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FID Magazine 1 Año 1 Número 2 NOVIEMBRE/ DICIEMBRE 2012 Pueblos mágicos Día de muertos

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Revista de fotografía

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Santiago Salmerón Alvarado/ Director General

Carlos Cervantes Godoy/ Director de Revista FID Magazine

Griselda Galicia Gutiérrez/ Diseño

FOTÓGRAFOS/ Carlos CervantesGriselda Galicia/ Esaú Ponce Arriaga

Faustino López/ Cuidado editorial

Editorial

Ser pueblo mágico es trascender en el universo

Los pueblos mágicos

San Isidro: Patrimonio cultural en deterioro

Mística y color para recibir a los muertos en Oaxaca

La muerte chiquita

Xantolo: Día de Muertosen la Huasteca potosina

Galería: la muerte

Mitotilistli. Sobre la danza guerrera mexica

Jaripeo de sábado por la tarde

Una promesa llamada Emiliano

La Plaza de Santo Domingo

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Colaboradores en este númeroAntonio Ramírez Reséndiz

Aracely Solís FloresArturo Morales

Eladio OrtízGuillermo PereaJesús QuintanarJorge Ontiveros

Manuel Rodríguez MuroMarcos Emiliano LópezMariana Durán Rocha

Mónica NoblePablo Gómez Santiago

Xinonen Adriana Cortes M.

FID Magazine, es una publicación virtual de distribución gratuita publicada por FID Prensa S. A de C. V. con domicilio en Av. Revolución 74, Col. Escandón,México, DF. Tel. (55) 52716365, RFC FPR-120109-MB4 www.fidprensa.com, [email protected], [email protected]

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Foto de portada: Eladio Ortiz

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Arquitectura colonial, color, sabor, historia y magia son cualidades que reúnen muchos poblados de México, patrimonio que en mu-chas ocasiones se debe al empeño de sus habitantes por preservar tales valores.

Esos son los elementos que han sido tomados en cuenta para declarar a 61 lugares como pueblos mágicos, lo que les vale apoyos económicos para preservar sus valores y la promoción oficial como destinos turísticos.

Sin embargo, son pocas las poblaciones que han recibido el reconocimiento de pueblos mágicos, sólo son 61 los que hasta el momento las autoridades de turismo en México han reconocido como tales. El más reciente poblado reconocido con ese honroso carácter es la comunidad de Batopilas, Chihuahua.

Pueblos mágicos, orgullo local y nacional

FID Magazine está pensada como un espacio para promover y difundir la obra de colegas fotógraf@s, manda tu propuesta o portafolio a:

[email protected]

En los pueblos mágicos encontramos imágenes sorprendentes, mágicas, pues cada rincón alberga cultura y sabor de quienes los pueblan. Es parte de esa belleza lo que presentamos en el número que ahora entregamos de FID Prensa Magazine, al mostrar fotogra-fías de algunos pueblos mágicos que ya han sido reconocidos como tales y que sin duda son orgullo para quienes los habitan y para el país en general.

De igual manera, en el presente número nuestros lectores conoce-rán sobre tradiciones y costumbres ancestrales en torno a la muerte y sus festejos que año con año se realizan en todo el territorio nacional, con sus llamativas ofrendas para recibir a las almas que se presentan el 1 y 2 de noviembre como lo marca la tradición, mediante los trabajos de los fotógrafos invitados para esta edición.

Foto de portada: Eladio Ortiz

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Ser pueblo mágico es trascender en el universo

Un pueblo mágico se distingue por su cultura, su geografía y su historia, que al ritmo y características propias de su gente los hacen trascender como un legado histórico para la humanidad.

Mas allá del concepto mismo de cada localidad, presentamos a los lectores la mirada del fotógrafo sobre pueblos mágicos.

Texto/ Aracely Solís Flores

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CuetzalanCuetzalan, en la sierra de PueblaCon una mezcla de neblina, chipi chipi y calorcito, los caminos de Puebla nos conducen a sus lugares mágicos e inolvidables.

Así, entre el claroscuro de su estructura y las caprichosas formas rocosas talladas por el tiempo, las grutas de Cuetzalan reciben a sus visitantes que encuentran en ellas toda una misteriosa y excitante aventura.Entre las grutas que se pueden visitar están la de Chivostoc, Chapultepec, Atepolihui y Ampolihui.Para quienes gustan del contacto con el agua, la cascada Velo de Novia, El Salto, Las Brisas y Las Hamacas, entre otras, son una buena opción.Y a sólo siete kilómetros, en Yohualichan, se encuentra una zona arqueológica similar a El Tajín, construido por las culturas totonaca y otomí.Cuetzalan también tiene para degustar, como sus tradicionales bebidas artesanales elaboradas en casa y de distinto sabor, entre muchos otros atractivos gastronómicos y culturales.

Ser pueblo mágico le da sentido a un lugar, a su gente a sus olores, sabores, a la forma de moldear los recur-sos de la naturaleza , ser pueblo mágico es trascender en el universo.

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MalinalcoFotos Santiago Salmerón

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Malinalco, Estado de MéxicoEnmarcado por un hermoso valle de exuberante vegetación, el pueblo de Malinalco ofrece diversos atractivos.En la cima del Cerro de los Ídolos está la zona arqueológica, considerada una verdadera joya prehispánica.El gran mirador desde donde se aprecia en todo su esplendor el pueblo mágico de Malinalco, fue el más importante para los aztecas en el estado de México, pues desde allí tenían el dominio visual de la localidad.

La zona ceremonial construida en esta cúspide tiene al centro el templo de los guerreros Águila y Jaguar y ha sido comparada con la de Ellora, que está en India, y con la de Abu Simbel en Egipto.

De lo místico pasamos a lo gastronómico, ya que, en el criadero de truchas El Molino se preparan platillos con este pez de agua dulce para dar gusto al más exigente paladar.

Malinalco también es recordado por haber sido testigo de la firma de documentos valiosos para los independentis-tas encabezados por José María Morelos y Pavón.

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Real del MonteFoto Eladio Ortiz

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Real del Monte en HidalgoEnvuelto en un manto de neblina que es típico en sus amaneceres, se dejan entrever cada mañana los rojizos y laminados techados del pueblo, hoy conocido como Mineral del Monte, donde la principal actividad fue la minería.

En el siglo XIX el pueblo se llenó de trabajadores ingleses que se emplearon en las 140 minas de plata que lo llevó a ser un gran productor. En este contexto los mineros británicos dejaron como herencia gastronómica el tradicional pasty o paste. palabra inglesa que significa empanada. La clásica es preparada a base de harina, manteca y sal, relleno generalmente de papa con carne, ideal para los mineros, pues se conservaba a grandes profundidades.

Destaca dentro de su atractivo turístico el panteón inglés donde, cuenta la leyenda, las tumbas se encuentran ali-neadas en sentido geográfico a Inglaterra, menos la del famoso payaso Bell quien al ser discriminado por su gente decidió que la suya quedara en sentido contrario a las demás.

Prismas basálticos de Huasca, HidalgoReconocido como uno de los primeros pueblos mágicos de México, Huasca conserva un hermoso paisaje como po-cos en el mundo, o al menos así lo calificó el barón Alexander Von Humboldt, padre de la geografía moderna, quien, gratamente impresionado por la belleza de los prismas basálticos los dibujó y hoy se exhibe esta obra en el Museo de Arte Británico en Londres.Y es que, caprichosamente acomodados por la naturaleza, los prismas basálticos reciben el agua de las cuatro cascadas que alimentan la presa de San Antonio.

Así decoran estas columnas de basalto de entre 40 y 50 las barrancas de Santa María Regla, principal atractivo del estado.

Foto Eladio Ortiz

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Santa ClaraFotos Eladio Ortiz

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Santa ClaraFotos Eladio Ortiz

Santa Clara del Cobre, Michoacán Gracias a su tradición prehispánica para moldear el cobre con cincel, martillo y marro, esta localidad se convirtió desde 2010 el más reciente de los pueblos mágicos de Michoacán.

Ubicado en el municipio de Salvador Escalante, a pocas horas de Pátzcuaro, el lugar es reconocido a nivel mundial por sus peculiares artesanías de cobre, que van desde una vasija hasta refinada joyería.

Uno de lo principales atractivos es el Museo Nacional del Cobre donde se exhiben obras de arte a base de dicho metal y explican por medio de un taller el trabajo de los artesanos.

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PátzcuaroFotos Antonio Ramírez Reséndiz

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Peña de BernalFotos Carlos Cervantes

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Reducto de tradiciones y costumbres, los pueblos má-gicos de México son el mejor homenaje al coraje y la lucha de hombres y mujeres que se empeñan en no sucumbir ante el embate de la modernidad. Estos pueblos deben su origen a la resistencia de hombres y mujeres que se aferran a sus culturas ancestrales y las resguardan celosamente del tiempo y del feroz avance de la urbanización.

Posiblemente los habitantes de los llamados pueblos mágicos, una definición más turística que antropoló-gica, no se sientan afines a ese velo místico que se les ha dado con el propósito de atraer a propios y extra-ños, sin embargo, se sienten altamente orgullosos de

que su historia, leyendas y tradiciones sean vistos como algo digno de veneración y asombro.

Mientras los gobiernos locales han visto en la denomi-nación una forma de atraer recursos públicos, las pobla-ciones indígenas que habitan los pueblos mágicos em-prenden la lucha diaria por la sobrevivencia económica a través de la venta de sus artesanías, muchas veces en el comercio informal y en el mejor de los casos impulsan la conformación de cooperativas que les permitan captar algo de esos apoyos que se derraman en su nombre y que muchas de las veces se enfocan a mejorar la imagen urbana así como la infraestructura hotelera y restauran-tera.

Los pueblos mágicosTexto Carlos Cervantes

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TaxcoFotos Carlos Cervantes

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TepoztlánFotos Carlos Cervantes

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Valle de BravoFotos Carlos Cervantes

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Zacatlán de las ManzanasFotos Carlos Cervantes

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Los viajes a estos pueblos son parte de esa nostalgia que nos provocan las grandes urbes, donde ya pocos lugares nos recuerdan al México de antes, ese Méxi-co preservado celosamente, incluida su pobreza, en estos rincones multicolores.Vestigios prehispánicos, arquitectura vernácula, ríos, lagunas, cascadas y grandes extensiones ver-des son parte de la verdadera riqueza que albergan los pueblos mágicos, es el imán que atrae a turistas mexicanos y extranjeros. Es una forma distinta de romper con lo tradicional, de alejarse de los grandes y conglomerados centros vacacionales y acercarse un poco más a la naturaleza, a lo rústico y sencillo, a lo espiritual.Lamentablemente muchas comunidades del país, azotadas por la pobreza y el fenómeno de la migra-ción, no cumplen con la totalidad de los requisitos impuestos por el gobierno para impulsar el turismo alternativo pues no cuentan con centros históricos de importancia y mucho menos con una infraestruc-tura hotelera y gastronómica necesaria para atender a los visitantes.Lo cierto es que en aquellos sitios que ya cuentan con el distintivo se ha logrado frenar, en cierta medi-da, el fenómeno migratorio pues el desarrollo local permite desde la creación de empleos hasta el auto empleo.

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Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad

Fotos Carlos Cervantes

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MoreliaFotos Carlos Cervantes

Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad

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San Isidro: Patrimonio cultural en deterioroTexto y fotos: Manuel Rodríguez Murore

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Piedras Negras, Coahuila

Mucho hablan las au-toridades municipales

de fomentar el turismo en esta frontera, para lo cual han cons-truido grandes y ostentosas obras, se han construido con ese fin.

La Plaza de las Culturas, proyecto de la administración del ex alcalde Claudio Bres Garza y la Gran Plaza que borró la historia de esta frontera y dio paso a un conjunto de edificaciones aún en proceso.

En la promoción turística de esta frontera se han olvida-do de la historia, de sus centenarias edificaciones algu-na vez habitadas por los fundadores de Piedras Negras. Durante el sexenio del exgobernador Humberto Moreira Valdés se dio mucha promoción a las Ruinas de San Ber-nardo, una edificación que data de 1702 y que de acuer-

do con los historiadores locales representa un momento clave de la colonización de Texas.

Bonitas e interesantes resultan las ruinas pero poco atractivas han sido para el turismo que vi-

sita esta frontera, a pesar de que se encuentran a sólo 20 minutos de esta cabecera municipal, justo en el munici-pio de Guerrero.

En Piedras Negras los edificios históricos son pocos, entre ellos El Santuario de Guadalupe, el viejo y abandonado hotel del ferrocarril, el edificio de la Aduana de Piedras Negras, el de Telégrafos, y las Ruinas de San Bernardo.Poco o casi nada han sido aprovechados estos edificios íconos de esta tierra en la promoción turística, pero sí las nuevas construcciones que si bien tienen su valor estéti-co, no representan un atractivo para quienes gustan de conocer la historia e identidad de los pueblos.

En este lugar se encuentran vestigios de la antigua hacienda que llevara el nombre del único santo con botas, San Isidro.

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Sin duda uno de los puntos más originales y llenos de historia de esta frontera se encuentra en el ejido San Isi-dro, que tiene todo para convertirse en atractivo turístico, pero algo sucede que las autoridades involucradas en su rescate han arrojado la toalla o simplemente ignoran el llamado de quienes claman por su restauración.

En este lugar se encuentran vestigios de la antigua ha-cienda que llevara el nombre del único santo con botas, San Isidro. Dos construcciones que datan de 1870, una de éstas es conocida como la Casona de San isidro, que ha sufrido los embates del tiempo y del olvido, por lo que actualmente está en deterioro absoluto, cuando en sus mejores tiempos sirvió de posada a Venustiano Carranza e incluso a Porfirio Díaz.

Hace más de 130 años el coronel Fructuoso García Lo-zano, primer presidente municipal de Villa Garza Galán, hoy Ciudad Acuña, mandó construir la casona, en la que vivieron dos generaciones descendientes del coronel y su esposa María de Jesús Zuazua.

La otra construcción de esta ex hacienda es la Capilla de San Isidro, que originalmente se encontraba en el Pre-sidio del Viejo Monclova y que fue construida en 1702. Adobe por adobe, la capilla fue trasladada por el coronel Fructuoso García Lozano en 1880 y desde entonces y ya restaurada, el templo y sus imágenes forman parte de este punto histórico en Piedras Negras.

Dada la importancia del lugar, ejidatarios de San Isidro representados por Ricardo Tijerina Luna, enviaron el 22 de febrero de 1996 una carta al entonces presidente mu-nicipal de Piedras Negras, Ernesto Vela del Campo, en la que le suplicaban encarecidamente considerar una pe-queña obra en beneficio de San Isidro.

Le pedían apoyo para mejorar la imagen de la otrora Aduana del kilómetro 22 de la carretera a Ciudad Acuña, justamente a la entrada del ejido. La súplica de los 245 ejidatarios se refería al deterioro de la Aduana que ahu-yentaba a los visitantes, además le solicitaban su inter-vención para el remozamiento del casco de la exhacienda y de la capilla. La misiva fue enviada hasta el despacho del gobernador Rogelio Montemayor Seguy, quien tuvo conocimiento del caso.

En 1998, nuevamente los ejidatarios representados por Edelmiro Tijerina de Luna, se dirigieron al entonces alcalde

de Piedras Negras, Claudio Bres Garza, le solicitaron decla-rar La Casa de Altos y la iglesia de San Isidro como parte integrante del Conjunto Histórico de Piedras Negras.

Fue el 30 de enero de 1999 cuando el Cabildo acordó designar la iglesia de San Isidro Labrador y la casa de la antigua hacienda como parte del conjunto histórico de Piedras Negras.

Interés de la Texas Historical Comission En agosto de 1997, el arqueólogo Mike Davis, de la Texas Historical Comission (THC), a invitación de Fructuoso García Zuazua, manifestó su interés por visitar San Isidro y realizar un reconocimiento de la zona, acompañado de otros seis especialistas, entre ellos Sharon Fleming, del

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departamento de arquitectura de la THC. El motivo de su visita era evaluar la construcción de la capilla y la casona para una posible reconstrucción, además de revisar el área contigua al inmueble para evaluar la posible exis-tencia de vestigios arqueológicos.

El sábado 20 de agosto era la fecha programada para tan importante visita.

Pleito internacionalApenas el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se enteró de las intenciones de los texanos, ma-nifestó su desacuerdo enviando misivas de negativa a la visita de los especialistas de la Texas Historical Co-mission (THC). El 17 de noviembre de 1997, una carta muy agresiva firmada por Eduardo Enríquez, director del INAH en Coahuila, llegó a la oficina de Patricia Mercado-Allinger en la THC.

En ella le manifestaba su total desacuerdo por el proyec-to que emprendería la Texas Historical Comission en San Isidro a invitación de los mismos ejidatarios y le dejaba claro que “ningún tipo de investigación arqueológica o

de arquitectura histórica puede llevarse a cabo en Méxi-co sin el permiso correspondiente del INAH y esto aplica también a ciudadanos mexicanos”.

Ante tal desacuerdo, la Texas Historical Comission desis-tió de realizar el proyecto de evaluación para el remoza-miento del casco de la hacienda y de la capilla de San Isidro.

Aquello fue todo un escándalo en el que se vieron invo-lucrados funcionarios del INAH y de la THC, sin embargo al final nada se hizo por San Isidro y desde entonces sus principales promotores, Fructuoso García, María Luisa Montemayor de Clamont y los mismos ejidatarios, han tocado un sinnúmero de puertas. Un importante logro fue conseguir que dichas construcciones, mediante de-creto publicado el viernes 30 de julio de 1999 en el Pe-riódico Oficial del Estado de Coahuila, fueran declaradas “bienes históricos”, quedando así “sujetos al régimen que forman parte del Patrimonio Cultural del Estado, la iglesia San Isidro Labrador y el Casco de la Antigua Ha-cienda de San Isidro en el municipio de Piedras Negras”.

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Promesas incumplidasEl 25 de mayo de 1998, nuevamente los ejidatarios en-viaron una carta al alcalde de Piedras Negras, Claudio M. Bres Garza, para informarle que la Hacienda de San Isidro es propiedad del ejido, de acuerdo con informa-ción existente en el Registro Público de la Propiedad de Piedras Negras.

La carta dice: “Lo hacemos de su conocimiento, en la creencia de que ya no habrá más impedimento para ini-ciar su restauración este año, tal como lo ofreció usted públicamente en la inauguración de nuestro pequeño consultorio médico en este ejido”. En la misma carta, los ejidatarios manifiestan su deseo de colaborar con la autoridad para la realización del proyecto con “nuestra fuerza de trabajo, como ayudantes de la industria de la construcción o en la forma en que nos indique”. Hasta ahora no han recibido contestación.

Gobernadores y alcaldes pasan y el deterioro continúa, el paso del tiempo, el abandono y el desinterés poco a poco llevan a una de las zonas históricas de Piedras Negras a convertirse en ruinas y lamentablemente quedar en el olvido.

DescuidoHace poco menos de un mes, la casona de San Isidro lu-cía en uno de sus costados una placa, en la que se hacía un reconocimiento al coronel Fructuoso García y familia por la construcción que ha servido ahora a los ejidatarios como salón de reunión. Hoy la placa de bronce ya no existe.

Así como desapareció la placa, han desaparecido acce-sorios originales de la casona y sin tacto alguno se han colocado otros que deterioran en vez de mejorar la his-tórica construcción.

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El Día de muertos está cerca, la nostalgia envuelve los hogares de las familias oaxaqueñas.

Y es que, para muchos vivos, las primeras fechas del mes once son profundamente significativas, sentimen-tales y mágicas, más en municipios íconos de Oaxaca como Santa Cruz Xoxocotlán, en donde se viven veladas sumamente místicas.

Las familias oaxaqueñas se preparan para tan esperada fecha que les permite estar en contacto con el ser que se ha ido, pero que regresa en noviembre para convivir, disfrutar de aromas y revivir momentos con sus seres queridos.

Municipios representativos de Oaxaca como Santa Cruz Xoxocotlán, Santa María Atzompa, Huautla de Jiménez, entre otros, reviven estos días de una manera especial.

En el panteón, los aromas refrescantes crean un ambiente único que recorre los angostos pasillos, un aliento fresco que descubre las reuniones familiares

Mística y color para recibir a los muertos en OaxacaTexto y fotos Pablo Gómez Santiago

en el sutil aposento. Las estrellas adornan la noche, descienden los espíritus y todos son recubiertos por un viento especial.

Todos reencarnan, se les recuerda en los tradicionales altares de muertos, en donde se coloca una foto del difunto amado junto con mezcal o aguardiente, una cajetilla de cigarros o tepache.También se colocan frutas como níspero, caña, cacahuates, nueces y no olvidemos la flor de cempasúchil, mejor conocida como la flor de muerto, y sus velas iluminando con un suave toque de serenidad y respeto. Además, se coloca el tradicional chocolate calientito y el emblemático pan de muerto.

Otro rasgo peculiar es una gigantesca plataforma de arena de colores diseñada en honor a los queridos difuntos, estos tapetes son un regalo para ellos, se elaboran con imágenes de grandes personajes, como lo marca la emoción de la tradición.

La comunidad católica celebra la fiesta de Todos los Santos los días 1 y 2 de noviembre. Los preparativos se

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inician los últimos días de octubre cuando se hornea el delicioso pan de muerto, se tuesta el cacao para la elaboración del chocolate, y también se tuesta el chile para el mole negro que será acompañado con carne de guajolote.

En la entrada de las casas se aprecia el Altar de Muer-tos, arqueado con cañas y dividido en diferentes niveles donde se colocan el pan, chocolate, mole, tamales, ca-labaza en dulce, mezcal, tepache, aguardiente, cigarros, naranjas, mandarinas, manzana de tejocote, plátano macho, nueces, cacahuates y velas cuya luz ilumina las almas que ya partieron.

Estas velas iluminan los cuadros fotográficos, mientras que los tapetes elaborados de arena, pigmento de co-lores rodeado de flor de cempasúchil y cresta de gallo ofrecen un ambiente cálido.

De acuerdo con la sabiduría de los abuelos, el día primero de noviembre se espera a los angelitos, por eso al caer el sol los familiares se trasladan a los panteo-nes de Santa María Atzompa, Santa Cruz Xoxocotlán, Huautla de Jiménez, entre otros, con flores, veladoras y material para elaborar los tapetes de arena y así acompañarlos con música, en recuerdo de las vivencias de sus familiares muertos.

La fiesta en el Centro Histórico se vive con comparsas y representaciones en las escuelas de arte y otras institu-ciones educativas.

De manera particular, en el panteón San Miguel se co-locan más de dos mil veladoras para iluminar los nichos que están ahí desde hace décadas, como testigo fiel de esta tradición tan memorable.

Mientras, en las principales plazas públicas las mani-festaciones de grandes tapetes dan la bienvenida al turismo, que se maravilla por tanto color y sabor que envuelve a Oaxaca en estos días.

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La muerte chiquita

Texto Mariana Durán Rocha/ Fotos: Jorge Ontiveros

Nos acompaña siempre, impasible, serena. No busca, encuentra. Sabe que, para ella, todo se da a su debido tiempo: a salto de mata, en la madrugada, en medio de una fiesta, ya avanzada la vida, o en ciernes, inesperadamente.

Ella sabe que tiene su lugar: a veces llena todo de miedo; otras, de alegría, de magia; invade los espacios de recuerdos, de cariños, de anécdotas, y después, lo llena todo de llanto, de nostalgia.

Pensar en las fiestas del Día de Muertos es pensar en honrar la vida, lo entregado, lo compartido, lo sufrido. En medio del ajetreo, hacerse de un momento de paz y contac-tar con ellos, con mis muertos o los tuyos o los de cada quien, y agradecer por la vida y por la paz eterna, la del corazón.

Cómo no ofrecer los panes especiales, el chocolate, la luz, la sal, el agua, los tamales y la fruta. Cómo perder la magia de volver a sentirlos cerca, de consentirlos una vez más y esperar.

Esperar a que llegue la noche y junto con el aullido de los perros tener la certeza de que llegan sus almas, las de los santos inocentes. Colocar en el altar dulces, velas, flores y hacerles el camino de pétalos de cempasúchitl para que sepan regresar a casa enmedio del olor a copal.

Dejar que corra el día y esperar otra noche para que lleguen todos los demás santos, se junten, se haga la fiesta: con sus moles, aguardientes, cigarros, cerillos, su calabaza en tacha o café de olla. Saber que esperaron un año para acudir al encuentro que nos une más allá de la distancia, del tiempo y lo tangible. Saber que estaremos siempre juntos, y eso tenerlo por seguro.

Una tarde ya en calma, a solas, reposando del trabajo, te puede sorprender una sensación que te cruza por la nuca: es una estela de aire frío, la piel se te enchina, brincas, te dan “ñáñaras” porque sabes que fuera de los Días de Muertos se llegan a acercar y aparecen, así de cerquita, para decirte cosas a su modo.

Mi padre decía, cuando la llegaba a sentir, todo enchinado por lo nervios, que el suyo le había dicho que a eso se le llamaba la muerte chiquita. A mí también me ponía nerviosa esa sensación, hoy sé que están más cerca de nuestros sentidos, imaginación y creencias. Están siempre presentes en otro más allá.

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Xantolo: Día de Muertos

en la Huasteca potosinaTexto y fotos Jesús Quintanar

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Uy señor!, ¿cómo decir que esto no es una tradi-ción pues?

Desde los aztecas, el 30 de octubre se lo dedicaban a los difuntitos. Aquí en la Huasteca nosotros los nahuas lo llamamos Xantolo, y los huastecos le llaman Santorrom, pero es lo mismo.

El 30 de octubre nos ocupamos en hacer los arcos para los altares a nuestros muertitos, que no les falte el izote soasado, las caras o huiles, estribillo, limonaria o palmilla. Pero lo más importante para su decoración es la flor de cempasúchitl, que es la flor de los muertos. También se le pone la “manita de león” porque la creencia era que si no se preparaban para este día los espíritus de los muer-tos se adueñarían de sus cuerpos. Entonces cada año se preparaban para recibir la visita de sus difuntos.

Y cuando el hombre armaba el arco, la mujer se ocupaba de tener que ofrendarles a los difuntitos, les invitaban pan de caja, tostaban y molían el cacao para hacerles chocolatito, zacahuil (grandes tamales que se enrollan

en hojas de plátano y se cuecen bajo tierra), que si uno lo ve de lejitos parece que son los mismísimos difuntos acostaditos en la mesa, esperando la merienda. Otros, muy poquitos, preparan el bolien o patlachi, que es otro tamal pero con forma de bola que le ponen un corazón de gallina en mero en medio para ofrendarlo al dueño y señor del monte, los ríos y las cuevas.

También se proveían de piñones, nueces, las frutas que además de adornar el altar eran parte de la ofrenda. ¡Uy joven!, y por supuesto que no podía faltar el aguardiente y la caña.

Ya que estaba el altar, ponían enfrente un caminito de cempasúchitl que pasaba por la puerta y salía hasta la calle para que los difuntos no se perdieran entre las casas y fueran a donde no tienen vela, pues así se les guiaba con toda pompa y no podían perderse.

De vez en vez, se sahúma el altar, en cruz, hacia los cua-tro vientos y hacia arriba, para comunicarnos con los muertos y saber si están contentos, porque mientras más pródiga sea la ofrenda, más gusto les da, ¡sí señor!

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También los aztecas tenían a su dios de la muerte, y a éste le ofrecían el incienso o copal para que él les diera permiso a los difuntos de visitarlos.

Pero fíjese, joven. Luego, a la llegada de los españoles, por más que quisieron quitarles esas costumbres, pues nomás no pudieron, ¡ah pero eso sí!, trajeron la religión católica y los frailes se encargaron de que hicieran rosa-rios de flor de muerto que representan las oraciones que eleva nuestra fe y así se conjuga la fiesta indígena y la católica.

Ahora la cosa todita es ya de alegría, ¡sí señor!, la ce-lebración empieza a finales de septiembre, en el día de San Miguel, que es también cuando se hace la siembra más importante del frijol y empiezan a verse llegar los “nortes”. Porque debe saber usted que las fiestas están íntimamente ligadas a los calendarios agrícolas, los tiem-pos del campo son muy importantes, y mientras llegan las aguas en nuestras casas hacemos los preparativos para recibir la visita anual de los muertitos y así reforzar la unidad de la comunidad.

Ya en las fiestas salen las comparsas a las calles del pueblo a bailar y los hombres se disfrazan de diferentes personalidades o animales para bailarles a los difuntos; y en las comparsas bailan varias danzas a lo largo de la celebración. Danzas como la de los Huehues, que son los viejos, la danza del Tsam Kam-son, o la de Las varitas.¿Y usted cree que en estos tiempos ya casi nadie se acuerda del origen de estos bailes tan bonitos y colori-dos?, porque fíjese, una danza también muy bonita es la de “Los mecos”, ¡y en este baile se suelta la comparsa a echar un relajo del diablo que ay dios!, entre juego y juego molestan a la gente.

Los jóvenes y los niños se ponen sus máscaras de dia-blo que ellos mismos hacen con machete en un trozo de madera y las deben tener listas para estas fiestas de muertos; y ahí va la gente corre y corre para que no les den de latigazos.

Esta danza representa, según cuenta nuestros abuelos y las historias de aquí, a las guerras de allá por 1780, cuando los pueblos originarios al sur y al este de los ríos Pánuco y Tamuín se peleaban entre sí a cada ratito. Que

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unos para defender las fronte-ras de la corona española, y que otros para no dejarse conquistar. Entonces a los que estaban con los españoles se les perdonaba el tributo a cambio de parar las invasiones y ayudar a asentar a los indios belicosos que no querían aplacarse. Y esto es lo que representa esa danza de “Los mecos”, por eso llegan los danzantes tan violentos, molestos y bárbaros.

También en las comparsas representan al “cole”, que es el personaje cómico que se burla de otras personalida-des, como el diablo y la muerte, y hasta de los malos políticos y peores gentes, como ése mentado Salinas de Gortari que tanto daño hizo a nuestro país.

Pero como le iba contando, pues, el “cole” es el más vie-jito de todos y aun así se trae a la “mamania”, que es su pareja, pero este viejito es tan dicharachero y pícaro que siempre pone su ojos en las muchachas más jóvenes y guapas del pueblo.

También se disfrazan de la muerte, que representa el fin de la vida, para representar el bien y el mal. Se ponen sus trapos de diablo, el comanche es el guerrero mexicano, fuerte y valiente. Y el hombre que se disfraza de mujer simboliza lo femenino.

Y el 31 de octubre está dedicado a los angelitos que se nos murieron de chiquitos y llegan al altar a merendar entre las nueve y las 11 de la mañana; a ellos les ha-cemos tamales de dulce y de ajonjolí para que no les moleste el chile del zacahuil y puedan comer a gusto sus tamalitos con chocolate de agua, también les cantamos para recordar sus cumpleaños: “Hoy por ser día de los muertos te las cantamos a ti…

El primero de noviembre está dedicado ahora sí a todos los santos. Pero la mera fiesta es el 2 de noviembre y quienes son recordados son los difuntos adultos. ¡Vaya a ver!, a las ocho de la mañana se deben encender las velas de cera y depositar las ofrendas en el altar. A las nueve de la mañana se apagan para que a las 12, al mediodía, se vuelvan a encender y eleven el incienso o copal al dios que representa a la muerte, hoy en día, el único dios verdadero.

En este día se tiene la creencia de que las señoras no deben salir de su casa, ni cerrar las puertas porque los difuntos están de visita degustando las ofrendas que se les ofrecen;

entre ellas, un vaso de agua por si acaso vienen con sed. Pero no se crea, sabemos re-bien que seremos los vivos quienes comeremos las ofrendas y la tortilla, ¡sí señor! Aunque debemos esperarnos un poco de tiempo como muestra de respeto, dos o tres días, y si alguien come antes que los difuntos pues lo pueden castigar: ¡que la enfermedad!, ¡que el dolor!, ¡que el sufrimiento!, con uno que falte al respeto a los difuntos pues se desgracia a toda la familia. Como a la Juanita López, que el año pasado le dio diarrea a ella y a su familia por comerse las mandarinas de su difunto padre, ¡caray!

Ya que la mujer puede salir de su casa acompañada de su familia, todos se van juntos al camposanto a convivir con sus difuntos y a limpiar sus tumbas para renovar el pacto con los parientes muertos. Una vez en el panteón, la mayoría de las familias ni atienden al cura que ofre-ce misa sino que se ocupan en colocar la ofrenda en la tumba del ser querido mientras platican. Los señores ya de plano se ponen a beber, ¡hasta parece que vamos a seguir la fiesta!

Ya por la noche los jóvenes se preparan para ir al baile, allá en la sierra llevan a su trío para que toque huapan-gos, jarabes y valses, pero aquí en el pueblo ponen músi-ca de cumbia y “quebradita”. Con el baile, la guarapeta y la cruda termina el periodo más intenso de las celebra-ciones de muertos.

Pero la fiesta termina cuando a los ocho días volvemos a hacer tamales; a esto se le llama “el ochavario¨. Al día si-guiente, nueve de noviembre, después de rezar el rosario, quitamos con cuidadito los arcos del altar de muertos y se guardan las semillas de cempasúchitl para sembrarlas en ofrenda a nuestros antepasados que nos heredaron la tierra. Se siembran el 29 de junio del año siguiente para cosecharlas el 30 de octubre nuevamente. Y en los días siguientes, el trabajo de los campesinos ya rinde sus frutos: es tiempo de la cosecha.

¿Cómo ve joven? Todo esto se lo cuento para que vea y sepa que nosotros somos un pueblo que sabe mirar al futuro.

¿Cómo ve joven? Todo esto se lo cuento para que vea y sepa que nosotros somos un pueblo que sabe mirar al futuro.

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La muerte es una vida vivida.La vida es una muerte que viene.

Jorge Luis Borges

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La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.

Antonio Machado

Foto Santiago Salmerón

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A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos

corazones en un mismo ataúd.

Alphonse de Lamartine

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La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los

guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.

François Mauriac

Foto Carlos Cervantes

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Diego habla de la muerte de Frida“empezó a sentirse violentamente enferma

me senté en su cama a las cuatro se quejo de un agudo dolor cuando llego el doctor al romperse

el alba descubrió…que había muerto su rostro se veía tranquilo y mas hermoso que nunca la noche

anterior me había dado un anillo de regalo… por nuestro veinticinco aniversario de casados le

pregunte por que me lo daba tan anticipadamente me respondió que sentía que me había de dejar

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Qué injusta, qué maldita, qué cabrona

la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos. Carlos Fuentes

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La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo. Epicuro de Samos

Foto Carlos Cervantes

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Fotos Carlos Cervantes

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No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces

la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre.

Stefan Zweig

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Los mexicanos estamos ante el formidable reto de recuperar un tesoro de valor incalculable, el legado

de nuestros ancestros que aún fluye por nuestras venas.

Nosotros, practicantes de la danza ritual guerrera Mexica, sabemos de una identidad viva y operante de la que hoy somos partícipes, por lo que no pretendemos volver en el tiempo ni cambiar los acontecimientos frente al hecho histórico de la invasión. Buscamos la identidad del mexica-no a través de un legado cultural, científico y artístico; del pensamiento ancestral de nuestro pueblo.

El aporte de la danza ritual prehispánica a la sociedad actual es de proporciones significativas, no se trata me-

MITOTILISTLISobre la danza guerrera mexica

ramente de un ejercicio corporal sino de la integración de la mente al cuerpo y, más aún, de la naturaleza misma a través del desarrollo de nuestra sensibilidad para con ella.

De todas las artes de la cultura de Anáhuac tal vez la mú-sica y la danza fueron las que causaron, a la llegada de los españoles, el impacto más contundente y definitivo.

De la música y la danza no quedó mucha información, sólo las descripciones de algunos cronistas del siglo XVI (Sahagún, Durán, Motolinia, Mendieta, Torquemada y Landa), testigos oculares de increíbles danzas locales, fastuosas y emocionantes, que llenaron de asombro a los

Xilonen Adriana Cortes M.

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españoles por la perfección técnica con que se maneja-ban los enormes conjuntos.

Durán escribió: “Había junto a los templos unas casas grandes donde residían Maestros que enseñaban a bailar y á cantar a las cuales casas llamaban cuicacally que quiere decir “casa del canto” donde no había otro ejercicio sino enseñar a cantar y bailar y á tañer a mozos y mozas y era tan cierto ellos y ellas a éstas escuelas y guardábanlo tan estre-chamente que tenían el hacer falla pués habían penas señaladas para los que no acudían y demás de haber pena en algunas partes había Dios de los bailes a quien temían ofender si hacían falla. Era este ídolo de piedra y tenían los brazos abiertos como hombre que baila y tenía unos agujeros en las manos donde los ponían las rosas ó plumas: teníanlo en un aposento frontero del patio don-de era el ordinario baile y dicen que en algunas festivi-dades le sacaban al patio y le ponían junto al al tambor que ellos llaman teponachtly. Honraban en México y en Tezcoco y en muchas partes de la Tierra cómo a Dios y le hacían ofrendas y ceremonias cómo a cosa divina y no me maravillo que a éste instrumento se hiciese pués se hacía á las cortezas de los árboles resinosos á causa de que se hacían buena brasa porque fue tanta la ceguedad antigua que hasta en los animalejos pequeños y grandes y en los peces y renacuajos hallaron que adorar y reve-renciar.

Los que venían a aprender eran mujeres y hombres de doce a catorce años los cuáles trabajaban por separa-do. Había hombres ancianos llamados “teaanque” que quiere decir hombres que andan a traer mozos. Para las mujeres había Ancianas llamadas “cihuatehizque” que quiere decir guardias de mujeres o amas.

Existen grupos autóctonos que afortunadamente conser-van danzas ceremoniales como los yaquis de Sonora, los wirrarikas de Nayarit y los tzotziles o chamulas de Chia-pas, pero no se pueden comparar estas danzas locales de la periferia, que son estrictamente tribales, con la com-plejidad, el refinamiento y colosal escala de las danzas de los colhua mexika y los mayas.

Para la fiesta del Toxcatl, en el quinto mes, se preparaba a un joven escogido para representar al gran Dios Tezkatli-poka. Se le daba la más completa enseñanza de la danza y de la música y aprendían a tocar la pequeña y agudísi-ma flauta de barro especial para esta ceremonia.

Serie fotográfica.Santiago Salmerón

IN XOCHITL IN KUIKATL (La flor y el canto).Ceremonia de velación y danza en agradecimiento por las enseñanzas de nuestro Capitán Xiutz Felipe Villanueva Aranda, (General del concilio de las águilas de la dinastía Ximalpopoca Moctezuma de Ixcateopan, Gro) del grupo Atlachinolli de Puebla, en su octava ceremonia. El trabajo fué encabezado por Tata Rubén (Purepecha), Tata Juvenal y la Nana Anita (chichimecas). Y asistieron danzantes de Nayarit, D.F. , Oaxaca, Toluca y Puebla.

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“Danza estelar o de la gran rueda”. Fue usada en la Gran Tenochtitlán durante la época de apogeo de los colhuas mexikas y todavía algunos cronistas los vieron bailarla; a ellos debemos descripciones circunstanciadas que nos revelan la brillantez y solemnidad con que se desarro-llaba. Tenía lugar en el mes de Izcalli, el décimo día. Se celebraba cada cuatro años en honra del Dios Xiutekutli, el dios del fuego, en el mismo día en que cada cincuenta y dos años se encendía el Fuego Nuevo, por tanto era un Rito cíclico extraordinario, relacionado con el principio de un nuevo Tlalpilli.

Por estas circunstancias participaban en la festividad los principales señores y personas ilustres y el mismo tlatoa-ni, y comenzaban un rito de gran solemnidad y gravedad al cuál llamaban “Neokuitotilistli”, que quiere decir “Rito de los Señores”.

La organización del aprendizaje de la danza y la música nos da una idea de su importancia dentro del mecanis-mo del Estado. Durán cuenta que había academias es-

pecializadas de canto y danza (kuikakalli), en los centros más importantes cómo Tenochtitlán, Tlacopan y Texcoco. El kuikacalli de la gran Tenochtitlán estaba ubicado en donde son ahora los portales de mercaderes, junto al coatepantli o muralla de los Teocallis (pirámides o tem-plos). Estas kuikakalme (academias) tenían horarios fijos iniciando antes de la puesta del sol, ponían todos sus instrumentos en el centro del patio, formando círculos de danzantes alrededor de los instrumentos, al centro se colocaban los Maestros iniciando los cantos y las danzas que eran observados con gran puntualidad por los jó-venes alumnos, hombres y mujeres, los Ancianos tenían como principal misión vigilar el comportamiento de los alumnos en todas ocasiones. Después de cantar y danzar durante un buen rato de la noche con mucho regocijo se retiraban a sus hogares llevando el buen ejemplo que los ancianos y ancianas les daban.

La música que acompañaba las danzas era mucho más compleja de lo que sus instrumentos sugieren, y consistía de conjuntos corales con un fondo rítmico o acompaña-

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miento de percusiones, en el que era básica la combina-ción del gran tambor vertical, el Huehuetl y el Gong de madera con dos tonos, el teponachtli.

Según los cronistas, el huehuetl (tambor), empezaba a tocar un ritmo lento y bajo que iba cambiando a través de la danza, aumentando el volumen poco a poco, va-riando y acelerando los ritmos.

Otros instrumentos que se usaban en las danzas eran las trompetas como la de los frescos de Bonampak, o grandes caracoles marinos, las ocarinas y silbatos, do-bles y cuádruples, que revelan un sentido muy complejo de la armonía. La base de la gran música para la danza era el hábil manejo de conjuntos corales, había cantares de guerra, de amor, de loor a los dioses y a los señores, todos los cronistas insisten en que las danzas iban acom-pañadas de coros que asombraban a los españoles por su disciplina y perfección.

Xochipilli o Macuilxóchitl, dios de el canto y la música, lo era también de la danza. Una estatua de piedra que lo representaba estaba colocada en un nicho en el patio de la escuela. Allí recibían ofrenda de flores.

Nuestra danza guerreraEn la actualidad, la imagen que manejamos con la inter-pretación de la danza guerrera mexika atañe al arque-tipo cultural de nuestro pueblo, donde la característica del antiguo mexicano es la de un ser dinámico, creativo y combatiente, seguro de sí mismo, consciente de sus va-lores y de su misión en la Tierra. Nuestros abuelos sabían que eran parte integral de la evolución y armonía de la naturaleza, en comunicación directa con los elementos sustentadores de la vida, aliados con ellos en la continui-dad evolutiva de las especies, creando de esta manera una cultura muy particular, partícipe de la cosmovisión del Universo y la vida.

Nuestra danza es guerrera y en su práctica constante se logra desarrollar la precisión y coordinación de los siste-mas psicomotores del ser humano, creando una fortaleza interna. Estas danzas pertenecen al seno íntimo de la tra-dición oral mexika; de la cual hemos surgido.

Es a través de la difusión de nuestra cultura, que par-ticipamos en el rescate de la imagen digna de nuestra identidad nacional.

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JARIPEO DE SÁBADO POR LA TARDE

Texto Mónica Noble/ Fotos Guillermo Perea

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¿Cómo sobreviven las tradiciones de las fiestas en los pueblos mexicanos?, ¿cuáles factores han modificado el entretenimiento en las numerosísimas comunidades de nuestro país?

El jaripeo tiene una práctica histórica desde tiempos co-loniales. Hoy, más de quinientos años han pasado y sigue siendo entretenimiento comunitario: un acontecimiento social en lugares donde parece que poco pasa.

Yohualichán es un pequeño poblado del municipio de Cuetzalan, Puebla, cuyo principal atractivo es haberse es-tablecido alrededor de una zona arqueológica del mismo nombre. Acaso tendrá mil habitantes de la etnia náhuatl. El turismo de sus pirámides y la agricultura son los prin-cipales motores económicos.

Es un sábado por la tarde y la gran mayoría se ha reuni-do alrededor de la fiesta del jaripeo. En la improvisada cerca, unos jóvenes hacen fila para hacer suertes con bueyes del Rancho San Juan. Es un sábado de agosto y el animador del jaripeo convoca sin cesar a la gente y aren-ga a más valientes. Comienzan las suertes; los jinetes se encomiendan a los santos pero poco soportan arriba del animal. Es el entretenimiento.

Y todos, protagonistas y espectadores, tienen su rol. La tarde cae: helados y cervezas corren entre los asisten-tes cuya expresión es más bien enjuta. Es la diversión para una comunidad como hay tantas en nuestro país. La tradición colonial que pervive en estas comunidades prehispánicas.

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Una promesallamada EmilianoEl pequeño de ocho años llegóa la fotografía por una casualidad

Texto Santiago Salmerón Alvarado/ Fotos Marcos Emiliano López

El quinto encuentro de fotografía en Tlaxcala, realizado del 25 al 27 de octubre pasados, nos ofreció grandes sorpresas. Una de ellas

fue la ponencia presentada por el fotógrafo Marcos Emiliano López Cruz, quien mostró a los asistentes una serie fotográfica en la que con los conocimientos adquiridos en un año ha trabajado desde fotografía este-nopeica, fotogramas y fotoperiodismo.

Las imágenes de Emiliano muestran que ha logrado una gran capacidad técnica, reflejan su vida, su entorno, sus juegos.

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Con una inteligencia impresionante y una gran capacidad narrativa, Emiliano explicó una a una sus fotografías, comenzando con la fotografía estenopeica, pasando por los paseos familiares, la convivencia con sus primos, las visitas a casas de sus familiares; la cobertura de las marchas contra Peña Nieto y las del movimiento #YoSoy132; grafittis, así como un encuentro de maquillaje corporal Fonámbules, y coronó su trabajo con una sonrisa de su modelo, “El Oso”.

Toda una ponencia como los grandes y mostrándonos que estamos ante una pro-mesa para la fotografía en México.

Marcos Emiliano sólo tiene ocho años y llegó a la fotografía de manera incidental cuando a su taller de modelado en plastilina no acudió su maestro y se vio obliga-do a quedarse en la clase de fotografía que recibía su padre en el Faro de Oriente, en la ciudad de México.

En ese momento decidió cambiar de taller y explorar en la fotografía lo que consi-dera desde ya como su pasión, para convertirse en una promesa futura.

FID Prensa Magazine, publica parte del trabajo presentado por el fotógrafo duran-te el quinto encuentro de fotografía.

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La Plazade Santo Domingo

“Cómo le va Doña Josefa, la veo muy formalita con su chongo de fierro, ¿qué me cuenta?, porque las estatuas como usted han sido testigo de muchas cosas, es una pena que no hablen, pero no importa, en plazas como esta siempre estará el pueblo para contar lo que las estatuas no puedan”.

Conversación de la Doña, María Félix en la plaza de Santo Domingo)

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La Plazade Santo Domingo

La Bella Plaza de Santo Domingo está ubicada en el centro de la ciudad de México en lo que hoy es la calle de República de Brasil, República de Cuba y Belisario Dominguez. Se piensa que la plaza está ubicada sobre lo que fue la casa del Sr. Cuauhtémoc y que durante la repartición de la ciudad por los conquistadores españoles, este espacio quedó libre de construcción, tal y como lo encontraron los Dominicos a quienes se les asignó el solar ubicado al norte de la misma, donde ahora se ubica el Templo de Santo Domingo,

En el siglo XIX, bajo los portales se establecieron los escribanos o “evangelistas”, como les llamaba el pueblo, quienes se dedicaban a escribir cartas para aquellos que no sabían leer o escribir. Inicialmente utilizaban plumas de aves, papel, escritorio y dos asientos de tule, con el tiempo incorporaron el uso de máquinas de escribir mecánicas.

Actualmente se encuentran en esa zona un grupo de impresores que elaboran principalmente papelería para eventos sociales.

Al centro de la plaza se ubica una fuente con la estatua de Doña Josefa Ortíz de Domínguez, mejor conocida por la historia como la “Corregidora”, obra del escultor italiano Enrique Alciati, instalada en la plaza de Santo Domingo en el año 1890.

Cabe mencionar que a un costado de la plaza de Santo Domingo se encuentra el Antiguo Palacio de la Inquisición, ahora conocido como el Antiguo Colegio de medicina y en lo que fue la Aduana hoy es la Secretaría de Educación Pública.

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