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Quito, 17 de abril de 2013 Más secretos de los paraísos fiscales Fander Falconí En el libro “Treasure Islands: Uncovering the damage of offshore banking and tax havens” (Islas del Tesoro: Descubriendo el daño de la banca extraterritorial y los paraísos fiscales), el inglés Nicholas Shaxon examina en forma clara los efectos negativos de ese tipo de evasión fiscal. Se trata de grandes fortunas mundiales –lícitas e ilícitas- que no pagan impuestos. De acuerdo con Shaxon, muchos paraísos fiscales eran las guaridas que utilizaban los piratas en siglos pasados para esconder sus fantásticas riquezas, como en la novela de aventuras “La isla del Tesoro”, de Robert Louis Stevenson, cuya historia se desenvuelve en una pequeña isla del Caribe británico, y en la que el joven Jim Hawkins descubre el tesoro de John Long Silver y se lo lleva a la Gran Bretaña. Pero estamos en otros tiempos. Ahora esos paraísos son el lugar donde banqueros, empresas multinacionales y gánsteres de toda índole esconden los dineros que deberían ser utilizados por los Estados a favor de sus contribuyentes. En la semana anterior hice alusión a los “Offshore Leaks”, esos cables secretos que se están revelando a la opinión pública. Allí aparecen los nombres de quienes esconden sus dineros en los paraísos fiscales. La lista -como el viejo

Más secretos de los paraísos fiscales

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17 abril 2013

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Quito, 17 de abril de 2013

Más secretos de los paraísos fiscales

Fander Falconí En el libro “Treasure Islands: Uncovering the damage of offshore banking and tax havens” (Islas del Tesoro: Descubriendo el daño de la banca extraterritorial y los paraísos fiscales), el inglés Nicholas Shaxon examina en forma clara los efectos negativos de ese tipo de evasión fiscal.

Se trata de grandes fortunas mundiales –lícitas e ilícitas- que no pagan impuestos. De acuerdo con Shaxon, muchos paraísos fiscales eran las guaridas que utilizaban los piratas en siglos pasados para esconder sus fantásticas riquezas, como en la novela de aventuras “La isla del Tesoro”, de Robert Louis Stevenson, cuya historia se desenvuelve en una pequeña isla del Caribe británico, y en la que el joven Jim Hawkins descubre el tesoro de John Long Silver y se lo lleva a la Gran Bretaña. Pero estamos en otros tiempos. Ahora esos paraísos son el lugar donde banqueros, empresas multinacionales y gánsteres de toda índole esconden los dineros que deberían ser utilizados por los Estados a favor de sus contribuyentes.

En la semana anterior hice alusión a los “Offshore Leaks”, esos cables secretos que se están revelando a la opinión pública. Allí aparecen los nombres de quienes esconden sus dineros en los paraísos fiscales. La lista -como el viejo cofre del tesoro de la isla-, es una verdadera joya. Saca a relucir los nombres de primeros ministros, hijos de expresidentes latinoamericanos, militares, políticos, “hombres de negocios” de grandes empresas extractivas, personajes del jet set internacional, dictadorzuelos, respetables filántropos de fundaciones, cuyo aparente propósito no es el lucro sino el servicio social, pero que en la práctica es el lucro sin fin.

El sistema financiero y sus modernas islas del tesoro no son un elemento accesorio del sistema económico. Por el contrario, son un aspecto de la personificación del capital. En este intrincado andamiaje aparecen los paraísos fiscales y sus depositantes, como vacacionistas en un permanente y millonario verano. La ausencia de regulación del sistema financiero internacional es un estímulo constante para su expansión desenfrenada en las paradisíacas islas a lo largo y ancho del planeta.

Creímos que los tesoros enterrados eran pura fábula, como en la famosa novela de Stevenson, pero ahora sabemos no solo que existen sino que sirven, precisamente, para

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enterrar fortunas que la mayor parte de las veces ocultan crímenes económicos, y no en pocos casos físicos. Quién sabe. Cuando está de por medio el dinero y la codicia cualquier cosa es posible. Sea como sea, es bueno tener presente que en todo paraíso aparece la serpiente..., esa revelación mítica del árbol del bien y del mal que a tantos pone de rodillas.

Fuente: El Telégrafo