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INTRAMUROSgrupointramuros.com/revista/images/stories/PDF/g27.pdf · Asistentes de producción: Valeria Zampi (Universidad de Cagliari), Stefania Torella ... poetas y escritores_ nos

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Intramuros 27 12/10/07 1:10 PM Page 2

UNIVERSIDAD DE BARCELONABoletín de la Unidad de Est. Biográficos

INTRAMUROSBIOGRAFÍAS, AUTOBIOGRAFÍAS Y MEMORIAS

AAÑÑOO XXII II II // NNºº 2277 // OOTTOOÑÑOO -- IINNVVIIEERRNNOO 22000077

Director: Beltrán Gambier

Editora: María Sheila Cremaschi

Patronos: Juan E. Cambiaso, Juan Carlos Cassagne, Luis

Felipe Castresana Sánchez, Clara María de Amezúa,

Marta Fernández Patrón Costas, Magdalena Mora, Marta

Moreno Hueyo, Marga Muñoz Vargas de Macaya, María

Antonia Otero Monsegur, Lucy Pujals de Pescarmona

Coordinadora de este número: Alicia Villar Lecumberri

Colaboran en este número: Theodoros Angelopoulos,

Kostas Axelós, Georgios Babiniotis, Michael Cacoyannis,

Kikí Dimulá, Spyros Evangelatos, Eugenia Fakinu, Helene

Glykatzi-Ahrweileir, Menis Kumandareas, Yannis Móralis,

Dimitrios Pantermalís, Titos Patrikios, Mikis Teodorakis,

Costas Tsoclis, Christos Yannaras

Traducción: Alicia Villar Lecumberri

Corrección: Estudio Sonia Castelli,

[email protected]

Asistentes del director: Annarita Tucci (Universidad de

Roma Tor Vergata), Ingrid Zenari (Universidad de Roma

La Sapienza), Agnese Codebó (Universidad de Roma La

Sapienza)

Asistentes de producción: Valeria Zampi (Universidad

de Cagliari), Stefania Torella (Universidad de Roma La

Sapienza), Ylenia Aldighieri (Universidad de Lausana),

Delia Pasqualini (Universidad de Palermo), Antonietta

Buonauro (Universidad de Roma Tre)

Créditos fotográficos, gráfica e ilustraciones: Ricardo

Labougle, Sarantis Karavouzis, Alicia Villar Lecumberri,

Domingo Tortonese, Ingrid Zenari, Jean Francois

Bonhomme

Portada: Sarantis Karavouzis

Diseño y maquetación: Estudio PinkPepper

[email protected] / www.pinkpepper.com.ar

Agradecimientos: Rodrigo Caro Romero, Celia Ayllón de

Gambier Ballesteros

Oficina en MadridAyala 7, 2º derecha

Madrid 28001

Tel + 34 915 779 506 / Fax + 34 917 811 402

Grupo Intramuros: www.grupointramuros.com Nuevas direcciones de correo electrónico:

Director: [email protected],[email protected]: [email protected]ón: Monterreina, Cabo de Gata,

Área Empresarial, Andalucía

Registro de la Propiedad Intelectual Nº 957 237

Depósito legal av 184-1997 i.s.s.n. 0329 34 16

Intramuros es una marca registradaIntramuros es una publicación propiedad de Beltrán Gambier y María Sheila Cremaschi. Las notas firmadas no reflejannecesariamente la opinión editorial. Prohibida la reproduccióntotal o parcial sin previa autorización

“...Y HAN QUEDADO LOS AMIGOS Y NUESTROS VERDADEROS BENEFACTORES,

LOS QUE NOS HIRIERON, LOS QUE NOS VENCIERON, LOS QUE CON SU INDIFERENCIA

NOS HUMILLARON PORQUE NOS VOLVIERON A HACER PERSONAS.”

CCOOSSTTAASS TTSSOOCCLLIISS VIVIR A TRAVÉS DEL ARTE

ESTA REVISTA HA RECIBIDO UNA AYUDA DE LA DIRECCIÓN GENERAL DEL LIBRO, ARCHIVOS Y BIBLIOTECASPARA SU DIFUSIÓN EN BIBLIOTECAS, CENTROS CULTURALES Y UNIVERSIDADES DE ESPAÑA.

E D I T O R I A L Foto de Ricardo Labougle

¿QUÉ SUCEDE EN LA GRECIA DE HOY?Todos tenemos incorporada la cultura de los antiguos griegos. Pensamiento, filosofía, teatro, arquitectura,mitología. Pero sabemos menos de la actualidad. Venimos a llenar un vacío entregando a nuestros lectores, coneste número especial, un valioso testimonio _inédito y en primera persona_ de intelectuales y personalidadesde la cultura griega contemporánea.Desde el primer momento contamos con el entusiasmo del Embajador de Grecia en España, GéorgiosGabrielides, y del Ministro Consejero de la Embajada, Athanassios Paressoglou. A través de ellos entramos encontacto con la profesora Alicia Villar Lecumberri, quien desde Atenas ha realizado una exhaustiva, fervorosa ybrillante labor de coordinación de este número. El lector se enfrentará con un pensamiento profundo y con reflexiones personales que trasuntan la actualidadde las generaciones presentes. Así, se reflexiona sobre lo fugaz de la existencia, sobre las obsesiones vitales,sobre la búsqueda de las huellas del pasado cultural, sobre el viaje como experiencia vital. La mirada intro-spectiva y la idea del exilio interior son objeto de interesantes pensamientos. La mitología y su influencia, laidea de volver y el aprendizaje profundo de las intenciones de la gente encuentran eco en los textos que siguen.Los creadores –cineastas, músicos, pintores, poetas y escritores_ nos hablan de sus musas y de la magia delfenómeno creativo a partir de sus vivencias personales. La ciudad, sus rincones y sus esquinas tienen su lugarcomo guía emocional de sus recuerdos. La lengua griega y el lenguaje de la filosofía son materia de análisis.Pero también encontraremos presente las referencias al concepto de patria en los griegos de hoy. Se da cuen-ta de los dolorosos vestigios de la guerra civil y de la dictadura y, por supuesto, se reflexiona sobre el eternocombate por la democracia y la dignidad del ser humano.

Beltrán GambierEL DIRECTOR

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Al pensar en la trayectoria que he seguido como

director, productor y escritor, me doy cuenta de lo

decisiva que ha sido para la elección de mis temas

la personalidad y especialmente los dones de un

actor, mujer en la mayoría de los casos, para la cual

sentía el reto de explorar su impresionante

fisonomía y su riqueza sentimental.

En cuatro de mis cinco primeras películas la

protagonista fue Ellie Lambeti, en guiones

originales que exploraban su belleza tan llena de

misterio, su increíble gama, desde la comedia ligera

hasta el drama más desgarrador. Mi segunda

película, Stella, estaba hecha a medida para el

temperamento estético y explosivo de Melina

Mercuri, quien con esta película debutó en su

carrera a nivel internacional.

Me estimulaba la idea de adaptar una tragedia

antigua para el cine cuando conocí, a comienzos de

la década del 60, a Irene Papas. Su singular belleza

clásica, su desenvoltura y su fuerza sentimental

eran lo que justamente yo necesitaba para el papel

protagonista de Electra, y así escribí el guión,

basado en la tragedia de Eurípides, teniéndola

continuamente presente en mi mente. Con la

distribuidora United Artists, la película conoció un

éxito internacional y constituyó la semilla de una

trilogía cuya temática eran los Atridas y la Guerra de

Troya, y al mismo tiempo me abrió el camino hacia

mi película más ambiciosa, hasta entonces, basada

en la explosiva personalidad de un actor. Esta vez,

Anthony Quinn, que se convirtió en sinónimo de

Alexis Zorba.

Tuve que abandonar mi proyecto de la trilogía

cuando la dictadura militar me obligó a marcharme

Una actriz para cada películaMichael Cacoyannis1*

1Transcripción fonética del nombre griego: Mijalis Cacoyanis.

ME ESTIMULABA LA IDEA DE ADAPTAR

UNA TRAGEDIA ANTIGUA PARA EL CINE

CUANDO CONOCÍ, A COMIENZOS DE LA

DÉCADA DEL 60, A IRENE PAPAS

Michael Cacoyannis con Anthony Quinn durante el estreno de la pelicula Zorba el Griego, Paris, 1965.

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al exilio. Repartiendo mi tiempo entre París y Nueva

York, me contenté con adaptar para teatro las otras

dos obras de la trilogía –la Ifigenia en Áulide y Las

troyanas-. Pasaron cinco años hasta que sentí que

estaba preparado para retomar el hilo cortado de mi

carrera cinematográfica. Y así rodé en España Las

troyanas, con un presupuesto bajo y un casting de

cuatro brillantes actrices de primera talla, que

aceptaron recibir cada una de ellas tan sólo 25.000

dólares: Catherine Hepburn (amiga mía de toda la

vida), Vanessa Redgrave, Geneviève Bujold e Irene

Papas, que esta vez interpretaba a Eleni, la

bellísima hermana de Clitemestra, la madre de

Electra.

Al regresar a Grecia, conseguí al fin terminar la

trilogía, al descubrir a una maravillosa joven de

trece años, Tatiana Papamoschu, para interpretar el

papel de Ifigenia, la víctima inocente que los

griegos sacrificaron a los dioses en nombre de la

guerra. El papel de Clitemestra lo interpretó Irene

Papas, quien con los años que habían pasado entre

las películas acabó convirtiéndose en el eslabón de

unión de la trilogía, al interpretar a tres mujeres de

diferente edad, pero que pertenecían a la misma

familia.

TRADUCCIÓN DE LOS TRÁGICOSUn texto teatral es un fenómeno extraño,

contradictorio, en el ámbito de la literatura. Y es que

está escrito con un objetivo primordial: el de no ser

leído. Está urdido con palabras y, si sobrevive, es

porque quiere ser leído. Al contrario de lo que ocurre

con una partitura musical, es totalmente accesible

en su forma escrita. Pero, al igual que la partitura,

depende de su ejecución para revivir y hacerle

justicia. Lo extraño se realza todavía más porque

sólo cuando las obras teatrales tienen alguna

distinción en la práctica, adquieren entidad literaria

y, al mismo tiempo, el doble título de “obras

clásicas” –doble por su intelectual y rigurosa

elegibilidad-. Y cuando uno traduce un texto

“clásico”, el éxito que tuvo la puesta en escena del

original no sólo no constituye garantía, sino que

tampoco facilita el trabajo del traductor. Cada nueva

traducción se mantendrá en pie o se hundirá,

según provoque el mismo impacto que el del

prototipo, sin quedar a la sombra de su fantasma.

Para conseguir esta inmediatez, el traductor debe

mantenerse cerca de la fuente creativa, dándose a

sí mismo la libertad que necesita para otorgar vida

al texto, sin traicionarlo. Las dos maneras más

seguras de fracaso son: el servil respeto a la forma

académica, a la minuciosa fidelidad que petrifica la

obra en un pasado muerto, o recurrir a

anacronismos ilusorios que la cortan de sus raíces

y la condenan a tambalearse en una zona neutral

infructuosa.

Las inevitables pérdidas que tenemos del

“trasplante” de las obras de arte teatrales

dependen directamente del abismo cultural que

nos separa de ellas. En el caso, digamos, de una

obra clásica japonesa o china, este abismo puede

ser insalvable para el público europeo occidental,

mientras que, en el caso de la tragedia griega

antigua podemos manifestar con toda

responsabilidad que ocurre exactamente lo

contrario.

Porque el mundo del que surgieron estas obras, se

ha conformado, afianzado e imbuido en la cultura

occidental, desde su época hasta la actualidad.

Pero, también desde un punto de vista claramente

teatral, fueron una fuente invencible para muchos

escritores posteriores, tanto en lo que se refiere a la

forma como a la trama, y muchas veces a las dos

cosas. Séneca, Shakespeare, Racine, Goethe,

Brecht, T.S. Eliot, Giraudoux, Anouilh, Sartre, por

citar sólo a algunos, volvieron la vista hacia atrás, y

tendiendo multiformes puentes dentro del tiempo

unieron las sucesivas generaciones con una única

y singular fuente inagotable.

Si algo puede distanciar al hombre actual de los

modelos antiguos, no es una distancia “real” sino

un tipo de respeto tergiversado que se levanta

entre el espectador y las grandes obras. De todo

ello tiene la culpa el análisis minucioso de los

textos antiguos, que se aplica con tanto júbilo en

las escuelas, y el esplendor con el que los han

rodeado las diferentes personas cultas con su

admiración que brota de las minuciosas nociones

especializadas, que no sólo no ayudan a la

interpretación del artista actual, sino que a menudo

les quitan la chispa.

Teniendo en cuenta el alcance de la participación

popular en los certámenes teatrales en la Grecia del

siglo V a.C., estaría fuera de la realidad suponer que

los escritores –bien se tratara de Esquilo, con la

hierática participación del coro, o de Sófocles, en

sus momentos más trágicos, o de Eurípides, en

cuyas piezas anda rondando con toda libertad el

espectro del destino humano- con sus obras tenían

como objetivo la élite intelectual de la época, como

seguro no lo tenían las obras de Shakespeare en su

época. Ni por supuesto esperaban que el amplio

público juzgara sus obras, valiéndose de una

medida histórica o contrapesando su absoluta

fidelidad a la forma trágica. Su objetivo principal era

el flujo de la emoción que lo atravesaba, para

concluir en la catarsis final.

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*Michael Cacoyannis nació el 11 de junio de 1922, en

Limassol, Chipre. En 1951 se instaló en Atenas, como

director de teatro y desde 1952 es director de cine. El

actor y director greco-chipriota saltó a la fama, en 1964,

con su película: Zorba el griego. En 1955 obtuvo en

Cannes el Premio a la Mejor Película Extranjera, con

Stella, protagonizada por la magnífica actriz Melina

Mercuri. Muchas de sus películas están centradas en las

tragedias griegas clásicas, especialmente en las de

Eurípides. Electra (1962) e Ifigenia (1976) son otras dos

de sus mejores películas. Su última película es El cerezal

(1999).

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Mi relación con el cine empezó casi como una

pesadilla. Fue en el 46 o el 47, no recuerdo. Los

primeros años de la posguerra, cuando iba mucha

gente al cine y nosotros, que éramos pequeños,

nos escurríamos entre la avalancha de los mayo-

res para perdernos en la mágica oscuridad de la

platea. Entonces vi muchas películas, pero la

primera fue una película de Michael Curtiz, Angels

with dirty faces.

Hay una escena en la película en la que el héroe

es conducido por dos centinelas a la silla eléctrica.

Conforme avanzan, sus sombras crecen en la

pared. De repente, un grito... “No quiero morir...”

“No quiero morir”. Este grito me vino por las

noches durante mucho tiempo. Me despertaba

sudando.

El cine entró en mi vida con una sombra que

crecía en una pared y un grito.

Empecé a escribir muy pronto, en aquella misma

época, bajo la agitación y la conmoción que me

había creado la confusión de la historia prece-

dente.

La gran guerra.

Las sirenas de la guerra del 40.

La entrada del ejército de ocupación alemán en

una Atenas desierta. Primeros sonidos. Primeras

imágenes.

Después, la guerra civil de diciembre del 44. La

masacre.

La condena a muerte de mi padre.

La mano de mi madre temblando sobre la mía,

mientras buscábamos su cadáver entre decenas

de ellos, en un campo.

Tiempo después, un mensaje suyo desde lejos.

Su regreso un día de lluvia.

Las primeras historias. El primer contacto con las

palabras, palabras que buscan imagen. Entonces

no lo sabía. Me di cuenta bastante más tarde

cuando escribí la primera palabra en el primer

guión.

La palabra era “llueve”.

Homero, los trágicos antiguos y, en general, la lite-

ratura griega antigua constituían en mi época

parte de nuestra educación escolar. Los mitos

antiguos viven en nosotros y nosotros en ellos.

Vivimos en un lugar lleno de recuerdos, piedras

antiguas y estatuas rotas.

Todo el arte griego más reciente lleva el sello de

esta convivencia.

Sería imposible que mi trayectoria, mi andadura,

mi forma de pensar no estuvieran impregnadas de

todo esto.

Como dice el poeta, “salían del sueño, al tiempo

que entraba en el sueño. Así se unió nuestra vida

La sombra del cineTheodoros Angelopoulos1*

Durante la filmación de La mirada de Ulises

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y sería muy difícil que se volviera a separar”.

Mi relación con la literatura y la poesía me llevaron

desde muy temprano cerca de todas las

búsquedas lingüísticas o estéticas del modernis-

mo.

Más tarde, en París, en la época de la politización,

el teatro épico de Brecht, que refutaba, hasta cier-

to punto, la definición de Aristóteles sobre el arte

dramático, se convirtió en un punto de referencia.

Pasaron años hasta que volví a Aristóteles y a su

definición de tragedia: “En efecto, tragedia es la

imitación de un acto relevante y perfecto...”

Pasaron años hasta que descubrí que el monólogo

de Molly, en el último capítulo del Ulises de T.

Joyce, no es más que un eco lejano de la sorpren-

dente descripción de las armas de Aquiles en la

Ilíada de Homero.

Me marché a París en la primavera del 61, tras

abandonar la carrera de Derecho que estaba con-

cluyendo, con un billete en el bolsillo, a la suerte.

Cuando llegué a la Gare de Lyon, después de tres

días de viaje, lo único que tenía era la dirección de

una casa abandonada en las afueras de París. Viví

allí unos meses, entre paredes que habían pintado

la humedad y el tiempo.

Me matriculé en la Sorbona. En literatura francesa,

en filmología con Sadoul y Mitry, con quien me

volví a encontrar cuando al año siguiente entré en

el IDHEC, en filosofía, en etnología con Levi-

Strauss.

En aquella época París era una ciudad mágica.

Ambiente festivo. Películas procedentes de todas

partes del mundo. Movimientos, cambios,

Nouvelle Vague, el Cinema Novo brasileño, Buñuel,

Antonioni. Langlois y la Filmoteca de París y la his-

toria del cine.

Algunos de estos descubrimientos se convirtieron

en amores eternos.

En La mirada de Ulises, dos amigos, un director de

cine y un periodista, en una calle nocturna en el

Belgrado del 95, recuerdan los años en París y

beben a la salud de aquellos que más les embele-

saron en el cine: Orson Welles, Murnau, Dreyer.

Volví a Grecia tras un enfrentamiento con el profe-

sor de escenografía en la escuela y tras un año en

el Musée de l´Homme cerca de Jean Rouch.

Volví para volver a marcharme.

Pero un episodio en la calle cambió mi trayectoria.

Era julio del 64.

Convulsión política. Una juventud sublevada. Las

calles de Atenas que respiraban protesta y can-

ción. Agresión de la policía. Mis gafas echas trizas

en el asfalto.

Me quedé en Grecia para entenderlo y vivo todavía

aquí.

La Reconstrucción, mi primera película, surgió en

el período de la dictadura de los coroneles como

un intento de reconstrucción de la realidad, de sus

pedazos. La reconstrucción no como objetivo, sino

como camino. Las pequeñas historias como

quedan reflejadas pero, también, como quedan

determinadas por la gran Historia.

El padre como símbolo, como presencia y ausen-

cia, como sentido metafórico y como punto de re-

ferencia.

El viaje, las fronteras, el exilio.

El destino humano.

El retorno eterno.

Temas que siguieron y me siguen.

Todas mis obsesiones entran y salen de mis

películas, como entran y salen, como se silencian

para reaparecer más tarde, los instrumentos de

una orquesta.

Estamos condenados a funcionar con nuestras

obsesiones. No hacemos más que una película, no

escribimos más que un libro.

Variaciones y fuga sobre el mismo tema.

Muchos, que me han hecho el honor de dedicarse

a mi trabajo, creen que el modo en el que escribo

es el resultado de una elección política.

No es exactamente así. Por supuesto, cuando

estaba rodando los Días del 36, una película sobre

la dictadura en la época de la dictadura, momento

en el que era imposible utilizar referencias direc-

tas, busqué una lengua secreta. Sobreentendidos

de la historia. Tiempos muertos de una conspira-

ción. Reticencias. Discurso incompleto como prin-

cipio estético. Una película en la que todo lo

importante parece que ocurre fuera del marco.

Pero no comienza de este hecho la elección de

grandes planos.

No decidí lógicamente trabajar con grandes

planos. Pienso siempre que fue una elección natu-

ral. Una necesidad de inserción del tiempo natural

en el espacio, como unidad de espacio y tiempo.

Una necesidad, los llamados tiempos muertos

entre la acción y su espera, que normalmente

desaparece con la tijera del montador, que fun-

ciona musicalmente como silencios.

Una concepción del plano como célula viva con

inhalación, pronunciación del discurso principal y

expiración. Elección atractiva y peligrosa que

sigue hasta ahora.

Trabajo con el mismo grupo de colaboradores

desde que empecé.

Me conocen, los conozco. Con los años se han

convertido en mi familia.

Me enfadan a menudo a la hora de trabajar, les

echo de menos cuando no los veo.

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1Transcripción fonética: Zódoros Anguelópulos

EN AQUELLA ÉPOCA PARÍS ERA UNA CIU-

DAD MÁGICA. AMBIENTE FESTIVO.

PELÍCULAS PROCEDENTES DE TODAS

PARTES DEL MUNDO. MOVIMIENTOS, CAM-

BIOS, NOUVELLE VAGUE, EL CINEMA NOVO

BRASILEÑO, BUÑUEL, ANTONIONI

EL CINE ENTRÓ EN MI VIDA CON UNA SOM-

BRA QUE CRECÍA EN UNA PARED Y UN

GRITO

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Me siento inseguro cuando un nuevo técnico

entra en el grupo, como si todo dependiera de él.

Hablo con ellos sobre mis proyectos y mis incer-

tidumbres. Han pasado tantos años y todavía la

misma agitación, la misma emoción, la misma

necesidad de estar cerca, conteniendo la res-

piración, esperando el final de un plano.

Viajes, separaciones, vida errante.

Un coche, un amigo fotógrafo que conduce en

silencio y la carretera.

Muchas veces pienso que mi única casa, el único

lugar en el que siento que encuentro el equilibrio,

que me tranquilizo, es al lado del amigo que con-

duce. La ventanilla abierta, el paisaje que huye.

Las imágenes nacen en estos viajes. No necesito

tomar notas. Nacen con sus líneas, sus colores, su

estilo, muchas veces incluso con los movimientos

de la cámara, con su equilibrio estético, con su

luz. Los centenares de fotografías son útiles como

recuerdos. Pero nada termina antes del rodaje.

En el rodaje todo se transforma conforme a la

nueva realidad.

Actores, imprevistos, buenos y malos augurios,

ideas repentinas.

Y sin embargo, el comienzo ha precedido. Tiempo

atrás. En aquel momento en el que de la nada

surge la idea de una película.

Han pasado casi treinta años desde la primera

película.

Parafraseando a Eliot, podría decir:

Esté pues más allá, más lejos de la mitad del

camino.

He derrochado la mayoría de los años entre la

cólera de la Historia,

Esforzándome en aprender a utilizar imágenes.

Y cada intento mío es un nuevo comienzo y una

forma de fracaso, porque aprendemos tan solo

cuando ya no necesitamos expresarnos.

Así, cada osadía es una nueva manera de empezar

en medio de la confusión general de la inexactitud

de las percepciones.

En medio de las desordenadas hordas de la

pasión.

Un asalto a lo inarticulado.

Que vuelva a aparecer lo que se perdió y apareció

y se volvió a perder.

Que vuelva a aparecer...

In my end is my beginning.

*Theodoros Angelopoulos nació en Atenas, el 17 de

abril de 1935. Estudió Derecho en la Universidad de

Atenas y en París y se matriculó en cursos de cine en la

Universidad de la Sorbona y en el IDHEC. Desde 1964

hasta 1967 fue crítico de cine. Sus películas se han

proyectado en muchos festivales internacionales. Ha

obtenido muchos premios a lo largo de su carrera. Su

obra es una referencia para el cine internacional. Sus

películas son: La emisión (1968), La reconstrucción

(1970), Días del 36 (1972), El grupo teatral (1974-75),

Los cazadores (1977), Alejandro Magno (1979), Un

pueblo, un habitante (1981), Atenas, vuelta a la

Acrópolis (1983), Viaje a Citera (1984), El apicultor

(1986), Paisaje en la niebla (1988), El paso veloz de la

cigüeña (1991), La mirada de Ulises (1995), La eternidad

y un día (1998). De la última trilogía que acaba de idear,

tenemos la primera película: La pradera que llora (2004).

Actualmente trabaja en la segunda: El polvo del tiempo.

ESTAMOS CONDENADOS A FUNCIONAR CON

NUESTRAS OBSESIONES. NO HACEMOS

MÁS QUE UNA PELÍCULA, NO ESCRIBIMOS

MÁS QUE UN LIBRO.

Bajorrelieve de Aurigas en Aquileion (Corfu). Foto: Alicia Villar Lecumberri

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1Transcripción fonética: Spiros Evanguelatos

A- Buenas tardes, Sr. Evangelatos. B- Buenas tardes.

A- ¿Puede decirnos dos palabras sobre esteteatro y sobre la creación de su teatro?B- No es identificable mi teatro con este espacio. El

teatro no empezó en este emplazamiento. El

anfiteatro Spyros Evangelatos comenzó en otro

lugar. Fue en 1975, como iniciativa mía y de la

mujer que respaldó y se convirtió en protagonista

del anfiteatro, Lida Tasopulu, que tan temprana-

mente nos dejó hace dos años, junto con un grupo

de actores, entonces jóvenes, muchos de los

cuales se han convertido en protagonistas y en

directores de teatro. Durante diez años interpreta-

mos obras en diversas salas teatrales, que íbamos

cambiando. Por ejemplo, el primer año fue en el

teatro Kaluká, donde pusimos en escena el

Erotócrito de Vitzentzo Cornaro, una novela

amorosa, en verso, del siglo XVII. Llenamos la sala,

habíamos colocado asientos por todas partes, a

derecha e izquierda. Aquello parecía un coso de

arena, sobre el cual había una especie de toldo de

circo que estaba cubierto con diferentes repre-

sentaciones pictóricas, del manuscrito del

Erotócrito. Después representamos obras en diver-

sos lugares.

El anfiteatro ha seguido tres líneas básicas: una

tiene que ver con el drama antiguo. Hemos hecho

unas treinta producciones de los antiguos, de los

tres trágicos, de Aristófanes y de Menandro. Una

segunda línea, con una gran presencia en

Epidauro, durante treinta años. Podemos decir que

es la típica: el repertorio clásico y contemporáneo:

desde los clásicos Shakespeare, Goethe, Schiller,

Strinberg, O’Neill, hasta los contemporáneos, grie-

gos y extranjeros. La tercera línea es más antigua

y desconocida o muy poco conocida. Se trata de

textos teatrales del siglo XVI y posteriores, y de

textos que no eran teatrales, como el Erotócrito,

que ha demostrado que puede ser una realidad

viva en la escena contemporánea.

Algunas representaciones tuvieron éxito a nivel

internacional. Hemos participado en treinta festi-

vales, entre ellos el de Mérida y Málaga. Hemos

representado obras en muchos países de Europa,

en Estados Unidos, en Latinoamérica, en El Cairo,

en Pekín, en Moscú. Principalmente represen-

tábamos en las giras dos obras griegas antiguas: el

Erotócrito de Vitzentzo Cornaro y la Ifigenia en

Luxuríu, de Petros Katsaídis, de Cefalonia, una obra

de 1720. Del repertorio del teatro antiguo represen-

tábamos El arbitraje de Menandro, una obra que en

contadas ocasiones se ha puesto en escena y que

obtuvo mucho éxito a nivel internacional y, por

supuesto, la Electra de Sófocles, con Lida Tasopulu

en el papel principal, quien tuvo un impresionante

éxito en todo el mundo. También un espectáculo

para una mujer que había organizado Lida, con mi

colaboración, titulado Hacia la luz postrera, tomado

de un verso del Agamenón; constaba de seis

monólogos con intermedios musicales y con cam-

bio de vestuario.

A- Respecto a la línea de dirección teatral en laque ha presentado las obras clásicas antiguasen relación con la época actual, ¿qué ofrece elanfiteatro?B- Mire usted, lo que yo intento respecto al teatro

antiguo es presentar lo más posible, proyectar

más el sentido de los textos con una estética con-

temporánea. Claro que lo de estética contem-

poránea es un tema subjetivo –según lo vea cada

uno-, pero creo que especialmente en el drama

antiguo y en general en el clásico, los escritores y

directores de teatro se dividen en dos categorías:

aquellos a los que les interesa únicamente proyec-

tar el sentido de las obras, y los que están intere-

sados en hacer una exhibición teatral virtuosa,

ignorando lo que quiere decir el escritor o sin darle

la menor importancia. Yo pertenezco a la primera

categoría y esto definió la trayectoria del teatro del

drama antiguo y, en general, del repertorio clásico.

A- Ha citado las obras de la literatura cretense.¿Por qué eligió estas obras? ¿Cómo lo expli-caría?B- Para empezar, el Erotócrito es una obra escrita

en gran parte en forma dialogada. Es una obra

dialogada y principalmente narrativa. Además,

para mí es toda una obra maestra de la literatura

neohelénica, que difícilmente pueda saborearse si

no se tiene acceso al texto original. Y, por otra

parte, esta obra permitía una estética libre.

Mientras que más tarde, cuando representamos la

Erofili la afrontamos como una tragedia clásica

porque su texto no permite afrontar con humor una

obra de ese tipo. Pero básicamente creo que estos

ENTREVISTA REALIZADA POR ALICIA VILLAR LECUMBERRI EN ATENAS EL 25 DE JULIO DE 2007

Spyros Evangelatos1

Lida Tasopulu

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dos textos que puse en escena son dos textos

cumbres, no sólo de la literatura cretense sino de

toda la literatura de los siglos XVI y XVII.

A- A los actores ¿cómo los elige? B- A actores que conozco porque he trabajado con

ellos en otros teatros los invito a formar parte de

mi teatro, siempre a través de audiciones. Casi

todos los actores han sido contratados tras audi-

ciones, a excepción de algunos que los conocía

porque había trabajado con ellos en escena.

A- ¿Siempre ha trabajado con actores griegos?B- En Grecia, con griegos, pero no sólo he trabajado

con el Anfiteatro sino también en colaboración con

el Teatro Nacional griego, el Teatro Estatal del Norte

de Grecia, con la Escena Lírica (la Ópera Nacional

griega), de la que fui director y después presi-

dente, y también he trabajado con compañías de

teatro extranjeras, en Austria, en Alemania, en

Suiza, en Zurich, en Mérida, con la compañía María

Paz Ballesteros, con el Hipólito –que allí llamaban

la Fedra de Eurípides-, en América, en los Estados

Unidos, con la Ifigenia en Áulide. En España fue

muy interesante cómo llegamos a compenetrarnos

lingüísticamente, ya que cuando empezamos los

ensayos algunos actores hablaban francés, yo

hablaba y los que sabían francés traducían al

español. A los pocos días, a la semana o los diez

días, yo empecé a hablar una extraña mezcla

mediterránea, en la que había un poco de español

–lo que pillaba-, un poco de italiano, un poco de

francés y todo ello acompañado de gestos griegos.

El caso es que, a los quince días, empecé a hablar

a mi aire y cuando las señoras que sabían francés

iban a traducir, los demás actores les dijeron que

no hacía falta que tradujeran, que ya entendían a

Evangelatos. Después de esta representación en

Mérida hubo una segunda representación, con el

Anfiteatro, también en Mérida. Entonces con los

técnicos hablaba una mezcla de español y francés.

Y después, cuando fui a Latinoamérica, a Chile y

Argentina, chapurreaba el español. Actualmente

leo español sin problemas, pero no tengo la facili-

dad de palabra porque no he tenido el suficiente

contacto con el español.

A- ¿Ha puesto en escena obras españolas?B- Sí: de Lorca, La casa de Bernarda Alba, con el

Teatro Nacional. Y hace años llevé a escena La

dama duende, de Calderón, con una compañía pri-

vada. Y Los locos de Valencia, de Lope de Vega, con

el Anfiteatro, una obra muy buena, realmente

buena.

A- ¿Cómo localizó esta última obra?B- Pues mire, leyendo Historias del teatro o libros

especializados que presentan el repertorio teatral,

leí un pequeño resumen que me gustó mucho y me

pareció que se trataba de una obra precursora de

Pirandello, con los locos que no sabes quién está

loco en realidad y realmente era muy buena obra.

A- Ha dicho que fue a Latinoamérica con el teatro.¿Adónde, concretamente? B- Fuimos al Festival Internacional de Teatro de

Santiago de Chile, a La Serena, a Buenos Aires y a

Córdoba.

A- ¿Y cómo fue esta experiencia? B- Impresionante. Era un público muy apasionado.

Recuerdo algo que si bien ocurre en todas las re-

presentaciones, aquel día lo viví como algo extraor-

dinario. Y es que en el estreno, en Santiago de

Chile, estábamos muy nerviosos. La repre-

sentación la hicimos en un coso, en el que antigua-

mente hacían boxeo, cuando este deporte estaba

en su mejor momento, al comienzo de la época de

entreguerras. Pues bien, cuando terminó la repre-

sentación, el público aplaudió con un entusiasmo

inusitado, y cuando uno a uno iban saliendo los

actores a saludar y llegó el turno de Lida, que inter-

pretó el papel de Electra, el teatro se venía abajo:

manos, pies... todo un estruendo. Como cuando

entra el gol en la portería, en el último segundo del

Mundial, y ganas el partido... algo parecido. La

mujer dio un salto hacia atrás, pero luego la alegría

fue tremenda.

A- Respecto a la música en sus representaciones¿qué puede decirnos?B- Hemos colaborado con muchísimos composi-

tores, entre ellos con Teodorakis, siete veces -lo

digo porque tiene renombre internacional-, pero

también con otros músicos griegos excepcionales.

Y hemos puesto en escena muchas óperas, tanto

en Grecia como en el extranjero.

A- ¿Tiene en mente representar alguna otra obraespañola?B- Por supuesto. Hay muchas obras que me gustan,

pero veremos cómo se presentan las cosas. Se han

representado pocas obras de teatro clásico

español en Grecia, muy pocas: Fuenteovejuna, dos

o tres veces, El perro del hortelano, La dama

duende de Calderón. Realmente pocas obras

españolas. Un verdadero error, pero es que cuando

llegamos a los clásicos normalmente nos detene-

mos en Shakespeare.

A- A la hora de elegir una obra para su puesta enescena ¿prefiere las nuevas o las antiguas?B- De todo. De todo. El año pasado pusimos en

escena una obra maravillosa, que seguirá en cartel

este año: Hotel de deux mondes, del escritor

francés Eric Emmanuel Schmitt. Y también repre-

sentamos una obra griega contemporánea, de

Vasilis Giogas, Las siete cajas de Pandora, y

además llevamos a escena, con mi hija, Katerina

Evangelatu, ya directora de teatro, quien ha estu-

diado dirección teatral en Atenas, Londres y

Moscú, una adaptación de una novela de Théophile

Gautier, La muerta enamorada.

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A- Ha mencionado a su hija. ¿Cómo ha acabadodedicándose al teatro su hija, le predispusousted?B- No, ni su madre ni yo. Mi mujer, Lida, y yo tuvi-

mos dos hijos: Katerina y Antíoco. Katerina se pre-

sentó a los exámenes de selectividad para la

Facultad de Filosofía, sacó muy buena nota, cursó

los estudios un año y al año siguiente se presentó

a los exámenes de la Escuela del Teatro Nacional y

entró. Estudió para actriz, actuó durante un año y

después, con una beca, se fue a Londres y

después a Moscú. Aprendió ruso y estudió allí.

A- ¿Usted qué quiere ofrecer con su teatro alpúblico? B- Alerta. Alerta intelectual, pero, a la vez, placer

estético. Un teatro que quiere que el público refle-

xione, se alegre, se entristezca, se emocione; en

pocas palabras, que haya una tendencia a la comu-

nicación entre las almas humanas. Que salgas del

teatro y sientas que eres un poco mejor, o al menos

que tengas la impresión de que eres un poco mejor.

A- Es usted miembro de la Academia de Atenas.Un académico, ¿qué grado de responsabilidadtiene? B- Pienso que cualquier hombre intelectual, sea

académico o no, tiene la responsabilidad ante todo

de ser sincero y honrado con sus congéneres,

quiero decir, en el trabajo que debe realizar cada

investigador y debe intentar transmitir a sus inter-

locutores -entre comillas-, esto es, al público, la

desazón de los grandes escritores, su manera de

pensar. Es diferente según el tipo de académico

que seas. Hay académicos astrónomos y académi-

cos directores de teatro. Bueno, no exactamente

directores de teatro. Yo entré como teórico del

teatro, como profesor de teatrología. Pero la misma

responsabilidad tiene una persona seria, sea

académico o no, tiene responsabilidad con su pos-

tura, ya que con su trayectoria crea estímulos a los

demás.

A- ¿Usted no para de trabajar? Estamos en julio,asfixiados con una ola de calor que supera los 46grados, y usted sigue trabajando.B- Sí, porque mi trabajo es mi alegría y cuando me

voy de vacaciones me llevo siempre trabajo. No

puedo pasarme las horas mirando el mar.

A- ¿Así que escribe en vacaciones?B- Escribo y traduzco. Normalmente escribo algún

artículo de investigación.

A- ¿De dónde es usted?B- Soy de Atenas, pero mi padre era de Cefalonia y

mi madre de Creta. Isleños.

A- ¿Entonces eso le influyó a la hora de hacerteatro?B- Claro que sí. Es cosa de familia. Mi padre era

compositor y director de ópera y de la Orquesta

Municipal. Mi madre era arpista. Lo mismo le pasó

a mi hermana, Dafne Evangelatos. Es mezzosopra-

no y profesora y vicerrectora de la Academia

Superior de Música de Munich.

A- ¿Cómo decidió concretamente dedicarse alteatro?B- Desde niño sentí esta inclinación y desde muy

joven, desde los 17 años, quería ser maestro de

orquesta o director de teatro. Después fui a la

Escuela del Teatro Nacional, mis estudios musi-

cales pasaron a un segundo plano y se acrecentó

mi interés por el teatro. Y como me gustaba mucho

la filología, paralelamente me matriculé en la

Facultad de Filología de la Universidad de Atenas.

A- ¿Leyó muchas obras cuando era niño?B- Leía y veía. No mucho. Pero el caso es que a los

21 años hice mi primer montaje, el Fortunato de

Marco Antonio Fóscolo, una obra de 1605 que no se

había puesto en escena en Grecia.

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Teatro de Epidauro. Foto: Alicia Villar Lecumberri

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A- ¿Qué le recomendaría a un nuevo actor?¿Quelea, que estudie?B- Le diría que trabaje con seriedad y que crea en

su objetivo. Cómo recorrer el camino tiene su

importancia. Los éxitos y los fracasos están dentro

de las reglas del juego. Uno tiene que estar

preparado para resistir el fracaso y el éxito. Corres

mucho más peligro con el éxito, porque te lo

puedes creer y pierdes, te puedes convertir en un

insensato, creerte que eres alguien y que los

demás dicen tonterías.

A- ¿En Grecia hay muchos actores buenos? Da laimpresión de que Grecia es la cuna del teatro.B- Grecia es la cuna del teatro, pero por otra parte...

Por supuesto que hay buenos actores, pero sabe

usted, no existen muchas oportunidades para po-

nerse a prueba, para organizar una trayectoria en

un teatro serio, con muchas representaciones y no

una sola. Para crear y conseguir tu propia técnica,

para solucionar los problemas que están implica-

dos en un papel hay que trabajar y tener mucha

imaginación.

A- A un extranjero que quisiera tomar un primercontacto con el teatro griego, ¿qué le propondría

leer? B- Es una cuestión delicada para mí porque exis-

ten muchos escritores valiosos en Grecia que han

escrito buenas obras. Pero si mencionara dos o

tres casos no sería correcto de cara a los demás.

A- Del teatro griego antiguo, ¿qué podría leer?B- Le diría que empezara con el Edipo Rey y con la

Electra de Sófocles. Se trata de dos obras que

tienen un interés fascinante y una trama impresio-

nante, especialmente el Edipo. Y de Aristófanes, la

Lisístrata. Para una toma de contacto, otra obra

muy buena que le gustaría es Las troyanas.

A- ¿Las troyanas es una obra contemporánea?B- Desgraciadamente, en cuanto al tema, sí. Trata

de las calamidades de la guerra y del anhelo de

paz. Es una pena que en este aspecto siga siendo

una obra totalmente actual, desde la época en la

que fue escrita hasta nuestros días.

A- Muchísimas gracias, señor Evangelatos.B- Gracias a usted.

Spyros Evangelatos nació en Atenas. Es el fundador del

Anfiteatro Spyros Evangelatos. Procede de una conocida

familia de artistas. Se licenció en la Escuela Dramática

del Teatro Nacional. Es doctor de la Facultad de Filosofía

y Letras de la Universidad de Atenas. Estudió

Teatrología en la Universidad de Viena y ha cursado

seminarios de teatro en el Reino Unido, Francia e Italia.

Ha puesto en escena más de 200 obras, en diversos

teatros de Grecia y del extranjero. Ha traducido a los

clásicos griegos y extranjeros. Ha sido director general

del Teatro Estatal del Norte de Grecia y de la Escena

Lírica (Ópera de Grecia). Ha sido profesor y director del

Departamento de Estudios Teatrales de la Universidad de

Atenas. Ha obtenido numerosos premios, en su país y en

el extranjero. Desde 2005 es uno de los miembros de la

Academia de Atenas.

Lida Tasopulu. Miembro fundadora y actriz principal

del teatro Spyros Evangelatos, con quien se casó. Nació

en Atenas. Estudió música y Pedagogía. Se licenció en la

Escuela Dramática del Teatro Nacional. Fue profesora de

didáctica del arte (teatro, pintura y música), en Grecia y

en Estados Unidos. Fue una de las mejores actrices del

elenco de actores griego. Actuó en Grecia y en el

extranjero, interpretando desde el papel protagonista de

Aretusa (en Erotócrito) hasta el de Cleopatra –el último

que interpretó, debido a su temprana muerte, hace dos

años-.

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EL SESENTÓN es el efebo de la tercera edad. Desde

que lo descubrí, estoy lleno de optimismo. Cada

edad me enseña algo nuevo. De vigila nocturna de

mi máquina de escribir he pasado al turno de

mañana. Aunque me vengan la mayoría de las

ideas por la noche. Entonces, jurando, me obligo a

mí mismo a levantarme y a anotarlas.

La escritura es una lucha continua con la vagan-

cia. Y, sin embargo, en plena vagancia es cuando

concibo las mejores ideas. Las mejores ideas exi-

gen, para su realización, un estado de alerta con-

tinuo para que no caigan en la trivialidad y en la

afectación. Si no, se convierten en las peores. La

noción del deterioro me preocupa continuamente.

Es la historia del mundo. Lo quiera o no, es el tema

central en mis escritos.

Hoy en día los jóvenes más que nunca son para mí

fuente de energía. Respecto a mi ciudad, Atenas,

siento que vivía en ella antes de nacer. A las per-

sonas que inundan sus calles las siento como

parientes a los que no se ha dado el caso de cono-

cerlos. Me une a la multitud la sensación de la

lengua común. Me gusta vivir en el centro de la

ciudad. No sé hasta cuándo podré hacerlo.

El mejor ruido es la música de mi máquina de

escribir. Hoy en día ya, desde los escritores hasta

los tecnócratas, todos escriben en ordenador. A

pesar de que fui todo un pionero, en los años 60,

con mi máquina de escribir, en la actualidad me he

quedado a la zaga. Algo que de momento me crea

inseguridad. Pero mira por dónde: Stavros, el hijo

de mi prima carnal, un fanático usuario de orde-

nador, hace poco me dijo: “Si dejas de escribir en la

máquina de escribir, perderás tu encanto”.

El encanto, quiero decirle, es como el talento. O lo

tienes o no lo tienes en absoluto. Y cuando lo

tienes, debes cultivarlo. Lo mismo ocurre con el

aspecto exterior. Para aceptar tu cara, es impres-

cindible que te sientas bien contigo mismo. La

escritura es un tipo de homeopatía. Cura con tus

propias heridas. Karl Jaspers decía que el dolor es

la fuerza motriz de la persona creativa. La fama y

el reconocimiento me gustan en la medida en que

no se convierten en un medio para mi vanidad y

una coartada para mis escritos. Conozco

escritores peores que yo. Pero intento recordar a

los mejores y parecerme a ellos. Por lo tanto, me

inclino sobre el papel en blanco, lo hago con el

convencimiento de que es la primera vez. Es el

ejercicio mínimo para no repetirme. No hay peor

cosa que ser la sombra de uno mismo, en el pasa-

do. Y si tuviera que elegir algo del pasado, sería la

infancia. En líneas generales, detesto la referencia

continua al pasado. Huele a carroña. La escritura

es una recomposición del pasado y un puzzle del

futuro. Pero el momento que vives es irrepetible.

Tienes suerte cuando has encontrado el modo de

reproducirlo sin atentar contra él.

Escribir, con todo lo angustioso que sea, exige

tranquilidad. Dicen que soy una persona tranquila.

Principalmente tranquilizo a los demás. En mi

interior, muchas veces, hiervo. Las personas más

allegadas lo saben bien. Es útil tener siempre la

opinión de las personas íntimas, aunque no repro-

duzcan la imagen ideal de ti mismo. Esto te libra

de muchos malentendidos. Uno de ellos es que te

creas que eres Balzac o Shakespeare. Un malen-

tendido que es útil tan sólo durante el tiempo en el

que estás escribiendo. Después se convierte en

inútil e, incluso, en peligroso. Tengo una fundada

sospecha de que si fuera inglés, francés o ameri-

cano, sería más conocido y, quizás, hasta famoso.

Es un punto de vista egoísta, pero que está basa-

do en el puesto de nuestra literatura, como liter-

atura de minorías. Por supuesto que esto no me

crea descontento. ¿Por qué habría de creármelo?

¡Me encanta ser griego! Intento aceptar mi

época.El obstáculo principal es que cambia cada

día de manera mareante.

En ninguna otra época se ha encontrado el ser

humano en el torbellino de tanto progreso e infor-

mación. Paralelamente se trata de una época de

decadencia. Intento vivirla sin convertirme en un

decadente. Es además una época de transición,

que me concilia con la idea de que “yo también

soy transitorio”. Esto me da pena únicamente

hasta el punto de que en el futuro no voy a poder

satisfacer mi curiosidad sobre qué ha sido de las

personas y las cosas que conozco y quiero.

Espero, como cualquier escritor, que cuando ya no

exista, algunas personas mantengan la curiosidad

por mí y por mis escritos. Sé que es vano, pero

miente quien finge que no cree en la fama póstu-

ma. Cada uno apuesta a su manera en esta vida:

unos en el casino y otros en el intelecto. Los libros

son el acervo y el polvorín. En el mejor de los

casos encienden las mentes y despiertan a las

personas. En el peor, hay quienes con una cerilla

les prenden fuego. Es una guerra que, cada vez de

forma diferente, dura siglos.

Hoy en día, más que en cualquier época, las per-

sonas escriben y publican. Cada ola de peligrosi-

dad por el aparente mal empleo de la lengua y la

eliminación del libro por culpa de la imagen me

reaviva el convencimiento de que el lenguaje

escrito no morirá nunca. Envidio a los jóvenes

Retrato de un escritor en edad maduraMenis Kumandareas*

LAS MEJORES IDEAS EXIGEN, PARA SU

REALIZACIÓN, UN ESTADO DE ALERTA

CONTINUO PARA QUE NO CAIGAN EN LA

TRIVIALIDAD Y EN LA AFECTACIÓN

LA ESCRITURA ES UNA RECOMPOSICIÓN

DEL PASADO Y UN PUZZLE DEL FUTURO.

PERO EL MOMENTO QUE VIVES ES

IRREPETIBLE

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escritores que tienen entre veinte y treinta años.

¡Qué increíble perspectiva se abre ante ellos! Pero

me da pena todo lo que van a sufrir, especial-

mente, si se han marcado el objetivo de no

escribir basura. No quisiera por nada del mundo

encontrarme de nuevo en su lugar. Más que

ninguna otra vez, la basura reclama una posición

allí donde en otro tiempo reinaba el Arte, con

mayúscula. Todas las tendencias son lícitas,

cuando el escritor tiene por objetivo explorar el ser

humano y combatir el caos.

CADA UNO APUESTA A SU MANERA EN

ESTA VIDA: UNOS EN EL CASINO Y OTROS

EN EL INTELECTO

*Menis Kumandareas. Nació en Atenas en 1931,

Foto: Domingo Tortonese

ciudad en la que reside. Es uno de los mejores prosistas

griegos, que inició su exitosa carrera literaria en 1962.

Autor de una veintena de libros de relatos y novelas, ha

obtenido el Premio Nacional de relatos y el de novela en

cuatro ocasiones. Es uno de los representantes clave del

realismo social griego. Algunos de sus libros han sido

llevados al cine. Ha traducido al griego a William

Faulkner, Herman Hesse y Herman Melville. Su obra ha

sido traducida al inglés, alemán, francés, italiano, turco y

español.

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Como un ramillete de palabras, la poesía. Las

recoge de su pequeño invernadero un monólogo

que durante años sueña con ofrecerlas a una

comunicación, de la que lleva siglos enamorado,

sin que reciba claras muestras de corresponden-

cia por parte de ella.

Palabras aromáticas y no, de modo que las unas

empapen a las otras, aunque no se llegue a con-

seguir la tan difícil dispersión. Esta conjugación

de lirismo, con la expresión casi precisa de la

lengua, incluso prosaicamente, como la consagró

Cavafis, se facilita, si tu paisaje interior lleva la fra-

gancia justa de la discreción como la que emerge

de la tierra, cuando ha sido lavada con la suave,

verde agua de lluvia.

Poema es “una prolongada vacilación entre el

sonido y el sentido”, dijo Valery, y poesía, “el

intento de representación, con los medios de la

lengua inarticulada, de aquellas cosas que tratan

de expresar en la oscuridad los gritos, las lágri-

mas, los silencios, los besos, los suspiros, los

halagos. Lágrimas que sabéis más que yo...”

Como una excursión la poesía, bastante fuera,

lejos de la populosa lengua. Vas allí completa-

mente solo, tiendes un gran papel en blanco, lo

fijas con un paciente lápiz y te pones a esperar.

Quizás tus preparativos atraigan a esas palabras,

lagartijas que pasan corriendo y con su asom-

brosa capacidad de adaptación van y se esconden

en otro color, cada vez con otro sentido, a través

del cual se escapan. Inquietas, las palabras.

Esperas, horas, meses, puede que años, a ver si

las magnetiza ese blanquísimo no escrito manjar

que les has esparcido.

Un día, yendo a Alexandrúpolis, mucho antes de

llegar a la ciudad, vi en lo alto, en el extremo supe-

rior de los sucesivos postes de telégrafo, nidos de

cigüeñas.

Cada uno sobresalía de la base, esponjoso, relu-

ciente, como los elegantes volantes alrededor de

las cunas que están preparadas para dar la bien-

venida a los recién nacidos. En el centro del nido,

de pie, la cigüeña, inmóvil sobre una pata, como si

esa postura ascética preservara, con equilibrio

cifrado, la sagrada incubación del sigilo, ya preser-

vado por encima con la mosquitera celeste.

Como un nido de evasión, la poesía. Construida en

una altura punzante, de modo que sea de difícil

acceso a la curiosidad rapaz al querer uno ver

claramente el interior de lo incubado. La eficaz

protección de la ocultación la proporciona la

abstracción. El arte está en vela. A través de la

defectividad. Manteniendo el equilibrio en una de

sus patas. Escribiendo, abstraemos.

Escribimos quejándonos, quizás, porque durante

aquella gran explosión del universo predominó

una escandalosa parcialidad en el reparto de los

pedazos. A nuestra existencia se le otorgó el más

pequeño: el de lo fugaz. Sin embargo, afortunada-

mente, se nos concedió la ilusión como recambio

imprescindible a través de la anexión. Lo fugaz se

convierte así, en el maravilloso futuro durativo del

verbo resistir. Muestra de ello es que, mientras he

estado bajo la anómala influencia de la norma gra-

matical humanista, he vivido momentos de

increíble longitud y fecundos disparates. He bor-

dado minuciosas condiciones, dote para una efi-

El mito burlón1

Kikí Dimulá *

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caz convivencia de los incompatibles: de la sensi-

bilidad con su violador, de la resistencia para la

brega con su pánico caricaturista, del amor con su

deshonestidad, pues a pesar de que se suicida,

deja cada vez una nota de que nosotros lo mata-

mos.

Me pregunto de qué manera honorífica se olvi-

darán los trabajos y los días de nuestros hombres.

¿Con gasto público? Inverosímil. Lo más seguro

será nuestra también costosa melancolía, parece

como si nos hubiéramos convertido en olvidadi-

zos por nuestra derrochadora prisa y no por el

despilfarro de lo inevitable. Escribiendo prevemos

al menos las estelas funerarias. Nos costarán más

baratas, si las grabamos a tiempo y solos.

“Lágrimas que sabéis mucho más que yo”

Escribimos para un quizás. Para honrar esta pala-

bra imparcial que guarda las mismas distancias

del sí y del no y mantiene así una civilizada tran-

quilidad absoluta, bajo esa sombría cuestión pen-

diente, de que se eche un furtivo sueñecito la tan

cansada incertidumbre. Sin embargo,

Como si no poseyera, el analfabeto, que está allí

justamente, en el silencio absoluto, en el que se

oyen las más abominables detonaciones

descubre Elitis.

Escribo, porque esta es la única pequeña ele-

vación que me ha sido otorgada, donde ondean

osadamente a toda velocidad las profundas raíces

de la lengua de la cual procedo. La hablo cuando

ella sopla, cuando sale de su introspección y su

displicencia. Entonces me deja jugar con ella,

meterme con las consonantes y así se ríen las

vocales, ojear su multivoluminoso y no instruido

empleo, abrir sus cofres, llenos de los prósperos

siglos de su edad. Pero no me deja avanzar todo lo

que quiero. No hace más que ponerme a repasar,

para ver si me acuerdo de que ___ (¡ay!) no es

invariable. Tengo el derecho de separar la _, de

echarla, como astillas, al fuego, para que se

queme y una vez libre el __ (bien, buen) devolverlo

allí donde pertenece: a lo necesario en el sentido

más amplio. Me dice además que la similitud de la

ómicron con el cero no constituye una regla de

adicción. La ómicron puede perfectamente ser,

aparte de dolor, visión, el cero, una desconocida

cala virgen de un nuevo comienzo. Algo que desea

lo necesario en el sentido más amplio. Otra de sus

enseñanzas, pero que difícilmente se asimila, es

que la tierna exclamación con la que recibimos

una feliz llegada puede emplearse para el

recibimiento de una pena, basta con que la parta-

mos en dos, como rama seca, y el “crack” se oirá

claramente hasta allá, hasta la valentía necesaria

en el sentido más amplio.

Finalmente, expresamente me repite que el yo,

sólo por causa de la brevedad y soledad a la que

está sujeto cada yo y cada tú, se expresa con tal

énfasis. No es arrogancia; en absoluto egolatría.

Es una llamada urgente de algún verbo que está a

su lado, como: yo me estoy mojando. Esto es,

mírame.

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... A ESAS PALABRAS, LAGARTIJAS QUE

PASAN CORRIENDO Y CON SU ASOMBROSA

CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN VAN Y SE

ESCONDEN EN OTRO COLOR, CADA VEZ

CON OTRO SENTIDO, A TRAVÉS DEL CUAL

SE ESCAPAN

1Título del libro en el que está publicado su discurso de entrada en la Academia, al cual pertenece el texto.

*Kikí Dimulá. Nació en 1931 en Atenas. Trabajó en el

Banco de Grecia durante 25 años, desde 1949 hasta 1974.

Apareció en el ámbito de la literatura en 1952 con la

colección poética Poemas. La poetisa, casada con el

poeta Azos Dimulás, desde 1954, es madre de dos hijos,

y ha publicado varias colecciones poéticas. Sus poemas

han sido traducidos al francés, inglés, español, sueco,

alemán e italiano. Fue galardonada con el 2do Premio

Nacional de Poesía, en 1972, por su colección Lo poco

del mundo y con el 1er Premio, en 1989, por ¡Adiós,

jamás! Recibió el Premio de la Academia de Atenas,

Kostas y Eleni Urani, en 1995, por su colección La

adolescencia del olvido y la Distinción de las Letras de la

Academia de Atenas, por el conjunto de su obra.

ESCRIBO, PORQUE ÉSTA ES LA ÚNICA

PEQUEÑA ELEVACIÓN QUE ME HA SIDO

OTORGADA, DONDE ONDEAN OSADAMENTE

A TODA VELOCIDAD LAS PROFUNDAS

RAÍCES DE LA LENGUA DE LA CUAL PROCE-

DO

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Los escritores parecen querer consolarse a sí mis-

mos por algo muy profundo cuyo punto de partida

normalmente está en su infancia, sin que por ello

quede excluido el hecho de que el trauma se

despierte más tarde. El intento es constante, ya

que no existe tratamiento –incluso en el caso de

que dejaran de escribir- sino consuelo, aunque sea

pasajero. El escritor transmuta en mitificación sus

obsesiones personales y “comparte” su propia per-

sona con muchos héroes, independientemente del

sexo, edad, procedencia o, incluso, color. Así,

muchos de sus héroes sufren lo que ha sufrido él,

otros se redimen de la admirable manera que

quisiera redimirse él mismo, mientras que otros

sufren mucho más que él. El escritor a veces tiene

conciencia de sus traumas y los muestra, otras

veces los sospecha pero no se los confiesa ni a sí

mismo, y otras veces los clasifica de “desconoci-

dos” en el inconsciente, de donde los saca en su

ignorancia.

Como escritora tengo dos obsesiones. La primera

es la relación que tienen los griegos con su historia

y cómo se autodefinen. Como pueblo tenemos una

relación doble con nuestra historia. Por un lado,

nos sentimos orgullosos de nuestro pasado y, por

otro, deseamos liberarnos lo más rápidamente

posible de su peso y conseguir por fin una imagen

contemporánea y europea.

Por una parte, me preocupa el deterioro del campo

griego y, por otra, la obstinada resistencia de las

antiquísimas tradiciones y recuerdos. Considero

que Grecia es un enorme palimpsesto. Basta con

que uno quiera “rascar” las capas superficiales

para encontrar las más antiguas, las aparente-

mente olvidadas. Lo que uno busca, lo encuentra.

De ahí que yo busque encontrar las huellas del

pasado cultural debajo de las capas de ceniza y del

olvido público para así restablecer una comuni-

cación con el pasado.

Recuerdos antiguos, disfrazados, llegan hasta

nuestros días. Todo el lugar, todo el país, tiene otra

identidad oculta, olvidada. La educación ha adopta-

do un discurso de madera, se ha agotado en

cronologías y someras informaciones, nos ha

intimidado con las autoridades y ya tememos bus-

car una manera personal de comunicación con

nuestro pasado. Vivimos el final de nuestros cuen-

tos. Ya ha comenzado la soberanía de los extran-

jeros. Las series de televisión extranjeras son los

nuevos cuentos que nos conducen a una uniformi-

dad universal, donde a las particularidades se les

pone la etiqueta de “folklore” y de “étnico”.

Por el contrario, yo creo en las particularidades, en

el derecho de elección personal, en las caracterís-

ticas nacionales de los ciudadanos del mundo.

No escribo novelas históricas “pura sangre”. No me

interesa reconstruir al pie de la letra una época. Lo

que más me interesa es el choque de la tradición

con la vida contemporánea, es decir, cómo pasa de

una manera extraordinaria y misteriosa el pasado

a la actualidad. Me gusta que la historia “irrumpa”

en mis textos bajo la forma de los recuerdos, de las

narraciones, a través del inconsciente colectivo o

de hechos que ocurrieron en épocas mucho más

antiguas y que se repitan de una manera sobre-

natural acciones míticas por parte de personas

normales y cotidianas, que no están preparadas

en absoluto para algo así.

La mitología griega antigua constituye para mí una

fuente inagotable para extraer símbolos. La

empleo selectivamente, sin citar literalmente frag-

mentos y sin centrarme sólo en un mito en con-

creto. Lo que me interesa es profundizar en los

datos arquetípicos del mito. Así intento incorporar

elementos mágicos, no realistas, en una historia

totalmente realista. Quiero decir que no empleo la

mitología como material para historias sino como

material que se va comentando a través de las his-

torias. Me interesan los personajes que no configu-

raron la historia sino que fueron configurados por

ella.

Me he ocupado mucho de la trágica Ifigenia, como

símbolo. La heroína de mi primera novela,

Astradení, es una Ifigenia contemporánea, víctima

del exilio interior. De un problema que ha marcado

la historia de la Grecia contemporánea y que ha

conducido a la pérdida de identidad cultural de mi-

llones de griegos. Hoy en día en los colegios, los

hijos de los emigrantes, al leer y trabajar sobre

fragmentos de Astradení, que encuentran en los

libros escolares, descubren con alivio que antes

que ellos también otros niños –niños griegos-

pasaron las mismas calamidades para adaptarse.

El binomio Dímitra-Perséfone –símbolo de la vida

errante y de la renovación- aparece en bastantes

de mis libros.

Lo mismo ocurre con Odiseo, símbolo del viaje que

se convierte en un fin en sí mismo, -ya que la liter-

atura constituye metonimia de introspección- y

ayuda a las heroínas en la prueba de conocimiento

y purificación personal, guiándolas a través del

purgatorio de su lucha al resurgimiento.

Homero, Eurípides, Pausanias, los textos

medievales, Cervantes, Shakespeare, la himno-

grafía cristiana, los periegetas extranjeros de la

Grecia postrevolucionaria, los prosistas griegos

más antiguos me dieron las claves con sus textos.

La intertextualidad no se limita a los textos de

otros solamente. Mis héroes y mis heroínas circu-

lan de libro en libro, en un entramado de autorefe-

rencias -una intertextualidad personal peculiar-

que constituye mi propio mundo novelesco. Parece

como si no “terminaran” los héroes, y reaparecen.

Muchas veces con el mismo nombre y con las mis-

Obsesiones, poesía y realidad Eugenia Fakinu*

EL ESCRITOR A VECES TIENE CONCIENCIA DE

SUS TRAUMAS Y LOS MUESTRA, OTRAS VECES

LOS SOSPECHA PERO NO SE LOS CONFIESA NI A

SÍ MISMO Y, OTRAS VECES, LOS CLASIFICA COMO

“DESCONOCIDOS” EN EL INCONSCIENTE, DE

DONDE LOS SACA EN SU IGNORANCIA.

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mas cualidades. Como si continuamente estuviera

en deuda con ellos.

No escribo realismo mágico, sino, creo, una ver-

sión poética de la realidad. Un juego de alternancia

de perspectivas: externas, para la descripción de

espacios y el desarrollo de la historia, e internas,

para la relación introspectiva de las oscilaciones

psíquicas de las heroínas. Esta es mi segunda

obsesión literaria: las mujeres. Me interesan las

mujeres heroínas. Quizás el hecho de que mi padre

fuera marinero y, por lo tanto, estuviera siempre

ausente, explica por qué los hombres-héroes son

escasos en mis libros.

Crecí en una casa en la que las mujeres eran las

protagonistas. Personajes cotidianos pero, al

mismo tiempo, portadores de la tradición oral. Las

mujeres no se encuentran dentro de la historia,

sino al lado de ella. Crean lo que denominamos

pequeña historia. Son reconocibles e imprevisi-

bles. No escribo mi autobiografía a través de ellas,

pero claro que les presto algunas experiencias y

puntos de vista personales. Incluso en la biografía

novelada de mi madre, en Amor, verano y guerra

(que está publicada en español, en las ediciones

Cafe Da Capo (Kolonaki, Atenas). Foto: Alicia Villar Lecumberri

Intramuros 27 12/10/07 1:11 PM Page 19

Sirpus) quedan esbozadas claramente estas

teorías mías.

Empleo la narración en primera persona o el

monólogo interior, dependiendo del tema. El uso

del presente –alguna vez también del futuro- crea

una apariencia externa de un pasado perpetuo.

A pesar de que nací en Alejandría y crecí en Atenas,

detesto el paisaje urbano. Prefiero desenvolverme

en el ámbito de la Grecia agrícola, ya que creo

aquello que dijo un escritor griego antiguo: “La vida

en Grecia es en el campo”. El lugar influye y con-

figura a las personas. La época en la que trabajé de

guía turística, descubrí mi tierra y me descubrió

ella a mí. Si no conoces algo no puedes valorarlo. El

lugar es para mí un héroe novelesco. La isla de

Simi, el campo de Tesalia y las montañas son mis

lugares preferidos. Hay quienes dicen que el

campo es algo que no tiene interés, algo total-

mente estático. Difiero radicalmente. Cuantas

veces he pasado por el campo de Tesalia, nunca lo

he visto igual. Cambian los colores de acuerdo a las

estaciones. Desde las eras labradas, de color mar-

rón, a las eras verde claro con el trigo recién plan-

tado, o a los amarillos segados. Enfadado o jovial,

esperanzado u opresivo, en el campo el ser

humano está siempre expuesto. Él y su sombra.

No se puede ocultar ni siquiera de sí mismo. Y así

no puede tampoco ser poseedor de la verdad abso-

luta.

Terminaré con la expresión “huida continua”, que

significa exilio de por vida, huida constante.

Cuando uno no se siente a gusto en su propio lugar,

cuando algo le empuja continuamente hacia lo

desconocido. Cuando quiere huir incluso de sí

mismo. La “huida continua” está ampliamente

impresa en las células de la mayoría de mis heroí-

nas, pero creo que me incumbe a mí personal-

mente.

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*Eugenia Fakinu. Nació en Alejandría, en 1945. Creció

en Atenas y estudió artes gráficas y guía turística.

Trabajó varios años en revistas como diseñadora gráfica.

En 1976 creó el Teatro de Marionetas Denenedúpoli. Ha

escrito e ilustrado muchos libros infantiles. Es una de las

autoras más leídas y apreciadas del mundo literario

griego actual. Su novela Amor, verano y guerra,

publicada en español, por la editorial Sirpus, describe

una interesante visión social y política de la vida en los

diferentes ambientes y lugares que vive la protagonista

de esta historia. Sus novelas han sido traducidas al

alemán, inglés, ruso, húngaro, danés, francés, holandés,

italiano, serbio y español.

LO QUE MÁS ME INTERESA ES EL CHOQUE DE LA

TRADICIÓN CON LA VIDA CONTEMPORÁNEA, ES

DECIR, CÓMO PASA DE UNA MANERA EXTRAORDI-

NARIA Y MISTERIOSA EL PASADO A LA ACTUALIDAD.

NO ESCRIBO REALISMO MÁGICO, SINO, CREO,

UNA VERSIÓN POÉTICA DE LA REALIDAD

Feria del libo, Atenas 2007. Foto: Alicia Villar Lecumberri

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Viví mi infancia en la amarillenta luz de una Atenas

de tierra, que era para mí el principio y el fin del

mundo.

Viví los años de la guerra y de la muerte, como un

salvaje juego del barrio, sin conciencia alguna del

porqué.

Viví el hambre y la desnudez, sin cólera, como una

ley divina, inevitable.

Viví los años de la adolescencia, como una fiesta del

arte y la dedicación y en estas empecé a entrever mi

imagen.

En mis años de estudiante, admiración y amores,

amistades y antipatías, contactos, egoísmos y

pequeñas ambiciones suplantaron mi inocencia,

empujándome a puntos extremos de pasión y

desesperación, que me llevaron a los límites de la

catástrofe personal, que, de milagro, no llegó.

Me fui al extranjero, a Roma, a París, a Berlín.

Al final de la década de los 70 mi existencia en el

ámbito del arte europeo fue un hecho.

Mi hice de una familia, una hija, casa, estudio, coche,

cuenta en el banco. Y después de veintisiete años

volví a Grecia con una nueva identidad. El mismo

nombre, la misma cara, pero yo ya era otra persona,

en otro país ya que, al principio, me opuso resisten-

cia pero que, finalmente, me volvió a aceptar como a

su propio hijo. Muchos me han querido y muchos

han sentido antipatía por mí o me han odiado. (¡Qué

estupidez odiar, qué estupidez luchar con tu propia

personalidad en otra parte!)

Al final gané. Pero no mi propio juego. Mientras yo

jugaba en esta mesa, mi número salió en otra y me

dieron las ganancias que yo no había perseguido.

Grecia me ha ofrecido todos los honores y todas las

amarguras que me podía ofrecer. Unas veces me

han abierto caminos que sobrepasaban sus fron-

teras, volviéndome a llevar, por poco tiempo, a la

actualidad internacional, y otras me han limitado,

dentro de las fronteras, con lo que esto conlleva.

Uno da lo que tiene y tú decides. O lo coges o lo

dejas.

Sin embargo, el recuerdo de la indigencia infantil y

juvenil –mal consejero-, me llevó en su día a la glo-

tonería, asegurándome con la pintura, a mí, un

artista, una seguridad que jamás necesité.

Con todo, afortunadamente las ambiciones de un

artista me protegieron, llevando frecuentemente mi

arte a la actualidad y tal vez al mañana, y esto me

mantuvo de pie, creo, incluso a nivel internacional.

Así que, una vez que acepté, siendo joven, mi

helenismo como una realidad del destino y de haber

vivido mis años de madurez como ciudadano del

mundo, vivo ahora mis últimos años como defensor

del derecho, pero también de la obligación de toda

persona cuyo deseo es intentar contribuir a la

creación de una nueva pirámide cultural universal

que acabará suplantando las culturas locales. Y me

entristezco porque veo que inevitablemente todas

las virtudes locales y todos los defectos que no se

incluyan a tiempo en esta pirámide, bajo la forma de

una nueva necesidad, acabarán en baratijas turísti-

cas que las comprarán como souvenirs fantasmas

impersonales, en los falsos bazares de la

humanidad.

22 M E M O R I A Y A R T EIN

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Vivir a través del arteCostas Tsoclis*

EL MISMO NOMBRE, LA MISMA CARA,

PERO YO YA ERA OTRA PERSONA, EN OTRO

PAÍS YA QUE, AL PRINCIPIO, ME OPUSO

RESISTENCIA PERO QUE, FINALMENTE,

ME VOLVIÓ A ACEPTAR COMO A SU PROPIO

HIJO

El Arca. Obra de Costas Tsoclis

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Sin embargo, cuantas más puertas de un probable

éxito queden abiertas a todos, tanto más difícil se

convertirá el juego, más sucio, más conspirador,

más implacable. Cada uno de nosotros tendrá como

contrincante el mundo entero, ¡y cómo vencerlo!

Esto nos conducirá a un silencio voluntario o a nues-

tra participación en espantosos crímenes colec-

tivos u ojalá, a la creación de obras maestras. Pero

ya no existe otro camino que el de la globalización.

De luto y llorando por todo lo que dejo atrás, avanzo

en esta inevitable realidad, con todo mi intelecto y la

mitad de mi corazón.

Pedimos perdón por cosas que nunca hicimos y la

vida no puede concedérnoslo, porque no ve la razón.

Y es que no sabe qué perdonarnos. ¡Nosotros lo

sabemos!

Maldito sea el conocimiento y la información,

malditos los viajes que nos han hecho entender lo

que pasa en el resto del mundo, admirarlo y

envidiarlo, maldito progreso y sus ventajas, maldita

riqueza que ha mermado nuestros deseos, maldito

el “no” que ha ahogado nuestra locura en su

nacimiento, maldito amor que nos ha castrado.

Y han quedado los amigos y nuestros verdaderos

benefactores, los que nos hirieron, los que nos

vencieron, los que con su indiferencia nos humilla-

ron porque nos volvieron a hacer personas.

Mi más sincero reconocimiento.

En mi larga trayectoria, he aprendido un montón de

cosas inútiles que me igualaban a los demás y sigo

ignorando aquellas que debería saber para diferen-

ciarme, sin dejarme llevar por el instinto.

Ahora suplico a la inocencia que me vuelva a aceptar

en su seno, prometiéndole fingidamente que cons-

truiré un simulacro de la inocencia, un espantapá-

jaros, con los retazos del conocimiento y de la

seducción, con los restos del arrepentimiento y de

la abstinencia, que se le parecerá.

Me veo en el regazo de una osa que, mientras duer-

mo, me dará calor o me comerá.

Hacemos arte porque dura más que nuestra vida.

Hacemos arte porque también nosotros tenemos

que hacer algo para existir. Queremos arreglar el

mundo, removiendo ingenuamente sus pedazos y

recomponiéndolos, creyendo que somos originales.

Aterrorizamos al mundo con nuestra sabiduría no

probada.

Creamos seguidores y los conducimos a la nada,

intentando vencer al invencible contrincante.

¿Dónde estás, Tsoclis, a tus 16 años? ¡Entonces sí

que eras un verdadero artista!

Alma mía, tan sólo veías el resultado del esfuerzo,

de las ambiciones, del compromiso, de la coinciden-

cia, del talento. ¿No preguntabas por qué? No te

dabas cuenta de las intenciones. Admirabas sin pre-

guntar.

¿Dónde estás, Rafael? ¿Dónde estás, Rembrandt?

¿Dónde estás, Van Gogh? ¿Dónde estáis, Goya,

Cezanne, Fidias, Greco de mis años adolescentes...

Móralis?

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*Costas Tsoclis. Nació en Atenas, en 1930. Estudió en la

Facultad de Bellas Artes de Atenas y fue becario en París,

en Roma y en Berlín. Desde 1960 hasta 1984 vivió y

trabajó en París, con un pequeño intervalo, de 1971 a

1972 que residió en Berlín. Desde 1984 vive en Atenas.

Su obra tuvo resonancia internacional desde finales de la

década del 60, cuando empezó con las exposiciones de

Objetos. Desde entonces comenzó a experimentar

sistemáticamente con diversos modos de expresión:

pintura, escultura, diseño, fotografía, construcciones,

vídeo, performance, luz y sonido, buscando nuevos

modos de acercamiento a los objetos, a la naturaleza, a

los mitos y a los problemas sociales. Un hito en su

carrera supuso su participación en la Bienal de Venecia,

en 1986, donde representó a Grecia, utilizando la pintura

y el vídeo. A partir de ahí desarrolló la “pintura viviente”.

En 1990, presentó su obra: Medea, en la que combinaba

estos recursos. Posteriormente presentaría otras obras, en

la misma línea: Ártemis y Edipo. Kostas Tsoclis ha

realizado más de cien exposiciones individuales en

museos y galerías de todo el mundo y ha participado en

muchas exposiciones colectivas. Obras suyas se

encuentran en colecciones públicas y privadas de Grecia

y del extranjero.

HACEMOS ARTE PORQUE DURA MÁS QUE NUES-

TRA VIDA. HACEMOS ARTE PORQUE TAMBIÉN

NOSOTROS TENEMOS QUE HACER ALGO PARA

EXISTIR.

DE LUTO Y LLORANDO POR TODO LO QUE

DEJO ATRÁS, AVANZO EN ESTA INEVITABLE

REALIDAD, CON TODO MI INTELECTO Y LA

MITAD DE MI CORAZÓN

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No es extraño que mi primer trabajo teatral, Oda a

la Muerte, de Kalvos, tuviera que ver con la

muerte. Mis Estelas funerarias y Los ángeles

expresan esta disposición de ánimo. He probado

la vivencia de la muerte. Y no me refiero tan solo a

la trágica muerte de mi padre, que se mató en un

accidente de tráfico en marzo del 37. Me con-

mueven muchísimo los versos del Oficio fúnebre:

“Y vieron los huesos desnudos y dijeron:

entonces, ¿quién es? ¿Rey o soldado, o rico o

pobre, o justo o pecador?” Considero también

poesía de alto nivel: “Todo más débil que las som-

bras, más engañoso que los sueños. Una decli-

nación y siempre a esta sucede la muerte”. Me

parece oír a mi padre, cuando vivíamos en Arta,

cuando se tumbaba en una chaise-longue a des-

cansar y, con un libro de salmos en las manos,

salmodiaba en voz baja.

La muerte ha desempeñado un papel importante

en mi vida desde que era pequeño. Recuerdo los

entierros, en Arta y en Prévesa, cómo tenían a los

muertos en el féretro, destapados. No olvidaré una

escena: era un niño y un día estábamos con mi

La muerte y el niño que de mayoriba a ser pintor... Yannis Móralis*

LA MUERTE HA DESEMPEÑADO UN PAPEL

IMPORTANTE EN MI VIDA DESDE QUE ERA

PEQUEÑO

Foto: Domingo Tortonese

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madre en el corredor de nuestra antigua casa, en

Arta. (Mi casa paterna era de dos pisos con un

patio interior.) Estaba mirando hacia abajo, al patio

que tenía un gran limonero y un muro alto

reverdecido por la humedad. Era el atardecer y

contemplaba el alto muro y por detrás el cielo que

se sonrosaba en el crepúsculo. Se oía el canto del

autillo y, al mismo tiempo, una voz baja, quejum-

brosa, que decía: “Hermano mío, hermano mío,

hermano mío”. Era algo aterrador. Mi madre me

cogió y nos fuimos. ¿Qué había ocurrido? En la

casa contigua vivían dos hermanos que eran

carpinteros. Aquel día uno se había suicidado. Lo

que yo oía era el llanto del hermano. El lamento del

hermano y el lamento del autillo a la vez. Como si

oyeras con voz humana el canto del autillo... ¡Era

surrealista! ¡Jamás lo olvidaré!...

Desde muy pequeño entré en contacto con la pin-

tura porque una de las hermanas de mi madre

pintaba. Cuando vivíamos en Arta, recuerdo que

iba a casa de la abuela. Tendría cuatro años. Era

tan pequeño que no llegaba a tocar el picaporte y

por eso me llevaba una piedra. Al entrar a la casa

había una puerta que daba al patio. Aquella puerta

era de cristal, con cristales de colores, como vi-

drieras. Me ponía de puntillas y me gustaba ver -a

través de los vidrios amarillos y rojos- el patio,

donde había palomares. ¡Cómo se quedan

clavadas aquellas imágenes! Subía a la habitación

de la tía Virginia en la que estaba pintando. Allí olía

las pinturas, los lienzos, y disfrutaba. Un día cogí

unos tubos, me fui a otra habitación y allí dibujé

cosas mías. Olía el óleo y me gustaba. Pero perdí el

tubo, así que me puse a dibujar con el lápiz un

hombrecillo con corona, o sea, un santo, para que

me ayudara a encontrarlo. Y finalmente lo encon-

tré...

Por las tardes, en el colegio, donde mi padre era

maestro, cogía tres tizas, metía dos en la tinta,

una en tinta roja y otra en azul, y pintaba en la

pizarra, en blanco, rojo y azul. Era como pastel.

Otra cosa que hacía frecuentemente era coger las

hojas de exámenes que tenían rayas y dibujaba

encima de las marcas otras líneas, verticales,

inclinadas, espinas, etc. Llenaba hojas y hojas con

líneas que después escondía en un armario en

casa de la abuela. Más adelante, cuando fuimos a

Atenas, conseguí una caja que cerraba con llave y

¿qué hice? Corté papel a medida e hice diferentes

dibujos que cerré bajo llave, y cuando estaba solo

me gustaba contemplarlos. Era mi tesoro.

A los grandes pintores los conocí a través de libros

de arte franceses que mi padre tenía en su biblio-

teca y, básicamente, a través del suplemento de la

revista de la enciclopedia Pyrsós. Allí había

fotografías en blanco y negro de los grandes pin-

tores: Van Gogh, Rembrandt, etc. Se me quedó

grabada una frase de Coreau: “Mejor no ser nada

que ser el eco de los demás”. Y es que yo había

perdido la inocencia. Por desgracia no he hecho

nunca esos bonitos dibujos ingenuos que dibujan

los niños. Recuerdo un día, en Arta, en casa de mi

abuela, tendría entre cuatro y seis años, estaba

dibujando un cisne y la abuela Kalirroe me dijo:

“No, no lo haces bien” y corrigió el cuello. Y es que

lo que yo había hecho no era un dibujo infantil.

Esto tiene su importancia, porque lo que siento es

no haber dibujado esos dibujos inocentes que

hacen los niños.

Nos marchamos de Arta el año de la Catástrofe de

Asia Menor, en 1922. Entonces Arta estaba llena

de refugiados. También nosotros habíamos recogi-

do en casa dos chicas. Veías a la pobre gente en la

calle. Muchos estaban enfermos. La ciudad

despedía un olor concreto, a paño húmedo y hier-

ba quemada a un tiempo. Lo recuerdo todavía. El

olfato recuerda. Oía que mi madre decía que esas

personas habían perdido sus casas, sus bienes.

Me estremeció aquel ambiente. Tanto que cogí una

bolsita que me había hecho mi madre y metí en

ella una lupa, los recortes de los cuadros de las

revistas y unos trozos de película (¡dónde los

encontré!). La bolsita me la colgaba del cuello,

cuando me iba a dormir, para salvarla si pasaba

algo. ¡Esos eran mis bienes! Menciono la inusual

colección de obras de pintura como mi bien más

preciado, en vez de otros tesoros. Parece que

tenía miedo a la muerte.

*Yannis Móralis nació en Arta (Grecia), en 1916. En

1927 su familia se trasladó a Atenas, donde reside.

Comenzó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de

Atenas. Tras la muerte de su padre, en 1937, un filólogo

que desempeñó un papel fundamental en su decisión, a la

hora de elegir dedicarse a la pintura, se fue a estudiar a

Roma y de allí a París. Al final de la Segunda Guerra

Mundial Móralis volvió a Grecia. En 1947 fue nombrado

profesor de la Escuela de Bellas Artes de Atenas, tarea

que desarrolló durante 36 años consecutivos. Desde 1940

ha hecho muchas exposiciones en Grecia y en el

extranjero. Paralelamente ha creado los decorados y el

vestuario de varias obras teatrales. Es el maestro de los

pintores de la Grecia contemporánea.

¿QUÉ HABÍA OCURRIDO? EN LA CASA

CONTIGUA VIVÍAN DOS HERMANOS QUE

ERAN CARPINTEROS. AQUEL DÍA UNO SE

HABÍA SUICIDADO

A LOS GRANDES PINTORES LOS CONOCÍ A

TRAVÉS DE LIBROS DE ARTE FRANCESES

QUE MI PADRE TENÍA EN SU BIBLIOTECA Y,

BÁSICAMENTE, A TRAVÉS DEL SUPLEMEN-

TO DE LA REVISTA DE LA ENCICLOPEDIA

PYRSÓS

Erotiko de Yannis Moralis

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26 M E M O R I A Y A R Q U E O L O G I AIN

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Hace tres décadas, el Estado griego se puso como

objetivo la construcción de un nuevo museo que

pudiera albergar todas las piezas de la Antigüedad

que se han conservado, pertenecientes a la

Acrópolis. Ya desde que se construyó el museo actu-

al, sobre la roca, en el siglo XIX, era evidente que iba

a ser muy pequeño si se quería dar realce a las

piezas arqueológicas de la Acrópolis.

La falta de espacio hizo que muchos de los hallazgos

arqueológicos procedentes de las excavaciones de

la Acrópolis fueran trasladados a otros museos de

Atenas. Las limitaciones del museo existente, el

inmenso significado de los objetos expuestos y el

intento de restablecer la unidad de las esculturas del

Partenón hicieron que la construcción de un nuevo

museo fuera algo apremiante.

En la actualidad, la construcción del Nuevo Museo

de la Acrópolis, a los pies de la Roca Sagrada, en la

parte sur, avanza y esperamos que concluya en el

verano de 2007, e inmediatamente después

empezará el traslado de las piezas de la Acrópolis al

nuevo edificio.

EL PROGRAMA DE LA EXPOSICIÓNPor primera vez tras la conclusión de las excava-

ciones arqueológicas en la roca, todos los impor-

tantes hallazgos de la Acrópolis se expondrán con-

centrados en un único lugar para relatar la historia

de la Acrópolis y de sus laderas. Desde la prehistoria

hasta la época clásica, siguiendo con las épocas

helenística y romana hasta la Antigüedad ulterior,

las ricas colecciones del museo narrarán al visitante

la presencia del ser humano en la Acrópolis.

Paralelamente los vestigios de la antigua ciudad de

Atenas, que fueron descubiertos en el lugar donde

se ha levantado el museo, enriquecerán el programa

de la exposición.

EL MUSEO: FORMA Y CONEXIÓN CON LAACRÓPOLIS“A pesar de las inusitadas limitaciones que impone

Un nuevo museo para la acrópolis

Dimitrios Pantermalís*

Nuevo Museo de la Acrópolis

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su emplazamiento, el museo resulta algo muy natu-

ral y carece de afectación: la base del edificio, cons-

truida sobre vestigios antiguos, visibles a través de

un suelo acristalado; el sector del medio, donde se

encuentran las salas principales de la exposición, y

la culminación del edificio, con el techo de cristal y

las esculturas del Partenón. El objetivo de esta sen-

cillez bien planeada es que los sentimientos y la

mente del espectador se concentren en las asom-

brosas obras de arte”, dice Bernard Tschumi, arqui-

tecto.

La excavación arqueológica en la base del museo, la

cohesión del techo del edificio -la Sala del Partenón-

con el templo sobre la roca así como los objetos

expuestos en sí determinaron la forma arquitectóni-

ca del museo.

El museo da la sensación que levita, mientras que se

apoya en más de 100 columnas que conforman de

esta manera un impresionante caparazón protector

para la excavación arqueológica.

La solución que ha dado el arquitecto para la exposi-

ción de las esculturas del Partenón forma parte de

uno de los ejes más importantes del museo. Un

núcleo rectangular de hormigón atraviesa el edificio

desde el sótano hasta la cima. Allí funciona como

cella en la que se colocará el friso del Partenón y

tiene las mismas dimensiones y orientación que la

cella del tiempo antiguo, desviándose de la orienta-

ción del resto del edificio. Al mismo tiempo permite

que la luz natural llegue hasta la base del edificio,

mientras que proporciona un espacio separado para

las zonas de servicio del museo y para las instala-

ciones electromotoras en todos los niveles.

El contacto óptico del visitante de la Sala de las Es-

culturas con el monumento era una de las exigen-

cias de su obra principal, que se ha logrado gracias a

las trasparencias, a las fachadas de cristal del mu-

seo y, especialmente, en la Sala del Partenón. Para-

lelamente el visitante puede disfrutar de la incom-

parable vista panorámica de la Acrópolis, de las coli-

nas históricas, pero también de la Atenas actual.

UN MUSEO DE ESCULTURAS Y DE LUZAunque va a exhibir una amplísima variedad de obje-

tos, el Nuevo Museo de la Acrópolis es, principal-

mente, un museo de escultura. Las esculturas, que

arquitectónica y libremente adornaban los monu-

mentos y la Roca, estaban bañadas por la luz natu-

ral que cambiaba continuamente. El prolijo empleo

del cristal en las superficies exteriores del museo

permite la entrada de la luz natural y asegura condi-

ciones similares de exposición.

El énfasis en la luz natural es visible en todas las

salas del museo. La luz penetra por el atrio de la Sala

del Partenón y, atravesando el suelo de cristal, ilu-

mina los espacios de exposición hasta el lugar de la

excavación. Los restos arqueológicos reciben luz

natural también a través de las aberturas perimétri-

cas, en forma de colmena, de la base del museo.

LOS ESPACIOS DEL MUSEOFrente a los 1.450 m2 del museo actual sobre la

roca, el Nuevo Museo dispone de espacios de

exposición del orden de los 14.000 m2.

La Sala del Partenón tiene una superficie de 3.200

m2, mientras que la impresionante Sala de la época

arcaica tiene una altura de 10 metros y una superfi-

cie de 1.500 m2.

Una superficie de 7.000 m2 ha sido expropiada en el

perímetro del solar para posibilitar la configuración

del espacio con plantación de árboles.

Además, 4.000 m2 del museo están destinados a

espacios que presten servicios a los visitantes.

ATENCIÓN A LOS VISITANTESEl Nuevo Museo de la Acrópolis ofrece todos los ser-

vicios que exige un museo del siglo XXI. Los espa-

cios que prestan servicios a los visitantes están

principalmente en el sótano. El visitante entra a un

gran vestíbulo en el que están las dependencias de

la tienda del museo, el bar con vistas a la excavación

arqueológica, el anfiteatro con 200 plazas, el espa-

cio de las exposiciones periódicas y la sala de la

realidad virtual. El entresuelo acoge la platea con

multimedia digital y el restaurante, que tiene una

vista panorámica a la Acrópolis.

El museo ha previsto el fácil acceso incluso a per-

sonas impedidas.

EMPLAZAMIENTO DEL MUSEOEl Nuevo Museo de la Acrópolis se encuentra en la

histórica zona de Makriyianni, al sureste de la Roca.

Dista 300 metros de la Acrópolis y unos dos

kilómetros del centro de Atenas, mientras que tiene

acceso directo con la línea de transporte central a

través de la estación de metro “Acrópolis”.

La entrada al museo se encuentra al comienzo de la

calle peatonal Dionisíu Areopayitu, eje central de la

red de espacios arqueológicos agrupados de la ciu-

dad.

Una entrada a la Acrópolis se encuentra justamente

enfrente de la entrada del museo, lo cual facilita al

público la visita combinada del museo y de la

Acrópolis.

ORGANISMO DE EDIFICACIÓN DEL NUEVOMUSEO DE LA ACRÓPOLISEl Organismo de Edificación del Nuevo Museo de la

Acrópolis es persona legal de carácter público de

derecho privado, está administrado por un consejo

que nombró el ministro de Cultura y tiene por objeto

la edificación del Nuevo Museo de la Acrópolis.

La obra de construcción del Nuevo Museo de la

Acrópolis está financiada conjuntamente por el go-

bierno griego y por la Unión Europea, a través del

Programa Empresarial “Cultura” del Tercer Marco

Comunitario de Apoyo.

El presupuesto total para la construcción del museo

asciende a 130 millones de euros.

*Dimitrios Pantermalís nació en 1940. Es arqueólogo y

profesor de arqueología en la Universidad de Salónica.

Su excavación más conocida es la de Dion, la ciudad

sagrada de Macedonia. Fue diputado del gobierno

griego. Ha escrito muchos ensayos sobre arqueología. Es

el presidente del Organismo de Edificación del Nuevo

Museo de la Acrópolis.

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Mi primer contacto con la música comenzó en el

entorno familiar. En casa escuchaba las canciones

de los emigrantes que habían sufrido la catástrofe

de Asia Menor. Las cantaban mis padres. Mi abuela

era muy religiosa y ella es la que me hizo descubrir

la música bizantina, que más adelante desem-

peñaría un papel muy relevante en mi música,

pensemos en el Epitafio o en la Tercera sinfonía. A

través de los amigos de mis padres conocí las can-

ciones comerciales que cantaba la gente.

Fue en la ciudad de Patras donde comencé mis

estudios musicales. Me matriculé en el

Conservatorio, cursé los estudios de teoría musi-

cal, violín, acordeón. En aquella época empecé a

hacer mis pininos en composición musical. Con tan

solo catorce años compuse, en Pirgos, quizás las

canciones más bellas. Musiqué poemas de

grandes poetas como Solomós, Valaoritis o

Palamás.

Mi padre quería que estudiara Derecho para asegu-

rarme un futuro profesional, pero yo me decanté

por la música. En Trípolis recibí las primeras clases

de piano y armonía, y así descubrí las obras del

repertorio clásico: Beethoven, Mozart, Schumann,

Chopin, etc. Allí conocí a la pianista Dora

Apostolatu, para la que escribí obras que presentó

en recitales. También en Trípolis conocí al escritor

Evánguelos Papanutsos, que fue el que convenció

a mi padre de que le llevara mis composiciones al

director del Conservatorio de Atenas.

En esta época de Trípolis, hablamos del comienzo

de la década de los 40, Grecia estaba ocupada por

¡Yo soy helenismo!Mikis Teodorakis*

Apolo

DESDE EL 25 DE MARZO DE 1943 PAR-

TICIPÉ EN LAS MANIFESTACIONES. ME

ENFRENTÉ A UN POLICÍA, PORQUE SENTÍA

LA NECESIDAD DE CASTIGAR A LOS QUE

ME CASTIGABAN, Y ACABÉ TORTURADO EN

LA CÁRCEL.

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los alemanes y personalmente me impliqué en la

situación sociopolítica de mi país, oponiendo

resistencia al régimen. Desde el 25 de marzo de

1943 participé en las manifestaciones. Me enfren-

té a un policía, porque sentía la necesidad de cas-

tigar a los que me castigaban, y acabé torturado en

la cárcel. Me afilié al partido comunista griego.

Fueron años muy difíciles. Sufrí el exilio en las

cárceles de Ikaría y Makrónisos.

Con todo, mi carrera musical discurría a la par. En

1950 obtuve el título del Conservatorio de Música

de Atenas, con sobresaliente cum laude. A partir de

1953 empecé a ganar mi primer dinero como com-

positor. Al año siguiente me dieron una beca para

estudiar en París, lugar al que me trasladé con mi

mujer. Este fue el primer paso de una carrera en la

que iba a triunfar a nivel internacional. Pero mi

sueño era volver a Grecia para componer la música

de mi pueblo, una música que reflejara los amar-

gos momentos que vivía mi país.

Volví a Atenas en 1960 y, a partir de entonces,

empezaron los conciertos populares. Me di cuenta

de que, con mi música, era capaz de movilizar a las

masas. Eso iba más allá de cualquier partido políti-

co, era algo que tenía que ver con el sentimiento

democrático y con la libertad del ser humano. Así,

en 1961 di mi primer concierto, en Eleusis, en el

que quise aunar los siguientes elementos: poesía,

música, creación y pueblo. Elegí Eleusis porque,

como dije a mis colaboradores, allí nos esperan

Deméter, Perséfone y las sombras sagradas de

nuestros antepasados.

He colaborado con muchos músicos y cantantes,

pero mi gran descubrimiento fue en 1963, cuando

en un concierto oí cantar “Mi pena” a una jovencísi-

ma María Faranduri. Me quedé tan impresionado de

su voz que, al final del concierto, fui al camerino y

le dije: “¿Sabes que has nacido para cantar mis

canciones?” Y ella me contestó con una inusitada

confianza en sí misma: “Lo sé”. Desde aquel

momento María sigue siendo mi colaboradora fiel

en toda mi trayectoria musical. Se convirtió en la

intérprete principal de mis canciones. Para su voz

compuse la “Balada de Mauthausen”, sobre versos

de I. Kambanelis. Esta obra, gracias a su voz, dio la

vuelta al mundo. Después le compuse las seis can-

ciones que agrupé bajo el título: Ciclo Faranduri.

Han pasado los años... y María Faranduri sigue

estando a mi lado. Nuestra última colaboración ha

sido la grabación del disco Odisea, que acaba de

ponerse en circulación.

Lo que está claro es que si no hubiera vivido lo que

he vivido, no habría compuesto mi música. La

fuerza motora surge de las vivencias psíquicas que

se llegan a convertir en angustia, dolor, deses-

peración. Como antídoto surgen los sonidos, que

son los que llenan de alegría el alma del composi-

tor. Las vivencias personales componen la esencia

de mi música. Los estímulos principales a la hora

de componer son internos, lo externo es secun-

dario. La única música verdadera es la que está

dentro de nosotros, en cada persona. Nos permite

subir al último peldaño de la felicidad humana, a la

plenitud.

No me impresionan las apariencias. ¿Puede la

espuma de las olas cubrir el mar? De una cosa

estoy seguro: lo verdadero permanecerá. Lo falso

–todo lo falso- muere. El reto de la vida es dar una

respuesta personal viviendo la vida intensamente.

El tipo de vida que más resiste al paso del tiempo

es la vida intelectual, la creación intelectual, esta

es la única que no se acalla. Por eso me atrevería a

decir que, incluso ante la muerte conseguimos la

victoria colectiva cuando la sociedad de una época

es capaz de expresarse y obtener el reconocimien-

to a través de la creación intelectual. La resistencia

y la duración de una creación intelectual no es sino

una forma de inmortalidad. Una victoria ante la

muerte, nuestro último vencedor...

Cada obra de arte auténtica tiene como epicentro

al ser humano. Con otras palabras, irradia human-

ismo. Las artes son varias. Cada uno encuentra su

vía personal. Yo me expreso por medio de la músi-

ca. Por lo tanto, creo yo mismo el material musical

que, debido a mi procedencia, no puede ser otra

cosa que griego. De ahí que no tengo problema de

helenismo. ¡Yo soy helenismo!

En los últimos años he madurado tanto por dentro

que soy capaz de dominar totalmente mi obra cre-

ativa en toda su duración. Finalmente, en mi

soledad, creo el universo musical unitario, para el

cual pienso que he nacido y he vivido. Me siento

vivo cuando escribo e interpreto música.

*Mikis Teodorakis es uno de los principales

compositores e intelectuales griegos del siglo XX,

conocido también por su militancia política,

especialmente como opositor a la junta de los coroneles

en 1974. En 1957 obtuvo el primer premio del Festival de

Música de Moscú por su Suite nº 1 para piano y orquesta.

Con una música de sólida estructura pero de aliento

popular, Teodorakis comenzó una verdadera revolución

en la escena musical griega: acercar la gran poesía de la

Grecia moderna a una inmensa mayoría de público a

través de música de genuina raíz popular y de gran

calidad artística.

... MI SUEÑO ERA VOLVER A GRECIA PARA

COMPONER LA MÚSICA DE MI PUEBLO, UNA

MÚSICA QUE REFLEJARA LOS AMARGOS

MOMENTOS QUE VIVÍA MI PAÍS

LA FUERZA MOTORA SURGE DE LAS VIVEN-

CIAS PSÍQUICAS QUE SE LLEGAN A CON-

VERTIR EN ANGUSTIA, DOLOR, DESES-

PERACIÓN. COMO ANTÍDOTO SURGEN LOS

SONIDOS, QUE SON LOS QUE LLENAN DE

ALEGRÍA EL ALMA DEL COMPOSITOR

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Grecia no es de los países más mediterráneos cer-

canos a España y el contacto entre ambos países no

es tan estrecho como el que tiene con otros países

del Mediterráneo o de Europa. Ni tampoco la cultura

neohelénica ha recibido una influencia de la cultura

española igual de relevante, durante su conforma-

ción en los años más recientes, que la que ha

recibido de la cultura italiana en un principio y de la

francesa posteriormente. Pero a pesar de ello los

escritores griegos, el público lector, e incluso un cír-

culo más amplio de la población, han mostrado

durante el siglo XX un especial interés por la literatu-

ra, el arte y la historia reciente, así como por la

trayectoria contemporánea de España, que se ha ido

incrementando, de modo que en la actualidad este

interés sigue siendo vital.

¿A qué se debe esto? Diría que, a pesar de que la

geografía separa estos dos países, la historia los ha

acercado mucho. Ya el drama de la guerra civil

española había creado una gran conmoción en

Grecia y los griegos la seguían con atención, claro

que cada uno desde su punto de vista personal.

Puedo decir que incluso yo, un niño pequeño que

acababa de empezar a ir al colegio, estaba muy

impresionado por las conversaciones que oía entre

mi padre y sus amigos, en casa, o por los periódicos

que empezaba a leer. Por otra parte, es característi-

co el hecho de que aquellos años escribieron libros

sobre España escritores griegos muy relevantes,

como Nikos Kazantzakis y Kostas Uranis.

Cuando una década más tarde Grecia vivió el drama

de su guerra civil, la guerra civil española se convir-

tió de alguna manera en un punto de referencia. En

medio del ambiente de la guerra civil y de los años

que siguieron a la guerra civil, presenta un gran

interés el entusiasmo con el que tuvo lugar la recep-

ción de la obra de Lorca en Grecia. El teatro inicial-

mente, y después la poesía de Lorca, conmovieron a

un público muy amplio durante muchos años, desde

1947-48 en adelante, y ejercieron una enorme influ-

encia en la dramaturgia y en la poesía griegas.

Incluso impulsaron la composición de algunas obras

musicales de Manos Jatzidakis, las cuales per-

España y Grecia: Dos países lejanos ycercanos al mismo tiempoTitos Patrikios *

CUANDO UNA DÉCADA MÁS TARDE GRECIA

VIVIÓ EL DRAMA DE SU GUERRA CIVIL, LA

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA SE CONVIRTIÓ DE

ALGUNA MANERA EN UN PUNTO DE REFEREN-

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manecen siempre vivas. Esta recepción de la obra

de Lorca dejó huellas tan profundas que un amigo

español que conocía Grecia me dijo una vez que

Lorca ejerció mayor influencia aquí que en España.

Pero más allá de Lorca, España ha desempeñado, en

algunas ocasiones, otro papel en la literatura griega:

en medio de las condiciones de la censura, que duró

muchos años, unos cuantos escritores griegos que

querían que su crítica tuviera un efecto catalizador

trasladaron todo lo que ocurría en Grecia a una

España imaginaria. Se podrían encontrar otros para-

lelismos entre nuestros dos países. Por ejemplo,

recientemente me ha causado mucha impresión la

analogía que existe entre los poetas españoles de la

“promoción poética de los 50” (Ángel González,

Caballero Bonald, Carlos Barral, Goytisolo, Gil de

Biedma, Valente, Brines, Claudio Rodríguez) y los

poetas griegos de la postguerra (Miltos Sajturis,

Tasos Livaditis, Eleni Vakaló, Manolis Anagnostakis,

Mijalis Katsarós, Kikí Dimulá y yo mismo, entre

otros), así como la que existe entre Luis Antonio de

Villena, a quien he conocido últimamente, y los poet-

as griegos de la generación del 70.

Claro que no debemos olvidar que España no es sólo

un país del Mediterráneo. Es además, y quizás

mucho más, un país del océano, un país que ha

creado ese inmenso universo que se encuentra en

un continuo devenir creativo. Sobre este tema se

han escrito miles, millones de páginas y, por

supuesto, no voy a hacer un intento de una manida

repetición de cosas que ya se han dicho. Tan solo

voy a detenerme en algo: Creo que la América his-

panohablante, entre otras cosas, ha constituido un

espejo en el que España, pero también junto con ella

Europa, se han visto a sí mismas. A través de esta

nueva visión y del mundo exterior e interior, han

vuelto a verse a sí mismos los creadores del arte.

Quizás el punto crucial de este procedimiento sean

las geniales Meninas de Velázquez, donde en 1656

el pintor español representa al propio pintor en el

momento en el que está pintando y, a su lado, el

espejo que reduplica el entorno en el cual está pin-

tando. Pero me arriesgaría a decir que lo que hizo

Velázquez en pintura, en el espacio, lo había hecho

medio siglo antes Cervantes, en literatura, en el

tiempo. Llegado a este punto, permítanme terminar

con un texto que publiqué hace años:

Conquistas

Con el descubrimiento de América, la conquista del

espacio concluyó. Las zonas desconocidas eran ya

secundarias. Odiseo regresó por fin a casa. Y

entonces empezó la lucha por la conquista del tiem-

po. El relevo lo tomó Fausto.

Pero Fausto quería conquistar un tiempo que ya

había vivido. Un tiempo conocido. No le interesaba

cambiar el orden del tiempo. Hizo todo lo que pudo

por cambiar él mismo, para reavivar su propio pasa-

do dentro del pasado de un orden del tiempo acepta-

do e inmodificable.

Ambiciones mucho mayores tenía Don Quijote. Él

intentó conquistar un tiempo que no lo había vivido

nunca, desconocido. Luchó por restablecer el pasa-

do dentro del presente, del propio y del de los

demás. Más allá de sí mismo, Don Quijote ambicionó

cambiar el orden del tiempo. Justo lo que ambiciona

todo escritor. CREO QUE LA AMÉRICA HISPANOHABLANTE,

ENTRE OTRAS COSAS, HA CONSTITUIDO UN

ESPEJO EN EL QUE ESPAÑA, PERO TAMBIÉN

JUNTO CON ELLA EUROPA, SE HAN VISTO A SÍ

MISMAS*Titos Patrikios nació en Atenas, en 1928. Poeta,

abogado y sociólogo, es uno de los máximos

representantes de la segunda generación de la posguerra.

En su juventud formó parte de los grupos de Resistencia

Nacional. En 1944 fue condenado a muerte por los

alemanes, pero se salvó en el último momento. Durante

el servicio militar fue exiliado a Makrónisos (1951-1952)

y Ai Stratis (1952-1953). Una de sus experiencias

personales más duras fue su paso por el campo de

concentración en la isla de Makrónisos. Cuando recobró

la libertad, se fue a París, donde estudió sociología y

filología, de 1959 a 1964. Allí tuvo la suerte de vivir de

cerca el mayo del 68 y percibir qué significa luchar por la

utopía. Regresó a Grecia, pero durante la época de la

dictadura volvió a París, donde participó activamente en

las reivindicaciones sociales del 68. Allí trabajó de asesor

científico en la Unesco y en la FAO, en Roma. A Grecia

volvió definitivamente en 1975.

Desde 1954, cuando editó su primera colección poética,

sigue publicando. Ha publicado varias colecciones

poéticas y tres libros en prosa. Su nuevo libro de poemas

se publicará el 3 de diciembre próximo.

Poseidón, Apolo y Artemis

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La mesa redonda contó con la presencia del coordinador del número, el escritor Abdelkader Chaoui, del profesor de la UAM, Gonzalo Fernández Parrilla, y de la

traductora Malika Embarek López, todos colaboradores de esta edición. Fue moderada por el director de Intramuros, Beltrán Gambier.

El acto, organizado por la Embajada del Reino de Marruecos en España, la propia revista y, de un modo especial, la Casa Árabe, fue abierto con unas palabras de

Isaías Barreñada, en representación de ésta última, quien se refirió al sentido de la iniciativa conocida como El Anaquel y explicó que, a través de la presentación de

novedades editoriales, se desea contribuir a la difusión de libros árabes o de temática árabe en español.

La presentación contó con un numeroso público y personalidades de la cultura, tal como se ilustra a través de las imágenes del acto.

La literatura marroquí en las páginas de IntramurosEL VIERNES 30 DE NOVIEMBRE DE 2007 TUVO LUGAR EN EL CENTRO CULTURAL BLANQUERNA DE MADRID LA PRESENTACIÓN DEL NÚMERO 26 DELA REVISTA INTRAMUROS, DEDICADA ESTA VEZ A LA LITERATURA MARROQUÍ.

El director de Intramuros conversa con el Ministro Consejero de la Embajada de Grecia en España,Athanassios Paressoglou, y con el profesor Gonzalo Fernández Parrilla.

Minutos antes de la iniciación del acto.

La mesa en pleno debate. De izquierda a derecha: Malika Embarek López, Abdelkader Chaoui,Beltrán Gambier y Gonzalo Fernández Parrilla.

Intervención de Malika Embarek López.

En primera fila, el Embajador de Grecia en España, Geórgios Gabrielides (izquierda) y el MinistroConsejero de la Embajada de Grecia en España, Athanassios Paressoglou (derecha).

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El país griego es el mar. Es el que constituye el

documento más elocuente de su historia, el que

conforma y explica el carácter de los griegos, el

que le da riqueza y el que, imprevisiblemente,

acaba siendo para ellos la fuente de todos los

riesgos.

Odiseo es el personaje fundador del hombre

griego. Él ha diseñado, con su periplo, el espacio

mental de la actuación de su pueblo, es decir, de la

“otra parte”, acompañado por el sueño del retorno.

Tal fue el viaje de Odiseo que le condujo desde

Ítaca hasta el corazón del Mediterráneo. Así,

desde el comienzo de la civilización griega, tras la

época minoica y cicládica, desde el IV milenio AC

hasta nuestros días, el comercio de bienes y de

ideas ha conducido progresivamente a los griegos

de isla en isla, de orilla a orilla, por todo el con-

torno mediterráneo donde ellos construirían sus

colonias y fundarían establecimientos en los pun-

tos clave del litoral, etapas mayores de las vías

marítimas que unían el mundo abigarrado de este

mar interior. Además, la presencia griega queda

señalada por las comunidades florecientes, desta-

cadas por el papel que desempeñaron y desem-

peñan en la vida intelectual y económica de estos

países.

UNA INCESANTE PRESENCIA DE AYER A HOYNumerosos son los lugares que recuerdan por su

nombre un lejano origen griego. Todavía más con-

siderable es el nombre de las ciudades-puerto

que, en un momento u otro de su historia, serían

ilustres como plataformas del comercio interna-

cional; tal es el caso, por ejemplo, de Alejandría.

Ellas, por sus monumentos pero también gracias a

los hallazgos arqueológicos (a menudo de la

arqueología submarina), nos dan la prueba de una

incesante presencia griega.

Por lo tanto, si tenemos en cuenta que la flota

comercial de este pequeño país sembrado de cen-

tenares y centenares de islas y cuyo litoral se

despliega sobre varios millares de kilómetros, no

es de extrañar que esté hoy en día entre las

primeras del mundo y que los barcos, de tonelaje

diverso, de tipo y de naturaleza variada (la inmen-

sa mayoría se construyen en el mismo lugar en el

que se encontraban los arsenales, conservando

las tradiciones de antaño), constituyan el medio

de transporte más importante en Grecia, tanto

para las personas como para las mercancías.

Se entiende por qué la estela de los barcos y el

oleaje del mar adornan la bandera griega con, por

supuesto, la cruz.

Es, en efecto, la cruz que designa el otro puntal de

las referencias más importantes de la Grecia con-

temporánea.

Sublevada contra el yugo otomano, tras una dom-

inación de cuatro siglos, en 1821 Grecia fue el

primer país balcánico que tenía que recobrar su

independencia. Y fundamentó su personalidad

nacional, entre otras cosas, en la pertenencia a la

comunidad ortodoxa evangelizada gracias a la

obra de los griegos de la época bizantina, cuya

iglesia representa, durante la época de domi-

nación otomana, las aspiraciones de los griegos.

Sus prelados participaron a menudo en los

movimientos de liberación y su clero veló por la

salvaguardia de la cultura helénica, en particular,

por la enseñanza de la lengua griega que, como es

sabido, continúa hablándose sin interrupción, con

las transformaciones naturales que se dan en

toda lengua viva con el paso del tiempo, hasta

nuestros días.

HOMBRES EJEMPLARES, HÉROES LEGENDARIOS Esta particularidad explica, sin duda, el apego casi

carnal que los griegos sienten por todos los perío-

dos de la historia multimilenaria de su país desde

la más alta antigüedad.

Es esa historia que les proporciona el tipo de hom-

bres ejemplares y héroes legendarios que

pueblan la imaginación griega; es la mitología

antigua, donde buscan la expresión más significa-

tiva de sus relaciones con el hombre, la natu-

raleza, lo sobrenatural y el mundo.

Este sentimiento de continuidad invade a casi

todos los griegos, pero también es compartido por

aquellos que se decantan por lo esencial de la his-

toria del Mediterráneo y, por supuesto, de Europa,

como Paul Valéry, que afirma que allí donde los

nombres de Aristóteles, de Platón y de Euclides

tienen un significado, allí es Europa (son todos

nombres de bautismo para los griegos de hoy en

día), o como Andrée Malraux, que no vaciló en

decir que es el mismo pueblo que dijo no a la

tiranía de Prometeo, en la Antígona, que se suble-

vó contra los otomanos con los filohelenos de la

época (Byron y otros) en Mesolongui o que, inclu-

so, resistió contra el fascismo de Mussolini y el

nacismo alemán.

Así “cuando el último muerto de la resistencia

griega se pegó al suelo, él iba a pasar su primera

noche de muerte... bajo las estrellas que han vela-

do los muertos de Salamina”. La “libertad o la

muerte”: nada resume mejor la historia contem-

poránea de Grecia que este lema del eterno com-

bate por la democracia y la dignidad del ser

humano.

Los griegos y el MediterráneoHELENE GLYKATZI-AHRWEILER*

SE ENTIENDE POR QUÉ LA ESTELA DE LOS

BARCOS Y EL OLEAJE DEL MAR ADORNAN

LA BANDERA GRIEGA CON, POR SUPUESTO,

LA CRUZ

... ALLÍ DONDE LOS NOMBRES DE

ARISTÓTELES, DE PLATÓN Y DE EUCLIDES

TIENEN UN SIGNIFICADO, ALLÍ ES EUROPA ...

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*Helene Glykatzi-Ahrweiler nació en Atenas, en 1926.

Reside en París desde los años 50. Historiadora. Ha sido

profesora de historia en la Universidad de la Sorbona

durante muchos años. Se la considera una de las

personalidades más destacadas del mundo universitario,

concretamente en el ámbito de la Bizantinología. Ha

escrito muchas obras sobre la materia. Su actividad en el

mundo cultural, tanto en Francia como en Grecia, es

realmente loable. París y Atenas son sus dos centros de

actividad. Los cargos que ha ocupado a lo largo de su

vida dan cuenta de su talla personal y profesional. Fue

presidenta de la Universidad de Europa, del Centro

Cultural Europeo de Delfos y del Museo Americano de

Arte de Francia. Fue vicepresidenta del Movimiento

Internacional de Responsabilidad Científica y de la

Fundación Daniel Mitterrand. Es miembro

correspondiente de la Academia de Atenas, miembro de

Academias de otros países y doctora honoris causa de

importantes universidades del mundo.

En 1967 fue la primera mujer Jefe del Departamento de

Historia de la Universidad de la Sorbona. En 1976 fue

nombrada rectora de la Universidad de la Sorbona, hito

para los 700 años de historia de esa universidad. Nunca

antes una mujer había ocupado esa responsabilidad.

Isla de Pondiconisi (Corfu). Foto: Alicia Villar Lecumberri

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Huellas

Rastreo mi persona en la lengua. No se me ha otor-

gado otra manera. No sé estampar la diversidad ni

con sonidos ni con colores. Me quedaba modelar el

magma más deslavazado: la lengua.

Me traiciona la lengua, en cada frase. Con mucho

esfuerzo disciplino mi pensamiento, asistente de

mis ideas. Mi persona es imposible reflejarla en pal-

abras y en la redacción, en el “estilo”. Envidio a

Cavafis al que le fue otorgado este reflejo. Bastan

dos o tres versos suyos y dices: “Es Cavafis”.

Está -¿dónde está Cavafis?- la diversidad cincelada

en la lengua, ¿a dónde remite? De ahí el inseparable

dónde, el después de la muerte, toda la angustia y el

esfuerzo de la vida. Si escurres mi esfuerzo

–algunos miles de páginas impresas (desesperada

súplica de comunión amorosa), interminables horas

de lenguaje oral- quedará un único deseo: El

momento de mi último aliento de huir, con el anhelo

de que vuelvo a la patria. Con la loca palpitación de

una espera amorosa. Sólo eso.

Detrás de mí, ¿qué queda? Lo más esencial en la

vida mide lo que le sigue. Aunque esté cincelado en

la lengua, mi cara es huella, no es presencia. La

presencia tiene duración en el amor, no en la lengua.

Naturaleza y lengua se estremecen con pánico ante

lo indisoluble. Tan sólo el sabor de la corresponden-

cia amorosa vence el miedo a la muerte.

Huellas de amor, sí, quisiera que me siguieran.

Aunque fueran tan débiles como los sentimientos de

aquellos que “aman” a Cavafis. Pero no quiero amor

sentimental para mis huellas. Quiero que las

descifren cuantos sigan queriéndome, balbuceando

orientación hacia el amor. El único camino de “sal-

vación”.

Patria

Indisoluble calidez de familiaridad, huella del más

allá. Relaciones de inmediatez, entrañable proximi-

dad, vínculos y amistades, queridos difuntos: Patria.

Imágenes, sonidos, sabores, sensaciones del tacto,

costumbres de cotidianeidad. Todo llegado de muy

lejos, estalactitas de experiencia acumulada durante

siglos.

Me tocó en suerte una embrutecida ciudad de

nacimiento. Lepra de cemento sobre una tierra muy

ensalzada. Fealdad, suciedad agobiante, humo

negro pegado por doquier: en las lamentables

fachadas de los antiestéticos edificios, en las floritu-

ras del aldeano neoclasicismo de reventa, en los

míseros arbolitos del raquítico activismo de los

alcaldes. Edificaciones sobreelevadas de manera

paranoica en calles estrechas, pasillos de cárcel con

murallas elevadísimas. Ruido por todas partes,

innumerables monstruosos escarabajos metálicos

sobre los putrefactos despojos de la ciudad. Atenas,

el vandalismo más criminal en la historia.

Esto me ha sido dado, es mi familiaridad tangible.

Aquí hay huellas de mi vida por todas partes.

Continuidad de relaciones y tiernos recuerdos en

fondo ya irregular e impropio. Infantiles guerras con

piedras en la calle Fokíonos Negri, en la calle Eolu, de

compras con la madre, la rana de piedra en la Plaza

Ágamon que apenas cabía en mi regazo infantil, des-

files estudiantiles en el Parque de Ares, manifesta-

ciones de estudiantes universitarios en la Plaza de

Síndagma, la primera cita amorosa en la Puerta de

Adriano, la primera conferencia en la Sociedad de

Arqueología. ¿Qué intento decir? Cada esquina, cada

manzana concentra recuerdos. Sensaciones

imborrables realizan el cómputo del espacio, imá-

genes de personas queridas, presencias vivas a

cada paso. Atenas, mi patria, patio de mi vida.

En los cien metros que andaré hoy, se dará el caso

de que algunos me saluden, me granjearé amis-

tosas sonrisas. Familiaridad de la tierra patria que se

amplía: playas en las que he nadado, pinos con olor

a resina que he respirado, arcilla roja, brezos con la

lluvia, etéreas montañas a la puesta del sol, el tacto

de la cal, el canto de las aguas al rozar los plátanos.

Una tierra que abrazará tierna, familiarmente, mi

cuerpo inerte, con algunas personas alrededor que

llorarán por el final de la continuidad de las rela-

ciones perceptibles.

GRECIA POR DENTROEl Estado no es la patria. Ni la invención de “nación”.

La patria del trato sensible da sentido a la vida con el

que se injerta en la carne común de la lengua, en la

experiencia trasvasada que constituye la conciencia

histórica.

Años infantiles, cuando la casa paterna, el abrazo

materno, el colegio, el entorno familiar se centraban,

obviamente, en la patria. Tesela a tesela, se con-

formaba el sentido. Con imágenes, esto es, con sen-

timientos, no con ideas. Cascos, lanzas y escudos,

Cinégiro que coge el barco persa con los dientes, los

estrechos de Salamina llenos de armazones hechos

añicos: primeras savias de orgullo por la exten-

uación griega antigua, la nobleza del nombre griego.

Alejandro Magno, el mítico valiente, espada que

corta el nudo gordiano. El águila de doble cabeza,

Santa Sofía, emperadores con vestiduras sacerdo-

tales bordadas de oro, el fuego griego, el último

paleólogo muerto en la Puerta de San Román.

“Fustanelas” (faldas tradicionales de la guardia

nacional griega), yataganes, la voz atronadora de

Kolokotronis, Odiseas Andrutsos saltando por enci-

ma de tres caballos.

Compensación de imágenes de imaginación infantil

con la vista de la blanquiazul, con la melodía del

himno. La patria era una sensación corpórea de

1Pronunciación fonética: “Jristos Yanarás”

La patria por dentroChristos Yannaras1*

SI ESCURRES MI ESFUERZO –ALGUNOS

MILES DE PÁGINAS IMPRESAS (DESESPE-

RADA SÚPLICA DE COMUNIÓN AMOROSA)

INTERMINABLES HORAS DE LENGUAJE

ORAL- QUEDARÁ UN ÚNICO DESEO: EL

MOMENTO DE MI ÚLTIMO ALIENTO DE

HUIR, CON EL ANHELO DE QUE VUELVO A

LA PATRIA

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escalofrío, como cada amor. La cantábamos en las

serenatas: “Mi querida patria, mi amada patria, mi

amor azul, Grecia dorada”. Años difíciles, todos los

años: ocupación alemana, hambre, guerra civil,

muerte por todas partes, privación, propagandas,

fanatismos, división venenosa. Las experiencias

conscientes de la patria, todas ellas congoja,

vergüenza, indignación. Los dirigentes don nadie,

cómicos, el desarrollo irregular, la preocupación

primera, la palurda insaciabilidad.

Como con la indigencia de la ciudad natal. He tenido

que conciliar el centralismo infantil en la patria con

la experiencia cotidiana de la repugnancia a todo lo

griego. Así nació la duda crítica, la fatigosa búsque-

da: qué significa ser griego hoy en día, donde puede

salvarse, en la tosca Grecia de nuestros días, una

propuesta actual de civilización de alcance univer-

sal.

*Christos Yannaras. Filósofo, profesor y escritor. Nació

en Atenas, en 1935. Estudió en las universidades de

Atenas, Bonn y la Sorbona (París). Ha impartido clases

de Filosofía, Diplomacia Cultural y Ontología

Comparada en Universidades de Francia, Suiza y Grecia.

Ha escrito muchos libros, que han sido traducidos a

varias lenguas. Es un especialista en temas de religión

ortodoxa. Además escribe artículos de opinión en

periódicos, sobre temas de política y sociedad.

falta epigrafe

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Nosotros siempre intentamos entender las palabras

originales de Occidente, dialogar con ellas. He aquí:

logos (lenguaje y pensamiento del hombre y del

mundo), cosmos (orden y totalidad de todo lo que

es), physis (que no significa naturaleza), théos,

alêtheia (palabra polisémica por excelencia que

expresa, con mucha ambigüedad, lo abierto, lo no-

velado, lo verdadero), anthropos on (lo que es),

teoría, phainomenon (que, aparentemente, se dis-

imula), idea (que no es nuestra idea), psyché (no

psicológico), polis, nomos y thesis (ciudad-estado,

ley y posición), poiêsis, praxis, techen (arte y técni-

ca), y no en último lugar, philosophia. La palabra

“metafísica” no es un término original.

El pensamiento griego hunde sus raíces en la lengua

de Homero (en torno del siglo VIII a.C.). A través de

Heráclito y Parménides, Platón y Aristóteles -hasta

Plotino (siglo III d.C.), que marca el encuentro del

pensamiento helénico con la teología judeo-cris-

tiana- se despliegan los momentos fundamentales

del pensamiento griego.

La historia de la lengua griega comporta principal-

mente tres etapas:

1. El griego antiguo, con sus diferentes dialectos,

que acaba dominando la prosa antigua. 2. El griego

helenístico, alejandrino, la lengua común -la coiné-

que es también, más o menos, la lengua de

Bizancio.

3. El griego moderno que puede ser más sabio y

purista -kathareuousa- o de origen más popular -la

demótica- lengua hablada y ahora normalmente

escrita. Bastante inmediata, concreta, llena de imá-

genes, puede ser muy poética. En cambio, es muy

difícil filosofar en griego moderno.

¿Una lengua no se gasta con el tiempo que ha acaba-

do y agotado todas sus posibilidades creativas?

¿Pero en qué lengua decirlo? No son sólo los orí-

genes los que permanecen enigmáticos. Los resul-

tados, los fines que duran lo son tanto o más.

La filosofía como tal -la palabra y la cosa- nació en

Grecia. ¿Por qué? No hay respuesta. Y esta ausencia

de respuesta no constituye un defecto, una falta.

Los grandes eventos de la Historia del mundo que

no se reducen a lo que se llama historia mundial -

empírica, visible, campo de explicaciones causales y

de interpretaciones diversas y variadas- no dejan de

enunciar una pregunta. Los grandes eventos funda-

mentales permanecen únicos, sin “por qué”.

Desempeñan porque desempeñan.

La filosofía griega, tras haber sido desplegada en el

mundo griego y trivializada por los romanos, se

encuentra con la fe, la teología y las representa-

ciones judeo-cristianas, y fecunda la filosofía euro-

pea y moderna destinada a conocer su expansión

planetaria. Conjuntamente con el llamamiento inicial

y con el devenir de la filosofía, se desarrollan cien-

cias y técnicas. La técnica científica, a un tiempo

teórica y práctica, se puso a partir de un buen

momento a dominar universalmente, y cada vez

más amplia y decisivamente.

Para esclarecer el destino de la lengua y el pen-

samiento helénicos, es necesario hacer mención de

las traducciones árabes de algunos sabios y filóso-

fos griegos que, en numerosos casos, fueron tra-

ducidas de nuevo del árabe al latín. De esta manera

el occidente medieval tuvo a menudo conocimiento,

ya que todavía no disponía de los textos originales.

La obra, o la mayor parte de las obras fundamen-

tales de Aristóteles, editadas tardíamente bajo el

título de Metafísica (siglo I a.C.), que recogen y ela-

boran lo esencial de la historia y de la sistemática

griegas, fueron traducidas al árabe en el siglo IX. La

teología cristiana tiene dos polos principales: San

Agustín, místico, doctrinal, platónico y neoplatónico,

y Santo Tomás de Aquino, escolástico y aristotélico.

Escuchemos ahora las palabras esenciales de la

lengua latina. Ratio (que no dice logos y donde ratio

y oratio se separan), res (la todopoderosa que, por

el acusativo rem, da a nuestra nada, a la cual

pertenecemos, más de lo que nos corresponde),

veritas (término que conocerá la definición ulterior y

fatal: adaequatio intellectus y rei), natura, lex, jus.

La lengua, el pensamiento y la existencia de los

romanos, con su res publica y su imperium, no son,

hablando con propiedad, productivamente filosófi-

cos. Y esto a pesar de Lucrecio, Séneca y Cicerón

–poeta, hombre de estado, orador y erudito- que

hicieron, sin duda, loables esfuerzos literarios,

razonados y reflexivos. Sin embargo, la lengua lati-

na, profundamente marcada por la teología cristiana

y medieval, en su vertiente occidental, se entiende

y, asimismo, la filosofía europea moderna, tanto

francesa como alemana.

Del latín, una línea directa conduce al francés. El

francés más o menos filosófico va de Montaigne a

Descartes -que escribe también en latín- y a Pascal,

y de Voltaire, Diderot y Rousseau a Auguste Comte,

Proudhon, Bergson, Sartre, Merleau-Ponty y otras

investigaciones contemporáneas.

El pensamiento francés es, en el fondo, antropológi-

co -psicosocial- y racionalista. La lengua es y queda

fuertemente marcada por su carácter literario. Es a

la vez su mérito y su límite. Pues si el francés aven-

taja en claridad, muchas veces esta famosa claridad

perjudica la profundidad. Es en la prosa, la novela y

sobre todo la poesía, especialmente con Rimbaud,

cuando la lengua francesa sobrepasa las realiza-

ciones del estilo y manifiesto del genio.

La lengua alemana presenta un parentesco estruc-

tural con la lengua griega. En lo que se refiere a la

filosofía alemana –clásica, posthegeliana y contem-

poránea-, está fuertemente marcada por sus rela-

ciones con el pensamiento helénico. Lo prologa, lo

cuestiona y lo mediatiza.

El pensamiento alemán va de Maître Eckhart (siglo

El lenguaje de la filosofíaKostas Axelós*

NO SON SÓLO LOS ORÍGENES LOS QUE

PERMANECEN ENIGMÁTICOS. LOS RESUL-

TADOS, LOS FINES QUE DURAN LO SON

TANTO O MÁS

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XIV), que escribe en latín y en alemán y sobre el que

volverán Hegel y Heidegger, pasando por Leibniz

que escribe en latín, en francés y en alemán, a Kant,

Hegel, Marx, Nietzsche y Husserl, Heidegger y

Wittgenstein.

La lengua alemana tiene ricos recursos. Sus posibi-

lidades son múltiples. Sus palabras y sus combina-

ciones tienen una profunda resonancia y se enlazan

armónicamente. Sus portavoces más significativos

-poetas, pensadores, filósofos- llegaron a las cum-

bres más altas y exploraron los fondos de los abis-

mos, para hablar todavía un lenguaje poético-

metafísico, en tanto que busca abrirse una vía en

relación con la lengua y con el mundo.

Sin embargo, se plantea la siguiente cuestión: ¿El

alemán de las creaciones decisivas alcanzó sus

límites? ¿Denota un cierto agotamiento? Sus pala-

bras fundamentales, en diálogo con las palabras

griegas, ¿están, por decirlo así, saturadas? El

planteo no puede sino quedar abierto.

Esta breve exposición sobre el griego, el francés y el

alemán como lenguas de la filosofía no podría termi-

narse con la enumeración de una serie más o

menos larga, de grandes nombres -griegos, france-

ses, alemanes- que se vienen arrastrando en los

manuales y en los diccionarios, entre los periodistas

y los catedráticos de universidad, en las ciénagas y

los activismos de lo que se denomina pomposa-

mente cultura. Deseo decisivamente, una vez llega-

do al final, nombrar a algunos singulares pen-

sadores -entiéndase pensadores- cuya importancia

es histórico-mundial. He aquí. Heráclito y

Parménides, Platón y Aristóteles, Descartes, Kant,

Hegel, Marx, Nietzsche y, probablemente, Heidegger.

Divirtámonos.

*Kostas Axelós nació el 26 de junio en Atenas. Estudió

en un instituto griego y paralelamente en el Instituto

Francés de Atenas y en el Colegio Alemán. La guerra lo

orientó hacia la política: bajo la ocupación alemana e

italiana tomó parte activa en la Resistencia y después, en

la guerra civil –donde los ingleses se comprometieron

militarmente-, fue organizador, periodista y teórico

comunista (1941-1945). Se hizo excluir del partido

comunista griego y fue condenado a muerte por un

tribunal militar nacional y nacionalista. Se instaló, en

junio de 1945, en París. Prosiguió los estudios de

Filosofía en la Sorbona, donde fue profesor de 1962 a

1973. Dio conferencias por todas partes del mundo y ha

escrito sobre Heráclito, Pascal y Rimbaud, Hegel,

Nietzsche, Marx y Heidegger, desarrollando un

pensamiento postmarxista y postheideggeriano. Ha

escrito en griego, francés y alemán, una veintena de

libros. Sus escritos han sido traducidos a dieciséis

idiomas.

Remontándose al pensamiento poético de Heráclito y a

través de la historia mundial del pensamiento, se esforzó

por promover, escudriñando el horizonte del

vagabundeo, un nuevo pensamiento de juego de la

totalidad fragmentaria, pensamiento histórico y

sistemático, abierto y multidimensional, interrogante y

planetario, enfrentándose a la apuesta de la era técnica.

La cuestión del pensamiento queda relegada, ya que va

ligada a la experiencia individual e histórico-mundial:

son interrogadas las diferentes instancias y se emite un

informe sobre él. Al otro lado de la cerradura hay una

abertura.Sileno

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La lengua griega no es una cuestión de los últimos

treinta o cincuenta años: es fruto de una

evolución ininterrumpida de cuarenta o más

siglos. Históricamente, el carácter unitario de la

lengua griega (a pesar de todos los cambios

estructurales que ha sufrido con el paso de tantos

siglos) no permite entender en profundidad su

forma actual sin una visión global de ésta.

LA PARTICULARIDAD DE LA LENGUA GRIEGAQue la lengua griega ocupa un puesto particular

entre las 2.700 lenguas del mundo constituye una

simple confirmación empírica. Si bien es correcto

que, según lo que se desprende de la ciencia

lingüística, todas las lenguas de los pueblos (las

llamadas lenguas “naturales” o “nacionales”) son

equivalentes como sistemas de comunicación, es

cierto que determinadas lenguas que han

levantado el peso de las formas desarrolladas de

la cultura humana han sido cultivadas en mayor

grado y así se diferencian de las demás. La lengua

cultivada por excelencia es la griega, ya que fue

trabajada durante 30 o más siglos en la expresión

de conceptos sutiles de filosofía y ciencia, de

conceptos muy relevantes en el discurso político

y en las instituciones políticas, de conceptos

complejos del discurso evangélico y de la

patrística, así como de reflexiones profundas del

drama antiguo, de la prosa y de la poesía. La

observación de Odiseas Elitis (en el discurso de la

ceremonia en la que le fue entregado el Premio

Nobel de Literatura en diciembre de 1979) de que

La lengua griegaGeorgios Babiniotis1*

...“A LO LARGO DE VEINTICINCO SIGLOS NO

HA EXISTIDO NI UNO, REPITO, NI UNO QUE

NO HAYA ESCRITO POESÍA EN LENGUA

GRIEGA. AHÍ RADICA EL GRAN PESO DE LA

TRADICIÓN QUE ESTE INSTRUMENTO LE-

VANTA”

Nocturno. Obra de Karavouzis

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“a lo largo de veinticinco siglos no ha existido ni

uno, repito, ni uno que no haya escrito poesía en

lengua griega. Ahí radica el gran peso de la

tradición que este instrumento levanta”, explica,

por parte del creador, el lugar privilegiado del

griego entre las lenguas del mundo.

Por supuesto que no es casual que la lengua

científica internacional ha formado -y sigue

formando hoy en día- la mayoría de los términos

en diversas áreas de la ciencia (medicina, física,

filología, filosofía, teología, tecnología, etc.)

recurriendo a raíces griegas, palabras o

componentes. A través de los grandes textos del

pensamiento griego, textos de Platón o de

Aristóteles, de Homero, de Hesíodo o de Píndaro,

de Esquilo, de Sófocles o de Eurípides, de

Tucídides, de Jenofonte, de Demóstenes, de

Polibio o de Plutarco, a través de textos del

Evangelio expresado en griego, de los Padres de la

Iglesia, de la himnografía bizantina, etc., las

palabras-conceptos de la lengua griega pasaron al

lenguaje coloquial de las lenguas europeas y, a

través de estas, a la mayoría de las demás

lenguas.2 Palabras como teoría o método empírico,

organización y sistema, análisis y síntesis, idea,

tesis y tema, crisis y criterios, problema y

programa, esfera y atmósfera, época y período,

entusiasmo, magia y misterio, simetría, música,

tono, ritmo, melodía y orquesta, política y

democracia, diálogo y monólogo, energía y pasión,

poesía, teatro y drama, historia y tecnología,

escuela, máquina, pero también automático y

atómico y electrónico, el mismo nombre de

Europa y otros tantos miles de palabras,

conforman el léxico internacional.

La universalidad de la lengua griega se puede

concebir doblemente:

a) Axiológicamente: es natural que la irrepetible

originalidad de concepción, profundidad y riqueza

de ideas de los textos de los grandes pensadores

griegos influyeran claramente desde un punto de

vista lingüístico, ya que las ideas tienen como

vehículo las palabras.

b) Históricamente: la lengua griega, en el período

posclásico, con Alejandro Magno, fue la primera

lengua en el mundo, lengua de transacciones

entre muchos pueblos (lingua franca) y, al mismo

tiempo, una lengua cultural.

Pero existe una tercera dimensión de carácter

universal de la lengua griega, a la que no se le ha

prestado la suficiente atención: el hecho de que

los griegos fueron los primeros estudiosos de la

lengua griega y, en general, de la lengua humana

junto con el hecho de que el análisis de la lengua

griega por parte de los gramáticos y filósofos

antiguos constituyó (a través del latín) la base de

análisis de todas las lenguas posteriores.

Por último, la universalidad de la lengua griega no

está al margen del prestigio que obtuvo a nivel

internacional como lengua del Nuevo Testamento,

la lengua de los grandes Padres de la Iglesia

Cristiana y, no menos, la lengua por excelencia de

la himnografía y del culto eclesiástico.

EL ORIGEN DE LA LENGUA GRIEGALa lengua griega pertenece al grupo de lenguas

que constituyen la familia de las lenguas

indoeuropeas, que presentan un estrecho

parentesco estructural (gramática y sintaxis) y

lexicológico, y que se diferencia del resto de las

lenguas y grupos de lenguas. Así, por ejemplo, el

griego y las demás lenguas indoeuropeas difieren

radicalmente de las lenguas del tipo estructural

aglutinante, como el turco, el finlandés, las

lenguas indias o el japonés, entre otras.

Difiere de las lenguas semíticas meridionales

(árabe, hebreo, africano) que se caracterizan por

la alternancia de elementos en la raíz, como así

también difiere de las lenguas monosílabas

(chino, tibetano, tailandés, etc.) y del resto de las

familias lingüísticas.

La diferenciación de la lengua griega del resto de

las lenguas de la familia indoeuropea y la

evolución de las características lingüísticas

específicas que la diferencian de ellas (el antiguo

indio, las alemanas, las eslavas, etc.) tendría

lugar, naturalmente, tras el alejamiento de los

griegos del resto de los indoeuropeos,

probablemente durante el tercer milenio, ya que al

menos en el año 2000 a.C. los griegos aparecieron

en oleadas en el espacio geográfico en el que se

asentaron y al que le dieron el nombre de Grecia.

En la configuración de la lengua griega no parecen

haber desempeñado un papel importante la

lengua o las lenguas de los pueblos prehelenos

que los griegos encontraron en el espacio griego

(conocidos históricamente como los Pelasgos). La

lengua de los griegos prehelenos constituyó un

sustrato lingüístico de pequeña importancia en la

lengua griega, que puede ser localizado

metodológicamente por elementos lingüísticos

que ni el griego ni ninguna otra lengua

indoeuropea pueden hallar.

LA ESTRUCTURA DE LA LENGUA GRIEGA Y SUEVOLUCIÓN Es natural que con el paso del tiempo –un espacio

de tiempo tan prolongado- una lengua de 40 siglos

de vida, me refiero a la lengua griega, haya sufrido

cambios. Cambios en sus sonidos, que componen

la manera de pronunciarla; o semióticamente,

cambios en los significantes (en la manifestación

fonológica) de las palabras. Cambios, además, en

la estructura gramatical (morfología), es decir, en

el modo que con diferentes morfemas

gramaticales (desinencias, prefijos, sufijos,

infijos, elementos de configuración) expresa los

significados gramaticales.

Del mismo modo, es natural que haya sufrido

cambios en la estructura sintáctica, en la manera

con la que compone las palabras en conjuntos

(frases, oraciones, períodos, parágrafos, texto),

así como, sobre todo, cambios en el léxico, ya que

las nuevas necesidades de expresión (objetos,

relaciones, instituciones, situaciones, etc.)

surgen en la vida cotidiana de cada pueblo con el

paso del tiempo.

Así, la lengua griega ha sufrido bastantes cambios

en su estructura. Con todo, estos cambios no han

sido tantos ni tales que alteraran la fisonomía

estructural de la lengua griega hasta tal punto que

el griego de hoy en día, por ejemplo, no pueda

acercarse y entender, más o menos, un texto en

prosa de Jenofonte, Platón o Plutarco con un

esfuerzo mínimo y la orientación apropiada.

POR ÚLTIMO, LA UNIVERSALIDAD DE LA

LENGUA GRIEGA NO ESTÁ AL MARGEN DEL

PRESTIGIO QUE OBTUVO A NIVEL INTERNA-

CIONAL COMO LENGUA DEL NUEVO

TESTAMENTO, LA LENGUA DE LOS

GRANDES PADRES DE LA IGLESIA

CRISTIANA Y, NO MENOS, LA LENGUA POR

EXCELENCIA DE LA HIMNOGRAFÍA Y DEL

CULTO ECLESIÁSTICO.

*Georgios Babiniotis nació en Atenas, en 1939. Uno de

los filólogos más renombrados de Grecia. Es el autor del

Diccionario de la Lengua Griega Moderna, publicado en

1998, y del cual ha sido publicada una segunda edición

revisada y completada, en enero de 2002. Es una de las

obras de referencia obligada para la lengua griega, así

como Gramática Estructural del Griego Moderno, que ha

escrito en colaboración con Cristos Clairis. Ha sido

muchos años profesor de lingüística de la Universidad de

Atenas, de la que fue rector. Es presidente de la Sociedad

Educativa Arsakio y de la Fundación Griega para la

Cultura. Su actividad científica es enorme: escribe

artículos sobre lingüística en el periódico To Vima, da

conferencias y seminarios sobre la lengua griega, por

todo el mundo y es redactor científico de programas de la

Televisión Nacional de Grecia.

1 Transcripción fonética: Yeoryios Babiniotis 2Véase: G. Babiniotis, Lengua griega: pasado, presente y futuro, Atenas, ed. Gutenberg 1994, págs., ___-____ (“Contextura y particularidad de la lengua griega”). Ed. en griego.

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