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eipcp europäisches institut für progressive kulturpolitik Traducción de Raúl Sánchez Cedillo eipcp transversal the art of critique 03 2008 ¿Qué es la crítica? Suspensión y recomposición en las máquinas textuales y sociales Gerald Raunig Gerald Raunig biography contact contact Raúl Sánchez Cedillo (translation) biography contact contact languages Deutsch English Español transversal the art of critique «La crítica no tiene que ser la premisa de un razonamiento que terminaría diciendo: esto es lo que tienen que hacer. Debe ser un instrumento para los que luchan, resisten y ya no soportan por más tiempo lo existente. Debe ser utilizada en procesos de conflicto, de enfrentamiento, de tentativas de rechazo. No tiene que dictar la ley a la ley. No es una etapa en una programación. Es un desafío a lo existente». (Michel Foucault, «Table ronde du 20 mai 1978«, Dits et Écrits II, 1976-1988). De las múltiples tramas de los conceptos de resistencia se desprende no pocas veces una impresión de falta de claridad, así como una arbitrariedad que afectan a la distinción útil de estos conceptos. Por ejemplo, cuando, en su conferencia sobre la gubernamentalidad, Michel Foucault repasa y sopesa toda una batería de conceptos de resistencia –negativa, revuelta, desobediencia, insubordinación, deserción, disidencia, disenso y, por último, contraconductasse plantea ante todo la siguiente pregunta relativa a la crítica: ¿hay en esas tramas conceptuales un lugar específico de la crítica y, de haberlo, cuál es? En las páginas del presente texto quisiera ocuparme de esa pregunta, de ese problema, partiendo en un primer momento de Foucault para aportar a continuación mi propia idea de ese lugar específico de la crítica. Permítanme en primer lugar deshacer un malentendido que tal vez se haya visto provocado por el título de la conferencia [1] que dio pie a este texto: The Art of Critique no hace referencia en modo alguno al arte en sentido estricto, ni siquiera a la crítica artística, aunque las actividades de nuestro instituto se mueven ciertamente en las zonas contiguas de la producción artística y de la teoría del arte. El título de la conferencia se toma prestado en primer lugar de «¿Qué es la crítica?», la conferencia que Michel Foucault pronunció a finales de mayo de 1978 y que constituye además el título principal de mi texto. Aquí el concepto de arte tiene una relación de contigüidad con la palabra griega techne, de ahí que en su conferencia Foucault califique a la crítica no sólo como un «arte» y una «virtud», sino también como una «técnica». Ahora bien, esto no es ninguna excentricidad de Foucault, sino una tradición que se remonta a los primeros usos del concepto de crítica. En particular, el concepto aparece por primera vez en Platón, en el Politikos, con la expresión kritiké techne [2], esto es, el arte de la distinción, que después será traducido al latín como ars iudicandi. La designación de la crítica como «técnica» y como «arte» atraviesa los siglos y las distintas lenguas europeas. Ahora bien, ¿qué práctica compone ese arte, esa técnica de la crítica? Contra el uso que del concepto se hace en la lengua corriente, Judith Butler plantea en su artículo inspirado en Foucault, que precisamente lleva el título de «¿Qué es la crítica?», que por encima de todo la crítica «es una praxis que suspende el juicio», esto es, en vez de juzgar o condenar, la crítica suspende precisamente el juicio. Así, pues, contra la idea de una posición crítica pura, por encima y desde la cual surgen visión de conjunto y autoridad, se trata ante todo de una suspensión del juicio. Bien es cierto que esto ya lo escribió el presidente eterno del tribunal de la crítica, Immanuel Kant: «el método crítico suspende [suspendirt] el juicio», constata Kant, pero no sin explicar a continuación que esa suspensión se produce con vistas a un objetivo: «el método crítico suspende el juicio con la esperanza del alcanzarlo» [3]. En cambio, Butler piensa, al igual que

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  • eipcpeuropisches institut fr progressive kulturpolitik

    Traduccin de Ral Snchez Cedillo

    eipcp transversal the art of critique

    03 2008Qu es la crtica?Suspensin y recomposicin en las mquinas textuales y socialesGerald Raunig

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    Ral Snchez Cedillo(translation)

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    languagesDeutschEnglishEspaol

    transversalthe art of critique

    La crtica no tiene que ser la premisa de un razonamiento que terminara diciendo: esto es lo que tienenque hacer. Debe ser un instrumento para los que luchan, resisten y ya no soportan por ms tiempo lo

    existente. Debe ser utilizada en procesos de conflicto, de enfrentamiento, de tentativas de rechazo. Notiene que dictar la ley a la ley. No es una etapa en una programacin. Es un desafo a lo existente.

    (Michel Foucault, Table ronde du 20 mai 1978, Dits et crits II, 1976-1988).

    De las mltiples tramas de los conceptos de resistencia se desprende no pocas veces una impresin defalta de claridad, as como una arbitrariedad que afectan a la distincin til de estos conceptos. Porejemplo, cuando, en su conferencia sobre la gubernamentalidad, Michel Foucault repasa y sopesa todauna batera de conceptos de resistencia negativa, revuelta, desobediencia, insubordinacin, desercin,disidencia, disenso y, por ltimo, contraconductas se plantea ante todo la siguiente pregunta relativa a lacrtica: hay en esas tramas conceptuales un lugar especfico de la crtica y, de haberlo, cul es? En laspginas del presente texto quisiera ocuparme de esa pregunta, de ese problema, partiendo en un primermomento de Foucault para aportar a continuacin mi propia idea de ese lugar especfico de la crtica.

    Permtanme en primer lugar deshacer un malentendido que tal vez se haya visto provocado por el ttulo dela conferencia[1] que dio pie a este texto: The Art of Critique no hace referencia en modo alguno al arte ensentido estricto, ni siquiera a la crtica artstica, aunque las actividades de nuestro instituto se muevenciertamente en las zonas contiguas de la produccin artstica y de la teora del arte. El ttulo de laconferencia se toma prestado en primer lugar de Qu es la crtica?, la conferencia que Michel Foucaultpronunci a finales de mayo de 1978 y que constituye adems el ttulo principal de mi texto. Aqu elconcepto de arte tiene una relacin de contigidad con la palabra griega techne, de ah que en suconferencia Foucault califique a la crtica no slo como un arte y una virtud, sino tambin como unatcnica. Ahora bien, esto no es ninguna excentricidad de Foucault, sino una tradicin que se remonta alos primeros usos del concepto de crtica. En particular, el concepto aparece por primera vez en Platn, enel Politikos, con la expresin kritik techne[2], esto es, el arte de la distincin, que despus ser traducidoal latn como ars iudicandi.

    La designacin de la crtica como tcnica y como arte atraviesa los siglos y las distintas lenguaseuropeas.

    Ahora bien, qu prctica compone ese arte, esa tcnica de la crtica? Contra el uso que del concepto sehace en la lengua corriente, Judith Butler plantea en su artculo inspirado en Foucault, que precisamentelleva el ttulo de Qu es la crtica?, que por encima de todo la crtica es una praxis que suspende el

    juicio, esto es, en vez de juzgar o condenar, la crtica suspende precisamente el juicio. As, pues, contrala idea de una posicin crtica pura, por encima y desde la cual surgen visin de conjunto y autoridad, setrata ante todo de una suspensin del juicio. Bien es cierto que esto ya lo escribi el presidente eterno deltribunal de la crtica, Immanuel Kant: el mtodo crtico suspende [suspendirt] el juicio, constata Kant,pero no sin explicar a continuacin que esa suspensin se produce con vistas a un objetivo: el mtodocrtico suspende el juicio con la esperanza del alcanzarlo[3]. En cambio, Butler piensa, al igual que

  • crtico suspende el juicio con la esperanza del alcanzarlo[3]. En cambio, Butler piensa, al igual queFoucault, que la crtica excede la suspensin del juicio, que precisamente en esa suspensin del juicio lacrtica no retorna al juicio, sino que inaugura una nueva prctica[4]. Esta doble figura de la anulacin y dela reinvencin corresponde al despliegue de las dos componentes de mi propio texto.

    1. La crtica suspende el juicio.

    2. La crtica significa tambin al mismo tiempo recomposicin, invencin.

    Qu es la crtica? de Foucault: la necesidad de nuevos cambios radicales de direccin en elmovimiento de la actitud crtica hacia el proyecto de la crtica.

    En otoo de 2005, en mi intervencin de apertura del proyecto transform en Linz me ocup sobre todo delclebre punto de partida de la conferencia de Foucault, que llama crtica a la actitud, al arte, a la voluntadde no ser gobernados as, no de esta manera, no a este precio, no por aquellos[5]. Judith Butler llama aese punto de partida de Foucault la signatura de la actitud crtica, y en efecto est inscrita en la mayorade las prcticas de la crtica como una figura cuyo carcter de insubordinacin se deriva de la voluntad dedislocar la relacin entre poder y resistencia.

    Foucault desarrolla la figura de la crtica como un arte de no ser tan gobernados, que corre en paralelo conla ampliacin de la economa de las almas[6] pastoral que la eleva a un arte del gobierno de loshombres: la actitud crtica es al mismo tiempo interlocutora y adversaria de las artes de gobierno quese propagaron explosivamente en la Alta Edad media. Y aunque Foucault sita este ingresoinesperadamente temprano en la genealoga de la crtica, en su conferencia vuelve a considerar asimismotodos los hilos importantes de la crtica en la modernidad europea: en primer lugar concibe el nacimientode la critica sacra, de la nueva crtica bblica en la transicin de la Baja Edad media a la Edad modernacomo el elemento ms importante de la fundamentacin moderna de la crtica. Reconoce en la empresacrtica kantiana el momento principal, el cuestionamiento del conocimiento acerca de sus propios lmites ycallejones sin salida, lo que l denomina el canal kantiano[7]. Con el concepto de actitud crtica,Foucault conecta con los textos revolucionarios de los hegelianos de izquierda del siglo XIX y por ltimo secoloca incluso sobre todo en referencia a su crtica del positivismo, del objetivismo, de la racionalizacin,de la techne y de la tecnificacin[8] en una posicin de fraternidad respecto a la Escuela deFrancfort[9], cuya Teora crtica encarna el ltimo gran boom del concepto de crtica.

    Si mi punto de partida para transform era la tesis, expuesta por Foucault al comienzo de su conferencia, dela crtica como arte de no ser tan gobernados, quisiera, ahora que nos acercamos al final de nuestroproyecto, partir del final de la conferencia de Foucault, a saber, de su pregunta, que no resulta nadasencilla de entender, mediante la cual anuncia, tras el conocido pasaje del comienzo y tras los largosrepasos por la teora del conocimiento de la parte central, su simpata hacia determinados aspectos de laAufklrung, en contraposicin a una forma de crtica que l comienza a poner cada vez ms en duda. Deesta suerte, su pregunta enuncia si no sera necesario invertir el camino que conduce de la actitud crticahacia la cuestin de la crtica, de la empresa de la Ilustracin al proyecto de la crtica. Se trata en primerlugar de clarificar en su heterognesis el movimiento de la inversin, por una parte en tanto quediversificacin de la Ilustracin y, por otra parte, en tanto que proyecto de la crtica kantiano. Y tambin

    para concretar lo siguiente: la inversin de la marcha del proceso no puede limitarse a un retorno al pathosde la Ilustracin, sino que incorpora la crtica de izquierda de la Ilustracin de los siglos XIX y XX, peroentiende la actitud crtica en tanto que Ilustracin crtica con la Ilustracin, conforme a una genealogadistinta de la del proyecto de la crtica.

    Mientras que, en un sentido general, crtica e Ilustracin se presentan inextricablemente unidas, a lolargo de su conferencia Foucault diversifica progresivamente ambos conceptos para colocarlos finalmenteen una polaridad, y lo hace con arreglo a una prudente referencia polmica a Kant y a su concepto decrtica: la cuestin de la Ilustracin se presenta esencialmente, desde Kant, debido a Kant yprobablemente debido a la dislocacin entre Ilustracin y crtica que l introdujo, como problema delconocimiento[10]. En Kant se produce una dislocacin entre Ilustracin y crtica, y luego un movimientoque llev a la fusin de la empresa de la Aufklrung en el proyecto de la crtica. Para Foucault, en este

  • que llev a la fusin de la empresa de la Aufklrung en el proyecto de la crtica. Para Foucault, en esteproyecto de la crtica[11], que comprenda ahora tanto la Ilustracin como la crtica, se desarrolla unprocedimiento que finalmente pone en un primer plano el examen de la legitimidad de las modalidadeshistricas de conocimiento[12]. En cambio, Foucault hace suyo el problema para abordar la cuestin de losentrelazamientos entre poder y conocimiento[13].

    El problema de la posicin kantiana consiste en que Kant impone a la empresa crtica, a la actitud crtica,el conocimiento del conocimiento en tanto que tarea previa[14]. La crtica radical del conocimiento conoceaqu su separacin de toda actividad crtico-poltica. En vez de esta forma de crtica que se concibe comonecesariamente restringida, en Foucault se trata de una crtica prctica que precisamente excede eselmite del conocimiento, que no ha de concebirse como una ley de leyes[15]. Si en Kant se trata de lacrtica en tanto que conocimiento del conocimiento, y por ende tambin y sobre todo en tanto queconocimiento de los lmites del conocimiento, en Foucault la actitud crtica se concibe precisamente comotrangresin de esos lmites.

    Con arreglo a mi lectura, la reivindicacin foucaultiana de una inversin constituye sobre todo un ataque ala fijacin y el confinamiento del concepto de crtica en tanto que crtica del conocimiento, un ataque a lacientificacin y el estrechamiento del concepto kantiano de crtica, que a comienzos del siglo XIXimposibilit, al menos en el mbito de lengua alemana, la aplicacin del concepto de crtica en loscontextos polticos. Y lo que tal vez sea ms importante: con arreglo a mi lectura, la indicacinfoucaultiana, segn la cual es preciso efectuar una inversin del camino desde la actitud crtica al proyectode la crtica, es una repeticin productiva de los discursos de la izquierda hegeliana, que intentaron unainversin semejante hacia mediados del siglo XIX. El punto culminante de ese desarrollo contrario alconcepto kantiano de crtica, que no por nada se posiciona netamente en contra de la violenciarevolucionaria, es el famoso adagio marxiano de la Crtica de la filosofa del derecho de Hegel: Las armasde la crtica no pueden, en efecto, sustituir a la crtica de las armas, la violencia material debe serderribada mediante la violencia material, pero tambin la teora se torna en violencia material tan prontocomo prende en las masas[16]. O dicho de una manera menos elocuente-pattica: lo que Marx y Engelsdenominaron actividad prctico-crtica se acerca bastante al concepto foucaultiano de actitud crticaen su insistencia en la prevencin ante el proyecto crtico kantiano limitado a un pura crtica delconocimiento. Y slo desde Marx es (de nuevo) posible entender la crtica en tanto que violenciaprctica adems de revolucionaria, en tanto que componente no exclusivo, sino complementario de lasluchas sociales.

    Y tambin fue posible antes de Kant. El empeo de mi conferencia consiste en insistir en esacomplementariedad. Crtica y revolucin, discursividad crtica y luchas sociales, las mquinas de la crticatextual y la mquinas de la resistencia social no deben concebirse como mutuamente excluyentes.Cuando la relacin con el texto suspende la ley de leyes, se forman al mismo tiempo nuevas mquinassociales. Cuando en la resistencia se forma una nueva composicin, sta corresponde tambin a una

    recomposicin del texto; la nueva forma organizativa social de la concatenacin est asociada a unanueva concatenacin de los elementos conceptuales y textuales. En efecto, en mis ejemplos concretosrecomposicin social y crtica textual (re)constructiva estn en cierto modo correlacionadas y sesuperponen. Para cimentar esta tesis, quisiera analizar a continuacin ambos componentes de lacomplementariedad maqunica, mquina textual y mquina social[17]. En lugar de construir y fijar ladistancia entre los polos identitarios con conceptos como produccin textual acadmica o rebelinpopular, me ocupo de las zonas de contigidad entre ambas mquinas y sobre todo de los modos en losque, a su manera, stas ponen en prctica la suspensin del juicio y la praxis de la recomposicin.

    Crtica en tanto que mquina discursiva y textual

    En el comienzo de la historia moderna del concepto de crtica encontramos la crtica textual, y staconsiste sobre todo en la suspensin del juicio, tal y como ste era practicado en tanto que monopoliomedieval de la interpretacin bblica por parte del clero. La creciente impugnacin del principio cristiano dela tradicin y del privilegio concedido a los Padres de la Iglesia y al clero en tanto que monopolistas de lainterpretacin de los textos arrebat las Santas Escrituras al clero en tanto que intermediario exclusivo[18].

  • En las Alta y Baja Edad Media, toda vez que el arte de gobierno era en gran medida una prcticaespiritual, estrechamente vinculada al magisterio de las Sagradas Escrituras, el ataque al gobierno, a laautoridad, se cifraba precisamente en ese punto; no en vano la resistencia operaba en la bsqueda de otrarelacin con la escritura: no querer ser gobernados significaba negar, rechazar o restringir el magisteriode la Iglesia...[19].

    Foucault habla aqu de un dimorfismo, de una forma dual, en la que por un lado estaban los clrigos, y porotra los seglares, una tendencia extrema que constituye uno de los lugares inaugurales de lascontraconductas pastorales[20]. El monopolio en la administracin de los sacramentos, la prctica de laconfesin obligatoria en tanto que tribunal permanente, la alteracin de la ascesis como obediencia y noen vano la supremaca en la interpretacin de las Sagradas Escrituras, tales son los elementos centralesde la pastoral. Contra todos esos elementos se daban tambin contraconductas pastorales, en forma decortocircuito, subversin y sobreafirmacin de las respectivas coerciones o monopolios. En el caso delmonopolio de la escritura, esto se tradujo en el retroceso del pastor en el campo de la escritura[21]. Lacrtica en tanto que suspensin del juicio significa aqu la suspensin del rel pastoral, suspensin de lamediacin de las Santas Escrituras por parte del clero, suspensin de la enseanza y por endeautoempoderamiento de las y los lectores[22].

    A finales del siglo XV, en conexin con la prctica de resistencia contra el monopolio clerical de la escrituraen la Baja Edad Media, se recupera tambin la crtica de las categoras procedente de la Antigedad[23].Un siglo ms tarde aproximadamente el concepto llega desde el latn a las lenguas inglesa y francesa.Otro siglo ms tarde aparece finalmente por primera vez en alemn la palabra Kritik, a saber, en 1718,en la Kurtze Anleitung zur Historie der Gelahrtheit [Breve gua de historia de la erudicin]. El precoztaxonomista e historiador de la ciencia Gottlieb Stolle (1673-1744) escribe en la obra una definicincondensada de crtica que resume su desarrollo conceptual en los siglos anteriores y que en cierto modocierra definitivamente el arco de la resistencia contra el monopolio clerical de la escritura. La definicin deStolles destaca en esa genealoga el significado especfico de la crtica textual y ofrece asimismo unamordaz descripcin del rea temtica de esa crtica:

    Por regla general, se llama crtica [Critic] al arte de comprender a los autores [Auctores] antiguos, o dehacer comprensible lo que escriben, de distinguir lo que se les ha sido atribuido falsamente o ha sidotergiversado y de enmendar o reemplazar los pasajes corruptos[24].

    Quisiera utilizar la que probablemente constituye la primera aparicin de la crtica en alemn paraexaminar con mayor detenimiento la definicin condensada aqu propuesta. La fuente es una HistoriaLiteraria, que recoge en lo esencial referencias bibliogrficas de determinadas preguntas; la definicin dela crtica es el enunciado de introduccin al captulo de 18 pginas Von der Critica [Acerca de la crtica].Gottlieb Stolle califica aqu por primera vez la Critica o Critic como un arte. Lo haca en la tradicin dela lnea filolgica del ars critica, que dominaba desde finales del siglo XVI el concepto de crtica y, porende, entenda la crtica esencialmente como crtica textual. De acuerdo con el antiguo sentido de latechne, podemos asumir que el ars debe caracterizarse aqu como una tcnica, un procedimiento tcnicode la disciplina filolgica que se concretar despus. Como objeto de la crtica se designa a los autoresantiguos, de ah que tambin se busque y se establezca la conocida referencia a la Antigedad y a susprotagonistas tericos, lo que no en vano supone adoptar una lnea que habr de suspender, sortear yhacer estallar la autoridad medieval del clero. Sin embargo, Auctores alude tambin al concepto centralde la autora, de la subjetivizacin y la especificacin del origen, que sin embargo como veremos nodebe interpretarse hasta tal punto como figura esencialista de una raz simple: el sustantivo latn auctorprocede del verbo augeo, que significa acrecentar. De esta suerte, auctor es una persona que acrecientaalgo o que rene componentes que no tienen que formar necesariamente un conjunto unitario[25].

    Ahora bien, en la Critic se trata en primer lugar de comprender a los autores antiguos, lo que tal vez resulteprevisible para nosotros, pero en el contexto de la poca resultaba hasta cierto punto sorprendente, ydando un paso ms se agrega la extensin o de hacer comprensible. Lo que est en juego en ladiferencia entre comprender y hacer comprensible es la relacin entre una continuacin pasiva de latradicin interpretativa por los caminos autorizados del conocimiento y el hacer comprensible en tantoque productividad definitiva de la crtica. De esta suerte, la crtica no se basa en la adquisicin de la

  • que productividad definitiva de la crtica. De esta suerte, la crtica no se basa en la adquisicin de lacompetencia lingstica para poder comprender los textos, sino que interviene activamente en laproduccin textual. Va ms all del exquisito respeto de las reglas as como de la reconstitucin servil deltexto original.

    No obstante, la Critic debe distinguir, sigue siendo una ars iudicandi, una tcnica de la distincin. Ahorabien, qu significa distinguir, qu es lo que hay que distinguir aqu? Lo que escribieron los autoresantiguos de lo que se les ha atribuido falsamente o ha sido tergiversado. Lo que ha de interpretarseaqu no es slo el sentido de un escrito que ha sido transmitido de manera clara y unvoca; con mayormotivo la Critic aspira a distinguir lo que ha sido escrito de lo que ha sido tergiversado. Aqu debemostener presente el carcter a menudo fragmentario de los manuscritos, as como las mltiples revisiones,las complejos enmaraamientos de generaciones de manuscritos y los diferentes grados de corrupcin deltexto debido a las circunstancias ms dispares, desde el fuego a los errores de los copistas menoscapacitados. Aqu se pone de manifiesto el conocimiento de la procesualidad de la produccin y la crticatextuales. Las cuestiones de la falsa atribucin y de la tergiversacin dejan traslucir un proceso quemultiplica las autoras, que pone la mirada sobre los intereses de los respectivos contextos histricos y desus sujetos, las tentativas de comprender, de interpretar, de desplazar o incluso de encubrir el origen.Cabe comprender todas esas revisiones del material primigenio existente como un proceso productivo derecomposicin. En vez de presentar la distincin como la extraccin esencialista de un origen, se trata msbien de la reconstitucin de un proceso heterogentico: no se trata de un modelo en forma de rbol, encuya cabeza se sitan el texto original y su auctor, sino de una prctica intrincadsima de constanterecombinacin.

    Y con el paso del tiempo fue formndose el enorme, complejo y engranado aparato de la metodologafilolgica y de sus saberes auxiliares, cuya representacin visual como aparato positivo o negativo, que aveces ocupaba la mayor parte de las pginas del libro, aclaraba su propia esencia en tanto que aparato.Sin embargo, la historia de la tradicin, la lingstica, las versiones conjeturales, las traducciones y loscontextos biogrficos y polticos de las y los autores no slo constituyen un gigantesco aparato, sino

    tambin una mquina abstracta y productiva. Los copistas no slo transcriban e introducan correccionesque empeoraban el texto, sino que colmaban las lagunas con mucha fantasa, en parte lo pulan y locorregan ideolgicamente, y a veces llegaban incluso a reescribirlo. La crtica textual se ocupa de algoms que distinguir entre la fuente y sus mltiples desviaciones; se trata, volviendo a la breve definicin decrtica de Stolle, de enmendar o reemplazar los pasajes corruptos. Con las palabras enmendar yreemplazar Stolle posiciona adems la crtica en el terreno de la reconstruccin y de la recomposicin. Yel prefijo re- en ambos conceptos no indica la vuelta obligatoria a un origen que debe ser restablecido, sinoque alude a un lugar nuevo y ms apropiado. Engendra una libertad de accin para la recomposicin y lareinvencin[26].

    De esta suerte, la Critic se concibe como la interaccin entre el iudicium suspendido y la inventio, entre lafacultad de juzgar, que con el hacer comprensible el texto excede manifiestamente la prctica de ladistincin emprica entendida como divisin y seleccin, y la invencin que produce una nuevaconcatenacin de los componentes(-significantes).

    La crtica como mquina social

    Segn Foucault, antes incluso de la reinvencin de la crtica se desarroll una prctica resistente contra elpoder pastoral: en las luchas religiosas de la segunda mitad de la Edad Media, en las revueltas de losmsticos, en las bolsas de resistencia contra la autoridad de la interpretacin clerical de las Escrituras, noslo se preparaba la Reforma, sino que a juicio de Foucault fueron tambin los umbrales histricos en losque se desarroll la actitud crtica[27]. Antes y durante el desarrollo de la resistencia erudita, delempoderamiento de la filologa contra el monopolio clerical de la exgesis y de la aplicacin de la crticafilolgica a los escritos bblicos, se formaron mquinas sociales contra la mediacin del pastor. Al respectome he interesado sobre todo por aquello que constituye su fundamento histrico y que Foucault adoptacomo punto de partida de su inventario, hablando al respecto, en la discusin de su conferencia de 1978como de una cuestin que consideraba abierta. En aquella ocasin formulaba la pregunta: as, pues, sise quiere explorar esa dimensin de la crtica, no habra que ocuparse de un zcalo de la actitud crtica,

  • se quiere explorar esa dimensin de la crtica, no habra que ocuparse de un zcalo de la actitud crtica,que no sera ni la prctica histrica de la revuelta, de la no aceptacin de un gobierno efectivo, ni laexperiencia individual de la negacin de la realidad del gobierno?[28].

    En su conferencia, Foucault deja abiertas esas preguntas. En sus lecciones de aquel mismo ao sobre lahistoria de la gubernamentalidad encontramos consideraciones adicionales de enorme importancia:Foucault ofrece en la octava leccin del 1 de marzo de 1978 numerosas referencias sobre las resistenciasde la Baja Edad media contra la pastoral[29]. Sin embargo, Foucault tampoco colma aqu las lagunas, sumtodo permanece eclctica y deliberadamente en la superficie. Enumera los movimientos msimportantes en las fronteras siempre movedizas entre las crtica interna y externa a la Iglesia, refiriendoaqu y all detalles especficos aislados de aquellos movimientos que ensayaron otra conduccin[conduite], una contraconducta [contre-conduite][30]. Se mencionan aqu no slo la brujera y las herejasconocidas, sino la mirada de pequeas y grandes anormalidades en los mrgenes de la inmanenciaeclesistica. Valdenses, utraquistas, calixtinos, taboritas, amaurianos, flagelantes, la mstica renana de lascomunidades de monjas, la Sociedad de los pobres y Jeanne Dabenton, beguinas y begardos, losHermanos del libre espritu y Marguerite Porete pueblan el espacio y el tiempo de esa cartografa marginalde las contraconductas principalmente desde el siglo XII hasta el XV[31].

    Sin embargo, Foucault no se detiene en ninguno de estos ejemplos de contraconductas. Seguramente eserepaso superficial se debe principalmente a la precariedad de las fuentes, pues lo cierto es que apenasexisten fuentes procedentes de las y los actores, porque la Inquisicin se encarg de eliminarlas aconciencia. Sin embargo, esa inevitable fragmentariedad presenta adems una cualidad implcita: permite

    que Foucault rena aspectos aislados procedentes de todos los mbitos posibles, que componencontraconductas individuales y colectivas (no slo) en la Baja Edad Media: la posibilidad de eleccin ydestitucin del pastor en los taboritas; el significado del estatuto de las mujeres sobre todo entre losbegardos y las beguinas; las nuevas formas de contrasociedad en la Sociedad de los pobres; elhincapi en la propiedad comn y el rechazo de la propiedad personal de los bienes. Todos ellos soncomponentes de una mquina abstracta, que ataca el dimorfismo de sacerdotes y seglares, en la que lasuspensin de la pastoral cristiana lleva aparejada la recomposicin y la reinvencin de la organizacinsocial[32]. Estas formas de contraconducta tienen su propia especificidad, que sin embargo no deja de seruna especificidad no autnoma[33]. Lo que significa que se desarrollan en conjuncin con revueltaspolticas contra el poder en tanto que soberana, con revueltas econmicas contra el poder en tanto queexplotacin: pero por encima de todo esas revueltas de la conducta, esas resistencias de la conductaestn vinculadas a un problema completamente diferente, pero capital, como fue el del estatuto de lasmujeres[34].

    Entrando a continuacin con mayor detenimiento en una de las cuestiones acerca de los movimientoscentrales, me propongo estudiar algo por debajo de la eclctica operacin de muestreo de Foucault en lasuperficie de la contraconducta en la Alta y Baja Edad media. Me limito principalmente al siglo XIII yprincipios del siglo XIV y a un nico movimiento, que sin embargo dej sus huellas en muchas partes deEuropa, las beguinas[35]. Entre finales del siglo XII y principio del XIII se desarroll principalmente enBlgica, los Pases Bajos y en las regiones renanas una nueva forma de vida religiosa o semireligiosa[36].Las mulieres religiosae, las mujeres piadosas y venerables que no tardaran en ser conocidas con elnombre colectivo de beguinas[37], viven solteras y en la pobreza o, dicho con mayor contundencia:rehsan el poder seorial de los maridos y rehsan la riqueza, lo que entonces poda entenderse a su vezcomo rechazo del poder y de la posicin social. Viven sin embargo sin una regla eclesistica firme como laasignada a las rdenes religiosas[38]. Una de las consecuencias relevantes de esa falta de regla es quetambin podan abandonar la comunidad en cualquier momento, porque no haban hecho ningnjuramento de pertenencia eterna. De esta suerte, las beguinas son mujeres de frontera que desde elprincipio corrieron el peligro constante de ser expulsadas de la inmanencia eclesistica[39]. En funcin dela interpretacin de la autoridad, del contexto histrico y biogrfico y del resultado de las diferentesprcticas de la ordala, eran perseguidas o veneradas, terminaban en la lista de herejes o,retrospectivamente, en el santoral. El movimiento de las beguinas no surgi principalmente en modoalguno como revuelta contra el poder profano, sino del deseo de suspender el orden clerical-patriarcal y lamisoginia cotidiana que atravesaba en los siglos XII y XIII a todos los estratos sociales. Tal y como haescrito Foucault[40], lo que lentamente provoc una amenazadora perforacin del dimorfismo entre

  • clrigos y seglares fue sobre todo, adems del modo de vida errado del clero, el creciente malestar ante elpoder sacramental de los sacerdotes. En el caso de las mujeres encontramos la motivacin adicional de noresignarse a la alternativa entre un matrimonio precoz o el camino del convento de clausura. Lasuspensin de esa alternativa las condujo directamente al arriesgado experimento que consisti enintentar llevar una forma de vida no institucionalizada, no asegurada ni protegida.

    El deseo de formas de vida alternativas se manifest bsicamente en tres prcticas beguinas: la retirada alenclaustramiento como reclusas; la prctica colectiva de la convivencia sin reglas propias de una orden y,por ltimo, la forma nmada de las predicadoras itinerantes. Comencemos por la prctica mstica de lasreclusas: era bsicamente una tcnica de autoaislamiento, que no slo consista en la existencia eremita,en la retirada completa de las ermitaas en la soledad: la celda de las reclusas estaba a veces asociada auna Iglesia y dispuesta del tal modo que las reclusas podan participar en la celebracin de la misa.xtasis, trances, visiones, apariciones y, por ltimo, la unio mystica (el devenir uno mediante el matrimoniocon Cristo) caracterizan el modo de vida de las reclusas; la experiencia inmediata de Dios, el arrebato ola inhabitatio (enthousiasmos) de Dios eran el objetivo ms elevado, y la direccin por parte del confesorera el vestigio transformado del orden eclesistico. Aqu habra que decir bastante sobre la distincin

    foucaultiana entre ascesis y obediencia, que permitira considerar incluso la praxis asctica de las reclusasa la luz de la desobediencia contra el poder eclesistico, o como dijo Foucault: una especie de obedienciafrentica e invertida[41]. Sin embargo, no es ste el lugar para examinar la cuestin con mayordetenimiento y sobre todo crticamente, toda vez que mi propsito principal es abordar la cuestin de larecomposicin en el contexto de las beguinas.

    Cuando la suspensin del juicio se presenta aqu como la suspensin del juicio de Dios* y del rgimenclerical, estamos entonces no slo ante un movimiento de apostasa respecto al rgimen eclesisticoexcesivo, sino tambin ante el peligroso intento de convivencia, sin regla, ms all de la disciplina de lasrdenes institucionales. Las beguinas fundan comunidades religiosas no oficiales, que residan en una oms casas y ms tarde en un barrio entero. En la autoorganizacin se origina una forma de vida colectivaalternativa en tanto que fuga de la prctica de la confesin como tribunal permanente, de las penitencias ylas expiaciones que eran impuestas desde fuera, y de la doble dominacin de varones y sacerdotes.Mientras que el enclaustramiento de las rdenes era una decisin definitiva, para las beguinas permanecaabierta en todo momento la posibilidad de salida de la comunidad y por ende tambin el abandono de larenuncia voluntaria al sexo.

    Por ltimo, junto a esas prcticas radicalmente individuales y colectivas de arraigo local, encontramostambin una forma de vida beguina en movimiento: beguinas ambulantes, vagabundas, nmadas que seconceban a s mismas como mendicantes aptridas[42]. El modo de existencia nmada de las beguinasestaba ante todo en analoga con su idea del camino espiritual, que conduca a travs de aberraciones,errancias y terrenos difciles. Pero tambin, como sus pares masculinos, los begardos, estas beguinasllevaron una vida errante deliberadamente pobre, basada en los pilares de la mendicidad y de lapredicacin.

    Los sermones ms o menos pblicos, que a veces se impartan en rincones ms bien ocultos y otrasveces en las plazas mayores, deben imaginarse sin duda como un acto de provocacin. Las mujeres que,como Hildegarda de Bingen o Marguerite Porete, se presentaban pblicamente, bien es cierto queensayando una forma singular de presencia femenina, podran sin embargo haber motivado la entrada enescena con otro tanto vigor de los poderes reguladores. Las beguinas eran un objetivo fcil de atacar,porque no pertenecan a ninguna orden establecida, pero tambin eran objeto de persecucin las formasde vida que practicaban y divulgaban: recompositio e inventio, recomposicin e invencin, cobran aqu untinte peligroso, puesto que lo nuevo, los nuevos modos e innovaciones inauditas eran trminosasociados a los novi doctores, a las y los herejes[43]. A este respecto los obispos atacaron tanto la formade vida de las reclusas, y en este caso era condenado por desmedido sobre todo el xtasis del amor deDios [Gottesminne], as como la de las beguinas nmadas, cuyas formas de vida errantes[herumschweifend] eran tambin consideradas licenciosas [ausschweifend][44]. Tan slo qued la formacentral de la convivencia comunitaria aunque cada vez ms rigurosamente reglamentada bajo el controlde los organismos seculares y eclesisticos. Hacia finales del siglo XIII los ataques se generalizaron,delimitando nuevamente una frontera clara entre el interior y el exterior de la Iglesia[45]: unas se

  • delimitando nuevamente una frontera clara entre el interior y el exterior de la Iglesia[45]: unas seintegraron en el rgimen catlico, fueron colocadas en distritos en los que podan ser controladas ytuvieron que retirarse en comunidades sometidas a vigilancia, regulacin e institucionalizacin acordes conel orden eclesistico; las otras se vieron expuestas cada vez ms a la persecucin, la condena y el suplicioen la hoguera[46]; otras dieron el paso a la clandestinidad. Bajo semejante presin, cabe suponer que tuvolugar un desarrollo parecido al que Norman Cohn registra en el caso de los varones begardos: desde laprctica pblica de la predicacin y la mendicidad, las beguinas girvagas se replegaron a raz de unacuerdo conspirativo con determinadas comunidades de beguinas[47]. De donde result una nuevarecomposicin, o al menos una reordenacin de las funciones de las beguinas sedentarias y nmadas.Mientras las beguinas nmadas pudieron continuar su prctica de la predicacin en las casascomunitarias, se mantuvo asimismo en pie, gracias a esa combinacin clandestina de elementos mviles y

    estticos, la comunicacin entre centros de beguinas alejados entre s[48].

    Cuando, en el contexto del movimiento de las beguinas, hablo de suspensin del juicio (de Dios), no doy aentender en absoluto el alejamiento respecto a las prcticas cristianas, sino ms bien el intento deintensificarlas, reinterpretarlas y parafrasearlas, la aplicacin y el celo excesivos de las reglas, lasobreafirmacin y la exageracin de los reglamentos: en la medida en que las beguinas ejercan lasprcticas extticas podan referir a mensajes extrabblicos en sus vivencias el acceso directo a Jess. Elconocimiento de Dios basado en la experiencia (cognitio Dei experimentalis) entraba en competencia conel papel mediador de la Iglesia. Razn por la cual las vivencias de revelacin no slo eran sobrenaturales,sino tambin (auto)acreditaciones [(Selbst-)Autorisierung], que estaban ms all de la autoridad originariade la Escritura, as como de la autoridad intermediaria del clero.

    Sin embargo, adems de ese acceso privilegiado a Dios, que estaba reservado sobre todo a las reclusas,estaba tambin el ataque directo al monopolio clerical de la Escritura. Las beguinas utilizaron suconocimiento de la Biblia para el desarrollo de su propia forma de vida y con vistas a la autonomizacinrespecto al monopolio del clero[49]. El tipo de relacin de las beguinas con la interpretacin de la Escriturase pone de manifiesto no slo en ese proceso de emancipacin, sino tambin en el hecho de que ya en elsiglo XII emprendieran una traduccin de la Biblia al francs que expona sus secretos, que debierondiscutirse en reuniones seculares e incluso en la calle[50]. No slo la Biblia era interpretada y traducidaautnomamente, sino que las beguinas tambin escribieron textos que adems, engranando la mstica devivencias con la mstica terica, no utilizan la lengua culta, sino el Bajo alemn medio, otros dialectosalemanes o el francs[51]. Y no en vano esos textos seguros de s mismos son tambin invectivas contrala teologa establecida[52], crtica implcita y explcita al clero.

    En este contexto, la crtica debe entenderse por lo tanto como bsqueda de formas de vida alternativas alrgimen de dominio marital, clerical y patriarcal y como lucha por la formacin, lucha por el lenguaje, luchapor una produccin de saber ms extensa. La mquina social de las beguinas no puede desprenderse dela mquina textual que lenta y progresivamente se elev con el monopolio del pastor. Esa concatenacinde ambas mquinas es precisamente la clave de acceso decisiva a la cualidad de la crtica.

    De esta suerte, puedo regresar finalmente a la cuestin inicial acerca del lugar especfico de la crtica en latrama conceptual de las expresiones de resistencia. No puede haber aqu una unin precipitada de lohistrico y lo actual; es preciso hacer hueco a la indagacin de las dislocaciones histricas tanto en lo queatae la funcin textual como a las recomposiciones sociales. Sin duda, la concatenacin bajomedievalentre crtica textual y mquina social se verific con arreglo a otra modalidad en tanto que contraparte deun poder econmico difcilmente aferrable como el del capitalismo, que ocupa un lugar central en elconcepto de crtica marxiano en el siglo XIX. Y cuando hoy debatimos acerca de la condicin del generalintellect, de una intelectualidad colectiva y luchadora en el capitalismo postfordista y cognitivo, esto suponeuna vez ms nuevos desafos para las diferentes formas de crtica en tanto que suspensin yrecomposicin. Y sin embargo, el lugar de la crtica est all donde las mquinas sociales de la resistenciase concatenan con las mquinas textuales. Lo que hizo del concepto de crtica algo tan pertinente y (endiferentes fases de la modernidad) algo tan disputado fue la lucha contra la separacin entre mquinastextuales y mquinas sociales, fueron sus concatenaciones, imbricaciones y superposiciones.

  • [1] El presente texto es una versin reelaborada de la exposicin de introduccin a la conferenciaorganizada por el eipcp, The Art of critique, que tuvo lugar en el marco del proyecto transform los das19 y 20 de abril de 2008 en el Kunsthalle Exnergasse de Viena (vasehttp://transform.eipcp.net/Actions/discursive/artofcritique).

    [2] Platn, Politikos, 260b.

    [3] Immanuel Kant, AA XVI : Handschriftlicher Nachla, Logik, Refl. 2665 = Akad.-A 16,459 [ed. cast.: Opuspostumum, Barcelona, Anthropos, 1991].

    [4] Judith Butler, Qu es la crtica? Un ensayo sobre la virtud de Foucault,http://eipcp.net/transversal/0806/butler/es.

    [5] Michel Foucault, Michel Foucault, "Qu es la crtica? (Crtica y Aufklrung)", traduccin de Javier de laHiguera, Sobre la Ilustracin, Madrid, Tecnos, 2006, pgs. 3-52. Vase tambin Michel Foucault,Seguridad, territorio, poblacin, Madrid, Akal, 2008, as como Gerald Raunig, Prcticas instituyentes.Fugarse, instituir, transformar, http://eipcp.net/transversal/0106/raunig/es.

    [6] Vase al respecto Michel Foucault, Seguridad, territorio, poblacin, cit.

    [7] Michel Foucault, Qu es la crtica, cit.

    [8] Ibid.

    [9] Ibid.

    [10] Ibid.

    [11] en el que el conocimiento aspiraba a hacerse una idea adecuada de s mismo, ibid.

    [12] Foucault contrapone a ese examen de legitimidad el curioso concepto de (procedimiento) deacontecimientalizacin [vnmentalisation], ibid.

    [13] A este respecto la pregunta describe la trayectoria descendente que conduce de esa concatenacin ala figura del no ser gobernados as. Foucault: [...] en vez de tornarlos voltiles a travs de una vueltaa la fijacin legal del conocimiento o de una reflexin sobre su esencia transcendental o cuasitranscendental cmo podemos invertir o deshacer los efectos de coercin dentro del campo estratgicoconcreto que los ha provocado y en virtud precisamente de la decisin de no ser gobernados as?, ibid.

    [14] Ibid.

    [15] Michel Foucault, Qu es la Ilustracin?, Saber y verdad, Madrid, La Piqueta, 1991, pp. 197-207.Se trata, en definitiva, de transformar la crtica ejercida en la forma de la limitacin necesaria en unacrtica prctica en la forma de la superacin posible de esa limitacin. Esto aclara adems eldesplazamiento conceptual algo confuso de la actitud crtica al proyecto de la crtica: lo que Kantcaracteriza al principio como Ilustracin se separa claramente de la crtica y finalmente queda absorbido denuevo en una idea de crtica que se limita a la crtica del conocimiento, es para Foucault precisamenteaquello que yo caracterizara como crtica: la actitud crtica que vemos surgir en Occidente en tanto queactitud singular junto al gran proceso histrico de gubernamentalizacin de la sociedad. Michel Foucault,Qu es la crtica?, cit.

    [16] Karl Marx, Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie, MEW, I, 385 [ed. cast.: Crtica de la filosofadel derecho de Hegel, Buenos Aires, Paids, 2004].

    [17] Son stas adems dos lneas maestras de lo que Foucault indica con su referencia, por un lado, a las

  • luchas religiosas anteriores a la Reforma y, por otro lado, a las actitudes espirituales de la segundamitad de la Edad media, en lo que atae a la genealoga de la actitud crtica. Vase Michel Foucault,Qu es la crtica?, cit.

    [18] Sobre el origen de la critica sacra, vase Reinhart Koselleck, Kritik und Krise, Francfort, Suhrkamp,1976, pp. 87-89 [ed. cast.: Crtica y crisis: un estudio sobre la patognesis del mundo burgus, Madrid,Trotta, 2007] y Hakan Grses, Para una topografa de la crtica,http://eipcp.net/transversal/0806/guerses/es.

    [19] Michel Foucault, Qu es la crtica?, cit.

    [20] Michel Foucault, Seguridad, territorio, poblacin, cit., p. 210.

    [21] Ibid., p. 225.

    [22] El pastor puede comentar, puede explicar lo que no est claro, puede enumerar lo importante, perotodo ello se hace al objeto de que el lector pueda leer por s solo las Sagradas Escrituras, ibid, 225 y ss.

    [23] El humanista italiano Angelo Poliziano agreg en 1492 la terminologa antigua en su clase sobre losAnalytica priora de Aristteles; l asigna a los critici el derecho exclusivo de juzgar y corregir los escritos.

    [24] Gottlieb Stolle, Anleitung zur Historie der Gelahrtheit, denen zum besten, so den Freyen Knsten undder Philosophie obliegen, Jena, Meyer, 1736, p. 117.

    [25] Giorgio Agamben hace referencia a esta distincin en Estado de excepcin, Valencia, Pre-Textos,2005. Agamben considera que la funcin especfica de la auctoritas aparece, en contraposicin con lapotestas, all donde se trata de suspender el derecho: Es un poder de suspender y reactivar el derechoque sin embargo no le confiere ninguna validez formal, p. 96 y ss.

    [26] Aqu est en juego algo que ya tematizaron Cicern y Quintiliano en relacin con la crtica, peroconforme an a una clara delimitacin respecto a la crtica en sentido estricto, al ars iudicandi. Con larecompositio, la recomposicin del texto, aparece tambin una componente de inventio o del arsinveniendi. Quintiliano subraya, por ejemplo, en la Institutio oratoria cuando describe el carcter minuciosoy escrupuloso de las disputas dialcticas de los eruditos, que reclaman para s tanto la parte de lainvencin como la del juicio, a la que unos denominan tpica y otros crtica. Quintiliano, Institutio oratoria,V, 14, 28; ut qui sibi et inveniendi et iudicandi vindicent partis, quarum alteram topikn, alteram kritiknvocant.

    [27] Michel Foucault, Qu es la crtica?, cit. Y adems: Aquellas experiencias y movimientosespirituales proporcionaron a menudo la vestimenta y el vocabulario, ms an, eran los modos de ser y labase de la esperanza de lucha, ibid.

    [28] Ibid.

    [29] Michel Foucault, Seguridad, territorio, poblacin, cit., pp. 194 y ss.

    [30] Ibid., p. 198: Son movimientos que tienen por objetivo otra conduccin [conduite], es decir, querer serconducido de otra manera, por otros conductores [conducteurs] y por otros pastores, hacia otros objetivosy hacia otras formas de salvacin, a travs de otros procedimientos y de otros mtodos. Vase tambin p.202, un aspecto de bsqueda de otra conducta [conduite]: ser conducido de otra manera, por otros

    hombres, hacia objetivos distintos de los propuestos por la gubernamentalidad oficial, aparente y visible dela sociedad.

    [31] Ibid., sobre todo pp. 201 y 222 ss.

    [32] En este punto Foucault repite la conocida figura de una re-sistencia que no ha de concebirse como re-

  • [32] En este punto Foucault repite la conocida figura de una re-sistencia que no ha de concebirse como re-accin posterior: en vez de una sucesin lineal de accin (del poder) y resistencia, existe una correlacininmediata y determinante entre la conduccin [conduite] y las contraconductas, ibid., p. 200.

    [33] Ibid., p. 202.

    [34] Ibid., p. 201. A principios del siglo XIII haba una poltica acerca de las mujeres ms bien prohibitiva enrdenes reconocidas como los premonstratenses, pero tambin al mismo tiempo una intensa afluencia demujeres a los valdenses, que en un principio instituyeron la igualdad religiosa. En la misma las mujerespodran predicar, bautizar, absolver los pecados y celebrar la eucarista.

    [35] Vase Norman Cohn, En pos del milenio: revolucionarios milenaristas y anarquistas msticos de laEdad media, Madrid, Alianza Editorial, 1997, sobre todo las pp. 160-203; Louise Gndinger, MargueritePorete, eine Begine, Marguerite Porete, Der Spiegel der einfachen Seelen, traduccin del francs antiguocon posfacio y notas de Louise Gnndiger, Zurich, Artemis, 1987, pp. 215-239; Raoul Vaneigem, Larsistance au christianisme: les hresies des origines au XVIIIe sicle, Pars, Fayard, 1993, sobre todo loscaptulos 31 y 32; Peter Dinzelbacher, Mittelalterliche Frauenmystik, Paderborn, Schningh, 1993; PeterDinzelbacher, Die christliche Mystik und die Frauen; Zur Einfhrung, Wolfgang Beutin, Thomas Btow(eds.), Europische Mystik vom Hochmittelalter zum Barock. Eine Schlsselepoche in der europischenMentalitts-, Spiritualitts- und Individuationsentwicklung, Francfort, Berln, 1998, pp. 13-30; Irene Leicht,Marguerite Porete eine fromme Intellektuelle und die Inquisition, Friburgo, Herder, 1999; Grace M.Jantzen, Disrupting the Sacred. Religion And Gender In The City, Janet K. Ruffing (ed.), Mysticism &Social Transformation, Syracuse University Press, 2001, pp. 29-44.

    [36] Para una visin de conjunto, vase Dinzelbacher, Frauenmystik, cit., pp. 21-23.

    [37] Sobre la aparicin y las posibles etimologas del trmino, vase Irene Leicht, Marguerite Porete einefromme Intellektuelle und die Inquisition, cit., p. 99, as como p. 149, n.

    [38] Al principio ese crecimiento cont con la intercesin de los obispos y la autorizacin del Papa: el PapaHonorio III autoriz con la intercesin del obispo Jacques de Virty que las mujeres piadosas de Francia yAlemania vivieran juntas en casas comunales sin adoptar una regla sancionada y pronunciaran sermonesedificantes para las dems, Dinzelbacher, Frauenmystik, cit., p. 36.

    [39] Las beguinas se mueven en los mrgenes de la pastoral y al mismo tiempo aportan una ciertaalteracin de los lmites. Esa relacin entre lmite e inmanencia corresponde a una figura que denominotransgresin inmanente: una violacin del lmite que no parte de la existencia de un exterior radical al quehabra de conducir esa violacin del lmite, sino que altera el lmite y la inmanencia (vase el textoImmanente Transgression, Stefan Nowotny, Gerald Raunig, Instituierende Praxen, Viena, Turia + Kant,2008, de prxima publicacin). En su Prefacio a la transgresin de 1963, Foucault escribe sobre Batailley la transgresin como gesto que atae al lmite. Sera acaso hoy en da el juego instantneo dellmite y de la transgresin la prueba esencial [...] de un pensamiento que sera, absolutamente y en elmismo movimiento, una Crtica y una Ontologa, un pensamiento que pensara la finitud y el ser?. Ymuchos aos despus regresa el concepto de transgresin del lmite en Qu es la Ilustracin?, cit.:Ese ethos filosfico puede ser caracterizado como una actitud lmite. No se trata en modo alguno de un

    comportamiento de rechazo. Debemos escapar de la alternativa entre el interior y el exterior; hay que estaren las fronteras. La crtica es, en efecto, el anlisis de los lmites y la reflexin sobre los mismos.

    [40] Michel Foucault, Seguridad, territorio, poblacin, cit., pp. 218-225.

    [41] Ibid., p. 217.

    * U ordala (N. del T.).

    [42] Norman Cohn, cit., p. 178; Heimerl, p. 150.

    [43] Peter Dinzelbacher, Frauenmystik, cit., p. 31; as como p. 18, n.

  • [43] Peter Dinzelbacher, Frauenmystik, cit., p. 31; as como p. 18, n.

    [44] Ibid., pp. 37 y ss. No obstante, cabe poner en duda que la promiscuidad, la negacin del pecado, lacompleta ausencia de nociones morales, que Norman Cohn (cit., pp. 195-198) da por hecho en el caso delos Hermanos del libre espritu como anarquismo mstico, puede aplicarse tambin al caso de lasbeguinas.

    [45] Las etapas oficiales de ese itinerario son, en 1274, el concilio de Lyon; los snodos provinciales deColonia en 1307 y de Mainz y Trveris en 1310 y, por ltimo, la prohibicin general del modo de vida de lasbeguinas tras el concilio de Viena, 1311/12. Vase Irene Leicht, cit., p. 98. En 1317 el obispo deEstrasburgo instituy la primera Inquisicin episcopal en suelo alemn (Norman Cohn, cit., p. 179).Vase tambin Peter Dinzelbacher, Frauenmystik, cit., pp. 55-58.

    [46] Norman Cohn, cit., p. 179, la primera Inquisicin regular en suelo alemn.

    [47] Ibid., p. 176.

    [48] Ibid., p. 181.

    [49] Louise Gndinger, cit., p. 223.

    [50] Norman Cohn, cit., p. 175; Louise Gndinger, cit., pp. 223 y 229; Heimerl, cit., p. 101.

    [51] Hadewijch, Beatriz de Nazareth y Mechtbild de Magdeburgo escriben en alemn; Marguerite Poreteen francs. Vase Louise Gndinger, cit., p. 225; Peter Dinzelbacher, Frauenmystik, cit., p. 20.

    [52] Irene Leicht, cit., p. 108.

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