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Puntualizaciones sobre «La transición». A propósito de un encuentro reciente * GONZALO BRAVO Universidad Complutense SUMMARY The object of this article is in fact a review of a spanish contribution to the topic on the ways from Antiquity to mediaeval times, in short, on the « transition». Ten stu- dies are here presented, resumed and, if it is necessary, criticized with own references to its pages, where such affirmations are realized.There is also a up-date point of view on the late Aníiquity and beyond. 1 «Lo que generalmente acepta una generación de historiadores puede ser desechado por la investigación de la siguiente. Por tanto, cualquier tentativa de formular afirmaciones generales basadas en las opiniones existentes, por muy eruditas que éstas sean, tiene que ser inevitablemente precaria y condi- cional» ‘. De esta forma categórica se autoexculpaba P. Anderson en el Pró- logo de su obra ante posibles lectores «especialistas» que detectaran excesi- vas generalidades en los temas tratados 2, análisis que, en sus propias palabras, no eran sino «diagramas rudimentarios» y «breves esbozos para otra historia» ~<BBT>. El problema en historia no es presentar, en ocasiones, me- * F. J. Lomas-F. Devis (eds.), De Constantino a Carlomagno, Disidentes, Heterodoxos, Margi- nados. Servicio de Publicaciones Universidad de Cádiz, Cádiz, 1992, 253 PP. La publicación recoge las colaboraciones de A. Bravo García, Enrique A. Ramos Jurado, Francisco Javier Lomas, Javier Arce, Domingo Plácido, Luis A. García Moreno, Pablo C. Díaz Martínez, Carlos Estepa Díaz, Amando Isla Frez y José MY Mínguez, con una Presentación de los editores y dos índices. P. Andersori, Transiciones de la Antigúedad a/feudalismo. Madrid, 1979,2. 2 ¡bid, 105 ss. sobre «La Transición,>. ~ ¡bid, 3. Cerión, 12. 1994 - Editorial Complutense de Madrid.

Puntualizaciones sobre «La transición». Apropósito de … · Entre otras, la conocida obra de P. Brown, El mundo en la AntigUedad tardía. Madrid, 1989, enla edición inglesa

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Puntualizacionessobre«La transición».Apropósitodeun encuentroreciente*

GONZALO BRAVOUniversidadComplutense

SUMMARY

Theobjectof this article is in fact a reviewof a spanishcontributionto the topicon thewaysfrom Antiquity to mediaevaltimes,in short,on the « transition».Ten stu-diesareherepresented,resumedand,if it is necessary,criticized with own referencesto its pages,wheresuchaffirmationsarerealized.Thereis alsoa up-datepointof viewon thelateAníiquity andbeyond.

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«Lo quegeneralmenteaceptaunageneraciónde historiadorespuedeserdesechadopor la investigaciónde la siguiente.Por tanto,cualquiertentativade formular afirmacionesgeneralesbasadasen las opinionesexistentes,pormuy eruditasqueéstassean,tiene queserinevitablementeprecariay condi-cional» ‘. De estaforma categóricaseautoexculpabaP. Andersonen el Pró-logo de su obraanteposibleslectores«especialistas»quedetectaranexcesi-vas generalidadesen los temas tratados2, análisis que, en sus propiaspalabras,no eransino «diagramasrudimentarios»y «brevesesbozosparaotrahistoria» ~<BBT>. El problemaenhistoria no espresentar,en ocasiones,me-

* F. J.Lomas-F.Devis(eds.),De Constantinoa Carlomagno, Disidentes,Heterodoxos,Margi-nados.Serviciode PublicacionesUniversidaddeCádiz, Cádiz, 1992, 253 PP. La publicaciónrecogelas colaboracionesde A. Bravo García, Enrique A. RamosJurado,FranciscoJavierLomas,JavierArce, DomingoPlácido,Luis A. GarcíaMoreno,PabloC. Díaz Martínez,CarlosEstepaDíaz,AmandoIsla Frezy JoséMY Mínguez,con unaPresentacióndelos editoresy dosíndices.

P. Andersori,Transicionesde la Antigúedada/feudalismo.Madrid,1979,2.2 ¡bid, 105 ss.sobre«La Transición,>.~ ¡bid, 3.

Cerión, 12. 1994 - Editorial ComplutensedeMadrid.

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ros diagramasy esbozos,sino precisamentehacerlocon la pretensióndema-siadofrecuentede que éstostienenel valor deteoríaso interpretacionesge-nerales.Quizá por ello y huyendode la amenazarevisionista,el Encuentroqueaquícomentamosseplanteósobreel análisisde temasnuevoso al me-nos ‘<no canónicos’>pertenecientesa «aquellaotra realidada menudodespa-chadaen unaspocaslíneas»,esdecirla heterodoxia,la disidenciay la margi-nalidad “. Peronaturalmenteel análisishistórico del «paso»de una sociedaddeterminadaa otradiferenteexigetambiénla referenciaa la globalidady enconsecuenciaa la ortodoxia,anuenciae integraciónde cualquiersociedad,peroaunmássi setrata,comoes el caso,dela sociedadde «la transición».Enefecto,delas muchastransicionesasumiblesenla Antiguedad—e inclusoenla Historia— ningunaha alcanzadotantarelevanciahistoriográficacomo latransiciónal Medievo hastael puntode queno resultaequívocoreferirseaella simplementecomo «la transición»,quizás porque esta denominacíonconcretaocultauna realidadhistórica plural en la que convergendiversas«transiciones»anteriores,quizásporquesuestudiohaadquiridoun ciertova-lor paradigmáticoal intentarcomprender«otras»posteriores.Seacomo fue-re, la transición (al Medievo) constituyetodavíahoy un referenteobligadodesdeel puntode vistametodológicoy teórico por variasrazones.Primero,porqueen suestudio se han ensayadocon desigualéxito gran partede losmodeloshistoriográficosal uso, dada la riquezade problemáticasque seplanteanen el análisis de esta«épocade transición»5; segundo,porquead-mitir suentidadhistóricasignifica,dehecho,la superación—de ahí quehayaaúnunacierta resistencia—de la imagentradicionallegadapor la historia po-lítica, segúnla cual el «paso»sehabríaproducidoen un «momento»preciso,de duraciónno definida,perocomoconsecuenciadeun hechohistórico tras-cendental,seala cristianizacióndel Imperio por Constantino,seala penetra-cion de losbárbaroso bien la desaparicióndel Imperio Romanooccidental;en fin, porqueenlos mediosacadémicose institucionalesseha consolidadola idea de la diversidadde las disciplinashistóricas—ahorallamadas«Areasde Conocimiento»—,unaideaque,convienerecordarlo,arrancade fines delsiglo xvíí, cuandoCellarius(ca. 1675)propusola separacióndel mundoanti-guo (antiquus) y del moderno(recentior) estableciendoel período interme-dio, quetodavíahoy llamamos«mundomedieval»o «edadmedia».

Portodasestasrazonesnuestraactitud antela publicacióndeun Encuen-tro concebidocomo un coloquio interdisciplinar(con participaciónde filó-logos, historiadoresde la Antiguedady medievalistas)enmarcadopor dosgrandespersonajeshistóricos,Constantino(siglo iv) y Carlomagno(siglo ix),

«Presentaciónenop. cli, 11.5 Lasproblemáticasde«periodización»y «transición»de la Antiguedadal Medievo las ex-

pusimoscon detalley abundantesreferenciashistoriográficasen dos trabajospublicadosen larevistaalemanaKlioc «Parala problemáticasocialde la Romatardía. Periodizacióny estn,ctu-ras,62 (1980),495-516,y «La relativaimportanciade los conflictos socialestardorromanosen relaciónconlos diferentesesquemasdetransición»,65 (1983),383-398.

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y con la previa impresiónde que «enesetractocronológicoseoperaronlosprofundoscambiosque dieron pasoa un nuevo ordensocial y económicocon todassusconsecuenciasmorales,éticas,religiosas,ideológicasy políti-cas»«, nuestraactitud —decíamos—no puedeser otra, en principio, que deacogiday entusiasmo.A pesar—o quizápor ello— de queel titulo tieneclarasresonanciasde la historiografíaanglosajona7, en nuestropaísresultaun he-cho verdaderamenteinsólito el haber reunidoa filólogos e historiadoresentornoaunaproblemáticacomún,por encimadeépocasy especialidades.Na-turalmentecadaautorhadado su versión particulardel mundoclásico, tar-doantiguoo altomedievalsin que seafácil establecerel hilo conductorqueliga las distintasinterpretacionespropuestas,si acasoel claropredominiodelos argumentosideológicossobrelos políticos,socialesy, por supuesto,eco-nómicos,de ahí queentrelas contribucionesdestaquenlas referidasa cate-goríastales como «la concepcióndel tiempo»,«la percepcióndel orden»,«elconceptode poder»o «la concienciade marginalidad>’.Pero no es nuestroobjeto aquí presentarun cuadro de situaciónde la complejaproblemáticahistóricae historiográficaqueacompañaal temasino másbien presentarpri-mero y puntualizar,si procede,algunasafirmaciones,argumentacionese in-terpretacionesvertidasaquí.

II

Por razonesde economíaexpositiva,hemosagrupadolas diez colabora-cionesaquípublicadasentornoalossiguientescampostemáticos:

1. Mundo clásico(A. Bravo ¡ E.A. Ramos).2. BajoImperioRomano(J. Arce ¡ Fi. Lomas¡ D. Plácido).3. Españatardoantigua(L.A. GarcíaMoreno¡ P.C. Díaz).4. Europaaltomedieval(A. Isla/ C. Estepa¡ J.M.Minguez).

1. Comosueleocurrir en problemáticassusceptiblesde diversosenfo-ques,el estudiose abre con dos«miradas»al mundoclásicogrecorromano:una teóricao historiográficadebidaa A. Bravo («In circuitu impii ambulantEl tiempo en la historia,la religión y la herejía»,pp. 13-55),otra filosófica oideológicapropuestapor Enrique A. Ramos(«Poder,compromisoy margi-naciónen el neoplatonismogriegoa fines del mundoantiguo»,pp. 57-75).Eltrabajode Bravo es con diferenciael másextensode los aquí recogidos,porlo queresultadifícil resumiradecuadamentesucontenidoenpocaslineas.Se

6 F. J.Lomas-E.Davis(eds),op. cit., 12.Entreotras , la conocidaobrade P. Brown, El mundoen la AntigUedadtardía. Madrid,

1989,enla edicióninglesa(Londres,1971)lleva el subtítulo«Froni MarcasAureliusto Muham-mad,porqueMahomasignifica,segúnBrown,el límite entreambosmundos.

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tratade un original modificadoy ampliadovariasveceshastaadquirirsufor-ma actual,en el queel autor revisatemashistoriográficosdiversostomandocomo núcleodel análisisel mito griego del «eternoretorno»,desdeel cualre-sultó fácil a AgustíndeHiponadefinir el «tiempo’>de los griegoscomo cícli-co y el de los romanosen cambio como lineal (Pp. 22-23). Sin embargohoyno es tan claraestaapreciación,porquela concepcióndel tiempo, entrelosantiguos,variabasustancialmentesegúnsuposiciónideológicay, antetodo,religiosa; así podríahablarsede un tiempo circular —más que cíclico— paralosgriegos,perotambiénparalos romanoshastaqueel cristianismointrodu-jo la ideade un tiempohistóricolineal y, dentrodeéste,los herejesacabaríanrompiendoesta tradicionaldicotomía (p. 45). La concepcióncristianadeltiempoesdebidaprincipalmenteaEusebiode Cesarea(siglo lv), a Agustínyengenerala la Patrísticatardíaenla formaquefue legadaa los cronistasme-dievales,peroen el mundobizantinoestanuevaconcepcióncoexistiócon lagriega tradicional y a través del Renacimientoy de la filosofía moderna(Nietzscheesun buen ejemplo)ha llegado a nuestrosdías con ligerasvaria-cionesy particularmenteen la historiografía(los ciclos de Spenglersonotroejemplo).

En definitiva, si el tiempocristianoespordefinición «lineal» como un ca-mino queconducesólo a Dios, no sepuededecirlo mismo del tiempogrie-go, en el que el «eternoretorno’> es tan sólo una,entreotras,de las concep-ciones«cíclicas»de la historia.

PorsuparteRamospresentaunaevolución de la corrienteneoplatónicaensurelación con las diversasformasde gobiernodel mundoclásicogreco-rromano,peroel terminusdel estudioes el cierre de la escuelafilosófica deAtenaspor Justinianoel año 529 (p. 71). El punto de partidaes la ideaco-múnmenteasumidadequeel cristianismoprimitivo senutrió del discursofi-losófico griego en la elaboraciónde suteologíadogmática,entreotras razo-nesporqueel neoplatonismoeraunafilosofía queno molestabaal poder(p.61) sinoquesepreocupabamásdela culturay de la religión quedela políti-ca. En la épocaen que Plotino vivió en Roma, a mediadosdel siglo ¡íí, losneoplatónicosconstituíanun círculo de considerableinfluenciasobreel po-derpolítico y, desdeluego,contaroncon la anuenciadel emperadorGalieno,desuesposaSaloninay de los restantesmiembrosde la familia imperial, sincuyo apoyo apenashubierasido posiblesiquieraproponerla utopía de una«ciudadideal» (Platonópolis)en Campania(p. 63) con el fin de poner enprácticalos principios políticos diseñadospor el «divino» maestroPlatónensu Repablica.Sin embargo,los filósofos neoplatónicosentraronen conflictoconel poderimperial cuandoésterecayóen «cristianos»quenegabandehe-cho los idealesde la culturahelénica.Por estarazón duranteel efímero rei-nadodeJuliano(36 1-363)la filosofíaneoplatónicaresurgióy muchosde losasesoresdel emperadorcomo Máximo, Edesio,Priscoy, antetodo, Salustio—su prefectoen Oriente—eran reconocidosneoplatónicos(p. 69). Sin em-bargo, la actitud neoplatónicano fue unanime: mientraslos «alejandrinos»

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acabaronasimilándoseal nuevo poder de los cristianos,los «atenienses»conspirabancontrael poderestablecido,por lo queJustiniano—el empera-dor Chr¡stianissimus— decidió acabarcon la plaganeoplatónica.Entretantoen Occidentey particularmenteen Romala noblezasenatorialseguíasiendopaganay aferradaa las viejas creenciascomo la mayor partede los intelec-tualesde la época.Pero habíapasadoel tiempo en que «filósofos» comoDión de Prusa,enel siglo u, o Plotinoy su discípuloPorfirio,enel III, habíanno sólo gozadode la protecciónimperial sino tambiéndel prestigio socialquelosconvirtió enasesoresdel emperador.

2. A la ricay complejaproblemáticadel Bajo ImperioRomanose dedi-can tresestudiospuntuales:elprimero , de3. Arce («Subeculeoincurvus.For-tunay penademuerteen lasociedadtardorromana>’,Pp. 107-119);el segun-do de F.J. Lomas(«La percepcióndel orden en el siglo iv. Los panegiristaslatinos’>, PP. 76-106);el tercero de D. Plácido(«La civitas cristiana:Nuevomarcode integracióny marginalidad»,Pp. 121-133).Tomandocomopretex-to la descripcióndel juicio de un bandidode fines del siglo iv en los Herme-neurnataPs. Dositheana,«especiedediccionarios...,quepresentanescenasdela vida cotidiana»(p. 110), Arce revisala figura del reo y de la administra-ción dejusticia en épocatardorromanacompletandoen cierto modo el re-cientey magistral«retrato»del bandido(latro) realizadopor B. D. Shaw~. Eltitulo, tomadode un texto de Amiano (XIX, 12,12) , no puedesermásex-presivo,pero la traducciónes dudosa:«dobladoenel potro” o simplemente«sometidoal potro»;en cualquiercasoun disuasorioinstrumentode torturaen los interrogatoriosque —antescomo ahora—precedíanal juicio, propia-mentedicho, antelas autoridadesimperialeso sus representantesprovincia-les (praeseso gobernador,o juder juez o funcionario concompetenciasjudi-ciales). El autor prefiere describir y analizar algunos testimonios queproponerambiciosasteoríasy, comoen otras ocasiones,proporcionaal lec-tor un cuadrode situacióndetalladoenriquecidoconunaprofusaterminolo-gía latina: praecones,reus; latrones, eculeus,qunestionarius;fidiculae, secreta-riutn, tribunal, fustes,poena,verberes,etc. Sólo en algunoscasosse llegabaaaplicaral reo la penamáxima(summunisupplicium),penade muerteo penacapital,aunque—segúnArce—de éstaquedabanexcluidoslos honeshores(p.110).Comoes sabido,la divisiónentreéstosy los humilioresexistíaenel Im-perio desdeal menosla épocade AntoninoPío —si no antes—; perosi escla-ro quetal diferenciación(pro qualitatepersonaruin)fue sólo penala media-dos del siglo íu, ignoramos qué ocurrió cuandoestas dos categoríasdelderechopenalse asimilarona la configuracióndedosgrupossocialesmejorque «clases» en los siglos tít y iv; solamenteanotaremos,en estesentido,

8 BrentD. Shaw,«El bandido»enA. Giardina(ed),El hombreromano.Madrid, 1991,349-394,

Como proponeR.Teja, «Honestioresyhumilioresenel Bajo Imperio:haciala configura-chinenclasessocialesdeunadivisiónjurídica,MHA 1(1977),115 ss.

320 Gonzalo Bravo

que algunosdocumentosoficialesde la época,comoel Prefacioal EdictodePreciosdel 301, no parecenhabercontempladoya estadiferenciación4 Noobstante,la figura del latro en lostextostardíosesesencialmentenegativalle-gandoa serconsideradocomo «enemigopúblico»,una denominaciónreser-vadaen principioparacalificara lospresuntosusurpadores.

Por suparte,Lomaspresentaaquí un estudiosistemáticode los panegi-ristasdel siglo ív —casitodos—completandosus propiostrabajossobreel te-ma(Madrid, 1988 —acercade la «realeza>’—;Madrid, 1990 —sobrela «servi-dumbre»—,Cádiz, 1991 —sobreTeodosio—),a los queconrazónremite confrecuencia(notas30, 35, 40, 67, 73, 78, 106 y 121), puestoque él ha sido,entrenosotros,quien quizá mayor empeñoha puestoen rellenar la lagunatantasvecesdenunciadadeun estudioserioy sistemáticode estosdocumen-tos como fuentesprimordialesde información histórica“. El análisis deLomasversasobrelos 11 panegíricosescritos—o mejorpronunciados—en elsigloqueseparael gobiernode Maximianoen Occidente(año, 289) del deTeodosioen Oriente(año, 389), con la particularidadde que sólo dos deéstoscorrespondena la segundamitad de siglo mientrasquelos 9 restantespertenecenalperíododela Tetrarquíay épocaconstantiniana(Pp. 78). Perolos hechosreferidosenél remontanasituacioneshistóricasmuy anteriores,inclusode comienzosdel Imperio (Pp. 93 y 97), por lo que el historiadorpuede obtener de ellos provechosasinformacionescomo la imagen del«usurpador>’en el siglo xv, probablementetomadadel Catilina de Salustio(Pp.91 s., nn. 68 y 69), peroqueestápresenteen las semblanzasquelos pa-negiristashacende algunosusurpadoresde la época,especialmentede Ca-rausio,Majencioy Magno Máximo. En otros casos,los panegiristasson lamejor —si no la única—fuenteparaalgunosacontecimientoscomoel episo-dio deCarausioy Allecto enBritania—aquídescritocondetalleal hilo delostextos (PP.82 ss., 90 y 92)— a comienzosdel reinadode Diocleciano¡2, y lasituacióndel campesinadogalo en estemismo período.Preferimosevitaraquíla mencióna la bagaudiagalaque,no obstante,Lomasasumesin reser-vas (Pp. 84, 88, 89 y 92) porque,comohemosmanifestadoen otrasocasio-nes‘~, no creemosque exista relación algunaentrelos pretendidos«bagau-das»defines del siglo íri y los bagaudasgenuinoso así llamadosdelaprimeramitad del y. En estesentido, resultasignificativo que no existanfuentesba-

lO O. Bravo, Notas complementariassobre el Preámbulodel Edicto del 301: ¿Lectura

económicaohistórica?»,Cerión,Anejos11(1989)451y 255 s.~1 VéaseahoratambiénManuelJ.RodríguezGervas,Propaganda política yopinión pública

en lospanegíricoslatinosdelBajo Imperio. Salamanca,1991.12 Paraunavaloracióndesusimplicacioneshistóricasremitimosa nuestroanálisisdela si-

tuaciónen Coyunturasociopolñicayestructurasocialde la producciónen la épocadeDioclecianaSalamanca,1980,48-55.

> Especialmenteen «ActaBagaudica(1). Sobrequiéneseranbagaudasysu posibleidentifi-cactonen los textostardíos,Gerión2(1984),251-264; «Los Bagaudas:vieja y nuevaproble-mática»enActasdel ler. Congreso PeninsulardeHistoria Antigua, III, Santiago,1988, 190 s.; yConflictosinternosypenetracionesbdrbarasen elimperia Madrid, t991,43ss.

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gáudicassensustricto hastala segundamitad del siglo iv, por lo quelos pre-suntos«bagaudas”derrotadospor Maximiano en 286-287no eransino losrustici galos,así identificadosporel panegiristaque,sin embargo,no mencío-na bacaudaecomo seriadeesperar,sino perífrasisretóricasquetradicional-mentese han asociadoa éstos.En otros aspectoslos panegiristasson másprecisos,especialmenteen atributosreferidosa la autoridadimperial, a laquese consideragarantedel ordeny la justicia(p. 94) enla sociedadromanadela época.En efecto,conindependenciadesucarácterlegitimo o ilegítimoemperadoresy usurpadoressonsaludadoscomo vindex restituoroparens(p.86) consuscorrelativosdepietas(p. 89), justitia (p. 96) y clementia(Pp.97 y103),siempreentérminosaduladoresy conevidenteexageración,por lo queresultadifícil asumirla conclusiónentusiastadel Autor ensuspropiostérmi-nos: «no hablanlos panegiristasparahalagarlos oidos del emperador’>(p.105) sino paratrasmitir sussentimientosy anhelosal restode la ciudadanía(p. 106).

A diferenciade los anteriores,Plácido planteala revisiónde la ideadecrisisde la ciudadcomo«unade las formasquecondicionóelpasodelmun-do antiguoal mundomedieval” (p. 121). Peroeste análisis se planteasobreunabaseexclusivamentehistoriográficasin remitira fuentesdirectasde épo-cabajoimperialo tardoantigua.Proponeelautorconaciertosustituirel con-ceptode«crisis” porel «transformación”,dadala grandiversidaddeciudadesexistenteen el Imperio,perosóloRomay Constantinoplasonaquíejemplifi-cadas.Más innovadoraes la propuestade canalizarel análisisde la civitascristianaen torno atres variablesdependientes,asaber:Oriente-Occidente;integración-marginación;y civitaspagana-civitascristiana,enevidenteparale-lismo conla terminologíaagustiniana(civitasDei). Delanálisisse desprendenal menostresideasclaras:primera,quela implantacióndel cristianismosu-pusoun nuevourbanismoo, si se quiere, una nuevatopografíaurbana,lacristiana(pp. 127ss.);segunda,que mientrasel monacatofue unaforma demarginacióndel medio urbano,los obispossimbolizaronla integracióndelclerourbanizado(p. 130); tercera,queel campesinadomarginadointentóserintegradotambiénen la nuevaestructuraeclesiástica(ibid.). De estaforma,concluyePlácido,se produjeronlos cambiosnecesariosparaconvertirla ciu-dadenunaestructurasubsidiariaal menosenel ámbitoeconómicoy social,tal comofue la «ciudad’>medieval.

3. Con referenciasfrecuentesala épocatardorromana,perocentradosen lasituación«religiosa»de laEspañavisigodasonlosestudiosde L.A. Gar-cíaMoreno(«Disidenciareligiosay poderepiscopalen la Españatardoanti-gua(siglos v-víí)», Pp. 135-158)y P.C. DíazMartínez(«Marginalidadeconó-mica,caridady conflictividadsocialenla Hispaniavisigoda»,pp. 159-177).

GarcíaMorenoplanteaenprincipio conrigor el problemahistóricodeladisidenciareligiosaaladmitir quecualquiermanifestaciónpolítica, ideológi-cao socialtiene enrealidad«fundamentossocioeconómicos»(p. 135).Perotrasunarápiday audazcomparacióndela situaciónreligiosaen losámbitos

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«rural»y «urbano’>, abandonalos presupuestosteóricosanteriormenteenun-ciadosy critica a quienes,segúnél, siguenun «Marxismo (sic)maniqueotras-nochado»(p. 140, n. 28) aludiendoalas afirmacionesde M. Vigil y A. Barbe-ro (BRAII, 1965) ‘4 a propósitode la interpretaciónde la bagaudahispanadel Bajo Imperioy remitiendoa estudiosrecientescomolos deR. Van Dam(1985) y it Drinkwater (1989) frente al «marxista» E.A. Thompson(1952)15 Apartede obviar el problemabagáudico—en absolutoresuelto—,ami mismome atribuyeuna«hipostación»(sic, y denuevoen p. 152, u. 88)que,ademásde inexistente—por el neologismo—,no se correspondeconlarealidadpuestoqueel artículo referido (en Gerión, 2, 1984,251-264)se Ii-mita aanalizarla terminologíausadaen los textostardíosrelativosabagau-das;por lo quea partir de él no cabemi pretendidaadscripción—mejorque«hipostación»o hipóstasis—alacorriente«horizontalista»—si teoríamarxista,allí mismocriticadaen p. 259,n. 32 XC ni a la «verticalista”,queno se dedu-ce del análisisde los términosvertidos en los textos. Más convincentessonlas tesis de GarcíaMoreno respectoal conflicto religioso hispano-visigodo,en elque—conrazón— encuentraelautor«máscausaspolíticas..,quereligio-sas»(PP. 145 y 150) a pesarde que«el mantenimientodel Arrianismo (sic)erael único medio queteníanlos soberanosvisigodosde controlarel influ-yentepodereclesiástico»(p. 146),controladopor los obispos«epígonosdelanoblezasenatorialhispanorromana»(ibid.). De todosmodosel autorcon-sideraconaciertoquees precisodistinguir diversostipos de conflictos«reli-giosos»:el dinásticoentreRecaredoy suhermanoHermenegildo(al queseprestaespecialatenciónenPp. 144-150);el religioso,propiamentedicho, delpriscilianismohispánico(p. 153); y eldisciplinarde Valerio del Bierzo en lasegundamitad del siglo vii (p. 154); y concluyeque la evolución de dichoprocesopuedeseguirsea travésdelas disposicionesde lossucesivosConci-lios de Toledo(del III, 589, al VII, 646), períodoen el que se consolidóla«feudalizaciónmonástica»(p. 158).

Por su parte,Díaz Martínezprefiere el análisis de la situacióndesdelaperspectivaeconómicay socialde la «marginalidad»delos pobres(pauperes)frentealos abusosde los poderosos(potentes)(p. 160),que atribuyeamu-chosobisposactuandocomo «auténticospatronos».En efecto,el modelodeanálisisqueel autorproponees el quegeneralmentese aplica a la sociedad

14 Comoessabidoestetrabajofue divulgadomástardeincluido ensu obraSobrelos oríge-nessocialesde la ReconquistaBarcelona,1974, 13-98.

II El título no referidodelartículoes«Peasantrevolts la lateRomanGaulandSpain»,Fas!andPresent2 (1952)> 11-23(traducidoenunaediciónnadaaconsejableen Conflictosy estruc-turas socialesen la HispaniaAntigua Madrid,1977,61-76.

¡6 Enestamismalineadeinterpretacióncríticasesitúantambiénnuestrostrabajos: La re-lativa importancia...(citsupra),enKlio 65 (1983),383-398;«Los bagaudas...(citsupra),enActasdeller CongresoPeninsularde Historia Antigua,III, Santiago,1988, 187 Ss., y antetodo «La ba-gaudahispanay la identidaddelos possessoresde la Tarraconense(Puntualizacionessobrelateoríasocial)»enSegundoColoquiosobreHistoria de LaRioja, ¡Logroño,1986, 197-209.

Puntualizacionessobre«La transición» 323

tardorromana,dominada—nuncamejor dicho— porlas «relacionesde patro-cinio», en las quelos pobresacabaránintegrándose.Peroes precisomatizar:hay «pobrestemporales>’—no marginales—y «permanentes’>(p. 161); haypo-bres«vagos’> y «pícaros»y los quesonpercibidos«comoobjetos,másquesu-jetos,de caridad»(p. 163); hayevergesíaclásicadefinalidad políticay «mag-nificencia episcopal»disfrazadade altruismo, de genuina«plasmacióndelideal cristiano«(p. 172); hay,en fin, pobresde solemnidady pobres,por asídecirlo, voluntarios,acogidosa la austeridadcaracterísticade los monaste-rios. Portanto,aunquese disfracea vecesmedianteunajustificación ideoló-gica, en la Hispania visigoda hay antetodo la polarización entre«obispos»comopotentesy pobrescomopauperes;queacabaránsiendoasimiladosporaquéllosa los latrones—incluidos los monjes‘7— y, en consecuencia,a las di-versasformasde conflictividad social de la épocaquesin embargoen lasfuentesvisigodasse asocianmáscon«séquitosmilitareso nobiliariosqueconindigentes»(p. 176)16.Aunqueel autorrecogela terminologíabásicatantode la «riqueza”como de la «pobreza»(especialmentePp. 163 ss.) nos hurta«el análisispormenorizadode sus usosy contextos>’ (ibid.) que, sin duda,arrojaría luz sobrelas diversascategoríassocialesde pauperesy cuálesdeellos seasimilarona latrones.

4. Finalmentelos tresúltimos trabajosabordanelproblemade«la tran-sición» desdela ópticadel medievalista,más interesado—salvo excepción—enresolvercuestionesconcretasqueen proponerambiciosasteorías:A. Isla(«El desarrollodel pelagianismoy la cristianizaciónde Inglaterra”, Pp. 197-210); C. Estepa(«Configuracióny primera expansióndel reino astur»,PP.179-195);y J. MY Mínguez(«Contradiccionesy desintegracióndel Imperiocarolingio»,pp.211-233).

En el marcodela conflictividad ideológica—másquesocial—de los di-versosgruposétnicosexistentesen Britania durantelos siglosvi y vxí analizaIsla el desarrollodel pelagianismoy laprogresivacristianizacióndela aristo-cracia indígenaen Inglaterravarias generacionesdespuésde que el movi-miento,surgidoenRoma,sedifundieraaotrasregionesde Occidentey espe-cialmente a Britania, la patria del propio Pelagio,quien propugnabaunanuevadoctrinabasadaenel purismodogmático,esdecir«unavueltaalavidaevangélica”(p. 201): rehabilitacióndel estadode «gracia»,efectosdelbautis-mo contra la tendenciaal «pecado’>,rechazode la «predestinación»frenteallibre albedríoy el «propio papeldelhombreenla tareade susalvación»(p.206).

Habría puesquedistinguir dosfasesenladifusión de estemovimientode

“ El fenómenoparael Bajo Imperiohasido analizadoporR. Teja> «Monacatoe historiasocial: los orígenesdelmonacatoy la sociedaddel Bajo ImperioRomano»enM. J.Hidalgodela Vega(ed),Homenajea Marcelo Vigil PascualSalamanca,1989,especialmentePP.91 ss.

‘> Perosiguesiendoválido el trabajodeH.-J.Diesner,«Bandasde criminales,bandidosyusurpadoresenla Españavisigoda»enHispaniaAntiquaVIII, 1978,129 ss.

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carácterreligioso: una primera,tardorromana,en la queel pelagianismoesperseguidocomo herejíadifundida desdeRoma a Italia, primero, y poste-riormente,a Galiay Britania; otra,posterior,anglo-britana,en la que el mo-vimiento seextendióaIrlanday arraigóen diversossectoresde lasociedad,yespecialmenteenel clero.Con razónel autorse haceeco deesteatípicomo-vtmtentoreligiosoqueno suscitólaadhesióndela aristocraciatardorromanacristianizada,pero tampocola de las capaspopularesde la iglesia céltica.Pero no hay que olvidar queel contenidode la «heterodoxia»pelagianaesmásconocidaporlos ataquesdeAgustínde Hiponay PrósperodeAquitaniaque por la contemporáneaHistoria eclessias¡icade Bedao lospropios escri-tosdePelagioy Celestio,su discípulo.

Estepa,en cambio, centrasu atenciónen un problematradicionalde laEspañaaltomedieval:la entidadpolítica y territorial del nacientereino asturdurantelos siglos vííí y ix. El autor se confiesaa menudotributario de los«magistralesestudios»(p. 179) de Barberoy Vigil (especialmenteBarcelona,1978) en este campo,y aceptala tesis de la autoctoníadel reino frente aquieneserróneamente—segúnél— lo hacenderivardel visigodo de Toledo.En esta líneade interpretación,la realezaasturse configuradabásicamentecomouna«jefaturamilitar» (p. 181) con capacidadde resistenciaa las pre-tensionesexpansivasde los musulmanesen este área peninsular.Surgen,pues,dos Españascontrapuestas:la cristianaal norte,ca. 718, y la musulma-naal sur. Perola expansióndel incipientereino asturfue lenta:hastamedia-dosdelsiglo íx no alcanzóla líneadel Dueroni los monarcasasturesconta-ron con el apoyo de los «condes”castellanosque dominabantodavía losterritoriossituadosal nortedel Ebro (p. 190).Estacolaboraciónfavorecióeltrasladode la sederegiade AsturiasaLeón iniciándoseel procesode repo-blación.Mástarde,las Crónicasde la época(tanto lade Alfonso III comolaAlbeldense)permitenno sólo delimitar territorialmenteel reino en su tem-pranahistoria, sino tambiéndetectarla existenciade «un campesinadode-pendiente»junto a «unaaristocraciaconpropiedadterritorial” (p. 188),con-sideradosya claros «elementosde feudalización»(p. 195) aun cuandotodavíacoexistieran—segúnelautor—conlapropiedady poderregios.

En un plano muy diferentese planteael estudiode Minguez, referido aun hechopuntual (las contradiccionesque llevaron a la desintegracióndelImperioCarolingio),aunqueun momentoclave,del quela historiografíatra-dicionalhacederivarel «final de la transición»o, si seprefiere,«el comienzodel feudalismoeuropeo».Presentadocomo«la másgrandeconstrucciónpolí-ticaqueha conocidoel Occidentemedieval” (p. 211),el autor,en elmáspu-ro estilo dialéctico,realiza una revisión del problemahistoriográfico remi-tiendoamenudoasuspropiostrabajos.En eldiscursohistórico«construido”porMínguezsedistinguenclaramentetreselementosformales:un núcleoar-gumental(de contenidopolítico y pertenecientea la épocaaltomedieval);unapropuestametodológica(decontenidofundamentalmenteteóricoy queapuntaclaramentehacialaépocaromanaprecedente);y unasignificaciónhis-

Puntualizacionessobre «La transición» 325

tórica (deproyecciónsocialhacialaconsolidacióndel sistemafeudaleuropeo).Siguiendoel ordenaquípropuesto,se concibela configuracióndel estadofran-co-carolingiocomo el resultadode la tensiónde «dos tendenciasantagónicashaciala fragmentacióny haciala unificación’> (p. 214) queacabaríangenerandolabaseterritorial del Imperio (Austrasia,Neustriay Borgoña),en elquelano-blezaaustrasianaasumirála responsabilidadde unificar políticamentelos tresreinosfrancosen751, dotandoal nuevoestadodeunaestructuraadministrati-va imperial.Pocodespués,entornoal 800, Carlomagnoselimitará aconsolidarlos logros territorialesy políticos de sus predecesores;peroya con su sucesorLuis el Piadosose manifiestaclaramentela tendenciahaciala fragmentación,ahoraya irreversible.

En segundolugar, con menor fortuna se pretendedotar a este sugestivocuadrode evoluciónpolítica con contenidossociocconomícos.En efecto,su-ponejustamenteMínguezquelos francos,primero,merovingiosy carolingios,después,pretendieronconstruirun estadocentralizadoa imitación del romano(p. 212),asentadoclaramente—ensuopinión—»sobrelas relacionessocialesdeproducciónesclavistas’>(ibid y de nuevoPp. 214, 219, 225 y 230),afirmaciónquehoysuscribiríanpocos—si alguno—historiadoresde laAntigúedad;tampo-co es muyafortunadala ideadeque«la granpropiedadfeudal»sustituyeal «la-tifundio esclavistaromano»(p. 226),si se tieneen cuentaqueentrela configu-ración de aquéllay la desapariciónde éste trascurrenal menoscinco siglos(ííí-vííí) e inclusoseis,si la «granpropiedad’>se identificaa laexistenciade losprimeros«principadosfeudales’>(p. 226 y 228).Naturalmente,un medievalistasuelereferirsealmundoromanosólo como«modelo»—quizádel mismomodoque un romanistaremitiría a la épocamedieval—,lo que es legítimo siemprequelas «variables»seanadécuadamentedefinidas.El problemaesqueMínguezaquí algunasno las define o, al menos,suponeque deben ser asumidasportodos.Sirva de ejemploel inusualvalor atribuidoal conceptode «transforma-ción» (p. 224) queequiparaa «crisis»,mientrasquegeneralmenteéstosse asu-men como propuestasteóricas de modelos históricosalternativos;dicho deotro modo,puedeasumirseun «procesode transformaciones»quedure cincosiglos ‘9, pero no una «crisis» de similar duración,ni siquiera una épocadetransición.La razónesque,por muchoquese alargueel«tiempoestructural»enHistoria,unacrisis y/o transiciónde cincosiglosessimplementeunapropuestainaceptable,tanto si procedede la historiografíamarxistacomo de la no mar-xista, porquesiguesiendoválida, en cambio,laafirmaciónde Kuczinski: ‘<nadaseríamáserradoquequererhacerderivarde estostipos [loscolonosbajoimpe-riales] la servidumbrede laglebamedieval»20 Además,en estaépocano exis-tía ya el pretendido«latifundio esclavista»,como en su día demostróSchta-

1» Sobrelos problemasque planteala interpretaciónde esteperiodo remitimos a nuestro<Para la problemáticasocialde la Romatardía. Periodizacióny estructuras,Klio 62 (1980),495-516,dondeseencontraráabundantebibliografía.

20 J Kuczinski,Brevehistoria dela economíaMadrid, 1976>100.

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jerman21, ni la «granpropiedad»quese conifiguró en épocatardorromanalohizo ya sobreun régimende producciónesclavistasino «colonario>’22 inte-grad9 por campesinosdependientes.Estaúltima ideaes fundamentalpor-que,comohaargumentadoForasbochi,el pasohaciaunanuevaorganizaciónsocioeconómica—la feudal— no se dio hastaque estecampesinadodepen-dientefue suplantadopor «campesinoslibres»23 La pervivenciade éstos—pequeñosy medianospropietarios—,libres de todosometimientoseñorialhastael final dela épocacarolingia(p. 226) es unapruebaevidentede queelnuevosistemafeudalno se configuró «directamente”sobrelas basessocioe-conómicaslegadaspor laAntiguedadtardía,durantela cuallas grandesuni-dadesde explotaciónno eranya esclavistas—contrap. 230— y se encontra-ban interiormente muy divididas en parcelasque coloni de status librecultivabancomocampesinosdependientes.En cambio,lasignificaciónhistó-rica de esteprocesoes clara: fragmentaciónpolítica y socioeconómicasonparalelashastaquese produjoel «arrasamientode la independenciadel cam-pesinadointegrado en [pequeñas]unidadeseconómico-sociales”(p. 227).Peroestapérdidade libertadprovocórevueltasen lasquela Monarquíabus-có el apoyomilitar de la aristocraciaterrateniente,queseriaa su vez gratifi-cadacon nuevastierras.Estasituaciónabocaríaa la «contradicciónfunda-mental» (p. 224): una estructurasociopolíticacentralizada«incompatible’>conla nuevaestructuraeconómico-social,queotorgabapoder económicoypolítico a la nobleza,y cuyabaseinstitucionalfue «la relaciónde ayuday de-fensamutuaentreseñory vasallo»(p.232) quecaracterizaríala feudalizaciónde lasociedadoccidental.

En definitiva,unaobrasobrelaquetendremosquevolver unay otravezquienesseguimosempeñadosen buscarnuevos«puenteshistóricos»entreAntigdedady EdadMedia que,como se habrávisto, afortunadamentesiguesiendoun problemapositivamenteirresuelto.

21 Un buenresumende sustesisenE. M. Schtajerman,La caidadel régimenesclavista»,en

La transicióndelescla~ismoalfeudalismaMadrid, 1975,59-107,y antetodo su obraDieKrisederSklavenhalterordnung.Berlín, 1964.

22 Enestesentidohasido decisivala críticadeO. Prachner,« Zur Bedeutungder antikenSklaven-und Kolonenwirtschaftflir den NiedergangdesRómisclienReiches»en Historia 22(1973), 732 ss. (con el indicativo subtítulo«Bemerkungenzur marxistischenForschung»);véa-seahoranuestroEl colonatobajoimperialMadrid, 1991,conampliabibliografía.

23 D. Foraboschi,« Fattori economiciodIa transizionedallAntichitá al Feudalesimo»enStudiStorici4 (1976),65-100.