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:: portada :: Otro mundo es posible :: Isabel Rauber 20-02-2007 Género y alternativas populares en Latinoamérica y el Caribe Isabel Rauber Rebelión Texto basado en el artículo: "Movimientos sociales, género y alternativas populares en Latinoamérica y El Car Un nuevo mundo a partir de una perspectiva igualitaria entre el género femenino y el masculino, debe tener como respaldo un grupo constituido por nosotras/os mismas/os, capaz de evaluar nuestra comprensión del mundo y ayudarnos a dar nuevos pasos en el claroscuro de nuestra historia. Ivone Gebara La problemática En América latina, en el período de implantación del modelo neoliberal con la consiguiente aplicación de sus "planes estructurales de ajuste", se han desatado importantes jornadas de resistencia a tales políticas, protagonizadas en lo fundamental, por actores sociales que confluyeron en la formación de novedosos, numerosos y diversos movimientos sociales. [1] Entre ellos: Los sin tierra de Brasil, los indígenas de Chiapas, de Ecuador, de Bolivia... las asambleas barriales de Buenos Aires, los desocupados y jubilados de Argentina, los cocaleros del Chapare, los movimientos barriales de República Dominicana, Colombia, Brasil y México... A la cabeza de las resistencias y las luchas, ellos espejan en sus actos la realidad en la que los ha situado el sistema. En todos ellos las mujeres resultan protagonistas fundamentales. Nuevos actores y actoras sociales, junto a los tradicionales, han participado de un modo u otro en revueltas populares, ocurridas espontáneamente (acumulación social mediante) o impulsadas por movimientos sociales que lograron articularse entre sí. Las experiencias de los últimos 15 años resultan particularmente elocuentes al respecto: Chiapas, Brasil, Ecuador, Argentina, Bolivia... Estos procesos estimularon el debate entre los actores sociales (nuevos y viejos) acerca de la posibilidad de cambiar la realidad en que viven, acerca del sentido y el alcance de tales cambios (proyecto alternativo), y acerca de quiénes serían los sujetos que lo llevarían adelante. Simultáneamente se replantearon reflexiones acerca de la problemática del poder, cómo se constituye, cuáles son los mecanismos de su producción y reproducción, cómo se transforma y por qué medios. A tono con ello, la búsqueda de respuestas a una interrogante subordinada: ¿el poder se toma o se construye? Se entiende el poder, en primer lugar, como una relación social, o mejor dicho, como un modo de articulación de un conjunto de relaciones sociales que interactúan de un modo concreto en cada page 1 / 31

G ero y alternativas populares en Latinoam ica y el Caribe · el proceso de disputa con el poder, y de construcción de poder propio (contra-hegemonía popular) desde abajo. La construcción

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:: portada :: Otro mundo es posible :: Isabel Rauber

20-02-2007

Género y alternativas populares en Latinoamérica y el Caribe Isabel RauberRebeliónTexto basado en el artículo: "Movimientos sociales, género y alternativas populares en Latinoamérica y El Caribe", publicado en Itinéraires No, 77, IUED, Ginebra, 2005.

Un nuevo mundo a partir de una perspectiva igualitaria entre el género femenino y el masculino,debe tener como respaldo un grupo constituido por nosotras/os mismas/os, capaz de evaluarnuestra comprensión del mundo y ayudarnos a dar nuevos pasos en el claroscuro de nuestrahistoria. Ivone Gebara La problemática

En América latina, en el período de implantación del modelo neoliberal con la consiguienteaplicación de sus "planes estructurales de ajuste", se han desatado importantes jornadas de resistencia a tales políticas, protagonizadas en lo fundamental, por actores sociales queconfluyeron en la formación de novedosos, numerosos y diversos movimientos sociales. [1] Entreellos: Los sin tierra de Brasil, los indígenas de Chiapas, de Ecuador, de Bolivia... las asambleasbarriales de Buenos Aires, los desocupados y jubilados de Argentina, los cocaleros del Chapare, los movimientos barriales de República Dominicana, Colombia, Brasil y México... A la cabeza de lasresistencias y las luchas, ellos espejan en sus actos la realidad en la que los ha situado el sistema.En todos ellos las mujeres resultan protagonistas fundamentales.

Nuevos actores y actoras sociales, junto a los tradicionales, han participado de un modo u otro enrevueltas populares, ocurridas espontáneamente (acumulación social mediante) o impulsadas por movimientos sociales que lograron articularse entre sí. Las experiencias de los últimos 15 añosresultan particularmente elocuentes al respecto: Chiapas, Brasil, Ecuador, Argentina, Bolivia...

Estos procesos estimularon el debate entre los actores sociales (nuevos y viejos) acerca de laposibilidad de cambiar la realidad en que viven, acerca del sentido y el alcance de tales cambios (proyecto alternativo), y acerca de quiénes serían los sujetos que lo llevarían adelante.Simultáneamente se replantearon reflexiones acerca de la problemática del poder, cómo seconstituye, cuáles son los mecanismos de su producción y reproducción, cómo se transforma y por qué medios. A tono con ello, la búsqueda de respuestas a una interrogante subordinada: ¿el poderse toma o se construye?

Se entiende el poder, en primer lugar, como una relación social, o mejor dicho, como un modo dearticulación de un conjunto de relaciones sociales que interactúan de un modo concreto en cada

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sociedad. Estas relaciones no se reducen a la esfera del poder político, se asientan en lasrelaciones económicas establecidas por el dominio del capital, y se reafirman y reproducen através de un complejo sistema sociocultural que define un determinado modo de vida. Todo ellose resume y condensa como poder dominante, poder que produce y reproduce una complejatrama social, económica, política y cultural, interarticulada a través de la vida cotidiana. [2]

El modo de articulación sociocultural que reafirma, impone y recrea el tipo de poder dominante fuedefinido por Gramsci como hegemonía, concepto que hoy cobra peculiar significación práctica enel proceso de disputa con el poder, y de construcción de poder propio (contra-hegemonía popular)desde abajo.

La construcción de poder propio se asume, desde esta perspectiva, como parte del necesarioproceso de de-construcción de la ideología y las culturas dominantes y de dominación, que es simultáneamente un proceso de construcción de nuevas formas de saberes, de capacidadesorganizativas y de decisión y gobierno de lo propio en el campo popular. Son nuevas formas queconstituyen modos de empoderamiento local-territoriales, bases de la creación y creciente acumulación de un nuevo tipo de poder participativo-consciente -no enajenado‑ desde abajo, dedesarrollo de las conciencias, de las culturas sumergidas y oprimidas, con múltiples y entrelazadasformas encaminadas a la transformación global de la sociedad.

Esto supone construir desde abajo la hegemonía política, ideológica y cultural acerca de la nuevasociedad que se desea, simultáneamente que se la va diseñando y construyendo (a la hegemoníay a la nueva sociedad) desde ahora, en cada espacio. Postergar la lucha por la superación de laenajenación humana y el inicio de los cambios necesarios para lograrla para después de la toma del poder, empaña y aleja la posibilidad de liberación en vez de contribuir a ella. Y esto implica uncambio radical en la lógica de las luchas sociales, en la construcción de la conciencia política, de la organización, del poder propio y, también, respecto al sujeto social y político de lastransformaciones.

De conjunto, esto conforma una nueva estrategia de transformación social, de poder, de liberación,estrategia que -para diferenciar de la que apostaba todo a la toma del poder‑ identifico como de construcción de poder desde abajo.

El camino de la construcción de poder desde abajo constituye una mirada integral radical delproceso de transformación social, que solo puede ser tal si es ‑a la vez y en todas sus múltiples y yuxtapuestas dimensiones‑, un proceso de apropiación del mismo por parte de cada uno de losactores sociales que lo protagoniza (como grupo y como individuo). La construcción entrelazada ala articulación abre pistas para tender puentes para construir redes y nodos articuladores ‑en losocial, en lo político, en lo sociopolítico, en lo económico‑social, en lo cultural‑, entre los sectoressociales, sus problemáticas y sus expresiones organizativas, entre lo político y lo reivindicativo,entre lo cotidiano y lo trascendente, entre lo local y lo nacional, entre lo micro y lo macro, entre elterritorio barrial y la ciudad, entre los excluidos y los incluidos, entre las formas de inclusión yexclusión, entre lo nacional y lo internacional. [3]

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Lejos de ser el centro de la transformación social, el poder político es uno de sus instrumentos.Centrar y limitar la discusión en la antinómica interrogante acerca de si el poder se toma o se construye, es empobrecer el pensamiento, achicar los horizontes, y podar las alas de lasvoluntades de quienes luchan y construyen inspirados en la posibilidad de concretar los sueños deun mañana diferente.

Sin embargo, entre los movimientos sociales y políticos del continente, las posiciones se hancomplejizado y polarizado, entre otros factores, por la supervivencia del pensamiento dogmáticoen sectores del campo político e intelectual de la izquierda latinoamericana, que mantienentodavía influencias significativas sobre el conjunto militante. Estos han aferrado su acción política ala "toma del poder", y la han contrapuesto a la de muchos movimientos sociales que apuntan atransformar la sociedad en proceso contradictorio de construcción y deconstrucción permanentede poder, conciencia, organización y cultura desde abajo. Para quienes comparten estaconcepción no hay un después en cuanto a tareas, enfoques y actitudes se refiere, lo nuevo se vagestando y construyendo desde ahora, parcialmente, en balbuceos, en cada resistencia y lucha enfrentada al capital, y se desarrolla y profundiza en todo el proceso de transformación de modopermanente.

La contraposición entre tomar el poder o construirlo actúa como barrera que bloquea lascapacidades para re-conocer la realidad social compleja y diversa, mestiza y multifacética de hoy, para pensar y actuar a partir de ella, junto a la reflexión y re-apropiación crítica de las experienciasdel socialismo predominante en el siglo XX. La presencia de dicha barrera es particularmente notoria en lo que hace al debate acerca del sujeto (o los sujetos) de las transformaciones, que nopuede circunscribirse hoy -antes tampoco, en América Latina‑ a la clase obrera y susproblemáticas sectoriales.

A primera vista pudiera parecer que los movimientos sociales sustituirían el protagonismo queotrora tuviera la clase obrera, y que ‑por tanto‑, personifican a los nuevos sujetos de latransformación. Pero ellos son, por un lado, expresiones sociales de la fragmentación, atomizacióny ramificaciones de la clase obrera producidas por la globalización neoliberal del capital y de supoder destructivo en la esfera productiva y también, por tanto, en la producción y reproducción dela vida social y natural de los seres humanos. Por otro lado, son la resultante del agravamientoextremo de la contradicción capital‑trabajo y de las contradicciones ("secundarias") a elladirectamente articuladas. Su existencia se relaciona también, por tanto, con las nuevascontradicciones sociales.

Los nuevos actores y actoras sociales surgidos en las últimas décadas, junto con la clase obrera taly como ella existe hoy, resultan todos sujetos potenciales de los cambios sociales, con plenoderecho y capacidad.

Esto anuncia el desarrollo simultáneo de un proceso de articulación‑conformación de un actorcolectivo, pensador y constructor desde el presente de la sociedad futura anhelada. La posibilidadactual de (auto)conformación de este actor colectivo depende de la capacidad de los actoressociales para articularse entre sí a través de coordinaciones diversas y el desarrollo de procesos demaduración colectiva. Por esta vía podrá ir conformándose un actor social y político

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interarticulado, conciente de sus fines sociohistóricos, capaz de identificarlos, definirlos y trazarsevías (y métodos) para alcanzarlos, actor que ‑en tal situación‑ defino conceptualmente "sujetopopular". [4]

Ya no es posible pensar (ni aceptar) la supuesta existencia de varios tipos de sujetos de latransformación subordinados entre ellos: El "sujeto histórico": la clase obrera; el "sujeto social": elpueblo, los aliados de la clase, el campesinado, los estudiantes, los sectores medios...; el "sujetopolítico": el partido político (de la clase). Consiguientemente no puede admitirse como obvia lasupuesta necesidad de construir la cadena orgánico‑política de subordinaciones jerárquicamenteconstituidas de arriba para abajo: partido-clase-pueblo.

Hoy es necesario replantearse la existencia del sujeto de la transformación social entendiéndolocomo un sujeto que es uno y a la vez múltiple, es decir, heterogéneo, diverso y ‑por tanto‑ articulado. Así lo van evidenciando las tendencias concretas hacia la construcción de articulacioneslocales, regionales, continentales y mundiales que poco a poco van conformándose entre diversosactores sociales en los distintos escenarios del continente y el mundo. Todos reclaman para sí elderecho de hacer política, y actúan claramente en ese terreno de modo directo o indirecto.

A tono con ello -junto a muchas otras variadas razones‑, sería erróneo continuar pensando lasalternativas, circunscribiendo la política y lo político a la acción de los partidos. Resultafundamental renovar las miradas y las reflexiones de los procesos sociotransformadores, susperspectivas, los alcances de la acción política y sus actores, la relación entre partidos de izquierday movimientos sociales populares. El camino de la acción política resulta de la articulaciónencadenada de luchas reivindicativas políticas, sectoriales e intersectoriales, además de las declase obrera estrictamente.

Todo esto tiene relación directa con la elaboración de propuestas alternativas, con las prácticasque las van construyendo y los pensamientos que reflexionan críticamente sobre ellas y las orientan. En este empeño, por su articulación radical y transversal con los ejes planteados, loreferente a la temática de género destaca particularmente.

Género, un concepto de significación múltiple

En la definición, interpretación y empleo del concepto existen diferencias, ambivalencias y nopocas veces significaciones opuestas. Por ejemplo, las que emplean algunas agencias "dedesarrollo" regenteadas desde el Norte, las que predominan en el ambiente académico cientificista [Lima Costa 2002: 203-206], y las que lo hacen en los ámbitos sociales y políticos.

Quizá por ello algunas feministas como, por ejemplo, la periodista Margarita Cordero, de RepúblicaDominicana, rechacen el empleo del concepto género argumentando que su uso tiene "(...) una

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explicación a la medida de todos los problemas," por lo que -según ella‑, "(...) entorpece más queayuda a la construcción de un pensamiento democrático." [Cordero 2002: 2]

Pero sumarse al reclazo indiscriminado del concepto género por sus múltiples empleos ysignificaciones, empobrece la perspectiva transformadora acumulada y construida por elfeminismo consecuente a nivel mundial. El desafío es una y otra vez retomar su contenido deconstructor-cuestionador integral de las relaciones sociales asimétricas de poder establecidasentre hombres y mujeres en detrimento de estas, y también entre mujeres de distinta clase, raza, nacionalidad... Comprender que "la categoría género se construye tanto social comorelacionalmente". [Lima Costa 2002: 206]

Actualizar su contenido, significación y alcances transformadores en cada una de las realidades delcontinente es el mayor aporte -académico, social, político y cultural‑ que podemos intentar hacerlas y los feministas que compartimos esta visión de género, articulándonos a los movimientossociales, a sus labores de formación política, a sus búsquedas y construcciones inacabadas de propuestas alternativas.

‑¿Oriundo del Norte?

Algunos rechazos se refieren al origen del concepto en los países del Norte, pretendiendo negarpor ello su correspondencia con las realidades de las mujeres del Sur, sin embargo, esta afirmaciónno se corresponde plenamente con los hechos. Habría que conocer en detalle microscópico lahistoria del mundo entero para poder afirmar con certeza dónde se empleó por primera vez elconcepto (no solo dónde se escribió y publicó), y en qué momento. Ello no es factible por ahora, por tal razón, puede aceptarse el planteamiento de quienes afirman que su formulación provienedel Norte, pero ciertamente, como muy bien expone Lima Costa [2002], desde hace más de unsiglo muchos aspectos estaban ya siendo abordados -aunque con otros términos‑ por movimientos de mujeres de África y Latinoamérica.

‑¿Sustituto de "mujer"?

Hablar hoy de problemática de género, de enfoques de género, de perspectiva de género, etc.,resulta cada vez más frecuente entre los movimientos de mujeres o feministas, también en losmovimientos sociales campesinos, de trabajadores, así como en algunas ramas de la investigacióny la enseñanza sociológica y política. Pese a lo elaborado del concepto en el ámbito deespecialistas, no existe una comprensión ni un criterio unificado acerca de lo que se quiere decir con género. Se lo emplea -sobre todo en los movimientos sociales‑ como sinónimo (y sustituto) de"mujer". Así, las anteriores "Secretarías de la mujer" se han convertido en las actuales "Secretaríasde género", con lo cual, como señala Lima Costa [Op. Cit.: 207] se vuelva a hacer invisible a lasmujeres. De ahí que -pese al empleo generalizado del concepto‑, sea menester explicitar cada vez

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el contenido y los referentes teórico-prácticos desde los que se sostiene una posicióndeterminada.

‑¿Sinónimo de "sexo"?

Resulta frecuente también que sexo y género sean interpretados como sinónimos, sobre todo enculturas de origen hispánico, en las cuales, desde el lenguaje, el "género" femenino correspondeal sexo femenino, a la hembra, a la mujer, y el "género" masculino al sexo masculino, al macho, alvarón. Para puntualizar nexos y diferencias, de un modo sintético vale decir que: "El género es la forma social que adopta cada sexo, toda vez que se le adjudican connotaciones específicas devalores, funciones y normas, o lo que se llama también, no muy felizmente, roles sociales."[Aquino, 1992, p. 67]

Esto significa que la conformación del género, entonces, no está fatalmente encadenada a lobiológico, sino a lo cultural, a lo social. La creación histórico‑cultural social de estereotipos degénero desde la concepción patriarcal‑machista a partir de la cual se define la identidad (el ser)de cada sexo, hace que las características y diferenciaciones de cada sexo (lo biológico) contenganuna alta asimetría discriminatoria en perjuicio de las mujeres.[5]

Las diferencias biológicas entre los sexos se confunden (mezclándose en una), con lasconstrucciones socio‑culturales de valores y significaciones que se adjudiquen a lo masculino y alo femenino en cada momento histórico. "(...) esta relación se plantea como natural, cuando elgénero se asimila e iguala al sexo, al pretender que las diferencias entre la mujer y el hombre son estrictamente de carácter biológico, y por esa vía se rodea de un aura de naturalidad einevitabilidad (...). En el actual sistema sexo‑género con dominación masculina, la diferenciabiológica oculta la generación social del género y es base de un sistema opresivo. // Se cree, deesta forma, que la subordinación de la mujer es natural porque se asienta en el hecho, tambiénnatural, de la inferioridad femenina." [Sojo 1992: 67]

Una bisagra entre lo público y lo privado

Por esta vía, "(...) lo público se valora como resultado de las interacciones sociales, mientras que lodoméstico (lugar de la individualidad y lo personal) se aísla de lo político y se rodea de un halo denaturalidad. Ello, relacionado con el establecimiento de un sistema sexo‑género con dominiomasculino, implica que el espacio doméstico, como campo de la mujer se naturaliza y se aísla de la política, se vive como adecuado a presuntas características femeninas, también de índole natural,considerando la utilización de la biología como dispositivo del poder." [Idem: 69-70]

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Con el desarrollo de la humanidad, el mundo o esfera pública quedó cada vez más separado de laesfera privada y con ello también los roles atribuidos a cada género al interior de la familia. A consecuencia de una secular (incluso puede decirse milenaria) acumulación cultural de experienciay saberes, los hombres adquirieron mayores habilidades para la vida social y pública, la política ylas guerras, la economía y el poder (del Estado, de las empresas, de la esposa, de la familia y delos hijos [¿patria potestad?]). Las mujeres adquirieron mayores habilidades para entenderse con elcuidado de la casa y la crianza de los hijos, debiendo contentarse supuestamente con dar placer alos maridos o amantes, con el cultivo de labores manuales y, rara vez, de las artes y las letras. Esdecir, se tornaron expertas en hacer todo aquello que necesitaban los hombres para sentirse cómodos, compensados y complacidos, para dedicarse de lleno a su vida pública y privada. En esadivisión‑discriminación de roles, el saber también le fue prohibido, hasta hace poco -más o menosun siglo‑, a las mujeres. Hace poco más de dos siglos las mujeres inclinadas a las ciencias y lasabiduría, si pertenecían a familias vinculadas a la iglesia, tuvieron que internarse en conventospara desarrollar sus aspiraciones intelectuales. Allí se dedicaron a estudiar, aprendieron y desarrollaron sus conocimientos, pero a costa de la castración de otras necesidades igualmentehumanas de su ser.

Con la reiteración secular de semejante asignación de roles, el mundo de lo privado se fuecargando de un doble sentido: para los hombres, era un ámbito donde podían hacer y deshacer asu antojo ya que, para ellos, "privado" quiere decir que es de "su propiedad". Para las mujeres, porel contrario, como lo acota María Antonieta Saa, el mundo privado significó, más que algo íntimo ypropio, un mundo "privado de" libertad, de saber, de desarrollo pleno como seres humanos.[6]

El mundo de lo público, predominantemente masculino y autoritario, dueño de la producción, delsaber, de la política y del poder, necesita y crea -a través de la conjugación de diversos mecanismos económicos, sociales, culturales‑, un mundo privado subordinado a sus necesidades,una de las cuales es mantener, reproducir, y ampliar dicha subordinación. Es decir, garantizar laproducción y reproducción de las relaciones de subordinación entre ambos mundos y entre los hombres y las mujeres que los integran. Pese a los mitos que alimentan el imaginario de que lamujer es la "reina del hogar", la que ejerce el poder desde atrás del telón, etcétera... la realidad esque la mujer se encuentra en relación de desventaja en los ámbitos público y privado. Quizá porello, hoy todos los ámbitos están en situación de disputa de poderes y derechos entre hombres ymujeres.

Veamos un ejemplo acerca de la situación de las mujeres en la Cuba actual: "El transformar lacondición de subordinación a la que estaba relegada la mujer y llevarla fuera del espaciodoméstico, al que estaba confinada históricamente, convirtiéndola no solo en objeto de las transformaciones sociales, sino también en sujeto de ellas mismas, fue un importante objetivo delProyecto Social de la Revolución Cubana." [Vasallo 2002: 19] Sin embargo, como acota la autoraunas páginas más adelante, "A pesar de los avances y logros de las mujeres en estas últimascuatro décadas, se mantiene una importante contradicción: ha avanzado considerablemente en laconquista del ámbito público y en el ejercicio de derechos fundamentales, pero sigue siendo laprotagonista principal del ámbito privado. Tiene aún la máxima responsabilidad en la reproducciónde la fuerza de trabajo y es aquí donde con más rigor se ha sentido la crisis económica que nosafecta y que en Cuba se ha dado en llamar Período Especial." [Vasallo 2002: 23]

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‑¿Género o clase?

En la perspectiva que sostengo, el concepto género trasciende el plano estrictamente académicoanalítico. Su estudio cobra también otros sentidos sociales pues se articula a la búsqueda de la construcción de relaciones sociales de equidad de género, al visibilizar los nexos genealógicos queexisten entre las relaciones de subordinación de la mujer al hombre, la producción y reproducciónde un tipo de poder (subordinante, discriminante, excluyente y autoritario), y los intereses de unaclase determinada: la explotadora, en detrimento de todos los otros seres humanos,particularmente, de las mujeres. En política, esto significa comprometerse con los procesos quebuscan transformar y/o remover desde la raíz los pilares últimos de la producción y reproducciónsocial de este tipo de poder (y de sociedad que a él corresponde).

Esto implica rechazar la supuesta neutralidad de la ciencia política que, en algunos casos, noexpone sus presupuestos reales de partida o, en otros, aunque lo haga, no logra superar elhorizonte abstracto liberal al analizar las relaciones de poder y específicamente, las de género, sindesnudar su carácter explotador discriminatorio, de clase y, junto con ello, su contenido patriarcal-machista construido social, económica, histórica, y culturalmente a través de siglos.

Al analizar el proceso de acumulación originaria de capital, Carlos Marx y Federico Engles, abordanel entrecruzamiento genealógico entre la existencia de la subordinación y discriminación de géneroy los intereses de determinada clase. Entre sus amplias reflexiones, deseo destacar aquí, lasiguiente: "Con la división del trabajo, que lleva implícitas todas estas contradicciones y quedescansa, a su vez, sobre la división natural del trabajo en el seno de la familia y en la división dela sociedad en diversas familias opuestas, se da al mismo tiempo, la distribución y, concretamente,la distribución desigual, tanto cuantitativa como cualitativamente, del trabajo y de sus productos;es decir, la propiedad, cuyo primer germen, cuya forma inicial se contiene ya en la familia, dondela mujer y los hijos son los esclavos del marido. La esclavitud, todavía muy rudimentaria,ciertamente, latente ya en la familia, es la primera forma de propiedad, que, por lo demás, ya aquícorresponde perfectamente a la definición de los modernos economistas, según la cual es elderecho a disponer de la fuerza de trabajo de otros. Por lo demás, división del trabajo y propiedadprivada son términos idénticos: uno de ellos dice, referido a la actividad, lo mismo que el otro, referido al producto de esta." [1974: 31. Cursivas en el original. Negritas y subrayado de IR]

Es curioso notar que tales planteamientos quedaron relegados o directamente fueron desconocidospor las corrientes predominantes del marxismo dogmático bajo el prisma reduccionista ymecánico, hicieron de la explotación económica un problema exclusivo de la clase obrera industrial (mal identificada como proletariado), y de la economía un ámbito separado de lo social ylo cultural. La izquierda formada mayoritariamente en este pensamiento hizo de la problemática dela discriminación y explotación familiar y la explotación socioeconómica de las mujeres, unacuestión particular, una "contradicción secundaria" del capitalismo. No la relacionó con laproblemática de clase, ni la consideró una parte importante (fundamental) de la lucha (de clases) para poner fin a la explotación del hombre por el hombre ‑según el lenguaje sexista de entonces‑,expresión que hoy debe leerse como la aspiración universal al fin de toda explotación de unosseres humanos por otros.

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Género y clase se dan la mano, y lejos de contraponerse y excluirse logran desentrañar elcontenido del poder patriarcal machista autoritario poniendo al descubierto su genealogía ypertenencia de clase: La de los que detentan el poder basado en la explotación, discriminación,subordinación, opresión y exclusión de los seres humanos en lo económico, político, jurídico,ideológico, religioso, cultural, en los ámbitos social y familiar. Ello se conforma, moldea y seasienta, en primer lugar, en la producción y reproducción de un tipo cultural de relaciónhombre-mujer en el seno de la familia. Esta relación ha constituido identidades y fijado roles. Deahí que su modificación y transformación radical (desde la raíz) suponga un proceso socialcomplejo interarticulado de múltiples transformaciones y transiciones.

Además de estar al servicio de una determinada clase: la del capital, y específicamente de loshombres de esa clase: los capitalistas, el poder discriminador, explotador y excluyente -para afianzarse como tal‑ ha necesitado (y necesita) mimetizarse socialmente, invisibilizar su contenidode clase y presentarse como un componente "natural" de la vida social y, en tanto tal, eternizable. Para ello apela a todo su aparato político, ideológico, religioso y cultural, concitando la complicidad(aceptación) -no consciente‑ de tales prácticas por parte de la amplia mayoría de hombres ymujeres. La generalización socio‑cultural de la supuesta superioridad y los privilegios de loshombres de las clases capitalistas -antes artesanos y comerciantes, antes señores feudales, antesesclavistas‑ como si fueran características naturales propias de todos los hombres, le garantiza alpoder autoritario machista del capital, por un lado, invisibilizar su origen, contenido y pertenenciade clase y, por el otro, contribuir a la reproducción de su esencia explotadora, subordinante,discriminante y excluyente de la gran mayoría de los seres humanos.

Con el capitalismo se han perfeccionado y modificado viejos mecanismos y modelos desubordinación de la mujer al hombre. El capital ha acondicionando el funcionamiento de la vidasocial pública y privada y los roles de hombres y mujeres en ellas, acorde con el funcionamiento del mercado y las necesidades de la compleja producción y reproducción de su hegemoníaeconómica, ideológica, política y cultural. Las consecuencias deshumanizantes que ello acarrea enla vida familiar de millones de pobres despojados de sus trabajos, de sus tierras, de sus casas, desu país, junto a la sobrecarga económica, física y espiritual que ello representa, alcanza nivelesinsospechados en la época de la globalización neoliberal, en las regiones empobrecidas delplaneta, particularmente para las mujeres y los niños. Ellos se ven envueltos en modalidades deviolencia, esclavitud o sumisión que habían sido superadas históricamente por la humanidad.

¿Cabe continuar haciendo estudios de mujeres?

La problemática de género, sus estudios y sus propuestas transformadoras que buscan la equidaden las relaciones de género (y de poder), no pueden considerarse "de mujeres" ni "para mujeres";sus reflexiones y conclusiones atañen a hombres y mujeres y, por tanto, a la sociedad en suconjunto. Sin embargo, como existe una relación asimétrica de poder entre hombres y mujeres,existen privilegios y espacios a defender por parte de ellos, y oportunidades y espacios a conquistar por parte de ellas. Sería ilusorio pensar que esta relación asimétrica cambiaráespontáneamente, y esperar que la igualdad y la justicia para las mujeres llegue a nosotras sinluchar por nuestros derechos.

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La experiencia demuestra, por ejemplo, que es errado esperar que nuestra voz sea escuchada sino logramos hacernos escuchar. Como afirma la religiosa y luchadora social brasileña, PompéaBernasconi: "Es necesario que nos tornemos competentes, que estudiemos y procuremos participar en los debates, en los diálogos, perdiendo el miedo de hablar, de exponer nuestrasideas, para ocupar nuestro espacio porque, por la propia educación, la mujer quedó siempre en unsegundo plano, para los estudios, para la participación en los debates, etcétera. Colocandonuestra forma de hablar y de pensar iremos quebrando ese machismo, asumiendo nuestro lugar."[En Rauber 1998: 84]

Por ello, en los estudios de género -teniendo presente la interrelación social hombre‑mujer quesubyace y condiciona todo análisis‑, considero importante priorizar el conocimiento de las experiencias de luchas de las mujeres por la equidad, la participación, las oportunidades... endiversos espacios. Somos conscientes de que no es todo el problema, pero se corresponde ‑de lasdos partes‑ con la más interesada en poner fin a la explotación, subordinación y discriminaciónexistente. Tales reflexiones buscan así, también, contribuir a la maduración crítica y el crecimientocolectivo de las mujeres respecto a su rol en el proceso de transformación social y en laconstrucción de las alternativas que dicho empeño reclama.

Coincido con Lima Costa, por tanto, cuando relativiza la pertinencia y utilidad transformadora delos estudios sobre masculinidad, sobre todo cuando se desarrollan desarticulados de la perspectiva crítica feminista. "(...) demasiado a menudo el estudio de la masculinidad parecealcanzarse a costa del estudio de las mujeres, con la desafortunada implicación de que losproblemas sobre las mujeres han perdido interés o son tan familiares que ya no hay quecuestionarlos más. Además, cuando la investigación presta mayor atención a las preocupacionesdel género y a la fragilidad de vínculos entre los varones, tiende a ignorar los fuertes lazos entremasculinidad, poder patriarcal y privilegio." [Op. Cit.: 211]

Luchar por nuestros derechos, resistir los embates de la complicidad masculina en todos losámbitos de nuestro quehacer, y crear a la vez nuestros nuevos modos de ser mujer en el mundo,irá poco a poco modificando los roles, las identidades, las relaciones... Nada puede lograrse porseparado de una transformación social mayor. Y aunque será difícil convertir el ideal utópico enrealidad, para las mujeres es el único camino: la lucha y la construcción de lo nuevo que será, engran medida, engendrado y parido por nosotras. Nos anima la convicción de que los hombres seirán sumando poco a poco, ganando conciencia acerca de la importancia de luchar por la equidadde género para construir un mundo diferente y justo. Esto supone nuevos modos de ser mujer y deser hombre, que se irán conformando en la medida que vayamos conquistando espacios ytransformándolos, demostrando que no se trata de una lucha contra ellos ‑para desplazarlos yocupar su lugar, invirtiendo la relación de poder‑, sino a favor de la liberación de todas y todos.

Esta afirmación tal vez no resulte muy académica para algunos porque no existen hechos tangiblesen que la respalden, pero es racional. Y somos optimistas porque al igual que el gran sabio de la dialéctica, confiamos en que: si todo lo real es racional, todo lo racional puede llegar a ser real.

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Lucha por la igualdad de géneros en los movimientos sociales Presencias, comportamientos y enfoques diferenciados

En los estudios realizados con organizaciones barriales de Santo Domingo, República Dominicana,de Lima, Perú, con organizaciones integrantes de Vía Campesina, en Brasil, con organizacionespiqueteras de Argentina, entre otras, hemos notado que la presencia y participación de lasmujeres resulta mayoritaria y decisiva para la dinámica y el desarrollo de tales organizaciones.Ellas luchan sin frenos para garantizar la alimentación básica, el techo, la tierra, el agua, y paramejorar las condiciones de vida de la comunidad que son ‑a la vez‑ las de su familia y las de ellasmismas, por ser ellas quienes primero chocan con las dificultades diarias en el ámbito hogareño.En momentos diferenciados pude observar que esa presencia militante de las mujeres marcacomportamientos y enfoques específicos:

- Emplean un lenguaje directo, sencillo.

- Las propuestas tienen un sentido práctico de aplicación inmediata.

- Convencen con sus obras, no con discursos.

- Trasladan a la organización sus capacidades administrativas adquiridas en el manejo del hogar.

- Laboran en la comunidad agregando otra jornada a su jornada familiar, sin recibir remuneración acambio.[7]

- Hacen política a través de la lucha diaria por la sobrevivencia.

- El liderazgo se basa en el rol maternal de las mujeres.

a) La comprensión del alcance estratégico de las luchas por la sobrevivencia

En los barrios empobrecidos, marginados o excluidos, la lucha empieza cada día por buscar elsustento para ese día. Se trata de una guerra sin cuartel contra la muerte que asecha en cadarincón, a cada instante. El hambre, las enfermedades y el analfabetismo son tres implacables

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soldados de la muerte que -entrecruzados‑ deambulan por las realidades cotidianas de los pueblossaqueados, explotados, empobrecidos y excluidos de Latinoamérica. Estas penurias son enfrentadas de modo silencioso y cotidiano, sin descanso, por las mujeres de las barriadasempobrecidas en las periferias de las ciudades, por las indígenas de los Andes y las ladinas dealdeas y ciudades, por las campesinas con y sin tierra de los campos del continente: Comedoresinfantiles, panaderías comunitarias, almacenes colectivos, centros de salud, núcleos dealfabetización, huertas colectivas, etc., fueron y son impulsados fundamentalmente por mujeres.Ellas asumen siempre la conducción de los hilos estratégicos de la sobrevivencia aunque,aparentemente ‑para el pensamiento tradicional del quehacer político‑, su mentalidad seacortoplacista y doméstica. Sin su labor, para millones de seres humanos el día de mañana seríaimposible.

Las organizaciones comunitarias o cooperativas locales cuyo objetivo primero es la sobrevivenciaalimentaria, han sido formadas generalmente por madres de familia y, al igual que ellas, conjugan diversos intereses: los de las mujeres, los de las familias, y los del barrio. "A partir de su trabajo encomedores, las mujeres organizadas brindan salidas alternativas a los diferentes problemas de supervivencia, se alivia el hambre de las familias abaratando el costo de los alimentos y sepreviene y cura enfermedades en la comunidad contando con la vigilancia nutricional en loscomedores y botiquines comunales. Atienden campañas de vacunación y tratan de prevenir el cólera, la deshidratación, la diarrea y la tuberculosis." [Córdova Cayo 1995: 109]

En el barrio de Lima en el que ocurre la experiencia mencionada en la cita anterior, se conjuga laactividad de dos tipos de organizaciones: de la Junta Directiva Vecinal y de las organizaciones demujeres. Estas organizaciones "(...) atienden dos áreas diferenciadas: la primera preocupada porasuntos de infraestructura y servicios urbanos que cuenta con la dirección y gestión de losvarones y con el trabajo comunal voluntario de los vecinos. El segundo espectro de problemas,bajo la mirada de las vecinas, atiende aspectos relacionados a la supervivencia, como la alimentación y la salud. Ambos aspectos afectan a los pobladores en la vida comunal y en la vidafamiliar.

"Atender la preparación de cientos de menúes, es asunto asumido por las organizacionesfemeninas y se vincula directamente con la reproducción cotidiana de la familia.

"La realización de una obra comunal de instalación del servicio de luz eléctrica o de agua, esrealizada bajo la responsabilidad del comité vecinal, dirigido mayormente por varones y beneficiaal conjunto de la población. (...) el trabajo de los varones en el barrio tiene un impacto visible ytangible, a diferencia del de las mujeres que se hace invisible." [Córdova Cayo 1995: 109-110]

Como expresa la autora, existe una invisibilización del trabajo de las mujeres y, por tanto, se haceinvisible también el sentido y alcance estratégico de ese trabajo; es una invisibilización que tieneun alto contenido ideológico‑cultural, pues se anuda a la reproducción de obsoletos paradigmasrespecto a la identidad de la mujer, sus capacidades y ámbitos de desempeño.

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La permanencia en ellas del imaginario y estereotipo cultural acerca de lo que significa ‑social eindividualmente‑ ser mujer y ser hombre, a pesar de las prácticas que niegan tales supuestosmostrando su lado intencionado e ideológico, pone de manifiesto, una vez más, que laincorporación del enfoque de género en las diversas organizaciones, en su estructuración interior,en sus objetivos y en el terreno de la formación de su pensamiento estratégico, resulta vital.

b) Manejo múltiple de la dimensión y concepción espacio‑temporal

Las mujeres que participan en labores comunitarias no relacionan "empleo del tiempo" con "dinerono reembolsando". Tienen un manejo (y concepto) del tiempo diferente, ya que deben multiplicarlo para poder cumplir con sus responsabilidades en el ámbito familiar y comunitario, y no pocasveces también en el laboral.

Hablando de ello con la dirigente indígena peruana, Concepción Quispe, ella reflexionaba: "LaConfederación Campesina del Perú me paga mi pasaje, pero mi tiempo no. Para venir, por ejemplo, ahora, me han dado mi pasaje, de un aero­puer­to a otro aeropuerto, de ese aeropuerto yo tengoque arre­glarme para llegar, eso no se incluye. ¿Y tú crees que en este momento, con esta crisis,con esta hambre y con esta mise­ria, las mujeres van a tener posibilidades? No. Claro, el hom­bredice: �¡Carajo!, yo voy a ir y tengo que tener en el bolsi­llo siquiera mil Intis[8], tengo que tenerdiez mil�. Quieras o no quieras le tienes que dar. Con nosotras no es así." [En, Rauber 1992: 109]

Precisamente por el tipo de labor que desempañan en las organizaciones sociales, las mujeres queallí se desempeñan tienden a relacionar el empleo del tiempo que invierten en la realización de actividades comunitarias con el tiempo que ellas dedican a su familia, haciendo de la comunidaduna prolongación del ámbito familiar. Sin embargo, contradictoriamente con ello, en la mayoría delos estudios realizados en República Dominicana y en Argentina, las mujeres que militan enámbitos comunitarios han manifestado que este es un tiempo que ellas les "roban" a la familia.

Habiendo interiorizado que su lugar es la casa y su papel atender a la familia, todo lo que ella hagaen la comunidad y por la comunidad -que también es por y para la familia‑ se lo impone como labores que puede desempeñar además de cumplir con "sus deberes" hogareños, es decir, comoalgo que puede hacer luego de cumplir con lo que considera "su obligación" como madre y esposa.Esto podría explicar tal vez, la presencia de sentimientos de culpa que hemos encontrado en unporcentaje considerable de estas mujeres, en los lugares donde hemos realizado estudios alrespecto: República Dominicana, Cuba, Argentina, Ecuador, Perú.

La violencia como respuesta

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La culpa mencionada podría ser parte del soporte cultural de la tolerancia de muchas mujeres parasoportar los ataques violentos de sus esposos cuando dan los primeros pasos fuera de la casa.

Es fundamental que la mujer interiorice que ella no es merecedora de tales "reprimendas", que consu participación en actividades comunitarias o con su presencia en organizaciones sociales no leestá "robando" tiempo a la familia, no está descuidando a sus hijos, sino desarrollándose como sersocial que es, asumiendo tareas y responsabilidades colectivas que comprenden también a sufamilia. Obviamente siempre queda abierto el camino de dar la vuelta y marcharse del hogar oexpulsar al marido, pero esta no es una decisión simple, en primer lugar, por los vínculoseconómicos que anudan la vida de ambos y, sobre todo, debido a la dependencia de la mujerrespecto del hombre para mantenerse ella y sus hijos. En segundo lugar, debido a la carga culturalque la mujer lleva adentro, aunque no comparta los métodos, tiende a justificar al marido una yotra vez. No ocurre así en todos los casos, pero es todavía una actitud muy frecuentemente lasmujeres.

c) La interconexión entre lo privado y lo público en la comunidad

Con mucho esfuerzo, a través de las soluciones de sobrevivencia, de la lucha por la salud y laalfabetización, a través de la vida en campamentos de asentados sin tierra o en los cortes de rutas piqueteros, ellas construyen redes que diseñan modos de interdependencia y conexiónnuevas entre lo publico y lo privado. Al integrar el espacio doméstico en la comunidad, ellas logran‑de hecho‑ la prolongación de lo que Vianello [2001] llama el "espacio ovular" doméstico. A suvez, ello implica incorporar la vida comunitaria al interior de la vida ovular, estableciendorelaciones de interacción e interdependencia entre una y otra. Incluso los problemas familiares, como la violencia del esposo hacia la esposa, pueden ser tratados de un modo diferente cuandoella es parte de un movimiento social comunitario.

Así lo refleja, por ejemplo, el testimonio de Marcelo Pereira, dirigente piquetero argentino,integrante de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) en el barrio San José, en La Matanza.Reflexionando acerca de su experiencia en este aspecto, comentó: "A este movimiento [piquetero]me trae mi madre, mi esposa. Yo era muy crítico; viviéndolo fue como cambié de parecer yempecé a profundizar lo que es este movimiento.

"Una vez vengo de afuera, del Norte, con una camioneta que había ido a probar, justo era el fin deoctubre, cuando se iniciaba el corte de la Ruta 3 de los seis días... Yo sabía que mi esposa y mimamá estaban en el movimiento, pero nada más. Cuando me entero del corte, como sabía que mimamá estaba en la CCC, zapateaba, echaba chispas pensando en lo que pasaría, quería saberdónde estarían ella, mi mujer y mi hijo.

"Pisé el acelerador; de 160 Km. por hora no bajaba, pensaba cómo me iba a encontrar a mi familia.Con mi pareja iba a ser un desastre el encuentro porque yo venía enojadísimo, mal... no veía la

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necesidad. Yo era bastante agresivo con mi pareja y venía decidido a llevarla a casa a trompadas,pues los problemas los resolvía siempre a trompadas, con mi pareja, con mis amigos...

"Al llegar allá, me metí al piquete con camioneta y todo: me encuentro a mi señora toda negra,llena del hollín de las gomas quemadas, pero también estaba mi madre, mi cuñada, mis vecinos yamigos que se criaron junto conmigo. Me quedé asombrado al ver a toda mi familia, a todos esoschicos, a mis vecinos, a mis amigos; me quedé paralizado. Me integré al piquete de inmediato.Durante el tiempo que duró, trabajé de día, y de noche iba para el piquete, hacía las guardias deseguridad, lo que fuera.

"He cambiado muchísimo, he aprendido en la discusión con mis compañeros, haciendo análisis. Elmovimiento también me enseñó a cambiar, sobre todo, el comportamiento violento hacia miesposa, hacia mi familia; poco a poco uno va tomando medidas, va cambiado." [Rauber 2003]

Como expongo en el artículo sobre las mujeres piqueteras: "En condiciones de exclusión social, pobreza y género se entremezclan, dotando de múltiples sentidos a las acciones que hombres ymujeres realizan para enfrentar la situación impuesta por la guerra de sobrevivencia, a la par quetornan más complejo cualquier debate sobre las alternativas posibles, particularmente, en el planode las relaciones sociales-familiares hombre mujer. Los roles, valores y patrones de conducta hansaltado por los aires junto con la desocupación, el abandono del Estado de su responsabilidadsocial para con sus ciudadanos, el chantaje por migajas de pan, la desnaturalización de la familia ylas responsabilidades de cada cual." [Rauber 2002: 160]

d) La integración de la organización social como parte de su vida familiar y personal y viceversa

En los estudios realizados en barrios pobres de Santo Domingo, constatamos que las mujeresorganizadas, las no organizadas, y también los hombres, tienen ‑en general‑ una visión positivaponderada acerca de la importancia de las organizaciones barriales en la vida de la mujer. Esto sedebe, por un lado, a que las organizaciones ayudan a mejorar la vida en el barrio y -con ello‑contribuyen a mejorar la vida cotidiana en el hogar. Por otro, porque las mujeres aprecian a la organización barrial como un espacio de igualdad y de liberación de la rutina gris de las tareasdomésticas. Y también, porque las organizaciones barriales propician una mayor participación delos hombres en las tareas del hogar.

La organización barrial resulta de hecho un espacio puente entre la casa y el barrio, entre elclaustro doméstico femenino y su salida a la vida pública. Como lo afirman las propias mujeres:ellas se sienten allí iguales que los hombres.

Este es uno de los resultados positivos más evidentes de la presencia de las mujeres en las

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organizaciones barriales y reivindicativas de variado tipo: allí ellas aprenden a valorarse como actoras sociales activas, capaces de pensar y actuar con cabeza propia.

e) La participación y la representación

La participación de las mujeres es mayoritaria en la base, pero va disminuyendo progresivamenteen la medida en que se elevan las responsabilidades en cargos de representación intermedia y,más aún, en la dirección general. Ello se debe a trabas de diversos órdenes, además de que-tradicionalmente‑ los espacios de representación son considerados propios de los hombres,algunas veces ello ocurre porque las mujeres se niegan a integrar estos ámbitos porqueconsideran que no tienen tiempo para ello o por baja autoestima. Otras veces, ni siquiera sonpropuestas para cargos con responsabilidad y representación por la competencia que los hombresdesatan contra ellas.

"Porque nosotras tenemos instalado en nuestro ser lo que hemos aprendido por tiemposinmemoriales. En primer lugar, que nosotras trabajamos para adentro de la casa, en los sustratosmenos visibles, de la alimentación, del cuidado. Estamos asignadas para ocupar un lugar de servicio, pero no cualquier servicio sino de servicio a un poder existente. Y tenemos que desandaresto que está instituido en nuestro ser: estar siempre en el segundo lugar." [En Rauber 1998:192-193]

Es por ello que, una vez más, surge como tarea imprescindible apuntalar los procesos concretos deorganización con amplia participación femenina, fortaleciendo las capacidades de acción y representación de las mujeres acorde con sus realidades y necesidades. Cuando esto emerge enlos movimientos sociales con los que interactuamos, elaboramos conjuntamente los contenidos ylos ritmos del aprendizaje: sobre género y poder, sobre empoderamiento, sobre política, sobreparticipación, sobre comunicación, manejo de computación, etcétera. Con ello nuestra labor fundepráctica y teoría en ámbitos sociales concretos. No basta con denunciar la exclusión de lasmujeres de los lugares de toma de decisiones; es fundamental llegar a conclusiones prácticas ycomprometerse con su realización en la medida que ello sea factible y compartido por lasorganizaciones sociales con las que se interactúa.

Aportes de la perspectiva de género a la construcción de alternativas populares

Las alternativas populares se refieren a las características de la sociedad que se busca, del tipo depoder que -siguiendo a Gramsci‑ a ella se corresponde, es decir, del tipo de interrelación entredemocracia, estado y sociedad. Es por ello que pensarlas y diseñarlas teniendo en cuenta labúsqueda de equidad de género desde las raíces mismas de la conformación del poder, resultacentral. En este sentido, además de lo ya expresado, subrayando algunos elementos en los que sedestacan particularmente los aportes de esta perspectiva.

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· Amplía los fundamentos de la apuesta a la construcción de poder desde abajo

Como se ha planteado, la concepción de género resulta enriquecedora de la noción del poder, lo estambién, por tanto, respecto de las propuestas y las prácticas de construcción de poder desdeabajo impulsadas por los nuevos movimientos sociales.[9] Incorpora elementos sociopolíticos queprofundizan dichos procesos: aporta elementos claves para transformar ‑articulada ysimultáneamente‑ las relaciones de opresión, explotación, discriminación y exclusión, en lasociedad, en la familia, en el trabajo, en el barrio, en la organización vecinal o sindical, en elpartido, en los movimientos de mujeres, etcétera.

La mirada de género rompe las barreras del pensamiento político tradicional de la izquierda quesepara la cotidianidad, lo reivindicativo social, del quehacer político. Al desnudar el contenido político de lo que se suponía privado, el enfoque de género "(...) impacta a la sociedad en dosniveles: por un lado, porque pone nuevos temas en el debate y evidencia su contenido político, ypor otro, porque politiza lo privado y devela que dentro de las relaciones personales encubiertas yjustificadas por amor, afecto y entrega hay relaciones terribles de poder entre los sexos." [VargasValente S/F: 4]

El reclamo de equidad de género es radicalmente democratizador, precisamente porque no puedehaber una verdadera democratización del mundo público si se mantienen intactas las relacioneshombre-mujer en el mundo privado, y si se mantiene, en general, la subordinación de lo privado enfunción del desarrollo de lo público. Porque:

-"La democracia sólo para hombres es tan bárbara y tan incompleta como lo fue la democraciagriega, basada en la igualdad de derechos entre los miembros de una pequeña aristocracia, y enla ausencia completa de derechos para las grandes masas populares.

-"No hay ni puede haber democracia en donde las mujeres no tienen los mismos derechos delhombre y en donde, en consecuencia, la vida social en todos sus aspectos no está constituida ydirigida por hombres y mujeres sin distinción.

-"(...) Sin las mujeres no hay democracia. Sin democracia no hay progreso del pueblo. Sindemocracia no hay sentido profundo de la patria." [Lombardo Toledano 1984: 11-18]

Esto alude a tres elementos importantes:

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-El mundo de lo privado es parte del político (aunque más no fuese como condición de suexistencia) y como tal, susceptible de convertirse en político.

-Las luchas por la democratización de las sociedades deben -para llegar hasta la raíz‑ incorporar la democratización de las relaciones hombre-mujer en lo público y en lo privado. En consecuencia:

-Las luchas de las mujeres en contra de su discriminación y marginación atañen a lademocratización de toda la sociedad.[10] Esto supone la transformación radical del poder, por loque constituyen una lucha política.

· Acrecienta el significado, contenido y alcances de la acción política y de la dimensión ciudadana

Al incorporarse al mundo político los nuevos actores y las nuevas actoras sociales, incorporan a éltambién sus intereses, sus puntos de vista y necesidades, sus visiones de la realidad en que viven y la conciencia política acerca de ella. Si toda acción de transformación de las relaciones de poderallí donde éstas se den es una acción política, los temas referidos a la sexualidad, a la violenciacontra las mujeres, a las relaciones padres e hijos y hombre mujer, y, en general todos los queabordan la organización de la vida cotidiana, cobran una importancia fundamental en la dimensióny acción política actual y futura.

En este sentido, las luchas por la equidad de género le imprimen un contenido más complejo a lapolítica y a la acción política,[11] sacándola del ámbito de la lucha por el poder del Estado,articulándola a los otros ámbitos de la vida social, enlazando -además de lo público y lo privado‑,lo estratégico con lo cotidiano y reivindicativo. No se trata de luchas o problemáticas separadas.Las luchas de las mujeres, como la de otros actores sociales, reafirma que la lucha esreivindicativo‑política, es decir, una lucha contra las estructuras, los medios, los valores, la culturay los mecanismos de producción y reproducción material y espiritual del poder de dominacióndiscriminatorio y discriminante, excluyente y crecientemente marginador de mayorías, y deconstrucción de poder y cultura propios.

Entre múltiples aspectos, esto reafirma que:

1. Que lo reivindicativo sectorial no es un "defecto" o traba que debe ser "superado" por elproyecto político. Este no está ubicado "por encima" de lo reivindicativo sectorial, sino que partede ahí, y lo contiene articulándolo en una nueva dimensión y proyección.

a) Lo político no es jerárquicamente "superior" a lo reivindicativo.

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b) Lo reivindicativo no tiene un "techo" o límite, como no sea el que le fija su propia contraposicióncon lo político.

La falta de articulación de lo político con lo reivindicativo se traduce en la fractura entre las luchaspor la transformación de la sociedad y las que impone la dinámica de la vida cotidiana, el ideal de la nueva sociedad ansiada con los modos alternativos y solidarios de vida generados en ámbitosde la comunidades, etcétera.

2. Que es necesario articular las protestas (oposición) con propuestas concretas (posición propia)capaces de orientar en sus luchas a la población del sector en conflicto en cada caso. Esto es: construir respuestas concretas a problemáticas también concretas. Reclama elaborar respuestasinmediatas a reivindicaciones inmediatas, pero ello no implica que la inmediatez y la temporalidadsean su horizonte y límite "natural". Al contrario, tales propuestas encierran un alto potencialpolítico que es posible (y necesario) poner de manifiesto en el propio proceso de lucha por suconcreción.

Es allí, cuando el proceso práctico pedagógico de formación de conciencia política logra su mayorpotencialidad. Sobre la base de procesos colectivos de reflexión‑formación sobre sus luchas losactores sociales van conformando procesos práctico‑teórico‑pedagógicos de formación deconciencia política. En ellos se va poniendo de manifiesto la raíz sistémica del problema y tambiénla dimensión y el alcance altersistémico (no confundir con anti-sistémico) de la propuesta. En estoradica, de últimas, el contenido y sentido político central de lo reivindicativo sectorial.

Aceptar esto implica romper con la aún mayoritaria idea de que la práctica política correspondesólo a partidos políticos o a especialistas, [12] supone reconsiderar lo que se entiende por escenapolítica, tradicionalmente entendida como el campo de acción abierta de las fuerzas socialesmediante su representación en partidos. Pero la escena política comprende al conjunto de fuerzassociales actuantes en el campo de la acción política en un momento dado, independientemente deque éstas se hallen organizadas o no en estructuras político‑partidarias. Respetando todo lo queson o puedan llegar a ser las opciones partidarias, la participación política de la ciudadanía, dehecho, reclama la incorporación de los diversos actores y actoras a una discusión y a un escenariomás amplio que el de los partidos.

La incorporación de las mujeres a la vida política no puede circunscribirse entonces a suincorporación a los partidos tradicionales de izquierda o derecha, ni a integrar sus listas electorales. En determinadas realidades, esto resulta un paso importante para la transformacióndel mundo público, pero no basta. Porque no es extraño ni difícil encontrar a las mujeresdesempeñando tareas de contenido infraestructural también en los ámbitos públicos, acondicionando, agilizando y potenciando con ello el tiempo y las capacidades masculinas paraque los hombres se concentren en la toma de decisiones, y en la ejecución y el control de lasmismas "Se requiere que la responsabilidad del ámbito privado y las labores domésticas no siganrecayendo sólo sobre las mujeres y que la presunta inferioridad de esos papeles no se traslade alas labores públicas." [Ramírez. 1994, p.9].

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"Es por eso que la participación de la mujer en la vida política, es necesariamente subversivaporque concierne al fundamento mismo de la sociedad, a la vida social, la vida de la familia, losroles tradicionales del hombre y de la mujer, las reparticiones de carga en el seno familiar." [Saada1990: 21-22]

La participación de las mujeres tiene que darse a todos los niveles, en lo "(...) económico social,científico, tecnológico e inclusive en la planificación de las políticas de desarrollo tan importantepara el avance de nuestros países. La democracia adquiere así un sentido básico de derecho a lavida, a una vida diferente, a una vida donde no solamente haya bienestar, sino donde hayaposibilidades de desarrollar la igualdad de los seres humanos, respetando la posibilidad de serdiferentes." [Idem: 3]

· Incorpora con fuerza la cultura teórico‑práctica de la educación popular

La articulación de las concepciones y prácticas de la educación popular, resulta imprescindible enlos actuales procesos de construcción de alternativas: ella orienta la acción del pensamiento a tomar como punto de partida las prácticas concretas, para reflexionar desde allí y colectivamente,es decir, se propone construir el conocimiento desde abajo, con todos los y las protagonistas de las luchas y, por el mismo camino, definir los rumbos, alcances y objetivos de las mismas.

La educación popular está presente en las organizaciones sociales, en los procesos de formación yen las prácticas de vida y organización sobre la base de prácticas horizontales y participativas. Sise tiene en cuenta que en tales organizaciones las mujeres son la fuerza mayoritaria y clave,puede comprenderse que el empleo sistemático de la educación popular que se caracteriza por darla palabra a los sin voz, contribuye a hacer visible ‑social y políticamente‑ la presencia de lasmujeres en los procesos sociotransformadores, contribuye a dignificar y valorizar su palabra, supensamiento y su acción. Y esto es así tanto hacia el exterior de la organización como hacia suinterior, y en cada mujer, en la elevación de su autoestima y su capacidad para constituirse en unaciudadana plena y activa.

Su práctica educativa ‑que construye saberes a partir de los modos de vida concretos‑, levantalos puentes básicos que ponen al descubierto los nexos e intercondicionamientos entre undeterminado modo de existir y reproducirse del mundo privado y un determinado modo de existiry reproducirse del mundo público, y contribuye a que los que participan del proceso educativopuedan descubrir los nexos entre una realidad supuestamente privada e individual, aparentementecasuística, con la realidad de un determinado modo de existencia económica, política y cultural dela sociedad en que vive.

Saber y poder se conjugan en los procesos de su realización. Por ello resulta, por un lado,cuestionadora radical del poder hegemónico, discriminador y excluyente del capital, haciendo

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visible los nexos que existen entre este y una determinada conformación -histórico cultural‑ delas identidades, los roles y los ámbitos atribuidos ‑en tal relación‑, a los géneros. Por otro, alfortalecer el conocimiento colectivo de los movimientos sociales acerca de sus experiencias, alcontribuir al mejor análisis de evaluación de logros y deficiencias, la educación popular es clavetambién para los procesos de empoderamiento social,[13] entendiendo que el primero yfundamental de ellos es el del saber: qué, cómo, para qué, quiénes. Como dice PompeaBernasconi: "(...) el poder está vinculado al saber y al hacer. Por eso, en la educación popular esimportante lograr que el pueblo descubra su saber y posea una conciencia crítica de la realidad para que tenga poder sobre ella y pueda modificarla." [En, Rauber 1998: 75-76]

Por todo ello, para las mujeres de las organizaciones sociales populares la educación popular esuna herramienta importante: legaliza su participación, otorga sentido social a su sabersupuestamente limitado por lo cotidiano y "sin importancia", la autodescubre como ciudadana y através de su saber -formación mediante‑ contribuye a profundizar los procesos concretos deempoderamiento en los que ellas participan, tornándolos "para sí", es decir, fortaleciéndolas como actoras sociales y políticas plenas.

· Reivindica el reconocimiento positivo de las diferencias, de los y las diferentes

Reivindicar la diferencia como vía de profundización de la individualidad del ser humano propia dela modernidad, es el reclamo primero de la posmodernidad. Junto a ello, emergen también confuerza los estudios acerca de lo micro, y muestran su riqueza y pertinencia frente a las anteriorespredominantes visiones macro que invisibilizaron gran parte de las realidades particulares. Ambos aspectos pueden considerarse -a mi entender‑ como uno de los importantes aportes de estacorriente de pensamiento. Pero el centrarse casi exclusivamente en la explicación de la diferencia,de lo micro, ha mostrado su lado flaco, al tornar los análisis particulares en abstractos yunilaterales al considerarlos inconexos con los fenómenos del mundo real (interdependiente,multifacético, complejo). Esto dificulta pensar la sociedad como totalidad, buscar los nexos socio-económicos y culturales entre los sectores sociales que la integran, descubrir -además de susdiferencias‑ sus intereses comunes y, por tanto, su capacidad y posibilidad de pensar, luchar y organizarse colectivamente por sus derechos.

"En los ochentas en los Estados Unidos, surgió la teoría que las opresiones sociales soninterseccionales y no meramente aditivos, y entonces las feministas no pueden desconectar laidentidad de género de las identidades raciales y de clase e intereses. Esto señala que debemosrechazar la idea de que las mujeres tienen intereses en común como grupo (Collins 1990, Harris1990, Spelman 1988). Pero esta conclusión parece dejar los movimientos de mujeres sin una basesocial para unirse a pesar de diferencias de raza, clase y sexualidad. Gayatri Spivak propone laidea de una "esencial estrategia" de mujeres como grupo social (Spivak 1990). Pero, ¿podemossuponer que las mujeres como grupo social tienen intereses en común?" [Ferguson 2005]

Transformado en objetivo de sí mismo lo diferente pierde sentido social y político ya que -por estavía‑ la sociedad sería una suma creciente de grupos humanos e individuos aislados entre sí, fragmentados y clasificados por género, raza, color de piel, edades, lenguas, identidades,

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preferencias sexuales, gustos musicales, etcétera.

¿Qué hacer con las diferencias?

El reconocimiento y destaque de las diferencias, en tanto estas han sido construidas por actoressociales en el proceso de su vida real, resulta indispensable, pero para construir alternativas superadoras, es fundamental que ese reconocimiento se constituya en la base para dar pasosconcretos hacia la articulación de los y las diferentes, respetando sus identidades, susproblemáticas, sus aspiraciones, imaginarios y necesidades, contribuyendo también por esta vía aprofundizar la matriz democrática de la sociedad.

Esto requiere avanzar en el pensamiento y en las prácticas integradoras de una realidad tanfragmentada como compleja y diversa, que reúne realidades e identidades yuxtapuestasintrínsicamente interconectadas, intercondicionadas e interdefinidas entre sí.

Como señala Ferguson: "Sin un análisis de dominación social a base de sistemas múltiples, lasmujeres pueden lograr empoderamiento en relación a ciertos hombres, pero quedan sin poder enrelación al racismo, imperialismo, capitalismo." [Ferguson. 2005] Ciertamente, reflexionandosobre experiencias de empoderamiento de mujeres, pueden obtenerse importantes leccionessobre el significado negativo ‑en el sentido de empobrecedor de las prácticas y sus alcances‑, quecontiene la visión estrictamente sectorial, fragmentada, centrada exclusiva y unilateralmente enla búsqueda de satisfacción de las necesidades de un actor social "diferente".

No cuesta trabajo darse cuenta de la diversas banalizaciones que se han hecho sobre la diferencia,mostrándola como el llavín del descubrimiento (y de la manifestación) de las diferencias hombre-mujer, y también entre las mujeres.

Por este camino, el concepto género puede ser atractivo y útil en ciertos ámbitos y sectoressociales de mujeres, pero disminuye considerablemente su importancia crítico‑transformadorapara conocer, pensar las actuaciones sociales y construir las alternativas posibles, orientadashacia un nuevo tipo de sociedad humana, desde y mediante las prácticas del presente.

Es en este sentido que el destaque de las diferencias, y de las y los diferentes resulta un aporteimportante a tener en cuenta: contribuye a desmitificar la carga políticamente negativa que ello tiene aún en el seno de gran parte de la izquierda latinoamericana, donde predomina elpensamiento político tradicional, que se propone alcanzar la unidad de todas las organizacionessociales y políticas apelando a la unanimidad y homogeneización de todos: partidos, movimientos,pueblo, y -cuando sea posible‑ de la sociedad toda. El enfoque de género contribuye a pensar launidad, lo colectivo, sobre nuevas bases, haciendo del reconocimiento de las diferencias ‑en vezde un obstáculo‑ un enriquecimiento, un pilar para posibles articulaciones. Es un granito de arenapuesto en el caldero de la construcción colectiva, plural y diversa de lo nuevo.

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Esta sigue siendo -desde la perspectiva de los movimientos sociales que construyen alternativas‑,su importancia analítica y práctica fundamental. Ello no impide, sin embargo, que se sitúe en un terreno de disputas y grandes controversias ideológicas y de poder.

Conclusiones

1.

Fundar y construir una nueva civilización humana -desafío presente de la humanidad en busca desupervivencia‑ significa fundar y construir un nuevo modo de vida.[14] Esto significa incorporar lanoción y visión de género como elemento constitutivo del pensamiento y las prácticascuestionadoras de las sociedades actuales, y de los procesos de construcción de las nuevas. Elloposibilitará hacer visibles y modificar las relaciones sociales asimétricas establecidas entrehombres y mujeres, base para la producción y reproducción de otras tantas asimetrías y discriminaciones: de color de piel, discapacidad física, etnia, cultura, belleza, identidad sexual,etcétera.

2.

Llegar a la conciencia universal de ello supone un largo proceso histórico -de transición‑, complejoy multifacético que combina procesos de auto constitución de actores‑sujetos en sujeto colectivo (popular), con procesos de construcción de propuestas y proyecto alternativo, con la construcciónde poder -cultura y organización políticosocial‑ desde abajo.

En ello, las transformaciones que tienen lugar en las dinámicas de la vida cotidiana, ocupan unlugar fundamental. No porque de ahí nazca el cambio de toda la sociedad, sino porque sinenraizarse allí, sin articular la utopía del mundo nuevo a la vida de la familia, este será unimposible. Para eso ‑en primer lugar y a la vez‑, la familia debe modificarse a sí misma, en tantogestante de ese nuevo ser humano, de esa nueva sociedad y de ese nuevo mundo. Es vital ir haciéndolo posible desde ahora, transformándolo desde nuestra propia vida cotidiana doméstica ycomunitaria, integrándola a nuestras prácticas familiares, comunitarias, sociales, políticas,etcétera.

3.

La comunidad se abre paso como un espacio (y un concepto) integrador de lo público y lo privado.

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El ámbito comunitario cobra cada día más importancia tanto en la lucha por la sobrevivencia, en la construcción de redes sociales de subsistencia ‑en lo económico, educativo, salud, etc.‑, como enel desarrollo de sólidas redes interfamiliares que distribuyen la dura carga de las laboresdomésticas cotidianas y mejoran la posibilidad de integración laboral de las mujeres. A ellas se leabren puertas en el sector informal, generalmente en el servicio doméstico, aunque este todavíano es reconocido mayoritariamente como trabajo, social y jurídicamente (no tienen derechoscomo trabajadoras, por ejemplo, no tienen vacaciones pagas, ni aportes jubilatorios, ni coberturapor enfermedad, etc.). Para poder desempañarse en él, las mujeres han de desarrollar redes de apoyo mutuo para el cuidado y alimentación de los niños de unas mientras las otras trabajan, yviceversa. Así, redes solidarias entre mujeres se abren paso más allá del ámbito familiar.

Un modo de vida diferente, basado en la horizontalidad y democratización solidaria deresponsabilidades y tareas se va conformando a través de de estas prácticas en la dimensióncomunitaria. En ella, a través de la cultura participativa de las mujeres, se van haciendo cada vezmás visibles los nexos que se establecen entre la posibilidad de participación en el mundo públicoy las tareas del mundo privado, articulando tiempo de trabajo y dedicación en uno con el tiempo yla dedicación en el otro.

4.

Resulta fundamental disputar el sentido común de los hombres y mujeres del pueblo, en primerlugar el de los trabajadores y las trabajadoras, en la amplia diversidad en que ellos existen en la actualidad. Valores como la solidaridad, la justicia social, la equidad de género, razas e identidadsexual, el derecho efectivo al trabajo, el respeto a la naturaleza, deberán ir conquistando la cabezay el corazón de millones y millones de seres humanos.

Solamente cuando la aplastante mayoría de la población en cada uno de nuestros países descubrala mentira y el fraude para con sus propias vidas llevado a cabo por el poder clasista, machista y excluyente desarrollado hasta ahora y, particularmente, por el poder correspondiente alcapitalismo contemporáneo, cuando descubra la trampa mortal a la que el capital los ha conducidomediante engaños desde las primeras etapa de su acumulación originaria, y vaya vislumbrando ala par otro modo de vida posible, tendrá deseos de explorar nuevos caminos y la voluntad paraintentarlo prácticamente. Este no resulta -vale reiterarlo‑ un camino fácil ni corto; es parte de unalarga e indispensable transición hacia una nueva humanidad.

5.

El planteamiento de género pretende llegar hasta los cimientos mismos de la cultura del poderpatriarcal que fue heredado y desarrollado por el capitalismo. De ahí su fundamental importanciapara un replanteo profundo del conjunto de relaciones sociales de una sociedad dada y del poder,en el sentido de posibilidad de construcción de nuevo proyecto social (alternativa). No digo quesea suficiente, pero sí necesario, imprescindible, insoslayable. Para avanzar hacia una concepciónmás integral es importante, además de todo esto, sumar, articular los enfoques, las críticas y los

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planteamientos de otros ámbitos, como la ecología, la ética, la jurisprudencia, etc., siempre atravesados radical y transversalmente por el enfoque de género y su relación con el poder (o lospoderes).

6.

Las reflexiones en torno a las alternativas ‑que suponen el cuestionamiento transformador de lasrelaciones de poder existentes‑, se enriquecen hoy con la inclusión de la perspectiva de equidadde género en sus análisis y reflexiones acerca del poder actual y sus posibles caminossuperadores hacia una humanidad constituida con equidad y justicia social. Cualquier concepciónque las aborde prescindiendo de comprender en sus análisis acerca de la naturaleza y alcance delpoder a las relaciones de género que lo sustentan y sobre las que se sustenta, resulta incompleta ycercenada en su valor práctico y teórico. Y a la inversa ocurre también, si se aborda la cuestión degénero sin vincularla al cuestionamiento de las relaciones de poder (económicas, culturales,sociales, familiares, etcétera).

7.

Es necesario edificar nuevos referentes teóricos integrales, visiones del mundo que ayuden asuperar la fragmentación del pensamiento y a reflexionar con lucidez sobre los procesos de emancipación social y los modos de producir subjetividades acordes con estos retos.

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* Isabel Rauber es Dra. en Filosofía de la Universidad de La Habana, Directora de la revista Pasadoy Presente XXI, estudiosa de los movimientos sociales latinoamericanos; integrante del ForoMundial de las Alternativas.

[1] Los movimientos sociales tienen características diversas: a) pueden expresar a organizacionesy actores sociales pertenecientes a un mismo sector social, por ejemplo, trabajadores, indígenas,campesinos, desplazados internos, sin techo, etc.; b) pueden articular a actores sociales eindividuales en torno a una problemática intersectorial, como por ejemplo: la lucha por la paz enColombia, la defensa del Amazonas, o la soberanía alimentaria, etc.; c) pueden dar cuenta de una problemática social transversal: equidad de géneros, de etnias, identidad sexual, etcétera; d)pueden constituirse para responder a un tema o problema puntual, coyuntural: ayuda adamnificados por inundaciones, por terremotos, contra actos represivos, contra gobiernos corruptos, etc. Como su nombre lo indica, su génesis y sus modos de organización y de luchavarían, ya que se definen marcados por las identidades, experiencias, dinámicas y problemáticasque enfrentan los actores sociales que le dan cuerpo en cada momento histórico-concreto.

[2] Las relaciones de poder parten del interior del funcionamiento del capital para inundar -a travésde las relaciones mercantiles- todas las relaciones sociales, familiares, culturales, etc. Esto resultamuy marcado en la actualidad cuando "...la transformación de lo social en mercancía acentúa lasrelaciones de poder en todos los sectores de la vida colectiva. En otras palabras, la imposición de

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la ley del valor refuerza las relaciones de poder." [Houtart 2004:2]

[3] La expresión desde abajo no alude a una ubicación geométrica, a lo que está situado abajo, si bien indica ciertamente un posicionamiento político-social desde donde se produce la construcción,colocando en un lugar central, protagónico, a la participación de "los de abajo". Construir desdeabajo indica ante todo una concepción -y una lógica‑ acerca del poder del capital y del nuevopoder popular, acerca de cómo contrarrestar, destruir y transformar el primero, y cómo construir elpoder propio. Es por eso que dicha lógica resulta necesaria estratégicamente, independientemente del lugar desde el cual se piensen y realicen las transformaciones: en lasuperestructura política, o en una comunidad, desde un puesto de gobierno o en la cuadra de unbarrio. Construir y transformar desde abajo no implica negarse a construir en ámbitos que podrían ubicarse "arriba". La ubicación y el rol organizativo institucional que se ocupe en elproceso de transformación puede estar arriba, abajo, o en el medio; construir desde abajo indicasiempre y todo momento y posición un camino lógico‑metodológico acerca de cómo hacerlo y unaapuesta práctica a su realización.

[4] Ver Rauber 2004-a: 55-57.

[5] Por ejemplo, para los difundidos estereotipos patriarcal‑machistas, ser mujer se equipara contener sensibilidad y ternura, dejarse llevar por la emoción, la pasividad, la sumisión, la intuición, endefinitiva, por lo irracional subjetivo y misterioso. Correlativamente, ser hombre se identifica contener valor, fuerza y poder, y esto con lo racional, con la capacidad para actuar fría ydecididamente, pensar científicamente, etc. Estos estereotipos, entre muchos otros, definenidentidades y capacidades de cada sexo, y expresan la base socio‑cultural de las asimetríassociales en las relaciones entre los sexos sobre las que se asienta la subordinación jerárquica de lamujer al hombre. Se alimenta así la confusión entre género y sexo, entre lo socio‑cultural y lo biológico.

[6] "(...) si analizamos un poco el concepto de `mundo de lo privado', quiere decir: privado de. Enel fondo, privado de libertad. Es un mundo privado necesario para el desarrollo del 'mundo de lopúblico'. Así como el mundo público está cruzado por una serie de opresiones y de contradiccionesde clase, explotaciones de clase, el mundo de lo privado, de lo doméstico, de la familia, tambiénestá organizado jerárquicamente (...)." [Saa 1985.]

[7] Esto no es un detalle menor si se tiene en cuenta que son millones los seres humanos queencuentran contención diaria y alimentos a través de la labor de las mujeres en organizacionescomunitarias. El tiempo de trabajo invertido por ellas es una riqueza expropiada a las mujeres y no valorada aún. Esto es también parte de lo que significa la "feminización de la pobreza".

[8] Unidad monetaria del Perú.

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[9] Así lo reconoce, por ejemplo, la CEPAL, cuando en su informe para Naciones Unidas, señala: "Elanálisis desde la perspectiva de la participación de las mujeres ilumina muchos otros movimientossociales, cambios culturales, incorporación de los marginados, ampliación de la ciudadanía, nuevarelación entre lo privado y lo público, relación con el poder, democracia." [Naciones Unidas 1989:6]

[10] Considerando que las mujeres somos la mitad o un poco más de la mitad de los habitantes delplaneta‑, incluso si fuera un asunto sólo de mujeres, sería muy importante su incorporación aldebate y a las propuestas sobre la democracia en nuestras sociedades, con igual centralidad queotros problemas sociales. Pareciera que hay que recordar siempre que todos y cada uno de elloscomprende a las mujeres, quienes -al interior de cada problema‑, resultan doblemente afectadas: por el problema y por los maridos, padres, hermanos, religiosos o compañeros del problema.

[11] "(...), la política es básicamente un espacio de acumulación de fuerzas propias y dedestrucción o neutralización de las del adversario con vistas a alcanzar metas estratégicas."[Gallardo 1989: 102‑103] Práctica política, por tanto, es aquella que tiene como objetivo la destrucción, neutralización o consolidación de la estructura del poder, los medios y modos dedominación, o sea, lo político.

[12] Esta interpretación resulta hoy indefendible; sostenerla implica suponer que existengradaciones de sujetos: a) aquellos que aportan sólo en número porque son incapaces detrascender el horizonte reivindicativo inmediato: los movimientos sociales, barriales, sindicales,estudiantiles, de mujeres, cristianos, etc., b) los que son capaces no sólo de captar el conjunto delos problemas y las vías para solucionarlos sino también de guiar a los demás: los partidos de izquierda (de la clase obrera), tradicionalmente autoconsiderados vanguardia.

Ya no puede pensarse en los movimientos sindicales, barriales, de mujeres y otros, como"soportes" de políticas elaboradas por fuera de ellos desde tales partidos. La actividad política y losactores que la llevan a cabo no puede definirse fuera del terreno en el que se desarrolla ni almargen de sus protagonistas. [Ver: Rauber 1997: 7, 8, 23, 30-32]

[13] "Por empowerment [empoderamiento], entendemos un proceso de desarrollo de lascapacidades de negociación, a nivel familiar y colectivo, para arribar a una apropiación mas igualitaria del poder. No es suficiente interrogar acerca de las asimetrías de las relaciones degénero y sus implicaciones sobre el medioambiente y el desarrollo, es necesario interrogar de quémanera puede haber una concientización de la desigualdad de esas relaciones sociales entrehombres y mujeres y cuáles serían las posibilidades de cambiarlas de modo tal que permitan a lasmujeres una verdadera participación en los procesos de poder y de toma de decisiones. Esta perspectiva no descansa solamente sobre una relación más justa en la sociedad entre hombres ymujeres, sino sobre la hipótesis según la cual el empoderamiento de las mujeres puede impulsaruna transformación de la sociedad que permita no solamente romper con el desarrollo desigual demanera general, sino también de atacar los problemas medioambientales que le acompañan."[Hainard y Verschuur 2001: 29-31]

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[14] Ello implica el desarrollo yuxtapuesto, simultáneo y articulado de procesos de transformaciónde la sociedad, de sus modos de producción y reproducción, y detransformación-autotransformación de los propios seres humanos que realizan esastransformaciones: los hombres y las mujeres y las interrelaciones sociales entre ellos establecidas.

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