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LECTURA CRÍTICA DE LA FLEXIBILIDAD VOLUMEN 1 LA EDUCACIÓN SUPERIOR FRENTE AL RETO DE LA FLEXIBILIDAD MARIO DÍAZ VILLA

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LECTURA CRÍTICA DE LA

FLEXIBILIDAD

VOLUMEN 1

LA EDUCACIÓN SUPERIOR FRENTE AL

RETO DE LA FLEXIBILIDAD

MARIO DÍAZ VILLA

2

Santiago de Cali, febrero de 2007

3

CRÉDITOS

Revisión y Edición

Olga Cecilia Díaz Flórez

4

Contenido

Pág.

INTRODUCCIÓN 5

1. ASPECTOS GENERALES DE LA FLEXIBILIDAD 22

INTRODUCCIÓN 22

El discurso de la flexibilidad: nociones básicas sobre

flexibilidad 25

La flexibilidad y el problema de los límites 31

Flexibilidad y formas de identidad 36

Flexibilidad, poder, control y comunicación 41

Algunos rasgos de la flexibilidad 43

Flexibilidad, cultura académica y formación en la educación

superior 45

A manera de conclusión 49

2. DE LA FLEXIBILIDAD EN LA EDUCACIÓN

SUPERIOR 55

Flexibilidad y nuevos conceptos de formación en la

Educación Superior 63

3. FLEXIBILIDAD Y FORMACIÓN FLEXIBLE:

NOCIONES BÁSICAS 68

La Noción de formación flexible 73

Flexibilidad y formación profesional 80

Referentes para una formación profesional flexible 81

Flexibilidad, formación y desarrollo de competencias 84

4. REFERENTES PARA EL ESTUDIO DE LA

FLEXIBILIDAD EN LA EDUCACION SUPERIOR 89

Referentes para el estudio de la flexibilidad Referentes internos

Referentes externos

Referentes económicos

Referentes científicos

Referentes tecnológicos

Referentes sociales y políticos

Referentes culturales

91

92

95

96

101

108

110

113

5

5. FLEXIBILIDAD CURRICULAR DE LA EDUCACIÓN

SUPERIOR 119

INTRODUCCION 119

Antecedentes e Impacto 121

La Flexibilidad y Estructura Curricular 126

Flexibilidad y estructura curricular 141

De la selección 146

De la organización

a) De los campos de formación

b) De los componentes de formación

c) De las áreas

d) De las asignaturas

e) Otras formas de organización

De los núcleos

De los módulos

De los proyectos

De los cursos y las actividades académicas

149

150

156

158

161

164

164

167

174

179

De la distribución

a) De los ciclos

b) De los créditos

Propósitos de los créditos

Definición de crédito

Los créditos, el tiempo presencial y el tiempo

independiente

Los créditos y la flexibilidad en la formación

182

184

196

199

201

203

204

CONCLUSIONES GENERALES

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

6

INTRODUCCIÓN

En las dos últimas décadas la noción de flexibilidad ha ganado

importancia en los discursos educativo, cultural, científico o tecnológico

y, fundamentalmente, en el discurso económico. De la misma manera que

se señala (Gibbons, 1998, p.e.) que hay una tendencia irreversible hacia

la flexibilidad de los sistemas productivos y de las empresas, hay un

creciente desafío, impuesto por la globalización, hacia las

transformaciones de las estructuras, con-textos y prácticas de los sistemas

educativos. En el caso de la educación superior la introducción de la

flexibilidad ha implicado cambios en los modelos administrativos

académicos y curriculares de las instituciones y en los sistemas

organizativos necesarios para su desarrollo; en el papel asignado a los

actores académicos, en las prácticas pedagógicas, ahora de orientación

auto-formativa; en el crecimiento de las opciones formativas elegibles

por los estudiantes; en el debilitamiento de los límites entre la docencia y

la investigación; en la redefinición de los perfiles y competencias

profesionales; en la estratificación y diversificación del conocimiento

manifiesta en la segmentación temporal de la formación por ciclos; en la

importancia asignada a la articulación de la universidad con la empresa, y

la introducción de la denominada conectividad junto al surgimiento de la

formación virtual y el auge de ciber-redes de dimensión global.

De hecho, estos cambios no pueden considerarse solamente técnicos

o tecnológicos. A ellos subyacen formas de redistribución del poder y del

control sobre las instituciones, sujetos, discursos y prácticas de la

educación. Aquí la flexibilidad ha adquirido un significado profundo en

las transformaciones de las bases jurídicas, políticas y administrativas de

la educación superior (descentralización, gerencialismo, emprendimiento;

autofinanciación, innovación tecnológica, acreditación, aseguramiento de

la calidad, etc.) compatibles con las transformaciones hegemónicas de las

bases colectivas de la sociedad.

A pesar de su relevancia en los estudios y debates educativos, la

flexibilidad se considera aún un concepto amplio, difuso, y difícil de

definir y analizar. Es, desde el punto de vista de algunos autores, un

significante vacío, o un significante flotante. En el campo educativo es

muy común encontrar expresiones como “institución flexible”, “maestro

flexible”, “aprendizaje flexible”, “relaciones pedagógicas flexibles”,

7

“especialización flexible”. Todas estas expresiones o manifestaciones,

tienen una relación directa o indirecta con la transformación de las bases

colectivas de la sociedad -económicas y culturales, tecnológicas- y son

reproducidas directa o indirectamente a través de todas las agencias de

producción y de control simbólico (para nuestro caso, la escuela en sus

diferentes niveles).1 Es en este sentido que Loek et al (2002) consideran

que la flexibilidad parece ser el concepto nuclear del cambio educativo y

económico de nuestro tiempo, y que la promesa de sus soluciones a

muchos problemas de orden individual, institucional o nacional ha

producido tanto controversia como aclamación.

Esta amplia gama de usos del término “flexibilidad” genera cierta

confusión. La definición de más bajo nivel es aquella que la opone a

“rigidez”. Quizás, el exceso de “flexibilidades” ha aumentado la

confusión. Por esta razón, es conveniente aclarar que la diversidad de sus

formas y la variabilidad de sus consecuencias, hacen a dicha noción

polisémica. La polisemia se refiere a las voces que subyacen a

flexibilidad: un significante con múltiples significados provenientes de

diferentes voces.

La polisemia de la flexibilidad se ha generado alrededor diferentes

enfoques. Para unos, es una forma de producir mayor adaptabilidad y

polivalencia a un contexto. Para quienes han desplazado su sentido a

cierto tipo de economía y a sus políticas económicas intrínsecas

(neoliberalismo, p.e.), la flexibilidad favorece la supuesta “disminución”

del desempleo e incrementa la competitividad. Para otras voces,

especialmente las dominadas, representa el empobrecimiento de las

condiciones de vida de los trabajadores. Esto ha conducido a que se

generen profundas tensiones alrededor de esta noción y que debamos

preguntarnos con cierta incertidumbre ¿De qué lado está la flexibilidad?

Pero, ¿es éste un asunto de posiciones? O, ¿es que el posicionamiento

alrededor de la flexibilidad interesada de ciertos grupos ha distorsionado

su significado y generado, de esta manera, tensiones y conflictos?

1 Cada vez son más fuertes los nexos entre flexibilidad en el campo de la economía y flexibilidad en el campo de la educación. En este último campo, la flexibilidad es una expresión de las narrativas post-fordistas (especialización flexible, modelo gerencialista,

modelo japonés o toyotismo, p. e.). Todas ellas han ejercido influencia en la forma y

contenido de la educación.

8

En ciertos niveles de análisis, la flexibilidad se define como “la

capacidad de adaptarse a condiciones cambiantes” o como “un indicador

de la capacidad general de adaptabilidad”.2 ¿Es, en este caso, la

flexibilidad un asunto de adaptación en mayor o menor grado? ¿Es un

asunto de desregulación, o de redefinición de los principios regulativos?

También se asocia a la ruptura con compromisos sociales y culturales

vigentes, y a la carencia de restricciones que conducen a la inestabilidad.

En síntesis, mientras para unos la flexibilidad es una virtud que se asocia

a la generación de “valor agregado”, para otros es una perversión que

genera sospechas, resistencias, e incertidumbres. Es, como anota Carter

(1997) un término cargado de un valor muy fuerte, sin embargo

resbaladizo.

En otro nivel de análisis, la flexibilidad tiene una relación con la

división del trabajo y con las relaciones sociales que de ésta se generan.

¿Qué organización del trabajo transforma las estratificaciones, las

clasificaciones y las demarcaciones verticales rígidas en nuevas formas

de organización equitativas horizontales y flexibles? ¿Qué nuevas

relaciones sociales generan nuevas divisiones del trabajo flexibles? ¿Qué

es lo intrínseco y qué es lo extrínseco a la flexibilidad? ¿Cómo conciliar a

través de la flexibilidad la estabilidad y el cambio, la particularidad y la

2 Un ejemplo entre muchos, de esta consideración sobre la flexibilidad, es el Portal de

Orientación Vocacional “decideYA.com” el cual presenta un cuestionario diagnóstico con 24 enunciados mediante los cuales se insta a valorar la adaptabilidad al cambio. El autor

considera que la flexibilidad es un componente esencial dentro de los variados modelos de

inteligencia emocional existentes. La flexibilidad se describe, entonces, como una habilidad que forma parte de las llamadas competencias personales y se define como la capacidad de

“ajustar las propias emociones, pensamientos y comportamientos a las situaciones y

condiciones cambiantes”. El autor avanza en la descripción de las cualidades de las personas flexibles de manera fenomenológica, asumiendo una postura esencialista. Véase Rodríguez,

(s.f.). “Flexibilidad: alternando con el cambio de una manera emocionalmente inteligente”.

En: http://data.terra.com.pe/decideya/TestFlexibilidad/Promedio.asp

FLEXIBILIDAD

¿Qué voces?

¿Qué posiciones?

¿Qué propósitos?

¿Qué intereses?

¿En relación con qué?

9

polivalencia? ¿Cómo transformar las voces hegemónicas que hacen de la

flexibilidad un medio de control y reproducción, en voces de resistencia,

oposición y transformación?

Pensemos, por ejemplo, en la flexibilidad que predican hoy las

Instituciones de Educación Superior. Ésta puede estar al servicio de unos

u otros propósitos. Para unas instituciones, significa adaptarse al mercado

y hacer más atractiva la forma de vinculación y permanencia de los

estudiantes en uno u otro programa: aquí el acento que se pone en la

flexibilidad implica procedimientos ágiles y reglamentos menos formales

para garantizar mayor acceso estudiantil. Para otras, muy escasas por

cierto, significa producir y fomentar el desarrollo de una cultura crítica,

menos relevante para el mercado, más autónoma de éste y más centrada

en la formación integral (intelectual, social y política) de los futuros

profesionales. Si esto es así, pensar en la flexibilidad como un modo de

ser para las Instituciones de Educación Superior obliga a formular

algunas preguntas básicas:

¿En interés de quién y para qué propósitos la flexibilidad?

¿Flexibilidad en relación con qué?

¿Por qué y para qué queremos construir instituciones de educación

flexibles?

¿Qué diferencia existe entre las propuestas de formación flexible

inspiradas en las supuestas bondades del mejoramiento de la oferta

del mercado laboral y aquellas propuestas inspiradas en principios

de equidad, democracia y servicio a la sociedad?

Este libro tiene por objeto profundizar en el análisis de la

flexibilidad, realizado en el Volumen titulado Flexibilidad y Educación

Superior en Colombia, como un asunto relevante para la educación, y

para la educación superior en América Latina, en particular. Repensar el

potencial semántico de la flexibilidad, que es vasto y multidimensional,

significa repensar el impacto que ha comenzado a tener en la educación

superior en los países de la región. Significa igualmente trascender la

redefinición instrumental de la naturaleza e identidad de las

instituciones, sus discursos y prácticas de organización y gestión, la

división del trabajo de producción y reproducción del conocimiento, así

como lograr que éstas redimensionen sus proyectos educativos y la

visión y pertinencia social de sus propuestas formativas, dentro de

10

condiciones de equidad y con base en la construcción de estructuras de

poder y de control democráticas y participativas.

Si en un sentido amplio y quizás democrático, la versión social de la

flexibilidad en la educación superior presupone, entre otras cosas, una

mayor diversificación y ampliación de una gama óptima de

posibilidades de educación y aprendizaje de saberes y prácticas que

favorezcan el acceso equitativo de la población excluida de este nivel

educativo, dicho presupuesto implica resignificar las instituciones y

generar en ellas una mayor apertura, una profunda transformación en

sus estructuras y mayor adecuación a las necesidades sociales;

incremento de la movilidad dentro del sistema;3 nuevas expresiones

curriculares de una formación académica y profesional pertinente y

relevante, abierta e integrada; transformación de las relaciones sociales

de aprendizaje a partir de la des-estructuración de las prácticas

pedagógicas competitivas, y de la construcción de pedagogías cada vez

más flexibles, que fortalezcan el vínculo social y contribuyan a la

construcción de identidades basadas en principios auto-regulativos y

auto-gestionarios. Sólo de esta manera, la flexibilidad en la educación

superior puede entenderse como un proyecto político-académico

susceptible de involucrar a todas aquellas instituciones con vocación de

compromiso histórico y social.

Desde este punto de vista, la flexibilidad en la educación superior,

en cualquiera de sus expresiones o realizaciones debe significar, ante

todo, la reconceptualización de las interdependencias o articulaciones en

su proyecto histórico. Si el proyecto moderno o postmoderno de

educación superior ha estado –y está– signado por la lógica del mercado

y es dicha lógica la que ha determinado, en última instancia,

transformaciones importantes en las identidades, valores y modos de

producción y circulación del conocimiento, al imponerse la flexibilidad

en muchos de los aspectos de la vida de las instituciones (académicos,

administrativos, curriculares, pedagógicos y financieros), es importante

pensar cuál es el su efecto en éstas, y cómo la educación superior, en

especial la universidad, debe enfrentar el doble reto de reinventarse y

3 Algunos de estos elementos hacen parte del compendio de la Declaración Mundial sobre la Educación Superior. Véase, UNESCO (1998). Tomo II. pp. 2 y 3.

11

participar en la conformación de los sujetos del siglo XXI. (Pedroza

Flores, 2003)

Desde esta perspectiva, es importante reflexionar sobre todas las

transformaciones sociopolíticas y económicas asociadas que han

afectado la estructura, función, procesos, autonomía y gobernabilidad de

las instituciones de educación superior y, en especial, la universidad.

Pensemos, por ejemplo, en el discurso de la denominada “sociedad del

conocimiento”, cuyas etiquetas diversas (“sociedad post-industrial”,

“sociedad de la información”, “sociedad de los servicios”)4 han

convertido el conocimiento –en especial, el conocimiento científico y

tecnológico– en un principio hegemónico, generativo de riqueza y

poder. Y pensemos cómo esto ha conducido a privilegiar en las tareas

actuales de la universidad su adaptación a la economía, a las exigencias

del mercado de trabajo y a sus formas de gestión, que han tomado la

forma de “aseguramiento de la calidad”.

No es gratuito que en muchos de los documentos de los organismos

internacionales se encuentren textos que abogan por una economía

mundial centrada en el conocimiento (ciencia y tecnología) como fuente

de riqueza presente y futura, y como sustituto del capital físico. En la

medida en que dicha economía –economía del conocimiento– ha

recontextualizado y transformado las formas de vida, educación y

trabajo, la educación superior ha alterado su identidad histórica, su

importancia y su quehacer crítico en la sociedad, para contribuir a los

nuevos requerimientos de formación para la competitividad, y de

competencia para el ejercicio de cualquier trabajo calificado. Esta

situación parece anunciar como imperativos los fundamentos globales de

la economía con los cuales se justifica la transformación de los sistemas

de educación superior.

Como podemos observar, el debilitamiento de los límites entre el

sistema de educación superior y el campo socioeconómico está

asociado, cada vez más, al propósito regulativo de las políticas

internacionales y, en las últimas décadas, al privilegio de los mercados

4 Es según lo expertos en la denominada era industrial, cuya periodización arbitraria abarca cerca de 200 años (finales del siglo XVIII hasta finales del siglo XX) que la universidad consolida sus estructuras, se masifica, tiene una democratización restringida, mientras

mantiene la herencia clásica de una organización aparentemente armónica del conocimiento

organizado en disciplinas.

12

del conocimiento y al juego del libre comercio en una economía flexible

dominada por la producción y la transferencia de ciencia y tecnología.

Esto se percibe en:

a. El surgimiento de nuevas demandas en el mercado laboral en

consonancia con nuevas competencias.

b. El impacto de los medios de información y de sus tecnologías en la

formación profesional.

c. La demanda generalizada para que los futuros profesionales reciban

las competencias necesarias para un aprendizaje continuo.

d. La superación de la compartimentación de las profesiones debido a

la aparición de nuevos mercados profesionales que demandan a la

universidad nuevos campos y nuevas oportunidades de formación.

e. La pérdida de la universidad del monopolio de la producción y la

transmisión del saber.5

Este propósito no es nuevo. Él ha estado –como hemos dicho– en

las agendas de los diferentes organismos internacionales y de reportes

nacionales6 de trascendencia internacional cuyas voces, relativamente

similares, agencian un proyecto para la educación superior, en el cual

las fuerzas del desarrollo económico y de la economía política de las

naciones post-industriales, expresada en políticas de globalización,

(Neubauer, 2003) se presentan como paradigmáticas. Así, por ejemplo,

el informe de la UNESCO presidido por Jacques Delors (1996) plantea

como una prioridad que “cada universidad debería volverse abierta y dar

posibilidades de aprender a distancia, en el espacio y en distintos

momentos de la vida”.

5 Roeland In „t Veld (1997). A esto hay que agregar la avalancha de políticas de modernización orientadas a la reducción de la responsabilidad del Estado en la contribución

al presupuesto de las instituciones de educación superior, particularmente de la universidad. Para Roeland In „t Veld, en la medida en que el financiamiento público tiende a disminuir se

pide a las universidades que “hagan más por menos”. Es en este sentido que se han impulsado

políticas de desregulación y descentralización administrativa, de autofinanciación, o de

acreditación en la educación superior.

6 Entre los reportes más importantes se encuentran: El Dearing Report: “Higher Education in the Learning Society” (Reino Unido); el Reporte Attali “Pour un modele europeen

d‟enseignement superieur” (Francia); el Informe Bricall, Universidad 2000 (España).

También se puede mencionar el Boyer Report (Estados Unidos).

13

Desde el punto de vista de la UNESCO (1998), la educación

superior

Debe cambiar profundamente haciéndose orgánicamente flexible,

diversificándose en sus instituciones, en sus estructuras, en sus estudios,

sus modos y formas de organizar sus estudios (…) y poner al día los

conocimientos y las competencias, para actualizar, reconvertir y mejorar

la cultura general de la sociedad y de los individuos.

El documento de la Conferencia Mundial sobre Educación Superior

(1998) agrega:

La necesaria evolución de la educación superior como espacio de

formación, a la que se podrá acceder con una gran flexibilidad en

cualquier edad para una formación intensiva o para la actualización de

los conocimientos y la adquisición de nuevas competencias o para fines

de reconversión, constituye uno de los aspectos principales de la

democratización y la renovación de la educación superior y de la

educación en general. (p. 4)

Otra fuente fundamental de influencia y orientación sobre las

políticas de educación superior es el Banco Mundial,7 el cual plantea la

redefinición de la educación superior en el marco de la economía

mundial: La economía mundial está cambiando en la medida en que el

conocimiento reemplaza al capital físico como fuente de riqueza presente

(y futura). La tecnología también refleja este proceso a través de la

información tecnológica, la biotecnología y otras innovaciones que

orientan las notables transformaciones en el modo de vivir y trabajar. A

medida que el conocimiento se vuelve más importante, la educación

superior también crece en importancia. Los países necesitan educar a la

gente joven con estándares más elevados ya que el diploma es un

requerimiento básico para cualquier trabajo calificado. La calidad del

conocimiento generado por las instituciones de educación superior y su

potencial contribución a una economía en gran escala se vuelve un punto

crítico para la competitividad nacional. Esto constituye un serio desafío

para el mundo subdesarrollado‖. (World Bank, 2000, p. 9)

7 Documento sobre educación superior editado conjuntamente por los miembros de la Task Force on Higher Education and Society del Banco Mundial en acuerdo con la UNESCO.

Este documento plantea postulados que se han definido como imperativos para la

transformación de los sistemas de educación superior.

14

En otro documento, el Banco Mundial (2003) señala que

Las instituciones de educación terciaria tendrán que organizarse de

manera que se puedan acomodar a las necesidades de aprendizaje y

capacitación de una clientela más diversa: los estudiantes que trabajan,

los de edad madura, los que estudian en su casa, los que viajan, los de

medio tiempo, los diurnos y los nocturnos, los de fin de semana, y así

sucesivamente. Están surgiendo nuevos patrones de demanda según los

cuales los estudiantes asisten a varias instituciones o participan en

diversos programas de modo paralelo o secuencial, tomando así la

iniciativa de definir sus propios perfiles profesionales para el mercado

laboral.8

A partir de esta visión, el Banco Mundial propone fuertes

transformaciones en el quehacer de la educación en áreas como el

financiamiento formulando modelos mixtos que maximicen los aportes

financieros del sector privado y el desarrollo de servicios educativos de

instituciones privadas dentro de un acceso al mercado sin barreras), el

aprovechamiento más eficaz del capital humano y físico, la

diversificación de las fuentes de financiamiento y la participación de los

estudiantes en los gastos de su educación; la redefinición de las

estructuras de gobierno institucional; el desarrollo de una educación

general, flexible, continua y sin fronteras; la implantación de mecanismos

de aseguramiento de la calidad (evaluación, acreditación, exámenes

nacionales, clasificación de las instituciones por nivel de calidad y

divulgación de resultados, así como el fomento de la movilidad

estudiantil (mediante la creación de sistemas abiertos que valoren la

experiencia previa pertinente, que reconozcan las equivalencias de

estudios y títulos, la transferencia de créditos académicos, los esquemas

de intercambio educativo, el acceso a becas nacionales y créditos

educativos, y un marco amplio de formación permanente y

cualificaciones profesionales), etc.9

8 Véase Banco Mundial (2003) Construir sociedades del conocimiento: nuevos desafíos para la educación terciaria. Otros documentos como La enseñanza Superior: las lecciones

derivadas de la experiencia (1995); Peligro y promesa: La educación superior en los países

en desarrollo (2000), son ejemplos de este poderosa influencia en la educación superior.

9 Esto ha afectado las relaciones dentro del sistema de educación superior induciéndolo a profundas transformaciones en los procesos académicos y curriculares; a una mayor articulación en la formación entre la investigación y la proyección social; al incremento de la

autonomía en el aprendizaje y de la denominada “formación por competencias”; a la

ampliación y diversificación de ofertas; a la supuesta “democratización de las oportunidades

15

A su vez, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo

Económico –OCDE– coincide en la necesidad de mejorar la gestión de la

educación superior con respecto a las políticas educativas tales como la

universalización en la demanda y oferta de programas de educación a lo

largo de la vida, la internacionalización, el cambio tecnológico, los

nuevos enfoques en torno al financiamiento, la demanda de una mayor

transparencia y apertura en el manejo de recursos, o el establecimiento de

mecanismos para el aseguramiento de la calidad (Ramos, 2003).10

El siguiente cuadro ilustra de manera sintética los propósitos de

algunos organismos internacionales sobre la educación superior.

de acceso” y de rutas de formación. Así mismo, ha implicado mayor articulación o

integración de las unidades y agentes responsables de la dirección y gestión de todos estos procesos. En este sentido exige, igualmente, acciones de concertación política y académica

alrededor de compromisos establecidos y de tareas de innovación y cambio propuestas.

10 Un ejemplo de este aspecto en el IMHE es el Programa Institucional de Gestión de la Educación Superior al que pertenecen 190 Universidades de más de 30 países. En relación

con este aspecto véase “La Educación Superior desde la perspectiva de la OCDE”. Ponencia presentada por la Mtra. Gabriela Ramos, Directora del Centro de la OCDE en México, ante el

Consejo Regional Centro- Sur de la ANUIES. 4 de abril de 2003.

16

UNESCO BM- BID O C D E

Repensar la educación

superior en el mundo actual

es definir como su misión

fundamental el estar en

contacto con las necesidades

de la sociedad a fin de

contribuir a crear un desarrollo humano

sustentable y una cultura de

paz. Ello constituye el

cimiento de la pertinencia de

las actividades educativas,

de investigación,

asesoramiento y servicio a la

comunidad.

Promover una mayor

diferenciación de las

instituciones, incluyendo el

desarrollo de

establecimientos privados.

Otorgar incentivos a las

instituciones públicas para

que diversifiquen sus fuentes de financiamiento,

lo cual incluye el

establecimiento de

aranceles y cuotas.

Redefinir el papel del

gobierno en el desarrollo de

la educación pública.

Introducir políticas

explícitamente diseñadas

para dar mayor prioridad a

los objetivos de aumentar la calidad y la equidad.

Incrementar el número de las

formaciones profesionales y técnicas en

el nivel medio superior.

Incrementar la matrícula del nivel

superior y controlarla mediante

exámenes de calidad de ingreso y egreso

Incrementar la participación de sectores

económicos y sociales en las diversas instancias de las instituciones.

Desarrollar la formación y la evaluación

por competencias de cada rama.

Mantener la política de evaluación de las

instituciones de educación superior y

hacer participar en ella a los

representantes de los diversos sectores

económicos.

Aumentar la contribución de los

estudiantes al costo de sus estudios,

simultáneamente con el desarrollo de becas.

Fuente: Documentos UNESCO, BM, BID, OCDE

Ahora, bien, somos conscientes de que la flexibilidad puede ser uno

de los medios fundamentales para lograr nuevas metas para la educación

superior que fomenten y reivindiquen de manera crítica tanto el desafío

de la producción acelerada del conocimiento científico y tecnológico,

como la reivindicación de la cultura, la democracia y la equidad. Pero

también somos conscientes de que no basta poner el acento en la

flexibilidad de manera procedimental o instrumental sin construir un

proyecto sociopolítico e histórico, como recientemente lo han hecho

muchas instituciones de educación superior para adecuarse formalmente

a las demandas oficiales, o a la necesidad de ser competitivas.

De manera fundamental y prioritaria, es necesario generar y

desarrollar la comprensión e interpretación de las diferentes voces y

referentes que subyacen al discurso de la flexibilidad, e impulsar el

análisis sobre los conceptos, métodos y operaciones posibles de este

principio, si se quiere que, realmente, sea un medio de producción de un

17

nuevo quehacer, de una nueva cultura y de nuevos sujetos en las

instituciones de educación superior.

También es necesario estimular la reflexión y la investigación

crítica alrededor de las posibles formas o tipos de flexibilidad que

pueden ser objeto de análisis y desarrollo en las instituciones de

educación superior en el ámbito latinoamericano. Estudios comparados

en materia de organización académica permitirían, por ejemplo,

esclarecer las formas de consolidación de los saberes y haberes

académicos territorializados que han impedido la desestructuración de la

hegemonía de ciertos discursos y prácticas universitarios, y

reconceptualizar nuevas formas de organización académica flexible, en

consonancia con las nuevas formas de producción del conocimiento y

nuevas formas de articulación y servicio a amplios sectores de la

sociedad.

Así mismo, es importante contribuir a la generación y desarrollo de

estrategias alternativas pertinentes para el fomento y logro de la

flexibilidad en la educación superior en Latinoamérica y reivindicar la

necesidad de impulsar, crítica y reflexivamente, en las instituciones de

educación superior latinoamericanas experiencias e innovaciones

enmarcadas en el principio de flexibilidad que no necesariamente estén

inspiradas en perspectivas gerencialistas, administrativas, o centradas en

las reglas de juego del mercado.

Este libro puede considerarse una herramienta intelectual para la

reflexión, comunicación y debate con todos los actores de la educación

superior en Latinoamérica sobre el significado de la flexibilidad, y un

punto de partida para interrogarse sobre estrategias relevantes y

necesarias para producir cambios pertinentes y alternativos en las

instituciones sin menoscabo de sus culturas y valores, de sus misiones

históricas o tradicionales y de la situación particular y local de cada una

de ellas, o de las perspectivas que cada institución plantee para enfrentar

críticamente los retos y demandas de las políticas globalizantes.

Es conveniente aclarar que los puntos de vista que aquí se presentan

sobre la flexibilidad no se pueden considerar ni unificados, ni

unificadores de la educación superior. Somos conscientes que el sistema

de la educación superior está conformado por una amplia gama de

18

instituciones diferentes, separadas entre sí por profundos criterios de

diferenciación horizontal y vertical (Clark, 1992). Si bien la flexibilidad

puede considerarse un significante que potencia nuevos significados y

relaciones entre y dentro de diferentes campos (científico, tecnológico,

social, cultural) y puede ser utilizado para pensar los macro-procesos que

han determinado y determinan las transformaciones de la educación

superior, también es un significante útil para reflexionar de manera

amplia y diversa los procesos más concretos del nivel institucional

(micro-nivel). En este último caso, es posible examinar la articulación

entre las formas de flexibilidad que se proponen institucionalmente

(relacionadas con los modelos organizativos y las formas de relación) y

las diferentes posiciones o formas de interacción de agentes y agencias

susceptibles de reproducir, no reproducir, o transformar la estructura

institucional propia de una institución u otra.

En este volumen, la reconceptualización de la flexibilidad considera

de manera amplia y crítica el significado de dicha noción; el estudio de

los macro-procesos y macro-políticas que fundamentados en las nuevas

versiones de Estado (desregulación, evaluación) y de sociedad (del

conocimiento, de la información), pueden incidir en las instituciones de

educación superior; los aspectos que interesan a la división del trabajo y

a las relaciones propios de la vida de las instituciones (organización,

estructura, diferenciación, cultura, valores, gestión. etc.). En este último

caso, la noción de flexibilidad es susceptible, entonces, de ser usada tanto

en la evaluación de estructuras y procesos institucionales como en la

búsqueda de nuevos prospectos. Ella significaría la posibilidad de

modificación de los discursos y prácticas existentes, y la articulación

compleja, dinámica y fluyente de procesos de apertura, innovación y

cambio (de las jerarquías y formas organizativas rígidas) que conducirían

a la generación de nuevas formas de cultura institucional.

Es claro que estos cambios dependen de la naturaleza de las

instituciones y de sus propios contextos. En este sentido, el significado de

la flexibilidad no es constante, ni universal para todas las instituciones.

En una institución adopta un significado y en otra institución otro muy

diferente. Desde este punto de vista, no existe un ideal de homogeneidad

genérica con respecto a la flexibilidad. Lo que existe son formas

concretas de flexibilidad o, para decirlo en otros términos, flexibilidades.

Bien sabemos que en los discursos contemporáneos el significante

19

flexibilidad ha cobrado un significado relativamente positivo, aunque no

por esto menos ambiguo, y su presencia no deja de estar asociada a los

denominados signos de los tiempos o, como se ha dado en llamar:

“ideales de la época”. De allí su estrecha articulación con nuevas formas

de economía, sociedad educación que han recontextualizado el

aprendizaje, las formas de trabajo, los estilos de vida, las posiciones

inciertas y plurales de los sujetos en los mercados económicos y

culturales (simbólicos), a la luz de las pretensiones estandarizadoras de

los organismos estatales y agencias internacionales.

Por esto, el estudio de la flexibilidad necesita explorar las estructuras

y procesos de las instituciones de educación superior en las cuales se han

producido valoraciones, interpretaciones y variaciones sobre este

principio y se han creado diversas gramáticas para su realización. Nuevos

estudios sobre la flexibilidad, que surjan de la reconceptualización que en

éste y otros textos he desarrollado, probablemente permitirán acceder de

manera más concreta a la forma y contenido de este principio que ha

incidido directamente en la vida de las instituciones y en las

disposiciones y prácticas de sus actores, en la medida en que éstos han

asumido diversas posiciones frente a la proliferación de propuestas

inspiradas en la flexibilidad.

La incorporación de la flexibilidad en la cultura institucional, como

un proyecto producto de múltiples determinaciones, no es una tarea

sencilla. Ella implica:

Todo un esfuerzo reflexivo y analítico de las instituciones de

educación superior sobre la voces (macro-voces) que subyacen a la

flexibilidad;

Una definición del “por qué”, “para qué” y propósitos que sustentan

sus orientaciones hacia la flexibilidad, (Este esfuerzo prospectivo,

equivale a preguntarse ¿En interés de quién y para qué propósitos la

flexibilidad?);

En un sentido prospectivo, un estudio del “qué” y el “cómo” de la

flexibilidad: estructuras, relaciones, estrategias, discursos, prácticas y

contextos.

20

La superación del conjunto de resistencias y obstáculos, legítimos y

previsibles, intrínsecos a las percepciones sobre la flexibilidad

(esfuerzo académico-político).

Es claro que ya muchas instituciones de educación superior en

Latinoamérica –universidades, instituciones técnicas, instituciones

tecnológicas– han incorporado políticas y prácticas de flexibilidad, al

punto que es posible encontrar una amplia gama de experiencias. Es

probable que las prácticas de la flexibilización se generalicen a mediano

plazo, tanto en las instituciones públicas como en las instituciones

privadas del continente. Esto implica obligatoriamente reflexionar, como

he dicho, no sólo sobre las razones que, en general, se han planteado para

introducir la flexibilidad en sus estructuras, procesos y formas de

interacción, sino también sobre la relación entre la asunción de la

flexibilidad como principio organizativo institucional y el modelo

económico dominante en Latinoamérica como un principio estructurante

de nuevas necesidades educativas.

Así mismo, es importante considerar que los debates y experiencias

que sobre la flexibilidad en la educación superior se planteen deben

conducir a la discusión de un tema de crucial importancia para las

instituciones: el tema de la cultura o culturas académicas. Es

comúnmente aceptado que cada Institución de Educación Superior, al

igual que otras organizaciones modernas tiene una cultura constituida por

un conjunto de significados compartidos ( principios, políticas, proyectos

normas, ideologías, división del trabajo, formas de relación horizontal y

vertical, tipos de participación, etc.) que, bajo la denominación de

“cultural institucional” coadyuvan a que sus agentes (profesores,

estudiantes, administradores) y agencias ( unidades organizativas junto

con sus actores) se reconozcan e identifiquen con unos discursos y unas

prácticas institucionales dominantes (retrospectivos o prospectivos). De

igual manera, el desarrollo de cada institución implica una compleja

historia que se comprende mejor cuando se relaciona con la singularidad

del contexto y las características propias de carácter organizacional.

(Clark, 2000, p. 239). Los principios culturales dominantes en una

institución se incorporan a las estructuras de trabajo, jerarquías, formas

de autoridad, de relación y de integración o cohesión de los sistemas

académicos y llegan a recibir su expresión en las prácticas, disposiciones

y vínculos afectivos entre los actores, esto es, en su “habitus académico”.

21

Así mismo, los conflictos y las luchas por espacios de poder son

elementos constitutivos de las Instituciones de Educación Superior, de

sus estructuras y procesos organizativos, susceptibles de ser descritos y

tipificados.

El análisis de la cultura institucional es, por lo tanto, muy importante

para pensar en la introducción de la flexibilidad en estas instituciones

como un principio no sólo transformador sino también crítico de los

sistemas académicos, administrativos, pedagógicos e investigativos.11 La

cultura institucional en sus dimensiones externa -organizacional y

simbólica, y relaciones horizontales y verticales- e interna –el hábitus

como sistema de disposiciones y fundamento de las prácticas de los

agentes institucionales-, habrá de tenerse en cuenta, entonces, como

factor que inhibe, favorece o condiciona el cambio y la innovación a la

luz de nuevos principios propios de los tiempos “flexibles”.

Para posibilitar la introducción de la cultura de la flexibilidad en las

instituciones de educación superior de manera crítica y reflexiva, es

imprescindible recuperar el protagonismo de los actores universitarios,

revisar los modos de acción y generar las condiciones institucionales

necesarias (debate socializado, participación) para producir un amplio

marco para las transformaciones requeridas. En este sentido, se hace

necesario construir el consenso y la participación de los actores

directamente comprometidos en los procesos formativos; consenso entre

la dirección/gestión institucional y la comunidad universitaria, confianza

y motivación de sus actores, y definición del sentido y alcance del

proyecto de flexibilización.

Ahora bien, es necesario ser consciente de las dificultades que

puedan presentarse en el desarrollo de propuestas inherentes a la

orientación hacia la flexibilidad. Cualquier propuesta de cambio, llámese 11 Es importante aclarar que si bien la flexibilidad es un principio generativo de transformaciones, innovaciones, o cambios, éstos no necesariamente implican o se

fundamentan en la flexibilidad. En este sentido, pueden existir muchos cambios institucionales sin que en ellos esté presente la flexibilidad. En consecuencia, podemos

considerar que la flexibilidad conduce al cambio (de contextos, de prácticas, de formas

organizativas, de jerarquías, de relaciones entre lo interno y lo externo, p. e.) pero el cambio –y la innovación como una de sus expresiones– no necesariamente conducen a la flexibilidad.

Nuestro interés, por supuesto, se centra en la necesidad de fundamentar los cambios y las

innovaciones en el principio de flexibilidad.

22

reforma, renovación, innovación, o transformación, entra en el juego de

las posiciones y las oposiciones políticas, ideológicas y teóricas de los

diferentes actores institucionales y puede generar sentimientos de

desconcierto, carencia, vacío, angustia entre ellos, susceptibles de

conducir a la producción de resistencias expresadas en diferentes

formas.12 Esto en razón de que “la mayoría de las organizaciones sienten

preferencia por la estabilidad, y raras veces cuentan con mecanismos para

cambios que hayan de surgir del interior de ellas mismas”. (Morrish,

1988, p. 21)13

Por esto, es importante que la introducción de la flexibilidad en las

instituciones de educación superior se convierta en una coyuntura para

activar las más heterogéneas y hasta divergentes posiciones, relevantes

no sólo por las posibilidades que pueden abrir al discernimiento de los

problemas de la educación superior y de los problemas institucionales

12 El éxito de cualquier proyecto innovador implica la participación de todos los componentes de la organización académica, entendida ésta como el grupo de actores involucrados en las tareas propias de la institución, junto con sus formas de relación, sus

valores, costumbres, normas, roles y pautas de comportamiento. Estos elementos forman

parte de la cultura académica de las instituciones, la cual por su carácter tradicional es

resistente, por lo general, a cualquier intento de cambio y transformación. La resistencia es casi un elemento intrínseco a toda innovación educativa. Esto hace que la dinámica de los

cambios sea más lenta que el ritmo de las demandas sociales.

13 Es un hecho que el propósito fundamental –por lo menos retórico- de la flexibilidad en una institución consiste en generar una nueva cultural académica que no sólo sea el

fundamento de nuevas prácticas pedagógicas sino, también, el fundamento de nuevas actitudes hacia el conocimiento, la sociedad y la cultura, y hacia las relaciones sociales, en

cierto sentido, una opción cultural. Desde este punto de vista, una reforma curricular, por

ejemplo, es un tema que por su naturaleza no puede desligarse de los contextos externos e internos en los cuales surge y se desarrolla. Ahora bien, cuando una institución de educación

superior se compromete con una reforma curricular generalmente se producen en ella

diferentes intervenciones directas e indirectas, externas e internas, centralizadas o

descentralizadas, que activan formas de participación y control, objetivos y objetos de modificación, juegos de posiciones y oposiciones, generatrices de tensiones y conflictos

diversos alrededor de enfoques, intereses, expectativas, compromisos, alianzas, prospectivas

y retrospectivas. Toda esta dinámica conduce a modificaciones parciales que tienen implicaciones académicas, pedagógicas o administrativas, las cuales no necesariamente

concluyen en una transformación total del orden institucional establecido y sí generan

tensiones y contradicciones muy fuertes entre éste y los nuevos principios culturales propuestos. Esta situación es un evidente reto para quienes consideramos que la flexibilidad

puede ser el medio de construcción de una cultura alternativa en una institución educativa.

23

sino, también, por la obligada búsqueda de las soluciones que el principio

de flexibilidad implique.

El acceso a y, el desarrollo de propuestas institucionales flexibles no

puede ignorar, ni las macro-fuerzas externas, ni las contradicciones

inherentes a la vida de las instituciones de educación superior donde se

juegan múltiples intereses académicos, profesionales, ideológicos y

políticos los cuales, necesariamente, afectan las posibilidades de su

implementación y desarrollo. Por todo esto, es posible considerar que las

políticas institucionales en materia de flexibilidad deben apuntar a

configurar en las instituciones de educación superior escenarios

importantes para la problematización y producción de nuevas prácticas

académicas, curriculares, pedagógicas, evaluativas, administrativas y

culturales, que conduzcan igualmente, a generar nuevos vínculos y

nuevas relaciones con los diversos ámbitos sociales.

Tal como lo planteamos en el libro Flexibilidad y Educación

Superior en Colombia (2003), el principio de flexibilidad debe permitir a

las instituciones de educación superior aprender a identificar y a orientar,

de manera autónoma, el análisis y búsqueda de soluciones en procura del

fortalecimiento de sus proyectos de transformación que, con todos sus

problemas, puedan tener trascendencia, proyección e impacto social.

24

1 ASPECTOS GENERALES DE LA

FLEXIBILIDAD

INTRODUCCION

La flexibilidad es una noción que se ha vuelto común para la

descripción y estudio de los macro-asuntos contemporáneos de la

economía, la sociedad, la cultura, la educación y el Estado; para la

descripción de los micro-contextos de organización y práctica social de

organizaciones, instituciones y agentes, y para la descripción y

redefinición de las relaciones entre los macro y micro-procesos existentes

en la sociedad. De allí su importancia y la necesidad de explicar sus

expresiones, sus dimensiones políticas y sus consecuencias, en nuestro

caso, aquellas que conciernen al cambio de sentido en la educación

superior.

Es común encontrar diferentes tipologías de la flexibilidad. En el

marco de la economía global, por ejemplo, es posible observar

diferencias, alrededor de la flexibilidad laboral, entre la denominada

flexibilidad interna y la externa, o entre la flexibilidad funcional y la

flexibilidad numérica. Estos tipos de flexibilidad, asociados a políticas

económicas neoconservadoras o neoliberales (liberación de los mercados

–mercados flexibles–, a la reducción del gasto público, miniaturización

del Estado, privatización de los sistemas de bienestar, flexibilidad

salarial), han afectado profundamente los contextos laborales, las

identidades profesionales, las formas de contratación, las oportunidades

de empleo, y han incidido profundamente en los discursos, prácticas y

formas de organización y de relación en los sistemas educativos,

transformando la forma y contenido de la educación.14

14 Roggiero (2007) plantea que “para establecer una genealogía de la categoría flexibilidad, que se convirtió en la palabra mágica de las políticas sobre el trabajo y de los procesos de

precarización en los años noventa, habría que remontarse también a las luchas obreras y el

éxodo masivo hacia fuera del trabajo asalariado que tuvo lugar en los setenta.

25

El análisis de la flexibilidad implica considerar un hecho

fundamental: la transformación de las estructuras y relaciones de las

realidades económicas, sociales, políticas y culturales denominadas

“globalizantes”, “postfordistas” o “postmodernas”. Aspectos como el

debilitamiento de las fronteras rígidas entre las naciones, la orientación

hacia la diversidad cultural, la transformación de la identidad, de las

relaciones de género; el surgimiento de “identidades híbridas, jerarquías

flexibles e intercambios plurales a través de redes adaptables de mando”

(Hardt y Negri, 2002); la desterritorizalización disciplinaria y el

descentramiento y surgimiento de diversos campos de conocimiento y de

práctica –fundamentados en la interdisciplinariedad y la

transdisciplinariedad–, de nuevas relaciones con el conocimiento, o la

redefinición de la nociología y de los modelos de formación, nos

sugieren la existencia de formas flexibles de división de trabajo y de

relaciones sociales más libres de demarcaciones y limitaciones que han

permitido generar nuevas posiciones y disposiciones en la producción y

reproducción social, y articular de manera diferente los macro-problemas

del Estado, el poder, la economía, la política con los diversos micro-

contextos de control e interacción social.

Igualmente, es un hecho que la educación, en sus diferentes niveles,

enfrenta hoy una geografía sociocultural cada vez más híbrida y volátil:

nuevas imágenes, nuevas formas de diseminación y nuevas voces y

valores que la circundan; un mayor potencial de conocimiento, con

nuevos principios distributivos, nuevos criterios de diferenciación y

nuevos tipos de ofertas que consolidan un poderoso mercado educativo

nacional y transnacional (global). Hoy el significante educación pone su

acento en la flexibilidad y, amparado en ella, sus instituciones parecen

Paradójicamente, cuando las palabras clave del posfordismo (flexibilidad, movilidad,

innovación, impredecibilidad, adaptabilidad, no estandarización, singularidad) son interpretadas y ejecutadas de forma plena en la vida de los sujetos del trabajo vivo ello

provoca una crisis en los dispositivos del control capitalista sobre la fuerza de trabajo”. 05

2007 Véase, Roggero, Gigi (2007) “La autonomía del conocimiento vivo en la universidad-

metrópolis”. Traducción de Marcelo Expósito. Pág. 6.

Extraído de http://transform.eipcp.net/transversal/0707/roggero/es, el 20 de noviembre de

2008.

26

reinventarse, cambian, se reforman, se transforman y se imaginan huir de

las tradicionales rutinas hacia nuevos modelos y procesos formativos.

En el caso de la educación superior, por ejemplo, se asiste a un giro

en la definición de las formas y modalidades de la formación, de la

metáfora fordista de la producción de un profesional liberal centrado

rígidamente en un área de conocimiento y de práctica, a la producción de

un profesional flexible, competente y competitivo.15 ¿Qué significado

tienen estas transformaciones? ¿Qué implicaciones tienen para el

conocimiento, para el aprendizaje, para la construcción de la identidad

profesional; para las instituciones de educación y sus agentes, discursos y

prácticas? y, en última instancia, ¿para la vida, la sociedad y el trabajo?

Todos estos interrogantes obligan a plantear un marco de referencia

para la conceptualización de la flexibilidad que permita abordar el asunto

de su naturaleza y de su relación con la constelación de problemas de la

vida moderna, especialmente, los referidos a la educación, en general, y a

la educación superior, en particular. El tema de la flexibilidad ha dado

origen a diferentes interpretaciones suscitadas desde diferentes

disciplinas y ciencias (sociología, psicología, economía, administración,

ciencias de la educación), perspectivas, agencias y autores. La mayoría

de ellas se centran en sus efectos o consecuencias. Es común, además,

cuando nos referimos a la flexibilidad, que se crea que no hay límites y

que alrededor de ella circunda el desorden o el caos. También es común

confundir la flexibilidad con la idea de una elasticidad indefinida del

espacio, con un empuje constante a la amplificación (Ventura, 2003).

Hace falta, sin embargo, una conceptualización de sus “condiciones

15 El modelo de formación tradicional –hecho a imagen y semejanza del fordismo- se fundamentaba en las amplias dimensiones del mercado profesional y en su consecuente

demanda en diferentes campos. Esto dio como resultado, la producción de una gran masa de

profesionales poco diferenciados pero jerarquizados frente a otros niveles de formación. La crisis progresiva del mercado profesional -como efecto de la crisis de los mercados de bienes

y la ampliación del mercado de los servicios- afectó profundamente los modelos de

formación basados en la especialización rígida, y ha dado paso a nuevos modelos formativos para un mercado ocupacional determinado por demandas contingentes, inestables, fugaces, o

de rápida obsolescencia. La educación superior debe entonces, enfrentarte a nuevas

necesidades de formación profesional para responder flexiblemente a las permanentes fluctuaciones del mercado profesional. La noción de profesional cambia de forma y

contenido. La re-contextualización de su sentido, de su lenguaje y de los propósitos, es un

efecto de la emergencia de nuevas formas de control económico y social.

27

estructurales” y de sus relaciones con el poder y el control. Es necesario

indagar cuáles son las voces que subyacen a la flexibilidad, así como

responder una pregunta fundamental: ¿En interés de quién y para qué

propósitos la flexibilidad ostenta hoy un valor dominante en una sociedad

que se reclama –o es reclamada– global? ¿Qué recontextualiza la

flexibilidad? y ¿Qué recontextualiza el capitalismo flexible?

Dado que existe la necesidad de producir un marco de referencia a

partir del cual se puedan investigar todos aquellos asuntos que se han

definido como cruciales para la transformación de la educación superior

en Latinoamérica relacionados con la formación y sus currículos, los

límites entre las modalidades de formación, sus diferencias cualitativas,

sus formas de estratificación, la identidad profesional, la identidad

pedagógica, entre otros, en las siguientes secciones se introducen algunos

elementos conceptuales y metodológicos sobre la flexibilidad que pueden

contribuir, no sólo a esclarecer los complejos problemas semánticos de

esta noción sino, también, a indagar sobre sus referentes y sus

expresiones que dan lugar a la legitimación de nuevas formas de relación

e identidad en el campo de la educación, especialmente, en lo que

concierne a la educación superior (estructuras institucionales,

organización del conocimiento, formas de relación social, por ejemplo).

No podemos dejar pasar por alto la aparente gratuidad de la flexibilidad

en la educación superior ni sus consecuencias para individuos y grupos.

La descripción será breve y no pretende resolver todos los problemas

que se plantean ni en el capítulo ni en el libro. Estos son amplios y

complejos y requieren un estudio extenso. Aquí, sólo presentaré con

cierta generalidad los principales problemas que se relacionan con la

flexibilidad, entre otros:

El discurso de la flexibilidad: Nociones básicas de flexibilidad

La flexibilidad y el problema de los límites

Flexibilidad y formas de identidad

Flexibilidad, poder, control y comunicación

Algunos rasgos de la flexibilidad

Flexibilidad, cultura académica y formación en la educación superior.

28

El discurso de la flexibilidad: nociones básicas sobre

flexibilidad16

Ya he dicho en otra parte17 que no hay una definición unívoca sobre

el significante flexibilidad y que éste da lugar a diferentes acepciones

semánticas cargadas de ambigüedad. Esto ha generado problemas para

una definición de alto nivel. La mayoría de los estudios relacionan la

flexibilidad con los aspectos económicos y reducen su significado a la

“flexibilidad laboral”. Es aquí donde se ha producido la mayor parte de la

literatura crítica sobre el tema.

A pesar de su relevancia en los estudios y debates educativos, la

flexibilidad se considera aún un concepto amplio, difuso, difícil de

definir y analizar. Flexibilidad es un término que obligadamente hace

parte hoy del léxico de las ciencias sociales y económicas. Dicho de otra

manera, su valor está asociado a los ideales de la época. Hoy, este

término actúa como un significante cuyos significados se vinculan, de

una manera u otra, a otros significantes como globalización, apertura,

libre mercado, amplia oferta laboral, tecnologías, formación, des-

territorialización, tolerancia, democracia, disposición al intercambio,

adaptación,18 etc., que viajan por campos diferentes como el económico,

el educativo, o el cultural.19 En este sentido, es conveniente distinguir la

16 Esta sección es breve y no pretende agotar el tema. Es más bien, una invitación a profundizar en los significados de la flexibilidad y en los poderes y controles que subyacen a

dichos significados: ¿Qué voces? ¿Qué posiciones? ¿Qué significados? ¿Qué consecuencias?

17 Véase Díaz, Mario. (2003). “A propósito de la flexibilidad” Reflexión inicial del Diplomado Flexibilidad y Educación Superior” Material de Trabajo. UASLP-ANUIES-CXXI. México.

18 Entre muchos ejemplos nos encontramos formulaciones de diferentes agencias como las religiosas. El portal católico “decideYA.com” define la flexibilidad como “la capacidad de

adaptarse rápidamente a las circunstancias, los tiempos y las personas, rectificando

oportunamente nuestras actitudes y puntos de vista para lograr una mejor convivencia y entendimiento con los demás”. Se considera, desde este tipo de perspectiva, que el núcleo de

la flexibilidad es la adaptación. Véase Nota 2 de pie de página.

19 Paulina Irma Chávez, en su excelente artículo “Flexibilidad en el mercado laboral: orígenes y concepto”, plantea que la flexibilidad es un concepto elástico, ambiguo, un

término genérico multiforme, cuyo uso tiende a confundir varios aspectos diversos. Esto se debe a que el término muchas veces sirve más como lema que como instrumento analítico.

Esto lo ha convertido –desde su punto de vista– no sólo en un concepto polisémico y

ambiguo, sino en un fetiche.

29

asociación de la flexibilidad con grupos de significantes, pues el cambio

de su significado implica cambio de valores de conformidad con su uso.

Ahora bien, en la literatura educativa es muy común encontrar

expresiones como “institución flexible”, “maestro flexible”, “aprendizaje

flexible”, “relaciones pedagógicas flexibles”, “especialización flexible”.

Todas estas expresiones o manifestaciones tienen una relación directa o

indirecta con la transformación de las bases colectivas de la sociedad -

económicas y culturales, tecnológicas- y son reproducidas directa o

indirectamente a través de diferentes agencias de producción y de control

simbólico (para nuestro caso, la escuela en sus diferentes niveles).20

Esta amplia gama de usos del término “flexibilidad” genera cierta

confusión, dado su exceso semántico (en cierta forma, productor de

“flexibilidades”). En este sentido, es conveniente analizar la diversidad

de sus significados. El significante flexibilidad recubre diferentes

significados, y puede ser situado en diferentes contextos en los cuales las

voces dominantes o emergentes, tienen un efecto importante en el cambio

de su sentido, orientación y posicionamiento.

Es precisamente el interés polisémico de la flexibilidad el que ha

suscitado justificaciones alrededor de diferentes enfoques. Para unos es

una forma de significar la capacidad de adaptarse a condiciones

cambiantes. Para otros, la flexibilidad favorece e incrementa la

competitividad. También se asocia a la ruptura de compromisos sociales

y culturales vigentes. En la práctica gerencial y organizacional tiene que

ver con las propiedades de un sistema, las respuestas al cambio, e

inclusive, a la ausencia de cambio (Veryard, 1999).21 Algunos críticos se

refieren a su redimensionamiento, como una especie de panacea

postmoderna, un icono heroico de los últimos años, capturado por el

20 Cada vez son más fuertes los nexos entre flexibilidad en el campo de la economía y flexibilidad en el campo de la educación. En este último campo, la flexibilidad es una expresión de las narrativas postfordistas (especialización flexible, modelo gerencialista,

modelo japonés o toyotismo, p. e.). Todas ellas han ejercido influencia en la forma y

contenido de la educación.

21 Richard Veryard (1999) plantea algunas nociones de flexibilidad, entre ellas las siguientes: Flexibilidad como respuesta al cambio, una propiedad de un sistema, ausencia de cambio, flexibilidad como un “capricho del medio”, flexibilidad como dependiente del nivel

de abstracción y, flexibilidad como dependiente del sistema de límites. Todas estas nociones

están asociadas al manejo organizacional y gerencial de empresas.

30

discurso de la derecha y definido al lado del “mercado”, la “diversidad”,

la “receptividad” y la “soberanía del consumidor” y la producción

flexible (Carter, 1997). Otros ven en la flexibilidad un grado de

incertidumbre con respecto a los límites: “un alimento fundamental para

un fantasma princeps de nuestra época: el de creer que todo es posible, la

esperanza de que se podría un poco más, un poco más…” (Ventura,

2003). Sennett (2000, p. 10) manifiesta que “la flexibilidad se usa para

suavizar la opresión que ejerce el capitalismo”, y agrega que “al hacer

hincapié en el riesgo se afirma que la flexibilidad da a la gente más

libertad para moldear su vida”. Sin embargo, desde su punto de vista, lo

que hace es implantar nuevos controles. Por esto, concluye que el

capitalismo flexible es “un régimen de poder ilegible” (Ibíd.).

Jesús Martín-Barbero (2003), uno de los más importantes teóricos de

la comunicación y la cultura en Iberoamerica, al referirse a la erosión del

sentido moderno del trabajo y del trabajador en una sociedad terciarizada,

informatizada, fracturada, dual, desregulada y excluyente, plantea que:

La muy ambigua —o mejor, tramposa— palabra [flexibilidad tramposa] con la

que, desde el ámbito de la gestión empresarial, se denomina a estos cambios, la

flexibilidad laboral, junta y confunde dos aspectos radicalmente diferentes del

cambio. Uno, eminentemente positivo en principio aunque muy recortado en la

práctica: el paso de un trabajo caracterizado por la ejecución mecánica de

tareas repetitivas al de un trabajo con un claro componente de iniciativa de la

parte del trabajador, que desplaza el ejercicio de la predominancia de la mano

a la del cerebro: nuevos modos del hacer que exigen un saber-hacer y el

despliegue de destrezas con un mayor componente mental. La trampa que el uso

de la palabra flexibilidad encierra al ser identificada únicamente con esa

dimensión positiva es lo que oculta; en primer lugar, que esa capacidad de

iniciativa, de innovación y creatividad en el trabajo es férreamente controlada

por la lógica de la rentabilidad empresarial, que la supedita en todo momento a

su «evaluación de los resultados»; y en segundo término, que la flexibilidad

incluye otro componente radicalmente negativo: la precarización del empleo

tanto en términos de la duración del contrato de trabajo como en las

prestaciones salariales en salud, pensión, educación, vacaciones, etc. La

flexibilidad se convierte así en el dispositivo de enganche del trabajo en las

nuevas figuras de empresa. Pues, de un lado, al trabajador o empleado no se le

permite la creatividad, no se le deja libre para que haga lo que quiera y de

veras invente, sino sólo para que tenga la posibilidad de competir mejor con

31

sus propios compañeros de trabajo; y de otro, la competitividad es elevada al

rango de condición primera de existencia de las propias empresas.22

Expertos en el tema consideran que la "flexibilidad" es un concepto

que aparece en su dimensión global como "mix" de técnicas y

tecnologías que pueden articular cambios rápidos y frecuentes de modos,

estilos y tipos de producto; adaptaciones o re-programaciones fáciles de

procedimientos y actuaciones; efectos de vuelta (feed back) rápidos en

términos de calidad y cantidad, entre productores, vendedores y usuarios

(Cocco y Vercellone, 2002). Para estos autores, la flexibilidad se

presenta, entonces, como un "paradigma" abierto a un abanico muy

amplio de configuraciones posibles en el campo económico. En este

campo la flexibilidad puede presentar diferentes dimensiones

relacionadas con la movilidad de la fuerza de trabajo, su organización y

uso de tecnologías; la intensidad del trabajo y normas de producción; los

salarios y las prestaciones; la definición de ascensos (movilidad vertical);

la seguridad en el empleo; las categorías de los puestos y

subcontratación, y la restricción a la labor sindical y cláusula de

exclusión (Covarrubias, 1992). Esto requiere un “trabajador flexible” que

debe saber resolver problemas, realizar nuevas y múltiples tareas, hacer

sugerencias sobre cómo mejorar el proceso productivo, trabajar en

equipo23 y asumir una gran variedad de papeles (“roles”) para

desempeñarse, ser promovido y remunerado (Martin, 2000).

Autores como Klammer (2001) y Esping Andersen, asocian las

tendencias y dimensiones de la flexibilidad (interna y externa) al tema

crucial del desarrollo de los mercados de trabajo, que han implicado una

creciente diferenciación de los patrones de empleo dentro de y entre los

países de este continente. Según estos autores, la flexibilidad ha generado

un decrecimiento en la estabilidad de las estructuras sociales y familiares.

22 Martín-Barbero, Jesús “Figuras del desencanto”, en Revista Número. Vol. 36. Una flexibilidad tramposa, Parra. 2. Extraído en noviembre de 2004 de: http://www.revistanumero.com/index.htm

23 Martin (2000) considera que en el trabajo en equipo al individuo se le pide subsumir sus aspiraciones personales, su identidad, y “background” en el constructo discursivo y

organizacional del “equipo”. En este caso, el trabajo o empleo flexible se expresa en un tipo

de relación que el autor denomina “inclusión individual” (“individual embedding”). “Individual” porque son la persona y su esfuerzo, compromiso y lealtad, la piedra angular, e

“inclusión” (embedding) porque el intercambio económico que tiene lugar a través del

trabajo flexible se expresa y reproduce como un relación social extra-económica.

32

Desde su punto de vista, al variar la forma y contenido de la producción

propia del modelo postfordista, al orientarse a la producción de bienes y

servicios especializados, han variado sustancialmente las competencias

profesionales y laborales. Esto ha debilitado significativamente la fuerza

de trabajo estandarizada y ha incrementado la fuerza de trabajo no

estandarizada en cantidad y calidad. Como puede observarse la respuesta

económica de la especialización flexible –antítesis del sistema de

producción encarnado por el fordismo– (Sennett, Op.cit.) tiene una

amplia similaridad con el aprendizaje flexible, “piedra angular” de las

prácticas de formación en los sistemas educativos modernos. De la

misma manera que la especialización flexible pretende, como plantea

Sennett (op.cit.) reinventar las instituciones, el aprendizaje flexible

genera nuevas relaciones con el tiempo y el espacio: tiempos flexibles

para la formación en cualquier lugar, o formación a la carta en cualquier

momento y lugar. Es posible que estas opciones flexibles no coincidan

con la nueva ética del mercado de trabajo flexible.

En el campo educativo, se han ido imponiendo igualmente

perspectivas diferentes. Así, con un significado asociado al campo

económico está la denominada entrega flexible –flexible delivery–

(Nunam, 1996), la cual tiene dos variantes: puede significar un ambiente

educativo en el cual el individualismo y la escogencia sin límites son los

valores que en última instancia determinan la forma de la educación a

través de un mercado competitivo de procesos y productos educativos; o

puede referirse a fines sociales relacionados con el incremento del acceso

a la educación y a la democratización de los procesos de enseñanza-

aprendizaje, mediante el incremento del control sobre el aprendizaje por

los estudiantes.

En relación con este último aspecto, por ejemplo, las diferentes

declaraciones de agencias internacionales y nacionales advierten, en su

retórica, sobre la importancia que tiene para las instituciones el adaptarse

de manera muy flexible a las circunstancias y demandas del entorno,

flexibilizar los requisitos de sus tradicionales misiones y de pensar más

flexiblemente a la hora de configurar sus currículos (OCDE, 1998). En

sus numerosos documentos sobre política académica en las instituciones

de educación superior se instan a éstas a adaptarse a los cambios que la

economía y la sociedad global les exigen. Es así como se promueve

mayor flexibilidad y capacidad de adaptación y se apela al lenguaje del

33

corporativismo, del emprendimiento, o de la “marketization” de la

educación.

Con un significado diferente encontramos la teoría cognitiva de la

flexibilidad, la cual se centra en el aprendizaje en dominios complejos y

no estructurados y se fundamenta en teorías cognitivas del aprendizaje, a

partir de autores como Piaget, Ausubel y Brunner. La flexibilidad

cognitiva se entiende como la habilidad para reestructurar

espontáneamente el propio conocimiento como una respuesta adaptativa

a las demandas radicales de los cambios situacionales. De acuerdo con

los especialistas en este tema, en ambientes complejos, los aprendices

generalmente no pueden recuperar de la memoria una estructura de

aprendizaje jerárquicamente intacta. En su lugar, la mente combina,

recombina y reinventa los componentes estructurales para cumplir los

requerimientos de cada situación particular. La teoría de la flexibilidad

cognitiva se centra en los procesos de aprendizaje no estructurados, en

ambientes de aprendizaje dependientes del contexto (Spiro y Jehng,

1990). Esta perspectiva es ajena a toda consideración económica.

Los anteriores son sólo algunos ejemplos de cómo el discurso de la

flexibilidad se relaciona con una gran cantidad de discursos, prácticas y

contextos de la sociedad contemporánea. La flexibilidad ha terminado

siendo un término cargado de un valor muy fuerte, sin embargo,

resbaladizo (Carter, 1997). De allí que hayamos planteado que son

muchas las voces que subyacen a la flexibilidad, algunas de las cuales

provienen de poderosas fuerzas sociales y económicas. Cómo se

relaciona la flexibilidad con los discursos modernos de la economía, la

sociedad, la educación es un asunto crucial para la comprensión de sus

mediaciones en la vida social y en los imaginarios que constituyen en los

sujetos, a su vez, imaginarios que en gran parte provienen de una

economía basada en el conocimiento, y de un conocimiento y una cultura

basadas en la economía del consumo.

La flexibilidad y el asunto de los límites

“La filosofía del límite piensa de verdad, y se propone

conocer en toda su radicalidad, lo que ese misterioso

signo de oposición y concordancia, la célebre ‗barra‘

estructuralista encierra”. (Eugenio Trías)

34

Son numerosas las preguntas que nos plantea esta sección: ¿Es el

principio de flexibilidad un principio relacional intrínseco a los límites

presupuestos en las clasificaciones, distribuciones, agrupaciones,

estratificaciones, interacciones? ¿Qué relaciones genera entre lo

clasificado? ¿Bajo qué principios interactivos o comunicativos? ¿Qué

rasgos permiten detectar la presencia de flexibilidad? Otros interrogantes

que surgen en el análisis de la flexibilidad tienen que ver con los poderes

y controles de que este principio es portador. ¿De qué nuevas relaciones

de poder y control es portadora la flexibilidad? ¿Qué modelos de

dominación o de resistencia produce y reproduce?

Figura 1. Flexibilidad y límites

Un tema crucial para el análisis de la flexibilidad es el tema de los

límites, esto es, el trazo fronterizo que separa dos espacios o, mejor, dos

ámbitos. El trazo fronterizo permite articular, separar, dividir, aislar. Es

una línea que permite unir o escindir.

El problema básico que se plantea al referirnos a los límites es de la

diferencia. Podríamos decir que los límites son constitutivos de la

diferencia y de la pertenencia. Todo límite comporta diferencias.24

Luhmann (1998) plantea, por ejemplo, que

24 En los albores del post-estructuralismo, Derrida (1971) planteaba un término nuevo, estructurante de la diferencia: la ―différance‖. Este término fue definido por Derrida como el

movimiento de juegos que produce diferencias y efectos de diferencia, La différance es el

origen estructurado y diferente de las diferencias. “Podemos llamar différance a la discordia

Distribuciones

Agrupamientos

Estratificaciones

Interacciones

Comunicaciones

LIMITES RÍGIDOS O

FLEXIBLES

PRESUPUESTOS EN

DIFERENCIAS

IDENTIDADES

35

los sistemas se constituyen y se mantienen mediante la creación y la

conservación de la diferencia…y utilizan sus límites para reglar dicha

diferencia…en este sentido, la conservación de los límites (boundary

maintenance) es la conservación del sistema. (p. 40)

Y agrega que los límites pueden entenderse como dispositivos

especiales para la función de separar. Una de las funciones que los

límites desempeñan es la de separación, mediante la cual los sistemas

pueden abrirse o cerrarse. En este sentido, la determinación de los límites

es el requisito más importante en la diferenciación de los sistemas (Ibíd.,

p. 50-52). Podríamos decir, entonces, que los sistemas tienen límites, que

la experiencia está regulada por límites, que hay límites en la

interacción25, que un orden social se fundamenta en la internalización de

unos límites (trazos) que se convierten en “obligaciones morales”. Los

límites (fronteras) llevan intrínsecos los temas de la inclusión y la

exclusión, de “lo que puede aparecer y lo que debe permanecer oculto”

(Martínez-Pulet, 2003, p.58). También implican el problema de la

identidad. “Una frontera es la línea donde una cosa termina y otra

comienza…una frontera tiene que ver tanto con identificar como con

excluir”. (Borradori, 2003, p. 207). En el curso de éste y de los capítulos

subsiguientes consideraremos las implicaciones que estos planteamientos

tienen para el campo social y educativo.

El estudio de los límites, puede relacionarse con el estudio del orden,

los sistemas simbólicos y las clasificaciones y, fundamentalmente, con el

problema del poder y el control, intrínsecos a la división del trabajo y a

las relaciones sociales. Podemos encontrar fundamentos directos e

indirectos en Durkheim (clasificación primitiva); Weber (concepto de

acción social y orden legítimo), Mary Douglas (red y grupo); Goffman

(Frame analysis); en filósofos como Kant y Wittgenstein, y en los

desarrollos de intelectuales asociados al post-estructuralismo. Para éstos

últimos, el tema de los límites ha sido un asunto fundamental. Derrida

„activa‟, en movimiento de las fuerzas diferentes y de las diferencias de fuerzas”. Así mismo,

Derrida plantea que el concepto de “trazo” es inseparable del concepto de diferencia: “no hay diferencia sin trazo”. Como podemos ver, existe una relación estrecha entre la producción de

diferencias –espaciales o temporales– y la producción de trazos o límites.

25 Esta podríamos entenderla como un conjunto de prácticas cuya forma y contenido son la expresión de los límites trazados.

36

por ejemplo, en su crítica a la filosofía tradicional, sostiene que ésta, al

no considerar un “afuera”, toma a su propio objeto como sus propios

límites, apropia el concepto de límite y cree que domina su propio

margen (Ulmer, 1985). En este sentido, tiende a evadir la doble función

de los límites al minimizar su contingencia y negar la potencial

inestabilidad que es intrínseca a toda frontera. (Borradori, 2003)

Así mismo, Foucault, citado por Borradori, considera que intentar

tratar el concepto de límite coloca al escritor en los límites del concepto y

en los límites del lenguaje. Esta dificultad, que para Foucault se refiere a

la filosofía no es constitutiva de ella. Tanto la filosofía como las

disciplinas han constituido discursos que toman su objeto como sus

propios límites. Estos últimos parecen haber sido la maquinaria del poder

que ha permitido mantener la pureza del objeto y del discurso.

Esta situación parece ser propia de los tiempos actuales o, como se

los denomina, postmodernos. Dibujar hoy la geografía socio-cultural del

mundo post-moderno es como trazar la indeterminación de sus fronteras,

es como leer un espacio social ausente de barreras o límites estables y

jerárquicos que se expresan en diferentes formas de poder, fusión,

expansión, circulación o contaminación o desterritorialización. Tal

geografía podría denominarse geografía de la globalización, la cual ha

pretendido suplantar las fronteras geográficas y culturales por una

especie de re-espacialización a partir del desarrollo vertiginoso de las

tecnologías de la comunicación e información. Así,

De pronto parece claro que las divisiones de los continentes y del globo

en su conjunto fueron la función de distancias otrora hechas

impositivamente reales gracias al carácter primitivo del transporte […] la

―distancia‖ es un producto social; su longitud varía dependiendo de la

velocidad con que pueda ser superada. Todos los demás factores

socialmente producidos de constitución, separación y mantenimiento de

las identidades colectivas –como las fronteras estatales y las barreras

culturales– parecen retrospectivamente simples efectos secundarios de tal

velocidad.26

26 Bauman, Zigmunt (1998) Globalization: The Human Consecuences. Cambridge: CUP. Citado por Rosenberg, Justin (2004) Contra la retórica de la globalización: Ensayos

polémicos. Bogotá: El Áncora Editores.

37

Podríamos decir, también, que asistimos a un debilitamiento de los

sistemas cerrados y, por tanto, a un debilitamiento, des-dibujamiento, o

des-figuración (re-figuración) de las diferencias, de las unidades (con el

todo y sus partes) o de la singularidad y, por supuesto, de las identidades

Así mismo, el pensamiento contenido en los discursos actuales se

asocia a la flexibilidad, a la de-construcción, al debilitamiento de las

estructuras, al descentramiento de los marcos; a la liberación del

significante del significado y a la revaloración arbitraria de éste en

función de otros significantes y de su posición en la cadena discursiva.

(Cómo trabaja el discurso, qué condiciones lo hacen posible y cómo se

relaciona con las prácticas no discursivas). Esto nos está mostrando que

hoy asistimos a un desplazamiento de los marcos, campos y fronteras y

que, “los límites, después de todo, no existen como líneas en un mapa;

denotan posesiones que pueden invadirse, colonizarse, y resignarse”

(Becher, 2001, p. 159). Geertz (1980) ha caracterizado este momento

como la refiguración del pensamiento social:

Un fenómeno lo suficientemente general y distintivo como para sugerir

que lo que estamos presenciando no es un dibujar nuevamente el mapa

cultural –mover unas pocas líneas fronterizas en disputa o marcar

algunos lagos en montañas pintorescas– sino una alteración de los

principios de la elaboración del mapa. Algo está sucediendo a la forma

como pensamos acerca de la manera como pensamos.

En el mismo sentido, desde el campo filosófico, Eugenio Trías

(1999), citado por Martinez-Pulet (2003), considera que la

postmodernidad ha permitido el tránsito del concepto de límite como

frontera irrebasable de sentido (propio de la modernidad) al concepto de

límite como espacio positivo y afirmativo. Esta concepción intenta

trascender la noción de límite marcada por la herencia estructuralista de

las oposiciones paradigmáticas. Para Trías, el límite como espacio

positivo es un lugar de conjunción de experiencias, de conocimientos, de

búsqueda de la verdad y no de disyunción o de barreras para las

pretensiones cognoscitivas del hombre. El límite sería el lugar donde

ocurre la experiencia constructora de sentido. Martínez-Pulet (2003, p

291), ilustra este planteamiento de Trías en la siguiente forma: “El límite,

en efecto, es el lugar donde acontece la experiencia misma de lo que el

ser humano es, o de la propia condición humana, como límite entre

naturaleza y mundo, o entre mundo y misterio”.

38

En síntesis, el tema de la flexibilidad nos plantea, a su vez, el tema de

los límites, y de cómo la naturaleza de éstos, su rigidez o contingencia,

presuponen inclusiones o exclusiones, y concepciones sobre la identidad,

que entran en tensión. La flexibilidad no es una cualidad inscrita en

totalidades auto-contenidas. Esto significa que no podemos reflexionar el

tema de la flexibilidad sin pensar el problema de los límites. Interpretar la

flexibilidad es interpretar los límites y las limitaciones. Siguiendo a

Derrida, podríamos agregar con Borradori que “reflexionar críticamente

sobre la naturaleza de los límites y fronteras transforma nuestra bien

acomodada manera de pensar la identidad como una totalidad homogénea

y cerrada” (Borradori, 2003, p. 209). Sólo de esta manera podremos

romper con la mirada común e inconsciente que tenemos de la

flexibilidad y proponer un sistema conceptual a partir del cual podamos

comprender este principio, sus expresiones en la educación superior y, en

particular, en la universidad.

A manera de conclusión de esta sección formulamos los siguientes

principios que resumen nuestra discusión:

La flexibilidad es un principio relacional que alude a la experiencia del

debilitamiento de los límites en una organización, clasificación o

distribución o en una relación social.27

La flexibilidad no es un contenido en sí mismo, sino una forma de

relación. En este sentido, su unidad de análisis es básicamente una

forma de relación.

Toda relación flexible presupone el debilitamiento de los límites, las

demarcaciones y las diferencias. El debilitamiento de la fuerza de los

límites es el fundamento de nuevas diferencias y de una nueva

identidad de lo demarcado o delimitado.

27 En este sentido, podríamos considerar las relaciones verticales dentro del sistema de educación superior y las relaciones horizontales entre las instituciones. ¿Cómo transformar la

rigidez de la distribución y estratificación vertical del sistema de educación superior, y cómo

lograr mayor flexibilidad y apertura horizontal entre las instituciones que lo constituyen?

39

El análisis de la flexibilidad presupone la descripción de una forma de

ser de los límites de una organización, clasificación o distribución y de

una relación social.

La fuerza de los límites tiene un efecto sobre la presencia o ausencia de

flexibilidad y, de esta manera, sobre la fuerza de la identidad. Esto

significa que a mayor fuerza de los límites mayor rigidez y a menor

fuerza de los límites mayor flexibilidad aunque, como consecuencia,

menor fuerza de la identidad.

La flexibilidad transforma la morfología de la interacción social al

transformarse los límites de los espacios y contextos en los cuales ésta

ocurre.

La flexibilidad afecta la naturaleza de una estructura organizativa y de

una determinada forma de relación al debilitar los límites entre sus

elementos constitutivos. En síntesis,

La flexibilidad afecta la forma y contenido de las relaciones entre y

dentro de un sistema, una organización, un grupo, e inclusive, un

individuo.

Flexibilidad y formas de identidad

Hemos dicho que la flexibilidad es un principio relacional que

implica la existencia de límites o demarcaciones. Éstas últimas dan

origen a significados, construcciones simbólicas e interpretaciones

diferentes. Los límites son construcciones culturales que estructuran

posiciones, diferencias y, de esta manera identidades e, inclusive,

sistemas de valores los cuales, a su vez, garantizan la “legitimidad” de las

diferencias. Desde este punto de vista, la flexibilidad no puede ser tratada

al margen de los límites ni de las identidades y diferencias que éstos

constituyen, ni de las recontextualización de las posiciones del sujeto en

una estructura.

Si analizamos las transformaciones en las bases colectivas de la

sociedad, podemos decir que en las últimas décadas se han producido

profundas transformaciones que han debilitado la lógica y racionalidad

de los límites y, de esta manera, las identidades sociales y culturales.

Estas transformaciones hacen parte de lo que se ha denominado la cultura

40

global postmoderna –cultura dominante– que puede observarse en la

fragmentación y multiplicación de las formas de experiencia y práctica

de los individuos en contextos fragmentados, plurales e híbridos, aunque

totalmente desiguales. Esto ha conducido a una fragmentación de las

posiciones del sujeto donde cada cual “ha llegado a hablar un curioso

lenguaje privado, cada profesión ha desarrollado su propio código de

ideología o modo de hablar particular y cada individuo ha llegado a ser

una especie de isla lingüística separada de todas las demás” (Jameson

1985, p. 93).28

Al debilitarse los límites en todos los ámbitos de la vida social (alta y

baja cultura, arte y vida, imagen y realidad), e irrumpir la pedagogía en

escenarios diferentes de la escuela como, por ejemplo, los propios de la

vida cotidiana, ésta ha terminado siendo semiotizada por la irrupción

indiscriminada de signos que se consumen masivamente. Baudrillard

(1083) considera que esto ha dado origen al surgimiento de la “sociedad

semiótica” que se caracteriza por el consumo de imágenes, del

espectáculo, a expensas del significado que ha borrado los límites entre el

reino de la cultura y el de la vida cotidiana, vulnerando la integridad de

sus contextos en diferentes grupos sociales y culturales y amenazando, de

esta manera, su identidad y sus certidumbres culturales.

Bajo las nuevas condiciones socioculturales se ha producido un

descentramiento de las identidades individuales y colectivas, que ya no

pueden caracterizarse a partir de las formulas durkheimianas de la

educación como integración moral y de competencias, sino de la fluidez

de múltiples modelos (familiares, sexuales, laborales, corporales) que

masificados a través de los diversos medios de comunicación han

producido nuevas formas de identificación e identidad que hoy hacen

28 En este artículo y en otros textos, Jameson bosqueja algunos rasgos de la postmodernidad donde podemos apreciar el debilitamiento de los límites. Entre otros rasgos pueden

considerarse los siguientes:

a. Una ruptura con las formas dominantes establecidas, (economía, arte, filosofía).

b. El debilitamiento de los límites entre la alta y la baja cultura.

c. Ausencia de macronarrativas y proliferación de discursos híbridos.

d. Fragmentación o esquizofrenia del sujeto, escindido en diferentes posiciones.

e. Una profunda relación con nuevas tecnologías que ha posibilitado trascender todos los

límites posibles.

41

parte fundamental del mercado simbólico, homogéneo en su oferta,

desigual en su consumo, e inestable en su temporalidad.

La estructuración de la identidad se debilita en la medida en que se

quiebran o debilitan los límites entre el sistema de clasificaciones

compartidas y el sistema de clasificaciones privadas.29 El

descentramiento de la identidad producido por el debilitamiento de los

límites conduce a una proliferación de identidades que, no obstante,

pueden constituirse o reconstituirse en contextos de negociación abierta y

dialógica, mediados por nuevas estructuras de poder y modalidades de

control.

La dificultad de definir los límites de la identidad educativa, por

ejemplo, ha conducido a una crisis de la identidad pues ésta ya no se

construye, en muchos casos, alrededor de las grandes narrativas

(nacionales, religiosas, culturales) del pasado –constituidas mediante

unos discursos y prácticas jerárquicamente ordenados y explícitamente

estratificados y secuenciados, sino alrededor del mercado que proyecta

identidades competitivas, contingentes y diferenciadas constituidas por

discursos integrados relevantes para el mercado y modalidades de

práctica ligadas a áreas de experiencia específicas (Bernstein, 1998).30 En

la constitución de éstas últimas identidades se borran los límites entre

vida y trabajo, que hacen que los significados de educación e instrucción

se debiliten en favor de nuevos significantes. Parece, apropiando a

Baudrillard (1983), que estos signos –educación e instrucción– flotan

libres de sus significados y de sus referentes y que son susceptibles de ser

negociados como valores-signos. De esta manera, la educación y la

instrucción se traducen en “educabilidad” y en “entrenabilidad”, esto es,

29 Estos últimos conceptos han sido introducidos por Mary Douglas en Natural symbols: Explorations in Cosmology (1973). Como complemento del análisis presentado en esta

sección el lector podrá consultar el artículo “Pedagogía, discurso y poder” especialmente la sección titulada „Consideraciones para un análisis de la pedagogía en la contemporaneidad‟.

(Díaz, Mario, 1991).

30 Bernstein considera que el debilitamiento de las relaciones entre trabajo y vida hace parte de los modos genéricos de formación que tienen una realización cortoplacista, que ocurren

cuando una destreza, una tarea, o un área de trabajo, sometida a un desarrollo continuo, es condenada a la desaparición, o cuando las experiencias de vida no pueden basarse en

previsiones estables de futuro ni en la posición laboral que el sujeto ocupe. Véase, Bernstein,

B. (1998). Pedagogía, control simbólico e identidad. Especialmente, el Capítulo IV.

42

la habilidad para llenar este significante vacío con las competencias que

demandan las exigencias de una vida regulada por las contingencias

tecnológicas, organizativas y económicas del mercado de trabajo.31

La flexibilidad debilita los recursos simbólicos de las identidades

“retrospectivas” unificadas alrededor de las narrativas del pasado y las

transforma en intercambiables, contextualizadas, y fundamentalmente

relacionales. En términos de Laclau (1993), podríamos decir que el

debilitamiento de los límites que implica la flexibilidad convierte a la

identidad en un significante flotante que subvierte su unidad y su carácter

fundacional, y recrea nuevos límites y nuevas configuraciones de sentido.

Este punto de vista puede ser, igualmente, un punto de partida para la

reflexión sobre la constitución de identidades participantes, cooperativas,

solidarias y estables cuyos recursos y narrativas no sean propiamente las

del mercado.

En síntesis, la flexibilidad de-construye la tradicional unidad de la

identidad sustancialista y genera, en ésta, una creciente ambigüedad entre

sus significantes y su significados. Esto implica releer el problema de

la(s) identidad(es) desde nuevas perspectivas que reivindican el

significado de la hibridez, fluidez, fusión y reconfiguración constantes de

los discursos y prácticas de los sujetos cuya identidad ya no se construye

como un contenido natural, permanente, propio y específico de un

espacio, sino como una red de relaciones. La flexibilidad nos invita a

pensar la identidad no como una esencia sino como el reconocimiento de

la diferencia. De esta manera podemos plantear que ya no son las

identidades los marcadores de las diferencias, sino las diferencias

producidas por los límites las que son los marcadores de las identidades.

Desde este punto de vista, los límites son generadores de sentido. Ellos

configuran y reconfiguran posiciones y disposiciones, semantizan y re-

semantizan significados, jerarquizan y re-jerarquizan conocimientos,

valores, prácticas estratificadas.

31 Al respecto, Bernstein (1998) plantea una pregunta extraordinaria: Si la identidad producida por la “entrenabilidad” está socialmente vacía ¿Cómo se reconoce el actor o actriz

a sí mismo y a los demás? Su respuesta es muy interesante: “lo hace mediante las materialidades del consumo, sus distribuciones y sus ausencias. En este caso, los productos

del mercado transmiten los significantes mediante los cuales se construyen las estabilidades,

las orientaciones, las relaciones y las evaluaciones personales”. (Capítulo IV)

43

Es obvio que ese proceso de reconocimiento de la diferencia es la

expresión de nuevos movimientos y transformaciones que no se daban en

la sociedad en décadas precedentes como, por ejemplo, las nuevas

condiciones de vida y de trabajo que han debilitado ampliamente la

estructura jerárquica y patriarcal de la familia; la inserción creciente de la

mujer al mercado laboral; las políticas de control de la natalidad y el

detrimento de la situación económica de los grupos familiares que han

influido en la reducción drástica del número de hijos; la transformación

en las relaciones de género, en los roles masculinos y femeninos, y la

asunción de formas de identidad escindidas impulsadas por el mercado.32

El debilitamiento de los límites en la división del trabajo y en las

formas de interacción en la familia33 puede asumirse, entonces, como un

re-ordenamiento cultural, a partir del cual se han transformado los

discursos, las prácticas y los contextos de interacción, y en consecuencia,

las formas, contenidos, secuencias y ritmos de los aprendizajes, que ya no

dependen de su distribución rígida en etapas/edades de desarrollo. El

proceso de aprendizaje ya no está ligado a las jerarquías en las que se

apoyaba tradicionalmente. De allí que se haya invertido la relación

paradigmática entre desarrollo y aprendizaje. Ya no es el desarrollo el

que determina el aprendizaje, sino el aprendizaje el que determina el

desarrollo. El descentramiento del desarrollo, ha permitido también

descentrar el aprendizaje, recontextualizarlo y debilitar los límites entre

razón e imaginación, saber y hacer, trabajo y juego, así como pensar en

trascender las brechas que tradicionalmente han definido las certidumbres

32 La propaganda televisiva impulsa permanentemente al consumo de identidades múltiples. Esto hace que los infantes y adolescentes se identifiquen con más de una imagen que vende la

televisión: el cabello de Cristina Aguilera, el piercing de Britney Spears, y los jeans de Madona, o las caderas de Shakira, son hoy fuente de identificación que desdibujan la

identidad y debilitan el posicionamiento de los sujetos en discursos y prácticas centradas en

los valores permanentes de los principios culturales nacionales. Esto sucede quizás porque, como dice Richard Sennett, la flexibilidad da a la gente más libertad para moldear su propia

vida. Podríamos agregar que esa aparente libertad descansa en el principio de incertidumbre.

33 En el caso de la familia es posible observar la transformación en la división del trabajo del género que ha tenido un efecto importante en la redistribución de poder y en la

transformación de las modalidades de control. De esta manera, los roles rígidos y adscritos a cada género han derivado a un intercambio de roles o a la negociación de éstos. En relación

con el control, éste se ha vuelto más personalizado y se fundamenta en estrategias mediadas

fundamentalmente por la comunicación.

44

y los límites de la experiencia e inhibido acceder a nuevas experiencias

de los límites.

Estamos ante nuevas formas de cultura y sociedad, flexibles y

abiertas que han permitido internalizar nuevas reglas de reconocimiento,

nuevos modos de percepción y nuevas maneras de estructurar la

identidad, inclusive la identidad educativa. La identidad profesional, por

ejemplo, se asume hoy con una temporalidad relativamente corta y, por

lo tanto, susceptible de ser modificada o “reconvertida”. La flexibilidad

se constituye en un principio generativo de identidades escindidas,

convertibles y re-convertibles, flexibles, capaces de yuxtaponer o mezclar

significados de universos simbólicos y culturales muy diversos, por no

decir híbridos. Ese es su poder como significante hegemónico.

Flexibilidad, poder, control y comunicación

En la medida en que el poder y el control son inseparables de la

consideración de los límites físicos y simbólicos, son estructurantes de la

estructura y contextos de interacción que regulan la experiencia y sus

significados. La naturaleza de los límites, hemos dicho, generan las

posibilidades y el espacio potencial para las posiciones, oposiciones y

estrategias de poder y control. En este sentido, los límites son el punto

crítico para la definición del conocimiento, de la práctica y de la

experiencia significante que constituyen al sujeto, individual o

colectivamente. Podríamos afirmar que sin una descripción de los límites

no podríamos entender cómo operan el poder y el control, ni tampoco

cómo se constituyen en (o viajan a) la conciencia. Por esto, hemos

reiterado, que el estudio de los límites nos proporciona las herramientas

intelectuales para examinar el poder, el control y, en nuestro caso, la

flexibilidad.

Son numerosos los interrogantes que surgen cuando nos planteamos

las relaciones entre flexibilidad, poder y control. Entre otros: ¿transforma

la flexibilidad una distribución inequitativa del poder y del control? O

simplemente, ¿reproduce de otra manera la inequidad de dicha

distribución? ¿Afecta la flexibilidad la reproducción de principios de

comunicación dominantes? Estos interrogantes nos remiten al problema

de los límites, su relación con el poder, y viceversa. Es en esta relación

donde podemos pensar el problema de la flexibilidad.

45

Para comenzar diremos que el poder es inseparable de los límites

físicos y simbólicos de la experiencia, los significados y los contextos de

interacción.34 Los límites al generar las posibilidades y el espacio

potencial para nuevas categorías, posiciones, oposiciones son un objeto

de luchas entre posiciones de poder desiguales. Ellos crean campos de

fuerzas y toda una geografía de las posiciones. En síntesis, los límites son

un elemento crítico para la definición del conocimiento, la práctica y la

subjetividad. A mayor fuerza de los límites, mayor la distribución

desigual de espacios y mayor la distribución de desigualdades entre las

posiciones de las categorías. En este sentido, el análisis de las relaciones

entre poder y límites genera interrogantes acerca de la fuerza, de la

duración de las brechas,35 del ordenamiento de las formas y lugares del

conocimiento, o de las identidades. Esto puede observarse si se examina

la diferencia entre la división del trabajo tradicional y la división del

trabajo flexible. Las divisiones piramidales de empresas, organizaciones

e instituciones han sido reconstruidas y, en su lugar, encontramos hoy

redes flexibles, más horizontales, abiertas y susceptibles de recambios en

el tiempo y en el espacio. De hecho resulta paradójico que dicha

horizontalización no necesariamente contribuya a la disminución de la

desigualdad. Esta situación refuerza el hecho que la flexibilidad depende

de las voces que la fundamentan y constituyen su substratum.

Veamos ahora el control. Éste está asociado a los límites que se crean

en las relaciones sociales, en la interacción social o, de manera

redundante, en los contextos de interacción. El control “regula y justifica

la comunicación en las relaciones pedagógicas: el carácter de la

expresión hablada y los tipos de espacios construidos”, plantea Bernstein

(1998). El control tiene que ver con los límites de la comunicación: quién

controla qué. En este sentido, el control afecta la lógica de la

34 Este segmento retoma elementos conceptuales desarrollados en “Poder, sujeto y discurso pedagógico”. Véase Díaz, Mario (1998) Sobre el discurso pedagógico: problemas críticos.

Capítulo 7.

35 Un asunto de interés es el análisis de la brecha. La brecha puede ser un continente de relaciones nuevas. La brecha puede ser igualmente un espacio de nuevas configuraciones:

reconceptualización, reconstrucción, aproximación, producción de nuevos conocimientos /prácticas/valores, etc. En el último texto de Alicia de Alba (en prensa) podemos encontrar

elementos para el análisis de los contornos propios de los límites y de sus consecuentes

configuraciones en sociedades en crisis.

46

comunicación o, dicho de otra manera, la forma y el contenido de la

comunicación. Aquí nos encontramos con el hecho que el control

también tiene que ver con los límites –ahora, de la comunicación–. De

hecho, estos límites afectan no sólo la estructura de un contexto de

interacción sino también lo qué se dice y cómo se dice.

¿Qué papel juega la flexibilidad en estas relaciones? ¿Es un

principio, o es un efecto, o es un principio-efecto? Si afirmamos que a

mayor fuerza de los límites mayor la distribución desigual de espacios

(externos e internos) y mayor la desigualdad en la distribución de

posiciones, discursos y prácticas de interacción, podemos inferir que a

menor fuerza de los límites, mayor flexibilidad. Esta conclusión es

parcial porque no describe qué ocurre con el poder y el control. Este es

un asunto de mucho interés que obliga a preguntarnos qué significado

tiene la producción de límites flexibles. ¿Se transforman (debilitan) las

relaciones de poder? ¿Se transforman (debilitan) los principios de

control? O acaso, ¿se reproducen de otra manera?

Es evidente que estas preguntas tienen que ver con el análisis de la

naturaleza misma de la flexibilidad. Si la flexibilidad, que está asociada

directamente el debilitamiento de los límites, no tiene una relación

directa con la transformación del poder y el control, ¿cuál es su

naturaleza y función? Es evidente que esta pregunta nos plantea como

hipótesis que la flexibilidad como principio desestructurante puede

aparecer ideológicamente como neutro. Sin embargo, sus realizaciones

pueden ocultar las voces interesadas que subyacen al debilitamiento de

los límites, como sucede con el incremento del control que hoy está

mediado por sofisticadas tecnologías de la información y la

comunicación, que lo hacen invisible. La flexibilidad también puede,

igualmente, bajo ciertos criterios y condiciones sociales conducir a

transformar las fronteras de la desigualdad. Es, desde este punto de vista,

que cobra sentido nuestra pregunta formulada en “A propósito de la

flexibilidad”: ¿En interés de quién y para qué propósitos la flexibilidad?

Algunos rasgos de la flexibilidad

Hemos dicho que el campo semántico de la flexibilidad es muy

amplio. Esto hace que haya una diversidad de significantes que

corresponden al mismo efecto de sentido el cual, en nuestro caso, se

47

traduce como debilitamiento de los límites, debilitamiento de las

restricciones, posibilidad de trascender los límites, apertura, etc. En cierta

manera, las ocurrencias contextuales de la flexibilidad tienen una cierta

similaridad y producen, por lo tanto, el mismo efecto de sentido.36

Este punto de vista nos permite proponer algunos rasgos generales de

la flexibilidad que, para nuestros propósitos, pueden ser contextualizados

en los espacios institucionales de la educación superior. Es allí donde se

puede apreciar con mayor especificidad el efecto de sentido sociológico

de la flexibilidad, y dónde podemos examinar algunas características

propias de este principio:

Contra todo efecto excluyente de la rigidez, la flexibilidad puede ser

constitutiva de un orden incluyente, esto es, facilita la inserción, la

inclusión de lo excluido.

La flexibilidad abre posibilidades y oportunidades de prácticas y

procesos de organización y participación socializados, que de-

construyen la tradicional demarcación y fragmentación de grupos e

individuos junto con sus desequilibrios e inequidades.

Al transformar los límites entre y dentro de (estructuras y formas de

interacción), la experiencia de la flexibilidad puede favorecer el

desarrollo de sujetos activos y participantes, capaces de interactuar y

comprender los procesos los cuales están involucrados.37

36 Obsérvese que esta perspectiva trasciende la noción de adaptabilidad que involucra la posibilidad de incluirse en un contexto, de pertenecer a él sin posibilidades de incidir en su

transformación. La noción de adaptabilidad también puede asociarse con la de versatilidad.

En ambos casos significa adaptación a condiciones cambiantes.

37 Si se trata de un proceso de formación, en este caso, la flexibilidad se expresa en la

selección preferencial de contextos de interacción ampliamente participativos, en los cuales se incentiva el desarrollo de la creatividad de los aprendices, su capacidad crítica, la

posibilidad de intervenir en la selección de sus aprendizaje y de establecer un ritmo propio de

conformidad con sus intereses y necesidades. Este tipo de formación, que se ha denominado “formación flexible” puede suscribir voces alternativas portadoras de un discurso crítico,

reflexivo, y transformador que no insta a la reproducción de las voces dominantes. La

competencia que desarrolla este tipo de formación flexible es una competencia grupal. En términos de Bernstein, la práctica y contextos pedagógicos creados por este modo de

formación –flexible– presuponen un potencial emancipador común a todos los miembros del

grupo.

48

La flexibilidad puede ser un principio generativo de procesos

integrados, del redimensionamiento de identidades individuales o

colectivas, de la redefinición de controles y de búsqueda progresiva de

la autonomía. Si bien es un medio de producción de nuevas

articulaciones, éstas no se construyen caóticamente en la medida en

que se fundamentan en la redefinición de los límites, y no en la

eliminación éstos.

La flexibilidad puede ser parte de un proyecto político y sociocultural

cuando busca de-construir las hegemonías y reestructurar las relaciones

de poder y los principios de control entre agentes, agencias, discursos y

prácticas. Esto significa un movimiento hacia la de-construcción de

prácticas y relaciones hegemónicas, y hacia la producción de discursos

y prácticas alternativos.

En síntesis, la flexibilidad no puede reducirse a la habilidad o

versatilidad para adaptarse a una amplia gama de contextos y situaciones

económicas, sociales, tecnológicas y culturales. Esta flexibilidad, que

presupone la diversidad de realizaciones de formas sin transformar los

contenidos dominantes podría entenderse y denominarse como

flexibilidad instrumental, relacionada con re-organizaciones,

combinaciones y variaciones interesadas por principios dominantes, pero

en las cuales se mantiene, asegura y refuerza, mediante estrategias

abiertas, el poder y el control.

Flexibilidad, cultura académica y formación en la educación

superior

En la educación superior el principio de flexibilidad debe

considerarse una herramienta de mucha importancia para el

redimensionamiento de la división del trabajo y de las relaciones sociales

intrínsecas al quehacer de las instituciones y, de esta manera, para el

redimensionamiento de su cultura académica y de su visión alternativa de

futuro frente a una crisis generalizada de la sociedad.

Bien sabemos que la cultura académica en la educación superior y,

en especial, en la universidad, es una expresión de las relaciones de poder

y control que subyacen a la división del trabajo académico y a las

relaciones sociales presupuestas por éste. La rigidez del trabajo

académico descansa sobre el principio de distribución vertical que crea la

49

división del trabajo y sus relaciones sociales intrínsecas. La distribución

del trabajo académico en la educación superior delimita, limita y ubica

jerárquicamente en las instituciones diferentes tipos de discursos y

prácticas y, con ello, refuerza la distribución de identidades y la

distribución de su status.

La división rígida del trabajo académico reproduce, también, una

oposición entre docencia (enseñanza), investigación y extensión (o

proyección social).38 La estratificación rígida de estas tres prácticas ha

generado un aislamiento muy fuerte entre la docencia y la investigación.

Esta última no sólo se distribuye envidiosamente entre los diferentes

discursos sino que distribuye inequitativamente las posibilidades de su

ejercicio y transmite un valor, un poder y un potencial académico

superior al de la docencia. En este sentido, el capital económico que

sostiene a la investigación es proporcional a la acumulación de capital

científico y a la acumulación de los beneficios. Esto hace que, en muchos

casos, los problemas de cientificidad resulten secundarios cuando de

legitimización de cualquier investigación se trate. De allí que, pura o

aplicada, sus motivaciones tengan más trascendencia que la docencia y se

conviertan en algo así como una ilusión para el profesor universitario.

De acuerdo con este punto de vista, predominante especialmente en

las universidades, ser académico es equivalente a ser investigador.39 La

investigación tiene poco que ver con la docencia la cual está confinada al

ejercicio reproductivo de identidades académicas o profesionales

estratificadas. Esto en razón de que la docencia –la enseñanza– se centra

en la superficie de los discursos legitimados como “contenidos

curriculares” rígidamente clasificados que se transmiten a través de

planes de estudio fragmentados. Es por esto que la docencia se ha

convertido en sinónimo de transmisión de conocimientos que se

recontextualizan en la comunicación pedagógica (saber-decir del saber).

38 Esta estratificación se realiza generalmente a través de una normatividad institucional que establece rígidamente prioridades y tiempos de dedicación a una práctica. Son comunes, por

ejemplo, las reglamentaciones inflexibles sobre asignación académica para la docencia, la investigación, la extensión y para otro tipo de labores denominadas generalmente

“académico-administrativas”.

39 Podemos anotar aquí, sin embargo, que ser investigador no significa ser académico, ni ser académico significa ser profesional académico.

50

El aislamiento jerarquizado de la investigación de la docencia,

reproduce la distribución de percepciones, de conocimientos y de

posibilidades de sus agentes, los profesores. Esto tiene un efecto crucial

para la formación (académica o profesional), la cual se realiza,

básicamente, a partir de la docencia verbalista y no de la investigación,

cuyas estrategias supuestamente son más complejas, trascienden la mera

transmisión del conocimiento, e implican diferentes propuestas,

expectativas, circunstancias, contextos y formas organizativas.

La rígida división del trabajo académico tradicionalmente ha

producido en las instituciones de educación superior una fuerte

estratificación entre producción y reproducción.40 Esto ha conllevado la

consecuente mitología de la noción de académico para referirse a aquel

que está dedicado a la investigación y a la publicación.

Replantear, a partir de la flexibilidad, el sentido institucional del

trabajo académico y el sentido del trabajo académico institucional

significa re-conceptualizar y, sobre todo, reorganizar (re-delimitar) las

relaciones entre los agentes, discursos, prácticas y contextos, y, con esto,

redefinir tanto los límites o fronteras rígidos:

a. Dentro de la docencia y la investigación,

b. Entre la docencia y la investigación, y

c. Entre estas dos prácticas y el entorno social, de tal forma que la

orientación hacia este último recupere la dimensión y vocación de

proyección y servicio social de las instituciones.

El significado integrado e integral del trabajo académico re-articula (la

desarticulación de) las tres tareas tradicionales de la universidad y

reconceptualiza la identidad académica y profesional, tal como se

muestra en el esquema que sigue, en el cual se presenta el tránsito de la

desarticulación del trabajo académico hacia una rearticulación mediada

por límites flexibles entre las tres tareas sustantivas de la universidad.

40 Boyer (1997) insiste en que a pesar de la integración de estas tres prácticas existe una amplia brecha entre el mito y la realidad de la vida académica, y agrega que en todas las instituciones se da importancia “de dientes para afuera” a la tríada de la enseñanza, la

investigación y el servicio, pero cuando se trata de juzgar el desempeño profesional rara vez

se atribuye el mismo mérito a los tres elementos.

51

Estas tareas articuladas constituyen el proceso formativo, de tal manera

que debilitan los límites, como anotamos atrás, dentro de y entre las

categorías (agentes, unidades, contenidos) y las prácticas (formación

investigación y proyección social. En este esquema el signo + significa

yuxtaposición, adición y es la expresión de límites rígidos. El signo

significa interdependencia, interacción, y es la expresión de límites

flexibles.

52

Figura 2. Resignificación del trabajo académico.

El principio de flexibilidad (división del trabajo flexible) integra lo

que la rígida división del trabajo académico separa. La flexibilidad

transforma las relaciones entre la docencia, la investigación y la

tradicional extensión, haciendo de la formación un proceso articulado e

inspirado en nuevas formas de organización y de relación. De esta

manera, la práctica pedagógica de formación no se restringe a la docencia

sino que genera una interdependencia entre las diferentes modalidades de

práctica y las diferentes modalidades de investigación y de proyección

social. La integración e interdependencia entre estas tres prácticas

separadas por la división rígida del trabajo académico elimina las

estratificaciones entre docencia e investigación y se apoya

fundamentalmente en contextos amplios de interacción, inter y

transdisciplinarios que activan nuevas relaciones con el conocimiento,

favorecen el desarrollo de competencias cognitivas y socio afectivas

complejas de los futuros profesionales, enriquecen el sentido de la

formación y, por supuesto, el de identidad profesional.

La flexibilidad en la educación superior genera interdependencia

entre las diferentes formas de trabajo y relación social; rompe,

igualmente, el encapsulamiento de la investigación y permite replantear

el aprendizaje a partir de nuevos medios, contextos y posibilidades que

favorecen la confianza, motivación e intereses de los estudiantes. Al

DESARTICULACION

(Límites rígidos)

DOCENCIA = FORMACION

+ INVESTIGACION

+ EXTENSIÓN

REARTICULACION

(Límites flexibles)

DOCENCIA

INVESTIGACION

PROYECCION SOCIAL

FORMACION

53

debilitar (reconstruir) el sentido acumulativo o aditivo que ha tenido la

formación a través de la mera enseñanza, la flexibilidad abre la

posibilidad a diferentes mecanismos y procesos de interacción entre

profesores y estudiantes que conducen a estos últimos al dominio

progresivo de los instrumentos socioculturales (lingüísticos, teóricos,

metodológicos, operativos) de conocimientos y acción, así como a la

autorregulación de su conducta.41

Una división del trabajo flexible, al exigir modelos flexibles de

organización y relación, genera una cultura académica inspirada en

modalidades cooperativas que facilitan la integración de discursos,

prácticas y contextos de interacción que enriquecen la formación. Desde

esta perspectiva, la práctica pedagógica de formación adquiere un nuevo

sentido y puede entenderse, en última instancia como práctica integral.

Señalar estos aspectos es un asunto crucial si se aspira a generar

nuevas visiones de futuro social, en los cuales la educación superior

pueda potenciarse como sujeto histórico capaz de producir y proponer

opciones de sociedad justa, democrática y participativa.

A manera de conclusión

En este capítulo hemos presentado nuevos elementos para el análisis

de la flexibilidad. Ellos pueden asumirse como la materia prima para

nuevas reflexiones y definiciones de este principio. Es posible pensar que

el estudio de la flexibilidad y de sus diferentes expresiones en la

educación superior está condicionado por diversas tensiones de la vida

moderna, entre las más importantes, las decisiones económicas, los

ritmos de los procesos socioculturales y, en general, por todos aquellos

referentes y metáforas de lo que hoy conocemos como globalización.

Con la globalización, la organización y funcionamiento de la vida social

se ha vuelto flexible. Podríamos acuñar una nueva metáfora para

41 Si bien hay que reconocer la modernización de la ciencia y de la investigación así como el estímulo a la reciprocidad e integración entre estas dos prácticas, también es cierto que en las

condiciones actuales de proliferación de instituciones de educación superior, la mayoría de

los profesores no son investigadores ni investigan; ni la docencia tiene un componente investigativo. De la misma manera hay que reconocer que la investigación –cuando se

realiza– no tiene ninguna orientación hacia la docencia, como tampoco muchos de sus

resultados merecen a veces considerarse como investigación.

54

referirnos a la sociedad actual: “Sociedad flexible”, o “la era de

flexibilidad”. Es una sociedad sin fronteras, descontextualizada y

recontextualizada, desterritorializada y reterritorializada, plural,

polifónica, orquestada, donde la hegemonía disuelve los límites

culturales, económicos, políticos, donde el poder y el control se vuelven

cada vez más invisibles, en unos casos, y más poderosos, avasalladores y

visibles en otros, donde la economía es una forma de guerra y la guerra

una forma de economía, donde la educación es un mercado y el mercado

un principio educativo; en fin, una sociedad sistémica, integrada y

diferenciada al mismo tiempo, una sociedad metafórica y metaforizada

por signos que han perdido su sentido original.

¿Qué significado tiene, entonces, asumir la flexibilidad como una

estrategia para generar voces alternativas? ¿Qué significado tiene pensar,

desde esta perspectiva, la educación superior? Estas dos preguntas

constituyen un reto para la imaginación y para la reflexión de nuevas y

alternativas potencialidades de la educación. Ellas están entre el límite de

nuestras limitaciones reproductivistas y el redimensionamiento de nuevas

voces que impulsando la competencia de diversos grupos sociales,

permitan el desarrollo de nuevas prácticas para el nuevo futuro de

sociedades más equitativas, justas y democráticas. Esa sigue siendo la

razón de ser de la educación superior y, en especial, de la educación

flexible.

Si toda organización está regulada por una división del trabajo y

presupone unas relaciones sociales, las formas de relación que median en

dicha división del trabajo y en sus relaciones sociales intrínsecas pueden

obedecer a los intereses que subyacen a la rigidez o la flexibilidad que

pueden ser convergentes o divergentes. Un asunto de fundamental

responsabilidad política es establecer las condiciones que generan una

división del trabajo y unas relaciones sociales flexibles fundamentada en

voces alternativas, en oposición a una división del trabajo y unas

relaciones sociales rígidas y piramidalmente jerarquizadas propias de las

visiones hegemónicas.

La flexibilidad es un principio inherente a la transformación de la

geografía de las posiciones rígidas, aunque no necesariamente de los

contenidos que subyacen a dichas posiciones. Tomemos como ejemplos

de la transformación de los límites rígidos, lo que ha sucedido en

55

agencias de transmisión cultural como la familia, la escuela, la religión,

etc. En las agencias religiosas, por ejemplo, asistimos a una des-

ritualización de las prácticas, las cuales son ahora más incluyentes

permitiendo a la feligresía dejar de ser un sujeto colectivo pasivo para

convertirse en un protagonista esencial del oficio religioso. Así mismo,

en la escuela asistimos al surgimiento y proliferación de modalidades

pedagógicas centradas en el aprendizaje, las cuales reivindican las

características personales de los alumnos, motivándolos e

incentivándolos a actuar como sujetos autónomos, responsables de su

propio crecimiento.

En el nivel individual, otro ejemplo que da cuenta de la apertura, la

des-ritualización y del debilitamiento de los límites, concierne a las

denominadas tecnologías del control. Mediante estas tecnologías los

límites entre cultura y naturaleza se debilitan y el cuerpo se vuelve

flexible. La flexibilidad, en este caso se convierte un objeto de deseo de

la personalidad, el cuerpo y la organización de cada quien. El cuerpo se

ha vuelto flexible. Su flexibilidad o plasticidad deviene de los estilos

creados por la división del trabajo de la estética que recrean el cuerpo

como un objeto de vida accesorio, una cosa para ser esculpida, formada y

estilizada; un hecho biológico, un proyecto (Lash and Urry, 1987). Desde

estos puntos de vista, podríamos decir que la flexibilidad hace parte del

paradigma dominante de la cultura marcada por regímenes de

incorporación basados en el supuesto de que la superficie y el interior del

cuerpo pueden ser objetos de reconstrucción.

Como puede observarse, la orientación hacia la flexibilidad

presupone una nueva forma de ser de los límites que tiene implicaciones

muy fuertes en la redefinición de la identidad. Cuando se habla de

identidad, se hace referencia directa o indirecta a clasificaciones,

territorios, parcelas, espacios etc., definidos por demarcaciones, linderos,

límites, los cuales pueden ser rígidos o flexibles.

Así mismo, la flexibilidad presupone variaciones en la distribución

del poder y en los principios de control y, de esta manera, implica

variaciones en la formación de las identidades y en sus cambios, a través

de la forma como actúa sobre las distribuciones, sobre la comunicación y

sobre sus bases sociales.

56

¿Qué consecuencias tiene la exploración de estos principios para

pensar la organización y formas de relación de la educación superior? Es

posible, a partir de ellos, no sólo describir y analizar los diferentes

aspectos de las realidades propias de las instituciones y encontrar

criterios de diferenciación entre unas y otras, sino también formular

propuestas que, de acuerdo con el marco conceptual y metodológico

presente en este estudio, posibilite a las instituciones de educación

superior producir una serie de transformaciones coherentes con sus

características, naturalezas, enfoques y orientaciones.

Cuando nos referimos a la flexibilidad como un prospecto para las

instituciones de educación superior no queremos decir que los rasgos de

ésta –la flexibilidad– constituyan criterios de unificación de la vida

académica de dichas instituciones. Compartir la flexibilidad como

principio prospectivo generativo de cambios puede significar una fértil

diversidad de opciones institucionales en diferentes dimensiones. En este

sentido, la flexibilidad y los principios esbozados en esta sección no

pueden verse como principios de coacción estructural que producen

consecuencias homogéneas para todas las instituciones.42

A manera de ejemplo, en los procesos de formación es posible

establecer una relación entre la flexibilidad y las identidades que proyecta

y distribuye. Es el caso de los programas de formación que inspirados en

reformas curriculares reguladas por el principio de flexibilidad,

presuponen la proyección y reproducción de nuevas formas de identidad

(profesional, académica, investigativa, etc.). Puede existir, en este caso,

una relación entre la flexibilidad, sus modalidades pedagógicas, sus

tecnologías y el tipo de identidad que pretende formar o constituir. Sin

embargo, a pesar de los principios genéricos adoptados, las

consecuencias no son homogéneas para todas las instituciones, pues las

identidades profesionales flexibles prospectadas en los programas están

matizadas por las estructuras y formas de relación adoptadas, por la

naturaleza y misión propia de la institución y por otra serie de aspectos,

tales como la organización académica, las formas de relación entre el

profesorado, y de este estamento con los estudiantes, la participación de

42 Es importante anotar, sin embargo, que la flexibilidad se relaciona con, y tiene sus bases en, concepciones macro-estructurales económicas, sociales, culturales, científicas y

tecnológicas. Esto es lo que hemos asumido como factores subyacentes a la flexibilidad.

57

las diferentes unidades académicas en las prácticas de formación, la

relación entre formación e investigación, etc. Desde este punto de vista,

son muchas las variables que inciden en los desarrollos de la flexibilidad,

y diferentes las distancias entre el discurso de la flexibilidad en las

instituciones y sus realizaciones.

En este sentido, pensar en la flexibilidad como un modo de ser para

las Instituciones de Educación Superior obliga a reiterar nuestras

preguntas básicas: “¿En interés de quién y para qué propósitos la

flexibilidad? ¿Flexibilidad en relación con qué? ¿Por qué queremos

construir instituciones flexibles? ¿Para qué?

58

2 DE LA FLEXIBILIDAD EN LA EDUCACION

SUPERIOR

Son diferentes los niveles de descripción de la educación superior. Un

nivel de descripción empírico considera a la educación superior como un

escenario diverso que incluye una gama de instituciones completas e

incompletas que cumplen diferentes funciones, desde la investigación

desarrollada por las universidades e institutos comprometidos con la

producción de conocimiento, hasta la formación de diferentes tipos

(general, técnica, profesional, ocupacional, continua, de mejoramiento,

de perfeccionamiento, de reciclaje, etc.) realizada por una variedad de

instituciones profesionalizantes. (Brunet y Belzunegui, 2003)

En términos de la UNESCO (1998) la educación superior comprende

"todo tipo de estudios, de formación o de formación para la investigación

en el nivel postsecundario, impartidos por una universidad u otros

establecimientos de enseñanza que estén acreditados por las autoridades

competentes del Estado como centros de enseñanza superior".43 Cada

Estado cuenta con un sistema de educación superior que posee

características, estructuras y formas de organización diferentes, y actúa

como medio de selección, distribución y estratificación social,

profesional, ocupacional y, por qué no decir, cultural de los futuros

profesionales. Por lo general, dicho sistema cumple una función política

y sirve de fundamento al mantenimiento –directo o indirecto– de los

principios culturales dominantes, de orden nacional e internacional.

Desde otro nivel de descripción, podemos considerar que la

organización de la educación superior se basa en un principio distributivo

que regula la repartición de los diversos conocimientos entre los

diferentes grupos sociales. Esa repartición de conocimientos y

posibilidades no se fundamenta en diferencias epistemológicas, sino en

43 Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción. Paris, 9 de octubre de 1998.

59

una distribución del conocimiento que transmite un valor, un poder y un

potencial desiguales, y que tiende a expresarse en diferencias

epistemológicas que estratifican los conocimientos/prácticas científicos,

y los recontextualizan como saber académico. Esto es lo que ha

reproducido la estratificación de culturas en la educación. En este

sentido, la distribución del conocimiento en la educación superior

también implica la distribución de imágenes, posiciones y voces en la

sociedad.

La educación superior produce formas de identidad social, académica

y profesional que dependen del conocimiento académico seleccionado,

organizado y distribuido, representativo de las imágenes de la sociedad

que, en una u otra institución circula o se reproduce. Dicho de otra forma,

las instituciones de educación superior, como microcosmos de la

sociedad,44 expresan las divisiones, diferencias de intereses y valores de

la sociedad a través de la forma como reproducen el conocimiento

distribuido jerárquicamente en el currículo.

Es tal la influencia de la estratificación del conocimiento en las

instituciones de educación superior que los debates sobre la organización

del currículo en este nivel educativo son, en última instancia, debates

sobre el sistema y estructura de este tipo de educación. La cultura que

transmiten las Instituciones de Educación Superior tiene, en este sentido,

una relación directa con las formas de distribución del conocimiento,

prácticas y valores.45

Estos tienen unos límites que definen casi

intrínsecamente la orientación de la identidad pedagógica y la conciencia

de los futuros profesionales. Estos límites pueden expresarse vertical y

horizontalmente. Así, verticalmente, hay una gran diferencia entre los

contenidos formativos que ofrecen y reproducen las universidades

tradicionales de investigación, frente a los que reproducen los institutos

politécnicos o las universidades profesionalizantes. En adición a esta

disparidad, la diferenciación horizontal agrega un valor a la forma y

contenido de la educación. No es lo mismo la formación en una

institución pública o un una institución privada laica, que en una privada

44 Intentamos aquí una reformulación a partir de la definición que hace Parsons sobre la

escuela.

45 Véase, Bernstein, Basil (1996) Pedagogía, control simbólico e identidad. Madrid: Morata.

60

confesional, donde en muchos casos se confunde la institución de

educación con la comunidad religiosa, en detrimento de la autonomía

institucional consagrada en la ley.46

Tampoco es igual la formación en

una institución con ánimo de lucro a la formación impartida en aquella

que considera el servicio como un derecho social y un patrimonio

humano que debe ser mantenido y mejorado.

Como podemos ver, la educación superior es objeto de múltiples

intereses externos e internos. Los primeros están ligados –así sea

retóricamente– a la necesidad de hacer de ella un instrumento para el

desarrollo de la ciencia, la tecnología y la cultura, y para el desarrollo

socioeconómico, y cultural de un país o una región.47 En gran parte de

esta nociología se considera que la educación superior es un baluarte de

la economía política y del Estado que reproduce los principios culturales

dominantes (Spies, 2003, citado por Manicas, 2003).48 Estos intereses se

expresan en la dependencia de la educación superior a las demandas del

Estado el cual, cada vez más, la somete a procedimientos regulativos

consonantes con las nuevas formas de gestión, aperturas económicas,

flexibilización de los mercados, desarrollo de tecnologías, y formación

profesional flexible. Esto ha significado un cambio de identidad de las

instituciones que, como la universidad, son ahora instituciones con

múltiples tareas. No es gratuito que Clark Kerr (1972) introdujera un

nuevo término para la descripción de la universidad: multidiversidad.

46 Sin menoscabo de la calidad y el desarrollo que tengan muchas instituciones de educación superior confesionales, existen otras donde el discurso de la comunidad religiosa se impone sobre los valores universitarios. Esta disrupción de los límites crea una cierta anomia

académica, producto de la precariedad de las normas existentes, que se presta para todo tipo

de autoritarismos, atropellos al profesorado, y creación de camarillas de poder que, por cierto,

ni conocen ni practican valores académicos, valores cristianos, y mucho menos, valores democráticos.

47 Un examen de los diferentes planes desarrollo de los gobiernos en décadas pasadas nos permite acceder a la proliferación de propuestas sobre la educación superior retomadas de

políticas emanadas de organismos internacionales. Pedroza Flores (2003) considera que la

razón del proyecto empresarial de la educación superior se halla en que la economía global es una economía intensiva basada en la información. La productividad, agrega, no sólo depende

del crecimiento de los factores de la producción (insumos, capital y trabajo) sino de los usos

y aplicaciones del conocimiento en los procesos de producción y servicios comerciales.

48 Véase, Manicas (2003). “La educación superior al borde del precipicio”.

61

INSTITUCIONES DE

EDUCACION SUPERIOR

INTERESES

EXTERNOS

INTERESES

INTERNOS

I. E. PUBLICAS Convergentes Divergentes

I. E. PRIVADAS Divergentes Convergentes

Los segundos intereses están ligados a la naturaleza de cada

institución y al mantenimiento del statu quo, o de la búsqueda de nuevas

opciones de formación académica y profesional. De hecho, es posible

afirmar que dichos intereses –divergentes, por lo general de los intereses

externos– no se han traducido en políticas propias y sí, más bien, han

aceptado tácitamente las regulaciones y normas propias de la permanente

intervención del Estado en los destinos de la educación superior, en

aspectos relativos a sus propósitos, formas de organización o

estratificación, mecanismos de funcionamiento, creación de programas,

financiación, etc. Por lo general, los intereses convergentes han generado

desde instituciones cuasi-modernas hasta instituciones postmodernas que

encarnan el mercado junto a una masiva oferta para diversos grupos

sociales. Esta última, como plantea Barnett (2002, p.37) “es una

universidad distribuida que asume las agendas y discursos de muchos de

sus clientes, a nivel regional, nacional y, posiblemente, internacional. Es

un conglomerado multinacional, que se extiende y acomoda a sus

numerosas audiencias”.

La tensión entre intereses externos e internos hecho que, por ejemplo,

el “ethos cultural” de la universidad –en especial, el de la universidad

pública– se haya construido sobre la base de oposiciones y conflictos con

el Estado y dentro de un creciente deterioro de sus fortalezas internas

producido por las crisis financieras, cada vez más profundas. También ha

obligado a que la universidad pública busque permanentemente la

construcción de nuevos modelos organizativos, de nuevas formas de

reorientación de su quehacer crecientemente competitivo, y a que sus

transformaciones se produzcan no tanto como respuesta a las

expectativas nacionales frente a las mega-tendencias que mueven al

mundo moderno, sino más bien como salidas o alternativas a la creciente

preocupación estatal por hacer de la universidad un escenario cada vez

62

más autónomo, auto-regulativo, preformativo, acreditable y auto-

financiable, donde la auto-evaluación y evaluación permanente de

procesos y productos se han convertido en principios dominantes.

No es gratuito, entonces, que la universidad latinoamericana esté

reconfigurando sus modelos organizativos a partir de principios

económicos centrados en la competitividad, la eficiencia, la gestión, la

calidad. Tampoco es gratuito encontrar en la vida interna de las

Instituciones de Educación Superior, proyectos que van desde el

redimensionamiento de sus misiones y visiones, por lo demás,

relativamente similares, hasta la redefinición de sus formas organizativas

que implican saberes, prácticas, agentes y relaciones. De una u otra

manera, las demandas externas han actuado en la cultura y dinámica

interna de las instituciones las cuales buscan proyectar, así sea

retóricamente, una cultura académica que juega a la modernización y

flexibilización y que tiende a centrarse en una formación que se dice

integral, llena de agregados socio-humanísticos que alternan –cuando no

se yuxtaponen– con una precaria y pobre formación científica y

tecnológica propia de los modelos profesionalizantes. Esto ha dado

origen a reformas parciales asociadas a una multiplicidad de tareas y

funciones burocráticas que deben realizar las instituciones, en adición a

la tradicional docencia, investigación y extensión (hoy denominada

proyección social).49

La flexibilidad se ha ido insertando, de manera creciente y desigual

en las instituciones de educación superior como un principio necesario

para responder a la compleja dinámica de un mercado lleno de nuevas

configuraciones profesionales y ocupacionales que han sido activadas

tanto por la dinámica de los mercados económicos como por la

proliferación de los mercados culturales. En dichos mercados las

diferencias esenciales que supuestamente otorgan ventajas competitivas a

los profesionales, son las que se basan en el desarrollo de saberes,

competencias y habilidades, que hoy configuran los recursos simbólicos

individuales o, de una manera más general, el denominado capital

intelectual reciclable y transferible.

49 Las misiones, visiones y proyectos educativos institucionales también incluyen principios plurales orientados al respeto de la diferencia, el disenso y la búsqueda de formas

democráticas de existencia. Esto hace parte más de la retórica institucional que de prácticas

concretas y reales.

63

Esto ha hecho que hoy las instituciones intenten trascender la

variedad de formas organizativas académico-administrativas y

curriculares tradicionales –por cierto, arbitrarias– que han legitimado en

las disciplinas y profesiones espacios aislados desarticulados, y carentes

de la reciprocidad e interdependencia que caracteriza hoy a los nuevos

modelos de producción y desarrollo del conocimiento y de la formación

profesional. Sin embargo, la asunción de la flexibilidad ha sido más una

expresión abstracta e instrumental en muchas de las instituciones de

educación superior, en las cuales las formulaciones prospectivas

enmarcadas en ese principio son sólo formulaciones discursivas

irrealizables, ya que distan mucho de la forma fragmentada, atomizada y

yuxtapuesta de agentes, unidades académicas, discursos y prácticas, en

que se asienta la formación académica y profesional. En muchas

instituciones, esto se observa en la existencia de prácticas pedagógicas

profundamente conservadoras que riñen con proyectos educativos

ambiciosos y llenos de flexibilidad en cada una de sus páginas.

En este escenario desigual, la búsqueda de la flexibilidad como

proyecto académico y cultural de y para la educación superior, le plantea

a las instituciones retos importantes en materia de reorganización

académica, curricular, pedagógica y administrativa que conduzcan a la

generación de una mayor interacción y articulación de la formación y la

investigación con proyectos sociales concretos50; a una mayor

integración de los actores académicos para generar verdaderas unidades y

comunidades académicas y no comunidades de papel; a una mayor

dinámica de las instituciones en los diferentes escenarios socioculturales

y, en consecuencia, a un redimensionamiento de los conocimientos y

prácticas que reconfiguren los currículos de formación. También le

plantea retos como los que demanda la nueva semántica de la formación

integral, la definición de un equilibrio entre formación general y

especializada de base global, la organización de la formación con base en

perfiles definidos en términos de competencias. De forma semejante, la

creciente influencia de los problemas y demandas de la sociedad en el

50 Una cosa es plantear proyectos sociales concretos y otra diluirse en una serie de prácticas que hoy se denominan con el atractivo pero abstracto nombre de proyección social, que

incluye las más variadas formas de realización, desde el asistencialismo filantrópico, hasta la práctica instrumental asociada a requisitos formativos institucionales. Un estudio crítico de lo

que hoy asocian las instituciones de educación superior a proyección social develaría muchas

incongruencias y muchas falacias.

64

currículo pueden ser expresiones potenciales y reales de las demandas

por flexibilidad en la educación superior. De hecho, esto no significa que

asumir la flexibilidad se asocie con un principio generativo de

alternativas sociales y educativas.

Si bien es cierto, la mayoría de los procesos de modernización en los

cuales ha estado envuelta la universidad latinoamericana han estado

dominados por el interés técnico de establecer una mayor integración en

la organización del conocimiento en los currículos de formación, una

mayor articulación en los procesos de organización y desarrollo

pedagógico y, una vinculación obligada de la investigación científica y

tecnológica con la cultura y la sociedad, no ha sido posible establecer los

resultados en términos del impacto producido dentro de las instituciones

y fuera de ellas.51

Ya hemos dicho que la complejidad de esta tarea, así como la

magnitud de las dificultades, exige reconocer que la introducción de la

flexibilidad en la educación superior no debe asumirse como un simple e

instrumental evento curricular o administrativo. Ella exige examinar y

comprender los juegos de las dependencias, interdependencias y

autonomías que se producen entre las políticas y estrategias

internacionales y nacionales, y las institucionales, para poder activar de

manera autónoma procesos académico-curriculares y administrativos que

comprometan a las comunidades académicas y a sus actores con el

desarrollo de nuevas estructuras y prácticas formativas, con una

investigación relevante y pertinente en términos sociales, y con prácticas

similares de inserción, intervención y desarrollo social. También implica,

la concertación política y académica alrededor de los compromisos

sociales que se establezcan, y de las tareas que se propongan.

Desde este punto de vista, el análisis del impacto institucional que la

flexibilidad implica debe considerar, por lo menos, los siguientes

aspectos de orden político, tales como:

51 Los procesos que se adelantan en algunas instituciones tendientes a incorporar y desarrollar la flexibilidad en sus diversas expresiones no se han estudiado con la profundidad

necesaria. En este sentido, este estudio es una invitación a reflexionar sobre la flexibilidad en la educación superior en Latinoamérica, sus realizaciones, alcances, fortalezas, limitaciones y

consecuencias.

65

La relativa autonomía de las instituciones para pensar y formular sus

proyectos de innovación y transformación enmarcados en la

flexibilidad.

Las bases sociopolíticas, económicas, culturales e institucionales de

una formación flexible en una diversidad de campos de conocimiento

y de prácticas.

Las convergencias o divergencias ideológicas y políticas y académicas

entre los agentes, agencias, discursos y prácticas implicados en la

asunción de un proyecto institucional fundamentado en la flexibilidad.

La reconceptualización de la noción de formación flexible que tenga

como referentes básicos la equidad, la auténtica democratización de

las oportunidades, y el rescate del acceso flexible a los grupos

marginados de la educación superior.

El impacto que la flexibilidad tenga en la organización curricular,

pedagógica, evaluativa de los programas y en las formas de su

proyección en la sociedad, y en los intereses de los usuarios, los

estudiantes,

Y, los siguientes aspectos de orden académico como, por ejemplo:

La oposición entre el conocimiento ortodoxo y paradigmático de las

disciplinas y las nuevas formas de su organización y producción.52

52 Hoy asistimos a un cambio profundo en el conocimiento que trasciende las fronteras o límites rígidos entre las diferentes formas de conocimiento disciplinario (y entre la teoría y la

práctica) hacia formas híbridas que articulan lo teórico y lo práctico o aplicado. Muchas

disciplinas, profesiones y „campos‟ del conocimiento tradicionalmente caracterizadas por claras definiciones, delimitaciones e identidades de su área o núcleo del saber, así como por

aislamientos, incomunicaciones y recelos mutuos, son sometidas actualmente a importantes

tensiones y cuestionamientos derivados de la emergencia de nuevas regiones o campos híbridos o transdisciplinarios, que subsumen y recontextualizan saberes disciplinarios

tradicionales y que ofrecen nuevas composiciones, demarcaciones, limites e identidades entre

diversos saberes. Los nuevos constructos transdisciplinarios o transversales a los límites disciplinarios tradicionales han permitido articular, de manera más efectiva, el “conocimiento

académico” con las necesidades y problemas de la sociedad y la economía. Véase, Dogan, M.

(s.f.).

66

La relación entre disciplinas y regiones (profesiones) y su articulación

con los escenarios académicos en los cuales se organiza la institución:

facultades, escuelas, centros, institutos, otros.53

La organización del currículo, de las modalidades pedagógicas y de

sus efectos para la generación de nuevas oportunidades de aprendizaje

y de nuevas posiciones y disposiciones profesionales.54

La organización de los agentes académicos, los profesores, en relación

con las nuevas formas de organización del conocimiento.

La transformación de una formación centrada en destrezas,

habilidades y desempeños hacia una formación que resignifique el

desarrollo y logro de la competencia profesional.

La investigación y la proyección social como medios cruciales de

formación académica y profesional participante, y de producción de

comunidad académica.

La reflexión crítica sobre las formas de gestión institucional

implicadas en la construcción y desarrollo de los programas

académicos.

Las formas de gestión institucional relacionadas con el desarrollo de

proyectos y programas vinculados a diferentes campos y sectores de la

sociedad.

Como puede observarse, la flexibilidad en la educación superior tiene

que ver, entonces, con la construcción de una cultura institucional

alternativa que posea un carácter alternativo y más abierto de la

organización del trabajo en lo que concierne a los procesos formativos,

investigativos y de proyección, y de sus medios posibles: curriculares,

académicos, administrativos y de gestión.

53 Puede retomarse aquí el análisis realizado en el documento ―Estándares de calidad‖ (ICFES-MEN, 2001) y en Díaz, Mario (1998). La Formación Académica y la Práctica

Pedagógica. Santa Fe de Bogotá: ICFES.

54 Este es un asunto de gran interés si se tiene en cuenta que en la formación, en cualquiera de sus etapas o niveles, se producen profundas diferencias y estratificaciones entre teoría y

práctica; conocimiento básico y conocimiento aplicado; teoría y laboratorio, ciencia y

técnica, etc.

67

En síntesis, el logro de la flexibilidad está lleno de confrontaciones y

debates, muy fecundos por supuesto. Su complejidad conceptual,

metodológica y operativa se expresa en la generación de una diversidad

de sentidos susceptibles de ser explorados en las realizaciones de las

diversas tendencias y contenidos contemporáneos de la formación, la

investigación y la recientemente denominada proyección social, así como

de los medios de su gestión y vinculación con las bases colectivas de la

sociedad.

Flexibilidad y nuevos conceptos de formación en la Educación

Superior

En la educación superior contemporánea, la progresiva introducción

de modalidades de formación generalizadas para diferentes sectores de la

sociedad, la reconceptualización de la educación (Delors, 1996), la

permanente retórica de un sujeto capaz de asumirse como ser global

(ciudadano del mundo) y local, y de formarse para afrontar una

diversidad de problemas en la sociedad actual han representado, por lo

menos discursivamente, una ruptura con las formas tradicionales de

organización de la formación –y de sus contenidos– proveniente casi que

exclusivamente de la lógica de las disciplinas, y una transformación de la

ideología de la educación superior dedicada a la reproducción de la

cultura académica y de la alta intelligentsia a una educación que se

presenta como articulada a las diferentes demandas y expresiones de

todos los mercados sociales.

De acuerdo con los estudiosos del tema, lo que hoy se demanda a la

educación superior es mayor compenetración con desempeños genéricos,

capacidad productiva y de conversión laboral flexible,55 personas

formadas “que sean capaces de redefinir lo que tienen que hacer, volver a

aprender, volver a entrar en saber cómo hacer las nuevas tareas”

(Castells, s.f.). En lugar de una enseñanza parcelizada, lo que hoy se le

exige a la formación profesional es “lograr un pensamiento capaz de

55 Podríamos decir que por fuerza de la capacidad adaptativa al mercado laboral, la formación ya no puede establecer una correspondencia ni entre los denominados perfiles

académicos (curriculares) y los perfiles profesiones, ni entre los perfiles profesionales y los perfiles ocupacionales. “Un mismo título académico puede servir de hecho para acceder a

perfiles profesionales muy diferentes y un mismo perfil profesional puede ser atendido por

distintos títulos académicos”. Véase, Quintanilla, Miguel (1998).

68

relacionar, contextualizar y globalizar” (Morin, 1998); “más que unas

cualificaciones, es una capacidad general educativa de cultura general, de

capacidad de asociación, de saber cuáles son las cualificaciones que se

necesitan para las tareas que se tienen que hacer, dónde buscarlas, cómo

aprenderlas y cómo aplicarlas”56 (Castells, Ibíd., p. 3). En este sentido, lo

que se impone en términos formativos es la búsqueda de modelos

sistémicos e integradores con diferentes grados de interdisciplinariedad y

de especialización (Zabala, 1999). En el contexto de una noción de

educación más amplia, los propósitos asociados con la generación de

identidades profesionales prospectivas mediadas por nuevas áreas de

conocimiento y de práctica insinúan un nuevo tipo de “especialización

flexible”. Ésta subraya la importancia de la innovación, y la permanente

adaptación a una diversidad de tareas que hoy tienen que realizar los

profesionales y no profesionales.

En el marco de un mercado laboral que tiene un carácter cada vez

más cortoplacista y menos estable, la formación demanda una

especialización flexible que comporte una organización de conocimientos

y de las prácticas más articulada a la generación de competencias para

56 Para Manuel Castells (s.f.), el nuevo tipo de trabajo se caracteriza, cada vez más, por una separación fundamental entre dos tipos de trabajo. Castells lo plantea así: “Uno, es lo que

llamo el trabajo autoprogramable y, otro, lo que llamo trabajo genérico. El trabajo

autoprogramable es el que desarrolla aquel trabajador que tiene una capacidad instalada en él

o ella de poder tener la posibilidad de redefinir sus capacidades conforme va cambiando la tecnología y conforme cambia a un nuevo puesto de trabajo (…) Se calcula que, en estos

momentos, una persona que empiece su vida profesional ahora, a lo largo de su vida

cambiará, no de puesto de trabajo, sino de profesión, más o menos cuatro veces. Lo cual quiere decir que aquellas personas que sean capaces de redefinir lo que tienen que hacer,

volver a aprender, volver a entrar en saber cómo hacer las nuevas tareas, nunca se quedarán

obsoletas (…) Lo que importa es un nivel intelectual general, lo cual implica toda una redefinición del sistema de educación: la capacidad social de hacer pasarelas entre el trabajo

y la educación.

Junto a eso hay, lo que llamo un trabajo genérico (…) que es la gente que simplemente tiene

sus capacidades humanas con un nivel de educación más o menos básico; que simplemente recibe instrucciones y ejecuta órdenes y que incluso no le dejan hacer más que eso. Este tipo

de trabajo es el que efectivamente puede ser eliminado fácilmente en función de una

alternativa desde el punto de vista del trabajo, desde el punto de vista de la empresa. Este trabajo genérico coexiste con máquinas y coexiste con trabajo genérico en otros países, es el

mismo mercado de trabajo. O sea, una empresa puede tener la opción: „O empleo a esta

persona, o utilizo una máquina en lugar de ella, o traigo este producto producido por un obrero tailandés que me cuesta diez veces menos‟. En esa relación es donde hay una

reducción de las capacidades de la fuerza de trabajo de este tipo, genérica, que pierde

capacidad de negociación”.

69

una diversidad de contextos en continuo cambio. Esto ha exigido que las

instituciones:

Estructuren modelos de formación con base en los contenidos básicos,

susceptibles de ser articulados a una formación específica de fácil

reconversión o transferencia.

Generen estructuras académico-administrativas que respondan a las

exigencias de la flexibilidad de la formación.

Hagan de la investigación una práctica permanente que influya en los

todos los aspectos curriculares de la formación.

Incrementen el uso de tecnologías, medios e instrumentos de tal forma

que se pueda ampliar la diversidad de ofertas formativas en diferentes

áreas de conocimiento y de práctica.

A partir de estas y otras exigencias, las instituciones de educación

superior en Latinoamérica debieran asumir como propósito básico,

incentivar la reflexión y análisis crítico de modelos, enfoques y prácticas

curriculares y pedagógicas flexibles que hoy intentan redimensionar y re-

significar de manera a-crítica la formación; con base en esta reflexión,

debieran orientar transformaciones alternativas en los programas de

formación profesionalizantes, academicistas, rígidos, recargados de

conocimientos, y limitantes de la autoformación. En este marco debieran

entender la flexibilidad en sus diferentes expresiones (académica,

curricular, pedagógica y administrativa) como un principio estratégico,

relevante para llevar adelante los propósitos de una formación

verdaderamente integral de profesionales altamente capacitados por

niveles o grados, con responsabilidades éticas, intelectuales y sociales, y

conscientes de los cambios en el significado de la vida, la educación y el

trabajo.

Si el principio de flexibilidad ha de ser el orientador del proceso de

formación, éste ha de asumirse como una estrategia sociopolítica,

fundamental para lograr una formación profesional integral con altos

grados de sensibilidad social y de postura crítica. Ahora bien, si la

denominada formación integral se entiende como un principio que

presupone “aprender a pensar”, “aprender a aprender”, “aprender a ser”,

y “aprender a hacer”, como lo plantea el discurso educativo dominante, la

70

flexibilidad implica el desarrollo de un discurso crítico sobre las formas

dominantes de “aprender a pensar”, “aprender a ser” y “aprender a hacer”

y de estrategias diversas y alternativas que pueden incluir, entre otras, el

fomento de la creatividad y el sentido de compromiso y de

responsabilidad social, el fomento de la búsqueda autónoma del

conocimiento, el estímulo hacia un acercamiento interpretativo y

analítico entre el saber y la práctica, y la posibilidad del desarrollo de las

aspiraciones o expectativa individuales y sociales. En este sentido, la

flexibilidad debe actuar sobre las posiciones y disposiciones de los

agentes, y sobre los discursos y las prácticas de una institución.

El pensar la flexibilidad en relación con los estudiantes, por ejemplo,

debe permitir favorecer y definir la posibilidad que éstos tienen de

decidir –preferiblemente de manera socializada, y no individualizada ni

privada– sobre las diferentes formas y contenidos de su formación. Esto

significa que las instituciones de educación superior deben ampliar, en

los grados en que lo consideren pertinente, las posibilidades de

escogencia de conocimientos, problemas y prácticas que ofrecen a los

estudiantes en lo que se refiere a programas de formación, cursos,

actividades académicas, estrategias de aprendizaje y tecnologías

educativas, jornadas, ciclos de formación etc., y hacer de la flexibilidad

en lo curricular y lo pedagógico el principio regulativo básico para el

logro de una formación académica y profesional verdaderamente integral.

Las instituciones deben ser conscientes de que la ampliación de las

experiencias curriculares y pedagógicas propias de una formación

flexible presupone actuar sobre las innumerables tensiones que la

búsqueda de la flexibilidad implica: la exagerada centralización del poder

o su disolución en múltiples agentes y unidades de decisión; la

fragmentación de dichas unidades, ligada a su precaria condición

académica en muchos casos; las jerarquías académicas con su base

disciplinaria y profesional atomizada y su poca relación horizontal, el

autoritarismo no académico y el academicismo autoritario, y la discusión

indefinida de planes y programas. Estas tensiones, que actúan como

fuerzas reactivas en muchas burocracias conservadoras, y que hacen

difícil el desarrollo de las transformaciones originadas en el principio de

flexibilidad y en las políticas que de él se derivan, deben ser motivo de

discusión amplia en las Instituciones de Educación Superior en el

presente y en el futuro.

71

Una postura flexible de las instituciones debiera entenderse como una

apertura a la exploración de nuevas posibilidades de su quehacer y como

el reconocimiento de la búsqueda de nuevos centros de gravedad social

que reivindiquen nuevas formas de compresión de la sociedad, que

repersonalicen al profesional, revaloren su subjetividad, y replanteen los

horizontes humanos en un mundo limitado al fetiche del homo

oeconomicus. En los capítulos que siguen reconceptualizaremos éstos y

otros asuntos relevantes.

72

3 FLEXIBILIDAD Y FORMACIÓN FLEXIBLE:

NOCIONES BÁSICAS

Hasta aquí hemos dicho que la flexibilidad en la educación superior

ha devenido una tendencia asociada a las realidades sociales,

económicas, culturales y educativas contemporáneas. Un intento

descriptivo de la dinámica cambiante de estas realidades y de sus

relaciones implica reconocer la diversidad de procesos cada vez más

internacionalizados y globalizados, que se caracterizan por la

flexibilidad, la inestabilidad la contingencia y la incertidumbre del

cambio permanente y del riesgo.57 Entre otros procesos se pueden

considerar:

La fuerza de la revolución económica de finales del siglo XX y del

presente siglo, que ha dado lugar a las formas más avanzadas e

integradas de división del trabajo y de organización y flujo de los

mercados nacionales y transnacionales que coexisten con

manifestaciones económicas simples y subdesarrolladas propias de los

países denominados “del tercer mundo”. En este escenario, las

fronteras entre los sistemas educativos y el mercado se han debilitado,

generándose una gran diversidad de ofertas de modalidades

formativas y de instituciones que las imparten. La formación ya no es

tanto privativa de un grupo de edad, ni de un momento de la vida, y ni

57 Al incremento de opciones y posibilidades de elegir hay que agregar lo que Josetxo Beriain denomina los riesgos. Retomando a Beck, Beriain (1996) considera que en las

sociedades modernas avanzadas se produce una coexistencia problemática entre dos

modernidades, la de la expansión de las opciones y la de la expansión de los riesgos.

73

siquiera se restringe a instituciones especializadas. (Tanguy y

Rainbird, 1995). Hace parte como plantea Ronald Barnett (2002) de

los nuevos mercados simbólicos y de la nueva ideología del

consumo.

La emergencia de la llamada “sociedad del conocimiento” con su

marcado énfasis en la información y en la economía de los servicios,58

la cual ha implicado una creciente complejidad en su producción y

desarrollo; complejidad tanto técnica, referida a conocimientos

altamente especializados, como „general‟ referida a conocimientos y

competencias complejas59 tales como conceptualización, abstracción,

planeación, previsión, investigación, análisis y relación de problemas

complejos, capacidad de toma de decisiones, capacidades

comunicativas e interactivas. Aquí es conveniente recordar el

planteamiento de Castells (s.f.) sobre las demandas que esto tiene en

la capacidad de los sistemas de educación de hacer pasarelas entre el

trabajo y la educación.

La globalización de la cultura y, en general, de la vida cotidiana, que

ha permitido que de manera virtual se trascienda el espacio geográfico

y se vivencien, sin límites, todas las formas posibles de prácticas

culturales. A esto ha contribuido la aparición de la cibercultura,

fenómeno contemporáneo ligado al profundo impacto que han venido

ejerciendo las tecnologías de la información y la comunicación –TIC–

sobre el espacio, el tiempo y sus narrativas, la subjetividad, y las

prácticas de la vida cotidiana.

58 “El desarrollo económico está cada vez más ligado a la habilidad de la nación de adquirir y aplicar conocimientos técnicos y socioeconómicos, y el proceso de globalización está

acelerando esta tendencia. Las ventajas comparativas cada día provienen menos de la

abundancia de recursos naturales o de mano de obra barata, y cada día más de innovaciones tecnológicas y del uso competitivo del conocimiento. La proporción de bienes con un

contenido alto o medio-alto en el comercio internacional ha subido de 33% en 1976 a 54% en

1996. Hoy día el desarrollo económico es tanto un proceso de acumulación de conocimientos,

como de acumulación de capital Se estima que las compañías dedican un tercio de sus inversiones a intangibles basados en conocimiento, como capacitación, investigación y

desarrollo, patentes, licencias, diseño y mercadería” (Salmi, s.f. pp. 47-48).

59 Esta denominación de “competencias complejas”, aparece en el libro La Formación Académica y la Práctica Pedagógica (Díaz, 1998).

74

El debilitamiento de las fronteras políticas y económicas de los países,

y de la unidad de valores nacionales en favor de la diversidad

demográfica y cultural, cuya expresión política se observa en la

desintegración-reintegración demográfica que ha dado origen a

migraciones masivas de individuos y grupos a países que ofrecen

mayores posibilidades económicas para la sostenibilidad del núcleo

familiar. Esto ha conllevado la generación de minorías nacionales y

étnicas que hoy constituyen fuerzas políticas en vías de expansión las

cuales favorecen el multiculturalismo y la apertura a nuevas formas de

identidad social, política y demográfica. No es este el lugar para

analizar las consecuencias de las migraciones utilitaristas sobre la

desintegración de las familias, y en general, sobre la desintegración

del tejido social nacional.

Las crecientes manifestaciones de una educación sistémica,60

abierta a

todos los públicos, con sus más variadas y flexibles ofertas formativas

las cuales, a su vez, han ampliado las opciones de elección con

diversos tipos de instituciones y multiplicidad de discursos y prácticas

pedagógicas que las fundamentan y regulan. A esto se agrega lo que

podría denominarse la revolución pedagógica, que ha generado todas

las formas de interacción social posibles en los procesos de formación

técnica, tecnológica y científica para producir un “profesional

competente” para asumir los más diversos problemas, influencias y

demandas de la sociedad moderna.

Los desarrollos de la ciencia y la tecnología que han debilitado la

identidad de las disciplinas y generado una constelación y

convergencia de nuevos campos o regiones discursivas con nuevos

objetos y métodos de producción en el ámbito de las ciencias

60 Esta educación responde a un discurso sistémico que privilegia procesos de planeación y

definición de políticas que le dan prioridad a las relaciones entre educación y desarrollo económico. La educación sistémica se expresa en una fuerte tendencia a un mayor cambio en

las ocupaciones, oficios y trayectorias profesionales a lo largo de la vida laboral, estimulado

por la diversidad de oportunidades de educación y recalificación continuas, y por la emergencia de nuevas ocupaciones, profesiones y especializaciones. En este sentido, la

orientación sistémica actual de la educación superior se observa en su respuesta creciente a la

globalización económica, en la introducción de una mentalidad empresarial en los sistemas de educación superior en el mundo, en el debilitamiento de los límites entre educación y

trabajo, y en la presión por una respuesta más flexible de las instituciones de educación

superior a las demandas de una economía inestable. Véase Kraak, (1998).

75

naturales y las tecnologías, como por ejemplo, la biotecnología, o la

integración de la biología, la electrónica, la informática al servicio de

nuevos campos como los de la nanotecnología y la nanociencia; la

biomedicina, la ingeniería genética; las tecnologías de la información

y la comunicación. La interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad

se han impuesto como principios regulativos de todos estos

desarrollos en los cuales la tendencia dominante es el debilitamiento

de los límites entre las disciplinas y ciencias que se reorganizan en

nuevos campos.61

Los cambios en el mercado laboral (flexibilidad laboral) con el

consecuente cambio en el significado del trabajo (Sennett, 2000), en

las oportunidades de empleo, las formas de contratación y la demanda

por competencias laborales genéricas y específicas de diferentes

niveles, que han exigido una formación más general e

interdisciplinaria la cual ha especializado y obligado a repensar los

supuestos del desempeño o perfil ocupacional en los programas de

formación en las profesiones.62

Este conjunto de procesos que han afectado las instituciones, los

roles personales, la identidad, y las relaciones entre grupos e individuos,

nos permite pensar que algo le ha ocurrido a los límites tradicionalmente

rígidos en todas las formas de vida, educación y trabajo, y que el

principio que hoy inspira las formas de su organización y relación en la

educación es la flexibilidad.

Desde este punto de vista ¿qué significa el debilitamiento de los

controles políticos, sociales y culturales establecidos por los Estados y

por las diferentes agencias de reproducción social y cultural como la

61 Véase Díaz, M. (1998) “La organización del conocimiento en campos: su relación con las disciplinas y regiones”. En: La Formación Académica y la Práctica Pedagógica. Bogotá:

ICFES.

62 Este punto se apoya en el argumento según el cual la educación para el trabajo no acaba al

concluir el ciclo de escolaridad convencional, ya que el contenido de las ocupaciones cambia de continuo, sobre todo en tiempos de revolución tecno-científica. Por esto, se requiere que

los futuros profesionales estén actualizados en sus conocimientos y competencias. Véase,

PNDU (1998, p. 269). Un punto de vista similar expresa que la concepción flexible de la formación requiere un conjunto de competencias compatibles con las formas interactivas y

abiertas de la nueva cultura del trabajo, entre otras, la adaptabilidad, la polivalencia y el

trabajo en equipo. Véase Pasturino (1999).

76

familia, la escuela, la religión? ¿Qué significa el debilitamiento de las

fronteras –como dice Touraine (1997)– “entre lo normal y lo patológico,

lo permitido y lo prohibido”? ¿Qué significado tiene el que campos de

conocimiento, discurso y medios de comunicación se hayan transformado

y que el surgimiento de nuevas formas de relación tales como la

interdisciplinariedad, la interinstitucionalidad, la integración, la apertura,

la globalización, estén produciéndose como los modos dominantes en la

vida social, cultural y educativa de los grupos e individuos? (Bernstein,

1996). ¿Qué decir, como plantea Richard Sennett (2000), del sistema de

poder que acecha en las formas modernas de flexibilidad?

En los campos del conocimiento, la cultura y la educación las

relaciones se han modificado profundamente. La flexibilidad parece

haber afectado sus escenarios e instituciones, las cuales están sometidas a

una reinvención discontinua (Sennett, ob.cit.). En el caso específico de la

educación superior, la flexibilidad se ha expresado en las tentativas

particulares de las instituciones por reestructurar o reformar los modos

tradicionalmente dominantes de enseñanza mediante la introducción de

formas de comunicación pedagógica apoyadas en tecnologías mediáticas

de diferente grado de sofisticación; por introducir sistemas de gestión que

trascienden las formas rígidas de la burocracia académico-administrativa

y promuevan procedimientos menos rutinarios y centralizados, y más

participativos; por participar de manera más abierta en la lógica del

mercado ofreciendo diversidad de servicios educativos fragmentados y

estratificados para todos los públicos posibles. Esta reingeniería se apoya

en la ideología empresarial que se fundamenta en criterios de eficiencia,

calidad y productividad.

En síntesis, la flexibilidad hace parte de un nuevo paradigma

sociocultural que no es ajeno a los nuevos rumbos económicos y

culturales del mundo globalizado. Tal como anota Garrick (2000, p. 2)

“la flexibilidad se ha convertido en un aspecto clave del clima cultural y

en una metáfora clave para configurar una variedad de discursos

mutuamente dependientes”. La flexibilidad parece anunciar nuevos

lugares para el conocimiento y nuevos lugares para la educación superior.

En este sentido considera Barnett refiriéndose a la universidad que

“deberíamos enterrar, aunque ciertamente con dignidad, las nociones de

universidad que hablan de conocimiento, de verdad y de disciplinas y que

mantienen la segura sensación de que se conserva su separación con

respecto al resto del mundo. (op.cit. pag. 38).

77

En lo que sigue de este capítulo intentaremos abordar algunos de

estos aspectos que nos permitirán, hasta cierto punto, acceder de manera

crítica a la comprensión de la lógica social inherente o intrínseca a la

flexibilidad y a la formación flexible, y de sus factores asociados. Nos

referiremos, en primer lugar, a la noción de formación flexible y, en

segundo lugar, a la flexibilidad y la formación profesional.

La Noción de Formación Flexible

La flexibilidad está asociada a, o recibe una de sus expresiones en

otra noción: la de formación flexible, la cual está generalmente

relacionada con la generación de nuevos procesos socioeconómicos y

culturales y puede considerarse como una consecuencia de la

multiplicidad de innovaciones tecnológicas, organizativas y de gestión

introducidas en muchas instituciones educativas y en los diversos

escenarios de ejercicio profesional y ocupacional (Organización

Internacional del Trabajo –OIT–, 1995). El ejemplo más característico

actualmente es la educación a distancia y virtual que en la sociedad actual

se desarrolla con el soporte de todas las tecnologías de la información y

la comunicación.

La noción de formación flexible, que ha recibido también la

denominación de “formación abierta”, implica un redimensionamiento

cultural y, fundamentalmente, una apertura cualitativa de todos los

componentes de la formación convencional o tradicional (OIT, ob.cit., p.

19)63. L formación flexible descansa en el interés práctico de sus

usuarios, esto es, en su valor de uso, asociado a la adquisición de

habilidades, competencias y conocimientos transferibles.

En este sentido, tiene consecuencias importantes tanto para las

instituciones que ofrecen la formación como para aquellos que acceden a

un programa determinado. Así mismo, tiene consecuencias para el

63 Estos componentes comprenden los agentes responsables de la formación, los estudiantes, los saberes y prácticas que son objeto de conocimiento que conforman los programas de formación, las unidades o instancias o unidades participantes (departamentos, escuelas,

centros, institutos, o sus equivalentes,), los recursos tecnológicos, físicos y financieros

requeridos y la estructura organizativa y de gestión que regulan los procesos formativos.

78

desempeño en los diferentes escenarios ocupacionales64, especialmente

en el contexto de la flexibilidad laboral que, al decir de Sennett (ob.cit.),

ha bloqueado el camino recto de la carrera, desviando a los empleados,

repentinamente, de un trabajo a otro.

Desde el punto de vista de quien aprende, la formación flexible

podría definirse como una práctica de formación en la cual, al debilitarse

los límites en la interacción social y replantearse las jerarquías explícitas

entre el que enseña y el que aprende, el aprendiz tiene la posibilidad de

participar activa y protagónicamente en la escogencia o selección de la

forma, el lugar (espacio) y el momento (tiempo) de su aprendizaje, de

acuerdo con sus intereses, necesidades y posibilidades. Pero, ¿qué sentido

tiene este tipo de formación en la sociedad actual? ¿Qué ética del

aprendizaje presupone? ¿Para qué? Al parecer, la formación flexible está

asociada a una trayectoria educativa fundamentada en propósitos no

duraderos, en los cuales el aprendizaje no significa acumulación de

conocimiento sino reconversión del know what y del know how,

asociados a las necesidades laborales que se imponen sobre el individuo.

En este sentido, la formación flexible se corresponde casi que

completamente con una nueva ética del trabajo y de la vida personal.

Este no es un problema para las instituciones de educación superior,

muchas de las cuales asumen de manera instrumental la formación

flexible como la gama de formas o medios, apoyos, tiempos y espacios

que una institución ofrece para responder a las demandas del mercado

laboral y para incrementar la cobertura del servicio educativo. No quiere

decir esto que otras lecturas de la formación flexible se aparten de la

perspectiva esbozada, independientemente de que estén asociadas a un

fundamento misional que puede tener alguna relación con el principio de

equidad. En este sentido es importante preguntarse ¿qué propósitos, que

agendas, subyacen a un programa de formación flexible?

Estos puntos nos permiten plantear que el asunto de la formación

flexible no debiera examinarse como un asunto meramente educativo e

64 La forma y contenido de los ámbitos de desempeño laboral han cambiado sustancialmente, pues hoy implican acciones socializadas, cooperativas, ligadas a la

comprensión y solución de problemas, compromisos con resultados y sobre todo una amplia

interacción entre los miembros de un equipo de trabajo. Véase Schön (1998).

79

instrumental o metodológico, ya que tiene serias implicaciones sociales,

pues al crear otro orden de relaciones –más allá de los principios

educativos tradicionales– ha alterado la naturaleza de la vida educativa

como experiencia formativa de profndidad, al crear formas de identidad

abstractas constreñidas por las contingencias espacio-temporales del

mercado laboral, y centradas predominantemente en el discurso

instruccional. Este es un asunto crucial si se tiene en cuenta que la

formación flexible surge en el marco de las necesidades empresariales de

articular las demandas laborales y educativas de los trabajadores con los

tiempos y espacios de la empresa.

De allí que la concepción de formación flexible tenga como

principios básicos la flexibilización de los tiempos de la formación, de

los ritmos de aprendizaje y de las necesidades e intereses, expectativas, o

aspiraciones del aprendiz, el cual se considera el núcleo de la formación.

La ruptura con tiempos y espacios rígidos; la posibilidad de escogencia

del qué y el cómo de la formación, y la diversidad de medios posibles

implican, independientemente de sus propósitos, un cambio radical en la

naturaleza de la formación. La naturaleza del enfoque –en contexto de

desarrollo–, la población a la cual va dirigida, presenta diferencias con

las rutas formativas de la educación superior formal, centrada todavía en

las jerarquías del conocimiento y, en consecuencia, en las identidades

profesionales y ocupacionales retrospectivas o medianamente

prospectivas. Sin embargo, es evidente que esas identidades han

comenzado a debilitarse frente a la reestructuración de la división del

trabajo regulada ahora por la contingencia, la corta temporalidad y el

incremento exagerado de la demanda por eficiencia, calidad y

productividad. Aquí podríamos investigar las tensiones que se producen

entre el marco político-económico que fundamenta la formación flexible

y el crudo problema laboral, especialmente, de la población marginada de

la educación superior.

Todos estos aspectos llaman la atención sobre la necesidad de tomar

conciencia en torno a la sobrevaloración de los medios de formación

(herramientas pedagógicas, estrategias, contextos, sistemas de apoyo,

etc.) en detrimento del análisis de los efectos y consecuencias para la

vida, la educación y el trabajo. El estudio de la formación flexible debe

trascender el marco de los servicios educativos de mercado abierto, que

de hecho hacen parte del negocio institucional, y generar una mayor

80

comprensión del cambio irreversible que trae este tipo de formación para

la sociedad actual, junto con sus formas de asumir dicha estrategia: ya

como un medio de posicionarse más fácilmente en un mercado laboral

altamente competitivo, ya como una estrategia empresarial ligada a las

nuevas demandas de mayor desarrollo económico.65

Somos conscientes de la diversidad de definiciones de formación

flexible, la mayoría de ellas de carácter instrumental o metodológico.

Ellington (1997, p. 7), por ejemplo, define la formación flexible como

[...] un término genérico que cubre todas aquellas situaciones donde los

aprendices tienen algo que decir en relación con cómo, donde y cuándo

sus aprendizajes pueden tener lugar, ya sea dentro del contexto de la

institución tradicional centrada en las materias o en contextos no

tradicionales tales como el aprendizaje abierto, la educación a distancia,

los cursos de amplio acceso, o la educación profesional continuada.

Por su parte, Wade (1994, p. 13) la define como

[...] una aproximación a la educación universitaria que proporciona a los

estudiantes la oportunidad para asumir mayor responsabilidad en sus

aprendizajes y para ser vinculado a actividades y oportunidades de

aprendizaje que responden a sus propias necesidades individuales.

De la misma manera Grant (1997, p. ¿?) considera la formación

flexible como

Un concepto que se refiere tanto a una filosofía educativa como a un

conjunto de técnicas para la enseñanza y el aprendizaje. La ―formación

flexible‖ coloca el aprendizaje del estudiante, sus necesidades y

escogencias en el centro de los procesos educativos de toma de decisiones

y reconoce que el aprendizaje es un proceso permanente y que el

aprendizaje permanente y genérico de habilidades debiera ser un atributo

de todos los profesionales (o graduados).

65 Los expertos consideran que al lado de la oferta tradicional de formación la formación

flexible se diseña a partir de los intereses y aspiraciones de individuos y grupos. Esto ha conducido a incrementar la oferta de servicios formativos flexibles que se ajustan a las

demandas específicas de los usuarios a través de diversas modalidades y rutas formativas que

se articulan a los perfiles y competencias profesionales requeridos por el mercado de trabajo y a las competencias. La formación flexible se expresa también en el grado de articulación de

las instituciones y organizaciones, ya sea para responder a las demandas, ya sea para realizar

las acciones conjuntas de apoyo a la formación.

81

Como puede verse, la formación flexible es una noción ampliamente

instrumental que conlleva un cambio metodológico en las formas de

práctica educativa de aquellas centradas en el maestro y en contenidos

preestablecidos, a las centradas en el alumno y en sus necesidades de

entrenabilidad (enseñabilidad¿?) presencial o virtual. Este cambio

implica algunas transformaciones de la lógica de la enseñanza hacia el

privilegio de la lógica del aprendizaje y hacia las expectativas del

aprendiz, y la generación de alternativas educativas y modalidades

pedagógicas en cuanto a oportunidades, tiempos, espacios, y modalidades

de formación (distancia, virtual, modular). Estas alternativas presuponen

una amplia flexibilidad y autonomía en las decisiones formativas de los

usuarios de la educación.

El enfoque de la formación flexible posee una serie de características

que hoy son fundamentales tanto para la organización de las instituciones

de formación como para los participantes y usuarios de ésta. Entre otras

características pueden considerarse las siguientes:66

Posibilidad de que los usuarios participen en la toma de decisiones

sobre el tiempo y el lugar de sus aprendizajes. En este sentido, la

formación puede trascender el espacio del aula y el espacio

institucional. Esto abre la posibilidad de negociar y adecuar diferentes

opciones formativas que ofrezca la institución con los intereses de los

usuarios.

Incremento de los apoyos a través de diferentes estrategias, medios y

contextos de formación posibles que amplíen las opciones de

aprendizaje autónomo.

Posibilidad de los usuarios de negociar los propósitos y contenidos de

formación. Esto constituye un avance fundamental con respecto a las

formas clásicas e institucionales de aprendizaje, pues permite al

estudiante involucrarse de una manera activa en su formación y

actualización permanentes.

66 Véase, Leibowicz, Julieta; Pujol, Jaime; y Guastavi, Adelina (1995).

82

Mayor posibilidad de acceder a diferentes rutas de formación y de

incrementar su movilidad dentro del sistema de formación, de

conformidad con sus intereses y expectativas.

Posibilidad de que los estudiantes ajusten el tiempo de sus

aprendizajes de acuerdo con su ritmo y con sus necesidades.

Una importante consecuencia de la formación flexible es la

posibilidad de ampliar la cobertura de programas, medios de aprendizaje

y servicios de apoyo a un mayor sector de la población que demanda

equidad en el servicio educativo. En síntesis, la formación flexible

sugiere la idea de apertura, equidad, inclusión y de creación de mayores

oportunidades de formación a aquellos individuos y grupos que, en virtud

de sus condiciones de existencia, no pueden acceder al sistema de

formación regular o convencional ni, dentro de éste, a niveles superiores

de formación.67 Pero, también, sugiere la idea de que la estrategia no es

neutra o descontaminada, sino que está relacionada con un cambio en la

ideología empresarial que ve en el servicio formativo flexible un

mecanismo para proporcionar mayor eficiencia en la productividad y

rentabilidad empresarial.

¿Qué importancia tiene esta noción para la educación superior? Es

evidente que, en gran parte, la educación superior en Latinoamérica la

formación profesional se caracteriza por su falta de flexibilidad. Muy

pocos programas responden a una formación abierta, flexible e

interdisciplinaria; la mayoría ignora el desarrollo de estrategias de

autoaprendizaje y la diversificación de opciones profesionales en los

programas es muy pobre. A esto hay que agregar el poco énfasis de la

formación en relación con las demandas sociales y las necesidades de los

usuarios.

Pensar la formación flexible, en este contexto, implica enfrentar

nuevos retos a las instituciones. Sin que constituya una obligación

vincularse al proceso de flexibilización de las prácticas formativas, las

instituciones deben, por lo menos, no negarse la posibilidad de

67 En este sentido, algunos países han formulado estrategias flexibles para atender poblaciones desfavorecidas económica, social y educativamente. De hecho, estas atenúan

pero no resuelven el problema de la inequidad e injusticia social, pero si generan la imagen

democrática del servicio educativo.

83

reflexionar sobre la formación profesional a la luz de los principios y

fundamentos críticos de y sobre la formación flexible. Asumiendo el

riesgo de ser reiterativos, nos parece necesario considerar las fuertes

repercusiones que los cambios producidos en las últimas décadas en

todas las esferas de la vida social han tenido en la educación superior. El

surgimiento de modos genéricos de formación para el trabajo, basados en

destrezas o habilidades generales, adquiridas en múltiples contextos a

través de diferentes modalidades educativas (formación modular,

continuada, por ciclos, por. ejemplo.) que pueden aplicarse a actuaciones

específicas, han comenzado a tener una gran influencia en la cultura

profesional, la cual ha empezado a replantearse en muchas instituciones

de educación superior para responder a los nuevos conceptos de

profesión, de trabajo y producción, de empleo, cada vez más inestables.

Con el cambio de la estructura organizativa de la producción y de la

cultura bajo la lógica de la globalización se ha convertido casi que en una

necesidad reflexionar sobre la formación flexible desde nuevas

alternativas que revalúen los alcances de una formación exclusivamente

para el mercado de trabajo. En este sentido, la noción de formación

flexible debe ser una herramienta metodológica no sólo para avanzar en

la necesaria transformación de los límites convencionalmente rígidos

establecidos dentro de y entre las instituciones y en sus diferentes

modalidades de formación, sino también para pensar la potencialidad de

los procesos de transformación institucional que, en sus diferentes

dimensiones, deben coadyuvar a mejorar equitativamente las

oportunidades de formación en la educación superior de quienes

tradicionalmente han sido excluidos del sistema.

La formación flexible al introducir nuevas modalidades de

aprendizaje, al estimular la formación a lo largo de la vida como forma

de supervivencia, al hacer énfasis en la revaloración permanente de las

competencias para responder a los nuevos conceptos y formas de trabajo,

profesión e, inclusive, de vida68, demanda a la educación superior

profundas transformaciones político-culturales, organizativas y

68 Castells (s.f.) considera que en estos momentos una persona que empieza su carrera profesional ahora, a lo largo de su vida cambiará, no de puesto de trabajo, sino de profesión,

más o menos cuatro veces. Frente a esta situación ¿qué puede hacer el Sistema de Educación

Superior?

84

administrativas que signifiquen nuevos modos de articulación del

sistema, redimensionamiento de las formas organizativas y de

distribución del conocimiento, integración de sus niveles o modalidades,

diferentes itinerarios o rutas de formación, valoración del saber de los

estudiantes con independencia del lugar y el tiempo de su aprendizaje y,

sobre todo, mayores oportunidades de acceso a sectores tradicionalmente

excluidos del sistema de educación superior. La formación flexible es un

síntoma de que algo le está ocurriendo no sólo a la educación sino al

conjunto de la sociedad.

Flexibilidad y formación profesional

Redefinir los principios regulativos de la formación en las

profesiones implica no sólo actuar sobre los modelos y modalidades de

formación tradicional y rígida sino también y, fundamentalmente,

replantear de manera muy específica, concreta y crítica, los propósitos,

intereses y preocupaciones educativas, sociales, culturales, tecnológicas o

científicas de las profesiones, la fuerza de sus límites, los perfiles y

competencias flexibles que el mercado laboral demanda, de cara a los

nuevos tiempos, a las condiciones científico-tecnológicas, materiales,

económicas, institucionales, organizacionales, curriculares y pedagógicas

de la formación, y otras condiciones –o requisitos– que hoy se

promueven desde las diferentes agencias internacionales, corporaciones y

agremiaciones profesionales en América Latina y el mundo.

Si bien es cierto, las instituciones de educación superior tienen la

preocupación de mejorar la calidad de la formación profesional, en su

mayoría, no logran superar el interés técnico y práctico que se vincula a

la promoción y legitimación de la denominada profesionalidad. Es

interesante observar que dicho interés recupera el principio de la

flexibilidad de manera retórica sin consultar, en la mayoría de los casos,

las exigencias de nuevas formas de relación social, comunicación y

acceso al conocimiento e investigación que plantean las nuevas

condiciones sociales, culturales y políticas y de desarrollo científico y

tecnológico en una sociedad regulada por las fuerzas de la globalización

propias de un capitalismo flexible.

Es claro que el desarrollo de una formación flexible de calidad y

excelencia académica no pasa por inscribirse en las demandas de las

85

fuerzas globales que reivindican el mercado como el principio

organizativo de la sociedad. En este sentido, la formación debiera

considerar la necesidad de articular críticamente todos aquellos

elementos propios de la “nueva sociedad” para que los profesionales con

una mentalidad flexible y crítica puedan ganar calidad, pertinencia

científica y tecnológica, desarrollo práctico, integración e integralidad en

su ejercicio. La flexibilidad en la formación debiera edificarse tanto sobre

el fomento al desarrollo del conocimiento, de la ciencia, y de la

investigación como sobre el sentido de compromiso y responsabilidad

social, entendiendo este compromiso no como una lealtad al mercado,

sino como un compromiso ligado también a causas sociales que exigen

solidaridad, participación y colaboración, en unos casos, y tolerancia, en

otros.

Referentes para una formación profesional flexible

En las últimas décadas la revolución en el modo de funcionamiento

de los sistemas de producción y distribución producida por la

transnacionalización y globalización de los mercados ha transformado la

noción de producción económica y, con ella, las de organización del

trabajo y estructura de las profesiones y las ocupaciones. La aparición de

las denominadas "economías flexibles" ha implicado el crecimiento

inusitado de la innovación industrial, expresada en formas de producción

especializada flexible –especialización flexible–, en nuevos usos de las

tecnologías basadas en la información, en el surgimiento de estructuras

organizativas y de gestión planas u horizontales, y en un mayor énfasis

en el trabajo en equipo.

De la misma manera, en lo sociocultural asistimos al surgimiento de

nuevas pautas de socialización y control mediadas por la transformación

de los límites en las relaciones sociales que han implicado la generación

de las más variadas formas de pedagogía. Estas transformaciones han

producido como consecuencia, un flujo indiscriminado de creencias,

posturas éticas, religiosas y morales, junto a posiciones nacionalistas,

regionalistas y localistas, enmarcadas en los principios de pluralidad y

multiculturalidad. Esto ha conllevado el debilitamiento de la identidad

personal que fluctúa entre una amalgama de narrativas retrospectivas y

prospectivas. No es gratuito que la carencia de certezas haya conducido a

86

la carencia de compromisos y a la exaltación de la marcada

autorreferencialidad, para usar el término de Baudrillard (1983).

En este contexto que, como hemos dicho, está marcado por la

dinámica desestructurante de la globalización forzada, los países

latinoamericanos han sufrido profundas crisis en lo social, lo político, lo

económico, en las culturas locales, en los estilos de vida y en las acciones

educativas institucionales. El impacto de la globalización en las

economías nacionales ha sido de grandes dimensiones. A su vez, las

nuevas realidades sociales demográficas y políticas nacionales, no sólo

han sido el motor de conflictos sino que también le han planteado a los

Estados nuevos problemas, que de una u otra manera intentan resolverse.

La formación en la educación superior enfrenta, como hemos dicho,

una geografía ocupacional cada día más volátil que obliga a que los

programas de formación construyan su propia capacidad intrínseca de

modificarse o transformarse para producir profesionales flexibles para

una sociedad cuyos ámbitos ocupacionales son cada vez más inestables.

La complejidad de este contexto plantea a la formación en la educación

superior no sólo posibilidades sino también necesidades de

transformación que favorezcan la generación de nuevos compromisos

sociales de cara a las múltiples reivindicaciones que los países demandan.

Si observamos el asunto del conocimiento, tenemos un panorama

similar. En la sociedad contemporánea el conocimiento se constituye en

el insumo principal del paradigma productivo, social, político y cultural y

la educación su medio de reproducción básico. Así mismo, la

información y la educación se han convertido en la materia prima de la

nueva economía. La revolución del conocimiento en las últimas décadas

del siglo XX se expresa no sólo en su caracterización como mercado

sino, también, en la forma como los discursos especializados han sufrido

un cambio en su naturaleza, afectando directamente los campos de

desempeño profesional.

Lo que se ha dado en denominar la refiguración del conocimiento ha

conducido a un tránsito de los conceptos y métodos de una disciplina a

otra, produciéndose nuevas formas de relación entre las disciplinas y

ampliándose la base epistémica y social de sus derivadas: las profesiones.

87

La refiguración del conocimiento es una consecuencia de la

transformación de sus formas de producción socializadas y asociadas a

diferentes campos de investigación que han revaluado el confinamiento

de esta práctica al espacio cerrado de los departamentos académicos o

disciplinarios de las universidades. El desarrollo del conocimiento es hoy

heterogéneo, orientado hacia la solución de problemas, realizado en

múltiples contextos y relevante para los diversos mercados culturales

(Gibbons, 1998; UNESCO, 1998, Dogan, s.f.)

El desarrollo del conocimiento, su orientación cada vez más práctica,

regulada por criterios performativos (Lyotard, 1987), es correlativa de la

transformación de sus principios organizativos, que tradicionalmente

descansaban en la estabilidad y especificidad de la singularidad de las

disciplinas. Esto ha provocado igualmente, un reenfoque de las relaciones

sociales de su producción entre instituciones e investigadores de

diferentes campos. Así mismo, ha implicado el surgimiento de nuevos

criterios para una selección flexible de los discursos que configuran lo

que podríamos denominar el conocimiento oficial que media en la

formación de los profesionales modernos.

Esto tiene, como podemos ver, profundas implicaciones para la

misión de la educación superior. De hecho, no significa adaptar

acríticamente el quehacer institucional a los nuevos juegos del campo

económico abandonando el compromiso y la responsabilidad que se tiene

al considerar la educación como un patrimonio de la humanidad. Desde

este punto de vista, es importante que las instituciones de educación

superior reflexionen sobre sus políticas y “misiones”, sobre la pertinencia

científica, tecnológica y social de sus programas de formación, e

introduzcan una reorganización de los currículos articulando la selección

y organización de sus contenidos con marcos de referencia más

pertinentes y útiles frente a los problemas y necesidades de la sociedad

latinoamericana. Es claro que esta postura no significa dejar que las

demandas cambiantes del mundo determinen la estructura interna de las

instituciones, tal como está ocurriendo en el nuevo proceso productivo

(Sennett, 0p.cit.)

Interpretando a Ronald Barnett (2001) podríamos decir que los

programas de formación profesional debieran:

88

Favorecer la formación y desarrollo de profesionales flexibles para

medios competitivos que requieren permanente reconversión de los

conocimientos, prácticas y competencias.

Tener calidad académica, pertinencia y relevancia social.

Favorecer la comprensión y explicación de las realidades,

conocimientos y prácticas propios de su ámbito de formación.

Articular la formación científica y profesional con la formación ética

y estética.

Tener un impacto que trascienda el medio en el cual han sido creados

o en el cual funcionan.

Favorecer la confrontación de ideas dentro de un clima de respeto y

tolerancia de la diferencia.

Favorecer el trabajo colectivo, socializado, productivo e investigativo

en beneficio de causas sociales.

Tener una estructura curricular flexible que garantice su permanente

transformación e innovación en la formación.

Favorecer en los estudiantes el espíritu del diálogo, el estudio, la

investigación, en un medio de formación flexible, participativo y

crítico.

Flexibilidad, formación y desarrollo de competencias

La noción de formación ha sido afectada por la convergencia que, en

las últimas décadas, se ha comenzado a tener en el campo internacional

con la noción de competencia. Este concepto, propio de las ciencias

sociales, ha producido, de una u otra manera, nuevas percepciones sobre

las prácticas de formación en sus diferentes dimensiones y niveles y ha

dado origen a nuevos contextos de interacción social en la relación

pedagógica. La noción de competencia ha dado lugar a otras lógicas del

conocimiento, a otras lógicas relacionadas con el acceso a éste y ha

introducido nuevas modalidades de formación cada vez más

preformativas.

Entenderemos por formación, el conjunto de principios, prácticas,

reglas y medios o instrumentos, mediante los cuales se produce en los

89

sujetos actitudes, capacidades y saberes. En la educación superior la

formación se orienta hoy fundamentalmente al desarrollo de los saberes

(recursos discursivos) y capacidades, por ejemplo, la capacidad para el

manejo del conocimiento y de las relaciones sociales o de interacción en

diferentes formas y en diferentes niveles de abstracción.

Dependiendo del nivel de manejo del conocimiento o de la relación

social podemos distinguir en la formación, el desarrollo de capacidades y

saberes simples y complejos que varían con cada contexto, circunstancia

y necesidades concretas. Esto conlleva una desigual distribución de las

prácticas comunicativas y de los saberes y competencias objetivadas que

posicionan al sujeto en los contextos de interacción social posibles en los

cuales se activan y desarrollan dichas competencias. Desde este punto de

vista, tanto saberes y capacidades implican prácticas comunicativas y

estructuras y patrones de interacción que regulan los procesos

comunicativos de los sujetos en diferentes contextos.

Las formulaciones anteriores nos permiten considerar que las

capacidades objetivadas de un sujeto tienen una relación desigual en

relación con los niveles de “saber”, “saber hacer” y “poder hacer”. Este

último puede recibir sus expresiones en un “poder saber”, “poder

aprender” “poder leer”, “poder escribir”, “poder argumentar” “poder

elaborar un proyecto”, dependientes de la distribución de principios,

discursos y prácticas, propias del sistema de legitimación de la

distribución/diferenciación de instituciones educativas.

La sociedad moderna demanda que la educación superior desarrolle

en los estudiantes las capacidades y los saberes necesarios para actuar

efectivamente en diversos escenarios sociales. Pero esta consideración

puede significar cosas diferentes. Puede significar el desarrollo de

habilidades operativas genéricas de diferentes niveles propias de la

características, requerimientos y tareas laborales inmediatas, ("saber

cómo"), o puede significar el fortalecimiento y desarrollo de la capacidad

de los futuros profesionales para acceder a diferentes formas de

conocimiento (competencias cognitivas) y de acción o práctica social

(competencias socioafectivas) en forma comprensiva, reflexiva y crítica,

socializada y participativa, mediante diversos medios, lo que equivaldría

a generar en el sujeto una articulación o interdependencia entre el saber

90

qué y el saber cómo y el poder hacer ("saber qué" <–––> "saber cómo"

<––-> “poder hacer”).

Frente a la necesidad de hacer de la formación en la educación

superior un escenario para el desarrollo permanente del conocimiento y

un escenario para la reflexión crítica y la construcción de nuevos

principios sociales inspirados en la democracia, la participación, la

tolerancia y el respeto a la diferencia y al disenso, es necesario que la

formación trascienda los marcos de transmisión desarticulada y aislada

del "saber qué" y el "saber cómo", y que articule ambos tipos de saber en

el desarrollo integrado de capacidades y formas de comunicación y

acción. Sólo de esta manera se podrá trascender la reducción que se ha

hecho de la formación en la universidad, en particular, y en la educación

superior en general, ya sea al desarrollo de la denominada competencia

académica (capacidades cognitivas complejas de alto nivel ó "saber qué"

de alto nivel) o al desarrollo de las capacidades operativas ligadas,

meramente, a las actuaciones simples o complejas en el campo laboral

(“saber cómo”).

Es a partir de este punto de vista que es posible formular una vía

alternativa para que el desarrollo de la capacidad o competencia de los

futuros profesionales tenga efectivamente una articulación de los

diferentes saberes y prácticas con sus usos en los contextos más críticos

que nos plantean las diferentes realidades latinoamericanas. En este

sentido, la formación y desarrollo de competencias de los futuros

profesionales de la región deben favorecer prioritariamente lo que

diferentes autores especialistas en el tema de la educación superior han

planteado (Barnett, 2001; Lave, 1988; Lave y Wenger, 1991; Wenger,

1998), esto es:

El análisis socializado y crítico sobre el aprendizaje de

conocimientos y de prácticas, que incluya la reflexión sobre el propio

aprendizaje.

El desarrollo de un aprendizaje permanente en diferentes contextos

(críticos, de descubrimiento, y de práctica) que trasciendan el

aprendizaje descontextualizado de los problemas propios del

estudiante y sus espacios de acción.

91

El desarrollo de la capacidad de crítica y de autocrítica que permita

someter al escrutinio público los argumentos propios y ajenos,

asumiendo que el respeto a la diferencia no implica aceptar los

argumentos del otro per se.

La capacidad de apertura a diferentes formas de conocimiento,

argumentación, e investigación en una gramática variada de

contextos.

La capacidad de diálogo civilizado que desarrolle, igualmente, el

sentido de la tolerancia y el respeto a la diferencia.

La capacidad de aprender, esto es, el poder aprender autónomamente,

así como la capacidad de aprender en comunidades de práctica.

La capacidad de analizar las implicaciones sociales, políticas,

económicas, de su propia profesión y asumir críticamente posturas

alternativas que favorezcan tanto su persona como la colectividad.

En este sentido, el desarrollo de competencias (saberes, prácticas,

comunicación) tiene una relación directa con las formas de interacción

que se activan en los diferentes contextos de aprendizaje. Por lo tanto,

afectan la organización del conocimiento, las relaciones sociales

(prácticas pedagógicas) y las posiciones y disposiciones de los

aprendices. No podemos pretender una formación como se describe hoy

“centrada en competencias” o “por competencias” (sic) que no afecte la

organización y estructura de los discursos, prácticas y contextos de

formación. Los programas de formación deben velar por la generación y

desarrollo de una competencia profesional integral de sus estudiantes. Tal

desarrollo debe estar inspirado en unos fines de la educación ligados al

crecimiento de los sujetos en sus niveles individual, social y político, que

les permita el acceso tanto a los medios de comprensión como a los

medios de participación social y política en el complejo y critico

momento histórico que les corresponde vivir.

92

4 REFERENTES PARA EL ESTUDIO DE LA

FLEXIBILIDAD EN LA EDUCACION SUPERIOR

Tal como se señaló en el libro Flexibilidad y Educación Superior en

Colombia (2003, p. 40) el principio de flexibilidad tiene varias

dimensiones, comporta –como hemos planteado– la relación entre

diferentes categorías, y no está exento de valoraciones ideológicas. Para

algunos, la flexibilidad tiene como función legitimar un enfoque

particular de desestructuración y reestructuración (recomposición) de las

relaciones sociales en el contexto de una sociedad en permanente cambio

(Jatobá, 1983, Sennett, 2000).69 Para otros, significa un cambio

fundamental en la manera como la cultura se transmite, lo cual implica

una transformación tanto de los contextos culturales de interacción, como

de la forma de sus contenidos.70 En uno u otro sentido, como ya hemos

planteado, la flexibilidad parece oponerse a la rigidez de los límites, al

transformar éstos y los modos de acción de las normas, controles y

prácticas que regulan (los límites de) unas determinadas formas de

relación en diferentes contextos, y al privilegiar la autonomía o

autorregulación y la libertad de acción de los actores en un determinado

campo (institucional, cultural, social o económico),

69 Jatobá (1983) considera que el tema de la desregulación está íntimamente asociado a la flexibilidad, siendo la desregulación un principio determinante de la flexibilidad. Desde este

punto de vista, una mayor desregulación (en el sentido de menor intervención de quien domina o controla una determinada relación) propicia una mayor flexibilidad de acción de

quien aparece como dominado o controlado. Por esto, es posible plantear que la flexibilidad

afecta y transforma, fundamentalmente, las relaciones entre una categoría dominante y una

categoría dominada.

70 Esta concepción se inscribe dentro de lo que podría denominarse una sociología de la pedagogía. Desde esta perspectiva, la flexibilidad implica la transformación de estructuras

sociales y contextos culturales jerarquizados y verticales (o rígidos) en estructuras sociales y

contextos culturales personalizados horizontales y abiertos. Véase Bernstein (1977).

93

El que la flexibilidad se haya convertido en el fundamento de las

nuevas formas de división social del trabajo, de la organización de los

discursos y de las formas de conocimiento interdisciplinario e

interinstitucional, de los nuevos medios y estrategias de control y de

comunicación cotidiana, de las relaciones de género y, en general, de la

vida educativa de grupos e individuos, nos da cuenta de la influencia

sobre la magnitud de los cambios a los cuales subyace. Ahora bien,

conceptualizar la flexibilidad y la formación flexible en el marco de la

educación superior en Latinoamérica, significa abordar innumerables

problemas que, aunque no agotaremos en este estudio, deben ser, por lo

menos, objetos de debate general.

Situaciones como el surgimiento de la denominada sociedad de la

información que ha transformado la naturaleza de la educación, del

trabajo y de la organización de la producción; el fenómeno de la

globalización que ha incidido sobre las posibilidades de creación de

empleo “flexible”, y la revolución científico tecnológica que ha generado

una nueva cultura,71 han influido de manera notoria sobre la demanda y

la oferta de la educación superior y han obligado a las instituciones a

realizar esfuerzos de adecuación permanente con su entorno social y

económico y a mejorar su capacidad de innovación.

Así mismo, problemas como la desigualdad de oportunidades de

acceso a la educación superior, la concentración de la matrícula en ciertas

áreas, la alta estratificación del sistema y de sus ofertas para diferentes

grupos sociales, la poca pertinencia y adecuación de los programas de

formación, expresados en diseños curriculares rígidos, enciclopedistas y

carentes de opciones,72 han obligado a repensar la estructura del sistema

de educación superior y a introducir con mucha fuerza el tema de la

calidad y eficiencia de sus servicios, a renovar permanente las ofertas

formativas con una gama de modalidades pedagógicas flexibles y con la

diversificación de perfiles profesionales, compatibles con las nuevas

71 Véase Informe Bricall o Universidad 2000 (Informe de la Educación Superior en España). Es importante anotar que estos problemas tienden a ser comunes a todos los sistemas

educativos que han tenido que enfrentar la dinámica innovadora del mundo global.

72 Algunos de estos problemas están planteados en Gómez, V. M. (2000).

94

exigencias laborales de nuestro tiempo y con las nuevas demandas de

consumo educativo.

Como puede observarse, el tema de la flexibilidad en la educación

superior cruza aspectos cruciales relativos a la diversidad, la diferencia,

los límites, la identidad, la equidad, los cuales se conectan con los

problemas del conocimiento, de la organización y estructuras

institucionales, y con problemas más globales o macroscópicos como los

del Estado, la economía, la cultura y, fundamentalmente, el cambio

social.

Por esto, en este capítulo intentaremos analizar los referentes que, de

una u otra manera, han sido fundamentales en la modificación de los

límites en las múltiples dimensiones de la vida social, y prestaremos

especial atención a aquellos que han afectado las formas y contenidos de

la educación superior y su orientación hacia prácticas de formación

flexible, abiertas y diversas.

Referentes para el estudio de la flexibilidad

El estudio de la flexibilidad parte del reconocimiento que los

cambios contemporáneos en la vida socioeconómica y cultural han

afectado todas las formas de organización y de relación (trabajo,

educación, lenguaje, conocimiento, etc.) y que hoy otras formas de

sociedad habitan en la conciencia de grupos sociales e individuos y

tienen un impacto en el carácter (Sennett, ob.cit.). De allí la necesidad de

interrogar su significado, los espacios en los cuales interviene en las

relaciones, sus manifestaciones, el papel de los actores sociales, y las

particularidades que presenta en uno u otro ámbito o contexto.

Un primer intento en la interrogación del significado de la

flexibilidad tiene que ver con la descripción y análisis de sus referentes.

¿De qué tipo son estos referentes? ¿Cómo se pueden clasificar?

Es posible considerar, por lo menos, dos tipos de referentes en el

estudio de la flexibilidad en las instituciones de educación superior. Los

denominaremos referentes internos y referentes externos. Los primeros,

son propiamente institucionales y se asocian con los agentes, discursos y

prácticas organizativas e interactivas propias de la institución. Los

95

segundos – referentes externos–, se asocian a la producción de cambios

en las bases colectivas de la sociedad y en los principios de orden

social.73 Estos referentes han determinado, en cierta manera, la misión

general de la educación de cara al desarrollo de nuevas formas de

producción/reproducción económica y cultural, ahora mediadas por

nuevos principios como la competitividad, la calidad, la eficiencia y el

rendimiento, el estímulo del interés individual, y el mercado como

regulador de los nuevos modos de construcción de identidad y de

sociedad.

Referentes internos

Los referentes internos se asocian a los principios, políticas y

prácticas universitarias particulares constitutivos de su cultura interna

producto de la naturaleza, tradición, formas de organización, misión,

visión, gestión y autonomía, de cada institución en particular. Ellos se

subsumen en la presencia permanente de la identificación disciplinaria o

profesional. Sin estas formas de identificación es, en cierta manera,

difícil pensar la organización interna de la educación superior. De allí

que los referentes internos jueguen un papel crucial en el

posicionamiento de la institución frente a las determinaciones externas.

Cada institución recontextualiza, por ejemplo, las políticas y lógicas

macroeconómicas, sus soportes ideológicos (discursos, principios,

prospectivas), los valores que las inspiran, bajo la forma de políticas

institucionales tamizadas por sus rasgos propios. De esta manera, es

posible encontrar instituciones con su propia concepción de educación

(bien social, o servicio público) y formación, sus “parámetros y niveles

de calidad”, y sus mecanismos de financiación, administración y gestión.

Esto es lo que hace que, en cierta medida, cada institución tenga su

propia percepción de las “necesidades educativas de la sociedad” y que

73 Los referentes que aquí presentamos son menciones obligadas cada vez que planteamos el tema de la flexibilidad. Dicho de otra manera, no podemos discutir el asunto de la flexibilidad

sin hacer una referencia directa a los problemas económicos, políticos, culturales, sociales,

etc., definitivos para la reproducción de identidades y diferencias.

96

asuma o identifique dichas necesidades con dependencia o independencia

del mercado.74

Los referentes internos tienen una relación directa con la estructura

organizativa de una institución en la cual se crean y legitiman

distribuciones del conocimiento, de los agentes, de las unidades y, de esta

manera, subculturas distintivas, que celebran desde el trabajo integrado,

participativo y cooperativo hasta lo que Tony Becher (2001) denomina el

tribalismo académico.75 La organización institucional da origen a, por lo

menos, dos campos relativamente autónomos: el campo

académico/administrativo (estructura y organización de los agentes y

agencias comprometidos)76, y el campo curricular (organización del

conocimiento/prácticas que recibe su expresión en el currículo). Cada

campo da lugar a matrices socializantes y a formas de acción e

interacción social, y crean modalidades de práctica (administrativa,

académica, pedagógica).

La lógica de las relaciones entre el campo académico/administrativo

y el campo pedagógico (o de las prácticas pedagógicas) depende de los

límites establecidos entre ellos. Esto significa que la flexibilidad en una

74 La reflexión sobre la relación entre ciertos referentes externos dominantes y los referentes

internos es lo que permitiría analizar la necesidad o no de articular las demandas de formación o de investigación contra las denominadas necesidades globales de la sociedad,

especialmente las del sector productivo. ¿Debe responder la oferta de formación a dichas

necesidades? ¿Quién define las necesidades globales de la sociedad?

75 Becher (2001) intenta establecer una distinción entre los aspectos sociales de las

comunidades de conocimiento y las propiedades epistemológicas de las formas de conocimiento. Estas son relaciones complejas, no horizontales y llenas de tensiones,

conflictos y dilemas. Es posible pensar que el peso de las jerarquías epistemológicas tiene un

efecto importante sobre las posiciones y disposiciones de las identidades de las comunidades académicas y de sus miembros. Es por esto que afirma, citando a Burton Clark, que alrededor

de las disciplinas se formas las subculturas de los cuerpos docentes universitarios. Estas se

constituyen con fronteras, márgenes, dominios y territorios físicos y simbólicos que se reproducen a través de modos de socialización, rituales, géneros discursivos, sistemas de

inclusión y exclusión. Por esto, la disciplina –como principio regulativo epistémico- es,

apropiando a Foucault (1970), un verdadero orden del discurso.

76 El campo académico, por lo general, se estructura alrededor de la organización clásica del conocimiento en disciplinas y regiones, y en territorios de denominación arbitraria (facultades, escuelas, departamentos, centros, etc.). Esta organización legitima la comunidad

académica de una institución y sus formas de relación. A esto haremos referencia cuando

abordemos el tema de la flexibilidad académica.

97

institución (o flexibilidad institucional) puede describirse a partir del

juego de interdependencias, dependencias o autonomías entre sus

respectivos campos y prácticas.

El siguiente cuadro muestra los referentes posibles, susceptibles de

ser descritos en el análisis de la flexibilidad en una institución. En él se

describe la relación entre los campos en términos de la división del

trabajo y las relaciones sociales. El campo académico y el campo

curricular expresan la división del trabajo del conocimiento y, en

consecuencia, de los agentes y unidades académicas, en las cuales se

distribuye dicha división. Encontramos aquí relaciones horizontales y

verticales, aislamientos y articulaciones que expresan, en formas

administrativas, las dependencias y autonomías de los agentes, las

unidades y los discursos recontextualizados. En la mayoría de las

instituciones se mantienen límites muy fuertes dentro de y entre los dos

campos mencionados. En otras, estos límites se han debilitado. En

algunas los límites formales coexisten con expresiones informales de

organización dando lugar a agrupamientos nuevos. Encontramos así una

múltiple gramática organizativa que da lugar a la existencia de

instituciones premodernas, modernas y postmodernas.

98

CAMPO INSTITUCIONAL

DESCRIPCION DE REFERENTES INTERNOS (CATEGORIAS Y

PRÁCTICAS) PARA EL ESTUDIO DE LA FLEXIBILIDAD EN LA

EDUCACIÓN SUPERIOR

ORGANIZACIÓN ESTRUCTURAL (CATEGORÍAS)

–DIVISIÓN DEL TRABAJO– PRACTICAS

PEDAGÓGICAS

RELACIONES

SOCIALES

CAMPO

ACADEMICO/ADMINISTR

ATIVO ESTRUCTURA Y

ORGANIZACIÓN

CAMPO CURRICULAR ORGANIZACIÓN CURRICULAR

(Programas de formación)

CAMPO PEDAGÓGICO PRACTICAS

PEDAGÓGICAS

(Relaciones sociales) 1. Organización de las

unidades académicas según tipología del conocimiento:

facultades; escuelas,

departamentos, otros.

2. Relación entre unidades

académicas: aislamiento.

articulación,

interdepedencia.

3. Organización/pertenencia/r

elación entre los agentes académicos (los

profesores) (comunidades

académicas)

4. Organización y

jerarquización de la

división del trabajo

académico (docencia,

investigación, proyección

social).

5. Relaciones verticales y horizontales entre lo

académico y lo

administrativo.

6. Instancias

académico/administrativas

(jefaturas, direcciones,

decanatos)

7. Órganos de gobierno

(consejos, comités,..)

1. División del trabajo del conocimiento

expresado en el currículo

2. Selección de contenidos (principios

selectivos)

3. Organización: Principios

organizativos del currículo:

- Aislamiento (asignaturas)

- Integración (problemas, proyectos

temas, etc.)

4. Distribución: - Periodización: ciclos, etapas,

créditos

5. Organización de los espacios

6. Organización del tiempo: jornadas,

tiempo presencial, tiempo

independiente

7. Organización de los estudiantes.

8. Instancias curriculares (director del programa; comité de programa;

comité de currículo)

1. Formas de interacción

pedagógica: estilos, estrategias, procesos.

2. Contextos de enseñanza-

aprendizaje

3. Principios y propósitos

formativos

4. Formas de interacción y

comunicación entre

profesores y entre profesores y estudiantes;

normatividad

5. Criterios de evaluación de

las nuevas prácticas

pedagógicas.

6. Ideología pedagógica de los

profesores:

representaciones, intereses,

lógicas, percepciones,

prácticas, sentimientos, competencia.

99

El campo pedagógico se refiere a las prácticas pedagógicas. Es el

campo en el cual se produce la interacción social. Implica el análisis de la

matriz socializante (maestro-alumno) y de cualquiera de los elementos en

los cuales se haga énfasis.

Para efectos metodológicos del estudio de la flexibilidad en una

institución de educación superior, es posible describir y analizar cada

unidad independientemente, o considerar las relaciones y tensiones entre

las unidades clasificadas, dentro de un campo, entre los campos, o entre

un campo y las prácticas. La clasificación no es rígida y puede variar

según la perspectiva o el enfoque desde la cual se propone o realiza el

estudio de la flexibilidad. Es importante tener en cuenta que los

elementos en su conjunto pueden dar cuenta de la flexibilidad

institucional y del proyecto, cultura e identidad que la flexibilidad

suscribe, y pueden ser analizados, articulados a, o independientemente

de, los referentes externos.

Referentes externos

Arrastrada por lo cambios en las bases colectivas de la sociedad y por

los cambios en la naturaleza del conocimiento, la educación superior se

ha visto obligada a redefinir sus límites, principios, fundamentos,

discursos, prácticas e instituciones. En el caso de la universidad, ésta ha

debido replantear sus fundamentos y sus responsabilidades sociales.

Derrida (citado por Barnett, 2001) sugiere que el nuevo fundamento de la

universidad debe negociar un compromiso con la ley tradicional y no

sólo hacerse flexible sino afrontar de manera crítica las avalanchas

globales de flexibilidad que disuelven las fronteras y rearticulan los

límites bajo la forma de redes, nodos, bloques, en una masiva

redefinición del paisaje sociocultural y económico.

A la educación superior y a sus instituciones, como la universidad, se

les impone ahora la necesidad de convertirse en un continente de nuevas

relaciones que trasciendan los límites de su interacción interna y

reconceptualicen su dimensión del tiempo y del espacio. En la dimensión

100

temporal, se exhorta a reconceptualizar sus narrativas retrospectivas y

rearticularlas a los prospectos del mercado y el cambio social. En la

dimensión espacial se promueve la reorganización de su territorio

institucional y la generación de nuevas correspondencias académicas con

el paisaje de problemas y necesidades de la sociedad. Parece que sólo de

esta manera la educación superior podrá sobrevivir en un mundo donde

las relaciones e interacciones económicas, culturales educativas y

formativas son cada vez más intensas, cruzan todos los límites posibles y

refuerzan las jerarquías y los poderes hegemónicos. En este sentido, el

discurso de la educación está llamado a fortalecer el lugar que ocupa la

universidad en la sociedad contemporánea, no para adaptarse a ella, no

para disolverse en ella, sino para producir nuevos horizontes colectivos,

nuevas voces, una nueva fisonomía de sociedad con nuevas formas de

integración.

Son diversos, entonces, los referentes externos que directa o

indirectamente han conducido a la producción de argumentos a favor y

en contra de la flexibilidad. A continuación haremos una breve

descripción de estos referentes:

Referentes económicos

Lo económico es un referente central en el análisis de la flexibilidad,

dada su fuerte influencia sobre la dinámica de diferentes campos de la

vida social, especialmente sobre el campo de la educación.77 Quienes ven

en las transformaciones económicas una fuente de la flexibilidad –o

flexibilización– consideran que ésta surge en el escenario

77 Un tema clásico de la sociología de la educación es el que concierne a las relaciones

sistémicas entre educación y producción, campo económico o trabajo. Estas relaciones se

refieren al papel que cumple la educación en el desarrollo económico a través de la reproducción de la denominada fuerza laboral. Estas relaciones han sido tema de agencias

internacionales, de múltiples eventos, de políticas, y de programas globales y regionales. En

general, la mayoría de los informes o declaraciones han puesto de presente la necesidad de que los sistemas educativos deban responder a las demandas que plantea, en uno u otro

momento, el mundo del trabajo. Hasta cierto punto, es posible decir que históricamente ha

habido una creciente dependencia de la educación con respecto a los diferentes fenómenos económicos. Véase, Bernstein (1977) “Aspects of the relations between education and

production” en, Class, Codes and Control, Vol 3. Towards a Sociology of Educational

Transmissions. London: RKP.

101

macroeconómico que pone sobre la discusión problemas fundamentales

derivados de la desregulación de la economía.

Desde este punto de vista, la flexibilidad parece estar ligada a las

formas más avanzadas de división del trabajo y puede considerarse el

producto de los cambios producidos en el paradigma productivo

generados por la crisis del modelo económico de finales de la década de

los años sesenta y por el proceso de liberalización de la economía

mundial fundamentado en el discurso de la desregulación y en la

implementación de las políticas de flexibilización (Milano, 1997;

Atanasof, 1998) ligadas a la apertura creciente de los mercados

nacionales a la economía internacional y a una menor intervención del

Estado en la economía. Para Milano (1997), la flexibilidad ha logrado

crear una nueva institucionalidad y legitimar un nuevo discurso sobre la

libertad de las relaciones y los contratos, generando un reacomodo de la

división del trabajo y de las relaciones en todo el campo laboral.

Si a principios del Siglo XX se presentó una revolución en el

funcionamiento de los sistemas de producción que condujo a la

reformulación del modelo taylorista (Torres, 1998) y a su

enriquecimiento con los aportes fordistas de la racionalización en la

organización del trabajo en sus aspectos fundamentales, a partir de la

década de los años setenta estos modelos comienzan a dar muestras de

agotamiento al no acomodarse con facilidad a los nuevos mercados. Para

Torres, esto condujo a un acelerado proceso de intercomunicación e

interdependencia –o globalización– de las economías de los países que

transformaron las reglas de competitividad, y obligó a revisar, modificar

y a hacer más flexibles los procesos económicos.

Tenemos entonces que, en términos económicos, el discurso de la

flexibilidad se asocia a la progresiva globalización de la economía, al

convertirse en una dimensión esencial de los modelos de producción y

comercialización (Torres, 1998). Desde la misma perspectiva, Garrick

(2000) manifiesta que

en la medida en que el capital se hace más globalizado y las economías

nacionales crecientemente integradas sobre bases globales, la

flexibilidad se convierte tanto en un fin clave como en un medio para el

mantenimiento de la creciente competitividad económica. Se espera que

las organizaciones respondan flexible y rápidamente a los cambios del

102

mercado y hagan énfasis en la necesidad de la flexibilidad no solamente

dentro de los lugares de trabajo sino también entre ellos. (p. 2)

Dentro de este escenario, la flexibilidad se interrelaciona y se

proyecta sobre los discursos y prácticas de otros campos, especialmente

sobre el campo de la educación, estimulando, de esta manera, la creación

de nuevas formas de realización de las relaciones sistémicas (educación-

producción) al afectar las estructuras, discursos y prácticas educativas.78

Las relaciones sistémicas, han generado, a su vez, un efecto importante

sobre los procesos educativos al determinar nuevas demandas de

conocimientos y competencias a la fuerza laboral en sus diferentes

niveles de formación.79

En este sentido, los expertos coinciden en que las tendencias

económicas de las últimas décadas del siglo XX afectaron de manera

directa la vida de la educación superior y transformaron el paradigma de

su funcionamiento. Así, Gibbons (1998), por ejemplo, considera que si

bien las universidades aún mantienen su papel como „conciencia de la

sociedad‟ su función crítica ha sido desplazada en favor de un papel más

pragmático en términos de la provisión de fuerza de trabajo calificada y

de la producción de conocimiento, y agrega que “esta visión de la

relevancia de la universidad, en relación con su contribución al desarrollo

económico constituye el cambio de perspectiva y de valores más

importante desde la perspectiva presentada en el siglo XIX por

personajes como Humboldt y Newman” (pp. 1-2). De la misma manera,

Barnett (op. cit. p. 31) considera que “al desmoronarse las fronteras entre

78 A manera de hipótesis podemos plantear que los procesos de transformación económica

van acompañados o implican una modificación de las competencias educativas aunque, de hecho, las competencias educativas no necesariamente se coloquen al servicio de las

transformaciones económicas o del mercado de trabajo. Este segundo aspecto es el que nos

permite considerar la relativa autonomía de la educación con respecto al campo económico y

a otros campos, y el que haya permitido plantear que las relaciones entre educación y trabajo son relaciones de asociación, esto es, entre socios iguales y no de subordinación.

79 Una de las razones más potentes para transitar desde relaciones laborales "rígidas" a

"flexibles" es la flexibilización del conjunto de las fuerzas productivas sobre la base de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, formas de gestión y condiciones de

mercado. Estos procesos han influido poderosamente sobre las formas de educación, ahora

mucho más heterogéneas que antes. Hoy en día se pueden encontrar en el mercado muchas formas de empleo no tradicionales que implican una diversidad de competencias (actuaciones

genéricas) cognoscitivas, comunicativas y sociales, necesarias para asegurar la eficiencia

ocupacional.

103

la universidad y el resto del mundo, también han cambiado sus desafíos

morales…para la universidad moderna la idea de comunidad académica

se desvanece tanto empírica como moralmente”.

Torres (ob.cit.) considera la existencia de una cierta interdependencia

entre la flexibilidad en los modelos organizativos de la esfera económica

y la flexibilidad que se requiere en el campo de la educación. Esta

interdependencia parece ser una expresión de las políticas públicas de los

Estados que propugnan por la no intervención estatal y por las leyes del

libre mercado. Este último se ha constituido, desde finales del siglo XX

en el eje estructurante de distintos sectores sociales. En la educación, dice

Clark (1983) la investigación y la enseñanza han pasado a formar parte de

un proyecto de corte empresarial. Esto ha hecho que la formación

académica haya comenzado a diseñarse con base en criterios de

competencias polivalentes requeridas para posiciones laborales

polivalentes y flexibles (Pedroza, 1994).

Estas y otras posiciones (Kraak, 1998; Whitty, et al., 1999; Gibbons,

1998) hacen énfasis en los aspectos económicos, al definir la flexibilidad

del mercado y del aparato productivo como un principio fundante o

esencial en la organización y desarrollo de los agentes, discursos,

prácticas y contextos de la educación superior. Desde una perspectiva

más amplia y abierta, la conceptualización de la flexibilidad debe

contemplar otros factores que pueden ser pertinentes para evaluar sus

alcances e impacto en la educación superior.

En síntesis, el surgimiento de las denominadas “economías flexibles”

ha implicado el crecimiento inusitado de la innovación industrial,

expresado en formas de producción flexible, sobre demandas, basadas en

el uso de tecnologías de la información, en estructuras organizativas y de

gestión planas u horizontales, y en un mayor énfasis en el trabajo en

equipo. El modelo de “firma flexible”, por ejemplo, se ha convertido en

un medio de promoción de la flexibilidad empresarial.80 Este modelo

80 El argumento básico de este modelo es que una empresa flexible se organizaba alrededor de un núcleo y de una fuerza de trabajo periférica. El núcleo estaba conformado por un grupo

de empleados de tiempo completo que eran funcionalmente flexibles –de habilidades múltiples–, mientras que la “periferia” era numéricamente flexible y estaba compuesta de

trabajadores temporales o con contratos de corto tiempo, quienes estaban sometidos a los

caprichos de las fuerzas del mercado. Véase, Arrowsmith, Gilman and Sisson (1997).

104

parece ser una expresión del modelo productivo japonés denominado

también “toyotista”, el cual ha asumido diferentes realizaciones

nacionales.81

En adición a la dinámica des-estructurante de la globalización

forzada, es posible observar –en algunos países latinoamericanos– nuevas

realidades sociales, demográficas y políticas que han sido el motor de

conflictos. En estos, las restricciones de las economías nacionales, el

incremento de las regulaciones fiscales por parte de los Estados, la

situación de crisis social y moral que viven algunos de ellos se ha

agudizado con el avance de la globalización que ha erosionado “la

eficiencia de la gestión económica de los Estados nacionales”.82

Podríamos decir que la flexibilidad económica ha generado una forma de

circulación unilateral de los mercados entre los países productores y los

consumidores. Este modelo de mercado o de apertura económica,

81 Albarello (2003), describe con cierta precisión el significado del Toyotismo: “En el toyotismo el trabajador ya no está aislado en su puesto de trabajo sino que forma parte de un

grupo cuyos miembros trabajan en perfecta coordinación, entre sí y con los demás equipos, pues la labor de cada uno depende de la de los demás. Si el trabajo no está hecho a tiempo y

correctamente, se perjudica el trabajo de los compañeros y el del equipo que continúa en el

proceso de fabricación. Si falta un obrero, sus compañeros de grupo flexible se dividen las

tareas del ausente para cumplir con la meta de producción y no perjudicar a los otros equipos. El trabajador de antes era responsable ante su supervisor, ahora lo es ante el grupo. Ahora

debe estar en condiciones de hacer las diferentes tareas que corresponden a su celda. Debe

también ser capaz de asimilar innovaciones tecnológicas e integrar „Círculos de Calidad‟ en los que se realizan reuniones periódicas para recoger opiniones sobre cómo hacer ahorros y

mejorar el trabajo”.

También, se flexibilizan los horarios, se intensifica el ritmo de trabajo y aumenta la

productividad. Se reduce el stock de piezas y de partes en espera a ser ensambladas, ya que ahora se fabrica "justo a tiempo", es decir la empresa compra lo justo y produce lo que se le

demanda. Se eliminan las interrupciones y se controla la calidad, evitando desperdicios”. Esta

experiencia es analizada y comparada con el currículo flexible por Torres (1998); véase capítulo 1.

82 En este sentido, Samir Amín (1998, p. 17-18) considera que la lógica de intereses del capital dominante exige prioridad a la gestión económica globalizada, a expensas de la

función del Estado nacional. En esta lucha desigual, agrega el autor, los centros dominan los

cinco monopolios de la economía que constituyen un desafío a la totalidad de la teoría social. Estos son:

a) Monopolio tecnológico

b) Control de los mercados financieros mundiales c) Acceso monopolista a los recursos naturales del planeta

d) Monopolio de los medios de comunicación

e) Monopolio de las armas de destrucción masiva.

105

llamado también de internacionalización de la economía, ha puesto en el

escenario de los mercados flexibles a competir economías desarrolladas

con economías de muy baja productividad y competitividad tecnológica e

industrial.83

Referentes científicos: cambios en la concepción del conocimiento

―La globalización de la economía y las presiones de la competencia internacional están disolviendo los límites

entre las naciones, instituciones y disciplinas, creando

un sistema de producción del conocimiento distribuido que se ha vuelto crecientemente global‖. (Gibbons,

1998, p. 30).

En la sociedad contemporánea el conocimiento se ha constituido en

el insumo principal del paradigma productivo, social, político y cultural,

y la educación en el escenario básico de su reproducción. La información

se ha convertido también en la materia prima de la nueva economía. La

revolución del conocimiento, producida en las últimas décadas del siglo

XX y en los comienzos del siglo XXI, se expresa no sólo en su

caracterización como mercado, sino también en la forma como los

discursos especializados han sufrido cambios en su naturaleza y

relaciones, que han afectado los campos de desempeño profesional, los

principios formativos e inclusive, la naturaleza misma de instituciones

educativas como la universidad.

Lo que se ha dado en denominar la refiguración del conocimiento ha

conducido al tránsito de los conceptos y métodos de una disciplina a otra,

produciéndose nuevas formas de relación entre las disciplinas y

ampliándose la base epistémica y social de sus derivadas, las profesiones.

La refiguración del conocimiento es una consecuencia de la

transformación –flexibilización– de las formas de su producción, hoy

socializadas y asociadas a diferentes campos de investigación que han

83 Podríamos decir que con la flexibilidad económica intrínseca a la globalización, el poder de las economías dominantes no descansa en sus fronteras fijas o en sus territorios cerrados

sino en acuerdos, pactos y normas descentradas y desterritorializadas que progresivamente van convirtiendo a las fronteras nacionales en fronteras globales abiertas. De esta manera, las

economías dominantes producen identidades híbridas, jerarquías flexibles e intercambios

plurales que controlan y regulan de conformidad con sus intereses.

106

revaluado el confinamiento tradicional de esta práctica al espacio cerrado

de los departamentos académicos o disciplinarios de las universidades.

Diferentes autores –Gibbons, Mattei Dogan, Wallerstein– consideran que

en el ámbito de las ciencias, la tecnología y las diferentes profesiones, se

han producido múltiples vínculos entre diversas organizaciones e

instituciones que implican un redimensionamiento de los procesos

productivos del conocimiento. Hoy, el desarrollo del conocimiento es,

entonces, flexible, heterogéneo, orientado hacia la solución de

problemas, realizado en múltiples contextos, por múltiples agentes y

agencias, y relevantes para los diversos mercados culturales.

El desarrollo del conocimiento, su orientación cada vez más práctica,

más performativa84 es correlativa de la transformación de sus rígidos

principios organizativos, que tradicionalmente descansaban en la

estabilidad y especificidad de la singularidad de las disciplinas

territorializadas. Esto ha provocado, igualmente, un reenfoque de las

relaciones sociales de su producción entre instituciones, investigaciones e

investigadores de diferentes campos. Así mismo, ha implicado el

surgimiento de nuevos criterios –como la performatividad– para la

selección de los discursos y prácticas que configuran el “conocimiento

oficial” que media en la formación de los nuevos profesionales”.

Los cambios en los marcos del conocimiento han dado, entonces,

origen a nuevas epistemologías, a nuevas prácticas de su producción y,

como dijimos atrás, a nuevas valoraciones en función de su utilidad para

resolver problemas. Esto ha hecho que el conocimiento haya adquirido

un carácter operacional y centrado en la acción, donde las fronteras entre

lo puro y lo aplicado se disuelven (Barnett, 2001).

Esta desterritorialización del conocimiento tiene una incidencia

crucial para la redefinición de la universidad y de sus discursos y

prácticas. ¿Cómo en una sociedad performativa se reconceptualiza el ser

y el quehacer del conocimiento y el ser y el quehacer de la universidad?

Si la flexibilidad se expresa en diferentes metáforas, siendo la más

importante, el debilitamiento de los límites y la disolución de las

84 Una particularidad del desarrollo del conocimiento hoy es su articulación a la eficiencia. Su legitimación deviene básicamente de su eficiencia, utilidad y performatividad. Lyotard

(1987) resume este principio de performatividad con la fórmula “conocimiento es poder".

107

hegemonías ¿qué papel debe jugar en la reinterpretación y

reconceptualización del conocimiento territorializado, por demás,

autónomo y soberano en la universidad? ¿Cómo afecta a una universidad

centrada en el quehacer de las disciplinas?

Si la flexibilidad ha sido intrínseca a la lógica socioeconómica de

nuestros tiempos y ha contribuido en el despliegue de la diversidad

profesional y ocupacional –necesaria para afirmar las diversas formas de

trabajo y de producción en el capitalismo flexible– también ha sido

intrínseca a los desarrollos de la ciencia moderna, la cual no ha estado

exenta del debilitamiento de las fronteras de sus campos y de la

exclusividad, especialización, fragmentación y diferenciación de sus

discursos, como tampoco del debilitamiento de las formas canónicas de

producción del conocimiento.

La flexibilidad puede asociarse a lo que Lyotard (1987) ha

denominado la „crisis‟ del saber científico que ha conducido a un cambio

en la naturaleza del saber y que “procede de la erosión interna del

principio de legitimidad del saber. Esta erosión es efectiva en el juego

especulativo, y es la que, al relajar la trama enciclopédica en la que cada

ciencia debía encontrar su lugar, las deja emanciparse”. (p. 75)

En este sentido,

las delimitaciones clásicas de los diversos campos científicos quedan

sometidas a un trabajo de replanteamiento causal: disciplinas que

desaparecen, se producen usurpaciones en las fronteras de las ciencias,

de donde nacen nuevos territorios. La jerarquía especulativa de los

conocimientos deja lugar a una red inmanente y por así decir ‗plana‘ de

investigaciones cuyas fronteras respectivas no dejan de desplazarse.

(Lyotard, 1987, p. 75).

De esta manera, se afectan los procesos de producción del

conocimiento, confinados tradicionalmente a las normas convencionales

y rígidas del „método científico‟ y limitados por los intereses, el contexto

y los códigos restrictivos de práctica, propios de una comunidad

disciplinaria específica, y se genera un nuevo modo de producción del

conocimiento, que presupone amplios contextos, intereses plurales,

mezcla de códigos y desestructuración de los límites disciplinarios o, en

otros términos, nuevos principios regulativos.

108

Lo que caracteriza al nuevo modo de producción de conocimiento es

la flexibilidad. En este sentido, Gibbons (1998, p.1) plantea que el nuevo

modo de producción de conocimiento, por contraste con el modo

históricamente hegemónico al cual denomina Modo 1, –o modo

académico– implica nuevas prácticas sociales y cognitivas que, en

oposición al „método científico‟ se organizan alrededor de diversos

contextos de aplicación.

Mientras el Modo 1 implica “las normas sociales y cognitivas que

deben seguirse en la producción, legitimación y difusión del

conocimiento y es idéntico a lo que se denomina ciencia” (Ibídem, p. 2),

el nuevo modo de producción de conocimiento, denominado Modo 2, no

actúa de acuerdo con las normas del método científico. Podríamos decir

que el Modo 2 se caracteriza por su flexibilidad, por su énfasis en formas

alternativas de producción de conocimiento, modos de análisis,

desplazamientos transdisciplinarios que transcienden el lenguaje, la

racionalidad metodológica y los controles de las disciplinas. Es en este

sentido que Gibbons plantea que el Modo 2 de producción del

conocimiento, se realiza en contextos de aplicación, es transdisciplinario,

heterogéneo, no jerárquico, no permanente, e involucra a diferentes

actores que colaboran socializadamente en la solución de un problema

definido en un contexto específico.

La flexibilidad, propia del Modo 2 de producción del conocimiento

parece marcar la finalización del predominio de la especialización

disciplinaria que subordina la producción de conocimiento al modelo

particular o singular de una estructura disciplinaria existente. Gibbons

(1998) sintetiza las diferencias de estos dos modos de conocimiento en la

siguiente forma:

En el Modo 1 los problemas se plantean y se resuelven en un contexto

gobernado por los intereses (ampliamente académicos) de una

comunidad específica. En contraste el Modo 2 se produce en un

contexto de aplicación;

El Modo 1 es disciplinario mientras que el Modo 2 es

transdisciplinario, esto es, más allá de los límites y márgenes

disciplinarios;

109

El Modo 1 se caracteriza por la relativa homogeneidad de habilidades,

el Modo 2 por la heterogeneidad de competencias;

En términos organizativos, el Modo 1 es jerárquico y, al menos en la

vida académica, ha tendido a preservar esta forma, mientras que en el

Modo 2 la preferencia es por deconstruir las jerarquías mediante el

uso de estructuras organizativas que son contingentes y menos

estables;

En comparación con el Modo 1, el Modo 2 es más evaluable

(susceptible de escrutinio público) socialmente y reflexivo.

En comparación con el Modo 1, el Modo 2 implica un sistema

expandido de control de calidad. La participación de pares es

importante, pero en el Modo 2 se incluye una serie de pares más

amplia, más temporal y heterogénea que colabora en un problema

específico en un contexto específico.

La concepción de Gibbons puede entenderse como una visión

sistémica que privilegia un sistema de conocimientos abiertos y flexibles,

en oposición a las tradicionales estructuras diferenciadas, estratificadas y

jerarquizadas del conocimiento disciplinario. Las nuevas estructuras de

conocimiento se reconocen como centradas en la transversalidad, en la

articulación entre lo teórico y lo aplicado, en organizaciones de

conocimiento híbridas, en la solución de problemas; en síntesis, en el

debilitamiento de los límites entre las diferentes formas de conocimiento,

que han afectado profundamente la estructura, los límites y las funciones

de las instituciones de educación superior.

La emergencia del „Modo 2‟ (ver tabla siguiente) se caracteriza por

mayor inter y transdisciplinariedad y mayor énfasis en la aplicabilidad

del conocimiento, todo lo cual implica el debilitamiento de tradicionales

identidades y delimitaciones (o aislamientos) disciplinarios, y creciente

apertura, integración e hibridación entre „territorios‟ (disciplinas)

tradicionalmente habitados por „tribus‟ homogéneas y auto-referidas

(identidad disciplinaria).

110

Atributos de los Modos de Conocimiento

Atributos Modo 1 Modo 2

Planteamiento y

solución de

problemas

Responde a los intereses de la

comunidad científica

Se define en relación a

normas cognitivas y sociales

de la investigación básica.

Ausencia de un objetivo práctico

Se centra predominantemente en la aplicación de conocimiento

Es el resultado de un proceso donde operan los factores de la oferta y la demanda.

La ciencia va más allá del mercado. El

conocimiento es socialmente distribuido.

Estructura del Conocimiento

Disciplinar

(mono o multidisciplinar)

Transdisciplinar: la solución está más allá de

cualquier disciplina particular

Desarrolla una estructura peculiar en

evolución.

La solución alcanzada es, sin duda, una

contribución al conocimiento, pero no es

disciplinar.

Comunicación de los resultados en proceso

a los participantes.

Dinámica. Capacidad de solución de los

problemas en movimiento.

Habilidades y experiencias

Homogénea.

Heterogénea

Aumento de lugares en los que se puede

crear conocimiento.

Vinculación de múltiples formas.

Campos de estudios cada vez más

específicos: se constituyen subcampos que,

luego, se recombinan y reconfiguran.

Organización

Jerárquica y preserva su

forma

Modalidades jerárquicas, homogéneas y estables de

organización.

Heterárquico y transitorio

Equipos y redes temporales de trabajo

Existencia de una gran variedad de organizaciones e instituciones.

Control de Calidad

Juicio de revisión por sus pares

Socialmente responsable y reflexivo.

Sensibilidad hacia el impacto de la investigación

La solución no es solo científica o técnica.

111

Fuente: Gibbons, Michael y otros (1997).

Como puede observarse, los nuevos enfoques sobre la producción del

conocimiento (Modo 2, o modo regionalizado) han afectado las

relaciones entre las disciplinas al debilitar sus límites y generar, de esta

manera, nuevas identidades. La flexibilidad que aquí se insinúa sobre el

macronivel de las estructuras disciplinarias del conocimiento puede tener

efectos importantes sobre el micro nivel de las estructuras curriculares

propias de una institución particular.

La flexibilidad puede afectar profundamente las fronteras

reconocidas de las disciplinas académicas, las cuales, en la visión de

Dogan (s.f.), están cada vez más en entredicho, porque las disciplinas

tradicionales ya no corresponden a la complejidad, las ramificaciones, la

gran diversidad del esfuerzo que hoy día despliegan los científicos. Es en

este sentido que Dogan considera que tanto en la investigación científica

como en la enseñanza, el aumento de las especialidades fisura las

disciplinas académicas, cuyos perfiles están convirtiéndose en artificiales

y arbitrarios. Según Dogan, entre las disciplinas hay espacios vacíos o

terrenos inexplorados en los que puede penetrar la interacción entre

especialidades y campos de investigación, por hibridación de ramas

científicas. Las redes de influencias interdisciplinarias son tales que están

arrasando las antiguas clasificaciones de las ciencias sociales. Para este

autor:

La pauta que hoy se manifiesta consiste en el paso de las antiguas

disciplinas oficialmente reconocidas a nuevas ciencias sociales híbridas.

La palabra ‗interdisciplinariedad‘ no expresa bien el fenómeno porque

tiene un deje de diletantismo y habría, pues, que evitarla y sustituirla por

‗multiespecialidad‘ o ‗hibridación del conocimiento científico.

En síntesis, el cambio paradigmático en los modos de producción y

en las formas de relación entre los diferentes campos de conocimiento

(disciplinario) es uno de los factores cruciales que están incidiendo en el

surgimiento y desarrollo de la flexibilidad en las formas de organización

académica y curricular, y en las estructuras de poder dentro de las

instituciones de educación superior. Según Gibbons, se puede decir que el

número de sitios alternos a la universidad en los cuales el conocimiento

puede ser creado (centros de investigación, instituciones no

universitarias, agencias del Estado, laboratorios industriales, think tanks,

112

etc.); la diversidad de formas de comunicación y circulación del

conocimiento, y la creciente recombinación y reconfiguración de sus

campos y subcampos, cada vez más especializados, que hacen que la

producción del conocimiento se aleje cada vez más de la actividad

disciplinar tradicional –sin menospreciarla, por supuesto– hacia nuevos

contextos sociales, han puesto en entredicho los modelos de organización

tradicional en las Instituciones de Educación Superior e impuesto en ellas

la necesidad de generar profundas transformaciones en sus estructuras,

estrategias y prácticas.

Esta situación tiene importantes implicaciones para la universidad la

cual ha tenido que redefinir sus criterios de organización académica y de

asignación y definición del trabajo del personal tradicionalmente

dedicado a la docencia. Ahora bien, si las tendencias que señala Gibbons

se han convertido inevitablemente en fuentes para la reconceptualización

del quehacer académico de la universidad, y para la recomposición de sus

unidades académicas básicas, las cuales intentan hacer de los grandes

temas o problemas complejos y transversales a varias disciplinas, es

importante que la producción y descubrimiento de saber no se

circunscriban únicamente a la aplicación y la utilización de éste al

servicio del mercado, ni dependan exclusivamente de las fuerzas de la

oferta y la demanda de saber comercializable motivada por la

intensificación de la competencia internacional en el comercio y en la

industria (Kazancigil, sf.).

En síntesis, el desplazamiento radical del modo de producción de

saber científico, del Modo 1 tradicional a un Modo 2 moderno, no

sustituye a aquél, sino que lo complementa y puede ser fuente

predominante de investigación de problemas relevantes y pertinentes

como los problemas urbanos, rurales, culturales, de género, ambientales,

educativos, de la comunicación social; de ciencia y tecnología, entre

otros, que aquejan a las sociedades latinoamericanas y que deben, a su

vez, incidir en el replanteamiento de los principios reorganizativos de la

comunidad académica y minimizar la tradicional reducción organizativa

de la investigación a las formas disciplinarias dominantes. En este

sentido, Salmi (ob.cit., pp. 58-59) plantea que un aspecto clave será

La capacidad de las universidades para organizar disciplinas

tradicionales de manera diferente, teniendo en cuenta el surgimiento de

nuevos campos científicos y tecnológicos. Entre los más significativos, es

113

importante mencionar la biología molecular y la biotecnología, ciencias

materiales avanzadas, microelectrónica, sistemas de información,

robótica, sistemas inteligentes y neurociencias, y ciencias y tecnología

ambiental. La capacitación y la investigación en estos campos requieren

la integración de varias disciplinas que no necesariamente han estado en

contacto previamente, resultando en la multiplicación de programas inter

y multidisciplinarios, destruyendo las barreras institucionales

tradicionales. Por ejemplo, el estudio de artefactos y sensores

moleculares, dentro del amplio marco de la biología molecular y la

biotecnología, une a especialistas en las áreas de electrónica, ciencias

materiales, química y biología para lograr mayor sinergia. La tecnología

de imágenes y las ciencias médicas están ahora muy articuladas. Las

universidades en todas partes del mundo están volviendo a diseñar sus

programas para adaptarse a estos cambios…. Los nuevos patrones de

creación de conocimientos no implican solamente una reconfiguración de

departamentos hacia un mapa institucional diferente sino, más

importante, la reorganización de la investigación y capacitación a través

de la búsqueda de soluciones a problemas complejos, más que las

prácticas analíticas de las disciplinas académicas tradicionales. Esta

evolución lleva al surgimiento de lo que los expertos llaman

‗transdisciplinariedad‘, con distintas estructuras teóricas y métodos de

investigación‖. (Salmi, Op.cit. pp. 58-59)

Referentes tecnológicos

Es evidente que los vertiginosos cambios de las nuevas tecnologías

de la información y la comunicación –TIC– han modificado –y seguirán

modificando– sustancialmente, no sólo la naturaleza del saber (Lyotard,

1987) sino, también, las formas de su selección, organización,

transmisión y aprendizaje (UNESCO, 1998), en la medida en que han

eliminado las barreras espaciales y temporales, creado nuevas

oportunidades y competencias para aprender en forma autónoma y

flexible. En este sentido, el giro tecnológico ha implicado igualmente un

giro conceptual en relación con la flexibilidad en la forma y contenido de

la educación.

La aplicación de nuevas tecnologías en la formación y desarrollo de

competencias en el campo educativo se ha traducido en una expansión y

transformación enorme de las posibilidades comunicativas de aprendizaje

a través del uso flexible de estos medios. Las nuevas tecnologías exigen

el diseño e incorporación de modalidades de aprendizaje ampliamente

flexibles e interactivas y de nuevos contextos pedagógicos igualmente

114

flexibles. Estas modalidades van desde los servicios de educación a

distancia, permanente o continuada y, en general, de corto plazo hasta la

creación de instituciones y el establecimiento de sistemas virtuales

(UNESCO, ob.cit., p. 28) que implican.

la representación de procesos y objetos asociados a actividades de

enseñanza y aprendizaje, de investigación y de gestión, así como objetos

cuya manipulación permite al usuario realizar diversas operaciones a

través de Internet, tales como aprender mediante la interacción con

cursos electrónicos, inscribirse en un curso, consultar documentos en una

biblioteca electrónica, comunicarse con estudiantes y profesores, y otros.

(Quéau, 1993, citado por Silvio, 1999, p. 1)

Una consecuencia que se suele atribuir al uso de estas nuevas

tecnologías es “el énfasis decreciente que se le otorga en los programas

de educación terciaria, a la adquisición de información de hechos y datos

per se y en la importancia creciente que se le otorga a lo que se podría

denominar conocimiento metodológico y habilidades, v. gr., la habilidad

de aprender de una manera autónoma” (Salmi, sf.)

La flexibilidad generada por las nuevas tecnologías ha permitido que

“las universidades y otras instituciones de educación superior respondan

de manera más amplia al reto de servir a una población cada vez mayor

de estudiantes, más diversificada social y culturalmente, en un nuevo

ambiente social, más dinámico y turbulento” (Silvio, 1999, p. 5). Este

autor considera que las nuevas tecnologías –especialmente las virtuales–

“pueden ser un factor transformador de sus estructuras y funciones, un

instrumento para mejorar su cobertura, calidad, pertinencia y equidad de

acceso y una manera de construir una nueva identidad en la nueva

«sociedad del conocimiento»” (Silvio, 1999, p.1).85

Las nuevas tecnologías han permitido recontextualizar los discursos,

lugares y prácticas de la formación y el aprendizaje. En esta forma, la

flexibilidad, apertura, autonomía y accesibilidad que aquellas potencian

han posibilitado el desarrollo de un nuevo significado en la educación y,

85 Este mismo prospecto está presente en la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI. Con referencia al potencial y a los desafíos de la tecnología, la

Declaración manifiesta en su Artículo 11 que “los establecimientos de educación superior han de dar el ejemplo en materia de aprovechamiento de las ventajas y el potencial de las

nuevas tecnologías de la información y la comunicación […] con un espíritu de apertura,

equidad y cooperación internacional” (UNESCO, 1998, p. 28).

115

en particular en la educación superior, al poner en cuestión las formas

canónicas y convencionales de la enseñanza y el aprendizaje, y la

linealidad, secuencia, y estabilidad de las tecnologías impresas. La

flexibilidad que imponen las nuevas tecnologías puede cumplir un papel

potencialmente emancipador, ya que el uso de éstas, tal como lo plantea

Landow (1992, p. 20), “desafía los puntos de vista convencionales sobre

los maestros, los aprendices y las instituciones que ellos habitan. Cambia

los roles del maestro y el estudiante en la misma forma que cambia los de

escritor y lector”. De esta manera, es posible asumir que las nuevas

tecnologías tienen una amplia afinidad o convergencia con las nuevas

formas de identidad, de conocimiento y de relación social, así como con

el carácter performativo del conocimiento.

Mientras que históricamente la formación ha discurrido en los

escenarios cerrados de las aulas de clase y en los espacios de aplicación o

ejercitación en los que se han convertido los laboratorios, con las nuevas

tecnologías los estudiantes pueden tener acceso de manera abierta,

flexible y autónoma a una formación mediada por ricas herramientas

intelectuales y tecnológicas que proporciona el mercado, como los

computadores de última generación, los videos, la televisión satelizada y

los medios de comunicación virtuales.

En síntesis, las nuevas tecnologías tienen hoy un fuerte impacto en la

vida de las instituciones de educación superior al demandar el

redimensionamiento de los sistemas de enseñanza y de aprendizaje, las

relaciones entre formación e investigación, las formas y oportunidades de

acceso a la formación, el perfil de los estudiantes, los sistemas de

información y de comunicación y, de esta manera, sus relaciones internas

y sus relaciones con el entorno social en el cual funcionan y se

desarrollan (Gibbons, 1998). Es importante aclarar que el uso

instrumental de las nuevas tecnologías sólo ha significado

reconceptualizaciones parciales de las instituciones de educación

superior. La visión de instituición desterritorializada, abierta, sin

fronteras y proclive a nuevas concepciones y a al transformación de los

espacios, los tiempos, los discursos instruccionales compatibles con las

nuevas bases colectivas de la sociedad propias del denominado

capitalismo flexible apenas se está abriendo camino en América Latina, a

la luz de introducción en los países de las grandes transnacionales de la

educación superior.

116

Referentes sociales y políticos

Entre los referentes importantes que han incidido sobre el relativo

incremento de la flexibilidad en la educación superior en las últimas

décadas están al acceso a y la generación de nuevas y diferentes

oportunidades de formación. Estos se observan fundamentalmente en la

creciente expansión cuantitativa de este sector y en la creciente

diversificación institucional y de programas de formación que han, en

cierta forma, ampliado las “oportunidades” sociales, económicas y

culturales a los diversos grupos, especialmente a aquellos

tradicionalmente excluidos del sistema.86

Las políticas de expansión o masificación de la matrícula han estado

acompañadas del crecimiento mercantil de las Instituciones de Educación

Superior, al punto de convertir a este nivel educativo en una empresa

masiva cuya diversificación y diferenciación, al parecer, ha aumentado la

diversidad de oportunidades educativas, dentro de su histórica

distribución social profundamente vertical y, de esta manera, generado un

sentido muy desigual de su calidad.87

Cualesquiera que sean las debilidades de estos procesos, de una u

otra manera, han actuado sobre las bases institucionales del sistema de

86 La expansión y la diversificación han sido temas fundamentales para la definición de políticas públicas sobre equidad en la educación superior por parte de los diversos organismos internacionales que se han expresado en recomendaciones sobre “La promoción

de la movilidad social y la generación de oportunidades sociales igualitarias […] “la

responsabilidad de los gobiernos por extender oportunidades de acceso a los distintos grupos

sociales que forman cada entidad nacional […] “la necesidad de apoyar formas de crecimiento y desarrollo que sean económicamente aceptables, políticamente viables y

académicamente diferenciables y diferenciadas” (Gómez, 2000).

87 Con referencia al sistema de educación superior colombiano, es posible reconocer una gran variedad de instituciones que se distinguen por sus misiones, sus capacidades

académicas, su capacidad instalada y su calidad. En este sentido, se pueden identificar instituciones de gran tamaño, públicas y privadas, que realizan funciones de docencia,

investigación y extensión en el sentido estricto y ofrecen una gran variedad de programas de

formación; instituciones de menores dimensiones sin capacidad de investigación y con una misión básicamente profesionalizante, instituciones pequeñas que ofrecen programas no

profesionales en un variado número de ocupaciones y oficios. En todas ellas hay grandes

diferencias, e incluso al interior de cada una se produce diversidad de desarrollos y logros en términos de calidad. Es importante considerar que, a pesar de la relativa masificación de la

educación superior en América Latina, todavía se mantiene la inequidad en el sistema y los

esfuerzos por mejorar su calidad.

117

educación superior, tradicionalmente estratificada, selectiva y elitista, y

han introducido una transformación cuantitativa y cualitativa en las

desiguales oportunidades educativas. Sin embargo, en la mayoría de los

casos, la apertura y la flexibilidad de la oferta son aliadas de un mercado

educativo de baja calidad. Esto se observa en la angustiosa publicidad de

algunas instituciones que para sobrevivir en el mercado pregonan

impartir una educación de calidad “superior” o “muy superior”.

Somos conscientes que los referentes sociales y políticos de la

flexibilidad, tienen que ver directa o indirectamente con las condiciones

necesarias y eficaces para el logro de la equidad. El deseo de equidad

social, como principio que debiera regir el acceso a la educación

superior, no puede reducirse únicamente a que las políticas educativas

sobre este nivel garanticen la posibilidad de un acceso flexible en

cualquier edad a lo largo de la vida para –como plantean los organismos

internacionales– “completar o poner al día la formación general o

especializada, para reciclarse o adquirir competencias nuevas”

(UNESCO, 1998, p. 4). Tampoco puede reducirse a, “condiciones

iguales de competencia –según el mérito– para todas las personas,

independientemente de su origen socioeconómico y rasgos culturales

adscriptivos” (Gómez, s.f., p. 2). La equidad, debe ser correlativa de la

democratización del acceso a la educación a un espectro mayor de

población. Individuos y grupos deben sentir que tienen posibilidades en

la sociedad y que pueden traducir esas posibilidades en oportunidades

educativas. Individuos y grupos deben sentir que la educación –para

nuestro caso, la educación superior– satisface y potencia sus intereses y

oportunidades, esto es, que cumple y fortalece sus derechos.

Desde este punto de vista, la equidad social en su expresión

educativa significa garantizar e, inclusive, institucionalizar los derechos

de individuos y grupos para asegurar su inclusión permanente en la

educación, incentivar su participación social y promover su crecimiento

individual, social y político. Es en este sentido que la educación puede

significar flexibilidad; flexibilidad educativa que se necesita para

transformar la distribución inequitativa de sus imágenes y, sobre todo, de

sus valores jerarquizados; la distribución del conocimiento cuyo

potencial, bien sabemos, transmite unos valores y unas formas de poder

desiguales; el reparto inequitativo de los recursos que favorezcan el

aprendizaje y, a través de este, el crecimiento intelectual de los sujetos;

118

para permitir que haya una oferta educativa pertinente y adecuada a las

expectativas, intereses y necesidades de grupos e individuos; para lograr

que, cada vez más, la población participe en la definición del horizonte

sociocultural de su sociedad. Esto significa, en consecuencia, que la

flexibilidad conlleva la democratización de los espacios educativos, de

las oportunidades, del conocimiento, de los recursos, y de los

aprendizajes a diversos grupos sociales, especialmente, a los que

históricamente han sido excluidos del sistema.

Si en el orden social la flexibilidad educativa presupone y debe

garantizar la ampliación de la cobertura y la diversificación y, de esta

manera, una mejor respuesta democrática a la demanda social; en el

orden político implica el impulso a políticas y estrategias de

descentralización educativa, de desconcentración de la oferta, y mayor

autonomía de las instancias de decisión institucional, correlativas de

nuevas formas de gobierno en las instituciones y de nuevas formas de ser

del Estado.

Desde el punto de vista político, la flexibilidad tiene relación con la

transformación de las expresiones de poder del Estado. Si bien, los

Estados son protagonistas básicos en los asuntos nacionales e

internacionales de un país, su capacidad regulativa de las diferentes

esferas de la sociedad se ha transformado. En el ámbito internacional sus

decisiones y poderes son, cada vez más sustituidos por las acciones

directas o indirectas de organismos supranacionales, internacionales o

empresas transnacionales. Esto mismo ha ocurrido en el ámbito nacional,

en el cual el ejercicio centralizado del poder alterna con su

desplazamiento interesado a entidades políticas regionales, provinciales

y locales. A esto hay que agregar los movimientos regionales que no sólo

reivindican su autonomía sino sus derechos y mantienen una tensión

permanente con el ejercicio del poder del Estado. En este escenario la

educación superior intenta no sólo integrar la diversidad de expectativas

de diferentes sectores a sus diferentes expresiones de diferenciación

institucional, sino, también, conciliar política y académicamente las

directrices generales del discurso oficial con la especificidad de las

misiones y visiones institucionales.

En síntesis, en las sociedades modernas la flexibilidad es un principio

fundamental para re-escribir los modos mediante los cuales la educación

119

–en nuestro caso, la educación superior– afronta sus relaciones con las

jerarquías y poderes diferenciales externos, a través de la

reconceptualización y transformación de sus formas de distribución del

conocimiento y de los valores, posibilidades e imágenes que éste

transmite y reproduce. En cierta manera, esta re-escritura de la educación

hace parte de la forma como los conflictos sociales que se viven fuera de

ella, han generado algunas transformaciones en su interior para intentar

convertirla en un medio de transmisión de la cultura más abierto,

equitativo y en contextos amplios, generalizados y, ligados a los intereses

de cada vez más grupos e individuos.

Referentes culturales

Los cambios culturales de la segunda mitad del siglo XX no pueden

abstraerse de los cambios económicos, ni de los cambios sociales. Los

efectos de unos y otros sobre la educación y la cultura han producido un

redimensionamiento de estos dos campos, los cuales se han masificado y

generado lo que conocemos como “educación de masas” y “cultura de

masas”. Es posible argumentar que estos dos fenómenos han enmarcado

el desarrollo tanto de ideologías como de relaciones sociales flexibles

que tienen hoy su expresión en las diversas agencias de producción y

reproducción cultural. Ahora bien, la oferta cultural, amplia y variada

para diversos públicos, ligada a la transformación de los medios de

comunicación y al incremento de sus tecnologías, ha significado mayor

flexibilidad en los procesos de consumo educativo y cultural para la

mayoría de los públicos.

El planteamiento anterior permite caracterizar y comprender la

flexibilidad como un principio asociado a la generación, expansión,

desarrollo y consolidación de los mercados culturales que, apoyados en

nuevos lenguajes, nuevas tecnologías para su distribución sin límites ni

fronteras, y en amplias oportunidades de acceso a todos los públicos y en

todos los contextos, ha producido profundos impactos en las diferentes

esferas de la vida social. Así, es posible observar:

Grandes transformaciones en las formas y contenidos de las

relaciones sociales mediadas por jerarquías explícitas hacia formas de

interacción y de control social más horizontal, tanto en la familia

como en la educación y el trabajo. Como consecuencia, es posible

120

presenciar desde hace varias décadas en el surgimiento de nuevas

estrategias de control, mediadas por la flexibilidad de los límites en

las relaciones sociales que se han extendido a la mayoría de las

modalidades de interacción en todos los ámbitos de la vida social.

Estas nuevas estrategias se han vuelto muy sofisticadas al apoyarse en

las tecnologías de la información y la comunicación, al punto que es

posible asistir al surgimiento de un nuevo campo de estudio, el de las

tecnologías del control, asociadas a lo que en su momento denominó

Foucault como Tecnologías del Yo.

La apertura indiscriminada del consumo que se ha convertido en la

materia significante de nuevas identidades encarnadas en una

diversidad de formas o estilos de vida individual. Esto se ha

concebido como la fragmentación de las posiciones del sujeto donde

cada cual “ha llegado a hablar un curioso lenguaje privado, cada

profesión ha desarrollado su propio código de ideología o modo de

hablar particular y cada individuo ha llegado a ser una especie de isla

lingüística separada de todas las demás”. (Jameson, 1985, p. 93)

La creciente recontextualización de las formas de cultura cotidiana en

sus más variadas expresiones temporales y espaciales de práctica:

surgimiento de un amplio mercado de la actividad física en relación

con el mantenimiento de la salud y la prevención de la enfermedad; la

masificación de la recreación pedagogizada en espacios delimitados -

los grandes centros vacacionales que prefabrican el descanso-; la

influencia comercial sobre la alimentación que todos los días

prefabrica el gusto alindera consumidores de marcas. A esto hay que

agregar el efecto masivo sobre el consumo de la moda y el surgiendo

de un mercado ampliamente competitivo asociado a una nueva

ideología estética que tiene su expresión en la remodelación del

cuerpo, etc.

La fragmentación permanente de la sociedad civil asociada los

cambios demográficos, al reclamo de las minorías culturales por un

pluralismo cultural y político articulada a diversas formas de

resistencia colectiva, que combinan “movimientos cívicos” con

movimientos políticos de diferente índole y con diferentes sectores

sociales.

121

El surgimiento del informacionismo y de la informatización de las

sociedades que con el masivo incremento de las tecnologías virtuales

ha redefinido desigualmente la organización de la vida social y ha

afectado la esencia de la cohesión social, la comunicación, y

reorganizado el sentido del tiempo y del espacio de algunos grupos

sociales.

A esto, hay que agregar el incremento de las formas de control

simbólico mediante las nano-tecnologías de todo tipo, que son mucho

más poderosas e invisibles, inasibles y que se insinúan en todas partes

(Borradori, 2003). También podemos observar un flujo indiscriminado de

creencias, gustos, cultos, posturas éticas, religiosas, morales, junto a

posiciones nacionalistas, regionalistas y localistas enmarcadas en el

principio de la pluralidad. Esto ha conllevado el debilitamiento de la

identidad personal que fluctúa entre una amalgama de narrativas

retrospectivas y prospectivas. No es gratuito que la carencia de certezas

haya conducido a la carencia de compromisos, a la exaltación de la

marcada auto-referencialidad (Baudrillard, 1983) y, sobre todo, a la

ansiedad que reporta el riesgo frente al cambio permanente (Sennett,

2000).

En este escenario, la reorganización de la cultura se ha semiotizado

permitiendo transformar los límites entre arte y vida y entre lo imaginario

y lo real. La recontextualización de la vida cotidiana, propia de los

nuevos referentes culturales e identitarios ha hecho que sus más diversas

representaciones se hayan constituido en una gran constelación

resignificante (recontextualizante) de las realidades sociales concretas.

Los planteamientos anteriores muestran que la flexibilidad ha sido

un principio estructurante de nuevas modalidades dentro de la cultura y,

en consecuencia, de nuevos referentes que se han constituido en

paradigmas –o principios– regulativos de posiciones, disposiciones de

grupos e individuos en una diversidad de contextos y prácticas. Desde

este punto de vista, la flexibilidad parece subsumirse en la pluralidad, la

creatividad, la integralidad (Guédez, 1996) y también en la levedad, la

rapidez, la contingencia y la indeterminación (Calvino, 1998).

En cierta forma, los argumentos de estos autores nos son útiles para

explicar la cultura de la flexibilidad. Así, por ejemplo, la pluralidad

122

como expresión de la flexibilidad puede significar capacidad de trabajo

con múltiples redes, puntos de vista diversos, conciliación y aceptación

de posiciones opuestas, e inclusive, antagónicos y múltiples enfoques en

la lectura de la realidad. En este último sentido, la flexibilidad implica

una cultura consustancial a las posiciones abiertas, inciertas y plurales; a

la coexistencia de elementos heterogéneos y a la capacidad de aceptar y

de cambiar de enfoques, ópticas, lógicas, métodos de conocimiento y de

verificación para aprender y aprehender la realidad. De igual manera la

integralidad, como opción formativa, implica el desdibujamiento de los

límites rígidos de las identidades profesionales y la configuración de una

identidad profesional flexible integrada por múltiples y diversas

competencias.88

La flexibilidad, como principio estructurado y estructurante de una

nueva cultura, está asociada a la transformación en las relaciones de

poder y en los principios de control (principios de comunicación). Estas

transformaciones tienen su expresión en el debilitamiento de los límites

entre el arte y la vida, entre lo imaginario y lo real, entre lo central y lo

periférico, entre las distribuciones y las relaciones, por ejemplo. Es

posible asociar la cultura flexible de la sociedad moderna o postmoderna

con lo que Baudrillard denomina “sociedad semiótica” en la cual se han

borrado los límites entre el reino de la cultura y el de la vida cotidiana,

vulnerándose de esta manera la integridad de sus contextos (Baudrillard,

1983).89 Bajo las nuevas condiciones de una cultura flexible, se ha

producido un descentramiento de las identidades individuales y

colectivas, que ya no pueden caracterizarse a partir de las fórmulas

durkheimianas de la educación como integración moral, sino de la

fluidez de los modelos unívocos de una cultura masiva –difundidos por

los medios de producción y reproducción cultural– que pueden, a su vez,

88 La lectura de Guédez y Calvino, nos ha permitido reconceptualizar parcialmente sus puntos de vista y vincularlos a nuestros intentos de construir una visión amplia de lo que

podemos entender como la cultura de la flexibilidad propia de la flexibilidad en la cultura.

89 Es posible pensar que la penetración abierta y flexible de todas las formas de cultura

hegemónica en la vida cotidiana ha cambiado sustancialmente la forma y contenido de esta última. Satelizada y tecnologizada, la vida cotidiana se consume en medio de los nuevos

recursos tecnológicos (pedagógicos): CDROM, CD-HI, DVD, conexiones a redes, TV por

cable. Los límites entre cultura y vida cotidiana se han vuelto tan débiles que es posible construir identidades a partir de formatos híbridos, recomponer narrativas, multiplicar

opiniones, estructurar deseos, posiciones, percepciones, opiniones y, finalmente, vivir la vida

como un espectáculo siendo parte protagónica de él.

123

dar lugar a las expresiones individuales más variadas y diversas de

identidad. Con los nuevos dispositivos pedagógicos –tecnologías

mediáticas y virtuales– que disuelven, lo que podríamos denominar la

autoridad pedagógica, la estructuración de la identidad en el orden

simbólico del grupo se debilita en la medida en que se quiebran los

límites entre el sistema de clasificaciones compartidas y de grupo y el

sistema de clasificaciones privadas.90

Podemos concluir que la flexibilidad, propia de la cultura moderna o

contemporánea ha descentrado, dispersado y roto los esquemas

clasificatorios y las formas de relación social y sus significados al

traducirlos en valores propios de un mercado cultural individualizado.

En términos regulativos, la identidad parece construirse en el

intercambio y consumo de lo que Baudrillard (1983) denomina “valores-

signos”, los cuales se difunden en el mercado cultural bajo la forma de

modelos masivos abstractos (domésticos, familiares o sexuales, por

ejemplo) que estructuran nuevas formas de identificación. En términos

instruccionales la identidad parece subsumirse en la noción de

“entrenabilidad”, la cual hace énfasis en “algo” que el individuo requiere

para considerarse apropiadamente formado y reformado de acuerdo con

las contingencias del mercado ocupacional, tecnológico, u

organizacional.

En resumen, podemos considerar que existe una relación recíproca

entre las nuevas formas de expresión cultural y la flexibilidad. Cultura

moderna implica flexibilidad y flexibilidad implica cultura moderna. A

los rasgos introducidos por Calvino y por Guédez sobre las formas de

90 Adaptamos aquí los conceptos de cuadrícula (red) y de grupo, desarrollados por Douglas, Mary (1973). Las identidades colectivas se estructuran según Douglas a través de esquemas

clasificatorios y de grupo. El concepto de „clasificación‟ pertenece al nivel de las posiciones,

del orden, de sistema simbólico. El concepto de „grupo‟ hace referencia a los límites

establecidos entre lo que es externo e interno al individuo y a la colectividad. Para Douglas, todo sistema de clasificación es producto de las relaciones sociales. Así, en las familias

tradicionales, el sistema de posiciones ejerce presiones sobre sus miembros y constituye un

medio de reproducción de éstas y de la estabilidad compartida del grupo. El debilitamiento de las posiciones conduce a una ausencia de regulaciones, a una ruptura de la posición personal

en el grupo y al privilegio del sistema de clasificaciones privado. El debilitamiento del

sistema de clasificaciones y de grupo puede conducir al debilitamiento del sistema simbólico, al debilitamiento de la identidad y a hacer permeable al sujeto y al mismo grupo a nuevos

órdenes y formas de identificación cultural y subcultural. Estos puntos de vista se han

desarrollado en “Pedagogía, Discurso y Poder” (Díaz, 1991).

124

expresión de la cultura moderna, es posible agregar otros que tienen que

ver con la dispersión y difusión del control, la opcionalidad, la

contingencia, la interacción, la personalización y la participación. Estos

rasgos, y los considerados anteriormente, son de fundamental

importancia para la comprensión de los procesos en la educación

superior en el presente milenio, especialmente, aquellos que se refieren a

la formación flexible, junto con sus discursos, prácticas y formas de

organización.

125

5 LA EDUCACIÓN SUPERIOR Y LA

FLEXIBILIDAD CURRICULAR

INTRODUCCION

"The question is not to choose between one or the other but to understand the irreducible

difference between both" (Mignolo, 2000 p. 84).

La flexibilidad en la educación superior, por lo general, se ha mirado

desde una perspectiva metodológica, que poco piensa lo que ocurre en la

cultura de las instituciones y en la conciencia e identidad de sus actores

(formadores y formados). Desde este punto de vista, la flexibilidad se

concibe como una micro-experiencia pedagógica y no como una

experiencia sociocultural que anima el surgimiento de nuevas posiciones

y disposiciones en los individuos y grupos, y nuevas formas de relación

individual y colectiva. Aquí puede hablarse de currículo flexible o de

pedagogía flexible, circunscribiendo el uso de estas nociones a un

significado técnico y metodológico y considerando su impacto

únicamente sobre la transformación de la enseñanza y el aprendizaje

dentro del espacio cerrado del aula o de la institución. La flexibilidad

termina yuxtaponiéndose a los fundamentos tradicionales de una u otra

institución.

Otro punto de vista ve la flexibilidad como una necesidad derivada

del discurso de la economía que proporciona mejores condiciones de

reproducción del mercado educativo referidas, ya sea al acceso a la

educación, ya sea a sus supuestos beneficios para el mejoramiento de las

oportunidades laborales. Alrededor de este punto de vista es posible

describir y analizar el lenguaje de la flexibilidad en el campo de la

economía y el trabajo, y relacionarlo con el surgimiento de formas

distributivas, organizativas, y de relación social que tienden a

configurarse como imaginarios del campo de la economía. Lo que podría

denominarse, en este caso, un currículo flexible, tiene que ver con las

126

adaptaciones de formas flexibles de producción, a partir del desarrollo de

competencias igualmente flexibles. A partir de aquí se han derivado

modelos que hoy se orientan hacia lo que se ha comenzado a denominar

super-flexibilidad, un constructo complejo que significa “ser ágil| capaz

de moverse rápidamente, cambiar de curso para tomar ventaja de una

oportunidad o evitar una amenaza….ser versátil, capaz de hacer cosas

diferentes y desplegar diversas capacidades dependiendo de las

necesidades de una situción particular” (Bahrami, 2005, p. 5)

Esta perspectiva recontextualiza en el campo educativo los modelos

organizativos laborales y los adapta a los procesos, contextos y prácticas

de aprendizaje. Esto es lo que ha permitido en la educación considerar la

asunción del protagonismo del aprendiz para tomar decisiones acerca de

su aprendizaje, para responder creativamente a los requerimientos

asociados con nuevos conocimientos y nuevos problemas o prácticas

mediante el trabajo individual o grupal, o para producir prácticas

apropiadas en diferentes contextos.

Un tercer punto de vista se refiere al estudio de la flexibilidad

fundamentada en un discurso alternativo, crítico, ligado a la de-

construcción de los límites rígidos que reproducen las jerarquías, los

poderes y controles socioculturales y políticos, y promueve nuevas

formas de organización y relación que conduzcan, tanto al fomento de la

autonomía responsable, como al desarrollo de la equidad. Este punto de

vista reelabora de manera crítica las nuevas formas organizativas y de

relación social de otros campos –como el de la economía– y los

fundamenta en voces que se resisten a la reproducción y legitimación de

principios y poderes culturales y económicos dominantes.

El estudio sobre la flexibilidad que se aborda en este capítulo –y que

se inscribe en el punto de vista precedente– puede entenderse como una

apertura y una exploración de nuevas formas de mirar la educación

superior, sus límites, sus posibilidades y sus efectos en la conciencia de

los agentes que en ella se reproducen. Si los tiempos actuales se inclinan

en favor de la flexibilidad, –en la geopolítica, en los mercados, en las

tecnologías, en las comunicaciones y en la aplicación del conocimiento–

la educación superior debe asumir el examen de dichos tiempos de

manera crítica, aunque no excluyente, revisar los modelos de flexibilidad

dominantes, aplicarlos críticamente y, a partir de ellos, generar voces

127

alternativas a las hegemonías académicas que han otorgado una jerarquía,

un poder y un valor al conocimiento oficializado en currículo contra otras

posibilidades de entender y realizar a través de éste la apertura, la

horizontalidad, la equidad y, en términos políticos, la democracia. Por

esto, este estudio no se agota en este capítulo. De él se desglosan nuevas

necesidades teóricas para comprender qué es eso que se denomina

flexibilidad, así como la diversidad de sus expresiones en la educación

superior de la sociedad actual.

ANTECEDENTES E IMPACTO

Desde la década de los años ochenta del siglo pasado, la educación

superior ha estado fuertemente sometida a las presiones de las

transformaciones sociopolíticas, económicas, científicas y tecnológicas

que ha impuesto el nuevo orden mundial. Lo que se ha dado en

denominar las cuatro dimensiones del cambio estructural, propias de las

sociedades modernas:

la generación de nuevos avances científicos y, especialmente la

difusión de nuevas tecnologías de la información y de las

comunicaciones; la profunda transformación en el reparto de la actividad

económica entre los distintos sectores de la economía y la consiguiente

redistribución de las ocupaciones; la aceleración de la

internacionalización de las sociedades y de sus economías y el aumento

del nivel de educación y de la base de conocimiento en las sociedades

avanzadas.91

han implicado el desarrollo de tres tendencias básicas que hoy están

al orden del día en la educación superior en el mundo, a saber:

El desarrollo del conocimiento que ha significado un cambio en

la naturaleza, orientación y organización de éste y una

transformación en la semántica de la sociedad –sociedad del

conocimiento, sociedad de la información–. El conocimiento se

produce hoy en una forma más compleja e interconectada en los

límites de las disciplinas donde éstas se superponen unas con otras.

91 Véase, Informe Universidad 2000.

128

En adición a esto, la aplicación de conocimiento se ha convertido

en un principio diferenciador y competitivo en muchos campos.

Los procesos de innovación que hoy involucran las más variadas

disciplinas y regiones del conocimiento y presentan un marcado

énfasis de complejidad, altos niveles de integración,

automatización en sistemas basados en herramientas de

computación y con el soporte de tecnologías de la información y la

virtualidad (modelamiento, simulación, visualización), y

La capacidad de aprender, que hoy se refiere –más que a la

adquisición de información– al desarrollo de herramientas

intelectuales, (conocimientos útiles, técnicas, modos y estilos

cognitivos, tecnologías, procedimientos, estrategias, instrumentos,

etc.) que pueden considerarse como un “saber cómo” para articular

el “saber que” con el “saber hacer”. La capacidad de aprender se

ha articulado a la capacidad de utilizar o aplicar el conocimiento.

Estas tendencias han afectado profundamente la estabilidad, cohesión

autonomía e identidad de las instituciones de educación superior y les

han demandado mayor flexibilidad en sus estructuras y relaciones

internas, mayor apertura o permeabilidad y proyección al denominado

entorno social, y mayor dinámica en sus cambios y reformas o

innovaciones. En otros términos, les han demandado la producción de

una cultura institucional que trascienda los estrechos marcos curriculares,

académicos y administrativos con los cuales han asumido sus tres

funciones clásicas o tradicionales: la docencia, la investigación y la

extensión o proyección social.92

La flexibilidad ha traído nuevos significados y producido nuevos

límites dentro de las instituciones, tanto en la división del trabajo

92 Es importante considerar que si bien la flexibilidad ha conducido a –o ha implicado– un complejo proceso de cambios estructurales en las instituciones de educación superior en

América Latina, éstos sólo se han desarrollado parcialmente en unas pocas instituciones sin

afectar a otras dominadas por los rígidos y estrechos criterios de la formación profesionalizante centrada en contenidos enciclopédicos y en la docencia directa o

magisterial (usamos aquí magisterial en lugar de magistral; esta última, si bien procede de

magisterio se refiere a lo que se hace con maestría, con perfección, con excelencia).

129

académico-administrativo93, como en sus consecuentes relaciones

sociales. Esto puede considerarse como un efecto, hasta cierto punto

determinante, de las nuevas relaciones entre las instituciones y otros

ámbitos o contextos (social, económico, cultural, científico y

tecnológico). Como puede observarse, las transformaciones dentro de las

instituciones de educación superior no se han producido en abstracto y

ajenas a las relaciones entre que, en cierta medida, se consideran aquí

como determinantes. El esquema siguiente esboza el planteamiento

anterior:

Cuando nos referimos a la flexibilidad presente en las relaciones

entre las instituciones y sus contextos externos, podemos considerar

diferentes realizaciones o manifestaciones de ésta, tales como una mayor

apertura, una mayor vocación de proyección social, pero también un

mayor énfasis en el desarrollo de políticas y estrategias de gestión para

consolidar:

Diferentes tipos de cooperación interinstitucional (nacional e

internacional) mediante la implementación de acuerdos,

convenios y de otras modalidades de participación.

Negociación de acuerdos y desarrollo de planes y programas de

intercambio profesoral y estudiantil, nacionales e internacionales,

tales como participación en eventos, visitas, pasantías, comisiones

académicas, etc.

93 Cuando nos referimos al trabajo académico, consideramos tanto las prácticas de producción como de reproducción de conocimiento científico o tecnológico.

FLEXIBILIDAD

RELACIONES

DENTRO DE LAS

INSTITUCIONES

RELACIONES ENTRE

LAS INSTITUCIONES Y

OTROS AMBITOS O

CONTEXTOS

130

Acuerdos sobre transferencias, homologaciones y convalidación

de titulaciones mediante la implementación de diferentes

estrategias que incrementen la movilidad como, por ejemplo, la

integración de redes de instituciones nacionales y extranjeras para

facilitar el reconocimiento de títulos y grados, o la armonización

de legislaciones entre los sistemas educativos entre diferentes

paises. 94

Incremento de las relaciones con el sector productivo y con sus

agencias o unidades de formación (alianzas estratégicas) mediante

el fomento de la capacitación y la investigación, y la creación de

corporaciones mixtas para su desarrollo, especialmente con el

sector productivo.

Ampliación y diversificación de la oferta educativa y fomento y

desarrollo de la educación continuada como medio flexible de

vinculación de los programas regulares de formación profesional

a las experiencias laborales.

La mayoría de estas estrategias tiene que ver con temas de actualidad

como la internacionalización del currículo y la redefinición de las

competencias del contingente laboral y profesional asociadas a las

políticas de globalización del mercado de trabajo. Hasta cierto punto, las

aperturas institucionales han debilitado el aislamiento de las instituciones

al redefinir éstas sus formas de interacción tradicional, que estaban

basadas en la rigidez de la funcionalidad organizativa y en la

94 Los procesos de globalización han permitido que las Instituciones de Educación Superior comiencen a asociarse para que la oferta de sus programas y titulaciones tenga validez internacional. Esto va ligado necesariamente a la presentación de propuestas generales de

planes de estudio que favorezcan el intercambio y la homologación de títulos. El ejemplo del

“Espacio de Educación Superior Europeo” es una muestra de la necesidad de asumir la

competitividad internacional de la educación superior de manera corporativa. Ejemplos latinoamericanos pueden encontrarse en las actividades de MERCOSUR en la educación

superior; el Convenio de Centroamérica conocido como “Protocolo de Guatemala”, cuya

finalidad es armonizar las legislaciones para el libre ejercicio de las profesiones universitarias en cualquier país de la región y el reconocimiento de estudios universitarios; el Convenio

Andrés Bello con su sub-proyecto “Armonización de la Educación Superior (convalidación

de títulos y homologación de estudios, y el estudio sobre las troncales curriculares para ocho carreras de pre-grado en los campos de Ciencias Básicas e Ingeniería); el Grupo de

Montevideo que agrupa a las principales universidades públicas de Argentina, Brasil,

Paraguay y Uruguay, etc.

131

impermeabilidad a las demandas externas, las cuales aún no se han

extinguido. (Santos, 1998)

Tenemos, entonces, que el impacto de la flexibilidad sobre las

relaciones entre las instituciones y su exterior se refiere a la apertura o

mayor permeabilidad de las instituciones de educación superior a la

interacción, diálogo y cooperación entre ellas, y entre ellas y los

diferentes organismos sociales, económicos, culturales y políticos o

científicos del entorno.

Ahora bien, nuestra preocupación se centrará en analizar lo que

podríamos denominar, el impacto de la flexibilidad dentro de las

instituciones, o “impacto interno” o institucional.95 Aquí es importante

considerar que el impacto de flexibilidad sobre las relaciones entre las

instituciones y su entorno, produce en diversos grados un impacto sobre

las relaciones dentro de las instituciones. Cuando se dice “en diversos

grados” se quiere significar que no hay una relación uno a uno del

impacto de las relaciones entre las instituciones de educación superior y

su entorno, sobre las relaciones dentro de las instituciones. Los diversos

grados de impacto dependen de la fuerza de los límites (rígidos o

flexibles) entre las instituciones y su entorno social.

95 Un interesante estudio en este sentido ha sido presentado por Burton Clark (2000).

132

Figura 3 Límites en las Instituciones de Educación Superior

Independientemente del impacto de la flexibilidad dentro de las

instituciones, éste se expresa en diferentes transformaciones de las

relaciones de sus categorías y prácticas:

Curriculares

Académicas

Pedagógicas

Administrativas y de gestión

Cuando nos referimos a las categorías consideramos aquellas que

dependen de la división del trabajo institucional y cuando nos referimos a

las prácticas consideramos aquellas que tienen relación con la forma y

contenido de la interacción social. Con esta consideración en mente, en

las secciones siguientes abordaremos el estudio de las transformaciones

intra-institucionales de las categorías y prácticas (académicas

curriculares, pedagógicas, administrativas y de gestión) que el principio

de flexibilidad presupone. Dichas transformaciones dentro de las

instituciones son el fundamento de nuevos discursos, nuevas prácticas y

INSTITUCIONES DE

EDUCACIÓN SUPERIOR

Relaciones dentro de (Límites rígidos/

Límites flexibles)

ENTORNO SOCIO

POLITICO, CULTURAL

YECONÓMICO

(DIFERENTES

SECTORES)

Limites rígidos

Limites flexibles

133

formas de relación que, directa o indirectamente, re- crean la cultura

institucional

La Flexibilidad Curricular

En esta sección introduciremos un tema crucial y dominante en las

instituciones de educación superior: la flexibilidad curricular. Esta noción

se ha legitimado en las instituciones para regular y reordenar las tareas

educativas. Por lo tanto, no es ajena al denominado campo del currículo,

en el cual los conceptos, por lo general, se construyen con laxitud y se

definen imprecisamente haciendo muy difícil alcanzar altos grados de

descripción y explicación. De allí la necesidad de lograr niveles de

descripción y explicación fuertes que sean correlativos de las categorías

que utilizamos en la definición de currículo.

En este punto la primera necesidad consiste en clarificar lo que

entendemos por currículo. La literatura sobre el currículo es tan amplia y

compleja, y se ha desarrollado tanto, que es posible considerar el

currículo hoy como un gran campo de estudio con sus propios enfoques,

centrados unos en los aspectos técnicos (Bobbit, 1918; Tyler, 1949; Taba,

1979; Tanner y Tanner, 1980; Bloom, 1979), y otros en aspectos teóricos

y metodológicos fundamentados en enfoques retomados de diferentes

disciplinas. De hecho, son numerosos los autores centrados en la

orientación técnica, que siguen siendo dominantes en muchas

instituciones educativas –incluidas las de educación superior– y que, en

términos de Schön (1992), se inscribe dentro del modelo de racionalidad

técnica. Algunos autores han relacionado esta orientación con la

denominada era del “curriculum development” (desarrollo curricular) que

según los expertos (Pinar et al. 1996) tuvo su hegemonía entre 1918 y

1969. Un ejemplo de esta orientación es la definición de Bobbit (1918)

en su famoso texto The Curriculum, aún vigente en muchas instituciones

educativas:

1. It is the entire range of experiences, both undirected and directed,

concerned in unfolding the abilities of the individual. 2. It is the series of

consciously directed training experiences that the school uses for

completing and perfecting the unfoldment.

134

Otro ejemplo puede encontrarse en la cuatro “famosas” preguntas

formuladas por Tyler (1949) en su obra Basic Principles of Currículum

and Instruction, de las cuales no se apartan muchos expertos en diseño

curricular.

What educational purposes should the school seek to attain? (objectives).

What educational experiences can be provided that are likely to attain

these purposes? (design). How can these educational experiences be

effectively organized? (scope and sequence). How can we determine

whether these purposes are being attained? (evaluation).96

Los enfoques diferentes de esta orientación trascienden el repertorio

de medios y técnicas relacionadas con un conjunto de objetivos y fines

que estructuran las experiencias de aprendizaje, y contribuyen a una

redefinición y reconceptualización del campo desde diferentes discursos

y prácticas, en un amplio sentido lleno de posiciones y oposiciones entre

perspectivas. Es así como el campo del currículo se ha vuelto más

complejo permitiendo tanto el planteamiento de nuevos problemas (De

Alba, 1998), lenguajes, prácticas, instituciones y productos, que incluyen

desde el surgimiento de nuevos procedimientos para el reparto

institucional del saber y del poder legítimo97 hasta discursos y prácticas

mediadas por la asunción de posiciones teóricas críticas y radicales que

ven el currículo como el producto social de fuerzas en contienda (Apple,

1987; Bernstein, 1998; Wexler, 1987, y otros)

Esta reconceptualización no es gratuita ni original del campo. La

cada vez más volátil y compleja geografía del conocimiento y de las

prácticas, ha multiplicado los campos del saber y ha dado origen a nuevas

relaciones para su producción y reproducción. En este último caso, el

currículo conecta –crítica o acríticamente– los modos de reproducción del

conocimiento con los modos de producción de diferencias y

estratificaciones individuales, sociales y culturales por la vía de nuevos

96 Citamos estos dos ejemplos porque son ampliamente significativos en la práctica curricular de las instituciones educativas de todos los niveles. Aún hoy, cuando han surgido

nuevos modelos en todos los continentes, los métodos del currículo en la educación superior

no escapan a estas formulaciones.

97 Estas versiones no se apartan mucho de las definidas por la orientación técnica que hacen del desarrollo curricular y del diseño curricular su fuente de acción y que se centran en la

estructura superficial de las instituciones, sin considerar los principios regulativos

subyacentes, las voces y, sobre todo, las implicaciones de los diseños y desarrollos.

135

lenguajes y de nuevas expresiones de lo social, de la identidad, del valor

del conocimiento y, recientemente, de la competencia.

La reflexión sobre el currículo en la actualidad es una tarea de gran

importancia que implica reconceptualizar toda su nociología y las

prácticas que de ellas se derivan. No basta, por ejemplo, afirmar que el

currículo debe ser entendido en el marco de las relaciones teoría-práctica,

o educación-sociedad (Kemmins, 1988), o que el currículo es una

construcción cultural (Grundy, 1991). Se requiere examinar con

profundidad todos aquellos aspectos inherentes a su construcción:

conocimiento, subjetividad, estructura social, estructuras institucionales,

y conectarlos con los problemas del Estado, la economía y la

reproducción o el cambio social, y esto tiene que ver con un problema

fundamental: el problema de la recontextualización. ¿Qué discursos y qué

sesgos ideológicos subyacen a los nuevos principios de

recontextualización? Estos aspectos serán tratados a partir de la

definición que hemos suscrito, desarrollada por la Teoría de las

Transmisiones Educativas planteada por Bernstein en sus diferentes

obras.

Las diferentes nociones y los diferentes lenguajes construidos sobre

el currículo, por lo general, se caracterizan por su debilidad descriptiva y

explicativa. En la mayoría de los casos se asume el currículo como una

totalidad de eventos, acciones, procesos y recursos implicados en la

enseñanza y el aprendizaje. No es posible definir, en este caso, ningún

principio que garantice una selectividad y jerarquía de los elementos

estructurales constitutivos de la noción de currículo.

En este capítulo, entendemos por currículo la selección de la cultura

que se organiza y distribuye como conocimiento oficial, o conocimiento

legítimo. La selección, organización y distribución del conocimiento

oficial o legítimo están reguladas socialmente. Esta es una forma de

estratificar a las instituciones educativas encargadas de su transmisión y

reproducción. Dado que la formación debiera implicar la relación de un

campo de conocimientos y un campo de prácticas seleccionadas, haremos

equivalente la noción de conocimiento con la noción de contenidos de

formación (conocimientos prácticas, que difiere de la relación,

conocimientos + prácticas).

136

FORMACION

=

CAMPO DE

PRACTICAS

CAMPO DE

CONOCIMIENTOS

Todo currículo se formula en términos de selección y combinación.

Esto significa que los contenidos educativos se seleccionan como

unidades o dominios separados y que una vez seleccionados se

combinan. El principio de selección es un requisito fundamental para el

reconocimiento de todo currículo. Sin este principio, el currículo sería un

universo indefinido, un continuum indiferenciado de conocimientos y

experiencias. Sin embargo, la selección es, como veremos más adelante,

profundamente arbitraria. Las relaciones de poder que subyacen a la

selección de los contenidos, se ocultan y diluyen en las múltiples

justificaciones que se realizan para legitimar una u otra selección. Estas

justificaciones van desde lo epistemológico hasta lo pedagógico pasando

por lo social, lo psicológico, lo histórico, etc. Por esto, no es difícil

encontrar desde concepciones hasta tipologías de currículo (académico,

humanístico, sociológico, tecnológico, sistémico). El principio de

organización hace referencia a los ordenamientos, combinaciones,

relaciones, o límites entre contenidos. La organización puede determinar

los grados de relación entre los contenidos de formación.

La selección, organización y distribución, por lo general, se

materializa en lo que corrientemente se denomina plan de estudios (de un

programa académico), el cual depende de los propósitos e intereses que

un programa suscribe y de quienes se atribuyen la legitimidad sobre la

selección.98

La elaboración de los currículos en la educación superior (y en otros

niveles del sistema educativo) se ha centrado en la recontextualización de

98 En este sentido, el currículo se asocia, también, a un tipo de organización y de cultura

institucional, la cual tiende a expresarse en unas estructuras –curricular y académica– específicas que, implícita o explícitamente, interpretan los patrones dominantes de

organización del conocimiento. Con referencia a la educación superior, el currículo implica

todos los contenidos informativos y formativos que la institución busca intencional y organizadamente transmitir o trabajar con los estudiantes dentro de los propósitos fijados y

relativamente compartidos con la comunidad universitaria.

137

la estructura sustancial de las disciplinas que les sirven de soporte. Dicho

de otra manera, la tendencia curricular dominante ha sido

recontextualizar la forma y contenido de las disciplinas en la estructura

formal de las materias o asignaturas.

El siguiente esquema resume los procesos de recontextualización

inherentes a la constitución del currículo. En él se muestran tres campos:

El campo de producción discursiva, lugar de producción del

conocimiento disciplinario y de su recontextualización en regiones; el

campo de reproducción, que coincide en nuestro análisis con el campo

educativo, lugar de reproducción del currículo, y el campo de

recontextualización donde se producen los cambios que dan lugar al

currículo. El campo de recontextualización es bastante complejo y está

constituido tanto por agencias del Estado (oficiales) como agencias no

oficiales (industria del texto) y agencias dentro de las Instituciones de

Educación superior, como por ejemplo departamentos de educación,

oficinas de currículo, departamentos de pedagogía, etc.

138

Gráfica X. El currículo y sus campos de relación

A esta forma de organización subyace, de manera dominante, un

principio de rigidez que se expresa, por lo general, en el aislamiento, en

la separación nítida, en la definición de límites explícitos y en la

estratificación de las asignaturas.99 Esto ha tenido efectos fundamentales

en la división del trabajo de la formación: una colección de asignaturas

consideradas autosuficientes que se enseñan o se dictan sin ninguna

referencia a otras; una socialización del estudiante en la lealtad a unas

asignaturas frente a otras; una estratificación de éstas expresada en el

tiempo que a cada asignatura se adjudica; un profundo sentido de

propiedad privada en los profesores sobre la asignatura o asignaturas que

enseñan. En síntesis, una identidad académica o profesional que se

construye dentro de límites cerrados y rígidos de un área de conocimiento

99 Es importante aclarar que cuando nos referimos a la clasificación de las asignaturas no nos referimos a los contenidos propiamente dichos sino a la relación entre contenidos. La

flexibilidad opera no propiamente sobre contenidos sino sobre la relación entre ellos.

CAMPO DE PRODUCCION

DISCURSIVA -

(Campo investigativo)

CAMPO DE

REPRODUCCIÓN Campo educativo

DISCURSOS

PRIMARIOS: Disciplinas:

Física, Química, Biologia,

Sociología, Economía, etc.

DISCURSOS RE-

CONTEXTUALIZADOS:

Regiones (Profesiones)

Ingenierías, Medicina,

Arquitectura, Administración

Asignatura /Materia (Formas de organización dominante de los

contenidos formativos)

Asignatura/Materia (Formas de organización

dominante de los

contenidos formativos)

CAMPO DE

RECONTEXTUALIZACION

S E L E C C I Ó N

REGLAS BÁSICAS

Distorsión

Desenfoque/reenfoque

Adaptación/Adecuación

Reinterpretación

Simplificación

Revaloración

Evaluación

S E L E C C I Ó N

139

con un agregado de asignaturas descontextualizadas en las cuales está

presente el aislamiento entre teoría y práctica, entre conocimiento y

aplicación, entre “saber” y “hacer”, entre conocimiento y problemas.

A esto hay que agregar un problema como es el que concierne a la

estratificación del sistema educativo en niveles rígidamente separados.

Este sistema escalonado hace de la formación una constante práctica

propedéutica, la cual tiene como referente básico la educación a alto nivel

que coincide con la formación universitaria, igualmente selectiva y

estratificada.

Como podemos ver, el currículo agregado que domina la formación

en las Instituciones de Educación Superior es un fuerte obstáculo al

fomento y desarrollo de la flexibilidad. Comprender la configuración

socio-académica que subyace al currículo agregado es una condición

básica para pensar, diseñar, desarrollar formas organizativas flexibles que

redimensionen los procesos de formación, las formas de relación intra e

interinstitucional y generen un nuevo significado a la cultura académica.

El significante “flexibilidad curricular” es un significante que tiene

diferentes significados. De una parte, se relaciona con una oferta diversa

de cursos y actividades académicas que se inscriben en un programa de

formación100 y, de otra, se relaciona con el desarrollo de una diversidad

de competencias, ritmos, estilos, valores culturales, expectativas,

intereses y demandas, que pueden favorecer de manera amplia las

expectativas de los estudiantes. La flexibilidad curricular también puede

significar la capacidad de los usuarios de un sistema de formación de

poder escoger el contenido, el momento y los escenarios de sus

aprendizajes. En este caso, su sentido incluye asuntos propios de la

pedagogía y de la evaluación. Eso hace que la noción de flexibilidad

curricular tienda a ser heteróclita y que no posea un carácter selectivo

desde el punto de vista conceptual y metodológico.

100 Si bien, la unidad básica de la oferta formativa es el curso, ésta puede tener diferentes realizaciones y considerarse obligatoria o electiva. En este sentido, es posible encontrar en los

programas de formación en la educación superior (técnicos, o profesionales) una diversidad

de ofertas que van desde las simples asignaturas hasta una gama de actividades y experiencias académicas, unas obligatorias, otras electivas. La oposición entre obligatorio y

electivo es clave para establecer los grados de flexibilidad en los programas de formación en

la educación superior.

140

Existen, alrededor de la flexibilidad, consideraciones internas o

intrínsecas al currículo y consideraciones externas o extrínsecas. Es por

eso que la gama de significados del currículo flexible son múltiples y

diversas. Así, por ejemplo, es común referirse a flexibilidad en el tiempo

para indicar que “el curriculum está sujeto a revisión constante, y la

aparición de nuevas necesidades o de nuevos adelantos científicos o

tecnológicos puede determinar reajustes inmediatos” (Canudas, s.f.). Este

autor se refiere también a “flexibilidad en la especialización”,

“flexibilidad en el acento”, “Flexibilidad para la rectificación”,

adaptabilidad a nuevos curricula”. En relación con esta clasificación

habría necesidad de establecer una diferencia entre las transformaciones

internas del currículo y los efectos o consecuencias, en términos de

apertura y flexibilidad. Es evidente que de las transformaciones –o del

tránsito– de un currículo rígido a uno flexible se derivan consecuencias,

que tienen que ver con la organización académica de los estudiantes y

profesores; con la organización del tiempo y de los espacios; con la

distribución de la formación en el tiempo; con las opciones que se

ofrezcan a los estudiantes, para que puedan rectificar sus decisiones

inapropiadas o inoportunas. Esto significa que no podemos hacer

descripciones holísticas de la flexibilidad curricular para significar las

consecuencias de ésta, los contextos de ocurrencia del currículo flexible,

las decisiones estudiantiles, etc.

Independientemente de la amplitud con la cual se asuma la noción de

flexibilidad curricular (o de currículo flexible), ella se considera hoy una

herramienta metodológica que confiere un nuevo significado a los

diferentes aspectos institucionales que son objeto de reformas en la

educación superior tales como la generación de nuevos modelos

curriculares, la reorganización académica, el rediseño de los programas

de formación y de sus planes de estudio, la transformación de los

proyectos institucionales, la redefinición del tiempo de formación, y la

mayor asociación de ésta a las demandas del entorno laboral, etc.

(Orozco, 2000; Gibbons, 1998).101

101 Para Bertha Orozco (2000) el currículo flexible desde una perspectiva antiesencialista aboga por una concepción más social de la flexibilidad curricular que, si bien no excluya lo

económico, no se limite, ni se cierre o subordine a ello exclusivamente.

141

Al referirnos de manera explícita a la flexibilidad curricular debemos

considerar:

El estudio del currículo, esto es, de los contenidos:

conocimientos,102 experiencias, problemas y prácticas

institucionalmente seleccionados, organizados y distribuidos en el

tiempo para efectos de la formación y,

Sus relaciones con todos los actores (académicos y

administrativos) y con todos los componentes institucionales que

directa o indirectamente están implicados en las prácticas de

formación.103 En este sentido, la flexibilidad curricular es un

principio regulativo de otras formas de flexibilidad que se articulan

con la organización académica, administrativa y de gestión, y con

las prácticas pedagógicas.

La flexibilidad curricular presupone una ruptura con las

demarcaciones fuertes rígidas y jerárquicas entre los diferentes

conocimientos que constituyen el currículo (o conocimiento oficial

legítimo); entre el conocimiento académico y el no académico; y entre

las jerarquías de los agentes/competencias/contextos, inscritos en los

diferentes campos de saber y práctica delimitados en los dominios

tradicionales.

La desclasificación del conocimiento académico u oficial, limitado

en el currículo hegemónico, interrumpe y transforma la noción jerárquica

de conocimientos estáticos. La ruptura crítica con los límites rígidos,

problematiza y transforma el status y la jerarquía entre los

conocimientos.

102 Aquí es importante recordar que la estructura clásica de la universidad descansa sobre dos pilares fundamentales: la organización en función de la división del trabajo del

conocimiento y la participación de los agentes en su producción/reproducción. A esto hay

que agregar que la división del conocimiento está profundamente influenciada por la

clasificación histórica de las ciencias en disciplinas y regiones aisladas, las cuales, a su vez, tienen una fuerte influencia en la estructura organizativa de las instituciones y en aquella de

los contenidos que reproducen.

103 También pueden incluirse los componentes interinstitucionales que pueden contribuir al desarrollo de la formación dentro de un currículo flexible.

142

La desclasificación del conocimiento académico u oficial posibilita

la formulación de diferentes modalidades de integración o re-

clasificación. De esta manera, temas, proyectos, métodos, conceptos,

actividades, experiencias sociales, modalidades culturales, etc., se

convierten en ejes que posibilitan diversas formas de articulación de los

conocimientos y de su producción al tiempo que permiten articular el

desarrollo del conocimiento con la acción, el “saber qué” y el “saber-

hacer” (Pedroza Flores, 1998), la teoría con la práctica. Estas

articulaciones que pueden ser fundamentales desde el punto de vista

epistemológico, en términos educativos están orientadas a desarrollar la

competencia y el hacer del estudiante, mediante la apertura de las

posibilidades que éste puede tener para seleccionar y combinar

contenidos, secuencias, ritmos y rutas que sus expectativas de formación

requieren.

En este capítulo pretendemos mostrar que la flexibilidad curricular

puede ser analizada en términos de dos operaciones interdependientes:

La primera se refiere a la apertura de los límites y, por consiguiente,

de las relaciones entre los diferentes campos, áreas, o unidades de

conocimiento/práctica/problemas que configuran un currículo. (Díaz,

2003, p. 64) Es evidente que este tipo de flexibilidad plantea nuevas

formas de inclusión de contenidos mediadas por criterios de pertinencia.

Si en los currículos tradicionales el aislamiento y la pureza de los

contenidos (fundamentalmente conocimientos), no permitía que asuntos

de contextos externos y/o extracurriculares pudieran ser objetos de

estudio y aprendizaje, el debilitamiento de los límites entre lo curricular y

lo no curricular, ha permitido la inclusión en el currículo de nuevos

contenidos, contextualizados y pertinentes en el tiempo y en el espacio.

Como quiera que el debilitamiento de los límites entre los contenidos

produce un campo de posibilidades de nuevas estructuras y relaciones

sociales entre los agentes, discursos y contextos, es posible considerar

que toda propuesta curricular flexible presupone:

Integración de los principios, contextos y posibilidades de la

educación con los principios, contextos y posibilidades de la

producción. (Bernstein, 1977, Cap. 8).

143

Desclasificación del conocimiento académico, esto es, interrupción de

las oposiciones paradigmáticas creadas por la oposición de campos

cerrados de materias.

Integración entre el conocimiento académico y el no-académico.

(reconstrucción de la lógica del poder que regula sus jerarquías).

Integración entre agentes transmisores en el proceso de generación y

desarrollo de las competencias de los estudiantes (el concepto de

competencia desplaza al concepto de habilidad).

Transformación de la unidad organizativa de los profesores, de formas

homogéneas y especializadas, (como el área, o el departamento) a

formas integradas con otros agentes educativos (grupos de trabajo,

equipos para el desarrollo de proyectos, etc.). Esto presupone una

transformación de la cultura y perfil profesional y ocupacional de los

profesores.

Transformaciones en la unidad organizativa de los alumnos de formas

homogéneas, especializadas e individualizadas a formas integradas.

Fortalecimientos de las relaciones entre la institución y su entorno

sociocultural y económico, así como de los procesos de autogestión

social y pedagógica. (Cambio de las relaciones de poder institución-

comunidad).

Transformación en las modalidades de relación social transmisor/

aprendiz.

Transformación en el grado de control sobre las reglas que regulan el

aprendizaje. (Selección, secuencia, ritmo).

Orientación hacia una práctica colectiva/participativa de formas de

evaluación y establecimiento de sus criterios. (Ampliación del campo

de participación).

144

Desclasificación de los tiempos y de los espacios de aprendizaje.

(Acceso a los diferentes espacios del contexto cultural primario).

La segunda operación de la flexibilidad tiene que ver con el grado en

el cual una institución o un programa define establecer una oferta amplia

y diversificada de cursos y actividades académicas que permiten

satisfacer en cierto grado las expectativas, demandas e intereses de los

estudiantes, así como a dar oportunidad de acceso a la educación a

nuevos grupos sociales. Esta expresión de la flexibilidad, que tiene

diferentes grados, es la que han adoptado la mayoría de las instituciones

y la que corrientemente permite que las instituciones asuman sus

currículos como currículos flexibles. Es en este sentido que (Pedroza

Flores, 2003) plan tea que la flexibilidad curricular o el currículo flexible

es definido por muchas instituciones como una oferta regulada de cursos

compuestos y organizados por el sistema de créditos, el tronco común y

la verticalidad del programa de estudio.

Si bien, se podría pensar que las dos operaciones de la flexibilidad

son una sola cosa, y que ambas presupondrían en las instituciones de

educación superior “una re-conceptualización de sus discursos, prácticas

y estructuras organizativas tradicionales y una mayor articulación entre

los conocimientos que en ellas se producen y reproducen, y los intereses

estudiantiles y las demandas del entorno social” (Díaz, op. cit. p. 64),

existen grandes diferentas entre ambas expresiones de la flexibilidad.

Consideremos el segundo caso en el cual se amplia la oferta. Dicha

ampliación varía en grados, por no decir en porcentajes. Así es común

encontrar programas que dicen tener un 15% de flexibilidad, otros un

20% y así sucesivamente. ¿Hasta qué punto podemos hablar de un

programa de formación flexible que dice tener un 17% de oferta flexible?

¿No será más bien un programa con un currículo rígido –asignaturista–

que tiene un 17% de oferta flexible? Examinemos estas diferencias con

más detalle.

La primera acepción (operación) de la flexibilidad curricular se

refiere al cambio en la estructura organizativa del conocimiento. Esto

significa trascender el aislamiento asociado a la tradicional forma de

existencia de las disciplinas y a las rivalidades académicas y

profesionales que éstas producen (Young, 1998). En un modelo de

formación flexible es crucial establecer los principios y fundamentos que

145

informan las nociones de interdependencia, articulación o integración a

partir de las cual se define la reorganización (o reconstrucción) del

conocimiento/práctica y de la cultura académica. La idea de unos

conocimientos integrados (regulados por límites flexibles) es mucho más

compleja que la simple formulación de unos contenidos novedosos que

se oponen a las materias tradicionales. Contrariamente a lo que sucede

en un modelo de formación rígido, agregado o taxonómico, la

organización del conocimiento desde una perspectiva flexible no se

produce dentro de los límites rígidos e inflexibles a los cuales se someten

los saberes recontextualizados. La organización del conocimiento en

cualquier modalidad curricular flexible implica algo más que la simple

organización normativa de unos conocimientos recontextualizados de las

disciplinas y subdisciplinas como contenidos acabados o constituidos, y

aislados o rígidamente demarcados.

Este tipo de flexibilidad curricular no puede obedecer a un

tratamiento instrumental. Al contrario debe inspirarse en consideraciones

históricas. Numerosos investigadores sobre el conocimiento disciplinario

(Gibbons et al., 1997; Dogan, sf.; Geertz, 1980; Mignolo, 2000) han

considerado que la ciencia moderna no puede abstraerse del surgimiento

de nuevos modos de producción del conocimiento, los cuales ahora están

mediados por principios como la reflexividad, la transdisciplinariedad e

hibridez y la heterogeneidad, que han hecho posible trascender las

formas de conocer tradicionales de las disciplinas. Estos principios son

fundamentales para comprender la relación existente entre el principio de

flexibilidad y los procesos de desclasificación del contenido curricular y,

en consecuencia, esto es, el debilitamiento de los límites entre discursos,

agentes y contextos de interacción. El debilitamiento de dichos límites,

que lo hemos asumido en este estudio permitirá comprender el sentido de

los procesos de “desclasificación” y por qué, integrar es un efecto de

desclasificar.

Los estudiosos de la investigación también han planteado que dada la

ausencia de objetivos prácticos de la investigación se han debilitado tanto

las bases de, como la credibilidad en, las disciplinas y materias

académicas históricamente constituidas como las principales formas de

organización social para la producción y reproducción del conocimiento.

El interés práctico o preformativo de las disciplinas ha afectado los

modelos organizativos del currículo, el cual se ha flexibilizado y

146

comenzado a articular nuevos campos y ámbitos de estudio, combinando

y reconfigurando los contenidos formativos de diferentes maneras, a

partir de la consideración de diferentes contextos, prácticas, problemas y

prospectos (Díaz, Op. cit. p. 64-65)

Bajo esta forma de flexibilidad, la organización de los contenidos

curriculares se han diversificado con el aporte de numerosos productos

multidisciplinarios, interdisciplinarios y, sobre todo, transdisciplinarios

que se apoyan fundamentalmente en enfoques centrados en el análisis de

problemas y en su solución. En este caso, el currículo rediseña su

organización que implica pasar del aprendizaje centrado en lenguaje total

de las disciplinas a uno centrado en la resolución de problemas prácticos

(Gibbons, 1998, p. 40), donde los límites entre contenidos, entre

conocimiento y acción, entre lo puro y lo aplicado se debilitan y pueden,

de esta manera, subordinarse a nuevos principios organizativos como una

idea, un problema, una situación, un contexto, por ejemplo, que

favorecen la apertura de los límites entre los contenidos de las clásicas

asignaturas y, en consecuencia, de sus jerarquías, poderes y estatus.104

Al referirse a la relación entre áreas de conocimiento, o asignaturas

Young (1998) nos sugiere una aproximación a la flexibilidad curricular:

Cada materia incorpora un conjunto propio y cambiante de prácticas y

tradiciones y un concepto, sin embargo implícito, de sus relaciones con

otras materias. Por ejemplo, la física ha cambiado con la introducción de

nuevos tópicos como la electrónica, al punto que ha devenido parte de la

ciencia integrada, en lugar de continuar siendo una materia aislada. A

pesar de la influencia significante del cambio tecnológico sobre una

materia como la física, la organización del currículo (…) da pocas

oportunidades explícitas para usar tales cambios para reunir a diferentes

especialistas y explorar cómo los syllabus de sus materias pueden

complementarse mutuamente. Si los especialistas en una materia fueran

104 Un asunto de interés en este caso, concierne a las consecuencias del debilitamiento de los límites. ¿Qué efectos tiene el debilitamiento de los límites entre los conocimientos (de las

disciplinas, de su imaginario: las asignaturas) sobre el ―habitus‖ de sus agentes productores o reproductores? Este tema, de gran interés para el análisis de la flexibilidad es tratado en dos

nuevos artículos sobre el tema: “A propósito de la Flexibilidad” y “Nueva lectura de la

Flexibilidad”, producidos en el marco del Diplomado en Flexibilidad en la Educación Superior que desarrolla la Universidad Autónoma San Luis Potosí en México. Al respecto,

pueden consultarse la página: http://ambiental.uaslp.mx/flexi/. o solicitar información al

correo electónico [email protected]

147

requeridos para explicitar hasta qué punto su materia se relaciona con los

fines del currículo como un todo, se darían las bases para que los

profesores de física desarrollaran programas comunes con los profesores

especializados en economía e historia. Tales programas podrían tener

como fines mostrar al estudiante cómo los procesos industriales influyen

en la investigación en física así como destacar el papel de la ciencia en el

cambio económico e industrial. (pp. 60-61)

Para Young (Op. cit.) las nuevas formas de organización del trabajo,

asociadas con lo que se ha denominado especialización flexible, han

producido nuevos criterios para la organización del currículo. En lugar de

la tradicional división del conocimiento en asignaturas aisladas, el énfasis

tiende a realizarse sobre novedosas formas de articulación entre las áreas

de conocimiento en las cuales las formas especializadas o específicas se

articulan a un núcleo genérico de conocimientos y competencias para

todos los estudiantes.

Esta forma de flexibilidad ha derivado en la construcción de nuevas

modalidades curriculares que se fundamentan en diversas opciones

organizativas. Por ejemplo, es posible establecer una organización

curricular por campos o núcleos de problemas que presentan relevancia y

pertinencia para ciertos ámbitos y requieren una solución; por módulos o

proyectos que convocan la participación o la integración de diferentes

actores y discursos disciplinas (o asignaturas). También es común, dentro

de cierta flexibilidad instrumental, organizar el currículo alrededor de un

tronco básico (o núcleo básico) para una o varias carreras; establecer el

grado en el cual se introduce la investigación en la formación, el tipo de

práctica profesional que deba realizarse, la articulación de la proyección

social a la formación, etc. Un ejemplo de la necesidad de flexibilizar el

currículo lo presenta Barnett (1002, p. 60) cuando plantea que “los

idiomas, las economías globales y los mercados laborales globalizados

impulsan una ampliación del campo, para incorporar lenguajes

adicionales para los estudios principales y ofrecer oportunidades para

producir um mayor impacto: el discurso se toma como un concepto

práctico, al tiempo que teórico”

Es evidente que la mayoría de las universidades han sido reacias a

asumir nuevas posibilidades organizativas del currículo porque –como

manifiesta Gibbons (1998)– su instinto les dice que la solución de

148

problemas requiere una previa fundamentación disciplinaria. En

consecuencia agrega Gibbons:

la tendencia es adquirir primero el conocimiento disciplinario y luego

moverse a la solución de problemas. Sin embargo, es posible sugerir otras

posibilidades. Por ejemplo, en el campo de la medicina, algunas escuelas

se han opuesto a este tipo de formación basado en el aprendizaje previo

de la anatomía, la fisiología, la biología y la química antes de confrontar

a los pacientes y han privilegiado un tipo de formación centrado en cómo

construir ―repertorios de soluciones de problemas‖. En este caso, los

futuros médicos aprenden cómo encontrar el conocimiento necesario para

explicar los síntomas que presentan los pacientes reales. En otras

palabras, los síntomas se plantean como problemas y los estudiantes

aprenden cómo usar el conocimiento para resolverlos. (1998, p. 4)105

Esta situación plantea la necesidad de reflexionar críticamente sobre

los nuevos principios organizativos del conocimiento y sobre los

imperativos creados por su creciente orientación performativa que, como

hemos planteado atrás, ha erosionado los presupuestos hegemónicos de la

estabilidad disciplinaria la cual se ha constituido históricamente en el

principio dominante de la organización jerarquizada del denominado

conocimiento académico. La importancia de dicha reflexión surge del

reto que hoy tienen las instituciones de educación superior, en general, y

la universidad en particular, de formar “profesionales en el conocimiento

y solución de problemas” capaces de migrar de un campo de prácticas a

otro; de innovar, experimentar y aprender en nuevos contextos; de

reciclar su “saber” y su “saber hacer”, en síntesis, de reenfocar

permanentemente su identidad profesional frente a escenarios laborales

contingentes, fugaces e inciertos.

La segunda forma de flexibilidad curricular, como hemos

planteado (Díaz, 2003, p. 66) está asociada con el incremento de la oferta

de lo que podríamos denominar el mercado curricular, cada vez más

amplio, flexible, diversificado y diferenciado, y con la posibilidad que

tiene el estudiante (usuario o cliente) de organizar su propio programa de

estudios de acuerdo con sus necesidades de formación, sus expectativas,

105 Puntos de vista similares se pueden encontrar en Schön (1992) y (1998).

149

intereses y posibilidades de tiempo para su formación, dentro de los

límites que fije la institución.106 La flexibilidad, en este caso, permite:

“Más oportunidades para acceder a la formación profesional.

Esto significa eliminación –o por lo menos disminución– de

las restricciones institucionales para el acceso a los programas

de formación.

Mayor adecuación a las posibilidades de acceder a la

educación superior. Este aspecto tiene que ver con la

diversificación de opciones de formación y de titulación.107

Así mismo, significa que la formación se adecua a las

posibilidades de los estudiantes –y usuarios, en general– y

puede organizarse en función de sus tiempos y de los lugares

disponibles para la formación.

Respuestas más rápidas a las necesidades formativas de los

estudiantes. Esto significa la reducción de los tiempos de

formación y, como consecuencia, la creación de salidas

laterales que permitan dividir dicho proceso en etapas cortas,

modulares o cíclicas, con el fin de facilitar al estudiante la

solución de sus necesidades laborales y fomentar, igualmente,

106 Esta forma de flexibilidad curricular que podríamos denominar funcional, la cual tiene alguna relación semántica con los sistemas de producción basados en la especialización

flexible, permite un alto grado de flexibilidad personal y autonomía al estudiante para transitar por diferentes áreas de conocimiento/práctica de conformidad con sus intereses y

necesidades. En cierta forma, puede considerarse una recontextualización de las formas de

organización y de relación del sector productivo –flexibilidad funcional–. (Véase, Torres,

1998).

107 La diversificación de la educación superior es una característica básica de nuestros tiempos que está consignada en la Declaración Mundial sobre la Educación Superior

(UNESCO, octubre de 1998). Al respecto se dice: “En vísperas del nuevo siglo, se da una

demanda sin precedentes para una gran diversificación en la educación superior junto con un

aumento de la conciencia de su vital importancia para el desarrollo sociocultural y económico y para la construcción del futuro”. También se dice: “La diversificación de los modelos de

educación superior y de las modalidades […] es indispensable para responder a la tendencia

internacional de masificación de la demanda y a la vez para dar acceso a distintos modos de enseñanza y ampliar el acceso a públicos cada vez más diversos, con miras a la educación a

lo largo de la vida, lo cual supone que se pueda ingresar en el sistema de educación superior y

salir de él fácilmente”. En este sentido “las instituciones deben ofrecer una amplia gama de posibilidades de educación y formación: títulos tradicionales, cursillos, estudios a tiempo

parcial, horarios flexibles, cursos en módulos, enseñanza a distancia con ayuda, etc.”

(UNESCO, 1998).

150

sus intereses y propósitos vocacionales o profesionales

(Pedroza Flores, 1998).108

Ampliar la oferta de contenidos instruccionales que posibiliten

a los estudiantes una selección más adecuada a sus

necesidades e intereses individuales. Esto implica una oferta

regulada de cursos compuestos y organizados mediante un

sistema de créditos, que se asume como uno de los

instrumentos más importantes de la flexibilidad curricular.”

(Díaz, 2003, p. 67)

Es importante tener en cuenta que en la actualidad la flexibilidad

curricular hace parte de las políticas y tendencias que en el escenario

mundial se promueve a través de diferentes agencias internacionales. A

partir de la propuesta de este nuevo orden, que es ciertamente una des-

encarnación de la educación clásica e ilustrada, la educación superior

requiere un replanteamiento crítico y autónomo que permita generar en

sus instituciones nuevas formas de organización, relación,

funcionamiento, y capacidad de desarrollo, compatibles con sus ideales,

identidades y prospecto, para enfrentar con sentido los signos de los

tiempos. Esto no significa reconvertir la educación superior para

adaptarla, sino reconceptualizarla para transformarla.

En síntesis, el análisis de la flexibilidad tiene que ver con la forma

que asumen los límites entre los contenidos, en especial, con su

debilitamiento y, por lo tanto, de su apertura. Las posibilidades de la

108 La reducción de los tiempos de formación también se puede dar en función de la selección individual de las rutas de formación, del ritmo de los aprendizajes. Estos dos

aspectos hacen parte de la distribución de la formación bajo el sistema de créditos que abordaremos más adelante. Aquí es posible metaforizar de manera inversa la flexibilidad

numérica del campo laboral. Así, mientras en el campo de producción la flexibilidad

numérica permite disminuir la cantidad de la fuerza laboral demandada redistribuyéndola

según las necesidades de la empresa, en el campo educativo es posible ampliar la oferta formativa a los usuarios mediante el uso de una variedad de estrategias de organización del

tiempo de formación que incluye: diversificación de las jornadas, medios auto-formativos de

diverso tipo como los modulares, disminución de los períodos académicos, contrato individual sobre la forma de acceder a las actividades formativas del programa, sistemas de

tutorías, oferta de programas virtuales, etc. Podríamos concluir diciendo que si la flexibilidad

numérica se relaciona en el campo de laboral con la disminución drástica de la demanda de fuerza de trabajo, en el campo de la educación superior se relaciona con la ampliación

exuberante de la oferta formativa, la cual está orientada a satisfacer el consumo educativo de

lo usuarios.

151

flexibilidad se encuentran en la perspectiva de reconstrucción de los

límites rígidos que marcan y legitiman las estratificaciones y diferencias

de conocimientos y prácticas. Con base en este punto de vista la

comprensión de la flexibilidad curricular requiere de un descentramiento

que pueda asumir nuevos posicionamientos del conocimiento y la acción

en la educación a partir de los cuales se produzca un nuevo pensamiento

integral e integrado proclive a nuevas perspectivas de organización e

interacción social. De allí la necesidad de reflexionar sobre estructuras

curriculares alternativas a la luz de la flexibilidad. En lo que sigue

profundizaremos en este tema.

152

6 FLEXIBILIDAD Y ESTRUCTURA

CURRICULAR: DE LA SELECCIÓN Y

ORGANIZACIÓN DEL CURRICULO

Ya hemos planteado (Diaz 2003, p. 68) que una estructura curricular

se entiende como el ordenamiento u organización y relación de los

contenidos, las dinámicas y experiencias formativas seleccionadas, a

partir de las cuales se desarrollan los planes de estudio de los programas

académicos de una institución. Una estructura curricular establece los

límites y controles, posibilidades y opciones en el tiempo y contenido del

proceso formativo de los estudiantes. Por lo general, una estructura

curricular se organiza, articula o integra en función de lo que

tradicionalmente se ha denominado “fundamentos del currículo”:

epistemológicos, psicológicos, pedagógicos, etc. Los fundamentos

sociológicos discurren entre una visión abstracta y generalista de la

sociedad, que le asignan poca o ninguna relevancia a contextos

específicos (locales). Cuando estos se introducen, operan bajo lo que se

ha dado en denominar el principio de la pertinencia. Sin embargo, es

importante preguntarse, qué significa aquí la pertinencia.109

Independientemente de sus fundamentos y arreglos, la estructura

curricular de un programa o de los programas académicos de una

institución es, en cierta forma, la columna vertebral de los procesos

formativos, pues de ella depende la orientación hacia y, la organización

de los conocimientos y prácticas seleccionados que implica la formación.

Toda estructura curricular está constituida por elementos básicos

cuya selección, organización y relación tiene implicaciones importantes

en las prácticas de formación. El lenguaje que se usa para definir los

109 Es interesante observar que la pertinencia tiene que ver con macroprocesos económicos y generalizados y no con situaciones problemáticas particulares. Cuando éstas se recuperan es

para justificar la existencia de programas, convirtiéndose así en lugares comunes que

legitimas soluciones generales.

153

elementos constitutivos de una estructura curricular es muy variado y en

la mayoría de los casos arbitrario. En muchos casos no existe

uniformidad en el lenguaje, pues cada institución y cada programa

académico definen autónomamente su estructura curricular. Este es un

asunto propio de diferentes instituciones de educación superior, en las

cuales la estructura curricular de los programas queda, en la mayoría de

los casos, a discreción de los profesionales inexpertos en asuntos

curriculares y académicos éstos, sin que aquella responda a una política

curricular institucional y a unos principios curriculares comunes.

Por lo general, el lenguaje curricular oscila entre nomenclaturas tales

como campos, áreas y componentes uni, inter y transdisciplinarios y su

clásica recontextualización en asignaturas110, hasta otras como cursos,

núcleos, temas, problemas, módulos, tópicos, instituciones, períodos

históricos, espacios geográficos, colectivos humanos, ideas, etc., (Torres,

1998). También es común utilizar nociones tales como ambientes, ejes,

bloques –temáticos o problemáticos-, proyectos, etc.111 Estas

nomenclaturas son arbitrarias y no necesariamente son representativas de

la flexibilidad. Algunas universidades utilizan núcleo (core) para referirse

a agrupaciones de asignaturas (núcleo de asignaturas básicas, núcleo de

asignaturas optativas, núcleo profesional etc.).

Ahora bien, cualquiera que sea el lenguaje que se utilice para definir una

estructura curricular, lo fundamental es acceder a la comprensión de las

implicaciones de establecer límites cerrados a las estructuras como ocurre

en el currículo tradicional organizado por asignaturas, en el cual es

común reducir la flexibilidad curricular a la agregación o desagregación

de asignaturas. La agregación o desagregación de asignaturas,

(eliminación o creación) no puede considerarse como una realización del

principio de flexibilidad, ya que en ningún momento se transforman las

relaciones entre los contenidos. Dicho de otra manera, no se transforma

la división del trabajo del conocimiento. De allí que se puedan aumentar

o disminuir las asignaturas o cursos del plan de estudios de un programa

110 Para un análisis del currículo en asignaturas véase Torres (1998), Capítulo III, pp. 104-112.

111 La nociología es arbitraria y no necesariamente representativa de la flexibilidad. Algunas universidades utilizan núcleo (core) para referirse a agrupaciones de asignaturas (núcleo de

asignaturas básicas, núcleo de asignaturas optativas, núcleo profesional etc.).

154

académico y definir una mayor o menor intensidad horaria sin que se

altere la organización del trabajo académico, la estructura organizativa de

los profesores; sin que se transformen las relaciones entre las unidades

académicas que ofrecen las asignaturas y, mucho menos, sin que se

genere y desarrolle una nueva organización, disposición y, en

consecuencia, cultura académica en los estudiantes.

En este sentido, hemos planteado (Díaz, 2003, p. 69) que producción

de estructuras curriculares flexibles (reestructuración del currículo) en la

educación superior es un asunto de gran importancia que debe expresarse

en nuevas formas de selección, organización y distribución de los

contenidos de formación, y fundamentarse en las necesidades y usos

sociales, culturales y científicos de la educación superior. Esta última

debe establecer una mayor interacción con amplios grupos sociales y

colocar los usos de la ciencia y la tecnología al servicio de la solución de

necesidades y problemas de aquellos grupos más vulnerables. Esto

significa reconceptualizar la noción de “pertinencia”, más allá del mero

interés de fomentar y desarrollar una cultura de la interdisciplinariedad o

de reconceptualizar las relaciones entre la formación, la investigación y

la proyección social en abstracto. 112

En la concepción tradicional de educación superior, los procesos

instrumentales de selección y distribución han estado mediados, por lo

general, por las oposiciones paradigmáticas tradicionales que regulan la

temporalidad de un plan de estudios y que se distribuyen en diferentes

densidades, de acuerdo con la naturaleza del programa académico de

formación, entre:

Lo obligatorio / opcional o electivo,

Lo general (genérico) / específico,

Lo básico / profesional,

Lo fundamental / complementario,

112 A este tema nos hemos referido de otra manera, y en otra parte, al desarrollar la noción de discurso instruccional. Véase, Díaz, Mario. (2001) “Sobre el discurso instruccional, o

claves para la comprensión del currículo”. En: Del discurso pedagógico: problemas críticos.

Bogotá, D.C.: Cooperativa Editorial Magisterio.

155

Lo teórico / práctico (aplicado).

En estas oposiciones lo obligatorio se considera lo más importante y

actúa selectivamente sobre las demás oposiciones. A pesar de la

dominancia de lo obligatorio, lo opcional o electivo se ha comenzado a

revaluar pues ya no se asume como lo no importante, no necesario, o no

fundamental, esto es, como un segmento que poco o nada afecta o

interviene en la formación. La noción de electivo se ha ido vinculando

un mercado educativo que privilegia la diversidad de intereses y

posibilidades de elección del estudiante. De hecho, la importancia de lo

electivo está en función de las otras oposiciones. Así, por ejemplo, en las

oposiciones general/específico o básico/profesional, lo electivo puede

resultar secundario o adicional de lo general, o de gran importancia en

función de los intereses, expectativas y necesidades de los estudiantes.

Esto puede conducir a diferentes realizaciones de lo electivo: cursos

electivos de profundización, cursos electivos de soporte, cursos laterales,

cursos electivos libres que suplen áreas adicionales y, por lo general,

expresan la diversificación.113

Lo electivo tiene la connotación adicional de complementario, esto

es, que sirve para completar la formación. Es, en cierta forma, una

contribución a la denominada formación integral Sin embargo, esta

connotación de complementario está subvalorada y presenta poca

importancia para los estudiantes. En este sentido, es muy común referirse

al componente flexible o complementario despectivamente en ciertos

programas pertenecientes a las ciencias naturales y las tecnologías.

Desafortunadamente este componente coincide en la mayoría de las

veces con la denominada “formación socio-humanística”.

El siguiente esquema ilustra de manera muy descriptiva las posibles

realizaciones de las oposiciones que subyacen a una estructura curricular.

En este esquema se ilustra la organización curricular sobre dos ejes, el eje

obligatorio-electivo y el eje básico-profesional. Las relaciones entre estos

ejes generan una cierta gramática descriptiva de tipologías en cada

cuadrante compatibles con diferentes modalidades de estructuras

curriculares, de conformidad con la densidad de cada uno de los

113 Véase, Díaz, M y Gómez, V. M. (2003) Formación por ciclos en al educación superior. Bogotá: ICFES. Páginas 57-63.

156

componentes de cada cuadrante. Dicha densidad puede expresarse en

porcentajes que se asumen como el grado de flexibilidad y de orientación

de un programa: generalista, profesionalizante, o balanceada,

diversificada, etc. Es importante, por lo tanto, reflexionar sobre la

necesidad de pensar estas oposiciones y generar nuevas alternativas no

jerarquizadas.

Gráfica N° Modelo descriptivo de la organización curricular

En la sección siguiente, examinaremos brevemente las diferencias

entre las reglas de selección, organización del currículo e intentaremos

responder a la pregunta ¿Cómo actúa la integración sobre lo que

podríamos denominar “lógica social” de selección, organización y

distribución de discursos, agentes y contextos de interacción pedagógica?

El análisis puede servir como referente para construir y desarrollo de

nuevas propuestas curriculares más articuladas o integradas, que

conduzcan a prácticas pedagógicas más socializadas, participativas y

mediadas por la concertación y el diálogo.

OBLIGATORIO

ELECTIVO

BÁSICO PROFESIONAL

General/común Específico Teórico

Fundamental Específico Diversificado Teórico/Práctico Práctico

Complementario (básico) Libre

Diversificado: Específico horizontal (Correlación) Específico vertical (profundización) Específico lateral (soporte) Teórico/práctico Libre

157

Sobre la selección del currículo

En Díaz (2003) planteamos que la selección se considera la regla

fundamental para la constitución del currículo y de sus diferentes

discursos y prácticas al ser la que permite apropiarse de otros discursos

(por ejemplo, los discursos de las disciplinas), controlarlos y potenciarlos

como conocimientos legítimos susceptibles de ser transmitidos en la

práctica pedagógica. La selección –agregamos– permite establecer

restricciones, diferencias y abstraer, extraer, desubicar los conocimientos

de sus lugares primarios de existencia (por lo general, lugares

disciplinarios) y reubicarlos en el campo curricular y en el campo

pedagógico. La selección es una típica realización de la

recontextualización. Dicho en otros términos, el currículo es un conjunto

de discursos seleccionados y recontextualizados. Los contenidos

seleccionados no pueden ser más que una recontextualización –no

necesariamente actualizada– de los logros epistémicos de un campo del

saber realizada, en algunos casos, por especialistas de ese campo y, en

otros, por lo general, por no especialistas. La selección puede estar

mediada por criterios rígidos o flexibles y, en este sentido, definir lo que

cuenta como discursos diferentes en el conjunto de un programa

académico.

También planteamos (ibid.) que cuando se hace referencia a una

estructura curricular, rígida o flexible, es importante examinar la

selección de los contenidos formativos (¿Qué se selecciona? ¿Qué se

ofrece?), de acuerdo con su relevancia, pertinencia, impacto científico o

tecnológico, efectos sociales, económicos culturales; con su utilidad para

la comprensión y solución de problemas reales (ambientales,

económicos, sanitarios culturales, por ejemplo). Todos estos criterios

debieran estar mediados por uno fundamental: la participación.

Si bien, este último criterio debiera actuar como principio regulativo

cada vez que se seleccionan los contenidos de un currículo, es evidente

que tiene mayor pertinencia con la flexibilidad en la medida en que, de

una u otra manera, promueve formas de interacción socializadas que

permiten la discusión de los demás criterios en cuestión y enriquecer los

consensos socialmente generados.

158

Ahora bien, en una época –como aquella que se vive en el nuevo

milenio– que comienza a ser paradigmáticamente dominada por la

supercomplejidad (Barnett, op.cit.) y por la superflexibilidad (Bahrami y

Evans, Op. cit), se hace necesario reconceptualizar la clasificación de los

discursos y su agrupamiento en el currículo que trascienda las consabidas

pugnas por el control sobre determinadas áreas dicursivas. En este

sentido es conveniente reflexionar sobre los nuevos anclajes del currículo

provocados por:

El ritmo de expansión y cambio de la naturaleza del conocimiento

que demanda una mayor articulación e interdependencia entre el

conocimiento genérico y el conocimiento especializado y aplicado.

El desarrollo del conocimiento en todas sus dimensiones, que

obliga a introducir a los futuros profesionales en los aspectos

relevantes de la ciencia, la tecnología y la cultura modernas y en la

comprensión de la inconmensurabilidad de estos campos.

Las necesidades contingentes que surgen de la diversidad de

escenarios laborales inestables, y que reclaman en los

profesionales la adquisición y el desarrollo competencias variables

para el ejercicio profesional en los contextos donde se privilegia la

especialización flexible.

CRITERIOS DE SELECCIÓN DE LOS

CONTENIDOS

– Participación

– Relevancia

– Pertinencia

– Utilidad social e individual

– Contextualización

– Aplicabilidad

– Impacto

– Diversidad de intereses y necesidades de

los estudiantes

– Oportunidades de formación

– Desarrollo individual

159

Los nuevos modos de producción y reproducción del conocimiento

y las posibilidades permanentes de su transferencia a diferentes

campos de práctica.

Las tendencias diversas del ejercicio profesional y el cambio del

estado de la formación en los ámbitos nacional e internacional.

El surgimiento de múltiples problemas que afectan la naturaleza y

la sociedad y que reclaman soluciones de diverso tipo, de corto y

mediano plazo.114

Reconceptualizar en un currículo la selección de los contenidos de

formación desde otras relevancias, intereses, utilidades y motivaciones

implica asumir una postura de mayor apertura y flexibilidad. Esto

significa redefinir el criterio de exclusión con respecto al número de

discursos y enfoques susceptibles de ser seleccionados. Esta redefinición

debe ser congruente no sólo con las nuevas relevancias propias de la

reestructuración de los campos económico, científico, tecnológico,

cultural, social, artístico, y humanístico, etc.) sino también con la

recontextualización de las prácticas profesionales. Esto replantea la

flexibilidad curricular como la oferta aleatoria de contenidos y le asigna,

en un programa de formación, un sentido más abierto y, si se quiere, más

integrante de lo universal y lo particular.

Una selección curricular abierta o flexible (con un variado número de

opciones) permite ubicar a los estudiantes en papeles más activos o

creativos en la toma de sus decisiones para organizar su currículo, definir

su identidad y desarrollar sus competencias especializadas. También

puede permitir reorientar los estudios de un programa de formación y

apuntar, de esta manera, hacia una organización más flexible. La

selección de contenidos articulado a ofertas flexibles puede favorecer el

surgimiento o fortalecimiento del sistema de educación permanente, des-

profesionalizante, de ciclos cortos y de salidas al mercado laboral sin

menoscabo de la continuidad de la formación propedéutica ascendente.115

114 Algunos de estos aspectos fueron señalados previamente en Díaz (2003, p. 71)

115 Este es un asunto que se desarrolla en Díaz y Gómez (2002), en el libro Formación por ciclos en la educación superior, publicado por el ICFES. Este libro puede considerarse una

continuación del estudio previo de la flexibilidad, (Díaz, Op.cit.) y está dedicado al análisis

160

Este aspecto es crucial si se considera los cambios permanentes a lo

cuales están sometidas hoy las profesiones. Este asunto ha sido tratado

por expertos como Donald Schön (1998) en su obra El profesional

reflexivo.

Es importante tener en cuenta, como lo hemos dicho previamente,

(Diaz, 2003, p. 72) que las consecuencias prácticas de una

reconceptualización de la selección se extienden a la vida de los agentes

y unidades académicas de la institución (departamentos, escuelas, otras),

las cuales deben replantear su relación rígida con los planes de estudio de

los programas de formación y proponer la selección de nuevas opciones

(cursos, seminarios, talleres, proyectos, textos; en síntesis, diferentes

contenidos y maneras de formación) que faciliten la constitución de

nuevos programas de trabajo a los que pueden acceder los estudiantes de

manera flexible. En este sentido, la flexibilidad curricular al impicar la

desclasificación de los agentes académicos interrumpe la rígida división

del trabajo pedagógico al reconstituirle su carácter de práctica colectiva.

La interdependencia, en este caso, plantea relaciones sociales de los

actores académicos/contextos pedagógicos con otros actores/contextos

externos a las instituciones tanto en el proceso de selección y

organización del conocimiento escolar, como en los procesos de

autogestión pedagógica que se promueven en el acceso a éste.

Las consideraciones anteriores pueden servir de fundamento crítico a

la manera como los actores educativos de las instituciones de educación

superior descontextualizan, jerarquizan y oponen contenidos, aíslan y

separan unos y legitiman otros, a partir de sus intereses, ideologías,

limitaciones, o capacidades. El sentido restringido de la selección que

opera en la mayoría de los casos debiera ser objeto de reconstrucción, de

tal forma que favoreciera interdependencias, articulaciones, y nuevas

dimensiones de ese “qué” que constituye el contenido legítimo que

circula en las instituciones educativas. Esto transformaría el sentido de

legitimidad que poseen ciertos contenidos y redefiniría los límites entre el

conocimiento legítimo y aquello que desde el punto de vista de las

instituciones educativas, o de las agencias educativas del Estado se define

como “conocimiento oficial” que cobra su validez en el currículo.

de la noción de ciclo en la educación superior, sus antecedentes, su impacto, y a la

presentación de algunas propuestas.

161

De la organización del currículo

La organización está más directamente relacionada con el

establecimiento de los límites que regulan a ordenamiento y

jeraquización de un conjunto dado de discursos que se constituyen como

currículo. La organización fija límites, redefine fronteras y, de esta

manera, regula la relación –articulación, o aislamiento– entre los

contenidos de formación. Esta puede darse a partir de agrupamientos

jerárquicos –de unidades mayores a unidades menores– u horizontales y

adopta diferentes expresiones.116

En el caso de la educación superior, existen formas organizativas

dominantes del currículo que se expresan en conjuntos especializados,

agrupados de acuerdo con sus similitudes y diferencias, bien sea

alrededor de grandes campos de conocimiento, o de sus componentes que

se articulan en otro tipo de unidades, como ocurre alrededor de las áreas

y asignaturas. Estas formas de organización obedecen al hecho que el

conocimiento profesional continúa defendiendo las cuatro propiedades

fundamentales de las que habla Schön (1998, p. 33): especialización,

establecimiento firme, cientificidad y estandarización. De manera breve,

y sin ninguna pretensión metodológica, nos referiremos inicialmente a

algunas de las nociones propias del lenguaje curricular de las formas

organizativas dominantes propias del currículo.

En primer lugar nos referiremos a la noción de campo de

formación. Entrar en la definición de campo equivale a generar una

polémica. Hoy no hay consenso entre los intelectuales y académicos

acerca de su unidad ni mucho menos de la fundamentación de su

quehacer, de sus objetos, o de su cientificidad. La noción de campo o

116 Tanto las formas de selección como las formas de organización parecen estar

determinadas por los marcos teóricos que definen una u otra perspectiva curricular. Así, mientras la perspectiva academicista se centra en las formas de saber acumulado, la

perspectiva técnica se centra en la eficiencia, esto es, en alcanzar altos niveles de resultados y

establecerlos como logros. Es lo que Donald Schön (1998) denomina la racionalidad técnica. A pesar de la existencia de diferentes perspectivas, la que todavía permanece sin perder su

hegemonía, es la visión academicista cuyo enfoque, básicamente enciclopédico, está centrado

en la transmisión de conocimiento acumulado. El predominio enciclopédico de esta perspectiva no hace énfasis ni en los procesos comprensivos del aprendizaje, ni en su

utilización. Su énfasis, podemos decir, se centra en lo que se ha dado en denominar el ―saber

qué‖.

162

campos de formación se ha derivado de la histórica división de los

campos de producción del conocimiento. En relación con este último

aspecto, se ha entendido por campo un amplio espacio que, inicialmente

estructurado por disciplinas, ha ido incorporando otras regiones del

conocimiento que en su momento han ido cobrando autonomía. Para los

epistemólogos y sociólogos un campo está constituido por disciplinas,

por regiones o por disciplinas y regiones, que aportan sus conceptos,

métodos, procedimientos, epistemologías y términos en la definición de

sus discursos y sus prácticas.117 La noción de campo es una categoría

organizativa del conocimiento y una fuente de teoría e investigación. Un

campo instituye una división y especialización del trabajo y articula las

disciplinas y regiones que abarcan unas u otras ciencias. Cada campo

tiene sus propios límites, su propio discurso, sus formas de lenguaje, sus

técnicas que elabora o utiliza. Ahora bien, ya se trate de la

interdisciplinariedad o transdisciplinariedad, lo importante es redefinir

los límites rígidos de los campos de conocimiento históricamente

constituidos.118 Esta redefinición de los límites, producto de la acelerada

producción del conocimiento ha hecho que la naturaleza y estructura

organizativa de un campo no sea estática, sino que se encuentre en

permanente reconfiguración de sus fronteras.

En el ámbito universitario, los programas de formación requieren

una reconceptualización relacionada no sólo con la organización de su

campo, sino también con sus objetos de conocimiento e intervención. El

surgimiento, en las ciencias de nuevas áreas de conocimiento y de

práctica ha generado, en opinión de los expertos, preocupaciones sobre la

naturaleza estructural y organizacional de los campo de producción de

conocimiento. La creciente división del trabajo del conocimiento de, y su

intervención en los objetos, o en las relaciones sociales, nos da cuenta de

la profunda segmentación y diferenciación de los campos y de la

valoración diferente de sus discursos y prácticas, así como de las

117 Véase, ICFES - MEN (2001a). Estándares mínimos de calidad para la creación y funcionamiento de programas universitarios de pregrado. Santa Fe de Bogotá: Serie Calidad

de la Educación, Número 1. Capítulo 2.

118 Para una mejor compresión de la noción de campo, véase mi artículo titulado “El campo intelectual de la educación” publicado en, Jorge Larrosa (ed.) Escuela, Poder y Sujbetivación. Madrid: Ediciones la Piqueta. 1995. Mayores desarrollos sobre esta noción fueron elaborado

en mi libro El Campo Intelectual de la educación en Colombia, publicado en 1993 por la

Universidad del Valle en Cali, Colombia.

163

experiencias formativas junto con sus perspectivas y visiones. De manera

particular, éstas últimas parecen experimentar una creciente dispersión

de sus ofertas y, por qué no decir, una yuxtaposición, de diferentes

campos de sabery de práctica.

Desde este punto de vista, hace falta un marco de referencia que

comience a reconceptualizar y a re-enmarcar los aspectos propios de las

ciencias tales como la identidad del campo, la diferencia de los discursos

que lo constituyen, los procesos de su recontextualización educativa y la

relación entre un campo de producción de conocimiento y las crecientes

demandas de formación creadas por la necesidad de convertir las nuevas

realidades científicas, tecnológicas, o socioculturales en campos de

formación, cuando no de intervención.

Así por ejemplo, en el campo contemporáneo de las ciencias sociales,

la ampliación de la organización de la actividad intelectual se está

produciendo alrededor de problemas analizados en los márgenes de las

disciplinas o al margen de las fronteras disciplinarias. Después de todo,

como plantea Wallerstein (1998, p. 106):

Ser histórico no es propiedad exclusiva de las personas llamadas

historiadores, es una obligación de todos los científicos sociales. Ser

sociológico no es una propiedad exclusiva de ciertas personas llamadas

sociólogos sino una obligación de todos los científicos sociales. Los

problemas económicos no son propiedad exclusiva de los economistas, las

cuestiones económicas son centrales para cualquier análisis científico-

social y tampoco es absolutamente seguro que los historiadores

profesionales necesariamente sepan más sobre explicaciones históricas, ni

los sociólogos sepan más sobre los problemas sociales, ni los economistas

sepan más sobre las fluctuaciones económicas que otros científicos

sociales activos. En suma, no creemos que existan monopolios de la

sabiduría ni zonas de conocimiento reservadas a las personas con

determinado título universitario.

Desde este punto de vista, podríamos decir –con referencia a las

ciencias sociales, por ejemplo– que la estructura organizativa de su

campo es correlativa de la permanente reconfiguración de las fronteras de

dichas ciencias. De hecho, este proceso riñe con lo que ocurre en las

instituciones de educación superior (la universidad, por ejemplo), en las

cuales la reconfiguración del campo tiende a ser mucho más lenta que los

desarrollos y transformaciones de los discursos y enfoques que surgen

164

cada día en las ciencias sociales. Bien sabemos que en la universidad en

particular la estructura del campo académico implica diferencias,

asimetrías, distribuciones y estratificaciones que se producen entre las

diferentes fuerzas (disciplinas y profesiones) que en él se confrontan. En

la universidad, los conocimientos son regulados por una especie de

geografía política que demarca los límites entre éstos y entre sus agentes

y sus prácticas.119

La flexibilización de los límites disciplinarios ha conducido a una

recombinación o hibridación de las ciencias (Dogan, 1994) que se ha

expresado en la aparición de dominios híbridos con las combinaciones

más variadas. Algunos ejemplos significativos, señala Dogan, pueden

encontrarse en los estudios sobre el desarrollo infantil que comprenden la

psicología del desarrollo, la adquisición del lenguaje y la socialización;

en la criminología que retoma el derecho, la sociología, la psicología, la

psicología social, la economía y la ciencia política; en la investigación

sobre la inteligencia artificial que articula la lógica formal, la filosofía, la

gramática y la sintaxis derivadas de la lingüística y la programación

informática derivada de la informática, o los trabajos referidos al folclor

que incluyen la lingüística histórica, la antropología cultural, la historia

social y la literatura comparada.120

En Diaz (2003, p. 73) afirmamos que la organización del

conocimiento en campos tradicionales, con sus respectivos componentes

disciplinarios o regionales, se ha constituido en un principio organizativo

de la formación y de la investigación, prácticas éstas que, en las

Instituciones de Educación Superior, tienden a agruparse de manera

aislada y estratificada jerárquicamente. Esto ha hecho como dijimos que,

desde el punto de vista de la formación, los programas académicos se

agrupen alrededor de los propósitos e intereses disciplinarios o regionales

clásicos de un campo y confluyan en un marco de referencia científico

relativamente común. Estos agrupamientos celebran, por lo general, el

119 Uno de los severos problemas de la vida académica de la universidad es el resguardo del

saber legítimo tradicionalmente delimitado y circunscrito al orden selectivo de las disciplinas que clasifican los objetos de estudio según reglas de especialización del conocimiento. Al

respecto, véase Richard Nelly (1996).

120 Véase Dogan Mattei y Robert Phare (1994), especialmente el Capítulo 7: “Hibridación: la recombinación de fragmentos de ciencias”.

165

principio de aislamiento entre, y dentro de los campos. Esto tiende a

excluir las posibilidades de articulación y de reconceptualización de la

hibridez como principio constituyente y organizativo de los diferentes

campos de producción del conocimiento contemporáneo y, en

consecuencia, de su reproducción.

La noción de campo científico –o campo de producción del

conocimiento– ha sido recontextualizada con la noción de campo de

formación –o campo de reproducción del conocimiento oficial– que no

goza del miso estatus. Esta noción expresa, de manera metafórica, la

jerarquización o división, fundamentalmente, entre disciplinas

recontextualizadas en el currículo. Ahora bien, independientemente de

los aislamientos, los campos de formación, y las jerarquías establecidas

en la educación superior, no pueden abstraerse de los contextos

substantivos de producción del conocimiento. Ellos actúan, como

veremos más adelante, sobre la organización académica dominante en las

Instituciones de Educación Superior, donde se refuerzan las jerarquías

entre los campos de conocimiento y, por supuesto, entre los campos de

formación (ibid.)

En términos curriculares la noción de campo de formación, que

recontextualiza un espacio de producción del conocimiento, permite

delimitar los discursos abstraídos de un número de disciplinas y regiones

y agruparlos bajo la forma de programas académicos (Véase, Figura)

Estos, a su vez, se justifican mediante la construcción de entramados

conceptuales y metodológicos que legitiman relaciones de similitud en

los rasgos y en los objetos de estudio de las disciplinas y profesiones

pertenecientes a un campo, así como las modalidades de formación que

no necesariamente tienen una relación intrínseca con los métodos,

estrategias y técnicas, propios de dicho campo.

166

Figura N° Relaciones entre el campo de producción y el campo

de formación

También hemos dicho (Díaz, 2003, p. 74) que la noción de campo

puede pensarse en un sentido académico-administrativo y, en un sentido

curricular. El primero está ligado al agrupamiento de programas

académicos a los cuales pueden optar los estudiantes para su formación.

De esta manera, en los diferentes campos de formación que ofrece una

institución, es posible inscribir un conjunto de programas, que pueden

oscilar entre cierto grado de homogeneidad y un alto grado de

heterogeneidad. Estos programas pueden presentar diferencias tanto en la

extensión del campo de estudio, como en los aspectos metodológicos y

técnicos. El segundo sentido está ligado a los límites que se producen

entre las disciplinas y regiones que convergen en el campo. Este segundo

sentido tiene una cierta relación con la organización académica que

exploraremos más adelante, cuando hagamos referencia a la flexibilidad

académica.

CAMPO DE PRODUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO

DISCIPLINAS REGIONES

Recontextualización

CAMPOS DE FORMACIÓN

-PROGRAMAS DE FORMACIÓN-

(Planes de estudio)

R/C R/C

167

El término “campo” puede tener un significado epistemológico,

operativo, o práctico, y proporcionar expectativas de desarrollo

organizativo en términos de organización académica y de innovación o

reforma curricular.121 Los campos pueden dar origen a agrupaciones de

programas, que están en correspondencia con la organización histórica

del conocimiento. Estas agrupaciones, pueden a su vez, generar diversas

articulaciones dentro de un programa y entre programas favoreciendo, de

esta manera, diferentes posibilidades de elección por parte de los

estudiantes. Si bien, los campos están casi siempre en correspondencia

con las formas clásicas de organización del conocimiento (disciplinas y

profesiones) pueden dar origen a una multiplicidad de subcampos de

formación más especializados. También pueden tener una relación con

las formas organizativas de las unidades académicas como

departamentos, escuelas, o facultades. Esto demuestra la relación

estrecha que existe entre la organización académica y la curricular.

A pesar de los agrupamientos de programas en diferentes campos, en

la educación superior los más comunes son los que coinciden con la

organización de las ciencias, inicialmente constituida en la edad media

(pero transformada en el tiempo), cuando se establecieron relaciones

jerárquicas entre las siete artes que no gozaban del mismo estatus, y cuyo

significado educativo fue dividido entre la enseñanza de aquellas

disciplinas cuyo objeto lo constituían las diversas manifestaciones de la

naturaleza humana, (Trivium) y aquellas que agrupaban a las disciplinas

que se relacionaban con los objetos o las cosas (Quadrivim).

De hecho, hoy los campos de producción de conocimiento y los

campos de formación en la educación superior no coinciden con la más

primitiva clasificación del Trivium y el Quadrivim. En la mayoría de las

instituciones de educación superior, los campos que se consideran

dominantes tanto para la formación como para la investigación y la

organización académica de las instituciones son, por lo general, los

siguientes:

121 Es conveniente aclarar que la noción de campo que aquí se utiliza no tiene relación con otras connotaciones de campo, como por ejemplo la noción de campo temático, campo de

aplicación en inclusive campo académico, o curricular. De lo que se trata es de considerar el

campo como una unidad macro-clasificatoria de amplios espacios del conocimiento.

168

Ciencias

Naturales

Ciencias

Sociales

Artes Humanidades Filosofía Matemáticas Tecnología

En cada uno de estos campos es posible encontrar un sinnúmero de

programas que pueden agruparse de manera relativamente arbitraria. Es

común decir, entonces, que un programa de formación pertenece a un

determinado campo. Así, por ejemplo, en el campo de las ciencias

sociales se puede encontrar una diversidad de programas de formación

que adoptan diferentes nomenclaturas y titulaciones.

En segundo lugar, consideraremos las áreas. Tal como fue señalado

en nuestra publicación de 2003, es importante hacer una aclaración

pertinente sobre la arbitrariedad del lenguaje curricular. En el análisis de

numerosos programas es posible observar la manifestación expresa de su

pertenencia o adscripción a campos específicos. De hecho, esta

adscripción puede ser arbitraria, dependiendo muchas veces de los

intereses que rodean la ubicación del programa. Independientemente de

la arbitrariedad de la adscripción, la noción de campo se considera como

el espacio que reúne programas de características relativamente comunes,

como dijimos atrás. En el análisis terminológico es posible encontrar que,

minoritariamente, la noción de área es equivalente a la noción de campo

como noción aglutinadora de programas similares. Esto nos da la idea de

que área y campo pueden funcionar como términos semejantes o

diferentes en una estructura curricular. Esto depende de la semántica que

se adopte a partir de una política organizativa de lo curricular. Cuando la

unidad aglutinadora es el campo, el área adquiere otra connotación

semántica. (Por ejemplo, campo de ciencias sociales, área de formación

básica). Cuando la unidad aglutinadora es el área, el campo adquiere una

connotación semántica similar a la que definimos en la sección anterior

(Por ejemplo, área de ciencias naturales, campo de formación básica). En

este estudio, preferimos adoptar la noción de campo como aquella que

integra y articula los programas académicos de características

relativamente comunes. Todo esto nos lleva a pensar que el lenguaje del

currículo es arbitrario por no decir “vacío”.

La noción de área es, por lo tanto, una noción curricular ambigua

que a pesar de tener una connotación espacial –espacio demarcado que

reúnen conocimientos organizados agrupados en uno o varios

169

componentes y que cumplen propósitos formativos específicos– se

relaciona con la secuencia temporal del proceso formativo. Esta

secuencia puede afectar, aunque no necesariamente, el grado de

especificidad del área y genera demarcaciones en un programa de

formación.

De allí que la organización más común de las áreas de conocimiento

establecidas en una estructura curricular sea aquella regulada por la

demarcación temporal entre lo básico o general y lo específico o

profesional. A esta delimitación, generalmente, se agregan otras áreas de

diferente denominación y estatus: una propia de la secuencia (área de

profundización) y otras con diferentes denominaciones que se son

transversales, y que tienen diferentes denominaciones, tales como

complementaria, de desarrollo humano, e inclusive de manera equívoca,

socio-humanística, etc.). En este sentido, es común encontrar en la

mayoría de los programas la organización en las siguientes áreas o

campos de conocimiento que expresan la secuencia formativa:

Área de formación básica122

Área de formación profesional

Área de profundización.

Área de formación complementaria (que puede ser o

alternar con el área humanística y con otras

denominaciones).

De hecho, una organización por áreas no garantiza la flexibilidad

curricular, pues ésta no es un asunto intrínseco a la existencia de áreas en

un programa académico. Lo que garantiza la flexibilidad es el

debilitamiento de los límites de los contenidos (seleccionados y

organizados) entre los componentes y dentro de éstos,

independientemente de su pertenencia a un área. Ahora bien,

dependiendo de la estructura organizativa que adopte el plan de estudios

de un programa de formación, éste puede establecer nuevas áreas y

nuevas relaciones entre y dentro de éstas, que sean cada vez más abiertas

122 Es común desglosar ésta área en Área de Ciencias Básicas, y Área de Ciencias Básicas Profesionales que pueden ser equivalentes a conocimiento básico general y conocimiento

básico sustantivo –o estricto – de la profesión o disciplina.

170

y centradas en la interdependencia, la interacción, la reciprocidad o

integración.

Uno de los problemas propios del modelo de organización curricular

por áreas, dominante en las instituciones de educación superior, es su

estratificación o jerarquización entre lo básico y lo profesional o

aplicado –estratificación que puede extenderse a la oposición

obligatorio/electivo–. Este modelo de organización curricular conduce,

como plantea Schön (1998), a la visión del conocimiento profesional

como una jerarquía en la que “los principios generales” ocupan un nivel

más alto y la “concreta solución de problemas” un nivel más bajo. Schön

considera que este modelo está incrustado en el contexto institucional de

la vida profesional y en los currículos normativos de formación, y se

resume en la ideología de la racionalidad técnica según la cual, “la

aplicación de la ciencia básica produce ciencia aplicada” (Schon, Op.cit.

p. 34).

La organización en áreas es arbitraria y no necesariamente implica

articulación entre ellas. Las áreas expresan delimitaciones, fronteras

entre territorios de conocimientos, y jerarquías, en el progreso de la

formación. Veamos el siguiente ejemplo de un programa dividido de la

siguiente manera:

Área general 15%

Área interdisciplinar 25%

Área disciplinar 47%

Área de profundización 13%

Este ejemplo nos muestra la estratificación espacial y temporal de las

áreas. A partir de allí podríamos analizar los efectos de la formación en

la identidad de los profesionales formados en este programa. Se observa

además que la nomenclatura de las áreas difiere de otras nomenclaturas,

pues es poco común que se encuentren en los currículos áreas

interdisciplinarias, ya que ésta es un efecto de las formas de relación

entre las diversas áreas constituyentes. Se encuentra además que en este

programa se presenta un área de profundización. Es probable que ésta

171

sea electiva y que permita la escogencia entre los estudiantes de su

objeto de profundización de conformidad con sus intereses.

Como puede observarse, las áreas expresan la separación jerárquica

entre la teoría y la práctica, e implican una secuencia rígida entre dos

etapas: una dedicada a la formación básica y otra a la formación

profesional. Esto tiene implicaciones en la división del trabajo de los

agentes, de las unidades académicas, y de los espacios propios de la

formación.123

En tercer lugar, tenemos la organización en componentes la

organización curricular de un programa toma de uno u otro campo

contenidos que se organizan, por lo general, bajo la nomenclatura

tradicional de áreas y componentes. Estos últimos presuponen una fuerte

división del conocimiento y pueden entenderse como conjuntos de

conocimientos y prácticas de las disciplinas o regiones que,

perteneciendo a un campo epistémico, tienen características propias y

contribuyen de manera casi siempre aislada a la formación académica y

profesional. La organización de la formación en componentes presupone,

en este sentido, un principio fundamental de clasificación y

jerarquización en la medida en que cada componente constituye un

segmento de discurso que, como se planteó en secciones precedentes, es

especializado, permanente y estandarizado.

Así, por ejemplo, el campo de las Ciencias Sociales puede contener

la relación entre una diversidad de componentes componentes tomados

de disciplinas como la Sociología, la Economía, la Psicología, la

Antropología, etc. El campo de las Ciencias Naturales comprende

relaciones de interdependencia o autonomía entre componentes de las

disciplinas como la Biología, la Física, la Química, etc., que pueden

recontextualizarse de manera independiente o articulada.

Un componente de formación es, por lo tanto, la sub-expresión de un

amplio campo de conocimientos o de prácticas, que goza de cierta

autonomía e incluye conocimientos seleccionados de disciplinas y

123 Es por esto que en muchas instituciones el profesorado se divide entre el dedicado a la teoría (formación básica) y el dedicado a la práctica (formación profesional). Dentro de éste

último segmento se encuentra los denominados “profesores de práctica” o “supervisores de

práctica”.

172

prácticas distintas interrelacionadas o no. Por esta razón es posible

encontrar en los programas, pertenecientes a diversos campos,

componentes comunes y componentes diferenciados, con una gran

diversidad de denominaciones. No es gratuito que ya en 1973, Schein,

citado por Donald Schon (1998, p. 34-35) considerara que la formación

profesional está anclada sobre tres componentes:124

“1. Una disciplina subyacente o ciencia básica componente sobre la

cual descansa la práctica, o a partir de la cual se desarrolla.

2. Una ciencia aplicada…de la cual se derivan muchos de los

procedimientos de diagnóstico cotidianos y las soluciones a los

problemas.

3. Un componente de de habilidad y actitud que concierne a la real

ejecución de los servicios al cliente, utilizando el conocimiento básico y

aplicado subyacente”125

Sin que esto haya variado, lo que hoy encontramos en los programas

de formación es una gama de componentes que oscilan entre “los

principios generales” y la “concreta solución de los problemas”. A

manera de ejemplo podemos mencionar algunos pertenecientes a una o

varias disciplinas, o transversales a éstas:

Componente de Ciencias Naturales Básicas

Componente de técnicas y Herramientas de Ingeniería

Componente de Hidráulica

Componente de Saneamiento Ambiental

Componente de Matemáticas

Componente de Humanidades

Componente de comprensión lectora

124 Obsérvese que componente, en este caso, tiene un significado similar al descrito cuando nos referimos al área. Esto refuerza nuestra tesis de la arbitrariedad de los significados

curriculares diversos para un mismo significante. Por esto es común encontrar, también, programas organizados en: componente básico, componente profesional y componente

complementario.

125 Un asunto de interés tiene que ver con la oposición antes-después asociada a la secuencia de la formación. Esto hace que 1 (la disciplina subyacente o ciencia básica) siempre preceda

a 2 (la ciencia aplicada), y que 3 (habilidades y actitudes) se inscriba como se dice hoy transversalmente en 1 y 2. Se podría decir, que independientemente de la nomenclatura que

se adopte éste es el paradigma organizativo presente en los planes de estudio de los

programas académicos de muchas instituciones de educación superior.

173

Componente de Clínica

Componente de pensamiento crítico

Componente de pensamiento científico

Componente complementario

Componente libre

Etc.

Como puede observarse por esta gama de componentes, que el lector

podrá ubicar en uno u otro campo, y que corresponden a una visión

dominante de la formación profesional instrumental, los componentes

son instrumentaciones curriculares para la jerarquización del

conocimiento que determinan los criterios formales y las normas de

validez de un programa de formación. Por lo general,

independientemente de la pertenencia a un determinado campo de

formación, un programa incluye diferentes componentes que tienen un

peso desigual en el plan de estudios, de conformidad con el peso y el

progreso de las áreas. Así por ejemplo, es común que los programas

tradicionales pertenecientes al campo de las ciencias sociales, no

incluyan en el currículo componentes provenientes de las ciencias

naturales, o de las matemáticas. De la misma manera, cuando programas

pertenecientes al campo tecnológico –programas de ingeniería, por

ejemplo– incluyen un componente humanístico, filosófico o artístico, lo

hacen a manera de complemento instrumental, situación que termina

desvirtuando el significado académico, intelectual y personal en la

formación, o como es común denominarla, formación integral.

La jerarquización del conocimiento seleccionado y organizado en

componentes genera disposiciones y hábitos epistemológicos que hacen

que el profesional se inscriba en un régimen de verdad y deseche las

posibilidades de pensar de otra manera y desde otras ópticas. Se produce

de esta manera, y en términos Weberianos, un profesional sin alma,

repleto de componentes de formación

Ahora bien, cuando se dice que los componentes contribuyen a la

formación integral, lo que se quiere significar es que ellos confluyen –o

deben confluir totalmente y de manera articulada– en la formación de los

futuros profesionales dentro de un campo. A pesar de la retórica de este

ideal formativo en los programas de formación, es común encontrar un

fuerte des-balance de los componentes participantes en ella ya que su

174

organización y distribución dependen las relaciones de poder para

demarcar, seleccionar, excluir y jerarquizar; ordenar y distribuir los

discursos que deben reproducirse en un programa.

Esto significa que la ubicación de un componente en un programa no

depende propiamente del campo en el cual éste se inscribe. Es la

arbitrariedad intrínseca a las posiciones de poder dominante (el Estado, el

mercado, las tensiones institucionales internas) la que permite sesgar la

selección de los componentes al introducir aislamientos y jerarquías

porcentuales entre ellos. Por esta razón, es común, por ejemplo, el sesgo

que introducen los programas pertenecientes al campo de las ciencias

naturales al hacer hegemónicos los componentes de este campo y reducir

considerablemente tanto la participación de componentes de otros

campos como su articulación con ellos. Esto es lo que hace que el

principio recurrente de la formación integral termine siendo, en la

mayoría de los casos, tanto retórica estatal, como institucional y del

programa.

A esto hay que agregar que a la noción de componentes de formación

centrada en un “saber qué” disciplinario o regional se ha yuxtapuesto la

función de las denominadas competencias que orientan la definición de

los hoy “tan importantes” perfiles profesionales. Esto ha conducido al

principio selectivo que se traduce así: “qué competencias, qué

conocimientos y prácticas” constituyen el saber legítimo en el currículo

de un programa de formación.

Como puede observarse los componentes actúan selectivamente

sobre la fragmentación del currículo al generar tantas combinaciones

arbitrarias como programas puedan existir. En este caso, los componentes

terminan siendo algo extrínseco en la medida en que la agregación de

éstos no representa de manera holística las formas de conocer propias de

un campo ni, mucho menos, de una disciplina. Este es un asunto que

requiere mayor investigación, sobre todo en aquellos países donde se

ejercen determinaciones estatales sobre la selección y organización de los

contenidos, así estén matizadas bajo el rótulo de “orientaciones

generales”.

Finalmente, es importante precisar que si bien, la organización

clásica entre campos, áreas y componentes, expresa una gran fuerza de la

175

clasificación o aislamiento de los contenidos es posible, dentro de este

tipo de organización, producir ciertos grados de equilibrio entre los

componentes para no generar estratificaciones rígidas entre ellos. Por

ejemplo, sería posible que en los programas pertenecientes al campo

tecnológico, los componentes humanístico y artístico, e inclusive, el

filosófico, generalmente considerados secundarios y sin importancia,

tengan una mayor presencia en el currículo de los programas de este

campo. Al fin y al cabo, las actitudes, disposiciones y valores propios de

la denominada formación integral son intrínsecos a estos componentes.

Evidentemente, esto no excluye el “ethos” intrínseco a la especificidad

científica o tecnológica de una profesión o disciplina. Sin embargo éste,

por lo general, se abstrae en la relación pedagógica.

Finalmente nos centraremos en las asignaturas.126 ¿Cómo se han

organizado y se organizan de manera dominante los contenidos de

formación seleccionados? Tradicionalmente, de manera rígida y explícita

en mínimas unidades de contenido denominadas asignaturas. En la

mayoría de los casos, éstas han permanecido y permanecen aisladas las

unas de las otras, adquiriendo jerarquías diferentes que, por lo general,

son promovidas por los profesores.

Las asignaturas se han entendido tradicionalmente como las mínimas

unidades organizativas de los contenidos, resultados de la selección y

recontextualización a partir de los conocimientos especializados de las

disciplinas. Podríamos decir que la suma de asignaturas es la suma de

disciplinas seleccionadas y recontextualizadas a partir de criterios de

importancia y jerarquía. Por lo general, la organización en asignaturas o

materias es el resultado de la recontextualización de la organización de

las disciplinas127, y su relación, es de agregación dentro de un

126 Algunos de los planteamientos expuestos en los párrafos que siguen fueron planteados previamente en Díaz, (2003, p. 78-80). Ellos han sido ampliados con nuevos elementos

críticos.

127 Desde luego, las disciplinas del conocimiento no son lo mismo que las asignaturas

escolares. El propósito de la ciencia, sus métodos, técnicas e instrumentos, sus fronteras y límites difieren por completo de las finalidades, técnicas, experiencias y limites de las

asignaturas. El hecho que en los currículos de formación lleven la misma nomenclatura

resulta ser más una apropiación de nombre. La crítica de las asignaturas o del asignaturismo, surge de la consideración de, por lo menos, cuatro factores que lo acompañan

indisolublemente. En primer lugar, la asignatura no contiene ni todo ni lo más reciente que ha

logrado llegar a saber la ciencia o disciplina que ella dice representar; es, en este sentido, una

176

campo/área de conocimiento (física, química, matemáticas) o entre

campos/áreas diferentes (física, química, economía, administración).

Dicha organización puede dar lugar a dos tipos de agrupamientos

diferentes: “puros” e “impuros”. Los agrupamientos “puros” se refieren a

la reunión de asignaturas propias de un campo específico, por ejemplo, el

disciplinario. Los agrupamientos “impuros” reúnen asignaturas de

diferentes campos como ocurre, por ejemplo, en ciertos programas

académicos profesionales en los cuales confluyen asignaturas de

diferentes disciplinas.128 De acuerdo con el tipo de agrupamiento

algunos sistemas educativos definen la variedad de sus currículos.

Cualquiera que sea el agrupamiento de las asignaturas, por lo general,

éstas no se piensan subordinadas a una idea, un problema, o un proyecto

que permita, por lo menos, disminuir o hacer más flexibles los límites

entre ellas y fomentar, así sea de manera mínima, la investigación, el

trabajo colectivo y participativo en equipos, etc.129 Los agrupamientos de

las asignaturas o materias son frecuentemente lineales, de acuerdo con las

secuencias explícitas establecidas en un plan de estudios.

El proceso de recontextualización del conocimiento en asignaturas

presenta grandes dificultades que surgen de:

especie de microespacio limitado y cerrado que imaginariamente representa el universo en

expansión de las disciplinas. En segundo lugar, el sentido enciclopédico de las asignaturas ha transformado al conocimiento en un fin más que en un medio de formación; parece que la

asignatura condensara el saber total de una disciplina. En tercer lugar, el enfoque de las

asignaturas separadas es una vía inapropiada para la formación, en un momento en el cual el currículo avanza en la dirección de la integración alrededor de problemas que nos afectan.

Por último, las asignaturas reproducen no sólo la visión del conocimiento legítimo sino

también la visión del conocimiento estratificado que tiene efectos académicos y sociales.

128 Es común, por ejemplo, encontrar en muchos programas académicos una división en áreas, entre las cuales el área de formación disciplinaria está compuesta por asignaturas pertenecientes a un campo común. De hecho, cada programa de formación define la

organización de sus asignaturas a partir de diferentes nomenclaturas. Así, es posible

encontrar “asignaturas nucleares”, “asignaturas de contexto”, “asignaturas comunes”,

“asignaturas electivas”, “asignaturas básicas”, asignaturas profesionales”, “asignaturas complementarias” que se ubican, horizontal y verticalmente, de acuerdo con la estructura

curricular de cada programa académico.

129 No examinaremos aquí las implicaciones que tiene este tipo de organización para los profesores y para las unidades académicas.

177

La visión del conocimiento como algo dado y prescrito,

externo al sujeto y susceptible de ser manejado y regulado

(Hirts, 1965; Peters, 1965).

La organización del conocimiento en disciplinas, subdisciplinas

y regiones, rígidamente clasificadas. (Bernstein y Díaz, 1985)

La jerarquización y demarcación de los conocimientos

recontextualizados de las disciplinas (exclusión entre materias

y enfoques).

Aquí es importante considerar que, desde una perspectiva

disciplinaria, la organización del conocimiento pretendería introducir a

los alumnos en formas específicas de conocimiento que, en última

instancia, se reducen a reglas metodológicas. Esta perspectiva no se

inscribe en las asignaturas, pues la lógica de su reproducción no es la

lógica de producción de las disciplinas. No es sorprendente, entonces,

que las asignaturas se reduzcan a contenidos que poco o nada tienen que

ver con las formas de conocimiento intrínsecas a las disciplinas, las

cuales están constituidas por a) un conjunto de conceptos que son

particulares en forma y carácter, b) una estructura lógica específica, c)

unos criterios de evaluación específicos y, d) unas técnicas de

exploración particulares. Esto significa que los métodos de reproducción

del conocimiento no son equivalentes en los currículos a los métodos de

su producción. Esto hace a los métodos de reproducción extrínsecos y

ajenos al campo de producción del conocimiento.El siguiente esquema

ilustra los planteamientos procedentes:

Lógica de Producción / Campo de Producción

+C DISCIPLINAS FORMAS DE CONOCIMIENTO +E

+C aislamientos rígidos

+C MATERIAS FORMAS DE CONOCIMIENTO +E

ESCOLAR

Lógica de Reproducción / Campo de Reproducción (Educativo)

+C indica relaciones de aislamiento o separación rígidas. +E indica formas de socialización e interacción fuertes

Desconte

xtu

aliz

ació

n

Recon

textu

aliz

ació

n

178

El esquema muestra la relación directa (ver flecha superior) entre las

disciplinas y sus formas de conocimiento. La socialización de las formas

de conocimiento de las disciplinas, por lo general, ocurre en la

adscripción fuerte en sus normas, modos, conductas, valores, métodos,

técnicas, etc. Esta socialización tiene una relación intrínseca con la

disciplina. En la parte inferior se muestra la relación entre las materias y

las formas de conocimiento escolar. Se puede decir que esta relación es

extrínseca (significada por la línea inferior), que quiere decir que,

regularmente, las formas de conocimiento de la práctica pedagógica no

tienen una relación directa con la materia (muchas materias se enseñan de

la misma manera), y que la socialización en la relación pedagógica está

centrada en el profesor y no en la materia. Tampoco las formas de

conocimiento de las disciplinas (ver línea vertical derecha) están

presentes (si lo están, es en mínimo grado) en las formas de conocimiento

de las materias. La línea diagonal quiere decir que las disciplinas muy

poco tienen que ver con las formas de conocimiento escolar, entre otras

cosas, porque éste es un imaginario del conocimiento de las disciplinas.

No es lo mismo la física como disciplina en expansión, que la materia

como conjunto cerrado de conocimientos que no se expande, ni cambia

em el currículo en muchos años. Podríamos sintetizar el significado del

cuadro diciendo que disciplinas y materias pertenecen a dos campos y

lógicas diferentes, con formas de organización y e conocimiento

diferentes. De allí que resulte muchas veces retórico, por no decir

pedante, hablar de currículos científicos, o de interdisciplinariedad entre

las asignaturas.

En resumen, la selección y organización del conocimiento son dos

reglas que subyacen a la lógica social de reproducción del conocimento.

La selección, que presupone la des-ubicación y re-ubicación de los

discursos, se fundamenta en diferentes criterios (rígidos o flexibles) que

dependen de las relaciones de fuerza entre los diferentes agentes y

agencias re-contextualizadoras. La organización es la regla constituyente

de estructuras y depende de la fuerza de los límites establecidos entre los

diferentes contenidos seleccionados. La organización se expresa en

diversas formas organizativas rígidas o flexibles que responden a

propósitos, intereses e ideologías dominantes en la educación superior.

En este capítulo nos hemos referido a la selección y a las formas de

179

organización dominantes. En el capítulo que sigue introduciré la

discusión sobre otras formas de organización curricular posibles.

180

7 FLEXIBILIDAD Y OTRAS FORMAS DE

ORGANIZACIÓN DEL CURRICULO

Frente a las formas dominantes de organización de los contenidos

curriculares en los planes de estudio de posprogramas de formación, se

ha comenzado a producir alternativas de organización que permitan

construir y desarrollar formas de relación flexibles entre los contenidos

curriculares orientados a reducir sus aislamientos y generar una mayor

articulación o integración ente ellos. Es claro que no existen formas

homogéneas de estructura curricular flexible en la medida en que pueden

darse diferentes posibilidades de organización, que incluyen aquellas

mediadas por límites rígidos. A pesar de esto, encontramos algunas

formas de organización de los contenidos curriculares que se han ido

insertando en las instituciones de educación superior para responder a los

desafíos y demandas de la formación para nuevos contextos propios de

una nueva época

Tal como lo hemos señalado en los capítulos precedentes, la

globalización, el capitalismo flexible y las expresiones de la cultura

postmoderna señalan con mucha fuerza la apertura, la flexibilización de

las fronteras, y la diversificación de espacios (Barnett, 2002). Estas

nuevas dimensiones históricas implican tomar conciencia de trascender

las habilidades y las técnicas de la pericia propia de la formación

profesional tradicional (Schon, 1998), recontextualizar el aprendizaje a

partir de la reconstrucción de la fragmentación de los currículos

agregados, y centrar la formación en la acción. De allí que se pueda

plantear que las nuevas formas de organización curricular tienen un

marcado carácter preformativo, e invocan un cierto predominio de la

acción y la práctica.

La formulación de las estructuras curriculares de los programas de

formación debiera considerar las nuevas perspectivas sobre el aprendizaje

que articulen la actividad, el contexto y la interacción socio-cultural

como principios constitutivos del desarrollo de la competencia

profesional. La tesis según la cual el aprendizaje se relaciona con una

181

participación gradualmente creciente en una comunidad de prácticas y

lenguajes (Lave, 1988; Lave y Wenger, 1991) le asigna al aprendizaje

situado o al aprendizaje social un papel crucial en el desarrollo de

nuevos procesos de formación Esta tesis, y otras similares, pueden servir

de fundamento para replantear las formas de organización dominante del

currículo y para introducir un nuevo debate curricular en la educación.

Por esto, desde esta perspectiva, el logro de la competencia es una

función de la pertinencia y la relevancia de la selección y organización de

los significados, las prácticas y los contextos de aprendizaje (de

descubrimiento, de crítica, o de aplicación) y no, simplemente, el

resultado de una enseñanza descontextualizada donde el acto consciente

y voluntario de transmitir saberes aislados, desarticulados y fragmentados

precede a la aplicación, a las prácticas, o a la solución de problemas.

El debilitamiento de las fronteras entre la educación superior y el

mundo implica serios desafíos educativos y, con estos, la transformación

de estructuras y formas de relación institucional que re-signifiquen los

currículos, promuevan nuevas formas de conocer, y reorienten los valores

profesionales. Desde este punto de vista, las respuestas no pueden ser

instrumentales. Cualquier forma de organización curricular alternativa

debe entrar en las nuevas reglas del juego que presupone la existencia de

la sociedad moderna o postmoderna: la incertidumbre, la inestabilidad, el

cambio permanente y su consecuente conflicto de valores. Por esta razón,

cuando se plantean nuevas formas de organización curricular no se hace

referencia simplemente a nuevos diseños técnicos o metodológicos, o a

un cambio de lenguaje en el currículo.

De lo que se trate es de abrir las puertas a la reflexión sobre el

sentido de las nuevas formas de organización curricular que directa e

indirectamente implican generar cambios estructurales en el campo

curricular y en el campo académico, y en las prácticas pedagógicas de

los actores institucionales. Esto significa problematizar el cambio

curricular, debatir nuevos modelos de organización del currículo, y

asumir posturas críticas y reflexivas en relación con las estructuras,

prácticas y representaciones, que soportan las nuevas formas de

organización curricular que se proponga. Este asunto tiene una dimensión

sociológica importante, pues permite definir hasta qué punto, en las

instituciones de educación superior, es posible consolidar culturas

182

alternativas a una tradición académica, curricular o pedagógica

dominante.

Por esta razón se ha dedicado este capitulo a desarrollar algunos

planteamientos sobre las nuevas formas de organización curricular, de

tal manera que se genere una mayor discusión y comprensión sobre el

ejercicio de organización del currículo. La confrontación de ideas y la

puesta en escena de nuevos argumentos sobre el sentido y significado de

nuevas formas de organización curricular permitirá que la comunidad

académica indague con mayor profundidad sobre los conceptos, métodos

y procedimientos del currículo.

En lo que sigue nos proponemos desarrollar algunas nociones

organizativas que posiblemente pueden orientar la reorganización del

currículo de los programas académicos de la educación superior.

Desarrollar estos conceptos es un asunto complejo pues implica despejar

una serie de interrogantes relacionados con su posible uso instrumental y

con la proliferación de tipologías curriculares que se legitiman desde uno

u otro campo. Un aspecto crucial que subyace a estas nuevas formas de

organización es el debilitamiento de los límites entre

En primer lugar nos referiremos a los núcleos.130 El significante

núcleo tiene varios significados que remiten a otros significantes. Así,

decir núcleo equivale a decir centro, eje, fundamento, “la parte más

importante y fundamental de algo”, principio generativo u órgano rector

de las funciones de un cuerpo. El núcleo también se entiende como la

parte o punto central de alguna cosa material o inmaterial. Así mismo se

considera “el elemento primordial al cual se van agregando otros para

formar un todo”. Como puede observarse, el término núcleo admite

varias acepciones, todas ellas semejantes o equivalentes.

En el lenguaje educativo, los núcleos se han ido entendiendo como el

agrupamiento de un conjunto de conocimientos o de problemas, o de

conocimientos y problemas de una o varias áreas que se seleccionan

130 Es conveniente considerar que en la organización del currículo, esta noción también es arbitraria y adopta diferentes sentidos. Así, es posible encontrar la noción de núcleo alternando con la noción de ciclo. Por ejemplo, núcleo de formación básica frente a ciclo de

formación básica. También encontramos otras nomenclaturas, tales como núcleo de saber,

núcleo de formación instrumental, núcleo de formación personal, etc.

183

según el grado de relevancia y pertinencia. Si en una estructura

curricular la unidad organizativa mayor es el campo, o área de formación

–que puede articular problemas y conocimientos–131, esta unidad a su

vez, puede estar organizada en núcleos de formación, los cuales

articulan problemas y conocimientos de una o varias áreas. Lo que

cuenta como contenido válido, en este caso, implica una reelaboración

de las relaciones entre y dentro de las áreas. Esto tiene una incidencia en

las relaciones entre producción (elaboración, re-elaboración, re-

conceptualización) de conocimiento y aprendizaje de éste, y abre las

puertas para articular las tradicionales relaciones de aislamiento entre

conocimiento y acción.

Por esto, en este tipo de estructura curricular es fundamental que se

considere la articulación o interdependencia (y no jerarquía, ni relaciones

de aplicación) entre conocimientos y problemas o prácticas, cuyas

fronteras han sido tradicionalmente rígidas. Esta articulación implica que

la formación debe entenderse como un proceso que interrelaciona un

campo de conocimientos y un campo de prácticas. De hecho, ésta no es

la forma dominante de organización de los núcleos. Aquí también la

arbitrariedad hace que se establezcan diferentes nomenclaturas: núcleos

temáticos, núcleos problemáticos, núcleos integradores, etc.; que a su

vez, pueden tener relación con los hoy denominados ejes (temáticos,

problemáticos, integradores), y que pueden reformularse como núcleos

de formación.

Estas nomenclaturas deben ser objeto de un análisis serio para de-

construir el conjunto de nociones que sobre este asunto han hecho

carrera en la educación y en la educación superior, al utilizarse

indiscriminadamente sin una claridad teórica o metodológica en

cualquier organización curricular. Es común, por ejemplo, que el

denominado “núcleo temático” termine siendo una sumatoria de temas,

no por semejantes articulados, que no constituyen elementos

131 Contra la noción tradicional de la formación centrada en conocimientos, es posible sugerir una organización del currículo que integre o articule conocimientos y problemas.

Estos dos planos permiten redefinir la lógica del aprendizaje y centrar la formación más en la

búsqueda o indagación de los conocimientos necesarios para resolver problemas. Esta perspectiva considera que antes de aplicar una solución lógica basada en conocimientos

previos, se debe teorizar la situación que se va a enfrentar con el propósito de construir el

problema que se va a solucionar.

184

integradores de asuntos complejos, vertebrales, y que los núcleos

temáticos se confundan con conjuntos de conocimientos aislados, sin

interdependencias o determinaciones, asimilables a las tradicionales

asignaturas. Lo mismo sucede con los llamados “núcleos problemáticos”

cuya reunión, en muchos casos, no constituye un sistema de problemas

interdependientes.

La organización de un “núcleo de formación” debiera, en primer

lugar, reconocer los principios metodológicos constitutivos de un núcleo,

formulando semejanzas, diferencias, dependencias e interdependencias

válidas para la organización de problemas y conocimientos relevantes y

pertinentes para la formación. Esto significa, por ejemplo, que la

formación alrededor de una disciplina o profesión implicaría determinar

cuáles son los conocimientos o problemas nucleares que se consideran el

substratum de éstas. Desde este punto de vista, sería posible establecer

un núcleo dominante de conocimientos y problemas que tienen que ver

con el objeto y el campo de estudio de una disciplina o profesión. Este es

un asunto que se ha ido convirtiendo en materia de discusión curricular

en diversos contextos. Es el caso de la Unión Europea donde, a la luz de

las demandas presentes y futuras de la sociedad europea y de los

cambios en el aprendizaje, se pretende que dentro de un programa y, aún,

entre programas, se identifique un núcleo básico común que pueda ser

incluido en cualquier programa de estudio del campo respectivo. Éste

estaría conformado por grupos de conocimientos que se consideran la

columna vertebral de la respectiva disciplina o profesión. Es conveniente

aclarar que esta forma de organización no dista mucho de las formas

clásicas de organización del conocimiento en el currículo.

En síntesis, como hemos dicho, la noción de núcleo132 tiene

acepciones diferentes que están dadas en función de la naturaleza de uno

o varios programas. De allí que la organización del currículo pueda girar:

Alrededor de un núcleo que puede ser fundamental y determinante

para un programa

132 Estas clasificaciones son arbitrarias y dependen del significado que adopte la noción de núcleo. Un ejemplo de la confusión creada por esta nomenclatura fue lo que sucedió en

Colombia con el Decreto 277, el cual definió los núcleos del saber pedagógico para los

programas universitarios de formación de educadores.

185

Alrededor de un núcleo común para varios programas, o

Alrededor de varios núcleos que pueden encontrarse dentro de un

mismo programa.

Examinaré ahora la organización en módulos. La modularización

hace referencia a segmentos de contenidos formativos que se orientan a la

integración de perspectivas interdisciplinarias alrededor de problemas

específicos en períodos de trabajo breve en los que, no obstante las

limitaciones temporales –mayores que las de un curso regular– se definen

claramente los objetivos de formación, las actividades y secuencias de

trabajo, los resultados del aprendizaje expresados en términos de

competencias, y las estrategias de evaluación. Si bien, la modularización

tiene su origen enla formación específica para el trabajo, presenta en la

educación superior algunas ventajas, en cuanto puede contribuir a evitar

la fragmentación y el excesivo número de contenidos

descontextualizados. El sistema de módulos no constituye una condición

para el diseño curricular, pero en la práctica lo facilita. Su aspecto

negativo puede radicar en que limita la libertad del profesor, en cuanto

éste dispone dispone de menor cantidad de tiempo para problematizar, y

generar contextos críticos. No obstante, esta forma de diseño del

currículo hace posible la construcción de acercamientos formativos más

integrados e interdisciplinarios.

Tal como se formuló en Díaz (2003, p. 81) el módulo puede

entenderse como un segmento de contenidos formativos que pueden tener

un desarrollo secuencial en la estructura curricular de un programa de

formación. La idea de módulo es una recontextualización de la

nociología elaborada en el campo de la ingeniería. Como herramienta

propicia para el desarrollo de la autoformación, los módulos incluyen una

serie de temas y problemas que pueden integrar diferentes áreas y

asignaturas. Si bien, los módulos se caracterizan por ser secuencias cortas

ligadas, en algunos casos, a aprendizajes o entrenamientos específicos,

en la formación profesional pueden ser asimilados unidades de contenido

especifico, asociado a una o varios componentes definidas para la

formación profesional.

El módulo es una unidad que asociada a otras unidades permite

organizar un programa completo de formación o de capacitación. Cada

módulo es una unidad completa en sí misma, ya que contempla teórica y

186

prácticamente la totalidad de un proceso definido por el problema

concreto, denominado “objeto de transformación”. A pesar de esto, se

usa arbitrariamente como el equivalente de la noción de “materia”, o

puede constituirse en una unidad menor de esta categoría.

Son diferentes los puntos de vista sobre lo que se entiende por

currículo modular integrado. Panza (1981) establece, de manera general,

una distinción entre las diversas modalidades existentes. Desde su punto

de vista los módulos pueden:

Conducir a la superación de la clásica enseñanza por disciplinas,

al implicar la creación de un objeto o interrogante sobre éste, en el

cual se conjugan diversas ciencias y técnicas para dar respuestas

científicas, tecnológicas, o de otra índole, a partir de un conjunto

de conocimientos.

Estructurar integrativa y multidisciplinariamente actividades de

aprendizaje, que en un lapso flexible permiten alcanzar objetivos

educacionales de competencias y actitudes que le facilitan al

alumno desempeñar diversas funciones profesionales. Cada

módulo es autosuficiente para el logro de una o varias funciones

profesionales.

Construir programas de investigación y generación formativa de

conocimientos en una acción de servicio, o de aplicación de los

conocimientos en un problema concreto de la realidad, cuyas

características hacen posible la articulación de contenidos,

instrumentos y técnicas que constituyen una práctica profesional.

Ser unidades de enseñanza-aprendizaje con un período de

duración, cuyo contenido está estructurado sobre la base de varias

disciplinas científicas, organizadas para abordar un determinado

objeto de estudio.

Según este autor, el enfoque de la organización curricular por

módulos implica:

Búsqueda de la unidad teoría-práctica

Reflexión sobre problemas contextualizados

187

Desarrollo del proceso aprendizaje a partir del trabajo del

estudiante sobre el objeto de estudio.

Interrelación intensa de los contenidos y experiencias del módulo

con las demás unidades del currículum.

Son diversas las formas de selección y organización de un currículo

modular. La selección puede ser menos flexible en la medida en que los

contenidos se definen desde unos propósitos específicos de un “saber

qué” y un “saber cómo”, que puede variar en cantidad y que puede

considerarse terminal o propedéutico. Si son terminales las posibilidades

de elección que tienen los estudiantes, se amplía dado que no hay

secuencias explicitas que rigen el progreso del aprendizaje. Si son

propedéuticos, no hay flexibilidad en la elección que hacen los

estudiantes en virtud de la secuencia explícita. Esto no significa que no

haya otras formas de organización. Es posible encontrar formas

concéntricas a partir de un módulo nuclear, o bloques de módulos

organizados por temas o problemas equivalentes, por actividades

prácticas. De todos modos, los módulos funcionan como unidades

independientes que pueden ser aisladas o articuladas, con secuencias

rígidas o flexibles y que pueden tener subdivisiones internas.

Lo que hace atractivo el sistema de formación modular es su

pedagogía flexible. Los módulos, al tener generalmente, un carácter auto-

formativo, presentan rasgos específicos que los distinguen de otras

formas organizativas del aprendizaje. Por lo general, plantean una

descripción inicial a través de una guía, en la cual se orienta al estudiante

y se definen algunas de las responsabilidades que éste debe asumir; por

ejemplo, efectuar lecturas, elaborar informes, o realizar algún tipo de

actividad práctica pertinente y relevante para el aprendizaje. En este

último caso, se diseñan las actividades considerando sus propósitos y la

dinámica o las acciones (crítica, reflexión, interrogación, investigación,

aplicación, etc.) que han de realizar los estudiantes.

En este sentido, los módulos son herramientas de aprendizaje

completamente planificadas de principio a fin. Todos los recursos que

figuran en un módulo son seleccionados con base en la pertinencia de

contenidos y actividades y en los objetivos de aprendizaje esperados.

188

Tradicionalmente los módulos formativos han sido diseñados en

formato impreso que combina información textual con imágenes fijas. Se

caracterizan, además, por desarrollar una secuencia organizativa de la

información de tipo lineal (desde el principio hasta el final del texto).

Esto significa una secuencia rígida, en cuya transformación o cambio no

participa el estudiante. A pesar de esto, los módulos han sido y continúan

siendo recursos de gran importancia y de amplio uso en la enseñanza,

especialmente en modalidades educativas de baja presencialidad.

En relación con la organización modular del currículo encontramos

algunas experiencias en América Latina. En México, por ejemplo, la

Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco (UAM), es

pionera en el desarrollo de currículos integrados. Esta es una de las

instituciones líderes en la organización del currículo modular que ha

generado, por cerca de tres décadas de experiencia, una tendencia

educativa relativamente diferente. El sistema modular de la UAM tuvo

sus antecedentes en una nueva concepción de educación, entendida como

el proceso en el cual el maestro participa de acuerdo con principios no

directivos, en el que se asume la transformación de una realidad concreta

como relectura de la misma, y en el cual la interdisciplinariedad es el

principio básico para el abordaje del conocimiento. La propuesta de

organización del conocimiento partió de la selección de problemas reales

y no de asignaturas. Según Díaz Barriga y otros, (s.f., p. 7) “esto dio

pauta para la formulación de módulos que buscaban una integración de

los múltiples enfoques disciplinarios para resolver un problema. Así

mismo, se buscó una estrecha vinculación entre investigación, docencia y

servicio para que estuvieran organizadas en relación con un problema eje

y a un objeto de transformación”.

El diseño modular implementado en la UAM-Xochimilco proponía

elementos alternativos que se apartaban de la concepción curricular

técnico-tradicional y que vinculaban más estrechamente la práctica de la

profesión con la producción económica. En este sentido, es el análisis de

la práctica el que define las necesidades de conocimientos que deberá

contener el diseño curricular y cada uno de los módulos. En este enfoque

Los criterios de horizontalidad y verticalidad de la concepción curricular

técnico-tradicional son abandonados... La concepción modular reconoce

que la horizontalidad y la verticalidad deben provenir del análisis de la

misma producción. Es la resolución de un problema la que exige, en un

189

momento determinado, el ordenamiento de cierto tipo de información.

Esta información no procede de la lógica de la disciplina, ni respeta los

límites formales establecidos para cada asignatura. Por ello el módulo

parte de un programa completo de capacitación, es una unidad en sí

misma, puesto que contempla, teórica y prácticamente, la totalidad de un

proceso definido por un problema concreto, llamado Objeto de

Transformación. (Velasco, 1982)

Según Díaz Barriga y otros (s.f.), el “Objeto de Transformación”

constituye la parte fundamental del módulo e implica una noción

diferente del conocimiento, que a la vez tiene implicaciones didácticas.

De esta manera, se investiga un "Problema Eje" que ordena la

información, alimenta la investigación que adquiere una dimensión

didáctica, y relaciona al estudiante con una comunidad mediante el

servicio. La aproximación al conocimiento se da por medio de una tarea

concreta. Esta conceptualización ubica al módulo como integrador total.

En el proyecto de la UAM-Xochimilco la organización en módulos

como unidades de enseñanza-aprendizaje autosuficientes estaba asociada

a otro enfoque cuyas características básicas eran las siguientes:

Integración de docencia, investigación y servicio. La

investigación se plantea como una forma de superación de la

dependencia tecnológica y cultural del país. La docencia

aparece como una actividad diferente: un grupo reducido de

alumnos trabajará con un docente o equipo docente un

problema de la realidad, que será abordado desde múltiples

enfoques y a través de un trabajo de indagación.

Organización de los diseños curriculares a partir del análisis

crítico de las prácticas profesionales.

Organización interna de los módulos a partir de la concepción

de “Objeto de Transformación” y de “Problema Eje”.

Relación articulada entre teoría y práctica.

Relación Universidad y sociedad. El servicio es la expresión de

una concepción sobre las relaciones de la universidad con la

sociedad, que modifica la forma de entender el conocimiento. A

través del servicio se introduce la praxis en la formación del

profesional, con lo cual queda planteado como una parte

definitiva del proceso de aprendizaje, mediante la participación

190

del estudiante en la práctica de campo y en los problemas de la

comunidad.

Con el desarrollo de las tecnologías virtuales, los módulos han

sufrido transformaciones al convertirse de módulos impresos a módulos

electrónicos, diseñados para ser utilizados en procesos de aprendizaje

individual o colectivo mediante la utilización de las tecnologías

informáticas. Esto implica que la secuencia de acceso y recorrido

(navegación) por la información es flexible –depende de cada sujeto– y

que el contenido de ésta es múltiple, pues puede incorporar elementos de

multimedia –textos, imágenes, sonidos, gráficos, secuencias de vídeo–. Si

a esto añadimos la posibilidad de conectar entre sí, mediante una red

telemática, distintos módulos con textos ubicados en distintos sitios

electrónicos, la potencialidad formativa del módulo se incrementa

considerablemente.

Con el incremento del mercado educativo y la proliferación de ofertas

formativas que han hecho que los programas se adapten a los intereses de

los usuarios (o nuevos consumidores de la educación), la organización

modular de diversos programas de estudio se ha incrementado y generado

una alta flexibilidad en el tiempo dedicado a la educación formal, en los

contenidos y en los contextos de formación. El estudiante puede combinar

diversos esquemas de educación y trabajo, y de grados de presencialidad o

educación a distancia. Lo que importa no es el lugar ni el tiempo lineal en

su formación, sino la acumulación de créditos en programas curriculares

centrados en módulos cuyos contenidos pueden ser determinados por los

diferentes contextos en los cuales el aprendizaje tiene lugar.

La acumulación de créditos, articulada a un sistema modular flexible,

hace parte de las políticas de los organismos internacionales de la

educación para facilitar la movilidad a lo largo de los diferentes niveles

del sistema de educación superior, proporcionar un marco de flexibilidad

que permite al estudiante un alto grado de selección (exploración) y ritmo

del aprendizaje, así como de especialización, y posibilita el desarrollo de

nuevas formas de conocimiento que faciliten la articulación de sus

intereses vocacionales con los académicos.

191

Esto ha hecho que en la actualidad exista una multiplicidad de

mecanismos y combinaciones para transmitir conocimientos y para

aprender dentro y fuera del trabajo con distintas modalidades formativas.

Junto a la oferta curricular convencional (cursos diseñados a partir de

objetivos relacionados con un campo particular de conocimiento, con

secuencias y ritmos preestablecidos, horarios y duración predeterminada,

etc.) es cada vez más creciente la oferta flexible de formación diseñada

tanto a la medida de las expectativas y aspiraciones individuales como de

las demandas laborales. En relación con este último tipo de oferta, se

observa una fuerte tendencia a incrementar en las instituciones de

educación superior un servicio educativo flexible y a limitar la formación

convencional presencial.

La flexibilidad de estos servicios se concreta en la respuesta oportuna y

ajustada a las demandas específicas a través de distintas modalidades y

rutas formativas, por lo general modulares, de acuerdo con los perfiles

profesionales requeridos por el mercado de trabajo y las competencias

laborales acordadas en cada una de las posiciones de dicho mercado. La

flexibilidad de los servicios formativos se expresa también en el grado

creciente de articulación sistémica entre las instituciones educativas y las

demandas del campo económico.

En consecuencia, la organización de la formación modular se ha

erigido como una alternativa del mercado educativo que en consonancia

con el sistema de ciclos de formación, imprime a la formación un carácter

flexible, donde lo central es la definición de los contenidos básicos que

debe dominar el estudiante, así como las competencias y habilidades de

diverso orden que debe desarrollar.

En síntesis, la formación modular implica valores diferentes y

alternativos al sistema de formación dominante en la educación superior.

Así, contra una formación explícitamente definida mediante programas

rígidos, se privilegia una formación etapa por etapa, módulo por módulo; y

contra una formación centrada en las clásicas interpretaciones del

conocimiento, se favorecen múltiples conexiones entre problemas, tópicos

y niveles no prescritos previamente, los cuales dan lugar al desarrollo de

una cultura flexible, investigativa, abierta y difusa que trasciende el

encerramiento de las culturas disciplinarias y profesionales dominantes,

aunque también dan lugar a una educación de mercado.

192

Alternando con los núcleos y los módulos, están los proyectos. Son

diferentes las acepciones semánticas del término proyecto. En un nivel

descriptivo puede significar un esfuerzo organizado, cooperativo y

solidario, que basado en el diagnóstico de un problema, una necesidad

(de saber, saber hacer o hacer) y una posible solución, involucra un grupo

humano (un equipo, por ejemplo) en su desarrollo, utilizando todos los

medios, herramientas de apoyo necesarios para tal fin.

En un nivel más elaborado la noción de proyecto, se entiende como

la articulación racional de medios y fines. De acuerdo con algunos

críticos, esta noción que ha terminado por asentarse en los sentidos

comunes y que hace parte de la elaboración pragmática o performativa de

la modernidad que apela al lenguaje de las metodologías de planificación,

también, puede entenderse como una construcción social. En este sentido,

la noción pragmática de proyecto, que se inspira en las metodologías

modernas de la planeación, puede reconceptualizarse y asignársele un

sentido social, esto es, la búsqueda de un horizonte, la construcción y

desarrollo de expectativas, la formulación de propuestas colectivas

ligadas al crecimiento y transformación de las condiciones de existencia

de uno o varios grupos.

Por esto es posible decir que un proyecto es una forma de

organización social. En un proyecto todos los actores (los miembros

de un grupo, de una organización, de un equipo de trabajo) son

diferentes entre sí, pero convergen en el hecho que sus esfuerzos y

dinámicas son acciones que van en una dirección común, hacia un fin

determinado.

En la educación superior es creciente la tendencia a organizar el

currículo de los programas académicos de formación profesional por

proyectos. Esta puede llegar a ser una forma pedagógica, por no decir,

instrumental de desarrollo curricular que tiende a trascender la

organización tradicional de asignaturas y a generar una mayor

articulación entre investigación y formación, conllevando con esto al

fomento de la formación en la investigación. Es evidente que este

punto de vista es proactivo y tiende a cambiar la organización y

desarrollo del currículo, pero el problema es que la investigación en

muchos de estos casos, no es una investigación en profundidad de un

193

tema/problema, que por su pertinencia y relevancia amerita estudiarse,

sino que es un asunto metodológico que concluye con una diversidad

de proyectos que se orientan en múltiples direcciones sin un fin

común y sin crear un campo investigativo que produzca nuevas

disposiciones en los estudiantes y profesores y, en consecuencia,

proyecte una nueva cultura institucional y una nueva visión frente a

los problemas de la sociedad. Por esto es común escuchar de una u

otra institución o de uno u otro profesor que “se trabaja por

proyectos”.

Hay necesidad, por lo tanto, de fundamentar una organización

curricular centrada en el desarrollo de proyectos a partir de principios

investigativos y organizativos que impliquen una participación

socializante de grupos de estudiantes, que trascienda las formas

tradicionales de acceso al conocimiento, y una concepción de

problemas que efectivamente tengan relevancia y pertinencia en la

educación y en la sociedad. Dicho de otra manera, con una

organización por proyectos, no se trata simplemente de transformar la

unidad organizativa de los estudiantes de la “clase-masa”, al equipo o

grupo de trabajo en torno a un problema. Si la característica

fundamental de un proyecto es que es un esfuerzo investigativo

deliberadamente orientado a encontrar respuestas a un interrogante o

soluciones a un problema que está generando conflictos, esto debe

conducir a producir acuerdos entre el grupo de estudiantes y el grupo

de profesores alrededor de las necesidades de solución, ya sean éstas

teóricas o prácticas. La meta de un proyecto no es sólo buscar,

mediante todas las herramientas intelectuales posibles, respuestas o

dar soluciones, sino también, y fundamentalmente, desarrollar las

competencias cognitivas y socio-afectivas de los estudiantes.

194

El grado de organización del currículo por proyectos debe tener

una relación directa con los postulados de la ciencia y con los

problemas de la sociedad. En este sentido, nos apoyamos en Popper

(1997, p. 193) quien manifiesta que “el trabajo científico (…)

comienza por la selección sensible de un problema prometedor que

sea significativo dentro de la actual situación problemática”, y que “la

ciencia siempre empieza con problemas y termina con problemas”.

Estos pueden ser teóricos o prácticos.

Desde el punto de vista académico, la organización curricular

alrededor de proyectos, depende de ciertas condiciones, como por

ejemplo, el número de estudiantes, el número de proyectos, de las

posibilidades que se ofrezcan de tutoría y seguimiento de los

estudiantes, y de los apoyos con los cuales se cuente (recursos

bibliográficos, tecnológicos, insumos, etc.). Por esto, la organización

por proyectos puede alternar con otras formas organizativas del plan

de estudios. Aunque el proyecto puede hacer parte de la organización

formal y tradicional del plan de estudios, generalmente realizada en

asignaturas, no es en sí mismo una asignatura aparte, ni tampoco un

elemento "agregado" a las asignaturas. En una organización curricular

por proyectos, éstos deben tratarse como componentes integrales del

trabajo que forma parte del plan de estudios. La realización de un

proyecto implica la relación entre un plano de problemas y un plano

de conocimientos que pueden provenir de diferentes campos.

PROYECTO (S)

(Problemas) Conocimientos

Técnicas

Habilidades

Tecnologías

Procedimientos

Valores

Normas

Otras

NUEVAS

COMPETENCIAS

Saber qué

Saber cómo

Poder hacer

M

E

D

I

O

S

195

La organización del currículo alrededor de proyectos ofrece a los

estudiantes oportunidades para ampliar la base de sus conocimientos,

socializar sus competencias, desarrollar sus intereses intrínsecos,

seleccionar los contenidos de su trabajo en términos de las

necesidades teóricas o prácticas que se quieren resolver, y acceder de

manera más comprensiva al conocimiento. También estimula la

interacción en diferentes contextos, así como la iniciativa, la asunción

de responsabilidades, la toma de decisiones, el compromiso y la

tolerancia. Finalmente, transforma profundamente la relación

pedagógica profesor-estudiantes en la medida en que la hace más

personalizada, flexible y humana.

El desarrollo de un proyecto genera una gran cantidad de acciones

de los estudiantes que demandan un uso responsable del tiempo de

trabajo autónomo. Así mismo, requiere momentos de encuentro y de

socialización del trabajo realizado. Por esto, se pueden combinar en el

desarrollo de un proyecto diferentes modalidades de encuentro tales

como el seminario, la mesa redonda, el panel, el foro, etc. Estos

momentos se pueden alternar con la tutoría como la modalidad más

importante, en la cual los estudiantes resuelven con el profesor

interrogantes, dudas, presentan informes de sus avances, de los

obstáculos, y reciben el apoyo o la ayuda del profesor para continuar

avanzando en sus aprendizajes cada vez con mayor autonomía.

Los proyectos significan, pues, la reorganización del grupo

masivo de estudiantes hacia equipos de trabajo que asumen el

conocimiento de, o la solución de un problema o problemas. En el

proyecto los problemas actúan como elementos integradores de los

conocimientos, cualesquiera que sean sus formas de organización.

Si lo que garantiza la flexibilidad es la forma como se expresa o

realiza la organización de los contenidos es posible establecer nuevas

relaciones dentro de un área y entre las áreas, e introducir elementos

integradores que flexibilicen los límites entre los diferentes contenidos

de un área y de sus componentes. Estos elementos pueden ser, como

dijimos, temas, problemas, o proyectos que actúan como ejes

organizadores, que necesariamente implican prácticas

interdisciplinarias o transdisciplinarias y, de manera importante, un

tratamiento transversal a partir del cual todas o gran parte de las áreas

196

de conocimiento contribuyen al conocimiento y solución

esperados.133

De los cursos y las actividades académicas

Una transformación curricular y pedagógica en el marco de la

flexibilidad implica la transformación de la organización curricular

centrada en las asignaturas a una organización curricular centrada en

los cursos. Esto en razón de que la organización centrada en

asignaturas es la expresión de un currículo especializado,

profesionalizante y concentrado en un campo de conocimiento. Este

tipo de currículo es común en gran parte de América Latina donde la

organización y el lenguaje dominante es la asignatura. En este

currículo la formación se concentra en un campo común de

conocimientos con exclusión casi total de otros campos. Así, en el

campo de las ciencias naturales predomina un tipo de currículo

centrado en la asignatura que recontextualiza un campo común de

conocimiento.134

Un currículo centrado en el curso como unidad organizativa del

conocimiento, por lo general, es la expresión de un currículo no

especializado, no profesionalizante, y que admite en alto grado la

inclusión de diferentes campos de conocimiento. Esto significa que el

curso, como una unidad de tiempo que articula conocimientos y

prácticas o problemas especialmente organizados para el desarrollo

del proceso de formación académica, puede incluir diferentes campos

de conocimiento. Esta variedad de currículo, que se presenta como

133 En la formación a partir de proyectos o problemas, un tratamiento transversal supone que

todos o gran parte de los componentes de formación participan en su conocimiento y solución. El tratamiento transversal supone, pues, vertebrar alrededor de un problema el

desarrollo de los contenidos. Para tal efecto, éstos pueden organizarse en núcleos, módulos,

bloques o unidades temáticas que integrados pueden desarrollarse en diferentes secuencias. En la formación por problemas o proyectos, la transversalidad de éstos últimos implica su no

asociación a campos específicos de conocimiento. En síntesis, la filosofía curricular de la

transversalidad puede aportar innumerables ventajas y mejorar la calidad de la educación en

varios frentes.

134 Esto se extiende a los programas centrados en tecnologías como las ingenierías y algunos programas del campo de la salud, en los cuales todos los conocimientos son propios del

campo, con exclusión o muy escasa presencia de otros campos, como el de las ciencias

sociales.

197

impuro, tiene una mayor articulación y convergencia de contenidos,

con respecto a las asignaturas, cuyos contenidos están fuertemente

separados o aislados. Desde este punto de vista, el desarrollo del curso

implica un conjunto de acciones convergentes que se activan en la

relación pedagógica.

En el marco de la flexibilidad, la selección y organización de un

curso puede implicar transformaciones tanto en su preparación como

en su desarrollo, que van desde la discusión colectiva de los

profesores participantes en él sobre aspectos relativos al contenido

(problemas y conocimientos), intensidad, créditos asignados,

requisitos, etc., hasta las estrategias necesarias para el desarrollo de

los aprendizajes en él propuestos. En este sentido, un curso a

diferencia de la asignatura, debe responder en lo posible al principio

de interdisciplinariedad, integración y transversalidad. Esto significa

que en la preparación y desarrollo de un curso se debe contar con la

presencia de diversas ramas del saber y de sus relaciones y acciones

recíprocas.135 La aparente impureza de los contenidos reemplaza la

unidad monolítica del saber homogéneo, ortodoxo y jerarquizado de

las asignaturas.

Por esto, en la organización curricular centrada en los cursos, la

flexibilidad puede y debe extenderse a la oferta. Es evidente que esto

tiene una relación con la percepción que se tenga en las unidades

académicas de una institución del conocimiento y de sus relaciones. Si

la relación que se tiene con el conocimiento es jerarquizada, si la

homogeneidad de la organización profesoral crea vínculos

comunitarios muy fuertes, esto genera profundos aislamientos tribales

(recuérdese la concepción de Tony Becher) que impiden la

convergencia, la comunalidad de propósitos y la organización de los

contenidos curriculares alrededor de alguna idea o de algún problema

específico y, mucho menos, que la oferta pueda ser variada, centrada

en campos complementarios, de interés de los estudiantes, y articulada

a temas y problemas relevantes y pertinentes. Cuando la organización

135 Aquí es conveniente recordar que la interdisciplinariedad en su acepción más abstracta, consiste en la existencia de una totalidad compuesta por las relaciones y las acciones

recíprocas que surgen de las interpretaciones posibles entre los diversos campos del

conocimiento y las disciplinas.

198

académica es relativamente flexible, esto es, cuando se debilitan los

aislamientos y esto da paso a la interacción, la tendencia al trabajo

común e interdisciplinario, las unidades académicas de las

instituciones (departamentos, escuelas, grupos de trabajo, o

equivalentes) pueden o deben propiciar dentro de su oferta global,

cursos integrados que articulen diversos componentes y disciplinas

dentro de uno o diferentes campos de formación136 que,

fundamentalmente, puedan ser objeto de diseño y ejecución por

grupos de profesores de una o varias unidades académicas. Esto puede

incentivar la utilización de estrategias pedagógicas socializadas,

participativas y flexibles que tiendan a superar las dicotomías en el

aprendizaje entre lo teórico y lo aplicado, los conocimientos y los

problemas, o entre las diferentes disciplinas.

Consecuentes con el principio de flexibilidad, los componentes

(atrás descritos) y los cursos no deben entenderse como un listado de

contenidos separados y yuxtapuestos, sino como unidades básicas

constitutivas de grandes campos de saber y práctica a través de los

cuales se organizan las experiencias de formación de los futuros

profesionales y se desarrollan sus competencias. En esta misma

dirección hay que tener en cuenta que, sin que sea un gran adelanto,

una organización en áreas, componentes y cursos (o actividades

académicas) de un programa de formación, no puede descuidar los

procesos ni los contextos de aprendizaje ni mucho menos, los sistemas

de evaluación.137

En síntesis, la organización curricular centrada en el curso,

presupone, por lo menos, dos tipos de interdependencia.

136 Un ejemplo de esto pueden ser cursos tales como "La Construcción Social de los Ciencias Naturales", "Ciencia, Tecnología y Sociedad", "Modelos Económicos", “Sociedad y

Tecnología", "Tecnologías y Valores Éticos", "Física y Sociedad". Es importante considerar

estos cursos a la luz de la descripción que se ha realizado en las secciones precedentes.

137 En otros términos, esto significa que la realización del principio de flexibilidad no puede significar un paso mecánico del establecimiento de los componentes de la formación en un plan de estudios a la definición y organización mecánica de los respectivos cursos. En

coherencia con la flexibilidad pedagógica, el curso debe desarrollar el principio de aprender a

aprender y afectar la práctica pedagógica y el sistema de evaluación.

199

a. Una interdependencia entre discursos, a partir de unos elementos

integradores (o de desclasificación): temáticas, ideas, problemas,

proyectos, acciones, como elementos integradores que pueden

generar diferentes formas de interdependencia que obedece a

necesidades teóricas internas –o imperativos epistemológicos– de

la disciplinas consideradas alrededor del problema, tema o idea

objeto de estudio (problemas de la biofísica, de la bioquímica, por

ejemplo), o una interdependencia que obedece a una exigencia

social, ideológica o técnica y que convoca la intervención de

diferentes saberes susceptibles de ser aplicados a la solución de

un problema, a la realización de un proyecto o a la ejecución de

una u otra acción colectiva.

b. Una interdependencia entre los agentes académicos (los

profesores) y los contextos en los procesos -sociales y

pedagógicos- de acceso al saber. La integración de los agentes

académicos en una institución interrumpe la rígida división del

trabajo pedagógico al reconstituirle su carácter de práctica

colectiva. La interdependencia, en este caso, puede llegar a

plantear relaciones sociales de los agentes/contextos pedagógicos

con otros agentes/contextos externos a la institución, tanto en el

proceso de selección y organización de los contenidos

curriculares, como en los procesos de autogestión pedagógica que

promueve el acceso de éste.

200

8 FLEXIBILIDAD Y DISTRIBUCIÓN DEL

CURRICULO

Examinemos, finalmente, la flexibilidad en la distribución. Esta hace

referencia el ordenamiento de los contenidos formativos en el tiempo. De

una u otra manera, está asociada a la secuencia y al ritmo del aprendizaje:

A la secuencia, porque tradicionalmente los contenidos

formativos se han organizado de conformidad con criterios temporales

tales como la edad, el desarrollo y crecimiento del sujeto, el grado de

complejidad del conocimiento, o los niveles del sistema educativo.

Así, por ejemplo, en la ruta formativa, es común la asociación

contenido-edad: a los siete años unos contenidos, a los ocho años

otros contenidos, y así sucesivamente hasta la formación superior. En

este caso, las secuencias han sido y son explícitas y rígidas. No es

gratuito, entonces, que la organización entre lo básico y lo aplicado, la

teoría y la práctica, dé lugar a distribuciones de los planes de estudio

de los programas de formación en términos de secuencias explicitas

ligadas a normas como los prerrequisitos que indican qué va antes y

qué va después.

Al aprendizaje porque, de conformidad con la secuencia, se define

el ritmo del aprendizaje. En muchos casos la distribución define

etapas de aprendizaje progresivas o en escalera que al estar tamizadas,

como dijimos, por los prerrequisitos indican hasta dónde puede llegar

el aprendizaje en una etapa determinada. Este punto de vista está

sustentado en las teorías del desarrollo, para las cuales es el desarrollo

el que determina el aprendizaje.

¿Cómo entender, entonces, la distribución de los contenidos

curriculares de acuerdo con las perspectivas o finalidades de una

formación flexible? Para atender a una distribución (o redistribución)

201

flexible de los contenidos de formación es necesario tener en cuenta,

por lo menos, los siguientes aspectos:

Una redefinición del tiempo de la formación, esto es, su

duración. Esta redefinición puede significar que el estudiante no

esté sujeto a períodos de tiempo rígidamente establecidos (años,

semestres, trimestres, otros) sino a unos requisitos y criterios

académicos específicos que demanda la formación en un

campo. La promoción del estudiante se realizaría de acuerdo

con el cumplimiento de los requisitos (y por períodos cortos y

flexibles) pudiendo éste culminar sus estudios según sus

posibilidades. El tipo de distribución flexible de los contenidos,

en este caso, podría ser modular, o a través de cursos de

duración breve que contengan los elementos relevantes y

pertinentes de la formación en el campo específico. La

flexibilidad aquí estaría asociada a un sistema de créditos, como

lo veremos en la sección siguiente. ¿Qué significa este

redefinición del tiempo en términos de los controles sobre el

ritmo del aprendizaje?

Una redefinición de los grados de especialidad o desarrollo de

la formación y, como consecuencia, del grado de competencias

esperadas en cada grado de especialidad. Esto puede conducir a

una formación por ciclos. Los ciclos permitirían ofrecer a los

estudiantes programas cortos pero articulados, que al tiempo

que permitan desarrollar un grado de competencias que

habilitan para el grado siguiente, brinden salidas laterales al

mercado laboral y respondan, de esta manera, a las expectativas

de los estudiantes. La flexibilidad, en este caso, ha dado origen

a la denominada “formación por competencias” (niveles de

competencias).138

138 El autor no comparte la terminología “formación por competencias”. El concepto de

competencia poco tiene que ver con su recontextualización o distorsión en dicha terminología (formación por competencias). El concepto de competencia se ubica en otro contexto, el de

las ciencias sociales, y tuvo su desarrollo en los años sesenta y setenta del siglo pasado. La

lógica social de la competencia es diferente de la lógica que subyace a la terminología “formación por competencias”. Existe pues una diferencia entre los modelos formativos

fundamentados en el desarrollo de la competencia y los modelos formativos centrados en la

actuación o desempeño. La denominada “formación por competencias” hace parte de los

202

Una ampliación de las ofertas de profundización o

complementación que signifiquen una secuencia o etapa

adicional en el proceso de formación. Esto puede dar origen a

los denominados énfasis de formación profesional que pueden

ser una etapa o ciclo de transición hacia una formación más

especializada que puede desarrollarse mediante el sistema de

créditos a través de modalidades como la educación continuada,

por ejemplo.

Con referencia a la distribución, la flexibilidad implica, entonces, la

introducción de unos referentes conceptuales que permitan describir y

regular dentro de las instituciones las secuencias y ritmos de la

formación. Es en este sentido que las nociones de ciclo y de crédito se

han vuelto fundamentales para redefinir la temporalidad de la formación

profesional. De hecho, ellas han afectado los procesos de selección y

organización y distribución en el tiempo de los discursos, prácticas y

contextos intrínsecos de la formación. Debido a su importancia para

redimensionar la estructura de la formación en las Instituciones de

Educación Superior del país nos extenderemos un poco en estas dos

nociones.

a) De los ciclos139

**

Esta sección tiene por objeto presentar algunos puntos de vista sobre la

formación por ciclos en la educación superior relevantes para la

organización de la educación superior en América Latina. La formación

por ciclos puede considerarse como una respuesta a la necesidad de adaptar

modelos de formación centrados en la actuación o desempeño y, más específicamente, de los modelos o modos de formación genéricos. Estos modos “se derivan de un análisis funcional

de las que se consideran características subyacentes necesarias para la ejecución de una

técnica, tarea, práctica o, incluso, de un área de trabajo. Estas características subyacentes, necesarias en apariencia, reciben la denominación de „competencias‟” (Bernstein, 1996) En

síntesis, estas características subyacentes son rasgos distintivos de un trabajo que implican o

exigen un conjunto de destrezas o habilidades necesarias para el desempeño en éste. Ese

conjunto de destrezas exigidas se denominan “competencias” o sea, actuaciones específicas propias de un área de trabajo.

139 Los puntos que presentamos aquí sólo son una breve introducción a un tema complejo para la educación superior que se desarrolla más ampliamente en el libro Formación por

ciclos en la educación superior (Díaz, M. y Gómez, V. M., 2003).

203

los sistemas educativos a los permanentes cambios en el mercado de

trabajo y la estructura ocupacional, y a las demandas sociales por mayores

oportunidades de acceso equitativo a las oportunidades educativas. Los

cambios sustantivos generados por las transformaciones económicas

mundiales que han dado origen a la globalización constituyen, hasta cierto

punto, el substratum de las transformaciones de la educación superior y de

la introducción de la formación por ciclos. En este sentido, el surgimiento

de nuevas demandas relacionadas con nuevas habilidades y nuevos

conocimientos se ha convertido en principio básico de transformación de la

formación de nivel superior.

La educación superior por ciclos es una de las expresiones más

recientes del principio de flexibilidad. Este principio –hemos dicho– tiene

diferentes realizaciones que van desde la diversificación de las ofertas

curriculares de formación, ampliación de las oportunidades de acceso,

permanencia y movilidad en el sistema hasta la diversificación y

diferenciación de instituciones de formación. Si bien, la educación por

ciclos es nuestro objeto de estudio, es claro, que como expresión de la

flexibilidad, la educación por ciclos no es la única, ni la más importante.

La formación por ciclos en la educación superior afecta las

características estructurales de sus sistemas en la medida en que modifica

los procesos tradicionales de formación profesional. La posibilidad de

ofrecer una formación por ciclos, ligada a tipos y niveles de competencias

debiera permitir al futuro egresado de la educación superior ejercer y usar

socialmente su profesión, ocupación u oficio, acceder a otros niveles de

educación de manera flexible y optativa, y ser capaz de capacitarse y

reconvertirse de acuerdo con las demandas de los distintos contextos

ocupacionales.

El hecho de que de la mano de una economía globalizada se haya

requerido una reestructuración de la cultura profesional, es un reto

fundamental para la formación en estructuras de conocimiento propias de

discursos especializados y diferenciados. El principio regulativo de la

formación no puede seguir siendo una larga carrera protegida por barreras

y jerarquías. Si bien, hay que preparar para el trabajo también hay que

preparar para la vida". Gómez considera al respecto que, “... ya no es

posible educar por un momento, período o necesidad determinada sino para

204

la vida productiva del individuo”.140

Esto significa, pues, un cambio

profundo en los períodos y tiempos de formación, cada vez más de corto

plazo, fragmentados, continuos y flexibles en su organización.

Frente a la necesidad de aprovechar la formación permanente y de

corto plazo para poder afrontar las nuevas exigencias del trabajo y de

“vida” que impone la sociedad actual, la formación profesionalizante de

largo plazo resulta incapaz de plantear e integrar respuestas inmediatas o

de corto plazo Por lo tanto, se requieren transformaciones profundas en las

estructuras de los sistemas de educación superior que replanten las formas

de estratificación, de diferenciación, de acceso y de certificación, así como

los procesos cognitivos y sociales intrínsecos a la formación. En este

sentido, la educación por ciclos resulta ser una poderosa alternativa no sólo

para responder a la aparición de un gran número de actividades laborales,

sino también para superar las inequidades educativas.

El estudio de los ciclos enfrenta, en cierta forma, dos problemas

fundamentales en América Latina: el de la diversidad curricular y el de la

complejidad de las estructuras organizativas de los sistemas educativos. En

la mayoría de los países existe lo que los expertos en la educación superior

denominan un sistema binario fuertemente estratificado conformado por

las universidades, las instituciones universitarias y las instituciones

técnicas y tecnológicas, de menor status. A la diferenciación de

instituciones141 hay que agregar la diferenciación de los programas y de las

jornadas de estudio. Dicha, estratificación le ha impedido tradicionalmente

a las instituciones técnicas y tecnológicas otorgar títulos del nivel

profesional. Esta situación se ha traducido en una fuente de inequidad en el

acceso a la educación superior, ante el bajo status que tiene la formación

en programas de ciclo corto de carácter técnico o tecnológico.

Para comenzar, se puede decir que la reconceptualización de la

educación por ciclos tiene varias justificaciones y fundamentos:

140 Gómez, V. M. (2000). Véase sección “La educación tecnológica por ciclos” pp. 130-142.

141 Datos de los expertos y de las agencias internacionales reportan en la existencia en América Latina de más de 800 universidades y más de 4000 instituciones de educación

superior no universitaria, con amplio predominio del sector privado. Véase, Nieves de

Galicia, Fulvia y Castillo, Eduardo (2000).

205

La primera podría ser una respuesta a las presiones por proveer

a los países de una educación más equitativa al proporcionar un

sistema de graduación y cualificación centrado en estudios

cortos que incrementen el acceso a, y permanencia en, el

sistema de educación superior. Este aspecto constituye un punto

neurálgico para el desarrollo social, económico y tecnológico

contemporáneo. El desarrollo de una educación superior

equitativa, permanente y democrática, la dinamización de las

potencialidades productivas de los distintos grupos

poblacionales, el acceso a niveles más complejos de

competitividad laboral y profesional y la generación de nuevas

oportunidades de trabajo pasan por el incremento de las

oportunidades de formación, de la flexibilidad temporal de ésta,

y de las posibilidades de permanencia y movilidad en el sistema

de educación superior.142

La segunda podría asociarse a la necesidad de formación y

reciclaje laboral (en términos más académicos, reconversión) de

acuerdo con las contingencias tecnológicas, del mercado y de la

reformulación de las profesiones y ocupaciones.143 Lo que las

142 En este contexto, por lo menos en teoría, ha comenzado a debilitarse la formación profesional de largo plazo con su tradicional preocupación por la definición de ámbitos de

competencia excluyentes tanto entre las profesiones como entre las ocupaciones. De esta

manera, la educación superior ha comenzado a transformar su semántica hacia una nueva perspectiva ligada a la generación de capacidades para aprender toda la vida y al acceso a una

diversidad de oportunidades de movilidad, ampliación, profundización, especialización,

perfeccionamiento y reconversión de las competencias conforme a los cambiantes escenarios en

que les corresponderá vivir a sus egresados.

143 Con el advenimiento de las estructuras económicas globales, la división del trabajo ha registrado significativas transformaciones. El restringido concepto de puesto de trabajo ha dado

paso al más amplio y expresivo concepto de ocupación. Esta, no corresponde a un grupo de

tareas segmentadas en operaciones y en funciones, sino a desempeños más abiertos que evocan

los conocimientos básicos de un área y que tiene la característica de poder ser transferidos en el ejercicio de varios empleos. El paso del puesto de trabajo a ocupación representa una

transformación en la organización del modelo fordista del trabajo. Éste cambia de la orientación

de la habilidad mecánica hacia el conocimiento, el cual se revaloriza y se convierte en un valor social y económico fundamental para competir en el mercado de trabajo. Así mismo, las

estructuras económicas globales han revolucionado radicalmente las relaciones contractuales

del mundo laboral. En este sentido, como plantean los expertos, el mercado de trabajo oscila constantemente entre polos opuestos y, a veces, contradictorios que se pueden describir en

términos de las siguientes tensiones:

hiperactividad laboral / desempleo,

206

nuevas tecnologías están produciendo es una profunda

transformación tanto en las denominadas “competencias” como

en los contextos de práctica profesional u ocupacional. Esto ha

afectado las tradicionales formas de selección y organización de

los conocimientos profesionales cuya progresiva obsolescencia

parece irreversible frente a la creatividad y productividad

científica y tecnológica, y las nuevas tecnologías de

información propias de las nuevas dinámicas de mercado en un

mundo donde prima la economía del conocimiento regida por

relaciones globales.

Esto implica transformaciones en los tiempos, formas y

contenidos de la formación, la cual se orienta hacia el

desarrollo de competencias laborales, hacia el desarrollo de la

capacidad dinámica de aprender y hacia nuevos contextos y

estrategias pedagógicas para el desarrollo del aprendizaje

profesional permanente.

La tercera, podría relacionarse con la rápida expansión y

democratización de las formas y contextos de aprendizaje que

han afectado la base cultural e institucional de la formación de

un sistema dividido, binario, y creado las condiciones para

eliminar la diferenciación social entre la denominada

“educación vocacional” y la hegemónica “educación formal” de

largo plazo. Desde este punto de vista, la educación superior

comienza a operar con una visión más moderna y abierta en la

medida en que plantea una mayor articulación vertical de etapas

o secuencias, (que implican una formación permanente o

continuada) y una mayor flexibilidad horizontal que favorece la

movilidad educativa tanto entre como dentro de instituciones y,

salidas oportunas al mercad laboral, por ejemplo. Y, en

consecuencia,

disponibilidad total / desocupación,

especialización / afuncionalidad, cualificación / descualificación,

implicación personal máxima en los objetivos de la empresa / prestación meramente

instrumental de su capacidad profesional, etc.,

Véase, “Cambio tecnológico, mercado y empleo” en Desenreda, Año 1, Nº 1Véase también,

Vargas Zúñiga, Fernando. “La formación por competencias: Instrumento para incrementar la

empleabilidad”.

207

La cuarta podría referirse a la necesidad de los países de

adoptar, para la formación, un marco de referencia común y

flexible de grados y calificaciones que tengan impacto en el

sistema de transferencias, valoración de los estudios y, como

consecuencia, en la movilidad educativa y laboral de quienes

acceden al sistema de educación superior.

Una organización y distribución curricular por ciclos puede

considerarse como el punto de partida para la transformación de la

experiencia temporal de formación en la educación superior. Una de las

características fundamentales de la implantación de los ciclos en la

formación en la educación superior, es que reorganiza los procesos de

formación profesional. En la modernidad se ha planteado que "ya no

estamos preparando a la gente para seguir una carrera, la estamos

preparando para la vida".144 Esto ha significado un cambio profundo en

los tiempos de formación, cada vez más de corto plazo, fragmentados,

continuos y flexibles en su organización.

El concepto de ciclo implica un giro notable en la concepción del

proceso de aprendizaje. Los ciclos permiten no sólo fundamentar al

estudiante en los principios, lenguaje y métodos de los conocimientos y

las prácticas sino también crearle un espectro amplio de opciones y rutas

profesionales. Por eso, se concibe como una etapa que ligada a otras

etapas permite una formación integral y el desarrollo por niveles de las

competencias científica, tecnológica, sociocultural, comunicativa y

profesional del estudiante.

La posibilidad de ofrecer una formación por tipos y niveles de

competencias, debe permitir al futuro egresado de la educación superior

ejercer y usar socialmente su profesión u oficio, acceder a otros niveles

de manera flexible y versátil, y ser capaz de capacitarse y reconvertirse

de acuerdo con las demandas de diferentes contextos ocupacionales.

Es importante considerar, en este sentido, que las profesiones y

ocupaciones modernas no están divorciadas de los continuos y cada vez

144 Este comentario, de Tom Alexander, director de asuntos educativos de la OCDE, fue extractado del artículo de la Revista SUMMA No. 74, titulado "Quien tiene el conocimiento

tiene el poder".

208

más acelerados cambios científicos, tecnológicos y, sobre todo, laborales.

Desde este punto de vista, la formación profesionalizante de largo plazo

resulta incapaz de plantear una formación que integre respuestas

inmediatas o de corto plazo a las necesidades que el mundo laboral

tecnologizado demanda y a una multiplicidad de contextos ocupacionales

de todo tipo. Lo que se requiere es una formación permanente que

actualice y reformule las competencias previamente adquiridas por los

individuos y que lo capaciten para el aprendizaje automotivado y

continuo, para la adaptabilidad ocupacional y la autonomía (Gómez, Op.

cit.). Una alternativa a una preparación terminal, parece ser la formación

por ciclos.

El ciclo puede entenderse como una unidad de secuencia que

extiende y articula el proceso de formación en el tiempo, o como, dice

Gómez (Op. cit.) una etapa intermedia o secuencia de etapas, que le

permiten al estudiante progresar en el tiempo, en su formación, según sus

intereses y capacidades. Una formación por ciclos permite establecer

secuencias de mayor o menor grado en el proceso de formación. Estas

secuencias pueden estar completamente articuladas o pueden convertirse

en unidades independientes entre sí. Este último caso puede ilustrarse con

la desarticulación que existe, por ejemplo, entre el ciclo de educación

básica y el de la educación media.

Con los ciclos, experiencia curricular de larga trayectoria en la

universidad latinoamericana145, se ha intentado reaccionar a la excesiva

profesionalización en los programas de pregrado. En este sentido, es

conveniente examinar con cierto detenimiento su organización y precisar

algunos de sus aspectos.

Existe una relación estrecha entre el ciclo y el propósito educativo.

Dependiendo del objetivo educativo de la formación los ciclos pueden

recibir ordenamientos y adjetivaciones diferentes: “ciclo técnico” “ciclo

tecnológico”, “ciclo básico”, “ciclo profesional”, “primer ciclo”,

“segundo ciclo”, “tercer ciclo”, etc.146 Por ejemplo, la denominación de

145 Estudios interesantes en este sentido se presentan en CINDA (1991) Docencia Universitaria en América Latina: Ciclos básicos y evaluación. Estudio de casos.

146 Los dos primeros, ciclo técnico y ciclo tecnológico, serían propios del campo de formación tecnológica. Los ciclos de fundamentación y profesional, se circunscriben, por lo

209

"ciclo básico" puede responder en la formación profesional de pregrado a

una etapa curricular con características propias e independientes que no

tienen gran significado para la formación profesional; o puede ser una

etapa estructuralmente articulada a otros ciclos y a una propuesta de

formación global que, al tiempo que permite salidas al mercado laboral,

tiene un amplio significado para la formación científica, tecnológica y

cultural del futuro profesional. En este último caso, asumiríamos el

mismo punto de vista de quienes consideran que "la formación científica

típica propia del egresado de la educación superior debe comenzar y

poner los fundamentos en un ciclo básico" y que "éste no es la suma de

piezas sino un todo organizado con una finalidad única".147

Aquí es importante anotar también que las más recientes

preocupaciones institucionales, estatales, académicas y profesionales por

una formación flexible obligan a replantear los más estáticos esquemas (o

perfiles) profesionalizantes de largo plazo centrados en una formación

académica aislada de los campos de práctica posibles.

Si concedemos importancia a este aspecto, podremos definir de

manera más eficaz programas de formación cuyas estructuras curriculares

por ciclos permitan constituir secuencias flexibles, que faciliten una

formación en competencias de diferentes niveles, por una parte, y la

exploración de opciones y rutas ascendentes de formación profesional,

por la otra. Estas secuencias deben estar lo suficientemente articuladas

como para permitir que las relaciones entre los oficios, las ocupaciones y

las profesiones seleccionadas por los estudiantes no terminen siendo una

simple suma de conocimientos fragmentados en materias o cursos

propios de un programa cerrado, sino que signifiquen articulaciones

flexibles de tiempos (cortos o largos), los cuales pueden organizarse

como un conjunto estructurado de secuencias y posibilidades formativas

en el tiempo, dentro de una profesión y entre diferentes profesiones.

general a la formación profesional de pregrado. Todos ellos pueden tener un carácter propedéutico.

147 ¿Ibídem?. Un asunto de interés es el establecer cómo independientemente de los

períodos (o ciclos) en los cuales se establezca la formación, ésta debe generar una vocación,

voluntad, o cultura de trabajo socializado que permita ubicar los aprendizajes de las técnicas, las ciencias y las tecnologías en los procesos sociales y en las complejas relaciones culturales,

políticas y económicas que configuran el contexto de acción de una profesión, ocupación u

oficio.

210

El estudio de los ciclos debiera conducir a examinar y a replantear

profundamente la organización jerarquizada, aislada y estratificada de la

educación superior y a reconceptualizar lo que hoy se asume como

formación terminal (formación técnica, tecnológica, profesional,

especialización, maestría y doctorado). En adición a las formas de

periodización de la educación básica y media, podría construirse un

conjunto de ciclos flexibles que, como momentos sucesivos de la vida

educativa de un individuo, requerirían un tratamiento articulado y ligado

tanto al crecimiento intelectual de los estudiantes como a sus expectativas

laborales. Es claro que estas tendencias no hacen parte de la estructura

organizativa de la educación superior en muchos países latinoamericanos.

Existe toda una amplia gama de propuestas sobre la formación por

ciclos en los diferentes sub-niveles de formación en la educación superior.

Algunas se basan en un esquema secuencial flexible 3+2 (o 3+3), esto es, un

primer ciclo con una duración de 3 años que daría lugar a un título general

de primer ciclo, el cual favorecería el acceso directo al mercado de trabajo

relevante, al tiempo que proporcionaría la posibilidad académica de

avanzar en la obtención de un título profesional en el área pertinente.148

Este primer ciclo tendría una fuerte base común, de corte generalista,

limitándose la formación específica mediante cursos electivos. El segundo

ciclo de formación, tendría una duración de 2 o 3 y daría lugar a un título

profesional el cual podría orientarse hacia una intensificación,

profundización o énfasis que complementaría los cursos electivos del

primer ciclo, o hacia un trabajo de grado que podría estar asociado a un

primer momento de la formación postgraduada. El acceso al segundo ciclo

debería ser por méritos en función del esfuerzo, de las capacidades y del

desarrollo académico alcanzado durante el primer ciclo.149 Es importante

148 Existe la opinión de que este ciclo podría corresponder, en algunas áreas, a la denominación de ciclo tecnológico, conducente al segundo ciclo, de carácter profesional. En

algunos países correspondería al ciclo técnico, en virtud de la diferenciación entre nivel

profesional y nivel técnico.

149 Un ejemplo de la diversidad de interpretaciones sobre la formación por ciclos, derivada de intereses de las instituciones, es la Ley 749 promulgada en 2002 en Colombia, en la cual se formaliza la educación por “ciclos propedéutico” en las denominadas instituciones técnicas y

tecnológicas. De conformidad con la Ley se postulan tres (3) ciclos consecutivos articulados,

pero independientes:

211

considerar que ambos ciclos son independientes, lo que no impide que el

primer ciclo sea propedéutico.

De manera flexible, existiría la alternativa de optar por la formación de

ciclos cortos, o por la formación de largo plazo, que es la que predomina

en la mayoría de las instituciones de educación superior en Latinoamérica.

De acuerdo con sus condiciones, intereses y necesidades, el estudiante

accedería a cualquiera de las dos modalidades.

La anterior forma de organización por ciclos difiere de lo que ocurre

en algunas universidades latinoamericanas donde, por lo general, existe en

la formación profesional de pre-grado una división, en dos etapas que se

han conocido, una como ciclo básico, ciclo general o ciclo de

fundamentación, y la otra como ciclo profesional. Estos dos ciclos, que

no son independientes, se han diferenciado intra-institucionalmente, y no

han significado apertura a intercambios interinstitucionales, ni mucho

menos, transformaciones en el sistema de educación superior. En este

sentido, son experiencias cerradas para las universidades que no implican

flexibilidad más allá de un programa de formación.

“El primer ciclo, orientado a generar competencias y desarrollo intelectual como el de

aptitudes, habilidades y destrezas al impartir conocimientos técnicos necesarios para el desempeño laboral en una actividad, en áreas específicas de los sectores productivo y de

servicios, que conducirá al título de Técnico Profesional en...

El segundo ciclo, ofrecerá una formación básica común, que se fundamente y apropie de los

conocimientos científicos y la comprensión teórica para la formación de un pensamiento innovador e inteligente, con capacidad de diseñar, construir, ejecutar, controlar, transformar

y operar los medios y procesos que han de favorecer la acción del hombre en la solución de

problemas que demandan los sectores productivos y de servicios del país. La formación

tecnológica comprende el desarrollo de responsabilidades de concepción, dirección y gestión de conformidad con la especificidad del programa, y conducirá al título de

Tecnólogo en el área respectiva;

El tercer ciclo, complementará el segundo ciclo, en la respectiva área del conocimiento, de

forma coherente, con la fundamentación teórica y la propuesta metodológica de la profesión, y debe hacer explícitos los principios y propósitos que la orientan desde una perspectiva

integral, considerando, entre otros aspectos, las características y competencias que se espera

posea el futuro profesional. Este ciclo permite el ejercicio autónomo de actividades profesionales de alto nivel, e implica el dominio de conocimientos científicos y técnicos y

conducirá al título de profesional en….”. Ley 749 de 2002.

212

Los propósitos generales del ciclo general, de fundamentación o

básico han sido relativamente similares:

Dotar al estudiante de una mirada integral del mundo natural,

socio-político y cultural.

Proporcionar la formación básica en los diferentes componentes

de la formación académica, que permitan al estudiante

desarrollar sus capacidades de comprensión de la realidad e

iniciarse en un proceso de aprendizaje permanente.

Proporcionar al estudiante una formación integral donde

confluyan los distintos conocimientos para resolver los

problemas teóricos y prácticos de manera creativa e

interdisciplinaria.

Ofrecer al estudiante diversas alternativas de formación que le

faciliten su opción profesional, le procuren una formación

integral y lo introduzcan gradualmente en los estudios del ciclo

profesional.

Proporcionar al estudiante una formación inter o multi-

disciplinaria básica en los diferentes campos del saber (Ciencias

Naturales, Humanidades, Matemáticas, Ciencias Sociales, etc.)

que le permitan desarrollar su capacidad de comprensión,

reflexión y análisis, e iniciarse en un proceso de aprendizaje

permanente.

Cualquiera que haya sido el propósito institucional para introducir

este ciclo en algunas universidades, él no ha permitido generar diferentes

perfiles académicos alrededor de posibles campos de desempeño o de

práctica, en la medida en que ha estado más vinculado con los propósitos

de una formación académica básica y supuestamente integral, necesaria

para adelantar con solvencia científica la formación del ciclo profesional.

De allí su interés con la formación del espíritu investigativo y con la

creación de una mayor capacidad para razonar y relacionar conceptos,

contextos y problemas. De conformidad con su concepción, este ciclo no

habilita para el acceso directo al mercado de trabajo relevante.

213

A su vez, el Ciclo Profesional se ha entendido como el período de

estudios universitarios dedicado a la formación teórico-práctica en una

profesión específica. Considerado como un período en el cual el

estudiante debe acceder al conocimiento, a la comprensión y a

socialización en la vida real y la cultura de una profesión, el ciclo

profesional, por lo general, hace énfasis no sólo en los aspectos

instrumentales o procedimentales de un campo específico de trabajo

profesional, sino también en sus aspectos conceptuales y metodológicos,

contextualizados en el marco de las relaciones científico-tecnológicas,

socioeconómicas, políticas y culturales.

Sin embargo, en este ciclo los conceptos y sistemas de referencia

teóricos tienden a ser relativamente cerrados y explícitos y están más

dominados por su énfasis en la teoría, por una relación de aplicación

descontextualizada, o por una relación con un “cómo se hace”

relativamente abstraído de condiciones materiales específicas,150 En este

sentido, el denominado ciclo profesional hace pocas consideraciones

conceptuales y metodológicas de la formación profesional y no permite

formas dinámicas de reconversión de los futuros profesionales a la luz de

las demandas científicas, tecnológicas y sociales los países.

Algunos programas organizan este ciclo alrededor de la actividad

académica dentro de una disciplina, una sub-disciplina (énfasis) o dentro

de algún un énfasis profesional y presentan un esquema relativamente

común constituido por asignaturas profesionales y asignaturas electivas,

las cuales pueden alternar entre lo profesional y lo humanístico.

El modelo de la formación profesional universitaria por ciclos como

modelo propio de algunas universidades latinoamericanas, no da

respuestas a la creciente diferenciación de la educación superior,

conformada por una variedad de instituciones (técnico-profesionales,

tecnológicas, universitarias) que hoy compiten en el mercado educativo

150 En este sentido, es interesante el estudio que en 1985 se llevó a cabo en la Universidad

del Valle, en Cali, Colombia, con una muestra que incluyó al menos un plan de estudios de

cada facultad para determinar los porcentajes de horas dedicadas a teoría, práctica, electivas y

seminarios. En la Facultad de Ingeniería los dos planes seleccionados (Ingeniería Eléctrica e

Ingeniería Agrícola) dedicaban el 69% y el 65 % respectivamente a la actividad teórica. Esto

nos da la idea del énfasis en la teoría abstraída de las realidades prácticas de la profesión.

Esta situación poco ha cambiado (Véase, Plan de Desarrollo Universidad del Valle 1986-

2000. Pág. 90).

214

con una, cada vez más, creciente diversificación de instituciones de

carreras „cortas‟ o „intermedias‟ orientadas a la formación de personal

„intermedio‟ para diferentes sectores productivos (Gómez, 2000). Para

este autor, si bien, la diversificación de la oferta ha contribuido a una

mayor equidad en el acceso a la educación superior, al diversificar y

flexibilizar las oportunidades educativas, no resuelve los problemas de

una formación por ciclos, pues ésta está obstaculizada por la

„estratificación vertical jerárquica‟ entre los diferentes tipos de

instituciones que conforman el sistema de educación superior en el país.

En síntesis, la noción de ciclo tiende a ser interpretada de diferentes

maneras y crea en algunos casos confusión, en la medida en que en su

definición chocan intereses institucionales y de otros órdenes. Sería

conveniente examinar con mayor detenimiento las experiencias de otros

continentes para, de esta manera poder establecer con claridad, las

diferencias, similaridades y, sobre todo, pertinencias de una formación

por ciclos, que como objeto de estudio es amplio, pero escaso en sus

aplicaciones.

b) De los créditos

El crédito académico es hoy importante noción convencional en el

campo de la educación superior. Su valor inicial es, como anota Warner

(2003), el de una unidad de medida. Dicha unidad tiene una relación con

las transformaciones cualitativas y cuantitativas de la formación dentro

de y entre los sistemas de educación superior, y con una mayor

necesidad de articulación sistémica entre éstas para responder a las

demandas por mejores logros educativos, a los cambios en la economía, a

los requerimientos por personal más eficiente y competente, y a las

nuevas modalidades de educación, sobre todo, a aquellas que impulsan la

auto-regulación del aprendizaje, su progreso y, sobre todo, la evaluación

de sus resultados.

Es en este escenario que el sistema de créditos aparece como un

mecanismo útil para valorar o establecer equivalencias alrededor de

logros académicos individuales que se legitiman en unidades de valor, sin

importar el lugar y el tiempo en el cual se hayan alcanzado. Desde este

punto de vista, el sistema de créditos tiene consecuencias prácticas para

el estudiante y para el quehacer formativo en un programa y en una

215

institución. Puede significar el desarrollo de un programa individual que

depende del esfuerzo propio, o puede significar la fragmentación de los

contenidos, los cuales pueden separarse sobre la base de organizar

unidades de aprendizaje terminales y autocontenidas.

Warner (2003) considera que el sistema de créditos tiene como

propósitos apoyar la movilidad de los estudiantes y su progreso hacia el

logro del título (universitario), ayudando a que exista una mayor

flexibilidad dentro de un programa de formación, y mayor articulación

entre los programas de una institución, o entre los programas de diversas

instituciones. De esta manera, el estudiante puede cumplir sus

requerimientos académicos seleccionando de una gran variedad de

opciones entre las diversas ofertas existentes. En un sentido amplio,

podríamos decir que la flexibilidad expresada en el sistema de créditos

puede permitir que el estudiante elija entre muchas instituciones, entre

los diferentes currículos de una o varias instituciones y que además pueda

articular, correlacionar, complementar orientaciones generales y

específicas, o profundizar en ésta últimas. Todo esto supone una alta

posibilidad u oportunidad de movilidad. En este sentido plantea Barnett

(2001, p. 183) que “la división del currículo en unidades

(modularización), la suma de sus partes (acumulación de créditos) y la

posibilidad de transportar los logros del estudiante (transferencia de

créditos) representan en conjunto varias clases de cambios”.

El enfoque de los créditos académicos sobre los logros del

aprendizaje implica la producción de patrones de equivalencia entre las

unidades de valor (tiempo dedicado al trabajo académico- valoración del

tiempo del aprendizaje) de éstos en los diferentes sistemas educativos

que posibiliten su comparabilidad. Estas características están basadas en

un elemento que puede denominarse circulante académico. Para Warner

(2003) “un circulante es una unidad consensuada y reconocida que puede

ser de índole monetaria. Este puede ser monetario o académico y tiene

dos características importantes: se gana en algún lado y luego se lo

cobra”.

El sistema de créditos es, entonces, un circulante académico que

documenta lo que ha logrado el alumno en su formación. En este sentido,

es un dispositivo que da cuenta de la evolución académica del alumno, un

método para calcular y comunicar su progreso educativo –o el desarrollo

216

de sus competencias– que se relaciona con el tiempo dedicado al trabajo

de aprender con/sin acompañamiento. Esto hace el proceso de

aprendizaje más abierto.

Si bien el sistema de créditos puede parecer centrado en la dimensión

exclusivamente cuantitativa puede tener implicaciones muy importantes

no sólo para la selección y organización de un currículo sino también,

como dijimos, para la articulación de currículos diferentes dentro de y

entre instituciones. Estas implicaciones se derivan de la necesidad que se

tiene de garantizar que el tiempo de trabajo del estudiante cumple las

condiciones para la certificación de su logro académico dentro de una

institución o de una institución a otra, o de que la certificación de dichos

logros sea utilizada flexiblemente para transferirse a un programa de otra

área de conocimiento, o para homologar el saber y la competencia

adquirida por fuera de una institución.

Un aspecto importante en la vida estudiantil tiene que ver con el

desarrollo del aprendizaje, y como consecuencia, con el desarrollo

personal. Desarrollo y aprendizaje presuponen prácticas y ritmos

diferentes por parte del estudiante, en contextos apropiados para ello.

Considerar el trabajo académico del estudiante significa establecer las

condiciones objetivas y subjetivas que para el acceso a diversas áreas de

conocimiento se requieren. Esto, a su vez, implica considerar las

diferencias individuales entre los estudiantes y reconocer que éstas

favorecen o actúan en detrimento de sus logros formativos.

Las instituciones tienen que ser conscientes que el único problema de

los estudiantes no se refiere sólo al aprendizaje. Existen otros que son

fundamentales y que tienen que ver con las condiciones regulativas que

las instituciones poseen, las cuales pueden convertirse en fuente de

obstáculos frente a las expectativas estudiantiles. Condiciones referidas al

acceso, a la restricción de opciones u ofertas de formación en los

programas, a las dificultades de movilidad estudiantil intra e

interinstitucional que se resuelve en términos de homologaciones,

transferencias, formas de expedición de titulaciones, y otras, deben ser

objeto de estudio en relación con las políticas y estrategias institucionales

que pesan sobre las prácticas de formación.

El sistema de créditos se ha convertido en un mecanismo importante

para garantizar la flexibilidad en la formación. En la medida en que tiene

217

que ver con el trabajo académico de los estudiantes, que significa una

valoración temporal de los logros y aprendizajes, que las condiciones de

formación en el mundo moderno trasciende las fronteras espaciales y

temporales, el sistema de créditos ha ido expandiéndose por los sistemas

educativos para favorecer procesos formativos que garanticen la equidad,

la democratización de la educación y, de la misma manera, una

formación permanente y en diferentes escenarios, necesaria para

competir laboralmente en el mundo globalizado. En Europa, por ejemplo,

es posible encontrar un sistema de créditos común para facilitar la

transferencia interinstitucional e internacional de los estudiantes. Con

este sistema, los estudiantes pueden organizar su proceso formativo de

manera más autónoma, accediendo a, y seleccionando opciones

formativas de otras instituciones, de otros escenarios educativos, los

cuales pueden tener el mismo o igual valor para la formación y desarrollo

de las competencias. Desde este punto de vista, es posible definir unos

propósitos básicos del sistema de créditos, tal como se esboza a

continuación.

Propósitos de los créditos

Los propósitos de los créditos son diversos. Como unidad de medida

del trabajo académico del estudiante tienen incidencia en la vida dentro

de las instituciones y entre las instituciones de educación superior. Los

sistemas educativos del mundo lentamente han ido suscribiendo el

sistema de créditos como un medio de proporcionar mayor flexibilidad a

la formación y, de esta manera, brindar mayor equidad en la formación

en diferentes formas.

En términos generales, se han asumido como propósitos de los

créditos los siguientes:151

151 Es importante tener en cuenta que el sistema de créditos en si mismo no garantiza un logro cognitivo comprensivo, reflexivo y crítico. Si la institución sólo piensa en el crédito

como una unidad de medida administrativa, poco interés habrá en las modificaciones

pedagógicas que permitan compaginar los tiempos de aprendizaje con los requerimientos cognitivos que aquel demande. En este caso se estará cerca de lo que Barnett (2001)

denomina la filosofía bancaria. Es por esto que los propósitos que se presentan aquí

representan un redireccionamiento institucional fundamental para plantear nuevas relaciones con el conocimiento y nuevas formas de aprendizaje. Esto quiere decir que es necesario

repensar en las instituciones de educación superior las relaciones entre la acumulación de

conocimiento y la acumulación de créditos. ¿Qué significado tienen estas formas entre si?

218

Fomentar la autonomía del estudiante para elegir actividades

formativas que respondan de modo directo a sus intereses y

motivaciones científicas y sociales.

Fomentar la producción y el acceso a diferentes tipos de

experiencias de aprendizaje flexible que trasciendan la

circunscripción de un aprendizaje pasivo.

Facilitar una clara organización de las responsabilidades

(compromisos y experiencias) del estudiante en los períodos

académicos que fije la institución.

Ajustar el ritmo del proceso de formación (crecimiento

intelectual) a las necesidades individuales de los estudiantes con

independencia de sus diferencias individuales.152

Estimular en las unidades académicas de las instituciones de

educación superior la oferta de actividades académicas

pertinentes, útiles y la producción de nuevas modalidades

pedagógicas necesarias para garantizar el logro de un

aprendizaje comprensivo.

Facilitar diferentes rutas de acceso a la formación profesional y,

de esta manera, la movilidad estudiantil intra e

interinstitucional.

Posibilitar la formación en diferentes escenarios institucionales

y geográficos que signifiquen el incremento de oportunidades

formativas y el mejoramiento de las condiciones personales,

institucionales, sociales y económicas de los futuros

profesionales.

¿Puede verse el sistema de créditos al margen del posicionamiento de los estudiantes en una u

otra epistemología?

152 Este es un punto crucial ya que no se trata de acomodar los logros a las diferencias

individuales. El problema con el sistema de créditos no es aliviar las diferencias individuales, ya que en materia de formación académica se espera –y esto es una responsabilidad

institucional– que todos los estudiantes logren crecer intelectualmente. El ritmo puede

adecuarse a las necesidades externas de los estudiantes, los cuales por razones de diferente tipo no puede cumplir con los compromisos propios de la organización del aprendizaje por

cohortes, por ejemplo. En síntesis, el problema del crecimiento intelectual en la educación

superior no es un asunto de créditos.

219

Incentivar procesos interinstitucionales de intercambio,

transferencias y homologaciones de los aprendizajes a partir de

principios académicos y no de principios administrativos.

Definición de Crédito

Si bien se ha dicho que el sistema de créditos busca promover el

incremento de las posibilidades de acceso a la educación superior, la

flexibilidad en ritmo y logros del aprendizaje, la movilidad, la

colaboración, la transparencia, el reconocimiento y la integración entre

los diferentes sistemas de la educación superior, no existe una definición

unívoca sobre esta noción. Es claro que a la luz de las políticas y

estrategias internacionales –lo que se ha dado en llamar

internacionalización de la educación– se han ido produciendo

reorganizaciones de los sistemas educativos y, en consecuencia, de su sus

instituciones de educación superior para adaptarse a los nuevos modelos

de formación cortoplacista a lo largo de la vida. Esto ha incidido en la

reorientación conceptual de lo que se denomina crédito académico, como

factor de valoración y acumulación del trabajo del estudiante, válido para

las distintas etapas de su formación en una u otra institución. Así, por

ejemplo, los créditos en el sistema de educación europeo (ECTS)153 han

153 El sistema ECTS hace parte de la propuesta de convergencia europea orientada a producir

flexibilidad en el acceso a y egreso de la educación superior, una mayor comparabilidad, compatibilidad y transparencia de los programas de estudio de las diferentes instituciones

europeas y a promover una amplia movilidad estudiantil dentro de y entre los sistemas de

educación superior de Europa, y en diversos países del mundo. Esta propuesta ha sido desarrollada en Europa en los últimos trece años y hoy se ha convertido en la base o

fundamento de la medida del trabajo de los estudiantes en el sistema de educación superior

europeo.

El ECTS es un sistema que implica tanto la comparación de sistemas educativos como la de las estructuras y contenidos de los estudios. En este sentido, el ECTS requiere un planteamiento

claro de las relaciones entre las estructuras educativas, la organización de los periodos o

calendarios del aprendizaje, los resultados del aprendizaje (competencias), el tiempo de trabajo del estudiante, su cálculo en créditos y el reconocimiento de los títulos.

Los estudios sobre el sistema de créditos, realizados en el marco de la Unión Europea, están de

acuerdo en la definición de las características básicas de los créditos. Estas características pueden resumirse en la siguiente forma:

Son aplicables a todos los sectores de la educación superior y capaz de articular dichos

sectores (por ejemplo, el no universitario con el universitario).

Cubren todas las formas y modos de aprendizaje.

Articulan diferentes sistemas de educación superior y permiten en ellos todas las

posibilidades de ingreso y egreso.

220

sido definidos como el valor numérico asignado a cada asignatura para

describir el trabajo necesario (student workload) que un estudiante debe

realizar para preparar dicha asignatura. En los créditos se incluyen clases

teóricas, prácticas, seminarios, tutorías, trabajos de campo, horas de

estudio, exámenes u otros tipos de evaluaciones. En este sentido,

representa, la cantidad de trabajo para cada asignatura en relación con el

total necesario para alcanzar la formación completa en la Institución.

Un crédito se entiende, entonces, como la unidad de medida del

trabajo académico del estudiante. El crédito permite calcular el número

de horas semanales en promedio por período académico dedicado por el

estudiante a una actividad académica. Esto significa que en cada curso se

debe realizar el cálculo de dicho promedio. En este punto radica uno de

los mayores retos de la flexibilidad, ya que implica definir la calidad y la

cantidad de las responsabilidades que le corresponde al estudiante

cumplir en dicho tiempo, las cuales deben ser coherentes con los

principios de flexibilidad que regulen la práctica pedagógica de

formación. A manera de ejemplo, un principio como el que hoy hace

parte de los principios de numerosas instituciones de educación superior,

como es el de “aprender a aprender”, significa una formulación de las

actividades académicas del estudiante en créditos lo cual, a su vez,

implica una mayor participación del estudiante en su propio aprendizaje .

Los aspectos procedimentales de los créditos suponen, de hecho,

regulaciones intra o supra-institucionales que relativicen la temporalidad

de la organización de la diversidad de prácticas pedagógicas

institucionales. Así, si la unidad básica de la organización curricular es el

curso, éste puede recibir diversas expresiones pedagógicas que van desde

la clase magistral (grupal) hasta al tutoría (individual), pasando por el

taller, el laboratorio, la práctica, la visita, el trabajo de campo, el panel, el

Promueven la movilidad estudiantil.

Facilitan el aprendizaje centrado en el estudiante (student-centered learning).

Permiten la acreditación de los aprendizajes previos.

Permiten expresar el volumen de aprendizaje alcanzado (logros de aprendizaje).

Permiten el reconocimiento mutuo entre instituciones. En síntesis,

Promueven el acceso flexible a los programas de formación, la movilidad, la

colaboración, la transparencia, el reconocimiento y la integración de instituciones.

221

seminario, el foro, la mesa redonda, o la tutoría, por ejemplo. El sistema

de créditos afecta de manera sustancial el qué y el cómo del aprendizaje.

Los créditos, el tiempo presencial y el tiempo

independiente

La noción de créditos permite establecer una relación entre el tiempo

presencial y el tiempo independiente. Se entiende por Tiempo

Presencial (TP), el tiempo de permanencia del estudiante en un aula,

laboratorio o sitio de prácticas, tiempo en el cual está acompañado y

orientado directamente por un docente o su equivalente. Durante ese

tiempo el estudiante puede atender una actividad pedagógica como la

clase magistral, participar en una discusión, trabajar con un guía en un

taller o laboratorio, o realizar una práctica supervisada por un profesor,

un instructor, un profesional o un monitor.

Se entiende por Tiempo Independiente (TI) el tiempo adicional al

presencial dedicado por el estudiante, sin supervisión del docente, a

lecturas previas y posteriores, al estudio de materiales de consulta, a la

solución de problemas, preparación y realización de laboratorios, talleres

y prácticas, y a la redacción de informes y ensayos. Tiempo

independiente se refiere, pues, a toda aquella actividad relacionada con la

autonomía del aprendizaje.

En este punto es importante considerar que no todas las instituciones

de educación superior enmarcan sus prácticas de formación dentro del

principio de flexibilidad. Esto revela una dificultad seria en la definición

del tiempo que el estudiante utiliza de manera independiente en la

realización de sus labores relacionadas con el aprendizaje. En muchos

casos, la mayoría de las actividades son obligatorias y excesivas –que

desbordan las capacidades físicas e intelectuales de los estudiantes– y se

expresan en un número excesivo de asignaturas que se consideran

igualmente obligatorias. Desde este punto de vista, existen pocas

posibilidades de desarrollar actividades (o cursos) opcionales o

extracurriculares, que impliquen la posibilidad de elección y selección

autónoma por parte del estudiante.

El crédito, como unidad de medida del trabajo académico del

estudiante, está ligado a ciertas formas y grados de flexibilidad y puede

222

asumirse como una posibilidad para que la institución ofrezca

alternativas a la formación del estudiante de acuerdo con sus intereses,

tiempos de dedicación, oportunidades de participación, y tipos de

metodología institucional seleccionados. Desde este punto de vista, unas

prácticas pedagógicas pueden privilegiar el tiempo presencial, en tanto

que otras pueden privilegiar el tiempo independiente (aprendizaje

autónomo).

Los créditos y la flexibilidad en la formación

Para comenzar, es necesario hacer la siguiente consideración: no

existe una relación intrínseca entre créditos y flexibilidad. La flexibilidad

presupone estructuras y formas de relación abiertas. Dichas estructuras y

formas de relación pueden hacer parte de un sistema y afectar las

relaciones dentro de él o entre él y otros sistemas. La flexibilidad puede,

entonces ser parcial, esto es, ligada a ciertos contextos y prácticas de un

sistema y de esta manera, estar afectando a la totalidad del sistema.

En el caso de la educación superior es común encontrar grados de

flexibilidad con referencia a la organización académica, la organización

curricular, la relación pedagógica, o la organización administrativa. La

flexibilidad que aparentemente se privilegia es la curricular y la

pedagógica. Teniendo que ver éstas con la organización y distribución

del conocimiento académico y con la relación pedagógica, es conveniente

definir la posición que ocupa el estudiante o aprendiz dentro de un marco

curricular y pedagógico flexible, y cómo determina dicha posición

variaciones en el proceso de aprendizaje.

Cuando se hace referencia a la organización y distribución del

conocimiento académico, es importante considerar, primero, las unidades

de tiempo que se definen para un conjunto de contenidos que se

seleccionan. Las unidades de tiempo asignadas a los contenidos producen

necesariamente estratificaciones y jerarquías que separan unos

contenidos agrupados en asignaturas, cursos, o formas equivalentes. En la

educación, en general, el modelo que sirve de patrón de referencia para la

organización de los contenidos es el tiempo de dedicación a ellos.

Un segundo aspecto que juega un papel importante en la distribución

del conocimiento académico, en las instituciones de educación –

223

especialmente en las instituciones de educación superior– es el que se

refiere a la diferenciación de los contenidos seleccionados

(independientemente de su agrupación) entre los obligatorios y los

opcionales. Se puede hablar de los contenidos seleccionados en términos

de su obligatoriedad u opcionalidad. De hecho, cualquiera que sea el

número de unidades de tiempo asignada a un conjunto de contenidos y

cualquiera que sea su estatus de obligatorio o electivo, están

contribuyendo a la formación en un determinado período de tiempo que

arbitrariamente se postula de acuerdo con el sistema, modalidad o nivel

educativo.

¿Que relación existe entre esta organización o distribución temporal

de los contenidos, arbitraria y sujeta a regulaciones intra y

suprainstitucionales y los créditos? ¿Qué significan los créditos como

unidades de medida temporal? ¿Qué relación existe entre los créditos y la

flexibilidad? Como unidades de medida de tiempo se centran sobre el

aprendizaje y, de manera más explícita, sobre el aprendizaje de los

estudiantes. Los créditos valoran de manera arbitraria el tiempo de

trabajo del estudiante o, dicho de otra forma, el tiempo que el estudiante

supuestamente debe dedicar para acceder en condiciones “ideales” a un

conjunto de conocimientos y de prácticas.

Es importante tener en cuenta que las unidades de tiempo que se

asignan a unos y otros contenidos no tienen una relación directa con los

tiempos que los estudiantes dedican de manera autónoma a su

aprendizaje. Lo que ha variado es la perspectiva o la mirada sobre los

contenidos. Mientras que desde el punto de vista tradicional las unidades

de tiempo expresaban y siguen expresando jerarquía entre los contenidos,

desde una perspectiva más actualizada –aunque igualmente arbitraria– las

unidades de tiempo asignadas a un contenido expresan básicamente el

tiempo que un estudiante debe dedicar para acceder a un conjunto de

conocimientos y de prácticas específicas. Así, mientras en un esquema

tradicional el tiempo establecido para una asignatura significaba su

importancia y status, el esquema de créditos desplaza la mirada al

estudiante y a sus formas de relación con el conocimiento que pueden

depender de sus intereses, necesidades, expectativas, o posibilidades, y

esto parece configurar el tránsito hacia la flexibilidad.

224

Este cambio de perspectiva, puede –aunque no necesariamente– tener

efectos sobre la organización curricular y pedagógica de las diversas

áreas de conocimiento, sobre las formas institucionales de organización

del trabajo académico, con las formas de relación con otras instituciones,

de la manera como los estudiantes pueden acceder a, seleccionar

opciones formativas, transferirse de una unidad o de una institución a

otra, etc.

El sistema de créditos también tiene efectos importantes sobre

aspectos propios del aprendizaje como pueden ser la selección, el ritmo,

la secuencia, que ligados a los intereses, necesidades, expectativas, o

posibilidades del estudiante pueden permitir completar los requisitos que

demanda la formación en un determinado campo. Desde este punto de

vista, la flexibilidad que presuponen los créditos es prospectiva y puede

ser definida por el estudiante.

En este sentido, una distribución curricular por créditos puede

fundamentarse en algunas de las expresiones del principio de flexibilidad

al introducir, en los programas de formación, cursos y actividades

electivas u opcionales que puedan constituir parte del programa de

formación establecido por una institución. En síntesis, el sistema de

créditos tiene unas características, entre las cuales podemos destacar las

siguientes:

Permite en una institución la existencia de programas de

formación con planes de estudios articulados y abiertos que

estimulen la libre escogencia para el estudiante dentro del

marco de requisitos de formación académica y profesional

Facilita la definición de responsabilidades académicas para

cada estudiante, de acuerdo con sus necesidades, posibilidades

de tiempo y ritmos de aprendizaje.

Permite al estudiante que la duración del tiempo de culminación

de su carrera sea en virtud de la responsabilidad académica que

el estudiante asume durante cada período académico.

Garantiza la posibilidad de avanzar hacia una cierta

homogeneidad de planes y programas de estudio en una gama

de instituciones de educación superior, facilitando, de esta

225

manera, la flexibilidad que garantiza a los estudiantes el tránsito

por, o la transferencia entre, instituciones.

Permite la creación de programas con planes de estudios

articulados, con troncos comunes y áreas de especialidad, áreas

de apoyo, etc.

Promueve el diseño de nuevos procedimientos de evaluación

que permiten la acreditación de conocimientos, experiencias, y

competencias adquiridos o desarrollados por fuera de la

educación formal. En síntesis

Es una garantía para la creación de sistemas de educación,

abiertos, flexibles, equitativos y plenos de oportunidades para la

población con menos posibilidades de acceso a la educación

superior.

226

6 EL PROSPECTO DE LA FLEXIBILIDAD

CURRICULAR

El presente capítulo tiene por objeto presentar algunas ideas sobre

políticas de flexibilidad para la educación superior en Colombia. Estas

políticas expresan en gran parte el interés por desarrollar culturas

institucionales más abiertas, innovadoras y prospectivas, para responder

mejor a la diversidad de necesidades educativas, sociales y económicas

del país.

Su posible realización no se aparta de las condiciones particulares de

cada Institución de Educación Superior, ni de las posibilidades y

limitaciones que éstas presenten. Hemos dicho que la educación en

Colombia no puede estar al margen de las dinámicas cambiantes y

complejas que enmarcadas y, por qué no decir, reguladas por los

procesos de globalización están repercutiendo en numerosos cambios y

reordenamientos políticos y sociales nacionales. La globalización ha roto

todas las fronteras, a partir de las innovaciones tecnológicas, que han

permitido establecer rápidas y sofisticadas formas de comunicación

dentro de y entre todas las geografías posibles. La globalización ha

desencadenado casi que relaciones obligadas en todos los órdenes:

económico, organizacional, laboral, educativo, político, cultural,

ideológico, subjetivo, etc.

En este escenario, la educación superior colombiana no puede seguir

reducida a la realización de su tradicional división del trabajo –docencia,

investigación y proyección social– de manera abstracta y

descontextualizada, sino que debe asumir de manera crítica otras tareas

históricas que promuevan la democratización del acceso, la

diversificación de las oportunidades, la mejor calificación y acreditación

en el desarrollo de las competencias técnica, tecnológica y profesional, la

producción y transferencia de conocimientos científicos y tecnológicos, y

su articulación creciente con la sociedad, etc.

227

Esta situación plantea la necesidad ineludible de que las Instituciones

de Educación Superior conformen estructuras organizativas flexibles que

desde lo académico, lo curricular, lo administrativo y lo pedagógico

impulsen el desarrollo de sus misiones y visiones. En lo organizacional,

por ejemplo, una política de flexibilidad implicaría la desclasificación, la

integración, el arreglo de nuevos ordenamientos y de nuevas relaciones

horizontales y verticales dentro de y entre instancias y funciones, la

creación de nuevas formas de diferenciación y articulación entre

unidades, la introducción de modificaciones en los tiempos, los espacios,

la sistematización de la información y el uso de nuevas tecnologías, todo

esto en correspondencia con las formas de organización del conocimiento

que se pretendan.

Una política de flexibilidad apunta a desestructurar la imagen

"rígida" de las instituciones. Esto implica el desarrollo de procesos de

reflexión, reconceptualización de las estructuras vigentes y de sus

procesos específicos, y de las tensiones, contradicciones, conflictos

afectivos y de valores, a los cuales conducen muchas veces la reflexión y

las propuestas de transformación e innovación.

La introducción de la flexibilidad en una institución de educación

superior presupone una mayor integración de sus actores en la ejecución

de la política académica, la capacidad de apertura y de respuesta de las

unidades a las propuestas de renovación, la configuración de nuevos

contenidos y contextos de interacción relevantes para la formación, y una

mayor articulación de la institución con las diversas expresiones de la

sociedad.154

154 De una u otra manera, las instituciones de educación superior deben hoy adecuarse –

desde su autonomía– a las nuevas realidades del conocimiento y la cultura de la época, tanto

para proyectarse en los escenarios internacional, nacional y regional, como para responder a los retos impuestos por las políticas económicas y educativas estatales. Así, por ejemplo, la

universidad debe contribuir con sus desarrollos investigativos y con la formación académica

y profesional a fortalecer la capacidad nacional en ciencia y tecnología en función del desarrollo económico y social. Para lograr este propósito es necesario que creen y desarrollen

programas académicos flexibles y abiertos a diferentes campos que permitan contribuir

decididamente a la innovación científica y tecnológica, como condición indispensable y prioritaria para hacer competitivo al país en el escenario de la globalización.

228

La transformación institucional presupuesta por la flexibilidad

implica, igualmente, nuevas formas de comprensión de lo curricular que

faciliten un equilibrio entre una formación abierta y flexible y la

investigación, con el fin de posibilitar el trabajo pedagógico e

investigativo de carácter creativo y propositivo por parte de profesores y

estudiantes en contextos de interacción e integración del saber, críticos,

de investigación155 y de aplicación.

Estos contextos deben permitir a los estudiantes familiarizarse con

nuevas formas de acceso al conocimiento, nuevos problemas y nuevas

formas de relación social, relevantes para el desarrollo de las

competencias cognitivas y socio-afectivas que demandan las más

avanzadas posiciones ocupacionales en la vida moderna.156

La flexibilidad debe considerarse como un principio generativo de la

coherencia y la articulación, que permita superar el aislamiento y la

casuística organizativa de las instituciones de educación superior. La

flexibilidad se opone a los intereses particularistas e individualistas

propios de los modelos organizativos agregados y se asocia con los

principios del pluralismo que implican mayor articulación de las

diferentes áreas del saber y la existencia de diferentes formas

organizativas de éste, de los agentes académicos y de sus prácticas.

155 Gran parte de la educación superior en Colombia y, en particular, de la universidad se

caracteriza por la carencia de políticas institucionales coherentes y prospectivas en materia de

investigación y por la existencia de estructuras organizativas para la investigación muy

débiles. A esto se agrega la poca integración de las actividades investigativas entre sí y con los programas de formación de pregrado y postgrado, el fraccionamiento de los intereses

investigativos expresado en proyectos individuales ajenos a un programa institucional y,

fundamentalmente, la escasez de fuentes y recursos de financiación. Esta situación plantea la necesidad de impulsar en las universidades propuestas de nuevos sistemas investigativos que

favorezcan el desarrollo de la innovación, y que permitan jalonar, bajo otros parámetros

organizativos, el trabajo investigativo alrededor de políticas y programas institucionales que contribuyan a la realización de las metas nacionales, regionales y de la propia universidad, en

consonancia con su proyección y apertura a las fuerzas globales que actúan sobre el país.

156 La flexibilidad curricular pasa necesariamente por descargar los planes de estudio del exceso de cursos regulares, estrictos, formales, con el fin de posibilitar un trabajo formativo e investigativo de carácter creativo por parte de profesores y estudiantes, como también para

que éstos puedan adelantar actividades no propiamente curriculares como, por ejemplo, las

recreativas y culturales.

229

Una política de flexibilidad debe trascender los aislamientos del

saber y de su organización en la universidad, debe superar las jerarquías

latentes y manifiestas en las expresiones de los saberes o conocimientos y

en las formas organizativas de agentes y unidades académicas.157 En este

sentido, la flexibilidad debe entenderse como un movimiento hacia la

apertura, la integración, y el fomento del trabajo interdisciplinario y la

cooperación intra e interinstitucional.158

En consecuencia, una política de flexibilidad institucional debe

contemplar, por lo menos, los siguientes aspectos, así algunos de ellos no

estén directamente asociados con la flexibilidad:

- Flexibilización de las estructuras académicas y administrativas, y

redefinición de sus relaciones y funciones. Fomento del control

descentralizado.

- Diversificación de la oferta formativa y democratización de las

oportunidades de acceso al sistema. En este sentido, apertura,

actualización y desarrollo curricular, y creación de un sistema de

créditos.

157 La tradición clásica en la universidad de la organización en disciplinas académicas y

profesiones en el interior de facultades aisladas las unas de las otras, comprometidas por décadas con el desarrollo del saber y con la formación académica y profesional de manera

independiente e independiente de la investigación, ha fosilizado en las instituciones una

estructura rígida –con su consecuente cultura– que poco ha favorecido la reciprocidad, la interdependencia, la articulación del conocimiento y de las unidades académicas responsables

de su producción y reproducción e, igualmente, la inter-institucionalidad.

158 El surgimiento de la flexibilidad en la universidad coincide con un momento en el cual

las disciplinas y profesiones existentes comienzan a subdividirse vertiginosamente; ciertas asignaturas de algunos programas académicos se independizan como departamentos

(geografía, por ejemplo); campos profesionales como la Ingeniería multiplican la

nomenclatura de sus profesiones y ciertas regiones del conocimiento –Fonoaudiología, por ejemplo– presentan un problema de identidad con respecto a su ubicación en un campo

(ciencias sociales o profesiones clínicas).

230

- Fortalecimiento de la investigación y de su articulación a la

formación. Como razón obligada, la investigación y la formación se

deben integrar y servir la una a la otra (Clark, 1997).159

- Profesionalización del personal académico. En este sentido,

fortalecimiento de las políticas y estrategias de formación del

profesorado (Díaz, 2000).160

- Incremento y mejoramiento de los vínculos con el entorno social y

económico. Fortalecimiento de la proyección social y ampliación de los

medios de difusión de la cultura.

- Diversificación de las fuentes de financiamiento. Desarrollo de

estrategias de acceso a todas las fuentes de financiamiento posibles.

- Creación de suficientes y diversos apoyos académicos.

- Impulso a proyectos corporativos con diferentes sectores.

- Reorganización de las formas de gestión académico-administrativa

intra, inter y extra-institucional.

- Reestructuración de las relaciones dentro de y entre las unidades

académicas y, de esta manera, la reorganización de la división del trabajo

de los profesores.

De manera específica, en materia curricular y pedagógica, deben

considerarse, como punto de partida para la reorganización de todas las

modalidades de formación, por lo menos, los siguientes aspectos

cruciales inherentes a los programas académicos de formación junto con

sus planes de estudio:

- Reorganización del conocimiento (el currículo). Flexibilización de

estructuras curriculares que impulsen la integración del conocimiento

dentro de y entre los programas académicos y, de esta manera, la

integración de segmentos formativos comunes.

159 CLARK, Burton R. (1997) Las universidades modernas: espacios de investigación y docencia. México: UNAM.

160 Díaz, M. (2000) La formación de profesores en la educación superior en Colombia: Problemas, conceptos, políticas y estrategias. Santa Fe de Bogotá: ICFES. Especialmente,

Capítulo 6.

231

- Fomento de la integración de profesores y estudiantes en el

desarrollo de la formación.

- Fomento a la innovación curricular.

- Reorganización de las modalidades pedagógica (prácticas

pedagógicas) y de las formas de evaluación. Fomento a la innovación

pedagógica que impulse una formación personalizada fundamentada en el

principio de “aprender a aprender”.

- Privilegio de la Formación Integral161 que desarrolle en el futuro

profesional una conciencia crítica y el compromiso ético con el país, con

su región y con su desempeño laboral.

- Fomento de la participación del estudiante en la elaboración del

plan, de los contextos y las estrategias de estudio.

- Reconceptualización de la noción de formación y de sus relaciones

con la investigación y la proyección social.

Podríamos decir que, en relación con la flexibilidad, la política básica

de una reforma institucional es la apuesta de la educación superior en

relación con un nuevo estatuto de sociedad, cultura y saber en sus más

amplias dimensiones. Esto implica, por una parte, la reestructuración del

currículo y la búsqueda de nuevas formas de selección y organización del

conocimiento desde nuevas relevancias sociales, culturales y científicas.

De igual manera, implica la formulación de nuevos presupuestos

pedagógicos que propicien y posibiliten la reorganización de los

contextos de formación.

Estos presupuestos que hacen parte de cualquier pedagogía moderna,

constituyen una necesidad inaplazable para la transformación de los

programas académicos de la educación superior y debieran convertirse en

el fundamento de las nuevas prácticas pedagógicas. Dichos presupuestos

no son nuevos ni novedosos. Ya tienen, como hemos planteado, una

historia construida en algunas universidades del país. Sin embargo, a

pesar de su socialización repetida, no han hecho eco en la cultura

161 Contra una formación profesionalizante.

232

académica de la universidad. En concepto de los expertos, el

academicismo, el conservadurismo profesoral y la falta de compromiso

con el cambio, constituyen serios obstáculos a la operacionalización de

dichos presupuestos, pese a que éstos hacen parte de la mayoría de los

PEI de las instituciones de educación superior.

La necesidad de transformar los modelos de formación

profesionalizante frente a una generación estudiantil cada vez más joven

y en una sociedad cada vez más cambiante, implica adoptar modelos de

formación flexible que no conduzcan a una profesionalización temprana

sino que favorezcan en el estudiante la generación de las competencias y

conocimientos básicos que le permitan, por una parte, mayor flexibilidad

en su elección profesional y ocupacional y, por la otra, adaptarse con

mayor versatilidad a los cambios del mundo laboral de la época.

En este sentido, frente a la tradición de una formación profesional

enciclopédica aplicada a contextos restringidos y cerrados, y que no se

preocupa, sino retóricamente, por las calidades humanas y sociales del

sujeto que forma, una política de formación flexible considera la

importancia de una formación en contextos más amplios y de mayor

complejidad humana, social, científica y cultural.

En síntesis, una política de flexibilidad debe generar las condiciones

para preparar un profesional para la pluralidad y la participación, para

que sea competente, para decidir sus filiaciones morales, filosóficas,

éticas y políticas, además de desarrollar sus competencias cognitivas

básicas para desempeñarse académica y laboralmente.

ESTRATEGIAS Y ACCIONES PARA EL LOGRO DE LA

FLEXIBILIDAD CURRICULAR. FLEXIBILIDAD Y PROCESOS

INSTITUCIONALES

Sabemos que todo cambio en el interior de una institución implica

una secuencia de procesos críticos que van desde la estructuración de las

propuestas hasta su desarrollo, pasando por la generación de alternativas

y métodos de mantenimiento de las nuevas formas organizativas y sus

respectivas prácticas. Cada etapa del desarrollo de las propuestas tiene

que atravesar puntos críticos que se presentan en función de las

233

condiciones previamente existentes. Esto significa que la posibilidad de

alcanzar una estructura organizativa y de funcionamiento flexibles no

depende únicamente de los contextos creados sino, básicamente, de los

ya existentes y de la forma como las prácticas en éstos actúan sobre las

nuevas posibilidades.

Los expertos en los asuntos de la innovación plantean, por lo general,

que una reforma es un compromiso global, estructural, y que su éxito

depende no tanto de cuánto trabajo vertical y direccionado se realiza sino

del compromiso que se adquiere con las nuevas propuestas. No basta

realizar cursos, seminarios o actividades socializantes, o postular normas

si no hay una mínima identificación con las propuestas de flexibilidad y,

sobre todo, si la fuerza conservadora de la inercia recontextualiza las

nuevas prácticas.

En este sentido, deben realizarse numerosas acciones de

socialización, que permitan definir criterios operativos los cuales sirvan

de base para que en los diferentes escenarios de interacción e integración

se realicen las actividades acordadas y previamente discutidas en los

cuerpos colegiados y en los claustros académicos.

En adición a reuniones, seminarios y talleres debe difundirse

información a todos los miembros de la dirección y de la base académica

de las instituciones (decanos o equivalentes, jefes de departamento,

directores de programas académicos y profesores). En estas circulares

pueden plantearse las orientaciones básicas de las transformaciones

inspiradas por el principio de flexibilidad. También deben definirse las

responsabilidades y tareas de los directores o coordinadores de las

respectivas unidades académicas, así como las de los directores de

programas y del personal académico adicional.

Las comunicaciones impresas o virtuales (actas, comunicaciones,

ensayos, críticas, etc.) pueden convertirse en un medios adicionales muy

importantes de difusión y socialización de los cambios regulados por la

flexibilidad. Es primordial favorecer la comprensión de los elementos

conceptuales, metodológicos y operativos de la flexibilidad y de las

transformaciones propuestas a la luz de este principio.

234

La flexibilidad curricular actúa como un principio regulativo

básico de la organización, estructura y prácticas propuestas por un

programa académico. En este sentido, la reestructuración o reforma de

los programas académicos debe estar orientada por formulaciones

específicas conceptuales, metodológicas y operativas que para este efecto

se planteen. Acciones tales como seminarios, talleres, mesas redondas,

foros, etc., así como diferentes comunicaciones, circulares y sesiones de

trabajo permanente de las instancias curriculares comprometidas con este

propósito son indispensables y necesarias para alcanzar un alto grado de

socialización y de consenso. Con la dirección de las instancias

curriculares básicas de la institución (comité de currículo de la institución

o su equivalente, comités de programas académicos y de miembros de la

base profesoral y estudiantil), es posible acceder a una revisión

exhaustiva del programa o programas académicos existentes y definir los

criterios institucionales básicos para tal transformación, sin que esto

afecte la naturaleza propia de los programas.162

La diversificación de la oferta en la programación académica

La programación académica se define como un proceso consistente

en la divulgación de la información de la oferta que hacen las unidades

académicas de sus correspondientes cursos y actividades académicas para

cada período académico. Los pasos que se siguen para el procesamiento

de la información de dicha oferta pueden variar de una institución a otra.

Al transformarse el esquema de ofrecimiento de cursos únicos para la

población única de cada programa académico por un sistema de ofertas

abiertas, se transforma el sistema de ofrecimiento de cupos y, por lo

tanto, la programación.

Dentro del marco de flexibilidad aquí propuesto, las unidades

académicas o sus equivalentes, pueden transformar su programación

académica y pasar de la oferta fija y cerrada, a la producción de una

amplia gama de ofertas de cursos en sus campos de conocimiento

respectivos para ampliar la gama de elecciones que puedan realizar los

estudiantes para conformar su plan de estudios. Esto puede conducir a

162 En este sentido, es importante tener en cuenta los “Estándares mínimos para la creación y funcionamiento de programas universitarios de pregrado”, presentados por el ICFES en el

año 2001.

235

que la oferta sea integrada, centrada en diferentes acciones (proyectos,

estudios de caso, diagnósticos, trabajos de campo, prácticas, etc.).

La formulación de los programas de formación por ciclos

El alcance de la claridad conceptual y metodológica con respecto a

los ciclos debe permitir la realización de una programación más

coherente con el principio de flexibilidad. En este sentido, deben crearse

criterios para la definición de los ciclos, de los cursos y actividades

académicas para los ciclos que se definan, cuyos contenidos impliquen

tanto formas de conocimiento global e interdisciplinario como formas de

conocimiento especifico propios de una disciplina o profesión. Para el

primer caso, pueden establecerse grandes temáticas o problemáticas

contextualizadas, comunes a varios programas, que requieran del uso de

las herramientas intelectuales básicas (conceptos, métodos, instrumentos,

teorías, enfoques, bibliografías relevantes y pertinentes) junto con los

mecanismos para garantizar el trabajo académico de los estudiantes. Esta

responsabilidad debe activar propuestas de los profesores de las

diferentes unidades académicas para la discusión y definición de los

contenidos genéricos o específicos de los cursos y actividades

académicas.

La definición de diversas actividades académicas de formación y de

aquellas homologables

La flexibilidad presupone el trascender –sin excluirla de las

posibilidades formativas– la actividad de clase magistral y orientarse

hacia formas de interacción más dinámicas y abiertas, tales como los

seminarios y talleres, mesas redondas, paneles, foros, tutorías, realización

de proyectos, solución de problemas, etc. En este sentido, la organización

de la enseñanza y del aprendizaje aislado, privado y competitivo, debiera

dar paso a lo que podríamos denominar “grupos de aprendizaje flexible”

constituidos por estudiantes bajo la dirección de un profesor, tutor o

monitor que permita restablecer, desarrollar y articular competencias

socioafectivas como la solidaridad, la participación, la responsabilidad, el

compromiso, al propio desarrollo de las competencias cognitivas en uno

otro campo de saber y práctica.

Aquí resulta importante definir con claridad las funciones y

compromisos de los profesores responsables de las actividades

236

académicas y explicitar los posibles beneficios que la flexibilidad tiene

en términos de innovación.

Así mismo, los cursos y todas aquellas actividades académicas

(generalmente definidas como extracurriculares) no incluidas en el

programa de formación que sean susceptibles homologación, deberán

considerarse parte de una agenda curricular flexible y diversificada, que

permita a los estudiantes acceder al más variado menú de posibilidades

formativas dentro de y fuera de la institución.

4.1.1. Los horarios, los espacios y el funcionamiento de los

cursos y actividades académicas de formación

Un reto operativo implicado por la flexibilidad curricular es la

transformación de las formas de realizar y ejecutar la programación

académica. La programación tradicional responde, por lo general, a una

oferta rígida que puede conocerse sin mayor esfuerzo, de tal forma, que

fácilmente puede solucionarse cualquier falla operativa institucional o

personal.

El complejo estructural organizativo y funcional derivado de la

flexibilidad curricular genera operaciones de programación académica

complejas que implican la participación de numerosos agentes y unidades

académicas y una gran capacidad de compromiso y responsabilidad para

dar cumplimiento a las nuevas tareas propuestas. Por lo tanto, el

despegue de esta nueva práctica puede producir dificultades: restricción

de la oferta de cursos y actividades electivas, verticalidad de horarios y

espacios de formación, restricciones de programación, cambios de

horarios por parte de los profesores, escasez de cupos ofrecidos para los

cursos electivos, etc.

La flexibilidad produce la necesidad de pensar la organización,

pertenencia, pertinencia y funcionamiento de los espacios formativos en

la institución y desarrollar estrategias para ampliar su número, cualidades

y calidades de acuerdo con las demandas pedagógicas de formación. La

discusión, por ejemplo, del concepto espacio pedagógico, puede

conducir a la transformación de los contextos de aprendizaje, no

necesariamente ligados al área cerrada del aula e imprimir en el

estudiante un nuevo estilo de actuación en su formación.

237

Contra la fragmentación de los cursos, es importante socializar a

agentes y unidades académicas sobre la posibilidad de realizar ofertas

integradas por equipos, que cuenten oportunamente con las ayudas

pedagógicas correspondientes. Esto requiere el respaldo decisivo de

directores de programas académicos, de los jefes de las unidades

académicas y de todos aquellos motivados por la oportunidad que ofrece

la flexibilidad de establecer una nueva cultura académica compatible con

los nuevos tiempos.

4.1.2. Definición de las responsabilidades del profesorado

En la aplicación de la flexibilidad curricular, el profesorado

desempeña un papel determinante, al punto que podemos decir que la

calidad de los logros de la flexibilidad dependen, en última instancia, de

su compromiso y de su disposición hacia este principio. Aquí es

importante hablar del profesorado participante, porque no todos los

profesores de la institución se sienten implicados en un proyecto de

cambio en la vida académica, curricular y pedagógica de la institución.

La definición de responsabilidades del profesorado es una

estrategia crucial si se quiere que se materialicen los innumerables

compromisos que la puesta en marcha de la flexibilidad requiere.

Aspectos como, la asignación académica, el tiempo de dedicación a la

preparación de cursos y actividades pertinentes, su participación en las

responsabilidades de asesoría, el tiempo de su permanencia en la

institución, el tiempo de atención a estudiantes, deben ser definidos de

manera explícita en los acuerdos y normas que para tal efecto se expidan.

Estos aspectos deben ir acompañados de estrategias de formación de los

profesores en los aspectos conceptuales, metodológicos y operativos

intrínsecos a la flexibilidad.

En síntesis, si bien es posible generar una mayor comunalidad

conceptual en las Instituciones de Educación Superior alrededor del

principio de flexibilidad y relacionar ésta con las políticas institucionales,

la formulación de estrategias metodológicas y operativas –

procedimentales– son muy diversas. Es alrededor de las estrategias que

las instituciones pueden multiplicar sus respuestas innovadoras y generar

mayores oportunidades para lograr un amplio desarrollo y proyección

238

académicas y, de esta forma, ganar mayor identidad y autonomía. Hoy

cuando las universidades, sobre todo las públicas, deben responder con

cada vez menos recursos a las innumerables demandas sociales, están

casi en la obligación de construir alternativas que garanticen su

existencia, desarrollo y proyección. En este sentido, con base en la

autonomía que les ha sido delegada, deben generar estrategias flexibles

de desarrollo que les permita lograr una real autonomía y, de esta manera,

mayor independencia.

239

7 CONCLUSIONES GENERALES

Al presente estudio subyace la idea de que el principio de flexibilidad

en la educación superior nos debe conducir a una noción de instituciones

abiertas, creadoras, prospectivas e innovadoras, comprometidas en la

práctica, no sólo con el desarrollo del conocimiento sino también con el

desarrollo de la sociedad. Estas ideas han permanecido latentes en gran

parte de los documentos y sus preocupaciones públicas por la Educación

Superior colombiana y, específicamente, por la universidad.163

En el campo internacional también encontramos informes que

plantean la necesidad de conformar en las universidades proyectos

institucionales sólidos, incrementar la calidad de sus programas,

favorecer ambientes flexibles propicios para el estudio autodirigido y

automotivado, introducir ciclos en la formación, generar mecanismos de

formación extracurricular, y de acceder a la excelencia y a la calidad de

la educación superior a través de la innovación o renovación institucional

profunda mediante la cual se replantee la pertinencia de su quehacer, en

la formación, la investigación y la proyección social y se introduzcan

nuevas prácticas que estimulen en todos sus actores el desarrollo de la

capacidad de aprendizaje, de crítica e innovación, de trabajo en equipo,

de responsabilidad individual y colectiva, en correspondencia con los

continuos cambios de los tiempos.164

En todas estas propuestas, subyace la idea de la construcción de un

hombre nuevo, integral, versátil, flexible. Subyace, en otros términos, un

cierto interés porque se desarrolle una formación integral ligada a un

nuevo “ethos cultural” que haga parte de la construcción, casi que

necesaria, de un nuevo ciudadano del mundo y de un nuevo modelo de

163 Véanse, por ejemplo, los estudios de la Misión de Ciencia y Tecnología, de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, los materiales de trabajo de la Movilización social por la

Educación Superior, el documento “Bases para una política de estado en materia de educación superior” y otros.

164 Véanse, por ejemplo, el Informe Bricall (Universidad 2000), el Informe Attali, University 2000, etc. Puede consultarse igualmente los documentos más recientes de la

educación superior en algunos países latinoamericanos.

240

sociedad abierta, donde autoridad y dogma desaparezcan como principios

educativos de relación social y de poder.

En la educación superior en Colombia estas ideas están asociadas a

un cambio en el discurso y en las prácticas institucionales. Esto significa

producir –por supuesto, con todas las dificultades que esto implica–

nuevas formas de lectura, de escritura, de interpretación y de experiencias

formativas e investigativas en las Instituciones de Educación Superior y

fundamentalmente, posibilitar la transformación de sus estructuras,

estrategias y culturas que trasciendan sus debilidades actuales.

Bien sabemos que gran parte de las Instituciones de Educación

Superior en Colombia son tradicionales, centradas en la formación

profesional, con un desarrollo muy bajo en la investigación científica y

tecnológica, enclaustradas en las estructuras rígidas de las disciplinas y

profesiones, con lazos muy débiles con las comunidades académicas y

científicas internacionales, y llenas –en algunos casos– tanto de unidades

académicas como de currículos aislados los unos de los otros, y con muy

pocas fuentes de recursos que inhiben sus planes y proyectos de

desarrollo. Estos rasgos conducen al desarrollo de una cultura

institucional que poca importancia presta a los resultados de su quehacer.

¿Cómo generar nuevos prospectos en la educación superior en

Colombia? ¿Cómo fortalecer en ellas la reciprocidad, la articulación, la

integración, la interdisciplinariedad o interdependencia intra e inter-

institucional? ¿Cómo producir un nuevo profesional educado, crítico y

preparado como ciudadano para que asuma y resuelva los más diversos

problemas, y enfrente crítica y autónomamente las influencias y

demandas plurales de la sociedad colombiana, justo al pie de la

modernidad? ¿Cómo generar en las Instituciones de Educación Superior

nuevas oportunidades y alternativas educativas que garanticen mayor

equidad social en el país? En síntesis, ¿cómo deben prepararse para

asumir autónomamente los retos del cambio contemporáneo cultural,

tecnológico y social?

Todos estos interrogantes, nos deben conducir a revisar el mapa

organizativo y cultural de las Instituciones de Educación Superior

colombianas, sobre el cual descansa su misión y visión. Estas requieren

relanzar su identidad, recontextualizar su pasado, convertirse en

241

instituciones prospectivas, que ganen autonomía,165 que participen

críticamente en todas las esferas de la sociedad y en sus cambios, capaces

de evaluar sus insumos pero también sus resultados.

Es este punto de vista el que ha orientado la producción de este

estudio, el cual implica asumir críticamente el análisis de la flexibilidad

en sus diferentes expresiones. De allí la necesidad de reflexionar sobre

los diversos aspectos de la vida institucional de la educación superior en

Colombia que posibilite a sus instituciones, por lo menos, en cuanto a la

formación se refiere:

Una mayor apertura a los problemas y demandas del entorno

Una mayor diversidad de la oferta

Amplias oportunidades formativas

El redimensionamiento temporal de la formación

El acceso a diferentes modalidades y contextos de aprendizaje

El incremento de tecnologías apropiadas y pertinentes a la

formación

La generación de nuevos campos de formación

Una mayor articulación e interdependencia, en la formación, entre

la investigación y la proyección social

Un mayor énfasis en la integración de los conocimientos y

prácticas dentro de un campo y entre diferentes campos de

formación

El fomento y desarrollo de nuevas formas de evaluación.

Para finalizar, resumimos algunas ideas de carácter académico,

administrativo y logístico que pueden ser tenidas en cuenta como objeto

de reflexión si se aspira a desarrollar propuestas de innovación

fundamentadas en el principio de flexibilidad en las Instituciones de

Educación Superior. Ellas son:

165 Un interesante objeto de discusión es el que se refiere a la diferencia entre la autonomía adscrita, delegada, entregada (autonomía pasiva) y la autonomía alcanzada, lograda,

prospectiva. Estas dos nociones podrían analizarse bajo las nociones de autonomía

retrospectiva y autonomía prospectiva.

242

Asegurar la formación científica y pedagógica del profesorado y

crear las condiciones administrativas, financieras, y materiales,

para tal efecto.

Definir estrategias que favorezcan la reflexión y discusión los

conceptos, métodos y operaciones propias de la flexibilidad.

Definir estrategias tendientes a ofrecer información y espacios de

reflexión sobre la problemática de la educación superior en

Colombia y en el mundo, a través de seminarios, foros. Esto puede

conducir a fomentar los estudios de educación comparada en la

educación superior.

Permitir a los estudiantes, conocer, pensar y reflexionar sobre los

orígenes, naturaleza y evolución de la institución a la cual

pertenecen, sus transformaciones, retos, proyectos, carácter

tradicional, innovador, etc.

Incrementar el fomento y desarrollo de las actividades culturales, y

de todas aquellas expresiones artísticas y humanísticas en la vida

cotidiana de las Instituciones de Educación Superior.

Orientar a los estudiantes en la toma de decisiones sobre la

elección de sus actividades académicas de formación.

Definir y precisar la organización y forma de realización de la

estructura curricular de los programas académicos de formación y

generar estrategias para su difusión y diseminación en el conjunto

de la institución.

Revisar, desarrollar y complementar toda la normatividad

institucional en concordancia con los conceptos, métodos y

operaciones propias de la flexibilidad.

Fortalecer e impulsar procesos de desconcentración y

descentralización de funciones, y generar mayor autonomía en la

toma de decisiones.

243

Alrededor de estos temas y de otros, la comunidad académica de la

educación superior encontrará ideas diversas, probablemente inacabadas,

que puestas en la mesa de discusión suscitarán controversias y debates

sobre la constelación de problemas relacionados con la flexibilidad. De

hecho, los aspectos conceptuales o metodológicos no se agotan en este

estudio y obligan a desarrollar nuevas perspectivas teóricas sobre el

discurso de la flexibilidad en la educación y en la educación superior en

la Colombia contemporánea. Difíciles tareas de reconceptualización y de

reestructuración del sistema de la educación superior en Colombia son las

que nos traen los nuevos tiempos.

244

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