Lenin - Obras Escogidas 06-12

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  • OOBBRRAASS,, TTOOMMOO VVII ((11991166--11991177))

    VV.. II.. LLeenniinn

    Edicin: Progreso, Mosc 1973. Lengua: Castellano. Digitalizacin: Koba. Distribucin: http://bolchetvo.blogspot.com/

  • ndice

    Prefacio. .....................................................................1 Sobre el folleto de Junius. ..........................................3 Balance de la discusin sobre la autodeterminacin. .................................................................................10 Sobre la caricatura del marxismo y el economismo imperialista.............................................................28 El programa militar de la revolucin proletaria. ......50 El imperialismo y la escisin del socialismo. ..........55 La internacional de la juventud................................62 Pacifismo burgus y pacifismo socialista. ...............64 Informe sobre la revolucin de 1905. ......................72 Estadstica y sociologa. ..........................................80 Cartas desde lejos. ...................................................83 Carta de despedida a los obreros suizos. ...............102 Las tareas del proletariado en la presente revolucin. ...............................................................................106 Los adeptos de Luis Blanc en Rusia. .....................109 Cartas sobre tcticas. .............................................111 La dualidad de poderes. .........................................117 Las tareas del proletariado en nuestra revolucin. .119 Los partidos polticos en Rusia y las tareas del proletariado. ...........................................................134 El congreso de diputados campesinos. ..................140 Una milicia proletaria. ...........................................142 Un problema fundamental. ....................................144 El defensismo de buena fe hace acto de presencia. ...............................................................................146 Las enseanzas de la crisis. ...................................148 Que entiende por ignominia los capitalistas y que entienden por ignominia los proletarios. ............150 VII conferencia de toda Rusia del POSD(b)R. ......151 Introduccin a las resoluciones de la VII conferencia de toda Rusia del POSD(b)R .................................176 A que conduce los pasos contrarrevolucionarios del gobierno provisional. .............................................178 I. G. Tsereteli y la lucha de clases. ........................180 Un triste apartamiento de la democracia. ..............182 La guerra y la revolucin. ......................................184 Ha desaparecido la dualidad de poderes? ............195 I congreso de los soviets de diputados obreros y soldados de toda Rusia. .........................................197 La poltica exterior de la revolucin rusa. .............203 De que fuente clsica surgen y surgirn los Cavaignac? ............................................................205 Desplazamiento de clases ......................................207 Todo el poder a los soviets! ..................................209 Tres crisis. ..............................................................210 Deben los dirigentes bolcheviques comparecer ante los tribunales? ........................................................213 Notas ......................................................................214

  • PREFACIO. En el sexto tomo de la presente edicin se insertan

    obras escritas por Vladimir Ilich Lenin durante el perodo comprendido entre julio de 1916 y julio de 1917, en los aos de la guerra imperialista mundial y de la revolucin iniciada en Rusia en febrero de 1917.

    En sus artculos, informes, discursos y folletos, Lenin elabor la teora del imperialismo y de la revolucin socialista, fundament cientficamente la solucin de los problemas ms candentes de la poca: la actitud hacia la guerra, el problema nacional y la transformacin de la revolucin dernocrt.ica burguesa en revolucin socialista.

    Apoyndose en un profundo estudio del imperialismo, Lenin descubri la ley de la desigualdad del desarrollo econmico y poltico del capitalismo en la poca del imperialismo y, partiendo de esta ley, lleg a la conclusin de la posibilidad del triunfo del socialismo inicialmente en un solo pas o en varios pases. "La desigualdad del desarrollo econmico y poltico es una ley absoluta del capitalismo -escribi Lenin en el artculo La consigna de los Estados Unidos de Europa-- De aqu se deduce que es posible que el socialismo triunfo primeramente en unos cuantos pases capitalistas, o incluso en un solo pas capitalista". Lenin volvi a tratar este problema en su trabajo Sobre la caricatura del marxismo y el "economismo imperialista" (1916) y en el artculo El programa militar de la revolucin proletaria (1916).

    Estrechamente unida a esta deduccin est otra que hizo Lenin sobre la base de un exhaustivo anlisis del proceso revolucionario mundial en la poca imperialista: la diversidad de vas de transicin de los distintos pueblos al socialismo. En el artculo Sobre la caricatura del marxismo y el "economismo imperialista", Lenin destaca la especificidad de las condiciones socioeconmicas y polticas en diferentes pases y subraya que "la misma diversidad aparecer en el camino que ha de recorrer la humanidad desde el imperialismo de hoy hasta la revolucin socialista del maana. Todas las naciones llegarn al socialismo, eso es inevitable, pero no llegarn de la misma manera; cada una de ellas aportar sus elementos peculiares a una u otra forma de la democracia, a una u otra variante de la dictadura del proletariado, a uno u otro ritmo de las

    transformaciones socialistas de los diversos aspectos de la vida social". No obstante, toda la diversidad de formas del paso del capitalismo al socialismo en distintos pases, el contenido de estas formas ser siempre el mismo: dictadura del proletariado. En sus obras de este perodo Lenin desarroll la teora marxista de la dictadura de la clase obrera, de sus tareas y formas: "La dictadura del proletariado, nica clase revolucionaria hasta el fin -escribi Lenin-, es imprescindible para derrocar a la burguesa y rechazar sus tentativas contrarrevolucionarias".

    En las Tesis de Abril (Las tareas del proletariado en la presente revolucin) (1917), seero documento programtico del marxismo creador, Lenin, al analizar el problema de la forma de la dictadura de la clase obrera que se instaurara en Rusia, tena en cuenta la experiencia de la Comuna de Pars de 1871, primer gobierno obrero que conoce la historia, y la experiencia de las dos revoluciones rusas. El estudio de estas experiencias llev a Lenin al convencimiento de que la forma poltica de la dictadura del proletariado deba ser la repblica de los Soviets y no una repblica parlamentaria de tipo, tradicional. Los Soviets de diputados obreros, cam-pesinos y soldados, que surgieron en los primeros das de la Revolucin de febrero por todo el pas y que realizaron por s mismos transformaciones democrticas, eran organizaciones revolucionarias de las masas, interpretaban directa e inmediatamente la voluntad de la mayora del pueblo y eran ms democrticos que cualquier parlamento. "La humanidad no ha creado hasta hoy, ni nosotros conocemos, un tipo de gobierno superior ni mejor que los Soviets de diputados obrero, braceros, campesinos y soldados" - escribi Lenin en el articulo La dualidad de poderes.

    El problema nacional y colonial pas a ser una cuestin vital de la teora y la prctica revolucionarias, una parte integrante del problema de la revolucin socialista. Le imprimi singular trascendencia la polmica acerca del derecho a la autodeterminacin de las naciones, entablada en 1916 en la prensa socialista internacional de izquierda. En sus obras dedicadas al problema nacional y colonial, Lenin desarroll los postulados marxistas acerca de la necesidad de unir el movimiento proletario con la lucha de los pueblos

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    oprimidos de las colonias y los pases dependientes. En los artculos Sobre el folleto de Junius y Balance de la discusin sobre la autodeterminacin, Lenin revel la inconsistencia de la concepcin de ciertos lderes del ala izquierda de la socialdemocracia alemana (Rosa Luxemburgo y otros) de que bajo el imperialismo son imposibles las guerras de liberacin nacional.

    Lenin mostr que la opresin nacional y colonial engendra inevitablemente un antagonismo irreconciliable entre los pueblos esclavizados de las colonias y los pases dependientes, de un lado, y el capital monopolista, de otro, y lanza a los pueblos sojuzgados a la lucha libertadora contra el imperialismo. As lo demostraban los hechos histricos concretos de la lucha liberadora de los pueblos oprimidos durante los aos de la guerra (en Indochina, en frica y en Irlanda) que desmentan las afirmaciones de que las guerras de liberacin nacional son imposibles bajo el imperialismo. Lenin recalcaba el carcter revolucionario de las insurrecciones de liberacin nacional, destacaba lo progresivo de la formacin, en caso de triunfar estas insurrecciones, de nuevos Estados nacionales independientes. Lenin pensaba que la clase obrera tiene el deber de defender con la mayor decisin el derecho de todas las naciones a la autodeterminacin e incluso a la separacin y formacin de su propio Estado, y de ayudar al levantamiento de los pueblos oprimidos contra las potencias imperialistas opresoras. En el artculo La revolucin socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminacin escribi que la clase obrera y su partido marxista en las metrpolis deben respaldar la lucha de los pueblos oprimidos por su liberacin, por reivindicaciones democrticas, por la autode-terminacin; deben contribuir a esta lucha ensanchndola e impulsndola hasta el asalto directo a la burguesa, es decir, hasta la revolucin socialista.

    Una parte considerable de las obras incluidas en el presente volumen se refiere al perodo de la Revolucin de febrero en Rusia. En las Cartas desde lejos, escritas en Suiza inmediatamente despus de recibirse la noticia sobre el comienzo de la revolucin en Rusia, Lenin aquilat las fuerzas motrices, el carcter y la orientacin de la revolucin consumada y plante el problema de transformar la revolucin democrtica burguesa en revolucin socialista. El programa de paz formulado por los bolcheviques en 1915, subrayaba Lenin, conserva su valor: renuncia a cumplir los tratados zaristas, armisticio inmediato, paz sin anexiones ni contribuciones, llamamiento a los obreros de todos los pases a tomar el poder en sus manos: tales son los principales planteamientos de este programa.

    Despus de la Revolucin de febrero, el Partido Bolchevique pas a la legalidad y Lenin obtuvo la posibilidad de volver a Rusia.

    Entre las obras de Lenin de este perodo ocupan el lugar central las Tesis de Abril, que tienen como continuacin las Cartas sobre tctica, y otros varios artculos. Estos trabajos de Lenin pertrecharon a la clase obrera de Rusia y al Partido Bolchevique con un plan cientficamente fundamentado para pasar de la revolucin democrtica burguesa a la revolucin socialista. En las Tesis de Abril Lenin dilucid los problemas ms actuales que se planteaban despus del triunfo de la Revolucin de febrero: cmo salir de la guerra imperialista, qu forma deba adoptar el nuevo poder estatal, qu medidas econmicas urgentes haba que tomar, con qu medios se deba combatir el hambre y la ruina y cul deba ser la tctica del Partido Bolchevique para pasar a la revolucin socialista.

    Tras haber demostrado que la poltica del Gobierno Provisional burgus llevaba inevitablemente el pas a una catstrofe econmica, Lenin escriba: "Hay que preparar sin demora a los Soviets de diputados obreros, a los Soviets de diputados empleados de la Banca, etc., con el fin de empezar a dar los pasos prcticamente posibles y plenamente realizables, primero para fusionar todos los bancos en un solo Banco Nacional; despus, para establecer el control de los Soviets de diputados obreros sobre los bancos y los consorcios, y luego, para nacionalizarlos, es decir, para convertirlos en propiedad de todo el pueblo".

    En las obras de Lenin de aquellos aos se presta una gran atencin a la poltica del Partido Bolchevique en relacin con el campesinado. Las Tesis de Abril prevean la confiscacin de todos los latifundios, la nacionalizacin de toda la tierra del pas y la administracin de la tierra por los Soviets locales de diputados braceros y campesinos.

    En los artculos de este perodo, Lenin denuncia la poltica antipopular del Gobierno Provisional, quo no haba cumplido ninguna de las demandas de las masas populares y que intentaba continuar la guerra imperialista en inters de la burguesa rusa la cual se lucraba con ella. En sus obras, Lenin critica speramente a los partidos pequeoburgueses de los eseristas y mencheviques, quo apoyaban al Gobierno Provisional (De qu fuente clasista surgen y "surgirn" los Cavaignac?, Los adeptos de Luis Blanc en Rusia, etc.).

    Tal es, a grandes rasgos, el contenido del presente volumen. Igual que los anteriores, va provisto de unas notas aclaratorias preparados por la redaccin.

    * * * Los trabajos que figuran en el presente volumen

    han sido traducidos de la 5 edicin rusa de las Obras Completas de V. I. Lenin, preparada por el Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al CC del PCUS. Al final de cada trabajo se indican el tomo y las pginas correspondientes.

    LA EDITORIAL

  • SOBRE EL FOLLETO DE JU-IUS. Por fin apareci en Alemania, ilegalmente, sin

    ninguna adaptacin a la infame censura junker, un folleto socialdemcrata dedicado a los problemas de la guerra! El autor, que evidente pertenece al sector de la izquierda radical del partido, firma con el nombre de Junius (que en latn significa el ms joven) y titula su folleto La crisis de la socialdemocracia. En un apndice se incluyen las tesis sobre las tareas de la socialdemocracia internacional que fueron propuestas ya a la ISK de Berna (Comisin Socialista Internacional) y publicadas en el nmero 3 del Boletn de la Comisin1. Dichas tesis fueron escritas por el grupo La Internacional2, que en la primavera de 1915 public un nmero de una revista con ese ttulo (con artculos de Zetkin, Mehring, R. Luxemburgo, Thalheimer, Duncker, Strbel y otros) y organiz, el invierno de 1915-1916, una reunin de socialdemcratas de todas las regiones de Alemania, en la que se aprobaron las mencionadas tesis.

    Como dice su autor en la introduccin, fechada el 2 de enero de 1916, el folleto fue escrito en abril de 1915 y publicado sin ninguna modificacin. Circunstancias externas impidieron publicarlo antes. El folleto est dedicado, no tanto a la crisis de la socialdemocracia, como a un anlisis de la guerra, para refutar la leyenda de que es una guerra de liberacin nacional, para probar que es una guerra imperialista tanto por parte de Alemania como por parte de las otras grandes potencias, y a una crtica revolucionaria de la conducta del partido oficial. Escrito con extraordinaria viveza, no cabe duda de que el folleto de Junius ha desempeado y desempear un gran papel en la lucha contra el ex Partido Socialdemcrata de Alemania que ha desertado al campo de la burguesa y de los junkers, y nosotros felicitamos cordialmente al autor.

    Al lector ruso, que conoce las publicaciones socialdemcratas en ruso aparecidas en el exterior entre 1914 y 1916, el folleto de Junius no le ofrece nada nuevo en principio. Al leer este folleto y comparar los argumentos de este marxista revolucionario alemn con los expuestos, por ejemplo, en el manifiesto del Comit Central de nuestro partido (septiembre-noviembre de 1914), en las resoluciones de Berna (marzo de 1915) y en numerosos comentarios sobre ellas, slo se advierte

    que los argumentos de Junius son muy incompletos y que ha cometido dos errores. Al dedicar lo que sigue a la crtica de los defectos y errores de Junius, debemos subrayar ante todo que lo hacemos como parte de la autocrtica necesaria para los marxistas, y para verificar en todos sus aspectos los conceptos que deben servir de base ideolgica a la III Internacional. En trminos generales, el folleto de Junius es un excelente trabajo marxista, y es muy posible que sus defectos sean, hasta cierto punto, accidentales.

    El principal defecto del folleto de Junius, que constituye un evidente paso atrs en comparacin con la revista legal (aunque prohibida en cuanto apareci) La Internacional, es que silencia la vinculacin entre el socialchovinismo (el autor no usa este trmino, ni la expresin socialpatriotismo, menos exacta) y el oportunismo. El autor se refiere con toda razn a la capitulacin y bancarrota del Partido Socialdemcrata Alemn, a la traicin de sus dirigentes oficiales, pero no va ms all. Sin embargo, ya la revista La Internacional critic el centro, es decir, el kautskismo, colmndolo de burlas, con toda razn, por su blandenguera, su prostitucin del marxismo, su servilismo ante los oportunistas. Y la misma revista empez a desenmascarar el verdadero papel de los oportunistas al revelar, por ejemplo, el importantsimo hecho de que el 4 de agosto de 1914, los oportunistas haban presentado un ultimtum, una resolucin tomada de antemano, para que se votaran los crditos en cualquier caso. Ni el folleto de Junius, ni las tesis, se refieren en absoluto al oportunismo, ni al kautskismo! Esto es un error terico, pues es imposible explicar la traicin sin vincularla con el oportunismo como tendencia que tiene una larga historia, la historia de toda la II Internacional. Esto es un error en el sentido poltico prctico, pues es imposible comprender la crisis de la socialdemocracia, ni superarla sin haber aclarado el sentido y el papel de estas dos tendencias: la abiertamente oportunista (Legien, David, etc.) y la tcitamente oportunista (Kautsky y Ca.). Es un paso atrs en comparacin, por ejemplo, con el histrico artculo de Otto Rhle en Vorwrts3, del 12 de enero de 1916, donde el autor, franca y abiertamente, demuestra que es inevitable una divisin del Partido Socialdemcrata Alemn (la redaccin de Vorwrts

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    contest, repitiendo melosas e hipcritas frases a lo Kautsky, sin encontrar un solo argumento de fondo para refutar el hecho ya evidente de que existan dos partidos y era imposible reconciliarlos). Es de una inconsecuencia asombrosa, ya que la tesis 2 de La Internacional habla sin rodeos de la necesidad de crear una nueva Internacional en vista de la traicin de las representaciones oficiales de los partidos socialistas de los principales pases y su adhesin a la poltica imperialista burguesa. Est claro que resulta simplemente absurdo insinuar que el viejo Partido Socialdemcrata Alemn o el partido que tolera a Legien, David y Ca. pueda participar en la nueva Internacional.

    No sabemos por qu el grupo La Internacional dio este paso atrs. El mayor defecto en el marxismo revolucionario de Alemania es la falta de una organizacin ilegal consolidada, que aplique su lnea en forma sistemtica y eduque a las masas en el espritu de las nuevas tareas: tal organizacin debera tambin tomar una postura definida ante el oportunismo y ante el kautskismo. Esto es tanto ms necesario, por cuanto ahora los socialdemcratas revolucionarios alemanes han perdido sus dos ltimos diarios: el de Bremen (Bremer Brger-Zeitung4) y el de Brunswick (Volksfreund5), que se pasaron ambos a los kautskianos. nicamente el grupo Socialistas Internacionalistas de Alemania (ISD) permanece en su puesto de modo claro y evidente para todos6.

    Parece que algunos miembros del grupo La Internacional se han deslizado otra vez a la charca del kautskismo sin principios. Por ejemplo, Strbel lleg, en

  • Sobre el folleto de Junius

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    ha servido ms de una vez -tambin en la historia de la filosofa griega- de puente que conduce a la sofistera. Pero nosotros seguiremos siendo dialcticos y lucharemos contra los sofismas, no negando la posibilidad de toda transformacin en general, sino analizando de modo concreto la presente en su entono y en su desarrollo.

    Es inverosmil en alto grado que la presente guerra imperialista (1914-1916) se transforme en nacional, pues la clase que representa el progreso es el proletariado, el cual tiende objetivamente a transformarla en guerra civil contra la burguesa. Y, adems, porque las fuerzas de ambas coaliciones no se diferencian mucho y el capital financiero internacional ha creado en todas partes una burguesa reaccionaria. Pero no se puede declarar imposible semejante transformacin: si el proletariado de Europa resultase sin fuerzas durante 20 aos; si la guerra actual terminase con victorias semejantes a las napolenicas y con el sojuzgamiento de una serie de Estados nacionales viables; si el imperialismo extra-europeo (el japons y el norteamericano en primer lugar) se mantuviese tambin 20 aos sin pasar al socialismo, por ejemplo, como resultado de una guerra nipo-norteamericana, entonces sera posible una gran guerra nacional en Europa. Eso significara el retroceso de Europa en varios decenios. Eso es improbable. Pero no imposible, pues imaginarse que la historia universal avanza suave y ordenadamente, sin gigantescos saltos atrs en algunas ocasiones, no es dialctico, es acientfico, falso desde el punto de vista terico.

    Prosigamos. En la poca del imperialismo no slo son probables, sino inevitables las guerras nacionales por parte de las colonias y semicolonias. En las colonias y semicolonias (China, Turqua, Persia) viven cerca de 1.000 millones de almas, es decir, ms de la mitad de la poblacin de la Tierra. En esos pases, el movimiento de liberacin nacional o bien es ya muy fuerte, o bien crece y madura. Toda guerra es la continuacin de la poltica con otros medios. Las guerras nacionales de las colonias contra el imperialismo sern inevitablemente una continuacin de la poltica de liberacin nacional de las mismas. Esas guerras pueden conducir a una guerra imperialista de las grandes potencias imperialistas actuales, pero pueden tambin no conducir a ella: eso depender de muchas circunstancias.

    Un ejemplo: Inglaterra y Francia pelearon en la Guerra de los Siete Aos7 por las colonias, es decir, sostuvieron una guerra imperialista (la cual es posible tanto sobre la base de la esclavitud y del capitalismo primitivo como sobre la base moderna del capitalismo altamente desarrollado). Francia es derrotada y pierde parte de sus colonias. Unos aos despus empieza la guerra de liberacin nacional de los Estados de Amrica del Norte contra Inglaterra8 sola. Francia y Espaa, que siguen poseyendo ciertas

    partes de los actuales Estados Unidos, movidas por su hostilidad a Inglaterra, es decir, por sus intereses imperialistas, concluyen un tratado de amistad con los Estados de Amrica del Norte, insurreccionados contra Inglaterra. Las tropas francesas, con las americanas, derrotan a los ingleses. Nos encontramos ante una guerra de liberacin nacional, en la que la rivalidad imperialista es un elemento accesorio, carente de seria importancia, o sea, lo contrario de lo que vemos en la guerra de 1914-1916 (en la guerra austro-serbia, el elemento nacional no tiene seria importancia, en comparacin con la rivalidad imperialista, que es determinante). Esto nos muestra cun absurdo sera emplear el concepto de imperialismo con arreglo a un patrn fijo, deduciendo de l la imposibilidad de las guerras nacionales. La guerra de liberacin nacional, por ejemplo, de una alianza de Persia, India y China contra unas u otras potencias imperialistas es muy posible y probable, pues deriva del movimiento de liberacin nacional de esos pases. Y la transformacin de semejante guerra en guerra imperialista entre las actuales potencias imperialistas dependera de muchsimas circunstancias concretas, cuyo advenimiento sera ridculo garantizar.

    En tercer lugar, ni siquiera en Europa se puede considerar imposibles las guerras de liberacin nacional en la poca del imperialismo. La poca del imperialismo ha hecho imperialista la presente guerra, engendrar ineludiblemente (mientras no se llegue al socialismo) nuevas guerras imperialistas y ha hecho imperialista hasta la mdula la poltica de las grandes potencias actuales; pero esta poca no excluye en lo ms mnimo las guerras nacionales, por ejemplo, por parte de los pequeos Estados (supongamos que anexionados u oprimidos nacionalmente) contra las potencias imperialistas, de la misma manera que no excluye los movimientos nacionales en gran escala en el Este de Europa. Junius opina de Austria, por ejemplo, de forma muy sensata, tomando en consideracin tanto lo econmico como el peculiar factor poltico, sealando la carencia de vitalidad interior de Austria y reconociendo que la monarqua de los Habsburgo no es una organizacin poltica del Estado burgus, sino slo un sindicato, dbilmente vinculado, de unas cuantas camarillas de parsitos sociales y que la liquidacin de Austria-Hungra no es ms, desde el punto de vista histrico, que la continuacin del desmoronamiento de Turqua y, con l, una exigencia del proceso histrico de desarrollo. No mejor es la situacin en lo que se refiere a algunos Estados balcnicos y a Rusia. Y si se dan las condiciones de un fuerte agotamiento de las grandes potencias en la guerra actual o del triunfo de la revolucin en Rusia, las guerras nacionales, incluso victoriosas, son plenamente posibles. La intervencin de las potencias imperialistas es

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    prcticamente realizable no en todas las condiciones. Eso de una parte. Y de otra parte, cuando se dice a humo de pajas que la guerra de un Estado pequeo contra un gigante carece de perspectivas, debe advertirse que una guerra sin perspectivas es tambin una guerra; adems, determinados fenmenos en el seno de los gigantes -por ejemplo, el comienzo de la revolucin- pueden convertir una guerra sin perspectivas en una guerra con muchas perspectivas.

    Hemos analizado con detalle la tesis desacertada de que no puede haber ya ninguna guerra nacional no slo porque es errnea a todas luces desde el punto de vista terico. Sera muy triste, naturalmente, que los izquierdistas comenzasen a dar muestras de despreocupacin por la teora marxista en un momento en que la fundacin de la III Internacional slo es posible sobre la base de un marxismo no vulgarizado. Mas esa equivocacin es muy perjudicial tambin en el sentido poltico prctico: de ella se deduce la estpida propaganda del desarme, como si no pudiera haber ms guerras que las reaccionarias; de ella se deduce asimismo la indiferencia, ms estpida todava y claramente reaccionaria, ante los movimientos nacionales. Esa indiferencia se convierte en chovinismo cuando los miembros de las grandes naciones europeas, es decir, de las naciones que oprimen a una masa de pueblos pequeos y coloniales, declaran con aire de sabihondos: no puede haber ya ninguna guerra nacional! Las guerras nacionales contra las potencias imperialistas no slo son posibles y probables, sino tambin inevitables y progresistas, revolucionarias, aunque, claro est, para que tengan xito es imprescindible aunar los esfuerzos de un inmenso nmero de habitantes de los pases oprimidos (centenares de millones en el ejemplo de la India y de China, aportado por nosotros) o que se d una conjugacin especialmente favorable de los factores que caracterizan la situacin internacional (por ejemplo, paralizacin de la intervencin de las potencias imperialistas como consecuencia de su agotamiento, de su guerra, de su antagonismo, etc.), o la insurreccin simultnea del proletariado de una de las grandes potencias contra la burguesa (este caso, el ltimo en nuestra enumeracin, es el primero desde el punto de vista de lo deseable y ventajoso para la victoria del proletariado).

    Debemos indicar, sin embargo, que sera injusto acusar a Junius de indiferencia por los movimientos nacionales. Junius seala, al menos, entre los pecados de la minora socialdemcrata el silencio de sta ante la ejecucin por traicin (seguramente, por el intento de sublevarse con motivo de la guerra) de un jefe indgena en el Camern, subrayando especialmente en otro lugar (para los seores Legien, Lensch y otros canallas que se consideran socialdemcratas) que las naciones coloniales son

    tambin naciones. Junius declara con la mayor precisin: el socialismo reconoce a cada pueblo el derecho a la independencia y a la libertad, a disponer libremente de su destino; el socialismo internacional reconoce el derecho de las naciones libres, independientes e iguales; pero slo l puede crear esas naciones, slo l puede llevar a la prctica el derecho de las naciones a la autodeterminacin. Y esta consigna del socialismo -seala con razn el autor- sirve, igual que todas las dems, no como justificacin de lo existente, sino como gua del camino a seguir, como estmulo de la poltica activa, revolucionaria y transformadora, del proletariado (pgs. 77 y 78). Por tanto, se equivocaran profundamente quienes pensasen que todos los socialdemcratas de izquierda alemanes han cado en la estrechez de criterio y la caricatura del marxismo a que han llegado algunos socialdemcratas holandeses y polacos al negar la autodeterminacin de las naciones incluso en el socialismo. Pero de los orgenes holandeses y polacos especiales de este error hablamos en otro lugar.

    Otro de los razonamientos equivocados de Junius se relaciona con el problema de la defensa de la patria. Es ste un problema poltico cardinal durante una guerra imperialista. Y Junius refuerza nuestra conviccin de que nuestro partido indic el nico enfoque correcto del problema: el proletariado est en contra de la defensa de la patria en esta guerra imperialista debido a su carcter rapaz, esclavista y reaccionario, debido a la posibilidad y necesidad de contraponer a esta guerra (y de bregar por transformarla en) una guerra civil por el socialismo. Sin embargo, Junius, que por una parte expuso brillantemente el carcter imperialista de la presente guerra, diferencindola de una guerra nacional, por otra parte cometi un error muy extrao, al intentar arrancar de un programa nacional en esta guerra no nacional. Suena casi increble, pero es as.

    Los socialdemcratas adocenados, tanto los de la calaa de Legien como de Kautsky, en su servilismo a la burguesa (que grit ms que nadie sobre la invasin extranjera para ocultar a las masas del pueblo el carcter imperialista de la guerra), repitieron con especial afn este argumento de la invasin. Kautsky, que ahora asegura a la gente cndida y confiada (dicho sea de paso, por intermedio de Spectator, miembro del CO ruso9) que a fines de 1914 se ha pasado a la oposicin, contina usando ese argumento! Para refutarlo, Junius cita ejemplos histricos muy ilustrativos, que prueban que invasin y lucha de clases no son una contradiccin en la historia burguesa, como afirma la leyenda oficial, sino que una es el medio y la expresin de la otra. Ejemplos: los Borbones en Francia recurrieron a la invasin extranjera contra los jacobinos10; la burguesa en 1871, contra la Comuna11. Marx escribi en La guerra civil en

  • Sobre el folleto de Junius

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    Francia: El ms heroico esfuerzo de que an era capaz la

    vieja sociedad es la guerra nacional. Y ahora resulta que sta no es ms que un fraude del gobierno cuyo nico objetivo es diferir la lucha de clases. Mas cuando la lucha de clases se enciende como guerra civil, el fraude salta hecho aicos12.

    El clsico ejemplo de todos les tiempos -escribe Junius refirindose a 1793- es la Gran Revolucin Francesa. De todo ello extrae la siguiente conclusin: La experiencia secular demuestra, por consiguiente, que la mejor defensa, la mejor proteccin de un pas contra el enemigo exterior no es el estado de sitio, sino la abnegada lucha de clases que despierta el sentido de la dignidad, el herosmo y la fuerza moral de las masas populares. La conclusin prctica de Junius es sta:

    S, es deber de los socialdemcratas defender su pas durante una gran crisis histrica. Ahora bien, la grave culpa del grupo socialdemcrata del Reichstag consiste en haber proclamado solemnemente, en su declaracin del 4 de agosto de 1914: En la hora del peligro no dejaremos sin defensa a nuestra patria, y en haber abjurado, al mismo tiempo, de sus palabras. El grupo dej sin defensa a la patria en la hora de mayor peligro. Pues su primer deber hacia la patria en esa hora era mostrar a la patria el verdadero trasfondo de esta guerra imperialista, romper la maraa de mentiras patrioteras y diplomticas que envolva este atentado contra la patria; proclamar en voz alta y claramente que tanto la victoria como la derrota en la presente guerra son igualmente funestas para el pueblo alemn, oponerse a ultranza al estrangulamiento de la patria por el estado de sitio; proclamar la necesidad de armar inmediatamente al pueblo y dejarle que resolviera l mismo el problema de la guerra o la paz; exigir resueltamente una asamblea en sesin permanente de la representacin popular, mientras durase la guerra, para garantizar el riguroso control de la representacin popular sobre el gobierno, y del pueblo sobre la representacin popular; exigir la inmediata abolicin de todas las restricciones de los derechos polticos, pues slo un pueblo libre puede defender con eficacia a su pas, y finalmente, contraponer al programa imperialista de guerra -programa destinado a conservar Austria y Turqua, es decir, mantener la reaccin en Europa y en Alemania- el viejo y autntico programa nacional de los patriotas y demcratas de 1848, el programa de Marx, Engels y Lassalle: la consigna de una gran repblica alemana unida. Tal es la bandera que tendra que haberse desplegado ante el pas, que hubiera sido verdaderamente nacional, verdaderamente liberadora, y que hubiese estado en consonancia

    con las mejores tradiciones de Alemania y de la poltica internacional de clase del proletariado De esta manera, el grave dilema entre los intereses del pas y la solidaridad internacional del proletariado, el trgico conflicto que impuls a nuestros parlamentarios a ponerse con el corazn oprimido al lado de la guerra imperialista, es pura imaginacin, una ficcin nacionalista burguesa. Por el contrario, entre los intereses del pas y los intereses de clase de la Internacional proletaria existe, en tiempos de guerra y en tiempos de paz, una completa armona: tanto la guerra como la paz exigen el ms enrgico desarrollo de la lucha de clases, la ms decidida defensa del programa socialdemcrata. As argumenta Junius. Lo errneo de sus

    razonamientos salta a la vista, y si nuestros lacayos del zarismo, francos o encubiertos, los seores Plejnov y Chjenkeli, y quizs hasta los seores Mrtov y Chjedze, se aferran con malsana alegra a las palabras de Junius, no para establecer la verdad terica, sino para salir por la tangente, borrando sus huellas y embaucando a los obreros, debemos aclarar minuciosamente las fuentes tericas del error de Junius.

    Propone oponer a la guerra imperialista un programa nacional. Le propone a la clase de vanguardia que mire al pasado y no al porvenir! En 1793 y en 1848, tanto en Francia como en Alemania y en toda Europa, estaba objetivamente a la orden del da una revolucin democrtica burguesa. A esta situacin histrica objetiva corresponda un programa verdaderamente nacional, es decir, el programa nacional burgus de la democracia existente entonces, que realizaron en 1793 los elementos ms revolucionarios de la burguesa y la plebe, y que en 1848 fue proclamado por Marx en nombre de toda la democracia avanzada. Objetivamente, a las guerras feudales y dinsticas se oponan en aquel entonces las guerras democrticas revolucionarias, las guerras de liberacin nacional. Ese fue el contenido de las tareas histricas de la poca.

    En la actualidad, la situacin objetiva en los grandes pases adelantados de Europa es distinta. El progreso -si no se toman en cuenta los posibles y transitorios pasos atrs- es factible slo en direccin a la sociedad socialista, a la revolucin socialista. Desde el punto de vista del progreso, desde el punto de vista de la clase de vanguardia, a la guerra burguesa imperialista, a la guerra del capitalismo altamente desarrollado puede, objetivamente, contraponerse slo una guerra contra la burguesa, es decir, ante todo la guerra civil por el poder entre el proletariado y la burguesa, pues sin tal guerra es imposible un serio progreso; y como segunda etapa -slo en ciertas condiciones especiales- una eventual guerra para defender el Estado socialista contra los

  • V. I. Lenin

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    Estados burgueses. Por eso, los bolcheviques (afortunadamente muy pocos, y rpidamente cedidos por nosotros al grupo Priziv13) que estaban dispuestos a adoptar el punto de vista de una defensa condicional, es decir, defensa de la patria a condicin de que hubiera una revolucin victoriosa y el triunfo de una repblica en Rusia, seguan siendo fieles a la letra del bolchevismo, pero traicionaban su espritu; porque siendo arrastrada a la guerra imperialista de las principales potencias europeas, Rusia tambin librara una guerra imperialista inclusive con una forma republicana de gobierno!

    Diciendo que la lucha de clases es el mejor medio de defensa contra una invasin, Junius aplica la dialctica marxista slo a medias, dando un paso por el camino justo y desvindose en seguida de l. La dialctica marxista exige un anlisis concreto de cada situacin histrica particular. Es verdad que la lucha de clases es el mejor medio contra una invasin, tanto cuando la burguesa derroca al feudalismo, como cuando el proletariado derroca a la burguesa. Precisamente porque es verdad con respecto a cualquier forma de opresin de clase, es demasiado general, y por eso insuficiente en el presente caso particular. La guerra civil contra la burguesa es tambin una de las formas de la lucha de clases, y slo esta forma de la lucha de clases salvara a Europa (a toda Europa, no slo a un pas) del peligro de invasin. La Gran Alemania republicana si hubiera existido en 1914-1916, tambin hubiese librado una guerra imperialista.

    Junius estuvo muy cerca de la correcta solucin del problema y de la consigna correcta: guerra civil contra la burguesa por el socialismo; pero, como si hubiera tenido miedo de decir toda la verdad, volvi atrs, hacia la fantasa de una guerra nacional en los aos 1914, 1915 y 1916. Si examinamos el problema, no desde el ngulo terico, sino puramente prctico, el error de Junius aparece no menos claro. Toda la sociedad burguesa, todas las clases de Alemania, incluyendo el campesinado, estaban a favor de la guerra (con toda probabilidad en Rusia tambin; por lo menos una mayora del campesinado rico y mediano, y una parte muy considerable de campesinos pobres, se encontraban evidentemente bajo el hechizo del imperialismo burgus). La burguesa estaba armada hasta los dientes. En tales circunstancias, proclamar el programa de una repblica, de un parlamento en sesin permanente, de eleccin de los oficiales por el pueblo (armamento del pueblo), etc., significara en la prctica proclamar una revolucin (con el programa revolucionario errneo!).

    Al mismo tiempo, Junius dice, con todo acierto, que no se puede fabricar una revolucin. Oculta en las entraas de la guerra, emergiendo de ella, la revolucin estaba a la orden del da en 1914-1916. Haba que proclamarlo as en nombre de la clase

    revolucionaria enunciando completamente y sin temor su programa: el socialismo, en tiempos de guerra, es imposible sin una guerra civil contra la archirreaccionario y criminal burguesa que condena al pueblo a indecibles calamidades. Era necesario pensar en acciones sistemticas, consecuentes, prcticas, absolutamente realizables, cualquiera que fuese el ritmo de desarrollo de la crisis revolucionaria, y que estuviesen de acuerdo con la revolucin que maduraba. Estas acciones se indican en la resolucin de nuestro partido: 1) votacin contra los crditos; 2) ruptura de la paz social; 3) creacin de una organizacin ilegal; 4) confraternizacin entre los soldados; 5) respaldo a todas las acciones revolucionarias de las masas. El xito de todos estos pasos lleva inevitablemente a la guerra civil.

    La proclamacin de un gran programa histrico tuvo indudablemente una importancia gigantesca; mas no se trata del viejo programa nacional germano, anticuado en 1914-1916, sino del programa proletario internacionalista y socialista. Ustedes, los burgueses, guerrean para robar; nosotros, los obreros de todos los pases beligerantes, les declaramos la guerra, la guerra por el socialismo: ste es el tipo de discurso que deberan haber pronunciado en los parlamentos el 4 de agosto de 1914 los socialistas que no haban traicionado al proletariado como lo haban hecho los Legien, David, Kautsky, Plejnov, Guesde, Sembat, etc.

    Evidentemente, el error de Junius se debe a dos clases de equivocaciones. Es indudable que Junius est decididamente contra la guerra imperialista y decididamente por la tctica revolucionaria: es un hecho, y no lo podr eliminar la malsana alegra de los seores Plejnov con respecto al defensismo de Junius. Es necesario responder inmediata y claramente a las posibles y probables calumnias de este tipo.

    Pero Junius, en primer lugar, no se liber totalmente del medio de los socialdemcratas alemanes, incluso de los de izquierda, que temen la escisin y temen enunciar completamente las consignas revolucionarias*. Es un falso temor, y los

    * Igual error encontramos en los razonamientos de Junius sobre qu es mejor, la victoria o la derrota? Su conclusin es que ambas son igualmente malas (ruina, aumento de armamentos, etc.). Este es el punto de vista no del proletariado revolucionario, sino de la pequea burguesa pacifista. Ahora bien, si se habla de la "intervencin revolucionaria" del proletariado -y de eso hablan, aunque, por desgracia, en trminos demasiado generales tanto Junius como las tesis del grupo La Internacional, entonces es obligatorio plantear el problema desde otro punto de vista: 1) Es posible una "intervencin revolucionaria" sin el riesgo de una derrota? 2) Es posible fustigar a la burguesa y al gobierno del pas "propio" sin correr ese riesgo? 3) No hemos afirmado siempre, y no prueba la

  • Sobre el folleto de Junius

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    socialdemcratas alemanes de izquierda tendrn que librarse y se librarn de l. La marcha de su lucha contra los socialchovinistas conducir a ello. Y ellos combaten a sus socialchovinistas con decisin, con firmeza y con sinceridad, y sa es su enorme y fundamental diferencia de principio con los Mrtov y los Chjedze, quienes con una mano (a lo Skbeliev) despliegan la bandera con el saludo a los Liebknecht de todos los pases y con la otra abrazan tiernamente a Chjenkeli y Potrsov!

    En segundo lugar, Junius, al parecer, quiso realizar algo semejante a la tristemente clebre teora de las etapas menchevique14, quiso empezar a aplicar un programa revolucionario desde el extremo ms cmodo, popular y aceptable para la pequea burguesa. Algo as como un plan para ganar en astucia a la historia, ganar en astucia a los filisteos. Parece decir si nadie puede oponerse a la mejor manera de defender la verdadera patria, y la verdadera patria es, por cierto, la Gran Alemania republicana, la mejor defensa es una milicia, un parlamento en sesin permanente, etc. Una vez aceptado, este programa -dice- llevara automticamente a la etapa siguiente: la revolucin socialista.

    Probablemente, semejantes razonamientos hayan determinado de manera consciente o semiconsciente la tctica de Junius. Ni que decir tiene que son equivocados. El folleto de Junius evoca en nuestra mente a un solitario que no tiene compaeros en una organizacin ilegal habituada a pensar totalmente las consignas revolucionarias y a educar sistemticamente a las masas en el espritu de estas consignas. Pero este defecto no es -sera un grave error olvidarlo- un defecto personal de Junius, sino el resultado de la debilidad de todos los izquierdistas alemanes, enredados por todos lados en la vil maraa de la hipocresa kautskiana la pedantera y la amistad con los oportunistas. Los partidarios de Junius supieron, a pesar de su aislamiento, iniciar la publicacin de volantes ilegales y comenzar la guerra contra el kautskismo. Sabrn seguir adelante por el buen camino.

    Escrito en julio de 1915. Publicado en octubre de

    1916 en el nm. 1 de Sbrnik Sotsial-Demokrata. T. 30, pgs. 1-16.

    experiencia histrica de las guerras reaccionarias, que las derrotas ayudan a la causa de la clase revolucionaria?

  • BALA-CE DE LA DISCUSI- SOBRE LA AUTODETERMI-ACI-. En el nmero 2 de la revista marxista El

    Precursor (Vorbote, abril de 1916), que edita la izquierda de Zimmerwald15, se han publicado las tesis en pro y en contra de la autodeterminacin de las naciones, firmadas por la redaccin de nuestro rgano central, Sotsial-Demokrat16, y por la redaccin del rgano de la oposicin socialdemcrata polaca, Gazeta Robotnicza17. El lector encontrar ms arriba el texto de las primeras y la traduccin de las segundas. Es quiz la primera vez que se plantea el problema con tanta amplitud en la palestra internacional: en la discusin que sostuvieron en la revista marxista alemana Die

  • Balance de la discusin sobre la autodeterminacin

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    derecho de autodeterminacin), sino que la decidirn conjuntamente todos los ciudadanos interesados... A los camaradas polacos les gusta tanto este

    ltimo argumento de la determinacin conjunta en vez de la autodeterminacin que lo repiten tres veces en sus tesis. Pero la frecuencia de la repeticin no transforma este argumento octubrista23 y reaccionario en socialdemcrata. Porque todos los reaccionarios y burgueses conceden a las naciones retenidas por la violencia en las fronteras del Estado correspondiente el derecho de determinar conjuntamente su destino en el Parlamento general. Tambin Guillermo II concede a los belgas el derecho de determinar conjuntamente el destino del Imperio alemn en el Parlamento general alemn.

    Nuestros contradictores se esfuerzan por dar de lado precisamente lo que es controvertible, lo nico sometido a discusin: el derecho de separacin. Sera ridculo si no fuera tan triste!

    En nuestra primera tesis decimos ya que la liberacin de las naciones oprimidas presupone, en el terreno poltico, una transformacin doble: 1) plena igualdad de derechos de las naciones. Esto no suscita discusin y se refiere exclusivamente a lo que ocurre dentro del Estado; 2) libertad de separacin poltica. Esto se refiere a la determinacin de las fronteras del Estado. Slo eso es discutible. Y nuestros contradictores guardan silencio precisamente sobre eso. No desean pensar ni en las fronteras del Estado ni incluso en el Estado en general. Es una especie de economismo imperialista semejante al viejo economismo24 de los aos 1894-1902, que razonaba as: el capitalismo ha triunfado, por eso no vienen al caso las cuestiones polticas. El imperialismo ha triunfado, por eso no vienen al caso las cuestiones polticas! Semejante teora apoltica es profundamente hostil al marxismo.

    Marx deca en la Crtica del Programa de Gotha: Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el perodo de transformacin revolucionaria de la primera en la segunda. A este perodo corresponde tambin un perodo poltico de transicin, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado25. Hasta ahora ha sido indiscutible para los socialistas esta verdad, que encierra el reconocimiento del Estado hasta que el socialismo triunfante se transforme en comunismo completo. Es conocida la expresin de Engels acerca de la extincin del Estado. Hemos subrayado adrede, ya en nuestra primera tesis, que la democracia es una forma del Estado, que deber desaparecer junto con l. Y mientras nuestros contradictores no sustituyan el marxismo por cualquier nuevo punto de vista a-estadista, sus consideraciones sern un error desde el comienzo hasta el fin.

    El lugar de hablar del Estado (y por tanto, de la determinacin de sus fronteras!), hablan de la esfera

    cultural socialista, es decir, eligen intencionadamente una expresin vaga en el sentido de que se borran todas las cuestiones relacionadas con el Estado! Resulta una tautologa ridcula: si el Estado no existe, tampoco existe, naturalmente, el problema de sus fronteras. Y entonces est de ms todo el programa poltico-democrtico. La repblica tampoco existir cuando se extinga el Estado.

    En los artculos del chovinista alemn Lensch a que nos hemos referido en la tesis 5 (nota) se cita un interesante pasaje de la obra de Engels El Po y el Rin. Engels dice all, entre otras cosas, que en el curso del desarrollo histrico, que se engull una serie de naciones pequeas y carentes de vitalidad, las fronteras de las naciones europeas grandes y viables fueron determinndose cada vez ms por la lengua y las simpatas de la poblacin. Engels califica esas fronteras de naturales. As ocurri en la poca del capitalismo progresivo, en Europa, alrededor de 1845-1871. Ahora, el capitalismo reaccionario, imperialista demuele con frecuencia creciente esas fronteras, determinadas democrticamente. Todos los sntomas predicen que el imperialismo dejar en herencia al socialismo, que viene a remplazarlo, fronteras menos democrticas, una serie de anexiones en Europa y en otras partes del mundo. Y bien, es que el socialismo triunfante, al restaurar y llevar a su trmino la democracia completa en todos los terrenos, renunciar a la determinacin democrtica de las fronteras del Estado?, no desear tener en cuenta las simpatas de la poblacin? Basta hacer esas preguntas para ver con la mayor claridad que nuestros colegas polacos ruedan del marxismo al economismo imperialista.

    Los viejos economistas, que convertan el marxismo en una caricatura, enseaban a los obreros que para los marxistas slo tiene importancia lo econmico. Los nuevos economistas piensan o bien que el Estado democrtico del socialismo triunfante existir sin fronteras (como un complejo de sensaciones sin la materia), o bien que las fronteras sern determinadas slo de acuerdo con las necesidades de la produccin. En realidad, esas fronteras sern determinadas democrticamente, es decir, de acuerdo con la voluntad y las simpatas de la poblacin. El capitalismo violenta estas simpatas, agregando con ello nuevas dificultades al acercamiento de las naciones. El socialismo, al organizar la produccin sin la opresin clasista y asegurar el bienestar de todos los miembros del Estado, brinda plena posibilidad de manifestarse a las simpatas de la poblacin y, precisamente como consecuencia de ello, alivia y acelera de modo gigantesco el acercamiento y la fusin de las naciones.

    Para que el lector descanse un poco del economismo pesado y torpn, citaremos el criterio de un escritor socialista ajeno a nuestra disputa. Ese

  • V. I. Lenin

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    escritor es Otto Bauer, que tiene tambin su punto flaco, la autonoma nacional cultural26, pero que razona muy acertadamente en una serie de cuestiones importantsimas. Por ejemplo, en la pg. 29 de su libro La cuestin nacional y la socialdemocracia ha destacado con extraordinaria exactitud el encubrimiento de la poltica imperialista con la ideologa nacional. En la pg. 30, El socialismo y el principio de la nacionalidad, dice:

    La comunidad socialista jams estar en condiciones de incluir por la violencia en su composicin a naciones enteras. Imaginaros unas masas populares dueas de todos los bienes de la cultura nacional, y que toman parte activa e ntegra en la labor legislativa y en la administracin y, por ltimo, que estn provistas de armas. Es que sera posible someter por la violencia esas naciones a la dominacin de un organismo social extrao? Todo poder estatal se asienta en la fuerza de las armas. El actual ejrcito popular, gracias a un hbil mecanismo, sigue siendo un arma en manos de determinada persona, familia o clase, exactamente igual que las huestes mercenarias y las mesnadas de los caballeros en la antigedad. En cambio, el ejrcito de la comunidad democrtica de la sociedad socialista no ser otra cosa que el pueblo armado, pues estar compuesto por personas de elevada cultura que trabajarn de modo voluntario en los talleres sociales y participarn plenamente en todos los dominios de la vida del Estado. En tales condiciones desaparecer toda posibilidad de dominacin por parte de otra nacin. Eso s es exacto. En el capitalismo no es posible

    suprimir la opresin nacional (y poltica, en general). Para conseguirlo es imprescindible abolir las clases, es decir, implantar el socialismo. Pero, basndose en la economa, el socialismo no se reduce ntegramente a ella, ni mucho menos. Para eliminar la opresin nacional hace falta una base: la produccin socialista; mas sobre esa base son precisos, adems, la organizacin democrtica del Estado, el ejrcito democrtico, etc. Transformando el capitalismo en socialismo, el proletariado abre la posibilidad de suprimir por completo la opresin nacional; esta posibilidad se convierte en realidad slo -slo!- con la aplicacin completa de la democracia en todos los terrenos, comprendida la determinacin de las fronteras del Estado en consonancia con las simpatas de la poblacin, comprendida la plena libertad de separacin. Sobre esta base se desarrollar a su vez, prcticamente, la eliminacin absoluta de los ms mnimos roces nacionales, de la ms mnima desconfianza nacional; se producirn el acercamiento acelerado y la fusin de las naciones, que culminaran en la extincin del Estado. Tal es la teora del marxismo, de la que se han apartado errneamente nuestros colegas polacos.

    2. Es realizable la democracia en el

    imperialismo? Toda la vieja polmica de los socialdemcratas

    polacos contra la autodeterminacin de las naciones se apoya en el argumento de que sta es irrealizable en el capitalismo. Ya en 1903, en la comisin del II Congreso del POSDR encargada de elaborar el programa del partido, los iskristas27 nos remos de este argumento y dijimos que repeta la caricatura del marxismo hecha por los economistas (de triste memoria). En nuestras tesis nos hemos ocupado con especial detalle de este error, y precisamente en esta cuestin, que representa la base terica de toda la discusin, los camaradas polacos no han querido (no han podido?) replicar a ninguno de nuestros argumentos.

    La imposibilidad econmica de la autodeterminacin debera ser demostrada por medio de un anlisis econmico, igual que nosotros demostramos que es irrealizable la prohibicin de las mquinas o la implantacin de los bonos de trabajo28, etc. Nadie intenta siquiera hacer ese anlisis. Nadie afirmar que se ha logrado implantar en el capitalismo los bonos de trabajo, aunque sea en un pas, a ttulo de excepcin; en cambio, un pequeo pas, a ttulo de excepcin, ha logrado en la era del ms desenfrenado imperialismo realizar la irrealizable autodeterminacin e incluso sin guerra y sin revolucin (Noruega en 1905).

    En general, la democracia poltica no es ms que una de las formas posibles (aunque sea normal tericamente para el capitalismo puro) de superestructura sobre el capitalismo. Los hechos demuestran que tanto el capitalismo como el imperialismo se desarrollan con cualesquiera formas polticas, supeditando todas ellas a sus intereses. Por ello es profundamente errneo desde el punto de vista terico decir que son irrealizables una forma y una reivindicacin de la democracia.

    La falta de respuesta de los colegas polacos a estos argumentos obliga a considerar terminada la discusin sobre este punto. Para mayor evidencia, por as decirlo, hemos hecho la afirmacin ms concreta de que sera ridculo negar que la restauracin de Polonia es realizable ahora en dependencia de los factores estratgicos, etc., de la guerra actual. Pero no se nos ha contestado!

    Los camaradas polacos se han limitado a repetir una afirmacin evidentemente equivocada ( II, 1), diciendo: en los problemas de la anexin de regiones ajenas han sido eliminadas las formas de la democracia poltica; lo que decide es la violencia manifiesta... El capital no permitir nunca al pueblo que resuelva el problema de sus fronteras estatales... Como si e! capital pudiera permitir al pueblo que elija a sus funcionarios (del capital), que sirven al imperialismo! O como si fueran concebibles en

  • Balance de la discusin sobre la autodeterminacin

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    general sin la violencia manifiesta cualesquiera soluciones a fondo de importantes problemas democrticos, por ejemplo, la repblica en vez de la monarqua o la milicia popular en vez del ejrcito permanente! Subjetivamente, los camaradas polacos desean profundizar el marxismo, pero lo hacen sin ninguna fortuna. Objetivamente, sus frases acerca de que la autodeterminacin es irrealizable son oportunismo, pues lo llevan implcito tcitamente: es irrealizable sin una serie de revoluciones, como es irrealizable tambin en el imperialismo toda la democracia, todas sus reivindicaciones en general.

    Una sola vez, al final mismo del II, 1, al hablar de Alsacia, los colegas polacos han abandonado la posicin del economismo imperialista, abordando las cuestiones de una de las formas de la democracia con una respuesta concreta y no con una alusin general al factor econmico. Y precisamente ese enfoque ha resultado equivocado! Sera particularista, antidemocrtico escriben- que solamente los alsacianos, sin preguntar a los franceses, impusieran a stos la incorporacin de Alsacia a Francia, aunque una parte de Alsacia se inclinara hacia los alemanes y esto amenazara con una guerra!!! El embrollo es divertidsimo: la autodeterminacin presupone (esto est claro de por s y lo hemos subrayado de modo especial en nuestras tesis) la libertad de separarse del Estado opresor. En poltica no es usual hablar de que la incorporacin a un Estado determinado presupone su conformidad de la misma manera que en economa no se habla de conformidad del capitalista para obtener ganancias o del obrero para percibir su salario! Hablar de eso es ridculo.

    Si se quiere ser un poltico marxista, al hablar de Alsacia habr que atacar a los canallas del socialismo alemn porque no luchan en pro de la libertad de separacin de Alsacia; habr que atacar a los canallas del socialismo francs porque se reconcilian con la burguesa francesa, la cual desea la incorporacin violenta de toda Alsacia; habr que atacar a unos y otros porque sirven al imperialismo de su pas, temiendo la existencia de un Estado separado, aunque sea pequeo; habr que mostrar de qu modo resolveran los socialistas el problema en unas cuantas semanas, reconociendo la autodeterminacin, sin violar la voluntad de los alsacianos. Hablar, en lugar de eso, del terrible peligro de que los alsacianos franceses se impongan a Francia es sencillamente el acabse.

    3. Qu es la anexin? Esta pregunta fue formulada con toda precisin en

    nuestras tesis ( 7). Los camaradas polacos no han contestado a ella, la han dado de lado, 1) declarando insistentemente que son enemigos de las anexiones y 2) explicando por qu se oponen a ellas. Son cuestiones muy importantes, desde luego. Pero son

    otras cuestiones. Si nos preocupamos, por poco que sea, de la seria fundamentacin terica de nuestros principios, de formularlos con claridad y precisin, no podemos dar de lado al interrogante de que es la anexin, toda vez que este concepto figure en nuestra propaganda y agitacin polticas. Rehuir este asunto en una discusin colectiva slo puede ser interpretado como abjuracin de las posiciones mantenidas.

    Por qu planteamos esta cuestin? Lo hemos explicado al hacerlo. Porque la protesta contra las anexiones no es otra cosa que el reconocimiento del derecho de autodeterminacin. El concepto de anexin comprende habitualmente: 1) la idea de violencia (incorporacin forzosa); 2) la idea de opresin nacional extranjera (incorporacin de una regin ajena, etc.), y, a veces, 3) la idea de alteracin del statu quo. Tambin esto lo hemos sealado en las tesis, sin que nuestras indicaciones hayan sido objeto de crtica.

    Surge una pregunta: pueden los socialdemcratas ser enemigos de la violencia en general? Est claro que no. Entonces, no estamos contra las anexiones porque representen una violencia, sino por alguna otra cosa. De la misma manera los socialdemcratas no pueden ser partidarios del statu quo. Por muchas vueltas que se le d, no podris rehuir la conclusin: la anexin es una violacin de la autodeterminacin de las naciones, es la delimitacin de las fronteras de un Estado en contra de la voluntad de la poblacin.

    Ser enemigo de las anexiones significa estar a favor del derecho de autodeterminacin. Estar contra la retencin violenta de cualquier nacin dentro de las fronteras de un Estado dado (hemos utilizado adrede tambin esta frmula, apenas modificada, de la misma idea en el apartado 4 de nuestras tesis, y los camaradas polacos nos han contestado con claridad plena, declarando en su I, 4, al comienzo, que estn contra la retencin violenta de las naciones oprimidas dentro de las fronteras de un Estado anexionador) es lo mismo que estar a favor de la autodeterminacin de las naciones.

    No queremos discutir sobre las palabras. Si hay un partido que diga en su programa (o en una resolucin obligatoria para todos, no se trata de la forma) que est contra las anexiones*, contra la retencin violenta de las naciones oprimidas dentro de las fronteras de su Estado, declararemos que, por principio, estamos completamente de acuerdo con ese partido. Sera absurdo aferrarse a la palabra autodeterminacin. Y si hay en nuestro partido quienes deseen modificar en este espritu las palabras, la frmula del apartado 9 de nuestro programa, consideraremos que las discrepancias con

    * Contra las anexiones viejas y nuevas, dice la frmula de K. Radek en uno de los artculos publicados por el en Berner Tagwacht29.

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    esos camaradas no tienen en modo alguno carcter de principio.

    El quid de la cuestin est nicamente en la claridad poltica y en la fundamentacin terica de nuestras consignas.

    En las discusiones verbales sobre este problema -cuya importancia nadie niega, sobre todo ahora, con motivo de la guerra- se ha expuesto el siguiente argumento (no lo hemos encontrado en la prensa): la protesta contra un mal conocido no significa obligatoriamente el reconocimiento de un concepto positivo que suprime el mal. Es evidente que el argumento carece de base y quiz por ello no ha sido reproducido en la prensa en parte alguna. Si un partido socialista declara que est contra la retencin violenta de una nacin oprimida dentro de las fronteras del Estado anexionador, ese partido se compromete, con ello, a renunciar a la retencin violenta cuando llegue al poder.

    No dudamos ni un instante que si Hindenburg semivence maana a Rusia y esa semivictoria se manifiesta (con motivo del deseo de Inglaterra y de Francia de debilitar un poco el zarismo) en la creacin de un nuevo Estado polaco, plenamente realizable desde el punto de vista de las leyes econmicas del capitalismo y del imperialismo, y si pasado maana triunfa la revolucin socialista en Petrogrado, Berln y Varsovia, el Gobierno socialista polaco, a semejanza del ruso y del alemn, renunciar a la retencin violenta, por ejemplo, de los ucranios dentro de las fronteras del Estado polaco. Y si en ese gobierno figuran miembros de la redaccin de Gazeta Robotnicza, sacrificarn, indudablemente, sus tesis y refutarn con ello la teora de que el derecho de autodeterminacin es inaplicable a la sociedad socialista. Si pensramos de otra manera, no plantearamos a la orden del da la discusin fraternal con los socialdemcratas de Polonia, sino la lucha implacable contra ellos como chovinistas.

    Admitamos que salgo a la calle en cualquier ciudad europea y expreso pblicamente, repitindolo despus en la prensa, mi protesta contra el hecho de que no se me permita comprar a un hombre como esclavo. No cabe la menor duda de que se me considerar, con razn, un esclavista, un partidario del principio o del sistema, como queris, de la esclavitud. No cambia nada el hecho de que mis simpatas por la esclavitud adopten la forma negativa de la protesta, y no una forma positiva (estoy a favor de la esclavitud). La protesta poltica equivale por completo a un programa poltico. Esto es tan evidente, que incluso resulta violento verse obligado a explicarlo. En todo caso, estamos firmemente seguros de que la izquierda de Zimmerwald, al menos -no hablamos de todos los zimmerwaldianos porque entre ellos figuran Mrtov y otros kautskianos-, no protestar si decimos que

    en la III Internacional no habr lugar para quienes sean capaces de separar la protesta poltica del programa poltico, de oponer la una al otro, etc.

    Como no deseamos discutir sobre las palabras, nos permitimos expresar la firme esperanza de que los socialdemcratas polacos procurarn formular oficialmente con la mayor rapidez su protesta de excluir el apartado 9 de nuestro (y suyo tambin) programa del partido, as como del programa de la Internacional (resolucin del Congreso de Londres de 1896), y su definicin de las correspondientes ideas polticas acerca de las anexiones viejas y nuevas y de la retencin violenta de una nacin oprimida dentro de las fronteras del Estado anexionador.

    Pasemos a la cuestin siguiente. 4. A favor de las anexiones o en contra de las

    anexiones? En el 3 de la primera parte de sus tesis, los

    camaradas polacos declaran con toda precisin que estn en contra de toda clase de anexiones. Lamentablemente, en el 4 de esa misma parte encontramos afirmaciones que no podemos menos de considerar anexionistas. Ese comienza con la siguiente... cmo decirlo ms suavemente?... frase extraa:

    La lucha de la socialdemocracia contra las anexiones, contra la retencin violenta de las naciones oprimidas dentro de las fronteras del Estado anexionador tiene como punto de partida el rechazamiento de toda defensa de la patria (la cursiva es de los autores), que en la era del imperialismo es la defensa de los derechos de la propia burguesa a oprimir y saquear pueblos ajenos... Qu es eso? Cmo es eso? La lucha contra las anexiones tiene como punto

    de partida el rechazamiento de toda defensa de la patria... Pero si se puede denominar defensa de la patria, y hasta ahora estaba generalmente admitido dar esa denominacin, a toda guerra nacional y a toda insurreccin nacional! Estamos en contra de las anexiones, pero... entendemos esto en el sentido de que estamos en contra de la guerra de los anexados por liberarse de los anexionadores, estamos en contra de la insurreccin de los anexados con el fin de liberarse de los anexionadores. No es sta una afirmacin anexionista?

    Los autores de las tesis argumentan su... extraa afirmacin diciendo que, en la era del imperialismo, la defensa de la patria es la defensa de los derechos de su propia burguesa a oprimir pueblos ajenos. Pero eso es cierto slo con relacin a la guerra imperialista, es decir, a la guerra entre potencias imperialistas, o entre grupos de potencias, cuando ambas partes beligerantes, adems de oprimir pueblos ajenos, hacen la guerra para decidir quin debe oprimir ms pueblos ajenos!

  • Balance de la discusin sobre la autodeterminacin

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    Por lo visto, los autores plantean el problema de la defensa de la patria de una manera completamente distinta a como lo plantea nuestro partido. Nosotros rechazamos la defensa de la patria en la guerra imperialista. Esto est dicho con claridad meridiana en el manifiesto del Comit Central de nuestro partido y en las resoluciones de Berna30, reproducidas en el folleto El socialismo y la guerra, que ha sido publicado en alemn y en francs. Hemos subrayado eso dos veces tambin en nuestras tesis (notas al apartado 4 y al apartado 6). Al parecer, los autores de las tesis polacas rechazan la defensa de la patria en general, es decir, tambin en una guerra nacional, considerando, quiz, que en la era del imperialismo son imposibles las guerras nacionales. Decimos quiz porque los camaradas polacos no han expuesto en sus tesis semejante opinin.

    Semejante opinin ha sido expresada con claridad en las tesis del grupo alemn La Internacional y en el folleto de Junius, al que dedicamos un artculo especial*. Sealemos, como adicin a lo dicho all, que la insurreccin nacional de una regin o pas anexados contra los anexionadores puede ser denominada precisamente insurreccin, y no guerra (hemos odo esa objecin y por eso la citamos, a pesar de considerar que esta disputa terminolgica no es seria). En todo caso, es poco probable que haya quien se atreva a negar que Blgica, Serbia, Galitzia y Armenia, anexadas, denominaran a su insurreccin contra el anexionador defensa de la Patria, y la denominarn justamente. Resulta que los camaradas polacos estn en contra de semejante insurreccin debido a que en esos pases anexados hay tambin burguesa, que oprime tambin pueblos ajenos, o, mejor dicho, que puede oprimirlos, pues se trata nicamente de su derecho a oprimir. Por consiguiente, para apreciar una guerra dada o una insurreccin dada no se toma su verdadero contenido social (la lucha de la nacin oprimida contra la opresora por su independencia), sino el eventual ejercicio por la burguesa hoy oprimida de su derecho a oprimir. Si Blgica, por ejemplo, es anexada por Alemania en 1917, pero en 1918 se levanta para liberarse, los camaradas polacos estarn en contra de la insurreccin, basndose en que la burguesa belga tiene derecho a oprimir pueblos ajenos!

    Este razonamiento no tiene nada de marxismo ni de revolucionario en general. Sin traicionar al socialismo, debemos apoyar toda insurreccin contra nuestro enemigo principal, la burguesa de los grandes Estados, si no se trata de la insurreccin de una clase reaccionaria. Al negarnos a apoyar la insurreccin de las regiones anexadas nos convertimos objetivamente- en anexionistas. Precisamente en la era del imperialismo, que es la era de la incipiente revolucin social, el proletariado

    * Vase el presente volumen. (

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    perfectamente esta manera de desnaturalizar el marxismo, comn a los seores Struve, Cunow, Legien y Ca. Justamente en otra tesis de los camaradas polacos (II, 3) leemos lo que sigue acerca de los struvistas alemanes, los llamados socialimperialistas.

    ...(La consigna de autodeterminacin) permite a los socialimperialistas, tratando siempre de demostrar el carcter ilusorio de esta consigna, presentar nuestra lucha contra la opresin nacional como un sentimentalismo infundado desde el punto de vista histrico, minando con ello la confianza del proletariado en los fundamentos cientficos del programa socialdemcrata Eso significa que los autores consideran

    cientfica la posicin de los struvistas alemanes! Les felicitamos!

    Pero una minucia destruye este sorprendente argumento, que nos amenaza con que los Lensch, los Cuinow y los Parvus tengan razn frente a nosotros: esos Lensch son hombres consecuentes a su manera, y en el nmero 8-9 de Die Glocke32 chovinista alemn -en nuestras tesis hemos citado adrede precisamente este nmero-, Lensch pretende demostrar al mismo tiempo la falta de base cientfica de la consigna de autodeterminacin (los socialdemcratas polacos, lo visto, han considerado irrefutable esta argumentacin de Lensch, como se desprende de los razonamientos de sus tesis reproducidos por nosotros...) y la falta de base cientfica de la consigna contra las anexiones!!

    Porque Lensch ha comprendido magnficamente la sencilla verdad que sealbamos a nuestros colegas polacos, los cuales no han deseado responder a nuestra indicacin: no existe diferencia ni econmica, ni poltica, ni en general lgica, entre el reconocimiento de la autodeterminacin y la protesta contra las anexiones. Si los camaradas polacos consideran irrefutables los argumentos de los Lensch contra la autodeterminacin, no se podr dejar de reconocer un hecho: los Lensch enfilan todos esos argumentos tambin contra la lucha con las anexiones.

    El error terico en que se basan todos los razonamientos de nuestros colegas polacos les ha llevado tan lejos, que han resultado ser anexionistas inconsecuentes.

    5. Por qu esta la socialdemocracia en contra

    de las anexiones? Desde nuestro punto de vista, la respuesta es

    clara: porque la anexin viola la autodeterminacin de las naciones o, dicho de otro modo, es una de las formas de la opresin nacional.

    Desde el punto de vista de los socialdemcratas polacos, es necesario que se explique de modo especial por qu estamos en contra de las anexiones,

    y estas explicaciones (I, 3 en las tesis) enredan ineludiblemente a los autores en una nueva serie de contradicciones.

    Exponen dos razones para justificar por qu (a despecho de los argumentos fundamentados cientficamente de los Lensch) estamos en contra de las anexiones. Primera:

    ...A la afirmacin de que las anexiones en Europa son imprescindibles para la seguridad militar del Estado imperialista vencedor, la socialdemocracia opone el hecho de que las anexiones no hacen ms que exacerbar los antagonismos y, con ello, acrecentar el peligro de guerra Es una respuesta insuficiente a los Lensch, pues

    su argumento principal no es la necesidad militar, sino el carcter econmico progresivo de las anexiones, que significan la concentracin bajo el imperialismo. Dnde est, en este caso, la lgica, si los socialdemcratas polacos reconocen el carcter progresivo de semejante concentracin, negndose a restablecer en Europa los postes fronterizos arrancados por el imperialismo y, al mismo tiempo, se oponen a las anexiones?

    Prosigamos. Qu clases de guerras son aquellas cuyo peligro acrecientan las anexiones? No las guerras imperialistas, pues stas son engendradas por otras causas; los antagonismos principales en la actual guerra imperialista son, indiscutiblemente, los antagonismos entre Inglaterra y Alemania, entre Rusia y Alemania. En este caso no ha habido ni hay anexiones. Se trata del acrecentamiento del peligro de guerras nacionales y de insurrecciones nacionales. Pero cmo es posible, por una parte, declarar que las guerras nacionales son imposibles en la era del imperialismo y, por otra, hablar del peligro de las guerras nacionales? Eso no es lgico.

    Segunda razn: Las anexiones abren un abismo entre el

    proletariado de la nacin dominante y el de la nacin oprimida... el proletariado de la nacin oprimida se unira a su burguesa y vera un enemigo en el proletariado de la nacin dominante. La lucha de clase del proletariado internacional contra la burguesa internacional sera sustituida por la escisin del proletariado, por su corrupcin ideolgica... Compartimos por entero estos argumentos. Pero

    es lgico presentar al mismo tiempo y sobre una misma cuestin argumentos que se excluyen mutuamente? En el 3 de la parte I de las tesis leemos los argumentos citados, que ven en las anexiones la escisin del proletariado; pero junto a l, en el 4, se nos dice que en Europa es preciso estar en contra de la abolicin de las anexiones ya efectuadas y a favor de la educacin de las masas obreras de las naciones oprimidas y opresoras para la lucha solidaria. Si la abolicin de las anexiones es

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    sentimentalismo reaccionario, entonces no se puede argumentar que las anexiones abren un abismo entre el proletariado y provocan su escisin; por el contrario, habr que ver en las anexiones una condicin del acercamiento del proletariado de las distintas naciones.

    Nosotros decimos: para que podamos hacer la revolucin socialista y derrocar a la burguesa, los obreros deben unirse ms estrechamente, y la lucha en pro de la autodeterminacin, es decir, contra las anexiones, contribuye a esa unin estrecha. Seguimos siendo consecuentes. Los camaradas polacos, en cambio, al reconocer la irrevocabilidad de las anexiones europeas, al reconocer la imposibilidad de las guerras nacionales, se golpean a s mismos cuando discuten contra las anexiones precisamente con argumentos de las guerras nacionales! Precisamente con argumentos como el de que las anexiones dificultan el acercamiento y la fusin de los obreros de las distintas naciones!

    Dicho con otras palabras: para objetar contra las anexiones, los socialdemcratas polacos se ven obligados a tomar sus argumentos del bagaje terico que ellos mismos rechazan por principio.

    Esto lo vemos con muchsima ms claridad en el problema de las colonias.

    6. Se puede contraponer las colonias a

    Europa en esta cuestin? En nuestras tesis se dice que la reivindicacin de

    liberacin inmediata de las colonias es tan irrealizable en el capitalismo (es decir, irrealizable sin una serie de revoluciones e inconsistente sin el socialismo) como la autodeterminacin de las naciones, la eleccin de los funcionarios por el pueblo, la repblica democrtica, etc., y, por otro lado, que la reivindicacin de liberacin de las colonias no es otra cosa que el reconocimiento de la autodeterminacin de las naciones.

    Los camaradas polacos no han contestado a ninguno de estos argumentos. Han intentado establecer una diferencia entre Europa y las colonias. Son anexionistas inconsecuentes slo para Europa, negndose a abolir las anexiones por cuanto han sido ya efectuadas. Para las colonias proclaman una reivindicacin absoluta: Fuera de las colonias!

    Los socialistas rusos deben exigir: Fuera de Turquestn, de Jiva, de Bujar, etc.!; pero caern, segn ellos, en la utopa, el sentimentalismo acientfico, etc., si reivindican esa misma libertad de separacin para Polonia, Finlandia, Ucrania y dems. Los socialistas ingleses deben exigir: Fuera de frica, de la India, de Australia!, pero no fuera de Irlanda. Qu fundamentos tericos pueden explicar esta diferenciacin que salta a la vista por su incongruencia? Es imposible eludir esta cuestin.

    La base principal de los enemigos de la autodeterminacin consiste en que sta es

    irrealizable. Esa misma idea, con un ligero matiz, est expresada en la alusin a la concentracin econmica y poltica.

    Est claro que la concentracin se efecta tambin por medio de la anexin de colonias. La diferencia econmica entre las colonias y los pueblos europeos -la mayora de estos ltimos, por lo menos- consista antes en que las colonias eran arrastradas al intercambio de mercancas, pero no an a la produccin capitalista. El imperialismo ha cambiado esa situacin. El imperialismo es, entre otras cosas, la exportacin de capital. La produccin capitalista se trasplanta con creciente rapidez a las colonias. Es imposible arrancar a stas de la dependencia del capital financiero europeo. Desde el punto de vista militar, lo mismo que desde el punto de vista de la expansin, la separacin de las colonias es realizable, como regla general, slo con el socialismo; con el capitalismo, esa separacin es realizable a ttulo de excepcin o mediante una serie de revoluciones e insurrecciones tanto en las colonias como en las metrpolis.

    En Europa, la mayor parte de las naciones dependientes (aunque no todas: los albaneses y muchos algenos de Rusia) estn ms desarrolladas, desde el punto de vista capitalista, que en las colonias. Ms precisamente eso suscita mayor resistencia a la opresin nacional y a las anexiones! Precisamente como consecuencia de ello est ms asegurado el desarrollo del capitalismo en Europa -cualesquiera que sean las condiciones polticas, comprendida la separacin- que en las colonias... All -dicen los camaradas polacos, refirindose a las colonias (I, 4)-, el capitalismo deber afrontar an la tarea del desarrollo independiente de las fuerzas productivas... En Europa esto es ms visible todava: en Polonia, Finlandia, Ucrania y Alsacia el capitalismo desarrolla, indudablemente, las fuerzas productivas con mayor energa, rapidez e independencia que en la India, el Turquestn, Egipto y otras colonias del tipo ms puro. En una sociedad basada en la produccin mercantil, el desarrollo independiente -y, en general, cualquier desarrollo- es imposible sin el capital. En Europa, las naciones dependientes tienen capital propio y una fcil posibilidad de conseguirlo en las condiciones ms diversas. Las colonias no disponen, o casi no disponen, de capital propio, y en la situacin creada por la existencia del capital financiero, slo pueden conseguirlo a condicin de someterse polticamente. Qu significa, en virtud de todo eso, la reivindicacin de liberar inmediata y absolutamente a las colonias? No est claro que es mucho ms utpica, en el sentido vulgar, de caricatura del marxismo, en que usan la palabra utopa los Struve, los Lensch y los Cunow y tras ellos, por desgracia, los camaradas polacos? En este caso se entiende por utopa, hablando en propiedad, el

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    apartamiento de lo mezquinamente habitual, y tambin todo lo revolucionario. Pero en la situacin de Europa, los movimientos revolucionarios de todos los tipos -comprendidos los nacionales- son ms posibles, ms realizables, ms tenaces, ms conscientes y ms difciles de aplastar que en las colonias.

    El socialismo -dicen los camaradas polacos (I, 3)- sabr prestar a los pueblos no desarrollados de las colonias una ayuda cultural desinteresada, sin dominar sobre ellos. Completamente justo. Pero qu fundamentos hay para pensar que una nacin grande, un Estado grande, al pasar al socialismo, no sabr atraer a una pequea nacin oprimida de Europa por medio de la ayuda cultural desinteresada? Precisamente la libertad de separacin, que los socialdemcratas polacos conceden a las colonias, atraer a la alianza con los Estados socialistas grandes a las pequeas naciones europeas oprimidas, pero cultas y exigentes en el terreno poltico, pues un Estado grande significar en el socialismo: tantas horas menos de trabajo al da y tanto y tanto ms de ingreso al da. Las masas trabajadoras, liberadas del yugo de la burguesa, tendern con todas sus fuerzas a la alianza y la fusin con las naciones socialistas grandes y avanzadas, en aras de esa ayuda cultural, siempre que los opresores de ayer no ultrajen el sentimiento democrtico, altamente desarrollado, de la dignidad de la nacin tanto tiempo oprimida; siempre que se conceda a sta igualdad en todo, incluida la igualdad en la edificacin del Estado, en la experiencia de edificar su Estado. En el capitalismo esa experiencia implica guerras, aislamiento, particularismo y egosmo estrecho de las pequeas naciones privilegiadas (Holanda, Suiza). En el socialismo, las propias masas trabajadoras no aceptarn en ningn sitio el particularismo por los motivos puramente econmicos expuestos ms arriba; y la diversidad de formas polticas, la libertad de separarse del Estado, la experiencia de edificacin del Estado constituirn -en tanto no se extinga todo Estado en general- la base de una pletrica vida cultural, la garanta del proceso ms acelerado de acercamiento y fusin voluntarios de las naciones.

    Al segregar las colonias y contraponerlas a Europa, los camaradas polacos caen en una contradiccin de tal naturaleza, que hace trizas en el acto toda su errnea argumentacin.

    7. Marxismo o proudionismo? Nuestra alusin a la actitud adoptada por Marx

    con respecto a la separacin de Irlanda es contrarrestada por los camaradas polacos, a ttulo de excepcin, no de modo indirecto, sino directo. En qu consiste su objecin? Segn ellos, las alusiones a la posicin de Marx en 1848-1871 no tienen el ms mnimo valor. Esta afirmacin, irritada y categrica

    en extremo, se razona diciendo que Marx se manifiesta al mismo tiempo contra los anhelos de independencia de los checos, de los eslavos del Sur, etc., etc.33

    Esta argumentacin es irritada en extremo precisamente porque carece de toda base. Segn los marxistas polacos resulta que Marx era un simple confusionista, que afirmaba al mismo tiempo cosas opuestas! Esto, adems de ser completamente falso, no tiene nada que ver con el marxismo. Precisamente la exigencia de un anlisis concreto, que formulan los camaradas polacos para no aplicarla, nos obliga a examinar si la diferente actitud de Marx ante los distintos movimientos nacionales concretos no parta de una sola concepcin socialista.

    Como es sabido, Marx era partidario de la independencia de Polonia desde el punto de vista de los intereses de la democracia europea en su lucha contra la fuerza e influencia -bien podra decirse: contra la omnipotencia y la predominante influencia reaccionaria- del zarismo. El acierto de este punto de vista encontr su confirmacin ms palmaria y real en 1849, cuando el ejrcito feudal ruso aplast la insurreccin nacional-liberadora y democrtico-revolucionaria en Hungra. Y desde entonces hasta la muerte de Marx, e incluso ms tarde, hasta 1890, cuando se cerna la amenaza de una guerra reaccionaria del zarismo, en alianza con Francia, contra la Alemania no imperialista, sino nacionalmente independiente, Engels se mostraba partidario, ante todo y sobre todo, de la lucha contra el zarismo. Por eso, y solamente por eso, Marx y Engels se manifestaron contra el movimiento nacional de los checos y de los eslavos del Sur. La simple consulta de cuanto escribieron Marx y Engels en 1848-1849 demostrar a todos los que se interesen por el marxismo, no para renegar de l, que Marx y Engels contraponan a la sazn, de modo directo y concreto, pueblos enteros reaccionarios que servan de puestos de avanzada de Rusia en Europa a los pueblos revolucionarios: alemanes, polacos y magiares. Esto es un hecho. Y este hecho fue sealado entonces con indiscutible acierto: en 1848, los pueblos revolucionarios combatan por la libertad, cuyo principal enemigo era el zarismo, mientras que los checos y otros eran realmente pueblos reaccionarios, puestos de avanzada del zarismo.

    Qu nos ensea este ejemplo concreto, que debe ser analizado concretamente si se quiere permanecer fiel al marxismo? nicamente que: 1) los intereses de la liberacin de varios pueblos grandes y muy grandes de Europa estn por encima de los intereses del movimiento liberador de las pequeas naciones; 2) que la reivindicacin de democracia debe ser considerada en escala europea (ahora habra que decir: en escala mundial), y no aisladamente.

    Y nada ms. Ni sombra de refutacin del

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    principio socialista elemental que olvidan los polacos y al que Marx siempre guard fidelidad: no puede ser libre el pueblo que oprime a otros pueblos34. Si la situacin concreta ante la que se hallaba Marx en la poca de la influencia predominante del zarismo en la poltica internacional volviera a repetirse baja otra forma, por ejemplo, si varios pueblos iniciasen la revolucin socialista (como en 1848 iniciaron en Europa la revolucin democrtica burguesa), y otros pueblos resultasen ser los pilares principales de la reaccin burguesa, nosotros tambin deberamos ser partidarios de la guerra revolucionaria contra ellos, abogar por aplastarlos, por destruir todos sus puestos de avanzada, cualesquiera que fuesen los movimientos de pequeas naciones que all surgiesen. Por tanto, no debemos rechazar, ni mucho menos, los ejemplos de la tctica de Marx -lo que significara reconocer de palabra el marxismo y romper con l de hecho-, sino, a base de su anlisis concreto, extraer enseanzas inapreciables para el futuro. Las distintas reivindicaciones de la democracia, incluyendo la de la autodeterminacin, no son algo absoluto, sino una partcula de todo el movimiento democrtico (hoy socialista) mundial. Puede suceder que, en un caso dado, una partcula se halle en contradiccin con el todo; entonces hay que desecharla. Es posible que en un pas, el movimiento republicano no sea ms que un instrumento de las intrigas clericales o financiero-monrquicas de otros pases; entonces, nosotros no deberemos apoyar ese movimiento concreto. Pero sera ridculo excluir por ese motivo del programa de la socialdemocracia internacional la consigna de la repblica.

    Cmo cambi la situacin concreta desde 1848-1871 hasta 1898-1916 (considerando los jalones ms importantes del imperialismo como un perodo: desde la guerra imperialista hispano-norteamericana hasta la guerra imperialista europea)? El zarismo dej de ser, manifiesta e indiscutiblemente, el baluarte principal de la reaccin; primero, a consecuencia del apoyo que le prest el capital financiero internacional, sobre todo el de Francia; segundo, como resultado del ao 1905. En aquel entonces, el sistema de los grandes Estados nacionales -de las democracias de Europa- llevaba al mundo la democracia y el socialismo, a pesar del zarismo*. Marx y Engels no llegaron a vivir hasta la

    * Riaznov ha piblicado en el Archivo de la historia del socialismo, de Grnberg (1916, t. I) un interesante artculo de Engels sobre el problema polaco, fechado en 1866. Engels subraya que el proletariado debe reconocer la independencia poltica y la "autodeterminacin" (right to dispose of itself) de las naciones grandes, importantes de Europa, remarcando la absurdidad del "principio de las nacionalidades" (sobre todo en su aplicacin bonapartista), es decir, de equiparar cualquier nacin pequea a estas grandes. "Rusia -dice Engels- posee una enorme cantidad de propiedades robadas" (es decir, de naciones oprimidas), "que tendr que devolver el da del ajuste de cuentas"35.

    poc