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YOROKOBU / TAKE A WALK ON THE SLOW SIDE / N 47 - 2013
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LA PORTADAEntonces todo era nuevo. Todo estaba por construir. Por manchar. Por destruir. Enton-ces no tendras ms de tres, cuatro o cinco aos. En aquella poca en la que apenas levantabas unos palmos del suelo, el mundo se entenda a travs de los juegos. No haba normas. Ni lmi-tes. Ni sobreentendidos.
El mundo se descifraba a travs del blanco caramelo. A veces, incluso, toda la galaxia estaba concentrada en un pastelito de la Pantera Rosa. Ah residan todas las gamas de colores posibles, todas las texturas deseables y todo el azcar atmico que te permita volar como un cometa.
El mundo bueno era el comestible. El ms ama-ble. El de las redondeces y las curvas. Los picos heran. El fro molestaba.
Esa infancia est metida en esta portada. La ha diseado Abel Martnez. El director de arte buce hasta el ncleo del planeta Yorokobu para construir esta imagen. Ah encontr el sig-nificado de esta palabra japonesa: estar feliz y lo llev hasta el filtro de su interpretacin del mundo. El cnit de la dicha, a su juicio, se halla en la infancia. Es la felicidad eterna, explica el diseador. Cuando ms feliz eres es en tu
niez. Es cuando ms disfrutas de lo que haces, cuando hay menos lmites.
Abel Martnez hizo en esta imagen una sntesis de la felicidad de un nio. Manchas de tinta, elementos de construccin, bolas, madera, blanco comestible. Quera dar la idea de juego y diversin. En ese momento de tu vida toda la felicidad se concentra en crear cosas. Cuando eres adulto se convierte en trabajo. Cuando eres nio es experimentacin.
Es casi imposible encontrar estos colores y es-tas formas en las piezas que Martnez hizo antes de esta portada. Aqu los us para que esta esce-na diera la sensacin de nubes. No pretendo imitar la realidad. Mi idea es hacer algo ms pictrico, cuenta. Fue tambin cuando empec a utilizar un programa de 3D. Y eso me hizo volver a esa sensacin de la infancia en la que te adentras en cosas que no conoces.
La niez, en el lenguaje corriente, tiene que ver con la etapa ms temprana de la vida. Pero hay quien piensa que la infancia no tiene nada que ver con nmeros. Es una actitud. Ese lugar mental donde cualquier pico es redondo.
www.abelmartnez.com
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C/Acebo, 13 - 28016 Madrid - t. 914 157 283 - www.yorokobu.es - twitter: @yorokobumagEdita: Brands & Roses, S.L. - Impresin: Rivadeneyra - www.rivadeneyra.com - Depsito legal: M42701-2009
Periodo de Control: Abril 2011 / Diciembre 2011 Tirada media 30.741
Antonio Dyaz Escritor y director de cine www.antoniodyaz.com | Ausias Prez Diseador www.ausiasperez.com Benjam Villoslada Bitlogo [email protected] | Blastto Diseador grfico www.blastto.es
Brian Walker Fotgrafo brianwalker.es | Carlos Carabaa Periodista [email protected] Daniel Martorell Periodista y fotgrafo www.dmartorell.com | David Gonzlez Ilustrador www.behance.net/Dglez
David de Ugarte Economista, tecnlogo y emprendedor lasindias.com | Iaki Berazaluce Periodista [email protected] Javier Creus CEO de Ideas for Change [email protected] | Juan Daz-Faes Ilustrador www.juandiazfaes.com
LeRal Ilustrador Ysinosquitanlobailao.com | Ricardo Llavador Arquelogo de YouTube www.lallavadora.com Valistika Direccin Arte & Ilustracin www.valistika.com | Vctor Navarro Periodista especializado en videojuegos @afilamazas
HAN COLABORADO EN ESTE NMERO
Albert [email protected]
Gemma [email protected]
Jordi [email protected]
Teresa [email protected]
Juanjo [email protected]
DIRECTOR
Marcus [email protected]
REDACTOR JEFE
REDACTORA JEFE
Fermn [email protected]
DIRECTOR COMERCIAL
DIRECTOR DE ARTE
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JEFA DE PUBLICIDAD
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Jose Luis [email protected]
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David [email protected]
REDACCIN
Laura [email protected]
DEPARTAMENTO COMERCIAL
Ximena [email protected]
Pedro [email protected]
M. Angeles [email protected]
Silvia [email protected]
DELEGACIN BARCELONA ASSISTANT
E N E R O
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NDICEmedidor de concentracin
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El cable que atraviesa el rtico
22
Un periplo por la historia de tus ancestros
50
La venganza de los tableros
16
T chuta, que yo enciendo la luz
28
La nueva vida de la mquina del milln
6
Apps
40
LeRal
33
No leas. Dibuja!
60
Ciudadanos que venden, comparten, compiten o colaboran. Son millones
20
Y la dama entr en el juego
30
El ao 2014 ya es pasado
18
Cario, esto no es lo que parece
14
Cultivando pianos
42
Bakelanasland
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Relatos ortogrficos
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Numerografa
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Olor a tabacazo pegndose a las paredes, luces, corri-llos alrededor de la partida ms intensa del local, docenas de bandas sonoras mezcladas en una meloda catica, el movimiento de caderas frente a la mquina, el sonido de una bola plateada golpeando un bumper. La imagen parece sacada directamente de un saln recreativo de hace veinte aos, pero esto est sucediendo ahora mismo en Madrid. Y se repite cada fin de semana.
Es sbado por la maana, y unas treinta personas se han reunido en el Club de Pinball de Madrid para organizar una liguilla. La media de edad supera fcilmente los cuarenta. El club es privado y solo tiene once miembros, pero todos los meses invitan a otros amantes del petaco para que disfruten del centenar de mquinas que tienen funcionando en una nave industrial en la periferia de la capital. La nostalgia y la pasin de un grupo de coleccionistas y aficionados hace que una parte de la cultura popular que muchos dan por muerta resucite cada semana.
En los ltimos aos, el coleccionismo de mquinas de pinball ha crecido y los precios del mercado de segunda mano se han disparado. Algunos hablan de burbuja. Pablo Crespo, uno de los miembros del club madrileo, inaugur su coleccin hace ocho aos con la mquina de Indiana Jo-nes. Ahora tiene unas noventa. La mayora de los pinballs que tengo son espaoles, electromecnicos, de hace treinta
aos, cuenta. Emocionalmente estoy ms unido a los pinballs antiguos. Las mquinas ochenteras fabricadas en Espaa ocupan buena parte de las cuatro hileras de mue-bles que hay en el local, pero tambin hay muchas basadas en blockbusters de los noventa y algunos muebles nuevos manufacturados por Stern, el nico fabricante de la poca dorada del pinball que sigue en activo. Es un autntico museo.
En Espaa hay otros clubs de amantes de la mquina del milln que tambin juntan a un buen nmero de aficiona-dos, como el de Valencia, aunque no se puede comparar con el boom que est viviendo en Estados Unidos. El pinball es ms yanqui que desayunar gofres y tener pistolas en la mesilla de noche, pero su condicin de smbolo americano no le ayud a esquivar la crisis de los recreativos a finales de los 90 y en los primeros 2000, cuando casi todas las empresas dedicadas a los flippers se fueron al garete. Ahora los estadounidenses estn recuperando su amor por estos cacharros y al otro lado del charco se est produciendo un autntico renacer del pinball: la reventa vive un momento dulce. Jersey Jack, un fabricante recin nacido en estas tareas, puso su primera mquina en el mercado en abril; la vieja Stern Pinball ha logrado vender miles de unidades de su mquina de AC/DC, y The New York Times contaba hace algunos meses que las mquinas de bolas vuelven a meter ruido en los pubs de la Gran Manzana.
El pinball ya ha dejado atrs la poca en la que lleg a facturar ms que la industria del cine y las mquinas se fabricaban de diez mil en
diez mil. Buscar un pinball en un bar en nuestros das es una tarea casi imposible. El pinball dej atrs su edad de oro hace mucho tiempo, pero
eso no significa que est muerto: historias como la de Pablo Crespo, Antonio Ortuo o Andrew Heighway nos demuestran que la mquina
del milln sigue coleando y goza de buena salud.POR Victor Navarro FOTOS Brian Walker
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Jody Dankberg, de Stern, dice que el pinball ha tenido muchas muertes, pero est recuperando popularidad: En Estados Unidos, el mercado de los bares est subiendo como la espuma y la venta a coleccionistas estn marcando cifras rcord. Seala que Gary Stern, el propietario de la empresa, lleva toda la vida en el negocio del pinball y que no tuvo otra