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Universidad de la República
Facultad de Psicología
Trabajo Final de Grado
Modalidad: Pre-Proyecto de Investigación
Parto vaginal después de cesárea.
Estudio sobre mujeres que lo planificaron y lo
vivenciaron
Estudiante: Magdalena Salarí
C.I: 4.575.353-1
Tutora: Asist. Mag. Carolina Farías
Instituto de Psicología de la Salud
Febrero, 2017
Montevideo, Uruguay
ÍNDICE
Resumen………………………………………………………………………………………..1
Fundamentación y Antecedentes………………………………………………………….....2
Referencias Teóricas…………………………………………………………………………..7
Medicalización del embarazo y nacimiento…………………………………………7
Aspectos psíquicos y emocionales de cesárea y PVDC………………………...10
Problema y preguntas de Investigación……………………………………………………13
Objetivo General………………………………………………………………………………13
Objetivos Específicos………………………………………………………………………...13
Estrategia o Diseño metodológico…………………………………………………………..14
Consideraciones Éticas………………………………………………………………………15
Cronograma de Ejecución…………………………………………………………………...16
Resultados Esperados……………………………………………………………………….16
Referencias Bibliográficas………………………………………………………………..….17
1
RESUMEN
A través del presente estudio denominado “Parto vaginal después de cesárea. Estudio
sobre mujeres que lo planificaron y lo vivenciaron” se pretende llegar a conocer de que
manera transita y cuál es el significado e impacto emocional que tiene para una mujer,
un parto vaginal después de haber atravesado en su primer parto una cesárea. Para
ello se establecieron dos ejes teóricos, la medicalización del embarazo y nacimiento, y
los aspectos psíquicos y emocionales de cesárea y parto vaginal después de cesárea.
Para la indagación teórica se ha realizado una revisión bibliográfica nacional e
internacional.
La metodología que se propone para la realización de este estudio es de corte
cualitativa y de carácter exploratorio, permitiendo conocer de esta forma, las
experiencias y sentimientos generados en las mujeres que pasaron por un parto
vaginal luego de una cesárea. Las entrevistas realizadas serán en profundidad y con
característica semi estructurada.
Para este estudio se tomarán en cuenta mujeres que hayan planeado y llevado a cabo
un parto vaginal en una institución (pública o privada) o en su domicilio, luego de haber
tenido la experiencia en su primer parto de atravesar una cesárea, ya sea en el sector
público o privado.
Palabras claves: Cesárea – Parto vaginal después de cesárea – Factores
emocionales
2
FUNDAMENTACION Y ANTECEDENTES
La cesárea es un invento maravilloso para sacar algunos
bebés con problemas pero es trágico que se convierta
en una forma habitual de nacimiento
Michel Odent
Hasta el siglo XIX las mujeres que se sometían a una cesárea sabían que no
sobrevivirían a la misma. Sin embargo a principios del siglo XX debido a los avances
en las practicas sanitarias, la asepsia que evitaba que las heridas quirúrgicas se
infestaran, el uso de antibióticos, las nuevas técnicas de sutura, la introducción de la
anestesia en la obstetricia y los nacimientos hospitalizados que brindaban una alta
credibilidad a la figura del médico, hicieron que la cesárea pasara de ser algo tan
temido a una forma muy popular de dar a luz (Hutter, 2010; Besio, 1999; Odent, 2006;
Olza & Lebrero, 2006; Farias, 2014). A nivel mundial, en los últimos años existe un alto
índice de cesáreas, siendo esta la operación obstétrica más comúnmente efectuada
(Nápoles & Piloto, 2012; Olza & Lebrero, 2006; Martínez, et.al., 2015). Si bien la
cesárea, es una operación que salva vidas y que se ha ido perfeccionando con el paso
del tiempo, no deja de ser una cirugía mayor, que muchas veces se realiza sin
necesidad médica real arriesgando a madres y bebés a que presenten complicaciones
a raíz de la cirugía a corto y a largo plazo1 (OPS-OMS, 2015; MSP, 2016)
En 1980 el Centro Latinoamericano de Perinatología (CLAP- OPS- OMS) realizó un
análisis en donde se demostró que la morbilidad y la mortalidad materna es mayor en
un parto por cesárea que en un parto vaginal, y está demostrado que cuándo la tasa
de cesáreas se acerca al 10%, reduce el número de muertes maternas y recién
nacidos, pero cuando la tasa va por encima del 10 - 15%, no hay indicios de que se
muestren mejoras con respecto a la morbimortalidad (Nápoles & Piloto, 2012; OPS-
OMS, 2015; Cóppola, 2015; OMS, 2015).
Como hemos mencionado los índices de cesárea han avanzado vertiginosamente en
los últimos años en los diferentes países (Olza & Lebrero, 2006, Odent, 2006; Maluf &
Malik, 2011; Cóppola, 2015; MSP, 2016). En la actualidad el CLAP se enfrenta a una
gran preocupación ya que en América Latina 4 de cada 10 nacimientos son por
1 En la mujer estas complicaciones podrían ser hemorragias, histerectomías, infecciones, lesiones
accidentales de los órganos internos, complicaciones en futuros embarazos. Para el bebé, podrían ser,
distrés respiratorio al nacer, alergias o asma futuro, laceraciones y prematurez iatrogénica (error en la
fecha de parto estipulada) a su vez tanto para la madre como para el bebé, la cesárea presenta una mayor
incidencia de mortalidad (Farías, 2014; Olza & Lebero, 2006; Odent, 2006).
3
cesárea cifra que podría ser mayor ya que en muchos casos no son tenidas en cuenta
las que son llevadas a cabo en instituciones privadas (Nápoles & Piloto, 2012; OPS-
OMS, 2015). En el año 2013 en nuestro país, un 33,4% de los partos que ocurrieron
en el ámbito público y un 55,3 % de los que se dieron en el ámbito privado fueron por
medio de una cesárea (Farías, 2014), siendo que la Organización Mundial de la Salud
(OMS) recomienda que el porcentaje no sea más allá del 10 o 15% y cuando las
condiciones así lo requieran.
A nivel nacional el Ministerio de Salud Pública (MSP) (2016) propone dentro de los
Objetivos Sanitarios para el 2020 la reducción de cesáreas como uno de los puntos a
mejorar, y propone como una de las líneas de acción, establecer guías de actuación
para aquellas situaciones que más se ven vinculadas a cesáreas evitables, como ser,
tener cesárea previa, inducción del parto, parto no evolutivo, etc. Se pretende para el
2020 llegar a reducir un 10% las cesáreas evitables, tomando como línea de base que
el 17,9% de las cesáreas que se realizan se pueden evitar (MSP, 2016).
Hasta no hace mucho tiempo se creía que si una mujer tenía un parto por cesárea
todos sus siguientes embarazos debían culminar de la misma manera. Actualmente
debido a avances en las técnicas de incisión y sutura esta idea ha ido cambiando y
hay evidencias de que no necesariamente esto deba de ser así, y que de hecho una
nueva cesárea acarrea más riesgos que intentar un parto vaginal (Nápoles & Piloto,
2012; Farías, 2014; Romero, Arce, Lind & Bazán, 2004; Huertas & Pocco, 2010).
Existe cada vez mas información en lo que al parto vaginal después de cesárea se
refiere (de aquí en más PVDC), alentando a la mujer que tenga la posibilidad de
llevarlo a cabo. Sin embargo cabe destacar que hay situaciones en las que la
realización de una cesárea es realmente inevitable, como ser placenta previa
oclusiva2, cardiopatía materna, prolapso de cordón, desprendimiento prematuro de
placenta, presentación del feto de frente u hombros (Farías, 2014; Olza & Lebrero,
2006; Odent, 2006) pero exceptuando estas situaciones, la tasa de PVDC con éxito es
elevada (Odent, 2006; Marcos, 2009; Rodríguez, León, Segura & Atienza, 2011).
En nuestro país, el MSP (2014), recomienda en las Guías en Salud Sexual y
Reproductiva, en el Manual para la Atención a la Mujer en el Proceso de Embarazo,
Parto y Puerperio, el intento de un parto vaginal para mujeres que tengan cesárea
previa, debido a que es menos riesgoso para la madre y el bebé. Entre el 60 y 80 % de
2La placenta previa oclusiva es aquella que no permite un parto vaginal, debido a que su inserción cubre
en la totalidad el segmento inferior del útero ( SEGO, 2012)
4
las mujeres a las que se les practicó una cesárea anterior pueden llevar a cabo un
PVDC, llegando a alcanzar un 90% en mujeres que han tenido partos vaginales antes
de cesárea (MSP, 2014; Huertas & Pocco, 2010; Martínez, et.al., 2015; Cóppola,
2015). Cabe destacar que tener cesárea previa es la indicación de cesárea que ocupa
el primer lugar en la mayoría de las estadísticas a nivel internacional (Soto, et.al.,
2006; Nápoles & Piloto, 2012; Lee, 2004) debiendo tenerse en cuenta que el 70% de
las cesáreas se realizan en madres primerizas, hecho que compromete el futuro
obstétrico de esas pacientes (Nápoles & Piloto, 2012).
En un estudio realizado en Colombia, entre el año 2007 y 2008, se seleccionó una
muestra de 138 mujeres con cesárea previa, de las cuales solo 28 tuvieron parto
vaginal. A las restantes 110 se les practico una nueva cesárea, siendo en 100 mujeres
por el antecedente de tener una cesárea anterior (Cuero & Clavijo, 2011).
Si bien los PVDC se han convertido en un importante recurso para reducir el número
de cesáreas y pese a las recomendaciones de la OMS y en el caso de nuestro país el
MSP, son muchos los médicos que siguen sin recomendar a las mujeres un PVDC.
Una de las determinantes para que el médico promueva la cesárea y a su vez
desapruebe el PVDC, son entre otras, las posibles demandas medicolegales, en
donde el equipo médico puede ser cuestionado por un mal resultado perinatal. Estas
demandas se formulan habitualmente cuando una cesárea se realiza de manera
tardía, pero nunca cuando se realiza de manera precoz (Hutter, 2010; Nápoles &
Piloto, 2012; Villanueva, 2004; Olza & Lebrero, 2006; Maluf & Malik, 2011).
Las indicaciones para realizar una cesárea y un PVDC no son iguales para todos los
países, y a su vez en un mismo país varían mucho entre las diferentes instituciones
(Romero et.al., 2004, Olza & Lebrero, 2006; Zighelboim & Sánchez, 2007).
Según datos proporcionados por el Sistema Informático Perinatal (2015), de los
nacimientos ocurridos entre el 2011-2015 en el Hospital del la Mujer Dra. Paulina Luisi,
que funciona en el Centro Hospitalario Pereira Rossell, la principal indicación de
cesárea con un porcentaje del 15,3, fue por el hecho de tener cesárea previa. En el
2011 y 2012 ésta también fue la principal causa, mientras que en el 2013 y 2014 ésta
indicación pasó a segundo lugar siendo la principal causa el sufrimiento fetal del bebé.
En el Hospital “Princesa Margaret” de Jordania, en el que por año ocurren 8500
nacimientos, se logro disminuir de 5 a 2,5 % los partos por cesárea por el hecho de
tener una cesárea anterior. Pese a ser este un país de bajos recursos económicos
(Nápoles & Piloto, 2012).
5
En Quebec la tasa de PVDC paso de 1,5% durante los años 1981-82 a un 36,4% en
1999-2000 (Odent, 2006).
En nuestro país a una mujer que tiene 2 cesáreas previas probablemente le
programen una nueva cesárea al quedar embarazada, sin embargo existen países en
los que se realizan partos vaginales luego de múltiples cesáreas (López, 2011). La
Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) recomienda en su protocolo
la prueba de trabajo de parto para mujeres con más de una cesárea previa que no
presenten contraindicaciones para un parto vaginal, ya que existe entre un 62 y un 89
% de posibilidades de que el parto culmine por vía baja (SEGO,2010).
En Uruguay según datos del Informe de Gestión y Sistema Informático Perinatal
(2015) en el Hospital del la Mujer, el 47,8% de las pacientes que ingresaron con
cesárea previa pudieron parir de manera vaginal, al restante 52,2% se le realizo una
nueva cesárea. Cabe destacar acá que esta cifra de partos vaginales en mujeres con
cesárea previa tuvo un gran incremento si la comparamos con los datos de años
anteriores (ASSE, 2016).
Vía de
terminación
del embarazo
2011 2012 2013 2014 2015
Parto vaginal 39,5 % 42,3 % 40,7 % 41,5 % 47,8 %
Cesárea 60,5% 57,7 % 59,3 % 58,5 % 52,2 %
El principal temor ante un PVDC es la posibilidad de rotura uterina3, sin embargo hay
estudios que demuestran que ese riesgo en menor al 1% y basándose en eso es que
la OMS y en nuestro país el MSP, alientan a las mujeres a intentarlo (López, 2011;
Marcos, 2009; Carrascosa, 2011; Ricci, Perucca & Altamirano, 2003).
Durante la década del 80 y en plena lucha contra las altas tasas de cesáreas, muchas
mujeres comenzaron a tener sus hijos por parto vaginal luego de haber atravesado
una cesárea. Durante este auge de PVDC las tasas de cesáreas de Estados Unidos
se redujeron considerablemente. Sin embargo esta tendencia ha disminuido en los
últimos años. En 1988 el American College of Obstetricians and Gynecologists
(ACOG) estableció que la rutina de realizar cesáreas a mujeres con cesárea previa
3 “La rotura uterina es la solución de continuidad de la pared uterina en el útero grávido. Se excluyen
las perforaciones uterinas producidas en el curso de maniobras quirúrgicas como el legrado o la
histeroscopia. Se pueden producir tanto sobre un útero sano, como con una cicatriz previa.” ( SEGO,
2013)
6
debería de ser eliminada y brindarle a la mujer la opción del parto vaginal, eliminando
de este modo una tercera parte de las cesáreas totales, una norma que muchos
médicos hoy en día todavía no siguen ( Harper, 1996).
En el año 2004 un artículo acerca de PVDC publicado en el New England Journal of
Medicine publicó datos de un estudio realizado a 33.000 mujeres, el cual indicaba que
los índices de rotura uterina durante un PVDC eran de un 0,7%, menos de uno en cien
casos. Este estudio reveló que el 73% de las mujeres que tuvieron un PVDC, habían
podido llevar a cabo el parto vaginal sin ninguna alteración y que al restante porcentaje
se le habían realizado cesáreas de urgencia. Por otro lado el ACOG y en nuestro país
el MSP recomiendan que en caso de intentar llevar a cabo un PVDC, el centro de
salud debe de contar con un equipo quirúrgico preparado por si se presentan
complicaciones durante el proceso del parto (Hutter, 2010; Scott, 2011; Harper, 1996;
MSP, 2007; Odent, 2006, Olza & Lebrero, 2006).
En la ciudad de Lima-Perú, en un estudio llevado a cabo por Huertas & Pocco (2010)
se obtuvo que de 266 mujeres que presentaban cesárea previa, a 188 se les realizo
cesárea electiva y 78 optaron por una prueba de trabajo de parto. De estas últimas 51
(65,3%) llevaron con éxito el parto vaginal. De las mujeres a las que se les realizo
cesárea electiva, una presento rotura uterina, mientras que las que optaron por una
prueba de trabajo de parto no presentaron ninguna complicación.
Si bien un PVDC presenta menos morbilidad que una cesárea de repetición, las
mujeres que deben someterse a una cesárea nuevamente por haber tenido una
prueba de trabajo de parto fallida corren un riesgo mayor de presentar infecciones y
otras complicaciones maternas, y los bebés suelen presentar una mayor incidencia de
infecciones (Scott, 2011, Odent, 2006; ACOG, 2010; Vargas, Lévano & Lazo, 2013).
En una revisión realizada en Brasil acerca de la percepción que experimentan las
mujeres en el parto vaginal y la cesárea, los resultados obtenidos fueron que las
mayoría de las mujeres preferían un parto vaginal, no solo por tener una recuperación
más rápida y por ser más saludable para madre y bebé sino también por todo lo que
implicaba la parte emocional al ser considerado el parto vaginal como una “experiencia
única y relevante que las mujeres esperan vivenciar”. Estas mujeres mencionaban que
es un momento emocionante rodeado de sentimientos positivos, felicidad y realización,
que permiten un crecimiento personal para la construcción de la identidad de ser
madre. A su vez las mujeres hacían referencia a que en un parto vaginal son ellas
quienes tienen el control acerca de lo que está pasando, se le da a la mujer la fuerza
para que sea ella quien dirija su parto, lo que le genera confianza para manejar los
7
dolores de un parto vaginal. Estas mujeres vivencian esos dolores como algo normal
dentro del proceso del parto, transformándolos en sentimientos positivos de amor
maternal y con la posibilidad de ser las protagonistas de ese momento (Velho, Kotzias,
Brüggemann & Vizeu , 2012; Borges, Da Silva, Liégio, De Faria, 2008).
En estas declaraciones se puede notar claramente el significado que tiene un parto
vaginal para una mujer. Se podría decir entonces que un PVDC permite a la mujer
reencontrarse con eso que sintieron perdido en su parto anterior por cesárea.
REFERENCIAS TEORICAS
Medicalización del embarazo y nacimiento
Una de las cosas que más lamento de nuestra cultura es el mensaje de que las mujeres no
pueden tener una buena experiencia dando a luz a sus hijos sin someterse al control y a las
intervenciones de la comunidad médica. Embarcarse en la maternidad con la noción de que es
una persona ajena quien va a controlar el proceso no es agradable.
Marcie K. Richarsdon.
Hasta principios del siglo pasado, el parto de una mujer era un acontecimiento
fisiológico que se daba en el seno de cada familia, sin embargo con la intrusión de la
medicalización en el proceso de parto el mismo pasa a ser algo institucionalizado e
instrumentalizado (Farías 2014, Hutter 2010; Magnone, 2010; Borges, et al., 2008)
Durante la década de 1960 casi todas las mujeres embarazadas de Estados Unidos
elegían una clínica en vez del domicilio para llevar a cabo el parto. Las mujeres
consideraban que las clínicas eran el lugar adecuado y más seguro para el nacimiento
de sus hijos que podían en el momento ser atendidos por expertos en cuidados
neonatales (Hutter, 2010). De a poco los médicos comenzaron a aplicar medidas
rutinarias en el proceso del parto, como el rasurado del vello púbico, colocar enemas,
indicar duchas vaginales, poco a poco se comenzó a hacer la inducción por medio de
fármacos, se comenzaron a introducir analgésicos para reducir el dolor, a realizar
rutinariamente incisiones en el periné (episiotomías), monitoreo permanente, etc.
(Hutter, 2010; Olza & Lebrero, 2006). Estas prácticas rutinarias son hoy en día
desalentadas por organismos e instituciones internacionales (OMS) y nacionales
(MSP).
8
Esas intervenciones muchas veces excesivas que se le practican a la mujer durante el
proceso del nacimiento de su hijo hacen que muchas veces se caiga en la iatrogenia,
que es cuando a través de la medicalización y de las intervenciones médicas se
alteran los procesos naturales (Farías, 2010; Olza & Lebrero, 2006).
Cuando en el siglo XVI los médicos comenzaron a intervenir en el proceso del
nacimiento, se generó controversia entre las mujeres, ya que si bien se ponían en
manos de una persona idónea en la materia, corrían el riesgo de que sus partos
dejaran de ser algo íntimo a ser algo instrumentalizado y medicalizado, quedando la
figura de la mujer relegada en el proceso del parto. En la actualidad la mayoría de los
partos son medicalizados e institucionalizados siendo altamente cuestionadas las
mujeres que no atienden su parto en una institución médica (Hutter, 2010; Castro &
López, 2010).
Según Magnone (2010), en nuestro país, fue debido a la medicina del novecientos,
que todo el proceso del embarazo y parto paso a ser tratado como una enfermedad.
En la actualidad el parto vaginal es percibido como un suceso que debe de ser
hospitalizado y bajo intervenciones médicas, y no como algo fisiológico, convirtiéndose
el hospital en el lugar más adecuado para tener un hijo y a su vez en el peor lugar ya
que para la mujer implica una pérdida de autonomía en la mayoría de los casos
(Velho, et.al, 2012).
La mujer embarazada es vista únicamente como una portadora del feto a la que hay
que controlar y aplicar rutinas para que el nacimiento se dé en óptimas condiciones.
Es por eso que en los controles obstétricos la atención y la mirada está puesta en el
feto y no en la dupla madre-bebé y es desde esa postura que el médico interactúa con
la mujer indicándole que hacer. A partir de la noción de que la mujer embarazada es
un cuerpo en riesgo, surge esa necesidad de control médico y preparación para el
parto con el fin de obtener de las propias mujeres una “colaboración” durante el
mismo. El excesivo intervencionismo de la medicina hacen que el control del
embarazo y del parto lo tenga el equipo médico y no la mujer (Castro & López; 2010;
García & Díaz, 2010).
El embarazo y el parto es visto por los profesionales a través del modelo hegemónico
de salud, que se rige por visualizar al cuerpo como algo enfermo que hay que curar y
bajo la premisa de que el saber y el poder están en la figura del médico. Este modelo
que se encuentra internalizado en las prácticas de los profesionales de la salud es el
que ha servido para desarrollar el modelo materno-infantil en donde se visualiza a la
mujer = madre, en los servicios de salud (López, 2013; Menéndez, 1983).
9
En nuestro país y como en la mayoría de los países el modelo que rige en las
instituciones al momento de atender un nacimiento es más bien un modelo
hegemónico regido por el paradigma tecnocrático (Magnone, 2010), ya que no solo se
visualiza al cuerpo como algo enfermo que debe ser curado, sino que también se lo
ve como algo separado de la mente, no como algo conectado entre sí en donde las
hormonas juegan un papel fundamental para permitir la continua información que se
maneja entre el cuerpo y el cerebro. Se visualiza el cuerpo como una máquina en el
que se pueden extraer sus partes. En este modelo, durante el parto el cuerpo
femenino también es visto como un objeto, como una máquina, y la tecnología que se
aplique es fundamental durante todo el proceso. Se ve el cuerpo de la madre como
una máquina defectuosa que necesita ser rescatada por el médico, centrando la
atención en la parte mecánica de la mujer y sin intenciones de ver a la misma como
una unidad psicosomática en la que lo fisiológico, lo sexual y lo emocional estén
relacionados. A la misma vez en este modelo, la paciencia del equipo médico no es
algo valorado, ya que se tiene la idea de que si existe la tecnología esta debe de ser
usada (Davis Floyd, 2001; Magnone, 2010).
A menudo la manera en que una mujer es (mal) tratada por el equipo médico durante
el proceso del parto, así como también el excesivo uso de prácticas intervencionistas,
generan en la mujer inseguridades y ansiedades que repercuten y dificultan su trabajo
de parto (Velho, et.al, 2012; Odent, 2006). Cuanto menos es respetado el proceso
fisiológico del parto, con prácticas rutinarias como mantener a la mujer acostada,
colocar oxitocina sintética, rotura artificial de membranas, entre otros más, se pone en
peligro la salud de la madre y el bebé y más riesgo de necesitar una cesárea existe,
sobre todo una cesárea innecesaria, ya que al imponer esas prácticas no se respeta el
proceso fisiológico del nacimiento (Olza & Lebrero, 2006; Odent, 2006).
Una manera para disminuir las cesáreas es evitar la medicalización innecesaria
durante el trabajo de parto y parto, y promover el parto espontáneo; así como también
fomentar el PVDC (Olza & Lebrero, 2006; MSP, 2014).
10
Aspectos psíquicos y emocionales de cesárea y PVDC
La satisfacción emocional que produce el PVDC es uno de los motivos por el que muchas
madres se alegran de haberlo intentado, incluso si de entrada preferían programar una
cesárea. Muchas mujeres se sienten completas, satisfechas, plenas y hasta exultantes tras su
parto vaginal (Olza & Lebrero, 2006).
Algo primordial para que la mujer planifique e intente un parto luego de una cesárea es
el deseo de poder llevar a cabo un parto vaginal y la información que la mujer obtenga
acerca de los riesgos y beneficios que ello implica en comparación con una cesárea de
repetición. Algo muy importante también es el apoyo que la familia y el equipo de salud
le brinda a la mujer en cuanto a la posibilidad de intentar un PVDC. Los profesionales
de la salud deberían respetar siempre los aspectos biológicos / fisiológicos y
psicológicos de la embarazada. Así como también centrarse en las necesidades de
esa mujer, brindándole la posibilidad de expresarse emocionalmente, ya que durante
el embarazo y al momento del parto esa mamá y su familia deben sentir que el equipo
de salud que la acompaña la apoya y confía en que ella puede lograrlo (López, 2011,
Borges, et al., 2008; Scott, 2011; Olza & Lebrero, 2006).
Existen espacios y organizaciones que se dedican a brindar apoyo a mujeres que han
tenido una o más cesáreas. También a través de las redes sociales existen grupos
internacionales y nacionales que apoyan y dan contención a madres que han pasado
por cesáreas y anhelan un parto vaginal. A nivel internacional algunos de los espacios
y organizaciones más conocidos son El Parto es Nuestro (EPEN) que es un espacio
virtual que a través de su plataforma web brinda información y apoya emocionalmente
a mujeres que han atravesado por una o más cesáreas, e ICAN que es una
organización que brinda apoyo a madres que han pasado por cesáreas, y a su vez
pretende mejorar la salud materno-infantil a través de prevenir mediante la educación
las cesáreas innecesarias. Esta organización también promueve, apoya y brinda
información científica y actualizada sobre PVDC (Farías, 2014; Olza & Lebrero, 2006).
Estos espacios, ya sean virtuales o presenciales permiten a la mujer sentirse
contenida y acompañada emocionalmente al poder compartir su experiencia y
escuchar experiencias similares.
Intentar un parto vaginal luego de haber tenido una cesárea es algo que no siempre es
apoyado por las instituciones de salud, ni por el entorno cercano de la mujer, pese a
que en las recomendaciones de la salud se establezca que es preferible un parto
vaginal a una nueva cesárea (Olza & Lebrero, 2006).
11
Por lo general, la mayoría de las mujeres que optan por una cesárea de repetición lo
hacen porque su médico les dijo que era el procedimiento más seguro. La opinión
técnica siempre es una influencia directa de alto poder a pesar de las mujeres estar
informadas por diferentes medios acerca del embarazo y del procedimiento del parto.
Por lo tanto si el médico anima a la mujer a tener un nacimiento por vía vaginal, esta
mujer se sentirá segura de poder hacerlo, sin embargo si plantea todo lo que podría
llegar a salir mal en un parto vaginal, está indirectamente promoviendo una nueva
cesárea (Hutter, 2010; Ortiz & De Marcos, 1998; Alarcon, 2012). No cabe dudas que
esta manera de dirigir el embarazo y el parto a través de las emociones, presionando
bajo “argumentos científicos” a la madre e imponiendo de manera camuflada la
intervención médica, indican una falta de respeto y confianza hacia el cuerpo de la
mujer (Olza & Lebrero, 2006; Farías, 2014).
En la actualidad son muchas las mujeres que culminan un embarazo por vía cesárea,
aun habiendo planificado y preparado para un parto vaginal, esto podría impactar
directamente no solo en el cuerpo de la mujer sino en la psiquis, desde deprimiéndola
al ver en su vientre la cicatriz, hasta tratar de evitar nuevos embarazos a través de una
infecundidad voluntaria (Sardiñas, 2005; Olza & Lebrero, 2006).
A nivel emocional el mayor obstáculo que puede llegar a presentar una mujer a la que
le fue practicada una cesárea es el “silencio” que suele rodear a esa herida emocional,
como bien lo denominan Olza & Lebrero (2006). A las madres que suelen expresar sus
sentimientos posteriores a la cesárea, muchas veces se las minimiza con frases como
“lo importante es que el bebé este bien”, o “los bebes nacidos por cesárea salen más
lindos”. Sin embargo también existe un alto índice de mujeres que no exteriorizan esos
sentimientos y que muchas veces son inundadas por sentimientos de culpa por
sentirse mal, ya que en el imaginario ella debería sentirse feliz por estar con su hijo/a;
o porque simplemente no logran identificar el origen de ese malestar que las agobia.
Incrementando entonces el sufrimiento interno y fomentándose la represión del duelo,
la no identificación del malestar y por ende la no resolución del mismo (Olza &
Lebrero, 2006; Farías, 2014).
Cuando el proceso del nacimiento de un hijo implica una alteración en la integridad
física de la mujer es indudable que eso generará un impacto psicológico, incluso en
cesáreas respetuosas y cuidadas emocionalmente. La herida emocional suele tener
mucho duelo, mucha elaboración de esa pérdida del parto y posparto que la mujer
anheló, así como también la incertidumbre de ser considerada una mujer normal en
embarazos posteriores. Sin embargo la cesárea puede ser vivida con tristeza o
12
emoción y la vivencia de esta experiencia puede cambiar a lo largo del tiempo,
dependiendo siempre del apoyo y contención emocional que la mujer obtenga de su
entorno. La mayoría de las mujeres a lo largo de su vida van incorporando la idea de
que parir vaginalmente un hijo es lo normal, no se suele imaginar que el niño nacerá
por cesárea, no se suelen cuestionar sobre la capacidad de parir, es por eso que la
sensación más generalizada entre quienes han atravesado una cesárea es la
sensación de pérdida del parto soñado. Para muchas mujeres el animarse a hablar
acerca de sus cesáreas y exteriorizar su decepción, es una manera de ir curando esa
herida emocional y un modo de empezar a reconciliarse con ese momento y con su
propio cuerpo (Olza & Lebrero, 2006; Farías, 2014).
A nivel social, son todavía desconocidos los efectos que tienen las altas tasas de
cesárea sobre algunos aspectos de la salud materna y del recién nacido. Se necesita
todavía más investigación en cuanto a la repercusión de la cesárea sobre el bienestar
psicológico y social de las mujeres (OPS-OMS, 2015; Odent, 2006).
Las mujeres a las que se les ha practicado una cesárea no quieren volver a vivir en un
próximo embarazo el sufrimiento emocional que tuvieron anteriormente, es por eso
que el logro de un PVDC implica un triunfo personal, se sienten empoderadas
haciendo que eso repercuta en su vida emocional ( Marcos, 2009)
El sufrimiento psíquico que genera la cesárea así como también el bienestar a nivel
emocional que conlleva un PVDC suelen ser omitidos en la mayoría de los estudios y
trabajos acerca del tema, y tampoco es tratado por los profesionales cuando una mujer
atraviesa una cesárea o planea un PVDC. Eso hace que la información que se tenga
al respecto sea muy escasa. Por ese motivo se considera oportuno generar aportes y
conocimientos desde la psicología, otorgándosele la atención e importancia que dicho
tema requiere.
13
PROBLEMA Y PREGUNTAS DE INVESTIGACION
El problema de investigación de este estudio se sustenta en la poca información que
existe en nuestro país, en cuanto a la temática planteada; y en donde a pesar de que
diferentes organizaciones e instituciones de la salud, hagan hincapié en la necesidad e
importancia de promover los PVDC, se sigan realizando cesáreas de repetición solo
por el hecho de tener cesárea previa. Se pretende poder acercarnos a las mujeres que
planificaron y llevaron a cabo un PVDC y conocer las vivencias subjetivas que le
otorgan a la experiencia; centrándonos no solo en los conocimientos previos y
expectativas que tenían acerca del PVDC, sino también en la significación posterior al
parto. Para la Psicología se considera enriquecedor estudiar este tema, para poder
comprender como atraviesa el proceso, que significado emocional tiene un PVDC y
como se vivencia el impacto de este acontecimiento que implica tanto en materia
emocional y en la vida sexual y reproductiva de la mujer; y en el proceso de
empoderamiento y de autonomía como sujeta de derecho. El tema planteado posee
gran importancia en cuanto a la Psicología como disciplina y práctica profesional se
refiere, pretendiendo a través de este estudio contribuir con la información disponible,
convocando a la disciplina a generar nuevos conocimiento para profundizar en dicha
temática y a realizar aportes en materia de investigación y/o técnica- profesional.
Como punto de partida se tomaran las siguientes preguntas:
¿Qué factores físicos y emocionales incidieron para que la mujer planifique un PVDC?
¿Las mujeres contaron con el apoyo de su familia, para llevar a cabo un PVDC?
¿Las mujeres contaron con el apoyo de su obstetra para la posibilidad de un PVDC?
¿En los centros de salud se le brindo información a la mujer sobre la posibilidad de
llevar a cabo un PVDC y se le informo acerca de los beneficios y riesgos?
¿Cuáles son los aspectos positivos y negativos que resaltan de cada una de las
experiencias?
¿Cuál es el significado que le otorgan al PVDC una vez llevado a cabo?
OBJETIVO GENERAL
- Conocer la vivencia y la significación que le otorgan las mujeres al PVDC luego de
haber transitado la experiencia.
OBJETIVOS ESPECIFICOS
- Indagar acerca de cuáles factores incidieron a la hora de planificar un PVDC.
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- Conocer cuál es el papel que cumple la pareja y la familia de la mujer en la decisión
de planificar y llevar a cabo un PVDC.
- Indagar cual es la influencia y apoyo (o no) del obstetra en la decisión de la mujer
que busca un PVDC.
- Conocer de qué manera se informaron las mujeres acerca de las posibilidades de
tener un PVDC y de sus respectivos riesgos y beneficios.
- Conocer la experiencia de la cesárea y del PVDC, incluyendo aspectos físicos,
emocionales y psicológicos.
ESTRATEGIA O DISEÑO METODOLOGICO
Para la realización de este estudio se optó por una metodología cualitativa de carácter
exploratorio, que permita conocer cuáles son las experiencias de las mujeres que
planificaron un PVDC y cuáles fueron las vivencias psicoafectivas y sociales (pareja,
familia, etc.) una vez que lograron llevarlo a cabo. Esta metodología es la que más se
adapta a los objetivos propuestos permitiendo enfocar a la mujer desde una mirada
individual y desde su propia experiencia.
“el proceso de investigación cualitativa supone la inmersión en la vida cotidiana de la
situación seleccionada para el estudio, la valoración y el intento por descubrir la
perspectiva de los participantes sobre sus propios mundos, y la consideración de la
investigación como un proceso interactivo entre el investigador y esos participantes,
como descriptiva y analítica y que privilegia las palabras de las personas y su
comportamiento observable como datos primarios” ( Vasilachis, 2006, pág. 26).
Como técnica elegida para recolectar la información se optó por la entrevista en
profundidad con características semi estructurada. Este tipo de entrevista se
caracteriza por ser flexible, dinámica, abierta, no estructurada ni estandarizada, (Taylor
& Bogdan, 1987) lo que hace posible un mayor acercamiento al discurso de la
entrevistada.
Se estima la realización aproximada de 20 entrevistas, teniendo en cuenta el criterio
de saturación muestral. La muestra está definida por mujeres mayores de edad que
residan en el departamento de Montevideo, que hayan culminado su primer embarazo
con una cesárea y que su segundo embarazo haya finalizado a través de un parto
vaginal planificado ya sea en una institución o en su domicilio. Las entrevistas serán
realizadas durante el puerperio tardío, entre 6 y 18 meses luego del PVDC. No
formarán parte de la muestra: mujeres que no hayan tenido embarazos deseados/
15
buscados / aceptados, mujeres con discapacidad psíquica y/o intelectual y mujeres
cuyos bebés nacidos por cesárea o parto vaginal hayan muerto o presentado alguna
patología.
La captación de las mujeres será por medio de instituciones y organizaciones que
trabajen con la población a estudiar (instituciones de preparación de parto, embarazo,
crianza y lactancia) Se utilizaran también redes sociales y la técnica bola de nieve para
convocar el público objetivo.
CONSIDERACIONES ETICAS
Este proyecto de investigación será realizado teniendo en cuenta el decreto N°
379/008 del MSP, que apunta a apoyar la investigación con seres humanos,
preservando la dignidad y los derechos humanos de las personas involucradas. A su
vez se regirá por la Ley N° 18.331 de Protección de Datos Personales y Acción de
“Habeas Data” en donde se establece que todo sujeto que participe de un proyecto de
investigación tiene el legítimo derecho a que sus datos personales sean preservados,
de igual modo los registros escritos y/o electrónicos que pudiesen surgir de las
entrevistas serán conservados estrictamente y bajo la responsabilidad del personal
que lleve a cabo el proyecto de investigación. En este sentido se regirá bajo las
condiciones de seguridad y confidencialidad de manera que las personas ajenas a la
investigación no tengan acceso a la información.
Para poder llevarlo a cabo, este estudio será presentado al Comité de Ética en
Investigación de la Facultad de Psicología para su aprobación.
Se confeccionara y entregara a las mujeres participantes una hoja de información y
consentimiento informado, y se les explicara detalladamente las características de la
investigación bajo un lenguaje comprensible, así como la no obligatoriedad de
participar o continuar con la entrevista si así lo desean. Se establecerá cuál será la
forma de contacto durante la investigación y quien será el responsable para que se le
realicen las preguntas pertinentes. Posteriormente se les brindará el consentimiento
informado previo al comienzo de la entrevista solicitando su lectura y aceptación y
otorgándoles una copia del mismo a las participantes.
Teniendo en cuenta que durante las entrevistas se tocaran temas que pueden llegar a
generar algún malestar psíquico en la mujer al recordarlos, existe la posibilidad, en
caso de ser necesario, de contener profesionalmente y /o asesorar acerca de espacios
en donde puedan ser atendidas y/o escuchadas.
16
CRONOGRAMA DE EJECUCION
Actividades a desarrollar Mes
1
Mes
2
Mes
3
Mes
4
Mes
5
Mes
6
Mes
7
Mes
8
Mes
9
Mes
10
Mes
11
Mes
12
Revisión bibliográfica
Elaboración de la pauta de
entrevista y consentimiento
informado
Captación de las
entrevistadas
Realización de las
entrevistas
Desgravación y codificación
de las entrevistas
Análisis de los datos
obtenidos
Informe final y conclusiones
Presentación y difusión de
los resultados
RESULTADOS ESPERADOS
A partir de la ejecución de este estudio se busca poder brindar información y
conocimiento en relación al PVDC en nuestro país, destacando la relevancia que
puede tener tanto a nivel físico pero sobre todo psicoafectivo.
Se pretende conocer como transita y cuál es el significado de un PVDC para las
mujeres que lo planificaron y vivenciaron. Permitiéndonos analizar el ejercicio de los
derechos reproductivos y el proceso de autonomía de la mujer como sujeto de
derecho. Esto nos permitirá ofrecer información y promulgar conocimiento acerca del
PVDC y sus repercusiones emocionales, temática que en nuestro país es realmente
escasa, a su vez se pretende aportar conocimiento que apuntale las estrategias para
la reducción de cesáreas, enmarcadas dentro de los objetivos establecidos por el MSP
(2016) para la mejora de la salud perinatal.
Actualmente en nuestro país la mujer embarazada es vista bajo el modelo hegemónico
tecnocrático; pretendiendo con este estudio contribuir con las políticas sanitarias con
respecto a la atención en el embarazo, parto y puerperio, y poder pensar alternativas y
estrategias que incluyan a la mujer desde una mirada integral y con total uso de su
autonomía para poder vivir la experiencia como ella lo desee.
17
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