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1 Principales Corrientes del Pensamiento Contemporáneo Catedra: María Cristina Raigadas 1º Trabajo Domiciliario Ángel Gabriel Medina 1) i-Palabra ordenadora del texto : Modernidad central ii - Esquema de Contenido: Modernidad Central / Recepción Latinoamericana -Dependentismo -Imperialismo cultural iii) Síntesis: -Modernidad definida como impostura, alienación, (“Baile de mascaras” ) -Carencia de condiciones de posibilidad para lo moderno (Instituciones, acontecimientos europeos, “Experiencia compartida de las diferencia” mediada por la escolaridad, los mass- media, etc Lo endógeno y lo exógeno imbricado. Modernidad como Mirada alternativa (perspectiva culturalista) -Dialogo con la Modernidad Central como operaciones de apropiación -Procesos de acumulación cultural a través de medios precarios, “pillajes-Apertura a la

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Principales Corrientes del Pensamiento Contemporáneo Catedra: María Cristina Raigadas

1º Trabajo Domiciliario

Ángel Gabriel Medina

1) i-Palabra ordenadora del texto: Modernidad central

ii - Esquema de Contenido:

Modernidad Central / Recepción Latinoamericana

-Dependentismo

-Imperialismo cultural

iii) Síntesis:

La recepción latinoamericana de la modernidad no puede leerse ya tan linealmente como una imposición del imperialismo occidental para la que estaríamos históricamente inhabilitados. Se trata de un proceso múltiple y complejo de dialogo entra las periferias y la modernidad central donde estas van definiendo su lugar en este colage, asumiendo la madures histórica de no solo “indagar que hacen con nosotros, sino al mismo tiempo de indagar que hacemos nosotros con aquellos que hacen de nosotros”

-Modernidad definida como impostura, alienación, (“Baile de mascaras” )

-Carencia de condiciones de posibilidad para lo moderno (Instituciones, acontecimientos europeos, etc)

-Hipotético salto de un Barroco propio a la postmodernidad.

“Experiencia compartida de las diferencia” mediada por la escolaridad, los mass-media, etc

Lo endógeno y lo exógeno imbricado.

Modernidad como imposición exógena

Mirada alternativa (perspectiva culturalista)

-Dialogo con la Modernidad Central como operaciones de apropiación

-Procesos de acumulación cultural a través de medios precarios, “pillajes”

-Apertura a la “Universalidad” como dispositivo para participar también en ella

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2) i - Habermas dirá que la modernidad es aun un proyecto inacabado. Y es que no se podrá aludir a ella sin pensarla como el gran proyecto. Una era que rehuyó permanecer prisionera de los sagrados mandatos ancestrales y proyecto todas las emancipaciones posibles y deseables. Proyecto dominar los arcanos del universo para garantizar que no serian las contingencias naturales (pestes, hambrunas o catástrofes) las que fijaran la finitud de la humanidad, al tiempo que coloco al hombre en el lugar de autoconciencia de su protagonismo histórico como artífice y demiurgo de su destino.

En este sentido Touraine considera que estos dos aspectos antes mencionados entran en tensión a la hora de perfilar el proceso moderno, siendo el último, el desplazamiento al antropocentrismo, el realmente trascendente. Racionalidad y subjetivación aparecen como elementos complementarios. La racionalidad desplaza el logos divino por medio de la comprensión científica del mundo. Con lo cual, en algún punto el autor parece encontrar una continuidad entre el orden premoderno y el de la objetivación racional del mundo. Al fin y al cabo se trata de un esquema de inteligibilidad ordenador que toma relevo de otro. Son mas bien las ganadas capacidades de injerencia del hombre a partir de la conciencia de la posibilidad de transformación de las cosas lo que realmente es novedoso. Y su corolario: El surgimiento de la subjetividad.

En este aspecto es donde podríamos señalar dos momentos. Uno, de auge del proceso de desencantamiento que proviene de los albores del humanismo. El mas radical en la instauración del paradigma cientificista/productivista. Y otro de inflexión, en donde a mediados del siglo XIX la emergencia del romanticismo reacciona recolocando la cuestión del “hombre como medida de todas las cosas” en clave subjetivista. Una instancia de reflexividad en la que el ímpetu critico que motorizo las modernas reformas y revoluciones, se vuelve contra si mismo. Al tiempo que Walerstein señala la emergencia de las ciencias sociales y humanidades como maduración de una cientificidad que ya domina el cosmos y ahora gira sobre los propios hombres (historia, economía, antropología, orientalismo, sociología y psicología como modos de gestionar sobre el Estado, las colonias, la sociedad y los individuos) en el plano estético se realiza lo que M. C. Raigadas recorta de la constelación de términos relativos a lo moderno, como modernismo. Fenómeno que define como “los cambios culturales que […] introdujeron el principio de la subjetividad del yo y de la autorrealización en el arte y la literatura.”

El relato de Niestche Las Tres Transformaciones funge como el imago que mas cabalmente describe este hetos decimonónico que para algunos ya preanuncia, en la erosión de los valores de la primera modernidad, el advenimiento del postmodernismo. Filosofando en tono de literatura antigua, Niestche ya desde lo formal polemiza con el canon ilustrado (Eheguel y Kant). En el relato un Camello pasa de ser la obediente bestia de carga, que podríamos identificar tanto con la tradición y el mandato premodernos como con el sacrificio prometeico (Marcuse) que la primer modernidad reclama como precio por la recompensa del progreso, a un León rugiente. El lujurioso animal es ahora capaz de hacerse, valerosamente, eco de su propio deseó. Pero finalmente será su transformación en Niño la que lúdicamente puede recrear el mundo a su antojo, como culminación del ciclo. La libertad definitiva entonces, que en Touraine es el trazo distintivo de este proceso, muy aun por sobre la racionalidad que mientras mas ordenes construye, mas campo de acción abre para el protagonismo del sujeto que los subvierte toda vez que el individuo deviene en actor y constructor de su propia historia.

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Bovero también asume que la modernidad llegara como ruptura con la sociedad tradicional y la “emancipación de los esquemas de comportamiento prestablecidos”. Y con ello, el nacimiento del individuo y su potestad inalienable para ejercer su libertad subjetiva. Desembarazándose así de las expectativas comunitarias, la primacía del yo se entroniza como divo autocomplaciente. Y el resultado de la desobediencia constante es la precariedad de toda estructura. De este modo lo moderno, se vincula con el cambio constante, caótico y sin ninguna sujeción. Con la perpetua “evanescencia del momento presente”. Frente a esto el autor se interroga por el carácter de “patología moderna” que estos fenómenos revisten, y sobre los cuales tal vez allá que considerar no como ruptura sino como profundización del proceso moderno. No se trataría la postmodernidad de licuación constante de las promesas de acceso al paraíso terreno por la vía del sacrificio prometeico de los primeros modernos, sino de hipermodernidad: Un estadio que esta era ya contenía en germen, desde du paradójica constitución.

La propuesta del autor, con una fraseología de inspiración habermasiana, frente a este escenario paradojal es: O bien rendirse al derrotero patológico de los emergentes contra ilustrados (neoconservadurismo, libertarismo estético, etc.). O intentar la institucionalización de “una tradición de lo moderno”, que pueda asir en una ética publica un horizonte de sentido que se reconecte con el anhelo moderno de constante e inagotable emancipación humana.

Pero esta definición que asimila el ideario moderno con “la salida [de la humanidad] de la inmadurez por un esfuerzo de la razón como proceso crítico” no es para Dussel mas que el relato autorreferencial que Europa narra sobre si y pretende desplegar sin mas como verdad universal objetivada. Verdadera “secuencia ideológica” que tomando distancia permite entrever su anclaje espacio temporal (eurocéntrico) enmascarando como proceso irrefrenable del perfeccionamiento humano, la realidad de una expansión de conquista que toma al resto del globo, a sangre y fuego, como sujeto de conversión para la nueva fe en el progreso.

Se trata para este autor de asumir la contracara mítica en la que el proyecto moderno se sustenta: El mito de la superioridad de lo moderno frente a lo barbárico (que vagamente engloba lo no europeo) a lo que hay que redimir mediante el proceso civilizatorio. Un proceso que puede asumir costos y violencias, pero que se asumen como un sacrificio necesario para la realización del progreso, mistificado como las formas excelsas del desarrollo científico-tecnológico (incluso de las formas políticas y estéticas) de la occidentalización.

Para Dussel se hace imperioso señalar la falacia de la superioridad de lo moderno que habilita el sacrificio ritualizado de la otredad. Y esto no se hace negando la modernidad desde la folklorizacion romántica (falacia del buen salvaje), lo regresión fascista, o la negación cinico-nihilista de los postmodernos. Sino desde la asunción de los ribetes positivos de lo moderno pero encausado en un proceso trans-moderno que asimile el reconocimiento del otro en una modernidad/alteridad. Si efectivamente el proyecto moderno posee elementos emancipatorios, los tiene para si, por que nunca se planteo el problema de los otros, las periferias de Europa. Este proceso es el desafío para el traspaso de una modernidad emancipadora a una modernidad liberadora.

-iv) La “historia universal” es para Dussel una secuencia ideológica mediante la que Europa (la que conocemos hoy) a partir de operaciones selectivas de inclusión/exclusión define arbitrariamente como propios elementos del pasado al que le asignara una “centralidad” y refiriendose a fenómenos intraeuropeos, los erigirá como los parámetros determinantes del

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despliegue de la historia mundial sobre sus periferias. Este relato, insostenible hasta el arribo a Las Américas, momento de constitución del sistema-mundo a partir de donde se puede comenzar a hablar de una “historia mundial”, que no necesariamente constituye, como coinciden en pretender señalar los mitos burgueses del desarrollo o la teleología marxista, la universalización del devenir histórico de Europea.

La metáfora lineal, entonces, parte de la formalización del desarrollo de la historia Europea. Podemos encontrarla en la construcción de secuencias como “Renacimiento, reforma, Revolución Francesa” o en las etapas históricas analizadas desde la perspectiva del modo de producción que pregona el materialismo histórico como develador de “las leyes objetivas de la historia”. Esta construcción secuencial relata un origen, justifica causalmente sus movimientos y profetiza un punto de llegada, enúncieselo como “La humanidad es una novela destinada a un final feliz” (Kant) o “…en el comunismo ya no habrá necesidad de instituciones autoritarias como La Iglesia o el Estado” (Marx). Además estas construcciones, de ímpetu positivista, se articulan sobre la idea de acumulación creciente e indefinida. Con lo cual la superación es constante y, como en Fausto, ya nunca habrá vuelta atrás. Esta continua fuga hacia adelante destruye la armonía cíclica que configuraba la idea circular de temporalidad abrazada por los antiguos (o subalternos de hoy día), e inspirada en los ciclos estacionales y en el devenir generacional conforme la rueda de la vida ponía a todas las personas en el encadenamiento de nacimiento, madures, vejes, muerte y renacimiento…

El colage, como composición contingente, desordenada y al tiempo experiencia sensorial embriagadora y vital, remite a los procesos paralelos, diversos y multiformes de organización de la vida, infinitamente inabordables por los marcos de inteligibilidad de las metrópolis. La lectura liberadora del mito bíblico de Babel no postula, contra las interpretaciones dogmáticas, pedagogizantes y reaccionarias, que la confusión de lenguas sea el castigo de Dios a los hombres por pretender erigir un edificio que desafiase los cielos. Sino más bien. la bendición divina de la diversidad humana para humillar al logocentrismo imperial que había impuesto su única lengua sobre todos los pueblos

De este modo los paquetes significantes que pretenden imponerse por el sistema asimétrico de distribución “telegráfico” desde los centros a los márgenes; en estos tráficos, repliegues y contrabandeos, tronca en las múltiples recepciones de la modernidad. Dando cuenta de diversas temporalidades, supersticiones, y vivencias intermitentes o fragmentarias. Configurando modernidades alternativas, en donde las mediaciones culturales situadas releen y obliteran creativamente y selectivamente los despliegues de la novedad metropolitana, realizando la máxima decerteauseana de que finalmente “toda lectura es una producción”.

No se trata del multiculturalismo naif del que advierte Raigadas como “la exaltación de la diferencia como fragmentación” o la mansa y elegante asimilación de las desigualdades en nombre de lo diverso. Sino de mestizajes, hibridaciones y astucias, no exentas de ambigüedades y de reproductibilidad, alienaciones e imposturas. Pero cuyo ensayo representa también ejercicios actanciales, apropiaciones y nuevas definiciones sobre lo propio y lo ajeno, lo local y lo global. Ya que como señala Bruner, sin dejar de confrontar los procesos de economía política y de poder global que configuran la matriz de la modernidad en la región, “América Latina no se encuentra con la modernidad a partir de los libros sino de las imágenes de la televisión”