Offe Claus Neocorporativismo

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    VINeocorporativismo, Netas acercade suspresupuestosy de su signiflcacion democratica

    1 debate te6rico polftico-socio16gico, curiosamente deshi1achado, que desde mediados de los afios setenta gira en casi todos los pafses de la OCDE alrededor del concepto de corporativismo 1, Yque esta s iendo cada vez mas acompanado en los 61-timos afios po r proyectos de investigaci6n empirica que Began atener grandes dimensiones 2, debe sus rasgos fascinantes , e incluso a veces provocadores, a 'la estrecha relaci6n que guardanlos resultados de tales polernicas e investigaciones con la teoriapolftica normativa y particularmente con la concepci6n te6ricade la democracia. Tales resultados producen impactos en las normas polfticas ya sea por el mero hecho de demostrar , 0 simplemente de afirmar , la inesperada realidad e impor tancia de esquemas sociopolfticos que, po r as! decir , no tienen sitio en el sistema de coordenadas de las normas vigentes del derecho cons-

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    t itucional y de las concepciones de 10 que debe ser la pol it ica deordenacion, dandose, mas bien, la tendencia a clasificarlos comoresiduos de epocas y de regimenes anteriores 3. Los esquemascorporativistas constituyen potenciales sociopolfticos de regulacion que en ningun caso estan previstos en el Estado dernocrat ico constitucional: se trata de formas que mantienen una existencia no oficial, meramente factica, entre la asociacion y la agrupaci6n de intereses, po r un lado, y el gobierno, la administracion, las instituciones publicas de obligada participacion , las instituciones de la competencia entre partidos y del parlamentarismo , po r el otro lado, en la medida en que no coinciden por suestructura con ninguna de. estas figuras, aunque po r su funcioncompitan, desde luego, de c ie rta manera , con estos conoc idoselementos estructurales del orden politico-social 4.

    Estan surgiendo grandes agrupaciones sociales que, aunque,por un lado, se sostienen en miernbros voluntarios, no dependen , por otro lado, de un control, continuo y eficaz, ejercido po rsus miembros de base, gracias al monopolio de representacionque les ha atribuido el Estado, 0 que han conseguido po r sf mismas, que no s610 representan y acnian en nombre de sus miembros - e n ciertos casos, incluso contra sus intereses manifiestosy a corto plazo- sino que asumen, de est a forma, funciones deordenacion, sobre todo en el campo de la polftica economica, desalarios y beneficios, de educacion y social. Estos fen6menos ysu comprobaci6n, cada vez mas frecuente, en pafses como Suecia, Austria y Alemania Federal, esta provocando inquietud endistintas fuerzas politicas. Existe la evidente preocupacion de quelas instancias, representativo-parlamentarias, y ejecutivas del Estado esten transfiricndo una parte de sus atribuciones y competencias en areas politicas importantes, a estructuras que, aunquefiguren como simples agrupaciones de intereses 0 como sindicatos , de hecho cobran el status de gobiernos privados, no habiendo la mas minima certidumbre'acerca de quien pod ria ni decomo se podria controlarlos y pedirles cuentas. En la izquierdapolitica hay una preocupacion especial po r los peligros esperados en el caso de que los sindieatos asurnan funciones reguladoras corporativistas, escapandose, de esta forma, a toda posibili- Idad de control po r parte de sus miembros. Se l lega , inc luso, arecelar de una tal transforrnacion de los sindicatos en instancias

    1. MERCADO, ESTADO Y SOLIDARIDADEn todos los sistemas soeiales hay que resolver el problema

    de compaginar las estrategias de actuacion de los aetores con lascondiciones de fa existencia del sistema. Una y otra vez se hanbuscado modelos y soluciones a este problema de referencia fun-

    135resupuestos del Neocorporativismodisciplinadas de gobierno paraestatal po r ser la raz6n de fondoy la rnotivacion polftica que impulsan los esquemas corporativistas politicos; y esto es aun mas cierto cuando los sindicatos participan, junto con la patronal y parte del aparato estatal, en mecanismos tripartitos de negociacion, cuyas vicisitudes y resultados no pueden ser conocidos por la opinion publica, ni estanal alcance de la huelga 5.Aunque una buena parte ,de la teoria del corporativismo esta11enade gestos destinados a desenrnascarar tales peligros y a prevenirse contra e11os, hay tarnbien ejemplos de enfoques absolutamente contrapuestos: desde tales enfoques, las funciones paraestatales de ajuste y regulacion aparecen como una solucionmuy prometedora y con e11as podrfa acometerse una ordenaci6nestrategica que fuese mas alla de los canales atascados de la adaptacion espontanea al mercado, por un lado, y de la intervencionpor parte del Estado en el ejercicio de ,su soberania 6, por otro,se procura adernas, desde.esteenfoque, explorar teo rica y practicamente la capacidad especfficade esquemas corporativistaspara dirigir sociedades industriales capitalistas, recomendandolos, dado el caso, como elementos de una polftica lie ordenaei6n.

    L as n ot as q ue siguen reeogen tanto las r eservas de la pos icion esceptica, como la esperanza de poder conseguir posiblesventajas con una gestion que recurra a esquemas corporativista s, v formulan, para emne-ar. algv-ias h i o 6 t ~ s i s sobre las con< , ; b i i e ~ ' ; 1 1 Lis que puede esperarse que se creen capacidades eorporativistas de regulacion dignasde mencion, A continuacionhay que discutir que relacion mantienen tales formas de gobierno social con las premisas norrnativas de una teo ria de la democraeia. Para empezar es preciso aclarar, sin embargo, cua l es elproblema de la pol it ica de ordenaci6n al que se refiere, ofreciendose como solucion el esquema corporativista.

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    darnental en la teorfa social desde la economfa polftica clasicahasta los modelos altarnente forrnalizados de las modernas teorias de los juegos y de la toma de decis iones. Cada una de lasdos dimensiones de este problema -racionalidad de la act ua cion y racionalidad del sistema- admiten una dicotornia: los actores pueden actuar racionalmente 0 no racionalmente respectoa un interes, y pueden darse resultados globales racionales 0irracionales. La combinaci6n de estas dos dimensiones puedemostrarse con un simple cuadro de doble entrada:~ del sistema razonable irracional-Racionalidadde la accionRazonable respecto al Teorias de rnercado Producci6n de bienesinteres colectivos pOT el Estado1 2

    Irracionalidad Bienes colec tivos por so- Anomia y t eo rt as de lalidaridad crisis3 4

    Las teorias acerca del mercadodescriben los casos que se situan en el rectangulo 1. Se t ra ta de los casos, tan afortunadoscomo improbables, en que por mediaci6n de una rnano invisible la prosecucion de intereses con actuaciones racionales produce una situaci6n de equil ibrio del sistema. Los casos que se situan en el rectangulo 2 se descr iben en las teorias y los modeloscomo el del dilerna del pri sionero-". Este contexto produce,preeisamente, la prosecucion racional de los intereses, los desequilibrios y las isituaciones suboptimas del sistema. Uno de losanalisis de esteienfoque que mas ha influido en las discusionessobre la politic a de ordenac i6n es el de Mancur Olson 8, quemuestra c6mo, en ciertas situaciones, podrian producirse muybien bienes colectivos (es decir , b ienes de los que se benef ic iano s610 el circulo de quienes han pagado por ellos), pero que,precisamente, no se producen si todos los involucrados actuan racionalmente de acuerdo con sus intereses. Todos trataran de hacer que paguen los otros, por 10que al final (a no ser en grupos rnuy pequerios) no pagara nadie. En un caso ext remo se

    137resupuestos del Neocorporativismoderrurnba el sistema de actuaciones por el rechazo racional desus miembros a contribuir a mantener las condiciones de funcionamiento del s is tema. EI problema de mediacion expresado enel rectangulo 2 s610 t iene solucion, segun Olson, si existe unains tancia que cas tiga el viajar de gorra (por ejernplo: con seguros obligatorios) 0 que recornpensa la participaei6n en la producci6n de bienes colectivos prerniandola con otros bienes (

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    2. SOLUCIONES CONSTRUCTIVASY SUS OBSTACULOS

    Parece que la trfada de mercado, regulaci6n burocraticay autocompromiso comunitar io des igna y al mismo t iempoagota el reper torio que t ienen a su disposici6n las sociedadescomplejas para mantener 'controlada la tension entre la racionalidad de la actuaci6n individual y la racionalidad colectiva del sistema 12. En todos los casos observables se trata, evidentemente,

    costes, preferencias y beneficios po r medio de un programa marco de estimulos y penalizacioncs impuesto po r el poder, 0 bienneutral izando la prosecuci6n de intereses propios activando lasfuerzas de integraci6n y de rcsponsabilizaci6n de comunidadesy su orientaci6n hacia un bien comun. Basta con echar un vist azo a las doc tr inas y propuestas estrategicas econ6micas, sociales y de pol it ica de ordenaci6n que estan hoy en discusi6n, paradarse cuenta de que encajan con pleno sentido enlos rectangulos del 1 al 3 de nuestro esquema. Hay , para empezar (rectangulo 1), una estrategia ortodoxa de recuperacion orientada hacia la oferta que cuenta con las fuerzas de autorregulacion delmercado y plantea la elirninacion de todos los imped imcn tos ycondicionamientos propios del Estado de Bienestar que pretendidamente estorban a esta forma de recuperar un macroeguilibrio. Hay (rectangulo 2) una teoria del Estado de Bienestar key-nesiano 11 que t rata de fomentarlos intentos de enmarcar el seguimiento de intereses privados en parametres definidos e irnplantados estatalmente para conseguir de esa manera una aproximaci6n a los valores que corresponden a una s ituaci6n de equilibrio sisternico (conceptos caractensticos: planificaci6n marco,programa de inversiones, politica activa de empleo, etc.). Y hay,finalmente (rectangulo 3), la estrategia-indudablemente menosdesarrollada que las otras dos; tanto teorica como practicarnent e - de activaci6n de potencialesde regulaci6n no-estatales delos grandes grupos sociales organizados para los que se suponeque debieran motivar directamente sus actuaciones propias y loscontactos que mantienen ent re sf la deseabi lidad de ciertos resultados y de ciertas situaciones globales.

    139resupuestos del Neocorporativismode una mezc1a 0 de una . imbricacion de estos tres principios deregulaci6n. Se aprecian, sin embargo, distintos centros de gravedad, al caracterizarse cada uno de los distintos planteamientosde la pol it ica de ordenaci6n por tener una preferencia hacia unode los tres polos de este t riangulo a la hora de buscar remedio alpresentarse 0 agudizarse cri ticamente los problemas de regulaci6n. Aun siendo prudentes hay razones para afirmar que a principios de los aries ochenta no se concentran precisamente las esperanzas en el polo de la regulacion estatal, partiendo de gueaqui se acumule la capacidad para resolver nuevas necesidadesde regulaci6n 13. Parece estar practicarnente agotada la capacidad de gesti6n de las regulaciones estatales, e inc1uso de los mismos instrumentos juridicos, aunque sea esta una afirmaci6n masatrevida 14. Como razon deello se aduce la cr6nica crisis financiera de los presupuestos piiblicos que reducen el espacio mateo'rial de intervenci6n, tanto de una polft ica econ6mica de cortekeynesiano, como de una poHtica,de seguridad y de distribuci6nde ,un Estado de Bienestar. Puede. que otra raz6n sea la discrepancia, que hoy se hace notar dolorosarnente en todas partes, entre el l imitado radio de accion de la capacidad del gobierno nacional (0 inc1uso supranacional), por un lado, y el radio de accion global que se ofrece, por otro lado, a disposici6n de los inversores. Hayen tercer lugar sospechas e incluso acusacionesde que la regulaci6n estatal en muchos de los terrenos en que seaplica (desde la polit ica escolar hasta la polft ica energetica) varenqueando con decisiones que noestan a la altura de los pro-

    .blemas, poco inteligentes, poco capaces de recoger las experiencias ya hechas, forzosamente inadecuadas al carecer de los conocimientos pertinentes y/o de la capacidad para adquirirlos conrapidez. Hoy se oyen lamentosde todo tipo en cuanto a su opor-tunidad acerca de gue hay demasiado Estado. Unos se refieren al excesivo tiempo que exige el desarrollo de los programasy los procesos legislativos; otros, a la corta vida de los intentosde regulacion estatales, que tienen que revisarse y modificarse rei-pidamente. Tales exper iencias recogidas en un amplio f rente,analizadas y elaboradas politicamente, impulsan la biisqueda dealternativas al derecho y a la regulacion burocratica.

    Los que se meten en esta biisqueda teniendo en la cabeza laidea de soluciones de fortalecirniento del rnercado, tendran,

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    sin embargo, que darse cuenta de que su proyectada operaci6nde cambio hacia una regulacion fortalecida pa r parte del mercado, constituye un retroceso, no s610 en sentido normativo politico-social, sino tarnbien en un sentido analitico preciso. Parten, generalmente, de una minusvaloraci6n desproporcionadadel efecto de concatenacion que encarrila el desarrollo de unaeconornia regulada principalmentepor procesos no regulados pa rel mercado a un Estado desarrollado de Bienestar, intervencionista can todo su instrumental keynesiano. En este sentido, la superaci6n de una polft ica estatal pretendidamente hipertrofiada,no constituye la vuelta a un statu quo ante de economia de mercado, sino que es en S1 misma unahipertrofia de la politica, comointervenci6n masiva y violenta. Aun cuando fuese convincenteen todos sus detal le s d esde eI punto de vista de la teorfa de laregulaci6n 1a recomendaci6n de volve r a mas mercado (10 queno es el caso) , seguiria estando afectada po r la carencia decisivade que el analisis se queda parado en un nivel comparativo es-

    , tat ico, no habiendo un analisis dinarnico 16. Es, pues, previsibleque e1 retroceso hac ia la ra zon de la e conor rua de mercadopase por un camino adoquinado con conflictos de fondo sociopoliticos y cruzado con unas vallas absolutamente insalvables, esdeeir, con las limitaciones que impone, por ejemplo, en la Republica Federal de Alemania, ta Const i tucion a los actores estatales en el marco de la democraciaparlamentaria, de la libertadde coalicion y autonomia tarifaria. Incluso crfticos exacerbadosdel modelo estatalista desoluci6n del problema previenen de 10erroneo que seria intentar cornbatir procesos equivocados volviendo simplemente al statu quo ante 17.

    Las dificultades inherentes tanto al principio de regulacion estatalista, como al de economia de mercado --enumeradas aqufde forma muy incompleta- vuelven la atenci6n mas 0 rnenos forzosamente a la unica alternativa que queda, es decir, a la comunitaria. Se t ra ta aqui, como ya se 'ha visto, del problema dela institucionalizacion de un tipo de cornportamiento de acuerdocon la maxima de: el mriximo grado de .interes consiste en no poner en el grado mas alto tus propios intereses. Se encontraria,segun esto, la soluci6n donde se d iera una confianza, un cornpafierisrno, una mesura y responsabilidad que no viniesen dictadossolamente por los princip ios de la racionalidad econornica de la

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    empresa privada. Segun todos los datos y supuestos que las ciencias sociales han producido sabre la naturaleza de sociedades modernas, diferenciadas y complejas, esta idea es ciertamente asombrosa y a primera vista descarriada. Sin embargo, a mi modo dever, confiere, precisarnente esta sorprendente perspectiva, el interes y el potencial innovador a los estud ios te6ricos y ernpfricossabre esquemas corporativistas. En el plano de la teoria socialse buscan conexiones, po r un lado, can la problematica construetiva del afianzamiento de estructuras sociales diferenciadas antetendencias autodestructivas anornicas 19 , planteada po r Durkheirn desde los conceptos de division de trabajo 18 0 de suicid io, y por o tr o lado tambien con ciertas f iguras del pensamien to de la F ilosof fa del Derecho de Hegel 20. De hecho cabeplantear pa r entero el problema de la ordenaci6n politica comobiisqueda de la formu laci6n de un equivalente moderno a 10 queHegel defini6 como eserrcia -de hi corporacion, es decir, a lalimitacion del denominado derecho natural a ejercer su periciaganando can e ll a 10 que cabe ganar , pues (Ia corporaci6n) determina su raeionalidad, liberandolo de la propia casualidad yopini6n, del peligro propio y- del peligro para otros, reconociendolo, asegurandolo y elevandolo al m ismo tiempo al hacer dee ll a una actividad consciente para un objetivo cormin (254).Muy semejante es el programs de Durkheim de una institucionalizaci6n de los grupos profesionales como instaneias interrnedias: S610 puede mantenerse una naci6n si se intereala toda unaser ie de grupos secundarios entree!' Estado y el ciudadano, queesten suficientemente cerca del ciudadano como para tenerle envuelto en su radio de acci6ny absorbiendolo en la corriente general de la vida soc ia l 21. Tanto las reflexiones te6ricas sabrela regulaci6n como las recomendaciones del tipo de las que haformulado haee muy poco, por ejemplo, Willke 22 apuntan tambien hacia el p rincip io de unaresponsabilidad y cooperacion intermedias. Debe poder resolverse la paradoja de una racional izaci6n y racionalidad cada vez mas perfeetas de las d is ti nt aseomponentes sociales y de un a irracionalidad cada vez menos entendible del conjunto (pag. 10) estableeiendo con la renuncia auna primacfa integradora del Estado (pag. 56), una rnacrorregulaci6n descentralizada, en cuyo marco se atribuya a los actores participantes la toma en consideraci6n recfp roca de los res-

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    pcctivos condicionantes de la existencia de las otras partes(pag. 129) y el compromiso a la concertacion recfproca entre actores estatales y no estatales (pag. 130). Queda, sin embargo,aqui el problema de que el aumento de racionalidad postuladopara el rnetodo de regulaci6n no permite concluir de ninguna manera que en la practica sea factible tal metodo de regulaci6n consu correspondiente estilo de interaccion reflexivo practicarnen-te y de hecho (pag. 134) de los grandes grupos sociales entre sfy con el Estado. Todo se centra, pues, en la cuest i6n de los presupuestos socioestructurales de una pericia que se auto lirnita a sfmisma, dotandose con ellode racionalidad. Willke mismo reconoce la existencia del problema: (,Por que van a aceptar voluntariamente las partes negociadoras de la tarifa estos imperativos? (pag, 130).. Hay presupuestos de la idea de una macrorregulaci6n des:centralizada por medio de actores ' responsables y de grandes or.ganizaciones que reflexionan continuamente sobre las condicio'nes de la integracion del s is tema, tanto en la estructura interna':de tales organizaciones, como en lasrelaciones que mantienen en-tre sf. En relacion con estos dos grupos de presupuestos, se meni cionan y discuten a continuaci6n tres hipotesis, En 10 que se re-o fiere a los presupuestos de responsabilidad y de sensibilidadhacia el contexto sisternico que han de darse en la estructura interna, puede, para empezar, relacionarse esta variable con el tamaiio, la solidaridad y la capacidad de compromiso organizativode las correspondientes organ izaciones. Es plausib le el quegrandes organizaciones, es decir, las dotadas con un extensocampo de operaeiones y competencias sociales, objetivas e incluso temporales, sean mas capaces de 0 reflexionar que otras en lamedida en que pudieran verse mas:forzadas que otras a considerar las consecuencias de sus acciones. AI crecer el espacio dela organizacion, se transforman en internos los efectos externos, es decir, pasan a darse en el mismo ter reno de la organizacion, por 10 que no pueden quedar' desatendidos 23, Es facilver, sin embargo, que este efecto saludable s610se da suponiendo un universo finito, es decir, s610 en el caso de que al crecerel tamafio del g rupo se reduzca, de hecho, el.espacio restante,frente al que de hecho cabe comportarse sin ninguna consideracion ni sufrir dana alguno por ello 24. Dicho con otras palabras:

    la proporcion que se da entre los participantes y los afectadosno aumenta necesariarnente con el tamafio absoluto de una 01'-ganizaci6n, pudiendo, incluso, disminuir como, por ejemplo, enel caso de que el reverso de la medal la de acuerdos responsables sea el que aumente el campo de los afectados (pero no participantes) que han de soportar los costes del acuerdo 25. Las exigencias que plantean al unisono las partes negociadoras de las tarifas, para que se subvencione a los sectores economicos en crisis, para que se lleve una polftica comercial proteccionista, paraque se introduzcan innovaciones tecnologicas con hipotecas yriesgos a largo plaza , son ejemplos de como, pese a tomar masy mas en consideraci6n la situaci6n de los copartfcipes, no se consigue de ninguna forma una racionalidad mayor del sistema. Encasos as! se Iimitaria el efecto de aprendizaje a constituir de forma cooperativa- y creativa.los terceros- a cuyas costas se monta un area de unificacion. Puede incluso suponerse que las grandes organizaciones, gracias a .los extensos recursos internos yexternos de que disponen, hari de dominar este juego mejorque las pequefias, con 10 que al ser grandes const ituvealgo muy ambiguo en relacion con la responsabilidad.

    Un segundo presupuesto de la armonizaci6n entre los obje- 0tivos de la agrupacion y las condiciones de equilibrio consisteen la vigencia de las normas de solidaridad cuasi-gremiales dentro del ambito social de las agrupaciones sociales. Solamente porestar vigentes y ser activables estas normas, pueden permitirsetales organizaciones colaborar en. tina regulacion politico-socialque pueda contradecir los criterios de racionalidad de los intereses de los miernbros] En tales casos, tiene una importaneia clave el que la organizaci6n pueda apelar a normas de etica profesional y de estamento que esten vivas entre los miembros y con 0cuyo apoyo pueda con ta r, sin que se provoque un proceso deabandono de los miembros debido a su interes privado racionaly sin que reaccionen los miembros negativamente ante la tutorfa y el caciquisrno de su agrupaci6n. En relaci6n con estacuesti6n constituye un caso significativo, digno de analisis, porejemplo, la reacci6n de las agrupaciones artesanales ante el problema con que se han encontrado (en parte desde la pol it ica delEstado) de falta de puestos de aprendizaje: i,conseguinin comprometer con todas sus consecuencias a sus miembros en nom-

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    bre de los deberes y responsabilidades que les incumben en relaci6n con la enserianza del oficio, 0 chocaran al intentar lo conla barrera de los calcu los de rentabilidad de cada empresa individual aceptando las correspondientes polemicas en el interiorde la agrupac ion? Solo se realizara la primera de las dos alternativas si cada uno de los miembros de la agrupacion (como persona afectada) puede f ia rse, g racias a la fuerza de una solidaridad y reciprocidad profesionales vivas, de que no se va a quedarsolo al asumir su carga, con 10que su comportamiento, de acuerdo con las instrucciones de la agrupacion orientadas bacia el biencomun, no ha de acarrearle, adernas, desventajas [rente a lacom-petencia, con 10 cual se quedaria uno solo hacienda el primo,EI hecho de que tal prueba dada seguramente resultados comparativamente positivos en aquellas agrupaciones de artesanos,suscita In conclusion opuesta de que una infraestructura moralmoderadora y limitadora de uri comportamiento orientado allogro rac iona l de los propios intereses puede encontrarse masbien en los sectores de la estructura social y econornica que hanquedado relativamente al margen de los procesos de modernizacion y racionalizaci6n de la producci6n, distribuci6n y adrninistracion , mientras que en los sectores mas modernos la actitudcuasi-gremial ante la economia parece haber sido desplazada po runa actitud cornercial-racional. Al menos en este contexto se presenta una contradiccion con el criterio antes mencionado del taOlano, Po r mucho que su direccion tenga razones para tomaren cuenta los efectos externos, las grandes asociaciones, debidoa su heterogeneidad, carecen de capacidad para fomentar en suinterior una cultura de reciprocidad y para activarla en casode necesidad. Po r eso los polfticossociales sostienen en su repertorio la queja de que la comunidad solidaria de los asegurados 110 es mas que un hecho objetivo, que ni encuentra ni puede encontrar un correlato subjetivo de autolimitacion solidariaen el comportamiento subjetivo interesado de los mi llones deasegurados.

    Un tercer presupuesto, interior a la estructura de la capac idad de las agrupaciones sociales de participar como actores corporativos en un nuevo t ipo de regulaci6n macrosocial, podriaconsistir en su capacidad interna para el compromiso. Ello se entiende como la capacidad de fijar las posiciones basicas estrate-

    gicas de sus miembros 0 agrupaciones asociadas tomadas frenteal Estado 0 frente a otras agrupaciones, sobre todo en relac ioncon concesiones, de forma que aguanten los correspondientesacuerdos tornados aun cuando se opongan a intereses parcialesde los miembros. De no ser asi, podrfa recelarse que las posiciones asumidas po r una agrupacion en el s istema de negociacionesfuesen consideradas pa r Iasotras partes como cuestionables y potencialmente nulas. Es sabido que precisamente las grandes organizaciones, que no puedenfiarse de un a lealtad moral-grernialvivida po r sus miembros, traten de resolver este problema presentandose ante sus miembros casi como si fuesen gobiernos, estableciendo deberes de conforrnidad y recomendando sancionesen caso de discrepancia. Sin embargo, esto s610 pueden lograrlosi la situacion voluntaria en ' principio es tan atractiva 0 tan carente de alternativas que elemiembrc de la agrupacion aceptelas limitaciones y obligaciones que conlleva sin que se produzc an bajas 0 escisiones individuales u organizadas, Cuanto masamplia se qui ere q ue s ea la capacidad de regulacion de esquemas corporativistas, mas arnplia ysegura tendra que ser , evidentemente, tambien su capacidad interna de compromiso-- tantoen el aspecto social como en aspectos objetivos 0 temporales.

    Respecto a este punto, enumeramos solo tres observacioneso tesi s que relativizan estos presupuestos: hay numerosas referencias teoricas y empiricas de las que se deduce que e sta capacidad de compromiso es desigual entre las par tes que negoc ianlas tar ifas , es dec ir , que es mucho mayor del lado sindical quedel patronal 26. S610 cabe imaginarse un aumento y una distribucion igualada de esa capacidad de compromiso por medio deuna transforrnacionlegal 0 fac tica de las agrupaciones en camaras, instituyendo el miembro forzoso. De esta manera quedaria, sin embargo, encasillado el problema en el plano de la regulaci6n estatal-adrninistrativa, qu e es precisamente 10 que tratade superarse po r medio de autorregulacion descentralizada y a'utonoma de grupos soc ia les y de sus s is temas de negoc iaci6n . Semuestra, finalmente, sobre todo por parte de la patronal, que (siguiendo el modelo de coordinaci6n negativa, es dec ir , de notratamiento de materias potencialmente conflictivas) s610 puede mantenerse un espacio social amplio de reclutamiento y representacion al precio de reducir el espac io de los contenidos: la

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    agrupacion habla entonces en nombre de muchos, pero precisamente por eso (y para evitar disensiones internas) no sobre todos los temas, sino que se ve obligada po r razones internas dela organizacion a adoptar actitudes defensivas, de veto, a presentar catalogos de tabues, etc., 10 que no la califica precisamente como actor de una macrorregulacion societal descentralizada (Willke)

    Comprobamos asf que para que grandes agrupaciones sociales sirvan para promocionar en sus negociaciones entre sf y conelEstado intereses superiores del sistemaque no concuerdan conlos intereses inmediatos de los grupos que representan, han decontar con un voto de confianza y con la disposicion a seguir lasinstrucciones por par te de sus miembros, ya que de otro modoestar ia en juego la propia existencia de las agrupaciones comoorganizaciones, Tiene que haber asimismo una relacion de confianza mutua ent re los miernbros (0 po r 10 menos la confianzaen la capacidad de la agrupaci6n para imponer disciplina a todossus miembros) suficiente para qu.e todos ellos cumplan con lasreglas y autolimitaciones decretadas con espiritu de responsabilidad, ya que de no ser asi, a los perjuicios que acarrea la renuncia a seguir una estrategia de racionalidad consecuente en relacion con el propio interes, se sumarfa el riesgo absolutamenteinaceptable de que quiza se haga esto de forma unilateral y aisIade.Elsentido comunitario, que debieran practicar las agrupa

    ~ i Q n e s estrategicas en sus relaciones .mutuas y con eLI;stado, depende de la permanencia de una cultura viva de solidaridad yresponsabilidad en el interior de cada agrupacion. No tenemos datos ni teorfas sociologicas solidas para explicar como pueden darse estas fuerzas de cohesion normativa t ipicas de un grupo y queresistencia pueden desarrollar en cad a caso. Las tres consideraciones ya expuestas inducen al escepticismo, pero no parecenaconsejar que se considerc realista la concepcion de Durkheimsobre el orden sustentado en una solidaridad organica, compuesto po r solidaridades de grupos de estarnentos profesionales 27.

    Mas se agudiza aun la tendencia at escepticismo si se consideran tarnbien las condiciones externas de una macrorregulaciondescentralizada que funcione en c laves corporativistas. Ciertamente esta el argumento positivo - a l que corresponde la experiencia confirmada expiicitamente en investigaciones de camp

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    fo rma de un mayor empleo 0 de una renuncia a sub idas de precios) 31. Las decisiones de los patronos sobre inversiones, empleos y precios son un asunto privado suyo,regulado por el mercado y sobre las que las agrupaciones no tienen ninguna atribucion. Nadie ni nada puede; por consiguiente, garantizar que sevaya a aportar la contrapartida. Un juego en el que esto ocurre ,sigue, evidentemente, la ley, segun la cual resulta perdedor quiense a justa mas a las reglas de juego que los o tros. Un juego asis610 podra hacerse con puestas muy pequefias. Se interrumpira,adernas, cuando las contrapartidas se hagan esperar 0 se hagan'en una fecha incierta, 0 cuando no impliquen un sacrificio propia reconocible, sino que consistan meramente en una renunciaa mayores sacrificios de la otra parte. Este ultimo caso se dadasi la patronal se atr ibuyese como mer ito propio el que la si tuacion del empleo, aun no habiendo mejorado, tampoco hubieraempeorado. EI que no hayaperdidas no es un resultado que pueda motivar la continuacion del .juego con confianza.

    Con esto , ya se ha entradoen lacuesti6n de las condicionesde marco coyunturales de una regulaci6n por medio de un sistema de negociaciones corporativista. Es factible que se sostengatal sistema de regulaci6n, alimentado por las experiencias positivas que produce continuamente, en la medida en que sea plausible que la pract ica de espir itu comunitar io y de aceptaci6n deresponsabilidades cornpense, aunque de una forma no calculable ex ante, pero que sf resulta satisfactoria ex post. Con 10cual, al ocuparse de los problemasdel sistema, uno se esta tambien ocupando, indirectamente, de los propios, siendo los sacrificios, al menos, de un calibre' aceptable. Caso de darse las condiciones de un sis tema de suma negativa, como en el caso de lascrisis econ6micas cr6nicas, habria que predecir, en cambia, 10contrario. La disposici6n a actuar de forma responsable, mirando a los crit erios de equil ibrio del si stema , se quedaria can unflanco descubierto al carecer de racionalidad desde el interes propio y no ofrecer garantfas- ni en el con texto i nterior de unaagrupaci6n, ni en la relaci6n entre agrupaciones. Esto llevaria ala consecuencia parad6jica de que los mecanismos de concertaci6n corporativistas se desmontan y dejan sitio a estrategias de estrictos intereses de grupo pluralistas de las agrupaciones, precisamente cuanto mas necesaria y urgente es la racionalidad de ta-

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    III!",. . . . !I Prcsupucstos del NeocorporativismoI . ~ . - . _ , . . . I I - - - - - - - - - - : ~ - - - - : - - - - - - - - _ _ _ _ cPartidos politicos y nuevos movimientos sociales I48deradas en el ter reno de la venta de la fue rza de trabajo, y sobre todo, en el plano polft ico, unas prior idades mas energicaspara una polftica econornica de atracci6n de inversiones 29. Dejando de lado algunos ternores vagos, pero claramente infundados acerca de un cuestionamiento del sistema polftico-econornico, no hay ninguna motivaci6n del lado de la patronal para tomar en serio como problema del sistema el problema de unacrisis cr6nica de ocupaci6n- en vez de t ra ta rlo como un problema de los de enfrente no del todo insatisfactorio para los intereses de la propia colectividad. Desde este punto de vista, losproblemas de empleo y de politica social se situan, al menos, enun plano secundario, y son s610 resolubles indirectamente, es decir, como consecuencia de un nuevo impulso en el crecimientoecon6mico. Para mi, esto const ituye la prueba principal de laexistencia de unos umbrales de sufrimiento ante problemas delsistema muy desigualmente repartidos, con 10 que estes, comotales, no se evidencian por igual. Induce esto a la conclusi6n deque el campo de eficacia de una rnacrorregulacion descentralizada- corporativista hade quedar reducido a 10 que de hecho estan dispuestas a asumir como problema del sistema todas las partes involucradas.Otra objeci6n se relaciona tambien can la estructura de clases. La capacidad es asimetrica en las agrupaciones del trabajoy del capital 30 . Si se plantea el tratamiento corporativista de macroproblemas como un intercarnbio en el que dos 0 mas partesse comprometan reciprocamente a hacer paso a paso ciertos sacrificios, e imponerse ciertas limitaciones en nombre de un interes cornun en el mantenimiento de un sistema, resulta evidenteque el que tenga lugar un tal cambio ha de depender de la certeza reciproca de que tarnbien el correspondiente lado de enfrente esta haciendo su aportacion. De no darse esta seguridad recfproca sobre el intercambio de sacrificios, se correra el riesgode ser, a la postrc, el unico sacrificado, con 10 que se considerani el sacrificio propio como inadmisible y sin sentido. Precisamente asf se plantea el problema en temas salariales y de politica de empleo: no puede asegurarse, ni te6rica, ni institucional,ni moralmente, que los sacrificios de un lado (por ejemplo, enforma de unas exigencias salariales responsables y moderadas)tendran una contrapartida del otro lado (como, por ejemplo, en

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    les mecanismos de concertaci6n para resolver situaciones crfticas del sistema. La posibilidad de esta paradoja se minusvalorasisternaticamente en las figuras argumentativas funcionalistas delas ciencias sociales en la medida en que presuponen el que unesquema de la pol it ica de ordenacion, cuya superioridad tecnicade regulaci6n puede postularse con buenos argumentos empfricos y te6ricos, debe ser con esto -aceptado y seguido, como norma de comportamiento por los actores colectivos e individualesinvolucrados 32.

    La mera capacidad de funcionamiento de esquemas corpora-tivistas de regulacion motivara tanto menos su correspondientepuesta en pract ica, cuanto mas falte una garantfa formal de quetodo el tejido de relaciones de intercambio, cornunicacion y cooperacion, que existe como algo meramente factico, vaya a man-tenerse en una instalacion permanente de una ronda de negociac iones a otra. Las reglas de 10 que hasta un cierto momento seacostumbraba a hacer pueden suspenderse manana mismo si ellabeneficia al primero que se apea_. lQue es 10 que puede irnpedfrselo? En 10 esencial, se han dado dos respuestas con plausibil idad empfrica no muy rotundas a esta cuesti6n. POl' un lado:una fuerte hegemorna socialdemocrata a la que de hecho suelecorresponder en tales pai ses (Austria, Alemania Federal, Suecia, Noruega, Holanda y, en parte, Gran Bretafia) una relativaestabilidad de los procedimientos corporativistas de resolucionde problemas 33. Esta al alcance deIa mana la explicacion: enultimo terrnino, siempre pueden absorberse, mantenerse a un nivel soportable 0 compensarse mediante la pol tt ica de un gobierno socialdernocrata los riesgos que acarrean al sector de los t ra bajadores asalariados las estrategias de concertacion. Con ello,el problema se t ra sl ada s impl ernent e a la cuest ion de la continuidad que puede t ener tal hegernonfa. POI' otro l ado, la amenaza real de intervencioncs estatales, 'que se cuelga sobre el sistema de negociaciones como Espada de Darnocles, como segunda opcion de latigo para todos los involucrados, y que deesta manera ejerce una coaccion saludable hacia la cooperaciony el acuerdo entre losactores corporativos potencialmente afectados. Como ejcmplo de ello se aducen procedimientos ernpleados en la polf ti ca de protecc ion del medio ambiente y de formacion profesional. Este planteamiento, sin embargo, no hace ot ra

    150 Partidos politicos y nuevos movimientos sociales..... ...-.....-;;-...

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    Presupuestos del Neocorporativismo 151cosa que situar elproblema ante la pregunta inmediata de durante cuanto tiempo puede ser efectiva esa amenaza, 0 dicho conotras palabras, cuanto tardan en ser inservibles los instrumentosde intervencion estatal mantenidos en reserva, con 10 que los involuc rados ya no los t omar fan en se rio como riesgo que ha de .evitarse.

    3. lCAPITALISMO DE CONSEJOS?Esta el argumento funcionalista segun el eual las estructurascorporativas de una macrorregulaci6n descentralizada son, por

    una serie de razones, la soluci6n mejor ymas id6nea ante el fracaso tanto del mercado, como del Estado, puesto que pueden racionalizar la resoluei6n de problemas de distribuei6n y dar la debida consideraci6n a los problemas de los bienes colectivos. Talargumento, sin embargo, deja en la oscur idad mas absolut a elcontenido normativo de t ale s estructuras, EI que un esquemaofrezca buenas perspectivas de unfuncionamiento y sea comparativamente satisfactorio, no -es, por SI mismo, razon suficientepara considerarlo como deseable y adoptarlo a la l arga . Puede,naturalmente, l legarse a afirmar que han fracasado por completo y son obsoletas las concepciones de la teoria acerca de la democracia, segun las cuales la representacion territorial prima sobre la funcional, 0 que atribuyen una mas alta legit imacion a laregulacion estatal soberana que a la autorregulacion corporativista, para admiral ' a continuacion la astuc ia con la que un sist ema sabe distanciarse de sus propias normas constitutivas quehan pasado a ser disfuncionales. Cuando desde hace t iempo esevidente y reconocida la perdida de funcionalidad de los parlamentos debido a una colision mas 0 menos declarada entre la adrninistracion y los grandes grupos de intereses, entonces surgensin mas , debido a e ll o, estructuras complementarias de mediacion de intereses, plasmaci6n de consensos e integracion en elsistema de tipo corporativista. Queda, sin embargo, la preguntade que contenidos normativos del Estado democratico constitucional quedan en la cuneta cuando la astucia de la sociedad desmitifica el Estado 35.Segun el modelo, la sociedad que funciona por medio de una

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    regulaci6n corporativista, autocircuitandose a sf misma, descarga al Estado de tareas centrales de gestion , Ie t ransforma en unelemento, ent re o tros , de los componentes de la negociacion , yreduce su mision a un a regulacion residual. Con ello, sin embargo, queda anulada toda un a serie de posibilidades de la sociedadpara incidir, pa r media de la dorninacion polftica, sobre sf misrna y sobre su propio desarrollo; Precisamente, el problema dereferencia normativa de la teorfa de la dernocraciaconsiste enque han de medirse las insti tuciones y procesos polit icos tomando como escala su capacidad de garan ti za r y de hacer vi able laemancipacion social. Para cumplir con esta tarea, el Estado democratico actua en dos direcciones, con una actitud defensivay otra constructiva en cada un a de elIas.Defensivas son las medidas insti tucionales de garantfa y de pro teccion, en un primermomento, frente al abuso politico del poder (derecho a las libertades), y, luego, ante el abuso de poder econ6mico y social (derechos sociales fundamentales y Estado de Bienestar). En cambio, es constructiva la perspectiva no solo de mantener limitadoy _controlado el poder publico, sino de ponerlo al servicio de intereses de bienestar generalizables, y analogarnente, no s610deimpedir al capital el ejercicio del poder publico, sino de involu-crarlo en un proceso de desarrollo positivo. Desde esta perspectiva, la dominacion polftica y el poder economico no son solamente factores de una posible amenaza, sino componentes imprcscindibles de cualquier proyeeto de desarro llo y progreso,concebido de la forma que sea y qu e ha de decidirse democraticamente.

    No obstante, si par timos de un analisis de estos cri terios delas instituciones y los procesos de la democracia en la RepublicaFederal de Alemania, basados en la competencia entre partidos,Ilegariamos sin duda a resultados dcsilusionantes en relacion conestos euatro puntos. U no p u ed e escandalizarse ante la insuficiencia de las medidas de pro teccion del ciudadano contra los abusos y la violacion de su esfera de l iber tad privada p o r p ar te delEstado, e igualmente ante la neutralizacion absolutamente ineompleta de la dimension polftica del poder econ6mico. La cri-

    1\ t iea de la teorfa polftica se esta concentrando precisamente en elf racaso de los par lamentos y par tidos en su tarea de programarel empleo de los medios y recursos del poder estatal con una pers-

    pectiva de desarrollo sociallegitimado democraticamente, y, aunmas, en el obstaculo que ofrecen las garantias a la l iber tad de lainversion privada frente a la movi lizacion de los reeursos de Iasoeiedad al servicio de un a tal perspectiva de desarrollo.

    Sin embargo, ni siquieralas variantes mas radicales de las crit ieas de este tipo, ofrecen un a razon suficiente como para rechazar el proyecto de un a incidencia de la sociedad sobre sf mismapo r medio del Estado democratico , en favor de un esquema deregulaci6n en cuyo marco no solo no se realizan tales cri teriosnorrnativos, sino que ni siquiera queda un recuerdo de ellos. Po r10 qu e se ref ie re al primer cri terio, es eierto que algunas de lasrecomendaciones en favor de un esquema corporativista de tomade decisiones economicas y polfticosociales asumen incidentalmente una retorica libertaria-antiestatal, vanagloriandose de poder resolver los problemas de regulacion evitando los caciquismos, el tutelaje y una legislacion excesiva. Pew, realmente, unaventaja asf habr fa de pagar se at p recio de un a perdida fundamental de posibilidades de informacion y de comunicacion, es decir, de una opinion publica libre, debido al procedimiento informal y no est ructurado de regulaei6n po r medio de sis temas denegociaci6n entre agrupaciones autonomas, y adernas con unamerma de los derechos y l iber tades internas de los miembros delas agrupaciones, ya qu e este modele no puede funcionar si lasagrupaciones no e j er c en u n a masiva capacidad de cornprometera tales miembros.En segundo lugar , en 10 qu e serefiere a la neutralizacion delpoder social qu e ernana de la propiedad, postulada po r la teoriapolitica de la democracia36 , nosolo no se b loquean en el marcodel corporativismo tales fuentes de poder, sino que, precisamente , se proclaman y se dotan con la atr ibuci6n de par ticipar, deacuerdo can su importancia funcional en relacion ca n procesosy desarrollos sociecon6micos, en procesos de regulacion publicafacticamente vineulantes. Cuanto mas se comple te y recorte elprincip io de representaci6n terri to rial con el de la representa-cion func iona l, mas afeet ada ha de ver se la norma de igualdadciudadana po r el heeho de la desigualdad economica de los ciudadanos. Bien puede ser mayor la competeneia y el conocimiento de causa en un debate que tenga lugar en el circulo de los directamente afectados, debido a esta exclusividad, pero tanto mas

    152 Partitlos politicos y nuevos movimientos sociales ~

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    facil les sera, por o tr a par te, encontra r en tre los grupos exclui-dos por falta de competencia 0 po r carecer de organizaci6n y decap acidad de conflicto propias, a los que carguen con los costesde los compromisos concertados. Con estos rnetodos de resoluci6n de l problema es facil que quede borrada la l inea de conflicto entre trabajo y capital, forjandose una coalici6n contra los intereses de terceros excluidos (consumidores, parados, etc.) ennombre de una mentalidad productivista de reduc to . Es to nocambia, sin embargo, el hecho de que en comparaci6n con lasformas de representaci6n territorial, se da u na exclusi6n socialy objetiva mucho mas aguda, provocada po r los criterios de pode r socioecon6mico, que laque precisamente debia neutralizarel princ ip io de igualdad democratica.

    Adernas, estas condiciones tienen que afectar negativamente- e n tercer lugar- al criterio de la capacidad de configuracionpolit ica y de plasmaci6n de un programa politico. Es diffcil quepuedan resultar iniciativas de reforrna polit ica que, en su radiode acci6n, vayan mas a ll a de los intereses inmediatos de distribuci6n de ciertos grupos econ6micos y profesionales claramentediferenciados, de sistemas de negociaci6n, cuyos participantess610 disponen de un mandato para la representaci6n de tales intereses. En la medida en que la polltica del Estado, quiza porrazones de falta de competencia propia y de conocimientos especfficos, delegara responsabilidades en actores sociales, les atribuyera competencias y les autorizase, dentro de cier tos lfrnites,el ejercicio de actividades aut6nomas de regulaci6n, podrfa conseguir (en casos favorables) aumentar la racionalidad de la autorregulaci6n asflograda, pero a costa de reducir, al mismo tiernpo, el campo en que puede darse en absoluto una regulaci6n, yaque no cabe esperar que de estos sistemas de negociaci6n surjanregulaciones de las que resulte un statu quo minus para ningunode los acto res participantes 37. Antes de l legar a estc las agrupaciones afectadas se retirarfan de los sistemas de negociaci6n bilateral 0 multilateral, can 10 cu al no se tendria una soluci6n estatalis ta can fal ta de objetividad, pero tampoco de ningi in otrot ipo , s ino que la dinamica de la interacci6n retrocederfa al nivelde racionalidad de los procesos de mercado. Si se entiende la soberanfa estatal como un medio, como un importante instrumento de la intervenci6n reformadora y ordenadora sobre simisma

    de la sociedad, se perdera en la medida en que se capitule antelas dificultades verdaderarnente enormes de su utilizaci6n racional y se abandone el control sobre su utilizacion a los subsistemas sociales en cuyas manos no esta protegido frente a un usoen funci6n de intereses particulares, 0 frente a la negaci6n a coo -perar 0 el sabotaje.

    Lo que menos cabe esperar , y esto se refiere al cuarto de loscriterios antes indicados, de .una teoria de la democracia (conuna normativa reconocidarnente exigente) es que con la ces i6nde partes de las competencias reguladoras estataies a agrupaciones sociales que con ella cobran el caracter de gobiernos privados, pueda nivelarse 0 neutralizarse el desnive l de poder socia]causado po r diferencias socioecon6micas. Cualquier polit ica deordenacion corporativista, queen nombre d e una pretendida racionalidad mayor de la autorregulacion de agrupaciones involu-'era a los competentes, tiene que' empezar por reconocer y definir sus intereses y sus recursos antes 'de conseguir el acuerdode colaboraci6n de estos actores sociales, Esto significa, en sent ide contrar io , que t iene que renunciar a objetivos politicos quepresupongan 0 generen una redistribucion de los medios de poder ent re los dist intos actores sociales. EI que de est a manerapueda llegarse en absoluto a un acuerdo entre intereses y en quemedida se vayan a externalizar los costes correspondientes y acargo de que terceros, quedaria por completo fuera del control pol it ico en un sistema de macrorregulaci6n descentralizadapuramente corporativista.

    Hay un argumento funcionalista habitual, con el que se rechazan estas objeciones .norrnativas. Viene a decir , en resumidascuentas, que la extraordinaria. eficacia de las formas de regulaci6n corporativistas, es d ec ir, su rendimiento, su capacidad deadaptaci6n, su rapidez comparativa, su reIaci6n directa con losdatos objetivos y con Ia cap acidad de analisis de los involucrados, y la confl ic tividad relativamente baja de las regulac ionesadoptadas, son ventajas que compensancon mucho el deficit quesefiala Ia teoria dernocratica 38.

    Ya se ha expuesto anter iormente 10 que queda de este argumento en el plano ernpfrico. l,Que ocurrirfa, sin embargo, si serevelase la valoraci6n esceptica hecha aquf como car en te porcompleto de contenido objetivo, y pudieran considerarse como

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    dados efectivamente los presupuestos del funcionamiento y de lainmunidad ante la crisis de los esquemas corporativistas? En talcaso, realmente muy poco probable, habrfa que tomar posici6nen el sentido de que, aun reconociendo toda la importancia deuna capacidad de funcionamiento demostrada superior, diffcilmente ha de poder permitirse a los sistemas polfticos el desmarcarse permanentemente en su fucionamiento de sus principiosnormativos y modelos de justificacion constituyentes. Una practica de regulacion corporativista que haya llegado a ser algo absolutamente normal requerirla una justificaci6n basada en principios completamente diferentes de los que sustentan a los parlamentos basados en el sufragio universal. En par te la justificacion se haria en funcion de los resultados, pero el hecho de queMussolini consiguiese que llegaran los trenes con puntualidad enI talia, nunca ha leg it imado el fascismo i taliano. La base desdela que poder justificar como ciudadanos el dar un doble chequeen blanco a los duerios de la producci6n econornica, no puedeconsistir solarnente en rendirnientos. La legitimidad necesariapara poder calificar de "dernocratica" a una institucion tiene quesostenerse sobre fundamentos dernocraticos 39. Habria, pues,que concluir que, al menos, ensociedades con tendenc ia a canal izar cada vez mas las tareas de .regulacion polfticapor estasvias sernioficiales, tiene forzosamente que haber importantesinterpretaciones, reinterpretaciones y revisiones de sus principiosde legitimacion democratica; deotra forma sus instituciones polit icas perderfan los fundamentos de su propio reconocimiento.En cuanto tr ata ran de no limitarse a la simple descalificacionrealista de los contenidos normativos de la teorfa de la democracia, que pretendidamente han dejado de ser realistas, tales revisiones tendrian que buscar una ampliacion de su val idez queincluya las nuevas formas de regulacion colectiva, parcialmentedesestatalizadas.Si pudiese adrnitirse la existenciade una distribuci6n equitativa efectiva de recursos del poder social entre el trabajo y el capital, entre los profesionales y sus clientes, entre los vendedoresy los consumidores, desaparecerian en buena medida las objeciones planteadas desde una perspectiva de la teorfa normativade la democracia. Muy a menudo, se pretende la existencia deun tal equilibrio arrnamentfstico 40, pero rara vez se consigue

    demostrarlo convincentemente. Normalmente se supone, sinmas, que basta con que haya el contrapoder de una organiza-cion, para contrarrestar el poder social de Ia propiedad. Sin embargo, esta construcci6n no es convincente. No 10 es, en primerlugar, porque no cabe en modo alguno exc1uir que los propietarios gocen, por un lado, de ventajas organizativas especiales, yque los no-propietarios tengan, po r otro lado, problemas tipicosorganizativos, no pudiendo compensarse simplemente la falta deun recurso de poder con la uti lizacion de otros 41 . En segundolugar, tal como ocurre en los balances estrategicos militares, nocabe en absoluto determinar la equivalencia, ni la no-equivalencia- sin tener en cuenta la situaci6n, sino que han de definirse en relacion con un escenario 42. Para poder hacer un juicioacerca de la equivalencia de las partes negociantes, habrfa quesaber, par t anto, c6mo se presenta un caso de conflicto concreto. Hay, sin embargo, que conceder que de demostrarse la realidad del presupuesto de una equivalencia de fuerzas en relaci6ncon Ia situacion concreta, perderian su validez una buena par tede las objeciones que desde una teorfa de 1ademocracia cabe hacer contra los sistemasde negociaci6n corporativistas.

    Aun cuando se consiguiese formular una demostraci6n positiva en est e punto, quedarfa sin resolver la cuesti6n de quienestienen derecho a estar en eIcfrculo de los participantes en los sistemas de negociaci6n basados en una representaci6n funcionaI.Puede ilustrarse este problema con el ejemplo hipotetico de unpacto sobre el ernpleo entre las 'Partes que negocian un convenio en tanto que no se permita la par ticipacion de los que estan parados en ese momento-e-gy por que no tam bien la de losque van a p resent ar se p r6ximamente en el mercado de trabajo? - en la elabor ac ion de un acue rdo de e ste tipo, habra queadmitir que el acuerdo unicamente contribuira a asegurar al emplea, pero no a extenderlo, con 10 que, en consecuencia, los gastos del paro se externalizaran a costa de terceros. Pero, l,c6mopuede garantizarse que vayan a estar representadas todas las partes afectadas? Evidentemente, no s610por medio de una garantia insti tucional del sistema de negociacion, de sus participantesy de sus competencias objetivas, sino, adernas, aportando ayudas organizativas para quienes no estan capacitados pa r sf mismos para crear sus propios 6rganos de representacion funcional

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    NOTAS AL CAPITULO VII Cf. los articulos en las siguientes publicaciones: P, C. Schmitter y G. Lehm

    bruch (eds.), Trends towards Corporatist Intermediation, Beverly Hills, 1979; G.Lehmbruch y P, C. Schmitter (eds.), Patterns of Corporatist Policy-Making, Beverly Hills, 1982; y U. v . Alemann (ed.) Neokorporatismus, Frankfurt aiM. 1981.

    2 Cf. W. Streeck y P. C. Schmi tt er , The Organization of Business Interests.A Research Desing to Study the Associative Action of Business in the AdvancedIndustrial Societies of Western Europe, Berlin, 1981. Este texto expone un marcotea r ico y un esquema de investigaci6n para un prayecto de investigaci6n comparada pramocionado por la Fundaci6n Volkswagenwerk que comprende nueve

    (como en el caso de los parados). Por consiguiente, antes de poder poner en marcha una macrorregulaci6n descentralizada ajustada al principio de la representaci6n cornpleta, habria que tener, de antemano, constituidos los correspondientes sistemasde negociaci6n (del tipo, por ejemplo, de un Consejo Econornico y Social, 0 del Consejo Provisional de Economfa del Estadode la Republica de Weimar) ---eon 10 que, desde luego, volverfaa perderse una buena parte de las ventajas que precisamente su'pone una regulacion basada en una representaci6n incompleta yla flexibilidad de su capacidad para concluir acuerdos para-constitucionales. '

    Por ul timo, una par te de las reservas precedentes quedariaeliminada al subrayar lacoexistencia de mecanismos de regulacion funcional-corporativistas con mecanismos de regulaci6nterritorial-parlamentarios con sus respect ivas competencias,como regularmente ocurre en las descripciones que idealizan elcorporativismo liberal 0 el neo corporativismo. Cabria confiar en un tal equil ibrio entre ambos tipos de regulaci6n, si estuviese claro que es 10 que, puede impedir un desequilibrio ensentido de un desfonde progresivo de la competencia estatal deregulacion en beneficio de la.regulacion corporativista. Un mecanismo asi de limitaci6n y de mantenimiento del equilibrio, nose encuentra, sin embargo, ni en'elfratamiento, practica que hacen los sistemas politicos dernocraticos de los sfntomas de la crisis financiera y de la ingobernabilidad, ni en las construcciones teoricas de quienes consideran los esquemas corporativistascomo la via de soluci6n a la crisis del estatismo hipertrofiado,gracias a una tecnica superior de regulaci6n.

    159palses del ambito de la OCDE. EI autor de este trabajo dirige, junto con W.Streeck, el estudio dedicado a Alemania; agradece a W. S tr ee ck y a los dernascolaboradores de este proyecto varias observaciones importantes para las consideraciones que se exponen a coritinuaci6n, pero asume exclusivamente la.responsabilidad por las afirmaciones y argumentos que contiene.

    3 Acerca de la h is to ri a de las i de as y de la con st it uc i6 n del corporativisrno,puede verse, sobre todo, C. Mayer-Tasch, Korporativismus und Autoritarismus.Eine Studie zu Theorie und Praxis der berufsstiindischen Rechts- und Staatsidee,Frankfurt, 1971.

    4 Tambien E. W. Bockenforde, Die politische Funktion wirtschaftlich-sozialer Verbande und Interessentrager in der sozialstaatlichen Demokratie , enDer Staat 15, p ag s. 457 -483, 1976. '

    5 Asi, entre otros, L. Panitch, The Development of Corporatism in LiberalDernocraties, en Comparative Political Studies 10, pags. 61-90, 1977 (tarnbienen Schmitter y Lehmbruch); y el mismo Recent Theorizations of Corporatism. Ref lect ions on a Growth Industry, en Briiish Journal of Sociology 31.,pags, 159-187,1980.

    6 Mantienen esta posicion con dist intos matices W. Streeck , Interessenverbande als Hindermisseund Vollzugstrager offentlicher Polit ik, en F. W. ScharpfyM. Brockmann (eds.), InstitutionelleBedingungen der Arbeitsmarkt- und Beschiiftigungspolitik, Frankfurt aIM, pags, 179-198,1983; H. Wilike, Entzauberungdes Staates. Uberlegungen zu einer sozietalen Steuerungstheorie, Frankfurt aIM,1983; E. Ritter, Der kooperative Staat. Bemerkungen zum Verhaltnis von Staatund Wirtschaft, en Archiv des Offentlichen Rechts 104, pags, 389-413, 1979,

    7 B. Barry y R. Hardin (eds.), Rational Man and Irrational Society, Londres,1982.

    8 M. Olson jr., The Logic of Coilectiv Action. Public Goods and the Theoryof Groups, Nueva York, 1968.

    9 A. Hirschmann ofrece una teoria original sobre el paso de ernpefios privades a empefios publicos en Shifting involvements, Princeton, 1982.

    10 Cf. ,;,,1 articulo del autor y otres artfculosen G. Vobruba (ed.), Wir sitzenaile in einem Boot. Gemeinschoftsrhetorik in derKrlse, Frankfurt aIM., 1983; asimismo los ca ps. IV y V del m ismo , Politikmlt der Wohlfahrtsstaat, FrankfurtaIM., 1983.

    11 Cf. C. Offe, Dernocracia de cornpetencia entre par tidos y el Estado deBienestar keynesiano en este volurnen.

    12 Tarnb ien C. E. Lindblom, Polit ics and Markets, Nueva York . 1977.13 Cf. Streeck, Interessenverbiinde.14 N. Luhmann, Politische Theorie in! Wohlfahrtsstaat, Munich, 1981.15 Cf. R. Voi gt (ed.), Verrechtlichung: Analysen zur Funktion und Wirkungvon Parlamentarisierung, Barokratisierung und Iustiziallsierung sozialer, politis

    cher und okonomischer Prozesse, Konigstein, 1980, y varios vohimenes del Jahrbuch fur Rechtssoziologie.

    16 Podr!a demostrarse esto facllrnente, por ejemplo en las innovaciones sociopollticas propuestas por M. Miegel , Die verkannte Revolution. Einkommenund Vermogen der privaten Haushalte, Stuttgart, 1983.17 Cf. Luhmann, pag. 152: Hay que tornar en consideraci6n que hay en la

    estructura social razones de la extralimitaci6n que se impone a si mismo el sistema politico, que acnian de forma practicarnente irreversible.

    18 E. Durkheim, The Division of Labour in Society, Nueva York, 1964.

    Presupuestos del Neocorporativismoartidos politicos y nuevos movimientos sociales58

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    19 H. P. Muller, Wertkrise und Gesellschaftsreform. Emile Durkheims Schri]-ten zur Politik, Stuttgart. 1983.

    20 Cf. tarnbicn los 250-256 de G. W. F. Hegel, Grundlinien der Philoso-phie des Rechts, ed. Hoffmeister, y la crf tica que hace Carlos Marx de los in tentos de armonizaci6n corporativos de la situacion moderna del Estado queno carecen de actuaIidad precisamente en relacion can la discusi6n sobre el corporativismo, en Kritik des Hegelschen Staatsrechts, en Marx-Engels, Werke,vol . 1 , Berlin, pags. 201-333, 1961.

    21 Citado segun Muller, pag. 152.22 Willke, Entzauberung; la numeraci6n que s igue de las paginas entre pa

    rentesis se refiere a esta publicaci6n.23 Cf. M. Olson jr., The Rise and Decline of Nations, New Haven , 1982.24 A esta conclusion llega tarnbien I t Wiesenthal, Die Konzertierte Aktionim Gesundheitswesen. Ein Beispielfur Theorie und Politik des modernen Korpo-ratismus, Frankfurt a/M, 1981. '25 Un ejernplo significativo deun tal invento de Terceros: los constructo

    res de una central electrica se ponen de acuerdo con los municipios colindantesafectados directamente por las ernisiones en construir chimeneas mas a ltas conlas consecuencias previsibles para los bosques de media continente, muy dispersas tanto en e l e spac io como en el tiempo.

    26 Cf. tarnbien C. Offe y H. Wiesenthal, Two Logics of Collective Action:Theoretical Notes on Soc ia l Cla ss an Organizational Form, en Political Powerand Social Theory 1, pags. 67-115, 1980;.3sl como C, Offe, The Attribution ofPublic Status to Interest Groups. Observations on the Westgerman Case, en S.Berger (ed.), Organizing Interests in Western Europe: Pluralism, Corporatism,and the Transformation of Politics; Cambridge, 1981.27 Cf. Durkheirn, pag. 360: El gobierno no puede regular en cada mementolos condicionantes de los distintos mercados econornicos, f ijando los precios desus rnercanctas y servicios, 0 manteniendo la produccion dentro de los lfrnitesdelas necesidades de consumo, etc. Surgen.todos estos problemas practices de unamultitud de detalles... solo conocidos por los que estan muy cerca de los problemas. Debido a e lla, no podemos ajustar entre 51 estas funciones, haciendolas confluir arrnonicamente, si no se engarzanpor sf mismas entre s i, . . Lo que constituye la unidad en sociedades organizadas... es el consenso espontaneo entre lasparies. Tal es la solidaridad interna, que 'no sol o es tan indispensable como laactividad reguladora de los centros situados a un nivel mas alto, sino que es tambien su condicion necesaria, porque ellosno haeen otra cosa que traducirla enuna lengua diferente y, por aSIdecir , consagrarla. El cerebra no constituye, pues,la un idad del organismo, sino que la expresa y la completa... Ya las partes tienen que ser solidarias entre sf para que el conjunto tome conciencia de si mismoy reaccione de esa manera. De otra forma, al estar dividido el trabajo, tendrialugar una dcscomposicion progresiva, no s61'0 en ciertos puntos de la sociedad,sino en toda e ll a, en l ugar de la concentracion cada vez mas fuerte que realmente observamos,

    28 Cf. la excelente investigacion de la forma de funcionamiento de la concertaci6n social en Austria ' de B. Mar in , Die paritdtische Kommission. AufgekldrterTechnokorporativismus in Osterreich, Vierra, 1982,29 Cf. C. Offe, Perspektiven auf die Zukunft des Arbeitsrnarktes, en Mer-

    kur, pags. 489-504, 1983.30 Cf. Offc y WiesenthaI .

    ....,..

    ..........-. - t : i 161resupuestos del Neocorporativismo31 Tomando como ejemplo Italia, hay una discusion muy instructiva de las tensionesque provoca en el inter ior de la organizaci6n de los sindicatos la falta de reciprocidad, en M. Regini, Gewerkschaftliche Klassenpolitik und die Representa

    tionskrise der Arbeitnehmerorganisation, en Leviathan 10, pags. 376-391, 1982.32 Cf. el comentario del autor a las correspondientes consideraciones de W.

    Streeck, Interessenverbande, id., pags, 199-206.33 Sobre estoM. Schmidt, Does Corporation matter? Economic Crisis, Politics and Rates of Unemployment in Capitalist Democracies in the 19705, en

    Lehmbruch y Schmitter, pags. 237-258.34 Cf. Marin.35 Willke, pags. 140-144.36 Cf. como precisi6n moderna de este argumento R. A. Dahl, On Removing Certain Impediments to Democracy in the United States, en I. Howe (ed.),

    Beyond the Welfare State, Nueva York, 1982, as! como recientemente 1. Coheny 1. Rogers, On Democracy, Nueva York, 1983.37 WiesenthaI.38 Cf. Streeck, con el cornentario que contiene del autor.39 A. Cawson, Corporatism and Welfare. Social Policy and State Interventionin Britain, Londres, pag. 110, 1982., "40 Tarnbien Bockenforde. .41 Cf. Schmitter y Streeck, pags: 95-114.42 As! D. S, Lutz, Zur Methodologiemilitiirischer Kraftevergleiche. Anmer

    kungen zu einem sicherheitspolitischem Instrument unter besonderer Berucksichtigung de r Nuklearwaffen in und fur Europa;" en Politischer Yierteljahresschri]t23, pags. 22, 1982 .

    ......~Partidos politicos y nuevos movimientos sociales60