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MADRID – GIJÓN – MADRID 2018 “DUM INTER HOMINES SUMUS, COLAMUS HUMANITATEM” Está claro que no somos gente convencional, pasamos muchas horas pedaleando, con frío, con lluvia, con sol a 40 grados,… No somos gente convencional, pero: ¿Quién lo es? ¿Quién es “convencional”? (Si ese término tiene algún valor) La Madrid – Gijón – Madrid 2018 empieza mucho antes de darse la salida. Muchas brevets, mucho esfuerzo previo, muchos entrenamientos bajo condiciones diversas; tratando de adaptar nuestro organismo a cualquier eventualidad. Mi camino a Madrid empezó en Portugal, Vila Franca de Xira, el 13 de enero de 2018. Una brevet de 200 kilómetros, suave, fácil. De paisajes bonitos a un lado y otro del río Tajo llegando hasta Constância y vuelta por la otra margen. Malas carreteras, frío y lluvia es lo que sucedió en esa prueba, pero es un 200 necesario para ir encontrando el golpe de pedal y quemar los turrones de la Navidad. Sólo 3 semanas después del 200, había que enfrentarse a la brevet de 300, también en Vila Franca de Xira (Portugal). Es pronto para enfrentarse a tales distancias, sobre todo porque en esas fechas anochece muy pronto y hay que pasar muchas horas de noche y con frío. No obstante, fue mejor que el año pasado, donde la lluvia hizo de las suyas hasta tal punto que llegué tiritando al control de Montemor-o-Novo. En esta ocasión fue mejor, la lluvia sólo apareció a unos 70km de meta durante un rato. Tengo que agradecer la compañía de Basilio Sa Rodrigues en esos tediosos (aunque favorables) últimos kilómetros. Portugal es un país muy acogedor, donde la familia randonneur te trata como uno más desde el primer momento, al fin y al cabo, todos luchamos por lo mismo. Castillo de Évora-Monte (Portugal) – Brevet Lost 300

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MADRID – GIJÓN – MADRID 2018 “DUM INTER HOMINES SUMUS, COLAMUS HUMANITATEM” Está claro que no somos gente convencional, pasamos muchas horas pedaleando, con frío, con lluvia, con sol a 40 grados,… No somos gente convencional, pero: ¿Quién lo es? ¿Quién es “convencional”? (Si ese término tiene algún valor) La Madrid – Gijón – Madrid 2018 empieza mucho antes de darse la salida. Muchas brevets, mucho esfuerzo previo, muchos entrenamientos bajo condiciones diversas; tratando de adaptar nuestro organismo a cualquier eventualidad. Mi camino a Madrid empezó en Portugal, Vila Franca de Xira, el 13 de enero de 2018. Una brevet de 200 kilómetros, suave, fácil. De paisajes bonitos a un lado y otro del río Tajo llegando hasta Constância y vuelta por la otra margen. Malas carreteras, frío y lluvia es lo que sucedió en esa prueba, pero es un 200 necesario para ir encontrando el golpe de pedal y quemar los turrones de la Navidad. Sólo 3 semanas después del 200, había que enfrentarse a la brevet de 300, también en Vila Franca de Xira (Portugal). Es pronto para enfrentarse a tales distancias, sobre todo porque en esas fechas anochece muy pronto y hay que pasar muchas horas de noche y con frío. No obstante, fue mejor que el año pasado, donde la lluvia hizo de las suyas hasta tal punto que llegué tiritando al control de Montemor-o-Novo. En esta ocasión fue mejor, la lluvia sólo apareció a unos 70km de meta durante un rato. Tengo que agradecer la compañía de Basilio Sa Rodrigues en esos tediosos (aunque favorables) últimos kilómetros. Portugal es un país muy acogedor, donde la familia randonneur te trata como uno más desde el primer momento, al fin y al cabo, todos luchamos por lo mismo.

Castillo de Évora-Monte (Portugal) – Brevet Lost 300

Obviaré mi nefasta experiencia en los 400 de este año, sin duda, esta es la distancia más dura para un randonneur, tanto en Alicante como en Linares, uno por el desnivel y otro por el viento. Como brevet de 600 kilómetros tenía varias para elegir. Comencé haciendo la Super Randonnée Medina Azahara el 20 de abril. Seguí un plan sencillo, 250 kilómetros el primer día, 200 km el segundo y 150 el último día. Una ruta impresionante, que merece la pena realizar al menos una vez. 600 kilómetros con 11.800 metros de desnivel, sin prisa, disfrutando de todos los paisajes. Ruta muy amena, que logré superar en solitario, convirtiéndome en el primer ciclista en realizarla entera en formato randonneur. El 12 de mayo fue el turno del 600 de Linares-Toledo-Linares, ruta muy dura en su primer día debido al viento y a problemas estomacales que me atenazaron camino de Orgaz y muy plácida de vuelta, con recorrido y viento favorables. Mi segunda participación en la Barcelona-Perpignan-Barcelona cierra el ciclo de brevets de 600 km realizadas este año. De los mejores 600 que hay en España, donde la organización pone a disposición de los participantes, en todos los controles, comida y trato afable. Destacaré la anécdota sucedida en esta ruta: dormí por primera vez en un cajero automático, debido al cansancio que llevaba acumulado. Se lo quité a Ramón Montesinos y a Jimmy, pero: ¡¡Qué hubieran apretado más para llegar antes!! Obviaré también la experiencia del 1.000 km de Murcia, ruta imposible para mí, con un desnivel de 18.000 metros (mayor al de la MGM en 1.200km). Al final, de las derrotas se aprende, se adapta el ritmo para rodar sin muchos apuros en la siguiente brevet. Mi primer 1.000 fue en Salamanca. Vino muy bien rodar los dos primeros días con Manolo Morente y Bea, José Palomares y Patricia. Fue un buen quinteto durante muchísimos kilómetros, deteniéndonos y deleitándonos con parajes increíbles. Una auténtica gozada rodar junto a Paco Santos, Emilio y el grupo de Salmantinos, mostrándonos todo el esplendor de su tierra. También junto a Ramón Montesinos y Jimmy, aunque fallaran en la estrategia durmiendo en

Embalse del Guadamellato. SR Medina Azahara

Polientes (Cantabria) y llegaran rozando el fuera de control. Al fin y al cabo, estos retos se trata de terminarlos sin importar el tiempo. Ya estaba listo, sólo quedaba entrenar, realizar rutas largas para mantener el punto de forma ideal para afrontar la MGM 2018. Como, por ejemplo, subir al Pico Veleta saliendo desde Castillo de Locubín a las 4 de la mañana y regresando otra vez al pueblo. Sábado, 18 de agosto de 2018 Llegué al hotel de concentración, situado en El Molar, a 12km de la salida, aproximadamente a las 12:00. Hice poco más que instalarme en la habitación y

“Forat del Vent” a 5km de meta de la BPB 2018, junto a Miguel Ramón Cored

Orbaneja del Castillo. Brevet 1.000 Salamanca

bajar a recepción para preguntar dónde se podía comer. La recepcionista me entrega un mapa del pueblo y me indica un par de restaurantes para el ágape. También me da el teléfono de un bosnio, participante en la brevet. No tardo en ponerme en contacto con él. Se llama Jovan. Quedamos en el centro de la ciudad para comer en un restaurante asturiano, donde nos sirven ensalada y un buen filete mientras conversamos. Jacinto nos pilla en el momento del café. Ha salido a las 11:30 de Doña Mencía y viene sin comer, así que entra en el restaurante mientras Jovan y yo pagamos la cuenta. Un paseo por el pueblo tras la comida ayuda a la digestión. Quedamos con Jacinto en el hotel. Él y yo tenemos que ir a Torrelaguna por los dorsales, Jovan ya lo había recogido por la mañana. De vuelta a El Molar, Jacinto y yo quedamos de nuevo con Jovan para dar una vuelta por el pueblo y hacer tiempo hasta la hora de la cena. En la localidad se celebra la feria del marisco gallego, así que, llegada la hora, aprox. las 21:00, nos sentamos en la marisquería para deleitarnos con una ración de pulpo a la gallega y una botella de albariño. Hasta el momento la MGM 2018 sólo ha sido gastronómica. Mañana empieza la MGM, mi primera MGM. Jacinto, Jovan y yo nos emplazamos a las 9:00 para desayunar en la cafetería del hotel. A dormir. Domingo, 19 de agosto de 2018 El día comienza apacible, temperatura agradable de madrugada, buen desayuno en la cafetería junto a Jovan y Jacinto. He dormido bien. Decidimos ir hacia Torrelaguna a las 13:00 y comer allí. Terminamos llegando a las 14:15 y esperamos a Jovan que venía en su bicicleta reclinada. En el polideportivo de Torrelaguna coincidimos con un belga (el único de esa nacionalidad participante en la brevet) que se unió a nosotros y nos indicó un sitio para comer.

Con Ramón Montesinos en la recogida de dorsales de la MGM 2018

Comida amena conversando con Jan (Belga), Jovan y Jacinto. Una pata de cordero lechal inyectó directamente energía en nuestros cuerpos, suficiente para afrontar, por lo menos, los primeros kilómetros. Tensa y relajada espera en la calle anexa al polideportivo, charlando con unos y con otros y saludando a todos los conocidos en este mundillo. Encuentro a los gallegos que conocí en Portugal el año pasado, a José Ferreira y Manuel los portugueses, a Fernando Sendra,…También encuentro a randonneurs <<históricos>> como Anselmo Mur con su equipación del Barcelona y a otros que no se han vestido de “corto” como José Manuel Andrey. Ya no hay vuelta atrás. Nos dividen en grupos de 50 personas para la salida. A Jacinto y a mí nos toca en el segundo. A las 20:00 salida, a seguir el plan marcado de antemano e intentar la hazaña. Ruedo durante los primeros 40 km junto a Jacinto, al que pierdo de vista cuando me detengo a colocarme el chaleco reflectante y encender las luces. Ya no volvería a verle. Intenté rodar con fuerza durante unos 10km intentando pillar al grupo delantero pero fue un esfuerzo vano e infructuoso. No importa. Esta ruta está llena de ciclistas con los que poder ir a ritmo. Tras unos kilómetros en solitario descresto el Puerto de la Pela y me encamino a Ayllón, primer punto de control. Adelanto a algunos ciclistas en esa subida, especialmente a los italianos. Y la bajada es horrible, la carretera está llena de socavones y marras en el asfalto y es de noche; el sueño y el frío son factores de consideración en esas circunstancias. Cuando llegué a Ayllón, el personal encargado del control de paso me ofreció la posibilidad de dormir una siesta en una camilla del pabellón. No me lo pensé. Media hora de reposo es suficiente para recuperar algo de fuerzas. Cuando salí encontré a muchos conocidos que entraban en el control en ese momento: Arturo, con el que compartí la PBP 2015, el belga Jan y el grupo de Fernando Sendra y los valencianos. Tras tomar café, salgo con ellos, afrontando en grupo los kilómetros que nos separan del siguiente control: Tórtoles de Esgueva.

Salida de la IV MGM 2018

Lunes, 20 de agosto de 2018 En realidad este día enlaza con el anterior, pero puede decirse que empieza a las 4:00 de la mañana cuando salí del control de Ayllón junto con los valencianos. Rodamos con bastante frío camino de Tórtoles de Esgueva, cada uno contando sus batallas en este mundillo. Todos los randonneurs tenemos historias impresionantes, hemos visitado lugares recónditos que pocos conocen o que no se disfrutan si no es deteniendo la bicicleta para tomar una foto. No sin esfuerzo llegamos a Tórtoles de Esgueva (hora de paso 7:45), donde, al sentarme en el bar para comer, me destemplé. Empecé a tiritar de frío. Traté de entrar en calor, mediante la comida y café y dando palmadas en los brazos y muslos, hasta que trajeron periódicos y eso fue mi salvación. Me uno a los valencianos en nuestro camino a Frómista, la etapa más corta de esta brevet con “apenas” 74 kilómetros. Son auténticos randonneurs, que saben rodar a buen ritmo y realizar las paradas que hay que hacer. No había pasado ni una hora desde que salimos de Tórtoles de Esgueva y ya sobraba toda la ropa. Nos detuvimos en un ancho de la carretera para quitarnos todo el equipamiento para no asarnos de calor. ¡Cómo son las brevets! Pasar una noche bajo un frío horroroso a tener que quitarse toda la ropa para no pasar calor. Conversando con unos y con otros, el camino a Frómista se hizo muy ameno y a las 11:30 ya estábamos allí. La organización nos premia con café y fruta en el control (de forma gratuita, en otros controles hay que pagar). Tras el control, los valencianos pararon un rato a cambiarse de ropa y yo me relajé en un banco anexo junto con uno de ellos hasta que fue hora de partir. Camino de Carrión de los Condes, donde habíamos decidido parar a comer, encontramos a los gallegos: Felipe, José Antonio, Alfonso y José Luis. Al fin y al cabo, este mundo es un pañuelo.

Control Ayllón (ida). 20/08/2018 - 4:00 de la mañana

Tras Carrión de los Condes, de nuevo empezamos a rodar muy fuerte hasta Cistierna. Tramo recto, pestoso, viento en contra que vamos solventando a relevos. Rueda con nosotros Manuel el portugués y se une a nuestra horda, al principio reacio a realizar relevos pero enseguida comprende la situación y se anima a colaborar. Al fin y al cabo, cuantos más seamos menor será el esfuerzo. Primera baja, uno de los valencianos nos abandona a 30 kilómetros de Cistierna; su rodilla no puede más. El resto nos acercamos a un parque a reponer agua. Necesaria, muy necesaria. Los siguientes 29 kilómetros son mejores que los anteriores. Terreno ondulado, el calor aprieta, pero ya no estamos a merced del viento. Sólo recuerdo un par de subidas importantes, pero alcanzamos Cistierna a las 18:00, al menos 1 hora antes del plan que tenía marcado de antemano. En el control de Cistierna me relajé. Allí tenía la bolsa con la ropa para cambiarme. La ducha fue fundamental, así como la comida, que por 6€ quedé satisfecho. Los valencianos salieron mientras yo estaba comiendo, pero no importaba, sólo tenía que cubrir los 30km que había hasta Riaño, donde había previsto pasar la noche. Salí solo camino de Riaño. El recorrido se me hizo largo. El viento empezó a soplar cerca del pantano y mi marcha se ralentizó. No encontré a nadie en ese trayecto, así que una vez llegado a la gasolinera de la entrada del pueblo, además de comprar agua (¡Por supuesto!), pregunté por la dirección del hotel. No tardé en encontrarlo e instalarme eran las 21:00 y mi cuerpo me pedía descanso tras 470km recorridos y 25 horas montado en la bici. Martes, 21 de agosto de 2018 Mi día comienza a las 3:00 de la mañana, salgo del hotel en dirección al Pontón. 18 kilómetros desde Riaño, pero los realmente duros son los 4 últimos. En mi ascenso encuentro a un griego, el único de esa nacionalidad participante en la brevet, con el que entablo conversación un buen rato, hasta que la

Control Frómista (ida). 20/08/2018 – 11:40 de la mañana

pendiente es lo suficientemente abrupta como para que no pueda seguir mi ritmo. ¡Seguro que nos vemos en el control! -Le comento-. Corono el Pontón a las 4:00 de la mañana junto con unos italianos, y me preparo para la bajada con toda la ropa que puedo. Por nada del mundo quería repetir la experiencia de la noche anterior con el frío. Bajada larga, revirada, fría en sus primeras curvas, pero nada comparado con el frío de la primera noche. No soy un buen bajador, pero adelanto a algunos ciclistas en esa bajada y ninguno me adelanta. El terreno se convierte en llano descendente camino de Cangas de Onís, favorable para los ciclistas como yo que disfrutamos metiendo plato. 6:00 de la mañana, llego al control de Cangas de Onís. Tres horas de margen sobre el cierre de control. Tampoco es necesario sufrir más de lo necesario en este tipo de pruebas. Allí encuentro a ultrafondistas de verdad, como Anselmo Mur y a otros miembros de Randonneurs del Azahar. Café y dulces muy necesarios antes de afrontar el puerto de La Madera, camino de Gijón. Empiezo a rodar solo bajo la niebla, a las 6:30 de la mañana, pero en poco más de una hora encuentro un buen grupo de rodadores para llegar hasta Gijón. Un golpe de pedal más y la mitad de la prueba será una realidad. Los más experimentados del grupo, con varias ediciones de la MGM en sus piernas comentan que hay un pequeño puerto de unos 3 km antes de afrontar la bajada hasta el Palacio de los Deportes Adolfo Suárez de Gijón. Mero trámite. Larga bajada hasta la ciudad y largo tramo urbano, con semáforos, calles y avenidas que retrasan la marcha.

Puerto del Pontón 1280 mts. (ida). 21/08/2018 – 4:00 de la mañana

El ecuador de la prueba había sido superado en 38 horas y media, se podía empezar a soñar con la vuelta. Encuentro a Jovan en Gijón y comemos juntos. El personal encargado del control es muy amable y te sirven en la mesa como si de un restaurante se tratara. Nos traen pasta, embutidos, bebidas,… ¡Hasta un helado de chocolate de postre! Encuentro en ese control a los valencianos y a los gallegos, compañeros de fatigas, que terminan de comer y salen una media hora antes que yo. También saludo a Juan Carlos el vasco y hablamos sobre la estrategia que han seguido ellos, durmiendo 20 kilómetros después de Cangas de Onís en un hotel.

Control Gijón. 21/08/2018 – 10:30 de la mañana

Palacio de los Deportes Presidente Adolfo Suárez de Gijón junto a Jovan Zivkovic. 21/08/2018 – 11:30 de la mañana

Salgo con Jovan desde Gijón en dirección Cangas de Onís, aprox. a las 11:40. La comida y el descanso en el control han sido fundamentales. La bicicleta reclinada de Jovan, más pesada, no puede combatir contra la ligereza de la mía y me adelanto subiendo el puerto de la Madera. Una multitud de ciclistas en dirección contraria me anima e incluso me ofrecen un plátano que no rechacé. También animaba a todos los randonneurs que se dirigían a Gijón en ese momento, incluido a Jan (el belga). Pasado Pola de Siero veo a Guille el de Madrid y calculando la distancia y el tiempo que le quedaba hasta Gijón pensé que no llegaría. Jovan me atrapa con su reclinada unos 7 kilómetros antes de Cangas de Onís y realizamos todo ese trayecto juntos hasta el punto de control. Primer control de vuelta. Son las 16:00. 44 horas encima de la bici y ya quedan 80 kilómetros menos de recorrido. Pero ahora viene lo peor: la subida al puerto del Pontón. Reencuentro con los gallegos en el control de Cangas de Onís. Se quedan a comer en Cangas de Onís, fuera del control, mientras Jovan y yo iniciamos la subida al Pontón. Pronto pongo mi ritmo en la subida y dejo atrás a Jovan, mucho más lento en la subida por el peso de su bici. La primera parte de la subida se hace fácil. Encuentro a Fabrício, un brasileño que conocí el primer día camino de Ayllón. Iba con otro compatriota brasileño. Comparto algunos kilómetros con ellos, que van cayendo con la conversación. Pero el ritmo es bastante lento, así que pongo un punto más para intentar llegar a Cistierna con luz del día. Bonitos paisajes que no pude contemplar mientras bajaba de madrugada. Me detuve en varios puntos para hacer fotos, la estampa lo merece. Sin pensarlo, solo disfrutando de las vistas, llegué a Oseja de Sajambre, donde me apalanqué junto a unos italianos en una tienda de comestibles, donde

Alfonso, Felipe y José Luis (Randonneurs Galicia). Control Cangas de Onís. 21/08/2018 – 16:00 de la tarde

compré agua y acuarius. Cuando salí encontré a Antonio (de Linares) del grupo de los valencianos sentado en una terraza. Seguí mi ascenso, un golpe de pedal más y el Pontón será historia. Mi ascenso es rápido, voy adelantando a varios italianos, a Manuel el portugués y a un noruego, para coronar a las 20:00. En lo alto esperan Fernando Sendra y el resto de los valencianos. Salen antes que yo camino de Cistierna, mientras me visto apropiadamente para la bajada. Riaño aparece ante mi vista: ¡Qué lejos queda cuando salí de ese mismo punto a las 3:00 de la mañana! Seguí bajando hasta el pantano, el terreno se vuelve más abrupto, repechos, aunque más para abajo que para arriba. Anochece, enciendo las luces y me abrocho el chaleco, la bajada es larga hasta Cistierna, pero no hace frío. Cistierna, está a mi alcance, 22:40 de la noche y me reencuentro con los valencianos en el control. Comer y dormir, ya falta menos para la meta. Miércoles, 22 de agosto de 2018 Descanso regular en el control de Cistierna, en una colchoneta y tapado con una toalla. Había decidido salir a las 3:30 de la mañana. Cuando salía aparece por allí Arturo, mi compañero de batalla en la París Brest París del 2015. Salí solo. Se rueda bien de noche. Kilómetros muy duros hasta que amanece. Sólo adelanté a un italiano. Se acaba el agua, el primer pueblo que se divisa en el horizonte es Carrión de los Condes, 95km desde Cistierna. Realmente duros. Paro en la gasolinera que hay a la entrada del pueblo para tomar café, también compro pan, jamón y golosinas que guardo en el maillot. Necesitaba esa parada. Estuve más de media hora desayunando tranquilamente. No hay prisa. Es mejor recuperar fuerzas para el resto de la jornada. Saliendo de Carrión de los Condes camino de Frómista, donde se sitúa el siguiente control de paso, encuentro a los gallegos. Me uno a ellos, sólo

Ascensión al Puerto del Pontón. 21/08/2018 – 18:00 de la tarde

quedan 15km hasta el control y son favorables (o al menos eso recordaba de la ida). Frómista es una villa impresionante, que merece la pena visitar, o al menos, pararse a echar unas cuantas fotos a su iglesia. La organización nos premia con café y dulces gratis (igual que a la ida), que por supuesto, no rechacé. De nuevo con los gallegos rodamos en dirección Tórtoles de Esgueva. Buena compañía. Buenos relevos para la etapa más corta de la brevet. Nos detenemos en la localidad de Torquemada, para rellenar agua y hacer unas cuantas llamadas. Me acerco a la farmacia del pueblo a por una pomada para una rozadura de la badana. El culo, con perdón, me estaba fastidiando y cada vez que me sentaba ahondaba la herida. La farmacéutica me recomendó una pomada que resultó ser milagrosa. En pocos kilómetros el dolor había desaparecido totalmente y me permitió llegar a Tórtoles de Esgueva sin mayor complicación.

Control de Cistierna. Con Jan Rigolle (belga). 22/08/2018 – 3:15 de la madrugada

Control Tórtoles de Esgueva. 22/08/2018 – 14:15 de la tarde

Tórtoles de Esgueva. Reencuentro con Juan Carlos el vasco, Daniel Rodríguez el catalán y otro ciclista de la S.C. Vitoriana. Hablamos sobre la cicloturista de Vitoria que realicé en 2017 mientras me sirven la comida: pasta, por supuesto. Ellos tienen intención de no parar más a dormir, aunque lleguen a Torrelaguna a las 2:00 de la mañana. Yo sí, les comento que voy a parar en Atienza o en Cogolludo, en función de mis fuerzas. Tras el ágape, me relajé cantando junto con una charanga de vascos que había en la puerta del local. La ópera Granada, ante el estupor de los presentes. Hasta le mandaron un vídeo al organizador con mi “actuación”. Unos minutos de descanso, sentado en una silla al fresquito, antes de salir a las 15:00 desde Tórtoles de Esgueva dirección Ayllón. El calor empiezaba a apretar, hasta ahora, en toda la brevet no había subido demasiado la temperatura, pero este tramo fue más cálido que el resto. Además lo hice completamente solo. Son los únicos kilómetros en los que no me crucé con ningún ciclista, ni adelanté a nadie, ni me adelantaron. Otros sufrirían las “altas” temperaturas, yo no tanto. Entrenar en Andalucía supone estar y entrenar, permanentemente, con ese nivel en el mercurio o peor. Dijo Emil Zatopeck, el atleta húngaro: “La competición es un alivio comparada con mis entrenamientos” Últimos kilómetros cerca de Ayllón rodeando un pantano, me siento como en casa, soy un auténtico fan de dar la vuelta a embalses en Andalucía: desde el Quiebrajano, hasta el de las Casillas, Vadomojón, Iznájar,… Es un paisaje que me recuerda mucho a la Quebrantahuesos, prueba que he realizado en 9 ocasiones. Ayllón. 19:12 de la tarde. Esta vez no necesito de la camilla para estirarme y dormir un rato. Rellenar botes de agua, bocadillo de jamón y queso y a subir La Pela. Una vez superado el puerto la brevet puede darse por finiquitada, aunque como en todo, hay que luchar hasta el último metro.

Ayllón – faltan 166 km a meta. 22/08/2018 – 20:00 de la tarde

Al salir del control me encuentro otra vez con los valencianos. Van a descansar un par de horas en el control y luego van a dormir otra vez en Cogolludo. No voy a seguir ese plan. Prefiero enfrentarme a la descarnada carretera de La Pela con los últimos haces de luz que me ofrece el día. Iniciada la ascensión vi a un par de italianos parados al borde de la carretera. Tenían un problema con la cadena. Uno de los eslabones estaba rígido y no saltaba bien el cambio. Llegó hasta nuestra posición un vasco con un “misil”, uno de los 4-5 que él tiene contabilizados que hay en España. Entre los cuatro logramos reparar la avería de los italianos y retomamos la ascensión junto a ellos. El “misil” se quedó atrás, debido al peso de la bici, y pasados unos kilómetros mi ritmo era mayor que el de los italianos y se quedaron atrás. Eran aprox. las 22:00 cuando coroné La Pela. Toca abrocharse el maillot, ponerse ropa que viene la bajada. La carretera mejora su firme una vez se corona la Pela y se entra en Castilla La Mancha, pero la bajada no empieza hasta algunos kilómetros después. Me vi en la obligación de racionar el agua que tenía para poder llegar a Atienza, donde tenía previsto dormir, y esos kilómetros, aunque favorables, se me hicieron tediosos. A pocos kilómetros de Atienza empezaron a caer rayos, la tormenta se avecinaba. Traté de rodar lo más rápido posible para no tener que hacerlo bajo la lluvia y parece que lo conseguí. En la entrada de Atienza indiqué a un ruso la dirección de Cogolludo y tras llamar al bar/hostal me dirigí hacia allí. Comenzó a llover cuando llegaron los valencianos, también estaban allí Fabrício el brasileño y Jovan el bosnio. Punto de descanso de Atienza. 22/08/2018 – 23:45 de la noche. Foto realizada por Jovan Zivcovik

Serio revés, el encargado del bar/hostal me comunica que no hay habitaciones sin reserva previa. Creía que era un control como los demás, con sus colchonetas en el suelo, pero tras tomar mi consumición (necesaria, porque venía sin agua desde La Pela) me tumbé en un sofá del establecimiento con intención de permanecer allí un par de horas. Incluso puse la alarma de mi reloj para la 1:45. Necesitaba reposar. Al poco rato de estar dormido en el sofá, me despierta el encargado del hostal para decirme que hay una habitación disponible para mi, por si aún me interesaba. No lo dudé. Agarré mis bártulos y él me condujo a la que sería mi habitación por unas horas. Calculé el tiempo que podía permanecer allí y decidí salir a las 5:00 de la mañana para poder estar con al menos 3 horas de margen en el control de Cogolludo. Programar la alarma del reloj, ducha y a dormir. 5 horas en una cama en una prueba de este tipo no tienen precio. Jueves, 23 de agosto de 2018 Descanso profundo en Atienza, reparador. A las 5:00 de la mañana, recién salido del hostal encuentro a Emilio, con el que he coincidido varias veces en Portugal y recientemente en el 1.000 de Salamanca. Tardamos unos segundos en “ponernos caras”, es lo que tiene el agotamiento mental al que nos llevan este tipo de pruebas. Compartimos algunos kilómetros camino de Cogollugdo, hasta que él decide que tiene que parar en algún pueblo para descansar un rato. En las paradas del autobús hay ciclistas descansando, una imagen sorprendente, igual que en la París Brest París. Se rueda bien de noche, con terreno favorable, e incluso alcancé a algunos ciclistas del grupo de Randonneurs del Azahar, a los que no puse cara hasta llegar al control de Cogolludo. No pasaba ni un minuto de las 7:00 de la mañana cuando atravieso la localidad de Cogolludo y diviso el control de paso. El último control antes de Torrelaguna. El ánimo sube, sólo quedan 65km de pedaleo y la MGM 2018 sólo será un recuerdo agradable del que poder disfrutar. En el control encuentro a muchos conocidos, están allí todos los valencianos con Fernando Sendra a la cabeza, Manuel y José Ferreira (los portugueses), a éste último sólo le vi en la salida, los gallegos, y otros ciclistas que van llegando como algún que otro brasileño. Los gallegos y valencianos están descansando como pueden mientras esperamos el café. Tardan una eternidad en servirnos, además que los mismos camareros son los que se encargan de sellar el carnet de ruta, lo más importante en un control. No hay prisa, hasta las 14:00 horas hay margen para llegar a meta. Tras despejarme un poco con el café y el sándgüich, partí en dirección meta. Recorrido fácil, pero con algunas subidas de entidad. Después de más de 3 días de pedaleo, la meta estaba al alcance de mi mano. Sólo una pedalada detrás de otra, no hay más. En una de las subidas, a unos 45km de meta, adelanto a unos daneses y me detengo en lo alto para quitarme la equipación nocturna. Formamos un buen quinteto durante algunos kilómetros, al que se unen unos cuantos italianos. Ya pensaba que iba a tener compañía durante el resto de la brevet pero no fue así. Los daneses me comentaron que iban a parar a tomar café en el pueblo

siguiente (a unos 40km de meta) y los italianos hicieron lo propio unos 10 kilómetros después. Así que de nuevo me vi solo en un páramo de Castilla, hasta que a 15 kilómetros del final, en un descenso, al entrar en la Comunidad de Madrid, me alcanza una alemán, Rolf, y, a relevos, vamos tragando kilómetros con la euforia que nos da saber que estamos a punto de lograrlo. Una señal de la organización indica Control con una flecha, ya estábamos en Torrelaguna, lo habíamos logrado. Rolf es el primero al que felicito por la hazaña, luego recibo los parabienes de José Antonio Ferreiro, el gallego, sus compañeros están a punto de llegar.

Control Cogolludo. José Ferreira (Randonneurs Portugal). 23/08/2018 – 7:00 de la mañana

Control Torrelaguna (¡¡¡meta!!!). Con Rolf Steinmüeller (alemán). 23/08/2018 – 10:20 de la mañana

Encuentro en meta a Jovan y van llegando multitud de conocidos, como los gallegos, los valencianos, el griego con el que hablé subiendo el Pontón de ida,… Comida con Rolf y Jovan, mientras comentamos nuestra aventura, justo detrás de la recepción de los ciclistas que entran en meta. Y tarde de relajación en la piscina anexa al pabellón de Torrelaguna, con unos italianos, Rolf, Guillermo, Emilio, Manuel (portugués) e incluso algunos miembros de la organización. ¡¡Nos lo merecemos!! Conclusión Un randonneur me envió una imagen a mi whatsapp que decía: “Tu cuerpo es capaz de soportar cualquier esfuerzo. Es tu mente a la que tienes que convencer”. No le falta razón. Es increíble el poder que tiene el ciclismo cuando se aleja de la competición. Capaz de unir fuerzas con multitud de personas de distintos países, culturas y tradiciones. Jamás dejará de sorprenderme eso. No somos extraordinarios, sólo hacemos lo que nadie se atreve a hacer por miedo o vergüenza. “Dum inter homines sumus, colamus humanitatem”. Tenía toda la razón Séneca cuando pronunció este latinajo: “Mientras estemos entre los hombres, permitámonos ser humanos”. Estamos entre los hombres y eso nos hace humanos. Datos de la prueba:

- Distancia: 1253 kilómetros recorridos - Tiempo: 86 horas 27 minutos - Tiempo de pedaleo: 55 horas 1 minutos y 30 segundos - Velocidad media: 14,5 km/h - Velocidad media en movimiento: 22,8 km/h

A todos los amigos randonneurs que he conocido en ruta les digo: <<Nos vemos en París el próximo año>>

Torrelaguna. Tarde relajada en la piscina junto con unos italianos y una miembro de la organización. 23/08/2018 – 17:00 de la tarde