Política de la vida cotidiana en el siglo XXI. La economía moral del deudor: E.P. Thompson, revisitado en un mundo online. Liam Stanley, Joe Deville, Johnna Montgomerie

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    Política de la vida cotidiana en el siglo XXI. Laeconomía moral del deudor: E.P. Thompson,revisitado en un mundo online

     Liam Stanley, Joe Deville, Johnna Montgomerie

     22/03/15

     

    Forma emergente de la “política de la vida cotidiana”, los Foros de Deuda onlineproporcionan un espacio para que los deudores compartan trucos y consejos, ofrezcanapoyo moral y emocional e, indirectamente, siembren las semillas de la accióncolectiva. 

    El giro hacia la austeridad que siguió a las crisis de 2008 y posteriores es visto por muchos como el cambio económica, cultural y políticamente más importante registradoen la Gran Bretaña contemporánea. Se tiene la sensación, muy difundida, de que serequiere un desapalancamiento simultáneo de los hogares y del Estado para rebajar ladeuda contraída en el derroche privado y público alimentado por el crédito antes de2008. Sin embargo, quienes dependen crecientemente del crédito para gestionar su vidacotidiana y mejorar sus opciones vitales son los estratos sociales más pobres.Endeudados y con un sentido de culpa colectiva tan arraigado en las narrativaspopulares de la crisis financiera –ese temerario préstamo hipotecario subprime quehabría disparado la crisis en 2008 y que obligaría ahora a los gobiernos de toda Europaa vivir ajustados a sus mermados medios a la vista de unos déficits presupuestariosinsostenibles e inmorales—, los deudores de toda laya están cada vez más

    estigmatizados.

    La moralidad de la deuda, o, más específicamente, el sentido de obligación moral detener que pagar las propias deudas, remite a los orígenes sociales del contrato crediticio:la palabra “crédito” significa “confianza”, y “contrato” significa “traído en común”. La

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    deuda es una promesa de pago fundada en la confianza entre el prestamista y elprestatario. Es generalmente admitido que aceptar algo, prometer devolverlo y luego nohacerlo es malo moralmente. La moralidad de la deuda permea todos los aspectos de lavida social; el deudor está obligado con el acreedor, y es juzgado por sus paresconforme a su capacidad para servir su deuda. A diferencia del contrato laboral de“esfuerzo-recompensa”, la deuda entraña conceptos de culpa y restitución, lo que lleva ala “captura” y a la “extracción” social, económica y política. [1] Hay sobradas pruebasantropológicas de que las prácticas culturales de la deuda son variadas y tornadizas, nouniversales [2]. Después de la crisis financiera estamos viendo claramente cómo lasobligaciones deudoras están lejos de ser uniformemente exigidas. “Occupy ” y otros

    movimientos sociales han buscado politizar la deuda recurriendo a distintos métodos ytécnicas poco convencionales, como la huelga de deuda. Syriza acaba de ganar laselecciones en Grecia con la promesa de poner fin a la austeridad. Sin embargo, paramuchos británicos el objetivo, harto más modesto, pasa por “salir” de las deudas a queestán vinculadas sus viviendas y que lastran su vida cotidiana. Una estimación muyconservadora del monto de la deuda del consumidor en 2014 arroja la cifra de 165 milmillones de £.

    Tal es el contexto en que han aparecido nuevos espacios online para deudores. Un buennúmero de foros de Internet –señaladamente Money Saving Expert y Consumer ActionGroup, genuinas extensiones de comunidades online— ofrecen espacios importantespara la participación y el intercambio de experiencias de los deudores. Y esos espaciosson realmente substanciales. Consumer Action Group, por ejemplo, tiene 32 subforos

    bajo el rótulo “Problemas de deuda, incluidas hipotecas de vivienda”. Esos espacios dediscusión incluyen: “La industria de la recolección de deuda”, “Organismos encargadosde hacer cumplir la ley”, “Readquisición de vivienda”, “Gestión de la deuda y autoayudadel deudor” o “Asuntos generales relativos a la deuda”. Y además, cerca de 10 sub-sub-foros exclusivamente dedicados al pago cotidiano del préstamo. También Mumsnet  tienesus propias series de líneas de deuda dedicadas a “quienes sienten que se estánahogando y quieren salir a flote”. Cada foro y cada subforo tiene su propio elenco depersonajes, de miembros dominantes, su etiqueta, sus normas y sus propósitos. Todostienen en cierto modo la característica común de ofrecer espacio a los deudores paraque compartan trucos y consejos, proporcionando apoyo moral y emocional e,indirectamente, sembrando las semillas de la acción colectiva.

    Esos foros online ofrecen algo diferente del apoyo convencional al deudor. Y puesto quea veces apuntan a las “vías no autorizadas” por las que los deudores pueden lidiar conlos acreedores, esos espacios tienen un claro filo político, a pesar de que haya pocosejemplos de acción claramente emprendida con motivos políticos. La categoría de“política de la vida cotidiana” capta del mejor modo esa dimensión. En este sentido, haysimilitudes y contrastes con el famoso análisis que E.P. Thompson hiciera de laeconomía moral de la muchedumbre inglesa en el siglo XVIII, en el que demostró que lasrevueltas de hambre estaban impulsadas por una sensación colectiva de injusticia.

     Aunque los foros online de deudores andan aún muy lejos de convertir a las autoridadesen “prisioneras del pueblo” –como lo formuló Thompson en su estudio de las revueltasde hambre—, sí pueden, en cambio, iluminar la naturaleza de las relaciones acreedor-deudor en el siglo XXI y, en última instancia, arrojar luz sobre la naturaleza misma de lapolítica de la vida cotidiana.

     

    E.P. Thompson y la “política de la vida cotidiana” El seminal artículo de E.P. Thompson “La economía moral de la muchedumbre inglesaen el siglo XVIII” formaba parte de su obra, más amplia, de estudio de la historia de lasclases trabajadoras inglesas. [3] Thompson era crítico con quienes buscaban explicar las revueltas de hambre en el siglo XVIII inglés como mero resultado de las privaciones ydel hambre. Al reducir los disturbios al estímulo básico de la hambruna, esasexplicaciones dejaban poco margen para el papel desempeñado por el razonamiento y lamoralidad del pueblo trabajador común y corriente: un ejemplo más de aquella actitudque Thompson había venido criticando con el celebérrimo marbete de “la enorme

    condescendencia de la posteridad”. Para Thompson, la gente común y corriente de laépoca ni era estúpida ni se movía solamente por factores básicos como el hambre o losimpulsos corporales. Al contrario, los revoltosos estaban penetrados por la creencia deque defendían los derechos y los usos sobre los que se levantaba el consenso moral delconjunto de la comunidad. Eso se basaba en una visión compartida del modo en que la

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    economía debía funcionar, y de los derechos y responsabilidades de los distintosagentes del mercado en relación con esa visión. Por eso habló Thompson de “economíamoral” de los pobres. Lo que impulsaba las acciones de los revoltosos era supercepción, como un ultraje, de la infracción de esas normas que se manifestaba en laprivación y hambrunas. Esta perspectiva teórica ayuda a explicar cómo se desarrollaron las revueltas del modoen que lo hicieron. Los revoltosos no se limitaban a robar pan o grano. Tambiéndestruían maquinaria, a fin de denunciar la injusticia. U obligaban a los comerciantes avender a un precio justo. Esta última acción significaba intervenir en el mecanismo de

    precios privilegiado por la economía política clásica, e intervenir con el propósito dereorientar los precios conforme al consenso social establecido respecto de cómo teníanque ser esos precios. Reorientar de esta guisa los precios de los bienes –sostenía conenorme vigor Thompson— significaba que “las autoridades eran, en cierta medida,prisioneras del pueblo”. Para Thompson, este tipo de acción no era ni política ni impolítica. Su idea es que laacción es política sólo si está intrínsecamente motivada y es consciente, pero que,paradójicamente, esta acción era política porque logró cambiar, intencionalmente o deotra forma, los términos de un determinado conjunto de relaciones de poder. Benedict J.Tria Kerkvliet contribuye a dar sentido a esa tensión con su definición a tres niveles de lapolítica [4]. Kerkvliet define la política de un modo relativamente expedito: se trata delcontrol, asignación, producción y uso de recursos, pero también de valores e ideas que

     justifican o critican esas actividades. Fundándose en esa definición, Kerkvliet distinguetres tipos distintos de política: la oficial, la de cabildeo y la de la vida cotidiana. La políticaoficial es la de las autoridades en organizaciones que “hacen, ponen por obra, cambian,critican y evitan” políticas en torno a la asignación de recursos. La política de cabildeoconsiste en intentos conscientes y directos de influir en las autoridades, y a través deellas, en el modo en que se asignan los recursos. En cambio, en la política de la vidacotidiana se trata de “gente que acepta, que secunda, que se ajusta a, y que critica ycontesta, normas y reglas relativas al papel de las autoridades a la hora de producir iasignar recursos”. El punto clave en el que la política de la vida cotidiana difiere de lapolítica oficial y de la política de cabildeo es la falta de organización y, a menudo, laaparente naturaleza impolítica de sus acciones. En este esquema, las revueltas deThompson son claramente políticas, aun que de la variedad “vida cotidiana”.

     Este concepto de política de la vida cotidiana proporciona un instrumento para investigar y comprender el papel de los nuevos espacios online de recuperación de los deudores. Amodo de ampliación, Kerkvliet ofrece el siguiente ejemplo “corriente” de política de lavida cotidiana: “Hace unos años, un nuevo arreglo paisajístico del campus de mi universidad introdujocarriles pavimentados, se supone que para uso de peatones y ciclistas. Luego de unosmeses, sin embargo, comenzaron a dibujarse dos senderos que atravesaban el céspedcuidadosamente plantado y mantenido. Aparentemente, esos senderos eran creación depeatones y ciclistas que se desviaban de los carriles oficialmente trazados. Los senderoseran una expresión política: usaban un recurso, suelo, fuera de la línea señalada por lasautoridades universitarias. Es difícil de saber si los creadores de los senderos eranresistentes conscientes. Es probable que una investigación minuciosa despejara la duda.Muy probablemente, muchos peatones y ciclistas simplemente encontraron esossenderos más convenientes para desplazarse más rápidamente de un lugar a otro. Suacción –usar sendas no autorizadas— es política de la vida cotidiana del tipomodificativo. Para otros, sin embargo, usar –tal vez iniciar— los senderos pudo ser oposición deliberada –una forma de resistencia cotidiana— a las autoridades quediseñaron y establecieron los carriles oficiales. Sea ello como fuere, lo cierto es que lossenderos existen, alterando la disposición oficial del suelo planeada por las autoridades.Cuando la oficina de la universidad encargada del paisaje del campus tuvo noticia de lasinfracciones, dio ordenes a los mantenedores para que pusieran pequeñas barreras aambos extremos de cada sendero, esperando forzar así a los usuarios a servirse de loscarriles autorizados. Pero la gente no tardó en rodear esos obstáculos y seguir usando

    los senderos. Recientemente, esos senderos han sido pavimentados, para mayor comodidad de sus usuarios. Las autoridades universitarias cedieron, y aparentemente,dejaron de intentar la erradicación de los usos desviados. Es más; incorporaron lascreaciones de los usuarios al diseño oficial del paisaje.” 

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    Esto puede leerse como un ejemplo de, y como una analogía con, la política de la vidacotidiana. En tanto que ejemplo, es un caso relativamente expedito de cómo puedeiniciarse un cambio, por parte de quienes carecen de poder oficial o de cabildeo, contralos deseos y los intereses de las autoridades. También funciona como una analogía. Aldistinguir entre formas modificatorias y formas resistentes de la política de la vidacotidiana, Kerkvliet sugiere que la acción no debería calificarse como política atendiendoa sus motivos; debería considerarse política atendiendo a que transforma, desafía oaltera –por pequeña que sea la escala— la práctica de las relaciones de poder. Semuestra así que, mediante la política de la vida cotidiana y el uso colectivo de los“senderos no autorizados”, quienes carecen de autoridad formal o de influencia informal

    en los procesos políticos oficiales, mantienen, no obstante, una capacidad de influir en elcambio político y económico por la vía de rechazar o aceptar las acciones de lospoderosos. 

    ¿Senderos deudores no autorizados? ¿Qué perspectivas ofrece la aparición de vías o senderos no autorizados en lasrelaciones acreedor-deudor en el mundo de la financiación del consumocontemporánea? Se pueden hacer dos iluminadoras comparaciones clave entre losdeudores, de un lado, y del otro, los peatones de Kerkvliet y la muchedumbre hambrientade Thompson. En primer lugar, tanto en los ejemplos de Kerkvliet como en los deThompson, la acción colectiva o mimética se ve ayudada por el hecho de que ambosconjuntos de relaciones sociales se desarrollan en escenarios que entrañan cierto gradode interacción cara a cara con gente en parecida situación en el marco de undeterminado ambiente físico. Para volver a mezclar ejemplo y analogía, los peatones deKerkvliet seguirán más probablemente los senderos no autorizados, si el pasto delcésped comienza a erosionarse visiblemente por el uso. Raramente ocurre eso en elcaso de los deudores contemporáneos. El endeudamiento suele experimentarse comoproblema individual o privado asociado a sentimientos de embarazo y vergüenza. Por eso tienden los deudores a vivir en aislamiento, con escasos vínculos organizativos entresí y raramente en redes sociales. La naturaleza privada o personal de la deuda significaque pocos deudores saben exactamente cómo manejar el problema de la deuda o tratar con agresivos acreedores: la falta de comunicación generalizada estorba a la imitaciónestratégica. Lo que se atraviesa en el camino de la aparición de una política de la vidacotidiana alternativa de gestión de la deuda o de resistencia.

     En segundo lugar, tanto en los ejemplos de Kerkvliet como en los de Thompson, uninterés inequívocamente compartido contribuye a la aparición de la política de la vidacotidiana. La naturaleza privada de la deuda complica aquí también las cosas. La deudaes generalmente considerada un problema individual que arraiga en fallos delprestatario. Por lo mismo, se juzga de un modo único a los deudores, y a menudo se lescoloca en una escala implícita de méritos y deméritos. Aun cuando hay esquemasnotorios para resistir a la ejecución hipotecaria y al desahucio en los EEUU (como CityLife/Vida Urbana), no hay nada equivalente para los deudores en general. En cambio, enla Inglaterra del siglo XVIII no se podía legítimamente culpar a la muchedumbre por exigir alimentos mediante revueltas, cuando grandes segmentos de población no podíanacceder a la comida a precios de mercado. Un interés claramente compartido estaba en

    escena: alimentos accesibles dimanantes de un sentido de justicia compartido. Dadaslas obligaciones morales y jurídicas vinculadas a sus relaciones con las finanzas, no hayun claro equivalente para los deudores. Combinado eso con el estigma que acompaña ala presentación pública del problema del deudor, resulta difícil encontrar socios quepuedan conmoverse y ofrecer apoyo. Lo que contribuye a prevenir la aparición de uninterés compartido entre los deudores como grupo general. 

     A falta de interacción en un ambiente físico o de un interés compartido explícito, lasformas cotidianas de la política del deudor son menos comunes. En la práctica, losdeudores se apoyan fundamentalmente en fuentes convencionales o habituales desostén y asesoramiento al deudor, las cuales, aunque resultan útiles y son importantes,no necesariamente representan un desafío a la relación deudor-acreedor y aun puedencontribuir a mantener el estatuto de la deuda como un asunto privado. Esos servicios

    abarcan desde los servicios sin ánimo de lucro, como los proporcionados [en GranBretaña] por el servicio Citizens Active, National Debtline, Payplan y StepChange, hastaformas directas de asesoramiento suministradas por agencias públicas (por ejemplo, lasoficinas municipales de vivienda o los departamentos de bienestar), pasando por empresas comerciales de gestión de la deuda. Estas diferentes organizaciones pueden

    http://www.clvu.org/our_stories

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    suministrar útiles servicios a quienes se hallan en situación de necesidad: asesorar,explicar la normativa y las regulaciones vigentes, ilustrar sobre los potenciales cursos deacción que puede emprender el deudor, hacer entrar a los clientes en contacto con otrostipos de formas de ayuda, particularmente, en el caso de las organizaciones sin ánimode lucro, con modelos de carta de los que puedan servirse los deudores paracomunicarse con los acreedores y otras organizaciones. Tanto los servicios comercialesde gestión de la deuda (que cargan honorarios), como la National Debt Line yStepChange (que no cobran nada), ofrecen también a los deudores que reúnendeterminados requisitos Planes de Gestión de la Deuda en los que la organizaciónasume la responsabilidad de negociar con los acreedores directamente y, luego,

    recaudar y distribuir los pagos de la deuda, así como asesoramiento sobre otrasopciones. Una buena parte de los servicios ofrecidos por organizaciones sin ánimo de lucroadoptan enfoques de “autoayuda”, de modo que, en última instancia, y cualesquiera quesean los específicos consejos ofrecidos, se fundan en la distinta capacidad, pericia yenergía de los distintos individuos. Un informe reciente destacaba un buen número deprácticas problemáticas del sector. Entre ellas: confusión en el asunto de los honorarios,poca distinción entre “asesoramiento” y “venta”, empresas que desaniman a losdeudores para que no usen servicios sin ánimo de lucro, consumidores a los que seanima a manipular sus declaraciones de ingresos y gastos, deudores urgidos a proceder a toda prisa en el proceso, o deudores presionados para que acepten más productosfinancieros ofrecidos por la propia empresa de gestión de la deuda o por alguna entidad

    a ella asociada. [5] El asesoramiento secunda las normas de asesoramiento del deudor,lo que incluye recomendar a los deudores mantener el contacto con los acreedores,manifiestamente a fin de prevenir la escalada acumulativa de la deuda, la acrecidaprobabilidad de acción jurídicas y el incremento de los intereses y de los honorarios. 

    ¿Resistencia del deudor? El apoyo convencional al deudor ofrece fundamentalmente y por lo general sendas deacción que siguen vías autorizadas y sancionadas por los poderosos. En cambio, lo quelos foros online  pueden ofrecer es conocimiento tácito y sabiduría surgidos de laexperiencia de crear vías nuevas y divergentes en una dirección diferente. En eserespecto, les ofrecen una forma de mercado negro de conocimiento que no puede

    obtenerse en los mercados convencionales. Al crear un espacio público para compartir esas experiencias, los foros ayudan a esquivar desequilibrios de poder mediante lapropagación de vías de acción no autorizadas. Muestran así la posibilidad de instar acambios más generalizados y más profundos en las relaciones acreedor-deudor. Los foros no son viveros de radicalismo político. Lo que hacen es ayudar a la gente asalir adelante. Apoyar con razones el asesoramiento y las recomendaciones ofrecetambién un sentido de lo que deberían ser unas relaciones justas o equitativas entre elacreedor y el deudor. Por una parte, las vías de acción sugeridas son normalmenteválidas desde el punto de vista procedimental: las estrategias de recuperación ofrecidaspasan a menudo por servirse de la legislación para los consumidores, y usualmente semantienen en el marco de la legislación vigente. Por otra parte, resultan éticamente

    equitativas: las hueras pero ostensiblemente autoritarias amenazas esgrimidas por lasentidades de cobro de deuda se ven por regla general como éticamente reprobables.Resultado: aunque la mayoría de quienes suben  posts  a esos foros online  estáninteresados en minimizar sus cuitas personales, la cacofonía de conocimiento tácitoofrecido por los foros y las acciones individuales que inspiran bien podrían terminar, por un efecto de bola de nieve, en algo parecido a la acción política colectiva sin recurso a lapolítica oficial o a la de cabildeo: un poco como en el caso de los razonables campesinoshambrientos, pero éticos, de Thompson. 

     Aun cuando los foros raramente recomiendan evadir la deuda, sus usuarios másexperimentados no se privan muchas veces de sugerir que los deudores eviten pagar sus deudas. En línea con la economía moral de los foros, eso sólo resulta normalmenteaceptable cuando las acciones de los acreedores se consideran éticamente injustas de

    acuerdo con las expectativas compartidas. Cuando los miembros de los foros se quejande las acciones de los acreedores como acciones injustas –los ejemplos van desde eltranscurso de un largo lapso de tiempo en el momento de instar al pago de una sumainsignificante, hasta el traspaso de límites por parte de una entidad emisora—, suelensugerirse formas de evitar el pago de la deuda. Formas que son procedimentalmente

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    válidas, evitando la infracción penal, y que pueden implicar el pago de dos librasesterlinas mensuales o el cese de comunicaciones que no sean las de una carta formal.

     Aunque sería una clara exageración de Thompson sugerir que las autoridades son“prisioneras del pueblo” en relación con la deuda personal, estos ejemplos significan másque una mera confrontación o un gesto simbólico de rebelión. En estos casos, elasesoramiento ofrecido en los foros tiene un impacto –aun si por ahora muy pequeño—en el flujo de ingresos de las entidades de cobro de deuda, de los acreedores y, por lomismo, del sector financiero en su conjunto. Como en el ejemplo de Thompson, lasrelaciones económicas se ven, pues, crecientemente alteradas en el sentido de alinearsecon la comprensión compartida del modo en que la economía debería funcionar. Puede

    que no sea sino una gota en el océano, pero no deja de tener efectos significativos enlas vidas individuales de quienes están lidiando con sus deudas. Es también indicio delmodo en que esos espacios online  tienen potencial para cambiar la naturaleza de lasrelaciones acreedor-deudor. Por ahora, el impacto político y económico de esos foros es muy modesto. Losacreedores no son todavía “prisioneros del pueblo”, como en el ejemplo de Thompson.Sin embargo, al poner en común la experiencia cotidiana, la pericia y las estrategiasindividuales de resistencia de un amplio abanico de deudores, esos espacios onlineestán comenzando a identificar y a crear determinados “senderos no autorizados” adisposición de los deudores bajo presión. Una economía moral alternativa de la deudaes posible. Cuando desnaturalizamos el supuesto de que todos los deudores debendevolver sus deudas, podemos abrir espacios. Nuestro reciente informe, The New

    Politics of Indebtedness [La nueva política del endeudamiento], aboga por un programa,públicamente respaldado, de reestructuración de la deuda que actúe como un fondo desocorro a favor de quienes se esfuerzan seriamente en el servicio de sus deudas. Laasistencia incluiría apoyo directo a los hogares en forma de condonación de la deuda,subsidios a las tasas de interés o incentivos fiscales. Además de la acción política oficialo de la de cabildeo, estos nuevos espacios online, y otras formas de política de la vidacotidiana, pueden también contribuir a reequilibrar las relaciones de poder a favor dequienes carecen de poder. NOTAS: [1] Lazzarato, M. 2012, The Making of the Indebted Man, Amsterdam: Semiotext(e). [2] Graeber, D.(2011) Debt: The First 5,000 Years, New York: Melville House. [3]  Thompson, E. P. (1971) 'The MoralEconomy of the English Crowd in the Eighteenth Century', Past & Present  50 (Feb. 1971), pp 76-136. [4]

    Kerkvliet, B. J. (2009) 'Everyday politics in peasant societies (and ours)', The Journal of Peasant Studies 36(1), pp 227-43. [5]  Rowe, B., Holland, J., Nash, R., Hann, A., and Brown, T (2014), Consumer Credit Research: Payday Loans, Logbook Loans and Debt Management Services. London: ESRO / FinancialConduct Authority, disponible en: http://www.fca.org.uk/static/documents/research/fca-esro-final-report-2014.pdf  Liam Stanley es profesor lector en el Departamento de Políticas de la University of Sheffield. Joe Deville esun investigador Postdoctoral en el Centre for the Study of Invention and Social Process enGoldsmiths. Johnna Montgomerie es una profesora lectora en el Departamento de Ciencia Política enGoldsmiths. Financiado por Communities and Culture Network,  este artículo se basa en investigacioneshechas para el proyecto Digital Technologies of Debt Resilience. Para saber más, se recomienda descargar el informe, ligado a éste, The New Politics of Indebtedness. 

    Traducción para www.sinpermiso.info: Miguel de Puñoenrostro

    sinpermiso electrónico se ofrece semanalmente de forma gratuita. No recibe ningún tipo desubvención pública ni privada, y su existencia sólo es posible gracias al trabajo voluntario de sus

    colaboradores y a las donaciones altruistas de sus lectores.

    www.newleftproject.org, 1 de marzo de 2015

     

    http://print%28%29/http://www.gold.ac.uk/media/PoliticsofDebtinUK_FINAL.pdfhttp://www.communitiesandculture.org/projects/digital-technologies-of-debt-resilience/http://www.fca.org.uk/static/documents/research/fca-esro-final-report-2014.pdfhttp://www.gold.ac.uk/media/PoliticsofDebtinUK_FINAL.pdfhttp://www.sinpermiso.info/http://www.sinpermiso.info/http://www.sinpermiso.info/http://www.sinpermiso.info/https://www.addtoany.com/share_save#url=http%3A%2F%2Fwww.sinpermiso.info%2Ftextos%2Findex.php%3Fid%3D7847&title=Pol%C3%ADtica%20de%20la%20vida%20cotidiana%20en%20el%20siglo%20XXI.%20La%20econom%C3%ADa%20moral%20del%20deudor%3A%20E.P.%20Thompson%2C%20revisitado%20en%20un%20mundo%20online&description=