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Just One Drop - Weeblylibrosenllamas.weebly.com/uploads/5/5/8/2/55823267/just_one_drop.pdfRumania con la manada de Fane, también está, oh tan convenientemente, pegada con el objeto

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Just One Drop By Quinn Loftis

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Índice Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

La Carta para Jen de DecebelCapítulo

Jennifer Adams y DecebelCapítulo

Próximo Libro

Biografía del autor

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Sinopsis

ennifer Adams es, la mejor amiga de Jacque Pierce y Sally Morgan,

picante al hablar, un poco loca y humana… o eso pensaba. Jen acaba de

descubrir que ADN humano no es lo único que se encuentra en sus

venas, resulta que comparte un molesto pequeño gen de hombre lobo,

aunque no es más que sólo una gota. Ahora que ella y sus amigas viven en

Rumania con la manada de Fane, también está, oh tan convenientemente, pegada

con el objeto de su afecto, la bola de pelos, Decebel.

Atraídos entre sí por algo que no entienden, Jen se encuentra a sí misma

frustrada por la falta de señales de emparejamiento entre ella y la dicha bola de

pelos. No sólo se está ocupando de ese problema no tan frustrante, sino que ahora

se le ha informado que, debido a esa pequeña gota de sangre de hombre lobo en

ella, se requiere que ahora asista a una reunión de varias manadas de lobos no

acoplados. Este tipo de reunión no ha tenido lugar en más de un siglo, pero con

una escasez de hembras entre la población de hombres lobo, los machos están

cada vez más preocupados de jamás encontrar a sus verdaderas compañeras.

Mientras tanto Decebel lucha con las emociones que está sintiendo hacia

Jen. Él está tratando de mantener la distancia, pero hay algo acerca de la rubia

bocazas que lo mantiene regresando por más de su abuso verbal, algo que parece

que no puede conseguir suficiente… imagínate eso.

Tercer Libro de la Saga The Grey Wolves

J

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1 Traducido por Nelshia

Corregido por Nanis

en, no vas a regresar a los Estados Unidos así que deja de tratar de

empacar tu maldita ropa —gruñó Sally. Interceptó a Jen y le

arrebató los pantalones que estaba cargando hacia una maleta

abierta, la cual se encontraba recostada caprichosamente

atravesada en la gran cama con dosel. Jen la ignoró firmemente y dio media

vuelta hacia el armario para buscar más de su ropa.

—¿Podrías por favor simplemente hablar conmigo? ¿Por favor? —La voz

de Sally estaba empezando a asumir un gemido chillón.

—Oh, santo cielo. Por el amor de los oídos sanos en todo el mundo, deja

tus chillidos —espetó Jen, la ropa en sus manos tornándose más arrugada cada

segundo—. Sally, no hay nada de qué hablar, ¿de acuerdo? Es lo que es.

Sally levantó las manos en el aire mientras exhalaba con fuerza.

—No, no es lo que es, sea lo que sea que significa esa mierda. Es total y

jodidamente más complicado que “es lo que es”. —Sally estaba empezando a

desesperarse, y aunque cuando Jen comenzó este pequeño truco, Sally pensó que

tirar su maleta por la ventana podría ser drástico… sí, ya no lo era tanto.

Mientras Jen continuaba lanzando la ropa en la maleta, Sally decidió que

los tiempos desesperados necesitaban medidas desesperadas.

Se acercó a la ventana y la abrió. Sin mucha gracia, se las arregló para

empujar el mosquitero y ni se inmutó cuando éste cayó por el lado de la mansión

de tres pisos. Jen todavía estaba en el armario cuando Sally recogió su maleta y

empezó a llevarla hacia la ventana abierta.

—Pon la maleta en el suelo, aléjate de ella lentamente, y nadie saldrá

herido —dijo Jen entre dientes mientras salía del armario.

—J

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—Lo siento, Jen, pero no puedo dejar que te vayas. Así que voy a

arriesgarme a tu ira y a lo que sea necesario para mantener tu cascarrabias,

malhumorado, continuamente enojado trasero en Rumania.

Jen dio un paso hacia Sally y la maleta estaba ahora tambaleándose

peligrosamente en la cornisa de la ventana abierta.

—Retrocede como el infierno, Jennifer Adams. —Sally inclinó la maleta

hacia atrás como para dejarla caer. Jen siguió tomando pasos lentos y calculados

hacia Sally, pensando que su amiga usualmente sensata no se atrevería a soltar la

maleta… Estaba equivocada, muy equivocada.

Sally no sólo dejó ir la maleta, le dio un gran empujón justo cuando Jen se

lanzó a agarrarla. Sally saltó hacia atrás, llevándose de golpe sus manos sobre su

boca. Estaba tan sorprendida de sí misma como lo estaba Jen.

—¿Qué… cómo… por qué? —farfulló Jen mientras miraba a Sally con

incredulidad—. ¡Perra! —finalmente logró escupir.

—Es por tu propio bien, Jen. Realmente lo es —le dijo Sally, alejándose de

la enfurecida Jen.

Jen se asomó por la ventana abierta y vio el destino de su ahora

desparramada maleta y ropas. Miró de nuevo a Sally, todavía sorprendida que su

amiga se hubiera sacado un truco así. Sacudiendo la cabeza, se dio la vuelta y se

dirigió hacia la puerta del dormitorio.

—¿A dónde vas? —preguntó Sally.

—Fuera —gruñó Jen mientras abría la puerta.

—Por lo menos lleva un abrigo. ¡Hace frío! —gritó Sally a la figura de Jen

ya retirándose.

Sally sólo se quedó de pie mirando fijamente. No sabía si había hecho lo

correcto, pero sabía que Jen no tenía necesidad de irse. Sally no podría explicar

la sensación, pero algo en ella le decía que algo malo le pasaría a Jen si

abandonaba Rumania en estos momentos. No trató de darle sentido a la

sensación; sólo lo aceptó por lo que era… por ahora.

Jen bajó enfurecida por la larga escalera, tomando dos escalones a la vez,

todo el tiempo esperando que no se cruzara con nadie para así no tener que

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hablar. Una vez en la planta baja se giró a la derecha y se dirigió por un largo

pasillo. Pasó la biblioteca, una sala de estar y la sala de entretenimiento, para

llegar a su destino finalmente. Sin llamar, abrió la puerta y entró.

—Jen, ¿qué puedo hacer por ti? —preguntó Vasile mientras levantaba la

mirada desde su escritorio.

Antes de responder cerró la puerta detrás de ella. Luego, tomando una

respiración profunda, se volvió de nuevo hacia Vasile.

—No puedo quedarme aquí.

Vasile no se vio sorprendido por su admisión y no respondió. En su lugar,

esperó a que ella continuara.

Ella volvió a respirar hondo y soltó el aire lentamente.

—Mira, sé que sabes lo que la doctora Steele me dijo sobre los resultados

de mi sangre. Independientemente de eso, no puedo cambiar lo que siento por

cierto lobo. No puedo cambiar el hecho de que, ya sea que tengo sangre de lobo

o no, no soy su compañera, y dicho lobo no quiere tener nada que ver conmigo.

¿Cómo puedo saber esto, preguntas? —continuó Jen antes que Vasile pudiera

decir una palabra—. Porque él sólo se levantó y se fue. Nada tanto como un

“hasta luego, Jen”, “cuídate, Jen”, “adiós, Jen”, “ten una agradable maldita vida

sin mí, Jen”.

Jen de repente se llevó su mano sobre su boca, avergonzada de haber

derramado todo eso a Vasile. Sabía que la única razón por la que estaba

discutiendo esto con el padre de Fane era porque estaba desesperada por escapar

de este lugar. Para alejarse del único hombre, que había llegado a darse cuenta en

el último par de meses, que amaba. Después que la doctora Steele le reveló que

tenía un pequeña, muy diminuta cantidad de sangre de hombre lobo en ella, había

pensado que tal vez había una oportunidad para ella y la bola de pelos. Esa

esperanza había sido rápidamente apagada cuando dicha bola de pelos se levantó

y desapareció. Una semana después de la ceremonia de Jacque y Fane, Decebel

se había metido en su Hummer y, sin mirar atrás, se alejó conduciendo lejos de

la mansión de la manada. Y sesenta y dos días, cuatro horas y veintidós minutos

más tarde, todavía no había regresado. Pero, ¿quién está contando?

—¿No acabas de cumplir los dieciocho años, Jen? —le preguntó Vasile.

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Jen pareció un poco confundida por su elección de respuesta.

—Umm, sí. Creo que ese ruidoso barullo que escuchó hace un par de

semanas fue la idea de Sally y Jacque de una fiesta de cumpleaños. ¿Qué tiene

eso que ver conmigo yéndome?

—Si tienes dieciocho años, Jen, eres una adulta. No puedo hacer que te

quedes aquí. Si quieres irte, si realmente piensas que es lo mejor para ti, entonces

puedes irte. Te permitiré utilizar el avión de la manada para volver a los Estados

Unidos si eso es realmente lo que quieres —explicó Vasile.

Jen ladeó la cabeza hacia un lado, con los ojos entrecerrados en el Alfa

sentado tranquilamente frente a ella.

—¿Así de fácil? ¿Sin tratar de convencerme de quedarme, o decirme que

no renuncie, o bla, bla, bla chorradas de mierda?

—Sin “bla, bla, bla chorradas de mierda” —estuvo de acuerdo.

—Eh, está bien entonces. Vamos a hacer esto —afirmó ella.

—¿Ahora?

—Sí, ahora. ¿Es eso un problema?

Vasile tomó el teléfono, sin apartar los ojos de ella.

—Sorin, ¿podrías venir a mi oficina?

Jen tomó asiento en una de las sillas frente al escritorio de Vasile. Apoyó

las manos sobre los brazos de la silla, no pudo contener sus piernas de rebotar

hacia arriba y abajo mientras esperaba a que Sorin llegara.

Vasile no dijo nada mientras esperaron y eso estaba muy bien con Jen. No

quería escuchar más razones sobre por qué debería quedarse. Oyó la puerta

abrirse y cerrarse, y luego Sorin se paró a su lado.

—¿Qué puedo hacer por ti, Alfa? —le preguntó a Vasile.

—Jen ha decidido que quiere volver a los Estados Unidos —comenzó

Vasile, y para crédito de Sorin no hizo más que un parpadeo en dirección a Jen—

. ¿Podrías, por favor, arreglar que el avión esté listo? Conseguir sus cosas, llevarla

a la pista de aterrizaje, y asegurarte que suba al avión con seguridad.

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—Por supuesto —respondió Sorin como si Vasile no acabara de decirle que

Jen estaba partiendo a tan sólo dos meses después de llegar.

Mientras Jen se ponía de pie, detuvo a Sorin de irse con una mano en su

brazo.

—Por favor, no es necesario recoger mis cosas. —Sorin comenzó a objetar

pero Jen lo interrumpió—. De verdad, estoy lista para irme. Ahora mismo. —Se

volvió hacia Vasile, en busca de algún tipo de confirmación de que eso estaba

bien. Después de un momento de mirarla a los ojos, Vasile se volvió hacia Sorin

y asintió.

Cuando empezaron a salir de la oficina, Jen se volvió hacia Vasile.

—No se lo dirás a nadie, ¿verdad? Quiero decir, ¿me dejarás llamarlas una

vez que regrese a Estados Unidos?

Vasile sonrió suavemente.

—No voy a decir ni una palabra.

Ella soltó el aliento que había estado conteniendo.

—Gracias.

* * *

Jen se sentó en el lado del pasajero de otra Hummer, envuelta en un anorak

que Sorin le había dado.

—¿Qué pasa con ustedes los lobos y los Hummers? —murmuró

malhumorada.

—Funcionan bien en este clima —contestó Sorin, sin apartar la vista del

camino.

Jen lo miró brevemente, luego miró por la ventanilla del pasajero. Su mente

vagó hasta cierto magnífico hombre lobo alto, moreno, que tan desesperadamente

quería ver, pero al que anhelaba apuñalar en la mano con un cuchillo de

mantequilla a la vez… curioso cómo esa tentación parecía aplicarse sólo a él.

* * *

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Vasile esperó hasta que oyó que Sorin se apartó de la calzada antes de

levantar su teléfono otra vez.

—Tengo que hablar contigo. —Escuchó la voz en el otro extremo—. No,

no necesariamente justo en este momento, en la siguiente hora estaría bien. —

Finalizando la llamada, inmediatamente marcó otro número y esperó una

respuesta, se oyó una voz en la línea—. Detenlo —fue todo lo que dijo.

Vasile se recostó en su silla, cruzando las manos sobre su regazo. Negó

mientras se reía. Alina le iba a regañar por entrometerse, como ella lo llamaría,

pero él era el Alfa. Era su trabajo entrometerse, y era bueno en eso.

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2 Traducido por Nelshia

Corregido por Nanis

na hora y media más tarde…

Fane levantó el trozo de papel que su padre le entregó. Miró

a su padre, luego de vuelta al papel en la mano.

—¿Quieres que le diga a mi compañera que esperaste una hora y media

para informarme que su mejor amiga se fue para abordar un avión dirigido a los

Estados Unidos? —gruñó Fane.

—No esperé. Te llamé al minuto que en se fue. Tú no llegaste por una hora

y media —respondió Vasile, completamente imperturbable por el gruñido en la

voz de Fane.

—Con el debido respeto, Alfa, podrías haber mencionado la razón por la

que querías verme.

—No, no podía. Le dije a Jen que no diría una palabra —subrayó Vasile.

—¿Jen no captó ese pequeño indicio? —preguntó Fane, con las cejas

levantadas.

—¿No crees que deberías decirle a tu compañera lo que está pasando? No

sé cuánto tiempo más Sorin puede detener el avión antes de que Jen se dé cuenta

que algo está pasando.

La cabeza de Fane se alzó de golpe con las palabras de su padre.

—¿No se ha ido todavía?

—¿De verdad crees que la dejaría marcharse?

«Luna, necesito hablar contigo. ¿Podrías venir por favor a la oficina de mi

padre?» Fane envió a Jacque su pregunta a través de su vínculo. Se había vuelto

U

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tan fuerte desde su apareamiento que ella era una presencia constante y

confortante en su mente.

«¿Por qué escucho preocupación en tu voz, hombre lobo?» le preguntó

Jacquelyn con suspicacia.

Sin responder a su compañera, miró enojado a su padre.

—Voy a vengarme por esto, Alfa. Sólo para advertirte con tiempo.

Vasile guiñó un ojo a su hijo.

—Una pequeña lección de tratar los conflictos con tu compañera va a ser

buena para ti.

Fane miró a su Alfa con asombro.

—Padre, te das cuenta con quién estoy emparejado, ¿verdad?

Vasile se aclaró la garganta.

—Tienes un punto en eso. —Pero aun así no ofreció ninguna disculpa por

su despreocupación en el asunto.

La puerta de la oficina se abrió cuando una frustrada Jacque irrumpió con

una preocupada Sally justo detrás de ella.

—¿Qué está pasando, Fane?

—En primer lugar, no es tan malo como parece —comenzó Fane.

Jacque levantó la mano para interrumpir a su compañero.

—Dilo de una vez, bola de pelos.

—Sorin llevó a Jen al avión de la manada para volar de regreso a Estados

Unidos.

—¡QUÉ! —gritaron Jacque y Sally al mismo tiempo, haciendo que los dos

lobos hicieran muecas de dolor debido a su sensibilidad auditiva.

* * *

Jen se sentaba en el avión, bebiendo la segunda Coca-Cola que Sorin le

había traído mientras esperaba a que la pista fuera despejada. Al parecer,

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Rumania en diciembre se cubría de hielo. Figúrate. En realidad no se preocupaba

por la pista o el avión estando libre de hielo, sólo sabía que cuanto más tiempo se

sentara aquí, no en el aire, sin moverse hacia Norteamérica, más nerviosa se

volvía debido a que sería descubierta por su dos mejores amigas neuróticas que

sabía tenían buenas intenciones, pero no entendían por qué tenía que irse.

Cada día Jen despertaba con la esperanza de que bajaría las escaleras y

encontraría a Decebel; se iba a la cama todas las noches preguntándose por qué

se fue. No tenía idea de si él sabía de su sangre de lobo, y estaba al punto de que

no quería que le importara. Más fácil decirlo que hacerlo, pensó. ¿Por qué no

podía enamorarse de un chico normal, alguien que no fuera peludo a su voluntad?

No. Eso sería demasiado apestosamente fácil.

Inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Su mente vagó de nuevo a la

noche de la ceremonia de unión de Jacque y Fane. Su vida cambió para siempre

cuando la doctora Steele había explicado que la prueba de sangre que había hecho

en Jen después del accidente de auto había resultado anormal. Anormal como en

no humano. Jen recordaba sentir que las paredes de la habitación estaban

cerrándose en ella.

—¿Qué quieres decir con “no humano”? —había pedido a Cynthia.

—Tienes sangre de hombre lobo. Aunque es una cantidad muy diminuta

—había contestado Cynthia.

Sally había estado sentada a su lado, y su reacción había sido lo que Jen

quería decir:

—¡CÁLLATE! —gritó Sally, causando que todos a su alrededor se

detuvieran y miraran. Jen no lo había notado realmente. Lo único en que había

sido capaz de centrarse era en un cierto lobo a quien había estado echando un

vistazo toda la noche.

—¿Qué significa eso exactamente?

—Significa que en alguna parte de tu familia, generaciones atrás, hubo un

hombre lobo. —La doctora parecía desconcertada por esto—. Ni siquiera sé cómo

es posible a menos que todos sus descendientes se aparearan con humanos y la

línea de sangre se diluyera gradualmente.

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Jen y Sally habían escuchado a la doctora explicar que tal vez algo tan

traumático como el accidente había activado el mismo gen latente. Tal vez por

eso sus heridas habían sanado tan rápidamente. Jen le preguntó si pensaba que

iba a desarrollar cualquier otra característica de hombre lobo. Cynthia sintió que

dado que Jacque no lo había hecho, y ella era medio lobo, Jen estaba a salvo.

Pero realmente no sabía lo que eso significaría para Jen o su futuro.

—Tú eres el primer latente que he conocido —le dijo a Jen.

Durante dos meses después de aprender acerca de la sangre de hombre lobo

que yacía latente en su sangre, había estado constantemente atenta a cualquier

otro atributo de lobo. Lo único que sentía diferente era que podía sentir

emociones. Bueno, las emociones fuertes para ser exactos. En realidad no lo

entendía del todo, pero casi podía olerlas y cada emoción olía diferente. Jen se lo

mencionó a Sally y Jacque, y las dos habían querido que fuera a la doctora Steele.

Nunca lo hizo.

Jen escuchó una puerta de auto cerrarse de golpe, lo que la trajo de vuelta

al presente, al maravilloso hecho de que estaba sentada en un avión, un avión que

la llevaría lejos de todas estas cosas de hombre lobo.

Golpeó el pie con impaciencia y tamborileó sus dedos sobre el brazo del

asiento.

—¿Qué podría estar tomando tanto maldito tiempo? —dijo al avión vacío.

Con un bufido exagerado desabrochó el cinturón de seguridad y se levantó,

cansada de esperar. Era el momento de encargarse de las cosas por sus propias

manos.

Miró por la ventana y su aliento se congeló en sus pulmones por la vista.

Donde sólo había estado una Hummer negra, ahora estaban dos. De ninguna

manera, pensó. No es él. Vasile tiene, como, un millón de Hummers negras.

Hacía mucho tiempo que había decidido que era una cosa de lobos.

Jen se apartó de la ventana, tomando algunas respiraciones lentas y

profundas. Cerró los ojos y trató de recuperar su orientación. Yo puedo con esto.

Finalmente lista, se dirigió a la señal de salida.

A qué, no lo sabía.

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3 Traducido por Rihano

Corregido por Nanis

o crees que deberías llamarlo? —le preguntó Jacque a Fane

mientras caminaban hacia el auto, moviéndose lentamente,

tratando de no resbalar en el suelo cubierto de nieve.

Fane abrió la puerta del copiloto para Jacque pero ella no entró. Él se dio

cuenta que no se movería hasta que respondiera a todas sus preguntas.

—Mi padre será el que decida si Decebel debe ser llamado.

—Eso no es lo suficientemente bueno —gruñó Jacque—. No cuando es mi

amiga la que, posiblemente, esté cometiendo el mayor error de su vida. —Se

volvió y, extendiendo sus brazos para mantener el equilibrio sobre el suelo

resbaloso, se dirigió de vuelta a la mansión.

Sally estaba parada junto a Fane, con los brazos cruzados alrededor de su

cintura en un intento de protegerse del frío. Vio a su amiga irse.

—Va a decirle a tu padre lo que debe hacer, ¿verdad?

—Sigo diciéndole que esto se le va a devolver uno de estos días.

Jacque empujó abriendo la puerta del despacho de Vasile sin llamar. Alina

estaba de pie frente al escritorio de Vasile y Jacque se detuvo a su lado.

—No se preocupen por mí. Continúen —les dijo Jacque cuando ambos

dejaron de hablar para mirarla.

—¿El concepto de tocar de alguna manera disminuyó cuando dejaste tu

país? —Las cejas de Vasile estaban elevadas.

—Pido disculpas, Alfa, pero es importante —respondió, y estaba orgullosa

cuando su voz salió sin vacilar.

—N

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Alina pasó un brazo alrededor de los hombros de Jacque.

—¿Qué es importante?

—Creo que Vasile debe llamar a Decebel y decirle que vaya a hablar con

Jen. Creo que Jen lo escuchará —explicó Jacque.

—¿Qué te hace creer que Jen escuchará a Decebel? —preguntó Vasile—.

Tenía entendido que él era la razón por la que ella se estaba yendo.

La mandíbula de Jacque cayó abierta.

—¿Ella te dijo eso? ¿Realmente te dijo cómo se siente acerca de él?

—Bueno, no con tantas palabras, pero vi cómo lo miraba en tu ceremonia.

Sólo hay una razón por la que una mujer mira a un hombre así. —Vasile le guiñó

un ojo a su compañera.

—Vasile, deja de torturar a tu nuera —lo amonestó Alina—. Sigue y dile.

—¿Decirme qué? —preguntó Jacque ansiosamente.

—Llamé a Decebel justo después de que saliste de mi oficina.

—¿Lo hiciste? —preguntó Jacque con el ceño fruncido—. ¿Qué dijo él? ¿Va

a ir y buscarla? ¿Siquiera le importa?

—Reduce la velocidad, pequeña. —Alina se rió entre dientes.

Vasile se levantó de su escritorio y caminó alrededor hacia Jacque.

—No puedo hablar por los sentimientos de Decebel. Aunque, el gruñido

que soltó cuando le dije que Jen estaba yéndose lo llevaría a uno a creer que siente

algo por ella. Y sí, él va a verla. Esperemos que Sorin pueda seguir deteniendo el

avión sin que Jen empiece a sospechar.

—Mierda —se quejó Jacque—. Probablemente ya se ha bajado del avión y

decidió nadar hasta Norteamérica. Es de Jen de quien estamos hablando.

Sospecha de todo.

—Aconsejaría que ustedes tres se queden aquí y dejen que Decebel se

encargue de esto por ahora —dijo Vasile sobriamente, dejándole claro a Jacque

que esto realmente era más que nada una orden.

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Jacque asintió y salió de su oficina en busca de Fane y Sally. Ellos estaban

donde los había dejado, de pie junto al auto.

—¿Y bien? —la apremió Sally.

—Él ya lo había llamado —les dijo Jacque.

—Hay una razón por la que él es el Alfa —bromeó Fane.

—Sí, sí. Disfrútalo, hombre lobo —dijo Jacque, entrecerrando los ojos

hacia su compañero—. Tu padre aconsejó que nos quedemos aquí y dejemos que

Decebel lo maneje.

—Así que, ¿él va a buscarla? —Las cejas de Sally se alzaron en sorpresa.

—Según Vasile.

—Si yo pudiera ser una mosca en ese avión… —dijo Sally, mientras se

frotaba las manos.

—Lo sé, ¿verdad? —concordó Jacque.

* * *

Con su mente resuelta, Jen aceleró sus pasos hacia la salida del avión.

Agarró la manivela, jalándola para abrirla, y caminó hacia una pared sólida.

—Uff —gruñó Jen, luego se congeló. Conocía ese olor. Genial, pensó, ahí

voy con la cosa del olor de nuevo. Pero conocía ese olor: a madera, picante y

masculinidad. Un muy, muy enojado olor masculino. Dio un paso atrás y

lentamente levantó la barbilla para mirar a la cara del lobo cuyo recuerdo la había

perseguido durante los últimos dos meses.

—¿Vas a alguna parte, Jennifer? —preguntó Decebel, los ojos

entrecerrados y los labios apretados con fuerza.

Jen miró en esos brillantes ojos de color ámbar. No podía hablar, no podía

moverse y a estas alturas incluso respirar parecía ser demasiado para su cuerpo.

El hechizo se rompió cuando oyó a Decebel gruñir y se dio cuenta que lo estaba

mirando fijamente a los ojos. Su lobo vería eso como un desafío. Dio un paso

atrás, pero, ya sea un desafío o no, no iba a desviar sus ojos.

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Poco a poco, la ira y el dolor que la atormentaban se precipitaron de nuevo,

fluyendo a través de su cuerpo entumecido, dándole vida y la capacidad de hablar

una vez más.

—A decir verdad, voy a algún lugar. No es que eso sea asunto tuyo. —Jen

levantó una ceja mientras cruzaba los brazos sobre su pecho—. Entonces, si

amablemente te fueras, puedo ponerme en marcha. —Jen no podía creer el dolor

que atravesó su corazón mientras le decía a Decebel que se fuera. Le tomó todo

lo que tenía para no estremecerse ante sus propias palabras.

Sin dejarse intimidar por la actitud arrogante de Jennifer, Decebel entró en

el avión. Y a menos que Jennifer quisiera su pecho presionado contra el de ella,

la hizo tomar otro paso atrás.

—Tengo que estar en desacuerdo contigo. Considero esto muy asunto mío

cuando se refiere a ti.

Decebel observó las emociones pasar a través del rostro de Jennifer, tan

transparente para él.

Esperó a que ella respondiera, sabiendo que sería perspicaz y aguda, una

de las muchas cosas que admiraba de ella. No lo defraudó.

—Eso es curioso —comenzó ella—. Si soy tanto tú asunto, ¿dónde has

estado durante los últimos dos meses? Si soy tanto tu maldito asunto, entonces

debes tener una excusa fenomenal para ni siquiera venir a mi fiesta de cumpleaños

dieciocho. —Jen no pudo ocultar el dolor detrás de sus palabras. Bajó su cabeza,

mordiéndose el labio para evitar llorar. No funcionó.

Decebel dio un paso adelante, atraído hacia ella por razones que todavía

no entendía. Todo lo que sabía era que estar allí de pie viendo su dolor era

insoportable para él. Puso sus dedos bajo su barbilla y levantó su rostro para

mirarla a los ojos llenos de lágrimas. En ese instante estuvo en un momento y

lugar diferente. Mirando a un rostro con ojos verdes, no azules.

Un rostro con mechones color chocolate oscuro enmarcándolo en vez de

rubio. Observó mientras sostenía su frágil cuerpo en sus brazos, su vida

agotándose. La sostuvo hasta que su forma estuvo rígida, sólo una cáscara dejada

para marchitarse en la tierra.

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—Decebel. —El sonido de la voz de Jennifer lo trajo de vuelta al presente,

pero el recuerdo de aquel cuerpo sin vida le recordó lo que pasaba cuando se

preocupaba por alguien, lo que pasaba cuando era incapaz de mantener a esos

que amaba a salvo. Dejó caer su mano de su barbilla y dio un paso atrás, sin pasar

por alto el dolor que cruzó su rostro.

—Tú eres mi asunto, porque eres la mejor amiga de la compañera de mi

príncipe. Como el Beta es mi trabajo mantenerte a salvo —respondió, su

comportamiento repentinamente mucho más formal.

—Bueno, estoy relevándote de ese trabajo al irme. Así que no te preocupes,

Dec. Soy perfectamente capaz de sentarme en un avión por mi cuenta. —Jen se

volvió para regresar pero, no llegó muy lejos antes de que sintiera una mano fuerte

cerrarse alrededor de su brazo.

Decebel la volteó para enfrentarlo y pudo ver las emociones corriendo a

través de su hermoso rostro. Por su vida que no sabía cuáles eran.

—No te vas a ir, Jennifer. Jacque y Sally te necesitan en este momento. Por

alguna razón pensé que no eras el tipo de amiga que abandona a aquellos que

dependen de ti. —Decebel imaginó que la forma más fácil de conseguir que

Jennifer cooperara sería hacerla enojar y enfrentarla con un desafío.

Jen sacudió con fuerza su brazo del agarre de Decebel. Empujó sus

hombros hacia atrás y se paró tan recta como pudo. Luego dio un paso adelante

y podía jurar que había vapor saliendo de su piel. Ella estampó su dedo en el

pecho de Decebel mientras lo miraba enojada.

—En primer lugar, no sabes ni una jodida cosa acerca de mí así que no te

atrevas a decirme qué clase de amiga crees que soy. Segundo, nunca, jamás

abandonaría a uno de mis amigos. A diferencia de un perro peludo que conozco,

no me desaparezco sin lidiar con lo que sea que mis amigos necesitan. Jacque

sabe que necesito volver a los Estados Unidos. Ella tiene a Fane y a Sally.

—¿Es así? —la desafió Decebel.

—Sí, Cujo. Así es. —La mandíbula de Jen sobresalió hacia adelante

mientras apretaba sus dientes.

—Si Jacque es tan comprensiva, entonces, ¿por qué fue hasta Vasile para

hacerlo llamarme para que viniera a llevarte de regreso? —La expresión en el

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rostro de Decebel cuando terminó de hablar era la de un gato que acababa de

atrapar a un pajarito. Vio que la mandíbula de Jennifer cayó abierta ante sus

palabras. Se quedó en silencio y dejó que la información calara. Por último, ella

lo miró a los ojos otra vez, a la única otra persona a excepción de su Alfa a quien

le permitía salirse con la suya, y frotó su mano sobre su frente.

—¿Es por eso que viniste, porque Vasile te envió?

Decebel pudo notar que su respuesta tenía la habilidad de aplastarla y

posiblemente apartarla para siempre, haciéndole más fácil mantener sus

distancias.

Miró fijamente sus ojos azules, ojos que le rogaban por la verdad, ya fuera

dolorosa o no.

—Vasile me llamó. —El rostro de Jennifer decayó, así que Decebel

continuó rápidamente—. Pero no me ordenó que viniera a buscarte.

Su cabeza se levantó al oír sus palabras, sus ojos buscaron en su rostro por

cualquier atisbo de una mentira. Decebel estaba seguro de que preguntaría por

qué vino, pero en lugar de eso respiró hondo. De repente parecía cansada,

derrotada.

—Bien, me quedaré. Pero no porque tú digas que tengo que hacerlo. Me

quedaré por Jacque. —Jen se encaminó a rodear a Decebel y dirigirse a la salida

del avión. Mientras empujaba la puerta para abrirla y sentía el aire frío de

diciembre y el sol en su cara, se volvió de nuevo hacia el lobo que la observaba

en silencio—. Me quedaré, pero necesitas asegurarte de permanecer fuera de mi

camino. No quiero que pienses que necesito a un hermano mayor para vigilarme

y decirme qué hacer, así que no lo hagas. —Salió del avión y el aire fresco y helado

quemó sus pulmones. Sorin estaba de pie junto al auto con la puerta del

acompañante mantenida abierta para ella.

Decebel se quedó mirando el espacio vacío en donde había estado Jennifer.

Cerró los ojos y tomó una respiración profunda por la nariz, saboreando su

esencia.

Sacudiendo la cabeza, abrió los ojos.

21

—Jennifer —susurró su nombre con reverencia al avión vacío—.

Definitivamente no te veo como una hermana, y no creo que pueda permanecer

fuera de tu camino, incluso si quisiera.

22

4 Traducido por LizC

Corregido por Nanis

en se sentó en el jardín detrás de la mansión, sin quitarse el anorak que

se había puesto horas atrás. Era tarde y hacía frío, pero no quería estar

en el interior por el momento. No tenía ganas de responder a las

preguntas que sabía que sus dos mejores amigas indudablemente le

bombardearían. Levantó la cabeza hacia el cielo claro, maravillada por las miles

de estrellas que iluminaban la oscuridad.

Una rama se quebró en el suelo a su izquierda. Jen se volvió en la dirección

del sonido para ver a Alina venir hacia ella, envuelta en un abrigo pesado,

llevando dos tazas humeantes. No pudo evitar sonreír ante Alina mientras

tomaba la taza que le ofrecía. Jen sintió el calor del vapor de su taza elevarse y

acariciar su rostro mientras se la llevaba a los labios.

—Así que, Tweedle Dee y Tweedle Dumb te enviaron, ya veo. —Jen

apuntó al chocolate caliente por el que estaba totalmente agradecida.

Alina dejó escapar una pequeña risa mientras se sentaba en el banco junto

a Jen.

—Culpable de los cargos, me temo.

Jen se encogió de hombros, aceptando que no había forma que sus dos

amigas la dejaran en paz. Sin embargo, se alegró de que fuera Alina quien hubiera

venido. Había algo en ella que era tan tranquilo y reconfortante.

—Jen, ¿eres infeliz aquí? —preguntó Alina con suavidad.

—No —dijo Jen rápidamente—. No, Alina. Tu hogar es una maravilla y

Vasile y tú nos han hecho sentir como en casa.

—Entonces, ¿por qué quieres irte con tanto ahínco?

J

23

Jen miró disimuladamente a Alina por el rabillo del ojo mientras tomaba

otro sorbo. Tragó lentamente, saboreando el calor que viajó a través de ella.

—Sin ánimo de ofender, Alina, pero sé que tú sabes sobre la bola de pelos.

—Alina se rió ante las insistentes indirectas de Jen a Decebel.

—Está bien, culpable. Una vez más. —Alina sonrió, luego ésta se

desvaneció lentamente mientras colocaba su mano sobre el brazo de Jen—. Dale

tiempo, Jen. Si se supone que debe ser, entonces será. —Jen empezó a

interrumpir, pero Alina continuó antes de que pudiera—. Sé que piensas que

porque no tienes alguna de las señales de apareamiento no hay esperanza, pero

nunca hemos estado cerca de alguien con sangre de hombre lobo tan diluida como

la tuya. No se sabe las repercusiones, así que ten paciencia, pequeña. Él vendrá.

Jen asintió lentamente, a pesar de que en su interior todavía tenía serias

dudas.

—Supongo que tengo que ir a ver a Jacque y Sally y hacer un poco de

control de daños. —Jen hizo una mueca.

—Eso sería probablemente sabio —le dijo Alina mientras se levantaba y se

acercaban de nuevo a la mansión juntas.

* * *

Jen abrió la puerta de la habitación de Sally para encontrar a sus dos

mejores amigas sentadas en el suelo, yendo a través de los deberes que su tutor

les había asignado. Ninguna de ellas se detuvo a saludarla y podía admitir que se

merecía el desaire.

—Entonces, supongo que tengo que pedir disculpas por ser una completa

idiota —les dijo Jen, el remordimiento escrito en su rostro.

Sally la miró lentamente. Sus ojos reunidos en una mirada fulminante que

habría detenido en seco a un hombre adulto.

—Mira, Jacque. La lobo prodigio regresa. No es dulce de ella.

Jen hizo una mueca al oír las palabras de Sally, las cuales estaban enlazadas

en sarcasmo y drenando con vehemencia.

24

Jacque dio a Jen una mirada de pasada como si fuera nada más que un

mosquito.

—Eh, así parece —dijo. Y volvió a su tarea.

Mierda, pensó Jen. Iba a tener que humillarse. Cómo odiaba humillarse.

—Realmente lo siento. Sé que ustedes estaban preocupadas y que están

enojadas conmigo por ser egoísta.

Sally se sentó bruscamente.

—Preocupadas, sí. Enojadas, no. Dolidas, definitivamente. Jen, no has

querido hablar con nosotras sobre lo que está pasando. Has estado enfurruñada

por ahí durante los últimos dos meses. No has hablado sobre el asunto de la sangre

de lobo, no has hablado de Decebel, y luego armas el berrinche del siglo y

comienzas a empacar tus cosas, escupiendo cómo no puedes soportarlo más.

Estamos sentadas en la oscuridad, haciendo girar nuestros benditos pulgares. —

La voz de Sally había conseguido poco a poco ser más fuerte a medida que su

diatriba continuaba—. Cambié de opinión, estamos enojadas. Dolidas, enojadas

y preocupadas.

Jacque miró a Sally como si le hubiera crecido un tercer ojo, mientras que

Jen estaba buscando un hueco para meterse en él.

—Lo siento, Sally. No sé qué más decir, pero de verdad lo siento. Sólo me

he sentido tan, mierda, no lo sé. Frustrada, temerosa, sola…

—¿Sola? —interrumpió Jacque, obviamente herida.

—No porque ustedes no han estado allí —se apresuró a añadir Jen—. No

puedo describirlo. De acuerdo —Jen se detuvo y se sentó junto a sus dos mejores

amigas—, ustedes quieren que hable, aquí va. Cuando Decebel se fue después de

la ceremonia, sentí como si un agujero hubiera sido cortado dentro de mí. No sé

cómo describirlo que no sea absoluta soledad. He estado tan apestosamente

frustrada porque no me deprimo jamás por un tipo. Quiero decir, hola, soy Jen.

No necesito a un hombre. —Se pasó las manos por su largo cabello rubio en

agitación—. Pero allí estaba yo, suspirando por un hombre lobo y no sé por qué.

No entiendo por qué simplemente se fue como si no le importara un comino. —

Jen se secó las lágrimas que ahora surcaban su rostro—. Y maldita sea, estoy harta

de llorar.

25

Jacque se sentó y tomó a Jen entre sus brazos; Sally envolvió el suyo en

torno a las dos. Las tres chicas se sentaron en silencio mientras Jen trataba de

poner bajo algún tipo de control sus emociones dispersas.

Finalmente, Sally rompió el silencio.

—Bueno, estás perdonada. Sólo deja de ser tan terca y habla con nosotras,

¿de acuerdo?

Jen asintió mientras se limpiaba la última de sus lágrimas.

—Hablar, lo tengo. Estoy en ello, jefe —bromeó.

—Así que, ¿vas a escupir lo que pasó hoy? Ya sabes, contigo y… —dio a

entender Sally.

—¿Entre Colmillo Blanco y yo? Bueno, tengo que admitir que cuando vi a

Decebel me sorprendió. Conmocionada al igual que en: “¿qué diablos quieres

decir con una mujer sentada en un inodoro tanto tiempo que se siente ligada a

él?”.

—Oh, rayos. Me había olvidado de eso. Eso fue malvado. —Jacque se

encogió.

—Oye. Lucy, Ethel, enfóquense —espetó Sally.

—Oh, está bien. —Jen negó—. Así que me sorprendió, porque él era el

último lobo que esperaba ver. Para colmo, fue muy dulce. Lo que sólo me molestó

más… —Jen se fue callando, recordando cómo Decebel había ido

momentáneamente a otro lugar mientras miraba a sus ojos.

—¿Qué? —preguntó Sally.

—Probablemente no sea nada, pero hubo un momento cuando él me

miraba que en cierto modo se desvaneció a otra parte. Tuve que decir su nombre

varias veces antes de que saliera del trance. Entonces lo sentí empujar de regreso,

si eso tiene sentido. Quiero decir emocionalmente. Fue como si pusiera un muro

entre nosotros.

—Hmm, suena como que es hora de que investigue —dijo Jacque.

—Oh, por todos los santos. Sabemos que tus habilidades detectivescas son

legendarias. —Jen puso los ojos en blanco.

26

—Oye, sólo estoy perfeccionando mis habilidades —dijo Jacque

indignada.

—Lo que tú digas, Sherlock —bromeó Jen.

—Muy bien, entonces escupe el resto. ¿Qué más te dijo? —preguntó Sally

con impaciencia.

Jen procedió a decirles, ante su insistencia, palabra por palabra lo que se

dijo entre ella y Decebel. Y fiel a su estilo, Jacque y Sally pasaron el resto de la

noche diseccionando la conversación. Jen juró que lo habían llevado a una forma

de arte.

27

5 Traducido por Lililamour

Corregido por Nanis

ecebel descansaba en su cama, viendo sin rumbo fijo hacia el techo.

No podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos veía su rostro.

Jennifer.

Su esencia estaba marcada a fuego en su cerebro, y el daño que él le había

causado grabado en su memoria. El rostro de ella se había ensombrecido con eso

en el avión. Por primera vez en su larga vida estaba realmente inseguro sobre el

camino que debía tomar.

Los sentimientos que se agitaban dentro de él hacia Jennifer le eran ajenos.

La única cosa con la que podía compararlo era con lo que había sentido por

Cosmina, su hermana menor.

Ella había sido la luz más brillante de su vida.

Dulce, amable y gentil. No había un día que pasara sin que sintiera el

agujero interno causado por su muerte. De alguna manera, cuando estaba con

Jennifer no se sentía tan vacío, tan solo.

Seguía esperando a que las señales de apareamiento aparecieran, a oír sus

pensamientos, a que sus marcas cambien. Al mismo tiempo temía los cambios.

Si los signos de apareamiento aparecían no tendría opción. Tendría que reclamar

a Jennifer, y eso lo asustaba más que nada desde el día en que vio a su hermana

morir en sus brazos.

Volvió a pensar en ese horrendo día, lo impotente que se había sentido.

Cosmina estaba siendo cortejada por dos lobos, uno de los cuales era su verdadero

compañero. Después de varios meses de persecución más o menos pasiva, se

desafiaron el uno al otro. Cosmina tenía que estar presente en el desafío por ley

de la manada. Decebel le había suplicado que no fuera pero ella no era una

infractora. Cosmina siempre hacía lo que se esperaba de ella.

D

28

Los lobos pelearon y el vencedor tuvo compasión del otro lobo y lo dejó

vivir. El lobo perdedor se tornó salvaje ante la idea de no tener a Cosmina y la

atacó antes de que nadie pudiera detenerlo.

Un auténtico compañero nunca sería capaz de ponerle una mano encima

a su pareja, iba en contra de todo dentro de ellos. Su lobo moriría antes de levantar

una mano contra su compañera.

El lobo perdedor había decidido que si él no podía tener a Cosmina

entonces nadie podía. Decebel había alcanzado al lobo demasiado tarde, la

garganta de Cosmina había sido desgarrada y la sangre brotó de ella

desbordándose.

La rabia que consumió a Decebel le había dado más que suficiente fuerza

para matar al lobo culpable y lo había descuartizado miembro por miembro.

Mientras sostenía a su hermana y veía la luz desvanecerse de sus ojos, ella

dijo sus últimas palabras:

—Cuando llegue el momento, hermano, no luches contra el destino. Deja

que ocurra incluso si no sucede de la manera que piensas que debería. —Y

entonces se había ido.

Cosmina siempre había tenido la habilidad de saber cosas, cosas futuras.

Nadie lo entendía y la manada con el tiempo lo aceptó.

Ahora mientras Decebel yacía sobre su cama, con sus emociones como una

tormenta turbulenta dentro de él, se tuvo que preguntar si ella habría estado

hablando de Jennifer.

Agarró su teléfono de la mesa de noche para ver la hora. Una de la mañana.

Gruñó.

Mañana, u hoy, mejor dicho, iba a ser miserable si no conseguía dormir.

Como Beta de la manada era su trabajo entrenar a los lobos más jóvenes. Incluso

en el siglo XXI era necesario para los lobos saber cómo defenderse, en forma

humana y de lobo.

Después del entrenamiento debía asistir a una conferencia telefónica con

Vasile. Algunas de las manadas de los alrededores habían llamado y pedido

hablar con él, pero no especificaron de qué se trataba. Cuando Decebel le había

preguntado si tenía alguna idea del tema, Vasile negó solemnemente y le dijo que

29

lo que fuera no creía que fuera una buena cosa. Aunque las manadas trataban de

mantener la paz entre ellos, había veces que era más fácil decirlo que hacerlo. Los

hombres lobo eran extremadamente territoriales y no les tomaba mucho meterse

en un concurso de meadas… sin doble sentido.

Con un suspiro de frustración agarró los auriculares de su iPhone y se los

puso, a continuación activó la canción “Down” de Jason Walker. Normalmente

escuchaba rock clásico, pero necesitaba algo relajante para calmarlo esta noche,

algo que le ayudara a enfocarse. Cerró los ojos y escuchó mientras las palabras de

la canción se vertían sobre él. Mientras escuchaba, sintió como si hubiera sido

escrita exclusivamente para él. Con cada palabra el rostro de Jennifer se hizo más

claro en su mente. Su contagiosa sonrisa, sus ojos brillando con malicia, el rápido

ingenio que podría cortar a una persona a la mitad, o hacerlos sentir como la

persona más importante en su mundo.

Imágenes corrieron a través de su mente de su tiempo en los Estados

Unidos cuando ella estuvo en el accidente, el miedo que había rasgado a través

de él cuando había visto su forma inmóvil en el suelo. Recordó sentirse tan fuera

de control mientras los médicos intentaban tratar a Jen cuando su lobo no quería

a nadie cerca de ella. Dejó escapar un gruñido bajo mientras su mente vagaba a

su pequeña jugarreta con el macho humano, Matt. Claramente recordaba el

nombre que Jennifer había susurrado en su oído. Todavía no había hablado con

ella acerca de esa noche, acerca de lo que había pasado con este tipo Matt. Sonrió

lentamente a sí mismo cuando finalmente comenzó a ir a la deriva. Planeaba

hablar con ella muy pronto acerca de Matt, y Decebel tenía el presentimiento de

que no iba a estar demasiado contenta al respecto.

Eso sólo le hizo sonreír más ampliamente.

* * *

—Jen, despierta. —Sally quitó las sábanas de encima de su dormida amiga,

permitiendo al aire frío verterse sobre ella—. Si no te levantas, traeré algo de agua

y reviviremos algunos de esos buenos recuerdos del hospital.

—Realmente creo que necesitas ayuda, Sally —murmuró Jen—. Arrojar

agua en mi cara, tirar mi maleta por la ventana, ¿y tú crees que soy yo la

perturbada? Es hora de que la bruja malvada mire en el espejo y pregunte quién

es la más bella de todas. —Jen se incorporó y trató de quitar el sueño de sus ojos—

. ¿Qué hora es? —gimió.

30

—Son las nueve de la mañana y se supone que debemos encontrarnos con

el tutor en treinta minutos. Empieza a moverte. Todas sabemos cuánto tiempo te

lleva convertirte en una persona en la mañana. Te juro que eres tan mala como

Jacque —le amonestó Sally mientras tomaba la mano de Jen y la jalaba fuera de

la cama, empujándola en dirección del baño.

—Maldita sea, Sally. Estoy levantada —se quejó Jen. Mientras cerraba la

puerta del baño, Sally la oyó murmurar—: Nota para mí misma, cerrar la puerta

del dormitorio en la noche para mantener a la alegre gente mañanera fuera.

Jen se paró frente al espejo del baño, con una toalla envuelta a su alrededor

y peinó los enredos de su cabello mojado. No se iba a mentir y decir que hoy no

estaba nerviosa, estaba más allá de nerviosa sabiendo que él estaba aquí. Decebel,

el hombre lobo que al parecer no era capaz de dejar ir, sin importar lo que su

mente le estaba diciendo. Su corazón le estaba dando a su mente el dedo medio.

Saltó ante el sonido de Sally golpeando la puerta del baño.

—Está bien, Bella Durmiente, vámonos. No vas a un concurso de belleza.

Jen abrió la puerta con fuerza.

—Prueba con un personaje de Disney diferente, Thelma, porque para

poder ser la Bella Durmiente tendría que estar durmiendo. —Las palabras de Jen

salieron un poco más fuerte de lo que pretendía, pero Sally no pareció estar

afectada por eso.

—De acuerdo, Jen. Habla. ¿Qué pasa? —Sally entrecerró los ojos. Su mejor

amiga estaba más tensa que un rollo de hilo de pescar.

Jen salió del baño y se dirigió hacia el armario. Agarró unas bragas y un

sujetador de la cómoda y comenzó a rebuscar a través de la ropa. Finalmente

decidiéndose por un par de jeans a la cadera y un jersey de lana caliente, salió del

armario y tomó un profundo respiro.

—Estoy nerviosa. Decebel regresó, como en está aquí en la mansión, lo

que significa que las posibilidades de verlo son mucho mayores que cuando se

había ido.

Sally se acercó a su amiga y le echó los brazos a su alrededor por un rápido

abrazo.

31

—Realmente te tiene. —No era una pregunta. Sally nunca había visto a la

firme y segura Jen en tal confusión.

—Tengo que hacer algo, Sally. No sé qué, pero no puedo soportar esto.

Nunca he querido a un hombre que no puedo tener. Tan presuntuoso como eso

suena, la verdad es la verdad.

El dedo de Sally estaba golpeteando en sus labios mientras cerraba los ojos

pensando.

—Uhm, ¿qué se está cocinando en ese cerebro sádico tuyo? —preguntó Jen

nerviosamente.

Los ojos de Sally se abrieron de golpe.

—Estaba pensando que tal vez si conoces a alguien más entonces podrías

pasar de tu peludo problema.

—¿Mi peludo problema? ¿En serio? Haces que suene como si tuviera un

crecimiento anormal de vello en las piernas o algo así. —Jen puso los ojos en

blanco.

—Mira. —Sally detuvo a Jen antes de que pudiera salir de la habitación—

. Sólo vamos a darle una oportunidad. Tú, yo, y Jacque… esta noche.

Conseguiremos que Sorin nos lleve a algún lugar donde haya chicos. Entonces tú

podrás hacer lo tuyo.

—¿Lo mío? —preguntó Jen, alzando las cejas.

—Sí. Ya sabes, lo tuyo. La cosa de la cacería caliente.

Jen se rió.

—Amiga, suena como una idea terrible con este tiempo.

Sally gimió.

—Oh, vamos, Jen.

Jen la interrumpió antes de que Sally pudiera continuar.

—No. No pongas esa voz quejumbrosa.

—Entonces di que irás esta noche. —La retó Sally—. ¿O eres una gallina?

32

—Realmente te gusta vivir al límite, ¿verdad, Thelma?

—Oye, sólo digo lo que veo. —Sally se encogió de hombros.

Jen gruñó mientras echaba la cabeza hacia atrás.

Sally sabía que no podía soportar ser llamada gallina. Jennifer Adams era

muchas cosas, pero una gallina no era una de esas.

—Bien, iré. —Hizo una pausa, pensando en la idea de Sally—. Creo que

una noche de fiesta es justo lo que recetó el doctor.

—Excelente. —Sally sonrió, frotándose las manos en contenido regocijo.

—Hombre, me asustas a veces, Sal. Verdaderamente, lo haces. —Tomó la

mano de Sally y comenzó a caminar hacia la puerta del dormitorio—. Hagamos

esto.

* * *

—Si esa tutora trata de meter algo más en mi cabeza, juro que va a explotar

—se quejó Jacque.

—Te apoyo. Estas tres horas al día están pateando mi trasero súper fino —

gimió Jen mientras se deslizaba en un asiento en el comedor—. Quiero decir,

entiendo que tiene que condensar siete horas de la escuela en tres, pero en serio.

—Lo sé, ¿verdad? —concordó Sally mientras apoyaba la cabeza sobre la

mesa después de tomar asiento frente a Jen.

Jacque se sentó al final de la larga mesa y se reclinó en la silla.

«¿Cómo estás, Luna?» Escuchó la voz de Fane en su mente y sintió sus

dedos correr por su mejilla. Eso la hizo temblar involuntariamente.

«Oh, ya sabes, aparte de sentir que mi cerebro se va a convertir en papilla

y supurará por mis oídos, estoy genial». Lo escuchó reír, lo cual la hizo a ella

sonreír como una idiota.

—Veo que has estado trabajando en esa cara de estreñida cuando hablas

con Cujo —bromeó Jen.

Jacque sólo le puso los ojos en blanco a su amiga.

33

«Las chicas quieren salir esta noche. ¿Te parece bien?» preguntó a Fane.

«Seguro, ¿a qué hora? Mi padre tiene una conferencia telefónica que iba a

tener lugar esta tarde, pero se ha pospuesto para más tarde esta noche.»

«Está bien. Íbamos a pedirle a Sorin que nos lleve. En cierto modo quieren

que sea del tipo sólo chicas.»

Eso realmente hizo reír a Fane.

«Estoy seguro de que Sorin estará muy feliz de saber que todas ustedes lo

consideran una de las chicas».

Jacque soltó una carcajada, provocando que Sally y Jen ahora entornaran

los ojos hacia ella.

—Lo siento —murmuró.

«Entonces ¿estás bien con eso, hombre lobo?»

«Creo que siempre y cuando Sorin esté con ustedes puedo lidiar con eso.

Te amo, Jacquelyn».

«Qué curioso. Precisamente estaba pensando lo mismo de ti». Sintió los

labios de Fane contra los suyos. Todavía se estaba acostumbrando a ser capaz de

sentirlo aunque no estuviera con ella.

—Houston, estamos listos para despegar. —Sonrió Jacque.

Jen miró a Sally, luego otra vez a Jacque.

—¿Fumaste algo esta mañana y no compartiste?

Jacque puso los ojos en blanco.

—¿De verdad crees que tengo que fumar algo para estar feliz cuando me

despierto junto a Fane todas las mañanas?

—De acuerdo, punto para ti —dijo Jen, despachándola con un movimiento

de la mano.

—Entonces, ¿entiendo que estás diciendo con toda esa referencia a

Houston que saldremos esta noche? ¿Que la operación “olvidar al hombre lobo

mandón” ha obtenido luz verde? —preguntó Sally.

34

Jen se cubrió la cara y gimió al oír las palabras de Sally.

—¿En serio acabas de decir eso? ¿Operación olvidar al hombre lobo

mandón? ¿En serio, Sally?

Sally asintió con toda seriedad.

—Bien, si vas a llamar a nuestra salida una operación, y sabes cómo me

encantan las operaciones, al menos hazlo bien. Es operación “olvidar al jodido

hombre lobo atractivo, taciturno y mandón” —completó Jen.

—Muy apropiado. —Sally chocó puños con Jen, contenta de ver que su

amiga estaba recuperando su sarcástico sentido del humor.

—Bien, chicas. Creo que tenemos que irnos y comenzar la fase uno de la

operación OAJ, HLA, TM. —Jacque intentó decirlo con una expresión seria pero

tan pronto como se dio cuenta de que OAJ no rimaba con el resto en su pequeña

abreviación perdió la batalla. Jen y Sally se rieron con ella mientras se dirigían a

las escaleras.

—¿Cuál es exactamente la fase uno? —Jen enarcó las cejas ante Jacque.

—La fase uno, querida, es encontrar a tu mamacita interior.

—Ahh, lo entiendo. —Asintió Sally—. Todo se trata de abrazar a tu zorra

interior.

Jen negó.

—Creo que el aire es más escaso aquí porque ustedes dos claramente no

están recibiendo suficiente oxígeno para el cerebro.

—Oh, vamos. Danos un respiro. De todas nosotras, tú eres quien ha

abrazado a su zorra interior como una forma de arte —le dijo Sally.

—Cierto, muy cierto, Sally. Soy una experta en todas las cosas de putas.

—Jen se estaba riendo tan fuerte como Jacque y Sally cuando Decebel dio la

vuelta en la esquina.

Las tres chicas se congelaron mientras Decebel siguió adelante hasta que

se detuvo frente a Jen. Por un breve momento simplemente se miraron el uno al

otro. La intensidad que fluyó entre ellos era fuerte y casi sofocante.

35

—Puse tu ropa y tu maleta en tu habitación —le dijo Decebel.

Jen dio un paso atrás, sorprendida por sus palabras. Decebel había visto la

ropa en su maleta, y por ropa se refería a sus prendas femeninas. Sabía que su

rostro debía estar rojo brillante porque los ojos de Decebel brillaron cuando le

devolvió la mirada. Antes de que ella pudiera responder, él se inclinó y le susurró

al oído.

—Por favor, no permitas que tus amigas lancen tu ropa por la ventana.

Tuve que asegurarme de que los lobos que encontraron tus cosas regresaran todos

los recuerdos que tomaron; recuerdos que causarían que tu bello rostro se

encienda en diez tonos de rojo. —Ella sintió su aliento en su cuello, y él inhaló

profundamente antes de alejarse.

Jacque una vez le había dicho que cuando un hombre lobo hacía esa treta,

era porque estaba asimilando el olor de una persona. Se estremeció ante el

pensamiento y no pudo evitar girar para ver a Decebel alejarse.

Jen por fin notó a sus dos amigas, quienes la miraban con la boca bien

abierta.

—¿Escucharon eso? —preguntó.

Ambas chicas negaron, todavía incapaces de hablar, todavía atrapadas en

sus estados de shock por el comportamiento de Decebel.

—Maldita sea, ustedes dos. No sólo se queden ahí de pie. Métanse a mi

habitación para poder darles el 911. —Jen empujó a sus dos mejores amigas hacia

la puerta de su dormitorio, todo el tiempo tratando de averiguar lo que había

tenido lugar en el pasillo.

Una vez en la habitación, Jen cerró la puerta y se recargó contra ella. Con

la cabeza presionada hacia atrás, cerró los ojos y ralentizó su respiración. El

condenado lobo iba a darle un infarto. La frustración la recorrió por completo.

¿Por qué él? ¿Por qué su corazón tuvo que escoger al único hombre que nunca

podría tener?

—¿Qué te susurró al oído, Jen? —preguntó Jacque.

Jen negó, tratando de aclararse.

36

—Me dijo que no dejara que mis amigas tiraran mi ropa por la ventana. —

Hizo una pausa y miró fijamente a Sally, quien tuvo el buen sentido de parecer

avergonzada—. Porque tuvo que recuperar mi ropa, la cual llamó recuerdos, de

los lobos que al parecer la encontraron. —Se rió para sus adentros, sabiendo que

estaba una vez más del color de un betabel—. Y por el tono de su voz, al decir

recuerdos debieron de haber sido mis prendas femeninas.

Jacque se echó a reír.

—¿Acabas de llamar a tus sujetadores y bragas “prendas femeninas”?

—Eso es clásico. —Sally se rió.

—¿Podrían por favor ustedes dos Pollyanna1 centrarse? —las amonestó

Jen.

—Lo siento —dijo Jacque, tratando de recuperar la compostura—. No, de

verdad. Estoy bien. Por favor, continúa.

Jen puso los ojos en blanco.

—Entonces hizo toda esa cosa de la olisqueada que dices que Fane te hace.

La cabeza de Jacque se levantó como rayo.

—¿Te olfateó? —La alarma en su voz causó que algo de incomodidad

levantara su fea cabeza en Jen.

—Uhm, sí. ¿Eso es un problema?

—Sólo es tremendamente posesivo… y muy íntimo. Si Fane ve a otro lobo

olfateándome lo desmembraría.

Jen reflexionó sobre esto sólo brevemente antes de decidir que era hora de

seguir adelante.

—Olvidemos todo esto. Ni siquiera quiero entrar en el hecho de que

Decebel ha visto…

—Tu ropa interior —resopló Sally mientras interrumpía a Jen.

1 Pollyanna: Se usa para describir a una persona que es optimista de manera exagerada.

37

—Oh, cállate, Thelma —espetó Jen mientras se dirigía hacia el armario en

busca del traje para la noche.

De acuerdo, pensó, tengo que recurrir a mi zorra interior.

Se echó a reír mientras empezaba a rebuscar a través de su ropa. Sally y

Jacque se unieron a ella en el gran armario y comenzaron sus propias búsquedas.

—Oooh, ¿qué tal esto? —preguntó Sally mientras sostenía una corta mini

falda de mezclilla y un top sin mangas.

—Uhm, Sally, estamos en Rumania en la época de invierno. ¿Te dice algo

eso? —preguntó Jacque.

—Oh, cierto. Frío. Lo tengo —dijo mientras colgaba el traje de nuevo. Jen

sacó un par de jeans Lucky a la cadera. Ella y Jacque compartían amor por la

marca. Después agarró un mullido jersey profundamente colorido con un escote

bajo. Tenía corte entallado para un ajuste perfecto.

—Me gusta. —Asintió Jacque en señal de aprobación.

Jacque y Sally tomaron prestadas blusas de Jen. Sally eligió un suéter rojo

oscuro de amplias mangas que colgaba elegantemente de sus hombros. Jacque

escogió uno del color de su preferencia, un suéter tipo vestido verde que planeaba

llevar con mallas gris oscuro y botas. Con sus elecciones hechas, se dirigieron

hacia sus respetivos baños a cambiarse.

—Está bien, encontrémonos aquí de nuevo en veinte minutos para la fase

dos —advirtió Sally.

—¿Me atrevo a preguntar cuál es la fase dos? —preguntó Jen

aprensivamente.

—Ha pasado demasiado tiempo desde que hemos salido si tienes que

preguntar —le dijo Sally—. Peinado y maquillaje, Jennifer. Tenemos que tomar

toda esta belleza natural y hacerla brillar.

—¡Cieeeeeeerto, brillar! Estoy en ello, jefe —bromeó Jen.

38

6 Traducido por AariS

Corregido por LizC

amos! ¿En serio, Skender? ¿Eso es todo lo que tienes para

darles a estos cachorros? —gruñó Decebel mientras

observaba a los lobos que estaba entrenando en boxeo.

Decebel sabía que su frustración no venía realmente de las deficiencias de

los lobos sino de cierta rubia bocazas que tenía sus garras en él tan profundamente

que podía sentir la sangre bajando por su espalda. Lo triste acerca de toda la

situación: a él le gustaba. Sí, pensó, definitivamente hay algo mal en mí.

Skender le gruñó a su Beta.

—Guárdatelo para la lucha, Skender. No estarías gruñéndome si no

supieras que tengo razón. —Decebel entró en el círculo de combate que estaba

pintado en el suelo del gimnasio—. Tómate un descanso por un minuto —le dijo,

luego se volvió hacia el joven lobo conocido como Stelian.

Decebel sonrió lobunamente.

—¿Preparado para un verdadero desafío?

Antes de que el cachorro pudiera responder, el Beta atacó.

Decebel enseñaba artes marciales mixtas a todos los lobos, incluso las

hembras. Era imperativo que todos ellos supieran cómo defenderse en caso de

que otra manada atacara alguna vez. Por supuesto, había pasado más de un siglo

desde la última batalla entre manadas, pero Decebel era un firme creyente en

“mejor prevenir que lamentar”.

Lanzó una serie de golpes y patadas practicadas en el Muay Thai. Era un

tipo de kickboxing, y el arte marcial mixta predominante que enseñaba junto con

el Judo y lucha en el suelo.

—¡V

39

Stelian intentó contrarrestar los movimientos de Decebel, pero sin importar

lo que hiciera no pudo evitar que los golpes dieran en su objetivo. Después de

sólo cinco minutos Decebel derribó a Stelian.

No se molestó en mantener al cachorro subyugado. Se puso de pie y

retrocedió, indicando que el combate había terminado.

Comprobó su reloj y vio que tenía sólo veinte minutos antes de que tuviera

que estar en la reunión con Vasile y los demás Alfas.

—Eso será todo por hoy —le dijo al lobo más joven—. Hiciste un buen

trabajo. —Decebel agarró su toalla del suelo y se dirigió de vuelta a su habitación

para tomar una ducha rápida. Mientras caminaba, su mente vagó de nuevo a

donde parecía estar siempre: Jennifer.

Recordaba caminar a través del ala de la mansión que alojaba a los machos

sin compañera y captar su aroma. Decebel podía admitir ahora que tal vez había

sobreactuado ligeramente cuando irrumpió en la habitación y encontró a dos

machos rebuscando en su maleta. Así que, tal vez no tenía que haber arrojado a

Dragos a través de una pared. Y, sí, podía haber evitado lanzar a Dorian justo

encima de Dragos. Pero en ese momento su lobo había tomado el control, y todo

en lo que podía pensar era en que su aroma estaba alrededor de los machos sin

compañera, que estaban tocando sus cosas… cosas que sólo él debería conocer.

Decebel había pasado por alto ese pequeño dato, acerca de por qué en la tierra

pensaba que tenía derecho a conocer su ropa interior.

Había sentido que si no tomaba sus cosas y su esencia de la habitación de

ellos iba a matar a alguien, sin lugar a dudas. Uno de aquellos cachorros habría

muerto esa noche.

Gracias a Dios, habían sido un tanto inteligentes y se habían sometido

inmediatamente. Cuando Decebel les preguntó cómo habían conseguido las

cosas de Jennifer le habían contado acerca de cómo una maleta había caído de

una ventana de la mansión. Siendo estúpidos veinteañeros, vieron lencería

femenina y simplemente tuvieron que echarle un vistazo… estúpidos lobos

jóvenes.

Decebel se había calmado de alguna manera antes de devolver la maleta a

la habitación de Jennifer, pero realmente no había estado preparado para tropezar

con ella. Sin embargo, tenía que decir que verla sola —o sin otros machos a su

40

alrededor, mejor dicho— calmó a su lobo inmensamente. Era otra cosa que no

quería analizar. Después de todo, ¿por qué debería ella calmar a su lobo? No había

signos de apareamiento.

El Beta dejó salir un gruñido bajo mientras entraba en su habitación y se

dirigía a la ducha.

Tenía que dejar de pensar en ella, simplemente estaba fastidiándolo. Llamó

estúpidos a los veinteañeros, pero en ese momento él los hacía parecer genios.

Decebel entró en la oficina de Vasile. Una gran pantalla había sido

instalada para la vídeo conferencia con los demás Alfas de manada.

Vasile estaba sentado ante su escritorio, y Fane y Skender estaban sentados

directamente delante de la pantalla.

—Fane, ¿a qué hora dijo Sorin que estaría de vuelta con las chicas? —

preguntó Vasile a su hijo.

Decebel observó curiosamente cuando la cabeza de Fane se alzó

rápidamente.

—No lo hizo —dijo a medio gruñido.

—Bueno, ¿a qué club dijeron que iban a ir? —continuó Vasile, ignorando

muy obviamente la irritación de Fane.

—No lo dijeron.

Decebel olió la mentira que Fane acababa de decir y eso fue suficiente para

decirle que algo estaba pasando.

—Disculpa, Alfa, pero cuando dices Sorin y las chicas, te refieres a…

Vasile le interrumpió antes de que pudiera terminar.

—Jen, Jacque, y Sally, por supuesto.

Decebel sintió a su lobo animándose y si hubiera estado en su forma de

lobo el pelaje de su cuello se habría puesto de punta.

—¿Dices que fueron a un club?

41

—Sí. Sorin dijo que habían acudido a él y le habían rogado que las llevara

a una noche de chicas. Algo acerca de hacer que Jen y Sally conectaran con el…

creo que usaron las palabras “mojo rumano”, o alguna tontería así. —Vasile puso

los ojos en blanco—. Ya sabes cómo hablan esas tres. Es como una lengua

extranjera por sí sola.

Decebel había dejado de escuchar después de las palabras “conectar”, y

antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo se dirigía a la salida.

—Decebel, detente. —La voz de Vasile rezumó autoridad y Decebel no

tuvo otra opción sino permanecer inmóvil. Su Alfa había dado una orden y usado

su poder. Decebel no podía desobedecer.

—Alfa, tienes que saber que esas tres van a meterse en alguna clase de

problema. Son como imanes para el caos. —Decebel trató de razonar con su Alfa.

Sintió el poder de Vasile suavizarse y fue capaz de darse la vuelta y mirar a la cara

a los demás lobos. Hizo contacto visual con Fane y gruñó—. ¿Sabías que este era

su plan y aún así dejaste ir a tu compañera?

Fane soltó una risa.

—Espera hasta que tengas una compañera, hermano, y luego me cuentas

cómo la dejas hacer algo o no la dejas hacer algo, y cuando lo estés compartiendo

yo me reiré mientras te sacas su zapato del trasero.

A Decebel no le hizo gracia, y aunque entendía que ser compañeros era

una alianza, tenía que haber momentos en los que, como su protector, tenías que

ponerte firme.

—Sorin vigilará a las chicas y las mantendrá a salvo. Tengo completa

confianza en él —le apaciguó Vasile—. Si después de la conferencia con los Alfas

aún sientes la necesidad de ir a acorralarlas entonces tienes mi bendición, y mi

simpatía.

Decebel cedió y tomó asiento en una de las sillas junto al sofá. Justo cuando

se sentó la pantalla se encendió y allí estaban cuatro hombres cada uno en su

propio cuadrado pequeño mirando hacia ellos. Decebel estuvo bastante

sorprendido de ver a Dillon Jacobs, el padre de Jacque, entre ellos.

—¿Sabías que él estaría en esto? —le susurró Decebel a Fane.

Fane sacudió la cabeza.

42

—Estoy tan perdido como tú.

Vasile caminó alrededor de su escritorio y permaneció de pie detrás del

sofá. Era el Alfa y no se sentaría en presencia de otro Alfa, aunque fuera a través

de la pantalla de un ordenador.

—Dillon, ¿cómo estás? —preguntó Vasile al padre de Jacque.

—Estoy bien, Vasile. Gracias por preguntar. —Dillon miró a Fane—.

Fane, ¿cómo están tú y tu nueva compañera?

—Estamos muy bien —le dijo Fane.

Ni Fane, ni Vasile, ni Dillon mencionaron que la nueva compañera de

Fane era la hija de Dillon.

Si los demás Alfas no lo sabían, no era algo que pudieran usar

potencialmente contra las manadas de Dillon o Vasile. Aunque era una manera

triste de vivir, las manadas podían ser muy volátiles entre unos y otros. Los lobos

eran astutos y siempre buscaban una forma de tener la sartén por el mango.

—Me gustaría presentar a los miembros de mi manada que están presentes

—dijo Vasile a los Alfas.

Señalando a cada lobo mientras hablaba, anunció:

—Este es Decebel, mi Beta. —Decebel dio un simple asentimiento en

reconocimiento a los demás Alfas. No era irrespetuoso, pero tampoco estaba

concediéndoles su dominancia sobre él.

A decir verdad, Decebel podía ser el Alfa de su propia manada, era más

que suficientemente dominante. Pero acontecimientos de su vida y su lealtad

hacia Vasile habían configurado sus decisiones, dirigiéndolo a donde estaba

ahora.

—Este es Fane, mi hijo y heredero —continuó Vasile—. Y este es Skender.

Está entre mis cuatro lobos principales.

Cuando Vasile terminó sus presentaciones, a continuación, cada hombre

en la pantalla se presentó. Estaba Dragomir de Hungría, Thad de Serbia, Víctor

de Bulgaria, y Dillon de los Estados Unidos.

43

Completadas las presentaciones, Vasile y sus lobos esperaron a que uno de

los cuatro Alfas explicara por qué habían convocado una conferencia.

—Me doy cuenta que no es una práctica común para nosotros reunirnos

de esta forma, Vasile, pero los demás Alfas y yo estamos preocupados acerca de

la continuación de nuestra especie —explicó Dragomir—. Verás, ha pasado más

de una década desde que alguno de mis lobos ha encontrado una compañera. Ha

pasado media década desde que cualquier niño ha nacido. Nos estamos

convirtiendo en una especie en extinción.

Durante un momento, nadie habló. Luego Vasile dio un paso adelante, de

brazos cruzados, y miró a cada Alfa brevemente antes de hablar.

—Obviamente has llegado a algún plan si se has convocado esta reunión.

¿Cuál es este plan para ayudar a nuestra especie a sobrevivir?

Esta vez fue Thad el que habló.

—Después de discutirlo con Dragomir decidí hacer algo de investigación

en nuestros archivos de manada y ver si había alguna documentación que pudiera

ayudar. —Las palabras de Thad comenzaron a tomar velocidad mientras

compartía lo que había descubierto—. Ha habido muchas prácticas realizadas por

antiguas manadas que simplemente se han desvanecido del conocimiento. Una

de esas prácticas se llamaba El Encuentro. —Thad levantó lo que parecía un

pergamino muy antiguo y comenzó a leer—. Yo soy Damon, Alfa de la manada

de Bulgaria. Este es el reporte de las cuatro manadas, Hungría, Serbia, Rumania,

y la mía propia, Bulgaria, todas las cuales han acordado una tregua. Los Alfas de

estas cuatro manadas se han reunido esta noche y decidido implementar una

nueva tradición. Deberá escribirse en nuestros archivos de manada como una

tradición para ser seguida cada cuatro años. El decreto es como sigue: Todos los

miembros de la manada de sangre pura sin compañero mayor de edad debe asistir

a El Encuentro. El Alfa, cuatro parejas acopladas dominantes, y su compañera

deben acompañar a estos miembros de la manada. Las hembras sin compañero

pueden traer damas para ayudarlas a prepararse para El Encuentro. El mismo se

llevará a cabo en los Alpes de Transilvania en una propiedad que ha sido

adquirida por tres Alfas de manada como regalo para ser usada por nuestra

especie en este evento. El propósito de El Encuentro es ayudar a reunir a lobos

sin compañeros de otras manadas y con suerte encontrar verdaderos compañeros

entre ellos. Está en nuestra naturaleza ser territoriales y poco colaboradores con

44

otras manadas, pero si no dejamos de lado estos hábitos y ponemos el bien común

de la especie en primer lugar, un día dejaremos de existir. Este mundo seguirá

adelante como si los Hombres Lobo Grises nunca hubieran existido. Si un Alfa y

sus miembros sin compañero de la manada son invitados a unirse a El Encuentro

y rehúsan, será tratado como un acto contra la especie y ese Alfa estará sujeto a

un desafío. Si es derrotado, sus miembros de la manada serán divididos entre las

otras manadas. Tenemos que estar alerta si queremos sobrevivir. Tenemos que

reconocer que las mismas cosas que con frecuencia nos hacen más fuertes y nos

mantienen a salvo tienen el potencial de aniquilar a nuestra especie.

Cuando Thad terminó de leer, cada uno de los lobos simplemente miraba

fijamente, estupefactos. De todas las cosas sobre las que esta reunión podía haber

sido, ésta no había sido siquiera registrada en su lista de posibilidades. El propio

Vasile nunca había oído hablar de tal decreto en su larga vida.

Podía apreciar el hecho de que era definitivamente un modo de encontrar

a su otra mitad para aquellos que no tenían compañero, pero era también un

riesgo poner a tantos machos sin compañera juntos. Sólo por esa razón

comprendió la importancia de tener parejas dominantes acopladas allí.

—¿Estás diciéndonos que quieres implementar este decreto ahora, en estos

tiempos? —preguntó Vasile incrédulo, pero continuó antes de que otro pudiera

responder—. Caballeros, no vivimos en una época donde a las hembras se les dice

qué hacer. Vivimos en el siglo XXI con mujeres liberales.

—Vasile, sabemos que este concepto es extraño y un tanto anticuado, pero

nosotros no somos humanos. —Era ahora Víctor, el Alfa de Bulgaria, quien tomó

la palabra—. Puede que vivamos en su mundo pero no, podemos vivir como ellos.

Somos una especie creada para la manada, para la familia. Nuestros machos,

especialmente los dominantes, no tienen el lujo como los humanos de salir con

quienquiera que quieran durante tanto tiempo como quieran. Necesitan la luz y

la paz que una verdadera compañera les traerá. Necesitan que la oscuridad que

reside en el interior de su lobo sea mantenida a raya por su verdadera compañera.

¿Qué mejor manera de ayudarnos a nosotros mismos que reunirlos?

—Supongo que si lo planteamos de modo que sea visto como en beneficio

de nuestra especie, tal vez los que no tienen compañero lo aceptarán y lo verán

desde una perspectiva positiva —concedió Vasile, sabiendo que si estos Alfas

45

habían puesto su mente en hacer esto entonces había poco que pudiera hacer para

detenerlo sin traer una guerra a su puerta.

Vasile notó que Dillon no había tomado la palabra.

—Dillon, ¿qué tienes que decir con respecto a este método?

—Fui abordado por Thad, y aunque en el pasado era difícil incluir

manadas que estaban tan lejos, los viajes modernos obviamente han solucionado

eso. Los Alfas pensaron que sería bueno que una manada americana viniera y

trajera sangre nueva, por así decirlo. Creo que la idea tiene fundamentos y vale la

pena examinarla.

Antes de que Vasile pudiera responder, Thad habló de nuevo.

—Pensamos, si quieres ceder, que debido a que tu hijo encontró a su

compañera en los Estados Unidos sería pertinente para nosotros incluir a una

manada americana. Ya que conoces a Dillon Jacobs, él fue el primero en el que

pensamos.

—¿Ya no hay secretos en este mundo? —farfulló Decebel. Hasta ahora, sin

embargo, no tenía realmente ninguna objeción a la idea. La persona que no quería

que fuera no era pura sangre, así que no tenía que preocuparse por ello. Gracias

a la luna, pensó.

—También hemos decidido, ya que la compañera de Fane no es pura

sangre, que tal vez sería conveniente incluir a los mestizos y latentes en El

Encuentro. Obviamente son verdaderos compañeros potenciales.

Y aquí va el otro zapato, pensó Decebel.

Ahora él tenía un problema con ello. Si éste era su decreto, entonces

Jennifer sería requerida para ir. Ya que estaba bajo el cuidado de Vasile, y tenía

sangre de lobo, básicamente haciéndola de la manada, ella sin duda tenía que

acudir a El Encuentro.

Este día simplemente se pone cada vez mejor, pensó Decebel mientras

pasaba las manos por su cabello, apretando la mandíbula. Primero encontró a sus

sarnosos compañeros de manada examinando las cosas de Jennifer, luego

descubrió que Jennifer estaba en un club haciendo Dios sabe qué con algún

chucho… o peor, un humano. Un gruñido bajo retumbó en su pecho ante el

pensamiento.

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Ahora Jennifer sería requerida para estar alrededor de otros machos sin

compañera. Decebel era muy consciente del hecho de que todo este día, lo bueno

y lo malo, giraba alrededor de una bocazas, perversa y mandona rubia, y que

alguien lo salvara, porque a su lado era el único lugar donde quería estar en este

momento. Las palabras de Vasile finalmente lo trajeron de vuelta al aquí y ahora.

—Dado que obviamente han asumido la responsabilidad de planificar todo

esto ustedes mismos sin consultarme primero —las palabras de Vasile estaban

atadas con poder; incluso los Alfas en la pantalla pudieron sentirlo y apartaron

sus ojos del Alfa rumano—, ¿han fijado también una fecha para El Encuentro?

—No queríamos faltarte al respeto, Vasile —le dijo Dragomir—. Estabas

en los Estados Unidos, ocupado con tus propios asuntos y no quisimos agobiarte

con esto hasta que estuvieras de vuelta con tu manada.

Vasile ofreció un simple asentimiento en reconocimiento a sus palabras,

pero continuó haciéndoles bajar la mirada mientras esperaba una respuesta.

—La fecha está fijada para un mes a partir de hoy —respondió Thad—.

Será realizado en el emplazamiento tradicional de los Alpes de Transilvania y la

gran propiedad mencionada en el decreto ha sido renovada y ampliada a lo largo

de los años. Está ahora siendo preparada para nuestra llegada.

—Les concederé esto —comenzó y los demás soltaron el aliento—. Pero

—continuó Vasile, su voz calmada y controlada—, si alguna otra vez hacen tales

decretos sin mi conocimiento, sin mi aportación y sin mi visto bueno, les

recordaré por qué soy el Alfa de la manada más grande del mundo. Los respeto a

todos como Alfas y espero lo mismo de cada uno de ustedes.

—Como tú has dicho, así será. —Cada Alfa habló en su propia lengua,

reconociendo la dominancia de Vasile.

—Estaré en contacto a medida que el tiempo se acerque —les dijo Vasile

justo antes de apagar la pantalla, poniendo fin a la conversación. Se volvió a

Decebel—. Pon a Dillon al teléfono.

Decebel asintió mientras sacaba su teléfono móvil y marcaba el número de

Dillon Jacobs. Le tendió a Vasile el teléfono tan pronto como oyó el “hola” del

otro lobo.

—Dillon, soy Vasile. ¿Cuándo llegarás?

47

—Creo que iré aproximadamente una semana antes de El Encuentro. Mi

compañera quiere reunirse con Jacque —explicó Dillon.

—Tú y los tuyos son bienvenidos a quedarse aquí hasta que sea hora de ir

a la propiedad. Estoy seguro de que me darás más detalles sobre la forma en que

todo esto se produjo y por qué no me llamaste y me advertiste acerca de lo que

los demás habían estado planeando. —Las palabras de Vasile, aunque firmes, no

fueron amenazadoras o crueles.

—Hablaremos cuando llegue. —Dillon hizo una pausa—. ¿Cuándo estás

planeando decírselo a las chicas?

—Mientras antes mejor —respondió Vasile—. Esas tres son casi tan

impetuosas como una loba pura sangre Rumana.

—Entonces llamaré a Jacque mañana. —Con eso, Dillon desconectó.

Vasile se frotó la cara como si finalmente cediera y se sentó en una de las

sillas vacías.

—¿De verdad esperan que Jennifer vaya a este encuentro? —Decebel

escupió las palabras como si fuera un bicho asqueroso.

—No tengo elección, Decebel. —Vasile miró ferozmente a su Beta—. Ya

sea que tú y tu lobo lo hayan aceptado o no, ella es de la manada. No importa la

cantidad de sangre en ella, tiene Canis lupis en sus venas y eso la hace someterse

a nuestras leyes. Trata con ello de la manera que necesites. Gruñe, ten un

berrinche, permite a tu lobo cazar, acepta tu atracción hacia ella… haz lo que sea

que debas, pero supéralo. ¿Queda claro?

—Cristalino —gruñó Decebel, pero se sometió mostrando su cuello.

—Skender. —Vasile se dirigió al lobo que había estado sentado

silenciosamente y observando como era su costumbre—. Necesito una lista de

todos los miembros sin compañero de la manada.

—La tendré para ti en menos de una hora —respondió mientras se

levantaba y salía de la oficina de Vasile.

—Decebel, organiza una reunión de manada para mañana por la noche.

Nos reuniremos en la sala audiovisual más grande a las 8 p.m.

48

—Hecho. —Asintió Decebel.

De repente, Fane dejó de pasearse. Cerró los ojos como si se concentrara.

—¿Qué ves, hijo? —preguntó Vasile.

Fane estaba captando destellos de la mente de su compañera, aunque ella

estaba tratando de bloquearlo. Aún no había aprendido que ahora que estaban

emparejados le tomaría una concentración íntegra para bloquearle. La pequeña

arpía y sus dos amigas estaban causando bastante revuelo en uno de los bares

locales. Vio a Jen en su mente. Estaba encima de la barra… bailando. Fane

sonrió.

—¿De qué te ríes? —gruñó Decebel, sabiendo que no iba a gustarle la

respuesta.

—Creo que es hora de acabar con su noche de chicas antes de que Jen se

caiga de la barra —le dijo Fane, y aunque lo intentó no pudo esconder la risa

burlona en sus ojos mientras veía sus palabras penetrar en la mente de Decebel.

—¿Está en una barra?

—Oh, necesitarás algo mejor que eso, Beta. —Se rió Fane—. Está encima

de una barra, como en bailando sobre una barra. Los clientes están bastante

cautivados con ella.

Decebel estaba fuera de su asiento y abriendo de golpe la puerta de la

oficina de Vasile antes de que Fane terminara su frase.

—¿Tenías que burlarte de él? —le regañó Vasile.

Fane se encogió de hombros.

—Ver al duro y calmado Beta ser sacado de quicio es demasiado como para

dejarlo pasar, Alfa.

Vasile trató de esconder su sonrisa mientras sacudía la cabeza a su único

hijo.

—Bien. Pero date prisa y ve con él o destrozará el maldito bar. No tengo el

tiempo o la energía para tratar con ese desastre.

49

—Como digas. —Fane le dio un guiño a su padre mientras seguía a

Decebel.

«Luna, te estoy dando una advertencia justa. Tu pequeña salida nocturna

ha sido descubierta por el objeto de tus burlas. ¿Crees que es acertado, mi amor,

hostigar a un macho dominante?»

Fane pudo sentir su sorpresa al escuchar la voz de él en su mente. Sonrió;

le encantaba sorprenderla. Era un buen cambio de ritmo ya que él era

normalmente el sorprendido.

«Mierda. ¿Está de camino hacia aquí?» Fane oyó la ansiedad en su voz.

«Está pisándote los talones, amor».

«Estás disfrutando demasiado de todo esto, Colmillo Blanco».

«Aw. Vamos, Jacquelyn, esa no es forma de hablarle a tu compañero». Rió

Fane.

«Sólo recuerda, hombre lobo, seguiré adelante con mi amenaza de tener

esa caseta de perro que hablamos construida para ti. Ahora, ¿cuánto tiempo?»

«Me hieres con tus palabras, Luna».

«Fane, no estoy jugando contigo. ¿Cuánto tiempo hasta que la taciturna

bola de pelos llegue?»

Fane no se molestó en decirle a Jacquelyn que él y Decebel habían estado

conduciendo mientras ellos habían estado conversando. El bar estaba a sólo cinco

minutos de la mansión. Sonrió para sí mismo cuando él y Decebel se bajaron del

Hummer. Decebel había estacionado directamente detrás del auto de Sorin,

bloqueando efectivamente cualquier oportunidad para escapar.

Mientras Fane abría la puerta del bar, se fijó en la escena y casi pierde la

compostura.

«Estás impresionante, Luna, aunque un poco escasa de ropa.» Fane

observó mientras los ojos de Jacquelyn, grandes como platos, se encontraban con

los suyos a través del bar. Sonrió perversamente. Levantando las cejas, susurró

en su mente: «Te tengo.»

50

7 Traducido por LizC

Corregido por Nanis

medida que Sorin se detenía en el estacionamiento del pequeño bar,

lo único que podía pensar era que Decebel y posiblemente Fane iban

a desollarlo vivo una vez que se enteraran de que había dejado que

las tres arpías le convencieran de llevarlas fuera. No había ningún

club al que las chicas pudieran ir, por lo que habían sugerido amablemente un

bar.

Sí, pensó Sorin. Caminé directamente a la trampa.

—Esto va a ser genial. —Jacque sonrió cuando abrió la puerta y bajó del

Hummer.

—Estoy bastante segura de que tendré una actitud más positiva una vez

que me hayan presentado a este maravilloso amigo que se llama vodka del que

he escuchado tanto en este país —se quejó Jen.

—Definitivamente nada de bebidas —anunció Sorin.

Las tres chicas se detuvieron a medio paso y miraron a Sorin, la una a la

otra, y luego rompieron a reír.

Sorin gruñó, lo cual sólo les hizo reír más. Esta era una muy mala idea,

pensó Sorin mientras abría la puerta del bar. El interior oscuro se iluminó

brevemente por la luz de la calle y el sonido desde el interior llenó la noche

mientras las chicas entraban con Sorin en la retaguardia.

Las tres chicas se detuvieron y permitieron que sus ojos se acostumbraran

a la oscuridad. Entonces Jen tomó la iniciativa y se dirigió directamente a la barra.

Sorin aceleró el paso y la encontró allí al mismo tiempo.

A

51

—Oye, Costin —se dirigió Sorin al camarero quien era también un

miembro de la manada—. Nu alcool pentru art.hot trei mosqueteras (Nada de

alcohol para las tres mosqueteras).

Jen se volvió hacia Sorin. Levantó una ceja y sonrió con malicia. Sorin

tragó, no le gustaba la mirada en los ojos de la loba-sin-importar-cuán-latente-

estuviera.

Jen se volvió a mirar a Costin y sonrió cálidamente.

—Oye, Costin. Te he visto alrededor de la mansión, pero no creo que nos

hayan presentado formalmente. Soy Jen, y estas son mis dos mejores amigas,

Jacque y Sally. —Las chicas sonrieron y le saludaron.

Costin les dio un guiño, haciendo que se sonrojaran. Ese guiño fue todo el

ánimo que Jen necesitó. Se inclinó más sobre la barra y batió sus pestañas al joven

lobo.

—Así que, hemos estado esperando una noche de fiesta para, ya sabes,

relajarse. ¿Seguramente puedes ayudar a una chica?

Costin sonrió ampliamente, luego miró a Sorin quien estaba

diligentemente tratando de mirar al lobo en sumisión. En gran medida para

diversión de Jen, Costin le guiñó un ojo a Sorin.

—No creo que una pequeña bebida vaya a doler mucho, Sorin.

—Tenemos dieciocho años, después de todo —intervino Jen.

Sally levantó la mano.

—Bueno, yo no…

Jen golpeó su mano hacia abajo antes de que pudiera terminar.

—Sally es mayor y odia ser agrupada con nosotras las mujeres más jóvenes

—encubrió mientras miraba a Sally fulminante, desafiándola a contradecirla.

Sally miró a Jacque, quien simplemente se encogió de hombros.

Jen se volvió hacia Costin, otra vez sonriente.

—¿Unul deget mic un bea apoi atunci, dragoste? (¿Un trago entonces,

amor?) —preguntó en casi impecable rumano.

52

Sorin se quedó en silencio sorprendido, al igual que Sally y Jacque. Costin

se recuperó más rápido y sirvió tres tragos de vodka. Se volvió y miró a Sorin.

—Tu ai luat al tău chipeş plin, frate (Tienes las manos llenas, hermano) —

le dijo Costin con una sonrisa.

Una vez que cada una de las chicas tomó un vaso de chupito, los chocaron

entre sí.

—Este va por los lobos rumanos ardientes. —Jen le dio un guiño al

camarero, y luego bebió el trago. Las tres chicas tosieron cuando el vodka les

quemó las gargantas.

Costin se rió entre dientes.

—Se hace más fácil con cada vaso —les dijo mientras les vertía otro.

Sorin gruñó con frustración.

—Maldita sea, es mejor que me des uno de esos. Cuando Fane y Decebel

me despellejen quiero estar un poco sedado.

Costin se rió de nuevo.

—Todo irá bien, viejo. Ellas sólo quieren tener un poco de diversión, y aquí

están a salvo. Todo el mundo aquí sabe que ella —asintió en dirección a Jacque—

, es la compañera del Príncipe. Nadie se va a meter con ellas.

—No me preocupa que alguien se meta con ellas, Costin.

Costin vio como Jen enganchó su iPhone a los altavoces de su equipo de

sonido al otro lado de la barra y manipuló el volumen. A medida que la música

se vertía empezó a bailar alrededor de la sala.

Vio cómo su cuerpo se balanceaba al ritmo perfecto de la música, todos en

la sala quedaron hipnotizados por la belleza rubia.

Costin miró a Sorin de nuevo.

—Vas a necesitar otro de estos —le dijo mientras le servía otro trago. Luego

se sirvió uno para sí cuando las tres chicas comenzaron a bailar alrededor de la

sala, escogiendo diferentes hombres para bailar.

53

Sorin observó con atención a las chicas. Aunque Costin tenía razón en que

todos los clientes del bar sabían quiénes eran esas chicas y ninguno se atrevería a

intentar cualquier cosa, él todavía iba a pasar por un infierno.

Una hora y media más tarde, Sorin vio con horror absoluto cómo Jen

bailaba en la barra alguna canción sobre extraterrestres.

Sally rió y aplaudió.

—Ese es su tema principal —gritó ella por encima del ruido.

—¿Qué? —gritó Jacque en respuesta.

—¿Recuerdas que te conté de ella emborrachándose con aquel enfermero

en el hospital de modo que yo pudiera ir a verte en la UCI? —preguntó Sally.

—Sí, ¿qué pasa con eso? ¿Era realmente necesario?

—Bueno, tengo que admitir que no fue nuestro mejor plan, pero ese no es

el punto. —Sally lo descartó con la mano—. Lo que estoy tratando de explicar es

que después de la pequeña escapada de Jen, la encontré en la ducha de la

habitación del hospital, cantando a todo pulmón bastante ebria esta canción de

Katy Perry, sólo que reemplazó la mayoría de las palabras con términos de

hombre lobo. Fue jodidamente hilarante. ¿La mejor parte? —Hizo una pausa, con

las cejas levantadas—. ¡Decebel la escuchó hacerlo!

—¡Cállate! —Jacque dio una palmada a su amiga en el brazo.

—¿No te dije esa parte? —preguntó Sally.

—Um, no. Creo que me acordaría de eso. Recuerdo que me dijiste que

salió del baño desnuda, y tuviste que dar a Decebel una mano.

—Oh, hombre. Ahora eso no tiene precio. No sé lo que estaba diciendo

pero se estaba volviendo loco. —Las palabras de Sally fueron cayendo a medida

que dejaba escapar un pequeño suspiro—. Colega, qué buenos tiempos.

Ambas chicas vieron como Jen siguió con su algarabía. Los chicos de todo

el bar le animaban. Nadie la tocó, sobre todo con Sorin lanzándoles dagas con la

mirada. Costin le entregaba a Jen un vaso de chupito de vez en cuando, pero

estaba tan ida en ese momento que ni siquiera se daba cuenta que sólo le estaba

sirviendo soda.

54

La cabeza de Sally se alzó de golpe cuando escuchó a Jacque maldecir.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó Sally, preocupada mientras veía el pánico

llenar los ojos de Jacque.

—Él está en camino.

Jacque y Sally se giraron para mirar a Jen quien ahora estaba arrastrándose

como un gato a través de la barra, su escote peligrosamente bajo amenazando con

revelar todos sus secretos.

La cabeza de Jacque giró bruscamente al sentir el poder de su compañero

llenar la habitación, y justo detrás de él estaba un muy grande y muy enojado

Decebel. Jacque miró de nuevo a Jen. Mierda, pensó. Él entró justo cuando uno

de los clientes ebrios tuvo el valor suficiente para meter un billete de cinco dólares

en el bolsillo trasero de sus pantalones. Para su crédito, lo hizo con tanto cuidado

que su mano nunca se puso en contacto con su cuerpo.

Bastante impresionante, pensó Jacque. Pero fue abruptamente sacada de

sus pensamientos cuando la habitación ruidosa de repente se hundió en el

silencio. Bueno, a excepción de una borracha y cantarina Jennifer Adams. A este

punto cantaba a todo pulmón “It Girl” de Jason Derulo.

—Oh, cielos. Aquí vamos —murmuró Sally en voz baja.

—Puedes ser mi chica, nena eres la… —Decebel intervino directamente en

frente de Jen, empujando con eficacia a los otros hombres fuera del camino e

interrumpiéndola antes de que pudiera continuar.

Jen miró a su alrededor, dándose cuenta por primera vez que la música se

había detenido. Le devolvió la mirada a Decebel, luego miró por encima a sus

dos amigas. Una gran sonrisa se extendió por su rostro cuando vio a Sally y

Jacque.

—¡Holaaaaa! —Las saludó como si no los hubiera visto en toda la noche.

Decebel tomó su mano.

—Jennifer, es hora de irse. Ahora. —Decebel esperó a que ella comenzara

a bajar de la barra. Cuando sólo se le quedó mirando, dejó escapar un gruñido—

. Jennifer, no me empujes en estos momentos. Vamos.

55

—No estoy lista para irme —dijo simplemente mientras retorcía la muñeca

de su agarre—. Además, Cos aquí tiene otro trago para mí ¿no es así, îndrăgostit

băiat (amorcito)? —Jen se rió cuando los ojos de Costin se agrandaron. Se alejó

de la barra cuando los ojos brillantes de Decebel cayeron sobre él.

Costin levantó las manos.

—Beta, le he estado dando soda desde hace un tiempo —trató de razonar.

Decebel gruñó, pero se volvió hacia Sally y Jacque.

—¿Cuándo en el jodido infierno aprendió rumano?

Sally y Jacque se encogieron de hombros.

—Ella ha estado haciendo toda esa cosa del rumano desde que llegamos

aquí. Tu conjetura es tan buena como la nuestra —le dijo Sally.

—Ella está de pie —comenzó Jen cuando saltó de la barra, tropezando

contra un hombre lobo, quien tuvo la desafortunada suerte de estar demasiado

cerca de la chica borracha—, aquí mismo. —Tropezó de nuevo—. Quiero decir,

aquí. Ella, yo, estoy parada aquí mismo.

Decebel la apartó del lobo con el que había tropezado.

—Sí, todos podemos ver lo bien que estás de pie allí.

La cabeza de Jen se alzó de golpe ante sus palabras.

—Ouch —murmuró Jacque.

—Hmm, no una buena elección —susurró Sally.

Fane gruñó a su compañera y su amiga.

—¿Podrían dejar de empujarlo? —Habló igual en voz baja que ellas.

Jen apartándose de Decebel trajo la atención de nuevo a ellos.

—¿Qué quiere decir eso, tú, tú, te refieres…? —gruñó Jen por lo bajo

mientras se esforzaba por pensar a través de la bruma del alcohol—. Lobo

estúpido —terminó.

Decebel dio un paso más cerca de ella.

56

—¿Lobo estúpido? Realmente, cariño, ¿eso es todo lo que tienes?

Jen lo fulminó con la mirada, la frustración de los últimos dos meses

alzándose en sus pensamientos inducidos por el alcohol.

—¡Oh, cielos, estamos en problemas! —murmuró Jacque en voz baja.

—Oooh, bonita referencia a Harry Potter. Me gusta —susurró Sally a su

vez con una sonrisa y chocando los puños.

Jen apartó la mirada de Decebel. Sus ojos recorrieron la zona a su

alrededor hasta que cayeron en lo que buscaban. Sonrió dulcemente mientras

cautelosamente rodeaba a Decebel, quien la observaban con ojos cautelosos. Jen

se inclinó sobre la barra y enganchó la pistola de soda junto a Costin, quien estaba

tratando muy duro en verse invisible.

—Jennifer —le advirtió Decebel.

—Oh, Decy, ¿qué te preocupa? ¿No será que tienes miedo de que una

pequeña loba latente en mí pueda patear tu mandón, gruñón, antipático y buen

trasero? —apuntó la boquilla hacia él.

—Esto no va a terminar bien. —Sally se estremeció.

Jacque asintió en un acuerdo silencioso.

—Jennifer —gruñó Decebel su nombre mientras trataba de quitarle la

pistola de soda de su mano—. No te avergüences a ti misma. Vamos a terminarlo

por esta noche.

Jen estaba tratando de averiguar en dónde estaba el gatillo, pero poco a

poco, peligrosamente notó sus palabras.

—¿Avergonzarme? ¿Me estás tomando el pelo? —Arrojó la pistola de soda

en la barra y se dirigió a sus dos mejores amigas—. Me largo. ¿Ustedes dos

vienen?

Sin esperar, Jen se dirigió a la salida. A pesar del alcohol en su organismo

estaba echando humo, y a decir verdad, el alcohol probablemente no estaba

ayudando a contener su temperamento.

Podía sentir los ojos de Decebel en ella mientras se alejaba de él y sabía que

el enfrentamiento no había terminado. No, él definitivamente tenía más por

57

decirle, pero él no era el único que tenía palabras por soltar. Sonrió para sus

adentros. Si Decebel quiere bailar, pensó, entonces, bailaremos. Ya veremos si se

sabe los pasos y puede seguir el ritmo.

Una vez en el estacionamiento Jen se volvió hacia la puerta, con los brazos

cruzados sobre su pecho, lista para la batalla.

Decebel irrumpió fuera del bar con Sorin, Jacque, Sally, y Fane detrás de

él. Caminó hacia ella, sus cuerpos a sólo un soplo de distancia.

—¿En qué diablos estabas pensando? ¿Bailando en un bar, bebiendo con

un grupo de hombres? —Como si de repente recordara su parte en esto, Decebel

se volvió a Sorin, quien dio un paso automático hacia atrás—. ¿Y qué estabas

pensando al traerlas aquí?

—Ellas querían salir esta noche. No pasó nada. Decebel. Todo el mundo

sabe quiénes son y a quién pertenecen. —Sorin intentó calmar al enfurecido lobo.

—¿Puedes controlarte un poco, colega? —dijo Jen entre dientes—. No es

como si me estaba desnudando o dejando que alguno de esas bolas de pelos me

toque, así que no sé cuál es tu jodido problema.

—¿Mi problema? —Decebel fulminó a Jen—. Mi problema es que tienes

diecisiete años.

—Dieciocho —dijeron Jen, Sally, y Jacque al mismo tiempo.

Decebel miró a las otras dos chicas, quienes de repente se interesaron

mucho en la grava en el suelo.

—Lo que sea —continuó Decebel—. Eres demasiado joven para estar en

un maldito bar bebiendo, lanzándote por ahí como…

Jen lanzó su puño en su pecho, cortando sus palabras.

—Será mejor que pienses muy bien sobre lo que está a punto de salir de tu

boca, bolsa de pulgas, porque no lo podrás deshacer y yo no voy a olvidarlo —le

advirtió.

Los labios de Decebel se apretaron juntos, sus ojos entrecerrados.

—Simplemente vámonos. Podemos terminar esta conversación más tarde.

—Decebel procedió a tomar el brazo de Jen para conducirla hacia el vehículo en

58

el que él y Fane habían llegado. Ella sacudió su brazo y siguió a Sally y Jacque al

Hummer de Sorin.

Se volvió hacia Decebel, sin dejar de caminar hacia atrás.

—Tienes que ganarte el privilegio de mi compañía. Y sólo un consejo:

siendo un cabeza hueca gruñón, egoísta, pesimista, amargado y aburrido, no es

exactamente el camino para llegar a que viaje en tu auto. Así que, aquí está tu

insulto creativo Dec: ¡mete eso en tu pipa y fúmatelo! —Con eso se dio la vuelta

y siguió al vehículo, subiendo en él sin mirar hacia atrás.

Cuando Decebel dio un paso en su dirección, Fane lo agarró del brazo para

detenerlo.

—Sólo déjalo ir, Dec. Ambos necesitan calmarse. Puedes hablar con ella

una vez que llegues a la casa.

Decebel no hizo ningún comentario, pero continuó mirando fijamente el

auto en el que Jen había subido, el cual ahora se estaba alejando.

* * *

—¡Qué CORAJE! —gritó Jen con frustración mientras salía del Hummer

con Sally y Jacque justo detrás de ella—. Arruinó por completo mi noche.

Sally puso los ojos en blanco.

—Bueno, por supuesto, despelleja al lobo por atreverse a meterse con tu

noche.

Jen se volcó a Sally.

—Ese no es el punto. El punto es que él piensa que, por alguna razón, tiene

el derecho de decirme qué hacer.

Las chicas se dirigieron por las escaleras hacia la habitación de Jen.

Una vez detrás de la puerta, se arrojó sobre la cama y se quedó mirando el

techo.

—¿Estás bien? —preguntó Jacque con verdadera preocupación en su voz.

—Estoy confundida y todo este vodka dando vueltas en mi cerebro no está

ayudando a las cosas.

59

—El vodka lo hace todo el tiempo —intervino Sally—. Se mete con las

ondas cerebrales y otras cosas.

Jacque miró a Sally.

—¿De qué mierda estás hablando?

Sally se encogió de hombros.

—Sólo digo.

Jen se rió.

—Esa es mi línea, Thelma.

—Mi error, Louise. Iba con el momento —bromeó Sally.

Jacque se sentó en la cama junto a Jen.

—Realmente creo que tienes que hablar con él. Sé contundente. Quiero

decir, las dos sabemos que luchas por ser contundente, pero podrías darle una

oportunidad.

Sally y Jen se rieron del sarcasmo de Jacque.

—Es sólo que no sé a dónde nos va a llevar esto —dijo Jen con

exasperación.

—Por cierto… —Sally miró a Jen, cruzando los brazos sobre el pecho—.

¿Cuándo y dónde aprendiste a hablar rumano exactamente?

—Sí —añadió Jacque indignada.

Jen se rió.

—Lo aprendí de Internet, elegí algunas frases que sabía que si las usaba en

el momento adecuado, me metería en la mente de Decebel. —Jen siguió

sonriendo—. Funcionó como un embrujo. ¿Vieron su cara?

—¿Qué has dicho?

—Cuando hablé con Costin por primera vez… por cierto, ¿notaron cuán

ardiente es? Está bien, no es el punto. De todas formas, le dije: “¿un trago

entonces, amor?”.

60

Sally y Jacque se rieron.

—La segunda vez que hablé con Costin —continuó Jen—, le dije

“amorcito”.

—Eh, no me extraña que Decebel estallara —expresó a Sally.

—¿Así que has aprendido más?

—Oh, sí, pero me las estoy guardando. Tiene que ser el momento justo y

cuando menos se lo espere —explicó Jen.

Jacque inclinó la cabeza hacia abajo a sus manos y se frotó la cara, riéndose

entre dientes.

—Te lo juro, Jen, no puedo decidir si eres una genio o una lunática.

—Admito que es una línea muy fina —dijo Jen con total naturalidad—, y

voy a ser la primera en confesar que un día de estos mi dedo va a rozar más un

lado que el otro.

Las tres se rieron justo cuando alguien llamó a su puerta. Se congelaron,

mirándose entre sí, y luego observaron a medida que la puerta se abría.

—¿Estás bromeando? —murmuró Jen en voz baja—. Toca, esperas, eres

invitado a entrar; es realmente un concepto simple. ¿Pero el molesto hombre lobo

lo entiende? Noooo, claro que no. ¿Eso sería demasiado cortés, maldición?

Decebel entró. Sus ojos se posaron en Jen y su enorme cuerpo pareció hacer

que la habitación se redujera de tamaño. Jacque se levantó y comenzó a caminar

lejos de la cama. Jen tomó su mano, suplicando con los ojos a Jacque para que se

quedara. Jacque negó y tiró de su mano libre.

—Habla con él —le articuló a Jen.

Cuando Sally y Jacque salieron de su habitación, Jen murmuró en voz baja:

—Traidoras.

Jen oyó el chasquido de la puerta al cerrarse, un sonido siniestro que le

provocó piel de gallina en sus brazos. Continuó tumbada en la cama, pero después

de varios minutos de silencio finalmente se sentó.

61

Jen miró al lobo de pie al otro lado de la habitación. Se había apoyado

contra la pared, con los brazos cruzados sobre el pecho. La clásica pose de

Decebel, pensó con una sonrisa mental.

Ninguno habló mientras ambos seguían mirándose fijamente el uno al otro.

Jen se encontró con su mirada fija en ella, pero finalmente permitió que sus ojos

vagaran. Nunca se cansaría de mirarlo. Su cabello oscuro estaba muy corto en los

lados, y largo en la parte superior, barriendo suavemente por su frente. Sus cálidos

ojos color ámbar podría jurar que podían abrir un agujero en una persona. Tenía

una nariz recta y afilada, y labios carnosos.

Tenía un rostro cincelado y suave, como si fuera tallado en piedra. Era muy

atractivo, demasiado atractivo.

No estaba segura de lo alto que era, pero coincidía con Fane en altura y

Jen recordaba a Jacque diciendo que Fane medía un metro noventa y tres. Sus

anchos hombros llenaban la ajustada camiseta blanca que llevaba. Su tono de piel

era de un cálido bronceado dorado, un color que tomaría a Jen semanas de estar

acostada fuera en el sol para lograrlo. Tenía una cintura estrecha y, larga y

poderosas piernas.

Decebel se aclaró la garganta, haciendo que la cabeza de Jen se alzara de

nuevo a su rostro. Parecía satisfecho, lo cual sólo sirvió para sacar a Jen más de

sus casillas.

—¿Qué quieres, Decebel? —preguntó, y se complació al escuchar su voz

tan firme cuando se sentía todo lo contrario.

Decebel siguió mirando fijamente a Jennifer, emociones arremolinándose

dentro de él que no era capaz de conseguir controlar.

—Yo… —comenzó, pero parecía estar confundido acerca de qué decir—.

No puedes ir por ahí bailando en bares y bebiendo vodka como si fuera agua.

Jen se puso de pie, con los brazos rígidos a su lado.

—¿Lo dice quién? ¿Tú? Bueno, esta es una noticia de última hora: tú no

eres mi padre, no eres mi hermano, y NO ERES MI GUARDIÁN. —La voz de

Jen se hizo más fuerte a medida que su ira se encendía.

—SOY TU CO… —rugió Decebel, empujándose de la pared. Pero se

contuvo antes de terminar la frase, casi mordiéndose la lengua en el proceso. Su

62

respiración se había incrementado, estaba sorprendido por las palabras que casi

vuelan de sus labios.

No entendía de dónde había venido pero se sentía cierto, correcto. Estos

pensamientos se habían abalanzado a toda velocidad a través de su mente en

cuestión de segundos. Continuó fulminándola con la mirada y volvió a hablar, ya

no gritando, pero sus palabras fueron firmes. Eran ley.

—Soy tu Beta, y como tal, recibes órdenes de mí y las seguirá. —Decebel

ladeó la cabeza hacia un lado, de repente recordando algo—. ¿Y en qué momento

aprendiste rumano?

Jen sonrió ante eso.

—El Internet es un lugar maravilloso para aprender cosas nuevas, Beta.

Sería un gran lugar para que tú aprendas una cosa o dos.

Decebel dio un paso hacia ella.

—Tengo la sensación de que estoy un poco por delante de ti en el

departamento de educación de la mayoría de las áreas. —Sus ojos brillaron con

malicia.

—Oh, mi pequeño amigo peludo, te sorprenderías de lo que sé —dijo Jen,

a juego con su tono sugerente palabra por palabra, sílaba por sílaba.

Decebel entrecerró los ojos en ella.

—¿Qué se supone que significa eso?

Jen se encogió de hombros mientras le daba la espalda, después de haber

aprendido de sus lecciones en etiqueta de manadas, sabía que eso era una enorme

bofetada en la cara a un lobo dominante. Oyó a Decebel gruñir y dar un paso

hacia ella. Mi Beta, mi trasero, pensó mientras seguía ignorando al lobo

acosándola.

Podía sentir su cercanía y sabía que si daba un paso hacia atrás chocaría

contra su cuerpo. Un delicioso pensamiento, pero lo cortó abruptamente mientras

se recordaba que él estaba en su lista negra por el momento, y que posiblemente

se había encontrado una reserva permanente en ella.

63

—Ya sea que lo creas o no —la boca de Decebel estaba lo suficientemente

cerca de su oído como para sentir el aire caliente de su aliento cruzar su piel y

causarle un escalofrío—, es por tu seguridad que puse esas reglas.

—Tú no eres mi Alfa. Vasile sabía a dónde íbamos y no tuvo ningún

problema con ello.

La voz de Jen era baja, pero no menos potente que la de él.

—Eso puede ser cierto, pero una vez que tu comportamiento puso en

peligro tu seguridad tuve todo el derecho a pedirte ponerle fin de inmediato.

Jen podía sentir su sangre comenzar a calentarse, su rostro a enrojecer.

—¿Mi comportamiento? —dijo a través de sus dientes apretados—. No soy

una niña, Decebel. No necesito tus órdenes.

—Eres un miembro de esta manada. Seguirás las órdenes, te guste o no,

por la seguridad de la manada así como la tuya. Tienes que acostumbrarte a ello,

Jennifer. —Decebel colocó sus manos sobre sus hombros y suavemente le dio la

vuelta. Colocando dos dedos debajo de su barbilla, levantó su rostro para mirarlo.

Decebel apretó los dientes y cerró brevemente los ojos cuando vio las

lágrimas contenidas en los ojos de ella.

—No fue mi intención hacerte daño, Jennifer.

—No te hagas ilusiones, Beta. No estoy a punto de llorar porque me hayas

lastimado. Estoy enojada. —Jennifer no apartó los ojos de Decebel mientras decía

enfurecida—: Podría venirte realmente bien una lección de modales. Añade esas

a tus clases de cachorro y aprender a tocar y no irrumpir en las habitaciones, y

eso debería mantenerte ocupado lo suficiente para que no tengas tiempo de

preocuparte de mis actividades extracurriculares.

Los labios de Decebel parecieron elevarse en una leve sonrisa y una vez

más sus ojos brillaron con malicia. Jen no le gustaba la idea que, obviamente,

apareció en su cerebro.

—Ya que estás tan empeñada en que aprenda modales, tal vez deberías ser

mi maestra.

Decebel dio un paso atrás y siguió mirándola con una sonrisa maliciosa.

64

Jen no pudo evitar su propia pequeña sonrisa en respuesta a él. Así que

demándela, él era adorable cuando sonreía de esa forma.

—En tus sueños, Beta.

—Tal vez —dijo en voz baja. Cuando se volvió para irse, Jen le oyó decir

en voz baja—: Dios sabe que no puedo conseguir soñar otra cosa que no seas tú

en mi cabeza.

Jen se sonrojó ante sus palabras, pero pensó que seguramente le había oído

mal. Él se volvió hacia ella antes de cerrar la puerta.

—Espero que hayas disfrutado de tu pequeña aventura de esta noche,

Jennifer, porque en los sucesos futuros te acompañaré. —Sus palabras fueron

inflexibles—. De hecho, si dejas la mansión por cualquier razón, voy a ser tu

escolta. —Decebel le guiñó un ojo, cerrando la puerta justo antes de que un

cepillo para el cabello volara por la habitación y se estrellara contra ella

ruidosamente. Las palabras fuertes de Jen siguieron el ruido.

—¡El único lugar al que me vas a escoltar es al veterinario para que puedan

sacarte el pie que voy a empujar en tu trasero!

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8 Traducido por Nelshia

Corregido por LizC

ambién te quiero mamá —dijo Jacque por su teléfono celular

mientras se acurrucaba en el abrazo de Fane—. Las cosas

están bien aquí. El tutor nos mantiene ocupadas y estamos

aprendiendo todo tipo de cosas.

—¿Cómo le va a Jen? —le preguntó Lilly.

—Ella está bien, sólo un poco confundida acerca de las cosas. Ya

saldremos de esta.

Lilly se rió entre dientes.

—Mi siempre optimista. —Jacque podía oír la sonrisa de su madre a través

del teléfono.

—Dejaré que te vayas, sólo quería hacerte saber que estoy pensando en ti

y te extraño mucho. —Lilly contuvo las lágrimas.

—Yo también te echo de menos. Estoy feliz, quiero que sepas eso —le

tranquilizó Jacque.

—Lo sé, y eso es lo que quiero para ti. Sé feliz, vive una vida maravillosa

con Fane.

—¿Vendrás a verme pronto? —preguntó Jacque esperanzada.

—Ya lo veremos, este verano tal vez.

—Está bien, te quiero.

—También te quiero Jacque, muchísimo. Adiós. —Jacque pulsó el botón

de finalizar en su teléfono y cerró los ojos un instante. Le encantaba hablar con

su madre, pero a veces hacía que su corazón se sintiera tan pesado.

—T

66

—Te amo, Jacquelyn. Sé que fue mucho pedirte el venir aquí —dijo Fane

suavemente.

—No me arrepiento de venir Fane. —Jacque se volvió para mirarlo a los

ojos—. Quiero estar contigo. Sólo la echo de menos, y eso está bien.

Él la besó en la frente con suavidad e inhaló su esencia profundamente en

sus pulmones.

—¿Qué crees que está pasando con Decebel?

Fane se quedó callado por un momento.

—Realmente no lo entiendo, pero trata a Jen como si fuera su compañera.

Todas las señales están ahí. Creo que él está probablemente peor porque no lo

entiende tampoco.

Jacque pensó en eso. Ella se sentía mal por ambos, Jen y Decebel. Sabía

que Jen estaba perdidamente enamorada del lobo, y no podía imaginar lo que

sería amar a Fane, pero no ser capaz de estar con él. Jacque oró por el bien de

ambos, que lo que fuera que estaba pasando se solucionara en sí rápidamente.

—¿Estás bien, amor? —le preguntó Fane con suavidad.

Jacque se giró para poder mirar a los ojos a Fane.

—Odio ver a Jen herida. Y a Decebel, a decir verdad —le dijo

sinceramente.

—Eres un buena amiga, Luna, pero esto es algo que ellos van a tener que

solucionar por su cuenta.

—Si no se matan entre sí en primer lugar —añadió Jacque, medio en

broma.

Fane se rió entre dientes.

—Existe esa posibilidad. Y sus probabilidades se han hecho mucho

mayores.

Jacque lo miró a los ojos, mientras estos se nublaban en pensamientos.

—Oye, hombre lobo. —Trazó sus labios con la punta de su dedo, llamando

su atención—. ¿Qué es? ¿Qué está pasando?

67

Fane se inclinó y la besó suavemente antes de responder.

—En la reunión a la que asistí con los otros Alfas, nos enteramos que han

decidido que es en el mejor interés de nuestra especie traer de vuelta una antigua

tradición —explicó.

Jacque se empujó hacia arriba en una posición sentada, dándose vuelta

para así poder ver de frente a Fane claramente.

—¿Por qué estoy recibiendo vibras de “esto es una mierda” de tu parte,

cariño?

—Bueno, amor, esencialmente porque a pesar de que podría ser

beneficioso, en base a la situación entre Jen y Decebel, es más probable que sea

perjudicial… para uno de ellos. Estoy tomando apuestas en Decebel ya que Jen

parece tener dominado el lado impetuoso.

Jacque sonrió brevemente por eso.

—¿Y cuál es esta tradición? —preguntó.

—Hace más de un siglo varias manadas solían tener un evento llamado El

Encuentro.

—Oooh, suena muy al estilo Stephen King —le interrumpió Jacque.

Fane sonrió a su compañera y sus interminables comentarios.

—El Encuentro fue instituido para miembros de la manada sin

compañeros, para venir y reunirse con la esperanza de encontrar a su verdadera

pareja. Fue escrito a ley de manada que si la manada era invitada, el Alfa no

podía declinar o sería considerado un acto contra la especie.

—Santo infierno —murmuró Jacque, mirando a la nada mientras pensaba

en cómo afectaría esto a su mejor amiga.

—¿Jen tiene que ir a pesar de que no es de sangre pura?

—Desafortunadamente, los cuatro Alfas implicados han decidido que ya

que mi compañera no es de sangre pura se demuestra que cualquier persona con

algo de sangre de lobo en su genética debe asistir, debido a que son posibles

compañeros verdaderos. —Fane tomó una respiración profunda y soltó el aire

antes de continuar—. La buena noticia es que mis padres tienen que ir, y tú y

68

Sally pueden ir y actuar como asistentes de Jen. Naturalmente, a donde vas yo

voy, así que voy a asistir también. Habrá también algunos otros miembros de la

manada acoplados que ayudarán con la seguridad.

—¿Seguridad? —preguntó Jacque, confundida.

—En realidad no es una gran idea poner a un montón de machos sin

emparejar juntos, especialmente cuando habrán hembras no apareadas en juego

—explicó Fane.

—Ahh, eso es un punto válido. Entonces, ¿por qué están pensando que es

una buena idea?

—Sienten que vale la pena el riesgo ya que muchos Canis lupis no están

encontrando sus compañeras. —Fane envolvió su mano alrededor de la muñeca

de Jacquelyn y jaló de ella hacia él, tirándola hacia la curva de su cuerpo. Ella

apoyó la cabeza en su pecho mientras seguía pensando acerca de este nuevo

acontecimiento. Fane continuó—. Las parejas acopladas ayudarán a mantener

los no apareados en línea. Habrá una junta de manada mañana por la noche.

—¿Qué fue exactamente lo que quisiste decir con Sally y yo siendo las

asistentes de Jen? —le interrumpió Jacque.

—Bueno, hace un siglo, las llamaban damas de compañía. Estaban

básicamente allí para ayudar a preparar a la hembra no apareada para el evento,

ayudando con su vestido, arreglando su cabello. Eso fue cuando la ropa de las

mujeres era un poco más elaborada. Pero los Alfas suponen que ayudaría a las

hembras no apareadas a estar a gusto si tienen algunas amigas con ellas.

—Así que, ¿me estás diciendo que, en esencia, vamos a ser las sirvientes de

Jen? —preguntó Jacque dubitativamente.

—A falta de un término mejor —concordó Fane de mala gana.

—Por el bien de mi salud mental y futura amistad con esa ninfómana, no

le digas eso. ¿Puedes imaginarte cómo tomaría eso y correría un apestoso maratón

con esa información?

Fane se rió entre dientes.

—Seremos cuidadosos en la forma en que abordamos el tema.

69

—Aunque, por supuesto, puede que quede demasiado preocupada con

todo el asunto de los machos sin pareja tras ella como para que realmente le

importe tener un sirviente —añadió Jacque—. Hombre, si Decebel no estuviera

en el cuadro, ella estaría en su idea del paraíso: un montón de hombres lobo

calientes con sus ojos en ella.

—Amor, te olvidas que soy el único lobo al que debes referirte como

caliente —bromeó Fane.

Jacque se acurrucó más cerca.

—No hace falta decirlo, hombre lobo, tú eres el más caliente de todos ellos.

Fane gruñó.

—Demuéstralo —le desafió.

Jacque se echó hacia atrás para mirarlo a los ojos y vio el deseo que los

llenaba.

—¿Ahora? —preguntó ella, sorprendida por el cambio brusco de tema.

—No podemos resolver el problema de Jen y Decebel esta noche, amor, ni

podemos cambiar si El Encuentro se llevará a cabo o no. Lo que podemos hacer

es amarnos el uno al otro. Lo que pienso hacer es olvidarme de todo lo demás,

excepto tú, Luna. Por el resto de la noche te olvidarás de todos los demás, excepto

de mí.

Jacque sonrió con picardía a su compañero.

—¿Demasiado mandón, eh? —bromeó.

—Te deseo —dijo él simplemente, sin intentar disimular su demanda.

—Por lo tanto, deberías tenerme —susurró ella mientras apagaba la

lámpara de noche, dejando sólo la luna para iluminar la habitación.

* * *

—Así que, para mayor claridad… —Jen se sentaba en la sala audiovisual

en uno de los mullidos sofás a la mañana siguiente. Jacque se sentó en el suelo,

apoyada contra una silla que Sally ocupaba. Vasile y Alina se sentaron en el lado

opuesto a Jen en otro sofá, mientras Sorin y Decebel permanecían de pie, uno a

70

cada lado de la sala, apoyados contra la pared—. Porque tengo una pequeñísima,

diminuta cantidad de sangre de hombre lobo en mí, ¿tengo que ir a lo que equivale

esencialmente a una danza de apareamiento y dejar que otros lobos no apareados

me olfateen?

Sally soltó un bufido de risa.

—Lo siento, tuve una imagen visual.

—Genial. —Jacque chocó su mano con Sally.

Jen fulminó a sus dos mejores amigas con la mirada.

—¿Si ustedes dos han terminado con su pequeño momento podríamos por

favor centrarnos en este próximo desastre?

—Lo siento, Jen. No nos tomes en cuenta. Como sea, sigue volviéndote

loca. —Sally ondeó su mano a Jen para que esta continuara.

—Gracias —dijo Jen con total naturalidad—. Está bien. —Se volvió a

mirar a Alina y Vasile—. Entonces, ¿he cubierto lo básico?

—En realidad no es tan incivilizado como lo estás imaginando, Jen —le

dijo Alina suavemente—. Es como una reunión social. Ellos los dividirán en

grupos, ya que hay un número considerable de personas. Por la noche todo el

mundo se dará cita en el gran salón para la cena y el baile. Pero durante el día se

te dirán dónde estarás. Un grupo de mujeres sin emparejar se reunirán en

diferentes lugares de la propiedad con los machos sin pareja. Habrán Alfas y

parejas acopladas presentes en todo momento. Nunca estarás sola con un hombre

que no esté emparejado a menos que encuentres tu compañero verdadero. De lo

que Jacque y tú han estado aprendiendo acerca de la manada en la tutoría, sabes

que hay signos claros cuando encuentras a tu verdadero compañero.

Jen no pudo evitar que su mirada derivara hacia donde Decebel estaba de

pie. Cuando sus ojos se encontraron, Jen sintió escalofríos corriendo por su

cuerpo con la intensidad de su mirada. La voz de Alina captó su atención una vez

más.

—Recibirás un itinerario una vez que lleguemos.

—Esta noche en la junta de la manada —continuó Vasile por Alina—, te

reunirás con algunas otras mujeres sin pareja que van a asistir también. Creo que

71

tú, Jacque, y Sally deberían pasar algún tiempo con ellas y llegar a conocerlas.

Queremos que te sientas segura, Jen. Nadie va a obligarte a hacer nada, y si

resulta que conoces a tu compañero no entres en pánico, ¿de acuerdo?

—Alfa —Jen sonrió con tristeza—, ¿cuándo has escuchado que he entrado

en pánico alrededor de deliciosos hombres lobo?

Un gruñido resonó por toda la habitación.

—Oh, clávate un corcho en eso, B —le gruñó Jen a Decebel.

Vasile ladeó la cabeza hacia un lado mientras miraba a Jen.

—¿B?

—Sí. Ya saben, por Beta. Aunque, me gusta porque también podría estar

llamándolo por el término técnico para una mujer prostituta y él no lo sabría. Así

que en realidad, llamarlo B funciona absolutamente a mi favor —explicó Jen con

toda seriedad.

Todos se volvieron cuando un rápido estallido de risa llegó desde el lado

derecho de la habitación. Cuando Sorin vio que todos volvían sus ojos a él,

rápidamente empezó a toser. Alzando sus manos, finalmente se recompuso.

—Perdóneme, Alfa. Parece que me he atragantado con algo.

—Tienes que ser cuidadoso al tragar comentarios listillos, Sorin —se burló

Jen—. Tienden a tener un efecto de asfixia.

Sorin le dio un guiño a Jen, quien se negaba a mirar al lobo del mal agüero

en la sala perforando actualmente un agujero en su cabeza.

Jen miró de nuevo a Vasile.

—Bien, entonces, la moraleja de la historia es encontrar a un compañero,

no asustarme, y tratar de evitar cualquier concurso de meadas masculinas…

literalmente. —Jen guiñó a Decebel mientras decía esto y él levantó su labio en

una mueca.

—Eso suena casi correcto —concordó Vasile—. Creo que hoy deberías

hacer lo que haces como de costumbre. Trata de no preocuparte por El

Encuentro.

72

Jen resopló.

—Sí, haré justo eso.

* * *

Thad, el Alfa de la manada de Serbia, sostuvo un teléfono celular en su

oreja mientras escuchaba a su contacto.

—Va a haber una junta de la manada esta noche anunciando El Encuentro

—le dijo la voz en el otro extremo.

—¿Las tres estadounidenses asistirán? —preguntó Thad.

—Sí.

—Espero que te hagas amigo de ellas, ganes su confianza. —Thad se

detuvo—. Todavía estoy trabajando en los detalles del plan, pero en cuanto lo

haya resuelto estaré en contacto. Recuerda, no debes ponerte en contacto

conmigo. Yo me pondré en contacto contigo.

—Sí, Alfa. —Luego, su contacto desconectó la llamada.

Thad se sentó en su silla de oficina, con vistas sobre las montañas de su

territorio. Todo lo que tenía que hacer era ser paciente y dejar que su presa venga

a él. El Encuentro estaba a un mes de distancia, tenía un montón de tiempo para

finalizar el plan. Una vez que todo esté dicho y hecho, habré derribado al Alfa

más poderoso en un siglo.

* * *

Decebel llamó a la puerta de la enfermería de la manada. Recordando las

palabras de Jennifer, sonrió y esperó a que la doctora Steele lo invitara a pasar.

¿No estaría Jennifer orgullosa de mí?, pensó.

—Entre —oyó gritar a Cynthia Steele a través de la puerta.

Decebel giró el pomo y abrió la puerta, asomando la cabeza antes de

atravesarla.

—¿Es un mal momento, Cynthia?

—Decebel, hola. —Cynthia tomó sus gafas y dejó el libro que había estado

estudiando—. No, en absoluto. —Ella le hizo un gesto para que entrara.

73

Decebel cerró la puerta detrás de él y entró en el área que se usaba para

tratar a su manada. La habitación consistía en varias camas grandes de hospital

a lo largo de una de las paredes y enfrente de ellas, dos áreas de cirugía que

estaban separadas por divisiones. Cynthia tenía un escritorio justo a la derecha de

la puerta con varios gabinetes detrás de ella. También había una zona de

laboratorio colocada con varias máquinas, microscopios y objetos filosos de los

que Decebel prefería estar lejos.

Parte del castigo de Cynthia por su participación en el secuestro de Jacque

era servir a la manada Rumana como médico en el lugar. Vasile, a las súplicas de

Jacque, había perdonado el castigo físico de Cynthia, pero Vasile la había

despojado de su carrera. Ella practicaba la medicina para la manada y, en retorno,

la manada le proporcionaría alojamiento, comida, lo esencial, pero hasta que

Vasile decidiera, no le pagarían y su libertad sería muy limitada.

—¿Qué puedo hacer por ti? —le preguntó ella.

Decebel se sentó en una silla en el lado opuesto de la mesa. Una vez

sentado miró directamente a Cynthia, quien rápidamente desvió la mirada.

—Necesito saber lo que sabes acerca de los lobos latentes.

—No sé mucho —le dijo ella.

—Entonces necesito que averigües sobre ellos. Averigua si hay alguna

documentación de sus tendencias de apareamiento y los acontecimientos que han

pasado a lo largo con ellos. —Decebel se inclinó hacia delante, con los codos

sobre las rodillas, las manos juntas delante de él.

—¿Qué está pasando, Decebel? —preguntó Cynthia, su ceño fruncido en

cuestión.

Él dejó escapar un suspiro de frustración.

—Pensé que tendría tiempo para lidiar con lo que sea que está pasando

entre Jennifer y yo, pero ahora con este encuentro…

—Oh, sí. Vasile me habló de eso —dijo ella, asintiendo con la cabeza—.

Él quiere que yo vaya por si hay lesiones durante las luchas inevitables entre los

machos sin pareja.

Decebel asintió.

74

—Tendremos suerte si no hay ninguna baja, para ser honesto.

—Por lo tanto, eso que hay entre tú y Jen… —le recordó.

—No sé lo que es. No hay señales de apareamiento diferentes a la urgencia

de mi lobo y el cómo reacciono en su presencia —explicó Decebel. La frustración

que él había sentido era evidente en la forma en que su cuerpo se tensaba mientras

hablaba—. No puedo oír sus pensamientos, mis marcas no han cambiado… aún

así, la idea de otro hombre cerca de ella me vuelve loco. Ella es en todo lo que

pienso. Su esencia se ha convertido en una parte de mí, y tengo la urgencia

ridícula de asegurarme que tiene mi olor sobre ella.

Cynthia le observó mientras hablaba, sin perder de vista la forma en que

sus ojos comenzaron a brillar mientras hablaba de Jen. Algo estaba pasando, eso

era seguro.

—Todo lo que me estás describiendo indica que has encontrado a tu

compañera verdadera —dijo Cynthia—. Voy a mirar en los archivos de la

manada y ver si existe alguna documentación sobre lobos latentes. Ella podría ser

tu pareja y puede que necesite algo importante para crear el vínculo, al igual que

necesitó algo traumático para sacar a la luz la genética de lobo en ella. O puede

que simplemente no sea tu compañera.

Decebel gruñó, sin gustarle ni un poco que la doctora siquiera sugiriera que

Jennifer no le pertenecía. Sí, estoy en problemas. Este encuentro iba a llegar a ser

la prueba definitiva en autocontrol para él y su lobo.

Decebel se levantó.

—Gracias. Realmente aprecio tu ayuda. —Antes de llegar a la puerta, se

volvió y añadió—. Y tu discreción.

Cynthia se sorprendió por completo de que el lobo dominante haya

acudido a ella. Eso por sí sólo demostraba que Jen se estaba metiendo con su

mente.

Se volvió hacia su laptop y entró a la base de datos en busca de historias de

las manadas de todo el mundo. Entre los miles de archivos seguramente había

algo documentado de un estado latente. Comenzó a buscar a través de archivos,

abriendo, echando un vistazo, y cerrando, una y otra vez. Sí, pensó, esto va a ser

divertido.

75

9 Traducido por Helen1

Corregido por LizC

en y Sally caminaron juntas a una gran sala de reuniones. La manada se

iba a reunir en cinco minutos para el anuncio de El Encuentro.

Esencialmente no habían hecho nada en todo el día. Era sábado,

así que no había clases. Jen se había visto obligada a soportar un sinfín de

garantías de parte de Sally que no iba a dejar su lado en el evento que

consideraban como el Festival de Machos 2010.

También habían optado por no salir después de que Jen les hablara de la

declaración de Decebel de estar siempre con ella cuando saliera de la mansión.

—¿Y cómo respondiste? —había preguntado Sally.

—Le dije que el único lugar al que iría con él era al veterinario —dijo Jen

inocentemente.

—Todos sabemos que hubo más en tu comentario que eso, Virginia. Así

que adelante, comparte el resto de lo que estoy segura fue una declaración muy

esclarecedora para Decebel —le provocó Jacque.

—Está bien. Agregué que estaría yendo al veterinario para que le saquen

mi pie de su trasero. No vi su rostro, pero estoy segura de que él se sintió, como

has dicho, esclarecido.

Sally había estado tomando un sorbo de agua en ese preciso momento y lo

arrojó por todas partes.

—Estoy interesada en conocer a estas otras hembras no apareadas —le dijo

Jen a Sally—. Espero que sean geniales. ¿Sabes lo que quiero decir?

—Si con “geniales” quieres decir, nada de psicópatas, celosas, perras,

entonces sí, ya sé lo que quieres decir —replicó Sally.

J

76

—Hombre, Sal. Seriamente he contagiado a tu una vez dulce disposición

inocente. —Jen se rió entre dientes—. Y a propósito, Sally querida, son perras,

no pueden evitarlo.

Sally miró a Jen por el rabillo del ojo.

—De verdad te ríes de tus propios chistes. Y, por cierto, tal vez la verdadera

Sally está finalmente saliendo a la superficie después de años de represión.

—Sí, tú sigue diciéndote eso, Sigmund. Mientras estás en ello, por qué no

nos explicas la teoría del condicionamiento —bromeó Jen con su mejor amiga.

—Sólo estoy diciendo.

—Una vez más demuestras que claramente te he influenciado. —Las cejas

de Jen se levantaron mientras miraba a Sally—. No estoy diciendo que eso es una

mala cosa. Quiero decir, la verdad, la mayoría de la gente se beneficiaría de la

personalidad elogiosa de Jen Adams.

Sally soltó un bufido.

—¿Se hace más pesado?

—¿Qué se hace más pesado?

—Esa gran cabeza que cargas 24/7, 365. —Sally le dio unas palmaditas en

la espalda a Jen—. Simplemente parece que tal vez tu cuello o espalda

comenzarían a doler en algún momento.

—Guau, Sally. ¡Estoy impresionada que no sólo vas por un título en

psicología! Ahora pareces estar optando al cargo de alcalde de “Creo que soy

graciosa” de la ciudad.

Sally se rió de Jen, pero rápidamente se detuvo mientras entraban en la sala

de reuniones. Sillas se alineaban en las paredes y también se alineaban en filas en

el centro de la habitación. La habitación no estaba llena aún, pero se estaba

llenando rápidamente mientras las personas desfilaban ante ellas.

—Supongo que debemos enganchar algunas sillas —murmuró Jen

mientras entraba en la sala, en dirección a la lejana esquina derecha.

—¿Por qué nos vamos a sentar aquí atrás?

77

—De esta manera podemos ver toda la habitación y hacer algo de

reconocimiento.

—Genial, aquí vamos con la jerga militar. ¿Fuiste un SEAL de la marina

o algún oficial de las fuerzas especiales en una vida pasada? —preguntó Sally.

—Es un don. Viene con tanta naturalidad que pensarías que he tenido un

entrenamiento formal. —Jen le guiñó un ojo.

—Sí, eso es exactamente lo que yo estaba pensando. Y, por cierto,

Hogwarts te aceptó y está esperando tu llegada.

—Ja, ja, buena esa —dijo Jen con sequedad—. Tienes mi voto… serás

alcalde en muy poco tiempo.

Sally puso los ojos en blanco, mientras ambas seguían viendo gente entrar

y se sentarse en la gran sala.

—¡Oooh, oooh! —Sally golpeó la pierna de Jen cuando vio a Jacque y

Fane—. Allí están Simba y Nala.

—Bien —se rió Jen, y luego gritó para llamar su atención—. ¡Oye,

princesa! Por aquí.

Jacque las vio y tiró a Fane en su dirección.

—Oigan, chicas, ¿por qué están sentadas aquí atrás? —preguntó Jacque.

—Aquí vamos —murmuró Sally.

—Estamos haciendo el reconocimiento —explicó Jen.

—Reconocimiento, correeeecto —repitió Jacque, arqueando una ceja

dubitativa.

—Oh, cállate y siéntate.

Fane se rió entre dientes y se sentó al lado de Sally, tirando de Jacque en

su regazo. Jacque le devolvió la mirada y sonrió.

—De esta forma nos aseguramos de tener suficientes sillas para todos —

explicó él con una sonrisa.

78

—Oh, cierto. Nosotros definitivamente queremos asegurarnos de que haya

un montón de asientos. —Jacque sonrió.

—Bueno, siempre y cuando estemos siendo tan conscientes —interrumpió

Jen—: Sally, ¿por qué no vas a subir en el regazo de Sorin y yo voy —señaló

mientras un hombre pasaba junto a ella—, agarrar a ese bombón y tirarme en su

regazo.

Jen sintió una mano en la nuca mientras una voz hablaba en voz baja junto

a su oído.

—Si necesitas un regazo para sentarte, ţinere de meu inimă (dueña de mi

corazón), el mío será el único disponible para ti.

Ella vio como Decebel se sentaba en la silla junto a ella y sintió caer su

estómago en picada cuando le guiñó un ojo.

—Será mejor que me quede en esta silla. Tiene la tendencia a alejarse si se

deja por su cuenta. —Jen odiaba cómo su voz sonaba sin aliento y se pateó

mentalmente a sí misma por dejar que él vea cómo le afectaba. Por la mirada de

suficiencia que se deslizó por su rostro era de hecho muy consciente de ello.

Condenado hombre lobo, pensó para sí misma.

Sally miró a Jacque y sonrió, obviamente amando el juego entre Decebel y

Jen.

Jacque se inclinó y susurró al oído de Sally.

—Le doy dos días antes de que él ponga una mano sobre ella.

—Estás siendo generosa. Yo digo menos de veinticuatro horas.

—¿Es una apuesta? —preguntó Jacque, las cejas levantadas.

—Mejor que lo creas —respondió Sally. Sus labios se relajaron en una

sonrisa torcida.

Jen se inclinó alrededor de Sally y miró a sus dos mejores amigas.

—¿Qué están apostando?

—Por Dios. ¿Es que ella tiene oídos de águila o algo así?

79

—No, tonta. Tú susurrando es como escucharte a ti hablando en un

volumen normal, pero con la voz ronca. Realmente, suena más como una chica

que ha estado fumando durante treinta años. —Jen se encogió de hombros—.

Sólo te lo aconsejo. Puedes tomarlo y aplicarlo en tu tiempo libre.

Fane se rió al oír las palabras de Jen cuando Jacque le dio un codazo, lo

que le hizo toser.

—No te rías, hombre lobo. —Jacque se volvió hacia Jen—. Gracias por esa

observación, Sherlock.

—Siempre es un placer ayudar a un amigo en necesidad, Watson. —Jen

sonrió ante la mirada irritada de Jacque.

Sally puso los ojos en blanco.

—¿Habrá alguna vez un momento en que no tenga que enviarlas a las dos

a esquinas opuestas?

—Cuando el infierno se congele.

—Y la gente de allí, finalmente, consiga ese vaso de agua helada que han

estado esperando —agregó Jen.

Jacque se estiró alrededor de Sally, con su puño cerrado en alto.

—Me gusta esa.

Jen chocó el puño de Jacque y le guiñó un ojo.

—Lo sé, ¿verdad? Se me acaba de ocurrir.

—Oooh, bonita y perspicaz.

—¿Qué puedo decir, princesa lobo? Soy el paquete completo.

Decebel miró a Fane.

—¿A face tu fiecare a lua ce ei say? (¿Consigues alguna vez entender lo que

dicen?)

Fane sonrió a su Beta.

—Nu mai incerce sa (Ya no trato).

80

—Buena idea. —Decebel asintió.

Jen miró a Decebel, entrecerrando los ojos.

—No se habla en lengua extranjera alrededor de los americanos.

Decebel se inclinó hacia ella, el brillo de sus ojos haciendo a Jen temblar.

—Pero Jennifer, pensé que hablabas rumano. —Miró a Sally y Jacque—.

¿No tenían ustedes dos la impresión de que ella hablaba rumano?

Jacque y Sally asintieron a pesar de las dagas que Jen estaba arrojando con

la mirada en su dirección.

—Esa fue absolutamentre la impresión que teníamos, ¿cierto, Sally? —

Jacque se volvió para mirarla.

—Espera. Ah sí, recuerdo claramente un bar… vodka… y estoy casi segura

de Jen hablando en rumano con el camarero sexy. —Sally estaba sonriendo de

oreja a oreja mientras la cara de Jen se ponía roja.

—Espero que ustedes dos no estén apegadas a su ropa interior porque

acabo de tener el impulso repentino de hacer una fogata —gruñó Jen.

—Nota mental: ocultar la ropa interior.

«O podrías resolver ese problema no utilizando ninguna.» Jacque escuchó

la voz de Fane a través de su vínculo. Su mandíbula cayó abierta y su rostro se

puso rojo brillante cuando se volvió para mirar a su compañero.

Jen miró a Sally.

—Parece que Fane tuvo una sugerencia acerca de la ropa interior de la

princesa. Si tuviera que conjeturar, diría que él le dijo que yo no podría quemarlas

si no lleva ninguna.

Si Jacque podría haberse puesto más roja lo habría hecho.

—¿Cómo? ¿Qué…? —tartamudeó Jacque mientras miraba a su amiga

rubia, tratando de averiguar cómo ella sabía lo que había estado pensando Fane.

—Es un don, Watson. Pero en realidad se reduce a que cuando se trata de

chicas y ropa interior, los chicos siempre van a decir que no se mezclan.

81

Decebel tosió cuando se atragantó con su risa mientras Fane enterraba la

cara en la espalda de Jacque, sus hombros temblando. Jacque y Sally miraron a

su amiga con la boca abierta.

—Otro dato en el que podrían estar interesados es que cuando se trata de

chicas y bocas abiertas, los chicos… —Decebel se inclinó y cubrió la boca de Jen

con su mano y le advirtió con una mirada que se tragara sus palabras.

—Gracias, Dec. Ese suele ser mi trabajo —dijo Sally—. Pero estaba en tal

shock que no pude hacer moverse mis extremidades.

Decebel inclinó la cabeza.

—¿Es por eso que siempre pareces estar tan cerca de ella?

—Es de suma importancia que todo el que está dentro de su alcance esté

listo en cualquier y todos los momentos de interceptar lo que podría venir de esa

lengua perversa.

Jen estaba frenéticamente tratando de hablar en torno a la mano de

Decebel ante el comentario de Sally. Decebel estaba aprendiendo rápidamente

cómo funcionaba el cerebro de Jennifer, y sólo podía imaginar lo que quería

expresar en lo que respecta al comentario de Sally sobre la lengua perversa. Él se

inclinó para susurrarle al oído.

—Voy a destaparte la boca. Sería sabio de tu parte dejar de lado el

comentario de la lengua perversa.

Jen lo miró por el rabillo del ojo, y después de un momento de tensión,

finalmente asintió una vez con sumisión. Decebel lentamente le descubrió la

boca, listo si era necesario cubrir de nuevo sus labios.

La habitación empezó a silenciarse y todos dirigieron su atención a la parte

delantera de la sala. Mientras Vasile daba la bienvenida y agradecía a todos por

venir y empezaba a explicar acerca de la reunión que tuvo con los otros Alfas, Jen

se inclinó hacia Decebel.

—Me debes. Sally me sorprendió con toda esa cosa de la lengua perversa.

Decebel rió y susurró a su vez:

82

—Por alguna razón, ţinere de meu inimă (dueña de mi corazón), tengo la

sensación de que habrá un montón de oportunidades para que puedas avergonzar

a tus amigas con los comentarios cuestionables en los que inocentemente se

adentran.

Jen se encogió de hombros.

—Es cierto, pero todavía me debes. ¿Y qué me llamas cuando hablas

rumano? Me has dicho la misma frase dos veces.

Decebel le palmeó la pierna, causando todo tipo de sensaciones de

hormigueo.

—Dar tu romaneste, Micul meu lup (pero hablas rumano, mi pequeña

lobo).

—Sé lo que es lup y no soy un lobo. Cualquier otra cosa que dijiste estoy

segura que es un montón de mierda también.

—Mi dulce Jennifer. —Era su turno para inclinarse más cerca. Tomó una

respiración profunda, tomando su aroma. Sus ojos se cerraron mientras un nuevo

olor golpeó su nariz. Era sutil, pero sin duda estaba allí—. No me di cuenta antes,

pero te aseguro, tu olor dice que eres definitivamente lobo. —Mi lobo, oyó gruñir

a su propio lobo, pero mantuvo esas palabras para sí mismo.

Decebel se reclinó en su silla. No podía concentrarse en lo que Vasile estaba

diciendo, no después de capturar esta nueva fragancia de Jennifer. Trató muy

duro de ocultar su sorpresa, pero estaba casi seguro que este nuevo aroma era el

olor de su compañera. Había varias cosas que identificaban a una mujer como

una verdadera compañera de un macho: la capacidad de escuchar los

pensamientos el uno del otro, las marcas cambiantes en el macho, nuevas marcas

que aparecen en la hembra, aquellas que coinciden con las del macho como una

pieza de rompecabezas, y un aroma que sólo el verdadero compañero

reconocería.

Los dos primeros, sin duda no habían ocurrido entre Jennifer y Decebel,

pero el aroma, su olor había cambiado. Era muy, muy sutil y estaba tomando

toda su fuerza de voluntad no tomarla en su regazo y enterrar la nariz en su cuello.

Sí, pensó, eso no la asustaría. Decebel negó con la cabeza y trató de dejar de lado

este nuevo desarrollo para poder escuchar a su Alfa.

83

—El Encuentro ha de tener lugar en un mes —estaba diciendo Vasile

mientras Decebel trataba de ponerse al corriente—. Quiero que cada hembra no

apareada elija una o dos hembras apareadas de las parejas que he elegido para

asistir y actuar como su compañía. Estas hembras ayudarán a las no emparejadas

a prepararse para los bailes nocturnos y si ella encuentra a su verdadero

compañero, también deberán servir de testigos.

—¿Tenemos que ir, Alfa? —Jen oyó una voz enfurruñada en el lado

izquierdo de la habitación y estiró el cuello para ver quién había hablado.

Vasile indicó al lobo que se pusiera de pie y Jen vio como una chica

pequeña se levantaba de su silla. Su cabello era corto al estilo de duendecillo.

Tenía ojos marrones expresivos y grandes, y una boca pequeña. Su tono de piel

oliva añadía más a su aspecto exótico.

Los ojos de Vasile se suavizaron y sonrió apaciblemente.

—Desafortunadamente, Crina, esto está fuera de mis manos. Hemos sido

invitados y si me niego sería considerado un acto contra nuestra especie.

La loba llamada Crina resopló y se sentó.

—Bueno, eso es una perra. —La sala vibró con bajas risas por sus palabras.

Jen sonrió y se volvió hacia Sally y Jacque, quienes sonreían también.

—Me agrada —les dijo.

Decebel escuchó las palabras de Jen y la miró.

—No creo que tú y Crina deban pasar el rato, Jennifer.

Jen ladeó la cabeza hacia un lado, con los labios fruncidos. Una oleada de

celos se precipitó sobre ella.

—¿Un viejo amor, Decebel?

Decebel se enderezó, claramente tomado fuera de guardia por la pregunta.

—No —respondió rotundamente.

Los ojos de Jen se estrecharon peligrosamente.

84

—¿Un amor actual? —Ella ni siquiera reconoció su voz cuando gruñó ante

la idea de Decebel con otra mujer.

Decebel observó mientras Jennifer se encrespaba a la espera de su

respuesta. Entonces cayó en cuenta: estaba celosa. No pudo evitar la risa que se

deslizó de sus labios. Vio su cuerpo tensarse y se dio cuenta que reír no era lo más

inteligente que podía haber hecho.

—¿Celosa, Jennifer?

—Por supuesto que no —escupió ella—. Creo que con todo lo que

coqueteas conmigo, si estás involucrado —la palabra salió como si fuera

repugnante para ella—, entonces necesitas llevar tu ser infestado de pulgas a otra

parte.

—¿Y si yo no estoy involucrado? ¿Entonces, qué? —preguntó en voz baja,

casi un desafío mientras la miraba a los ojos.

Jen dejó de respirar ante el calor en su mirada. Ella estaba hipnotizada

mientras mirando sus ojos estos comenzaron a brillar. Sus ojos ámbar se

encontraron con los suyos azules y ella se sintió siendo arrastrada más cerca de

él.

—Jennifer —susurró Decebel su nombre—. ¿Qué pasa si no estoy

involucrado?

La mano de él en su pierna, finalmente, la sacó de su trance. Ella tomó una

bocanada de aire cuando se dio cuenta que se estaba mareando por falta de

oxígeno. Sacudió la cabeza y miró a Decebel en estado de shock.

—¡Maldita sea!

Ella se levantó bruscamente cuando toda la habitación se volvió para

observarla. Jen no sabía lo que había sucedido, pero sabía que tenía que llegar lo

más lejos de Decebel como pudiera justo en ese momento. No podía pensar con

claridad cuando él estaba cerca, y seguro que no podía pensar cuando la miraba

de esa manera, y decía su nombre con esa voz, y la tocaba… Mierda, pensó. Estoy

tan jodida.

Decebel se paró para seguirla pero Sally le agarró el brazo. Ella ni siquiera

se inmutó cuando él le gruñó a la que le impedía seguir a Jennifer.

85

—Siéntate —dijo Sally firmemente al Beta furioso.

La habitación estaba en un silencio sepulcral cuando la puerta se cerró

detrás de Jen. Todos los ojos estaban puestos en el grupo de la esquina. Decebel

se volvió a sentar en su silla y se encontró con las miradas de los otros lobos. Uno

a uno se sometió a su Beta y miró hacia otro lado.

—Como estaba diciendo —continuó Vasile—. Todos los miembros sin

pareja asistirán a El Encuentro. Las parejas acopladas que asistirán ya han sido

informadas.

—¿Qué pasa con la latente de América? —preguntó un lobo macho en el

centro de la sala.

Decebel gruñó.

—Ella no es de tu incumbencia.

—¡Decebel! —gruñó Vasile.

Decebel desnudó su cuello a su Alfa en sumisión.

—Mis disculpas, Alfa.

Vasile volvió a mirar al otro lobo.

—La respuesta a tu pregunta, Stelian, es que todos y cada uno con

cualquier cantidad de lobo en la sangre están obligados a asistir. Jen es un latente,

pero es miembro de esta manada. Un miembro sin pareja —corrigió. Decebel

gruñó a las palabras—. Y, como tal, va a participar como cualquier miembro de

la manada. —Vasile asintió al lobo para que se sentara.

La reunión continuó durante otra hora con preguntas y frustraciones

siendo expresadas. A través de todo el proceso, Vasile fue paciente y respondió a

cada pregunta, pero fue inflexible y firme. Él dejó muy claro que su manada

asistiría y que si algunos machos se encontraban en un altercado serían tratados

con dureza. La sala estalló en carcajadas cuando dijo que quería aclarar que no

se trataba de una oportunidad de conectar y rascarse.

—Estaremos allí para buscar verdaderos compañeros. No para faltarle el

respeto a la pareja de otra persona, poniendo sus manos, boca o cualquier otra

parte cerca de lo que no les pertenece, simplemente porque se sienten atraídos por

86

ellos. No voy a castigar a cualquier lobo que desafíe a otro macho porque él fue

tan estúpido como para tocar la compañera de otro, aún cuando ella no había

estado acoplada en el momento. ¿He sido claro?

—Como usted dice, así será —dijo la sala al unísono.

Jacque le sonrió a Sally.

—Jen habría dicho algo sobre eso: “Cualquier otra parte cerca de lo que no

les pertenece” —repitió las palabras de Vasile—. Ella va a estar tan enojada de

haberse perdido la oportunidad de avergonzar a Decebel.

—Totalmente —concordó Sally.

Fane golpeó ligeramente su muslo.

«Luna, compórtate.»

«Oblígame» le desafió cuando se inclinó hacia atrás, lo que le hizo a él

gruñir bajo en su pecho.

Vasile finalmente despidió la reunión. Mientras Jacque se paraba, Fane le

susurró al oído:

—¿Supongo que tu reto tendrá que esperar, ya que quieres averiguar qué

causó a Jen salir tan abruptamente?

Jacque sonrió a su compañero, pero antes de que pudiera responder Sally

habló.

—Yo sé por qué salió de aquí en esa forma.

Las cabezas de Decebel y Jacque dieron la vuelta.

—¿En serio? —preguntaron al mismo tiempo.

Fane levantó una ceja al oír las palabras de Sally.

Sally a su vez se quedó mirando a Decebel.

—Jen nunca aprendió a usar su voz interior. Así que, Decebel, por qué no

compartes la forma en que ella te preguntó si estabas involucrado con Crina, y

cómo en realidad nunca le diste una respuesta, pero en cambio te burlaste de ella,

y después casi la hiciste hiperventilar con deseo.

87

La cabeza de Decebel se ladeó, sus cejas juntas.

—¿Cómo…?

—Yo diría que es un don, pero en realidad sólo soy cotilla como el infierno.

Y maldición, muchacho, la mirada que le estabas dando casi me tenía a mí en un

charco.

—¡Cállate! —chilló Jacque—. ¿Me estás diciendo que Jen salió de aquí

enfurecida porque él consiguió ponerla toda caliente y mojada?

Sally estaba sonriendo de oreja a oreja. Decebel parecía que sería muy feliz

si el universo simplemente se lo tragaba entero.

—Estaba enojada cuando se fue —se defendió Decebel—. Sólo se fue

porque estaba furiosa.

—Sí, enojada porque ella lo tiene mal por ti, Sherlock —le dijo Sally,

poniendo los ojos en blanco.

—¿En serio? ¿Le gusto?

Jacque rió ante la sonrisa arrogante de Decebel.

—Um, si no eres su compañero, eso no es una buena cosa, Casanova —le

recordó Jacque.

Sally asintió en acuerdo, escrutando a Decebel.

—Esperemos que ella encuentre su compañero en el Festival de Machos

para que pueda superarte.

Decebel dio un paso hacia Sally. Fane caminó alrededor de Jacque y puso

una mano sobre el pecho de Decebel, deteniéndolo.

—Tranquilo, Beta.

Decebel cerró los ojos respirando lentamente, deteniendo a su lobo.

Entonces las palabras de Sally fueron más allá de la niebla de celos.

—¿Festival de Machos? —preguntó.

Sally sonrió.

88

—Jen lo nombró así.

—Naturalmente —murmuró Decebel con una leve sonrisa.

89

10 Traducido por Katt090

Corregido por LizC

ecebel se dirigió a la oficina de Cynthia después de la junta de la

manada. Necesitaba compartir este nuevo avance sobre el cambio

de aroma de Jennifer y ver lo que la buena doctora tenía que decir

al respecto.

La puerta de la enfermería ya estaba abierta cuando llegó. Entró para

encontrar a Alina y Vasile sentados frente al escritorio de Cynthia.

—Decebel. —Vasile inclinó la cabeza.

—Lo siento, Alfa, no quise interrumpir. Puedo volver después —dijo

Decebel, saliendo de la habitación.

—En realidad, me gustaría hablar contigo acerca de lo que sucedió en la

reunión.

Decebel se estremeció mentalmente, recordando cómo le había gruñido a

Stelian por atreverse a preocuparse por el destino de Jennifer.

—Por supuesto. —Dio un paso más en la habitación y agarró una silla

extra. La trajo y se sentó al lado de Vasile.

Vasile miró a su Beta durante unos momentos antes de hablar.

—¿Es ella tu compañera? —preguntó finalmente.

Decebel dejó escapar un suspiro.

—No lo sé, Vasile —respondió en una rara muestra de vulnerabilidad,

mostrada mediante el uso del primer nombre de su Alfa. Eso dejó a Vasile saber

que Decebel necesitaba la orientación de su amigo tanto como de su Alfa.

Vasile asintió.

D

90

—Explícate.

—No escucho sus pensamientos, mis marcas son las mismas. Ella no ha

mencionado que tenga marcas en su cuerpo. Dicho esto, mi lobo la ha reclamado.

—Decebel se pasó las manos por el cabello, la frustración evidente en su

mandíbula tensa mientras continuó hablando—. He estado luchando contra él

por primera vez en más de un siglo. Sin importar lo mucho que me recuerde a mí

mismo que no hay signos de apareamiento, a mi lobo no le importa. Él la ha

reclamado y la quiere.

—Así que, aparte de cómo te sientes por ella, ¿no hay ninguna evidencia

de que ella podría ser tu verdadera compañera? —preguntó Alina con suavidad.

—Bueno, en realidad… —Decebel miró a Cynthia, quien había estado en

silencio escuchando la conversación—. Mientras estaba sentado junto a ella en la

reunión capté su olor. —Hizo una pausa.

Cynthia se animó.

—¿Y? —preguntó ella.

—Ha cambiado —dijo Decebel—. Es muy débil, pero juro que podía oler

el aroma de apareamiento en ella.

—¿A qué olía? —preguntó Vasile con cuidado. Decebel sabía que Vasile

sólo preguntaba porque él haría a otro lobo olfatear a Jennifer para ver si lo que

él olía era igual a lo que Decebel olfateó, pero aun así se erizó. Preguntar a otro

lobo cómo es el aroma de su compañera para él, era como pedirle a un hombre

humano que pasara a otro la ropa interior de su esposa. En otras palabras, era

extremadamente personal.

—Antes, siempre olía a vainilla. —Decebel recordó la reunión, cuando la

había olfateado profundamente—. Pero hoy había una pizca de canela. Estaba

apenas allí, pero era embriagador.

Las palabras de Decebel se suavizaron mientras pensaba en el olor de

Jennifer, recordando cómo su lobo se había despertado.

—Interesante —murmuró Cynthia—. ¿Cuánto tiempo has estado de

vuelta?

—Un par de días. ¿Por qué? —cuestionó.

91

—Desde que estás de vuelta, cuando estás cerca de Jen, ¿dirías que los

encuentros son intensos? —preguntó, haciendo caso omiso de su pregunta.

Decebel rió.

—Se podría decir que sí. Vuelvo a preguntar, ¿por qué?

—Antes de que vinieras estaba discutiendo con Vasile y Alina lo que había

encontrado poco antes de la junta de la manada. Me encontré con un caso

documentado de una lobo latente siendo emparejada con un Canis lupis puro. —

Cynthia miró a unos papeles y luego a Decebel—. En realidad es el diario de un

Alfa de hace más de un siglo.

—Eso es bueno, ¿verdad? —preguntó Decebel con aprensión.

—Bien —Cynthia hizo una pausa—, es bueno porque ahora tenemos algo

para en cierto modo… evaluar la progresión de un acoplamiento entre un latente

y un puro. Pero tiene el potencial de ser peligroso.

—¿Peligroso? —interrumpió Decebel, no gustándole la idea de que algo le

cause daño a Jennifer—. ¿Cómo puede esta información ser posiblemente

peligrosa?

—Voy a explicarte lo que estaba documentado y entonces voy a entrar en

cómo se aplica a ti y Jen —comenzó Cynthia.

—Te escucho —dijo Decebel mientras se enderezaba en su silla. Su lobo se

animó, lo que realmente le sorprendió ya que su lobo solía mantenerse tranquilo

menos en la caza o en la batalla.

Cynthia reunió los documentos que había imprimido y comenzó a leer.

—Conocí a mi verdadera compañera hoy. No por primera vez, pero fue la

primera vez en la que el vínculo había aparecido. Había estado siempre

extrañamente intrigado por ella, pero había asumido que era curiosidad debido a

su aire misterioso. Fui atrapado por completo con la guardia baja cuando oí sus

pensamientos por primera vez. Ella estaba en peligro, grave peligro. La oí gritar

por ayuda… en mi mente. Empecé a correr, sin tener en cuenta en dónde estaba

ni lo que estaba haciendo. Todo en lo que mi lobo podía pensar era que teníamos

que llegar a ella, tenía que salvarla. Corrí por lo que pareció una eternidad y

finalmente irrumpí en un claro. Allí, atada a un poste, estaba mi compañera de

pie.

92

»Las lágrimas corrían por su rostro, haciendo que los moretones que

empañaban sus mejillas brillaran. Sentí que la sangre en mis venas empezó a

calentarse. Mi corazón se aceleró y mis ojos, lo sé, estaban brillando mientras la

rabia se vertía en mí, impulsada por la necesidad de mi lobo de proteger a nuestra

compañera. Sus ropas estaban desgarradas, trapos rasgados. Su cabello estaba

cubierto de suciedad, como si hubiera sido arrastrada por el suelo. Ella no hizo

ningún sonido en voz alta mientras las lágrimas seguían fluyendo, pero su mente

era una tormenta turbulenta de miedo, ira, traición. Se volvió y me miró

directamente. Se me cortó la respiración cuando sus ojos azules brillantes se

clavaron en los míos. Fue instintivo llegar a su mente. “Estoy aquí, Rachel”, le

aseguré. “Todo estará bien”.

»Sus ojos se abrieron, la única indicación de que ella había oído y me

reconoció. Luego se cerraron. Las lágrimas claras como diamantes y numerosas

como gotas de lluvia de una tormenta de verano cubrieron su rostro lleno de

miedo una vez más.

»El crujido y el destello de llamas naranjas finalmente me sacudió de mi

asombro y me di cuenta que había hombres y mujeres por todas partes.

»Varios estaban prendiendo madera y heno que habían apilado debajo de

ella, mi compañera. Iban a quemarla viva. Cualquier control que tuviera se

rompió, el impulso del horror que estaba presenciando siendo el tirón final. Lo

perdí. Por primera vez en 200 años perdí el control de mi lobo. Mi cambio fue

instantáneo. Me lancé hacia adelante, derribando a cualquiera que se atreviera a

bloquear mi camino. No hice ninguna distinción entre hombre o mujer. En lo que

se refiere a mi lobo eran todos culpables y sufrirían la ira de un Alfa.

»Los gritos llenaron el aire mientras destruía uno por uno a los que no

habían corrido en miedo, sino que en su lugar, en su estupidez, pensaban que

tenían una oportunidad contra mí.

»Llegué a ella justo antes de que el fuego alcanzara sus pies descalzos.

Gracias a Dios que se desmayó justo cuando cambié volviendo a mi forma

humana. La desaté lo más rápido que pude, apartándola de las llamas que

parecían cobrar vida, llegando con sus brazos, en busca de su presa. La cargué,

sin mirar atrás. La llevé a la aldea de la manada, a mi casa, la cual ahora sería la

de ella.

Cynthia se detuvo allí y levantó la vista de los papeles.

93

—Voy a saltar a después de que ella se despierta y empiezan a interactuar.

Él describe sus sentimientos hacia ella y creo que podría ser útil para ti. Luego

voy a leer lo que él cree que le impide reconocer a su compañera y lo que se

necesitó para despertar a su lobo latente.

Decebel asintió, su único reconocimiento a sus palabras mientras su

cerebro procesaba lo que ya había leído.

—Rachel no está sorprendida de que sea un Canis lupis. No podía creer

que ella lo supiera todo este tiempo. Su familia ha sido inflexible acerca de pasar

su historia de generación en generación. La conocí hace más de un año.

»Ella es la hija de una sanadora gitana, Melinda, quien vino a la aldea para

ayudar con enfermedades menores. Sabía que la familia de su madre había

servido a la manada como sanadores por generaciones, pero lo que no sabía era

que la bisabuela de Rachel tuvo un breve romance con un miembro de la manada.

Como resultado, una niña había sido concebida.

»Rachel es una Canis lupis latente de cuarta generación, lo cual es

prácticamente desconocido y ciertamente nunca se ha acoplado.

»Rachel ha estado conmigo una semana. Ella ha estado sorprendentemente

aceptando nuestras circunstancias. Creo que es porque ha estado alrededor de la

manada y, sin yo saberlo, tenía conocimiento de los verdaderos compañeros y la

atracción. Encuentro que mientras más tiempo paso con ella más la anhelo. No

hemos completado los Ritos de Sangre. Ni siquiera la he besado, aunque me

encuentro a mí mismo necesitando tocarla, una caricia contra ella mientras

camino a su lado, una breve mano en su espalda, una suave caricia en su rostro

mientras duerme. Ella necesita mi toque, lo siento en ella aunque intenta bloquear

sus pensamientos de mí. Cuando atrapo pedazos de ellos estoy asombrado de la

visión que tiene de por qué se tardó tanto tiempo para que los signos de

apareamiento sucedieran entre nosotros. Finalmente me he decidido a hablar con

ella al respecto. Siento que si no resolvemos esto y la reclamo pronto nadie estará

a salvo.

»Le pregunté a Rachel sobre sus pensamientos sobre nuestro apareamiento.

Pensé que iba a tener que convencerla de eso, pero ella fue sorprendentemente

franca. Ella dijo que había hablado con su madre acerca de ello y la experiencia

que su madre tenía como sanadora es lo que la ayudó a idear su teoría, una con

la que parece estar jugando mientras escribo esto.

94

»Melinda cree que debido a que la sangre de lobo está tan diluida en Rachel

algo tenía que suceder para desencadenar esa parte animal de ella, algo intenso.

Dijo que debido a que la poca cantidad de lobo residiendo en ella estaba enterrada

tan profundamente, sólo que pasara algo que requiriera la ayuda de su lobo

provocó que surgiera. Rachel había estado en problemas cuando el vínculo nos

conectó. Le pregunté qué le había sucedido a esa gente que conocía para que le

hicieran una cosa tan horrible.

»Rachel me dijo que a pesar de que es una latente, un rasgo apareció una

vez que ella se convirtió en una mujer. Sus ojos comenzaron a brillar. Cada vez

que tenía miedo o estaba enojada, o incluso emocionada sus ojos cambiarían de

azul a azul brillante.

»La mejor amiga de Rachel lo había visto suceder y prometió no decírselo

a nadie. Ella rompió su promesa. Le dijo a su madre que pensaba que Rachel

podría ser una bruja. Eso fue todo lo que se necesitó. Clama ver una bruja y los

justos surgirán exclamando su indignación y señalando con sus dedos

condenatorios.

»Los aldeanos la habían sacado de su casa mientras su madre estaba fuera

y la condenaron a muerte. A muerte, sin ninguna prueba. Ahí fue cuando la

encontré. Su lobo latente sabía que necesitaba ayuda y se había impulsado a gritar

a su compañero.

»Melinda está convencida que debido a que Rachel y yo no nos

conocíamos o habíamos tenido contacto durante el año pasado; en otras palabras,

debido a que su compañero ha sido un extraño para sí, ella no había sido capaz

de llegar a él, a mí.

»Melinda también preguntó si notaba que el vínculo se hacía cada vez más

fuerte ahora que Rachel y yo estamos juntos todo el tiempo. Le expliqué cómo

me sentía, y cómo las emociones y las necesidades se están haciendo más fuerte.

Para un Alfa no acoplado, eso es peligroso. Ella me pidió que sea honesto con

Rachel sobre mis sentimientos, el vínculo, los Ritos de Sangre, todo.

»Rachel y yo completamos los Ritos de Sangre anoche, y completamos

nuestro apareamiento. Fue el último eslabón de mi lobo al suyo, latente o no.

Esta mañana las marcas de apareamiento aparecieron en su espalda. Son

preciosas. Mis marcas han cambiado también. Ella se burló de mí y dijo que eran

muy varoniles.

95

»A pesar de la sangre Canis lupis latente en Rachel, no creo que nuestra

unión sea más débil que otras parejas apareadas de sangre pura. Al hablar con los

otros machos apareados, Rachel y yo experimentamos los mismos sentimientos

intensos como ellos lo hacen, ya sea que estén lejos… o juntos.

Cynthia terminó de leer y la habitación quedó en silencio. Decebel miró al

frente, pensando en todas las posibilidades, resultados, y sí, incluso los peligros

que acompañan a esta información.

Vasile fue el primero en romper el silencio tenso.

—¿Ves por qué Cynthia siente que es una situación peligrosa?

Decebel no respondió al principio. Por último, se recompuso.

—¿Cuáles son mis opciones? —Miró directamente a Cynthia.

Cynthia respiró profundamente y se recostó en su silla.

—Crear una reacción intensa en Jen o dejarlo como está.

—Ninguna de ellas es aceptable —gruñó Decebel.

Cynthia se echó a reír.

—Dejar a un lobo dominante esperar a que alguien arroje una solución en

su…

—Cynthia —le advirtió Vasile, entrecerrando los ojos.

—Le pido perdón, Alfa —ella se sometió—. Lo que quise decir fue, ya sea

que es aceptable o no, es lo que es.

—¿Cuáles son tus reservas en cuanto a persuadirla? —preguntó Alina.

Decebel miró a Vasile.

—No quiero una compañera.

Las cejas de Cynthia se juntaron.

—¿Qué?

Alina siguió sosteniendo la mirada de Decebel, y como una Alfa en su

propio derecho, no daría marcha atrás.

96

Decebel finalmente cedió por respeto, no a falta de una posición

dominante. Dejó escapar el aliento que había estado conteniendo.

—Tuve una hermana, hace mucho tiempo. No pude protegerla. Decidí

entonces que no quiero volver a tener a otra persona confiando en mí para su

seguridad.

—Pero Vasile y yo confiamos en ti todos los días. Los otros lobos, los que

entrenas, las hembras no apareadas, todos confían en ti para protegerlos. ¿Cómo

es que tener una compañera es diferente? —cuestionó Alina.

—Tengo respaldo cuando se trata de todos los que acabas de nombrar.

Sabes tan bien como yo, Alina, que cuando se trata de tu protección Vasile es el

extremo de todo. Si quedas desprotegida, si tu protección falla, Vasile será el

único responsable. Eso es parte de estar apareados, vinculados. Vasile solo se

considera a sí mismo responsable de tu seguridad. No quiero esa responsabilidad

de nuevo.

—¿Estás dispuesto a pasar toda tu existencia virando más allá de la

oscuridad porque tienes miedo al fracaso? —preguntó Cynthia, incapaz de ocultar

su incredulidad—. ¿Dejarías pasar algo que otros consideran valioso y un honor?

No solo eso, sino que la condenarías a ella a vivir con sólo la mitad de su alma.

¿En serio? ¿Eso es lo que estás dispuesto a sacrificar?

Decebel gruñía a Cynthia cuando terminó.

—No lo entiendes. No eres un macho de esta especie; no eres un Alfa.

¿Tienes idea de lo que se siente al ver a la persona que amas y estabas obligado a

proteger, morir en tus brazos, porque no llegaste lo suficientemente rápido? ¿LO

HACES? —gruñó.

—Decebel. —Vasile no levantó la voz, pero sus palabras estaban llenas de

poder.

Decebel dio marcha atrás, pero su cuerpo se estremecía de ira al oír las

palabras de Cynthia, a sabiendas que eran la verdad.

—Esto es lo que esperaré de ti, Beta. —Vasile enfrentó a Decebel,

haciéndolo una orden formal. Cualquier otra cosa no conseguiría la cooperación

de él—. Vas a ser parte de la seguridad de Jen. Si no quieres seguir con esta

posibilidad, está bien. Te sugiero que esperes a ver si ella encuentra a su

97

compañero verdadero en El Encuentro. Si no lo hace, entonces vas a tomar parte

en ver si ella es tu compañera a través de los métodos que este documento ha

arrojado a la luz. No dejarás a Jen a la suerte de ser solamente una sombra de lo

que debería ser. ¿Entiendes?

Decebel gruñó, pero asintió. Terminó formalmente:

—Como usted dice, así será.

Decebel dio la vuelta para marcharse, pero Vasile habló antes de que

pudiera pasar por la puerta.

—Decebel, estás optando por esto. Si haces tanto como respirar sobre otro

lobo en El Encuentro debido a Jen, vas a sufrir las consecuencias.

—Entendido —reconoció él.

Salió de la habitación, yéndose no sólo con más preguntas, sino con una

confusión total y absoluta.

Decebel sabía que en el momento en que viera a otro lobo poner las manos

sobre Jennifer no iba a ser capaz de controlar a su lobo, sin embargo, había

acordado estúpidamente protegerla. Estaba haciendo la misma cosa que quería

evitar. Él era su protección. Maldita sea su Alfa y su intromisión.

* * *

Jen se paseaba por su habitación como un animal enjaulado.

No podía creer el ridículo que había hecho de sí misma, pero en ese

momento en todo lo que había sido capaz de pensar era en alejarse de un cierto

lobo.

Estaba tan jodida. ¿Cómo había llegado a este punto? Había estado

diciéndose a sí misma una y otra vez que él no era una opción. Podría muy bien

haber tenido una matrícula de tantas veces que lo había repetido a su corazón. Sí,

bueno su corazón estaba haciendo lo suyo, ya que no le importaba ni un tonto,

verdadero, comino que Decebel estuviera supuestamente fuera de los límites.

Algo en ella lo anhelaba.

Cada vez que estaba cerca de ella sólo quería frotarse contra él y

acurrucarse en su regazo.

98

Se puede decir volviéndose desquiciada, chicos y chicas, pensó Jen.

Yendo de ida y vuelta se paseó.

—Está bien —le dijo a la habitación vacía—. El Festival de Machos 2010

es la respuesta. Tengo que realmente, en serio, tratar de encontrar a mi

compañero. —Una vez más a su corazón no le importó ni un comino, mientras

Jen seguía diciendole que no había que ceder. Decebel es nuestro compañero, le

dijo—. No, eso no va a suceder. No te estoy escuchando. La la la la la la. —Jen

enganchó sus dedos en sus oídos, y cerró los ojos. Fue en este punto que Sally

entró en la habitación.

—¿A quién no estás escuchando, exactamente? —preguntó Sally, mirando

alrededor de la habitación.

Jen se dio la vuelta, dejando caer las manos rápidamente.

—Hola, Sal. ¿Qué pasa? —preguntó ella, tratando de alcanzar la calma,

pero cayendo cinco mil pies por debajo.

—Sí. Bueno, sobre eso… —Sally se cruzó de brazos y luego levantó una

mano para tocar su barbilla con un dedo—. ¿Qué pasa? Hmm. Veamos, saltaste

de la silla como si hubieras estado sentada en llamas y luego abandonaste la

reunión, como dije, como si las llamas estuvieran tratando de morder tu trasero…

sí, eso es más o menos lo que pasa.

Jen se estremeció ante la imagen que Sally dibujó.

—Está bien, así que no fue mi mejor momento —murmuró.

—¿Eso crees? —preguntó Sally, sus cejas subiendo.

—No sabes cómo fue… —La voz de Jen estaba llegando a ese punto agudo

cuando normalmente habría arrojado algo a otra persona por usarlo—. Estar allí

sentada al lado de su peluda sensualidad caliente, sus ojos haciendo esa cosa

ardiente, su voz profunda y suave, su mano estando toda muy cómoda sobre mi

rodilla. Lo digo en serio, Sally, era saltar y correr por las colinas o arrastrarme en

su regazo jadeando como una niña hormonal desesperada.

Sally rió.

—¿Acabas de decir niña hormonal desesperada?

99

—Cállate, Sally.

Ella levantó las manos en señal de rendición.

—Oye, no dispares a la que señala tus metáforas tontas.

Jen puso los ojos en blanco a su mejor amiga a medida que se dejaba caer

en el suelo, apoyando la espalda en la cama.

—Así que, ¿cuál es el…? —empezó Sally a preguntar, pero se interrumpió

cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe.

—¡Estoy aquí! —Jacque entró corriendo al interior como un tempestuoso

huracán—. Estoy aquí —jadeó—. ¿Cuál es el plan?

Su cabeza iba de ida y vuelta entre Jen y Sally.

Jen asintió en dirección a Jacque.

—¿Qué demonios está mal con ella? —preguntó a Sally.

—Estoy empezando a pensar que es el s-e-x-o —deletreó Sally, cubriendo

el lado de su cara para que Jacque no pudiera ver, pero hablando en un susurro—

. Toda la falta de oxígeno del jadeo, las respiraciones pesadas, y lo que no está

matando a las células de su cerebro.

Jen rompió a reír.

—Eso sería aún más divertido si mi cerebro no estuviera tratando de llenar

en lo que no.

—¿Podríamos por favor, abstenernos de hablar sobre mi vida sexual? —

rechinó Jacque.

—No, no habrá ninguna abstención, porque entonces querrías que hable

de la atracción que estoy tratando de ignorar con el lobo que todavía no es una

opción a pesar de que ninguno de los dos parece que puede permanecer lo más

lejos posible del otro. —Jen tomó una respiración profunda y continuó—. Si

dejamos de hablar de tu vida fantástica de sexo, entonces ustedes dos hienas,

esperarán que les diga cómo cuando estoy cerca de él siento como si la

electricidad estuviera corriendo a través de mi piel. Querrían que les explique

cómo se acelera mi corazón y mi respiración se vuelve errática cada vez que

susurra en mi oído. Me obligarían a, en contra de mi voluntad, claro está,

100

describirles las muchas veces que he soñado oír su voz en mi mente, ver las marcas

cubrir mi piel, ver sus marcas cambiar. Así que, al infierno con el no. Solicitud

negada. No pasará, fin de la historia. En resumen, no podemos dejar de hablar de

tu vida sexual.

Sally estaba de pie con su mandíbula abierta, y Jacque estaba mirando a

Jen como si hubieran salido alas de su trasero.

—Bueno, entonces, está bien —finalmente habló Sally—. Creo que hablar

de la vida sexual de Jacque realmente ha arrojado algo de luz sobre las cosas.

¿Verdad, Jacque?

—¿Algo de luz? Mierda, mi vida sexual ha iluminado a todo un apestoso

estadio de fútbol.

—¿Quién sabría? —Jen se encogió de hombros inocentemente.

—¿Cuál es el plan, Jen? —preguntó Sally con sobriedad—. Todos sabemos

que tienes uno, asi que suéltalo.

Jen se puso de pie y comenzó a caminar de nuevo.

—Tengo que encontrar a mi compañero, tengo que permanecer lejos de B,

y tengo que unirlo todo junto —resopló ella, agitando su flequillo.

—Está bien, operación CEU comienza ahora. —Jacque sonrió.

—¿Operación CEU? —preguntó Jen dubitativamente.

—Um, princesa lobo, ¿podrías elaborar el título? —indicó Sally.

—C, compañero, E, evitar, U, unir —explicó Jacque.

—Oooh, CEU. Como si estuviéramos uniendo las pistas del mapa2 de su

futuro. Me gusta. —Sally guiñó un ojo a Jacque.

—Lo sé, ¿cierto? Se ajusta, como si estuviéramos haciendo un mapa de este

lío —añadió Jacque.

Jen sonrió y asintió con entusiasmo.

2 Mapa: en inglés map, debido a que la abreviatura de la operación sería MAP: M, mate, A, avoid, P, pull;

sin embargo, al traducir pierde el sentido de todo lo que dicen.

101

—Oh, yo tengo uno —dijo ella, uniéndose—. Es como si estuvieran

haciendo un mapa para dirigir sus estúpidos traseros fuera de mi habitación.

—Oye —dijo Sally, indignada.

—Oye, si el zapato encaja, Sally. Sólo estoy diciendo que, si encaja todo lo

que puedes hacer es llevarlo al máximo de su capacidad. Déjame decirte, que sólo

estoy haciendo un poco de justicia perversa.

Jacque se echó a reír y la cabeza de Sally giró bruscamente mientras la

observaba fijamente.

—Tienes que admitir que eso fue bastante divertido.

Sally lo pensó por un minuto y luego sonrió.

—Sí. Supongo que ella merece el apoyo, pero seguiré llamándolo

operación CEU.

—Bien, mierda. Pongamos esta operación en marcha —cedió Jen.

—¡Sí! —dijeron Sally y Jacque al mismo tiempo, dando palmadas.

Jen negó con la cabeza a sus dos mejores amigas. Leales, sí. Compasivas,

a ciencia cierta. ¿Locas como cabras? Sin lugar a dudas, pensó a medida que

sonreía mientras Sally y Jacque hablaban al mismo tiempo, consiguiendo

gradualmente hablar más fuerte mientras discutían entre sí.

Jen decidió tratar de sacar el máximo provecho de ellas como viniera.

Tenía la sensación de que iban a tener pocos y distantes momentos entre sí una

vez en El Encuentro.

102

11 Traducción SOS por LizC y Nelshia

Corregido por LizC

en, Sally, y Jacque pasaron las siguientes cuatro semanas aprendiendo

sobre las diferentes manadas que iban a estar presentes en El Encuentro.

Aprendieron los nombres de los Alfas y sus compañeras, si tenían

una. Aprendieron sobre las diferentes tradiciones y prácticas de las manadas. Jen

encontró interesante que aunque había algunas cosas que eran universales en el

mundo Canis lupis, las manadas eran muy individualizadas.

Ahora quedaban dos días antes de partir hacia los Alpes de Transilvania y

ellas, junto con otras tres hembras sin pareja y ocho machos sin pareja, se

encontrarían en la gran sala de reunión de la mansión para aprender a bailar.

—No necesito lecciones de baile —murmuró Jen en voz baja mientras

permanecía de pie con Sally y Jacque contra la pared del fondo.

—Creo que Vasile quiere que el baile sea clasificado apto para todo público

—bromeó Jacque.

Jen fingió indignación.

—Disculpa, pero mi ropa permanece en su sitio.

—La mayoría de las veces —murmuró Sally, estallando en risa junto a

Jacque.

—¡Oh, VAMOS! ¡Fue solo una vez! —gimió Jen—. Lo juro, pierdo la ropa

en una fiesta una vez y nunca dejarán de recordármelo.

—Oooh, ahora esto suena lo mío. —Crina, la loba que había hablado en la

reunión de la manada, llegó rebotando con otra chica—. Oye, no hemos sido

presentadas formalmente. Soy Crina y esta bestia es Mariana. —Ambas chicas

mostraron sonrisas amistosas.

J

103

Aunque Mariana no era realmente una bestia, era muy alta. De pie junto a

la pequeña Crina, ciertamente calificaba como una especie de bestia.

—Hola, Crina. Soy Jen. Estas dos tontas son mis mejores amigas, Sally y

Jacque.

Ambas chicas desnudaron sus cuellos brevemente a Jacque. Se había

explicado durante una de sus clases que, aunque Jacque no sostenía ningún poder

real en este momento, la manada debía mostrar su respeto por su lugar con

muestras de sumisión, como desnudar sus cuellos.

Jacque dio un solo movimiento de cabeza en reconocimiento a su

sumisión.

—Así que, ¿están lista para el Festival de Machos 2010? —les preguntó Jen.

Crina sonrió.

—¿Festival de Machos?

—Parecía mucho más del siglo XXI que “El Encuentro”.

Crina dio un codazo a Mariana.

—Te dije que serían geniales, ¿no?

Mariana sonrió.

—Sí, jefe. Lo dijiste. —Miró a Jen con complicidad—. Ella dijo que

cualquiera que pudiera hacer de Decebel todo un manojo de nervios como tú lo

haces tiene que ser genial.

Jen no sólo se rió de eso, ella se carcajeó.

—Él hace que sea muy fácil.

Crina sonrió con ella y agregó:

—Para que lo sepas, no sé lo que hay entre ustedes dos, pero ni yo ni

Mariana tenemos planes para él.

Jen se puso seria y miró a las dos chicas. No se le había ocurrido a ella

hasta ese momento que podría haber otras en la manada que tuviera algún interés

en Decebel. Antes de que pudiera detenerse, dejó escapar un gruñido. Jen vio

104

como los ojos de Mariana y Crina se abrieron de par en par y escuchó a Sally

tomar aliento agudamente, pero antes de que pudiera volverse, un fuerte brazo

rodeó su cintura y la apartó.

—¿Qué demon…? —comenzó ella, pero fue interrumpida cuando una

mujer en la esquina más alejada gritó:

—¡Tomen una pareja!

Jen se volvió bruscamente y se encontró cara a cara con Decebel.

—Hola, Jennifer. —Él sonrió sin arrepentimiento.

—Decebel, qué bueno verte. ¿Han pasado, qué, tres semanas desde que me

has agraciado con tu presencia?

—Ahh, sí. Acerca de eso… por favor, perdóname por mi ausencia. He

estado trabajando en tus medidas de seguridad.

—¿Mis qué? —preguntó Jen con cautela.

Decebel tomó la mano izquierda de Jennifer y la puso sobre su hombro,

tomó su mano derecha con la suya izquierda, y luego envolvió su brazo libre

alrededor de su cintura, atrayéndola.

—Tus medidas de seguridad —le dijo de nuevo, ahora mucho más cerca

de su oído—. Vasile me ha puesto a cargo de tu seguridad durante El Encuentro,

así que he ido y venido entre aquí y Transilvania trabajando en los problemas.

Jen abrió la boca en asombro, pero no dijo nada más. Estaba en realidad

en un pequeño estado de shock después de no ver a Decebel durante días y días.

Para tenerlo de pronto aquí en frente de ella, tan cerca, que era un poco

abrumador. Aunque no había manera en el infierno que ella alguna vez lo

confiese.

Bailaron en silencio durante unos momentos antes de que Jen espetara:

—Eres un muy buen bailarín.

Decebel rió.

—¿No se te ocurrió que algo que caminara en cuatro patas sería capaz de

bailar el vals?

105

Jennifer le sonrió. Decebel casi podía ver los pensamientos formarse en su

mente.

—En realidad, bailar el vals cuando estás en tu forma de cuatro patas,

debería ser bastante similar a hacerlo en tu forma bípeda. Sólo que, no necesitarías

una pareja porque ya tendrías un montón de piernas. —Jen no pudo evitar la risa

que burbujeó ante su propia pequeña broma. Decebel le gruñó, pero fue sólo a

medias.

Sus bromas fueron interrumpidas por otro grito.

—¡Cambio!

—Beta, ¿puedo interrumpir? —Costin, el lobo del bar, estaba de pie al lado

de una Jen y Decebel ahora congelados en el sitio.

Decebel abruptamente dejó ir a Jennifer.

—Por supuesto. —Él asintió hacia el otro lobo y se marchó sin mirar atrás.

Jen vio como Decebel se alejó y luego miró a Costin.

—¿Quién le haló los calzones? —preguntó ella en voz alta cuando una vez

más asumió la postura de baile.

—Oh, él sólo está un poco dolido que interrumpiera. A él no le gusta

mucho compartir sus cosas.

Jen miró hostilmente a Costin.

—Yo no soy una de sus cosas —dijo entre dientes.

Costin se rió, pero lo cubrió rápidamente con una tos.

—Por supuesto que no lo eres.

El resto de la lección consistió en ir cambiando periódicamente de pareja.

Todo el tiempo, Decebel mantuvo los ojos fijos en Jen y con quien sea que ella

estuviera bailando.

* * *

—Entonces, ¿cómo te sientes acerca de todo este asunto de El Encuentro?

—le preguntó Crina a Jen.

106

Cuando terminó la clase de baile, las cinco chicas se habían ido en busca

de chocolate caliente y ahora estaban reunidas alrededor de la mesa del comedor.

—Honestamente… —Jen hizo una pausa mientras tomaba un sorbo de su

chocolate caliente—, estoy un poco ansiosa de participar. Es algo que tiene mi

mente fuera de sí, me gustaría decir cosas desagradables, pero qué me condenen

si él no es la bola de pelos más deliciosa de este lado del mundo.

—La chica está realmente mal —le dijo Jacque a Crina y Mariana.

—Decebel es muy sexy, de eso no hay duda —concordó Crina.

La cabeza de Jen giró bruscamente y un gruñido vino de algún lugar dentro

de ella.

Crina levantó las manos en señal de rendición.

—Oye, no voy a infringir en tu lobo. —Ella mostró su cuello a Jen y algo

dentro de ella se instaló. Se estaba volviendo raro.

Jen negó con la cabeza, tratando de despejar la niebla que llenaba su mente.

—Lamento eso. No sé qué fue eso, pero fue, caramba, no sé qué.

Mariana habló por primera vez.

—Eras tú reclamando lo que es tuyo.

—Pero no hay señales de apareamiento.

—Aquí vamos —soltó Sally.

Jacque asintió en acuerdo.

—Una vez que le dan cuerda es como ver el conejito de Energizer. Es mejor

que se pongan cómodas.

—¿Y si todavía no han aparecido porque tus genes están latentes? —ofreció

Mariana.

Jen apoyó los codos en la mesa y luego puso su rostro entre las manos.

—He pensado en eso. Pero en serio, han pasado varios meses desde que

nos conocimos y en esos varios meses estuve en un accidente automovilístico con

107

quemaduras, descubrí que tenía sangre de hombre lobo, nos mudamos a un nuevo

país, ah, y cumplí los dieciocho años. Se podría pensar que algo allí activaría,

bueno, algo.

—Pero lo hizo —le dijo Mariana—. Se activó el interés en ambas partes,

¿no es así?

Jen pensó en sus palabras.

—¿Cuándo comenzaste a notar realmente a Decebel? —preguntó Crina.

—Después que desperté del coma. Él vino a mi habitación para ver cómo

estaba. Lo cual era extraño, por decir lo menos. Recuerdo que pensé: “guau, eso

es delicioso”.

Sally rió.

—Ella prácticamente tuvo que usar un babero alrededor de él por lo mucho

que babeaba.

—Sally, ¿cómo están esas próximas elecciones para alcalde?

Jacque se quedó perpleja.

—¿Qué?

Sally negó con la cabeza.

—Ni te molestes. Está falta de neuronas últimamente porque han sido fritas

por la sobrecarga hormonal.

Jen puso los ojos en blanco e hizo una señal en “L” con los dedos mientras

pronunciaba: “Lo que sea”.

Mariana comprobó su reloj.

—Bueno, se está haciendo tarde, así que supongo que deberíamos irnos.

Búsquennos en el Festival de Machos y vamos a pasar el rato. Nosotras las

marginadas debemos permanecer juntas.

Jen sonrió.

—Suena como un plan. Fue realmente genial conocerlas a ambas.

108

Sally y Jacque chillaron en acuerdo y se despidieron a medida que las otras

dos chicas se iban del comedor.

—Creo que deberíamos dar por terminada la noche —dijo Jacque,

derribando lo último de su chocolate caliente—. Un día menos antes de que nos

dirijamos a las colinas recubiertas de testosterona en Transilvania.

Las tres chicas enjuagaron sus tazas y se dirigieron a sus habitaciones.

* * *

Jen acababa de llegar a su puerta cuando ella lo sintió. Alguien estaba

observándola. No había duda en su mente de quién se trataba. Se volvió y vio a

Decebel de pie en el otro extremo del pasillo, mirándola.

Ninguno se movió durante varios minutos. Entonces él comenzó a caminar

hacia ella.

Jen no sabía si entrar a su habitación, correr, o permanecer congelada y

muy posiblemente desmayarse debido a la falta de oxígeno. Sus largas zancadas

devoraron la distancia entre ellos más rápido de lo que hubiera creído posible y,

de repente, él estaba allí, a menos de un pie de distancia de ella.

No podía hablar. Lo único que podía hacer era mirar a esos increíbles ojos

color ámbar.

Decebel cerró los ojos y respiró hondo. Una vez más detectó ese pequeño

bocado de canela en su aroma.

—Jennifer —susurró.

—Ajá —fue todo lo que Jen pudo decir.

La mano derecha de Decebel se estiró y apartó el largo cabello rubio de su

cara y cuello.

Se inclinó hacia adelante y puso su nariz contra su cuello, justo debajo de

la oreja, y volvió a respirar hondo. Jen en serio pensó que iba a desmayarse. Esto

no puede estar pasando. Ella quería pellizcarse para asegurarse de que estaba

realmente despierta. Cuando Decebel retrocedió, vio que sus ojos ámbar estaban

ahora brillando.

109

—No sé lo que está pasando entre nosotros, ţinere de meu inimă —le dijo

Decebel con voz ronca—. Te diré que me asusta.

—¿Te asusta? ¿Cómo puede algo asustarte?

Decebel rió cuando acunó suavemente su cara, su pulgar acariciando

tiernamente la línea de su mandíbula.

—Hay mucho que no sabes sobre mí, Jennifer, gran parte de mi pasado que

ha dado forma a lo que soy hoy. —Hizo una pausa mientras la miraba—. No

puedo estar lejos de ti, y ahora nuestro condenado Alfa me ha hecho tu protector.

—Y tú no quieres ser mi protector —interrumpió Jen con un susurro.

Decebel escuchó la inseguridad en su voz, pero la admiraba por no apartar

la mirada de él cuando lo expresó.

—El problema no es que no quiero ser tu protector, es que quiero ser más.

—Oh —exhaló Jen.

—No sé cómo voy a salir de esto, este… —Decebel buscó las palabras.

—¿Festival de Machos? —ofreció Jen, lo que trajo una sonrisa de infarto

de Decebel. Ella casi se desmayó.

Tienes que controlarte, se dijo. Jennifer Adams no se desmaya. Babear,

definitivamente. Mirar fijamente sin vergüenza, sin duda. Pero desmayarse está

prohibido.

Ella decidió que su diálogo interno estaba realmente empezando a salirse

de control.

—Sí, este Festival de Machos. No sé cómo voy a conseguir pasar por él sin

matar a otro lobo.

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?

—No toques a otro hombre. No dejes que otro hombre te toque. —Los

labios de Decebel se tensaron mientras hablaba, traicionando su cuidadosamente

transmitido control.

—Está bien, no tocar. Lo tengo.

110

Una vez más se miraron el uno al otro en silencio. Gradualmente, Decebel

comenzó a inclinarse hacia ella y Jen se dio cuenta que iba a besarla. También

fue entonces cuando se dio cuenta de lo desesperada que lo deseaba, anhelaba ese

beso. Sus ojos empezaron a cerrarse mientras esperaba, y esperaba.

¿Qué demon…?, pensó mientras abría los ojos.

Él no se había movido más cerca.

—¿Vas a besarme? —preguntó Jen audazmente.

Decebel sonrió, pero se fue tan rápido como había llegado.

—No puedo.

Ella frunció el ceño.

—¿No puedes, o no quieres?

—No es así de simple, Jennifer. —Decebel comenzó a retroceder, pero Jen

le agarró la mano y la llevó de nuevo a su rostro. La sostuvo junto a su mejilla y

dejó que su calor se filtrara en ella. Nunca había sentido nada mejor que su toque

en toda su vida.

—Es así de simple. O lo haces o no. Es una elección, Decebel. Tú elección.

Así que no me digas que no puedes. A menos que tus labios estén súper pegados

a algún objeto. Entonces, ¿qué es?

—Creo que tienes que hablar con la doctora Steele, entonces vas a entender

lo que está en juego a partir de algo tan inocente como un beso.

Observó a medida que el brillo perverso demasiado familiar llenaba los ojos

de Jennifer.

—¿Quién dice que tiene que ser inocente?

Decebel dio un paso atrás esta vez y ella lo dejó ir.

—Duerme un poco, Jennifer. Te veré mañana —le dijo con suavidad.

Después de una pequeña sonrisa a ella, se fue.

Jen entró en su dormitorio después de ver a Decebel alejarse hasta que no

podía verlo más.

111

—Nos vemos en el otro lado, ¿Jen? ¿En serio? —se preguntó en voz alta—

. ¿Quieres que alguien te pida escribir un reporte experto sobre cómo ser

eficazmente patética? Porque déjame decirte, rubia, lo eres por todas partes.

Patética, pensó, soy una groupie y estoy hablando conmigo misma.

—Ughh.

Rápidamente pasó a través de su rutina de prepararse para la cama, todo

el tiempo recordando la sensación de la piel de Decebel sobre la de ella, su aliento

en su nuca. No había manera de que sobreviviera esto con su corazón intacto.

Ella sabía que cuando estuviera todo dicho y hecho, resultaría en un cascarón

vacío si no terminaba con Decebel a su lado.

La verdadera pregunta que se encontró enfrentando después de su pequeño

encuentro con la bola de pelos en el pasillo fue: ¿cómo vas a ir en la búsqueda de

un compañero cuando prefieres estar tratando de convencer al que quieres

perseguir de lo que le estaba abofeteando constantemente en la cara?

—Sí, buena suerte con eso —se dijo Jen.

* * *

—Así que, ¿supongo que te veré en un par de días? —le preguntó Jacque a

su padre a través de su teléfono celular.

—Sí. Y voy con Tanya. Ella realmente quiere conocerte. ¿Estás bien con

eso?

—Sí, está bien. Estaba previsto a suceder un día, ¿cierto? No hay tiempo

como el presente —le dijo Jacque, su voz saliendo anormalmente alta. Se sintió

nivelada mientras Fane envolvía sus brazos alrededor de ella por detrás y colocó

un suave beso en su cuello.

—Gracias, Jacque. Sé que es mucho pedir. Así que te veré pronto,

entonces. —Él desconectó la llamada.

Jacque dejó su teléfono celular sobre la mesita de noche.

—Bueno, esto debería ser divertido. Va a ser acogedor, un poco de conocer

y saludar —le dijo a Fane, frunciendo el ceño.

112

—Va a estar bien, Jacquelyn, es una hacienda grande. Si tú y Tanya no se

llevan bien habrá un montón de lugares a los que puedes escabullirte.

Jacque se retiró de sus brazos y se volvió hacia él bruscamente.

—¿Escabullirme? No me escabullo, hombre lobo.

Fane sonrió y le guiñó un ojo.

—Sabía que eso lo haría.

Jacque gruñó y lo derribó en la cama.

—Así que, ¿crees que si picas mi orgullo voy a ser menos propensa a evadir

la confrontación que tan desesperadamente quiero evitar?

Fane asintió.

—Eso lo resume todo.

—Qué bien me conoces ya, problemática bola de pulgas.

—Otra vez con las pulgas. —Él gruñó y le hizo cosquillas. Jacque chilló,

tratando sin éxito de luchar contra él. Finalmente él cedió y la atrajo hacia sí—.

Todo estará bien, Luna —susurró.

—Lo sé —concordó ella—, pero siempre hay una variable que no se

contabiliza, dispuesto a tirar las cosas fuera de la alineación. Entonces ya no está

todo bien.

—Ahh, amor. ¿De dónde proviene tal pesimismo?

—Creo que la preocupación de Jen se me está pegando. Sólo deseo que ella

y Decebel pesquen o corten el cebo de una vez.

—¿Pesquen o corten el cebo? No estoy familiarizado con eso —dijo Fane,

con el ceño fruncido.

—Eso significa seguir adelante con ello o superarlo. Es tan obvio que están

destinados a estar juntos.

—Él no puede reclamarla sin signos de apareamiento. Ella tiene que

participar en El Encuentro —le advirtió Fane.

113

—Entonces habrá un baño de sangre —dijo Jacque sombríamente—.

Debido a que el primer hombre lo suficientemente valiente como para poner un

dedo sobre Jen va a ver de primera mano lo que sucede cuando otro toca un

compañero ajeno. Con signos o no, el lobo de Decebel ha reclamado a Jen. Y el

lobo de Jen, lo poco que pueda ser, ha reclamado a Decebel, por no hablar de su

corazón.

Ambos se quedaron en silencio, mientras pensaban acerca de las

consecuencias que estaban seguros vendrían. Pero al igual que un tren a toda

velocidad sin frenos, nada menos que un milagro podría detenerlos.

114

12 Traducido por Itorres

Corregido por LizC

rees que fue sabio hacer de Decebel su protector? —le

preguntó Alina a su compañero.

Vasile continuó mirando a la carretera mientras

conducía hacia el lugar de El Encuentro.

Sabía que era una apuesta riesgosa colocar a Jen al cuidado de Decebel.

—No lo sé —admitió—. Supongo que estoy tratando de obligarlo a entrar

en acción. Tal vez si él ve a otros persiguiéndola, conseguirá superar ese miedo y

hará un movimiento. O podría ser sólo la muerte de algún pobre lobo.

Alina le observó atentamente mientras hablaba, notando las líneas tenues

que corrían a lo largo de su piel. Incluso después de dos siglos, su compañero

todavía estaba increíblemente guapo, pero parecía que el estrés de la vida se ponía

al día con él.

—A veces los lobos dominantes tienen que ser empujados hasta el borde

cuando no ceden por su cuenta. ¿Por qué crees que sea así? —El tono de Alina

era bromista.

Los labios de Vasile se levantaron ligeramente.

—Incluso nosotros los dominantes tenemos que tener un defecto, Luna, de

lo contrario, no sería justo.

Alina se rió y negó con la cabeza a su compañero engreído.

* * *

—Veo algo verde —anunció Sally.

—Árboles —gritó Crina, mientras Mariana decía—: Hierba.

—¿C

115

—No —contestó Sally.

—¿Cuál es el objetivo de este juego otra vez? —preguntó Crina.

—Entretenimiento sin sentido —dijo Jen—. Es por lo que son conocidos

los americanos.

Fane y Decebel rieron al oír las palabras de Jen.

Vasile había planeado la asignación de conducir, por lo que Jen, Jacque, y

Sally habían sido emparejadas con Crina y Mariana, así como Decebel y Fane.

Una gran familia feliz, pensó Jen mientras miraba alrededor de la cabina de la

Hummer. Estaba muy contenta de que Crina y Mariana hubieran resultado ser

geniales. Habría sido una gran jodida pérdida de tiempo que resultaran ser tontas.

—¿Más adivinanzas? —preguntó Sally.

—Creo que ya hemos tenido suficiente de Yo Veo, Sal —le dijo Jacque.

El rostro de Sally decayó brevemente, pero se animó cuando dijo:

—Bueno, ¿qué tal si…?

Antes de que pudiera terminar, Jen la cortó.

—¿Qué tal si discutimos los planes cuando lleguemos a este pequeño

festival de “Conozcamos al Papá del Bebé”?

Todo el vehículo estalló en carcajadas ante la jerga de Jen. Ella se sonrojó

furiosamente cuando Dec le dedicó una sonrisa de infarto.

—¿Cómo pueden todos contenerse de hacerse pis cuando ella está cerca?

—preguntó Crina, secándose las lágrimas que brotaron de sus ojos.

—Sin duda, es difícil —le dijo Jacque—. Y a veces es aconsejable llevar

una muda de ropa si vas a estar cerca de ella durante un periodo prolongado de

tiempo.

Después de las risas y bromas, finalmente permanecieron en silencio, hasta

que Fane retomó la pregunta anterior de Jen.

—Creo que esta noche hay una gran reunión con todas las manadas para

sentar las reglas básicas y el propósito detrás de El Encuentro —explicó Fane—.

116

Habrá un montón de parejas acopladas por todos lados y Alfas para mantener a

los machos bajo control.

—Siento como si tuviera que llevar un impermeable o algo así. —Jen sólo

bromeó a medias.

Crina rió.

—Supongo que, ¿tienes miedo de que alguien te pida una caminata a

oscuras?

Jen sonrió.

—Sabía desde el momento en que respondiste mordazmente a Vasile que

me agradarías.

Decebel puso los ojos en blanco.

—Genial, ahora realmente estamos en inferioridad numérica.

—No lo olvides, chucho. —Jen le arrojó un trozo de papel arrugado pero

él lo atrapó antes de que lo golpeara.

—Te gusta tentar a tu suerte, ¿verdad, Jennifer? —le preguntó.

—Tentar, o simplemente darle un enorme empujón. Lo que sea que

funcione. —Ella le guiñó un ojo y luego se deslizó hacia abajo en su asiento—.

Trataré de contar algunas ovejas antes de llegar allí. Tengo la sensación de que

voy necesitar mi ingenio.

—Eso podría ser un problema, Jen. Tendrías que tener… —comenzó Sally.

—Ni una palabra más, Sally. —Las palabras de Jen fueron seguidas por las

risas de las otras chicas, y entonces el vehículo cayó en silencio.

* * *

Thad observaba como sus lobos acomodaban la sala de reuniones con sillas

y mesas para las manadas.

La manada americana ya había llegado y estaba siendo instalada en sus

habitaciones. Las otras debían llegar en cualquier momento.

117

Los ojos de Thad siguieron el movimiento alrededor de la habitación, pero

su mente estaba en otra parte. No podía dejar de preguntarse si finalmente

encontraría su verdadera compañera entre los que venían a El Encuentro. Dos

siglos era demasiado tiempo para estar sin una compañera.

Sobre todo cuando los otros Alfas estaban todos acoplados. Él no era un

Alfa débil de cualquier modo, pero era un hecho que un Alfa acoplado era un

Alfa fuerte. Así que, independientemente de su propia fuerza, hasta que estuviera

acoplado él no tendría ninguna oportunidad contra otro.

Thad fue sacado de sus pensamientos cuando las dobles puertas de la gran

sala se abrieron.

Vio como entraron Vasile y su compañera. Detrás de ellos vio a su Beta y

Fane, el Príncipe de los Lobos Grises. El tamaño de ellos bloqueaba cualquier

vista de quienes podrían estar detrás de ellos. Thad estaba seguro de que era un

movimiento táctico por parte de Vasile. Sus mujeres estarían bien protegidas. Eso

podría ser un problema, pero no uno insuperable, pensó.

—Caramba —susurró Jacque mientras las puertas dobles se abrían y

entraban en una habitación inmensa—. ¡Mira este lugar!

—Me siento como la Bella en La Bella y la Bestia —le susurró Sally a Jen—

. Ya sabes, ¿cuándo ella entra en el gran salón de baile por primera vez?

—Bueno, estás en lo correcto en una cosa, Sal —murmuró Jen mientras

ella también observaba a sus alrededores—, no estamos cortos en bestias.

Jen inclinó su cabeza hacia atrás ante la provocación de Jacque y su propia

boca cayó abierta al ver la altura del techo. Esa no era la única cosa que tenía sus

bocas contra el suelo recién encerado. Pintado en el techo había un bosque

cubierto de nieve reluciente. De alguna manera, el artista había logrado un efecto

casi tridimensional, y con sólo mirarlo sentías como si estuvieras cayendo en la

pintura. Entre las colinas y los árboles había lobos. Algunos corrían, otros

permanecían en calma.

El tema era bastante obvio una vez que lo pensabas, se dio cuenta Jen. No

había ni un único lobo solo. Cada uno estaba emparejado con otro. Y mientras

miraba más tiempo podía ver que cada par era conmovedor. Los lobos corriendo

lado a lado estaban pintados de manera que sus colas se entrelazaban mientras

corrían, los que estaban sentados juntos tenían a uno agazapado cerca del otro, y

118

aquellos acostados tenían un lobo literalmente acurrucado alrededor del otro,

protectoramente, abrigadoramente. Era hermoso, y el significado era claro: los

lobos no estaban destinados a estar solos.

Fueron creados para un compañero.

Jen sacó los ojos de la convincente pintura cuando sintió un tirón en la

manga. Se dio la vuelta justo cuando Mariana estaba haciéndoles señas a todas

para que siguieran.

—Este apuesto caballero se ofreció a enseñarnos nuestras habitaciones —

les dijo Mariana.

Jen miró de vuelta y vio que Vasile estaba hablando con otro hombre que

parecía estar a cargo de algo. Es probable que no fueran necesarias. Miró a Jacque

y asintió en dirección a donde Mariana se dirigía.

—Cuenta conmigo. ¿Tú?

—Lidera el camino —respondió Jacque.

Jen no sabía si debía decir algo a Decebel, pero pensó, él tiene oído de lobo,

seguramente nos oirá salir. No sólo eso, no había manera que Fane no vigilara a

su pequeña loba. Así que se encogió de hombros y siguió al resto fuera de la sala

grande. De espaldas no se dio cuenta que Decebel asintió a Costin, una orden

silenciosa para mantener un ojo en las chicas hasta que él pudiera irse sin que

pareciera una falta de respeto.

—Vasile. —Thad levantó la voz para hacerse oír por encima de la

habitación mientras se abría camino hacia el Alfa rumano—. Me alegra tanto que

hayas podido venir.

—Quiero que nuestra especie prospere tanto como tú, Thad. Nuestra

manada aprecia tu invitación y por darnos la oportunidad que nuestros miembros

solteros de la manada conozcan, posiblemente, a sus verdaderos compañeros.

Decebel sintió que su piel comenzaba a picarle a medida que Jennifer

estaba cada vez más lejos de él. Estaba muy cerca de hacer caso omiso al

protocolo e ir tras ella, pero eso haría que Vasile quedara mal a los ojos de otros

lobos y él no haría eso a su Alfa.

119

Siguió recordándose que Costin mantendría un ojo en ella y no dejaría que

otros lobos se le acercaran. Aún así, su lobo estaba inquieto. Esta va a ser una

semana muy larga, pensó Decebel.

—¿A qué hora debo hacer que mi manada baje para el encuentro de esta

noche? —preguntó Vasile a Thad.

—Comenzaremos a las seis, por lo que probablemente querrás tenerlos un

poco antes para conseguir una mesa. Haré que dos de mis lobos les muestre sus

habitaciones. —Thad miró alrededor de Vasile en donde las chicas habían estado

de pie sólo unos momentos antes—. Parece que los machos dominantes ya se han

dado a conocer a tus hembras. —Él se rió entre dientes.

Decebel gruñó, pero antes de que pudiera conseguir sonar mucho más alto

Fane le dio un codazo fuerte en el costado. Decebel tosió. Abalanzó sus ojos sobre

Fane, quien tuvo el descaro de guiñarle. Su compañera pelirroja ya le estaba

contagiando algunas mañas.

Después de que Thad y Vasile terminaron de hablar, Vasile se dirigió a los

miembros de la manada que se habían quedado con él.

—Sigan a esos dos caballeros, nos van a llevar a nuestras habitaciones. —

Vasile indicó dos lobos de pie justo en frente de una gran escalera en la entrada.

Mientras subían las escaleras, Vasile se posicionó entre Fane y Decebel.

—Quiero que ustedes dos y Sorin vayan y se aseguren que las chicas se

mantengan fuera de problemas hasta esta noche.

—Como tú digas —dijeron Fane y Decebel al mismo tiempo.

Cuando llegaron a la cima de la escalera, la cabeza de Decebel giró

bruscamente a la derecha. Una risa alta provenía por el pasillo en esa dirección.

Le dio un codazo a Fane.

—Mi apuesta es que encontraremos problemas por ese lado. —Indicó la

dirección de donde las risitas venían.

—¿Sobreviviremos esta semana? —preguntó Fane a Decebel con

cansancio.

120

—¿Qué es esta mierda de sobreviviremos? Estás emparejado, puedes ir y

esconderte con tu mujer. Yo, por otro lado, tengo que estar justo en el medio de

las festividades. —Decebel dijo la palabra como si fuera una enfermedad.

Fane se rió y le dio unas palmaditas en la espalda a Decebel.

—De cualquier forma en que pueda ayudar, Beta, lo haré. Pero no te

envidio cuando se trata de ser responsable de Jen.

—No hay duda. Ella es imposible.

—No la querrías de cualquier otra manera, ¿verdad?

—No en mi vida —admitió Decebel descaradamente.

Justo cuando llegaron a la puerta de la que todo el ruido venía, oyeron, por

primera vez, las risas masculinas. Decebel gruñó mientras agarraba el picaporte

y abría la puerta de golpe. Fane estaba justo detrás de él, buscando

inmediatamente en la habitación por Jacque. No estaba tan enfadado como

Decebel porque había sido capaz de sentir a Jacquelyn, y sabía que no había

peligro.

Por supuesto, el peligro no era para nada en lo que Decebel estaba

preocupado, pensó Fane.

* * *

Jen casi salió rodando de la cama mientras reía. Los dos chicos que las

llevaron a sus habitaciones eran divertidísimos, aunque no era completamente

por ellos.

Ellos simplemente no entendían mucho de los dichos estadounidenses que

decían y cuando repetían o trataban de utilizar la jerga americana, el resultado

era muy gracioso.

—Así que, ¿te está gustando Rumania? —le preguntó el lobo llamado

Damion.

—Bueno, hace frío —comenzó Jen—, pero está bien. Tenemos que salir de

juerga y bailar. Costin allá —Jen señaló a Costin, quien estaba de pie en una

esquina con los brazos cruzados sobre el pecho, viéndose muy parecido a un mini-

121

yo de Decebel—, nos enganchará unas bebidas. Él incluso me deja bailar en la

barra.

—Perdóname, ¿pero que es eso de salir de juerga? ¿Y cómo te enganchas a

una bebida?

Jen, Sally, y Jacque no pudieron evitar la risa que burbujeó ante su inocente

pregunta.

—Lo siento, Damion. No nos estamos riendo de ti —le explicó Sally

cuando él comenzó a verse aún más confundido—. Es sólo que realmente no

pensamos en cómo nuestras palabras deben sonar tan raras para alguien que no

utiliza el mismo idioma.

Damion ondeó su mano, obviamente, no ofendido.

—Bueno, salir de juerga es como ir a un bar o un club, ya sabes, algún lugar

para pasar el rato. Cuando dije enganchar, quise decir, como que nos ayudará o

nos conseguirá algo.

Damion sonrió y miró a su compañero de manada Adrian.

—Creo que me gusta este término “enganchar”. ¿Qué te parece?

Adrian asintió.

—Entonces, ¿sería correcto que yo diga que quiero enganchar contigo?

Eso fue todo, incluso la fachada estoica de Costin se vino abajo. La sala

entera estalló en carcajadas. Esta vez Jen cayó de la cama y aterrizó junto a

Damion, quien la ayudó a levantarse justo cuando la puerta se abrió de golpe.

Jen miró hacia arriba y la primera palabra que vino a su mente voló fuera

de su boca:

—¡Mierda!

Golpeó sus manos sobre su boca, lo que sólo hizo que perdiera más el

equilibrio y cayó hacia delante, sobre el regazo de Damion. Para nada bueno.

La sala de repente se hundió en un silencio sepulcral.

Los ojos de Decebel aterrizaron en Damion y luego en Jen mientras

luchaba por enderezarse del regazo de Damion.

122

Sus ojos comenzaron a brillar y, por primera vez en mucho tiempo, su lobo

ganó.

Jen vio con completo horror como ocurrieron varias cosas a la vez. Decebel

se abalanzó sobre Damion al momento que Fane, Costin y Sorin, quienes

aparecieron de la nada, se abalanzaron sobre Decebel. Jen sintió ser tirada hacia

atrás y cayó sobre su trasero.

—No hemos estado aquí ni treinta minutos —dijo Jacque, sentándose a su

lado.

Sally se empujó desde la alfombra en el otro lado de Jen.

—Vaya, eso es impresionante.

Crina y Mariana, quienes habían estado sentadas cerca de Costin, se

acercaron también.

—Creo que sé en dónde tengo que estar si quiero entretenimiento gratis —

bromeó Crina.

—Siiiiiip —dijo Jen con un estallido en la “p”—. Sólo llámenme horario

estelar, porque si este tipo de mierda me sigue durante toda la semana, mi raiting

está obligado a dispararse.

Jacque resopló.

—Lucy, explícame este lío. —Ella utilizó su mejor voz de Ricky Ricardo.

—Ahh, Ricky, sólo quería darte una sorpresa —respondió Jen.

Sally rió con ellas. A continuación, el grupo colectivo de cinco se encogió

cuando Decebel consiguió un buen puñetazo a la cara de Damion antes de que

los otros machos finalmente lo retiraran.

Demonios, él es fuerte, pensó Jen.

Finalmente Decebel se recompuso y se sacudió a los demás.

—Estoy bien —dijo, levantando sus brazos en señal de rendición.

Damion limpió la sangre de su labio, sus ojos brillando ahora en un verde

espeluznante.

123

Sorin se puso en medio de los lobos, sus manos tendidas entre ellos, como

para mantenerlos a raya.

Decebel gruñó cuando Damion continuó mirándolo a los ojos. Damion

finalmente cedió y bajó la vista.

Jen murmuró:

—Por Dios Santo…

—Charlie Brown —terminó Sally.

Los ojos de Decebel cayeron sobre Jen, lo cual la hizo estremecerse, sólo

que no sabía por qué, ya que no había hecho nada malo.

Jen continuó sosteniendo su mirada y cuanto más tiempo la sostenía más

enojada se ponía. Finalmente ella se puso de pie, causando que Jacque y Sally se

apresuraran a sus pies, no queriendo ser las únicas en el suelo. Fane caminó hacia

Jacque y tomó su mano.

—Tenemos que irnos —le dijo él con suavidad.

«¿Crees que es prudente dejarlos en este momento?» le preguntó Jacque a

través de su vínculo.

«Definitivamente» respondió Fane al momento que tiró de ella hacia la

puerta.

Cuando nadie más hizo por seguir a Fane y Jacque, Decebel gruñó:

—¡Todos fuera!

De repente, todo el mundo estaba en movimiento. Jen sonrió para sus

adentros mientras comenzaba a dirigirse hacia la puerta con todos los demás. Oyó

a Crina reír detrás de ella, obviamente, dándose cuenta de lo que ella estaba

tratando de hacer.

—¡JENNIFER! —La voz de Decebel se envolvió alrededor de ella,

deteniéndola de inmediato.

Maldito Beta, pensó.

—Buen intento —susurró Crina mientras pasaba rápidamente delante de

Jen.

124

—Grita realmente fuerte si necesitas ser rescatada —le dijo Mariana, y

luego le dio un guiño—. Enviaremos a alguien.

—Sí, gracias por eso, chica lobo.

La puerta se cerró, dejando a Jen a solas con un muy grande y muy enojado

lobo.

Ella se dio la vuelta lentamente y se dirigió hacia la ventana, casi de manera

casual.

—Así que, ¿te está gustando el clima? —preguntó, como si él no acabara

de casi desgarrar a un hombre por la mitad.

—¿Qué parte de “no toques a otro hombre” no entró a través de esa cabeza

dura tuya, Jennifer? —La voz de Decebel era profunda y baja.

Oh, infiernos no, pensó Jen. Él no acaba de insinuar lo que creo que hizo.

Ella se dio la vuelta y le clavó sus ojos azules hielo.

—¿Sabes qué, Decebel? Creo que todo esto —hizo un gesto entre ellos—,

es un conflicto de intereses. Sí, cuanto más pienso en ello, más creo que es

perjudicial para tu salud que estés a cargo de mi seguridad.

—¿Un conflicto de intereses? —repitió sarcásticamente.

—Exactamente. En realidad, tu interés en mí ha causado que tu buen

sentido se convierta en conflictivo, o defectuoso. Espera, te tengo algo mejor que

eso: tu buen sentido ha dado a tu trasero un beso de despedida en salida a la

puerta, saludándote y sonriéndote con buenos deseos.

Decebel permaneció de pie atónito ante la ira en su voz. ¿Por qué está

enojada?, se preguntó. Él era el que la había encontrado en el regazo de otro lobo.

Oh, eso no era algo bueno para que él rememore. Sintió que sus caninos trataban

de alargarse y respiró hondo, tirando de su lobo de regreso.

—Lo único que sé es que estamos separados por cinco minutos y tú ya estás

acurrucada con un cachorro.

—A-acu-acurrucada —Jen estaba tan enojada que ni siquiera podía

conseguir sus palabras—. Si abrieras tus malditos brillantes ojos y dejaras de saltar

a conclusiones, habrías visto que yo no estaba acurrucada en su regazo. Me caí

125

de la cama y aterricé junto a él. Tu intromisión me sorprendió y perdí el equilibrio,

ahí es cuando terminé en su regazo.

—Él está interesado en ti —espetó Decebel.

—Por supuesto que está interesado en mí, bolsa de pulgas. Hay todo tipo

de intereses aquí.

Jen no pudo evitar provocarlo, era tan apestosamente fácil. Casi podía ver

el vapor que subía desde su cabeza ante sus palabras.

—No estás ayudando, sabes.

—No preguntaste si necesitaba ayuda, B. Irrumpiste aquí pensando lo peor

de mí y luego actuaste como un bárbaro. Entonces me acusas de tirarme a

propósito a algún tipo que ni siquiera carajos conozco. —Jen llegó al punto donde

realmente quería a Decebel fuera de su habitación. Sus emociones estaban en

carne viva. Había estado divirtiéndose, riendo y, claro, coqueteando un poco.

Pero muy a su pesar, sin importar cuán calientes eran Damion y Adrian, quienes,

por cierto, eran mega calientes, ella no estaba interesada. Entonces Decebel tenía

que venir y ser todo, bueno, todo Decebel.

—Mira, tenemos que tomar un descanso, ¿de acuerdo? Ve a buscar un Kit

Kat y dame un respiro.3

Decebel ladeó la cabeza hacia un lado, obviamente no entendiendo su

referencia.

Ella negó con la cabeza.

—No importa, sólo vete. ¿Eso es más claro para ti?

—¿Quieres que me vaya? —Decebel dio un paso atrás, obviamente

sorprendido por su declaración.

Sí, bueno, eso es lo que te pasa por ser algo que rima con palo, pensó Jen

con rabia.

—¿No puedes entenderlo a través de tu cabeza dura? —Le arrrojó las

palabras a su cara.

3 Kit Kat: Eslogan del famoso chocolate de la marca Nestle: “Tómate un respiro, tómate un Kit Kat”.

126

Decebel sintió como si le hubiera abofeteado, y se dio cuenta de cómo sus

palabras deben haberla hecho sentir.

—Jennifer… —Dio un paso hacia ella, con una voz mucho más suave.

Jen levantó la mano para mantenerlo a raya.

—Guárdatelo. No estoy lista para escuchar cómo lamentas haberme

lastimado y bla, bla, etc, etc. ¿Está bien? Sólo quiero descansar antes de esta

noche.

Jen se acercó a la puerta, la abrió, y esperó.

Decebel se quedó allí por un momento, todavía completamente

sorprendido de que ella lo estuviera botando. Finalmente él negó con la cabeza y

caminó para salir. Mientras pasaba por la puerta la oyó murmurar:

—Sería bueno si pudieras tratar de no hacer pis en mi puerta. —Luego la

cerró de golpe. Decebel escuchó el bloqueo de la misma.

Jen apoyó la espalda contra la puerta y se deslizó al suelo. Levantó las

rodillas y miró alrededor de la habitación. Estaba adornada elegantemente con

un candelabro y salvia. Tenía un efecto relajante… bueno, cuando no había de

pie un hombre lobo haciendo estragos en el medio de ella.

Cerró los ojos mientras inclinaba la cabeza hacia atrás.

—Bueno, esto ha empezado espléndidamente. Te caes en el regazo de

alguien y todo se va al infierno en un instante —le dijo a nadie en específico.

Jen saltó cuando alguien llamó a su puerta. Puso los ojos en blanco y

gruñó:

—¡Vete, bola de pelos! ¡Te dije que ya terminé con esto!

—Jen, es Cynthia. Creo que tenemos que hablar.

Los ojos de Jen se abrieron y se puso de pie.

—Creo que lees mi mente.

127

13 Traducido por Lililamour

Corregido por LadyPandora

had respondió al golpe en la puerta de su habitación y no se

sorprendió al ver a su contacto en el otro lado.

—¿Tienes noticias para mí?

—¿Puedo entrar, por favor? Preferiría no ser vista en el recibidor. —Thad

dio un paso atrás para que pudiera entrar.

—He decidido que si alguien nos ve simplemente los guiaré a creer que

podría estar sucediendo un vínculo entre nosotros. Eso explicará cualquier

encuentro. —Cerró la puerta detrás de ella—. Ahora bien, Jen está bajo la

protección de Decebel y es grave. Jen afirma que no hay señales de apareamiento,

pero Decebel actúa como si ella fuera su compañera.

—Bueno, sólo tendrás que asegurarte de ganar la confianza de las

americanas. De esa manera cuando las guíes a su muerte nadie sospechará

estando contigo. ¿Conjetura algo tu compañero?

—No.

—Bien. —Thad se acercó al bar y se sirvió una copa. No le ofreció ninguna

a su invitada—. Tengo un plan para atrapar solo a Vasile. No puedo correr el

riesgo de que Fane o Alina estén ahí. Estoy pensando que una vez que las chicas

estén fuera del cuadro y la compañera de Fane esté muerta, daré la apariencia de

querer ayudar a Vasile, ganar más de su confianza. Entonces debería ser bastante

fácil sacarlo. Haría las cosas más sencillas si Jen y Decebel estuvieran

vínculados… sacas a uno, y el otro cae. Tienes que amar cómo los destinos

funcionan.

Thad tomó un sorbo de su bebida y, con un asentimiento, despachó a su

contacto.

T

128

—Sabes lo que quiero que hagas. No me decepciones.

—Sí, Alfa —respondió ella y se dio la vuelta para irse.

Thad le marcó a su Beta tan pronto como la puerta se cerró.

—Damion, infórmame.

—Decebel está vinculado, no hay duda. Ningún macho reaccionaría tan

enérgicamente a menos que fuera familia o una compañera.

—Hmm. Bien, podría ser bastante fácil de tratar con él. Si Jen desaparece

repentinamente, Decebel probablemente quedaría fuera de la ecuación. —Pensó

Thad en voz alta.

—¿Qué te gustaría que hiciera, Alfa?

—Desafortunadamente vas a, como dicen los americanos, sacrificarte por

el equipo. Continúa persiguiendo a Jen. Agitemos al Beta de Vasile un poco y

mantengámoslo distraído.

—Como digas —respondió Damion y terminó la llamada.

Thad comprobó la hora en su reloj y vio que se estaba acercando la primera

reunión. Todavía necesitaba bañarse y cambiarse.

—Planear la caída de una manada consume más tiempo de lo que uno

podría pensar. —Se rió entre dientes mientras se dirigía a la ducha.

* * *

Fane pasó su mano por la espalda de Jacquelyn mientras ésta yacía boca

abajo en su cama.

—¿Qué tienes en mente, amor? —le preguntó en voz baja.

Jacquelyn soltó un fuerte resoplido.

—Simplemente no puedo creer la forma en que Decebel se descontroló ahí.

Fane se recostó a su lado y se apoyó en un brazo. Continuó frotando su

espalda, incapaz de evitar tocarla ante cualquier oportunidad. Si alguien le

hubiera dicho que estar emparejado sería tan indescriptible, habría dicho que

129

estaban exagerando, pero a decir verdad, Jacquelyn lo asombraba. Cada día se

sentía más y más bendecido de tenerla en su vida.

—No veo cómo puede seguir negando que ella es su compañera —admitió

Fane—. Un macho sólo respondería tan fuertemente si su compañera estuviera

siendo tocada por otro.

—No lo entiendo —le dijo Jacquelyn mientras se giraba a verlo—. ¿Por

qué todos ustedes se esponjan? Fue un accidente incluso que aterrizara en el

regazo del tipo. ¿Los lobos son así de inseguros?

Fane se rió entre dientes.

—Te olvidas, Luna, de que no somos humanos. Sé que es difícil de

entender verdaderamente, pero un animal vive en nosotros, es una parte de quién

y qué somos. Esa parte de nosotros siempre responderá en su propia naturaleza.

Los lobos natos son muy territoriales. Creo que porque añadimos nuestras

emociones humanas eso sólo amplifica nuestros rasgos de lobo. Yo no lo llamaría

inseguridad cuando respondemos a otro macho tocando a nuestra compañera, es

más una cuestión de protección. Tú has visto las profundidades a las que iría para

protegerte.

—Muy familiar, sí —concordó ella con él con una sonrisa.

—Bueno, es sólo que para mí tiene sentido que es mejor evitar la

posibilidad de que algo te suceda. Tú podrías efectivamente hacer eso al evitar

situaciones que abren las puertas a esas posibilidades. Si un macho no te toca, no

tiene la oportunidad de dañarte.

Jacquelyn le sonrió.

—Creo que eso es un poco exagerado, hombre lobo.

—Podrías creerlo, pero por eso yo soy el Alfa.

Los ojos de Jacque se abrieron de par en par.

—¿En serio acabas de decir eso? —Se incorporó bruscamente y lo empujó

en el pecho, poniéndolo de espaldas. Jacque se inclinó sobre él—. Retráctate —

gruñó pero aun así había un toque de humor danzando en sus ojos esmeraldas.

—Pero soy el Alfa —le dijo Fane, con el ceño fruncido.

130

—Tal vez, pero diste a entender que debido a eso puedes llegar a darme

órdenes.

Fane pasó el dorso de sus dedos a través de su mejilla. Jacque cerró los ojos

ante la sensación de su piel contra la de ella.

—Como Alfa, llegaré a darte órdenes.

—¿Ah, sí? —Lo desafió con los ojos todavía cerrados, saboreando la

cercanía entre ellos.

«Así es». Fane cambió al modo más íntimo de comunicación entre ellos.

«Y en este momento te ordeno que beses a tu compañero».

Los ojos de Jacque se abrieron y, sonriendo con malicia, comenzó a

levantarse. Fane rápidamente envolvió un brazo alrededor de su cintura,

atrayéndola hacia su pecho.

—¿A dónde vas?

—Me dijiste que besara a mi compañero —respondió ella—. Tengo que ir

a buscarlo, porque mi compañero no sería tan malditamente mandón.

—¿Malditamente mandón? —Fane se echó a reír.

Jacque lo pinchó en el pecho.

—No te rías de mí o te morderé.

Fane la acercó más y se inclinó para susurrarle al oído:

—¿Me lo prometes?

—¡Caray!, la influencia de Jen llega más lejos de lo que pensé.

Fane la miró directo a los ojos, en un silencioso desafío, retándola a que

hiciera como le había ordenado. Ella se acercó y se inclinó como si fuera a

besarlo, pero en su lugar lo mordió y trató de zafarse antes de que él pudiera tomar

represalias. Pero sus reflejos de hombre lobo eran más rápidos. La volteó sobre

su espalda y rápidamente presionó sus labios contra los de ella. Cuando se retiró,

Jacque estaba sonriendo.

—¿Qué? —dijo él entrecerrando los ojos.

131

—Tú me besaste a mí, oh gran Alfa. —Jacque se echó a reír—. Yo gano.

Fane gruñó.

—¿Por qué tengo esta sensación de temor de que esto es un presagio de

nuestra muy larga vida por venir?

—Y amarás cada minuto de ella.

Fane se levantó y la jaló también.

—Lo haré más de lo que ya lo hago, Luna. —Estuvo de acuerdo sin

dudarlo—. Ahora tenemos que estar listos y luego ir a recoger a Sally y Jen.

—Suena como un plan, Stan. —Sonrió Jacque.

—¿Quién es este Stan?

Jacque se echó a reír.

—Realmente tenemos que trabajar en tu jerga.

—Ponte a trabajar, mi amor.

* * *

—Entonces, déjame ver si capto lo que estás diciendo. —Jen se sentó un

poco más erguida mientras enfrentaba a Cynthia y trataba de descifrar lo que la

buena doctora le estaba contando—. De acuerdo con este Alfa de hace siglos, a

fin de que las señales de apareamiento se hagan evidentes, ¿tiene que haber algún

tipo de catalizador?

—Más o menos —respondió Cynthia.

—Huh, ¿quién lo diría? —Las cejas de Jen se elevaron mientras

consideraba sus opciones.

—El problema es, y no sé si ha hablado contigo sobre ello, pero Decebel

está reacio a presionarlo.

—Bueno, si por hablar te refieres a acorralarme en el pasillo y con mucho

tacto decirme que no podía besarme porque, y cito: “no es tan simple, Jen”,

entonces seguro, ha hablado conmigo. —Puso los ojos en blanco ante el recuerdo

de las palabras de Decebel.

132

—¿Qué pasa con los hombres y su incapacidad para comprometerse? —se

preguntó Cynthia en voz alta.

—No sé si es tanto su incapacidad para comprometerse o sólo están

asustados hasta la muerte.

—¿Asustados hasta la muerte? —Cynthia sonrió.

—Sí, estoy tratando de limpiar mi sucia boca.

—¿Cómo te está yendo con eso? —bromeó Cynthia.

—Es doloroso, pero necesario. —Jen le guiñó un ojo—. Bueno, realmente

no sé lo que puedo hacer con el hombre B. No estoy diciendo que no quiero

profundizar en eso porque obviamente hay algo ahí… está prácticamente

dándonos una paliza duramente. Al mismo tiempo no puedo hacerlo a que haga

algo. Maldito vándalo terco infestado de pulgas.

Cynthia se levantó de donde estaba posada en la cama de Jen.

—Será mejor que te alistes para esta noche. Todas tus maletas ya han sido

colocadas en tu armario y la manada pagó por alguna bonita ropa extra para que

también la uses.

—¿Cómo supieron mi talla?

—Para eso es para lo que están las amigas entrometidas, Jen. —Cynthia

sonrió mientras se dirigía a la puerta—. Mi consejo para ti, latente: cuando un

dominante no hace lo necesario porque otras cosas en la vida lo han hecho

recelosos, puede ser necesario obligarlos a soltar sus cartas.

Jen ladeó la cabeza hacia un lado.

—Eso tiene potencial para el desastre escrito por todas partes, doc. —

Sonrió Jen—. ¡Me gusta!

Cynthia se echó a reír mientras cerraba la puerta detrás de ella.

Jen se dirigió hacia el armario y empezó a tararear. Se dio cuenta mientras

entraba al armario que estaba tarareando la canción “ET” de Katy Perry. Negó

con la cabeza, tratando de desbancar la canción.

133

—Sííí, no, no necesitas ir ahí. —Y aunque estaba sola se sonrojó al recordar

las imágenes de ella que Sally le había mostrado de aquella mañana totalmente

vergonzosa. Afortunadamente Decebel aún no lo había sacado a colación y Jen,

sin duda, no abriría esa particular lata de “en qué demonios estaba pensando”.

Comenzó a pasar por la ropa que había sido colgada por quienquiera que

hubiera recogido esa paja en particular. Tuvo que sonreír. Desde luego que

Jacque y Sally habían tenido sus sucias patitas en todo este pequeño esfuerzo. Era

evidente que la estaban vistiendo ya sea para hacer jadear a Decebel como el lobo

que era, o para volverlo loco de celos. Ciertamente esto iba a ser divertido… era

probablemente el eufemismo del siglo para lo que le importaba a Jen. Agarró un

atuendo y se dirigió hacia el baño. Esta vez estaba tarareando “Strip Me” de

Natasha Bedingfield.

—Estoy tan mal de la cabeza. —Jen soltó una carcajada.

* * *

Dillon Jacobs estaba parado con su manada en el alejado lado izquierdo

del gran salón de reunión. Todavía no había hablado con Jacque porque quería

dejarla instalarse primero. Luego había corrido la voz de que Decebel había

atacado al Beta de Thad, así que había ido y hablado con Vasile, quien le aseguró

que las cosas estaban sin duda fuera de control. No era la respuesta que Dillon

había estado esperando, pero Vasile dijo que era un mal necesario. Dillon

respondió diciendo que los estadounidenses ya estaban lidiando con su porción

de drama en su manada. Vasile simplemente le había sonreído.

Dillon había decidido que mejor advertiría a sus lobos para que estuvieran

en alerta ante cualquier represalia de la manada de Thad. Su siguiente advertencia

había sido para los machos sin pareja de su manada, y había sido algo así como:

—Y por el amor de Dios, manténganse lo más jodidamente lejos posible

de Jennifer Adams. Es la rubia ligona. Si se dirige hacia ustedes, será mejor que

los vea correr por las colinas como si su vida dependiera de ello. Porque,

francamente, es así. —Por supuesto, sus lobos más dominantes habían visto esto

como un reto y preguntaron, ¿por qué, si Decebel y Jen no estaban emparejados,

no podían ver si ella era una compañera potencial para alguno de ellos? Dillon,

de una manera calmada pero firme, les había explicado que Decebel era, por

derecho propio, lo suficientemente fuerte y dominante para ser un Alfa de su

propia manada. Por lealtad a Vasile le servía. En otras palabras, él limpiaría el

134

piso con sus pieles si se sentía desafiado. Dillon no vino hasta Rumania para

presenciar un baño de sangre, y desde luego no había traído a su compañera para

ponerla en peligro.

De vuelta al presente, Dillon sintió unos brazos deslizándose en torno a él

desde atrás trayendo una sonrisa a su cara. Se volvió para mirar a los ojos de su

compañera.

—¿Cómo lo estás llevando, Alfa mío? —le preguntó Tanya.

—Estoy listo para que esta semana termine. Preferiblemente sin la pérdida

de extremidades o la vida.

Tanya sonrió.

—Tan optimista. ¿Jacque es igual?

—Así es, tremendamente. —Dillon se echó a reír—. En serio es una

persona positiva. Te va a gustar.

Tanya suspiró.

—La pregunta relevante es, ¿le gustaré yo?

—Compañera, ¿qué más se puede pedir?

Tanya se rió de las bromas de su compañero, agradecida de que estaba

empezando a soltarse un poco. De repente se puso rígida en sus brazos y Dillon

volvió la cabeza para ver lo que había llamado su atención. La manada Rumana

había llegado y Jacque los acababa de localizar. Él vio cómo ella sonrió y saludó.

Leyó sus labios mientras le gesticulaba:

—Iré a verte pronto. —Dillon asintió y se volvió hacia su compañera.

—Dijo que vendrá pronto, por lo que tienes un pequeño respiro para

inquietarte y preocuparte un poco más, mi amor. —Dillon gruñó cuando Tanya

se vengó de él hincándole el dedo en las costillas.

Vio a los otros tres Alfas que habían estado involucrados en la organización

de El Encuentro y decidió que era el momento de que tomaran sus asientos.

Señaló hacia la mesa que había sido asignada a ellos.

—¿Vamos?

135

—¿Supongo que no podemos retractarnos ahora? —preguntó Tanya, sólo

medio bromeando.

—No, me temo que hemos cavado nuestras tumbas y ahora debemos

conseguir ataúdes hechos a nuestras medidas.

—Aquí vamos otra vez, siempre el optimista. —Tanya tomó el asiento que

él sacó para ella y observó como el resto de su manada hacía lo mismo, listos para

escuchar lo que serían las actividades de la noche.

136

14 Traducido por Martinafab, Helen1 (SOS) y Itorres (SOS)

Corregido por LadyPandora

íctor, Alfa de la manada de Bulgaria, se situó en la parte delantera

de la sala. Levantando la voz para que todo el mundo pudiera oír,

anunció:

—Si todo el mundo gustara tomar asiento para que podamos empezar.

Cuanto más rápido terminemos con el asunto entonces más pronto comeremos.

Un grupo de machos en una mesa a su izquierda golpearon la misma y

dieron fuertes alaridos ante la mención de comida.

Víctor hizo una seña para que se calmaran y esperó unos momentos más

para permitir que todos se sentaran.

Jen alcanzó su silla en la mesa que tenía un cartel en el centro con elegante

escritura que decía Manada Rumana de Lobos Grises. Antes de que pudiera tirar

de ella, otra mano se extendió más allá de ella y rápidamente deslizó la silla.

—Permíteme.

Jen se volvió bruscamente, sorprendida por la repentina aparición de

Damion.

—Lo siento, Jen. No tenía intención de asustarte.

Jen no pudo evitar la sonrisa.

—Quieres decir sobresaltarme.

—Oh. Um, sí. Sobresaltarte —repitió Damion. Retrocedió sólo un paso y,

sin avergonzarse, la miró de arriba a abajo.

Bueno, pensó Jen, no seamos tímidos entonces.

V

137

Ella sabía lo él que veía. El top negro que escogió dejaba un hombro

desnudo, por lo que un brazo y la mitad de la espalda quedaban completamente

desnudos. Tenía incrustaciones de pedrería de cristal, que empezaban en la parte

superior y continuaban hacia abajo, haciéndose dispersos a medida que

desaparecían. El otro brazo tenía manga y llegaba a la mano en un punto y tenía

un resquicio para deslizar su dedo medio. Su cabello estaba en un recogido moño

ondulado, asaltado por pendientes de cristal de imitaciones de diamantes. Ella

llevaba sus jeans preferidos, igual que su mejor amiga, de marca Lucky y baja

altura y había un atisbo de carne al descubierto cuando se movía. Botas de tacón

alto negras completaban su conjunto.

—Te ves impresionante —le dijo mientras la tomaba de la mano y la

levantaba para darle una vuelta—. Déjame ver todo el efecto.

Jen no pudo detener el rubor que ella sabía que estaba aumentando

claramente desde su hombro desnudo hasta la punta de las orejas. Cuando estuvo

frente a él de nuevo, Damion sonrió, y fue una de esas sonrisas de trato fácil que

no puedes evitar devolver. Y así lo hizo ella.

Entonces, como si acabara de recordar lo que estaba haciendo, él hizo una

seña a su silla.

—Por favor, toma asiento. Sólo quería venir y asegurarme de que estabas

bien después del… —Hizo una pausa, y Jen se le adelantó.

—¿Desastre de esta tarde? —ofreció ella.

—Exactamente. Tu Beta estaba muy molesto.

Jen resopló.

—Eso es un eufemismo. Estoy bien. Sin importar su temperamento, B

nunca me haría daño.

—¿B?

—Sí. No es lo que debes pensar, aunque estoy tentada a veces. B de Beta

—le dijo Jen con un guiño.

Damion sonrió y empujó su silla cuando se sentó. Se inclinó sobre el

hombro de ella, demasiado cerca para su comodidad.

138

—Guárdame un baile esta noche, ¿de acuerdo?

Jen estaba tan tensa por su cercanía que finalmente se limitó a asentir para

conseguir que se moviera hacia atrás. Él se enderezó y se alejó justo cuando llegó

Decebel.

—¿Qué quería? —le preguntó a Jen, luego la miró por primera vez. Sus

ojos brillaron inmediatamente. Un punto para el pequeño hombre, pensó Jen.

Decebel se recuperó rápidamente—. ¿Qué llevas puesto?

—Vamos a tratar con estas dos preguntas absurdas de una en una, bola de

pelos, debido a que cada una merece la misma cantidad de dolor. En primer lugar,

Damion me pidió que me casara con él y que tuviera sus bebés. Montones y

montones de bebés —le dijo Jen con una expresión completamente seria.

Sally casi se ahogó con el chicle que había estado masticando y Costin,

quien estaba junto a Decebel, empezó a toser.

Decebel gruñó.

—Lo estoy considerando. —Jen se dirigió a Sally—. Quiero decir, ¿qué

piensas, Sal? No es como si hubiera tenido otras ofertas y quién sabe si alguna vez

encontraré a mi verdadero compañero. Dios, si tan sólo pudiera tener un

verdadero compañero, claro está.

Sally estaba tratando desesperadamente de mantener una expresión seria.

—Bueno, no quieres precipitarte con estas cosas, Jen. Después de todo,

sólo tienes dieciocho años.

Jen se tocó la barbilla, como si estuviera pensando realmente en ello.

—Eso es cierto. Pero si me enrollara con Damion ahora, sólo piensa en

todos esos pequeños atrapa pulgas que podríamos hacer juntos. Piensa en cómo

algunos tendrían mi cabello rubio y su… ¡Ayyyyy! —gritó Jen.

Su cabeza se giró bruscamente para mirar a quien la había pellizcado. Para

su absoluta sorpresa era Alina, y había un brillo en sus ojos que Jen nunca había

visto.

139

—Jen, baja el tono un poco, ¿de acuerdo? —Jen sabía que esta era su Luna

hablando, no la madre de Fane. Era su primer vistazo a Alina realmente siendo

firme con ella.

Jen asintió y se volvió a mirar a Decebel. La mirada de suficiencia en su

rostro borró toda oportunidad de hacerlo menos ofensivo.

—Y en segundo lugar, estoy usando lo que estaba colgado en mi armario.

Lo cual fue comprado y pagado por esta manada, y me veo impresionante. Así

que a menos que las palabras que se están preparando para salir de tu boca son:

Jen, te ves increíble o Maldición chica, eres ardiente, inclusive aceptaría: Me

gusta tu camisa, Jen; a menos que sea en esas líneas, te recomiendo

encarecidamente que sólo mantengas ese hocico tuyo cerrado.

Se volvió hacia la mesa, mirando cualquier cosa menos a Decebel, quien

había tomado un asiento al lado de ella. Podía sentir la ira pulsando de él; era casi

tangible. Se preguntó si alguien más estaba recogiendo sus vibraciones tan

fuertemente. Lo que sea, pensó, he terminado de tratar con él por hoy.

Jen decidió en ese momento que iba a divertirse esta noche y eso era todo.

Jen se giró a mirar a la parte delantera de la sala, junto con todos los demás,

cuando un hombre alto y delgado comenzó a hablar.

—En nombre de los otros Alfas que ayudaron a organizar este encuentro

histórico, quiero dar las gracias a todos por venir. Mi nombre es Víctor. Yo soy

el Alfa de la manada de Bulgaria. Mi compañera es Adrianna. —Indicó a una

mujer alta y delgada que se levantó brevemente de su asiento y saludó con la

mano—. Como sus Alfas le han dicho, el propósito de este Encuentro es permitir

que los Canis lupis no apareados tengan la oportunidad de conocer a otras

personas a quienes de otro modo podrían nunca haber conocido. Seamos

realistas, las probabilidades están en nuestra contra cuando se trata de encontrar

nuestros verdaderos compañeros. Algunos han estado buscando durante siglos,

sin ningún resultado. Es nuestra sincera esperanza de que muchos de ustedes de

hecho encuentren sus verdaderos compañeros entre los que están aquí.

Víctor hizo una pausa mientras otro hombre se acercaba a la parte

delantera.

—Quiero presentarles a Thad. Él es el Alfa de la manada de Serbia y el

cerebro detrás de El Encuentro.

140

Thad dio las gracias a Víctor y se volvió para dirigirse a la habitación.

—Entendemos que nos arriesgamos en traer tantos machos sin pareja y

ponerlos en un espacio tan reducido con las hembras. Tengan la seguridad de que

hemos tomado medidas para proteger a todo el mundo y a aquellos que quieran

pelear les solicitaremos un reto adecuado. Los desafíos no se harán hasta la

muerte, sino a la sumisión. No hemos venido aquí a perder miembros de la

manada. Pero no se equivoquen, habrá consecuencias graves para los que no se

controlen ellos mismos y a su lobo. —Thad miró sobre la compañera de Víctor y

le hizo señas para que se reuniera con él—. Ahora voy a dar la palabra a nuestra

coordinadora de eventos, Adrianna.

La alta loba se dirigió a la parte delantera y Jen notó la grandiosidad que

tenía cuando caminaba, tan femenina. Ella era muy bonita, con cabello largo y

oscuro color chocolate, labios delgados y grandes ojos marrones.

Jen se dio cuenta que era capaz de ver a Adrianna demasiado bien para la

distancia a la que estaba sentada.

Esto se está poniendo cada vez más extraño, pensó. Voy a tener que tener

otra charla con Cynthia.

—Esta noche será una de las tres noches que nos reuniremos como grupo

completo. En las otras noches, cada manada tendrá su propia comida en un lugar

designado. Si son afortunados y conocen a su verdadera pareja y quieren tener

una cena a solas, pueden solicitar una a través del buzón a la entrada de esta sala.

Simplemente escriban su solicitud, el momento en que desean comer, y dónde.

Será arreglado. Ahora bien, a cada uno de sus Alfas se les ha dado un itinerario

con su horario específico en él. Por favor, sigan el horario. Hemos hecho arreglos

para que todos los hombres y mujeres tengan la oportunidad de conocerse en una

de las reuniones del grupo. Si esto les parece un poco demasiado planeado, les

diré que hay un método para nuestra locura. Verán, un hombre lobo macho

desacoplado es un problema potencial. Así que hemos intentado evitar el

problema por completo al asegurar que haya algo para que todos hagan en todo

momento. Si no están teniendo una actividad de grupo, entonces estarán con su

manada. Las festividades de esta noche son simples: enaremos juntos como una

gran familia. Luego la habitación se despejará para bailar y socializar. Esos son

todos los anuncios por ahora, así que sin más preámbulos, la cena está servida.

141

Mientras anunciaba la cena, mujeres y hombres llevando las bandejas de

comida esuvieron repentinamente trajinando por la sala, colocando platos y

bebidas en las mesas.

Jen miró a Sally.

—Estoy teniendo un serio déjà vu de Hogwarts.

—Estoy contigo, definitivamente.

La sala se quedó en silencio con suaves murmullos cuando la gente empezó

a llenar sus platos con comida. Cuando Jen tomó la ensaladera al mismo tiempo

que Decebel, sus manos se tocaron. Jen sacó las de ella tan rápido que dejó caer

la taza. Gracias a los reflejos de hombre lobo, Decebel la atrapó antes de que se

derramara sobre la mesa. Jen ni siquiera miró en su dirección. Estaba enfadada.

Tan enojada, de hecho, no entendía por qué estaba sentada junto a él.

Miró a Sally y esperó hasta que llamó su atención. Entonces hizo señas

entre ellos con un pequeño movimiento de mano. Sally conocía a Jen muy bien

y entendió al instante lo que quería.

Sally asintió un “está bien”, porque también sabía que Jen era muy

cabezota. Ella podría hacer algo que lamentaría si seguía sentada junto a Decebel

mientras que, obviamente estaba enfadada con él.

Jen se puso de pie y tomó su plato. Decebel empezó a decir algo, pero Alina

nuevamente se metió. Ella puso una mano sobre Decebel, llamando su atención,

y se limitó a negar con la cabeza. Decebel gruñó pero dejó a Jen pasar sin

abordarla.

Sally se levantó también y caminó alrededor, cambiando sillas con Jen.

—Entonces, ¿a todo el mundo les gusta sus habitaciones? —preguntó

Jacque, tratando de suavizar el momento de tensión.

—Nuestra habitación es genial. ¿Cierto, Mariana? —chilló Crina.

Mariana asintió y tragó el bocado que ella acababa de tomar antes de que

respondiera:

—Oh, definitivamente genial.

—Excelente —dijo Jacque torpemente.

142

El resto de la comida se llevó a cabo casi en silencio con sólo minutos de

charla, aquí y allá. Cuando los platos fueron despejados de las mesas, todos se

dirigieron hasta estar de pie en los bordes de la habitación, mientras que la

mayoría de las mesas estaban siendo plegadas y removidas con la mayoría de las

sillas.

Jacque tomó la mano de Fane y miró a Jen y Sally.

—Tengo que ir a saludar a Dillon y conocer a su pareja.

—¿Quieres que vayamos? —preguntó Jen.

Jacque negó con la cabeza.

—No, yo me encargo. —Esto era algo que tenía que hacer por su cuenta…

bueno, ella con Fane.

Los encontró en el mismo rincón que ocupaban anteriormente, de pie y

mirando todo al igual que la manada Rumana había estado haciendo.

—Hola, Jacque. —El rostro de Dillon se iluminó mientras tiraba de ella en

un abrazo torpe.

—Hola, um, papá —dijo Jacque.

La mano de Jacque se tensó sobre la de Fane mientras Dillon apretaba a

su compañera a su costado.

«Tranquila, amor. No tienen que ser amigas del alma» dijo Fane a través

de su vínculo.

«¿Acabas de decir amigas del alma?» preguntó ella con incredulidad.

«Luna, estoy rodeado de tres chicas adolescentes. ¿Qué es lo que realmente

esperas?»

«Huh, supongo que no debería sorprenderme». Ella se encogió de hombros

por dentro.

Fane se rió entre dientes.

Jacque llevó su atención de nuevo a su padre y a su compañera cuando

Dillon presentó a Tanya.

143

—Jacque, esta es Tanya Jacobs, mi compañera y Luna de nuestra manada.

Jacque sonrió con lo que esperaba fuera una sonrisa amistosa.

—Es un placer conocerte, Tanya.

La sonrisa de Tanya era cálida y genuina.

—Dillon me ha hablado mucho de ti.

—No creas todo, no es tan malo como parece —bromeó Jacque.

Todos se rieron, aunque un poco nerviosos.

—Bueno, parece que va a empezar el baile así que no los retendremos, pero

espero que podamos llegar a conocernos —dijo Tanya.

—Eso suena bien —dijo Jacque sinceramente—. Estoy segura de que

podemos almorzar o algo así.

—Genial —respondió Tanya con otra sonrisa.

Jacque y Fane se dirigieron de nuevo a donde la manada esperaba.

—Bueno, eso no fue tan malo como pensabas, ¿no? —preguntó Fane

mientras le pasaba un brazo alrededor de su cintura y la atraía hacia sí.

—Ella fue más agradable de lo que esperaba —admitió.

—¿Quieres que esté allí cuando tengas el almuerzo con ella?

Jacque le sonrió.

—Siempre mi protector.

El rostro de Fane se puso serio.

—Siempre, amor.

Una vez que la habitación hubo sido dispuesta de manera que habría

espacio para bailar, vieron como una nueva mesa era empujada con equipos de

música en ella.

—Nos encargaremos de la improvisación. —Crina sonrió.

144

—¿Qué es exactamente lo que piensas que van a dejarnos improvisar? —

preguntó Sally.

Jen llamó la atención de Costin y le hizo señas. Ella no se iba a arriesgar

con la música.

—Oye, ve si te dejan encargar de la música —le dijo.

—No traje nada para la música, Jen.

Jen levantó su iPhone, agitándolo de un lado a otro.

—Lo tengo cubierto, mi peludo amigo.

Costin hizo una mueca ante el apodo, pero sonrió mientras tomaba su

teléfono.

—Lo engancharé. —Ambos se rieron de él utilizando el argot que le habían

enseñado ese mismo día cuando se desató el infierno. ¿Quién sabía que enseñarles

jerga callejera a los hombres lobos extranjeros podría ser perjudicial para tu salud?

Jen se encogió de hombros para sí misma.

—Así que, damas. —Jen se giró hacia el grupo de chicas extendiendo sus

brazos, y en uno de esos momentos increíbles cuando las cosas se alinean

perfectamente, dijo a la vez que la música comenzó a golpear a través de los

altavoces—: Vamos a bailar. —Jen sonrió—. Sí, soy así de buena.

Sally y Crina fueron las primeras en dar un paso.

Crina despegó hacia el área despejada, con los brazos en el aire y el cuerpo

moviéndose al ritmo, mientras la voz de Jason Derulo sonaba a través de los

altavoces.

Sally chilló:

—¡Me encanta esta canción! —Y se dirigió a la pista de baile, moviendo

sus caderas. Jen hizo una breve inclinación de cabeza a Jacque, quien besó a Fane

y luego se dirigió hacia ella.

—Mariana. —Jen hizo señas—. Vamos, chica, vamos a tumbar la casa.

Mariana rió.

—Muy bien, estás a cargo.

145

Las tres chicas se dirigieron a donde Sally y Crina bailaban y más chicos y

chicas se unieron.

Todos bailaron, rieron y bailaron un poco más. Jen no podía recordar

cuándo se había divertido tanto. Costin resultó ser un bailarín increíble y estaba

casi siempre en medio de todos, arrasando.

La siguiente canción sonó y Jen se congeló.

Las cabezas de Sally y de Jacque giraron bruscamente mientras la voz de

Katy Perry llenó la habitación; para ser específicos, “ET” de Katy Perry llenó la

habitación.

Las dos mejores amigas de Jen la miraron al momento que, también,

dejaron de moverse. Todo el mundo siguió balanceándose con el ritmo, como el

mar sacudido por el viento. Jen vio cómo los ojos de Sally y de Jacque se abrían

más y más.

—Maldita sea —murmuró Jen en voz baja cuando unos fuertes brazos se

envolvieron a su alrededor y sintió el cálido aliento contra su cuello.

—Creo que esta es nuestra canción —ronroneó Decebel en su oído. Jen

juró que en cualquier momento sería un charco en el suelo y Jacque tendría que

absorberla con algunas toallas de papel. Por qué pensó específicamente en toallas

de papel, no tenía ni idea. Estaba intentando arduamente en concentrarse en otra

cosa más que el calor de Decebel contra ella.

Para su mortificación completa él comenzó a moverse… con el ritmo. Las

mandíbulas de Sally y Jacque cayeron abiertas.

Jen articuló: “Sálvenme” a sus dos mejores amigas, pero como las malignas

traidoras que eran, comenzaron a bailar y completamente ignoraron su súplica.

Oh, esas dos vaquillas van a caer, se prometió a sí misma.

Después de unos momentos, Jen decidió que bien podría verse ridícula

rígida de pie mientras Decebel bailaba o podría tirar una cana al aire y hacerlo

bien.

Con su resolución hecha, Jen se volteó entre sus brazos y comenzó a

balancearse con la música. Sonrió para sí misma; siempre le gustaba tirar una

cana al aire. Alzó los brazos en el aire mientras se balanceaba y movía. Decebel

tenía las manos en sus caderas, moviéndose con ella, y siendo el caballero que

146

era, dejó espacio entre sus cuerpos. Lo cual, Jen seguía diciéndose a sí misma, se

alegraba de ello… hasta que miró por encima y vio a la príncipa lobo y su bola de

pelos bailando cerca, muy cerca.

Estúpida pelirroja emparejada y casada, pensó, pero se echó a reír de todos

modos por lo felices que Jacque y Fane eran. Cuando terminó la canción, Decebel

se detuvo, pero no la soltó.

Se quedaron así, mirándose el uno a otro. Jen no tenía ni idea de cuánto

tiempo habían estado así, pero Damion apareció, solicitando la pieza de baile que

le había pedido guardar.

Cuando Decebel se apartó de mala gana, Jen pensó: Bueno, si sólo es del

tipo de bailar juntos pero sin tocarnos, debería estar bien.

Sí, esa idea voló por la puerta, casi estrellándose en su cara al salir en su

camino, cuando una canción lenta se encendió. Gimió para sus adentros, y volvió

a gemir cuando se dio cuenta de qué canción se trataba. “Fall for You”, de Second

Hand Serenade.

Damion la atrajo rápidamente a sus brazos justo cuando Decebel

retrocedió, nunca apartando ni quitando sus ojos de ellos.

Jen finalmente quitó sus ojos de Decebel cuando Damion habló.

—Eres una bailarina increíble.

Jen sonrió, con la esperanza de parecer genuina.

—Gracias. Me encanta bailar. Sólo dejarse ir y llevarse por la música. —

Estaba divagando. Bueno, cualquiera divagaría si estuviera en los brazos de un

hombre lobo mientras que el hombre lobo con el que quería estar te miraba

fijamente con dagas en los ojos. ¿A quién estoy engañando? pensó Jen. Nadie más

está ocupada queriendo a un hombre lobo. No, las otras chicas de mi edad están

encantadas con los deportistas, o los chicos artísticos que tocan en bandas, chicos

normales.

Miró a Decebel de nuevo cuando Damion los giró. Observó su fuerte

mandíbula tensa y su pecho flexionado mientras cruzaba sus brazos. Pero, ¿quién

quiere lo normal cuando se puede tener eso? Sonrió a sus pensamientos. Esa

sonrisa fue borrada de su cara rápidamente cuando Jen vio a otra hembra

caminando hacia Decebel. Estaba de pie demasiado cerca para el gusto de Jen.

147

Justo en ese momento, Damion los giró de nuevo y los perdió brevemente de

vista. Cuando los tenía en su punto de mira de nuevo vio como Decebel llevaba

a la chica de la mano a la pista de baile. Jen estaba empezando a ver en rojo. No

se había dado cuenta de que había dejado de bailar hasta que Damion habló.

—Jen, ¿estás bien?

Jen no podía apartar los ojos de Decebel mientras lo veía tomar a la morena

en sus brazos. Se sentía como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.

Estaba tratando de respirar, pero no era capaz de conseguir aire.

—¿Jen? —La voz de Damion empezaba a sonar preocupada.

—Damion, ¿qué pasa? —Jen oyó la voz de Sally, pero no podía responder.

Decebel debió sentir su mirada, porque su cabeza se levantó de golpe y sus ojos

se encontraron. Jen no quería que él la viera celosa o herida al ver a otra en sus

brazos. Sabía que no tenía derecho a estar enojada. Después de todo, había estado

bailando con un chico, pero eso no importaba en ese momento. Su mejor juicio

estaba fuera en un descanso para tomar café.

—¡Jen! —Jacque chasqueó los dedos delante de su cara.

Sally siguió la mirada de Jen y sacudió la cabeza.

—Esto no es bueno, Jacque, nada bueno.

Finalmente, Jen quitó sus ojos de la vista del infractor.

—Creo que mi noche ya terminó.

—Jen, no dejes que te arruine la velada —declaró Jacque.

—No me la arruinó, Jac, de verdad. Estoy cansada. —La excusa de Jen era

débil en el mejor de los casos, pero no había manera de que pudiera quedarse ahí

y ver a Decebel bailar con otras chicas. No, eso no iba a suceder, se dijo. Antes

de que sus amigas o Damion pudieran detenerla, se giró y rápidamente salió de

la pista de baile, yendo en línea recta hacia la salida.

148

15 Traducido por RoChIiI

Corregido por LadyPandora

ecebel vio como Jennifer salía de la pista de baile en una rápida

caminata. Era obvio para él que ella realmente quería correr, pero

estaba tratando de no llamar la atención, y fallando

miserablemente. Se alejó de Sasha, la mujer que lo había invitado

a bailar.

—Lo siento, Sasha, pero tengo que irme. —Decebel se dio la vuelta antes

de que ella pudiera decir nada a cambio.

Fue cortado de ir en pos de Jennifer cuando Sally y Jacque se pusieron

delante de él, con las manos en sus caderas y los ojos entrecerrados.

Ellas no estaban contentas con él.

—Tengo que hablar con ella —les dijo, sabiendo que ellas habían visto toda

la escena en la pista de baile.

—¿Por qué? —le desafió Sally, e hizo al lobo en Decebel tensarse—. ¿Para

que puedas decirle cómo no deseas seguir estos sentimientos entre ustedes? ¿Para

que puedas coquetear con ella sólo para decirle que no estás interesado? ¿¡Para

que puedas decirle que no mire a otra parte aun cuando tú no la quieres!? —Sally

estaba echando humo para el final de su discurso.

—¡SÍ LA QUIERO! —gruñó Decebel.

Todo el mundo alrededor de ellos se quedó en silencio y Decebel se percató

que sus colmillos habían bajado. Él respiró hondo varias veces y se recompuso.

Fane se acercó y miró a Decebel y luego a las chicas.

—Creo que deberíamos salir. —Hizo un gesto hacia la puerta y todos ellos

salieron en fila.

D

149

Una vez en el camino de entrada, Decebel se volvió hacia Sally.

—Me disculpo por elevar mi voz en ti, yo sólo… —Decebel no quería

desnudar su alma con Sally, o Jacque, o Fane. Él quería a Jennifer. Quería decirle

a ella que casi desgarró su corazón cuando lo miró como si él la hubiera

traicionado cuando tomó a Sasha en sus brazos. Quería decirle que su piel picaba

en contacto con otro y que tomó todo en él no empujar lejos a Sasha. Quería

hacerle entender que se estaba volviendo loco viéndola tocar a otros machos. Pero

no había señales de apareamiento. Los Alfas los considerarían desacoplados, y

eso hacía para los dos el juego justo.

La mayoría de los Alfas no permitían que miembros de la manada

confraternizaran con alguien con quien no estaban emparejados. Ellos no le veían

sentido. Por lo que su argumento sería que si él y Jen se perseguían entre sí, sin

signos de que fueran verdaderos compañeros, entonces podrían estar

restringiendo al otro de encontrar a su verdadero compañero.

Decebel no había estado en El Encuentro ni por doce horas y ya sabía que

no sería capaz de hacer esto.

—Decebel, tal vez sólo deberías darle un poco de tiempo —le decía Jacque,

sacándolo de sus pensamientos. Pero sabía que si dejaba a Jennifer pensar en esto

toda la noche no iba a calmarse. No, tenía que hablar con ella.

Ahora.

—Lo siento, Jacque, pero tengo que discrepar. Ella tiene que escuchar lo

que tengo que decir.

Decebel caminó alrededor de una desconcertada Jacque, y más allá de

Fane y Sally. Subió las escaleras de dos en dos, moviéndose en silencio hacia la

habitación de Jennifer.

Él no sabía realmente lo que iba a decirle. Lo único que sabía era que de

alguna manera tenía que suavizar esto. Llegó a su puerta y no se molestó en

llamar, se imaginó que estaba acostumbrada a estas alturas y le encantaba ver la

chispa en sus ojos cuando ella se molestaba con él al respecto.

Sin embargo, cuando Decebel entró en su habitación, Jennifer no se veía

por ningún lado. Se acercó a su armario y suavemente tocó, pero no hubo

respuesta. Él abrió la puerta para encontrar que estaba lleno de ropa, algunas que

150

incluso a primera vista podía decir que no le iba a gustar que ella usase en público,

pero Jennifer no estaba allí. Dio un paso atrás y se debatió sobre si debía esperar

o ir en busca de ella. Decidió que iba a ir a buscarla cuando la puerta se abrió y

ella entró.

Ambos se congelaron cuando sus ojos se encontraron, y Decebel juró que

su corazón iba a salírsele de su pecho.

—Dec —comenzó ella.

—Ven a dar un paseo conmigo —la interrumpió Decebel y se sorprendió a

sí mismo por su invitación a la vez.

—¿Qué? —preguntó ella, claramente confundida por su petición.

—Por favor. —Decebel dio un paso hacia ella. Él pensó que era una buena

señal que no diera un paso atrás, por lo que continuó moviéndose hacia ella.

Cuando llegó a su lado la tomó suavemente del brazo y lo metió en el suyo.

Caminaron en silencio, no sabiendo ninguno muy bien por dónde

empezar. Decebel la llevó al jardín interior del que estaba seguro que ella no sabía

nada al respecto, pero sentía que realmente le gustaría. Él abrió la puerta y le

indicó que entrara. No quedó decepcionado por su respuesta.

Jen entró en la habitación mientras Decebel sostenía la puerta para ella.

No sabía por qué había aceptado su invitación a caminar con él. Sí, Jen. Sólo

sigue mintiéndote a ti misma si te ayuda a dormir mejor por la noche, se

reprendió.

Jen no pudo evitar la respiración que se escapó de sus pulmones mientras

entraba en lo que parecía un mundo completamente diferente. Había plantas por

todas partes: plantas altas llenas de hojas grandes, pequeñas plantas con flores

delicadas que florecían en todos los colores que puedas imaginar. Había incluso

hierba, gruesa y afelpada hierba de color verde oscuro.

Había un camino de grava que serpenteaba por el jardín interior y se perdía

de vista cuando la vegetación se lo tragaba. Ella siguió por el camino, curiosa

sobre a dónde la llevaría. Podía sentir los ojos de Decebel sobre ella por detrás

mientras la seguía, pero no se molestó en mirarlo.

151

Jen se sentía como un niño en una tienda de dulces. Volvió la cabeza de

lado a lado, tratando de absorber cada pequeña cosa. Ella vio que por el lado

derecho del jardín un pequeño arroyo burbujeaba y el agua fluía suavemente

hacia abajo sobre las rocas y plantas. Ella fue por una curva y allí, en el centro

había una glorieta con un columpio que colgaba del centro de la misma. Había

profundas vides verdes que crecían alrededor de la glorieta, sosteniéndola como

el abrazo de un amante.

Ella siguió el camino hacia los escalones de la glorieta y los subió.

Finalmente se dio la vuelta y se enfrentó a Decebel mientras se sentaba en el

columpio. Decebel subió lentamente los escalones y la mirada de sus ojos hizo

que Jen se sintiera como una presa.

Ella se estremeció y notó sus labios levantándose un poco, tan suavemente.

Bola de pelos creída, gruñó interiormente.

Él se sentó en el columpio y las siguientes palabras que salieron de su boca,

la dejaron sin aliento.

—Te quiero.

Jen dejó de respirar. No por elección, ella simplemente no podía. Era como

si sus palabras hubieran volteado un interruptor en ella y todo lo que requería el

cerebro para funcionar sólo se apagara.

—Jennifer. —Su nombre en sus labios, la intensidad en su voz hizo que

ella lo mirara—. Respira, Jennifer.

—No entiendo, Decebel.

—Yo tampoco —admitió él—. Lamento si mi baile con Sasha te hizo daño.

La boca de Jen se tensó ante el nombre de la otra hembra en sus labios.

—No tengo ningún derecho a estar herida. —Jen trató de actuar como si

no le importara, pero luego decidió que no iba a hacer esto. Ella no iba a jugar,

no con Decebel—. Está bien, dolió. —Ella ladeó su cuerpo para estar más de

frente con él—. En mi mente sé que no debería importarme con quién bailas. En

mi mente entiendo que no tengo ningún derecho sobre ti, ¿de acuerdo?

Honestamente, lo sé. Pero, maldita sea si a mi corazón podría importarle menos

lo que mi mente está diciéndole. —Jen sabía que corría el riesgo de sonar como

una niña necesitada, pero era el primer día de la semana infernal y si iban a llegar

152

al día siete en una sola pieza, entonces era el momento de poner todo en la mesa.

Empezó a continuar, pero Decebel la detuvo con un dedo en sus labios.

—Necesito que sepas esto porque cuando me ves tocar, bailar, o hablar con

otra chica, necesito que te recuerdes a ti misma lo que he dicho, te quiero a ti. —

Decebel pausó y tomó aliento. Había decidido durante el paseo desde su

habitación hasta el jardín que él sólo iba a ser honesto, sin contenerse más, ya sin

tratar de lidiar con eso. Era demasiado viejo para dejar las cosas al azar y a pesar

de sus temores sabía que no iba a dejar la seguridad de Jennifer en manos de

otro—. A pesar de lo que sentimos el uno por el otro, los Alfas están en busca de

signos de apareamiento. Lo más parecido que tenemos a eso es la fuerte atracción

que ambos sentimos y la forma en como hueles.

Jen se sacudió.

—¿Yo huelo?

Decebel rió.

—No de mala manera, te lo aseguro. —Sonaba un poco decepcionado por

este hecho.

—¿Quieres que huela mal? —Frunció el ceño. Ella realmente no sabía a

dónde iba él con esto.

Decebel se inclinó hacia ella y apretó la nariz en la carne de su cuello y

respiró hondo. Escalofríos estallaron por toda la piel de Jen y ella trató, sin éxito,

con suavidad, no hiperventilar ante su proximidad.

—Tu aroma es embriagador para mí —gruñó Decebel cuando él se apartó

de ella a regañadientes—. Las parejas tienen un cierto aroma que sólo huelen el

uno del otro. Yo sólo acabo de darme cuenta que tu olor cambió, se hizo más

fuerte. ¿Tengo un olor para ti? —preguntó Decebel con curiosidad.

Jen podría haber detenido el rubor que se filtró en sus mejillas casi tan bien

como podría detener un tren de carga con sus propias manos.

—Como a madera, y picante —admitió.

Decebel quedó pensativo.

—Hmm, interesante.

153

—¿Estás diciendo que los Alfas no nos permitirán optar por salir de El

Encuentro sólo a causa de la atracción del uno al otro? —preguntó.

—Así es. —Decebel se apoyó en el columpio y pasó el brazo por el borde.

Sus ojos se sintieron atraídos por la espalda desnuda de Jennifer y su mente no

pudo dejar de imaginar sus marcas en su piel hermosa y pálida. Antes de que

supiera lo que estaba haciendo, estaba trazando un patrón en su espalda

suavemente con la punta de su dedo.

Jen se congeló cuando sintió la punta del dedo caliente de Decebel en su

espalda. Él está tratando de matarme, decidió. Él debe suponer que si sólo me

tortura hasta la muerte entonces estaré fuera de la foto y zas, problema resuelto…

aunque la muerte por Decebel no suena tan mal en este momento. Jen resopló

ante sus pensamientos, pero por suerte Decebel no detuvo los patrones en

remolino de su dedo.

—Así que, lo que te estoy diciendo, Jennifer. —La voz de Decebel era

profunda y ronca—. Es que quiero ver a dónde va esto entre nosotros. Quiero

llegar a conocerte mejor y pasar tiempo contigo. Pero ambos vamos a tener que

soportar que el otro esté en compañía de más de un pretendiente. Hasta ahora,

ambos hemos demostrado que es más que difícil para nosotros.

Jen cerró los ojos. La combinación de su voz profunda y su dedo haciendo

patrones en su espalda era una auténtica tortura. Exquisita, perfecta, maravillosa

tortura. Ella oyó sus palabras, pero no pudo reconocerlas en el momento.

—¿Jennifer? —Su nombre fue casi un susurro en sus labios.

—¿Hmm? —Su cabeza se sintió adormecida alrededor de su cuello hasta

que la giró de vuelta hacia atrás para mirarlo—. Si quieres que yo sea capaz de

mantener cualquier intento de conversación inteligente contigo, entonces vas a

tener que dejar de hacer eso.

La sonrisa de Decebel era tan malvada como cualquiera que ella misma le

hubiera dado a él.

—¿Dejar qué, micul meu lup4? —le preguntó mientras seguía tocándola.

4 Micul meu lup: Mi pequeña loba, en rumano.

154

Jen gruñó y se levantó de un salto. Ella se volvió a mirarlo, pero no estaba

enfadada.

—Entonces, ¿qué hacemos?

—Creo que ustedes los americanos lo llaman enrollarse. —Decebel levantó

una ceja hacia Jennifer.

—¿Realmente quieres ir ahí de nuevo? —bromeó ella—. Sería más que

nada pasar el rato, B. Enrollarse tiende a implicar una participación más física, si

entiendes lo que digo.

—Considéralo captado. —Le guiñó un ojo, lo cual sólo tuvo éxito en

causar que su corazón casi se detuviese.

Qué mal estoy, pensó Jen para sí misma.

—¿Así que pasamos el rato, hablamos y vemos qué pasa? —le preguntó

ella mientras se apoyaba contra un poste en la glorieta.

—Suena bastante correcto. —Decebel se puso de pie y se acercó a ella.

Dejó poco espacio entre ellos. Un poco más hubiera sido mejor para la

comodidad de Jen, pero ella trató de actuar como si no le molestara.

—Voy a pedir algo de ti, Jennifer —le dijo con seriedad.

—Estoy escuchando. —Jen levantó la barbilla y le dio toda su atención.

—Mi lobo no está lidiando bien con la idea de otros cerca de ti, tocándote.

Yo entiendo que no hay manera de evitarlo, pero él no. Para todos los efectos, él

te ha reclamado como suya, las señales de apareamiento se pueden joder para él.

El aliento de Jen quedó atrapado ante su declaración.

—Así que, lo que estoy pidiendo es, a falta de un término mejor, seguridad

en tus… —Decebel buscó la palabra correcta. Jennifer se le adelantó, como solía

hacer.

—¿Intenciones, intereses, atracción? —Jen sonrió, tendía a irse por la

borda en cuanto a vocabulario cuando estaba nerviosa, lo cual estaba. Nerviosa,

eso es.

—Todas las anteriores.

155

—Está bien. Así que, si rasco tu espalda, tú rascas la mía, ¿no?

La cabeza de Decebel se ladeó mientras se acercaba aún más. Jen se dio

cuenta que había desatado un monstruo con su coqueteo descarado. La pregunta

ya no era si él podía manejar lo que ella le ofrecía, sino si ella iba a sobrevivir a lo

que él volcaba en ella. Si fuera honesta consigo misma diría que todavía no sabía

la respuesta a esa pregunta. Pero, ¿dónde está la diversión en ser honesto con uno

mismo?

—Asumo que esto significa que necesitas la misma seguridad por mi parte.

Decebel puso las manos en sus caderas y la empujó lejos del poste y cerca

de él. Jen jadeó mientras sus manos se posaban en el pecho de él. Su respiración

se aceleró y vio sus ojos seguir sus movimientos mientras ella se lamía los labios.

¿Va a besarme? ¿Estoy lista para que me bese? Jen se rió de la pregunta.

¿Joan Rivers ha tenido suficiente cirugía plástica para calificar como una figurita

de plástico? Suficiente.

—Me gustaría que la respuesta a eso fuera no —le dijo ella—. No me gusta

ser la chica pegajosa e insegura.

Decebel rió y sintió el rumor vibrar a través de sus manos directamente a

su alma.

—Tú eres cualquier cosa menos pegajosa e insegura, Jennifer. ¿Misteriosa,

confiada, juguetona, hermosa, demasiado sexy para tu propio bien? Por supuesto.

Pero nunca pegajosa o insegura.

—¿Estás tratando de acumular puntos, lobo?

—¿Está funcionando?

—Nunca lo voy a admitir. —Ella le guiñó un ojo.

Él apretó sus caderas una vez con sus fuertes manos y la miró a los ojos.

—No dudarás en ningún momento de mis intenciones o interés en ti.

¿Queda claro?

—Cristalino —dijo ella con aire ausente mientras miraba sus ojos ámbar

comenzar a brillar. Tomó todo en ella, para no agarrar la parte delantera de su

156

camisa y tirar sus labios a los de ella. Decebel debió haberlo visto escrito en toda

su cara.

Él levantó una ceja en un desafío silencioso.

No iba a ser la que diera el primer paso, no con su lobo. Decebel rió entre

dientes y para su gran decepción, dejó caer las manos y dio un paso atrás.

—Supongo que debería acompañarte de regreso a tu habitación —le dijo

mientras él, una vez más, metió su mano en su brazo y comenzó a caminar por

los escalones.

Jen sonrió.

—¿No quieres volver y bailar?

Decebel la miró por el rabillo del ojo.

—Creo que ambos hemos soportado lo suficiente por esta noche. ¿No lo

crees, micul meu lup?

—Oh, vamos, B. ¿Seguramente no eres de los que huyen de un poco de

emoción? —se burló.

—Estar cerca de ti es más que suficiente emoción para mí, te lo aseguro.

Jen se sonrojó. Bueno, eso sólo va a tener que parar. No voy a

desmayarme, gruñó en su mente.

Decebel se rió entre dientes, como si pudiera escuchar su monólogo

interior. Lo más loco es que ella quería que él oyera su diálogo interior tanto como

quería que él finalmente la empujase hacia él y la besase sin sentido. ¡Oh, cómo

han caído los valientes! Jen se rió de sí misma.

Decebel la dejó en la puerta, pero antes de irse él la atrajo hacia él,

envolviéndola en un abrazo apretado. Metió la cabeza en su cuello y respiró

hondo.

Ella dejó escapar un suspiro de satisfacción. Si esto era lo que Jacque

experimentaba cuando Fane la abrazaba, no sabía cómo ella dejaba que la soltara.

—¿Estás pensando en tomar una ducha esta noche? —le preguntó él,

tomándola fuera de guardia completamente.

157

—Moviéndonos un poco rápido, ¿no?

Decebel realmente se sonrojó.

—Estoy siendo egoísta y un poco cauteloso, en realidad —explicó.

—¿Y qué tiene que ver que tome una ducha con eso?

—¿Has notado lo mucho que Fane toca a Jacque? ¿Especialmente antes de

que fueran vinculados?

—¿Cómo no notarlo? Estaban unidos por la cadera. Bueno, cuando ella no

estaba siendo disputada o secuestrada, eso es.

—Recuerda que no somos humanos, Jennifer. Cuando te toco, porque hay

una cierta cantidad de atracción entre nosotros, y debido a que mi lobo te ha

reclamado, dejo mi esencia en ti. Es como una especie de tarjeta de presentación

a otros machos. Te abracé tan cerca para poner la mayor cantidad de mi olor en

ti como sea posible sin… —se aclaró la garganta antes de terminar—, ponernos

más físicos.

Jen hizo un movimiento de “ahh” con la boca. Entonces su cabeza se

inclinó hacia un lado.

—¿Yo dejo un rastro en ti?

Decebel sonrió.

—Al igual que mi propio perfume personal —bromeó.

—¿Así que quieres saber si voy a tomar una ducha porque va a lavar tu

olor?

—Eso es correcto.

—Realmente me gustaría —admitió a regañadientes, porque a decir

verdad, le gustaba la idea de tener el olor de Decebel rodeándola.

Decebel la soltó. Puso dos dedos debajo de su barbilla y le levantó el rostro

para mirarlo.

—Entonces vendré a verte temprano antes de ir a desayunar. No podemos

ser vistos demasiado interesados en el otro. Aunque Vasile lo entienda, los otros

Alfas no.

158

—Entendido. ¿Así que entonces te veré por la mañana?

Decebel asintió.

—Que duermas bien, Jennifer —dijo mientras levantaba su mano y

suavemente pasó el pulgar por sus labios, casi como si estuviera imaginando lo

que se sentiría si la besaba. Ella quería retarlo a que lo descubriera, pero en lugar

de eso sonrió. Gran oportunidad.

Decebel sonrió mientras la dejaba mirándolo como una enamorada

adolescente.

—Eso es lo que eres, tonta —murmuró ella mientras se giraba y entraba en

su habitación.

Sally y Jacque estaban descansando en su cama. Qué sorpresa.

—Dinos las buenas, Jen. ¿Dónde has estado y por qué tienes esa sonrisa

tonta casi dividiendo tu cara en dos? —bromeó Jacque.

159

16 Traducido por Debs

Corregido por LizC

en giró en círculo.

—Estoy disfrutando de mi éxito. No arruines mi entusiasmo.

Sally se sentó.

—Has estado con Decebel —la acusó.

—¿Has estado practicando tu trabajo detectivesco, Watson? —preguntó

Jen con las cejas levantadas.

—En realidad no. Simplemente no hay nada, ni nadie, que pueda hacer

que te veas tan enamorada.

Jen comenzó a desvestirse, sin importarle que tenía compañía. Era la

desvergonzada y ellas estaban acostumbradas.

—Decebel me dijo que me quiere y que su lobo me ha reclamado como su

compañera —soltó sin ninguna advertencia.

Esta vez fue Jacque quien se sentó bruscamente.

—¿Sólo así? Nada de: “¿Oye, quieres ver una película?” o “¿Estoy

pensando que podemos tener una intensa atracción el uno por el otro?” ¿Sólo bam

—Jacque golpeó sus manos juntas—, tú eres mi compañera?”

Jen tomó un par de bóxers y una camiseta. Se imaginó que no iba a tomar

una ducha hasta que soltara cada detalle a estas dos, no es que ella no le había

exigido una vez lo mismo a Jacque.

—Creo que ambos simplemente no queremos jugar a ningún juego. Bueno,

no de aquellos que vayan a hacernos daño. Saben que todavía lo voy a hacer

trabajar, pero al menos sabemos dónde estamos parados.

J

160

—¿Y qué más te dijo? —preguntó Sally con impaciencia.

Jen procedió a repasar —textualmente, podría añadir— la conversación

con Decebel. Jacque y Sally colgaron de cada palabra.

—Así que, ¿te besó? —preguntó Jacque.

—No. —El rostro de Jen decayó—. Puso sus manos en mis caderas y me

atrajo hacia él. Y maldita sea, Jacque, podrías haber ayudado a una hermana y

prepararme para eso.

Jacque sonrió.

—Es bueno, ¿no?

Jen sonrió con nostalgia.

—Es mejor que comer chocolate Godiva y ver a Johnny Depp y Brad Pitt

mientras me tomo un baño de burbujas. Lo que, sí, he hecho… todo lo anterior…

al mismo tiempo.

Sally rió.

—Sólo tú pondrías un televisor tan cerca de una bañera.

—Todos tenemos nuestros vicios, Sal —dijo Jen sin arrepentimiento.

—Así que el veredicto es, que básicamente, van a seguir con todo esto de

actuar a espaldas de los Alfas. —Indicó Jacque más que preguntar.

—Me encanta un buen escándalo. —Jen sonrió.

—Especialmente cuando estás justo en el medio —añadió Sally.

—¿No lo sabes ya? —Jen se levantó de la silla que había ocupado mientras

recapitulaba su noche—. Oh, una cosa más —añadió distraídamente mientras se

dirigía hacia su baño para ducharse—, me dijo que quería su olor sobre mí. Así

que va a venir mañana temprano antes del desayuno.

—Cállate —farfulló Jacque.

—¿Y cómo exactamente es que va a lograr eso, Jennifer Adams? —El tono

maternal de Sally era agudo. Jen encontraba bastante divertido cuando Sally se

ponía toda protectora.

161

—¿Por qué, Sally? ¿Cómo te atreves? —Jen puso el más marcado acento

sureño que pudo—. ¿Implicas que voy a permitirle a ese lobo poner sus patas

sobre mí?

—Oh, cariño, voy a hacer más que implicar —replicó Sally.

—Entonces, me conoces mejor de lo que pensaba. —Jen le guiñó un ojo.

—¡Jennifer! —dijo Sally indignada—. Pensé que querías esperar.

—Oh relájate, Santa Polly. Lo único que va a hacer es abrazarme. Caray,

yo que pensaba que mi mente era la única que vivía en la canaleta. No me di

cuenta que estabas buscando en bienes raíces, Sal.

Jacque se levantó de la cama.

—Está bien. Bueno, no hagas nada que yo haría. —Jacque le guiñó un

ojo—. Por supuesto, tengo licencia para…

Esta vez Sally gritó el nombre de Jacque.

—¿Qué pasa con ustedes dos?

—Tenemos que conseguirte un hombre, Sally —soltó Jen, mientras cerraba

la puerta del baño.

—No necesito un hombre —gruñó Sally—. Tengo mis manos lo

suficientemente llenas con ustedes dos.

—Bueno, tal vez sea hora de que tengas las manos llenas de algo más —le

gritó Jen a través de la puerta. Oyeron comenzar el goteo de la ducha.

Jacque se rió.

—Excelente.

Sally siguió a Jacque fuera de la habitación, y Jacque rió más cuando oyó

murmurar a Sally en voz baja:

—Les voy a mostrar lo que es necesitar a un hombre. Pooor faaavor,

ustedes dos necesitan lavar sus bocas con jabón, o mejor aún con blanqueador.

No, no, en realidad. Con blanqueador y jabón.

* * *

162

Jen salió del baño, limpia y completamente sin rastros de Decebel, por un

golpe en su puerta. Le dijo a la pequeña parte en ella que esperaba que fuera dicho

lobo que se callara.

Abrió la puerta para encontrarse con Crina y Marianna de pie fuera de su

puerta.

—Hola, señoritas, ¿qué pasa? —preguntó Jen y dio un paso atrás para que

pudieran entrar.

—Espero que no sea demasiado tarde para pasar —dijo Marianna mientras

entraban.

—Soy un ave nocturna, así que no se preocupen.

—Marianna y yo estábamos aburridas —comenzó Crina.

—Traducción —interrumpió Marianna—: Crina está aburrida. Yo estoy

siendo arrastrada.

Jen sonrió.

—Entonces estábamos pensando, ¿sabes que mañana se supone que

debemos ir al gimnasio para aprender defensa personal de los machos de la

manada de Serbia?

—Sí —dijo Jen, ya interesada en una posible estrategia… oh, cómo amaba

las estrategias.

—Habrá otro grupo de mujeres allí también, así que me imagino que

probablemente van a presentar a nuestra manada públicamente. Yo, bueno,

nosotras —dijo Crina, mirando a Marianna, quien resopló—, estábamos

pensando lo divertido que sería si cuando presentaran nuestra manada,

hiciéramos una especie de porra o baile o algo. Como lo que hacen ustedes los

americanos por sus equipos deportivos.

—Están con ganas de acabar con la represión del hombre. Cuanten

absolutamente conmigo.

—¿Acabar con qué de quién?

—Es sólo un dicho, cuando alguien quiere rebelarse contra la autoridad.

163

Marianna asintió.

—Te das cuenta que Vasile se molestará por esto, ¿verdad? —preguntó Jen.

Crina le dio una sonrisa muy al estilo de Jen.

—Nunca nos detuvo antes.

—Excelente. —Sonrió Jen.

—Que conste que por lo general soy un espectador inocente —añadió

Marianna, pero después le dio un guiño a Jen.

—Ajá, seguro que lo eres. Muy bien, vamos a hacer esto. —Jen hizo una

pausa—. Um, ¿en dónde vamos a hacer esto exactamente?

—En el gimnasio. Estaba vacío cuando con Marianna y yo lo

comprobamos en nuestro camino hasta aquí —le dijo Crina.

—Muéstrame el camino, Thelma.

—¿Quién es Thelma?

Jen negó con la cabeza.

—Puedo ver que una gran noche de cine se avecina.

Las chicas llegaron al gimnasio sin encontrar a nadie, por lo que estaban

agradecidas.

—Así que Jen, ¿fuiste una porrista en la escuela? —preguntó Marianna.

—No, por lo general era una de las que se burlaban de las porristas. Pero

soy realmente buena en rimas y canciones, así que voy inventar alguna

composición. Crina, vi tus movimientos en la pista de baile. Tú y Marianna

armen algunos movimientos, ¿de acuerdo?

Asintieron y se pusieron a trabajar.

Una hora más tarde, Jen había compuesto una porra y Crina había

perfeccionado el baile para que fuera junto con ella.

—Muy bien, vamos a hacerlo desde el pincipio —dijo Crina.

164

Cada una de ellas se puso en sus lugares designados y en el recuento de

Jen, empezaron.

—Menea, menea, sacude, sacude,

Sabemos que quieres un poco de este dulce.

Menea, menea, adiós, adiós,

Algunos aún quieren algo del bol.

Cuidado muchachos, no se acerquen demasiado,

No es a nuestros Alfas al que deben temer angustiados.

Sucio, sucio, patas, patas,

Saben que quieren romper las ordenanzas.

Doble, doble, perro osado,

Jadeas y gruñes, mientras miras embobado.

Lo sentimos pero no somos tan fáciles,

Date la vuelta, si quieres algo sórdido.

Cáptalo, cáptalo, lo tienes, lo tienes,

Lástima que no puedes imponerte sobre este.

Lobo, lobo, grande, malo,

Recházanos, apártanos y nos molestaremos.

Podremos estar bien, y ser súper sexys,

Pero suaves lobas no somos ni por asomo.

Corre, corre, macho, macho,

Sabemos que quieres algo de este pedazo.

Golpéalo, golpéalo, tócalo, tócalo,

No lo encontraran, si no se los trazamos.

165

Les dijimos una vez, ahora lo decimos de nuevo,

No jugamos limpio, y nunca lo haremos.

Gruñido, gruñido, babear, babear,

Cero cachorros con nosotras, y nada de berrear.

Míranos, míranos, corre, corre,

Trata de atraparnos, si eres tan torpe.

Puedes mirar, tal vez incluso tocar,

Nos comprometemos a no hacerte mucho daño.

Chicos, chicos, no se escapen,

Tenemos más juegos que queremos jugar.

Desafíos, desafíos, peleas, peleas,

Quién recibirá, mis Ritos de Sangre.

Sabemos que cada uno, tiene un plan,

Atrápanos, atrápanos, si lo pueden lograr.

Las chicas estaban jadeando para cuando terminaron. En realidad todas

tenían dificultades para mantener una expresión seria a medida que ejecutaban

los movimientos. Jen se resquebrajó a sí misma con sus letras.

Mientras las chicas continuaron practicando, cambiando diferentes

movimientos para hacer que fluyera mejor, fueron totalmente ignorantes de la

audiencia fuera de las puertas del gimnasio. Un par de los machos de la manada

Serbia, habían estado de camino a hacer ejercicio al gimnasio, cuando escucharon

a las chicas animar. Se pararon a mirar antes de entrar y se sorprendieron al ver

a las tres mujeres sin pareja de la manada Rumana.

—En realidad, deberíamos irnos —dijo uno de los machos, mientras

continuaba mirando.

—Sí, deberíamos —respondió su compañero de manada.

Se produjo una pausa.

166

—Ve a buscar algunos de los otros chicos. Ah, y agarra mi teléfono.

Dejemos esto en vídeo.

* * *

Decebel yacía en su cama después de tomar una ducha de mala gana. No

había querido lavar el aroma de Jennifer de su piel. Pero se consolaba al saber

que iba a verla, tocarla de nuevo en la mañana.

Después de que la dejara en su habitación, había ido a la sala de

entrenamiento y drenó algo de la adrenalina que fluía por sus venas después de

haber estado tan cerca de Jennifer. Tuvo que admitir que se sentía más ligero,

más en control, ahora que habían hablado y puesto todas sus cartas sobre la mesa.

Se sintió aliviado al oír que Jennifer sentía algo tan fuertemente hacia él como él

lo hacía. A veces no estaba seguro. Era tan extraño para él sentirse inseguro y

preocupado de que no le gustara a una hembra. Sonrió para sus adentros.

A ella sí le gustaba. Mucho.

La cuestión no había cambiado realmente. Todavía iba a tener que lidiar

con otros lobos mostrando interés por ella. Pero le hizo sentirse mejor saber que

no estaba interesada en ellos. Que su corazón, era de él. Pensó que tal vez debería

estar preocupado de que ella de hecho encontraría su verdadero compañero entre

las otras manadas, pero a decir verdad, independientemente de la falta de señales

de apareamiento, Decebel apostaría su vida a que Jennifer Adams era su

verdadera compañera.

Ahí está, pensó. Estoy admitiéndolo y aceptándolo, mejor que eso, estoy

abrazándolo.

Decebel sintió su lobo bajar la guardia por primera vez en meses.

Finalmente, el hombre y el lobo estaban en armonía de nuevo.

Justo cuando empezaba a cerrar los ojos y quedarse dormido, escuchó

golpes en su puerta. Urgentes, fuertes, no un golpe promedio.

Decebel estuvo en la puerta de un salto.

Costin estaba en el otro lado, mirándolo un poco nervioso.

—¿Qué está pasando, Costin?

167

—Beta, son las 11.30. ¿Sabes dónde está tu mujer?

Decebel podría haber apreciado la pequeña broma, pero Costin se estaba

refiriendo a Jennifer, e implicando que no estaba donde la había dejado.

—Dime. —La voz de Decebel fue filosa.

Los ojos de Costin se abrieron y empezó a hablar muy rápido.

—Iba al gimnasio para hacer ejercicio y cuando llegué allí vi a un grupo de

machos de otras manadas mirando por las ventanas del gimnasio. Oí voces,

animadas voces femeninas. Cuando me acerqué lo suficiente para ver… bueno,

eran Jen, Crina y Marianna.

Decebel pasó junto a Costin y estaba tratando de no correr. Necesitaba

calmarse antes de llegar allí.

—¿Qué es lo que exactamente están haciendo? —preguntó mientras Costin

trataba de mantenerse al ritmo con su Beta.

Costin vaciló, pero la mirada que Decebel le envió le hizo aflojar la lengua.

—Están haciendo algún tipo de porra y baile —dijo vagamente.

—¿Quiero saber lo que lleva puesto?

—Probablemente no.

—Maldita sea.

Costin permaneció en silencio el resto del camino.

Decebel escuchó risitas y voces masculinas mientras rodeaba la misma

esquina por la que Costin había pasado sólo unos minutos antes. Caminó directo

a ellos, y los lobos se separaron como el mar rojo.

Todos miraron sobresaltados a Decebel, esperando a que perdiera el

control. En su lugar, arrebató el teléfono del lobo más cercano, y luego miró a

todos con ojos brillantes.

—Si han estado grabando esto tienen cinco segundos para borrarlo.

Hubo repentinos movimientos por todos lados, mientras los botones eran

oprimidos en los teléfonos.

168

—Si me entero de que alguno de ustedes no lo ha eliminado y lo muestran

a los demás, los llamaré afuera, los voy a desafiar, y van a perder.

Decebel se encontró con los ojos de los lobos y cada uno de ellos bajó la

mirada rápidamente.

—¿Queda claro?

—Sí, Beta —dijeron al unísono. El poder proveniente de Decebel era crudo

y fuerte. Tomaba, incluso el esfuerzo de los lobos más dominantes, no colapsar

bajo este.

—Bien. Ahora váyanse antes de decidir que no me importa mantener la

paz entre nuestras manadas.

Todos los lobos se habían casi ido antes de que hubiera terminado de

hablar. Lobos inteligentes, pensó.

Antes de que Decebel abriera la puerta del gimnasio, miró el teléfono que

había tomado y presionó el botón de reproducción en el vídeo. Los ojos de

Decebel se abrieron cada vez más, por cada palabra, cada movimiento de caderas,

cada giro, cada mirada de incitación que su compañera realizaba. Después de

permanecer en estado de shock por un momento, pulsó el botón borrar y le

entregó a Costin el teléfono.

—Cuando abra esta puerta, Costin, quiero que acompañes a Marianna y a

Crina a su habitación. Permanecerás fuera de su puerta el resto de la noche.

—Sí, Beta. —Costin obedeció.

Decebel alcanzó la puerta del gimnasio. Respiró hondo y le dijo a su lobo

que se tranquilizara, pero sabía que sus ojos todavía brillaban.

—Está bien, esta será la última vez. —Jen jadeaba, había pasado un tiempo

desde que había hecho tanto ejercicio—. Entonces creo que podemos terminar la

noche.

—Estoy bastante seguro de que la noche ha terminado.

Las tres chicas se congelaron ante el sonido de la voz detrás de ellas.

—Mierda, mierda, mierda —murmuró Jen para sí misma.

169

—Crina, Marianna. —La voz de Decebel no era dura, pero firme. Hablaba

en serio—. Costin las acompañará a su habitación. No la dejen hasta que sea hora

para el desayuno en la mañana.

Ninguna de las chicas habló mientras caminaban hacia Costin.

Crina miró, al pasar a Jen y pronunció:

—Lo siento.

Jen se encogió de hombros, luego respiró hondo, y se volvió para mirar a

su Beta.

—Qué gusto encontrarte aquí —coqueteó.

La mirada en sus ojos le dijo que eso no iba a funcionar. Una cosa que Jen

estaba aprendiendo rápidamente sobre Decebel, era que sus emociones rara vez

lo controlaban. Con ella, de vez en cuando se liberaban de su jaula. Y en

momentos como este, cuando había decidido que tenía razón y que ella iba a

obedecer, nada podía influir.

—Recuerdo claramente que te dejé en tu habitación, Jennifer.

—Bueno… no estaba realmente cansada y, Crina y Marianna dijeron que

querían hacer algo de ejercicio, por lo que…

—¿Por qué es que no procuraron una escolta al gimnasio? ¿Por qué

exactamente pensaste que era una buena idea pavonearse en tu pijama sin ningún

tipo de protección en una mansión llena de lobos machos sin pareja? —Decebel

dio lentos y medidos pasos hacia ella, mientras hablaba—. Por favor, dime,

porque sé que tiene que haber una razón trascendental para hacer algo tan

perturbador y peligroso.

—¿Acabas de usar la palabra procurar? —preguntó Jen con incredulidad,

con la insinuación de una sonrisa de satisfacción en sus labios.

—Jennifer. —La voz de Decebel fue mortalmente baja.

Jen inconscientemente dio un paso hacia atrás, ante los ojos brillantes

clavados en ella.

—No es gran cosa, B. Nadie entró mientras estábamos aquí. No veo por

qué me estás fastidiando.

170

Decebel rió. No era un buen sonido.

—No es gran cosa. Claro. Bueno, tal vez puedes explicarme por qué acaba

de tener que correr a veinte lobos lejos de esas puertas. Quienes, por cierto,

estaban grabando tu pequeña actuación en sus celulares. Así que, dime otra vez

cómo es que no es una gran cosa. —Decebel se movía de nuevo hacia ella.

Jen siguió retrocediendo hasta que el dorso de sus piernas golpearon las

gradas. Estuvo a punto de caerse sobre su trasero, pero se sostuvo con una mano.

Irritada con su torpeza y por el ligero temor que sentía por haber sido acosada por

Decebel y su extraña calma, volvió de nuevo a la Jen “no me importa nada”.

Llámenlo un mecanismo de defensa, pero le ayudaba a mantener la calma.

—¿Sólo veinte? —preguntó ladeando la cadera hacia un lado y apoyando

la mano sobre ella—. Hubiera pensado que el bailecito reuniría a un poco más.

—Hizo todo un espectáculo de parecer pensativa, tocándose la barbilla con el

dedo—. Hmm, tal vez necesitamos un poco más de acción de cadera. Aunque,

no creo que estuviéramos dando lo mejor de nosotras. Definitivamente va a ser

mejor cuando lo hagamos de verdad.

Decebel gruñó y dio un paso más cerca. Estaban a menos de un pie de

distancia. Jen todavía tenía la mano apoyada en la cadera, pero ahora tenía que

inclinarse un poco hacia atrás para mirar a su casi dolorosamente hermoso rostro.

—No me gusta ser el que te lo diga, nena, pero no vas a realizar ese

pequeño número para nadie. Nunca.

Los ojos de Jen se estrecharon.

—Tengo la sensación de que un día vas a cambiar de opinión acerca de

eso. Por cierto, no creas que llamarme “nena” te ayudará a salirte con la tuya por

ser un dictador, peludo, enfurruñado.

—Mira, sé que las mujeres no entienden cómo funcionan los cerebros de

los hombres. —En realidad pareció tímido mientras continuaba—. Tengo más de

un siglo de edad y mi cerebro aún funciona de esa manera. Los hombres no sólo

ven a chicas sexys haciendo un baile caliente.

—¿Qué otra cosa podrían ver? —preguntó Jen, revelando cuán inocente

era a pesar de todo su gran discurso.

171

—Cuando bailas así, y los miras como si fueras… ellos, nosotros —se

corrigió—, lo vemos como una invitación.

Jen no pudo evitar reír de incredulidad.

—Hombre, realmente están mal de la cabeza si eso es lo que obtienen a

partir de un baile y unas rimas, que en realidad insultan a los machos sin pareja.

Lo cual, si escucharan las palabras, entenderían.

Decebel le agarró la mano y tiró de ella hacia él. Envolvió sus brazos

alrededor de ella e inhaló su perfume profundamente en sus pulmones.

—Ya destacas con tu hermoso cabello rubio, piernas largas y ojos

impresionantes. ¿Podrías por favor no llamar más la atención sobre ti misma? —

le suplicó.

—Te faltó uno de mis mejores atributos —comenzó Jen, pero Decebel la

cortó.

—Jennifer. —Su voz era un gruñido.

Jen se rió.

—Sólo te dejaste a ti por fuera, lobo.

Decebel no pudo detener la sonrisa que se extendió por su rostro. Sólo ella

podía calmarlo y hacerle olvidar que estaba incluso enfadado.

—Voy a llevarte de vuelta a tu habitación y quiero que te quedes allí hasta

que vaya por ti en la mañana.

Jen salió del refugio de sus brazos. Puso los ojos en blanco.

—Bien, caramba. Siempre limitas mi estilo.

Decebel la acompañó de regreso a su habitación. Justo antes de que ella

entrara, la detuvo con una mano en su brazo. Se inclinó y la respiración de Jen se

aceleró. Rozó su nariz contra su cuello, haciendo que un escalofrío tensara el

cuerpo de Jen. Se echó hacia atrás y dijo la última cosa que Jen esperaba nunca

escuchar.

—Por mucho que odie que tomes otra ducha ahora que llevas mi olor, sería

lo mejor. Al parecer, tu pequeño baile te puso caliente.

172

Jen sonrió con malicia.

—Si a mí me puso caliente, sin duda te puso…

Decebel puso un dedo sobre sus labios. Negó con la cabeza, haciéndole

saber que sabía exactamente lo que ella había estado a punto de decir.

—Mantener tus palabras bajo control se está convirtiendo en un trabajo de

tiempo completo —bromeó. Ella le sacó la lengua en respuesta, con lo que sacó

una risa de él—. Que duermas bien —le dijo mientras se volvía para irse.

Jen se sonrojó acaloradamente mientras empezaba a abrir la puerta de su

habitación, pero antes de que él estuviera muy lejos, murmuró:

—No sería un trabajo tan duro, si mi boca estuviera ocupada con otras

cosas. —Sabía que su oído de lobo la escucharía.

Decebel no se dio vuelta.

—Espero ansiosamente poder olfatearte… quiero decir verte en la mañana,

Jennifer.

Jen rápidamente cerró la puerta. Sonriendo mientras se inclinaba hacia

atrás, dijo en voz alta:

—De verdad te estás metiendo con la bestia, Jen. Y si fuera una chica que

apostara, diría que quieres ser mordida. —Se rió sin aliento—. Eso lo resume

todo, Sherlock. —Negó con la cabeza y, una vez más se dirigió a la ducha.

* * *

La cabeza de Cynthia se levantó por el repentino llamado a su puerta. Miró

su reloj y se preguntó quién la visitaría a medianoche. Se levantó y abrió la puerta

para encontrarse a Sally en el otro lado.

—Sally. —Cynthia no ocultó la sorpresa en su voz—. ¿Está todo bien?

—Sí —dijo Sally en un principio, pero rápidamente se retractó—. Bueno,

la verdad, no lo sé. ¿Puedo hablar contigo un minuto? Me doy cuenta de que es

tarde. —No podía dejar de retorcerse las manos y cambiar de un pie al otro.

El comportamiento de la chica no pasó desapercibido por la doctora.

173

—Claro. Vamos, entra. —Sally sorteó por la puerta y Cynthia la cerró

suavemente—. Entonces, ¿qué te trae por aquí a estas horas? —le preguntó,

aunque no sin amabilidad.

—Se trata de Jen y Decebel… —comenzó Sally.

—Ah, sí. Las celebridades del baile —bromeó Cynthia.

Sally sonrió.

—Siempre puedes contar con Jen para hacer una entrada o una salida. Una

que siempre va a ser épica.

Cynthia esperó pacientemente a que Sally continuara.

—Después de que Jen dejó el baile, Decebel la siguió y hablaron.

—¿Sólo hablaron? —Las cejas de Cynthia se levantaron mientras se

inclinaba hacia adelante.

Sally asintió.

—Sí, no pasó nada divertido. Contrariamente a su apariencia y gran charla,

Jen realmente tiene un alto estándar cuando se trata de tener un encuentro físico

en una relación.

Cynthia tenía que admitir que estaba sorprendida. La boca de Jen sugiría

a menudo lo contrario.

—Cuando Jen regresó a su habitación, Jacque y yo la estábamos

esperando. Queríamos estar seguras de que estuviera bien, ¿sabes? —Sally seguía

con las manos inquietas, mientras hablaba—. Jen dijo que Decebel sacó todo

fuera.

Cynthia se sentó bruscamente.

—¿Qué quieres decir con “todo”?

—Le dijo que la quería y que su lobo la había reclamado como su

compañera. Por supuesto, todos lo vimos a un kilómetro de distancia, pero me

pregunto qué lo hizo cambiar de opinión sobre perseguirla tan rápidamente.

174

Cynthia cruzó las piernas mientras se echaba hacia atrás y miraba a Sally.

Era obvio que la chica se preocupaba realmente por Jen, e incluso por Decebel.

Qué bueno debe ser tener esa clase de amistad, pensó.

—Bueno, podría haber un par de razones para su brusco cambio. Sé que

Alina y Vasile han tratado de explicarles todas las diferencias entre los machos

Canis lupis y los machos humanos, así como los dominantes Canis lupis y los no

dominantes.

Sally asintió.

—Por eso, voy a tratar de no ser demasiada redundante. Así que, el macho

dominante es controlador, obsesivo, protector, muy leal, muy intenso, y muy,

muy posesivo. A veces estos rasgos son una molestia absoluta y, francamente, un

dolor en el… bueno, ya me entiendes. Sin embargo, hay otros momentos que

estos rasgos son necesarios en nuestro mundo. Estas cualidades pueden ser la

diferencia entre la vida y la muerte en algunos casos. —Cynthia hizo una pausa,

recopilando sus pensamientos—. Te diré que, a veces, un macho dominante

puede parecer un poco bipolar, ya que pueden cambiar en un abrir y cerrar de

ojos. Están condicionados a pensar con rapidez y bajo presión, tomar decisiones

rápidas para el bien de la manada y sus seres queridos. Así que lo que piensa que

podría ser la cosa más correcta para hacer un minuto, puede ser anulada en el

siguiente, por un cambio de circunstancias o jugadores en el campo. ¿Estás

conmigo todavía? —preguntó.

—Sí. Estoy empezando a ver cómo las cosas podrían haber hecho decidir

a Decebel que necesitaba superar este miedo de no ser capaz de proteger a Jen.

—Exactamente —concordó Cynthia—. Esta noche Decebel vio cómo se

iba a desarrollar el juego, por decirlo de alguna manera. Creo que se dio cuenta

la intensidad con que se siente hacia Jen. No ha tenido que competir por su

atención hasta ahora. Decebel es inteligente, es muy fuerte, y en su núcleo es un

Alfa. Al ser un Alfa tiene todas las características que he mencionado hasta el

extremo. La personalidad también puede hacer que ellas reaccionen con más

fuerza. La personalidad de Decebel es mucho más intensa que la de Fane. Es un

observador, no un hablador. Esta noche apostaría que se dio cuenta de cuál era

su límite en cuanto a no perseguir a Jen, y llegó a él. Cuando vio a otro lobo

mostrando un interés considerable en ella, lo que sea que estuviera refrenándolo

se rompió bruscamente.

175

Sally se frotó la cara, obviamente cansada, pero no se iba a ir por el

momento. Quería tratar de entender la dinámica entre Jen y Decebel. Algo en

ella se sentía obligada a cuidarlos.

—Sé que fue una larga explicación, y creo que probablemente la correcta.

Pero hay una segunda posibilidad de por qué Decebel cambió de opinión acerca

de su relación con Jen. Decebel vino a mí hoy y me dijo que el olor de Jen ha

cambiado para él. Dijo que estaba seguro de que era el aroma de apareamiento.

Sally frunció el ceño.

—Oh, sí me acuerdo de Fane explicando los diferentes signos de

apareamiento… el aroma era uno de ellos.

—Su olor podría haber finalmente empujado a su lobo hasta el borde, lo

que le permitió tomar el control sobre Decebel, aunque fuera brevemente.

Realmente creo que, debido a que Jen está en un estado latente, las señales de

apareamiento sólo van a requerir más vinculación emocional y, aún más molesta,

paciencia. Simplemente hay que ser paciente para dejar que la naturaleza haga lo

suyo. Es casi como si su lobo necesitara ser despertado.

—Buena analogía, doc. —Sonrió Sally con cansancio—. Está bien. Bueno,

sólo quería obtener su opinión sobre la situación. Pero hay una cosa más… ¿cree

que Decebel cambiará de parecer? —La voz de Sally tomó un tono serio—.

Cynthia, la fuerte de Jen, la capaz Jen, no manejará bien si Decebel se aleja de

ella. No después de su declaración de esta noche.

—Hay una cosa que un lobo no puede cambiar: sus sentimientos hacia su

compañera. Si Decebel aceptó que su lobo ha reclamado a Jen, si ha aceptado

que a veces el lobo en nosotros es mucho más perceptivo de lo que nosotros

somos, y está eligiendo a confiar en eso, entonces no hay vuelta atrás. Decebel no

podría alejarse de Jen, incluso si, por algún milagro, más allá de los milagros,

quisiera. No sólo eso, sino que va en contra de todas las fibras de su ser provocarle

dolor a Jen, físico o emocional. Su lobo nunca lo permitiría. Decebel tiene más

de un siglo de edad, Sally. Sabía todo esto cuando decidió dedicarse realmente a

Jen. Te puedo asegurar que no entró a la ligera.

Sally asintió y respiró profundamente, dejando entrar el aire lentamente.

—Está bien, eso me hace sentir mejor. Jen es una de esas personas que, una

vez que se compromete, una vez que declara que algo es suyo, se dedica con todo

176

su corazón. Jen tomaría una bala por Jacque y por mí, sin pensarlo. Arrastró a

Jacque fuera de un auto en llamas, sin importarle si lograba salir con vida. Así

que, sólo quería asegurarme que Decebel entiende que desde que le ha dado a Jen

luz verde para reclamarlo, necesita estar preparado para aceptar las

consecuencias. Esas consecuencias acaban de resultar ser una muy mandona,

pero también inflexiblemente leal, Jennifer Adams.

Una vez que Sally se fue, Cynthia se sentó sobre la cama y recapituló la

conversación. No estaba sorprendida realmente de que Decebel hubiera hecho su

movimiento. No después de lo que ella y todos los demás habían presenciado esta

noche. Cynthia decidió que sería importante tratar de mantenerse al día con

cualquier cambio que experimentaran, especialmente Jen, ya que ella no era

completamente Canis lupis. Sabía que a Decebel no le gustaría la idea. Lo

consideraría como curiosear sobre algo muy privado, pero esto era importante y

podría ayudar a las futuras relaciones latentes.

177

17 Traducido por Carmen170796

Corregido por LizC

en se sentó en su cama mientras se quitaba los zapatos. Había escogido

un atuendo cómodo, pero al mismo tiempo halagador. Definitivamente

tenía que ser cómodo dado que su clase de defensa personal era hoy. Así

que se puso pantalones de yoga negros, una camiseta azul manga larga,

y sus Nike. Parada frente al espejo, examinó el resultado y sonrió. No demasiado

desaliñada.

Jen realmente no era vanidosa, pero sí apreciaba los atributos que Dios le

había dado. Largas y torneadas piernas, una pequeña cintura y un busto grande.

Ciertamente le gustaba ser grande en esa área, pero estaba el molesto problema

de chicos a menudo hablándole a su pecho en lugar de a su cara. Algunas veces

pensaba que ellos realmente esperaban que les respondieran, de verdad.

Tenía un abundante y largo cabello rubio, aunque el rubio no habría sido

su primera opción, y brillante ojos azules. A menudo la confundían por una rubia

tonta, pero algunas veces era mejor dejar que las personas la subestimaran.

Jen miró el reloj en su teléfono y respiró profundo. Decebel estaría ahí en

cualquier momento, o al menos debería estarlo. Desafortunadamente había una

pequeña voz, a la cual la mayoría del tiempo ella era capaz de decirle: “me

importa un pito”, tratando de decirle que probablemente había cambiado de

opinión. Él probablemente se habría acostado en su cama anoche maldiciéndose

por reaccionar ante el calor del momento y hacer una promesa que estaba más

allá de lo que él quería.

Él no haría eso, le dijo a la voz.

¿Estás segura?, respondió esta.

Jen sacudió su cabeza.

J

178

¿Qué dem…? Estoy discutiendo con mi subconsciente. Detente, Jennifer.

Sólo detente.

Respiró profundo varias veces y se sintió un poco más en tierra.

—Está bien. Puedo hacer esto. No hay problema —le dijo a la habitación

vacía… después casi se le salió el corazón por la boca cuando hubo un golpe en

la puerta—. Sí, lo tienes bajo control, Mujer Maravilla —murmuró

sarcásticamente mientras abría la puerta.

Ella contuvo la respiración mientras la abría. Sin importar cuanto había

tratado de prepararse, siempre se sentía afectaba por su presencia: el tamaño de

él, el nivel de intensidad en sus ojos ámbar cuando la miraba. Está bien, así que

“afectada” era decirlo suavemente.

Ambos se quedaron parados ahí mirándose el uno al otro. Jen tuvo la

perceptible sensación que él también había esperado que ella se acobardara.

Decebel iba a aprender que Jen no se acobardaba. Una vez que se proponía algo,

se comprometía al cien por ciento.

—¿Puedo pasar? —preguntó Decebel finalmente, rompiendo el intenso

momento.

—Oh, sí. Lo siento —balbuceó Jen. Y después, mientras él entraba a su

habitación ella se dio cuenta de algo—. Tocaste la puerta —dijo. Las palabras casi

sonaban a una acusación en lugar de una observación.

Decebel se volteó a mirarla, una pequeña sonrisa en su cara reciamente

atractiva.

—¿Estás decepcionada?

—Sí. No. Quiero decir, sólo me atrapaste fuera de guardia —admitió

finalmente.

Aunque ella lo había fastidiado para que tocara las puertas, ahora

encontraba que la había hecho sentir especial. Sí, escuchaste bien, pensó. Tan

ridículo como sonaba, él irrumpiendo de esa forma la hacía sentir que no podía

esperar para verla, o chequearla. La urgencia en él cada vez que entraba

campantemente sin invitación era un subidón de adrenalina para ella. Esperaba

que él no pudiera ver a través de su expresión de póker que había perfeccionado…

no en realidad.

179

—No me gusta tocar —le dijo él, sonando como el dominante que era—.

No debería tener que llamar a tu puerta.

Jen sintió una sonrisa amenazando transformar su rostro.

—¿No deberías tener que hacerlo? —No le pasó desapercibido que él sólo

le había dado una manera para que ella mantuviera su orgullo y al mismo tener

lo que quería. Lobo astuto—. Si es así como te sientes, entonces, ¿por qué tocaste?

—le desafió ella.

—Pensé en intentarlo, ver si me gusta el asunto. —Él le levantó una ceja.

—¿Estabas probando el concepto de tocar? —Jen mantuvo una expresión

seria mientras hablaba. Se sentía muy orgullosa por ello.

—Esa es una buena manera de ponerlo —coincidió él—. Lo voy a devolver

a la agencia. No me impresionó el resultado.

Jen se rió.

—¿El resultado? Entonces, ¿no te gustó como respondí a la puerta?

Decebel se rió con ella.

—Prefiero la mirada enojada que me das cuando entro sin invitación.

—Bueno, supongo que en tu próxima entrada serás recompensado

totalmente por haber gastado tu tiempo en una fallida prueba. Me aseguraré de

estar doblemente enojada.

Decebel sonrió ante su gracia. Fue una sonrisa que hizo que Jen se diera

cuenta que sólo con ella, él se veía así. Sólo con ella dejaba caer la fuerte

apariencia exterior.

—Eres la única que me hace sentir así —dijo Decebel, habiendo una vez

más adivinado correctamente la dirección de sus pensamientos.

—Dime de nuevo por qué tenemos que tener esa cosa de la conexión

mental, porque tú ya sabes lo que estoy pensando la mayoría del tiempo.

—Tu rostro es muy expresivo. Nunca te escogería como una compañera

de póker. —Se río ante la mirada que ella envió en su dirección. Pero su lobo

estaba caminando de un lado a otro en su interior, cansando de platicar, listo para

180

seguir con lo de marcar su esencia. Sus ojos deben haber empezado a brillar

porque ella tragó fuerte.

—Estoy seguro que tus compañeras en el crimen llegarán en cualquier

minuto. Ven aquí, Jennifer. —La voz de Decebel fue un gruñido. Estaba tratando

de bajar el tono del posesivo brillo en sus ojos, pero a juzgar por cómo ella parecía

lista para escapar, no estaba teniendo éxito—. Nunca te lastimaría —trató de

calmarla.

Jen mentalmente se golpeó por su reacción ante la conducta posesiva de

Decebel. Es Decebel, tonta, se reprendió. Moriría antes de lastimarte. Regañada

suficientemente, se irguió confiadamente y se acercó hasta detenerse frente a él.

Jen sabía que probablemente esa sería la única vez que la tocaría hoy, y

ella iba a saborearlo y grabarlo en su memoria. Una vez que estuvieran fuera de

su habitación, bajo el escrutinio de los Alfas, no podrían mostrar un verdadero

interés en el otro. Era suficiente malo que ya hubieran llamado la atención hacia

ellos mismo al punto en que la tenían en menos de veinticuatro horas. Nunca

podrían acusar a Jen o a Decebel de ser sutiles; definitivamente no era el segundo

nombre de ninguno de ellos.

Él gentilmente envolvió su gran mano alrededor de la nuca de Jennifer. La

observó fascinado mientras sus ojos se cerraban, como si disfrutara la sensación

de su piel sobre la suya. Tiró de ella más cerca. Sus brazos se envolvieron

alrededor de él y apoyó su cabeza en su pecho como si lo hubiesen hecho miles

de veces. Decebel gruñó profundamente, su lobo estaba disfrutando del toque de

su compañera.

Compañera, pensó Decebel. Cada fibra en él le decía que ella lo era, y aun

así a una pequeña parte de él todavía le preocupaba que la falta de señales de

emparejamiento fuera la confirmación de que no perteneciese a él.

Sintió un aullido de rabia brotando de su garganta ante la idea de ella

siendo de otro. Tenía que ponerle una cadena a su lobo.

Él puso su mejilla contra su coronilla y sopló suavemente en su cabeza.

Jennifer se estremeció en sus brazos, haciendo que él la estrechara más fuerte.

Después de estar así por lo que sintió como segundos, aunque él sabía que había

sido más tiempo, se apartó lo suficiente para inclinarse y colocar su nariz en su

cuello, el lugar sensitivo donde seguía con su hombro. Él respiró profundo y de

181

nuevo sopló suavemente. Esta vez las rodillas de Jennifer casi cedieron y lo

hubiera hecho si sus brazos no hubieran estado a su alrededor; probablemente

habría caído al suelo.

Decebel sonrió mientras continuaba respirando cerca de su cuello. Le

estaba tomando cada onza de control que quedaba en él no morderla, incluso sólo

mordisquearla. Mostrarle dónde ella tendría su marca. Besó su cuello suavemente

y cuando escuchó un gemido susurrante salir de ella, rápidamente se alejó.

Mantuvo sus manos en sus brazos hasta que supo que estaba firme en sus pies.

Jen permaneció parada ahí, aturdida mientras Decebel abruptamente se

alejaba de ella. ¿Hice algo malo?, se preguntó. Miró a Decebel y vio que su

respiración se había acelerado. Apretaba los dientes y sus ojos estaban más

brillantes de lo que alguna vez los había visto.

—¿Estás bien? —le preguntó vacilantemente, temerosa de que lo hubiera

asustado.

—Sólo necesito un momento. —Su voz era ronca.

—¿Hi-hice algo malo? —balbució Jen en preocupación. De repente no

podía dejar de frotar sus manos en sus pantalones. No estaban pegajosas o

sudadas, pero sentía que tenía que hacer algo con ellas.

—No, hermosa. No hiciste nada malo. Sin embargo, hiciste algo bien.

Muy, muy bien. —Decebel dejó escapar un profundo suspiro mientras pasaba sus

manos por su cabello.

—Entonces, ¿qué está mal? —preguntó, ladeando su cabeza y cruzando sus

brazos sobre su pecho, efectivamente atrayendo los ojos de Decebel a sus ahora

levantados pechos.

La cabeza de Decebel se movió lejos tan rápidamente como sus ojos habían

aterrizado en ella. Se aclaró su garganta, indiscutiblemente incómodo y

avergonzado por sus acciones. Jen no pudo evitar la sonrisa que sentía en su

interior ante su obvia atracción hacia ella. Bueno, una chica tiene que saber, pensó

a la defensiva.

—No es que haya algo malo. Es sólo que… bueno, verás… —Decebel

realmente estaba nervioso.

Qué novedad.

182

—Estoy atraído hacia ti —balbuceó finalmente.

—Bueno, eso espero —respondió ella.

—No estoy diciendo que sea malo, Jennifer. Estoy diciendo que es intenso

y… cuando haces sonidos como el acabas de hacer…

Las manos de Jen se movieron a su boca. Un amortiguado—: ¿Qué sonido?

—salió a través de su mano.

—El gemido —dijo de manera casual—. Nena, no puedes hacer sonidos

como ese. Es como entregarle a un hombre la invitación a un banquete hecho

sólo para él.

Aunque Jen escuchó todas sus palabras, permaneció atascada en la pasión

que escuchó en la palabra “nena”.

—¿Acabas de llamarme nena? —le preguntó dulcemente.

—Jennifer, ¿escuchaste lo que dije?

—Sí, ¿pero acabas de llamarme nena?

Decebel se le quedó mirando y la confusión llenaba su expresión.

—Sí. ¿Es ese un problema?

Jen sacudió su cabeza.

—No, como que me gusta —admitió desvergonzadamente—. Nunca

pensé que fueras del tipo que dice nena.

—Tengo la sensación de que hay un montón sobre mí que cambiará por ti

—le confesó.

—Huh. Bueno, me gusta. No te detengas. —Le guiñó un ojo.

Decebel se rió y sacudió su cabeza, una vez más pasando sus manos por su

cabello.

—Vas a ser mi muerte, Jennifer Adams.

—Entonces, ¿te veré hoy? —preguntó ella.

183

—Sí. Estaré en todos los grupos en los que tú estés. Fue arreglado con

anticipación dado que he sido asignado para mantenerte a salvo.

—Pero, ¿es seguro? Quiero decir, ¿que tú estés conmigo?

Decebel no la miró cuando respondió.

—Para ti.

Jen no respondió y él se acercó de nuevo a ella. Estirándose, acarició su

mejilla y prometió:

—Trataré de mantener la calma.

—Tampoco me gusta verte con alguien más. Estaré intentando no perder

el control tanto como tú.

—Somos todo un par, ¿verdad? —dijo él, sonriendo.

Jen le devolvió la sonrisa.

Hubo un golpe en la puerta y Decebel automáticamente se puso frente a

ella. Ella lo empujó a un lado.

—Tranquilízate, lobo. Probablemente son las chicas.

Decebel siguió cerca y antes de que ella pudiera abrir la puerta, preguntó:

—¿Quién es?

Ambos escucharon risitas al otro lado. Jen puso sus ojos en blanco y abrió

la puerta.

Jacque, Sally, Crina, y Marianna se detuvieron y borraron las sonrisas de

sus caras.

—Señoritas. —Jen las miró severamente.

—Jen, me gustaría que supieras que no participé en las risitas —dijo Fane

desde detrás de la manada de hienas en la puerta de Jen.

—Anotado, bola de pelos —reconoció Jen.

Jacque sonrió dulcemente.

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—Vinimos a ver si estabas lista para bajar a desayunar.

—Sí, seguro que lo hicieron. —Jen sintió la mano de Decebal en su espalda

baja y se calmó, permitiendo que su enojo desapareciera—. Hagamos esto —

cedió ella con una sonrisa.

—Vayamos a darnos un atracón, señoritas —soltó Jacque mientras el

grupo se dirigía abajo.

—Jacque, pensé que dijimos que no usarías esa palabra —le recordó Jen.

—No —respondió Jacque—. Tú trataste de hacerme no usarla y yo te

ignoré.

—Qué bueno saber que valoras mi opinión —murmuró Jen.

—Con la mayor vehemencia, Jen. —La respuesta de Jacque hizo que Jen

bufara.

La sala donde iban a comer era mucho más pequeña que el gran salón

donde habían estado la noche anterior, pero era igual de lindo.

Todos tomaron asiento y Jacque se sentó a la izquierda de Jen y Sally a su

derecha. Cuando Jacque notó que Decebel se sentó frente a Jen, no a lado de ella,

miró a Jen, con sus cejas fruncidas. Sus ojos decían claramente: “¿Qué pasa?”

Jen se inclinó y susurró cerca al oído de Jacque.

—Tenemos que mantener las cosas en secreto.

—Entendido.

Vasile y Alina pronto llegaron y los otros miembros lentamente entraron.

Jen asintió hacia Cynthia cuando apareció. Aparentemente llegó tarde anoche

después de todo el drama. Jen suponía que ella y Decebel iban a tener que ponerla

al día con lo que habían decido anoche.

Dorin y Cami llegaron y le sonrieron a Jen. Ella les devolvió la sonrisa y

observó mientras Anton y Delia la reconocían. Una vez que toda la manada

estaba presente, Vasile señaló a que sirvieran la comida.

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El desayuno consistía en tocino, jamón, algún tipo de pan que se suponía

que eran panecillos, huevos, y panquecas si querías. La mayor parte la pasaron

en silencio mientras todos se concentraban en comer.

Vasile finalmente se dirigió a ellos.

—Cada uno de ustedes sabe qué debe hacer hoy. Represéntenos bien. —

Sus ojos aterrizaron en Decebel y Jen se esforzó por no reírse. Jacque, Sally, Crina

y Marianna no lo lograron. Decebel las miró amenazadoramente e

inmediatamente se callaron.

—Realmente no entiendo el punto de estas actividades —dijo Crina,

añadiendo comillas cuando dijo actividades—. Quiero decir, vamos, Alfa. Las

CF van a estar trabajando en defensa personal con los machos de la manada de

Serbia. ¿Qué es eso?

—¿Las CF? —preguntó Vasile antes de abordar su pregunta.

—Sí, como en Las Cinco Fabulosas —dijo ella señalando a Sally, Jen,

Jacque, Marianna y a sí misma.

Decebel, Fane, Costin e incluso Sorin trataron de esconder su risa tosiendo.

Crina les lanzó una mirada que prometía un castigo si no paraban y cesaban.

Vasile sonrió ante el nombre que ella había dado al grupo, y ante la amistad

que había crecido. Significaba que había camaradería, lo cual era vital para una

manada sana. Él sabía que una manada con mujeres intensas llenas de celos

insignificantes podía ser destruida fácilmente.

—Crina, tan ridículo y tonto como parece, estas actividades están

diseñadas para evitar tener lobos ociosos sin nada en qué concentrarse salvo en

vencer la competencia por una compañera. No podemos meterlas a todas en una

habitación y darles a los hombres pase libre.

—Hablando de “festival de machos”—bromeó Jen.

Sally y Jacque sonrieron.

—No necesito para nada esa imagen, Jen —le reprendió Sally, aunque la

sonrisa nunca dejó su cara.

—Oh, vamos. Saben que todos lo estaban pensando —se quejó Jen.

186

Costin le sonrió y guiñó.

—Culpable del delito.

Decebel sacudió su cabeza ante el joven lobo. ¿Yo era así de tonto?, se

preguntó, después respondió su propia pregunta. No, definitivamente no.

Vasile continuó, ignorando la charla entre ellos.

—El punto de hoy es que puedan conocer otros machos pero su tiempo

también tendrá un buen uso. Todos deben aprender defensa personal y así

habremos matados dos pájaros con un solo tiro.

Cuando nadie más refutó, él continuó.

—Si son tan afortunados de encontrar a sus verdaderos compañeros, les

pediré que vengan a hablar conmigo y Alina inmediatamente. Este escenario es

bastante diferente al nuestro, y la pareja deberá probar su estatus de compañeros.

—¿Qué clase de prueba? —preguntó Decebel, con un transfondo de algo

muy peligroso en su tono.

—Lo más obvio serían las marcas. —Ante las palabras de Vasile, varios de

los machos sin pareja, incluyendo a Costin y Decebel, hablaron.

—No puedes hablar en serio —gruñó Decebel—. ¿Cómo se atreven los

Alfas a pedirnos que exhibamos a nuestra compñaera como si fuera un pedazo de

carne? Y pedir ver lo que debería ser sólo para los ojos de nuestra compañera…

eso es cruzar la línea, Alfa.

Alina tocó el brazo de su compañero y Vasile le echó un vistazo.

—Tú nunca le habrías permitido que vieran mis marcas.

Vasile permaneció en silencio mientras observa los rostros de su manada.

Los machos estaban tensos, listos para reaccionar ante la noticia del momento.

Incluso los machos con pareja estaban horrorizados ante la idea de alguien viendo

las marcas de una mujer. Él respiró profundo. Este encuentro realmente sería una

prueba para su liderazgo y la lealtad de su manada.

—No estoy diciendo que esté de acuerdo con ello, tampoco que los obligaré

a obedecer. Es por eso que les pedí que vinieran a mí y Alina en primer lugar.

187

—¿Por qué no sólo hacen que uno les diga lo que el otro está pensando? —

preguntó Marianna.

—Porque aseguran que la pareja puede simplemente planear qué dirán con

anticipación, haciéndolo parecer como si tuvieran una conexión mental cuando

no es así —explicó Vasile.

Sally levantó su mano para hablar. Vasile le sonrió amablemente.

—Sally, ¿tienes una pregunta?

—Um, sí. ¿Por qué alguien pretendería ser un una verdadera pareja?

—Sabes de nuestra longevidad. Has visto hasta que punto llegarían algunos

machos por tener una compañera a través de lo que Jacque experimentó. —Vasile

se detuvo y Sally asintió en acuerdo—. Hay mujeres que están igual de

desesperadas por un compañero. Algunos piensan que si ambos acceden

entonces deberían poder estar juntos, sin importar las consecuencias. Lo que no

entienden, o no recuerdan porque han estado solos por tanto tiempo, es que nadie

en esta tierra, humano o Canis lupis puede llenar el agujero dentro de sí. Nadie,

sin importar cuánto puedas amarlos, puede darte la otra mitad de tu alma. Y si

llega el momento en elegir entre alguien que no es tu verdadero compañero y tu

verdadero compañero aparece, no hay nada que te detenga de ir con él. Te alejarás

de cualquier vida que hayas construido, niños que hayas engendrado, y la persona

con la que te hayas casado sin una mirada hacia atrás. Es nuestro trabajo como

Alfas proteger a nuestra manada. Como un padre que guía a su niño, así es un

Alfa con su manada. Los Alfas que nos han reunido quieren asegurarse de que

nadie cometa el error de pensar que pueden encontrar lo que están buscando en

alguien que verdaderamente no les pertenece. Es por eso que insisten en una

prueba.

La sala quedó en silencio cuando él terminó de hablar. Vasile sabía que

entender el por qué no necesariamente lo hacía más fácil de aceptar. Su manada

simplemente tendría que confiar en él.

Decebel miró al otro lado de la mesa a Jennifer, imaginándola con sus

marcas. Después pensó en otro viéndolas. Simplemente eso no iba a pasar. Él

estaría muerto antes de que alguien más viera la espalda de Jennifer.

Sintiendo sus ojos en ella, Jen levantó la mirada y vio la intensidad de la

mirada de Decebel. Ella supuso que estaba contemplando la idea de ella portando

188

sus marcas y la posibilidad de alguien viéndolas. No estaba complemente segura

pero suponía que la respuesta de Decebel era un gran y rotundo: “Cuando el

infierno se congele”. Sus ojos estaban brillando, apretaba los dientes.

Había cruzado los brazos sobre su pecho y podía ver sus músculos

flexionándose. Sip, bastante seguro que los cerdos tendrían que volar, el infierno

se tendría que congelar, y George tendría que vender su propiedad frente al

océano antes de que otra persona viera sus marcas.

Si alguna vez aparecen, pensó ella solemnemente.

—Si nadie más tiene algo que decir… —Vasile esperó. Cuando nadie habló

les permitió irse.

189

18 Traducido por Mari NC

Corregido por LizC

en se sentó en el gimnasio con el resto de las CF; tenía que admitir que

le encantaba la designación de Crina a su pequeño grupo. Dorin y Cami

estaban en un lado de la habitación y Anton y Delia estaban en el otro.

Sus ojos recorrían el gimnasio constantemente, esperando a ver si

alguno de los lobos se convertiría en un problema.

Jen tenía la sensación de que algunos de los machos apareados tenían

ganas de pelear y no les importaría derribar a un lobo o dos. A la derecha estaba

sentado otro grupo de mujeres sin pareja. Algunas lucían ansiosas, sus ojos muy

abiertos, inspeccionando a los hombres en el suelo. Otras lucían como si acabaran

de averiguar que se dirigían al taxidermista.

Decebel y Fane estaban sentados un par de filas detrás de las CF en las

gradas, escudriñando a la multitud con la misma concentración. Incluso con los

ojos vagando por la habitación, Jen sabía que Decebel era muy consciente de ella.

Él sabría si se movía un centímetro de donde estaba sentada ahora. Sabría

si su respiración cambiaba en absoluto, o su ritmo cardíaco aumentaba. Sonrió

para sus adentros, pensando en lo agradable que era tener a ese por el que había

estado suspirando, lo agradable que era haber aceptado lo que hay entre ellos.

Marianna, quien estaba sentada a la izquierda de Jen, le dio un codazo y

movió la cabeza en dirección a las puertas.

Ellas vieron como un hombre, un hombre muy grande, entraba en el

gimnasio. Se detuvo en el centro y su presencia trajo inmediatamente la

habitación al silencio. Jen miró más de cerca y se dio cuenta que era Skender. Fue

entonces cuando se dio cuenta que ella no lo había visto o Boain desde que

llegaron al Encuentro.

Eso es raro, pensó.

J

190

—¿Te diste cuenta que Skender y Boain han estado Perdidos en Acción

desde que llegamos? —preguntó, inclinándose hacia Jacque.

Jacque asintió.

—No había pensado en ello hasta verlo ahora mismo.

Jen vio como el rostro de Jacque adquirió esa rareza que ponía cuando

hablaba con Fane a través de su vínculo. Pensó: Nota mental: practica usar el

vínculo mientras te miras en el espejo. De esa manera ella podría asegurarse de

mantener una expresión normal cuando y si Decebel y ella alguna vez llegaran a

eso.

—Fane dice que Vasile los tiene a ambos encargándose de un par de las

actividades para ayudar a minimizar el riesgo de Decebel poniéndose en una

situación en la que pudiera ofender a las hembras de las otras manadas.

—¿Cómo podría ofenderlas? —preguntó Jen.

—Si de plano se niega a participar con una hembra en una actividad en

solitario o en grupo, se considera una bofetada en la cara.

Jen asintió mientras se volvía y miraba a quien le ocupaba cada

pensamiento. Él la miraba, como a menudo lo hacía cuando ella lo miraba. Ella

sonrió y la ligera curva en alto de sus labios no habría sido captada por cualquiera.

Pero Jen estaba aprendiendo sus expresiones sutiles. En su situación actual, él

estaba tratando de evitar sostener un cartel que dijera: “Estoy tras Jennifer

Adams”, pero al mismo tiempo no quería que olvidara lo que había dicho.

Él la quería.

—Bienvenida manada de Serbia —anunció Skender—. Mi nombre es

Skender y soy miembro de la manada Rumana. Estaré liderando las lecciones de

hoy. —Luego, dirigiéndose a las gradas, donde los dos grupos de mujeres se

sentaban, apuntó a la derecha—. Damos la bienvenida a las hembras de la

manada Búlgara.

Todos los chicos aplaudieron con respeto pero sus ojos eran salvajes e

impacientes.

—También damos la bienvenida a las hembras de la manada Rumana.

191

Una vez más los machos aplaudieron.

—Eso habría sido la entrada perfecta —murmuró Crina, haciendo

referencia a la porra que había sido evitada completamente por mi Decebel.

Aguafiestas, gruñó Jen interiormente hacia él.

—Hoy los hombres van a enseñar defensa personal y algunos movimientos

de combate. Los Alfas sienten que es importante que todos los miembros de la

manada sepan cómo defenderse. Aquellos de ustedes que ya han estado

entrenando serán emparejados con un instructor avanzado. —Skender miró más

allá de las CF y señaló de nuevo—. Decebel, por qué no bajas con Crina y nos

demuestran algunos de los movimientos que aprenderemos hoy.

A medida que Decebel hizo su camino bajando las gradas, caminó detrás

de Jen y las otras chicas. Mientras pasaba a su lado frotó un dedo suavemente en

la nuca de su cuello, tan rápido que nadie se percató de ello. Ella sonrió.

Te quiero. Ella oyó su voz en su mente y deseó que no fuera sólo un

recuerdo.

Fue entonces cuando Jen realmente entendió por qué Skender había sido

hecho líder. Él sabía que Jen se sentiría menos amenazada si Decebel entrenaba

con una de las hembras de su manada. Ella estaba agradecida por ello, pero sabía

que era sólo un breve respiro porque él estaba mayormente avanzado en la lucha.

Él sería emparejado con un miembro de otra manada en algún momento, pero

definitivamente nunca con Jen mientras tuviera tanta habilidad de defensa

personal como la tenía en encestar. Eso sería un gigantesco nada.

Las chicas vieron como Decebel y Crina hicieron algunos impresionantes

movimientos de combate y luego demostraron algunos básicos —lo que Jen

consideraba “malditamente esquivos”— movimientos. Estos eran movimientos

diseñados para desactivar un atacante el tiempo suficiente para ficharlo con

seguridad.

Cuando la demostración terminó, Skender comenzó a llamar los nombres,

anunciando las parejas. Explicó que cada veinte minutos las hembras girarían

hacia la derecha para entrenar con un macho diferente.

Genial, pensó Jen. Es citas rápidas a lo Karate Kid.

192

Oyó ser llamados el nombre de Decebel y el de una chica. Ella ni siquiera

miró para ver quién era. No podía. En lugar de eso empezó a murmurar:

—Te quiero. Te quiero. Te quiero.

Jacque miró a Jen, sacudiendo la cabeza ante las tácticas extrañas de su

mejor amiga.

—Bueno, si insistes —respondió Jaque—. Aunque, Fane podría estar un

poco celoso.

Jen le disparó el dedo.

—¿Por qué estás murmurando eso? Has pasado de “no es una opción” a

“te quiero”. ¿Qué pasa?

Jen miró a Jacque y Sally, quienes la miraban inquisitivamente.

—Él me dijo que recuerde, cuando tiene que estar con las otras chicas, que

me quiere. No puedo mirarlo con otra chica. Me gustaría que no fuera un gran

problema pero nunca he estado tan jodida por un chico.

—Él no es cualquier chico —le dijo Jacque.

—Tal vez —dijo Jen suavemente.

Sally golpeó su pierna.

—No hables así. Es obvio que él está loco por ti, como certificablemente.

Confía en él, Jen.

Jen asintió y su cabeza se levantó de golpe cuando su nombre fue llamado.

Ella miró hacia la colchoneta que Skender había indicado, en donde un tipo alto

estaba de pie. Él le sonrió y la mirada en sus ojos la hizo sentir como si estuviera

tratando de ver su alma. La hacía sentir desnuda y vulnerable, y sólo había un

lobo con el que ella estaba de acuerdo con que la hiciera sentir así.

Empezó a bajar las gradas.

—Esto va a apestar.

Marianna le dirigió una sonrisa alentadora.

—Aguanta ahí, latente.

193

—Gracias, chica lobo. —Jen trató de devolverle la sonrisa, pero no llegó a

sus ojos.

Decebel observó mientras Jennifer se acercaba al lobo con el que había sido

emparejada. Casi gruñó cuando se dio cuenta que era el tipo del que había tomado

el teléfono la otra noche. Ese cachorro había estado grabando el baile de las

chicas. Apartó los ojos, tratando de poner a su lobo bajo control.

No escapó a su atención que Jennifer no lo había mirado ni una sola vez

desde que había sido emparejado con la pequeña morena delante de él. La chica

sonrió tentativamente y Decebel tuvo que forzar sus labios a levantarse. Por la

mirada en su cara no llegaba a ser una sonrisa.

—Vamos a terminar con esto —murmuró mientras daba un paso hacia ella.

Ella parecía lista para correr, y mientras Decebel comenzó a llevarla a través de

movimientos básicos de defensa personal podía sentirla temblando. Deseó poder

concentrarse lo suficiente como para al menos tratar de tranquilizarla, pero le

estaba tomando cada onza de su fuerza de voluntad no levantar a Jennifer sobre

su hombro y llevársela para llevar a cabo la Ceremonia de Vinculación.

Sus ojos seguían desviándose hacia ella, y cuando Skender finalmente

anunció que era hora de cambiar, dejó escapar un lento suspiro. Por lo menos ella

estaba alejándose del lobo que había estado babeando por ella anoche. Pero a

medida que Decebel vio quién era el siguiente en la fila de Jennifer se dio cuenta

que casi todos habían estado allí la noche anterior. Ellos habían visto a su

compañera mover sus caderas sugestivamente, cosas moviéndose que sólo

conducirían la mente de un hombre en la dirección equivocada. La coqueta

mirada de incitación que había estado pegada en su hermoso rostro… Maldita

sea, va a ser un largo día, pensó mientras se volvía para enfrentar a la próxima

hembra de la que no quería estar cerca.

Con una hora y media en el entrenamiento de autodefensa, Jen estaba

sintiéndose un poco alentada. Por fin le había permitido a sus ojos fijarse en

Decebel. Cada vez que había estado trabajando con una chica era dolorosamente

obvio que estaba tratando de tocarla lo menos posible.

Jen deseó poder decir lo mismo de los chicos con los que había estado

trabajando. Sentía como si estuviera constantemente teniendo que alejarse de un

accidental —sí, claro— manoseo o agarre. Sólo se alegraba de que Decebel no lo

hubiera visto.

194

El chico con el que ahora estaba entrenando se dio la vuelta para enseñarle

un movimiento que desactivaría a un atacante sujetándola por detrás. Jen se

quedó quieta mientras él envolvía un brazo alrededor de lo que ella pensaba iba

a ser su cuello. Él dio un paso más cerca de modo que sus cuerpos se tocaban

desde el pecho hasta las pantorrillas.

Pero en lugar de su cuello su brazo se envolvió sobre su pecho, su mano no

del todo bajo su brazo. Él básicamente tenía un puñado de senos. Para nada

bueno.

Jen lo hubiera pasado por alto si el idiota no hubiera apretado. Ella jadeó

en estado de shock e instantáneamente oyó un gruñido en algún lugar más allá de

ella. Conocía ese gruñido.

El lobo que la sujetaba apretó dolorosamente y Jen trató de alejarse de él,

lo que sólo causó que sintiera como sus garras se clavaban.

Eso va a dejar una marca, pensó.

El gruñido, el gruñido de Decebel, se convirtió en un rugido. Su cabeza se

levantó, mientras trataba desesperadamente de salir de las manos toconas del

lobo. Vio a Decebel mirándola, luego a la mano que estaba plantada en su pecho.

Decebel entró en fase, cambió más rápido de lo que jamás había visto a un

lobo cambiar, y se lanzó a través de la sala. De repente todo un torbellino en

movimiento. Jen fue sacada de los brazos ofensivos del lobo y se encontró en los

de Dorin.

—Sácala de aquí ahora —le dijo a Cami—. Y trae al Alfa. Él es el único

que puede hacer cambiar a Decebel.

Cami asintió y se volvió hacia Delia.

—Ve por Sally y Jacque. Fane y los otros chicos van a tener que tratar de

sacar a Decebel de encima del idiota.

Jen y Cami se volvieron al oír cuerpos chocando. Se congelaron. Para su

horror, el otro chico había cambiado en un lobo gris moteado y él y Decebel

estaban dando vueltas entre sí. Decebel era mucho, mucho más grande, con una

piel de color gris brillante y una pata blanca.

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Vieron cómo Decebel rugía y chasqueaba hacia al otro lobo, tratando de

alcanzarlo. Decebel tuvo su oportunidad cuando el lobo se tambaleó hacia atrás

un poco. Aprovechó el error y se lanzó hacia adelante. Sus dientes se hundieron

en el cuello del lobo más pequeño y en una sorprendente demostración de fuerza,

Decebel levantó al lobo y lo estrelló sobre su costado.

El otro lobo se resistió brevemente antes de someterse. Decebel dio un paso

atrás, liberándolo. Si Jen no hubiera estado muerta de miedo, se habría reído

cuando él le dio una palmada al otro lobo en la cabeza, dejándolo inconsciente

con eficacia.

Decebel levantó la cabeza y aulló, y como si estuvieran fuera de su control,

los otros machos de la manada Rumana aullaron con él.

De repente Jen sintió una presión llenar el aire que casi la llevó a sus

rodillas. Los aullidos cesaron. Ella observó mientras todos los lobos pura sangre

se arrodillaron y un muy, muy enojado Vasile retumbó a través de las puertas del

gimnasio.

Cuando Jen volvió a mirar a Decebel, pudo verlo luchando bajo el peso del

poder de su Alfa. Un par de veces se tambaleó, pero continuó. Bárbaro estúpido.

Ella puso los ojos en blanco y cerró el resto de la distancia entre ellos.

Negó con la cabeza.

—¿En qué estabas pensando? —Él le gruñó pero sabía que no era a ella—.

¿Quieres que nos separen? Porque eso es lo que van a hacer si no puedes evitar

perder la cabeza.

Dejó de hablar cuando Vasile se acercó a ella. Sus ojos brillaban de un azul

profundo. Él extendió la mano y alguien puso un par de pantalones de ejercicio

en ella.

—Cambia de vuelta. —Su voz era baja, pero no menos imponente de lo

que hubiera sido un grito. Decebel cambió y Jen se volvió rápidamente. Cuando

ya no oyó el roce de la ropa, se dio la vuelta para ver los ojos de Decebel sobre

ella, no en Vasile.

—¿Estás bien? —le preguntó.

Jen vaciló mientras pensaba en cómo el lobo la había agarrado, incluso

violado. Había sentido sus garras perforando su piel… Decidiendo que era

196

probablemente mejor para cada persona en la vecindad si ella no mencionaba ese

pequeño bocado, mintió… sólo un poco.

—Estoy bien.

Vasile se volvió hacia Skender.

—Por favor, dales mis disculpas a los Alfas y hazles saber que voy a

disciplinar a mi manada en consecuencia. Vamos a despedirnos hasta los

acontecimientos de esta noche.

Skender asintió.

Vasile miró a los otros miembros de su manada. Uno a uno, bajaron la

mirada, dejando al descubierto sus cuellos.

—Manada, reúnanse conmigo en la habitación en la que desayunamos.

Ahora.

Marianna se acercó a Jen. Sally y Jacque ya habían aparecido a su lado.

—¿Estás bien? —preguntó Marianna.

—No estoy muy segura de cómo me siento en este momento —admitió

Jen.

Podía sentir los ojos de Decebel sobre ella mientras caminaba detrás de

ellos.

—¿Qué pasó, Beta? —preguntó Fane.

—Ahora no —respondió Decebel bruscamente.

Uno a uno, los miembros de la manada se presentaron en la sala de

desayuno. Las mesas y las sillas habían sido removidas. En su lugar había sillas

de descanso. Vasile no se sentó. Alina se unió a él y se veía igual de enojada. Jen

vio como todos los machos se miraban entre sí. Ninguno cedería y se sentaría

hasta que Vasile lo ordenara. Una vez todo el mundo estuvo dentro, Dorin cerró

la puerta con un chasquido siniestro.

Para sorpresa de Jen era ella a quien Vasile se dirigió en primer lugar.

—Jen, por favor explícame con el mayor detalle posible lo que pasó.

197

Ella respiró hondo antes de empezar.

—El último lobo con el que estaba entrenando me toqueteó —dijo Jen con

franqueza.

Decebel gruñó, incluso Fane y Costin gruñeron ante sus palabras.

Vasile respiró hondo.

—¿Eso es lo más detallada que puedes ser?

—Al principio su mano sólo estaba posada en mi pecho, lo que hubiera

pasado por alto. El factor decisivo fue que él apretó y no lo soltó. —Ella se

encogió de hombros incómodamente—. Por lo tanto, no fue un tipo de gesto

“ups, mi error” o un “hola” pasajero, fue más un gesto como “me gustaría una

habitación para la noche, por favor”.

Decebel se estremecía visiblemente en la esquina mientras trataba de

mantener a su lobo bajo control.

—Decebel, cálmate —le ordenó Vasile.

—¿Ha dejado alguna marca en ti? —Vasile se giró hacia Jen.

Interiormente, Jen maldijo porque realmente había estado esperando evitar

esta parte.

—Cuando dices marcas… —empezó Jen vagamente.

Antes de que Vasile pudiera comentar Decebel estaba a su lado, girándola

para enfrentarla a él. A pesar de que fue muy amable con ella, su toque fue firme,

decidido.

Su mano, ahora firme, se acercó y le acarició el rostro.

—La verdad, Jennifer. ¿Ese mestizo dejó marcas sobre ti? —Las palabras

de Decebel fueron tan suaves. Ella se dio cuenta que no quería tener esta

conversación delante de todos.

—No estoy segura. Realmente no he tenido la oportunidad de comprobar.

—Comprueba —dijo Decebel simplemente.

La mandíbula de Jen se abrió.

198

—¿Qu-qué, aquí? ¿Ahora?

Alina se acercó a Jen y tiró de ella hacia un lado. Decebel volvió a mirar a

todos los machos de la habitación y gruñó. En un instante todos le dieron la

espalda. Él volvió a mirar a Jen. Alina estaba ayudándola a levantar su camisa.

Cuando Jen se fijó en él, detuvo su camisa de ir más arriba.

Se aclaró la garganta.

—Lobo, no te has ganado ningún privilegio especial. Así que a menos que

estés repartiendo Benjamins, no llegarás a ver el show.

En ese momento sus pensamientos acerca de ella estaban lejos de ser

inapropiados, sin importar qué parte viera. Pero él comprendió que ella no se

sentía cómoda con él viéndola sin ropa. Así que cedió y se volvió.

Las otras chicas se acercaron para formar un semicírculo a su alrededor

mientras él esperaba con impaciencia. Casi se giró cuando oyó el jadeo de Sally.

—Maldita sea —murmuró Sally.

Alina miró a su compañero; ella estaba gruñendo.

—Tiene hematomas y marcas de garras.

—Maldita sea —jadeó Jacque cuando se inclinó alrededor de Alina.

Crina se tapó la boca para evitar soltar una palabrota.

Marianna asintió.

—Eso va a estar allí por un tiempo, Jen.

Jen puso los ojos en blanco mientras observaba a Decebel retorcerse

mientras trataba de evitar mirar.

—Su lujo de detalles realmente está ayudando a mantener a todos

calmados, chicas —dijo Jen con sarcasmo—. Sólo relájense. No es como si tendré

sus marcas en mí para siempre.

Ella se dio cuenta del error de sus palabras un segundo después de que

salieran de su boca. El lobo de Decebel consideraría eso como otro lobo

marcándola, reclamándola. Jen sabía que no lo había hecho… sólo era un chico

pervertido.

199

Decebel empujó a todas las chicas fuera de su camino y estuvo de pie frente

a ella más rápido de lo que Jen pudiera parpadear. Ella se quedó inmóvil mientras

lo miraba a la cara, sus rasgos oscuros acentuados por la ira. Lo sintió tirar de su

camisa hacia abajo para cubrirla. Ella todavía no podía moverse.

—Una vez más, Jennifer, haces trivial algo que es serio. —Los ojos de

Decebel se estrecharon peligrosamente—. ¿Por qué?

—No estoy diciendo que lo que hizo estuvo bien, pero podría haberlo

manejado. Él sólo estaba siendo un chico. Vio una oportunidad de conseguir un

poco de acción grastis y la tomó. Soy perfectamente capaz de darle patadas a un

hombre en las bolas, B. No necesito que vayas todo colmillos y garras sobre él.

Todos los chicos en la sala se estremecieron al oír las palabras de Jen

excepto Decebel. Él estaba inamovible en este punto.

—¿Sólo estaba siendo un chico? ¿Sólo estaba SIENDO UN CHICO? —

rugió Decebel—. ¡Él te tocó! Tenía sus manos sobre ti, sobre tus…

—¿Partes femeninas? —ofreció Jen, oh, tan amablemente.

La boca de Decebel se apretó.

—Sí, Jennifer. Él tenía sus manos sobre tus partes femeninas. Eso no es

“siendo sólo un chico”, eso es ser un imbécil. ¡Un imbécil que tocó lo que es mío!

Jen debía callarse y cortar sus derrotas, pero dar marcha atrás nunca había

sido su fuerte.

Jacque observó, fascinada por el argumento subsiguiente frente a ella. No

creía que ninguno de ellos realmente se diera cuenta de lo apasionados que eran

el uno por el otro. Sin embargo, ella no estaba segura de que fueran a sobrevivir

su apareamiento sin que uno de ellos estrangulara al otro. Las palabras que Jen

estaba escupiendo en el momento estaban sacando seriamente las probabilidades

de supervivencia fuera de su esquina.

—¿Estás enojado porque él llegó primero, lobo? Porque si ese es el caso me

parece necesario recordarte que tu oportunidad está por venir.

Los chisporroteos, toses, y maldiciones que recorrieron la habitación

fueron enfatizadas por Sally sorprendiendo a todos con un:

200

—¿Qué DEMONIOS, JEN? Cállate.

Jen no apartó los ojos de Decebel mientras contestaba lo que era

ciertamente retórico.

—¿Qué? Sólo estoy recordándole que, en última instancia, yo soy suya.

—Sí, bueno, hacer hincapié en que otro lobo tenía sus manos sobre toda

tú, sin contar que eso sucedió delante de tu compañero, no está ayudando

realmente —replicó Sally.

La mano de Decebel se alzó mientras apretaba sus ojos cerrados. Se

pellizcó el puente de la nariz, sosteniéndose de un hilo.

—Alfa. —La palabra era una súplica.

—Parejas acopladas, por favor lleven a las chicas de vuelta a sus

habitaciones. El resto diríjase de nuevo a su habitación.

Todo el mundo estaba en movimiento excepto Jen y Decebel. Vasile fue el

último en salir de la habitación. Antes de cerrar la puerta se volvió a mirar a

Decebel, quien no apartó la mirada de Jen.

—Entiendo por qué lo hiciste, Beta. Y puede que debido a que eso dejó

marcas en su piel tú no serás castigado por tu insolencia.

Decebel observó a Jennifer devolverle la mirada sin pestañear. No podía

recordar un momento en su larga vida en el que hubiera estado tan enojado.

Empezó a temblar con la urgencia de cambiar, recordando la mano del lobo en

su compañera.

Jennifer dio un paso hacia él, completamente impávida ante su falta de

control. Ella colocó las manos a ambos lados de su cara y antes de que él se diera

cuenta, se puso de puntillas y presionó sus labios contra los suyos.

Decebel deseó poder decir que él dudó en considerar las consecuencias de

sus acciones, pero en ese momento nada podría haber calmado su lobo de la

manera en que ese toque íntimo lo hizo. Sus brazos rodearon su pequeña cintura,

acercándola más. A medida que su cuerpo se encontraba con el suyo, Decebel

inclinó la cabeza para profundizar el beso. Él la oyó gemir y gruñó en respuesta.

Cuando sus lenguas se encontraron casi sonrió.

201

Ella no había tratado con vacilación deslizarse en su boca, no su mujer.

Ella se lanzó confiadamente, retándolo a responder. Él la sintió estremecerse

cuando la acercó más, su pecho fuertemente presionado contra él. Eso trajo sus

pensamientos de vuelta a su lesión.

La posesividad se lanzó hacia delante, confundiendo su cerebro, y su beso

se volvió desesperado. La levantó por la cintura y la presionó contra la pared, ni

una sola vez separando sus labios de los de ella.

Jen le echó los brazos al cuello y se impulsó hacia arriba, luego envolvió

sus piernas alrededor de su cintura. Este valiente movimiento le permitió empujar

a través de la niebla. Él suavizó el beso y después de unos pequeños persistentes,

se echó hacia atrás.

Decebel notó lo hermosa que se veía, sus labios rojos e hinchados por su

beso, sus ojos medio cerrados mientras trataba de recuperar el aliento.

Lentamente ella desenvolvió sus piernas y bajó al suelo. Él no podía negar la

atracción que sentía por su confianza. Ella no se sonrojó ni se disculpó por haber

llegado a ser tan apasionada, no trató de ocultar el deseo que llenaba sus ojos, y

no bajó los brazos para concederles algo de espacio. Ella se agarró con fuerza y

sonrió seductoramente.

—Eso fue delicioso.

Decebel rió.

—De todas las cosas que puedes decir: apasionado, asombroso, increíble,

inigualable, ¿y sales con delicioso?

—Fue todas esas cosas —estuvo de acuerdo—. Pero ninguna de ellas

describe cómo sabes.

—Jennifer. —Su nombre fue un gemido sacado desde su pecho.

—¿Cómo lo describirías entonces? —le desafió.

—¿Qué parte? ¿Tu sabor? ¿La sensación de tus labios sobre los míos?

¿Tener tu cuerpo presionado tan cerca de mí? ¿Qué quieres que describa, nena?

—La mirada en tus ojos dice lo suficiente —respondió ella con suavidad.

Jen dejó caer los brazos y Decebel inmediatamente se sintió frío y vacío.

202

—¿Estás mejor? —preguntó vacilante.

Decebel lo pensó por un momento.

—Sí. Gracias. Simplemente no podía calmar a mi lobo —hizo una pausa—

, o a mí mismo.

—¿Así que estás tranquilo ahora?

—Algo. —Su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una mandíbula

apretada y el ceño fruncido—. Sólo necesito un poco de tiempo contigo. Sólo a

ti.

Jen vio como Decebel permitía que la pared que siempre erigía frente a

otras personas bajara. Ella lo tomó de la mano y lo llevó hasta uno de los sofás

de dos plazas. Quitándose los zapatos, subió sus piernas en el sofá y se inclinó

hacia su costado mientras sus brazos la rodeaban. Ella cerró sus ojos y sintió que

él descansaba su mejilla contra su cabello. Hubo un ruido sordo en su pecho

mientras se acurrucaba más cerca.

Decebel cerró sus ojos mientras sostenía a Jennifer. Esto era lo que

necesitaba su lobo. Estaba empezando a darse cuenta de por qué Fane tocaba a

Jacque todo el tiempo. Era como si no podía no tocarla. La tranquilidad,

comodidad y paz que venía del contacto de Jennifer era una droga. Una droga a

la que se estaba haciendo rápidamente en adicto.

Gustosamente, pensó.

—Quedémonos aquí por un tiempo, ¿de acuerdo? —le preguntó Jen medio

dormida.

—Diez mil no podrían alejarte de mi lado.

203

19 Traducción SOS por Lililamour y Nelshia

Corregido por Mari NC

e estás pidiendo que te permita tomar represalias

contra el Beta rumano? —preguntó Thad al lobo que

estaba parado frente a él, el mismo lobo que había

agarrado a Jen.

—Sí, Alfa. Ella no le pertenece a él. No tenía derecho a atacar.

—Tal vez no es su pareja, Dragos, pero es una compañera de su manada

—le recordó Thad.

—Aun así, él todavía podía haberlo manejado de otra manera, no tenía que

derramar sangre.

Thad se quedó callado por un momento mientras consideraba sus

opciones. Esta situación podría realmente trabajar a su favor… si la jugaba muy

bien. Se volvió hacia Dragos.

—¿Por qué no atacar a aquel que le permite a Decebel tales libertades? —

El otro lobo miró hacia él, traicionando su interés. Thad continuó—: ¿Por qué no

eliminar al que controla a Decebel?

Dragos no podía negar que eliminar al más poderoso Alfa del siglo lo

atraía.

—¿Cómo podría eliminarlo? Es demasiado fuerte y está protegido.

Dragos observó a Thad sacar un pequeño frasco de la obviamente cara

chaqueta que estaba usando.

—Dos gotas de esto en su bebida y, el gran y feroz lobo se derrumba.

Fue entonces cuando Dragos se dio cuenta de lo que había en el frasco.

—¿M

204

—Menispermum —susurró.

—Conocida de otro modo como Moonseed —coincidió Thad—. Bien

hecho. Debes saber, entonces, que el jugo que sale de esto es mortal. —Dragos

asintió—. Así que tu tarea es poner esto en su bebida. He simplificado eso

invitando a los Alfas a cenar conmigo en privado. Cada uno tendrá su propio

lugar marcado con sus nombres. Tú serás uno de los lobos que servirán esa noche

y te asegurarás de que Vasile obtenga la bebida especial. Después podrás ver con

satisfacción cómo el gran Alfa se marchita lentamente. Verás que, a diferencia de

la Kamalah, la Moonseed mata lentamente, hace que la víctima sufra.

Dragos sonrió ante la idea de poner a uno de los lobos más grandes sobre

sus rodillas.

—¿Cuándo es esta cena?

—En tres días. Te quiero aquí a las 5:30 p.m.

Thad despidió al lobo. Después envió a un mensaje de su teléfono: “Tengo

órdenes para ti.”

Pocos minutos después su contacto de la manada Rumana entró en la

habitación.

—Tengo un plan armado para la muerte de Vasile. Tu trabajo consistirá en

sacar a Jen en una búsqueda inútil para encontrar el antídoto para la Moonseed.

Mientras ustedes están fuera buscando, de alguna manera Jen caerá en una de

esas inoportunas grietas en la montaña.

—El antídoto para la Moonseed es la Wolfsbane. —La frente del contacto

se frunció—. Crece por todos lados. ¿Cómo la llevaré tan lejos?

—Me aseguraré de destruir toda la Wolfsbane más cercana a la finca, lo

cual te obligará a vagar para buscar más lejos. La realidad es, que en verdad no

quiero la Wolfsbane, pero necesitaré algo de la planta para engañarlos cuando le

administremos el llamado antídoto. Verás, cuando está en su forma líquida son

casi imposibles de distinguir. De hecho, la única persona que yo sé que puede

distinguirlas son las sanadoras gitanas. Pero, convenientemente, no hay una

sanadora gitana alrededor —explicó Thad con una sonrisa de satisfacción.

Observó mientras su contacto pensaba en el plan, luego asintió.

205

—De acuerdo. ¿Cuándo?

—Vasile será envenenado en tres días. Jen me parece del tipo héroe. Serás

capaz de convencerla para que vaya contigo, no hay problema.

El contacto no dijo nada más y se fue.

Thad sonrió. Su plan se estaba armando bastante bien. Era pura suerte que

Dragos haya acudido a él en busca de venganza. Ahora la culpa por el veneno

caería sobre sus hombros. Thad se quedaría al margen e incluso sería capaz de

actuar como si estuviera ayudando. En tres días iba a ver el Alfa rumano caer

sobre sus rodillas y, en última instancia, ver su fallecimiento.

* * *

Vasile y Alina se sentaron en una pequeña sala de reunión con los otros

Alfas y sus compañeras, con excepción de Dillon, quien estaba pasando tiempo

con Jacque. Vasile había sido el que llamó a la reunión, sintiendo que sería mejor

tomar las consecuencias de las acciones de su Beta de frente.

—¿Averiguaste exactamente lo que provocó a tu Beta? —preguntó Víctor,

Alfa de la manada de Bulgaria.

—El lobo que estaba entrenando a Jen estaba tocándola inapropiadamente.

Aparentemente Decebel vio al lobo tocándola antes de que Jen pudiera manejarlo

por su cuenta. —Vasile esperó para ver si alguno lo contradecía. Nadie habló así

que continuó—: Como ustedes saben, Decebel es Beta de mi manada. Jen es una

hembra sin pareja, haciendo de eso su trabajo protegerla ya que ella no tiene

ningún compañero que lo haga.

—Estoy de acuerdo en que debía protegerla —habló Dragomir—. La

pregunta es, ¿fue demasiado lejos?

—No creo que su condición sin pareja deba decidir la cantidad de defensa

que le está permitida. —Alina se dirigió a Dragomir—. Si alguna hembra

emparejada hubiera sido agarrada con tanta fuerza de modo que los moretones y

marcas de garras se hicieran visibles, su compañero mataría al infractor. No

habría ninguna lucha hasta la sumisión como lo hizo Decebel. El lobo que tocara

a una compañera de esa manera estaría firmando su sentencia de muerte.

¿Nuestras hembras no emparejadas valen mucho menos?

206

—No. No, Alina. No quise decir eso en absoluto. —Dragomir dio marcha

atrás, claramente incómodo con la imagen que Alina pintó.

—Si ellas no valen menos entonces Decebel fue tolerante. ¿Estás de

acuerdo?

Vasile trató de ocultar la sonrisa que amenazaba con extenderse por su

rostro mientras observaba a su compañera meter a los Alfas en cintura.

—Tengo que estar de acuerdo contigo, Alina —intervino Víctor—. No creo

que ninguna acción disciplinaria sea necesaria. Se ha resuelto. Decebel puso al

cachorro en su lugar, y estoy seguro de que el joven lobo ha aprendido su lección

acerca de lo que sucede cuando uno toca a una mujer inapropiadamente.

Vasile se levantó, jalando a Alina junto con él.

—Les agradezco a todos por discutir el asunto. Si hemos terminado… —

Dejó colgando la frase.

—Vasile, todavía están planeando unirse a nosotros en la cena para los

Alfas, ¿cierto? —preguntó Thad mientras Vasile y Alina se dirigían a la puerta.

—Sí, gracias. Asistiremos.

* * *

—Entonces, ¿te está gustando la vida en manada, Jacque? —preguntó

Tanya mientras ella, Jacque, Dillon y Fane estaban sentados juntos en una de las

muchas salitas en la mansión.

Fane tenía su mano sobre el respaldo del sofá en el que él y Jacque estaban

sentados. Movió su mano por debajo de su cabello y sus dedos trazaron las marcas

de su piel… las conocía de memoria. Jacque intentó no temblar ante el toque de

su compañero.

«¿Podrías por favor, comportarte?» preguntó Jacque, utilizando su vínculo.

«Sólo estoy frotando tu cuello, amor. No es como si estuviera tocando…»

«Fane, no te atrevas» amenazó Jacque antes de que él pudiera terminar la

frase. No ayudó el que él se imaginara lo que había estado a punto de decir.

Jacque sólo sabía que su rostro estaba rojo como un tomate.

207

«¿Está tomando notas cuando estás cerca de Jen?» Fane le envió otra

imagen y Jacque estuvo a punto de saltar y salir de la habitación ante eso. «Si tan

sólo pudieras ver la hermosa sombra roja con la que está brillando tu piel en este

momento. Te ves bastante deliciosa.»

—Realmente he estado disfrutándolo. Estoy aprendiendo mucho sobre la

historia de la manada, la cual me parece muy interesante —respondió Jacque,

más secamente de lo que pretendía. Fane iba a pagar por su tonto juego.

Jacque pasó la siguiente hora hablando con su papá y Tanya, todo el

tiempo tratando duramente de ignorar las palabras e imágenes de su compañero,

unas que harían incluso a Jen sonrojarse.

«Quiero que sepas que esto significa la guerra» prometió Jacque mientras

se despedían.

Fane se rió entre dientes mientras colocaba su mano en la parte baja de su

espalda.

—¿Quieres ir a ver a Jen? —le preguntó.

—Esa es probablemente una buena idea. ¿Crees que Decebel le está

permitiendo tener visitantes?

Fane se echó a reír.

—¿Estás diciendo que va a ser un poco sobreprotector ahora?

—No. —Jacque lo miró por el rabillo del ojo—. Estoy diciendo que va a

ser completamente irracional y tendremos suerte si no la hace vestir sacos en lugar

de ropa cuando esté en público.

—¿Yo era tan malo?

—Uhm, Fane, no me dejaste salir de tu vista excepto para ocuparme de

cosas personales durante más de un mes. Así que, sí. Fuiste así de malo y algo

más. —Jacque lo golpeó con su hombro.

—Parece que no éramos los únicos preocupados por ella —dijo Fane

mientras se unían a Sally, Crina y Marianna en la puerta de Jen.

—Hemos estado tocando por cerca de cinco minutos. O Decebel la ha

amarrado y no contesta la puerta, o ella no está aquí —les dijo Sally.

208

—¿Crees que todavía están en la sala de reuniones? —preguntó Jacque.

—Vale la pena intentarlo —aportó Crina.

—Apuesto diez dólares a que se reconciliaron y están besuqueándose —

anunció Jacque.

—Tomaré tu apuesta y le subo cinco. Digo que se reconciliaron pero el

besuqueo no estuvo considerado en el orden del día. —Crina les guiñó un ojo.

—Eres condenadamente retorcida. —Jacque sonrió—. Jen lo amaría.

* * *

Decebel despertó cuando sintió a Jennifer moverse. En algún momento ella

había tomado una almohada y apoyó su cabeza en su regazo. Él había acariciado

su cabello hasta que él mismo finalmente se había quedado dormido. No podía

recordar un momento en que hubiera dormido tan bien, incluso sentado en

posición vertical sobre un asiento de dos plazas.

Jennifer tenía a su lobo prácticamente ronroneando. Estaba tan contento

de tenerla tan cerca, tan relajada en su presencia. Bajó la mirada y notó que estaba

empezando a despertar. Pasó el dorso de sus dedos por su mejilla y los ojos de

ella se abrieron. Lo miró y sonrió. En ese momento podría haberle pedido

cualquier cosa y él habría derribado imperios para que ocurriera.

—Hola —murmuró él.

—Hola a ti.

Ella estiró los brazos hacia arriba y arqueó la espalda como un gato

despertando de una larga siesta en el sol.

Decebel se aseguró de mantener los ojos pegados a su cara y fuera de su

hermosa silueta. Cuando ella lo miró de nuevo, él apartó el cabello de su cara y

se inclinó para capturar sus labios con los suyos.

Cuando él retrocedió, ella estaba sonriendo como el gato de Cheshire.

—Más —ordenó ella.

Decebel rió entre dientes cuando ella envolvió su mano alrededor de la

nuca de su cuello y lo atrajo hacia ella. Él colocó sus manos en sus caderas y

209

estaba arreglándoselas para arrastrarla a su regazo cuando la puerta detrás de ellos

se abrió de golpe.

—¡Yo gano! —gritó Jacque.

—No, no lo haces —contrarrestó Crina—. Mira sus manos.

Definitivamente no sólo estaban besándose. Había un poco de manos en acción

evidentemente.

—Oh, yo no diría evidentemente —añadió Marianna—. Más bien como la

posibilidad de manos en acción.

Sally se volvió.

—Mi respeto por ti está creciendo a pasos agigantados.

Marianna sonrió y le guiñó un ojo.

La cabeza de Jen se levantó de golpe para mirar por encima del hombro de

Decebel.

—¿Qué diablos están ladrando? —gruñó, claramente no contenta con la

interrupción.

—Tenían una apuesta —ofreció Sally.

—¿Una apuesta? ¿Una apuesta sobre qué?

—Tu virtud —contestó ella secamente.

La boca de Jen se abrió.

—Ya he sido toqueteada una vez hoy y mira lo que conseguí. ¿De verdad

crees que estoy lista para más?

Decebel gruñó. Él la atrajo hacia sí para así poder susurrarle al oído.

—No es un buen tema para traer a colación, nena.

Jen le dio un beso en la mejilla.

—Lo siento, B.

Jacque miró a Sally, quien estaba tan estupefacta como ella.

210

—¿Ella tiene un lado suave? —murmuró Jacque.

—¿Ella acaba de utilizar las palabras “lo siento” y “B” en la misma frase?

—contrarrestó Sally.

—Supongo que cada criatura tiene su debilidad. La suya es similar a la mía.

—Jacque sonrió—. Calientes y sensuales hombres peludos.

Crina y Marianna rieron.

—Me gusta el mío con crema batida —dijo Jen con complicidad a las dos

lobas. Luego miró a Jacque—. ¿Con qué te gusta el tuyo, Roja?

Fane habló rápidamente.

—No respondas eso, Luna.

Decebel rompió con una carcajada por la firmeza en la voz de Fane, y las

chicas todas continuaron detrás de él. Fane ni siquiera esbozó una sonrisa.

—Entonces, ¿qué trajo al grupo variopinto a vernos? —preguntó Jen una

vez que la risa estuvo bajo control.

—Fuimos a tu habitación para ver cómo estabas, pero no estabas allí —le

dijo Sally.

—¿Todos ustedes?

—Eres de la manada —respondió Marianna como si eso fuera todo lo que

había que decir.

El teléfono de Decebel sonó y Jen se elevó para que pudiera llegar a su

bolsillo. Ya que eran todos super entrometidos, se aseguraron de ser lo más

silenciosos posible mientras él respondía a la llamada.

—¿No lo hicieron? —preguntó Decebel.

La sala se quedó en silencio mientras él escuchaba.

—Está bien. Sí, lo tengo. Gracias, Vasile. —Cerró el teléfono y levantó la

vista para encontrar seis pares de ojos clavados en él.

—Entonces, ¿hay un plan para esta noche? —preguntó casualmente.

211

Jen puso los ojos en blanco.

—Escúpelo, lobo.

Decebel agarró su muñeca y la tiró hacia adelante. Ella cayó contra su

pecho. Envolvió sus brazos alrededor de ella, disfrutando de la libertad de tocarla.

—Ese era Vasile —dijo finalmente.

—Sí, como que averiguamos eso cuando le diste las gracias y utilizaste su

nombre. —Los ojos de Jen se estrecharon—. Inténtalo de nuevo.

—Estás irritable esta noche, ¿no? —bromeó Decebel.

—Creo que me gustabas más cuando eras taciturno —murmuró Jen, lo que

sólo le hizo reír y acercarla más.

—Vasile me informó que los Alfas han decidido no someterme a ningún

castigo por mis acciones contra el mestizo que te tocó. —Las palabras de Decebel

se volvieron más ásperas mientras hablaba.

—No habría tenido ningún sentido para ellos el castigarte —le dijo Fane.

—¿Por qué dices eso? —le preguntó Jacque a su compañero.

Fane tomó su mano y tiró de ella hacia él, metiéndola bajo su brazo.

—Cualquier hembra con pareja que hubiera sido tocada de esa manera

habría visto como su compañero destrozaba al infractor miembro a miembro.

Jacque se estremeció ante la amenaza en su voz.

Jen ladeó la cabeza hacia Decebel.

—Aw, ¿el pequeño lobo peludo haría un juguete del pervertido por mí? —

bromeó, apretando las mejillas de Decebel como lo haría a un bebé.

Decebel quitó suavemente sus manos y tomó su rostro entre las suyas.

—Voy a matar al próximo hombre que te toque. Ya he terminado de jugar

agradable —dijo, chasqueando los dientes mientras sus colmillos descendían.

—Sally, consigue una manguera. —Jen sonrió con malicia—. Porque eso

fue tan malditamente caliente y estoy ardiendo.

212

Decebel entornó los ojos, pero lo suavizó con una sonrisa.

—Ohhh nooo —gimió Sally—. Pensé que era malo antes que la ninfómana

tuviera una válvula de escape. Ahora ella tiene su propio niño juguete.

Decebel gruñó.

—No soy un niño juguete —dijo, claramente ofendido.

—No te preocupes por ella, B. Sólo está frustrada sexualmente —aplacó

Jen.

Decebel conmocionó a la habitación en silencio cuando miró a Sally y

bromeó secamente:

—Bienvenida al club.

La cara de Jen se volvió ocho tonos de rojo.

Jacque se recuperó primero.

—Maldito infierno, no sabía que Jen tenía ese color en su repertorio de

piel.

Crina y Marianna se rieron mientras Jen trató de recuperarse. Ella ocultó

su flamante rostro rojo en el cuello de Decebel. Él le frotó su espalda con dulzura

y le murmuró palabras en rumano.

Nota mental, pensó Jen. Averiguar lo que está diciendo… Corrección,

estrangular al lobo por bromear sobre sus necesidades en frente de mis amigos,

luego, averiguar lo que está diciendo.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer esta noche? —preguntó Fane.

Jen se sentó, habiéndose finalmente recobrado.

—¿No hay algún tipo de algo que hacer esta noche?

—Sí, pero mi padre piensa que es mejor que pasemos desapercidos. Sólo

hasta que las cosas se tranquilicen.

—Bueno, mi voto es que ataquemos el comedor, antes de todo —anunció

Jen.

213

Sally puso los ojos en blanco.

—Aquí vamos con la jerga militar.

—¿De dónde saca eso? —preguntó Jacque, sacudiendo la cabeza.

—No puedo decidir si ella estuvo en las fuerzas especiales en una vida

pasada o se cayó de cabeza cuando era niña. —Sally se encogió de hombros.

—Definitivamente no caí de cabeza, Sally querida. Mi cabeza está

perfectamente redondeada, libre de cualquier contusión —dijo Jen con altivez.

Marianna, quien por lo general se quedaba en silencio y observaba, se rió

entre dientes.

—Sólo un estadounidense describiría la forma de su cabeza como si se

tratara de alguna clase de forma de arte especial para ser apreciado.

Jen se levantó del sofá, enderezando su ropa y ajustando su cola de caballo.

Le sonrió ampliamente a Marianna.

—En serio, chica loba. ¿Estás viendo la misma cabeza que yo veo en el

espejo? —le preguntó mientras ella hacía un movimiento circular alrededor de su

cabeza—. Esta es la manera en que Dios les muestra que él es de hecho capaz de

crear la perfección.

Jacque y Sally resoplaron mientras Fane y Decebel rieron.

Jen miró hacia Decebel cuando le oyó murmurar:

—Niciodata nu inceteaza sa ell (ella nunca dejará de sorprenderme).

—¿Tienes algo que decirme, B? —preguntó Jen dulcemente.

—Sólo que nunca he contemplado a una cabeza que poseyera tal absoluta

perfección, nena —le dijo, inclinándose dramáticamente en la cintura.

Jen entrecerró los ojos.

—Definitivamente me gustabas más como sombrío y taciturno, bola de

pelos.

Su respuesta fue una sonrisa maliciosa y un guiño.

214

20 Traducción SOS por LizC y Nelshia

Corregido por Mari NC

f, si como otro bocado voy a vomitar —gruñó Jacque mientras

miraba al festín en el que todos habían zanjado con gusto.

—Estoy de acuerdo, Thelma. —Jen se reclinó en su

silla, frotando su vientre—. Estoy tan llena como una garrapata pegada a la carne

de un mastín toro en un día caluroso de verano.

Jacque negó con la cabeza.

—Lo juro, Louise, realmente sabes cómo arruinar una buena actividad

inducida por carbohidratos.

—Estoy para complacer, princesa lobo.

Crina se levantó y se estiró mientras miraba alrededor de la habitación.

—¿Qué dicen de ir a nadar? Hay muchas posibilidades de encontrar una

piscina en este criadero.

—Buena esa, “criadero”, me gusta. —Jen sonrió.

Jacque se sentó y miró a Fane.

—¿Qué dices, hombre lobo? ¿Te animas a nadar?

Fane asintió, pero no contestó en voz alta.

«Tú en un traje de baño… como si pudiera negarme a eso.»

Jen observó el intercambio entre Jacque y Fane y sabía que estaban usando

su vínculo.

Algo en su corazón se tensó. Ella quería esa intimidad, anhelaba tenerla

con Decebel. Se volvió a mirarlo y lo encontró observando a Fane y Jacque

—U

215

también. Debió de sentir sus ojos sobre él, porque se volvió y encontró su mirada.

Algo tácito fluyó entre ellos. Casi como si pudiera oírle decir que no se

preocupara, ya llegaría su hora. Su respuesta fue: ¿Estás tan seguro? A lo que él

gruñó, esta vez en voz alta. Jen sacudió la cabeza, asombrada de cuán en sintonía

estaban el uno con el otro, y sin embargo, parecía haber un gran abismo entre

ellos.

—Yo podría ir a nadar —habló Marianna.

—Sí, cuenten conmigo. —Jen se puso de pie, estirando su rígido cuerpo.

A medida que se abrían camino hacia el vestíbulo, Fane y Decebel

reaccionaron.

—¿Qué oyes? —preguntó Jacque justo cuando Costin cruzaba la esquina,

casi derribando a Marianna.

—Oh. Lo siento, Marianna —le dijo mientras se enderezaba. Parecía

nervioso y no se encontró con las miradas de Fane o de Decebel.

Decebel dio un paso adelante.

—¿Qué es todo ese ruido?

Costin negó con la cabeza mientras miraba al suelo.

—¿Por qué siempre tengo que ser el que descubre las cosas? —murmuró.

—Costin —le advirtió Decebel.

Finalmente Costin levantó la mirada. No se dirigió a su Beta, en lugar de

eso se dirigió a Fane.

—Creo que deberíamos buscar a tu padre y a algunos de los otros hombres.

Fane asintió. Costin echó a correr mientras Fane se volvía a Jen.

—Distráelo.

Jen pareció confundida por un segundo, pero se recobró rápidamente tan

pronto como Decebel se movió en dirección a Costin, la dirección del ruido.

Jen no sabía qué hacer para distraer a un hombre lobo con más de un metro

noventa que era diez veces más fuerte que ella. Se retorció el cerebro en busca de

216

ideas a medida que Decebel seguía adelante, lo hizo con lentitud, como si tuviera

miedo de lo que iba a encontrar. Fane estaba de pie frente a él, tratando de

convencerlo para quedarse.

Entonces la inspiración le golpeó. Él es hombre, pensó Jen. Y sonrió.

—¡Oye, bola de pelos! —gritó Jen. Había un brillo malicioso en sus ojos

mientras agarraba el dobladillo de su camisa y la tiraba por su cabeza, dejándola

en un sujetador deportivo.

—Esto no está para nada bien —le murmuró Sally a Jacque.

Jacque negó con la cabeza mientras se pellizcaba el puente de su nariz.

—Te juro que vamos a tener que envolver su boca con cinta adhesiva y

ponerle una camisa de fuerza.

Jen suspiró en broma.

—Los sacrificios que hacemos por nuestros hombres.

Decebel se volvió ante el sonido de la voz de Jen y ella le dio un guiño.

—¿No quieres pasar el rato por aquí?

Y entonces ella meneó sus dedos sonriendo.

* * *

Costin estaba golpeando a la puerta de Skender cuando Vasile salió de su

habitación.

—¿Qué está pasando? —preguntó Vasile.

Costin miró a los ojos de su Alfa brevemente.

—Necesitamos todos nuestros hombres. Ahora.

Alina oyó la voz preocupada del lobo y siguió a Vasile hasta fuera.

—¿Qué pasó?

—Decebel va a armar una matanza si ve lo que acabo de ver y no lo

detenemos.

217

—¿Qué has visto? —Vasile dio un paso adelante.

Costin explicó rápidamente sobre el baile de Jen, Crina y Marianna

mientras que los machos de las otras manadas las grababan en vídeo.

—Alfa, no fue un pequeño baile inocente. Pero nuestras hembras no sabían

que estaban siendo grabadas, por lo que definitivamente no moderaron sus

estados de ánimo, si sabe lo que quiero decir.

Alina estaba sacudiendo la cabeza en señal de frustración.

—Así que, aunque Decebel les ordenó eliminar el vídeo, ¿alguien no lo

hizo?

—Exacto. Ellos lo están mostrando en una de las salas de cine en este

momento. Está lleno de machos. Creo que piensan que “en la unión está la

fuerza”. Suponen que Decebel no puede tomar represalias con tantos de ellos

presentes.

—Ellos no saben que él es un Alfa en su propio derecho. —La voz de Alina

fue baja.

—No, Luna. Decebel deliberadamente permite que otros lo subestimen. —

Los ojos de Vasile se alzaron de golpe cuando Skender, Boain, Dorin, Anton, y

un par de otros hombres corrieron por las escaleras.

—¿Están al tanto de la situación? —preguntó Skender.

—Costin acaba de informarme. Dado que no se ha producido un pánico

generalizado, ¿hago correctamente en conjeturar que Decebel aún no ha entrado

allí?

Skender y los machos con él no pudieron evitar las risas.

—Está por el momento… distraído.

—¿Siquiera quiero saber con qué? —preguntó Vasile secamente.

—No, Alfa. Usted definitivamente no quiere saber —respondió Skender.

—Bien —espetó—. Vamos. Alina, por favor, ven y reúne a las hembras. Y

llama a Cynthia. Probablemente vamos a tener que usar un tranquilizante en él.

218

Había pasado mucho tiempo desde que Vasile había sometido a uno de sus

machos de tal manera, pero Decebel era poderoso, y había encontrado a su

compañera y no podía vincularla a él. Esa era una combinación mortal, incluso

sin la adición de los machos sin pareja a la mezcla. Vasile había subestimado los

sentimientos de Decebel hacia Jen. Eso no iba a suceder de nuevo, si todos ellos

sobrevivían a esto.

Los lobos siguieron a su Alfa mientras se abría camino por las escaleras

con un único pensamiento determinado: tenía que evitar que su Beta destruyera

a una manada entera… o dos.

* * *

El sujetador de Jen cayó justo cuando Skender y un montón de machos de

la manada Rumana giraban la esquina ahora infame. Fane maldijo y se alejó.

Skender y los ojos de los otros machos golpearon el suelo más rápido de lo

humanamente posible mientras seguían corriendo, pero Jen escuchó a Skender

alto y claro al pasar.

—Sigue con el buen trabajo, latente.

Decebel estaba tan aturdido que no se había movido. Sus ojos brillaban y

se veía mucho más enojado de lo que Jen lo había visto nunca. Bien, pensó. Al

menos está funcionando.

—Um… está haciendo un poco de frío aquí, Dec. —Jen se estremeció.

Decebel se movió más rápido de lo que sus ojos podían rastrear. Él la

agarró por la cintura y la arrastró a una habitación vacía. La bajó con cuidado,

pero rápidamente. Luego dio media vuelta y salió.

Antes de que él cerrara la puerta, gruñó:

—Cúbrete, mujer, y reza para que haya recuperado el control cuando

regrese por ti. —Luego cerró la puerta con tanta fuerza que casi se cayó de las

bisagras.

—Eso fue bien —gruñó Jen mientras tiraba de su sujetador deportivo hacia

abajo. Ella se quedó inmóvil al abrirse la puerta, pensando que tal vez Decebel

había decidido castigarla ahora, pero Jacque, Sally, Crina y Marianna entraron.

Jacque le arrojó a Jen la camisa que había descartado.

219

Marianna se acercó a Jen y puso una mano en su hombro.

—Sólo quería tocar a la que deliberadamente provocó la ira de un Alfa —

le dijo, y luego dio un paso atrás con una sacudida de cabeza.

—Él es Beta —la corrigió Jen mientras se ponía su camisa.

—No —discrepó Crina—. Él es un Alfa, sólo decide no tomar ese título.

Definitivamente tiene todo el poder de uno. Algunos se preguntan si sería tan

poderoso como Vasile si decidiera que ese fuera su camino.

Jen dejó escapar un profundo suspiro.

—Bueno, Fane dijo que lo distrajera. ¿Qué más sugerirías para detener un

Alfa con represalias mortales en la cabeza?

—No estamos diciendo que el método no fuera eficaz. Sólo estamos

diciendo que eres una loba valiente. —La voz de Crina en realidad sostenía un

temor reverencial.

—Así que, ¿sabemos exactamente qué situación demencial hizo necesario

que sacara las armas grandes? Valga el doble sentido, naturalmente. —Jen rió.

Jacque resopló.

—Sólo tú, Jen. Sólo tú.

* * *

Después de que Decebel cerró la puerta, cerró los ojos y tomó una lenta

respiración. Tengo que ponerlo bajo control, se dijo mientras trataba de hacer

retroceder a su lobo. Su compañera iba a hacer que cada hombre de su vecindad

muriera. ¿Cuántos de sus compañeros de manada acababan de presenciar su

pequeño truco? Apretó los ojos con fuerza, sólo para ver los moretones y marcas

de garras que empañaban su piel. Su lobo gruñó. Bueno, eso no era algo en lo que

necesitaba pensar. Finalmente, abrió los ojos y se volvió hacia Jacque.

—Ella no va a dejar esta habitación.

Sin otra palabra, comenzó a moverse en dirección al ruido que había oído

antes. Fane estaba tratando de mantener el ritmo y razonar con él al mismo

tiempo.

220

—Beta, ¿no crees que tal vez deberíamos seguir el consejo de Costin y

esperar a nuestro Alfa?

Decebel no respondió. Cuanto más se acercaba más claro se hacía el ruido.

La cabeza de Fane se alzó de golpe cuando oyó la voz de Jen.

“Podremos estar bien, y ser súper sexys, pero suaves lobas no somos ni por

asomo.”

Decebel se detuvo en seco. Las imágenes de Jennifer y ese baile pasaron

por su mente. Fane vio los caninos de Decebel descender, sus garras crecer, sus

ojos brillar salvajes. Fane se movió rápidamente para ponerse frente a su Beta, lo

cual fue probablemente la cosa más estúpida que podía haber hecho.

Fane trató de ser contundente.

—Decebel, detente.

Decebel lo golpeó a un lado como si no fuera más que una mosca molesta.

Fane no estaba usando todo su poder, no quería provocar al ya enfurecido lobo.

Cuando Decebel llegó a la sala de donde todo el ruido provenía, Vasile ya estaba

allí con los otros.

Fane miró con horror como una habitación llena de hombres silbaban y

gritaban mientras las mujeres parte de su manada bailaban, oh, tan

sugestivamente, en una enorme pantalla de tamaño cine.

Vasile se volvió a Fane.

—Detén la reproducción de eso.

Fane no esperó a ver qué pasaba. Entró en la habitación, empujando a otros

machos fuera de su camino con el fin de buscar el origen de la secuencia de vídeo.

Decebel gruñó tan fuerte que la habitación quedó en silencio. Todas las

cabezas se volvieron a ver a medida que el Beta Rumano tomaba todo su poder

de Alfa, drenándolo de sus compañeros de manada.

—¡DECEBEL! —rugió Vasile. Bien podría haber estado gritándole a una

pared.

Decebel se abalanzó.

221

—Agárrenlo —ordenó Vasile a su manada. Ocho hombres descendieron

sobre Decebel mientras él se lanzaba hacia delante. Los hombres gruñían contra

su fuerza bruta. Le estaba tomando todo el poder a Vasile evitar que Decebel

cambiara. Si él cambiaba, la única manera en que Vasile sería capaz de detenerlo

sería cambiar también y tomarlo en su forma de lobo. Él no quería ni pensar en

las consecuencias.

Todos ellos luchaban mientras Decebel empujaba, cortaba, e incluso

mordía para librarse de sus manos. Vasile observó a Cynthia corriendo por el

pasillo hacia ellos, Alina y las otras detrás de ella. La rebeldía de las americanas

estaba contagiando a su compañera, pensó secamente.

—Manténgalo quieto —gruñó Cynthia mientras levantaba una gran

jeringa y agarraba el brazo de Decebel.

Ella hundió la aguja en su brazo. Ni siquiera se inmutó, si es que se dio

cuenta. El émbolo descendió, empujando el poderoso sedante en su sistema.

Decebel siguió luchando, estaba a punto de liberarse cuando se desplomó.

* * *

Jen vio como Decebel, luchó contra su manada. Ella no pudo reprimir un

grito mientras observaba, al poderoso y enorme Decebel derrumbarse. Jen salió

corriendo y empujó a varios machos fuera de su camino.

—¡MUÉVANSE!

Jen colocó suavemente su cabeza en su regazo, colocando dos dedos en su

cuello. Ella dejó escapar un suspiro ahogado, su pulso era fuerte.

—Tenemos que moverlo ahora —dijo Cynthia con firmeza—. Eso no va a

durar mucho tiempo.

—Jen —la voz de Vasile fue tranquila, gentil—, tienes que dejar que nos lo

llevemos.

Jen miró al hombre que se había convertido en su Alfa.

—¿A dónde lo llevan? —La voz de Jen era más pequeña de lo que nunca

había oído.

222

—Vamos a tener que retenerlo hasta que pueda hablar con los Alfas acerca

de su situación única —explicó Vasile rápidamente.

—¿Encerrarlo? —Las cejas de Jen casi rozaron la línea de su cabello—.

¿Podré verlo?

Vasile negó con la cabeza.

—No hasta que hable con los Alfas. Jen, Decebel no puede controlar a su

lobo en lo que a ti se refiere, y estos machos sin pareja no retrocederán, siempre

y cuando parezcas disponible. Tengo que hacer esto para protegerlo de sí mismo,

pero también de ellos.

Jen finalmente cedió. Se inclinó y lo besó en los labios antes de dejar ir a

Decebel.

Ella vio como nueve personas llevaron al hombre que amaba lejos para ser

encerrado como un criminal. Los ojos de Jen se estrecharon mientras sus labios

formaban una línea recta y firme.

—Jacque —Sally dio un codazo a su amiga, y asintió con la cabeza en

dirección a Jen—, mira ese rostro.

—Mierda —murmuró Jacque mientras observaba los engranajes perversos

girar en el cerebro de Jen.

—Diría que esto va a sacudir a todos en esta monstruosidad que llaman

casa —respondió Sally automáticamente.

Ellas vieron mientras Jen se acercaba a Crina y Marianna.

—¿Qué está tramando? —murmuró Jacque.

—Necesito que me hagan un favor —le dijo Jen a las dos lobas

enérgicamente.

—¿Qué necesitas, compañera de manada? —preguntó Crina.

—Quiero saber los nombres de los que planearon esto.

—¿Tienes un plan? —preguntó Sally cuando ella y Jacque se unieron al

grupo.

223

—Puedes apostar tu trasero sin pelo a que lo tengo. —Los ojos de Jen casi

brillaban.

Marianna miró a Jen con aprensión.

—¿Deberíamos estar asustadas?

—Siempre y cuando estés parada en este lado de la línea de trato de

Jennifer Adams, estás a salvo.

—Debidamente anotado.

—¿Pueden averiguarlo? —volvió a preguntar Jen.

Marianna asintió.

—Creo que puedo. Hay un macho que ha estado echándome un vistazo.

Creo que un poco de reciprocidad podría recorrer un largo camino.

La sonrisa de Jen se ensanchó. Estaba empezando a convertirse en un

aspecto muy perturbador.

—Excelente.

224

21 Traducido por Flochi

Corregido por Mari NC

ecebel se sintió atontado cuando despertó. Sacudiendo la cabeza,

pasó sus manos por su rostro.

En un torrente de locura, los recuerdos lo inundaron y se

puso de pie de un salto con un gruñido. Pero no había nadie que respondiera, sólo

cuatro paredes de piedra. Decebel se acercó a aquella que tenía una puerta.

Agarró la perilla y tiró. Estaba cerrada con llave. Se dio la vuelta, asimilando su

entorno. La habitación no era grande pero estaba bien amueblada. Una cama con

dosel grande con una edredón verde y elegantes cortinas doradas rodeaban el

marco apoyado contra la pared más alejada. Al otro lado de la cama había dos

sillas con respaldo del mismo tono de verde que el edredón. Por encima de las

sillas había un espejo grande enmarcado en oro antiguo con la cabeza de un lobo

tallada en la cima. No había ventanas en la habitación.

Decebel gruñó. Una jaula dorada, pensó.

El espejo atrajo sus ojos nuevamente.

—¿Por qué un prisionero necesitaría un espejo? —se preguntó en voz alta.

Mientras más se acercaba, más se permitía usar su vista de lobo. Finalmente, su

rostro a tan sólo unos centímetros del vidrio, se dio cuenta que era un panel de

doble cristal. Alguien lo estaba observando.

Decebel gruñó y golpeó el vidrio con tanta fuerza que una pequeña grieta

se formó donde su puño hizo impacto.

—Beta, cálmate.

Decebel alzó la vista cuando escuchó la voz de su Alfa. Los altavoces en el

techo se hicieron obvios.

—¿Por qué estoy encerrado, Alfa? —gruñó Decebel.

D

225

—No estás controlando a tu lobo.

—¿Controlar mi lobo cuando esos mestizos lujuriosos andan detrás de mi

compañera? —gruñó Decebel, interrumpiendo a Vasile.

—No tienes pruebas visibles de que es tu compañera. Déjame manejar esto,

Decebel.

—¿Cómo encerrarme, evitar que la proteja, es manejarlo? —se burló

Decebel.

La puerta se abrió de golpe repentinamente y Vasile entró. Decebel sintió

el poder de su Alfa empujándolo a someterse.

—Entiendo que solo eres mi Beta por decisión, no por falta de fuerza. Tú

escogiste esto, Beta. Te someterás a mí, no me faltarás el respeto. —La voz de

Vasile fue mortal—. Te amo como a un hermano, Decebel. Entiendo que

necesites protegerla, pero tienes que confiar en mí. No tiene que gustarte, pero

obedecerás mis órdenes.

Decebel estaba estremeciéndose con ira. Estaba dividido por primera vez

en su vida. El único pensamiento de su lobo era llegar a su compañera, protegerla,

reclamarla, atarla a él. Pero Decebel, el hombre, podía usar la lógica. Finalmente

se hundió hasta ponerse de rodillas y desnudó su cuello. Vasile soltó el aliento

que estaba conteniendo y se acercó a él.

—No estoy intentando derrotarte, Decebel, estoy intentando protegerte.

Eres fuerte, mi igual, pero dudo que alguno de nosotros pueda encargarse de

cuatro Alfas y sus manadas. Lo cual es lo que pasará si atacas a sus machos por

mirar a tu compañera de tu manada.

—COMPAÑERA —gruñó Decebel.

—Para nosotros, sí, ella es tuya —dijo Vasile con calma—. Para ellos no.

Ella no lleva tu aroma en su sangre, no carga con tus marcas o tu mordida, no

hay ningún vínculo mental. Todas esas cosas son fallos en contra de ustedes dos.

—Realiza la Ceremonia de Vinculación, Vasile. Permíteme completar los

Ritos de Sangre. Entonces todo el mundo verá que Jennifer me pertenece.

Vasile sacudió la cabeza.

226

—Deja que hable con los otros Alfas. El día de hoy se han encontrado tres

verdaderas parejas, quizás estén dispuestos a permitirles a ti y a Jen algo de

tiempo para explorar esto sin ningún otro macho en la escena.

—¿Por qué es incumbencia de ellos? —gruñó Decebel—. ¿Qué tienen que

decir respecto a mí o al destino de ella?

—Normalmente, nada. Pero vinimos a una reunión donde los lobos están

buscando específicamente a sus verdaderas parejas. Los Alfas están buscando los

mejores intereses para sus machos. Si alejas a Jen de los otros machos y ella no

es tu compañera, entonces podrías estar condenando a uno de sus hombres a una

existencia sombría. —Decebel empezó a interrumpirlo pero Vasile lo detuvo—.

No la ven como tu compañera, por lo tanto no te dejarán mantenerla para ti solo.

Es tan simple como eso. Afirmar que hay un sentimiento entre ti y ella no es

suficiente para ellos.

Los hombros de Decebel se desplomaron con derrota mientras la realidad

se hundía. Entendía ahora por qué su Alfa lo había encerrado.

Independientemente de lo que pensaran los otros Alfas, independientemente de

la falta de marcas de acoplamiento entre él y Jennifer, él y su lobo la habían

reclamado. Ningún macho Canis lupis emparejado permitiría a otro tocar, mirar,

perseguir, o coquetear con su compañera. Él no podía confiar en ellos. A la vez,

la idea de Jennifer allá fuera sin él, como su compañera diría: no es muy bueno.

—¿Qué hay de Jennifer? —le preguntó a Vasile.

—Está con Alina y las otras hembras. La protegeremos, Decebel.

—No quiero que otro la toque. ¿No puedes evitar que participe en esas

estúpidas actividades? —espetó Decebel la palabra como si fuera lo más

repugnante.

—Veré que puedo hacer —cedió Vacile—. Necesito que consigas

controlarte.

Decebel asintió una vez. No miró a Vasile cuando este se fue.

Luego de varias respiraciones profundas, Decebel finalmente se puso de

pie. Empezó a pasearse al igual que su lobo se paseaba en su interior, pensando,

planeando. El lobo era astuto y no estaría enjaulado, no lo mantendrían lejos de

su compañera.

227

* * *

Jen yacía en su cama, mirando fijamente el techo. Estaba inquieta,

enojada… No, pensó, estoy furiosa. Enojada no empieza a cubrir lo que siento.

Se puso de costado, acomodando la almohada unas cien veces, e intentó

contar cada animal que había salido del Arca. Nada ayudó. No podía dormirse,

no cuando sabía que Decebel estaba encerrado.

Vasile no le diría dónde. Lobo astuto, pensó. Seguro que no se encontraba

en algún calabozo o prisión tosca. Vasile nunca permitiría que uno de los suyos

fuera tratado de esa manera. Pero aun así, los lobos estaban destinados a ser

libres, a correr y vagar. Decebel no manejaría bien el estar enjaulado.

Gruñendo en voz alta, Jen alcanzó su iPhone. Enchufó los auriculares y se

los puso en los oídos. Sin revisar su música, sólo golpeó el botón de reproducir y

esperó. Sonrió cuando empezó “Fight for You” de Jason Derulo. Su sonrisa se

amplió cuando pensó en el plan que estaba poniendo en marcha.

Oh, sí. Lucharía por Decebel. Qué Dios ayudara a aquellos que se

encontraban en el lado equivocado del campo de batalla.

* * *

A la mañana siguiente, Jen observó a Marianna moverse por la sala donde

la manada de Serbia estaba tomando el desayuno. Siguió los movimientos exactos

del progreso de Marianna mientras la loba empezaba una conversación con el

macho interesado.

Jen se había preguntado por qué un lobo mostraría interés si las marcas de

emparejamiento no aparecían. Su mandíbula cayó al suelo cuando Marianna y

Crina le explicaron que en los pasados años, cuando las verdaderas parejas eran

encontradas, a veces tomaba varios días que las marcas aparecieran. Cuando Jen

empezó a replicar sobre ello, Crina agregó rápidamente que nunca tomaba más

de cuatro días. Decebel y Jen habían estado cerca el uno del otro por meses.

Jen había preguntado luego por qué nadie se había molestado en divulgar

ese pequeño bocado. Crina dijo que Alina les había dicho que los Alfas no querían

que los machos fueran excesivamente atrevidos con ninguna hembra, sólo por

atracción, por días con una esperanza de que las marcas aparecieran.

La respuesta de Jen:

228

—Quizás sería mejor castrar a los machos y cortar todas las amenazas y las

meadas en lo arbustos.

Costin había escuchado y gruñó, luego palideció cuando Jen lo había

mirado e hizo un movimiento de tijeras con los dedos. Mientras lo hacía, cantó

la melodía de Wheels On the Bus: “Las tijeras al lobo van a cortar, cortar, cortar.”

Pero ahora, Marianna estaba hablando con el lobo que la había estado

mirando ayer. Él era apuesto, alto y fuerte, como todos los Capis lupis.

—Hola —dijo él con una sonrisa taimada.

—Hola —respondió Marianna con su propia sonrisa dulce—. ¿Cuál es tu

nombre?

—Jovin. ¿El tuyo?

—Marianna. —Ella pestañeó—. Entonces, ¿quieres ir a alguna parte?

El rostro de Jovin se iluminó.

—Seguro.

Mientras él se ponía de pie y se despedía de sus compañeros de manada,

Marianna se volvió hacia las CF y les alzó un pulgar. Ahora a conseguir que él le

entregue la mercancía. Puso los ojos en blanco. Estoy hablando como las

americanas ahora, gimió.

Rápidamente dominó su expresión cuando Jovin la tomó de la mano y la

sacó de la sala.

—Entonces, oh, gran maligna, ¿cuál es tu plan? —le preguntó Sally a Jen

secamente.

Jen se frotó las manos y sonrió.

—Bueno, comienza con un strip póker5.

—Ahh, buen Dios. Siempre empieza con un strip póker.

5 Strip póker: Es una variación del juego de cartas póker en el que los jugadores se quitan prendas de ropa

cuando pierden sus apuestas. Puede jugarse con cualquier tipo de póker, aunque normalmente se basa en

simples variaciones con pocas rondas de apuestas, como cinco cartas con descarte.

229

—¿Recuerdas lo que pasó la última vez que jugaste strip póker? —agregó

Jacque.

—Esto suena bueno —chilló Crina, agachándose en el suelo de la

habitación de Jen.

—Oh, vamos. Eso fue una sola vez. O sea, en serio, una pierde un pequeño

juego de strip póker…

—Jen, contigo siempre es “solo fue una vez” —suspiró Sally.

—Ves, eso es bueno. Significa que aprendo rápidamente. —Jen se encogió

de hombros.

—Increible. —Jacque lanzó sus manos al aire—. Encuentra una manera de

justificar cualquier cosa.

—¿Quieres escuchar mi brillante plan o te gustaría enumerar todas mis

transgresiones?

—No. —Sally fue la que alzó las manos ahora—. Vamos a seguir cavando

en esa caja de pandora y acabaremos encontrando algo peor que el brillante plan

que estás preparando que nos vas a explicar.

Jen fulminó a Sally con la mirada.

—Si terminaste…

—Por supuesto.

Crina miró a Jacque.

—¿Siempre son así?

—Créelo o no, esto es bueno. Han considerado asesoría, pero creo que

están intentando resolver sus diferencias ellas solas.

—Bien, pícaras, escuchen. —Jen se puso de pie con las manos en las

caderas, el acero estaba en sus ojos—. Como estaba diciendo, empieza con strip

póker. Necesitamos algo que los mantenga distraídos por un momento. De esa

manera, Jacque y Sally tendrán bastante tiempo para ir a través de las

habitaciones de los lobos.

230

—Oye, oye. Me perdiste en lo de Jacque y las habitaciones de los lobos. —

Jacque retrocedió.

—Bueno, si crees que Fane estará bien con que juegues strip póker con un

grupo de lobos sin pareja, entonces está bien…

—De acuerdo, buen punto —concedió Jacque.

—Pero, ¿qué se supone que buscaremos en sus habitaciones?

—Ropa —afirmó Jen—. Todas ellas. No quiero que tengan una pisca de

ropa que ponerse. Ropa de cama, también. Sábanas, toallas, edredones. Que

desaparezca todo.

—¿No serán capaces de simplemente transformarse a sus formas de lobo?

No necesitarán sus ropas —interpuso Crina.

—Ahí es donde las cosas se ponen complicadas.

—¿Más complicado que confiscar un montón de ropa de hombre y de

alguna manera llevársela sin ser vistas? —preguntó Sally sarcásticamente.

—Complicado porque voy a tener que hablar con Cynthia. Estoy pensando

que si tienen drogas para someter a los hombres lobos, entonces quizás tengan

drogas para prevenir que se transformen.

Jacque sonrió.

—Malvada, retorcida mujer.

—No quiero que nadie salga lastimado, pero no quiero que piensen que

pueden meterse con lo que es mío y salir impunes. Entonces, aunque pueda

parecer leve, van a estar humillados.

Crina, quien había estado escuchando atentamente, levantó la mano. Jen

la miró.

—¿Qué pasa, loba?

—¿Cómo sabes que ganarás en el strip póker?

—Jen nunca pierde —dijo Sally como si tal cosa.

Jen se encogió de hombros.

231

—Lo que está intentando decir es que, yo nunca pierdo.

—Bueno —dijo Jacque lentamente—. Entonces, strip póker y un éxodo

masivo de todas las formas de cubrirse. —Ladeó la cabeza a un costado—. ¿Qué

vamos a hacer con dichas ropas, toallas, etc, etc?

—¿Qué les parece una fogata, chicas? —Jen guiñó un ojo—. El fuego es mi

especialidad, después de todo.

Sally volvió a gemir.

—Strip póker y fuego. ¿Alguna vez aprende?

Jen empezó a pasearse. Iban a necesitar ayuda. No había manera de que

Sally y Jacque pudieran conseguir todas las cosas de esas habitaciones ellas solas.

Piensa, Jen. Dios, se supone que eres la maquinadora de esta pandilla.

Se devanó los sesos. Necesitaba a alguien que pudiera moverse por la

mansión con libertad.

Alguien a quien no le prestarían atención.

No había manera de que dejaran a alguna de las hembras caminar por los

pasillos sin invitación. Nada de hembras, pero un macho iría donde le plazca.

Bah, era como si estuviéramos de regreso al siglo dieciocho o algo así.

—Necesitamos a un amigo —anunció Jen, luego su cabeza se alzó de golpe

hacia Jacque—. ¿Estás dejando escuchar todo esto a tu bola de pelos?

Jacque sacudió la cabeza negativamente, aunque sabía que tan pronto

como Fane se enterara iba a estar enfado hasta la médula.

—Bien, no lo hagas. Sabes que nos encerraría hasta que todo esto haya

acabado. —Jen se golpeteó la barbilla—. ¿Quién sería más sencillo? ¿Costin o

Sorin? —pensó en voz alta.

Hubo un golpe en la puerta. Jen se acercó y la abrió para ver la dulce

sonrisa de Costin. Iba a ser Costin.

—Estaba comprobando para asegurarme de que las damas están bien. —

Sonrió. Si Jen no estuviera embelesada por cierto lobo fuera de control podría

haberse sentido atraída por Costin.

232

—Costin, las parcas te han enviado —dijo Jen dramáticamente, estirando

el brazo para indicarle que entre.

Jacque puso sus ojos en blanco.

—¿Qué está haciendo? —murmuró Sally.

—Salvando nuestros traseros al último minuto —respondió Jacque.

—Bueno saberlo.

Costin entró con cautela.

—Las parcas me han escogido, ¿eh? ¿Debería preguntar?

—Bueno, probablemente serás considerado culpable por asociación de

todas formas. Podrías meterte de lleno desde el principio. —Jen sonrió

dulcemente hacia él—. Además, siempre digo que si vas a hacerlo, hazlo en

grande.

Él miró a las otras chicas en la habitación.

—Sí, habla en serio —ofreció Jacque secamente.

—¿Qué necesitas? —Luego resopló—. Sólo para que conste, juraré que me

chantajeaste para entrar en esto.

Jen sonrió.

—Sabía que eras más que sólo una cara bonita.

Costin resopló, levantando una sola ceja hacia ella.

—Necesitamos que ayudes a Sally y Jacque a robar ropa, sábanas, toallas.

Casi cualquier cosa que pudiera tratar de cubrir su gloriosa desnudez. —Jen

estaba caminando por la habitación mientras hablaba todavía pensando en la

logística de su plan. Cuando Costin le dio una mirada confundida, agregó—: Oh,

de los lobos que planearon esa pequeña aventura de película.

—Bien… primero. Sólo quiero decir que no creo que sea una mala idea,

sino que pienso que es una idea seriamente mala.

—Seriamente mala —repitió Jen—. Bien, anotado.

233

—Muy bien, digamos que sigo con esto y ayudo. ¿Cómo exactamente se

supone que vamos a sacar todos esos artículos de las habitaciones?

Jen detuvo su caminar y soltó un fuerte resoplido.

—Esto es lo que tengo. Todas las habitaciones tienen ventanas en ellas,

¿cierto?

Costin asintió.

—Bien, entonces, ¿qué tal si Jacque y Sally te tiran los artículos por la

ventana? De ese modo podrías tomarlos y hacer una pila en el patio principal.

—Está bien, ¿luego qué?

—Entonces encendemos un fósforo y los vemos arder, nene. —Los ojos de

Jen se entrecerraron y la sonrisa que se deslizó por su rostro hizo que escalofríos

recorrieran la espalda de Costin.

La habitación estuvo en silencio por varios minutos.

—Así que, ¿cuándo se supone que vamos a hacer esto y dónde van a estar

los lobos? —preguntó Costin finalmente.

—Oh, sí. Te perdiste esa parte —balbuceó Jen, luego se animó—. Bueno,

empieza con strip póker.

—Aquí va —murmuró Jacque.

Los ojos de Costin se ensancharon.

—Oh no, Jen. Huh uh, de ninguna jodida manera. Decebel me arrancaría

la cabeza si piensa que te dejé jugar strip póker con un grupo de machos. De

ninguna manera va a pasar. Puedes olvidarte de tu plan y esperar por De…

Costin fue abruptamente interrumpido cuando Jen se acercó tanto a él que

sus pechos se tocaron.

Él intentó retroceder, pero ella agarró el frente de su camisa y lo mantuvo

en el lugar.

—Escucha y escucha bien, peludito —gruñó Jen—. Así es como ha ido mi

día. Pasé la mañana esquivando patas mugrientas, literalmente, solo para tener

una pata mugrienta aterrizando en mi seno y apretando con mucha fuerza. Vi al

234

lobo que probablemente es mi compañero luchar con tal cachorro de patas

mugrientas y terminar en toda una lucha sangrienta. Luego me levanté la

camiseta en una habitación llena de lobos para mostrar las, oh, tan bellas

adicciones a mi ya glorioso pecho. ¿Hasta aquí estás conmigo?

Costin era inteligente y no hizo nada más que respirar.

—Para colmo, estas pulgas caminantes me grabaron a mí y a mis chicas

sin nuestro conocimiento cuando estábamos siendo poco decentes… nuestra

culpa. Luego, después de que Decebel les dijera que lo tiraran y los dejó ir, ellos

lo pusieron en una gran pantalla y tuvieron una fiesta… no nuestra culpa. Tuve

que exhibirme a la maldita manada entera para evitar que Decebel matara a los

idiotas, lo que significa que él vio los moretones y todo eso, y seguramente me

encerrará en una habitación hasta que decida que puede manejar a otros machos

estando cerca de mí nuevamente. Encerraron a Dec porque fue hecho un basilisco

sobre ellos, lo que significa que no voy a estar con él. Soy una chica. No puedo

desafiar a esos idiotas, limpiarían el piso con mi trasero. Pero puedo emparejar

las cosas. Demonios, no hay furia como el de una mujer despechada, Costin.

Harías bien en recordarlo. —Ella soltó su camisa y retrocedió, pero le sostuvo la

mirada—. Estoy cansada, estoy furiosa, quiero ver a mi lobo, y me duele el pecho.

No me digas que no tome represalias contra aquellos que me ofendieron.

¿Estamos en la misma página?

Costin se frotó la cara y dejó escapar un suspiro. Volvió a mirar a Jen y una

gran sonrisa se extendió en su rostro.

—Me alegra tanto que seas la compañera del Beta.

Jen ladeó la cabeza hacia un lado.

—¿Por qué dices eso?

—Porque alguien necesita evitar que su cabeza se agrande más de lo que

ya está y tengo la sensación de que eres el lobo para hacerlo. Eso, y que tú lo

mantendrás ocupado —Costin meneó las cejas sugestivamente—, y lejos de

nuestros cabellos.

—Huh, él tiene egomanía —concordó Jen—. De regreso al problema en

cuestión, ¿estás dentro o fuera?

Los ojos de Costin se suavizaron.

235

—Estoy dentro. Alguien tiene que asegurarse de que salen vivas de esta.

Aahh, es una mala idea —gimió.

Jen sonrió.

—Estoy muy contenta de que veas las cosas de nuestra manera.

Odiaríamos tener que atarte y meterte en un armario en alguna parte.

La cabeza de Costin giró bruscamente hacia las otras chicas.

—Una vez más —dijo Sally secamente—, sí, lo dice en serio.

236

22 Traducido por Brenda3390

Corregido por Nanis

ynthia estaba sentada en su escritorio, continuaba en la búsqueda

de los archivos por cualquier documentación sobre el

emparejamiento de los latentes y los pura sangre Canis lupis. La

puerta se abrió de repente.

—Doc, necesitamos de su ayuda —anunció Jen mientras ella y Sally

entraban.

Cynthia se recostó en su silla y sonrió.

—¿Cómo puedo servirles, chicas?

—Primero necesito que prometa que mantendrá una mente abierta y me

dejará terminar antes de enloquecer. —Jen sostuvo la mirada de Cynthia,

esperando a que la doctora aceptara antes de continuar.

—Está bien, lo haré. Prometo mantener una mente abierta y no enloquecer

hasta el momento apropiado.

—Genial. —Jen tomó asiento en una de las dos sillas en frente del

escritorio y Sally tomó la otra—. Estoy declarando la guerra a los hombres que

fueron lo suficientemente estúpidos para provocar a mi compañero.

—¿Tu compañero? —interrumpió Cynthia.

—No no, Doc. Prometió mantenerse al margen hasta que terminara. —Jen

le arqueó una ceja.

Cynthia levantó las manos en señal de rendición.

—Como estaba diciendo, estoy declarando la guerra. No quiero herir a

nadie pero sí quiero mandar un mensaje claro de que las mujeres en esta manada

no van a aceptar mierda de nadie, ni vamos a tolerar que ellos enojen a nuestros

C

237

hombres. —Jen hizo una pausa esperando a ver si Cynthia iba a decir algo. No

lo hizo—. Así que he estado cocinando un plan, que aunque es inofensivo, será

bastante humillante.

Empezó a explicar los detalles de su plan. Al mismo tiempo, los ojos se

Cynthia se fueron abriendo más y más.

—Ahora bien, un problema que estaba tratando de solucionar era cómo

asegurarme de que todos vayan a ver los Chippendales. Creo que he encontrado

la solución. Crina y yo seremos las que los invitaremos a jugar cartas con

nosotros. Les diremos que tenemos que jugar en el gimnasio después de que todos

se hayan ido porque no podemos tener sus esencias en nuestras habitaciones o

nuestros machos enloquecerán. Entonces, después de que Jacque, Sally y Costin

hagan su parte, ellos podrán tomar los volantes, hechos por mí, e ir puerta por

puerta a repartirlos. —Jen sonrió, obviamente satisfecha consigo misma.

Sally la miró, con la frente arrugada.

—¿Qué va a decir el volante exactamente?

—Que deben venir a una fiesta multi-manada después de horas en el

gimnasio. Inteligente, ¿no? —Jen levantó la mano a Sally para chocarlas.

Sally le dio un golpe reacio a la mano.

—Pero cuando lleguen al gimnasio en lugar de una fiesta van a obtener una

vista de…

Jen interrumpió.

—Lobos con el trasero desnudo.

Luego se echó a reír.

—De verdad estás empezando a asustarme —dijo Sally cansadamente.

Cuando Jen miró a Cynthia expectante, ella se inclinó hacia adelante y

puso sus codos sobre el escritorio. Tomando una respiración profunda, preguntó:

—¿Y qué es exactamente lo que necesitas que yo haga en este loco, aunque

ingenioso, plan?

238

—Estábamos esperando que tal vez tú supieras de una forma de impedir a

los lobos transformarse —explicó Jen—. Sería un poco inútil si ellos pudieran

transformarse en sus formas de lobo.

—Vaya. Sin presión, ¿eh? —La sonrisa de Cynthia fue leve, pero no las

había echado de su oficina… aún—. No conozco ninguna droga que se haya

desarrollado para este propósito. Un Alfa puede impedir a sus lobos cambiar,

pero, ¿lo tomo como que no quieres que ninguno de los Alfas esté al corriente de

este plan tuyo?

—Estarías en lo correcto.

Cynthia se tocó la barbilla mientras pensaba en todas los cosas que sabía

respecto a la medicina y los lobos. Sally de repente saltó.

—Santa mierda.

—Uh, Sally querida, ¿te gustaría compartir tu obvia epifanía? —preguntó

Jen.

—Nepeta —susurró Sally.

—¿Nep-qué?

—Nepeta —repitió—. No me preguntes cómo sé esto porque no tengo ni

una jodida idea. Sólo estaba sentada aquí pensando en lo loca que eres…

—Sí, gracias por el voto de confianza —murmuró Jen.

—… y luego, ¡BAM! Sólo está allí en mi cerebro. Nepeta. Impide a los

lobos transformarse.

Cynthia estaba sentada con su boca abierta, mirando a Sally.

Sally miró a la doctora, y lanzó sus manos al aire.

—Les estoy diciendo que no sé de qué diablos se trata todo esto, pero ahí

está.

Jen se levantó, y se fue alrededor de la computadora de la doctora,

empujando contra la doctora para tener acceso al mouse y el teclado.

—Mueve tu aturdido trasero hacia un lado y déjame hacer un poco de

investigación, doc.

239

Cynthia distraídamente rodó su silla fuera del camino de Jen mientras ella

empezaba a teclear.

—¿Qué estás haciendo?

—Buscando Neptun —respondió Jen.

—Nepeta —le corrigió Sally—. N-E-P-E-T-A.

Ella la miró.

—¿Incluso sabes cómo deletrearlo?

Sally asintió y trago duro.

De repente Jen rió.

—Oh, esto es demasiado. El nombre más común para nuestra pequeña

congeladora de cambio es hierba gatuna6. —Sally en realidad dejó escapar

algunas risas mientras Jen golpeaba el escritorio—. No sé qué puede ser aún mejor

que eso.

Cynthia finalmente fue sacada de su shock momentáneo cuando Jen la

sorprendió con el golpe al escritorio. Miró a Sally y sonrió.

—Uh, doc. Me está asustando —admitió Sally de mala gana.

—Creo que eres una sanadora —le dijo Cynthia con admiración—. Una

sanadora gitana.

Jen miró de Cynthia a Sally y de vuelta.

—¿Cómo dijo?

—Cada siglo más o menos, una sanadora gitana aparece en una manada

de Canis lupis. No hay ninguna razón para ello. Pero es un gran honor y empuja

las balanzas de poder mayormente hacia esa manada —explicó.

—¿Qué quiere decir con “aparece”? —preguntó Sally.

—Sólo que quién sea ella, y la sanadora siempre es mujer, dondequiera que

ella esté, el destino la trae a la manada a la que va a servir. Tú fuiste destinada a

6 Hierba gatuna: menta de gato, menta gatuna, albahaca de gatos, gatera, gataria, nébeda, y en algunas

provincias llamada valeriana.

240

ser amiga de Jacque, porque Jacque era la clave para guiarte a esta manada. Así

como Jen estaba destinada a ser amiga de Jacque, porque ella también iba a ser

una parte de la manada Rumana.

—¿Cómo es eso siquiera posible? —preguntó Sally dudosamente.

—No hay cómo explicar los Destinos, Sally —le dijo Cynthia

honestamente—. Todos tienen un destino y sin importar cuántas veces se

extravíen, siempre van a encontrar la forma de volver al camino que va a cumplir

su propósito.

—Entonces, ¿cómo sabes que soy una sanadora gitana? —Sally se sentó de

nuevo en la silla de la que se había desbocado.

—Bueno tenemos que asegurarnos de que lo eres, pero las sanadoras

gitanas son bendecidas súper naturalmente con el conocimiento de las hierbas,

medicina, las artes de la curación, cosas que sería imposible saber sin años de

estudio.

—¿Cómo sabes todo esto? —preguntó Jen.

—No sólo estudié medicina humana cuando fui a la escuela de medicina.

Aprendí lo más que pude sobre cómo atender a los Canis lupis también. Aunque,

nunca seré capaz de aprender todo lo que las sanadoras saben. Estudié la historia

de las sanadoras gitanas dentro de las manadas un par de décadas atrás. No ha

habido una sanadora gitana, al menos documentado, en casi dos siglos. —

Cynthia sacudió su cabeza en incredulidad y sonrió—. Vaya. Si confirmamos

esto, Vasile va a estar emocionado.

—Está bien, así que empecemos con las felicitaciones —anunció Jen—.

Sally, felicitaciones. Ahora tenemos que dejarlo pasar y volver a esta revelación

en un tiempo y hora posteriores.

—Sin falta, Jen, acabo de descubrir que soy alguna clase de rara mercancía,

pero por favor vamos a planificar la caída de algunos pervertidos Canis lupis. —

Sally le puso los ojos en blanco a su sarcástica mejor amiga.

—Extraordinario. —Jen asintió—. Así que, hierba gatuna. Como estaba

diciendo, es extremadamente asombroso pero, ¿dónde podemos conseguir algo

de ello? Aquí dice que es comúnmente encontrada en Europa. Y por casualidad

estamos en Europa. ¿Coincidencia?

241

—Sí —interrumpió Sally.

—Yo creo que no —continúo Jen, sin inmutarse—. Cynthia, tengo una

misión para ti si decides aceptarla.

—Oh, hermano —murmuró Cynthia—. Déjame adivinar. ¿Quieres que

encuentre un poco de hierba gatuna y averigüe cómo hacer la mezcla?

—Preferiblemente algo líquido para que así podamos echarlo en sus

bebidas —dijo Jen distraídamente.

Cynthia se sentó en silencio, contemplando las consecuencias de ser parte

de la pequeña maquinación de Jen. No iba a mentir y decir que estaba más allá

de tal mezquindad, porque honestamente, quería atrapar a esos mocosos por

pensar que podían meterse con sus mujeres. Vasile con toda seguridad se iba a

enojar, pero de nuevo ella ya estaba en la casa del perro proverbial así que, qué

diablos.

—Está bien, estoy dentro. —Ella aplaudió con entusiasmo, sintiéndose

más joven de lo que se había sentido en mucho tiempo.

Jen guiñó.

—Adoro cuando un plan empieza a formarse, especialmente uno que

involucra strip póker, hogueras, y hombres lobos desnudos. En serio, ¿qué más

querría una chica?

Sally gimió mientras se desplomaba de vuelta en la silla.

—Esto va a ser un desastre, puedo sentirlo.

La cabeza de Jen salió disparada en torno a Cynthia.

—¿Puede chica gitana aquí predecir el futuro?

—No, no son clarividentes.

—En ese caso, no, Sally. Lo que estás sintiendo es la exuberante alegría

que viene de participar en una de las experiencias cambia vidas de Jen.

—¿Oh, es eso lo que es? Pensé que era gas —dijo Sally irónicamente.

Ignorando la observación de Sally, Jen se dirigió a Cynthia de nuevo.

242

—Así que tú tienes la operación congelación de cambio. Son —Jen miró a

su reloj—, las nueve ahora. Vamos a necesitar probarlo antes de que la operación

comience, así que necesitamos estar listas para mañana en la noche.

—¿Cuándo están planeando tener esta pequeña fiesta? —preguntó

Cynthia.

—Pasado mañana. Fane le mencionó a Jacque que los Alfas y sus

compañeras van a tener una cena privada ese día. Con ellos distraídos, creo que

sería el momento más oportuno para obtener nuestra venganza.

—Está bien —dijo Cynthia levantándose—. Voy a salir y ver si puedo

olfatear un poco de hierba gatuna fuera de los terrenos de la propiedad. Ustedes

chicas traten de mantenerse bajo el radar.

—Lo haremos, doctorísima. —Jen le dio un pulgar en alto y salió de la

oficina.

Sally miró de vuelta a Cynthia, quien sonreía.

—No te preocupes, Sally. Haré un poco de investigación sobre las

sanadoras gitanas, y tú y yo resolveremos esto.

Sally le devolvió la sonrisa.

—Gracias, doc. Se lo agradezco.

243

23 Traducido por Rihano

Corregido por Nanis

sí que el Beta ha sido sacado de la escena —le dijo Damion a

sus cuatro compañeros de manada—. Eso significa que la

rubia no estará tan protegida.

—¿De verdad crees que ella podría ser tu compañera? —preguntó Vilim.

Él entrecerró los ojos.

—No lo sé. Sé que si ella lo es, voy a desgarrar tus manos por tocarla de la

manera en que lo hiciste durante el entrenamiento.

—Como si tú no hubieras aprovechado la oportunidad —lo acusó Vilim—

. No es como si ellas fueran fáciles de evitar. Ella está bastante bien dotada, por

si no te habías dado cuenta.

—Sólo mantén las manos quietas de ahora en adelante —gruñó Damion.

—Sí, Beta —concedió él a regañadientes.

—¿Thad no dijo que nos iba a castigar por el vídeo? —preguntó Sava.

Damion negó.

—Dijo que no le pareció otra cosa más que nosotros mostrando nuestro

interés por las hembras Rumanas. Ninguna de esas mujeres en el vídeo está

emparejada. Eso las hace elegibles.

* * *

Marianna golpeó la puerta de Jen y esperó, mirando a su alrededor

nerviosamente. Había conseguido la información que Jen pidió, aunque tuvo que

hacerlo parecer como si las chicas no estaban molestas, sino realmente halagadas

por la atención de la proyección del vídeo.

—A

244

La puerta se abrió y Sally le sonrió.

—¿Cómo te fue? —preguntó ella.

Marianna entró para encontrar a Jen, Jacque, Crina y Costin todos en el

piso con papeles esparcidos, sosteniendo marcadores. La única palabra que vio a

simple vista fue fiesta.

Ella levantó un trozo de papel que había estado sosteniendo y sonrió.

—Conseguí los nombres.

Jen se levantó de un salto.

—¡Sabía que podías hacerlo!

Marianna sonrió, contenta de haber sido útil de alguna manera. Se

sorprendió de lo mucho que había comenzado apreciar a las estadounidenses.

Sintió una tristeza asentarse sobre ella ante ese pensamiento, pero rápidamente se

lo quitó de encima mientras Jen leía los nombres en voz alta.

—Así que, Costin. Eres un hombre —dijo Jen.

—Me alegra que lo hayas notado. —Sonrió Costin.

Jen puso los ojos en blanco.

—¿Sabes quiénes son estos tipos? Aparte de Damion y Adrian, que ya los

conocimos.

Él gruñó.

—Son todos de la manada de Serbia. Damion es el Beta. Vilim es el lobo

que… —Costin hizo una pausa incómoda.

—Consiguió el premio —añadió Jen amablemente.

—Tienes una habilidad con las palabras, Jen. Sé quienes son y como se ven

todos ellos.

—Perfecto. —Suspiró Jen—. Ahora, toca invitarlos a jugar.

—Eso no debería ser difícil —le dijo Costin—. Siempre están juntos.

—Podríamos hablar con ellos en el desayuno de mañana —ofreció Crina.

245

—Bien dicho, loba —la elogió Jen, y luego miró hacia el suelo—. Creo que

tenemos suficientes volantes. Demos por terminada la noche.

Todos dejaron escapar un suspiro colectivo.

—Oh, vamos. Todos ustedes actúan como si los hubiera hecho firmar por

sus almas o algo así.

—Bien podrías haberlo hecho —murmuró Jacque.

—Escuché eso, Jacque Pierce. Oh, y recuerda que no debes dejar que tu

bola de pelos entre y revise tu cerebro, o nuestro plan se irá a la mi…

—Entiendo eso, Jen —la interrumpió Jacque mientras se dirigía a la

puerta.

Jen levantó las manos y dio un paso atrás.

—Está bien, sé cuándo retroceder.

—¿Desde cuándo? —La boca de Sally hizo un mohín hacia ella.

Jen le enseñó el dedo y empezó a recoger los volantes dispersos. Todo el

mundo salió en fila uno tras otro, murmurando buenas noches.

Costin estaba cerrando la puerta cuando se detuvo y se volvió de nuevo

hacia Jen.

—Oye, quería hacerte saber que fui a revisar el parámetro exterior de la

mansión, e incluso encontré una carretilla en uno de los edificios de trabajo. —Él

sonrió—. Encontré queroseno también. Vamos a iluminar la noche, pequeña

latente.

Jen se echó a reír.

—Hombre, cuando te metes en algo, vas con todo, ¿no es así?

—Suponiendo que probablemente voy a morir por ayudarlas, bien podría

hacerlo a lo grande.

—Pensamos igual —bromeó ella—. Gracias, Costin. Realmente. Decebel

se va a enojar.

—Es un eufemismo —añadió Costin rápidamente.

246

—El del milenio —concordó ella—. Pero ya sea que él es mi compañero o

no, no acepto mierda de nadie. Me defiendo a mí misma y a esos a los que amo

cuando puedo. Él podrá montar un gran berrinche y golpear su pecho, pero al

final va a entender por qué tenía que hacer esto.

Su rostro era serio, su voz cargada de emoción.

—Él está bendecido por tener una compañera como tú, y Alfa en todos los

sentidos de la palabra.

Jen sonrió y le guiñó un ojo.

—Apuesta tu caliente y peludo trasero que lo soy.

Costin se rió entre dientes mientras cerraba la puerta.

* * *

Jacque abrió la puerta de su habitación y de Fane y lo encontró acostado

en su cama, leyendo.

—Has estado muy callada hoy —le dijo, refiriéndose a su vínculo.

Jacque odiaba la idea de mentirle a Fane, incluso si se trataba de una

mentira por omisión.

—Sólo he estado con Jen y las chicas. Tú sabes que ella es mentalmente

agotadora. Te extrañé. —Jacque subió a la cama y se tendió a su lado. Con la

esperanza de distraerlo, tímidamente añadió—: En más de una forma.

Fane se rió entre dientes.

—No te vas a salir del apuro tan fácil, Luna.

Jacque le acarició el cuello mientras él seguía mirando su libro. Sus manos

comenzaron a frotar su espalda, moviéndose hasta su cuello, y luego corriendo a

través de su espeso cabello oscuro.

Fane dejó escapar un gruñido desde lo profundo de su pecho.

—Jacquelyn —le advirtió.

—¿Sí, compañero? —preguntó inocentemente.

247

Fane cerró el libro de golpe y lo puso a un lado. Rodó sobre su costado,

apoyándose en un brazo, evadiendo con eficacia sus manos viajeras.

Jacque le frunció el ceño.

—Admitiré que soy nuevo en las relaciones, y obviamente, nuevo en estar

acoplado. Sin embargo, he visto suficiente televisión estadounidense para

entender que las mujeres piensan que pueden distraer a un hombre con el sexo

cuando están tratando de evitar algo.

Jacque sabía que su cara se estaba volviendo roja porque podía sentir el

calor arrastrándose hasta su cuello.

—Así que, aunque pasé la mayor parte del día en un semi estado de

sorpresa por la dirección en la que tus pensamientos han esto yendo, lo cual

normalmente no es algo con lo que estés súper cómoda, llegué a la conclusión de

que no debes querer que yo sepa algo. —Fane entrecerró los ojos. No estaba

enfadado, pero estaba un poco molesto—. ¿Es mi evaluación de la situación

exacta, Jacquelyn?

Jacque gimió y rodó sobre su espalda, tirando su brazo a través de sus ojos.

—Luna, ¿qué está pasando? —preguntó Fane sin rodeos.

Ella tomó una respiración profunda y soltó el aire.

—No te lo puedo decir.

Él gruñó.

—¿Estamos guardando secretos tan pronto?

La cabeza de Jacque se alzó rápidamente a mirarlo. Él vio el brillo en sus

ojos esmeraldas y supo que tuvo éxito en sacarla del paso.

—En realidad no es mi secreto para contarlo, Fane. No estoy tratando de

ser taimada. —Bueno, eso no era absolutamente cierto. Pero aun así, pensó ella—

. Prometí que no te diría.

Fane sostuvo su mirada, frustrado, pero también comprendiendo el hecho

de que ella no quería romper su promesa. Admiraba esa cualidad.

248

—Luna, te he dejado… —Se detuvo y cerró los ojos, apretando el puente

de su nariz—. Quiero decir, he estado dispuesto a que pases la mayor parte de tu

tiempo con tus amigas, mientras hemos estado aquí. Principalmente porque sé

que te tengo en las noches. —Jacque se sonrojó—. Entiendo que Jen te necesita.

Entiendo que ellas son muy importantes para ti. Pero al igual que mi familia y

amigos ya no son lo primero en mi vida, ni la tuya lo es en tu vida tampoco. —Él

disminuyó el espacio entre ellos, odiando la distancia. Pasó los dedos por su

mejilla, su cuello, el hombro y el brazo, aterrizando sobre su cadera. La atrajo

hacia sí—. No quiero que eso suene egoísta, o mandón, pero tu seguridad es lo

primero. Jen tiene una tendencia a tirar la seguridad por la ventana, junto con su

sentido de supervivencia.

Jacque sonrió ante sus palabras, pero sabía que a pesar de que estaba

bromeando, también estaba diciendo la verdad.

—Te amo. Odio esconder algo de ti, pero necesito que confíes en mí. —

Jacque se estremeció interiormente ante sus palabras, sabiendo que le estaba

pidiendo que le diera la confianza que no se merecía por el momento.

Fane llevó la mano a su nuca y tiró de su cara hacia la suya. Apretó sus

labios con firmeza contra los de ella, y le encantó que ella gimiera y se relajara

contra él. Le encantaba que tuviera ese efecto en ella. Casi gruñó cuando sintió

su lengua barrer, buscando la entrada. Abrió su boca, profundizando el beso, y

escuchó como su corazón se aceleró, música para sus oídos.

Ralentizó el beso y finalmente se apartó. Él rozó sus profundamente

amados labios con el pulgar y se echó a reír cuando ella lo mordió. Su respiración

se cortó cuando vio que sus colmillos, los cuales sólo hacían una aparición en

determinados momentos, habían descendido.

Sus ojos comenzaron a brillar en reciprocidad.

Fane observó con fascinación como Jacque chasqueó la lengua contra uno

de los caninos afilados y sonrió con malicia hacia él.

Él estaba preparado para dar por terminada la conversación, al menos por

la noche.

—Voy a confiar en ti, amor. Pero si algo te sucede a causa de este secreto…

249

—Shhh. —Jacque lo interrumpió cuando se acercó a él y mordisqueó su

labio inferior con suavidad. Fane gruñó y tiró de ella imposiblemente más cerca.

—¿Estás hambrienta, compañera, o simplemente feliz de verme? —bromeó

él, respecto a sus caninos haciendo acto de presencia.

«Ha pasado un tiempo desde que he tenido tu sangre» dijo ella en respuesta

a su broma.

El rostro de Fane se tornó serio.

«Sabes que ni siquiera tienes que pedirlo.»

«Lo sé.» Ella había bajado su mirada de la suya, y estaba jugando con el

cuello de su camisa. «Es sólo que es… vergonzoso.»

Fane dejó escapar una carcajada, echando la cabeza hacia atrás.

Jacque lo miró, sus ojos se estrecharon y su boca se tensó.

—¿Por qué te estás riendo de mí?

La risa de Fane finalmente se detuvo. Él tiró de su cola de caballo para

soltar su cabello. Pasó los dedos a través de este y siguió sonriéndole.

—Después de los pensamientos que me estuviste enviando hoy, pequeña

arpía, no veo cómo algo puede avergonzarte.

Jacque entornó los ojos.

—¿Vas a besarme o burlarte de mí toda la noche?

Fane rozó los dientes a lo largo de la piel de su cuello donde estaba su

marca, sus propios caninos descendiendo.

«¿Quién dijo algo acerca de besarte, Luna?»

* * *

Decebel se puso de pie luego de terminar varios cientos de abdominales y

flexiones. Estaba inquieto; su lobo estaba poniéndose muy nervioso. Se paseó por

la habitación, doblando sus manos mientras sus garras se mantenían

descendiendo y retrayéndose. Había estado en un estado de cambio parcial

durante todo el día y sabía que en ese momento, él era más peligroso que nunca.

250

Lo único que podía hacer era esperar por los cielos que Jennifer se estuviera

quedando fuera de problemas y que Vasile estuviera manteniendo una estrecha

vigilancia sobre ella. Porque sabía que cuando saliera de la reclusión, y la

encontrara en menos seguridad que estar encerrada en su habitación con la puerta

custodiada, iba a perder la minúscula cantidad de control a la que se aferraba con

ambas manos.

Todavía estaba furioso por el lobo que se había atrevido a tocar lo que era

suyo. Y entonces su compañera había montado ese pequeño truco en el pasillo

para el disfrute de todos. No iba a mentirse a sí mismo, Jennifer tenía un cuerpo

hermoso. Simplemente no había planeado verlo junto con el resto de su manada.

Tal vez tenía que explicarle que los Ritos de Sangre realizados después de la

Ceremonia de Vinculación eran generalmente en donde la ropa desaparecía… en

privado. Se aseguraría de hacer hincapié en lo privado.

Su pequeña hazaña le había permitido ver la evidencia de la mano del lobo

en el cuerpo de su compañera. Los moretones donde sus dedos habían presionado

duro, y los molestos cortes donde sus garras habían penetrado en su carne. Para

rematar el día del demonio, Decebel había visto, en una neblina de color rojo,

una habitación llena de hombres sin pareja babeando detrás de su compañera y

de sus dos compañeras de manada.

Gruñó ante todos los recuerdos, al darse cuenta que en ese momento habría

matado a todos y cada uno de los lobos responsables.

Sólo había una cosa que lo calmarían a él y a su lobo: Jennifer.

—Alfa —habló Decebel hacia la habiatación abiertemente—. Tengo que

hablar contigo, por favor. —Su voz era gutural, tan cerca al cambio.

Menos de un minuto después de que él habló, la puerta de su habitación se

abrió.

—Decebel —dijo Vasile su nombre como un Alfa adolorido por el

sufrimiento de uno de los suyos.

—La necesito —dijo Decebel honestamente.

—No puedo traértela.

251

—Entonces, al menos dame un teléfono para que pueda hablar con ella. —

Decebel nunca había sido una persona de mendigar, pero estaba a punto de

arrastrarse, sólo para escuchar su voz.

—Ellos van a oír si hablas con ella. —La frente de Vasile se frunció—.

Pero… no serían capaces de ver un texto.

Decebel sintió una sonrisa extenderse a través de su rostro, no realmente

una sonrisa feliz, sino más como una de “acabo de sacar furtivamente una galleta

del tarro de galletas”. Hace seis meses, ni siquiera habría considerado los

mensajes de texto, pero desde que Fane y algunos de los otros lobos jóvenes

habían empezado, de alguna forma se había visto obligado, y a aprender la jerga

concerniente a eso.

Resultó, que Decebel prefería enviar mensajes de texto a hablar en

cualquier momento. Excepto con su compañera. Pero tendré que bastar por

ahora, pensó.

—Voy a volver en un momento. Tendré que conseguir el número de Jen.

—Date prisa —gruñó Decebel, pero agregó—, por favor.

Decebel se paseó y paseó mientras esperaba que su tabla de salvación le

fuera traída. Si tenía alguna duda de Jennifer siendo su compañera, habían sido

eliminadas mientras sentía su rabia crecer al estar lejos de ella.

Eventualmente Vasile entró, sosteniendo su teléfono. Decebel se obligó a

retraer sus garras de modo que fuera capaz de escribir sin trabas.

No reconoció a Vasile mientras se iba.

Decebel encontró su nombre en su lista de contactos y pulsó el botón de

texto. Una pantalla en blanco apareció con un teclado debajo de ella.

Decebel txt: Jennifer

Él esperó, gruñendo cuando ella no respondió de inmediato. Su teléfono

vibró finalmente mientras su texto aparecía.

Jennifer txt: Bola de pelos

Decebel gruñó, pero sonrió ante su boca inteligente. Su teléfono vibró de

nuevo antes de que pudiera responder.

252

Jennifer txt: ¿Estás bien?

Le importaba. Tenía el corazón en la garganta mientras leía el simple texto

de ella.

Decebel txt: Un poco gruñón

Jennifer txt: Estás bien, entonces

Decebel rió, sintiendo a su lobo asentarse, aunque sólo fuera un poco. Era

suficiente para mantenerlo cuerdo.

Decebel txt: ¿Cómo estás tú?

Jennifer txt: Extrañándote

Decebel txt: Te extraño también, nena

Jennifer txt: ¿Estamos de acuerdo?

Decebel txt: Nunca

Jennifer txt: ¿Estás enojado conmigo?

Decebel txt: Estaría mejor

Jennifer txt: :(

Decebel txt: Eres mía

Jennifer txt: Sí

Decebel txt: Únicamente mía para ver

Jennifer txt: No sabía cómo distraerte

Decebel txt: Misión cumplida

Jennifer txt: lol

Decebel txt: Mantén tus ropas puestas

Jennifer txt: ¿Muy mandón?

Decebel txt: Mantén tu ropa puesta

253

Jennifer txt: Eso puede hacer las cosas difíciles

Decebel txt: Jennifer. Mantén. Tu. Ropa. Puesta.

Jennifer txt: Bien, voy a mantener algo de ropa

Decebel txt: Te necesito

Jennifer txt: V dijo que no

Decebel txt: ¿Le preguntaste?

Jennifer txt: Por supuesto, eres mío

Decebel txt: Grrr

Jennifer txt: ¿Un buen grrr?

Decebel txt: Definitivamente

Jennifer txt: Excelente

Decebel txt: ¿Estás siendo buena?

Jennifer txt: Hum, se más específico

Decebel txt: Jennifer

Jennifer txt: Siempre soy buena en lo que sea que hago

Decebel txt: No es tranquilizador

Jennifer txt: ¿No estás de acuerdo?

Decebel txt: No puedo

Jennifer txt: ¿?

Decebel txt: He estado en el otro extremo de ti siendo buena

Jennifer txt: Estás siendo retorcidamente malvado

Decebel txt: Tu culpa, yo era inocente antes de conocerte

Jennifer txt: Estoy segura de que estabas absolutamente limpio

Decebel txt: Debería dejarte dormir

254

Jennifer txt: ¿DEJARME? En serio

Decebel sabía que la única forma en que iba a conseguir que se fuera a

dormir sería utilizando la psicología inversa. Por mucho que quería sentarse y

escribirle toda la noche, ella necesitaba descansar.

Decebel txt: Necesito que duermas, nena

Jennifer txt: Eres un rápido aprendiz

Decebel txt: Sueña conmigo

Jennifer txt: Voy a pensar en ello

Decebel txt: Compañera, grrr.

Jennifer txt: Humm delicioso

Decebel txt: ¡Mujer! Ve a dormir

Jennifer txt: ¿Sola?

Decebel txt: ¡Demonios, sí, sola!

Jennifer txt: Una cama tan grande, solitaria

Decebel txt: Jennifer

Jennifer txt: ¿Alguna vez te dije que eres sexy cuando eres mandón?

Decebel txt: Sí, estabas bebida hasta tu lindo trasero

Jennifer txt: Sonrojándome

Decebel txt: Deberías estarlo, ve a la cama

Jennifer txt: No puedo escribirte si duermo :(

Decebel txt: Tú me matarás

Jennifer txt: Te aseguro que eso no es lo que quiero hacerte

Decebel txt: Sonrojándome

255

Jennifer txt: ¡PECR7!

Decebel txt: Ve. A. Dormir.

Jennifer txt: ¿Me acompañas?

Decebel txt: El teléfono estará cerca de mi corazón

Jennifer txt: Lágrimas

Decebel txt: No llores nena

Jennifer txt: ¿Por qué aquí? ¿Por qué ahora?

Decebel txt: No sé, Jennifer

Jennifer txt: Apesta

Decebel txt: Estoy abrazándote

Jennifer txt: Más lágrimas

Decebel txt: Mi lobo se está poniendo inquieto

Jennifer txt: Lo siento, estoy bien

Decebel txt: Abrázame también

Jennifer txt: Toda la larga noche

Decebel txt: Buenas noches nena, xoxo

Jennifer txt: Buenas noches

Decebel txt: ¿Nada de amor para mí?

Jennifer txt: No quería que se te subiera a la cabeza

Decebel txt: Gracias por tu preocupación

Jennifer txt: Buenas noches, un profundo e intenso beso, con las manos en

tu cabello, los cuerpos presionados juntos

Decebel txt: GRRRRRRRR

7 PECR (LMAO): Partirse el culo de risa; en el inglés original: Laughing My Ass Off.

256

Jennifer txt: ¿Qué? ¿Demasiado?

Decebel txt: Voy a soñar contigo

Jennifer txt: Apuesto a que lo harás, lol, buenas noches B

Decebel txt: Buenas noches nena

Decebel se desplazó a través de sus textos, sonriendo ante su alegría

jugetona. No era suficiente, pero le ayudaría a pasar la noche.

* * *

Jennifer se hizo un ovillo en la cama de la que le había dicho a Decebel que

era demasiado grande para estar en ella sola. Todo el día se había mantenido a sí

misma ocupada. Ahora aquí, en la oscuridad, podía sentir el agujero que se estaba

ampliando con cada momento lejos de Decebel.

Ella había estado emocionada cuando Vasile le había dicho que podía

escribirle. Sonrió para sus adentros, recordando sus textos. Decebel tenía un lado

dulce y romántico. Y maldita sea si esto no era la cosa más sexy.

Cerró los ojos y pensó en él. Su hermoso rostro, cabello oscuro, ojos de

color ámbar… Se quedó dormida ante los recuerdos de la profunda y

tranquilizadora voz de su compañero, y su fuerte cuerpo sosteniéndola.

257

24 Traducido por Isa 229

Corregido por Nanis

ynthia bostezó mientras se sentaba en la mesa con su manada,

desayunando. Había estado fuera buscando hasta las dos de la

mañana. Estuvo en fase cuando salió a buscarlo, sabiendo que su

lobo se podría mover mucho más rápido.

Finalmente, a más de dieciséis kilómetros de distancia de la finca, encontró

la Nepeta, también conocida como hierba gatuna. Todavía trabajaba en

perfeccionarlo en forma líquida, la parte más difícil era que tendría que ser

bastante potente, pero también disuelta de modo que las pocas partículas de la

planta no fueran visibles.

La gente tiende a sospechar cuando hay cosas flotando en sus bebidas.

Cynthia captó la mirada de Jen a través de la mesa y le asintió, un

movimiento sutil para que ella la siguiera afuera.

Cynthia esperaba en el pasillo cuando las cinco muchachas salieron, Costin

pisando sus talones.

Sí, esto no parece sospechoso, pensó.

—¿Qué sucede, doc? —preguntó Jen.

—Encontré la Nepeta a dieciséis kilómetros. He estado trabajando en ello

toda la mañana y la única cosa en la que no estoy segura es en su potencia para

hacerlo indetectable en la bebida.

—¿Encontró algo que impedirá que los chicos sean capaces de cambiar? —

Costin habló bajo, para que no fuera escuchado por casualidad.

Cynthia, Jen y Sally asintieron al mismo tiempo, pero no se explicaron.

Él levantó sus cejas.

C

258

—De acuuuerdo, ¿cómo averiguó eso?

Sally miró a Cynthia quien dio un movimiento casi imperceptible con su

cabeza.

—Hicimos unas indagaciones y esto en cierto modo cayó en nuestros

regazos —le dijo Jen vagamente.

—Ajá, sólo cayó a sus regazos. —Costin las observó con recelo—. Bien, si

esa es tu historia…

—Finalizada, ilustrada y corregida. —Jen le dio una asentimiento agudo—

. Está bien. Todos andando, gente. Doc, necesitamos sujetos de pruebas para su

magia.

—Esa sería la manera más exacta de determinar si es eficaz —acordó

Cynthia.

Jen sonrió a Costin dulcemente.

Costin miró el destello en los ojos de Jen cuando ella le sonrió.

Comprendiendo lo que ella estaba pensando, levantó sus manos.

—De ninguna manera, Jen. Vamos, no puedes pedirme que haga eso. No

puedo protegerlas si no puedo cambiar. No. Me opongo enérgicamente.

Jen no discutió, comprendiendo que ninguna coquetería, arrastre, empuje

o soborno iba a funcionar con Costin. Miró a cada miembro de su grupo, todas

tratando de pensar en un lobo para probar este brebaje.

Finalmente, Cynthia habló.

—Yo lo haré. Es mi creación, debería ser la que lo pruebe.

—¿Estás segura que quieres hacer esto, Cynthia? —preguntó Sally.

—Sí, definitivamente. Llevaré a Jacque, Sally y Costin conmigo mientras

que ustedes tres ponen la carnada a su presa.

Jen sostuvo su puño en alto hacia Cynthia. Ella entendió lo que Jen

intentaba hacer y formó su propio puño, chocándolo contra el de Jen.

—Que comience esta fiesta, señoras.

259

Costin aclaró su garganta y mordazmente miró a la conspiradora diabólica.

—Ah, por el amor de Dios. Que comience esta fiesta, señoras y hombre

lobo caliente. ¿Feliz? —preguntó Jen.

—¿Crees que soy caliente? —Costin sonrió abiertamente y guiñó.

—No le llegas ni a los talones a B, así que no te emociones mucho.

—Ouch. Estoy dolido, Jen. —Sonrió Costin, colocando su mano en su

corazón.

Jen negó y se dio vuelta hacia Marianna y Crina.

—¿Listas?

—Totalmente. —Sonrió Crina.

Marianna dio un débil:

—Síp. —Sus cejas se levantaron mientras hacía movimientos de pompón

con sus manos.

—Ese es el espíritu. —Jen se rió—. Vamos, encontremos la manada de

ratas.

* * *

Damion alzó la vista de su mesa para ver a la americana rubia y a las dos

lobas Rumanas yendo hacia él.

—Este día se está poniendo bueno, chicos.

Los otros cuatro giraron en sus asientos para mirar mientras las muchachas

caminaban con seguridad hacia su mesa. Ellas se detuvieron a un metro de

distancia y observaron a cada uno de ellos.

—Oí que ustedes son los chicos que grabaron ese increíble vídeo. —Jen

sonrió con satisfacción mientras cruzaba sus brazos en su pecho… no por

casualidad.

Los ojos de Damion vagaron al sur de su cuello antes de volver a su cara.

260

—Fuimos nosotros. —Damion les guiñó—. Quisimos compartir toda esa

belleza con todos.

—Aw, eso es lindo. —Jen echó un vistazo atrás a Crina y Marianna—.

¿No es lindo eso, muchachas?

—Muy lindo. —Crina levantó una ceja hacia los lobos.

Marianna asintió silenciosamente con una sonrisa dulce.

—¿Hay algo que podamos hacer para ustedes, señoritas? —habló Adrian,

llamando su atención.

—De hecho, vinimos para invitarlos a un partido amistoso de naipes

mañana por la noche. Habrá refrescos.

Damion se inclinó atrás en su asiento y dobló sus brazos. Descaradamente

observó a Jen, comenzando por sus pies, yendo por todo el camino hacia la

cumbre de su cabeza rubia.

—¿Quién más estará allí, hermosa?

—Ustedes, los cinco sementales y nosotras. —Jen se señaló a ella y las dos

muchachas con ella.

Él levantó sus cejas mientras una sonrisa se deslizaba por su cara.

—¿Y qué tipo de naipes se jugarán?

Jen se inclinó adelante, descansando su mano en la mesa para así poder

susurrar de cerca.

—La clase que rima con lip stroker8. —Guiñó y luego se enderezó mientras

observaba al cerebro de Damion deducir lo que le acababa de decir—. Si quieren

jugar estén en el gimnasio mañana en la noche a las diez en punto. Es nuestro

pequeño secreto, si sabes a lo que me refiero.

Damion miró mientras ella se alejaba balanceando sus caderas muy

atractivamente. Oyó que varios de sus compañeros de manada silbaban por lo

bajo.

8 Lip Stroker: Juego de palabras que Jen usa en lugar de decir Strip Póker, el cual es un póker de prendas.

261

—¿Así que, vamos? —preguntó Adrian a su Beta.

—Como si alguna vez renunciaría al strip póker con unas mujeres tan

bellas. —Damion puso sus ojos en blanco—. Sí, vamos —reiteró cuando Vilim y

Josif le miraron sin expresión.

—¡Strip póker! —anunció de repente Vilim.

—Shhh.

—Cierra la boca, idiota. —Damion y Adrian le detuvieron.

—No me di cuenta que era eso de lo que ella estaba hablando —siguió

Vilim.

—¿Qué más rimaría con lip stroker? —preguntó Damion a su compañero

de manada, con su voz llena de exasperación—. Ustedes cuatro mantengan

cerrado el hocico —les advirtió—. No quiero que ningún otro macho descubra

esto. Esas lobas son nuestras.

* * *

—Eso salió bien —dijo Jen con entusiasmo. Sintió que su teléfono vibraba

y lo sacó del bolsillo trasero de sus jeans ajustados.

Decebel txt: Buenos días, hermosa

Jen sabía que la sonrisa que se extendía por su rostro probablemente

parecía ridícula, pero no le importó. Decebel pensaba que ella era hermosa y

estaba pensando en ella. Lo único que podría hacerlo más lindo era que él

estuviera allí para decírselo en persona.

Jen txt: Buenos días a ti

—¿Crees que se aparecerán? —la voz de Crina trajo a Jen al presente.

—Cariño, sus ojos estuvieron sobre nosotras todo el tiempo. Estarán allí.

—Miró a su teléfono mientras decía—: Dirijámonos a la oficina de Cynthia y

veamos cómo van las cosas.

Decebel le había mandado un nuevo mensaje.

Decebel txt: ¿Qué vas a hacer hoy?

262

Jen sabía que Decebel no quería que participara en ninguna de las

actividades que estaban previstas, pero Vasile no podría justificar que ella no

estuviera allí. Así que tenía que responder esto con cuidado… si no podía ser

honesta sólo tenía que desviar su atención.

Jen txt: Tejer cestas

Llegaron a la oficina de Cynthia y abrió la puerta sin llamar. Costin, Jacque

y Sally ya estaban allí, sentados y mirando a la doctora.

—Entooonces, ¿cómo les va, chicos? —preguntó Jen cuidadosamente.

—Estamos esperando —susurró Jacque.

Jen vio a cada uno de ellos y luego a Crina y Marianna.

—¿Esperando qué?

—Para ver si ella cambia —le respondió Sally.

—¿Por qué susurramos? —preguntó Crina.

—No lo sé. Simplemente me pareció que no deberíamos ser ruidosos o

hacer movimientos bruscos —respondió Jacque distraídamente.

Costin puso sus ojos en blanco y miró a Jen.

—Han pasado quince minutos y hasta ahora no ha entrado en fase. —

Habló en un tono regular.

—¿Cuánto bebió, doc? —preguntó Jen.

—Coloqué un tercio de taza en 8 onzas de líquido. Hasta ahora sólo me

siento atrapada. Como si mi piel sólo estuviera atascada. En realidad no sé cómo

describirlo.

Los otros lobos de raza pura en la sala se estremecieron ante la descripción

de Cynthia.

—Así que, ¿sólo nos sentamos y esperamos? —preguntó Crina.

—Más o menos. —Costin asintió.

—¿A qué hora es la actividad grupal que se supone que vamos a hacer hoy?

263

—A las once —respondió Jen, mirando a su teléfono. Eran las nueve, y

tenía un nuevo mensaje.

Decebel txt: ¿Por qué no me gusta como suena eso?

Jen sonrió.

Lobo inteligente.

Jen txt: El tejido de cestas es perfectamente seguro.

Decebel txt: Entonces, ¿es toda una clase sólo para chicas?

—Lobo astuto —se burló Jen.

Jen txt: Define toda

Decebel txt: Completa, entera, única, total

Jen txt: Qué lindo

Decebel txt: Responde

Jen txt: Tengo que usar el baño de las niñas, ya regreso

Jen txt: Para tu información, el baño de las niñas es toda, completamente,

enteramente, totalmente de chicas :)

Decebel txt: ¡Jennifer!

Jen ignoró el último texto. No quería mentirle. Él sólo se preocuparía y

probablemente rompería algo. Se apoyó contra la pared y se deslizó hasta el suelo.

Cerrando sus ojos, se preparó a esperar con los demás para ver cuánto le tomaría

a Cynthia hasta poder cambiar. Su teléfono vibró varias veces más. No miró los

mensajes, pero sabía que serían probablemente en mayúsculas.

Mala Jen, pensó para sí misma.

* * *

Jacque caminó hacia el comedor y directo hacia los brazos de Fane.

«Eso está mejor» murmuró Fane en su mente.

«Yo también te extrañé.»

264

Se acurrucó en su pecho y dejó salir una respiración profunda. Hacerse

cargo de todo el drama del plan de Jen y la poción mágica de Cynthia la estaba

desgastando.

Aunque, todos ellos estaban un poco menos estresados al descubrir que le

tomó a Cynthia más de tres horas para cambiar después de beber la mezcla de

hierba gatuna. Por lo menos sabían que esa parte del plan funcionaría.

—Espero que no te importe, pero tu padre preguntó si comeríamos con

ellos y le dije que sí.

Jacque sonrió ante la mirada preocupada en el guapo rostro de Fane.

—Eso está bien, hombre lobo.

Mientras salían, Jen pasó por su lado.

—Te veré después en tu habitación, Jen —dijo Jacque con una actitud

calmada.

—Está bien, qué te diviertas. —Jen les guiñó un ojo y sonrió a Fane—.

Oye, sexy. ¿Estás cuidando de mi chica?

Fane se rió entre dientes.

—Siempre.

—Me refiero de todas las maneras —les lanzó Jen mientras continuaban

yéndose—. Sólo en caso de que no lo comprendieras.

—¿Dónde van? —preguntó Sally sentándose junto a Jen en la mesa.

—Asumo que a comer con Dillon —le dijo Jen—. Pero soy conocida por

equivocarme en raras ocasiones. Hay la posibilidad de que ésta sea una de esas.

Sally entornó los ojos.

—Debe ser agotador ser tú, Jennifer Adams.

—Es una gran responsabilidad, sin duda —dijo Jen seriamente—. Es decir,

las expectativas harían fracasar a la más débil mujer.

—Oh, sin duda.

265

—Sólo digo, Sal, no es fácil ser verde.

Sally resopló.

—No eres verde.

Jen descartó su comentario.

—Es todo relativo, chica.

Crina y Marianna ingresaron a paso lento, luego Costin. Cynthia fue

última. Estaban tratando de deshacer su “tiempo juntos”, así no parecía

sospechoso. Probablemente no estaba funcionando ya que todos se veían tan

culpables como el Profesor Plumb en el Conservatorio con el Candelabro.

Comieron rápidamente, todos deseosos de finalizar los planes para la

noche siguiente. Jen estaba lista para tener un tiempo a solas. Usando vagamente

la palabra sola: casi estaría con Decebel. Él le había estado mensajeando todo el

día, la mayoría de ellos equivalente al gruñido de su nombre. Odiaba dejarlo

colgado, pero había tenido que tomar las estúpidas lecciones de natación.

Sí, pensó ella. Escuchaste bien. Tenemos lecciones de natación, al igual

que mesas de billar. La última cosa que necesitaba era que Decebel la imaginara

inclinada sobre una mesa de billar con un montón de machos sin compañeras

alrededor de su… lo cual era lo que había sucedido exactamente.

Convenientemente dejaría salir un poco de eso esta noche cuando le escribiera.

Antes de que Jen pudiera dejar la mesa, Vasile habló.

—¿Todos recuerdan que esta noche hay otra reunión de manada?

—Mierda —murmuró Jen y fue seguida por varios otros murmurando

improperios similares en su pequeña pandilla.

Vasile levantó una ceja.

—¿Planes?

Los ojos de Jen se ensancharon y quedó congelada con la mirada del Alfa.

Su cerebro se detuvo, lo único que podía oír era una voz gritando: Redada.

—Ah, um —comenzó Sally—. Creo que Jen esperaba saltearse esto, con

todo lo que ha pasado.

266

Jen miró a Sally y quiso que ella viera la gratitud en sus ojos.

—Bien, supongo que podría decirse que no estás sintiéndote bien —dijo

Vasile pensativamente. Miró de vuelta a Sally—. ¿Estoy en lo cierto en asumir

que hay varias otras mujeres que quieren saltarse esto con Jen?

Sally asintió.

—Sí, Alfa. Señor.

Alina sonrió ante el nerviosismo de Sally.

—Está bien, entonces. Pero no van a dejar la habitación de Jen. Para nada.

—Vasile miró fijamente a cada una de las chicas.

—Sí, Alfa —dijeron todas al unísono.

Mientras Jen se paraba para irse, captó la mirada de Costin y articuló.

—Nos vemos.

Él dio un asentimiento leve.

Cynthia también asintió.

Desastre apartado, pensó Jen con un suspiro.

267

25 Traducido por Helen1

Corregido por LizC

stá bien, vamos a repasar una vez más —anunció Jen

mientras yacía en su cama.

Hubo un gemido colectivo a través de toda la

habitación.

—Jen, es casi la una de la mañana —se quejó Costin.

—Una vez más, después, les prometo que los dejaré ir.

Jacque bufó.

—Muy amable de tu parte, oh, gran genio.

Jen volvió la cabeza y le sonrió.

—Lo sé, ¿verdad?

—Vamos, Jen. Estoy cansada, de mal humor, y tengo un caliente hombre

lobo esperando en mi cama.

—De acuerdo, a las diez en punto Crina, Marianna, y yo estaremos…

—En el gimnasio —suministró Crina.

—Me aseguraré de que las bebidas enriquecidas estén en el lado en el que

los chicos van a sentarse —explicó Marianna.

—Y Jacque y Sally estarán… —Jen miró fijamente a las dos chicas.

—Haciendo nuestro camino a las habitaciones de los idiotas —dijo Jacque

secamente.

—Qué entusiasmo, Jac. Gracias.

—E

268

—Cynthia y yo estaremos afuera por debajo de las ventanas de las

habitaciones a la espera de las donaciones para la hoguera —agregó Costin.

—Muy bien. Entonces…

—Jacque irá al gimnasio y vigilará para ver si los chicos han perdido

completamente. Luego iremos de puerta en puerta repartiendo los volantes —

continuó Sally.

—Exacto. —Jen miró a Cynthia—. Y tú…

—Estaré esperando para oír de Jacque a través de mensajes de texto que la

fiesta ha comenzado, entonces encenderé el botín.

—¡Magnífico! Creo que lo tenemos, chicos y chicas.

—Finalmente —gimió Jacque mientras se levantaba y se estiraba—. Me

voy. —Se despidió con la mano a Jen y salió por la puerta.

Costin, Cynthia, Crina y Marianna estaban justo detrás de ella.

Sally permaneció al pie de la cama de Jen y miró a su amiga.

—¿Estás bien, Jen?

Jen le sonrió a Sally.

—Estoy mejor ahora que Decebel y yo podemos comunicarnos, incluso si

es sólo con mensajes de texto.

—¿Y estás segura de que quieres seguir adelante con esto?

—Estoy segura —dijo Jen con sencillez.

Sally asintió una vez.

—Está bien, entonces, Lucy. Te veré por la mañana.

—Qué duermas bien, Ethel.

Jennifer se levantó y se fue a prepararse para la cama. Lo único que quería

en ese momento era arrastrarse debajo de las mantas y luego pasar el tiempo con

un cierto hombre lobo melancólico.

269

Poniéndose unos pantalones deportivos y una camiseta larga manga, corrió

al cuarto de baño, se cepilló los dientes y se lavó la cara. Mientras se secaba la

cara con una toalla, se detuvo para mirarse en el espejo. Algo había cambiado,

pero ella no podía descifrar lo que era. Tenía el cabello tan largo y rubio como

siempre, sus ojos azul cristalinos, piel blanca y suave, y sin embargo, todavía

había algo.

Ella se encogió de hombros y tiró la toalla en el mostrador.

Mientras se subía a la gran cama suave, agarró su teléfono de la mesita de

noche. Se apoyó contra la cabecera con las muchas almohadas mullidas que

adornaban la cama y golpeó el icono de mensaje de texto en su teléfono.

—Ah, caramba —murmuró cuando vio un mensaje de texto tras otro de

Decebel.

Sabía que iba a ser malo, pensó mientras sus dedos comenzaban a moverse

con destreza a través del pequeño teclado en pantalla.

Jen txt: ¿Hola?

Jen contuvo la respiración mientras esperaba su respuesta. Y esperó y

esperó. Frunció el ceño ante su teléfono.

—Bueno, tal vez esté dormido —habló en la oscuridad. Unos cuantos

minutos pasaron sin respuesta.

Sintiéndose despojada y muy vacía, se acurrucó en las almohadas y puso

el teléfono a su lado. Sabía que debería haber contestado sus mensajes de texto,

pero también sabía que iba a estar molesto y preocupado si él se enteraba que ella

había pasado tiempo entre los otros machos.

Podría haber manejado eso mejor.

Jen había comenzado a seguir a la deriva en un sueño inquieto cuando su

teléfono sonó.

Miró a la pantalla a través de los ojos llenos de sueño. Estuvo a punto de

llorar cuando vio que era un mensaje de Decebel. No le importaba si le gritaba,

ella sólo necesitaba saber de él.

Decebel txt: Hola nena

270

Ahora ella lloró. Esperaba que él despotricara, pero en cambio él le envió

un simple “hola nena”. Lo podía oír en su mente, y ver la media sonrisa que

estaría en sus labios. Se echó hacia atrás y se limpió las lágrimas antes de

responder.

Jen txt: ¿No hay gritos?

Decebel txt: ¿Estás bien?

Jen txt: Físicamente sí

Decebel txt: ¿Alguien te tocó hoy?

Jen txt: No

Decebel txt: Sin gritos

Jen txt: Lamento no responder

Decebel txt: Entiendo por qué

Decebel txt: No significa que me guste

Jen txt: Me preocupé por ti

Decebel txt: Sí

Jen txt: No debería haberlo hecho

Decebel txt: No estoy enojado Jennifer

Jen txt: Gracias

Decebel txt: Te extraño. Me siento vacío

Jen txt: Yo también

Decebel txt: Te veré mañana en la noche

Jen se disparó hacia arriba ante las palabras en su pantalla. ¿Él iba a salir?

¿Mañana por la noche?

—No es bueno —murmuró. Bueno, iba a tener que conseguir que Costin

lo interceptara y detuviera de alguna manera. Ella soltó un bufido—. Sí, eso va a

funcionar muy bien.

271

Jen txt: Vas a salir ;)

Decebel txt: Vasile está hablando con los otros Alfas, explicando nuestra

situación

Jen txt: Eso es bueno

Decebel txt: ¿Estás feliz?

Jen txt: ¡Por supuesto! No tengo quien me gruña :)

Decebel txt: Es tarde

Jen txt: ¿Esa es tu manera de decirme que vaya a dormir sin ser mandón?

Decebel txt: Es mi trabajo cuidarte Jennifer

Jen txt: Oye B, es tarde y estoy cansada, creo que voy a decir buenas noches

Decebel txt: lol, esa es mi chica

Jen txt: Te extraño, buenas noches, xoxo

Decebel txt: Te extraño más, buenas noches nena, xoxo

Jen dejó su teléfono en la mesilla de noche y se acurrucó de nuevo en las

sábanas. Estaba exhausta, pero el descanso la eludía porque ahora tenía que

averiguar cómo iba a conseguir que Decebel no se enterara de su plan. Sabía que

después de haber estado dicho y hecho él estaría enfadado, pero su lema siempre

ha sido: “Es más fácil pedir perdón que pedir permiso”.

Parecía que el lema por fin iba a morderla en el trasero.

* * *

Decebel se recostó en la cama en su prisión temporal y pensó en la

respuesta de Jennifer ante su liberación mañana. Había esperado un poco más

que “eso es bueno”, y ya que no dudaba de sus sentimientos hacia él, sólo

quedaba otra explicación. Ella estaba tramando algo. Sonrió para sí mismo. Su

compañera lo iba a mantener listo y alerta, ninguna vida aburrida para él. Por

extraño que parezca, esperaba con interés los estragos que estaba seguro que ella

iba a causar.

272

Decebel cerró los ojos y se rió para sus adentros. Ahora, sólo era cuestión

de salir mañana y detener cualquier plan que ella y sus cohortes estuvieran

implementando sin matar a algunos inocentes, o no tan inocentes, machos.

* * *

—¿Cómo le va a Decebel? —le preguntó Alina a su compañero cuando ella

se acurrucó junto a él en su cama, con la cabeza en su pecho.

Vasile acarició su largo cabello oscuro con suavidad. Incluso después de

siglos aún no había nada mejor que su compañera en sus brazos, su olor

rodeándolo.

—Él parece estar un poco mejor desde que se puede comunicar con Jen.

Alina se echó a reír.

—No puedo imaginar a Decebel enviando mensajes de texto como un

adolescente enamorado.

Vasile sonrió y se rió con ella.

—No tengo ninguna duda de que ella es su compañera y al igual que todos

nosotros los machos, está completamente perdido sin ella.

—Así que admites que estarías perdido sin mí —bromeó ella.

—Mina, ma vad (mírame) —susurró.

Alina se echó hacia atrás para poder mirarlo a los ojos, un privilegio que

pocos tenían.

—Eu sint nimic fara tine (no soy nada sin ti). Fara tine nimic in viata

aceasta ar insemna nimic (Sin ti, nada en esta vida significaría nada). —Vasile la

levantó para asío poder colocar ambas manos a cada lado de su rostro.

Suavemente, acarició sus mejillas y le encantó la forma en que su piel se sonrojó

bajo su mirada—. Sin ti, Alina, los colores no serían tan brillantes, las fragancias

no serían tan dulces, y los alimentos serían cenizas amargas en mi boca. Durante

los dos siglos que has estado a mi lado. No detrás de mí, sino a mi lado, como mi

igual. Durante estos dos siglos no sé si te he expresado alguna vez realmente lo

que eres para mí, lo que significas para mí.

273

Vasile le limpió las lágrimas que se habían escapado de sus ojos. Se inclinó

hacia delante y la besó suavemente, luego retrocedió lo suficiente para que

cuando hablara sus labios rozaran los suyos.

—Si Jacque y Jen son la mitad de mujer que eres, Fane y Decebel serán

bendecidos más allá de toda medida. Así que nunca, jamás dudes de que sin ti yo

vagaría por este mundo en oscuridad y desesperanza. Yo sería una cáscara de un

hombre, incapaz de liderar, incapaz de cuidar de mi manada. Te amo, Alina mía.

Se sentaron en silencio, frente con frente, los labios apenas tocándose.

Respirando el aire del otro, siendo literalmente la vida del otro. Cuando

finalmente apagaron la luz, envueltos en los brazos del otro, Alina susurró en la

oscuridad las palabras que había pronunciado durante su ceremonia de unión

hace mucho tiempo.

—Sufletul meu pentru dumneavoastra, in-ima mea pentru dumneavoastra,

viata mea pentru dumneavoastra (Mi alma por la tuya, mi corazón por el tuyo,

mi vida por la tuya).

«Siempre, Mina» susurró Vasile en su mente.

274

26 Traducido por AariS

Corregido por LizC

nímense, gente. —Jen aplaudió mientras entraba en la

pequeña habitación en la que había pedido, vía mensaje de

texto, que todos se reunieran con ella.

—¿Qué pasa, Reina del Drama? —preguntó Sally.

—Decebel me envió un mensaje de texto anoche. Les ahorraré los detalles

sensibleros, pero…

—Sería la primera vez —murmuró Jacque.

Jen hizo un gesto con la mano como cerrándose la boca e hizo callar a

Jacque.

—Lo que compartiré es que dijo que va a salir esta noche.

Murmullos ondearon a través de la habitación.

—Mierda.

—Genial.

—Perfecto.

—Sabía que esto pasaría —gruñó Costin—. ¿Sabes lo que va a hacerme

cuando averigüe que te ayudé, Jen?

—Tengo una idea bastante buena. Pero no vamos a desmadrarnos como

un puñado de aficionados.

—Pero somos aficionados, tú… —Antes de que Jacque pudiera terminar,

Jen interrumpió.

—Ajá, no hay necesidad de insultar.

—A

275

—Pooor favor, sé que me has llamado mucho peor. —Puso los ojos en

blanco.

—Jacque querida, eso es el pasado. Este es el ahora, y ahora mismo

necesitamos averiguar cómo vamos a evitar que el gran lobo malo descubra el

proyecto de los tres cerditos.

—¿Te acabas de referir a nosotras como los tres cerditos? —preguntó Sally

con incredulidad.

—Oh, por Dios. Bien. Tres cerditos calientes como el infierno que son un

verdadero desafío para la Sra. Piggy. ¿Mejor? —Jen batió sus pestañas.

—Estás de una forma rara, Jennifer Adams.

—Bien, así que lo que estoy pensando —continuó Jen—, es que Costin o

Cynthia tendrán que ser los que estén al acecho de Dec porque ustedes serán

capaces de olerle antes incluso de verle.

Costin gimió.

—Sabía que debería haberme quedado simplemente en mi habitación.

Cuidándome a mí mismo. Pero no, precisamente tenía que andar alrededor de las

calientes hembras sin compañero. Justamente tenía que ser de mi habitual

encanto.

—No hay problemas de autoestima en ese lado de la habitación, ¿eh? —

interrumpió Sally.

Levantó la mirada hacia ella y sonrió.

—Tengo una debilidad por las mujeres hermosas y ellas parecen tener

debilidad por mí.

—Definitivamente sin problemas de autoestima.

Jen siguió adelante, ignorando su juego.

—No creo que necesitemos cambiar nuestros planes en este punto. Creo

que simplemente tenemos que ser extra vigilantes.

—¿Acabas de usar la palabra vigilantes? —rió Jacque.

—¡Jacque! —gruñó Jen.

276

—Bien, bien. Me callaré. Me doy cuenta que tu malvado plan te está

estresando.

—Honestamente —concordó Jen—. ¿Quién sabría que sería tan agotador

ser el villano?

—¿Nunca has visto ninguna película de Disney? —preguntó Sally mientras

todos se levantaban para ir a desayunar.

Jen la miró interrogante.

—En serio, Jen, ¿crees que todas esas malvadas brujas lucían como si

hubieran sido montadas con fuerza y puestas a secar porque es fácil ser malvada?

Cynthia, Crina, y Marianna, quienes habían estado sentadas en silencio a

lo largo de la reunión, perdieron su compostura ante esto.

Jacque y Jen estaban sonriendo de oreja a oreja.

—Creo que nos las hemos arreglado para corromper a nuestra pequeña y

dulce Sally. —Jacque chocó los cinco con Jen.

—Ya era hora, también. —Jen empujó a Sally con el hombro—. Estaba

empezando a pensar que estaba más allá de toda ayuda.

—Ustedes dos están perturbadas. Como, en serio necesitadas de pastillas

importantes y años de asesoramiento perturbadas.

Crina miró a Cynthia.

—¿Son todas las americanas así?

Cynthia guiñó un ojo.

—No, creo que es una cosa sureña.

Jen se desternilló de risa.

—Es como siempre digo, ¡nosotras las bellezas sureñas lo damos todo!

—¡Yee-haw! —gritaron Jacque y Sally mientras hacían su camino por el

pasillo.

277

—Una gran manera de no llamar la atención sobre nosotros, señoritas —

murmuró Costin mientras pasaban a otros miembros de la manada.

—Costin, cariño, no hay manera de no llamar la atención sobre todo esto.

Todas las chicas rieron mientras Costin ponía los ojos en blanco.

—Vamos a… —comenzó Jacque.

—Atracarnos de comida. Sí, sí, lo sabemos, princesa lobo.

* * *

Vasile esperó hasta que todos estuvieran sentados antes de dirigirse a ellos

acerca de los planes del día.

—Quiero darles a todos una actualización sobre la situación de Decebel.

Jen se sentó derecha, esperando a ver lo que diría Vasile.

—Alina y yo cenaremos con los demás Alfas esta noche, y tengo la

intención de abordar el tema de Decebel y Jen. Con suerte, una vez que explique

las cosas, estarán dispuestos a permitir que Jen y Decebel pasen algún tiempo

juntos sin exigirles que participen en más eventos.

Jen dejó salir el aliento que había estado conteniendo.

—¿Van a permitir que Decebel salga esta noche?

Los ojos de Vasile se suavizaron mientras miraba a la compañera de

Decebel.

—No lo sé aún, Jen. Si los Alfas no están de acuerdo, entonces

probablemente será mejor mantener a Decebel separado de todo el mundo hasta

que volvamos a casa.

Jen simplemente asintió en señal de comprensión.

—En cuanto al resto del día, nuestras hembras tendrán lecciones de

esgrima. Algunos de los machos mayores sin compañera vienen de un periodo de

tiempo en el que las armas no eran un método de guerra.

—Sin ofender, Alfa —Jen tomó la palabra—, pero decirnos que los machos

que deberíamos estar mirando como compañeros son lo suficientemente viejos

278

como para ser considerados exposiciones en museos de antigüedades no hace

mucho por el viejo libido.

Crina y Marianna se rieron disimuladamente mientras Sally puso los ojos

en blanco y cubrió su rostro con desesperación.

Vasile sonrió.

—Por lo tanto, entonces te hará feliz saber que tu compañero está al menos

a medio siglo de ser admitido en dicha exposición.

Jen lo miró fijamente.

—No está bien, V. No está nada bien.

Vasile se rió entre dientes y le dio un guiño.

—Comamos y vayámonos. Oh, y una cosa más, Jen —Vasile se dirigió a

ella, su rostro libre de sonrisas—. Por favor abstente de apuñalar a un pobre lobo

desprevenido.

Jen pestañeó inocentemente.

—¿Significa eso que puedo apuñalar a una bola de pelos prevenida?

Vasile gruñó.

—Me tomaré eso como una negativa. Recibido, Alfa, señor.

279

27 Traducción SOS por LizC y Nelshia

Corregido por LizC

had contestó el teléfono celular que vibró en su bolsillo.

—¿Qué? —le espetó a su contacto—. Entonces, ¿has

encontrado un lugar para llevarla? ¿Conseguiste la orina para verter

sobre ella? —Él escuchó—. Entiendo que pienses que es desagradable, pero sería

inútil ocultarla si ellos pueden olfatearla. La orina lo enmascarará. Haz lo que te

pido. Sabes el precio que tendrás que pagar si no lo haces. —Golpeó el botón de

finalizar y se metió el teléfono en el bolsillo.

Salió de la suite hacia el área contigua que se había establecido como un

comedor, y vio cómo dos de sus hembras apareadas preparaban la mesa para la

cena que se llevaría a cabo en menos de una hora. Se había asegurado de cada

detalle con mucho cuidado, hasta el momento en que le entregaría a Vasile, el

Alfa más grande en dos siglos, la bebida fatal.

Thad sonrió para sus adentros al pensar en la forma en que la semana se

había desarrollado. El Beta de Vasile estaba encerrado, y todos estaban tan

distraídos por la situación con él y la americana que no tenían ni idea de que había

un traidor entre ellos.

Se acercó al mini bar y se sirvió una copa. Él la levantó en el aire mientras

susurraba en voz baja:

—Por una noche para recordar. —Se bebió el licor de un trago, saboreando

el ardor que causó en su garganta.

Un golpe en la puerta se escuchó, sacándolo de su ensimismamiento. Hizo

un gesto a una de las hembras para abrirla.

Dragomir y su compañera Agnes entraron.

T

280

—Dragmoir. —Thad inclinó la cabeza hacia el Alfa de la manada de

Hungría, a continuación, se acercó a su compañera—. Agnes. Te ves

encantadora, como siempre. —Le tomó la mano y suavemente depositó un beso

en ella.

—Gracias, Thad. —Agnes sonrió genuinamente—. Nos sentimos

honrados de ser tus invitados y honrados de ser incluidos en este monumental

evento. Es hora de que dejemos de pelear entre las manadas y unamos fuerzas

para ayudar a nuestra especie sobrevivir.

—Hablas como una verdadera hembra Alfa.

Continuaron con una pequeña charla a medida que cada Alfa y su

compañera llegaban. Vasile y Alina fueron los últimos, ambos caminando con la

confianza que viene con el hecho de gobernar desde hace dos siglos. Thad se

obligó a sonreír y mostrar efusión con Alina así como lo había hecho con las otras

hembras. Se recordó que esta sería la última vez que tendría que ver a la pareja

envuelta en su propio poder. Ese pensamiento fue suficiente para provocar una

sonrisa sincera cuando él los invitó a todos a sentarse alrededor de la mesa.

Él planeó para ellos una cena tranquila, para dar a Vasile y su compañera

una buena última cena antes de que dejen esta vida. Luego él personalmente

entregaría a cada pareja una copa de su vino más antiguo y más caro. El veneno

comenzaría a inundar el sistema de Vasile en menos de media hora de

consumirlo, y todo el infierno se desataría.

* * *

—No puedo creer que ese cobarde gallina llorara cuando lo pinché con la

punta de mi espada —gruñó Jen mientras ella y las otras tres mejores amigas

subían las escaleras para reunirse en su habitación. Habían terminado de cenar

hace un par de horas y habían estado sentadas alrededor, dándole a la lengua

cuando Jacque miró su teléfono y se dio cuenta que faltaban sólo cuarenta y cinco

minutos para que Jen, Crina y Marianna supuestamente debían encontrarse con

los machos en el gimnasio.

—Jen, cortaste su muñeca. Eso es un poco más que un pinchazo —señaló

Sally.

—Se curó en menos de un minuto. Podría entender su lloriqueo si le

hubiera cortado la mano, pero en serio.

281

Crina y Marianna se rieron de Jen a medida que todas se amontonaban en

su habitación.

Jen inmediatamente dio la vuelta y señaló a Jacque y Sally.

—Bien, ustedes dos tienen que encontrarse con Costin y Cynthia en —miró

su teléfono—, veinte minutos en el consultorio de Cynthia. —Se volvió hacia

Crina y Marianna—. Creo que deberíamos usar trajes de baño bajo la ropa. De

esa forma, si la capa superior sale, no estaremos mostrando los calzoncillos.

—Está bien, nos vamos a cambiar y nos encontraremos aquí en quince

minutos —le dijo Crina a medida que ella y Marianna se iban. Jen les hizo un

gesto, en dirección a su armario.

—Está bien, Jen. Nos vamos —gritó Jacque mientras ella y Sally se dirigían

a la puerta.

—Espera, aguarda. —Jen asomó la cabeza alrededor de la puerta del

armario—. ¿Qué le dijiste al hombre lobo que estarías haciendo esta noche?

—Que estaría pasando tiempo con Sally. Lo cual no es realmente una

mentira.

Jen sonrió, pero fue triste.

—Lamento que hayas tenido que ocultarle esto a él.

Jacque se encogió de hombros.

—Me consuela saber que Decebel va a patear tu trasero cuando todo

termine.

Sally rió.

—Gracias por eso, Jac —se quejó Jen.

—Es mejor ser realistas. —Jacque se despidó cuando ella y Sally se fueron.

Jen se detuvo en su armario, contemplando cuán enojado iba a estar el

Beta.

—No será bonito, eso es seguro —murmuró mientras continuaba la

búsqueda de su ropa.

282

Veinte minutos más tarde, Jen, Crina y Marianna se sentaban en medio del

gimnasio con una baraja de cartas, vasos que habían robado en la cena, y un poco

de vodka que Costin había adquirido de alguna forma a escondida. Habían puesto

las almohadas de sus camas alrededor de un círculo para descansar en ellas, y Jen

habían establecido su iPhone para reproducir música de club. Crina logró

averiguar cómo encender sólo la mitad de las luces, así que no estaba tan brillante,

pero un suave resplandor caía sobre el piso.

—Bien, ahora sólo tenemos que… —Antes de que Crina pudiera terminar

su frase, la puerta del gimnasio se abrió y entraron cuatro lobos.

—¿Dónde está el quinto hombre? —preguntó Jen con un guiño.

—El Alfa tenía un asunto para que él se encargara, así que señoras, tendrán

que conformarse con nosotros cuatro —respondió Damion.

—Estoy segura que nos las arreglaremos de alguna manera —coqueteó

Crina.

Jen indicó dónde debían sentarse y Marianna les pasó los vasitos de

chupitos.

—Bueno, vamos a empezar esta noche de inmediato. —Jen levantó su

copa llena con suficiente vodka para tomar de un trago—. ¡Por una noche para

recordar!

Todos levantaron sus copas y los tintineos llenaron la habitación mientras

ellos brindaban conjuntamente y bebían.

Jen vigiló a los cuatro lobos para ver si había algún indicio que se habían

dado cuenta que sus bebidas estaban alteradas. Ella sonrió cuando sostuvieron

sus vasos en alto por otro trago. Crina llenó los chupitos a medida que Jen

comenzaba a barajar.

—Bien, entonces, ¿saben cómo jugar al póker?

—Buscamos los detalles básicos en Internet —le informó Adrian.

Jen miró a Crina y Marianna por el rabillo del ojo.

—Excelente —es lo que salió de sus labios, pero estaba pensando: Como

quitarle un caramelo a un bebé.

283

Repartió las cartas.

—Vamos a mantener la sencillez y jugar a cinco cartas. Ahora bien, al igual

que en un juego regular, ustedes pueden optar por retirarse, pueden hacer un farol,

y pueden pedir. Ya que no estamos jugando por dinero, la manera más fácil de

determinar cómo van a quitarse la ropa se basa en las apuestas. Por ejemplo, si

apuestan un dólar eso sería igual a un calcetín. Si estuvieran apostando cinco

dólares eso sería una camisa, y así sucesivamente. ¿Tiene sentido?

—Así que, ¿cuanto mayor sea la apuesta, más íntima será la ropa que se

retire? —preguntó Damion.

—Exactamente. —Jen sonrió.

—Realmente has pensado en esto, ¿cierto? —preguntó Josif.

—Nosotros los occidentales nos tomamos nuestro póker muy en serio, sin

importar el método de pago. —Repartió las cartas en la mesa y recogió las suyas.

Todo el mundo hizo lo mismo y miraron a sus manos—. Bueno. Entonces, que

empiece el jugador a mi izquierda… Crina, has tus apuestas. —Jen la miró

expectante.

Más temprano, Jen les había dicho que se quedaran en el juego sólo cuando

la apuesta fuera menos de cinco dólares, y doblaran en cualquier otro momento.

A ella no le gustaba presumir, pero sabía de póker. Tendría a estos chicos en sus

calzoncillos en cualquier momento. Haría las grandes apuestas para atraerlos, y

sin importar el hecho de que fueran lobos, ellos eran hombres y ella era sólo una

chica. Ellos no querrían doblar las apuestas… ya sea que eso los hiciera parecer

inseguros y débiles.

Jen le había sonreído a Crina y Marianna entonces, y las hizo reír cuando

puso a reproducir “The Gambler” de Kenny Rogers. Marianna tuvo que

preguntar:

—¿Es que ustedes los norteamericanos tienen una canción para todo?

Su respuesta había sido:

—Deberías ver nuestra televisión real.

Crina plantó su apuesta.

284

Y así comienza, pensó Jen.

* * *

—Está bien, vamos. —Costin se frotó las manos con nerviosismo.

—¿Estás bien Costin? —preguntó Sally—. Pareces un poco nervioso.

Costin la miró y sonrió.

—Pregúntame después que sobreviva a esto con mi virilidad intacta.

Sally se sonrojó y rápidamente siguió a Jacque.

Llegaron a la parte inferior de la escalera en el lado este de la mansión. Las

habitaciones de la manada de Serbia estaban cerca.

—Está bien. —Señaló Costin—. Iré con ustedes y me aseguraré que las

habitaciones están vacías. Entonces Cynthia y yo iremos a esperar debajo de las

ventanas para que ustedes comiencen a arrojar las mercancías.

Jacque asintió. Sally se estremeció.

—Creo que voy a vomitar.

Jacque la agarró por los hombros.

—Resiste, Sal. Conseguiremos esto, ¿de acuerdo?

—Conseguiremos esto —repitió Sally, sonando de todo menos confiada.

Costin probó el pomo de la puerta de la primera habitación que él sabía

que era de Damion y Adrian. Se abrió suavemente en un interior oscuro. Sonrió.

—Está despejado, señoritas. —Él les hizo señas dentro—. Voy a ver las

otras dos y seguiré mi camino. Ustedes dos dense prisa, ¿de acuerdo?

Sally y Jacque asintieron a medida que empezaban a entrar en el cuarto

oscuro.

Jacque se fue en línea recta hacia el armario, mientras que Sally comenzó

a quitar las sábanas de las camas.

—Realmente creo que deberíamos estar usando guantes para esto. —Sally

se estremeció cuando tiró las sábanas y las enrolló en una bola.

285

—Oye, deja una de esas sábanas desenrolladas. Podemos poner toda la

ropa en una pila en la sábana y arrojar todo junto —gritó Jacque desde el armario.

—Buena idea.

Jacque salió del armario, con los brazos llenos de ropa.

—Hagamos esto.

Sally rió. Se acercó a la ventana y la abrió. Luego dio un codazo a la

pantalla mosquitera y esta cayó tres pisos más abajo, donde estaban Cynthia y

Costin.

Costin las saludó y les hizo señas para que ella comenzara a arrojar las

cosas hasta abajo. Sally sonrió y le dio un pulgar en alto. Ella agarró el primer

conjunto de sábanas y las arrojó fuera. Miró hacia abajo y vio a Cynthia

recogerlas y ponerlas en una carretilla.

De ahí en adelante trabajaron como una máquina bien engrasada. Jacque

corrió alrededor agarrando todo lo que posiblemente pudiera cubrir una parte del

cuerpo, Sally lo tiró por la ventana, y Costin y Cynthia lo agruparon en una

carretilla.

Cinco minutos más tarde, se movían a la habitación de al lado.

Sally empezó a tirar las sábanas de las camas de nuevo mientras Jacque

destrozaba una versión susurrada de “Heartless”. Sally se unió a ella mientras

trabajaban.

En el tercer y último cuarto, Sally se asomó por la ventana mientras dejaba

caer el último artículo de ropa.

—¿Cómo se está viendo la hoguera? —susurró tan fuerte como pudo.

Costin sonrió.

—¡Va a ser épico!

Ella se rió mientras Jacque la jalaba de vuelta.

—Vamos, Sal. No tenemos tiempo para coquetear.

La boca de Sally cayó abierta.

286

—Definitivamente no estaba coqueteando.

—Sólo sigue diciéndote eso, cariño. Tal vez cuando Jen se convierta en

una monja será verdad. —Se echó a reír mientras tiraba de Sally fuera de la

habitación y bajaban las escaleras. Se apresuraron en dirección al gimnasio.

—Me pregunto, ¿qué tan lejos han llegado en el juego? —preguntó Sally.

—No debería tomar mucho tiempo. Jen dijo que estaban jugando a cinco

cartas con descarte. Eso es un juego bastante rápido de póker. —Jacque aceleró

el paso mientras pensaba en cómo Jen podría estar sentada allí, tratando de

mantener a los hombres lobo desnudos ocupados.

Lograron llegar al gimnasio y miraron por las ventanas de las puertas.

Jacque se asomó silenciosamente y casi se muere de risa.

—¿Qué? ¿Qué está pasando? —Sally dio un tirón en la manga de Jacque.

Sacudiéndose con risitas silenciosas, señaló a la ventana.

Sally silenciosamente miró por el borde de la ventana y rápidamente se

cubrió la boca por lo que vio.

Marianna y Crina se sentaban, viéndose bastante incómodas, en sus trajes

de baño. Frente a ellas, cuatro hombres disgustados sentados con nada más que

calcetines. Habían tomado las almohadas y las colocaron sobre sus regazos. Jen

no se veía mucho más feliz cuando ella tiró de su camisa sobre su cabeza. Aunque,

todavía tenía sus pantalones.

Jacque sacó su teléfono y envió un mensaje a Costin para hacer que trajera

su trasero hasta aquí y ayudara a ir de puerta en puerta para anunciar la fiesta.

Sally y Jacque se fueron rápidamente y casi chocaron con dicho lobo.

—¡Whoa! Entonces, ¿estamos bien? —Él sostenía los volantes en sus

manos y le entregó a cada chica una pila.

Jacque asintió.

—Démonos prisa. ¿Has visto alguna señal de Decebel?

Costin negó con la cabeza.

—No, así que será mejor mover nuestros traseros.

287

Todos despegaron a la carrera, dirigidos a las escaleras. Llegaron a la

segunda planta y de inmediato comenzaron a llamar a las puertas. Al abrirse las

puertas sonrieron y empujaron volantes en las manos de los ocupantes.

Cuando llegaron al final de la segunda planta y estaban en camino a la

tercera, Jacque envió a Jen un texto, haciéndole saber que los animales estaban

en movimiento. Los hombres y mujeres lobo ya estaban dirigiéndose hacia el

gimnasio. Luego rápidamente escribió un mensaje de texto a Cynthia que decía:

“nena, enciende mi fuego”, y se rió disimuladamente mientras golpeaba enviar.

Jacque y Sally se habían adelantado a Costin, tratando de repartir tantos

volantes como fuera posible antes de que lo inevitable pasara.

Costin finalmente las alcanzó y tomó el resto de los volantes.

—Ustedes dos adelántense y salgan de aquí. Tengo un mal presentimiento.

Jacque se veía alarmada.

—¿Qué pasa?

Él las empujó.

—Sólo vayanse. Y dense prisa.

Las chicas no le preguntaron de nuevo, sino que se unieron a la multitud

de Canis lupis caminando por las escaleras.

Costin entregó el último volante y se fue. Había bajado el último escalón

de la escalera, cuando de repente una mano agarró su cuello.

—¿Por qué hay un incendio en el jardín delantero?

—Oh. Hola, Beta. —Costin rió nerviosamente—. Te dejaron salir. ¿Fue

por tu buen comportamiento, o…?

Decebel dio un paso hacia él y gruñó.

—Responde a la pregunta, Costin.

—El fuego… está bien, bueno. Verás, lo que sucedió… lo que pasa…

mierda. —Él gimió y decidió que sería mejor simplemente ceder—. Jen está

quemando la ropa, las sábanas, y todas las cosas de los machos sin pareja de la

manada de Serbia —escupió Costin finalmente.

288

Decebel lo miró como si le hubiera crecido una segunda cabeza.

—¿En dónde está mi compañera ahora? —La voz de Decebel fue tranquila,

demasiado tranquila.

—Um, obteniendo el resto de su ropa.

—¿De dónde?

—De, uh, los, um, machos. —Costin estaba tratando de detenerlo tanto

tiempo como podía, esperando que Jen ya estuviera fuera de la habitación.

—¿Cómo está consiguiendo la ropa de ellos, Costin? —Los ojos de Decebel

estaban brillando y sus colmillos descendieron.

—Es algo así como una historia divertida, en realidad. Verás, Jen, Sally,

Crina, Marianna, y Jacque…

—¿¡CÓMO!? —gruñó Decebel.

—Están jugando strip póker. —Costin dio varios pasos hacia atrás mientras

su Beta luchaba por controlar a su lobo—. Si te hace sentir mejor, Jen está

ganando. Creo. —En retrospectiva, decidió que tal vez esa última parte no era

realmente de ayuda.

Decebel extendió la mano y lo agarró por el pescuezo y lo empujó hacia

adelante.

—Llévame a ella.

* * *

Jen escuchó que su teléfono dejó escapar un pequeño pitido. Ella colocó su

actual mano de cartas boca abajo en el suelo delante de ella, y comenzó a

estirarse, levantando sus brazos por encima de su cabeza.

—Chicos, necesito un descanso sólo por un segundo. ¿Qué tal otro trago?

Los lobos enfrente de ella tenían los ojos pegados a su figura mientras se

arqueaba y se estiraba. Todos asintieron al unísono, pero no hablaron. Jen sonrió

a Crina, quien simplemente se rió entre dientes mientras servía otra ronda de

tragos.

289

Mientras Jen siguió estirándose, se inclinó hacia Marianna. Ella se acercó

a su oído y susurró:

—La caballería está en camino.

Marianna hizo un leve movimiento de cabeza y sonrió a los hombres,

mientras tomaban sus tragos.

Jen miró a su cuerpo medio vestido. Hombre, eso estuvo cerca, pensó.

Cuando la puerta del gimnasio se abrió de golpe y sus oídos se encontraron

con el ominoso silencio, supo que había hablado demasiado pronto.

* * *

Decebel y Costin llegaron a la puerta del gimnasio y Decebel tuvo una

sensación de déjà vu.

—Si mi compañera está en el otro lado de esa puerta… —murmuró la

amenaza sin terminar.

Varios lobos se habían reunido y estaban mirando por la ventana. Hubo un

murmullo a través de la multitud de: “¿Están desnudos?” junto con risitas y

carcajadas.

El Beta gruñó y la multitud se abrió como el mar rojo. Decebel caminó

lentamente hacia delante, y cuando llegó a la ventana, tuvo que clavar sus garras

en las palmas de sus manos para evitar entrar en fase por lo que vio. Todos los

lobos a su alrededor cayeron de rodillas mientras su poder se vertía sobre ellos.

Se volvió hacia la multitud.

—Todos vuelvan a sus habitaciones. Ahora. —Su tono tranquilo no

ocultaba la rabia dentro de él. Sin decir una palabra, los lobos se levantaron y

salieron rápidamente.

Decebel miró a Costin, quien seguía de rodillas.

—Levántate —le dijo con voz ronca—. ¿Sabías que ella iba a hacer esto?

¿Sabías cómo me sentiría al respecto y le permitiste hacerlo de todos modos? —

Sus ojos brillaban y estaba luchando con cada respiración para evitar que su lobo

golpeara al cachorro delante de él.

290

—Asumo toda la responsabilidad —le dijo Costin con firmeza.

—Voy a tratar contigo cuando haya terminado con ella. —Decebel lo

despidió.

Él casi tiró la puerta del gimnasio al abrirla y caminó dentro. El olor del

miedo golpeó su nariz mientras los cuatro hombres desnudos se dieron la vuelta

y encontraron sus ojos brillantes.

—Incó-modo —canturreó Jennifer mientras observaba a Decebel entrar

enfurecido. Ella se puso de pie, dejando el círculo de hombres desnudos y mujeres

semidesnudas.

Decebel miró a Jennifer lo suficiente para ver que ella estaba usando

pequeños trozos de tela que apenas cubrían sus partes esenciales.

Luego tuvo que apartar la mirada. Él se sacudió y luchó por el control, pero

casi lo perdió cuando se dio cuenta que sus compañeras de manada no llevaban

mucho más. Para el momento en que sus ojos se posaron en los machos una vez

más, estaba seguro de que había un charco de sangre en el suelo de sus garras

clavándose en sus manos.

Decebel estaba viendo rojo en este punto.

—¡Cambien a sus lobos! —le gruñó a ellos.

Esperó y cuando no pasó nada, tomó largos pasos amenazadores hacia

adelante.

—¿Se atreven a desafiarme mientras se sientan desnudos en una habitación

con mi compañera?

Damion gruñó, pero bajó los ojos.

—No podemos entrar en fase. Lo hemos intentado.

Los ojos de Decebel se dispararon a Jennifer.

Ella se encogió de hombros inocentemente, mordiéndose el labio inferior.

—Uups.

Ahora de pie, Marianna y Crina retrocedieron lentamente mientras

Decebel avanzaba hacia Jen.

291

—¿Qué hiciste? —le preguntó.

Ella miró a los hombres Serbios, luego otra vez a Decebel.

—¿Tenemos que hacer esto aquí, en frente de ellos?

—Costin —llamó Decebel.

—¿Sí, Beta?

—Por favor, asegúrate que estos hombres regresen a sus habitaciones de

forma segura. Tan pronto como se vistan Crina y Marianna, llévalas a sus

habitaciones también.

Crina y Marianna tenían sus ropas puestas antes de que terminara de

hablar.

Decebel se giró de nuevo a Damion.

—Si pones una mano sobre mi compañero de manada, voy a desgarrarte

miembro a miembro. Espero que esta experiencia te haya enseñado a no meterte

con nuestras mujeres.

Jen sonrió, pero rápidamente se desapareció cuando Decebel la fulminó

con la mirada.

—Tienes mi palabra de que no vamos a tomar represalias —gruñó

Damion.

Decebel asintió una vez e hizo un gesto a Costin para llevar al grupo fuera.

Él dejó escapar un lento suspiro. Cuando Jen empezó a hablar, levantó una mano

para detenerla.

—Vístete, por favor. —Su voz era tensa, sus ojos estaban entrecerrados.

Jen tomó su camisa y la deslizó por su cabeza, luego se deslizó en sus

zapatos.

—Vamos —le dijo él. Con suavidad, pero con firmeza, la tomó de la mano.

292

28 Traducido por ஓ¥anliஓ

Corregido por LizC

ecebel abrió la puerta de la habitación de Jennifer y le hizo señas

para que entrara. Él no había hablado desde el gimnasio. No

confiaba en sí mismo. Sin mencionar que su lobo le hacía morderse

la lengua, ya que, a pesar de que estaba enfadado, no permitiría que

Decebel hiriera a Jennifer con sus palabras.

Una vez dentro, ella se acercó a la cama y se dejó caer. Rodó sus hombros

en derrota. Odiaba verla de esa manera, pero no pudo librarse de la imagen de

ella apenas vestida delante de esos hombres desnudos.

—¿Por qué? —le preguntó, con voz ronca, mientras trataba de mantener a

su lobo bajo control.

Jennifer lo miró, sin lágrimas en los ojos, sólo simple determinación.

—Tenían que aprender a no meterse conmigo y los míos.

Decebel gruñó.

—Es mi trabajo protegerte y defender tu virtud.

—¡Y un demonio que lo es! —gruñó ella—. Es mi virtud, Decebel. ¡La

palabra clave es MÍ! No me voy a sentar como una pequeña compañera obediente

cuando alguien intenta algo contra mí. O contra ti, para el caso.

Decebel gruñó.

Jennifer se puso de pie y caminó hacia él, pero él se dio la vuelta. Estaba

demasiado enojado para su tacto. Su espalda no la detuvo.

—Siento haberme guardado esto de ti —le dijo mientras lo envolvía entre

sus brazos desde atrás—. Siento haberte lastimado. Lamento haberte preocupado.

D

293

Si te sirve de consuelo, ésta será probablemente la última vez que me quite la ropa

en público.

El pecho de Decebel retumbó.

—¿Probablemente? —gruñó.

Ella sonrió mientras frotaba la cara contra su espalda.

—Bueno, no voy a poner mi sueño de ser una chica de espectáculo de las

Vegas en un segundo plano por el momento.

Jen esperó mientras el lobo de Decebel lentamente se calmaba a medida

que ella lo abrazaba. Finalmente, él se volvió hacia ella. Puso sus manos a cada

lado de su rostro, empujando mechones de cabello rubio fuera del camino. Pasó

el pulgar suavemente por su labio inferior y Jen sintió que se quedaba sin aliento.

—Te he necesitado, y te eché de menos —susurró Decebel.

Jen no habló. No podía mientras la sostenía hipnotizada por sus brillantes

ojos ámbar. Él se inclinó hacia adelante e inhaló profundamente. Sus ojos se

cerraron mientras su pecho retumbaba a medida que gruñía.

Luego, sus labios estaban sobre los suyos. Suaves al principio, pero luego

deslizó la lengua por sus labios y Jen se quedó sin aliento ante el contacto.

Decebel comenzó a retroceder hasta que Jen sintió la cama contra la parte

posterior de sus piernas. Él la puso de espalda sobre la cama, cubriendo su cuerpo

con el suyo, nunca rompiendo el beso. Las manos de Jen subieron por su propia

voluntad y pasó los dedos por su cabello, suspirando ante la suavidad.

Decebel la apretó con más firmeza en el colchón y ella sintió su mano en

su pantorrilla. Poco a poco pasó la mano a la parte posterior de su muslo, tirando

de su cuerpo más cerca hasta que su mano ahuecó su trasero.

Jennifer gimió al sentir su mano sobre ella, no es que ella nunca hubiera

tenido a un hombre poniendo su mano en su trasero, pero esto era diferente.

Muchísimo más íntimo y posesivo. Decebel dejó rastros de besos por sus mejillas,

su cuello, hasta su clavícula mientras Jen trataba de recuperar el aliento.

Cuando él le mordisqueó, ella jadeó. El sonido se abrió paso entre la niebla

de deseo que había nublado la mente de Decebel. Se echó hacia atrás y la miró a

los ojos, acariciando suavemente su rostro con las yemas de los dedos.

294

—Deberíamos parar —susurró mientras trazaba sus labios rojos y húmedos

en un estado de trance.

—Ajá —murmuró Jen.

—Jennifer —gruñó Decebel—. Dime que me detenga.

Jen cerró los ojos con el fin de escapar de su abrasadora mirada ámbar.

Respiró hondo y soltó el aire lentamente. Aclarando su garganta, por fin pudo

hablar.

—Decebel, quiero que te detengas. —Ella abrió un ojo para echar un

vistazo hacia él—. ¿Cómo estuvo eso?

Una sonrisa amenazaba con cruzar sus facciones.

—Casi convincente.

Un pensamiento golpeó en la mente de Jen mientras consideraba lo que él

le estaba pidiendo que dejara de hacer.

—¿Eres virgen?

Decebel sacudió la cabeza y se echó a reír.

—Eres muy contundente, ¿no es así?

Jen arqueó una ceja.

—Jennifer, tengo 125 años de edad —le dijo, como si eso lo explicara todo.

—Eso no es una respuesta —gruñó ella. Entonces otro pensamiento la

golpeó—. ¿Debería espantarme que seas tan viejo?

—Si quieres que lo explique detalladamente como una ciencia, realmente

un Canis lupis envejece un año por cada seis de un humano. Tengo más como

veinte en “tus años”, en un sentido. Si alguien debería espantarse esa debería ser

Jacque. Fane tiene sólo tres.

Eso hizo reír a Jen.

—Oh, esto es demasiado divertido. Definitivamente voy a tener que meter

eso en su cabeza. —Luego se tornó seria—. Bien, entonces veinte los puedo

manejar. Ahora, Capitán Evasor, responde a la primera pregunta.

295

—No.

Jen pareció desconcertada.

—No. ¿Te niegas a responder?

Decebel gruñó.

—No, la respuesta a la pregunta es no.

Jen se limitó a mirarlo, no muy segura de cómo responder. Sabía que no

debía escandalizarse, pero no pudo evitar sentir el dolor que cruzó su corazón por

su respuesta.

—¿Estás bien? —preguntó Decebel con suavidad.

—¿Cuándo fue la última vez? —le preguntó en voz baja, y Decebel gimió.

—¿Realmente quieres hacer esto?

—¿Cuándo, Decebel?

Él inclinó su cabeza de vuelta para que lo mirara cuando ella trató de

rehuir.

—Ya han pasado cinco años.

La boca de Jen se abrió.

—Oh. —Sus ojos se movieron hacia el techo.

Decebel le acarició la mejilla con suavidad.

—¿Estás bien?

Después de un momento, ella inhaló a través de sus dientes apretados.

—Bueno, yo nunca pensé que saldría con un perdedor… ¿Cinco años? —

Sus ojos se encontraron con los suyos ahora, formándosele una sonrisa burlona—

. Realmente sobrestimé tu sensualidad.

Él rodó alejándose de ella y pasó un brazo sobre su cara.

—Eres exasperante, mujer.

296

—Eso es lo que te gusta de mí. —Decebel gruñó sin comprometerse—. Así

que… ¿significa eso que ya no estás enojado conmigo? —preguntó Jen

esperanzada.

Él levantó el labio en una mueca, y ella pudo ver sus colmillos todavía

desplegados.

—Voy a tomar eso como un “Cuando se congele el infierno”. Es bueno

saber.

Luego, aleatoriamente.

—¿Acaso Matty —gruñó Decebel el nombre—, te tocó?

Ella se echó a reír.

—¿De verdad aún estás perturbado por eso? —Cuando él no respondió,

ella resopló y puso sus ojos en blanco—. Nos besamos, pero eso es todo. Y sólo

lo hice para mantenerlo ocupado de modo que Sally pudiera escaparse de allí.

Decebel la tomó por sorpresa cuando estuvo sobre ella una vez más, su

boca cubriendo la suya.

De repente, la puerta de la habitación de Jen se abrió de golpe, y Decebel

rodó lejos de Jen con un aullido de dolor y rabia.

Jen se incorporó y vio a un muy asustado Costin en su puerta. Sintió un

tirón en su interior, casi como un ligamento siendo estirado, pero no estaba ni de

cerca dolorida como Costin y Decebel obviamente estaban.

Decebel gruñó mientras se forzaba a ponerse en pie.

—¿Qué le ha pasado? —apretó sus dientes.

Costin negó con la cabeza, visiblemente luchando a través de su propio

dolor.

—Se desplomó en la cena que estaba teniendo con los otros Alfas. Alina

cayó a su lado. —Los ojos del lobo lucían cada vez más salvaje cuanto más

hablaba.

Decebel agarró la mano de Jen y se dirigió hacia Costin.

—¿Dónde está Fane?

297

—Él está de camino con Jacque a la suite… —jadeó—… donde es la cena

—explicó Costin mientras se dirigían hacia las escaleras.

Jen se detuvo cuando dos puertas se abrieron y Crina, Marianna, y Sally

salieron al pasillo.

Crina y Marianna estaban dobladas de dolor.

Decebel gruñó de nuevo, apoyándose a sí mismo en la barandilla de la

escalera. Jen le soltó la mano y corrió a ayudar a las chicas.

—¿Qué ha pasado? —Crina se estremeció.

—Vasile ha caído —les dijo Decebel, todavía luchando por el dolor—.

Jennifer, tú y las otras hembras métanse en una habitación y cierren la puerta.

Jen lo miró a los ojos.

—No, yo voy contigo. Todas vamos contigo. —Cuando él empezó a

interrumpir, ella lo cortó—. Sally podría ser capaz de ayudar.

Decebel entrecerró los ojos.

—¿Cómo?

—Ella es una sanadora gitana. Puede curar a los hombres lobo.

Tanto la cabeza de Costin como la de Decebel se giraron para mirar a Sally,

con sus bocas abiertas. Sally parecía como si quisiera meterse en un agujero.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó Decebel.

Sally comenzó con:

—No ha sido confi… —pero Jen habló sobre ella.

—Ella identificó la hierba que evita que los lobos cambien sin siquiera

buscarla. Ella simplemente lo supo. Cynthia dijo que eso es sólo un don que las

sanadoras gitanas tienen y que no ha habido una en una manada en más de un

siglo.

Decebel no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Cuáles eran las

probabilidades de que una mestiza, una latente, y una sanadora gitana terminaran

298

siendo las mejores amigas y todo en la misma manada? El destino realmente tenía

sus manos en la Manada Rumana.

—Está bien, vamos —reconoció—. Pero no te quiero fuera de mi vista.

Jen asintió una vez, y luego comenzó ayudar a Crina a caminar. Sally y

Marianna les siguieron mientras Costin abría la marcha.

299

29 Traducido por Isa 229

Corregido por LizC

ras dos horas cenando, Thad estaba finalmente listo para repartir

las bebidas. Los asistentes sacaron dos bandejas. Se acercó y

empezó a repartirlos. La última copa, se la entregó a Vasile.

Thad levantó la suya.

—Quiero brindar por una nueva era para nuestra especie. Ahora es nuestro

momento. Espero que muchos de los miembros de nuestra manada encuentren a

sus compañeros y seamos capaces de cargar a los cachorros una vez más. Por

cada uno de ustedes.

Una onda de mutuo acuerdo fluyó a través de la sala mientras cada uno de

ellos tomaba un trago de sus vasos. Thad vigiló a Vasile para asegurarse de que el

Alfa bebiera bastante del vino para que este sea eficaz. Cuando lo vio drenarlo,

tuvo que dominar la sonrisa que brilló en su cara.

Vasile miró a su compañera y sonrió.

—Te ves hermosa, Mina.

Alina se ruborizó.

—Todavía encantador, mi Alfa.

—Siemp… —Vasile intentó terminar la frase, pero de repente sintió un

gran peso en el pecho y tuvo dificultades para respirar.

—Vasile. —La voz de Alina sonó preocupada mientras levantaba el rostro

de su compañero para que la mirara. Ella jadeó cuando vio al lobo observándola

de vuelta.

—Veneno —le dijo el lobo, y sus ojos rodaron hacia atrás mientras se

derrumbaba.

T

300

Alina sólo tuvo un momento para darse cuenta de lo que había pasado

antes de que ella misma no pudiera respirar. Era como si algo estuviera

aplastando su pecho, tirándola hacia abajo.

Todo se puso oscuro y, también, cayó al piso.

Jadeos y gritos irrumpieron por toda la habitación mientras Víctor se

apresuraba al lado del Alfa caído.

—Hay pulso pero es débil. —Víctor miró a Thad—. Rápido, encuentra a

la doctora que Vasile trajo con su manada.

Thad asintió una vez y se volvió a susurrar al oído del miembro de su

manada, que luego corrió fuera de la habitación.

Thad se volvió a donde yacían inmóviles Vasile y Alina. Tuvo que

obligarse a sí mismo a actuar como si pareciera importarle. Ayudó a Víctor y

Dillon a levantar al Alfa y llevarlo a la habitación contigua. Dragomir recogió la

silueta inerte de Alina y suavemente la puso al lado de su compañero.

Agnes y Adrianna tenían lágrimas recorriéndoles por sus mejillas mientras

veían.

El grupo vio cómo las formas de Vasile y Alina comenzaban a

convulsionar.

—¡Qué alguien los ayude! —sollozó Agnes.

Dragomir envolvió a su compañera entre sus brazos y le susurró

suavemente.

Dillon, quien estaba respaldado en la puerta, casi fue derribado cuando

Fane, Decebel, Sorin, Cynthia, y un montón de hembras llegaron corriendo a la

habitación.

Jen se detuvo bruscamente cuando vio a Vasile y Alina acostados en la

cama grande, sus cuerpos convulsionando. Su mano cubrió su boca cuando sus

ojos se llenaron de lágrimas. Sally se alejó de Marianna rápidamente… una fuerza

invisible la jalaba hacia la cama.

Cuando Sally se acercó, Fane se giró y gruñó, pero Cynthia lo empujó.

—Déjala pasar —refunfuñó Cynthia.

301

La habitación entera se sumergió en el silencio mientras Sally, en un estado

parecido a un trance, se acercó a la cama. Subió al lado de Vasile y colocó su

mano en su corazón. El cuerpo de él se calmó inmediatamente.

—¿Qué dem…? —Los murmullos cesaron a través de la habitació mientras

que las bocas caían abiertas y las cejas se elevaban.

Sally se inclinó sobre Vasile y colocó su frente contra la de él. Ella cerró

sus ojos y su respiración se hizo profunda y lenta, como si hubiera caído en un

sueño profundo.

—Supongo que tenemos la confirmación —susurró Jen en dirección a

Cynthia.

—¿Qué está haciendo? —gruñó Fane a la doctora mientras miraba a Sally.

—Es una sanadora —dijo Cynthia con asombro—. La primera sanadora

gitana en más de un siglo. En nuestra manada.

Aquellos bastantes viejos para entender el significado de sus palabras se

hincaron sobre una rodilla.

Jen tiró de la manga de Decebel. Sus ojos brillaban y pudo ver el sudor que

se había roto en su frente.

—¿Por qué se arrodillan?

—Es un gran honor estar en la presencia de una sanadora. Otras manadas

se arrodillarán en señal de respeto.

Después de lo que pareció una eternidad, Sally finalmente se sentó. Ella se

volvió a Decebel.

—Su cuerpo ha sido envenenado con una hierba. Es común en estos lares.

Moonseed. —Sus ojos estaban desonfocados mientras hablaba.

—¿Cómo? ¿Quién haría esto? —gruñó Decebel mientras miraba alrededor

de la habitación. Se preguntó si miraba duramente sería capaz de ver la

culpabilidad de los demás.

—Eso no importa ahora —continuó Sally en voz baja—. Necesita el

antídoto. Se está desvaneciendo rápido, y Alina aún más rápido. Necesita

Wolfsbane. Contrarrestará el veneno.

302

Marianna dio un paso adelante.

—Sé cómo se ve el Wolfsbane. Puedo ir por algunos, crece en la ladera de

la montaña.

Jen miró a Jacque y a Fane, vio el horror y el miedo en sus ojos. Estaba tan

harta que la gente siguiera hiriendo a quienes ella amaba. Decebel se acercó a la

cama mientras Sally bajaba para permitirle acercarse aún más. Mientras estaba

distraído, Jen se deslizó hacia Marianna.

—Vamos, iré contigo —susurró en su oído.

Marianna la miró y una pequeña sonrisa apareció.

—Está bien. —Ella asintió y ambas retrocedieron lenta y silenciosamente

hacia la puerta. Nadie las miró. Todos los ojos estaban clavados en el Alfa caído

y su compañera.

Marianna y Jen se apresuraron a través de la mansión.

—Vamos a necesitar una linterna para ti —le dijo Marianna e hizo un

pequeño desvío.

—¿Dónde vamos a encontrar linternas?

—Hay un cobertizo justo fuera de la puerta oeste. Estoy cruzando los dedos

para hallar uno allí.

—Bien pensado.

* * *

Marianna seguía echando un vistazo a Jen por el rabillo del ojo, segura que

ella sería capaz de percatarse de su culpabilidad. Lograron salir por la puerta y

dirigirse directamente al cobertizo, el cual tenía una luz brillando en la parte

delantera, iluminando la entrada. Ambas se apresuraron y comenzaron a hurgar

en los estantes.

—La tengo. —Jen sonrió, sosteniendo una gran linterna industrial. Ella la

encendió y brilló alrededor del lugar.

—Perfecto —concordó Marianna—. Bien, vamos antes de que Decebel se

de cuenta que te has ido.

303

Salieron del cobertizo y se dirigieron a la parte frontal de la finca,

apresurándose para lograr salir por las puertas y adentrarse en la ladera de la

montaña oscura.

Ambas chicas se estremecieron cuando el frío las golpeó, ninguna de las

dos había pensado en tomar un abrigo en su apuro. Marianna sabía que Thad se

había asegurado en destruir todo el Wolfsbane cerca de la mansión, por lo que

tendrían que caminar por un buen rato para encontrarlo.

—¡OIGAN! Esperen.

Las cabezas de Jen y Marianna dieron vuelta para encontrar a Sally

persiguiéndolas, con su propia linterna en mano. Por supuesto Sally pensaría en

conseguir una linterna, ella siempre estaba preparada.

—¿Sally, qué haces? —preguntó Jen de prisa.

—Te vi moverte sigilosamente. Puedo ayudar. Sé qué hacer una vez que

encontremos la hierba. Tiene que ser preparado de cierta manera especial.

Marianna entrecerró los ojos hacia ella.

—¿Qué quieres decir?

—Las pequeñas hojas tienen que ser separadas y empapadas en agua salada

caliente para sacar las propiedades curativas. Si sólo aplastas la planta y las

mezclas en el agua no valdrá nada.

—Está bien, pero ten cuidado —refunfuñó Jen.

—Oh, eres la que habla de tener cuidado —chasqueó Sally desde atrás.

Marianna comenzó a andar más rápidamente y Jen y Sally tuvieron que

alargar su zancada para mantenerse a su lado.

—Probablemente vamos a tener que andar lejos. Pienso que si nos

separamos entonces vamos probablemente a encontrarlo más rápido.

—Divide y venecerás, suena como a un plan.

—Sally, ve al extremo izquierdo —le dijo Marianna y señaló en la

dirección que quiso decir—. Jen, ve al extremo derecho, yo iré directo. Busquen

una planta con hojas verdes oscuras y una flor morada.

304

—Oscuro y morado. Bien, hagámoslo.

Jen se dirigió en la dirección que Marianna había instruido.

Ella iluminó su linterna en el suelo, lado a lado, barriendo a través de los

arbustos. Todo el rato murmurando: “morado, morado, oscuro, oscuro,” bajo su

aliento.

Jen había caminado durante media hora cuando sintió un escalofrío

recorrer su columna. Se detuvo a media zancada y lentamente se dio vuelta en

círculo. Mirando hacia los árboles, apuntó la luz hacia el follaje. Alguien la estaba

siguiendo. No, alguien la estaba acosando.

—¿Quién está ahí? —Jen continuó enfocando la luz y entrecerró sus ojos,

tratando de penetrar la oscuridad. De repente una forma oscura arremetió contra

ella. Se le cayó la linterna al levantar sus manos y proteger su cara. Fue golpeada

bruscamente, sacando el aire de sus pulmones. Su cabeza salió despedida hacia

atrás y escuchó un crujido cuando su cráneo golpeó algo duro. Lo último que vio

antes de que la oscuridad la consumiera fue unos dientes afilados y ojos brillantes.

* * *

El lobo que era Marianna agarró la pierna del pantalón de Jen y comenzó

a tirarla hacia lo más profundo en las montañas.

La arrastró constantemente por varios kilómetros hacia la profunda

caverna que había encontrado. La loba puso a Jen boca arriba justo en el borde

de la misma. Luego Marianna gradualmente volvió a su forma humana; tembló

ante la pérdida de su pelaje, pero rápidamente se sacudió y agarró los cubos de

orina de lobo que Thad había insistido que tomara, los cuales había escondido el

día anterior.

Ella volvió al lado de Jen mientras ésta comenzaba a gemir y a volver en

sí.

—Diablos —gimió Jen.

—Lo siento, Jen. Lo siento, pero tengo que hacer esto. —Marianna empujó

las piernas de Jen sobre el borde de la caverna.

Jen jadeó y sus brazos se estiraron temblando en busca de algo, cualquier

cosa. Marianna le dio otro empujón y Jen se deslizó sobre el borde. Su estómago

305

se raspó contra la piedra mientras que su camiseta se subía; sus uñas se rasgaron

mientras trataba de agarrar algo para no caerse.

Jen se deslizó más y más, sus pies empujándose hacia cualquier roca que

pudiera darle un punto de apoyo. Finalmente sintió una raíz que sobresalía y la

agarró, aferrándose desesperadamente de esa cuerda vital. Ella miró hacia arriba

y apenas pudo ver a Marianna en la oscuridad, inclinándose sobre el borde, con

un cubo de algo en la mano.

—¿Por qué haces esto? —preguntó Jen, su voz apretada del miedo y la

tensión de sostenerse.

—No entenderías. —Marianna tenía lágrimas por sus mejillas—. Tienes a

tu compañero. ¿Cómo podrías entender?

—Pruébame —gruñó Jen.

Marianna limpió sus lágrimas.

—Estuve enamorada. Él era humano.

La boca de Jen cayó abierta.

—¿Y tu compañero?

—¿Qué pasa con él? —escupió Marianna—. No lo veo por aquí. ¿Y tú,

Jen? Quién sabe cuánto tiempo tarde hasta encontrarlo. Podría tardar siglos, sin

embargo, Vasile espera que viva sola, vacía.

—Él sabe que sólo tu compañero hará que el vacío desaparezca, Marianna

—dijo suavemente Jen, tratando de razonar con la loba enfurecida.

—Era feliz con Drey. Me hacía reír. —Los ojos de Marianna se nublaron

mientras que los recuerdos llenaban su mente. Luego su rostro se oscureció—.

Vasile lo descubrió e hizo enviar a Drey a los Estados Unidos. Me prohibieron

verlo, o a cualquier otro ser humano. Ya no estar más bajo el mando de Vasile es

la única manera en que puedo estar con Drey.

—¿Lo envenenaste? —Los ojos de Jen se ampliaron mientras su

respiración se aceleraba.

—No. Thad lo hizo. Thad accedió a dejarme unir a su manada, y si no

encuentro a mi compañero entre ellos, accedió a dejarme ir a Estados Unidos

306

para encontrarme con Drey. Me dijo que tenía que deshacerme de ti. Piensa que

al deshacerse de ti se estará encargando también del Beta. Decebel se matará por

pelear contra la manada de Thad o morirá buscando tu cuerpo. También tiene

planes para Fane… se implementarán con el tiempo también.

Jen no podía creer lo que estaba oyendo. Sus brazos estaban cansándose y

empezaban a temblar. Tenía que intentar que Marianna cambiara de alguna

manera su opinión.

—Marianna, no tienes que hacer esto. Podrías dejarme ir y sólo marcharte.

No se lo diré a nadie.

Marianna se rió.

—Thad me mataría si no terminara la tarea que me ha dado. Lo siento,

Jen. De verdad me agradas, pero amo a Drey, y no voy a desperdiciar mi vida

esperando por un compañero que nunca podría encontrar.

Empezó a inclinar el cubo de líquido y Jen sintió nauseas mientras el hedor

golpeaba su nariz un segundo antes de que el frío fluido la empapara. Jen escupió

y tosió, tratando de que no entrara en su boca.

—Lamento la orina, pero Thad insistió —le dijo Marianna mientras ella

recogía otro cubo y lo vertía—. Dijo que cubriría tu aroma y que les llevaría más

tiempo encontrarte.

Las manos de Jen comenzaron a deslizarse mientras que la raíz en la cual

se sostenía empezaba a deslizarse por la orina. Ella trató de ahogar el grito que

salió cuando se resbaló, ganando sólo su alcance en el último segundo.

—Harías cualquier cosa para estar con Decebel, Jen. Eso es lo que tengo

que hacer para estar con Drey.

—Decebel es mi compañero, Marianna. No es lo mismo. No estarás

satisfecha con el humano. —Jen intentó otra vez, pero sabía que era inútil

mientras Marianna se paraba.

—Me tengo que ir, no quiero que ellos vengan a buscarme. Ruego para que

tu muerte sea rápida y así no sufras. —Y luego ella se había ido.

307

Jen miró arriba hacia la oscuridad, comprendió justo antes de que sus

manos se deslizaran que ella iba a morir. Una lágrima se deslizó por su mejilla

mientras que su agarre aflojaba en contra de su voluntad.

Gritó roncamente mientras caía. No fue tan profundo como pensó, la caída

no duró mucho, pero no suavizó el aterrizaje. Ella golpeó el duro suelo y una vez

más, la oscuridad asumió el control.

308

30 Traducido por Brenda3390

Corregido por LadyPandora

ally finalmente encontró la hierba de flor púrpura. Corrió, su linterna

rebotando sobre el suelo. Ella cayó al suelo junto a la planta y

comenzó a cavar para sacar la planta por la raíz. No sabía cómo lo

sabía, pero sabía que tenía que tener la raíz unida para que el antídoto

fuera potente.

Cavó y cavó, sus uñas cubriéndose de suciedad, y finalmente sacó varias

plantas. Las metió en su camisa y comenzó a correr de nuevo. Cada vez más

rápido se empujo a sí misma, la urgencia por regresar llevándola como una

manada de lobos furiosos.

Sally no le dio importancia a Marianna o Jen, pensó que eran chicas

grandes y podían arreglárselas por sí mismas. Finalmente vió la masiva puerta de

entrada de la finca. Mientras entraba deprisa por la puerta, y se precipitaba por

las escaleras hacia la puerta principal, casi corrió contra Cynthia.

—Umph —gruñó Sally cuando se obligó a detenerse. Miró hacia la

doctora—. ¿Sigue vivo?

—Sí, pero por muy poco —le dijo Cynthia tristemente—. Quiero que

hagamos esto en mi oficina. No quiero decirle a nadie lo que estamos haciendo,

y cuando le demos el antídoto no le diremos a nadie que lo tenemos.

—¿Sabes quién lo envenenó? —preguntó Sally mientras sus ojos se abrían

más.

—No, pero tuvo que ser alguien en esa pequeña cena. Voy a tratar de hacer

que Fane y Decebel indaguen en la habitación, pero los dos están muy volátiles

en este momento. —Cynthia ladeó su cabeza a un lado—. Especialmente Decebel

desde que se dio cuenta que su compañera ha desaparecido.

Sally miró tímidamente al suelo.

S

309

—Ella está fuera con Marianna buscando Wolfsbane.

Cynthia asintió una vez e hizo eco de los pensamientos de Sally.

—Bueno, son chicas grandes. Pueden arreglárselas solas. Ahora, tú y yo

vamos a hacer el antídoto.

Cynthia tiró de Sally a la mansión y se apresuraron a su oficina.

Sally sacó las plantas y le dijo a Cynthia que le consiguiera un recipiente

con agua caliente y algunos viales pequeños.

Cynthia colocó los artículos en la mesa de laboratorio frente a Sally.

—Esto es tan extraño —murmuró Sally.

—¿Qué?

—Yo sabiendo qué es lo que tengo que hacer. Es como si alguien hubiera

encendido un interruptor.

Sally trabajó rápido, removiendo las hojas y sumergiéndolas en agua

caliente. Llenó el recipiente hasta que todo lo que se podía ver eran hojas oscuras

flotando en él. Tan pronto como el agua estuvo a temperatura ambiente, sabía

que estaba listo. Tomó dos viales y los llenó.

Algo hizo clic cuando sostuvo los frascos en sus manos. Sally cerró sus ojos

y sintió la magia, esa era la única palabra que se le ocurría, fluyendo a través de

ella mientras invocaba las propiedades curativas de la planta. Su boca empezó a

moverse mientras susurraba las palabras que aparecieron en su mente.

—Eres llamado la perdición del lobo cuando en realidad sanas.

Te invoco hoy para buscar el veneno destinado a robar.

Penetrar en el lobo y verter vida de nuevo en él.

Dale fuerza a mi Alfa, no lo dejes caer.

Sally abrió sus ojos y una sola lágrima se deslizó en uno de los frascos. De

repente el líquido empezó a brillar de un color blanco puro.

—Está hecho —le dijo Sally a Cynthia resueltamente.

310

Cynthia asintió. Sacó su celular y envió un mensaje a Decebel.

Cynthia txt: En camino

—Vamos.

* * *

Decebel se paseaba, su lobo estaba preocupado y herido. Su Alfa estaba

cerca de la muerte. La compañera de su Alfa estaba al borde la muerte. Y la

compañera de Decebel se había marchado sin siquiera un “nos vemos, bola de

pelos”. Cynthia acababa de mandarle un mensaje avisando que ella y Sally

estaban de camino con el antídoto. Ahora sólo tenían que orar para que

funcionara, que Sally realmente fuera una sanadora, aunque parecía que si lo era.

Pidió a todos que salieran excepto los miembros de la manada, y los demás

salieron a la habitación donde sólo unas horas antes los Alfas se habían reído y

burlado de sus manadas.

Decebel siguió mirando hacia abajo a los lobos a través de la puerta abierta,

su lobo buscando al que se atrevió a herir a Vasile, pero su mente era un desastre,

nublado con demasiados sentimientos. Estaría más tranquilo una vez que

Jennifer regresara. Una vez que ella estuviera a su lado, olfatearía al traidor.

* * *

Fane tiró de Jacque a su regazo y envolvió sus brazos alrededor de ella,

tratando de controlar su temblor. Ella estaba en shock, así como lo estaba él.

«¿Quién haría esto, Fane?»

«No lo sé, amor. Mi padre es muy poderoso, y con el poder vienen

enemigos. Simplemente no pensé que fuera nadie de entre nosotros.»

Jacque dejó a Fane y caminó hacia la cama, subiendo junto a Alina. Tomó

su mano y la sostuvo contra su corazón. Lágrimas bajaron por sus mejillas

mientras ella miraba a la mujer de la que había llegado a pensar como una madre

luchando por cada respiración.

«Ella es la mujer más dulce que he conocido, Fane. Tan desinteresada y

amorosa.» Jacque no pudo evitar el sollozo que forzó su camino desde su pecho.

Se inclinó sobre Alina y rezó para que fuera perdonada, para que los dos fueran

perdonados.

311

Fane deslizó sus brazos alrededor de ella. Una sola lágrima escapó de su

mejilla, por sus padres y por su compañera. Tantas muertes en los meses pasados,

tantas vidas desperdiciadas. Y ahora más serían tomadas. Ya sea la de sus padres

o la del culpable del intento de asesinato.

Sally y Cynthia entraron a la habitación y Decebel cerró la puerta tras de

ellas, dejando fuera a los otros. Sally caminó tranquilamente hacia la cama y

subió al lado de su Alfa, porque como la sanadora de su manada, él realmente era

su Alfa. Las lágrimas amenazaban con extenderse al pensar en cómo había

sentido el veneno en su sistema al presionar la mano hacia él antes. Era lento,

filtrándose en sus células, matando, destruyendo.

Sacó los frascos de su bolsillo y se olvidó de la habitación a su alrededor

mientras desenroscaba las tapas. Colocando una mano detrás de la cabeza de

Vasile, se inclinó al frente y presionó el frasco en sus labios. Así como antes, las

palabras que necesitaba decir fluyeron a través de su mente y de su boca. Susurró

cerca de su oído mientras sostenía el frasco en su boca, esperando para derramarlo

hasta que sus labios se separaran.

—Mi Alf, escucha mi voz. Soy Sally, sanadora gitana de la manada

Rumana. Llamo a tu lobo. Preséntate y cuida del hombre que alberga tu espíritu

y protege tu manada. Acércate, lobo Alfa, y confía en que lo que te estoy dando

es para sanar y no para herir.

Sally vio como los labios de Vasile se separaron, y ella fue capaz de inclinar

el antídoto en su boca. Rápidamente vertió el segundo frasco y lo miró tragar,

cerrar su boca, y volverse inmóvil de nuevo.

Una vez más, se inclinó al frente y puso su frente contra la de él. Cerró sus

ojos y ralentizó su respiración. Sintió al lobo revolviéndose debajo del hombre,

herido, asustado y enojado. Temía por su compañera, siendo incapaz de sentirla.

Sally susurró en su mente.

«Ella está aquí a tu lado, Alfa. Ningún daño vendrá hacia ella si luchas.

Lucha contra el veneno, deja que el líquido sanador se mueva a través de tu

cuerpo. Si tú eres curado, ella lo será.»

El lobo se asentó ligeramente. Sally podía sentir el Wolfsbane moverse,

buscando el veneno, como si se tratara de un ser vivo.

312

Descansa ahora, Alfa. Estás protegido, eres amado. Sally se apartó y bajó

de la cama. Sintió a su cuerpo hundirse, sin darse cuenta cuán extenuante había

sido la curación. Miró a Decebel.

—Está funcionando. No sé cuánto va a tardar hasta que él despierte.

Necesitan ser protegidos y vigilados.

—No habrán menos de cuatro lobos con ellos en todo momento. Vamos a

rotarnos en turnos para que así todos tengan tiempo de descansar. —Decebel se

giró hacia Fane—. ¿Asumo que te quieres quedar?

Fane asintió mientras sostenía a su compañera.

Decebel se giró hacia los otros miembros de la manada.

—Skender, Boain, Sorin, ustedes tomarán el primer turno con Fane. Tengo

que averiguar en dónde diablos está mi compañera. —Se giró hacia Sally—. Ven

—demandó bruscamente.

Sally se enderezó, reuniendo fuerza siguió al Beta fuera.

—¿Dónde está? —preguntó Decebel una vez que estuvieron en el pasillo,

lejos de los oídos indiscretos.

—Fue conmigo y Marianna a los bosques para encontrar el Wolfsbane.

Nos separamos y yo logré volver primero. Me imaginé que estarían justo detrás

de mí —explicó Sally rápidamente.

Miró al Beta luchando para controlar a su lobo.

—Voy a revisar su habitación. ¿Podrías conseguir a Cynthia y a Crina y

buscar por ella también?

Sin esperar por su respuesta, Decebel se giró y caminó rápidamente hacia

la habitación de Jennifer.

Decebel sabía antes de abrir la puerta que Jennifer no estaba en su

habitación. Entró de todas formas, necesitando su esencia a su alrededor.

Caminó hacia la cama y se sentó en el borde.

Sólo unas horas antes se había acostado con ella en esta cama,

sosteniéndola, besándola, mostrándole lo mucho que la amaba y la quería.

313

¿Cómo es que el día se había jodido tan rápidamente? Sintió su pecho apretarse

mientras la oscuridad se filtraba.

Su Alfa estaba enfermo y la manada estaba débil por ello, su compañera

estaba pérdida, y su lobo estaba al borde de la furia.

Las manos de Decebel temblaban mientras tomaba la almohada de

Jennifer y la empujaba a su cara. Tomó una respiración profunda y captó una

pequeña cantidad de comodidad de la vainilla y canela que se filtró dentro de su

propio ser.

Su mente vagó a hace mucho tiempo atrás cuando su corazón había estado

en manos de otra mujer, joven, llena de vida y de coraje al igual que su

compañera. Cosmina había sido una alegría para todos alrededor de ella y él la

había perdido. Pensó que su corazón nunca se iba a curar de la pérdida de su

hermana. Pero luego había conocido a Jennifer, su compañera. Ella llenó el

agujero en él y vertió vida donde la muerte había lentamente empezado a tomar

lugar. Ahora no sabía dónde estaba, no sabía si ella estaba bien.

El corazón de Decebel se rompió y su lobo empujó hacia adelante a medida

que un aullido lastimero se vertía desde el fondo de su alma. Mientras tomaba

respiraciones profundas, tratando de calmar a su lobo y rehacerse, pudo sentir a

su lobo estirándose, buscando el vínculo entre ellos que todavía tenía que

consolidarse verdaderamente. Sus hombros cayeron.

«¿Tienes alguna idea de cuánto tiempo he esperado por ti?». Su mente

buscando por su propia voluntad. «Apenas acabo de encontrarte y ahora te estoy

perdiendo».

Luego en el silencio, Decebel la escuchó.

314

31 Traducido por ஓ¥anliஓ

Corregido por LizC

en pudo sentir algo cálido y pegajoso corriendo en sus ojos. Levantó la

mano para limpiarlo y un dolor agudo sacó un jadeo de ella. Estaba todo

negro como boca de lobo, ni siquiera podía ver la mano delante de su

cara.

―Mierda ―gruñó. Se dio cuenta entonces de que probablemente se había

roto el brazo. Se movió experimentalmente y sintió un dolor punzante en el

costado. Jennifer pensó por un segundo, tratando de recordar lo poco que pudo

de primeros auxilios.

Bien, dolor en el costado, es difícil respirar. Probablemente se rompió una

costilla, tal vez se perforó un pulmón. Excelente.

Ella rodó hacia un lado y fue capaz de levantar el otro brazo a la cabeza.

Sintió una herida abierta, una que estaba derramando sangre por su rostro y sus

ojos. Trató de ejercer presión, sabiendo que tenía que tratar de detener el flujo.

Estaba débil, y se debilitaba cada vez más.

«¿Tienes alguna idea de cuánto tiempo he esperado por ti?»

Abruptamente, Jen se sentó y casi gritó por el dolor que atravesó su cuerpo.

No es posible, pensó.

―No acabo de oír eso ―dijo en la oscuridad. Cerró los ojos y esperó para

ver si escuchaba más de la voz que ella necesitaba oír tanto como necesitaba aire

para respirar. El corazón le latía con fuerza en su pecho, su respiración era

superficial, y a pesar del frío, podía sentir el sudor choreando por su cuello.

«Apenas acabo de encontrarte y ahora te estoy perdiendo.»

J

315

Ella dejó escapar un lento suspiro, saboreando el sonido en su mente. Por

fin, se dijo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas frías, mezclándose con

la sangre que seguía fluyendo. Por fin.

«¿Decebel?» envió vacilantemente.

«¿Jennifer?» La voz de Decebel era urgente, firme.

«¿Puedes oírme?» le preguntó, todavía incapaz de creer que estaban

hablando a través de sus pensamientos. Había soñado, deseado, esperado y

anhelado para que esto sucediera.

«Maldito infierno. Sí, puedo oírte. ¿Dónde estás? ¿Qué pasó?»

«No sé dónde estoy» le dijo ella, tratando de recordar lo que había

sucedido. «Está oscuro… y frío. El suelo se siente como piedras y tierra.»

«Jennifer, ¿qué pasó?» le preguntó de nuevo.

«Es Marianna, Decebel. Hizo algún tipo de acuerdo con Thad. Decebel…»

Su voz se hizo más fuerte mientras comenzaba a recordar lo que pasó, Marianna

empujándola en un agujero en la tierra. Vertiendo la orina sobre ella, ahora, eso

era algo que Jen honestamente podría decir que ella nunca había tenido que pasar

en su vida. Dios mío, cómo había cambiado repentinamente su expectativa de

vida. «Fane y Jacque, ellos están en peligro. Thad los quiere a todos muertos.

Tienes que protegerlos.»

«Tengo que encontrarte» insistió Decebel.

«¡No! Tienes que protegerlos. Si algo le sucede a Fane, Jacque morirá. Lo

mismo con Vasile y Alina. Decebel, tienes que asegurarte de que estén a salvo»

declaró Jen.

«¡NO VOY A DEJARTE MORIR!» le rugió a través de su vínculo. «No

me pidas esto, Jennifer. No voy a perderte. No puedo.» Lo último salió como un

susurro.

«Decebel, no estamos vínculados. Si algo me pasa puedes seguir y tener

una vida. Jacque no puede. Si Fane muere, ella se va con él. Eso no es aceptable.

No tomaré su vida por la mía, ¿me oyes?»

316

Las lágrimas rodaban por su rostro implacablemente, mientras trataba de

hacerle comprender que ella no sería capaz de vivir consigo misma si algo le

sucediera a Jacque o Sally.

«Vínculados o no, Jennifer, tú eres mi compañera. Lo que pides va en

contra de todo lo que soy. No puedo poner a otros por delante de tu bienestar. Le

pides a un río que revierta su flujo y al fuego del infierno que se congele. Eso no

es posible.»

La voz de Decebel estaba volviendo más y más un gruñido mientras trataba

de hacerle comprender que como su compañero, no la abandonaría.

«Entiendo. Esto es difícil para mí, también. Te amo, Decebel. Te he amado

desde el momento en que te conocí. Te amo mandón, rabioso, gentil, cariñoso…

Te amo de cualquier forma que vengas a mí. Yo quiero que tengamos una

oportunidad, y tengo que creer que el destino no es tan cruel como para sólo

darnos una. Tengo que creer que si no estamos juntos en esta vida, entonces en

la próxima.» Jen se esforzó para que su voz fuera fuerte. Ella no iba a fingir que

la idea de no volver a ver de nuevo a Decebel era el peor dolor que cualquiera

jamás hubiera experimentado. Ella preferiría estar de vuelta en ese auto en llamas,

sintiendo su carne ser chamuscada, que pensar que no había oportunidad de estar

con él. «Si tengo que hacerlo, entonces creeré lo suficiente por nosotros dos. Pero

Decebel, si vienes por mí, nunca te lo perdonaré, compañeros o no. Si me amas,

cliché como eso es, protegerás a esos que amo. Y si esta vida ha terminado para

mí, entonces vive por los dos, y yo te esperaré. Te veré de nuevo. Te besaré, te

tocaré, te amaré, Decebel. Si no es en esta vida, entonces en la otra.»

Los hombros de Decebel se estremecieron ante la fuerza de la emoción que

rodó a través de él. No desde que su hermana había muerto había sentido tanto

dolor.

Sólo que esto era peor, mil veces peor. Jennifer no lo entendía. A pesar de

que aún no estaban unidos por el vínculo de sangre, su conexión era fuerte. Ya

sentía su alma rasgándose en dos ante el conocimiento de que había una

posibilidad de que perdiera a su compañera.

«¿Cómo puedes pedirme esto a mí? Por favor, Jennifer. No lo hagas.»

«Es tarde» le escuchó susurrar.

317

Decebel respiró hondo. Él se odiaba a sí mismo por eso, pero al final cedió,

sabiendo que ella no aceptaría nada menos.

«Te amo. Los mantendré a salvo, pero iré por ti. Vivirás, ¿me oyes? Vivirás.

¡VIVE! Pentru mine, iubitule. Te rog traiesc (Por mí, nena. Por favor, vive).»

«Hace tanto frío… ¿Decebel? Cuida de las personas que amo. Ese serías

tú.»

Decebel la sintió cada vez más débil, podía sentir su mente cerrándose. Se

sentía tan impotente. Una vez más no fue capaz de salvar a la mujer que amaba.

Él apretó los ojos y cayó al suelo. Su vínculo finalmente se había abierto, y por

unos breves momentos la había sentido. Sentido todo de ella. Ahora sólo había

oscuridad.

Momentáneamente se entregó al lobo que empujaba y gruñía para

presentarse. Sus ojos brillaron, sus garras extendidas clavándose en la alfombra

cuando sintió el dolor derramándose sobre él. Sus colmillos se alargaron mientras

inclinaba la cabeza hacia atrás y aulló.

Levantándose, tembló con furia y arrancó la puerta y salió al pasillo.

Atrapó un olor que casi lo hizo cambiar. Marianna, pensó. Bienvenida a casa,

compañera de manada.

Decebel salió en una carrera, siguiendo su rastro. Lo llevó directamente a

la habitación donde su Alfa y su compañera yacían a las puertas de la muerte.

Los lobos en la suite contigua se separaron mientras Decebel pasaba hecho

una furia. Arrancó la puerta de sus goznes cuando la abrió.

Fane, Skender, Boain y Sorin todos se adelantaron, gruñendo,

preparándose para defender a su Alfa. Cuando se dieron cuenta que era Decebel

y vieron la mirada en sus ojos, todos se echaron atrás y desnudaron sus cuellos.

Sus ojos recorrieron la habitación y se echó sobre su presa.

Marianna se puso de pie al lado de Sally, las lágrimas corrían por sus

mejillas. Se acercó a ella lentamente, dejándole ver su destino acercándosele.

Decebel la agarró por el cuello y la levantó del suelo, con la espalda contra

la pared.

318

―¿¡DÓNDE. ESTÁ. ELLA!? ―gruñó en su cara. Marianna cerró los ojos

mientras trataba de luchar contra la compulsión en la voz de su Beta.

Marianna sabía que si le contaba a Decebel lo que quería saber, los lobos

de Thad la destrozarían miembro a miembro. Lo sabía porque eso es exactamente

lo que Thad le había dicho que sucedería. No sabía por qué había regresado,

debería haberse largado simplemente, pero ella pensó que eso la haría parecer

culpable. Obviamente no había importado.

Sabía que Decebel la mataría, pero él sería misericordioso y lo haría rápido.

Thad la torturaría. Se mordió el labio hasta que empezó a sangrar, luchando por

respirar mientras la mano de su Beta se apretaba.

―Respóndeme, Marianna.

―No puedo, Beta. Él me matara ―susurró.

―Tú ya estás muerta. Estabas muerta al momento en que dañaste a mi

compañera, al momento en que te atreviste a tocar lo que es mío. Estabas muerta

el momento en que accediste a llevarla a la muerte.

―No me vayas a torturar. Por favor. ―Marianna abrió los ojos y miró a

Decebel―. Yo sólo quería estar con él. Vasile no me dejó.

Los ojos de Decebel se ensancharon cuando sus palabras penetraron.

―¿Hiciste esto por un humano? ¿Por un hombre que no es nada para ti?

―YO LO AMO. Él es algo para mí. ―Marianna se estremeció con su

dolor y pena.

―Si no vas a hablar, entonces no tengo ningún uso para ti ―le dijo

calmadamente Decebel.

Marianna asintió, aceptando el destino que ella había elegido. Ella miró a

los ojos de Decebel una vez más, sabiendo que era la última cosa que vería alguna

vez.

―Dejo constancia este día que Marianna rompió ley de la manada y

lastimó a uno de los suyos. Intentó asesinar a mi compañera y traicionó a su Alfa.

Es por eso que ella muere el día de hoy ―Decebel miró a la mujer que había visto

crecer desde sólo un cachorro. Los ojos de Decebel se suavizaron brevemente―,

319

esto no es fácil para mí. No podemos permitir la traición en la manada. Una

manada es tan fuerte como la lealtad que la mantiene unida.

―Lo siento.

Retorció su mano bruscamente hacia un lado, rompiendo su cuello antes

de que pudiera continuar. No quiso prolongar su muerte y él no quería oír sus

excusas. No mientras su compañera se estaba muriendo.

―¿Está todo bien? Me pareció oír…

Decebel se volvió ante el sonido de la voz de Thad. Los ojos de Thad se

abrieron en shock mientras miraba desde Decebel al cuerpo a sus pies. En ese

momento, supo que había sido descubierto. Cuando Decebel gruñó y se abalanzó,

Thad cambió en medio del aire y corrió directamente hacia la ventana de cristal,

lanzándose a través de ella.

Decebel se detuvo a media zancada cuando el poder se envolvió a su

alrededor.

―Decebel, ven a mí.

Decebel sintió el poder de su Alfa rodeándolo, ofreciendo una resistencia

y comodidad. Trató de luchar contra ello, pero incluso en su estado de debilidad,

Vasile era fuerte. Se dio la vuelta, sus piernas moviéndose sin su permiso. Se

acercó a la cama de Vasile y se dejó caer sobre una rodilla.

―Alfa. ―Decebel desnudó su cuello mientras temblaba por el control.

―Ábrete a mí ―le instruyó Vasile.

Vasile y Decebel habían hecho esto sólo en otra ocasión. Era una habilidad

que solamente un Alfa y Beta compartían, una forma de transmitir los recuerdos

si el otro cayera. Decebel cerró los ojos y se obligó a respirar con calma. Vasile

puso la mano en la frente de Decebel y observó las imágenes y sonidos que se

derramaron desde la mente de su Beta a la suya propia.

La habitación estaba en silencio mientras el resto de la manada observaba,

paralizados por los acontecimientos que acababan de desarrollarse, que aún no

habían entendido.

320

Cuando hubo terminado, Vasile abrió los ojos y se encontró con los de

Decebel.

―Ella está viva.

―Sólo apenas. ―La voz de Decebel era apenas un susurro.

―¿Puedes escuchar sus pensamientos? ―Los labios de Vasile se curvaron

ligeramente, feliz de que el vínculo de su Beta con su compañera finalmente se

hubiera formado.

―Lo hice. Pero ahora está en silencio, oscuro.

―Eso podría significar que ella está inconsciente.

Decebel asintió, incapaz siquiera de considerar la alternativa.

―Vamos a encontrarla, Beta ―le dijo Vasile con firmeza.

Decebel se levantó. Su lobo estaba todavía en la vanguardia, sin poder

descansar, incapaz de pensar en otra cosa que la búsqueda de su compañera.

―Si… ―Decebel tuvo que aclararse la garganta antes de poder

continuar―. Si ella muere, tendrás que matarme.

Vasile asintió una vez, luego añadió.

―Ella no morirá.

Decebel cerró los ojos.

―¿Cómo puedes estar tan seguro?

Vasile rió entre dientes ligeramente.

―Nadie tan feroz como Jennifer Adams se iría silenciosamente en la

noche.

321

Epílogo Traducido por Nelshia

Corregido por Mari NC

ecebel reunió cuerdas, linternas y agua. Costin estaba esperando

junto con Fane, Skender y Sorin.

—La manada de Thad se largó con él —anunció Fane.

Decebel gruñó.

—Vamos a tratar con él una vez que Jennifer esté a salvo.

—Vasile y Alina están bajo vigilancia. Deben estar lo suficientemente

seguros aquí, por ahora. —Las palabras de Sorin fueron arrasadas cuando gritos

estallaron desde el pasillo.

Los cinco machos corrieron hacia los gritos y chillidos. Crina corría hacia

ellos.

—¡FUEGO! Han puesto la mansión en llamas.

Decebel siguió moviéndose hacia las habitaciones que ahora tenían humo

saliendo de ellas.

—Crina asegúrate de sacar a Sally y Cynthia. —Les dijo Decebel mientras

seguía corriendo. Luego se volvió hacia los machos corriendo a su lado—. Vayan

a través de las habitaciones y asegúrense que todo el mundo esté fuera —gritó él

por encima del rugido de las llamas.

El fuego estaba engullendo todo en su rápido trayecto, demasiado rápido,

como si algo le diera poder.

Más gritos llenaron la mansión y, una vez que las habitaciones superiores

habían sido comprobadas, se dividieron a través del resto de la casa.

D

322

—¡Saquen a todo el mundo, ahora! Fane, tú vienes conmigo. Vamos a

buscar a Vasile y Alina.

Decebel estaba corriendo mientras gritaba sus órdenes. Gruñó mientras las

llamas se arrastraban como demonios del infierno por las paredes.

—Algo en todo esto está mal, Beta. —Fane expresó los pensamientos de

Decebel en voz alta.

—Magia —murmuró Decebel—. Magia negra.

* * *

Jen luchó por respirar, entrando y saliendo de la conciencia. En algún

punto intentó moverse, pero el dolor era tan grande que se había desmayado.

Algo la había despertado, un ruido, tal vez. Estaba oscuro y muy frío.

Oyó un forcejeo muy por encima de ella. ¿Un animal? ¿Una persona?

—¿Hola? —Su voz era ronca—. Por favor, ayúdame.

—¿Cuál es tu nombre?

Jen oyó la voz femenina desde algún lugar arriba y casi sollozó ante el

sonido.

—Soy Jen.

—Hola, Jen. —La voz era tan calmante y reconfortante, que le daban

ganas de acurrucarse en una pelota y dormir—. Mi nombre es Rachel…

Fin…

323

La Carta para Jen de

Decebel

Esta es una carta que Decebel escribió a Jen la noche que

decidieron ver a dónde los llevarían su relación y sentimientos.

Es la misma noche en que le dice que su lobo la ha reclamado.

Mi amor,

Sé que probablemente podría haber sido un poco más suave en cómo

anuncié mis intenciones hacia ti. Las palabras nunca han sido mi fuerte. Sin

embargo, voy a intentar lo mejor que puedo decirte lo que, en el poco tiempo que

te conozco, has llegado a significar para mí. Las risas no están admitidas.

El primer momento en que me di cuenta de que ibas a ser importante para

mí fue cuando vi tu todavía inmóvil figura recostada a un lado de la carretera

junto al vehículo en llamas. No te estabas moviendo. En ese momento, no creo

que nunca haya sentido tanto miedo. Supe entonces que me importabas. No

estaba muy seguro de qué manera, o capacidad, pero sabía que me importabas.

Durante tu tiempo en el hospital mi lobo se volvió más y más unido a ti y

yo también. Cada día tenía ganas de verte. Incluso tenía ganas de oír cualquier

observación inteligente que arrojaras en mi camino. Cuando estaba contigo, era

tan difícil no sólo mirar. Traté de memorizar tu rostro, tus expresiones, el sonido

de tu voz, tu olor, para así poder recordarlas cuando estuviéramos separados.

Cuando me enteré que eras una compañera potencial para mi clase dos

cosas sucedieron. La primera mi lobo aulló de triunfo, él estaba convencido de

que tú eras nuestra. La segunda era el miedo total y absoluto. Como ya te he

dicho, sé lo que es perder a alguien a quien amas, el ser incapaz de proteger a

324

alguien que confía en ti, el estar totalmente indefenso ante el resultado del destino.

Corrí de ti, de nosotros. Es por eso que no estuve por esos meses.

Ahora, aquí alrededor de todos estos otros, la idea de perderte es

inaceptable para mí e insoportable. Hay algo en mí que sólo encaja en su lugar

cuando estás alrededor. Traes a mi lobo paz y llenas mi oscuridad de luz.

Esta noche te dije que te quiero, Jennifer. El verdadero significado de esas

palabras serían: Te amo.

Te amo. Eres mía y yo soy tuyo. Siempre te protegeré, cuidaré y proveeré

para tí. No hay nada ni nadie que te aleje de mí.

Gracias nena, por ser mi luz. Por traerme esperanza y aceptarme como soy.

Siempre tuyo,

Decebel

325

Jennifer Adams y Decebel

Esta una conversación entre Jen y Decebel que los

lectores no llegaron a ver. Esto sucede en Just One Drop. Jen

y Decebel acaban de salir del incidente durante el entrenamiento

de defensa personal. Están sentados en el sofá después de que

todos los demás se habían marchado. Están hablando en voz

baja antes de ambos caer dormidos.

—¿Estás realmente bien? —le preguntó Jen tentativamente.

Decebel rió.

—¿Estuve tan mal?

Jen volvió la cabeza en su regazo para así poder mirarlo. Los ojos ámbar

de Decebel todavía brillaban.

—Mal es decir poco mi peludo amigo. Estabas listo para derribar una

manada entera.

—Él no debería haber puesto sus manos en ti, Jennifer. Sé que no

entiendes, pero para un macho Canis lupis ver a su compañera ser tocada por otro

macho es irritante. El ver a alguien hacerlo a ti de una manera tan íntima e

hiriente al mismo tiempo —Decebel comenzaba a gruñir otra vez—, por todos

los derechos si hubiera signos de apareamiento entre nosotros podría matarlo por

su imprudencia.

Jen estiró su mano y suavemente le acarició la cara tratando de suavizar

las líneas de expresión.

—No más fruncidos de ceño o gruñidos. Estoy aquí, estoy a salvo, soy

tuya.

326

—Mía —acordó Decebel mientras pasaba su mano de arriba abajo por su

muslo y cadera.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Jen arqueó una ceja.

—Sólo si puedo preguntar algo de vuelta —le guiñó un ojo.

—¿Qué es lo que pensaste de mí la primera vez que te diste cuenta que

había algo allí entre nosotros?

Decebel cerró los ojos y Jen decidió que debía estar recordando ese día.

Ella esperó, observando su hermoso rostro.

—Estabas recostada sin vida sobre la hierba. No te movías —la voz de

Decebel era suave, y sonaba doloroso para él hablar—. Recuerdo correr hacia ti.

Tú eras todo lo que podía ver. Tu piel estaba tan quemada. Tenía miedo de

tocarte, miedo de hacerte más daño. Cuando los paramédicos te llevaron, tomó

todo en mí para no romper sus gargantas por tocarte. La única cosa que mantuvo

a mi lobo bajo control, fue el recordarle que ellos podrían ayudarte. Ellos podrían

salvarte y tendrían que salvarte porque pertenecías a mí. —Decebel miró hacia

abajo y abrió los ojos. Se encontraron con los suyos y le sostuvo la mirada

mientras hablaba—. Esa fue la primera vez que lo pensé, que tú eras mía. Es tan

correcto, tan verdadero. Mi lobo sabía sin ninguna duda que eras nuestra

compañera. Una vez que despertaste y tuve la oportunidad de hablar contigo, no

sabía cómo manejar mis emociones. Estaba preocupado de asustarte, y no

entendía cómo podía sentirme de la manera que lo hacía porque no eras Canis

lupis. Te vi dormir. Sólo tenía que verte respirar. No podía soportar no tenerte en

mi vista.

El aliento de Jen era superficial. Sentía como si todo el aire hubiera sido

empujado de sus pulmones mientras escuchaba a Decebel hablarle de sus

sentimientos hacia ella desde el principio. Ella no tenía ni idea de que fuera tan

intenso incluso entonces.

Decebel se inclinó y la besó suavemente en los labios, y susurró:

—Tu turno.

Él sonrió con malicia cuando ella frunció el ceño.

—¿La misma pregunta? —preguntó ella. Él asintió con la cabeza.

327

—Pensé que eras increíble.

—¿Increíble? Vaya, no me di cuenta que mis primeras impresiones fueran

tan buenas.

Jen le dio un manotazo.

—No he terminado.

Decebel rió entre dientes.

—Lo siento nena, adelante.

—Como estaba diciendo, me quedé sin habla cuando te vi. Quiero decir,

sé que jugué con las cosas, ya sabes, no quería estar ahí y verme como una

adolescente necesitada, pero por dentro, por dentro me estaba ahogando en mis

emociones por ti. Estabas tan confiado, tan guapo, tan intocable. Te odiaba y

amaba al mismo tiempo. Te odiaba porque nunca podría tenerte, te amaba porque

algo dentro de mí reconoció que estaríamos bien juntos.

—Mejor que bien, nena —dijo Decebel en voz baja, sus ojos transmitiendo

la profundidad de la emoción que llenaba su voz.

—Estoy tan contenta de que hayas ido a Estados Unidos con Vasile.

—Yo también, Jennifer —Decebel negaba con la cabeza—, no tienes idea

de lo feliz. Casi no voy. Vasile quería dejarme a cargo de la manada. Pero mi lobo

estaba inquieto sobre la idea. Le dije a Vasile eso y él me dijo que escuchara a mi

lobo. Él sabía que estabas ahí. Sólo la idea de no encontrarte…

—Shh —lo tranquilizó Jen pasando los dedos por su cabello—, pero me

encontraste. Estoy aquí. Estamos juntos. Y ahora, mi hombre hermoso, estás

atrapado conmigo. Realmente deberías pedir un premio de consolación.

Decebel sonrió hacia ella, una de las únicas personas que alguna vez

podrían conseguir una sonrisa de él.

—Tú eres mi todo —susurró mientras la besaba de nuevo antes de que

pudiera dar una de sus réplicas sabihondas. Sin duda, a él le habría encantado.

328

Próximo Libro

Out of the Dark

La oscuridad ha descendido sobre los Alpes de Transilvania.

Cuatro manadas de poderosos Lobos Grises —en una rara muestra de

cooperación— se han unido aquí, en un esfuerzo para ayudar a sus miembros de

la manada a encontrar sus verdaderos compañeros. Pero entonces, fueron

traicionados por uno de los suyos, un Alfa empeñado en convertirse en el más

poderoso de los Canis lupis. Y a pesar de que el intento de asesinato al lobo Alfa

Rumano reinante en la actualidad falló, sus planes para conseguir que Decebel,

el Beta Rumano, quede fuera del asunto viene en conjunto, incluso cuando se

descubre su traición. El lobo huyó, dejando destrucción, muerte y una compañera

desaparecida detrás de él.

Sin el conocimiento de las otras manadas, el lobo ha empleado a una bruja

para terminar el trabajo mortal y ayudarle a ganar otra herramienta para

aumentar su poder. Una maldición de proporciones devastadoras paralizará a

Decebel de una manera que puede disolver su frágil vínculo con Jennifer.

Mientras tanto, herida y sola, Jen ha estado luchando por su vida. Ella

había llegado a un acuerdo con su destino, aceptando que no iba a compartir una

vida con Decebel, hasta que la ayuda llega en la forma más inesperada…

Vasile tendrá que utilizar todos sus recursos —incluyendo a Sally, la nueva

sanadora gitana de la manada Rumana— para descubrir una forma en la que

podrán destruir a la bruja, levantar la maldición de Decebel y reunirlo con la única

mujer que lo complementa, y resolver un misterio que ha estado rondando la

manada Rumana durante 300 años.

Cuarto Libro de la Saga The Grey Wolves

329

Sobre la Autora

Quinn Loftis es una autora premiada que vive en el hermoso Arkansas Occidental

con su marido, hijo, Nora el Doberman, y Phoebe la gata (quien cree que es una

ninja disfrazada). Es autora de ocho novelas, incluyendo el best-seller de USA

Today: Fate and Fury. Quinn está más allá de agradecida por haber sido

bendecida para ser capaz de escribir a tiempo completo, y espera que los lectores

sepan lo mucho que todo su apoyo significa para ella. Algunas de sus aficiones

son leer, hacer ejercicio, crochet, y pasar tiempo con la familia y amigos. Ella le

da todo el crédito de su éxito a Dios, porque él le dio el espíritu creativo y la

imaginación que se necesita para escribir.

Serie The Grey Wolves:

1. Prince of Wolves

2. Blood Rites

3. Just One Drop

4. Out of the Dark

5. Beyond the Veil

6. Fate and Fury

7. Sacrifice of Love

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Créditos Moderadoras

LizC Nelshia

Staff de Traducción

AariS

Brenda3390

Carmen170796

Debs

Flochi

Helen1

Isa 229

Itorres

Katt090

Llilamour

LizC

Mari NC

Martinafab

Nelshia

Rihano

RoChIiI

ஓ¥anliஓ

Staff de Corrección

Ladypandora

LizC

Mari NC

Nanis

Revisión y Recopilación

LizC

Diseño

Francatemartu

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