Huey Tlamahuizoltica. Luis Lasso de La Vega (1649)

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  • 7/30/2019 Huey Tlamahuizoltica. Luis Lasso de La Vega (1649)

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    APNDICE IILuis Lasso de la Vega

    Huei Tlamaluizolitca omonexiti in ilhuicac tlatoca cihuapilli Santa Mara

    Totlaonantzin Guadalupe in nican huei altepenahuac. Mexico

    Itocayocan Tepeyacac.

    Cd. Mexico: Imprenta de Juan Ruiz, 1649. [texto original dado en nhuatl].REINA DEL CIELO, SIEMPRE VIRGEN,BIENAVENTURADA MADRE DE DIOSDesde que fui encargado, aunque indigno, del templo donde veneramostu devotsima imagen, viste que te hice la ofrenda de mi corazn alentrar en tu bendita casa. Procurando con empeo tu culto; para manifestarloun poco, he escrito en idioma nhuatl tu milagro. No recibas con disgusto,antes acepta benignamente la relacin de un humilde siervo. Ms hahecho tu amor, pues en su lengua llamaste y hablaste a un pobre indio, y ensu tilma de ayate pintaste tu imagen con los colores de fragantes rosas, paraque no te tomase por otra, y tambin para que entendiera y manifestara tus

    palabras y voluntad. En lo cual echo de ver que no te desagrada el lenguajede diversas gentes, sino que las haces hablar y las solicitas con instancia aque te conozcan y tengan por intercesora en toda la sobrefaz de la tierra. Esome ha animado a escribir en idioma nhuatl tu maravillosa aparicin y el

    presente de tu imagen a esta tu bendita casa del Tepeycac, para que veanlos naturales y sepan en su lengua cuanto por amor de ellos hiciste y de qumanera aconteci; lo que mucho se haba borrado por las circunstancias deltiempo. An hay otra cosa por que me anim a escribir en idioma nhuatl tumilagro; y es lo que dice tu devoto San Buenaventura, que los grandes,admirables y sublimes milagros de Nuestro Seor se han de escribir en diversosidiomas, para que los vean y admiren todas las diferentes naciones.

    As se hizo cuando en la cruz muri tu divino Hijo: encima de su cabeza, yen tres lenguas, se escribi en una tabla el motivo de su sentencia, para queviesen y admirasen en diferentes lenguas las diversas gentes el altsimo,sublime y maravilloso amor del que con muerte de cruz salv a todo elgnero humano. Muy grande, sublime y admirable asimismo es que t, contus manos, hayas pintado tu imagen, en que quieres que te invoquemos tushijos, singularmente estos naturales, a quienes te apareciste; por lo cual,NUESTRA SEORA DE GUADALUPE... 493

    ojal que se escriba en diferentes lenguas, para que todos los que las haban,conozcan tu gloria y las maravillas que por ellos has obrado.Y dado que es as, que tambin estabas sentada al par de los discpulos

    de tu divino Hijo, cuando sobre ellos se pos el Espritu Santo (Act., c. 4),que vino en figura de lenguas de fuego convertido, a conceder sus dones yensear y dar a cada uno todas las diversas lenguas, a fin de que fuesen porel mundo entero a predicar cuantas maravillas hizo tu precioso Hijo; y queestuviste consolndolos y animndolos en aquel tiempo; y que con tus peticionesy oraciones imploraste y apresuraste que se posara sobre ellos DiosEspritu Santo, que por ti se les dio: haz que igualmente se pose sobre m;que alcance yo su lengua de fuego, para escribir en idioma nhuatl el excelsomilagro de tu aparicin a estos pobres naturales, y el no menos grandecon que les diste tu imagen. Si algo puedo con tu ayuda, acptalo

    benignamente, que es cosa tuya. No dir ms, sino que me postro a tus piescomo tu humilde siervo.

    BachillerLUIS LASSO DE LA VEGA

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    EN ORDEN Y CONCIERTO SE REFIERE AQUI DE QUE MANERASE APARECIO POCO HA, MARAVILLOSAMENTE LA SIEMPREVIRGEN SANTA MARIA, MADRE DE DIOS, NUESTRA REINA,EN EL TEPEYACAC QUE SE NOMBRA GUADALUPE

    Primero se dej ver de un pobre indio llamado Juan Diego; y despus

    se apareci su preciosa imagen delante del nuevo obispo donfray de Zumrraga. Tambin (se cuentan) todos los milagros que ha

    hecho.

    Diez aos despus de tomada la ciudad de Mxico se suspendi la guerra,y hubo paz en los pueblos, as como empez a brotar la fe, el conocimientodel verdadero Dios, por quien se vive. A la sazn, en el ao de milquinientos treinta y uno, a pocos das del mes de diciembre, sucedi quehaba un pobre indio, de nombre Juan Diego, segn se dice, natural deCuautitln. Tocante a las cosas espirituales, an todo perteneca a Tlatelolco.Era sbado muy de madrugada, y vena en pos del culto divino y de susmandados. Al llegar junto al cerrillo llamado Tepeycac, amaneca; y oy

    cantar arriba del cerrillo: semejaba canto de varios pjaros preciosos; callabana ratos las voces de los cantores y pareca que el monte le responda. Sucanto, muy suave y deleitoso, sobrepujaba al del coyolttotly del tzinizcany de otros pjaros lindos que cantan. Se par Juan Diego a ver y dijo para s:por ventura soy digno de lo que oigo?, quizs sueo?, me levanto dedormir?, dnde estoy?, acaso en el paraso terrenal, que dejaron dicho losviejos, nuestros mayores?, acaso ya en el celo? Estaba viendo hacia eloriente, arriba del cerrillo, de donde proceda el precioso canto celestial; y494 H. M. S. PHAKE-POTTER

    as que ces repentinamente y se hizo el silencio, oy que le llamaban dearriba del cerrillo y le decan: Juaito, Juan Dieguito. Luego se atrevi

    a ir adonde le llamaban; no se sobresalt un punto; al contrario, muycontento, fue subiendo el cerrillo, a ver de dnde le llamaban. Cuandolleg a la cumbre, vio a ma seora que estaba all de pie y que le dijoque se acercara. Llegado su presencia, se maravill mucho de su sobrehumanagrandeza: su vestidura era radiante como el sol; el risco enque posaba su planta, flechado por los resplandores, semejaba una ajorcade piedras preciosas; y relumbraba la tierra como el arco iris. Losmezquites, nopales y otras diferentes hierbecillas que all se suelen dar,

    parecan de esmeralda; su follaje, finas turquesas y sus ramas y espinasbrillaban como el oro. Se inclin delante de ella y oy su palabra, muyblanda y corts, cual de quien atrae y estima mucho; Ella le dijo: Juanito,el ms pequeo de mis hijos, adonde vas? l respondi: Seora ynia ma, tengo que llegar a tu casa de Mxico Tlatelolco, a seguir lascosas divinas que nos dan y ensean nuestros sacerdotes, delegados de

    Nuestro Seor. Ella luego le habl y le descubri su santa voluntad; ledijo: Sabe y ten entendido, t el ms pequeo de mis hijos, que yo soyla siempre Virgen Santa Mara, Madre del verdadero Dios por quien sevive; del Creador cabe quien est todo; Seor del celo y de la tierra.Deseo vivamente que se me erija aqu un templo, para en l mostrar ydar todo mi amor, compasin, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra

    piadosa Madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra

    y a los dems amadores mos que me invoquen y en m confen; or allsus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores. Y para realizar

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    lo que mi clemencia pretende, vte al palacio del obispo de Mxicoy le dirs cmo yo te envo a manifestarle lo que mucho deseo, que aquen el llano me edifique un templo: le contars puntualmente cuanto hasvisto y admirado, y lo que has odo. Ten por seguro que lo agradecer

    bien y lo pagar: porque te har feliz y merecers mucho que yo recompense

    el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo.Mira que ya has odo m mandato, hijo mo el ms pequeo; anda y pontodo tu esfuerzo. Al punto se inclin delante de ella y le dijo: Seorama, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de ti, yo tuhumilde siervo. Luego baj, para ir a hacer su mandado; y sali a lacalzada que viene en lnea recta a Mxico.Habiendo entrado en la ciudad, sin dilacin se fue en derechura al

    palacio del obispo, que era el prelado que muy poco antes haba venidoy se llamaba don fray Juan de Zumrraga, religioso de San Francisco.Apenas lleg, trat de verle; rog a sus criados que fueran a anunciarle;y pasado un buen rato, vinieron a llamarle, que haba mandado el seor

    obispo que entrara. Luego que entr, se inclin y arrodill delante de l;en seguida le dio el recado de la Seora del celo; y tambin le dijocuanto admir, vio y oy. Despus de or toda su pltica y su recado,NUESTRA SEORA DE GUADALUPE... 495

    pareci no darle crdito; y le respondi: Otra vez vendrs, hijo mo, yte oir ms despacio; lo ver muy desde el principio y pensar en lavoluntad y deseo con que has venido. l sali y se vino triste, porque deninguna manera se realiz su mensaje.En el mismo da se volvi; se vino derecho a la cumbre del cerrillo, yacert con la Seora del cielo que le estaba aguardando, all mismo donde lavio la vez primera. Al verla, se postr delante de ella y le dijo: Seora, la

    ms pequea de mis hijas, nia ma, fui adonde me enviaste a cumplir tumandato: aunque con dificultad entr adonde es el asiento del prelado; le vy expuse tu mensaje as como me advertiste; me recibi benignamente y meoy con atencin; pero en cuanto me respondi, pareci que no lo tuvo porcierto; me dijo: Otra vez vendrs; te oir ms despacio; ver muy desde el

    principio el deseo y voluntad con que has venido. Comprend perfectamenteen la manera como me respondi, que piensa que es quizs invencin maque t quieres que aqu te hagan un templo y que acaso no es de orden tuya;

    por lo cual te ruego encarecidamente, Seora y nia ma, que a alguno de losprincipales, conocido, respetado y estimado, le encargues que lleve tu mensaje,para que le crean; porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soyuna escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y t niama, la ms pequea de mis hijas, Seora, me envas a un lugar por dondeno ando y donde no paro. Perdname que te cause gran pesadumbre y caigaen tu enojo. Seora y dueo mo. Le respondi la Santsima Virgen: Oye,hijo mo el ms pequeo, ten entendido que son muchos mis servidores ymensajeros a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mivoluntad; pero es de todo punto preciso que t mismo solicites y ayudes yque con tu mediacin se cumpla m voluntad. Mucho te ruego, hijo mo elms pequeo, y con rigor te mand que otra vez vayas maana a ver alobispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por entero mi voluntad: que

    tiene que pomer por obra el templo que le pido. Y otra vez dile que yo enpersona, la siempre Virgen Santa Mara, Madre de Dios, te enva. Respondi

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    Juan Diego: Seora y nia ma, no te cause ya afliccin; de muy buenagana ir a cumplir tu mandato; de ninguna manera dejar de hacerlo ni tengo

    por penoso el camino. Ir a hacer tu voluntad; pero acaso no ser odocon agrado; o si fuere odo, quizs no se me creer. Maana en la tarde,cuando se ponga el sol, vendr a dar razn de tu mensaje con lo que responda

    el prelado. Ya de ti me despido, hija ma la ms pequea, mi nia ySeora. Descansa entre tanto. Luego se fue l a descansar en su casa.Al da siguiente, domingo, muy de madrugada, sali de su casa y sevino derecho a Tlatelolco, a instruirse de las cosas divinas y estar presenteen la cuenta, para ver en seguida al prelado. Casi a las diez, se aprest,despus de que se oy misa y se hizo la cuenta y se dispers el gento. Al

    punto se fue Juan Diego al palacio del seor obispo. Apenas lleg, hizo todoempeo por verle: otra vez con mucha dificultad le vio; se arrodill a sus

    pies; se entristeci y llor al exponerle el mandato de la Seora del cielo;496 H. M. S. PHAKE-POTTER

    que ojal que creyera su mensaje y la voluntad de la Inmaculada, de erigirle

    su templo donde manifest que lo quera. El seor obispo, para cerciorarse,le pregunt muchas cosas, dnde la vio y cmo era; y l refiri todo perfectamenteal seor obispo. Mas aunque explic con precisin la figura de ellay cuanto haba visto y admirado, que en todo se descubra ser ella la siempreVirgen Santsima, Madre del Salvador Nuestro Seor Jesucristo; sin embargo,no le dio crdito y dijo que no solamente por su pltica y solicitud sehaba de hacer lo que peda; que, adems, era muy necesaria alguna seal

    para que se le pudiera creer que le enviaba la misma Seora del cielo. Asque lo oy, dijo Juan Diego al obispo: Seor, mira cul ha de ser la sealque pides; que luego ir a pedrsela a la Seora del cielo que me envi ac.Viendo el obispo que ratificaba todo sin dudar ni retractar nada, le despidi.

    Mand inmediatamente a unas gentes de su casa, en quienes poda confiar,que le vinieran siguiendo y vigilando mucho adonde iba y a quin vea yhablaba. As s hizo. Juan Diego se vino derecho y camin por la calzada;los que venan tras l, donde pasa la barranca, cerca del puente del Tepeycac,le perdieron; y aunque ms buscaron por todas partes, en ninguna le vieron.As es que regresaron, no solamente porque se fastidiaron, sino tambin

    porque les estorb su intento y les dio enojo. Eso fueron a informar al Seorobispo, inclinndole a que no le creyera: le dijeron que no ms le engaaba;que no ms forjaba lo que vena a decir o que nicamente soaba lo quedeca y peda; y en suma discurrieron que si otra vez volva, le haban decoger y castigar con dureza, para que nunca ms mintiera y engaara.Entre tanto, Juan Diego estaba con la Santsima Virgen, dicindole larespuesta que traa del seor obispo; la que oda por la Seora, le dijo: bienest, hjito mo, volvers aqu maana para que lleves al obisp la seal quete iba pedido; con eso te creer y acerca de esto ya no dudar ni de ti sospechar;y sbete, hijito mo, que yo te pagar tu cuidado y el trabajo y cansancioque por m has impendido; ea!, vete ahora; que maana aqu te aguardo.Al da siguiente, lunes, cuando tena que llevar Juan Diego alguna seal

    para ser credo, ya no volvi. Porque cuando lleg a su casa, a un to quetena, llamado Juan Bernardino, se le haba dado la enfermedad y estabamuy grave. Primero fue a llamar a un mdico y le auxili; pero ya no era

    tiempo, ya estaba muy grave. Por la noche, le rog su to que de madrugadasaliera, y viniera a Tlatelolco, a llamar un sacerdote, que fuera a confesarle

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    y disponerle, porque estaba muy cierto de que era tiempo de morir y que yano se levantara ni sanara.El martes, muy de madrugada, se vino Juan Diego de su casa a Tlatelolcoa llamar al sacerdote; y cuando vena llegando al camino que sale, junto a laladera del cerrillo del Tepeycac haca el poniente, por donde tena costumbre

    de pasar, dijo: Si me voy derecho, no sea que me vaya a ver la Seora,y en todo caso me detenga, para que lleve la seal al prelado segn meprevino: que primero nuestra afliccin nos deje y primero llame yo de prisaal sacerdote; el pobre de mi to lo est ciertamente aguardando. Luego dioNUESTRA SEORA DE GUADALUPE... 497

    vuelta al cerro; subi por entre l y pas al otro lado, hacia el oriente, parallegar pronto a Mxico y que no le detuviera la Seora del cielo. Pens que

    por donde dio la vuelta no poda verle la que est mirando bien a todaspartes. La vio bajar de la cumbre del cerrillo y que estuvo mirando haciadonde antes l la vea. Sali a su encuentro a un lado del cerro y le dijo:Qu hay, hijo mo el ms pequeo?, adonde vas? Se apen l un poco,

    o tuvo vergenza, o se asust? Se inclin delante de ella; y le salud, diciendo:Nia ma, la ms pequea de mis hijas. Seora, ojal ests contenta.Cmo has amanecido?, ests bien de salud, Seora y nia ma? Voy acausarte afliccin: sabe, nia ma, que est muy malo un pobre siervo tuyo,mi to; le ha dado la peste y est para morir. Ahora voy presuroso a tu casade Mxico a llamar uno de los sacerdotes amados de Nuestro Seor, quevaya a confesarle y disponerle; porque desde que nacimos, vinimos a aguardarel trabajo de nuestra muerte. Pero s voy a hacerlo, volver luego otravez aqu, para ir a llevar tu mensaje. Seora y nia ma, perdname; tenme

    por ahora paciencia; no te engao, hija ma la ms pequea; maana vendra toda prisa. Despus de or la pltica de Juan Diego, respondi la

    piadossima Virgen: Oye y ten entendido, hijo mo el ms pequeo, que esnada lo que te asusta y aflige; no se turbe tu corazn; no temas esa enfermedad,ni otra alguna enfermedad y angustia. No estoy yo aqu, que soy tumadre?, no ests bajo mi sombra?, no soy yo tu salud?, no ests porventura en m regazo?, qu ms has menester? No te apene ni te inquieteotra cosa; no te aflija la enfermedad de tu to, que no morir ahora de ella:asegrate de que ya est sano. (Y entonces san su to, segn despus sesupo.) Cuando Juan Diego oy estas palabras de la Seora del celo, seconsol mucho; qued contento. Le rog que cuanto antes le despachara aver al seor obispo, a llevarle alguna seal y prueba a fin de que le creyera.La Seora del cielo le orden luego que subiera a la cumbre del cerrillo,donde antes la vea. Le dijo: Sube, hijo mo el ms pequeo, a la cumbredel cerrillo; all donde me viste y te d rdenes, hallars que hay diferentesflores; crtalas, jntalas, recgelas; en seguida bajas y trelas a m presencia. Al punto subi Juan Diego el cerrillo; y cuando lleg a la cumbre, seasombr mucho de que hubieran brotado tantas variadas exquisitas rosas deCastilla, antes del tiempo en que se dan, porque a la sazn se encrudeca elhielo: estaban muy fragantes y llenas del roco de la noche, que semejaba

    perlas preciosas. Luego empez a cortarlas; las junt todas y las ech en suregazo. La cumbre del cerrillo no era lugar en que se dieran ningunas flores,

    porque tena muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y mezquites; y si se

    solan dar hierbecillas, entonces era el mes de diciembre, en que todo locome y echa a perder el hielo. Baj inmediatamente y trajo a la Seora del

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    cielo las diferentes rosas que fue a cortar; la que, as como las vio, las cogicon su mano y otra vez se las ech en el regazo, dicindole: Hijo mo elms pequeo, esta diversidad de rosas es la prueba y seal que llevars alobispo. Le dirs en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que l tiene que498 H. M. S. PHAKE-POTTER

    cumplirla. T eres mi embajador, muy digno de confianza. Rigurosamentete ordeno que slo delante del obispo despliegues tu manta y descubras loque llevas. Contars bien todo; dirs que te mand subir a la cumbre delcerrillo, que fueras a cortar flores; y todo lo que viste y admiraste, para que

    puedas inducir al prelado a que d su ayuda, con objeto de que se haga yerija el templo que he pedido. Despus que la Seora del cielo le dio suconsejo, se puso en camino por la calzada que viene derecho a Mxico: yacontento, y seguro de salir bien, trayendo con mucho cuidado lo que portabaen su regazo, no fuera que algo se le soltara de las manos, y gozndose en lafragancia de las variadas hermosas flores.Al llegar al palacio del obispo, salieron a su encuentro el mayordomo y

    otros criados del prelado. Les rog que le dijeran que deseaba verle; peroninguno de ellos quiso, haciendo como que no le oan, sea porque era muytemprano, sea porque ya le conocan, que slo los molestaba, porque les eraimportuno; y adems, ya les haban informado sus compaeros, que le perdieronde vista cuando haban ido en su seguimiento. Largo rato estuvo esperando.Ya que vieron que haca mucho que estaba all, de pie, cabizbajo,sin hacer nada, por si acaso era llamado; y que al parecer traa algo que

    portaba en su regazo, se acercaron a l para ver lo que traa y satisfacerse.Viendo Juan Diego que no les poda ocultar lo que traa, y que por eso lehaban de molestar, empujar, o aporrear, descubri un poco, que eran flores;y al ver que todas eran diferentes rosas de Castilla, y que no era entonces el

    tiempo en que se daban, se asombraron muchsimo de ello, lo mismo de queestuvieran muy frescas y tan abiertas, tan fragantes y tan preciosas. Quisieroncoger y sacarle algunas; pero no tuvieron suerte; las tres veces que seatrevieron a tomarlas no tuvieron suerte, porque cuando iban a cogerlas, yano vean verdaderas flores, sino que les parecan pintadas o labradas o cosidasen la manta. Fueron luego a decir al seor obispo lo que haban visto yque pretenda verle el indito que tantas veces haba venido; el cual hacamucho que por eso aguardaba, queriendo verle. Cay, al orlo, el seor obispoen la cuenta de que aquello era la prueba para que se certificara y cumplieralo que solicitaba el indito. En seguida, mand que entrara a verle.Luego que entr, se humill delante de l, as como antes lo hiciera, y contde nuevo todo lo que haba visto y admirado, y tambin su mensaje. Dijo:Seor, hice lo que me ordenaste, que fuera a decir a mi ama, la Seora delcielo, Santa Mara, preciosa Madre de Dios, que pedas una seal para podercreerme que le has de hacer el templo donde ella te pide que lo erijas; yadems le dije que yo te haba dado mi palabra de traerte alguna seal y

    prueba, que me encargaste, de su voluntad. Condescendi a tu recado y acogibenignamente lo que pides, alguna seal y prueba para que se cumpla suvoluntad. Hoy muy temprano me mand que otra vez viniera a verte; le pedla seal para que me creyeras, segn me haba dicho que me la dara; y al

    punto lo cumpli: me despach a la cumbre del cerrillo, donde antes yo la

    viera, a que fuese a cortar varas rosas de Castilla. Despus que fui a cortarNUESTRA

    SEORA DE GUADALUPE... 499

    las, las traje abajo; las cogi con su mano y de nuevo las ech en m regazo,

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    para que te las trajera y a t en persona te las diera. Aunque yo saba bien quela cumbre del cerrillo no es lugar en que se den flores, porque slo haymuchos riscos, abrojos, espinas, nopales y mezquites, no por eso dud; cuandofui llegando a la cumbre del cerrillo, mir que estaba en el paraso, dondehaba juntas todas las varias y exquisitas rosas de Castilla, brillantes de roco,

    que luego fui a cortar. Ella me dijo por qu te las haba de entregar; y aslo hago, para que en ellas veas la seal que pides y cumplas su voluntad; ytambin para que aparezca la verdad de mi palabra y de m mensaje. Helasaqu: recbelas. Desenvolvi luego su blanca manta, pues tena en su regazolas flores; y as que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosasde Castilla, se dibuj en ella y apareci de repente la preciosa imagen de lasiempre Virgen Santa Mara, Madre de Dios [fig. 12], de la manera que esty se guarda hoy en su templo del Tepeycac, que se nombra Guadalupe.Luego que la vio el seor obispo, l y todos los que all estaban, se arrodillaron:mucho la admiraron; se levantaron a verla; se entristecieron y acongojaron,mostrando que la contemplaron con el corazn y el pensamiento. El

    seor obispo con lgrimas de tristeza or y le pidi perdn de no haberpuesto en obra su voluntad y su mandato. Cuandospuso en pie, desat delcuello de Juan Diego, del que estaba atada, la manta en que se dibuj yapareci la Seora del cielo. Luego la llev y fue a ponerla en su oratorio.Un da ms permaneci Juan Diego en la casa del obispo, que an le detuvo.Al da siguiente, le dijo: Ea!, a mostrar dnde es voluntad de la Seora delcelo que le erijan su templo. Inmediatamente se convid a todos para hacerlo.

    No bien Juan Diego seal dnde haba mandado la Seora del cieloque se levantara su templo, pidi licencia de irse. Quera ahora ir a su casa aver a su to Juan Bernardino; el cual estaba muy grave, cuando le dej y vinoa Tlatelolco a llamar un sacerdote que fuera a confesarle y disponerle, y ledijo la Seora del celo que ya haba sanado. Pero no le dejaron ir solo, sinoque le acompaaron a su casa. Al llegar, vieron a su to que estaba muycontento y que nada le dola. Se asombr mucho de que llegara acompaadoy muy honrado su sobrino, a quien pregunt la causa de que as lo hicieran yque le honraran mucho. Le respondi su sobrino que, cuando parti a llamaral sacerdote que le confesara y dispusiera, se le apareci en el Tepeycac laSeora del celo; la que, dicindole que no se afligiera, que ya su to estaba

    bueno, con que mucho se consol, le despach a Mxico, a ver al seorobispo, para que le edificara una casa en el Tepeycac. Manifest su to sercierto que entonces le san y que la vio del mismo modo en que se apareca

    a su sobrino; sabiendo por ella que le haba enviado a Mxico a ver al obispo.Tambin entonces le dijo la Seora que, cuando l fuera a ver al obispo,le revelara lo que vio y de qu manera milagrosa le haba ella sanado; y que

    bien la nombrara, as como bien haba de nombrarse su bendita imagen, lasiempre Virgen Santa Mara de Guadalupe. Trajeron luego a Juan Bernardinoa presencia del seor obispo a que viniera a informarle y atestiguar delante500 H. M. S. PHAKE-POTTER

    de l. A entrambos, a l y a su sobrino, los hosped el obispo en su casaalgunos das, hasta que se erigi el templo de la Reina en el Tepeycac,donde la vio Juan Diego. El seor obispo traslad a la iglesia mayor la santaimagen de la amada Seora del cielo, la sac del oratorio de su palacio,

    donde estaba, para que toda la gente viera y admirara su bendita imagen.La ciudad entera se conmovi: vena a ver y admirar su devota imagen y

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    a hacerle oracin. Mucho le maravillaba que se hubiese aparecido pormilagro divino; porque ninguna persona de este niundo pint su preciosaimagen.La manta en que milagrosamente se apareci la imagen de la Seoradel cielo [fig. 1], era el abrigo de Juan Diego: ayate un poco tieso y bien

    tejido. Porque en este tiempo era de ayate la ropa y abrigo de todos lospobres indios; slo los nobles, los principales y los valientes guerreros,se vestan y ataviaban con manta blanca de algodn. El ayate, ya se sabe,se hace de ichtli, que sale del maguey. Este precioso ayate en que seapareci la siempre Virgen nuestra Reina es de dos piezas, pegadas ycosidas con hilo blando. Es tan alta la bendita imagen, que empezandoen la planta del pe, hasta llegar a la coronilla, tiene seis jemes y uno demujer. Su hermoso rostro es muy grave y noble, un poco moreno. Su

    precioso busto humilde: estn sus manos juntas sobre el pecho, haciadonde empieza la cintura. Es morado su cinto. Solamente su pie derechodescubre un poco la punta de su calzado color de ceniza. Su ropaje, en

    cuanto se ve por fuera, es de color rosado, que en las sombras parecebermejo; y est bordado con diferentes flores, todas en botn y de bordesdorados. Prendido de su cuello est un anillo dorado, con rayas negrasalderredor de las orillas, y en medio una cruz. Adems, de adentroasoma otro vestido blanco y blando, que ajusta bien en las muecas ytiene deshilado el extremo. Su velo, por fuera, es azul celeste; sienta

    bien en su cabeza; para nada cubre su rostro; y cae, hasta sus pes,ciendse un poco por en med|io: tiene toda su franja dorada, que esalgo ancha, y estrellas de oro por dondequiera, las cuales son cuarenta yseis. Su cabeza se inclina hacia la derecha; y encima sobre su velo estuna corona de oro, de figuras ahusadas hacia arriba y anchas abajo. Asus pes est la luna, cuyos cuernos ven hacia arriba. Se yergue exactamenteen medio de ellos y de igual manera aparece en medio del sol,cuyos rayos la siguen y rodean por todas partes. Son cien los resplandoresde oro, unos muy largos, otros pequeitos y con figuras de llamas:doce circundan su rostro y cabeza; y son, por todos, cincuenta los quesalen de cada lado. Al par de ellos, al final, una nube blanca rodea los

    bordes de su vestidura. Esta preciosa imagen, con todo lo dems, vacorriendo sobre un ngel, que medianamente acaba en la cintura, en cuantodescubre, y nada de l aparece hacia sus pes, como que est metidoen la nube. Acabndose los extremos del ropaje y del velo de la Seora

    del cielo, que caen muy bien en sus pies, por ambos lados los coge conNUESTRA SEORA DE GUADALUPE... 501sus manos el ngel, cuya ropa es de color bermejo, a la que se adhiere uncuello dorado, y cuyas alas desplegadas son de plumas ricas, largas y verdes,y de otras diferentes. La van llevando las manos del ngel, que, al parecer,est muy contento de conducir as a la Reina del cielo.AQUI SE REFIEREN ORDENADAMENTE TODOS LOS MILAGROSQUE HA HECHO LA SEORA DEL CIELO NUESTRA BENDITA MADREDE GUADALUPECuando por vez primera la llevaron al Tepeycac, luego que se concluysu templo, aconteci el primero de todos los milagros que ha hecho.

    Hubo entonces una gran procesin, en que la llevaron absolutamente todoslos eclesisticos que haba y varios de los espaoles en cuyo poder estaba la

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    ciudad; as como tambin todos los seores y nobles mexicanos y demsgente de todas partes. Se dispuso y adorn todo muy bien en la calzada quesale de Mxico hasta llegar al Tepeycac, donde se erigi el templo de laSeora del cielo. Fueron todos con grandsimo regocijo. La calzada rebosabade gente; y por la laguna; de ambos lados, que todava era muy honda,

    iban no pocos naturales en canoas, algunos haciendo escaramuzas. Uno delos flecheros, ataviado a la usanza chchimeca, estir un poco su arco y, sinadvertirlo, se dispar de repente la flecha e hiri a uno de los que andabanescaramuzando, al que le traspas el pescuezo, y all cay. Vindole yamuerto, le llevaron y tendieron delante de la siempre Virgen nuestra Reina,a quien invocaron los deudos, para que fuera servida de resucitarle. Luego,que le sacaron la flecha, no solamente le resucit, sino que tambin san delflechazo: no ms le quedaron las seales de donde entr y sali la flecha.Entonces se levant: le hizo caminar, infundindole alegra, la Seora delcelo. Toda la gente se admir mucho y alab a la inmaculada Seora delcielo, Santa Mara de Guadalupe, que ya iba cumpliendo la palabra que dio

    a Juan Diego, de socorrer siempre y defender a estos naturales y a los que lainvoquen. Segn se dice, este pobre indio se qued desde entonces en la

    bendita casa de la santa Seora del cielo, y se daba a barrer el templo, supatio y su entrada.En el ao de mil y quinientos y cuarenta y cuatro, que hubo pestilencia,se despobl mucho la gran ciudad. Diariamente sin gnero de duda pasabande cien las personas que eran enterradas. As que viendo los reverendosfrailes que Nuestro Seor San Francisco que no se aplacaba y que nada se leaplicaba propiamente que caminaba a uno y otro lado y que Nuestro Seor,

    por quien se vive, destrua la tierra, proveyeron que se hiciera una procesiny que fueran todos al Tepeycac. Los reverendos padres congregaron a muchsimosnios, mujeres y hombres, que apenas pasaban de seis y siete aos;los que se fueron disciplinando durante la procesin, que sali del templode Tlatelolco, y por todo el camino fueron invocando a Nuestro Seor paraque se doliera de su pueblo; que cesara su enojo y que se apiadara solamente502 H. M. S. PHAKE-POTTER

    por amor de su preciosa Madre, nuestra pursima Reina, santa Mara deGuadalupe del Tepeycac. As llegaron al templo, donde los religiosos hicieronmuchas oraciones. Y quiso Dios, por quien se vive, que por intercesin,y ruegos de su piadosa y bienaventurada Madre, luego se fue aplacandola enfermedad: al otro da, ya no se sepult mucha gente; al fin, quizsdos o tres personas, hasta que ces la epidemia.Al principio, recin llegada la fe a esta tierra, que hoy se nombra NuevaEspaa, muchsimo am, socorri y defendi la Seora del celo, la pursimaSanta Mara, a estos naturales, para que se rindieran a la fe, abominandola idolatra con que andaban desatinados por el mundo, en la oscura nocheen que los tena esclavizados el demonio. Y para que la invocasen y confiasenen su poder, se apareci a dos de los naturales. El primero que alcanz lamerced de la preciosa imagen de nuestra pursima Reina, que est aqu cercade la ciudad de Mxico, fue Juan Diego en el Tepeycac Guadalupe; yluego, la [otra] imagen que se nombra de los Remedios, se apareci a [otro]don Juan en Totoltpec. La vio que estaba entre los magueyes, en la cumbre

    de un cerrillo, donde ahora est su templo; la llev a su casa, donde la guardalgunos aos; y despus le dispuso un pequeo templo enfrente de su

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    casa, para trasladarla all. Al cabo de algn tiempo que all estuvo; le dio adon Juan la peste. Vindose muy malo, que ya no poda escapar y levantarse,suplic a sus hijos los naturales de Totoltpec que le llevasen al Tepeycac,donde est nuestra pursima y preciosa Madre de Guadalupe, que dista quizms de dos leguas de Totoltpec; porque saba que la Seora del cielo

    san a Juan Bernardino, to de Juan Diego y natural de Cuautitln, a quiende igual manera haba dado la peste; y saba de todos los milagros que habahecho. Al punto le acostaron en una cama de tablas y le llevaron al Tepeycac:despus que le tendieron en presencia de la seora del cielo, nuestra benditaMadre de Guadalupe, le rez con lgrimas, se humill delante de ella y le

    pidi qu le hiciera el beneficio de curar su cuerpo; que quiz poda tenerleotros das en este mundo, para servirle a ella y a su precioso hijo. Acogiella benignamente su piadosa oracin; se alegr mucho y se ri al verle, y lemanifest amor cuando le habl: Levntate; ya ests sano; vuelve a tu casa.Te orden que en la cumbre del cerro, donde estn los magueyes y viste miimagen, erijas el templo en que ha de estar. Y le mand que hiciera otras

    cosas. Al momento san. Despus de rezar y darle rendidas gracias por subeneficio, se volvi a su casa, ya por su pie: ya no le llevaron en brazos.Luego que lleg, puso manos a la obra de erigir el templo a la preciosaimagen de la Seora del cielo, que se nombra de los Remedios, donde ahoraest. Concluido su templo, ella entr y por s misma se coloc en el altar,como hoy est, y segn est pintada con todos sus milagros.Un noble espaol, de esta ciudad de Mxico, llamado don AntonioCarbajal, yendo para Tollantzinco, llev en su compaa otro joven parientesuyo. Habiendo pasado por el Tepeycac, entraron un momento al templode nuestra pursima y preciosa Madre de Guadalupe; y all de prisa, rezaronNUESTRA SEORA DE GUADALUPE... 503

    y saludaron a la Reina del cielo, para que los socorriera y defendiera, ylos hiciera llegar con bien adonde iban. Despus que salieron, yendo yaen camino, fueron platicando de la Pursima; de cmo se apareci su

    preciosa imagen, que fue muy prodigiosamente, y de los diferentes milagrosque haban hecho para favorecer a los que la invocaban. Al ircaminado, el caballo en que iba el mancebo, se medio cay, porque seenoj o porque algo lo asust, y parti violentamente y corri por barrancosy peascos, mientras que l en vano con todas sus fuerzas tirabadel treno, sin poder detenerlo: casi media legua le hizo caminar, ea tantosus compaeros queran en vano atajarlo. Ya no hubo manera de que lolograran: iba como llevado por el viento. Luego lo perdieron de vista;

    pensaron que quiz en alguna parte fue a hacerlo pedazos, porque adondecorri derecho era muy peligroso lugar, de muchos barrancos y peascos.Pero quiso Nuestro Seor, y su piadossima y bienaventuradaMadre, salvarle. Cuando acertaron a hallarle, estaba el caballo parado,con la cabeza baja y en esta manera, con las manos dobladas: ya no

    poda moverse. El joven estaba colgado de un pe, asido al estribo. Muchose asombraron al verle, de hallarle vivo; que nada le pas ni se lastim

    parte alguna. Al punto le tomaron en brazos y le sacaron el pie.Cuando se enderz, le preguntaron cmo se haba librado, pues nada lesucedi, y l les dijo: Ya vistis que al salir de Mxico, pasamos de

    prisa por la casa de la Seora del cielo, nuestra preciosa Madre deGuadalupe, de donde vinimos, admirados de su bendita imagen, a la que

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    estuvimos rezando. Despus, por el camino vinimos platicando de todoslos milagros que ha hecho; y de cmo se apareci muy prodigiosamentesu santa imagen. Todo lo guard muy bien en mi memoria. As es quecuando vi que me puse en gran peligro, que de ninguna manera podalibrarme; que en todo caso iba a perderme y a morir, y que careca de

    todo auxilio, entonces con todo mi corazn invoqu a la pursima Seoradel cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe, para que se apiadasede mi y me socorriera; e inmediatamente vi que ella misma, as comoest aparecida en la preciosa imagen de nuestra Reina de Guadalupe[fig. 1], me socorri y me salv: cogi del freno al caballo, que luego se

    par y la obedeci y se inclin, al parecer, delante de ella, doblando lasrodillas, as como estaba al tiempo que habis llegado. Por ello alabaronfervorosamente a la Seora del cielo, y luego siguieron su camino.Estaba en cierta ocasin un espaol, rezando de rodillas ante la Seoradel celo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe. Y sucedi que secort la cuerda de que enfrente colgaba una lmpara grande, muy pesada,

    la cual se vino derecho y acert a caer sobre la cabeza de aqul.Todos los que all estaban, pensaron que acaso haba muerto y le habaquebrado la cabeza o que le haba herido gravemente, porque se desprendide muy alto. Pero no slo nada le sucedi y en ninguna parte selastim, sino que ni la lmpara se aboll o qued algo maltrecha; el504 H. M. S. PHAKE-POTTER

    cristal no se quebr, no se derram el aceite que tena, y no se apag elfuego, que estaba ardiendo. Toda la gente admir mucho el milagro queen esta vez hizo la Seora del cielo.El licenciado Juan Vzquez de Acua la tuvo bajo su guarda comovicario que fue muchos aos. Una vez sucedi que, ya para decir misa en el

    altar mayor, se apagaron todas las velas. El sacristn fue primero a hacerfuego; pero tard mucho. Y el sacerdote, que estaba esperando que encendieranlas velas, vio salir de los resplandores de la Seora del cielo as comodos llamas o relmpagos, que vinieron a encender las velas de uno y otrolado. Mucho se maravillaron de este milagro todos los que estaban en eltemplo.A poco que se mostr la Seora del cielo a Juan Diego y muy

    prodigiosamente se apareci su preciosa imagen, hizo muchos milagros.Segn se dice, tambin entonces se abri la fuentecita, que est a espaldasdel templo de la Seora del cielo, hacia el oriente; en el punto donde sali alencuentro de Juan Diego, cuando ste dio vuelta al cerrillo, para que no leviera la Seora del cilo, queriendo ir primero a llamar al sacerdote, queconfesara y dispusiera a su to Juan Bemardino, el cual estaba muy grave;all mismo donde ella le ataj y le despach a cortar flores en la cumbre delcerrillo; donde tambin le mostr el llano en qu se haba de erigir el templo;y donde, finalmente, le envi a ver al seor obispo, a quien remiti lasflores, que eran seal y prueba de su voluntad para que se le hiciera untemplo; todo lo cual ya se dijo brevemente. El agua que all mana, aunqueaumenta, porque burbujea, no por eso rebosa; y no camina mucho sino muy

    poquito: es muy limpia y olorosa, pero no agradable; es algo cida y apropiadaa todas las enfermedades de quienes la beben de buen grado o con ella

    se baan. Por eso son incontables los milagros que con ella ha hecho lapursima Seora del cielo, nuestra preciosa madre, santa Mara de Guadalupe.

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    A una espaola, moradora de esta ciudad de Mxico, empez ahinchrsele el vientre, como hidrpica, y pareca que le iba a reventar. Hicieronexperiencias los mdicos espaoles, aplicndole diferentes medicinas;nada le hizo bien ni le convino; antes iba empeorando. Ya haca diezmeses que tena la enfermedad, y estaba cierta de que ya no poda sanar y

    que iba morir, si no la sanaba la Seora del cielo, la pursima santa Marade Guadalupe. Mand que la transportasen en angarillas al Tepeycac, a lacasa de la Seora del cielo; de maana se levantaron y la llevaron al temploy la tendieron en su presencia; le rog luego con todo su corazn que tuviese

    piedad de ella y le diera salud; delante de ella se humill y llor. Pidique le dieran un poco de agua de la fuentecita, para beber; y as que la bebi,se templ su cuerpo y empez a dormir. Pasado el medioda, cuando iba asonar la una, los que la llevron haban salido un rato afuera, a admirarse demuchas cosas, dejndola a ella sola, mientras que durmi y se templ sucuerpo. Uno de los naturales que, por el voto que hacen, andaba barriendo eltemplo, al ver que por debajo de la mujer sala una vbora muy espantable,

    NUESTRA SEORA DE GUADALUPE... 505de una brazada y un jeme de largo, y muy gruesa, se asust mucho y diovoces a la espaola enferma; quien luego despert; se enderez muy asustada;grit para llamar y mataron la vbora. Al momento san y se le baj elvientre. Cuatro das ms permaneci all, rezando diariamente a la Seora delcielo, que le hizo el beneficio de curarla; y cuando regres, ya no la trajeron en

    brazos, sino que volvi por su pie, muy contenta de que nada le dola.A un noble espaol, morador de esta ciudad de Mxico, le dolan fuertementela cabeza y las orejas, que pareca que le iban a reventar; nada lehaca bien y ya no poda sufrir. Mand que le llevaran a la bendita casa de laPursima, nuestra preciosa Madre de Guadalupe. Luego que lleg a su presencia,

    le rogo con todo el corazn que le favoreciera y le sanara; e hizovoto de que si le sanaba, le hara la ofrenda de una cabeza de plata. Y acababade llegar, cuando san. Casi nueve das permaneci en la casa de la Seoradel cielo; y se volvi a la suya contento; ya nada le dola.Una joven llamada Catalina estaba hidrpica. Viendo que nada le haca

    bien, que estaba muy grave y que los mdicos decan que no se haba delevantar, sino que morira, suplic que la llevasen al templo de la Seora delcielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe. As que la llevaron, le rogcon todo el corazn que le diera la salud; fueron luego a cogerla y la sacarondos hombres; ella puso todo su empeo en llegar adonde est la fuente; contoda confianza bebi del agua que all mana y qued sana al punto. Parecaque por todas partes le sala el aire; mayormente por la boca, en cuanto

    bebi el agua. Ya estaba sana; no le dola nada, cuando visit el templo de laSeora.Un fraile descalzo de San Francisco, llamado fray Pedro de Valderrama,tena muy malo el dedo de un pie: nada le poda ya remediar, si no se locortaban, porque tena cncer pestfero. Apresuradamente le llevaron a la

    bendita casa de la celestial Seora de Guadalupe; y as que lleg a su presencia,desat el trapo con que estaba envuelto el dedo, que mostr a laSeora del cielo, rogndol con todo su corazn que le sanara. Al momentosan y a pie se volvi gozoso a Pachuca.

    Tambin un noble espaol, llamado don Luis de Castilla, tena un piemuy hinchado. Estaba muy malo, porque se pudra y ya nada le aplicaban

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    los mdicos para curarle. Estaba cierto de que iba a morir. Segn se dice, elreligioso de que se habl antes, le refiri que le haba sanado la Seora delcielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe. Luego orden que los platerosle hicieran un pie de plata, tan grande como su pie; y lo envi, para que en sutemplo y ante de ella, lo colgaran, encomendndose a ella con todo su corazn,

    para que le sanara. Cuando sali el mensajero que vino a dejarlo (el piede plata), estaba (el enfermo) tan grave, que se quera morir; y cuando aqulvolvi, le encontr bueno: ya le haba sanado la Seora del cielo.Un sacristn, llamado Juan Pavn, encargado del templo de la Seoradel cielo, nuestra amada Madre de Guadalupe, tena un hijo al que se le hizouna hinchazn en el pescuezo y estaba muy malo: ya se quera morir y no506 H. M. S. PHAKE-POTTER

    poda tomar aliento. Le llev a presencia de ella y le unt aceite de lalmpara que estaba ardiendo. Al punto san: la Seora del cielo le hizoel beneficio.Al principio, cuando se apareci la preciosa imagen de nuestra pursima

    Madre de Guadalupe [fig. 1], los habitantes de aqu, seores y nobles, lainvocaban mucho para que los socorriera y defendiera en sus necesidades; ya la hora de su muerte, se entregaban completamente en sus manos. Uno destos fue don Francisco Quetzalmamalitzin, seor de Teothuacn, cuandose destruy el pueblo y qued desamparado, porque se opusieron a ser privadosde los frailes de San Francisco. Quera el seor visorrey don Luis deVelasco que los tuvieran a su cargo los frailes de San Agustn; lo que estimaronlos vecinos como una gran molestia. Don Francisco, el seor, y suscortesanos no ms andaban escondindose, porque en todas partes los buscaban.Al cabo, vino a Azcapotzalco, y secretamente se llegaba a rogar a lacelestial Seora de Guadalupe que inspirase a su querido hijo el visorrey y a

    los seores de la Audiencia Real, a fin de que fuesen perdonados los vecinos;que pudiesen volver a sus casas y que de nuevo les fuesen dados losfrailes de San Francisco. As sucedi exactamente: se perdon a los vecinos,al seor y a sus cortesanos; otra vez les dieron frailes de San Francisco,que a su cargo los tuviesen; y todos volvieron a sus casas, sin ser ya por esomolestados. Lo cual sucedi en el ao de mil y quinientos y cincuenta yocho. Tambin, a la hora de su muerte, se encornend don Francisco a laSeora del cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe, para que diera favora su alma; y le hizo manda en su presencia, segn aparece de los primerosrenglones de su testamento, que fue hecho a dos de marzo del ao de mily quinientos y sesenta y tres.Estando ya en su santa casa la pursima y celestial Seora de Guadalupe,son incontables los milagros que ha hecho para beneficiar a estos naturalesy a los espaoles, y, en suma, a todas las gentes que la han invocado y seguido.A Juan Diego, por haberse entregado enteramente a su ama, la Seoradel cielo, le afliga mucho que estuvieran tan distantes su casa y su pueblo,

    para servirle diariamente y hacer el barrido; por lo cual suplic al seorobispo, poder estar en cualquier parte que fuera, junto a las paredes deltemplo, y servirle. Accedi a su peticin y le dio una casita junto al templode la Seora del cielo; porque le quera mucho el seor obispo. Inmediatamentese cambi y abandon su pueblo: parti, dejando su casa y su tierra a

    su to Juan Bernardino. A diario se ocupaba en cosas espirituales y barra eltemplo. Se postraba delante de la Seora del cielo y la invocaba con fervor;

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    frecuentemente se confesaba, comulgaba, ayunaba, haca penitencia, se disciplinaba,se cea cilicio de malla y esconda en la sombra para poder entregarsea solas a la oracin y estar invocando a la Seora del cielo. Eraviudo dos aos antes de que se le apareciera la Inmaculada; muri su mujer,que se llamaba Mara Luca. Ambos vivieron castamente: su mujer muri

    virgen; l tambin vivi virgen, nunca conoci mujer. Porque oyeron ciertaNUESTRA SEORA DE GUADALUPE... 507vez la predicacin de fray Toribio Motolina, uno de los doce frailes de SanFrancisco que haba llegado poco antes, sobre que la castidad era muy grataa Dios y a su Santsima Madre, que cuanto peda y rogaba la Seora delcielo, todo se le conceda; y que a los castos que a ella se encomendaban, lesconsegua cuanto era su deseo, su llanto y su tristeza. Viendo su to JuanBernardino que aqul serva muy bien a Nuestro Seor y a su preciosa Madre,quera seguirle, para estar ambos junios; pero Juan Diego no accedi.Le dijo que convena que se estuviera en su casa, para conservar las casas ytierras que sus padres y abuelos les dejaron; porque as haba dispuesto la

    Seora del cielo que l solo estuviera. En el ao de mil y quinientos y cuarentay cuatro hizo estacin la peste, y le dio a Juan Bernardino: cuando sepuso grave, vio en sueos a la Seora del cielo, quien le dijo que ya era horade morir; que se consolara y no se turbase su corazn, porque ella le defenderaen el trance de su muerte y le llevara a su palacio celestial, en razn deque siempre se haba consagrado a ella y la haba invocado. Muri el quincede mayo del ao que se ha dicho; y fue trado al Tepeycac, para ser sepultadodentro del templo de la Seora del celo; lo que as se hizo de orden delobispo. Tena ochenta y seis aos cuando muri.Dspus de diez y seis aos de servir all Juan Diego a la Seora delcielo, muri en el ao de mil y quinientos y cuarenta y ocho, a la sazn que

    muri el seor obispo [Zumrraga]. A su tiempo, le consol mucho la Seoradel cielo, quien le vio y le dijo que ya era hora de que fuese a conseguir ygozar en el cielo, cunto le haba prometido. Tambin fue sepultado en eltemplo. Andaba en los setenta y cuatro aos cuando muri [Juan Diego]. LaPursima, con su precioso hijo, llev su alma adonde disfruta de la gloriacelestial. Ojal que as nosotros le sirvamos y que nos apartemos de todaslas cosas perturbadoras de este mundo, para que tambin podamos alcanzarlos eternos gozos del cielo! As sea.Aqu concluye la relacin del prodigio con que se apareci la imagende la Reina del cielo, Nuestra Santsima Madre de Guadalupe [fig. 1]; y lade algunas cosas que estn escritas de los milagros que ha venido haciendo,

    para mostrar su ayuda a los que la han invocado y en ella han puesto suconfianza. Mucho se ha callado, que borr el tiempo y de que ya nadie seacuerda, porque no cuidaron los viejos de que se escribiera cuando acaeci.Ya de atrs son as las gentes de este mundo, que slo en el momento estimany agradecen el beneficio de la Reina del celo, si lo han conseguido. A

    pocos das lo van echando en olvido, los que vienen despus y ya no tienenla dicha de alcanzar los resplandores del sol de Nuestro Seor. Por esto,

    porque algo se haban perdido y olvidado los beneficios de la Seora delcelo, desde que se apareci muy prodigiosamente aqu en su casa delTepeycac; no tanto como era menester, la conocan y confesaban por Seora

    sus pobres vasallos, por cuyo amor hizo all su morada, para or sus necesidades,sus congojas, sus lloros y peticiones, y darles el beneficio de su

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    ayuda, as como ya esta dicho, dio su palabra a su siervo Juan Diego, cuan508H. M. S. PHAKE-POTTER

    do se le apareci. Para que no todo se acabara y borrase el tiempo los milagrosde la Reina del cielo, quiso ella amorosamente que con su auxilio seescribieran e imprimieran, que aparecieran y se publicaran; aunque difcilmente

    se ha llevado a efecto, porque acontece que aqu y all se va teniendonecesidad de otros. Y aunque es as que no hay ms que una preciosa Seoradel cielo, una sola Madre del Hijo de Dios; y que a ella sola hemos de honraren todo el universo los creyentes en su Divino Hijo; tengan por cierto lasgentes de este mundo, no slo de algunos, sino de todos los pueblos, queella misma eligi su asiento y su imagen, para socorrer a los menesterososque vengan confiadamente a su presencia y con todo su corazn le pidan sufelicidad. As como en tantas partes, ha hecho aqu en nuestra tierra la NuevaEspaa. Su preciosa, imagen acompa a los espaoles que entraron la

    primera vez a pelear; y ya se sabe lo que sucedi, que uno de los oficiales laescondi apresuradamente en Totoltpec, cuando los mexicanos hicieron

    salir con guerra y echaron de Mxico a los espaoles; y que mucho tiempoestuvo all perdida en el magueyal, hasta que se mostr a un indio y le mandque le edificara casa, segn se dijo antes. Ha dado todo su favor y hecho

    beneficios en donde est: mucho han conseguido diversas gentes, especialmentelos espaoles que la trajeron y los que han trabajado en su casa. En latierra caliente, haca levante, adonde llegan los navios junto a la orilla delmar, y en el lugar nombrado Cozamalloapan, tiene su asiento otra preciosaimagen de la Reina del cielo, que ha hecho muy grandes milagros desdeque, est all asentada, y socorre a cuantos la invocan en sus necesidades.De igual manera, la que est asentada en el lugar llamado Temazcaitzinco ylas de otros pueblos. En particular, la de que vamos hablando, eligi su

    asiento aqu en el Tepeycac, y de modo milagroso entreg su preciosa imagen[fig. 1], que no pint ningn pintor de este mundo, porque ella misma seretrat, queriendo amorosamente estar all asentada. Y si bien favorece a lasdiversas gentes, que en sus aflicciones vienen a saludarle a su casa; tenganentendido estos naturales que por amor de ellos se dign hacer all su moradaesta Reina. Pues en verdad, no sin propsito, muy al principio de la fe, seapareci a dos indios, que an no abran los ojos, antes que totalmente losalumbrara la fe; para manifestar que a ellos vino a buscar, deseando que latuviesen por Reina y que la honrasen y le sirviesen; y para ponerlos bajo suamparo y estarles dando su mano y su auxilio. Porque no faltaban en aqueltiempo personas dignas y reverendos eclesisticos, de largo tiempo atrsservidores de la Reina del cielo; pero a ninguno de ellos hizo el precioso

    beneficio de aparecerse, sino a slo los indios, que sumidos en profundastinieblas, todava amaban y servan a falsos diosecillos, obras manuales eimgenes de nuestro enemigo el demonio; aunque ya haba llegado a susodos la fe, desde que oyeron que se apareci la santa Madre de NuestroSeor Jesucristo, y desde que vieron y admiraron su perfectsima imagen,que no tiene arte humano [siendo acheiropotica]; con lo cual abrieronmucho los ojos, cual si de repente hubiera amanecido para ellos. Y luegoNUESTRA SEORA DE GUADALUPE... 509

    (segn los viejos dejaron pintado) algunos nobles, lo mismo que sus criadosplebeyos, de buena voluntad echaron fuera de sus casas, arrojaron y esparcieronlas imgenes del demonio y empezaron a creer y venerar a NuestroSeor Jesucristo y su preciosa Madre. En lo que se realiz que no solamente

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    vino a mostrarse la Reina del cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe,para socorrer a los naturales en sus miserias mundanas, sino ms bien, porquequiso darles su luz y auxilio, a fin de que conocieran al verdadero ynico Dios y por l vieran y conocieran la vida del cielo. Para hacer esto,ella misma vino a introducir y fortalecer la fe, que ya haban comenzado a

    repartir los reverendos hijos de San Francisco, con que se persigui y desterrla idolatra y se derrumb el reino del demonio, que pretenda ser tenidopor dios, en la profunda oscuridad en que tuvo a las criaturas y vasallos deNuestro Seor, a quienes haba cegado [el demonio] para que le dieran culto,templos, adoratorios, flores, incienso, con inclinaciones de cabeza y doblarde rodillas, que son ofrendas para slo aquel que nos cri y que estsentado en el cielo. Ya de antes era oficio de la Reina del cielo destruir laidolatra, segn dice de ella y la confiesa nuestra madre la Santa Iglesia quetantas veces le reza, la alaba y le dice: Gaude, Mara Virgo, cunctas haereses

    sola interemisti in universo mundo; que significa: Salve, pursima Mara,que t sola has destruido todas las idolatras y falsas creencias. Y, dado que

    es as verdad que vino a realizarlo en nuestra tierra la Nueva Espaa, por sermuy necesario que despierten y abran los ojos, vean estos naturales y lean loque aqu se ha escrito, que por ellos ha hecho la preciosa Seora del cielo,

    para que consideren cmo han de corresponder y pagar su amor, a fin de quetambin ellos alcancen su ayuda cuando la invoquen o vengan a su casa asaludarla y a ver su bendita imagen [fig. 1]; que ella cumplir su palabra, deque quiso hacer all su morada, para socorrer a los naturales. Quiera nuestrasantsima Madre inflamar nuestro corazn, para que con todo l la veneremosen este mundo, hasta que, mediante su auxilio, vayamos a verla connuestros ojos en la bienaventuranza. As sea.

    Laus Deo et beatae Mariae Virgini de Guadalupe

    [Versin castellana de Primo Feliciano Velzquez:La aparicin de SantaMara de Guadalupe. Cd. Mxico, Patricio Sanz, 1931, pp. 142-83.]