La Furia Del Cursor - Jim Butcher

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Jim butcher la furia del cursor codigo alera

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  • Ttulo original: Cursors Fury. Jim Butcher, 2006. del mapa: Priscilla Spencer, 2004. de la traduccin: Francisco Garca Lorenzana, 2014. de esta edicin digital: RBA Libros, S.A., 2014.Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.www.rbalibros.com REF.: OEBO665ISBN: 978-84-9056-219-2 Composicin digital: Vctor Igual, S. L. Queda rigurosamente prohibida sin autorizacin por escrito del editor cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacinpblica o transformacin de esta obra, que ser sometida a las sanciones establecidas por la ley. Todos los derechos reservados.

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  • ndice MapaPrlogo12345678910111213141516171819202122232425262728293031323334

  • 35363738394041424344454647484950515253Eplogo

  • PRLOGO

    Los hombres planean.El destino se re.

    DE LOS ESCRITOS DE GAIUS QUARTUS

    PRIMER SEOR DE ALERA

    Tavi form una torre con los dedos y se qued mirando el tablero de ludus. Las casillas blancas ynegras se disponan en filas de once por once, y las figuritas de plomo pintadas tambin en blanco ynegro se disponan encima de ellas en formacin. Un segundo tablero, de cinco por cinco casillas,descansaba sobre una pequea varilla de metal, cuyo centro encajaba con el punto central del tableroinferior. Las bajas de guerra se encontraban en la mesa situada junto al tablero.

    Ya se haba llegado al ecuador de la partida y las piezas se estaban acercando al punto en el quehabra que realizar intercambios y sacrificios que conduciran a su final. Esa era la naturaleza delludus. Las legiones negras de Tavi haban sufrido ms prdidas que las de su oponente, pero disfrutabade una posicin fuerte. Sus perspectivas de victoria eran excelentes, siempre que consiguiera que eljuego se desarrollara a su favor y su oponente no estuviera disponiendo algn tipo de trampa muyastuta que Tavi hubiera pasado por alto.

    Tom uno de sus seores y levant la pieza hacia el tablero superior, que representaba los cielospor encima del campo de batalla, con lo que aumentaba la presin sobre las posiciones asediadas delas tropas del enemigo blanco.

    Su oponente dej escapar un gemido relajado que pareca el gruido de un depredador grande ysomnoliento. Tavi saba que aquel sonido indicaba la misma emocin que una risita divertida habramostrado en un ser humano, pero no olvid ni por un segundo que su oponente no era humano.

    El cane era una criatura enorme; superaba los dos metros y medio cuando se pona de pie. Tena unpelaje oscuro y denso, que formaba un abrigo basto y pesado que le cubra todo el cuerpo, excepto lasmanos, que eran como garras, y las zonas donde se poda ver el tejido nudoso de las cicatrices querecorran la piel por debajo del pelo. La cabeza era la de un lobo enorme, aunque un poco ms ancha ycorta: tena el morro coronado por una nariz amplia y negra, y una mandbula llena de dientes blancosy afilados. Las orejas triangulares estaban erguidas e inclinadas hacia delante, concentradas en eltablero de ludus. La cola ancha se mova de un lado a otro, marcando la reflexin intensa e inquieta, ylos ojos escarlata y dorados estaban entrecerrados. El cane ola como ninguna otra cosa con la queTavi se hubiera encontrado nunca, almizclado, hmedo, oscuro y algo parecido a metal y xido,aunque haca dos aos que le haban retirado las armas y la armadura al cane.

    Varg estaba sentado sobre las patas traseras frente a Tavi, al otro lado del tablero, porque haba

  • desdeado la silla. Aun as, los ojos del cane se ubicaban casi medio metro por encima de los deljoven. Estaban sentados en una habitacin amueblada con sencillez en la Torre Gris, la prisinimpenetrable y a prueba de fugas de Alera Imperia.

    Tavi se permiti una sonrisita. Casi impenetrable... y de la que no es imposible escapar.Como siempre, los recuerdos de los acontecimientos de Final del Invierno de haca dos aos

    llenaban a Tavi con la oleada habitual de orgullo, humillacin y tristeza. Aun despus de tanto tiempo,los monstruos aulladores y ros de sangre seguan visitndolo en sueos.

    Se oblig a abandonar los recuerdos de remordimientos dolorosos.Qu es lo que te parece tan divertido? le pregunt al cane.T respondi Varg sin levantar la vista del tablero de ludus. La voz del cane era lenta y baja,

    como si masticara unas palabras que su boca y sus colmillos pronunciaban de manera extraa.Agresivo.

    As es como se gana replic Tavi.Varg alarg una pesada mano y empuj la figura de un Gran Seor blanco con una garra larga y

    afilada. El movimiento contrarrestaba el que acababa de realizar Tavi hacia el tablero del cielo.La victoria es algo ms que ferocidad.Tavi empuj hacia delante la figura de un legionare y juzg que le faltaba muy poco tiempo para

    iniciar el asalto.Cmo es eso?Debe estar controlada por la disciplina. La ferocidad es intil, a menos que se utilice en el lugar

    adecuado... Varg levant la mano y retir la figura de un estatder del tablero superior, capturandoal legionare. Despus se retir del tablero y cruz las manos y en el momento oportuno.

    Tavi frunci el ceo hacia el tablero. Haba previsto que el cane realizara aquel movimiento, perolo haba considerado demasiado heterodoxo y poco prctico como para preocuparse por l. Pero lassutiles maniobras del juego haban alterado el equilibrio de poder en ese punto del tablero de ludus.

    Tavi pens en cmo responder, consider intiles las dos primeras posibilidades y las descart.Entonces descubri, para su desesperacin, que a duras penas podra aceptar la siguiente docena deopciones. Los intercambios tardaran unos veinte movimientos en dejar al cane y a sus fuerzas consuperioridad numrica sobre el tablero de ludus, lo que le permitira perseguir y capturar a placer alPrimer Seor de Tavi.

    Cuervos exclam el muchacho en voz baja.Varg despeg los negros labios de los dientes blancos; imitaba una sonrisa alerana, aunque ningn

    alerano podra tener nunca un aspecto tan... descaradamente carnvoro.Tavi neg con un gesto, sin dejar de ponderar sus posibilidades sobre el tablero de juego.Llevo jugando al ludus con vos casi dos aos, seor. Crea que haba captado bastante bien

    vuestras tcticas.Algunas asinti Varg. Aprendes deprisa.No estoy tan seguro replic Tavi con tono seco. Qu se supone que estoy aprendiendo?Mi mente contest Varg.Por qu?Conoce a tu enemigo. Concete a ti mismo. Solo entonces podrs lograr la victoria.Tavi lade la cabeza hacia Varg y arque una ceja sin decir nada.

  • El cane mostr ms dientes.No resulta obvio? Estamos en guerra, alerano le explic, sin dejar traslucir ningn rencor,

    pese a su pronunciacin inquietante. Movi una garra hacia el tablero de ludus. Por ahora la guerraes corts. Pero no se trata de un simple juego. Nos medimos el uno contra el otro. Nos estudiamos eluno al otro.

    Tavi levant la mirada y le frunci el ceo al cane.De manera que sepamos cmo matarnos cuando llegue el da coment.Varg dej que su silencio expresase su asentimiento.En cierto modo, a Tavi le gustaba Varg. El antiguo embajador siempre haba sido honrado, al

    menos en su trato con Tavi, y el cane se atena a un sentido del honor sombro pero rgido. Desde suprimer encuentro, Varg haba tratado a Tavi con una mezcla de respeto y diversin. En sus partidascon Varg, Tavi haba dado por hecho que el conocerse mejor conducira a una especie de amistad.

    Varg no estaba de acuerdo.A Tavi le tranquiliz aquel pensamiento al menos durante cinco segundos. Pero despus lo asust

    hasta los tutanos. El cane era lo que era. Un asesino. Si cortarle el cuello a Tavi le resultaba deutilidad para su honor y sus objetivos, no dudara ni un instante en hacerlo, pero se contentaba conmostrar una tolerancia corts hasta que llegase el momento de reanudar la guerra abierta.

    He visto jugadores muy dotados hacerlo bastante peor durante sus primeros aos murmurVarg. Quizs algn da seas un jugador competente.

    Todo eso, por supuesto, suponiendo que Varg y los canim no lo hicieran trizas. Tavi sinti unanecesidad repentina e incmoda de cambiar de asunto.

    Cunto tiempo hace que jugis?Varg se puso en pie y cruz la habitacin con las zancadas inquietas de un depredador enjaulado.Seiscientos aos, segn los cuenta vuestra especie. Cien aos, segn los contamos nosotros.Tavi se qued con la boca abierta, antes de que pudiera cerrarla.No saba... eso.Varg dej escapar otro gruido divertido.Tavi se cerr la boca empujando con la mano e intent encontrar algo importante que decir. Volvi

    la mirada al tablero de ludus y toc la casilla donde se haba producido el envite de Varg.Hum. Cmo habis conseguido establecer esta tctica?Disciplina contest Varg. Has dejado las piezas en grupos irregulares. Dispersos. Eso

    limita su capacidad para apoyarse entre ellas, comparado con una posicin ms compacta sobre eltablero.

    No estoy seguro de comprenderlo.Varg volvi a colocar las piezas como estaban antes de la confrontacin, y Tavi pudo ver lo que

    quera decir el cane. Sus fuerzas estaban dispuestas en filas bien organizadas unas al lado de las otras.A Tavi le parecan extraas y apelotonadas, pero las habilidades de combate se solapaban, a pesar delo difcil que resultaba colocarlas todas en esa posicin, mientras que sus propias piezas estabandispersas por todas partes, porque cada movimiento suyo se haba guiado por la bsqueda de unaventaja nica y concreta encaminada a dominar el tablero.

    Varg volvi a colocar las piezas sobre el tablero tal como estaban durante la partida, y movi la

  • cola para remarcar sus palabras.Se trata del mismo principio que utilizan vuestras legiones cuando se enfrentan a las partidas de

    asalto. La disciplina compensa la debilidad fsica. No hay rabia suficiente capaz de igualar a ladisciplina. La agresin utilizada de manera irreflexiva es ms peligrosa para uno mismo que para elenemigo, cachorro.

    Tavi le frunci el ceo al tablero y gru.Te rindes? pregunt Varg.La partida no ha terminado todava respondi Tavi.No era capaz de ver la manera de derrotar la posicin de Varg, pero si segua presionando podra

    encontrar una oportunidad, o Varg podra cometer algn tipo de error del que Tavi fuera capaz deaprovecharse. Empuj un caballero hacia el estatder de Varg, tomando la pieza e iniciando unintercambio letal.

    Despus de una docena de movimientos, Tavi no encontr manera de batir al cane. Su derrotapareca inevitable, sonri y levant la mano para derribar su Primer Seor en seal de capitulacin.

    Alguien golpe la puerta de la celda en realidad, Tavi pensaba que era ms un apartamentoespartano que una celda, una habitacin grande que contaba con una cama tan enorme que inclusopoda acomodar a un cane, con una sala de estar y una zona de lectura, y un guardia abri la puertade madera que cerraba la prisin.

    Perdonadme, joven. Ha llegado un correo de la Ciudadela con asuntos de la Corona. Deseahablar con vos.

    Ah exclam Tavi, y le lanz una sonrisa a Varg mientras bajaba la mano. Me llama eldeber. Supongo que lo tendremos que dejar en tablas.

    Varg dej escapar otro gruido divertido y se puso en pie al mismo tiempo que Tavi. El cane ladeligeramente la cabeza. Tavi imit el gesto aunque lo exager un poco ms.

    Entonces, hasta la prxima semana. Por favor, excusadme, seor.El deber ni ofrece ni necesita excusas, cachorro replic Varg, y le mostr los dientes al

    guardia con una sonrisa.El hombre no se encogi, pero a Tavi le pareci que tuvo que hacer un gran esfuerzo para

    permanecer impasible.Tavi se retir hacia la puerta de barrotes que limitaba la celda, sin volverle la espalda a Varg. Se

    desliz a travs de la abertura en cuanto la abri el guardia, y baj con l dos tramos de escaleras hastauna pequea oficina privada. Se trataba de un espacio sencillo. Tena las paredes cubiertas deestanteras con libros, una mesa sin adornos y sillas de una madera oscura magnficamente pulida, unescritorio y una mesita para llevar la contabilidad. Sobre la mesa se encontraba una jarra sencilla deporcelana blanca, salpicada con gotas de agua.

    En una de las sillas se sentaba un hombre bajo, robusto y un poco miope. Vesta la tnica adornadade rojo y azul que lo sealaba como un funcionario importante de la Ciudadela. El guardia salud conla cabeza al hombre y se retir al pasillo. Cerr la puerta a sus espaldas.

    Tavi frunci el ceo mientras estudiaba al mensajero. Haba algo familiar en l. Tavi no reconocasu rostro, pero eso no tena mucha importancia debido a la gran cantidad de personas que pululabanpor la Ciudadela de Alera Imperia.

    La cabeza del mensajero se lade ligeramente mientras segua en silencio.

  • Entonces Tavi sonri y se dobl en una reverencia formal.Vuestra Majestad.El mensajero dej escapar una carcajada, que se convirti en un sonido complacido. Mientras lo

    haca, su forma cambi, y adquiri una constitucin ms alta y delgada, hasta que Gaius Sextus,Primer Seor de Alera y el artfice de las furias ms poderoso, estuvo sentado delante de Tavi. Sucabello era espeso, bien peinado y de un blanco plateado, nica seal que, junto con sus patas de gallo,haca suponer que su edad superaba los cuarenta aos bien llevados que aparentaba. Haba algodistante y lobuno en su porte, que irradiaba confianza en su poder, su inteligencia y su experiencia. ATavi le dio por pensar, de manera ociosa, que el Primer Seor haba alterado su ropa al cambiar,porque le segua cayendo bien aunque haba aadido ms de quince centmetros a su estatura.

    Cmo lo has sabido? murmur Gaius.Tavi frunci el ceo.Los ojos, sire respondi al fin.Los haba cambiado replic Gaius.No se trata de la forma ni del color explic Tavi. Solo que... eran vuestros ojos. Eran los

    vuestros. No estoy muy seguro de cmo lo he sabido.El instinto, supongo musit Gaius. Aunque me gustara que no lo fuera. Si tuvieras algn

    tipo de talento innato que pudiramos definir, quiz podramos ensearle la tcnica al resto de loscursores. Podra ser extremadamente valiosa.

    Trabajar en ello, sire asinti Tavi.Muy bien zanj el tema Gaius. Quera hablar contigo. He ledo tu anlisis de los informes

    que has estado realizando.Tavi parpade.Sire? Pens que eran para el capitn Miles. Estoy sorprendido de que os hayan llegado.En otras condiciones, no lo habran hecho. Si intentase leer todos los papeles que circulan por la

    Ciudadela, morira asfixiado al cabo de un da explic Gaius. Pero Miles estuvo pensando en turazonamiento y me los pas.

    Tavi respir hondo.Oh.Has defendido con conviccin la propuesta de que ha llegado el momento de actuar contra los

    Grandes Seores ms ambiciosos.Sire protest Tavi. Esa no es necesariamente mi opinin. Miles quera que escribiera para

    oponerme a sus estrategias preferidas. Solo pretenda ayudarle a encontrar las debilidades de suspropios planes.

    Soy consciente de ello replic Gaius. Pero eso no resta credibilidad a tus conclusiones. Frunci el ceo y se qued mirando uno de los sencillos estantes con libros. Creo que tienes razn.Ha llegado el momento de hacer que los Grandes Seores bailen por una vez a mi son.

    Tavi volvi a fruncir el ceo.Pero... sire, eso podra desencadenar una escalada que acabara en un verdadero desastre.Gaius neg con la cabeza.La escalada se va a producir con independencia de lo que hagamos. Tarde o temprano, Kalare o

  • Aquitania se volvern contra m con todas sus fuerzas. Es mejor moverse ahora, con arreglo a mispropios planes, que esperar a que estn preparados.

    Es una opcin, sire seal Tavi. Pero tambin podra darse el caso de que no hubieraninguna reaccin.

    Gaius sonri y neg con la cabeza.Eso es imposible.Cmo lo sabis?El Primer Seor arque una ceja.Instinto.Tavi solt una risita que no pudo controlar.S, sire. Se puso firmes. Cules son mis rdenes?An tenemos pendiente tu formacin militar contest el Primer Seor en voz baja, pero

    ninguna de mis legiones preferidas va a empezar un ciclo de instruccin hasta el ao que viene. Gaius sac un sobre de cuero del interior de la tnica y se lo lanz a Tavi. Necesitars algo con loque ocupar el tiempo, as que te vas a ir de viaje.

    Tavi frunci el ceo mientras miraba el sobre.Adnde?Al Valle contest Gaius. A las ruinas de Appia, para ser ms exactos. A estudiar con el

    maestro Magnus.Tavi parpade y se lo qued mirando.Qu?Has terminado tu segundo curso como academ, y solo las grandes furias saben con qu te

    entretendrs si te quedas aqu librado a tus instintos. He ledo tu ensayo sobre las artes romnicas.Magnus tambin lo ha hecho, y necesita un ayudante de investigacin explic Gaius. Suger tunombre, y le entusiasma la idea de tenerte durante seis meses.

    Tavi jade.Pero... sire, mis deberes...Gaius neg con la cabeza.Creme, no te estoy entregando ningn regalo, Tavi. Es posible que te necesite en ese puesto,

    dependiendo de cmo se desarrollen las cosas. Al menos, por supuesto, que no quieras ir.Tavi sinti cmo la boca se le curvaba en una sonrisa lenta e incrdula.No, sire! Quiero decir..., eeeh..., s, sire! Ser un honor.Excelente concluy Gaius. Entonces, haz el petate. Saldrs antes del amanecer. Y dile a

    Gaele que entregue esas cartas por ti.Tavi respir hondo. Gaele, alumna y compaera de clase de Tavi, nunca haba sido realmente

    Gaele. La verdadera estudiante haba sido asesinada, desaparecida y sustituida con frialdad antes deque Tavi tuviera la oportunidad de conocer a la verdadera Gaele. La espa que lo haba hecho, unacuervo de sangre de Kalare llamada Rook, haba sido amiga de Tavi durante dos aos antes de quedescubriera su verdadera y cruel identidad.

    En lugar de eliminarla, Gaius haba decidido que le permitira continuar con su papel, con elobjetivo de alimentar a su amo con desinformacin.

    Creis que se las entregar a Kalare?

  • Estas? Desde luego reconoci Gaius.Puedo preguntar...? empez Tavi.Gaius sonri.El sobre contiene correo rutinario, y una carta para Aquitania, en la que le informo de mi

    intencin de adoptarlo legalmente y nombrarlo mi heredero.Tavi alz las cejas de manera abrupta.Si Kalare se entera de eso, y lo cree de verdad, creis que lo empujar a actuar antes de que

    Aquitania consolide sus aspiraciones al trono.Reaccionar asinti Gaius. Pero no estoy seguro de cmo lo har. Est ligeramente loco, y

    es difcil de predecir. Por eso quiero tener en el sur todos los ojos y odos de los que pueda prescindir.Asegrate de que no te desprendes de mi moneda en ningn momento.

    Comprendo, sire asinti Tavi, tocando el viejo toro de plata que le colgaba de una cadenaalrededor del cuello. Se detuvo mientras un recuerdo amargo le envenenaba la boca. Y Gaele?

    Si esto sale bien, habr dejado de ser til para la Corona respondi Gaius con una voz tantranquila y dura como una piedra.

    S, sire asinti Tavi con una reverencia. Y Fade, sire?El gesto de Gaius se ensombreci de manera casi imperceptible.Qu pasa con l?Ha estado conmigo desde... desde que puedo recordar. Supongo que...No le cort Gaius en un tono que no admita rplica. Tambin tengo una tarea para Fade.Tavi se encontr con la mirada inflexible de Gaius durante un largo momento silencioso, y a

    continuacin asinti ligeramente.S, sire.Entonces no pierdas ms tiempo. Gaius se puso en pie. Oh! exclam con tono distrado

    , por casualidad no te habrs estado acostando con la embajadora marat, Tavi?Tavi sinti cmo se le volva a abrir la boca. Las mejillas se le ruborizaron tanto que crey que

    literalmente iban a estallar en llamas.Hum, sire...Supongo que comprendes las consecuencias. Ninguno de los dos tenis un artificio de las furias

    que pueda prevenir la concepcin. Y creme si te digo que la paternidad le complica inmensamente lavida a uno.

    Tavi dese con desespero que se abriese la tierra, lo engullese y lo aplastase hasta dejarlo reducidoal grosor de un pergamino.

    Nosotros... Eeeh... No estamos haciendo eso explic Tavi. Hay... eh..., bueno, otras cosas.Cosas. Que no...

    Los ojos de Gaius chispearon.Relaciones sexuales?Tavi se puso las manos sobre la cara, mortificado.Oh, malditos cuervos. S, sire.Gaius dej escapar una carcajada.Recuerdo vagamente el concepto reconoci. Y como la gente joven siempre ha tenido y

  • siempre tendr problemas para contenerse, en el mejor de los casos, supongo que me debo sentirsatisfecho con tus... eh... actividades alternativas. La sonrisa desapareci. Pero tenlo en cuenta,Tavi. Ella no es humana. Es marat. Disfruta con ella si te complace, pero si quieres mi consejo, no tesientas demasiado unido a ella. Tus deberes sern cada vez ms exigentes.

    Tavi se mordi el labio y baj la mirada. En su excitacin, no se haba dado cuenta del hecho deque si lo enviaban lejos se pasara medio ao sin ver a Kitai. No le gustaba la idea. En absoluto. Lamayora de los das encontraba tiempo para pasarlo con ella. Y la mayor parte de las noches.

    Tavi sinti que se volva a sonrojar, solo de pensar en ello. Pero se sorprendi ligeramente por lomucho que le disgustaba la idea de alejarse de Kitai, y no solo porque aquello significara que sus...eeeh... actividades alternativas se veran reducidas a su mnima expresin. Kitai era una joven bella yfascinante, ingeniosa, de lengua rpida, honrada, leal, feroz y con una empata innata que Tavi solohaba visto antes en artfices del agua como su ta, Isana.

    Kitai era su amiga. Pero ms que eso, estaba unido a ella por un lazo invisible, por algn tipo deunin que cada marat comparta con su criatura ttem. Todos los marat que Tavi haba visto estabansiempre en compaa de su ttem, que Kitai llamaba chala. Su padre, Doroga, el jefe del clan de losgargantes, nunca se alejaba de la compaa de su enorme gargante negro llamado Caminante. Podacontar con los dedos de una mano las veces que haba visto andando con sus propios pies a Hashat, lajefa del clan de los caballos.

    Tavi abrigaba en secreto el temor de que si se separaba de Kitai pudiera caer sobre ella algn tipode aprensin, o que la pudiera daar de alguna manera. Y despus de esa visita al sur tendra queincorporarse al servicio obligatorio de tres aos con las legiones. Podra acabar en los extremos msalejados del Reino, y desde luego no iba a estar cerca de Alera Imperia y de Kitai, la embajadora de supueblo ante la Corona.

    Tres aos. Y despus de eso, llegara otro destino. Y otro. Los cursores al servicio de la Coronararas veces pasaban mucho tiempo en el mismo lugar.

    Ya la echaba de menos. Peor an, no le haba hablado a Gaius acerca de aquel lazo, ni de lo quetema que le pudiera hacer a Kitai. Nunca le haba explicado al Primer Seor sus sospechas sobre ellazo. Adems de experimentar una ansiedad inconcreta cuando planteaba la idea, no saba muy biencmo explicarlo, pero su instinto le deca que deba cuidarse mucho de revelar nada que Gaius pudieraconsiderar una posibilidad de influir o manipular a uno de sus cursores. Tavi haba crecido en lasfronteras del Reino, unas tierras peligrosas en las que se haba pasado casi todo el tiempo aprendiendoa confiar en su instinto.

    Gaius contempl el rosario de expresiones que pas por su cara y asinti, quiz confundiendo laspreocupaciones de Tavi con remordimientos romnticos.

    Ests empezando a entender.Tavi asinti, sin levantar los ojos, y con mucho cuidado control sus emociones.Gaius solt un suspiro, recuper su disfraz y se encamin a la puerta.Haz lo que quieras, Tavi, pero confo en tu buen juicio. Empieza a hacer el equipaje, cursor. Y

    buena suerte.

    Un tiempo incomprensiblemente desapacible enlenteci el ritmo de los caballeros Aeris que llevaban

  • a Rook a ver a su amo en el sur, de modo que tardaron casi cinco das en realizar el viaje. Semejantelapso haba sido una tortura para ella. Careca de talento para el artificio del viento, lo que significabaque solo poda quedarse sentada en la litera cerrada que transportaba el viento y mirar los documentosensobrados que descansaban en el asiento que tena ante s.

    La asaltaron unas nuseas que no guardaban ninguna relacin con el movimiento de la litera,aunque los vientos la bamboleaban de un lado a otro. Cerr los ojos para no tener que mirar el fajo demisivas que haba copiado en secreto de los documentos oficiales en la capital. Algunas de las copiasprocedan de miembros del personal de palacio codiciosos y con pocos escrpulos. Otros los habaadquirido entrando en oficinas vacas y habitaciones cerradas. Todos ellos contenan informacin dealgn valor, migajas y fragmentos que apenas tenan significado por s solos, pero que adquiranmayor coherencia con la ayuda de informes similares que aportaban sus compaeros cuervos desangre.

    En ltima instancia, todos ellos eran irrelevantes. Todos. El documento que encabezaba la pilahara que todos los dems quedasen obsoletos. Cuando el amo supiera lo que haba descubierto, severa obligado a actuar. Tendra que iniciar la guerra civil que todo alerano con un poco de sentidocomn saba que estaba a punto de estallar. Aquello iba a significar la muerte de decenas de miles dealeranos, como mnimo. Aunque eso ya era bastante malo de por s, no era lo que ms le revolva elestmago.

    Haba traicionado a un amigo para conseguir ese secreto. No era la joven inocente que finga ser,pero no era mucho mayor que el muchacho de Calderon. Desde que lo conoca se haba acostumbradoa su presencia y haba aprendido a respetarlo, y tambin a aquellos que lo rodeaban. Haba sido unatortura saber que su amistad y sus risas solo eran una fachada, y que si sus amigos conocieran losverdaderos propsitos que la llevaban a la capital, ninguno de ellos dudara en saltar sobre ella ymeterla en prisin.

    O incluso matarla, directamente.Eso haca que fuera ms duro interpretar el papel. La camaradera y la facilidad de trato eran

    seductoras. Haba fantaseado con desertar, pese a sus firmes propsitos de concentrarse en otras cosas.De no haber sido una habilidosa artfice del agua, habra derramado lgrimas en la almohada todas lasnoches, pero incluso eso habra puesto en peligro su disfraz. As pues, las haba ahogado.

    Y justo eso era lo que estaba haciendo en ese momento, mientras la litera emprenda el descensofinal hacia el calor sofocante e hirviente de finales del verano en Kalare. Deba tener un aspectotranquilo y profesional delante de su amo, y el temor ante la simple idea de fallarle hizo que larecorriera un marea agria y aterrorizada. Apret las manos, cerr los ojos y se record con un ritmoconstante que era su herramienta ms valiosa y demasiado exitosa como para prescindir de ella.

    No ayud demasiado, pero al menos le proporcion algo que hacer durante los ltimos instantesdel vuelo, hasta que el rico hedor de Kalare, que recordaba vagamente a verdura podrida, se abri pasopor su nariz y garganta. No necesitaba mirar por la ventanilla para ver la ciudad, tan ajetreada alanochecer como al alba. Las nueve dcimas partes eran sucias, embarradas y decadentes. La literacerrada descendi sobre la otra dcima parte, la esplendorosa Torre del Gran Seor, y aterriz sobrelas almenas, como hacan las literas similares muchas veces al da.

    Respir hondo, se tranquiliz, recogi los papeles, se puso la capucha para ocultar su identidad

  • ante cualquier posible observador, y baj corriendo las escaleras. Acto seguido, cruz el patio y entren la Torre propiamente dicha, la residencia del Gran Seor. Los mayordomos de servicioreconocieron su voz y no le pidieron que se quitara la capucha. Kalarus les haba dejado clara suvoluntad ante las visitas de Rook, y ni siquiera sus guardias querran correr el riesgo de desatar su ira.La condujeron directamente al estudio del Gran Seor.

    Kalarus estaba sentado ante su escritorio. Lea. No era un hombre alto, ni demasiado fornido,aunque quiz fuera un poco ms alto que la media. Luca una camisa de una seda ligera de un grisdifano, y pantalones del mismo material pero de color verde oscuro. Cada uno de los dedos luca unanillo con una variedad de piedras verdes, y una diadema de acero le cruzaba por encima de las cejas.Tena el cabello y los ojos oscuros, como la mayora de los sureos, y era guapo pero sin darse aires,aunque luca una perilla con la que ocultaba su mentn sin firmeza.

    Rook conoca su papel. Se qued un momento al lado de la puerta en un silencio total hasta queKalarus la mir.

    Y bien? murmur. Qu te trae de vuelta al hogar, Rook?Se quit la capucha, hizo una reverencia con la cabeza y avanz para dejar las misivas sobre el

    escritorio de su amo.La mayora son rutinarias. Pero creo que querris leer sin demora el documento que est encima

    del todo.Kalarus gru y alarg cansinamente la mano para coger el papel, jugando con l sin desplegarlo.Ser mejor que sean noticias de gran alcance, Rook. Cada instante que pasas lejos de tus deberes

    con Gaius pone en riesgo tu tapadera. Me sentira desgraciado si perdiera una herramienta tan valiosadebido a una decisin errnea.

    Rook herva de rabia, pero la mantuvo confinada en su interior y volvi a inclinar la cabeza.Mi seor, segn mi opinin, esa informacin es de tal magnitud que resulta ms valiosa que

    cualquier espa, por buena que sea su posicin. De hecho, apuesto mi vida en ello.Las cejas de Kalare se levantaron un poco.Lo acabas de hacer reconoci en voz baja, antes de abrir el papel y empezar a leer.Cualquier hombre con el poder y la experiencia de Kalare sola ocultar sus emociones y

    reacciones, lo mismo que Rook le ocultaba las suyas al Gran Seor. Cualquiera que fuese losuficientemente hbil con el artificio del agua poda descubrir muchas cosas de una personas a travsde dichas reacciones, tanto fsicas como emocionales. Los seores ms poderosos de Alera solanentrenarse para ocultar sus emociones con el objetivo de engaar al artificio de los dems.

    Pero Rook no necesitaba esforzarse en utilizar un artificio para leer a aquel hombre. Se le dababien leer a los dems, habilidad cultivada durante aos de un servicio muy peligroso, y eso no tenanada que ver con el artificio de las furias. No haba podido descubrir ni un solo cambio en sus rasgos,pero estaba totalmente segura de que Kalare estaba sorprendido y profundamente disgustado por lasnoticias.

    Dnde has conseguido esto? le pregunt.De un paje de palacio. Se qued dormido y tuvo que salir corriendo hacia la plataforma del

    viento. Como somos amigos, me pidi que entregara los mensajes por l.Kalare movi la cabeza.Crees que es autntico?

  • S, mi seor.Los dedos de la mano derecha iniciaron un movimiento rpido y tembloroso, y golpearon la mesa

    con suavidad.Nunca habra pensado que Gaius hara las paces con Aquitania. Odia a ese hombre.Gaius lo necesita murmur Rook. Por ahora. La necesidad puede sobreponerse incluso al

    odio.El corazn le dio un vuelco cuando la ltima frase abandon sus labios teida con un ligersimo

    tono de amarga irona. Kalare no se dio cuenta, y sus dedos aceleraron el ritmo.Otro ao de preparativos y los podra haber aplastado en una sola campaa.Tal vez sea consciente de ello, mi seor, e intenta obligaros a emprender una accin prematura.Kalare frunci el ceo mirndose los dedos, que se fueron calmando poco a poco. Entonces

    empez a doblar el mensaje una y otra vez con los ojos entornados. A continuacin, separ los labios ymostr los dientes en una sonrisa de depredador.

    Desde luego. Soy el oso que quiere cazar. Gaius es arrogante, y siempre lo ha sido. Estoy segurode que lo sabe todo.

    Rook asinti, y no aadi nada ms.Est a punto de descubrir que este oso es mucho ms grande y peligroso de lo que se imagina.

    Se puso en pie y tir del cordn de la campanilla para llamar al servicio antes de hacer un gesto yobligar a sus furias a abrir un arcn cercano y sacar una docena de mapas enrollados que haba en suinterior. Avisa a mis capitanes de que ha llegado el momento. Movilizacin general, y partimosdentro de una semana. Ordena a tu gente que vuelva a aumentar la presin sobre los cursores.

    Rook hizo una reverencia.S, mi seor.Y para ti... Kalare sonri. Tengo una misin especial para ti. Haba pensado en ocuparme

    yo en persona, pero parece que me voy a tener que vengar a travs de un intermediario.La estatder? pregunt Rook en voz baja.La puta de Calderon le corrigi Kalare, con un filo peligroso en la voz.S, mi seor. Se har. Rook se mordi los labios. Mi seor... Puedo?Kalare hizo un gesto hacia una puerta al otro lado del estudio, una sala soleada para leer y

    entretener a amigos ntimos. Rook cruz la habitacin y abri la puerta que daba a una habitacinespaciosa cubierta de gruesas alfombras y ricamente amueblada.

    Una nia pequea con cabello negro y brillante estaba sentada en el suelo con una doncella muyjoven y jugaba con unas muecas. Al abrirse la puerta, la niera levant la mirada y salud con lacabeza a Rook, antes de retirarse sin pronunciar palabra.

    Mam! chill la nia llena de emocin. Se puso en pie y corri hacia Rook, quien recibi asu hija con un fuerte abrazo. Te he echado de menos, mam.

    Rook apret el abrazo y se le escaparon unas lgrimas de amargura a pesar de su determinacin deno llorar.

    Yo tambin te he echado de menos, Masha.Ha llegado el momento, mam? le pregunt la nia. Podemos irnos al campo y tener

    ponis?

  • An no. Pero muy pronto, pequea le susurr. Muy pronto, te lo prometo.La nia la mir con unos ojos enormes.Pero te echo de menos.Abraz de nuevo a la nia para huir del dolor que se reflejaba en sus ojos.Yo tambin te echo de menos. Te echo mucho de menos. Rook sinti la presencia de Kalare a

    su espalda, en la puerta que daba al estudio. Ella se dio la vuelta y se encar con l sin mirarle a losojos. Lo siento, pequeina. Esta vez no puede ser. Ahora me tengo que ir.

    P-pero acabas de llegar! gimi Masha. Y si te necesito y no te puedo encontrar?No te preocupes le dijo Kalare a Rook con un voz suave y amable que contrastaba con la

    dureza de sus ojos. Yo garantizo la seguridad de la hija de mi fiel sirviente. Tienes mi promesa.Tengo en gran estima tu lealtad.

    Rook se dio la vuelta, colocando su cuerpo entre Masha y Kalare. Abraz a la nia, que estaballorando, mientras un reguero de lgrimas amargas, furiosas y aterrorizadas le cubra el rostro.

    Oy cmo Kalare se daba la vuelta y regresaba al estudio, riendo en voz baja.Ms de lo que se merece. Mucho ms.

    Ehren estaba sentado ante un escritorio desvencijado en la casita de paredes abiertas, mientras el sudorle goteaba por la nariz y caa sobre el libro de contabilidad que tena delante. Las gotas formaban unreguero sobre el collar de cuero que lo identificaba como un esclavo y le bajaban hasta lo ms hondopor el interior de la camisa fina que vesta. Las islas del Alba podan ser terriblemente clidas duranteel verano, aunque daba gracias a las grandes furias de que estuviera empezando a refrescar por fin. Losinsectos revoloteaban alrededor de la cabeza de Ehren, y unas golondrinas muy delgadas entraban atravs de los enormes ventanales abiertos para devorarlos. La mano se le agarrotaba a cada instante ylo obligaba a dejar de lado la pluma que utilizaba para escribir. La acababa de soltar cuando entr porla puerta un hombre de una delgadez cadavrica.

    Ehren pronunci el nombre con un tono malvolo, por todos los cuervos sangrientos, no tehe comprado para que ests sentado mirando por la ventana.

    Los nervios crispados de Ehren hicieron que la idea de romperle el cuello al idiota le resultaserealmente tentadora, pero un cursor no permita que un tema tan personal pudiera interferir en sudeber. Su misin consista en permanecer invisible en las islas del Alba, mirando y escuchando, yenviando informes al continente. Cogi la pluma, agach la cabeza y dijo con una voz sumisa:

    S, maese Ullus. Lo siento. Solo estaba descansando los dedos.Los descansars en la horca como te vuelva a ver vagueando replic el hombre, y se acerc a

    una vitrina baja llena de vasos sucios y botellas de ron barato.Ullus se puso de inmediato a la tarea de ensuciar an ms los vasos y aguar an ms el ron, como

    haca casi a diario, mientras Ehren continuaba con su labor en unos libros de contabilidad imposibles eincompletos.

    Un poco ms tarde entr otro hombre en la sala. No era grande, pero tena la apariencia magra yvil que Ehren haba llegado a asociar con los piratas que aterrorizaban a los barcos mercantes antes dedesaparecer en la multitud de escondites en las islas del Alba. Su ropa estaba muy desgastada y

  • mostraba una gran exposicin a la sal, el viento y el sol. Luca algunas prendas elegantes, que nocombinaban entre s y que eran los trofeos visibles de un pirata a quien le iban bien las cosas.

    Pero a pesar de eso... Ehren frunci el ceo y mantuvo la mirada sobre el libro de contabilidad.Aquel hombre no se comportaba en absoluto como un pirata. La mayora de ellos eran sucios,harapientos e indisciplinados, tanto en comportamiento como en apariencia. Ese hombre pareca serioy precavido. Se mova como los mejores luchadores profesionales, todo l contencin y atencinrelajada. Ehren lleg a la conclusin que no era un pirata sino un sicario, un asesino capaz deintercambiar muerte por oro si el precio era correcto.

    Ullus se puso en pie y se meci vacilante sobre los talones.Seor... empez. Bienvenido a Westmiston. Me llamo Ullus, y soy el director comer...Eres un perista le interrumpi el hombre con voz tranquila.Ullus abri la boca en una interpretacin que no habra convencido a un nio inteligente.Bueno, seor! exclam. No s dnde habr odo semejante infamia, pero...El hombre lade un poco la cabeza y mir fijamente a Ullus. El amo de Ehren era un idiota

    borracho, pero ni tan borracho ni tan idiota como para no reconocer el peligro que brillaba en los ojosdel recin llegado. Se call, cerr la boca y trag saliva, nervioso.

    Eres un perista continu el extrao con el mismo tono tranquilo. Soy el capitn Demos.Tengo bienes que liquidar.

    Desde luego reconoci Ullus, balbuceando las palabras. Por qu no los trais aqu? Estarencantado de daros un precio justo por ellos.

    No me preocupa el que me vayas a engaar le replic. Sac un trozo de papel del bolsillo y lolanz a los pies de Ullus. Esto es una lista. Los venders a mi precio o los comprars en personaantes de que vuelva, dentro de tres semanas. Te pagar una comisin del diez por ciento. Desva unsolo aries de cobre y te Corto el cuello.

    Ullus trag saliva.Entiendo.Ya me pareci que lo entenderas.Ullus recogi la lista y la ley con un gesto de dolor.Capitn sugiri con un tono cauteloso, ms al este obtendrais un precio mucho mejor por

    estas cosas.Yo no navego hacia el este replic el hombre.Ehren suspir y moj la pluma, concentrndose en aparentar aburrimiento, miseria y malhumor

    para ocultar su inters y excitacin repentinos. Westmiston era el asentamiento humano msoccidental de las islas del Alba. El nico occidente civilizado a partir de all perteneca a los canim.Su principal puerto comercial se encontraba a diez das de navegacin desde Westmiston, y en estapoca del ao el viaje de vuelta llevara unos once das.

    Tres semanas.El capitn Demos le llevaba algo a los canim.Ven orden el capitn Demos, trae a tu esclavo y un carro. Largo velas dentro de una hora.

  • 1

    Tavi tir de la cuerda hasta que pens que la tensin le iba a romper la espalda.Deprisa! exclam entre los dientes apretados.No puedes correr si quieres aprender de verdad, muchacho replic el anciano que estaba

    arrodillado ante la clavija de fijacin del mecanismo. Magnus traste y gru alrededor del artilugiodurante un momento, y despus rasp el metal sobre el metal bastamente forjado. La investigacines la esencia del mundo acadmico.

    El sudor cubra todo el cuerpo de Tavi.Si no fijis la clavija con rapidez, se me escapar el brazo, que os lanzar hacia el otro lado del

    Valle gimi Tavi.Tonteras, muchacho. No estoy en su trayectoria. Se romper como hizo el ltimo. Gru.

    Ya est, ya ha entrado. Ha sido fcil.Tavi relaj poco a poco la tensin sobre la cuerda, aunque sus manos y brazos gritaban para que

    soltase. El largo brazo de madera del artefacto tembl, pero se mantuvo estirado hacia atrs, fijado enposicin y listo para soltarse. La cuerda para tirar del brazo, que estaba unida a muchas ruecas quehaba fabricado Magnus, descansaba en el suelo.

    Lo ves? exclam con orgullo. Lo has conseguido hacer por ti mismo.Tavi movi la cabeza, jadeando.Sigo sin entender cmo funcionan las ruedas.Condensan tu fuerza en una zona ms pequea explic Magnus. Has tirado de doce metros

    de cuerda para mover el brazo hacia atrs solo un metro y medio.S contar replic Tavi. Es solo que... es casi irreal. Mi to tendra problemas para doblar

    hacia atrs este madero, y es un artfice de la tierra formidable.Nuestros antepasados conocan su oficio se rio Magnus. Si Larus lo pudiera ver...

    Empezara a echar espumarajos por la boca. Aqu, muchacho. Aydame con los proyectiles.Tavi y Magnus grueron y levantaron una piedra que deba de pesar ms de veinte kilos hasta

    colocarla en el receptculo que se encontraba en el extremo del brazo del artilugio. Acto seguido, seretiraron.

    Quiz tendramos que haber utilizado algunas partes manufacturadas de manera profesional.Nunca, nunca murmur Magnus. Si ussemos partes creadas mediante un artificio,

    tendramos que volver a construir todo el mecanismo sin ellas, o de lo contrario Larus y los de suespecie nos desacreditaran basndose en ese detalle. No, muchacho, lo tenemos que hacer tal como loconstruyeron los romanos, como la misma Appia.

    Tavi gru. Las ruinas de la ciudad de sus antepasados los rodeaban. La haban construido en lacima de una antigua montaa que se haba erosionado hasta convertirse en una colina imponente, y

  • todo era de piedra. Los rodeaban las paredes de muchas docenas de edificios, ahora reducidas apiedras desgastadas por el tiempo y por los elementos. La hierba y los rboles crecan entre las casasen ruinas y las murallas de la vieja ciudad. El viento soplaba entre las piedras, y entonaba un lamentoconstante, suave y triste. Los venados pastaban en silencio en calles tan desdibujadas que solo desdelejos se poda percibir que estaban construidas por la mano del hombre, y se refugiaban entre losmuros durante las poco frecuentes tormentas. Los pjaros anidaban entre los restos de estatuas quehaban perdido el rostro con el paso del tiempo.

    Las piedras utilizadas en las construcciones en ruinas de Appia no tenan los arcos suaves y lasesquinas precisas de las piedras talladas con el artificio de las furias, sino que estaban formadas porpiedras ms pequeas que an mostraban las marcas de las herramientas, una prctica que algunos delos textos antiguos y tallados en piedra, que Magnus haba descubierto en las catacumbas bajo lasruinas, llamaban cantera. Otros relieves, aparentemente de romanos en accin, haban sobrevividoa los aos de decadencia en la tranquilidad de las cuevas. Magnus y Tavi haban visto en dichasimgenes una mquina de guerra en plena batalla contra un enemigo que pareca una especie degigante monstruoso y cornudo.

    De hecho, todo lo que Tavi haba visto y aprendido en aquel lugar dejaba bastante claro que losancestros de los aleranos, como l mismo, no posean ningn artificio de las furias. Era un hecho tanevidente que Tavi quera gritar de frustracin cada vez que recordaba la manera indolente en que loseruditos, como el maestro Larus en la Academia, rechazaban la idea sin preocuparse por examinarlas pruebas.

    Por eso Magnus insista en utilizar un trabajo manual burdo e ineficiente en cada paso del procesode creacin de la mquina de guerra. No quera que existiera ni la ms mnima posibilidad de que sepudiera rechazar el hecho de que al menos era posible fabricar una mquina de ese tipo sin utilizar elartificio de las furias.

    Comprendo por qu lo tenemos que hacer as, seor. Pero los romanos tenan mucha msprctica que nosotros. Estis seguro de que este va a funcionar?

    Oh respondi Magnus, todo lo seguro que se puede estar. Las uniones son ms fuertes, y losmaderos son ms gruesos. Es un poco ms estable que el ltimo.

    Se miraron, antes de que Magnus gruera y atara el extremo de una cuerda larga a la clavija quemantena el brazo estirado hacia atrs. Los dos se retiraron unos veinte pasos.

    Toma indic Magnus, y le ofreci la cuerda a Tavi, yo lo hice la ltima vez.Tavi la acept, precavido, y se dio cuenta de que estaba sonriendo.A Kitai le habra gustado verlo. Listo?Magnus sonrea como un loco.Listo!Tavi tir de la cuerda. La clavija se solt. El mecanismo dio un salto sobre el terreno cuando el

    brazo sali lanzado hacia delante y dispar la piedra en un gran arco que envi el proyectil zumbandopor el aire. Derrib unas pocas piedras de la parte alta de un muro en ruinas, pas por encima de unacolina baja y se perdi de vista al otro lado.

    Magnus dej escapar un grito de jbilo y empez a brincar y mover los brazos en una danzaespontnea.

    Aj! Funciona! Aj! De verdad estoy loco?

  • Tavi dej escapar una carcajada de excitacin y empez a preguntarle a Magnus a qu distanciacrea que haba lanzado la piedra el mecanismo, pero entonces oy algo y gir la cabeza a toda prisapara concentrarse en el sonido.

    En algn punto al otro lado de la colina, un hombre profiri una serie de maldiciones rabiosas quese elevaron hacia el cielo de la maana de primavera.

    Maestro empez Tavi, pero antes de que pudiera decir nada ms, la misma piedra queacababan de lanzar subi en el aire describiendo un arco y comenz a caer hacia ellos. Maestro! grit Tavi, que agarr la parte trasera de la tnica de tejido casero del anciano y lo apart de lamquina.

    La piedra no los alcanz por unos centmetros e impact contra la mquina. La madera se rompiy astill. El metal rechin. Unas esquirlas saltaron de la piedra, y Tavi sinti una punzada de dolorcuando una de ellas, del tamao de su puo, le golpe en el brazo con fuerza suficiente como paradejarlo insensible durante un momento. Tavi coloc el cuerpo entre el maestro anciano y enjuto y lasesquirlas que volaban por todos lados.

    Al suelo! orden.Antes de que Magnus hubiera llegado al suelo, Tavi se haba quitado la honda que llevaba en el

    cinturn y haba dispuesto una pesada bola de plomo en l, cuando un jinete rode la ladera de lacolina. Llevaba una espada en la mano y gritaba a pleno pulmn muchos ms insultos mientrascargaba. Tavi hizo girar la honda, pero en el mismo instante en que iba a soltarla, atrap con la manolibre el receptculo del arma.

    Antillar Maximus! grit. Max! Soy yo!El jinete que iba a la carga tir de las riendas del caballo con tanta fuerza que el pobre animal

    debi de lastimarse la barbilla contra el pecho. El caballo se detuvo sobre la tierra suelta y las piedrasal lado del foso, y levant una gran nube de polvo fino.

    Tavi! grit el hombre joven a lomos del caballo. La alegra y la ira luchaban por dominar enigual medida su tono. Qu cuervos crees que ests haciendo? Has lanzado esa piedra?

    Se podra decir que s reconoci Tavi.Aj! Por fin has averiguado cmo realizar un artificio de tierra sencillo?Mejor an respondi Tavi. Tenemos una mquina de guerra romnica. Se dio la vuelta y

    contempl los restos con un gesto de dolor. O, ms bien, la tenamos se corrigi.Max abri la boca y la volvi a cerrar. Era un hombre joven que haba adquirido toda la fuerza de

    un adulto alto y fuerte. Tena una mandbula slida, una nariz que se haba roto varias veces, unos ojosgrises lobunos y, aunque no se poda decir que fuera guapo, sus rasgos eran duros y fuertes y estabandotados de un atractivo especial.

    Enfund la espada y desmont.Romnicos? Esos tipos que crees que no tenan ningn artificio de las furias como t?Ellos se llaman romanos le corrigi Tavi. Pero dices que algo es romnico cuando lo

    construyeron los romanos. Y s, aunque me sorprende que recuerdes eso de la Academia.No me eches la culpa. Hice todo lo que pude por evitarlo, pero parece que se me quedaron

    algunas de las lecciones reconoci Max, y mir fijamente a Tavi. Casi me arrancas la cabeza conesa roca, sabes? Me he cado del caballo. No lo haba hecho desde...

  • La ltima vez que te emborrachaste intervino Tavi con una sonrisa, y le ofreci la mano aMax.

    El hombre joven y grande buf y estrech con fuerza la mano de Tavi.Furias, Calderon. Sigues creciendo. Eres tan alto como yo. Eres demasiado viejo para crecer

    tanto.Debe de ser para recuperar el tiempo perdido explic Tavi. Max, conoces al maestro

    Magnus?El anciano se levant del suelo, se limpi el polvo y frunci el ceo como una tormenta.Este? Este deficiente mental es el hijo de Antillus Raucus?Max se gir para mirar al anciano y, para sorpresa de Tavi, su rostro se ruboriz por debajo de la

    piel morena.Seor salud Max, e hizo una extraa reverencia rara con la cabeza. Sois una de las

    personas a quienes mi padre pidi que saludara de su parte si me encontraba con ella.Magnus arque una ceja plateada.Max contempl los restos de la mquina.Eh. Y siento mucho lo de vuestro... eeeh... trasto romnico.Se trata de una mquina de guerra aclar Magnus con tono crispado. Una mquina de

    guerra romnica. Los relieves que hemos encontrado se refieren a ella como mula, aunque deboadmitir que parece que existe algn tipo de confusin, porque los textos ms antiguos utilizan lamisma palabra para describir a los soldados de sus legiones... Magnus movi la cabeza. Estoydivagando de nuevo, perdname. El anciano mir la mquina de guerra destrozada y suspir.Cundo fue la ltima vez que hablaste con tu padre, Maximus?

    Como una semana antes de huir de casa y alistarme en las legiones, seor respondi Max.Se puede decir que hace unos ocho aos, poco ms o menos.

    El gruido de Magnus demostr buena parte de su desaprobacin.Acierto al suponer que sabes por qu no te habla?S respondi Max con tono tranquilo, aunque Tavi escuch un matiz de tristeza en la voz de

    su amigo y le gui el ojo en seal de solidaridad. Seor, lo puedo arreglar.Lo haras ahora mismo? pregunt Magnus con los ojos brillantes. Eso es muy generoso

    por tu parte.Desde luego asinti Max con un gesto. Apenas tardar un momento.Creo que no replic Magnus. Ms bien me parece que eso llevara varias semanas. Alz

    las cejas y le aclar a Max: Por supuesto que eres consciente de que mi investigacin nos obliga autilizar mtodos estrictamente romnicos. Sin artificio de las furias.

    Max, que estaba a medio camino hacia la mquina de guerra, se detuvo.Hum. Qu?Solo sudor y msculo recalc Magnus con alegra. En todos los aspectos, desde talar la

    madera hasta forjar las partes metlicas. Lo reconstruiremos. Pero el siguiente tiene que ser el doblede grande, as que me alegro de que te presentes voluntario para...

    Tavi apenas percibi nada ms que un destello de movimiento por el rabillo del ojo que le sirvierade advertencia, pero de repente todos los sentidos de su cuerpo le gritaron que haba peligro.

  • Max! grit Tavi mientras se abalanzaba de nuevo sobre el maestro.Max se dio la vuelta y sac la espada de la funda a la velocidad que solo puede conseguir un

    artfice del viento. Un brazo se balance en dos movimientos bruscos, y Tavi oy el crujido de lamadera cuando Max cort un par de flechas pesadas en el aire con la precisin que solo un maestro delartificio del metal le puede imprimir a la espada, y a continuacin se ech a un lado.

    Tavi coloc una pared baja en ruinas entre los atacantes y el maestro, y ambos se agacharon detrsde ellas. Mir hacia atrs y vio a Max de pie con la espalda apoyada contra una columna de piedra detres metros de grosor, que se haba roto a unos dos metros y medio por encima del suelo.

    Cuntos? pregunt Tavi.Dos all respondi Max, y, con los ojos cerrados, se agach y puso la mano sobre el suelo

    durante un momento. Uno nos est flanqueando por el oeste inform.Los ojos de Tavi se movieron en esa direccin, pero no pudo ver a nadie entre los rboles, los

    arbustos y las paredes derrumbadas.Artificio de madera! grit. No lo puedo ver!Max se movi hacia un lado de la columna, y casi no tuvo tiempo de recular antes de que una

    flecha pasase siseando a la altura de su garganta.Maldita sabandija artfice de la madera que se lleven los cuervos murmur. Puedes ver al

    arquero?Desde luego. Deja que saque la cabeza y eche un vistazo alrededor, Max respondi Tavi, pero

    traste en la bolsa que llevaba colgada del cinturn y extrajo un espejo pequeo que utilizaba paraafeitarse.

    Con la mano izquierda levant el espejo por encima de la pared en ruinas y lo movi de un lado aotro, buscando el reflejo de los arqueros. Descubri a los atacantes al cabo de uno o dos segundosporque, aunque cuando atacaban los protega un artificio de la madera, lo haban dejado de lado y seconcentraban en el tiro de precisin con los arcos. Medio segundo despus de descubrirlos, otra flechadestroz el espejo de Tavi y le abri la punta del dedo hasta casi alcanzar el hueso.

    Tavi baj rpidamente la mano y se apret el dedo ensangrentado. Solo senta pinchazos, perohaba sangre suficiente como para saber que no tardara en dolerle bastante.

    Treinta metros al norte de tu posicin, en la ruina cuyo muro tiene el agujero en forma detringulo.

    Vigila al que nos est flanqueando! grit MaxMax movi la mano hacia un lado de la columna y surgi un fuego de la punta de sus dedos, que

    creci hasta formar una nube enorme dirigida hacia los arqueros. Tavi oy cmo el caballo de Maxrelinchaba de pnico y pateaba. Max corri alrededor del extremo ms alejado de la columna pordetrs de la llama.

    Tavi oy el crujido de piedra sobre piedra al oeste y se incorpor rgido, con la honda en la mano ypreparado para cualquier cosa.

    Lo habis odo? susurr.S gru Magnus. Si lo dejo a la vista, lo podrs derribar?Eso creo.Eso crees? pregunt Magnus. Porque en cuanto lo deje al descubierto me va a lanzar una

  • flecha al ojo. Lo puedes derribar o no?S respondi Tavi. Para su propia sorpresa, la voz le son totalmente confiada. Tambin para

    su sorpresa, se dio cuenta de que lo crea de verdad. Si me lo mostris, acabar con l.Magnus respir hondo, asinti, se puso en pie y movi la mano en la direccin por la que se

    acercaba el atacante.La tierra cruji y zumb, pero no lo hizo con el gruido profundo del poder de un terremoto, sino

    como un temblar superficial aunque violento, como un perro que se sacudiera el agua. Un polvo finose levant del suelo y form una nube de unos cincuenta metros de dimetro. A unos veinte pasos, lanube de polvo se detuvo de improviso alrededor de un hombre que se agachaba al lado de una fila dehelechos, y dibuj su silueta con la suciedad.

    El hombre se puso en pie y levant el arco, apuntando al anciano maestro.Tavi se puso en pie, volte una vez la honda y lanz la pesada esfera de plomo, que atraves el aire

    con un silbido.El arco del atacante vibr.El proyectil lanzado por la honda de Tavi impact con un golpe seco.Una flecha se rompi contra una pared de roca en ruinas apenas un metro detrs del maestro

    Magnus.El artfice de la madera que estaba cubierto de polvo dio un pequeo paso tambaleante hacia un

    lado. Alz la mano hacia la aljaba que llevaba sobre el hombro. Pero antes de que pudiera disparar denuevo, pareci como si sus rodillas se doblaran por voluntad propia y cay al suelo completamentedesmadejado, la mirada fija pero sin ver.

    Procedente de bastantes metros hacia el norte, lleg el sonido de metal contra metal, al que siguiel estruendo de un trueno. Un hombre dej escapar un chillido que qued cortado con violencia.

    Max? llam Tavi.Liquidados! respondi Max. Y el flanco?Tavi dej escapar un suspiro de alivio casi inaudible al escuchar el sonido de la voz de su amigo.Listo contest.El maestro Magnus levant las manos y se las qued mirando. Temblaban con violencia. Se sent

    muy despacio, como si sus piernas fueran tan robustas como sus dedos, y dej escapar el aire poco apoco mientras apretaba una mano contra el pecho.

    Hoy he aprendido algo, muchacho reconoci con voz dbil.El qu, seor?He aprendido que soy demasiado viejo para este tipo de cosas.Max rode la esquina del edificio en ruinas ms cercano y se acerc a la figura inmvil del tercer

    hombre. La sangre brillaba escarlata en la espada del amigo de Tavi. Max se arrodill al lado deltercer hombre durante un momento. A continuacin limpi la espada en la tnica del sicario, laenfund y se dirigi al encuentro de Tavi y Magnus.

    Muerto inform.Y los otros? pregunt Magnus.Max le lanz al maestro una sonrisa forzada y lgubre.Ellos tambin.Cuervos suspir Tavi. Deberamos haber capturado con vida a uno de ellos. Los cadveres

  • no nos pueden decir quines eran esos hombres.Bandidos? sugiri Magnus.Con tanto artificio? pregunt Max, y neg con un gesto. No s el tercero, pero los otros

    dos eran tan buenos como cualquier caballero Flora con quien me haya encontrado. Puedoconsiderarme afortunado por que tuvieran la atencin dividida para ocultarse en los dos primerosdisparos. Unos hombres tan buenos no ejercen de bandidos cuando les pueden pagar mucho ms porprestar servicios en la legin de alguien. Le lanz una mirada al cadver cubierto de polvo.Demonios, con qu le has dado, Calderon?

    Tavi alz la mano que an sostena la honda.Ests de broma.Aprende replic Tavi. Mat a un gran lagarto venenoso macho que iba detrs de los

    corderos de mi to cuando tena seis aos. Y, adems, a dos lobos gigantes y un gato de montaa.Tambin espant una vez a un dientilargo. No la haba usado desde que tena unos trece aos, pero hevuelto a adquirir prctica cazando pjaros para el maestro y para m.

    Max gru.No me lo habas mencionado hasta ahora.Los ciudadanos no usan hondas. Ya tena suficientes problemas en la Academia sin que todo el

    mundo descubriera mi destreza con un arma propia de un paleto con propiedades.Lo has matado bastante bien reconoci Max. Para ser el arma de un paleto.Desde luego asinti Magnus, cuya respiracin volva a estar bajo control. Un disparo

    excelente, me gustara aadir.Tavi asinti con cansancio.Muchas gracias. Baj la mirada hacia el dedo herido, que se haba empezado a hinchar y le

    lata con una quemazn punzante.Cuervos, Calderon exclam Max. Cuntas veces te he dicho que dejes de morderte las

    uas?Tavi le lanz una sonrisa a Max y sac un pauelo.chame una mano.Por qu? Esta claro que no cuidas demasiado bien las que tienes.Tavi arque una ceja.Max solt una risita y coloc la tela alrededor del dedo de Tavi.Mantenlo limpio y detn la hemorragia. En cuanto est, dame un cubo de agua y lo podr cerrar.An no. Tavi se puso en pie y se volvi hacia los dos arqueros. Vamos. Quiz lleven algo

    que nos pueda dar una pista sobre ellos.No te molestes replic Max, mirando hacia el infinito. Su voz se volvi muy baja.

    Tardaramos una semana en encontrar todos los trozos.Tavi trag saliva, mir a su amigo y asinti. Entonces se volvi y mir hacia el hombre a quien

    haba matado.El proyectil haba alcanzado al hombre casi exactamente entre los ojos, con tanta fuerza que le

    haba roto algo en la cabeza. Los blancos de los ojos ciegos estaban llenos de sangre. Un hilo desangre le manaba por la nariz.

  • Pareca ms joven de lo que Tavi se haba esperado. No poda ser mucho mayor que el propio Tavi.Tavi lo haba matado.Haba matado a un hombre.Sinti el sabor de la bilis en la boca y tuvo que apartar la mirada, intentando ahogar un ataque

    repentino de nuseas que amenazaba con vaciarle el estmago sobre las botas. En vano. Tuvo queapartarse unos pasos vacilantes y vomitar. Eso lo calm, y escupi el amargor que le haba quedado enla boca. Despus encerr la sensacin de rechazo y culpa en un cajn apartado de su mente, se volvide nuevo hacia el cadver y empez a revisar de manera sistemtica sus efectos personales. Seconcentr en la tarea, y se olvid de todo lo dems.

    No se atreva a pensar en lo que acababa de hacer. En el estmago no le quedaba nada queexpulsar.

    Una vez hubo terminado, regres junto a Max y el maestro. Trat de no salir corriendo.Nada reconoci en voz baja.Max solt el aire con cierta frustracin.Cuervos. Me gustara saber detrs de quin iban. Supongo que de m. Si hubieran llegado antes

    que yo, ya os habran matado.No necesariamente replic Magnus en voz baja. Quiz los envi alguien para que te

    siguieran hasta dar con alguno de nosotros.Max le sonri a Magnus. Apart la mirada y suspir.Cuervos.En cualquier caso intervino Tavi, seguimos en peligro. No nos podemos quedar aqu.Max asinti.Ni a propsito reconoci Max. La Corona me enva con rdenes para ti, Tavi.Qu rdenes?Nos vamos de excursin a las Colinas Negras, en el extremo meridional de las tierras de

    Placida. All se est formando una legin nueva, y Gaius quiere que ests en ella.Cundo?Ayer.Tavi gru.Eso no les va a gustar ni a mi ta ni a mi to.Aj buf Max. Quieres decir que no le va a gustar a Kitai.A ella tampoco. Ella...Magnus suspir.Cuervos, Antillar. No hagas que empiece a hablar de nuevo sobre esa chica. Se pasa el da

    hablando de ella.Tavi le frunci el ceo a Magnus.Iba a decir que se supona que vendra con mi familia a nuestra reunin en Ceres el mes que

    viene. Voy a echarla de menos.Y te parece mala cosa perdrtela? Max frunci el ceo. Oh, de acuerdo, me olvidaba. A tu

    familia le gusta que ests con ellos.El sentimiento es mutuo. Llevo ms de dos aos sin verlos, Max. Tavi movi la cabeza. No

  • me malinterpretes. S que esto es importante, pero... son dos aos. Y no parece que vaya aconvertirme en un buen legionare.

    Eso no es problema replic Max. Te incorporas como oficial.Pero si ni siquiera he servido durante el tiempo obligatorio! Nadie se convierte en oficial de

    buenas a primeras.T s recalc Max. No vas a ir como t. Gaius quiere ojos y odos en la estructura de

    mando. Ese eres t. Disfraz..., falsa identidad... Ese tipo de cosas.Tavi parpade.Por qu?Por un nuevo concepto de legin respondi Max. Aquitania ha conseguido colar la idea a

    travs del Senado. Vas a servir con la Primera Alerana. La tropa y los oficiales estn formados por unnmero similar de voluntarios de todas las ciudades. La idea es...

    Tavi asinti. Lo haba comprendido.Lo capto. Si en la legin hay alguien de cada una de las ciudades, esa legin nunca podr

    representar una amenaza militar contra ninguna de las ciudades de manera separada. Habr oficiales ytropa que no lo permitirn.

    Exacto reconoci Max. As que la Legin Alerana ser libre de ir all donde hayaproblemas e intervenir sin que nadie se moleste demasiado.

    Tavi movi la cabeza.Por qu iba Aquitania a apoyar algo as?Piensa en ello respondi Max. Una legin formada por hombres procedentes de toda Alera

    realizando la instruccin cerca de la esfera de influencia de Kalare. Gente yendo y viniendo,mensajeros y cartas de todos los lugares del Reino. Suma dos ms dos.

    El caldo de cultivo ideal para el espionaje concluy Tavi con un gesto de cabeza. Aquitaniapodr comprar y vender secretos como si fueran brioches en Final del Invierno... y como estarn cercade Kalare y lejos de Aquitania, conseguir mucha ms informacin sobre Kalare que la que tendr quedar sobre s mismo.

    Y Gaius lo quiere saber todo.Algo un poco ms especfico? pregunt Tavi.Nada. El viejo tiene defectos, pero coartar la iniciativa de sus subordinados no se cuenta entre

    ellos. Tambin se trata de una legin nuevecita. Sin experiencia, sin veteranos de guerra, sin historialde combate y sin tradiciones que mantener. Te confundirs muy bien entre los otros oficiales novatos.

    Tavi asinti.Qu tipo de oficial se supone que voy a ser?Tercer subtribuno del tribuno Logistica.Magnus gesticul como si le doliese algo.Tavi le arque una ceja al maestro y le pregunt a Max:Tan malo es?Max sonri y a Tavi le pareci que la expresin era ominosa.Es... Bueno. Digamos que no te van a faltar cosas que hacer.Oh dijo Tavi, bien.Yo tambin voy aadi Max. Como yo mismo. Centurin, instruccin con armas. Le

  • hizo un gesto con la cabeza a Magnus. Vos tambin, maestro.Magnus arque una ceja.De qu?Ayuda de cmara respondi Max con un gesto.Magnus suspir.Podra ser peor, supongo. No creeras las veces que he tenido que actuar como pinche en algn

    sitio.Tavi se gir hacia Magnus y parpade completamente anonadado.Maestro... S que formis parte del consejo del Primer Seor, pero... sois un cursor?Magnus asinti con una sonrisa.Crees que durante los ltimos doce aos me he dedicado a servirles vino y cerveza a los

    mercaderes de paso porque estaba solo y buscaba compaa, muchacho? Los mercaderes borrachos ysus guardias dejan escapar mucha ms informacin de la que te crees.

    Y no me lo habas dicho hasta ahora? pregunt Tavi.No lo haba hecho? respondi Magnus con un brillo en los ojos. Estoy seguro de que te lo

    dije en algn momento.No le asegur Tavi.No? Magnus se encogi de hombros sin perder la sonrisa. Ests seguro?S.Magnus dej escapar un suspiro teatral.Crea que lo haba hecho. Ah, bueno. Dicen que la memoria es lo primero que se va. Mir a su

    alrededor. Echar de menos este lugar. Al principio, mi trabajo aqu solo fue un cuento para evitarsospechas, pero que me lleven los cuervos si no se me ha metido dentro.

    Tavi neg con la cabeza.No debera saber algo sobre el oficio militar si debo convertirme en oficial? Qu pasar si

    alguien me pone al mando de algo?Solo sers un oficial desde el punto de vista tcnico le asegur Max. Todo el mundo va a

    pasar de ti, de modo que no te preocupes por el hecho de estar al mando. Pero s, necesitas saber lobsico. Te lo ensear de camino all. Lo suficiente para que lo puedas fingir hasta que te hayasacostumbrado.

    Magnus se puso en pie.Muy bien, muchachos. Estamos perdiendo luz del da, y lo mejor sera que no espersemos a la

    llegada de ms asesinos. Maximus, ve a recuperar tu caballo y, si no te importa, mira si nuestrosvisitantes han dejado algunos en los alrededores. Yo voy a reunir suficientes alimentos para que nosduren un tiempo. Tavi, recoge nuestras cosas.

    Se prepararon para marcharse. Tavi se concentr en la tarea que le haban encargado: empaquetaralforjas y bolsos, reunir ropa y equipo, e inspeccionar las armas. Los tres caballos de los asesinos seconvirtieron en animales de carga en cuanto Max los reuni, y poco despus de medioda los trespartieron a caballo, seguidos por una fila de monturas de refresco. Max impuso un ritmo vivo.

    Tavi intent mantener la mente en el trabajo, pero el latido constante de su dedo herido le hacadifcil concentrarse. Antes de pasar la cresta que dejara detrs de ella la Appia en ruinas, mir hacia

  • atrs.Tavi segua viendo al hombre muerto y cubierto de polvo, tendido entre las ruinas.

  • 2

    Amara llevaba meses sin ver al conde de Calderon. Cuando su escolta de caballeros Aeris y elladescendieron sobre el valle de Calderon y sobre Guarnicin, la ciudad fortaleza de Bernard, sintiunas punzadas de excitacin en el vientre.

    Para su sorpresa, Guarnicin haba crecido a ojos vista, incluso durante las semanas que habantranscurrido desde su ltima visita. Lo que haba empezado como un poblado de tiendas en el ladoalerano de los muros de la fortaleza se haba convertido en un conjunto de casas de maderasemipermanentes. Saltaba a la vista que Bernard haba reunido el dinero para contratar a suficientesartfices de tierra para empezar a erigir edificios de piedra, que proporcionaran proteccin de lasfurias letales de esa frontera del Reino.

    Lo que de verdad resultaba sorprendente era lo que estaba ocurriendo fuera de las murallasprotectoras de la fortaleza. Las tiendas se extendan por una amplia zona, y formaban un mercado alaire libre, por donde pudo ver un centenar de personas movindose y haciendo negocios como si fueraun da cualquiera de mercado. Pero eso no era lo que resultaba terriblemente extrao, sino el que lamayor parte de las personas que se movan por el mercado improvisado fueran marat.

    Los brbaros plidos y sus animales apenas haban sido poco ms que una amenaza letal que raravez haba irrumpido en la historia alerana. Haca unos veinte aos, una horda invasora habamasacrado a la Legin de la Corona, que an se estaba recuperando de las elevadas prdidas sufridasen una campaa anterior. En un solo da murieron miles de legionares, seguidores del campamento yhabitantes del valle, entre ellos el prncipe Gaius Septimus y toda su guardia personal, de la que solose haba salvado sir Miles, el capitn de la recin recreada Legin de la Corona.

    Haba sido una de las derrotas aleranas ms amargas y, aunque el Primer Seor y su legin habanlimpiado el valle de marat, nada poda traer de vuelta de la tumba a su hijo y heredero. Haban muertomuchos aleranos, y tambin el prximo Primer Seor. No faltaban los sentimientos de animadversinentre los aleranos y sus vecinos brbaros.

    Aun as, haba vendedores ambulantes y mercaderes que hacan negocios con los marat, como losharan en cualquier otra ciudad del Reino. Muchos caballos pastaban tranquilamente en la llanura queconduca al interior del territorio marat, y Amara pudo ver a dos docenas de gargantes enormes quehacan lo mismo. Un grupo de quizs una docena de lobos dormitaba bajo el sol matinal en unaelevacin de peascos erosionados a poco menos de un kilmetro. Las tribus caballo y gargante eran,ms que cualquier otro marat, los aliados de los aleranos... o, para ser ms exactos, eran aliados deBernard, conde de Calderon, y por eso su presencia era comprensible. Pero la tribu lobo le habaparecido siempre la parte ms cruel y sedienta de sangre de los marat, y no haban dejado de ser unenemigo para el Reino.

    Pareca que los tiempos estaban cambiando, quizs a mejor, y sinti una clida oleada de orgullo

  • porque Bernard era uno de los responsables de dicho cambio.Amara intent seguir relajada y tranquila, pero a pesar de sus esfuerzos descubri que se haba

    adelantado centenares de metros a su escolta. Relajado, el centinela que haba encima de la puerta lepregunt cmo se llamaba y le indic con un gesto que descendiese antes de acabar de responder.Despus de tantos aos visitando al conde de Calderon, la mayora de los legionares destinados en laciudad la conocan de sobra, en especial los veteranos que quedaban de la centuria de Giraldi. Esoshombres, de los que apenas quedaban sesenta legionares aptos para el servicio, formaban la nicacenturia en la historia del Reino que haba recibido dos veces la franja escarlata de la Orden del Lenpor su valor, y disfrutaban mostrando la tira roja en ambas perneras de los pantalones del uniformecon la misma indiferencia fingida con la que otros legionares lucan las armas y la armadura.

    Amara descendi en el patio, obligando a su furia del viento, Cirrus, a que la dejase en tierramientras segua en movimiento, y se desliz con gracia involuntaria en un trote suave que la llev alotro lado del patio y le hizo subir las escaleras que conducan a la oficina y las habitaciones del conde.Subi los escalones de dos en dos, aunque saba que as pareca una chica demasiado ansiosa por caeren los brazos de su amante, pero no pudo contenerse mucho ms.

    Antes de llegar a lo alto de la escalera, se abri la puerta y Bernard apareci en el hueco. Era unhombre grande, con hombros anchos y fuertes, el cabello y la barba oscuros bien recortados al estilode la legin, salteados con hebras de un plateado prematuro. Su rostro fuerte y marcado por la vida ala intemperie se abri con una amplia sonrisa, y cogi a Amara en sus brazos como si no pesara msque un cordero recin nacido. Ella cerr los brazos alrededor de su cuello y hundi la cara en elespacio entre el cuello y el hombro, apretndolo con fuerza y respirando su aroma: cuero, heno recincortado y humo de madera.

    l la condujo al interior de su despacho sencillo y espartano, y ella cerr la puerta con el pie alpasar a su lado.

    En cuanto estuvieron solos, ella cogi su cara entre las manos y le dio un beso en la boca, lento,lujurioso y profundo. l se lo devolvi con una calidez lenta y creciente. Transcurrido un buen rato sesepar un poco y murmur:

    Crees que esta es la mejor manera de ocultar nuestro matrimonio?Amara levant la vista con una sonrisa, antes de acercarse ms y apretar los dientes contra la piel

    de su cuello, en un bocadito rpido y delicado.Qu matrimonio se comporta de esta manera? murmur, mientras los dedos ya estaban

    desabrochando los botones de la tnica.La voz de Bernard se convirti en un gruido sordo, y ella sinti cmo cambiaba el peso para

    sostenerla con una mano, mientras la otra se deslizaba sobre su muslo.Pero ahora no nos ve nadie.Me gusta ser concienzuda replic Amara, cuyos labios se movan sobre su piel, la respiracin

    cada vez ms acelerada. Es lo ms seguro.El gruido de su marido se hizo an ms sordo y se convirti en un rumor. Despus se dio la vuelta

    con rapidez y la sent en el borde de su escritorio de roble. Se oy el sonio del acero que raspabacontra el acero cuando sac la daga del cinturn y la coloc al lado de Amara sobre el escritorio.

    Bernard, no... protest.La boca de Bernard cubri la suya en un beso repentino y abrasador que silenci a Amara por un

  • instante. l abri la pesada chaqueta de cuero que utilizaba para volar, y una mano la apret en laparte baja de la espalda para forzarla a arquear el cuerpo y encontrarse con su boca mientras la besabaa travs de la delgada muselina de la blusa. Sus dientes le apretaron ligeramente la punta de lospechos, lo que le provoc un dolor pequeo, dulce y agudo. La oleada de calor que desencaden esacaricia le atraves todo el cuerpo, y limit su capacidad para hablar a un gemido bajo y desesperadode necesidad.

    Sinti cmo se retorca, con las caderas apretadas contra las suyas, mientras l coga el cuchillo y,con un gesto rpido y certero, cortaba los lazos de cuero que unan las costuras exteriores de unapernera de sus pantalones, tambin de cuero. En lugar de protestar, Amara le anim a darse prisa conlas manos, el cuerpo y la boca, y empez a liberarse de la ropa a medida que senta como el airetocaba cada vez ms piel desnuda.

    Sus ojos se encontraron con los de Bernard y, como haca siempre, a Amara le sorprendi cunprofundo era el deseo que reflejaban, el hecho de que ese hombre, su esposo secreto, realmente ladeseara con tal intensidad. Al principio casi no haba podido creer lo que vea en su rostro, e inclusoen ese momento era una sensacin que permaneca fresca y renovada. Ms an, en respuestadesencadenaba un deseo que iba mucho ms all de lo que nunca haba credo que pudiera sentir. ParaAmara era excitante que un hombre la deseara de una manera tan sincera y desesperada. Ese hombre.Su esposo, su amante.

    Haca que Amara se sintiera hermosa.Bernard la bes, y sus manos y boca la siguieron recorriendo hasta que Amara crey que iba a

    perder la cabeza. Dej escapar un grito sordo y le dio rienda suelta a su deseo. l la tom sobre elescritorio, de manera que su presencia, su fuerza, su aroma y su roce se fundieron en un placertorturador que casi no poda resistir. Su deseo de tocar y de sentir apart todo pensamiento de sumente. Tan solo le importaba lo que pudiera saborear, or, sentir, oler, y se sumergi en elloabandonndose por completo.

    Horas ms tarde, Amara estaba tendido con l en su ancha cama y con las piernas largas y delgadasenredadas con las suyas. No poda recordar a ciencia cierta cundo la haba llevado hasta eldormitorio, pero el ngulo de la luz del sol que iluminaba una pared a travs de una ventana alta yestrecha le indic que la tarde se estaba alejando con rapidez y le daba paso al atardecer. Estabadesnuda, excepto por una sencilla cadena de plata que llevaba alrededor del cuello y el pesado anillode la legin de Bernard con una piedra verde que colgaba de la cadena. Uno de sus brazos la rodeaba, ysu cuerpo era una presencia pesada y relajada.

    Amara estaba all tendida, adormilada y contenta, moviendo perezosamente una de las manosdelgadas del color de la miel sobre los msculos nudosos de los brazos de Bernard. Haba visto comoconsegua levantar con facilidad pesos que ni siquiera un gargante habra considerado una cargaligera, gracias al poder que le proporcionaba su artificio de tierra. Siempre le haba resultado muysorprendente el que un hombre tan fuerte tambin pudiera ser tan amable.

    Os he echado de menos, mi seora murmur su voz con un ronroneo sordo, perezoso ysatisfecho.

    Y yo a vos, mi seor.He estado esperando este viaje.

  • Amara dej escapar una carcajada maliciosa.Si por ti fuera, nos quedaramos aqu.Tonteras replic, pero con una sonrisa en los labios. Echo de menos a mi sobrino.Y eso es lo que has estado esperando murmur Amara, mientras mova la mano. Eso no.Los prpados de su esposo se cerraron y dej escapar un siseo sordo.No me malinterpretes. Mmmm. No tengo nada que objetar a esto. Nada en absoluto.Bernard sinti cmo el vello suave y oscuro de su pecho rozaba la mejilla de Amara mientras

    sonrea.Entonces, supongo que ha funcionado.Bernard rio, y el sonido fue clido y relajado. Apret ligeramente el abrazo y la bes en el cabello.Te amo.Y yo a ti.Bernard se qued en silencio durante un momento, y ella not que l se pona un poco tenso.

    Amara senta que le quera preguntar algo y que no estaba seguro de hablar o no. Su mano se deslizsobre el vientre de ella, fuerte y suave.

    Amara saba que no poda sentir las cicatrices que la peste haba dejado en su vientre; aun as seencogi durante un instante. Se forz a seguir quieta y relajada, y le cubri la mano con las suyas.

    An no coment y trag saliva. Bernard...Calla, amor le cort l con una voz fuerte, soolienta y confiada. Lo seguiremos

    intentando.Pero... suspir. Dos aos, Bernard.Dos aos de una noche aqu y una noche all replic Bernard. Por fin vamos a pasar algn

    tiempo juntos en Ceres. Su mano acarici la piel de Amara y ella tembl. Semanas.Pero... amor, si no te puedo dar un hijo... Tu deber como conde te obliga a traspasarles la fuerza

    de tu artificio a tus hijos. Se lo debes al Reino.Yo ya he cumplido con el Reino replic Bernard, y su tono se volvi inflexible. Y he ido

    ms all. Y le dar a la Corona unos nios con talento. A travs de ti, Amara. O no lo har.Pero... empez Amara.Bernard se volvi y la mir.Deseis abandonarme, mi seora? murmur.Ella trag saliva y neg con un gesto, porque no confiaba en que pudiera hablar.Entonces no hablemos ms de ello zanj Bernard, y le dio un beso intenso.Amara sinti cmo sus reticencias y preocupaciones se empezaban a disolver ante el calor que la

    volva a asaltar.Bernard dej escapar un gruido sordo.Creis que ya hemos levantado suficientes sospechas sobre esta visita, mi seora?Ella rio con un sonido gutural.No estoy segura.Bernard dej escapar otro gemido sordo y gir el cuerpo hacia ella. Sus manos se movieron, y esta

    vez pudo Amara sentir los escalofros de placer que le proporcionaban sus caricias.Entonces ser mejor que nos andemos con cuidado murmur l. Y que cumplamos con

  • nuestro deber.Oh susurr Amara. Desde luego.

    En la hora ms fra y oscura de la noche, Amara sinti cmo Bernard se pona tenso y se sentaba en lacama con la espalda rgida. Estaba rendida de cansancio, pero consigui ahogarlo para salirlentamente de las profundidades de unos sueos carentes de forma.

    Qu ocurre? susurr.Escucha respondi en un murmullo.Amara frunci el ceo y obedeci. Las rachas de viento se precipitaban contra las paredes de

    piedra del dormitorio de Bernard en rfagas irregulares. Desde muy lejos, crey que poda or unsonido muy leve en el viento, compuesto por chillidos y gemidos inhumanos.

    Una tormenta de furias?Bernard gru y sac las piernas por el borde de la cama para ponerse en pie.Quiz peor. Luz.Una lmpara de furia que haba en la mesita al lado de la cama respondi a su voz, y un brillo

    dorado surgi de ella. Eso le permiti a Amara ver cmo Bernard se vesta con movimientos secos yrpidos.

    Amara se sent en la cama. Apretaba las sbanas contra su pecho.Bernard?Solo voy a comprobar que se estn ocupando de ello la tranquiliz Bernard. Apenas tardar

    un momento. No te levantes.Bernard le lanz una breve sonrisa antes de atravesar la habitacin y abrir la puerta. Amara oy

    cmo el viento golpeaba contra la puerta. El sonido distante de la tormenta creci hasta convertirse enun aullido ensordecedor antes de que l volviera a cerrarla a sus espaldas.

    Amara frunci el ceo y se levant. Adelant la mano para coger sus cueros de vuelo, pero vio loscierres cortados y suspir. En su lugar se visti con una de las camisas del conde de Calderon y seenvolvi en una de las capas de Bernard. Era lo suficientemente grande como para envolverla variasveces, y le caa por debajo de las rodillas. Cerr los ojos durante un momento y respir el aroma quesu esposo haba dejado en la tela. A continuacin abri la puerta para ir tras l.

    El viento la recibi con un golpe fsico. Un viento fro y hmedo que impulsaba una fina niebla.Amara sonri y le pidi a su furia del viento, Cirrus, que se colocara en el aire a su alrededor paraprotegerla de las rachas ms fuertes de viento y lluvia.

    Se qued en lo alto de las escaleras durante un momento, mirando alrededor de la fortaleza. Laslmparas de furia brillaban contra la tormenta, pero el viento y las rachas de lluvia fra amortiguabansu resplandor, y las reducan a poco ms que unas esferas con el dimetro de la largura de un brazo.Amara poda ver hombres que atravesaban a la carrera las sombras provocadas por la tormenta, y deguardia sobre las murallas de Guarnicin con las armaduras y las capas empapadas de lluvia. Losbarracones que albergaban al contingente de caballeros adscritos a las fuerzas bajo el mando deBernard se abrieron, y los hombres salieron corriendo en direccin a las murallas.

    Amara frunci el ceo y volvi a llamar a Cirrus. La furia la levant de los escalones con unasuave rfaga de viento y la deposit en el pesado techo de piedra del edificio, que le permita ver por

  • encima de las murallas de la fortaleza y hacia la llanura que se encontraba ms all.La tormenta de furia se remova por all como una bestia enorme, extendida sobre la llanura ancha

    y ondulada que marcaba el inicio del territorio marat. Se trataba de un caldero enorme e hirviente derelmpagos y enfurecidas nubes de tormenta. Sus fuegos internos iluminaban el terreno con ms brilloque la luz de una luna llena. Formas plidas y luminosas se movan en los relmpagos y los remolinosde niebla, y a su alrededor: eran manes del viento, las furias salvajes y letales que acompaaban a lasgrandes tormentas.

    Un relmpago estall de repente. Brill de manera tal que a Amara le dolieron los ojos, y vio cmoel fuego bajaba desde la tormenta como una cortina slida e impactaba contra el suelo. Saltaron tierray piedras debido al impacto, que form una nube llena de escombros que pudo ver a kilmetros dedistancia. Mientras miraba, vio cmo unas retorcidas columnas de fuego descendan desde la tormentay tocaban el suelo. Se convirtieron en media docena de torbellinos aullantes que levantaban tierra ypiedras que, a su vez, se convirtieron en una segunda nube de tormenta.

    Nunca haba visto una tormenta con un poder tan salvaje y primario, y se asust hasta la mdula,pero aquello no tuvo ni punto de comparacin cuando vio cmo los tornados, cada uno de los cualesaullaba como si lo estuvieran torturando, gir y se encamin por la tierra iluminada por losrelmpagos hacia las murallas de Guarnicin. Ms lamentos, aunque infinitamente ms dbiles, sealzaron en una gran disonancia cuando los manes del viento empezaron a descender de las nubes quetenan encima, vanguardia y escolta de los vrtices mortales.

    Reson la alarma en las pesadas campanas de hierro. Las puertas de la fortaleza se abrieron, y unasdos docenas de comerciantes aleranos y la mitad de marat las atravesaron a la carrera. Buscabanrefugio de la tormenta. Detrs de ella pudo or cmo sonaban otras campanas que sealaban que loshabitantes del barrio de cobertizos podan acceder a la seguridad de los refugios de piedra dentro de lafortaleza.

    Cirrus le susurr una advertencia en el odo, y Amara descubri que los manes del viento mscercanos se abalanzaban sobre los hombres que vigilaban encima de las puertas. El resplandor de unrelmpago le mostr a Bernard con su gran arco de guerra en la mano, dispuesto a recibir el ataque delas furias salvajes. Vio el brillo de la punta de una de las flechas, y entonces el arco pesado zumb y laflecha se desvaneci en cuanto el arco de guerra la hizo volar con gran rapidez.

    Amara sinti que el corazn se le sala por la boca, porque el acero no era de ninguna utilidadcontra los manes del viento, y ninguna flecha del Reino poda matar a aquellas criaturas. Pero losmanes del viento gritaron de dolor y se alejaron con un agujero irregular abierto en la sustancialuminosa de sus cuerpos.

    Empezaban a descender ms manes del viento, pero Bernard sigui en la muralla, disparando concalma las flechas de punta brillante, mientras que los caballeros bajo su mando concentraban suatencin en la tormenta que se iba acercando.

    Los caballeros Aeris de Guarnicin, que eran artfices del viento como mnimo tan fuertes comoAmara, junto con los que la haban escoltado hasta la fortaleza, estaban alineados en las murallas. Selanzaban gritos por encima de los aullidos furiosos y enloquecidos del viento y la tormenta.Concentrando esfuerzos, cada uno de ellos se centr en el tornado ms cercano, y despus dejaronescapar todos juntos un chillido repentino. Amara sinti un cambio en la presin atmosfrica cuando

  • las furias de los caballeros se lanzaron hacia delante siguiendo sus rdenes, y el torbellino mscercano se tambale de repente, titube y se convirti en una nube sucia y confusa que se fue,enlentecida, y acab desvanecindose.

    Ms manes del viento gritaron de rabia y cayeron en picado contra los caballeros Aeris, peroBernard evit que se acercasen demasiado y lanz flechas infalibles contra cada una de las furiassalvajes y brillantes que cargaban contra ellos. Juntos, los caballeros se concentraron en el siguientetornado, y despus en otro ms. Ambos se disolvieron. El cabo de unos instantes el ltimo de lostornados se abalanz sobre las murallas, pero se detuvo en seco y muri antes de alcanzarlas.

    La tormenta pas por encima de sus cabezas, tronando y lanzando relmpagos entre las nubes, peroahora pareca agotada. La lluvia empez a caer, y los truenos se redujeron de unos crujidosensordecedores y rugientes a un rumor sordo y descontento.

    La atencin de Amara volvi a las murallas, donde los caballeros Aeris estaban regresando a susbarracones. Al pasar de largo se dio cuenta de que los hombres ni siquiera se haban molestado enponerse las armaduras. De hecho, uno de ellos estaba completamente desnudo, tal como haba saltadode la cama, excepto por la capa de legionare que mantena cerrada alrededor del pecho. Los hombresde su escolta parecan mostrar sorpresa y miedo en los ojos, pero pareca que los comentarios irnicosy las risas relajadas de los caballeros de Guarnicin los estaban tranquilizando.

    Amara movi la cabeza, volvi a bajar hacia las escaleras, y se retir al dormitorio de Bernard.Puso algo ms de madera en el hogar, y lo removi un poco para que las furias proporcionaran ms luzy calor. Bernard regres al cabo de un momento con algo entre las manos. Le quit la cuerda, lo seccon un trapo y lo dej en un rincn.

    Ya te lo dije coment con un tono divertido. No vala la pena salir de la cama.Esto es habitual por aqu? pregunt Amara.De un tiempo a esta parte, s respondi Bernard con el ceo ligeramente fruncido. Estaba

    empapado por la lluvia, de manera que se fue quitando ropa a medida que se acercaba al fuego.Aqu suelen venir desde el este. Esto es lo infrecuente. La mayora de las tormentas de furias de poraqu nacen encima del viejo Garados. Y casi no puedo recordar alguna poca en la que tuviramostantas en una fecha tan temprana del ao.

    Amara frunci el ceo, lanzando una mirada en la direccin de la montaa vieja y arisca.Tus campesinos corren peligro?No estara aqu si lo corrieran contest Bernard. Habr un montn de manes del viento

    hasta que la tormenta se agote por s misma, pero eso es bastante habitual.Ya veo asinti Amara. Qu flechas has utilizado contra esos manes?Puntas especiales cubiertas con cristales de sal.La sal era una maldicin para las furias del viento y les causaba muchas molestias.Ingenioso reconoci Amara. Y efectivo.Idea de Tavi explic Bernard. Lo sugiri hace aos, aunque nunca haba tenido ninguna

    necesidad de probarlas hasta este ao. De repente, sonri. La cabeza le empezar a dar vueltas almuchacho cuando se entere.

    Le echas de menos afirm Amara.Bernard asinti.Tiene buen corazn y es lo ms parecido a un hijo que tengo. Por el momento.

  • Amara lo dudaba, pero no tena sentido decirlo en voz alta.Por el momento repiti en voz neutra.Estoy deseando llegar a Ceres reconoci Bernard. Hace semanas que no hablo con Isana.

    Eso es raro en m, pero supongo que tendremos tiempo durante el viaje.Amara no dijo nada y los crujidos del fuego acentuaron la tensin repentina que haba ido

    creciendo entre los dos.Bernard frunci el ceo.Amor?Ella respir hondo y lo mir sin apartar los ojos.Isana declin la invitacin del Primer Seor de que la llevaran sus caballeros Aeris. Con suma

    educacin, por supuesto. Amara suspir. La gente de Aquitania ya la est acompaando alcnclave de la Liga Dinica.

    Bernard le frunci el ceo, pero apart la mirada, que se concentr en el calor del fuego.Ya veo.En cualquier cas