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buihuong
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CLSICOS A MEDIDA
Ut wisi enin ad minim. Quis nostrud ad nostris pro amat. Sed aliquo ut nisi alter ego qid propter anno et cetera. Ullam venit cit amet, consectetuerolor nisi ut aliquip. Consequat Duis autem vel eum iruire dolor in endrerit, voluptate velit est. diam nonummi. Conse-quat Duis autem vel eum iruire dolor in endrerit, voluptate velit est. diam nonummi.
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Frankenstein o El moderno PrometeoMary W. ShelleyAdaptacin de Emilio Fontanilla DebesaIlustraciones de Luis Miguez Ybartz
Para la explotacin en el aula de esta adaptacin de Frankenstein, existe un material con sugerencias didcticas
y actividades que est a disposicin del profesorado en cualquiera de las delegaciones de Grupo Anaya
www.anayainfantilyjuvenil.come-mail: [email protected]
De la adaptacin, introduccin, apndice y notas: Emilio Fontanilla Debesa 2010
De la ilustracin: Luis Miguez Ybartz, 2010 De esta edicin: Grupo Anaya, S. A., 2010
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid
Coordinador de la adaptacin: Emilio Fontanilla DebesaDiseo: Javier Serrano y Miguel ngel Pacheco
Primera edicin, abril 2010
ISBN: 978-84-667-8536-5Depsito legal: Bi. 138/2010Impreso en GRAFO, S. A.
48970 Ariz-Basauri (Vizcaya)Impreso en Espaa - Printed in Spain
Las normas ortogrficas seguidas en este libro son las establecidas por la Real Academia Espaola en su ltima edicin de la Ortografa,
del ao 1999
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, que establece penas de prisin y/o multas, adems de las correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren
pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier tipo
de soporte o comunicada a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.
Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Carta 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Carta 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Carta 3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Carta 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Captulo 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Captulo 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Captulo 3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Captulo 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Captulo 5 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
Captulo 6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
Captulo 7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Captulo 8 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
Captulo 9 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Captulo 10 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Captulo 11 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
Captulo 12 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Captulo 13 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Captulo 14 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Captulo 15 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
NDICE
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Frankenstein o El moderno Prometeo
Captulo 16 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Captulo 17 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Captulo 18 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Captulo 19 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Captulo 20 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Captulo 21 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Captulo 22 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
ContinuaCin de Walton . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
Apndice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
Introduccin
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INTRODUCCIN
Una historia terrorfica
El verano de 1816 fue una estacin muy peculiar en Europa, tanto que ese ao ha pasado a la historia como el ao sin ve-rano o el ao que no tuvo verano . Las erupciones volcni-cas de la montaa Tambora, en Indonesia, durante el mes de abril del ao anterior haban arrojado una gran cantidad de pol-vo a la atmsfera, de modo que, como suele ser habitual en es-tos casos, las temperaturas mundiales descendieron notable-mente debido a la reduccin de la luz del sol .
Tales circunstancias climatolgicas no solo tuvieron conse-cuencias sobre el desbordamiento de los principales ros europeos y el encarecimiento del precio de los alimentos, creando una atmsfera alarmante y catastrfica, sino que propiciaron la ges-tacin de uno de los principales personajes mticos de la cultura moderna: Frankenstein .
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Frankenstein o El moderno Prometeo
En mayo de ese ao, la pareja formada por el joven poeta romntico Percy Shelley y la joven que poco despus se con-vertira en su esposa, Mary Wollstonecraft Godwin, se desplaz a Suiza para pasar el verano junto al gran poeta Lord Byron, quien se haba instalado junto a su joven mdico, John William Polidori, en Villa Diodati, a orillas del lago Lemn, cerca de Gi-nebra . Aquel fue un verano fundamental para el destino de Mary Shelley . Segn sus palabras, fue el momento en el que por primera vez sal de la infancia a la vida . Ella misma nos cuenta cmo discurran aquellos das:
Al principio, pasbamos agradablemente las horas en el lago, o paseando por sus orillas. [] Pero el verano result hmedo y desapacible, y la lluvia incesante nos reclua con frecuencia en la casa durante das. Algunos volmenes de cuentos de fantasmas, traducidos del alemn al francs, ca-yeron en nuestras manos. []
Vamos a escribir un cuento de fantasmas cada uno dijo Lord Byron; y aceptamos la proposicin.
Byron y Shelley comenzaron sendos relatos, pero ninguno de los dos poetas culmin ninguna obra que tuviera su origen en aquel juego literario . S lo hizo Mary Shelley, quien hasta la fecha se haba limitado a escribir cuentos infantiles sin grandes pretensiones literarias .
Me puse a pensar en un cuento, un cuento que rivaliza-se con aquellos que nos haban incitado a esta tarea, que hablase a los temores misteriosos de nuestra condicin y despertase un miedo estremecedor; un cuento que hiciese que el lector tuviera pnico de volver la cabeza, que helara
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Introduccin
la sangre y acelerase los latidos del corazn. [] Pens y le di vueltas en la cabeza intilmente.
Hasta que una noche, despus de una conversacin entre Byron y Shelley acerca de la posibilidad del descubrimiento del principio vital y, en consecuencia, de la posibilidad de dotar de vida a la materia inerte, Mary tuvo una visin:
Vi al plido estudiante de artes impas de rodillas junto al objeto que haba ensamblado. Vi el horrible espectro de un hombre tendido; y luego, por obra de un motor poderoso, le vi mostrar seales vitales, y agitarse con un torpe movi-miento de vida a medias. Deba ser espantoso; pues ex-traordinariamente espantoso sera el resultado de cualquier esfuerzo humano por imitar el formidable mecanismo del Creador del mundo. Su propio xito aterrorizara al autor; huira de su repugnante creacin horrorizado.
Al da siguiente, comenz a escribir una historia a partir de esta idea, con el propsito de componer un cuento corto .
Pero Shelley me anim para que desarrollase la idea con mayor extensin. Si no hubiera sido por su estmulo, ja-ms habra adoptado la forma en que se present.
Y as fue como, en 1818, vio la luz una novela fundamental en la historia de la literatura de terror y un personaje mtico en la cultura popular moderna, concebidos dos aos antes por una joven de dieciocho aos .
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Frankenstein o El moderno Prometeo
El moderno Prometeo
Pero Mary Shelley no quiso escribir un relato que aterrorizara al lector exclusivamente por la fealdad del monstruo ni por sus atroces crmenes . Aunque joven, Mary tena ideas propias so-bre el sentido de la vida humana y de las relaciones entre el hombre y la sociedad, pues desde nia haba escuchado las conversaciones que su padre mantena con importantes intelec-tuales de la poca y ello le haba permitido conseguir una sli-da, aunque no sistemtica, formacin humanstica .
Su terrorfica historia est cargada de simbolismos y de sig-nificaciones que invitan a la reflexin del lector sobre muchos aspectos de la condicin humana, algunos de plena actualidad en estos comienzos del siglo xxi, como pueden ser la clonacin, la ingeniera gentica o, en general, la responsabilidad del ser humano en un mundo en continua evolucin cientfica .
As pues, el terror de su relato procede, fundamentalmen-te, de la osada de un personaje que se atreve a intervenir en el orden de la naturaleza y a inmiscuirse en los misteriosos se-cretos de la creacin de la vida . Por esta razn, nuestra autora no le dio el protagonismo absoluto al monstruo, sino que le hizo compartirlo, por lo menos, con su creador, el joven estu-diante e investigador Victor1 Frankenstein, cuyo apellido sirve de ttulo a la obra . El monstruo, de hecho, permanece sin nom-bre a lo largo de la novela, y solo las versiones cinematogrfi-cas posteriores fueron las que lo bautizaran con el nombre de su creador .
En realidad, el ttulo completo de la obra es Frankenstein o el moderno Prometeo, con el que se identifica al personaje (al
1 Victor: Los nombres propios de los personajes de la novela se mantienen en ingls; en este caso, sin tilde .
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Introduccin
hombre, no al monstruo, insistimos) con la figura mitolgica de Prometeo, descrita por Ovidio en sus Metamorfosis:
Pero se echaba en falta un ser ms noble, ms dotado de espritu, que dominara toda la creacin. Entonces naci el hombre. Prometeo lo model con sus manos, al mezclar tierra con agua de lluvia, y dio a su obra la forma de los dio-ses que todo lo gobiernan.
Ovidio, Metamorfosis, Adaptacin de Jos Cayetano Navarro, Clsicos a medida, Anaya.
Prometeo es un titn, un poderoso dios, que, segn unas versiones, crea al hombre, y segn otras, le aporta el fuego, en contra de la voluntad de Zeus, por lo que sufrir el castigo co-rrespondiente a su soberbia .
Victor Frankenstein es, pues, como Prometeo, un personaje que se rebela contra el orden de la naturaleza (un romntico, sin duda) y que, llevado por la soberbia de su ambicin cientfi-ca, se atreve a crear vida a partir de la materia inerte . Las horri-bles consecuencias de su experimento sobre l mismo, sobre su creacin, sobre sus seres queridos y, en general, sobre la humanidad constituyen el ncleo de los acontecimientos que se nos narran en esta apasionante y terrorfica novela, que nos in-vita, adems de a disfrutar de su argumento, a reflexionar sobre los lmites de la actuacin del ser humano .
Esta edicin
De acuerdo con las caractersticas generales de la coleccin Clsicos a medida, el texto que presentamos a continuacin
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Frankenstein o El moderno Prometeo
es una adaptacin dirigida a los jvenes lectores que se ha rea-lizado a partir de la edicin original inglesa de la novela de Mary Shelley . Se ha reducido, pues, el texto, suprimiendo o sinteti-zando algunos de sus episodios, pero se ha mantenido la fideli-dad al mismo, conservado la estructura, el estilo, los personajes y, sobre todo, la rica significacin de la novela .
Para esta adaptacin se ha seguido, fundamentalmente, como en la mayor parte de las ediciones modernas, la tercera edicin de la obra (1831), revisada en profundidad por la auto-ra, aunque para algunos episodios de la infancia del protagonis-ta se ha seguido la primera edicin (1818), con la finalidad de aportar mayor claridad a la hora de seguir el argumento .
Frankensteino El moderno Prometeo
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Carta 1
e alegrar saber que ninguna desgracia ha acompaado el comienzo de la aventura sobre la que t tuviste tan malos presentimientos. Llegu aqu ayer, y mi primera tarea es confir-
marte, mi querida hermana, mi bienestar y mi creciente confianza en el xito de mi proyecto.
Estoy ya muy al norte de Londres y, mientras ando por las ca-lles de Petersburgo, siento que acaricia mis mejillas una fra brisa nrdica que me tensa los nervios y me llena de placer. Entiendes esta sensacin? Esta brisa, que ha viajado desde las regiones hacia las que me dirijo, me proporciona un anticipo de esos climas hela-dos. Inspirados por este viento de esperanza, mis sueos se hacen ms fervientes e intensos.
Esta expedicin ha sido la ilusin favorita de mis aos jvenes. He ledo con pasin los acontecimientos de los diversos viajes que se han hecho, con la intencin de llegar al ocano Pacfico Norte, a travs de los mares que rodean el Polo. Recordars que la bibliote-
T
A la Sra. Saville, Inglaterra
San Petersburgo, 11 de diciembre de 17
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Frankenstein o El moderno Prometeo
ca de nuestro buen to Thomas se limitaba a una historia de todos los viajes de descubrimiento. Mi educacin fue un poco descuida-da, pero fui apasionadamente aficionado a la lectura. Esos vol-menes fueron mi objeto de estudio noche y da.
Seis aos han pasado desde que decid acometer esta aventura. Puedo, aun ahora, recordar el momento a partir del cual me en-tregu a esta grandiosa empresa. Empec por acostumbrar mi cuer-po a las privaciones. Acompa a los balleneros en varias expedi-ciones al Mar del Norte. Voluntariamente soport fro, hambre, sed y sueo. Con frecuencia trabajaba durante el da ms dura-mente que cualquier marinero y dedicaba las noches al estudio de las matemticas, de la teora de la medicina y de aquellas ramas de las ciencias fsicas de las que un aventurero del mar pudiera ex-traer la mayor utilidad prctica. En dos ocasiones me enrol como tripulante en un ballenero, y sal airoso. Debo reconocer que me sent orgulloso cuando el capitn, considerando muy valiosos mis servicios, me ofreci el segundo puesto en el barco y me rog, con mucha insistencia, que permaneciera con l.
As que, querida Margaret, no merezco realizar un gran pro-yecto? Mi vida podra haber transcurrido entre la comodidad y el lujo, pero yo he preferido la gloria a cualquier tentacin que la ri-queza colocara a mi paso.
Esta es la poca ms favorable para viajar por Rusia. El fro no es extremado si vas envuelto en pieles. Partir hacia la ciudad de Arkangel 1 dentro de dos o tres semanas; mi intencin es alquilar all un barco, lo que puede hacerse fcilmente pagando el seguro al propietario, y contratar, entre los que estn acostumbrados a la pesca de la ballena, todos los marineros que considere necesarios.
1 Arkangel: ciudad al norte de Rusia, en la parte prxima a Europa, a orillas del Mar Blanco . Fundada en el siglo xvi, fue y sigue siendo uno de los puertos ms importan-tes de Rusia .
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Carta 1
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Frankenstein o El moderno Prometeo
No pretendo hacerme a la mar hasta el mes de junio. Cundo vol-ver? Ah, querida hermana, cmo puedo responder a esa pregunta? Si tengo xito, pasarn muchos, muchos meses, quizs aos, antes de que podamos encontrarnos. Si fracaso, me vers de nuevo pronto, o ya nunca. Adis, mi querida, mi maravillosa Margaret. Que el cielo derrame sus bendiciones sobre ti, y me proteja a m para poder de-clarar una y otra vez mi gratitud por todo tu amor y bondad.
Tu afectuoso hermano,Robert Walton
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Carta 2
u despacio pasa aqu el tiempo, rodeado como estoy por el hielo y la nieve! Sin embargo, he dado un segundo paso hacia la realizacin de mi empresa. He alquilado un barco y estoy ocu-
pado en reunir a mis marineros; los que ya he contratado parecen ser hombres en los que puedo confiar y que poseen, sin duda, un valor invencible.
Pero tengo un deseo que an no he podido satisfacer y esa falta la siento ahora como un gravsimo mal: no tengo ningn amigo, Margaret. Cuando el entusiasmo del xito inflame mi corazn, no habr nadie que comparta mi alegra; si la decepcin me asalta, nadie se esforzar por apoyarme en el desaliento. Puedo confiar mis pensamientos al papel, es cierto, pero ese es un pobre medio para la comunicacin de los sentimientos.
Deseo la compaa de un hombre que pueda congeniar conmi-go, cuyos ojos puedan responder a los mos. Me puedes llamar ro-mntico, querida hermana, pero siento profundamente la necesi-
A la Sra. Saville, Inglaterra
Arkangel, 28 de marzo de 17
Q
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Frankenstein o El moderno Prometeo
dad de un amigo. No tengo a nadie cerca que, a la vez que valiente, sea caballeroso, que posea una mente cultivada y despeja-da, cuyos gustos sean como los mos, para aprobar o enmendar mis planes. Cmo podra reparar un amigo as las faltas de tu pobre hermano! Soy demasiado apasionado en la ejecucin y demasiado impaciente en las dificultades. Pero todava es peor para m el he-cho de ser autodidacta: durante los primeros catorce aos de mi vida corr salvaje por los campos y no le otra cosa que los libros de viajes del to Thomas. A esa edad me familiaric con los poetas c-
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Carta 2
lebres de nuestro pas, pero solo me di cuenta de la necesidad de conocer otras lenguas adems de la propia cuando ya no estaba en mis manos recibir los mximos beneficios de esa conviccin. Ahora tengo veintiocho aos y soy ms inculto que muchos escolares de quince. Es verdad que he reflexionado ms y que mis ilusiones son ms ambiciosas y grandiosas, pero necesitan, como dicen los pinto-res, equilibrio.
Bueno, intiles son estas lamentaciones. S que no voy a encon-trar ningn amigo en el espacioso ocano, ni siquiera aqu en
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Frankenstein o El moderno Prometeo
Arkangel, entre comerciantes y marineros. Pero no pienses que, porque me queje un poco o porque crea que nunca llegar a cono-cer el consuelo para mi tristeza, estoy titubeando en mi decisin. Esta es tan firme como el destino, y mi viaje est nicamente apla-zado por ahora, hasta que el tiempo nos permita zarpar.
No puedo describirte las sensaciones que me produce la cercana perspectiva de mi aventura. Es imposible transmitirte una idea de la sensacin de estremecimiento, mitad placer y mitad temor, con la que me dispongo a partir. Nos encontraremos de nuevo, despus de haber atravesado mares inmensos y haber rodeado los cabos ms meridionales de frica o Amrica? No me atrevo a esperar tal xi-to, aunque tampoco soporto la idea del fracaso. Sigue escribindome siempre que puedas: es posible que reciba tus cartas en las ocasiones en que ms las necesite para fortalecer mi espritu. Te quiero con todo mi cario. Recurdame con afecto si no vuelves a saber de m.
Tu afectuoso hermano,Robert Walton