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International Trade Union Confederation - Building Workers’ Power · 2016. 6. 28. · en América Latina y el Caribe. Consideramos que a partir de un diagnóstico preciso de la

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331.34C748j Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las

Américas Juventud y trabajo decente en América Latina: Diagnóstico

general / Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas -- 1a. ed. -- San José, C.R.: CSA/CSI, 2009. 60 p.; 28 x 21.5 cm.

ISBN 978-9968-914-12-3

1. Jóvenes. 2. Empleo. 3. Política laboral. I. Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas. II. Título.

Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas, CSA

Juventud y Trabajo Decente en América Latina: Diagnóstico General

Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas – CSA

Secretariado

Sede CSA – Brasil

Rua Formosa, 367, 4° andar, Cjto. 450

Centro São Paulo – SP – BrasilCEP 01049 – 000

Tel.: +55 11 2104 0750Fax: +55 11 2104 0751Correo – e: [email protected]

Presidenta: Linda Chávez-Thompson

Presidente Adjunto: Julio Roberto Gómez Esguerra

Secretario General: Victor Báez Mosqueira

Secretaria de Política Sindical y Educación: Amanda Villatoro

Secretario de Política Económica y Desarrollo Sostenible: Rafael Freire Neto

Secretario de Política Social: Laerte Teixeira da Costa

Programa de Juventud: Paola Brenes Hernández

Asesora Técnica - Política

Oficina CSA Centroamérica – Costa Rica

Sabana Norte,

Del Restaurante el Chicote, 100 mts norte, 25 mts oeste, 75 mts norte.Apdo. Postal 1577 – 11501, San Pedro de Montes de Oca

Tel.: +506 2291-7900 +506 2291-7901 Fax: +506 2291- 7898 Correo – e: [email protected]

Investigador: Juan Franco

Edición: Paola Brenes Hernández

Diseño y Diagramación: Diseño Editorial S.A. / www.kikeytetey.com

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Índice

1. Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

2. Introducción: ¿Por qué los y las jóvenes deben ser tenidos en cuenta? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

3. Contexto Regional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 1

4. La educación: Herramienta para el desarrollo social y económico de la Juventud Latinoamericana . . . . . . . 1 7

5. Mercado Laboral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 5

6. Jóvenes y Organizaciones Sindicales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 7

7. Crisis Financiera Internacional y sus Impactos en el Empleo Decente de los y las Jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

8. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 3

9. Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 5

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La Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA) fue fun-dada en el mes de marzo del año 2008, y

es heredera histórica del movimiento sindical autónomo, independiente, democrático, clasis-ta, plural, solidario y combativo, en aras de la construcción de un modelo de desarrollo de un modelo de desarrollo económico y social huma-nitario, sostenible y solidario con justicia so-cial, donde el Estado sea agente promotor de la inclusión social.

En el Congreso Fundador de la CSA, reali-zado en la Ciudad de Panamá, las reivindica-ciones y luchas por las personas jóvenes traba-jadoras no se hicieron esperar:

“En este sentido, el movimiento sindical y la juventud trabajadora se necesitan mutuamen-te, ésta para potenciar sus capacidades reivin-dicativas y el sindicalismo para fortalecerse y responder desde una cultura organizativa que refleje las necesidades de toda la clase trabaja-dora actual”.

El año 2008 fue declarado por los presiden-tes y jefes de Estado iberoamericanos, como el Año Iberoamericano de la Juventud, por lo que la XVIII Cumbre versó sobre el tema Juventud y Desarrollo. La Declaración de San Salvador expresa un compromiso formal de los y las lí-deres de la región en visualizar a la juventud como sujeto activo en las políticas públicas nacionales.

Poco a poco la región ha entendido y capita-lizado el interés en la juventud, y el movimiento sindical no ha sido la excepción. Por ello, la CSA se ha comprometido a empoderar a la juventud trabajadora como sujeto social y sindical, que

Presentación1.

tenga pleno ejercicio de sus derechos políticos, laborales y sociales.

Como parte de la labor de empoderamiento, la Secretaría de Política Sindical y Educación a través del Programa de Juventud han coordina-do la elaboración de este documento diagnósti-co, que pretende ser una herramienta clarifica-dora de la situación de la juventud trabajadora en América Latina y el Caribe. Consideramos que a partir de un diagnóstico preciso de la si-tuación regional, es posible construir colectiva-mente las líneas de acción necesarias en el ca-mino hacia el trabajo decente para las mujeres y hombres jóvenes de nuestra región.

Esta es una de las acciones que la CSA, en coherencia con sus principios fundadores y los compromisos asumidos en el Programa de Acción lleva a cabo, entendiendo que la juven-tud no sólo representa el futuro del sindicalis-mo, sino también el presente, el cual urge de su participación activa para la defensa del trabajo decente para todos y todas.

Este documento se ha realizado gracias al apoyo de la Federación Sindical Holandesa (FNV), a quien agradecemos su asesoría y soli-daridad para con la región.

Amanda Villatoro

Secretaria de Política Sindical y EducaciónCSA/CSI

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A lo largo del siglo XX, América Latina fue el continente cuya población creció de mane-ra más consistente pasando de 87 millones

de personas en el año 1920 a cerca de 556 mi-llones en el 2008. La tasa de crecimiento media de la población durante los últimos 8 años ha sido del 1,4%, ligeramente por encima del pro-medio mundial pero con una fuerte tendencia a converger. La población comprendida entre los 14 y los 24 años de edad representa el 35% de la población total lo cual se traduce en una gran oportunidad que algunos autores han de-nominado bono demográfico. Una oportunidad económica que se genera cuando en un país el número de personas jóvenes excede con holgu-ra al de niños y ancianos (SEGIB et al, 2008).

Esta situación representa un riesgo y una oportunidad. La disponibilidad de una fuerza laboral joven y capacitada puede ser un gran recurso, que capitalizado de ma-nera adecuada representaría un impulso importante para que la región pueda su-perar el círculo vicioso de la transmisión intergeneracional de la pobreza y alcanzar niveles sostenibles de desarrollo económi-co y social.

Algunos estudios han encontrado que este bono demográfico representó al menos un ter-cio del crecimiento de los países del Sudeste

Asiático en la década del noventa1. Además, la disminución en el número de niños, niñas, an-cianos y ancianas, puede liberar recursos que pueden ser enfocados hacia la capacitación de la población económicamente activa generan-do aumentos importantes en la inversión y el ahorro2.

La tendencia demográfica constituye uno de los principales motores del desarrollo, aun-que no el único. Un mayor número de personas jóvenes representa aumentos en productividad, mayores tasas de ahorro, aportes al sistema de seguridad social y menor gasto en servicios de salud. Por otro lado, si no se ejecutan las po-líticas adecuadas (laborales, educativas, etc.) para tomar provecho de está situación, esta característica demográfica puede representar una amenaza potencial para la estabilidad de la región y la garantía de los derechos humanos de los y las jóvenes..

En este sentido, es importante que los go-biernos entiendan este bono demográfico den-tro de un enfoque general de derechos huma-nos y desarrollo, ya que la población joven es el principal activo con que cuentan los países de América Latina y la garantía en el cumplimiento

1 Para un estudio más profundo sobre el tema ver: Bloom, Canning y Sevilla 2001; Mason y Lee 2004

2 Para un estudio más profundo sobre el tema ver: Webb y Zia, 1989; Kelley, 1973, Mason 1988.

Introducción: 2. ¿Por qué los y las jóvenes deben ser tenidos en cuenta?

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y la protección de sus derechos humanos debería ser una política de

Estado. Esto último con un enfoque especial sobre las condiciones laborales y las posibili-dades de capacitación, pues es sobre estos dos pilares que se construye una vida donde la li-bertad y el respeto son características indele-bles del desarrollo humano.

El Banco Interamericano de Desarrollo afir-ma que la demografía ha jugado un papel fun-damental en la diferencia en el desarrollo en-tre América Latina y los países desarrollados. Sin embargo, no son claros los canales a tra-vés de los cuales la demografía afecta la senda de crecimiento de un país. Al parecer la gran cantidad de niños/as por adulto/a en edad de trabajar ha presionado de manera importante la trayectoria de crecimiento de la región si se tiene en cuenta el mayor gasto en servicios de salud y educación que se tiene que hacer en esta población (BID, 2000).

Existen sin embargo algunos elementos adicionales que habrá que considerar. El inmi-nente cambio demográfico deberá ser acompa-ñado por políticas laborales, educativas y re-formas a los sistemas de seguridad social y de salud que se adapten a esta nueva realidad y políticas que reconozcan el potencial aumento de la criminalidad, teniendo en cuenta que la población adulta joven tiene una mayor pro-pensión al delito dada su vulnerabilidad como grupo poblacional específico que responde a las condiciones socio – económicas circundantes.

América Latina será la región del mundo que enfrente los cambios demográficos más profun-dos durante la primera mitad del siglo XXI. La responsabilidad de los hacedores de política es fundamental para no dejar pasar esta oportu-nidad. Las políticas de desarrollo no pueden ser ajenas a esta realidad. Nuestra región tiene un gran potencial en sus mujeres y hombres jóvenes, y es responsabilidad de los Estados brindar las condiciones económicas, sociales, culturales y políticas para que nuestros países generen la mayor cantidad de oportunidades laborales y educativas con especial atención a la calidad y pertinencia de estas.

La literatura económica presenta tres co-rrientes de pensamiento relacionadas con el

efecto del cambio demográfico sobre el creci-miento. Algunos autores comparten la visión trágica del Thomas Malthus sobre el efecto ne-gativo de la tasa de crecimiento de la pobla-ción sobre la economía dadas unas dotaciones limitadas. Otros más positivos como Simon Kuznets, creen que el crecimiento de la pobla-ción crea mecanismos de innovación que ge-neran adaptación a las nuevas realidades. Un tercer grupo se declara neutral y afirma que no existe una relación sistemática entre demo-grafía y crecimiento económico (Montenegro y Rivas, 2005).

Sin embargo, hay acuerdo en que la ma-nera en que el cambio demográfico afecta más claramente la realidad de un país es a través del cambio en la composición de la población por edades. Las necesidades y la capacidad de una persona para generar recursos duran-te toda su vida guardan una estrecha relación con los esfuerzos que el Estado debe procurar para su población de acuerdo a la composición por edades de esta.

La composición por edades de un país pre-senta diferentes desafíos para un Estado en cada una de sus etapas. Una población infantil demanda educación lo cual genera presión so-bre el resto de la sociedad. Más tarde, cuando esta población alcanza la edad para trabajar y en presencia de un mercado de trabajo favo-rable la productividad aumenta, así como la propensión al ahorro y las oportunidades de inversión. De la misma manera se protege a las personas adultas mayores, al aumentar las co-tizaciones a los sistemas de seguridad social.

Diversos estudios han encontrado que el PIB per cápita, así como la provisión de ser-vicios públicos de un país, aumentan con el promedio de edad de su población; esto como resultado de la mayor disponibilidad de capital y productividad por trabajador y de las provi-siones que el Estado debe hacer para atender a las diferentes poblaciones de acuerdo a su edad (Behrman, Duryea y Székely, 1999).

Dentro de este marco es fundamental ha-cer un llamado a la reflexión sobre el trabajo decente de la juventud latinoamericana. El fu-turo próximo se presenta como una gran opor-tunidad para lograr que nuestros/as jóvenes

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tengan acceso a un trabajo decente y a mejores oportunidades educativas. No podemos perder el avance que se ha logrado durante los últimos años, luego de una década (años noventa) don-de el desempleo juvenil estuvo a la orden del día, a pesar de las expectativas que se tenían de una dinámica favorable para el empleo de los y las jóvenes.

Aunque se pensó que la segunda transición demográfica (disminución de la población jo-ven que ingresa al mercado laboral), así como la mejor capacitación educativa, comparada con años anteriores, y los avances tecnológicos (a través de los mecanismos de apropiación y

aplicación de las tecnologías) eran más consis-tentes con una dinámica laboral favorable para los jóvenes, la realidad mostró que la crisis de mitad de la década de los noventa impacto fuer-temente a la población joven.

Visto esto, es fundamental entender el gran desafío y la responsabilidad que América Latina tiene con su población joven. ¿Cuál es la situa-ción de nuestros jóvenes en estos momentos? ¿Estamos ofreciendo oportunidades laborales y educativas acordes con esta dinámica cam-biante? ¿Cuáles son los principales retos de la región y cuál es el papel de los sindicatos frente a esta realidad?

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América Latina ha experimentado durante los últimos años tasas de crecimiento eco-nómico sostenido ligeramente superiores

al 4%, lo que le ha permitido reducir las tasas de pobreza e indigencia de manera importante. Esta tendencia ha sido resultado de las con-diciones externas favorables de la economía mundial y de la fortaleza del mercado inter-no3. Este crecimiento basado en la exportación de materias primas llama la atención sobre la composición de la producción en la región y sobre las relaciones que existen entre produc-ción, generación de empleo y la sostenibilidad de este comportamiento.

3 Esta fortaleza está relacionada con el incremento de la masa salarial a pesar que los salarios reales no han mostrado el mismo ritmo de crecimiento que la produc-tividad laboral. Panorama Laboral 2007. ILO.

La evolución macroeconómica de Latinoamérica ha sido positiva durante los úl-timos 6 años. El PIB per capita de la región ha crecido de manera consistente, lo que se ha traducido en una disminución de las tasas de desocupación y en el aumento de la partici-pación del trabajo asalariado. Este comporta-miento produjo la disminución de la pobreza en 9% respecto a la cifra encontrada en 2002. No obstante, todavía existen cerca de 190 millones de personas en la pobreza lo cual sigue siendo una cifra preocupante (CEPAL, 2007).

Contexto Regional3.

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Gráfico 1

La CEPAL estima que para el año 2006 las tasas de pobreza e indigencia alcanzaron cifras cercanas al 36,5% y 13,4% respectivamente. Estas cifras comparadas con las presentadas en 1980 muestran una disminución de cuatro puntos porcentuales en la incidencia de la po-breza y de seis puntos en la indigencia. Sin em-bargo, la evolución de estos indicadores en las zonas rurales es preocupante comparada con aquellos en las zonas urbanas. Cerca del 54%

y del 29% de la población rural se encuentra por debajo de la línea de pobreza e indigencia respectivamente; y en más de 20 años esos in-dicadores a su vez, sólo han mejorado seis y cuatro puntos porcentuales. El compromiso de reducir la pobreza extrema a la mitad entre 1990 y 2015 parece ser una meta de fácil cum-plimiento. A 7 años de finalizar este período, América Latina ha logrado avanzar un 87% en el cumplimiento del objetivo (CEPAL, 2007).

PIB América Latina y El Caribe(Tasa de variación en millones de dólares a precios constantes de 2000)

8.0%

6.0%

4.0%

2.0%

0.0%

2004 2005 2006 2007

América Latina El Caribe América del Sur Centroamérica

Fuente: Tomado de Estudio Económico de la CEPAL 2007.

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Gráfico 2

Incidencia de la pobreza 1980 - 2006

70%

35%

0%

Total Urbano Rural

1980 1990 1997 1999 2002 2004 2005 2006

Fuente: Tomado de la CEPAL 2007, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los respectivos países.

Gráfico 3

Incidencia de la indigencia 1980 - 2006

45%

30%

15%

0%

Total Urbano Rural

1980 1990 1997 1999 2002 2004 2005 2006

Fuente: Tomado de la CEPAL 2007, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los respectivos países.

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El sector externo, por otro lado, ha mostrado una evolución positiva gra-

cias al comportamiento de la economía mun-dial. La cuenta corriente presentó un superávit de 0,5% del PIB regional para el año 2007. Sin embargo, el ritmo de crecimiento de las impor-taciones fue superior al de las exportaciones debido a la apreciación de varias monedas, la demanda por maquinaria y equipo y el aumen-to en el precio del petróleo (CEPAL, 2007).

La balanza comercial ha mostrado un com-portamiento positivo gracias a la favorable ex-pansión de la economía mundial y al aumento de la liquidez en los mercados internacionales de capital. Además, la rápida industrialización de China e India ha provocado un cambio en la estructura de la demanda mundial lo cual ha favorecido las exportaciones de la región que fundamentalmente están constituidas por ma-terias primas. Otro impulso importante para la mejora de la balanza comercial ha sido el envío constante de remesas particularmente hacia Centroamérica y el Caribe, Ecuador y Bolivia (CEPAL, 2007).

Tanto la cuenta de capital como la financie-ra mostraron un superávit cercano al 3% del PIB debido al aumento de la inversión extran-jera directa que alcanzó 2,3% del PIB, cifra que sin embargo permanece por debajo de la alcan-zada a finales de los noventa. De la misma ma-nera, se acumularon reservas internacionales por una cifra equivalente al 3,6% del PIB y la deuda externa, aunque en cifras absolutas au-mentó, bajó como porcentaje del PIB al 19,9% en 2007 (CEPAL, 2007).

La demanda interna, otro de los bastiones del crecimiento sostenido de los últimos años, creció un 7,1% impulsada por el consumo pri-vado y por la formación bruta de capital fijo, es decir, la construcción y la inversión en maqui-naria y equipo (CEPAL, 2007).

La inversión pública y el gasto social han aumentado como consecuencia de esta dinámi-ca económica aunque esto no significa que se hayan logrado resultados destacables. En efec-to, el nivel y la estructura del gasto público so-cial muestran deficiencias para atender a la po-blación más vulnerable. El nivel del gasto, por un lado, es bajo gracias a la baja tributación y

a la escasa cobertura de los programas de pro-tección social que deben adaptarse a las nuevas realidades sin haber resuelto las necesidades presentes, lo cual demuestra improvisación y una clara falta de una política de gasto público de largo plazo (CEPAL, 2007).

Las diferencias entres países son igualmen-te preocupantes. El país que más gasto público per capita ejecuta, lo hace 15 veces por enci-ma del que tiene un gasto menor. Esto significa que los resultados a nivel regional tienen un gran sesgo gracias al subsidio que los países grandes hacen a los chicos. Otra característi-ca importante del gasto es su tendencia pro-cíclica. Este tiende a aumentar cuando el pro-ducto crece y disminuye cuando éste decrece. Esto demuestra que la política de gasto no es la más adecuada ya que no compensa el riesgo social existente cuando se presenta una con-tracción económica. Según la CEPAL, el gasto público social en América Latina, si bien mejo-ra el bienestar de la población pobre no tiene un efecto considerable en términos distributi-vos (CEPAL, 2007).

La deuda pública de los gobiernos centra-les disminuyó hasta alcanzar el 30% como por-centaje del PIB para el año 2007. La inflación, por otro lado, ha aumentado en la mayoría de países debido al aumento en el precio de las materias primas, alcanzando un 6,4% para el año 2007 (CEPAL, 2007).

En materia de desempleo, este ha venido disminuyendo de manera constante durante los últimos años de acuerdo al último informe de la OIT sobre el tema. Esta situación, ha provoca-do un incremento de la masa de trabajadores y trabajadoras, lo cual ha generado un aumen-to importante de la demanda interna, como se anotó anteriormente. Sin embargo, existe gran preocupación sobre la calidad del trabajo que se ha generado y sobre las brechas existentes entre hombres y mujeres y entre diferentes et-nias. El estudio anota que es particularmente preocupante la calidad del empleo para mujeres afrodescendientes e indígenas (CEPAL, 2007).

De acuerdo a este mismo estudio, el traba-jo informal representa el 61,5% de los ocupa-dos urbanos. Además, el 39,2% de las perso-nas ocupadas no tienen cobertura en salud y

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pensiones. La tasa de desempleo se estima ha alcanzado el 8,5% lo cual representa 17,6 mi-llones de personas, cifra similar a la presenta-da en el primer lustro de los noventa (CEPAL, 2007).

Lamentablemente, la crisis financiera in-ternacional hará que la demanda internacional de materias primas y de productos manufactu-rados disminuya, así como el envío de remesas desde el resto del mundo, situación que tendrá repercusiones directas sobre el mercado labo-ral de la región (CEPAL, 2007).

Los años de bonanza que le han permitido a la región posicionarse de mejor manera frente a choques externos, al margen de lo ocurrido hace 10 años, hacen que sea posible visibilizar el diseño y aplicación de políticas anti cíclicas, que suavicen los inevitables efectos de la actual crisis. Esta mejor situación económica se debe fundamentalmente a la mejor situación fiscal de los países gracias al aumento de los ingresos por encima de los gastos junto a la disminución del cociente deuda/PIB (CEPAL, 2007).

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La educación: 4. Herramienta para el desarrollo social y económico de la Juventud Latinoamericana

se educan para aumentar su acervo de cono-cimiento y contar con habilidades superiores para competir en los mercados laborales, sino para adquirir destrezas que les permitan el ma-nejo de las nuevas tecnologías de la informa-ción (TIC). Este nuevo lenguaje social esta in-serto en todas las dinámicas sociales. Ahora las comunidades virtuales, el intercambio de cono-cimiento a través de la red, las nuevas formas de participación ciudadana y la posibilidad de un mundo más allá de la realidad perceptible es una condición propia de la sociedad mun-dial, por lo cual nuestra juventud no puede ser ajena a esta condición (CEPAL. 2007).

Según las Naciones Unidas, la población joven comprende a aquellos que se encuentran entre los 15 a 24 años de edad4. En la actuali-dad, representan el 18% de la población mun-dial y el 85% de estos jóvenes vive en los países en desarrollo5. Sin embrago, este rango etáreo ha variado en las distintas legislaciones a nivel nacional.

4 Esta clasificación continua con el trabajo reflejado en el World Programme of Action for Youth to the year 2000 and beyond. World Youth Report 2007. United Nations, December, 2007

5 Jóvenes De Iberoamérica y los Objetivos de Desarrollo del Milenio: Desafíos a mitad de camino Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ).. España. 2007

La discusión sobre el efecto de la educación en el crecimiento económico y en el desarrollo humano cobra hoy más vigencia en América

Latina. Nuestra juventud reclama educación de calidad que les permita insertarse en el mundo del trabajo de la mejor manera y bajo condicio-nes justas. El gasto público en educación hecho por los Estados de la región es más importante que nunca. La focalización de recursos públi-cos y la articulación de los sistemas educativos superiores con el mercado laboral es una con-dición necesaria para aprovechar las ventajas de este fenómeno.

Una sociedad educada genera mayores me-canismos de cohesión social, mayor igualdad de oportunidades y es una sociedad más demo-crática. Los retornos económicos de la educa-ción garantizan la posibilidad de ascender en la pirámide socioeconómica de cualquier país. Además los países aumentan sus probabilida-des de crecimiento económico basados en au-mentos en productividad y no en la explotación de recursos humanos o naturales. Por otro lado, existen retornos sociales de la educación repre-sentados en una amplitud del mercado cultural y la creación de condiciones sociales, que ayu-dan a superar las principales características de los mecanismos que trasmiten la pobreza de manera intergeneracional (CEPAL. 2007).

La sociedad actual ha sido bautizada como sociedad del conocimiento por diversos auto-res (CASTELLS, 2001). Esto significa que la educación ha adquirido una connotación dife-rente. Hoy en día nuestros/as jóvenes no sólo

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La tasa neta6 de escolariza-ción en primaria para la población de

8 años alcanzó el 96,3%. En el gráfico 4 se muestra como la escolaridad aumentó de ma-nera importante en la década de los noventa.

6 Las tasas de escolarización neta incluyen a aquellas personas que no tienen la edad para estar en determi-nado grado.

En la población comprendida entre 6 y 9 años la escolaridad pasó de 35,4% a 40,3%, lo cual, demuestra el gran progreso que se ha hecho en cobertura de educación primaria sobre todo por el aumento de la matrícula en las mujeres (CEPAL. 2007).

Fuente: Tomado de CEPAL, 2007.

Gráfico 4

América Latina: Años de Escolaridad de la Población Juvenil 1990 y 1999

45%

30%

15%

0%

19991990

No declara Más de 10 años 6 a 9 años 0 a 5 años

2.3% 2.5%

25.8%

33.6%35.4%

40.3%35.8%

24.3%

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La tasa de analfabetismo funcional7 muestra grandes diferencias entre países, sobre todo en la población entre 15 y 29 años que es aquella que debería tener mayor productividad laboral. Mientras Guatemala cuenta con una tasa de analfabetismo funcional de 27,2% en Chile este mismo indicador alcanza solamente el 0,8%. El promedio regional (15 a 29 años) disminuyó en la pasada década de 20,1% a 13%. Por grupos de edad (15 a 19 años) este indicador pasó de 19% a inicios de los noventa

7 Aquellos que cuentan con menos de cuatro años de estudio.

a 10,8% en el 2002. En el tramo compren-dido entre 25 a 29 años el analfabetismo fun-cional permanece alto con 16% (CEPAL. 2007).

La cobertura en educación primaria mostró un avance moderado durante la última década. Los mayores logros fueron para los países que tenían tasas de cobertura bajas. Sin embargo, las tasas de cobertura todavía continúan por debajo de aquellas en los países que hacen parte de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) (CEPAL, 2007).

Gráfico 5

Evolución de la Población con enseñanza primaria completa por tramos etarios 1990-2002

80%

60%

40%

20%

0%

20021990

61%67% 65% 68%

63% 65%

45%53%

15 a 19 años 20 a 24 años 25 a 29 años 30 a 59 años

Fuente: Tomado de CEPAL, 2007.

Los índices de cobertura en educación se-cundaria son menores que en educación prima-ria y existe una notable dispersión entre países. Por ejemplo, mientras países como Argentina, Chile y México superan el 90%, en países como Bolivia, Brasil, Venezuela y algunos países de Centroamérica este indicador se encontraban por debajo del 60% para el año 2002, lo que resulta muy preocupante (CEPAL, 2007).

En cuanto a la educación superior, entre 1990 y 2002 los indicadores de finalización mostraron un pequeño aumento de 4,4% a un 6,5% en los y las jóvenes con edades compren-didas entre 25 y 29 años. Estas cifras son alar-mantes si se tiene en cuenta que la literatura moderna del crecimiento afirma que es este nivel de educación el que genera grandes dife-rencias en productividad en las economías de mercado (CEPAL, 2007).

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20

Gráfico 6

Fuente: Tomado de CEPAL, 2007.

América Latina: Conclusión de la Educación Secundaria 1990-2002

25.8%

34.8%

27.7%

40%

20%

0%

20021990

32.6%

18.2%

24.5%

20 a 24 años 25 a 29 años 30 a 59 años

Sobre este particular surgen varias reflexio-nes. El acceso a la educación superior sigue teniendo un claro sesgo clasista en la región. De acuerdo a la CEPAL, la brecha entre el 25% más pobre y el 25% más rico es muy superior en educación secundaria y terciaria comparada con la educación primaria. Existe clara eviden-cia sobre aquellos países con logros educativos superiores, donde las brechas de ingreso son menores, que en aquellos donde la educación secundaria y superior sigue siendo exclusiva (CEPAL, 2007).

De la misma manera, existen brechas en calidad y logros entre educación privada y pública, lo cual se refleja directamente en las oportunidades de las personas más pobres. La trasmisión intergeneracional de la actitud familiar frente a la educación y sus retornos también es una característica del sistema en la región. De acuerdo a la CEPAL, cerca del 80% de los jóvenes urbanos de la región proviene de familias donde los padres cuentan con un capital educativo mínimo, lo cual claramente determina los esfuerzos que estos hacen en la educación de sus hijos (CEPAL, 2007).

Los y las jóvenes son de gran importancia en el desarrollo de las sociedades, no sólo por su tamaño sino por el nivel educativo que tienen (según el Informe Mundial sobre la Juventud 2007, los y las jóvenes de hoy representan la generación de la juventud más educada). Asimismo, representan el 25% de la población en edad laboral8 lo cual hace que sus dinámi-cas sean atractivas para los gobiernos actuales y sus diferentes políticas de gobierno.

A pesar de considerarse un grupo tan impor-tante y con gran participación en la población mundial, se enfrenta a problemas estructurales como la pobreza, la falta de acceso a la educación de calidad, el desempleo y a problemas sociales como el embarazo adolescente, la delincuen-cia, el alcoholismo, tabaquismo o drogadicción. Muchos de estos problemas son heredados y/o adquiridos de la estructura social donde habi-tan y otros, de sus propios núcleos familiares.

8 World Youth Report 2007. United Nations, December, 2007. Pág. 1

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Por lo anterior, se hace necesario entender qué rodea al joven y la joven latinoamericana: su entorno, sus ideales, su situación económica, la posición dentro de sistema legal y jurídico dón-de habitan, entre otros. Estos factores ayudan a establecer un marco que permite entender las motivaciones de las y los jóvenes para ingresar a los establecimientos educativos, qué hace que continúen en ellos o deserten, qué importancia encuentran en la educación y que tan accesible es el mercado laboral.

Un primer fenómeno que marca masivamente a los países latinoamericanos y no permite que los jóvenes desarrollen sus capacidades al máxi-mo, es la pobreza. Por lo tanto, las personas jó-venes que viven en situación de pobreza, ven a su vez violentados sus derechos humanos, como a la educación, la salud o el trabajo decente.

Según la Organización Iberoame-ricana de Juventud (OIJ), la educación permite superar tanto la pobreza como las causas estructurales que la reproducen: baja productividad en el tra-bajo, escaso acceso a las herramientas de la vida moderna, marginalidad sociocultural, mayor vulnerabilidad de las familias en el plano de la salud, y discontinuidad, así como bajos logros en la educación de los hijos y las hijas. Por la misma razón, los esfuerzos y las inversiones destinadas a incrementar los logros educativos de las personas jóvenes tienen diversos efectos positivos en términos de reducir la pobreza y la desigualdad9.

Un segundo fenómeno y/o problema que enfrenta la educación de los y las jóvenes la-tinoamericanas, es el sesgo que existe entre la educación urbana y la educación rural. El 80% de las personas jóvenes urbanas provienen de hogares cuyos padres y madres cuentan con un capital educativo insuficiente (menos de 10 años de estudio), y entre un 60% y un 80% de ellos y ellas no alcanzan el umbral educativo básico para acceder al bienestar10.

9 La juventud en Iberoamérica: Tendencias y Urgencias. Comisión para Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) – Organización Iberoamericana para la Juventud. Buenos Aires, agosto de 2007. 2da. Edición. Pág. 173.

10 Ibíd. Pág. 175.

Esto significa que “aproximadamente entre un 48% y un 64% de los jóvenes latinoameri-canos de zonas urbanas ven restringidas sus oportunidades futuras ya en su hogar de origen, puesto que el nivel educativo de los padres, va-riable determinante del clima educacional del hogar, aparece altamente correlacionado con las trayectorias educacionales de los hijos. Estos factores se agudizan para el caso de los jóvenes que viven en áreas rurales”11.

Este desigual retorno educacional se verá reflejado en empleos mal remunerados, limi-tando las opciones del joven y la joven en la so-ciedad y en el futuro hogar que formen. Lo que la persona joven de hoy planee, será el reflejo de su futuro. Por eso, si se logra superar los problemas actuales, las futuras generaciones tendrán un mejor panorama que el actual.

Un tercer problema es la deserción y el reza-go escolar. Las personas jóvenes se enfrentan a estos dos fenómenos, en difíciles condiciones: ingresos familiares insuficientes (el/la joven tiene que salir al mercado laboral muchas ve-ces informal, para suplir los ingresos dejados de recibir por padres y madres o integrantes del núcleo familiar), falta de información en temas como sexualidad y reproducción, así como dro-gas ilícitas (muchas jóvenes adolescentes que-dan en embarazo por falta de educación sexual o desconocimiento familiar y abandonan las aulas, al igual que aquellos que caen en las drogas y la delincuencia por falta de oportuni-dades y orientación) lo cual se traduce en pér-dida de la motivación para continuar y finalizar los estudios.

Esta deserción está acompañada por la fal-ta de proyección y expectativas por parte del joven. Al ver que la educación no es suficien-te herramienta para garantizar un empleo de-cente y digno, este no encuentra razones por las cuales seguir estudiando y muchos de ellos prefieren ingresar al mercado laboral informal, encontrándose en una situación de riesgo don-de muchas veces no cuentan con seguridad so-cial y sus salarios están por debajo del mínimo establecido.

11 Ibíd.

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En Colombia por ejemplo, el 17% del total de jóvenes colombianos,

afirma que deserta del establecimiento educa-tivo por falta de dinero y el 6% porque tiene que trabajar, contrario a México donde el 22.5% del total de los y las jóvenes mexicanas desertan por falta de gusto por el estudio y el 21.5% no cuentan con los recursos económicos necesa-rios para hacerlo12.

Es importante resaltar que en la mayoría de los países latinoamericanos las razones princi-pales para la deserción se encuentran en pro-blemas estructurales externos como la pobreza, la falta de recursos generados por trabajos mal remunerados, etc. Estos datos muestran que es necesario entender el entorno y caracterís-ticas propias de cada país y región para poder crear políticas eficaces que permitan entender y cambiar los fenómenos que no permiten que la educación sea una herramienta eficaz para el y la joven latinoamericana en su desarrollo personal y social.

No ha sido nada fácil para la juventud ac-tual tener que enfrentar algunos de los proble-mas mencionados. Adicionalmente tienen que convivir con procesos como la globalización, las nuevas tecnologías de la información, su parti-cipación voluntaria o no en diferentes conflic-tos armados, los efectos de sus acciones en las relaciones intergeneracionales y enfermedades como el sida.

Si se tiene en cuenta que la juventud es tal vez la etapa más importante en el desarrollo de cualquier persona, es necesario que los gobier-nos centren su atención en los y las jóvenes para así garantizarles un mejor futuro y un me-jor presente, con la garantía de sus derechos laborales y la posibilidad de un desarrollo hu-mano integral.

Es por eso que, en primer lugar, se debería promover una mejor distribución del gasto pú-blico, ya que se ha demostrado que un mayor gasto no es garantía de mejoras en la calidad del sistema educativo. “Por ejemplo, los sistemas

12 Datos obtenidos de las encuestas de juventud por país realizadas por la Organización Iberoamericana de Ju-ventud (OIJ) ,1997-2003.

educativos en Lituania y Macao-China dedican una cantidad por alumno similar a la de los sis-temas escolares latinoamericanos, pero sus es-tudiantes, independientemente de su nivel so-cioeconómico, obtienen mejores resultados en los exámenes internacionales estandarizados”13.

En segundo lugar, se debería renovar y ac-tualizar la calidad de la educación, es decir, “precisar el sentido de la educación en el mun-do globalizado, fomentar el desarrollo de nue-vas competencias para la vida y preparar a las personas para el ejercicio de la ciudadanía y la construcción de una cultura de paz, es una cues-tión estratégica para elevar la calidad educativa en toda la región”14.

En tercer lugar, se deben aprovechar al máximo las tecnologías de la información (TICS) para evitar que la brecha digital entre los paí-ses desarrollados y en desarrollo se agrande, así como al interior de los países a nivel inter-generacional y social, y con esto impedir que se traspase el déficit a la próxima generación de jóvenes. Esta tarea de la política pública debe-rá tener un enfoque centrado en las TIC como medio y no como el fin del desarrollo15.

Asimismo, la Organización Iberoame-ricana de Juventud con base en los Objetivos del Milenio (2007), recomienda que los estados de-ben hacer todo lo posible para mantener la ten-dencia positiva hacia el logro de la igualdad de género, tanto en el sistema educativo como en el empleo, creando por ejemplo, un entorno que favorezca la educación de las jóvenes mediante reformas legislativas y normativas, garantizan-do una proporción de mujeres en los centros educacionales y puestos laborales.

Un claro ejemplo de inclusión social de las personas jóvenes en Latinoamérica, es el

13 Zoido, Op.citp.

14 CEPAL (Comisión para America Latina y el Caribe) - (2005) Objetivos de Desarrollo del Milenio. Una Mirada desde América Latina y El Caribe, Santiago de Chile, Marzo. Pág.108

15 ONU (organización de las Naciones Unidas). -(2005) Informe sobre la Juventud Mundial 2005. Informe del Secretario General. Programa de Acción Mundial para los Jóvenes, Nueva York, diciembre 2004. Pág. 23.

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Programa Oportunidades de México el cual está enfocado hacia jóvenes en situación de extrema pobreza en las zonas rurales. El programa con-siste en transferencias condicionadas de dinero y “busca crear incentivos para que los estudian-tes vean más allá de su presente: que culminen su educación superior, inicien un emprendimien-to propio o adquieran o mejoren su vivienda”16. De la misma manera, el programa AVANCEMOS, que funciona en Costa Rica, el cual consiste en una transferencia monetaria a familias pobres para asegurar la permanencia de la población adolescente en la educación secundaria, ha mostrado importantes resultados17.

Esta clase de programas permiten que la persona joven tenga la posibilidad de continuar sus estudios después de la educación secunda-ria y adicionalmente puedan trabajar iniciando un negocio que les permita poner en práctica los conocimientos vistos en los establecimien-tos educativos.

El acceso a la educación superior también es un tema clave a tener en cuenta, ya que la cobertura y la calidad de la educación no solo se miden en la educación primaria y secundaria. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en el año 2003, el 60% de la matrí-cula total de la Educación Superior en América latina se concentraba en tres países: Brasil, México y Argentina. En cuanto a los estudios de postgrado, México y Brasil aglutinan el grueso de la matrícula, al contar cada uno de ellos con más de 100.000 estudiantes matriculados en el cuarto ciclo educativo (2003)18.

Además de los programas locales por país, , existen otros con mayor cobertura como el

16 Jóvenes De Iberoamérica y los Objetivos de Desarrollo del Milenio: Desafíos a mitad de camino. Op.citp. Pág. 55

17 Programa Avancemos Gobierno de Costa Rica. 2007. Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos. Foro Taller Internacional. Experiencias y Lecciones aprendidas de programas de transferencias monetar-ias condicionadas en países latinoamericanos.

18 Cifras de educación Superior para América Latina y el Caribe. En: http://www.unesco.cl/esp/sprensa/noti-cias/364.act (Febrero, 2008).

Programa de Acción Mundial para los jóvenes de la ONU, el cual “promueve estrategias en-caminadas a crear empleo juvenil por medio de actividades de capacitación laboral, fomento de capacidad emprendedora entre los jóvenes, pro-gramas de crédito y microcrédito, la mejora de la formación profesional y los servicios de orien-tación vocacional, las actividades para la forma-ción de jóvenes directivos, los programas de em-pleo destinados a generar muchos puestos de trabajo entre la población joven, el apoyo a las iniciativas de los jóvenes que generan ingresos propios (eventos artísticos, culturales, deporti-vos, moda, eco-técnicas), y el seguimiento a los sectores en expansión donde se generarán nue-vas empresas de servicios que pueden contratar jóvenes” (SEGIB, 2008, Pág. 22).

El empleo juvenil es importante si se tie-ne en cuenta que la persona joven de hoy será aquel que promoverá a la persona joven de ma-ñana. Es por eso que los Estados y sus respec-tivos gobiernos, deben poner especial atención a los niveles de desempleo y subempleo que tie-nen para tomar medidas correctivas que permi-tan que los problemas actuales no se hereden a las próximas generaciones.

Según el informe de la CEPAL 200519, “a partir del análisis de encuestas de hogares se pudo constatar que la tasa de desempleo regio-nal de los jóvenes de 15 a 29 años ha aumen-tado de un 12,8% a inicios de los años noventa, a un 16,1% diez años después. Es decir, más del doble de la tasa de desocupación promedio de los adultos de 30 a 64 años”. Cifra que pre-ocupa si se tiene en cuenta que el desempleo genera otra clase de fenómenos como la delin-cuencia, la violencia, falta de continuidad en la educación, entre otros.

La carencia de educación no es el único obstáculo para no acceder al mercado laboral con condiciones de trabajo decentes, existen también otros factores como la ausencia de ho-rarios flexibles que apoyen a los que estudian y trabajan, la carencia de programas de práctica laboral para la acumulación de experiencia, la inexistencia de una política pública de empleo

19 CEPAL Op.citp.

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decente y la falta de financiamien-to y asistencia técnica en los programas

de emprendimiento juvenil20.

Sobre los programas de emprendimiento juvenil es importante mencionar que si bien pueden ser presentados como una oportuni-dad para generar ingresos de manera rápida y consistente, también pueden ser generadores de informalidad en detrimento de las condicio-nes básicas que debería tener cualquier trabajo dentro de una política de trabajo decente.

Además, según la OIT (2007) el emprendi-miento juvenil responde en gran parte a la ne-cesidad y no al ingenio. Son los grupos de bajos ingresos los que inician proyectos de empren-dimiento a partir de necesidades insatisfechas. Estos proyectos se llevan a cabo con pocos re-cursos económicos, preparación y conocimien-to de redes sociales, lo cual no sucede en gru-pos de altos ingresos donde el emprendimiento es resultado de la generación de ideas y se lleva a cabo en condiciones más amables (recursos, preparación, contactos sociales). Las políticas de emprendimiento juvenil deberían buscar la convergencia entre estos dos grupos, garanti-zando condiciones de trabajo decente.

Para poder derribar, reducir o eliminar es-tas barreras, la meta 16, de los Objetivos de Desarrollo del Milenio hace referencia explícita “a la cooperación entre los Estados para elabo-rar y aplicar estrategias que proporcionen a los jóvenes trabajo digno y productivo, dado que se trata del problema que demanda mayor volun-tad de colaboración entre los actores sociales de la región, pues ni los estados ni los gobier-nos por si solos pueden crear empleos o reivin-dicar el trabajo juvenil “(a veces realizado sin remuneración)21.

20 Nuevos Desafíos con las y los Jóvenes de Latinoamérica 2008. Op.citp. Pág.23

21 Ibíd.

En suma, la juventud latinoamericana si bien tiene acceso a la educación en los niveles básicos y de secundaria, no tiene muchas veces acceso a un empleo digno, si bien tiene más información no cuenta con espacios de toma de decisión visibles, si bien tiene más autonomía no tiene las opciones para materializarla y si bien tiene más salud que los adultos o ancia-nos corre más riesgos de padecer enfermeda-des por desconocimiento. Es decir, no cuenta con las garantías y escenarios necesarios para desarrollar su potencial en la sociedad, lo que demuestra que las condiciones sociales de la juventud profundizan la situación vulnerable en la que se desenvuelven día a día.

La educación se convierte en una herra-mienta social que le permite insertarse en el mercado laboral, acabar con problemas de ge-neraciones anteriores, crear un proyecto de vida con un trabajo estable que le permita te-ner ingresos para su futura familia y sobre todo aportar a la sociedad y los problemas estructu-rales que tiene.

Asimismo, es necesario advertir que si no se tienen en cuenta las demandas y necesida-des de este grupo poblacional es muy probable que las generaciones futuras reclamen a sus dirigentes el no haber tomado medidas a tiem-po que permitieran generar un panorama más alentador y así acabar con los problemas inter-generacionales derivados de malas políticas.

Se espera también que los organismos in-ternacionales junto con las instituciones lo-cales sigan promoviendo políticas, planes, programas que permitan dar cuenta de la im-portancia de promover e impulsar la educación de calidad no solo en la zona urbana sino en la rural, para así tener una verdadera cobertura con calidad, que permita lograr una homoge-neidad de conocimiento.

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Mercado Laboral5.

El trabajo juvenil en América Latina llama la atención por las altas tasas de desem-pleo, las condiciones de precariedad del

mismo así como por su aporte al crecimiento. Esta temática fue recogida como prioridad en la Agenda Hemisférica para la Promoción del Trabajo Decente. Tanto así que en dicha agenda se declaró la Década de Promoción de Trabajo Decente cuyo objetivo central fue la juventud. Esta declaración a nivel regional ha sido res-paldada, a nivel mundial, por la Declaración del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas 2006 (OIT, 2007).

Sobre la calidad del empleo en la región es importante mencionar las políticas de pri-mer empleo que han pretendido precarizar las condiciones laborales de las y los jóvenes en la región, particularmente en México, Paraguay y Republica Dominicana. Este tipo de políticas han buscado disminuir las tasas de desempleo juvenil ofreciendo exenciones tributarias a los empleadores y flexibilizando las condiciones en que se contratan a los y las jóvenes. Este tipo de contratación deteriora las condiciones básicas del empleo decente, ya que erosiona el margen de maniobra de los sindicatos, flexibi-liza las relaciones entre empleador y empleado y al subsidiar a los patrones puede generar un aumento en las tasas de evasión de contribu-ciones a los sistemas de seguridad social.

Las políticas de primer empleo deberían abogar por la vinculación de jóvenes con las mejores condiciones laborales, generando in-centivos para su capacitación continua.

Pensando en una estrategia de desarrollo sostenible, sustentable y con equidad es fun-damental diseñar estrategias que tengan en cuenta a nuestros jóvenes. Como lo afirma la OIT “la juventud es una etapa de formación y tiempo de indecisiones más que de certezas” (OIT, 2007, Pág. 17) es por esto que es deber de los Estados dotar a nuestros/as jóvenes de la mayor cantidad de posibilidades e información para minimizar el riesgo presente en la incerti-dumbre que envuelve la toma de decisiones en la juventud debido a condiciones sociales cada vez más complejas. Por incertidumbre se quiere destacar una de las características propias de la juventud en cuanto etapa de la vida donde se toman las decisiones más importantes que determinan la manera en que los y las jóvenes se insertaran en los mercados laborales.

Las políticas enfocadas hacia los y las jó-venes deberían ser políticas que apuestan por la democracia, la equidad y la construcción de una sociedad más justa y conciente de la realidad.

Los resultados económicos de América Latina durante la última década han demos-trado que el crecimiento no es una condición suficiente para el desarrollo. La promoción del trabajo decente garantiza la expansión de opor-tunidades y la mejora en la calidad de vida de las generaciones actuales y futuras. El reto de América Latina es pasar de un modelo basa-do en ventajas comparativas a la constitución y consolidación de un modelo sustentado en ventajas competitivas, que, como lo

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afirma la OIT sólo puede estar ba-sado en personas libres dentro de la

economía del conocimiento (OIT, 2007).

La juventud latinoamericana han crecido en un mundo donde el discurso sobre la importan-cia de la educación y el trabajo como vehículos del desarrollo personal ha sido una constan-te. Es un grupo poblacional más educado que las generaciones anteriores y experimentan en carne viva las realidades de la globalización y el desarraigo cultural local que ha dado paso a modelos de identificación internacional, que poco tienen que ver con las realidades propias de los lugares donde viven (OIT, 2007).

El desempleo en las personas jóvenes llama la atención por las cifras. En América Latina y el Caribe cerca del 16% del desempleo, en este grupo poblacional es abierto, mientras está misma cifra alcanza el 5% en las y los adultos. Además entre los desempleados/as, los/las jó-venes representan el 46%. Cerca de 22 millones de personas jóvenes no estudian ni trabajan, 30 millones trabajan en mercados laborales informales (sin protección laboral, seguros de trabajo, cobertura de pensiones) y 10 millones son desempleados/as (OIT, 2007).

Hoy en día hay cerca de 106 millones de personas jóvenes en América Latina y el Caribe. Las proyecciones indican que esta población no aumentaría a partir del año 2015 debido al descenso en las tasas de crecimiento de la po-blación. Esta población se caracteriza por su heterogeneidad lo cual requiere el diseño de po-líticas acordes con está condición (OIT, 2007).

El mercado de trabajo de las personas jó-venes en la región, a diferencia de otros gru-pos poblacionales, debe ser caracterizado de acuerdo a ciertos criterios educativos, no sim-plemente bajo las clasificaciones corrientes

(desocupados, ocupados e inactivos). De acuer-do a la OIT (2007) este mercado puede caracte-rizarse de la siguiente manera:

De los 106 millones de personas jóvenes en América Latina y el Caribe para el año 2005, 48 millones eran ocupados/as, 10 millones des-ocupados/as y 48 millones inactivos/as. Ahora bien, fuera de la clasificación laboral común (ocupación, desocupación e inactividad) se en-contró que 49 millones de personas jóvenes se encontraban estudiando en grados básicos o pos básicos. Esta cifra puede desagregarse de la siguiente manera: 13 millones estudian y trabajan, 32 millones son inactivos/as y aque-llos/as desempleados/as que estudian suman 4 millones (OIT, 2007).

Por otro lado, los y las que trabajan y no estudian son 35 millones, los desempleados/as que no estudian 6 millones y los inactivos/as que no estudian 16 millones. En otras pa-labras, aquellos y aquellas jóvenes que no es-tudiaban o no trabajaban en 2005 sumaban la preocupante cifra de 22 millones o el 21% de personas jóvenes de la región (OIT, 2007).

Existen también diferencias de género en esta caracterización del mercado laboral. Los hombres son mayoría en los grupos de los que sólo trabajan o en los que estudian y trabajan. Las mujeres encabezan los grupos de aque-llos/as que estudian y de aquellos/as que no estudian y no trabajan. Esto se explica por el aumento en las últimas décadas de la matrí-cula de mujeres en los sistemas educativos. Además, y las los que estudian y trabajan están concentrados en el 20% con más altos ingresos familiares, mientras aquellos y aquellas que no estudian y no trabajan se concentran en el 20% con más bajos de ingresos (OIT, 2007).

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Cuadro 1 ALC: Características de los jóvenes según condición

laboral y educativa 2005 (porcentajes)

Solo Estudia

Solo Trabaja

Estudia y Trabaja

No Estudia No Trabaja

Total

Total 32.8 33.5 12.6 21.1 100.0

Hombre 46.2 63.7 58.2 28.0 49.7

Mujer 53.8 36.3 41.8 72.0 50.3

15 – 19 79.9 31.8 58.3 43.7 53.4

20 – 24 20.1 68.2 41.7 56.3 46.6

Quintiles

1 (más pobre)

6.7 5.8 1.9 6.9 21.2

2 6.0 6.7 2.1 5.1 20.0

3 6.0 7.2 2.2 4.2 19.7

4 5.9 7.5 2.8 3.3 19.5

5 (más rico)

7.6 6.4 3.4 2.3 19.7

Fuente: Tomado OIT, 2007.

Para la OIT las personas jóvenes son prepa-radas/os por el sistema educativo para ser tra-bajadores y trabajadoras dependientes, lo cual se manifiesta en el tipo de inserción laboral que estos y estas han logrado. La mayoría de perso-nas jóvenes se convierten en asalariadas/os de empresas. Estas empresas encuentran atrac-tivo a este grupo poblacional por su rápida

adaptación y por su facilidad para asimilar las dinámicas cambiantes del mundo globalizado. Aquellas personas jóvenes que deciden crear empresa lo hacen motivadas más por los apu-ros económicos que por haber descubierto una nueva idea de negocio o una oportunidad em-presarial (OIT, 2007).

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Cuadro 2 América Latina: Características de la inserción laboral juvenil

2005 Hombre Mujer Urbano Rural Total Adultos

Categoría ocupacional 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Asalariados públicos 4.2 6.6 5.5 2.5 5.1 12.7

Asalariado empresa privada

64.3 50.6 67.5 27.0 58.9 38.9

Hasta 5 trabajadores 24.6 15.4 22.9 12.7 21.0 10.3

Más de 5 trabajadores 39.7 35.2 44.6 14.3 37.9 28.6

Independientes 15.0 12.9 11.8 17.5 14.2 31.6

Patrono 2.4 1.0 0.9 0.7 1.8 6.9

TFNR 13.5 13.5 7.2 37.7 13.5 4.1

Doméstico 0.6 15.7 7.1 4.4 6.5 5.8

Condiciones de trabajo

% * cotizante a seguro salud

31 35 38 14 33 42

% * cotizante a pensiones

27 30 34 10 28 32

% * afiliados a un sindicato Ingresos

7 8 7 5 7 17

% Ingreso (Jóvenes/adulto)

85 63 54 67 56 100

Modalidad contractual (% de asalariados de empresas privadas)

% Contrato permanente

22 30 24 10 24 42

% Contrato temporal 11 15 13 6 13 12

% Sin contrato 67 55 64 84 63 46

Fuente: Tomado OIT, 2007. *Porcentaje del total de ocupados.

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El cuadro 2 muestra que el 63% de las per-sonas jóvenes trabaja sin contrato laboral, ci-fra que se eleva de manera preocupante en las zonas rurales alcanzando un 84%. La tasa de sindicalización de la población es muy baja y uno de cada tres jóvenes trabaja en la informa-lidad lo cual se traduce en falta de cobertura en salud y seguridad social (OIT, 2007).

Es claro que la manera como las personas jóvenes se insertan en el mercado laboral de-termina la trayectoria laboral de mediano y lar-go plazo de este grupo poblacional. Es necesa-rio diseñar políticas que protejan este primer acercamiento de nuestros jóvenes al mercado laboral para facilitarles su éxito profesional y laboral (OIT, 2007).

Cuadro 3 ¿Por qué dejan de estudiar los jóvenes en ALC?

2005 Total 15-19 20-24 Hombre Mujer Urbano Rural

Por trabajo 25.2 17.6 30.8 35.1 15.1 27.0 22.6

Problema familiar/económico

34.5 34.7 34.4 31.8 37.2 31.6 38.5

No le interesa/ le fue mal

10.3 12.6 8.3 11.6 8.8 8.4 12.9

Está lejos 1.1 1.3 0.9 0.9 1.3 0.2 2.2

Edad 0.2 0.1 0.2 0.2 0.2 0.2 0.2

Enfermedad/discapacidad

1.7 1.9 1.5 2.0 1.5 1.7 1.7

Quehacer del hogar/embarazo

8.6 6.9 9.9 0.8 16.5 7.8 9.7

Terminó sus estudios 6.9 8.5 6.0 7.1 7.1 9.4 3.4

Vacaciones 7.5 12.1 4.0 7.5 7.4 9.0 5.5

Otro 4.0 4.2 3.9 3.2 4.9 4.7 3.2

Total no estudia 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Fuente: Tomado OIT, 2007.

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Las personas jóvenes son con-cientes en la mayoría de los casos de las

condiciones de trabajo en las que se encuen-tran pero aceptan la situación debido a sus ne-cesidades económicas y muchas veces con la esperanza de adquirir experiencia y la posibili-dad de conseguir un mejor trabajo (OIT, 2007).

El grupo comprendido por aquellos y aque-llas que no trabajan y no estudian (cerca de 22 millones de jóvenes) preocupa por su impacto económico y social en el mediano y largo plazo. De este grupo, el 72% son mujeres, las cuales se dedican en su mayoría (71%) a labores do-mésticas no remuneradas, las cuales, a pesar de su gran importancia dentro de la sociedad, se convierten en la única alternativa laboral para estas mujeres (OIT, 2007).

Las mujeres dejan sus estudios en un 15,1% para dedicarse a trabajar, en muchos casos en trabajos mal remunerados, y en un 37,2% por problemas familiares o económicos. Otro 16,5% lo hace por embarazo y un 8,8% porque no le in-teresa o no se encuentra satisfecha con sus re-sultados. Estas características acumulan cerca del 78% de las causas de deserción escolar en las mujeres, lo cual resulta preocupante, toda vez que responden a la ausencia de políticas que protejan a las jóvenes al no contar estas con las condiciones económicas mínimas y al parecer al fracaso de las políticas de educación sexual y reproductiva de este grupo, además de un visible deterioro de los núcleos familiares y la reproducción de comportamientos culturales machistas (OIT, 2007).

Cuadro 4 América Latina: Características de los jóvenes que no estudian ni trabajan

2005 Total Urbano Rural Hombre Mujer 15-19 20-24

Total 100% 79% 21% 28% 72% 44% 56%

Componentes 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100%

Desocupado/a 26% 45% 15% 45% 19% 22% 29%

Quehaceres del hogar 55% 36% 67% 14% 71% 52% 57%

Otro 19% 19% 18% 41% 10% 26% 14%

Casado / Conviv. d/ 37% 26% 42% 7% 49% 24% 50%

Quintil

I 31% 30% 37% 33% 31% 29% 34%

II 24% 23% 24% 23% 24% 22% 24%

III 19% 20% 17% 18% 20% 20% 19%

IV 15% 16% 11% 15% 15% 17% 14%

V 11% 11% 11% 11% 11% 12% 9%

Fuente: Tomado OIT, 2007.

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Una política que garantice trayectorias de trabajo decente, entendido este como un “tra-bajo productivo con remuneración justa, segu-ridad en el lugar de trabajo y protección social para el trabajador y su familia, mejores pers-pectivas para el desarrollo personal y social, libertad para que manifiesten sus preocupacio-nes, se organicen y participen en la toma de decisiones que afectan a sus vidas así como la igualdad de oportunidades y de trato para mujeres y hombres” (OIT, 2007, Pág. 49), debe considerar las diferentes aristas que compren-de una etapa de la vida tan importante como la juventud.

Una política integral de trabajo decente en la región debería tener en cuenta aspectos edu-cativos, sociales, patrones de comportamiento cultural, estrategias de género y un mercado laboral que reconozca la dinámica cambiante de la fuerza laboral.

En cuanto a los instrumentos regionales que se han proferido en relación al trabajo decente para los y las jóvenes es importante mencionar algunos que reflejan el trabajo arduo que se ha venido haciendo por parte de diferentes organi-zaciones en pro de la defensa de los derechos humanos y laborales de nuestra juventud.

La Declaración del Milenio que fue firmada por 147 jefes de Estado y de gobierno y apro-bada por 187 países estableció, dentro de sus ocho objetivos, dos objetivos encaminados a re-ducir a la mitad entre 1990 y 2015 el porcentaje de personas con ingresos inferiores a un dólar y velar por que, para el año 2015, los niños y niñas de todo el mundo puedan terminar un ciclo com-pleto de enseñanza primaria. Estos dos objeti-vos representan el esfuerzo y la manifestación de muchos países para combatir dos enemigos presentes en la lucha de nuestros jóvenes por encontrar un mejor futuro: la pobreza y la fal-ta de oportunidades educativas, lo que deberá traducirse en mejores oportunidades y condi-ciones laborales justas.

La XVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que en principio tuvo que enfrentar el advenimiento de la cri-sis financiera internacional, reconoció a través de la Declaración de San Salvador al Espacio Iberoamericano de Juventud (EIJ), el cual tuvo

una importante participación en el Encuentro Cívico Iberoamericano en el marco de esta Cumbre. Esto último permitió que el EIJ pre-sentara una declaración donde se invita a los gobiernos de la región a prestar un apoyo deci-dido a la EIJ y a fortalecer los mecanismos de participación de los y las jóvenes en este tipo de iniciativas. La CSA es parte activa y consti-tuyente del EIJ.

Luego de un arduo trabajo, dentro de esta misma Cumbre, se logró la aprobación del Plan Iberoamericano de Cooperación e Integración de la Juventud (2009-20156), que en su apar-tado 5.2. establece el marco que posibilita el reconocimiento del EIJ.

La Organización Internacional del Trabajo estableció en el documento Trabajo decente en las Américas: una agenda hemisférica, 2006-20, reducir a la mitad en un plazo de 10 años el porcentaje de personas jóvenes que no es-tudia y no trabaja. Este compromiso consolida una visión que la OIT ha venido promoviendo de manera directa desde el año 1999 y que ha sido apoyada por toda la región (recientemente en la XVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en el 2008) a través de diversos pronunciamientos.22 De la misma ma-nera, a nivel mundial, esta problemática fue re-conocida en la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas del año 2005 (OIT, 2006)

El documento refleja la preocupación de la organización sobre la situación de los y las jóvenes. Reconoce que aún cuando las perso-nas jóvenes de hoy en día son más educadas y

22 De acuerdo a la OIT este sentimiento se encuentra plas-mado en “la Conferencia Regional de Empleo del MER-COSUR (Buenos Aires, abril de 2004), en la Conferen-cia Regional Andina sobre Empleo (Lima, noviembre de 2004), en el Foro Tripartito Subregional para el Empleo (Tegucigalpa, Honduras, junio de 2005). De igual modo, en las conclusiones de la XIII y la XIV Conferencias In-teramericanas de Ministros de Trabajo, así como en las declaraciones de Jefes de Estado y de Gobierno del con-tinente pronunciadas en las Cumbres Iberoamericanas (Santa Cruz, San José de Costa Rica y Salamanca) y en la III Cumbre América Latina y el Caribe – Unión Euro-pea y en las Cumbres Americanas de Nuevo León y de Mar del Plata” (OIT, 2006).

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están en contacto permanente con las nuevas tecnologías de la informa-

ción no cuentan con trabajos decentes donde sean remunerados de manera justa o con co-berturas de salud y seguridad social. Frente a esta situación, establece dos políticas vitales para combatir el problema (OIT, 2006).

La primera esta encaminada a disminuir rápidamente las tasas de deserción del sistema educativo lo cual está altamente correlaciona-do con problemáticas como el trabajo infantil y la formación de los jóvenes trabajadores (OIT, 2006).

La segunda política está relacionada con la promoción de más y mejores oportunidades la-borales para las personas jóvenes a través de incentivos para la contratación en empleos for-males y de oportunidades laborales que inclu-yen capacitación para la juventud, teniendo en cuenta que en muchos países está modalidad ha degenerado en falsas expectativas y las em-presas las han aprovechado para pagar salarios por debajo de los límites legales (OIT, 2006).

Esta política de promoción del trabajo ju-venil también debería estar articulada, según el documento, con medidas enfocadas a incen-tivar la iniciativa empresarial de las personas jóvenes, que como se comentó anteriormente, no responden a la creación de ideas sino a la necesidad económica de los jóvenes. De la mis-ma manera, la promoción de mecanismos de acreditación de la experiencia laboral resulta importante para reconocer lo aprendido en los primeros años de trabajo (OIT, 2006).

La actual crisis financiera mundial afecta de manera particular el trabajo juvenil, el cual es más sensible a los cambios en el ciclo económi-co (OIT, 2007). La globalización ha determina-do diversas maneras de ajuste en los mercados de trabajo sobre todo en países donde la tasa de dependencia juvenil muestra ciertos com-portamientos. En efecto, es un hecho que en Europa, particularmente, la ausencia de una fuerza laboral joven ha favorecido e impulsado la migración de personas jóvenes del resto del mundo. Es preocupante si se tiene en cuenta la fuga de capital humano que Latinoamérica viene enfrentando y que una gran cantidad de esta oferta laboral es para trabajos de baja

remuneración (particularmente trabajos do-mésticos lo cual ha provocado que en muchos países este fenómeno migratorio se concentre en las mujeres) (OIT 2007).

Según la OIT, si se ampliara la definición de personas jóvenes hasta los 29 años, estas representarían el 50% de los movimientos mi-gratorios mundiales, lo cual trae grandes con-secuencias para la región. Por un lado, un au-mento importante de las remesas provenientes del exterior y por otro la disminución de la fuerza laboral juvenil preparada. Es decir, los esfuerzos realizados para mejorar la educación de esta población y las políticas laborales para facilitar su inserción estarían desarrollándose a favor del crecimiento económico de otras re-giones (OIT, 2007).

El trabajo decente no debe entenderse como un simple requisito que deberían cumplir todos los países, sino como una trayectoria comple-ja que requiere el acompañamiento de toda la sociedad, lo cual es consistente con la litera-tura reciente sobre reducción de la pobreza. Esta trayectoria debería poner como requisito fundamental la formación, entendida esta en dos dimensiones: formación relacionada con los conocimientos y competencias útiles en el mercado laboral y formación traducida en una lucha frontal contra los modelos culturales que perpetúan roles preestablecidos para las muje-res y también, formación para que los segmen-tos más pobres de la población comprendan esta trayectoria que resulta fundamental para superar la pobreza, sobre todo cuando en es-tos grupos los referentes familiares que puedan transmitir estos patrones de comportamiento son escasos o inexistentes (OIT, 2007).

Estas condiciones que son horizontales en el esquema, deben ser acompañadas por polí-ticas transversales que faciliten la cobertura y la calidad educativa, así como los mecanismos idóneos de control y seguimiento a los procesos de inserción y permanencia laboral.

La ausencia de este esquema en una so-ciedad que quiera alcanzar el bienestar eco-nómico y social de su población es un riesgo potencial que nuestra región no debe permitir. Si nuestros/as jóvenes reconocen que la tra-yectoria educación – trabajo decente – movilidad

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Distribución de la población juvenil por situación en el empleo en América Latina y el Caribe, Total (1997 y 2007)

50%

40%

30%

20%

10%

0%

Empleado Desempleado Inactivo

1997 2007

socioeconómica positiva no es viable en sus vi-das, cuestionaran la validez de este plantea-miento. Esto, se traduciría en una clara profun-dización de la pobreza en los segmentos menos favorecidos, la erosión de la cohesión social de estos jóvenes y la desmotivación general de un grupo poblacional que representa uno de los activos más preciados de cualquier país.

La OIT (2004) encontró que si se redujera a la mitad el desempleo de las personas jó-venes en el mundo, esto se traduciría en un

crecimiento económico adicional equivalente a una cifra ubicada entre el 4,4% y el 7% del PIB mundial en 2003. Sin embargo, la evolución de la situación laboral de las y los jóvenes no ha sido la esperada. De acuerdo a la OIT (2008b) los indicadores básicos del mercado laboral no han mostrado una evolución consistente (Gráfico 1). El porcentaje de personas jóvenes empleadas en 10 años (1997-2007) pasó de 47,3% a 45,9%. El porcentaje de desemplea-dos/as se mantuvo estable en el mismo periodo pasando de 7,7% a 7,8%, mientras los/as inac-tivos/as23 aumentaron de 45% a 46, 3%.

23 Jóvenes inactivos son aquellos que no trabajan y no buscan trabajo. En este grupo están aquellos que se encuentran estudiando.

Fuente: Tomado OIT, 2008b.

Gráfico 7

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Es innegable que uno de los problemas más persistentes de América

Latina es su creciente desigualdad. A pesar de que el continente ha mostrado durante el último lustro un ritmo de crecimiento notable, la dis-tribución del ingreso sigue siendo deficiente.

El comportamiento del empleo juvenil no es ajeno a esta dinámica. La inequidad no solo es visible entre personas jóvenes y adultas sino entre los y las mismas jóvenes. Existe gran dife-rencia en el comportamiento de los indicadores laborales entre mujeres y hombres y de acuer-do a su lugar de procedencia (urbana o rural), su origen étnico (indígenas), edad, apariencia e incluso razones políticas.

Aunque el aumento de la participación la-boral de las mujeres en el mercado laboral ha sido notable, es incierto si este comportamiento se tradujo en mejores condiciones laborales. La tasa de desempleo en las mujeres permanece alta: 10,9% frente a 6,9% en los hombres (OIT, 2008a).

Un análisis por sectores muestra que las mu-jeres (10,7%) tienen una participación mucho

menor en el sector agrícola comparado con los hombres (24,7%). Sin embargo, en el sector in-dustrial este comportamiento es opuesto. Las mujeres participan con un 14,1%, mientras los hombres lo hacen en un 27,1%. En su mayoría las mujeres se concentran en el sector servicios con una participación del 74,8%. Asimismo, la proporción de mujeres que cuentan con un empelo vulnerable llegó al 32,7%, ligeramente por debajo de los hombres. Aunque estas cifras corresponden a las mujeres como grupo pobla-cional completo y no desagregado por edades, se presume que en las mujeres jóvenes sigue siendo una constante. (OIT, 2008a).

Aunque es evidente el aumento en la matrí-cula de mujeres en educación básica y superior, todavía existe una profunda discriminación de género en el mercado laboral. Como se comentó anteriormente, muchas mujeres son víctimas de la reproducción de estereotipos clásicos de comportamiento donde la mujer es educada en el núcleo familiar para elaborar tareas que, de acuerdo a sus padres, solo deben ser realizadas por ellas y no por los hombres.

Cuadro 5 Inscripción en la educación secundaria y terciaria

en América Latina y el Caribe, 1999 y 2006

Total Hombres Mujeres

1999 2006 1999 2006 1999 2006

Tasa de inscripción en el nivel secundaria

80,3% 89,4% 77,7% 86,3% 83,1% 92,6%

Tasa de inscripción en el nivel terciaria

21,5% 31,3% 20,3% 29,1% 22,7% 33,6%

Fuente: UNESCO, Instituto de Estadística. Tomado OIT, 2008b.

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Otra situación que facilita la discrimina-ción sobre las mujeres es la estigmatización que sobre la maternidad adolescente existe. A pesar de que el número de hijos promedio que una mujer puede tener durante su vida fértil ha disminuido notablemente, el aumento de los embarazos precoses sigue siendo un gran problema que debe ser combatido con políticas educativas frontales, no solo para las mujeres sino también para hombres en lo relacionado con su papel dentro de un modelo social de pa-ternidad responsable. Esta situación se agrava si la mujer es pobre y con poca educación, lo cual provoca la deserción escolar y refuerza los estereotipos de género y profundiza la trans-misión intergeneracional de la pobreza (OIT, 2007).

Las trabajadoras domésticas son otro gru-po que debe ser atendido de manera especial. Según la OIT, 11 millones de mujeres en la re-gión (16% de la fuerza laboral urbana) se dedi-can a labores domésticas, y muchas de hechas no cuentan con derechos y condiciones labora-les equiparables. La mayoría de estas mujeres comienzan a trabajar desde temprana edad y provienen de zonas rurales. Es decir, que aban-donan sus estudios tempranamente y al ser las

familias sus empleadores las condiciones de trabajo son de difícil control y seguimiento por parte de las autoridades (OIT, 2007).

El 22% de las personas jóvenes de la región proviene de zonas rurales, es decir, 23 millo-nes de jóvenes. El trabajo en las zonas rurales se caracteriza por su estacionalidad y por su gran exigencia física. Los y las jóvenes que vi-ven en zonas rurales no cuentan con oportuni-dades educativas atractivas, más aun cuando se privilegia más la productividad de la tierra que la de los trabajadores. La OIT recomienda políticas que rejuvenezcan el campo y lo hagan más atractivo para la juventud, para frenar la creciente migración de jóvenes a los cascos ur-banos que huyen al no identificarse con un mo-delo de trabajo en el campo, que no les brinda oportunidades (OIT, 2007).

Otro colectivo que sufre las consecuencias de la discriminación laboral es la población indígena. Se estima que existen entre 30 y 50 millones de indígenas en la región que en su mayoría están concentrados en cinco países (Bolivia, México, Guatemala, Ecuador y Perú). Este grupo poblacional enfrenta condiciones culturales específicas que reclaman una aten-ción focalizada por parte de los gobiernos.

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Jóvenes y Organizaciones Sindicales6.

Sería imposible lograr que nuestros jóvenes mejoraran sus condiciones de trabajo sola-mente con políticas públicas. La participa-

ción de diversos sectores de la sociedad resulta indispensable para lograr consensos que ga-ranticen trayectorias de trabajo decente para nuestra juventud. En este sentido, el concurso de las organizaciones sindicales resulta fun-damental para lograr que nuestros/as jóvenes superen las barreras presentes en nuestros mercados laborales.

Aunque el trabajo juvenil hace parte de la agenda de las organizaciones sindicales de la región y existen diversos tipos de iniciativas y practicas, las tasas de participación de es-tos en las organizaciones sindicales todavía es baja. Las principales causas de este fenómeno se encuentran en el desconocimiento de los y las jóvenes sobre la existencia de sindicatos y porque no están claras las ventajas que trae la vinculación a una organización sindical, ade-más los sindicatos todavía son percibidos por la juventud como organismos tradicionales y burocráticos (CINTERFOR, 2008). Asimismo, contribuye a este fenómeno la creciente infor-malización de las condiciones laborales, a tra-vés de contratos donde los y las jóvenes tienen que asumir, en unos casos toda la carga pres-tacional y en otros ni siquiera pueden cubrir estos rubros. Esta espiral de contratación in-formal y el desconocimiento de los derechos se alimentan conjuntamente haciendo que las ta-sas de sindicalización sean bajas y que el irres-peto a los las condiciones laborales de los y las jóvenes sea continuo y creciente.

Los sindicatos vienen vinculando las pro-blemáticas juveniles a través de la discusión de aquellos temas que son más sensibles para este grupo poblacional (ecología, minorías, pa-cifismo, desarrollo de tecnologías, etc.) (OIT, 2007). Las organizaciones sindicales han acor-dado que su responsabilidad sobre el trabajo decente en los jóvenes se debe focalizar en tres áreas específicas (Castillo, 2007):

Instituciones: • Promoviendo políticas labo-rales a favor del empleo decente en los y las jóvenes y mecanismos de participación política juvenil.

Sociedad Civil:• Articulando los temas más sensibles para las personas jóvenes con otros actores e instituciones sociales.

Sindicatos:• Logrando acercar a las y los jóvenes a los sindicatos a través de progra-mas de formación, debate y discusión.

Las iniciativas de vinculación de perso-nas jóvenes a los movimientos sindicales más atractivas se han centrado en la creación de espacios de formación sindical donde los y las jóvenes tienen gran participación. Los movi-mientos sindicales reconocen que el futuro del sindicalismo se encuentra en la integración de la juventud con la generación sindical de mayo-res (CINTERFOR, 2008).

La Confederación Sindical de Trabajadores de las Américas (CSA), órgano de la Confederación Sindical Internacional, establece de manera directa

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en su programa de acción el com-promiso de empoderar a la juventud

trabajadora como sujeto social y sindical que tenga pleno ejercicio de sus derechos políticos, laborales y sociales. Asimismo, reconoce que el concurso de la juventud es fundamental den-tro del desarrollo del movimiento sindical para que este pueda responder a las necesidades de toda la clase trabajadora no sin antes brindar a los y las jóvenes la posibilidad de potenciar sus capacidades reivindicativas. Más allá de este compromiso establecido, la CSA ha cons-tituido el Comité de la Juventud Trabajadora de las Américas como ente consultivo del Consejo Ejecutivo y de apoyo al Secretariado Ejecutivo de la CSA, lo que demuestra la mate-rialización de su política a favor de la juventud latinoamericana.

Es importante destacar que el movimiento sindical está teniendo una actitud proactiva frente a está problemática y no espera que la juventud toque las puertas del sindicalismo. Por el contrario, se han establecido estrate-gias que buscan que el movimiento sindical se acerque a los jóvenes. Estrategias de alcan-ce nacional y regional enfocadas a organizar el movimiento sindical y llevarlo a escenarios donde tradicionalmente no se desenvolvía pero donde la presencia de los jóvenes es constante (CINTERFOR, 2008).

De acuerdo al Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional existen 13 enlaces reconocidos de páginas relacionadas con jóvenes y sitios sin-dicales a nivel mundial, donde se recogen los aspectos más relevantes de interés para los jó-venes y se brindan documentos informativos sobre derechos y condiciones laborales decen-tes que los jóvenes deberían tener en cuenta.

El trabajo sindical con las nuevas juventu-des sigue siendo un gran reto. Sobre todo en lo relacionado con la imagen que las personas jóvenes tienen sobre el movimiento sindical. En este sentido, existe un gran desafío para las or-ganizaciones sindicales y la manera como es-tas se aproximan a las nuevas generaciones. Además, el reto se extiende a lograr una parti-cipación que supere la etapa consultiva e invo-lucre a los y las jóvenes en espacios de toma de decisiones dentro de un escenario de participa-ción política sindical.

Los procesos de formación que se llevan a cabo hoy en día deben ser acompañados con vínculos más estrechos que le permitan al y la joven sentirse parte activa de los movimientos sindicales y reconocer su importancia en la lu-cha por los derechos de los trabajadores y las trabajadoras en el mundo.

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Crisis Financiera Internacional 7. y sus Impactos en el Empleo Decente de los y las Jóvenes

en la cantidad del empleo sino en la precarie-dad del mismo.

Según el último informe sobre perspecti-vas económicas mundiales elaborado por la ONU (2008) para el año 2009, América Latina enfrentará una caída importante en su creci-miento debido, fundamentalmente, a la erosión de los precios de los bienes primarios de ex-portación y a la reducción de las líneas de cré-dito globales. Esto indudablemente impactará la situación del empleo en la región que venía repuntando de manera importante durante los últimos años. Situación que demanda acciones conjuntas de todos los gobiernos para minimi-zar los impactos negativos que inevitablemente producirá la crisis durante los próximos años.

Como se comentó en la primera parte de este documento, América Latina se ha benefi-ciado enormemente de las altas tasas de

crecimiento económico de los últimos años, las cuales han influido de manera fundamental en la reducción de la pobreza y la indigencia. Sin embargo, el último semestre del año 2008 presenció el desencadenamiento de una crisis financiera global que en principio fue subesti-mada por el mundo entero.

Indudablemente, esta crisis financiera in-ternacional impactará de manera directa el empleo en todos los países de la región y par-ticularmente el empleo de los y las jóvenes, quienes, si no se toman las medidas necesarias oportunamente, sufrirán un deterioro no sólo

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Cuadro 6 Situación y perspectivas para la economía mundial, 2009

Tasa Porcentual Anual

2003

2004

2005

2006

2007

2008a

2009b

Esc

enar

io

Bas

e

Esc

enar

io

Pes

imis

ta

Esc

enar

io

Opti

mis

ta

Economías en Transición

7,4 7,7 6,5 7,8 8,3 6,9 4,8 2,7 6,1

Economías en Desarrollo

5,2 7,1 6,8 7,1 7,2 5,9 4,6 2,7 5,1

África 4,9 5,9 5,7 5,7 6 5,1 4,1 0,1 4,7

Asia del Este 6,9 8 7,7 8,6 9 6,9 5,9 4,6 6,4

Asia del Sur 6,9 6,7 9,5 6,9 7,9 7 6,4 4 6,6

Asia Occidental 4,9 8,2 6,8 5,9 4,7 4,9 2,7 1,6 3,3

América Latina y el Caribe

1,8 5,9 4,6 5,5 5,5 4,3 2,3 -0,2 2,7

Fuente: UN/DESA. Tomado de Situación y perspectivas para la economía mundial, 2009. a. Parcialmente estimado, b. Pronóstico basado en el Proyecto LINK.

Como se aprecia en el Cuadro 6, el esce-nario positivo ya muestra una disminución sensible en el crecimiento de la región (creci-miento del 2,7%) lo cual genera grandes cues-tionamientos sobre las políticas económicas y sociales que se deben tomar. Lo primero que hay que tener claro es que hoy más que nun-ca es importante un trabajo conjunto en cada

uno de los países. La discusión en escenarios tripartitos (sectores publico, privado y sindica-dos) será fundamental para llegar a consensos que beneficien a los sectores más pobres de la población, pues serán estos quienes enfrenten de manera más radical los impactos de la des-aceleración económica.

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Ya es un hecho que las políticas monetarias tomadas recientemente en la gran mayoría de países del mundo no han sido suficientes para apaciguar los primeros síntomas de la crisis. A pesar de la notable reducción en las tasas de interés y de la indudable liquidez mundial la economía todavía no muestra síntomas de recuperación, lo cual es un claro indicio de poca confianza en las señales de mercado. La importancia de la inversión pública en infra-estructura y en programas sociales cobra hoy importancia debido a su indiscutible impacto en las condiciones del empleo.

Es un hecho que el empleo decente de la juventud latinoamericana está y estará en ries-go durante los últimos años. La evolución de los ingresos, los salarios y el empleo tomará un rumbo contrario a los intereses de la juventud. Los gobiernos, el sector privado y los sindicatos deben impulsar políticas anticíclicas en contra de esta realidad.

Se debe garantizar el flujo de crédito con tasas de interés accesibles y estimular la de-manda mediante el gasto y la inversión no solo privada sino pública. Además, se deben pro-teger los sectores sociales más vulnerables a través de la ampliación de programas sociales que incluyan seguros contra el desempleo y la promoción, a través de incentivos tributarios a las empresas, de programas de capacitación la-boral para las y los jóvenes trabajadores

De la misma manera, se deben apoyar los proyectos de emprendimiento, que como se dijo anteriormente tienen el riesgo de precarizar las condiciones laborales de la juventud. Esto se debe ejecutar a través de políticas tributarias

que incentiven el empleo y la producción y a través del asesoramiento empresarial que bus-que el fortalecimiento de la pequeña y la media-na empresa.

La promoción de la educación, no sólo for-mal sino a través de programas de capacitación técnica laboral debe ser otro de los pilares para enfrentar los impactos que la crisis impondrá sobre las condiciones del trabajo en los y las jó-venes. La capacitación de calidad es una condi-ción necesaria para brindar a nuestras juven-tudes herramientas que les permitan enfrentar el mercado laboral de una mejor manera.

Hoy más que nunca el concurso de los sin-dicatos es importante. Ante la profunda crisis que puede acercarse, es fundamental el moni-toreo de las condiciones del trabajo decente de nuestra juventud y la lucha por la ampliación del poder de negociación de las y los trabajado-res, que se ha visto deteriorado sensiblemente durante los últimos años. Como lo ha comen-tado recientemente el actual Premio Nóbel de Economía, Paul Krugman, es necesario que los y las trabajadoras recuperen su poder de nego-ciación pues esta realidad es una de las princi-pales causas de desigualdad y de la perdida de poder adquisitivo de los trabajadores; además, es una condición necesaria para recuperar el empleo.

No puede contemplarse un escenario futuro donde el ejercicio sindical este ausente. Esta crisis financiera global es la oportunidad para reclamar un espacio que ha sido conquistado durante años de lucha y que es sensible para la protección y promoción del trabajo decente.

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Conclusiones8.

Procurar condiciones que generen escenarios para la discusión y creación de políticas que protejan y controlen las condiciones

en que las y los jóvenes vienen vinculándose al mercado laboral es una obligación de nuestra sociedad. Sin embargo, la tarea no es una res-ponsabilidad única de los Estados. El concurso de diversos sectores de la sociedad (sindicatos, empresarios y organizaciones sociales) es fun-damental para lograr consensos que aseguren el cumplimiento de esta meta.

La manera en que las personas jóvenes se vienen vinculando al mercado laboral plantea diversos desafíos e interrogantes para nuestra sociedad que superan la simple dinámica labo-ral. La exclusión no sólo por su condición de jóvenes sino incluso por sus condiciones par-ticulares (género, etnia, condición socio-econó-mica) demuestra que una política que busque proteger el trabajo decente de los y las jóvenes debe estar articulada con una visión más am-plia sobre la importancia de nuestros jóvenes y su impacto futuro en la economía de la región.

En este sentido, es fundamental que los go-biernos entiendan que los avances que se lo-gren en educación van a determinar en gran parte las condiciones en las que los y las jó-venes tendrán sus primeros acercamientos al mercado laboral. No se trata simplemente de aumentar las coberturas en educación prima-ria y secundaria, la calidad es un tema que debe ser abordado con mayor responsabilidad para permitir que nuestros jóvenes puedan competir justamente. El acceso y la calidad de la educación superior es otro tema sobre el cual

las autoridades y la sociedad deben poner es-pecial atención. Está demostrado que es este nivel de educación el que está directamente re-lacionado con los aumentos en productividad de la economía.

Por otro lado, la política de trabajo decen-te debería estar articulada con programas cul-turales y deportivos que fomenten y protejan las primeras etapas de crecimiento de las y los jóvenes. Las condiciones en que nuestros/as jóvenes crecen y forman su personalidad son fundamentales en la manera como se deter-mina su senda de crecimiento como futuros ciudadanos.

En lo relacionado con el mercado laboral es importante establecer condiciones que permi-tan la protección, el control y el seguimiento de políticas que fomenten el trabajo decente en los jóvenes y el respeto a dichas condiciones. En este sentido, los gobiernos deben luchar con-tra el crecimiento de los mercados informales de trabajo que hoy en día tienen una gran pre-sencia de población joven, procurando que en los primeros acercamientos de las y los jóve-nes a estos mercados esté asegurado el cubri-miento de la seguridad social y la salud de los mismos.

América Latina tiene la posibilidad de cam-biar su tendencia histórica como región donde la desigualdad sobresale sin control. La región cuenta con un gran acervo de mano de obra que debe ser capitalizado de la mejor ma-nera, no sólo para lograr tasas de crecimiento superiores

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y sostenidas, sino para establecer las condiciones para la construcción de

una nueva sociedad más equitativa y conciente de su condición como colectivo social. El de-safío es grande y sólo a través de un trabajo

conjunto entre gobiernos, sindicatos, secto-res sociales y empresarios se garantizara que nuestros países logren aprovechar esta gran oportunidad.

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