con descartes la conciencia de las cosas era orientada a la autoconciencia del sujeto humano como fundamento de toda certeza «pienso, luego existo». En Nietzsche la realidad de lo real es propiedad y producto del hombre, el hombre es sentido y medida de todas las cosas.

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La concepción «antropológica», exige que se interprete el mundo a la imagen del hombre y que se suplante la metafísica por la «antropología». La metafísica es la verdad sobre el ente en su totalidad, por lo tanto el hombre también forma parte de este. El hombre asume un papel especial en la metafísica en la medida en que es quien busca, desarrolla, transmite, fundamenta y conserva el conocimiento metafísico. Sin embargo, en la metafísica no se considera al hombre como medida, centro de todo ente y señor de todas las cosas. El «antropomorfismo» de Nietzsche, según el cual, todo ente es lo que es sólo sobre la base de una humanización por parte del hombre, solo expresa lo que en la historia de la metafísica ya ha sido pensado. Pensar en la esencia de la metafísica en cuanto verdad sobre el ente en su totalidad, en Nietzsche, parte básicamente del ego cogito, ergo sum, cartesiano, pues el hombre a partir de entonces, sabe con certeza incondicionada que él es el ente cuyo ser posee mayor certeza. De tal forma que, el hombre se convierte entonces en fundamento y medida de toda certeza y verdad. Desde este punto, se comprende la doctrina nietzscheana del hombre como legislador del mundo y se reconoce el origen de la metafísica de la voluntad de poder y del pensamiento del valor incluido en ella.