Murray Rothbard - Lo Esencial de Mises

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  • 7/30/2019 Murray Rothbard - Lo Esencial de Mises

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    Lo esencial de Mises[1]

    Murray Rothbard.

    Con frecuencia se nos plantean problemas artificiosos, tanto en la esfera poltica como en la ideolgica,

    que se pretende resolvamos por una de dos vas arbitrariamente preestablecidas. As, se nos deca

    durante la dcada de los treinta que era forzoso optar entre comunismo o fascismo y hoy, similarmente,

    los economistas norteamericanos nos presentan como nica alternativa keynesianismo o monetarismo

    "libremente fluctuante". El debate ya no gira ms que en torno a cunto debe el gobierno inflar las

    disponibilidades dinerarias y a cunto debe ascender el dficit presupuestario.

    Nadie, por lo visto, desea ni considerar siquiera una tercera solucin, mucho ms fecunda que esa

    extraa mixtura, a base de medidas monetarias y fiscales, con que las autoridades, parece, deben

    invariablemente cebarnos. Raros, en verdad, son, actualmente, los pensadores que se atreven arecomendar la nica medida salvadora, la supresin de toda intervencin estatal, no slo por lo que

    atae a la oferta monetaria, sino incluso por lo que se refiere al mbito entero de la actividad econmica.

    He ah la olvidada receta del mercado libre, el filtro mgico por el que un solitario y combatido,

    distinguido, brillante y creador economista, Ludwig von Mises, luch toda su vida e hizo cuanto pudo por

    popularizar. No es, ciertamente, exagerado decir que slo si logramos superar el atolladero en que nos

    hallamos, alcanzando, al fin, las altas cumbres que Mises oteara, conseguir el mundo librarse de los

    mismos estatificadores que hoy lo asfixian y podr, por su parte, la ciencia econmica volver a

    contemplar, sana y correctamente, los temas que de verdad interesan.

    I. La Escuela Austraca

    Ludwig von Mises naci el 29 de septiembre de 1881 en la ciudad de Lemberg, [2] perteneciente a lasazn al imperio austrohngaro, donde su padre, Arthur Edler von Mises, distinguido ingeniero,trabajaba para los ferrocarriles austracos. Muy joven march a Viena, donde, a comienzos del siglo, sedoctor en derecho y economa.

    Naci y creci Mises en la poca ms brillante de la gran Escuela Austraca de economa. Ni l nininguna de sus decisivas contribuciones cientficas resultan cabalmente comprensibles fuera del

    mbito de aquel pensamiento econmico que con tanto ahnco estudiara y tan profundamenteabsorbiera. A mediados del siglo XIX ya nadie dudaba que la escuela clsica, cuyos mximosexponentes fueran David Ricardo y John Stuart Mill, haba embarrancado en los bajos de muy graveserrores. Su defecto bsico consisti en pretender analizar la economa, no desde el punto de vista delindividuo que acta, sino partiendo del supuesto comportamiento de arbitrarias clases . No pudieronnunca los clsicos, por eso, llegar a comprender las fuerzas subyacentes que determinan el valor y losrespectivos precios de mercancas y servicios en el mercado; escapbaseles la funcin del consumidor,es decir, la fuerza que, en definitiva, impulsa la actividad del empresariado. Concentrados siempre ensu contemplacin de clases de bienes, fueron incapaces de resolver, por ejemplo, lo que ellos mismosdenominaron la "paradoja del valor", o sea, por cul razn el pan, producto de enorme utilidad,

    "sostn de la vida", tena escaso valor mercantil, mientras los diamantes, objetos meramentesuntuarios, carentes de trascendencia para la supervivencia humana, gozaban de alto precio. Por qu,se preguntaban, poda el pan tan bueno y til valer, en el mercado, menos que los brillantes? Tal

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    supuesta paradoja enloqueci a los clsicos y, en su afn de resolverla, acabaron, por desgracia,concluyendo que haba dos tipos de valores. El pan, desde luego, tena mayor valor "en uso" que laspiedras preciosas, pero stas, por el contrario, gozaban de mayor valor "en cambio". Esa aparentedualidad valorativa hizo que innmeros escritores posteriores condenaran la economa de mercadopor producir "para el beneficio", en vez de orientar los factores disponibles hacia la produccin "parael uso".

    Recalcitrantes siempre a analizar la actuacin del consumidor, no podan los clsicos hallarsatisfactoria explicacin a cmo se determinan los precios en el mercado, llegando, desorientados, asostener: a) que el valor era una virtud, una calidad, propia e inherente a cada mercanca; b) que esevalor quedaba impreso en la cosa merced al correspondiente proceso de produccin, y c) que el valor,en definitiva, dependa del "coste" de la produccin, por lo que poda afirmarse que derivaba delnmero de horas laborales invertidas en el correspondiente proceso.

    Tal ricardiana teora fue llevada por Marx a su conclusin lgica: si el valor proceda nica yexclusivamente de la cantidad de trabajo dedicado a la produccin, el inters y beneficio que

    capitalistas y empresarios de la misma derivaban no podan ser sino plusvala , injustamente detradaa la legtima retribucin del trabajador.

    Los ricardianos, al advertir que su teora daba amparo a la doctrina marxista, intentaron replicardiciendo que los bienes de capital tambin son productivos y, por tanto, merecedores de participar enel beneficio; a lo que los marxistas, con toda justeza, contestaron que el capital, por su parte, no dejabade ser trabajo "incorporado" o "congelado" en el instrumento de produccin de que se tratara y,consecuentemente, los salarios del caso deban haber absorbido ntegramente el precio finalconseguido.

    Los clsicos no slo fueron incapaces de explicar satisfactoriamente y justificar el beneficio

    empresarial. Al analizar la distribucin de los resultados de la produccin, entre las diferentes clases,concluyeron que haba de producirse una lucha permanente entre las mismas, es decir, entre salarios,beneficios y rentas , pues implacablemente haban de pugnar entre si, por sus respectivas cuotas,trabajadores, capitalistas y terratenientes. Separaron, enteramente, por desgracia, la produccin y ladistribucin ; no poda sta sino constituir tema de interminable conflicto para las tres clases siemprecombatientes entre s. El alza de los salarios, aseguraron, slo era posible en detrimento de beneficiosy rentas, y lo mismo a la inversa. Los clsicos, una vez ms, estaban abriendo las puertas al marxismo.

    Cegados, invariablemente, por su afn de analizar el comportamiento de supuestas clases, sin pararnunca mientes en el actuar individual, los economistas ricardianos no slo hubieron de abandonar

    todo intento de comprender la actividad consumidora, el valor y los precios de los artculos deconsumo, sino que adems jams hallronse en condiciones de abordar el problema de ladeterminacin del precio de los factores de produccin, es decir, el precio de especficas unidades detrabajo, tierra o capital. Las imperfecciones y errores de la economa ricardiana, a medida que el sigloavanzaba, devenan cada vez ms evidentes. La ciencia econmica haba entrado en un callejn sinsalida.

    Ha sido frecuente, en la historia de los descubrimientos humanos, que investigadores ampliamenteseparados por circunstancias de lugar y condicin, hayan conseguido descubrimientos similares, contotal independencia. La solucin a aquellas paradojas que tanto atormentaron a los clsicos fue, depronto, hallada en 1871, bajo distinta forma, por tres diferentes estudiosos: William Stanley Jevons, en

    Inglaterra;Len Walras, en Lausanne, y Carl Menger, en Viena. Naci, entonces, la economa moderna oneoclsica . Jevons no logr desarrollar debidamente el nuevo pensamiento; su visin fue todavaincompleta y fragmentaria. A la difusin de su ideario opsose, por otra parte, el enorme prestigio de

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    las doctrinas ricardianas en el indudablemente estrecho mundo intelectual de la Inglaterra victoriana.Jevons tuvo, pues, pocos seguidores y escasa influencia. La doctrina de Walras careci, igualmente, deimpacto; y lo peor fue, como en seguida veremos, que su pensamiento iba a ser posteriormenteaprovechado para estructurar una cierta concepcin "microeconmica". Carl Menger, [3] profesor deeconoma de la Universidad de Viena, formul, en cambio, la ms brillante teora neoclsica, dandosolucin a problemas hasta entonces insolubles. Fue el fundador de la Escuela Austraca.

    La precursora labor de Menger culmin en la gran obra sistematizadora de su eminente discpulo ysucesor en la ctedra vienesa, Eugen von Bhm-Bawerk. Gracias al monumental esfuerzo intelectualque ste, a lo largo de los aos ochenta, desarrollara, y merced a su obra cumbre, Capital e inters , [4]la doctrina vienesa qued definitivamente consolidada. Hubo otros perspicaces y destacadoseconomistas que contribuyeron a la grandeza de la escuela durante las dos ltimas dcadas del siglo;entre ellos cabe recordar a Friedrich von Wieser, cuado de Bhm, y, en cierta medida, tambin alamericano John Bates Clark. Pero la figura de Bhm-Bawerk sobresale por encima de todos.

    Las soluciones de Menger y Bhm-Bawerk tenan una aplicacin mucho ms generalizada que las

    teoras ricardianas, precisamente en razn a haberse acogido a una epistemologa totalmente distinta.Los austracos centraron, invariablemente, su atencin en las motivaciones del individuo, en losimpulsos de quien, en el mundo real, y siempre de acuerdo con sus propias valoraciones ypreferencias, acta. Pudieron, consecuentemente, basar el anlisis de la actividad econmica y de laproduccin en las valoraciones y aspiraciones del consumidor independiente e individualizado. Partaste, siempre, al operar pensaron, de su propia escala de preferencias y valores y talesvaloraciones, combinadas y entrelazadas, engendraban la total demanda consumidora, la cual, a suvez, impulsaba y ordenaba la actividad productora toda. Porque concentraban su atencin en elindividuo que en el mundo real opera, pudieron advertir los vieneses que la produccin libre seorienta invariablemente a atender los deseos que se supone maana abrigarn los consumidores.

    Concluyeron, consiguientemente, que ninguna actividad productiva fuera de tipo laboral o decualquier otro orden poda, per se , conferir valor a los correspondientes bienes o serviciosproducidos. El valor proceda exclusivamente de las subjetivas apreciaciones del consumidorindividualizado. Supongamos una persona que, por ejemplo, dedicara treinta aos de trabajo, as comomltiples otros medios, a construir un impresionante triciclo a vapor; si, ofrecido tan singular artilugioal mercado, no se hallara para l comprador, ello evidentemente indicara que el mismo careca devalor, pese al esfuerzo y los materiales invertidos en su construccin. El valor de las cosas no es sino lapropia valoracin que aquellas merecen al consumidor. Es la intensidad y la amplitud de la apetenciade los consumidores por especficos bienes y servicios lo que, en definitiva, determina su respectivoprecio. [5]

    Los austracos fcilmente pudieron, as, contemplando, derecha y exclusivamente al individuo, en vezde a desdibujadas clases , resolver aquella paradoja del valor que tanto haba hecho sufrir a losclsicos. Porque nadie, en efecto, tiene jams, en el mercado, que preferir entre todo "el pan" comoclase , y todos "los diamantes", como clase tambin. Evidenciaron los vieneses que cuanto mayor es lacantidad, superior el nmero de unidades, de cualquier bien que el sujeto posea, menor es el valor queel actor atribuye a cada una de tales unidades. Quien se hallare sediento, trompicando por el desierto,dara enorme valor a un vaso de agua; el ciudadano de Viena o Nueva York, en cambio, con lquidoacufero rebosando en torno, ha de estimar de muy escaso valor, de muy poca utilidad , la misma agua.De ah que el precio que aquel, en el desierto, pagara por el vaso de agua sera incomparablemente

    superior al que nadie abonara en Nueva York. Quien acta opta siempre por especficas unidades, porunidades marginales ; de ah que la Escuela Austriaca hablara de la "ley de la utilidad marginaldecreciente". El pan es ms barato que los brillantes, porque hay en el mercado muchas ms hogazas

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    que carates; consecuentemente, el valor y el precio de determinado pan forzosamente ha de serinferior al de especfico diamante. Desaparece as la aparente contradiccin entre el valor en uso y elvalor en cambio , pues, dada la abundancia de panes, cada uno de stos resulta para el sujeto actuanteefectivamente menos til , tiene menos valor, que cada diamante existente.

    El problema de la distribucin de las rentas en el mercado lo resolvieron los vieneses igualmente

    concentrando su atencin en la actividad individual, amparados siempre en el anlisis marginal.Pusieron de manifiesto que cada unidad de cualquier factor de produccin, tratrase de trabajo en susmltiples manifestaciones, de tierra de la clase que fuera, o de capital, quedaba justipreciada, en elmercado, con arreglo a su propia productividad marginal , o sea, segn la medida en que la supletoriaunidad empleada incrementaba el valor del bien que, en definitiva, adquira el consumidor. Cuantomayor fuera la oferta , la cuanta de unidades disponibles del factor en cuestin, menor tendera a sersu productividad marginal y, por lo tanto, el precio de cada una de dichas unidades; y, a la inversa,cuanto menores fueran las disponibilidades, mayor tendera a ser el precio del bien de que se tratara.Evidenciaron as los austracos que no exista pugna clasista, ni conflicto absurdo y arbitrario entre lasdiferentes clases de factores que en cada producto intervenan; cada uno de dichos factores contribua

    armoniosamente a la produccin final, orientada siempre a satisfacer, dadas las circunstanciasconcurrentes, las ms acuciantes necesidades de los consumidores, del modo ms eficaz posible, esdecir, de la forma menos costosa. Cada unidad de los diferentes factores intervinientes perciba elprecio resultante de su respectiva productividad marginal, o sea, la suma dinerada que corresponda asu propia contribucin al resultado conseguido. De haber algn conflicto de intereses, no se plantearanunca entre las tres clases de factores productivos, tierra, trabajo y capital, sino, en todo caso, entrelos posibles diferentes aportantes de un mismo factor. As, si, por ejemplo, se descubriera una nuevafuente de produccin de cobre, ello no podra dejar de redundar en favor y en beneficio de losconsumidores, por un lado, y, por otro, de los suministradores de los factores de produccin capital ytrabajo. Perjudicaranse, en cambio, posiblemente, los existentes propietarios de explotaciones

    cuprferas, al descender el precio de tal mercanca.

    Patentizaron, de esta suerte, los vieneses que no existe, en el mercado libre, disparidad alguna entreproduccin y distribucin . Las diversas valoraciones y las distintas demandas de los consumidoresdeterminan los precios de los bienes de consumo, es decir, de los productos que ellos adquieren. Losprecios de los bienes de consumo, por su parte, orientan la actividad productiva toda y determinan losprecios de los factores de produccin intervinientes, los diversos bienes de capital, los salarios y lasrentas. La correspondiente distribucin de ingresos no es sino consecuencia del precio de mercado decada factor.

    Si, por ejemplo, el precio del cobre es de 20 centavos la libra, cuando un poseedor de cobre vende

    100.000 libras, recibir a cambio $ 10.000 en el proceso distributivo; si el salario de un obrero es de $4 la hora, trabajando cuarenta horas a la semana conseguir $ 160, y as sucesivamente.

    Y qu sucede con los beneficios y aquel trabajo "congelado" en las diversas mercancas? Bhm-Bawerk, a este respecto, advirti certeramente, basndose siempre en el anlisis de la actuacinindividual, que es norma invariable de la actividad humana el pretender alcanzar los objetivos, losfines que el hombre ambiciona, lo ms pronto posible. Los bienes o servicios valen ms para losmortales cuanto antes cabe disfrutarlos. "Ms vale un toma que dos te dar", suele decirse. Es,precisamente, esta preferencia temporal lo que hace que las gentes no inviertan la totalidad de susingresos en bienes productivos (capital), con lo que, en cambio, aumentaran su bienestar futuro. El

    sujeto tiene necesidad siempre de consumir algo. Dispar, sin embargo, es el grado personal depreferencia temporal, o sea, la preferencia de bienes presentes contra bienes futuros, segn sea lacondicin y organizacin de las gentes. Cuanto mayor sea la preferencia temporal del individuo,

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    mayor ser la porcin de su renta que dedique al consumo inmediato; en cambio, cuanto menor seaaqulla, ms ahorrar, es decir, ms dedicar a conseguir mayores bienes futuros. Tal preferenciatemporal es, precisamente, lo que engendra el inters y el beneficio, cuya mayor o menor cuantaquedar, finalmente, determinada por esa repetida preferencia temporal.

    Examinemos, por ejemplo, el inters de un prstamo. Los escolsticos, en el medievo y primera parte

    de la edad moderna, como economistas, no eran torpes y observaban con mucha atencin la mecnicadel mercado. Haba un fenmeno, sin embargo, el inters de los prstamos, que nunca consiguieroncomprender y menos aun justificar. El beneficio obtenido de arriesgada inversin lo admitan. PeroAristteles haba enseado que el dinero, per se , era estril e improductivo; cmo podra, pues,aceptarse que un prstamo (suponindolo plenamente garantizado) devengara inters? Incapaces dehallar respuesta vlida, la Iglesia y los escolsticos se desacreditaron ante el mundo seglar alcondenar, como "usuraria", toda percepcin de inters. Fue Bhm-Bawerk quien resolvi el enigma,apoyndose en su teora de la preferencia temporal. El prestamista que ofrece un crdito de $ 100 y elprestatario que se compromete a devolver $ 106, al cabo de un ao, en modo alguno estn manejandocosas homogneas. El acreedor entrega al deudor $ 100, un bien presente , que el recipiendario puede

    utilizar desde ya. El acreditado, en cambio, no da sino una promesa de pago, una expectativa decobranza que slo dentro de un ao se materializar. El primero ofrece un bien presente contra unbien futuro del segundo, un dinero que aqul slo dentro de un ao podr disfrutar. Y como quieraque, en razn de la preferencia temporal, el bien presente es siempre ms valioso que el bien futuro,resulta natural y comprensible que el acreedor exija y el deudor pague voluntariamente cierto premioo bonificacin por el bien presente indudablemente de mayor valor que el bien futuro. Tal premio obonificacin ser, en el mercado, mayor o menor, segn la importancia que las gentes en cadacircunstancia y momento atribuyan a la preferencia temporal.

    Bhm-Bawerk, prosiguiendo su anlisis, evidenci cmo la preferencia temporal regulaba igualmente

    el beneficio, hasta el punto de que el beneficio "normal" no es sino la propia tasa de inters vigente.Cuando el empresario capitalista invierte, mediante previo pago, trabajo y tierra en el procesoproductivo, evita a los poseedores de estos factorestrabajadores y terratenientes el perjuicio que,en otro caso, soportaran de tener que esperar, hasta cobrar, el que la mercanca fuera vendida a losconsumidores y pagada por stos. En ausencia de empresarios capitalistas, laboradores yterratenientes tendran que aguardar meses e, incluso, aos sin percibir nada hasta que el productofinalel automvil, el pan o la lavadora fuera pagado por su consumidor o usuario. El capitalista,merced a ahorro previo, sirve a trabajadores y propietarios pagndoles de inmediato, tan pronto comoaportan sus respectivos medios productivos; l, en cambio, ha de esperar a que la mercanca quedecolocada para recuperar su dinero. Laboradores y terratenientes pagan gustosos a los capitalistas

    renta e intereses a cambio del aludido beneficio que reciben. Los capitalistas, en resumen, vienen a seracreedores -prestamistas que, previo ahorro, entregan moneda actual, para despus recuperar suinversin y cobrar beneficio; los aportantes de trabajo y tierra, por su lado, vienen a ser comodeudores -prestatarios, pues sus servicios slo ms tarde tendrn rentabilidad. La tasa de beneficionormal, una vez ms, vemos queda regulada por los diversos grados de preferencia temporal. Bhm-Bawerk, llegaba a la misma conclusin por otra va. Los bienes de capital, lejos de ser slo "trabajoacumulado", son igualmente tiempo acumulado (as como tierra). Y es ese elemento temporal el quenos explica por qu surgen el inters y el beneficio. Bhm-Bawerk profundiz decisivamente en elconcepto de capital; advirti, contrariamente a lo que pensaban los ricardianos y piensan la mayorade nuestros economistas contemporneos, que el capital no constituye ni una masa homognea [6] niuna suma dada. El capital es una estructura, delicado entretejido, con dimensin temporal. Eldesarrollo econmico y el incremento de la produccin se consiguen no slo aumentando la cantidadde capital, sino incrementando adems su estructura temporal, montando as, en definitiva, procesos

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    de produccin temporalmente ms y ms dilatados. Cuanto menor sea el grado de la preferenciatemporal de las gentes, mayor ser su disposicin por sacrificar el consumo actual en aras de ahorrare invertir en procesos de produccin de superior duracin, procesos stos de mejor productividad queengendrarn una cantidad sustantivamente mayor de bienes de consumo maana .

    II. Mises y la "economa austraca": La teora del dinero y el crdito

    El joven Ludwig von Mises arrib a la Universidad de Viena en el ao 1900, consiguiendo, seis cursosdespus, su doctorado en leyes y economa. Se le reconoci pronto como uno de los ms aventajadosestudiosos del seminario que todava mantena Eugen von Bhm-Bawerk. Profundo conocedor de lateora vienesa, Mises advirti en seguida que Bhm-Bawerk y sus predecesores no haban avanzado losuficiente, no haban, en efecto, llegado hasta las conclusiones ltimas que de sus propiosrazonamientos derivaban, por lo que existan todava lagunas importantes en la doctrina. As, desdeluego, sucede en toda disciplina cientfica; el progreso terico se consigue slo a medida quediscpulos y seguidores, apoyndose en las enseanzas del maestro, superan y finalmente mejoran elideario magistral. Es frecuente, por desgracia, que ese maestro, incapaz de advertir su trascendencia,

    rechace los nuevos planteamientos.La laguna fundamental que Mises advirti era la que haca referencia a la teora del dinero. La EscuelaAustraca, evidentemente, haba descubierto cmo el mercado determinaba no slo el precio de losbienes de consumo, sino tambin el de los factores de produccin. El dinero, sin embargo, para losvieneses, como anteriormente para los clsicos, segua siendo un compartimiento estanco, que nadiecrea oportuno abordar con arreglo a los mtodos aceptados para analizar el resto de la economa. Losaustracos y los neoclsicos todos, en Europa y Amrica, aceptaban tan dispar tratamiento cuandoMises apareca en escena. El anlisis del dinero y del denominado "nivel de precios" cada vez seseparaba ms de la sistemtica seguida para estudiar las dems ramas de la economa. Padecemos hoylas consecuencias de aquel dispar tratamiento en la distincin tan de moda entre "macro" y "micro"

    economa. Parte esta ltima, ms o menos, de la actividad individual de consumidores y productores,pero, en cuanto aparece el dinero, el economista nos pierde en un mundo imaginario, poblado porfantasmticos conjuntos, los "medios de pago", el "nivel de precios", el "producto nacional bruto", el"gasto total". La "macroeconoma", por su parte, separada ya de la firme base del anlisisindividualista, no hace sino saltar de una serie de errores a otro conjunto de falacias. Esa doble visin,al abordar la realidad econmica, cobraba cada vez mayor impulso en la poca vienesa de Mises, alamparo de los escritos del norteamericano Irving Fisher, quien, enteramente despreocupado de laactuacin del individuo, dedicabase a elaborar complejas teoras acerca del "nivel de precios" y las"velocidades de circulacin" sin pretender en modo alguno integrar su pensamiento en el sano"microanlisis" de la ciencia neoclsica.

    Ludwig von Mises se lanz a solventar tan arbitraria separacin mediante analizar la economamonetaria y el poder adquisitivo del dinero (errneamente denominado nivel de precios) partiendode la sistemtica austraca, o sea, contemplando invariablemente el actuar del individuo y la operacindel mercado para llegar, finalmente, a estructurar el amplio tratado de economa que explicara, porigual, el funcionamiento de todos y cada uno de los sectores econmicos. Y Mises consiguiplenamente su ambiciosa meta con la Teora del dinero y el crdito [7] (1912) ( Theorie des Geldes undder Umlaufsmittel ), primera de sus magistrales obras. Fue una brillante conquista de purainvestigacin intelectual, digna del propio Bhm-Bawerk. La ciencia econmica, al fin, constitua untodo unitario, integral cuerpo analtico, basado en la actividad individual; desapareca la distincin

    entre dinero, por un lado, y nivel de precios, por otro, entre micro y macroeconoma. Mises, aplicandopor entero la teora de la utilidad marginal a la oferta y la demanda del propio dinero, desarticul la

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    mecanicista visin de Fisher, basada en automticas relaciones entre la cuanta monetaria y el nivel deprecios, la "velocidad de circulacin" y las "ecuaciones de intercambio".

    Mises, en efecto, demostr que el "precio" del dinero; es decir, su poder adquisitivo, quedabadeterminado en el mercado igual que el precio de cualquier otro bien, a saber, por la cantidad delmismo disponible y la intensidad de la demanda consumidora (basada sta en la utilidad marginal que

    la cosa de que se trata, en cada momento, tenga para los consumidores). La demanda monetaria vienedada por el deseo de mantener dinero a la vista, en caja o en la correspondiente cuenta bancaria, parapoder gastarlo, ms pronto o ms, tarde, en bienes y servicios considerados provechosos por el sujetoactuante. La utilidad marginal de la unidad monetaria (sea el dlar, el franco o la onza de oro)determina la intensidad de la demanda de dinero a la vista, y la interaccin que se establece entre lacuanta de las disponibilidades monetarias, de un lado, y la demanda dineraria, de otro, determina el"precio" del dlar, o sea, la cantidad de bienes que con el dlar cabe adquirir. Mises coincida con laclsica teora cuantitativa en el sentido de que el incremento de la oferta de dlares (o de onzas deoro) forzosamente ha de provocar un descenso del precio de tal unidad monetaria; en otras palabras,un alza del precio de los dems bienes y servicios. Pero depur enormemente aquella ms bien tosca

    exposicin, integrndola en la teora econmica general. Destac, por lo pronto, que hay muy pocaproporcionalidad entre las dos magnitudes que la primitiva teora cuantitativa manejaba; todoincremento de la oferta dineraria debe tender a reducir el valor de la unidad monetaria, pero dependede qu suceda, al tiempo, con la utilidad marginal del dinero, es decir, con el afn de las gentes pormantener saldos a la vista, en cunto efectivamente llega a descender, si es que, en definitiva, sereduce el valor del dinero. Nos ense, despus, Mises que la "cuanta dineraria" no aumenta de golpe;el incremento monetario se insufla en determinada seccin del sistema econmico y los precios sloirn ascendiendo a medida que la supletoria moneda vaya, en sucesivas ondas, extendiendo su influjoa travs del mercado. Supongamos que la administracin pblica crea moneda y la dedica a adquirirgrapas para coser papeles; lo que, entonces, ocurrir en modo alguno ser una simple subida del

    "nivel de precios", como economistas no austracos diran. Suceder, en cambio, que los precios de lasgrapas y las rentas de sus fabricantes ascendern; subirn despus los precios de los suministradoresde tales fabricantes, y as sucesivamente. Acontece, pues, que el incremento de las disponibilidadesmonetarias provoca cambios en los respectivos precios de las cosas, al menos temporalmente, ypuede, incluso, dar lugar a variaciones duraderas en los ingresos personales.

    Mises comprob igualmente que una vieja y olvidada teora de Ricardo y sus inmediatos seguidoresera sustancialmente correcta; a saber, que el incremento de las disponibilidades de oro,independientemente de su aprovechamiento industrial o comercial, no poda provocar beneficio socialalguno. El aumento del dinero circulante, en efecto, no puede sino reducir la capacidad adquisitiva de

    la unidad monetaria, en contraste con lo que sucede cuando se dispone de ms tierra, trabajo o capital,supletorios bienes stos que forzosamente provocan una mayor produccin y un ms alto nivel devida. No aumentara el bienestar de las gentes por el hecho de triplicar uniformemente y al tiempo eldinero lquido de todo el mundo. Mises, por el contrario, demostr que si la inflacin (al incrementarla cantidad de dinero disponible) resulta, en verdad, tan atractiva es, precisamente, porque no todosreciben el nuevo dinero coetneamente y en la misma proporcin; el incremento numerario loadquiere el gobierno, primero, e inmediatamente despus sus favorecidos suministradores yprotegidos. Las rentas de stos aumentan antes de que la mayor parte de los precios hayan subido.Van, en cambio, sucesivamente perdiendo, a lo largo de la cadena (y sobre todo los pensionados),quienes pagan alzados precios antes de que sus propios ingresos se incrementen. La inflacin, enresumen, resulta atractiva porque el gobierno y ciertos grupos logran beneficiarse a costa de otrossectores de la poblacin de menor poder poltico.

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    Mises ense que la inflacin, es decir, la ampliacin de las disponibilidades dinerarias, constituye, endefinitiva, una especie de imposicin fiscal y un medio de redistribucin patrimonial. Bajo un mercadolibre progresivo, en ausencia de expansiones dinerarias de origen gubernamental, los preciosnormalmente tienden a bajar, al incrementarse la produccin de bienes y servicios. Descenso deprecios y costos fue la grata nota caracterstica del desarrollo industrial del siglo XIX.

    El empleo de la teora marginalista en el estudio del dinero exigi que Mises resolviera el problemaconocido como el "crculo austraco" que la mayor parte de los economistas consideraba insoluble. Losestudiosos comprendan que el precio de los huevos, de los caballos o del pan poda determinarse conarreglo a la respectiva utilidad marginal de cada una de dichas mercancas; demandan las gentes talesbienes para consumirlos; el dinero , en cambio, se desea con miras a tenerlo a la vista al objeto depoder gastarlo en la adquisicin de cosas. Para que aparezca, pues, la demanda de dinero, con sucorrespondiente utilidad marginal, precisa es la previa existencia de aqul con capacidad adquisitiva yvalor propio.

    Cmo cabe decir que el valor del dinero depende de su utilidad marginal, si es necesario que la

    moneda goce de previo valor para que tenga demanda en el mercado? Mises, con el teorema regresivo, una de sus ms decisivas contribuciones, logr resolver el denominado "crculo austraco". Hizo vercmo cabe ir retrotrayendo ese elemento temporal que determina la demanda de dinero hasta llegaral remoto da en que el objeto-dinero no era todava moneda, sino mera mercanca con propia utilidad,idnea para el canje por otros bienes; el da aquel en que el dinero- mercanca (el oro o la plata, porejemplo) era exclusivamente para consumir y utilizar. Consigui, as, Mises explicar lgicamente elvalor y el poder adquisitivo del dinero. Pero su descubrimiento tuvo otras interesantes derivaciones,pues evidenciaba que el dinero slo poda aparecer en el mercado libre merced a especfica demandade determinada mercanca til de antemano. Predicaba, por tanto, a contrario sensu , que ni supuestasrdenes gubernamentales ni un sbito contrato social podan dar a determinada cosa condicin

    dineraria. El dinero slo pudo aparecer desenvolvindose a partir de una mercanca generalmentetenida por til y valiosa. Menger ya algo de esto haba intuido, pero fue Mises quien, de una vez parasiempre, patentiz la necesidad absoluta del origen mercantil del dinero.

    Y hubo otras implicaciones. La teora misiana demostraba, adems, contrariamente a lo que entoncesy aun ahora muchos economistas piensan, que el dinero no naci como simples laminillas metlicas otrozos de papel denominados por el gobierno "dlares", "libras", "francos", etc. El dinero surgi de unamercanca til y valiosa. La originaria unidad monetaria, la unidad base de cuentas e intercambios, nofue ni el "franco" ni el "marco", sino el gramo de oro o la onza de plata. La moneda, esencialmente, noes sino una unidad de peso de cierto bien, de valor reconocido por el mercado. A nadie, por eso, debesorprender que las denominaciones de todas las monedas hoy en da circulantes, el dlar, la libra, el

    franco, procedan de pesos especficos de oro o de plata. Pese al actual caos monetario, es ilustrativoque los Estados Unidos todava definan oficialmente el dlar como una treinta y cincoava parte(cuarenta y dosava, actualmente) de una onza de oro.

    Lo anterior, junto con la misiana demostracin de los indudables perjuicios sociales que irroga elincremento gubernamental de "dlares" o "francos" arbitrariamente creados, milita en favor de llegara una radical separacin del estado poltico y el sistema monetario, Todo ello, en efecto, nos dice quela base del dinero fue cierto peso de oro o plata y que no sera difcil retornar a un mundo donde talesunidades metlicas constituyeran el fundamento del clculo y el intercambio. El patrn oro, lejos deconstituir una brbara reliquia u otro mero arbitrismo estatal, puede dar a las gentes una moneda

    puramente de mercado, inmune a las tendencias inflacionistas y redistributivas inherentes a todaintervencin gubernamental. Esa moneda, independiente de la administracin pblica, nos traera un

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    mundo en el que precios y costos registraran un continuo descenso gracias al permanente aumentode la produccin.

    Otro de los grandes logros de Mises en su monumental Teora del dinero y el crdito fue el evidenciarla funcin de la banca en relacin con la creacin de dinero. Demostr, en efecto, que un rgimen debanca libre, es decir, una banca independiente de toda intervencin directriz estatal, lejos de dar lugar

    a una desatada inflacin monetaria, constreira a los bancos a adoptar una poltica crediticia "dura",sana, acuciados siempre por el temor de la retirada de fondos de los depositantes. La mayora de loseconomistas han defendido la existencia de una entidad bancaria central o estatal (del tipo del FederalReserve System norteamericano), estimando que tal institucin restringira las tendenciasinflacionistas de los bancos privados. Mises, en cambio, hizo ver que la actuacin de la banca centralha sido de signo diametralmente opuesto, pues, protegiendo a las entidades privadas de las durasleyes del mercado, las ha impulsado a una expansin inflacionaria de sus prstamos y actividades. Losbancos centrales no son sino un mecanismo inflacionista, como bien saban desde un principio suspatrocinadores, al liberar a la banca de las cortapisas que el mercado invariablemente le impone.

    Contribucin no menos interesante de la Teora del dinero y el crdito fue la de acabar con ciertoserrores que empaaban la limpieza de la doctrina austraca de la utilidad marginal, vestigios derazonamientos de carcter no individualista que an pervivan en el seno de la escuela. Los vieneses,olvidando la norma suprema de su metodologa, el centrar invariablemente el estudio en la efectivaactuacin del individuo, haban dado cierta acogida a la versin de Jevons y Walras, en su pretensinde ponderar cuantitativamente la utilidad marginal, aplicando frmulas matemticas. Todos losmanuales de economa, aun hoy, explican la teora marginal partiendo de "tiles", es decir, supuestasunidades que podran ser objeto de sumas, restas, multiplicaciones y dems operaciones matemticas.Tiene toda la razn el estudiante cuando nada comprende al or que "cierto sujeto valora en cuatrotiles la libra de mantequilla". Mises, apoyndose en el pensamiento de su compaero en el seminario

    viens, el checoslovaco Franz Cuhel, refut toda la mensurabilidad de la utilidad marginal,demostrando que en este terreno caban slo los nmeros ordinales, rdenes de preferencia delindividuo, quien puede preferir A a B y B a C, pero nunca recurrir a mticas unidades cuantitativas deutilidad.

    Si ni siquiera el propio sujeto puede medir su propia utilidad, menos sentido aun tiene el pretendercomparar entre s las respectivas utilidades de personas diversas. Y, sin embargo, una y otra vez, en loque va del siglo, estadsticos y polticos igualitarios han pretendido hacerlo. Si cabe decir que lautilidad marginal del dlar va descendiendo a medida, que el individuo incrementa su riquezadineraria, por qu no ha de poder el gobernante aumentar la "utilidad social" quitndole un dlar alrico y entregndoselo al pobre que grandemente lo ha de valorar? La misiana demostracin de que la

    utilidad personal no puede ser medida destruye la supuesta justificacin marginalista de toda polticaigualitaria. Pese a todo, los economistas, aun reconociendo tericamente la imposibilidad de compararentre s la utilidad de personas distintas, no cejan en su afn por contrastar "beneficios" y "costos"sociales como si se tratara de sumas aritmticas.

    III. Mises y el ciclo econmico

    La Teora del dinero y el crdito , aun cuando fuera slo en forma rudimentaria, contena tambin otrogran descubrimiento misiano; a saber, la explicacin de ese tan misterioso e inquietante fenmenoque es el ciclo econmico. Se haba observado, desde el principio del industrialismo y el comienzo de

    la moderna economa de mercado, a finales del siglo XVIII, la aparentemente inacabable repeticin deuna alternativa serie de auges y crisis, de expansiones, a veces acompaadas de galopantes inflaciones,seguidas de severos pnicos y depresiones. Los economistas haban formulado explicaciones diversas,

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    pero todas adolecan del mismo defecto: ninguna quedaba debidamente integrada en una visingeneral del sistema econmico, del sistema microeconmico de los precios y la produccin. Y la tarearesultaba particularmente ardua, siendo as que el estudio terico pareca indicar que el mercadotiende, per se , hacia el equilibrio , hacia el empleo total, la minimizacin de errores en la previsin delfuturo, etctera. Por qu, pues, esa reiteracin de auges y crisis?

    Ludwig von Mises pens que si la economa de mercado no poda, por s misma, originar una serieininterrumpida de alzas y depresiones, la causa de tal fenmeno tena que ser ajena al sistema, habade provenir de algn impulso externo. Mises estructur su impresionante teora del ciclo econmicopartiendo de tres ideas anteriormente inconexas. Se sirvi, por un lado, de la ricardiana demostracinde cmo el gobierno y el sistema bancario tienden a ampliar las disponibilidades dinerarias ycrediticias, provocando un alza generalizada de los precios (el auge) y una subsecuente evasin deoro, que, a su vez, da lugar a una contraccin monetaria y a una cada de precios (la depresin). Misescomprendi que tal presentacin constitua un modelo excelente del que partir, pese a que noexplicaba cmo el nuevo dinero poda afectar profundamente al sistema productivo y por qu lasubsiguiente depresin era siempre inevitable. Un segundo pensamiento al que Mises recurri fue el

    concepto de Bhm-Bawerk del capital y de la estructura del sistema productivo. Por ltimo, apoyseen las vienesas tesis del sueco Knut Wicksell, quien resalt la trascendencia que para el sistemaeconmico encerraba una disparidad entre el tipo de inters "natural" (el no afectado por la expansincrediticia bancaria) y el inters efectivamente prevalente al producirse tal expansin.

    Partiendo de estos tres trascendentes pero inconexos pensamientos, Mises estructur su gran teoradel ciclo econmico. Surge, de pronto, en la armoniosa y suavemente funcionante economa demercado, el dinero crediticio bancario, creado a instancia de la presin estatal, a travs del bancocentral. Los bancos, al aumentar la oferta dineraria (mediante billetes o crditos), y prestar ese nuevodinero al mundo de los negocios, disminuyen el inters por debajo de su tasa "normal", o sea, la que

    coincide con la preferencia temporal de las gentes, en definitiva, de aquel inters que refleja los deseosdel mercado tanto por lo que al consumo como a la inversin se refiere. Al rebajarse la tasa del inters,los empresarios toman los supletorios medios de pago y amplan las estructuras productivas,particularmente en los procesos ms "remotos", ms dilatados, como maquinaria, materias primasindustriales, etctera. Tales medios de pago provocan el alza de salarios y de costos, transfirindoselos recursos disponibles a inversiones ms "remotas" o "elevadas". Los receptores del nuevo dinero,asalariados y productores de bienes diversos, al no haber variado su propia preferencia temporal, losgastan en la misma proporcin anterior. Ello supone que las gentes no estn ahorrando lo suficientecomo para adquirir los productos de aquellas inversiones de orden superior, lo que posteriormente hade provocar la quiebra de los correspondientes negocios e instalaciones. La recesin o depresin se

    nos aparece, entonces, como el inevitable reajuste del sistema productivo, reajuste mediante el cuallogra el mercado liquidar las "excesivas" inversiones del perodo inflacionario y retornar a laproporcin inversin -consumo deseada por los consumidores. Mises fue, pues, el primero que integrel proceso del ciclo econmico en el anlisis general "microeconmico". La inflacionaria expansindineraria desatada por la organizacin bancaria estatalmente controlada da lugar a excesivasinversiones en las industrias de bienes de capital e inversin insuficiente en la produccin de bienesde consumo y la recesin o depresin constituye el proceso insoslayable merced al cual el mercadoacaba con las distorsiones provocadas por la inflacin y retorna a la mecnica tpica del mercado libre,es decir, al sistema productivo exclusivamente orientado al servicio de los consumidores. La economase recupera tan pronto como el citado proceso de reajuste queda completado.

    Las conclusiones que de la misiana teora derivan son diametralmente opuestas a las hoy prevalentes,sean keynesianas o poskeynesianas.

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    Mises, en efecto, recomienda que si el gobierno y la banca por l controlada estn inflacionariamenteampliando el crdito, lo que deben de hacer es detener inmediatamente tal actividad; no interferir ,despus, el proceso de reajuste econmico y, consecuentemente, no provocar alza de salarios yprecios, no ampliar el consumo, ni autorizar infundadas inversiones, al objeto de que el necesarioperodo liquidatorio de anteriores errores sea lo ms corto posible. Idntica medicacin debeaplicarse si la economa no est ya en auge, sino en recesin.

    IV. Mises, entre las dos guerras

    La Teora del dinero y el crdito sita a Ludwig von Mises entre los ms conspicuos economistaseuropeos. Al ao siguiente de publicar esta obra, 1913, era designado profesor de economa de laUniversidad de Viena, y el seminario que all fundara fue faro de atraccin para todo joven y despiertoeconomista a lo largo de los aos veinte y primera parte de los treinta. En 1928 Mises public,completa ya, su teora del ciclo econmico, bajo el ttulo de Geldwertstabilisierung undKonjunkturpolitik [8] (Estabilizacin del valor del dinero y poltica del ciclo econmico), obra quetodava no ha sido traducida al ingls. Y en 1926 cre el prestigioso Instituto Austraco de

    Investigacin del Ciclo Econmico.La profesin econmica, sin embargo, pese a la fama del seminario y de las publicaciones misianas,nunca acab de reconocer y aceptar los grandes descubrimientos de Mises y el contenido de la Teoradel dinero y el crdito . Refleja bien tal actitud el que en la universidad vienesa Mises fuera siempre unprivatdozent , es decir, que, si bien el puesto universitario le daba prestigio, por su docencia no recibahonorarios. [9] Se tena que ganar la vida como asesor econmico de la Cmara de Comercio Austraca,cargo que desempe desde 1909 hasta su salida de Austria en 1934. Esa falta de reconocimiento deMises se debi no slo a la ausencia de traducciones de sus obras, sino, ms aun, a la actitud que loseconomistas en general comenzaron a adoptar despus de la primera guerra mundial. En el insularmundo acadmico angloamericano ninguna obra tiene influencia si previamente no ha sido traducida

    al ingls y, por desgracia, la Teora del dinero y el crdito no apareci en este idioma hasta 1934,cuando, como veremos, ya era demasiado tarde para que su impacto pudiera ser efectivo. La economaneoclsica nunca tuvo tradicin en Alemania; pero en la propia Austria la escuela entr en decadenciacoincidiendo con la muerte de Bhm-Bawerk en 1914 y la del ya inactivo Menger recin terminada laguerra. La ortodoxia bhm -bawerkiana opuso tenaz resistencia a los avances misianos y a laincorporacin de la teora del dinero y del ciclo econmico a la tradicional doctrina vienesa. No tuvoMises, pues, ms remedio que crear con sus discpulos y seguidores una nueva escuela "neo-austraca".

    El lingstico no fue el nico obstculo con el que la doctrina misiana hubo de enfrentarse en

    Inglaterra y los Estados Unidos. La autoritaria y al tiempo anquilosadora influencia del neorricardianoAlfred Marshall haba vedado el acceso a la Gran Bretaa de las teoras vienesas. Por su parte, en losEstados Unidos, donde la Escuela Austraca contaba con ms seguidores, se produjo, despus de laprimera guerra, un notable descenso de la investigacin terica en materia econmica. Tanto HerbertJ. Davenport, de Cornell, como Frank A. Fetter, de Princeton, los dos grandes "austracos" de losEstados Unidos, haban dejado de aportar nada nuevo a la teora econmica desde la conflagracin.

    De este vaco terico surgen, en los aos veinte, dos poco profundos y, desde luego, nada austracoseconomistas, Irving Fisher, de Yale, con una mecanicista teora cuantitativa y una decidida tendencia apermitir la intervencin administrativa en el mercado monetario, con miras a elevar y estabilizar el

    nivel de precios, y Frank Knight, de Chicago, inmerso en la incansable bsqueda de ese fantasmagricomundo de la competencia perfecta y manifiestamente opuesto a dar entrada al factor tiempo en el

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    anlisis del capital, as como a la preferencia temporal en la determinacin del inters. Amboscontribuyeron a la formacin de la "Escuela de Chicago".

    Tanto la realidad econmica como la teora cientfica iban, por otra parte, hacindose cada vez msinhspitas para la proliferacin de la filosofa misiana. Mises escribi su monumental Teora deldinero y el crdito cuando un mundo en el que todava prevalecan sustancialmente el laissez faire y el

    patrn oro vea ya aparecer su crepsculo vespertino. La guerra iba, en seguida, a introducir esasistemtica econmica, con la que ya estamos tan familiarizados, de estatismo por doquier,planificacin gubernamental, intervencionismo, dinero arbitrariamente creado, inflacin ysuperinflacin, crisis monetarias, tarifas proteccionistas y control de cambios.

    Ludwig von Mises, ante la negra noche que se aproximaba, lejos de amilanarse, dedic su vida entera acombatir la oscuridad con enorme coraje personal y extraordinaria dignidad. Jams se dobleg ante elhuracn de mutaciones que l bien saba resultaran infortunadas y desastrosas; ni cambios polticosni variaciones acadmicas cohibironle en su bsqueda y propagacin de la verdad tal como l la vea.El economista francs Jacques Rueff, destacado partidario del patrn oro, nos habl, en elogio de

    Mises, de su "intransigencia", diciendo:"Con un infatigable entusiasmo y con valor y fe inquebrantables, nunca ces de denunciar los falacesrazonamientos y los errores aducidos para justificar la mayor parte de nuestras actuales instituciones.Demostr, en el sentido ms estricto del trmino, que tales sistemas, lejos de procurar comopretendan sus patrocinadores el bienestar de las gentes, forzosamente haban de causar malestar ysufrimiento y, finalmente, conflictos, guerras y esclavitud.

    Ningn argumento puede apartarle del recto camino por el que su sereno razonamiento le gua. Es unser puramente racional, en esta nuestra poca irracional.

    Muchos de quienes le han escuchado se han quedado frecuentemente sorprendidos de encontrarse,casi sin darse cuenta, en regiones adonde su propia humana timidez les haba vedado llegar". [10]

    V. Socialismo y clculo econmico

    Los economistas austracos haban defendido siempre implcitamente el mercado, si bien, viviendo enel tranquilo y relativamente libre mundo del siglo XIX, jams llegaron a exponer explcitamente lasventajas de la libertad y las consecuencias del intervencionismo. Ludwig von Mises, por el contrario,sumido ya en un ambiente de creciente socialismo y estatismo, sin abandonar nunca la investigacindel ciclo econmico, dedic tambin su poderosa atencin a analizar el aspecto econmico de laintervencin y la planificacin estatal. Public (1920), en tal sentido, su clebre artculo "El clculo

    econmico en la sociedad socialista", [11] verdadera bomba, que, por primera vez, evidenciaba que elsistema socialista era inviable por completo en una economa industrial. Demostraba, en efecto, queun rgimen socialista, carente de precios libres, no poda calcular racionalmente los costos, sindole,por tanto, imposible distribuir del modo ms eficaz los factores de produccin disponibles,destinndolos a los cometidos de mayor inters. Este ensayo misiano, si bien, una vez ms, pordesgracia, no fue traducido al ingls hasta 1930, tuvo tremendo impacto entre los socialistas europeos,quienes se pasaron dcadas enteras pretendiendo refutar a Miss, elaborando modelo tras modeloque permitiera hacer practicable la planificacin socialista. Tales avanzadas teoras incorporlasMises a su gran tratado acerca de la economa marxista, titulado Socialismo [12] (1922). Cuando ladevastadora crtica misiana del rgimen socialista fue, al fin, traducida al ingls, djosele a la

    intelectualidad norteamericana que cierto socialista polaco, Oscar Lange, haba "refutado' a Mises y eluniversitario socialista descans, sin preocuparse siquiera, por lo menos, de leer el texto misiano. Loscada vez mayores y reconocidos fracasos de la planificacin en Rusia y la Europa oriental, a medida

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    que se han ido industrializando, tras la segunda guerra mundial, demuestran, de modo dramtico, lacerteza de las previsiones de Mises, lo cual, sin embargo, no obsta a que su doctrina siga siendoconvenientemente silenciada.

    Si el socialismo es inviable, han de ser igualmente ineficaces las medidas dirigidas con las que lasautoridades perturban la mecnica del mercado, actuaciones que Mises bautiz con el vocablo

    "intervencionismo". A lo largo de los aos veinte, Mises, en diversos artculos, critic y demostr laineficacia del estatismo econmico, artculos posteriormente reunidos en un libro, an intraducido alingls, Kritik des Interventionismus [13] (1929). No queda, descartados tanto el socialismo como elintervencionismo, otro sistema aplicable que el laissez faire liberal, o sea, la economa de mercado. Ensu notable Liberalismus [14] (1927), recientemente traducido al ingls bajo el ttulo The Free andProsperous Commonwealth , explic ampliamente los mritos del liberalismo clsico, evidenciando laestrecha interconexin que existe entre la paz internacional, los derechos humanos y el mercado libre.

    VI. Mises y la metodologa de la economa

    Ludwig von Mises erigise, a lo largo de los aos veinte, en el ms conspicuo defensor del laissez faire

    y de la economa de mercado y en el ms decidido oponente del socialismo y el intervencionismo. Parasu frtil y creadora mente todo esto an era poco. Entenda que la teora econmica, incluso la versinvienesa, no estaba debidamente sistematizada, ni hallbanse correctamente establecidas sus basesmetodolgicas. Vea adems el peligro que encerraban nuevas y falaces metodologas, en particular elinstitucionalismo , que vena, en definitiva, a negar la existencia misma de la propia ciencia econmica,y el positivismo , que pretende estructurar la teora econmica sobre los mismos presupuestos que lasdisciplinas fsicas. Los clsicos y los primitivos austracos haban descubierto la economa siguiendouna acertada metodologa. Pero su tratamiento de los problemas metodolgicos fue meramentecasual, por lo que nunca llegaron a montar una especfica y propia metodologa que pudiera resistir elnuevo asalto del positivismo y del institucionalismo.

    Mises se propuso dar a la ciencia econmica una base filosfica y metodolgica, lo que equivala a lafijacin, sistematizacin y coronacin de la Escuela Austraca. Su pensamiento cristaliz, de entrada,en su Grundprobleme der Nationalkonomie (1933), traducido al ingls, mucho ms tarde, en 1960,bajo el ttulo de Epistemological Problems of Economics . [15] Despus de la segunda guerra mundial,cuando ya el institucionalismo desapareca, pero, en cambio, el positivismo se impona con fuerza, pordesgracia, cada vez mayor, a los profesionales de la economa, Mises desarroll aun ms sumetodologa, refutando el positivismo, con Theory and History [16] (1957) y The Ultimate Foundationof Economic Science [17] (1962). Atac fundamentalmente la pretensin positivista de tratar, deconformidad con la tcnica de las ciencias fsicas, a los humanos como si fueran piedras o tomos. La

    funcin del economista, para los positivistas, consiste en observar regularidades cuantitativas yestadsticas de la conducta humana, deduciendo leyes que permitan predecir el futuro y, a su vez, sercontrastadas por ulteriores estadsticas. Tal sistemtica positivista slo, desde luego, resultaraaplicable en una economa gobernada por "ingenieros sociales", que dispondran de los hombres comosi fueran inanimados objetos fsicos. Dice Mises, en el prefacio de su Epistemological Problems , queesta interpretacin "cientfica" supondra "estudiar la conducta de los seres humanos de acuerdo conla sistemtica que la fsica newtoniana aplica al examinar masas y movimientos. Partiendo de tal'positiva' base se pretende tratar a la humanidad a travs de una supuesta 'ingeniera social', nuevatcnica que permitira al azar econmico de la planificada sociedad futura manejar a los vivientescomo el tecnlogo utiliza los materiales inanimados". [18]

    Contra tal metodologa, Mises estructur la suya propia, que denomin "praxeologa", es decir, lateora general de la actividad humana, partiendo de dos fuentes: por un lado, el anlisis deductivo,

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    lgico e individualista de los economistas clsicos y vieneses, y, por otro, la filosofa de la historia de laescuela "del suroeste alemn" de principios de siglo, amparndose fundamentalmente en elpensamiento de Rickert, Dilthey, Windelband y su personal amigo Max Weber. La praxeologa misianaparte fundamentalmente del individuo que acta , del hombre que tiene deseos, que pretende alcanzarespecficos objetivos o metas, que piensa acerca de cmo alcanzar tales fines; nunca, en cambio, seinteresa por un imaginario sujeto que, como la piedra o el tomo, se moviera a tenor de cuantitativas y

    predeterminadas leyes fsicas. Tanto la contemplacin de nuestros semejantes como la propiaintrospeccin nos prueban la existencia de la actividad humana. No cabe pensar en la existencia deleyes histricas cuantitativas que regularan la actuacin de los hombres, siendo as que stos actande acuerdo con los dictados de su libre voluntad individual.

    Yerra, pues, el economista cuando pretende hallar, a travs de la estadstica, preestablecidas leyes yfunciones del actuar humano. Cada acontecimiento, cada acto, en la historia del hombre, constituyeejemplar diferente y nico, siendo resultado provocado por personas que libremente actan ymutuamente se influencian; de ah que no quepa establecer prevenciones estadsticas ni tests de lateora econmica.

    Pero si la praxeologa nos dice que no puede encerrarse la actividad del hombre en leyes cuantitativas,cmo puede ser cientfico el estudio econmico? Mises responde indicando que la ciencia econmica,como ciencia del actuar humano, jams coincide ni puede coincidir con el positivista modelo de lafsica. La teora econmica, segn clsicos y vieneses demostraron, parte en sus estudios de unos muypocos axiomas generales acerca de la esencia y naturaleza de la accin humana, axiomas que elestudioso descubre por introspeccin. Las verdades y conclusiones de la economa no son sinoderivaciones lgicas deducidas de tales axiomas. Tenemos as, por ejemplo, el fundamental axioma dela existencia de la propia actividad humana, o sea, que los hombres tienen objetivos que deseanalcanzar, que actan para conseguirlos, que el actuar es siempre temporal, que prefieren unas cosas a

    otras, etc.Si bien los estudios metodolgicos de Mises no se tradujeron hasta despus de terminar la segundaguerra mundial, su ideario, de forma diluida e incompleta, fue antes trasladado a los estudiosos dehabla inglesa, por el joven economista britnico Lionel Robbins, a la sazn discpulo misiano. Eltrabajo de Robbins Essay on the Nature and Significance of Economic Science (1932) ( Ensayo sobre lanaturaleza y la significacin de la ciencia econmica ), en el que el autor reconoce su "gran deuda"intelectual con Mises, se consider durante muchos aos en la Gran Bretaa y los Estados Unidos, laobra bsica de metodologa econmica. La insistencia de Robbins en que la esencia de lo econmicoestriba en la distribucin de factores siempre escasos entre producciones alternativas era ya, desdeluego, praxeologa, si bien una praxeologa harto simplificada y de escasos vuelos. Careca de la

    profunda visin misiana en torno al mtodo deductivo y a la diferencia entre teora econmica ehistoria humana. No es, pues, de extraar que, desconocidos los trabajos de Mises, la obra de Robbinssirviera de bien poco frente a la marea positivista que todo lo iba invadiendo.

    VII. Human Action

    Algo era ya dejar correctamente formuladas las bases metodolgicas de la ciencia econmica; peromucha mayor trascendencia tena lanzarse, como hizo Mises, a edificar toda la teora econmicapartiendo de tales bases, utilizando exclusivamente tal sistemtica. Doble tarea que normalmenteparecera excesiva carga para una sola mente; descubrir, primero, la metodologa correcta, para,

    despus, estructurar, por tal va, la ciencia econmica toda. Es increble que Mises pudiera dar cima atan impresionante trabajo, despus de una larga ejecutoria de labor investigadora. Y, sin embargo,Mises logr brillantemente superar la ardua prueba, pese al aislamiento y la soledad en que se hallaba,

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    abandonado prcticamente por todos sus amigos y antiguos seguidores, exiliado en Ginebra, lejos desu Viena querida, ocupada por los nazis, rodeado de un mundo y en un ambiente profesional querepudiaba por entero los ideales, los mtodos y los principios que l propugnaba. En talescircunstancias, Mises, sin embargo, publica (1940) su obra cumbre, su monumental Nationalkonomie, trabajo por el que nadie se interes en una Europa vctima ya de espantosa conflagracin. Porfortuna, Nationalkonomie fue ampliada e ntegramente reescrita, en ingls esta vez, bajo el ttulo de

    Human Action , unos aos despus (1949). [19] El que Mises lograra dar cima a Human Action es, depor s, indudable proeza. Pero que lo consiguiera en circunstancias tan adversas da una mayorcategora y ejemplaridad a su obra.

    Human Action es precisamente lo que se necesitaba. He aqu la ciencia econmica toda, elaboradapartiendo de slidos axiomas praxeolgicos, centrada en el anlisis del hombre que acta, en elestudio del individuo que persigue objetivos dentro de este nuestro mundo real. Estamos ante unaciencia elaborada como disciplina deductiva, que va sucesivamente exponiendo todas lasimplicaciones lgicas que de la propia existencia del actuar humano derivan. Quien suscribe, que tuvoel honor de disfrutar de las primicias del libro, vio su vida e ideas radicalmente variadas tras la lectura

    del mismo. Se trataba, en verdad, de un sistema de pensamiento econmico en el que algunoshabamos soado, convencidos, sin embargo, de que nadie nunca lo conseguira producir, un tratadode economa completo e ntegramente racional, el libro que nadie haba podido an escribir. Laeconoma de la accin humana .

    La importancia del trabajo de Mises se magnifica al tener en cuenta que Human Action era el primertrabajo general de economa no slo en la tradicin vienesa, sino en toda otra tradicin que sepublicaba desde antes de la primera guerra mundial. La economa, despus del conflicto blico, sehaba ido fragmentando en parciales, separados e incoherentes estudios y anlisis. Los que siguieron alos maestros de anteguerra Fetter, Clark, Taussig y Bhm-Bawerk ya jams presentaban su

    disciplina como un todo lgico, integrado y deductivo. Slo los escritores de elementales libros detexto intentaban ofrecer un cuadro general del mundo econmico, pero aqullos no servan sino parapatentizar, con sus ntimas inconsecuencias, el triste estado a que haban llegado los estudioseconmicos. Human Action nos mostraba, en cambio, cmo caba zafarse de aquel lodazal ininteligible.

    Poco ms procede decir de Human Action , si no es destacar algunas de las muchas contribucionesmagistrales que este gran corpus contiene. Aunque Bhm-Bawerk descubri, insistiendo una y otravez en el concepto, que el fenmeno del inters se basa en la preferencia temporal, sus exposicionesno llegaban a fundarse exclusivamente en tal pensamiento, quedando confusa la propia idea de lapreferencia temporal. Frank A. Fetter logr mejorar y refinar la teora, la explicacin del intersbasado en la preferencia temporal pura, en sus notables pero olvidados escritos de las dos primeras

    dcadas del siglo XX. Fetter afirmaba que los precios de los bienes de consumo quedan determinadospor las valoraciones y las demandas de sus adquirentes; cada factor interviniente cobraba la sumacorrespondiente a su propia utilidad marginal, quedando todas estas percepciones descontadas conarreglo a la tasa de la preferencia temporal del caso, lo que permite al prestamista o capitalista cobrarsu correspondiente renta. Mises sac a la luz este olvidado ideario de Fetter, demostrando, a mayorabundamiento, que la preferencia temporal constitua una necesaria categora praxeolgica del actuarhumano para integrar finalmente, en un solo pensamiento, la teora del inters de Fetter, la teora delcapital de Bhm-Bawerk y su propia teora del ciclo econmico.

    Mises nos procur adems una crtica metodolgica muy necesitada de los hoy tan en boga sistemas

    estadsticos y matemticos, derivados del ideario de Leon Walras, el neoclsico suizo, sistemas quehoy en da, prcticamente, han excluido del anlisis econmico el lenguaje y la lgica discursiva. Miseshizo notar que las ecuaciones matemticas servan tan slo, en materia econmica, para describir

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    aquel mundo intemporal, esttico y fantasmtico de la economa en "equilibrio general", con lo quedaba pleno apoyo a la postura antimatemtica de los economistas clsicos y de los austracos (muchosde los cuales, sin embargo, fueron destacados matemticos). Porque las matemticas, en economa, noslo resultan intiles, sino adems engaosas, tan pronto como se aparta uno de aquel Nirvana deluniforme giro y se pretende analizar el actuar en el mundo real, en el mundo donde opera el factortiempo, donde hay esperanzas, anhelos y errores. Destac Mises que el recurrir a las matemticas en

    economa no era sino consecuencia del error positivista de suponer que se puede operar con loshombres como si fueran minerales, siendo posible prever el comportamiento humano anlogamente acomo la fsica traza de antemano la trayectoria de un proyectil. Y hay ms; siendo as que el sujetohumano slo puede apreciar y considerar cantidades de cierta importancia, el clculo diferencial,manejando exclusivamente variaciones cuantitativas infinitamente pequeas, forzosamente ha deresultar inidneo cuando se trata de la ciencia de la accin humana.

    El recurrir, en economa, a funciones presupone entender que los acontecimientos del mercado son"mutuamente interdependientes", pues cuando en matemticas decimos que x es funcin de y, elloimplica que y es, en el mismo sentido, funcin de x. Este tipo de metodologa basada en la mutua

    determinacin puede resultar correcta en el mundo de la fsica, donde no hay agente causal nico queopere. Pero en el terreno de la accin humana, por el contrario, s hay un agente causal, factor nicoque determina lo que acontece; a saber, la actuacin del hombre, que persigue un objetivo especfico.La Escuela Austraca, en este sentido, nos ensea, por ejemplo, que el impulso parte del precio de losbienes de consumo y se transfiere al precio de los factores de produccin, pero jams al revs.

    El mtodo economtrico , hoy en da tan de moda, por su parte, resulta doblemente errneo, alpretender integrar hechos estadsticos y matemticos. El recurrir a la estadstica, para a travs de elladeducir predeterminadas leyes, implica, en este caso, suponer que en el mbito de la accin humana,como en el terreno de la fsica, cabe descubrir confirmadas constantes, invariables leyes cuantitativas.

    Y la realidad es que nadie ha descubierto jams, como Mises sealara, ni una sola constantecuantitativa en el actuar humano, ni seguramente nunca se descubrir, dada la libertad de eleccin decada individuo. Tal falacia economtrica dio pbulo a la actual mana por predecir "cientficamente" elfuturo econmico, habiendo Mises logrado patentizar el bsico error que encierra tan antigua comovana empresa. Confirmacin de esta advertencia misiana, una ms entre sus muchas trascendentalesvisiones, es el fracaso de la prediccin economtrica en los ltimos aos, pese al empleo develocsimos computadores y "modelos" de lo ms sofisticados.

    Slo un aspecto de la teora econmica de Mises y parte de su metodologa pudo, por desgracia,acceder, como decamos, al mundo angloparlante, en el perodo interblico. Haba, en efecto, predichoMises, basado en su teora del ciclo econmico, una crisis econmica, cuando la mayora de los

    economistas de la Nueva Era de los aos veinte, incluido el propio Irving Fisher, predecan un futurode inacabable prosperidad, gracias a la actividad intervencionista de las estatales bancas centrales. Deah que, cuando la Gran Depresin se desencaden, comenzara a prestarse atencin, sobre todo en laGran Bretaa, a la misiana teora del ciclo econmico. Inters ste que an aument con motivo de laemigracin a la London School of Economics del principal discpulo de Mises, Friedrich A. von Hayek,cuya propia interpretacin de la misiana teora del ciclo econmico fue pronto traducida al ingls alcomenzar la dcada de los treinta. El seminario de Hayek en la escuela londinense dio a conocernumerosos estudiosos partidarios de la teora austraca del ciclo econmico, entre los que cabedestacar a John R. Hicks, Abba P. Lerner, Ludwig M. Lachmann y Nicholas Kaldor. Otros discpulos,ingleses, de Mises, cual Lionel Robbins y Frederic Benham, publicaron misianas explicaciones de la

    Gran Depresin. Los trabajos de algunos seguidores austracos de Mises, como Fritz Machlup yGottfried von Haberler, comenzaron a ser traducidos y el propio Robbins, por fin, supervis latraduccin de la Teora del dinero y el crdito (1934). Mises, por su parte, public (1931) su estudio

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    sobre la depresin, Die Ursachen der Wirtschaftskrise . [20] Estimse como muy probable, durante laprimera mitad de los aos treinta, que iba a triunfar definitivamente la misiana teora del cicloeconmico y, en tal momento, no se demorara la difusin de los dems escritos del maestro.

    Amrica tardaba ms en asimilar la teora austraca, pero, dada la enorme influencia de loseconomistas ingleses en los Estados Unidos, no era dudoso que tambin pronto el ideario misiano

    invadira este pas. Gottfried von Haberler produjo en Estados Unidos el primer resumen de la teoradel ciclo de Mises-Hayek. [21] Pronto el prometedor economista Alvin Hansen se adherira tambin a ladoctrina austraca. Con independencia de la teora cclica, el pensamiento viens sobre capital einters fue reexpuesto en diversas revistas americanas a travs de una noble serie de artculos deHayek, Machlup y el joven economista Kenneth Boulding.

    Pareca ya que la doctrina austraca iba a ser la ola del futuro. Mises, por fin, estaba a punto de lograraquel pblico reconocimiento, que tanto tiempo haba merecido, sin jams alcanzarlo. Pero, cuandoms cercano pareca el triunfo, la tragedia se produjo, con la famosa revolucin keynesiana. JohnMaynard Keynes, amparado en su simplista y, a la vez, embrollada nueva justificacin y

    racionalizacin de la inflacin y el dficit presupuestario, avasall el pensamiento econmico con lavelocidad del incendio en la pradera. La ciencia econmica, hasta Keynes, haba constituido impopularpero poderoso valladar frente a la inflacin Y el gasto pblico deficitario. Los economistas, sinembargo, a partir de ahora, del brazo de Keynes, armados con su nebulosa, oscura y semimatemticajerga, podan lanzarse a populachera y provechosa coalicin con polticos y gobernantes ansiosos deaumentar su propia influencia y poder. La teora keynesiana apareca como cortada a la medida paraser la base intelectual del moderno estado blico-providencialista, del intervencionismo y delestatismo, en escala mayor que nunca.

    Los partidarios de Keynes, como tantas veces ha sucedido en la historia de la ciencia social, ni siquierase preocuparon de refutar las doctrinas misianas; stas quedaron, simplemente, relegadas al olvido,

    barridas por el advenimiento de la con acierto denominada "revolucin" keynesiana. La teora cclicade Mises y toda la economa austraca se perdieron, tanto para economistas como para profanos,absorbidas por el siniestro "hoyo de la memoria" orwelliano. Lo ms trgico de este masivo olvido fuela soledad, el abandono, en que dejaron a Mises sus ms capaces seguidores. Precipitronse,ciertamente, en brazos de Keynes, no slo los discpulos ingleses de Hayek, as como Hansen, quienpronto sera el primer keynesiano de Norteamrica, sino tambin los austracos, mejores conocedoresde la verdad, que apresuradamente haban huido de su patria, para ocupar distinguidos puestosacadmicos en los Estados Unidos, donde constituyeron lo que pudiramos denominar el alamoderada del keynesianismo. nicamente Hayek, y el menos conocido Lachmann, mantuvironsefieles y sin mancilla cuando, tras los brillantes augurios de las dos dcadas precedentes, lleg la

    derrota. Ludwig von Mises, entonces solo, derrumbadas antiguas y un da bien justificadas esperanzas,psose a escribir su gran obra Human Action .

    VIII. Mises en Norteamrica

    Perseguido en su patria austraca, Ludwig von Mises fue uno ms de los muchos distinguidos exiliadoseuropeos que arribaron a las costas americanas. Estuvo primero en Ginebra, donde ense, de 1934 a1940, en el Graduate Institute of International Studies. Contrajo all matrimonio con la encantadoraMargit Sereny -Herzfeld, en 1938. Dos aos despus se traslad a los Estados Unidos. [22] EnNorteamrica fue preterido y arrinconado, a diferencia de lo que sucedi con innumerables exiliados

    europeos, socialistas y comunistas, cordialmente acogidos por el mundo acadmico estadounidense,que igualmente ofreci distinguidos puestos universitarios a aquellos que otrora fueran discpulos yseguidores de Mises. Su individualismo incansable e intransigente, tanto en el estudio econmico

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    como en la filosofa poltica, vedle el acceso a la esfera docente, a ese mundo que se precia de"perseguir infatigablemente la verdad". Pese a todo, Mises, viviendo en Nueva York, gracias adonaciones de fundaciones diversas, escribi (1944) dos obras notables en ingls, OmnipotentGovernment [23] y Bureaucracy. [24] Evidenci en aqulla que el nazismo, lejos de constituir "el ltimoestadio del capitalismo", como afirmaba el marxismo en boga, no era ms que otra forma desocialismo totalitario, mientras en Bureaucracy nos informa de la radical diferencia entre la actividad

    lucrativa y la actividad burocrtica, evidenciando que las graves imperfecciones de la burocraciareapareceran inexorablemente en todo intervencionismo.

    Constituye imperdonable y vergonzosa mancha para la academia norteamericana el que von Misesjams consiguiera retribuida ctedra universitaria en Estados Unidos. Fue un simple visiting professor, a partir de 1945, en la Graduate School of Business Administration de la Universidad de Nueva York.Pero, en estas extraas circunstancias, tratado frecuentemente por las autoridades universitariascomo ciudadano de segunda, apartado de los centros docentes de prestigio e inmerso casi por enteroen una masa de incomprensivos estudiantes de contabilidad y administracin comercial, Ludwig vonMises reanud su otrora famoso seminario semanal. No poda Mises, por desgracia, en estas

    condiciones, aspirar a que de su ctedra surgiera una falange de jvenes e influyentes economistas; nocaba, desde luego, reproducir los brillantes triunfos de sus seminarios vieneses.

    Mises, no obstante circunstancias tan tristes y aciagas, desempe su seminario con enorme dignidad,sin quejarse jams de nada. Quienes con l convivimos en la universidad neoyorquina, nuncaescuchamos de sus labios una palabra agria ni resentida. Mises laboraba incansablemente por avivarla ms mnima chispa intelectiva que sus discpulos mostraran, siempre con aquella dulzura, aquellaelegancia que lo caracterizaban. Un torrente de maravillosas posibilidades investigadoras brindaba,cada semana, al auditorio. Joyas, de facetas perfectamente talladas, eran sus conferencias, profundasexposiciones de mltiples aspectos de su ideario. A quienes boquiabiertos y silenciosos le

    escuchbamos, Mises, chispendole la mirada con su caracterstico jocoso destello, sola decir: "No lesamedrente hablar, seores; tengan presente que, por errneo e infundado que sea lo que sobre eltema digan, lo mismo ya anteriormente habr dicho algn eminente economista".

    Un puado de universitarios, pese al cul de sac en que Mises se hallaba, surgieron de aquel seminario,propagando la tradicin austriaca, seminario que, por otra parte, era como un faro de luz que, semanatras semana, atraa a mltiples oyentes de la gran rea neoyorquina, quienes acudan en tropel aescuchar el mensaje misiano. Y otro de los simpticos aspectos de aquellas reuniones era el posteriorcnclave, en cercano restaurante, plido reflejo, por desgracia, de las tan nombradas Mises-kries delos viejos cafs vieneses. En tales ocasiones, Mises nos brindaba inagotable torrente de fascinantesancdotas y perspicaces sugerencias y todos entreveamos, a travs de sus palabras y de la propia

    aura que lo envolva, aquella Viena noble y encantadora de pocas ya pasadas. Cuantos gozamos delprivilegio de asistir al seminario misiano en la Universidad de Nueva York coprendamos que Ludwigvon Mises no slo era economista excepcional, sino adems maestro incomparable.

    Mises, pese a la difcil situacin que atravesaba, sumido siempre en un mundo inhospitalario, fue elfro del laissez faire , de la economa austraca, prosiguiendo su incansable escribir en el nuevocontinente. Hall, por fortuna, suficientes seguidores, que tradujeron sus obras anteriores y editaronsu continua produccin intelectual. Mises constituy el centro focal del movimiento liberal en losEstados Unidos de la posguerra, siendo gua y permanente inspiracin para cuantos lo seguamos. Lostextos misianos hllanse hoy prcticamente todos en circulacin, gracias a un conjunto cada vez

    mayor de discpulos y partidarios, pese al abandono en que el mundo acadmico pretendimarginarlo. Un nmero siempre creciente de universitarios y jvenes catedrticos se van

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    incorporando a la tradicin austraca y al pensamiento misiano, pese al recalcitrante academicismooficial.

    Y esto sucede no slo en los Estados Unidos. Olvidan, en efecto, las gentes que Ludwig von Mises jugun papel muy importante, merced a discpulos y compaeros, en aquel impulso que permitireestructurar una economa ms o menos libre en la Europa occidental de la posguerra. Wilhelm

    Rpke, estudiante misiano de la poca vienesa, fue quien aport el necesario respaldo intelectual quesalv a la Alemania Federal del colectivismo, instaurando en el pas una economa sustancialmentecapitalista. Luigi Einaudi, otro viejo amigo de Mises en cuestiones de libertad econmica, logrigualmente librar a Italia del socialismo totalitario. Y un tercer seguidor misiano, Jacques Rueff, fue elconsejero econmico que, prcticamente solo, pero sin desmayo, inspir al general De Gaulle supoltica de reimplantacin del patrn oro.

    Mises continu dirigiendo el seminario de la Universidad de Nueva York, semanalmente, sininterrupcin, hasta la primavera de 1969. Retirse, entonces, vigoroso y despierto an, a los ochenta ysiete aos; lo que supone haber sido el catedrtico en activo de mayor edad de los Estados Unidos. He

    aqu una prueba ms de su indomable ardor intelectual.IX. El camino de salvacin

    Hay signos, cada vez ms esperanzadores, de que pronto va a concluir el ostracismo a que fueroncondenadas las ideas y los trabajos de Mises durante toda su vida. Las ntimas contradicciones y lasdesastradas consecuencias de los errores hoy prevalentes, tanto en el terreno poltico como en elmbito de las ciencias sociales, resultan cada vez ms evidentes. [25] La incapacidad de los gobiernoscomunistas de la Europa oriental para planificar eficazmente su economa ha dado, all, pbulo a uncreciente movimiento en apoyo de la economa libre, mientras, en los Estados Unidos y Occidente, lavacuidad de la charlatanera keynesiana e inflacionista deviene, da a da, ms patente. Los gobiernos

    poskeynesianos de los Estados Unidos se debaten, en vano, por controlar una inflacin aparentementeirradicable, que subsiste aun en los momentos de recesin, lo que echa por tierra todos los supuestosde la prevalente teora econmica. El fracaso de las medidas keynesianas y los manifiestos errorestericos de Keynes estn despertando por doquier serias dudas acerca de la viabilidad del sistema. Ladilapidacin de riqueza que el gasto estatal y el gobierno burocrtico provocan, da lugar a que yamuchos se pregunten si estara en lo cierto Keynes cuando aseguraba que era intrascendente el que laAdministracin invirtiera los ingresos fiscales en servicios productivos o en faranicas pirmides. El,inevitable desquiciamiento del orden monetario internacional hace que los actuales gobiernosposkeynesianos vayan dando bandazos de una crisis en otra, constreidos siempre a optar entre dos"soluciones" igualmente insatisfactorias, a saber, o cambios flotantes para una fiduciaria moneda

    estatal o cotizaciones arbitrariamente fijas, que imposibilitan el comercio exterior y la inversinextranjera.

    Esta crisis del keynesianismo no es sino una manifestacin ms de la crisis del estatismo eintervencionismo, tanto en la teora como en la prctica. El actual "liberalismo" estatificador queprevalece en los Estados Unidos es incapaz de dominar las situaciones que l mismo provoca; as, elproblema blico de guerras continuas entre bloques nacionales diversos, la cuestin de la enseanzapblica, con todas las dificultades que encierran la financiacin, el contenido, el reclutamiento depersonal y la propia estructura de los distintos centros de estudio, debatindose siempre entre elEscila y el Caribdis de la inflacin crnica, por un lado, y la oposicin pblica a cargas tributarias ya

    insoportables, por otro. Hllanse, cada vez ms, en tela de juicio tanto la beneficencia como elbelicismo del moderno estado blico-providencialista. Se observa, en el terreno terico, abiertaoposicin a la idea de que debemos todos ser dirigidos, como si furamos materia prima, por

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    "cientficos" tecncratas en supuesta ingeniera social. Y aumenta aceleradamente la resistencia a queel gobierno pueda y deba imponer obligatoriamente tanto a los pueblos avanzados como a losretrasados un artificioso "desarrollo econmico".

    Aquel estatismo que Mises, a lo largo de toda su vida, tanto combati, hllase hoy por doquier, tantoen la teora como en la prctica, bajo atronante ataque, que alimenta la crtica lgica hermanada con la

    desilusin. Las gentes no estn ya dispuestas a acatar dcilmente las rdenes y los mandatos deautonombrados gobernantes "soberanos". El problema, sin embargo, estriba en que no se puede salirdel presente lodazal estatificador, sin descubrir previamente una alternativa viable y coherente. Misesnos brinda tan deseada alternativa, alumbrando el camino de salvacin que liberara a la humanidadde tantos problemas y crisis como hoy nos afligen. Mises, en efecto, durante toda su vida, evidenci elporqu de esta actual desilusin, allanndonos la nueva y conveniente va. No es de extraar que cadavez sea mayor el nmero de quienes, ahora, al cumplir el maestro su nonagsimo segundo aniversario,reconocen y acgense al camino de salvacin que l descubriera.

    En el prefacio de su Free and Prosperous Commonwealth (1962) escribe Mises: "Cuando, hace treinta

    y cinco aos, quise resumir las ideas y los principios bsicos de aquella filosofa social que, un da,denominramos liberalismo, no abrigaba, desde luego, la vana esperanza de suponer que miexposicin iba a evitar la inminente catstrofe a la que inevitablemente apuntaban las polticasadoptadas por las naciones europeas. Tan solo pretenda ofrecer a la reducida minora formada porquienes piensan la posibilidad de conocer parcialmente los objetivos que persigui y los triunfos queconsigui el liberalismo clsico para, as, contribuir al resurgimiento del espritu de la libertad,despus del insoslayable desastre". [26]

    Jacques Rueff, en honor de Mises, por su parte, deca: "...Ludwig von Mises ha establecido las bases deuna ciencia econmica racional... Ha sembrado, con sus enseanzas, la semilla de una regeneracinque fructificar tan pronto como los hombres vuelvan a preferir las teoras ciertas a las teoras

    placenteras. Todos los economistas, cuando tal da llegue, reconocern que Ludwig von Mises bienmerece su admiracin y gratitud". [27]

    Multiplcanse hoy los indicios en el sentido de que la quiebra y el fracaso del estatismo hanengendrado ya aquella regeneracin a la que Rueff aluda al tiempo que se engruesan las filas de esaminora pensante en que Mises soaba. Si, de verdad, nos hallamos hoy en el umbral de un resurgir delespritu de la libertad, tal resurreccin constituir el mejor monumento que pudiera dedicarse alpensamiento y a la vida de un hombre magnfico y noble.

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    [1] Nota del editor de la versin en ingls: en este ensayo escrito en 1973, Murray N. Rothbard, uno de losalumnos y seguidores de Mises, presenta una lcida y vvida pintura de la vida y de las enseanzas de aqul. Lospuntos de vista de Mises son situados en el marco de la Escuela Austriaca de economa, que Mises adopt,desarroll y transform para fundar su propia escuela de pensamiento. Sus contribuciones son examinadas talcomo se desarrollan en su propia vida. El ensayo de Rothbard es el mejor estudio breve de que se dispone sobrela vida y obra del gran economista.

    [2] Ahora L'vov en la Ucrania rusa, aproximadamente 350 millas al este (y algo hacia el norte) de Viena, Austria.

    [3] Vase Principles of Economics, de Menger, nueva edicin propuesta por el Institute for Humane Studies,Menlo Park, California 94025 (hay edicin en ingls de The Free Press, Glencoe, Illinois, 1950). Traducido yeditado por James Dingwall y Bert F. Hoselitz de la edicin alemana de 1871, Grundstze derVolkwirtschaftslehre . Vase tambin Problems of Economics and Sociology , University of Illinois Press, Urbana,Illinois, 1963. Traducido por Francis J. Nock de la edicin alemana de 1883, Untersuchungen ber die Methodeder Socialwissenschaften und der Politischen Oekonomie insbesondere.

    [4] Vase el tercer volumen de la obra Capital and Interest, de Bhm-Bawerk; vol. I: History and Critique ofInterest Theories; vol. II: Positive por George D. Huncke y Hans F. Sennholz, Libertarian Press, South Holland,Illinois 60473, EE.UU., 1959. El ttulo de esta obra en alemn fue Kapital und Kapitalzin y apareci en las

    siguientes ediciones: primera edicin para el volumen I en 1884, para el volumen II en 1889; segunda edicin: I,1900; II, 1902; tercera edicin: ntegramente revisada: I, 1914; parte de II y III, 1909; cotejo de II y III, 1912;cuarta edicin pstuma: I, II, III, 1921). Extractos en ediciones de bolsillo: Captulo 12 del vcilumen I, "TheExploitation Theory of Socialism-Communism", Libertarian Press, 1975. Partes A y B del volumen II, "Value andPrice", Libertarian Press, 1973.

    [5] Vase Eugen von Bhm-Bawerk, Ensayo V, "The Ultimate Standard of Value", en Shorter Classics of Bhm-Bawerk , Libertarian Press, South Holland, Illinois 60473, EE.UU., 1962.

    [6] Vase Eugen von Bhm-Bawerk, vol. II, Positive Theory Capital , pp. 1-118, en la obra en tres volmenesCapital and Interest, Libertarian Press, South Holland, Illinois 60473, EE.UU., 1959.

    [7] Ludwig von Mises, The Theory of Money and Credit , traducido por H. E. Batson en 1934; reimpreso en 195.3,ampliado con el ensayo "Monetary Reconstruction', Yale University Press, New Haven. Connecticut. Fuereimpreso en 1971 por The Foundation for Economic Education, Inc., Irvington -on-Hudson, New York. Unanueva edicin fue propuesta en 1980 por Liberty Press/Liberty Classics, Indianapolis, Indiana 46250, con unaintroduccin de Murray N. Rothbard.

    [8] Traduccin al ingls por Bettina Bien Greaves (editado por Percy L. Greaves, Jr.), "Monetary Stabilization andCyclical Policy", en von Mises, On the Manipulation of Money and Credit (Free Market Books, Dobbs Ferry, NewYork, 1978), pp. 57-171.

    [9] Slo reciba pequeas contribuciones hechas directamente por los estudiantes.

    [10] Jacques Rueff, "The Intransigence of Ludwig von Mises", en el libro editado por M. Sennholz, On Freedomand Free Enterprise: Essays in honor of Ludwig von Mises . Princeton. Van Nostrand, 1956, pp. 15-16.

    [11] Archivfr Sozialwissenschaft und Sozialpolitik . 47:86 -121, 1920-1921. Traduccin en ingls por S. Adler(pp. 87-130) en Collectivist Economic Planning: Critical Studies of the Possibilities of Socialism ; editado por F. A.Hayek, C. Routledge & Sons, Ltd., Londres, 1935.

    [12] Ludwig von Mises, Socialism: An Economic and Sociological Analysis (ediciones alemanas, 1922, 1932;traduccin en ingls por. J. Kahane, 1936; edicin ampliada con un eplogo, Planned Chaos , 1951); JonathanCape, Londres, 1969. Nueva edicin propuesta en 1980 por Liberty Press / Liberty Classics, Indianapolis,Indiana 46250.

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    [13] Ludwig von Mises, A Critique of Interventionism , traduccin al ingls por Hans F. Sennholz (ArlingtonHouse, New Rochelle, New York, 1977). Edicin alemana original en 1976 por WissenschaftlicheBuchgesellschaft, Darmstadt. Alemania, con un prlogo de F. A. Hayek.

    [14] Traduccin al ingls por Ralph Raico (editada por Arthur Goddard) edicin 1978, Liberalism: A Socio-Economic Exposition (Sheed Andrews and McMeel, Inc., Mission, Kansas); edicin 1962, The Free andProsperous Commonwealth (D. Van Nostrand Company, Inc., Princeton, New Jersey).

    [15] Ludwig von Mises, Epistemological Problems of Economics ; traducido por George Reisman; D. VanNostrand, Co., Inc., Princeton, New Jersey, 1960. Nueva edicin propuesta por el Institute for Humane Studies,Menlo Park, California 94025.

    [16] Ludwig von Mises, Theory and History: An Interpretation of Social and Economic Evolution ; ArlingtonHouse, New Rochelle, New York, 1969, 1976, 1978.

    [17] Ludwig von Mises, The Ultimate Foundation of Economic Science: An Essay on Method , D. Van NostrandCo., Inc., Princeton, New Jersey, 1962. Segunda edicin en 1978 por Sheed Andrews & McMeel, Inc., Mission,Kansas 66202.

    [18] Ludwig von Mises, Epistemological Problems of Economics. Princeton, Van Nostrand, 1960, p. V.

    [19] Ludwig von Mises, Human Action : A Treatise on Economics , 1949, 1963; tercera edicin revisada, HenryRegnery Company, Chicago, 1966, 907 pginas.

    [20] Traduccin por Bettina Bien Greaves, "The Causes of the Economic Crisis", en Ludwig von Mises, On theManipulat