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Saul Sosnowski is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Hispamérica. http://www.jstor.org Paul Groussac y "La Biblioteca" (1896-1898) Author(s): Paula G. Bruno Source: Hispamérica, Año 32, No. 94 (Apr., 2003), pp. 87-94 Published by: Saul Sosnowski Stable URL: http://www.jstor.org/stable/20540457 Accessed: 19-06-2015 15:47 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 200.89.67.15 on Fri, 19 Jun 2015 15:47:35 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions

Groussac y Su Biblioteca

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    Paul Groussac y "La Biblioteca" (1896-1898) Author(s): Paula G. Bruno Source: Hispamrica, Ao 32, No. 94 (Apr., 2003), pp. 87-94Published by: Saul SosnowskiStable URL: http://www.jstor.org/stable/20540457Accessed: 19-06-2015 15:47 UTC

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  • Notas

    Paul Groussac y La Biblioteca (1896-1898)

    PAULA G. BRUNO

    La Biblioteca y su contexto de aparici?n

    En el mes de junio de 1896 apareci? por primera vez en Buenos Aires la

    revista La Biblioteca dirigida por Paul Groussac, director de la Biblioteca

    Nacional de la Argentina desde 1885. Se presentaba con claras intenciones de

    convertirse en portavoz de las novedades de car?cter cient?fico, hist?rico y lite

    rario en el contexto de un ambiente cultural con caracter?sticas particulares. Hacia fines del siglo XIX la constelaci?n letrada argentina operaba den

    tro de un espacio intelectual de rasgos difusos similares al de otras naciones

    hispanoamericanas. Dicho espacio no contaba con fronteras precisas ni

    especialidades ocupacionales definidas claramente. Quienes se desempe?a ban dentro de ?l transitaban caminos dis?miles como personajes polifac?ti cos y vers?tiles. Pod?an ser, al mismo tiempo, administradores del Estado, escritores de diversos g?neros, formadores de opini?n y'publicistas.1 En un

    contexto en el que el orden institucional ligado a los quehaceres intelectuales no estaba a?n totalmente definido, exist?an distintas formas de irrupci?n en

    el ?mbito p?blico. Entre ellas, indudablemente, era privilegiado el manejo de un medio de difusi?n de saberes, ideas y opiniones.

    En este trabajo proponemos una caracterizaci?n y una interpretaci?n de

    La Biblioteca (1896-1898) vincul?ndola con la trayectoria de su director, Paul Groussac (1848-1929), y con su posicionamiento en el espacio intelec

    tual del cambio de siglo.

    Buenos Aires, 1975. Profesora en Historia (Universidad de Buenos Aires) y Magister en Investigaci?n Hist?rica (Universidad de San Andr?s). Su tesis de maestr?a, que ser? publicada en el transcurso de este a?o, versa sobre Paul Groussac en el contex

    to del espacio intelectual argentino de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Est? realizando sus estudios de Doctorado en Historia en la UBA con un proyecto

    titulado: Intelectuales argentinos: entre sociabilidad, ideas y pol?tica, 1880-1910 y

    es becaria del CONICET. Se desempe?a como profesora en el Departamento de

    Humanidades de la Universidad San Andr?s.

    1. V?anse Angel Rama, "La modernizaci?n literaria latinoamericana (1870-1910)",

    Hispam?rica, XII, 36 (1983), pp. 3-19 y Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad.

    Literatura y pol?tica en el siglo XIX, M?xico, FCE, 1989, pp. 11-6.

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  • 88 PAUL GROUSSAC Y LA BIBLIOTECA (1896-1898)

    Paul Groussac y su proyecto cultural

    La consagraci?n intelectual de Paul Groussac en la Argentina fue r?pida

    y estrepitosa. Lleg? a Buenos Aires en 1866, a los 18 a?os de edad.

    Desconoc?a el idioma, no estaba diplomado en ninguna profesi?n y no ten?a

    parientes en estas tierras. Cinco a?os m?s tarde, logr? ocupar un lugar en el

    mundillo intelectual porte?o gracias a la publicaci?n, en 1871, de un exitoso

    art?culo sobre Jos? de Espronceda en la Revista Argentina.2 Su origen franc?s funcion? como etiqueta legitimante: no es una novedad que los sec

    tores de elite de la Argentina finisecular ten?an sus ojos puestos en Europa a

    la hora de buscar modelos y referentes, y contar con un franc?s en el mundo

    de la cultura garantizaba cierto prestigio (hecho que ya se hab?a comproba do con la presencia de figuras como Amadeo Jacques, quien se hab?a desem

    pe?ado como rector del Colegio Nacional de Buenos Aires). Con este plus diferencial, Groussac comenz? a ocupar un espacio en los

    cen?culos intelectuales porte?os. El mundo de la cultura que lo acogi? era

    por ?l percibido como estrecho y amorfo. Aunque desde la perspectiva de

    otros hombres de letras la "gran aldea" hab?a desaparecido para dar lugar a

    una metr?poli cosmopolita, Groussac percib?a que en aspectos relacionados

    con la cultura, Buenos Aires (y la Argentina toda), continuaba siendo una

    aldea, hecho que se evidenciaba en la supervivencia de rasgos t?picos de un

    provincialismo que no le permit?a ocupar el lugar que pretend?a. Ante estas perspectivas, Groussac emprendi? una serie de proyectos ten

    dientes a establecer algunas pautas, se auto-percibi? como pedagogo porta

    dor de una misi?n: puso en marchas m?ltiples estrategias que lo posi cionaron en un lugar central en el ?mbito de la cultura y lo convirtieron en

    un referente para sus contempor?neos, sobre todo en el cambio de siglo.

    Entre sus estrategias se destaca el manejo de medios de difusi?n de ideas; el

    hecho de dirigir publicaciones le permit?a convertirse en una voz autorizada

    para ubicarse por encima de intelectuales y producciones a ser evaluadas,

    aceptadas o rechazadas. Las particularidades de la trayectoria de La

    Biblioteca muestran esta din?mica.

    Formato y aspiraciones

    La Biblioteca fue la primera empresa editorial ideada y dirigida personal y exclusivamente por Paul Groussac. La revista se anunci? en el prefacio como ?rgano mensual destinado a publicar art?culos in?ditos sobre historia, ciencias y artes.3 Establec?a que la aparici?n fuera los d?as 15 de cada mes

    2. Groussac, "Jos? de Espronceda", Revista Argentina, X, 1871.

    3. Groussac, "La Biblioteca", La Biblioteca, I, I (junio de 1896).

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  • PAULA G. BRUNO 89

    en cuadernos en octavo mayor, de 160 p?ginas que conformaban un volu

    men de 640 p?ginas por cuatrimestre. La organizaci?n de la car?tula pre senta un ac?pite superior en letras may?sculas: "HISTORIA, CIENCIA,

    LETRAS"; debajo se encuentra el nombre de la publicaci?n y posterior mente, en una tipograf?a menor, "Revista mensual dirigida por P. Groussac".

    En l?neas generales, el formato de la revista permite inscribirla en una

    tradici?n que hab?a empezado a difundirse en el ambiente intelectual porte?o durante las d?cadas anteriores, con la Revista de Buenos Aires (1863-1871) y la Revista Argentina (1868-1872/1880-1882), y que continuar?a luego de

    la experiencia de La Biblioteca, en publicaciones como la Revista de

    Derecho, Historia y Letras (que comenz? a publicarse en 1898) y la Revista

    de Filosof?a (1915),4 por mencionar las m?s destacadas.

    A lo largo de su trayectoria la revista conserv? s?lo tres secciones que

    pueden considerarse fijas: "Redactores de La Biblioteca", "Documentos

    hist?ricos" y "Bolet?n bibliogr?fico". Un recorrido por sus p?ginas e ?ndices

    permite configurar algunas ideas m?s espec?ficas en torno a sus intenciones.

    Los art?culos tratan cuestiones cient?ficas y culturales (en el sentido amplio

    y decimon?nico de ambos t?rminos); quedan fuera temas vinculados con los

    sucesos coyunturales del mundo pol?tico y los de orden econ?mico. Los

    art?culos poseen un corte erudito, lo cual diferencia a esta revista de otras en

    las que el tono estaba m?s ligado a la contribuci?n period?stica, sint?tica y de opini?n que a publicaciones culturales que segu?an los par?metros adap tados de modelos europeos.

    Paul Groussac fue expl?cito: quer?a crear y difundir estudios de car?cter

    cultural, sobre todo ligados a historia y literatura, en una coyuntura signa da por distintos rasgos en lo que respecta al ?mbito de las Humanidades.

    Por un lado, el mundo de las letras comenzaba a renovarse profundamente

    bajo la impronta del modernismo, del cual era exponente m?ximo Rub?n

    Dar?o (arribado a Buenos Aires en 1893). Por otra parte y en contraposi

    ci?n, la producci?n historiogr?fica de fin de siglo era m?s bien escasa.5 Era

    evidente que a?n se o?an los ecos del debate hist?rico mantenido por Bartolom? Mitre y Vicente F. L?pez;6 por otra parte, comenzaba a deli

    4. M?s all? de la adscripci?n o no de estas revistas a grupos o instituciones, consideramos que el registro manejado en las mismas como "empresas culturales" permite alinearlas en una

    misma tradici?n. Cf., Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, Literatura/Sociedad, Buenos Aires,

    Hachette, 1983, pp. 96-100.

    5. C. Correa Luna, "El m?todo y la obra hist?rica de Paul Groussac al aparecer 'La Biblioteca'", La Prensa (14 de noviembre de 1926).

    6. A. Eujani?n, "Pol?micas por la historia. El surgimiento de la cr?tica en la historiograf?a

    argentina, 1864-1882", Entrepasados, VIII, 16 (1999), pp. 9-24 y N. Pagano, y M. Rodr?guez, "Las pol?micas historiogr?f?cas en el marco de la profesionalizaci?n y consolidaci?n de la dis

    ciplina hist?rica", Estudios Sociales, 17 (1999), pp. 35-47.

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  • 90 PAUL GROUSSAC Y LA BIBLIOTECA (1896-1898)

    nearse una tendencia a la dispersi?n de enfoques dentro de los difusos

    l?mites de las Ciencias Sociales.7

    Una empresa personalista

    Existen algunas interpretaciones que tienden a percibir a La Biblioteca

    como un ?rgano oficial que oper? como dispositivo disciplinador de la inte

    lectualidad argentina y establecen relaciones directas entre la empresa edi

    torial y los intereses de la elite pol?tica del per?odo.8 Estas se basan en el

    hecho de que la publicaci?n recib?a un subsidio oficial por ser (te?rica

    mente) un ?rgano de difusi?n de la Biblioteca Nacional, y en el supuesto de

    que la elite intelectual de fines de siglo estuvo supeditada a los antojos de la

    elite pol?tica. Aqu?, en cambio, se propone un redimensionamiento del rol

    ocupado por la revista pens?ndola como un proyecto personal de su director.

    En la pr?ctica, La Biblioteca actu? como un medio de consagraci?n y

    prestigio intelectual; en ella se publicaron escritos de destacados hombres de

    cultura de la ?poca como Joaqu?n V. Gonz?lez, Miguel Ca??, Rub?n Dar?o, Juan Agust?n Garc?a (h.), Lucio Vicente L?pez, Leopoldo Lugones, Bartolom? Mitre, Lucio V. Mansilla, Ernesto Quesada, Luis M. Drago y Antonio Dellepiane, entre otros.

    La revista fue considerada por descollantes personalidades del mundo

    cultural como una empresa modernizadora, tanto por sus contenidos como

    por su formato y objetivos. Por ejemplo, Miguel Ca?? se refiere a La

    Biblioteca como un signo distintivo de civilizaci?n y en una carta a

    Groussac fechada el 29 de julio de 1896 se?ala: "Mi querido amigo: Recibo

    el primer n?mero de la Biblioteca junto a su carta. A?n antes de abrirla, el

    atractivo esterno (sic) de la revista me ha producido una grata sensaci?n de

    frescura, de limpiesa civilizada (sic), que se siente al entrar ? la sala de la

    ?pera, por ejemplo, despu?s de haber codeado en las calles una mani

    festaci?n parroquial".9

    7. Rasgo especialmente resaltado por T. Halper?n Donghi a la hora de analizar las producciones

    historiogr?f?cas del per?odo. Cfr. T. Halper?n Donghi, "La historiograf?a argentina, del ochenta

    al Centenario", en Ensayos de historiograf?a, Buenos Aires, El cielo por asalto, 1996.

    8. Para un acercamiento descriptivo a la revista, H. Lafleur, S. Provenzano y F. Alonso, Las

    revistas literarias argentinas, 1893-1967, Buenos Aires, CED AL, 1967. Visiones m?s recientes, en l?neas generales, consideran que La Biblioteca asumi? un rol normalizador ligado a los

    intereses del Estado argentino y a sus pol?ticas de ordenamiento y regulaci?n cultural. Cf. S.

    Contardi, "El juicio al extranjero. Paul Groussac entre el desorden cultural, la biblioteca y la

    poes?a", El Dorado, I, 1 (1994), pp. 11-9; V. Delgado, "La lecci?n de Groussac en La

    Biblioteca: la organizaci?n cultural", Tramas, V, 10 (1999), pp. 97-105; A. Eujani?n, "Paul

    Groussac y una empresa cultural de fines del siglo XIX: la revista La Biblioteca, 1896-1898", en AA.W., Historia de revistas argentinas, Buenos Aires, Asociaci?n Argentina de Editores de

    Revistas, 1997, tomo II, pp. 9-44.

    9. Archivo General de la Naci?n, Fondo Paul Groussac, Legajo n? 1: Correspondencia recibi

    da (1881-1929), manuscrito del emisor fechado el 29 de julio de 1896.

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  • PAULA G. BRUNO 91

    Por su parte, Rub?n Dar?o, refiri?ndose a un comentario bibliogr?fico

    publicado en la revista, destaca: "[...] los juicios a los que me refiero han

    aparecido en la revista m?s seria y aristocr?tica que hoy tenga la lengua castellana. La Biblioteca, es decir, nuestra Revue de Deux Mondes".10

    Estas apreciaciones reafirman la intenci?n de Paul Groussac de transfor

    mar a la revista en un espacio de expresi?n sobresaliente que definiera

    qui?nes formaban parte de la cultura argentina y qui?nes no y, al mismo

    tiempo, concretar su af?n de ser la voz m?s autorizada para determinarlo.

    Con estos objetivos, el director de la Biblioteca Nacional instaur? algunas

    pautas de funcionamiento de la revista que le permitiesen colocarse "por sobre" sus contempor?neos para emitir fallos.

    As? lo evidencian las pol?ticas de edici?n de la revista: la selecci?n de los

    escritos publicados era realizada personalmente por Groussac, quien, adem?s, escrib?a los comentarios bibliogr?ficos y las breves rese?as biogr? ficas de los colaboradores, conocidas como los "medallones". No es casual

    el hecho de que se reservara estas atribuciones dado que escribir los comen

    tarios bibliogr?ficos le permit?a impulsar o censurar trayectorias y estable cer l?mites entre lo "aceptable" y lo que no lo era; complementariamente, las

    biograf?as escritas por Groussac sobre los colaboradores brindan abundante

    informaci?n acerca de qui?nes eran para ?l protagonistas destacados de la

    intelectualidad argentina y qui?nes, decididamente, no lo eran.

    La presencia de Groussac en cada una de las publicaciones era abrumadora; adem?s de lo se?alado, se encargaba de escribir numerosos art?culos (sobre todo de car?cter hist?rico)11 y utilizaba la publicaci?n como medio para

    mantener pol?micas con sus contempor?neos. Las p?ginas de La Biblioteca se

    convirtieron en escenario de virulentas controversias que tuvieron como

    destacado e infatigable protagonista a su director. Uno de estos debates tuvo

    lugar durante mayo de 1897 y enfrent? a Groussac con Bartolom? Mitre (este ?ltimo lanz? el debate y Groussac se encarg? de sistematizar una detallada

    r?plica). El entramado de la discusi?n estuvo signado por perspectivas

    divergentes acerca de las invasiones inglesas a Buenos Aires.12

    10. Rub?n Dar?o, "Los colores del estandarte", La Naci?n (27 de noviembre de 1896), repro

    ducido en "Dos juicios de Groussac y una respuesta de Dar?o", Nosotros, X, 82 (1916), pp. 150-67.

    11. Para un listado de las contribuciones de Groussac en La Biblioteca, J. Canter, Contribuci?n

    a la bibliograf?a de Paul Groussac, Buenos Aires, El Ateneo, 1930.

    12. En mayo de 1897 Bartolom? Mitre public? sus Par?ntesis hist?ricos en el diario La Naci?n.

    En estos art?culos aparec?an cr?ticas a las notas que Groussac hab?a incorporado en una de las

    entregas de su "Santiago de Liniers", que aparec?a en La Biblioteca desde el tomo III. Las citas

    hacen referencia a supuestos equ?vocos de Mitre con relaci?n a acontecimientos espec?ficos de

    las invasiones inglesas, como el de establecer con exactitud las calles por las que ingresaron las

    tropas inglesas durante la primera invasi?n. Groussac respondi? en La Biblioteca, en el tomo

    IV de 1897, bajo el t?tulo "Santiago de Liniers": escribi? una breve introducci?n, transcribi?

    ?ntegros los Par?ntesis hist?ricos y respondi? bajo el t?tulo "Disgresi?n pol?mica". La pol?mi ca fue publicada posteriormente en Groussac, Santiago de Liniers, conde de Buenos Aires,

    1753-1810, Buenos Aires, Amoldo Moen y Hermano Editores, 1907.

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  • 92 PAUL GROUSSAC Y LA BIBLIOTECA (1896-1898)

    La segunda pol?mica destacada se mantuvo entre 1896 y 1898, a lo largo de todo el itinerario de la revista. En esta ocasi?n fue entre Groussac y

    Norberto Pinero13 y estuvo estructurada por las cr?ticas que el primero dirigi? a una edici?n de escritos de Mariano Moreno que el segundo realiz? y pu blic? en 1896. Esta controversia condujo a la finalizaci?n abrupta de La

    Biblioteca en mayo 1898. En el art?culo "La desaparici?n de La Biblioteca", Groussac explicitaba el motivo de la resoluci?n: se deb?a a un conflicto con

    el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucci?n P?blica de la Naci?n, que hab?a

    censurado las acciones del director de la revista contra Norberto Pinero (que en ese momento se estaba ocupando de las cuestiones lim?trofes con Chile y actuaba como diplom?tico argentino en ese pa?s). Ante estos hechos, Groussac escribi? una nota, public? la carta del ministro, Luis Bel?ustegui,

    y decidi? terminar con la publicaci?n.14

    Consideraciones finales

    Las pol?ticas de edici?n, la din?mica asumida por los debates rese?ados

    y los acontecimientos que condujeron al brusco final de la revista ofrecen

    algunos elementos de an?lisis que matizan las interpretaciones existentes

    sobre La Biblioteca. En primer lugar, debemos se?alar que Groussac asumi? la revista como

    tribuna para irrumpir en un espacio cultural acotado, buscando cimentar su

    legitimidad difundiendo sus ideas en las p?ginas de la publicaci?n por ?l

    ideada y administrada. El decidi? c?mo generar y moldear ese espacio y estableci? l?mites a la hora de determinar qui?n pod?a ingresar en ?l y a

    qui?n vedarle la entrada.

    13. Esta controversia fue recientemente revisitada desde distintas perspectivas; fueron analiza

    dos en forma privilegiada algunos temas, sobre todo los vinculados con el m?todo hist?rico y la funci?n de la cr?tica. Cf. A. Eujani?n, "Paul Groussac y la cr?tica historiogr?f?ca en el proce so de profesionalizaci?n de la disciplina hist?rica en la Argentina a trav?s de dos debates

    finiseculares", Estudios Sociales, V, 9 (1995), pp. 37-55; J. Stortini, "La recepci?n del m?todo

    hist?rico en los inicios de la profesionalizaci?n de la Historia en la Argentina", en AA. W, Estudios de historiograf?a argentina II, Buenos Aires, Biblos, 1999, pp. 74-98 y "Teor?a, m?to

    do y pr?ctica historiogr?f?ca en Paul Groussac", en AA.W: Estudios de historiograf?a I,

    Buenos Aires, Biblos, 1997, pp. 5-29, y M. Vitagliano, "Paul Groussac y Ricardo Rojas o el

    lugar de los intelectuales", en N. Rosa, ed., Pol?ticas de la cr?tica. Historia de la cr?tica lite

    raria en Argentina, Buenos Aires, Biblos, 1999, pp. 59-74.

    14. El Ministro de Justicia, Culto e Instrucci?n P?blica, Luis Bel?ustegui, le envi? una carta con

    membrete oficial a Groussac se?alando que en el art?culo en el que ?ste criticaba la labor del

    Dr. Pinero "[...] se exceden los justos l?mites de la cr?tica literaria, [...]. Esto, y las inconve

    nientes apreciaciones que consigna con respecto ? la representaci?n diplom?tica que el

    Gobierno le ha confiado en la Rep?blica de Chile, no encuadra, en manera alguna, con los

    prop?sitos y fines de una publicaci?n costeada por el Tesoro p?blico [...]". La carta fue trans

    cripta en La Biblioteca junto a la decisi?n de Groussac de dejar de editarla, en el n?mero de

    abril-mayo de 1898.

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  • PAULA G. BRUNO 93

    A lo largo de su trayectoria, Groussac dise?? algunos proyectos de

    car?cter cultural que le permitieron pensar en la posibilidad de dar forma a

    un espacio intelectual argentino que, como hemos se?alado, consideraba

    ca?tico y desorganizado. Entre estos proyectos, La Biblioteca cumpli? un

    lugar destacado.

    Al finalizar la experiencia de publicaci?n de la revista, el intelectual

    franc?s enunci? sus intenciones en los siguientes t?rminos: "[...] ten?a la

    elecci?n entre explotar industrialmente el fil?n del presupuesto, imprimien do ? doscientos ejemplares, y en mal papel, vagos cuadernos de documentos

    in?ditos, hasta formar cada a?o un tomo de 300 ? 400 p?ginas, que habr?a

    sometido al visto bueno oficial y nadie hubiese le?do; ? acometer de mi

    cuenta y riesgo una empresa civilizadora intentando fundar una gran revista

    mensual, no inferior ? las europeas, amplia en sus manifestaciones, lib?rri ma en sus tendencias, que estimulase a los talentos conocidos y suscitase ?

    los ignorados, hasta reflejar honrosamente el intelecto argentino en sus

    varias aplicaciones".15

    En los mismos t?rminos, tambi?n en el casi nost?lgico clima generado

    por el cierre de la revista, Groussac le escrib?a a Miguel Ca??: "E finita la

    commedial Nuestra revista sucumbe bajo un palo ciego ministerial. En el

    ?ltimo n?mero, que sale hoy, encontrar? usted la historieta con su moraleja.

    [...] sin exagerarme, por cierto, la importancia de mi programa, creo que ella es doblemente instructiva: por su principio y por su fin. Se ha visto, por una

    parte, que es imposible por ahora realizar mi programa, y por la otra, que tal

    programa, aunque se realizara, no despertar?a gran inter?s en el p?blico, y mucho menos en los fantoches dirigentes".16

    As?, Groussac asumi? la direcci?n y organizaci?n de la revista proyec

    t?ndola, por un lado, como una empresa de car?cter cultural que contara con

    cierto prestigio y, por otro, como parte de un programa personal. M?s que con un ?rgano oficial supeditado a los objetivos y a los tiempos de la

    Biblioteca Nacional, como hab?a sido su antecesora ?La Revista de la

    Biblioteca P?blica de Buenos Aires que sali? a la luz en 1879 bajo la direc

    ci?n de Manuel R. Trelles?, nos encontramos con una empresa identificada

    plenamente con los objetivos culturales de su director, quien la consideraba

    como objeto de su propiedad (en distintas p?ginas escritas luego de su cierre, el apenado director hace referencia a "mi revista").

    A la luz de los sucesos que condujeron al cierre de la revista se constata

    que se hab?a generado una identificaci?n total de la empresa con su director

    15. Groussac, "La desaparici?n de La Biblioteca", La Biblioteca, II, VIII (abril-mayo de 1898),

    p. 247. El ?nfasis es nuestro.

    16. Carta de Paul Groussac a Miguel Ca?? fechada el 13 de mayo de 1898, citada en R. S?enz

    Hayes, Miguel Ca?? y su tiempo (1851-1905), Buenos Aires, Guillermo Kraft Limitada, 1955,

    pp. 459-61.

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  • 94 PAUL GROUSSAC Y LA BIBLIOTECA (1896-1898)

    y no con la instituci?n estatal a la que nominalmente estaba adscripta. Si la

    revista hubiese sido un medio de difusi?n de car?cter oficial, no se com

    prender?a el enfrentamiento de Groussac con un estrat?gico funcionario

    estatal. Es as? que La Biblioteca puede ser considerada como un espacio de

    enunciaci?n y difusi?n de ideas que Groussac manej? a su antojo. Mont? un

    proyecto para articular y legitimar a una parte de la intelectualidad del per?o do y a sus producciones y, a su vez, para contar con una tribuna privilegia

    da con el fin de censurar o impulsar trayectorias. A?os despu?s, en 1910, uno

    de sus renegados sucesores en el ?mbito historiogr?fico (R?mulo Carbia) reconoc?a estas caracter?sticas de la revista y se?alaba: "[...] tendr? que reconocer que su imperio ha pasado y que ya no son estos los tiempos en que desde La Biblioteca, f?rula en mano, dictaba fallos que todos aceptaban".

    17. Cfr. R. Carbia, "El Se?or Groussac histori?grafo. A prop?sito de la cr?tica moderna", en

    Nosotros [Buenos Aires], VIII, 68 (1914), p. 249.

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    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jspArticle Contentsp. [87]p. 88p. 89p. 90p. 91p. 92p. 93p. 94Issue Table of ContentsHispamrica, Vol. 32, No. 94 (Apr., 2003), pp. 1-128Front MatterEl narrador: La ley del pcaro [pp. 3-12]El proyecto cultural de "Captulo Oriental" y "Enciclopedia Uruguaya" (Reflexiones sobre las publicaciones en fascculo de los aos 60) [pp. 13-24]Reescritura como desplazamiento y anagnrisis en "El amuleto" de Roberto Bolao [pp. 25-32]EntrevistaJuan Martini [pp. 33-48]CrnicasMxico: El derrumbe [pp. 49-63]PoesaEl hueso plvico [pp. 65-78]TextosDora [pp. 79-86]Paul Groussac y "La Biblioteca" (1896-1898) [pp. 87-94]Jos Pablo Feinmann y la bsqueda de las analogas de la historia [pp. 95-102]Prisin, gnero y literatura [pp. 103-107]ReseasReview: untitled [pp. 109-110]Review: untitled [pp. 110-111]Review: untitled [pp. 111-112]Review: untitled [pp. 113-114]Review: untitled [pp. 114-116]Review: untitled [pp. 116-118]Review: untitled [pp. 119-120]Review: untitled [pp. 120-121]Review: untitled [pp. 122-123]Review: untitled [pp. 123-124]Review: untitled [pp. 124-125]Review: untitled [pp. 126-127]Review: untitled [pp. 127-128]Back Matter