Filosofia de Emmanuel Mounier2

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    EMMANUEL MOUNIER (ll)

    ANTONIO RUIZ

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    Edicin para uso interno del l. E.M.Primera edicin: Noviembre de 1990INSTITUTO EMMANUEL MOUNIERC/ Melilla 10, BE D28005-MADRID

    INDICE

    INTRODUCCIN..................................................................................... 51. EL HOMBRE MOUNIER.................... ................ ... ...... ......................... 7

    1 1 . Autorretrato.......... .................... .................... .................... ................ 71.2.- Ser joven.......................................................................................... a1.3.- Dolor por la muerte de un amigo..................................................... a1.4.- El valor del obstculo.... .................. .................. .................. ............. 91.5.- La persecucin del justo.................................................................. 151.6.- Experiencia religiosa........................................................................ 151 7.- El evangelio de los pobres . . . . . 171.8.- Optar por la pobreza........................................................................ 181.9.- Inteligencia y fe................................................................................ 19

    1.1 0.- La profundidad del universo ....................... ......................... ............ 191.11.- Amistad............................................................................................ 201.12.- Descubrir los repliegues del amor.................................................... 201.13.- Un nio entre los hombres.......... ................... ................... ............... 201.14.-. El amor multiplica el amor................................................................ 211.15.- El amor no es un notario.................................................................. 211.16.- Amor y libertad .................... . ............................ .............................. 211.17.- Buscar el centro de nosotros mismos..... ............... ............... ........... 221.18.- Convencer al milagro....................................................................... 221.19.- Nuestros amigos no creyentes......................................................... 22

    2.- LA REVOLUCION NECESARIA....... ... . . . . ..... .... ..... .. . . .. ....... .. ... . 252.1.- La expropiacin del individualismo.................................................. 252.2.- El humanismo reivindicador.... ....................... ....................... ........... 25

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    2.3.- El individualismo: metafsica de la soledad ...................................... 262.4.- El lenguaje sublimado del individualismo......................................... 262.5.- La revolucin personal..................................................................... 262.6.- Lo espiritual ;n la revolucin............................................................ 282.1.- Revolucin entre los revolucionarios................................................ 29

    3.- POR UNA CULTURA PERSONAUSTA ............................ .................... 313.1.- PacWismo......................................................................................... 313.2.- Cultura personallsta ......................................................................... 333.3.- Conocer a la persona....................................................................... 353.4.- Persona y comunidad...................................................................... 383.5.- Crear prjimo................................................................................... 413.6.- Hospitalidad..................................................................................... 413.7.- Generosidad-avaricia....................................................................... 423.8.- El juicio fraternal de la mirada del otro............................................. 453.9.- Aislamiento...................................................................................... 46

    3.10.- lndHerencia...................................................................................... 463.11.- Desconfianza................................................................................... 473.12.- Tristeza............................................................................................ 473.13.- Esperanza........................................................................................ 473.14.- El milagro del acto creador.............................................................. 483.15.- El afrontamiento............................................................................... 493.16.- El riesgo........................................................................................... 513.17.- Las razones de vivir......................................................................... 523.18.- El testimonio.................................................................................... 523.19.- La vocacin ..................................................................................... 533.20.- La libertad........................................................................................ 543.21.- Hombres de fidelidad e independencia........... .......................... ....... 553.22.- Persona y familia ................................. ........................... ................. 553.23.- Honrars padre y madre.................................................................. 56

    INTRODUCCIN

    Hacer una seleccin de textos es cometer una arbitrariedad Pasar por las tijerasdel propio gusto. a veces incluso del capricho, unos textos que nacieron para ser ledoscomo un todo es un crimen no menor que recortar de un cuadro una cabeza o arran-car as manos de una estatua. l autor de esta tropela espera que se considere comoatenuante la intencin.de que el lector, empicado por lo que aqu se le ofrece. se de-cida a acudir a los textos completos para captarlos en toda su frescura y originalidady no sometidos a las manas del que selecciona.Los textos aqu presentados tienen, a pesar de lo dicho. la pretensin de una cier-ta sistematicidad. El criterio que hemos seguido ha sido ofrecer los rasgos que permi-tan esbozar un perfil de la personalidad espiritual de Emmanuel Mounier A pesar dehaber vivido slo 45 aos. su figura posee una cierta complejidad. hombre de refle-xin. pero tambin organizador y activo en la tarea de la fundacin de la revista Es-prit" y en la animacin de los grupos del mismo nombre; hombre de cultura. pero conuna experiencia de fe que fascina a quien se acerca a los raros destellos que nos hadejado; de talante meditativo. pero empeado en hacer valer su vida por el compro-miso en favor de una nueva civilizacin; atento a lo mejor de la tradicin OCCidental.pero preocupado por descubrir los rasgos del hombre nuevo; hombre de actividadpblica. pero con un extraordinario cultivo de la amistad y la vida familiar. Por deba-jo de este mosaico. dando unidad al conjunto, est su personalidad. su manera irre-petible de ser persona. Es eso lo que hemos buscado. teniendo en cuenta sus propiosescritos personales y su correspondencia, por un lado, y los textos que fueron escri-tos para su publicacin por otra. Ojal que el lector pueda hacerse una idea. aunquesea somera. de lo que fue el hombre E. Mounier y percibir la secreta fuerza que animsu vida y su obra.Slo nos queda hacer una observacin. Las pginas de los tomos 1, 11 y 111 se refie-ren a la edicin francesa. publicada en las Ed. du Seuil. en Pars. En cambio, las pgi-nas del tomo IV se refieren a la edicin espaola publicada en Ed. Sgueme, de Sala-manca. de cuya traduccin me encargu yo mismo. El tomo 111 est ya a la venta des-de Noviembre de 1990.

    Antonio Rulz

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    1.- EL HOMBRE MOUNIER

    1.1- Autorretrato

    "Yo soy un montas. Una maana -sera maravillosa por todas las convergenciasy as sorpresas que la habrn hecho amanecer- os llevar a un verdadero lago de mon-taa, cuando las rocas son una muralla de acero de las que cuelga la noche y cuan-do hacia el Poniente est ya el terciopelo y a animacin tibia de un rostro viviente. Yaveris: ni una arruga en la superficie, una n ~ l d e z inhumana, pero el torrente ruge enel fondo y, si miris bien, en esta superficie no hay metal, ni espejo, sino la fina piel deun ojo hmedo.SI no fuera demasiado bello -y, por tanto, un poco pretencioso por mi parte el es-tablecer la similttud-, os dira que soy un poco deaquel agua. El ms Inseguro por tem-peramento, el ms salvaje de gustos, soy, en resumidas cuentas, espontneo, y he-cho para la contemplacin distrada del cielo y de la tierra ms que para los arranquesy los dogmatismos. Pero una linfa a a que no agra ninguna lrrttacln, un linftico sen-tado en una butaca, una piel que no sabe moverse desde los ojos al mentn, desde laboca a las orejas, y, sobre todo, un aspecto de estar poniendo siempre orden (mi es-crttorlo aparte: en esto es la naturaleza la que asoma). Ya os digo, un caleidoscopio:agttadlo en todos los sentidos, siempre se producen figuras geomtricas .. Por aqudebis rodear si queris llegar a Mounier, no el Mounier famoso, el Mounier que es unpobre hombre como cada cual, sino sencillamente Mounier o, mejor, Emmanuel, y noel jefe de seccin del personalismo.

    -Ah!, al Mounier ordenador no lo aborrezco completamente: s, es la luz lo que legusta y no el reglamento: ya sabis, la luz es la mirada y, qu es lo que puede pedirayuda como la mirada?, pero, en deflnttlva ese Mounier me molesta con sus gestoscorrectos y, si queris que os confiese un crimen, os dir que paso el tiempo ase-sinndolo en la sombra. No quiero conservar ms que su mirada clara sobre un co-razn que los hombres me darn .." (1936, IV, 463-464)."lo que yo esperaba de la vida era encontrar personas .. y saba bien lo que estoquera decir: encontrar el sufrimiento. Siendo nio, de los doce a los veinte aos, yosoaba con lo que suean todos los nios por la noche antes de dormirse, o cuando

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    en los caminos se llena uno de aire, de futuro y de esas canelones interiores. Ahorabien, siempre era en el sufrimiento, me acuerdo muy bien: un accidente, una enferme-dad, un duelo, cuyo encuentro me imaginaba. Esto no disminua de ninguna manerala juventud, el frescor; por el contrario, me pareca que yo no poda figurarme la alegrams que compartiendo el sufrimiento. No se trataba en absoluto de historias de caballeras; slo encontraba gusto por lo real en medio de estas circunstancias. El da, enel momento de los ojos abiertos en que los sueos se retiran, era parecido .." (A Paulette Leclercq, su futura esposa, 1 de septiembre de 1933, IV, 467).

    1.2 Se r joven"Bergson ha dicho que el arte era una manera virginal de pensar y de obrar. Inclu-so de mantener en sf mismo la l l a m ~ a . la pequea fuente que canta; una Ilumina y caldea nuestar vida interior, la otra le da su frescor y su limpieza, su espontaneidad; sersiempre ofensivo, agresivo con frecuencia ante la vida, abierto para recibir, compren-der, simpatizar, tenso para irradiar y darse, generoso, es decir, sobreabundante eneste doble movimiento de enriquecimiento y de expansin; en una palabra, crear siem-pre, en s o fuera de s, es el secreto de la juventud perpetua. La juventud, en este ca-so. se desarrolla con los aos, que le aportan una p l e n ~ u d cada vez ms rica. Y selle-ga al umbral, a los ochenta y siete aos, como el f'. Pouget, amigo e inspirador deChevalier, o como su otro amigo, lord Halffax, con un frescor de alma que no conocennuestros veintic inco aos balbucientes y ~ u b e a n t e s , o como James: "No, no puedomorir, pues empiezo a sentirme capaz slo de vivir''.Esto no es filosofa .. o bien es la mejor filosofa, la que parte de las reglas ocultasdel alma donde se acurrucan, reconciliados, la verdadera inteligencia y el amor .." (Asu hermana, Madeleine Mounier, 26 de noviembre de 1926, IV, 475).

    1.3. Dolor po r la muerte de un amigo" ..Acabo de pasar dos horas con el amigo parisino de Georges. Hemos velto aleer algunas de sus cartas en las que se expansiona con esa mezcla de travesura y de

    pesimismo profundo que le haca ser l mismo, con su visin dolorosa y apasionadade la vida .. Esta conversacin, este pasado removido, todas estas cosas palpttantesde vida se iluminaban en el fondo de un pequeo caf de la calle Gay-Lussac, en me-dio de unas personas annimas cuyo cerebro est relleno de algunos billetes, una barra de labios, el bridge de la tarde o el ligue del da siguiente. Cuanto ms se vive, mscerca de Pascal se vive: esta inquietud divina de las almas Insatisfechas, slo cuentaesto. Oh, los esprttus l i m ~ a d o s , las personas sentadas en una ctedra, en la tribuna,en sus butacas, las personas satisfechas, los inteligentes, los u-ni-ver-si-ta-rios .. ! Yaves, es necesario a cualquier precio que hagamos algo por nuestra vida. No lo que los

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    dems ven y admiran, sino la proeza que consiste en Imprimir el infintto en ella" (A suhermana, Madeleine Mounier, 12 de enero de 1928, IV, 486)." .. Se me olvidaba decirle, creo, que la tarde en que lo amortaj fui a escuchar LasBienaventuranzas de Csar Franck, mientras que cualquier otro espectculo mehabra resultado Insoportable .. Fui al concierto como a una plegarla. Decirle lo quesentf y comprend en tres horas de tiempo me resultara Imposible. Como en un xtasis, con el alma desnuda como estaba aquella tarde, sent pasar todo el problema hu-mano; tuve, se lo digo sin rodeos, como una alucinacin de lo divino. El P. Franck me

    haba transmttido lo que l haba ido a arrancar ms all de las estrellas.Qu cierto es que el sufrimiento nos abre los caminos de Dios. A pesar de lo Irre-parable, estos das son de los ms ricos; por adelantado, se los rechazarla; despusno se querra haber dejado de vivirlos .." (A Jacques Chevaller, 25 de enero de 1928,IV, 486-487).

    1.4. El valor de l obstculo" ..Algunos das sabemos ser felices de una manera Inconsciente y pueril: pero nosomos de los que esperan la felicidad de los aconteclmlenios, como una receta; estono es un sacrificio muy grande, pues sabemos muy bien que la felicidad no bast pa-ra ser felices.Un da u otro hay que aceptar o querer la conversin que tenemos que hacer no-sotros, los cristianos heredttarios, de manera ms violenta que cualquier otro; o acep-tar el prejuicio de la indiferencia, de descargarnos en cualquier momento del peso denosotros mismos, de esa exigencia obsesiva siempre herida que busca por todas par-tes un motivo siempre rechazado, y ser feliz con todos los hallazgos de la vida en nues-tra suerte, hasta llegar a las incmodas fecundidades del sufrimiento, porque la vidasobrenatural florecer cuando nosotros la aceptemos en solttario; o consentir con unpequeo cristianismo de apaos y decepciones en el que nosotros nos embrollaremospiadosamente en nuestros propios brincos.Comprende que no se trata de austeridad en mi discurso, sino de sustituir una orien-tacin del alma por otra hasta en la alegra. Hay mucho que corregir en cualquier vida, en la ma tanto como encualquier otra, y no nos quedamos fijos en un lugar ms

    que en la medida en que consentimos con ello. Si los acontecimientos que preparo seresisten(!), estoy dispuesto a sacar tanto provecho de un exilio perpetuo en un pe-queo instttuto de provincias como de una sttuacin expuesta y activa; estoy dispues-to a guardar el tesoro aunque sea a travs de las monotonas y las tristezas transfigu-radas. Pguy deca que la desesperacin es el gran pecado porque la desesperacin

    (1) Se refiere a la fundacin de la revista Esprit.

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    es la negativa a sacar partido de las fecundidades del infortunio .." (A su hermana Ma-deleine Mounier, 17 de abril de 1931, IV, 542)." .. La angustia se vale de nosostros a veces: ya te he contado. Hay momentos enque hasta los santos dudan de todo. de su amor y de Dios. Ninguna luz se entrega sinasta noche, Cristo ha cargado en una sola noche de angustias y de dudas ("Padre,por qu me has abandonado?") todas nuestras noches oscuras .....No sees decididamente grande .. hasta que la vida no te ha puesto en la pruebade negarte rotundamente y sin apelacin algo que deseabas con todas tus ganas .."

    (A Paulette Leclercq, su futura esposa, 3 de enero de 1934, IV, 617)." .. Hay que transformar en alegra todo lo que la fortuna nos niega. Chatenay (2)era quizs una tentacin de fortuna; yo quisiera sobre todo que tengas el mnimo decalma para poder ser sufrimiento en el sufrimiento, esperanza en la esperanza .. Va-mos a inventar una nueva clase de presencia en la inseguridad total, tan prxima a laque ha sido nuestra durante meses. Todo esto ser ms fcil de lo que se piensa enel transcurso de los das. No estbamos hechos para momentos fciles, eso es todo.Pero es necesario que juntos hagamos hermosos los momentos que nos sean dados.Hace poco, al marchar por el camino. he intentado hacer cantar mi corazn. No meha costado mucho. Me bastaba con pensar .. que cualquier sufrimiento integrado enCristo pierde su desesperanza y su misma fealdad ..." (A Paulene Mounier, su esposa,4 de septiembre de 1939, IV, 721).: -" .. Todo es posible con los datos que tengamos. Por un lado, la fe me parece co-mo el universo donde no hay catstrofes. Hay desgarros y tristezas, pero nada quepueda producirnos angustia, impotencia o abandono total. Y adems sabemos quecada prueba no es algo negativo (Chatenay no ser realidad, Francisca no ser nor-mal, etc.), sino un anticipo de Cristo, que nos pide dulcemente: "Quieres llegar a serun poco ms, quieres aprender un poco ms lo que es el amor, al que la felicidad apar-ta?". Con todo mi corazn, con todo nuestro corazn, espero que Francisca sea lo quenos gustara que fuera, pero si Dios quisiera otra cosa, no estoy seguro de que no en-contraramos una alegra espiritual mayor hacindola caminar por caminos oscurosque haciendo de ella una mujercita corriente .. (A Paulette Mounier, su esposa, 6 deoctubre de 1939, IV, 730)." .. Me siento profundamente tranquilo y confiado ante la recada de la nia. No te-mas contrmelo todo.Las seis y media. Acabo de llegar a mi habitacin. Al subir en la penumbra, pensa-ba en nuestras pruebas. Qu poco y qu mal realizamos asta situacin cristiana: Via-tor, caminante. El que avanza slo con vistas a un fin y slo vive por el fin despreciatodas las pequeas molestias del viaje porque al final encontrar su fin, los suyos, su

    (2) Mounier acaba de ser movilizado, lo que le obliga a renunciar a un sueo acariciadolargamente: la fundacin en Chatenay de un lugar de convivencia de varios matrimonios.Por otro lado, ha dejado atrs a su primera hija afectada por una enfermedad grave ei n c u r a b ~ . que la mantendr en un coma profundo hasta su muerte unos aos despus.

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    obra. Yo intentaba volver a encontrar en las vivencias adolescentes, completamenteorientadas hacia lo imprevisible, el universo en que Francisca es la nia que posee-mos con toda nuestra alma en el paraso (y qu importa si su sueo total se prolongaun poco ms o un poco menos). el universo en que debemos vivir nosotros, que per-sigue la eternidad y es presencia de Cristo, en el que todas nuestras decepcionas deltiempo volveran inmediatamente a su sitio y todos los sufrimientos se transformaraninmediatamente en ofrendas de alegra. Hacemos el ensayo a pequeos pasos. Slonos queda ser cristianos a cuerpo descubierto, si no queremos zozobrar con todo .."(A Paulette Mounier. su esposa. 17 de octubre de 1939, IV, 732)."Para nuestros proyectos, existe el tiempo perdido: yo no recuperar nunca esteretraso, no acabar jams este libro, etc . etc. Para la fe y el abandono no hy mstiempo perdido que el tiempo que yo pierdo porque le opongo ciertas negativas Inte-riores (yo querra para t Chatenay, yo querra para t una Francisca sonriente, yoquerra para t que no hubiera ningn despacho militar, yo querra para t etc., etc.).El menor desgarro que nosotros pongamos sin elocuencia vana, para fecundarlo, eneste Inmenso crisol del Monte de los Olivos donde han venido a arremolinarse todoslos sufrimientos ofrecidos del mundo (y hay sin duda ms de uno mal ofrecido), la me-nor molestia que nosotros soportemos en comunin con los que llevan algo parecido,todo lo que ofrecemos a la esperanza nos traer das ms. plenos que muchas situa-ciones que nosotros hemos soado. El hecho de que no siempre sintamos su graciaforma parte de su destino de momentos cristianos, que exigen su parte de tristeza yde desolacin .. (A Paulene Mounier. su esposa, 1O de noviembre de 1939, IV, 734735).

    "Bueno. La opinin de un mdico es la opinin de un mdico, ya lo s. Y existenmilagros secretos. Pero cuando rechazamos cada da el milagro de la santidad, elca que depende de nosotros. cmo podemos pedir milagros gratuitos? Indudable-mente, es necesario que participemos de la permanencia de la Pasin en el tiempo,en los hombres con los que me cruzo en la calle, en los burcratas de mi alrededorque me exasperan y en esta mediocridad que deja instalarse en m por otra cosa queno sean artculos o "impulsos generosos". Yo no s por quin trabaja esta carita po-bre y oscurecida, esta herida en nuestro costado que durar quizs aos y aos .." (AJromine Martinaggi, 3 de marzo de 1940, IV. 751 . 752)." ..El itlmo estado de Francisca ha creado una gran tristeza profunda que sealarindudablemente el fin de mi juventud emprica. Pero la indesarraigable esperanza seagarra a sus ltimos asideros y yo tengo la suerte de establecerme rpidamente en es-te estado. en el que uno se pregunta qu parte tiene el habitus cristiano, qu parte tie-ne la costumbre sin ms y qu parte el temperamento. Y me inunda dulcemente unanueva, una inmensa ternura hacia una nia herida, cuya imagen escondida sera nues-tra espera humana ms hermosa para el ms all del tiempo .." (A Paul Frasse, 8 demarzo de 1940, IV, 752)." ..Qu sentido tendra todo esto si nuestra muchachita no fuera ms que un peda-zo de carne hundido no se sabe dnde, un poco de vida accidentada y no esta blan-ca hostia que nos sobrepasa a todos, una infinitud de misterio y amor que nos des-

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    lumbraria silo viramos cara a cara; si cada golpe ms duro no fuera una nueva ele-vacin, que es una nueva cuestin de amor cuando nuestro corazn empieza a estaracostumbrado y adaptado al golpe precedente. Oyes la pobre vocecita suplicante detodos los nios mrtires del mundo y el pesar por haber perdido la Infancia en el co-razn de millones de hombres que nos piden como un pobre a la vera del camino:"Decldnos, vosotros que tenis amor y las manos llenas de luz, vosotros queris dartambin esto por nosotros".SI no hacemos ms que sufrir -experimentar, aguantar, soportar, no resistiremosy fallaremos a lo que se nos ha pedido. De la maana a la tarde, no pensemos en es-te mal como algo que se nos quita, sino como algo que damos, para no desmerecerde este pequeo Cristo que est en medio de nosotros, para no dejarle solo en el tra-bajo con Cristo ..... No quiero que perdamos estos das porque olvidaremos tomarlos por l o que son:das llenos de una gracia desconocida .." (A Paulette Mounler, su esposa, 20 de mar-zo de 1940, IV, 752-753)." ..Siento Igual que t un gran cansancio y una gran calma a la vez, siento que loreal,lo positivo, es la calma, el amor de nuestra pequea hija que la desborda, que sa-le de ella, vuelve sobre ella y nos transforma con ella; y siento que el cansancio se de-be solamente a que el cuerpo es muy frgil para esta luz y para todo lo que haba ennosotros de habituado, de "posesivo", :on nuestra nia que se rompe lentamente pa-

    ra un amor ms hermoso .....Slo nos queda ser lo ms fuertes que podamos con la plegaria, el amor, el aban-dono y la voluntad de mantener la alegra profunda del corazn .." (A Paulette Mou-nier, su esposa, 11 de abril de 1940, IV, 753)." ..Nos encontramos en la misma encrucijada, como pobres nios, tan dbiles co-mo siempre, con las piernas cansadas y el corazn fatigado y lloroso. Y a misma ma-no se pone sobre nuestro hombro, nos muestra toda la desgracia humana. todos losdesgarros de los hombres, los que odian, los que matan, los que hacen muecas Y losque son odiados, los que son matados, los que son deformados por la vida y toda ladureza de los propietarios-, y despus nos muestra a esta nia totalmente llena denuestras Imgenes sobre el futuro. Y esta mano no nos dice si nos la tomar o si nosla devolver, pero, al dejarnos en la incertidumbre, nos dice: "Dad nos a es1a nia porellos". Y dulcemente, juntos, corazn con corazn, sin saber si Ella guardar o nos la

    devolver, vamos a drsela a El. Porque nuestras pobres manos dbiles y pecadorasno son suficientes para tenerla y porque slo si la hemos puesto en sus manos tene-mos alguna posibilidad de encontrarla de nuevo, estamos seguros en cualquier casode que lo que ocurra a partir de ahora ser bueno.As ocurre, ahora estamos en nuestra verdadera situacin de cristianos.Es muy hermoso ser cristianos por la fuerza y la alegra que esto da al corazn, porla transfiguracin del amor, de la amistad, de las horas y de la muerte. Y despus, seolvida la cruz y la noche de los Olivos .." (A Paulette Mounier, su esposa. 12 de abrilde 1940, IV, 754).

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    " ..Todos nuestros deseos de nio resisten, se desgarran, duelen: pero hay que de-cir con mucha claridad cun fuertemente sentimos esos das en que entramos en nues-tra condicin de hombres, con el sufrimiento transfigurado (el otro es feo, no es aqul) ...Uno de mis recuerdos ms extraordinarios es el rostro con el que un da me anunciX .. la muerte de su hijo, de la que se haba enterado haca dos horas. Una especie dealegra soberana sobre una conmocin total, pero que haba dejado de ser conmo-cin, un rostro real y de simplicidad, de una simplicidad de nio pequeo. Ningunapalabra sobre la alegra del sufrimiento cristiano har comprenderla como haber vis-to una vez un rostro tal en un punto culminante de su destino. Pase lo que pase, stees el milagro que nosotros podemos hacer por nuestra pequea, para merecer el mi-lagro que vendr de todas formas puesto que lo pedimos con buena voluntad, sea elmilagro visible de la curacin o el milagro invisible por el sacrWiclo de una fuente Infi-nita de gracia cuyas maravillas conoceremos un da. Nada se parece ms a Cristo quela Inocencia sufriente .. (A Paulette Mounier, su esposa, 16 de abril de 1940, IV, 754-755)." ..Mira cmo nos quieren. "lira la carta que me manda el bueno de Perroux. Yo leha escrito especialmente porque guarda una gran fidelidad a san Francisco (su patrn)y un corazn desbordante de generosidad.Lourdes? Lourdes? Estoy obsesionado con este nombre desde hace tres das.Tener el corazn lo suficientemente sencillo para ponerse en comunin con todos losque han credo en Lourdes. Si estuviera en la vida civil, creo que hara una locura yque la llevara a Lourdes para no razonar sobre ello, sin exigir el milagro material, si-no para ponerme en la fila y conocer en cualquier caso la alegra de ganar una niasiempre enferma, la alegra de haber credo en la gratuidad de la gracia de Dios (y noen su automatismo teraputico), la alegra de saber que no se niega el milagro a quienlo recibe por adelantado bajo sus formas crucWicantes, Incluso quizs en un plazo ..Sabes que Touchard tiene razn: Francisca est all ms presente que una nia en-cantadora y normal..." (A Paulette Mounier, su esposa, 17 de abril de 1940,IV, 755).

    " ..No hay nada que decir, sino que estemos ms fuertemente que nunca unos conotros. Vivimos contigo todos los minutos, ya lo sabes .. La suerte de Francisca no esya un trueno en las esperanzas de verano, sino un eslabn fraternal de la gran des-gracia humana, sin la cual estaramos un poco a la zaga . " (A Jacques Lefrancq, 11de mayo de 1940, IV, 756)."Presencia de Francisca. Historia de nuestra pequea Francisca que parece desli-zarse por das sin historia.El primer aprendizaje fue superar la psicologa de la desgracia. Este milagro quese rompi un da, esta promesa sobre la que se cerr la ligera puerta de una sonrisatronchada, de una mirada distrada y de una mano sin proyectos, no, no es posibleque sea un azar, un accidente. "Le ha sobrevenido una gran desgracia": alguien ha ve-nido, era grande y no es una desgracia. No nos hemos echado sermones. No habams que guardar silencio ante este joven misterio que poco a poco nos ha Invadidocon su alegria. Me acuerdo de mis llegadas con permiso a Dreux. a Arcachon, con quangustia la ltima.. Senta acercarme a esta cuna sin voz como a un altar, como a

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    algn lugar sagrado donde Dios hablaba como por un signo. Una tristeza penetrantey profunda; profunda, pero ligera y transfigurada. Y alrededor de ella, una adoracin,no tengo otra palabra. Con toda seguridad, nunca he conocido de forma tan intensael estado de plegaria como cuando mi mano le deca cosas a esta frente que no res-ponda nada, cuando mis ojos se arriesgaban hacia esta mirada distrada, que lleva-ba lejos, lejos por detrs de m, no s que acto emparentado con la mirada, un actoque miraba mejor que la mirada. Misterio que slo puede ser de bondad; me atrevera decir: una gracia demasiado grave, una hostia viva entre nosotros, muda como lahostia, resplandeciente como ella. Estos ltimos das lea a Bremond. Si toda plegariaverdadera se fundamenta en la muerte de las potencias, sensibles, intelectuales y vo-luntarias, si la fina punta del alma del nio bautizado, como escribe no s qu autorespirttual, es puesta en el instante del bautismo en comercio directo con la vida d i v ~na, qu esplendores se ocultan en este pequeo ser que no sabe expresar nada a loshombres? Le hemos deseado durante muchos meses que se marchara si tuviera quequedarse as. No es esto sentimentalismo burgus? Qu quiere decir para ella "serinfeliz"? Quin puede decir que ella lo es? Quin sabe si no se nos ha pedido queguardemos y adoremos una hostia entre nosotros, sin olvidar la presencia divina ba-jo una pobre materia ciega? Mi pequea Francisca, t eres para m la imagen de la le.Aqu abajo la conoceris en enigma y como en un espejo ..

    ...En esta historia, nuestra "desgracia" adquira un aspecto de evidencia, una fami-liaridad aseguradora o, mejor, no es sta la palabra, una familiaridad comprometedo-ra: una llamada que no denotaba ya fatalidad. Ueg la guerra y aneg nuestra desgracia en la gran calamidad comn. As sumer-gida, el peso se ha hecho ms ligero. La guerra ha deparado a P. los momentos msatroces de soledad y angustia en septiembre y en abril. Pero, a pesar de estos mo-mentos, esa guerra ha acabado de curarnos de la enfermedad de Francisca. TantosInocentes desgarrados, tantas inocencias pisoteadas; esta nia inmolada da a daconstttua quizs nuestra presencia en el horror del momento. No se puede solamen-te escribir libros. Es preciso que la vida nos arranque peridicamente de la estafa delpensamiento, el pensamiento que vive sobre los actos y los mrttos del otro.

    Ahora que la amenaza de abril se ha alejado, ahora que parece que debemos con-tinuar juntos, Francisca, hija ma, sentimos que una nueva historia interviene en nues-. _____tro dilogo: resistirnos a as formas fciles de la paz firmada con el destino, seguir sien-do tu padre y tu madre, no abandonarte a nuestra resignacin, no acostumbrarnos atu ausencia, a tu milagro; darte tu pan cotidiano de amor y de presencia, proseguir laplegaria que eres t, reavivar nuestra herida, puesto que esta herida es la puerta de lapresencia, permanecer contigo.Quizs sea necesario que nos envidien esta paternidad tttubeante, este dilogo inex-presado, ms hermoso que los juegos habttuales" (ConversacionesX, 28 de agosto det940, IV, 763-764)."No es por su aspecto depresivo y por su fealdad, como se indignan algunos este-las, por lo que el sufrimiento es un ingrediente esencial y como un revelador de la vi-da personal. Es porque resulta inseparable de las opciones exigentes en materias sun-

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    tuosas, inseparable de la grandeza. Tambin porque nos orienta hacia la interioridad,mientras que la sensacin o el conocimiento nos arrojan fuera de nosotros. "El hom-bre tiene rincones de su pobre corazn que no existen todava, escribe Bloy, y dondeel dolor entra para que existan". Y tambin no conocemos ms que aquello por lo quesufrimos de alguna manera. Querer eliminar el sufrimiento de este mundo equivale aquerer suprimir el hombre y la civilizacin. Se comprende bastante bien que sea steel sueo de algunos hombres que sufren demasiado. Pero, framente, slo los espri-tus enteramente vacos de experiencia espiritual pueden pensarlo" (Tratado, 11, 564).

    1-5.- La persecucin de/justo"Yo no he violado los artculos "n" y "n" de las leyes que prohiben la d ~ u s i n de es-crttos clandestinos y una accin de propaganda al servicio de una potencia extranje-ra tendente a afectar la moral de la poblacin civil y del ejrctto. Pero tomar hoy posi-cin contra los que abandona" su dignidad ante la fuerza, su pas a la tranquilidad ylo sagrado a lo prestigioso debe, en buena lgica, implicar consecuencias. En todaEuropa el precio sera la prisin y la muerte y nosotros, no escribiramos ms queartculos y slo pagaramos con palabras? Cierta justicia perspicaz se manifiesta atravs de una acusacin falsa. Y es en esta comunidad de dolor en la que Europa que-ma sus errores y sus crmenes en la que hay que sttuar este pequeo incidente perso-

    nal para darle alguna grandeza. El cristiano haba llegado a ser un hombre que no ibaya a prisin. La contrasea de los hombres que vinieron a hacer pesquisas era "Segu-ridad general". Seguridad general sobre los egosmos y los miedos; sobre los benefi-cios y los apaos, sobre la envidia y la plida avaricia, seguridad general, sofocamien-to de todas las inquietudes personales. El cristiano se haba instalado en la seguridadgeneral. Era bueno lo que no perturbaba los rttos, malo lo que introduca una pizca deinquietud, tuera para mal o para bien. Cuando se ha pasado diez aos de la juventudcorriendo sin gran riesgo por los caminos de la virtud de la inseguridad, por quhabra que quejarse uno de recibir una vistta un poco intempestiva de la seguridad ge-neral? Cuando el cristiano, sin que por esto ceda lo ms mnimo ante no s qu ar-casmo primttivo, considere que en perodo de trastorno la prisin es uno de sus luga-res naturales y no la abominacin de la desolacin familiar, el esprttu cristiano habrencontrado la posicin erguida .." (Cuaderno de prisin, 27 de enero de t942, IV, 826)."A un hombre le hace falta haber conocido la enfermedad, la desgracia o a prisin"(A sus padres, desde la prisin, 2 de febrero de t942, IV, 830)

    1.6.- Experiencia religiosa"Esta maana, en la misa de nueve y media de San Sulplclo, detrs del coro, he te-nido una efusin de alegra y de plegaria hasta llorar, como no haba sentido ningunadesde que estuve en Lourdes. La grandeza de este da, algo as como lo que yo pens

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    que sentira la maana de mi boda. Yo estaba all, de pie entre otros, en el eje del co-ro. Reposaba un destino sobre m? Una gracia simblica me haba puesto en la exac-ta sttuacln del cristiano. Yo no haba podido confesarme y deseaba con fuerza co-mulgar, pero tena el alma completamente disminuida y empaada de debilidad. Yosenta la adhesin de este destino fsico que est unido a mi vida: timidez, torpezas,moneras, todos los defectos del "alma delicada". Y mis pecados, los pecados lentose insulsos. Pero senta todo el esplendor que caa sobre mf. Del altar vena la luz delas vidrieras y la luz de la eucarista, que es verdaderamente la gloria de la maana; yla luz de la mirada del joven sacerdote, concienzudo y recogido en la lectura de susa; a mi espalda, despus del Sanctus, el coro y el rgano de la misa mayor que em-pezaba. S, era necesario ese da que yo fuera y me sintiera penitente y privado delconsuelo de la maana y que esta alegra que me arrancaba lgrimas naciera de uncorazn empaado que senta la !atta de transparencia que haba en l como si fueraun viejo vestido. Senta un fuerte deseo de rezar con una oracin de lo ms mecni-co. Quizs no he sentido nunca todava con un corazn agitado por la gracia p r e v ~niente la abundancia que puede traer la oracin; y nunca he sentido que el Ave em-pujaba el Ave, lo llamaba, lo deseaba Incluso, lo engendraba amorosamente y hacade cada uno un ser nuevo en el mundo. Esto formaba parte quizs del impulso amo-roso que ha hecho surgir los milagros del Padre.Dios mfo, si llegara a arrastrarnos algn deseo de gloria es necesario que se sepa,es necesario que los hombres nos vean como t mismo nos vers el da del juicio yque no multipliquemos el orgullo de nuestras vidas n la mentira de la posteridad. Esnecesario que se sepa por nuestro propio testimonio que ramos vulgares, pequeosentre los pequeos y ms pequeos que cualquiera de los que yo pueda nombrar al-rededor de m. Es necesario que se sepa que slo t has puesto alguna chispa en no-sotros y slo la has hecho brillar porque somos Indiferentes al amor infinito que t dasa cada uno, y que el azar es tu justicia.Es necesario que lo sepan por cosas concretas: tal persona ha hecho esto, tal otraha hecho aquello, todas las venganzas que nos hacen a los grandes pecadores, ven-ganzas que deberamos decir como si fuera un interrogatorio de hospital. SI las leye-ran, Incluso de estas palabras haran una virtud; que piensen en nuestra cobarda, enmi cobarda, en caso de no exponer aqu por m mismo el frrago de mis debilidadesy mis fattas. Ysi tienen la tentacin de disminuir an esta confesin, de atrlbulrfa a losescrpulos de una conciencia elevada, que estn informados sobre nuestra cobarda

    suprema: haber visto la santidad con los ojos interiores de ~ u e s t r a alma y no haberIdo a ella; y habernos evadido en la humildad y gemir en lugar de romper.Es necesario que sepan esto, pero tambin es necesario, Seor, que sepan que to-do lo dems es obra tuya, pues, con todo, tenemos la mirada clara y el alma recta yllevamos algo de t. Mi decisin de hace dos aos es la consecuencia de lo que t hasrealizado en m, a pesar mo y a veces con pequeos gestos mos, desde la maanade mi primera comunin. Ha sido y ser necesario callarse, pues los hombres te igno-ran Y temen. Pero quiero que.ni un solo da se pase sin que t progreses en m y sinque tu seas mi mayora en el fondo de mi corazn. Seor, quiero que ests de tal mo-

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    do presente en la tarea, que t mismo la rompas desde el interior si no est de acuer-do con tu voluntad.Seor, que mis palabras lleguen hasta t .." (Conversaciones VI, 9 de octubre de1932, IV, 571-572)."Me siento desgarrado por no poder dar un testimonio limpio de Cristo. Es una delas servidumbres de este mundo. Hme aqu tirado en plena calle, condenado al tra-bajo sucio y ruidoso, al trabajo duro de barrio, yo que he tenido toda mi vocacin in-terior enfocada hacia la vida eremtica, a a meditacin, a a llama interior. a a vida pri-vada y a la amistad. Que Dios sea honrado con esta impureza y purifique mi corazn

    de ella, pues l me ha situado en los nicos trabajos de los que yo era digno" (

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    ca, en la accin colectiva de un sector obrero. Hacindolo a a menor seal y de la for-ma qua usted crea mejor. Yo Insisto mucho en que encontremos juntos un medio deentrar en el sufrimiento y en las luchas de los trabajadores .. Aunque intentemos tra-bajar por la verdad y a justicia, no estaremos totalmente aliado de Cristo mientras notengamos roce con estos marginados a travs de un trabajo comn, al menos de vezen cuando. Al trabajar en Esprit, yo debera estar de algn modo cerca de usted si yofuera hasta el final. No se crea que al pedirle esto quiero pagar el diezmo de una bue-na conciencia; pero querra, junto con mi mujer, dar al menos un poco y prepararmepera el dia en que quizs los acontecimientos nos empujen a darlo todo .." (Al padreDepierre, 20 de marzo de 1950, IV, 941)."Una sociedad ms justa, hoy urgente, es para maana una facilidad dada a unmajar juego de las actividades humanas, con riesgos disminuidos. Como toda facili-dad, se convierte en el plano moral en un peligro de relajamiento. Es en este sentidoen el que nosotros denunciamos un humanismo del confort y de la abundancia mate-rial, y no en nombre de un ascetismo sistemtico que, por establecer una norma co-lectiva, sera puramente exterior y sin valor formativo. Cuando afirmamos que el hom-bre se salva siempre por la pobreza, no queremos perpetuar hipcritamente la mise-ria, la miseria degradante. Queremos solamente signijicar que, una vez vencida la mi-seria, cada uno debe debe estar ligero de apegos y tranquilidad: cada uno debe co-nocer sus fuerzas y su medida" (Manfflesto, 1, 518)

    1.8. Optar po r la pobreza" ..He elegido la pobreza. Sin herosmo, me gusta. No llego a encontrar el menorgrado de virtud en ello. Pero, idiablos!, es una responsabilidad que se toma para msolo, con los coloraras. Y el transente hace bien arrojndoos una mirada o una mo-neda (y un poco de piedad, pues no sabe qu alegres son los grandes caminos a pe-sar del anochecer) .. " (A Paulette Leclercq, su futura esposa, 25 de febrero de 1933,IV, 545)." .. Ah!, hay que apostar por la pobreza. A dos pasos me espera una hermosa ca-rrara universttaria, no tengo ms que volver a abrir la puerta. Hoy s que no volver aentrar ya en su sucia mquina. Me mantendr en la obra comenzada con Esprit inclu-so hasta la miseria. No tengo derecho a esconder esto. Vamos hacia tiempos curio-

    sos. Renunciar, no ya a los riesgos, lo que sera un poco pagano, sino a esta aventu-ra orientada que debe ser hoy una vida cristiana es algo imposible: no es un caminomuy llano mi camino .." (A Paulette Leclercq, su futura esposa, 28 de febrero de 1933,IV, 545)."Reanudacin. Extiendo los brazos detrs de m y toco otra vez esta casa suntuo-samante blanca y rosa por las flores, tela blanca de flores echada sobre estos mueblesYestas paredes que van a empezar su vida cotidiana. El cura que no ha querido de-cir una misa rezada con un matrimoniosin ceremonia. A continuacin, la espera detrsde una pareja un tanto campesina. Era esto lo que convena a nuestra humilde y pie-

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    na historia: su nico brillo que no era visto por nadie. As contrastaban la pobre cere-monia y nuestra casa interiormente rutilante de flores, ardientes de amigos verdade-ros, como esas viviendas espaolas, desabridas y quemadas desde la calle, pero queencierran dentro de sus muros rojos un patio frondoso en el que canta un chorro deagua .." (Sobre el da de su boda, Conversaciones VIII, Bruselas, 8 de octubre de 1935,IV, 653).

    1.9. Inteligencia y fe"Cuando un creyente desconsidera la inteligencia hay que investigar si no liquidaas algn fracaso personal en la inteligencia de su fe o si no mantiene, para escaparde los combates que ella le s o l i c ~ a . una atmsfera de creencia pueril e Irreflexiva enlos clidos refugios de las fijaciones Infantiles. El fenmeno es lo bastante frecuente,sobre todo en la mujer, como para que se haya confundido aveces el sentimiento re-ligioso y a mentalidad prelgica. o el gusto del oscurecimiento intelectual. El gusto porla inteligencia es. sin embargo, signo de una fe robusta, lides quaerens intellectum,una fe que busca la inteligencia, que tiene sed de luz ms an que de calor, sabiendoque no hay ms calor duradero que el que mantiene la luz. No obstante, es propio dela naturaleza de la fe que la inteligencia no pueda evacuar nunca su secreto, dispen-

    sarla del acto arriesgado y generoso que es la condicin radical de la vida religiosa.Ningn sistema de dogmas, ninguna disciplina rttual, ningn calor de comunin co-lectiva pueden arrancar del corazn del hombre la angustia esplrttual prlmttiva, la experiencla inquietante en principio y en seguida transtornadora del cara a cara con elhecho religioso. Ahora bien, esta experiencia es dura de sostener y no puede ser v l v ~da, sea la respuesta final un s o un no, sin que la vida sea cambiada. As, una granparte de las actttudes que los hombres llaman religiosas no son ms que sistemas deproteccin contra la a c t ~ u d religiosa. Muchos hacen servir a este fin medios propues-tos por las religiones para nombrar, canalizar y edij icar a experiencia religiosa, no pa-ra ahogarla. La adormecen con el ronroneo de los ciclos rituales, la defienden con ba-rricadas de creencias ciegas, razones estrechas, sistemas a veces acomodaticios, aveces agresivos, siempre protectores. El dogma les dispensa de pensar, la providen-cia de osar, la razn de temblar'' (Tratado, 11, 747).

    1.10. La profundidad del universo"La percepcin de lo que llamar la presencia real del ser y de los seres, de estapresencia que es el misterio ms conmovedor de la vida, toda la suerte del humanis-mo y de la humanidad con l se jugar en torno a su restauracin o a su rechazo de-

    f i n ~ i v o " (Revolucin personalista y comunttaria, 1, 168)."El sentido del misterio no es en absoluto el amor al misterio. Ni el gusto por lasgnosis y as sociedades secretas con las cosas. El misterio es tan banal y universal co--19-

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    mo la poesa: bajo cada 1 z, bajo cada gesto. Lo que no es banal es reconoce no. Elmisterio es la simplicidad, desde la mirada del nio a la lnea de los trigales, es la for-ma ms conmovedora de la grandeza. No es la ignorancia solidfflcada, el miedo pro-yectado en el camino, es la profundidad del universo" (Revolucin personalista y co-munttarla, l. 170).

    1.11.- Amistad"Frecuentemente sueo con un mundo en el que se pudiera parar al primer llega-do en una esquina y, siendo instantneamente semejante a todo lo que l es, c o n t ~nuar con l sin ninguna extraeza su conversacin interior. Las pocas veces que yohe encontrado un alma de calidad suficientemente rara para poder tomarme con ellaesta libertad, lo he hecho. As han nacido mis mejores amistades .." (A Paulette Le-clercq, su futura esposa, 5 de febrero de 1933, IV, 589)."De cada amigo verdadero espero el da en que nos revelemos uno al otro una grandebilidad: entonces estaremos definitivamente fuera de la mentira" (A Emlle-Aibert Nik-laus, 3 de enero de 1939, IV, 711).

    1.12.- Descubrir los repliegues de l amor"Poco a poco descubriremos los repliegues del amor. El amor no es slo la juven-tud encontrada de nuevo en una nueva infancia, ese objeto feliz tan alejado de los adul-tos y de sus malas maneras. Justamente en este momento .. estoy instalado en su gra-vedad. -No hay que encontrar conmigo slo algo de intacto y de nuevo! Te he conta-do alguna de las heridas que he recibido. Y adems est esa herida ininterrumpida delcristiano en el mundo, la de la soledad .. Tiene que haber das en los que saltaremosy sonreiremos con toda la frescura no forzada de nuestra juventud. Y tambin habrdas ms velados en los que nos sentiremos muy lejos, muy lejos en la vida. Y no esmomento de jugar a ser nios. El amor humano ensea muchas cosas sobre los ca-minos del amor de Dios .." (A Paulette Leclercq, su futura esposa, 13 de marzo de 1933,IV, 592).

    1.13.- Un niw entre los hombres" .. El amor ensea muchas cosas. En mi caso ha contribuido a hacerme perder unpoco ms el sentido de la edad y de las edades de la vida, de la huida del tiempo y detodo lo que se mantiene. De nio siempre fui demasiado serio para mi edad. De hom-bre, me siento un nio entre los hombres, pero crecido, embrutecido, perentorio y, sin

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    embargo, digno de consideracin como ellos. Nunca viejo .." (A Paulelte Leclercq, suMura esposa, 25 de marzo de 1933, IV, 592).

    1.14.- El amor multiplica el amor" ..Slo el amor de Dios no tolera competencia igual. Todas esas buenas personas

    ridculas: "Jrame que slo me amas a m1', como si el amor que algunas veces reali-zan un hombre y una mujer no tuera el logro de lo que debera ser nuestro amor pa-ra cada ser: ignorar la primera experiencia del verdadero amor es ignorar que el amormultiplica el amor y que hay que echano, desbordano fuera de nosotros .. !" (A Paulet-te Leclercq, su futura esposa, 29 de agosto de 1933, IV, 608).

    1.15.- El amor no es un notario" .. No tendrs ms que pensar en esta vocacin y en este don magnfficos que sonde forma manffiesta la palabra-tipo de nuestras vidas, el tema de la conversacin quetendremos con Dios por la eternidad: conocer y aprender da a da el amor sin parti-

    cin. Esto se dar a cada instante, pues los acontecimientos, los tiempos, los espa-cios, las carnes y as palabras se dividen sin cesar. Pero nosotros sabemos queel amorno lleva cuentas, que el amor no es un notario, y que la igualdad se har por el donde s, sin lmttes por una parte y por otra. Hay que ver esta altura y esta profundidad,este centro y esta perfferia para estar en paz .." (A Paulette Leclercq, su futura espo-sa, 30 de enero de 1934, IV, 618).

    1.16- Amor y libertad"Se dice tambin sin razn que el amor identffica. Esto es cierto slo de la simpata,de las afinidadeselectivas, en las que buscamos todava un bien que asimilar, una re-

    sonancia de nosotros mismos en un semejante. El amor pleno es creador de distin-cin, reconocimiento y voluntad del otro en tanto que otro. La simpata es todava unaafinidad de la naturaleza, el amor es una nueva forma de ser. Se dirige al sujeto msall de su naturaleza, quiere su realizacin como persona, como libertad, cualesquie-raque sean sus dones o sus desgracias, que no cuentan ya esencialmente a sus ojos:el amor es ciego, pero es un ciego e x t r a ~ c i d o .Al liberar a aquel al que llama, la comunin libera y confirma a aquel que llama. Elacto de amor es la certeza ms fuerte del hombre, el cgtto existencial irrefutable: Yoamo, por tanto el ser es y la vida vale (la pana ser vivida). No me confirma solamentepor el movimiento en el cual yo lo planteo, sino por el ser que en l me da el otro. Sar-tre no ha querido conocer la mirada del otro ms que como una mirada que fija y pe-

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    ga, su mirada como una Intrusin que me despoja y me esclaviza. La mirada del otroes, al menos, otro tanto desconcertante; tira por tierra mis seguridades, mis costum-bres, mi sueo egocntrico y, aunque sea hostil, es el ms seguro revelador de m mis-mo.As, la relacin lnterpersonal p o s ~ l v a es una provocacin recproca, una fecunda-cin mutua" (El personalismo, 111, 455)." ..Y adems, este e s p r ~ u de libertad, no lo aprendemos cada uno en nuestro pro-pio matrimonio? Se habla generalmente del aprendizaje de la entrega en el matrimo-nio: si el amor ayuda, es lo ms cmodo. El aprendizaje de la libertad profunda delotro, amenazada por el mismo amor, me parece una de las experiencias ms fuertesde la vida conyugal ..." (A Emie-Aibert Niklaus, 6 de septiembre de 1938, IV, 705).

    1.17.- Buscar el centro de nosotros mismos" .. Lo Importanteen que un da no demasiado lejano nos dejen todos, arquelogos,revolucionarlos, visitas, obligaciones y ganapanes, buscar el centro de nosotros mis-mos y .. recogernos un poco en una zona no pisoteada adonde, hagan lo que hagan,no puedan llegar todas sus suciedades y todos sus ruidos. Que nos dejen empezar

    nuestra parte de vida eterna -no de tranquilidad, sino de edfficacin feliz. Tendo sedde esto mucho ms all de lo que se pueda imaginar stos das .." (A Paulette Ledercq,su futura esposa, 29 de marzo de 1934, IV, 619).

    1.18.- Convencer al milagro" .. Esta cosa estpida con la que siempre se tropieza: no poder amar lo bastantepara convencer al milagro .." (A Paulette Leclercq, su futura esposa, 24 de abril de1934, IV, 619).

    1-19.- Nuestros amigos no creyentes" ..Soy catlico, ciertamente, y creo sin minimizacin. Pero quizs siento ms do-lorosamente que los del exterior la paganizacin del inmenso rebao catlico. Estoyconvencido de que con l slo no hay nada que hacer hoy: ha perdido demasiado elsentido del herosmo, del sacrfficio, y el sentido mismo de la juventud del mundo (dela esperanza, deca Pguy). Mis mejores amigos son lncreyentes, o Jo eran antes, sinque hayan traicionado su condicin anterior y la seal que les ha quedado Impresa.S Incluso que segn la teologa de mi religin hay fuera de la Iglesia no slo esplndi-das virtudes naturales, sino una presencia y una accin real de Cristo y de su gracia.No es solamente un deseo mo, es el eje mismo de mi vocacin (si es que podemos

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    llegar a descffrar una vocacin en cada uno de nosotros) hacer trabajar juntamente aunos y a otros: comunicar a los no cristianos una imagen menos gesticulante de laprctica cristiana; obligar a los catlicos o a los cristianos a dejar de vivir en compar-timentos estancos, replegados, no sobre su fe (que no puede ser un repliegue). sinosobre una "proyeccin sociolgica" de su religin con la que mezclan toda clase de fa-miliaridades burguesas, de exclusiones y de impurezas. No se trata, seor, de sabersi le invito o si le acojo: nosotros partimos juntos, en plena Igualdad humana Ysi escierto que, en mi opinin, es ms completa nii religin, as lo digo, usted discutir es-to y, sobre todo, exigir que d testimonio de ello con mis actos. Pero Esprit dejarade cumplir su misin si usted, no catlico, estando de acuerdo con nuestras posicio-nes fundamentales, pudiera dudar de que tiene un lugar de primer orden en Esprit.Cmo le dira con franqueza que no busco "ese deslizamiento Insensible hacia elcatolicismo" que sera despus de algn tiempo nuestro "nico punto de vista"?No se sorprenda si le digo que del lado catlico recibo el mismo reproche de ca-llar con demasiada constancia lo que es esencial para un cristiano .. y que encuentromucha ms hostilidad por este Jado que por el lado socialista ..Ciertamente yo rechazar un artculo anticristiano, pero,sera esto jugar a sacrifi-car una a la otra? El problema no es que estos dos grupos se mezclen en unaconfusin estril, sino que trabajen juntos en el caamazo comn, cada uno con suspropios hilos ...Creo que hemos hecho ms por el despertar del mundo cristiano que si nos hu-biramos dejado barrer desde el principio por escndalos e injurias ..Mire bien la gran dfficultad: llevar a los no creyentes a parajes cristianos en los quesiempre tienen miedo de ver llegar detrs a "los curas" y llevar a os cristianos a regio-nes que estiman peligrosas, con vientos demasiado duros y armadas contra ellos. Conunos y con otros hay que usar alternativamente la violencia y la dulzura: cuando veala una, sepa que la otra no est lejos (A un suscriptor desconocido, 19 de septiembrede 1934, IV, 630-631)." ..Gracias por recordarme que todo es cosa de caridad. Me ha pesado ms de unavez parecer que te anexionaba al cristianismo cuando yo quera expresar simplemen-te una cosa dicindote "cristiano"; no reducir tus posiciones a las mas, sino decir lainmensa presencia de caridad que siempre he sentido en t. Es el pecado de los apsto-les. Pero no completamente (t seras el primero en rechazar este farisesmo al revs).Pero es verdad en su mayor parte, demonios. T tienes el deber humano de hacermems cristiano. Creo en el valor y en la necesidad de la direccin; iy ni siquiera hay uncura al que haya podido hacer amigo mo, al que haya tenido ganas de subir a la bar-ca de Mounier! Nuestros amigos no creyentes, que deseis a Cristo tanto ms violen-tamente que tantos" hermanos" nuestros acostumbrados, vosotros sois los pobres des-pojados de la plenlrud espiritual por los fariseos, como los otros pobres son d e ~ p o j a -dos de la seguridad material por los ricos: vosotros sois el cuerpo de Cnsto. tu tam-bin, y si no contara con tu Indulgente benevolencia para relevarme de la faena, noestara muy seguro de no tener que limpiar en el otro mundo la suela de tus zapatos .."(A Pierre-Aim Touchard, 7 de marzo de 1936, IV, 660-661).

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    2.- LA REVOLUCION NECESARIA

    2.1.- La expropiacin de l individualismo"Cuando el individualismo y el capitalismo se erigen en defensores de la persona,de la iniciativa y de la libertad, cometen la misma mentira que cuando se erigen en de-fensores de la propiedad. Defienden la palabra para expropiar mejor la cosa. En susdiscursos dan esta palabra, junto con algunas instituciones ilusorias, como compen-sacin a unos hombres que no se saben expoliados porque a luerza de seno han ol-vidado las realidades con las que han perdido el contacto, aunque proclamndolas

    suyas. Tambin aqu no tendremos que hacer ms que la expropiacin de una expro-piacin" (Revolucin personalista y comunrtaria, 1, 180).

    2.2.- El humanismo reivindicador"Los egosmos sutiles podrn defenderse sutilmente: en este nivel de rechazo noqueda otro valor que la afirmacin brutal de s mismo, afirmacin de conquista, pues-to que el corazn del hombre, al perder el gusto de acoger, ha perdido el deseo dedarse. El hombre corriente de Occidente ha sido modelado por el individualismo re-naciente y lo ha sido durante cuatro siglos, alrededor de una metafsica, de una mo-ral y de una prctica de reivindicacin. La persona no es ya un servicio en un conjun-to, un centro de fecundidad y de don, sino un foco de hosquedad. Humanismo? Es-te humanismo reivindicador no es sino un disfraz civilizado del instinto de poder, elproducto sobriamente impuro que poda dar en un pas templado bajo la vigilancia be-nevolente del pensamiento analtico y del juridicismo romano" (Revolucin personalis-ta y comunrtaria, 1, 159-160).

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    2.3.- El individualismo : metafsica de la soledad"Hay que sttuar el individualismo en toda su amplttud. No es solamente una moral.Es la metafsica de la soledad Integral, la nica que nos queda cuando hemos p e r d ~

    do a verdad, el mundo y la comunidad de los hombres" (Revolucin personalista y co-munttaria,i, 158-159}.

    2.4.- El lenguaje sublimado de l individualismo"Hay por hacer todo un psicoanlisis de este individualismo cuyo lenguaje s u b l ~mado en trminos de libertad, autonoma y tolerancia ha encubierto un reino brutal decompetencias y de golpes de fuerza. El instinto subyacente se ha revestido con todala dignidad de la persona: la avaricia se ha revestido de prudencia; el egosmo, de In-dependencia; los pequeos sentimientos de propietario se han presentado como do-minio de la accin. Hemos trazado hoy alrededor de nuestro sentido propio esta lneade defensa y de susceptibilidad, la hemos consolidado tan bien, la hemos sensibiliza-do mediante todo un erizamiento de Intereses y de emociones y hemos tomado todoesto de tal modo como virtud, que ser-necesario nada menos que una especie de re-velacin nueva para hacer saltar el crculo .." (Revolucin personalista y comunitaria,1, 160).

    2.5.- La revolucin personal

    "El personalismo no es un salvador del ltimo minuto, destinado a reducir los mie-dos y a salvar los muebles. El personalismo le pide al hombre, en energa espiritual yen sacrHicios materiales, ms que los regmenes temibles del fascismo y del comunis-mo" (ManHiesto, 1, 647-648)."Marx, en una poca plagada de idelogos, vio que una Ideologa, aunque fuera lams virulenta en doctrina, no basta para desencadenar una toma de conciencia revo-lucionaria. Marx, y Pascal antes que l: hay que poner en movimiento la mquina. Los --acontecimientos han mostrado que una situacin material no basta para ello, cuando

    la espiritualidad se ha retirado de la revuelta: antes al contrario, la angustia de decaersin demasiada miseria empuja entonces a los oprimidos a refugiarse en el primer mer-cader o el primero que llegue y prometa comodidad; mientras que los parsitos de laagitacin llenan con sus impuras personas las avenidas de una revolucin siempre di-ferida.Tocamos este extrao nudo de la psicologa de nuestro tiempo, en cuyo nivel noshemos sttuado voluntariamente. Algunos que pronuncian principios idnticos a losnuestros, y los practican en varias materias, generalmente de orden privado, se nie-

    gana reconocer la situacin revolucionaria de la poca en que estamos y atribuyen a26

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    la turbulencia propia de la edad joven las conclusiones que nosotros sacamos de susprincipios. Otros, que se dicen revolucionarios, estn agttados por humores diversos,pero no llevan en ellos ni las riquezas espirttuales, ni el impulso de le, ni esta adheren-cia de todo el ser a lo que profesan, cosas stas que son las nicas capaces de un fu-turo. Entre los dos grupos el malentendido es constante. Dic.en palabras en lugar decomprometerse -o no se comprometen ms que parcialmente- y en lugar de encon-trarse, pues la letra divide y slo el compromiso v i v ~ i c a . Estamos atrapados en unamentira y en un malentendido de mil caras, extraos a nuestro hermano en el momen-to mismo en que pronunciamos las palabras comunes de nuestra infancia, extraosal adversario que no ataca en nosotros lo que defendemos y que combate lo que nodefendemos. Engaados por las palabras que hay entre nosotros para unirnos o pa-ra enfrentarnos, nunca seguros de que el amigo sea amigo y de que el enemigo seaenemigo. Engaados por nosotros mismos, que no somos ms que una de cada diezvecas el hombre de nuestros discursos y no siempre conscientes de esta inconsecuen-cia.

    El desorden primero en desde el punto de vista de una tcnica revolucionaria, enla linea espirttual que hemos definido, no es, por tanto, el escndalo de los idelogos:que la proclamacin de las ideas puras no est en absoluto seguida por su efecto. Lasideas en los hombres no son puras ms que si son amadas, asimiladas, servidas enalmas personales, en cuyo fuego se han convertido. El desorden primero es que encada uno, revolucionarios y contrarrevolucionarlos, se haya abierto un abismo entrela palabra y a veces Incluso entre los actos (pues hay tambin un verbalismo de la ac-cin) y el compromiso de la persona, abismo por el que avanzan la mayor parte sinsospecharlo.

    La primerslma tcnica espirttual consiste en llevar a unos y otros a una toma deconciencia personal, no del mal en s, o del mal pblico proyectado ante ellos y comoseparado de ellos, ms o menos recttado con una voz que ellos creen pura, sino desu propia participacin en el mal, de sus Incidencias en su comportamiento cotidia-no, de las mentiras virtuosas de sus palabras y de sus actos. Aqu est la primera re-volucin sin la cual la otra no es ms que comedia: no "revolucin interior, sino revo-lucin personal, que compromete en un bloque el comportamiento y la meditacin in-terior; no 'toma de conciencia" abstracta y escolar en la que cada uno huye en la ino-cencia de un sistema, sino toma de mala conciencia personal, la nica que cimen-tar una verdadera comunidad revolucionarla.Llamamos revolucin personal a este estilo que nace en cada instante de unatoma de mala conciencia revolucionaria, de una revueHa dir igida en primer lugarpor cada uno contra s mismo, sobre su propia participacin o su propia compla-cencia en el desorden establecido, sobre la separacin que tolera entre aq uello alo que sirve y aquello a lo que dice servir -y que se expande en un segundo mo-mento en una conversin continua de toda la persona solidaria, palabras, ges-tos, principios, en la unidad de un mismo compromiso" (Revolucin persona is-ta y comunitaria, 1, 327-328).

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    2.6.- Lo espirituol en la revolucin"No queremos un mundo feliz. queremos un mundo humano, y un mundo slo eshumano si da posibilidades a las exigencias fundamentales del hombre. Toda revuel-ta que no est acompaada por ellas, toda revolucin que no est acompaada poruna transfiguracin morir de su propia muerte."(...) Se nos preguntar finalmente cmo conciliamos la idea revolucionaria con lapermanencia de los valores eternos a los cuales estamos vinculados. Respondemosque no hay esprttu sin carne, que de lo eterno, en la realizacin de la historia, noto-camos ms que mannestaciones contingentes que se suceden en el tiempo como ver-daderos seres biolgicos. No tenemos ninguna razn para hacer adherir la parte eter-na de nosotros mismos a las formas mortales del esprttu.( .. ) Hacer sentir por medio de actos heroicos si es necesario para cundo el in-dustrial objetor de conciencia?) que no se trata, bajo pretextos ideolgicos, de es-capar del carcter radical de las soluciones necesarias. Sino de saber en nombrede qu espirttualidad se las adopta, lo que sta exige y lo que prohibe. Purnicar la es-piritualidad de una poca; no solamente arrancarla del servicio vergonzoso al dinero,sino devolverle las fuentes mismas de su vigor, he ah la tarea ms profundamente re-volucionaria" (Apndices de Revolucin personalista y comunitaria, 1, 849-850)."El trabajo revolucionario profundo no es despertar en el hombre oprimido la con-

    ciencia de su sola opresin, volvindolo as al odio, a a reivindicacin exclusivas y, enconsecuencia, a una nueva evasin de s; es mostrarle primero como fin ltimo de es-ta revuelta la aceptacin de una responsabilidad y a voluntad de una superacin, sinlo cual todos los Instrumentos no sern ms que buenos tiles en manos de malosobreros; y educarlo desde ahora en una accir. responsable y libre en lugar de disol-ver su energa humana en una buena conciencia colectiva y en la espera. incluso ex-teriormente activa, del milagro de las "condiciones materiales . Aliado de las oposicio-nes doctrinales, este "desde ahora" es la principal divergencia tctica que nos separadel mejor de los marxistas.En fin. cuando la dominacin del hombre sobre la naturaleza estuviera adquirida,pensamos que el hombre no estara curado de s mismo y de todas las antiguas en-fermedades. A nada se habtta uno tan rpidamente como a las comodidades, y lasoledad vuelve a aparecer. A aquellos que andan cegados por la miseria les est per-

    mttido tomar el bienestar por la felicidad y a revolucin social por el reino de Dios. Pa-ra los dems es ingenuidad o pobreza de corazn pensar que los problemas del maly del odio. de la miseria y la muerte no sern tanto ms acuciantes cuanto menos su-marias sean las condiciones en las que se den" (Manniesto, 1, 518-519)."Nuestra creencia fundamental es que una revolucin es un asunto de hombres yque su principal eficacia es la llama i n ~ e r i o r que se comunica de hombre a hombrecuando los hombres se ofrecen gratuttamente a os hombres" ("Debate en voz alta", fe-brero de 1946, en Certidumbres dnciles, IV, 152).

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    2. 7.- Revolucin entre los revolucionarios"los revolucionarios oficiales se impacientan cuando les proponemos, en lugar desu imaginera grotesca e inhumana, este conocimiento de la humanidad de todos,comprendidos sus adversarios. Lucidez y clemencia peligrosas, dicen; pues stas co-rren el riesgo de desmochar la lanza revolucionaria, este rigor de clera, de odio, dedureza necesaria para sostener la lucha de clases. Por tanto, para salvar al hombrehay que renunciar a ser hombre? S, se nos responde: por las necesidades de la re-

    volucin durante cincuenta aos los problemas humanos no se plantearn.( ..) Pocos hombres se sienten establecidos en una conciencia tan buena como elrevolucionario. Un burgus, por poco inteligente o sensible que sea, no puede evttarver cmo su razonamiento es agujereado desde dentro por una evidencia cada vezms clara y cmo su ideal, cuando lo tiene, es abandonado por los suyos desde loscuatro costados; da rodeos, se aferra, apela a los "a pesar de todo" y los "mirndolobien", o, por el contrario, es cnico. El revolucionario tiene el lado bueno de la causa;tiene en su favor la verdad de la poca (al menos en su crttica), el prestigio de nume-rosos egosmos, la adhesin de los humildes. Tiene tan fcilmente razn en su polmi-ca con un mundo corrompido que se ve conducido de manera completamente natu-ral a hacerse un alma de justo y, contra los fariseos, a crear un nuevo farisesmo" (Re-volucin personalista y comunttaria, 1, 334)." .. Es a los revolucionarios a los que les pedimos atencin: si no atacis ms quea los sntomas y no al mal, fuera y no en vosotros; si no tenis una metafsica del hom-bre, si creis como el burgus, que la acumulacin indefinida de las riquezas materia-les sirve a su plenitud y lo hacis creer, si deseis simplemente expropiar al burgusy continuar sus caminos, no preparis otra cosa, bajo el nombre de revolucin, queuna consagracin legal de la lepra burguesa y su inoculacin sistemtica a una reser-va de humanidad a la que todava no haba alcanzado ms que desde fuera y la tal le-pra haba sido neutralizada por una slida resistencia de raza; si no excttis comomvil en las tropas de la revolucin ms que el odio y el resentimiento, no la sana rei-vindicacin de justicia, sino la envidia gris y vulgar, transformaris insensiblemente lasrebeliones de la justicia en una polvareda de causas Interesadas: no os extrais ya sicualquier mstica. incluso fascista, viene mediante satisfacciones Inmediatas o prome-sas materiales anlogas a quitaros las tropas que creais vuestras.( ..)Numerosos revolucionarios, por su sistema o por los silencios y as ambigeda-des de sus sistemas, por su conducta, o por las abstenciones y as duplicidades de suconducta, son solidarios, a pesar de la apariencia, del mundo del dinero, del confort,de la tranquilidad, del anonimato racionalizado. Creen haber hecho la ruptura: estnen una querella de familia y de puestos. Nosotros nos batimos contra el capitalismo yno contra la universalizacin del capitalismo, contra el espritu burgus y no por unademocratizacin del espritu burgus.( .. ) Hay que decir las cosas con dureza. Hay bastante miseria y herosmo en lasclases revolucionarias, y no prestamos nuestra voz a los que injurian el hambre y larevuelta. El materialismo del rico es repugnante, el del pobre es slo desconsolador.

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    Est claro que nosotros hacemos causa con el pobre. Nosotros no le a p o r t _ a ~ o s nues-tras delicadezas o nuestros consejos de gente bien y "de una buena pos1c1on virtuo-sa". Nosotros venimos a decirte: todos nosotros, nosotros contigo, y culpablesque t, todos nosotros que defendemos la justicia y el orden, p a ~ t a m o s c1en ~ e c e s conla Injusticia y el desorden. No basta con localizar delante de s1 al adversano o al sis-tema; e1 sistema revolucionario que se nos propone peca por la base, n u e s ~ r a clase derevolucionariosvive como si no lo fueran, no mereceremos nuestra revoluc1on mas quesi empezamos por revolucionarnos primero a nosotros mismos. Q u ~ z s sea un_ granpaso de hecho el da en que estas palabras sean vividas" (Revoluc1on personallsta Ycomunttaria, 1, 335-337).

    ' - - - - -1:1 " 'sy_, ~ ! f o ~- -- - - - ~ --- _.3.- POR UNA CULTURA PERSONALISTA

    3.1. Padfisnw"Junto al terror se ha movilizado de forma descarada, porque vena en seguida amano, el miedo a morir. "No queremos morir!", grttaba un muchacho el otro da en elVeldromo de Invierno con una especie de frenes; y no resultaba feo en su boca, puesaada: "!Tenemos veinte aos!". Es la nica edad en que, no digo el miedo a la muer-te, sino la rebelin contra la mljl!rte, tiene su grandeza. Es normal que se nos agarrea las tripas el miedo a morir bajo su doble aspecto, el miedo al trnstto misterioso y el

    desasosiego de no gozar ya de la vida. Pero, dnde empieza el hombre si no es enel momento en que empieza a vencerte? quin ha recibido las insignias de la gran-deza viril si no ha preterido al menos una vez un gesto de honor, de amor, o de f l d e l ~dad por encima de su vida? Bajo cuntas formas, cnicas o encubiertas, hemos vistorodar la frmula famosa en las cercanas de Munich (3 ) : -i"Ms vale un traidor vivoque un hroe muerto"! Si se pudiera aadir a las encuestas de las profesiones de feconscientes la encuesta de las segundas intenciones, muchas de stas nos descu-briran que la guerra no es para ellos un crimen donde se mata, sino una desgraciadonde se es matado. Una vez instalado, el pensamiento frecuente de morir se convier-te en obsesin y despus en un principio rector de la vida. En ese momento el hom-bre traspasa sus poderes. A qu? No se sabe bien: una especie de animal amedren-tado que ni siquiera encuentra la solidez primttiva de los reflejos. El hombre es el serque posee su muerte: o sabe que no muere (el cristiano) o, sabiendo cmo y por qumuere, tiene la capacidad de convertir una fatalidad en un acto. Si se convielte en unposedo de su muerte hasta el punto de orientarse totalmente por la negativa y la hui-(3) Se refiere Mounier al Pacto de Munich, en el que Francia e Inglaterra dieron en 1938 valibre a la ocupacin de Checoslovaquia por parte de Hitler. En contra de un ciertopacifismo equvoco ampliamente extendido, Mounier vio en este pacto un gesto decobarda de las dos potencias europeas para con un pequeo pas democrtico que, porlo dems. no conseguira saciar las ambiciones nazis. El tiempo le dio la razn (N. deleditor).

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    da del desenlace, su vida se desarticula, se enloquece y en seguida se degrada. Al dro-garse con todas las buenas razones y con todos los bellos sentimientos, millares dejvenes franceses entre 1930 y 1940 r ~ a r o n en principio: "iViva la paz!"; despus: "ilapaz a cualquier precio!", "iCualquier cosa antes que la guerra!", sin oir bajo su g r ~ o lavoz socarrona del instinto camuflado: "iCualquier cosa antes que mi muerte! iMi vidaa cualquier precio!". El negocio se ventil en Dunkerque, Auschwttz y Stalingrado. Unospocos han conservado la vida y otros han pagado su precio, mil veces su valor"."la debilidad comn a todas estas actttuds se revela por la manera en que los

    hombres reclaman hoy la paz. No quieren la paz, sino que la esperan y se han deja-do persuadir de que todo ocurre fuera de ellos, de que las combinaciones impenetra-bles y las fatalidades inflexibles deciden por encima de sus cabezas sobre la paz y so-bre la guerra y de que la paz les ser dejada o la guerra les se asestada sin tener ellosla menor responsabilidad en el asunto. Si viene un hombre como Garry Davis(4) , quearremete contra las fatalidades, si se interroga y muestra ostensiblemente a todos queun simple gesto de hombre puede desconcertar ya a las fuerzas, que decenas de au-dacias parecidas las obstaculizaran y que millares las paralizaran, si ocurre esto, susrelaciones no son recibir esta leccin ejemplar e interrogarse a su vez. Miran, aplau-den y le piden autgrafos. Los 15.000 espectadores del Veldromo de Invierno y suestusiasmo no son despreciables y prueban que la atencin est despertndose. Pe-ro si nada cambia en las voluntades, puede ser tambin una gran escena burtesca decobarda colectiva. Mi paz no es una edificacin de los odos, es una e d ~ i c a c i n delas manos y del corazn.En las condiciones actuales del alma francesa, el combate por la paz debe en pri-mer lugar cultivar sentimientos fuertes y obligar al compromiso mediante tcnicas exi-gentes. Los dos son solidarios. No se desarrollan impunemente sentimientos sin racesy sin peso, del tipo de los que se suben a la cabeza sin fatigar las piernas. Los senti-mientos dbiles a los que hemos aludido, y que inclinan a la esclavttud, se apoyan enunas condiciones de vida y en una sttuacin histrica determinadas. Es iluso despre-ciarlos y peligroso alentartos. Se neutralizan gradualmente. Pero no los venceremosclenamente multiplicando los corazones dbiles ante el horror y los ideales apacibles.Los sentimientos generosos se endurecern mediante compromisos duros. Tenemosms necesidad de movilizar las conciencias que de desmovilizartas. Las tcnicas harnel papel de armadura y de tutor all donde el contagio verbal o afectivo correra el ries-go por s solo de alentar la efervescencia tibia de los sentimientos dbiles" (los equvo-cos del pacifismo, febrero de 1949, IV, 275-276 y 279-280). ."l a guerra, para el cristiano, no comienza con la multiplicacin de la muerte, ni in-cluso con el uso de la violencia fsica, sino que se inserta entre la paz interiormente vi-vida y el odio interiormente asumido" {los cristianos ante el problema de la paz, 1, 786).(4) Piloto del ejrcito norteamericano que haba devuelto a su gobierno su pasaporte comogesto pacifista y particip en un acto por la paz organizado por el partido comunistafrancs en el Veldromo de Invierno de Pars (N. del editor) .

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    "l a primera afirmacin cristiana sobre la paz es que sta no puede ser concebidacomo un orden exterior extrao a a vida personal de aquellos a los que une, fabrican-do desde fuera y a pesar de los individuos un hombre nuevo o una sociedad nueva,por una especie de virtud automtica de las instttuciones" (Los cristianos ante el pro-blema de la paz, 1, 787)."l a paz no es un estado dbil: es el estado que pide a los individuos el mximo dedespojamiento, de esfuerzo, de compromiso y de riesgo. La exasperacin de la Indi-vidualidad es el primer acto de guerra; la disciplina de la persona y el aprendizaje deeste movimiento de comprensin del prjimo (de caridad, dicen los cristianos), en elque la persona sale de s para desapropiarse en el otro, es el primero de los actos depaz" (Manifiesto, 1, 630)."Todo pacifismo que slo encuentra apoyo en el miedo a la muerte es un fermentode descomposicin que usurpa un prestigio inmerecido. El miedo a derramar la san-gre no es el respeto de la vida del otro. Este horror a a sangre derram&da est hoy dageneralizado en hombres que no temen hacer anmica la sangre viviente, ni Intoxicar-la ni lnfectarta a lo largo de los das y las noches. Es sta una de las hipocresas mssealadas de nuestra poca" (Tratado, 11, 136).

    3.2.- Cultura personalista

    " .. (Uamamos) cultura al ensanchamiento de la conciencia del hombre, el gustoque adquiere en el ejercicio del espritu, su participacin en una cierta manera de re-accionar Yde pensar, particular de una poca y de un grupo, aunque tendiendo a louniversal( .. )Nosotros pensamos -y aqu nos aproximaramos al marxismo- que una espirttuali-dad encarnada, cuando est amenazada en su carne, tiene como primer deber libe-rarse y liberar a los hombres de una civilizacin opresora en lugar de refugiarse enmiedos, aoranzas o exhortaciones. Pero nosotros afirmamos contra el marxismo queno hay civilizacin y cultura humanas que no estn orientadas metafsicamente. Sloun trabajo que apunte por encima del esfuerzo y a produccin, una ciencia que apun-te por encima de la utilidad, un arte que apunte por encima del agrado y, finalmente,una vida personal entregada por cada uno a una realidad espirttual que le arrastra msall de s mismo son capaces de sacudir los pesos de un pasado muerto y de dar aluz un orden verdaderamente nuevo. Por esto, al borde de la accin, pensamos tomaren principio una medida del hombre y de la civilizacin" ( M a n ~ i e s t o , 1, 486)."Es por encima o ms all de s mismos como el artista, el pensador y el sabio vana reconocer la realidad espiritual pictrica, musical, etc. que ellos retransmitirn enobras. Entre esta realidad y el hombre la meditacin personal es la nica va de comu-nicacin posible. Toda obra, toda cultura que dirige su impulso hacia un fin situadoms bajo que esta realidad sigue siendo una obra o una cultura menor' (Manifiesto, 1,575).

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    "las c ~ l e c l i v i d a d e s no crean la cultura. La obstaculizarn siempre, en el mejorde los reg1menes, por su propensin natural a las simp!Hicaclones, a las amp!Hicacio-nes, a la facilidad. Por lo dems, ellas le proveen de material, de temas y de v ~ a l i d a d ;ellas son la savia y el terreno del que el creador no podra aislarse; pero sin l, ellasno superaran el folclore, una cierta sabidur a ms o menos utilitaria una mito-loga. Es el creador personal el que da el desgarramiento por el que e s t ~ s riquezasson universalizadas" (ManHiesto, 1, 576)."Tomando su savia en el pueblo, la cultura nueva no debe eludir esta exigencia fun-damental de toda cultura que le t r a n s m ~ e lo mejor de la herencia cultural: no hay cul-

    tura que no sea metafsica y personal. Metafsica, es decir, que apunta por encimadel hombre, de la sensacin del placer, de la utilidad, de la funcin social. Personal, asaber, que slo un enriquecimiento interior del sujeto, y no un acrecentamiento de susaber hacer o de su saber decir merece el nombre de cultura. Esta condicin exigeque el despertar cultural de los nuevos tiempos se haga por irradiacin progresiva delos o g . ~ r e s Independientes y no por medidas administrativas centralizadas, por lentaformac1on Yno por acumulacin apresurada" (ManHiesto, 1, 578)."l a cultura no es un sector, sino una funcin global de la vida personal. Para un serque se hace, Yse hace desarrollndose, todo es cultura; la instalacin de una fbricao la formacin de un cuerpo tanto como los modales de una conversacin o el uso dela tierra. Esto quiere decir que no hayuna cultura frente a la cual toda otra actividadsera Inculta (un "hombre cultivado"), sino tantas culturas diversas como actividades.Hay que recordrselo a nuestra civilizacin libresca.Ya que la vida personal es libertad y superacin, y no acumulacin y repeticin lacultura no consiste en ningn dominio en el amontonamiento del saber sino entransformacin profunda del sujeto, que lo dispone a mayores p o s i b i l i d ~ d e s median-te un nmero mayor de llamadas interiores. Como se ha dicho, es lo que queda cuan-do no se sabe ya nada: el hombre mismo.De aqu se sigue que, como todo lo que es de la persona, la cultura se despiertano se fabrica ni se Impone. Como nada que sea de la persona, tampoco se d e s a r r o l l ~en una libertad pura, sin que mil s o l i c ~ a c i o n e s y presiones la obliguen y sin sacar pro-vecho de ello. Pero siendo invencin incluso cuando consume, la cultura se paralizapor la ortodoxia Ymuere bajo el decreto. Es evidente que una cultura, en un cierto ni-vel, puede Y debe ser dirigida, mejor sera decir ayudada. Pero no soporta ser domes-ticada. Y en el nivel creador tiene necesidad de estar sola, aunque en esta soledad sehace presente el zumbido libre del mundo entero.Es cierto que a la creacin le es indispensable el sostn de las colectividades sistas estn vivas, la hacen estar viva, si son mediocres, la apagan. Pero el acto c r ~ a -dor surge siempre de una persona, aunque est perdida en la multitud: las llamadascanciones populares tienen todas un autor. Y aunque todos los hombres fueran artis-tas, no seran un artista, sino que seran artistas todos. Lo que es verdadero en las con-cepciones colectivistas de la cultura es que, al tender las castas a confinar la culturaen la convencin, el pueblo es siempre el gran recurso de la renovacin cultural

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    En fin, toda cultura es transcendencia y superacin. En el momento en que la cul-tura se detiene, se muda en incultura: academicismo, pedantera, lugar comn. Tanpronto como no apunta a a universalidad, se deseca como especialidad. Cuando con-funde universalidad y totalidad detenida, se endurece como sistema.La mayar parte de estas condiciones se ocultan hoy baja la cultura y de ah su de-sorden. La divisin entre manos blancas y manos negras y las prejuicios unidas a laprimaca del "espritu" hacen confundir la cultura can los conocimientos librescos y lastcnicas intelectuales. La profunda divisin de clases que acompaa a este prejuicio

    ha bloqueado la cultura, o al menos sus instrumentas, sus privilegias y a veces su ilu-sin en una minora en la que se torna sofisticada y pobre. Aqu, una clase social lapone cada vez ms a su servicio; all, es un gobierna: por doquier se asfixia. Las me-didas comunes de una sociedad y de una e s p i r ~ u a l i d a d han desaparecida baja la con-vencin y el ltimo grita. Los creadores no tienen ya pblica y all donde existe unpblico los creadores no tienen modo de surgir. El rgimen econmico y social es engran medida la causa de estos males. Crea una casta de cultura que empuja al arte(de corte, de saln, de capilla) al esoterismo, al esnobismo a a la rareza para adular-la, al academicismo para asegurarla, a la frivolidad para aturdirla, a lo e x c ~ a n t e , a lacomplicacin y a a brutalidad para distraerla. Cuando la tcnica, can la multiplicacinde Jos medios, multiplica las posibilidades de transfiguracin, el dinero las comercia-liza y las envilece en el mayar provecho del menor nmero, estropeando al autor, a laobra y al pblico. La condicin del artista, del profesor a del sabia oscilan entre laseria del rprobo y la servidumbre del proveedor. Otras tantas males que dependende las estructuras sociales y que na desaparecern ms que con las estructuras quelos mantienen. No deben hacer olvidar, na obstante, la parte no menos considerable,en el debilitamiento de la cultura, de la desvalorizacin de la conciencia contem-pornea por el retroceso de las grandes perspectivas de valores (religiosos, raciona-les, etc.) y la invasin provisional de la obsesin mecnica y utilitaria" (El personalis-mo, 111, 523-524).

    3.3.- Conocer a la persona

    "Ningn psiclogo ha encontrado jams en el hombre ms que aquella que previa-mente ha puesta en l a, si se quiere, la que ha presentido en l, porque su decisinde ser una cierta clase de hombre le haba abierto o cerrado luces esenciales sobre elhombre" ( T r a ~ . 11, 11)."Todo hecho psicolgico es, por el contrario, un acontecimiento en primera perso-na y no puede ser formulado ms que en primera persona. Es inseparable de una his-toria, de una afirmacin, de una slgnHicacin y de una valorizacin personales. Es es-to la que ha comprendido el psicoanlisis o, mejor, lo que ha empezado a compren-der. Este ha visto la necesidad de unir la explicacin con la historia y con las signHI-caciones acumuladas en el sujeta individual: la anmnesis busca en el cursa tumul-tuoso de las efectos los temas directores y, detrs de los temas, los acontecimientos

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    individuales que en cada caso abren el sentido de una situacin psicolgica dada. Pe-ro ni Freud ni en muchos casos los freudianos han reconocido el papel de la afirma-cin y de la valorizacin. Es por esto por lo que el psicoanlisis ha vuelto a caer final-mente, en el terreno de la explicacin, en un material de procesos en tercera persona( ..)As, la explicacin psicolgica no acaba, como la explicacin fsica, en la unin cau-sal, en el establecimiento de relaciones objetivas, comprobadas desde fuera, entre ele-mentos o funciones. Es esencialmente una comprensin, la Interpretacin personal

    por el observador de una significacin personal. Los contenidos psicolgicos son aga-rraderos slidos donde se inserta la comprensin. Pero su ordenacin o sistematiza-cin no nos hace entrar en la realidad especfficamente psicolgica. Puesto que estarealidad es, desde el lado del objeto, un acto global, la comprensin que de ella haceel observador no puede nacer ms que de un acto global del mismo nivel. Si unos en-cadenamientos mecnicos o racionales saben transcribir con alguna aproximacinunos comportamientos aislados, slo la persona conoce adecuadamente a la perso-na. La paradoja de la comprensin de un absoluto individual por otro absoluto i n d i v ~dual slo se resuelve en este acto de conocimiento directo de la persona por su seme-jante (Scheler). No es ni una "alienacin" ni una "lntroyeccin", que haran de la per-sona un haber que se disuelve en una negacin del otro o en una negacin de sf. Esuna comunin o, recogiendo el sabroso retrucano de Claudel, un ca-nacimiento delcognoscente con el conocido. vuelve por tanto el horrible subjetivismo? Si es "subje-tivo" exigir un acto de comprensin personal para captar adecuadamente los actosque vienen de la persona, o las palabras pierden su sentido al ser usadas, o no es me-nos "subjetivo" por parte de un psiclogo de laboratorio afirmar la necesidad de rga-nos sensoriales intactos y de un juicio perceptivo sano para recibir las Impresiones delas cosas. Cada realidad exige un aparato del mismo nivel y un acto del mismo ordenque ella misma para llegar a ser objeto de nuestro conocimiento" (Tratado, 11, 45-46).

    "No se puede definir a la persona sin un futuro, y un futuro sin una valorizacin,una finalidad querida. Tambin aqu el psiquismo ms elemental anuncia ya las for-mas del psiquismo superior. Un enfermo con afasia total como consecuencia de pro-fundas lesiones pareca incapaz de leer una palabra en un peridico. Un da cae ba-jo su mirada una esquela necrolgica. La lee de un tirn: era la de su mejor amigo.Otro enfermo con afasia motriz es incapaz de pronunciar nada; pero, siendo muy re-ligioso, recita impecablemente sus plegarias. Parece, por tanto, que unos trastornosque se consideraba explicados por lesiones deben ser atribuidos a un