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FALSOS TRAFICANTES Autores: Daniel, Álvaro, Héctor, Rocío y Alba. El excitante libro de espías que hará que te partas de risa

Falsos traficantes

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Cuento de los alumnos de 6º del colegio Humanitas Bilingual School Torrejón

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FALSOS TRAFICANTES

Autores: Daniel, Álvaro, Héctor,

Rocío y Alba.

El excitante libro de

espías que hará que

te partas de risa

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En África había un hospital dedicado a los niños, donde un día llegaron unos

traficantes y mataron a todos los niños, o eso es lo que se rumoreaba.

Nosotros somos el equipo Alfa de la AICT (Agencia Internacional Contra

Traficantes), nuestros nombres son David (el novato), Sonia (la jefa) y Bill (el

científico) y estamos intentando averiguar el paradero de los traficantes.

Un día Bill llamó por el comunicador y dijo:

- ¡He averiguado el paradero de los traficantes!

- ¿Si? ¿Y donde están?- respondió Sonia.

- Pues…..pues……… ¡se me ha olvidado!- dijo Bill confuso - ¡Ah! Ya me acuerdo.

- Dilo antes de que se te olvide otra vez – insistió Sonia.

- Están en un lugar remoto de África – contestó Bill.

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- Pues eso ya lo sabíamos – respondieron Sonia y David.

- Os lo voy a especificar un poquito más, están en el Sahara en un poblado llamado

Sarandonga – dijo Bill.

- ¡Preparemos el equipo y pongámonos en marcha! Hay que comprar los billetes

inmediatamente o no podremos volar y solucionar este misterio – contestó David.

Después de unas horas se encontraban en Nueva York, allí David y Sonia cogieron

un avión rumbo al Sur de África que pasaba por Sarandonga , en una compañía

aérea llamada Iberia, Uppsss!!!! Era secreto!!!!

Justo detrás de ellos había una abuelita, con gafitas redondas, que no dejaba de

hablarles y hablarles, sin dejar que se concentraran en su importante misión,

contándoles las aventuras de sus nietos que no dejaban de hacer trastadas con su

gato.

Después de unos minutos……

-Ha llamado Bill desde Nueva York diciendo ¡Ya hemos llegado! ¡Saltemos del

avión! – dijo Sonia – menos mal, ya vamos a librarnos de la abuelita y de sus

historias.

Se disponían a saltar del avión, cuando surgió una importante duda:

-Uno….Dos….y…. ¿cual va detrás del dos? – dice David.

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-¿No sabes que después del dos va el ……seis? – dice Sonia – ¿o era el ocho?

-Después del dos va el tres!!!!! cacho memos!!!!!, hasta mi gato lo sabe!!!!! – dice la

abuelita.

-Pues entonces ….uno….dos…..y……tres!!!! – dice David tirándose al vacio.

-¡¡¡¡Mi paracaídas no funciona!!!! – grito David asustado – y de repente………..

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PUMMMMMMMMMMMM!!!!!!!!!!!!

-¡Ahhhh! ¡Me he caído y creo que me he roto algo! – dijo David dolorido.

Sonia ordenó a David que se levantase, David lo hizo y……..y……….

-¡CRAC! – crujieron las rodillas de David mientras se pegaba un porrazo contra el

suelo otra vez.

Después de un par de horas caminando y caminando por el caluroso desierto,

llamó Bill diciendo:

-Tenéis el hospital a las doce en punto.

-¡Pero si las doce en punto ya han pasado hace cinco horas!

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-Pues mira delante memo – dice Sonia preocupada por su pequeño cerebro.

-¡Ahhhhhhhhhh!, no lo veo – dijo David mirando para el lado equivocado.

-Pero mira al otro lado – dijo Sonia.

-¡Ah! ya sé donde está – dijo David.

Un rato más tarde llegaron al hospital donde divisaron unas sombras moviéndose,

de repente…..las sombras rompieron el cristal de la sexta planta del que salieron

dos personas haciendo una exhibición de velocidad en motos voladoras, o eso es lo

que parecía desde el otro lado de la puerta.

-¿Por qué nosotros no tenemos eso? – murmuró David.

-Porque no tenemos suficiente dinero, aunque después de esta misión, creo que

conseguiremos el dinero necesario para comprarnos un transporte privado y no

tener que aguantar a las pesadas de las abuelitas – contestó rápidamente Sonia.

Mientras observaban a esas personas que parecían ser los traficantes llamó Bill y

les dió un susto, David y Sonia gritaron: - ¡Ahhhhhh!

-¡Ahhhhhh! – gritó Bill asustado – ¿pero qué pasa?, me vais a dejar sordo.

-¡Que nos has dado un susto de muerte! ¡Casi nos da un infarto!

- Pues nada de infartos que ya me dirijo hacia Sarandonga – dijo Bill con tono

imperativo – os ayudaré a acorralar a los traficantes.

Días más tarde, acampando en la puerta del hospital aburridos jugando a las

aburridísimas cartas, tan aburridamente aburridos que estuvieron a punto de ir a

por ellos. Entonces llegó Bill…..

Sonia le dijo a David, que aun se hurgaba la nariz del aburrimiento que era el

momento de entrar

Más tarde en el hospital……

-No están – exclamó Sonia.

-¡Uuf! ¿Para eso he venido?, ¡Para que se esfumen! – dijo Bill exaltado.

- ¡Ha, ha! – se rió David.

-Mejor que no estén – dijo Sonia, así podremos buscar pistas.

Pasada una media hora……..

-¡Eh pero que es esto! - dijo David extrañado.

-¿Qué has encontrado? – preguntó Sonia.

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-Eh….he encontrado un montón de….¡Disfraces! – dijo David.

-¿Queeeee? – se extrañó Sonia.

-Pues yo he encontrado chucherías – dijo Bill

-No puede…… ¡Eh! ¿Qué ha sido eso?, escondeos que viene alguien – dijo Sonia.

Ton…ton….ton….se escucharon personas bajando escaleras.

-Esos niños se estaban partiendo todo el rato – dijo el traficante.

-Sí y las chucherías terminaran el trabajo – dijo la traficante.

-¡Ahoraaaa salid! – exclamó Sonia apuntando a los dos traficantes con su pistola

laser.

-Vamos, escupid todo lo que sepáis asquerosos traficantes – dijo Bill.

-Escupir es de guarros, pero si quieres lo hago – dijo el traficante.

-¡No! Que habléis – dijo Bill enfadándose cada vez más.

-Están las chucherías envenenadas – dijo David.

-No, si te parece tienen mocos – dijo el traficante.

-Dejémonos de tonterías y presentémonos de una vez – les dijo Sonia.

-Vale, él es Daniel y yo Emma su ayudante – dijo Emma – y ¿qué es eso de

traficantes? No somos traficantes.

-¿Y cómo explicáis lo de que se partan los niños? – preguntó Bill.

-¿El qué? Que dijésemos que se partían todo el rato era en sentido figurado, se

partían de la risa – dijo Emma.

-Entonces…. – dijo Sonia confundida – ¿las chuches y los disfraces?

-Es con lo que hacemos reír a los niños – dijo Dani.

-¿Y de donde habéis sacado las motos?

-Pufff…son motos hinchables – dijo Dani riéndose.

-¿Y cómo explicas que se rompiesen los cristales? – preguntó Sonia.

-Pues es que también hacemos reparaciones para los desperfectos del hospital –

dijo Emma señalando a una furgoneta de color arco iris, en la cual había un

montón de herramientas y materiales de construcción.

-Ha, ha, ha, - se echaron Bill y David a reír a carcajadas.

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Días más tarde estaban en la base, David y Sonia hablando sobre la misión:

-Jo, al final no hemos conseguido dinero por la misión – dijo Sonia.

-Eso significa que no tendremos dinero para un avión privado y tendremos que

aguantar a las abuelitas charlatanas – dijo David deprimido mientras gritaba -

¡¡¡¡¡NOOOO!!!!!!

FIN