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Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

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FONTES M.S.C.

SERIE 1

MISIONEROS DEL SAGRADO CORAZON VIA ASMARA 11

00199 ROMA - ITALIA

JULIO CHEVALIER m.s.c.

NOTAS INTIMAS

NO DESTINADAS A LA PUBLICIDAD

Presentación y notas: Juan Bertolini msc, archivero

ROMA 1986

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TABLA DE MATERIAS

l. Presentación ••• o o •••• o ••••• o ••••• o o •••• o ••••••••• o •••••• o •••• o

2. Notas íntimas ••••••••••••••••• o ••••• o o ••• o. o ••••••••••••••• o o

3. Suplemento a Notas íntimas: Ms Chevalier ..................... .

4. Notas o •••••• o •••• o •••••• o •• o •••••• o o •••• o ••• o. o ••••••••••••••

5. Apéndices a las notas ......................................... .

l. Ms 1856 Chevalier

Presentación ................................................ .

Texto •••••••••••••• o o ••• o •••• o o ••• o •••• o ••••• o o •••• o o •••••••

Notas o •••••••••• o •••• o ••••• o ••••••••• o ••••• o •••• o ••••••••••

II. La familia Chevalier ( 1909) .................................. .

III. Cartas del Sr. Fr. de Cahmpgrandha

Presentación ................................................ .

Texto o •••• o •••• o o o ••• o •••• o ••••••••••••••••••••••• o. o •••• o o.

IV. La instalación oficial de 1855 ................................ .

V. Religiosos secularizados en Francia desde 1901 ................ .

6. Indice de nombres ••• o •••• o o ••• o ••• o ••• o ••• o •••••••••• o •••• o •••

7. Indice analítico ••••••• o o ••• o •••• o ••••••• o o •••••••••••••••• o. o.

8. Ilustraciones ••••••••••••••••• o •••• o o ••• o ••• o ••• o o •••••••••••••

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PRESENTACION

En el primer volumen de la Serie 1 de Fontes M.S. C. (obras de Julio Chevalier), hemos publicado un manuscrito aún inédito del padre Funda­dor: Anales de la pequeña sociedad de los Misioneros del Sagrado Cora­zón de Jesús.

Para este segundo volumen de la misma serie, presentamos otro ma­nuscrito inédito, encontrado entre los papeles del venerado padre, después de su muerte, el 21 de octubre de 1907. Lo había titulado: Notas íntimas no destinadas a la publicidad. Un cuaderno ( 15 X 22) con 81 páginas es­critas.

Son Notas más personales que los recuerdos relatados en el Ms Ana­les de la pequeña Sociedad. Estos evocan elementos relativos a los oríge­nes y a los primeros desarrollos de la congregación M.S.C. Aquí, en No­tas íntimas, el relato puede dividirse en tres partes, no previstas, escritas en momentos diferentes.

1.0 El Fundador nos deja notas autobiográficas sobre su infancia, sus años de formación y su orientación al sacerdocio: período que va desde su nacimiento, 1824, a la fundación de la congregación M.S.C., 1854.

2. o Siguen los recuerdos sobre la fundación y el establecimiento de la Congregación: período que abarca desde su llegada a Issoudun, 1854, a su elección como Superior General y a la coronación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, septiembre 1869.

3.0 El resto podría titularse: Las grandes pruebas. El P. Chevalier, a veces sin preocuparse de la cronología, evoca sobre todo las dificultades surgidas, ya en el seno de la congregación, ya en las relaciones con dos ar­zobispos de Bourges, el cardenal Boyer y monseñor Servonnet: período que comprende desde la expulsión de 1880 a los acontecimientos aún más trágicos de 1901-1902. Hay que resaltar que después de las expulsiones de noviembre de 1880, guardó silencio durante una docena de años, antes de hablar de las otras pruebas.

Muchos indicios nos permiten constatar que la redacción de las Notas íntimas fue más tardía que la de los Anales. El autor no da más que la fe-

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cha final, 8 de abril de 1902. En la primera parte, cuando recuerda a su padre y a su madre (fallecida enjulio de 1876), los considera como perso­nas difuntas: escribe claramente en pasado. Por tanto, el comienzo del manuscrito puede situarse aproximadamente después de 1880.

Se comprende que el P. Chevalier haya conservado hasta su muerte sus Notas íntimas entre sus papeles personales. Mientras tanto había aña­dido al título: no destinadas a la publicidad.

Su primer biógrafo, el P. Carlos Piperon, en sus esbozos de noticia biográfica, comenzados hacia 1897-98, desconocía la existencia de este manuscrito. Y, después de octubre de 1901, había ido a Bélgica con la ad­ministración general a su resistencia de St. Rémy-lez-Chimay. Allá prosi­gió la redacción de su esbozo en vistas a una Noticia. Esta comenzó a aparecer, apenas dos meses después de la muerte del Fundador, en el nú­mero de diciembre de 1907 de los Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (Issoudun) con el título: El M.R.P. Juan Julio Chevalier. Así más tarde, en vistas al folleto que será editado en 1912, el P. Pipe ron m a~ tizará ciertas apreciaciones, especialmente sobre los padres del p. Che­valier.

Damos aquí el texto íntegro del manuscrito, con las notas originales del P. Chevalier a pie de página. Nuestras notas las ponemos a continua­ción de la transcripción del manuscrito. Estas notas, elaboradas con la ayuda de otras fuentes contemporáneas de los acontecimientos, permiten ubicar mejor esos sucesos e identificar las personas implicadas.

Para respetar la intenciones de los editores deFontes M.S. C., a saber: ofrecer a los miembros de las congregaciones fundadas por el P. Cheva­lier, sobre todo a los jóvenes, un conocimiento de todos los escritos del ve­nerado Padre, no hemos dudado, para facilitar la lectura y las traduccio­nes, en rectificar la ortografía de ciertos nombres propios de personas o lugares, y en dar una acentuación o puntuación más regular. Los especia­listas, que preferirían, para estudios más eruditos, tener ante la vista una transcripción íntegra de los textos con sus errores ortográficos, tendrán siempre tiempo de consultar los manuscritos de los archivos.

Hemos añadido al texto de Notas íntimas, como suplemento, algunas hojas manuscritas del P. Chevalier, tituladas: Resumen de las principales dificultades de administración desde el origen de la congregación hasta nuestros días. En las notas indicamos las referencias al texto de Notas ín­timas.

A continuación de las notas, añadimos cinco apéndices. El primero es la transcripción de un manuscrito del P. Chevalier, anterior con toda cer­teza a los otros dos, 4nales de la pequeña Sociedad y Notas íntimas. En una introducción particular tratamos de situar mejor en el tiempo ese corto

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manuscrito y darle un valor más justo; lo designamos con la sigla Ms 1856.

Los otros cuatro apéndices tienen un objeto específico: -La familia Chevalier, según informaciones obtenidas en 1909. -Tres cartas del señor Fernando de Champgrand (1855-56). -La instalación oficial de 1855. -Los religiosos secularizados en Francia desde 1901.

* * * Un cordial agradecimiento para el P. John Bosman por la dactilogra­

fía inicial del Ms Notas íntimas. Los números insertos en el texto son los de la paginación del manuscrito original.

Juan Bertolini, M.S.C. Roma, 7 de julio de 1986

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Padre Julio Chevalier hacia 1854

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+ J.M.J.

NOTAS INTIMAS

Nací en Richelieu (Indre y Loira) el15 de marzo de 1824, y fui bauti­zado al día siguiente con el nombre de Juan Julio 1• Mis padres eran cris­tianos y de reconocida honorabilidad. Sin ser ricos, gozaban de un modes­to bienestar que el trabajo, el orden y la economía parecían querer aumentar. Forjaban ya planes para el futuro de sus hijos; por desgracia no contaban con la enfermedad y los reveses. Sin duda, Dios tenía sus pla­nes, pues todo está ordenado por su divina Providencia.

Mi padre, uno de cuyos ancestros fue, al parecer, armado Chevalier por Luis XIV despues de una brillante acción militar, se llamaba Juan Carlos Chevalier*. Era el mayor de cuatro hermanos. Era un hombre bue­no, honesto, probo, caritativo, amante de la justicia y de la verdad. Su in­teligencia era más que ordinaria y su educación cuidada. Sentía inclina­ción por las carreras liberales, pero las desgracias familiares y la muerte de su madre ocurridas en determinado momento frustraron sus proyectos. Se dedicó al comercio de granos y se hizo panadero. Se casó entonces con mi madre, cuyos padres ejercían el mismo oficio: ella se llamaba Luisa Ory. Era la última de trece hermanos. No obstante su deficiente instrucción, debido a los infortunios (pag. 2) de los tiempos, poseía raras cualidades. Tenía un juicio recto, un carácter alegre y firme, al mismo tiempo que una piedad franca y sincera; estaba dotada de una fineza de espíritu poco co­mún y de un coraje a toda prueba.

Fue educada por una tía materna, la señorita Inés Taffonneau, que re­nunció al matrimonio por virtud y entrega. Esta piadosa mujer, denuncia­da al tribunal revolucionario, consiguió burlar la vigilancia de sus verdu­gos. Casi ante sus propios ojos, se dedicaba a toda obra buena que se presentase. Perseguida por los sectarios, se retiró a una de sus apartadas propiedades llamada la Belle-Cave, a algunos kilómetros de Richelieu. Su

* Es probable que este nombre le fue dado al cabeza de familia para distinguirlo de sus hermanos y para que sus descendientes lo conservaran. Ignoro el nombre patronímico.

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casa se convirtió en lugar de refugio para los sacerdotesy los nobles con­denados al exilio o a muerte. Por su celo y su destreza consiguió librarlos de la rabia de sus enemigos. Después de la tormenta revolucionaria los de­volvió a sus familiares e iglesias. Sus bodegas, excavadas en la roca, ser­vían de escondite durante el día y de capilla por la noche. Los fieles venían de los alrededores para asistir a la misa en estas nuevas catacumbas. En reconocimiento, las víctimas que ella había arrancado al cadalso o a la de­portación le ofrecieron con insistencia bienes o sumas considerables. No quiso aceptar nada, ni siquiera un regalo, diciendo que la recompensa que Dios le reservaba en el cielo era suficiente (pág. 3). Esta santa mujer mu­rió rodeada de la estima de todos, cargada de años y de méritos.

De su matrimonio mi madre tl!vo tres hijos 2• Yo era el pequeño. Poco

tiempo después de mi bautismo, me llevó a la iglesia y me consagró a la Santísima Virgen y al Sagrado Corazón de Jesús. A menudo, sobre todo en su vejez, le gustaba contarme esta escena a la que su corazón y su ima­ginación adornaban de poesía. Ciega, como todas las madres, me atribuía cualidades que yo no tenía. Si se la creyera, yo sobresalía por encima de todos los niños de mi edad ... Mi natural, sin embargo, era vivo y fogoso. Mi carácter ardiente e impulsivo me expuso a muchos peligros. Un día, te­nía yo apenas seis o siete años, me encontré no sé cómo bajo las ruedas de un carruaje; iba a ser atropellado, cuando el caballo se detuvo por sí mis­mo. Otra vez, patinando atolondradamente sobre el pequeño río del lugar sin tener en cuenta los peligros, el hielo se quebró repentinamente debajo de mí: jme sentí morir! Me libré por tener los vestidos mojados. De vuelta a casa, no encontrando el fuego bastante fuerte para secarme, tuve la des­graciada idea de poner mis zapatos sobre los tizones para avivarlos; en es­to llegaron mis padres (pág. 4) y me dieron una fuerte reprimenda que nunca olvidaré. Pero, eso no fue todo. Un día mi madre me llevó con ella al mercado; yo debía tener cuatro o cinco años. Mientras ella hacía sus compras, yo cogí sin permiso una manzana del puesto de frutas; se dio cuenta al regresar y, después de haberme dado la reprensión que me mere­cía, me llevó a la vendedora con la manzana a medio comer y me hizo pe­dirle perdón. Jamás olvidaré esa lección. Tenía declarada la guerra sin cuartel contra todas nuestras faltas. Tenía horror a la gula, la mentira y la desobediencia. Si infringía sus órdenes o no tenía en cuenta sus prohibi­ciones, el castigo no se hacía esperar. Las caricias y los ruegos eran inúti­les; la corrección prometida siempre se aplicaba. Daba la mayor impor­tancia a esta primera educación. No podía comprender que se abandonara a los niños a sus caprichos, que se satisfacieran sus antojos y que se rieran sus faltas como, por desgracia, hacen a menudo los padres. Si me veía con compañías sospechosas, me llamaba en seguida y me mantenía cerca de

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ella; me seguía con ojos atentos en todas las diversiones de mi edad. Al igual que mi padre, jamás se permitió tener en mi presencia conversacio­nes dudosas o de (pág. 5) doble sentido, y si se daba cuenta de que los pa­rientes o amigos se olvidaban de esto en mi presencia, hacía señas para que se callaran o bien cambiaba de conversación. Sabía que la infancia es curiosa, ávida de conocer y que quiere descubrir el sentido de las palabras que no comprende. Quién puede decir el mal irreparable que los padres im­prudentes causan a sus hijos con sus dichos inconsiderados y la intempe­rancia de su lenguaje.

Mi madre no se dedicaba sólo a corregir los defectos de sus hijos o a prevenir las faltas que pudieran cometer, sino que procuraba también for­marlos en la virtud. Desde el principio trataba de grabar en su espíritu y en su corazón el amor de Dios y el conocimiento de las grandes verdades de la religión así como el horror al pecado. Siendo el último de sus hijos y 10 y 12 años, respectivamente, más joven que mi hermano y mi hermana, yo era objeto de su tierna solicitud. Casi todas las tardes me llevaba con ella a la iglesia parroquia donde la costumbre de la oración en común se había conservado siempre desde la fundación de la ciudad por el cardenal de Ri­chelieu, gracias al celo y dedicación de los Lazaristas que el mismo San Vicente de Paúl había instalado a (pág. 6) petición del primer minis­tro de Luis XIII. Si alguna vez me disipab::t durante los ejercicios religio­sos, su mirada o su gesto bastaban para cambiar mi actitud.

A los nueve años, como consecuencia de la imprudencia y el atolon­dramiento, padecí una pleuresía que puso mi vida en peligro. Creyendo que iba a morir, manifesté el deseo de confesarme; mis padres, lejos de im­pedirlo, se apresuraron a darme satisfacción. Si Dios se hubiera dignado llamarme a esa edad, cuántas faltas habría evitado, mientras que ahora tiemblo por mi salvación.

Me gustaban las cosas de la Iglesia. Me agradaba construir capillas e imitar al sacerdote en el altar. Cuando oía un sermón del párroco o del vi­cario, de vuelta a casa me esforzaba por repetirlo a mi manera. Subía a un taburete o a una silla y allí, delante de la familia, recitaba frases más o me­nos correctas, imitaba la voz y los gestos del predicador. Cuando la esce­na degeneraba en chanza, mi madre intervenía en seguida y me hacía bajar bruscamente de mi improvisado púlpito. A menudo ya decía que quería ser sacerdote, sin comprender el alcance de esta palabra. Al ver (pág. 7) una gran tonsura en la cabeza del vicario que me enseñaba el catecismo, pedí a uno de mis compañeros que me hiciese una semejante; apenas ha­bía expresado mi deseo y ya mis cabellos caían bajo las tijeras. Pero, có­mo presentarme ante mis padres. Traté de ocultarles mi tonsura, aunque no lo conseguí por mucho tiempo. Mi padre al verlo se echó a reír, pero mi ma-

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RICHELIEU

iglesia parroquial donde fue bautizado Juan Julio Chevalier el 16 de marzo de 1824 obra de Pedro Lemercier ( t 1638)

hermano del arquitecto Santiago Lemercier. autor de los planos de la ciudad de Richelieu.

dre, tomándolo en serio, me castigó severamente. Sufrí sin quejarme la merecida reprensión. Al día siguiente tenía que ir al catecismo; me daba vergüenza. Ocupé mi puesto habitual, con cierta tranquilidad, evitando con cuidado atraer la atención sobre mí. Imposible, los muchachos que me rodeaban me traicionaron en seguida. El sacerdote, que me quería mucho, se echó a reír a carcajadas. Estaba salvado. Cuarenta años más tarde, el mismo vicario (señor Moriet) 3 convertido en deán de la Chapelle-sur­Loire, vino en peregrinación a Nuestra Señora del Sagrado Corazón y me recordó esta aventura delante de mis compañeros a quienes causó mucha gracia. Al año siguiente hice mi primera comunión, era el día de Corpus de 1836 4

• Creo que me preparé con toda seriedad para este gran acto. Al regresar de la iglesia mi corazón desbordaba de alegría (pág. 8). La cere­monia de la renovación de las promesas del bautismo y de la consagración a la Santísima Virgen se realizó con el mayor recogimiento. Poco tiempo después tuve la dicha de recibir el sacrámento de la confirmación de ma­nos de monseñor de Montblanc, arzobispo de Tours 5

Terminados mis estudios primarios, manifesté a mis padres el deseo de entrar en el seminario menor donde estaba ya uno de mis primos-

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hermanos y varios de mis condiscípulos. Esta proposición fue mal acogidR. Mi madre me hizo comprender que su situación económica, después de to­dos los infortunios ocurridos, no permitía darme satisfacción y me animó a aprender un oficio, diciendo que si Dios me quería sacerdote, un día sa­bría proporcionarme los medios. Esta decisión no era la que yo esperaba. Me deshice en lágrimas. Después de haber llorado, con aire decidido dije a mi madre:

«Está bien, aprenderé un oficio cualquiera, puesto que es necesario, pero cuando haya hecho ahorros iré a llamar a la puerta de algún conven­to, pediré que me reciban para estudiar y así conseguiré mi propósito».

Ella se sonrió y contó esta ingenuidad a mi padre y a varios amigos. Me convertí en el objeto de sus bromas, ya que, de cuando en cuando, me decían:

«jQué, todavía no has ido a tu convento! (pág. 9)». Retenido por la fuerza de las circunstancias, decidí que mi familia de­

cidiera lo que quisieran de mí. No obstante consultaron mis gustos; no sé porque escogí el oficio de zapatero, probablemente porque uno de nues­tros vecinos lo era 6• Dios tenía sus planes. Me colocaron con un patrón honesto y cristiano. Empleaba mi tiempo libre en completar mi instruc­ción. Conociendo mi debilidad y la vivacidad de mi carácter desconfiaba de los jóvenes de mi edad que comenzaban a disiparse y se esforzaban por arrastrarme con ellos. Después de haberles seguido durante algún tiempo comprendí el peligro que corría en su compañía. Fui a presentarme al vica­rio de la parroquia para formar parte de ·una asociación de perseverancia que acababa de fundar. Una vez en ese ambiente, mis ideas de ser sacer­dote se hicieron más vivas que nunca. Volví a la carga, pero sin éxito.

Por ese tiempo, el garrotillo invadía la ciudad causando muchas vícti­mas. Me atacó violentamente; como que los médicos desesperaban de sal­varme, recibí los últimos sacramentos. No pudiendo respirar y sofocado por el mal, perdí el conocimiento. ¿Qué pasó? Lo ignoro. Mis padres, cre­yéndome perdido, estaban (pág. 10) profundamente apenados. Poco des­pués abrí los ojos; empecé a vomitar. ¡Estaba salvado! La convalecencia fue corta.

Mi hermana, que tenía diez años más que yo, se casó por entonces. Después de la ceremonia de la iglesia y de la comida en familia hubo que alegrarse, era la costumbre. Los convidados quisieron obligarme a bailar con la novia. Alegué mi total ignorancia. A sus reiteradas instancias res­pondía yo con negativas. Al fin, para librarme de su importunidad me de­cidí; pero hete aquí que al primer compás se rompieron las cuerdas del violín con gran decepción de los espectadores.

En 1838, si no me equivoco, el señor Redon, superior de los Lazaris-

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tas de Tours, vino a predicar una misión en Richelieu 7• Asistí regularmen­te a sus sermones. Uno sobre todo me impresionó mucho. Al escucharlo, me decía en mi corazón: «Qué bella vocación la del misionero. Qué feliz se­ría si Dios me diese un día la gracia de serlo». No sé si mi actitud, mi fiso­nomía o algunos gestos traicionaron mi pensamiento. El hecho es que en ese momento ocurrió algo extraño. Enfrente de mí se encontraba una san­ta mujer, la señorita Elisa Gillet, que estaba al frente de todas las buenas obras de la ciudad. Sin duda adivinó mi (pág. 11) deseo íntimo y parecía leer todo lo que pasaba en mi alma. Pocos días después encontró a mi ma­dre y le dijo:

«He seguido atentamente a su hijo durante los ejercicios del retiro, es­toy convencida a que Dios quiere que sea sacerdote: ¿Lo consentiría usted?».

«Claro que sí, pues sé que es su deseo; pero usted conoce nuestra si­tuación, y sabe que no podemos pagar su educación».

«Lo sé. Yo tengo amigos; nosotros nos encargaremos». Me comunicaron el resultado de esta entrevista y me sentí dichoso.

Pronto me pusieron una gramática latina en la mano y el hermano de la se­ñorita Guillet, que acababa de terminar sus estudios, quiso darme las pri­meras lecciones durante las vacaciones. Para no levantar sospechas conti­nué con mi trabajo ordinario: a fin de dedicarme mejor al estudio, adelantaba la hora de levantarme y retrasaba la de acostarme. Entonces se hicieron las gestiones necesarias. El señor Mauduit, Superior del semi­nario menor de Tours estaba dispuesto a aceptarme gratuitamente. Estaba ya preparando mi partida cuando ocurrió un incidente inoportuno. El ad­ministrador diocesano, dándose cuenta de que una deuda enorme pesaba sobre el seminario, cambió al Superior y prohibió a su sucesor aceptar a los (pág. 12) alumnos que no pudieran pagar el precio de la pensión. Fui, pues, eliminado. Lloré mucho, pero al fin tuve que resignarme. Seguí estu­diando solo mi gramática, siempre con una vaga esperanza en el corazón. Durante la semana y sobre todo el domingo, en los intervalos de los ofi­cios, empleaba mi tiempo libre para familiarizarme con la lengua latina. Mis compañeros me reprochaban que les abandonaba, pero yo tenía una meta; quería alcanzarla, contando más que nunca con la divina providen­cia. No me engañé en mi esperanza.

Al comienzo del año 1841 vino a Richelieu un tal señor Justo cuyo hermano era Vicario General de Ruán. Era administrador de los bosques que las Religiosas del Templo de París poseían en el Berry, en los alrede­dores de V atan. Buscaba un hombre de confianza que pudiera sustituirle en sus ausencias. Habló de ello con uno de sus amigos y éste le indicó a mi padre; envió a buscarlo y se entendieron.

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«Parece, le dijo, que usted tiene un hijo que desea ser sacerdote; si us­ted lo quiere, y nos ponemos de acuerdo, con mucho gusto me encargaré de colocarlo en el seminario menor».

Se pusieron de acuerdo. En el mes de marzo del mismo año partimos hacia el Berry mi padre, (pág. 13) mi madre y yo. La propiedad que nos fue asignada para residencia fue la de Buisson, a cuatro kilómetros de V atan. Una vez instalados fuimos a ver al deán, señor Darnault Era un hombre de fe, de gran piedad, fervoroso y cordial, de carácter bueno, noble y gene­roso. En el curso de su largo y laborioso ministerio no fue apreciado según sus méritos. Acogió con simpatía a sus nuevos feligreses. El señor Justo le había hablado ya de su protegido. Me hizo dar clases por uno de sus vica­rios, el señor Deldevese, sacerdote vivo e inteligente. Yo iba todos los días de Buisson a V atan para hacer corregir mis deberes. Hice bastantes pro­gresos y en el mes de octubre siguiente entré en el 6. o grado del seminario menor de S t. Gaultier; tenía dieciséis años y medio. El demonio hizo todo lo posible para hastiarme de esta vida, a la que no estaba acostumbrado. Apenas habían transcurrido quince días desde mi llegada cuando fui presa de un tedio mortal y de un profundo desánimo. A cualquier precio quería regresar con mi familia. Casi cada día iba al Superior a pedirle con lágri­mas que me dejara marchar. Hombre sabio, prudente y experimentado, me aconsejó esperar hasta el retiro que (p11g. 14) debía comenzar pronto. En vez de tratarme con brusquedad me recibía siempre con bondad y me exhortaba a perseverar. «No es más que una prueba, me decía, ten pacien­cia, reza y triunfarás».

Este santo varón era el padre Avée, originario de Issoudun; más tarde llegó a ser canónigo titular de la catedral de Bourges y murió lleno de años y de méritos 8

• Llegó el día señalado para el retiro; lo predicó un padre je­suita. Allí me esperaba la gracia. Todas mis dudas se disiparon, la alegría volvió a mi corazón y fui feliz: el infierno había sido vencido. Pero pronto me presentó otra prueba que casi me cuesta la vida. En lo más fuerte del invierno de ese año escolar nos llevaron de paseo por las orillas del Creu­se, entre S t. Gaultier y Argenton, a un lugar llamado Conives. Este río es­tá bordeado de rocas altas y escarpadas. Llegados al lugar señalado, se nos permite subir por un camino bastante fácil hasta una meseta en la ci­ma de la montaña. Y o iba en el grupo. Después de haber contemplado la belleza del lugar, se dio la orden de partida. En lugar de tomar el mismo sendero, propuse a dos de mis condiscípulos descender por la roca casi a pico. Como atolondrados nos metimos en las angosturas llenas de maleza, apretados fuertemente los unos contra los otros. Apenas habíamos (pág. 15) dado algunos pasos·cuando mis compañeros, no atreviéndose a avanzar más, se agarran a las ramas de los árboles y me dan un fuerte empujón. No

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pudiendo sostenerme, pierdo el equilibrio y bajo, o mejor dicho, ruedo montaña abajo con rapidez vertiginosa. Espantado por el peligro que corro grito: iDios mío, ten piedad de mí!, después pierdo el sentido y caigo al pie de la roca. El rebote me hizo pasar por encima de un seto. No sentí ni la caída ni el dolor. Profesores y alumnos acudieron a toda prisa. Me miran asustados, me examinan, no hay respiración aparente, ningún signo de vi­da; y a una sola voz exclaman: iEstá muerto! El director del paseo, padre Desgarde, lo creyó de tal manera que ni se le ocurrió darme la absolu­ción. Me llevaron al castillo que hay en la cercanía. Durante el trayecto cada uno hacía su reflexión.

«Es terrible una muerte semejante», decía uno. «Quién lo hubiera dicho jamás al salir de S t. Gaultier, decía otro. Qué

dirá el Superior al ver llegar el cadáver de uno de sus alumnos». iCosa rara! Aunque yo no hiciese ningún movimiento ni diese ninguna

señal de vida, entendía y comprendía todo lo que se decía a mi alrededor, con una (pág. 16) gran lucidez de espíritu. A fuerza de oír repetir que esta­ba muerto, acabé por creérmelo.

«¿Cómo es posible, me decía a mí mismo, que mi alma no ha compa­recido ante Dios todavía?». Y con la idea de que iba hacia él, le pedía que tuviese misericordia de mí. Llegados al castillo, cuyos dueños, el señor y la señora de Ligondes, estaban ausentes, me colocan sobre una cama y se ponen a rezar el De Profundis acompañado de otras plegarias. No había pasado una hora, cuando en medio de esos cantos lúgubres doy tal suspiro que los presentes, llenos de pavor, se levantan espantados gritando:

«No está muerto. No está muerto». Abro los ojos y miro a mi alrededor con el asombro de quien sale de

un profundo letargo. Nada más ocurrir el accidente se terminó el paseo y los alumnos re­

gresaron al seminario. Comunicaron al buen padre A ve e, como se le lla­maba, la terrible noticia y le pidieron de parte del director, que se había quedado conmigo, que me fueran a buscar. El carruaje llega para llevarse un muerto, pero el muerto está vivo. Subí al vehículo y a las siete menos algunos minutos entramos en el patio del establecimiento. El Superior ha­cía la lectura espiritual sobre la muerte súbita e imprevista. Su voz se en­trecortaba por los sollozos, cuando de pronto oye el siniestro ruido del ca­rruaje:

«Hijos míos, exclama, he aquí que traen a vuestro pobre condiscípulo, vamos todos a recibir sus restos mortales».

Acuden llorando; al verlo, grito con todas mis fuerzas: «Buenas tardes, Padre Superior, no estoy muerto». Fue tal su emoción que a punto estuvo de sufrir un síncope.

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Me llevaron a la enfermería; esto era el jueves por la tarde, y ellunet; siguiente reanudé el curso de mis estudi-os. En esa espantosa caída debería haberme roto todos los huesos sin una ayuda evidente del cielo. No tuve, en la parte izquierda, más que una ligera contusión en la rodilla, en el hombro y en la frente. Pero una camisa de tela fuerte que llevaba quedó deshecha, destrozada, desde el cuello a la cintura; tan violentos fueron, sin duda, los esfuerzos que hice para sostenerme y el choque que debí sufrir al caer.

Ante tal protección hubiera tenido que deshacerme en acción de gra­cias y haberme convertido en la edificación de mis condiscípulos. No hu­bo nada de eso; mi conducta fue la de un escolar dedicado a sus deberes y que sigue su reglamento. Mi carácter vivo no perdió nada de su petulan­cia, he aquí una prueba: un día de ese mismo año estaba en la capilla ha­ciendo una corta visita al Santísimo Sacramento como era costumbre des­pués de cada clase, de la comida, antes del paseo. Estaba de rodillas; detrás de mí se encontraban dos alumnos que les gustaba (pág. 18) moles­tar a los nuevos. Uno me tiró de los pelos y me dio un ligero empujón. Caí de m&nos al suelo. Me enderecé y no dije nada; la escena se repitió por se­gunda y tercera vez. En lugar de levantarme y salir fuera, como tenía que haber hecho, me volví y le di al condiscípulo tal bofetada en la mejilla que lo recordó siempre y jamás intentó la misma travesura.

Desde entonces no hubo nada especial hasta el fin de mis humanida­des. Por ese tiempo, no teniendo ya el señor Justo la administración de los bosques de las Damas del Templo, mi familia regresó al país nataP. Yo estaba en edad militar. Mi padre sacó para mí un buen número y quedé exento del servicio militar. En las vacaciones siguientes me presenté en Richelieu vestido con la sotana que el Superior me había autorizado a lle­var, aunqye me quedaba por hacer la retórica. Un día, estando en compa­ñía de varios señores, me dijo uno de ellos:

«Puesto que está seguro de no tener que ser soldado, por qué no vuel­ve a la vida civil, podría labrarse una buena posición». Asombrado de tal lenguaje, respondí que jamás cambiaría de vocación, que si quería ser sa­cerdote era por convicción; en cuanto a las ventajas que el mundo pudiera ofrecerme, no las quería (pág. 19) a ningún precio. El tono de mi réplica cortó radicalmente la conversación.

Algunos días después me encontraba en una reunión de familia. Mi hermano y mi hermana, casados ambos, habían venido el uno de París y la otra de Tours. Eramos felices de volvemos a ver después de largos años de ausencia. Parecían satisfechos de la carrera que yo escogía. No disimu­laron la esperanza d'e que un día acudiría en su ayuda y que favorecería a

lO

SEMINARIO MENOR DE ST GAULTIER (INDRE)

SEMINARIO MAYOR Ol BüURGlS (CHLR)

de 1822 a 1905 Antiguo convento de las Ursulinas. y después de 1905 Palacio de Justicia

(de un dibujo del sacerdote Moreux)

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sus hijos, citando el ejemplo de varios sacerdotes que habían enriquecido a sus padres y dado buena posición a sus sobrinos y sobrinas.

«Si contáis conmigo para hacer lo mismo sufriréis una amarga decep­ción. Os lo advierto por adelantado. Si me hago sacerdote es para estar al servicio de Dios y no de mi familia, para ganar almas para Jesucristo y no para enriquecer a los míos».

Incorporado a la diócesis de Bourges, entré al seminario mayor, a principios de 1846, con el deseo sincero de entregarme a Dios y ser un buen sacerdote. Sentía tanto más la necesidad de una vida seria cuanto que mis dos últimos años habían transcurrido en la tibieza y la disipación. Había tenido la desgracia de apegarme a uno de mis condiscípulos con un afecto demasiado natural; este afecto (pág. 20) no tenía nada de malo por parte de ninguno de los dos, pero tenía el inconveniente de distraerme y de absorber una parte de mis pensamientos. Pensaba casi continuamente en aquél que apreciaba; su recuerdo me asaltaba en la oración e incluso en la capilla. Buscaba verle y conversaba con él sobre todo durante los recreos. Nuestras conversaciones trataban a menudo de cosas piadosas, así como sobre nuestros estudios y la necesidad de ser buenos seminaristas para ser un día sacerdotes edificantes; pero en estos encuentros y conversaciones había un encanto en el que el corazón encontraba demasiada satisfacción. Hacia el fin de mi retórica Dios me hizo comprender el peligro de seme­jantes amistades. Por lo mismo, esperaba con impaciencia mi entrada al seminario mayor para comenzar una vida nueva.

Qué imprudentes son los jóvenes al contraer semejantes relaciones. Comienza por una conformidad de gustos, de sentimientos, de caracteres. Poco a poco se establece la simpatía: se confían sus penas, sus disgustos, sus alegrías, sus esperanzas, así como sus sinsabores, sus descontentos, sus quejas y reproches contra sus superiores. Se acaba por no tener secre­tos entre ellos y hacer luego causa común. La pendiente es resbaladiza, y si uno no tiene cuidado, la piedad se debilita rápidamente y la virtud desaparece. Qué peligrosas son las amistades particulares: es la plaga de las casas (pág. 21) de formación, aun de las cristianas, y de las comunida­des religiosas. Lo penoso es que a veces se vea a superiores, a profesores que deberían vigilar mucho sobre este punto y trabajar con todas sus fuer­zas para extirpar este mal o para prevenirlo, estar afectados ellos mismos y favorecerlo con sus ejemplos. iQué responsabilidad! Dios mío, cuánto os agradezco el haberme abierto los ojos y haberme detenido en la pen­diente a pesar de mis numerosas infidelidades.

El retiro de principio de curso nos lo predicó el padre Mollevaut, sa­cerdote de San Sulpicio 10

• Su palabra simple, pero ardiente y llena de fe, causó profunda impresión en mi alma. Salí de esos piadosos ejercicios

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convertido y deseoso de ser un seminarista ejemplar. El predicador nos había recomendado tres virtudes principales: la fidelidad a la regla, la mortificación y la humildad. Traté con todas mis fuerzas de ponerlas en práctica durante mis cinco años en el seminario mayor. Sin embargo, jcuánta cobardía y cuánta imperfección!

Estudié la filosofía de Descartes, cuyo genio nos hacía admirar el pro­fesor, y la teología de Bailly, a quien se presentaba como un autor práctico y de opiniones seguras. Dios me concedió la gracia de no compartir esos sentimientos. El sistema cartesiano me parecía falso y peligroso; yo lo re­batía en clase a pesar del respeto debido al profesor. En cuanto (pág. 22) a las teorías de Bailly, archigalicano, sobre los cuatro artículos, la constitu­ción de la Iglesia, los concilios generales, el Papa, etc., les tenía horror instintivo. Las discusiones eran también vivas, apasionadas. Yo pasaba por un ultramontano, y no estaba solo. Casi todos estaban contra el autor y el profesor 11 .

Acababa de recibir la tonsura 12 cuando me anunciaron que mi padre estaba muy enfermo. Fui a su lado y tuve el dolor de perderlo durante las vacaciones. Murió el 20 de agosto de 1848 a la edad de 65 años y confor­tado con los sacramentos; eso fue para mí un gran consuelo. Pocos días después, mi madre se metió en cama, a causa de grandes fatigas, y el mé­dico temió por su vida. Gracias a las numerosas oraciones que se hicieron por ella, recobró la salud.

Volví al seminario a principios de octubre. La lectura de los Anales de la Propagación de la Fe hizo nacer en mí el deseo de las misiones. Me sen­tía inclinado a todos los sacrificios para ir a llevar la luz del Evangelio en­tre los infieles. Se lo manifesté a mi superior, P. Ruel, que era mi direc­tor13. Rechazó esta idea y me dijo que hablaríamos más tarde de ello. Volví a la carga varias veces. Acabó por (pág. 23) decirme que la diócesis tenía necesidad de sacerdotes y que él se oponía a mi partida. Me sometí a su decisión y renuncié a mi proyecto, esperando la hora de la Providencia.

Al estudiar el tratado de la Encarnación, nuestro profesor 14 añadió una tesis sobre la devoción al Sagrado Corazón. La desarrolló con mucha competencia y piedad. La copié toda entera 15

• Esta doctrina me llegaba al corazón, y cuanto más profundizaba en ella más gozaba de nuevos encan­tos. Mi confesor me prestó la vida de Santa Margarita María por Languet. Esta lectura suscitó en mí un vivo deseo de convertirme en el apóstol de esta devoción que el mismo Nuestro Señor había dado al mundo como po­deroso medio de santificación, y que deseaba ver difundido por todas par­tes. Para responder a su llamada, forjé el proyecto de reunir, cuando fuera sacerdote, algunos compañeros piadosos y celosos y trabajar juntos en la propagación del culto al Sagrado Corazón. Me fijé entonces en dos de mis

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condiscípulos que me parecían reunir las condiciones requeridas. Temien­do el ridículo o la burla, guardé este hermoso sueño para mí y no se lo co­muniqué a nadie 16

• Lo puse solamente (pág. 24) en el Corazón de Jesús y en el de su Inmaculada Madre. Después de recibir sucesivamente los dife­rentes órdenes, llegué por fin al sacerdocio 17

• Fui ordenado sacerdote la víspera de la Santísima Trinidad de 1851, 14 de junio, después de haber pasatlb.,;\ii~.añQ§,~~~ el seminario mayor. Celebré mi primera misa en la pequeña Capilla del jardín, dedicada a la Santísima Virgen. En el momen­to de la consagración, la grandeza del misterio y el pensamiento de mi in­dignidad me abrumaron de tal forma que me puse a llorar. N ecesíté de los alientos del santo sacerdote que me asistía para acabar el sacrificio. iOh, día inolvidable! ¿Por qué no morí al pie de ese altar? ¡Cuántas faltas ha­bría evitado! En esa hora de felicidad tenía el cielo seguro 1\ mientras que hoy, a causa de mis numerosos pecados, temo por mi salvación. ¡Oh, Co­razón Sagrado de Jesús, ten piedad de mí! iNuestra Señora del Sagrado Corazón, protégeme!

Fui nombrado vicario de Yvoy-le-Pré, en el Cher. El párroco era un hombre piadoso, celoso. Me ayudó mucho para guiar mis pasos primeri­zos en el santo ministerio. En la parroquia había un anciano oratoriano de Juilly, casi centenario, el señor Delpoux, que había pasado por todas las fases de la gran revolución; vivía en el castillo del señor de Montreuil de

' quien había sido preceptor en otros tiempos. Visitaba con frecuencia a ese buen anciano cuya conversación era de lo más interesante. V arias veces me aseguró (pág. 25) haber visto a Voltaíre.

«¿Estaba usted en París en el momento de su muerte?», le decía. «Sí». «¿Sabe cómo murió?». «Perfectamente». «Se dice que desesperado. Es verdad, he aquí los detalles que oí de la

mujer que le acompañó en sus últimos momentos. Habíendo tenido la oca­sión de verla, le pregunté sí era verdad que el señor Voltaire había pedido un sacerdote antes de morir».

«Es verdad, me respondió, pero sus amigos se opusieron. Viendo lle­gar su última hora, exclamó con acento desesperado "Muero abandonado de Dios y de los hombres" y en un acceso de rabia se comió sus propios excrementos o al menos se los llevó a la boca. jQué triste fin!».

En Yvoy vivía un viejo médico casi de la misma edad que el señor Delpoux; se llamaba Chédeau. Yo iba a visitarle porque no podía salir de casa. Ya en las primeras visitas me di cuenta pronto que era jansenista, y jansenista radical. Int~nté prepararle para la confesión y la comunión.

«Más tarde, más tarde, me decía, Dios sólo lo pide a última hora».

14

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La diócesis de Bourges. en el siglo XIX y primera mitad del siglo XX desde 1790 comprende dos departamentos, el Cher y el Indre

Venido de Richelieu, lndre y Loira, diócesis de Tours. Julio Chevalicr residió ( 1) con su familia en V atan, marzo-octubre 1841, (2) en St.-Gaultier, seminario menor, 1841-1846, (3) en Bourgcs, seminario mayor. 1846-1851. ( 4) en Yvoy-le-Pré. vicario. junio 1851-cnero 1852. (5) en Chátillon-sur-lndre, vicario. enero 1852-octubrc 1853, (6) en Aubigny-sur-Nere. vicario, octubre 1853-octubre 1854. ( 7) en lssoudun:

Vicario, octubre 1854-junio 1855. fundador de la Congregación de Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, 8 diciembre 1854. párroco-arcipreste de lssoudum. marzo 1872-octubre 1907. fundador de la Congregación de Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. 30 agosto 1874, muerto en issoudun el 21 de octubre 1907.

Esta última hora llegó; supe con alegría que había recibido los últimos

sacramentos. No había pasado más que algunos meses en esta parroquia buena y

cristiana cuando me nombraron vicario de Chátillon-s.-Indre. Fui ense­guida a mi nuevo destino. Esta ciudad tenía por párroco a un venerable anciano, el señor (pág. 26) Legay, que murió después siendo canónigo tí-

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tular de la catedral de Bourges 19• Puesto que su edad y su salud no le per­

mitían ocuparse del ministerio activo, todo recaía sobre el vicario. Yo me entregaba con ardor. Tenía especial solicitud por los niños, los enfermos, los pobres de la parroquia. La señora condesa de Bryas y la señora de Chaudenoy, muy buenas y pidadosas, me proporcionaban la mayor parte de las ayudas que necesitaba para aliviar a los desgraciados. Me di cuenta que la iglesia estaba desierta durante el día a pesar de que la población era aún bastante cristiana; el Señor me inspiró la idea de formar una corte de honor alrededor del santo tabernáculo. Sometí este proyecto al párroco, que estuvo de acuerdo. Reuní algunas almas piadosas que se comprome­tieron a pasar por tumo media hora ante el altar del Santísimo Sacramen­to, desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde, de suerte que nuestro Señor no estuviera nunca sin adorador. Me han dicho que esta ins­titución sigue funcionando. iBendito sea Dios!

Permanecí dos años y medio en Chatillon donde era feliz porque cum­plía la voluntad de Dios y la de mis superiores 20

• No ambicionaba ningún otro puesto. En una de las mejores parroquias de Cher, en Aubigny-sur­Nere, (pág. 27) había un santo anciano que había gastado sus fuerzas y su vida al servicio de las almas, el señor Quentin 21

• Era un hombre de talen­to, de una gran fe y de celo ardiente. Hacía 35 años que dirigía esa impor­tante parroquia con tanta sabiduría como éxito. Había fundado varias obras y todas estaban florecientes. Sintiéndose mortalmente herido por una enfermedad que no perdona y viéndose obligado a guardar cama, te­niendo además un vicario inválido y de salud muy débil, pidió a su emi­nencia el cardenal du Pont, arzobispo de Bourges, que le diera un sacerdo­te que pudiera suplirlo y soportar las fatigas del laborioso ministerio. No sé ni cómo ni por qué la elección de la autoridad recayó en mí. Fui, pues, transferido a Aubigny el 14 de octubre de 1853. Me esforcé lo más que pude por mantener el bien ya hecho. Las asociaciones de muchachas, de madres de familia, de jóvenes y de hombres estaban en plena prosperidad. Todos los domingos y días de fiesta, 150 jóvenes y padres de familia, bajo el patronazgo de San Liguori, se reunían conmigo por la tarde, después de Vísperas; íbamos a visitar las cruces que adornan los caminos de los alre­dedores. Después regresábamos a la iglesia donde yo hacía una pequeña alocución y daba la bendición con el Santísimo Sacramento, volviendo ca­da uno a su casa. (pág. 28) Las procesiones del Corpus, de la Asunción, de Rogativas y el mes de María, sin olvidar el del Sagrado Corazón, se ha­cían con mucha solemnidad y con gran asistencia de fieles.

Esta pequeña ciudad tan cristiana escondía un gran número de almas de élite, entre ellas :~;m venerable anciano, el señor Leclerc, de fe robusta y caridad sin límites. Su casa era el refugio de los pobres. Tenía un solo hijo,

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de inteligencia privilegiada y de rara piedad. Este joven, después de desta­car en todas las ciencias, causaba la admiración de los sabios de París, en­tre ellos de Luis V euillot, de Montalember, etc., con quienes mantenía muy buenas relaciones. Era un pensador profundo y un destacado escri­tor. Gastado por un trabajo tenaz, vino a buscar reposo y cuidado en el hogar paterno. Durante su estancia en Aubignny dio ejemplo de las más he­roicas virtudes: pasaba casi todo su tiempo en la iglesia y visitando pobres. Era la admiración de toda la población que le llamaba el Santo. Murió po­co tiempo antes de mi llegada. Sus funerales fueron más un triunfo que un duelo. Asistió toda la ciudad. Todos se disputaban como una reliquia cualquier cosa que le hubiera pertenecido. Dicen que su sepulcro se hizo famoso (pág. 29). Su padre hizo construir una hemosa capilla fúnebre donde depositó el cuerpo de su querido difunto. Cada día el piadoso ancia­no iba a rezar el oficio de difuntos, y al final cantaba el Magnijicat y el Te Deum para agradecer a Dios que le hubiera dado un hijo como ése y que lo hubiese llevado al cielo. Y o iba a menudo a hacerle compañía y unir mis oraciones a las suyas.

Las fuerzas de mi querido y venerado párroco disminuían día a día. Sintiéndose morir, quiso recibir de mi mano los últimos sacramentos. An­te una numerosa asistencia, hacía reflexiones en voz alta sobre cada uno de los sentidos de los que, decía, había abusado, y pedía públicamente perdón de los escándalos que hubiera podido dar y de las faltas que pudie­ra haber cometido hacia sus parroquianos. Las lágrimas fluían abundantes de todos los ojos. Hacia el atardecer, antes de entrar en agonía, me llamó cerca de sí y me dijo:

«Reverendo, voy a morir, pero antes permítame darle algunos conse­jos. En el curso de mi largo ministerio me he dedicado demasiado a las al­mas piadosas y devotas; les he consagrado largas horas en el confesiona­rio sin demasiada utilidad, y eso en detrimento de lo que debía a los hombres y a los jóvenes y a mis otros deberes. Esta falta, lo sé, la compar­ten gran número de sacerdotes. Uno se ocupa mucho de las mujeres y po­co de los hombres. Evite este escollo. Que sus preferencias sean antes por los pequeños, los pobres, los ignorantes y los abandonados que por los grandes, los ricos, los sabios y los mundanos».

Se lo prometí; después me arrodillé y su mano desfallecida se extendió sobre mí para bendecirme. El santo anciano expiró poco después de esta conversación y se llevó a la tumba los lamentos de sus amados feligreses. Me quedé solo hasta que nombraron al nuevo párroco. Pensaba siempre en mi proyecto del seminario mayor. Issoudun, ciudad de 15.000 habitan­tes 22

, con sólo una parroquia y tres sacerdotes para atenderla, siempre me había parecido la cuna adecuada para esta fundación de misioneros, si al-

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guna vez se realizaba, a causa de su falta de ayuda religiosa y de la impie­dad reinante. A la hora de cambiar de destino, estas ideas me asaltaban con más fuerza que nunca. Las alejaba como una ilusión, pues creía que la autoridad iba nombrarme párroco en una pequeña parroquia de la dióce­sis. Una vez conocido e instalado el titular (pág. 31) de Aubigny, recibo una carta del arzobispado. Antes de abrirla me arrodillo y le digo a Dios:

«Señor, cúmplase tu divina voluntad, acepto de antemano y de cora­zón el nuevo puesto que se me confiará».

Apenas había leído las primeras líneas, veo con gran sorpresa que he sido nombrado vicario de Issoudun. Abro el Ordo, mi colaborador es uno de aquellas en quienes me fijé para la obra proyectada. Parto alegre hacia la vieja ciudad de Issoudun. Llego el 14 de septiembre de 1854, sábado'', un año, día por día, después de mi entrada en Aubigny. Fui recibido con toda caridad y cordialidad.

El arcipreste, señor Crozat, era un anciano venerable y simpático que administraba la parroquia desde 1830. Su fisonomía reflejaba bondad. Era en hombre de experiencia y de juicio recto. Llevaba siempre el rosario en la mano, no lo dejaba más que para coger un libro de teología o de espi­ritualidad. Sus autores favoritos eran monseñor Gousset, Bourdauloue y el P. Berthier24

• Pasaba por ser un buen teólogo y un canonista distinguido. Vivía casi sólo de recuerdos, confesaba poco y ya no hacía ministerio a causa de ciertas enfermedades. (pág. 32) El pueblo lo quería mucho y los impíos le estimaban. Era de una bonhomía y de una simplicidad perfectas. Su casa, su corazón y su bolsa estaban siempre abiertas a todo el mundo; se abusaba un poco de él. He aquí un rasgo que nos pinta al natural al hom­bre de Dios. Una noche de invierno oyó ruido en la bodega. No obstante su timidez de niño, cogió una vela y bajó tan silenciosamente como le fue posible. ¿Qué es lo que vio? A dos de sus parroquianos, de sus familiares, que estaban vaciando sus toneles. «¿Amigos míos, les dijo con tono pacífi­co, qué hacen aquí? Si me hubieran pedido el vino, se lo habría dado. Llé­vense, pues, el que han sacado, se lo regalo, y no lo hagan más».

El vicario era el sacerdote Maugenest, a quien había conocido y apre­ciado en el seminario mayor de Bourges por su piedad y sus cualidades. Estaba en filosofía cuando yo recibí el subdiaconado. Era de natural vivo, ardoroso y a veces exaltado. Dotado de una exquisita sensibilidad, la ima­ginación tenía gran importancia en él. Era muy variable en sus apreciacio­nes, dejándose llevar demasiado por las corrientes de opinión y por las im­presiones del momento. Era celoso, bueno, piadoso, sacrificado y com­placiente. Gozaba de una memoria prooigiosa y de una elocuencia poco común. (pág. 33) Su palabra era simple y con frecuencia elocuente. En

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Guillenno Crozat 1787-1864

Arcipreste de Issoudun 1829-1861

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sus discursos sabía evitar dos defectos: las banalidades y el énfasis. En ge­neral, hablaba más al corazón que al espíritu. Tenía el raro talento de va­lorar las cosas pequeñas, de cautivar a su auditorio y dejarle siempre una buena impresión. Tal era el joven compañero que encontré en Issoudun. El entendimiento fue cordial y la línea de conducta uniforme. Los antiguos vicarios hacían subir a sus aposentos a las señoras y jóvenes que deseaban hablarles. Comprendimos que esta manera de actuar podía ser causa de abusos y suscitar más de una dificultad. Decidimos recibir a todas las per­sonas únicamente en la sala de la casa parroquial. Esto causó violentos descontentos, sobre todo entre la gente devota. Una de ellas, encontrando seguramente mucho descuido en mi persona, pensó en una pequeña ven­ganza. Un día, al abrir la puerta de mi confesionario, encontré un paquete dirigido a mí. Lo abro y, ¿qué había?, un cepillo, un peine y una cajita de betún. Una lección divertida.

Nuestros predecesores también tenían la costumbre de hacer muchas visitas y comer con frecuencia en la ciudad. Nos pareció que teníamos que romper con esa costumbre que el buen párroco toleraba, aunque le desa­gradaba sobremanera. En efecto, había graves inconvenientes para los sa­cerdotes jóvenes. (pág. 34) Dios nos hizo la gracia de comprenderlo y de atenemos estrictamente a nuestro deber. No pudimos menos que felicitar­nos por esta medida, y las personas grave" y sensatas nos aplaudieron.

Después de haber estudiado bien al sacerdote Maugenest y haberme dado cuenta de sus buenas disposiciones, crei poder confiarle mi proyecto. Fue a finales de noviembre de 1854. Lo acogió con entusiasmo.

«Yo también, me dijo, soñaba con algo semejante desde hace tiempo. Estoy con usted, comencemos».

«Bien, pero antes tenemos que aseguramos de la voluntad de Dios. Hablemos primero con nuestro piadoso y venerable párroco, puesto que se trataría de establecemos en su parroquia; si está de acuerdo, eso será ya un primer paso; podrá semos útil ante la autoridad diocesana. Des­pués, puesto que somos pobres y no disponemos de ningún recurso para fundar esta obra, si le parece, ya que estamos en vísperas de la promulga­ción del dogma de la Inmaculada Concepción, haremos una novena a la Virgen Inmaculada. Le pediremos, como primer fruto de la gloria incom­parable que se le otorgará, que nos alcance del corazón de su divino hijo un signo claro de que aprueba nuestro proyecto y nos dará los medios para conseguirlo».

Pronto nos pusimos de acuerdo. Fuimos (pág. 35) a encontrar al buen padre Crozat y le pusimos al corriente de nuestro deseo. Mientras él refle­xionaba, nos volv.imos a la imagen de la Inmaculada Concepción, que es­taba sobre una mesa, pidiendo a esa buena madre que le iluminase.

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«Hijos míos, nos dijo con acento convencido, no sólo comparto vues­tros sentimientos sino que os ayudaré con todas mis fuerzas para el esta­blecimiento de una casa de misioneros del Sagrado Corazón en Issoudun; y si la fundáis, no me quedará más que entonar mi Nunc dimittis».

Comenzamos, pues, nuestra novena que debía acabar el ocho de di­ciembre, el mismo día de la gran fiesta de la Inmaculada Concepción. Le prometimos a la Santísima Virgen que, si éramos atendidos, tomaríamos el título de Misioneros del Sagrado Corazón y que la haríamos honrar de una forma peculiar';. Llegó el día solemne. Nuestros corazones se aban­donan a la esperanza. Se me designa para cantar la misa solemne. En el ofertorio, dos escolanes vienen a ofrecer un pequeño cuadro que conserva­mos cuidadosamente y en el que mi compañero había puesto todo su ta­lento artístico*. Terminada la misa, entro en la sacristía. Depuestos los or­namentos sagrados, un señor se acerca a mí y me dice:

«Padre, quisiera hablarle, (pág. 36) ¿cuándo podré verle?». «Dentro de un cuarto de hora, si usted quiere». Después de la acción de gracias me dirijo a la casa y el señor me sigue.

«Padre, tengo una oferta que hacerle de parte de una persona que quiere permanecer en el anonimato. Ella pone a su disposición 20.000 francos para un buena obra en Issoudun».

«¿Cuál buena obra?». «Desearía preferentemente una casa de misioneros». «Caballero, le digo, sois el enviado del cielo. Por su medio, hoy la Vir­

gen Inmaculada nos responde. Sed mil veces bendito así como la persona que os ha encargado esta misión. Exprésele nuestro vivo reconocimiento Y dígale que sus deseos serán cumplidos. Le aseguramos nuestras oraciones y Dios recompensará su generosidad» 26

Durante esta entrevista, mi compañero estaba en la iglesia a los pies de la Santísima Virgenn. Fui a encontrarlo para comunicarle esta buena nueva. A pesar de la santidad del lugar, se echa en mis brazos y me dice:

«Tenía el presentimiento que seríamos escuchados». Juntos dimos gracias a nuestra poderosa protectora. Pasamos ei día

dando gracias. La propiedad a la que habíamos echado el ojo y que la divina provi-

dencia nos reservaba, estaba en venta desde hacía años y nadie se presen-

* Este cuadro representaba al Sagrado Corazón de Jesús en la gloria del cielo, como fuente de la gracia. La Virgen Inmaculada, con su corazón visible sobre el pecho, está de pie debajo del Sagrado Corazón, con las manos extendidas. Dos sacerdotes con sobrepelliz están arrodillados delante de la Virgen, suplicándole obtenga del corazón de su hijo la fundación de su pequeña sociedad. Dos ángeles dominan el cuadro, teniendo una bandera donde se leen

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taba a comprarla. Cuando quisimos adquirirla (pág. 37) fueron muchus los que la querían. Se no dio preferencia y pagamos justos 20.000 francos, gastos incluidos". ,

En el transcurso del mes de enero siguiente fui a ver al señor arzobis­po con una carta de nuestro piadoso párroco para explicarle nuestro pro­yecto, darle a conocer la gracia que acabábamos de obtener, y solicitar su autorización.

«Estoy impresionado por todo lo que me cuenta, me dijo, y dispuesto a permitir vuestra fundación de misioneros, pero ¿qué recursos tienen para vivir? Está bien tener una casa, pero aún falta de qué alimentaros».

«Eminencia, tendremos los honorarios de nuestras misas y predica­ciones, además de la ayuda de la providencia».

«La providencia, sí, pero no hay que tentarla. No podré, pues, autori­zaros a reuniros hasta que no cuenten con medios suficientes y seguros. Por lo demás, si Dios quiere vuestra obra, puede enviar con qué cubrir vuestras necesidades. Pedid a la Santísima Virgen que acabe lo que ella ha comenzado tan bien».

Este era el lenguaje de la prudencia y de la fe 2 ~. De regreso a Issoudun, puse al corriente de esta entrevista a mi com­

pañero y a nuestro venerable arcipreste. Hicimos una segunda novena a María en (pág. 38) honor a su santo e inmaculado corazón, fiesta patronal de la Archicofradía de Nuestra Señora de las Victorias, erigida en París para la conversión de los pecadores. El último día de esta novena debía coincidir con esta fiesta. El mismo día de la solemnidad, nuestro querido y venerado pastor nos aseguró que la señora vizcondesa du Quesne 10

, tan piadosa como benefactora, nos prometía una ayuda de mil francos, por tanto tiempo como fuera necesario. Nuestra alegría es inmensa. Oh, Ma­ría, a vos, después de vuestro divino hijo, se debe toda la gloria de esta fundación. Es vuestra, por eso os la ofrecemos; esto será nuestra fuerza y nuestra seguridad. Voy en seguida a Bourges para dar a conocer a monse­ñor du Pont este segundo favor. Pongo ante sus ojos el compromiso de la ilustre bienhechora. No pudiendo dudar ya de la intervención del cielo, me dice:

«El dedo de Dios está ahí, lo veo. Hablaré con mi consejo y ya les da­ré mi respuesta».

estas palabras: ¡Oh, corazón inmaculado de María sálvanos y funda los Misioneros del Sa­grado Corazón. En la lejanía se ve (pág. 36) una iglesia en proyecto y envuelta aún entre nu­bes y al padre Crozat, cura de la parroquia, de pie, con los brazos extendidos, cantando el Nunc dimittis en un impulso profético.

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Cardenal Celestino Dupont 1792-1859

Arzobispo de Bourges de 1842 a 185 9

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Susana Blanca Heurtault du Mez Vizcondesa du Quesne 1823-1886

nieta del primer alcalde de Issoudun hija del diputado Sr. Heurtault du Mez ( t 1852)

espos'a del Contraalmirante Lazara du Quesne 1804-1854 bienhechora de la Congregación MSC desde 185 5

Desgraciadamente, todos los miembros son opuestos a la ejecución del proyecto.

«¿Cuáles son los motivos de vuestra negativa?», pregunta su eminencia. «No son más que unos jóvenes, responde uno, sin experiencia, sin for­

tuna, sin prestigio, se convertirán en el hazmerreír de los sacerdotes y ha­rán (pág. 3 9) el ridículo».

Otro se levanta con gravedad y se expresa más o menos así:

«Esta fundación de misioneros, no sólo parece aventurada, sino com­prometedora. Si no resulta, lo que parece probable, toda la responsabili­dad pesará sobre la autoridad diocesana. Se le reprochará el haber actua­do tan a la ligera y se hará recaer en ella todo lo negativo de la empresa, etc.».

El proyecto es rechazado por unanimidad. «Señores, dice el cardenal, la cosa me parece grave, no decidamos na­

da por ahora; volveremos otra vez sobre este asunto». Y se levantó la sesión. Tuve ocasión de ver al señor Gasnier 31

, Supe­rior del seminario mayor de Bourges, hombre de Dios y sacerdote santo, que asistió a la reunión.

«Querido amigo, me dijo, renunciad a vuestro proyecto, ha nacido muerto. Durante media hora se ha disparado con bala contra él. Creo que está enterrado».

«¿El cardenal se ha pronunciado?». «No, ha dejado la decisión para otra ocasión. La oposición no se

ablandará, y como su eminencia no tiene la costumbre de actuar en contra de la opinión de su consejo, puede dar el asunto por terminado».

«iN o tan aprisa,.Superior! La Santísima Virgen todavía no ha dicho su última palabra. V amos a rezarle».

«Harán bien, y si salen triunfantes, ella habrá hecho un gran milagro». «Contamos con él: ella ha hecho ya mucho por esta obra; (pág. 40) no

la abandonará. Puesto que tengo confianza en su oración, ¿me promete unirse a nosotros?».

«Con mucho gusto, ya que por mi parte estaría contento con el esta­blecimiento de esta pequeña sociedad».

Cuando los ánimos se hubieron calmado un poco, el señor arzobispo volvió a poner la cuestión sobre el tapete. La misma oposión, más fuerte si cabe. Entonces, su eminencia se levanta y dice:

«Señores, he reflexionado, he rezado. Nunca voy en contra de vuestra opinión; por esta vez cambio de actitud, pues me parecería in contra los designios de la providencia compartiendo vuestro sentimiento. Autorizo, pues, a los dos vicarios de Issoudun para reunirse y comenzar su obra. Va­mos a elegir a sus sustitutos» 32

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Al día siguiente recibí una carta del arzobispado anunciando la deci­sión. Nuevas acciones de gracias.

Escribí a mi madre para decirle que ya no era vicario y que dentro de poco iría a verla para explicarle el cambio. Esta carta la alegró, porque pensó que había sido nombrado párroco y ella podría venir para acabar sus días conmigo. Hacía mucho tiempo que esperaba esto. (pág. 41)

Me fui, pues, a Richelieu, con el corazón lleno de emoción, ya que ba­rruntaba las consecuencias de este viaje. Nada más llegar, me preguntó el nombre de la parroquia a la que había sido destinado. Eludí la cuestión hablando de otra cosa. Al día siguiente volvió a la carga.

«¿Está lejos de Issoudun?, me dijo. La parroquia a la que te han desti­nado, ¿es agradable? ¿Es cristiana la gente? ¿Estás contento de esta elec­ción?»

«Sí, muy contento. Me quedo en Issoudun, pero no como vicario ni como párroco, sino como misionero». .

La palabra misionero la trastornó. Viendo desvanecerse todos sus sue­ños, siente desfallecer sus fuerzas y pierde el sentido. Mi apuro es enorme; temo que se muera. Mi alma está angustiada, el dolor me ahoga. Pido ayu­da a Dios y hago todo lo posible para calmar la crisis. Vuelta en sí, llora hasta agotar sus lágimas; después me dice todo lo que su corazón de ma­dre le sugiere para hacerme cambiar de opinión. Durante ocho días tuve que soportar un verdadero asedio por parte de la familia. Pero como yo creía (pág. 42) responder al llamamiento de Dios permanecí inquebranta­ble en mi resolución, no sin lucha y sufrimiento interiores. Por una parte escuchaba la voz elocuente del amor materno que quería retenerme, y por otra esta palabra del Evangelio: el que ama a su padre y a su madre más que a mí, no es digno de mí. Este doble llamamiento causaba en mi alma un doble martirio. La religión tomó poco a poco su ascendiente sobre mi madre que era una mujer de fe y de generosidad. Acabó por comprender los motivos de mi determinación y consintió en una separación que debía ser para siempre sobre la tierra. Cuando tuvimos que despedirnos, la en­contré heroica. Ella vivió aún 24 años después de este doloroso sacrificio. Murió a los 86 años, recibiendo todos los sacramentos de la santa Iglesia. A visado demasiado tarde, sólo pude asistir a sus exequias sin haber tenido la dicha de recibir su último adiós''.

Antes de volver a Issoudun para comenzar nuestra obra, fui a hacer un retiro a Poitiers, con los padres Jesuitas, a fin de fortalecerme en las virtu­des sacerdotales y religiosas. Deposité mis resoluciones sobre la tumba de Santa Radegunda.

A mi regresq hicimos las reformas necesarias en nuestra nueva resi­dencia y convertimos una granja y un establo en capilla. Esta improvisada

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capilla tenía el privilegio de una pobreza extrema y de una raquítica apa­riencia; podía acoger cómodamente quinientas o seiscientas personas. Su eminencia el cardenal du Pont fijó la ceremonia de nuestra instalación el día de la fiesta del Santo Nombre de María que, este ati.o de 1855, caía el 12 de septiembre, •. El arzobispo, impedido por la enfermedad, delegó en su lugar al sacerdote Caillaud, Vicario General". Asistió todo el clero de la parroquia (pág. 43) presidido por el venerable arcipreste seti.or Crozat con la cara radiante de alegría. La muchedumbre era inmensa. El discurso del Vicario General fue elocuente; después, de parte del cardenal, nos bautizó con el nombre de Misioneros del Sagrado Corazón, el mismo día en que la Iglesia celebra el Santo Nombre de María. Este nuevo y miste­rioso nacimiento llegaba justo nueve meses después de nuestra concepción el ocho de diciembre del ati.o anterior. iQué singulares coincidencias! El orador tuvo el cuidado de hacerlo resaltar.

Dos ati.os después, la pequeti.a capilla improvisada, que una compacta muchedumbra llenaba cada domingo, amenazaba ruina. A pesar de todos nuestros esfuerzos para evitar una desgracia, un miércoles por la mañana encontramos el muro de la parte de la capilla de San José totalmente de­rrumbado. Pedimos a nuestro santo y poderoso protector que nos enviara las ayudas necesarias para levantarlo de nuevo. Se necesitaban sólo unos cientos de francos. San José nos los proporcionó y en pocos días estaba todo reparado, y en opinión del arquitecto no había peligro en mucho tiempo. Nos creíamos totalmente seguros cuando llegó una carta del arzo­bispado prohibiendo el culto para el público bajo el pretexto que la vida de los fieles estaba constantemente amenazada. ¿Qué había pasado? Un sa­cerdote exaltado"' que pasó por Issoudun (pág. 44) había recogido falsos rumores y había dado un informe falso en Bourges. Creyendo en su pala­bra, la autoridad eclesiástica había creído su deber tomar la medidas indi­cadas más arriba. Después de dar explicaciones y presentar certificados, fue levantada la prohibición. Del mal ordinariamente resulta el bien. Esta prueba nos dio ocasión de pensar en la construcción de una nueva iglesia mas digna del Sagrado Corazón de Jesús. Con la aprobación de monseti.or apelamos a la piedad de los fieles pidiendo una ofrenda de 0,25 c., dándo­les una estampa del Sagrado Corazón o de Nuestra Seti.ora y prometiendo celebrar a perpetuidad una misa por los bienechores todos los primeros viernes de mes, día consagrado al divino corazón de Jesús. Este medio, que fuimos los primeros en emplear, sobrepasó todas nuestras esperan·· zas. Esta es la causa y el origen de la espléndida basílica que hoy tenemos. Una vez instalados, pensamos en organizamos. Se trataba de nombrar un Superior. Habíamos pensado en nuestro venerado párroco, nuestro padre y protector. Rehusó a causa de su avanzada edad y de sus achaques. Co

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mo yo era el de más edad, fui designado para este cargo. Entonces hici­mos, a los pies del altar, la promesa solemne de permanecer fieles a nues­tra vocación y de practicar todas las virtudes religiosas, así como de avisamos (pág. 45) mutuamente de nuestras más ligeras infracciones.

Desde nuestra instalación hasta el 25 de diciembre del año siguiente, empleamos ese tiempo en hacer nuestro noviciado. Estudiamos los ma­nuales y los tratados que conciernen a la vida religiosa y sus obligaciones. Nos aplicamos lo mejor que pudimos a la observancia de los santos votos y de la disciplina regular 17

El gran día de la fiesta de N a vi dad de 1856 nos preparamos, con un retiro, para hacer nuestros votos de religión 38

• Fue a medianoche, después de celebrar los santos misterios, en el momento en que Nuestro Señor se daba a los hombres y contraía con ellos una alianza indisoluble, cuando nos unimos a él por los lazos más sagrados. iDía mil veces bendito! iNo­che de inefables delicias! Vuestro recuerdo no se borrará jamás de mi co­razón. ¡Oh, Corazón de Jesús, tan bueno y misericordioso! Sentimos que nuestro sacrificio os era agradable y que derramabais en las almas de vuestros jóvenes apóstoles gracias inapreciables~

Nuestra vida era una vida de oración, de trabajo, de fatiga y de priva­ción. Nuestro escaso mobiliario era de lo más pobre y se reducía a lo es­trictamente necesario. No teniendo ningún ayudante, (pág. 46) nos lo ha­cíamos todo nosotros mismos, incluso la cocina. Era de lo más elemental. Poco versados en este arte, con frecuencia comíamos mal. Un día en que me tocaba preparar la mesa, quise hacer una tortilla; en lugar de tomarme el tiempo de volverla en la sartén, pensé voltearla; fue a parar a la ceniza. Después de limpiarla lo mejor que pude, nos la comimos, pero ¿qué sabor podía tener?

Por fin fuimos a buscar a un muchacho del campo, tenía buena volun­tad, pero desconocía totalmente el arte culinario. Durante la cu~resma, antes de irnos a nuestras ocupaciones, le dijimos que para la colac1ón nos preparase un plato de espinacas que había en el jardín. Por la noche, des­pués de haber predicado y confesado toda la tarde, entramos al refecto­rio. El muchacho nos trajo un plato que tenía cierta apariencia. ¿Qué con­tenía? Gruesas espinas clavadas sobre groselleras. Nos echamos a reír y la comida se acabó en seguida. En estos primer~s tiempos, que _con g~s­to llamaríamos la edad de oro, no sólo nos mettamos en la cocma, smo también a partir (pág. 4 7) o serrar leña, a trabajar la huerta en nuestros ra­tos libres, a limpiar la casa y a mantener aseada la capilla, que más. bien parecía un establo que un iglesia. Todas las mañanas, antes de abnrla a los fieles que la-'frecuentaban en buen número, la barríamos, quitábamos el polvo y poníamos las sillas en orden.

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Estuvimos solos durante dos años: algunos sacerdotes habían probado nuestro género de vida, pero esperando otra cosa, se habían retirado pron­to. No fue así con el querido padre Piperon3

\ que se unió a nosotros casi desde el principio. Era capellán de la prisión y del depósito de Bourges. Piadoso, bueno, celoso, caritativo y abnegado, no temiendo ni el trabajo, ni la fatiga, ni las privaciones, nos pidió asilo. Le recibimos como a un en­viado del cielo. Le habíamos conocido en el seminario mayor. Era el se­gundo en quien me había fijado para comenzar esta obra de misioneros, cuando hacíamos juntos nuestros estudios teológicos. La regla que adop­tamos es la que seguimos hoy. He aquí pues, constituida la pequeña co­munidad, no sin pruebas y penas. Pensábamos que (pág. 48) en adelante todo iría bien y que podríamos seguir nuestro camino sin trabas. Nos ha­cíamos ilusiones.

El padre Maugenest, cuya facilidad de palabra era conocida, fue invi­tado por el párroco de San Pedro de Bourges para predicar el Adviento en su iglesia. Sus éxitos llamaron la atención del cardenal. Queriendo nom­brar para la catedral a un sacerdote joven y de mérito, pensó en nuestro compañero. Le llamo el arzobispo para comunicarle su deseo. El padre Maugenest resiste, llora, expone sus razones, habla de la obra de Issoudun que su marcha puede poner en peligro. Todo es inútil, jhay que obedecer! Una vez terminadas las predicaciones, el arzobispo lo envía a hacer un re­tiro a San Sulpicio, donde él había terminado su teología. Advertido de es­ta noticia, voy en seguida a Bourges para ver a monseñor y pedirle, de ro­dillas, que escoja a otro, de lo contrario nuestra pequeña sociedad verá amenazada su existencia. Su eminencia me deja hablar, después con toda gravedad me repite el argumento de Gamaliel:

«0 vuestra obra viene de Dios, y así lo creo después de las pruebas que han recibido, o bien de los hombres. Si viene de Dios, no será la salida de vuestro compañero lo que la (pág. 49) hará perecer; si viene de los hombres, su presencia no evitará su ruina».

Acato la decisión y regreso a Issoudun con el corazón afligido. El pa­dre Piperon me esperaba con impaciencia; esta noticia también le contris­tó profundamente. Para consolarnos y reconfortamos nos fuimos los dos a hacer un retiro con los Padres Trapenses de Fontgombault. Confiando plenamente en el Sagrado Corazón de Jesús y en la Santísima Virgen, nos propusimos hacer todo lo posible para construirles una iglesia lo más bella posible. Nuestra idea era construir un templo internacional en honor del Sagrado Corazón y de Nuestra Señora interesando al mundo entero. Mi compañero recorrió las principales diócesis de Francia, tendiendo la ma­no y ofreciendo sus estampas a fin de recoger algunas ayudas. SóloDios

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sabe las fatigas, las humillaciones y los disgustos que tuvo que soportar. Sin embargo, el cielo bendijo este laborioso apostolado de nuevo cuño. Yo me encargué de la correspondencia extranjera que tuvo también mu­cho éxito. Por dos veces hice una colecta general en Issoudun. ¡Cuántas puertas se cerraron a mi paso, cuántas negativas humillantes, qué de pala­bras malsonantes tuve que escuchar! (pág. 50) Por fin pudimos echar los cimientos de la nueva construcción y levantar la mitad sin interrupciones; nuestros recursos no daban para más. Comenzamos por el presbiterio pa­ra poder celebrar los santos misterios. El señor Lamblin, Vicario General de monseñor Menjaud, que acababa de suceder al cardenal du Pont, ben­dijo solemnemente esta primera parte del edificio~0 •

En esto, un venerable canónigo de Bourges, el señor Gay d'Aubilly 4',

que me apreciaba mucho y estaba interesado en nuestra obra, me propuso en 185 9 acompañarle en una peregrinación que deseaba hacer a Nuestra Señora del Puy, a La Louvesc, a la Salette, a la Gran Cartuja y a Ars. Acepté con mucho gusto ya que él corría con todos los gastos 42

• Desde Nuestra Señora de Francia fuimos a la tumba de San Francisco de Regis. Ahí hicimos un retiro bajo la dirección de los Padres Jesuitas. Después nos fuimos directamente a la Salette pasando por Grenoble. Para subir a la santa montaña, en esa época del año el camino, a partir de Corps, era difícil y peligroso. Pudimos hacerlo sin riesgo. Unas semanas antes, un ri­co y piadoso propietario de Marsella se había precipitado al fondo del abismo con su montura siguiendo el mismo sendero (pág. 51). Viéndose perdido hizo voto de ofrecer al santuario una estatua de mármol de la Vir­gen milagrosa si no moría. Lo recogieron sano y salvo, sólo la bestia se mató. El generoso peregrino cumplió su promesa y la bella imagen que de­cora la iglesia y recibe el homenaje de los fieles sería, se dice, su exvoto. Después de visitar los lugares de la aparición y recomendar calurosamen­te a Nuestra Señora de la Salette nuestra querida pequeña sociedad na­ciente, regresamos a Grenoble. Llegados a Voiron, mi compañero, que tenía mucho tiempo por delante, bajó para ir a la Gran Cartuja y me invitó a que fuera con él. Puesto que yo debía estar necesariamente en Issoudun el 15 de julio y estábamos a 12, tenía que sacrificar o la Gran Cartuja o al cura de Ars, a quien deseaba mucho consultar. Seguí, pues, mi camino y el 14 por la mañana llegué a Ars~3 • Lo primero que hice fue preguntar si el santo cura estaba visible. Me dijeron que estaba muy fatigado y que desde hacía algunos días no se acercaba a la iglesia. Me aconsejaron que fuera a informarme mejor a la casa de los misioneros. Fui allí (pág. 52) hacia las 12,30. Era una hora intempestiva; los padres no habían terminado aún de comer. Llamo. l'{adie contesta. Después de una larga espera, llamo otra vez. Oigo pasos precipitados y la puerta se abre violentamente. El padre

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Foto: Verdot Ch3tcauroux AGm<;C

Emilio Sebastián Maugenest 1829-1918

Co-fundador 1854-1858 Arcipreste de la catedral de Bourges enero 1858-sept. 1861

arcipreste de Issoudun 1861-18 71 de la Orden de los Hermanos Predicadores 1872-1918

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Toccanier, cito su nombre porque me hizo el gran favor de poder ver al santo cura, después de exponerle mi deseo me dice muy enojado:

«Ahora sólo hay sacerdotes inoportunos. El cura no recibe». Después, cierra bruscamente la puerta. Me dirijo a la iglesia con la ca­

beza baja y lágrimas en los ojos. No había dado más que unos pasos, cuando oigo una voz que me llama:

«iPadre, padre!». Contesto rápido a la llamada. «Por favor, perdone mi mal humor: nos molestan tantas veces que no

he podido contener mi descontento. Entre, espero que dentro de un cuarto de hora usted podrá ver a nuestro santo cura, está un poco mejor».

En fecto, poco tiempo después se abre una puerta y veo aparecer al santo varón con la sobrepelliz en el brazo. Su cara pálida y descarnada, sus ojos hundidos en las órbitas, pero vivos, la cabeza inclinada y su cuer­po curvado bajo el peso de la penitencia y las maceraciones me (pág. 53) causó una impresión profunda; creía estar viendo una visión del otro mun­do. Me invitó a sentarme y me preguntó de dónde era y qué deseaba. Des­pués de intercambiar algunas palabras le puse al corriente de nuestra pe­qbeña fundación dedicada totalmente al Sagrado Corazón y a la Santísima Virgen, y el fin que nos proponíamos. Me animó mucho diciendo que tu­viera confianza; que las pruebas no había11 hecho más que empezar, que tendría muchas y algunas bien sensibles; que el infierno haría todo lo posi­ble por destruir nuestra obra, llamada a salvar muchas almas y a procurar una gran gloria a Dios; que suscitaría contra ella tempestades tan formida­bles que yo lo creería todo perdido.

«Pero no, añadió, el Corazón de Jesús y la buena Madre intervendrán, y la confusión será para vuestros enemigos».

Fortificado por sus palabras, le pedí una novena; me prometió co­menzarla el 16 de julio. Me encomendé a sus oraciones y volví directa­mente a Issoudun. Algunos días después de mi llegada me enteré de la muerte del santo cura. Debe ser nuestro protector en el cielo.

Durante el invierno del mismo año, sentí la necesidad de ir a orar ante la tumba de Santa Margarita María y pedirle la prosperidad de nuestra pe­queña congregación destinada a propagar la devoción (pág. 54) al Sagra­do Corazón, que tanto le agradaba. Las buenas Visitandinas me recibie­ron con mucha caridad. Me hicieron visitar todos los lugares santificados por la Santa. Recé largo tiempo ante su tumba. Ella no era entonces más que venerable. Ofrecí un corazón de madera dorada, que había podido en­contrar en Moulins, y lo coloqué sobre la piedra sepulcral. Había reafir­mado todas mis intenciones presentes y mis deseos para el futuro. Me pu­se con los míos bajo la protección de esta gran amante del Sagrado

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Corazón. Antes de partir, y a petición mía, la Madre Superiora me dio al­gunos brotes nuevos del gran avellano donde se le apareció nuestro Señor. A mi regreso los planté en nuestro huerto, y hoy forma una glorieta espa­ciosa donde está la estatua de la Santa 44

En nuestra basílica se encuentra, después de Paray-le-Monial, el pri­mer altar que se le dedicó después de la beatificación 45

• Por un indulto de Roma celebramos solemnemente su fiesta y recitamos su oficio. La her­mosa vidriera de su capilla representa el intercambio de corazones que Nuestro Señor hizo con ella, y en una franja se leen estas palabras: «En el tiempo y en la eternidad te constituyo la heredera de todos los tesoros de mi corazón»*.

Por esa época se unieron (pág. 55) a nosotros algunos compañeros piadosos. Unos han muerto y otros no perseveraron 46

Habiendo recibido algunas ayudas, decidimos terminar nuestra igle­sia. Mientras preparábamos los trabqjos, vino a Issoudun el señor Urban, párroco de Oudinville (Sena Inferior) que tenía mucho interés, y me pro­puso el viqje a Roma encargándose de todos los gastos. Me alegré por esta oportunidad de ir a postrarme a los pies del Santo Padre y pedirle su ben­dición para la obra naciente. A finales de agosto de 1860 estábamos arro­dillados ante los sepulcros de los santos Apóstoles 47

• Pedimos una audien­cia con el Papa y, mientras esperábamos que nos fuera concedida, visitamos, como verdaderos peregrinos, las basílicas, las catacumbas, el Coliseo y demás lugares santificados por la piedad de los primeros cristia­nos y la sangre de los mártires. Renuncio a expresar tan profundas emo­ciones. Nos hospedábamos en Santa Brígida, con los Padres de la Santa Cruz,. y allí nos trajeron nuestra invitación para la audiencia. Estaba seña­lada para el domingo, fiesta de Santo Nombre de María. Era el quinto ani­versario de nuestra instalación y de nuestro nacimiento a la vida religiosa. El Vicario de Jesucristo iba a consagrar todos esos recuerdos con una bendición llena de fecundidad. (pág. 56) jQué maravillosa coincidencia!

Admitidos a la presencia del Santo Padre, ese grande e inmortal Pon­tífice que se llama Pío IX, nos prosternamos con un respeto mezclado de alegría y admiración. Le entregué una carta que monseñor Menjaud, arzo­bispo de Bourges, me había confiado. Después de leerla, su Santidad me dijo:

«Está bien. Está bien, hijo mío. Os conozco: sé que trabajáis para es­tablecer una Congregación de Misioneros del Sagrado Corazón. iAh, qué

* Esa vidriera es regalo de la familia Rey d'Aussigny en recuerdo de su hija Ana Rey que amaba mucho a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

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bella obra! La Iglesia y la sociedad no tienen más esperanza que el Cora­zón de Jesús. El curará los males. Creced y multiplicaos; predicad porto­das partes esta saludable devoción al Corazón del Divino Maestro. Antes de morir quisiera dar a vuestra Congregación su aprobación canónica»*.

«Santo Padre, le dije, tenemos una divisa muy parecida a las palabras que acabáis de pronunciar; quizá es muy ambiciosa, hela aquí. Dignaos aprobarla y conceder 100 días de indulgencia a su invocación; para noso­tros será motivo de alegría y prosperidad». El Santo Padre leyó estas pa­labras: Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús.

«Muy bien, muy bien. De buena gana concedo la indulgencia que de­sea». Después tomó su pluma, puso (pág. 57) su nombre con estas pala­bras: Pro gratia. Se habían colmado nuestros deseos, y, después de recibir su paternal bendición, nos retiramos con la corazón lleno de júbilo 4x.

Conseguido el fin de nuestro viaje, volvimos a Francia. Proseguimos activamente la terminación de nuestra querida iglesia del Sagrado Cora­zón. Fue consagrada solemnemente el 2 de julio de 1864, en presencia de monseñor de La Tour d'Auvergne, que había sucedido a monseñor Men­jaud ele quien era Auxiliar con derecho a sucesión, y de varios obispos más. El Prelado consagrante era monseñor Guibert, arbozispo de Tours, y después arzobispo de París. Los detalles de esta importante ceremonia se encuentran en los Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, así como los de la coronación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón el8 de septiembre de 1869 4

".

Cuando se bendijo la primera parte de nuestra iglesia, en 186050, con­

sagramos el altar de la Santísima Virgen a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, según la promesa que habíamos hecho, el altar mayor al Sagra­do Corazón de Jesús y el tercero a San José del Sagrado Corazón.

El título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, invocado por los fieles piadosos, que tanto la amaban, fue ocasión de gracias tan maravillo­sas que pensamos erigir, con la autorización de nuestro ilustre arzobis­po, una asociación para el éxito de las causas difíciles y desesperadas. Puesto que todo lo concerniente a la institución de esta obra en cofradía (pág. 58) y archicofradía está relatado en otros lugares, aquí no diré nada. El demonio se enfureció contra Nuestra Señora del Sagrado Corazón y su asociación, como había hecho y sigue haciéndolo contra nuestra pequeña

• ' ..:;¡ congregac10n · . En noviembre de 1880 y en virtud de los decretos votados por los mi­

nistros francmasones", fuimos expulsados no sólo de nuestra casa madre

* Los detalles de.'esta audiencia están explicados en los Anales de nuestra pequeña so­ciedad, págs. 18-19).

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s~no también de otras residencias, yendo a buscar refugio para nuestras Obras en el extranjero. Entonces pasé por el profundo dolor de ver a todos mis compañeros dispersos, nuestra querida basílica cerrada y los se­llos sacrílegos fijados en sus puertas. Imposible describir las angustias y dolorosas inquietudes que tuvo que sufrir mi corazón en tan tristes cir­cunstancias. En medio de estas pruebas crueles Dios me sostuvo con su gracia. Me abandoné con confianza ilimitada a la divina Providencia. Me resigné a beber hasta las heces el cáliz de amargura que se me ofreció. Iba con frecuencia a echarme a los pies de Nuestro Señor y le decía: «Oh mi divino Salvador, yo y sólo yo, por mis pecados, soy la causa de estos desórdenes. Castigadme. Lo merezco, pero tened piedad de mis hermanos Y salvad del naufragio la pequeña congregación entregada totalmente a vuestro divino Corazón. Vos que la habéis fundado, a petición de vuestra Ma­dre Inmaculada, no podéis dejarla perecer».

La Santa Sede nos concedió todos los permisos y exenciones que ne­cesitábamos. Nos autorizó, en esas (pág. 59) dolorosas circunstancias a dejar temporalmente nuestro hábito religioso conservando la imagen del Sa~r~do. C~~azón baj~ la sotana, a aceptar parroquias y capellanías bajo la JUnsdiCclOn del Ob1spo, fuera de la comunidad, siempre que permane­c!ésemos ~~metidos al Superior General en todo lo referente a las obliga­ClOnes rehg10sas. Dado nuestro pequeño número, los Asistentes se vieron obligados a seguir en el exilio a nuestras obras vitales para dirigirlas. An­tes de partir me concedieron plenos poderes para dirigir la Congregación como mejor me pareciera '

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• Era una pesada carga con la responsabilidad de la parroquia de Issoudun. Con la gracia de Dios, hice todo lo que pude para que nuestras obras prosperasen y se desarrollasen, para procurarme ayudas y así subvenir a las necesidades de todos nuestros expatriados. iCuántas inquietudes, cuántos trabajos día y noche!

Entretando, tuve que luchar durante años contra un comité romano que quería a cualquier precio despojarnos en su propio provecho de la Asociación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón y cambiar el modelo primigenio de nuestra querida imagen coronada en Issoudun 54 • Hice múlti­ples viajes a Roma arrostrando todas las fatigas para defender nuestros de­rechos. El P. Jouet, que era entonces nuestro Procurador General ante la Santa Sede, me ayudó mucho. Jamás olvidaré la entrega de ese querido compañero que se sacrificó en cuerpo y alma por el bien común. (pág. 60) Compartió sin reservas mis preocupaciones y disgustos. Después de mu­chos sinsabores, gestiones y plegarias, acabamos por ganar la causa, y la dirección de la archicofradía fue entregada a perpetuidad a nuestra peque­ña congregación. Pero nos estaba reservada otra prueba, hubo que modifi­car el modelo antiguo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón para el cul-

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to público. La historia de este cambio se ha contado en otros lugares (ver nuestros Anales).

El año siguiente a nuestras expulsiones, Su Santidad León XIII nos ofreció la evangelización de los dos grandes Vicariatos de Melanesia y Micronesia. Después de muchas dudas y ante la insistencia del Santo Pa­dre, creímos nuestro deber aceptarlo. Monseñor Marcha!, arzobispo de Bourges, nos animó mucho''. Sólo un asistente, el R. P. Guyot'6

, estaba en contra. Se creyó en la obligación de enviar una larga memoria al Papa para demostrar la imposibilidad en que nos encontrábamos para aceptar esas misiones, diciendo que sería la ruina de nuestra congregación. Quería tener razón contra el Vicario de Jesucristo que mandaba, no obstante nuestras observaciones, y contra el Consejo que obedecía. Al fracasar sus diligencias, concibió un vivo descontento contra el Superior General a quien hacía responsable de este fracaso'\ y no cesó de oponérsele de for­ma velada unas veces, abiertamente otras. La situación era penosa y sufrí mucho por ello. No podía (pág. 61) proponer nada sin que él lo contradije­ra al instante. Desempeñó un triste papel en el Capítulo tenido en enero de 1891 en Issoudun. Se lanzó con ardor a la oposición y se puso a la cabeza de los descontentes con el P. Delaporte 58

, que había dejado su congrega­ción de los Padres de la Misericordia donde era Superior, para entrar en la nuestra -fue una pobre adquisición-, Diof. sabe cuánto nos hicieron su­frir estos dos padres. Roma, puesta al corriente de la revuelta de la mayor parte de los capitulares en 1891, creyó mejor disolver el Capítulo y dejar en funciones a la antigua administración 59

• El descontento llegó al límite. Cuando los espíritus se hubieron calmado un poco y para dar satisfacción a los descontentos, pedí a la Sagrada Congregación de Obispos y Regula­res la reunión de un nuevo Capítulo presidido, como Delegado Apostóli­cos, por monseñor Marchal, entonces arzobispo de Bourges. Habiéndonos otorgado este favor, murió el señor arzobispo, y Roma designó como Pre­sidente a su auxiliar, monseñor Augusto Marchal, hermano del difunto, hombre piadoso, abnegado, inteligente, experimentado y desinteresado en el asunto. El Capítulo tuvo lugar, en efecto, el11 de febrero de 1893, en el palacio arzobispal de Bourges 60

• Desgraciadamente, los opositores no ha­bían cambiado de (pág. 62) actitudes. Se pusieron de a9uerdo y eligieron consejeros a sus partidarios. El Delegado Apostólico dándose cuenta del complot informó a Roma y Roma no quiso confirmar esos nombramien­tos, conservando los antiguos asistentes. Hubo grave escándalo, etc.

Poco tiempo después, la sede de Bourges tenía su titular. Era monse­ñor Boyer, obispo de Clermont~> 1 • Apenas nombrado, los opositores le en­viaron memoria tras memoria, atribuyéndose todos los derechos. Supie­ron engañar tan bien al nuevo arzobispo que lo ganaron para su causa. En

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Padre Alberto Delaporte du Bois Roussel 1829-1895

Antiguo Superior general de los Padres de la Misericordia Misionero del Sagrado Corazón desde febrero 1886

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cuanto a mí, no escribí ni una letra, poniéndome totalmente bajo la protec­ción del Sagrado Corazón y de Nuestra Señora. Una vez instalado, mon­señor Boyer me trató como a enemigo y me echó todas las culpas. En va­rias ocasiones, no quiso ni escucharme. Actuando al revés de como lo hizo su venerable predecesor, nos manifestó tanta mayor frialdad cuanto mayor había sido el aprecio de monseñor Marchal. Roma, queriendo aca­bar de una vez con todos estos problemas y restablecer la paz, nombró a monseñor Boyer, Visitador Apostólico. Lo primero que hizo fue nombrar (pág. 63) dos nuevos asistentes. Buscando la reconciliación, hizo entrar en e! Consejo General al P. Reyn d'Anvers uno de los miembros más acti­vos de la oposición'''. Este pobre joven, altivo, ambicioso, se lanzó a ex­travíos deplorables. Sintiéndose apoyado por el arzobispo, trabajó deno­dadamente para destruir nuestra congregación. Se atrajo la confianza de cierto número de nuestros jóvenes religiosos y de todos los escolares del norte y lo arregló todo para irse todos a Bélgica y fundar allí un nuevo ins­tituto. El arzobispo, avisado de estos manejos, me tachó de exagerado y me atribuyó todas las culpas. Con el corazón lleno de angustia y lágrimas en los ojos, preveía la ruina inminente de nuestra querida congregación. Privado de todo apoyo humano y no pudiendo contar con aquél que tenía la misión de sostenernos y todos los poderes para defendernos, me volví al Corazón de Jesús y a Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Hice una no­vena. Mi oración se resumía en estas dos palabras: Salva nos, perimus. La tempestad crecía más y más y el espíritu de insubordinación estaba en su apogeo. Sentía que la tormenta iba a estallar. El Visitador (pág. 64) Apostólico, quien, entre paréntesis, jamás vino a visitarme ni se tomó la molestia de hacer una investigación para conocer la verdad y remediar el mal, estaba tranquilo en su palacio. Juzgando humanamente las cosas era como para pensar que no le hubiera importado nada vernos caer y desapa­recer como congregación religiosa. Sin duda, Dios quería probarnos una vez más que velaba por nosotros y que no permitiría los desastres que te­míamos. El último día de la novena, los cabecillas de la rebelión vinieron a verme para decirme que dejaban la congregación y que se irían esa misma tarde 63

• Pensaban llevarse con ellos a todos los de su facción. Pero en el momento de la partida se efectuó un cambio en el espíritu de nuestros jóve­nes compañeros y rehusaron seguir a sus jefes prevaricadores. Estos mar­charon solos; los demás vinieron a encontrarme y me dijeron que perma­necían fieles a la congregación que les había formado, sólo que deseaban ir a continuar sus estudios y prepararse para el sacerdocio en una de nues­tras casas del norte, ya fuera en Bélgica, en Holanda o en Austria, puesto­dos eran de esos lugares. Consentí de buena gana a su proposición que me pareció (pág. 65) inspirada por la gracia. Este fue el punto de partida para

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la erección de nuestra provincia del norte, que la Santa Sede aprobó con gusto''

4• A monseñor Boyer no pareció satisfacerle este feliz desenlace. Sin

embargo, a partir de ese día, la paz, la concordia y la caridad volvieron a nuestra muy amada congregación. Hoy, la Provincia del Norie, en donde abundan las vocaciones, nos da viva satisfacción y nos hace concebir las más felices esperanzas. Le hemos confiado nuestra misión de Nueva Po­merania.

Gracias, oh divino Corazón de Jesús, oh Nuestra Señora; cuando lo creímos todo perdido nos habéis salvado. Nos habéis probado, una vez más, que nuestra pequeña congregación es vuestra: protegedla siempre.

Cuando apenas habíamos salido de estas graves dificultades, monse­ñor Boyer me llamó a Bourges para pedirme mi dimisión como párroco de Issoudun"'. Esta proposición me sorprendió un poco, lo confieso. Sus mo­tivos eran que yo no me ocupaba suficientemente de la parroquia, que las obras sufrían, etc., que las cartas que había recidio lo aseguraban. Llegó hasta a hacerme responsable de la laicización (pág. 66) del hospital, aten­dido hasta entonces por las hermanas de San Vicente de Paúl.

«Veo, le dije, que su eminencia ha sido muy mal informado y que no conoce la situación de Issoudun. Mi deber es exponerle la verdad. Cuan­do, hace 22 años, tomé la dirección de Issoudun, esta gran parroquia era administrada por un párroco y dos vicarios solamente. Esos sacerdotes, a pesar de su abnegación, apenas daban abasto a lo material. Nada más ins­talarme, tomé a cuatro de mis compañeros como vicarios y todos los pa­dres disponibles en el Sagrado Corazón estaban a mi disposición. Todas las obras que existen hoy, las hemos fundado nosotros, pues no había nin­guna: Asociación de Madres Cristianas, catecismo de perseverancia para los jóvenes de ambos sexos, Círculos de la Juventud, Obra Militar, escue­las libres y gratuitas dirigidas por los hermanos y las hermanas, Sociedad de San Vicente de Paúl, misa para los hombres, misa para los niños de las escuelas, Institución Libre y Secundaria del Sagrado Corazón, taller cris­tiano para muchachas y reunión de Hijas de María, etc. En cuanto al des­pido de las hermanas de San Vicente de Paúl del hospital, he hecho todo lo posible (pág. 67) para conservarlas. Los administradores, radicales y francmasone~ la mayor parte, les han declarado una guerra encarnizada. Comenzaron por suprimir el sueldo del capellán, que era uno de mis com­pañeros del Sagrado Corazón, no obstante hemos seguido con el servicio. Después cerraron la capilla del establecimiento, a pesar de mis protestas, esperando forzar así la salida de las hermanas. Previne al arzobispado de todas estas fechorías. Les indiqué también un medio para impedir a los administradores cerrar la capilla, haciéndoles saber que desde hacía siglos los bienhechores del hospital habían fundado una misa diaria a perpetui-

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dad y que hasta ahora el capellán la había celebrado siempre, que no ha­bía más que declarar ante el Ministro de Culto, que obligaría a esos seño­res a cumplir los compromisos. Y, con el pretexto de que los herederos ya no existen, no se ha creído necesario seguir con este asunto. Los superio­res de París, no queriendo que las hermanas quedaran privadas de la santa misa y de la comunión por más tiempo, ya que estaban a un kilómetro de la parroquia, (pág. 68) las han retirado. Después de esto, monseñor, ¿se puede decir que soy el responsable de la salida de las hecmanas?

«Es verdad, pero quiero que usted renuncie, porque quiero poner en Issoudun a un sacerdote del clero secular».

«Si es así, monseñor, estoy dispuesto a obedecerle. Para mí sería un gran alivio verme liberado de una carga tan pesada».

«Bien, amigo mío, vuelva a Issoudun y mañana envíeme su dimisión firmada. Haré que la publiquen en la Semana religiosa diciendo que por necesidad de descanso, después de tan laborioso ministerio, usted quiere dedicarse totalmente al gobierno de su congregación. Sobre todo, no hable con nadie de esta conversación».

«Sin embargo, monseñor, no puedo menos de decírselo a mis asisten­tes, el asunto es demasiado grave como para cargar yo sólo con la res­ponsabilidad».

«Está bien, pero cuento con su dimisión». Al llegar a Issoudun, expuse los hechos a mis compañeros. Todos fue­

ron de opinión contraria al recordar en qué condiciones nos confió monse­ñor de La Tour d'Auvergne la administración de la parroquia. Después (pág. 69) de la reunión, escribí la carta siguiente a monseñor Boyer, quizá no con estas mismas palabras, pero sí con el mismo contenido:

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Monseñor, antes de enviarle mi dimisión, permítame algunas ob­servaciones; si su eminencia no cree necesario tenerlas en cuenta, acato ya sus deseos. En 1872, la parroquia de Issoudun quedó va­cante. Monseñor de La Tour d' Auvergne, que había sido testigo de las dificultades que el antiguo arcipreste nos había causado con las mejores intenciones del mundo, vino a verme y me dijo: «Por el in­terés de vuestra congregación y por el bien de la ciudad quiero con­fiaros la dirección de la parroquia de St. Cyr». Agradeciendo a su eminencia su gran benevolencia, alegué nuestro reducido número y la multiplicidad de nuestras obras. En modo alguno quiero forzarles, me dijo, pero no olvide que esta­mos en una república y que no podemos prever hasta qué extremos se llegará en Francia. Es muy posible que dentro de un tiempo más o menos iargo, esta medida sea para ustedes un medio de salva­ción. Reflexione y ya me escribirá su última palabra.

!SSOUDUN

Interior de la iglesia parroquial de St. Cyr restaurada y ampliada por el Padre Chevalier

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Aceptamos, y los acontecimientos, cuando las expulsiones, justifi · caron la sabiduría de esas previsiones. (pág. 70) Si cuando fuimos echados a la calle no hubiéramos tenido la parroquia de Issoudun, me pregunto qué habría sido de nuestra pequeña congregación y de la Asociación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

Hoy día, monseñor, los francmasones no han cambiado. Las leyes contra la religión, lejos de mejorar, se agravan cada día más; quién nos asegura que no estamos en vísperas de nuevas persecuciones. Ante tan graves eventualidades juzgue usted mismo, monseñor, si es prudente abandonar la parroquia de Issoudun. Si cree que sí, es­críbame, y a vuelta de correo le enviaré mi dimisión.

Monseñor Boyer no insistió más, pero en más de una ocasión me hizo sentir que no estaba contento. Esto no ayudó a que sus simpatías por no­sotros aumentaran. Así, se desinteresó cada vez más de todo lo concer­niente a nuestra congregación. Miró con la mayor indiferencia el restable­cimiento de nuestras peregrinaciones. En el último retiro sacerdotal, recomendó todas las peregrinaciones de su diócesis menos la de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, por otra parte tan concurrida. Los párrocos (pág. 71) del Berry, que la querían, se sorprendieron de ese silencio, y el ocho de septiembre vinieron a Issoudun en mayor número que en el pasado.

La devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, su gran Asocia­ción y sus Anales, que traen cada mes un número prodigioso de acciones de gracias, no contaban con sus simpatías, al contrario de sus venerables predecesores. Ignoro la razón de este misterio.

Su eminencia supo inspirar los mismos sentimientos a su auxiliar, monseñor Bardel66

• Este siempre fue opuesto a nosotros, hasta el punto de persuadir para que no entraran con nosotros a algunos sacerdotes de la dió­cesis que deseaban hacerlo, y de aconsejar a algunos de los nuestros que volvieran al clero secular. Con todo, siempre nos mostramos celosos, ab­negados y respetuosos. Estas pruebas fueron muy sensibles y llenaron mi corazón de amargura.

La pequeña comunidad de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón que fundé en Issoudun, tan piadosas, abnegadas y cumplidoras, tuvieron como nosotros el privilegio de no recibir ninguna muestra de sim­patía de parte del obispo 67

• Le pidieron dos favores que les fueron denega­dos; el primero, abrir una escuelita en su casa; lo segundo, solicitar a Ro­ma un Breve de alabanza para su Instituto. (pág. 72)

No obstante esta hostilidad, quizá más aparente que real, cuyo motivo desconozco, j~ás dejamos de manifestar a monseñor Boyer la más filial deferencia, el más profundo respeto y la más absoluta adhesión. Desde

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hacía algunos años habíamos alquilado el antiguo monasterio de Chezal­Benoit6~, que era parte del patrimonio episcopal. Su eminencia, que segura­mente necesitaba dinero para sus obras diocesanas, nos propuso que lo compráramos. Habiendo acabado nuestro convento en Issoudun, lo sufi­cientemente amplio como para albergar todas nuestras obras, no teníamos ninguna necesidad de Chezal-Benoit. Pusimos, por tanto, dificultades. Ante la reiterada insistencia del cardenal y para tenerlo contento entra­mos en negociaciones. Convenimos en el precio de 65.000 francos porto­da la propiedad, pero a condición de que el gobierno consintiera en esta venta sin concurso. Según el contrato, debíamos pagar 30.000 francos y el resto debía entregarse directamente al señor arzobispo. Su eminencia es­taba seguro, decía, de conseguir el consentimiento del Ministro de Culto con él que tenía excelentes relaciones. Pero, cuando llegó el momento de la verdad, la Dirección de Cultos, que en ese asunto actuaba contra la ley, cambió de opinión y dijo al cardenal que sólo el Consejo de Estado podía eximir a esta venta del concurso. El Consejo de Estado lo denegó. Mien­tras, monseñor Boyer murió. Su auxiliar, monseñor Bardel, me dijo enton­ces:

«Se acabó, (pág. 73) no hay compromiso por ninguna de las partes. Tie­nen ustedes plena y entera libertad».

Era lógico. Sintiendo que la tormenta se preparaba contra las congre­gaciones religiosas, pensamos constituir una sociedad civil, formada por las personas más honorables y responsables, y venderle todos nuestros in­muebles. Así lo hicimos, sometiéndonos en todo a las prescripciones de la ley 6

".

Durante el período de sede vacante del arzobispado de Bourges, el go­bierno puso a subasta el viejo monasterio de Chezal-Benoit, donde esta­ban instaladas varias de nuestras obras. La primera puja, muy elevada (80.000 francos), no encontró respuesta. Se hizo otra de 50.000 francos. Nadie quiso pujar, ya que había la convicción de que este inmueble, con muchos siglos a cuestas, necesitado de grandes reparaciones y aislado de todo centro, sería una pesada carga para el propietario.

La sociedad civil recién aprobada, queriendo salvar de la destrucción y de la profanación este antiguo convento de Benedictinos, hizo una oferta de 100 francos y le fue adjudicado. Esta fue su primera adquisición. Poco después de la venta, monseñor Servonnet, obispo de Digne, fue transferi­do a Bourges 70

• Considerado como hombre de gobierno y poco favorable para los religiosos, se nos ocurrió, para quitar prejuicios, ofrecerle diez mil francos, pagables en dos anualidades, como regalo de bienvenida. (pág. 7 4) A nuestra proposición, su eminencia respondió que aceptaba los 10.000 francos no como regalo, sino a cuenta de la suma que nos habíamos com-

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prometido a pagar al cardenal Boyer por la venta del colegio. Le hice ob­servar que el contrato se había roto y anulado por las razones enumeradas más arriba; monseñor no quiso saber nada. Recibió los 10.000 francos, manifestando su descontento porque no le dábamos más; él sabía sin em­bargo que, cuando arrendamos el edificio, hicimos reparaciones por valor de 25.000 francos, que monseñor Marcha! se había comprometido a de­volvemos y que nunca nos han sido pagados.-Primera queja-.Testigo de nuestro respeto, de nuestra obediencia y de nuestro afecto por su perso­na y por la diócesis, monseñor Servonnet tuvo un cambio favorable hacia nosotros.

Desde hacía largos años la escuela secundaria de Chateauroux estaba cerrada. Los habitantes pedían que se abriera de nuevo. Este estableci­miento había sido fundado por una sociedad civil que era la propietaria. La señora L. Marchain, nacida Muret de Bort, al morir había legado 200.000 francos para ampliar y dotar la casa. Su piadoso marido, heredero univer­sal, se puso inmediatamente a la obra con autorización de la sociedad ci­vil. Una vez acabadas las obras pensó en llevar a la práctica el proyecto de su generosa mujer, que había puesto como condición que el colegio fue­ra dirigido por (pág. 75) religiosos. El comité de administración, de cuya estima y simpatía gozábamos, había puesto sus ojos en nosotros. Fueron, pues, a encontrar a monseñor para exponerle su proyecto y manifestarle sus deseos. Su eminencia lo aprobó de buena gana, esperando así, sin du­da, tener bajo su dependencia la dirección de este establecimiento que ha­bía reclamado varias veces y que estos señores le habían negado siempre. De vuelta a Chateauroux deciden ofrecerme oficialmente su colegio. No queriendo comprometerme sin el consentimiento del arzobispo, le envío la proposición y le pregunto su opinión. A vuelta de correo me contesta: «Acepte; nombro al padre V audon superior del establecimiento y al padre Pouvreau director oficial ante la Academia». Estos dos padres pertene­cían a nuestra congregación y residían en Chezal-Benoit, donde el primero era superior del escolasticado y el otro profesor y director oficial de la ca­sa. Entre estos dos compañeros había una camaradería poco edificante. El P. Vaudon, normando fino, acababa de predicar la cuaresma en la cate­dral de Bourges y se hospedaba en el arzobispado. Supo ganarse la bene­volencia de monseñor apoyando sus intenciones y halagándolo en exceso. Se convirtió en su hombre de collfianza y en el instrumento de su política. Su eminencia no veía más que por sus ojos y no actuaba sin consultarle. Descontento en Chezal-Benoit, soñaba con Chateauroux; estaba todo arreglado de antemano. (pág. 76) A las exigencias de monseñor Servonnet respondí más o menos así:

«Monseñor, su eminencia olvida sin duda el texto de nuestras consti-

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tuciones, aprobadas por Roma, que confiere sólo al Superior de la Con­gregación y a su consejo el derecho de nombrar los diversos superiores lo­cales en quienes ellos reconocen las cualidades requeridas. En conciencia no podemos abdicar de este privilegio; es una cuestión de principio. Reco­nocemos en el P. Vaudon ciertas cualidades: es un predicador elocuente, un literato distinguido, un poeta de mérito, pero después de conocerle du­rante diez años, no tiene nada de lo que se requiere para estar al frente de un casa y superior de un colegio en el que nosotros tendríamos toda la responsabilidad financiera y disciplinar. Si el comité de Chateauroux quiere confiarle la dirección de su establecimiento a su cuenta y riesgo, con gusto le daremos al P. V audon. Podrá hacer lo que quiera con él. En cuanto a nosotros, permaneceremos totalmente ajenos a esta obra».

El señor Pasquet, superior del seminario mayor de Bourges, sin duda puesto al corriente de nuestra oposición por monseñor, vino a verme y me pidió que accediera al deseo de su eminencia:

«Si persiste en su rechazo, me dijo, conozco al arzobispo y tendrá en él un enemigo irreconciliable que les puede hacer mucho daño. Créame, ceda. Es por su bien».

Reuní de nuevo al consejo. Todos los asistentes estuvieron de acuerdo en mantener la primera decisión. Transmití esta respuesta. Su eminencia quedó vivamente contrariado y buscó el modo de semos desagradable; y lo encontró. (pág. 77)

Poco tiempo después, Monseñor me escribió: «Ha puesto a mi dispo­sición al padre V audon; le ruego me lo ceda por todo el tiempo que lo ne­cesite».

Le contesté inmediatamente: «Monseñor, para nosotros es un placer complacerle cuando nos es posible; de buena gana le cedemos al padre Vaudon, según su deseo».

Al domingo siguiente, la Semana religiosa de Berry anuncia que monseñor funda una Sociedad de Misioneros Diocesanos y que el P. Vau­don es nombrado Superior. Ocho días después, la misma hoja declara que el mismo padres es nombrado canónigo honorario de la catedral y hace un exagerado elogio del favorito que da risa.

Estando con nosotros, el P. Vaudon había sido nombrado director de los Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Conocía, pues, a nuestros suscriptores y tenía sus direcciones. De acuerdo con él, para ha­cemos la competencia, monseñor pensó publicar los Anales de Santa So­lange, Patrona del Berry bajo la dirección de su protegido y acudió a la mayoría de nuestros socios. Se hizo una gran propaganda. Ante todos es­tos hechos guardamos el más absoluto silencio 71

El P. Vaudon, no pudiendo vivir sin su amigo de Chezal-Benoit, que

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llevaba consigo a todas partes, lo hizo tan bien que le apartó de su voca­ción y lo atrajo a los misioneros diocesanos. El P. Pouvreau, halagado por las ventajas que le ofrecía, se dejó convencer. Después, el arzobispo, sin haberme prevenido, sin dignarse pedirnos informes sobre el individuo, in­sertó (pág. 78) en la Semana religiosa, sin más formalidades, que el P. Pouvreau se había incorporado a la diócesis y formaba parte de sus mi­sioneros diocesanos. Pedimos la dispensa de votos del tránsfuga.

Queriendo asegurar al P. Vaudon una posición estable, monseñor Ser­vonnet concibió el proyecto de nombrarle canónigo prebendado de su ca­tedral, dejándole el título de Misionero del Sagrado Corazón al cual ya no tenía derecho. Su eminencia, ocultándonos sus intenciones, informó a Ro­ma de su deseo y solicitó un indulto. Pero Roma, que es la misma sabidu­ría, creyó su deber prevenirme y pedir mi opinión. Respondí al Cardenal Prefecto de los Obispos y Regulares que el P. Vaudon desde hacía dos años vivía alejado de nosotros y que, no practicando ya las obligaciones de la vida religiosa, pedíamos la dispensa de sus votos y entonces no ha­bía dificultad para que monseñor hiciera lo que quisiera. No sé cómo trató el arzobispo este asunto en Roma; el hecho es que su eminencia notificó en su Semana religiosa que el P. Vaudon había sido nombrado canónigo prebendado. El Capítulo de la catedral, ante esta noticia inesperada, en­vió al arzobispo una protesta firmada por todos sus miembros diciendo que la prebenda estaba instituida en favor de los sacerdotes de la diócesis que han gastado sus fuerzas en el ejercicio del ministerio y que el P. Vau­don, siendo extraño y no habiendo rendido ningún servicio, no debería be­neficiarse, y que en consecuencia rogaban a su eminencia no dar (pág. 79) cauce a este nombramiento. El Venerable Capítulo añadió otras razones graves que la prudencia me impide enumerar aquí. Monseñor no cambió de opinión y, por toda respuesta, ordenó al Deán proceder a la instalación en el día señalado. Esta se hizo sin ceremonia; sólo tres canónigos estaban presentes. El clero se indignó por esta injusticia y se alejó cada vez más de su arzobispo 72 71

La persecusión se desencadenó con violencia bajo el Ministerio Waldeck-Millerand 74 etc. contra la Iglesia y las congregaciones religiosas. Los radicales y los francmsones de la Cámara y del Senado se pusieron de acuerdo con el Presidente del Consejo para aplicar una ley de expulsión contra los religiosos; se les declaró disueltos, incapaces de poseer y sus bienes, declarados vacantes, debían ser vendidos. Varios oradores católi­cos hicieron observar que esto era la violación de la libertad, de la justicia y del derecho y que llevaba a Francia hacia la revolución. El señor Waldeck-Rousseau modificó el proyecto y dejó a las congregaciones la fa­cultad de pedir la autorización para existir con la condición de dar a cono-

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cera todos sus miembros, el valor de sus bienes, etc., y que la Cámara de­cidiera si daba o no su aprobación, y aún bajo ciertas condiciones. La ley 7'

daba tres meses para hacer esta declaración, del 4 de julio de 1901 al 4 de octubre del mismo año. Monseñor Servonnet nos aconsejó pedir la apro­bación. Reunimos en asamblea a los superiores de Francia en activo y a los que lo habían sido otras veces (pág. 80) para conocer su opinión. Ex­puse las razones que iban a favor de la aprobación, que eran muchas, gra­ves y capaces de impresionar; enumeré después las razones en contra. Después de haber discutido, la mayoría, compuesta en parte de padres jó­venes, se pronunció en contra de la solicitud de aprobación. Era aceptar la disolución de la Congregación en Francia, el cierre de todas sus casas, el precintado de las mismas y el exilio con todas sus consecuencias. Aque­llos de los nuestros que creyeron que no debían expatriarse pidieron a Ro­ma la dispensa de sus votos y se secularizaron. Y o fui uno de ellos con mis cuatro vicarios 77

En el mes de agosto de 1898, durante una visita a nuestras casas en Alemania, en Hiltrup 7', me atacó una grave enfermedad que de un mo­mento a otro podía poner mi vida en peligro. Pensé, entonces, reunir un Capítulo General para que nombrara un sucesor antes de mi mue1te, a fin de evitar sacudidas a veces peligrosas cuando se trata de reemplazar al fundador de una congregación religiosa cuando él ha desaparecido ya de este mundo. El Capítulo reunido aceptó, a instancias mías, mi dimisión como Superior General y me reeligió por doce años, dándome un vicario general con derecho a sucesión. La elección recayó en el P. Lanctin, que era asistente: el porvenir estaba asegurado.

En el mes de septiembre pasado, y por el interés de nuestra querida pequeña congregación, pensé que debía presentar mi dimisión de Superior a favor del vicario general, para conservar mi puesto de arcipreste de Is­soudun que seguía siendo el centro de la Archicofradía de (pág. 81) N ues­tra Señora del Sagrado Corazón de donde nos venían todas nuestras ayu­das para mantener nuestras obras vitales. Estando cerrada la basílica, la sede de la Asociación con sus privilegios fue transferida a la iglesia parro­quial y yo sigo siendo el Director General.

Issoudun, 8 de abril de 1902 7"

El consejo general de la administración, en espera de mejores tiempos, se trasladó a Chimay (Bélgica)"', el escolasticado parte está en Canadá, en Quebec, parte en Canet de Mar (España), el noviciado en Glastonbury (Inglaterra) y la Pequeña Obra en Barcelona (España)''.

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SUPLEMENTO a

NOTAS INTIMAS

manuscrito del Padre Fundador titulado por él mismo

sin fecha escrito entre julio de 1904 y junio de 1905

según datos del último párrafo

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RESUMEN DE LAS PRINCIPALES DIFICULTADES DE ADMINISTRACION DESDE LOS ORIGENES

DE LA CONGREGACION HASTA NUESTROS DIAS

El proyecto de la congregación estaba apenas concebido y ya surgie­ron las dificultades. Nuestros queridos compañeros de hoy no sospechan siquiera todas las luchas que tuvimos que sostener y, sin la gracia de Dios, nada hubiera tenido éxito.

El arzobispo de Bourges, al principio no era nada favorable. Exigía garantías que no le podíamos dar sin la intervención del cielo. Aunque el cielo se pronunció, seguían las prevenciones. Una vez disipadas y conce­dida la autorización después de muchas diligencias, nos las tuvimos con las finanzas para instalar la obra y consolidarla 82

El reclutamiento ofreció nuevas dificultades. Falsos hermanos se des­lizaron entre nosotros. Aprovechando la poca solidez que ofrecía la capi­lla provisional, nos denuncian al arzobispo y se prohíbe la entrada a la ca­pilla. Hubo que pensar en una nueva construcción y convertirse en mendicantes. Cuántas preocupaciones, cuántos viajes, cuántos despre­cios, cuántas decepciones. Mientras tanto, el cardenal du Pont elige al P. Maugenest para párroco de la catedral. Privado del primer y principal colaborador, quedé solo con el querido P. Piperon; todo parecía perdido ... Plegarias, diligencias, súplicas, nada puede mover al arzobispo para que nos deje a nuestro compañero. Sin embargo, después de muchos años de ausencia, regresó a Issoudun, como párroco 83

El desarrollo del Sagrado Corazón, la influencia que adquieren los mi­sioneros y la afluencia de fieles que asistía a los oficios en su capilla le hi­cieron sombra y se volvió hostil. Hubo disgustos y luchas. Al final, en 1871 presentó su dimisión y se hizo dominico 84

La devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón fue denunciada a Roma por un obispo francés, monseñor Dupanloup. Tuve que ir varias veces para defenderla. Apoyados calurosamente por monseñor de La Tour d'Auvergne de santa memoria, conseguimos la victoria. Roma reco­noció oficialmente la legitimidad y Pío IX concedía la coronación de la estatua milagrosa en 1869 8

;.

Apenas superada esta dificultad, surgió otra en extremo violenta. Ha­biéndose propagado rápidamente en Roma la devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, un comité de prelados romanos y de altas personali­dades hizo todo lo posible para acapararla y despojar a Issoudun. De ahí las luchas incesantes, los viajes sin fin y las apelaciones a la Santa Sede para que se reconocieran nuestros derechos. Al fin, acabaron haciéndonos justicia 86

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El odio de los enemigos no estaba satisfecho; la tomaron con la estatua de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Se urdió una intriga contra ella con la pretensión de que se salía de los cánones ordinarios y que el niño, en lugar de estar de pie delante de su Madre, debía reposar en su brazo. Los opositores, asustados por falsificaciones ridículas, lo hicieron tan bien que ganaron la causa y un día nos enteramos, para nuestra sorpresa, que un decreto de la Sagrada Congregación de Ritos imponía en adelante el nue­vo modelo para el culto público. Monseñor de La Tour d'Auvergne, que no había sido consultado para ese cambio, quedó asombrado. Redactó una memoria a favor del modelo antiguo que no ofendía en nada las leyes de la Iglesia y que había recibido el insigne privilegio de una coronación solemne. Me envió para que la llevara a Roma. Sólo Dios conoce los dis­gustos que este asunto nos causó. La Santa Congregación, sorprendida en su buena fe, examinó en asamblea general el informe del arzobispo de Bourges y reconoció que tenía razón; sin embargo mantuv·o su decisión, no queriendo rectificarse. Reconoció no obstante, por documento auténti­co dirigido a monseñor de La Tour d'Auvergne, que la estatua coronada en Issoudun era irreprochable en todos sus aspectos, que se podía seguir rindiéndole público homenaje en todos los lugares donde estuviera coloca­da. Sólo que en adelante, in posterum, cuando se erigieran nuevas esta­tuas en honor de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, deberían confor­marse al nuevo decreto, a fin de que no hubiera más que un solo modelo y uniformidad en la asociación, de la que quedábamos los directore a perpe­tuidad.

Viendo que la devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón se propagaba por todas partes y producía frutos de salvación, una congrega­ción potente quiso apropiársela, pretendiendo que había surgido en su se­no y que uno de sus miembros la había predicado antes que nosotros en Paray-le-Monial en el monasterio de la Visitación. Esto no tiene ningún fundamento. Se entabló una polémica, hubo que hacer diligencias en Ro­ma, y Roma nos dio la razón xs.

Pensamos que en adelante podríamos dedicamos un poco al desarro­llo de nuestra amada congregación y de sus obras; fue imposible. Una for­midable tempestad, preparada desde hacía tiempo por la masonería, se de­sencadenó contra las congregaciones religiosas. Un decreto satánico, emanado del Ministerio francés en 1880, ordenó la expulsión de todos los religiosos y la clausura de todas las iglesias. Fuimos incluidos en la pros­cripción y pasamos por el dolor de vemos arrojados a la calle por la fuerza pública, con menosprecio de todos los derechos. Era la ruina. La Peque­ña Obra, el noviciado, el escolasticado y los compañeros se vieron obliga­dos a emprender el camino del exilio. jQué angustias, qué preocupado-

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nes, cuántas diligencias y fatigas! No bastaba con encontrar un refugio en tierra extranjera, había que procurarse los recursos necesarios para todos los exiliados a fin de sostener las obras e impedir que muriesen de hambre. Qué terrible situación la del pobre superior. Este estado de cosas duró lar­gos años 89

Por penosas que sean estas dificultades venidas de fuera, no son nada comparadas con las que vienen de dentro. De los enemigos de Dios y de la religión se puede esperar todo, no hay que extrañarse. Pero cuando los hijos que uno ha engendrado, alimentado, educado a costa de los mayores sacrificios, se vuelven contra uno, no hay palabras para expresar el dolor.

La formación difícil de la congregación, la penuria de personal y la persecución y dispersión en que nos encontramos durante más de diez años, sin hablar de la fundación de nuestras misiones, habían forzosamen­te y en contra de nuestra voluntad, provocado irregularidades en la admi­nistración. Compañeros inquietos y animados de mal espíritu, se encarga­ron de realzarlas con acrimonia y reprochárselo duramente al superior y a algunos de sus consejeros, sin tener en cuenta las dificultades inextrica­bles del pasado y los sacrificios hechos para salvar a la congregación del naufragio. Con espíritu de caridad y conciliación nada hubiera sido más sencillo que pedir a la Santa Sede una sanación general de todas las irre­gularidades cometidas durante ese tempestuoso período que nos tocó vi­vir. Roma lo habría concedido de buena gana y todo se habría arreglado. Pero no, el espíritu de Dios fue reemplazado por el de la insubordinación y la revuelta. Los descontentos (y uno se pregunta por qué), sembraron el espíritu de la división un poco por todas partes, sobre todo entre los jóve­nes; algunos compañeros mayores, guiados por no sé qué motivo, se deja­ron arrastrar. Enviaron a Roma informe tras informe, pidiendo la destitu­ción de la antigua administración, que, según ellos, no merecía ninguna confianza. Roma no tuvo en cuenta su petición. De ahí surgieron nuevos descontentos, nueva agitación y una reiterada apelación a la Santa Sede. Su intención era, sin duda, que se disolviera el Instituto y fundar otro so­bre sus ruinas, según su nueva concepción.

Para cortar por lo sano todas estas desavenencias, que se volvían in­quietantes, pedimos la reunión de un Capítulo bajo la presidencia del ar­zobispo de Bourges, monseñor Marchal. Habiendo muerto, fue su herma­no monseñor de Sinope, su auxiliar, quien lo presidió en el palacio arzobispal. Los cabecillas hicieron un conciliábulo, y a pesar de sus actua­ciones anticanónicas, tuvieron la cruel decepción de ver, a causa del infor­me del presidente, como las decisiones del Capítulo eran anuladas por Ro­ma, que mantuvo en el cargo a la antigua administración. No queriendo

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someterse, se entregaron a nuevas cábalas y apelaron de nuevo a la Con­gregación de los Obispos y Regulares. Mientras tanto, monseñor Boyer, obispo de Clermont, fue nombrado arzobispo de Bourges. El Papa León XIII lo hizo su delegado y le nombró visitador apostólico de la congregación. No se había instalado aún y ya los opositores le enviaron varias memorias en su favor, llenas de odiosas calumnias contra los antiguos superiores y su administración. Monseñor Boyer, engañado, parecía desesperar de po­der encontrar el modo para restablecer la paz y la concordia entre noso­tros. Después de una novena a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, los acontecimientos tomaron otro rumbo. Los principales jefes de la revuelta, creyendo contar con la colaboración de nuestros estudiantes, de un gran número de escolares y de varios padres jóvenes, dieron un auténtico golpe de estado. Vinieron a avisarme que dejaban la Congregación y que se iban a Bélgica con todos aquellos que quisieran seguirles para fundar otra. No habían contado con la intervención divina. En el momento de partir, aquellos con quienes ellos contaban se negaron a seguirles, diciendo que querían permanecer fieles a su vocación de misioneros del Sagrado Cora­zón. Así terminó este triste episodio.

Desembarazados de agitadores, la Santa Sede, a petición nuestra, eri­gió en Provincia todas nuestras casas del norte, que hoy, gracias a Dios,

fl · YO son muy orec1entes . Después de esta prueba indecible, nos esperaba otra. El Gobierno,

más sectario aún que el anterior, hizo que las Cámaras decretaran la diso­lución de las órdenes religiosas y la prohibición de la enseñanza por parte de las mismas, flagrante violación de los derechos de la Iglesia y de la li­bertad. Se votó sin embargo una enmienda que permitía a las congrega­ciones pedir la aprobación que las Cámaras, después de examinarlas, po­dían acordar. Además, la ley confiere a los ministros el derecho de disolver las congregaciones, aun las aprobadas, por un simple decreto, si les parece bien.

Llamados a pronunciarse, los Misioneros del Sagrado Corazón, per­suadidos de que no obtendrían la aprobación, rechazaron pedirla. Fueron disueltos y emprendieron el camino del exilio, unos hacia Bélgica, Inglate­rra y Canadá, otros hacia España, Italia, Suiza y las misiones d~ Oceanía. Fueron selladas la casa-madre y su basílica, así como todos sus mmuebles de Francia, con menosprecio de los derechos de la sociedad civil inmobi­liaria del Indre, constituida legalmente tres o cuatro años antes de estos acontecimientos. Sus protestas no han sido escuchadas, por lo que han apelado a los tribunales. ¿Les harán justicia? Esperamos contra toda espe­ranza91.

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NOTAS

1 Nacimiento, bautismo, nombre: según los documentos oficiales de la alcal­día y de la parroquia Nuestra Señora de Richelieu, podemos precisar:

a) EsTADO Crvn.: El quince de marzo de mil ochocientos veinticuatro nació en Richelieu Chevalier Juan Julio, hijo de Juan Carlos Chevalier, panadero, y de Luisa Ory, casados el 22 de enero de 1811. Acta inscrita en la alcaldía, el15 de marzo de 1824, con el n.o 20.

b) PARROQUIA: El seis de marzo, mil ochocientos veinticuatro, ha sido bauti­zado por mí párroco abajo firmante, Julio Juan, nacido ayer, hijo de Juan Car­los Chevalier, panadero, y de Luisa Ory: el padrino ha sido Pedro Hilario Ory, panadero, primo del niño, y la madrina, Adelaida Baudran, esposa de Onésimo Chevalier, mercader, y tía del niño por matrimonio. M. J. Picard, párroco (ex­tractos oficiales del Registro y fotocopia del Registro de Bautismos, 1824, bautizo n. 0 22, en AGmsc). En las actas oficiales o notariales, el P. Chevalier firmará or­dinariamente Juan Julio; las actas del arzobispado de Bourges son conformes al certificado de bautismo: Julio Juan Chevalier, o simplemente Julio ( cf. por ejem­plo, Cartas de ordención. AGmsc). En su correspondencia ordinaria, el P. Cheva­lier firmará simplemente Julio (o J. Chevalier).

2Tres hzjos: Carlos, Luisa y Julio; teniendo los dos primeros, respectivamente, doce y diez años más que el pequeño Julio. Pocas noticias sobre la familia. Su pri­mer biógrafo, P. Piperon, que no comenzó a recoger datos sobre el fundador y la congregación hasta su regreso a Francia allá por los años 1897-1898, dirá diez años más tarde: «Sólo recuerdo de un hermano y una hermana de los que nos ha­bló el P. Chevalier. Ignoro si tuvo otros hermanos o hermanas. El padre siempre fue muy sobrio en los detalles sobre su familia, a pesar de que tenía un gran afecto por los suyos» (Noticia, 1907, en Anales Issoudun, 1907, pág. 664, n. 2). Cf. pág. 118, Apéndice II: La familia Chevalie1; en el año 1909.

3 Augusto Moriet: Vicario de Richelieu desde septiembre de 1834 hasta abril­mayo de 1838 (Cf. Informe Huguet, 30-7-1930. AGmsc).

4 Primera comunión: ¿Se confundiría aquí el P. Chevalier al escribir: «era en 1836, jueves del Corpus»?. Al entregar, el 20 de mayo de 1908, un extracto del re­gistro de bautismos, el párroco de Richelieu, señor Meunier, añadió: «Comunión el 29 de junio de 1836». Esto significaría que fue el domingo de la Trinidad, en 1836. Más tarde, por carta del 11 de julio de 1930, el sacerdote Huguet, párroco deán de Richelieu, daba la misma información al P. José Dépigny, asistente gene­ral en Roma, basándose sin duda en una lista de comulgantes de 1836.

5 Confirmación: en Richelieu, el 22 de mayo de 1839, por monseñor Luis Agustín de Montblanc, arzobispo de Tours. En el grupo de confirmados del mismo día había también un «José Chevalier» (ibid.).

6 El inciso: «probablemente ... lo era» fue añadido posteriormente por el mis­mo P. Chevalier.

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7 Misión en Richelieu: El párroco M. J. Picard murió el 9 de diciembre d~ 1837. Su sucesor, el sacerdote Bourbon, tomó posesión de la parroquia de Riche­lieu el 1 de marzo de 1838. El vicario Moriet llenó el interinato. Según consultas hechas en Richeliu en 1929 y 19 30, se sabe que no hubo «misión» propiamente dicha en Richeliu en el año 1838, como las de 1825 y 1861. Es posible que hubie­ra habido algún «retiro», predicado por el Superior de los Lazaristas o «sacerdotes de la misión» de Tours, señor Luis Redon. De hecho, algunas líneas más adelante, el P. Chevalier alude a los «ejercicios del retiro» (Cf cartas del antiguo vicario, E. Cartier , 23-7-1929, y del párroco Huguet, 11-7-19 30 al asistente general Dé­pigny, Roma. AGmsc).

8 Claudia Francisco Avée 91789-1871 ), originario de Issoudun y superior del seminario menor de Saint-Gaultier. Cf. J. Chevalier, Historia religiosa deIs­soudun, 1899, págs. 405-409: resumen del incidente de Conives. Este incidente se sitúa durante el invierno de su primer año en el seminario menor, 1841-1842. A propósito del efecto causado en el seminarista por este incidente, el P. Piperon, res­pondiendo al P. Cochet msc, islas Gilbert, dice:

Al contarme este hecho, él (P. Chevalier) me decía: Jamás he hecho otro retiro que me haya dado tanta luz y tantas gracias y me haya hecho tomar tan serios propósitos ... A partir de entonces la conducta del seminarista cambió totalmente. Señalaba «su conversión» a partir de ese terrible acci­dente. Lo recordó siempre. Fue entonces que comenzó a vivir de la pleni­tud de la vida cristiana y que se ejercitó generosamente en adquirir las al­tas virtudes de la vida de perfección ... No he hablado de ello en la noticia biográfica porque, al no mencionarlo para nada el relato que se encuentra en la Historia de Issoudun, creí que era mejor guardar la misma discre­ción. Puede utilizar lo que le escribo como mejor le parezca. No tiene más apoyo que mi testimonio del relato que me hizo el venerable padre. (Carta. Thuin 24 de septiembre de !914. AGmsc. Doss. Piperon)

Este testimonio del P. Piperon pone en duda el análisis del P. Vermin, El P. Julio Chevalier, Roma, 1957, págs. 458-460 n. 13. Una «conversión» no es necesariamente un hecho estático, como el del camino de Damasco. Podemos encontrar­nos ante una conversión evolutiva, marcada por diversas circunstancias.

9Regreso a Richelieu: El señor Justo dejó el servicio de las Damas del Tem­plo (Benedictinas, calle Monsieur, París) como administrador de los bosques de V atan, en julio de 1842. Su sucesor seguramente no necesitaba de los servicios de Julio Carlos Chevalier, que regresó a Richelieu. Verosímilmente no encontró don­de alojarse en el antiguo domicilio, en la esquina de la calle del Cisne y de la carre­tera de Loudon. No volvió a ejercer su antigua profesión de panadero. Para asegu­rar la vida de su familia, obtuvo, de favor, el oficio de guarda municipal y mozo de cuerda. Murió seis años más tarde, el 20 de agosto de 1848. Su viuda le sobrevivió 30 años, en Richelieu. Es, pues, en Richelieu que, en el verano de 1845, Julio vol­vió a encontrar a su familia. Acababa de terminar sus «humanidades». Le queda­ba por hacer su año de retórica ( 1845-1846), antes de ingresar en el seminario ma­yor de Bourges.

10 Padre Mollevaut p.s.s.: El P. Chevalier escribe «Molveau». Se trata del sulpiciano Gabriel Mollevaut, que fue superior en la «Soledad», noviciado p.s.s. en Issy-les Molineaus', cerca de París. Este santo varón se definía un poco a sí mis-

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mo cuando decía: «el verdadero sacerdote es un hombre cuyos pies no se apegan a la tierra, las manos al dinero y la cabeza a los hombros».

11 El profesor de filosofía era entonces el sulpiciano R. Désobeaux, en Bour­ges de 1846 a 1850. Bailly había compuesto «un tratado de teología dogmática y moral para uso de los seminarios». En la primera parte del siglo XIX, en casi to­dos los seminarios franceses y canadienses se seguía la teología clásica de Bailly. Su éxito se debía, en parte, a la exposición clara y completa de las materias teoló­gicas. Este manual, galicano y rigorista, fue puesto en el Indice en 1852, donec co­rrigatur. Fue reemplazado, en Bourges, por el manual de Bauvier ya revisado en las ediciones de entonces.

12 Tonsura: recibida en Bourges, el 29 de mayo de 1847, en las témporas de Pentecostés.

13 Francisco Teófilo Ruel (1805-1866). Este sulpiciano ya había sido profe­sor en Bourges en 1834-1839. Regresó para asumir el cargo de superior del semi­nario (1842-1851 ). El seminarista Julio Chevalier estuvo bajo su dirección duran­te todo su tiempo de seminario (1846-1851). El P. Ruel estimaba a Julio Chevalier. En una ocasión supo defenderle y ayudarlo también materialmente. Luego, aunque alejado de Bourges, el antiguo director Ruel no perdió de vista a su protegido; le apoyó incluso en sus pruebas en Issoudun. Por ejemplo, en los primeros años de la fundación, cuando cayó el entredicho episcopal sobre la primera capilla ruinosa, en noviembre de 1858, el P. Ruel, convertido en arcipres­te de Mortagne, en la diócesis de Sées, pasó por Bourges. Se enteró de la pena de aquel a quien llamaba familiarmente su querido Julio. Sin tardanza, acompañado de un amigo común, el P. Janthiot, fue a Issoudun para reconfortar a su joven ami­go. Antes de marchar, le dice:

La Providencia me permite disponer de una cantidad de dinero para una buena obra; me pregunto cómo utilizarla; tú, hijo mío, tú sabrás como ha­cerlo, te la doy.

La suma era muy importante. Esta fue la primera piedra de la iglesia proyecta­da, la futura basílica (Cf. revelación del vicario general Lelong, hijo de Issoudun, que guardaba una fiel veneración por el sacerdote que le orientó hacia el sacerdo­cio: discurso en la basílica de Issoudun cuando la conmemoración del centenario del nacimiento del P. Chevalier, en abril de 1924 (Cf. Semana religiosa del Berry y Anales de Issoudun, 1924, pág. 195). Más tarde, otro vicario general de Bour­ges, monseñor Fr. Auvity, evocaba el mismo hecho en Historia del Seminario Mayor de Bourges, Auvity-de-Roffignac, París, 1932, nota págs. 297-298). Mon­señor Auvity precisa que él había sido informado por monseñor Lelong, que a su vez lo sabía del canónigo J anthiot, presente en Issoudun con el P. Ruel. Por su parte, el P. Chevalier preferirá rodear de gran discreción la generosidad de su anti­guo director del seminario. Quizá aludía a ello en una carta del 3 de abril de 1862, dirigida a monseñor de La Tour d'Auvergne, a propósito de la iglesia en construc­ción, cuyo inicio fue posible, dijo: «gracias a ayudas providenciales».

14 El profesor era el señor L. Pellisier, que enseñó en Bourges de 1846 a 1848. R. Aubert, en Historia de la Iglesia, Fliche-Martin, vol. 21: El pontzficado de Pío IX (1846-1878), 1852, pág. 465, hace dos observaciones:

Los teólogos, siguiendo a Perrone, que parece haber sido el primero en ha­cerlo, comienzan a introducir la cuestión del Sagrado Corazón en los tra­tados De Verbo incarnato, mientras que numerosos autores espirituales se

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Francisco Teófílo Ruel p.s.s. 1805-1866

dedican a demostrar que se trata de algo más que de una simple devoción sentimental o de un dogma aislado: «Es la síntesis de toda la doctrina ca­tólica, resumida en el amor de Jesucristo por nosotros y de nosotros por Jesucristo» (monseñor Baunard, Un siglo de la Iglesia en Francia, pág. 200).

1; Esta transcripción se conserva todavía en un cuaderno del seminario titula­

da Repertorio (cuatro páginas de escritura apretada). AGmsc Dossier Chevalier. 1" ... guardé ese hermoso sueño para mí y no se lo comuniqué a nadie ... A te-

nerlo en cuenta. Ya en uno de los Ms más antiguos del fundador, escrito en 1855-1856, que designamos bajo el título de «Ms 1856», el P. Chevalier precisa que ha­bía hablado de su proyecto a su confesor. Luego añade al hablar en otro momento: « .. .lleno de estos pensamientos, puse tímidamente mis ojos en un seminarista al que creía hecho a propósito para secundarme en esta empresa, el señor X ... Jamás le hablé de ello ... » [Cf. Apéndice n. 1, Ms 1856. Cf. también Anales de la peque­ña sociedad, pág. 2: « ... se fijaron el uno en el otro para la realización de este pro­yecto, pero sin comunicarse sus pensamientos» (la cursiva es del redactor). Cf. Fontes M.S. C. serie 1, vol. 1].

17 Ordenaciones: todas en Bourges. Ordenes menores, el domingo de septuagésima, 4 de febrero de 1849. Subdiaconado, el 8 de abril de 1850, en la capilla del seminario mayor por

monseñor Dupanloup, obispo de Orleáns. Diaconado, el 30 de junio de 1850, en la capilla del seminario mayor. Sacerdocio, el 14 de junio de 1851, sábado antes de la Trinidad, en la cate­

dral de Bourges, por el cardenal Dupont, arzobispo. 1x ••• tenía el cielo seguro: estas palabras están escritas como una corrección;

primero había escrito «mi salvación era segura». 19 Chdtillon: el sacerdote Miguel Legay, nacido en 1795, administró la parro­

quia de 1828 al 26 de abril de 185 5, siendo nombrado entonces canónigo de la ca­tedral de Bourges. Murió el 26 de junio de 185 8.

20 El sucesor del canónigo Legay en Chatillon-sur-Undre fue el sacerdote An­tonio Tamisier. En junio de 1855 será nombrado vicario en lssoudun, cuando los sacerdotes Chevalier y Maugenest serán liberados de su cargo de vicario en la pa­rroquia de St. Cyr.

21 Sacerdote Luis Quentin ( 1790-15 de agosto de 1854) regentaba la parro­quia de Aubigny-sur-Nére desde 1820. Después de su muerte, el sacerdote Che­valier asumió el interinato hasta la nominación del nuevo párroco, el sacerdote Larbaletrier, que fue instalado el 1 de octubre de 1854.

22 Issoudun, ciudad de 15.000 almas, dice el P. Chevalier. En su Ms 1856 se había acercado más a la realidad al escribir: «lssoudun con sus 14.000 almas ... ». De hecho, el censo oficial de 1856 daba 13.320 habitantes para la ciudad de ls­soudun; el de 1861 dará 14.282 ( Cf. Echo des M archés, 9 de octubre de 1861).

23 Fecha de llegada a Issoudun: Aquí, el P. Chevalier habla del 14 de octu­bre; en los Anales de la pequeña sociedad, fijándose en la fiesta de Santa Teresa, escribía: (ellos) «Se encuentran, el15 de octubre de 1854, reunidos en lssoudun, como vicarios». Más tarde, a partir de 1898, el P. Piperon mantendrá esta fecha del 15 de octubre, pudiendo decir sin duda, como P. Bertin, en 1908: «el padre de­cía siempre que llegó el día de Santa Teresa». Sabemos la costumbre que tenía el fundador de unir los acontecimientos de la congregación a una fiesta litúrgica. Vol-

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vamos primero al documento más cercano al acontecimiento, el breve Ms 1856; al hacer alusión de sus confidencias a Maugenest el P. Chevalier escribía: «Un mes después de mi llegada a esta ciudad, me manifesté a él. Era hacia el fin de noviem­bre de 1854». Esto concuerda con el registro de cambios del arzobispado de Bur­ges, Según los cuales el sacerdote Chevalier, instalado vicario de Aubigny-sur­N ere el 22 de octubre de 185, cesó en sus funciones el 21 de octubre de 18 54, para comenzar las mismas en Issoudun el día siguiente, domingo 22 de octubre. Los pa­dres Depigny y Vermin mantienen estas últimas fechas. En Fontes s. I n. 1 nota 5, por simple distracción indiqué el 14 y 15 de octubre, cuando mi intención era dar preferencia a las fechas oficiales, sábado 21 y domingo 22 de octubre de 1854. En cuanto al « 15 de octubre» está seguramente relacionado, en el recuerdo del P. Chevalier, al hecho de su nombramiento, fechado o recibido ese día.

24 P. Berthier: Se trata aquí del célebre jesuita issouldunés (1704-1782), es­critor erudito, director del famosoJournal de Trévoux hasta la expulsión de Fran­cia de los jesuitas (1762), preceptor en la familia real, custodio de la biblioteca del rey Luis XV, autor de diversas obras ... El P. Chevalier dedica a esta celebridad de Issoudun las págs. 398-404 de su Historia religiosa de Issoudun, 1899.

25 Fundación bajo el patronazgo de María Inmaculada: Atestiguado parti­cularmente en los diversos Ms del P. Chevalier, desde 1855: Proyecto provisional de Reglas (1855), Ms 1856, correspondencia anterior a 1869, etc. Además del hecho ligado al 8 de diciembre de 1854, tenemos:

1." En Ms 1856: (para superar los obstáculos) «recurrimos con solicitud a nuestra poderosa protectora, nueve días antes de la fiesta de la Archicofrad!a de su santo e inmaculado corazón ... ». En un pacto hecho con ella: «Compromisos sa­grados asumidos por nosotros a los pies de nuestra buena Madre y depositados en su corazón inmaculado con absoluta confianza ... ». Y, si son escuchados en este año ( 1855) se comprometen entre otras cosas, después de haber tomado el nombre de Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, a «un amor especial, una devoción particular al corazón adorable de Jesús y al corazón inmaculado de María; traba­jarán con empeño para que estos dos corazones sean amados .en. todas partes» (art. II). «El cuadro principal de la capilla representará al corazon mmaculado de Maria y al corazón adorable de Jesús salvando a los pobres pecadores» (a~t. IV). Hay que notar que en este documento más antiguo, tan próximo a los pnm~ros días, no se escribe aún «que se hará amar y honrar a Mana ... de modo peculzar» (estas últimas palabras fueron añadidas posteriormente por el f~ndador en el Ms Anales de la pequeña sociedad, cuya redacción comenzó hacia 1869).

2. 0 En el pequeño cuadro de Maugenest, apoyo ingenuo de una oración fer­viente durante la novena preparatoria al 8 de diciembre de 1854, la bandera soste­nida por los ángeles llevaba esta súplica: «Oh, corazón inmaculado de María sál­vanos y f los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús» (sic). Las dos letras «y f», que significan «y funda», parece que fueron añadidas más tarde, cuando el P. Maugenest completó el cuadro primitivo; no obstante está perfectamen~e en la línea del proyecto de los dos compañeros, según el Ms 1856: «Oremos ... pidamos pues a María en honor de su ilustre prerrogativa ... que ella misma funde esta con-gregación» (Cf. texto completo en Apéndice !). . . , .

3. 0 En Proyecto provisional de reglas (1855), cuya mtroducc10n se rep1te textualmente en Ms 1856, esta pequeña sociedad del Sagrado Co~~zon ... «ha ?a­cido en el corazón sagrado de Jesús bajo la poderosa proteccwn de Mana» (pág. 1 ); «la elección del superior será precedida de una novena en honor de los co-

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razones sagrados de Jesús y de María ... » (pág. 4); «ellos (los MSC) tratarán de ser útiles en su región(= la de su familia, cuando la visiten) y de propagar la devo­ción al sagrado corazón de Jesús y al santo e inmaculado corazón de Ma­ría» (pág. 22, art. 20: Conducta en relación con los padres).

Si, en su devoción a María, los misioneros del Sagrado Corazón deben hacer todo lo posible para hacerla amar, para dar a conocer al pueblo «su poder ante Dios y hablar sin cesar de su ternura» (pág. 40), no se les pide todavía que la den a conocer bajo un nuevo título. No nos anticipemos y sigamos la evolución de las obras que se fundan. En el Ms, la nota explicativa en relación con el cuadro de la primera novena ha sido añadido posterimmente por el P. Chevalier.

26 De parte de una persona desconocida ... : Hay muchos personajes implica­dos en «el hecho del 8 de diciembre de 1854». Tenemos a los dos vicarios, Mau­genest y Chevalier: las confidencias que se han hecho a propósito del proyecto han pensado que debían comunicarlas al párroco Crozat. Este las al?rueba de buena gana, pues también él tenía algún proyecto para su gran parroquia de Issoudun y alrededores. El día ocho de diciembre por la mañana, después de la misa, intervie­ne un parroquiano fervoroso, es decir el señor Augusto Petit. Se les acerca de par­te de una persona que quiere guardar el anonimato y que tiene una proposición que hacerles. Esta persona, en aquellos momentos no vivía en la ciudad, pero había vi­vido en ella con su familia en la época del Terror Blanco, al menos después de 1797: se trata de un antiguo consejero de la Corte de Apelaciones de Bourges, el señor Felipe de Bengy. Retirado en el castillo de Jussy-Champagne que su esp?~a, María Celestina Labbe de Champgrand, había heredado de su hermano, el sulpicia­no Fernando Labbe de Champgrand, el señor F. De Bengy administraba la fortu­na de su generoso cuñado. Este era precisamente «la persona que quería permane­cer desconocida». Era entonces profesor en el seminario mayor de Burdeos. Así, por medíación del señor Petit, Felipe de Bengy comunicaba a los vicarios del se­ñor Crozat que un alma caritativa destinaba veinte mi/francos para fundar una buena obra en el Berry ( cf Ms 1856). Diez años más tarde, en sus Anales de la pequeiia sociedad, el P. Chevalier dirá lo mismo, añadiendo sin emb.argo: «y espe­cialmente una sociedad de misioneros». Aclaremos que estas últimas palabras fueron añadidas después de 1880, en su Ms Anales (Cf. explicación en Fontes MSC serie I, n. 1, p. 4 y nota 9). Más tarde aún, en estas Notas íntimas, el P. Chevalier añadió una nueva especificación: los 20.000 francos estaban disponi­bles «para una buena obra en Issoudun ... de preferencia una casa de misioneros».

Por tanto el 8 de diciembre de 1854, el señor Petit entregaba al sacerdote Chevalier, n; una carta (que habría desaparecido en seguida) sino un mensaje oral. No hay entrega de ninguna suma ese día; ni siquiera hay una promesa. for­mal, sino simplemente una proposición, una disponibilidad de ayuda financ1er~. Esto bastaba a los dos vicarios para reconocer con viva gratitud, en esta comum­cación, un signo providencial, una respuesta de la Virgen Inmaculada a sus fe.r­vientes plegarias. En su Ms 1856, el P. Chevalier no nos engaña: «Esta noticia reanimó nuestra confianza; rezamos de nuevo a María y después de algunas ges­tiones nos aseguramos los 20.000 francos ... ».

Hay que añadir que había aún otro personaje, muy influyente, que jugará un papel no menos providencial en los pasos que seguirán al hecho del 8 de diciembre de 1854, el señor Pedro Gasnier, superior de seminario mayor de Bourges (Cf. Apéndice 1: Ms 1856 y Apéndice !JI: Cartas de monseñor de Champgrand al se-

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ñor Gasnier p.s.s., así como la respuesta del P. Maugenest O.P. al P. Emilio Ber­tin, en 1908. AGmsc).

27 En la capilla del Rosario precisa el P. Maugenest, en 1908, en su carta del martes de Pascua al P. E. Bertín. AGmsc.

2x La propiedad: no fue adquirida antes de la visita del sacerdote Chevalier al cardenal Dupont (en enero de 1855), sino después, y por medio del carpintero Voisin, cuya familia estaba emparentada con la del señor Augusto Petit, el comi­sionado del 8 de diciembre de 1854. Después de ver diversas posibilidades, nos decidimos por una pequeña propiedad situada al norte de la ciudad, en el suburbio de la Cruz-Roja. Pertenecía a la señora Prudencia Josefina Bernad, viuda de Luis Mayet, muerto en París el 12 de marzo de 1853. Como que esta señora vivía en París, fue ahí donde se hizo la escritura oficial de venta, delante del notario señor Dufour, el1 de septiembre de 1855, a favor del señor Fernando de Campgrand, y por el precio de 15.000 francos. Este, aunque entregó el dinero necesario, por me­diación de su cuñado Felipe de Bengy, para tratar el asunto y proveer a los arre­glos necesarios, había decidido como medida de prudencia, ser él mismo el nuevo propietario. Cinco años más tarde, en la época de la construcción de la iglesia del Sagrado Corazón, queriendo el P. Chevalier adquirir un campo vecino, monseñor de Champgrand también hizo otorgar la escritura a su propio nombre delante de la señora Brinet, notario de Issoudun, el 14 de marzo de 1860. Para este campo Chapiotat-Dansard pidió por adelantado 700 francos al P. Chevalier.

29 Visita al cardenal Dupont. Realizada a principios de enero de 1855, no fue muy estimulante. El Ms 1856 es discreto sobre este primer revés. Más tarde, en febrero de 1888, el P. Chevalier hará confidencias a un amigo de su Turena natal que le visitó en Issoudun. Este, leyendo en 1907 el principio dt: la Noticia biográ­fica escrita por el P. Piperon y publicada en los Anales de Nuestra Señora del Sa­grado Corazón en diciembre de 1907, se sorprende del silencio del biógrafo sobre el fracaso de esta entrevista con el arzobispo. La oferta hecha el 8 de diciembre había sido tan estimulante:

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El querido padre, cuya fe en la obra que le había sido inspirada era viva y ardiente, vio en ella la voluntad de Dios y quedó muy agradecido. Vio en ella tan clara la voluntad divina que acudió en seguida, con la aprobación de su venerado párroco, al cardenal Dupont, quien, al parecer, le recibió bastante mal: «Fui recibido, me ha dicho el M. R. Padre, como un perro en unjuego de bolos», explicándome la reflexión de su eminencia: «Queri­do abate, yo no pido más que entrar en los designios de Dios en lo que us­ted me propone, pero de todos modos usted no puede fundar en el vacío ... Tráigame dinero y veré lo que hago». El querido sacerdote volvió a Issou­dun un poco desconcertado, pero no desanimado. Después de este primer fracaso, con el compañero Maugenest decidieron hacer una segunda nove­na con ocasión de la fiesta del Sagrado Corazón de María ... y que su emi­nencia consistió en aprobar la fundación ... ¿Por qué no ha hablado jamás de esta primera manifestación de la voluntad de Dios, y de este primer fra­caso que puso la fe del querido padre a ruda prueba, teniendo en cuenta so­bre todo su ardor juvenil y su celo tan ardiente como profunda era su con­vicción? ... ¿Consideraba insignificante el asunto? ¿Tendría miedo de disminuir la intervención de la Inmaculada Concepción? ¡No lo creo! ... en los comienzos de una obra no hay detalles pequeños, y es bueno encontrar pruebas ... ¿Sería para proteger la memoria y la dignidad del cardenal Du-

pont? E~ verdad, no creo que eso fuera causa suficiente. Al contrario, la prudencia y la sabiduría de su eminencia se hubieran puesto de relieve. Es la misma palabra del Evangelio la que el cardenal había puesto en prácti; ca: ¿A qué se expone el rey que quiere hacer la guerra y no cuenta con los re.cursos necesarios para sostenerla? [ Cf carta del sacerdote G. Rigault, parroco de La Memorable (Indre y Loira) al P. Francisco Javier Maillard 10 de diciembre de 1907. AGmsc]. '

10 La viz~:-mdesa du Quesne: nacida Blanca Heurtault du Mez (Issoudun, 1823-1886) hiJa del doctor Heurtault du Mez, diputado bajo Luis Felipe, y falleci­do en 1852. A los veinte años se casó, enjulio de 1842, con el futuro contraalmi­rante vizconde Marie Lazare du Quesne, muerto en el Mar de las Antillas el 3 de julio de 185 4; hizo traer el cuerpo de su marido de La Habana a Issoudun,' desem­barcado en El Havre el 24 de agosto de 1854. Joven viuda de una treintena de años, no tenía más que una hija, nacida en 1851; residía en la propiedad adquirida por la familia Heurtault du Mez, que había sido convento de la Visitación, en la carretera que lleva a Bourges. Mujer inteligente, piadosa y afortunada, no dudó en responder a una proposición excepcional de su venerado páiTOco, el señor Crozat: ayudar a sus dos nuevos vicarios a realizar una obra misionera en el mismo Issou­dun, concediéndoles una ayuda anual por el tiempo que fuera necesario, tanto más c~a.nto que el cardenal de Bourges espera una seguridad de este género para per­mitir a los dos sacerdotes comenzar la obra proyectada. Y así fue como después de la segunda novena de oraciones al Corazón Inmaculado de María, el mismo día de la fiesta d~ la Archico_frad_ía de Nuestra Señora de las Victorias, el buen párroco pu­do comumcar a sus v1canos que la señora du Quesne se comprometía a conceder­les una contribución anual de mil francos. Un libro de cuentas del P. Chevalier, al menos para los años 185 8-1860, testifica que la señora du Quesne hacía dos en­tregas de 500 francos por año (ABmsc Ms Chevalier).

31 Sedar Pedro Gasnier p. s.s. (1793-187 5 ), en el seminario de Bourges desde 1823, profesor de moral cuando Julio Chevalier estaba allí. Superior de 1851 a 1866. También él fue un valioso instrumento de la Providencia en la realización del proyecto de los vicarios de Issoudun, tanto en el seno del Consejo Episcopal como en sus relaciones con su colega de Burdeos, monseñor de Champgrand:

Se le apreciaba mucho porque, aunque sufría siempre, era edificante. En el Consejo Episcopal, al que pertenecía como superior del seminario, su jui­cio recto, su desinterés total de las cosas humanas, su simplicidad sin pre­tensiones, con una dulce y amable firmeza, y sobre todo su gran conoci­miento del clero dieron pronto considerable autoridad a sus opiniones ... (Auvity Fr. y Roffignac B. de, Historia del Seminario Mayor de E o urges, París 1932, pág. 300).

Los autores se inspiraron en la circular dirigida al clero por monseñor el arzo­bispo de Bourges C. A. de La Tour d' Auvergne sobre la muerte del sacerdote Gas­nier, Bourges 15 de marzo de 1857 (Semana religiosa de Berry)).

32 Dos nuevos vicarios: J. Chevalier ha sido autorizado a tomar el título de Misionero del Sagrado Corazón y por tanto a cesar en sus funciones de vicario, el 1 O de junio de 185 5. Para Maugenest los documentos del arzobispado indican so­lamente 1855. Sus sucesores han sido nombrados algunos días antes: el se1ior An­tonio Tamisier, él S de junio de 1855, y el señor José Lelot, el cuatro de junio (se-

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VJlll comlnlícacÍ<lll de Y. ( 'hastré, arzobispo de Bourges, 2 de septiembre de l'!.lH. A<;msc).

. '' Muert.e, de la se1zora Cheva!ier: «Murió a los 86 años». Según fotocopia del regtstro de dlluntos de la parroquia de Richelieu, fue inhumada el 20 de julio de 1876, habiendo muerto la víspera («ayer»). El P. Chevalier, después de la fiesta de su jubileo sacerdotal (25 años), el 11 de junio de 1876, había ido a la estación balneari.o de La. Bourboule (Puy-de-Dóme) con sus dos compañeros, el P. Guyot y el P. Anens, pnmer MSC holandés. Normalmente, según carta escrita al P. Jouet, entonces en Inglaterra para tratar del asunto de una eventual residencia, el P. Che­valier había anunciado: «Dejamos La Bourboule el martes 18 de este mes; estaré en Issoudun el miércoles 19 a las cuatro de la tarde. Mí salud está mejor ... » (carta del10 de julio). Avisado demasiado tarde del estado de su madre, el P. Chevalier fue directamente a Richelieu. Sólo pudo asistir a las exequias, el jueves 20 de julio de 1876 (Cf. carta al P. Guyot a los escolares de Roma, 9-7-1876. Fotocopia de la 40.• sepultura inscrita en el registro parroquial de Richelieu, enviada por el sa­cerdote J. Cadoral a la hermana M. Imelda Barthés FNDSC, 20-7-1983).

34 Instalación oficial: septiembre de 1855. Aquí, tal como en otros manuscri­tos del P. Chevalier (Ms 1856 y Anales de la pequeña sociedad), redactados en tiempos diferentes, la fecha del acontecimiento es la del Martirologio romano para la fiesta del Santo Nombra de María, 12 de septiembre de 1855. Pero en las publi­caciones MSC posteriores a 1875, se le sitúa en el día 9 de septiembre de 1855. Señalamos esta divergencia. Damos algunas observaciones a propósito de esto en el Apéndice IV, pág. 139).

35 Sa~erdote Juan Francisco Javier Caillaud ( 1799-1866), Vicario General del arzobtspo de Bourges, desde 1840 hasta su muerte (Cf. Semana religiosa del Berry, 1866, n.o 24, págs. 286-288).

36 Sacerdote Pedro María Mallet (1831-1892): ese «sacerdote exaltado que pasó por Issoudun», del que el P. Chevalier omite su nombre, está mejor identifi­cado en los Ms más tardíos del P. Piperon ( 1899 y 1902) y en su Noticia ( 1908-1912). Nativo de Montigny (Cher), desde su ordenación el17 de mayo de 1856, el sacerdote Mallet llegó a Issoudun como vicario de la parroquia de St. Cyr go­zando de inmejorables cualidades de espíritu y de corazón, este joven sacerdote de ~5 años fue bien aceptado por su gente, a pesar de ciertas maneras que, en aquel tiempo, podían sorprender en un miembro del clero. Hacia finales de 185 7, solici­tó su ingreso como postulantes en la comunidad M.S.C. fue aceptado y entró en enero de 1858, según las noticias de la prensa regional (Cf. El derecho común, del 28 de ~nero de 1858). Hablando de este antiguo condiscípulo del seminario, dice el P. Ptperon:

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Este joven sacerdote, no obstante sus brillantes cualidades, no pudiendo soportar el yugo de la regla ... el R. P. Superior tuvo que pedirle que se reti­rara. El postulante, vivamente ofendido, se fue con el cardenal y, para ex­cusar su salida, no temió denigrar a sus compañeros; agregó que no podía permanecer en una casa donde su vida peligraba cada día; que la pequeña capilla amenazaba ruina; que no se podía celebrar en ella los oficios sin te­ner una desgracia. En resumen, lo dijo tan bien y con tal convicción que su eminencia le creyó y, sin más información, prohibió las reuniones y los ofi­cios en la capilla, ordenando que fuera cerrada en veinticuatro horas (no­viembre de [858) ...

Quizá el P. Piperon habría podido adelantar un mes los acontecimientos, pues desde el 15 de octubre el sacerdote Mallet fue nombrado por la autoridad dioce­sana «cura ecónomo de la parroquia de Luant» (Indre). Algunos años más tarde, probó suerte en los Trapenses, pero los dejó en seguida. Se le confió la parroquia en Tranzault (lugar natal del Vicario General Caillaud). Murió en 1892 (Cf. Ana­lecta Societatis, José Dépigny, 1929, pág. 235).

37 Reglas MSC: Una primera redacción de las reglas lleva la fecha de 1855, con el subtítulo Proyecto provisional, totalmente de la mano del fundador. Un se­gundo manuscrito se titula Reglas de los Misioneros del Sagrado Corazón deJe­sús. No tiene fecha. Al principio de la primera página, encima del título, encontra­mos por primera ve la invocación Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús. Sobre la cubierta de cartulina de un grueso cuaderno, 120 de cuyas pági­nas están escritas, se especifica: Primeras reglas manuscritas de los Misioneros del Sagrado Corazón. El P. Enrique Vermin (o.c. pág. 500 n. 28) le da la fecha de 1857 al decir: «encontramos la fecha de la segunda edición (sic!) por la carta de Maugenest, San Remo 21 de abril de 1908». El dominico Maugenest contestaba un cuestionario de P. Emilio Bertin sobre los hechos relativos a la fundación de nuestra congregación y a los primeros años. A propósito de la manifestación del P. Chevalier a sus compañeros sobre el título de Nuestra Señora del Sagrado Co­razón, cuando el mismo Maugenest estaba aún presente en Issoudun (en 1857, ya que fue nombrado canónigo arcipreste de la Metropolitana de Bourges el 11 de enero de 1858, después de la predicación del Adviento de 1857), Maugenest res­pondió: «Nos reveló este piadoso secreto en los primeros años de nuestra funda­ción, al mismo tiempo que redactaba nuestras constituciones. Pero me es imposi­ble recordar la fecha exacta» (carta del martes de Pascua de 1908. AGmsc, dossier Maugenest).

lB Primeros votos: Se trataba de los votos privados, pero según las reglas pro­visionales que se habían propuesto (1855).

JY P. Juan Carlos Piperon (1828-1915 ). Ordenado sacerdote en Bourges el 1 O de junio de 1854 fue nombrado en seguida capellán de la Prisión y del Depósi­to, en Bourges. Después de dos años fue destinado a Issoudun donde ejerció las mismas funciones, compartiendo al mismo tiempo la vida común de los primeros M.S.C., aunque no se comprometió en seguida ni con los votos privados. Formó parte de esa pequeña comunidad desde principios de junio de 1856. Su primer éxi­to local fue la preparación y la organización de la procesión de la Asunción por las calles de Issoudun (Cf. El derecho común, números del 16 y del 19 de agosto de 1856, copia José Dépigny. AGmsc).

40 Iglesia del Sagrado Corazón: La primera piedra se había bendecido el 26 de junio de 1859, domingo dentro de la octava del Corpus. Habiendo muerto el cardenal Dupont el 27 de mayo precedente, fue el sacerdote Caillaud, uno de sus vicarios capitulares, quien presidió la ceremonia. Se trata aquí de la bendición de la primera partt del santuario por el sacerdote José Lamblin, vicario general del nuevo arzobispo, monseñor Alejo Menjaud ( 1791-1861 ), primer capellán del em­perador y antiguo obispo de Nancy; había hecho su entrada en Bourges el 17 de noviembre de 1859. La bendición ritual tuvo lugar el 7 de junio de 1861, fiesta del Sagrado Corazón ese año. Y se pudo abrir al culto esta parte del edificio compues­ta del presbiterio y de los tres primeros tramos de la nave. A los lados del presbite­rio se habían colocado dos pequeños altares dedicados uno a la Virgen bajo el títu­lo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón y el otro a San José, Amigo del

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Sagrado Corazón. Faltaban por construir otros tres tramos, el campanario y un coro sobre el atrio de la iglesia.

41 Sacerdote Ernesto Gay d'Ambilly: nacido en 180 l. Después de estudiar derecho entró en el seminario de San Sulpicio, París, y fue ordenado sacerdote en 1835. Durante un tiempo fue párroco de Chezal-Benoit (Cher); contribuyó gene­rosamente a la fundación del colegio del señor Dubouchat en el viejo convento de los Benedictinos. Más tarde volvió a Bourges, poniéndose a disposición de los pá­rrocos. De familia rica, se mostró generoso con diversas congregación religiosas, entre ellas la de su amigo Julio Chevalier.

42 Peregrinaciones de 1859, del 1 al 15 de junio, después por tanto de la ben­dición de la primera piedra de la iglesia. La imagen de Nuestra Señora de Francia o Nuestra Señora del Puy (Alto Loira). El sepulcro de San Francisco de Regís, en una basílica del siglo XIX en La Louvesc (Ardeche).

43 Visita al cura de Ars, el14 de julio de 1859, al mediodía. A propósito de esta visita, cf. Anales de la pequeña sociedad, Fontes MSC I, vol. 1, sobre todo la nota 9, pág. 16. Esta versión corrige la de los Anales.

44 En Paray-le-Monial: En Anales de la pequeiia sociedad el P. Chevalier si­túa esta peregrinación «a principios del año 1858», después de la salida del P. Maugenest, nombrado arcipreste de la catedral de Bourges (enero 1858). Aquí, en Notas íntimas, no respetando la cronología de los hechos, y después del viaje a Ars Uulio 1859), continúa su relato diciendo: «Durante el invierno del mismo año», donde debería decir «del año anterior», como dice el P. Piperon en su pri­mer Ms biográfico: «En los primeros meses del año 1858 ... ». confirmado implíci­tamente por el mismo P. Piperon al situar inmediatamente después, «hacia la Tri­nidad siguiente» ( 185 8), el incidente del sacerdote Mallet, causa del entredicho sobre la capilla (lo mismo en Piperon Ms 2 y Noticias).

45 Altar de la Santa: La Visitandina Margarita María Alacoque fue beatifica­da por Pío IX el 18 de septiembre de 1864. El primer altar que le fue dedicado «después de su beatificación», se ha colocado en el mismo lugar donde se había ubicado en 1860-61 el primer altar a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rema­tado por la pequeña vidriera puesta por Lobin, de Tours, en junio de 1861, justo antes de la bendición de la primera parte de la iglesia (7 de junio de 1861 ). Allí se erigió la Asociación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón el 6 de abril de 1864, según los Estatutos aprobados y el decreto de elección del 29 de enero pre­cedente. En cuanto a la alusión del Indulto de Roma concediendo misa y oficio en honor de la Beata Margarita María, esto nos lleva a los años 1874 y 1875: 21 de mayo de 1974 para la concesión y 17 de abril de 1875 para la expedición del In­dulto de la Santa Congregación de Ritos. Esto es otra prueba de la redacción pos­terior del presente Ms Notas íntimas.

" Primeros dzfuntos M.S. C.: Tampoco aquí sigue el P. Chevalier la cronolo­gía de los sucesos y nos indica una redacción posterior a 1880 de sus Notas ínti­mas. Se sitúa en los años 185 9-1860 y escribe: «Por esa época se unieron a noso­tros algunos compañeros piadosos. Unos han muerto y otros no perseveraron». Es a partir de 1876 que encontramos a nuestros primeros difuntos: P. Sauret, J. B., 7 de enero de 1876; P. V andel, J. M., 26 de abril de 1877; P. Neenan, J. M., 15 de enero de 1879; P. Georgelin Paulina, 22 de junio de 1879; P. Hamel, J. Fr., 27 de noviembre de 18 80; y podemos añadir otros cuatro jóvenes compañeros salidos de la Escuela Apostóli~a. Los compañeros fallecidos antes de 1881 habían entrado en la comunidad M.S.C. en las fechas siguientes: Vandel en 1866, Georgelin de

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1865. Hamel en 1868. Neenan. J. M .. en 1876-77. Otros compañeros -unos quince aproximadamente- sacerdotes o seminaristas se habían unido a la comu­nidad entre 1863-1870, pero, por diversos motivos, unos diez la abandonaron an­tes de 1870.

47 Primer viaje a Roma: Gracias a la generosidad de un compañero secular, el sacerdote Urban, párroco de Doudeville (Sena-Marítimo hoy). He aquí el itine­rario de ida: Lyon, Ginebra, Chambéry, Turín, Milán, después vuelta a Génova para embarcar hacia Liorna, y allí tomar un barco para continuar hasta Roma. Pe­ro en Liorna este último barco no salía hasta tres días después; aprovecharon este retraso y tomaron el tren para una excursión a Pisa y Florencia. Y en la mañana del 31 de agosto embarcaron en Liorna para llegar a Civitavecchia y Roma el uno de septiembre por la tarde. Se hospedaron con los Padres de la Santa Cruz, en Santa Brígida, Plaza Farnesio. Audiencia papal preparada por monseñor Lacroix y que tuvo lugar el domingo nueve de septiembre, fiesta del Santo Nombre de Ma­ría. Para sus detalles el P. Chevalier nos remite a sus Anales de la pequeña socie­dad. Encontramos muchos, al menos sobre el viaje de ida y los primeros días en Roma, en su larga carta del 3 de septiembre de 1860 a la señora de Méloizes ( co­pia en AGmsc). Durante su larga vida de Superior General, el P. Chevalier hará unos quince viajes a Italia, con Roma como destino principal, pero también a otras ciudades: Turín, Nápoles, Osimo, etc.

4x Nuestra invocación-divisa: Al comienzo del Proyecto de reglas ( 1855) Y del Ms 1856, el P. Chevalier había escrito: ¡Alabado, amado y adorado por siem­pre el Sagrado Cora?.ón de Jesús! Unos dos años después, al principio del Ms Re­glas de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, escribía «amado sea en to­das partes el Sagrado Corazón de Jesús». Se comprende que no podía añadir, como lo hará a menudo después de su viaje a Roma de septiembre de 1860: 100 días de indulgencia. Pío IX, 1860. El P. Piperon, que había llegado a Issoudun en junio de 1856, escribía a partir de 1899 en sus manuscritos y en la Noticia ( 1907-1912 ): «Desde el primer día, su divisa fue: Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesus ... etc.». Los AGmsc conservan la súplica Chevalier de 1860 pi­diendo al Papa 100 días de indulgencia para esta invocación. El Papa firmó de su propia mano: Pro gratia Pius PP IX, y la fecha Die 20 septembris 1860 añadida sobre la firma. El cardenal Barnabo, prefecto de la Propaganda, certifica la auten­ticidad de la firma de Pío IX, y más tarde, el 17 de febrero de 1869, el secretario de la Santa Congregación de las Indulgencias confirmó la concesión. Por eso tene­mos la más antigua invocación en honor del Sagrado Corazón de Jesús enriqueci­da con una indulgencia, inscrita después en los catálogos oficiales. En 1863, en su carta del ocho de enero, cuando las negociaciones con los Padres Jesuitas de Vau­girard, París, el P. Enrique Leblanc s.j. proponía: «Si tiene que traducir al latín es­ta invocación al Sagrado Corazón, le propongo esta prosa rimada: Ametur ubique terrarum-Cor Jesu Sacratissimum». (AGmsc Doss. SJ). El P. Víctor Jouct ini­ciador y primer redactor de los Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón hará un sabroso comentario espiritual de esta divisa en la revista, 1872, púgs. 122-128. El también ha sido, entre los antiguos M.S.C., el más fiel en poner esta divisa al principio de toda su correspondencia. Costumbre que introdujo entre las JI ijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón desde 1875.

49 Consagración de la Iglesia y coronación de Nuestra ,)'e1iora del Sagrado Corazón (1864 y 1869). El P. Enrique Ramicre s.j. predicó, del 24 de junio al 2 de julio de 1864, el retiro preparatorio a la consagración de la iglesia del Sagrado

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Mons. el Príncipe Carlos Amable de La Tour d'Auvergne Lauraguais

Arzobispo de Bourges 1861-1879

Corazón el dos de julio. Publicó una reseña de los actos en el número de agosto de 1864, de su revista El mensajero del Sagrado Corazón, págs. 80-82. Los Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón comenzaron a publicarse en enero de 1866. Con ocasión de la coronación el 8 de septiembre de 1869, en una serie de artículos, los Anales citaron el articulo del P. Ramiere de 1864. De ahí la referen­cia que el P. Chevalier da (año 1869, págs. 224-226).

'" La bendición de la primera parte de la iglesia del Sagrado Corazón no tuvo lugar en 1860, sino el 7 de junio de 1861. Cf. nota 40.

" Aquí termina la segunda parte de este manuscrito: período de los años de fundación ( 1854-1864/69). Al hacer referencia a los artículos de los Anales de Nuestra Sel1ora del Sagrado Corazón, el padre fundador se aparta de la línea de «Notas íntimas». Ha preferido guardar silencio sobre muchos acontecimientos y experiencias ocurridos entre 1864 y 1880. Será después de las expulsiones de 1880 cuando tomará de nuevo la pluma para consignar algunos sucesos graves de este tercer período que podría llamarse el de las grandes pruebas.

'' Decretos Julio Feny (29 de marzo de 1880) contra las congregaciones no autorizadas. Expulsión de Francia de les Jesuitas (29 de junio), y de otras congre­gaciones (octubre-noviembre). A principios de noviembre son cerradas nuestras casas de Francia: la casa-madre del Sagrado Corazón, la Escuela Apostólica de Chezal-Benoit, el noviciado de Saint-Gerand-le-Puy, la residencia de Arlés ... Traslado del noviciado a Holanda, otros escolares son enviados a Roma y a Espa­ña. En Issoudun la basílica es sellada. El centro de la Asociación de Nuestra Se­ñora del Sagrado Corazón pasa provisionalmente a la iglesia parroquial de St. Cyr; el P. Chevalier, párroco inamovible desde su nombramiento en 1872, aislado de la mayor parte de sus compañeros M.S.C., sigue dirigiendo la Congregación.

" Administración general: De los cuatro asistentes, el primero, P. Piperon, ha ido con el Noviciado a Gerra, Brabante holandés, y presidirá los destinos de la futura Provincia del Norte durante una decena de años; el segundo, P. Víctor Jouet, se encuentra en Roma desde finales de 1875 y es procurador general desde el 25 de febrero de 1876; el tercero, P. J. B. Guyot, reside en la diócesis de Moulins; só­lo el cuarto, P. José Fr. Morisseau, está cerca del Superior General, encargado de la oficina de la Asociación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en la parroquia.

'" Archicofradía de Nuestra Setiora del Sagrado Corazón: Tenemos aquí una breve visión retrospectiva sobre el conflicto entre la Cofradía Romana e Issou­dun (1873-1878), el asunto polaco con el cambio de la imagen (1875), etc. Eso aconsejó la creación de una residencia en Roma, con un grupo de escolares, a par­tir de diciembre de 187 5. En este período hubo varios viajes del P. Chevalier a Ro­ma y Nápoles.

;; Misiones extranjeras: Marzo-abril de 1881, proposición romana y acepta­ción de los dos vicaria tos de Melanesia y Micronesia, con el estímulo de monseñor José Marcha!, arzobispo de Bourges desde enero de 1881. Ultramontano tranqui­lo y sin ostentación, fue durante diez años, hasta su muerte (mayo de 1892), un prelado comprensivo de las dificultades del P. Chevalier.

"' P. Juan Bautista Guyot ( 1827-1914 ), se unió a Issoudun en 1864; votos temporales, 21 de enero de 1865, permaneciendo párroco de San Pablo de Mont­lu<;:on. Allí fue el primer director de la Tercera Orden del Sagrado Corazón y el primer maestro del noviciado M.S.C., inaugurado el 12 de septiembre de 1869. En septiembre de 1873 se trasladó a Saint Gérand-le-Puy con el noviciado. Asis­tente general desde 186 9, dimitirá después de la disolución del Capítulo General

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de enero de 1891. Personalidad fuerte, excelente predicador, visitador de comuni­dades sin vivir él mismo en comunidad, especialmente polémico en el seno del Consejo de la Congregación, donde por principio frenaba iniciativas de los otros miembros, especialmente del fundador y del procurador P. Jouet.

57 De este revés: Hay que entenderlo del fracaso de su desgraciada gestión an­te las Congregaciones Romanas.

5 ~ P. Alberto De/aporte (1829-1895) antiguo superior general de los Sacerdo­tes de la Misericordia. Entró en nuestra congregación, en 1886, con su compañero Juan Vaudon (cf. pág. XxX). El padre fundador no tardó en enco11trar en ese per­sonaje rico en cualidades, pero física y moralmente muy embarazoso, una desagra­dable frialdad, sobre todo en los años de crisis de 1888 a 1895.

5" Capítulo de 1891: Abierto en Issoudun el ocho de enero, fue suspendido y

luego disuelto por decreto de la Santa Sede con fecha 27 de enero. "° Capítulo de 1893: Por petición expresa del fundador, este Capítulo debía

ser presidido por un delegado apostólico. Al morir el arzobispo José Marcha!, el 26 de mayo de 1892, Roma designó para sustituirle a su hermano y antiguo Auxiliar, monseñor Augusto Marcha!, obispo de Sinope. Legítimamente con­vocado por rescripto de Roma del 17 de julio de 1892, el Capítulo no pudo tenerse en Issoudun en la fecha señalada a causa de la enfermedad del delegado apostóli­co, sino el siete de febrero después de una sesión preparatoria; la sesión propia­mente dicha se tuvo en Bourges el once de febrero. Se eligieron nuevos asistentes, siendo éstos los padres Ramot, Morisseau, Delaporte y Lanctin. Sin embargo, sus­citadas algunas dudas acerca de la legitimidad de una elección que habría sido pre­parada de antemano, el delegado apostólico, en virtud de un rescripto de la Santa Sede del 16 de marzo, suspendió provisionalmente a los nuevos asistentes, el 22 de marzo, y confirmó a los tres antiguos, Piperon, Morisseau y Maillard, hasta nueva decisión.

61 Monseñor Juan Pedro Boyer ( 1829-1896 ), antiguo obispo de Clermont, promovido a Bourges el 19 de enero de 1893, luego fue cardenal el 29 de noviem­bre de 1895. Apenas instalado en Bourges, Roma le nombró visitador apostólico de la congregación M.S.C. El 12 de agosto de 1893, las elecciones del 11 de fe­brero fueron declaradas nulas y monseñor Boyer nombró cuatro nuevos asistentes, los padres Piperon y Morisseau (antiguos) y los padres Reyn y Vaudon. Prevenido sin duda contra la administración del P. Chevalier por ciertos miembros de la opo­sición, monseñor Boyer, prelado reservado y hábil, poco a poco fue mejorando sus sentimientos hacia el P. Chevalier, aun después de haberle invitado una vez a di­mitir como arcipreste de Issoudun, con la intención de sustituirlo por un secular. ¿Se acordaba monseñor Boyer, al ocupar la sede de Bourges, de lo que había dicho en un discurso el6 de febrero de 1887 en la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en Roma?

... Al celebrar el Santo Sacrificio en esta hermosa iglesia dirigida por los Misioneros del Sagrado Corazón, lo ofrezco también por esta querida con­gregación, tan joven aún, pero ya tan llena de vida; ella, que desde su cuna ha recibido las promesas y las gracias anunciadas por Santa Margarita María, y fecundada desde el primer instante por la bendición especial de la Santa Iglesia ... (Annali di N. S. del S. C., 1887, págs. 136-139).

"' P. Teófilo Rejln ( 1860-1941 ): Belga de Beveren-lez-Anvers, alumno de la Pequeña Obra del Sagrado Corazón desde 1877, profeso M.S.C. en 1881, orde-

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Padre Teófilo Reyn 1860-1941

Fundador de los «Capellanes del Trabajo>> nov. 1894

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1111do ~.t!lTI dote 1'11 Bois le Duc el 30 de mayo de 1881. Encargado de los Herma­rHn.! 'u:~dp!lt>l'l'S en Tilburg desde 1885, después en Amberes; superior de esta úl­tima residencia desde septiembre de 1889, «con dispensa de edad», para una comunidad de unos 150 individuos. Miembro y secretario en el Capítulo de 1891, reconfinm1do Superior de Amberes en noviembre de 1892 con un nuevo «indulto de edad», y como tal, miembro del Capítulo de 1893. Siendo tercer asistente después del 31 de agosto de 1893 y teniendo que residir cerca del superior general, es nom­brado por el Consejo General, superior del Escolasticado, en lssoudun ( 14-3-189 3 ), siendo director su amigo el P. Julio Vandel.

«El último dia de la novena, los cabecillas de la revuelta ... »: es decir, el mismo P. Reyn, en plena sesión del Consejo General, en la mañana del 8 de febrero de 1894, y su amigo Julio Vandel. Los dos, en secreto, se habían puesto de acuerdo con monseñor Deutreloux, obispo de Lieja (Bélgica), para establecer una obra nueva, y ya había pedido a Roma la dispensa de sus votos. La misma tarde del ocho de febrero, «después de haber pedido la bendición» del P. Chevalier, dejaron Issoudun para irse a Bélgica. Se habían atraído a un buen número de escolares y esperaban llevarlos con ellos. De hecho, sólo seis de más de sesenta escolares les siguieron. A esos seis hay que añadir el francés P. M. Courbon, que regresará a la congregación, y el P. Javier Klotz que había pedido ya la dispensa. El P. Julio V andel regresará también y se embarcará en octubre de 1984, para juntarse en Sydney con su amigo de Hermanee, el P. Tréand, que había tomado la iniciativa de prop~:merle que fuera con él, cosa que aprobó el P. Chevalier. Sin embargo, los escolares originarios del «norte», es decir, de Holanda, Bélgica y Alemania, el mismo ocho de febrero fueron a encontrar al P. Chevalier a la parroquia, le mani­festaron su fidelidad a la congregación y le pidieron seguir su formación en las ca­sas del norte. Se les concedió inmediatamente. E. P. Reyn fundó el instituto de los «Capellanes del trabajo» «Missionariorum Opificum» (M.O.) el 21 de noviembre de 1894, aprobado definitivamente en 1935.

6) P. Julio Vandel (1860-1933): Sobrino del venerado P. Juan Maria V andel,

el fundador de la Obra Rural (1857) y de la Pequeña Obra del Sagrado Corazón ( 1866). Estudió en Roma, y en París después de su ordenación. Director del Esco­lasticado en Amberes en septiembre de 1888. De inteligencia viva, de una gran fi­neza de espíritu, de naturleza muy impresionable, intelectual muy cultivado, pasó cuarenta años en Australia, dedicado a la enseñanza y a la formación de jóvenes religiosos M.S.C. Después de la visita, en 1907, de su amigo el P. Meyer, superior general, en Australia, rumiaba aún sus travesuras de juventud, no se sentía tran­quilo sobre la validez de sus votos de religión después de su reingreso en la congre­gación en 1894. Se pidió a Roma un rescripto de sanación. En esta petición, el P. Meyer S.g. especifica los puntos siguientes: Julio V andel, sacerdote de la congre­gación obtuvo de la Santa Sede en 1894 la dispensa de los votos de pobreza y obe­diencia; después de algunos meses pidió reingresar a la Congregación de M.S.C.; a este efecto, el arzobispo de Bourges, en virtud de sus facultades como visitador apostólico de dicha congregación, benignamente readmitió al P. V andel, sin repe­tir el noviciado y sin renovar su profesión de ninguna manera; más tarde, el padre, ya como maestro de novicios, ya como superior local o consejero en Australia, ha admitido varias veces a algunos sujetos a la toma de hábito, a la profesión tempo­ral o perpetua, etc. Teniendo en cuenta la duda surgida sobre la validez de la read­misión, el general phle una declaración de validez y las condiciones requeridas por parte del padre y de los superiores; además, pide la convalidación ad cautelam de

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Padre Julio Vandel 1860-1933

en Australia desde 1894

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todos los actos realizados como maestro de novicios o como superior. La Santa Congregación de Obispos y Regulares acordó una sanación total de los hechos presentados; pidió que se admitiera al padre a una nueva profe~ión sin necesid.a? de hacer un noviciado; además, el padre debía declarar por escnto que hab1a utllt­zado el indulto concedido (S.C.EE. y RR. n. 0 9.466/16, 5 dejulio de 1807, firma­do: Card. Ferrata, Prefecto). El superior general Meyer ejecutó el indulto con fe­cha 23 de agosto, y el P. Julio Vandel, el ocho de octubre siguiente, sobre una simple hoja, hacía una declaración en latín, asegurando que había usa~o el indult~ y emitido una nueva profesión perpetua delante del P_. .F. Mon~ll. S m firmas. m testigos. Pero, 18 años más tarde, con motivo de su v1s1ta canome:a ~e la pr?vm­cia de Australia, el asistente general José Depigny, tan amante de las mfraccwnes como un agente de policía, conversando con el antiguo asistente Wem~ers, ~~ton­ces procurador de misiones en Coogee, se le metió en la cabeza que la s1tuac1o~ r~~ ligios a del P. V andel no estaba en orden. Con fecha 25 de enero de 1925, escnb1o al padre general Brocken: «Usted sabe que el P. V andel dejó la congregación por un tiempo hacia ... 1892-1893 (sic!) y que fue readmitido y enviado a Sydney. Después de su regreso, no renovó sus votos ... ». No se le dijo nada al interesado. ¡Se ignora incluso su declaración escrita del 8 de octubre de 1907! Seguro de sí mismo, el visitador pide al padre general que busque el indulto de sanación que el P. Wemmers asegura haber existido. Si no lo encuentra en la casa generalicia, su­giere pedir copia a un secretario de la Santa Congregación, mediante <<Una man­cia»; después enviar a Sydney una copia autenticada y encargar al P. T~éand, q~e está al corriente del «caso Vandel», que obtenga de éste una declarac1on escnta atestiguando que ha usado el indulto y hecho la profesión ante testigos. Para testi­gos, el P. Depigny propone escoger compañeros que están al corri~nte del «caso V andel» desde el principio. Así fue cómo llegó al P T1éand una cop1a mecanogra­fiada del documento romano de 1907, en la que el P. Brocken había escrito ya, manu propia, la declaración esperada de parte del P. V andel, que no tendd~ más que firmarla. ¡Podemos imaginar cómo se sentía el P. Van~el! Se aprovecho m~l~­so el paso por Sydney de su viejo amigo, monseñor de Bmsmenu. La declaracwn fue, pues, firmada el 28 de abril de 1925 por <<Julius Vandel» y por los padres <<Petrus Tréand ad hoc delegatus», <<A. de Boismenu» testis, «J. J. Wemmers m.s.c.» testis (AGmsc Doss. J. Vandel & Dépigny & Visita canónica Australia 1924/25).

" 4 Provincia del norte. Esta provincia era esperada desde hacía años, no sólo por la joven generación de Europa, sino también en las misiones, de manera espe­cial por monseñor Couppé. Este, con fecha 6 de noviembre de 1893 y apoyado por el P. Tréand, superior de Randwick-Sydney, había solicitado ante la Propaganda de Roma la erección de una provincia del Norte, estimando esta medida como la única para salvar las misiones. Un eco de tal intervención «sui generis» la encon­tramos en una carta del Card. Ledochowski, prefecto de la propaganda, a monse­ñor Boyer, visitador apostólico, fechada en Roma el 20 de en~ro, pidiendo infor­maciones acerca de noticias llegadas a la Sagrada Congregacwn sobre la supre­sión de tres casas M.S.C., erigidas en Alemania (sic!) (Prot. n.o 5.563). El 23 de enero de 18 94, monseñor Boyer envió una nota al P. Chevalier:

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Tengo noticias urgentes y graves que comunicarl.e. Venga a verme inme­éiiatamenté. Le espero a usted, a usted solo, a nad1e mas ... (AGmsc. Doss. Bourges 1894 ).

La entrevista tuvo lugar el día siguiente, 24 de enero. El P. Chevalier prometió al arzobispo de Bourges enviarle una declaración escrita al volver a Issoudun. Co­sa que hizo el 25 de enero. Citemos:

Monseñor, en la audiencia que se dignó concederme ayer, su eminencia me dejó entrever que nuestros compañeros del norte tendían a separarse de la casa-madre y formar una comunidad aparte. Este proyecto iría en con­tra de las ideas de la Santa Sede que, desde hace algunos años, se esfuerza por reunir en sus troncos de origen a las diversas ramas que se han separa­do, como los Trapenses, los Benedictinos; además del escándalo que se produciría, sería casi la ruina de nuestras hermosas misiones de Oceanía. Después de haber reflexionado, monseñor, y haberlo tratado con los asis­tentes, he aquí la proposición que me atrevo a someter a su eminencia; se trataría de pedir a Roma la erección de una provincia con las casas del norte, es decir, Amberes, Tilburg y Salzburgo. De esta manera ellas ten­ddan su autonomía y actuarían por sí mismas bajo la dependencia del su­perior general y su consejo, además de las reglas establecidas por el dere­cho, como se hace en otras congregaciones. Esta erección como provincia colmada los deseos de los compañeros de esas regiones, dada satisfacción a todos y daría un nuevo impulso a nuestra congregación. Así evitaríamos cualquier sacudida y recobraríamos la paz y la unión entre nosotros. Una vez decidiera la Santa Sede, nombraríamos un provincial que residie­ra en Amberes o en Tilburg, y cuando pudiéramos estableceríamos en esas regiones un noviciado y un escolasticado que serían surtidos por sus es­cuelas apostólicas. En pocos años, esa provincia seria próspera y podría fundar casas en Alemania para auxiliar a las necesidades de la misión de Nueva Pomerania. Este remedio, monseñor, sería el más eficaz de todos; y Roma, viendo una solución a nuestras dificultades, aceptaría en seguida si su eminencia lo aprobara. Si este proyecto le convence como a nosotros, monseñor, digá­melo e iré en seguida a tratarlo con usted. Tengo el honor. .. J. Chevalier M.S.C.» (AGmsc Duplicara 1894 ff. 153-154).

Aquí tenemos un plan en el que pensaba el padre fundador antes de los suce­sos del 8 de febrero de 1894. El proceso de la erección de la primera provincia ha­bía sido bien reflexionado. Sólo que, este proceso, frenado por otras consideracio­nes, fue acelerado de repente por la salida de los padres Reyn, V andel y consortes. En efecto, en la sesión del consejo del 8 de febrero de 1894, el P. Chevalier escri­bió de su propia mano el borrador de una súplica al cardenal prefecto de la Con­gregación de Obispos y Regulares, pidiendo dos cosas:

1.0 La erección de la Provincia del Norte. 2. 0 La convocatoria de un nuevo Capítulo. El fin de este Capítulo, «reunido

bajo la presidencia del visitador apostólico» (monseñor Boyer), era «elegir, según las Constituciones, los asistentes y el procurador general, que, hasta ahora, sólo son provisionales, y nombrar una comisión para revisar y completar el Directorio de la congregación, lo cual es urgente ... ». «La erección en provincia de nuestras casas (del norte) daría viva satisfacción al espíritu nacionalista que ha sido una de las principales causas de nuestras tribulaciones y favorecería las vocaciones, tan numerosas en esas regiones, como también el desarrollo de nuestras misiones de Oceanía ... ».

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Al día siguiente, nueve de febrero, el P. Chevalier escribía al P. Clemente Of-fermans, superior de Tilburg:

El P. Reyn nos juega una mala pasada. Estábamos en vísperas de erigir en provincia las casas de Amberes, Tilburg y Salzburgo. El arzobispo de Bourges consiente en ello y el P. Reyn también. El próximo lunes tenía­mos un encuentro en Bourges para apostillar la petición, cuando el miérco­les último el P. Reyn nos ha manifestado su proyecto ... Se ha marchado con sus seguidores. Su partida ha perturbado profundamente al Escolasti­cado. La gran mayoría permanecen fieles a su vocación. Los alemanes van a Salzburgo a terminar sus estudios, probablemente en el seminario ma­yor, a fin de dedicarse a las misiones alemanas en Nueva Pomerania, pues el gobierno alemán no quiere más que a los alemanes educados en Alema­nia. Vuestros queridos compatriotas, fieles también a su vocación, quieren seguir en la congregación; me han pedido para ir a Tilburg a terminar sus estudios, bajo su dirección, con la esperanza de que usted les ayudará y, si es posible, le pedirán que les lleve al seminario de Gerra; desde ahí les di­rigirá en su vida religiosa. Vea lo que puede hacer, querido amigo, para darles satisfacción; se lo merecen. Sus buenos sentimientos y su generosi­dad nos afectan mucho. Esto será a corto plazo el comienzo de una provin­cia ... » (APmsc Tilburg & fotocopia en AGmsc).

Igualmente interesante y más intima es la carta dirigida al P. Jouet, ant~guo procurador general; está fechada el 24 de febrero, con la palabra «confidencial»:

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... (2) Si, los padres Reyn y V andel acaban de dejar la congregació.n. j~en­dito sea Dios! He aquí en qué circunstancias: usted sabe por expenencra el mal espíritu que desde hacia tiempo animaba a estos dos compañeros y el mal que han hecho a la Congregación. Ellos fueron los peores elementos del Capitulo de 1891 al que usted asistió. Lo habían preparado todo en la sombra y envuelto en sus intrigas a un gran número de los nuestros, inter­pretándolo todo con mala intención y no retrocediendo ni ante la injuria ni ante la calumnia; sus gestiones, sus escritos e informes a Roma dan fe de ello. Al ver que sus proyectos se habían abortado tanto en el Capítulo de 1891 como en el de 1893, su actitud se volvió más insolente. Obligados a formar el consejo, se me impuso (por monseñor Boyer, Red.) al P. Reyn esperando ganarlos con esta prueba de confianza. Era meter al enemigo en la plaza. Al trasladar el escolasticado a Issoudun, el P. V andel, no obstan­te mis reclamaciones, fue el director. Era un disolvente más. Estos dos pa­dres se dedicaron disimuladamente a demoler la autoridad y a atraerse a nuestros jóvenes religiosos por la indisciplina y concesiones inconvenien­tes, diciéndoles que por estar mal dirigida la congregación, había que fun­dar otra. Llamé la atención a nuestro venerado visitador apostólico sobre este estado de cosas, suplicándole que hiciera una visita canónica para darse cuenta del mal que había; la enfermedad no se lo permitió. Al ver cómo iban las cosas, hice una novena a Nuestra Señora del Sagra­do Corazón y a monseñor Verius, rogándoles que tomaran nuestra causa en sus manos. Mientras tanto, el P. Reyn, con el pretexto de unos asuntos que lo reclamaban en Bélgica, fue a encontrar al obispo de Lieja para pe­dirle la autorización de fundar en su ciudad una congregación para ocupar­se de la clase obrera bajo el título de Misioneros de la Sagrada Familia. Su

eminencia seguramente le manifestó su conformidad. A su regreso, hizo partícipe de sus esperanzas al P. Vandel e involucró en el complot a los hermanos Hannigan y Crowley, profesores en el Escolasticado. Después, sin yo saberlo envió al P. V andel ante el obispo de Lieja para saber la últi­ma palabra. Nada más llegar de Bélgica el P. V andel, los dos padres y los dos profesores vinieron a decirme que al haber perdido toda confianza, de­jaban la congregación para irse a fundar la obra en cuestión. Los cuatro se fueron esa misma tarde, jueves ocho de febrero. Su salida excitó los espíri­tus; pero al día siguiente nadie quiso seguirles. jGran decepción! Nuestros tránsfugas fueron directamente a Lieja esperando una buena acogida, pero el obispo no quiso recibirlos en las condiciones en que se presentaron y les invitó a dejar la diócesis; se vieron obligados a dispersarse. Los dos padres fueron a Aix-laChapelle y los dos hermanos no sé adonde. ¿Qué harán? No lo sé. «Las casas de Amberes, Tilburg y Salzburgo nos han permanecido fieles. He hecho venir a los tres superiores, que parecen bien dispuestos. Puesto que, por una parte, los nacionales no se entienden con los franceses y, por otra, el gobierno de Berlín se ha quejado a la Propaganda de que nuestros alemanes destinados a la misión de Nueva Pomerania eran educados en Francia, los hemos enviado a terminar sus estudios, unos a Tilburg y otros a Salzburgo. Todos están felices y contentos y han manifestado un gran amor por la congregación y su decisión de perseverar en su santa vocación a pesar de todo. Una jugada de la Providencia, querido amigo. El tumor estaba maduro, ha reventado solo y el pus principal ha salido. Hemos que­dado muy aliviados. Los escolares que han quedado en Issoudun, unos veinte, están contentos y animados con las mejores disposiciones. La unión y la paz parecen haberse restablecido totalmente. La Sagrada Con­gregación de Obispos y Regulares y nuestro eminente Protector recibirán esta noticia con satisfacción. Puede hablar de todo esto con el querido P. Caseneuve (amigo común de Marsella, Red.) bajo secreto; así como a su familia. Adiós, querido amigo, rece mucho por mí» (AGmsc copia en el Dossier Jouet, falta el original).

En la exposición de los hechos, tal como eran conocidos en ese momento, 24 de enero, no hay ninguna exageración sobre las intenciones y disposiciones de los tránsfugas. Encontramos la confirmación en el Diario íntimo del P. Meyer, enton­ces en Salzburgo, donde consigna no sólo los hechos que le comunica por carta el mismo Julio V andel en esos días, sino también sus propias inquietudes sobre lapo­sible escisión. Y el mismo Eugenio Meyer, totalmente de vuelta, «convertido» después de la muerte de monseñor Enrique Verius, pide con fervor al santo obispo que salve la congregación (Cf. Diario Meyer, 1893-1894, escrito en Salzburgo, AGmsc).

Después de los sucesos de enero, el primer asistente P. Piperon había escrito a monseñor Douletroux, obispo de Lieja, una carta «llena de hiel», según la expre­sión de monseñor Boyer, visitador apostólico, que protestó fuertemente contra es­ta intervención, en su carta del 25 de febrero al P. Chevalier, advirtiendo:

En todo caso, ni el P. Piperon ni ningún otro padre, puede intervenir a es­paldas de quien tiene los poderes de la Santa Sede. Escribiré, pues al obis­po de Lieja. Si unos han tenido graves equivocaciones, está claro que el

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odio ejerce también su imperio en la otra parte. Desapruebo y condeno ab­solutamente la intervención del P. Piperon. A usted, mi querido padre, con mi afecto sincero e imparcial para ser eficaz, J.P. (Boyer) arzobispo de Bourges (AGmsc Doss. Bourges 1894 ).

El mismo día, en una carta que acompaña un documento, el arzobispo de Bourges añadía al P. Chevalier:

La única conclusión de todo esto es que usted debe sentirse satisfecho de esas salidas, y del modo como se han hecho. Sin preocuparse de lo que ha­rá el obispo de Lieja. Es su problema. El debe ser, es y será infmmado por cualquier otro menos por el P. Piperon. Removido el obstáculo, a usted le toca restablecer el orden interno. iQué Dios y Nuestra Señora le ayuden! (ibid).

El 16 de marzo, el consejo delibera sobre la erección de una provincia. Y el 19, el P. Chevalier somete la deliberación al visitador apostólico, urgiéndole que solicite de Roma esta erección, apoyando la petición del Consejo (Cf. Archivo Vaticano. B 26 B, 1894 y carta de monseñor Boyer, 21 de marzo de 1894. AGmsc Dossier Bourges XI).

Por otra parte, el P. Chevalier invita al P. Clemente Offe1mans (Tilburg) para que se entienda con los padres Ramot (Amberes) y Leopoldo Hartzer (Salzburgo) para organizar sus obras y presentar sus proposiciones al Consejo General ( 19 de marzo). El dossier, visto por el visitador, es enviado a Roma el22/23 de marzo. El rescripto de la Congregación de Obispos y Regulares para la erección de la provin­cia lleva fecha del 23 de abril de 1894; el cinco de _na yo siguiente, la provincia lla­mada «del norte» era canónicamente erigida, con Borgerhout-Amberes (Bélgica) como sede provincial. El P. Celestino Ramot fue el primer superior provincial, asistido por los otros dos superiores locales como consejeros provinciales, padres Hartzer y Cl. Offermans (Archiv. Secr. Vaticano: B 26 B n.o 1.368/14, 20 de abril de 1894, minuta; y rescripto de erección n. 0 1.368/14, 23 de abril de 1894, cardenal Verga).

65 Arcipreste de Issoudun. El P. Chevalier lo era desde el 15 de mayo de 1872. Desde su primer año en la sede metropolitana de Bourges (1893), monseñor Boyer, dejándose influenciar por algunos miembros del clero, celosos de las em­presas y de la influencia del párroco-arcipreste de Issoudun, manifestó una actitud reservada, sino desconfiada, hacia él. De ahí, por ejemplo, la carta de Chevalier a monseñor Boyer, el 25 de julio de 1893:

Agradezco a su eminencia el que me haya hecho conocer los reproches que le han dirigido desde Issoudun sobre mi administración parroquial. ..

Y, en seis grandes páginas apretadas, el P. Chevalier expone la verdadera si­tuación de la parroquia «por interés a la verdad», pasando revista a todo lo reali­zado durante veinte años con la colaboración de sus vicarios y auxiliares, todos MSC, pidiéndole al arzobispo que juzgue por sí mismo. Y, precisamente en enero de 1894, el arzobispo deseaba que el P. Chevalier presentara su dimisión como párroco de St. Cyr. Este le respondió el 20 de enero, exponiendo las ventajas que había tanto para Issoudun como para la congregación MSC si conservaba el car­go:

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Estas son las' ideas que me atrevo a proponer a su eminencia después de haber consultado con nuestro Señor en la oración. Si su eminencia piensa

que no debe tenerlas en cuenta, me someto a sus decisiones y estoy dispues­to a hacer lo que mande ... (Cf. Duplicata 1893-1894).

Es comprensible que con la llegada de monseñor Boyer a Bourges, nombrado además y en seguida «visitador apostólico» de su congregación, el P. Chevalier, ya como arcipreste, ya como superior general de una congregación entonces bajo tutela, iba a encontrar otro tipo de relación entre Bourges e Issoudun. Por el hecho que todas las decisiones del Consejo debían someterse al visitador apostólico, las comunicaciones epistolares y las visitas al arzobispado se hacen frecuentes. Pero siempre «por negocios». Por otra parte, el P. Chevalier no tendrá mucha necesi­dad, en adelante, de pedir la calesa de la familia Bonneval-du Quesne para ir a buscar a un arzobispo tan poco dispuesto a ir a Issoudun, tan discreto e imparcial quería ser. El P. Chevalier no estaba acostumbrado a tantos contactos indirectos, lejanos. Fue un período penoso y humillante para el fundador. Pero, pensándolo bien, sabrá apreciar los servicios de monseñor Boyer a favor de la congregación. Monseñor Boyer fue promovido cardenal en el Consistorio el 29 de noviembre de 1895 y murió en diciembre del año siguiente.

'''' Monse11or Claudia Barde!: Nació en 1851 en la diócesis de Clermont. Vi­cario general de monseñor Boyer, en Bourges, y promovido auxiliar suyo, el 18 de mayo de 1894, con el título de obispo titular de Parium, de ahí «monseñor de Pa­rium». Después de la muerte de monseñor Boyer, monseñor Barde! fue trasladado a la sede de Sées, el 19 de abril de 1897. Antes de dejar la diócesis de Bourges, fue a despedirse del P. Chevalier, haciéndole un curioso regalo:

Reverendo Pddre, no todos vuestros padres son sus amigos. Aquí le traigo, antes de irme de Bourges, todas las cartas que contra usted han escrito a monseñor Boyer. No he querido que este dossier quede en los archivos del arzobispado; aquí lo tiene; podrá enterarse de su contenido y verá qué es lo que le reprochan ...

Uno de los principales testigos del P. Chevalier, su primer vicario en St. Cyr durante treinta años, podrá escribir en sus memorias:

El P. Chevalier conservó este dossier hasta su muerte. Se encontró en un cajón de su escritorio. El buen padre se vengó de sus enemigos recibiéndo­los con bondad y caridad. Los invita a sus mesa y los trata mejor que a sus amigos. Yo vi a varios de ellos en su mesa que estaban lejos de pensar que él tenía en su poder sus cartas de denuncia al cardenal Boyer. Repasando ese famoso dossier repetía: «Que Dios les perdone» (Ms Claudio Hé­riault: Virtudes del P. Chevalier, 2. 0 cuaderno. AGmsc Dossier testimo­nios).

"7 Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón: Congregación fundada en

Issoudun el 30 de agosto de 187 4, con aprobación del arzobispo de Bourges. Ha­brá que esperar hasta el 23 de julio de 1908, cinco meses después de la muerte de la R. Madre María Luis Hartzer, primera superiora general, para obtener el De­creto de alabanza, promulgado por la Sagrada Congregación de la Propaganda con aprobación del Papa Pío X.

68 Chezal-Benoit: (Cher): Antiguo monasterio benedictino, a unos 17 kilóme­tros de Issoudun. La abadía fue confiscada cuando la Revolución. En 1860, la au­toridad diocesana de Bourges la compró e instaló en ella un colegio libre. El funda­dor y el primer director fue el sacerdote Dubouchat. Después de su muerte en 1865, le sucedió el issouldunés Juan Carlos Félix Chaumereau (nacido y muerto en Issoudun, 1820-1898). Un gran amigo de los MSC.- Dos años más tarde, el

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IssououN Fachada de la éapilla del Sagrado Corazón consagrada el 2 de julio 1864

basílica menor desde 1874

P. Chevalier consigue con facilidad la instalación en el colegio, el jueves 1 O de oc­tubre de 1867, del primer grupo de la escuela apostólica, «Pequeña Obra del Sa­grado Corazón», fundada en la Anunciación de 1866 (lunes 9 de abril) por el P. Juan María V andel, que ya había fundado la Obra Rural, y que se había unido a la comunidad del P. Chevalier el 2 de febrero de 1866. En 1869, el colegio dioce­sano es confiado a la dirección de los MSC con el P. Juan Carlos Marie (Thorey) como primer responsable. En 187 5, el colegio cede el lugar a la escuela apostóli­ca, alquilando los MSC todo el antiguo monasterio. Pero en noviembre de 1880 se ven obligados a desalojar el lugar a causa de las expulsiones de los religiosos. Des­pués de una decena de años alejados de Francia, los MSC ponen ahí su noviciado, venido de Tilburg (Holanda) con el P. Piperon. De forma alterna Chezal-Benoit albergará al Escolasticado y a la Pequeña Obra durante el difícil período de 1891 a 190 l. Mientras tanto, monseñor Boyer propuso a los MSC la compra de ese in­mueble que formaba parte aún del patrimonio episcopal. Las negociaciones se in­terrumpieron a casua de la muerte del cardenal Boyer, en 1896. La sede de Bour­ges todavía estaba vacante cuando el Gobierno puso a subasta ese viejo monasterio; los MSC pudimos adquirirlo por medio de la nueva sociedad civil, creada en 1897. Chezal-Benoit será de nuevo y definitivamente abandonado cuan­do las expulsiones de 190 l.

'·" Sociedad inmobiliaria del Indre: Sociedad anónima regida por estatutos propios, contenidos en un acta recibida por la señora Etave, notario de Issoudun, el 15 de junio de 1897, en conformidad con las leyes del 24 de julio de 1867 y el 1 de agosto de 18 9 3. Ocho personas aportaron inmuebles o terrenos a esta so­ciedad y fueron los primeros accionistas: 1. 0 ) Se1ior Chevalier, una iglesia llama­da «Basílica del Sagrado Corazón», sin el presbiterio y la sacristía, una casa vieja con un piso a la derecha de la iglesia, un cuerpo de edificio que hace escuadra con el precedente, el jardín interior. 2. 0 ) P. Pipe ron, el presbiterio de la basílica, la ca­pilla de Nuestra Señora, la cripta, la sacristía y el piso superior; un cuerpo de edifi­cio que hace escuadra, con bodega, cocina en el subsuelo, tres pisos, uno de ellos abuhardillado, un patio al que sigue un edificio paralelo al anterior, con planta baja y un piso; otro cuerpo de edificio que continúa el del señor Chevalier y terre­no en el cual se levantan estas construcciones; un cercado rodeado de muros y de­pendencias; diversas casas ubicadas en Issoudun, calle de Vouet números 1, 3, 7 bis, 15, 17, 19, 21, 27, 29, 31. 3. 0 ) Señor Tréand, casas situadas en la calle de Vouet números 2, 4, 6 (esquina de la calle de las Liebres) y 10, formando todas un conjunto. 4. 0 ) Señor Maillard, casa situada en la calle Vouet número 12 y la pro­piedad vacía del número 16; la propiedad llamada «la Pingaudü~re» en los munici­pios de Caháteauroux y de Déols por extensión, que comprende casa de vivienda y explotación agrícola. 5. 0 ) Seiior Raynaud, propiedad situada en Cléry, munici­pio de Issoudun, comprende casa de habitación y de explotación con parque y tie­rras. 6. 0 ) Se1iorJullien, diversos inmuebles que forman la propiedad de St. Priest, cantón de Aixe, casas de habitación, propiedad agrícola, jardines, pastos y casta­ñar; una casa conjardín en Marsella, calle Thiers número 85. 7. 0 ) Señor Hériault, una propiedad en Vichy llamada «Villa de las Lilas» con diversos cuerpos de edificio. 8. 0 ) Señor Guynot de Boismenu, un terreno de 600 metros cuadrados en Vichy (todos estos señores eran MSC). Con fecha 7 de agosto de 1897, Roma concedió un indulto autorizando la constitución de esta sociedad anónima. Como lo indica aquí el P. Chevalier, la primera adquisición que hizo esta sociedad fueron los inmuebles y los terrenos del viejo monasterio de Chezal-Benoit.

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70 Monseñor Pedro Pablo Servonnet ( 1830-1909): Sucesor del cardenal Bo­yer, fue trasladado de Digne a Bourges el 14 de abril de 18 97. Era conocido como un prelado de cierta tendencia republicana, que justificaba por la política de adhe­sión a la República, preconizada por León XIII. Para un P. Chevalier que seguía siendo ferviente monárquico, la llegada del nuevo arzobispo le causa cierta apren­sión. No nos extrañemos de las dificultades surgidas en el último año del padre fun­dador, en un período particularmente delicado. Las diferencias entre el arzobispo Servonnet y el P. Chevalier no faltaron; pero más de una vez el clero tendrá oca­sión de apoyar a esté último, ya fuera como superior general o COL'10 arcipreste de St. Cyr (Cf. Correspondencia Doss. Bourges, especialmente la carta-memoria del 12 de agosto de 1897 a monseñor Servonnet sobre el asunto Chezal-Benoit. Du­plicata núms. 220-225: negociaciones con el cardenal Boyer, después con monse­ñor Barde!, vicario capitular; llamada de atención sobre los convenios anteriores en Chezal-Benoit desde 1868, después en 1890, etc., el regalo hecho a monseñor Servonnet con ocasión de su entrada, y la carta del 15 de agosto siguiente ( ibid, núms. 225-227).

71 Asunto del colegio de Cháteauroux. En los primeros años de monseñor Servonnet en Bourges, por tanto en 1897-1899. Surgió poco después del asunto de Chezal-Benoit, 1897, que ya había indispuesto al nuevo arzobispo con el P. Chevalier y su congregación. En sus papeles, el P. Chevalier ha dejado una bre­ve memoria, que puede servir de complemento al relato de estas Notas intimas. Se titula:

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«Causas del descontento y de la hostilidad de monse11or Servonnet, arzo­bispo de Bourges»: 1.0 En el período de sede vacante de la sede de Bour­ges, el gobierno puso en venta el colegio de Chezal-Benoit, que pertenec1a al patrimonio episcopal. El primer precio que se pidió era de 70.000 fran­cos. No se presentó ningún comprador. En la segunda adjudicación se re­bajó a 50.000 francos. La sociedad inmobiliaria del Indre hizo una oferta de 100 francos y el inmueble con sus dependencias le fue adjudicada por la suma de 5O .1 00 francos. Mientras tanto, monseñor Servonnet tomó posesión de su sede. Los misio­neros del Sagrado Corazón, voluntariamente y para congraciarse con el nuevo arzobispo, le ofrecieron 10.000 francos como regalo de bienvenida. Monseñor aceptó esa suma, no como regalo, sino a cuenta, pues pretendía que la sociedad civil (que actuaba en nombre de los MSC) debería haber pagado al menos 65.000 francos por esa propiedad, que nadie quería; su eminencia ha querido hacernos responsables de esto. Exigencia incom­prensible. Esta es la primera recompensa a nuestra dedicación. 2. 0 La señora Marchain muere dejando a su marido 200.000 francos pa­ra fundar un colegio católico en Cháteauroux, dirigido por religiosos. El señor Marchain dio cuenta a monseñor Servonnet de las intenciones de su mujer. Su eminencia reclama ese dinero, ofreciéndose a hacer las edifica­ciones necesarias en terrenos de la sociedad civil (creada por los accionis­tas y familias de Cháteauroux) bajo el pretexto de que siendo el jefe de la diócesis tiene derecho a cobrar la suma. El señor Marchain se enoja - inde irae. Monseñor le amenaza y escribe en la Semana religiosa una carta llena de cólera. El legatario resite: el arzobispo le quita su capellán y le amenaza con cerrar su capilla. Esta conducta indigna a los numerosos

amigos del venerable señor Marchain, y aparta de monseñor a todos los espíritus y habitantes de Cháteauroux, de suerte que se le cierran todas las bolsas. El señor Marchain, tan piadoso como generoso hace construir so­bre el terreno de la sociedad civil, de la que forma parte, un magnífico co­legio, esperando tiempos mejores. Entre tranto, monseñor Servonnet abre una escuela secundaria (en Cháteauroux) en una casa del señor Marchain, donde su eminencia emplea 12.000 francos para reparar los locales. La es­cuela se abre con sólo dos alumnos; monseñor tuvo que cerrar. Después exigió al señor Marchain que le pagara esa suma. Este se negó, diciendo que ese gasto hecho sin su autorización no le concernía. Durante la construcción de su colegio, el señor Marchain había venido a preguntarme si queríamos tomar la dirección. Respondí que lo hmiamos con mucho gusto si el arzobispo estaba de acuerdo, a fin de ervirle y recon­ciliarle con la gente de Cháteauroux. Así estaban las cosas cuando el señor Marchain vino a contarme sus dis­gustos. Le aconsejé, para tener paz y ganarse a monseñor, que pagase los 12.000 francos que le reclamaba. Así lo hizo. Terminada la construcción del colegio, la sociedad civil de San Pedro fue a ver a monseñor para preguntarle si consentía en que nosotros tomáramos la dirección del centro. Dio su aprobación. pero con segundas intenciones. Tan pronto como estuvo todo acabado, monseñor, sin prevenirnos, nom­bró, con total desprecio de nuestras constituciones aprobadas por Roma, al P. Vaudon superior y al P. Pouvreau (entonces) titular de Chezal-Benoit, director oficial de la institución. Teníamos razones muy graves para no aprobar esta doble elección. Por lo que me negué a ratificarlos. A partir de este momento, monseñor nos manifestó una antipatía irreconciliable. Sacó de nuestra congregación al P. Vaudon, para nombrarlo superior de una nueva sociedad de misioneros diocesanos, que fundó contra nosotros, y se nos llevó al P. Pouvreau para formar parte de la misma. La hostilidad de monseñor Servonnet no hizo más que crecer más y más. Nos dijo queja­más tendríamos la dirección del colegio de Cháteauroux. Mantuvo su pa­labra. La sociedad civil, muy descontenta y confundida, se dirigió a los pa­dres Oratorianos que monseñor aceptó.

J. Chevalier mSC

Para más datos, ver las cartas del señor Marchain, del señor Pasquier, su­perior del seminario mayor, las de la sociedad civil y mis respuestas.

El Dossier al que hace alusión el P. Chevalier y que había reunido él mismo está en el Archivo M.S.C. Sólo para el asunto de Cháteauroux hay unos cincuenta documentos. Cuando se consultaron los Archivos del Indre en Cháteauroux, en septiembre de 1968, pudimos hablar con un testigo de la época, el venerable canó­nigo Marquet. Nos dio un testimonio que confirma perfectamente todo lo que dice el P. Chevalier, por quien tenía todavía una gran admiración. Luego en su Ms so­bre la Historia del Colegio León XI!!, e! canónigo Marquet recuerda las peripe­cias de este penoso asunto. Citemos algunos pasajes:

Consejos y gestiones no podían hacer que el nuevo arzobispo se desviara del camino que se había trazado ... Desafiando la opinión pública, se ganó la reprobación general al hacer abrir, el 1 de octubre de 1897, la Escuela

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San Felipe por dos de sus sacerdotes, los abates Berthucat y Chastré. L& escuela no debía durar más que el tiempo de inscribir a los dos alumnos que se habían presentado. El fracaso consiguiente y el desaire no iban a fa­cilitar las negociaciones futuras ... Sin embargo, el 28 de enero de 1899, el señor Marchain podía declarar: Voto emitido para la reapertura confiada a los misioneros de Issoudun, bajo el patronazgo del arzobispo de Bour­ges ... Previamente, el arzobispo y el R. P. Chevalier, habiendo sido tantea­dos, iban a mostrarse intransigentes sobre la designación del director, el uno imponiendo su candidato, el otro manteniendo su derecho de elec­ción ... La congregación del Sagrado Corazón sabe que tiene libertad para escoger su director y, si reconoce que el P. Vaudon tiene cualidades excep­cionales, no lo juzga apto para dirigir la escuela ...

Las cartas citadas en el Ms del canónigo Marquet muestran que él mismo o los Archivos de la Escuela León XIII de Cháteauroux tenían copias de los principales documentos de nuestro Dossie'r M.S.C., en particular de la franca y valiente répli­ca del P. Chevalier (23 de febrero de 1899) a la desconcertante carta de monseñor Servonnet del 18 de febrero: iun épico hecho de armas!

Una visión bien informada de la situación la tenemos del P. Eugenio Meyer, asistente general y secretario, y precisamente en el mes de abril de 1899:

... El asunto del colegio de Cháteauroux. Se ha envenenado. El arzobispo quería a toda costa al P. Vaudon como superior y director de ese colegio. Ha utilizado todos los medios para conseguirlo, promesas, amenazas, ór­denes, ruegos; ha hecho intervenir a señores de la administración civil del colegio. Nosotros hemos respondido siempre que juzgamos al P. Vaudon incapaz, no obstante sus grandes cualidades, para gobernar bien a profeso­res y alumnos, y que en consecuencia nuestra conciencia no nos permite nombrarlo superior; lo pondríamos prefecto de estudios, o incluso -si monseñor quiere hacerse cargo del colegio, le prestaríamos al P. V audon, como en otro tiempo prestamos al P. Thomas para Santa María. Inde irae! «Todo está roto», como en el «sombrero de paja de Italia»: y el obispo nos guarda rencor. Acaba de nombrar al P. Vaudon canónigo honorario de su catedral; le ha dirigido una carta que debe acompañar la Vida de monse­ñor Verius, y que, ayer, apareció en la primera página de la Semana reli­giosa, en la que dice que el P. Vaudon es la gloria más pura de la congre­gación; que acaba de prestarle «un servicio de primer orden» al escribir esta Vida; que ha mejorado incomparablemente los Anales; que ha «au­mentado los escolares»; y que, en respuesta, la congregación lo ha sacado de la dirección de los Anales y del escolasticado. Así se escribe la historia. leerán esa carta en la Vida de monseiior Verius. Nos deja fríos; no petju­dica más que al P. Vaudon (*). Monseñor ha pedido a la congregación que se lo preste por un tiempo, a fin de confiarle una misión particular: ¿Cuál? Nadie sabe nada; el padre general está de acuerdo. El P. Vaudon sigue siendo, pues, misionero del Sagrado Corazón, pero cumplirá una misión diocesana. Qui~á sea una solución para él. Cuando haya tenido bastantes disgustos, volverá, dichoso de encontrar en la congregación una madre que olvida y que perdona ... (CfCarta Meyer a V andel en Australia. abril de 1899).

(*) La carta de monseñof'Servonnet, publicada en la Semana re/("iusa del Berrr, aparccio incomple­ta en la obra editada en abril de 1899.

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La última frase del P. Meyer podría evocar indirectamente la fuga y el.retorno de Vandel en 1894.

7' P. Juan Vaudon (1849-1927): Normando de la diócesis de Coutances, na­

cido el 6 de noviembre de 1849. Ordenado sacerdote en París en 1872. Primero miembro del Oratorio de París, después de la congregación de los Padres de la Mi­sericordia, fundados en 1806 con el titulo de Misioneros de Francia. Este Institu­to. desde 18 72, había tenido como superior general a otro normado de la misma diócesis de Coutances. el P. Alberto Delaporte du Bois Roussel. A causa de des­graciados asuntos financieros y de dificultades internas, el P. Del aporte estimó conviene presentar su dimisión de superior general, para ir a buscar «fortuna» en otra parte, esperando en un primer momento la unión o la fusión de su instituto con el de Issoudun. Después de muchas consultas de una parte y otra, finalmente Juan Vaudon fue el único que siguió a su infortunado superior: en 1885, los dos pidieron entrar con los Misioneros del Sagrado Corazón. Con los indultos de la Santa Sede hicieron su profesión M.S.C. a principios de 1886: El P. Vaudon, el 10 de enero, en la capilla de la comunidad en Roma, ante el procurador P. Jouet; el P. Delapor­te, el 19 de febrero, en París, delante del superior general, P. Chevalier. El P. Vaudon no tardó en regresar a París. En el mes de mayo se le confió la direc­ción de los Anales de Issoudun. Hay que reconocer que dio a esta publicación un formato, un relieve y un aire nuevos, con la colaboración del P. Delaporte, escritor ya conocido.

En junio de 1888, Vaudon volvía a Roma: desde septiembre reemplazó al P. Jouet, como superior local y director de escolares. Pero por la Pascua de 1889 fue llamado a Issoudun. Después de una breve estancia, fue a París, teóricamente como «procurador de misiones». En julio de 1890, se le llamaba a Issoudun, nom­brado superior de la casa-madre del Sagrado Corazón y director de los escolares. En septiembre de 1891, el P. Chevalier ve conveniente tomar de nuevo el gobierno de la casa-madre, permaneciendo en la propia, donde viene a residir el P. Vaudon, que sigue en la dirección de los Anales. Después del Capitulo General de febrero de 1893, el nuevo arzobispo de Bourges, monseñor Boyer, en su calidad de visita­dor apostólico, nombraba al P. Vaudon 4. 0 asistente general; lo será hasta el Capi­tulo General de 1897. Entre tanto. después de la salida, a principios de febrero de 1894, de los padres Reyn y V andel, respectivamente superior y director del esco­lasticado de Issoudun, el P. Vaudon debía asumir esta doble responsabilidad, en Issoudun primero, luego en Chezal-Benoit, donde fue instalado el escolasticado en octubre de 1895. Hasta después del Capítulo de 1897 no fue liberado de esta responsabilidad. Vuelve al «Sagrado Corazón» de Issoudun, continuando aún con la dirección de los Anales y sus predicaciones fuera. Encargado de escribir la Vida de monseñor Enrique Verius, fue a terminar esta obra en la propiedad del P. An­drés Jullien, La Bétheline, Marsella, en octubre de 1898. Es entonces cuando sur­gió en la diócesis de Bourges el asunto del colegio de Cháteauroux del que habla el P. Chevalier en sus Notas íntimas. Para completar sus confidencias, sobre todo a propósito de su carta del 23 de marzo de 1899 a monseñor Servonnet, citémosla:

Monseñor: Deseosos siempre de complacerle y servirle, cuando es posible, de buena gana le cedemos a nuestro quetido P. Vaudon, si él está de acuerdo, para lo que su eminencia crea conveniente confiarle, a tenor de los santos cánones. Privar a nuestra Congregación de su valiosa colaboración, por todo el

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Padre Juan Vaudon 1849-1927

miembro del Oratorio de París después del Instituto de los Sacerdotes de la Misericordia

Misionero del Sagrado Corazón de 1886 a 1907

tiempo que su eminencia lo necesite, es un sacrificio para nosotros, pero lo hacemos con gusto para probarle, monseñor, nuestro sincero afecto y nuestra total adhesión, con la que su eminencia puede contar siempre. En estas condiciones, monseñor, no es necesario recurrir a la Santa Sede; es suficiente nuestro permiso. Le pido su bendición y le ruego acepte el testi­monio de mí profunda veneración en C .J.

] . Chevalier

Superior General de los M.S.C.

Monseñor Servonnet hizo copiar esta carta por el mismo Juan Vaudon en un papel con membrete del arzobispado, certificando con su firma que era conforme al original. Más tarde, en su correspondiencia con Issoudun y Roma, el P. Vaudon no dejará de hacer referencia a la misma en más de una ocasión. Cierto, Issoudun había perdido a un escritor bien conocido en Francia, y sobre todo un prestigioso director de los Anales de Nuestra Se1iora del Sagrado Corazón. Durante su vida, Juan Vaudon, poeta, crítico literario, orador cristiano, conferenciante, publicó unas treinta obras, sin hablar de sus opúsculos y su colaboración en diversas revis­tas. Como su compañero y amigo, el P. Delaporte, estaba muy abierto a los pro­blemas sociales y al movimiento de la~ ideas de la nueva época republicana. Es­taba más próximo a los «sacerdotes demócratas» y de su arzobispo Servonnet, que del clero francés de derechas y de los amigos de un P. Chevalier. Lo manifes­tará de forma más abierta como redactor del Petit Berrichon y de los Anales de Santa Solange. Sacerdote, pues, en el arzobispado de Bourges, permanecía misio­nero del Sagrado Corazón, aunque en la práctica se había liberado de ciertas rela­ciones religiosas con los superiores de la congregación M.S.C.

Cuando llegó la hora de la dispersión para la mayoría de las órdenes e institu­tos religiosos ( 190 1) y de la necesidad, para los sacerdotes que quisieran conti­nuar en Francia, de recurrir provisionalmente a una forma de «secularización» condicionada por la Santa Sede, el P. Vaudon se encontró con cieria seguridad al estar al servicio del arzobispo de Bourges. Así, en un primer momento, el P. Che­valier pensó recuperarlo para las necesidades urgentes de sus obras en Issoudun. A este deseo Vaudon respondió el 18 de agosto de 1901:

... Su carta me sorprende. El consejo de la congregación me ha cedido a su ilustrísima el señor arzobispo de Bourges por un tiempo ilimitado. El con­sejo es quien debe pedir a monseñor la ruptura del contrato ... Veré ante mi conciencia si puedo abandonar una obra diocesana en formación ...

Entonces era superior de los Misioneros Diocesanos de Bourges y canónigo honorario de la iglesia metropolitana. Además, en diciembre de 1901, para asegu­rarle un mantenimiento material, monseñor Servonnet se proponía concederle una prebenda de mil a mil quinientos francos. El P. Vaudon, consciente de su voto de pobreza, se dirigió al Papa, pidiéndole «la autorización necesaria para aceptar es­ta prebenda». La petición siguió la vía jerárquica ordinaria: el nuevo superior ge­neral, P. Lactin, el procurador en Roma, P. Genocchi, en fin el prefecto de laSa­grada Congregación de Obispos y Regulares, cardenal Gotti. Los motivos expresados son precisamente la trágica situación de los religiosos dispersos, aun­que la del P. Vaudon fuera menos preocupante. Monseñor Servonnet de una parte, el arcipreste de Issoudun P. Chevalier por otra, piden al procurador Genocchi que active este asunto urgente. El rescripto favorable fue firmado el 13 de enero de

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1902 (n.0 3.548/15). El P. Genocchi, al enviar el indulto al padre general, precisa que ha hecho que ese rescripto fuera redactado de tal manera que no se diga nada acerca de si el P. Vaudon sigue siendo religioso o no después de la recepción de la canongía prebendada. Pero al mismo tiempo advierte al P. Lanctin: «Una vez ob­tenida la canongía (prebendada), el P. Vaudon cesa ipso jacto de pertenecer a la Congregación». Es sin duda, a causa de esta interpretación ambigua que, desde 1902 a 1904 inclusive, el Estado del personal M.S. C. no trae a Juan Vaudon. Más adelante, se cambió de parecer: el Estado del personal de los años 1905 a 1907 inclusive, trae de nuevo al P. Vaudon, sea en Bourges o en La Rochelle.

En 1906, el canónigo Vaudon dejaba Bourges, llamado por monseñor Le Ca­mus, obispo de La Rochelle, para ser director de su seminario mayor. Es entonces cuando el P. Vaudon pide al padre general Meyer una solicitud para obtener de la Santa Sede la dispensa de sus votos M.S.C., para poder incardinarse a la diócesis de La Rochelle. Le fue concedida por rescripto del 4 de febrero de 1907, firmada por el cardenal Ferrata, nuestro protector y nuestro prefecto de la Congregación de Obispos y Regulares. Cuatro años más tarde, en 1911, después del cierre provi­sional del seminario mayor de La Rochelle, el canónigo Vaudon fue autorizado por su obispo a residir en otra diócesis, en Tours. Ahí prosiguió su obra literaria. En 1927 tenía en preparación el cuarto volumen de su vasta obra: Historia gene­ral de la Comunidad de las HiJas de San Pablo de Chartres, cuando murió en Tours, el cinco de julio. Dejó a su fiel compañero, el ex-M.S.C. José Pouvreau, le­gatario universal, sus manuscritos y sus libros.

73 P. Pouvreau (1872-1946): Nativo de St. Hilaire-du-Bois, diócesis de Nan­tes, José Pouvreau era pariente de la madre Gertrudis André, tercera superiora ge­neral de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Entre las numerosas jóvenes de St. Hilaire-du-Bois entradas en el convento de Issoudun, señalemos a dos hermanas del P. Pouvreau: Germana (hermana San Juan) que, después de dos años de noviciado no pudo profesar por motivos de salud, y María (hermana Esther), quien más tarde, en 1908, formará parte de la primera comunidad de las Hijas de Nuestra Señora en Friburgo, Suiza.

Antiguo alumno de nuestra escuela apostólica, José hizo profesión M.S.C. el 4 de octubre de 1890 en Tilburg NL. Ordenado sacerdote en Bourges el 18 de di­ciembre de 1897, celebró su primera misa en la fiesta del apóstol Tomás, 21 de di­ciembre, en la capilla de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, de Issoudun, en presencia de su tío sacerdote, de su madre, de sus dos hermanas novi­cias y de su hermano menor Alejo Pouvreau, futuro misionero en las islas Gilbert, muerto en 1956. El P. Vaudon, que lo había recibido hacía poco en el escolastica­do en 18 91, y le había manifestado un fiel amistad, pronunció su sermón que será publicado en una de sus obras. De 1898 a 1900, José Pouvreau fue profesor de ciencias en el filosofado de Chezal-Benoít. Con la excusa de ayudar a su madre, viuda y de poca salud, pidió la dispensa de sus votos, que le fue concedida por res­cripto del 3 de agosto de agosto de 1900. No tardó en unirse a su amigo P. Vaudon en Bourges. Cuando éste fue nombrado director del seminario mayor de La Roche­lle, le siguió para ser profesor en ese seminario, encardinándose también en la dió­cesis (1906). En 1911, se fue también a Tours con Juan Vaudon: Fue nombrado capellán de las Clarisas y secretario de las obras de la Milicia de Jesucristo Rey.

En 19 31, cuatro años después del fallecimiento de Juan V audon, el sacerdo­te Pouvreau supo, por su pariente, la hermana Gertrudis, que las Hijas de Nues­tra Señora del Sagrado Corazón iban a hacerse cargo del orfelinato Blanca de

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Fontarde en Touvent, en la diócesis de Bourges. Se ofreció en seguida para ser ca­pellán. Informa al arzobispo de Bourges el 29 de junio de 1931:

... Tengo intención de comunicar en seguida al señor obispo de La Roche­lle mi cambio de domicilio y de actividad, debido a mi estado de salud ... Espero poder ir a mi nuevo puesto inmediatamente después de la fiesta de la Asunción ... Mi trabajo en Touvent será, al principio al menos, poco absor­vente. Si su ilustrísima me lo permite, quisiera aprovechar para reunir y poner en orden una cantidad muy considerable de documentos útiles para una vida de la señorita Tamisier, la iniciadora de los Congresos eucarísticos ...

Esta documentación le venía de la herencia de su amigo V audon, que había si­do el último director espiritual de Emilia Tamisier, fallecida en su ciudad natal de Tours, el 20 de junio de 1910, a la edad de 66 años. Precisamente en este año 191 O, Juan Vaudon había publicado un libro, La obra de los congresos eucarísti­cos. Sus orígenes. Explicaba la eclosión tímida y lenta de esta obra en un alma os­cura y tímida, tan oscura y desconocida que, entonces, no reveló su nombre. jSe esperaba una biografía por parte de Juan Vaudon. Todo el dossier Tamisier con la correspondencia personal estaba, pues, en manos del P. Pouvreau. Después de su muerte, en 1946, el antiguo asistente general Jose Depigny podía escribir desde Touvent al procurador Constanzi, el 25 de noviembre del mismo año:

... Estoy en Touvent. .. He venido para clasificar y seleccionar los papeles y libros del difunto sacerdote Pouvreau, ex-msc, que había heredado esos papeles y libros de otros ex-msc, Juan Vaudon. Este trabajo me ha llevado seis semanas ...

Esta anotación, aunque no interesa directamente a Ms Notas íntimas del fun­dador, permite accidentalmente sacar del olvido el precioso dossier Tamisier (Cf. Apmsc, París).

74 Waldeck-Rousseau: La constitución de su ministerio databa de junio de

1899; había puesto al ex-socialista Millerand para dar satisfacción a los anticleri­cales.

75 Ley de 1 de Julio de 1901: Llamada «Ley sobre Asociaciones». Sometía

las congregaciones religiosas al control del Estado. En Francia se contaban enton­ces 3.216 congregaciones masculinas y femeninas. Según la nueva ley, toda con­gregación debía, bajo pena de disolución, pedir una autorización de existencia, au­torización que exigía el voto de una ley o un decreto. Toda congregación que solicitase la autorización debía poder presentar a las autoridades civiles la lista completa de sus miembros, las razones de su fundación, sus objetivos, así como un inventario detallado de sus bienes ... Aunque estuviera autorizada, una congrega­ción podía ser disuelta por un decreto decidido en Consejo de Ministros. Como la Compañía de Jesús y otras congregaciones, la nuestra -después de diversas consultas- deci0ió no pedir la falaz autorización del Estado.

76 Después de consultas hechas a Roma por el asistente general Eugenio Me­yer del 20 de julio al 2 de agosto, se tuvo una sesión extraordinaria del Consejo el tres de septiembre, con participación de otros compañeros MSC franceses, para responder a la pregunta: ¿Se debe o no pedir la autorización? De dieciséis padres presentes, once se pronunciaron contra la petición y cinco a favor. Era, como dice el P. Chevalier en sus últimas páginas de Notas íntimas: «La disolución de la con­gregación en Francia, el cierre de todas sus casas (Issoudun, Chezal-Benoít,

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St. Gérand-le-Puy, Arlés, Montargis, Vichy y París, Red.), el precinto (de la ba­sílica de Issoudun, Red.), y el exilio con todas sus consecuencias» para la mayor parte de los padres que se encontraban en Francia. Al principio de septiembre de 1901, eran cuarenta y dos; de éstos, veintidós fueron expatriados: cinco en Bélgi­ca, dos en Inglaterra, trece en España, dos en Roma; veinte quedaron en Francia en condiciones particulares, habiendo todos ellos obtenido de Roma una seculari­zación pro forma que no los dispensaba de sus votos religiosos ( cf nota 77).

Al principio, el P. Chevalier estaba dispuesto a presentar la demanda de auto­rización; y había hecho ya la redacción en nombre del P. Lanctin, que era quien debía firmarla como superior general. También había redactado una petición se­mejante para la Congregaci<;>n de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Cora­zón. Esta, todavía modesta en Francia, ya que la mayor parte de las hermanas es­taban en las misiones de Oceanía, podían esperar menos inconvenientes. Por consejo del P. Chévalier, la madre María Luisa Hartzer, superiora general, pre­sentó la petición de autorización legal el 12 de septiembre de 190 l. La respuesta se hizo esperar. Un año después, ellO de septiembre de 1902, un inspector se pre­sentó para visitar la casa de las hermanas, pero la presencia del señor de Bonneval y del notario Etave permitió realizar una inspección que, por el momento, no tuvo continuación (Cf. hermana María Imelda Barthés, fndsc, Historia de la provincia de Francia de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, 1980). En esta dura prueba, nuestros compañeros franceses fueron solidarios con tantos otros re­ligiosos y religiosas igualmente probados. Al decidir no presentar la petición de autorización, dieron pruebas de sabiduría y de clarividencia. Tenían muchas razo­nes para desconfiar del Gobierno de entonces, tan poco preocupado por la equi­dad, la justicia y la legalidad. No tardaron en darse cuenta que tenían razón. Cin­cuenta y nueve congregaciones de hombres, conscientes de los obstáculos que podían encontrar en su camino, pero con la esperanza de conservar sus obras de apostolado, de caridad, de enseñanza, habían pedido la autorización. El 2 de no­viembre de 1902, el señor Combes presentaba en la Cámara de los Diputados un proyecto de ley rechazando a 54 congregaciones; en el Senado depositó proyectos de ley para una aceptación parcial de las peticiones de autorización hechas por los Padres Blancos (Lavigerie ), los Padres de las Misiones Africanas de Lyon, los Trapenses, los Cistercienses de Lerins y los Hermanos de San Juan de Dios. Para los Salesianos de Don Bosco, el gobierno lo remitía a la sabiduría del Senado (Cf. Cuestiones actuales, t. LXVI, págs. 226-240, 258-273). El 18 de marzo de 1903, la Cámara de los diputados rechazaba por 300 votos contra 257, la autori­zación pedida por las 25 congregaciones dedicadas a la enseñanza: 11.7 6 3 religio­sos se encontraron así incapacitados para enseñar. El 24 de marzo, el mismo re­chazo para 28 congregaciones de predicadores: 2.942 religiosos afectados. Cuatro días más tarde, rechazo para los Cartujos (Cf. F. Mourret, Historia general de la Iglesia, París 1925, vol. IX, pág. 186). Para la mayor parte de los religiosos no autorizados, a pesar de sus peticiones, eso significó el exilio; para los que queda­ron en Francia, la necesidad de obtener una forma especial de «secularización», que la Santa Sede había puesto a disposición de los que creyeron deber que~arse en Francia para continuar de una u otra forma su apostolado. Estas aclaraciOnes son útiles para comprender mejor la situación de nuestros compañeros franceses, después de la puesta en práctica de la ley del 1 de julio de 190 l.

77 En esta frase, el P. Chevalier emplea la expresión «dispensa de votos» a propósito de la petición de «secularización» hecha a Roma por nuestros misione-

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ros del Sagrado Corazón, de forma especial y prioritariamente para sí mismo, párroco-arcipreste de St. Cyr, en Issoudun, y para sus cuatro vicarios. Entre to­dos, habrá unas veinte peticiones entre septiembre de 1901 y febrero de 1902: to­das obtuvieron la misma respuesta y según la misma forma nueva que no lleva consigo una «dispensa de votos», como dicen los rescriptos concedidos al P. Che­valier y a sus compañeros. Para una más amplia información sobre estas «secula­rizaciones» de los religiosos sacerdotes franceses después de la ley del 1 de julio de 1901 sobre las asociaciones, Cf Apéndice n. 0 V, pág. 145.

78 El viaje a Hiltrup (Alemania) vía Amberes y Tilburg, comenzó el 2 de agosto de 1898 en compañía del P. Eugenio Meyer, asistente general. Su visita a Hiltrup duró del 8 al 16 de agosto. Fue entonces cuando se declaró el doloroso ataque de próstata. Una de sus cartas posteriores comienza así: «Después de mi regreso de Münster a Issoudun, el 20 de agosto, llegué tan adolorido ... Estoy pro­fundamente atacado ... ».

7Y Aquí, el P. Chevalier pone la fecha de sus Notas íntimas, 8 de abril de

1902, es decir, dos meses antes de las elecciones legislativas francesas, que fueron un triunfo para el gobierno y su política. El 3 de junio, Waldeck-Rousseau, victo­rioso, pero sintiéndose desbordado, presenta su dimisión como presidente del Consejo y cede el lugar al senador radical Emilio Combes. Este iba a presidir un gobierno todavía más de izquierdas y más sistemático en su anticlericalismo. Se es­taba lejos, pues, de un apaciguamiento. En este mes de junio se cerraron un gran número de escuelas religiosas. Se había entrado en el funesto régimen combista que se encarnizará contra las órdenes e institutos religiosos. Una a una, a través de todo el país, se cierran las casas religiosas, y aumenta la dispersión de los religio­sos y religiosas. La gran prueba de la Iglesia de Francia será más crucificante aún en los años siguientes, con la ley de la separación de la Iglesia y el Estado, seguida pronto de la expoliación de los bienes eclesiásticos y religiosos ( 1905 y 1906).

80 La nueva administración general (R. P. Lanctin) se refugia en Bélgica y se instala, el2 de octubre de 1901, en St. Rémy-lez-Chimay (1901-1905). El P. Car­los Piperon, retenido en Issoudun para predicar el retiro de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, no llega hasta el 18 de octubre. El P. Celestino Ra­mot, primer asistente, que había ido a instalar el noviciado en Glastonbury, y visi­tar las casas de St. Albans y de Braintree, Inglaterra, no llega hasta el 15 de no­viembre. Ese día, estando el Consejo completo, se escribía la siguiente carta al R. P. Fundador: ·

St. Rémy-lez-Chimay, 15 noviembre 1901

Muy reverendo padre: Le dirijo estas breves líneas en nombre de nuestra pequeña comunidad. Inútil decirle cuánto hemos sufrido al vernos obligados a separanos de us­ted. Desde lejos, como de cerca, le consideramos siempre como nuestro superior y nuestro padre, y le guardamos todo nuestro respeto, todo nues­tro afecto y toda nuestra confianza. Pedimos al Corazón de Jesús y a Nuestra Señora del Sagrado Corazón que mitiguen la pena que debe de haber sentido en las tristes circunstan­cias por las que atraviesa la querida congregación que usted ha fundado. Nos hemos dado cuenta que todas las pruebas que Dios ha querido enviar­le, desde su origen, siempre han contribuido a afirmarla o a extenderla, y esperamos que lo mismo sucederá con la presente, y que será fuente de

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abundantes bendiciones para nosotros. Pedimos por todas sus intenciones Y especialm~nte por su preciosa salud, a fin de que pueda trabajar por lar­go tiempo aun para la gloria del Corazón de Jesús y de su santa Madre y por el bien de las almas. Le promete~os dedicarnos totalmente al bien de nuestra querida congre­gacJOn. Segmremos los sabios consejos que nos ha dado muchas veces en nuestras reuniones, y en particular en esta última recomendación escrita que usted ha llamado «su testamento» (*). Cuando las circunstancias lo permitan, nos agradará verle, consultarle, contaremos siempre con sus oraciones y sus luces. Le tendremos al corriente de todo. Será una alegría para nosotros cuando podamos comunicarle buenas noticias que alegrarán su corazón. Bendiga, reverendo padre, a estos hijos a quienes ha dejado su pesada car­ga, y en ellos a toda nuestra congregación; acepte los sentimientos de pro­funda veneración y de religioso afecto con los que nos declaramos Sus humildes hijos en el Corazón de Jesús.

Arturo Lanctin, msc C. Piperon, msc E. Meyer, msc P. Carriere, msc C. Ramot, msc

H~mos citado aquí esta carta del R. P. Lanctin y de su Consejo para subrayar, des~ue.s de la toma de posesión del nuevo equipo de la administración general, los sentimientos que debían animar necesariamente al nuevo general y a sus asistentes respecto al R.P. Chevalier, fundador y superior general durante 32 años. Uno se imagina fácilmente que no fue sin sufrimiento interior que se decidió, por el bien de la congregación, y según los motivos que conocemos, a retirarse oficialmente de la ~dministración. Estaba convencido que todavía podía dar sus opiniones y conse­JOS. Y para poder hacerlo mejor, esperaba ser informado de toda las cosas, al me­nos de las decisiones importantes. Por su parte, el nuevo equipo quería servir a la con~regación con cla~i~idenci~, dedicación y también con serena independencia y sentido de responsab1hdad. Sm embargo, la administración general exiliada en Bélgica, no estaría en adelante cerca del arcipreste de Issoudun. Y el P. Chevalier, de 78 años de edad y afligido por una penosa enfermedad, se sentía más solo que nunca.

Por eso vio con alegría la llegada, a mediados de febrero de 1902, del R.P. Lanctin y de su cuarto asistente, P. Meyer. Venían a Issoudun para la visita canónica de las casas, es decir, de la parroquia, de los Padres del Sagrado Cora­zón Y del Despacho: iDos comunidades de secularizados! El P. Lanctin ha dejado su informe de esta visita del 14 y 15 de febrero:

1 Parroquia

Me alegro de encontrar a nuestro reverendo padre fundador relativamente en buen estado de salud; contento también de volver a ver a nuestros queri­dos compañeros, los vicarios y de conversar con ello. Todos están conten­tos del puesto que ocupan y del ministerio que les han encargado. Desem­peñan este ministerio difícil con abnegación y éxito. Todos están unidos al reverendo padre y sienten por él un afecto vivo y profundo. Comprenden que, estando dispersos todos los demás, les corres-

(*) No se trata aqUI del Testamento espiritual que será fechado en 1904. sino de una carta de reco­mendación dirigida a la nueva administración general.

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ponde a ellos rodearlo de sus cuidados solícitos y asiduos, y consolarlo por su celo sacerdotal, su espíritu religioso y su caridad fraterna. , Deben obedecerlo en todo, no sólo como a superior local, sino también co­mo superior general cuyos poderes le delego. La Regla se observa en los puntos principales ... El P. Perriot, ecónomo, ha hecho verificar sus cuen­tas por el R.P. Meyer. Los dos hermanos coadjutores (Eugenio Chatellier y Bernardino van Hengten) son buenos religiosos, diligentes; se entienden bien y están contentos de ellos. iQue Nuestra Señora del Sagrado Corazón proteja a nuestros padres y les conserve en sus puestos, a despecho de la rabia de Satanás y de sus agentes! Se dice que después del P. Chevalier, el obispo de Bourges tiene la inten­ción de nombrar al P. Vaudon párroco de lssoudun, y que el P. Vaudon quiere conservar al P. Hériault como vicario. El hermano Eugenio tiene poco trabajo durante el verano. Si en su lugar hubiese un hermano que pudiese trabajar también en el Despacho, sería mejor. El hermano Bernardino, obligado a levantarse con frecuencia por la noche para cuidar al reverendo padre, está muy fatigado. El consejo general ha entregado 2.000 francos al R.P. Chevalier para cu­brir el déficit de sus cuentas.

11 Padres del Sagrado Corazón y del Despacho

A) En el Sagrado Corazón el P. Batard es guardián de la casa; con él está el hermano Claudio Lathuillier. El P. Batard, siempre muy fatigado, vive aislado y sigue una regla aparte. Presta servicio a las comunidades religio­sas, y en la parroquia para la catequesis. B) Los padres del Despacho (Maillard y Bertin) merecen todos los elo­gios por su piedad, su fidelidad a la regla, la dedicación a su trabajo tan di­fícil como importante en los tiempos actuales. Los hermanos que les ayu­dan también son dignos de elogio. Su salud no es muy fuerte. Su situación es muy precaria. Que Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que les ha guardado hasta aquí, les siga bendiciendo a ellos y a sus trabajos.

Los padres Chevalier y Maillar eran respectivamente superiores de las dos co­munidades de Issoudun. Para el P. Chevalier, las Actas C. G. no señalan un nom­bramiento específico. Para el P. Maillard el consejo general en su sesión del 8 de enero de 1902 precisa: «El P. Maillard es nombrado superior de los religiosos se­cularizados en Issoudun y que viven fuera de la casa parroquial». El mismo día el consejo añade:

Si se presenta el caso, se le dirá de viva voz al R.P. Chevalier que será de­legado para poder conceder los permisos acerca del voto de pobreza a los padres de la casa cura!.

(cf. R 3 pág. 118)

Tres años más tarde, en su sesión del4 de mayo de 1905 el consejo general tomará esta doble decisión:

El P. Maillard es confirmado en su cargo de superior, tal como lo ejercía anteriormente. El R.P. Chevalier es también confirmado en su cargo de superior.

(cf. R 3 pág. 278)

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Page 53: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

Para seguir en la óptica de Fontes M. S. C. y en la tonalidad de Notas íntimas transcribimos aquí la comunicación siguiente: '

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+ A los padres del consejo general

y de la Provincia de Francia

I

Si he dado mi dimisión de superior general, ante la persecución religiosa que sufre Francia, es únicamente en interés de la congregación. Hubiera podido exiliarme y vivir tranquilamente apoyado en el vicario general que m~ había dado el Capítulo. Pero, en ese caso, debía renunciar a la parro­qma de Issoudun y un sacerdote secular ocuparía mi lugar. No estando ya seguros los puestos para defender nuestros intereses, mantener la corres­pondencia, recoger ayudas, hubiera sido un verdadero desastre; así es co­mo lo entendí. Me he sacrificado, pues, por el bien común, conservando un puesto eriza­do de dificultades y donde incurro en las más graves responsabilidades. E~peraba que después de haber fundado la congregación que, después de D10s, me lo debe todo; después de haber sufrido tanto por ella haber tra­bajado tanto para su expansión y su prosperidad; después de haberme in­geniado y agotado para dotarla de recursos que le permiten sostener y de­sarrollar sus obras, se tendrían mejores atenciones hacia mí. No sólo no se me consulta nada, sino que se me tiene al margen de todos los proyectos que se hacen, se me oculta como si fuera un extraño, qué di­go, iun enemigo! La adquisición de la casa de Quebec se ha hecho sin sa­berlo yo; la creación prematura de una provincia francesa y de su consejo, que Roma ha censurado, se ha hecho sin decirme ni una palabra. Lo mis­mo puedo decir de viajes recientes a Friburgo para comprar un inmueble y fundar una casa para la Pequeña Obra, etc. Me he enterado de todo esto por las indiscreciones involuntarias de algunas personas. ¿Es olvido? ¿Desconfianza? ¿Es una actitud, considerando que ya no soy nada en la congregación? Prefiero creer que es olvido. No me quejo, señalo sólo los hechos.

II

Antes de encerrarme en el silencio, quiero llamar vuesta atención sobre el estado financiero de la Provincia de Francia y de la situación en que se en­cuentra por los acontecimientos. Es vuestra obligación llevar cuenta exacta de las cargas que os incumben y de los recursos con que podéis contar para hacerles frente. l.o Tenéis que estudiar en primer lugar los gastos que ocasionan el mante­nimiento de la casa de Chimay y de su personal, los compañeros que están en París, en Issoudun, las obras llevadas a Inglaterra, a España, a Que­bec, a Roma, etc. Las rentas que tenéis que entregar a algunos compañe­ros, el crédito inmobiliario, a los accionistas de la Sociedad Inmobiliaria del Indre, a ciertas personas por sumas que han entregado vitaliciamente. El total de estos gastos anuales. debe ser considerable. 2.o Tenéis que saber también los recursos fijos y eventuales de que podéis

disponer. Hay que hacer un cálculo y establecer un balance. Ver luegooSi los ingresos cubre los gastos. Si hay superávit, es bueno reservarlo para atender las eventualidades. Por el contrario, si hay déficit, hay que contar la cantidad exacta. 3. 0 No hay que hacerse ilusiones, los recursos tienen que disminuir en los tristes tiempos que atravesamos. Las religiosas expulsadas, en tan gran número, no se ocuparán más de la Pequeña Obra en mucho tiempo y no se suscribirán más a los Anales. Las bienhechoras tendrán que pensar en las obras de sus parroquias y en las ayudas para los pobres expulsados. Si se nos echa de Issoudun, lo cual no es improbable, perderemos las tres cuar­tas partes de las limosnas que nos hacen. Estas eventualidades tienen que hacerles reflexionar. 4. 0 Si los ingresos no pueden igualar los gastos, cosa que me temo mucho, ¿qué hacer? Lo que hace toda administración seria. Equilibrar el presu­puesto disminuyendo forzosamente los gastos, de lo contrario es la quiebra y la ruina. Ruego, pues, al consejo general que me dé a conocer exactamente y en de­talle el estado financiero de la provincia francesa antes de lanzarse a otras empresas. Me interesa mucho porque, si llega una desgracia, iDeus aver­tat! recaerá sobre mí todo lo odioso y la responsabilidad a los ojos del epis­copado, del clero y de los fieles. Una vez puesto al corriente de la situa­ción, les diré lo que pienso.

Esta comunicación -sin fecha- fue escrita en 1902, después de diversos via­jes a Suiza, especialmente a Friburgo entre los meses de abril-agosto de 1902, de los padres Lanctin y Carriere, y más tarde F .X. Maillard. Este, que vivió en Is­soudun durante el período de 1901 a 1907, atestiguaba más tarde en Quebec en abril de 1931:

El muy reverendo padre permaneció fiel hasta el fin a sus votos y a la vida religiosa; y, aunque dio su dimisión de superior general, siempre se le con­sideró como que tenía autoridad en la congregación y estaba muy descon­tento cuando sus sucesores tomaban algunas decisiones importantes sin hablarle de ellas. Eso sucedía rara vez, pues el R.P. Lanctin y el R.P. Me­yer mostraron siempre mucha deferencia hacia el fundador de la congrega­ción, al que miraban siempre un poco como a su superior (Cf. AGmsc dos­sier Maillard, 7 de abril de 1902).

Se podrían citar cartas de los superiores mayores, entre 1901 y 1907, consul­tando al P. Chevalier o pidiendo a tal o cual compañero que trate con el R.P. Che­valier para resolver diversas cuestiones relativas al personal o a las obras de Issou­dun y de la Congregación. Citemos al menos ésta, dirigida al P. Lactin el 20 de diciembre de 1904:

Querido y estimado padre general: He recibido su carta con la copia de la del cardenal Gotti que le ofrece en el norte de Autralia una nueva misión. Comprendo que dude en aceptarla. Aunque no soy partidario de nuevas fundaciones en el estado precario en que se encuentra la congregación actualmente, antes de rechazar la propo­sición hay que examinar si hay posibilidad de complacer a la Santa Sede. Esta aceptación tendría sus ventajas. El obispado de Victoria forma parte de la provincia eclesiástica de Sydney. El clima debe ser saludable. Ese

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vicariato no está lejos de Thursday ni de nuestra misión holandesa. Los contactos podrían ser frecuentes. Quizá podría establecerse un sanatorio en esa región. Podría consultarse al cónsul de Sydney y al P. Tréand sobre la naturaleza de la misión, su extensión, los indígenas, los recursos y el cli­ma. El P. Tierney de Inglaterra, si se puede prescindir de él, quizá podría ser elegido como obispo. La casa de Sydney quizá pudiera proporcionar algunos sujetos: de momento, cuatro o cinco serían suficientes; es posible que entre los sacerdotes jóvenes hay uno o dos disponibles. Todo esto hay que estudiarlo con serenidad y lo antes posible. Acepte, querido padre, mi sincero afecto

In Corde J es u J. Chevalier

(Cf. AGmsc doss. Chevalier 1904)

81 El escolasticado de Quebec había comenzado en 1900, para evitar el servi­cio militar de tres años a los jóvenes religiosos franceses. Otra parte de los escola­res de Chezal-Benoit, emigrados primero a Bouzaréa, Argel, desde el 10 de octu­bre de 1899, tuvo que dejar Argelia para refugiarse en España, en Canet de Mar, provincia de Barcelona, en noviembre de 190 l. El noviciado dejó Chezal-Benoit el 23 de septiembre de 1901 y se instaló en nuestra casa de Glastonbury (Somer­set), Inglaterra, el 25 de septiembre siguiente, con el padre irlandés John Field co­mo maestro de novicios, sucediendo al P. Ramot. En cuanto a la escuela apostóli­ca, que se encontraba en Chezal-Benoit en 1901, se decidió enviarla a Canet de Mar, España; pero debiendo dejar el lugar a los escolares, encontró refugio, provi­sionalmente, en el colegio de San Miguel de Barcelona. Muy reducida, dejo Espa­ña para instalarse en Friburgo, Suiza, desde el principio del curso escolar del Co­legio San Miguel de esta ciudad, con su director de Canet, P. Hipólito Bemard, septiembre de 1902. Así, todas las obras de formación que debían asegurar el por­venir de lo que se llama ya la «Provincia de Francia», habían tenido que emigrar al extranjero. ..

82 Cf. Notas íntimas págs. 21-26. 83 Cf. ibid. pág. 29-30. s.¡ Maugenest, Emilio Sebastián (5-12-1829 - 3-10-1918) (Cf. Fontes

M S. C. Serie I, vol. 1, en Anales de la pequeña sociedad, págs. 2, 10-11, 16, 24). Nacido en Culan, diócesis de Bourges. Estudios literarios en el Colegio de

Chezal-Benoit. Estudios filosóficos y teológicos .comenzados en el seminario de Bourges y seguidos en el seminario San Sulpicio de París. Fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 185 3. A principios de enero de 1854 fue nombrado vicario del anciano arcipreste Crozat de Issoudun. Llegó allí el 10 de enero. El sacerdote Julio Chevalier se encontró de nuevo con él en Issoudun el 21 de octubre del mis­mo año. Los dos son oficialmente instalados como Misioneros del Sagrado Cora­zón en la fiesta del Santo Nombre de María, 12 de septiembre de 1855. Elll de enero de 1858, el P. Maugenest es nombrado párroco-arcipreste y canónigo de la metropolitana de Bourges por el cardenal Dupont. No tiene más que 29 años. Siente nostalgia de Issoudun y de su «celda de religioso». Insiste al párroco Cro­zat pidiéndole que se retire para un merecido descanso y dejar la parroquia de Is­soudun a los Misioneros del Sagrado Corazón. Mientras tanto muere el cardenal Dupont. Su sucesor;·monseñor Menjaud se muestra favorable al regreso del P. Maugenest a Issoudun. El señor Crozat se retira al castillo de la Visitación con la

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viz~ondesa Du Quesne, y el nuevo arzobispo nombra al P. Maugenest párroco­arcipreste de lssoudun, aceptando que vuelva a formar parte de la joven comuni­dad M.S.C. Era en septiembre de 1861 (Cf. Fontes M.S. C. serie I, vol. 1, enAna­les de la pequeña sociedad, págs. 16 y 28 n. 26).

El 29-7-1861 el P. Chevalier había podido confiar a la señora de Méloizes:

Conociendo todo el interés que usted tiene por nuestra obra, me apresto a comunicarle una gran determinación; el señor Maugenest, párroco de la catedral, vuelve a nosotros. El señor párroco de Issoudun ha presentado su dimisión a favor nuestro y Maugenest será el titular en nombre de la casa. Tenga la bondad de hacer partícipe de esta importante noticia a su buena y excelente familia, que nos es tan querida (es un secreto entre nosotros so­los). Las dos dimisiones han salido ya hacia París ... (Dossier Chevalier- des Méloizes, AGmsc).

Por una carta del P. Chevalier al P. H. Leblanc s.j., el 8 de febrero de 1863, tenemos la confirmación indirecta de que el nuevo arcipreste de Issoudun, Mauge­nest, formaba parte entonces de la comunidad M.S.C., pues, nombrado párroco inamovible por el gobierno, se le exigió que renunciase a sus títulos por escrito en manos del superior «a fin de que el obispo esté más libre para hacer lo que mejor le parezca y el superior también» (Archiv. S.J. Chantilly, Doss. Issoudun). Y de he­cho el Ordo diocesano de Bourges, de 1861 a 1865 incluido, cita a Maugenest en el grupo de los Misioneros del Sagrado Corazón, nombrándole incluso antes que el P. Chevalier, sin duda a causa de su cualidad de arcipreste de St. Cyr. La buena armonía quedó ensombrecida por «los disgustos y las luchas», como dice el P. Chevalier en estas observaciones. Y, en el curso del año 1865, Maugenest deci­dió buscar su independencia. En 1871, dirigido espiritualmente por el «santo pa­dre V andel», se decidió a entrar con los Hermanos Predicadores de Santo Domin­go. El día 31 de diciembre de 1871 dejó la parroquia e Issoudun, ofreciendo su biblioteca al P. Chevalier. Cuando fue informado de su sucesor, el hermano Se­bastián Gonsalve Marie, novicio O.P., se apresuró a escribir al P. Chevalier:

. .. Me alegro en el Señor, al pensar todo el bien que va a hacer en este puesto importante y difícil donde yo comencé a segar lo que mi predecesor había sembrado, donde yo mismo sembré, si no con mucho celo, al menos con la suficiente dedicación como para quedar fuertemente unido con esta porción de la viña del Señor. Por eso pediré de todo corazón a la Virgen del Rosario a fin de que usted pueda, con la ayuda de su intercesión todo­poderosa, continuar, perfeccionar y terminar las obras que hemos comen­zado ... (Mazéres, 20 de mayo de 1872).

El P. Dominico vendrá de tiempo en tiempo a su querido Berry. En 1877, pre­dicó el mes de María en la parroquia de St. Cyr de Issoudun, después el Triduo preparatorio a la fiesta de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en la basílica del Sagrado Corazón. El P. Chevalier se sentía feliz de poder comunicar al P. J ouet (Roma):

Nuestra fiesta de Nuestra Señora del Sagrado Corazón ha sido espléndi­da. El Triduo predicado por el P. Maugenest fue magnífico, y su mes de María en la parroquia ha tenido mucho éxito ...

El P. Maugenest no dejó de visitar la tumba de su querido y venerado P. Vandel, fallecido en el mes de abril anterior. En 1882, por invitación

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Page 55: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

del P. Jouet, el elocuente dominico predicó en la ciudad de Marsella sobre Nues­tra Señora del Sagrado Corazón; la Semana religiosa de Marsella pudo decir:

... se sabía que nadie hablaría de Nuestra Señora del Sagrado Corazón con más autoridad, ciencia y corazón que el eminente religioso, quien antes de ser hijo de Domingo fue fundador y misionero de la obra de Issoudun ... Uno de los iniciadores de la devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

Estuvo presente en Issoudun, junto al P. Chevalier, cuando la fiesta del cin­cuentenario de la congregación, en 1904.

Como dominico, el hermano Sebastián Gonsalve Marie Maugenest hizo su profesión en el noviciado de Mazeres el22 de enero de 1873, miembro de la pro­vincia de Toulouse. De 1874 a 1877 estuvo en Provenza, en San Máximo, des­pués en Toulouse los años siguientes. Más tarde, desde San Remo contestará al P. Bertin sobre los orígenes de nuestra congregación, a petición del P. Piperon (1908); luego desde La Rose, en 1815, para dar su ferviente testimonio sobre el venerado P. Piperon, muerto el 16 de febrero de este año 1915. El P. Maugenest dejará este mundo el 3 de octubre de 1918, a los 89 años de edad.

85 A propósito de la denuncia a Roma de monseñor Dupanloup, obispo de Or­leáns de 1849 a 1878, acerca de la devoción a Nuestra Seii.ora del Sagrado Cora­zón, antes de 1869, apenas tenemos nada en nuestros archivos, tanto menos cuan­to que el obispo de Orleans muchas veces manifestó su simpatía por las obras de Issoudun. Si en el episcopado francés hubo un encarnizado opositor a la devoción a Nuestra Seii.ora del Sagrado Corazón, ése fue sobre sobre todo monseñor Olace, obispo de Marsella, especialmente entre 1865 y 1869, y aun después.

8" El P. Chevalier hace alusión aquí no sólo a uqa polémica, sino a un conflic­

to surgido entre la Asociación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Issou­dun, erigida en 1864, y la de Roma, canónicamente erigida en cofradía el 8 de di­ciembre de 187 2 por el decreto Nulla da tus, firmado por el cardenal Patrizi, vicario de S.S. Pío IX. Siete meses más tarde, el 8 de julio de 1873, la Piadosa Unión Romana era canónicamente elevada a archicofradía, con todas las indul­gencias que habían sido concedidas a la Asociación de Issoudun (Breve pontificio Supplices Admotae). Un mes después, por el Breve Sodalitia Fidelium del 5 de agosto de 1873, esta archicofradía romana se convirtió en universal. De esta ma­nera, jurídicamente se encontraba colocada en un plano superior a la de Issoudun. De hecho, esta última, estando aprobada por la diócesis de Bourges, no podía agregarse más que las filiales del mismo nombre existentes en la diócesis de Bour­ges; mientras que la de Roma tenía la facultad de afiliarse todas las asociaciones o pías uniones canónicamente erigidas en todos los países (ubique gentium canoni­ce erectas). El P. Chevalier, reivindicó el «derecho de primogenitura» de la Cofra­día de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, erigida en Issoudun el29 de enero de 1864 por monseñor de La Tour d' Auvergne, arzobispo de Bourges. El 29 de junio de 1867, esta Cofradía de Issoudun había sido agregada a la congregación romana llamada Prima primaria, concediéndole valiosas ventajas espirituales. El acta de agregación tiene la firma de R.P. Pedro Beckx, general de la Compañía de Jesús. El 5 de marzo de 1869, Pío IX había elevado la cofradía de Issoudun a archicofra­día, pero sólo para la diócesis de Bourges. A pesar de esta restricción, podemos decir que en Italia, aun antes de la erección de la archicofradía romana de 1872, se habían constituido varios «centros» de la devoción, aprobados por el P. Chevalier, tales como los de Anagni (2 de febrero de 1869); Osimo, el más activo (8 de sep-

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lSSOUDUN

Basílica del Sagrado Corazón- Nuestra Señora del Sagrado Corazón coronada el 8 de septiembre 1869

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tiembre de 1870); Nápo1es (19 de marzo de 1871 ); Bolonia (20 de abril de 1871 ); Florencia, en los Padres Jesuitas, Génova en la iglesia de Santa Catalina, y otros más. Desde el centro de Osimo, con el abnegado Don Sante Giorgetti, se publica­ron, a partir del 2 de julio de 1872, los Annali di N ostra S ignora del Sacro Cuore, bajo la dirección del P. Julio Chevalier, con la autorización del obispo de Osimo. La archicofradía romana, desde 1873 se las ingenió para agregarse todos los cen­tros existentes en Italia y crear otros. El primero en reaccionar fuertemente fue don Giorgetti de Osimo; el 20 de noviembre de 1873 escribía el P. Víctor Jouet:

El cardenal vicario de Roma ha dado un golpe mortal a la Asociación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en Italia. Ha establecido una archi­cofradía de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en la iglesia de SanAn­drés del Quirinal. Y no es eso todo: ha cambiado la imagen y el Acor­daos ...

A partir de ahí puede imaginarse uno las dificultades y los malentendidos, y, después de la publicación de la revista romana Il Propagatore, una desgraciada rivalidad propagandística. El conflicto iba a durar algunos años, hasta la solu­ción aportada por el decretoAb anno 1854 del26 de abril de 1879, confiando to­talmente, por decisión del Papa León XIII, a la Congregación de Misioneros del Sagrado Corazón (de Issoudun) la dirección general de la Archicofradía de Nues­tra Señora del Sagrado Corazón para el mundo entero, con centro en Roma, en la iglesia restaurada de la plaza N avona. Por el mismo decreto, la anterior archico­fradía romana fue trasladada a esta misma iglesia. Mientras tanto, estas dificulta­des habían llevado al P. Chevalier a crear una presencia M. S. C. en Roma median­te la apertura de un escolasticado (diciembre de 1875), a establecer un procurador general en Roma, en la persona del P. Víctor Jouet (26 de febrero de 1876), a comprar la antigua iglesia de Santiado de los Españoles, en la plaza N avona (31 de julio de 1878) y a construir encima de este santuario una vivienda para la comunidad romana M.S.C. ( 1879).

xl Cf. Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, Issoudun. 1879, págs. 145-150.

100

xx Cf. Notas íntimas, pág. 36. 8 ~ Cf. ibid., pág. 36. ~o Cf. ibid., pág. 39. 91 Cf. ibid., pág. 44.

* * *

APENDICES

a las notas

APENDICE I

Ms 1856 del P. Chevalier

APENDICE II

LA FAMILIA CHEVALIER (1909)

APENDICE I1I

CARTAS del señor Fd. de Champgrand

APENDICE IV

LA INSTALACION OFICIAL de 1855

APENDICE V

RELIGIOSOS SECULARIZADOS EN FRANCIA DESDE 1901

Page 57: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

APENDICE 1

Ms 1856

Manuscrito del P. Julio Chevalier 18 55-18 56

PRESENTACION

Este breve manuscrito del fundador, P. Chevalier, sobre los orígenes de la Congregación de Misioneros del Sagrado Corazón es el más antiguo que tenemos. Cuaderno de 19 X 15 cm, 11 páginas escritas de su mano. Empezando por el final del cuaderno: dos páginas escritas por él mismo, y como anexo el documento del cardenal Dupont, del 1 O de septiembre de 1856, autorizando la erección del Vía Crucis en la capilla de los misione­ros.

¿Cuál puede ser la fecha de este manuscrito? ¿Qué valor tiene? 1.0 La fecha: El manuscrito mismo no tiene fecha, como tampoco

ningún título. Lo encontró entre los papeles del P. Chevalier, después de su muerte (21 de octubre de 1907), el joven P. Emilio Bertin, que lo había asistido en sus últimos días. Más tarde, especialmente después de una de las decisiones de Capítulo General de 1926 acerca de la búsqueda de do­cumentos relativos a la historia de la congregación, fue posible localizar este manuscrito:

«Hay que recoger también todos los documentos sobre la historia de la congregación. Por lo tanto, se ruega a todos los que tengan documentos de esta clase que los envíen, ya sea los originales o co­pias de los mismos, al superior general para guardarlos en los ar­chivos de la congregación».

(Cf. Analecta, Ser. V n.o II, 1927, pág. 147)

El P. José Dépigny, asistente y secretario general, en su fascículo: Fundación de la Congregación de Misioneros del Sagrado Corazón (Capítulo general de 1938), cree que este manuscrito fue «escrito hacia 1860». El P. Enrique Vermin, enAnalecta, Ser. IX, n. 0 111 (1952), págs. 301-411 passim, y enE! P. Julio Chevalier, Roma, 1957, passim, cita a menudo este manuscrito, pero dándole la fecha de 1859, o hacia 1859.

La fecha aproximada dada por los dos padres está basada sin duda en la frase del P. Chevalier, página primera: «Hace diez años, estando aún en el seminario mayor ... me ftié en un seminarista ... ».

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Page 58: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

Sin dar, aquí, el nombre del seminarista, el P. Chevalier alude a su pri­mer compañero Maugenest. Y a que éste había llegado al seminario de Bourges en octubre de 1849, basta con añadir «diez años» para tener la fecha de 1859 o hacia 1860.

Sin embargo, al leer con más atención toda la frase, podemos distin­guir tres momentos diferentes:

a) «Hace diez años ... » el seminarista Chevalier, reflexionando un día sobre el mal que consume a nuestro tiempo ... Su inspiración de fundar una comunidad de misioneros ... Comunica esta idea a su director el se­ñor Ruel, quien no ve en ella más que una utopía, una ilusión ... El semina­rista hace «el propósito de no pensar más en ella».

b) «Pero mi espíritu, a pesar mío, volvía siempre sobre ello. Cuanto más adelantaba, más seguro me sentía ... ». ¡Respetemos, pues, este tiempo de progreso!

e) «Una voz ... me decía sin cesar: lo conseguirás ... », etc. «lleno de estos pensamientos, me fijé tímidamente en un seminarista ... el abate X ... », es decir, en Maugenest, que había llegado al seminario en octubre de 1849.

Tenemos, pues, que retrasar la fecha del manuscrito en algunos años. He aquí las razones:

- Materialmente, este cuaderno es del mismo formato que el de las Reglas de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, 1855.

- La invocación, arriba de la primera página, es la misma que la de las «Reglas ... 1855», invocación que será cambiada, desde 1857, por es­ta: «Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús».

- En ninguno de los dos manuscritos está la promesa de los dos vica­rios, hecha el 8 de diciembre de 1854, de hacer amar y honrar a María de manera peculiar (Cf. Anales de la pequeña sociedad, cuya redacción es muy posterior: Fontes M.S. C. ser. 1, n.o 1, pág. 3). Tampoco hay alusión alguna al título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, título que el P. Chevalier no manifestará a sus primeros compañeros hasta la primavera de 1857.

- En el presente manuscrito, el relato sobre los orígenes se detiene bruscamente después de evocar la instalación oficial del 12 de septiem­bre de 185 5; mientras que, en la parte de atrás del cuaderno, sólo se rela­ta un hecho: el proceso verbal de la erección del Vía Crucis, el 23 de octu­bre de 1856. Es otro indicio de que la relación sobre los orígenes, comenzado en las primeras páginas, en el sentido normal del cuaderno, es anterior al mes de octubre de 1856; puede situarse entre el 12 de septiem­bre de 1855 y el 2,3 de octubre de 1856: le atribuimos la sigla Ms 1856, aunque el manuscrito haya podido redactarse a finales de 185 5.

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2.o Su valor: Por su proximidad con los hechos mismos de 1855, la redacción del Ms 1856 adquiere un valor histórico y un sabor que no se puede olvidar. Este Ms 1856, contemporáneo de este otro manuscrito del padre fundador, Reglas de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, 1855 (proyecto provisional), se convierte -para la historia de los orígenes- en el documento original más antiguo dejado por el P. Cheva­lier. Puede sorprender que un hombre, con treinta años, y escribiendo en un momento tan cercano a los acontecimientos, haya sido tan poco preci­so en su relato. No fue hasta más tarde que se decidió a escribir sus Ana­les de la pequeña sociedad, y luego sus Notas íntimas, donde hará mati­zaciones y adiciones sobre los primeros acontecimientos y las mismas fechas serán cambiadas, sin duda, por la influencia de sucesos posteriores y de observaciones de compañeros que no habían sido testigos oculares de los hechos de 1855-1856.

* * *

105

Page 59: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

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Regla de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús 1855 (Redacción provisional)

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Ms 1856

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Page 60: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

+ J.M.J.

¡Alabado, amado y adorado sea por siempre el Sagrado Corazón

de Jesús!

Nuestra pequeña sociedad no es obra del hombre, sino de Dios. Nació en el CoRAZóN SAGRADO DE JEsús bajo la poderosa protección de María. Con repugnancia cuento aquí su historia. No lo hago más que por obe­diencia y para la mayor gloria de Dios 1•

Hace diez años, estando aún en el seminario mayor, reflexionando un día sobre el mal que corroe a nuestro tiempo, concebí el proyecto, o más bien Dios me inspiró la idea de fundar una comunidad de sacerdotes mi­sioneros que trabajarían para curarlo. Comuniqué este proyecto (pág. 2) a mi director; lo consideró como una utopía, fruto de una imaginación ilusa y equivocada. Avergonzado de mí mismo hice el·propósito de no pensar más en ello. Pero mi espíritu, a pesar mío, volvía siempre sobre ello. Cuanto más adelantaba, más seguro me sentía.

Una voz de la que no podía defenderme me decía sin cesar: un día lo conseguirás: Dios quiere esta obra.

Lleno de estos pensamientos me fijé tímidamente en un seminarista que me pareció hecho a proposíto el abate X ... 2 Jamás le hablé de esto. Pero, ¿dónde poner la sede de esta nueva comunidad? ... Issoudun con sus 14.000 almas y sus tres sacerdotes surge de repente en mi espíritu.

En medio de todos estos proyectos sólo conocidos por Dios, llega el momento del sacerdocio. Me destinan como vicario a diferentes parro­quias. Después de tres años y medio de ministerio (pág. 3) laborioso y di­fícil, el anciano párroco con el que estaba entonces, murió; esperaba un cambio. Pensé que la autoridad me nombraría cura ecónomo

1: todo me lo

hacía esperar. Cuál no fue mi sorpresa cuando supe que su eminencia me nombraba

de nuevo vicario, pero vicario de Issoudun. Vi claramente la acción de la Providencia en esta determinación. En seguida me dije: «Dios tiene sus designios sobre esta infortunada ciudad». Tomo el Ordo para ver quién es mi colaborador. ¿Qué veo? El nombre del sacerdote en quien me había fi­jado para que un día me secundara en mi proyecto. El sacerdote X sólo había estados dos años en Bourges, después fue a terminar sus estudios clericales al Seminario de París con la intención de entrar en la Comuni­dad de San Sulpicio. Pero antes de comprometerse en esta piadosa y sabia

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congregación consultó con su director, y éste (pág. 4) le dijo: «querido amigo, el buen Dios os quiere en vuestra diócesis; tengo que deciros esto ,a pesar de lo mucho que me agradaría verle entrar en nuestra congrega­ción» 4 •

Fue con su familia' para celebrar su primera misa. Tenían que ponerlo de vicario en Bourges, pero la autoridad cambia de repente de opinión y lo nombra en Issoudun. Un mes después de mi llegada a esta ciudad me sin­ceré con él. Era hacia finales de noviembre de 1854 ~>.

Le dije: «Dos plagas corroen nuestro desgraciado siglo: La indiferen­cia y el egoísmo; hace falta un remedio eficaz que pueda aplicarse a estos dos males. Este REMEDIO se encuentra en el CoRAzóN SAGRADO de Jesús que no es más que AMOR y CARIDAD. Además, este corazón adorable que nos ama tanto, no es bastante amado de los hombres. Ellos ignoran todos los tesoros que encierra. ¡Pues bien!, harían falta sacerdotes que trabaja­sen en hacerle (pág. 5) conocer; llevarían el nombre de ¡Misioneros del Sagrado Corazón de Jesus!».

Aprueba el proyecto y me dice: «Desde hace tiempo busco centrarme; la obra que me propone me parece admirable, quiero dedicarme a ella con usted».

Manifestamos nuestras intenciones a nuestro piadoso y venerado pá­rroco; las aprobó de todo corazón. Pero, ¿qué hacer para conseguirlo? No teníamos ningún recurso. Sin desanimarnos nos dijimos: «Si es obra de Dios, tendrá éxito. Oremos, las circunstancias no pueden ser más favora­les; he aquí que la Iglesia va a proclamar el Dogma de la Inmaculada Con­cepción; pidamos, pues, a María, en honor de su ilustre prerrogativa que debe procurar al mundo tantos beneficios, que funde ella misma esta con­gregación».

Hicimos entonces una novena que debía terminar el 8 de diciembre de 1854 y (pág. 6) ese mismo día supimos que un alma caritativa 7 destinaba veinte mil francos para establecer una obra buena en el Berry. Esta noticia reanimó nuestra confianza; rezamos de nuevo a María y después de algunas gestionesR nos fueron entregados los 20.000 francos.

Pero el derronio, temblando de rabia ante este primer éxito, se revol­vió con furor. Hace desvanecer todas nuestras esperanzas y suscita obstá­culos9 que parecen aniquilar todos nuestros proyectos.

Lejos de dejarnos abatir, recurrimos con solicitud a nuestra poderosa PROTECTORA,nueve días antes de la fiesta de la archicofradía de su santo e inmaculado corazón; y para más interesada hicimos con ella un pacto en los siguientes términos 10

:

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Page 61: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

Pacto hecho entre la santísima Virgen y dos sacerdotes del Sagrado Corazón (Issoudun, 6 de febrero de 185 5)

Compromisos sagrados asumidos por nosotros a los pies (pág. 7) de nuestra buena Madre y depositados en su corazón inmaculado con abso­luta confianza. Si la santísima Virgen, nuestra Reina, nuestro refugio y nuestra única esperanza, triunfa de todas las dificultades que el infierno suscita contra nosotros y realiza en este año la obra concebida para la sal­vación de las almas y la gloria de su querido hijo, por nuestra parte toma­mos los compromisos siguientes, para nosotros y para los futuros miem­bros de la congregación:

Artículo I

Los sacerdotes encargados de continuar la obra de San Urbin, primer apóstol de Berry, tomarán el nombre de MrsroNEROS DEL SAGRADO CoRA­zóN DE JESÚS.

Artículo II

Tendrán especial amor y devoción particular al corazón adorable de Jesús y al corazón inmaculado de María; trabajarán con todas sus fuerzas para que estos dos corazones sean amados en todas partes. (pág. 8)

Artículo III

Siempre que prediquen dirán algunas palabras en honor de Jesús y de María; no oirán ninguna confesión sin inculcar a sus penitentes la invoca­ción y el amor a esos dos nombres y corazones. No harán ninguna obra de su santo ministerio, no emprenderá nada, sin haber invocado a JEsús y a MARíA.

Artículo IV

El cuadro principal de la capilla representará al corazón inmaculado de María y al corazón adorable de Jesús salvando a los pobres pecadores.

Artículo V

En la capilla habrá: l. o una estatua del Sagrado Corazón de Jesús; 2. o otra del corazón inmaculado de María; 3. o un pendón que perpetuará el recuerdo del favor obtenido. (pág. 9)

Artículo VI

La fiesta patronal de la congregación será la del Sagrado Corazón de

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Jesús. Las secundarias, la de la Inmaculada Concepción, la del corazón inmaculado de María, la de San Ursin, la de Santa Solange, la de Santo, Domingo 11

• Las fiestas de la santísima Virgen se celebrarán con especial solemnidad.

Artículo VII

Los sacerdotes del Sagrado Corazón en su soledad imitarán preferen­temente la vida oculta e interior de María en el templo y en la casa de N a­zaret.

Artículo VIII

En su vida apostólica imitarán su gran misericordia y a ejemplo suyo no tendrán mayor título de gloria que el de ser refugio de los pobres peca­dores».

(pág. 1 O) Durante toda la novena pusimos el pacto sobre el altar don­de celebrábamos la santa misa. El día de la fiesta de la archicofradía, en la misa solemne dos monaguillos ofrecieron a María, por manos del sacerdo­te, un pequeño cuadro representando la obra proyectada. Desde ese momento el infierno fue vencido. Los obstáculos se allanaron; y mientras un corazón generoso nos daba veinte mil francos para la compra de la casa que ocupamos hoy, un alma bienhechora 13 nos prometía anualmente un subsidio de mil francos para ayudamos a vivir. Entonces dimos a conocer nuestro proyecto a la autoridad eclesiástica. El proyecto fue sometido al consejo arzobispal. La discusión fue tan viva y las opiniones tan divididas que uno de sus miembros 14 que nos apreciaba mucho me dijo: «por unos­momentos temblé por vuestra obra, (pág. 11) la vi como aniquilada, y me dije: si sobrevive a este debate veré en ella claramente el dedo de Dios».

Y su eminencia el cardenal Dupont arzobispo de Bourges, después de la sesión, se pronunció a nuestro favor y nos proclamó Misioneros del Sa­grado Corazón de Jesús 15

• Que su memoria sea bendita y que su nombre viva por siempre en nuestros corazones.

La casa que nos destinaba la providencia fue comprada en seguida y

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Page 62: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

las ayudas de algunas personas nos permitieron transformar un largo edifi­cio en capilla.

El día de la fiesta del Santo Nombre de María, 12 de septiembre de 1855, el sacerdote Caillaud, vicario general de Bourges, vino a bendecirla y a instalamos e imponemos públicamente, en nombre de su eminencia, el nombre de Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús'" ...

* * *

112

Padre Sebastián Maugenest MSC 1855-1865

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Page 63: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

+ PROCESO VERBAL DE ERECCIÓN

DEL VíA CRUCIS

en la capilla del Sagrado Corazón de los Misioneros de Issoudun

Hoy, 23 de octubre de 1856, yo, J. Chevalier, Misionero del Sagrado Corazón de Jesús, a petición propia en virtud de un rescripto pontificio de fecha 4 de marzo de 1842 dirigido a monseñor el cardenal Dupont arzo­bispo de Bourges y con la autorización escrita de su eminencia con fecha 10 de agosto de 1856, en presencia del sacerdote Piperon 1

\ capellán de los hospicios de Issoudun, y los señores Lelot y Mallet, vicarios de St. Cyr 18

, y de un numeroso concurso de fieles, he erigido solemnemente con las oraciones, bendiciones y ceremonias prescritas, las catorce estaciones del Vía Crucis en la capilla de la Comunidad de los Misioneros del Sagra­do Corazón de Issoudun con aplicación a perpetuidad de todas las indul­gencias que los Soberanos Pontífices han concedido al piadoso ejercicio del Vía Crucis.

En fe de lo cual hemos levantado y firmado este proceso verbal.

L. Lelot 1K

vic. de Issoudun

114

* * *

Issodun, 23 de octubre de 1856 J. Chevalier

mis. del S.C.

P.us M.a Mallet 1g

vic. de Issoudun

NOTAS

1 Por obediencia: No sabemos quién le dijo al P. Chevalier que explicara la historia de la pequeña congregación. Pudiera haber sido el sacerdote Caillaud, vi­cario general, después de la instalación del 12 de septiembre de 185 5, o bien el se­ñor Pedro Gasnier, superior del seminario mayor y miembro del consejo episco­pal, que había favorecido la fundación de Issoudun (Cf. Apéndice III).

' El sacerdote X. .. : Emilio Sebastián Maugenest (1829-1918), que había he­cho sus humanidades en la Institución de Chezal-Benoit donde vivía su familia, y había entrado en el seminario mayor de Bourges, para comenzar la filosofía en oc­tubre de 1848. Más tarde, ordenado sacerdote en París (San Sulpicicio) el 17 de diciembre de 1853, luego nombrado vicario de Issoudun, el 10 de enero de 1854.

1 Cura ecónomo, es decir, encargado de una filial, y no simple vicario. 4 En nuestra congregación: Se trata aquí de la Compañía de San Sulpicio. 5 En su familia: En Chezal-Benoit (Cher), a 17 kilómetros de Issoudun. " Hacia finales de noviembre de 1854: Es importante notar que no es hasta

ese momento cuando el sacerdote Chevalier comunica su propósito a su compañe­ro Maugenest.

7 Un alma caritativa: el sulpiciano Fernando de Champgrand, entonces pro­fesor en el seminario mayor de Burdeos, que destinaba viente mi! francos: no era entonces más que una disponibilidad (Cf. Apéndice III).

8 Y después de algunas gestiones: Notemos que si hubo algunas gestiones, fue después del 8 de diciembre de 1854, no antes. ¿Cómo hubieran sido posibles esas «gestiones» en tan corto espacio de tiempo, entre los últimos días de noviembre y el ocho de diciembre?

9 Obstáculos: El P. Chevalier no exagera nada, obstáculos los tuvo, tanto de parte de Bourges como de parte del señor de Champgrand que tenía también sus intenciones (Cf: también Notas íntimas, nota 29).

10 Un pacto en los siguientes términos: Es de suponer que hubo un documen­to original de este pacto, firmado, el 6 de febrero de 1855, por los dos jóvenes vica­rios de Issoudun, al menos por sus iniciales. Este documento original no se ha en­contrado. Por aquella época era muy frecuente depositar un escrito de ese género en un corazón metálico, colocado luego como un ex-voto en algún santuario o ca­rio o capilla. Ejemplos de esta clase no faltan entre nuestros primeros padres M.S.C. Si éste fue el caso, la frase siguiente no tendría más que un significado es­piritual: «compromisos sagrados asumidos por nosotros a los pies de nuestra bue­na Madre y depositados en su corazón inmaculado con absoluta confianza». iSimple hipótesis! Se puede pensar también que Julio Chevalier haya copiado, en el presente manuscrito, «los términos» exactos del pacto, reemplazando las firmas por dos «X .. .X» con el dibujo de dos corazones. Más tarde, en Anales de la pe­queña sociedad, el P. Chevalier dará otra versión del pacto: incluye lo esencial del texto del presente manuscrito, pero con algunas variantes o matices. Redactando esos Anales, había conservado la fecha del6 de febrero de 1855; más tarde, tacha esta fecha y escribe encima: «18 de enero de 1855», añadiendo respectivamente delante de las dos «X» las iniciales «J.C.» y «E.M.» (Cf. Fontes M.S. C. Ser. 1, n.o 1, núms. 6-14, págs. 57-58). El P. Enrique Vermin, o.c. págs. 116-117, com­para la dos versiones del pacto: a la izquierda, el texto (no siempre exactamente transcrito y puntuado), con su título: «Manuscrito 1859»; a la derecha, la versión que él titula «Principios ... » y que no es más que una copia parcial del Ms Anales

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Page 64: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

de la pequeña sociedad; copia que había sido destinada a la señora Emest Helio (Juana Lander) para la preparación de su obra de 1872. Estimamos gratuita la ob­servación del P. Vermin: «Esto confirma nuestra opinión que el Ms 185 9 (sic!) no es más que una copia. Si hubiera sido el original, el P. Chevalier lo hubiera repro­ducido tal cual en su relato titulado «Principios ... ».

No hay ninguna relación del P. Chevalier titulada «Principios ... ». Tanto el texto enviado a la señora E. Helio, para informarla sobre los orígenes de los M.S.C., como la relación transcrita por Pedro Barra! en el cuaderno VIII, o la simple hoja escrita por el P. Georgelin y titulada «Efemérides», no son más que copias secundarias o extractos del Ms Anales de la pequeña sociedad.

11 Fiestas particulares: San U rsin y Santa Solange, porque los dos eran patro­nos del Berry. ¿Por qué Santo Domingo? Sin duda, por devoción particular de los dos jóvenes vicarios a Santo Domingo, venerado también en la capilla del Rosario en la iglesia parroquial de St. Cyr. El sacerdote Julio Chevalier era miembro de la Tercera Orden de Santo Domingo: novicio desde el mes de octubre de 1851, cuan­do era vicario en Ivoy-le-Pré; afiliado a esta Tercera Orden por su profesión, emi­tida el 13 de octubre de 1852, en Chatillon-sur-Indre, ante el hermamo Enrique Meunier, párroco de Orsennes, delegado por el P. Enrique Domingo Lacordaire. El 15 de noviembre siguiente, el P. Lacordaire, provincial de los Hermanos Predi­cadores, envió al «hermano Domingo Chevalier», en nombre del hermano Vicente J andel, -¡icario general de la Orden de Santo Domingo, las facultades para ad­mitir en la Tercera Orden de Santo Domingo a los candidatos probados durante un año de noviciado. El P. Maugenest, miembro de la Orden de Predicadores después de su profesión el22 de enero de 1873, podía escribir en 1908, a propó­sito de los hechos del 8 de diciembre de 1854: « ... Después de la misa solemne permanecí en la iglesia, a los pies de la Reina del Santísimo Rosario, en la capilla que le estaba dedicada, terminando mi novena ... »; el P. Chevalier, arciprest~ de Issoudun, tendrá predilección por esta capilla del Rosario ...

12 Fecha del Pacto; Cf. nota 14 en Fontes M.S. C. sr. I, n. 1, Anales de la pe­queña sociedad.

1.1 «Un alma bienhechora»: La vizcondesa Blanca du Quesne (Cf. nota 30 de Notas íntimas). ·

14 «Uno de los miembros» del Consejo: Probablemente el señor Gasnier (Cf. nota n.o 31 de Notas íntimas).

15 Autorización del cardenal: Debió ser el4 de junio de 1855. Y según comu­nicación del archivero del arzobispado de Bourges, V. Chastré, al P. José Depigny, el2 de septiembre de 1938: El señor J. Chevalier fue autorizado a tomar el título de misionero del S.C., y por consiguiente a cesar en sus funciones de vicario, el 1 O de junio de 185 5: no dice si cesó inmediatamente o algunos días después. Pa­ra el Señor Maugenest se indica solamente 1855, sin fijar la fecha: hay dos razo­nes para creer que fue también el 1 O de junio. Sus sucesores fueron nombrados al­gunos días antes: Antonio Tamisier, el 5 de junio de 1855; y José Lelot el 4 de junio de 1855» (Cf. AGmsc y nota n.o 32 de Notas íntimas). Notemos, de pasa­da, que la escasez de información de parte de los archivos del arzobispado de Bourges se explica por las pérdidas sufridas en el incendio de 1870.

16 Fiesta del Santo Nombre de María (1855): Cf. Apéndice IV, pág. XxX. 17 El sacerdote Piperon: En la comunidad M.S.C. desde el mes de junio de

1856 (Cf. nota n. 0 39 de Notas íntimas). 1 ~ Señores Lelot y Mallet, vicarios: (Cf. notas n. 0 32 y 36 de Notas íntimas).

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En este proceso verbal no hay ninguna alusión al P. Maugenest, sin duda ausente de Issoudun ese día. La súplica del P. Chevalier pidiendo al arzobispo la erección del Vía Crucis, lleva fecha del ocho de septiembre; el 10 siguiente el arzobispo Dupont firmaba el decreto concediendo la autorización, por la que subdelegaba al R.P. Julio Chevalier M.S.C. (in sacello Domus Missionariorum a Carde Sacro Jesu). Notemos aquí, desde 1856, la traducción latina del NOMBRE. Este docu­mento es el más antiguo, de los conservados en nuestros archivos, de los emitidos en Bourges a favor de la congregación fundada en Issoudun. Después, en el Ordo de la diócesis de Bourges, encontramos invariablemente de 1863 a 1878 inclusive el empleo del ablativo de procedencia u origen para la traducción latina. En 1879 se llega al genitivo, como en el decreto de alabanza de Roma, 1869: Missionari SSmi. Cordis Jesu. Si se consultan los diversos documentos romanos entre 1869 y 1898, se encuentran la dos traducciones: por ejemplo, de quince documentos sie­te usan el genitivo, dos documentos ( 1884 y 1891) usan simultáneamente el geniti­vo y el ablativo. Más tarde, con ocasión del Capítulo extraordinario de 1907 que tenía por objeto la reforma de las Constituciones, algunos padres propusieron la fórmula con ablativo «a Sacro Carde Jesu», estimándolo más conforme al genio de la lengua latina y sobre todo al sentido del título, puesto que la preposición a in­dica mejor la relación. Nueve padres de la comisión contra ocho, según el P. Kuntz, votaron por mantener la fórmula con el genitivo, con el pretexto de que no convenía cambiarla después de una costumbre de tantos años.

* * *

117

Page 65: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

APENDICE 11

LA FAMILIA CHEVALIER (en 1909)

¿Por qué en 1909? Sencillamente, porque hubo que esperar hasta 1909 para saber, y aun sin muchos detalles, cómo se presentaba, enton­ces, la familia del P. Chevalier, muerto hacía dos años.

Había sido siempre muy discreto sobre su familia. Después de su muerte, se tuvo conocimiento de sus Notas íntimas. Desde las primeras páginas, el P. Chevalier presenta a sus padres con términos de una innega­ble piedad filial. Después de tantos años de catequesis a los niños de Is­soudun, se había conformado él mismo al precepto: iHonra a tu padre y a tu madre!

Cuando el P. Piperon, su primer biógrafo en 1898-1899, tuvo conoci­miento de Ms Notas íntimas, creyó deber modificar lo que él mismo había escrito en sus dos ensayos de biografía, Pip. I ( 1899) y Pip. JI ( 1902-1904), así como la primera versión de la Noticias biográfica, publicada en los Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, desde el número de diciembre de 1907 (noticia A). Cf. Fontes M.S.C. ser. JI, n. 1 -en preparación- Inéditos de Carlos Piperon.

Sobre la base de ciertas confidencias provenientes de la Turena, el P. Piperon había escrito a propósito del padre y de la madre de Julio Che­valier:

... A pesar de su honestidad natural, ambos eran muy ignorantes en materia religiosa y vivían olvidados de sus deberes para con Dios; no veían más allá de las necesidades diarias; sus labores de cada día no miraban más que a procurarse lo necesario para la vida. Su primera educación no los había preparado para un estilo de vida más elevado. Cuando vino al mundo su último hijo, después de tre­ce años de matrimonio, a su padre no le gustó nada. Era una nueva carga para él, cuyo trabajo ingrato no le alcanzaba para cubrir las necesidades diarias de la familia. Así, el desdichado padre acogió al recién nacido con profunda tristeza ... (Cf. Pip. 1).

A su vez, el P. José Depigny, del Berry, escribía:

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Crecido duraote la tormenta revolucionaria, privado de educación religiosa, había conservado la fe cristiana, pero una fe muy débil

para guiar o inspirar su vida. Si era naturalmente honesto, probo, caritativo, amante de la justicia y de la verdad, las decepciones de su juventud le habían entristecido, y su poca religión no le podía hacer aceptar de buen grado las condiciones de vida que le tocaba sufrir. La necesidad más que la inclinación le hizo optar por el oficio de panadero, y escogió por mujer a la hija de un hombre de la misma profesión» (Analecta Soc., Ser. V, n.o VIII, 1928, págs. 214-215).

En efecto, Juan Carlos Chevalier, «el mayor de cuatro hermanos», nació algunos años antes de la Gran Revolución, hacia 1780. En Riche­lieu se casó, el 22 de enero de 1811, por lo civil y por la iglesia, con Luisa Ory, «última de trece hijos»: dos chicas y once chicos; éstos todos falleci­dos, aseguraba en marzo de 1909 un amigo del P. Chevalier originario de Turena, el sacerdote G. Rigault: «Todos los hijos estan muertos; sólo las dos hijas vivieron, pero (la pequeña Luisa) tenía veinte años menos que su hermano mayor» (carta del 6 de marzo de 1909).

Este sacerdote Rigault, párroco de La Membrolle-sur-Choisille (Indre­et-Loire ), diócesis de Tours, conocía bien al P. Chevalier. En el mes de fe­brero de 1888, le había visitado en Issoudun. Con esta ocasión recibió muchas confidencius sobre los orígenes de la congregación MSC en los años 1854-1855. Había conocido a los padres Maillard y Vaudon. Por eso fue a este «amable y afectuoso párroco de La Membrolle» a quien es­tos, en 18 99, pidieron informaciones relacionadas con los primeros años de Julio Chevalier, y esto a petición del padre Piperon, que había comen­zado a recoger los recuerdos. En el mes de mayo de 1899, el sacerdote Ri­gault se puso a buscar, empezando por Tours. Escribía el 12 de mayo:

En el arzobispado, no he encontrado registros anteriores a 1813. Los padres del reverendo padre debieron casarse en 1811 ó 1812 lo más tarde, puesto que tenía una hermana que ya era grande cuando él nació, podía tener bien sus doce años.

Por el mismo correo, el sacerdote Rigaul enviaba un extracto del re­gistro de bautismos de la parroquia de Richelieu, copiado, certificado y enviado por él mismo ese 12 de mayo de 1899. Pero, en lugar de escribir: El 16 de marzo de mil ochocientos veinticuatro ha sido bautizado ... Ju­lio Juan, nacido ayer, hüo de Carlos Chevalier, panadero, y de Luisa Ory ... escribió por distracción: El año 1824, el 24 del mes de marzo ha sido bautizado ... Lo que puso en un serio apuro al P. Piperon, que estaba convencido que el reverendo padre había nacido el 15 de marzo y había si­do bautizado al día siguiente.

Queriendo saber más de Richelieu, por toda respuesta obtuvo lo si­guiente del párroco D. Meunier, con fecha 24 de mayo siguiente:

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De nuestros registros de principios de siglo, primero deteriorados y luego desaparecidos por completo, ha sido extraída auténticamente en 1840 por el señor Bourbon, entonces párroco de Richeliu, la lis­ta completa de las diversas actas de bautismos, de matrimonios y defunciones que había. En esta lista se lee en particular la mención siguiente: «Matrimonio de Juan Carlos Chevalier y de Luisa Ory, el 22 de enero de 1811».

El seis de junio, el sacerdote Rigault enviaba una partida de naci­miento del reverendo padre, con la fecha del matrimonio civil, así como un extracto del matrimonio religioso en perfecta concordancia con el esta­do civil, 22 de enero de 1811. Y añadía:

Lo que en otro tiempo envié al R.P. Maillard o al R.P. V audon so­bre la primera infancia del reverendo padre general no se ha escrito nunca en ninguna parte: eran simples notas recogidas después de una conversación que yo había tenido con la señora Lhuillier, la madre del R.P. Lhuillier, jesuita. Hoy (1899) es imposible pregun­tarle nada porque parece una niña.

Este P. Jorge Lhuillier, nacido en Richelieu en 18 3 9, entró en la Com­pañía de Jesús en abril de 1862, murió en París el 26 de enero de 1921. Sabremos que una sobrina del P. Chevalier, Josefina García, se casó con un Lhuillier, que vivía cerca de La Membrolle, parroquia del sacerdote Rigault. Parece que su marido era un hermano del jesuita Jorge Lhuillier. Es una lástima que las informaciones anteriores, recogidas de la madre del jesuita, no se hayan conservado. Pero, volviendo a la carta del sacerdote Rigault, del 6 de junio de 1899, leeemos:

El padre del reverendo padre general era panadero por su cuenta; no habiendo tenido éxito con su negocio fue, más tarde, nombrado guardia de la ciudad de Richelieu, para ayudarle.

Este último empleo de «guardia municipal» no se lo dieron sino hasta después de su breve estancia en Vatan, Indre, entre marzo de 1841 y 1843. Allá era «guarda forestal» al servicio del señor Justo, administrador de las Benedictinas de la calle Monsieur en París, para las propiedades que poseían en el Berry esas religiosas, llamadas también «Damas del Templo».

Después, el sacerdote Rigault, con precisión y un plano dibujado de la ciudad de Richelieu, ubica la casa donde nació Julio Chevalier en 1824.

La casa donde nació el reverendo padre se encuentra en la calle del Cisne, calle pequeña, frente al mercado, como puede verse en el plano. De esta casa, sólo existe la puerta; el resto ha sido reconstruido. Está en la en-

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.

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o ·a .2,

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trada de la calle, a la derecha, cuando uno deja el mercado para entrar en la calle del Cisne.

Este informe será fielmente reproducido por el P. Pipe ron en sus dos ensayos manuscritos de biografía y en la Noticia (Anales de Nuestra Se­ñora del Sagrado Corazón, diciembre 1907 y la edición de 1912).

Escribiendo en 1899, Rigault decía que la antigua casa natal ya había sido reconstruida; si nos paramos ante el edificio actual (1899) donde la panadería de antaño ha sido reemplazada por una acogedora carnicería, rematada por un bello apartamento de grandes ventanas con un balcón muy decorativo, tenemos la impresión que ha habido una restauración posterior al año 1899, más cercana a nuestro tiempo. Hoy sólo podemos decir: aquí estaba la casa donde nació el R.P. Julio Chevalier.

En la iglesia parroquial de Richelieu, se tiene otra opinión. En la entrada, sobre dos pilares, un panel conmemorativo evoca res­

pectivamente a dos sacerdotes: San Vicente de Paúl y el P. Julio Cheva­lier. A propósito de éste se dice que nació en Richeliu, calle del Cisne nú­mero nueve. ¿De dónde esta opinión? Este panel es muy posterior a 1899, en que recibimos las afirmaciones del sacerdote Rigault en vida del P. Chevalier, su compatriota de Turena. Sin duda, los viejos de Richelieu te­nían algún recuerdo de la casa donde vivió la viuda de Juan Carlos Cheva­lier, en sus últimos años, precisamente esta modesta mansión, hoy total­mente arruinada y abandonada, en el número nueve de la calle del Cisne ... Después de regresar de Vatan a Richelieu, hacia 1843, la pobre familia Chevalier no pudo volver a su antiguo domicilio, a la panadería. Final­mente el nuevo «guardia municipal» se alojó con su esposa en el número nueve de la misma calle del Cisne. Hipótesis que puede aún comprobarse. En cuanto al lugar de nacimiento de su hijo Julio, tenemos que pensar que el sacerdote Rigault estaba mejor informado en 1899, y aun en 1909.

Precisamente en este año de 1909 es cuando el párroco de La Mem­brolle nos da la situación de los sobrevivientes de la familia Chevalier. Lo citamos:

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El P. Chevalier tuvo un hermano, Carlos, muerto; y una hermana, Luisa, casada con uno llamado García. De este matrimonio nacie­ron seis hijos: dos hombre's y cuatro mujeres. Los dos hombres, Eduardo y Carlos, murieron entre los 30 y 40 años. De las cuatro hijas, dos eran mellizas, Virginia y María, ésta ha muerto ... La tercera hija es Josefina, casada con el señor Lhuillier, cerca de La Membrolle. De este matrimonio nacieron tres hijos: Armando, jefe de estación en Esvres, departamento de Indre y Loi-

ra; Jorge Y Eugenia, mellizos. Jorge tiene una tocinería en la Sart­he ... Y Eugenia se casó con un labrador, y vive en St Cyr-sur-Loire cerca de La Membrolle. '

La cuarta hija se llama Luisa. Creo que su conducta no es muy edi­ficante, por lo que el reverendo padre no tenía ningún trato con ella. En cuanto a la primera, Virginia, no se sabe qué ha sido de ella ... Eso es todo lo que he podido saber.

(Carta del 6 de marzo de 1909 al P. Bertin) Es una pe~a que sobre estos datos, más bien evasivos, desde 1909 no

se conectara directamente con Armando Lhuillier, jefe de la estación de Es:res, o con su hermano Jorge, en Sarthe; o con Eugenia en St. Cyr-sur­Lolre.

(Cartas de. C?· Rigault, La Membrolle, 12 de mayo y 6 de junio de 1899; 10 de d1c1embre de 1907; 6 de marzo de 1909. AGmsc Dossier Chevalier: infancia y familia).

* * *

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APENDICE III

CARTAS del SEÑOR FERNANDO LABBE de CHAMPGRAND P.S.S.

PRESENT ACION

En la nota número 26 de Notas íntimas hemos dado algunas informa­ciones sobre la generosa pero discreta participación del sulpiciano Fer­nando de Champgrand.

En 1929, el P. José Depigny, asistente y secretario general, pasando unas semanas de vacaciones en su Berry, se documentaba en vistas a una biografía del P. Carlos Piperon y había consultado los archivos eclesiásti­cos de Bourges. El 19 de junio, el sacerdote Juan Villepelet (futuro obispo de Nantes desde 1936) le escribía:

Le envío tres cartas de nuestros archivos (del seminario mayor), que he encontrado después de su visita. La segunda me ha parecido curiosa en extremo, desde el punto de vista de la opinión que se formaba el señor de Champgrand de la nueva Congregación de los Misioneros de Issoudun y de la influencia que él tuvo en la funda­ción. Esto es todo lo que tenemos de este período que le pueda in­teresar. Los registros de alumnos, expoliados en 1905, se encuen­tran en la biblioteca de la ciudad ...

Estas tres cartas habían sido halladas entre los papeles del señor Gas­nier, que había sido superior del seminario mayor de Bourges de 1851 a 1866, y miembro del consejo episcopal (Archiv. S.M. de Bourges: 2. Fon­dos de Superiores).

Primero presentemos al autor de estas tres cartas. Eduardo-Fernando-María Labbe de Champgrand nació en el castillo

familiar en Jussy-Champagne (Cher) cerca de Bourges, el18 de agosto de 1813. Hizo sus estudios literarios con los padres de la Compañía de J e­sús, en el Colegio de Billom (Puy-de Dóme ), después en el célebre Pen­sionado de Friburgo (Suiza). Leemos en el Libro de Oro del Pensionado, edición de 1889, págs. 55-56:

... Alumno de retórica en 1828 ... A los 17 años, Fernando de Champgrand había acabado sus estudios. Salido de una de las familias más ilustres del Berry, teniendo en perspectiva un brillante porvenir en el mundo, no dudó en escoger un camino de renuncia y

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Fernando Labbe de Champgrand p.s.s. 1813-1881

entró en el Seminario de San Sulpicio ... » (Archiv. Estado de Fribur~o,

A II 170).

El 12 de octubre de 1929 entra en el seminario de filosofía de Issy, cerca de París. Después de la Revolución Francesa de 18 30 vuelve a Pa­rís y estudia teología en el Seminario de San Sulpicio. Cuando pide entrar en la Compañía de los Sacerdotes de San Sulpicio, el superior general, se­ñor Garnier, le acoge favorablemente. Entra en el noviciado de la Sole­dad, en octubre de 1836. Es ordenado sacerdote por monseñor de Qué­len, arzobispo de París, en la iglesia de los carmelitas, el 20 de mayo de 18 3 7. De 18 3 7 a 1840 es profesor de dogma en el seminario mayor de Bourges. Después de su enfermedad de 1840, hace un viaje a Italia y a Pa­lestina, regresando a Burdeos en febrero de 1841: Ecónomo del seminario (1841-1844 ), profesor de moral ( 1844-1849), profesor de la Sagrada Es­critura ( 1849-1860). En esta última década es cuando se interesa por la fundación de Issoudun, como manifiestan sus cartas. La enfermedad inte­rrumpe su profesorado en Burdeos; se retira con su familia en Bourges. Como profesor externo, da un curso de liturgia y predicación en el semi­nario mayor. El P. Chevalier podrá visitarle en más de una ocasión. En marzo de 1866, acompaña a Roma al procurador de su compañía, señor Faillon, y le sustituye durante unos meses. Vuelto a Francia en junio de 186 7, se retira a Bourges, toma de nuevo su curso de liturgia en el semina­rio mayor, viviendo en casa de su hermana. Después de la muerte de ésta, el 21 de noviembre de 1877, se retira al seminario, edificando a todos «por su piedad, su desprendimiento y su amor a la pobreza», él que era heredero de una gran fortuna familiar. «Para practicar la pobreza, se ha­bía despojado de una parte notable de sus bienes en favor de estableci­mientos con que quería dotar a la ciudad de Bourges», decía el señor Icard, superior de San Sulpicio. A este propósito, leemos en el Libro de Oro del Pensionado de Friburgo:

«Una parte importante de su fortuna fue distribuida, al año de su sacerdocio, a la fundación de una casa de los Padres de la Com­pañía de 1 esús en Bourges. V e in te años más tarde, hizo construir con su dinero un convento para los Padres Franciscanos (O.F.M.). La ciudad de Issoudun le debe la primera fundación de la obra del Sagrado Corazón. Acudió siempre en ayuda de las obras de beneficiencia. Los seminarios, los asilos de los pobres, los orfelinatos, las escuelas, las casas de refugio se sostenían en parte por su ayuda caritativa. Así ha dejado un recuerdo bendito que perpetuará la tradición».

(Archiv. E. F. ibid)

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En una de las cartas transmitidas aquí, la del20 de abril de 1856, po­demos descubrir una discreta alusión a la largueza, durante su residencia en Bourges: Fernando de Champgrand está contento con la creación de nuevas parroquias, especialmente de la de San Fernando, en el mismo Burdeos, decimocuarta parroquia de la ciudad, confiada a un párroco y dos vicarios. El clero trabaja provisionalmente en una capilla, pero se ha­rá la contrucción.

Más tarde, la presencia en Bourges del señor de Champgrand explica lagran discreción del P. Chevalier, y después del P. Piperon, cuando evo­can la fundación y al benefactor: «un alma caritativa» (Ms 1856); «una persona bienhechora, de fuera de la ciudad» (Anales), «una persona que quiere permanecer en el anonimato» (Notas íntimas). El P. Maugenest dice, en 1908, que él mismo no supo al principio «que ese bienhechor era el señor de Champgrand» (carta al P. Bertin, martes de Pascua de 1908). De hecho no debía tardar en saberlo, puesto que el señor de Champgrand, en su carta del3 de abril de 1856 al señor Gasnier, dice: «Hace días recibí una carta de vuestros jóvenes misioneros, me alegró el espíritu que manife­taba ... » Fuera de sus íntimos, el padre fundador no dio a conocer el nom­bre del insigne bienhechor hasta después de la muerte de éste, primero a sus compañeros de la parroquia de Issoudun, como lo da a entender Pedro Barra!, después a la congregación. Al escribir al P. Jouet, procurador en Roma, el 19 de enero de 1881, al día siguiente del fallecimiento, el P. Chevalier, le decía:

El señor de Champgrand, nuestro bienhechor, ha muerto y será en­terrado mañana. Rece y haga rezar. Después de Dios, le debemos nuestra obra del Sagrado Corazón.

A propósito de la propiedad adquirida en Issoudun para esta obra, he­mos señalado en la nota 28 cuáles fueron las condiciones de compra y también la prudencia del señor de Champgrand al aparecer como propie­tario, al menos hasta 186 3. Entonces, consciente de las esperanzas que ofrecía la nueva comunidad, vendió ficticiamente toda la propiedad al P. Chevalier.

En 1860, el señor de Champgrand, gravemente enfermo, se vio obli­gado a cuidarse con su familia en Bourges. El P. Chevalier no tardó en vi­sitarle la tarde del ocho de abril ( Cf. Carta a la señora de Méloizes, seis de abril, copia AGmsc)- El 17 de febrero de 1863, el P. Chevalier le escribía a ésta:

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... Le hago saber que el señor de Champgrand está con nosotros desde el domingo(= 15 defebrero. Red.). No tengo palabras para explicarle su ~atisfacción. Esta embelesado. La capilla ( = nuesta

iglesia. Red.), la casa, la afluencia de fieles al Sagrado Corazón le ha conmovido hasta las lágrimas. Predicó en la reunión que tuvi­mos ayer en el Sagrado Corazón, más aún, en su sermón no pudo menos que manifestar la alegría que colmaba su alma; hizo el elo­gio más completo de nuestra obra y le predijo un maravilloso por­venir, etc. Al rezar por primera vez en esta nueva capilla, dijo, me ha embargado un sentimiento de paz que no sabría expresarles. He experimentado una de esas alegrías que sólo se gustan en el cielo. Por un instante me creí en el Tabor, y, como San Pedro, en medio de las inefables delicias que yo saboreaba, exclamé: jÜh, Señor, qué bien se está aquí...! El santo varón se marcha hoy llevándose del Sagrado Corazón la mejor impresión; ha prometido volver cuando haya mejor tiempo ...

ibid

En junio, el P. Chevalier es optimista:

Espero con impaciencia el regreso del Dr. L. ( = de Linetiere) para hablarle del asunto del señor de Champgrand. Creo que el año 1863 pondrá fin a nuestras angustias. Las disposiciones de una y otra parte me parecen muy favorables ...

a la misma, 18 de junio de 1863, ibid

En agosto, puede dar una noticia excelente:

El señor de Champgrand no pudo mostrarse más generoso. Ha he­cho como que me vendía, al contado, toda la propiedad por la suma de 15.000 francos. Hoy he firmado la escritura ante el notario. Te­mo que el registro no haga reclamaciones, por encontrar quizá el precio demasiado bajo. Esperemos que no pase nada ...

a la misma ibid

En efecto, por acta notarial ante la señora Brinet, y con fecha del 24 de agosto de 1863, el señor de Champgrand revendía al P. Chevalier las dos adquisiciones hechas en 185 5 y 1860 en favor de la naciente obra del Sa­grado Corazón. Un recibo extendido en la forma debida fue enviado al P. Chevalier, más agradecido que nunca por tal generosidad. En el libro de cuentas del P. Chevalier, año 1863, leemos en los gastos y con fecha 25 de agosto: «entregado a la señora Brinet, notario, por gastos de registro de la casa del Sagrado Corazón, 1.000 francos», y en los ingresos, el 17 de septiembre siguiente: «recibido de la señora de B (=señora de Bengy, Red.), 1.000 francos» [Cf. nota relacionada con el origen de las propieda-

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Page 71: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

des donde se construyó la basílica del Sagrado Corazón, nota fechada el 4 de julio de 1930 por Me (G.D.)- APmsc, París].

* * *

Las tres cartas de que se trata en este Apéndice tenían como destinata­rio al sulpiiciano señor Pedro Gasnier (1793-1875), superior del semina­rio mayor desde 1851.

Nacido en Angers en 26 de noviembre de 1793, había entrado en el noviciado de la Soledad el 11 de octubre de 1871, después de haber ter­minado su teología. EnseñÓ primero Sagrada Escritura y fue maestro de ceremonias en Autun (1 de octubre de 1818-3 de julio de 1822). Durante este período como profesor fue atacado de una enfermedad de la que su­frió toda la vida. Desde el 25 de abril de 1825 vivió en Bourges, como director o como superior del seminario (1851-1866). Por tanto, conoció muy bien, entre otros, a los seminaristas Julio Chevalier, Emilio Sebas­tián Maugenest, Carlos Piperon, etc. Los conoció tan bien que sus conse­jos, tanto en el seminario como en el consejo episcopal, tuvieron una in­fluencia innegable. Por su parte, esos seminaristas apreciaron a este sulpiciano exacto y metódico, indulgente y bueno, dotado de un notable es­píritu de discernimiento y penetración. Humilde y modesto, atento y pers­picaz, inspiraba una gran confianza. Monseñor de La Tour d'Auvergne podrá decir:

En el seno del consejo episcopal, su juicio recto, su desprendimien­to tan completo de las cosas humanas, su simplicidad sin preten­siones, pero no sin una fineza dulce y amable, y por encima de todo su gran conocimiento del clero ... daban a sus opiniones una autori­dad considerable ... (circular al clero de la diócesis de Bourges, citado por el se­

ñor Cava!, superior general de San Sulpicio en su carta a la compañía, del 24 de

abril de 1875, anunciando el fallecimiento en Bourges del señor Gasnier, el 7 de

marzo de 1875).

Conociendo, pues a los seminaristas citados, de quienes fue profesor de moral, el señor Gasnier fue nombrado, en 1851, después de la ordena­ción sacerdotal del abate Chevalier, superior del seminario mayor y miembro del consejo episcopal. Como tal, estando al corriente de la dióce­sis y de las parroquias en particular, tenía en cuenta las aptitudes de los jó­venes sacerdotes así como sus intenciones generosas. En 1854, él debió conocer los deseos del anciano párroco Crozat para su parroquia de Is­soudun. Debía de acordarse de los proyectos apostólicos del sacerdote Chevalier. El nombramiento de éste como vicario de Issoudun, algunos

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meses después del nombramiento del sacerdote Maugenest al lado del pá­rroco Crozat, no parece que haya sido algo imprevisto. Además, atento a favorecer las iniciativas apostólicas en esa extensa diócesis, el señor Gas­nier sabía dónde encontrar «almas caritativas», «personas bondadosas», dispuestas a favorecer la realización de proyectos que él aprobaba con co­nocimiento de causa.

En las tres cartas presentadas aquí, y que son respuestas del señor de Champgrand al señor Gasnier, encontramos un valioso testimonio de las intervenciones de éste con su compañero sulpiciano de Bourges, así como de la generosidad del señor de Champgrand, comprometido a veces y a pesar suyo en empresas que contrariaban sus intenciones. Pero, en defini­tiva, siempre se mostrará agradecido a Dios por haber podido contribuir a alguna obra buena.

Estas mismas cartas nos descubren que el buen párroco Guillermo Crozat tenía sus proyectos y sus planes para un ministerio pastoral más eficaz en la ciudad de Issoudun y sus alrededores.

* * *

131

Page 72: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

(membrete del seminario mayor de Burdeos)

Reverendo y estimado superior,

1

24 de marzo de 1985

Con ésta le envío el proyecto del señor párroco de Issoudun; lo he es­tudiado atentamente así como su carta y le he escrito al señor de Bengy, cuya respuesta estoy esperando 1

• Quizá conviene que, antes de dar una úl­tima palabra, cosa que aún hay que hacer, haga observar dos cosas: l. o Que hasta ahora no he hecho ninguna promesa y que era una simple suposición el señalar mi contribución en 25.000 francos. 2. o Que sigo te­niendo mis dudas sobre la estabilidad de la obra si se persiste en confiarla a los misioneros diocesanos, aunque se quiera atarlos por los votos'.

Con profundo respeto, quedo

Reverendo y estimado superior como su humilde y obediente servidor

F. de Champgrand, p.s.s.

1 No tenemos conocimiento escrito del «proyecto del señor párroco de Issou­dun». El señor de Champgrand lo consultó con el señor Felipe de Bengy, su cuña­do, que administraba los bienes del sulpiciado.

2 La «suposición» de llevar la contribución a la cifra de 25.000 ( ó 20.000) francos, venía quizá del señor de Bengy. La fecha de la carta (24 de marzo de 1855) nos sitúa un mes después de la novena que precedió a la fiesta de la ar­chicofradía del santo e inmaculado Corazón de María, y en la línea de «algunas gestiones» de que habla el P. Cheva1ier y que fueron posteriores al hecho del 8 de diciembre de 1854 (Cf. Ms 1856, págs. 109, 115, n. 0 8).

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11

Burdeos, 3 de abril de 1856

Reverendo y estimado superior,

Veo con placer que el señor Crozat y su consejo comprenden la nece­sidad de crear en Issoudun una segunda parroquia y hago voto para que el consejo municipal comparta esta convicción. Si el señor alcalde consigue un voto favorable y su eminencia quiere tomarse la molestia, no dudo que, dentro de poco tiempo, se podrá construir una iglesia y destinar para su servicio personal convenientemente preparado; el gobierno, libre de los gastos de la guerra, no se mostrará tan reacio a autorizar nuevas construc­ciones.

Hasta aquí verá que estoy perfectamente de acuerdo con el señor cura párroco de Issoudun, pero no acepto la idea de unir la parroquia a la casa de los misioneros, es más, la rechazo con fuerza, porque lo considero la ruina de nuestra obra.

Nuestra intención fue poner en Issoudun un campamento de tropas auxiliares, por el bien de todo el departamento del Indre y aun de toda la diócesis. Comprendimos que hacían falta, para cumplir este ministerio, hombres consagrados a la vida religiosa, espirituales, instruidos, que, después de las actividades apostólicas, siempre más o menos disipadoras, templasen su virtud en el santo reposo de la soledad y los ejercicios de la vida común; ¿y quieren implicar a estos hombres en todas las dificultades de un servicio parroquial? ¿Dar a su tiempo, tan necesario para el estudio, un empleo material de bautizos, matrimonios, entierros, etc., que les ab­sorbería casi por completo? ¿Crear a esos religiosos relaciones necesarias con el mundo, poniéndoles, por deber, en la obligación de exponerse a una pérdida casi segura del espíritu de su vocación? Eso no lo puedo admitir. El señor párroco de Issoudun es un digno sacerdote; pero sospecho que se deja llevar, sin darse cuenta, en estas circunstancias, por un afecto muy natural hacia su parroquia; sólo ve las cosas desde un punto de vista estre­cho y de interés local; yo, que no soy parte interesada, me ocupo única­mente del fin de la fundación en la cual me han comprometido, y pienso que sería ahogar la obra en su cuna si se aceptase el plan del señor Crozat. Por eso lo rechazo enérgicamente.

He recibido, hace algún tiempo, una carta de nuestros jóvenes misio­neros y estoy contento del espíritu que manifiestan. Es un buen comienzo (initia fervent) pero cuando se hace una fundación hay que pensar sobre todo en el futuro. He dicho, desde el principio, que era necesario confiar

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esta casa a alguna orden religiosa; han alegado motivos para rechazar esta proposición. He tenido que ceder, externamente, para no hacer abortar el proyecto, pero he mantenido mis convicciones y lo que acaba de pasar no hace más que confirmarlas; cuanto más se quiere secularizar a nuestros misioneros, más inclinado me siento a provocar la regularización. No es que quiera que en Issoudun se forme el centro de una nueva congregación, estoy muy lejos de pensar esto y por el contrario gimo al ver surgir porto­das partes institutos que nuestros padres no conocieron, que no han hecho su prueba en el pasado, y que, en muchos casos, no son en la Iglesia más que la quinta rueda de una carroza. El nombre de misionero del Sagrado Corazón, tomado por esos tres o cuatro señores, me ha espantado, y tengo prisa por verles unirse a una orden conocida y aprobada cuyo nombre ab­sorberá el suyo. Si estos señores están, como creo, animados en verdad del espíritu de Dios y llamados al estado religioso, se harán un favor en­trando en un instituto formado cuya savia les alimentará. Si esta salida no les conviene, creeré que no son los instrumentos de los que se quiere servir la providencia (de semine virorum illorum per quos salus facta est in Is­rael).

Me alegra tener esta ocasión, para manifestarle cómo pienso; quiero creer, reverendo superior, que comparte mi opinión y que, según las cir­cunstancias, presionarA hacia un desenlace conforme a mis puntos de vista'.

Dígnese aceptar mi respetuoso afecto con el que quedo

Reverendo y estimado superior su humilde y obediente servidor en todo

f. de Champgrand p.s.s.

' Estamos a principios de abril de 1856, bajo el Segundo Imperio desde di­ciembre de 1852, con Napoleón III. La guerra de Crimea (1854-55) había termina­do. El Tratado de París acababa de firmarse el 30 de marzo precedente. El señor de Champgrand aprueba el plan del señor Crozat en vistas a una segunda parroquia en Issoudun, que contaba con cuatro iglesias parroquiales antes de la Revolución; está dispuesto a contribuir a esta creación con su generosidad. Pero rechaza clara­mente el proyecto del párroco Crozat de confiar la parroquia proyectada a la co­munidad naciente de los misioneros. Hablando de esta fundación reciente a su compañero de Bourges, podía decir ajusto título «nuestra obra»: el señor Gasnier le había «comprometido a colaborar» en esta fundación. Pero recuerda a su co­rresponsal cuál había sido su intención primera acerca de esta fundación: «Nues­tra intención fue poner en Issoudun un campamento de auxiliares, por el bien de todo el departamento del Indre y de la misma diócesis entera ... ». Tal era la inten­ción del «bienhechor» que quería permanecer desconocido. Pero el joven fundador

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de la obra de Issoudun, Julio Chevalier, y su compañero Maugenest, tenían otra visión. En ésta primera y difícil fase de fundación, convenía no contrariar a un bienhechor tan generoso. La continuación de la carta dice claramente que el señor de Champgrand no deseaba de ninguna manera «que se forme en Issoudun el cen­tro de una nueva congregación». Más tarde, sobre todo desde 1860, el P. Cheva­lier podrá decir a su vez, a propósito del señor de Champgrand, entonces en Bour­ges y por tanto más próximo y mejor informado: «ha hecho de nuestra obra el mayor elogio y le ha predicho un porvenir maravilloso» (febrero de 1863).

* * *

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(membrete del seminario mayor de Burdeos) J.M.J.t.

Reverendo y estimado superior,

20 de abril de 1856

Temo haberle disgustado en mi carta del tres del corriente, no era mi intención. De ninguna manera quisiera que usted dejase de prestar su be­nt!vola ayuda a la obra comenzada. Y sentiría mucho haber frenado su ce­lo para una empresa eminentemente útil en la que usted ha querido com­prometerme.

En el fondo, pensamos los mismo: 1.0 La necesidad de una comuni­dad de misioneros para evangelizar sobre todo a la pobre gente del cam­po, que en muchos lugares de nuestro Berry están muy atrasadas en el as­pecto religioso. 2. 0 Necesidad, para la ciudad de Issoudun, de una segunda parroquia cuya erección me parece indispensable desde hace tiempo. Hasta aquí estamos perfectamente de acuerdo.

El único punto sobre el que me he permitido presentar una opinión di­ferente, es la reunión de estas dos obras. He pensado: 1.0 Que era a condi­ción de que fueran separadas. 2. o Que la nueva parroquia podría formarse sin la colaboración de los misioneros; quiero decir, sin que conviertan su capilla en iglesia parroquial y sin que ellos acepten la carga de las funcio­nes parroquiales.

De estos dos puntos, el primero, que mira a la oportunidad de la sepa­ración de las dos obras, me parece incontestable. En cuanto al segundo, la posibilidad de obtener la erección de una segunda parroquia en Issoudun, dejando a los misioneros su independencia, la de su iglesia y la de sus per­sonas, le confieso que no veo nada, por ahora, que me haga dudar seria­mente. Si el cardenal lo ve bien, creo que puede solucionarlo; juzgo por lo que se hace aquí: Monseñor Doumet ha construido iglesias, ha erigido fi­liales, desmembrado grandes parroquias para construir nuevas, etc., y aún el año pasado en el mismo Burdeos ha creado una nueva parroquia provista de un párroco y dos vicarios. La iglesia no está todavía construida y la parroquia funciona provisionalmente en una capilla, aunque se hará la construcción y San Fernando será la decimocuarta parroquia de la ciudad.

Las necesidades espirituales de Issoudun son, al parecer, más eviden­tes todavía, el gobierno lo comprenderá sin dificultad; por otra parte, el bien que los misioneros hacen cada día en la ciudad pondrá cada vez más de manifiesto la necesidad de una nueva parroquia. Tarde o temprano, y

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puede que muy pronto, así lo espero, el consejo municipal, siguiendo las buenas intenciones del señor alcalde, allanará mediante un vo~o favorable las dificultades que pudieran oponarse por ése lado a los planes tan gene­rosos y desinteresados del venerable señor Crozat. De esta manera, existi­rán las dos obras, sin mezcla, sin confusión, y actuarán libremente, cada una en su esfera.

He aquí, reverendo y querido superior mis sencillas ideas sobre este asunto. Le hablaba además de la regularización del establecimiento; era para hacerle comprender al menos que no desespero de ver que la casa de Issoudun adquiera, en un futuro más o menos lejano, una consistencia ver­daderamente sólida, que no encontrará, me parece, más que en su unión con un instituto religioso ya constituido; esto solo sería casí suficiente pa­ra confirmarme en la idea de conservar para nuestra obra una existencia independiente de la parroquia proyectada.

Acepte mis respetos, reverendo y estimado superior.

Su humilde y obediente servidor f. de Champgrand p.s.s.

* * *

137

Page 75: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

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IssououN Capilla del S<1grado Corazón de Jesús

en ella se encuentra el santuario de Nuestra Señora del Sagrado Corazón centro de la Asociación

a la derecha: 1 .a casa msc con un piso añadido (dibujo hacia 1866)

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APENDICE IV

LA INSTALACION OFICIAL M.S.C. en 1855

¿Cuál fue la fecha exacta? (Cf. nota 34). En tres Ms del fundador, escritos en épocas diversas, el mismo P.

Chevalier da la fecha dell2 de septiembre. Pero, después de 1873, en la mayor parte de publicaciones M.S.C., comenzando por el folleto del P. Piperon, que no había sido testigo del acontecimiento de septiembre de 1855, y en las mismas obras del P. Chevalier, de 1879 y 1883, etc., obras re­visadas y «corregidas» por su compañeros, se encuentra una fecha nueva: «El domingo 9 de septiembre de 1855, fiesta del Santo Nombre de Ma­ría ... ». Y a veces con cierta insistencia en el domingo. Desde entonces, en nuestra congregación, una tradición respetable fijó la fecha de la instala­ción oficial de los primeros M.S.C. en el 9 de septiembre de 1855. ¿De dónde proviene esta divergencia? ¿De una distracción inicial o de un mal­entendido de los compañeros siguientes? Contentémonos con algunas contestacione'l:

l. Litúrgicamente, ¿cuándo se celebra la fiesta del Santo Nombre de María?

Aprobada por la Santa Sede en 1513, esta fecha fue extendida al mundo entero por Inocencia XI, en 1684, en reconocimiento por la victo­ria sobre los turcos, el12 de septiembre del año 1683. Desde entonces, el Martirologio romano señalaba esta conmemoración el día 12 de septiem­bre, añadiendo: Inocencia XI decretó que la fiesta se celebrara cada año el domingo dentro de la Octava de la Natividad de la santísima Virgen María. Así fue, sin otra disposición, hasta la reforma litúrgica de Pío X, el 1 de noviembre de ,1911. A partirde 1912, para reservar a los domingos su propia liturgia, la fiesta del Santo Nombre de María fue puesta en la fecha histórica del 12 de septiembre. Finalmente, esta fiesta ha desapare­cido del calendario litúrgico con la reforma posconciliar de 1969.

2. Según la norma en vigor antes de 1911, en 185 5, al caer la fiesta de la Natividad de María el sábado ocho de septiembre, la del Santo Nombre de María debía celebrarse el domingo dentro de la Octava, por tanto el nueve de septiembre, a no ser que algún impedimento litúrgico lo­cal aconsejase la celebración el mismo día de la conmemoración en el Martirologio, es decir, el 12 de septiembre.

3. Para esta fiesta del Santo Nombre de María, se podían tener en cuenta dos momentos: o bien el día de la mención o commemoración en el

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Martirologio, 12 de septiembre, o bien el día de la celebración litúrgica (el domingo dentro de la Octava de la Natividad de María, ocho de sep­tiembre), celebración que, en 1855, caía al día siguiente del sábado ocho, es decir, el domingo.

Con la intención de hacer coincidir la instalación de la primera comu­nidad de Issoudun y la atribución oficial del nombre Misioneros del Sa­grado Corazón, el arzobispo de Bourges (de acuerdo sin duda con el P. Chevalier), podía escoger, según su voluntad, tanto el domingo nueve de septiembre como el miércoles 12 de septiembre (día del martirologio).

4. Para este acontecimiento tan importante para la comunidad na­ciente, el padre fundador, primer interesado y primer testigo, nos ha tras­mitido una misma fecha en tres manuscritos de épocas distintas, sin hacer nunca alusión a un domingo: - Ms 1856 (quizá redactado en 185 5, después del suceso, puesto que la

redacción termina bruscamente con la anotación de este acontecimien­to): «El día de la fiesta del Santo Nombre de María, 12 de septiembre de 1855 ... ».

- Ms Anales de la pequeña sociedad ... (redacción comenzada hacia 1869): la misma información textualmente.

- Ms Notas íntimas (redacción posterior a 1880): « ... Su eminencia el cardenal Dupont fijó la ceremonia de nuestra instalación el día de la fiesta del Santo Nombre de María, que, este año de 1855, caía el12 de septiembre ... ». 5. La primera publicación relatando el mismo acontecimiento de sep-

tiembre de 1855, fue el libro Nuestra Señora del Sagrado Corazón de la señora Ernest Hello (Juana Lander), Víctor Palme, París, 1873. Esta obra, alabada y recomendada por monseñor de La Tour d'Auvergne, ar­zobispo de Bourges (19 de agosto de 1873), sigue fielmente las fuentes re­cibidas de Issoudun, entre ellas una copia literal de las primeras páginas del Ms Anales de la pequeña sociedad. El P. Chevalier no corrigió la fe­cha de la instalación oficial del 12 de septiembre de 185 5. Pidió, sin em­bargo, a la autora un poco más de discreción sobre «los comienzos de nuestra congregación, nuestras pruebas, etc. Sé que es necesario que usted diga algo acerca de nuestros comienzos, pero debe ser poco y discreto. Copie las cuatro primeras páginas del librito titulado Nuestra Señora del Sagrado Corazón mejor conocida (1871). Es suficiente. Prefiero que no me nombre y sé que el señor Maugenest estaría descontento si se citara su nombre ... ». Recordemos que en este momento el P. Maugenest estaba en Mazére, en el noviciado de los Padres Dominicos.

La señora Hello siguió los consejos del P. Chevalier, pero en su co­rrespondencia insistía: «Le ruego, padre, que no me abandone del todo a

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mi sola inspiración y me tenga al corriente de todo lo que pueda interere­sar a mi libro» (1873).

Por tant~, en ese año de 1873, el P. Chevalier no tenía nada que decir ~cerca de la mstalación oficial, que él mismo había fechado el 12 de sep­tiembre de 185 5. . .6. En las publicaciones M.S.C. posteriores a 1873, se pone el aconte­

Cimiento en la fecha del domingo 9 de septiembre de 1855, incluso en las obras del P. ~hevalier; hay que tener en cuenta, sin embargo, que esas obras e_:an revisadas, a veces ampliadas o modificadas por algunos de sus c~mpaneros, de forma especial en las partes históricas o de propaganda. Citemos las obras siguientes: -Nuestra .s~~ora del Sagrado Corazón mejor conocida (Chevalier,

nueva edic.IOn de 1879): «En el año de gracia de 1855, el domingo nue­ve de septiembre, fiesta del Santo Nombre de María ... » (pág. 6).

-El Sagrado Corazón de Jesús en sus relaciones con María (Chevalier 1883-1884), obra corregida y aumentada en Roma por el joven P: Cou?pé Y el escolar Eugenio Meyer: «En 1855, el domingo nueve de septiembre, fiesta del Santo Nombre de María ... » (pág. 6).

-Las otras ?bras sobre_ el Sagrado Corazón o Nuestra Señora del Sagra­do Corazon, de los anos 189 5 y 1900, no son más que nuevas edicio­nes, revisadas y aumentadas de la obra de 1883-1884. Para los oríge­nes. de la congr~gación M.S.C. no se hace más que tomar las publi­caciOnes pos tenores a 18 7 3.

-Historia religiosa de Issoudun (Chevalier, 1899): « ... El 9 de septiem­bre de 18 55, fiesta del Santo Nombre de María, el primer vicario gene­ral de Bourges, sacerdote Caillaud, vino, en nombre de su eminencia el cardenal Dupont...» (pág. 365). En cuanto al P. Pipe ron, que todavía no era miembro de la comunidad

de Issoudun, en 1855, no podía aportar ningún testimonio directo. Por lo demás, no fue sino a partir de 1897, después de regresar a Francia cuan­do se decidió a escribir algunos recuerdos sobre la congregación y ~u fun­dador. En su Ms, terminado por Pascua, 2 de abril de 1899, Notas sobre los orígenes de la congregación, prudente al tratar el acontecimiento de 1855, se contenta con escribir:

En ti mes de septiembre ... día de la fiesta del Santo Nombre de María, el sacerdote señor Caillaud, entonces vicario general, vino a bendecir (la capilla) en nombre de su eminencia, y en su sermón presentó a los fieles los dos jóvenes sacerdotes como Misioneros del Sagrado Corazón. Su nombre les fue impuesto oficialmente.

En el seg~~do Ms titulado El muy reverendo P. Chevalier, el P. Pipe­ron hace alus10n al nueve de septiembre:

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Page 77: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

Terminada su obra, el P. Chevalier solicitó de su eminencia el car­denal arzobispo el favor de una bendición solemne. Uno de los vi­carios generales, el señor Caillaud, fue delegado a este fin. Debía instalar también a los tres nuevos apóstoles y proclamarlos oficial­mente Misioneros del Sagrado Corazón. El segundo domingo de septiembre del año 185 5, el día en que la Iglesia celebra la fiesta del Santo Nombre de María, había sido señalado por su eminencia para esta solemnidad. Fue como el bautismo de la congregación naciente. El padre fundador nos lo recordaba a menudo; quería que cada año celebráramos el aniversario para agradecer a María su protección. Desde ese día la primera promesa de los fundadores estaba cumplida: en adelante la congregación que nacía sería lla­mada la Congregación de Misioneros del Sagrado Corazón. Al año siguiente, desde el alba de esta misma fiesta, una legión in­calculable de p¡ijaros de diversas especies invadieron el cercado, revoloteaban alegremente y gorjeaban a cual mejor. El reverendo padre nos dijo: Cantan el nombre de nuestra Madre, bendigámosla con ellos. El mismo fenómeno se repitió durante varios años seguidos. Nos agradaba unirnos a esos gracioso músicos para celebrar el nombre bendito de la Reina del cielo y de la tierra.

,. Notemos que el P. Piperon, al escribir medio siglo después de este su­

ceso, habla de «tres apóstoles». Se integra ya con los dos fundadores, cuando él todavía no estaba con ellos en este año de 18 55. Tendremos que acostumbranos a las distracciones del P. Piperon.

Algunos años después de la redacción de este manuscrito, en la prime­ra versión de la Noticia biográfica sobre el R.P. Chevalier, publicada en los Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (1907-1908), cf. di­ciembre 1907, pág. 678, después en la segunda versión -modificada en ciertos puntos-, editada en 1912, el mismo P. Piperon será más circun­pecto (pág. 27) contentándose con decir: «La Iglesia, en este día, celebra­ba la fiesta del Santo Nombre de María ... ». Se tiene la impresión de que quiere respetar sileciosamente la fecha del fundador.

Pero volviendo al propio P. Chevalier, y precisamente en su manuscri­to Notas íntimas, destacamos la alusión que hace, al hablar de la audien­cia del Papa Pío IX en septiembre de 1860:

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Nos trajeron la invitación para la audiencia a Santa Brígida, de los Padres de la Santa Cruz, donde estábamos alojados. El día señala­do era el domingo, fiesta del Santo Nombre de María. Era el quin-

to aniversario de nuestra instalación y de nuestro nacimiento a la vida religiosa.

Tampoco ahí da el P. Chevalier la fecha de ese domingo, que por ca­sualidad era también, en 1860, el nueve de septiembre, para la celebra­ción litúrgica de esta fiesta mariana. Fijémonos también que, aquí, el P. Chevalier no dice: «quinto aniversario de nuestra fundación», sino «de nuestra instalación y de nuestro nacimiento a la vida religiosa». iEl matiz tiene su importancia! (Cf. pág. 34).

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Page 78: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

de 1855

a 1900

Grabado-Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. diciembre 1904 l.a capilla y l." casa msc

La iglesia del Sagrado Corazon (Basílica desde 1874) fue construida en dos períodos: presbiterio y primeros tramos en 1863-1864

Capilla de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, 1867-1869 últimos tramos, fachada y campanario en 186 3-64

a la derecha de la entrada de la iglesia: 1.a casa con dos pisos añadidos detrás del campanario, perpendicular a la iglesia: I.er convento (hacia 1865-66)

al fondo, paralelo al anterior, Escuela (hoy demolida). Los otros edificios, eón la serie de claustros, construidos en diversas etapas: parte antes

de las expulsiones de 1880, parte en la última década del siglo.

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APENDICE V

RELIGIOSOS SECULARIZADOS EN FRANCIA desde 1901

No olvidemos, para apreciar correctamente la jurisprudencia de la Iglesia en esta época particular, que todavía no se estaba bajo el régimen del Código de Derecho Canónico de 1917-1918. Este Código, al fijar el régimen de la exclaustración y de la secularización, establecerá el estatu­to legislativo de dos situaciones inexistentes antes del mismo. De siempre, la Santa Sede había tenido que intervenir para liberar a tal o cual religioso, y para autorizarlo a vivir fuera de su monasterio o de su convento. Tal ac­to llevaba uniformemente, antes del Código de 1917, el nombre de secula­rización, y, según las circunstancias particulares de cada caso, esta secula­rización era temporal o perpetua, a tenor de la causa que la motivaba, y de la que hacía mención el indulto. Los efectos de la secularización dife­rían según fuera temporal o perpetua. El religioso secularizado por un tiem­po no era separado de su orden, y debía regresar a ella al terminar el plazo fijado. El religioso secularizado a perpetuidad era separado totalmente de su orden. No tenía ninguna obligación de volver a ella, pero estaa obligado a observar la sustancia de sus votos al vivir en el mundo. Si quería regre­sar de nuevo a la orden, salvo estipulaciones contrarias de las constitucio­nes, no tenía que repetir el noviciado ni la profesión; sin embargo, su read­misión estaba subordinada a un permiso de la Santa Sede.

Así era, al menos para los religiosos de votos solemnes, hasta el decreto Auctis admodum del 4 de noviembre de 1892. Hasta entonces, para los religiosos de votos simples, su salida de la congregación estaba sanciona­da por la dimisión o por la dispensa de votos. Ese decreto de 1892 exten­dió el procedimiento de secularización propiamente dicha a los religiosos sacerdotes de votos simples pero perpetuos. A partir de ahí, éstos fueron asimilados, en cuanto a las formas de secularización, a los profesos de vo­tos solemnes. Esta evolución reciente explica, para los años 1901 y si­guientes, la incertidumbre y la confusión que se manifestaba entre muchos religiosos sometidos a un procedimiento de «secularización». No se ha­bían liberado aún de la mentalidad que acompañaba al régimen de la dis­pensa de votos: así, religiosos de votos simples, como eran los misioneros del Sagrado Corazón, ante la idea de una secularización imaginaban que ésta comportaba una «remisión de sus votos». Incluso el procurador en Roma, P. Genocchi, que se informó con diversas personalidades de las

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congregaciones romanas, al principio había trasmitido a Issoudun una in­terpretación, que él mismo calificaba de privada, y que sólo aumentaba la

confusión: Para el reverendo padre y para los otros que se encuentran en la necesidad de pedir un dispensa de votos a causa de los últimos le­yes, habrá una dispensa absoluta y plena, sin restricciones públicas ni secretas y sin sobreentendidos. La fórmula ya está impresa y servirá para todos los franceses en circunstancias parecidas. Todos deben saber a qué atenerse en conciencia durante y después de la tempestad. Pero la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares se ocupa sólo del foro externo, al menos en el caso presente.

Esta nueva fórmula, el P. Genocchi todavía no la había visto cuando escribía esta interpretación apresurada. Pronto matizará más, y finalmen­te hablará francamente de «secularización» pro forma. Para tranquilizar los espíritus de algunos compañeros que se negaban a aceptar su rescripto de secularización, los superiores mayores, tanto en las Analecta Societa­tis Uunio 1902, págs. 16-17), como por cartas particulares, sintieron la necesidad de precisar mejor la verdadera situación de los compañeros se­cularizados según la nueva fórmula. El padre general Lactin aclara a un compañero perplejo, que había obtenido el mismo escrito que el P. Cheva­lier y dieciocho compañeros más:

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I Usted no tiene la remisión pura y simple de los votos; el documen-to que se le ha entregado es únicamente el de su secularización. Ni de nuestra parte, ni de la de Roma (sería más que injusto suponer­lo) no hay engaño; todo se ha hecho con toda franqueza y según el

estricto derecho.

II He aquí claramente, según el derecho canónico, cuáles son su de­rechos y deberes: 1.0 Ante Dios y ante su conciencia, ante el foro interno de la Iglesia, usted es religioso, usted tiene sus votos que le atan a Dios, siguen intactos. Usted debe llevar en el interior, y de manera que no aparezca, una señal de su vida religiosa, y una parte del hábito (para nosotros es el corazón sujeto en el interior de la

sotana). 2. o Por tanto, usted tiene todos los méritos de la vida religiosa, por lo mismo tiene, no sólo el derecho, sino el deber de volver a la co­munidad y vivir la vida común, cuando la Congregación pueda re­construir en Francia las comunidades regulares. En consecuencia,

es importante que mantenga relaciones frecuentes y cordiales con los superiores, para que éstos estén al corriente de cómo va usted. 3. 0 En el foro externo, no sólo civil, sino,también eclesiástico, a causa de las circunstancias que le obligan a vivir fuera del conven­to, queda liberado de la autoridad de sus superiores y colocado in­me~iatamente bajo la jurisdicción de su obispo, de suerte que para la vida externa usted no difiere en nada de los sacerdotes seculares. Este es el sentido de la secularización. Por tanto, ni el mismo supe­rior general tiene derecho a imponerle ningún ministerio, en eso de­pende exclusivamente de su obispo. Y en lógica consecuencia us­ted no tiene el derecho de ejercer ningún ministerio, en su propio nombre o en el de los M.S.C., sino únicamente los que el obispo le confíe, y no puede actuar más que en nombre de su obispo. Este es un punto delicado que exige atención y rectitud de conciencia, pa­ra no inducir a error a sacerdotes y fieles. 4. 0 Según el principio evangélico, convertido en principio de dere­cho de la Iglesia para sus sacerdotes: Dignus est operarius merce­de sua, las funciones y los ministerios que realizará en nombre del obispo deben bastar ordinariamente para su sustento. Su voto de pobreza no está anulado, sino suspendido sobre este punto. Usted debe vivir de lo que gane, actuar en sus necesidades como los sa­cerdotes edificantes. En caso de necesidad, podrá recurrir a la con­gregación siempre madre. Pero no puede utilizar para su propio provecho lo que le sea entregado para nuestras obras, misiones, Pequeña Obra, etc., por ministerios realizados en nombre de la congregación.

(octubre de 1901)

Esta era la situación y las condiciones de los secularizados en Francia d~sde septiembre de 1901, y por tanto la de nuestros compañeros M.S.C. dispersos en París, Vichy, Marsella y en otras diócesis. Mejor suerte tu­vieron los secularizados residentes en Issoudun: los tres padres continua­ron ocupándose de la Archicofradía de Nuestra Señora del Sagrado Cora­zón, siendo el P. Maillard responsable de sus compañeros, padres y he~anos; y sobre todo el «clero» de la parroquia de St. Cyr, el párroco­arcipreste, P. Chevalier, y sus cuatro vicarios; todo y estando seculariza­d?s, algun~s sin ~a?erlo, continuaban en la parroquia la vida y los ejerci­CiOS de la vida rehg10sa M.S. C., incluso el ejercicio de la culpa, Ordo de la con~regac!ón M.S.C. para el breviario, la celebración de la misa en la pe­quena capllla de la casa. En adelante, exteriormente, habían dejado de la-

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Page 80: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

do el alzacuello y el cordón para tomar la golilla y la faja del clero secular. El P. Chevalier sobre todo, a causa de su cargo anterior de superior gene­ral, evitaba con prudencia todo lo que hubiera podido comprometerle ante las autoridades civiles: él era y permanecía arcipreste de Issoudun, nom­brado en 1872 por el estado, y dependía con sus vicarios del arzobispo de Bourges. Esta posición le permitía mantener la presencia de nuestros pa­dres en Issoudun, salvaguardar los intereses de la Archicofradñpa de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, el sostenimiento de las obras de formación en el exilio y de nuestras misiones extranjeras. Fue con esta in­tención que el asistente general Eugenio Meyer había sido enviado a Ro­ma en julio de 190 l. Su misión era consultar a las congregaciones roma­nas, obtener de parte de algunos cardenales que intervinieran favorable­mente ante el arzobispo de Bourges, monseñor Servonnet, presente en Ro­ma, para que se entendiera con el procurador P. Genocchi. Este podía es­cribir el P. Chevalier el 23 de agosto siguiente:

.. . He explicado su situación en relación con la parroquia de Issou­dun a dos cardenales (Leodochowski, prefecto de la Propaganda, y Parocchi, nuestro Protector). El cardenal Parocchi dice que usted debe hacer todo lo posible, absolutamente todo, para conservar su puesto y le aconseja pedir la secularización para poder servirse de ella ante el arzobispo y el gobierno, si hace falta. El cardenal Gotti (prefecto de la Congregación de Obispos y Regulares) es del mis­mo parecer. Dice que haga usted la petición clara y simple y que me la envíe, ya que debe ir acompañada de mi votum ... El cardenal Gotti promete que dará en seguida la dispensa ... In te Domine spe­ravi etc. Que Dios consuele su venerable ancianidad: es el deseo de todos sus hijos.

Mientras tando, el cardenal Ledochowski de la Propaganda había en-viado una carta de aliento al P. Chevalier:

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Pensé que era mi deber comunicar a su eminencia el cardenal Se­cretario de Estado que él mismo dijera al arzobispo de Bourges, en­tonces presente en Roma, que actuara en este sentido: que si el Go­bierno negaba el reconocimiento a su Instituto, algunos de los suyos puedan permanecer como sacerdotes seculares (ad instar presbyterorum saecularium), como directores y custodios del san­tuario del Sagrado Corazón de Issoudun, puesto que ahí es donde les llegan las principales ayudas para sostener su Instituto y las mi­siones. El cardenal secretario de estado me ha asegurado por escri­to que había expuesto todo el asunto al Soberano Pontífice, que apoyó con mucho gusto los deseos de esta sagrada congregación y

recomendó encarecidamente al arzobispo de Bourges arreglarlo to­do según los deseos expresados. Quería darle a conocer, en estas circunstancias tan agitadas, lo que esta sagrada congregación y el Soberano Pontífice han hecho para su protección, y lo que desean que hagan otros ...

(S.C. Prop. Fice n.o 45598, 12-8-1901. Agmsc. X- A- 6/1901)

Tres semanas más tarde, desde Issoudun, el P. Chevalier enviaba su súplica a Roma (28 de agosto de 1901 ):

Santo Padre, El que suscribe tiene el honor de solicitar de Su Santidad con el fin de salvaguardar los intereses de su instituto y de conservar su título de arcipreste de Issoudun, dos favores: l. o Que tenga a bien aceptar su dimisión de superior general de los Misioneros del Sagrado Corazón . 2. o Que le secularice por todo el tiempo que las circunstancias lo exi­jan, conservando en el foro interno sus obligaciones de religioso. Dígnese Su Santidad bendecirle, y acepte su homenaje de la más profunda adhesión y de absoluta obediencia en C.J.

J. Chevalier Superior general de los M.S.C.

Arcipreste de Issoudun

En el reverso de esta carta un secretario había anotado:

Bourges Miss.i del S.C. il Sup'r G.le domanda di dimettersi e la secolarizz'e (timbro) Sacra Congregatio

n. 0 2227/15 Episcoporum et Regularium In congresso diei 3 7bris 1901 Pro grati dimissionis et saecularisationis juxta nuperrimam formulam 2c. + L. 5 N.B. Sono stati fatti due Rescritti urgente 2 sept. '901

Archiv. Vatic. B-26: 1901

El rescripto de secularización, concedido según la fórmula reciente, lleva fecha del 4 de agosto de 1901 (2227 /15). Esta fórmula impresa, que

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Page 81: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

será la misma para todos los otros franceses secularizados en esas mismas circunstancias, se presenta como sigue: en la primera parte (súplica), el religioso solicitante pide simplemente «ser desligado del vínculo que le agrega al instituto» (implorat absolutionem a vinculo, quo tenetur ~rga praefatum Jnstitutum), con el favor de inscribirse al clero secular baJ? la jurisdicción del obispo que quiera recibirle»; en la segunda parte (rescnpto propiamente dicho), el favor es concedido en los términos de la súplica, Y «en razón de las circunstancias particulares» (attentis peculiaribus rerum adiunctis). Ni en la petición ni en la respuesta se hace mención de los vo­tos o de una remisión de los mismos.

Poco habituados a este nuevo procedimiento, o deficientemente infor­mados durante los primeros meses, muchos compañeros se sintieron mo­lestos, temiendo no ser ya verdaderos religiosos, no tener ya votos, etc. Podemos referirnos a los eminentes canonistas que estudiaron con conoci­miento de causa esta secularización especial de los religiosos franceses: E. Jombart S.J., Canónigo Raúl Naz, Pedro Bastien O.S.B. Uno de ellos dice claramente que el término secularización era de los más equívocos. Antes del Código de 1917:

... El secularizado, viviendo en el «siglo», es decir, fuera de las ca­sas religiosas, era religioso ... Guardaba la sustancia de los votos y estaba sometido al obispo en virtud de su voto de obediencia ... En Francia, después de las leyes contra las congregaciones religiosas de 1901 y 1904, se vio un gran número de presuntos «seculariza­dos». Para seguir dedicándose a sus obras de celo en favor de sus compatriotas, muchos religiosos y religiosas tuvieron que disfra­zarse (a menudo bien mal) con un vestido prestado y vivir aislados o en pequeños grupos. Era una «secularización externa, aparente, un camuflaje necesario por el estado de guerra. En efecto, esos va­lientes seguían siendo religiosos, continuaban observando sus vo­tos y sus reglas en la medida compatible con las circunstancias ... ». (J ombart en Revista de las comunidades religiosas, julio de 1929, págs. 115-121)

Con el Código de 191 7, el mismo J ombart precisa:

« ... Por una innovación muy importante del Código, el indulto de secularización suprime toda obligación de los votos religiosos ... No le queda absolutamente nada del estado religioso».

(ibid)

Al final de su Ms·Notas íntimas, el padre fundador añade una fecha: 8 de abril de 1902. Para completar sus «notas íntimas», citemos algunas

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reflexiones sacadas de su correspondencia, sobre todo privada, anterior a esta fecha de abril de 1902 y poco después, en este año de 1902.

·16 de septiembre de 1901, a su vicario general P. Lanctin y a los-miembros de su consejo:

Yo, a petición propia, recibí dos Breves de Roma, uno que me secu­lariza y otro que acepta mi dimisión como superior general de nuestra querida congregación. Estos Breves, creo yo, serán ejecu­tados el uno de octubre próximo o en seguida si lo creen convenien­te. El R.P. Lanctin, nombrado por el Capítulo, me sustituye y asu­me el gobierno de la congregación. Los tiempos son difíciles, pero gracias al buen espíritu que anima a los asistentes y a los consejos sabios y ponderados de que siempre darán prueba, la administración general sólo ganará con este cam­bio. Los lazos de la disciplina regular se estrecharán más y el espí­ritu religioso, desembarazado de ciertos elementos turbadores, vol­verá a tener entre nosotros un lugar que nunca debió de perder. Con esta doble condición mereceremos la protección del Sagrado Corazón de Jesús. Sed inflexibles en la exacta observancia de los votos. En vano buscaríamos en otra parte una garantía de prosperi­dad auténtica ...

Siguen diversos consejos para los miembros del consejo general, luego el padre fundador termina con este deseo:

... Dígnese el divino corazón renovarnos a todos en el espíritu de nuestra santa vocación y hacer de nosotros hombres de fe, de ora­ción, de abnegación, de entrega, de mortificación y de sacrificio; entonces seremos dignos de la bella misión que nos ha confiado».

De hecho, la trasmisión de poderes entre los dos generales tuvo lugar el 3 de octubre de 1901 (Cf. Actas C.G. R 3, pág. 101).

El 22 de septiembre, a su dirigida y confidente señora Laura de Cougny, Castillo de la Prille, cerca de Chinon, que era una bienhechora de sus obras y de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, el P. Chevalier le dice:

«No pedimos la autorización; es, pues, el exilio con todas sus con­secuencias. jQue Dios tenga piedad de nosotros! El gobierno de la congregación se establece en Chimay, Bélgica... Se ha decidido que yo debo quedarme en Issoudun con mi título de párroco para vigilar nuestro inmueble, salvaguardar nuestra basílica, si es posi­ble, con su peregrinación y centro de la archicofradía. Espero rete­ner a varios de mis compañeros secularizados. Estoy obligado ato-

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IssououN Casa del Sagrado Corazón claustro y jardín interior

do esto por el bien de la congregación. Mi salud va tirando, aunque no es maravillosa. Ruege por mí...».

El 29 de septiembre, al prefecto del Indre:

«Creo deber informarle que desde hace ya algún tiempo presenté mi dimisión de superior general de los Misioneros del Sagrado Co­razón y he entrado en el clero secular bajo la total dependencia del seiíor arzobispo de Bourges. Soy pura y simplemente párroco arci­preste de Issoudun ... J. Chevalier Are. de Issoudun».

Así, el representante del gobierno estaba informado. El borrador de la carta ha sido presentado a monseiíor Servonnet, Bourges.

El 23 de octubre, a la señora de Cougny:

«Querida hija, todo se ha consumado. Los sellos han sido coloca­dos en la casa del Sagrado Corazón y en la Basílica. El centro de la Asociación ha sido trasladado a St. Cyr, donde se hacen las reu­niones. Las Hijas de Nuestra Señora no han dejado su hábito. Sólo las que tenían la túnica blanca ( = hermanas de coro) lo han cam­biado por la negra ... Ruegue por nosotros ... Adoremos los desig­nios de Dios y sometámonos a su divina voluntad. El sabrá sacar bien del mal. .. ».

El 4 de enero de 1902, al P. Julio V andel, superior de Kengsington, Australia:

«Gracias mil veces por sus deseos tan sinceros y por todas las co­sas buenas que me cuenta. Al permitir nuestra expulsión y la dis­persión de nuestros compañeros y de nuestras obras, Dios tiene sus designios. Hay que darle gracias en todas las circunstancias. Lo que me consuela, es que sabe sacar bien del mal. Luego, está esta palabra del Evangelio: Beati qui persecutionem patiuntur. Sí, he presentado mi dimisión, era necesario para seguir manteniendo el centro de la archicofradía, de la correspondencia a nuestros bien­hechores y de nuestros asociados en Issoudun. Sólo he actuado por amor a nuestras obras y por el bien de la congregación ... Adios, querido padre, con toda mi amistad. Todo suyo en el C.J. con la mejor bendición.

J. Chevalier arcipreste M.S.C.

(Cf. AGmsc Dossier Chevalier 190 1-1902)

Nada había sido improvisado. Todo había sido bien pensado, en la oración, en la reflexión, tanto en Roma como en Issoudun con sus asisten-

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tes. Ya a finales de agosto de 1901, al enviar su doble petición a Roma, el P. Chevalier escribía a su procurador P. Genocchi:

Después de ponerme de acuerdo con los asistentes, dirijo a la San­ta Sede: l. o Mi dimisión de superior general. 2. o Mi petición de se­cularización. Seamos o no aprobados por el gobierno, esta doble precaución es necesaria si queremos que yo siga como arcipreste de Issoudun. F armando parte del clero secular y no siendo ya su­perior general, el gobierno no tendrá pretexto para exigir que yo sea reemplazado por un sacerdote secular. Podré vigilar nuestras obras y recoger algunas ayudas. Probablemente pedirán otras se­cularizaciones, ya sea para Issoudun o para otros lugares ...

Las otras peticiones de secularización no tardaron, ni los rescriptos concedidos por Roma. Sin embargo, el procurador Genocchi, varias veces rogó a Issoudun que tuvieran paciencia. Escribía ya a principos de

septiembre:

Nunca tuvieron tanto trabajo en la Congregación de Obispos y Re-gulares ... que permanece abierta incluso durante las vacaciones .. . Tienen que hacer un número muy grande (de rescriptos, Red.) .. . Hay más congregaciones de las que uno pudiera pensar que no han pedido la autorización ...

Y el 25 de septiembre:

He aquí otro rescripto. Esta vez está impreso: esto demuestra que la Sagrada Congregación tiene que conceder un gran número. No somos los únicos en aprovechamos ...

( Cf. Cartas Genocchi, sept. 190 1)

Como hemos visto (pág. 149) el rescripto de secularización del P. Chevalier, a causa de su situación particular de arcipreste de Issoudun, fue concedido con una rapidez récord, el cuatro de septiembre, n. 0 222 7115.

El uno de octubre, Roma entregaba una serie de rescriptos para los padres M.S.C. dispersos por diversas diócesis fuera de la de Bourges: pa­dres Francisco Morisseau, José Suchet, P.S. Doutre, Ch. Bouvier, Alber­to Teste, Desiderio Renouf, Fernando Boulot, Fernando Hartzer, cada uno con el mismo n. 0 2539/15.

Unos días antes, el 29 de septiembre, el procurador Genocchi presen­taba la petición a favor de los cuatro vicarios del arcipreste Chevalier, los padres Claudia Hériault, Félix Michel, Juan Bautista Perriot, Francisco Brunet y el P. Juan·Bautista Godinoux que no había salido aún de Francia hacia Canet de Mar, España. Los cinco obtuvieron su secularización bajo

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el mismo n.o 2542/15. El rescripto para el P. Pedro Astier, París, fue con­cedido el14 de octubre, n.o 2656/15. El P. Guyot se había quedado, co­mo secularizado, en su propia diócesis de Moulins. El procurador de mi­siones en Marsella, P. Pacaud, obtenía su rescripto de secularización n.o 3225/15, con fecha 23 de noviembre. Había también los tres padres que se quedaron en Issoudun, fuera de la casa cural. Padres Francisco J a­vier Maillard (responsable, luego superior), Emilio Bertin y Alfonso Ba­tard; habían manifestado su repugnancia a ser «secularizados», pensando que serían dispensados de sus votos. Por prudencia, el superior general Lanctin obtuvo de Roma tres rescriptros para ellos fechados el 15 de fe­brero de 1902 (n.o 3896/3897, 3898/15); pero estos rescriptos se guarda­ron «en reserva» y no se les envió a los interesados. Un total, por tanto, de viente «secularizados» en esta fase inicial de septiembre de 1901 a febre­ro de 1902. Siendo todos invitados a una gran discreción en su correspon­dencia y a tomar el hábito de los sacerdotes seculares. El más prudente fue el padre fundador, que se las ingenió para no llamar la atención de las autoridades civiles sobre sí mismo, y comportándose exteriormente como arcipreste de Issoudun bajo la sola dependencia del arzobispo de Bourges. Prudente especialmente en sus relaciones epistolares, aun con los mismos compañeros de la congregación, evitando casi siempre las siglas M.S.C.

A pesar de las circunstancias, o a causa de ellas, el 19 de noviembre de 1901, el consejo general había formado una «Provincia de Francia» con un régimen propio, cuyo provincial era, provisionalmente, el mismo superior general, P. Lactin, con consejeros distintos de los asistentes gene­rales. Todo se había hecho de buena fe. Sin embargo, al año siguiente, Ro­ma pidió que se cambiara la denominación de «provincia» por la de «cir­cunscripción francesa». Se mantuvo así hasta la erección canónica de la Provincia de Francia, el 25 de agosto de 1905 [Cf. Acta C.G. R3, 19 de noviembre de 1910 y 31 de marzo de 1902; Analecta A.V., (1902) fase. 1, pág. 25].

Mientras tanto, del 20 al 26 de febrero de 1902, se había tenido en Canet de Mar y Barcelona, España, el primer consejo provincial de Fran­cia, presidido por el P. Lanctin. El P. Luis Jourdon, entonces superior de Canet de Mar, en calidad de secretario, redactó el acta de esta sesión. In­forma que se examinó la constitución y el personal de la nueva provincia, así como el problema mal conocido o mal comprendido de las «seculariza­ciones» concedidas a los religiosos franceses en general y a cierto número de compañeros residentes en Francia. La lista de los miembros de la «Provincia» se formó según la residencia fuera de Francia es decir en , , Bélgica, en España, en Inglaterra, en Italia, en los Estados Unidos, en Ca-

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nadá, en Australia y en las misiones de Oceanía. Y he aquí, textualmente, la lista de los compañeros sacerdotes que se quedaron en Francia:

Número en Francia. En Issoudun: Los reverendos padres Chevalier, Hériault, Brunet,

Perriot, MicheL Maillard, Batard, Bertin - seculari­zados.

En París: Padres Bouvier, Morisseau, Astier- secularizados. En Vichy: P. Guyot - secularizado. En Marsella: P. Pacaud - secularizado. En su diócesis: Padres Doutre y Suchet - secularizados.

Ya al final de febrero de 1902 constatamos que en esta lista oficial fal­tan los padres Teste, Renouf, Boulot, Fernando Hartzer y Godinoux, para quienes, anteriormente, se había obtenido de Roma el mismo rescripto de secularización que para los otros. Esta es la explicación: El P. Alberto Teste, 47 años, sacerdote en 1879, antiguo novicio de la Tercera Orden Franciscana, profeso M. S. C. en 1897, dotado del indulto de seculariza­ción, había regresado a su diócesis de Albi. Lo mismo el P. Desiderio Re­no uf, ya de 7 5 años, sacerdote desde 1850, canónigo y misionero diocesa­no de Coutances, había hecho profesión M.S.C., con indulto, en julio de 1895. También él obtuvo el mismo rescripto de secularización, pero el consejo general le había invitado, en julio de 1901, a retirarse de la con­gregación: regresó a su diócesis. A estos se les consideraba como salidos. El P. Fernando Boulot, por quien se había obtenido el rescripto de secula­rización ( 1 de octubre de 1902) había manifestado la intención de salir y se había puesto bajo la jurisdicción de su obispo de Coutences. Cuando la sesión del consejo provincial, su caso todavía no estaba muy claro, por lo que no se le puso en la lista de miembros de la «Provincia». Se presentó el caso a Roma. El 8 de mayo de 1902, el P. Genocchi respondía:

Ayer fui llamado a la Sagrada Congregación de Obispos y Regula­res a propósito de la petición para el P. Boulot. El cardenal Gotti me ha dicho por medio del secretario que el P. Boulot tiene sus vo­tos como los otros y forma parte de la congregación. Hay que reci­birlo en caridad: eso es todo. El Cardenal recomienda que se haga lo posible para guardar el afecto de los que están dispersos en Francia.

Así, en junio siguiente, el consejo general podía decir acerca de ese «secularizado»:

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Por el hecho que el P. Boulot ha ingresado de nuevo, tiene sus vo­tos. En cons'ecuencia es religioso como antes.

(Cf. Acta C.G. R3. págs. 141 y 159)

En cuanto al P. Fernando Hartzer, puesto que había sido enviado a la residencia de Roma, por tanto fuera de Francia, su rescripto de seculari.:' zación no tenía utilidad por el momento. La lista compuesta por el consejo de Canet-Barcelona incluía todavía al P. Pablo Doutre como «seculariza­do» y en su diócesis. Pero, poco después, a causa de su particular disposi­ción y de su extraña independencia, se le aconsejó que pidiera a Roma otro indulto, el de la «remisión de votos», a fin de permitirle retirarse defi­nitivamente de la congregación e incardinarse a la diócesis de Cat·casona. Recibió el rescripto de la dispensa de votos, según la fórmula ordinaria, diferente de la precedente de «secularización»: n.o 6908/15, de fecha 4 de noviembre de 1902.

La atención sobre estos casos particulares nos permite apreciar mejor el contenido del rescripto de «secularización» expedido en favor de los re­ligiosos franceses en esas difíciles circunstancias. Los recursos presenta­dos a Roma eran tan numerosos que la Sagrada Congregación de los Obispos y Regulares, con fecha 24 de marzo de 1903, promulgó la ins­trucción «Attentis peculiaribus conditionibus in quibus religiosae Gallia­rum congregationes nunc versantur. .. ». Instrucción para un nuevo proce­dimiento: desde entonces, el superior general de un instituto religioso podía permitir a los padres que no tenían facilidades de expatriarse de Francia, el vivir «dispersos», «separados», aceptar parroquias, capella­nías, etc. Si hacía falta un documento, los sujetos en cuestión podían pedir al ordinario del lugar de su residencia un certificado declarando que no pertenecían ya a una congregación religiosa, sino que formaban parte del clero secular. La instrucción precisaba que esta disposición no les quitaba ningún derecho ni deber derivado de su profesión religiosa» (Cf Analecta Societatis. Año VI, junio 1903, fase. I, págs. 8-9).

Por lo que concierne a la «Provincia» de Francia, además de los sa­cerdotes ya «secularizados» en 1901 y 1902, pocos fueron los padres que habrían podido tener necesidad de las disposiciones de la instrucción de 1903: quizá unos diez entre 1905 y 1922. Por lo demás, a partir de 1903, a unos y otros no se les designaba como «secularizados» sino simplemen­te como «dispersos». Y los diversos Capítulos provinciales establecieron los Estatutos de los padres dispersos. Añadamos que desde la prepara­ción del Capítulo General de 1905, se había presentado una duda: los «se­cularizados» o «dispersos» ¿tenían todavía «voz activa y pasiva»? Por medio del P. Eugenio Meyer, el padre general Lanctin consultó a Roma. El procurador Genocchi, después de haberse informado ante la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, respondió:

Todos los religiosos secularizados pro forma tienen voz activa y pasi­va, también el P. Vaudon y el P. Suchet (22 de octubre de 1904).

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El caso Suchet es más complicado. La secularización que se le ha dado a él y a otros franceses es sui generis y él (Suchet) tenía el de­ber de permanecer sumiso, y usted no debería dejarlo como si ya no fuera de la congregación. iO dentro o fuera! En este caso la Con­gregación culpa a los superiores y reconoce a los sujetos todos los derechos de los religiosos» (7 de noviembre de 1904 ).

El silencioso P. Suchet, «secularizado» desde octubre de 1901, volvió a tener contacto con sus superiores, afirmando que jamás había tenido la intención de salir de la congregación M.S.C. Y todo se arregló.

El padre fundador también debió alegrarse de ello, él que escribía a su sucesor el 1 de octubre de 1902:

Querido y reverendo padre: He leído con placer su circular sobre nuestra vocación de Misioneros del Sagrado Corazón. Deseo viva­mente que todos nuestros queridos compañeros se conformen a los puntos que usted señala. Para mí son de la mayor impotiancia. Só­lo así podremos contar con las bendiciones del cielo y llenar con fruto la sublime misión que se nos ha confiado. (Cf. Circular Lanctin, 6 de junio de 1902, en Ana/ecta Soc. diciembre de 1902.

fase. Il, págs. 37-45)

El P. Chevalier confiaba plenamente en la fidelidad de sus hijos dis­persos; no cesaba de interesarse por ellos. Su propia «secularización» fue, de su parte, una muestra más de su gran afecto y entrega fecunda a su congregación: así lo creía firmemente el P. Pedro Mourgues. Joven profe­so del15 de enero de 1905, había sido enviado de Canet de Mar a Issou­dun para ayudar en el despacho de la archicofradía, al menos por aquel año. Más tarde, podrá testificar:

«Gracias al padre fundador, arcipreste de Issoudun y al P. Mai­llard que le ha secundado en esas circunstancias difíciles, la con­gregación ha mantenido en Francia la Archicofradía de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, el despacho de nuestras obras para mantener los bienhechores, encontrar los recursos necesarios y vo­caciones; ha defendido sus bienes, rescatado la basílica y el Sagrado Corazón ... ».

(Notas sobre la congregación, Ms 1950-51)

El 7 de abril de 1905, el P. Chevalier escribía al P. V andel, en Austra­lia:

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«La Corte de Apelación de Bourges ha ratificado la inicua senten­cia del tribunal de Issoudun que nos despoja de todo; de manera

Padre Arturo Lanctin 2° Superior general 1901-1905

a su izquierda el Padre Carlos Piperon l. er Asistente (foto en la residencia de St. Rémy-lez-Chimay, Bélgica)

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que la liquidación va a poner próximamente a subasta todos nues­tros inmuebles en Francia (que dependen de la Sociedad Inmovi­liaria del Indre, Red.), que serán adjudicados a precios irrisorios. Es la ruina completa de la provincia francesa. Si al menos pudiéra­mos encontrar un grupo de personas ricas, amantes de nuestras obras que quisieran rescatar nuestro convento del Sagrado Cora­zón, la basílica, en una palabra nuestra propiedad de Issoudun, se­ría una esperanza para el futuro. Los nuevos propietarios no ten­drían nada que temer, porque lo que nos ha costado un millón quizá se venderá en 250.000 francos. Y cuando hay pasado la tem­pestad -la persecución no durará siempre-, la congregación po­dría reembolsar a los compradores. Si las nuevas provincias han conservado el recuerdo de su cuna y los sacrificios que Issoudun ha hecho por ellas, deberían unirse y venir en nuestra ayuda ... En fin, el buen Dios es el maestro. Abandonémonos a su santa y adorable voluntad. Adiós, querido amigo, salude a todos nuestros compañe­ros y mi afecto a todos sus queridos novicios y escolares. Les ben-digo a todos in C.J. J. Chevalier

Esta carta hace alusión a otra gran prueba, la de 1906. Es decir, que las circunstancias difíciles, que habían motivado las valerosas decisiones del fundador en agosto-septiembre de 1901, seguían aún en el último año de su vida. Tenemos también un testimonio de la solicitud espiritual y temporal del padre por toda la congregación. Hará lo posible y lo imposi­ble para justificar las razones invocadas en 1901: la salvaguarda de los intereses de la congregación. Hubiera querido ir a la casación. Los supe­riores no eran de esa opinión. El mismo se puso en contacto con sus mejo­res amigos para encontrar la suma necesaria para el rescate, bajo el nom­bre de su ferviente amigo el conde de Bonneval. Y, para hacer justicia a la prudencia de nuestro venerable «secularizado», se puede decir que no fue cogido por sorpresa en este año de 1906.

Ya con fecha 14 de noviembre de 1903, tenemos esta declaración: ,

160

He depositado cuarenta mil francos ( 40.000) con los Misioneros del Sagrado Corazón en Chimay (Bélgica) para ayudar a rescatar, si es que se pone a la venta, la casa del Sagrado Corazón, con su basílica y sus dependencias. Si la venta no tuviera lugar, por una u otra razón, esta suma volverá de derecho a la provincia francesa de la Congregación de Misioneros del Sagrado Corazón de Issoudun.

',

J. Chevalier, arcipreste de Issoudun

En nuestros archivos tenemos el recibo del P.M. Nijsters, Borgerhout, que había depositado la suma en la Caja Hipotecaria de Amberes con cré­dito en la casa central de la misma, a interés compuesto del 4 % «con li­bertad para el R.P. Chevalier de retirarla cuando quisiera después de ha­berlo avisado».

Otra declaración del mismo P. Nijsters del 7 de enero de 1905, dice: El que suscribe declara haber recibido del R.P. J. Chevalier la su­ma de 42.032, en sustitución de la suma de 40.000 francos deposi­tada el 1 de diciembre de 1903, y recogida el 6 de agosto de 1904, a favor del P. Genocchi -para ser depositada en la Caja Hipote­caria de Amberes con crédito de la casa central, a interés compues­to del 4 %, con libertad para el R.P. Chevalier de retirarla cuando quiera después de haber avisado».

iEl que quiere el fin, quiere los medios! El rescripto de 1901, querien­do el fin, autorizaba también los medios, tanto más cuanto que el P. Che­valier actuaba de acuerdo con los superiores de la congregación. Tenga­mos en cuenta que el P. Chevalier no actuaba para sí mismo, sino para la congregación. Personalmente él vivía la pobreza. Precisamente, en este año de 1906: desde el mes de enero, no recibía ningún suelto de parte del gobierno de la República, y sus cuatro vicarios estaban, por así decirlo, a su cargo. Lo comunicó sencillamente al nuevo general P. Meyer, el13 de abril, deseando que le entregara cada trimestre la cuarta parte de los 2.000 francos «que nos ha concedido para el mantenimiento de los cuatro vicarios».

El 13 de abril, en otra carta al R.P. Meyer:

Querido y venerado padre superior general, No sabría cómo agradecerle, así como a sus queridos asistentes, los 500 francos que ha tenido la bondad de enviar con ocasión de mi fiesta que usted me felicitó con tanta bondad. Sí, ¿dónde está el tiempo pasado? ... Veamos en las pruebas que Dios nos procura una señal de su amor y de su misericordia. Tratemos de sacar pro­vecho: las congregaciones religiosas quizá habían olvidado dema­siado su bella y sublime misión. Se habían acostumbrado a vivir en el bienestar y quizá en la mundanidad. La divina Providencia pare­ce querer recordarles su primera vocación que es la continuación de la vida de Jesucristo en el mundo y la participación en su sufri­miento: si vis perfectus esse, etc. La práctica de la pobreza es un te­soro que no se agotará jamás. Los sacerdotes y los religiosos, si son lo que deben ser, jamás carecerán de lo necesario. Por eso no estoy inquieto de cara al futuro.

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La persecución, como la pobreza, es una bendición. Lejos de que­jarnos, alegrémonos como los apóstoles de haber sido dignos de su­frir con y por nuestro divino Maestro. El soplo revolucionario que pasa sobre Francia y sobre Europa no durará siempre. Es un ci­clón, o si le parece mejor, es el Vesubio que vomita su lava, se cal-mará ... Violentum non durat. Permítame, querido Padre, que no comparta sus sentimientos y los de sus consejeros sobre el porvenir de Francia; me parecen en ex-

tremo pesimistas. Mi opinión, como la suya, ha sido siempre ir a casación para ganar tiempo y esperar los acontecimientos que quizá nos serán favora­bles. El P. Maillard piensa de otra manera. Le parece que es un gasto inútil y que es mejor estar tranquilos. Creo que es nuestro de­ber intentar ese medio -una palabra de su parte le hará sumiso­tanto más que la sentencia de la Corte de Bourges no ha sido notifi­cada aún a la Sociedad Inmobiliaria del Indre y que a partir de su notificación, la sociedad civil tiene por delante uno o dos meses pa-

ra apelar en casación. Parece estar persuadido, querido y amado padre, que las congrega­ciones religiosas no podrán organizarse más en Francia. Para mí, eso es un error profundo. La hija primogénita de la Iglesia que ha hecho tanto por la religión en el mundo y por la Santa Sede, será la última de las naciones en ser dejada de lado por la divina Providen­cia. Ella resucitará al espíritu religioso, y volverá a ser la Gesta Dei per francos, cuando los otros reinos habrán apostatado o se ha­brán vuelto infieles. Italia, en la que parece fundar sus esperanzas está en camino al espíritu revolucionario; dentro de poco se con­vertirá en república francmasónica, expulsará a los religiosos que detesta, y éstos estarán dichosos de refugiarse en Francia, bajo un gobierno restaurado. No hago ninguna profecía. Es una simple de­ducción de la filosofía de la historia. Si podemos hacer rescatar todos los edificios del Sagrado Cora­zón, tenemos obligación de hacerlo. La división que propone es irrealizable y llena de graves inconvenientes. La ventaja que ve, es ser menos llamativa y practicar mejor la pobreza. La pobreza no está en el uso de edificios que son necesarios, sino más bien en el abuso que uno puede hacer ... Bajo otro régimen restaurado, pues un día lo veremos, estaremos bien contentos de servirnos de

ellos. He depositado en manos de la congregación 44.000 francos para el

r~scate de la basílica y el resto. Después he recogido nuevos dona­tivos que se elevan ya a 13 ó 12.000 francos. Pueden aumentar to­davía, quizá antes de la venta llegaré a 80.000 francos y haciendo un llamamiento a las celadoras que aman a Nuestr; Señora del Sagrado Corazón llegaremos a 100.000 francos sin contar con las grandes bolsas 1

Inter:·umpo mi carta para recibir al señor B. de Bonneval y a su es­posa , que llega a Issoudun para las fiestas de Pascua. Después de ma~ura reflexión, me dice, soy del parecer de no formar una nueva socwdad para rescatar los inmuebles del S.C., sino de buscar uno 0

dos comprador~s privados, lo bastante ricos para que se crea que han p.agado los mmuebles con su dinero; de esta manera habrá más segundad que de la otra. Y o pienso como él. Luego veremos, añadió, qué uso podemos darles mientras tanto a los edificios, del .convento. La basílica, áun con ~1 nuevo régim~n, permanecera ab1erta y la peregrinación seguirá su curso. E.! señor Be:nardo (de Bonneval) me ha dicho que usted debía ve­mr a Franela en el mes de mayo; así podría encontrarse con el P. Carriére · y ver sobre el lugar lo que podríamos hacer. El Diari~ 4 ~e Debates anunciaba, hace algunos días, que el R.P. Genocch1 1ba a ser nombrado por la Santa Sede patriarca latino de Jerusalé~ .. ¿Qué piensa de esta noticia? Sería, me parece, una buena elecc10n. Acepte, querido y amado padre, para usted y para sus asistentes la expresión de mi viva gratitud y de mi paternal afecto

in C.J. J.C.

, 1 El valor de las cifras expuestas aquí deben entenderse en francos-oro de la

epoca). 2 Conde Bern~rdo de. Bonneval y su esposa E. de Quinsonas, casados en

1904. Bernardo, hiJO del vizconde Fernando de Bonneval ( t 1911) y d M · d Quesne ( t 1897), hija de la primera bienhechora del P. Chevalier desd: 18~~~ E~ 1907 Bernardo de Bonneval se presentará a la subasta, con indulto de la Santa Se­de, p~ra comprar a su nombre la basílica y la casa del Sagrado Corazón y depen­dencias. La venta estaba anunciada para el 30 de abril de 1907

3 P. Pablo Carriere, provincial de Francia desde el 22 de agos.to de 1905, resi­dente en Pans. El generalato se había cambiado a Roma en diciembre de 1905. tras:ado que el P. Chevalie: habí~ estimado prematuro e inoportuno. ·

Pedro Juan Genocch1, _ provmcial de Italia desde el 15 de agosto de 1900 hasta el 1 de agosto de este ano 1906. El anuncio del Diario de los debates era sin duda un ~ondeo de pr~nsa: el «ravenés» Piani no tuvo por sucesor al «ravenés» Genocch1. El 8 de noviembre de 1906 monseñor Camassei, rector del colegio ur­bano de la Propaganda fue nombrado patriarca latino de Jerusalén.

163

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Hemos citado íntegramente esta carta porque muestra claramentP- la constancia de las intenciones del fundador de 1901 a 1907, el camino ha­cia la realización de sus objetivos, al mismo tiempo que su inalterable es-

píritu religioso. Estos objetivos se alcanzarán en 1907. El P. Chevalier habrá vencido

la timidez de varios padres. Todo será rescatado con la colaboración del señor Bernardo de Bonneval, «propietario legal». El cardenal F errata, protector de nuestra congregación, se lo agradeció personalmente al señor

de Bonneval. Diez días después de la carta al padre general Meyer, el P. Chevalier

escribió otra en el mismo sentido al provincial de Francia, P. Carriere. En ella trataba otras cuestiones de gran importancia. Y, no olvidando que era también fundador de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Cora-

zón, añadía:

Hay que salvaguardar también los inmuebles de las Hijas de Nues­tra Señora del Sagrado Corazón. Han sacrificado todo lo que po­seían para la construcción de su convento, que han puesto en ma­nos de la sociedad civil, sin ninguna compensación. ¿Podemos abandonarlas? No lo creo. Ellas están sin fortuna y sin recursos so­bre todo después de la interrupción de las peregrinaciones. Ellas se han sacrificado generosamente por nosotros y nuestras misiones. Issoudun es su cuna. No estando aprobada por Roma, monseñor de Bourges es su superior natural. Me ha encargado, en su nombre, de esta comunidad; si ellas se vie­ran forzadas a dejar Issoudun, tendrían por superiores a cada obis­po de la diócesis donde tuvieran casas; esto sería la división y la dislocación de esta comunidad. Razones que nos obligan a mante­nerlas en Issoudun, al menos la administración general. La cosa es seria y merece que se le preste atención. Como provincial quizá pudiera hacer un llamado a la Provincia de Australia que tiene re­cursos y a los Vicarios apostólicos que se benefician de sus servi­cios, para que vengan en ayuda de la casa-madre de Issoudun. Por estas razones es un deber de justicia y de reconocimiento el ayu-

darlas. Acepte, querido padre, mi sincero afecto en C.J.

J. Chevalier

El P. Carriere s~" lo cuenta al padre general Meyer. Para las religiosas se iban a presentar otras soluciones. El padre fundador no las olvidaba y

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sabía a quien dirigirse. El 30 de abril de 1907, la subasta comenzó a las 13 horas. El señor Bernardo de Bonneval compraba la basílica y la casa del Sagrado Corazón y dependencias al precio de 100.000 francos. Diez minutos más tarde, el convento de las Hijas de Nuestra Señora del Sagra­do Corazón era adquirido por el precio de 40.000 francos por una dirigida del P. Chevalier, la señora Taoul de Lapparent, nacida Edith Tourangin des Brissards, terciaria de Santo Domingo, «alma de todas las buenas obras de Issoudun», bienhechora de las religiosas ( t Issoudun, 15 de enero de 1911 ).

El padre fundador había deseado vivamente la solidaridad interpro­vincial para ayudar a la Provincia de Francia, despojada de todos sus bie­nes, a rescatarlos. Su deseo fue más o menos atendido, pero de diferentes f~~as. Como prueba, citamos aquí una carta del general Meyer al pro­vmcral de Australia, P. Tréand, fechada el 6 de julio de 1906:

En nombre de todos mis asistentes, pero sobre todo en mi propio nombre, quiero manifestarle la alegria que nos ha causado su donati­vo de 25.000 francos para el rescate de la basílica de Issoudun. Es más que generosidad, un ejemplo. La unidad, la solidaridad, la ca­ridad entre nuestras diversas provincias sería muy deseable, y des­graciadamente la tendencia es a vivir cada una por sí. Estoy con­vencido que vuestra aportación habrá sido una de las grandes alegrías para la ancianidad del venerado P. Chevalier. Déjeme de­cirle que tenemos la esperanza de arreglar todas las cosas de mane­ra que no tengamos necesidad de la ayuda que usted nos ofrece, y puesto que usted mismo tiene deudas muy pesadas, aceptaríamos su ofrecimiento, en todo o en parte, sólo si nos viéramos absoluta­mente forzados a ello. Le tendré al corriente de todo, pero desde ahora quiero expresarle mi alegría y reconocimiento.

La esperanza de que habla el P. Meyer de poder «arreglarlo todo» es­taba bien fundada en febrero de 1907 por la cuestión material: se trataba entonces de hacer un depósito de 65.000 francos «que representaban las sumas recogidas por el arcipreste para el inmueble que deseaban resca­tar>>. Así se expresaba discretamente por carta el P. Carriere al consejo general.

Con paciencia y tenacidad, el padre fundador de las dos congregacio­nes permanecía fiel a sus objetivos. En el exterior sólo tenía que aparecer bajo su título de arcipreste de Issoudun, nombrado por el gobierno de la República. Pero las circunstancias se habían puesto particularmente críti­cas en este año de 1907. Desde el 21 de enero, había sido expulsado de su casa, de la que fue expoliado. El vizconde Fernando de Bonneval, padre

165

Page 89: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

de Bernardo, por un arrendamiento debidamente registrado el 15 de mar­zo, había puesto a disposición del arcipreste y de sus vicarios uno de sus inmuebles, antigua casa de la obra militar, en el número tres de la calle Dariden. El P. Chevalier se lo comunica enseguida a su «buen P. Jouet»:

Mil gracias por sus sentimientos y por el interés por mi expulsión brutal de la casa cura!. Es obra de los francmasones. La población entera acordándose de mis beneficios en Issoudun se ha mostra­do admirable. Toda la ciudad, por así decirlo, ha venido a expresar sus condolencias. Estoy retirado en la casa de la obra militar que pertenece al señor Bonneval. Francia está en vísperas de graves acontecimientos. Viva el Sagrado Corazón y Nuestra Señora. Vuestro en C.J.

J.C. (sin fecha)

En este asilo prestado es donde el venerable padre debía extinguirse el 21 de octubre siguiente, rodeado, siempre discretamente, de sus compañe­ros de Issoudun, de algunas Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Cora­zón, del señor de Bonneval, del reverendo padre general Meyer, llegado de Roma. Este escribió al día siguiente al P. Jouet, en Roma:

Tengo el dolor de anunciarle la muerte del R.P. Chevalier, ocurri­da ayer tarde a las seis horas: muerte dulce, tranquila y serena, que ha sido un consuelo en medio del dolor. Ha sufrido mucho en el úl­timo período de su enfermedad, pero su paciencia ha sido admira­ble. Bendigo al divino maestro por haber llegado a tiempo de reci­bir su bendición y recoger su último suspiro. El entierro tendrá lugar pasado mañana, jueves. Por un favor providencial, el padre será inhumado en la cripta de la basílica, en la misma tumba que desde hace un mes guarda los restos del P. V andel. Vuestra vida ha estado tan íntimamente unida a la suya que partici­pará de este consuelo, tanto como de nuestro dolor.

E. Meyer msc

Issoudun, 22 de octubre de 1907

En efecto, la basílica del Sagrado Corazón, sellada, cerrada desde 1901, cuyo propietario legal en adelante era el señor de Bonneval, abrió sus puertas para recibir, como apoteosis, a este religioso excepcional, que por última vez venía de St. Cyr al Sagrado Corazón.

166

Padre Chevalier hacia el final de 1906

167

Page 90: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

INDICE DE NOMBRES

(selectivo)

Los nombres de personas van en mayúscula, los de lugares en cursiva. El asterisco (*) que sigue a algunos nombres de religiosos msc significa

que éstos no están en el Necrologio M.S.C.

Aix-la-Chape//e (D) 77 Albi (Tarn) !56 Argel, Argelia 96 Alemania 47, 72, 74, 75, 90 Alto Loira (Departamento) 66 Ambe~·es 38, 70-75, 78, 90, 161 Anagni (Italia) 99 ANDRE Gertrudis (fNDSC) 88 Ardeche (Departamento) 66 Argentan (lndre) 8 ARIENS* Teodoro (padre msc) 64 Ars (Ain) 30, 32, 66 ASTIER* Pedro (padre msc) 155, 156 AUBERT Roger (sac. historiador) 57 Aubigny-sur-Nere (Cher) 15-18, 59, 60 Australia 73, 74, 84, 95, 153, 155, 164 Autun (Saóone-et-Loire) 130 AUVITY Fr. (vicario general) 57, 63 A VEE Claudia Feo. (sacerdote) 8, 9, 56

BAILLY Luis (teólogo) 13, 57 Barcelona 47, 96. 155 BARDEL Claudia (Vic. general, Obispo)

42, 43, 79, 81 BARRAL* Pedro Maria (padre msc) 116,

128 BARTHES M. Imelda (fNDSC) 64. 90 Basilica del S. C. (Cf. lssoudun) BASTIEN Pedro (OSB) !50 BATARD Alfonso (padre msc) 93, 155,

!56 BAUDRAN-CHEV ALIER Adelaida 55 BAUNARD Luis (prelado) 59 BECKY Pedro (sup. gen. s.j.) 98 Bélgica II, 38. 4 7, 54, 70, 72, 76, 92, 15 l.

156, 160 Be/le-Cave (La) cerca de Richelieu 2 BENGY (de) Felipe 61, 62, 132 BENGY (Sra. de) 130 Berlín 77 BERNARD Hipólito (padre msc) 96 BERNARD Prudencia Josefina (Sra.) 62

BERNARDIN (Hno, msc) van Heugten 92, 93

BERTHIER Guillermo José (padre s.j.) 20, 60

BERTHUCAT (sacerdote) 83 BERTIN Emilio(padremsc) 59, 61, 62, 65,

93, 98, 103, 123, 125, 155, 156 Ben:v o Berri (provincia) 7, 42, 46, 57, 63,

64, 84, 97, 110, 116, 120, 125, 136 Bétheline (la) Marsella 85 Beveren-lez-Anvers (Bélgica) 70 Bi/lon (seminario de) 125 Bois-le-Duc (NL) 70 BOISMENU (de) Alain Guynot (obispo)

74, 81 Bolonia (Italia) 99 BONNEVAL Bernardo (conde de) 90, 160,

162, 165, 166 BONNEVAL Fernando (vizconde de) 78,

163, 166 Borgerhout-Amberes (B) 161 BOSCO Don Juan (Salesiano) 90 BOULOT Fernando (padre msc) 154, !56,

!57 BOURBON (sacerdote) 56, 120 Bourboule (La) 64 BOURDALOUE Luis (padre s.j.) 18 Bourges (ciudad) 25, 29, 30, 61, 63, 65,

87, 88, 125, 127, 128, 135, 158, 162 Bourges (diócesis, arzobispado, catedral) I,

8, 12, 15-17,23,28,30-40,44,45,51, 53-55, 59-70,72-83, 87, 88,96-98, 109, 112-117, 130, 140-149, 153-155

Bourges (seminario mayor) 1!, 15, 18, 25, 46, 56, 61. 63, 104, 109, 125, 130, 134

BOUVIER Carlos (padre msc) 154, !56 BOUVIER Juan Bautista (obispo teólogo) 57 Bouzarea (Argel) 96 BOYER Juan Pedro (cardenal) V, 38, 39,

42-44, 53, 54, 70, 74-81 passim Brabante septentrional (NL) 69 Braintree (Essex G.B.) 91

169

Page 91: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

BRIAS (de) condesa 16 Erigida (Santa) (monasterio) Roma 67 BRINET Sra. (notario) 62, 129 BROCKEN Adriano (sup. gen. MSC) 72,

74 Buisson (Le) cerca de V atan, Indre 8 Burdeos (ciudad) 128, 136 Burdeos (seminario mayor) 61. 63, 115.

127, 128, 131-3, 136

CAILLAUD Juan Félix (Vic. general) 27, 64, 65, 112, 115

CAMASSEI Felipe (patriarca) 163 Cabadá 47, 54, 156 Canet de Mar (España) 47, 98, 155, 157,

158 Cm·casona (Aude) 157 CARRIERE Pablo (padre msc) 92, 95,

163-165 Casa-madre (Cf. lssoudun) CARTIER Esteban (sacerdote) 56 CA VAL (Sup. gen. p.s.s) 130 Chambéry (Savoya) 66 CHAMPGRAND (de) Fernando (p.s.s.)

VII, 61-63, 101, 115, 125-137 CHAMPGRAND (de) M.• Celestina 61 Chantilly (Oise) 97 Chapelle-sur-Loire (I. et L.) 5 CHAPIOTAT-DANSARD (Issoudun) 62 CHASTRE V. (sacerdote) 83, 116 Cháteauroux (ciudad) 44, 81-83 Cháteauroux (Escuela León XIII) 44, 45,

82-85 CHATELLIER Eugenio (Hno. msc) 92 Chatillon-sur-Indre 15, 16, 59, 116 CHAUDENOY (de) Sra. 16 CHAUMEREAU Félix (sacerdote) 79 CHEVALIER (familia) 118-123 CHEVALIER Carlos 55, 122 CHEVALIER «Dominique» (Cf. Julio) 116 CHEVALIER Juan Carlos 2, 55, 56, 119,

120, 122, 124 CHEVALIER José 55 CHEV ALIER Julio (fundador msc) passim

y especialmente 1-5, 41, 55, 57-60, 64, 67, 69, 72, 74-83, 85, 87, 89-99, 101-105, 114-118, 122, 124, 128, 130, 139-142, 146-149, 153, 156, 158, 160-167

CHEV ALIER Luisa (nacida Ory) 2, 26-27, 55, 64, 119, 124

170

CHEVALIER Luisa (Garcia) 55. 122, 124 CHEV ALIER Onésimo 55 Chezai-Benoít (monasterio, colegio) 43. 45.

65, 69, 79. 80, 83, 85, 88. 89. 96. 115 Chimay (Hainaut B) 47, 94, 151. 160 Chinon (Indre et Loire) 151 Civita Vecchia (Italia) 66 Clermont-Ferrand (Puy-de-Dóme) 36, 70,

79 Clérv (Issoudun) 81 COCHET Alejandro (padre msc) 56 Conives cerca de St. Gaultier 8, 56 Coogee (NSW Australia) 72 CONSTANZI Emilio (procurador msc) 89 COUGNY (de) Laura 151. 153 COUPPE Luis (obispo msc) 74, 141 COURBON* Pedro Maria (padre msc) 72 Coutances (Manche) 84, 156 Creuse (departamento) 8 Crimea (guerra de) 134 CROWLEY* Juan (escolar msc) 76 CROZAT Guillermo (sacerdote) 18-22, 27.

61, 63, 96, 130-134, 137 Cruz-Roja (barrio de Issoudun) 62 CURA DE ARS (J. M.a Vianney) 32, 66

Damas (camino de) 56 Daridan (calle Issoudun) 166 DARNAULT (sacerdote) 8 DELAPORTE Albe1to (padre msc) 36, 37,

69, 70, 84, 85, 87 DELDEVESE (sacerdote) 8 DELPOUX M. (oratoriano) 14 Deols (Indre) 81 DEPIGNY José (padre msc) 55, 56, 60,

65, 72, 74, 89,103,116, 118,125 DESCARTES Rene (filósofo) 13 DESGARDE (sacerdote) 9 DESOBEAUX R. (p.s.s.) 57 Digne (Alpes) 43, 81 DOMINGO (San) 111, 116 DONNET Fernando (obispo) 136 Doudeville (Sena marítimo) = la «Oudin-

ville» del P. Chevalier 33, 66 DOUTRE* Sergio (padre msc) 154, 156,

157 DOUTRELOUX Víctor (obispo) 70, 76,

77 DUBOUCHAT (sacerdote) 65, 79 Dupanloup Félix (obispo) 51, 98 DUPONT o du PONT Celestino (cardenal)

16, 23, 25. 27. 30. 51, 59. 62, 65. 96. 103. 111. 114. 116, 140. 141

Espm1a 47, 54. 69. 89, 94, 96, 155, 156 Estados Unido\' 156 ES\'I·es (Indre y Loira) 123. 124 ETAVE Ernesto (Notario) 81. 90 Europa 74. 162

FAILLON (procurador p.s.s.) 127 FERRATA Domingo (cardenal) 72. 88.

164 FERRY Julio (político) 69 FIELD* Juan (padre msc) 96 Florencia (Italia) 66, 99 Fontgombault (Indre) 29 Francia passim y especialmente 4 7, 69. 79,

84, 89, 90. 145,147, 150, 155-160, 162, 166

Friburgo (Suiza) 88, 94, 96, 125, 127 GAMALIEL (doctor judío) 29 GARCIA Carlos (hijo de Luisa) 122, 124 GARCIA Eduardo (hijo de Luisa) 122, 124 GARCIA Josefina y Maria (hijas de Luisa)

123, 124 GARCJA-CHEVALIER Luisa 122-124 GARNIER (Supr. gen. p.s.s.) 61, 127 GASNIER Pedro (p.s.s.) 25, 61, 63, 115.

116,125,128,130,131, 134 GA Y d'AUBILLY Ernesto (canónigo) 30,

65 Génova (Italia) 66, 99 Ginebra (Suiza) 66 GENOCCHI Juan (procurador msc) 87,

146, 148, 154-157, 161, 163 GEORGELIN Paulina (padre msc) 66, 116 Gerra (Haaren NL) 69 Gilbert (islas) Kiribati 56, 88 GILLET Elisa (Srta.) 7 GIORGETTI Sante (sacerdote) 99 Glastonbury (Somerset GB) 47, 91, 96 GODINOUX Juan Bautista (padre msc)

155, 156 GOTTI Fr. H. M. (cardenal) 87, 95, 148,

156 GOUSSET Tomás M. Jos. (cardenal) 18 Gran Cartuja (convento) 30 Grenoble (Isére) 30 Grille (La) (Castillo cerca de Chinon) 151 GUIBERT José (cardenal) 34 GUILLON Em. (foto Issoudun) 167 GUYOT Juan Bautista (procurador msc)

87. 146, 148, 154-157. 161. 163 HAMEL Juan Feo. (padre msc) 66 HANNIGAN* Edmundo (escolar msc) 76 HARTZER Fernando (padre msc) 154.

156. 157 HARTZER Leopoldo (padre msc) 78 HARTZER M. a Luisa (fNDSC) 79, 90 Habana (La) 66 Hal're (El) (Sena marítimo) 63 HELLO Ernest (Sra.) 115, 116, 140, 141 HENRY (foto Amberes) 71 HERIAULT Claudia (padre msc) 79, 81.

93, 155, 156 Hermanee (Suiza) 72 HEUGTEN (van) Bernardino (Hno. msc)

92. 93 HERTAULT du METZ (Dr.) 24, 63 HERTAULT du METZ Blanca (Vizconde-

sa du Quesne) 24-25, 63 Hiltrup (cerca de Münster D) 47, 90 Holanda 38, 69, 72, 79 HUGUET (sacerdote) 55, 56 ICARD Enrique José (p.s.s.) 127 lndre (departamento) 15, 54, 64, 81, 83,

94, 160, 162 lndre et Loire (departamento) 2, 15, 119,

123, 133 Inglaterra 47, 54, 64, 89, 91, 94. 96. 97,

156 Inocencia XI (papa) 139 lssoudun (ciudad y municipalidad) passim

8, 15, 18, 24-26, 30-34, 43, 48, 50, 57, 59,61-67.70,79, 81,93-95, 114, 116, 119, 131, 136, 141, 155, 160, 163. 166

Issoudun (Casa-madre del S. C.) 30. 35, 44, 51, 57, 61, 70, 76, 79, 85, 87, 89, 92, 99 114, 117, 127, 135. 137, 140, 144, 152, 160. 162-166

Issoudun (parroquia, casa, St. Cyr) 15, 18-20, 26, 36, 40-43, 51, 59-64, 69, 70, 74,78-81,90,92, 96, 109. 111, 114-116, 128-134, 147-155, 158, 165, 166

Issoudun (administración MSC, General, Asistentes) 38, 42, 45, 46, 48, 53, 69, 70, 76, 78, 89, 91. 146, 154

lssoudun (peregrinación N.S. del S.C., Ba­sílica) 57, 69, 80, 81, 89, 97, 98, 119, 130, 138, 144, 148, 152, 153. 158, 160, 163-165.

Issoudun (Despacho-Anales) III, 85, 87, 93, 94, 99, 155, 158

171

Page 92: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

Issy-les-Moulineaux 56, 127 Italia 54. 67, 156, 162. 163 JANDEL V. (mae;tro general 0.0.) 116 JANTHIOT (sacerdote) 57 Jerusalén 163 JOMBART E. (canonista s.j.) 150 JOUET Víctor(procurador msc) 35. 64, 67,

69, 76, 77, 85, 97-99, 128, 166 JOUDON Luis (padre msc) 155 Juilly (Sena y Marne) 14 JULLIEN Andrés (padre msc) 81, 85 Jussy-Champagne (Cher) 61, 125 JUSTO (administrador) 8, 10, 56, 120 KATTER C.G. (foto) 73 Kensington (N.S.W. Australia) 153 KLOTZ* Javier (padre msc) 72 KUNTZ Emilio (padre msc) 117 LACORDAIRE Enrique (O.P.) 116 La Louvesc (Ardeche) 30, 66 LAMBLIN José (vicario general) 30, 65 LANCTIN Arturo (sup. gen. msc) 47, 70,

87. 91, 92, 95, 146, 151, 155, 157-159 LANDER Juana Sra. (cf. Helio Ernest) LANGUET Juan José (obispo) 13 LAPPARENT Raoul (Sra. de) 165 LARBALETRIER (sacerdote) 59 LATHUILLIERE Claudio (Hno. msc) 93 LA TOUR d'AUVERGNE C.A. (obispo)

34, 40, 51, 52, 57, 63, 68, 130, 140 LAVIGERIE Carlos (cardenal) 90 LEBLANC Enrique (padre s.j.) 67, 97 LE CAMUS Emilio Pablo (obispo) 87 LECLERC (Sr.) 16 LEDOCHOWSKI (cardenal) 74, 148 LEGA Y Miguel (canónigo) 15, 59 LELONG Federico Alej. (vic. general) 57 LELOT José (sacerdote) 63, 114, 116 LEMERCIER Pedro y Santiago (arquitec-

tos) 5 LEON XIII (papa) 36. 54, 81, 99 Lérins (islas de) Abadía 90 LHUILLIER Armando Uefe de estación)

123 LHUILLIER Jorge (padres s.j.) 120 LHUILLIER Josefina (García) 120, 123 LHUILLIER Sra. 120 Lieja (Bélgica) 70, 76, 77 LIGONDES (Sr. y Sra.) 9 LINETIERE (Sra. de) 129 Liorna (Italia) 66, 67 Loudun (Viena) 56

172

LUIS XIII (rey) 4 LUIS XIV (rey) 2. 60 Luant (Indre) 64 Lvon (Ródano) 66. 90 MAILLARD Feo. Jav. (padre msc) 63, 70,

81, 93, 95, 119, 120. 147, 155. 156. 158, 162

MALLET Pedro M• (sacerdote) 64. 66, 114, 116

MARCHAIN Leoncia (Sra.) 44 MARCHAIN Leoncio (Sr.) 82, 83 MARCHAL Augusto (obispo) 38, 70 MARCHAL José (obispo) 36, 38, 45, 53,

69, 70 MARGARITA M.a Alacoque (Santa) 13.

32, 66, 70 MARIE Juan Carlos Thorey (padre msc)

79 MARQUET (Canónigo) 83 Marsella 30, 77, 81, 85, 98, 147, 155.

156 MAUDUIT (super seminario) 7 MAUGENEST* Emilio Sebastián (padre

msc) 18, 20, 30, 31, 51, 59-66, 96-98, 104, 113, 115, 116, 128, 130.

Mazéres (Ariege) 97, 98, 140 MAYET Luis (Sr.) 62 Melanesia v Micronesia (Oceanía) 36, 69 MELOIZES (Sra. de) 67, 97, 128 Membrol/es-sur-Choisille (La) 63, 120,

122, 123 MENJAUD Alejo (obispo) 30, 33, 34, 65,

97 Mar de las Antillas 63 MEUNIER D. (sacerdote) 55, 120 MEYER Eugenio (padre msc) 72, 77, 84,

87, 89, 90, 92, 95, 141, 148, 157, 161, 164, 165, 166

MICHEL Félix (padre msc) 155, 156 Milán (Italia) 66 MILLERAND Alejandro (político) 46, 89 MOLLEVAUT Gabriel (p.s.s.) 12, 56 MONTALEMBERT (de) Marcos-René 17 Montargis (Loiret) 89 MONTBLANC Luis Augusto de (obispo) 5,

55 Montigny (Cher) 64 Montlur;on (Allier) 69 MONTREUIL (Sr. de) 14 MOREUX (sacerdote) 11 MORIET Augusto (sacerdote) 55, 56

MORISSEAU José Feo. (padre msc) 69, 70, 154, 156

MORRELL* (padre msc) 72 Moulins (AIIier) 32, 69, 155 MOUGUES Pedro (padre msc) 158 MOURRET F. (historiador) 90 Münster (D) 90 MURET de BORD L. ( cf. Sra. Marchain)

44 Nancy (Meurthe-et-Moselle) 65 Nantes (Loire-Atlántico) 88 Nápoles (Italia) 66. 69, 99 NAPOLEON III (emperador) 134 Navona (plaza de Roma) 99 cf. Roma MSC NAZ Raúl (prelado) 150 NEENAN Juan María (padre msc) 66 NIJSTERS Matias (padre msc) 161 Norte (casas o provincia msc del) 38, 54,

72, 74, 75, 78 Ntra. Sra. de Francia (peregrinación, Le

Puy) 30 Nueva Pomerania (Nueva Bretaña) 75 Oceanía 54, 7 4, 156 OFFERMANS* Clemente (padre msc) 75,

78 Orleáns (Loiret) 59, 98 Orsennes (Indre) 116 ORY Hilario 55 ORY-CHEVALIERLuisa2,55, 119,120,

124 Osimo (Ancona-Italia) 67, 99 Oudinville 33 (cf. Doundenville) PACAUD Pablo (padre msc) 155, 156 Palestina 127 Paray-le-Monial (Saóne-et-Loire) 33, 52,

66 París 7, 22, 34, 40, 57, 62, 67, 72, 84-86,

89, 94, 96, 120,124,127,130,134.140, 147, 156

PAROCCHI Lucido (cardenal) 148 PASQUET (Sup. sem. mayor) 45 PASQUIER René Carlos (sacerdote) 83 PEDRO (San) 129 PELLISSIER L. (p.s.s.) 57 PERRIOT Juan Bautista (padre msc) 92,

155, 156 PERRONE Juan (teólogo s.j.) 57 PICARD M.J. (sacerdote) 55, 56 PIO IX (papa) 33. 51, 67, 98, 143 PIO X (papa) 79.139 Pingaudiére (La) (propiedad) 81

PIPERON Carlos (padre msc) VI, 29, 51, 55, 56, 59. 62, 64-70, 77, 81, 91, 92, 98, 114, 116, 118, 119, 122, 125, 128, 130, 139, 142, 159

Pisa (Italia) 66 PLACE Carlos Félix (cardenal) 99 Poitiers (Vienne) 26 POUVREAU Alejo (padre msc) 88 POUVREAU Germana (Hns. San Juan novicia) 88 POUVREAU* José (padre msc) 44, 46,

83, 88, 89 Provenza (Francia) 98 Puy (Le) (Alto Loira) 66 Puv-/e-Dóme (departamento) 64 Quebec (Canadá) 47. 94-96 QUELEN (de) Jacinto (obispo) 127 QUENTIN Luis (sacerdote) 16, 59 QUESNE (du) Blanca (Vizcondesa) 22, 24,

63, 116 QUESNE (du) Lázaro (Contraalmirante)

24, 63 QUESNE (du) María (Vizcondesa de

Bonneval) 163 QUINSONAS E. (de) (Condesa Bernard

de Bonneval) 163 RADEGUNDA (Santa) 26 RAMIERE Enrique (padre s.j.) 67 RAMOT Celestino (padre msc) 70, 78, 91,

92 Randwick (N.S.W. Australia) 74 RAYNAUD Edmundo (padre msc) 81 REDON Luis (lazarista) 6 RENO UF* Desiderio (padre msc) 154, 156 REY d'AUSSIGNY (familia) 33 REY Ana (d'AUSSIGNY) 33 REYN* Teófilo (padre msc) 38, 70-72,75,

76, 85 RICHELIEU (de) Armando (Cardenal) 4 Richelieu (Loire-et-Cher) 2, 5, 7, 10, 26,

55, 56, 119-122, 124 Richelieu (parroquia) 5, 7, 55. 56, 63, 64,

119.120,122 RIGAULT G. (sacerdote) 63, 119. 120-

123 Rache/le (La) 87-88 ROFFINGNAC (de) 57, 63 Roma (ciudad) VII, 33, 35, 38, 55, 56, 66-

69, 72, 127, 148, 166 Roma (Santa Sede) passim 38, 42-47.

51-53.66,70, 72-78, 89, 90, 94, 148

173

Page 93: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

Roma (residencia msc-Iglesia N.S. del S. C.) 70. 85, 86, 89, 94. 97-99, 103 117, 128, 141, 146, 148

Rose (La) (residencia O.P.) 98 Ruán (Sena Maritimo) 7 RUEL Francisco Th. (p.s.s.) 13, 57. 58.

104

Sagrado Corazón (residencia msc) Cf. Jssoudun

Saint-Albans (Herts) GB 91 Saint-Cyr ( cf. parroquia lssoudun) Saint. Cv,~slu~Loire (Indre et Loire) 123,

124 Saint-Gaultier (seminario) 8, 9, 11, 15, 56 Saint-Gérand-le-Puy (Allier) 69, 89 Saint Hilaire-du-Bois (Loira Atlántico) 88 Santa Erigida (monasterio de Roma) 34,

143 San Máximino (Vat) residencia 98 San Miguel (colegio Friburgo) 96 San Rémv-lez-Chimav (Bélgica) VI, 91,

!59 San Sulpicio (Seminario p.s.s. París) 29. 96 Santiago de los Espmioles (iglesia) Cf.

Roma Sale/te (La) (peregrinación) 30 Salzburgo (Austria) 74, 75, 77, 78 San Miguel (Colegio Barcelona) 96 San Remo (Italia) 65, 98 Sarthe (departamento) 123, 124 SAURET Juan Bautista (padre msc) 66 SEBASTIEN GONSALVE MARIE

(Maugenest o.p.) 97 Sées (Ome) 79 SERVONNET Pedro Pablo (obispo) V,

passim 43-47, 81-87. !53 SINOPE (Mons. de) cf. Marcha! Augusto

53 Soledad (La) (noviciado p.s.s.) 56 Somerset (condado en GB) 96 SUCHET José (padre msc) 154, 156, 158 Sydney (Australia) 72, 73, 74. 96

TAFFONEAU Inés (Srta.) 2 TAMISIER Emilia (Srta.) 59, 63, 116 TESTE* Alberto (padre msc) 154, 156 TERESA DE AVILA (Santa) 59 THOMAS* Eugenio (padre msc) 84 THOREY Juan Carlos (cf. padre Marie) Thuin (Bélgica) 56 ·

174

Thursdav lsland 96 TIERNEY Miguel (padre msc) 96 Tilburg (NL) 70, 74-79. 88, 90 TOCCANIER (sacerdote) 32 Toulouse (Alto Garona) 98 TOURAGIN des BRISSARDS Edith 165

(Sra. de Lapparent) Tours (Indre et Loire) 7, 15, 56, 66. 88.

89, 119 Tours (diócesis, arzobispado) 5, 7. 34. 55,

119 Touvent (cerca de Cháteauroux) orfelinato

88 Tranzault (Indre) 64 TREAND Pedro Maria (padre msc) 72, 74.

81, 96, 165 Trévoux (Ain) 60 Turena (región de Francia) 62,118 Turín (Italia) 66, 67

URBAN (sacerdote) 34, 66 URSIN (San) 110, 111,116

V ANDEL Juan María (padre msc) 66, 72, 79, 97, 98

V ANDEL Julio (padre msc) 70, 72-77, 84, 85, 153, 158

Vatan (Indre) 8, 15, 56, 122 VAUDON* Juan (padre msc) 44-46, 69, 84-89, 93, 119, 120, 158 VERDOT (foto) 31 VERDA Isidoro (cardenal) 78 VERIUS Enrique (obispo msc) 76, 77, 84,

85 VERMIN Enrique (padre msc) 56, 60, 65, 103. 115 VEUILLOT Luis (periodista) 17 Vichy (Allier) 81, 147, 156 Victoria (arzobispado, Australia) 96 Villa de las Lilas (residencia msc Vichy)

81. 89 VILLEPELET Juan (obispo) 125 VICENTE de Paú! (San) 4, 122 Visitación (castillo de la) Issoudun 97 Voiron (Isére) 30 VOISIN (carpintero) 62 VOLTAIRE (Fr. M. Arouet, dit) 14, 15

WALDECK-ROUSSEAU René (político) 46, 89, 91

WEMMERS José (padre msc) 72, 73 Yvoy-le-Pré(Cher) 14-16,116

INDICE ANALITICO Lo> tirulos ,. la> publicaciones van en cuniva

Actas del Consejo general (Acta C.G.) 93, 155, 156 Administración general (Superior general, Asistentes, Consejo, Procurador) 36, 38, 4 7, 70,

72, 75, 77. 78, 85, 90, 92, 95, 151, 154, 156, 163-166 passim Analecta Societatis (Ana Soc.) 65, 103, 119, 146, 155, 157, 158 Anales de la peq1wia Sociedad J. Chevalier V, VI, 59-61. 64, 66, 96, 97. 104, 105, 115,

116, 124, 140 Anales de la Propagación de la Fe 13 Anales de N. S. del S. C., lssoudun VI, 35, 45. 57, 62, 67, 84-86,95, 118, 122, 142 Anales de Santa Solange, Bourges 45. 87 Annali di Nostra Signara del Sacro Cuore 70. 99 Archicofradía del Santo e Inmaculado Corazón de María (N. S. de las Victorias, París) 22.

63. 110, 132 Asistentes generales (Cf. Administración general). Asociación de Nue~tra Señora del Sagrado Corazón (Issoudun) 35, 36, 42, 69, 98, 138, !53 Asociación romana de Nuestra Señora del Sagrado Corazón 69, 98, 99 Asociaciones (Leyes sobre las) 47, 89, 90, 150 Autoridades civiles (municipalidad, Estado, etc) 40, 44, 46, 47, 61, 69, 81. 89-91, 133,

148, 154, 158. !63-165 Basílica del Sagrado Corazón (Cf. Issoudun) Benedictinos (O.S.B.) 74 Benedictinas de la calle Monsieur (Damas del Templo) 7, 56, 120

Cardenal protector (de la Congregación M.S.C.) 148, 164 Capellanes del Trabajo (Congregación de los) 71, 72, 77 Capítulos generales M.S.C.

1891: 36, 69, 70, 76 1893: 36, 70, 93 1897: 47, 55 1900: 47 1905: 157 1907: 117

Chevalier Julio, fundador: Notas sobre los orígenes de la Congregación Ms C. Piperon 1899 o Algunas notas sobre los primeros años del M. R. P. Chevalier y los comienzos de la Congregación. Ms C. Pi­peron (Pip. I) 141

-El M. R. P. Chevalier, Ms C. Piperon (Pip. II) 142 -El M. R. P. Juan Julio Chevalier, C. Piperon, en Anales Issoudun 142

El Padre Julio Chevalier ... C. Piperon, 1912: 56, 65, 103, 115 -El Padre Julio Chevalier, E. Vermin, 1957: 56, 65, 103, 115 -Las virtudes del Padre Chevalier, Ms Claudio Hériault 79

Cistercienses 90

175

Page 94: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

Colegio de Chateauroux (Asunto del-) (Cf. Cháteauroux, Escuela León XIII) -Historia del Colegio Lean XI!I Ms Canónigo Marquet 83

Colegio de Chezal-benoit (Cf. Che::.ai-Benoil) Corazón Inmaculado de Maria 60. 6 L 63. 110-11 l. 115 Corazón de Jesús (doctrina y devoción al-) 3. 13. 29. 32-34, 39. 57. 60. 65. 108 Constituciones (Reglas M.S.C .. Directorio) 24. 45. 60. 65. 67. 75. 83. 104. 105. 106-117

passim Delegado apostólico (Augusto Marcha!) 36. 70 Devoción mariana 3. 5. 21. 22. 30. 33. 60-62. (cf. también Nuestra Señora del Sagrado

Corazón) Dimio de los Debates 163 Diario de Trévoux 60 Diar'o íntimo Ms. Eugenio Meyer en Salzburgo 77 Divisa M.S.C. (Amado ... ) 34, 65. 67 Dominicos-Orden de Hermanos Predicadores (O.P.) 31, 97. 116. 140

El Propagador del culto a Nuestra Set1ora del Sagrado Corazón de Jesús (Roma) 99 Escuela apostólica del Sagrado Corazón (Pequeña Obra del Sagrado Cm·azon) 47. 69. 72.

79, 88, 94, 96 Escuela León XIII (Cf. Colegio de Chateauroux)

Expoliación de bienes eclesiásticos . . . Expul~iones de religiosos de Francia (Cf. Persucucrón de los rehg10sos)

Externado del Sagrado Corazón (Issoudun) 40

Franciscanos (O.F.M.) 127

General (superior) (Cf. Administración general)

Hermanas de Caridad (de San Vicente de Paú!) 39 Hermanos de San Juan de Dios 90 Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (Congregación de -) 15. 42. 67. 88-90. 15 L

153, 164-166 Hospicios (Issoudun) 40 Iglesia 26, 34. 70, 91, 145. 146, 162, (ef. también Roma-Santa Sede)

AUBERT. R. «El pontificado de Pio IX>>, en Fliche-Martin. Historia de la Iglesia,

vol. XXI 57 MOURRET, F. Historia general de la Iglesia, vol. IX 90

Cuestiones actuales, t. LXVI 90 Indulgencias (Congregación de las -) 67 . Institución libre (Issoudun) (Cf. Externado del Sagrado Corazon)

Issoudun (Cf. Issoudun). - CHEVALIER, J. Historia religiosa de Issoudun 56

Jesuitas (Cf. Compañia de Jesús) Lazaristas (Congregación de la Misión. C.M.) 4, 6, 56

Martirologio romano 139 Mensajero del Sagrado Corazón 69 Ministerio pastoral14-26, 40, 78, 133-134 Misiones Africanas de Lyon 90 Misiones extranjeras M.S.C. 36. 39. 53, 69, 74, 75, 77, 96, 147, 156

Misioneros diocesanos (Bourges) 83, 87

17h

Misiones del Sagrado Corazón de Jesús (Nombre y Congregación de -) 2 l. 33, 4 7. 60, 6 3, 99. 109. 111-113, 134-135

- Notas sobre la Congregación de M.S. C. Ms Pedro Mourgucs 158 Municipalidad de Issoudun (Cf. Autoridades civiles) Nuestra Señora del Sagrado Corazón (culto y devoción) V. 5, 14, 34, 42, 52. 54. 65-67,

76, 104 CHEVALIER J. Nuestra Seilora del Sagrado Corazón mejor conocida, 1872 & 1879: 140. 141 Chevalier, J. El Sagrado Corazón en sus relaciones con María o Nuestra Sellara del Sagrado Corazón 141 HELLO. E. (Juana Lander) Santuario de hsoudun-Nuestra Se!lora del Sagrado Corazón, 1873. 115-116, 140-141 Iglesia de, Roma, Plaza Navona 70

Obras de los Congresos Eucaristicos 88-89 Obras de formación (Cf. Escuela apostólica, noviciado, escolasticado) Obras parroquiales (Issoudun) 39 Obispos y Regulares (Congregación de-) 36, 46. 53, 75, 78, 87, 146, 149, 157 passim Ordenaciones (P. Chevalier) 13, 57, 59 Orígenes M.S.C.: PIPERON C. Ms Notas sobre los orígenes de la Congregación 141 Padres Blancos (Misioneros de Africa) 90 Padres de la Santa Cruz 33, 67, 143 Papas (Cf. Roma: Santa Sede) Pequeña Obra del Sagrado Corazón (Cf. Escuela apostólica) Persecución de los religiosos en Francia 35, 46, 47, 54, 69, 87, 89-91, 164 Personal M.S.C. passim - Estado de las cosas y del personal de la Congregación M.S. C. (Años 1902-1907) 87 Petit Berrichon (Le) 87 Pobreza religiosa 161-1 62 Propaganda (Sagrada Congregación de la-) 74, 77, 79, 148, 149 Provincia de Francia (Circunscripción francesa) 155, 157, 160 Provincia del Norte (casas del Norte) 39, 69, 74-78 passim

Revista de las Comunidades religiosas 150 Sagrado Corazón de Jesús (Cf. Corazón de Jesús) Salesianos de Don Bosco (S.D.B.) San Cyr (iglesia y parroquia de -) Cf. Issoudun: parroquia San José (devoción a-) 27, 34. 65. San Sulpicio (Compaiiía de·, p.s.s.) 12,56-57,61, 63, 127, 136 Santa Sede ( Cf. Roma) Santo Nombre de Maria (licsta del-) 27. 33, 65, 112, 116, 117. 139-143 Secretaria de Estado (Vaticano) 148-149 Secularización de los religiosos en Francia 47. 89, 90. 145-158 passim Semana religiosa del Hern• 40. 45. 46, 57. 63, 84 Semana religiosa de Marsella 98 Seminario mayor de Bourges ( Cf. Bourges) - AUVITY de ROFFIGNAC, Historia del Seminario mayor de Bourges 57, 63 Seminario de San Sulpicio 29, 65. 96, 115, 127. 130 Seminario (menor) de Saint Gaultier 8-1 O Sociedad de .Jcs1Js (S . .J.) o Cornpar1ia de Jesús 8, 26, 30, 67. 89, 97, 120, 125,127 Sociedad Inmobiliaria del lndrc 43. 54, 81, 94, 160, 162

177

Page 95: Julio Chevalier Msc, Notas Intimas

Tercera Orden del Sagrado Corazón (Montclu<;on) 69 Tercera Orden de Santo Domingo 116 Tercera Orden de San Francisco 156 Trapenses 29, 64, 74, 90 Viajes (algunos) del P. Chevalier 30-34, 66, 90 Vicariatos del P. Chevalier: Yvoy-le-Pré 14-15

Chatillon-sur-Indre 15, 59 Aubigny-sur-Nére 16, 18. 59 Issoudun 18-26, 59

Visitador apostólico (Monseñor Boyer) 38, 39, 54, 70, 72, 74, 77. 78, 85 Vocación M.S.C. (Circular del R. P. Arturo Lanctin s.g.) 158 Votos M.S.C. 28, 65, 72-74, 85, 95, 145, 146, 150, 151, 155, 157

ILUSTRACIONES

1) P. Chevalier hacia 1854 ..................................... .

2) Iglesia de Richelieu ......................................... .

1

5

3) Seminarios de St-Gaultier y de Bourges . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

4) Mapa de la diócesis de Bourges. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

5) Sacerdote Guillermo Crozat. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

6) Cardenal Celestino Dupont . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

7) La vizcondesa du Quesne. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

8) P. Emilio Sebastián Maugenest. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

9) P. Alberto Delaporte. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

10) Iglesia de St-Cyr de Issoudun, interior.......................... 41

11) Sr. Ruel p. s.s. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58

12) Mons. de La Tour d' Auvergne, Bourges . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68

13) P. Teófilo Reyn.............................................. 71

14) P. Julio Vandel.............................................. 73

15) Fachada de la Basílica de Issoudun, 1874 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80

16) P. Juan Vaudon.............................................. 86

17) Nuestra Señora del Sagrado Corazón........................... 100

18) Reglas de 1855 & Ms 1856................................... 106-7

19) P. Maugenest msc . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

20) Plano de Richelieu por el sacerdote Rigault, 1899 . . . . . . . . . . . . . . . 121

21) Familia Chevalier, 1909 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124

22) Sr. de Champgrand p.s.s. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126

23) Issoudun: iglesia del Sagrado Corazón y casa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138

24) Issoudum: casa-madre del Sagrado Corazón de 1855 a 1900...... 144

25) Issoudun: claustros y jardín interior............................ 152

26) P. Arturo Lanctin y P. Carlos Piperon.......................... 159

27) R. P. Julio Chevalier (1906) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167

178 179