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Revista de Epistemología y Ciencias Humanas 71 71 La tesis negativa sobre al plan de operaciones o el supuesto carácter ficcional y no revolucionario del mismo. The negative thesis about the plan of operations or its supposed non fictional and non-revolutionary character. Diego Alberto Beltrán Universidad Nacional de Rosario GRUPO IANUS Rosario, Argentina Abstract This article is intended to analyze three critical conceptions about the Plan of Operations attributed to Mariano Moreno. As for the first, the Plan is considered an epiphenomenon resulting of the social and economic viceroyal structure and, consequently, as non-revolutionary. As for the second, the Plan is not only apocryphal but also inauthentic in its same fictional invention. As for the third, the document’s revolutionary ratio is weakened as his author was a supposed English agent operating as a vector of the imperial capital. These three perspectives will be subjected to an hermeneutic review to restore the historiographic value of the Plan to understand the 200 years of Argentine history. Key words: control of the undergrounds, abolition of slavery, revolution, espionage. Resumen En este artículo nos proponemos analizar tres concepciones críticas sobre el Plan de Operaciones atribuido a Mariano Moreno. En la primera de ellas el Plan es considerado un epifenómeno resultante de la estructura socioeconómica virreinal y, en consecuencia, como no revolucionario. En la segunda el Plan no sólo es apócrifo sino también inauténtico en su misma invención ficcional. En la tercera concepción la ratio revolucionaria del documento se debilita al ser su autor un supuesto agente inglés que opera como vector del capital imperial. Las tres perspectivas mencionadas serán sometidas, a su vez, a una crítica hermenéutica que rehabilite el valor historiográfico del Plan para la comprensión de los doscientos años de historia argentina. Palabras clave: dominio del subsuelo, abolición de la esclavitud, apocricidad, revolución, espionaje. 1. Introducción

La tesis negativa del plan de operaciones

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Mariano MorenoPlan de Operaciones Criticas

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La tesis negativa sobre al plan de operaciones o el supuesto carácter

ficcional y no revolucionario del mismo.

The negative thesis about the plan of operations or its supposed

non fictional and non-revolutionary character.

Diego Alberto Beltrán

Universidad Nacional de Rosario GRUPO IANUS

Rosario, Argentina

Abstract

This article is intended to analyze three critical conceptions about the Plan of

Operations attributed to Mariano Moreno. As for the first, the Plan is considered an

epiphenomenon resulting of the social and economic viceroyal structure and,

consequently, as non-revolutionary. As for the second, the Plan is not only apocryphal

but also inauthentic in its same fictional invention. As for the third, the document’s

revolutionary ratio is weakened as his author was a supposed English agent operating as

a vector of the imperial capital. These three perspectives will be subjected to an

hermeneutic review to restore the historiographic value of the Plan to understand the

200 years of Argentine history.

Key words: control of the undergrounds, abolition of slavery, revolution, espionage.

Resumen

En este artículo nos proponemos analizar tres concepciones críticas sobre el Plan de

Operaciones atribuido a Mariano Moreno. En la primera de ellas el Plan es considerado

un epifenómeno resultante de la estructura socioeconómica virreinal y, en consecuencia,

como no revolucionario. En la segunda el Plan no sólo es apócrifo sino también

inauténtico en su misma invención ficcional. En la tercera concepción la ratio

revolucionaria del documento se debilita al ser su autor un supuesto agente inglés que

opera como vector del capital imperial. Las tres perspectivas mencionadas serán

sometidas, a su vez, a una crítica hermenéutica que rehabilite el valor historiográfico del

Plan para la comprensión de los doscientos años de historia argentina.

Palabras clave: dominio del subsuelo, abolición de la esclavitud, apocricidad,

revolución, espionaje.

1. Introducción

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El Plan aparece por primera vez en una referencia en una larga nota a pie de página (de

la 94 a la 96) en el primer tomo de la Historia de la Revolución Hipano-Americana de

Mariano Torrente editado entre 1829 y 1830. Mariano Torrente dice que este

documento le llega de “casualidad”. En la nota mencionada selecciona párrafos de siete

artículos del Plan. El Plan recibe una condena moral y sintáctica centrada en la persona

de Moreno. Con respecto a la condena moral Torrente expresa que: “Se estremece el

alma al considerar los atroces i bárbaros atentados de que es capaz una cabeza

escéntrica exaltada por el estúpido ídolo del republicanismo” [1]. Con respecto a la

condena sintáctica: “De este jaez son los demás artículos del proyecto que ocupa nueve

pliegos; ¿pero quién ha de tener paciencia para insertar un escrito tan mal zurcido, sin

sintaxis ni método, sin conexión en las ideas, sin enlace en las frases, pesado, confuso,

repetitivo i fastidiosos?" [2]. Luego, la condena moral se expande hacia el movimiento

revolucionario de todos los pueblos americanos pero antes celebra la muerte de Moreno

en alta mar: “…la de haber sido nombrado sucesivamente embajador á Londres este

Robespierre americano, del que quedó libre la tierra felizmente durante su travesía para

desempeñar aquel alto destino; aun cuando no se pudieran presentar á docenas los

rasgos de crueldad que han sido característicos á los rebeles de América, bastarían estos

sanguinarios apuntes para hacer concebir á la Europa i al mundo entero la justa

indignación que merecen tan inhumanos procederes” [3] . Cuando Eduardo Madero

preparaba su Historia del Puerto de Buenos Aires encuentra en el Archivo General de

Indias de Sevilla el Plan y hace sacar una copia que luego no utiliza para su obra y la

obsequia a Mitre. Este la ofrece al El Ateneo para que se incluya en los escritos de

Moreno que se iban a publicar. A último momento, Mitre la extravía y el ministro de

Relaciones Exteriores Alcorta encarga otra a España; esta es la que publica el Ateneo

en 1896 con un estudio preliminar de Norberto Piñero al que responde luego Paul

Groussac quienes se trenzan en una polémica que dura dos años y se prolonga hasta la

actualidad en sus sucesores. No se conserva el original del Plan sino una “copia de la

copia del mismo original que con dicha fecha fue presentado a la Junta, cuya copia del

original es de puño y letra del mismo Moreno” [4] . La polémica sobre la autenticidad

del Plan y el carácter jacobino o moderado de Mariano Moreno mal encubren una

batalla cultural, política y económica que se libra hasta nuestros días. En el presente

artículo nos centraremos en la fase actual y bicentenaria de dicha batalla de la que

seleccionaremos tres autores cuyos puntos de vista analíticos son representativos

de las corrientes teóricas que se vienen desarrollando desde fines del siglo XIX

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aunque, por supuesto, no agotan la temática en cuestión. Por otra parte, dichos

autores tienen distinta formación académica y posición política que no les impide,

sin embargo, coincidir en el afán desvalorizador del Plan aunque sus argumentos

difieran en parte. La trama discursiva actual en la que está inmerso el Plan de

Operaciones está configurada por los siguientes ejes temáticos:

*la cuestión de si el Plan proyecta un régimen político interétnico o sus declaraciones al

respecto son mera retórica interesada

*el carácter revolucionario o conservador del Plan

*la conceptualización de la política minera del Plan

*la importancia o no relevancia de la autoría del Plan por parte de Moreno, otro autor o

un colectivo de ellos

Estos son la mayor parte de los ejes que constituyen el locus discursivo sobre los que se

desarrolla la dialéctica entre el Plan de Operaciones y los dispositivos de control

discursivo que operan sobre el Plan tratando de desplazar o eliminar a este documento

del constructo histórico argentino. Actualmente, uno de los ejes más álgidos lo

constituye la conceptualización de la política minera del Plan o, en líneas más generales,

la decisión sobre quien debe tener el dominio originario del subsuelo (contenga este

minerales, petróleo o reservorios de agua dulce) y quien debe explotarlo. Es decir, el

dominio del subsuelo debe ser del Estado Nacional o de los Estados provinciales y la

explotación de dicho subsuelo debe estar a cargo de empresas privadas o del Estado

nacional. Todas estas cuestiones están presentes en germen en el Plan de Operaciones y

desde ese momento han originado un punto de bifurcación histórica aún no resuelto que

marca el camino para proyectos distintos de país y de Estados Nación.

2. El Plan como un proyecto revolucionario conservador (Alejandro Horowicz) [5]

El Plan es conceptualizado como un epifenómeno que representa los intereses de la

estructura socioeconómica virreinal y, en consecuencia, como no revolucionario. El

bloque mercantil que representa Moreno y su Plan está formado por negreros,

contrabandistas, comerciantes monopolistas y hacendados con intereses comunes: este

bloque y su proyección hacia el futuro (mantener la estructura territorial y económica

virreinal) están desfasados porque no pueden ser articulados en tanto tales a la nueva

configuración del mercado mundial. El Plan se propone básicamente mantener Potosí

(villa imperial que proveía de metales preciosos al virreinato y a la corona española)

como lo que hasta ese momento era con respecto a Buenos Aires: una COLONIA DE

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SEGUNDO GRADO [6]. Coincide con Milcíades Peña en que el Plan “no es un

programa nacional democrático” [7]. Por lo tanto, el Plan no es revolucionario porque

intenta “conservar lo que existe tal como existe”, es decir, la estructura virreinal con su

relación subcolonial – intracolonial sin ser modificada. Contradictoriamente, menciona

luego que la inclusión de Artigas en el Plan está relacionada al carácter expansivo del

Plan evidenciado en el propósito de conquistar el sur de Brasil. Podemos observar,

entonces, que el Plan no sólo se propone conservar lo que existe sino también ampliarlo;

aunque podemos concederle a Horowicz, a pesar de que él no lo diga, que el sur de

Brasil pretenda ser incorporado como colonia de segundo grado si observamos en el

Plan la forma de esta inclusión-expansión. Nos podemos preguntar ahora si Horowicz

no está cometiendo un anacronismo con el uso de los términos NACIONAL y

DEMOCRÁTICO. El sentido que Horowicz les da a estos términos hace alusión a un

Estado-Nación inclusivo en el sentido económico, social y étnico y a una democracia

plural no censataria. Este sentido es un sentido posible pasando la segunda mitad del

siglo XX con el proceso de descolonización de la segunda posguerra y no en la época a

la que Horowicz los aplica. Entendemos nosotros que el Plan supera a los modelos

revolucionarios concretos que tiene como referencia contemporánea. Por ejemplo, la

Revolución Francesa se expresó electoralmente, durante la mayor parte de su decurso, a

través del sufragio censatario. Si bien en 1792 la Convención Nacional es elegida por

sufragio universal, luego los mismos jacobinos restringen el sufragio antes del

Directorio cuando se rompe la alianza de estos con los sans-cullotes [8]. Por otra parte,

Francia no exportó la revolución a sus colonias evidenciando entonces una concepción

no sólo censataria sino también colonial y racista de los términos NACIONAL y

DEMOCRÁTICO concretada en la guerra que la Francia napoleónica tuvo con la

revolución multiétnica de Haití. En el momento en que comenzaba el enfrentamiento

entre el Tercer Estado y la nobleza francesa, Haití proporcionaba el cuarenta por ciento

del azúcar y el sesenta por ciento del café que eran consumidos en Europa y que se

generaban en base al trabajo esclavo [9]. El denodado e infructuoso esfuerzo francés por

mantener esta colonia nos contextúa al Plan como un discurso que desea una revolución

expansiva y anticolonial que libere esclavos, mientras la revolución francesa requiere de

la fuerza esclava para mantenerse como imperio. Norteamérica, por otra parte, en el

período inmediatamente anterior a la guerra civil, no parecía ser nacional y democrática

en el sentido en que Horowicz utiliza estos términos. En su primer mensaje presidencial

de 1860, Abraham Lincoln comunica que no tiene “el propósito directo o indirecto de

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interferir con la institución de la esclavitud en los estados donde existe. No tengo

ningún derecho legal a esto y no tengo ninguna inclinación a hacerlo”. Los límites

culturales de occidente están trazados aquí con el arado de Rómulo o con el de

Aristóteles pero no con el arado de Luther King [10] . Esta declaración de Lincoln está a

tono con el lugar que ocupaba el abolicionismo como factor interviniente en el origen de

la guerra civil norteamericana [11]. La cuestión abolicionista constituyó un elemento

subordinado y accesorio de la cuestión impositiva-proteccionista para alentar el

desarrollo industrial en el norte aunque afectando los intereses del sur. Era el

proteccionismo y no la esclavitud el que generaba una divisoria de aguas en el concepto

de libertad. El SÍNDROME DE ARISTÓTELES era lo que impedía transformar a la

cuestión de la abolición en divisoria de aguas del concepto de libertad. En 1858 Lincoln

declara en el Congreso lo siguiente: “¿Liberarlos (a los esclavos) y convertirlos en

nuestros iguales política y socialmente? Mis sentimientos no permiten esto…Estoy a

favor de que la raza a la que pertenezco tenga la posición superior” [12]. Podemos

colegir al menos que los procesos revolucionarios norteamericano y francés tenían

un concepto fuertemente restrictivo de lo que estaba incluido dentro del conjunto

NACIÓN y del conjunto DEMOCRACIA. Es en este marco en el que debe

analizarse el Plan de Operaciones y en el que puede resaltar el carácter

transgresor y original del Plan con respecto a otros procesos revolucionarios y con

respecto al curso efectivo que siguió la revolución en el ex virreinato. Antes de

seguir el análisis de la perspectiva de Horowicz retomaré algunas de las hipótesis

enunciadas anteriormente: el Plan de Operaciones es un documento de avanzada

ideológica para la época en que es escrito e incluso para la época en la que es rescatado

del Archivo de Indias. Este documento genera una ruptura discursiva con la matriz

revolucionaria occidental en su variante decimonónica.

Horowicz profundiza en su argumentación a favor del carácter no nacional del Plan

haciendo referencia a la política económica de “nacionalización” que los intérpretes

defensores del Plan observan en el mismo. El argumento de Horowicz sería el siguiente.

Las colonias americanas no son propiamente de España al haber allí un Estado

Absolutista. Las colonias son propiedad de la corona, es decir, propiedad personal del

rey que no está sujeta a control estamental de las Cortes Generales. Dado que el centro

minero de Potosí es una COLONIA DE SEGUNDO GRADO de Buenos Aires y esta

relación se inscribe en la estructura política-económica virreinal; lo que el Plan propone

no es una nacionalización revolucionaria de tipo “protobolchevique”. El Plan propone

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simplemente una reasunción del dominio efectivo del subsuelo para su explotación

directa por parte de los que ahora ocupan el lugar de la corona. El Plan sólo conserva lo

existente dejando las relaciones de poder tal como están excepto que Buenos Aires ya

no será una colonia de primer grado con respecto a la corona y asumirá el lugar político

que ocupaba esta con respecto al virreinato. Si a esta argumentación le agregamos que

el Plan, para Horowicz, es la expresión estratégica del bloque mercantil formado por

comerciantes negreros, contrabandistas, monopolistas y hacendados no existirá una

estatización/nacionalización revolucionaria de la producción minera sino, más bien

(utilizando una expresión que no es de Horowicz), una “coronización criolla”

conservadora en un imaginario puramente virreinal y prerrevolucionario. El contra

argumento para Horowicz, por cuestiones de extensión, sólo puede ser parcial en esta

sección. La legislación minera colonial estuvo signada por el carácter supletorio que el

derecho minero castellano tenía en América, siendo recogido este en las Leyes de Indias

[13] . A este derecho supletorio se le agregan ordenanzas específicamente indianas. El

eje jurídico inalterable a lo largo de toda la colonia fue la consideración de la

explotación minera como IURA REGALIA, es decir, que la corona tenía el dominio del

subsuelo y la explotación estaba a cargo de particulares a cambio del pago de un canon.

Esta delimitación entre dominio y explotación se mantiene incluso en períodos de

reforma de derecho minero como el de Felipe II (1556-1598). Según las Ordenanzas de

1559, la corona reincorporaba las distintas explotaciones mineras particulares

concedidas en períodos anteriores (a excepción de las mercedes concedidas de por vida

o a perpetuidad [14]) pero no para realizar una explotación directa sino para redistribuir

explotaciones y favorecer operaciones de cateo. Las Ordenanzas del Nuevo Cuaderno

de 1584 subrayan el IURA REGALIA estableciendo que la corona otorga al particular

el derecho a explotar, teniéndolo este en propiedad en tanto trabaje efectivamente la

mina, aunque el patrimonio sigue perteneciendo a la corona [15]. Francisco Javier de

Gamboa, en sus Comentarios a las Ordenanzas de Minas de 1761, indica que “en su

origen todos los metales son del Real patrimonio…por lo cual, en el sentido de la

verdad; se debe decir que S.M. mantiene en su corona las minas y no pudiéndolas por su

cuenta trabajar dio parte a los vasallos con varios gravámenes y restricciones” [16] . Por

lo tanto, la corona sólo mantiene la nuda propiedad y un porcentaje de los beneficios de

la producción realizadas por particulares pero no tiene el usufructo o explotación directa

del subsuelo. A este respecto, el Plan de Operaciones se toma una atribución no colonial

y no liberal: asumir directamente la explotación del subsuelo. La proyección de esta

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acción no es virreinal ni colonial equivocándose en este punto Horowicz; pero si tiene

razón en cuanto a pensar que no es “protobolchevique” dado que sería una

nacionalización minera que rompe no con la nobleza zarista o con la burguesía

capitalista sino con un dominio colonial. No reasume las atribuciones potenciales de un

Estado preexistente. La explotación del subsuelo minero es asumida por un Estado que

quiere su “ser” con esa estatización/nacionalización: es en este tipo de cuestiones en las

cuales el Plan emerge como una ANOMALÍA discursiva e histórica que no puede ser

asimilada al paradigma interpretativo del materialismo histórico, a la historiografía

liberal clásica o al revisionismo. La Ordenanza del Nuevo Cuaderno de Felipe II de

1584 fue un texto jurídico supletorio de gran influencia para las colonias

hispanoamericanas a partir de 1602. Para algunos autores este texto legal, expresión del

SISTEMA REGALISTA, evidencia una superposición de propiedades entre lo que

pertenece a la Corona y lo que es de los súbditos que poseen las minas [17]. Es decir

que, por un lado, se expresa el dominio de la Corona sobre las sustancias mineras y, por

otro, se expresa la concesión a los súbditos de la posesión y propiedad sobre las minas

[18]. Este tipo de yuxtaposiciones de dominio sobre el subsuelo minero se resuelven

recién a fines de la Primera Guerra Mundial cuando se establece que ciertas sustancias

minerales debían estar bajo dominio pleno del Estado si las mismas tenían que ver con

la defensa nacional: nos encontramos en esta época con el desarrollo del SISTEMA

DOMINICAL O DE DOMINIO ABSOLUTO DEL ESTADO. El Plan de Operaciones

se adelanta en más de un siglo al Sistema Dominical o Dominial con su disposición de

explotación directa del subsuelo minero por parte del Estado; superando de esta manera

al contemporáneo Sistema Regalista que impedía la conexión entre dominio soberano y

explotación directa.

3. El Plan como documento inválido y ficción anónima (Patricia Pasquali) [19].

El Plan es conceptualizado como un documento “fraguado” que no debe ser interpelado

porque no tiene valor histórico al ser sólo ficción: el Plan y la polémica que trae consigo

en torno a su veracidad, falsedad y condiciones históricas de producción textual no son

tenidos en cuenta como objeto de estudio. El razonamiento sería este: como el Plan es

fraguado todo lo que está en torno a él y bajo o sobre él es falso: es decir, se está

eliminado la posibilidad de un estudio hermenéutico de este documento. Un texto con

estas características tiene mucho para decir sobre sus condiciones históricas de

producción, sobre las condiciones ideológicas, políticas y epistemológicas en las que es

sucesivamente analizado desde 1896. Si Horowicz desautoriza al Plan porque su autor,

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y el sector socioeconómico que supuestamente lo sustenta, no comprenden la nueva

etapa capitalista que se estaba gestando; Pasquali lo desautoriza por dos principios de

exclusión discursiva: por un lado, el Plan siempre es una copia (es decir, aún siendo

fraguado no tiene ORIGEN o un momento de invención original en el que se crea la

ficción) y por otro lado, la dimensión pericial que ratifica, lo que todos sabemos; la no

escritura de la copia del documento original por parte de Moreno.

El Plan como copia desde el origen

En La verdad y las formas jurídicas, en la primera conferencia titulada Nietzsche y su

crítica del conocimiento, Foucault señala la diferencia entre el ORIGEN

(URSPRUNG) y la INVENCIÓN (ERFINDUNG). En el primero existe una fuente de

verdad, la dirección de un cauce inscripto en la naturaleza humana y Foucault y

Nietzsche se refieren en este texto al conocimiento. En este caso tenemos a un Moreno

que escribe el Plan y corporiza la revolución mientras lo escribe y también mientras es

expulsado del gobierno y envenenado en alta mar. En el segundo, el comienzo es banal,

aleatorio y circunstancial; es decir, podría haber ocurrido de otra manera. Podemos

pensar que si el Plan es falso, hay un instante de creación del mismo en el que un agente

realista o un partidario exaltado de Moreno deciden inventar un hecho político e

histórico: tenemos el instante de la invención. Pero Pasquali parece impedir aún esta

posibilidad y esto se evidencia en el diálogo que mantiene con el periodista-investigador

Eduardo Nocera:

“… -la versión que publica Piñero no es la primitiva, no es la original, no es la del

Archivo de Indias, es otra en la que el texto aparece con un castellano más modernizado

¡porque hay variaciones entre las distintas copias de ese supuesto Plan de Moreno!, por

lo que no se sabe-porque nunca se encontró el documento auténtico-, cuál es la copia

más cercana del original

-¿Todas las copias manuscritas no se suponen sacadas del mismo original?

-Que son copias son copias, no hay ningún original con la letra de Moreno, ¿está claro

eso?

- El Plan que nos llega podría ser una copia de un documento auténtico que se perdió

-Sí, o tal vez ese Plan que leemos sea un documento fraguado y resulte que esa primera

copia haya sido ya fraguada desde el principio” [20].

El primer texto/documento definitivamente no puede ser una copia: puede ser un texto

fraguado que se escribe tomando un nombre falso y/o una posición política falsa en el

caso de que lo haya escrito un agente español o al servicio de la corona pero no una

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copia aunque el mismo lleve esta designación. Hay un instante fundacional que puede

ser ORIGEN o INVENCIÓN según que camino interpretativo se elija pero aún no

siendo de Moreno o de la junta revolucionaria de todas formas se constituye en una

operación política con efectos concretos sobre lo que desde la perspectiva positivista

más ramplona podemos llamar realidad. Dicho en otros términos, el Plan aparece con un

nivel de realidad inferior al nivel que Platón le reserva a la poesía homérica y al arte en

el Libro X de La República [21]. Para la autora analizada, no existe la relación: 1.

DOCUMENTO ORIGINAL (pero apócrifo)- 2. copia fiel- 3. copia menos fiel: el

primer lugar es un espacio vacío quedando el Plan como un objeto que ni siquiera logra

reflejarse en la pared de la caverna platónica [22] .

El Plan peritado caligráfica y sintácticamente

En este caso Pasquali se enmarca en la línea de exclusión discursiva Groussac-Levene.

En efecto, retomando a estos autores Pasquali explica que la cuestión del estilo de

escritura, los giros idiomáticos, el nivel académico-cultural (Groussac) y la caligrafía

(Levene) no pertenecen a Mariano Moreno. Según la pericia de Levene el documento

fue escrito por Andrés Álvarez de Toledo teniente de Urbanos que luchó en las

invasiones inglesas ganándose el grado de capitán ejercitado en Montevideo. Las

expresiones de Pasquali cuando se refiere a Álvarez de Toledo son “un tal” y “este tipo”

[23]; es decir, a un posible autor del Plan con claras señas históricas trata de

despersonalizarlo y de tornarlo anónimo para que concuerde con el cuerpo textual que

hay que excluir del análisis histórico.

El Estado de Excepción o la intransigencia frente al enemigo

Pasquali intenta desligar a Moreno y a la junta de la práctica del “terrorismo como

método” tal como propone una interpretación superficial del Plan de la cual ella se hace

eco. La razón de este desligue estaría en que es el virrey Abascal del Virreinato del Perú

quien anexa las intendencias del Alto Perú a su propia jurisdicción y enfrenta al ejército

revolucionario. Para Pasquali, el “terrorismo como método” es, en realidad, una

reacción espontánea frente a la declaración de guerra realista: “¡Son ellos los que

declararon la guerra!” [24] . Es cuando menos banal dilucidar si la Junta o el Plan

aplican una política terrorista en función de quien da el puntapié inicial en una guerra.

El espionaje, la delación, el tratamiento diferencial por parte de la justicia para los

miembros del bando revolucionario y para los del bando de la reacción serían

pobremente explicados en función de un argumento justificatorio en función del ¿quién

empezó primero? La política revolucionaria se sitúa en una instancia fundacional del

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Estado que puede verse, por ejemplo, en el Maquiavelo de Los Discursos o en el de El

Príncipe. En la presentación del Plan ante la junta, Moreno o el autor/autores del Plan se

invisten del discurso fundacional del Estado en un estilo claramente maquiaveliano que

remite directamente a las obras mencionadas [25] . Un ejemplo de lo anterior lo

observamos cuando el Plan nos indica que “la moderación fuera de tiempo no es

cordura, ni es una verdad; al contrario, es una debilidad cuando se adopta un sistema

que sus circunstancias no lo requieren; jamás en ningún tiempo de revolución, se vio

adoptada por lo gobernantes la moderación ni la tolerancia; el menor pensamiento de un

hombre que sea contrario a un nuevo sistema, es un delito por la influencia y por el

estrago que puede causar con su ejemplo, y su castigo es irremediable” [26] . En las dos

obras citadas de Maquiavelo este recurre a la mitología romana y, por medio de esta,

explica el acto fundacional del Estado. Si bien a Rómulo lo acusan los hechos, el haber

matado a su hermano; lo excusan sus resultados, el haber fundado un poder sin

disensiones, estable y potencialmente transformable en república y luego en imperio

(acusare/excusare) [27] . Es decir, quienes fundan un Estado se sitúan en una instancia

de excepcionalidad política que para algunas corrientes del derecho está fuera del

ordenamiento jurídico, para otras dentro y para Giorgio Agamben está en una zona de

indefinición o en un umbral entre el adentro y el afuera de la ley [28] . Ahora bien, el

Estado de Excepción es producido por una situación de necesidad (STATUS

NECESSITATIS) que lo justifica eventualmente. El adagio latino NECESSITAS

LEGEM NON HABET traducido como “la necesidad no tiene ley” tiene dos opciones

hermenéuticas; “la necesidad no reconoce ley” o “la necesidad crea su propia ley”. En

ambos casos la teoría del Estado de Excepción queda disuelta en la teoría del STATUS

NECESSITATIS. Para Agamben, el juicio sobre la subsistencia del STATUS

NECESSITATIS agota la cuestión del problema de la legitimidad en el Estado de

Excepción. Si bien en la Edad Media el estado de necesidad se constituía en un caso

singular que era sustraído a la observancia de la ley, en los teóricos del derecho

moderno la necesidad tiende a ser incluida en el orden jurídico “y a presentarse como un

verdadero y propio ‘estado` de la ley” [29] . Sin embargo, no existe una forma de

objetivar o cosificar la necesidad que es siempre una instancia de apreciación subjetiva

de un estado de cosas que da paso a una instancia de decisión de suspensión de la ley y,

en consecuencia, a una situación de indistinción entre hecho y derecho [30]. Para

Balladore-Palleri, “el principio de la necesidad es, por lo tanto, siempre, en todos los

casos, un principio revolucionario” [31] . Independientemente de lo discutible de esta

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afirmación, podemos pensar a las Cortes de Cádiz y al poder revolucionario porteño en

el locus de los mitológicos Rómulo y Remo. Las variantes del mito del enfrentamiento

entre los dos hermanos [32] diluye la cuestión de quién tiró la primera piedra; el punto

principal es que se pelean por fundar el Estado y poseer/ejercer el poder político. El

poder porteño, las Cortes de Cádiz y todos los movimientos revolucionarios desde 1780

con Túpac Amaru II, pasando por la revolución haitiana y llegando al período

revolucionario abierto con la vacancia del trono español (especialmente en este período

porque puede decirse que no hay “Estado”) se constituyen en propuestas fundacionales

del poder político que se encuentran en una instancia comparable a la de Rómulo y

Remo. La relación entre los textos de teoría histórica y política de Maquiavelo, la

historia greco-latina y el Plan de Operaciones no es casual si tenemos en cuenta el

espacio discursivo concedido por el Plan a la historia greco-latina y a la Razón de

Estado maquiaveliana, que sólo emerge claramente en el Plan desde una particular

mirada florentina sobre el pasado griego y romano. No coincidimos con Pasquali en

reflexionar en torno al concepto de “terrorismo” y a la justificación de la práctica

del mismo (pero con cambio de nombre) cuando este es ejercido “como medio de

defensa” ante un ataque exterior/interior inicial; sino en base a los conceptos de

Instancia Fundacional del Estado y de Estado de Excepción [33] .

4. El Plan como obra del amigo inquisitorial de Inglaterra (Miguel Wiñazqui) [34] .

Para este autor, Moreno sufre una serie de mutaciones sucesivas que lo llevan desde una

posición “devota, teocéntrica y monopolista, hacia la anglofilia… y más tarde hacia el

terror metodológico que impuso como secretario de la Junta” [35]. Junto con Nicolás

Shumway se pregunta “¿Dónde está el origen de la fascinación de Moreno por el terror?

Los historiadores liberales argentinos, siempre a la busca de raíces europeas, lo han

atribuido a su ‘jacobinismo’… Si bien no puede negarse una semejanza de Moreno con

Robespierre y los jacobinos franceses, su retórica es decididamente de otro origen. Las

Cruzadas, la Inquisición y la Contrarreforma…Mediante la violencia y la muerte, ya sea

en una Guerra Santa o en un Estado sancionado por Dios (del que Moreno dice ser el

profeta), la tierra es lavada con sangre de la iniquidad, los enemigos mueren y la

revolución se consuma” [36]. La crítica de estas afirmaciones debe basarse en tres

cuestiones. La primera de ellas radica en las dificultades existentes (aunque no

insalvables) para que pueda incubarse un pensamiento revolucionario decimonónico en

una matriz religiosa cualquiera sea esta, sobre todo si es la matriz del cristianismo

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colonial-medieval-aristotélico; ninguno de estos tres adjetivos contiene un punto de

apoyo revolucionario iluminista y dieciochesco que pueda, por ejemplo, emitir el

decreto de supresión de honores de diciembre de 1810. Son difíciles de concebir, por

otra parte, los incisos 18 y 19 del artículo primero del Plan de Operaciones en esta

matriz que marca una detallada escala natural y social de cuño aristotélico y de

estamentos u órdenes medievales. En el inciso 18 el autor del Plan indica que “el

Gobierno debe tratar, y hacer publicar con la mayor brevedad posible, el reglamento de

igualdad y libertad entre las distintas castas que tiene el Estado…siendo por un

principio innegable que todos los hombres descendientes de una familia están adornados

de unas mismas cualidades, es contra todo principio o derecho de gentes querer hacer

una distinción por la variedad de colores, cuando son unos efectos puramente

adquiridos por la influencia de los climas; este reglamento y demás medidas son muy

del caso en las actualidades presentes” [37] . La influencia del medioambiente natural

en la conformación del aspecto físico visible de los seres humanos (fenotipo) o la

influencia del medioambiente cultural y educacional en su conformación psíquica e

intelectual fue un tipo de influencia sustentada por la corriente ecologista del siglo

XVIII. El desarrollo del determinismo racial del siglo XIX constituyó la contracara de la

obsesión por el progreso en el siglo anterior. Si en los siglos XVIII y XIX se construye

el modelo tripartito de progreso con variaciones en la denominación de cada etapa

(salvajismo-barbarie-civilización / estadio teológico-metafísico-positivo, por ejemplo) y

para el iluminismo la educación era la variable fundamental para alcanzar el estadio

civilizado; para el determinismo racial la preocupación era demostrar que la capacidad

para fundar, adquirir o alcanzar la civilización radicaba en la transmisión hereditaria de

caracteres raciales específicos [38] . Podemos pensar que un reglamento como el citado

anteriormente está de acuerdo con la perspectiva científica ecologista dieciochesca que

opera dentro del territorio del iluminismo. Por otra parte, este ecologismo iluminista de

Moreno se ve reforzado por su deseo de establecer también, en el inciso 19 del artículo

primero, un “reglamento de la prohibición de la introducción de la esclavatura, como

asimismo de su libertad” [39] . De esta manera, ni Wiñazqui ni Shumway reparan

en que Moreno se sitúa en un cono de luz entre el fuego inquisitorial del medioevo

y el determinismo racial del siglo XIX superando los límites que la educación

confesional pudo haberle impuesto [40]. La segunda cuestión radica en que Shumway

y Wiñazqui parecen olvidar el tormento, el suplicio y el fuego puritano que también

acusa, dictamina y quema en la hoguera a inocentes acusados de brujería. La tercera

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cuestión es que la violencia y el tormento no son exclusivamente inquisitoriales si

pensamos en las dos obras citadas de Maquiavelo: El Príncipe y los Discursos sobre la

Primera Década de Tito Livio. En los dos textos de Maquiavelo aquí citados, en el Plan

de Operaciones y en el accionar de la inquisición se percibe lo que Sheldon Wolin

aplica exclusivamente al autor florentino: el concepto de ECONOMIA DE LA

VIOLENCIA; es decir una racionalización-dosificación de la violencia para lograr

determinados objetivos políticos. Pero mientras la inquisición quiere una confesión

(cualquier confesión y cualquiera sea su relación con lo real) para mantener un status

quo político, religioso y cultural; el Plan, los Discursos y el breve tratado sobre el

principado racionalizan la violencia para fundar nuevos ordenamientos que no tienen

mucho que ver con los fuegos cristianos reformistas o contrarreformistas. De hecho, la

idea de DESTINO/PROVIDENCIA/FORTUNA de estos tres escritos tiene un corte

marcadamente pagano o grecorromano antiguo. Veamos porqué. En la presentación del

Plan Moreno compara el “emprendimiento” de la obra revolucionaria con los “palacios

de Siam” por las entradas majestuosas y su débil arquitectura interna, expuesta a

cualquier error o fracaso del gobierno revolucionario. De todas formas, esta debilidad

está monitoreada por la PROVIDENCIA que permitirá que la obra revolucionaria

aprenda de sus fracasos. Al lado de la PROVIDENCIA está el azar o CASUALIDAD

que refiere al grado de aleatoriedad política que existe en los cambios de la dirección

del gobierno independentista que puede llevar a la anarquía [41] : “Patria mía, ¡cuántas

mutaciones tienes que sufrir! ¿Dónde están, noble y grande Washington, las lecciones

de tu política? ¿Dónde las reglas laboriosas de la arquitectura de tu grande obra? Tus

principios y tu régimen serían capaces de conducirnos, proporcionándonos tus luces, a

conseguir los fines que nos hemos propuesto” [42]. Para Federico Chabod, muchos

historiadores y políticos del siglo XVI interpretan la sucesión de acontecimientos

humanos por una parte como un desarrollo lógico o necesario de las cosas y,

contradictoriamente, también como una indefinible compulsión exterior operante desde

las alturas y que rige las cosas a ciegas en todo momento y lugar [43]. Para Quentin

Skinner, estas dos perspectivas son dos momentos interpretativos cronológicamente

sucesivos en el renacimiento italiano [44]. Desde nuestra perspectiva, Maquiavelo

ocupa un lugar intermedio entre estas dos actitudes intelectuales sobre el grado de

decisión de la Fortuna en la Italia renacentista [45]. El autor del Plan de Operaciones, al

utilizar el término FORTUNA de cuño renacentista que, en tanto tal, alude a la diosa

fortuna romana se sitúa también en una posición intermedia entre confiar en el

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desarrollo de los acontecimientos revolucionarios confiando y confiándose a la

PROVIDENCIA y realizar una labor arquitectónica y planificadora para controlar el

futuro revolucionario y posrevolucionario logrando, para estos últimos, un cauce

paralelo a las mutaciones azarosas que le aguardan a las revoluciones “desastradas”.

Ahora citaremos un fragmento de la introducción del Plan, donde las imágenes

evocadas no son precisamente cristianas ni confesionales como lo esperarían Wiñazqui

y Shumway: “El hombre animoso hace salir a luz los ocasos para utilizarlos, y sus

enemigos son los que se rinden al yugo de la fatalidad. El que tiene gran corazón,

espíritu y alma elevada manda a la fortuna, o más bien la fortuna no es sino la reunión

de estas cualidades poderosas…No admiremos a la Providencia ni desconfiemos de ella,

recordando que de las fatalidades más desastradas, saca las grandes e importantísimas

lecciones que determinan el destino del mundo. La mano dio luz al sol y a los astros, y

hace girar los cielos, humilla a veces los tronos, borra los imperios, así como desde el

polvo encumbra a lo sumo de la grandeza a un mortal desconocido, demostrando al

Universo que los mortales, los imperios, los tronos, los cielos y los astros, son nada en

comparación de su poder” [46]. En estos fragmentos de la Introducción al Plan aparecen

las imágenes del César Borgia que Maquiavelo esbozara en su “breve opúsculo” sobre

el principado, aquél hombre con la VIRTUS pagana, con la energía y presencia

sobrehumanas necesarias para enfrentar a la diosa fortuna esquiva y tortuosa. Aparece

también una de las imágenes de la diosa fortuna cuando cada veinticuatro de junio se

celebraba una fiesta junto a su santuario situado en la orilla del Tíber: una bella mujer

manejando un timón que representaba el imperio de la casualidad al acaso del embate

del mar [47]. El autor del Plan desafía claramente el discurso inquisitorial e incluso

el de la Providencia cristiana (que marcaría una linealidad histórica con un

TELOS definido) al cruzar la imagen de la Providencia con la imagen de la Diosa

Fortuna.

Una tesis central para el libro citado de Wiñazqui (“Moreno: el fuego que inventó la

patria”) es la conceptualización de Moreno como un vector político para la

introducción del comercio inglés en el Río de la Plata. Moreno operaba entonces como

letrado del capital británico y agente de la corona. Un argumento a favor de la primera

variante de la tesis es de índole epistolar. Alex Mackinon, presidente de la Comisión de

Comerciantes de Londres en la plaza porteña, vierte conceptos elogiosos de Moreno en

una carta dirigida a su ciudad: “(es) el primero de una larga lista de grandes abogados

argentinos que han representado profesionalmente, hasta el día de hoy, los importantes

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capitales e intereses comerciales ingleses” [48]. Un argumento a favor de la segunda

variante de la tesis es de índole familiar e interfamiliar. En febrero de 1807, con la caída

de Montevideo, Mariano Moreno se traslada con su familia a la quinta del celador del

cabildo Francisco González, quien también se traslada con todos los suyos. La casa

vacía de este último le serviría de refugio al general inglés William Carr Beresford antes

de su huída bajo las sombras de la noche en una barcaza rumbo a la Banda Oriental.

Según Wiñazqui este operativo es organizado por Saturnino Rodríguez Peña y por

Miguel Aniceto Padilla. En una carta al primer ministro inglés Richard Wellesley,

Padilla menciona como colaboradores del operativo a Juan José Castelli, Antonio

Berutti, Hipólito Vieytes y a los hermanos Rodríguez Peña. Redondeando esta

argumentación, la orden de la junta revolucionaria para fusilar a Liniers, orden

supervisada con tanto ahínco y celo por Moreno, es concretada finalmente por el tiro

final de la mano de Domingo French acompañado por Nicolás Rodríguez Peña y Juan

José Castelli; el hombre de confianza de Moreno. Liniers, entonces, es fusilado y se

lleva a la tumba ciertos datos sobre el colaboracionismo criollo en la fuga del general

inglés. Una tercera variante a la tesis de Wiñazqui, que presenta a Moreno como un

vector político del comercio inglés en el Río de la Plata, puede ser deducida del

reportaje ya citado que Eduardo Nocera le realiza en El Plan de Operaciones en

Marcha. Más allá de Mariano Moreno. Para Wiñazqui la cesión de la Isla Martín

García prevista por el Plan significa el otorgamiento de un “enclave estratégico” que

haga las veces de vector material para el desarrollo del imperialismo moderno en tierras

con un dominio imperial vacante. Si bien dicha cesión implicaría una plaza fuerte para

el comercio inglés con una “pequeña colonia y puerto franco a su comercio” [49], esta

situación sería contrarrestada por una política de control estatal de un área estratégica

como la minería. En dicha área el Estado confisca los emprendimientos mineros

privados y devalúa la moneda producida en Potosí para estimular la economía del ex

virreinato. Por otra parte, con el capital de estas confiscaciones se lograría una masa

monetaria que “giraría” en torno al “centro” del Estado generando fábricas e ingenios

que produjeran las manufacturas que al momento del Plan se pagaban tan caras a

Inglaterra [50] . Es decir, que la cesión de la Isla Martín García estaría articulada a una

distribución de la riqueza productiva, una derivación del capital hacia la industria, y una

suerte de ENCLOSURE realizada a los empresarios mineros logrando el desarrollo del

capitalismo con una especie de acumulación originaria invertida. Este tipo de

articulaciones económicas e ideológicas que realiza el autor del Plan son las que

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generan la actuación de los dispositivos discursivos de corte foucoltiano que operan

para contener la originalidad política y semántica del discurso del Plan. Otra

disposición del Plan que choca con la política imperial inglesa es el carácter expansivo

de la revolución proyectada en el Plan. La intención de anexar al ex – virreinato el

territorio de Río Grande del Sur no es, evidentemente, simpático a la corona inglesa si

tenemos en cuenta la política del “Estado-tapón” que siguió Inglaterra para contener la

influencia tanto de las Provincias Unidas como de Brasil. Ignorando estas cuestiones,

Wiñazqui desecha la hipótesis de las huellas dactilares del Estado inglés en el cuerpo sin

vida de Moreno: “Es difícil ver el móvil. ¿Por qué habrían de matarlo los ingleses

cuando iba a comprarles armas? Además, Moreno se denominaba ‘un gran amigo de

Inglaterra en estas tierras’. Yo no tengo una posición tomada al respecto y me parece un

poco ligero tomarla…¡Sí Moreno era un aliado y cuando muere fue envuelto en una

bandera británica porque así era el rito!” [51]. Independientemente de la mortaja del

cuerpo de Moreno, que puede ser comparada con la bandera del imperio en territorio

apresado, para Inglaterra es más fácil y provechoso comerciar con varios mercados

emergentes fragmentados que con un solo mega-mercado emergente que logre imponer

al imperio una política unificada de precios y negocios desde una posición de poder

frente al “imperio amigo”. La insolencia de Moreno al disputarle territorio imperial a

Inglaterra puede ser expresada con la frase que Federico Chabod le dedica al César

Borgia que negocia con los enviados de la República Florentina entre los que está

Maquiavelo: SUPERIOR STABAT LUPUS [52] . El libre mercado puede practicarse

afirmado en una posición superior, como un lobo frente a otro, o desde mercados

fragmentados y aislados, como ovejas frente al lobo alfa. Moreno no dejaba dudas sobre

el tipo de amistad que deseaba con el imperio inglés.

Wiñazqui define el ethos revolucionario de Moreno a través de dos variables: el carácter

de representante o de “intelectual orgánico” del sector de hacendados y la dimensión

confesional radical de Moreno que se trasuntaría en la famosa amputación del contenido

religioso del Contrato Social de Rousseau. Estas dos variables que contienen o limitan

el ethos revolucionario son dispuestas por Wiñazqui en un círculo que impide la entrada

de elementos que pueden elevar el nivel revolucionario de Moreno: el antiesclavismo, la

oposición a la jerarquización de tipos humanos y la condena de la servidumbre y la

explotación indígena en Potosí. Para Wiñazqui, el “nuevo modelo económico” que se

estaba gestando podía permitirle a Moreno la defensa de la libertad de castas que

propone en el Plan y el ataque a la servidumbre indígena realizado desde el discurso

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jurídico en su Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios en general y

sobre el particular de Yanaconas y Mitayos de 1802. En este último caso, el sistema de

servidumbre indígena ya era, según Wiñazqui, una forma productiva obsoleta. Moreno

habría percibido el futuro agotamiento de la veta de Potosí y, de esta manera, podía

proclamar la abolición de la servidumbre indígena sin mayores problemas. Disentimos

con Wiñazqui dado que la abolición de la esclavitud no se realizó como si está hubiese

sido una simple rémora de un modo de producción perimido que pudiera ser arrojada

tras de sí por los sectores dominantes. Por esta razón el discurso morenista tiene validez

revolucionaria aunque esta pueda reducirse a una validez testimonial. Algunos datos que

pueden refutar la posición de Wiñazqui son los siguientes. El 25 de Mayo de 1813,

como conmemoración de lo ocurrido tres años antes, el cabildo de Buenos Aires

dispone el otorgamiento de la libertad a seis esclavos mediante la realización de un

sorteo que benefició a tres hombres y tres mujeres. La proclama de liberación

comenzaba diciendo: “Esclavos: porción miseranda de la sociedad, vais a poseer el don

inestimable de la libertad” [53]. Días después de este acto conmemorativo, los registros

notariales indican que los dueños de los esclavos fueron compensados monetariamente

por este acto de “generosidad”. Se les otorga la libertad pero no la ingenuidad y dicho

otorgamiento es una “gracia” o un “don” expresados por el sorteo y no un

restablecimiento de la condición de igualdad natural del hombre. Es decir, no es un

otorgamiento revolucionario sino más bien discrecional. La manumisión ya estaba

prevista en el derecho romano. Mediante un acto legal frente a un magistrado el esclavo

era convertido en libre y salía de la condición de potestad de DOMINUS o MANUS

[54]. El derecho indiano y las Partidas admiten también la manumisión, pero la

condición del liberto queda anclada constantemente al pasado. El manumitido, tanto en

la antigua Roma como en Iberoamérica, no quedaba situado al mismo nivel que el

hombre libre de nacimiento sino que permanecía en una condición social inferior, no

pudiendo ejercer los mismos oficios laborales que los hombres libres de nacimiento. Por

otra parte, los conceptos jurídicos clasificatorios que hacían referencia a ellos

recordaban su anterior condición: NEGRO LIBRE o LIBERTO [55]. Desde

Diocleciano se instituyo la “prerrogativa real de ‘acordar la ingenuidad’” [56] . El

ejercicio de esta prerrogativa implicaba una situación de excepcionalidad jurídica por

medio de la cual al liberto se le borraba su pasado de esclavo y se le consideraba como

si hubiese nacido libre. En el régimen revolucionario y pos- revolucionario no se

elimina de cuajo la esclavitud otorgando la ingenuidad: el ex – esclavo quedaba

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sometido a un régimen de patronato por el cual debía servir en el ejército, en la

construcción de obras públicas, en el ámbito doméstico o en las chacras y en las

estancias por un plazo de entre cuatro y ocho años que podía ampliarse en la práctica

[57] . Lo que Wiñazqui no parece tener en cuenta es que el desarrollo de una economía

capitalista y de un régimen republicano y pos- revolucionario fue perfectamente

compatible con formas de servidumbre que aseguraran el status de las familias patricias,

los brazos que empuñaran el fusil para el ejército y la mano de obra para el laboreo

agrícola y pingues ganancias en lo que podríamos llamar operaciones de bolsa. Al igual

que para los libertos de la libertad de Vientres, los patronos podían traspasar (cual

acción SUBPRIME) a favor de otro individuo el derecho de patronato. Las fuentes

documentales indican que el precio de los libertos aumentaba en cada transacción

teniendo como variables independientes la edad y el período de sujeción que todavía

debían cumplir. Esta situación no pudo modificarse con un decreto del gobierno que

ordenaba tomar “las providencias necesarias para evitar aquellos abusos” [58]. El

liberto en relación de servidumbre es una mercancía más en el marco de la

gestación de las nuevas relaciones económicas y políticas; por esta razón, las

disposiciones abolicionistas del Plan no deben ser consideradas como meras

declamaciones acordes a un sistema capitalista de libre mercado dado que los

esclavos también se pueden intercambiar libremente. Este tipo de disposiciones

deben ser analizadas en función de las necesidades del nuevo régimen centradas en

transformar a la liberación de esclavos en una colectora de mano de obra militar y

laboral y también analizadas en función del ethos iluminista revolucionario por el

cual la abolición de la esclavitud es un fin en sí misma.

5. Conclusión

En las páginas precedentes se intentó deconstruir aquellos discursos que le restan

originalidad y especificidad a los movimientos independentistas latinoamericanos, en

especial al originado en el Virreinato del Río de la Plata. La fuente principal de la que

manan estos discursos se encuentra en una actitud epistémica básica: considerar al

desarrollo del capitalismo central como un desarrollo NECESARIO. Es decir,

considerar a la dinámica cultural y económica promovida por el sistema cíclico de

acumulación capitalita descripto desde Marx hasta Giovanni Arrighi y David Harvey

pasando por Fernand Braudel como un desarrollo inexorable. Los sucesivos centros

organizadores de la expansión del capital de cada ciclo siendo de “mayor alcance, escala

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y complejidad” que sus precedentes han necesitado del cumplimiento de la lógica

hobbesiana expresada por Hannah Arendt en “Los Orígenes del Totalitarismo” al

indicar que la insistencia de Hobbes en conceptualizar al poder como motor de las

relaciones humanas “provenía de la proposición teóricamente indiscutible de que una

acumulación sin fin de propiedad debe basarse en una acumulación sin fin de poder”.

Ahora bien, es posible ver como un elemento importante de dicha acumulación a lo que

Sylvia Wynter llama una situación de FALTA, es decir, la creación de un OTRO

incompleto a los efectos de constituir acabadamente una razón (hobbesiana) universal

que se identifique así misma como plena de verdad y sentido. Desde esta perspectiva,

podemos pensar que los análisis del pensamiento revolucionario latinoamericano que

conceptualicen al mismo como una mala o buena copia del “desarrollo necesario” del

occidente central lo sitúan, por esta misma operación, en el lugar de la otredad, de lo

inacabado, defectuoso e incompleto. Esta operación intelectual sobre el objeto de

estudio oculta especificidades divergentes de los procesos políticos, científicos y

económicos de las sociedades no europeas y no estadounidenses. Permítaseme ahora

desarrollar una analogía. En el marco de las variables escritura-lengua hablada y

dinámica evolutiva existen al menos dos grandes enfoques epistémicos. Por un lado se

encuentra Harald Haarmann que plantea una evolución lineal de la escritura desde la

Cultura Vinca (o lo que Gimbutas llama Antigua Europa) en el VI milenio A.C hasta el

alfabeto romano utilizado por nosotros. Así mismo, en esta evolución lineal la escritura

se subordina al lenguaje hablado limitándose a asociar símbolos gráficos con signos

linguísticos [59]. De esta manera se mantiene la relación saussureana entre sistema de

escritura y lengua hablada. Desde el otro enfoque, Lois-Jean Calvet plantea que esta

linealidad evolutiva, el mismo concepto de evolución y la relación de subordinación de

la escritura al habla deja fuera del foco analítico a las escrituras no alfabéticas de índole

ideográfica o pictográfica que pueden plantear (desde un grado de complejidad tan alto

como el de la escritura alfabética) una relación diferente entre escritura y habla y

desocultar un campo semiótico amplio y diverso con respecto a las escrituras

occidentales [60]. Así como los estudios sobre la escritura deben desplazarse a este

campo aún poco explorado, es necesario cambiar el “sistema de escritura alfabética”

que registra el pensamiento y la acción política latinoamericana. En estas últimas se

encuentra otro tan denso y amplio como el OTRO pictográfico e ideográfico. Cuando la

“oralidad revolucionaria” norteamericana y europea cometen “errores” sintácticos y

semánticos tales como excluir de los beneficios materiales y jurídicos de la revolución a

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los grupos no blancos y no occidentales, dichos errores se pasan por alto y no son

transcriptos en este sistema de notación. Por otra parte, los mejores momentos de la

oralidad revolucionaria situada más allá del Río Bravo que sugieren una escritura

“pictográfica” o “ideográfica” o una sintaxis revolucionaria antiesclavista en clave

alfabética anterior y más radical que no tuvieron la sintaxis francesa y norteamericana

son ignorados o, en el peor de los casos, interpretados como meros sonidos guturales

más allá del NOMOS griego. Por otra parte, las especificidades sintácticas y semánticas

de nuestros movimientos independentistas tendrán sus “errores” o problemas

específicos también divergentes y originales con respecto al canon norteamericano y

europeo. El estudio de documentos como el Plan de Operaciones nos sumerge en las

posibilidades potenciales de la Revolución de Mayo. Nos sugiere un cauce paralelo, no

transitado aún, para el que se necesita un nuevo sistema de escritura original y

autónoma.

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[14] Ordenanza Nº1. En Miguel Molina Martínez. Página 1026.

[15] Miguel Molina Martínez. Op.cit.

[16] Miguel Molina Martínez. Opcit. Página 1020.

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[21] Platón. Op.cit. Libro VII.

[22] Pasquali. Op.cit. Página 172.

[23] Pasquali. Op.cit Página 173.

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[28] Giorgio Agamben. Op.cit. Página 63.

[29] Giorgio Agamben. Op.cit.

[30] Balladore-Palleri. 1970. en Giorgio Agamben. Op.cit. Página 68.

[31] Tito Livio. Décadas de la historia romana. Joaquín Gil Editor. Buenos Aires. 1944.

[32] Giorgio Agamben. Op.cit.

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[34] Miguel Wiñazqui. 2010. Página 232.

[35] Nicolás Shumway. La invención de la Argentina. Historia de una idea.EMECÉ. Buenos Aires.

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[36] Mariano Moreno. 2009. Artículo 1º inciso 18. Páginas 71 y 72.

[37] Marvin Harris. 1985.

[38] Mariano Moreno. Op.cit. Artículo 1º inciso 19. Página 72.

[39] Diego Beltrán. 2010. Páginas 79-97.

[40] Diego Beltrán. 2009. Páginas 79-97.

[41] Mariano Moreno. 2009. Introducción.

[42] Federico Chabod. Escritos sobre Maquiavelo.FCE. México.1994. Páginas 30-31.

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[44] Diego Beltrán. 2003. Capítulo I. Página 49.

[45] Mariano Moreno. 2009. Introducción. Páginas 58 y 59.

[46] Hernán Di Nucci. Diccionario de Mitología. Pluma y Papel. Buenos Aires. 2007. Página 81.

[47] Miguel Wiñazqui. 2007. Página 8.

[48] Mariano Moreno. 2009. Artículo 4º. Inciso 7º.

[49] Mariano Moreno. Op.cit. Artículo 6º. Incisos 1º,2º,3º,4º, 5º, 9º, 10º y 11º.

[50] Miguel Wiñazqui. 2010. Páginas 230-251.

[51] Federico Chabod. 1994.

[52] Liliana Crespi. Ni esclavo ni libre: El Status del Liberto en el Río de la Plata desde el período

indiano al republicano. En Silvia Mallo e Ignacio Telesca. S.B. Buenos Aires. 2010. Página 22.

[53] Liliana Crespi. Op.cit.

[54] Liliana Crespi. Op.cit.

[55] Liliana Crespi. Op.cit. Página 22.

[56] Liliana Crespi. Op.cit.

[57] Liliana Crespi. Op.cit. Página 32

[58] Liliana Crespi. Op.cit. Página 32.

[59] Harald Haarmann. Historia Universal de la escritura. Gredos. Madrid. 2001.

[60] Lois-Jean Calvet. Historia de la Escritura. De Mesopotamia hasta nuestros días. Barcelona.

Paidós. 2001

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