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LÁMPARAS DE MINA ESPAÑOLAS JOSÉ MANUEL SANCHIS MTIEDIT

Lámpara Somé Hermanos

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La empresa sevillana Somé Hermanos perteneció a los hermanos Manuel, Antonio y Francisco Somé Gilbert, los cuales tenían una pequeña fábrica y taller en la calle Lumbreras número 13 de la capital hispalense, dedicado a la fundición y elaboración de piezas de metal de todo tipo...

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LÁMPARAS DE MINA ESPAÑOLAS

JOSÉ MANUEL SANCHIS

MTIEDIT

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LÁMPARAS DE MINA ESPAÑOLAS

LÁMPARA SOMÉ

HERMANOS Introducción

La empresa sevillana Somé Hermanos perteneció a los hermanos Manuel, Antonio y Francisco Somé Gilbert, los cuales tenían una pequeña fábrica y taller en la calle Lumbreras número 13 de la capital hispalense (Figs. 1 y 2), dedicado a la fundición y elaboración de piezas de metal de todo tipo.

Fig. 1: Plano de Sevilla de 1868. El círculo rojo señala la ubicación de la calle Lumbreras (Biblioteca Nacional de España).

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Escasas son las noticias que de ellos disponemos, casi todas ellas extraídas del periódico ABC en su edición sevillana. La primera de ellas da cuenta, en la sección de sucesos, del incendio sufrido en su taller, la noche del día 12 de junio de 1926, en el que resultaron totalmente destruidos los hornos, oficinas e instalaciones, quedando en pie únicamente los muros.

Fig. 2: Lumbreras 13, en la actualidad (Fot. Google Street View)

Parece ser que de los tres hermanos, era Antonio quien mayores inquietudes profesionales manifestaba, a juzgar por los diversos cargos que ocupó a lo largo de su vida. En enero de 1931 fue nombrado vocal de la Unión Comercial, y en 1935 ocupó el mismo cargo en el Círculo Mercantil. Su hermano Francisco también tuvo cierta actividad social, al ser designado en septiembre de 1933 para representar a la Cámara de Comercio en la Junta de Reparto Gremial. En el Anuario regional descriptivo, informativo y seleccionado de la industria, comercio, agricultura, profesiones, artes y turismo de la Región de Andalucía y norte español de África, publicado en Sevilla en 1932, aparecía como propietario de un negocio de ferretería con domicilio en la calle Cánovas del Castillo 37. De Francisco solo sabemos que estuvo casado con Encarnación López Reina. Manuel, que fue quien siempre figuró al frente de la sociedad familiar, falleció en 1939.

Fig. 3: Nota de prensa 1933 (Hemeroteca ABC, Sevilla)

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En una curiosa nota, publicada el 9 de septiembre de 1933 en la sección de Ecos del Público del diario ABC (Fig. 3), se daba cuenta del agradecimiento de unos obreros de su fábrica, cuyo texto íntegro transcribimos:

“Firmada por Joaquín Sánchez, José Ordóñez, José Vargas Machuca y Francisco Rodríguez, obreros de la casa Somé Hermanos, recibimos una carta en la que muestran su agradecimiento hacia sus jefes, merced a los cuales han podido los hijos de aquellos permanecer cuarenta y cinco días en el Puerto de Santa María, en cuya playa han logrado reponer sus cuerpos débiles y enfermizos. Dichos obreros nos ruegan hagamos pública esta carta, como reconocimiento a la generosidad de sus jefes”.

Recién comenzada la Guerra Civil española, en noviembre de 1936, leemos también en ABC que tanto Antonio Somé como su esposa, Dolores Vázquez, y sus dos hijas, Carmen y Matilde, contribuían a la causa nacional con una generosa donación en oro, destinada a sufragar los costos de la aviación franquista. Veinticuatro días antes habían efectuado los hermanos Somé otro donativo en apoyo al “ejército salvador”. Pero no terminaría aquí la ayuda económica de los hermanos Somé a los nacionales, ya que en 1938 hicieron también otra aportación económica para levantar en Alcocero (Burgos) un gran monolito (Fig. 4) dedicado a enaltecer la memoria del general Mola, muerto en accidente de aviación en las proximidades de esta localidad el día 3 de junio de 1937. El monumento sería inaugurado por el propio Franco dos años más tarde y la población fue renombrada a partir de aquel momento como Alcocero de Mola, nombre que aún mantiene.

Fig. 4: Monolito dedicado al general Mola (Fot. www.guerraenlauniversidad.blogspot.com)

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No deja de resultar curioso que el segundo apellido de los hermanos fuese el de Gilbert, ya que en los años 30 se comercializó con ese nombre una lámpara de carburo muy difundida y popular, lo que nos hace pensar que quizás existiese algún tipo de vínculo familiar entre los Somé y los fabricantes de la lámpara Gilbert (Figs. 5 y 6), también sevillanos.

Fig. 5 (Izquierda): Lámpara Gilbert, hacia 1930 (Col. y foto J.M. Sanchis) Fig. 6 (Derecha): Lámpara Lucía, 1933 (Col. y foto J.M. Sanchis)

Dos fueron las patentes solicitadas y otorgadas a los hermanos Somé, la primera de ellas en 1911 y la segunda en 1920, tal como veremos seguidamente.

Patente 50088: Candil de hierro fundido para acetileno

Somé Hermanos solicitaron el 20 de marzo de 1911 una patente de invención por “Un candil de fundición en hierro y otros metales, aparato especial para el alumbrado por gas acetileno”. Dicha patente les fue concedida con el número 50088, por un plazo de 20 años, el día 30 de marzo de aquel mismo año. Bien por no demostrarse su puesta en práctica, bien por existir menos de 3-4 anualidades pagadas, la patente caducó el 1 de enero de 1913.

No se acompañaba a la misma dibujo alguno, por tratarse de un sistema genérico de construcción de lámparas de acetileno, sin especificarse modelo o forma. La memoria presentada se refería a un aparato construido en hierro fundido u otros metales, pero siempre de obra de fundición, combinada o no

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con la de forja, manifestando que estaba especialmente diseñado para su empleo en minas.

Su forma exterior debía ser un cuerpo cilíndrico terminando en su parte superior en forma de cono truncado, aunque podía ser fundido en tamaños y formas diferentes. El aparato estaba dotado, además, del quemador o mechero, de una llave reguladora para la caída de agua y un gancho que permitiese colgar la lámpara en cualquier saliente o punto adecuado para establecer el enganche.

La novedad característica del invento consistía en que la lámpara era de fundición de hierro y otros metales, aunque manifestaban sus inventores que también podía construirse con un depósito fundido y otro de chapa, diferenciándose así de otros candiles, de hojalata o de delgadas láminas de hierro forjado.

Patente 76223: Lámpara Somé

La solicitud de patente se presentó el 13 de noviembre de 1920, y fue otorgada, con 20 años de vigencia, el día 15 de aquel mismo mes y año. Recibió como número de registro el 76223 (Figs. 7 y 8), y tras no demostrarse su puesta en práctica, los derechos caducaron el 1 de enero de 1924.

La lámpara, que según la denominación moderna clasificaríamos dentro del grupo de las “reforzadas”, presentaba, según sus inventores, una gran novedad respecto a todas las que con anterioridad habían sido patentadas. A diferencia de otras, el cierre no se efectuaba mediante roscado de los dos cuerpos, agua y carburo, sino que lo hacía mediante presión entre ambos.

A ambos lados del cuerpo de la lámpara llevaba dos pequeños vástagos o ejes en los que articulaba un aro en forma de U invertida, a modo de abrazadera (Figs. 9 y 10). En la parte superior de esta, un tornillo presionaba mediante rosca al depósito de agua, uniéndolo herméticamente al depósito inferior del carburo, emplazando además entre ambos una junta de goma que asegurase el cierre sin pérdida alguna de gas.

El tornillo de cierre estaba rematado por una pieza también articulada de la que partía el gancho, permitiendo este sistema cualquier tipo de movimiento y facilitando que la lámpara pudiera ser suspendida en cualquier posición (Fig. 11), justificando esta particularidad en que “…hay que suspenderla muchas veces en grietas y salientes de las rocas que precisan colocar el gancho de la lámpara en posiciones muy diversas”. Para no dificultar las operaciones de cierre y apertura del aparato, tanto el mechero como la llave reguladora del paso de agua se encontraban sensiblemente desplazadas del centro del depósito de esta, formando una V (Fig. 12).

El depósito de agua llevaba en el interior de su base un reborde destinado a contener la junta de goma (Fig. 13) que, una vez aplicada sobre la parte superior del depósito del carburo aseguraba el hermetismo del conjunto. El orificio de llenado de agua de este depósito, situado en el centro, quedaba cerrado cuando se roscaba el tornillo de cierre de la lámpara, gracias a una pieza y una arandela especialmente diseñada para tal propósito, actuando estas dos piezas como un auténtico tapón.

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Fig. 7: Lámpara Somé. Patente de 1920 (Arch. J.M. Sanchis)

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Fig. 8: Detalle de piezas. Pat. De 1920 (Arch. J.M. Sanchis)

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Fig. 9: Detalle del aro de cierre. Pat. de 1920 (Arch. J.M. Sanchis)

Fig. 10: Otro detalle del aro. Pat. de 1920 (Arch. J.M. Sanchis)

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Fig. 11 (Izquierda): Tornillo de cierre y piezas articuladas del gancho. Pat. de 1920 (Arch. J.M. Sanchis)

Fig. 12 (Drerecha): Aguja reguladora y mechero. Pat. de 1920 (Arch. J.M. Sanchis)

Fig. 13 (Abajo): Junta de goma del cierre. Pat. de 1920 (Arch. J.M. Sanchis)

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Aseguraban sus inventores que con este novedoso sistema se evitaban los inconvenientes de los cierres de los dos cuerpos mediante roscado, al evitarse oxidaciones y herrumbres en las roscas producidas por los vapores del carburo, al tiempo que se impedían los escapes de gas provocados por el cierre defectuoso de las lámparas, lográndose además una mayor duración de los aparatos y un gran ahorro de tiempo en su limpieza y recarga. Insistían también en que “…cuando sea aplicado este sistema de alumbrado a la exploración de galerías y trabajos de minería en general, y que tenga que prepararse muchas lámparas a la vez, se comprenderá el gran ahorro de tiempo que esta lámpara supone”.

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