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Prefacio a Shakespeare - Samuel Johnson

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Shakespeare

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  • En 1765 apareca la edicin a cargode Samuel Johnson de las obras deShakespeare, y con el prefacio queabra la serie de ocho volmenes seiniciaba la lectura crtica moderna deuno de los genios literarios mscelebrados de todos los tiempos.Johnson, crtico impecable y a suvez autor prolfco, traz los caminosque todava hoy guan nuestralectura incesante y siemprerenovada de Shakespeare: enprimer lugar, que el autor de Hamletfue ante todo un hombre de teatro(dramaturgo y actor), atento a la

  • relacin entre la accin escnica y lareaccin del pblico; en segundolugar, que sus personajes no sonhroes de corte clsico, sonhombres que actan como lo harael lector o el espectador siestuviera en su situacin. Y entercer lugar y el ms importante, ms que un autor estrechamentevinculado a sus contemporneos,Shakespeare trasciende en esteensayo las fronteras, de su tiempo yse erige como contemporneo de laposteridad.

  • Samuel Johnson

    Prefacio aShakespeare

    ePub r1.0Oxobuco 26.09.13

  • Ttulo original: Preface to ShakespeareSamuel Johnson, 1765Traduccin: Carmen Toledano

    Editor digital: OxobucoePub base r1.0

  • Los elogios prodigadosinmerecidamente a los muertos y loshonores que slo por su eminencia serinden a la antigedad seguirnprobablemente alimentando las quejasde aquellos que, incapaces de contribuira la verdad, esperan obtener renombrede las herejas de la paradoja; o las deaquellos otros que, arrojados por ladecepcin hacia argumentosreconfortantes, se muestran dispuestos aesperar de la posteridad lo que elpresente les regatea y alardean de que eltiempo les conceder al fin laconsideracin que por envidia se les

  • niega.La antigedad, como cualquier otra

    categora que suscite el inters delhombre, cuenta sin duda con devotos quela veneran no desde la razn sino desdeel prejuicio. Algunos parecen admirarindiscriminadamente cualquier cosapreservada por el tiempo, sin tener encuenta que, en ocasiones, el tiempocoopera con la suerte. Todos ellos estnacaso ms dispuestos a honrar lasexcelencias del pasado que las delpresente, y sus mentes contemplan elgenio a travs de las sombras de laedad, como los ojos escudrian el sol atravs de un artefacto oscuro. El

  • objetivo principal de la crtica esencontrar los defectos de los modernos ylas virtudes de los antiguos: mientras unautor est vivo juzgamos su capacidadpor la peor de sus actuaciones, y cuandoest muerto, por la mejor.

    Sin embargo, a aquellas obras cuyaimportancia no es absoluta ni definitivasino gradual y relativa, a aquellas queno se sustentan sobre principioscientficos y demostrables sino queapelan a la observacin y laexperiencia, no se les puede aplicar otrorasero que el de su permanencia en eltiempo y su constancia en la estima. Amenudo se ha examinado y comparado

  • lo que la humanidad ha posedo durantelargo tiempo, y si su vala persiste esporque las frecuentes comparacioneshan confirmado la opinin en su favor.De igual manera que entre las obras dela naturaleza el hombre no puedeconsiderar profundo un ro ni alta unamontaa sin conocer muchas montaas ymuchos ros, as en los productos delgenio no se puede calificar algo deexcelente hasta haberlo comparado conotras obras del mismo tipo. La validezde toda demostracin se manifiesta deinmediato y no tiene nada que esperar nique temer del paso del tiempo, pero lasobras de carcter tentativo y

  • experimental deben ser juzgadas enrelacin con la capacidad general ycolectiva del hombre, tal como esta senos muestra en una larga sucesin deesfuerzos. Del primer edificio que seerigi, se hubiera podido afirmar ya concerteza que era redondo o cuadrado,pero slo por referencia al tiempo sepudo determinar si era alto o espacioso.La escala numrica de Pitgoras serevel perfecta al instante, pero nisiquiera ahora podramos saber si lospoemas de Homero trascienden loslmites de la inteligencia humana salvopor la constatacin de que siglo trassiglo, nacin tras nacin, no hemos sido

  • capaces de hacer otra cosa quereescribir sus episodios, dar nuevosnombres a sus personajes y parafrasearsus opiniones.

    El respeto por las obras que hanperdurado en el tiempo no obedece, portanto, a una crdula confianza en lasuperior sabidura de tiempos pretritos,ni a la sombra certidumbre de lainevitable decadencia de la humanidad,sino que es consecuencia de opinionesreconocidas e incontestables: lo que seconoce desde hace ms tiempo ha sidoexaminado en ms ocasiones, y lo que seha examinado ms se entiende mejor.

    El poeta cuyas obras me propongo

  • revisar comienza ahora a adquirir ladignidad de los antiguos y a reclamarlos privilegios de una fama consolidaday de una veneracin cannica. Hasobrevivido con mucho a su siglo, plazocomnmente admitido como prueba delmrito literario. Cualquier ventaja quepudiera haber sacado alguna vez dealusiones personales, costumbreslocales u opiniones pasajeras se hadesvanecido con los aos; y cualquiertema de alegra o congoja que leproporcionaran los usos y manerassociales ahora slo oscurece las escenasque una vez ilumin. Han desaparecidolos efectos del aplauso y de las

  • rivalidades; la memoria de sus amigos yde sus enemigos se ha disipado; susobras no procuran argumentos en favorde opinin alguna, ni proveen deimproperios para injuriar a cualquierotra faccin; no complacen la vanidad nipremian la malicia; se leen sin msmotivo que el deseo de obtener placer, ysolamente en la medida en que loproporcionan merecen, por tanto,nuestro elogio. Y as, sin el apoyo delinters o de la pasin, han sobrevivido agustos y modas, hacindose acreedorasde nuevos honores conforme setransmitan de generacin en generacin.

    Pero dado que el juicio humano,

  • pese a avanzar gradualmente hacia lacertidumbre, no es nunca infalible, y laaprobacin, aunque continuada en eltiempo, puede ser nicamente fruto delprejuicio o la moda, resulta convenientepreguntarse cules son los mritos conlos que Shakespeare ha alcanzado ymantenido la estima de sus compatriotas.

    Nada satisface ms ni por mstiempo que las representaciones de lanaturaleza universal. Slo a unos pocosles es dado conocer las costumbresparticulares y, por tanto, slo estospueden juzgar el grado de fidelidad conel que son imitadas. El deseo denovedad que despierta la vulgaridad de

  • la vida puede verse temporalmentesatisfecho con las invencionesextravagantes de una mente caprichosa,pero los placeres del asombro se agotanen seguida y el espritu slo puedeentonces reposar en la firmeza de laverdad.

    Shakespeare es, por encima de todoslos escritores al menos de losmodernos, el poeta de la naturaleza,aquel que ofrece a sus lectores un espejofiel de las costumbres y de la vida. Suspersonajes no estn moldeados segnlos usos de lugares concretos sinvigencia en el resto del mundo, ni porlas peculiaridades del oficio o del

  • estudio que slo se manifiestan en unospocos, ni por las contingencias demodas pasajeras y opinionescircunstanciales: son hijos legtimos deuna humanidad comn, tal como elmundo siempre nos los proporcionar yen la forma en que nuestros ojos siemprepodrn encontrarlos. Sus personajeshablan y actan movidos por esaspasiones y principios universales queinquietan a todos los espritus y quemantienen en movimiento el sistema dela vida. Con demasiada frecuencia enlas obras de otros poetas, un personajees slo un individuo; por lo general, enlas de Shakespeare, es una especie.

  • Es de esta amplitud de miras del serhumano de donde se deriva tantaenseanza; es ella la que llena las obrasde Shakespeare de axiomas prcticos ysabidura domstica. Se deca deEurpides que cada uno de sus versosera un precepto; de Shakespeare sepodra decir que de sus obras cabeextraer un cdigo de prudencia en losocial y lo econmico. Y, sin embargo,su verdadera fuerza no se aprecia en elesplendor de pasajes concretos sino enel desarrollo de su trama y en el tenor desus dilogos; y aquel que pretendarecomendarlo mediante una seleccin decitas actuar como el pedante en

  • Hierocles[1], que mientras tuvo su casaen venta llevaba de muestra un ladrilloen el bolsillo.

    Slo por comparacin con otrosautores podremos entender hasta qupunto destaca Shakespeare al ajustar sussentimientos a la vida real. En lasantiguas escuelas de retrica se hacapatente que cuanto ms aplicado era elalumno, menos preparado estaba para lavida, porque all no encontraba nada conlo que pudiera tropezarse en ningn otrolugar. Otro tanto cabra decir del teatro,a excepcin del de Shakespeare. A lasrdenes de otros, los escenarios sepueblan de personajes jams vistos, que

  • hablan en una lengua jams oda sobretemas que jams surgiran del trato entrehumanos. Pero, a menudo, los dilogosde este autor estn tan determinados porlas circunstancias que los desencadenany se desarrollan con tanta naturalidad ysencillez, que, ms que reclamar losmritos que a la ficcin se deben,parecen celosamente recogidos deconversaciones y acontecimientoscotidianos.

    En cualquier otro escenario, elprincipio universal es el amor, cuyafuerza organiza el bien y el mal yacelera o retarda toda accin. Introduciren la historia un amante, una dama y un

  • rival, enredarlos en compromisoscontradictorios, confundirlos conintereses opuestos y atormentarlos conla violencia de deseos irreconciliables,unirlos en delirantes encuentros ysepararlos en dolorosas rupturas, colmarsus bocas de apasionado alborozo yespantoso dolor, afligirlos como ningnser humano haya sido jams afligido ysalvarlos como ningn ser humano hayasido jams salvado, es la tarea deldramaturgo moderno. A tal fin se fuerzalo probable, se falsifica la vida y secorrompe la lengua. Pero como el amores slo una de las muchas pasiones, y noejerce una gran influencia en el conjunto

  • de la vida, ocupa poco lugar en lasobras de un poeta que extraa sus ideas *de la realidad y mostraba slo aquelloque vean sus ojos. l saba quecualquier otra pasin, ya fueraatemperada o desbordada, era causa defelicidad o desgracia.

    Elegir y fijar perfiles tan amplios ygenerales no es tarea fcil, y tal vezningn poeta haya logrado jamssingularizar con tanta claridad suspersonajes. No dir como Pope[2] quecada parlamento pueda ser atribuido aun locutor especfico, pues muchos deellos no tienen ninguna notacaracterstica, pero aunque en rigor

  • quizs alguno pudiera atribuirse acualquier otro, resultara difcilencontrar uno que pudiera seradecuadamente transferido de su actualpropietario a otro pretendiente. Cuandohay un motivo para elegir, la eleccin essiempre certera.

    Otros dramaturgos slo consiguenllamar la atencin con personajesexagerados o desmesurados, conmuestras de vicios y virtudes fabulosassin parangn, al modo en que losescritores de historias brbarascautivaban al lector con un gigante y unenano. Aquel que pretenda formarse unaidea de la naturaleza humana a partir de

  • estas obras ver frustradas por completosus expectativas. En Shakespeare no hayhroes; sus escenas slo estn pobladaspor hombres que hablan y actan comoel mismo lector siente que actuara yhablara en tales circunstancias. Inclusocuando el motivo es sobrenatural, eldilogo conserva su llaneza. Otrosescritores disfrazan las pasiones msnaturales y los hechos ms comunes detal forma que quien los observa en ellibro no los reconoce en el mundo.Shakespeare aproxima lo remoto yvuelve familiar lo extraordinario; elacontecimiento que representa noocurrir jams, pero si se produjera sus

  • efectos seran seguramente los mismosque l le atribuy. Cabra decir que harepresentado la naturaleza humana noslo tal y como se comporta ensituaciones reales, sino como lo hara encircunstancias a las que en rigor nopuede ser expuesta.

    Este es, por tanto, el mrito deShakespeare: su teatro es el espejo de lavida. Aquel que haya visto perturbada suimaginacin persiguiendo los fantasmasque otros escritores crearan, puedesanar de sus delirios con la lectura deunos sentimientos humanos en unlenguaje humano, o con escenas a travsde las cuales hasta un ermitao podra

  • alcanzar a conocer de asuntos mundanosy un confesor predecir la evolucin delas pasiones.

    Por su apego a la naturalezauniversal ha quedado expuesto a lacensura de los crticos que fundamentansus juicios en principios estrechos.Dennis y Rhymer[3] consideran que susromanos no son lo bastante romanos;Voltaire censura sus reyes por no serabsolutamente regios. Dennis se sienteofendido porque Menenio, un senador deRoma, acta como un bufn, y Voltairequiz juzga que se trasgrede la decenciacuando el usurpador dans es presentadocomo un borracho. Pero Shakespeare

  • siempre hace prevalecer lo sustancialsobre lo accidental y mientras logreaprehender el rasgo bsico no sepreocupa demasiado de maticessobrevenidos y adventicios. Su historianecesita de reyes o romanos, pero lslo piensa en hombres. Sabedor de queen Roma, como en cualquier otra ciudad,haba hombres de toda ndole, buscandoun bufn acudi al senado, donde sinduda lo encontrara. Su intencin eramostrar un usurpador y un asesino noslo odioso sino tambin despreciable,y por ello aadi la dipsomana a susotras cualidades, consciente de que losreyes aprecian el vino igual que el resto

  • de los humanos y de que el vino tambinejerce sobre ellos sus poderes naturales.Mezquinos reparos de mentesmezquinas: un poeta pasa por alto losaspectos fortuitos de un pas o de unacondicin social del mismo modo que unpintor, satisfecho con la figura, olvidalos ropajes.

    Ms detenimiento merece elreproche al que se ha hecho acreedorpor mezclar escenas cmicas y trgicas,toda vez que ello ocurre a lo largo de suobra. Presentemos primero los hechospara luego examinarlos.

    En un sentido estricto y crtico, lasobras dramticas de Shakespeare no son

  • ni tragedias ni comedias, sinocomposiciones de otro tipo. Muestran laautntica condicin de la naturalezaterrenal, que participa del bien y delmal, (de la alegra y de la pena, enproporciones infinitamente variables einnumerables combinaciones, y danexpresin al curso de un mundo en elque la prdida de uno supone el triunfode otro; en el que el jaranero seabalanza sobre su vino mientras elafligido da sepultura a su amigo; en elque la malignidad de uno es a veceseclipsada por la farra de otro, y muchosbeneficios y otros tantos males se causano evitan de manera fortuita.

  • De entre este caos de interesescontrapuestos y catstrofes, los poetasclsicos, de acuerdo con las leyes queprescriba la costumbre, seleccionaban,unos, los crmenes de los hombres, yotros, sus extravagancias; unos, lasvicisitudes determinantes de la vida, yotros, los acontecimientos ms banales;unos, los horrores de la desgracia, yotros, los gozos de la prosperidad. Assurgieron las dos formas de imitacinque conocemos como tragedia ycomedia, dos formas de composicinque persiguen objetivos distintos conmedios opuestos, y consideradas tanpoco afines que no recuerdo ni un solo

  • escritor entre los griegos y romanos quese atreviera con ambas.

    Shakespeare ana la capacidad deprovocar la risa y el llanto no slo enuna misma persona sino en una mismaobra. En casi todas ellas se alternanpersonajes circunspectos y joviales, y eldesarrollo de la trama unas vecestransmite tristeza y gravedad, y otras,risa y ligereza.

    Es indiscutible que se trata de unaprctica contraria a las reglas de lacrtica; sin embargo, la crtica semuestra siempre receptiva a lanaturaleza. La finalidad de toda obraescrita es instruir, la de la poesa es

  • instruir deleitando. Es indudable que lamezcla de gneros recoge todas lasenseanzas de la tragedia y la comedia,porque las incluye a ambas en susvariadas situaciones y se acerca ms quecualquiera de ellas a la apariencia de lavida, mostrando la forma en la que lasgrandes intrigas y los pequeospropsitos se pueden favorecer oignorar mutuamente, y cmo lo ms altoy lo ms bajo cooperan en un sistemaglobal mediante conexiones inevitables.

    Se reprochar que el cambio deescena interrumpe el desarrollo de laspasiones, y que la accin principal, alno verse debidamente presentada por

  • una sucesin de acontecimientospreparatorios, termina por perder esacapacidad de conmover que define laperfeccin en la poesa dramtica. Elrazonamiento es tan seductor que lo danpor bueno incluso los que por propiaexperiencia saben que es falso. Lamezcla de escenas rara vez frustra lapretensin de agitar las pasiones. Laficcin no puede conmover tanto sin quenuestra atencin se vea fcilmentedistrada y, aun admitiendo que a vecesnuestra plcida melancola se vealterada por una inoportuna frivolidad,debe tomarse en consideracin que lamelancola no siempre resulta

  • placentera, y que lo que a unos perturbaa otros alivia, que cada espectador tienesu idiosincrasia y, sobre todo, que todoplacer descansa en la variedad.

    Aquellos que en sus ediciones de lasobras de Shakespeare las dividieron encomedias, historias y tragedias noparecen haber contado con unoscriterios exactos o claros para ladistincin de estos tres tipos.

    En su opinin, todo lo que acabebien para el protagonista es unacomedia, independientemente de lograves o dolorosos que sean los sucesosprecedentes. Este concepto de comediaha perdurado largo tiempo entre

  • nosotros: se han escrito obras que conslo cambiar el desenlace seconsideraban hoy tragedias y maanacomedias.

    La tragedia no era en aquella pocaun poema ms digno o elevado que lacomedia; simplemente exiga un finalcalamitoso, con el que la crtica comnde la poca se daba por satisfecha, porligero que fuera el placer que derivarade su desarrollo.

    Una historia consista en una seriede acciones ordenadascronolgicamente, pero independientesunas de otras y sin ninguna tendencia aanticipar o definir una conclusin. No

  • siempre es fcil distinguirla de latragedia: la tragedia de Antonio yCleopatra no se acerca ms a la unidadde accin que la historia de Ricardo II.Una historia poda continuarse en otrasobras: al no tener plan, no tena lmites.

    A lo largo de todas estas taxonomasescnicas, el proceso de creacin deShakespeare es idntico: la alternanciade seriedad y alegra, que tan prontoconmueve como estimula el espritu.Pero cualquiera que sea su intencin, yasea alegrar o entristecer, o conducir latrama sin pasin ni emocin por lassendas del dilogo fluido y familiar,nunca fracasa en su objetivo: segn su

  • voluntad remos, lloramos o nosquedamos en silencio serenamenteexpectantes, en una calma sinindiferencia.

    Cuando se comprende el objetivo deShakespeare, la mayor parte de lascrticas de Rhymer y Voltaire sedesvanecen. Hamlet comienza, de formaapropiada, con dos centinelas; lago gritaen la ventana de Brabantio sinperjudicar el esquema de la obra, peroen unos trminos que difcilmentetolerara un espectador moderno; elpersonaje de Polonio es adecuado y til,y hasta los sepultureros son escuchadoscon aprobacin.

  • Shakespeare opta por la poesadramtica con un mundo abierto ante s:las reglas de los clsicos slo eranconocidas por unos pocos; el criteriodel pblico no estaba an formado; nodispona de un modelo con suficienteprestigio como para verse obligado aimitarlo, ni de crticos con autoridadsuficiente para poder refrenar sufantasa. Por tanto, Shakespeare dabarienda suelta a su temperamento natural,y este, como ha sealado Rhymer, locondujo hacia la comedia. En cuanto a latragedia, a menudo parece escribir congran esfuerzo y aplicacin, pero conresultados poco afortunados. Sin

  • embargo, en sus escenas cmicas parececrear sin esfuerzo lo que ningn esfuerzomejorara. En la tragedia estcontinuamente buscando la mnimaoportunidad para lo cmico, mientrasque en la comedia parece solazarse, sino abandonarse, en una manera depensar ms en consonancia con supropia naturaleza. En sus escenastrgicas siempre falta algo, pero suscomedias a menudo superan nuestrosanhelos y expectativas. De su comedianos placen las reflexiones y el lenguaje,y de su tragedia, en mayor medida, loshechos y la accin. Su obra trgicaparece fruto de la habilidad; la cmica,

  • del instinto.La vitalidad de sus escenas cmicas

    apenas ha flaqueado tras siglo y mediode cambios en la lengua y en lascostumbres. Como sus personajes actanconforme a principios nacidos depasiones genuinas muy poco alteradaspor circunstancias particulares, susgustos y aflicciones resultancomprensibles en cualquier poca ylugar; son naturales y, por eso mismo,imperecederos. Los aspectosaccidentales de las conductas privadasson como el barniz, que de momentobrilla y agrada pero pronto amarillea sindejar rastro del lustre anterior. Los

  • matices de la pasin verdadera son, sinembargo, como los colores de lanaturaleza, que impregnan la materia ensu totalidad y permanecen mientras lohaga el cuerpo que los exhibe. Lamezcla ocasional de formasheterogneas se disuelve de manera tanfortuita como se aglutin; por elcontrario, la sencillez uniforme de loscaracteres primigenios no est sujeta aaltibajos. La tierra que una riadaacumula es diseminada por la siguiente,mientras que la roca permanece en susitio. El diamante shakespeareanoresiste indemne la corriente del tiempoque sin cesar arrastra los solubles

  • cimientos de otros escritores.Si existe en cada nacin, segn creo,

    un estilo que jams pasa de moda, unadiccin tan consonante y afn con lamorfologa y los principios de cadalengua como para permanecer estable einalterada, ese estilo deberprobablemente buscarse en los tratosms comunes de la vida, entre aquellosque slo hablan para que se les entienda,sin la pretensin de resultar elegantes.Los exquisitos persiguen siempre lasltimas novedades y los doctos huyen delas formas convencionales de hablar conla esperanza de encontrar o crear otrasmejores; quienes ansan la notoriedad

  • reniegan de lo comn incluso cuando escorrecto. Pero existe una diccinintermedia entre la afectacin y lagrosera donde reside la propiedad y dela que nuestro poeta parece habersacado su dilogo cmico. Por esosuena mejor a odos contemporneosque cualquier otro autor igual de lejano,y atesora entre sus virtudes la demerecer que se le estudie como uno delos primeros maestros de nuestra lengua.

    Estas observaciones no debenconsiderarse constantes invariables sinoportadoras de una verdad de carctergeneral y dominante. De los dilogoscoloquiales de Shakespeare se ha dicho

  • que son fluidos y claros pero no carentespor completo de rudeza o dificultad, delmismo modo que el campo puede sersumamente frtil aunque contenga zonasinapropiadas para el cultivo. Suspersonajes son elogiados por sunaturalidad, aunque, en ocasiones, sussentimientos resulten forzados y susacciones inverosmiles, al igual que laTierra es esfrica en conjunto, aunque susuperficie se vea alterada porprotuberancias y cavidades.

    Shakespeare acumula defectos entresus excelencias, defectos suficientescomo para oscurecer y ocultar cualquierotro mrito. Los mostrar, en la

  • proporcin en la que me parece que sehallan, sin envidia maliciosa niveneracin idlatra; pues nada puedetratarse de forma ms inocente que losanhelos de celebridad de un poetafallecido, y merece escasaconsideracin el fanatismo que sita elcandor por encima de la verdad.

    Su primer defecto es el causante dela mayora de los males, tanto en loslibros como en los hombres: sacrifica lavirtud a la conveniencia y pone mscuidado en agradar que en instruir, hastatal punto que parece escribir sin ningnpropsito moral. En efecto, es posiblededucir de sus obras un cdigo de

  • deberes sociales, pues aquel que piensarazonablemente piensa moralmente, perosus preceptos y axiomas se le escapande manera aleatoria. No distribuye conjusticia el bien y el mal, ni se preocupasiempre de hacer que el virtuosorepruebe al perverso. Conduce a suspersonajes indistintamente por el caminocorrecto e incorrecto, y al final sedesentiende de ellos dejando que suejemplo surta efecto por casualidad. Labarbarie de su poca no puede justificareste defecto, pues es deber de todoescritor mejorar el mundo, y la justiciaes una virtud independiente de la pocay el lugar.

  • La trama est trenzada a menudo deun modo tan impreciso que la msmnima atencin la hubiera mejorado, yse desarrolla de manera tan descuidadaque en ocasiones el autor parece nocomprender globalmente sus propiospropsitos. Pasa por alto lasoportunidades de instruir o deleitar a lasque el curso de su propia trama pareceabocarle, y aparentemente despreciaaquellas situaciones que podran resultarms conmovedoras en favor de otrasms sencillas.

    Se puede observar que en muchas desus obras se ha descuidado de modoevidente la ltima parte. A medida que

  • se acercaba el final de su tarea, y con larecompensa a la vista, escatimaba eltrabajo en aras del beneficio. Enconsecuencia, ahorraba esfuerzos alldonde estos resultaban ms necesarios, ylos desenlaces se volvan inverosmileso imperfectos.

    Shakespeare no atenda a diferenciasde tiempo o lugar, y atribua a una pocao nacin, sin ningn gnero deescrpulos, las costumbres, institucionesy creencias de otra, a expensas no slode lo probable sino tambin de loposible. Pope se ha empeado, de formams apasionada que juiciosa, en atribuirestos defectos a sus supuestos

  • intermediarios. No debe extraarnosencontrar a Hctor citando a Aristtelescuando vemos los amores de Teseo eHiplita mezclados con la mitologagtica de las hadas. De hecho,Shakespeare no fue el nico entransgredir la cronologa, pues, en lamisma poca, Sydney[4], que no carecade conocimientos, confundi en suArcadia la poca feudal con la pastoril,los das de algaraba, violencia yaventura con aquellos otros deinocencia, tranquilidad y seguridad.

    En sus escenas cmicas rara vez saleairoso cuando traba a sus personajes enuna pugna de rplicas ingeniosas y

  • sarcsticas; sus bromas resultan casisiempre groseras y su humor licencioso.Ni sus caballeros ni sus damas parecendemasiado delicados, y apenas sedestacan de sus bufones por algn signode distincin. No es sencillo determinarsi estaba reproduciendo conversacionesde su poca; el reinado de Isabel ha sidoconsiderado generalmente una poca depompa, ceremonia y reserva, aunque larelajacin de esa severidad tal vez nofuera muy elegante. Sin embargo,siempre han tenido que existir unasmaneras de entretenerse preferibles aotras, y un escritor debera elegir lamejor de ellas.

  • Sus tragedias parecen empeorarcuanto ms esfuerzo les dedica. Laseclosiones pasionales que la necesidadimpone son en su mayor parteconmovedoras e intensas; pero en cuantodemandan su inventiva o apremian sutalento, los frutos de su mortificacinresultan hinchados, pobres, tediosos yoscuros.

    Su narracin se ve afectada por unadiccin desproporcionadamentepomposa y por una molesta sucesin decircunloquios, e invierte muchaspalabras en describir de formaincompleta acontecimientos que, con unmenor nmero de ellas, podran haberse

  • expuesto de forma ms sencilla. Lanarracin en la poesa dramtica es en smontona, pues resulta mortecina yesttica y obstaculiza el desarrollo de laaccin, cuando debera ser siemprerpida y estar animada por frecuentesinterrupciones. Para Shakespeare era unestorbo, y en lugar de aligerarlahacindola ms breve, se empe endignificarla a base de gravedad yesplendor.

    Sus declamaciones o discursosretricos son por lo general fros yflojos, ya que su fuerza era la de lanaturaleza; cuando intentaba, como otrosescritores trgicos, aprovechar la

  • ocasin para explayarse y mostrar todossus conocimientos, en lugar de actuarconforme requera la ocasin, rara vezevitaba al lector irritacin y fatiga.

    Le ocurre de vez en cuando verseenredado en un sentimiento difcil demanejar, que no alcanza a expresarcorrectamente pero al que no renuncia;se pelea con l durante un rato y, si se leresiste, lo condensa en las primeraspalabras que le vienen a la mente y dejaque lo desenreden y desarrollenaquellos que cuenten con ms tiempopara dedicrselo.

    El lenguaje intrincado no siempresupone una idea sutil, ni la amplitud del

  • verso una imagen extraordinaria; amenudo se olvida de adecuar laspalabras a las cosas, de forma quesentimientos triviales e ideas vulgaresdefraudan la expectacin suscitada porsonoros eptetos y figuras pomposas.

    Pero los admiradores de este granpoeta nunca encuentran menos motivospara satisfacer sus expectativas deexcelsitud que cuando aqul parecetotalmente decidido a sumirlos en lazozobra y ablandarlos con emocionestiernas recurriendo al declive de lagrandeza, a los peligros de la inocenciao a los sufrimientos del amor. Nuncapasa mucho tiempo sin que un chiste

  • fcil o un equvoco vulgar interrumpansus momentos delicados yconmovedores. Tan pronto se pone enmovimiento, se contiene, reprimiendo odestruyendo con repentina frialdad elterror o la piedad que estaban naciendoen el espritu.

    Los juegos de palabras son paraShakespeare como los fuegos fatuospara el viajero; los sigue en todas susaventuras, con toda seguridad lo desvande su camino y con toda seguridad lohunden en el fango. Ejercen sobre sumente una especie de poder maligno yuna fascinacin irresistible. Sea cualfuere la dignidad o profundidad de su

  • disquisicin, ya est ampliando elconocimiento o cantando al amor, yadistrayendo la atencin con ancdotas oenredndola en intrigas, en cuantoencuentre ocasin para el juego depalabras, dejar su tarea inacabada. Elretrucano es la manzana de oro por laque siempre se desviar de su camino odescender de las alturas. Le gustabatanto un retrucano, por muy intil yestril que fuera, que se daba porsatisfecho crendolo, incluso a costa dela razn, la propiedad y la verdad. Elretrucano fue su fatal Cleopatra, por elque todo lo perdi contento de perderlo.

    Resultar extrao que, al enumerar

  • los defectos de este autor, an no hayamencionado su desatencin a lasunidades: la inobservancia de unasreglas creadas y establecidas por laautoridad conjunta de poetas y crticos.

    Respecto al resto de sus infraccionescontra el arte de escribir, me remito aljuicio de la crtica sin demandar para lms favor que el que se debe a cualquiereminencia: que se contrapesen aciertos yerrores. No obstante, teniendo en cuentalas crticas que esta irregularidadpudiera merecer, y con el debido respetoa esa erudicin que deber desafiar,tratar de ver si soy capaz dedefenderlo.

  • Sus historias, al no ser ni tragediasni comedias, no estn sujetas a ningunade sus reglas. Con objeto de merecer laconsideracin a la que aspiran, nonecesita ms que anticiparsuficientemente los cambios de accinpara que resulten comprensibles; que lossucesos sean variados y conmovedores ylos personajes coherentes, naturales ydefinidos. Esta es toda la coherencia quese persigue y, en consecuencia, no debebuscarse ninguna otra.

    En sus otras obras ha respetado porcompleto la unidad de accin. De hecho,no cuenta con un argumento quesistemticamente se enrede y

  • sistemticamente se desenrede. No seemplea en ocultar sus intenciones slopara luego destaparlas, pues tal cosararamente ocurre en el orden de loshechos reales, y Shakespeare es el poetade la naturaleza. Su plan cumple por logeneral las exigencias aristotlicas: uncomienzo, un nudo y un desenlace; losacontecimientos se suceden y laconclusin los sigue como su lgicaconsecuencia. Quiz sobren algunoshechos; igual que en otros poetas,muchos discursos slo sirven pararellenar tiempo en el escenario, pero elsistema en su conjunto avanza de formagradual y el final de la obra coincide

  • con el final de la expectacin.Shakespeare no ha prestado atencin

    a las unidades de tiempo y lugar, perotal vez una mirada ms atenta a losprincipios sobre los que se sustentandisminuya su importancia y las prive dela consideracin de la que han gozadode forma genrica desde tiempos deCorneille[5], descubriendo que han dadoms problemas a los poetas que placeral espectador.

    La obligacin de observar lasunidades de tiempo y de lugar nace de lasupuesta necesidad de hacer verosmilla pieza teatral. Los crticos consideranimposible llegar a creer que una accin

  • que transcurre durante meses o aossuceda en tres horas; o que el espectadorse vea sentado en el teatro mientras losembajadores van y vienen de reinoslejanos, mientras se reclutan ejrcitos yse sitian ciudades, mientras undesterrado deambula por el mundo yregresa, o mientras que aquel al que vencortejando a su amada lamenta laprdida de su hijo. La mente se rebelacontra una mentira tan evidente y laficcin pierde su fuerza cuando rehsaparecerse a la realidad.

    De las estrechas limitaciones detiempo deriva la necesidad de contraerel espacio. Si el espectador advierte que

  • el primer acto se desarrollaba enAlejandra, no podr creer que elsegundo suceda en Roma, un punto tanalejado de aquel que ni los dragones deMedea podan haberlo llevado hasta allen tan poco tiempo; sabe con certeza quel no ha cambiado de lugar y que eselugar no puede cambiar por s solo; quelo que era una casa no puede convertirseen una pradera, y que lo que fue Tebasjams podr ser Perspolis.

    Tal es el triunfante discurso con elque el crtico se regocija de lasdeficiencias de un poeta anmalo, y lohace por lo general sin rplica niresistencia. Es hora, pues, de decirle,

  • apoyados en la autoridad deShakespeare, que asuma como unprincipio incuestionable una posturacuya falsedad su juicio proclama desdeque su aliento se dispone a convertirlaen palabras. Falso es que unarepresentacin se confunda con larealidad, que el contenido de cualquierhistoria dramtica haya resultado jamscreble o, incluso, creda por un soloinstante.

    La objecin fundada en laimposibilidad de pasar la primera horaen Alejandra y la siguiente en Romapresupone que, cuando empieza la obra,el espectador imagina realmente que

  • est en Alejandra, y cree que el trayectohasta el teatro ha sido un viaje a Egiptoy que vive en la poca de MarcoAntonio y Cleopatra. Desde luego, si escapaz de imaginar esto, podr imaginarmucho ms. Aquel que piensa en undeterminado momento que el escenarioes el palacio de los Tolomeos, bienpuede pensar media hora despus que esel promontorio de Accio[6]. La ilusin,si como tal es admitida, no tiene lmitesconcretos; si el espectador puede serpersuadido siquiera una sola vez de quesus viejos amigos son ahora Alejandro yCsar, de que una habitacin iluminadacon velas es la llanura de Farsalia o la

  • orilla del Grnico, es porque seencuentra en un estado de elevacinfuera del alcance de la razn o de laverdad, y desde las alturas de la poesaemprea puede desdear las limitacionesde la naturaleza terrenal. No hay motivopor el que un espritu que vaga enxtasis deba reparar en el reloj, ni por elque una hora no pueda ser un siglo paralas imaginaciones ardientes que hacende un escenario un prado.

    Lo cierto es que los espectadores nopierden nunca el buen juicio y saben,desde el primer acto hasta el ltimo, queel escenario es slo un escenario y quelos actores son slo actores. Acuden a

  • escuchar una serie de versos recitadoscon ademanes apropiados y unaentonacin elegante. Los versos hacenreferencia a una accin y esta debeacontecer en algn sitio, pero lasdiferentes acciones que componen lahistoria pueden situarse en lugares muydistantes entre s: por qu es absurdoadmitir que un espacio pueda serprimero Atenas y luego Sicilia sisiempre se ha sido consciente de que noes ni Sicilia ni Atenas sino un teatromoderno?

    Por lo mismo, desde que se nospresenta el espacio, el tiempo se puedeextender. El tiempo exigido por la trama

  • transcurre en su mayor parte entre actos,pues, cualquiera que sea la accinrepresentada, la duracin real y poticaes la misma. Si en el primer acto larepresentacin sita en Roma lospreparativos para la guerra contraMitrdates, bien puede esta, sin caer enlo absurdo, tener en Pontos sudesenlace. Sabemos que no hay guerra,ni preparativos para la guerra; sabemosque no estamos ni en Roma ni en Pontos,ni en presencia de Mitrdates ni deLculo. La pieza teatral muestrasucesivas dramatizaciones deacontecimientos sucesivos: por qu nopuede la segunda representar un

  • acontecimiento ocurrido aos antes siambas estn tan interrelacionadas queslo cabe suponer que el tiempo hapasado? De todos los modos deexistencia, el tiempo es el mscomplaciente con la imaginacin: con lamisma facilidad se concibe el transcursode los aos que el lapso de unas horas.Embelesados, reducimos con facilidadel tiempo de las acciones reales; de ahque aceptemos de buen grado elreducirlo cuando las vemos tan slodramatizadas.

    Cabra preguntarse cmo puedeconmover el teatro si no es creble. Loes con toda la credibilidad que merece

  • una obra dramtica. Lo es en la medidaen que conmueve, como lo hace uncuadro fiel a su modelo, siempre que lerepresente al espectador lo que lsentira si hiciera o sufriera lo que sefinge sufrir o hacer. Un pensamiento nonos llega al alma porque los males a losque nos enfrenta sean reales, sinoporque son males a los que nosotrosmismos podramos vernos expuestos. Sihay alguna falacia, esta no consiste enque creamos la infelicidad de losactores, sino en que por un momento nossintamos infelices nosotros mismos, enque lamentemos ms la posibilidad de ladesgracia que el hecho de imaginarnos

  • ante ella, igual que una madre sollozapor su hijo cuando recuerda que lamuerte puede arrebatrselo. El placer dela tragedia procede de nuestraconciencia de la ficcin; si creyramosque los asesinatos y las traiciones sonreales, dejaran de agradarnos.

    La imitacin produce dolor y placer,no porque se confunda con la realidadsino porque nos la recuerda. Cuando laimaginacin se recrea con un paisajepintado, no suponemos que los rbolespuedan proporcionarnos sombra ni lasfuentes frescor, sino que pensamoscunto nos agradara que esas fuentesfluyeran a nuestro lado y esos bosques

  • se cimbraran sobre nosotros. Nosinquietamos al leer la historia deEnrique V pero nadie toma el libro porel campo de Agincourt. Unarepresentacin teatral es un librorecitado con unos elementos adicionalesque potencian o disminuyen su efecto. Lacomedia domstica es, a menudo, mseficaz en el escenario que en la pgina;la tragedia solemne lo es siempremenos. El estado de nimo de Petruchopuede ser acentuado mediante muecas,pero qu voz o qu gesto puede aadirdignidad o fuerza al soliloquio deCatn[7].

    Una obra dramtica leda afecta al

  • espritu tanto como una obrarepresentada. As pues, se entiende quela accin no es real y, por tanto, sepuede admitir que entre los actostranscurre un espacio mayor o menor detiempo, y que el espectador de la obrano va a tener ms en cuenta la duracino el espacio que el lector del relato, anteel cual pueden transcurrir en una horatanto la vida de un hroe como lasrevoluciones de un imperio.

    Considero imposible determinar eintil preguntarse si Shakespeareconoca las unidades y las rechazaba apropsito, o si se apartaba de ellas poruna feliz ignorancia. Cabe suponer

  • razonablemente que cuando alcanz lafama desde los consejos yadvertencias de eruditos y crticos, yque al final insisti de forma deliberadaen una prctica que haba comenzado autilizar por casualidad. Como nada esconsustancial a la trama excepto launidad de accin, y como las unidadesde tiempo y lugar son fruto evidente defalsas asunciones y, al restringir laextensin del drama, reducen suvariedad, no creo que haya mucho quelamentar en el hecho de que lasdesconociera o no las observara. Nisiquiera en el caso de otro que aunconocindolas no las observara, le

  • reprochara abiertamente que el primeracto se desarrollara en Venecia y elsiguiente en Chipre. Semejante violacinde normas meramente dogmticasconforma el gran talento deShakespeare, y su censura es propia dela insignificante y poco convincentecrtica de Voltaire:

    Non usque adeo permiscuitimis

    Longus summa dies, ut non, sivoce Metelli

    Serventur leges, malint aCaesare tolli.[8]

  • Sin embargo, cuando hablo tan a laligera de las reglas dramticas no puedodejar de pensar cunto talento yerudicin se puede manifestar en micontra, y temo comparecer ante tantaautoridad, no porque crea que estacuestin sea de las que deba dirimirserecurriendo slo al argumento deautoridad, sino porque es de suponerque estos preceptos han sido aceptadospor motivos mejores que los que yo hesido capaz de hallar. El resultado de mispesquisas, a propsito de las cualessera ridculo presumir deimparcialidad, es que las unidades detiempo y lugar no resultan esenciales

  • para una buena obra dramtica; que,aunque en ocasiones puedan producirdeleite, deben sacrificarse siempre afavor del ms noble encanto de lavariedad y la instruccin; y que una obraescrita bajo la estricta observancia delas reglas de la crtica debeconsiderarse como una esmeradacuriosidad, como el resultado de unoficio superfluo y ostentoso que en lugarde lo necesario muestra lo posible.

    Aquel que mantenga intactas lasunidades sin que sea a costa de ningunaotra cualidad, merece el mismoreconocimiento que el arquitecto quedespliegue todos los rdenes

  • arquitectnicos en un alczar sin mermarsu resistencia. No obstante, el principalencanto de un alczar radica en disuadiral enemigo, y las mayores gracias de unarepresentacin son imitar la naturaleza einstruir para la vida.

    Quiz lo que aqu he escrito, nodogmtica pero s prudentemente, puedallevar a una nueva revisin de losprincipios del teatro. Casi me asusta mipropio atrevimiento, y cuando pienso enla fama y el prestigio de aquellos quemantienen la opinin contraria, estoydispuesto a sumirme en un silencioreverencial, del mismo modo que Eneasabandon la defensa de Troya cuando

  • vio a Neptuno sacudir las murallas y aJuno conducir a los asaltantes.

    Aquellos a los que mis argumentosno hayan persuadido para que juzguen aShakespeare con benevolencia, sernindulgentes con su ignorancia si tienenen cuenta su biografa.

    Para valorar correctamente lasactuaciones de todo hombre, estas debencontrastarse con la poca en la que letoc vivir y con sus posibilidadesconcretas, y aunque para el lector unlibro no sea mejor o peor segn lascircunstancias de quien lo escribi, contodo, como siempre se comparantcitamente las obras del hombre con sus

  • dotes, y como el estudio sobre elalcance de sus objetivos o el nivel de sufuerza innata es ms digno que laclasificacin de una obra en particular,la curiosidad est siempre ocupada endescubrir los instrumentos y en examinarlas destrezas, en conocer qu debeatribuirse a la genuina capacidad y qu auna ayuda casual y fortuita. Los palaciosde Per y Mxico eran, a buen seguro,estancias incmodas y humildes si lascomparamos con las residencias de losmonarcas europeos. Sin embargo, quinpodra evitar mirarlas con asombro alrecordar que se construyeron sin utilizarel hierro?

  • La nacin inglesa en la poca deShakespeare todava se esforzaba porsalir de la barbarie. Las letras italianashaban sido importadas durante elreinado de Enrique VIII y las lenguasclsicas eran cultivadas con xito porLilly, Linacre y Moro, por Pole, Cheke yGardiner, y, posteriormente, por Smith,Clerk, Haddon y Ascham[9]. La lenguagriega se enseaba a los jvenes en lasescuelas y aquellos que atesorabanelegancia e instruccin lean con intersa los poetas italianos y espaoles. Perola literatura era todava privilegio deprestigiosos eruditos o de hombres ymujeres de alta alcurnia. El pblico era

  • rudo e ignorante, y saber leer y escribirera una hazaa valorada an por surareza.

    Los pases, como los individuos,tienen infancia. Un pueblo que acaba dedespertar a la curiosidad literaria, quedesconoce todava la verdaderanaturaleza de las cosas, no sabe de qumanera juzgar aquello que se le presentacomo su imitacin. Todo lo que se alejede lo comn resulta siempre grato parael vulgo, al igual que para la credulidadinfantil; y en un pas poco ilustrado, todala poblacin es vulgo. Los estudios deaquellos que entonces aspiraban a unosconocimientos vulgares se basaban en

  • aventuras, gigantes, dragones yencantamientos. La muerte del reyArturo era su lectura favorita.

    El espritu que ha sido agasajadocon las lujosas maravillas de la ficcinno tiene paladar para la inspida verdad.Una obra de teatro que se ciera a imitarhechos mundanos causara pocaimpresin entre los admiradores dePalmern o de Guy de Warwick[10]. Elautor que escriba para ese pblico sevea en la necesidad de recurrir ahechos extraordinarios y a relatosexcepcionales, y esa extravagancia queofende al conocedor maduro resultaba,para el inexperto curioso, el atributo

  • principal de las obras.Nuestro autor extrae generalmente

    sus argumentos de los relatos, y esrazonable suponer que los escogieraentre los ms populares, los ms ledosy comentados, ya que su pblico nohubiera podido seguir la complejidad desus obras si no hubiese estadofamiliarizado con el hilo de la historia.

    Historias que ahora sloencontramos en autores remotosresultaban en su tiempo comprensibles ycercanas. El enredo de Como gustis,que se cree copiado del Gamelyn deChaucer[11], procede de un pequeofolleto de la poca; y el viejo Cibber[12]

  • recordaba la historia de Hamlet en prosainglesa coloquial, que ahora los crticosdeben buscar en Saxo Grammaticus[13].

    Sus historias inglesas fueronextradas de crnicas y baladas tambininglesas, y, como los escritores antiguosse conocan a travs de versiones, estasle aportaban nuevos temas. Shakespeareconvirti en obras de teatro algunas delas Vidas de Plutarco cuando North[14]las tradujo.

    Sus tramas, tanto si eran histricascomo fabuladas, estn siempre repletasde sucesos, ms aptos para cautivar laatencin del vulgo que los sentimientoso la argumentacin; y es tal el poder de

  • lo maravilloso, incluso sobre aquellosque lo desprecian, que todos nossentimos ms cautivados por lastragedias de Shakespeare que por las decualquier otro autor. De otros noscomplacern determinados pasajes, perol nos mantiene permanentemente a laexpectativa. A excepcin de Homero,acaso supere a cualquiera en el objetivoprincipal de todo escritor: despertar lainquieta e insaciable curiosidad dellector y obligarle a leer la obra hasta elfinal.

    El bullicio y el espectculo que tantoabundan en sus obras tienen el mismoorigen. Conforme ascendemos por la

  • senda del conocimiento, el placer pasade la vista al odo, pero retrocede,segn descendemos, del odo a la vista.Aquellos a los que iban destinados lostrabajos de nuestro autor estaban msversados en pompas y cortejos que en ellenguaje potico, y posiblementerequeran que se ilustrasen los dilogoscon acciones claras y diferenciadas.Shakespeare saba cmo agradar y, tantosi su labor es conforme a la naturalezacomo si es un mal ejemplo para lanacin, seguiremos creyendo que en elescenario, adems de decirse algo, debepasar algo, y que la declamacinesttica resulta fra por muy musical,

  • elegante, apasionada o sublime que sea.Voltaire expres su sorpresa

    respecto al hecho de que una nacin quehaba conocido la tragedia Catntolerara las extravagancias de nuestroautor. Respondmosle que Addisonhabla la lengua de los poetas yShakespeare la de los hombres. EnCatn hallamos innumerables encantosque nos dejan cautivados por su autor,pero nada encontramos que nos informesobre sentimientos o actos humanos; loubicamos junto a la ms bella y nobleprole que el juicio haya alumbrado enconjuncin con la enseanza; sinembargo, Otelo es el vstago vigoroso y

  • ardiente de la observacin fecundadapor el genio. Catn despliega unesplndido muestrario de manerasartificiales y afectadas, y comunica condiccin fluida, elevada y armoniosasentimientos nobles y honestos, pero susanhelos y temores no estremecen elcorazn. La composicin slo nosremite al autor; pronunciamos el nombrede Catn pero pensamos en Addison.

    La obra de un escritor cabal ymetdico es un jardn bien diseado ycultivado con esmero, al que animan lassombras y perfuman las flores. La obrade Shakespeare es un bosque en el quelos robles extienden sus ramas y los

  • pinos se alzan al cielo, entremezclados aveces con hierbajos y zarzas, y a vecesdando cobijo a mirtos y rosas, colmandola vista de un formidable esplendor ycomplaciendo el espritu con diversidadinfinita. Otros poetas exhiben en vitrinasrarezas exquisitas, minuciosamenteacabadas, logradas en su forma ypulidas hasta el brillo. Shakespeare abreuna mina de oro y diamantes deinagotable riqueza, aunque maculada porimpurezas, deslucida por defectos ymezclada con un montn de minerales deescaso valor.

    Se ha discutido mucho sobre si lascualidades de Shakespeare eran fruto de

  • una fuerza innata o si las adquiri con laayuda de una educacin acadmica, lospreceptos de la crtica y el ejemplo delos autores antiguos.

    Ha prevalecido el mito de que aShakespeare le faltaba formacin, deque no haba tenido una educacinmetdica ni estaba versado en lenguasclsicas. Su amigo Jonson[15], del que nocabe suponer ninguna disposicin a lamentira, afirma que saba poco latn ynada de griego, y lo hace en una pocaen la que el carcter y los mritos deShakespeare eran bien conocidos, por loque su testimonio debera zanjar lacontroversia en tanto no se le pueda

  • oponer otro de igual peso.Algunos creen descubrir en muchas

    imitaciones de escritores antiguos unasabidura profunda, pero todos losejemplos de los que he tenido constanciafueron extrados de traducciones de lapoca, o bien eran fruto de merascoincidencias de ideas como las que sedan en cualquiera que trate los mismostemas, o simples comentarios sobre lavida o axiomas morales como los quesurgen en las conversaciones y setransmiten entre la gente en forma deproverbios.

    He odo comentar que la conocidafrase Go before, Ill follow es una

  • traduccin de I prae, sequar[16]. Me hancontado que cuando Calibn, tras unsueo maravilloso, dice: I cryd tosleep again[17], el autor est imitando aAnacreonte, que, como cualquiera,debi sentir un idntico deseo en lamisma situacin.

    Existen ciertos pasajes que puedenpasar por imitaciones, pero son tanpocos que la excepcin nicamenteconfirma la regla. Shakespeare losobtuvo de citas casuales o portransmisin oral y, dado que haca usode cuanto dispona, ms hubieraaprovechado si de ms hubieradispuesto.

  • La comedia de los errores sereconoce tomada de Menechmos dePlauto la nica de sus obras vertidapor aquel entonces al ingls. No esprobable que, del mismo modo quecopi esta, hubiera podido copiar otrasque le resultaron inaccesibles por noestar traducidas?

    No se sabe si Shakespeare conocalenguas modernas. Que sus obrascontengan algunas escenas en francsdemuestra bien poco, pues pudoconseguir con facilidad que se lasescribieran. Probablemente, aunquetuviera un cierto conocimiento de lalengua, no hubiera podido escribirlas sin

  • ayuda. En la historia de Romeo y Julietase observa que sigui la traduccininglesa all donde esta se aleja de laitaliana, pero lo cierto es que esto noprueba en absoluto que no conociera eloriginal; tena que copiar no lo queconoca l, sino lo que conoca supblico.

    Lo ms probable es que hubieraaprendido suficiente latn como paracomprender su sintaxis, pero nunca parallevar a cabo una lectura cuidadosa yfluida de los autores latinos. Respecto asu conocimiento de las lenguasmodernas, no logro encontrar suficientespruebas para determinarlo, pero como

  • no se han podido demostrar influenciasde autores franceses o italianos pese aque la poesa italiana gozaba de muchoprestigio en aquella poca, tiendo apensar que Shakespeare lea poco msque ingls y que escoga para sus tramasslo aquellas historias que encontrabatraducidas.

    Pope ha observado atinadamente quehay mucha sabidura desperdigada porlas obras de Shakespeare, pero confrecuencia se trata de ese saber que noproporcionan los libros. Aquel quedesee entender a Shakespeare no debecontentarse con estudiarlo en sugabinete: unas veces deber buscarle

  • sentido entre las faenas del campo yotras en pleno trabajo en el taller.

    Existen, no obstante, pruebassuficientes de que era un lector muydiligente y de que en aquella poca lalengua inglesa no estaba tan falta delibros como para que no pudierasatisfacer ampliamente su curiosidad sintener que hacer incursiones en laliteratura extranjera. Muchos de losautores latinos y algunos de los griegosestaban traducidos, la Reforma habasurtido al reino de conocimientosteolgicos, la mayora de lasdisquisiciones humanas habaencontrado eco en escritores ingleses y

  • se cultivaba la poesa no slo conesmero sino tambin con xito. Era steun conjunto de conocimientos suficientepara un espritu tan capaz deapropirselo y de incrementarlo.

    Sin embargo, la mayor parte de suscualidades son fruto de su propiotalento. Se encontr con el teatro inglsen un estado de extrema tosquedad; nohaban aparecido tentativas, ni en latragedia ni en la comedia, quepermitieran atisbar qu grado de gozopodan proporcionar. Ni los personajesni el dilogo eran an comprendidosplenamente. Puede afirmarse conrotundidad que Shakespeare no slo nos

  • los dio a conocer, sino que en algunas desus escenas ms afortunadas los condujoa sus ms altas cimas.

    Dado que la cronologa de sus obrasno ha sido todava fijada, no resultasencillo determinar de qu modoprocedi para su perfeccionamiento.Segn Rowe[18], a diferencia de otrosescritores, tal vez no debamos atribuirsus obras menos perfectas a sus inicios.Hasta donde yo alcanzo a saber, lanaturaleza tuvo tanto que ver en suscreaciones, y tan poco el arte, que las desu juventud, al ser las ms enrgicas,fueron las mejores. Pero el poder de lanaturaleza no es ms que el poder de

  • utilizar para un fin concreto losmateriales que la diligencia proporcionao que la oportunidad ofrece. Lanaturaleza no brinda conocimiento, slopuede ayudar a combinar y emplear lasimgenes que el estudio y la experienciaprocuran. Por muchas dotes naturalesque tuviera Shakespeare, no podatransmitir ms que lo previamenteaprendido; deba, al igual que el restode los mortales, adquirir sus ideas deforma gradual y, en consecuencia, sevolvi, como cualquiera, ms sabiocuanto ms viejo; represent mejor lavida cuanto ms la conoci, e instruyde forma ms eficaz cuanto ms

  • instruido estuvo l mismo.Ni la perspicacia ni el

    discernimiento, de los que proviene casitodo mrito connatural, se aprenden enlibros o preceptos. La mirada deShakespeare sobre el ser humano fue, abuen seguro, aguda, inquisitiva y curiosaen su ms alto grado. Otros escritorestoman prestados los personajes de suspredecesores y los singularizan con unoscuantos aditamentos accesorios msadecuados a la poca; se cambia unpoco la vestimenta, pero el cuerpo es elmismo. Nuestro escritor tena queaportar tanto la materia como la forma,dado que, salvo los personajes de

  • Chaucer al que creo que no debe grancosa, no existan escritores en ingls,y es posible que tampoco demasiados enotras lenguas modernas, que mostraranla vida en sus colores originarios.

    An no haba comenzado la disputasobre la maldad o la bondad natural delhombre. La especulacin terica todavano haba intentado analizar el espritu,rastrear el origen de las pasiones,desvelar los fundamentos del vicio y lavirtud o buscar en lo ms profundo delcorazn los mviles delcomportamiento. An no se habaniniciado estas pesquisas que, desde quela naturaleza humana se convirtiera en

  • objeto privilegiado de estudio, han sidocon frecuencia abordadas conescrupulosa perspicacia, aunque tambina menudo con escasa sutileza. Loscuentos que contentaban la infancia de lacivilizacin slo mostraban los rasgossuperficiales de los actos, relataban loshechos omitiendo las causas y se urdanms para deleitar con prodigios que converdades. La humanidad no se estudiabaen el gabinete, y quien deseara conocerel mundo se vea en la necesidad derecabar sus propios datos mezclndosecomo bien pudiera en sus negocios yplaceres.

    Boyle[19] se felicitaba de su noble

  • cuna, pues favoreci su curiosidad alprocurarle el acceso a ellos ya que leayud a saciar su curiosidad alfacilitarle el acceso a la gente.Shakespeare no cont con esa ventaja:vino a Londres como un pobreaventurero y vivi durante un tiempo demseras ocupaciones. Muchas obras delgenio y del conocimiento se han llevadoa cabo en condiciones de vidaaparentemente poco favorables para lareflexin o la investigacin. Tannumerosas son que quien repara en ellasse siente inclinado a deducir que elempuje y la perseverancia prevalecensobre cualquier agente externo y que las

  • ventajas e inconvenientes se desvanecenante ellos. El genio de Shakespeare noera de los que se sienten abatidos por elpeso de la miseria, ni limitados por lapobreza de la conversacin a la queinevitablemente se ven condenados losmenesterosos. Su espritu se sacudi ellastre de su fortuna as dewdrops from alions mane[20].

    Pese a tropezar con tantasdificultades y contar con tan poca ayudapara vencerlas, fue capaz de adquirirpuntual conocimiento de muchas formasde vida y tipos de temperamento natural,de modificarlos segn mltiplesvariables, de perfilarlos con precisos

  • matices y de mostrarlos en toda suriqueza mediante combinacionesapropiadas. A este respecto no tena anadie a quien imitar; antes bien, lmismo fue imitado por todos losescritores posteriores; incluso cabrapreguntarse si debemos al conjunto desus sucesores tantos principios tericoso tantas normas de discrecin como lsolo supo proporcionar a susconciudadanos.

    Pero su atencin no se limit a loscomportamientos humanos. Fue tambinun escrupuloso observador del mundoinanimado y sus descripciones siempreincluyen singularidades extradas de la

  • contemplacin de las cosas tal y comorealmente son. Cabe observar que lospoetas ms antiguos de muchas nacionesconservan su prestigio, mientras otrosingenios de generaciones posteriores,tras gozar de breve fama, caen en elolvido. Los primeros, fueran quienesfueran, debieron extraer sentimientos ydescripciones del conocimiento directo,por lo que el parecido es exacto:cualquier mirada corrobora susdescripciones del mismo modo quecualquier corazn reconoce sussentimientos. Aquellos a quienes lagloria invita a realizar las mismaspesquisas, copian en parte a sus

  • precedentes y en parte a la naturaleza,hasta que los libros de una pocaalcanzan tal autoridad que suplantan a lanaturaleza. Al final, la imitacin, quesiempre manifiesta cierta tendencia a ladesviacin, resulta caprichosa y fortuita.Shakespeare, ya sea su tema la vida o lanaturaleza, muestra con claridad lo queha visto con sus propios ojos. Ofrece laimagen que percibe, sin debilitarla nidistorsionarla con el filtro de otroespritu. El ignorante siente que susrepresentaciones son precisas y el doctocorrobora que son completas.

    Tal vez no sea posible encontrar otroautor excepto Homero que innovara

  • tanto como Shakespeare, que hicieraprogresar tanto los estudios que cultivy difundiera tantas innovaciones en supoca o en su pas. La forma, lospersonajes, la lengua y lasrepresentaciones del teatro ingls sonsuyos. Parece haber sido afirmaDennis el origen mismo de la armonade la tragedia inglesa, esto es, de laarmona del verso blanco, a menudodiversificado por medio determinaciones disilbicas y trisilbicas.Tal diversificacin lo distingue de laarmona pica y, al acercarlo al usocomn, lo hace ms apropiado paracaptar la atencin y ms adecuado para

  • la accin y el dilogo. Este es el versoque usamos cuando escribimos en prosa;es este el que usamos en lasconversaciones normales.[21]

    No s si este elogio es del todojusto. La terminacin disilbica, que elcrtico asigna acertadamente al drama,no se encuentra, segn creo, enGorboduc[22], que es sin duda anterior anuestro autor, pero s en Hieronimo[23],de fecha incierta, aunque existen razonespara pensar que es al menos tan antiguacomo las obras iniciales deShakespeare. Sin embargo, es cierto quefue el primero en popularizar tanto latragedia como la comedia, pues no

  • existe pieza teatral alguna de escritoranterior cuyo nombre resulte conocidopara alguien ms que para anticuarios ocoleccionistas de libros, que las buscanslo por ser escasas, y si lo son esporque no gozaron de mucha estima.

    A Shakespeare le debemos el honor,quiz compartido con Spenser[24], dehaber sido el primero en descubrir elgrado de fluidez y armona que la lenguainglesa puede alcanzar. Algunosdiscursos, a veces incluso escenas,poseen toda la fineza de Rowe aunquesin su amaneramiento. En efecto, confrecuencia se esfuerza porimpresionarnos con el vigor y la fuerza

  • de sus dilogos, pero nunca realizamejor su propsito que cuando intentaserenarnos con su delicadeza.

    Finalmente, he de confesar, noobstante, que aunque se lo debamostodo, l tambin nos debe algo: si buenaparte de la admiracin que se le profesaes fruto de la lectura y el juicio, otraparte es fruto de la costumbre y laveneracin. Fijamos nuestra mirada ensus virtudes y la apartamos ante susdefectos, consintindole lo queaborreceramos y despreciaramos enotro. Se lo toleramos sin ms a causa delrespeto que debemos al padre de nuestroteatro. Sin embargo, he encontrado entre

  • las pginas de algn crtico moderno unsinfn de anomalas que demuestran queShakespeare corrompi la lengua contodo tipo de vicios que, as y todo, surendido admirador las reuni como unmonumento en su honor.

    Hay en sus obras algunas escenas deuna excelsitud incuestionable eimperecedera, pero, posiblemente, sinos dijeran que se trata del trabajo de unescritor contemporneo, no prestaramosatencin hasta el final ni a una sola desus obras. De hecho, no creo que lasrealizase segn un concepto personal dela perfeccin: si satisfacan al pblico,satisfacan al escritor. Es raro que los

  • autores, incluso aquellos ms vidos defama que Shakespeare, sobresalgan muypor encima de la media de su propiapoca. Aadir un poco a lo que se tienepor bueno siempre bastar para alcanzarla gloria en el presente, y aquellos quese sienten encumbrados a la fama semuestran dispuestos a creer a susseguidores y a ahorrarse el esfuerzo depugnar con ellos mismos.

    No parece que Shakespeare hayaconsiderado sus obras dignas deperdurar, que pagara algn tributo a laposteridad, ni que abrigara msperspectivas que el beneficio inmediatoy el reconocimiento presente. La

  • representacin de sus obras colmaba susexpectativas y no exiga del lectorninguna consideracin adicional. Nosenta, en consecuencia, ningnescrpulo por repetir las mismas bromasen distintos dilogos, ni por concebirdiversas tramas con la misma intriga,cosa que al menos deberan perdonarlelos que recuerden que de las cuatrocomedias de Congreve[25] dos concluyencon un casamiento fingido, un engaoque quiz nunca sucediera y que, apartede su verosimilitud, l no invent.

    Tan indiferente era este gran poeta alreconocimiento de la posteridad que,pese a disfrutar de un retiro tranquilo y

  • desahogado cuando apenas declinedinto the vale of years[26], y antes deverse abatido por el cansancio oimpedido por la enfermedad, no hizoninguna recopilacin de sus obras, niquiso rescatar las ya publicadas parasanar las adulteraciones que lasensombrecan, ni asegurarles a lasdems un destino mejor ofrecindoselasal mundo en su estado original.

    De las obras de teatro que llevan elnombre de Shakespeare en sus ltimasediciones, la mayor parte no seimprimi hasta unos siete aos despusde su muerte, y las pocas queaparecieron en vida de su autor al

  • parecer salieron a la luz sin su cuidadoy, probablemente, por tanto, sin suconocimiento.

    Las ltimas revisiones han dejadomuy claras la negligencia y lainexperiencia de todos sus editores,clandestinos o no. Sus errores, en efectonumerosos y graves, han adulteradomuchos pasajes de forma quizsirreversible, pero tambin han puestobajo sospecha otros que resultan oscurosnicamente a causa de la fraseologaobsoleta y de la afectacin o la falta dedestreza del autor. Alterar es ms fcilque explicar, y el atrevimiento escualidad ms comn que la diligencia.

  • Aquellos que se vieron en la obligacinde especular hasta un cierto punto sepermitieron ir un poco ms lejos. Si elautor hubiera publicado sus obras, ahoranos podramos sentar tranquilamente adesenredar sus embrollos y esclarecersus pasajes oscuros; sin embargo, nosvemos en la tesitura de romper lo que nopodemos desembrollar y eliminamos loque por ventura no entendemos.

    Los errores son ms de los quepodran haberse producido sin laconcurrencia de varios factores: elestilo de Shakespeare era en sgramaticalmente incorrecto, confuso yoscuro; sus obras fueron transcritas para

  • los actores por personas que, cabeimaginar, apenas las entendan; fuerontransmitidas por copistas igualmenteinexpertos que incluso multiplicaron loserrores; quiz fueran mutiladas a vecespor los actores con el fin de acortar losdiscursos y, finalmente, publicadas sincorregir las pruebas.

    En este estado han permanecido nopor falta de aprecio, como el Dr.Warburton[27] supone, sino porque elarte de la edicin an no se aplicaba alas lenguas modernas, y nuestrosantepasados estaban acostumbrados atanta negligencia por parte de losimpresores ingleses que podan tolerarlo

  • pacientemente. Por fin, Rowe se encargde llevar a cabo una edicin, con unabiografa y un prefacio anexos, noporque un poeta deba ser publicado porotro, pues Rowe no parece habersedevanado los sesos en sus correccioneso explicaciones, sino porque las obrasde nuestro autor podan aparecer comopertenecientes a otros. Rowe fueclamorosamente acusado de no haberrealizado lo que, por otra parte, nunca sepropuso, y llegada es la hora de que sele haga justicia y se le reconozca que,aunque parece no haber tenido en cuentams alteraciones que las cometidas porlos impresores, hizo muchas

  • correcciones a no ser que estuvieranhechas de antes que fueron asumidas,pero no reconocidas, por sus sucesores,y que, de haberlas realizado ellosmismos, habran llenado pginas ypginas denostando la estupidezcausante de los errores cometidos,demostrando el absurdo que suponan,exponiendo de manera ostentosa lanueva versin y felicitndose por lafortuna de haberla descubierto.

    De Rowe, como del resto de loseditores, he conservado el prefacio, y hemantenido tambin la biografa delautor, pues a pesar de no estar escritacon mucha elegancia ni vigor, resea no

  • obstante todo cuanto actualmente nos esdado conocer y merece por ello serrecogida en ediciones sucesivas.

    La nacin se dio por satisfechadurante muchos aos con el trabajo deRowe, hasta que Pope puso demanifiesto el verdadero estado deextrema corrupcin en que se encontrabael texto de Shakespeare y dio motivospara confiar en que poda corregirse.Cotej las copias antiguas, que a nadiese le haba ocurrido examinar conanterioridad, y devolvi muchos versosa su estado original. No obstante, sepreocup ms de amputar que de sanar,y rechaz cuanto le desagradaba con

  • argumentos sumarios.Me sorprende que el Dr. Warburton

    lo alabara por distinguir las piezasteatrales genuinas de las falsas, puesnada aport a este discernimiento:acept los textos que le proporcionaronHeminge y Condel[28], los primeroseditores, y rechaz los que, pese a habersido publicados en vida de Shakespearecon su nombre de acuerdo con losabusos y licencias de las imprentas de lapoca, fueron omitidos por susamigos y no haban sido jams aadidosa sus obras antes de la edicin de 1664,de la cual los tomaron los impresoresposteriores.

  • Fue este un trabajo que Pope, queslo asumi su empresa a medias,parece haber juzgado indigno de sutalento, sin poder reprimir su despreciopor la oscura tarea del editor. Latarea del que coteja, pese a ser en efectooscura, es, sin embargo, como tantasotras ocupaciones tediosas, muynecesaria. No obstante, maldesempeara un crtico en funciones derevisor su deber si no contara con otrascualidades muy distantes del tedio. A lahora de examinar un texto corrupto debetener en cuenta todas las posibilidadesde significado y de expresin; tal debeser la amplitud de su pensamiento y la

  • riqueza de su lengua. De todas laslecturas posibles ha de ser capaz deseleccionar la que mejor encaje, tantocon el sentir general y los hbitoslingsticos vigentes en cada poca,como con el modo de pensar y los girospropios de su autor; tales deben ser suconocimiento y su sensibilidad. Lacrtica especulativa exige ms de lo quela humanidad posee, y aquel que laejerce con xito necesita a menudocierta condescendencia. Pero nohablemos ms de la oscura tarea deleditor.

    La confianza es consecuenciahabitual del xito. Aquellos que han

  • visto ampliamente celebradas susexcelencias de cualquier tipo semuestran propensos a creer que suautoridad es universal. La edicin dePope se qued por debajo de suspropias expectativas y este se sinti tanofendido al comprobarse que habadejado cosas por hacer, que se pas elltimo tramo de su vida en permanentehostilidad con sus crticos vertiendoconstantes diatribas verbales.

    He conservado todas sus notas paraque no se perdiese ni un solo fragmentode tan ilustre escritor. Su prefacio,valioso tanto por la elegancia de lacomposicin como por la rectitud de los

  • comentarios, contiene una crtica generalsobre el autor tan extensa hasta elpunto de que poco ms se puede aadir y tan exacta tanto que es poco loque se le puede discutir que todoeditor se siente tentado de suprimirlo,pero cualquier lector demandara suinclusin.

    Pope fue seguido por Theobald[29],hombre de corto entendimiento y escasaerudicin, carente tanto del brillo innatoconsustancial al genio como de la luzartificial del conocimiento, aunqueceloso de la precisin puntillosa y nadanegligente al buscarla. Cotej losejemplares antiguos y rectific muchos

  • errores. De un hombre tanobsesivamente escrupuloso se hubieraesperado ms, pero lo poco que hizofue, por regla general, correcto.

    No se debe confiar en sus datossobre las copias y ediciones sin antescotejarlos. En ocasiones, habla demanera imprecisa de copias, cuando noposee ms que una. En su recuento deediciones, concede mucha autoridad alos dos primeros infolios y menos altercero, cuando lo cierto es que elprimero es igual que los dems, de losque slo se diferencia por la negligenciadel impresor. Quien posea cualquiera delos infolios los tiene todos, exceptuando

  • aquellas diferencias que produce lamera reiteracin de ediciones. Yo loscotej todos al principio, aunque luegoslo utilic el primero.

    De sus notas, por lo general, heconservado aquellas que l mismomantuvo en su segunda edicin, exceptolas que han sido refutadas por editoresposteriores o aquellas otras demasiadopuntillosas para que merezcan serpreservadas. En ocasiones, he asumidosu restauracin de una coma omitiendoel panegrico en el que se felicita por sulogro. A menudo me he alejado de lasexuberantes excrecencias de su diccin;he suprimido a veces la exultacin de

  • sus triunfos sobre Pope y Rowe y, confrecuencia, he disimulado su ostentacindespectiva; aunque en ocasiones, paradisfrute del lector, lo muestro como lmismo se hubiera presentado, de formaque la ampulosa vacuidad de algunasnotas justifique o disculpe la reduccindel resto.

    Theobald, poco convincente eignorante, mezquino y desleal, petulantey ostentoso, ha salido l soloairoso de esta empresa gracias a labuena fortuna de contar con Pope comoenemigo. Pues la gente apoya de buengrado al que solicita su favor frente aquien exige su reverencia, y fcilmente

  • se elogia al que nadie podra envidiar.Nuestro autor cay entonces en

    manos de Sir Thomas Hanmer[30], eleditor de Oxford, un hombre, en miopinin, sumamente dotado por lanaturaleza para estos estudios. Poseaesa intuicin para descubrir de formainmediata la intencin del poeta,requisito esencial para el trabajo deedicin, y esa destreza intelectual parahacer su labor. Sin duda, haba ledomucho; grande parece haber sido sufamiliaridad con costumbres, opinionesy tradiciones, y a menudo resulta eruditosin alardes. Rara vez pasa por alto loque no entiende sin intentar hallar o

  • inventar un significado, y a vecesinventa precipitadamente lo que con unpoco ms de atencin hubiera podidohallar. Conduce con diligencia a lagramtica aquello de lo que no podaestar seguro que el autor pretendiera quefuera gramatical. Shakespeare prestabams atencin a la sucesin de ideas quea la de palabras, y su lenguaje, que nofue concebido para la mesa del lector,cumpla plenamente sus expectativas enla medida en que transmita alespectador su significado.

    El cuidado de Hanmer con lamtrica ha sido criticado con demasiadaviolencia. Encontr alterado el metro de

  • tal cantidad de fragmentos, gracias a lacallada labor de ciertos editores conel asentimiento mudo de los dems,que l mismo se crey en el derecho dellevar an ms all las licenciasimpunemente tomadas hasta entonces.Justo es, no obstante, confesar que suscorrecciones resultan a menudooportunas y que, por lo comn, se llevana cabo alterando el texto lo menosposible.

    Pero al incorporar sus correccionesde nuevo cuo o tomadas en prstamo sin referencia alguna a las diversasversiones, se apropia del trabajo de suspredecesores, lo que quita autoridad a

  • su propia edicin. De hecho, suconfianza era excesiva, tanto respecto as mismo como respecto a los dems:supuso que todo lo que haban hechoPope y Theobald estaba bien. Teniendoen cuenta que parece no sospecharsiquiera que un crtico puedaequivocarse, resulta lgico que pidierapara s mismo lo que con prodigalidadconceda.

    He asumido todas sus notas y seguroque a cualquier lector le parecernpocas, pues sus escritos siempre sevieron precedidos de una rigurosainvestigacin y un atento examen.

    Ms difcil resulta hablar del ltimo

  • editor[31]. Pese al respeto que merece suposicin, el reconocimiento al renombrede que goz en vida y la veneracin a sutalento y sapiencia, no debera, sinembargo, mostrarse ofendido por unaslibertades de las que l mismo ha dadoejemplo frecuentemente, ni demasiadopreocupado por lo que se piense de unasnotas que nunca debi considerar entresus ocupaciones importantes y que,supongo, nunca ms contabilizara entresus producciones afortunadas una vezatemperado el calor de la creacin.

    El primer y ms importante defectode su comentario es su aquiescencia consus ideas iniciales, esa precipitacin,

  • tpica de las personas conscientes deposeer una inteligencia rpida, y esaconfianza que tiene la presuncin depoder realizar tras un examen superficiallo que slo el esfuerzo deprofundizacin puede conseguir. Susnotas exponen, a veces, interpretacionesperversas, y, otras, hiptesisinverosmiles. En ocasiones, le suponeal autor una profundidad de significadoque la frase apenas admite, o descubredisparates donde el sentido resulta claropara cualquier otro lector. Pero suscorrecciones son, con idnticafrecuencia, justas y afortunadas, comodoctas y sagaces sus interpretaciones de

  • pasajes oscuros.De sus notas he rechazado, por lo

    general, aquellas contra las cuales sealz mayoritariamente la voz delpblico, o aquellas otras cuya propiaincongruencia censuro en seguida y que,imagino, el mismo autor hubieradeseado que se olvidasen. De las dems,a una parte les he concedido mi msabsoluta aprobacin incorporando altexto la lectura que proponen; otras lassometo al criterio del lector comodudosas aunque de aparienciaengaosamente correcta; y otras las hecensurado sin reservas, pero sin elencarnizamiento de la malicia, y confo

  • que sin la gratuidad del insulto.No me resulta grato al revisar mis

    volmenes observar cunto papel se hadesperdiciado en refutaciones.Cualquiera que considere lasrevoluciones del saber y las diversascuestiones de mayor o menorimportancia a las que el ingenio y larazn han consagrado sus facultadesdebe lamentar lo infructuoso de lainvestigacin y los lentos avances de laverdad al constatar que la mayor partede la labor de cualquier escritorconsiste nicamente en la destruccin deaquellos que le precedieron. La primerapreocupacin del creador de un nuevo

  • sistema es derrumbar los edificiosexistentes. El principal deseo de aquelque comenta a un autor es mostrar hastaqu punto otros comentaristas lo hanadulterado y oscurecido. Las opinionesen boga en una poca, consideradasverdades ms all de toda controversia,son refutadas y rechazadas en otra paravolver a aparecer en pocas posteriores.De esa forma, el espritu humano semantiene en movimiento sin progresar, yde esa forma, a veces la verdad y elerror, y a veces dos errores totalmenteopuestos, se alternan en una invasinrecproca. La marea del conocimientoaparente que baa una generacin se

  • retira dejando a otra desnuda y sinamparo. Los meteoros de la inteligencia,que durante un tiempo parecen lanzar sushaces de luz sobre las regiones oscuras,apagan en un instante su esplendor ydejan de nuevo a los mortales avanzar atientas por su camino.

    Los altibajos de la fama y lascontradicciones a las que estarnsiempre expuestos todos aquellos que sededican a la mejora del conocimiento pues de ello no se libran ni los mselevados y brillantes ejemplos de lahumanidad pueden, sin duda, sersoportados con resignacin por loscrticos y comentaristas, a quienes slo

  • les es permitido figurar como satlitesde sus autores. Cmo puedes rogarmisericordia dice Aquiles a suprisionero cuando sabes que lo quesufres ahora es slo lo que en otromomento sufrir Aquiles?[32]

    El Dr. Warburton gozaba dereputacin suficiente como para conferircelebridad a cuantos lograranconvertirse en sus antagonistas, y susnotas levantaron un clamor demasiadoruidoso para ser inequvocas. Susprincipales opositores fueron el autor deThe Canons of Criticism y el de Reviewof Shakespeares Text[33]; uno ridiculizasus defectos con alegre pedantera

  • bastante apropiada para la ligereza de lacontroversia, y el otro los critica conoscura malignidad, como si estuvieraarrastrando ante un tribunal a un asesinoo a un incendiario. Uno pica como unmosquito, chupa un poco de sangre,revolotea alegremente y vuelve en buscade ms; el otro muerde como una vboray estara encantado de provocarinflamaciones y gangrena. Cuandopienso en ellos, el primero, acompaadode sus cmplices, me evoca el miedo deCoriolano, que tema que girls withspits, and boys with stones, should slayhim in puny battle[34]; el otro me hacerecordar el prodigio de Macbeth:

  • An eagle towring in his prideof place,

    Was by a mousing owl hawkdat and killd.[35]

    No obstante, permtanme hacerlesjusticia. Uno es un hombre de ingenio, elotro un estudioso. Ambos han mostradosuficiente agudeza para descubrir loserrores y han adelantado algunasinterpretaciones verosmiles de pasajesoscuros. Pero cuando pretendenespecular y corregir, sale a la luz loequivocados que estamos al juzgarnuestras propias habilidades; y lo pocode lo que ambos fueron capaces debiera

  • haberles enseado a ser msconsiderados con los esfuerzos de losdems.

    Antes de la edicin del Dr.Warburton, se public CriticalObservations on Shakespeare deUpton[36], un hombre especializado enlenguas y familiarizado con los libros,pero que no parece estar dotado degenio vigoroso ni de gusto preciso.Muchas de sus explicaciones soncuriosas y tiles, pero al mismo tiempoy pese a declarar su disposicin acombatir la indolente suficiencia de loseditores y a ajustarse a las copiasantiguas fue incapaz de reprimir el

  • deseo de corregir a pesar de que suardor no se viera secundado por suhabilidad. Todo fro empirista, cuandose le ensancha el pecho a causa de unexperimento exitoso, se transforma en unterico, y el laborioso cotejador, enalgn momento aciago, coquetea con laespeculacin.

    El Dr. Grey public tambin unasCritical, Historical and ExplanatoryNotes sobre Shakespeare; su diligente ydetenida lectura de los escritoresingleses antiguos le permiti formularalgunas observaciones tiles. Realizbastante bien lo que prometi llevar acabo, pero como no pretendi hacer una

  • crtica ni categrica ni correctora, hizoms uso de su memoria que de susagacidad. Sera deseable que todosaquellos que no pudiesen superar susconocimientos intentaran imitar sumodestia.

    Puedo afirmar con absolutafranqueza de todos mis predecesores loque espero que se diga de m en elfuturo: que ninguno ha dejado demejorar a Shakespeare y que no hayninguno con cuya ayuda e informacinno est en deuda. Mi intencin ha sidoremitir a su autor original todo lo que hetomado de otros, y les aseguro que creohaber escrito yo mismo lo que no he

  • adjudicado a otra persona. Es posibleque en algunos casos se me hayanadelantado, pero si alguna vez descubroque he usurpado las observaciones deotros comentaristas, consientogustosamente en transferir el honor, seamucho o poco, al primer demandante,pues su derecho y slo el suyo estfuera de toda disputa. El segundonicamente puede probarse suspretensiones a s mismo, y no siemprepuede distinguir, con suficiente certeza,lo inventado de lo recolectado.

    A todos los he tratado con laconsideracin que unos a otros no hantenido la prudencia de dispensarse. No

  • resulta sencillo descubrir la fuente de laque brota de forma natural la acrimoniadel editor. Los asuntos de los que seocupa tienen muy poca importancia; noafectan a la propiedad ni a la libertad, nifavorecen los intereses de facciones opartidos. Las diferentes lecturas de unacopia o las diversas interpretaciones deun pasaje parecen cuestiones que bienpodran hacer ejercitar el ingenio sininvolucrar las pasiones. Pero, ya seaporque small things make mean menproud[37] y la vanidad se aprovecha deocasiones insignificantes, o porque lasdiferencias de opinin, incluso cuandoresultan insostenibles, enfadan al

  • orgulloso, en los comentarios se observauna vena espontnea de improperios ydesprecios ms exaltada y virulenta quela que manifestara en poltica elpolemista ms colrico contra aquellospara cuya difamacin fue contratado.

    Quiz la ligereza del asunto puedeconducir a la vehemencia en los medios.Cuando la verdad por investigar est tancercana a la inconsistencia como paraescapar a la atencin, hay que aumentarsu volumen con el furor y laexclamacin. Aquello que a todosresultara indiferente en su estadooriginal puede atraer la atencin al serrelacionado con la fama de un nombre.

  • Un comentarista siente de hecho seriastentaciones de compensar conexasperacin su falta de dignidad, deampliar su escasa fortuna y de hacer quefuncione aquello que ningn arte oempeo consigue animar.

    Las notas que he heredado o aadidoson ilustrativas, porque explicandificultades, o bien crticas, porquesealan defectos y virtudes, o bienrectificativas, porque corrigenadulteraciones.

    Con respecto a las notas que hetranscrito de los dems, si no adjuntoninguna otra interpretacin, presumo porlo general que son correctas, o, cuando

  • menos, admito de forma implcita que notengo nada mejor que proponer.

    Pese a los esfuerzos de todos loseditores, encontr muchos pasajes quepodran suponer quizs un obstculopara la mayora de los lectores yconsider mi deber allanarles el camino.Es imposible para un comentarista noescribir demasiado, segn unos, odemasiado poco, segn otros.Unicamente puede juzgar qu esnecesario a partir de su propiaexperiencia, y, por ms que medite, alfinal explicar muchos versos en losque, al parecer de los eruditos, esimposible equivocarse, y omitir otros

  • tantos en los que los ignorantesreclamarn su ayuda. Se trata de crticaspuramente relativas y deben tolerarse ensilencio. Me he esforzado en no ser niprdigo en exceso ni escrupulosamentesobrio, y espero haber hecho accesibleel significado de mi autor para aquellosa los que asustaba leerlo condetenimiento, y haber aportado algo alpblico difundiendo un placer inocente ysensato.

    No se puede esperar de editoralguno la explicacin completa de unautor que, lejos de ser sistemtico opredecible, resulta irregular y errtico,prolijo en alusiones ocasionales y leves

  • insinuaciones. Todas las reflexionespersonales, cuando se omiten losnombres, en pocos aos se ven borradassin remedio, y las costumbres,demasiado insignificantes paraconvertirse en ley tales como los usosen el vestir, los modales en laconversacin, las normas de visita, ladistribucin del mobiliario y lasprcticas de cortesa, que ocupan unlugar natural en el dilogo cotidiano, sontan pasajeras e insustanciales que no seconservan ni se recuperan con facilidad.Cuanto se puede conocer se obtiene porcasualidad entre papeles rancios yoscuros, generalmente consultados con

  • otro objetivo. Todos los hombres poseenun poco de este conocimiento, peroninguno mucho. Sin embargo, cuando unautor ha atrado la atencin del pblico,todos aquellos que pueden aadir algo asu elucidacin comunican susdescubrimientos y el tiempo revela loque a la diligencia le haba pasadoinadvertido.

    Me he visto obligado a dejar que seael tiempo el que se ocupe de pasajes queyo no comprend y que tal vez se aclarenen el futuro, y espero haber explicadoalgunos que los dems olvidaron omalinterpretaron, a veces por medio debreves apuntes o anotaciones al margen,

  • como las que todo editor aade segn sucriterio, y con frecuencia por medio decomentarios ms elaborados de lo que eltema parece merecer, ya que lo msdifcil no es siempre lo ms importante,y para un editor nada de lo queoscurezca a su autor es fruslera.

    No he prestado mucha atencin a lasvirtudes o a los defectos poticos.Algunas obras han merecido ms juicioscrticos que otras no en funcin de sumrito, sino de mis concesiones a lacasualidad o al capricho. A mi parecer,es raro que al lector le agrade ver quealguien se ha anticipado a sus juicios. Eslgico disfrutar ms de lo que nosotros

  • mismos encontramos o hacemos que delo que recibimos. El buen criterio, comotantas otras facultades, mejora con laprctica, y su progreso se veentorpecido por la sumisin adecisiones impuestas, al igual que lamemoria se entorpece con el uso de laagenda. No obstante, algn tipo deiniciacin resulta necesario. Todas lashabilidades se adquieren en partemediante preceptos y en parte medianteel hbito. Por ello, he ofrecido alaspirante a crtico todo aquello que lepermita descubrir lo dems.

    He incluido al final de la mayora delas obras algunas breves anotaciones,

  • que contienen una censura general de susdefectos o una alabanza de susexcelencias, cuyo grado de coincidenciacon las opiniones en boga desconozcopero de las que, en cualquier caso, nome he desviado por afn de notoriedad.No he examinado nada de formaminuciosa o de manera especial, por loque es de suponer que en las obras quese condenan haya mucho que elogiar y,en las que se elogian, mucho quecondenar.

    El aspecto del trabajo crtico al quelos sucesivos editores han dedicadomayor empeo, y que ha dado lugar a lasms arrogantes jactancias y provocado

  • las ms vivas inquinas, ha sido lacorreccin de los pasajes corrompidos.Sobre este tema atrajo por primera vezla atencin del pblico la violentadisputa entre Theobald y Pope, y la hamantenido la persecucin que, a modode conjura, se ha seguido desde entoncescontra todos los editores deShakespeare.

    Es indudable que muchos pasajeshan permanecido adulterados a lo largode todas las ediciones, y que slo cabeintentar su restauracin mediante elcotejo de copias o la sagacidad de laconjetura. La primera labor es fcil ysegura; la segunda, difcil y arriesgada.

  • No obstante, y dado que de la mayorade las obras slo existe una copia, no sedebe evitar el riesgo ni rehuir lasdificultades.

    De las lecturas surgidas de estapugna entre correcciones, algunasatribuibles al empeo de la totalidad delos editores, he aadido al texto las, ami juicio, suficientemente probadas; herechazado otras sin mencin expresa porconsiderarlas manifiestamente errneas;otras las he dejado en las notas sincensura ni aprobacin, oscilantes entrela objecin y la defensa; y otras, que meparecieron atractivas, pero incorrectas,las he incluido con los reparos

  • oportunos.Una vez clasificadas las

    observaciones de los dems, slo mequedaba tratar de sustituir sus errores yreparar sus omisiones. He cotejadotantas copias como he podido obtener, yhubiera deseado acceder a ms pero nohe encontrado mucha colaboracin entrelos coleccionistas de estas rarezas. Hereseado cuantas ediciones pusieron enmis manos la casualidad o laamabilidad, por lo que no puedo serculpado de descuidar lo que no estabaen mis manos llevar a cabo.

    Examinando las copias antiguaspronto repar en que los ltimos

  • editores, pese a todos sus alardes dediligencia, permitieron que muchospasajes permanecieran desautorizados yse dieron por satisfechos con la versindel texto de Rowe, incluso all dondesaban que era arbitraria y que con unpoco ms de atencin la hubieranhallado equivocada. Algunas de esasalteraciones consisten nicamente en lasustitucin de una palabra por otra quele pareca a Rowe ms elegante o msinteligible. A menudo las he