Quietos Ante Dios, Jonathan Edwards (1703-1758)

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    QUIETOS ANTE DIOSpor Jonathan Edwards

    Este sermn fue predicado por el Rev. Edwards en junio de 1735, durante los tiemposcoloniales. Jonatn Edwards (1703 1758) es reconocido como uno de los grandes filsofos

    norteamericanos. Fue uno de los fundadores del Princeton Theological Seminary y fuereconocido como uno de los ms poderosos predicadores del Mundo Nuevo. Ver que su

    contenido vale tanto para el da de hoy como ha de haber valido para aquellos dasconvulsivos en que vivi.

    Estad quietos, y conoced que yo soy Dios(Salmo 46.10).

    ESTE salmo suena como un himno de la iglesia en tiempos de grandesconvulsiones y desolaciones en el mundo. Es por eso que la iglesia seglora en Dios como su amparo, su fortaleza, y su pronto auxilio, aunen tiempos de las mayores tribulaciones y dificultades. "Dios esnuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y setraspasen los montes al corazn del mar; aunque bramen y borboteensus aguas, y tiemblen los montes a causa de su mpetu" (Versculos 1,2, 3).:

    La iglesia se enorgullece en Dios, no slo por ser El su ayudador,que la defiende cuando el resto del mundo se ve envuelto endesgracias y catstrofes, sino porque, como ro refrescante, le daaliento y gozo, aun en medio de la calamidad pblica. "Hay un rocuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de lasmoradas del Altsimo. Dios est en medio de ella; no ser conmovida.Dios la ayudar al clarear la maana" (Versculos 4, 5): En los

    versculos 6 y 8 se declaran los cambios profundos y las calamidadesque agitaban al mundo: "Braman las naciones, se tambalean losreinos; lanza l su voz, y se derrite la tierra. Venid, ved las obras de

    Jehov, que ha puesto asolamiento en la tierra." En el texto que siguese expresa de manera admirable la manera en que Dios libra a laiglesia de estas desgracias, especialmente de los desastres de laguerra y la furia de sus enemigos: "Que hace cesar las guerras hastalos confines de la tierra. Que quiebra el arco, rompe las lanzas yquema los carros en el fuego." Es decir, l hace que cesen las guerrascuando son contra su pueblo; l quiebra el arco cuando cuando se

    dobla contra sus santos.Siguen entonces estas palabras: "Estad quietos, y conoced que

    yo soy Dios." La soberana de Dios se manifiesta en sus grandesobras, las cuales aparecen descritas en los versculos anteriores. Esasmismas terribles desolaciones que l desat en su designio de librar asu pueblo utilizando medios terribles muestran tambin su grandeza y

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    su seoro. A travs de todo eso demuestra l su poder y soberana, yas ordena a todos estar quietos, y conocer que l es Dios. Porque,dice, "ser exaltado entre las naciones; enaltecido ser en la tierra".

    De todo se pueden derivar ciertas observaciones:

    1. Un deber de estar tranquilos delante de Dios, bajo las

    mercedes de su providencia. Esto implica que debemos mantenerquietud depalabras, sujetndonos de hablar o de quejarnos contra losdesignios de la Providencia; no oscureciendo la razn con palabras deignorancia, ni empleando el lenguaje pomposo de la vanidad.Debemos mantener quietud en nuestras acciones y en nuestraconducta, de modo de no contrariar a Dios en sus designios. Y en lotocante a la disposicin interior de nuestros corazones, hemos decultivar la calma y una serena sumisin de espritu a la soberanavoluntad de Dios, cualquiera que esta sea.

    2. Podemos tener en cuenta el fundamento de este deber, esto

    es, la divinidad de Dios. El hecho de ser Dios es razn de sobra paraque debamos estar quietos delante de l, sin murmurar en lo msmnimo, sin objetar, sin oposicin, sino tranquilamente y con humildadsometindonos a l.. Cmo hemos de cumplir este deber de estarquietos delante de Dios? Sencillamente con un sentido de sudivinidad, comprendiendo que el fundamento de ese deber es elconocimiento de que l es Dios. Nuestra sumisin es la quecorresponde a seres racionales. Dios no requiere que nos sometamosa l a contrapelo de lo razonable, sino como viendo la razn y elfundamento de hacerlo as. De aqu que, la mera realizacin de queDios es Dios puede ser suficiente para acallar toda objecin yoposicin a sus divinos y soberanos designios.

    Todo esto puede verse considerando lo siguiente:

    1. Por cuanto l es Dios, es un ser absoluta e infinitamenteperfecto, siendo imposible que pudiera incurrir en error o maldad. Ycomo es eterno y no debe su existencia a ningn otro, no puede enmedida alguna tener limitaciones en su ser ni en ninguno de susatributos. Si algo tiene lmites en su naturaleza, debe haber algunacausa o razn por la que esos lmites estn all. De lo cual se sigueque toda cosa limitada debe tener alguna causa. Por lo tanto, aquelloque no tenga causa tiene que ser ilimitado. Las obras de Diosdemuestran con toda evidencia que su sabidura y su poder soninfinitos, pues quien hizo todas las cosas de la nada, que las sustenta,gobierna, y maneja todas en todo momento y en todas las edades, sin

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    cansarse, tiene que poseer un poder infinito. Tiene asimismo que serinfinito en el conocimiento; porque si l hizo todas las cosas, y sincesar las sustenta y gobierna todas, se sigue que l, continuamente yde una sola mirada, ve y conoce perfectamente todas las cosas, aslas grandes como las pequeas. Lo cual no es posible sin unconocimiento infinito.

    Siendo, pues, infinito en conocimiento y poder, Dios tiene que

    ser tambin perfectamente santo. La falta de santidad suponesiempre defecto y pobreza de visin. Donde no hay oscuridad niengao, no puede faltar la santidad. Es imposible que la maldadpueda coexistir con la infinita luz. Dios, siendo infinito en poder yconocimiento, tiene que ser totalmente autosuficiente. Es por lo tantoimposible que l pudiera caer en cualquier tentacin o cometer algunafalta. No hay motivo por el cual l pueda incurrir en nada semejante.Siempre que alguien es tentado a ceder a lo incorrecto, es por finesegostas. Entonces, cmo podra un Ser todopoderoso, que nonecesita de nada, ser tentado a hacer algo malo por fines egostas?

    Es, pues, imposible que Dios, que es esencialmente santo, pudiera enningn sentido incurrir en el mal.2. Por el hecho de ser Dios l es tan grande que est

    infinitamente ms all de toda comprensin. Por tanto, es irrazonablede nuestra parte el pretender juzgar sus decisiones, ya que lasmismas son misteriosas. Si fuera l un ser al cual nosotros pudiramoscomprender, no sera Dios. Sera irrazonable suponer nada ms alldel hecho de que hay muchas cosas en la naturaleza de Dios, ascomo en sus obras y gobierno, que son para nosotros un misterio que

    jams podremos discernir.Qu somos, y qu idea tenemos de nosotros mismos si

    esperamos que Dios y sus designios puedan estar al nivel de nuestroentendimiento? Somos infinitamente incapaces de tal cosa como elcomprender a Dios. Para nosotros sera menos irrazonable concebirque una cscara de nuez pudiera contener al ocano. Dice en Job11.7ss: "Descubrirs t las profundidades de Dios? Al- canzars ellmite de la perfeccin del Todopoderoso? Es ms alta que los cielos;qu hars? Es ms profunda que el Seol; cmo la conocers? Sudimensin es ms extensa que la tierra, y ms ancha que el mar." Sipudiramos tener sentido de la distancia que existe entre Dios ynosotros, entenderamos lo razonable de la interrogacin del apstolPablo en Romanos 9.20: "...oh, hombre, quin eres t para quealterques con Dios?"

    Si creemos encontrarle faltas al gobierno de Dios, estamosvirtualmente suponindonos capaces de ser sus consejeros; cuando elrealidad ms bien nos vendra, con gran humildad y adoracin, clamar

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    con el apstol (Ro. 11.33ss): "!Oh profundidad de las riquezas de lasabidura y del conocimiento de Dios! !Cun inescrutables son sus

    juicios, e insondables sus caminos! Porque quin penetr en elpensamiento del Seor? O quin fue su consejero? O quin le dio al primero, para que le fuese recompensado? Porque de l, y por l, ypara l, son todas las cosas. A l sea la gloria por los siglos de lossiglos."

    Si hubiera nios que alzaran la voz para criticar a los cuerposlegislativos de su pas o para poner en tela de juicio las decisiones delpoder ejecutivo, no se estimara que se estaban entremetiendo encosas demasiado elevadas para ellos? Y qu somos nosotros sinobebs? Pues nuestras inteligencias son infinitamente menores que lasde los bebs en comparacin con la sabidura de Dios. Lo sensato paranosotros es tener esto en cuenta y ajustar a ello nuestra conducta.Dice en el Salmo 131.1,2: "Jehov, no est envanecido mi corazn, nimis ojos son altivos; no ando tras grandezas, ni tras cosas demasiadosublimes para m. Sino que me he calmado y he acallado mi alma

    como un nio destetado de su madre."Esta sola comprensin de la infinita distancia entre Dios ynosotros, y entre el entendimiento de Dios y el nuestro, debera sersuficiente para acallarnos y para acatar con serenidad todo lo queDios hace, no importa cun ininteligible o misterioso nos parezca. Nitampoco tenemos derecho alguno a esperar que Dios nos explique enparticular la razn de sus actos o sus designios. Est ms que

    justificado que Dios no nos d a nosotros, gusanos del polvo quesomos, razn de sus auntos, que as podamos captar la distancia quenos separa de l, y le adoremos y nos sometamos a l en humildad yreverencia.

    Podemos ver a este respecto por qu, cuando Job padecasufriendo por designio divino crueles penalidades, Dios le respondi,no explicndole las razones de su misteriosa providencia, sinohacindole ver su condicin de miserable gusano, de nada, y cunlejos estaba l de la altura de Dios. Esta actitud divina estaba ms enconsonancia con Dios que haber entrado en algn debate con Job, ohaberle revelado el misterio de sus dificultades. Y para Job fue biensometerse a Dios en aquellas cosas que no poda entender, a lo cualquiso traerle la respuesta divina.

    Conviene que Dios habite en profunda oscuridad, o en luz queningn ser humano puede resistir, la cual ninguno ha visto ni puedever. Nada hay de extrao en que un Dios de infinita gloria reslandezcacon una brillantez demasiado viva y potente para el ojo humano.Porque los mismas ngeles, esos espritus poderosos, aparecencubriendo sus rostros ante esta luz (Is. 6).

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    3. Siendo as que l es Dios, todas las cosas son suyas, por locual tiene derecho a disponer de ellas a su antojo y placer. Todas lascosas de este mundo inferior son suyas. "...Todo lo que hay debajo delcielo es mo" (Jb. 41.11). "He aqu, de Jehov tu Dios son los cielos, ylos cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella" (Dt.10.14). Todas las cosas son suyas porque todas proceden de l; son

    totalmente de l y de solamente de l. Aquellas cosas hechas por loshombres no son enteramente de ellos. Cuando un hombre edifica unacasa, no es completamente suya; ninguno de los materiales con quefue hecha le debe su origen. Todas las criaturas son total ycompletamente fruto del poder de Dios.

    Es lgico, por lo tanto, que todas sean para l y estn sujetas asu voluntad (Pr. 16.4). As pues, como todas las cosas viene de Dios,as todas se sostienen porl, y se hundiran en la nada en un instantesi l no las sostuviera. Y todas sonpara l. "Porque de l, y por l, ypara l son todas las cosas" (Ro. 11.36). "Porque por l fueron creadas

    todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, lasvisibles y las invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados,sean potestades; todo fue creado por medio de l y para l. Y l esantes de todas las cosas, y todas las cosas tienen consistencia en l"(Cl. 1.16,17). Toda la humanidad es suya: sus vidas, su aliento, su ser;"porque en l vivimos y nos movemos y somos". Nuestras almas ynuestras capacidades le pertenecen. "He aqu que todas las almas sonmas; como el alma del padre, as el alma del hijo es ma" (Ez. 18.4).

    4. Comoquiera que l es Dios, es digno de ser soberano sobretodas las cosas. A veces los hombres poseen ms de lo que son dignosde poseer. Pero Dios es no solamente dueo de todo el universo,siendo que todo procede y depende de l, sino que tal es superfeccin, la excelencia y dignidad de su naturaleza, que es digno lde ser soberano por sobre todo. Nadie deber osar oponerse a queDios ejerza la soberana del universo como si no fuera digno de ello,pues el ser soberano absoluto del universo no es gloria ni honordemasiado grandes para l.

    Todas las cosas en el cielo y en la tierra, ngeles y hombres, sonnada en comparacin con l; todas con como la gota de agua en elbalde o como el grano de arena en la playa. Es as adecuado que cadacosa est en sus manos, para que l disponga segn le plazca. Suvoluntad y su deseo son de infinitamente mayor importancia que losde las criaturas. Es correcto que su voluntad se cumpla, aunque fuerecontraria a la de todos los dems seres; que l haga de s mismo supropio fin; y que disponga todas las cosas para s. Dios est dotado detales perfecciones y excelencias que tiene ttulo a ser el soberano

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    absoluto del mundo.Ciertamente, conviene mucho ms que todas las cosas estn

    bajo la direccin de una sabidura irreprochable y perfecta queexpuestas a caer en confusin o sujetas a causas sin control. Ms aun,no es bueno que ningn negocio dentro del gobierno de Dios puedaquedar sin la direccin de su sabia providencia, muy especialmenteaquellas cosas de mayor importancia.

    Es absurdo suponer que Dios pudiera estar obligado a prevenir acualquier criatura de pecar y de exponerse a adecuado castigo. De seras, resultara que no puede haber tal cosa como un gobierno moral deDios sobre individuos razonables, y sera arbitrario para Dios el darmandamientos ya que l mismo sera la parte comprometida aobservar la conducta y estaran fuera de lugar las promesas o lasamenazas. Pero si Dios puede dejar que alguien peque y se exponga acastigo, entonces resulta mucho ms apropiado y mejor que el asuntosea tratado con sabidura --quin en justicia debe a causa del pecadoquedar expuesto a castigo y quin no-- que permitir que venga por la

    confusin o el azar.No es digno del Gobernador del universo el dejar las cosas alazar; lo natural para l es gobernar todas las cosas por medios desabidura. Y as como Dios posee sabidura que lo autoriza para sersoberano, as tambin tiene elpoderque lo capacita para ejecutar loque aconseja la sabidura. Ms aun, l es esencial e invariablementesanto yjusto, e infinitamente bueno, por lo que est perfectamentecalificado para gobernar el mundo de la mejor manera posible.

    Por lo tanto, cuando l acta como soberano del mundo, loindicado para nosotros es estar quietos y someternos de buen grado,sin objetar en manera alguna a que l tenga la gloria de su soberana;por el contrario, conscientes de su dignidad, reconocerla con gozo,diciendo "Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos",y repetir con aquellos en Apocalipsis 5.13, "Al que est sentado en eltrono ... sea la alabanza, el honor, la gloria, y el dominio..."

    5. Por cuanto l es Dios, ser soberano y actuar como tal. El sesienta en el trono de su soberana y su reino rige sobre todos. En susoberano poder y dominio ser exaltado, como l mismo declara:"Ser exaltado entre las naciones; enaltecido ser en la tierra." El harsaber a todos que l es el supremo seor de toda la tierra. El efectasu voluntad entre las huestes del cielo y entre los habitantes de latierra, y nadie puede detener su mano. No puede haber tal cosa comofrustrar, entorpecer, o invalidar sus designios, pues l es grande en elpensamiento y maravilloso en la accin. Su consejo prevalecer, y lhar todo lo que le plazca.

    No hay sabidura, ni inteligencia, ni talento que pueda ir contra el

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    Seor. Cualquier cosa que l quiera hacer ser para siempre; nada leser aadido ni quitado. Cuando l acte, quin le opondr reparos?El puede, si quiere, hacer trizas a sus enemigos. Si los hombres se

    juntan contra l para estorbar u oponerse a sus designios, l "quiebrael arco, rompe las lanzas, y quema los carros en el fuego". El mata y lhace vivir, l derriba y l levanta, todo segn el consenso de suvoluntad. Dice en Isaas 45.6,7: "Para que se sepa desde el

    nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay ms que yo; yosoy Jehov, y ninguno ms que yo, que formo la luz y creo lastinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo soy Jehov, el quehago todo esto."

    Ni los eminentes, ni los ricos, ni los sabios pueden impedir otorcer la voluntad de Dios. El despacha chasqueados a los doctos, y norinde pleitesa a los aristcratas ni concede privilegio a los ricos sobrelos pobres. Hay muchos subterfugios en el corazn humano; pero elconsejo del Seor y los pensamientos de su corazn permanecern atravs de todas las generaciones. Cuando l concede paz, quin

    puede crear problemas? Y si l oculta su rostro, quin puedecontemplarlo? Lo que l derriba no puede ser reconstruido, y al que lsilencie as se queda. Cuando l se proponga algo, quin se loestorbar? Y cuando extienda su mano, quin har que la recoja? Nohay por lo tanto manera de impedir a Dios el ser soberano ni de actuarcomo tal. "De quien quiere, tiene compasin, y al que quiereendurecer, endurece" (Ro. 9.18). El tiene las llaves del infierno y de lamuerte: l abre, y no hay quien cierre; l cierra, y no hay quien abra.Esto puede hacernos ver la insensatez de ponernos en contra de lossoberanos designios de Dios; y cun sabios son aquellos quequietamente y de buen nimo se someten a su soberana voluntad.

    6. Como que l es Dios, est en posicin de vengarse de aquellosque se opongan a su soberana. El es sabio de corazn y poderoso enfortaleza; quin podr endurecerse contra Dios y salir airoso? A estotiene que responder todo el que atente contender con l. Y ay delmiserable que quiera pelear contra Dios, podr defender su posicindelante de l? A cualquiera de sus enemigos al que mueva el orgullo,el Seor le mostrar que est por encima de ellos. Vendrn a sercomo la paja en el viento, o como grasa de carneros; el fuego losconsumir y desaparecern. "Quin pondr contra m en batallaespinos y zarzas? Yo los hollar, los quemar a una (Is. 27.4).