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Young people in the current socio-historical living through context live an era where the absence of referen-ces has been constituted in the everyday universe. Utopias have been unanchored from horizons, the decadenceof the great principles and the absolute certainty, the unsaturated relativism by the pioneers of postmodern dis-course have permeated the diversity of institutions that were offered at other times as an possibility to supportand development for young people. Today is imposed the neoliberal model as an inexorable path, where the mainheirs of the catastrophe hardly have the conditions for viewing. The Current generations have no alternative tomove in a future full of skepticism. The purpose of this paper is to discuss this scenario in the context of an im-portant debate: modernity, post-modernity.

Key Words: Modernity, Postmodernity, Youth, Neoliberalism.

Jóvenes en el debate modernidad/posmodernidad

Youth in the Debate Modernity / Postmodernity

JOSÉ CLAUDIO CARRILLO-NAVARRO,1 VERÓNICA ORTIZ-LEFORT2

1 Profesor de Tiempo Completo del Centro Universitario del Norte, Universidad de Guadalajara. Jefe del Departamento de Fundamentosdel Conocimiento. Integrante del Cuerpo Académico Estudios Sobre la Universidad e Investigación Educativa. [email protected]

2 Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guadalajara. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores(I), [email protected]

ResumenLos jóvenes en el actual contexto socio histórico viven una época en donde la ausencia de referentes se ha

constituido en el universo cotidiano. Las utopías han sido desancladas de los horizontes; la decadencia de losgrandes principios y la certezas absolutas, y el relativismo instaurado por los precursores del discurso posmoder-no han permeado la diversidad de instituciones que en otro momento se ofrecían como una posibilidad de apo-yo y desarrollo para los jóvenes. Hoy se impone el modelo neoliberal como un camino inexorable, donde los prin-cipales herederos de la catástrofe difícilmente cuentan con las condiciones para visualizarse. Las actuales gene-raciones, al no contar con alternativas, se mueven en un ambiente pletórico de escepticismo de futuro. El propó-sito de este ensayo es problematizar este escenario, en el contexto de un importante debate: modernidad- pos-modernidad.

Descriptores: Modernidad, Posmodernidad, Jóvenes, Neoliberalismo.

Abstract

Artículo recibido el 5/03/2012Artículo aceptado el 12/05/2012Declarado sin conflicto de interés[ ]

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Contexto social e histórico de los jóvenes. Natura-lización del orden social

El análisis de cualquier fenómeno o situación so-cial implica necesariamente partir de un marco quesea referencia para el ejercicio analítico; no se puederealizar un análisis de un fenómeno o hecho socialsin partir de una conceptualización, de una formaconcreta de entender la construcción de la realidadsocial e individual.

La vida social se construye en y a través de la ac-ción social de sus miembros; este comportamientoson acciones dotadas de sentido, se aprende y desa-rrolla con y frente a otros sujetos sociales, a través demecanismos de socialización, redes y relaciones so-ciales que constituyen al individuo. El sostenimientode un orden social requiere de mecanismos que legi-timen y garanticen que las acciones sociales de losindividuos respondan a los intereses comunes esta-blecidos.

El proceso de naturalización del orden social (consus tres momentos externalización, objetivación e in-ternalización) es un proceso referido a las formas ymecanismos que llevan a individuos grupos y socie-dades a perder paulatinamente conciencia de lospropios procesos de construcción social de la reali-dad en que viven objetiva y subjetivamente. (Berger yLuckmann, 1979). Se trata de la naturalización del or-den impuesto en torno a la violencia, por ejemplo, laviolencia escolar, como una realidad objetiva que hasido construida socialmente por sujetos que tiene unsentido compartido, con un conjunto de prácticasvinculadas al maltrato, discriminación, venganza, en-vidias entre los jóvenes que asisten a una escuela.

A través de la socialización los jóvenes internali-zan los roles que la sociedad ha definido para ellos.Todo sistema de relaciones sociales se encuentra in-merso y se alimenta de una dinámica que oscila en-tre la permanencia y la trasformación, entre la insti-tucionalización y la vida misma y el cambio de lo ins-tituido.

Para Berger y Luckmann la socialización primaria,a diferencia de la secundaria, tiene un mayor peso enla construcción de la realidad subjetiva en concor-dancia con la objetiva. La realidad objetiva apela almundo social que los sujetos conocen como algo ex-terior a ellos mismos, y la realidad subjetiva, apela almundo interior construido. A partir del proceso de in-ternalización y el mundo social propio ambas realida-des se interpelan.

Los jóvenes, insertos en complejas redes socialesde normas, poderes y dominaciones, conservan cier-tos márgenes de autonomía para elegir y decidir en-tre seguir la norma impuesta o bien oponerse a ella.

El contexto social histórico, construido comomarco referencial reconoce e interpreta la moderni-dad y posmodernidad como momento caracterizadopor importantes y acelerados cambios, donde los jó-venes se perciben viviendo en una sociedad caracte-rizada por el riesgo y la incertidumbre. Los jóvenesestán históricamente situados y socioculturalmenteanclados.

La polémica modernidad/posmodernidad

La juventud como construcción social ha transita-do de la modernidad a la posmodernidad bajo algu-nas distinciones: en los siglos XVIII y XIX, como la ca-pa social que gozaba de privilegios en un período depermisividad entre la madurez biológica y la madurezsocial (Margulis, 1998); en el siglo XX, se convierte enun concepto negativo, la juventud es vista como sinó-nimo de problemas y malestares sociales, es marca-da la criminalización de su figura social (Martín-Bar-bero: 1998); en cambio, en el siglo XXI, tiende a flore-cer la tribalización de la juvenilización (Margulis,1998; Maffesoli, 1990).

La ambivalencia de la modernidad y el desencan-to en la posmodernidad están presentes en la com-prensión de la juventud; ya señalaban en Heller y Fe-her que la posmodernidad no es una nueva era sinoun estado parasitario de la modernidad, quevive y sealimenta de sus logros y dilemas.

Desde América Latina Roberto A. Follari (1992)menciona que habrá que desestimar cualquier refe-rencia en el sentido que en Latinoamérica nada te-nemos que ver con lo posmoderno, que esto es “im-portado”. La cuestión nos atañe al margen de laexistencia de nuestra modernidad heterogénea e in-cumplida, no porque seamos típicamente posmo-dernos, sino porque estamos tocados por algunosde los rasgos básicos. No somos “mundo aparte”: lacaída de las utopías también nos toca; el fin de lospaíses del este y sus modelos concomitantes nos in-fluyen; estamos viviendo el espacio tiempo del celu-lar, la computadora, la informática, el cable televisi-vo; todo esto pertenece según Kosik (1994) a la “pla-ga de las pulgas”. Por supuesto, esto se conjuga enuna sociedad donde la pobreza es extrema, los pro-blemas estructurales siguen irresueltos, los recur-sos para los sectores populares son menores, los ni-

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ños y jóvenes no son prioridad, como en el caso denuestro país.

Vattimo (1989) señala que el término posmodernotiene sentido, y que tal sentido se enlaza con el he-cho de que la sociedad en la que vivimos sea una so-ciedad de la comunicación generalizada. En la éticade la interpretación, Vattimo señala que el pensa-miento débil no es un pensamiento de la debilidad,sino del debilitamiento: el reconocimiento de una lí-nea de disolución en la historia, el debilitamiento delser. De manera concomitante, la verdad se sitúa enun horizonte débil: retórico donde se experimenta elser desde el extremo de su ocaso y disolución.

El desencanto de los jóvenes es la toma de con-ciencia de que no hay estructuras, leyes ni valores ob-jetivos; de que todo eso es puesto, creado por elhombre, toma de conciencia de que el sentido no es-ta dado, sino que debe estar creado por el hombre.Es difícil ver cuáles con las implicaciones de esta si-tuación, pero entre los jóvenes de bachillerato esbastante evidente que se trata de un mundo desen-cantado y con pocas posibilidades, para ellos y suscongéneres. El desencanto moderno, por lo demás,parece abrirse necesariamente a la dimensión débildel diluirse, precisamente en la medida en que laidea del desarrollo o crecimiento se vuelve cada vezmenos defendible como único horizonte.

Se reconoce que los jóvenes de este inicio de si-glo han perdido referentes simbólicos y lugares depertenencia social que se configuren en sólidos sos-tenes de la subjetividad. Los jóvenes alumnos estánmás solos que nunca en la producción de sentido desu vida. Es lo que señala Vattimo como sentido dedebilitamiento del ser, donde los jóvenes se experi-mentan desde el extremo de sus relaciones. Comoseñala Ruiz (2008):

“la brecha generacional se ha ampliado, los jóve-nes de ahora tienen más marcas, en relación a suspadres, que los de hace 30 o 40 años. La articula-ción de las generaciones de los viejos con las delos jóvenes, era un espacio de transmisión y pro-ducción cultural muy importante: Los jóvenesasumían a los viejos como modelos, tomaban al-gunas de sus pautas de comportamiento aunquemuchas otras las renovaban trabajando el conflic-to y poniendo en juego su creatividad.” En la ac-tualidad podríamos hablar de un cierto enrareci-miento y descomposición del tejido social, queproduce entre los jóvenes los síntomas antesmencionados. Y sujetos que no logran hacerse es-cuchar en sus ansiedades, angustias, tristezas,

duelos, insatisfacciones, pueden producir formascada vez mas contundentes y funestas de violen-cia, para hacerse notar y a la vez para manifestarla desaprobación a un sistema social que no sabeya ofrecerles sostén y perspectivas de desarrollo”(Ruiz, 2008).

Quizás uno de los rasgos que caracterizan la vidamoderna de los jóvenes en México es la experimenta-ción acelerada de cambios en diversos ámbitos de lavida cotidiana, por ejemplo, se produce más informa-ción y están más desinformados, están entre muchagente y se encuentran solos; el celular, el Internet, latelevisión, son parte común y cotidiana de los espa-cios de los jóvenes, esta es una interpretación, aun-que nos falta mucho por conocer de estos actores.

Según Vattimo (1991) la hermenéutica se presen-ta como perteneciente a la edad en la que vivimos,como un relato donde puede darse una teoría de laverdad no como conformidad sino como interpreta-ción. La hermenéutica es la filosofía de este mundoen el que el ser se da como debilitado y en disolu-ción; hay un sentido reductivo de la tesis “no hay he-chos sino sólo interpretaciones”, y tal sentido reduc-tivo de pérdida de la realidad también resulta esen-cial para la hermenéutica.

Por ello, Vattimo (1991) propone sustituir una éti-ca de la comunicación por una ética de la interpreta-ción. Interpretación significa, según la clásica defini-ción heideggeriana, articulación de la comprensión:despliegue de un saber en el que desde siempre estáarrojada la existencia; correspondencia a un envío y,por lo tanto, búsqueda de los criterios rectores de laopción en esa misma procedencia y no en otra es-tructura de la existencia.

La hermenéutica como conciencia de que la ver-dad en los jóvenes alumnos no es reflejo sino de per-tenencia, no nace como la corrección de un error ocomo la rectificación de una visión equivocada; pro-viene del debate que se viene gestando entre la mo-dernidad y posmodernidad, como época de metafísi-ca y de su cumplimiento en el nihilismo.

La modernidad trajo como consecuencia una se-rie de problemas o contradicciones, generados a par-tir del incumplimiento de las promesas de igualdad,libertad y justicia que la Ilustración se planteó comoproyecto. La postmodernidad es una crítica a la mo-dernidad, pero debe ser entendida también comouna propuesta generadora de conocimiento, en laque se retoman los elementos válidos o vigentes dela modernidad, de ahí que actualmente, en los países

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de América Latina se presenten rasgos tanto de lamodernidad como de la postmodernidad.

La juventud es un sector importante de la socie-dad que debe ser atendido con urgencia, pues es ungrupo “vulnerable” que requiere de alternativas favo-rables para su desarrollo dentro de la sociedad.

El papel de la escuela como agente socializadores determinante en la conformación de las culturas eidentidades de la sociedad; necesita repensarse y re-plantearse este papel, pues en la actualidad el cono-cimiento ya no se genera solamente en ella, sino enotras instancias; además de los medios electrónicosde comunicación que se han convertido en agentesque determinan la vida de los jóvenes.

Jóvenes ante el Estado Nación

El lenguaje en México de la modernización –no demodernidad– se constituye por los eslóganes de undiscurso autoritario que no transporta, consigo, lacrítica. El proyecto modernizador es la democracia,es el único espacio que posibilita dos cosas decisi-vas: el transito pacífico de un nivel a otro de la acciónhistórica; y el debate fundamental entre la legalidady la legitimidad entre lo real y lo posible.

La modernidad se expresa en el fondo en esa vo-cación esencial: se trata, de un lado, de revelar la dis-tancia entre la legalidad y legitimidad; y demostrar,del otro, que la democracia no es otra cosa que el es-pacio moral que hace posible la legitimidad de unnuevo derecho. Es decir, la legitimidad de los actoresno es sólo el reconocimiento de la realidad político-económica, es el reconocimiento de que toda legali-dad para hacer posible la disidencia y el consensodebe transitar hacia la legitimidad; si no, está des-provista de vida verdadera, la vida ética de racionali-dad; es el discurso del deber ser, del deber ser frenteal es, es una duda en rebelión pasible.

Como señala Giovanni Sartori (1991) “las demo-cracias carecen de viabilidad si sus ciudadanos nolas comprenden”. A nuestro juicio, entre los jóvenesestudiantes los ciudadanos capaces de comprenderson cada vez menos numerosos, lo único que nos haquedado ha sido una teoría de la democracia argu-mentativa.

Si partimos de que los horizontes del México delinicio de milenio se presentan en un contexto antide-mocrático, de fraude electoral, corrupción, deuda ex-terna, globalización de la economía, conformación denuevos bloques comerciales, etc., observamos algu-nos de los rasgos más destacados dentro de un mun-

do imprevisible frente al que destaca la ausencia derespuestas teóricas globales, transiciones en las quese observan un contenido incierto para los grandessectores sociales, que responden más a una elite ca-da vez más voraz.

Los procesos de transición nos fascinan y nospreocupan, por ello la idea de la tensión entre lo po-sible y lo imposible, tensión que intenta captar la du-plicidad histórica de la modernización acelerada ennuestras trayectorias como país región y particular-mente en la universidad haciendo más difícil, preci-samente, la garantía de reconstrucción del espaciocultural con cierta soltura y flexibilidad social sobretodo para los jóvenes.

Daniel Bell (1990) cronista y analista de los cam-bios sociales, plantea la siguiente postura: “el proble-ma real de la modernidad es el de la creencia. Parausar una expresión articulada, es una crisis espiritual,pues los nuevos asideros han demostrado ser iluso-rios y los viejos han quedado sumergidos”.

Habrá que desestimar cualquier referencia en elsentido de que en México nada tenemos que ver conlo posmoderno, que eso es importado; la cuestión esque está tocando a todo mundo y que en especial in-fluye a nuestros jóvenes estudiantes.

Los jóvenes también viven en una nación que losinfluye económica, cultural y socialmente, donde cre-ce la marginalidad, la desocupación y la desigualdadsocial entre ellos, una sociedad donde ha logrado sa-tanizarse el Estado Populista como culpable de todoslos males y a las políticas sociales como nefastas,mientras se diviniza el mercado, remedio universal detodos los males económicos, imaginario social decompetencia entre ciudadanos libres e iguales. Dobley feliz imposición, para el capitalismo: de una políti-ca económica y de una ideología legitimadora.

Como bien señala Follari (1992) “fin de la autono-mía del Estado para poder proponer políticas de re-distribución o planteamiento estructural, la interven-ción abierta de las grandes empresas de los dictadosde políticas gubernamentales, hace ver a la políticacomo autónoma e ingobernable con principios quenadie podría enfrentar (…)la economía domina por sísola; el avance ideológico del neoliberalismo no esmás que una concomitancia de esta situación”.

En relación con la idea anterior, Cabrera (1992) se-ñala que “el neoliberalismo adquirió carta de ciuda-danía en América Latina con un discurso que buscóinterpretar la crisis y se apropió posteriormente delproceso de modernización que emergió de ella, seconstituyó inicialmente como una ideología en tran-

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sición, con el objeto de crear nuevas condiciones fa-vorables para legitimar la construcción del futuro”.De esta manera la tecnocracia económica sentó lasbases para la construcción de un nuevo proyecto po-lítico económico, justificado por la necesidad de lareinserción del país en el marco de la globalizaciónde la economía.

Desde la perspectiva del interés nacional, las con-secuencias políticas de esta situación son evidentesdebido a que sus propuestas tienen un carácter des-movilizador y despolitizador y a que, al mismo tiem-po, el modelo tiene la posibilidad de alterar las basesconstitutivas del Estado Nacional, de tal manera quese amplía la extensión del mercado, la apertura eco-nómica, el proceso de recomposición y de moderni-zación del sistema en conjunto.

En este marco subyace la consideración de Leuko-wics (2004) de que en estos momentos lo que está encrisis es el Estado Nación, ya que las políticas delneoliberalismo fueron las causas y el desequilibriosocioeconómico que alteraron sustancialmente el cli-ma de estabilidad económica-social y las políticasnacionales en países latinoamericanos. Señala esteautor: “En algún momento supimos que la mentadamodernidad sólo terminaría cuando concluyera suposmodernidad… comprendo tardíamente que lapolémica modernidad-posmodernidad estaba estruc-turada por el Estado como figura institucional, socialy política que configuraba el pensamiento”.

Para este autor la controversia entre modernidad-posmodernidad perdió sentido y se agota cuando elEstado ya no provee supuestos para la subjetividad yel pensamiento. Es por ello, que este autor argentinoinvita a pensar sin Estado”: “Pensar sin Estado es unacontingencia del pensamiento –y no del Estado–nombrar una condición de época como configuraciónposible de los mecanismos de pensamiento. Pensarsin Estado no refiere tanto a la cesación objetiva delEstado, sino al agotamiento de la subjetividad y elpensamiento estatal” Lewkowics (2004).

El neoliberalismo puso en duda el manejo del Es-tado benefactor y populista, denunciándolo comocostoso, centralista e insuficiente y responsable delestancamiento, así como del carácter desestabiliza-dor de las tendencias igualitarias que planteaba. Da-do el paso que adquirió la intervención estatal en laeconomía y en los aspectos político-sociales, a juiciodel neoliberalismo las decisiones perdieron su racio-nalidad; éstas fueron el resultado de negociaciones yde acuerdos políticos que alteraron por lo mismo lagestión gubernamental.

En este sentido el neoliberalismo plantea la refor-ma del Estado y la modernización económica de lasociedad basada en la reinserción competitiva deMéxico en el mercado internacional. Menciona Bell(1989) que “en condiciones de globalización acelera-da el estado-nación se ha vuelto demasiado pequeñopara los grandes problemas de la vida y demasiadogrande para los pequeños problemas de la vida”.

En cuanto a las identidades juveniles, éstas seplantean desde el principio económico de la venta deimaginarios que dan sentido a la diversidad de imá-genes y rituales bajo los cuales se asume. El logo noes sólo una cuestión de marca de producto sino tam-bién de rostros, se es diferente en la universalización–o globalización– de la diferencia. En este sentido, seteje una red fina que seduce en la búsqueda del es-pacio propio dentro de la geografía tribal de las ju-ventudes; sin embargo, existe una red burda que ven-de la imagen real de la juventud en la sociedad deconsumo: la juventud emprendedora.

El heredero imaginario es el formato modélicopostulado para los jóvenes por la retórica dominan-te: obediencia, adaptabilidad, capacidad de progreso,pulcritud, respeto, operatividad, ideas innovadoras,ambiciones, responsabilidad, confianza, visión de fu-turo, simpatía; es decir, el conjunto de virtudes con-tenidas en la imagen publicitaria de un gerente junior(sea después político, administrador, conductor me-diático, profesional liberal, hombre o mujer de em-presa) (Margulis, 1998).

En ese tenor, compartimos lo expresado por Gi-roux (1996), quien define a la juventud como algofronterizo, influenciada por los medios electrónicos;son jóvenes diferentes porque experimentan la cultu-ra de manera distinta, porque estos medios se hanconvertido en sustitutos de la experiencia, que losaterrorizan y fascinan a la vez; la mercantilización seha apropiado de ellos. Actualmente, La condición dejuventud se mueve entre los signos comerciales en elámbito del mercado, la producción, circulación y con-sumo de significaciones comunes en un mundo glocal(Término acuñado por Zigmunt Bauman, para referir-se a los fenómenos que siendo un producto de la glo-balidad, tienen una manifestación en los ámbitos lo-cales o regionales).

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