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REVISTA ADVENTISTA • OCTUBRE 2008 | 1 nº 405 · año 34 · Semana de Oración 2008 Lecturas para la Semana de Oración

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Revista Adventista - Semana Oración Septiembre 2008

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R E V I S T A A D V E N T I S T A • O C T U B R E 2 0 0 8 | 1

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Lecturas para la Semana de Oración

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Un mensaje del presidente de la Asociación General.

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JAN PAULSENPresidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

L E C T U R A S PA R A L A S E M A N A D E O R A C I Ó N

Señales de esperanza

Amados hermanos en la fe:

Las lecturas para la Semana de Oración de 2008 tratan sobre las señales de la segunda venida de Cristo. Las señales son importantes, porque Jesús las identifi có para nuestro bien y las imbuyó de signi-

fi cado. Él sabía que el andar del cristiano iba a ser largo y a veces difi cultoso. Jesús recurrió a algunos de los fenómenos naturales, la vida política y social, la condición espiritual de los seres humanos y las etapas en el desarrollo de su plan para la familia humana, como indicadores junto al camino que nos recordarían la cercanía de su venida. En el estudio de las señales, compartiremos con ustedes su propósito y su

signifi cado, y las consecuencias de colocarlas en el centro de nuestra esperan-

za o ignorarlas. Los animamos a desarrollar un enfoque vigilante y equilibrado

de los acontecimientos actuales, a la luz de la profecía bíblica.

Las señales relativas al aumento de la violencia podrían alterar nuestra paz

interior, pero su discusión procura fortalecer nuestra seguridad en la gracia y la

presencia de Dios con nosotros en medio de la violencia y el temor. Las señales

que abordan la corrupción moral y la explotación de los necesitados por los po-

derosos deberían motivarnos a preservar nuestra santidad y a hablar en favor de

los oprimidos. También hay señales concernientes a la amenaza del espiritismo

en sus diversas expresiones. Más que cualquier otra cosa, el espiritismo repre-

senta una falsifi cación del reavivamiento bíblico de aquéllos que han depositado

su fe en Jesús y están siendo guiados por su Espíritu. Pero también la iglesia en-

frenta peligros provenientes del mundo cristiano de parte de los falsos maestros

y profetas. Las señales nos alertan de estos peligros.

Lo realmente importante es que las señales son signos del advenimiento de

Cristo. Ése debería ser nuestro enfoque principal: ¡el advenimiento de Cristo en

gloria! Que las señales y los eventos mismos no sean separados de la responsabi-

lidad cristiana de proclamar el evangelio al mundo entero. Para nosotros, ése es

el verdadero signifi cado de la globalización. La necesidad es global, el mensaje

es global y el regreso de Cristo es también global. Mientras leen estos mensajes,

permitan que el Espíritu Santo les hable a ustedes personalmente y estén listos

para renovar su esperanza.

Suyo en la bendita esperanza.

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En nuestro mundo posmoderno, podemos ver un aumento del te-mor a catástrofes y epidemias. La ciencia y la tecnología, a pesar de gigantescos pasos hacia el progreso, parecen incapaces de controlar la situación actual. La gente hoy en día está cada vez más abierta a

“señales” irracionales como las teorías sobre conspiraciones y todo tipo de supersticiones. Podríamos citar como ejemplos el extraordinario éxito de la novela de Dan Brown, El código Da Vinci, o la serie de televisión Left Behind, producida por Tim La Haye y Jerry Jenkins, por la cual los productores han ofrecido a los autores un adelanto de 45 millones de dólares (más de 28 millones de euros). ¿Dónde puedo encontrar paz? ¿Cuáles son los valores duraderos? ¿Cuáles son mis perspectivas de futuro? La gente busca algo. La Palabra de Dios nos ofrece respuestas claras e inconfundibles a las importantes preguntas sobre el signifi cado de la vida. A través de nuestra conexión con Cristo, podemos hablar de un futuro seguro en tiempos inciertos. La segunda venida de nuestro Señor es una verdad infalible, la “señal de esperanza” al fi nal del túnel en el cual está atrapada nuestra sociedad. El predicar este maravilloso mensaje de esperanza es la misión de la iglesia, nuestra misión común. Ése fue el motivo por el cual el Consejo de la División, durante su sesión del 4 de abril del año 2002, tomó el siguiente acuerdo: «Considerando los dramáticos y rápidos cambios en nuestra sociedad, es nuestro deseo darle la máxima prioridad a la predicación del pronto regreso de nuestro Señor Jesucristo. Deseamos unifi car nuestras fuerzas para anunciar a los que nos rodean este mensaje de esperanza y revelarles la única perspectiva perdurable para el futuro, la cual se necesita en gran manera».

¡Todos estos acontecimientos dentro de nuestra sociedad global, junto con la mayor frecuencia de desastres naturales, nos indican la proximidad de la segunda venida de Cristo! Le doy gracias a Dios por poder constatar cómo cada vez más nuestras iglesias y nuestros líderes predican este feliz mensaje y cómo testifi can con entusiasmo y creatividad. ¿Somos conscientes del indescriptible privilegio de ser los mensajeros de esperanza para nuestros semejantes en estos tiempos de confusión? «La luz que Dios concedió a su pueblo no debe quedar recluida en el seno de las iglesias que ya conocen la verdad. Debe esparcirse en las regiones oscuras de la tierra. […] El momento ha llegado cuando el mensaje relativo a la próxima venida de Cristo debe resonar por el mundo entero» (Elena White, Testimonios para la iglesia, vol. 9, pág. 21).

Un mensaje del presidente de nuestra División.

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ULRICH FRIKARTPresidente de la División Euroafricana

L E C T U R A S PA R A L A S E M A N A D E O R A C I Ó N

S U M A R I O

2 INTRODUCCIÓNSeñales de esperanza

4 PRIMER SÁBADO La Iglesia Adventista y las señales de los tiempos

7 DOMINGOCuando las señales envejecen

9 LUNESTiempos peligrosos

11 MARTESLa explotación de los seres humanos y los recursos naturales

13 MIÉRCOLESEl colapso de la moralidad

15 JUEVES El gran engaño del espiritismo

17 VIERNESNo confíe en relojes falsos

19 SEGUNDO SÁBADOEl evangelio a todo el mundo

22LECTURAS PARA LOS NIÑOSSeñales de esperanza

REVISTA ADVENTISTA: Órgano ofi cial de la Iglesia Adventista

del Séptimo Día de España

nº 405 · año 34 Semana de Oración 2008

Texto e imágenes cedidos por ACES

Director de la Revista, Jesús Calvo

Editor, César Maya MontesRedacción, Raquel Carmona,

Mónica Díaz,Juan Fernando Sánchez Diseño y maquetación, Isaac Chía, Javier Zanuy

Procesos informáticos, Javier ZanuyProducción, Martín González

Envíos, Juan José RetaSuscripciones, Mª Teresa Tello

Publicidad, [email protected]

Impresión: IBERGRAPHI 2002 Mar Tirreno, 7, 28830

San Fernando de Henares (Madrid) Depósito Legal: M-32.993-1974

Pradillo, 6 - Pol. Ind. La Mina · E-28770Colmenar Viejo, Madrid (España)

tel. [+34] 91 845 98 77fax [+34] 91 845 98 65 [email protected]

www.publicacionesadventistas.com

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Nuestra iglesia nació a causa de una proclama-ción poderosa del pronto regreso de Cristo en gloria. El pequeño grupo de creyentes estaba fi rmemente convencido de que

el advenimiento de Cristo estaba por ocurrir. Esa convicción se basaba en el cumplimiento de las profecías bíblicas y en las señales que precede-rían al magno acontecimiento.

Las profecías de Daniel y Apocalipsis, y las de Mateo 24, ocuparon un lugar central en el estudio de los pioneros en su búsqueda de comprensión de ese tema. Junto con ellos, nosotros creemos fi rmemente que «el rápido cumplimiento de las señales de los tiempos declara que la venida de Cristo está a las puertas. Los días en los que vivimos son solemnes e importantes».1

El remanente del tiempo del fi n como una señal

La Biblia nos ofrece un número de señales que funcionan co-mo heraldos del regreso de nuestro Señor.

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Por qué las señales son importantes en la vida de la iglesia.

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JAN PAULSENPresidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

L E C T U R A S PA R A L A S E M A N A D E O R A C I Ó N

La Iglesia Adventista y las señales de los tiempos

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Por el contrario, la presencia del rema-nente indica que Dios no ha rechazado al mundo cristiano, sino que está buscan-do maneras de utilizarlo para su gloria, si aquél así lo desea. El remanente del tiempo fi nal es una señal de esperanza para el cristianismo y para el mundo no cristiano.

En segundo lugar, el remanente es una señal que puede ser identifi cada. A fi n de que una señal pueda ser útil y cumpla su propósito, tiene que ser visible (por ejem-plo, las hambrunas, los terremotos y las guerras). Las características específi cas del remanente facilitan su identifi cación como un lugar en el que Dios está haciendo una obra particular para benefi ciar al resto de su pueblo en cualquier parte del mundo. Los miembros del remanente guardan los mandamientos de Dios y tienen el testi-monio de Jesús (Apoc. 12: 17), la fe de Je-sús y la paciencia de los santos (Apoc. 14: 12). No pueden esconderse ni pueden ser ignorados. Son identifi cados con facilidad, porque son una señal viviente de la obra de Dios en el mundo.

En tercer lugar, el remanente del tiem-po fi nal es una señal porque apunta más allá de sí mismo a una realidad más gran-de. Apunta, por medio del cumplimien-to de su misión, a la consumación de la obra de salvación en el momento de su segunda venida de Cristo. Hay un pro-pósito para la existencia del remanente, y es que tiene una misión específi ca en el mundo (Apoc. 14: 6-12). Por lo tanto, es una señal presente y accesible en todo el mundo. En un sentido, su presencia global facilita su función como señal. A medida que nos acercamos cada vez más al regreso de Cristo, es necesario que el mundo sepa de ello, y que los pueblos de todas las razas y las naciones entiendan su signifi cado y se preparen para ese aconte-cimiento. El remanente del tiempo fi nal es una señal del amante servicio de Dios a otros por su medio.

Signifi cado de las señalesLas muchas señales de la segunda veni-

da de Cristo han sido y siguen siendo im-portantes en la vida de la iglesia. Animo a los miembros a continuar observando los eventos que ocurren a nuestro alrede-dor y también a ver en ellos la presencia del recordativo de Dios acerca de nuestra

Preguntas para refl exionar y dialogar

1. La lectura menciona

dos peligros que deben

evitarse respecto a las

señales. ¿Cuáles son y por

qué son lo más peligroso

para nuestra vida?

2. ¿Cuál considera usted

que es la señal más

importante?

Voy a comentar el signifi cado de estas señales. Pero primero quiero mencionar una señal de la que casi no hablamos. Es una señal que apunta al hecho de que el designio de Dios para su pueblo se cum-ple dentro de la historia. Esa señal es la presencia del pueblo remanente de Dios en el tiempo del fi n.

En primer lugar, ésta es una señal por-que apareció en la historia en el tiempo indicado en las Escrituras. La profecía bí-blica describió el ataque de los enemigos de Dios contra Cristo (Apoc. 12: 4, 5) y predijo el ataque continuo contra la igle-sia misma (Apoc. 12: 13-16). Pronto en la historia, la iglesia enfrentó oposición desde diferentes ángulos. Las presiones sociales, religiosas y legales experimenta-das por la iglesia durante los difi cultosos y los no tan difi cultosos tiempos resulta-ron en algunas pérdidas desafortunadas en el área de la verdad bíblica (ver Dan. 7: 25; 8: 11, 12; 2 Tes. 2: 3, 4). Pero Dios nunca abandonó a su iglesia. Él estuvo llamándola constantemente a reformarse. Las profecías indicaban que, hacia el fi n del confl icto cósmico y el fi n del tiempo, se levantaría un remanente. Eso ocurrió en el momento preciso (Apoc. 12: 17). El cumplimiento de esa profecía demuestra que el plan de Dios estaba desarrollándo-se como él lo planifi có. La existencia del remanente no es una negación del interés de Dios en el resto del mundo cristiano.

bendita esperanza. Las señales todavía retienen su relevancia para nosotros de varias maneras:

En primer lugar, para mantener nues-tros ojos fi jos en nuestra esperanza. Las esperanzas pueden morir; pueden tornar-se irrelevantes y perder su signifi cado. El libro de Proverbios nos dice: «La esperan-za que se demora es tormento del corazón» (Prov. 13: 12). Jesús no quiso que olvidá-ramos su promesa, la esperanza que in-fundió en nuestros corazones. Las señales no solamente conservan vivo el recuerdo de la esperanza, sino también nos dicen que la promesa permanece, que él no nos ha olvidado.

Las señales iban a ocurrir durante el periodo entre su ascensión y su regreso (Mat. 24: 6-14). Cuando ocasionalmen-te algunas de ellas se cumplieran, los creyentes recordarían la promesa de su Señor crucifi cado y resucitado: «Vendré otra vez» (Juan 14: 3), y esto contribuiría a mantener viva su esperanza. El Señor sabía cuán importante iba a ser la espe-ranza para sus siervos en un mundo de pecado, sufrimiento y muerte. Añadió las señales a la promesa de su venida a fi n de ayudar a mantener viva la esperanza.

En segundo lugar, las señales preservan, dentro de la comunidad de creyentes, el importante elemento de una expectación anhelante. Las señales nos alertan con respecto al hecho de que nuestro Señor podría regresar antes de lo que pensamos, incluso en el transcurso de nuestra vida. Cada generación es potencialmente la úl-tima generación. Por lo tanto, vivimos en un estado de expectación. Nuestras vidas se caracterizan por la convicción de que él está a las puertas. Jesús dijo, respecto de la higuera: «De la higuera aprended la parábo-la: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas» (Mat. 24: 32, 33). Una vida caracterizada por la expectación es una vida orientada hacia el futuro. Es una vida libre de te-mor, porque se espera solamente lo que es bueno, a saber, el cumplimiento de la esperanza del cristiano.

En tercer lugar, las señales deberían animarnos a cumplir nuestra misión. Lle-gan a ser una fuerza motivadora en nues-tro servicio al Señor, cuyo advenimiento

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anticipamos. Compartimos nuestra espe-ranza porque creemos que es relevante para las personas en el siglo XXI. Señala-mos a Cristo como la verdadera fuente de nuestra esperanza, pero al mismo tiempo apuntamos a las señales de su adveni-miento, para animar a otros a esperarlo. Quizás eso explica la presencia de un ele-mento de ambigüedad en las señales. És-tas no pueden ser usadas para precisar el momento específi co del advenimiento de Cristo. Ése nunca fue su propósito. Están particularmente relacionadas con la mi-sión de la iglesia. Su presencia a través de la historia de la iglesia cristiana transcurre paralela al cumplimiento de la misión de la iglesia entre la ascensión y la Segunda Venida. Jesús ilustró la estrecha conexión que hay entre ambas: «¿Quién es, pues, el siervo fi el y prudente al cual puso su señor sobre su casa, para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así» (vers. 45, 46).

Un entendimiento apropiado de las señales contribuirá a mantener a la igle-sia orientada hacia su misión. Esto es lo que para los creyentes signifi ca estar listos para su advenimiento. Los creyentes están listos cuando el Señor viene si el Maestro los encuentra cumpliendo el deber que les asignó (vers. 46).

El remanente

del fi n del tiempo

es en sí mismo

una señal al mundo.

Una palabra de precauciónNuestro interés en las señales de la Se-

gunda Venida debe ser un interés sano, basado en una clara información bíbli-ca. Nuestro estudio de la profecía bíblica debería resultar en el fortalecimiento de nuestra esperanza y nuestro compromiso con el Señor, quien murió para salvarnos. Si resulta en temor, incertidumbre y pre-juicio contra otros, hay algo equivocado en nuestra lectura de la segunda venida de Cristo. Deberíamos ser mejores cristianos cuando exploramos el plan de Dios para su pueblo al fi n del confl icto cósmico.

Deberíamos cuidarnos de no especular acerca de lo que no sabemos. Reconoz-camos que no conocer todos los deta-lles de lo que pasará a medida que nos aproximamos al fi n es saludable. De otra manera, seremos tentados a leer en los eventos contemporáneos, tanto sociales como religiosos, señales que no se hallan

allí. Esto crea una excitación que es da-ñina para una vida cristiana equilibrada. Deberíamos hablar con certidumbre de lo que está claramente especificado en las Escrituras y abstenernos de compartir nuestras especulaciones personales como si fueran revelaciones divinas.

Las interpretaciones excéntricas de las Escrituras tienden a desacreditar el precioso valor de nuestra esperanza, y la hacen blanco del ridículo. Protejamos nuestra esperanza de tal daño, al perma-necer leales a lo que realmente sabemos y proclamamos como iglesia, evitando la tendencia a especular acerca de lo que no sabemos.

Hay otro peligro: ignorar las señales, considerarlas irrelevantes. Esta actitud revela una desilusión ante la esperanza cristiana. Es una de las primeras indica-ciones de que la esperanza está muriendo en el corazón del creyente. El elemento de expectación muere pronto y el interés personal en la misión de la iglesia muere también. Ignorar las señales del pronto regreso de Cristo puede ser una seria tra-gedia, tanto para la iglesia en su conjunto como para el individuo. Sin esperanza, la iglesia podría no ser la iglesia que es constantemente advertida, por medio de las señales, de que su esperanza pronto se cristalizará. «Exhorto a los miembros de nuestras iglesias a no pasar por alto el cum-plimiento de las señales de los tiempos, las cuales nos dicen claramente que el fi n está cerca».2

Debemos hacer todo lo que se pueda para evitar estos peligros. Preocupar-se demasiado por las señales puede ser tan perjudicial como ignorarlas. Quizá la mejor manera de evitar esos peligros consiste en estar informado por las Escri-turas respecto de la esperanza que Dios le ha confi ado a su pueblo remanente, y permitirle que moldee nuestra existencia en el amor y el servicio a otros. Seamos prudentes mientras esperamos la venida del Señor. Las señales nos dicen que él está a las puertas.

Getty

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Referencias

1 Elena White, Lift Him Up, pág. 356.

2 Elena White, Pacifi c Union Recorder (Dic. 1, 1904).

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El 16 de noviembre de 1966, los científicos predijeron una lluvia de meteoritos que sería visible. Mi amigo Carlos y yo, estudian-tes de secundaria, esperábamos ver una repetición de la gran lluvia de estrellas de 1833, lo cual motivó a muchos a anticipar

el pronto regreso de Jesús.Pero el cielo estaba nublado esa noche. No había nada que ver, ni una

estrella, mucho menos un meteorito. Tomamos el automóvil de mis padres y vagamos de regreso por los caminos de Nueva Jersey, buscando zonas de cielo despejado, pero de nada valió. La lluvia de estrellas de 1966 pudo haber sido más copiosa que la de 1833, pero solamente fue vista desde aviones y en unos pocos lugares del oeste de los Estados Unidos. Ambas lluvias fueron relacionadas con los restos dejados por el cometa Temple-Tuttle, el cual tarda 33 años en recorrer su órbita alrededor del Sol. Un incremento de meteoritos ocurre cada mes de noviembre, y parece que emanan de la constelación del León.

Carlos y yo estábamos tratando de recapturar algo del espíritu de los pio-neros adventistas. El gran terremoto de Lisboa de 1755, el día oscuro de 1780 y la caída masiva de estrellas de 1833, todo parece confi rmar las palabras de Apocalipsis 6: 12 y 13: «Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto. Y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento».

La lluvia de estrellas de 1833 indujo a nuestros antepasados a volver al estudio de la Biblia, en busca del más profundo entendimiento del segundo advenimiento de Jesús. Estas señales parecían confi rmar que Jesús volvería en su tiempo. Así, pasó todo el siglo XIX, y las señales comenzaron a envejecer. En 1966, esas señales habían envejecido bastante. ¿Qué hace usted cuando las señales envejecen?

Señales de la épocaHay una cosa que podemos recordar: las señales en los cielos y en la tierra

siempre tienen que ver con nosotros. Cuando examinamos cuidadosamente el Nuevo Testamento, descubrimos que muchos eventos mundiales que los cristianos toman como señales del fi n son en realidad señales de la época. Esas señales nos enseñan que Jesús sabía por anticipado el carácter de todas las épocas. Él no se equivocó respecto del acontecimiento que seguía.

Cuando los discípulos le preguntaron a Jesús (Mat. 24: 3) sobre la señal de su advenimiento y el fi n del mundo, él res-pondió: «Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca, pero aún no es el fi n» (vers. 6, el destacado ha sido añadido). Las guerras y los rumores de guerras no anuncian el fi n; son una parte de lo que es la vida antes del fi n.

Jesús continuó: «Se levantará nación contra nación, y reino contra reino, Y habrá pestes y hambres, y terremotos en diferen-tes lugares. Y todo esto será principio de dolores» (vers. 7, 8, el destacado ha sido añadido). Para Jesús, las guerras, las ham-brunas y los terremotos no son señales del fi n; ¡son las señales del principio! Los discípulos preguntaron por una señal del fi n: Jesús les dio señales de la época. En Lucas, Jesús incluso añade las palabras, «habrá terror y grandes señales del cielo» (Luc. 21: 11) a estas señales de la época

Preguntas para refl exionar y dialogar

1. ¿Cuál es la diferencia entre

“las señales del fi n” y “las

señales de la época”?

2. ¿Cuál es, en realidad, “el

asunto que más importa”?

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Vivir la expectación ante el regreso de Jesús.

JON PAULIENDecano de la Facultad de Religión en la Universidad de Loma Linda

(California, Estados Unidos)

Cuando las señales envejecen

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(comparar vers. 9). Estas señales no fue-ron dadas para estimular la especulación acerca del tiempo del fi n. En lugar de eso, ellas nos recuerdan que hemos de ser vi-gilantes ante el fi n de todos los tiempos (Mat. 24: 42).

Si las guerras, los terremotos y las ham-brunas son señales de todas las épocas, no debería sorprendernos que muchas llamadas “señales del fi n” fueran ya expe-rimentadas en el primer siglo. Había paz en Palestina en el año 31 d.C., pero hubo «guerras y rumores de guerras» durante la década de los años 60 d.C. Hubo hambru-nas (Hech. 11: 28), terremotos (Laodicea en el año 60 d.C., Pompeya en el año 63, Jerusalén en el año 64 y Roma en el año 68) y señales de los cielos.1 Pablo pudo afi rmar que el evangelio fue predicado al mundo durante su vida (Col. 1: 23; Rom. 1: 8; 16: 26). No nos maravillemos, en-tonces, de que ellos estuvieran viviendo en los últimos días (Hech. 2: 14-21; Heb. 1: 2; 1 Ped. 1: 20; 1 Juan 2: 18).

Conforme a la Biblia, por lo tanto, no deberíamos sorprendernos de que las señales hayan envejecido. No fueron dadas para satisfacer nuestra curiosidad con respecto al tiempo del fi n sino para estimular el estudio de la Biblia y la vida fi el. Lo que hicieron los eventos de 1755 a 1833 fue ayudar a nuestros pioneros ad-ventistas a advertir que estaban entrando en un momento, en un periodo fi nal de la historia de la tierra. Los adventistas del séptimo día estudiosos de Daniel y Apo-calipsis descubrieron que mientras “los últimos días”, en realidad, comenzaron en los tiempos del Nuevo Testamento, el “tiempo del fi n” es un fenómeno mucho más reciente. Al pasar el tiempo de las grandes profecías de Daniel y Apocalip-sis, estamos viviendo ahora en el tiempo del fin. Mientras que no sabemos con certeza que ésta sea la generación fi nal, sí sabemos que los eventos fi nales se pue-den acelerar muy pronto. Y eso debería mantenernos concentrados en aquello que más nos importa.

Conocer a Jesús

es el factor clave

en un enfoque

saludable del fi n.

Conservando la fe vivaLo único que realmente importa es

prepararnos para encontrarnos con Jesús cuando venga. Esto es lo que mantiene viva nuestra fe cuando las señales enveje-cen. El siguiente texto es ilustrativo: «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo» (Apoc. 3: 20).

La tragedia de los perdidos en el día fi nal no es tanto la calidad de su teología o la falta de ciertas obras piadosas, sino el clamor de Jesús: «Nunca os conocí» (ver Mat. 7: 21-23; 25: 12). El clímax del tiem-po del fi n no es la batalla del Armagedón, sino «la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tito 2: 13). El fi n tiene que ver más con Jesús que con eventos o ideas.

Elena White dice enfáticamente que conocer a Jesús es el factor clave en un enfoque saludable del fi n: «La brevedad del tiempo nos apremia como un incentivo para buscar la justicia y hacer de Cristo nuestro amigo. Si éste no es el gran motivo, nuestra religión tiene un sabor a egoísmo. ¿Es nece-sario que los terrores del Día de Dios ocurran ante nosotros para impulsarnos por medio del temor a actuar correctamente? No debe ser así. Jesús es atractivo [...]. Él se propone ser nuestro amigo, caminar con nosotros a través del áspero camino de la vida [...].

Jesús, la majestad del cielo, se propone ele-var al compañerismo con él a aquéllos que vienen a él con sus cargas, sus debilidades y sus preocupaciones»2 (el destacado ha sido añadido).

¡Qué preciosa síntesis de la centralidad de una relación con Jesús como una sa-ludable anticipación del fi n! ¡Es el diario caminar, el diario compañerismo, lo que ajusta el escenario de nuestras expectativas de una eternidad con la misma persona!

Hace unos quince años, impartí un par de clases en el Colegio Helderberg en Sudáfrica. Por primera vez, pasé más de un mes separado de mi esposa. Pero, mientras llegaba el momento de reunir-nos, ¿me iba olvidando de ella? ¿Me cansé de esperar y comencé a fi jar fechas ima-ginarias para mi regreso? ¡No! Pasé todo ese mes pensando en ella mucho más que antes. En efecto, ella nunca fue más dul-ce y más hermosa para mí que durante mi ausencia. Cuanto más transcurría el tiempo, más impacientemente anticipa-ba yo nuestra futura reunión. Disfruté de nuestro amor una y otra vez en la ima-ginación, y mi anhelo por estar con ella aumentaba y aumentaba.

Lo mismo ocurre con el regreso de Je-sús. Él es digno de todo el tiempo y toda la energía que podríamos invertir en darlo a conocer. Es digno de acompañarnos a través de las tribulaciones del tiempo del fi n, y aun más allá. Es digno de, al me-nos, «una hora de meditación»3 cada día, para reproducir su carácter ante nuestros ojos. Mientras nuestra relación con él se renueva cada día, aumenta nuestro deseo de estar con él en persona. Cada evento en el mundo o en los cielos nos llama a una relación más íntima con él. Y, cuando conoce a Jesús de verdad, las señales no envejecen.

Referencias

1 Elena White, El confl icto de los siglos, pág. 29.

2 Elena White, The Advent Review and Sabbath Herald,

(2 de agosto de 1881).

3 Elena White, El Deseado de todas las gentes, pág. 63.

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Hace seis años, mientras íbamos por la carretera, mi esposa, Augus-ta, y yo fuimos atacados por asaltantes armados. Nos despojaron de nuestras pertenencias, pero el Señor preservó nuestras vidas. Más recientemente, pistoleros armados invadieron nuestro re-

cinto en la Universidad Babcock (Nigeria), en un intento de asalto al banco. La presencia del Señor se manifestó cuando trataron de dispararle a uno de los guardias de seguridad de la Universidad con un rifl e de asalto AK-47. El pistolero accionó el gatillo, pero el arma no disparó; y cuando disparó al aire las balas se esparcieron. Los ladrones se fueron con algún dinero, pero nadie fue herido.

Bajo la infl uencia de las fuerzas del mal, la violencia se incrementará mien-tras nos acerquemos al regreso de Cristo. Los actos inhumanos aumentarán. ¿Cómo podemos lidiar con los tiempos de tribulación que llegan a nuestra senda de vez en cuando? ¿Adónde deberíamos huir cuando nos enfrentamos con la posibilidad de daño físico o abuso psicológico? ¿Cómo manejó Jesús los tiempos de tribulación en su vida?

Cierta vez, Jesús estaba en una barca con sus discípulos (ver Mar. 4: 35-41). El Salvador dormía cuando la crisis azotó en forma de una furiosa tor-menta en el mar. Los discípulos, ocupados en sacar el agua de la barca que se hundía, se preguntaban dónde estaba el Maestro: «De repente, el fulgor de un rayo rasgó las tinieblas y vieron a Jesús acostado y dormido sin que lo pertur-base el tumulto. Con asombro y desesperación, exclamaron: “¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos?” ¿Cómo podía él descansar tan apaciblemente mientras ellos estaban en peligro, luchando con la muerte?».1 Algunas veces sentimos como si el Maestro nos hubiera abandonado y pensamos que estamos solos en nuestra “tormenta”.

¿Qué hizo posible que el Maestro se fuera a dormir en medio de la tor-menta? La respuesta la encontramos en la confi anza de Jesús en el poder del Padre. Cuandoquiera que el Creador habla, los eventos se producen tal como él dice: «Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca [...] porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió» (Sal. 33: 6, 9). «Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?» (Núm. 23: 19).

La violencia se manifi esta de muchas formas en todo el mundo. Los con-fl ictos tribales conducen a la muerte y a serias lesiones, y las guerras sectarias y religiosas aumentan cada día. Los ataques terroristas a ciudadanos inocentes,

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Cómo vivir en paz en medio de la violencia.

ISRAEL BAMIDELE OLAORE Capellán y director de Vida Espiritual de la Universidad Babcock (Nigeria)

Tiempos peligrosos

L E C T U R A S PA R A L A S E M A N A D E O R A C I Ó N

en los que algunos comandos secuestran niños y a otros familiares a cambio de un rescate en dinero, ocurren con frecuencia en las regiones productoras de petróleo de varios países. Elena White describió acertadamente nuestra época: «El Espíritu de Dios se está retirando de la tierra, y una calamidad sigue a otra por tierra y mar. Hay tempestades, terremotos, incendios, inunda-ciones, homicidios de toda magnitud. ¿Quién puede anticipar lo que vendrá? ¿Qué ha pa-sado con la seguridad? No hay seguridad en nada que sea humano o terrenal».2

El poder de la PalabraEl primer sitio donde debemos dirigir-

nos para obtener fuerza en tiempos de tri-bulación es al poder de la Palabra de Dios. ¿Qué ha dicho Dios en la Biblia sobre el asunto en cuestión? ¿Cómo obró la Palabra en bien de otros? Yo pongo mi confi anza en la Palabra de Dios, pues la Palabra que funcionó para Jesús y los discípulos fun-cionará para mí. (Isa. 41: 10).

Todos los problemas que enfrentamos hoy requieren la intervención divina. Debemos aplicar el mensaje de Isaías a las situaciones que podemos enfrentar en el futuro, particularmente cuando la violencia se incremente en el mundo. Él nos asegura: «No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré; siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia». Cierta vez el diablo tentó a Jesús. Lo llevó al pináculo del templo para que se arroja-

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ra de allí, y le dijo que los ángeles santos iban a rescatarlo de una muerte violenta. Pero Jesús le recordó al diablo la Palabra de Dios en todos los casos: «No tentarás al Señor tu Dios» (Luc. 4: 12).

Más tarde, Jesús acudió a la sinagoga de Nazaret durante el culto del sábado. Tomó el libro del profeta Isaías, y leyó del capítulo 61, y los versículos 1 y 2, el pasaje relativo a su ministerio mesiánico. La congregación se enojó mucho ante la interpretación que él hizo de las Escritu-ras, y quiso matarlo arrojándolo por un precipicio, a las afueras del pueblo. Pero los ángeles intervinieron, y Jesús caminó entre la multitud y se fue a cumplir su siguiente deber. La Palabra de Dios que le infundió confi anza para ese encuentro fue la misma que el diablo citó cuando lo tomó y lo llevó al pináculo del templo: «Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra» (Sal. 91: 11, 12). La Palabra de

No hay seguridad

en nada que sea

humano

o terrenal.

Preguntas para refl exionar y dialogar

1. ¿Se incrementará o

disminuirá la violencia

a medida que nos

acerquemos a la segunda

venida de Cristo? ¿Por

qué?

2. ¿Promete el Señor cambiar

nuestras circunstancias

o nos dará poder para

enfrentar las pruebas?

Dios actúa en el tiempo correcto y en cada situación. Incluso cuando la intervención de Dios parezca tardarse, debemos espe-rarla: «Aunque tardare, espéralo; porque sin duda vendrá, no tardará» (Hab. 2: 3).

¿Está usted viviendo actualmente en una zona de guerra? Dios mismo ha pro-metido ser un refugio a prueba de bombas para usted y su familia. «El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Espe-ranza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confi aré» (Sal. 91: 1, 2). ¿Y qué diremos del día en que usted mismo se encuentre bajo un ataque de asaltantes armados, como me ha ocurrido varias veces? «Él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos» (vers. 11). Todo el Salmo 91 es un don de Dios para nosotros, sus hi-jos, cuando lidiamos con la violencia y las tribulaciones.

¿Tiene usted que enfrentar a un espo-so airado, a una esposa, un padre o un patrón que lo maltrata, hiere o amenaza vez tras vez? Ésta es la promesa del Señor: «Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti» (Isa. 43: 1, 2). In-cluso si pareciera que sus circunstancias pueden no cambiar, el Señor promete su presencia en medio del fuego o de las

aguas. Consideremos la experiencia de Sadrac, Mesac y Abed-nego, quienes afi r-maron en estas palabras su lealtad a Dios al desafi ar la orden del rey Nabucodono-sor de adorar la imagen de oro.

«Mi confi anza absoluta descansa en el poder y en la presencia del Altísimo. Él es Jehová Shammah, el Señor que está presente» (Eze. 48: 35). Mientras recuerdo las gran-des cosas que el Señor ha hecho por mí en el pasado, elijo creer que su conducción en el futuro será lo mejor para mí y para su gloria.

Referencias

1 Elena White, El Deseado de todas las gentes, págs.

301, 302.

2 Ibíd., pág. 590.

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Los viajes en avión. Ahora podemos llegar a cualquier parte del mundo en cuestión de horas. Los ordenadores y la televisión nos permiten conectarnos con las cosas que consideramos signifi cativas. Esta conexión provee oportunidades para infl uir y ser infl uidos por otras culturas de todo el mundo. Cuando la gente aprende de otras naciones, llega a interesarse en descubrir lo que siente que le falta. Así que, esas personas salen de su lugar de origen para vivir en cualquier otro país, cortan los lazos familiares y se tornan vulnerables en otro país. ¡Qué oportuni-dad tiene la iglesia para proveer a estos viajeros de la seguridad y el apoyo que necesitan, y, sobre todo, de esperanza!

Los viajes rápidos y accesibles permi-ten también a los miembros de iglesia explorar nuevos territorios, personas y culturas. Las experiencias misioneras de corto plazo y los casos de misioneros no residentes se han convertido en una rea-lidad para muchos laicos.

Internet. El intercambio de informa-ción instantánea, facilitado por Internet, es un rasgo prominente de la globaliza-ción. Cualquiera, desde Albania hasta Zimbabue, aunque no posea un ordena-dor, puede establecer una cuenta y co-nectarse a Internet en un cibercafé. La interconexión ha hecho posible para los no cristianos investigar el cristianismo o la Biblia. Ellos pueden formular preguntas y recibir respuestas sin exponerse a los

Durante los últimos cuarenta años, las barreras geográfi cas y cultu-rales se han reducido. Recuerdo vívidamente cuando escuché la voz de Neil Armstrong hablar desde la superfi cie de la Luna. Era la primera vez que veíamos fotografías de todo nuestro planeta.

Esto condujo a acuñar un nuevo término: aldea global. Desde entonces, el mundo casi ha alcanzado una completa interconexión por medio del desarro-llo de Internet. Como cristianos, a veces nos preguntamos: ¿cuál es nuestro papel en este mundo de cambios vertiginosos? ¿Cómo podemos emplear esos cambios tan rápidos en la misión de la iglesia?

Por varias razones, la globalización ha sido una parte intrínseca de la mi-sión de la iglesia. Creemos que el confl icto cósmico es de naturaleza global, como son todos los problemas del pecado.

Afi rmamos que Cristo murió por cada persona en el mundo; que él es la solución al problema del pecado. También estamos convencidos de que nuestra misión es de una naturaleza global, porque debe alcanzar «a toda nación, tribu, lengua y pueblo» (Apoc. 14: 6). Las fuerzas del mal ejercen un movimiento global contra Cristo y su pueblo, pero serán derrotadas por el Cordero (Apoc. 17: 14).

¿Cuán signifi cativa es la globalización?La globalización tiene aspectos positivos y negativos: La migración mundial. La globalización ha conducido a la apertura de las

fronteras nacionales. Durante los últimos 25 años, el enfoque de la misión de la iglesia ha sido la ventana 10/40 (centrada en la población que vive entre los 10 grados y los 40 grados al norte del Ecuador terrestre, desde la costa occidental de África hasta los límites orientales de Asia), porque en esta región del mundo vive muchas personas que aún no han recibido el evangelio.

Como resultado de la migración, muchos millones de nativos de la ven-tana 10/40 se han mudado a Europa y los Estados Unidos. Seis millones de musulmanes viven hoy en los Estados Unidos, más de un millón de musul-manes viven en Inglaterra, y otros 3,4 millones lo hacen en Alemania. La migración ha llevado a quienes no son cristianos a regiones donde pueden estar más abiertos a la evangelización y a los cambios religiosos. La migración también trae un cristianismo vibrante desde África y el Caribe a las regiones poscristianas de Europa y Norteamérica.

RUDI MAIER Ha prestado servicios misioneros en Pakistán

y Sri Lanka. Desde 1988 está relacionado con el Departamento de Misión Mundial

de la Universidad Andrews (Míchigan, Estados Unidos).

L E C T U R A S PA R A L A S E M A N A D E O R A C I Ó N

Un tiempo de oportunidad para la misión.

La explotación de los seres

humanos y los recursos naturales

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riesgos, si es que viven en circunstancias difíciles.

El sistema económico. La globaliza-ción y la economía de libre mercado han creado millones de puestos de trabajo pa-ra la gente en todo el mundo, pero la eco-nomía de la aldea global también ha ori-ginado un mecanismo para la explotación económica en gran escala, la degradación cultural y ambiental, la contaminación y la opresión política. Las únicas personas valiosas son aquéllas que tienen bienes para vender y las que tienen dinero para comprarlos. Esto conduce a muchas per-sonas a una vida de marginación econó-mica, y solamente el más fuerte, el más exitoso competidor, sobrevive. Por ello, se agranda aún más el abismo entre ricos y pobres.

La injusticia social ha llegado a ser una forma de vida aceptable. Se dice que el 20 % de la población mundial tiene acceso a cerca del 83 % de la riqueza, mientras que otro 20 % lucha para so-brevivir con el 1,4 % de los recursos del mundo. La globalización ha contribuido a la opresión de los pobres.

Aspectos ecológicos. A fin de in-crementar la producción económica, la expansión de la mecanización y la industrialización masiva han reducido el ambiente a un mero objeto sin valor intrínseco. La naturaleza es vista con un signifi cado de explotación tanto como sea posible, según la preferencia del hombre, para satisfacer sus deseos, y los recursos naturales son consumidos para obtener ganancias a corto plazo, sin pensar en el coste social y ambiental. El dilema eco-lógico de hoy es el resultado directo del crecimiento industrial y tecnológico, y del estilo de vida moderno.

Aspectos religiosos. La amenaza de la globalización y su tendencia asociada con frecuencia al secularismo han generado hostilidad entre las sociedades. A menu-do, la gente joven comprometida con la religión ha caído víctima de la explota-

Preguntas para refl exionar y dialogar

1. ¿La globalización es algo

bueno o malo?

2. ¿En qué formas

la modernidad en el

mundo ha facilitado

la propagación del

evangelio?

ción de los líderes y las organizaciones religiosas fundamentalistas. Es en este contexto de hostilidad religiosa que la misión se ha de cumplir. Si no tratamos de entender el fenómeno de la globaliza-ción, perderemos oportunidades preciosas para hacer avanzar el reino de Dios en el mundo. La iglesia necesita desarrollar planes para hacer accesible la esperanza cristiana tanto a los benefi ciados como a los marginados por la globalización.

La globalización a la luz de la Biblia y la misión

Debemos ver el fenómeno de la globa-lización no sólo como el cumplimiento del mandato de Dios que dice: «Llenad la tierra y sojuzgadla» (Gén. 1: 28), sino también de la comisión de Jesús de ha-cer «discípulos a todas las naciones» (Mat. 28: 19). Hoy Dios está usando los me-dios modernos de migración mundial, el transporte aéreo e Internet para permitir que el evangelio eterno sea oído por «toda nación, tribu, lengua y pueblo» (Apoc. 14: 6). La evangelización se intensifi ca aún más por el uso de la tecnología disponi-ble. Las estaciones de radio y televisión adventistas están esparciendo el evangelio eterno en el mundo. Los evangelistas son capaces de utilizar las últimas tecnologías para hacer sus presentaciones más atrac-tivas. ¡Qué bendición!

El aspecto negativo del fenómeno de la globalización es el incremento de la destrucción de la creación de Dios, y el aumento resultante de la pobreza y el su-frimiento. ¿Cómo respondemos los cris-tianos a la pobreza en este mundo?

En Marcos 6 vemos a Jesús dando un largo discurso a las «ovejas que no tenían pastor» (vers. 34). Él ha mostrado el cami-no a Dios, el cual es la verdadera senda a la libertad para cada ser humano. Les ha revelado su ceguera y su cautividad inte-rior. Al fi n de ese día, el pueblo está ham-briento, y los discípulos le avisan a Jesús: «Despídelos, para que vayan a los pueblos y

aldeas de alrededor; y compren pan pues no tienen qué comer» (vers. 36). Esto era como decirle: “Has terminado tu misión, tenías que hacer tu parte para ayudar a la gente, y ya les diste el mensaje espiritual; ahora es necesario dejarlos ir, para que ellos re-suelvan sus problemas materiales”.

La respuesta de Jesús es sorprenden-te: «Dadles vosotros de comer» (vers. 37). Esa respuesta signifi caba: “Mi misión no ha terminado. No podemos reducirla a la predicación. No podemos evitar a los hambrientos del pueblo ni sus miserias materiales. No podemos abandonarlos. Entonces, démosles alimento, liberémos-los de su miseria material. Esto también es parte de la misión”.

Durante esta semana estamos estudian-do las señales del advenimiento de Cristo. No son señales de desesperación sino de esperanza y gozo. Tal como Jesús utilizó a sus discípulos para alimentar a las multi-tudes en ese día, cuando «era tarde» (vers. 35), él nos invita hoy a participar en su ministerio fi nal. Que mientras busquemos las señales de su advenimiento, nos invo-lucremos en su ministerio, especialmente con los que menos tienen.

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«Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron

hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre» (Mat. 24: 37-39).

La condición del mundo contemporáneo refl eja esta predicción de Cristo. Ya sea en los periódicos, las revistas, la radio o la televisión, no pasa un día sin que haya un informe devastador de lo enfermizo de la sociedad. Los medios de comunicación no solamente repiten, sino también esparcen a un nivel global los mismos males que con frecuencia denuncian.

Una de las características de la sociedad antediluviana fue el gran desarrollo de su habilidad para comunicarse. La habilidad de hablar el mismo lenguaje, comunicando las imaginativas invenciones del hombre, hizo necesaria la intervención de Dios ante la edifi cación de la torre de Babel. Esta aceleración de las habilidades que los indujeron a evitar a Dios puede observarse hoy en los medios y en la industria de la comunicación. A pesar de que están

disponibles para varios propósitos, los ordenadores, los teléfonos mó-viles, los vídeos, los reproductores de discos compactos y la comuni-cación por cable y por satélite son medios de comunicación, que guían a la sociedad contemporánea en la proliferación de la inmoralidad.

Elena White escribió respecto del paralelismo entre nuestro tiempo y el de los antediluvianos:

«En nuestros días existen los mis-mos pecados que acarrearon los juicios de Dios sobre el mundo en la época de Noé. En la actualidad, tanto hombres como mujeres se exceden tanto en la comida y en la bebida que terminan en glotonería y borrachera. Este pecado prevaleciente de la indulgencia del ape-

Preguntas para refl exionar y dialogar

1. ¿En qué tres elementos

debe basarse el

matrimonio cristiano?

2. Nombre formas

específi cas en las que

nuestro hogar puede

estar a salvo de las

maldades de hoy,

tales como las que se

propagan por medio

de Internet, el cable y la

televisión.

tito pervertido infl amó las pasiones de los se-res humanos en los días de Noé y los condujo a una corrupción generalizada. La violencia y el pecado llegaron hasta el Cielo. Finalmente esta corrupción moral fue barrida de la tierra mediante las aguas del Diluvio».1

Mucho del pecado de la generación contemporánea no apareció inicialmen-te en forma abierta. Primero pareció ser solamente algo trivial, cierta frivolidad, y luego se degradó hasta tornarse en una conducta violenta. «[Cristo] presenta el resultado de la indulgencia irrestricta de los apetitos. Las facultades morales se debilitan de modo que el pecado no parece pecamino-so. El crimen se considera livianamente y la pasión controla la mente hasta que se destie-rran los principios e impulsos nobles, y Dios es blasfemado. [...] Éstas serán exactamente las condiciones existentes durante el tiempo de su segunda venida».2

Dios nos llama a escapar de la corrup-ción que caracteriza al mundo. En nues-tros hogares y en nuestra vida personal deberíamos establecer límites a lo que deseamos mirar y leer. Cada familia debe dejar claro a todos sus miembros los va-lores que, como cristianos, quieren pre-servar. Debemos establecer controles para el uso de Internet, el cable y la televisión, porque por medio de esos recursos la co-rrupción moral alcanza hasta los sagrados recintos de nuestros hogares. En tiempos como éstos, necesitamos una diaria re-consagración a Cristo y una constante comunión con él.

W. S. LEE Y WILMA KIRK-LEE Casados cuarenta y cinco años y,

durante más de treinta, dedicados a fortalecer muchos matrimonios en Estados Unidos,

Canadá y otros lugares del mundo

L E C T U R A S PA R A L A S E M A N A D E O R A C I Ó N

La Biblia nos brinda promesas que nos capacitan

para manejar todos los desafíos.

El colapso de la moralidad

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El matrimonioUna de las más conspicuas señales del

advenimiento de Jesús es el quebranta-miento del hogar y del matrimonio. En menos de treinta años, ha llegado a ser ex-traño encontrar parejas que duren al menos veinticinco años casados. Quisiéramos decir que los cristianos debieran ser inmunes a la decadencia moral en el mundo, pero ese no es el caso. Aunque muchas iglesias cris-tianas intentan disuadir a sus miembros de divorciarse, las investigaciones de George Barna muestran que en los Estados Unidos los cristianos tienen la misma tasa de di-vorcios que los no cristianos. El 35 % de ambos grupos se ha divorciado. Aunque el campo legal del divorcio no clasifi ca el ego-centrismo, la autoexaltación, la brutalidad, la vulgaridad, la obstinación, la crueldad y la lujuria como causa de disolución de la unión conyugal, si pudiéramos hablar con las personas involucradas, muy pro-bablemente encontraríamos esos pecados entre las razones para el deterioro del ma-trimonio.

¿Cómo llegó a ocurrir esto en los matri-monios cristianos? Consideremos algunos asuntos, comenzando con el dinero. La mayoría de los cristianos serían los prime-ros en argumentar que no tienen apetito por el dinero. Pero la sociedad contem-poránea es muy sutil en las presiones que ejerce sobre el matrimonio. No importa cuán bien intencionada pueda ser una pa-reja al comenzar su vida conyugal, su de-safío consiste en demostrar cuán exitosos serán como pareja, cómo está amueblada su casa, adónde irán de vacaciones, qué tipo de automóvil conducirán y, cuando tengan hijos, a qué escuela asistirán. Todas estas cosas requieren dinero. Si una familia no tiene cuidado, enfocará sus esfuerzos en obtener los fondos para alcanzar estas metas y olvidará que el matrimonio du-radero se basa sobre tres personas: Dios, el esposo y la esposa. Olvidará abrir su hogar para la hospitalidad cristiana y ayudar a otros como Dios lo desea.

Un matrimonio que pierde su triple enfoque: Dios, el esposo y la esposa, con frecuencia será escenario de asperezas, egocentrismo, rudeza, traición y adicción a la lujuria. Todas estas manifestaciones conducen al abuso. El abuso comienza en forma sutil, luego degenera en insultos, humillaciones y falta de respeto. El cón-

yuge nunca es sufi cientemente “bueno”. Una atmósfera en la que un cónyuge es constantemente cínico, áspero, rudo y egocéntrico comienza por ahogar el deseo de realizar el culto cristiano en el hogar. Ese mismo abuso degenera en abuso físico y conduce al abuso sexual. Con frecuen-cia, el abuso es erróneamente justifi cado al relacionarlo con la sumisión de la que hablan las Escrituras. Pero, éste es un lla-mamiento al respeto y la armonía.

Formamos parte de una iglesia mun-dial que no aprueba el abuso en ninguna de sus formas: físico, espiritual, emocio-nal o sexual. El abuso va en contra de lo que Dios dice por medio de su profeta: «Yo aborrezco el divorcio –dice el Señor, Dios de Israel–, y al que cubre de violencia sus vestiduras» (Mal. 2: 16, NVI).

Dios habla duramente aquí. El divorcio es una palabra fuerte para hablar cuando se trata de la violencia. A veces podemos pensar que el abuso no es algo tan serio, pero Dios lo toma con mucha seriedad. Cuando consideramos que el hombre y la mujer fueron creados a la imagen de su Hacedor, ¡el ser abusivos en cualquiera de sus formas desata la ira de Dios! No hay base bíblica para el abuso.

En un mundo en el que el matrimo-nio cristiano está siendo rechazado, debe-mos demostrar que el plan de Dios para nuestras familias es todavía relevante y signifi cativo. Enfrentamos desafíos que difi cultan la supervivencia del matrimo-nio cristiano; pero, con la ayuda de Dios, el matrimonio puede llegar a ser lo que él se propuso. Debemos restablecer el culto familiar en nuestra agenda diaria, y pa-sar tiempo orando juntos y el uno por el otro. ¿Por qué no pedirle a Dios que conserve nuestro corazón lleno de amor por nuestro cónyuge? Debemos cultivar el hábito de decir palabras amorosas y ama-bles a cada miembro de la familia, y pasar tiempo juntos. Que cada pareja se com-prometa uno con el otro, gracias al poder de Dios, a no permitir que su matrimonio se destruya y que, si es necesario, busca-rán ayuda para hacer de su matrimonio un triunfo del verdadero cristianismo.

La falta de honestidadEl apóstol Pablo indica que el pecado no

solamente existe en el elemento criminal de la sociedad, sino también se expresa por

medio de conductas que incluyen las rela-ciones y los negocios personales. Él llama injusticia a todas las ofensas contra nuestros vecinos, nuestros padres, nuestro país, et-cétera. Esto incluye los crímenes cometidos por las grandes empresas comerciales.

La ira de Dios, dijo Pablo, se expresa contra toda maldad y deshonestidad (ver Rom. 1: 25-31).

En estos últimos días, «estamos vivien-do en medio de una epidemia de crímenes [...]. Y mientras que abundan estos males en el mundo, es demasiado frecuente que el evangelio se predique con tanta indiferencia que no hace sino una débil impresión en la conciencia o la conducta de los hombres».3

No debemos huir de las señales del se-gundo advenimiento de Cristo para cu-brirnos y escondernos en el temor. Él nos dice que «por haberse multiplicado la mal-dad, el amor de muchos se enfriará» (Mat. 24: 12). Como pueblo de Dios, la esperan-za que brilla de nuestro interior ha de ser como un poderoso faro del amor de Dios en las tinieblas del pecaminoso mundo posmodernista. Debemos vivir el amor de Dios por medio de relaciones llenas de gracia. El Espíritu Santo es capaz de diri-gir las vidas de los embajadores de Dios en el sendero de la justicia, conduciendo a otros a la cruz de nuestro Señor.

El apóstol Pablo dijo a Timoteo que «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, pa-ra instruir en justicia, a fi n de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Tim. 3: 16, 17).

Las presiones sobre las relaciones pro-venientes de todas direcciones cumplen la predicción de que éstos son tiempos difíciles. Pero, las promesas de la Palabra de Dios otorgan seguridad y confi rman la esperanza de que podemos superar cada desafío que nos sobrevenga. Esto ocurrirá solamente si estamos personalmente, y en oración, en contacto con la gracia de Dios; cuando él habite en nuestros cora-zones, en nuestras mentes y en nuestras vidas. «Mas el que persevere hasta el fi n, éste será salvo» (Mat. 24: 13).

Referencias

1 Elena White, Fundamentals of Christian Education,

págs. 421, 422.

2 Elena White, Consejos sobre la salud, pág. 24.

3 Ibíd.

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La fascinación por el mundo espiritual está aumentando. La gente demanda hoy experiencias y fenómenos extraños: la sensación de una mascota que salta a la cama cuando no hay mascotas; una per-sona que huele las fl ores cuando un ser amado ha muerto a miles de

kilómetros, pero no hay tales fl ores. Otros se arrogan poderes especiales: “un don de clarividencia”, para leer la historia de su vida: el pasado, el presente y el futuro; la capacidad de canalizar vibraciones de energía del mundo es-piritual para sanar problemas físicos y emocionales; la facultad de ayudarlo a usted a entrar en contacto con sus vidas anteriores.

Personas de casi todas las religiones del mundo, incluyendo a los cristianos, los musulmanes, los hinduistas y los budistas, creen que la vida prosigue des-pués de la muerte. Esta creencia abre la puerta a toda clase de posibilidades paranormales, reales o imaginarias.

Alimentan este engaño las historias de experiencias cercanas a la muerte de una variedad de personas. Sutiles y no tan sutiles sugerencias respecto de la vida después de la muerte aparecen en libros, en los medios de comunicación y en las películas. Con frecuencia, los mensajes vienen en forma de humor y en envoltu-ras que parecen inofensivas. Algunos pueden ver esto como un entretenimiento inofensivo, pero tales prácticas tienden a socavar y oscurecer la enseñanza bíblica de que los muertos nada saben (Ecl. 9: 5) y que la muerte es como un sueño (Juan 11: 13; 1 Tes. 4: 13). Peor aún, conducen a la idea de una existencia separada del cuerpo y al contacto con los muertos.

El mundo del espíritu y el espiritismoLa popularidad de los programas de televisión dedicados en alguna forma

a hablar o trabajar con los así llamados espíritus de los muertos muestra manifi estamente que esa noción se ha propagado incluso en la cultura occi-dental.

Pero la Biblia habla directa y claramente contra tales actividades: «Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido» (Isa. 8: 19, 20).

Cuando Isaías escribió estas palabras, las Escrituras consistían en la ley (el Pentateuco) y el testimonio de los profetas como él. Estas fuentes son confi ables porque representan la voz de Dios para nosotros. Hay actualmente

muchas voces mal orientadas que tratan de captar nuestra atención por medio de libros, vídeos y publicidad. Muchas de es-tas voces no pueden ser confi ables porque son “inspiradas” por otra fuente, designa-das por el mismo demonio para llevarnos al extravío.

La única fuente en la cual podemos confi ar completamente es la voz de Dios que habla por medio de sus mensajeros inspirados. Desgraciadamente, «cada día aumentan las tristes evidencias de que dis-minuye la fe en la segura palabra profética, y que en su lugar la superstición y la hechicería satánicas cautivan muchos intelectos».1 Sa-tanás diseña diferentes engaños para di-ferentes clases de personas. Aquéllos que nunca pensarían en acudir a un médium pueden estar viéndolo en la televisión. Aun si sabemos que invocar a los espíritus es malo, tengamos cuidado porque esos mensajes son tentadores.

El engaño básico de todo el pensa-miento de la Nueva Era es que todos tenemos poderes espirituales interiores en espera de ser usados. Esta supuesta sabiduría, en tanto que apela a nuestros deseos egoístas, es en realidad terrenal y diabólica (Sant. 3: 15). Pero, la exposición repetida a través de los medios, de men-sajes lisonjeros como éstos, puede llegar a ser algo común para nuestro pensamien-to. Podemos llegar a perder la sensibilidad al peligro y no advertir en ello la obra de Satanás. Incluso podemos comenzar a ac-tuar en conformidad con algunos de esos

CLINTON WAHLEN Director asociado del Instituto de Investigaciones

Bíblicas de la Asociación General; ex editor asociado de la revista ‘Journal’ y autor del libro ‘Jesús y la

impureza de los espíritus en los evangelios sinópticos’

L E C T U R A S PA R A L A S E M A N A D E O R A C I Ó N

Un antiguo error fl orece en nuestros días.

El gran engaño del espiritismo

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legiones de ángeles?» (Mat. 26: 53, el des-tacado ha sido añadido). Todo lo que Jesús hizo fue someterse a la voluntad de su Padre. Si él no podía invocar a los ángeles para que lo ayudaran, ¿tenemos derecho de hacerlo nosotros?

Jesús también dijo que el último enga-ño podría, si fuere posible, desviar a los escogidos (ver Mat. 24: 24). En el Apoca-lipsis vemos a Satanás y sus fuerzas ma-lignas enviar espíritus impuros a engañar al mundo. Esos espíritus harán milagros para engañar a tantos como les fuera po-sible y congregarlos en una fuerza militar masiva para resistir a Dios en la batalla del Armagedón. Así, antes de que Jesús venga, los espíritus diabólicos obrarán milagros para engañar a quienes confían y creen en lo que ven en lugar del testi-monio de los profetas. Tal como Satanás puede transformarse en «ángel de luz» (2 Cor. 11: 14), los seres espirituales pueden asumir varias apariencias. Incluso pueden usar la piedad religiosa.2 Los demonios de Apocalipsis 16 actuarán por medio de agentes humanos que sanarán a los enfer-mos y pronunciarán “revelaciones” que contradirán las Escrituras.3

La Biblia es clara: los muertos nada sa-ben. Nuestros verdaderos enemigos son los espíritus de las tinieblas, que cubrirán la tierra con sus engaños, que incluyen mi-lagros orquestados por el mismo Satanás. Ya hemos reconocido la base que ha sido colocada para estos eventos, la cual traerá un engaño abrumador sobre el mundo. A fi n de protegernos a nosotros mismos del engaño, necesitamos prestar atención a la clara conducción que Dios nos ha dado en su Palabra concerniente a lo que pasa-rá, y los pasos prácticos que podemos dar para resistir los planes de Satanás. Quizás el siguiente acróstico basado en la palabra RESISTIR pueda sernos útil.

mensajes. El estudio de la Biblia puede llegar a ser menos interesante. Después de todo, Satanás no se preocupa tanto por cuál engaño nos cautivará sino por cómo lo puede lograr. Providencialmente, la conducción de Dios en su Palabra es tal que podemos reconocer los mensajes engañosos que nos rodean.

Hay espíritus emplazados contra no-sotros, y no son espíritus de los muertos sino de los demonios: «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra prin-cipados, contra potestades, contra los gober-nadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efe. 6: 12). Nuestros verdaderos enemigos son seres que no podemos ver, quienes están tratando de conducirnos lejos de Dios. Pero hay también ejérci-tos espirituales emplazados en favor de nosotros, y contra esas fuerzas malignas. La guerra que comenzó en el cielo ahora se está peleando aquí (ver Apoc. 12: 13), y ha convertido a la tierra entera en el campo de batalla del universo.

Los ángeles y el espiritismoAlgunos piensan que los ángeles están es-

perando para hacer nuestra voluntad; todo lo que les pidamos. Eso puede ser verdadero, ¡pero en ese caso, puede ser que no estemos tratando con la clase de ángeles que pensa-mos! Los ángeles malos nos engañarán y nos usarán, si se lo permitimos.

Los ángeles de Dios no trabajan de esa manera. No pueden ser manipula-dos por nosotros y no están interesados en servir a nuestros intereses egoístas. En el huerto de Getsemaní, Jesús le dijo a Pedro que podía proveerse de la ayu-da de más de doce legiones de ángeles (¡72.000 ángeles!). No dijo que él podía convocarlos. En cambio, él dijo: «¿Aca-so piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce

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Reconocer al enemigo, incluyendo sus muchas voces. El mismo Jesús fue capaz de hacer esto solamente porque conocía las Escrituras (Mat. 4).

Excluir cualquier forma de maldad mediante la que Satanás pueda obrar. Al conocer a Jesús personalmente, no de segunda ni de tercera mano (Hech. 19: 13-18), tendremos el valor sufi ciente pa-ra eliminar de nuestros hogares cualquier infl uencia que pueda dar a los demonios un punto de apoyo por el cual obrar en nuestro medio (Hech. 19: 19).

Someternos a Dios con todo lo que tenemos (Sant. 4: 7). Al solicitar la pre-sencia de Dios en nuestro hogar, Satanás será expulsado.

Interceder en oración por nosotros mismos, por nuestros amados y por otros, aun por nuestros enemigos. Algunas ma-las infl uencias son tan fuertes que sólo se pueden eliminar por medio de la oración persistente y el ayuno (Mar. 9: 29; Efe. 6: 18).

Seguir estudiando la Palabra de Dios. El apóstol Pablo enumera varias piezas de la armadura espiritual que nos protegen (Efe. 6: 14-17), pero la Palabra de Dios es la única arma que él mencionó. A fi n de hacerla más efectiva, la Palabra no debe ser manejada por nosotros sino por el Es-píritu de Dios, quien actúa por medio de nosotros (vers. 17).

Tener la Palabra y enseñarla a otros, así esas personas podrán transmitirla a muchos más (2 Tim. 2: 2). De esta ma-nera, la obra del reino de Dios expulsará a Satanás y preparará el camino para el regreso de Cristo (2 Cor. 10: 3-5).

Invocar al Espíritu Santo. El Espíritu de Dios debe ganar la victoria en nues-tro corazón sobre el enemigo diabólico. «Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él» (Isa. 59: 19).

Reconsagrarnos a Dios. Si cada día nos consagramos a Dios, nada ni nadie nos podrá separar de él (Rom. 8: 38, 39).

Referencias

1 Elena White, Profetas y reyes, pág. 156.

2 Elena White, El Deseado de todas las gentes, pág.

100.

3 Elena White, El confl icto de los siglos, pág. 645.

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–¿Cuál quiere usted? –me preguntó aquel hombre en Nueva York mientras se levantaba la manga del abrigo y me mostraba una colección de relojes.

¡Y qué colección de relojes de oro y plata tenía!Todos se veían atractivos, todas eran marcas bien conocidas –al menos

así lo parecían–. Y entonces la buena noticia: yo podía conseguir cualquiera de ellos a un precio bajo.

–¿Cuántos quiere usted? –preguntó. Los relojes eran muy tentadores y el precio era muy atractivo.Aunque recientemente me había graduado de la escuela secundaria, enten-

dí que no debía discutir de precios con él. Los relojes se veían como si fueran de oro y plata, parecían caros, pero no tenían ningún valor; eran imitaciones baratas de los verdaderos. Llámelos como usted quiera: falsos, imitaciones, postizos; ninguno era digno de nada.

De la misma manera, usted no puede confi ar en los falsos profetas, incluso en aquéllos que son tan atrevidos que se hacen pasar por Cristo. Lo que ellos piensan de sí mismos no importa; lo que más importa es lo que en realidad son.

Pero ¿cómo lo sabe?Una cosa es determinar si un reloj es una copia del verdadero, y otra

determinar si alguien pretende ser un profeta, un maestro o Cristo mismo. Esto es lo que debemos hacer: separar lo verdadero de lo falso. Jesús nos hace una advertencia: «Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos. Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes» (Mar. 13: 22, 23). Nuestro enemigo espiritual usará todos los medios disponibles para desviarnos de nuestra sen-da. El apóstol Pedro agrega un grupo más, los falsos maestros (2 Ped. 2: 1). Así que, ya tenemos la lista completa: falsos profetas, falsos maestros y falsos Cristos, el trío de Satanás.

La advertencia es clara: identifi car a los enemigos del cristiano. Sus méto-dos, sin embargo, nos desafían, porque «introducirán encubiertamente herejías destructoras» (2 Ped. 2: 1). Así como los insectos pueden invadir una casa sin que los ocupantes lo sepan hasta que ya es demasiado tarde, los enemigos tratan de invadir la iglesia.

Podemos y debemos dar pasos específi cos para fortalecernos, a fi n de que no nos engañen.

NIKOLAUS SATELMAJERSecretario ministerial asociado de la Asociación General

y editor de la revista ‘Ministry’

L E C T U R A S PA R A L A S E M A N A D E O R A C I Ó N

Nuestros tiempos nos alertan.

No confíe en relojes falsos

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• Debemos evaluar con actitud crítica si vienen de Dios (ver 1 Juan 4: 1). Así co-mo hay personas que compran relojes de imitación, muchos han sido engaña-dos por impostores espirituales.

• Precisamos determinar si esas personas son fi eles a la Biblia. No importa cuán convincentes suenen sus palabras, no debemos prestar atención a quienes no aceptan ni practican las enseñan-zas bíblicas básicas.

• ¿Qué clase de vidas llevan esas perso-nas? Exteriormente pueden parecer ovejas, pero realmente son lobos fero-ces (ver Mat. 7: 15).

• Necesitamos preguntarnos: “¿Quién es esta persona que proclama un mensaje diferente?” Aunque debemos ser cui-dadosos de no rechazar a las personas que tienen diferentes opiniones, debe-mos evaluar sus hechos.Cierta vez estaba visitando a una fa-

milia que me dijo que ya no iba a rela-cionarse con los miembros de la iglesia. Me dijeron que habían encontrado a un hombre que estaba en armonía con la Palabra de Dios. Cuando les pregunté si en realidad lo conocían, me aseguraron que Dios los había guiado hacia él. Un año o dos después de haber seguido a su héroe espiritual, se supo que ese hombre estaba viviendo en adulterio. Sus palabras y sus acciones no concordaron. Era un fraude.

Formulando preguntas, usando la mente que Dios nos ha dado, leyendo las

rA Semana de Oración 2008 [515] · 17

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Escrituras, y mediante la oración, pode-mos probar y determinar lo que es falso y lo verdadero. «Ninguno necesita ser en-gañado», escribió Elena White.1 Y, cuando sepamos que hemos conocido a un falso profeta, un falso maestro o un falso Cris-to, lo mejor que podemos hacer es huir de ellos y correr hacia el Cristo eterno.

La unidad de la iglesiaOtra forma de protección contra los

engañadores es la unidad de la familia eclesiástica de Cristo. Jeremías nos dice cómo relacionarnos con los falsos profe-tas: «No escuchéis las palabras de los profe-tas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio cora-zón, no de la boca de Jehová» (Jer. 23: 16).

La unidad en la fe signifi ca que, si no estamos de acuerdo en la interpretación de las Escrituras o en algún asunto doctrinal, debemos acudir a nuestro Señor en procura de unidad. Ante la unidad, los falsos maes-tros, los falsos profetas y los falsos Cristos no pueden perjudicarnos, porque su objetivo es la desunión.

¿Cómo engañan ellos?¿Cómo engañan los falsos maestros,

los falsos Cristos y los falsos profetas? Al principio puede ser que se nos despierte la curiosidad, o tal vez nos hayan con-vencido de que tienen algo especial para nosotros; por ejemplo, un mensaje reser-vado para unos pocos. El apóstol Pedro nos dice que tales personas “introducirán encubiertamente herejías destructoras” entre nosotros. Ellos han ingresado en la familia cristiana por métodos ilegales, u otros les han permitido entrar, tal co-mo un habitante de la ciudad le abriría las puertas al enemigo. Debido a que no tienen estampada en la frente la palabra

Preguntas para refl exionar y dialogar

1. ¿Por qué hay tantos

engaños en los últimos

días?

2. El autor de este artículo

escribió: Lo que Dios

comienza, lo completa.

Como adventista, ¿de qué

manera lo anima a usted

esta declaración?

Escrituras, y mediante la oración, poddee-mos probar y determinar lo que eess ffalslsoo

‘falso’, algunos tienen difi cultad para re-conocerlos.

Esos engañadores a veces manifi estan interés en nuestra vida espiritual. Un jo-ven me comentó cómo una persona se mostró interesada en su vida espiritual. Al principio parecía ser genuino, pero un día el joven se dio cuenta de que su vida espiritual estaba bajo el ataque de ese impostor. ¿Por qué? Porque muy su-tilmente ese hombre dejó de manifestar interés en su persona y procedió a criticar a la iglesia. Según él, nada de lo que la iglesia estaba haciendo era acertado. El joven se sobresaltó y terminó su amistad con ese hombre. Esa acción drástica pero necesaria era lo que convenía.

Hablar con autoridad, como Satanás lo hizo, es otra forma de aproximación que usan los impostores. Durante la tentación de Cristo, Satanás desafi ó a Jesús a con-vertir las piedras en pan, a saltar del tem-plo, y a postrarse ante él (ver Mat. 4: 1-9). Pero, hablar con autoridad no es lo mismo que tener autoridad. Con frecuencia, los falsos maestros parecen más interesados en su propia autoridad que en la fi delidad a la Palabra de Dios.

Dios levantó este movimiento con un propósito particular. Lo que Dios comien-za lo completa. Eso debería infundirnos esperanza. Ha habido y habrá falsos maes-tros, profetas y Cristos, que harán todo lo posible para confundirnos. Necesitamos aprender a reconocerlos, pero no hace fal-ta ser expertos en lo falso a fi n de conocer lo genuino.

Una de mis hijas y yo queríamos vi-sitar al hermano de mi madre, pero su país no nos otorgó un visado. Cuando lo supimos, ya era tarde para avisar al tío de que no íbamos a visitarlo, pues ya había partido hacia la frontera para recibirnos.

Entonces nos dirigimos al mismo lugar en el que nos estaría esperando, por si podíamos tener alguna probabilidad de encontrarlo. Cuando llegamos, vimos a muchos extraños, pero de pronto divisé en la distancia una fi gura que reconocí. Nos había esperado durante nueve horas. ¡Qué gozosa reunión!

Usted y yo hemos sido invitados a una reunión muy gozosa con Jesús. Ahora ne-cesitamos concentrarnos en conocer y se-guir a Jesús. Ésta es la mejor seguridad de que no seremos engañados por el Cristo falso. La advertencia del Salvador con-cerniente a los falsos Cristos y los falsos profetas (ver Mar. 13: 22, 23) es un men-saje de esperanza, porque él asegura a sus seguidores que no serán engañados.

¿Qué clase de vida deberíamos vivir ahora? El apóstol Pablo nos dice que he-mos de estar arraigados en Jesús (ver Col. 2: 7). Elena White escribió que «necesita-mos estar anclados en Cristo, arraigados y fundados en la fe».2 Él nunca nos dejará caer. Ésta es nuestra esperanza, que no seremos engañados por los falsos maes-tros, los falsos profetas y los falsos Cristos. Concéntrese en lo genuino, y no tendrá nada que temer de la falsedad.

Referencias

1 Elena White, The Advent Review and Sabbath Herald

(17 de noviembre de 1885).

2 Ibíd.

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18 · [516] rA Semana de Oración 2008

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Getty

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ELENA WHITEMensajera del Señor

L E C T U R A S PA R A L A S E M A N A D E O R A C I Ó N

El propósito de Dios para nosotros en los últimos tiempos.

El evangelio a todo el mundo

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rA Semana de Oración 2008 [517] · 19

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Las palabras del Salvador, «Voso-tros sois la luz del mundo» (Mat. 5: 14), apuntan al hecho de que él ha comprometido a sus segui-

dores con una misión mundial. Así como los rayos del sol penetran hasta los más remotos rincones del globo, Dios determi-nó que la luz del evangelio se extendiera a cada alma sobre la tierra. Si la iglesia de Cristo estuviera cumpliendo el propósito de Dios, la luz podría alcanzar a todos los asentados en tinieblas y en la región de sombra de muerte. En vez de congregar-se juntos y eludir la responsabilidad de llevar la cruz, los miembros de la iglesia deberían esparcirse por todas las tierras, permitiendo que la luz de Cristo brille a través de ellos, trabajando como él lo hizo por la salvación de las almas, y este «evangelio del reino» (Mat. 24: 14) sería es-parcido rápidamente por el mundo.

El llamamiento a testifi carDesde todos los países resuena el lla-

mado macedónico: “Ayúdanos”. Dios ha abierto los campos delante de nosotros. La Providencia va delante de nosotros, y el poder divino está obrando con el esfuerzo humano. Algunos han oído el llamamiento de Dios, y han respondido. Que cada corazón santifi cado responda ahora, al participar en la proclamación del mensaje que imparte vida. Si los hombres y las mujeres, con humildad y fi delidad, se dedicaran a la obra que Dios les asignó, el poder divino se manifestaría en la conversión de muchos a la verdad. Maravillosos serían los resultados de sus esfuerzos.

El Señor manda a su pueblo, en cada lugar, a sembrar sobre todas las aguas. Esto signifi ca mucho más que obedecer su man-dato. Signifi ca una continua impartición de los dones que hemos recibido del Cielo. La causa de Dios necesita obreros consa-grados, y eso requiere dinero. ¿Continua-remos gastando nuestros recursos en cosas que no son esenciales, mientras que una obra descuidada permanece inconclusa? ¿No elegiremos arrepentirnos de nuestra indiferencia hacia esta obra, y rogaremos por discernimiento espiritual para ver y entender, como debiera ser, estas urgentes necesidades?

El espíritu de liberalidad es el espíritu del cielo. El amor abnegado de Cristo se

revela en la cruz. Para que el hombre pu-diera ser salvo, él dio todo lo que tenía, y luego se dio a sí mismo. La cruz de Cristo apela a la benevolencia de cada seguidor del bendito Salvador. El espíritu que aquí se ilustra es el de dar, dar. Esto se mani-fi esta hoy por medio de la benevolencia, y las buenas obras son el fruto de la vida cristiana.

La necesidad de conversiónLa obra de Dios necesita hombres y

mujeres que han aprendido de Cristo. En el momento en que los obreros de Dios lo vean como él es, en ese momento se verán a sí mismos como realmente son, y le pedirán que haga de ellos lo que deben ser. El egoísmo convierte a los hombres en un obstáculo en lugar de una ayuda. En la luz de Dios podemos ver nuestros defectos; y en su fortaleza podemos re-mediarlos.

En el día fi nal, cuando la tierra perezca, el que ha guardado sus tesoros en el cielo verá lo que ha ganado. Si hemos tomado en cuenta las palabras de Cristo, entonces, cuando nos reunamos ante el gran Trono blanco, veremos las almas que han sido salvadas por nuestro medio, y sabremos que uno salvó a otros, y éstos aun a otros, una gran compañía conducida al cielo como resultado de nuestras fi eles labores. Entonces depositaremos nuestras coronas a los pies de Jesús, y lo alabaremos a través de los siglos sin fi n.

¡Con qué gozo los obreros de Cristo contemplarán a esos redimidos, a quie-nes les mostraron la gloria del Redentor! ¡Cuán precioso será el cielo para todos aquéllos que han sido fi eles en la obra de salvar almas!

Mientras más nos acerquemos al fi n de la historia terrenal, más engañosas serán las trampas del enemigo. A medida que el tiempo pase, sus ataques aumentarán en frecuencia y fi ereza. El esfuerzo supremo de Satanás se despliega para engañar y en-trampar, si fuere posible, a los escogidos –la iglesia y los ministros de Cristo [...]. Si él puede adormecerlos en la indiferencia ante su elevado llamamiento, su triunfo es seguro.

Lo que se necesita en este tiempo es una profunda conversión y una intensa consagración. El que se halle estrechamen-te conectado con Cristo será fortalecido

para resistir las estratagemas del enemigo. Nuestra seguridad reside en practicar de corazón las verdades de la Biblia. Al hu-millarnos a nosotros mismos delante de Dios, invitamos su santo poder.

Una gran obra se está realizando en los campos foráneos, y una gran obra debe hacerse en casa, por medio de consagra-dos y fi eles esfuerzos en el campo local que los obreros han conquistado para Dios, quienes irán al frente a proclamar las verdades en los campos foráneos [...].

Todas las clases deben ser alcanzadas. Mientras trabajamos, debemos reunirnos con diferentes nacionalidades. Ninguno debe quedar sin amonestación. El Señor Jesús es el regalo para todo el mundo, no solamente para las clases altas, y no para una nacionalidad, excluyendo a las otras. Su gracia salvadora circunda el mundo [...] y, mientras los siervos de Dios se le-vantan para ser luces, todas las naciona-lidades son representadas participando en el servicio como instrumentos de la divina elección.

Hay muchos que procuran un talento especial con el cual algunos hacen una obra maravillosa, mientras que otros que se hallan a su alcance, cuyo desempeño podría ser fragancia para vida, son perdi-dos de vista. Permitamos que ellos vayan a trabajar, haciendo la obra directamente y como puedan. El éxito depende no tan-to del talento como de una energía y una disposición santifi cadas.

El amor de Cristo es la motivación

Si el amor de Cristo llena el corazón, ese amor se manifestará en la vida. Si usted tiene adaptabilidad para una línea especial de servicio, eso será visto como que usted está haciendo lo mejor con lo que tiene. Sea fi el y concienzudo en todo lo que haga. No se desanime si al princi-pio lo que hace parece poco; más bien, póngase una meta elevada y haga serios esfuerzos para alcanzarla. Concentre sus esfuerzos en superar sus obstáculos. Per-severe, y tendrá éxito.

Allí donde usted se encuentra, y allí donde se halla la gente, haga grandes es-fuerzos. La Palabra de Dios, tal como es, ha estado escondida bajo una pesada losa. Esa Palabra debe ser explicada a aquéllos que son ahora ignorantes de sus deman-

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das. Investigue las Escrituras con los que están dispuestos a ser enseñados [...].

Mi mensaje a nuestro pueblo es: «Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega» (Juan 4: 35).

Cuando los samaritanos vinieron a Cristo ante el llamamiento de la mujer samaritana, él les habló de ellos a sus discípulos comparándolos con un cam-po de grano listo para la cosecha: «¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eter-na, para que el que siembra goce juntamente con el que siega» (vers. 35, 36).

Y ¿cómo comenzó esa cosecha? Con una mujer. Con sólo compartir la verdad con una mujer, y esa mujer con otros; por-que ella fue a la aldea y le dijo a la gente: “Vengan”. Ellos vinieron y escucharon, y la cosecha comenzó como resultado de las labores de Jesús. «Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo» (vers. 41, 42).

Esa misma obra debe realizarse hoy. Hay muchos preparándose para la co-secha, pero ellos no lo saben. En este tiempo, nuestras palabras y nuestros ac-tos deberían estar llenos de signifi cado. Los cosechadores deben hacer su parte. El pueblo de Dios debe levantarse de su indiferencia y su egoísmo, y manifestar un deseo de ser utilizado como la mano ayudadora de su Señor.

Un llamamiento a la acción

Mis hermanos y hermanas, levántense, ¡brillen! El tiempo ha venido cuando debe-mos hacer todo esfuerzo posible para dar este mensaje al mundo. Llamo a todo el que puede conectarse con la obra, a hacerlo ahora [...] poniendo a Dios en primer lugar, pues el gran mandamiento dice: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente» (Mat. 22: 37). «Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (vers. 39).

Dios nos está enviando instrucciones repetidas, apuntando a la importancia de convertirnos en obreros serios y diligentes. Tenemos una obra importante que hacer, una obra que no puede esperar, una obra que solamente puede ser completada con el poder y por medio del Espíritu Santo, y bajo la dirección de Cristo. Que cada cre-yente en este tiempo se manifi este como un obrero de Dios. Pongamos a un lado toda diferencia, toda conversación liviana y sin sentido. Hablemos y actuemos con rectitud. Dios trabajará por medio de cada alma que le ceda la dirección de su vida y su corazón. A todos los que sean guia-dos por su Espíritu, Dios les impartirá su justicia. Él concederá a sus verdaderos se-guidores el poder de persuasión, el poder de su gracia y su verdad, y un profundo y constante amor por su obra en el campo local y en los campos foráneos. Les dará

corazones dispuestos a juntar con Cris-to. Con ayudantes poseedores de gracias como éstas, el misionero no puede dejar de llevar fruto.

Un futuro gloriosoEl Reino de la gracia está siendo es-

tablecido ahora, cuando día tras día los corazones que han sido llenos de pecado y rebelión se entregan a la soberanía del amor de Cristo. Pero el completo estable-cimiento de su Reino de gloria no ocurrirá sino hasta la segunda venida de Cristo a este mundo. «El reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, [será] dado al pueblo de los santos del Altí-simo» (Dan. 7: 27). Heredarán el Reino preparado para ellos desde la fundación del mundo. Y Cristo tomará su gran po-der, y el Reino [...].

Pero Jesús dijo que, antes de que él venga, «será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fi n» (Mat. 24: 14). Su Reino no vendrá hasta que las marejadas de su gracia sean lleva-das a toda la tierra. Cuando nos entregue-mos a Dios, y conduzcamos a otras almas a él, podremos acelerar el advenimiento de su Reino. Solamente aquéllos que se consagran a su servicio, diciendo: «¡Heme aquí, envíame a mí!» (Isa. 6: 8), «para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Sata-nás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santifi cados» (Hech. 26: 18), solamen-te ellos ruegan con sinceridad «Venga tu reino» (Mat. 6: 10).

Elena White, The Advent Review and Sabbath Herald

(14 de noviembre de 1912).

Preguntas para refl exionar y dialogar

1. ¿Qué parte de nuestra vida

participa en testifi car por

Cristo?

2. ¿Qué podría hacer de una

persona un obstáculo en

lugar de una ayuda en la

testifi cación?

rA Semana de Oración 2008 [519] · 21

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L e c t u r a s p a r a l o s n i ñ o s

d e e s p e ra n z a SeñalesSeñales

Por DEENA BARTEL WAGNERWAGNER

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22 · [520] rA Semana de Oración 2008

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Ve r s í c u l o p a ra m e m o r i z a r «Así también vosotros, cuando veáis to-

das estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas» (Mat. 24: 33).

Ac t i v i d a d e s p re v i a sMuestre diferentes tipos de señales de

circulación y pregunte a los niños qué sig-nifi can. Analice con ellos por qué necesi-tamos señales para facilitar las tareas que hacemos cada día. Dígales que, durante la semana, van a aprender de las señales especiales que Dios nos dio en la Biblia.

H i s to r i aAlejandra se estaba preparando para

una larga caminata y para acampar con su familia, así que estaba impaciente. Nunca antes había hecho una caminata como la que se proponían ahora, pero sabía que disfrutaría subiendo a la montaña y acam-pando bajo las estrellas.

Al llegar al punto de partida de la ex-cursión, todos se ajustaron sus mochilas y comenzaron a subir por la montaña. Ale-jandra observaba las fl ores y los árboles a medida que avanzaban. También pres-taba atención a las señales hechas en los troncos de los árboles, que indicaban el camino por seguir.

–Papi –dijo Damián, el hermano de Alejandra–, ¿prestaste atención a las se-ñales que hay sobre los osos? Había una en la cabecera de la excursión, y acabamos de otra más.

–Sí, las vi –contestó el papá–, pero las instrucciones para la excursión no decían nada sobre osos. No creo que tengamos que preocuparnos por eso.

La familia continuó caminando y vie-ron lugares donde parecía que algo había aplastado las plantas. Más tarde encontra-ron algunas huellas en el barro, pero nadie estaba seguro de qué se trataba. Ese mismo día, la familia llegó al lugar de campamen-to y montó las tiendas. A Alejandra le pa-

reció escuchar que algo se movía entre la maleza, pero no pudo ver qué era.

Pronto oscureció y se hizo la hora de meterse en las sacos de dormir.

–¿Colgaremos la comida? –preguntó Damián.

Él había leído que cuando se va de campamento hay que colocar la comida en una bolsa de tela, atarla con una soga y colgarla de un árbol. De esa manera, de haber osos en la zona, no podrán alcan-zarla.

Durante la noche, parecía que algo se movía en el campamento.

–¿Qué será eso? –se preguntaba Ale-jandra.

De repente, escuchó que algo se rom-pió. Alejandra salió de su saco de dormir y abrió la cremallera de su tienda. ¡No podía creer lo que veían sus ojos! ¡En medio del campamento había un oso escarbando con sus garras entre la comida que habían dejado afuera!

Alguien comenzó a golpear algo metá-lico. Esto asustó al oso, que salió corrien-do. Alejandra salió de su tienda y corrió a la de sus padres.

–¿Visteis al oso? –exclamó. Pronto todos estaban reunidos. –Damián, tenías razón –dijo el papá–.

Vimos muchas señales de que podría ha-ber osos en la zona, pero no les prestamos atención. La próxima vez seguiremos las instrucciones.

Le c c i ó nJesús prometió a sus discípulos que él

regresaría y los llevaría al cielo. Ellos le preguntaron cómo podían saber cuándo iba a volver. En Mateo 24, hay una lista de cosas que sucederán antes de su regre-so. Jesús quiere que sus seguidores sepa-mos que vendrán tiempos difíciles, pero también quiere que tengamos claro que podemos contar con su promesa.

Jesús dijo que muchas cosas sucederían como señales, y quiere que prestemos

atención a esas señales y que no perdamos la esperanza. Él vendrá otra vez.

A p l i c a c i ó nLea Mateo 24 en una versión de fácil

comprensión. Utilizando ilustraciones de revistas y otras fuentes, ayude a los niños a hacer una fotocomposición de aconte-cimientos mundiales que correspondan a las señales bíblicas del regreso de Cristo.

D i s c u s i ó n1. ¿Qué señales vieron Alejandra y su

familia durante la caminata que les advertía de la presencia de osos en la zona?

2. ¿A quiénes les dio Jesús las señales de Mateo 24?

3. ¿Por qué Jesús dio a sus seguidores se-ñales de lo que sucedería antes de su regreso?

4. ¿Cómo nos deberíamos sentir cuando vemos que estas señales se están cum-pliendo?

Ac t i v i d a dPara los niños más pequeños, dibuje

trompetas en cartulinas amarillas y recór-telas. Utilícelas mientras cantan “Cuando suene la trompeta”.

P R I M E R S Á B A D OP R I M E R S Á B A D O

J e s ú s d i j o q u e m u c h a s co s a s

s u ce d e r í a n co m o s e ñ a l e s , y

q u i e re q u e p re s te m o s a te n c i ó n

a e s a s s e ñ a l e s y q u e n o

p e r d a m o s l a e s p e ra n z a .

É l ve n d rá o t ra vez .

Presta atención a las señalesPresta atención a las señales

rA Semana de Oración 2008 [521] · 23

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Ve r s í c u l o p a ra m e m o r i z a r «Mantengamos fi rme, sin fl uctuar, la

profesión de nuestra esperanza, porque

fi el es el que prometió» (Heb. 10: 23).

Ac t i v i d a d e s p re v i a sMuestre un calendario y pida a va-

rios niños que encuentren el día de su cumpleaños. Pregunte cómo se sienten mientras esperan que llegue ese día espe-cial. ¿Cómo se sentirían si tuvieran que esperar más de un año para celebrar su cumpleaños?

H i s to r i a–¿Cuánto tiempo hace que conoces a

Jesús? –preguntó Manuel, de 9 años, a su abuelo, mientras se acomodaba junto a él en el sillón.

–Lo conozco desde que tenía tu edad –contestó el abuelo, sonriendo–. Supe que quería ser amigo de Jesús el resto de mi vida.

–Yo también –dijo Manuel–. La lección de mi escuela sabática de esta semana habla de la segunda venida de Jesús. Ha pasado mucho tiempo desde que él dijo que volvería a la tierra.

–Espérame aquí un minuto –dijo el abuelo–. Tengo algo para mostrarte.

El abuelo volvió con dos libros. –¿Me vas a leer una historia? –pregun-

tó Manuel.–No, te voy a contar una –dijo el abue-

lo–. Esta Biblia familiar tiene unos ciento

D O M I N G OD O M I N G O

Pu e d e s co n f i a r e n q u e J e s ú s

vo l ve rá . Pu e d e p a re ce r

q u e t a r d a m u c h o, p e r o

re c u e r d a q u e J e s ú s q u i e re

e s t a r co nt i g o t a nto co m o

t ú d e s e a s e s t a r co n é l .

cincuenta años y está escrita en alemán. Tu tatarabuelo y su esposa creían que Je-sús volvería pronto, pero querían tener una Biblia donde pudieran escribir la his-toria de su familia.

El otro libro estaba lleno de fotos de la familia.

–Esta foto es de tus tatarabuelos –dijo el abuelo–. Como ellos eligieron seguir a Jesús, muchos miembros de la familia deci-dieron lo mismo. ¿Qué piensas que habría sucedido si ellos se hubieran desanimado y desistido de esperar el regreso de Jesús?

–Me imagino que el resto de nosotros no habríamos conocido la historia –res-pondió Manuel.

–Correcto –dijo el abuelo–. Me gusta pensar que las señales en la Biblia son co-mo una cuenta regresiva. Sabemos que hay cosas que tienen que suceder antes de que Jesús venga. Pero no podemos so-lamente mirar las señales. Tenemos que asegurarnos de conversar con él cada día y vivir nuestras vidas como él quiere.

–Tienes razón, abuelo –refl exionó Ma-nuel–. Si estas personas hubieran perdido la esperanza, nosotros probablemente no conoceríamos a Jesús.

–Cuando les hablo a otras personas del regreso de Jesús, me mantengo animado con ese pensamiento –afi rmó el abuelo.

–¡Qué bueno! –dijo Manuel–. ¡Yo tam-bién voy a tratar de hacerlo! ¡Quiero es-tar animado, no desanimado! Tengo un amigo en mi barrio al que le voy a contar ahora mismo.

Le c c i ó nJesús les dijo a sus discípulos que cier-

tas cosas tendrían que suceder antes de que él pudiera volver. Quería que los dis-cípulos hablasen de él a cuantas personas pudieran. Ellos no perdieron la esperanza de que Jesús regresaría.

Además, dijo que habría muchas tri-bulaciones en el mundo y que ocurrirían

grandes desastres, como terremotos o tsunamis, y guerras.

Las abuelas y los abuelos, las mamás y los papás, han visto cómo suceden estas cosas; y, sin embargo, Jesús aún no ha regresado.

A p l i c a c i ó nJesús no dijo cuándo volvería. Pero sí

dijo que lo esperáramos y que no perdié-ramos la esperanza. Nos dijo que debemos estar siempre listos, porque no sabemos cuándo vendrá (lea Mat. 24: 42-44 y ex-plíquelo con sus propias palabras).

Cuando vemos las cosas que suceden a nuestro alrededor, podemos leer nueva-mente los textos bíblicos donde están las señales de las que habló Jesús (lea Mat. 24: 29; Apoc. 6: 12, 13; Luc. 21: 25-28). Pue-des confi ar en que Jesús volverá. Puede parecer que tarda mucho, pero recuerda que Jesús quiere estar contigo tanto como tú deseas estar con él.

D i s c u s i ó n1. Nosotros no deberíamos tener miedo

del regreso de Jesús, sino estar conten-tos. ¿Por qué? (Luc. 21: 28).

2. ¿Qué podemos hacer cada día, como familia, para estar listos cuando Jesús venga?

3. ¿Cómo piensas que se sintieron los dis-cípulos porque Jesús no volvía mien-tras ellos estaban vivos?

Ac t i v i d a dAprende la canción “Tenemos esta espe-

ranza”. Cántala junto a tu familia cada vez que te sientas desanimado porque Jesús tarda en regresar. Recuerda que sabemos que vendrá otra vez, y eso nos infunde esperanza.

Una larga, larga esperaUna larga, larga espera

24 · [522] rA Semana de Oración 2008

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Ve r s í c u l o p a ra m e m o r i z a r«Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de

quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis an-gustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confi ado» (Sal. 27: 1-3).

Ac t i v i d a d e s p re v i a sEntregue a los niños rotuladores o lápi-

ces de colores, y papel. Pídales que dibu-jen cosas que a veces los asustan.

H i s to r i a–¡Chicos, venid rápido! –llamó la

mamá. Justin, Ashley y Jordan corrieron para

ver qué quería su mamá.–Preparad rápidamente las maletas

–dijo la madre–. Debemos irnos inmedia-tamente. Ya no es seguro permanecer en este lugar.

Los Marcano estaban viviendo y trabajando como misioneros en África. Estaban con-tentos de poder enseñar a las personas acerca de Jesús. Algunos ciudadanos del país no estaban confor-mes con los gobernantes. Co-mo esas gentes hacían muchas cosas para causar problemas, se les llamaba rebeldes. Un día, los rebeldes fueron hasta el mercado y comenzaron a tumbar las me-sas. Golpearon a las personas que estaban vendiendo cosas. Pronto llegaron los soldados y trataron de restablecer la calma, lo que hizo que los rebeldes se enojaran más todavía.

Éstos planearon una gran marcha a través de la ciu-

dad. Querían apoderarse del gobierno. Por todo el lugar se corrió la voz de que ya ha-bía comenzado la marcha. Venían hacia el domicilio de la familia Marcano. Debían irse porque corrían peligro.

–Estoy asustada –dijo Ashley–. No en-tiendo qué está sucediendo.

–Dios envió a Bernard, nuestro vecino, para avisarnos, y así poder escapar a tiem-po –explicó la mamá.

–No sabemos cuánto tiempo pasará hasta que podamos volver a casa –agregó el papá–. Los rebeldes tomarán esta parte de la ciudad, y puede pasar un buen tiem-po antes de que podamos regresar.

–¿Por qué están tan enojados? –pregun-tó Justin.

El padre explicó que a veces las per-sonas se enojan tanto que no quieren escuchar a Dios cuando éste habla a sus corazones.

–Cuando permitimos que Jesús sea nuestro amigo, elegiremos no herir a las personas con nuestras palabras o nuestros puños.

El papá explicó a los niños que, aunque es-taban frente a una si-tuación peligrosa con

personas enojadas, no tenían que tener miedo.

Les dijo que Jesús prometió estar con nosotros. –Todos los que tienen a Je-

sús, tienen paz en sus corazones aunque estén enfrentando peli-gros.

Le c c i ó nCuando Jesús vivía en la tierra

les dijo a sus discípulos que Jerusa-lén sería atacada. Dijo que, cuando vieran el ataque, sería una señal para abandonar la ciudad. Les es-

taba mostrando las señales que debían obedecer. El ataque

a Jerusalén sucedió tal

como Jesús lo había predicho. Durante un momento de calma en la lucha, los cristia-nos huyeron de la ciudad y no murieron. El resto de los judíos no conocían las seña-les ni las instrucciones, y muchos murieron en el ataque.

Jesús dio las señales y proveyó una sali-da para aquéllos que creyeron y confi aron en él. Debían estar atentos a las señales, mantenerse confiados y seguir a Jesús, obedeciendo sus instrucciones cuando llegara el momento.

A p l i c a c i ó nJesús también nos ha dado señales para

nuestros días. Poco antes de su regreso, una de las señales será que más personas querrán lastimarse unas a otras. No es-cucharán a Dios hablar a sus corazones. Cuando vemos que sucede esta clase de cosas, sabemos que Jesús viene pronto. La buena noticia es que Jesús tiene un plan de escape para nosotros. Él vendrá para llevarnos al cielo. No necesitamos tenerle miedo a nadie.

D i s c u s i ó n1. ¿Cuál era la situación peligrosa que la

familia Marcano estaba enfrentando?2. ¿Qué les dijo Jesús a sus discípulos que

sucedería con la ciudad de Jerusalén?3. ¿Por qué les avisó Jesús a los cristia-

nos?4. ¿Qué señales nos dio Jesús que nos in-

dican que él viene pronto?

Ac t i v i d a dInstruya a los niños para que drama-

ticen las dos partes de la lección bíblica de hoy. Primero ayúdelos a representar la advertencia de Jesús, a sus seguidores, sobre el ataque a Jerusalén. Luego, que actúen como los cristianos huyendo de Jerusalén. Hable sobre lo que ellos piensan que las personas llevaban consigo cuando tuvieron que partir rápidamente.

LU N E SLU N E S

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Huida hacia la seguridadHuida hacia la seguridad

rA Semana de Oración 2008 [523] · 25

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Ve r s í c u l o p a ra m e m o r i z a r«Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre

a nuestra imagen, conforme a nuestra seme-janza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra» (Gén. 1: 26).

Ac t i v i d a d e s p re v i a sMuestre ilustraciones de animales en

peligro, lagos y ríos contaminados, y ba-sura a lo largo de una ruta.

H i s to r i aLa señora García entró en el aula y

dijo: –El señor Rodríguez es hoy nuestra vi-

sita especial.Carmen se sentó bien recta. Le gus-

taba cuando venían visitas especiales a su escuela y aprendía algo nuevo. Se preguntaba de qué les hablaría el señor Rodríguez.

–Quiero hablaros de un proyecto es-pecial y de cómo necesitaremos vuestra ayuda –dijo el señor Rodríguez–. Cada día, muchas personas tiran montones de ba-sura. Algunas cosas que tiran pueden ser usadas nuevamente. ¿Alguien sabe cómo se llama eso?

Carmen levantó su mano ansiosamen-te y dijo:

–Eso se llama reciclar.–Muy bien –dijo el señor Rodríguez–.

Reciclar latas, botellas y papeles es una forma importante de ayudar a mantener limpio el barrio y no crear mucha basura. Aquí tenéis cómo ayudar.

El señor Rodríguez entregó a los alum-nos carteles y folletos para repartir a sus vecinos y sus amigos. Carmen sabía que podría colaborar con el proyecto. Su fami-lia ya se cuidaba de no comprar más cosas de las que necesitaban. También apagaban las luces de las habitaciones cuando no las estaban usando. Ahora podían ayudar re-ciclando latas y botellas.

Cuando Carmen habló a sus padres del proyecto, ellos también quisieron parti-cipar.

–Escuché decir que la ciudad iba a co-menzar un programa de reciclaje –dijo el papá–. Nos van a poner contenedores es-peciales para depositar nuestras latas, bo-tellas y papeles, y alguien va a retirarlos una vez a la semana.

Carmen sabía que, como cristiana, es importante ayudar a cuidar la tierra. Bus-có, entonces, información en la biblioteca sobre la contaminación, y cómo daña a los animales y a los seres humanos. En la escuela, ayudó a organizar un día especial en el que los alumnos debían limpiar un tramo de la calle, donde se habían arro-jado montones de basura. Al fi nalizar el día, Carmen estaba muy cansada, pero satisfecha.

–Realmente siento que he ayudado a otras personas a comprender cuán impor-tante es cuidar las cosas que tenemos.

Le c c i ó nCuando Dios creó a Adán y a Eva, les

dijo que debían cuidar el jardín del Edén. No sabemos exactamente cómo, pero Dios los ayudó a entenderlo. Después de que Adán y Eva peca-ron, Dios dijo que ellos dominarían la tierra. Debían cui-dar el planeta, y ase-gurarse que las cosas que hicieran no dañaran el lugar que habitaban.

Cuidar algo con responsabili-dad se llama mayordomía. Podemos ser buenos mayordomos de nuestro dinero y nuestros hogares. Como cristianos, deberíamos también ser buenos mayordomos del medio am-biente. Hoy en día, muchas perso-nas son codiciosas y quieren tener cada vez más cosas.

Cuando compramos más de lo que necesi-tamos, terminamos tirando muchas de esas cosas. Esto produce montones de basura que no hay dónde ponerla.

A p l i c a c i ó nLas acciones a menudo hablan más

fuerte que las palabras. Aliente a los niños a hablar con sus vecinos para planifi car un día de limpieza. Podrían pesar la basura y ver cuánto juntaron, y ver cuáles fueron las cosas que más recogieron. Hable sobre otras ideas para mantener más limpio el vecindario.

D i s c u s i ó n1. ¿Tenemos que cuidar la tierra, aunque

Jesús venga otra vez? ¿Por qué?2. ¿Qué dijo el señor Rodríguez que es el

reciclaje, y cómo ayuda a las comuni-dades?

3. ¿Por qué, como cristianos, deberíamos cuidar el medio ambiente?

Ac t i v i d a dAliente a los niños a diseñar carteles sobre las diferentes maneras en que

pueden ser buenos mayordomos de la tierra. Incluya ejemplos,

como apagar las luces; reciclar papel, plásti-

co, vidrio y latas de aluminio; no malgastar el agua;

no contaminar las fuentes de agua con

basura, desperdicios hu-manos o químicos; etcétera.

Como familia, decidan qué pue-den hacer para ser buenos mayor-

domos.

M A RT E SM A RT E S

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Somos los mayordomos de la tierraSomos los mayordomos de la tierra

26 · [524] rA Semana de Oración 2008

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Ve r s í c u l o p a ra m e m o r i z a r«Para que seáis irreprensibles y sencillos,

hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo» (Fil. 2: 15).

Ac t i v i d a d e s p re v i a sTome una toalla de papel por dos pun-

tas opuestas y retuérzala fi rmemente. Pida a los niños que tiren de los extremos, para ver cuán fi rme es. Coloque varias gotas de agua en el centro de la toalla retorcida. Es-ta agua representa la deshonestidad. Pida ahora a los niños que tiren nuevamente de los extremos de la toalla. Ésta se va a rasgar, porque se ha debilitado.

H i s to r i a–¡José! –le dijo su mamá entristecida–.

Desarrollaste la mala costumbre de no de-cir la verdad. Nunca sé si creerte o no.

José no quería mentir. Él sabía que sus padres se sentían descontentos porque no siempre decía la verdad. Durante varios días trató de ser honesto en todo lo que decía. En la escuela, cuando la maestra le preguntaba si había terminado su tarea, contestaba que no, porque en vez de ha-cer sus deberes había decidido andar en bicicleta. Cuando el papá le preguntaba si había terminado sus trabajos de la casa, José admitía que se había olvidado porque había estado ocupado leyendo un libro.

Un día, la mamá lo felicitó por lo mu-cho que estaba mejorando.

–Estás siendo confi able –le dijo su ma-má–. ¿Sabes qué signifi ca eso?

–Pienso que signifi ca que las personas pueden creer lo que estoy diciendo y con-fi ar en mí.

–Así es –respondió la mamá–. Hubo un hombre en la antigua China llamado Meng Xin, conocido por ser confi able, que llegó a ser gobernador. Todos sabían que sería un buen gobernante, porque era muy honesto. Todos lo respetaban. Pero, un día, China

tuvo un nuevo soberano y Meng perdió su trabajo como gobernador. Llegó a ser muy pobre. Lo único que poseía era un viejo buey enfermo. Un día, Meng fue al merca-do. Cuando volvió a casa, descubrió que su sobrino estaba tratando de vender el buey a alguien sin decirle que el animal estaba enfermo. Meng no permitió la venta.

El comprador del buey estaba traba-jando para el nuevo soberano, y le contó a éste lo que había pasado. El soberano quedó tan impresionado por la honesti-dad de Meng, que le pidió que viniera al palacio para instruir a su hijo. Gracias a su honestidad, Meng fue recompensado con un trabajo muy importante.

Le c c i ó nPedro no fue honesto cuando eso signi-

fi có que tendría que enfrentar problemas. Le había prometido a Jesús que no lo de-jaría, pero el Maestro le dijo que, antes de que terminara la noche, lo negaría tres veces.

Los soldados vinieron y arrestaron a Jesús, y lo llevaron para ser juzgado por el sumo sacerdote. Tres veces le pregunta-ron a Pedro si conocía a Jesús, y cada vez Pedro respondió que no lo conocía. Justo después de que Pedro dijo por tercera vez que no conocía a Jesús, el gallo cantó, y Pedro vio que Jesús lo estaba mirando. Entonces, se sintió muy mal.

La buena noticia es que la historia no termina ahí. Jesús no lo abandonó. Des-pués de resucitar, pidió a Pedro que con-tara a otros todo lo que había aprendido de Dios. Aunque el discípulo había sido deshonesto, Dios lo perdonó, y pudo ser testigo de Jesús ante a muchas personas.

A p l i c a c i ó nSi elegimos ser deshonestos, se debi-

litará nuestro carácter. Si los demás ven que no somos honestos en nuestros que-haceres diarios, no nos creerán cuando tratemos de hablarles de Jesús y de su se-

gunda venida. Debemos pedir a Dios que nos ayude a ser confi ables.

D i s c u s i ó n1. ¿Qué nos enseña la actividad con la

toalla de papel en relación con la con-fi anza? ¿Era confi able la toalla seca? ¿Soportó el tirón? ¿Aguantó la toalla mojada? ¿En qué sentido la deshones-tidad es como el agua sobre la toalla?

2. ¿Por qué es importante que los cristianos seamos dignos de confi anza?

3. Nombra otros personajes bíblicos que tuvieron problemas con la honestidad. Explica cómo pudieron, o no, sobrepo-nerse a su deshonestidad y ser nueva-mente confi ables.

Ac t i v i d a dPractique cómo tomar decisiones ho-

nestas. Jueguen a las suposiciones hacien-do las siguientes preguntas:* ¿Qué harías si no terminaras tu tarea?

¿Qué le dirías a la maestra?* ¿Qué harías si ves que se le cae la bille-

tera a alguien? ¿Se lo dirías o la toma-rías para usar el dinero que contiene?

* ¿Qué harías si estás jugando con un amigo que tiene juguetes que te gusta-ría tener? ¿Esconderías uno en tu bol-sillo o simplemente estarías contento de que tu amigo los compartiera con-tigo?

* ¿Qué harías si ya te has apropiado de algo de tu amigo? ¿Lo devolverías di-ciéndole que lo sientes o lo guardarías como tuyo?

M I É R CO L E SM I É R CO L E S

D e b e m o s p e d i r a D i o s

q u e n o s ay u d e a s e r co n f i a b l e s .

Un hombre honestoUn hombre honesto

rA Semana de Oración 2008 [525] · 27

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Ve r s í c u l o p a ra m e m o r i z a r«No sea hallado en ti quien haga pasar

a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortíle-go, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos» (Deut. 18: 10, 11).

Ac t i v i d a d e s p re v i a sElige a un miembro de tu familia y dile:

“Yo sé lo que vas a decir ahora”. Cuando la persona conteste “¿Qué?”, le respondes: “Sabía que dirías ‘qué’, porque mi desafío te pondría en una posición en la que ten-drías que desafi arme. Pero no tengo idea de lo que vas a decir ahora, porque sólo estaba fi ngiendo que puedo hacer predicciones”. Nuestra lección de hoy nos previene para estar alertas y permanecer alejados de las personas que dicen predecir el futuro.

H i s to r i a–¡Henry, espérame! –gritó Carlos.–Pensé que ya te habías ido a casa –di-

jo Henry–. ¿Qué vas a hacer este fi n de semana?

–Mañana estaré en la iglesia –dijo Carlos.

–Quizá podamos animar a nuestras fa-milias para salir juntos a caminar por la tarde –sugirió Henry.

–¡Qué buena idea! –contestó Carlos–. ¿Qué vas a hacer el domingo?

–¡Estoy ansioso porque llegue el do-mingo! –dijo Henry emocionado–. El domingo sale el último libro sobre el mu-chacho brujo.

–Oh, no sabía que estabas leyendo esos libros –respondió Carlos.

–Por supuesto que los estoy leyendo –re-conoció Henry–. ¡No me digas que tú no!

Carlos encogió sus hombros. No estaba seguro de qué hacer, pero sabía que tenía que decir algo. Finalmente, respondió:

–No, no los estoy leyendo. Decidí que no quiero llenar mi mente con ese tipo de cosas.

–Es solo una historia de un muchacho que es brujo –dijo Henry–. Es más, algu-nas partes de la historia muestran cómo el bien y el mal luchan, y cómo gana el bien.

Carlos sacudió su cabeza. –Esa es la forma en que tú lo ves. Dios

fue bien claro en la Biblia al decir que no debemos andar jugando con la brujería. No creo que nos advirtiera sin tener una buena razón para hacerlo.

–¿Cómo es posible que un cuento in-ventado sobre un muchacho brujo pue-da llegar a ser un problema? –preguntó Henry.

–Mi papá dice que Satanás encuen-tra formas de destruir nuestras defensas –contestó Carlos–. Cuando leemos cosas relacionadas con brujería o magia, Satanás puede utilizar eso para obnubilar nuestras mentes.

–No lo había visto de esa manera –dijo Henry–. Simplemente resulta un poco difí-cil ir en contra de la corriente. Tú sabes, to-do el mundo está hablando de eso. Quiero que mi mente esté despejada, para poder elegir correctamente. Tendré que pensarlo, pero probablemente no esté el primero en la fi la en la librería el domingo.

Le c c i ó n Dios ha advertido a sus hijos de que el

demonio utilizará el espiritismo y otras formas de brujería para engañar a los seres humanos. Dios lo tomó con tanta seriedad que cuando Saúl utilizó la magia perdió su cargo como rey de Israel (1 Sam. 28: 7-25).

Satanás emplea cosas para desviarnos que, al principio, parecen inofensivas. Cuando haya personas que digan que es-tas cosas no tienen nada de malo, tenemos que ser cuidadosos y asegurarnos de que no estamos actuando en contra de lo que Dios enseña. Si permitimos que nuestras almas y nuestras mentes se emboten con cosas que el mundo acepta, no podremos ver ni

oír las señales que Dios está tratando de comunicarnos. Jesús prometió que habría señales antes de su regreso. Queremos que nuestras mentes sean capaces de entender lo que está sucediendo a nuestro alrede-dor, para saber que Jesús está viniendo a rescatarnos.

Cada vez hay más personas que in-tentan hablar con los muertos. Nosotros creemos que cuando alguien muere está como dormido. Satanás está engañando a las personas haciéndoles creer que pue-den hablar con los muertos. Dios nos dijo que no debemos ni siquiera intentar hacer esto, si queremos ser sus hijos (Deut. 18: 10-13).

A p l i c a c i ó nRealicemos una lista de cosas que

muestran cómo Satanás está tratando de ofuscar nuestras mentes ante las enseñan-zas de Dios. ¿Necesitas hacer cambios en tu vida para poder continuar oyendo las instrucciones que Dios tiene para ti?

D i s c u s i ó n1. ¿Qué estaba ansioso por leer Henry?2. ¿Cómo le explicó Carlos a Henry que

no estaba eligiendo buenos libros? ¿Có-mo crees tú que se sintió Carlos por tener que decirle esto? ¿Cómo se puede haber sentido Henry?

3. ¿Qué dice Dios en relación con la bru-jería, el espiritismo y la magia?

Ac t i v i d a dCrea un libro de promesas con hojas de

colores. Escribe promesas de la Biblia que te ayuden a recordar que debes evitar acti-vidades que entorpezcan tu mente frente a la voz de Dios.

J U E VE SJ U E VE S

S at a n á s e m p l e a co s a s p a ra

d e s v i a r n o s q u e, a l p r i n c i p i o,

p a re ce n i n o f e n s i va s .

Una trampa de SatanásUna trampa de Satanás

28 · [526] rA Semana de Oración 2008

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Ve r s í c u l o p a ra m e m o r i z a r«Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que

nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán» (Mat. 24: 4, 5).

Ac t i v i d a d e s p re v i a sMuestre algunas nueces y permita que

los niños las prueben (asegúrese primero que ninguno sea alérgico). Luego, diga: “Nuestra historia de hoy trata de un mu-chacho que aprendió que, aunque las nue-ces aparenten estar bien, no todas tienen el mismo sabor”.

H i s to r i aA Jaime le gustaba mucho ir a casa de

su abuelo. Éste tenía un inmenso nogal negro en el patio trasero, y a Jaime le en-cantaba recoger las nueces y sentarse con su abuelo a cascarlas. Más tarde, la abuela usaba algunas nueces para hornear unas riquísimas galletas a fi n de que Jaime y el abuelo comieran.

Era importante prestar atención a que no hubiese gusanos en la nuez. A veces se podían dar cuenta viendo la cáscara, pero otras tenían que abrirlas y revisar el interior. Jaime aprendió que las nueces viejas pueden aparentar estar bien en su exterior, pero tener un gusto muy amargo. El abuelo se aseguraba de que cada año se recogieran todas las nueces. De esta for-ma, no se podían mezclar las nueces viejas con la cosecha nueva.

Un día, el abuelo tenía que terminar otras tareas en la granja, así que Jaime co-sechó todas las nueces por sí solo. Decidió comenzar a abrirlas mientras el abuelo se-guía ocupado.

Pronto había abierto una pequeña cantidad de nueces. “Creo que voy a me-rendar algo”, pensó Jaime. Las nueces se veían blancas y apetitosas. Se metió una en la boca.

“¡Puaj!”, exclamó Jaime, escupiendo la nuez. Corrió a la cocina y tomó un vaso

con agua, para enjuagarse la boca del sa-bor desagradable.

El abuelo entró justo cuando Jaime tomó un sorbo y escupió el agua en la pileta.

–¿Qué pasó? –le preguntó.–Me comí una nuez que era realmente

amarga –contestó Jaime.–Lo lamento, Jaime –dijo el abuelo–. A

veces no me doy cuenta, y quedan dos o tres nueces al fi nal de la temporada. Me imagino que encontraste una de ellas.

–Se veía buena –explicó Jaime–. Pien-so que uno no siempre se puede fi ar del aspecto.

–Esa verdad también se aplica a las personas –respondió el abuelo–. A veces, las personas aparentan estar viviendo una buena vida cristiana, pero luego descubres que en sus corazones no son así. Jesús nos previno de esa clase de personas, que pueden decir cosas de Jesús que no son verdaderas.

–En la clase de escuela sabática habla-mos de eso –dijo Jaime–. Nuestra maestra dijo que tenemos que leer y estudiar la Biblia para saber lo que realmente dice Dios.

–Así es –asintió el abuelo–. Las personas que dicen co-sas acerca de Dios que no son verdaderas son lla-madas “falsos maestros” y pueden llegar a ser tan amargos como una nuez vieja.

Jaime rió. –Voy a estudiar mi Biblia

cada día, para saber lo que Dios nos dice. No quiero ningún tipo de amar-gura en mi vida.

Le c c i ó nJesús advirtió que habría falsos

maestros y falsos profetas poco antes de que él volviera a la tierra (lea Mat. 24: 4, 5). Explique que Jesús dijo

que habrá personas que tratarán de impe-dir que creamos en él. Algunos fi ngirán ser Jesús. Otros asistirán a la iglesia y actuarán como cristianos, pero harán cosas que los cristianos no deben hacer. Otros dirán que sus creencias son más importantes que lo que dice la Biblia. A todas estas personas, Jesús las llamó “falsos profetas” y “falsos maestros”. Debemos ser cuidadosos de es-tudiar nuestra Biblia cada día y aprender lo que Dios realmente dice. Esa es la única manera de saber cuál es la verdad.

A p l i c a c i ó nAyude a los niños a hacer una lista de

las características que tienen las personas que son verdaderos profetas y verdaderos maestros.

D i s c u s i ó n1. ¿Cuándo trataba el abuelo de Jaime

de separar las nueces viejas de las nue-vas?

2. ¿Qué dijo Jesús que harían los falsos profetas poco antes de su segunda ve-nida?

3. ¿Cómo podemos evitar ser engañados por falsos profetas y maestros?

Ac t i v i d a dExplique a los niños cómo

crear una hoja en la que pue-dan registrar su lectura diaria de la Biblia. Recuérdeles que lo importante no es cuánto

han leído, sino lo que recuer-dan de la lectura.

V I E R N E SV I E R N E S

2008

Jup

iterim

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Cor

p.

Un sabor amargoUn sabor amargo

rA Semana de Oración 2008 [527] · 29

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Ve r s í c u l o p a ra m e m o r i z a r«Y será predicado este evangelio del reino

en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fi n» (Mat. 24: 14).

Ac t i v i d a d e s p re v i a sMuestre ilustraciones de un lapicero y

papel, una máquina de escribir, un telé-fono, un teléfono móvil, un televisor, un ordenador y una antena de vía satélite. Diga: “Dar información a otras personas es importante, pero lo que les decimos de Jesús es todavía más importante”.

H i s to r i aAntonio estaba emocionado porque

su familia se iba de vacaciones. Siempre disfrutaban cuando podían pasar tiempo juntos y viajar a la casa del abuelo. En el automóvil, Antonio leía libros y jugaba con sus hermanos. También miraba cada tanto una pulsera amarilla brillante que llevaba en su muñeca. Era un recordatorio de que Antonio apoyaba la investigación sobre el cáncer. Su abuela había fallecido de cáncer, y él quería que las personas su-pieran que él siempre la recordaba.

–¿Quién tiene hambre? –preguntó el papá.

–¡Estoy tan hambriento que podría comer todo lo que hay en el menú! –con-testó Antonio.

Todos se rieron y la mamá dijo: –¿Por qué no comienzas comiendo una

cosa, y ves si eso te satisface?Pronto la familia estaba sentada en un

restaurante, listos para pedir su comida. Una señora anotó lo que querían y les trajo vasos con agua. La señora notó la pulsera amarilla de Antonio.

–¿Por qué tienes puesta esa pulsera? –preguntó la señora.

Antonio levantó su brazo. –Mi abuela murió de cáncer –dijo–, pero

otras personas han vivido después de sufrir

esta enfermedad. La pulsera muestra que apoyo la investigación sobre el cáncer.

Cuando terminaron de comer, la fami-lia continuó su viaje.

–Estuve pensando en lo que sucedió en el restaurante –dijo el papá–. Estuvimos dis-puestos a contarle a la señora sobre la inves-tigación del cáncer; pero ¿y si ella no sabía nada de Jesús? No le dijimos nada de él.

–¡Tienes razón! –respondió Antonio–. Atestigüé sobre algo, pero no era lo más importante.

–Está bien que hablemos a las personas de cosas como la investigación del cáncer –dijo la mamá–, pero no podemos olvidar-nos de compartir también a Jesús.

–Es increíble cuán fácil resulta atesti-guar de ciertas cosas –reflexionó Anto-nio– y, sin embargo, cuando tenemos que hablarle a alguien de Jesús, a veces se nos hace tan difícil.

Esa noche, cuando Antonio oró, le pi-dió a Dios que así como había hablado de la investigación sobre el cáncer, lo ayudara a compartir a Jesús con los demás.

Le c c i ó nPoco antes de que Jesús regresara al cie-

lo, les dijo a sus discípulos lo que de-bían hacer después de su partida (lea Mat. 28: 19, 20). Dijo que debían hablar de él a otras personas. Los discípulos fueron a diversas ciudades y países, y contaron a mu-chos de Jesús y de cómo él murió para salvarlos. Hicie-ron más discípulos y bautiza-ron a muchas personas.

Dios nos pide que hagamos lo mismo. Muchas veces hablamos an-siosamente con otros de cosas que son importantes para nosotros. ¿No debe-ríamos comunicar del mismo modo el mensaje de Jesús? Deberíamos en-contrar maneras de compartir cada día lo que Jesús signifi ca para

nosotros. A veces podemos usar palabras, pero incluso nuestras propias acciones pue-den mostrar cuánto nos ama Jesús.

Jesús prometió, en Mateo 24: 14, que las buenas nuevas del reino de los cielos serían predicadas a todos (tómese el tiempo ne-cesario para que los niños memoricen este versículo). Esto no signifi ca que todos van a estar sentados en la iglesia escuchándo-las. Dios quiere que las compartamos con amigos en la escuela y en nuestro vecin-dario. No importa a quién o dónde damos las buenas nuevas. Lo que importa es que realmente hablemos de eso con otros.

A p l i c a c i ó nAyude a los niños a crear marcadores

en los que escribirán su versículo favorito relacionado con Jesús. Utilice autoadhesi-vos o rotuladores para decorarlos. Pídales que obsequien el marcador a un vecino. Además, recuérdeles practicar lo que van a decir, como por ejemplo que aman a Jesús y creen que él volverá.

D i s c u s i ó n1. ¿Qué llevaba Antonio para acordarse

de hablar de la investigación sobre el cáncer?

2. ¿Por qué a veces resulta difícil decirles a otros el motivo por

el que amamos a Jesús?3. ¿Cómo podemos recor-dar que cada día tenemos que compartir a Jesús? 4. ¿Dónde podemos compartir a Jesús, y con

quién? ¿Qué podríamos de-cir?

Ac t i v i d a dOriente a los niños en el diseño de

un cartel recordatorio que colocarán en sus habitaciones. Utilicen ilustra-ciones y otras cosas que los ayuden

a recordar que deben hablarle a al-guien de Jesús cada día.

S E G U N D O S Á B A D OS E G U N D O S Á B A D O

La pulsera amarilla y JesúsLa pulsera amarilla y Jesús

2008 Jupiterimages Corp. 30 · [528] rA Semana de Oración 2008

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DEENA BARTEL-WAGNERPropietaria de los Servicios Creativos Oxígeno Verbal. Una de sus pasiones es mostrar a Jesús a través de la literatura y el relato de historias. Vive en Nueva York (Estados Unidos).

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N o i m p o r t a a q u i é n o d ó n d e

d a m o s l a s b u e n a s n u e va s .

Lo q u e i m p o r t a e s q u e

re a l m e nte h a b l e m o s

d e e l l o co n o t r o s .

rA Semana de Oración 2008 [529] · 31

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Un libro pensado para la mujerincluye DVD

Lidia La MarcaNació en Sicilia, en la provincia de Agrigento. Licenciada en Medicina y Ciru-

gía por la Universidad de Bolonia, especializada en Ginecología y Obstetricia,

así como en Oncología por la Universidad de Módena.

Defi ende la necesidad de afrontar los grandes hitos de la salud femenina (la

adolescencia, la edad fértil, el embarazo, la menopausia) con una visión global

que preste atención no sólo a su aspecto ginecológico, sino también a los he-

chos cotidianos ligados a cada etapa, más que biológica, de la vida de la mujer.

Porque la mujer actual quiere vivir más y mejor,

es necesario saber proteger la salud y prevenir los

posibles trastornos y enfermedades propios de su

sexo y de su edad.

A través de la lectura de este libro podrás apren-

der cómo vivir una segunda juventud, cómo sentirte

libre y disfrutar de cada nueva etapa.

Mediante los principios básicos de salud expues-

tos en esta obra podrás alcanzar bienestar y plenitud

física, mental, social y espiritual.

Mediante la autoexploración mamaria y la reali-

zación de ciertas pruebas es posible detectar pre-

cozmente problemas tan serios como el cáncer de

mama. Al hacerlo, no sólo puedes salvar tu integri-

dad física evitando las cirugías radicales, sino aque-

llo que es verdaderamente importante: tu vida.

Es preferible conocer que ignorar. ¡Siéntete Bien! alude a cerca de ciento cincuenta trastornos y

enfermedades, explica diferentes pruebas diagnós-

ticas, enfatiza la necesidad de las revisiones médicas

y muestra la manera de enfrentar y superar diversas

situaciones. ¡No renuncies a una vida plena!

Páginas: 184 aprox. (totalmente ilustrado)

Tamaño: 25 x 17.5 cm

Precio: A DEFINIR

Descripción del DVD:

En el DVD encontrarás vídeos fundamentales

para la prevención:

• La autoexploración del seno

(detección precoz del cáncer de mama).

• Los ejercicios de Kegel

(fortalecimiento de los músculos perineales).

• Ejercicios específi cos para la incontinencia.

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