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¿Es viable hacer cine en Guatemala? ¿Qué tan lejos estamos de tener una industria cinematográfica local? ¿Es posible vivir de hacer cine en Guatemala? ¿Quiénes son los protagonistas y qué han hecho? Una serie de artículos que, desde una perspectiva crítica, buscan hacer una panorámica del escenario cinematográfico guatemalteco en el año 2010. / Is it possible to live from cinema in Guatemala? How far are we of having a cinematographic industry of our own? Who are the leading characters and what've they done? A series of articles that, from a critical perspective, seek to make a panoramic view of the Guatemalan cinematograhpic scenario in 2010.
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ESE ALGOCINEMATOGRÁFICO
Adiam condimentum Purus, in consectetuer Proin in sapien. Fusce urna magna,neque eget lacus. Maecenas felis nunc, aliquam ac, consequat vitae, feugiat at, blandit vitae, euismod vel.
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INCIPIENTE EN GUATEMALA
o r ígenes
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p. 5 p. 8 p. 11 p. 16 p. 20 p. 24
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010 Para fines de este trabajo se realizó una encuesta vía Internet a
250 estudiantes universitarios, tanto de nivel público como de nivel privado, residentes en la Ciudad de Guatemala. Se usó para dicho fin la herramienta surveymonkey y la encuesta se distribuyó vía redes sociales. El estudio buscaba conocer cuáles eran los hábitos de los jóvenes guatemaltecos en relación al consumo de productos cinematográficos, tanto nacionales como extranjeros.
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Dan las ocho en punto y se asoma una figura humana muy pálida al final de la calle. Pronto esa
figura se multiplica y un batallón espectral, decrépito
y grotesco, se lanza a una carrera salvaje y desordenada a través de la calle y en dirección a las
casas. Una obsesión macabra los empuja a golpear
puertas y ventanas desesperadamente, saltan en los carros parqueados, los golpean con furia y entre
todo el descalabro, unos empiezan a lanzar aullidos
estridentes…
“¡CORTE!”, clama una voz potente y aquel
pandemónium se detiene súbitamente. “Todo va
bien, pero esos gritos no. Vamos a repetir, por favor. Corren de allá para acá y pasan a los lados de la
cámara. ¡Acuérdense que nunca tienen que ver hacia la cámara ni pararse enfrente de ella…!”, indica Elías
Jiménez, co-director junto a Ray Figueroa de la
nueva producción de Casa Comal: el largometraje Toque de Queda.
Entre los extras-zombis, Pamela Oliva, de 18 años,
se quita un poco de la sangre falsa que se le resbala hacia dentro de la boca. Está muy dulce, porque es
miel con colorante rojo. En aquel momento está
vestida con sus prendas más viejas, las cuales fueron destrozadas y percudidas por el equipo técnico de la
producción. Pamela fue cubierta con lodo y sangre falsa en varias partes del cuerpo para darle esa
apariencia desgarbada y espectral que presenta
ahora, el perfil de una “criatura infectada de violencia” –como anunciaba la invitación a participar
como extra.
“En Guatemala, la violencia se ha convertido en un virus. Nos tratamos de proteger, de esconder, de
guarecer de la enfermedad pero cada vez es más
difícil. Los vecinos de Villas de la Esperanza, acechados por la eventual invasión de contagiados
de violencia, deciden tomar las armas y defender sus
hogares con sus vidas. Pero el contagio lo llevamos todos adentro, y aunque nos atrincheremos tratando
de protegernos, la violencia nos toca a todos”, lee la
descripción de la película en la invitación que recibió Pamela vía Facebook para colaborar como
extra.
“Teníamos que llegar a las tres de la tarde para que
empezaran con todo el proceso de maquillaje y fue
hasta las cinco que empezamos a filmar, desde las cinco hasta la medianoche. ¡Me encantó el equipo
que tenían para grabar y lo mejor fue el maquillaje
que le hicieron a los zombis principales! ¡Se les veían hasta las venas…!”, recuerda Pamela ya algunos
días después de la filmación, de la cual se desocupó
hasta la una de la mañana, “toda pegajosa y apestando a miel”.
Pamela reconoce que no sabe mucho aún sobre cine
guatemalteco, pero si de algo estaba bastante segura
ES LA COLONIA CAÑADAS DEL VALLE, EN LA ZONA 5 DE VILLA NUEVA. La noche ha dejado ya toda una cuadra de aquel sector sumida en una penumbra tenebrosa. Las calles están vacías y todos se cobijan en la aparente protección de sus casas, con las puertas y las ventanas cegadas por balcones y cerrojos. Cualquiera pensaría que se esconden de la violencia común, como todos, pero el peligro que les acecha esta noche sale de la esfera de lo corriente.
Detrás de escenas Los fotogramas abajo insertos corresponden a material promocional de la próxima película de Casa Comal, Toque de Queda. Documentar este proceso es un método muy efectivo para involucrar al público en la filmación y más tarde engancharlos a seguir el estreno del filme.
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Imágenes: Casa Comal (C). 2010
por María José Prado
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–antes de apoyar como extra con Casa Comal– era de que, además de ser de bajo
presupuesto, en Guatemala nadie había
hecho nada parecido a la fantasía. “Esta es una película que presenta una realidad
cruda, pero los zombis le dan un toque
interesante porque salen de lo ordinario. Creo que Toque de Queda va a ser la película
guatemalteca más original que han hecho
hasta ahora”, considera ya al final.
Toque de Queda es la segunda película que
Casa Comal produce con los estudiantes de su
escuela de cine, quienes tienen como requisito de su pensum de estudios participar
en un largometraje. “Con esto estamos continuando con lo que hacemos siempre en
Casa Comal pero a la vez divirtiéndonos,
experimentando con otros géneros, siempre manteniendo el mensaje social, siempre
manteniendo la reflexión”, comentó Ray
Figueroa, también guionista del filme, en un corto que ellos mismos produjeron como
material promocional en el sitio web de la
institución.
Ahora bien, Toque de Queda no es la única
película que se encuentra en alguna etapa de
producción este año. Según apunta Byron Rabe, uno de los miembros fundadores de la Asociación Guatemalteca de Audiovisuales y Cinematografía, Agacine, este 2010 ha sido
prolífico, pues se produjeron al menos unas
ocho películas en el país, que es un aumento interesante al promedio de dos filmes que
había regido en los otros años de la primera década del siglo XXI. “Realmente es difícil
llevar la cuenta de lo que se ha hecho en el
país, porque en mucho tiempo nadie lo ha hecho” explica Rabe, quien se encuentra
actualmente realizando un libro que se
titulará Cine en Guatemala: disolvencia de una utopía.
Y es que, en efecto, producir cine en
Guatemala ya no es una utopía. El número de personas involucradas se ha disparado
considerablemente en los últimos años y la
calidad y aptitudes técnicas, tanto de los filmes como de los cineastas, también ha
presentado un valioso desarrollo que no sorprendería a pocos. Sin embargo, la
cuestión que interesa debatir en este
momento, y que se resume en una pregunta simple: ¿qué tan lejos estamos de la posibilidad de “vivir de hacer cine” en Guatemala?, saca a relucir
otras aristas de la historia que demuestran claramente que esta nueva fiebre del cine en
el país no se está dando en un escenario
brillante y de ensueño.
Producir cine no es fácil, ya sea Guatemala,
India o Estados Unidos. Parece cosa de
tener una buena cámara, creatividad y voluntad pero hablar de cine como ámbito
profesional es hablar ya de industria, y hablar
de industria es, definitivamente, algo mucho más complejo que “un experimento
interesante entre cuates”.
Entender el concepto de industria es importante en este momento, porque nos
ayudará a ver sobre qué está parado el cine
guatemalteco. Cabe decir que antes de la Revolución Industrial rara vez se habló de
industria, pero no por la falta de fábricas. En
esa etapa preindustrial se hablaba de gremios, que eran más bien asociaciones
económicas de artesanos de un mismo
oficio, creadas con el objetivo de darse garantías de bienestar y facilitar sistemas de
aprendizaje. Se diferenciaban de las
industrias modernas, no por carecer de grandes complejos inmobiliarios y tecnología
de última, sino por el hecho de que aglutinaban sólo a personas del mismo
ámbito. Industria no es sinónimo de fábrica
sino de trabajo multidisciplinario y los gremios, por muy desarrollados que fueran,
no podrían tener el alcance colectivo y de
gran escala que alcanza el trabajo conjunto de cientos, miles de profesionales de
distintas especialidades –tan distantes como
un ingeniero, un contador y un publicista–, todos tras un mismo fin.
Ahora bien, ¿en Guatemala hay industria o
gremio de cine? Mmm… En Guatemala hay algo incipiente. No t iene todas las
características de un gremio pero ha tomado
ya algunos elementos de la industria. ¿E importa saber si es uno o lo otro? Claro que
importa, porque las posibilidades del cine
nacional estarán bastante determinadas por ello…
En Guatemala hay algo incipiente. No tiene todas las características de un gremio pero ha tomado ya
algunos elementos de la industria.
¿Cuántas películas ve por semana generalmente?
¿Cuántas películas cree usted que se hacen en Guatemala cada año?
Menos de 5 (52%)
Menos de 10 (30%)
Menos de 15 (12%)
Más de 15 (6%)
Sólo una(30%)
Menos de una(14%)Dos o más
(56%)
Los resultados contiguos sugieren
que los jóvenes guatemaltecos son
asiduos consumidores de películas y que
tienen la impresión de que la producción
nacional es muy escasa.
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llama la atención por el hecho de tratarse de “una comedia familiar” en torno a una herencia –evidentemente una comedia de malentendidos. No había aquí nada de la violencia recurrente en muchos filmes latinoamericanos de los que oímos hablar y tampoco parecía pintar nada intencionadamente controversial y polémico. Era una comedia; “una comedia con ubres”, según la promoción del filme.
La avant première tuvo lugar en la Gran Sala del Teatro Nacional. Coincidió con una tarde lluviosa y la
emperifollada concurrencia halló necesidad de refugiarse
rápidamente bajo el graderío techado del teatro. Con pequeñas excepciones, la presentación de aquellos
invitados oscilaba entre lo formal y la ropa de gala. Era,
sin lugar a dudas, más de un centenar de personas y puesto que las puertas del teatro ya estaban abiertas,
seguramente había muchas más en el interior.
“¿Platea? Pase por aquí”, indicaba uno de los empleados del teatro a ciertos asistentes al recibir sus entradas. De
inmediato señalaba un camino marcado por una
alfombra roja salpicada de estrellas, a cuyo término esperaban fotógrafos para documentar la llegada de las
personalidades que figuraban como invitados especiales, en su mayoría personajes del mundo del espectáculo en
el país. Caminando por el vestíbulo había periodistas,
cámaras de televisión que captaban el ajetreado movimiento de los organizadores ante la llegada del
público, el brillo dorado del ambiente y la afluencia de
luces de espectáculo que atravesaban el vestíbulo.
¡Ah! Pero si había algo en aquel lugar que realmente
parecía llevarse el show esa noche era otra cámara. Una
cámara de cine. Una cámara de cine montada en una grúa y que, desde las alturas, subía y bajaba, navegaba en
tres dimensiones con su largo cuello, captando siempre
los detalles de aquella velada, más para impresionar que para documentar el evento. Aquel detalle no era sólo
una monada decorativa, sino una carta de presentación que decía: “Tal vez somos todavía cine independiente,
pero tenemos toda la técnica para hacer algo de calidad
mundial”.
Y en efecto, La Vaca prometía un interesante avance en
el cine nacional justamente en lo que concierne a un
estándar de calidad internacional y un intento deliberado de hacer lo que llamamos cine comercial: “Lo que
pretendemos es hacer películas que se sostengan a sí
mismas en términos económicos con el fin de hacer otras”, explicaría Cecilia Santamarina, productora
ejecutiva del filme, algunos días después en una
entrevista. “En ese sentido, no es de ninguna manera problemático que se le llame "cine comercial" porque eso
quiere decir que muchas personas lo van a querer ver y
EL JUEVES 26 DE AGOSTO FUE LA “GRAN AVANT PREMIÈRE DE GALA” DE UNA CINTA NACIONAL LLAMADA LA VACA, producida por El Ángel de la Luna Llena, Cine Independiente. Este filme de Mendel Samayoa, productor y director guatemalteco e importante promotor del cine local,
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Estreno glamoroso Cecilia Santamarina, productora ejecutiva del filme La Vaca, nos cuenta que esta avant première se realizó con el fin de presentar el producto final de la película a todos los que apoyaron para la realización de la misma. La cinta reúne al final 38 páginas de créditos y sólo este evento tuvo 20 patrocinadores.
Buscando talento detrás de bastidores[ ]
Imágenes: Maríá José Prado. 2010.
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así hacemos una obra de arte que es accesible a muchas personas. Una obra
de arte sólo existe cuando se comparte y
nosotros lo que queremos es trascender hacia la audiencia”.
La Vaca, además de haber contado con
avanzada tecnología digital, reunía el talento de grandes personajes en el
mundo de los espectáculos a nivel
nacional, además de la colaboración de una actriz mexicana, Claudia Bollat –
que algunos jóvenes recordarán haber
visto en una producción de Nickelodeon llamada Skimo–, y un actor español,
Jorge Sanz, ganador de un premio Goya y protagonista de una película ganadora
del Oscar en 1993: Belle Époque.
Ahora bien, entre el elenco y el equipo técnico tenemos también a personajes
como Jorge Ramírez, Tita Mendoza,
Angelo Medina, Jairon Salguero y Joam Solo; en otras palabras, personalidades
recurrentes en el mundo del teatro. En
c i e r t o m o d o e s n a t u r a l , u n a circunstancia muy lógica en cualquier
cine incipiente: el talento escénico
preexistente –el teatral– migra a un “nuevo escenario”: el cinematográfico.
¿Y eso es malo? Bueno, es histórico.
Georges Meliès, por dar un ejemplo, gran pionero de la cinematografía –
autor, quizá, de la primera narrativa
filmada con Viaje a la Luna (1902)– se inició como director y actor de teatro. Y
así, ante una nueva industria de artes escénicas, el cine en sus primeros
cuarenta años de existencia tomaría para
sí a los actores con una experiencia más afín a su propia esencia: el teatro.
“De la misma manera en que la
e d u c a c i ó n d e u n n i ñ o q u e d a determinada por la imitación de los
adultos que le rodean, la evolución del
cine ha estado necesariamente influida por el ejemplo de las artes ya
consagradas”, diría alguna vez André
Bazin (1918-1958), influyente crítico y teórico cinematográfico francés, en
alusión al “cine impuro” de su época,
falto entonces de un lenguaje artístico propio: “Su historia [la del cine] desde
el principio del siglo será, por tanto, la resultante de todas las influencias
ejercidas sobre él por las artes ya
evolucionadas.”, entre las cuales el teatro, por su propia naturaleza, sería la
que ejerza una influencia más directa.
El asunto, así pues, viene a ser que el modus operandi del teatro local suele
influir, de una u otra forma, en el modus operandi de un cine incipiente, de tal f o r m a q u e e n e l p r o c e s o
cinematográfico tomamos más que sólo
experiencia escénica de ese otro arte dramático. En Guatemala, el talento de
ambos géneros trabaja de modo
estrecho –sobre todo en lo que concierne a actores–, y esa relación,
efectivamente, ha dejado su huella. ¿De
qué forma?
En primer lugar, están las actuaciones y
el hecho de que actuar para cine no es igual que actuar para teatro: “En teatro,
las obras y escenas se ensayan muchas
veces, perfeccionándose cada vez, añadiendo cosas nuevas cada vez y
haciendo que cada repetición sea una
nueva experiencia y vivencia. En el cine, las escenas por lo general no se ensayan.
Los actores tienen muy poco tiempo
para aprender sus líneas y si ensayan alguna escena, lo hacen cinco minutos
antes de filmarla”, explica Melany
Walter, de 21 años, joven guatemalteca que estudia actuación en el reconocido
Instituto Lee Strasberg de Nueva York.
La actuación de teatro, así pues, no puede ser transferida íntegramente al
cine, porque tiene una base y plataforma distinta. El cine es mucho más natural y
a la vez más capcioso, y ello se debe
simple y sencillamente al papel que tiene la cámara. Gracias a la cámara,
todos están en primera fila. O más bien,
girando alrededor de los eventos: cerca, lejos, pero siempre adentro de la
historia y adentro del personaje. El cine
nacional, ahora bien, tiene un punto flaco justo en este asunto: su estrecha
relación con el teatro local le ha impreso
un aire igualmente teatral, a veces sobreactuado, a veces sobre-ensayado,
más o menos alejado de la naturalidad
que exige el cine.
En segundo lugar, cabe considerar que
el teatro no es sólo estructura y
elementos técnicos sino también contenido y mensaje, conjuntos que no
existen separados entre sí. Esto significa que un cine estrechamente relacionado
con el teatro no toma solamente los
modelos operativos del teatro consigo
“Una comedia con ubres”Con esta cinta, los productores de La Vaca buscaban ofrecer una comedia liviana para todo público y que a la vez presentara temas universales que pudieran ser eventualmente disfrutados también en el extranjero.
Imágenes: El Ángel de la Luna Llena (C). 2010.
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sino también los modelos narrativos y temáticos. Por esto mismo, para
entender mejor el cine nacional
conviene conocer también qué nos cuenta el teatro local y cómo lo hace.
Si buscamos en la cartelera,
actualmente figuran obras tales como Pueblo Ebrio, ¿Brutas o cabronas?, Ese hombre es… mi esposa?, A oscuras no veo pero tanteo, Las mujeres los prefieren feos, El nuevo agente de’lla Zig Zig, sin o l v i d a r l a y a t a n p o p u l a r
presentación de El día que Teco temió y
toda la banda de producciones de los Tres Huitecos. La mayoría de ellas
suelen presentarse en restaurantes y
no en salas de teatro, pues, a opinión de Silvia Herrera Ubico, Doctora en
Filosofía del Arte, “el género es tan
liviano que está pensado para acompañante de una cena y no como
la presentación de una obra de arte.”
¿Cuál es, entonces, la fórmula que ha probado func ionar en e l
espectáculo escénico local? La
comedia que tiene picardía sensual, borracheras y vicios, machismo,
infidelidad, personajes vulgares, sátira política vulgar, lenguaje vulgar
y, por supuesto, 100% doble sentido.
Dicen que el teatro popular es un fiel espejo de la sociedad. ¿Así somos los
guatemaltecos, así nos gusta vernos,
así nos sentimos realizados, de eso nos gusta reirnos? ¿Qué concepción
del guatemalteco nos está pintando el
teatro local? (Claro, no se quiere decir que la producción de teatro
nacional se limite a lo anterior, pero
todo lo que tiene mayor calidad y mayor aporte cultural, mayor
t r a s c e n d e n c i a , c o n f o r m a u n
escenario esporádico y bastante exclusivo, por razones que valdría la
pena analizar en otra ocasión).
¿Y por qué todo lo anterior cabe en una investigación sobre la emergente
industria de cine local? Cabe porque resulta que, cuando se intenta llevar
una comedia al cine nacional, en
cierto modo, se está tomando parte de esta última fórmula como
modelo. La relación entre ambos
ámbitos escénicos ha involucrado al cine local en juegos de producción
similares al del teatro: modos de
t r aba j a r e l gu ión , de a rmar secuencias, de levantar personajes,
de llevar conflictos, incluso de
mercadear.
“Dos mujeres se conocen en el
velorio del amante que compartieron toda una vida sin saberlo…”, abre el
corto promocional de La Vaca. Y por
otro lado, tenemos también toda la s e r i e d e p r o d u c c i o n e s
cinematográficas de Nito y Neto¸ en
donde los hermanos Sammy y Jimmy Morales –que ya han probado
su capacidad de adoptar papeles más
dramáticos en Gerardi (2010) o incluso en Un Día de Sol (2009)–, nos
han trasladado a la pantalla grande el
mismo género chabacano del teatro con cintas como Manzana Güena en Noche Güena (2004), Detectives por herror (2005), Un presidente de a sombrero (2007), entre otras similares.
La cuestión que nos interesa resaltar
entonces es: ¿hasta cuándo va a existir esta dependencia cine-teatro
en el país y qué consecuencias va a tener para el desarrollo del primero?
Porque, aunque La Vaca logra
impresionar y entretener por sus adelantos técnicos y bellas cualidades
cinematográficas, en el fondo la
historia sigue atada a nuestra teatral comedia pícara. No ofende porque
aparece sutilmente, pero tampoco
sorprende porque, realmente, la historia es un poquito más de lo que
s e e s c e n i f i c a e n n u e s t r o s
improvisados teatro-restaurantes…
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¿Hasta cuándo va a existir esta dependencia cine-teatro en el país y qué
consecuencias va a tener para el desarrollo del primero?
Parientes hasta en la mercadotecniaArriba podemos observar dos afiches de comedias fílmicas producidas en el país y, abajo, la similitud que presentan con el diseño gráfico que caracteriza la comedia de teatro local.
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“el gran triunfo de Gasolina” en el festival de cine de San Sebastián, España. “El detalle más interesante es que los filmes recientemente galardonados no retratan a Guatemala como un paraíso, como un lugar perfecto, feliz, sino que más bien muestran diferentes realidades”, explica la entrada. Habría que considerar: ¿cuántos cineastas guatemaltecos realmente están tratando de retratar a Guatemala como un lugar feliz, de modo que Gaso l i na e fec t i vamente o f rece una novedad “interesante”?
En la misma entrada de Ávila, un usuario que se identificó como “monkey” hizo un comentario bastante
largo, bastante soez y que causó algo de controversia
entre los usuarios que celebraban también “el gran logro” de nuestro compatriota. Sí, el comentario no
ofendió a pocos, y sin embargo, entre toda esa diatriba
había unos puntos realmente “interesantes” para la reflexión. “Tengo un amigo guatemalteco en España y
asistió a la presentación de Gasolina en Madrid, resulta
que al finalizar la película Gasolina, Julio Hernández toma la palabra y dice que así es Guatemala, “violenta y
oscura… no la Guatemala que venden en Inguat… que
así es la realidad y no hay que esconderla…”.
¿Qué fue lo que ofendió tanto a “monkey”? Pues, entre otras cosas, el daño de imagen que provoca la película a
nivel internacional. “El Turismo es uno de los
principales generadores de ingresos para el país… pero ahora viene este tipo a decir que Guatemala es una
mierda… y nosotros tenemos que aplaudirle…”, expuso.
Surge entonces una cuestión que vale la pena resolver: ¿el cine –el cine nacional, en este caso– está obligado a
complacernos, a preocuparse por el turismo quizá?
Daniel Villagrán, mexicano, que escribe para Revista Letrina, rebatió los argumentos de “monkey” en el citado
artículo, diciendo que la película [Gasolina] es excelente y
que el cine no trata de convertirse en otra secretaría de turismo. “Se trata de arte, simplemente”, aboga, algo
que, en la opinión pública, debería “desembarazarse de posturas políticas y nacionalismos” para poder “fluir sin
más razón que la de fluir, como la vida, como el ser
humano”.
Si Villagrán tuviera razón, podríamos dejar el asunto
zanjado justo ahora. El problema es que el cine no trata
“de arte, simplemente”. El mismo Elías Jiménez, cineasta guatemalteco y director de Casa Comal, lo
expone así: “El cine es tres cosas: es un arte de
expresión, es una industria cultural y es un producto comercial. Es ideológico desde su nacimiento. Y si
creemos que no tiene fuerza más allá de una proyección,
hay que ver la transculturación gringa a través del cine. Sin Hollywood, Estados Unidos no sería lo que es”.
EL 7 DE OCTUBRE DE 2008, RENATA ÁVILA, DIRECTORA DE LA REVISTA DIGITAL PRIMER PALABRA, escribió una colaboración para Global Voices, una comunidad virtual con más de 300 bloggers de todo el mundo, en donde celebraba
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“¡Habemus cine guatemalteco! Gasolina, la mejor película latinoamericana.” Así tituló Renata Ávila su publicación sobre el éxito del cineasta guatemalteco, Julio Hernández, en el 2008. La cinta, que figuró entonces en la cartelera local, cuenta la historia de tres adolescentes que roban gasolina para salir a dar vueltas nocturnas. “Es la historia de una noche en la que tres chicos, paulatinamente, apenas perceptiblemente... arruinan su vida”, reseñó el mexicano Daniel Villagrán en un artículo de la Revista Letrina, mencionado en la entrada de Ávila.
T E M Á T I C A [ ]El desafío de filmar a Guatemala
Imagen: Melindrosa Films (C). 2008.
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Por dar uno de los más dramáticos ejemplos de la historia, el cine
promovido por Joseph Goebbels,
Ministro de Propaganda en la Alemania de Hitler, jugó un papel crucial para
enraizar el nacionalsocialismo en la
mentalidad de casi todos los alemanes. Tras la humillante derrota en la
Primera Guerra Mundial, el cine nazi
no hizo otra cosa que decirles: “Somos víctimas, pero somos fuertes. Somos
grandes. Somos grandiosos. En
realidad, somos óptimos y merecemos el mundo”. Y fueron filmes como El triunfo de la voluntad (1935) de la directora Leni Riefenstahl, que
elevaron el espíritu patrio –y nazi–, no
sólo mostrando enérgicos discursos y batallones de Hitler (la fuerza y poder
teutón), sino deleitando con tomas
aéreas nunca antes vistas por paisajes alemanes, un vuelo filmado entre las
nubes que fue toda una sensación en la
época. Algo para estar orgullosos.
El cine, así pues, tiene realmente un
fuerte impacto social al punto de que es
también un formador de opinión. Los ejemplos anteriores y muchos otros
podrían seguir confirmándolo. Alicia
Poloniato, teórica y autora de varias pub l i c a c iones sobre e l med io
audiovisual afirma ya en su libro Cine y Comunicación (1980): “El cine es un poderoso medio de comunicación
masiva y, como tal, transmisor de ideología: por tanto, el país que acepta
no poseer uno propio entra en la
dependencia ideológica”. Y en efecto, si alguna teoría de la comunicación no
menciona al cine como un medio de
comunicación social, de alto impacto en la opinión pública y la sociedad, no
será por otra cosa que por omisión.
Y entonces, a todo esto, ¿qué es lo que hacen las películas guatemaltecas por
noso t ro s? ¿Nos han d i cho lo
grandiosos que somos o identificado nuestro potencial para presentarlo al
mundo?
“Las películas guatemaltecas no son atractivas porque nadie quiere pagar
por ver situaciones que se viven día a
día y que nos cansan (pandillas, narcotráfico, crimen…)”, comentó
alguien al final de la encuesta realizada para esta investigación, que sirvió para
obtener una aproximación a la
perspectiva del público sobre el tema en cues t ión . No era e l ún ico
comentario de ese tipo. Aunque
anteriormente mencionamos el camino que puede llevar la comedia en el cine
local cuando migra del teatro, en
realidad la comedia es muy rara en el marco del cine nacional. “El cine
latinoamericano trata de temas muy
mundanos (sexo, drogas, violencia) porque así es como más se vende, pero
no me parece que sea el enfoque correcto”, opinó otro joven en la misma
encuesta.
Entre las producciones guatemaltecas más conocidas, y quizá las que más han
contribuido a formar esta percepción
del cine local como un cine oscuro y opresivo, están las producciones de
Casa Comal. La violencia, en todas sus
formas, el crimen, la corrupción y la degradación son sus temas comunes; la
i rreverencia, e l escándalo y la
controversia, su especialidad. De hecho, en la sede de sus instalaciones
en Oakland, zona 10, justo entre el
mural de afiches y diseño gráfico que decora los muros de la recepción, hay
uno que lee: “Cuando entre aquí no
ponga cara de inteligente, no se esfuerce, todos sabemos que usted es
un come mierda”.
E l í a s J i m é n e z , c o m o h e m o s
mencionado ya antes, es el director de
la institución y ha estado involucrado en la dirección o producción de los
principales filmes de esta casa: La Casa de Enfrente (2004), Las Cruces: Poblado Próximo (2006), VIP: La Otra Casa
(2007), La Bodega (2009) y más
recientemente Toque de Queda. “¿Cuál es mi público? Yo nunca pienso en el
público cuando decido filmar una
película”, afirma cómodamente sentado en una salita de las instalaciones de
Casa Comal. “A mí me mueve el interés
de contar una historia y cada película va en tonces ganando su púb l i co ,
principalmente entre la gente joven”,
asegura. Resulta interesante que uno de los comentarios hechos por los jóvenes
encuestados sea: “[el cine guatemalteco] se enfoca más en satisfacer al director y
contar su historia, aunque esa historia
no le guste o interese a todos”.
“ S u s p e l í c u l a s s o n m u y
controversiales”, le digo yo. “¿Cuál es
su intención como cineasta cada vez que filma una nueva historia?”.
“Estamos decididos a tocar temas que
afectan al país”, responde este cineasta rápidamente. “Por ejemplo, cuando
filmamos La Casa de Enfrente acababa de
ocurrir el desfalco de 80 millones en Gobernación. Con Las Cruces quisimos
dar un aporte a la reconstrucción de la Memoria Histórica, una guerra en
donde al pueblo maya le tocó poner los
muertos. En VIP quisimos mostrar la corrupción y deficiencias en el sistema
de jus t i c i a . En La Bod e ga , un
enfrentamiento de tres clases sociales (clase alta, media y un pandillero), y
finalmente en Toque de Queda quisimos
hacer un experimento con el cine de género [terror], presentando la
violencia como una epidemia que
transforma en zombis a la gente”.
En efecto, todas las temáticas anteriores
son realidades de nuestro país y
suponen las muchas injusticias que azotan a nuestra sociedad. La injusticia
mueve a la denuncia, y ello es
totalmente comprensible. A nadie le gusta la denuncia porque saca a relucir
algo crudo, algo vergonzoso que quisiéramos que no estuviera ahí y el
cine guatemalteco ha tomado corrientes
del realismo para ser parte de esa denuncia social.
Ahora bien, ¿es válido denunciar lo
evidente? ¿Qué guatemalteco no conoce estas caras de su país? El cine,
por muy acucioso, no debe olvidar que
es cine y que, como todo medio de comunicación se debe también a su
público. El público guatemalteco,
realmente, ¿quiere seguir viendo historias de narcotráfico y violencia y
corrupción? La encuesta que se cita en
este reportaje, y varios comentarios que uno suele escuchar en la calle, dejan
pocas dudas sobre el abatimiento que
pesa sobre la población cada vez que oyen sobre un nuevo escándalo de
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“No he visto nunca una película guatemalteca que deje una sensación de bienestar porque enfocan mucho las partes crudas de la vida”.
-Comentario de uno de los jóvenes encuestados para esta investigación.
corrupción o un nuevo acto criminal algo más estrafalario que los cotidianos.
Porque, entre todo, el cine sigue siendo arte, y el
arte no trata de cosas cotidianas, evidentes, de modo superficial. “Si los cineastas no se meten a ver lo que
hay dentro de las personas –frustración, sí,
descontento, amargura, ¡pero también ganas de cambiar!– no van a hacer “arte”, porque sacar esa
profundidad a la luz es lo artístico. Artista es aquel
que es capaz de bucear en lo más profundo de la realidad de tal modo que, al sacar lo que todos
llevamos pero no siempre somos capaces de ver,
nos conmueve y nos hace sentir involucrados”, apunta la Doctora Silvia Herrera.
“No hay «realismo» en arte que no sea ya en su comienzo profundamente estético” escribió alguna
vez el reconocido crítico francés, André Bazin, en la primera década del siglo XX, y desde este punto de
vista, el cine realista no justifica una historia ácida y
engorrosa. ¿Por qué hacer cine que presente la violencia y oscuridad de nuestro subdesarrollado y
disfuncional país tercermundista en el mismo tono
desmoralizante con que lo presentan las noticias? ¡Todos los guatemaltecos conocemos esta realidad
de sobra! No es necesario hacer películas que hagan
conciencia sobre la realidad oscura de nuestra sociedad. Los guatemaltecos vivimos en ella todos
los días. Por fin estamos produciendo más películas
pero, ¿qué nos dejan? ¿Cuáles de nuestros valores como guatemaltecos resaltan? ¿O es que, realmente,
no hay nada aquí que valga la pena destacar?
Por fin estamos produciendo más películas, pero, ¿qué nos dejan? ¿Cuáles de nuestros
valores como guatemaltecos resaltan?
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Imagen: Casa Comal (C). 2009. Recepción de la Escuela de Cine y TV de Casa Comal.
Imag
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El público no conoce el guión directamente, y por lo general el crédito de una buena película se lo lleva el director, como si el guión fuera algo secundario que se puede esbozar a grandes rasgos para tener una idea de las secuencias y no tuviera más importancia fuera de una oportuna orientación.
El asunto es que el guión no es secundario; hasta con decir que es importante nos quedamos cortos. El guión
es totalmente esencial y tiene mucho más peso en un
gran filme que el presupuesto del que se dispone. En consecuencia, un guionista se enfrenta con un doble
reto: primero, hacer que su guión se entienda con
claridad, y en segundo lugar, que deleite, que cautive. Un guión que no llega al primer paso no merece ser
filmado. Un guión que se queda en el primer paso no
garantiza que el espectador eventualmente no se duerma, se distraiga con su celular o, dado el caso, cambie de
canal. Un guión que llega al segundo paso, ahora bien,
puede contar una historia macabra o la típica comedia romántica y tener al espectador hipnotizado y
conmovido. Por supuesto, esta segunda parte es la más difícil y no hay “millones de dólares” que puedan
garantizar tanto el éxito de una película como éste.
Según mencionó Elías Jiménez en la entrevista que sostuve con él, VIP: La otra casa, secuela de La Casa de Enfrente, es la película guatemalteca más vista en el país y
es probable que lo sea porque tiene un gancho interesante: la cinta fue filmada dentro del Centro
Preventivo de la Zona 18 y está protagonizada también
por muchos presos reales. Sin embargo, hace falta decir
que cuando me senté a verla acabé muy desmoralizada. En cuestión de minutos estaba sobrecargada de un
lenguaje vulgar muy violento, había visto cómo
torturaban a alguien, una escena de sexo, no pocas peleas, golpes y sangre, el proceso de degeneración del
protagonista y hasta unos perros copulando en medio
del sitio en donde los reos toman la siesta.
No diré más, no pienso contar la película. Pese a que
ésta, por el simple hecho de haber sido filmada en
donde fue filmada, no podría haber retratado, por supuesto, una realidad bucólica, no por ello estaba
condenada a ser tan lóbrega y vulgar. No es la primera
vez que se filma una película de prisión, pero hay que señalar que hay una gran diferencia entre esta historia y
Sueños de Fuga (1994), de Frank Darabont, que pese a las injusticias y crudezas de una prisión, ha quedado grabada
en el imaginario cinematográfico por una intensa e
inspiradora lucha por la libertad y la redención.
Para entender la lógica que sigue el guión de una
producción como VIP, cabe mencionar que la Escuela de
Cine de Casa Comal se define a sí misma como “integrante del movimiento del Nuevo Cine
La t inoamer i c ano” , e l cua l s e o r i en t a muy
frecuentemente hacia el marco del cine de autor. Este último es una variante muy particular del cine arte y el
cine independiente, donde el director basa la película en
un guión propio o en una historia que pretende presentar su visión más propia de la vida y el mundo, el
cual critica o ensalza. Por ello, los filmes de autor suelen
ser extravagantes, absurdos o grotescos para algunos, pero siempre logran generar una respuesta fuerte de
parte del espectador. El problema es que el público
local, aparentemente, no reconoce mucho las características del cine de autor; 50% de los encuestados
dijo no saber qué era éste y sólo 24% afirmó que “verdaderamente era de su gusto”.
LOS TEMAS DEFINEN, PUES, DE QUÉ TRATAN LAS HISTORIAS. Los guiones tratan de narrativa, de cómo se cuentan las historias, y muchas veces son los guiones los que hacen toda la diferencia entre una buena película y una mala.
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¡Libertad...! Quizá no hay mejor lugar para escenificar el deseo desesperado del hombre por recuperar la libertad que dentro de un filme de prisión. La cinta de 1994 protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman, Sueños de Fuga, lo logró al punto de crear una de las escenas más famosas de la historia del cine: el escape por el túnel oculto tras un afiche en la pared.
G U I O N E S[ ]Los momentos de la libertad
Imágenes: Castle Rock Entertainment (C). 1994.
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Si volvemos un momento a Gasolina, el sitio web español Precríticas.com (con un aproximado de 87 mil visitantes
mensuales), opinó que la película era “lamentable” (y lo
dijo siete veces en oraciones simples: “Lamentable.”); “Sin poesía en su estructura narrativa, sin oxígeno para
sobrevivir al drama […] No se respira historia de
supervivencia por ningún lado. No hay sed ni hambre. Lamentable”. De nuevo, resignación y nada de libertad.
Un poco distinto es el caso de Donde acaban los caminos (2004), una cinta dirigida por el mexicano Carlos García Agraz, rodada en México y Guatemala y basada en la
novela de Mario Monteforte Toledo con el mismo
nombre. Este es un filme de época muy bien logrado desde el punto de vista cinematográfico, pero bastante
desalentador en el argumento. A lo largo de toda la película se repite un mismo mensaje: “Ladinos y
naturales (indígenas) son aparte.” Al protagonista se lo
dicen al principio como advertencia, se lo repiten en el nudo como recordatorio, y se lo recalcan al final como
un axioma: “Ladinos y naturales son aparte. Siempre. Y
punto.” Hay una inmovilidad amodorrante a lo largo de toda la trama. Es una especie de tragedia anunciada en la
que, una vez más, nunca se respira libertad.
Claro, en este último caso el guión viene dictado por la novela original y, bajo ese punto de vista, la historia está
muy bien lograda. No obstante, la narrativa plana de la
novela de Monteforte viene aquí a dañar el resultado final del filme. Aunque las cualidades artísticas de la
cinta salen a la luz con mucha claridad, descubrimos que
eso es sólo indicio de lo tedioso que resulta el argumento en cierto momento.
Caso aparte supuso en su momento El Silencio de Neto (1994), filme guatemalteco dirigido por Luis Argueta que se inscribió como todo un hito para la historia del cine
nacional. La trama está inmersa en las tensiones capitalinas en los últimos días de Arbenz. Sin embargo,
pese a que es un filme de denuncia que critica esa
habitual actitud chapina de callar lo doloroso, hay al final
un elemento que viene a dar un giro positivo y esperanzador.
El protagonista, Neto, un niño de unos 12-13 años, tiene
la ilusión de volar un globo de papel. Lo intenta en su cumpleaños y vuelve a intentarlo en una escapada a lo
alto del volcán de Agua, y todo en vano, siempre un
fracaso. Mientras a lo largo de la película, en medio de un aire fantasioso, Neto charla con el simpático fantasma
de su difunto tío (Herbert Meneses) y va así
descubriendo el sentido de la misteriosa vida de éste, el niño va aprendiendo también a encontrar su propio
camino en la vida. Al final, ¿para qué alargarlo?, Neto
logra hacer que su globo de papel vuele sin quemarlo en el intento, y mientras lo ve volar sobre una larga planicie
verde con la luz del sol en el cielo, respiramos finalmente un aire de triunfo y, sí, ¡libertad al fin!
“Las buenas películas hablan siempre de libertad. Es
justo cuando nuestros personajes toman decisiones –auténticas acciones vitales que dan vida y dinamismo a la
historia– que llegamos a conocerlos”, dijo la Doctora en
Comunicación, Carmen Sofía Brenes (costarricense), en un reciente taller de Poética y Escritura del Guión Audiovisual impartido en la Universidad del Istmo. Los guiones se
estructuran, como cualquier narrativa, sobre un esquema de altibajos de tensión, momentos narrativos que
corresponden a acciones vitales en la trama. Y si
tomamos en cuenta la afirmación de Brenes, si las acciones vitales corresponden a decisiones, la libertad es,
en esencia, el elemento que da vida a las historias.
Pero en la mayoría de filmes nacionales no hay libertad. Los personajes viven determinados por la miseria social
que todo lo corroe y, por lo mismo, no pueden
realmente tomar decisiones que levanten la historia, porque no t ienen otra al ternat iva que viv ir
miserablemente. Este fenómeno que parece sólo conceptual deviene en un problema técnico de la
narrativa, porque son las decisiones de los personajes las
que dan una efectiva acción vital a la trama, las que provocan giros, las que desencadenan las nuevas
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¡Adiós, tío...! “¡Dejá de decir que no podés! ¡Ya me tengo que ir! ¡Seguí dándole hasta que funcione!”, anima la voz del fantasma del tío Ernesto a su sobrino Neto, justo al final de la cinta. El niño finalmente logra construir otro globo de papel y en el funeral de su tío se anima a volarlo una vez más. Esta vez el globo sí se eleva y mientras lo ve partir hacia el amplio cielo, el niño deja clara la metáfora de libertad que encierra la historia. Ve el globo alejarse y exclama: ¡Adiós, tío...!
Imágenes: Buenos Días S.A. (C). 1994.
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De las gráficas contiguas podemos inferir que al público guatemalteco joven le gustan, sobre
todo, los filmes estadounidenses (HBO),
que tengan historias originales y no se
interesan mucho por los modos experimentales de la narrativa del cine arte o
el cine de autor.
situaciones que definen las tensiones, los momentos que marcan el ritmo narrativo.
En otras palabras, sin libertad la trama no tiene ritmo, y sin ritmo el
guión es plano. Si el guión es plano, entonces no pasa nada realmente. Y si no pasa nada, ¿entonces qué nos están contando?
“El cine está para distraer, para cautivar, no para aleccionarnos. Está
para deleitar, antes que todo. Si logra este cometido, moverá al espectador. Es la gran diferencia entre persuadir y seducir. Si una
película nos ayuda a conocer otros mundos pero a la vez a conocer
quién soy y cuál es el sentido de mi vida, entonces tiene potencial para convertirse en un clásico”, expuso la Doctora Brenes también en el
mencionado taller.
Bajo esta perspectiva, una buena parte de la producción fílmica nacional no está haciendo ningún “séptimo arte” propiamente. En
lugar de cine, nos están vendiendo una desgastante exhibición
documentada de realidades turbias sin sentido trascendente, sin la belleza de un alma humana que lucha por alcanzar la luz o la
redención. Es pasividad, desesperanza y odio. Sin conflicto y sin acción
inmanente. Sin libertad. Y sin la crisis existencial que requiere tomar una decisión difícil nada conmueve ni impresiona. Se queda entonces
un “realismo plano” en donde no hay más que un alud de
circunstancias que empujan al protagonista a distintas acciones físicas pero a ninguna acción vital. El mensaje es que en este país no se puede
hacer nada. La percepción es que en este país pasan muchas cosas
pero no pasa nada. Y el resultado es, sin más, que estas películas solamente cansan porque no cuentan nada…
Si el guión es plano, entonces no pasa nada realmente. Y si no pasa nada, ¿entonces qué nos están contando?
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¿Cuál es su canal de películas preferido?
¿Qué es lo que más aprecia de una película? ¿Le gusta el cine arte o cine de autor?
TNT(9%)
Otro(15%) HBO
(56%)
Cinecanal(14%)
Una buena narrativa
(19%)
Grandes actuaciones
(12%)
Efectos especiales increíbles
(14%)
Una historia original(65%)
Sí, me encanta(25%)
No, son películas que no me dicen nada
(3%)
No sé qué es el cine arte o cine de autor
(51%)
Cinemax(6%)
Más o menos, no conozco mucho
(21%)
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PRODUCCIÓN FÍLMICA GUATEMALTECA
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Mendel SamayoaEl Ángel de la Luna
Llena
Elías JiménezCasa Comal
Alejo CrisóstomoCeibita Films
Rafael TresCódice Cinema
Chema Rodríguez
España
Luis ArguetaBuenos Días S.A.
Uli StelznerAlemania
Rafael LanuzaCinematográfica Tikal
*
*
*
*
*
*
**
*
*
+
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Julio HernándezMelindrosa Films
Sammy y Jimmy Morales
Moralejas Films
NICNoticiero
Intercultural
leyendaPremiada Largometraje Corto Documental Animación
El diagrama presenta, como en una línea del tiempo, algunas de las producciones nacionales creadas en los últimos 60 años, en donde se percibe un claro boom en la última década. Se cita aquí el nombre de los directores y productores -incluidos extranjeros que han desarrollado su carrera en Guatemala- que han destacado más en la historia del cine local, tanto por una obra prolífica como por una de reconocida trayectoria.
Mario RosalesOccularis Films
Rodolfo Espinosa
Mellegafilms
* Coproduccion extranjera + Coproducción local
*
*
**
*
**
*
* *
**
*
+
+
+
+
+
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La cinta causó gran sensación al ser anunciada como el primer filme guatemalteco con participación en el
aclamado Festival de Cine de Toronto. Además de
presentarse también en el festival de San Sebastián a finales de septiembre, se contempla llevar la película a
una gira internacional. La cinta, ya en octubre del año
pasado, había ganado el premio Acción Audiovisual del Festival de Cine de Valvidia, Chile, en donde, antes de
rodarse, son contadas en siete minutos a un panel de
expertos que las premian con pasajes a otros festivales internacionales.
“Me considero un 'outsider' porque hacer cine en
Guatemala no es algo lógico”, declaró Hernández a la corresponsal de AFP el pasado 21 de septiembre en San
Sebastián. Ahí explicó que el rodaje duró 22 días, que el equipo estaba conformado por seis personas y que se
realizó sin guión, con la idea original de hacer un
documental que acabó siendo “una ficción con
personajes reales”. “Creo que nadie como Julio ha sabido sintetizar, de manera tan sutil y creativa, el vacío,
el sinsentido, el agobio, el desaliento y la paradoja que es
vivir en un país como éste, en un tiempo como éste”, apreció Marcela Gereda en su columna de elPeriódico el
pasado 4 de octubre.
El filme se estrenó en Guatemala el viernes 1 de octubre. El fin de semana siguiente ya estaba fuera de la cartelera.
Con la intención de verla el sábado 9, fui a la taquilla y
pregunté a una de las empleadas por qué Marimbas del Infierno ya no estaba en exhibición. “¡Una semana es
demasiado poco! ¿Por qué la quitaron tan rápido?”, le
pregunté. “Mmm… Bueno, es que cuando una película no es muy buena la quitan rápido”, me explicó
simplemente.
¡Vaya ironía! Una película con una corte de premios y
reconocimientos internacionales que es expulsada de la
taquilla local por “no ser muy buena”. “Pues, ¿qué le puedo decir? Esta es la escena del cine nacional y
centroamericano”, respondió Rafael Tres de Códice Cinema, coproductor de la cinta, cuando le contacté para averiguar lo que había pasado. “La película, en una
semana de proyección, hizo menos de mil personas… la
gente [en Guatemala] no se enteró que estaba en cartelera y no se puede competir contra grandes
presupuestos como los de Hollywood.”
A FINALES DE SEPTIEMBRE 2010, JULIO HERNÁNDEZ VOLVIÓ A ACAPARAR LAS SECCIONES CULTURALES de los medios de comunicación locales, e incluso varias extranjeras, con el estreno de su más reciente producción: Las Marimbas del Infierno, la cual presenta un experimento musical de mezclar marimba con heavy metal. C
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P Ú B L I C O[ ]La ironía del enfoque internacional
¿Cuál es su género de películas preferido? Origen de la última película vista
Drama/Suspenso(19%)
Horror/Thriller(3%)
Romántico/Comedia
(45%)
Acción/Aventura(17%)
Fantasía/Ciencia Ficción(16%)
Europea(7%)
Independiente/Otro(6%)
Hollywood(87%)
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Y en efecto, el público guatemalteco, si le toca decidir, prefiere Hollywood. Lo que sabe de cine y lo que le
interesa del cine tiene que ver con Hollywood, y este es un
escenario en el que a las producciones locales les resulta muy difícil competir. Ante tal panorama, parece lógico
decir que todo esto ocurre porque en Guatemala nunca
hay apoyo hacia lo propio, que el público no tiene criterio artístico –“no sabe ni qué es el cine de autor”– y ve “al cine
como sinónimo de "Hollywood" producto de la imperante
cultura Yankee que nos rodea y oprime”, tal y como comentó otro de nuestros jóvenes encuestados. Sí,
podríamos repetir ese viejo argumento, quedarnos aquí y
echarle la culpa al público local desleal que no sabe reconocer el talento que hay en el país.
Pero no vamos a quedarnos ahí porque, cuando lo analizamos a fondo, descubrimos que hay otros factores
que tienen peso en esta cuestión. En la encuesta realizada
para esta investigación, se preguntó a los jóvenes si estarían dispuestos a pagar por ver cine nacional en el cine. A la luz
de este último caso, tan sonado en los medios, parece
contradictorio que 74% de ellos haya contestado que sí. Sumado a eso, se les pidió también, a los que quisieran,
que dejaran su opinión sobre cómo se hace el cine en Guatemala. Una queja constante es la falta de difusión, la
falta de espacios públicos para conocerlas. “Deberían
crearse más espacios para que el público pueda ver estas películas y conozcan el talento que hay en el país”, opinó
uno, mientras que otro recalcó el hecho de que el cine
nacional “Existe muy bajo agua. No hay mucha promoción y de esa manera nadie se va a enterar de que hay cine en
nuestro país”.
Así pues, según dicha encuesta, en los jóvenes –los más asiduos consumidores de cine en el país– hay realmente un
fuerte interés de conocer qué se está produciendo en
Guatemala y darle una oportunidad a esta actividad emergente. Ahora, de entre los que dijeron que no
pagarían, solamente un 37% afirmó que no les interesa simplemente por ser películas guatemaltecas, lo cual
equivale a un 9% del total de encuestados con un
manifiesto desinterés por el cine local. El otro 63% que no pagaría por ver cine nacional en una sala dio explicaciones
más argumentadas y menos cerradas. Los comentarios
oscilan entre que hay demasiado sexo, una narrativa demasiado vulgar, malas actuaciones, historias poco
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¡Viva Tim Burton! El cineasta estadounidense de fantasía gótica obtiene el más alto puntaje en cuanto a gusto generalizado de la audiencia encuestada. De entre los directores que le siguen se encuentran varios que acaban de figurar en las carteleras a nivel mundial con altos índices de rentabilidad en taquilla: Nolan, con el filme Inception y Cameron con Avatar. Entre los otros favoritos figuran varios cineastas de culto, como Kubrick, Tarantino, Lucas y Allen. Ahora, de entre el amplio grupo de Otros figuran todos aquellos directores que recibieron menos de 5 votos como favoritos. Entre ellos sólo había 7 directores hispanos: Almodóvar, Almenábar, Medem, Mereilles, Del Toro, Cuarón y Girault. Juntos suman 11 de los 66 votos que engloba este último conjunto.
Mencione un Director de su gusto
Otros (44)(26%)
Tim Burton(13%)
James Cameron(6%)
Quentin Tarantino(5%)
Peter Jackson(4%)
Martin Scorsese
(3%)
Stanley Kubrick
(2%)
George Lucas(2%)
Clint Eastwood
(2%)
Woody Allen(2%)
Mel Gibson
(2%)
Ns/Nr(13%)
Steven Spielberg(10%)
Christopher Nolan(10%)
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Películas guatemaltecas que conoce
Películas guatemaltecas que ha visto
La Casa de Enfrente(16%)
Gasolina(15%)
Un Día de Sol(4%)
Las Cruces(4%)
Donde acaban los Caminos(4%)
Ninguna(3%)
Gerardi(4%)
Alguna de Nito y Neto(7%)
La Bodega(2%)
La Isla(1%)
El Silencio de Neto(7%)
Otras (21)*(14%)
VIP: La Otra Casa(10%)
Estrellas de la Línea(9%)
Ninguna(21%)
La Casa de Enfrente(13%)El Silencio de Neto
(7%)
Alguna de Nito y Neto(5%)
Otras (8)(5%)
Donde acaban los caminos(4%)
Gerardi(3%)
Cortometrajes(3%)
Un Día de Sol(2%) La Isla
(2%)
Gasolina(11%)
VIP: La Otra Casa(10%)
Estrellas de la Línea(7%)
Las Cruces(7%)
Sí lo conocen...La encuestra reflejó que la mayoría de jóvenes es capaz de enlistar varias películas producidas en el país. Solamente 3% del total no conocía ningún filme guatemalteco. Por otro lado, 16% de ellos conocían La Casa de Enfrente.
*Las Otras 21 corresponden, en su mayoría, a varios cortometrajes.
...pero no lo miran21% del total de
encuestados nunca ha visto una película guatemalteca.
El resto ha visto, hasta ahora, un promedio de 3
películas nacionales cada uno.
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interesantes y una tendencia a hacia la izquierda; “los temas del cine en Guatemala son siempre sociales y con
lo saturado que está ya uno de eso (TODO en nuestro
país es social o político), personalmente no me atrae”.
Justamente esto último viene a retomar un tema que
habíamos dejado ya más arriba, y es la cuestión de los
temas. El 44% de los encuestados expresaron que sus películas preferidas son del género romántico/cómico,
algo bastante distinto a la propuesta predominante de la
producción local. Cualquier estudio de mercado podría revelar esto rápidamente: al público guatemalteco le
gustan las películas románticas y las comedias. ¿No
estarían los guatemaltecos dispuestos a pagar por ver algo de lo que ya les gusta con la diferencia de ha sido
producido en Guatemala? Al menos el 74% de los encuestados aquí (188 personas) respondieron que sí. El
público joven es abierto y curioso. Si el cine local tuviera
las características que a ellos les gusta, y aún si una propuesta del tipo drama/suspenso, el segundo favorito,
les fuera ofrecido con algo de ingenio, por supuesto que
lo apoyarían.
¡Ah! ¡Pero eso es que eso es cine comercial! ¿No? La
denuncia social sí es arte. Las comedias románticas son
puro Hollywood, es un cine para el mercado, pero “la desgarradora realidad guatemalteca”, eso sí es
cinematografía. ¿Realmente no hay intereses económicos
detrás de la oprobiosa trama de denuncia que domina la producción local que, aparentemente, a muy pocos
guatemaltecos gusta? ¿Qué dirían en los festivales
internacionales, en las fundaciones extranjeras que apoyan el victimizado cine local? Otro de nuestros jóvenes ya lo
avizoró en su comentario final: “Los temas [de la
producción nacional] están muy restringidos por recibir gran parte del apoyo monetario de Europa, pues el interés
se centra en el Conflicto Interno y otras cuestiones que los guatemaltecos tratan de superar u olvidar”.
“¿En qué temas se centra el cine guatemalteco? Sexo,
violencia, drogas, pobreza. ¿Y por qué hacemos esos temas? Resulta que esos temas se venden bien en la
comunidad internacional –y voy a decir algo que no es
políticamente correcto– porque está interesada en apoyar a los pobres países en subdesarrollo que nunca van a
hacer una buena película, que nunca van a poder
competir con ellos. Entonces, ¿a quienes les dan los
premios de cine latinoamericano? A las películas que reflejan esa realidad”, comenta el cineasta Mendel
Samayoa con fuerte convicción.
Y en efecto, para muchos cineastas locales, el ámbito internacional es el principal soporte para tomar decisiones
sobre el futuro de las producciones. Precisamente en
relación al estreno nacional de Marimbas del Infierno, Rafael Tres explicó lo siguiente: “A Julio se le advirtió que
esperara al 2011 para su estreno, pero según él la película
iba a ganar premios en San Sebastián o Toronto, y no fue así. Además, él se adelantó a hacer una presentación a
medios de comunicación casi dos meses antes de la
exhibición en salas, entonces los medios no cubrieron nada cuando se estrenó en el cine y menos gente se
enteró de la película. Por eso, en lugar de hacer dinero, la película perdió por el solo hecho de sacarla a cartelera,
pero el director así lo decidió.”
Bajo este punto de vista, aparece que el público objetivo de estas películas no es el público guatemalteco sino la
audiencia extranjera que siempre se conmueve ante la
“dramática tragedia que enfrentan día a día los ahogados países del Tercer Mundo”. Y claro, a nivel local este cine
nunca será rentable pero no importa, porque afuera va a
impactar la miseria en la que vivimos y el filme dará la vuelta al mundo en decenas de festivales. Y si luego viene
la gente local y dice que no le gusta porque es “más de lo
mismo” y porque esa es sólo una visión escueta de la realidad del país, que deja de lado a todas las personas
luchadoras y todas esas odiseas reales que pasan algunos
guatemaltecos para transformar un país cada vez más lacerado, pues será que ellos dicen eso porque viven “en
una burbuja”.
Realmente, ¿por qué tiene que imperar esa atmósfera atrofiante, cargada de resignación, resentimiento y odios,
que nos pinta a todos como un montón de mediocres sin ilusiones? ¿Por qué vender esa imagen de nuestra
sociedad en el extranjero con tal de ganar la atención de
sus instituciones culturales y ganar prestigio entre el gremio de cineastas independientes que se la andan de
trotamundos? ¿No será que porque son los únicos que
pagan? Y de ser así, ¿no es ése también un “cine comercial” en el justo sentido peyorativo con el que se
suele relacionarlo?
A nivel local nunca será rentable pero no importa, porque afuera va a impactar
la miseria en la que vivimos y el filme dará la vuelta al mundo en decenas de
festivales.
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“La película Un Día de Sol (2009) la financiamos nosotros. Costó 65 mil dólares y para eso nos metimos a
un préstamo, vendimos equipo que ya teníamos para
comprar comida, transporte, teléfonos... Los actores no cobraron un solo centavo pero sólo darle de comer a la
gente nos costó unos 8 mil dólares”. ¿Y recuperaron el
dinero? No. La película estuvo exhibida en Cinépolis durante dos semanas –hasta que el estreno mundial de
Iron Man 2 obligó a sacar a varias de la cartelera–, y a eso
hay que añadirle que la sala se queda con 80% de las ventas. Eso quiere decir que la productora sólo recibe
Q6 por cada espectador –eso cuando no hay
promociones de dos por uno.
En efecto, uno de los asuntos que genera mayor
preocupación en lo que respecta a la producción cinematográfica es el tema del financiamiento. Si hay
algo que casi todos saben es que “hacer cine es caro”. Es
algo así como un axioma universalmente reconocido. Y bien, muchas veces se tiene también la idea errónea de
que todo cine “de bajo presupuesto” es malo… ¡porque
es de bajo presupuesto! Y entonces, bajo ese supuesto, el cine guatemalteco, ¡que a nadie se le ocurre pensar que
tenga un presupuesto millonario!, estará mendigando
fondos en la calle de la amargura.
“Para hacer cine comercial hay que ir a los Estados
Unidos. En Guatemala no hay industria y no hay
plataforma para eso.”, asegura Julio Hernández, quien añade que no está interesado tampoco en hacer cine
comercial. “En Guatemala no se puede hacer cine
comercial. ¿Conoces qué se necesita para hacer cine comercial? Se necesitan actores muy famosos; en
Guatemala no hay. Se necesita presupuestos muy elevados; en Europa o Estados Unidos las películas de
bajo presupuesto son de 5 millones de dólares y las
comerciales de 100 millones. ¿Crees que se pueda juntar ese dinero en Guatemala para una película? Pues yo no
lo creo. Además el cine comercial se gasta casi el mismo
presupuesto que costó la película en la mercadotecnia. Siento que en Guatemala no se entiende lo que significa
hacer cine comercial.”
Hacer rentable el cine nacional, entonces, parece una labor épica y ello se debe simplemente al hecho de que
los costos de producción son enormes. Producir cine es
caro porque es el resultado final de un producto que
“LO MÁS DIFÍCIL EN LA PRODUCCIÓN CREO QUE ES EL DINERO”, afirma Rafael Tres en la oficina
de su productora, Códice Cinema, en 4° Norte. Se trata de un loft bastante moderno, un tanto desordenado, decorado con productos promocionales de Coca-Cola y con un gran televisor en un rincón que, apenas minutos antes, estuvo transmitiendo los penaltis de un reñido encuentro entre Japón y Paraguay en el marco del mundial.
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El reto de la Gran Sala Dentro del duro mundo de la industria cinematográfica, el éxito en taquilla sigue siendo el mejor medidor de rentabilidad. Ahora bien, no es de extrañar que la mayoría de salas del mundo pertenezcan ya a Hollywood y si las producciones locales -en nuestro caso, las guatemaltecas- desean figurar en cartelera, se ven obligadas a competir con los presupuestos milllonarios del cine norteamericano. Aún así, cada vez son más los cineastas que intentan llegar al público guatemalteco por este medio.
R E N T A B I L I D A D[ ]El requisito para asentar la industria
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debe pasar un larguísimo proceso antes de estar listo para comercializarse. Sólo
conseguir una cámara de cine supone ya una
inversión fuerte. Aunque el cine digital ha ayudado a disminuir los precios, una Red One (muy apetecida por los productores
independientes al ser hasta 10 veces más barata que las grandes del mercado) cuesta
17 mil 500 dólares –aproximadamente
Q140 mil–, mientras que una Sony CineAlta F35, prácticamente la mejor en la
industria, superará por mucho los 180 mil
dólares –alrededor de Q1 millón 500 mil– de la CineAlta F23 (¡con decir que el precio
de la F35 ni siquiera es público!).
En La Vaca, por ejemplo, se utilizó la Red One, Un Día de Sol usó una Panasonic HVX200 de alta definición (HD) y Toque de Queda se está aventurando con la Canon D7, la
nueva jugada de los “independientes” al
tratarse de una cámara de fotos que, con los accesorios adecuados, puede convertirse en
toda una Camcorder HD Profesional. Los
productores indie, entonces, tienen cada vez más posibilidades de acceder a un equipo de
calidad y, como explica Cecilia Santamarina
–socia de Mendel Samayoa en El Ángel de la Luna Llena– en muchos casos el equipo se
renta: “De unos años para acá, las empresas
que son arrendadoras de sonido le han ido dando un upgrade a sus equipos, de modo que
con ellas se puede tener acceso a una Red,
por ejemplo”.
Pero bien, la producción no se limita
tampoco a conseguir una buena cámara. Santamarina explica también que una
producción tiene, al menos unas ocho fases,
y en cada una de ellas hay que desembolsar más o menos dinero. “La etapa del rodaje es
l a q u e m á s g e n t e i n v o l u c r a . L a
postproducción es la etapa más larga, y sólo para promoción debería destinarse entre
30% y 40% del presupuesto total. Ahora, si
quieres exhibir la película en una sala, tienes que convertir la cinta a un formato de 35
mm, lo que puede costar entre 30 y 60 mil
dólares. Luego tienes que sacar copias para distribuir en cada sala, y cada copia son mil
dólares más”.
Y sólo con eso ya no dan ganas de oír más. ¿De dónde se supone que se consigue tanto
dinero? Algunos, como Rafa, se meten a
préstamos. Otros, como Julio Hernández, le apuestan a premios como el de Cine en Construcción. En El Ángel de la Luna Llena se
apoyaron, sobre todo en la iniciativa privada, pero hay otros, muchos otros, que lo
financian como pueden y hasta donde
pueden, muchas veces sin llegar al final o sin cubrir todas las fases de la producción. ¿30%,
40% sólo para promoción? ¡Eso es un lujo!
Realmente, sólo industrias gigantescas como Hollywood, y a lo mejor algunas europeas,
podrían pagar tanto dinero, ¿no es así?
Bueno, pues hasta ellos se la pasan feo. “Este
es un mercado muy duro y muy competitivo.
Actualmente se producen muchas películas, pero muy pocas de ellas consiguen
distribución y llegar a las salas de cine;
prácticamente sólo las más grandes en Estados Unidos”, explica Rafa. “Y ellos, por
ejemplo, necesitan recuperar la inversión en
la primera semana para decir que van a tener un éxito. Si la recuperan en la segunda, lo
consideran regular pero dos semanas es el
tiempo de vida que le dan a una película porque después ya viene otra”. En Argentina,
amplía, se producen 90 películas al año y
sólo la mitad logran llegar a las salas. “Aquí en Guatemala, que son muchas menos,
todavía podríamos el lujo de estar más
tiempo en la cartelera pero nos toca competir con las producciones de Hollywood”.
Pero aún entre todo esto, tanto a Cecilia
como a Mendel les gusta insistir en que el dinero per se no es el recurso más relevante
en el proceso de producción. Cecilia afirma
que “el dinero, dinero es el menor porcentaje” y que “cuando se cree que esto
se trata sólo de dinero, se pierde de vista
todo lo demás”. En efecto, para “la construcción” de La Vaca se contó con la
colaboración, además de particulares y
empresas privadas, de instituciones públicas (como la Policía, los Bomberos, Covial, etc.),
artistas y galerías, la industria, COCODES, y “toda una confluencia de diferentes grupos
de la sociedad” que, en conjunto, arman 38
páginas de créditos.
“Conseguir apoyo, en el sentido de
voluntades, para todas las cosas, por chiquitas
que parezcan, es un recurso. Alguien nos regaló 40 pares de zapatos, por ejemplo. Y
para filmar en locaciones, éramos un equipo
de 90 personas con equipo caro y todo. ¿Te imaginas conseguir seguridad para tanta
gente? En eso nos ayudó mucho la PNC”,
siguió exponiendo Santamarina, mientras su socio, Mendel, la secundó con un argumento
similar: “El Ministerio de Cultura nos apoyó
con permisos y eso también supone ahorro,
Arriba, la Red One. Abajo, la Canon D7 y su posterior adaptación para filmación de alta definición.
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pero hay muchas personas que no ven el apoyo del ahorro y lo que quieren es dinero”.
Así pues, conseguir los recursos para rodar es una cosa,
pero ninguna inversión es sensata si no se puede recuperar. ¿Qué opciones tiene entonces una película
guatemalteca para lograr el necesario retorno, requisito
explícito para convertirse en una industria tal cual? Precisamente llegamos entonces a un obstáculo en el
que tanto el público como los cineastas pueden estar de
acuerdo: el asunto de la distribución. “Ésa es una pregunta que me hacen muchas veces: ‘Mendel, ¿dónde
conseguimos una película tuya?’”, plantea este mismo
director y productor, y entre las principales quejas del público guatemalteco aparece el hecho de que, en
efecto, el cine local “existe muy bajo agua” y “no hay mucha promoción”. Y sin embargo, a los cineastas
locales no les queda otra alternativa que vivir bajo agua si
quieren tener alguna remota posibilidad de recuperar sus inversiones.
“Una película local puede generar ganancias, además de
la taquilla, vendiendo los derechos en cable –como ha hecho Casa Comal–, involucrando a marcas en las
historias, distribuyendo como VOD (Video On Demand
en la web) o haciendo DVD’s.”, explica Rafael Tres. “¡Ah!”, diría Mendel Samayoa en otra ocasión, “pero,
¿por qué no puedes vender un DVD aquí en
Guatemala? Porque vendes diez y ya no vuelves a vender ninguno, porque de los diez compradores resulta que
uno de ellos es un pirata.”
En efecto, la piratería es uno de los grandes males que enfrenta toda la industria del entretenimiento
actualmente, y para industrias incipientes como la de
Guatemala supone una amenaza de aborto. Uno de los grandes requisitos que necesita cumplir el país para tener
un cine rentable a nivel nacional, para llegar al público local, es que en su mercado no haya piratería. Pero,
como cualquier ciudadano común puede figurarse, es
esta una aspiración bastante ofuscada.
“Te voy a explicar, a ver si lo miras como yo”, dice
Mendel mientras amplía este punto. “La piratería es
prohibida, por eso se llama piratería. También la cocaína es prohibida, ¿no? Pero, ¿qué pasa si el alcalde hace un
centro comercial que se llama El Amate y uno de los
locales se lo alquila a un señor que vende cocaína? Está inculcando la venta de cocaína, ¿o no? ¡Está volviéndolo
legal! Bueno, pues lo mismo está pasando con la
piratería…”.
Lo más patético de todo este asunto es que ni siquiera en la piratería son accesibles las películas guatemaltecas.
“Los piratas no las copian todas… por malas”, explica
Samayoa. “Yo conozco colegas que me dicen: “¡A la…! ¡A qué no sabés qué! ¡Ya me piratearon mi película!”,
¡luciéndose!, como diciendo: “el pirata ya encontró que
es buena”, y eso lo encuentran como un honor”.
Pero bien, entre todo ello, quizá sea un segundo
requisito el que más relevancia tenga en la futura
conformación de una industria con todo el sentido de la palabra, y ese requisito es el prestigio. Rafael Tres
comentaba que es importante “educar al público
guatemalteco a dar la oportunidad”. Pese a que las películas de este director y productor están hechas para
atraer a un público local joven, tratan de escapar de ese círculo vicioso de los temas de bajo mundo y presentan
adelantos importantes en la calidad técnica, están
supeditadas al prejuicio general de que el cine en el país es malo y sólo habla de cosas malas. “El cine
guatemalteco, si quiere exhibirse en las salas, se ve
obligado a competir hombro con hombro con las producciones millonarias de Hollywood. Si el público no
apoya, estamos perdidos. ¡Está bien que no les guste
pero que la vean y juzguen! Porque aquí en Guate decimos “¡Ah…! ¡De plano va a estar mala!”, ¡y no la han
visto!”.
Mejorar la imagen que se tiene del cine guatemalteco supone ya un importante punto que todos los
involucrados en el ámbito deberían reforzar de forma
conjunta. Y en este sentido también pueden aportar mucho unos personajes que hasta no hemos abordado
demasiado: los actores. Rafael Tres mencionaba que en
Hollywood tienen la ventaja, en lo que respecta al mercadeo, de que cuentan con grandes estrellas que
sirven como gancho para jalar audiencias. A ese respecto, tenemos también una omisión de parte de
quienes promocionan las producciones, que hasta ahora
han estado más enfocadas en decir quién es el director y quién produce que en presentar a los actores
protagonistas. La Vaca tenía un ganador de un premio
Goya en su elenco, a una actriz que ha trabajado en numerosas series de televisión y hasta con cadenas
internacionales, por no mencionar a todos los personajes
guatemaltecos que ya han ganado peso en el teatro u otras películas. ¿Por qué no los presentó en su corto
promocional? ¿Cómo va a conocerlos el público si sus
nombres se dejan para las letras pequeñas?
Los cineastas locales tienen que empezar, como primer paso, a tomarse más en serio si quieren llegar a ser rentables
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Mónica Walter, joven actriz guatemalteca que ha tenido ya bastante participación en los escenarios
nacionales, tanto en teatro como en cine (como VIP: La Otra Casa y La Vaca), comenta lo siguiente: “Necesitamos invertir en escuelas especializadas que
tengan el equipo necesario para impartir clases de
cine. Necesitamos crecer para generar más profesionales. Necesitamos generar confianza a los
inversionistas privados y demostrar que es una
industria extremadamente rentable media vez despegue. Necesitamos ganarnos el apoyo y el amor
del público para que el cine nacional despegue
también al nivel que queremos. Necesitamos que el público conozca a los artistas y profesionales de la
industria nacional para que se sientan identificados y nos den su apoyo.”
Lo anterior es parte de lo que tarde o temprano
lograría conferir el prestigio que esta emergente indus t r i a neces i t a ganar . E l pres t i g io es
verdaderamente crucial porque nadie va a invertir, ya
sea como productor, colaborador o consumidor, en un producto que no le provoque interés y al que no
le encuentre valor.
Así pues, los cineastas locales tienen que empezar, como primer paso, a tomarse más en serio si quieren
llegar a ser rentables. No pueden pretender vender
sus experimentos en el mismo mercado que los productos manufacturados con estándares
internacionales, ni pueden pedir al público que apoye
el producto local “de modo comprensivo”, casi a modo de beneficencia, porque lo que le está
pidiendo es que le dé parte de su tiempo –algo que
todos detestan gastar inútilmente y que enfatiza la sensación de decepción cuando no se percibe
satisfactorio. Por supuesto que hace falta crear más cultura cinematográfica en el país pero, realmente, el
cine nacional tampoco está aportando demasiado al
respecto si quiere presentar como referencia sus proyectos de ensayo.
El mundo del cine, en realidad, está lleno de pérdidas, pero las industrias más fuertes logran armar estrategias para evitar que los posibles fracasos las lleven a la bancarrota. La reciente película de Alicia en el País de las Maravillas, por ejemplo, dirigida por Tim Burton y estrenada a nivel mundial en marzo de 2010 tenía un presupuesto de USD$200 millones y recuperó USD$1,024 millones en taquilla a nivel mundial, según cifras de Box Office Mojo. Ganancia aproximada: USD$800 millones. Y claro, en ese caso, si una película de USD$100 millones del mismo estudio recupera sólo USD$40 millones en taquilla, es una pérdida pero tienen ya un gran colchón de otros éxitos que los ayuda a estabilizarse.
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Mónica Walter está graduada del
Instituto Lee Strasberg, una de las escuelas de actuación referentes en el
mundo y más prestigiosas de Nueva York. Por ella han desfilado figuras del
calibre de Marilyn Monroe, James Dean, Robert de Niro, Al Pacino y
Angelina Jolie. La hermana de Walter, Melany, ya le ha seguido en ese
camino y, así como ellas, hay ya una cantidad de jóvenes que están
optando por salir al extranjero a formarse en industrias más grandes
que les permitan tener una mejor perspectiva de a lo que deben
apuntar.
Imagen: Instituto Lee Strasberg. 2008.
Imagen: Walt Disney Pictures (C). 2010.
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es que esto es una tendencia –y un interés creativo– que va al alza. Ahora bien, ¿esto es suficiente para decir que
ya tenemos una industria cinematográfica?
Como hemos mencionado ya, una industria es un sistema complejo de oficios interrelacionados que
trabajan por un mismo objetivo. Es un sistema
productivo que trabaja a gran escala con el fin de vender dicho producto también a gran escala y que, por
supuesto, se asienta sobre el beneficio económico. Así
pues, si le pides ayuda a tus amigos para que colaboren con tu proyecto personal, que resulta ser una película; si
el proceso completo de producción atañe a menos de 50
personas que en su mayoría son aficionadas; si no puedes hacer rentable tu producto al no tener aún un
mercado muy claro al cual quieres proyectarte, entonces es muy difícil hablar de una industria. Y el cine nacional,
en efecto, todavía no logra asentarse en las bases
económicas necesarias que le permitan formalizarse bajo el concepto de industria y que, en consecuencia,
permitirían vivir de hacer cine.
De este modo, propiamente, todavía no podemos hablar de una industria cinematográfica guatemalteca. Lo que
tenemos es algo más parecido a un gremio, más o menos
organizado, que, entre todo, está tan sólo un escalón por debajo de la industria. El problema es que estamos
tratando con un gremio demasiado ansioso que,
amparado en el matiz artístico y relativamente novedoso de su producto, está justificando unos cuantos brincos en
el proceso con tal de llegar más rápido al final de la
prometedora cadena. El estudio riguroso, la práctica autocrítica y la adquisición de experiencia están siendo
reemplazadas por un entusiasmo empírico muy
motivador para el equipo de producción, pero más o menos satisfactorio y poco profesional en el resultado
final.
Considerando además que en el país hay muy pocas
escuelas de cine, y ninguna que supere un nivel técnico,
percibimos que los avances han sido más de tipo tecnológico y no precisamente artístico. Por estas
razones, la calidad visual de los filmes ha mejorado
enormemente pero el contenido y desarrollo de los mismos aún se encuentra bastante encerrado en contexto
simplista y pretendidamente estrafalario.
“Hay un gran error en la cinematografía que no se comete en otras carreras. ¿Por qué un arquitecto, el día
que se gradúa, no puede construir un rascacielos o un
puente…? ¿Por qué, entonces, el que se gradúa de una carrera de cine hace un largometraje? El día que salen
de la universidad ya quieren hacer una película; ya
EN LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS, GUATEMALA HA AUMENTADO SIGNIFICATIVAMENTE SU PRODUCCIÓN DE LARGOMETRAJES. Habiendo ya al menos unas 25 películas realizadas en el país desde el año 2001, nueve de ellas producidas o estrenadas en este último año, la percepción inmediata
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“La falta de temas universales es, creo yo, una debilidad del cine
guatemalteco. Para una persona de afuera es muy difícil entender qué son
las “garitas” en las colonias o la violencia como cotidianidad aceptada. Esto último es un verdadero problema,
ya que mucho del cine guatemalteco se presenta como una violencia sin filtro, sólo así tal como se vive y se
siente, sin explicar ni condenar ni analizar”.
Tania Hernández, guatemalteca residente en España y asidua cinéfila. En su blog Cine Sobre Todo ha
logrado armar una completa reseña noticiosa de los eventos que giran en torno al cine guatemalteco,
entre otros temas afines.
P A N O R A M A [ ]¿Qué tan lejos estamos de tener nuestra propia industria?
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quieren hacer un rascacielos. ¿Por qué no hacen una casita o remodelan un apartamento?
Tienen qué tener humildad. Tienen que
integrarse a veinte, treinta películas, a hacer luces, sonido… pero, “¡Ah no….! ¡Es que eso ya lo hice en la U!” Con este modo de trabajar sólo
han provocado que no haya industria o, al menos, la han llenado de mala fama porque está
cargada de primerizos”, expone Mendel
Samayoa al discutir la cuestión de la predominante falta de calidad.
Y es que si no trabajamos duro para establecer
una industria tal cual, seguirá siendo muy complicado hablar de retorno, pese a que el
gremio local debería, aún así, tener las posibilidades de vender su producto en un
mercado pequeño. Si esto no ocurre es porque
aún no se lo ha visto como un sector interesante para los inversionistas. Los prejuicios
generalizados sobre la mala calidad del cine
local provocan una situación que dificulta la captación de fondos y recursos para constituir
equipos de filmación –tecnológicos y humanos–
totalmente profesionales –y de nuevo, venimos a toparnos con la grave necesidad de conferir
prestigio a la profesión.
Si a eso le sumamos además cómo la piratería ha venido a minar la captación de retorno a
través de la distribución, percibimos fácilmente
que quedan pocas opciones a las producciones locales, de entre las cuales recurrir a la
cooperación internacional se vuelve la más
factible y más conveniente. El resultado es que, evidentemente, el cineasta –como cualquier otro
empresario– acaba debiéndose primero a quien le patrocina y le representa un retorno
económico, y por lo mismo empezamos a ver
un cine guatemalteco que no está hecho prioritariamente para guatemaltecos.
Pero bien, pese a todos los obstáculos,
Guatemala también tiene razones para celebrar porque todos estos acontecimientos no están
haciendo otra cosa que continuar un precedente
audiovisual que, muy probablemente debido al Conflicto Armado Interno, se quedó estancado
como “mero coleccionable” de la Cinemateca
Nacional. Si algo habíamos demostrado ya en el pasado es que somos capaces de ser creativos
con nuestro propio patrimonio y producir a la
vez contenido de gran valor. Ya en 1950, por ejemplo, Guillermo Andreu Corzo utilizó el
folklore local para hacer la primera producción
fílmica en Guatemala con El Sombrerón. En los años 70, el cineasta Rafael Lanuza, con la
pretensión de hacer un documental, acabó
aprovechando los escenarios impactantes de 1976 para filmar Terremoto en Guatemala.
Pero entre todo, fue El Silencio de Neto, de Luis
Argueta, el filme que logró toda una revolución en los 90’s al ser el primero “en elaborarse con
la tecnología profesional contemporánea:
formato de 35 mm, sonido Dolby Estéreo y todo el trabajo que exige la pre y postproducción de
las realizaciones actuales”, según comentó en
aquel entonces a Prensa Libre el ya difunto c ineas ta Jus to Chang, compañero de
producción de Argueta. El Silencio de Neto, de
hecho, fue presentada como candidata a la categoría de la 67ª. Entrega de los Premios de la
Academia para competir por la mejor película extranjera y fue vista por cineastas como Oliver
Stone y Robert Redford del Instituto Sundance.
Así pues, “empezando, empezando” realmente no estamos y, afortunadamente para nosotros,
estamos abriendo ya con mucha formalidad un
nuevo capítulo en la historia audiovisual del país. Así como se observa un creciente número
de producciones locales, se descubre también
que hay un creciente interés por desarrollar, y por ende profesionalizar, el quehacer
cinematográfico. Películas como Un Día de Sol, La Vaca y las producciones de los hermanos Morales claramente demuestran un deseo de
entretener y de romper los esquemas rígidos del
cine negro de denuncia social, que a la sociedad aparecen ya como desgastantes y gastados.
Sumado a eso, cada vez el cine guatemalteco
“suena” más, puesto que los personajes involucrados cada vez están más organizados.
Algunas productoras empiezan a formalizarse más, ya sea fortaleciendo marcas como
invirtiendo en mejores equipos, soportes que
permitan alcanzar la calidad necesaria para hacer un cine rentable tanto a nivel local como
extranjero –y este aumento de calidad técnica es
ya notable en producciones tales como Marimbas del Infierno, Un Día de Sol, Donde acaban los caminos, La Vaca, etc.
Tenemos ya, además, desde el año 2007, a una organización que representa a todo el sector:
Agacine, cuyo principal enfoque, hasta la fecha,
ha sido el desarrollo de la Ley de Fomento a la Cinematografía y el Audiovisual. Pese a que la
propuesta de ley ha generado debate en la
opinión pública, una de las propuestas contenidas en ésta ofrece un especial atractivo:
Agacine pretende instituir la Guatemalan Film Comission, un tipo de organización pública no lucrativa cuyo propósito sería promover al país
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Este afiche pertenece a una producción norteamericana de
1935, filmada en Guatemala. La Film Commission que
propone Agacine permitiría que este tipo de inversión extranjera
fuese mucho más frecuente, y vale mencionar que el país
tendría mucho potencial en el ámbito al tener una amplia
variedad de regiones en un territorio pequeño.
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como locación para que cineastas extranjeros vengan a filmar aquí y encuentren así, además, un equipo de
apoyo en todas las gestiones correspondientes.
Como gran novedad para el desarrollo de este oficio tenemos también al Club de Guionistas Cinematográficos de Guatemala, CGCG, una agrupación pionera en la región
que, además de contar en la actualidad con una base de datos que aglomera a 32 guionistas y 34 escuchas,
viene oportunamente a fortalecer lo que ya
identificamos como “el mango del sartén” de la industria cinematográfica. Si los guiones son cada vez
mejores, el cine nacional no tiene más para dónde ir
sino hacia arriba, porque la técnica y la tecnología realmente la tiene cada vez mejor. “El objetivo del club
es también hacer una especie de colador. Si tu guión no es bueno, no te atreves a leerlo en público y mucho
menos se te ocurre filmarlo. Además, se crea
consciencia de que un guión listo para el rodaje es, generalmente, una séptima o décima versión del
original, y esto va a venir a fortalecer la percepción de
la complejidad real de un guión”, afirma Mendel Samayoa, fundador de dicho club.
Además, el CGCG, gracias también a su blog, logró
captar la atención de aspirantes a cineastas que viven en el interior. “Está el caso del joven Andrés
Rodríguez, que ya organiza un festival de cine en Xela
y también nos contactó otro joven de Chimaltenango”, relata Lorena Baeza, primera coordinadora del CGCG
y también miembro fundador de Agacine. Su esposo, el
también ya mencionado Byron Rabe, tiene, además, ya en proyecto con la Universidad de San Carlos abrir
una “Maestría en Diseño Gráfico para Cine y
Televisión”, otro aporte que vendría a fortalecer la profesionalización de uno de los muchos engranajes de
la industria cinematográfica.
No es descabellado pensar entonces que las
universidades del país también pueden convertirse en
agentes de cambio conforme su oferta de carreras en las áreas de producción audiovisual y cinematográfica
vaya ampliándose, de modo que las habilidades
técnicas vayan complementándose con una formación humana que cree mayor sensibilidad en el artista
audiovisual.
Y si gran parte de lo anterior viene a fortalecer la calidad del producto, otras iniciativas vienen a abrir
oportunidades económicas para el mismo. Contamos, para empezar, con el Festival Ícaro de Cine
Centroamericano, fundado por Elías Jiménez en el
marco de proyectos de Casa Comal, y que llega a exhibir hasta 200 obras de entre 500 candidatas en
cada edición. Este proyecto, que empezó en
Guatemala, ya tiene una sede en cada país del Istmo, teniendo al nuestro como sede regional. En este
festival, además de premiar a las mejores producciones
audiovisuales –no sólo largometrajes sino también cortos y documentales–, se ha buscado también
agrandar la red de contactos entre los cineastas de la
región. “La primera ventana que tiene el cine nacional para hacerse rentable es Centroamérica; ésa es la Gran
Sala”, apunta Jiménez al respecto.
Y en efecto, el Festival Ícaro no es el único camino
que Casa Comal está abriendo para agrandar este
mercado regional. Desde el año 2009 esta institución organiza un Taller Centroamericano de Realización
Cinematográfica con apoyo del Fondo Iberoamericano
de Ayuda IBERMEDIA. La planilla de catedráticos está conformada por egresados de la Escuela
Internacional de Cine y TV de San Antonio de los
Baños, Cuba –la cual es un referente y asesor importante en la escuela de Casa Comal. Este taller
también tiene varias sedes (El Salvador, Nicaragua,
Honduras y Guatemala) y pretende, además de instruir a los estudiantes en las técnicas del guión, producción,
dirección, sonido, fotografía y edición, fomentar las
relaciones entre los participantes y abrir conexiones profesionales al crear un corredor audiovisual
centroamericano.
Ahora bien, las productoras guatemaltecas, pese a todo, aún tendrán que seguir manejando proyectos de
bajo presupuesto por un buen tiempo, enmarcadas en el mundo del cine independiente que, como explica
Cecilia Santamarina, contiene a todos los que trabajan
con presupuestos inferiores a un millón de dólares. Pero entre todo, esto tampoco es malo, porque lo
independiente –como en casi todas las otras industrias
culturales actuales– está ganando peso y se está convirtiendo en fuente de oportunidades. Rafael Tres
nos cuenta que hay una tendencia actual en los grandes
estudios de Hollywood de apoyar a la industria independiente. “Ya unos dos estudios hicieron esto.
En lugar de invertir en una película de USD$20
millones, que son las más baratas y las que menos
“Yo me fui porque tenía un sueño bastante grande y no existía en esos momentos en el país, pero ahora estoy de regreso porque tenemos que regresar al lugar de donde somos a crear nuevas oportunidades, y si las oportunidades no existen uno las tiene qué crear”.
-Carlos Argüello*, de Studio C, en el Foro Emprendedores de la UFM, 2004.*Este cineasta ha trabajado efectos especiales para Disney con Las Crónicas de Narnia y con Michael Jackson en el video Black or White.
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Es interesante descubrir que el tema también se está descentralizando de la capital, al punto que en Chimal tenango ya se p r odu j o es t e año 8 Grados :Ter remoto en Guatemala, un filme de desastre de 80 minutos que Mar i o En r í quez , o r i u n d o d e e s t e departamento, levantó con un presupuesto de 6 mil dólares.
Imag
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“En Guatemala hace falta hacer películas que atraigan a la gente joven, que va a ser el futuro del país, y que no sean del tipo de cine nacional que siempre ven: de las guerrillas, de las maras, de la violencia”.
-Rafael Tres, Códice Cinema
recuperan pla ta , convocaron a d iez d irec tores independientes y les dieron USD$2 millones a cada uno.
Así, en lugar de hacer una película de 20 millones, hacen
diez de 2 millones, y conque pegue una y gane USD$20 millones, están hechos”.
Aún nos queda mucho por hacer, pero cada vez se abren
más opciones y abundan ejemplos de emprendedores que están abriendo el paso. Y es que hacer cine, en efecto, no es
algo que aprendemos en un taller y se logra al primer
intento. El argumento de que “el cine es arte y por eso todo se vale” no tiene peso en este caso –“ni en ninguno”, reitera
Silvia Herrera, “pues el arte, para serlo, debe contar con sus
propias leyes”–, ni siquiera bajo el pretexto del cine arte o cine de autor. El cine es complejo, porque requiere del
aporte de cientos de artistas, y más importante aún, porque además de ser arte es un poderoso medio de comunicación.
Así pues, el cine adquiere ese doble matiz de comunicación
social artística y creativa, que exige madurez intelectual para cumplir con las exigencias del auténtico arte a la vez que
debe cuidarse de no caer en los mismos juegos y trampas de
cualquier otro medio de comunicación social.
Si el cine es un medio de comunicación social, el cineasta es
un hombre muy poderoso porque su trabajo tiene un alto
impacto en la sociedad. El cine es totalmente capaz de moldear, orientar o dirigir la opinión pública, es capaz de
transmitir verdades –aún a través de la ficción– de la misma
manera en que es capaz de desinformar; de elevar el espíritu humano con contenidos inspiradores o degradarlo con un
amarillismo morboso; de construir la sociedad mediante
propuestas y soluciones o de contribuir a corroerla mediante una provocación que no hace más que generar conflicto y
agobiarla con una insistente exposición de “calamidades
cotidianas”. Y es justo por todo esto que el cineasta se convierte en un artista con una enorme responsabilidad
social.
Entonces, si el cine local quiere tener un impacto social positivo, tiene que ser propositivo, resaltar soluciones en
lugar de sólo resaltar problemas. Al final es cuestión de
creatividad, de contar historias que den esperanza y luz a los guatemaltecos, que les haga ver en los medios, para variar,
todo lo bueno que tienen… porque lo tienen, ¿no?
La propuesta, así pues, es hacer un cine que construya valores, que rescate los aspectos positivos de la identidad
chapina que hasta ahora se ha diluido entre la racha rutinaria
de malas noticias y nos ha tirado al suelo la moral. En su taller de guión, Carmen Sofía Brenes mencionaba que las
buenas películas son las que tratan de resolver la siguiente cuestión: ¿en qué consiste ser feliz? Para esto necesitamos
personas con gran sensibilidad involucradas en la creación
de nuevas historias, personas que, como exponía esta misma académica, se pregunten: “¿Esto que estoy contando es una
calamidad cotidiana o estoy explorando los misterios del
alma y la vida humana?”. ¿Qué tipo de experiencias me acercan a la felicidad? ¿En dónde la encuentro? ¿En dónde
la encuentro en Guatemala?
Y es que el cine es un medio de comunicación excepcional para transmitir, de modo deleitable y bello, las interrogantes
más profundas del ser humano, concentradas en un ¿cuál es el sentido de mi vida? Y bien, en nuestro caso, si lo abordamos desde la perspectiva de la identidad, ¿quién mejor que el
cine guatemalteco para ayudarnos a entender cuál es el
sentido de ser guatemaltecos?
¿Quién mejor que el cine guatemalteco
para ayudarnos a entender cuál es el sentido de ser guatemaltecos?
Imagen: María José Prado. 2010.
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“A nivel de Gran Sala, nuestro público inmediato es Centro América, porque somos tan comunes y tenemos historias tan comunes que el público podría recibir fácilmente las historias”.
-Elías Jiménez, Casa Comal