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La Otra Historia Revista Digital Polo Democrático Ecuador Nº 58 27 de enero de 2010 Antonio Gramsci. Un intelectua l orgánico de carne y hues o Hernán Ouviña Sobre el terrorismo Carlo Frabetti El Fiscal Haitiano Milton Castillo donaciones para pagar euda odiosa? Eric Toussaint & Sophie Perchellet La persecución mediática a los conflictos territoriales indígenas Leandro Pankonin & Marcelo Otero De buenos a malos salvajes Natalia Sierra Ecuador: “Socialismo extractivista” Pablo Arciniegas A. El nuevo extractivismo desarrollista en Sudamérica Ecuarunari Contrainforme de Angostura Napoleón Saltos G. Estamos muertos! Gabirel Ezkurdia Globalización y Capitalismo especulativo Ecuador: Tres años de boicot contra el Movimiento Indígena Ileana Almeida Policías políticos jesús pri Problemas del subdesarrollo Nicolás Guillén

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La Otra HistoriaRevista Digital Polo Democrático Ecuador

Nº 5827 de enero de 2010

•Antonio Gramsci. Un intelectual orgánico de carne y hueso

Hernán Ouviña

•Sobre el terrorismo Carlo Frabetti

•El Fiscal Haitiano Milton Castillo

•Haití: donaciones para pagar una deuda odiosa? Eric Toussaint & Sophie Perchellet

•La persecución mediática a los conflictos territoriales indígenas

Leandro Pankonin & Marcelo Otero

•De buenos a malos salvajes Natalia Sierra

•Ecuador: “Socialismo extractivista” Pablo Arciniegas A.

•El nuevo extractivismo desarrollista en Sudamérica

Ecuarunari

•Contrainforme de Angostura Napoleón Saltos G.

•Estamos muertos! Gabirel Ezkurdia

•Globalización y Capitalismo especulativo Raúl Casal

•Ecuador: Tres años de boicot contra el Movimiento Indígena

Ileana Almeida

•Policías políticos jesús prieto

•Problemas del subdesarrollo Nicolás Guillén

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CONTRAINFORME DE ANGOSTURA

Napoleón Saltos Galarza

Enero 2009

El terrorismo

La doctrina de la guerra antiterrorista es el pilar fundamental de la estrategia imperial para el control de la lucha insurgente de los pueblos y de los trabajadores.

Después de la caída del Muro de Berlín el imperio se quedó sin su enemigo legitimado, la cortina de hierro, el bloque soviético, el comunismo; por lo cual, desde su visión de la política, debía crear su nuevo enemigo, para trazar el campo propio. “El poder y la dominación necesitan desesperadamente a ese Gran Otro en el cual descargar las culpas de la acumulación del capital. Sin ese Gran Otro el capitalismo no tendría

mecanismos legitimantes de su hegemón.”1 La criatura monstruosa fue el terrorismo, una categoría ubicua y ambigua, que podía ser manejada desde la calificación del poder dominante.

La Doctrina de la Seguridad Nacional,2 proclamada por Bush I I un año después de la caída de las Torres Gemelas, reordena la geopolítica mundial en tres categorías de países/estados, fuertes, débiles y basura, a partir de la capacidad de enfrentar las dos amenazas estratégicas fundamentales, el terrorismo y el narcotráfico. La nueva división geopolítica centro-periferia: los estados fuertes, identificados con el G7, los estados centrales, las viejas potencias imperiales, debían auxiliar a los estado

1 DAVALOS Pablo, Geopolítica de la reforma estructural y biopolítica de la democracia. Ensayo sobre el postneoliberalismo en América Latina, mimeo, Quito, Octubre 2009, p. 37 2 BUSH George W., La Doctrina de la Seguridad Nacional de Estados Unidos de Norteamérica, versión electrónica, 12 septiembre 2002.

débiles, el conjunto de los estados de la periferia, y debían eliminar la amenaza de los estados-basura, el eje del mal, la fuente del terrorismo mundial.

La segurización de la política, su transformación en la doctrina de la guerra regida por la relación amigo-enemigo, llega a su forma superior: terrorista es no solo la acción, sino hasta la simple intención de atacar los intereses del sistema. Instituye la doctrina de la guerra preventiva y ratifica el destino manifiesto del poder norteamericano para defender la seguridad mundial en cualquier punto del orbe.

Pero no se trata del castigo y la vigilancia solo para el “eje del mal” y las fuerzas insurgentes, sino sobre todo del disciplinamiento del conjunto de la humanidad. La línea del mal se traza cerca de la vida. La hegemonía del poder imperial se impone cuando logra sembrar el terror en el corazón de las fuerza

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norteamericano. El signo está en la “Ley Patriota”.

La línea-frontera del mal en nuestro Región pasa por el Plan Colombia. Trazado bajo el discurso del combate al terrorismo y al narcotráfico, actúa como la nueva frontera geopolítica para el control del Área Andina y de la Región Amazónica. La presión por el involucramiento directo de nuestro país en el Plan Colombia, durante la Administración de Bush I I , encuentra resistencias por la alta movilización social. Y entonces hay una modificación de la estrategia imperial: el viejo cerco antisubversivo contra los pueblos y los trabajadores y el nuevo disciplinamiento y atemorizamiento de las clases dirigentes locales.

En nuestro país, las etapas de este proceso arrancan con la firma de la paz en la frontera sur, para desplazar el tema de la seguridad nacional hacia la frontera norte. El punto climático

está en la invasión de Angostura. El juego escénico se centra en la estrategia usa-colombiana ante las FARC, convertidas en el signo del narcoterrorismo de la Región. La doctrina de la guerra en la Región se legitima allí: desde la diplomacia hasta la instalación de las bases militares. El nuevo barómetro es simple: cualquier relación con las FARC entra en la categoría de apoyo al terrorismo.

En los viejos tiempos la soberanía nacional tenía como fundamento la soberanía territorial, la soberanía era consubstancia al Estado-nación. En los nuevos tiempos imperiales, la soberanía se transforma en una capacidad que se gana o se pierde. Ante la debilidad de Estado ecuatoriano para enfrentar la amenaza del terrorismo y el narcotráfico, el eje fuerte USA-Colombia debía intervenir para poner orden en el Área: la soberanía era una línea imaginaria que podía ser rebasada de acuerdo a las conveniencias de la guerra contra

el terrorismo y el narcotráfico en cualquier punto en que se encuentren. La guerra preventiva ya no era una potestad solo del imperio central, sino también de sus satélites.

La verdad del I nforme

El Informe de Angostura presentado por la Comisión de la Verdad instituida por el Gobierno debía abordar este problema, pero se transforma en una pieza de la doctrina antiterrorista. La responsabilidad de Angostura no es de la fuerza agresora, sino de los puntos de enlace del Gobierno ecuatoriano o de otros actores con las FARC. El punto central del Informe es el copie-pegue sobre el Congreso de la Coordinadora Continental Bolivariana realizado en Quito.

El contexto: “El respeto al territorio, pilar de una soberanía innegociable, estaba violentado por una incursión armada, gestada a partir de

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encarga de señalarlo con nombre propio, las FARC son las causantes del mal. Puede quedar la mención a un imaginario “romántico” del pasado; ahora los comisionados ya no sufren de ilusiones juveniles o de infantilismos románticos. El objetivo es restablecer las relaciones de amistad entre hermanos, por ello la verdad se queda en el límite; aunque este aparece en el propio origen de la Comisión, orientada a investigar las “denuncias por supuestos vínculos de funcionarios del Gobierno Ecuatoriano con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y con redes de narcotráfico.”1 El interés del régimen no es la verdad de Angostura, sino lavarse de la culpa asignada por el Gran Hermano global, la acusación de los vínculos con el terrorismo.

1 CORREA Rafael, Decreto Ejecutivo Nº 1646 de 25 de marzo del 2009, publicado en el Registro Oficial Nº 565 de 7 de abril del 2009

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Antonio Gramsci: un intelectual orgánico de carne y hueso A propósito de Vida de Antonio Gramsci, de Giussepe Fiori, Editorial Peón Negro, Buenos Aires, 2009 Hernán Ouviña A mediados de 1928, durante su primer período de encierro y en un casi total aislamiento afectivo y político, Antonio Gramsci llegó a expresarle a su madre en una carta enviada desde la cárcel de San Vittore en Milán: “Carissima mamma, no querría repetirte lo que ya frecuentemente te he escrito para tranquilizarte en cuanto a mis condiciones físicas y morales. Para estar tranquilo yo, querría que tú no te asustaras ni te turbaras demasiado, cualquiera que sea la condena que me pongan. Y que comprendas bien, incluso con el sentimiento, que yo soy un detenido político, que no tengo ni tendré nunca que avergonzarme de esta situación. Que, en el fondo, la detención y la condena las he querido yo mismo en cierto modo, porque nunca he querido abandonar mis opiniones, por las cuales estaría dispuesto a dar la vida, y no sólo a estar en

la cárcel. Y que por eso mismo yo no puedo estar sino tranquilo y contento de mí mismo. Querida madre, querría abrazarte muy fuerte para que sintieras cuánto te quiero y cómo me gustaría consolarte de este disgusto que te doy; pero no podía hacer otra cosa. La vida es así, muy dura, los hijos tienen que dar de vez en cuando a sus madres grandes dolores si quieren conservar el honor y la dignidad de los hombres” Lejos de toda victimización y de cualquier aprovechamiento personal o colectivo de la dramática situación que padecía, Gramsci seguía sintiéndose un militante comprometido. Es que toda su vida resultó ser la de un combatiente, en el sentido más amplio del término: combatir toda injusticia, desde ya, pero también cualquier tipo de dogmatismo, falta de autocrítica, modorra intelectual, desapego a la historia viva de cada sociedad o anquilosamiento del pensamiento; ese fue, sin duda, su faro utópico permanente. Un combatiente integro e integral, que odiaba a los indiferentes. Pero a sabiendas de esta postura vital, lejos estaba de ser una persona exenta de contradicciones e impurezas. Nino era precisamente por esto mismo demasiado

humano y no tenía despecho en explicitarlo en sus escritos y en cada uno de los gestos y vínculos familiares, políticos y de amistad que entablaba, como en aquella emotiva carta a su madre. De ahí que quizás valga la pena rescatar del olvido uno de esos tantos artículos de L’ Ordine nuovo, redactados de acuerdo a sus propias palabras para que mueran al día siguiente de ser publicados, pero que a pesar de ello escamotean hoy su supuesto carácter efímero, dejando traslucir esa profunda filosofía humanista que tanto lo caracterizaba. Hombres de carne y hueso es un compasivo texto cuya hechura está signada por la trágica derrota de la ocupación de fábricas por parte de los trabajadores turineses durante el llamado bienio rojo. “Los obreros de la Fiat han retornado al trabajo. ¿Traición? ¿Negación de los ideales revolucionarios?”, se pregunta con fina ironía Gramsci. Nada de eso, responde. Han resistido durante un mes en medio de penurias y de un ambiente general de hostilidad, y al fin y al cabo “se trata de hombres comunes, hombres reales, sometidos a las mismas debilidades de todos los hombres comunes que se ven pasar en las calles, beber en las tabernas, conversar en medio de rumores en las

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plazas, que se cansan, que tienen hambre y frío, que se conmueven al sentir llorar a sus hijos y lamentarse agriamente a sus mujeres”. Una lectura atenta de la recientemente editada biografía de Giussepe Fiori, Vida de Antonio Gramsci, ratifica esta virtud inherente del pensador sardo. En efecto, él encarnó como pocos esa figura del intelectual orgánico que supo teorizar durante su forzado encierro carcelario, sin dejar de ser un humano de carne y hueso, a imagen y semejanza de aquellos pares turineses para quienes escribía y con los que convivía a diario. Moviéndose como pez en el agua entre el sentir popular y la sabia reflexión teórica, supo combinar mágicamente el rol de “especialista y organizador”, dos cualidades que eran de acuerdo a Gramsci condición sine qua non para estar en presencia de un filósofo de la praxis cabal, alejado tanto del perfil del pedante intelectual académico recluido detrás de un escritorio, como del practicista revolucionario profesional, que cuenta con garganta y pulmones de sobra, pero carece de pensamiento crítico. Y es que para Nino ambos personajes, por si hiciera falta aclararlo, rascan donde no pica.

A contrapelo de estas tendencias, el suyo fue por sobre todo un marxismo humanista, viviente y creativo, algo que se evidencia por demás al adentrarnos en el relato enhebrado pacientemente por Fiori en su biografía. Sin embargo, su derrotero socialista no fue lineal ni evolutivo. Antes bien, habría que concebirlo en términos pendulares, fluctuando entre un mayor acercamiento a la “instrumentalidad” leninista (de 1921 a 1924) y a la prefiguración de nuevas prácticas políticas (de 1917 a 1920, y de 1926 a 1935), aunque este cambiante transitar nunca implique retornar al mismo punto, porque cierto es que el último Gramsci, el de los dispersos Cuadernos, carga con la experiencia y el frío balance de un doble descalabro (el producido por el fascismo y el stalinismo), y de eso no se vuelve, salvo que se pretenda replicar la tragedia como farsa. De ahí que conocer desde cerca y en filigrana sus vivencias, proyectos, flaquezas y balbuceos de eterno aprendiz, resulte fundamental si queremos pasarle el cepillo a contrapelo a su filosofía de la praxis y no canonizarla como nuevo dogma. El libro de Giussepe Fiori, más allá las limitaciones ancladas en la época en la cual fue escrito, nos aleja del

Gramsci heroico y sabelotodo, acercándonos a una figura más humana que no por ello pierde estatura histórica. Y si de alturas se trata, cabe tal vez rescatar del olvido aquella anécdota relatada por Nino en una de sus tantas comunicaciones epistolares, en la cual comenta a su familia con un dejo de sarcasmo lo que le ocurrió ni bien arribó a la cárcel de Turi y debió presentarse frente a sus colegas presos: “¡No es posible!”, exclamó con desconfianza uno de ellos a ese petizo deforme que mencionó su gracia. “El es un señor gigante, no un hombre tan pequeño”, le habría dicho el preso, mirándolo entre atónito y desilusionado. Algo similar había ocurrido ya durante uno de los interrogatorios a los que fue sometido antes de ser encarcelado. En aquel entonces, un brigadier de la escolta le preguntó si era “pariente del famoso diputado Gramsci”, confesándole luego que había imaginado su persona como “ciclópea”. Es que Gramsci era, una vez más, demasiado humano. ¿Cómo “il capo” de la clase obrera iba a medir un metro cincuenta, ser jorobado, autodidacta y para colmo provenir del atrasado sur de Italia? E pur si muove, podría haber sido una sabia respuesta para aquellos desconfiados reclusos. No solo su maltratado físico, sino

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ese abultado cerebro (que al decir del fiscal fascista que contribuyó a su condena, se “debía impedir que pensara al menos por veinte años”) continuó en movimiento, inquieto y cargado de dinamismo. Fiori nos invita, también, a asomarnos por la indiscreta mirilla del presidio para espiar a un Gramsci que pule sus ideas y las plasma minuciosamente en provisionales notas, y que hasta en los peores momentos de encierro, sin bajar los brazos, no deja de ser de carne y hueso. Un rebelde común y corriente, como provocativamente lo denominarían los zapatistas del sur de México. O por qué no, para decirlo en palabras del Che: un revolucionario guiado por grandes sentimientos de amor.

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EL FISCAL HAITIANO MILTON CASTILLO Tanta desgracia, reconozco que mi mente y corazón son diminutos para procesar, y la vertiginosa fuerza de los hechos pocas veces permite pronunciarse con serenidad y profundidad en un día sobre lo que sucedió la víspera; la vida no sólo pasa más rápido que antes sino que los acontecimientos atropellan la razón y el sentido; aquellos valores que inyectaron en nosotros cuando niños y adolescentes nuestros padres o el colegio, ya no aparecen como los útiles parámetros para entender la realidad; simplemente la sociedad en su conjunto parecería que pasó por un terremoto de identidades y principios que trastocan lo más profundo de las relaciones. Así como a algunos de nosotros nos puede venir a la mente frente a la desolación de Haití parte de la poesía “Los Heraldos Negros” de ese peruano inmortal Vallejo que dice: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! / Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,/ la resaca

de todo lo sufrido / se empozara en el alma… Yo no sé! Y, a renglón seguido buscamos la forma de brindar nuestra ayuda, hay también quienes, tal como lo recoge Diario El Mundo de Madrid, siguen llegando al exclusivo Puerto de Labadee en Haití a través de los cruceros de lujo de la empresa “Royal Caribbean” a hacer turismo. Este desconcierto personal de lo que está pasando en Haití, también me invadió cuando, ante el dolor de los familiares de la señorita Emme que acudieron a la Audiencia de formulación de cargos, la fiscalía, en lugar de aplicar la objetividad que le exige las normas de Procedimiento Penal, se hace un solo puño con la fiscal a favor de la investigada, y en lugar de demostrar “urbi et orbi” que la transparencia es la norma, nos muestran un nubloso espíritu de cuerpo. Por si esto fuera poco, aparece en los medios de comunicación el Presidente de la República, y, en lugar de condenar el hecho y solidarizarse con la parte más débil del caso, se solidariza con el Poder del Fiscal y su cónyuge, e “interpela” a los medios de comunicación, recriminándoles

que “eviten juzgarla” porque puede ser inocente. Estas “solidaridades” no son la primera vez que causan controversia, las ha expresado con vehemencia a favor del Ex – Ministro de Deportes, (a quien visitó en la cárcel), de la señora Ministra de Salud (proceso que llevó a decir al fiscal subrogante que la justicia es un sainete), de su círculo cercano acusado de corrupción por su hermano, a quienes sin excepción los considera inocentes. En Haití, el cuadro es desolador y triste, lo único que se puede esperar de ellos es que el apoyo les sirva para que reconstruyan lo destruido. En el nuestro, el Presidente al solidarizarse con la Fiscalía, no sólo evidencia que ve el caos de la fiscalía y la justicia desde un Crucero indolente, sino que espera algo a cambio.

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Terremoto en el Caribe Haití: ¿Donaciones para pagar una deuda odiosa? Éric Toussaint*, Sophie Perchellet* Mientras que los EEUU aprovechan del caos en Haití a consecuencia del terremoto para invadir y ocupar militarmente el país, como lo hicieron ya de 1915 a 1934, la prensa internacional compara su pobreza como una fatalidad más al igual que el terremoto que ha golpeado a sus habitantes. Los investigadores Sophie Perchellet y Eric Toussaint nos recuerdan que no es así. Desde el siglo XIX, los esclavos tuvieron que indemnizar a sus colonizadores, pasando por los abusos del Fondo Monetario Internacional, la pobreza es el fruto de la explotación. Una de las más grandes operaciones de ayuda de la historia podría resultar muy similar a la realizada después del tsunami de 2004, salvo que el modelo de reconstrucción adoptado sea radicalmente diferente. Haití ha quedado en parte destruido a consecuencia de un violento terremoto de magnitud 7. Todo el mundo gimotea y los medios de comunicación, ofreciéndonos imágenes apocalípticas,

repiten los anuncios de ayuda financiera que los generosos Estados aportarán. Escuchamos que hay que reconstruir Haití, ese país abatido por la pobreza y «el infortunio». Los comentarios no van más allá del terrible cataclismo. Nos recuerdan precipitadamente que es uno de los países más pobres del planeta pero sin explicar las causas de esa pobreza. Nos dejan creer que esa pobreza se abatió sobre Haití porque sí, que es un hecho irremediable: «Es la desgracia que los golpea.» Es indiscutible que esta nueva catástrofe natural ha causado daños materiales y humanos tan enormes como imprevistos. Una ayuda de urgencia es por lo tanto necesaria y todo el mundo está de acuerdo con eso. Sin embargo, la pobreza y la miseria de Haití no provienen de ese terrible temblor de tierra. Es necesario reconstruir el país porque éste ya había sido despojado de los medios para construirse. Haití no es un país libre ni siquiera soberano. Durante los últimos años, la política interior es realizada por un gobierno que está constantemente bajo la presión de las órdenes llegadas del exterior y de las maniobras de los grupos de poder locales.

Haití ha sido tradicionalmente denigrado y a menudo descrito como un país violento, pobre y represivo en el mejor de los casos. Casi no hay comentarios que nos recuerden la independencia conquistada en 1804 tras una cruenta lucha contra las tropas francesas de Napoleón. En vez de subrayar la gestión humanitaria y el combate por los Derechos Humanos, serán el salvajismo y la violencia las características asignadas a los haitianos. Eduardo Galeano habla de la «maldición blanca»: «En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso. Al otro lado está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes. [1]» Es indispensable recordar la lucha de emancipación llevada a cabo por el pueblo haitiano, porque en represalia a esa doble revolución, a la vez antiesclavista y anticolonial, el país heredó «el rescate francés de la independencia», correspondiente a 150 millones de francos oro (o sea, el presupuesto anual de Francia en esa época). En 1825, Francia decidió que «los habitantes actuales de la parte francesa de Santo Domingo pagarán a la caja federal de depósitos y consignas de Francia, en cinco plazos iguales, año a

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año, el primero expirando el 31 de diciembre de 1825, la suma de ciento cincuenta millones de francos, destinada a indemnizar a los antiguos colonos que reclamaron una indemnización. [2]» Esto equivaldría a cerca de 21.000 millones de dólares actuales. Desde el comienzo, Haití tiene que pagar un alto precio, la deuda sería el instrumento neocolonial para facilitar el acceso a los múltiples recursos naturales de este país. El pago de este rescate fue por lo tanto un elemento fundador del Estado haitiano. En términos jurídicos, esto significa que fue contraído por un régimen despótico y utilizado contra el interés de la población. Francia y después Estados Unidos, cuya zona de influencia se va ampliando en Haití desde 1915, son totalmente responsables. Mientras que habría sido posible enfrentarse a las dolorosas responsabilidades del pasado en 2004, la comisión Régis Debray [3] prefirió descartar la idea de una restitución de esta suma, con el pretexto de que no tenía «fundamento jurídico» y que eso podría abrir la «caja de Pandora». Las demandas del gobierno haitiano vigente fueron rechazadas por Francia: no

ha lugar a reparaciones. Francia no reconoció tampoco su papel en el ignominioso regalo que hizo al dictador «Baby Doc» Duvalier en su exilio, ofreciéndole el estatuto de refugiado político y la inmunidad. El reino de los Duvalier comenzó con la ayuda de Estados Unidos en 1957 y duró hasta 1986, fecha en que el hijo, «Baby Doc», fue derrocado por una rebelión popular. La violenta dictadura, ampliamente respaldada por los países occidentales, reinó durante cerca de 30 años. Estuvo marcada por un crecimiento exponencial de la deuda. Entre 1957 y 1986, la deuda externa se multiplicó por 17,5. En el momento de la fuga de Duvalier, representaba 750 millones de dólares. Posteriormente, aumentó, con los intereses y penalidades a más de 1.884 millones de dólares. Esta deuda, lejos de servir a la población, que siguió empobreciéndose, estaba destinada a enriquecer al régimen. Por lo tanto es una deuda odiosa. Una investigación reciente demostró que la fortuna personal de la familia Duvalier (bien resguardada en cuentas de bancos occidentales) representaba unos 900 millones de dólares, o sea, una suma

mayor que la deuda total del país en el momento de la fuga de «Baby Doc». Existe un proceso en curso ante la justicia suiza para la restitución al Estado haitiano de haberes y bienes mal adquiridos durante la dictadura de los Duvalier. Esos haberes están por el momento congelados por el banco suizo UBS, [4] que impone unas condiciones intolerables en cuanto a la restitución de esos fondos. Jean Baptiste Aristide, inicialmente elegido con un gran entusiasmo popular, fue posteriormente acusado de corrupcion y depuesto. A costa de convertirse en una marioneta de los Estados Unidos fue restablecido en el poder, solo para ser finalmente capturado y expulsado por las tropas de dicho pais. Aristide, desgraciadamente, tampoco fue innmune a la tragica malversacion de fondos y al endeudamiento establecidos por los Duvalier. Por otro lado, según el Banco Mundial, entre 1995 y 2001, el servicio de la deuda, es decir los intereses más la amortización de capital, alcanzó el considerable monto de 321 millones de dólares. Toda la ayuda financiera anunciada en este momento debido al terremoto ya está comprometida en el pago de la deuda

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Según las últimas estimaciones, más del 80 % de la deuda externa de Haití está en propiedad del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cada uno con un 40 %. Bajo su férula, el gobierno aplica los «planes de ajuste estructural», maquillados como «Documentos Estratégicos para la Reducción de la Pobreza» (DSRP). A cambio del recomienzo de los préstamos, se le concedió a Haití algunas anulaciones o alivios de la deuda, insignificantes pero que dan una imagen de buena voluntad de los acreedores. La Iniciativa Países Pobres Muy Endeudados (PPME), en la que Haití fue admitido es una maniobra típica de blanqueo de la deuda odiosa, como fue el caso con la República Democrática del Congo. Así se reemplaza la deuda odiosa por nuevos préstamos, que se suponen legítimos. El CADTM considera estos nuevos préstamos como parte de la deuda odiosa, ya que sirven para pagar esa antigua deuda. Existe, por lo tanto, una continuidad del delito. En 2006, cuando el FMI, el Banco Mundial y el Club de París aceptaron que Haití entrara en la iniciativa PPME, el stock de la deuda externa pública total era

de 1.337 millones de dólares. En el punto de culminación de la iniciativa (en junio de 2009), la deuda era de 1.884 millones de dólares. Se decidió una anulación de la deuda de un monto de 1.200 millones de dólares para que «ésta fuera sostenible». Mientras tanto, los planes de ajuste estructural arrasaban el país, especialmente en el sector agrícola, cuyos efectos culminaron con la crisis alimentaria de 2008. La agricultura campesina haitiana sufrió el dumping de los productos agrícolas estadounidenses. «Las políticas macroeconómicas apoyadas por Washington, la ONU, el FMI y el Banco Mundial no se preocupan en absoluto de la necesidad de desarrollo y de la protección del mercado nacional. La única preocupación de estas políticas es la producción a bajo coste para la exportación hacia el mercado mundial». Por consiguiente, es escandaloso oír que FMI diga que «está listo para ejercer su función con el apoyo apropiado en los dominios de su competencia». Como se expresa en el reciente llamamiento internacional, «Haití nos llama a la solidaridad y al respeto de la soberanía popular»: «A lo largo de los

últimos años y junto con muchas organizaciones haitianas, hemos denunciado la ocupación militar por parte de las tropas de la ONU y los impactos de la dominación impuesta por medio de la deuda, el libre comercio, el saqueo de su naturaleza y la invasión de intereses transnacionales. La condición de vulnerabilidad del país a las tragedias naturales –provocada en gran medida por la devastación del medio ambiente, por la inexistencia de infraestructura básica, por el debilitamiento de la capacidad de acción del estado- no está desconectada de esas acciones, que atentan históricamente contra la soberanía del pueblo. «Es momento de que los gobiernos que forman parte de la MINUSTAH, las Naciones Unidas y especialmente Francia y Estados Unidos, los gobiernos hermanos de América Latina, revean esas políticas a contramano de las necesidades básicas de la población haitiana. Exigimos a esos gobiernos y organizaciones internacionales sustituir la ocupación militar por una verdadera misión de solidaridad, así como la urgente anulación de la ilegítima deuda que hasta el día de hoy se cobra a Haití.» Independientemente de la cuestión de la deuda, se teme que la ayuda tome la

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misma forma que la que acompañó al tsunami que devastó, a fines de diciembre de 2004, varios países de Asia (Sri Lanka, Indonesia, India y Bangladesh), o incluso la ayuda después del ciclón Jeanne en Haití en 2004. Las promesas no se cumplieron y una gran parte de los fondos sirvieron para enriquecer a las compañías extranjeras o a las cúpulas locales. Esas «generosas donaciones» provienen mayoritariamente de los acreedores del país. En lugar de hacer donaciones, sería preferible que anularan las deudas que tiene Haití con ellos: totalmente, sin condiciones e inmediatamente. ¿Podemos realmente hablar de donaciones cuando sabemos que la mayor parte de ese dinero servirá para el pago de la deuda externa o para el desarrollo de «proyectos de desarrollo nacional», decididos de acuerdo con los intereses de esos mismos acreedores y de las oligarquías locales? Es evidente que sin esas donaciones inmediatas sería imposible pedir el reembolso de una deuda cuya mitad, por lo menos, corresponde a una deuda odiosa. Las grandes conferencias internacionales de cualquier G8 o G20, ampliado a las IFIS, no harán avanzar en nada el

desarrollo de Haití sino que reconstruirán los instrumentos que les sirven para establecer sólidamente el control neocolonial del país. Tratarán de garantizar la continuidad en el reembolso de la deuda, base de la sumisión, al igual que en recientes iniciativas de alivio de la deuda. Por el contrario, para que Haití pueda construirse dignamente, la soberanía nacional es el desafío fundamental. Una anulación total e incondicional de la deuda reclamada a Haití debe ser el primer paso de una política más general. Un nuevo modelo de desarrollo alternativo a las políticas de las IFIs y a los acuerdos de partenariado económico (APE firmado en diciembre de 2008, Acuerdo Hope II, etc.) es necesario y urgente. Los países más industrializados que sistemáticamente explotaron Haití, comenzando por Francia y Estados Unidos, deben pagar reparaciones con un fondo de financiación para la reconstrucción controlada por las organizaciones populares haitianas. Tomado de Volatirenet.org

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DE BUENOS A MALOS SALVAJ ES Un “buen” argumento para los tiempos “democráticos” Por Natalia Sierra Basta ir a los documentos históricos o simplemente hacer un poco de memoria histórica para saber que el mejor argumento de toda empresa colonizadora, para garantizar la conquista del pueblo Otro, ha sido acusarlo de salvajismo, de pueblo sin cultura. La astucia discursiva del conquistador tiene un movimiento pendular: cuando el pueblo Otro se somete a la lógica del conquistador, sin resistencia alguna y acepta su mandato, es un “buen salvaje”; al contrario, cuando el Otro resiste, se rebela y lucha contra la violencia de la conquista, en un abrir y cerrar de ojos, pasa de ser un “buen salvaje” a ser un “mal salvaje”, un bárbaro primitivo. De esta historia, los indos de los Andes ecuatoriales sabemos bastante, son más de cinco siglos de ser mirados, medidos y juzgados con la lógica pendular del conquistador. Frente a la continuidad del capitalismo, que ata este nuevo siglo al anterior, hay

una ruptura simbólica digna de celebrar. El año 2000 concretiza el triunfo de una histórica demanda de los pueblos colonizados por su lugar en el mundo, ya no como formas primitivas de la civilización moderna, sino como culturas distintas. Al menos así se ha dado en el ámbito de la representación simbólica, hecho éste que se muestra en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas del 13 de septiembre de 2007, reconocimiento que es un logro de todas las revoluciones de descolonización a nivel mundial y, de ninguna manera, no una concesión del poder dominante. Tomando en cuenta estos breves antecedentes políticos, no es de forma alguna justificable y menos aún aceptable las declaraciones del presidente Correa, quien se sigue autodefiniendo de izquierda y es capaz de acusar a la ECUARUNARI, a una de las organizaciones indígenas más importantes del país, de “hacer una política primitiva”. ¿Qué es lo que quiere decir? ¿Será acaso que su declaración encierra ese criterio racista tan común en nuestra sociedad racista que dice: el indio que calla es el indio civilizado y bueno, el

indio que habla y exige es el indio malo y primitivo? En una de las declaraciones de la carta de Naciones Unidas dice textualmente “Afirmando además que todas las doctrinas, políticas y prácticas basadas en la superioridad de determinados pueblos o personas o que la propugnan aduciendo razones de origen nacional o diferencias raciales, religiosas, étnicas o culturales son racistas, científicamente falsas, jurídicamente inválidas, moralmente condenables y socialmente injustas,…” será que el presidente no sabe de la existencia de esta declaración de Naciones Unidas, pues al menos si la hubiera leído tendría el cuidado de controlar sus sentimientos racistas, al menos por sensatez política. ¿Por qué se enoja tanto que la ECUARUNARI le ponga plazos?, acaso no repite constantemente que el pueblo es el mandante y que él es el encargado de hacer cumplir el mandato popular? Claro está que si se refiere al ciudadano, cuyo poder radica en entregar su poder cada cuatro años que se realizan las elecciones, no hay lío, pero cuando el mandante está

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organizado políticamente y su poder no se reduce al marco de la democracia representativa parece que la cosa cambia para el Presidente. En muchas de sus declaraciones el Gobierno ha venido acusado al movimiento indígena de “infantiles”, “románticos”, “ponchos dorados”, de “hacer una política primitiva”, es decir de “primitivos” y, por último, de estar financiados por ONGs articuladas a la CIA y conspirar en contra del Gobierno. Si hacemos el simple ejercicio de comparar las acusaciones que la ideología racista de la colonización y neocolonización ha hecho en contra del mundo indígena y de su organización y expresión política, a lo largo de la historia colonial de este país, vamos a encontrar que el Presidente Correa se inscribe en esta nefasta ideología. Es la misma mirada del “patrón” que infantiliza, descalifica y denigra a aquellos que considera sus peones, digamos inferiores a él; parece que Correa ni siquiera se ha dejado interpelar por la resolución de la ONU, sobre todo en aquello que dice: Afirmando que los pueblos indígenas son iguales a todos los demás pueblos y reconociendo al mismo tiempo el derecho de todos los pueblos a ser diferentes, a considerarse a sí mismos

diferentes y a ser respetados como tales. Respetados como tales, lo que implica que sus formas políticas de actuar, mientras no dañen a otros pueblos, son absolutamente legítimas, más si consideramos la justicia de su lucha. Seguramente este mismo criterio racista y anacrónico del presidente Correa deben usar los poderosos de la región de la Media Luna en Bolivia, seguramente para su pequeña mente y sus mezquinos intereses de clase, el presidente Evo Morales y todo el mundo indígena que el representa deben ser considerados la expresión de la “barbarie indígena”. Cómo es esta contradicción Sr. Presidente, ¿qué mientras en su política internacional es una aliado del presidente Evo Morales y de todo el proceso indígena Boliviano, al interior del país asume posiciones extremadamente racistas y anti-indígenas? Basta citar su apoyo a la decisión de clausurar Radio Arutam, radio comunitaria del pueblo Shuar, que como toda radio comunitaria y popular ha sido una herramienta en la lucha del pueblo indígena. Cómo es esto que no puede diferenciar entre una radio indígena comunitaria y un Canal de TV propiedad de uno de los mayores grupos de poder económico y político de este país.

Con todo esto uno se pregunta ¿Cómo es esto de que el legítimo reclamo del movimiento indígena, no solo por sus intereses como pueblos excluidos y explotados, sino por los intereses de todos los ecuatorianos empobrecidos, sirva ahora para acusarlos de conspiradores manipulados por la CIA?, El presidente debería saber cuáles son los enemigos de la transformación social, debería ya saber que en su propio gobierno hay intereses de grupos de poder contrarios a todo cambio social que busque equidad y justicia. Más aún, debería saber que el único cambio social real y radical lo hacen las clases sociales explotas, excluidas y marginadas, justamente porque no tienen lugar en esta sociedad, a no ser como fuerza de trabajo y ya ni siquiera como eso. Ahora denuncia una conspiración contra su gobierno, de hecho no es un secreto que la vieja derecha oligárquica de este país, en alianza con grupos de extrema derecha internacional y norteamericana, siempre han estado en contra de cualquier mínimo cambio que implique limitar sus negocios y ganancias a costa del pueblo ecuatoriano. Lo que no parece darse cuenta el presidente es que su propio comportamiento político, en relación a las

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organizaciones y movimientos populares, ha permitido una recomposición de esa vieja derecha que ahora le quita el sueño. Desde que inicio su gobierno ha trabajado por alejar a las organizaciones populares de izquierda de “su” proceso político, llegando incluso a impulsar políticas antipopulares, que han tenido en la movilización su respuesta. Se va quedando solo con su base ciudadana, sin ninguna capacidad político-organizativa, frente a una vieja derecha que aún mantiene el poder y el control económico en el país. La pregunta que me asalta es ¿si el presidente no se da cuenta de lo que se ha provocado?, ¿ o sabe perfectamente lo que ha hecho?. Si se produjera un golpe de estado como el que se dio en Honduras, cosa que espero no ocurra en el país, pues sería catastrófico, gran parte de la responsabilidad de ello habrá sido del propio Gobierno de Alianza País, que no ha sabido hacer las alianzas necesarias con los sectores y organizaciones sociales, particularmente con el movimiento indígena, que le permitieron llegar al poder del Estado.

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¡Estamos muertos! Gabirel Ezkurdia Ser padre y ni qué decir madre, te marca. Nunca ves el sufrimiento infantil igual. No hay imagen funesta que no te lleve automáticamente a ver a tus pequeñajos en esa circunstancia. La masacre de Gaza, recuerda los bombardeos “libertadores” de Irak, me traen a la memoria los ojos tristes de aquellos niños y niñas que conocimos hace una década en los depauperados, por el democratizador embargo internacional, hospitales bagdadíes. Rotos por la leucemia mortal generada por el democrático uranio empobrecido occidental, o por las esquirlas mutiladoras de los libertadores misiles norteamericanos. Sí, se han cumplido sin pena ni gloria 10 años de los bombardeos a Irak, en pleno Ramadán, de Clinton, el Obama de los 90. Escribo con el corazón en un puño. Aun resuenan en mis oídos los ecos de la indignación. De la comunidad musulmana de Bilbao y de no muchos vascos solidarios. Gritos árabes ilegibles para un vasco pero perfectamente entendibles para un ser humano. Aullidos de dolor, de rabia, de solidaridad. Una lección. Dieron

una lección a los miles de ciudadanos muertos que deambulaban por la calles del centro comprando los regalos de “los reyes magos”. ¡Falaz Navidad! Oro, incienso y… bombas. Estamos muertos. Los occidentales estamos acabados. Hace años que los muertos damos lecciones zombis de democracia, de paz, de derechos humanos. En nuestro ausente devenir como yonquis narcotizados por el “modus vivendi” occidental, nos aliviamos pensando que es un asunto que escapa a nuestra competencia. ¡Esos políticos! nos consolamos. Sí “esos políticos” a los que se puede votar, y que votaremos, el día que nos convoquen a la “misa” laica dominical que necesite el Sistema para legitimar a sus peones, homologar a sus condenadores de postal, a sus hacedores de mentira, a los gerentes de la muerte de los que viven, sobreviven, en los confines donde los seres humanos no son “personas humanas” como aquí. Prescindibles, anónimos, pobres… Presos del destino que nuestros “representantes democráticos” les deparan en función del contexto colateral que se derive de la defensa puntual de los “intereses globales” de Occidente, y del avance de la “democracia” para todo el planeta, en forma de caridad,

humanitarismo colonial o muerte democrática. Son afortunados por morir en nombre de “tan nobles” causas. Un par de reportajes “de los que se mojan ¡eh!” sobre la “injusticia intrínseca de esta vida” en la BBC, dos anuncios lacrimógenos de alguna megaONG pidiendo limosna…y al cielo…con Ala. Estamos muertos. Somos orondos zombis que pateamos una y otra vez por los diferentes cementerios comerciales devolviendo los pocos ingresos que no nos han robado por nuestro trabajo. Subhumanos con un inmenso síndrome del “quiero y no puedo” abducidos y alienados por la peor de las armas de destrucción masiva: el consumo compulsivo, el acriticismo correcto, la narcotización conductual del capitalismo. Estamos anestesiados por nuestra infame hipocresía, por nuestra falaz moral eurocéntrica. Condeno para balbucear, compro para existir y mato “a la parienta” para ser famoso. Estamos muertos, somos verdaderos cadáveres, aunque sigamos “jodiéndolo todo”, como todo buen hombre blanco.

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No tengo cara para mirar a los ojos a los niños y niñas palestinos del frente de la manifestación. Euskal Herria, un pueblo combativo, digno, resistente…que resiste desde siglos a la asimilación cultural de los imperialismos español y francés, también está enferma, también es Europa Occidental. Existe una correlación entre la falta de ética y moral de nuestros políticos y gestores institucionales y los miles de cretinos que paseamos por las calles de compras mientras se masacra así a los judíos del siglo XXI, a los palestinos. El doble rasero que da cobertura a la defensa de los intereses espurios más rentables es el eje sobre el que se desarrolla el totalitarismo neoliberal del siglo XXI. Israel, el nazi-sionismo, nunca podría tener la fuerza que tiene si nuestros gobiernos, nuestras “ultrainformadas” sociedades actuasen con determinación para parar la masacre, el genocidio táctico que se acomete en Gaza. Porque esto es un calculado acto electoral; un movimiento táctico respecto a Obama; un castigo a la impredecible capacidad de la Resistencia palestina y Hamas, que desde que arrasó en las elecciones, ha

aguantado el tipo al mayor bloqueo posible; una corrección a la táctica guerracivilista, que Israel y EE.UU urdieron con la Hoja de Ruta, para debilitar a la Resistencia y aupar a los colaboracionistas de la ANP y que fracasó. Este ataque es paréntesis táctico brutal en una larga historia de invasión, ocupación y exterminio de un pueblo, uno más, pero desoladoramente brutal. Así es compatriotas cadáveres occidentales, esto es más de lo mismo en nuestra oronda vida occidental. Morimos hace tiempo. Irak, Chechenia, Congo, Haití… El precio de esta rutina es nuestra dignidad. No somos humanos libres, solo ufanos súbditos de una dictadura de oro, la dictadura del capital mundial. Cerebros destruidos. Y nuestra esclavitud de oro es inversamente proporcional a la que viven en lo material los oprimidos del mundo, los pobres, los deprimidos crónicos. Porque ellos, en su inmensa pobreza, en su vida de tragedia, tienen la dignidad de la mirada, el decoro del ser humano íntegro, y no el orgullo de la “persona humana de bien” como repiten sin cesar: el Pastor Alemán, y lo digo con “Rintintin”, Rouco Varela, Aznar, Zapatero, Sarkozy, Obama,

Urkullu, López, Basagoiti y todo aquel defensor de este falaz Sistema criminal. Ellos son los que condenan, y exigen condenas a… según qué sacrificio acepte su Dios. Son los que demuestran que condenar es hoy una falacia, un ejercicio de hipocresía, de vacío, de poca convicción. Palabrería ufana, pose circunspecto y hasta la próxima. Mientras, el viernes, casi mil personas por las calles de Bilbao repudiando la masacre, no más, ¡mil personas! Mil excepciones que confirman la regla: estamos muertos. Desde entonces, la masacre se ha multiplicado. Los SSionistas han entrado a sangre y fuego en el ghetto de Gaza. La cabalgata. Nadie alza la voz. ¡Llegan los Reyes del Corte Inglés! Oro, incienso y muerte en nombre de la “lucha contra el terrorismo” ,“la defensa de la democracia israelí”, “la liberación de Irak”, “la libertad de las mujeres afganas”. Nosotros estamos muertos, ellos, los vivos, luchan, tienen dignidad. Defienden la casa del padre. Y en las calles de cualquier ciudad occidental, entre los aparadores del supermercado, dos cadáveres vivientes se preguntan ¿Por qué nos odian?

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"LAS CULTURAS NEGADAS Y EL LUGAR DE LA SEMILLA"

La persecución mediática a los conflictos territoriales indígenas Por Leandro Pankonin y Marcelo Otero.- Defender el universalismo implica una postura humanista, y una postura humanista implica una comprensión de lo humano en su sentido amplio. Los seres humanos tienen por particularidad la capacidad de producir cultura y es eso lo que los diferencia de otras especies. La potencia de lo humano está en los diversos modos de vida, que en las diferentes latitudes y épocas de este, nuestro planeta, los pueblos le han dado explicación, forma y práctica al mundo que los rodea, y a la realidad que construyen con sus propias manos. La modernidad, como maquina de progreso, ha venido a instaurar la lógica del sentido homogéneo de los valores humanos, y de sus derechos, de la coronación del occidentalismo como finalidad; el capitalismo como esquema, el Estado Nación como generador de poder. Pero la modernidad capitalista no está supuesta en la historia de la humanidad, no responde a un devenir natural y armónico,

exento de conflictividad; por el contrario, el hecho de que dicho sistema haya sido preponderante responde a disputas de poder e imposiciones por la fuerza por sobre otros sistemas. Otros modos de vida valen tanto como este, y su potencial está claro en que, aun siendo subordinados y estigmatizados por largo tiempo, hoy están de pie y plantean una alternativa a un mundo que se cae a pedazos, aun cuando el proyecto civilizatorio haya firmado su sepulcro entre baños de sangre. Occidente siempre hace de sus otros ángeles o demonios, pero casi nunca humanidad; desde la visión romántica del buen salvaje de Rousseau y la tierra joven, primigenia y virgen que Europa soñó de la recién conquistada América, hasta la filmografía hollywoodense que increpa al terrorismo islámico de atentar contra la democracia y las buenas costumbres, hasta los jóvenes que mueren todos los días en los barrios de nuestras ciudades, sin nombre, sin edad, sin vida, como un dato que se llama asesino, paquero o delincuente. La receta se repite mil veces y ahora una vez más. Indios buenos son aquellos que posan para la foto, los que hablan poco y lo suficiente, los que no se quejan. Los

revoltosos, que intentan cuestionar la historia, que luchan contra la injusticia del presente, anuncian un riesgo tal que convocan a periodistas, empresarios y fuerzas de seguridad en una nueva cruzada desarrollista; cuando quieren dejar de ser tomados por pieza de museo y artículo folklórico, y se disponen a tomar en sus manos el derecho a vivir en sus territorios y hacer valer su sentido de mundo, la opinología del miedo vuelve a hablar de fundamentalismos. ¿No es acaso el fundamentalismo de la modernidad sin límite lo que nos llevó a Hiroshima y Nagasaki? ¿No es acaso el fundamentalismo de la ganancia sin límites lo que destruye nuestro propio medio todos los días con la sojización y la minería a cielo abierto? ¿No es acaso la opinología del miedo la que colaboró para sembrar nuestro país, y tantos otros, de campos de concentración y fosas comunes? ¿Quién mata, quién muere y quién tiene derecho a réplica? ¿Quién juzga, quién es juzgado y quién tiene derecho de réplica? Las apelaciones a un nacionalismo ejemplificador encubren el respeto que exigen la dominación del capital y un aval

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al despojo de tierras, que implica el modelo agro minero exportador. En las palabras se defienden los valores de la nación, en los hechos se ejerce la pasividad y se acepta con silencio el saqueo, el despojo y la violación de la soberanía territorial de las comunidades originarias. Afirmar que la lucha por el derecho al territorio implica un racismo al revés, como indica Sebrelli en su nota del 29 de noviembre en el diario Perfil, significa pecar de profunda ignorancia, además de ser una provocación más, dentro de una serie de planteos mediáticos encabezados por el diario La Nación, que vienen pujando por instalar una visión demonizada de los que luchan por defender sus espacios; una posición que legitima la represión y el desalojo de las comunidades que resisten al saqueo. Como bien lo plantean cantidad de movimientos campesinos e indígenas en nuestro país y a lo largo del continente, la lucha por la autonomía marca la necesidad de los pueblos por hacer valer su propia visión de mundo: su educación, su sistema productivo, su forma de organización política, etc. El día que todos y todas aprendamos a encontrar la riqueza de lo

humano en la complementación de la diversidad de formas de vivir esta tierra, seguramente podremos pensar en un mejor mañana; pero mientras se sigan marcando los estigmas con las varas del juzgador del bien y del mal (que en el fondo siempre recorren el profundo dilema argentino de civilización o barbarie), volveremos a atentar una vez mas contra la humanidad y contra el universalismo, mientras seguimos socavando nuestra propia tumba como especie. ¿Quién mata, quién muere y quién tiene derecho a réplica? ¿Quién juzga, quién es juzgado y quién tiene derecho de réplica? Será preciso voltear a quien pisa la semilla, pero pensemos también que esta semilla está en nosotros.

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El nuevo extractivismo desarrollista en Sudamérica (Fragmento) Ricardo Verdum La sociedad, la economía, el quehacer político y el ambiente atraviesan profundas trasformaciones en la región sudamericana, y especialmente en la Amazonia. Algunas de ellas continúan inadvertidas, sea por desconocimiento, omisión o connivencia. A lo que parece, la región seguirá sirviendo de territorio estratégico a la economía política mundial. Mientras tanto, esta importancia radicará cada vez más en su potencial como proveedora de recursos que se vuelven mercancías para los centros manufactureros más dinámicos, ubicados, en su mayor parte, fuera del subcontinente sudamericano. Cuando mucho, se fortalecerá la posición política, económica y financiera de países como Brasil, que sigue actuando y recibiendo incentivos de los centros económicos para convertirse en la principal fuerza inductora del proceso de reestructuración, modernización y

expansión del modelo capitalista de desarrollo en la región. Coadyuvante de lo anterior es la creciente demanda mundial de minerales e hidrocarburos (petróleo, gas y derivados), especialmente de parte de China. Además se repiten las evaluaciones de organismos como el BID y el BIRD de que Brasil y los demás países de la región deben invertir en infraestructura para reducir costos y tiempos de transporte. La geografía y la precaria o inexistente infraestructura de conexión, juzgan estas instituciones, dificultan la logística y aumentan el costo no tarifado de la circulación y el comercio de productos en la región.1 Ése es uno de los principales riesgos que percibimos en la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA): el riesgo de que la región devenga, nada más y nada menos, en proveedora de factores materiales generales para la producción (es decir, infraestructura), a fin de potencializar uno de los "modelos de desarrollo" que han caracterizado el camino histórico de la región en la economía mundial—

extracción y exportación, ampliando así la escala de las importaciones—con un mínimo de valor agregado. El Nuevo Extractivismo Desarrollista Lo que llama la atención de algunos analistas es que sean precisamente los gobiernos progresistas y de izquierda, elegidos por su plataforma política contraria a ese modelo (y que se autonombran pos-neoliberales), los que ahora reafirman la función de región proveedora de recursos naturales, y que hoy gobiernan aproximadamente cuatro quintos de la población y unas tres cuartas partes del territorio sudamericano. En la exportación de minerales, petróleo y productos para la industria agropecuaria es donde estos gobiernos vislumbran el motor del "crecimiento económico" nacional, incluyendo también los agrocombustibles obtenidos de la soya y de la caña de azúcar (etanol), que en la última década han recibido crecientes incentivos financieros en las áreas de investigación y producción, especialmente en países como Brasil y Argentina.

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Así como ya se habla de un "financiamiento de izquierda",2 analistas atentos a la dinámica económico-política en la región postulan que hay elementos suficientes para afirmar que existe un modelo de "nuevo extractivismo progresista" para el crecimiento económico,3 que perpetúa un modelo de desarrollo basado en la apropiación de la naturaleza, y alimenta una red productiva poco diversificada y concentrada en unos cuantos grupos empresariales. Ese tipo de economía es muy dependiente de la capacidad de inserción de esos países (es decir, de sus empresas) como proveedores de materias primas, a nivel internacional. En el nuevo extractivismo, el Estado asume un papel más activo, nacionalizando empresas (como en Bolivia y Venezuela, por ejemplo) y/o estableciendo sociedades público-privadas con características que varían de acuerdo con la situación o el país (como en Brasil). Hay una extrema imbricación entre los gobiernos, en sus distintos niveles, y las empresas transnacionales y/o empresas privadas controladas por las élites nacionales. En algunos casos, los gobiernos aportan un gran apoyo financiero o incentivos económicos muy atractivos, cómo la exención de impuestos,

facilitando la instalación, modernización y expansión de empresas y conglomerados empresariales en los países. Pueden apreciarse ejemplos de esta imbricación público-privada en la participación de bancos públicos brasileños como BNDES y Banco do Brasil (BB) en el financiamiento y participación como accionistas de empresas y conglomerados empresariales que actúan en los sectores de infraestructura y extracción, ya sea en Brasil o en los demás países sudamericanos. Los gobiernos progresistas asumen dicho papel legitimados por el proceso social y político que les ha conducido a los principales puestos de la administración pública de los países; por la adopción de políticas para la redistribución de parte de los ingresos y tributos generados en esa economía; y porque han viabilizado el desarrollo de algunos proyectos de participación democrática en la gestión pública. Como el nuevo extractivismo se vuelve una importante fuente de recursos para financiar los programas sociales (véase el caso del anunciado 'Fondo Social' en

Brasil, que empleará parte de los recursos petroleros debajo de la capa de sal (pre-sal) para proyectos sociales), los gobiernos se legitiman políticamente como progresistas, reforzando al mismo tiempo la posición de sus países como economías preponderantemente extractivistas y exportadoras. Sin embargo, eso no ha impedido la perpetuación de impactos y daños sociales y ambientales negativos semejantes a los ocurridos en periodos anteriores, o que siguen ocurriendo en países sudamericanos con gobiernos políticamente conservadores, como Perú y Colombia. Tampoco ha impedido el surgimiento de movimientos de resistencia social y de acciones de gobiernos y empresas para deslegitimar, reprimir, criminalizar y cooptar segmentos de las poblaciones locales y organizaciones de la sociedad civil solidarias a ellas.4 Notas 1.-Carvalho, G. A Integração Sul-americana e o Brasil: O protagonismo brasileiro na implementação da IIRSA, Belém, Pará: Fase, 2004; Verdum, R. O insustentável ambiente da integração, Boletim Orçamento & Política

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Socioambiental, Año V, n. 19 de diciembre de 2006, 12p.; Verdum. R. (org.) Financiamento e Megaprojetos. Uma interpretação da dinâmica regional sul-americana. Brasília: Instituto de Estudos Socioeconômicos, 2008. 2.-Para el caso brasileño, véase Grün, R., "Escândalos, marolas e finanças: para uma sociologia da transformação do ambiente econômico", en Dados, v. 51: 313-352, 2008; Jardim, M. C. "'Nova' elite no Brasil? Sindicalistas e ex-sindicalistas no mercado financeiro", Sociedade e Estado, v. 24, n. 2, ago. 2009, pp. 363-399. 3.-Véase Gudynas, E., "Diez tesis urgentes sobre el nuevo extractivismo: contextos y demandas bajo el progresismo sudamericano actual", en varios autores, Extractivismo, política y sociedad, Quito: CAAP/CLAES, 2009. p. 187-225. 4.-Véase Echave, José de, et al, Minería y Territorio en el Perú. Conflictos, resistencias y propuestas en tiempo de globalización, Lima, Perú: Programa Democracia y Transformación Global, 2009; Svampa, M. y M. A. Antonelli (eds.), Minería transnacional, narrativas del desarrollo y resistencias sociales, Buenos Aires: Biblos, 2009; Pereira, A. R, et alii, A exploração minerária e suas consequências na Amazônia brasileira, Conflitos

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Sobre el terrorismo Diálogos plutónicos Carlo Frabetti -En el tercero de los diálogos plutónicos... Por cierto, ¿por qué plutónicos? -Porque tratan de lo subterráneo y de lo oculto. Y también del infierno y del dinero. Del infierno del dinero. -En el tercero de los diálogos plutónicos, dijiste que mucha gente confunde la prostitución con la explotación sexual y el terrorismo con la violencia no gubernamental. Pero luego nos centramos en la primera de las confusiones y no volvimos sobre la segunda. ¿En qué consiste? -Se suele llamar “terrorismo” a la violencia ejercida por organizaciones políticas clandestinas. Pero el terrorismo, por definición, es la dominación mediante el terror, y por lo tanto, en puridad, solo merece ese nombre el terrorismo de Estado. -Pero una organización que pone bombas... -¿Cuántas?

-¿Cómo que cuántas? ¿Qué tiene que ver el número de bombas? -Tiene mucho que ver. Porque a una organización que utiliza muchas bombas y mata a miles de personas la llaman ejército, y a una organización que utiliza pocas bombas la llaman banda terrorista. Como dice Alfonso Sastre, llaman guerra al terrorismo de los ricos y terrorismo a la guerra de los pobres. -¿Estás justificando lo que denominas “violencia no gubernamental”? -No. Solo intento utilizar las palabras con propiedad. Cada acto de violencia no gubernamental habrá que valorarlo, ética y políticamente, en función de las circunstancias y del acto en sí. Pero también, y ante todo, hay que valorar, ética y políticamente, cada acto de violencia gubernamental. Entre otras razones porque, normalmente, la segunda es la causa de la primera. -El uso de la violencia por parte del Gobierno es lícito y necesario.

-¿Fue lícita y necesaria la violencia del Gobierno nazi? ¿Fue lícita la represión durante el franquismo? -No, claro que no. -¿Y por qué es lícita ahora? -Porque ahora vivimos en democracia. -¿No estás invirtiendo los términos? -¿Qué quieres decir? -Dices que la violencia gubernamental es lícita porque vivimos en democracia. Y lo que habría que decir -si pudiéramos decirlo- es que vivimos en democracia porque la violencia gubernamental es lícita. -Viene a ser lo mismo. -Vendría a ser lo mismo si, efectivamente, el Gobierno utilizara solo la violencia lícita y necesaria para mantener el orden democrático. Cuando un Gobierno utiliza una violencia ilícita para mantener un orden aristocrático, es decir, que solo beneficia a los ricos y a sus lacayos, no cabe hablar de democracia.

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-¿A qué violencia ilícita te refieres? -A la tortura, que en el Estado español sigue siendo una práctica sistemática e impune; a la brutalidad policial en la represión de las manifestaciones, tanto políticas como laborales; a los secuestros y asesinatos de activistas; a las frecuentes muertes en comisarías y prisiones... -¿Y eso justifica poner una bomba en un supermercado o matar a un rehén a sangre fría? -No. Por eso he dicho que cada acto de violencia no gubernamental habrá que valorarlo, ética y políticamente, en función de las circunstancias y del acto en sí. Al igual que cada acto de violencia gubernamental. -Estás estableciendo una simetría inaceptable, o cuando menos sugiriéndola. Son dos tipos de violencia cualitativamente distintos. -Tienes razón: la violencia gubernamental ilícita es infinitamente más grave que la no gubernamental.

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Globalización y capitalismo especulativo por Raúl Casal La crisis actual del capitalismo “global” comenzó a fortalecerse con la caída del llamado “Socialismo Real”. Hasta ese momento era un capitalismo clásico; éste capitalismo también explotaba, pero creaba algunos bienes sociales que ya habían sido conquistados con la Primera y Segunda Internacional de los Trabajadores a principios del siglo XX. Tan pronto se derrumbó el Bloque Socialista (que necesitaría un análisis aparte) el capitalismo especulativo ya tenía las manos libres para implantar a nivel mundial la explotación actual y arrastrar a todo el sistema a un callejón sin salida. Todos estos parches, como las subvenciones a las entidades financieras privadas, no son más que una salida provisional que a corto plazo nos llevarán a la misma situación. Seguramente habrá que recuperar los manuales del marxismo y adaptarlos a la situación del S. XXI.

La OTAN se creó tras la II Guerra Mundial para frenar al comunismo, mas tarde el bloque del Este creó el Pacto de Varsovia para su autodefensa. Hoy en día, desaparecidos el Pacto de Varsovia y el comunismo, la OTAN no tiene razón de ser. Una de las primeras medidas que habría que tomar es la disolución de la OTAN, que no es más que el brazo armado del capitalismo. Entre otras cosas sirve para masacrar a pueblos y a países indefensos, pongamos el caso de Yugoslavia, Irak, Afganistán, Palestina… En este último país, el ejercito israelí no es mas que una base militar de USA. La OTAN y el complejo militar USA son lo primero que el capitalismo quiere salvar de esta crisis estructural. Ya hemos visto cómo intenta salvar la “General Motors” y todas las grandes industrias de automovilismo, pues son una prolongación de los componentes de las armas más sofisticadas, listas para la agresión. La izquierda europea está hibernando (la víscera nos cambió la mente). No hay

ningún afán de lucha de clases, ni movimiento obrero, salvo en casos puntuales. El cambio a un gobierno intervencionista de corte socialista va a ser difícil, pero, en parte, depende de la cohesión de las fuerzas del trabajo y de la cultura para ponerse en movimiento y tomar las calles cuando llegue el momento. No vamos a dejar en manos de los saqueadores el destino político de los pueblos. El capitalismo no tiene salida para esta crisis. Sí la tiene el socialismo del siglo XXI.

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Ecuador: Tres años de boicot contra el movimiento indígena La distancia que separa al Ecuador real del oficial no es percibida por el poder, y parecería que para el presidente lo único que importa es la asimilación de los indígenas a la cultura hispanizada Ileana Almeida En el presidente de la República se advierte que no hay unidad entre el pensamiento jurídico y el comportamiento político, lo que origina un factor en extremo desfavorable para los pueblos indígenas. El contenido progresista de la Constitución vigente reside, en gran parte, en la aceptación del Estado plurinacional, reflejo de la realidad del país: diferentes tradiciones lingüísticas, culturales, religiosas, territoriales, lo que equivale a decir que el Ecuador es un país plurinacional. Las nacionalidades indígenas, estructuradas políticamente desde hace rato, están luchando por encontrar su sitio en el Estado ecuatoriano a través de instituciones autónomas que les permitan expresar su condición histórica y social, pero se topan con los obstáculos que les crean casi todos los gobierno de turno. La distancia que separa al Ecuador real del Ecuador oficial no es percibida por el poder, y hasta parecería que para al presidente lo único que le importa es la urgente asimilación de los

indígenas a la cultura hispanizada. No se puede comprender de otra manera la decisión de mandar misioneros a los pueblos amazónicos, que cuentan con organizaciones propias para defender su pertenencia y su memoria histórica. En el afán de alcanzar el crecimiento económico y la modernización se mezquina a las organizaciones espacios de autonomía como la Dirección de Educación Bilingüe, que ha obtenido logros inesperados al promover la capacitación intelectual de estudiosos de todas las nacionalidades, cuyo empeño principal es la defensa de sus culturas. Esto demuestra que el gobierno actual no tiene interés en la reconstrucción de las identidades históricas de las distintas nacionalidades, sino en reducir la dimensión nacional del país solo a la nación ecuatoriana. En los tres años del actual régimen, los indígenas han sido impedidos de tomar decisiones sobre las leyes que les afectan directamente, como la de aguas o la de minería, lo que ha llevado a que no se sientan representados por un Estado que atenta contra su condición y su libertad. El presidente olvida que la autonomía está relacionada indisolublemente con la preservación de la naturaleza y el manejo sostenible de los recursos naturales, pero -eso sí- afirma que la política de la dirigencia indígena es inmadura y atrasada. Desde el poder central se

responsabilizó a la Voz de Arutam de los conflictos que él mismo provocó, acusándola sin pruebas de responder a intereses de líderes ambiciosos. Lo cierto es que esta radiodifusora, desde hace muchos años, en lo que se ha empeñado es en fomentar la percepción de sí mismo en todo el pueblo shuar. La estratagema de dotar de nuevas radios a las comunidades no oculta que de lo que se trata es de aprovecharlas para fines políticos. Pero lo que mejor revela el designio de reforzar al máximo el poder centralizado, que solo responde a la “modernización económica”, es la decisión de explotar el campo petrolero Yasuní-ITT. No importa que se afecte la mayor reserva natural del Ecuador, uno de los santuarios de la biodiversidad planetaria. No importa que se afecte el habitat y la vida de los pueblos amazónicos. Así pues, los tres años de la administración Correa se caracterizan por el boicot permanente a los derechos autonómicos de los indígenas

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Policías políticos Jesús Prieto [email protected] Acabo de leer en el periódico electrónico Kaos en la Red que doce agentes de la policía política autonómica que opera en las provincias vascongadas irrumpieron anteayer encapuchados en la Herriko Taberna del distrito bilbaíno de Deusto con el propósito reconocido de retirar unas fotografías prohibidas por la Ley d’Hont. Amante, como soy, de la literatura, de la fotografía y del cine, nunca he comprendido qué peligros pueden entrañar la celulosa o el celuloide, como no sean los derivados de su entroncamiento etimológico con la palabra “célula”, que ponía de los nervios a otros preclaros policías políticos como Roberto Conesa o Melitón Manzanas. Parece ser que un fallo en la comunicación interna llevó a los hombres de Pachi a quedar en el más desmesurado ridículo, pues otros policías políticos igualmente encapuchados se habían incautado ya de todas las perniciosas imágenes el pasado 7 de septiembre.

Pero la policía política no da puntada sin hilo y, sobre todo, no hace viajes en balde. En Deusto lo demostraron. Habían ido buscando iconografía y no se iban a ir con las manos vacías. No se atrevieron a confiscar las fotos de los nietos que la cocinera llevaba en su cartera, pero el que busca halla. Los sagaces policías políticos sólo tuvieron que echar un vistazo a las paredes para que sus profesionales ojos descubrieran el retrato de un terrorista famoso. Debía de ser algún número uno de la banda, porque la cara les resultaba muy familiar. El cabo comentó que le parecía haberlo visto tomando potes por el barrio. No se llevaron el cuadro. Se conformaron con sacarle una foto para que la examinara el sargento, que tenía el graduado escolar. Siempre podrían volver después. Pero Google tiró su gozo a un pozo. El retrato resultó ser de un tal Vladimir Ilyich Ulyanov, que muy a vasco no sonaba, y además, según la Wikipedia, llevaba muerto 85 años. Dicen que la Policía no es tonta, ni siquiera la política. No seré yo quien

desmienta el tópico. De hecho, casi siempre se pasa de lista.

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PROBLEMAS DEL SUBDESARROLLO Nicolás Guillén

Monsieur Dupont te llama inculto, porque ignoras cuál era el nieto preferido de Victor Hugo. Herr Müller se ha puesto a gritar, porque no sabes el día (exacto) en que murió Bismark. Tu amigo Mr. Smith, inglés o yanqui, yo no lo sé, se subleva cuando escribes shell. (Parece que ahorras una ele, y que además pronuncias chel.) Bueno ¿y qué? Cuando te toque a ti, mándales decir cacarajícara

y que donde está el Aconcagua, y que quién era Sucre, y que en qué lugar de este planeta murió Martí. Un favor: que te hablen siempre en español.

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Ecuador: "Socialismo extractivista" Sobre la política de recursos naturales del gobierno ecuatoriano Pablo Arciniegas Avila "Ecologismo infantilista" llama el presidente Correa a la posición de quienes se oponen a continuar con el modelo de desarrollo extractivista, especialmente de recursos no renovables. Y mientras el tiempo transcurre atenuado por la falta de diálogo, en el que realmente se confronten las visiones diferentes frente al tema, parece inevitable que la opción de explotar minerales y reservas de petróleo (Yasuní) es la carta que el gobierno jugará. Esta opción ratificaría las contradicciones entre el discurso y las políticas del gobierno y de su movimiento AP; pues en tiempos de campaña y luego en el trabajo de la constituyente el tema de la ecología se presentó como uno de los puntales de la propuesta política de AP. El tema del medio ambiente, incluso se transformó en una de la posiciones bandera del nuevo gobierno, se hizo hincapié en la declaración de los derechos de la naturaleza en la que se da prioridad al tema de los recursos naturales al servicio de la vida.

Pero la "metamorfosis" sobre los aspectos importantes, sobre las políticas que llevarían realmente a fundar nuevas visiones de desarrollo, ha sido la constante en estos tres años de gobierno. Y en medio de estos giros, entre el discurso y las acciones, se va configurando un modelo que recoge mucho del que debería ser su opuesto, y va dando como resultado la formación de realidades fantásticas reflejadas en situaciones hasta cierto punto no posibles, como por ejemplo que un gobierno de izquierda tenga entre la oposición a las comunidades campesinas e indígenas asentadas en los territorios donde se realizaría la explotación de recursos naturales; o el hecho de que un gobierno de izquierda ante el dilema de la vida sana y la ganancia de rentas, se decida por la segunda...¿en dónde queda colgado entonces el concepto del buen vivir "Sumak Kausay?...parece que solo en eso, en un enunciado impreso en una constitución, que como en los mejores gobiernos de la derecha, se transforma en letra muerta. Y lo fantástico creado a veces por las contradicciones de la realidad, llega a las palabras, a los significados, donde como

en la química, hay conceptos que anulan a otros, pero que cuando de política se trata, se construyen algunos engendros que realmente no tendrían significado como el caso del "Socialismo extractivista".