Upload
david-fernando-tirado-ariza
View
227
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
1/295
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
2/295
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
3/295
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
4/295
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
5/295
Título original: Das versprechenFriedrich Dürrenmatt, 1957Traducción: Xandru FernándezRetoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: TitivillusePub base r1.2
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
6/295
DENTRO DEL RELOJ DECUCO
Son conocidas las líneas que Orson Wellentrodujo en el guión de El tercer hombre: «Etalia, durante treinta años bajo los Borgiauvieron guerras, terror, asesinatos
derramamiento de sangre, pero también tuvieron
Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y eRenacimiento. En Suiza, tuvieron amor fraternauvieron quinientos años de democracia y paz. ¿Y
cuál fue el resultado? El reloj de cuco»[*].
Sabemos que Friedrich Dürrenmatt compartíaal menos en parte, el diagnóstico de Welles. Agual que H., el cínico narrador de La promesa
Dürrenmatt parece hasta tal punto asqueado de u
Estado tan sumamente organizado que procur
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
7/295
garantizarse a sí mismo un entorno de desordedonde pensar. La práctica totalidad de su obrdramática gira en torno al equívoco fundacional d
una civilización presa de pulsiones de muerte voluntades de poder tan anárquicas comndispensables para el sostenimiento de l
maquinaria estatal. A diferencia del otro gradramaturgo suizo del siglo XX, Max FrischDürrenmatt jamás se apasiona con ninguno de lodeales humanos. El origen de esta novela, Lromesa, es un ejemplo.
En 1957, Dürrenmatt recibió el encargo d
escribir un relato, susceptible de convertirse epelícula, sobre un tema de interés cívico: laagresiones sexuales contra niños. Lo hizodesarrolló una trama detectivesca a partir de
descubrimiento del cadáver de una niña y a travéde las vicisitudes de la investigación policial. Esprimer borrador de La promesa fue llevado a lpantalla bajo la dirección de Ladislao Vajda. L
película, una coproducción hispano-suiza, se titul
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
8/295
l cebo (Es geschah am hellichten Tag). PerDürrenmatt no se detuvo ahí. Siguió escribiendo«Me interesa dejar claro», escribiría algún tiemp
después, «que la película se corresponde en lesencial a mi intención», no obstante lo cual lnovela transcurre por otros derroteros: «una veacabado el guión, yo seguí trabajando en mhistoria. Retomé la fábula otra vez y me leplanteé desde otro punto de vista, ya no ta
pedagógico. En cierto sentido, el tema dedetective fracasado se convirtió en una crítica duna de las estructuras típicas del siglo XX, lo qu
me alejó necesariamente del propósito original da película como trabajo de equipo».
El núcleo de la novela, al igual que el de lpelícula, lo constituye el hallazgo del cadáver d
una niña en un bosque. Una niña vestida de rojocomo Caperucita, degollada por alguna especie dLobo Feroz que el comisario Matthäi prometencontrar y dar caza. En cierto sentido, tod
ranscurre en medio de una atmósfera de cuento d
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
9/295
hadas sórdido y grotesco, y la propia investigaciópolicial termina plegándose a las reglas de lmaginación infantil. La lógica se tambalea bajo e
peso de lo absurdo, y el más lógico de lohombres, el disciplinado y racionalista Matthäufre en su propia carne los dolores del sinsentido
Matthäi experimenta algunas de las reglas quDürrenmatt explicitó en Los físicos compresupuestos de su obra dramática: «La conclusióógica de una historia se logra cuando lo
acontecimientos toman el peor giro posible»; «Epeor giro posible de los acontecimientos no pued
preverse. Se da como resultado de la casualidad»«Cuanto mayor es la precisión con que lohombres planean sus acciones, más sorprendentes el efecto de verlos afectados por l
casualidad»; por último, la escéptica lucidez deescritor consciente de la inutilidad de su obra«Cualquier intento de una persona de resolver poí sola un problema que concierne a todos est
condenado al fracaso».
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
10/295
Lo que había comenzado como una obrdidáctica, destinada a que la sociedad suizomara conciencia de un grave problema, derivó
en la novela, en un ácido comentario al pie de lpágina del abúlico Estado suizo. Pero Matthäi nes, ni mucho menos, un personaje alegórico, ampoco una caricatura del funcionario ideal de l
democracia ideal. Matthäi es un ser de carne hueso, una de esas creaciones geniales de literatura que se resisten a ser despachada
categóricamente. «Era tan tenaz e infatigable quodo lo que hacía parecía aburrirle, hasta que s
vio envuelto en un caso que de repente lapasionó»: así le describe H., el cínico, edegustador de albóndigas, el Virgilio dDürrenmatt en su viaje de invierno. Un hombre as
un perseguidor tan incansable como el comisariMatthäi, pide, más bien exige una presa a su alturaun criminal de mente prodigiosa, alguien capaz desconderse bajo la forma de un «gigante de lo
erizos»: si Matthäi no cree en la culpabilidad de
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
11/295
principal sospechoso, un torpe buhonero, es caspor motivos estéticos, y también por un elevadconcepto de sí mismo.
En La promesa hay mucho del mejor teatro dDürrenmatt, personajes tan fascinantes como lClara Zachanassian de La visita de la vieja damadiálogos tan ágiles como los de Los físicos digresiones tan sorprendentes como aquellas de Ematrimonio del señor Mississippi donde locadáveres volvían a la vida para explicar apúblico la verdadera razón de que hubiesemuerto. Al mismo tiempo, es una estupenda novel
policíaca, aunque uno de sus propósitos sea el dmofarse de la novela policíaca como tal, e inclusde la novela en general. No es exageración dprologuista, ni síndrome de Estocolmo d
raductor. Digamos que lo prometo.
Xandru FernándeXixón, 21 de septiembre de 200
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
12/295
LA PROMESA
Réquiem por la novela policíaca
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
13/295
1
El pasado mes de marzo tuve que pronunciar, anta Sociedad Andreas-Dahinden de la ciudad d
Chur [1] una conferencia sobre el arte de escribnovelas policíacas. Llegué en tren, al anocheceentre nubes bajas y una deprimente nevisca. Habíhielo por todas partes. El evento se celebraba e
el salón de la Asociación de Comerciantes. Nhabía mucho público, puesto que aquella mismarde, en el aula magna del instituto, disertab
Emil Staiger [2] sobre el Goethe tardío. Nadie s
encontraba en su salsa aquella noche, ni siquiero, y la mayoría de los asistentes abandonaron ealón antes de que mi intervención hubies
concluido. Mantuve una breve charla con algunomiembros de la junta directiva, con dos o tre
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
14/295
profesores de instituto que también habríapreferido al Goethe tardío, así como con uncaritativa señora, presidenta honorífica de l
Asociación de Empleadas del Hogar de la SuizOriental, y luego me retiré, una vez cobrados mihonorarios y mis dietas de viaje, al hoteSteinbock, cerca de la estación, donde me habíaproporcionado alojamiento. Pero también aqudesolación.
Aparte de una revista alemana de economía de algunos Weltwoche[3] atrasados, no habíninguna otra lectura a mi alcance con la que evita
el inhumano silencio del hotel y el consiguientemor de quedarme dormido y no volver
despertarme. La noche sin tiempo, espectral. En eexterior había dejado de nevar, no había ningú
movimiento, las farolas ya no oscilaban, ningunáfaga de viento, ningún paseante, ningún anima
nada, sólo una vez llegó de la estación un lejanañido. Me fui al bar a tomarme un whisky. Apart
de la anciana señora que atendía el local, habí
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
15/295
allí otro hombre que se me presentó casi sin darmiempo a tomar asiento. Se trataba del doctor H
ex comandante de policía del cantón de Zurich, u
hombre alto y fuerte, de modales pasados de modacon una cadena dorada de reloj cruzándole echaleco, algo difícil de ver hoy en día. A pesar du edad, todavía tenía negro el nudoso cabello
espeso el bigote. Estaba sentado junto a la barra euno de los altos taburetes, bebiendo vino tintofumándose un Bahianos y dirigiéndose a la señordel bar por su nombre de pila. Hablaba en voz mualta y con gestos enérgicos, un hombre si
emilgos que me atraía al mismo tiempo que mepelía. Cuando ya eran cerca de las tres y ya otro
cuatro Johnnie Walker habían seguido al primeroe ofreció a llevarme a Zurich a la mañan
iguiente en su Opel Kapitän. Puesto que yo sólconocía muy superficialmente la región de Chur, en general toda aquella parte de Suiza, acepté lnvitación. El doctor H. había venido al cantón d
os Grisones[4]
en calidad de miembro de un
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
16/295
comisión federal y, al ver retrasado su regreso poculpa del mal tiempo, había asistido a mconferencia, aunque no habló mucho de ello, sól
en una ocasión dijo: —Su forma de hablar en público es bastantconfusa.
A la mañana siguiente nos pusimos en marchaPara poder dormir un poco, me había tomado aamanecer dos Medomin, y estaba como paralizado
o había mucha claridad, a pesar de que ya era ddía desde hacía varias horas. En alguna partesplandecía un trozo de cielo de color metálico
El resto eran nubes que se arrastraban lánguidapesadas, llenas aún de nieve; el invierno parecíno querer abandonar aquella parte del país. Lciudad estaba rodeada de montañas que, si
embargo, no tenían nada de majestuoso sino quparecían montones de tierra, como si alguiehubiese excavado una enorme tumba. TambiéChur, según parecía, estaba hecha de piedra, gri
con grandes edificios administrativos. Se me hací
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
17/295
ncreíble que allí creciesen viñas. Intentamoentrar en el casco viejo, pero aquel voluminosautomóvil nos hacía perder el rumbo, encajándos
en estrechos callejones sin salida y vías ddirección única, y obligándonos a hacedificultosas maniobras para salir de aquellmaraña de edificios; para colmo de males, epavimento estaba helado, así que nos alegramos adejar atrás finalmente la ciudad, a pesar de nhaber visto propiamente nada de aquella antiguede episcopal. Era como una huida. Empezaba
adormecerme, aburrido y hecho polvo; ant
nosotros pasó un valle nevado y sombrío, cubiertde nubes bajas, tieso de frío. No sé qué longituendría. Nos aproximábamos a una aldea grandeal vez una ciudad pequeña, a la expectativa
cuando de pronto todo se llenó de sol, de una luan potente y cegadora que las superficies nevada
empezaron a fundirse. Se alzaba del suelo unblanca neblina que se apelmazaba de un mod
extraño sobre los campos nevados y que de nuev
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
18/295
me privó de ver el valle. Se esfumó como en umal sueño, como un hechizo, como si yo nhubiese nunca debido conocer aquel país n
aquellas montañas.Volvió el cansancio, junto con el irritantcrepitar de la gravilla con que estaba cubierta lcarretera; el coche patinó un poco al cruzar upuente; después, un transporte militar; eparabrisas estaba tan sucio que el limpiaparabrisas no lograba aclararlo. H. iba al volanthuraño, hundido en sí mismo, concentrado en ldificultosa calzada. Me arrepentía de habe
aceptado la invitación y maldecía el whisky y eMedomin. Sin embargo, la cosa fue mejorandpoco a poco. El valle se hizo de nuevo visible, adoptó también un aspecto más humanizado
Granjas esparcidas por doquier, aquí y allpequeñas fábricas, todo limpio y miserable, lcarretera ahora sin nieve ni hielo, sólo brillante dhumedad pero más segura, así que era posible ir
una velocidad más apropiada. Las montañas s
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
19/295
habían ensanchado, ya no eran oprimentes, y nodetuvimos en una gasolinera.
La casa impresionaba de un modo singular, ta
vez porque destacaba en aquel entorno tan limpio an suizo. Era siniestra, empapada de humedadarroyos descendían por sus muros. La mitad de lcasa era de piedra, la otra mitad un establo cuyaparedes de madera estaban cubiertas de carteleanunciadores a lo largo de la carreteraaparentemente desde hacía mucho tiempo, pues shabían formado estratos de carteles unos sobrotros: Burrus Tabake, también para pipa
modernas, beba Canada Dry, Sport Mint, Vitaminechocolate con leche Lindt, etcétera. En el paneuperior había uno de tamaño gigante: neumático
Pirelli. Los dos surtidores se hallaban delante d
a mitad de piedra de la casa, sobre un pavimentdesigual y mal alquitranado; todo parecídesvencijado, a pesar incluso del sol, que ahorparecía lucir casi punzante, malévolo.
—Bajemos —dijo el ex comandante, y y
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
20/295
obedecí, sin comprender qué se proponía percontento de respirar aire puro.
Junto a la puerta abierta, sentado en un banc
de piedra, había un viejo. No se había afeitado navado, llevaba una chaqueta de color claro, suci remendada, y pantalones oscuros, brillantes d
grasa, que una vez habían formado parte de umoking. Calzaba unas zapatillas viejas. S
hallaba ensimismado, como ido, y olía desde lejoa aguardiente. Absenta. Alrededor del banco, easfalto estaba cubierto de colillas que flotaban ea nieve derretida.
—Muy buenas —dijo el comandantúbitamente incómodo, o eso me pareció—. Lleno
por favor. Súper. Y limpie el parabrisas. —Después se dirigió a mí—: Entremos.
Sólo en ese momento me fijé en que, sobre lúnica ventana visible, pendía una placa de metaoja, el cartel anunciador de una posada, y sobre l
puerta podía leerse: Casa Rosa. Atravesamos u
ucio pasillo. Hedor de aguardiente y de cerveza
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
21/295
El comandante abría paso y abrió una puerta dmadera que evidentemente le era conocida. Eocal era miserable y oscuro, con algunas mesa
baratas y bancos, recortes de revistas con estrellade cine pegados en las paredes; la emisora dadio austríaca transmitía un informe económicobre el Tirol, y detrás del mostrador, camperceptible, estaba de pie una esmirriada muje
Vestía una bata, fumaba un cigarrillo y limpiabvasos.
—Dos cafés con leche —pidió el comandanteLa mujer se puso a prepararlos, y de l
habitación contigua salió una camarera desaliñada la que le calculé aproximadamente treinta años.
—Tiene dieciséis —zumbó el comandante.La muchacha nos sirvió los cafés. Vestía un
falda negra y una blusa blanca a medio abotonabajo la cual no llevaba nada; no se había lavado lcara. Sus cabellos eran rubios como una vez lhabían sido también los de la mujer del mostrado
estaban revueltos.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
22/295
—Gracias, Annemarie —dijo el comandante, dejó el dinero sobre la mesa. La muchacha nespondió ni devolvió el agradecimiento. Bebimo
en silencio. El café era horrible. El comandantencendió un Bahianos. La emisora austríacnformaba ahora sobre los niveles de agua y l
muchacha deambulaba por la habitación de aado, donde se vislumbraba algo blanquecino
aparentemente una cama sin hacer. —Vámonos —sugirió el comandante.Una vez fuera, pagó después de echar u
vistazo al surtidor. El viejo había puesto l
gasolina y limpiado el parabrisas. —Hasta la próxima —dijo el comandante
modo de despedida, y otra vez se me hizo patentu incomodidad; tampoco esta vez respondió e
viejo, sino que se sentó de nuevo en su banco y shundió en sí mismo, alienado, vencido. Pero ecuanto llegamos junto al Open Kapitän y novolvimos de nuevo, el viejo cerró los puños, lo
agitó y, jadeando, soltó un brusco chorro d
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
23/295
palabras, su rostro transfigurado de infinitconvicción:
—Yo sigo esperando, yo sigo esperando, é
vendrá, él vendrá.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
24/295
2
—Para ser sincero —comenzó el doctor H. máarde, cuando nos preparábamos para entrar en e
paso de Kerenzer [5] (la carretera estaba heladotra vez, y por debajo de nosotros se extendía eago Walen[6], refulgente, gélido, inalcanzable
había vuelto a instalarse en mí la plomiza fatig
del Medomin, el recuerdo del regusto del whiskyel sentimiento de deslizarse en un sueño sin fin in sentido)—, para ser sincero, nunca me halamado mucho la atención las novelas policíaca
lamento que tampoco usted esté familiarizadcon ellas. Una pérdida de tiempo. Fue agradablescuchar su conferencia de ayer; dado que lopolíticos han fracasado de una manera tan gratuit—y yo debo saberlo, soy uno de ellos, miembr
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
25/295
del consejo nacional, como usted sabe (yo no labía, escuchaba su voz como desde lejo
fortificado detrás de mi modorra, y no obstant
alerta como un animal en su madriguera)—, lgente espera que al menos la policía sepa tener emundo bajo control, mientras que yo por mi partno puedo imaginarme una esperanza máasquerosa. Por desgracia, en todas esas historiade crímenes subyace aún un fraude mayor. Y coesto ni siquiera aludo al hecho de que en ellas locriminales encuentran su castigo. Pues esohermosos cuentos han de ser moralistas a la fuerza
Pertenecen al tipo de las mentiras necesarias parmantener el orden social, casi como un refrápiadoso: el crimen no vale la pena —mientras quólo se necesita observar la sociedad humana par
descubrir la verdad sobre ese punto—; todo espuedo dejarlo pasar, aunque sea como un acuerdcomercial, pues todo público y todo contribuyentiene derecho a sus héroes y a sus happy end ,
anto nosotros los policías como ustedes lo
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
26/295
escritores nos hemos comprometido proporcionárselos. No, me irrita mucho más lcuestión del argumento en sus novelas. Aquí e
fraude es enorme y descarado. Ustedes construyeus argumentos sobre la base de la lógica, como eel ajedrez: aquí el criminal, aquí la víctima, aquel confidente, aquí el beneficiario; basta con que edetective conozca las reglas y revise la partida, a tiene cazado al criminal y ha logrado que triunfa justicia. Esa ficción me pone nervioso. Lealidad se las arregla con la lógica sólo a media
Al mismo tiempo, lo admito, nosotros los policía
estamos obligados a proceder de acuerdo con lógica, de un modo científico; pero los factore
disonantes que entran en juego son tan frecuenteque muy a menudo es la pura suerte o el azar l
que decide la partida a nuestro favor. O en contrnuestra. Sin embargo, en sus novelas el azar nuega ningún papel, y, si algo tiene la apariencia d
azar, al final resulta ser el destino o l
providencia; ustedes los escritores siempre acaba
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
27/295
por mandar a paseo la verdad con sus regladramáticas. Al diablo con esas reglas. Loacontecimientos no se ajustan a una regla d
medida, puesto que no conocemos todos lofactores necesarios, sino sólo unos pocos, lmayoría de ellos secundarios. También lo azarosoo incalculable, lo inconmensurable, juegan u
papel, y un papel demasiado grande. Nuestraeyes se basan sólo en la verosimilitud, en l
estadística, no en la causalidad; son sólaplicables a lo general, no a lo particular. Lparticular está más allá de los cálculos. Nuestro
ecursos criminalísticos son insuficientes, y cuantmás los ampliamos, más insuficientes se vuelveen el fondo. Pero eso les trae sin cuidado a ustedeos escritores. Nunca intentan vérselas con un
ealidad que se nos escapa una y otra vez, sino qucrean un mundo más manejable. Ese mundo podrer perfecto, es posible, pero es una trola. Deje
en paz la perfección si quieren avanzar hacia la
cosas mismas, hacia la realidad, como les incumb
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
28/295
a los hombres, en lugar de quedarse sentadoentreteniéndose con inútiles ejercicios de estiloPero vamos al asunto.
Esta mañana se ha llevado usted variaorpresas. La principal de ellas, creo yo, mdiscurso: un ex comandante de policía del cantóde Zurich debería mantener puntos de vista mámoderados, pero yo soy viejo y no me haglusiones. Sé muy bien que todos somos mu
problemáticos, que nuestras capacidades sopequeñas, que nos equivocamos fácilmente, perambién sé que a pesar de todo debemos actua
aun cuando corramos el riesgo de actuar de formequivocada.
También debe de haberse sorprendido cuandhace un rato me he detenido en esa gasoliner
deplorable, y quiero confesarle por qué: eamentable despojo borracho que nos llenó e
depósito fue una vez mi hombre más competenteDios es testigo de que algo sé de mi oficio, per
Matthäi era un genio, y mucho mejor que ningun
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
29/295
de los detectives de sus novelas.Ocurrió hace casi nueve años —prosiguió H
—, después de haber adelantado un camión de l
compañía Shell. Matthäi era uno de mcomisarios, o mejor, uno de mis tenientes, pues ea policía cantonal utilizábamos terminologí
militar para designar cada rango. Era doctor ederecho, igual que yo. Se había doctorado eBasilea, su ciudad natal, y se le apodaba, primeren ciertos círculos que se relacionaban con é«profesionalmente», pero después también entrnosotros, Matthäi Jaquemate[7]. Era un hombr
olitario, siempre puntilloso en el vestimpersonal, formal, carente de relaciones, que n
fumaba ni bebía, pero que dominaba su oficio dforma dura e implacable, tan odioso como exitoso
unca llegué a entenderle del todo. Sólo a mí mcaía bien, porque me gustan los hombrenteligentes, aun cuando también a mí su falta dentido del humor me atacaba los nervios
menudo. Su ingenio era prodigioso, pero a l
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
30/295
manera de nuestra tierra, con una estructurdemasiado sólida y sin sentimientos. Era uhombre de organización, que manejaba el aparat
de la policía como una regla de medir. No estabcasado, nunca hablaba de su vida privada ampoco la tenía. En su cabeza no cabía otra cos
que su trabajo, que desempeñaba como ucriminalista de manual, pero sin pasión. Era taenaz e infatigable que todo lo que hacía parecí
aburrirle, hasta que se vio envuelto en un caso qude repente le apasionó.
Por aquel entonces el doctor Matthäi s
encontraba en la cima de su carrera. En edepartamento le ponían algunas pegas. El consejde gobierno tenía que decidirse sobre mubilación y, por consiguiente, también sobre quié
ería mi sucesor. Sólo Matthäi se hallaba econdiciones de ser tenido en cuenta. Sin embargoen la decisión final pesaron objeciones que npodían pasarse por alto. No era sólo que Matthä
no perteneciera a partido alguno, sino que tambié
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
31/295
nuestro equipo habría puesto dificultades. Pero pootro lado se planteaba la objeción de cómdesaprovechar a un funcionario tan eficiente; po
o cual vino como caída del cielo la solicitud quel Estado jordano hizo a la Confederación parenviar a un experto a Amán con el cometido deorganizar la policía de allí: Matthäi fue lugerencia de Zurich y fue aceptada tanto po
Berna como por Amán. Todo el mundo respiraliviado. También a él le alegró la decisión, nólo por motivos profesionales. Él era po
entonces un cincuentón: un poco de sol de
desierto le haría bien; estaba ilusionado con lpartida, con volar por encima de los Alpes y deMediterráneo, y pensaba en un adiós definitivopuesto que insinuaba que a su vuelta se trasladarí
a Dinamarca con su hermana, que vivía allí trahaber enviudado. Y estaba ocupado precisamenten recoger su mesa de despacho en la sede de lpolicía cantonal, en la Kasernenstrasse[8], cuand
onó el teléfono.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
32/295
3
Sólo a duras penas logró Matthäi entender econfuso relato —siguió contando el comandante—
Era uno de sus antiguos «clientes», un buhonerlamado Von Gunten, que llamaba desd
Magendorf, un villorrio en los alrededores dZurich. Matthäi no sentía ninguna inclinación
ocuparse de aquel caso en su último día en lKasernenstrasse, ya tenía el billete de avión y lpartida sería dentro de tres días. Pero yo estabausente, en una conferencia de comandantes d
policía, y no estaba previsto que regresara dBerna antes del anochecer. Había que procedeescrupulosamente, la inexperiencia podíarruinarlo todo. Matthäi telefoneó al puesto dpolicía de Magendorf. Era hacia finales de abri
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
33/295
en la calle rugía el aguacero, el föhn[9] habíalcanzado la ciudad, pero aún persistía edesesperante y pernicioso calor que apenas te dej
espirar.El oficial Riesen contestó al teléfono. —¿Llueve también en Magendorf? —pregunt
Matthäi de entrada, malhumorado, a pesar de qua respuesta era fácil de adivinar, y su semblante volvió más sombrío. Después dio instruccione
para que custodiaran discretamente al buhonero eEl Ciervo.
Matthäi colgó.
—¿Ha ocurrido algo? —preguntó cocuriosidad Feller, que ayudaba a su jefe con lmudanza. Equivalía a transportar una biblioteccompleta que se hubiera acumulado poco a poco.
—También está lloviendo en Mägendorf —espondió el comisario—. Avise al coche patrulla
—¿Asesinato? —La lluvia es una cochinada —murmur
Matthäi por toda respuesta, indiferente al ofendid
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
34/295
Feller.Con todo, antes de reunirse en el coche con e
fiscal y el teniente Henzi, que le aguardaba
mpacientes, hojeó el expediente de Von Cunten. Ehombre tenía antecedentes. Abusos sexuales contruna chica de catorce años.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
35/295
4
Pero la orden de custodiar al buhonero resultó uerror que de ningún modo podía haberse previsto
Mägendorf constituía una comunidad pequeñaCasi todos allí eran campesinos, aunque tambiéhabía algunos que trabajaban en plantandustriales, en el valle, o en la cercana fábrica d
adrillos. Había ciertamente algunos «urbanitasque vivían allí, dos o tres arquitectos, un escultoclasicista, pero ninguno de ellos jugaba ningúpapel en la vida del pueblo. Todos se conocían,
casi todos estaban emparentados unos con otroEl pueblo mantenía una relación conflictiva con lciudad, si bien no de forma oficial, sí de manerarvada; pues los bosques que rodeaba
Mägendorf pertenecían a la ciudad, un hecho de
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
36/295
que ningún magendorfiano decente se daba poenterado, lo cual inquietaba a las autoridadeforestales, que durante años reivindicaron
finalmente consiguieron que se creara eMägendorf un puesto de policía. A esto se añadía circunstancia de que cada domingo lo
habitantes de la ciudad fluían en oleadas avillorrio, anexionándoselo, y El Ciervo atraía muchos también por la noche. Teniendo en cuentodo esto, el policía allí destinado debí
comprender bien su oficio, que por lo demáconsistía en caerle bien a la gente. Es
comprensión se abrió paso en seguida en la mentdel agente Wegmüller cuando le destinaron allProcedía de una familia campesina, bebía mucho ataba corto a los magendorfianos; cierto es qu
mediante tantas concesiones que habría debido dntervenir yo personalmente, pero vi en él —u
poco constreñido también por la falta de persona— un mal menor. A cambio de paz, dejé
Wegmüller tranquilo. Sin embargo, cuando é
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
37/295
estaba de vacaciones, sus sustitutos lo pasabafrancamente mal. A ojos de los magendorfianos nhacían nada a derechas. Si bien el furtivismo y e
obo de madera en las zonas forestales, así comas peleas en el pueblo, pertenecían a la leyenddesde la ya lejana coyuntura favorable, lradicional resistencia a la autoridad hervía en l
población. Esta vez Riesen lo teníparticularmente difícil. Era un chaval sin maliciafácil de ofender y sin sentido del humor, que nestaba a la altura de las continuas bromas de lomagendorfianos y era demasiado sensible inclus
para un lugar normal. Se había vuelto invisible pomiedo a la población, y había prescindido de locontroles y las salidas de servicio. En talecircunstancias debió de resultarle imposibl
vigilar al buhonero sin llamar la atención. Laparición del policía en El Ciervo, un lugar que éolía evitar con recelo, equivalía de antemano a u
gran escándalo. Riesen se comportaba además d
un modo tan condescendiente hacia el buhoner
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
38/295
que los campesinos, intrigados, enmudecieron depente.
—¿Café? —preguntó el dueño del hotel.
—No —respondió el policía—, estoy dervicio.Los campesinos clavaron la vista en e
buhonero con curiosidad. —¿Qué ha hecho? —preguntó un anciano. —No ha hecho nada.El bar era pequeño y estaba lleno de humo, un
caverna de madera, calurosa y opresiva, y siembargo el dueño del hotel no había encendid
ninguna luz. Los campesinos estaban sentados antuna larga mesa, unos bebiendo vino blanco, otrocerveza, reducidos a sombras recortadas en locristales plateados de las ventanas, contra lo
cuales golpeaba la lluvia y resbalaba formandarroyuelos. En alguna parte el ruido de un futbolínEn alguna parte el tintineo y los golpes de unmáquina tragaperras.
Von Gunten bebía aguardiente. Temblaba
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
39/295
Estaba sentado en un rincón, con el brazo derechapoyado en el asa de su canasta, y esperaba. Lparecía llevar varias horas allí. Todo era aburrid
silencioso, pero también amenazador. En laventanas iba aclarando, la lluvia amainaba, y dpronto ya hacía sol otra vez. Sólo el vientcontinuaba aullando y sacudiendo las paredes. VoGunten se alegró cuando finalmente aparecieroos coches en el exterior.
—Venga —dijo Riesen, levantándose. Salieroos dos. Delante del establecimiento esperaban unimusina oscura y un gran coche patrulla; le
eguía una ambulancia. La plaza del pueblo estabbañada de una luz deslumbrante. Junto a la fuenthabía dos chicos de cinco o seis años, una niña un niño, la niña con una muñeca bajo el brazo. E
niño con un látigo pequeño. —¡Siéntese junto al conductor, Von Gunten! —
ordenó Matthäi desde la ventana de la limusina, después, cuando el buhonero hubo tomado asiento
volviendo a respirar como si se encontrara
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
40/295
alvo, y Riesen hubo subido al otro vehículo—Ahora enséñenos lo que ha encontrado en ebosque.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
41/295
5
Atravesaron un prado húmedo, puesto que ecamino hacia el bosque era sólo un charc
fangoso, y al poco tiempo rodeaban el pequeñcadáver que habían encontrado entre unoarbustos, sobre la hojarasca, no muy lejos deinde del bosque. Los hombres callaban. De la
ugientes copas de los árboles caían aún plateadagotas que brillaban como diamantes. El fiscaarrojó lejos de sí el Brissago, como si le diesvergüenza. Henzi no se atrevía a mirar. Matthä
dijo: —Un agente de policía nunca aparta la miradaHenzi.
Los hombres preparaban sus instrumentos. —Será difícil encontrar huellas después d
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
42/295
haber llovido tanto —dijo Matthäi.De pronto el niño y la niña estaban allí, e
medio de los hombres, mirando, la niña aún con l
muñeca bajo el brazo y el niño aún con su látigo. —Llévense a los niños de aquí.Un agente les cogió de la mano y los conduj
de nuevo a la carretera. Allí se quedaron loniños, inmóviles.
Empezaba a llegar gente del pueblo, seconocía el dueño de El Ciervo por su delanta
blanco. —Acordonen la zona —ordenó el comisario
Unos colocaron postes. Otros exploraban lanmediaciones. En seguida titilaron las primerainternas.
—¿Conoce usted a la niña, Riesen?
—No, señor comisario. —¿La había visto en el pueblo? —Creo que sí, señor comisario. —¿Han fotografiado a la niña?
—Todavía tenemos que tomar un par de foto
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
43/295
desde arriba.Matthäi esperó. —¿Alguna huella?
—Nada. Está todo embarrado. —¿Han revisado los botones? ¿Huelladactilares?
—Es inútil, después de semejante aguacero.Matthäi se agachó con cautela. —Con una navaja de afeitar —constató
ecogió los dulces que estaban esparcidos por euelo y los devolvió con cuidado a la canastilla.
—Rosquillas.
Le dieron el aviso de que alguien del pueblquería hablarle. Matthäi se levantó. El fiscal mirhacia el linde del bosque. Allí había un hombre dpelo blanco con un paraguas colgado de s
antebrazo izquierdo. Henzi estaba apoyado en uhaya. Estaba pálido. El buhonero se había sentadobre su canasta y protestaba en voz baja:
—Por casualidad, pasé por aquí sólo po
casualidad.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
44/295
—Traigan a ese hombre.El hombre del pelo blanco atravesó lo
arbustos y se quedó de piedra.
—Dios mío —murmuró—. Dios mío. —¿Puedo preguntarle cómo se llama? —nquirió Matthäi.
—Soy el profesor Luginbühl —respondió ehombre del pelo blanco en voz baja y con lmirada perdida.
—¿Conoce a esa chica? —Es Gritli Moser. —¿Dónde viven sus padres?
—En Moosbach. —¿Está lejos del pueblo? —A un cuarto de hora.Matthäi observaba el cadáver. Era el único qu
osaba hacerlo. Nadie decía una palabra. —¿Cómo ha sido? —preguntó el profesor. —Una agresión sexual —respondió Matthäi—
¿Iba la niña a clase con usted?
—Iba con la señorita Krumm. Estaba e
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
45/295
ercero. —¿Tienen más hijos los Moser? —Gritli era hija única.
—Alguien tiene que decírselo a los padres.Se quedaron callados de nuevo. —¿Usted, señor profesor? —preguntó MatthäiDurante unos momentos Luginbühl no contestó —No me crea un cobarde —dijo por fin
itubeando—, pero preferiría no hacerlo. No pued—reconoció en voz baja.
—Entiendo —dijo Matthäi—. ¿Y el párroco? —En la ciudad.
—Bien —respondió Matthäi, con tranquilida—. Puede irse, señor Luginbühl.
El profesor volvió a la carretera. Alcontinuaba agrupándose cada vez más gente de
pueblo.Matthäi miró en dirección a Henzi, qu
continuaba apoyado en el haya. —No, por favor, comisario —dijo Henzi e
voz baja. También el fiscal negó con la cabeza
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
46/295
Matthäi miró de nuevo al suelo y después observel vestido rojo que colgaba de los arbustos, roto empapado en sangre y agua de lluvia.
—Entonces tendré que hacerlo yo —dijo, ecogió el canastillo con las rosquillas.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
47/295
6
Moosbach estaba situado en una pequeñdepresión cenagosa cerca de Mägendorf. Matthä
había dejado el coche oficial en el pueblo y fuandando. Quería ganar tiempo. Divisó la casdesde lejos. Se detuvo y miró alrededor. Habíoído pasos. El niño y la niña estaban allí otra vez
con las caras enrojecidas. Debían de habeutilizado un atajo, de otro modo no se explicabque pudieran estar allí.
Matthäi siguió su camino. La casa era baja, d
blancas paredes con vigas oscuras y tejado dmadera. Detrás de la casa árboles frutales y, en eardín, tierra negra. Un hombre cortaba leñ
delante de la casa. Levantó la vista y reparó en ecomisario que se le acercaba.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
48/295
—¿Qué desea? —dijo el hombre.Matthäi dudó. Estaba indeciso. Seguidament
e presentó y preguntó, sólo para ganar tiempo:
—¿El señor Moser? —Soy yo, ¿qué quiere usted? —dijo el hombrotra vez. Ahora estaba más cerca y permanecía dpie delante de Matthäi, con el hacha en la manoDebía de tener casi cuarenta años. Era delgado, dostro arrugado, y sus ojos grises observabanquisitivos al comisario. En la puerta apareci
una mujer, también ella con una falda roja. Matthäconsideró qué debía decir. Lo había estad
considerando largamente, pero todavía no lo sabíaEntonces Moser vino en su ayuda. Había visto lcanastilla en la mano de Matthäi.
—¿Le ha ocurrido algo a Gritli? —preguntó,
miró otra vez a Matthäi con ojos expectantes. —¿Han enviado ustedes a Gritli a algún sitio
—preguntó el comisario. —A casa de su abuela, en Fehren —respondi
el campesino.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
49/295
Matthäi reflexionó; Fehren era el pueblo mácercano.
—¿Hacía Gritli ese camino a menudo? —
preguntó. —Todos los miércoles y los sábados por larde —dijo el campesino, y a continuació
preguntó, lleno de un súbito terror—: ¿Por ququiere saberlo? ¿Por qué trae usted esa canastilla?
Matthäi dejó la canastilla sobre el tocón dondMoser partía la leña.
—Han encontrado muerta a Gritli, en ebosque, cerca de Mägendorf —dijo.
Moser no se movió. Tampoco lo hizo la mujeque permanecía junto a la puerta, con su falda rojaMatthäi vio cómo el sudor resbalaba sobre eostro pálido del hombre, formando arroyos. D
buena gana habría apartado la mirada, pero estabfascinado por aquel rostro y por aquel sudor, y ase mantuvieron inmóviles y mirándose uno a otro.
—Gritli ha sido asesinada —se oyó dec
Matthäi, con una voz que parecía tan carente d
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
50/295
compasión que le ponía enfermo. —Pero eso no es posible —susurró Moser—
no puede haber un demonio semejante. —L
emblaba la mano con que empuñaba el hacha. —Lo hay, señor Moser —dijo Matthäi.El hombre le miró fijamente. —Quiero ver a mi niña —dijo, de un mod
casi inaudible.El comisario negó con la cabeza. —Yo no lo haría, señor Moser. Sé que e
errible lo que le estoy diciendo, pero es mejoque no vea a Gritli.
Moser se acercó más al comisario, tanto quos dos hombres casi podían tocarse con los ojos.
—¿Por qué es mejor? —gritó.El comisario guardó silencio.
Moser sopesó con la mirada el hacha que teníen la mano, como queriendo golpear con ella, perdespués miró alrededor y se acercó a la mujer quno se había apartado de la puerta. Todaví
nmóvil, todavía muda. Matthäi esperó. Nada se l
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
51/295
escapaba, y tuvo la certeza de que nunca lograríolvidar aquella escena. Moser estrechaba a smujer. Se estremecía entre sollozos inaudible
Escondía el rostro en el hombro de su mujemientras ésta miraba al vacío. —Mañana por la tarde podrán ver a Gritli —
prometió el comisario, desvalido—. Parecerá questuviera dormida.
Entonces, súbitamente, habló la mujer. —¿Quién es el asesino? —preguntó con un
voz tan tranquila e imparcial que Matthäi sobresaltó.
—Pronto lo averiguaremos, señora Moser.La mujer contemplaba a Matthäi co
nsistencia, apremiándole. —¿Lo promete usted?
—Lo prometo, señora Moser —dijo ecomisario, deseoso de marcharse.
—¿Por su salvación?El comisario se quedó perplejo.
—Por mi salvación —dijo, finalmente. ¿Qu
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
52/295
otra cosa iba a hacer? —Entonces vaya —ordenó la mujer—. Lo h
urado por su salvación.
Matthäi quería añadir alguna palabra dconsuelo, pero no sabía ninguna. —Lo siento —dijo en voz baja, y se volvió
Hizo el viaje de vuelta despacio, por el mismcamino que había tomado para venir. Ante sestaba Mägendorf con el bosque detrás. Arriba, ecielo, ahora despejado. Volvió a ver a los niñoagachados al borde de la carretera, por la qucaminaba el comisario con paso cansado, que l
iguieron correteando. Entonces oyó un gritprocedente de la casa, a su espalda, un grito comde animal. Aceleró el paso, sin saber si era ehombre o la mujer quien lloraba de aquel modo.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
53/295
7
De vuelta en Mägendorf, Matthäi se dio de brucecon la primera dificultad. El enorme coche patrull
había llegado al pueblo y esperaba al comisarioEl lugar del crimen y sus proximidades habíaido escrupulosamente explorados y despué
acordonados. Tres policías de paisano se había
quedado ocultos en el bosque. Tenían la misión dobservar a los transeúntes. Tal vez diesen así coel rastro del asesino. Los demás hombres teníaque volver a la ciudad. El cielo estaba despejado
pero la lluvia no había traído ningún alivio. Eföhn estaba otra vez sobre las gentes y lobosques, bramaba en grandes oleadas húmedas. Eantinatural calor pesaba sobre los hombrevolviéndolos huraños, irritables, impacientes. La
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
54/295
farolas estaban ya encendidas, aunque todavía erpor la tarde. Los habitantes del pueblo se habíaeunido en masa. Habían descubierto a Vo
Gunten. Le habían tomado por el asesino; lobuhoneros son siempre sospechosos. Suponían que habían arrestado y rodeaban el coche de policía
El buhonero permanecía dentro del vehículo, eilencio. Se encogía temblando entre los policía
que permanecían sentados, rígidos. Lomagendorfianos se acercaban cada vez más acoche, pegando las caras a las ventanillas. Lopolicías no sabían qué hacer. En el coche oficia
detrás del coche patrulla, se hallaba el fiscaambién él había sido inmovilizado. Ademá
habían rodeado el coche del médico forense quhabía llegado desde Zurich, y la ambulancia con e
pequeño cadáver, un automóvil blanco con la cruoja. Los hombres esperaban con aire amenazado
pero silenciosos; las mujeres pegadas a las casaTambién ellas silenciosas. Los niños se había
ubido al brocal de la fuente del pueblo. Una rabi
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
55/295
orda, sin plan alguno, mantenía agrupados a lovecinos. Querían venganza, justicia. Matthäntentó abrirse paso hacia el coche patrulla, per
no le fue posible. Lo mejor sería buscar al alcaldePreguntó por él. Nadie le respondió. Sólo fuaudible alguna amenaza en voz baja. El comisarieflexionó un momento y fue hasta el hotel. No s
había equivocado, en El Ciervo estaba sentado ealcalde. Era un hombrecillo corpulento, de aspectenfermo. Bebía un vaso de Veltliner tras otro espiaba tras las ventanas bajas.
—¿Qué debo hacer, comisario? —preguntó—
La gente es terca. Ellos creen que con la policía nes suficiente. Quieren hacer justicia por sí mismo—Después suspiró—. Gritli era una buena chicaTodos la queríamos.
El alcalde tenía lágrimas en los ojos. —El buhonero es inocente —dijo Matthäi. —Si así fuese no le habrían arrestado. —No está arrestado. Le necesitamos com
estigo.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
56/295
El alcalde observó a Matthäi con mirada torva —Lo único que quieren es escapar —dijo—
Sabemos bien a qué atenernos.
—Como alcalde tiene usted que preocuparsante todo por que podamos partir libremente.El otro vació su tercer vaso. Bebió sin dec
una palabra. —¿Y bien? —preguntó Matthäi, enojado.El alcalde seguía en sus trece. —El buhonero va a pagarlo con su cuello —
ezongó.El comisario habló con claridad.
—¿Va a empezar una pelea, alcalde? —¿Pelearía usted por un asesino? —Sea culpable o no, la ley es la ley.El alcalde, airado, paseó por la baja estanci
de un lado a otro. Como nadie le atendía, se sirviél mismo otro vino en la barra. Bebió taatropelladamente que grandes franjas oscuras lecorrieron la camisa. La muchedumbre continuab
fuera, en silencio. Pero cuando el conducto
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
57/295
ntentó poner en marcha el coche patrulla, el cerce estrechó todavía más.
Entonces también el fiscal entró en el hotel. S
había abierto paso con dificultad entre lomagendorfianos. Sus ropas estaban en desorden. Ealcalde se asustó. La presencia de un fiscal lesultaba desagradable. Como a todo hombr
normal, no le parecía una profesión libre dospechas.
—Señor alcalde —dijo el fiscal—, suconciudadanos parecen estar a punto de cometer uinchamiento. No veo más salida que ped
efuerzos. Así entrarán en razón. —Intentemos hablarles una vez más —le
propuso Matthäi.El fiscal golpeó con el índice de la man
derecha en el pecho del alcalde. —Si no hace usted que nos escuchen —gruñ
—, va a saber lo que es bueno.Fuera empezó a repicar la campana de l
glesia. Por todas partes llegaban magendorfiano
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
58/295
ncluso llegaron los bomberos y tomaroposiciones frente a la policía. Cayeron loprimeros insultos. Estridentes, aislados.
—¡Cabrones! ¡Cobardes!Los policías se prepararon. Esperaban eataque de la multitud que se mostraba cada vemás inquieta, aunque estaban tan indefensos comos magendorfianos. Estaban acostumbrados
mantener el orden y a hacer frente a accionendividuales; aquí se enfrentaban con alg
desconocido. Sin embargo, los vecinos volvieroa quedarse parados, se tranquilizaron. El fisca
había salido de El Ciervo en compañía del alcald de Matthäi. Ante la puerta de El Ciervo habí
una escalinata de piedra con barandillas de hierro —Vecinos —anunció el alcalde—, os pido qu
por favor escuchéis al señor fiscal Burkhard. No hubo reacción visible de la multitud. Lo
campesinos y los obreros continuaron comestaban, silenciosos, amenazadores, inmóvile
bajo el cielo que comenzaba a cubrirse con e
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
59/295
primer resplandor de la noche; las farolaemblaban sobre la plaza como lunas pálidas. Lo
magendorfianos estaban decididos a apoderars
del hombre al que tomaban por el asesino. Locoches de policía permanecían en medio de lmarea humana como grandes bestias oscurantentaban zafarse una y otra vez, los motore
bramaban y de nuevo eran refrenados, sin alientoo tenía sentido. Todo estaba lleno de una pesad
mpotencia ante lo ocurrido aquel día, lofrontones oscuros del pueblo, la plaza, lmuchedumbre, como si el asesinato hubies
envenenado el mundo. —Señoras y señores —comenzó el fisca
nseguro y con voz débil, aunque se le escuchabpalabra por palabra—, vecinos de Mägendor
estamos conmocionados por este crimen atrozGritli Moser ha sido asesinada. No sabemos quiéha cometido el crimen…
El fiscal no pudo continuar.
—¡Fuera!
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
60/295
Levantaban los puños y le silbaban.Matthäi observaba a la muchedumbre co
fascinación.
—Rápido, Matthäi —ordenó el fiscal—, use eeléfono. Pida refuerzos. —¡Von Gunten es el asesino! —gritó u
campesino largo y escuálido, con el rostrquemado por el sol, que llevaba días sin afeitars—. ¡Lo he visto, no había nadie más en el valle!
Era un campesino cuyas tierras estaban eaquella parte del valle.
Matthäi se adelantó.
—Señoras y señores —dijo—, soy ecomisario Matthäi. Estamos dispuestos entregaros al buhonero.
Tan grande fue la sorpresa que se hizo u
ilencio de muerte. —¿Se ha vuelto usted loco? —le susurró e
fiscal al comisario, con los nervios de punta. —Desde tiempos remotos, en nuestro país lo
criminales han sido juzgados por un tribuna
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
61/295
cuando eran culpables, y para hablar claramenteambién cuando eran inocentes —prosigui
Matthäi—. Ahora vosotros habéis acordad
constituiros en tribunal. Puesto que tenéis esderecho y habéis decidido hacer uso de énosotros no tenemos nada más que investigar aquí
Matthäi hablaba de forma clara e inteligibleCampesinos y obreros escuchaban con atenciónEstaban pendientes de sus palabras. Puesto quMatthäi les había tomado en serio, también ellodebían tomarle en serio a él.
—No obstante —prosiguió Matthäi—, ha
algo que he de exigiros, igual que a cualquier otrribunal: justicia. Pues resulta evidente que sól
podríamos entregaros al buhonero si estuviésemoconvencidos de que queréis justicia.
—¡Queremos justicia! —gritó uno. —Vuestro tribunal ha de cumplir un requisit
i quiere ser un tribunal legítimo. Ese requisitconsiste en evitar a todo trance la injusticia
También vosotros habéis de someteros a es
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
62/295
equisito. —¡Aceptado! —gritó un trabajador de l
fábrica de ladrillos.
—Por lo tanto, debéis averiguar si se hprocedido justa o injustamente con Von Gunten anculparle del asesinato. ¿Por qué se le h
considerado sospechoso? —Ya le acusaron en otra ocasión —gritó u
campesino. —Eso refuerza la sospecha de que Von Gunte
podría ser el asesino —explicó Matthäi—, pero nes ninguna prueba de que realmente lo sea.
—Yo le vi en el valle —volvió a decir ecampesino de rostro hirsuto y quemado por el sol
—Suba aquí —le conminó el comisario.El campesino vaciló.
—Ve, Heiri —gritó uno—, no seas gallina.El campesino miró a su alrededor. Inseguro. E
alcalde y el fiscal habían retrocedido hasta lpuerta de El Ciervo, así que sólo Matthäi y e
campesino se encontraban sobre la plataforma.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
63/295
—¿Qué quiere usted de mí? —preguntó ecampesino—. Soy Heiri Benz.
Los magendorfianos, tensos, miraban a los do
hombres. Los policías habían enfundado laporras. También ellos observaban sin aliento efenómeno. Los más jóvenes del pueblo se habíaencaramado a la escalera del coche de bomberoque estaba a medio levantar.
—Usted vio al buhonero en el valle, señoBenz —comenzó el comisario—. ¿Estaba él solo?
—Solo. —¿Qué hacía usted allí, señor Benz?
—Estaba con mi familia plantando patatas. —¿Cuánto tiempo llevaban allí? —Desde las diez. Habíamos comido al
mismo, en el campo —dijo el campesino.
—¿Y no vio usted a nadie más que abuhonero?
—A nadie, puedo jurárselo —afirmó ecampesino, solemne.
—¡Eso es una tontería, Benz! —exclamó u
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
64/295
rabajador—. ¡A las dos pasé yo junto a tu huerto!Otros dos trabajadores se unieron al último
También ellos habían pasado por el valle, e
bicicleta, a eso de las dos. —Y yo pasé por el valle con mi carro, ceporr—gritó un campesino—. Pero tú siempre estárabajando como un maniático, pedazo de tacaño,
haces currar a tu familia hasta que a todos se leuerce el espinazo. Podría pasar por delante de
un ciento de tías desnudas y no te darías ni cuentaRisas. —Según esto, el buhonero no era el único qu
estaba en el valle —hizo constar Matthäi—. Perigamos buscando. Paralela al bosque va un
carretera que se dirige a la ciudad. ¿Pasó alguiepor allí?
—Fritz Gerber —exclamó alguien. —Yo pasé por allí —reconoció un campesin
desmañado que estaba sentado en la boca de rieg—. En carro.
—¿Cuándo?
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
65/295
—Hacia las dos. —De esa carretera parte un camino e
dirección al bosque que pasa por el lugar de
crimen —afirmó el comisario—. ¿Vio usted alguien por allí, señor Gerber? —No —gruñó el campesino. —¿Observó tal vez algún automóvil aparcadoEl campesino titubeó. —Me parece que sí —dijo, inseguro. —¿Lo sabe a ciencia cierta? —Había uno allí. —¿Puede que fuera un Mercedes de colo
ojo? —Es posible. —¿O tal vez un Volkswagen gris? —También es posible.
—Sus respuestas son muy poco precisas —dijo Matthäi.
—Me quedé medio dormido en el carro —confesó el campesino—. Todo el mundo lo hac
con este calor.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
66/295
—Entonces tengo que advertirle mueriamente de que no se debe dormir en una ví
pública —le regañó Matthäi.
—Ya ponen atención los caballos —dijo ecampesino.Todos rieron. —Ahora empezáis a ver la dificultad que se o
presenta como jueces —prosiguió Matthäi—. Ecrimen no se cometió en completa soledad. A taólo cincuenta metros había una familia trabajand
en el campo. Si hubiesen estado atentos, no habríocurrido esta fatalidad. Pero no estaban atento
porque ni siquiera se les pasaba por lmaginación la posibilidad de un crimeemejante. No vieron pasar a la niña, ni vieron
ninguno de los que pasaban por el camino. Le
lamó la atención el buhonero, eso es todo. Perampoco el señor Gerber, que dormitaba en s
carro, puede hacer ninguna declaración importantcon la precisión necesaria. Así están las cosa
¿Se demuestra así la culpabilidad del buhonero
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
67/295
Debéis haceros esa pregunta. Además, juega en sfavor el hecho de que fue él quien avisó a lpolicía. Yo no sé cómo queréis proceder vosotro
en vuestra condición de jueces, pero me gustarídeciros cómo procederíamos nosotros, lopolicías.
El comisario hizo una pausa. De nuevo sencontraba solo ante los magendorfianos. Benzdesconcertado, había vuelto a reunirse con lmuchedumbre.
—Todo sospechoso sería sometido a unnvestigación lo más escrupulosa posible sin tene
en cuenta su posición social, siguiendo todas lapistas imaginables, y no sólo esto: se llamaría a lpolicía de otros países, si fuese necesario. Veique vuestro tribunal cuenta con pocos recurso
mientras que nosotros poseemos un aparatgigantesco para descubrir la verdad. Ahoradecidid qué debe hacerse.
Silencio. Los magendorfianos se había
quedado ensimismados.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
68/295
—¿De verdad nos entregaría al buhonero? —preguntó el obrero.
—Tenéis mi palabra —respondió Matthäi—
Si decidís que eso es lo que hay que hacer.Los magendorfianos estaban confusos. Lapalabras del comisario les habían impresionadoEl fiscal estaba nervioso. La cosa le parecípreocupante. Pero soltó un suspiro.
—Llévenselo —había gritado un campesino.Los magendorfianos, en silencio, abrieron u
pasillo. El fiscal, aliviado, se encendió uBrissago.
—Se ha arriesgado mucho, Matthäi —coment—. Imagínese que hubiese tenido que mantener spalabra.
—Sabía que eso no ocurriría nunca —
espondió tranquilamente el comisario. —Espero que no haga usted nunca una promes
que deba mantener —dijo el fiscal, y acercó ufósforo al Brissago por segunda vez, saludó a
alcalde y se dirigió al coche recién liberado.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
69/295
8
Matthäi no acompañó al fiscal en su regreso. Fue eunirse con el buhonero. Los agentes le hiciero
itio. Hacía calor dentro del enorme vehículo. Ne atrevían todavía a bajar las ventanillas. Si bieos magendorfianos les habían dejado pasar, aúeguían allí. Von Gunten se agachó detrás de
conductor, y Matthäi se sentó junto a él. —Soy inocente —protestó Von Gunten en vobaja.
—Por supuesto —dijo Matthäi.
—Nadie me cree —murmuró Von Gunten—ampoco los policías.El comisario sacudió la cabeza. —Eso son sólo figuraciones suyas.El buhonero no se dejaba tranquilizar.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
70/295
—Usted tampoco me cree, comisario.El automóvil se puso en marcha. Los policía
guardaron silencio. Fuera se había hecho de noche
Las farolas arrojaban luces doradas sobre loostros rígidos. Matthäi percibía la desconfianzque todos abrigaban hacia el buhonero, lospecha que iba en aumento. Sintió lástima por é
—Yo le creo, Von Gunten —dijo, sintiendo quni siquiera lograba persuadirse del todo a smismo—, sé que es usted inocente.
Se acercaban las primeras casas de la ciudad. —Tendrá usted que declarar aún ante e
comandante, Von Gunten —dijo el comisario—. Eusted nuestro testigo más importante.
—Entiendo —murmuró el buhonero, y continuación rezongó—: Tampoco usted me cree.
—Tonterías.El buhonero seguía en sus trece. «Lo sé», dij
en voz baja, casi inaudible, y contempló loanuncios luminosos rojos y verdes qu
esplandecían como constelaciones espectrale
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
71/295
obre el automóvil.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
72/295
9
Esos fueron los hechos de los que se me informen la Kasernenstrasse a mi regreso de Berna en e
expreso de las siete y media. Era la tercercriatura asesinada de aquel modo. Dos años antehabía sido en el cantón de Schwyz, y cinco añoantes en Sankt-Gallen, los dos con una navaja d
afeitar, sin rastro alguno del asesino. Me trajeroal buhonero. Era un hombre de cuarenta y ochaños, pequeño, aceitoso, de mala salud, perocuaz y desvergonzado, pese a estar asustado. E
odo momento fue muy preciso. Se había detenidunto al linde del bosque, se había descalzadohabía colocado su canasta sobre la hierba. Shabía propuesto visitar Mägendorf y vender allí smercancía, cepillos, tirantes, hojas de afeita
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
73/295
cordones, etcétera, pero de camino se enteró por ecartero de que Wegmüller estaba de vacaciones Riesen le sustituía. Así que no había sabido qu
hacer y se había tumbado en la hierba; él conocía as autoridades y sabía que nuestros policíaóvenes experimentan muy a menudo arrebatos d
celo profesional. Se fue quedando dormido. Epequeño valle en sombras, la carreteratravesando el bosque. No demasiado lejos, unfamilia de campesinos trabajando, con un perrdando vueltas alrededor. La comida en El Oso dFehren había sido opulenta: Bernerplatte[10]
Twanner [11]; le gustaba comer opíparamente, enía los medios para ello, puesto que, a pesar dr tan descuidado, desaseado y harapiento, s
aspecto engañaba, pues él era uno de eso
buhoneros que ganan dinero y terna algo ahorradoDespués vinieron cuatro cervezas y, cuando sumbó en la hierba, dos tabletas de chocolate. Lormenta y las rachas de viento le había
adormecido por completo. Pero un poco más tard
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
74/295
e sobresaltó un grito, el grito nervioso de una niñpequeña, y le había parecido, cuando miramodorrado a su alrededor, como si la familia d
campesinos se hubiese sorprendido un momentoprestando atención a algo; pero después, mientrael perro seguía dando vueltas a su alrededovolvieron a sus posturas encorvadas. Algúpájaro, eso fue lo que se le pasó por la cabeza, ubúho pequeño tal vez, qué sabía él. Pero lexplicación le tranquilizó. Se quedó adormecidotra vez, pero entonces le llamó la atención eepentino silencio de muerte de la naturaleza,
observó de pronto el cielo, ahora siniestronmediatamente se deslizó dentro de los zapatos ecogió la canasta, incómodo y receloso,
entonces el grito del misterioso pájaro llegó d
nuevo a sus oídos. Entonces decidió que serímejor no tentar a Riesen, dejar a Mägendorf lo quera de Mägendorf. Era un nido nada rentableHabía querido volver a continuación a la ciudad
había tomado el sendero del bosque para ataja
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
75/295
hasta la estación de SBB[12], y fue allí donde squedó clavado ante el cuerpo de la niña asesinadaDespués había ido a El Ciervo y había informad
a Matthäi; no les había dicho nada a locampesinos, por miedo a convertirse eospechoso.
Ésa fue su declaración. Dejé que el hombre sdesahogara, pero no le permití marcharse. Tal veno fue lo correcto. El fiscal no había dictadprisión preventiva, pero no había tiempo parandarse con remilgos. Su relato me parecía fiel a verdad, pero estaba aún por demostrar,
además Von Gunten tenía antecedentes. Yo estabde mal humor. Aquel caso no me daba buenespina: todo se iba a ir a la mierda de algún modono sabía cómo; simplemente era así como l
entía. Me acerqué a la boutique, como yo llamaba, un cuartucho lleno de humo al lado de m
despacho oficial. Me había agenciado una botellde Châteauneuf-du-Pape en un restaurante cerca d
Sihlbrücke, y me tomé unos cuantos vaso
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
76/295
Reinaba siempre un terrible desorden en aquecuarto, no voy a negarlo; libros y expedienteamontonados unos sobre otros, a propósito
naturalmente, pues soy de la opinión de que en estEstado tan sumamente organizado todo el mundiene la obligación de procurarse pequeñas isla
de desorden, aunque sea a escondidas. Despuéhice que me trajesen las fotografías. Eran terribleA continuación estudié el mapa. El lugar decrimen no habría podido ser elegido de manermás pérfida. No era posible deducir a priori si easesino provenía de Mägendorf, de los pueblo
cercanos o de la ciudad, y tampoco si habílegado andando o en tren. Todo era posible. Lleg
Matthäi. —Lamento mucho —le dije— que haya tenid
que ocuparse de un asunto tan triste en su últimdía con nosotros.
—Es nuestro trabajo, comandante. —Cada vez que miro estas fotografías, me da
ganas de mandar ese trabajo al infierno —
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
77/295
espondí, y volví a guardar las fotografías en eobre.
Estaba enfadado, y tal vez no atinaba
dominar del todo mis sentimientos. Matthäi era mmejor comisario —ya ve usted que insisto elamarle así, dándole un rango que, aunque no es e
correcto, me resulta más simpático—, en esmomento detestaba profundamente que tuviera qumarcharse.
Fue como si adivinara mis pensamientos. —Creo que lo mejor sería que le diese el cas
a Henzi —dijo.
Dudé. Habría considerado la propuesta si ne tratara de una agresión sexual. Con cualquie
otro delito es mucho más fácil. Sólo es precisconsiderar los motivos, necesidad de dinero
arrebato pasional, y el círculo se estrechalrededor del sospechoso. Pero con una agresióexual ese método no tiene sentido. Puede ser qu
uno vea a una niña, o a un niño, durante un viaje d
negocios, le haga subir a su automóvil: ningú
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
78/295
estigo, ningún observador, y esa noche está otrvez sentado en su casa, tal vez en Lausana, tal veen Basilea, donde sea, y nosotros aquí, sin punto
de apoyo. No subestimaba a Henzi, era un agentmuy capaz, pero no me parecía lo suficientementexperimentado.
Matthäi no compartía mis preocupaciones. —Lleva tres años trabajando a mis órdenes —
dijo—, yo le he enseñado el oficio, y no puedmaginarme un sucesor más capacitado. Cumpliru cometido igual que lo haría yo. Y además yodavía puedo estar aquí mañana —concedió.
Hice venir a Henzi y le ordené que organizarcon el brigadier Treuler una sección de homicidioestringida. Le alegró; era su primer «cas
autónomo».
—Agradézcaselo a Matthäi —gruñí, y lpregunté por el estado de ánimo de los hombreAndábamos a ciegas, no teníamos puntos de apoyni resultados, y era importante que los hombres n
e percatasen de nuestra inseguridad.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
79/295
—Están convencidos de que ya tenemos aasesino —hizo notar Henzi.
—¿El buhonero?
—El sospechoso no está descartado del todoVon Cunten ya cometió una vez un delito dabusos.
—Con una de catorce —objetó Matthäi—Esto es muy distinto.
—Deberíamos someterle a un interrogatorio —propuso Henzi.
—Hay tiempo para eso —resolví—. No creque ese hombre tenga nada que ver con e
asesinato. Es simplemente antipático, y eso aquequivale a sospechoso. Pero ése es un principiubjetivo, señores, no científico, y no podemo
abandonarnos a él sin poner más de nuestra parte.
Con eso me despedí de ellos sin que mi humohubiera mejorado.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
80/295
10
Movilizamos a todos los hombres disponibleAquella misma noche y durante el día siguient
ndagamos en los garajes por si se habíaencontrado manchas de sangre en algún coche, más tarde hicimos lo mismo en las lavanderíaDespués comprobamos las coartadas de todo
aquellos que alguna vez habían tenido contacto cociertos artículos del código penal. Nuestrohombres, equipados con perros e incluso con udetector de minas, penetraron en el bosque d
Magendorf donde se había cometido el crimenEscudriñaron cada árbol en busca de huellaesperando ante todo encontrar el arma del crimenAnalizaron sistemáticamente cada metro cuadradodescendieron por la quebrada, inspeccionaron e
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
81/295
arroyo. Reunieron los objetos encontrados peinaron el bosque hasta Magendorf.
Yo mismo tomé parte en la búsqueda, aunqu
no era mi estilo. También Matthäi parecía inquietoEra una agradable mañana de primavera, suavein viento, pero seguíamos de un humor lúgubre
Henzi interrogaba a los campesinos y a los obrerode la fábrica en El Ciervo, y nosotros noencaminamos a la escuela. Acortamos caminatravesando un prado con árboles frutaleAlgunos ya estaban llenos de llores. Procedente da escuela, se oía cantar «Toma mi mano
guíame»[13]. La plaza delante de la escuela estabvacía. Llamé a la puerta del aula de la que salía ecanto, y entramos.
Quienes cantaban eran niños y niñas, de entr
eis y ocho años. Las tres clases inferiores. Lmaestra, que dirigía el coro, dejó caer las manos nos miró con desconfianza. Los niños dejaron dcantar.
—¿Señorita Krumm?
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
82/295
—¿Sí? —¿La maestra de Gritli Moser? —¿Qué quieren de mí?
La señorita Krumm andaba cerca de locuarenta, era flaca, con grandes ojos agriados.Me presenté y después me dirigí a los niños. —¡Buenos días, niños!Los niños me miraban con curiosidad. —¡Buenos días! —dijeron. —Estabais cantando una bonita canción. —Estamos ensayando el coro para el funera
de Gritli —explicó la maestra.
En el cajón de arena habían construido la islde Robinsón. En las paredes colgaban dibujonfantiles.
—¿Qué tipo de niña era Gritli? —pregunt
vacilante. —Todos la queríamos —dijo la maestra. —¿Era inteligente? —Era una niña con una fantasía extraordinaria
Volví a vacilar.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
83/295
—Tengo que hacerles algunas preguntas a loniños.
—Adelante.
Caminé entre la clase. La mayoría de las niñalevaba todavía trenzas y delantales de colores. —Habréis oído —dije— lo que le ha pasado
Gritli Moser. Yo soy de la policía, el comandantealgo así como el jefe de unos soldados, y mrabajo es buscar al hombre que ha matado
Gritli. No voy a hablaros como a niños, sino coma adultos. El hombre al que buscamos estenfermo. Todos los hombres que hacen algo a
están enfermos. Y como está enfermo, intentatraer a los niños a un escondite para hacerledaño, puede ser en un bosque o en una cuevaiempre en un sitio oculto, y eso ocurre muy
menudo: en el cantón tenemos más de doscientocasos al año. Y muchas veces ocurre incluso quese hombre hace tanto daño a un niño que lo matacomo le ocurrió a Gritli. Por eso tenemos qu
encerrar a esos hombres. Son demasiad
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
84/295
peligrosos para dejarles vivir en libertad. Opreguntaréis ahora por qué no encerramos antes ese hombre, antes de que ocurriese una desgraci
como la de Gritli. Pues porque no hay ningunmanera de reconocer a esos hombres enfermoEstán enfermos por dentro, no por fuera.
Los niños escuchaban conteniendo lespiración.
—Tenéis que ayudarme —proseguí—Tenemos que encontrar al hombre que mató a GritMoser, o de lo contrario matará a otra niña.
Yo estaba ahora en medio de la clase.
—¿Dijo Gritli si algún extraño había habladcon ella?
Los niños callaban. —¿Hay algo de Gritli que os haya llamad
últimamente la atención?Los niños no sabían nada. —¿Tenía Gritli últimamente alguna cosa qu
no tuviese antes?
Los niños no respondían.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
85/295
—¿Quién era la mejor amiga de Gritli? —Yo —musitó una niña.Era una cosita diminuta con el pelo y los ojo
castaños. —¿Cómo te llamas? —le pregunté. —Ursula Fehlmann. —Entonces tú eras amiga de Gritli, Ursula. —Nos sentábamos juntas.La niña hablaba en voz tan baja que tuve qu
agacharme. —¿Y a ti tampoco hubo nada que te llamara l
atención?
—No. —¿No se encontró Gritli con nadie? —Sí, se encontró con alguien —respondió l
niña.
—¿Con quién? —No era un hombre —dijo la niña.La respuesta me sorprendió. —¿Qué quieres decir, Ursula?
—Se encontró con un gigante —dijo la niña e
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
86/295
voz baja. —¿Un gigante? —Sí —dijo la niña.
—¿Quieres decir que se tropezó con uhombre muy grande? —No, mi padre es un hombre muy grande, per
no es un gigante. —¿Cómo de grande era entonces? —pregunté —Como una montaña —respondió la niña—
negro del todo. —Y ese… gigante… ¿le regaló algo a Gritli
—pregunté.
—Sí —dijo la niña. —¿Qué? —Un erizo. —¿Un erizo? ¿Qué quieres decir, Ursula? —
pregunté, confuso. —El gigante tenía erizos pequeños por toda
partes —aseguró la niña. —Eso no tiene sentido, Ursula —le objeté—
un gigante no tiene erizos!
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
87/295
—Este era un gigante con erizos.La niña no cedió un ápice. Volví junto al atr
de la maestra.
—Tenía usted razón —dije—, parece quGritli tenía realmente mucha fantasía, señoritKrumm.
—Era una niña muy creativa —respondió lmaestra y clavó sus ojos tristes en algún punto eel vacío—. Ahora tengo que seguir ensayando coel coro. Para el funeral de mañana. Los niñoodavía no están listos.
Comenzó a dar el tono.
Los niños volvieron a cantar «Toma mi mano guíame».
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
88/295
11
Tampoco el interrogatorio de los magendorfianoen El Ciervo —donde relevamos a Henzi—
produjo nada nuevo, y por la tarde volvimos Zurich tan faltos de resultados como habíamolegado. Silenciosos. Yo había fumado mucho y m
había tomado un tinto de la región. Ya conoc
usted ese vino traidor. Matthäi iba sentado junto mí en el asiento de atrás del coche, igual dfúnebre que yo, y sólo cuando empezamos descender hacia el Römerhof empezó a hablar.
—No creo —dijo— que el asesino sea dMägendorf. Debe tratarse del mismo criminal quen el cantón de Sankt-Gallen y el cantón dSchwyz: el asesinato se ha producido de la mismmanera. Me parece muy plausible que el sujet
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
89/295
opere desde Zurich. —Es posible —contesté yo. —Será algún conductor, posiblemente algú
viajante. El campesino Gerber vio un cochaparcado en el bosque. —Hoy he interrogado yo personalmente
Gerber —expliqué—. Ha admitido que dormídemasiado profundamente para poder darse cuentde nada.
Nos quedamos callados de nuevo. —Me sabe mal dejarle en mitad de un caso si
esolver —comenzó él entonces, con voz alg
nsegura—, pero tengo que cumplir el contrato coel gobierno de Jordania.
—¿Parte usted mañana? —le pregunté. —A las tres de la tarde —respondió—, ví
Atenas. —Le envidio, Matthäi —dije, y hablaba e
erio—. También a mí me gustaría más ser jefe dpolicía entre los árabes que aquí en Zurich.
Después le dejé junto al Hotel Urban, dond
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
90/295
vivía desde hacía años, y me dirigí al Kronenhalledonde comí debajo del cuadro de Miró. Siemprme siento ahí y como hasta reventar.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
91/295
12
Cuando volví a la Kasernenstrasse a eso de ladiez, al pasar delante del hasta entonces despach
de Matthäi, me encontré con Henzi en el pasilloYa había abandonado Mägendorf al mediodía, eso me había sorprendido, pero como le habípuesto al frente del caso, no me pareció apropiad
cuestionar sus actos. Henzi era de Bernaambicioso, pero apreciado por los hombres. Shabía casado con una Hottinger [14], se habípasado del partido socialista a los liberales
levaba camino de hacer carrera. Esto lo mencionólo de pasada; ahora está con los independientes —El tipo todavía no ha confesado —dijo. —¿Quién? —le pregunté, sorprendido
deteniéndome frente a él—. ¿Quién no h
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
92/295
confesado? —Von Gunten.Vacilé.
—¿Cuánto tiempo llevan de interrogatorio? —Toda la tarde —dijo Henzi— y nopasaremos toda la noche si es preciso. Ahora estTreuler con él. Yo sólo he salido a tomar un pocel aire.
—Me gustaría estar presente —respondí, cocierta curiosidad, y entré en el hasta entoncedespacho de Matthäi.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
93/295
13
El buhonero estaba sentado en una silla de oficinin respaldo. Treuler había arrastrado su sill
hasta el escritorio de Matthäi, usándolo ahora parapoyar su brazo izquierdo, y tenía las piernacruzadas y la cabeza apoyada en su manzquierda. Fumaba un cigarrillo. Feller levantab
acta. Henzi y yo permanecíamos junto a la puertafuera de la vista del buhonero, que nos volvía lespalda.
—Yo no lo hice, sargento —murmuraba e
buhonero. —Tampoco he dicho que lo hicieras. Yo sólhe dicho que podrías haberlo hecho —replicTreuler—. Ya averiguaremos si tengo razón o noEmpecemos desde el principio. Te habías detenid
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
94/295
unto al linde del bosque, tan campante, ¿no eeso?
—Sí, sargento.
—¿Y te dormiste? —Así es, sargento. —¿Por qué? Tú querías ir a Mägendorf. —Estaba cansado, sargento. —¿Por qué interrogaste al cartero sobre l
policía de Mägendorf? —Para informarme, sargento. —¿Qué querías saber? —No me han renovado la licencia. Por es
quería saber cómo andaban las cosas con lpolicía de Mägendorf.
—¿Y cómo andaban las cosas con la policía dMagendorf?
—Me enteré de que en Magendorf había uustituto. Eso me dio miedo, sargento.
—Yo soy también un sustituto —explicó epolicía secamente—. ¿También te doy miedo?
—Sí, sargento.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
95/295
—En esas circunstancias, ¿ya no querías ir apueblo?
—Eso es, sargento.
—Esa es una versión de los hechos no tan mal—dijo Treuler, aprobatorio—. Pero tal vez hayotra versión que tenga la ventaja de ser lverdadera.
—He dicho la verdad, sargento. —¿No sería que estabas intentando averigua
por el cartero si había algún policía cerca?El buhonero miró a Treuler con desconfianza. —¿Qué quiere decir con eso, sargento?
—Bueno —respondió Treuler con tranquilida—, creo que querías cerciorarte, ante todo, de lausencia de policía en el valle, porque estabaesperando a la niña.
El buhonero, aterrado, miró fijamente Treuler.
—Yo no conocía a la niña, sargento —gritódesesperado—, y aunque la hubiera conocido
nunca habría podido hacer tal cosa. No estaba y
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
96/295
olo en el valle. La familia de campesinos estaballí, en el campo. Yo no soy un asesino. ¡Tiene qucreerme!
—Pero si te creo —le concedió Treuler—ólo es que tengo que verificar tu historia, tieneque entenderlo. Nos has contado que después domarte ese descanso te internaste en el bosqu
para volver a Zurich. —Venía la tormenta —explicó el buhonero—
así que quería tomar un atajo, sargento. —¿Y fue entonces cuando encontraste e
cuerpo?
—Sí. —¿Y no lo tocaste? —Eso es, sargento.Treuler se quedó en silencio. Aunque yo n
podía ver la cara del buhonero, sentía toda sangustia. Me apenaba. Pero cada vez estaba máconvencido de que era culpable, aunque tal veólo fuese porque esperaba encontrar finalmente
un culpable.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
97/295
—Te hemos quitado la ropa, Von Gunten, y themos dado otra. ¿Puedes decirme por qué? —preguntó Treuler.
—No lo sé, sargento. —Para efectuar una prueba con bencidina¿Sabes qué es una prueba con bencidina?
—No, sargento —respondió sin aliento ebuhonero.
—Una prueba química para detectar manchade sangre —explicó Treuler con una placidefantasmal—. Hemos encontrado sangre en tguardapolvo, Von Gunten. Y era de la niña.
—Porque… porque tropecé con el cuerpoargento —sollozó Von Gunten—. Fue espantoso.
Se tapó la cara con las manos. —¿Y eso nos lo has ocultado, naturalment
por miedo? —Sí, sargento. —¿Y ahora tenemos que creerte otra vez? —Yo no soy el asesino, sargento —suplicó e
buhonero, desesperado—, créame. Vaya a busca
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
98/295
al doctor Matthäi, él sabe que digo la verdad. Pofavor.
—El doctor Matthäi ya no se ocupa de est
caso —respondió Treuler—. Mañana se marcha ordania. —A Jordania —susurró Von Gunten—. No l
abía.Se quedó callado, mirando al suelo. Se hizo e
a habitación un silencio sepulcral, sólo se oía eic-tac del reloj y alguna vez un automóvil qu
pasaba por la calle.Entonces intervino Henzi. Primero cerró l
ventana, después se sentó tras el escritorio dMatthäi, con aire amigable y cortés, percolocando la lámpara de tal modo que la luz iba caer sobre el buhonero.
—No se exalte, señor Von Cunten —dijo eeniente, afable—, no queremos maltratarle, sól
nos esforzamos por averiguar la verdad. Por eshemos de recurrir a usted. Es usted el testigo má
mportante. Tiene usted que ayudarnos.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
99/295
—Sí, doctor —respondió el buhonero, pareció que cobraba de nuevo algo de valor. Henze preparó una pipa—. ¿Qué fuma usted, Vo
Cunten? —Cigarrillos, doctor. —Dele uno, Treuler.El buhonero meneó la cabeza. Miró al suelo
La luz le cegaba. —¿Le molesta la luz? —preguntó amablement
Henzi. —Me da directamente en los ojos.Henzi volvió a regular la pantalla de l
ámpara. —¿Mejor así? —Mejor —respondió el buhonero en voz baja
Su voz sonaba agradecida.
—Dígame usted, Von Cunten, ¿qué vendusted? ¿Paños de cocina? —empezó Henzi.
—Sí, paños de cocina también.El buhonero había dudado al responder. N
abía qué pretendía Henzi con aquella pregunta.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
100/295
—¿Y qué más? —Cordones, doctor. Cepillos de dientes. Past
de dientes. Crema de afeitar.
—¿Cuchillas de afeitar? —También, doctor. —¿De qué marca? —Gillette. —¿Eso es todo, Von Gunten? —Creo que sí, doctor. —De acuerdo. Pero creo que se ha olvidad
usted de algo —dijo Henzi mientras volvía ocuparse de su pipa—. No tira bien —comentó,
como de pasada añadió—: Enumere usted el restde sus cosas con calma, Von Gunten. Hemonspeccionado con todo detalle su canasta.
El buhonero no dijo nada.
—¿Y bien? —Cuchillos de cocina, doctor —dijo e
buhonero en voz baja y afligida. Su cuello perladde sudor. Henzi dejaba escapar una bocanada d
humo detrás de otra, con tranquilidad, lentamente
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
101/295
un joven y amable señor lleno de benevolencia. —¿Algo más, Von Gunten, aparte de cuchillo
de cocina?
—Navajas de afeitar. —¿Por qué ha dudado usted en reconocerlo?El buhonero no respondió. Henzi alargó l
mano sin intención aparente, como si fuese ocuparse de nuevo de la lámpara. Pero volvió etirar la mano cuando Von Gunten se estremeció
El sargento miró al buhonero sin compasióalguna. Fumaba un cigarrillo tras otro. A esto sañadía el humo de la pipa de Henzi. El aire en l
habitación era asfixiante. Me hubiera encantadabrir la ventana. Pero formaba parte del métodener la ventana cerrada.
—La niña fue asesinada con una navaja d
afeitar —constató Henzi, de forma discreta y compor casualidad. Silencio. El buhonero parecía que hubiese desplomado en su silla, exangüe.
—Estimado señor Von Gunten —continu
Henzi, mientras se reclinaba en su asiento—
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
102/295
hablemos de hombre a hombre. No necesitamoengañarnos. Yo sé que ha cometido usted ecrimen. Pero también sé que está usted ta
horrorizado por su acción como yo, como todoFue algo que ocurrió, simplemente. De repente sconvirtió usted en una bestia, asaltó y mató a lniña sin que usted quisiera y sin poder hacer otrcosa. Algo era más fuerte que usted. Y cuandvolvió en sí, Von Gunten, se horrorizó usted lndecible. Se marchó usted a Mägendorf porqu
quería entregarse, pero ahora ha perdido el corajeEl coraje de confesar. Tiene usted que recobra
ese coraje, Von Gunten. Y nosotros queremoayudarle.
Henzi guardó silencio. El buhonero se removiun poco en su silla. Parecía que se hubiera venid
abajo. —Yo soy su amigo, Von Gunten —afirm
Henzi—, aproveche esta oportunidad. —Estoy cansado —se quejó el buhonero.
—Todos lo estamos —respondió Henzi—
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
103/295
Sargento Treuler, tráiganos café y cerveza parmás tarde. También para nuestro huésped VoGunten, en la policía cantonal somos hospitalarios
—Soy inocente, comisario —musitó ebuhonero con voz ronca—, soy inocente.Sonó el teléfono; Henzi contestó, escuchó co
atención, colgó y sonrió. —Dígame, Von Gunten, ¿qué comió usted ayer
—preguntó con calma. —Bernerplatte. —¿Y qué más? —Queso y postre.
—¿Emmental, Gruyere? —Tilsiter y Gorgonzola —respondió Vo
Gunten, limpiándose el sudor de los ojos. —Comen bien, los buhoneros —replicó Henz
—. ¿Y no comió usted nada más? —Nada. —Yo me lo pensaría mejor —le advirti
Henzi.
—Chocolate —recordó de pronto Von Gunten
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
104/295
—¿Lo ve usted, como había algo más? —asintió Henzi, animándole—. ¿Dónde lo comió?
—Junto al bosque —dijo el buhonero, y miró
Henzi con suspicacia y cansancio.El teniente apagó la lámpara.Ahora sólo la luz del escritorio iluminab
débilmente la habitación llena de humo. —Acabo de recibir el informe del institut
médico forense, Von Gunten —explicó Henzpesaroso—. Han diseccionado a la niña. Y haencontrado chocolate en su estómago.
Ahora también yo estaba convencido de que e
buhonero era culpable. Su confesión era sólcuestión de tiempo. Asentí en dirección a Henzi alí de la habitación.
8/20/2019 La Promesa - Friedrich Durrenmatt
105/295
14
o me había equivocado. A la mañana siguienteera sábado, Henzi me llamó a las siete. E
buhonero había confesado. A las ocho ya estaba y