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Escritos, 1937 - 1938Escritos Tomo 9 1937 - 1938 volúmen 2 7 Trotskyfl, no impedir el acto terrorista contra Kirov. Procediendo del jefe de la GPU, tales órdenes equiva-lían a

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  • Escritos1937 - 1938

    Tomo IXvolumen 2

    León Trotsky

    7 marzo 1938 - 17 septiembre 1938

  • Edición OriginalWritings (1937 - 38)Pathfinder Press, New York, 1976

    Traducción deAlba NeiraSusana Malekin

    CarátulaRodrigo Cortés

    © by Editorial Pluma Ltda.Bogotá, 1977Printed in ColombiaImpreso en Colombia

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    El papel de Iagoda1

    7 de marzo de 1938

    Tal vez el elemento más fantástico de toda la seriede fantasmagoría judicial de Moscú es la inclusión deHenry G. Iagoda, por muchos años jefe de la GPU comoconspirador del centro trotskista-bujarinista. Podía es-perarse todo, pero esto no.

    Stalin tuvo que maniobrar durante mucho tiempoen el Politburó antes de lograr que el odiado Iagoda, susecuaz de más confianza, fuese jefe de la GPU. La lu-cha contra todas las facciones de la oposición se habíaconcentrado en manos de Iagoda desde 1923. El nosólo fue el secreto ejecutor de todas las falsificacionesy fraudes, sino también el organizador de las primerasejecuciones de los oposicionistas en 1929: Blumkin,Silov y Rabinovich.

    En las páginas del Biulleten Opozitsi, editado por eldifunto León Sedov en París, el nombre de Iagoda estáregistrado una y otra vez, con la misma indignaciónenconada con que antes lo estaba el de Zubarev, jefe

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    5de la Ojrana zarista.2

    Iagoda mismo, de común acuerdo con el fiscal AndreiVishinski, preparó todos los juicios sensacionales des-de el asesinato de Sergei Kirov, incluyendo el de GrigoriZinoviev y León Kamenev en agosto de 1936. Las con-fesiones sistematizadas con golpes de pecho, pasarána la historia como invento de Henry Iagoda. Si alguiendijese que Joseph Goebbels es un agente del Papa PíoXII, sonaría considerablemente menos absurdo que laafirmación de que Iagoda es agente de Trotsky.

    Pero el hecho es que para la nueva estructura judi-cial Iagoda era necesario, no como arquitecto, sino comomaterial. El destino del jefe todopoderoso de la policíasecreta fue pesado y decidido donde se deciden todosestos asuntos: en la oficina privada de Stalin. Iagodafue destinado a ocupar cierto lugar en el juicio comoun peón en una estrategia de ajedrez. Quedaba un pro-blema: forzarlo a aceptar el papel designado. Pero estafue la dificultad menor.

    En los primeros meses que siguieron al arresto deIagoda, no se oyó ni un murmullo sobre su complici-dad en la conspiración del mariscal Mijail N. Tujachevski,los trotskistas y los derechistas. Ni Iagoda ni la opiniónpública habían madurado aún para este desarrollo, asícomo tampoco existía certeza alguna de que Vishinskisería capaz de exhibir su nuevo cliente al público.

    Las primeras acusaciones del soviet y la prensamundial contra Iagoda registraban: vida licenciosa,desfalco de fondos, borrascosas orgías. ¿Eran ciertasestas acusaciones? Tratándose de Iagoda se justificaque uno crea tales posibilidades. Arribista, cínico, dés-pota, mezquino, seguramente no fue un modelo de vir-tud en su vida personal. El cuadro se complementa al

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    6añadir que, si permitió que sus instintos viciosos do-minaran su vida hasta extremos criminales, fue sola-mente porque estaba convencido de su absoluta impu-nidad. Además, su forma de vida era conocida por todoel mundo en Moscú, durante mucho tiempo, incluyen-do a Stalin.

    Realmente toda la información sobre la vida privadade altos funcionarios soviéticos la reúne Stalin conmeticulosidad científica y es la base de un archivo es-pecial construido poco a poco, de acuerdo al grado denecesidad política. Llegó la hora en que se hacía nece-sario romper la fibra moral de Iagoda. Esto se hizo conescandalosas revelaciones de su vida privada.

    Después de estos golpes, el antiguo jefe de la GPUestuvo enfrentado con estas alternativas: ser fusiladopor desfalcos al gobierno o, posiblemente, salvar suvida como supuesto conspirador. Iagoda hizo su elec-ción y fue incluido entre los veintiuno del juicio. Y fi-nalmente, el mundo supo que Iagoda fusiló trotskistassolamente para disfrazar sus verdaderos sentimientos;en realidad fue agente y aliado de sus víctimas.

    Pero, ¿por qué era necesario añadir una complica-ción tan comprometedora a la amalgama judicial yade por sí tan complicada? El nombre de Iagoda es unfenómeno demasiado fantástico como para explicarlocon generalidades. Debe haber existido una razón di-recta, seria y poderosa que forzara a Stalin a no dete-nerse aun ante la perspectiva de transformar a suagente número uno en un agente de Trotsky. Esta ra-zón es revelada ahora por el propio Iagoda.

    De acuerdo con sus propias palabras (en la sesióndel 5 de marzo) él había ordenado a sus subordinadosen Leningrado, por supuesto bajo instrucciones de

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    7Trotsky, no impedir el acto terrorista contra Kirov.Procediendo del jefe de la GPU, tales órdenes equiva-lían a decir que se organizara el asesinato de aquél.

    La suposición más natural: Iagoda asumió la res-ponsabilidad de un crimen con el cual no tenía la me-nor relación. Entonces ¿por qué y para quién era nece-saria la confesión falsa o sincera del ex jefe de la GPU?

    Recordemos brevemente los hechos más importan-tes. Kirov fue asesinado el 1º de diciembre de 1934,por el entonces desconocido Leonid Nikolaev. El juiciodel asesino y sus supuestos cómplices se realizó a puer-tas cerradas. Los catorce acusados fueron fusilados.Del texto de la sentencia parcialmente publicado en laprensa soviética, se desprende que un cónsul latvio,George Bisseneks,3 le dio a Nikolaev 5.000 rublos enpago por el atentado terrorista, exigiendo de él en cam-bio algún tipo de carta de Trotsky.

    El 30 de diciembre de 1934, declaré en la prensacon certeza que Bisseneks era un agente de Iagoda(Biulleten Opozitsi, 19 de enero de 1935). No ofrecíentonces, como tampoco lo hago ahora, la explicaciónde que en efecto la GPU quiso asesinar a Kirov. Lo quese intentaba realmente era preparar una conspiraciónque comprometiera a la oposición, especialmente a mí,y en último momento revelar el intento de asesinato.En menos de un mes, esta hipótesis fue confirmadaoficialmente.

    El 23 de enero de 1935, el consejo de guerra sen-tenció a prisión a trece oficiales responsables de la GPUde Leningrado, encabezados por su jefe Medved,4 concondenas de dos a diez años. Los términos exactos dela sentencia fueron los siguientes: Poseían informa-ción concerniente a los preparativos del atentado a

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    8Kirov... pero demostraron... negligencia criminal (!)...y fracasaron en tomar las medidas necesarias.

    No puede pedirse un mayor candor. Negligencia cri-minal significa nada menos que la participación direc-ta de la GPU en el asesinato de Kirov. Y recordando elpapel de Bisseneks, se vuelve más claro aun queNikolaev no era más que un instrumento en las manosde agentes provocateurs. Pero este instrumento resul-tó ser obstinado. Por razones personales, Nikolaev tomósu trabajo seriamente, aprovechó el momento propicioy mató a Kirov antes de que Iagoda hubiese obtenidouna carta de Trotsky.

    La necesidad urgente de publicar a todo el mundo lainformación de que los doce agentes responsables dela GPU sabían con anticipación la trama de la conspira-ción para el asesinato de Kirov sólo puede explicarsepor el hecho de que para ciertos altos oficiales era ne-cesario establecer sus coartadas, a cualquier precio.

    Las circunstancias que rodearon el asesinato de Kirovno pudieron evitar los rumores entre personas de losaltos círculos gubernamentales en el sentido de que,en la lucha contra la oposición, el jefe estaba empe-zando a jugar con las cabezas de sus más íntimos cola-boradores. Ni una sola persona informada dudó queMedved, jefe de la GPU de Leningrado, había informa-do diariamente a Iagoda sobre el curso de las opera-ciones, tal como éste lo había hecho con Stalin, y quehabía recibido instrucciones de él.

    Para eliminar estos peligrosos rumores, no se podíahacer otra cosa que sacrificar a los ejecutantes del plantramado por Moscú.

    El 26 de enero de 1935, escribí: Sin el consenti-miento directo de Stalin -más precisamente sin su ini-

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    9ciativa- ni Iagoda ni Medved se habrían decidido amontar una empresa tan arriesgada. [Todo se aclaragradualmente, ver Escritos 1934-35.]

    La muerte de Kirov se convirtió en el punto de par-tida para la exterminación sistemática de la vieja ge-neración bolchevique. Pero mientras más juicios seescenificaban alrededor del cadáver de Kirov, más in-sistentemente repercutía en todas las mentes la pre-gunta: ¿Quién se beneficia de todo esto? La extermi-nación de la vieja guardia es un objetivo político mani-fiesto y conspicuo de Stalin. Así, los dirigentesmoscovitas estaban seguros de que Iagoda no podíaactuar sin instrucciones de Stalin.

    La sospecha se difundió en círculos aun más am-plios transformándose en certeza. Para Stalin fue ab-solutamente necesario renegar de Iagoda, abrir entreambos un profundo foso y en lo posible, arrojar allí elcadáver de éste.

    Sería posible suministrar docenas de hechos com-plementarios, citas y consideraciones (que ahora seencuentran en los archivos de la Comisión Dewey) queconfirman irrefutablemente nuestras conclusiones. Elasesinato de Kirov no fue otra cosa que el resultado deuna amalgama policíaca urdida por Stalin y Iagoda conel fin de acusar a los líderes de la oposición de terroris-mo.

    Para disfrazar esta colaboración, en un principio,Stalin trató de abandonar a la opinión pública a susagentes secundarios únicamente (Medved y otros), perola acumulación de revelaciones y la lógica interna delos hechos mismos forzaron finalmente a Stalin a sa-crificar a su importante colaborador.

    Así puede explicarse la adivinanza más profunda del

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    10actual juicio: el testimonio del ex jefe de la GPU dondeafirma que participó en el asesinato de Kirov bajo ins-trucciones de Trotsky. Quien entienda esto, el móvilmás oculto del juicio, podrá entender el resto sin nin-guna dificultad.

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    Nuevos y extraños acontecimientos5

    7 de marzo de 1938

    El 28 de febrero planteé la hipótesis de que despuésde la experiencia de los juicios anteriores, el actualsería mejor preparado y dirigido. Esta suposición re-sultó ser infundada. Desde ahora, breves comunicadosatestiguan el hecho de que en el juicio actual las con-tradicciones y los absurdos no son menores a los delos juicios anteriores. Esto se explica, en su mayor parte,por el hecho de que los organizadores del fraude nopodían empezar su trabajo creativo en una nueva pá-gina; fueron obligados a remendar rotos de los juiciosanteriores, bordar lágrimas en la tela, reconciliar con-tradicciones y al mismo tiempo ocuparse de crear sen-saciones más intensas, aumentando el número de lasvíctimas y las dimensiones espaciales del crimen.

    1. Krestinski declara que recibió una carta mía fe-chada el 19 de diciembre de 1936 -es decir diez añosdespués de yo haber roto relaciones con él- y que enella yo había recomendado la creación de una amplia

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    12organización militar. Esta supuesta carta, que forzo-samente destacaba la amplia escala de la conspira-ción, tenía como fin, evidentemente, justificar la ex-terminación de los mejores oficiales del Ejército Rojo,que comenzó el año pasado pero que aún está lejos deconcluirse. Krestinski, por supuesto, quemó mi car-ta, siguiendo el ejemplo de Radek y, fuera de sus remi-niscencias confusas, no presentó nada a la corte.

    Mientras tanto, en diciembre de 1936, mi esposa yyo estábamos encerrados por el gobierno noruego apedido de Moscú y toda mi correspondencia pasabapor las manos de la policía noruega. Si admitimos laposibilidad de que escribí mis instrucciones con tintainvisible, existe aún el problema del sobre y la direc-ción a la que fue enviada. Todo correo que llegaba osalía, era registrado en la llamada oficina de pasapor-tes de Oslo: por lo tanto una verificación judicial nopresentaría ninguna dificultad.

    Deseo añadir que en aquella época escribí una cartaformal a mi abogado noruego, Puntervold, y le pedíque guardase la mayor cautela con visitantes descono-cidos, que en un futuro pudieran figurar en los nuevosjuicios como intermediarios entre mi abogado, yo, ylos terroristas de Moscú. Todos los documentos ne-cesarios sobre el asunto están en manos de la señoritaSuzanne La Follete, secretaria de la Comisión de In-vestigación de Nueva York.6

    2. El mismo Krestinski declaró que supuestamenteyo le había escrito otra carta, esta vez desde México,en la cual expresaba mi indignación por el testimoniorevelador de Piatakov en el estrado de los testigos. Elobjetivo de esta supuesta carta es claro: afianzar conmi indignación el testimonio de Piatakov, que está

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    13irremediablemente desacreditado por su famoso vuelode Berlín a Oslo en diciembre de 1935, siendo que se-gún el testimonio de las autoridades oficiales, ningúnavión aterrizó en esa ciudad en aquel mes.7

    Tal carta podría ayudar a Vishinski pero, ¿por quépodría serme útil a mí? El juicio de Piatakov había ter-minado y éste ya había sido ejecutado. Expresar sim-plemente indignación platónica en una cartaconspirativa que tenía que pasar varias fronteras ha-bría sido el colmo de la locura, especialmente si consi-deramos la personalidad del individuo a quien estabadirigida. La conducta de Krestinski en el juicio lo seña-la como un perfecto histérico. Si mi supuesto amigo,Piatakov, me traicionó podía presumirse con mayorprobabilidad que Krestinski también lo haría. ¿Qué sen-tido tenía entonces enviar una carta a Krestinski, queno me aportaría el menor beneficio, pero que en cam-bio, de caer en manos de la GPU, sería un arma máspoderosa en mi contra que todas las confesiones detodos los acusados juntos? Pero la carta no cayó enmanos de nadie. Por supuesto fue quemada, en cuantouna carta no escrita puede serlo.

    3. La acusación atribuye a Bujarin el plan de asesi-nar a Lenin, Stalin y Sverdlov en 1918, cuando Bujariny su grupo lucharon contra la firma del tratado Brest-Litovsk8 Quien quiera que conozca a estas personas y asus relaciones comprenderá sin dificultad lo absurdode esta acusación. Bujarin era tan apegado a Lenincomo lo es un niño a su madre. En cuanto a Stalin, en1918 era una figura tan secundaria, que al más terri-ble terrorista no se le hubiese ocurrido elegirlo comovíctima. La labor de esta parte del juicio fue la de ex-tender la actual grandeza de Stalin al pasado.

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    144. En relación a esta acusación contra Bujarin, va-

    rios de los participantes de su grupo en 1918, Osinski,Iakovleva y Mantsev, figuraron en el proceso como tes-tigos, es decir, son los acusados de mañana9 Pero fal-tan los nombres de dos personas que desempeñaronun importante papel en el grupo de oponentes al trata-do de Brest-Litovsk, a saber Kuibishev y Iaroslavski.10

    Es verdad que al primero, antiguo jefe de la Gosplan[Comisión de Planeación Estatal] lo declaran ahora comoenvenenado por los doctores del Kremlin. Pero esto nocambia el problema. En 1918, como amigo de Bujarin,trató evidentemente de envenenar a Lenin, Stalin ySverdlov. En cuanto a Iaroslavski, no sólo está vivo ysaludable sino que participa activamente en todas laspurgas contra la Oposición. Obviamente, esa es la ra-zón por la cual este bujarinista de 1918 recibió amnis-tía. ¿Continuará ésta por mucho tiempo? Si Iagoda,ayer jefe de la GPU, se sienta hoy en el banquillo de losacusados, entonces nadie podrá garantizar el destinode Iaroslavski.

    ¡Cuánta bufonada ruin en esta terrible tragedia!

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    Anacronismos11

    8 de marzo de 1938

    Los fraudes judiciales de Moscú están llenos de ana-cronismos. En el juicio Zinoviev-Kamenev (agosto de1936) se sostuvo que los trotskistas se habían aliado ala Gestapo en 1932, cuando ésta no se había formadoaún. En 1932, León Sedov se reunió con el acusadoGoltsman en el hotel Bristol que había sido demolidoen 1917.12 Existen muchos ejemplos parecidos. Perolos anacronismos del juicio actual son aun más sor-prendentes y constituyen su característica distintiva.

    El testigo Mantsev, sacado de la prisión, sostuvo queen 1920 en la estación de Kharkov, pocos días despuésde yo haber estado allí, se cometió un atentado en elcoche del tren donde viajaba Stalin; y que más tardeurgí a Mantsev a no ocuparse de esto pues nuestroscamaradas podrían sufrir por esta razón. Con el fin dedesenredar por lo menos parte de los absurdos inclui-dos en este testimonio, es necesario enumerarlos:

    1. Nuestros camaradas se supone evidentemente

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    16que significan los trotskistas. Pero en 1920 no habíaninguno. La Oposición de Izquierda tan sólo surgió en1923. La palabra trotskistas no apareció sino hastael año siguiente.

    2. Mantsev, íntimo colaborador de Dzershinski, an-tiguo jefe de la Cheka, en general nunca perteneció alos trotskistas y menos aun en una época en la que eltrotskismo no existía.

    3. La política militar que yo sostuve encontró el apoyototal de Lenin y de la mayoría del Politburó. Entre bas-tidores, Stalin realizó una campaña de intriga contraesta política apoyando a Voroshilov,13 actual comisariodel pueblo de la defensa, Chadenko, diputado del co-misario del pueblo de la defensa y otros que se opusie-ron a la creación de un ejército centralizado, abogandopor destacamentos puramente guerrilleros. Voroshilovcomandó uno de los veinticuatro ejércitos en el Volga.Stalin fue miembro del soviet militar de este ejército.Despedí a Voroshilov y depuse a Stalin. Más tarde Stalinestuvo estacionado en el frente sur y fue remplazadonuevamente. No existía la más mínima razón para queyo recurriese al terror. Una simple orden era suficientepara resolver cualquier problema.

    4. Cualquiera que tenga un poco de imaginaciónpodrá entender fácilmente que, si en 1920, con un poderilimitado en mis manos, hubiese deseado librarme deStalin en el frente, no hubiera reducido la cuestión afútiles atentados sobre los cuales el mundo se enteraahora por primera vez, dieciocho años más tarde.

    5. Durante los años de la Guerra Civil más de unavez tuve que recurrir a medidas severas. Hice estoabiertamente y bajo mi propia firma. Stalin intrigabaentre bastidores. En julio de 1919, Lenin de su propia

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    17iniciativa me dio una página al final de la cuál apare-cían las siguientes líneas: Conocedor del duro carác-ter de las órdenes del camarada Trotsky, estoy tan con-vencido, tan absolutamente convencido de la correc-ción, conveniencia y necesidad para el bien de nuestracausa de las órdenes del camarada Trotski, que les doytodo mi apoyo. V. Ulianov (Lenin). Lenin firmaba conanticipación cada orden o acción mía en el frente. Nun-ca utilicé esta carta blanca, pero la conservo en misarchivos como evidencia de la firme confianza moralde Lenin, quien, generalmente hablando, no podía con-tarse entre las personas más crédulas.

    Ante tales relaciones mutuas de los individuos encuestión, sería posible imaginar a Stalin en 1920 aten-tando contra mi vida pero imposible imaginar lo con-trario. Sin embargo, no debemos olvidar que una delas tareas del juicio actual es la de revisar la historia delos últimos veinte años y asignar a Stalin una posiciónen el pasado que él nunca ocupó.

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    Los juicios y los planes diplomáticos deMoscú14

    8 de marzo de 1938

    Si la memoria humana fuera más firme, los Juiciosde Moscú serían absolutamente imposibles. La GPUquiebra la columna vertebral de los acusados y noshemos acostumbrado a ello. Pero al mismo tiempo laGPU trata de romper la columna vertebral del procesohistórico; esto es más difícil.

    En el juicio Zinoviev-Kamenev (agosto de 1936), losacusados se enfrentaron al cargo de haber formado unenlace de carácter puramente policíaco con la Gestapoalemana. Los principales acusados negaron dicho car-go. La opinión pública rehusó creerlos. En enero de1937, Karl Radek y G.L. Piatakov se enfrentaron a unjuicio con el fin de revitalizar los ardides demasiadoprimitivos del fiscal general Andrei Vishinski. De sustestimonios se dedujo que ya no se trataba de un pro-blema de espionaje sórdido, sino de un grupo políticointernacional de trotskistas y fascistas alemanes y ja-

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    19poneses cuyo propósito era el de derrocar a la UniónSoviética y a las democracias occidentales.

    Este modo de presentación coincidió, y no acciden-talmente, con el florecimiento de la política del FrentePopular. Bajo la bandera de la diplomacia soviética y,en consecuencia, de la Internacional Comunista, selevantaba la consigna de un frente militar de las de-mocracias contra los países fascistas. En este trance,los trotskistas tenían que ser inevitablemente tildadosde ser agentes fascistas. El cuadro era claro y sencillo.

    Pero, sorpresivamente, los trotskistas no fueron acu-sados de haber entrado en una alianza con la Italiafascista. La razón era que los diplomáticos soviéticosno querían obstaculizar los intentos de Inglaterra y Fran-cia de enajenar a Italia de Alemania ya que posible-mente mañana Moscú tendría que presentar un rostrosonriente a Roma.

    Las mismas consideraciones se aplicaban en granmedida respecto a Polonia; se esperaba que Franciamantendría a Polonia en su esfera de influencia. Al re-velar sus intrigas internacionales, los acusados se ajus-taron escrupulosamente a los cálculos de la diplomaciasoviética. Ellos podrían tratar de matar a Stalin perono mutilar la política del comisario de relaciones exte-riores Maxim Litvinov.

    Los preparativos del juicio actual coincidieron conun período de marchitamiento de las esperanzas e ilu-siones en el Frente Popular y en el bloque con las po-tencias democráticas. La política de Inglaterra en Es-paña, la visita de Lord Halifax a Berlín, la media vueltade Londres en dirección a Roma y finalmente la substi-tución de Lord Halifax por Anthony Eden,15 todo estoeran señales diplomáticas que determinaron el nuevo

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    20contenido de las confesiones voluntarias de los acu-sados. El plan del juicio Radek-Piatakov, según el cuallos trotskistas eran agentes del grupo fascista (excep-to Italia), se rechazó como inoportuno.

    Los acusados aparecen ahora como agentes de Ale-mania, Japón, Polonia, e Inglaterra. La unión con Ale-mania pierde su matiz fascista porque ahora se diceque empezó en 1921, cuando Alemania estaba bajo labandera de la democracia de Weimar. La colaboracióncon Inglaterra se dice haber comenzado en 1926, onceaños antes del juicio Radek-Piatakov. Pero Karl Radek,quien de acuerdo a la interpretación de Vishinski escandidato al puesto de ministro exterior de los trots-kistas, no sabía nada de la alianza de Trotsky con GranBretaña.

    A principios de 1937, Inglaterra era una democra-cia. Con la partida de Eden, es una vez más el centrodel imperialismo. Litvinov cambió su manera de pen-sar para mostrar los dientes a Londres. Y rápidamentelos acusados repiten esto en sus testimonios.

    Hasta hace muy poco la guerra en el Lejano Orientesignificaba la marcha del fascismo japonés contra lasdemocracias anglo-sajonas. ¡Ahora Moscú de a saberque está listo a borrar la distinción entre el Japón yGran Bretaña; ambos conspiran con los trotskistas con-tra el régimen soviético! El testimonio de C.G. Rakovskisegún el cual tanto él como yo aparecemos como agen-tes del Servicio de Inteligencia Británico es, en reali-dad, una advertencia diplomática al primer ministroNeville Chamberlain16

    El retardo en incluir a Polonia entre los países com-prometidos en una alianza con los trotskistas tiene doscausas: una mayor y otra menor. La orientación polaca

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    21hacia Alemania se volvió más definida con la recientemedia vuelta de la política británica. Se olvidan lasépocas (1933) en que Stalin invitó al mariscal Pilsudskia la celebración de la Revolución de Octubre. Moscú daa entender a Varsovia que no conserva ninguna ilusiónrespecto a la neutralidad de Polonia y que, en caso deguerra, Polonia tendrá que estar preparada para ser elescenario de choques entre la Unión Soviética y Ale-mania. Por medio de los acusados, Litvinov amenaza alcoronel Josef Beek.17

    La segunda razón por la cual recién se mencionó aPolonia en el juicio actual es la de que en enero de1937 Radek, principal diplomático del Segundo Jui-cio, no podía haber incluido a Polonia, que es casi supatria, en la lista de los países trotskistas. Fue el mis-mo Radek que en 1933 hizo un viaje triunfal a Varso-via, fue recibido por Pilsudski y habló vehementemen-te de las felices relaciones futuras entre los dos países,ambos producto de una revolución.

    La prensa mundial dio importancia a la futura alian-za militar entre la Unión Soviética y Polonia. En cuantoRadek hizo su visita teatral, no como agente de Trots-ky sino en calidad de enviado de Stalin, era especial-mente difícil que en su confesión relacionara a Poloniacon el trotskismo. Esta labor fue impuesta al actualacusado, V.F. Sharangovich.

    Los nombres de Francia y Estados Unidos no hansido aún lanzados al ruedo. Estos dos países han sidoretenidos como remanentes del frente de democra-cias contra el frente fascista.

    Es verdad que Rakovski confesó las alianzas crimi-nales con periodistas e industriales franceses; peroestas alianzas se hicieron con adversarios del Frente

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    22Popular. Si a través del testimonio de Rakovski, refe-rente al servicio de inteligencia, Litvinov trata de com-prometer al gobierno de Chamberlain, entonces, a tra-vés del testimonio del mismo Rakovski donde se refie-re al industrial francés Nicole y al periodista Bure,Litvinov desea prestar un servicio amistoso al gobiernodel Frente Popular.

    En todo caso, los acusados no se traicionaron; aunen sus más pérfidos negocios con estados extranje-ros, protegieron cuidadosamente los planes diplomáti-cos del Kremlin.

    El silencio sobre Francia es especialmente elocuen-te en su absurdo. Casi hasta finales de 1933, Franciaera considerada en Moscú como el principal enemigode la Unión Soviética. El segundo lugar lo ocupaba GranBretaña. Alemania era considerada como un país ami-go. En los juicios del Partido Industrial (1930) y elBuró de la Unión Menchevique (1931)18 Francia erainvariablemente considerada como un foco de intrigahostil. Mientras tanto, los trotskistas, que habían em-pezado a entablar relaciones con los enemigos de laUnión Soviética en 1921 (cuando ellos, junto con Le-nin, estaban en el poder), ignoraron completamente aFrancia, como si hubieran olvidado su existencia, No,no habían olvidado nada; simplemente previeron elfuturo del pacto franco-soviético y fueron precavidosen cuanto a no crear la, menor dificultad para Litvinoven 1938.

    ¡Que fortuna para Vishinski que la gente tenga unamemoria tan corta! Después de mi exilio a Turquía laprensa soviética me llamaba nada menos que misterTrotsky . Pravda del 8 de marzo de 1929 dedicó casiuna página entera a probar que Mister Trotsky (¡no

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    23herr Trotsky!) mantenía una alianza con WinstonChurchill y Wall Street19 El artículo terminaba con lassiguientes palabras: ¡ahora está claro por qué la bur-guesía le paga miles y miles de dólares! ¡El pago eraentonces en dólares, no en marcos!

    El 2 de julio de 1931, Pravda publicó un facsímilfalsificado para probar que yo era un aliado de Pilsudskiy el defensor del Tratado de Versalles contra la UniónSoviética y Alemania. Era un momento de fricción cre-ciente con Varsovia, ¡dos años antes de que surgieranlos planes para la alianza soviético-polaca!

    El 4 de marzo de 1933, cuando Hitler se afianzabaen el sillón, Izvestia, órgano oficial del gobierno, anun-ció que la Unión Soviética era el único país del mundoque no tenía ninguna hostilidad hacia Alemania, y estoa pesar de la forma y composición del gobierno delReich. El periódico semi oficial francés Le Temps pu-blicó el 8 de abril: En el momento de la llegada deHitler al poder, la opinión pública europea se preocupóávidamente del suceso y hubo comentarios animadossobre ello; los periódicos de Moscú se mantuvieron ensilencio.

    ¡Stalin esperaba todavía la amistad de la Alemaniafascista! Esto es a duras penas notable, puesto que enesa época yo era todavía un supuesto agente de laEntente.

    El 24 de julio de 1933 llegué a Francia con permisodel gobierno de Daladier. Inmediatamente el periódicocomunista lHumanité, órgano de la diplomacia sovié-tica en París proclamó: Desde Francia, este focoantisoviético de Trotsky atacará a la Unión Soviética.Francia es el punto estratégico y esa es la razón por lacual mister Trotsky ha venido aquí. ¡Pero en aquella

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    24época ya podía haber celebrado el duodécimo aniver-sario de mi servicio a Alemania!

    Tales son algunos de los mojones políticos en el ca-mino al presente juicio. La cantidad de datos y citaspodría aumentarse indefinidamente. Pero aun de losdatos aquí citados la conclusión que se desprende esclara. Las acciones pérfidas de los acusados repre-sentan solamente el complemento negativo a las com-binaciones diplomáticas del gobierno.

    La situación cambia; los cálculos diplomáticos delKremlin también. De igual manera cambiaron las trai-ciones de los trotskistas, o más precisamente, el con-tenido de sus testimonios sobre las supuestas traicio-nes. Además, y esto es lo más significativo, los suce-sos de hoy en Moscú hacen posible reconstruir com-pletamente los de los últimos veinte años.

    En 1937, mi vieja amistad con Winston Churchill,Pilsudski y Daladier se olvidó. Me volví un aliado deRudolf Hess y un primo del mikado. En el proceso de1938, mi vieja profesión de agente de Francia y Esta-dos Unidos fue hallada completamente irrelevante; porotro lado, mi olvidada amistad con el imperialismo bri-tánico recibió una excepcional prominencia.

    Puede predecirse que si en los últimos días del pre-sente juicio se me vincula con Estados Unidos, segura-mente no será como agente del presidente Rooseveltsino como el aliado de sus enemigos, los realistas eco-nómicos. De este modo, aun en mis traiciones, con-tinúo desempeñando una función patriótica.

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    El artículo de Stalin sobre la revoluciónmundial20

    9 de marzo de 1938

    En febrero, la prensa mundial prestó mucha aten-ción a un artículo de Stalin que trataba el problema dela dependencia de la Unión Soviética del apoyo delproletariado internacional. El artículo fue interpretadocomo una negativa de Stalin a cooperar pacíficamentecon las democracias occidentales, en nombre de larevolución internacional. La prensa de Goebbels anun-ció, Stalin ha arrojado su máscara y ha demostradoque sus objetivos no difieren de los de Trotski, etcéte-ra. El mismo pensamiento fue desarrollado incluso enlas publicaciones más críticas de los países democráti-cos.

    ¿Es necesario hoy refutar esta interpretación? Loshechos son más elocuentes que las palabras. Si Stalinintentaba regresar a la senda de la revolución no ha-bría exterminado y desmoralizado a los revoluciona-rios. En último análisis, Mussolini tiene razón cuando

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    26dice en el Giornale dItalia que hasta ahora nadie hagolpeado tanto a la idea de comunismo (revoluciónproletaria) y ha exterminado comunistas con tanto odiocomo Stalin.

    Visto desde un plano puramente teórico, lo cual noes difícil, el artículo del 12 de febrero es una simplerepetición de las fórmulas que Stalin introdujo por pri-mera vez en el otoño de 1924, cuando rompió con latradición del bolchevismo: dentro de la Unión Soviéti-ca nosotros hemos introducido el socialismo, en cuan-to liquidamos la burguesía nacional y organizamos lacooperación del proletariado y del campesinado; perola Unión Soviética está rodeada de estados burguesesque amenazan con la intervención y la restauracióndel capitalismo; es por lo tanto necesario reforzar ladefensa y asegurar el apoyo del proletariado mundial.Stalin nunca abandonó estas fórmulas abstractas, sinoque gradualmente les ha dado una nueva interpreta-ción. En 1924, la ayuda del proletariado occidentalse entendía ocasionalmente como la revolución inter-nacional. En 1938 comenzó a significar la cooperaciónpolítica y económica de la Comintern con aquellos go-biernos burgueses que podrían ayudar directa o indi-rectamente a la Unión Soviética en caso de guerra. Esverdad que esta fórmula presupone, por otro lado, unapolítica revolucionaria de los llamados partidos Co-munistas de Alemania y del Japón. Pero precisamenteen estos países la importancia de la Comintem es casinula.

    Sin embargo no fue sólo por casualidad que Stalinpublicó su manifiesto el 12 de febrero. El artículo ensí y los ecos que evocó fueron un elemento esencialísimoen la preparación del actual juicio. Al renovar la cam-

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    27paña en las cortes contra los restos de la vieja genera-ción bolchevique, después de un descanso de un año,naturalmente Stalin hizo lo posible para dar la impre-sión a los trabajadores de la Unión Soviética y del mundode que actuaba no en interés de su propia camarillasino en interés de la revolución internacional. De ahí laambigüedad deliberada de algunas de las expresionesdel artículo: sin asustar a la burguesía conservadora,deben también tranquilizar a los obreros.

    Así, la afirmación de que Stalin arrojó su máscarapacifista en este artículo es completamente falsa. Enrealidad se puso temporalmente unasemirrevolucionaria. Para Stalin la política internacio-nal está subordinada a la interna. Esta significa paraél, sobre todo, la lucha por la autopreservación. Por lotanto los problemas políticos son secundarios a los po-licíacos. Solamente en este campo trabaja el pensa-miento de Stalin ininterrumpida e infatigablemente.

    En 1936, mientras preparaba secretamente la pur-ga masiva, Stalin lanzó la idea de una nueva constitu-ción la más democrática del mundo. ¡No faltaron elo-gios para un giro tan afortunado de la política delKremlin! Si se publicara ahora una colección de artícu-los escritos por los amigos patentados de Moscú sobrela constitución más democrática muchos de los auto-res no podrían hacer otra cosa que arder de vergüen-za. La alharaca sobre la constitución sirvió a varios fi-nes a la vez; pero el principal, el que prevalece com-pletamente sobre los otros, fue el de manipular a laopinión pública antes del juicio Zinoviev-Kamenev.

    El 1° de marzo de 1936, Stalin concedió una famosaentrevista a Roy Howard. Un pequeño punto de estaconversación escapó a la atención del público de la

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    28época: Las libertades democráticas futuras, dijo Stalin,están destinadas a todos, pero los terroristas no seránperdonados. La misma reserva ominosa fue hecha porMolotov en una entrevista dada al director de Le Temps,Chastenet. La generación actual, dijo el jefe del go-bierno, hace más y más innecesarias ciertas estrictasmedidas administrativas tomadas en el pasado. Sinembargo, añadió Molotov siguiendo a Stalin, el go-bierno debe continuar fuerte contra los terroristas...(Le Temps, 24 de marzo de 1936). ¿Terroristas? Perodespués del asesinato episódico de Kirov, con el con-sentimiento de la GPU, el 1° de diciembre de 1934, nose habían presentado actos terroristas. ¿Planes terro-ristas? Pero nadie sospechaba nada todavía sobre loscentros trotskistas. La GPU descubrió estos planesy centros solamente a través del testimonio. Mien-tras tanto, Zinoviev, Kamenev y los demás empezarona confesar sus crímenes ficticios solamente en julio de1936; León Sedov lo probó en ese tiempo basándoseen material oficial en su Libro Rojo (París, 1936).

    Así, en las entrevistas mencionadas antes, Stalin yMolotov mencionaron a los terroristas por previsión,es decir, preparación inquisitorial de las confesionesvenideras. Las efusiones sobre libertades democráti-cas eran solamente una cáscara vacía. El meollo erauna referencia a duras penas perceptible para terro-ristas anónimos. Esta fue aclarada muy pronto con elfusilamiento de varios rniles de personas.

    Paralelos a la ostentosa preparación de la constitu-ción hubo una serie de banquetes en el Kremlin, enlos cuales miembros del gobierno abrazaban a miem-bros de la aristocracia obrera y campesina(stajanovistas). Se anunció en todos los banquetes,

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    29que había comenzado por fin la época de una vidafeliz. Stalin fue confirmado con el nombre de padrede los pueblos, que ama al hombre y se preocupa tier-namente por él. Y creo que se puede perdonar más deuna vez a mis amigos por decir después de ver estasfotografías idílicas: Evidentemente se fragua algo te-rrible. La idea del director de escena era dar al mun-do un cuadro de un país que, después de años amar-gos de lucha y privaciones, entraba finalmente en elcamino de la constitución más democrática, creadapor el padre de los pueblos, que ama a la gente, es-pecialmente a los niños... y que sobre este atractivotelón de fondo súbitamente presenta las figuras diabó-licas de los trotskistas, que sabotean la economía, or-ganizan el hambre, envenenan a los trabajadores, aten-tan contra la vida del padre de los pueblos y queentregan el país feliz para que lo destruyan en pedazoslos tiranos fascistas.

    Apoyado por el aparato totalitario e ilimitados re-cursos materiales, Stalin concibió un plan original:atraer la conciencia mundial y con la aprobación detoda la humanidad librar para siempre de toda oposi-ción a la camarilla del Kremlin. Cuando se expresó estepensamiento en 1935-1936 en forma de advertencia,muchas personas lo explicaron como el odio de Trots-ky a Stalin . El odio personal en problemas de escalahistórica es un sentimiento absolutamente mezquinoy despreciable. Pero en la política, corno en la vidapersonal, no existe nada más terrible que la ceguera.Mientras más difícil la situación, más necesario seguirel consejo de Spinoza: Ni llorar, ni reir, sino compren-der.

    En el curso de la preparación del presente juicio, la

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    30constitución más democrática se las ingenió pararevelarse como una farsa burocrática, como un plagioprovinciano a Goebbels. Los círculos liberales y demo-cráticos occidentales comenzaron a darse cuenta delengaño. La desconfianza hacia la burocracia soviética,que a menudo había coincidido desgraciadamente confrialdad hacia la Unión Soviética, comenzó a alcanzarmás y más amplios estratos. Por otro lado, una gravedecepción comenzó a penetrar a las organizacionesobreras. En la práctica política la Comintern se halla ala derecha de la Segunda Internacional. En España, elPartido Comunista ahoga al ala izquierda de la claseobrera con métodos de la GPU. En Francia los comunis-tas se volvieron, de acuerdo a una expresión de LeTemps, los representantes de chauvinistas en vaca-ciones. Esto también puede verse más o menos en losEstados Unidos y en otros países. La política tradicio-nal de la colaboración de clases, contra la cual se le-vantó la Tercera Internacional, se ha vuelto ahora, enuna forma exagerada, la política oficial del stalinismo,con una represión sangrienta de la GPU en defensa deesta política. Discursos y artículos se usaron exclusi-vamente para enmascarar este hecho. Esa es la razónpor la cual en boca de los acusados se ponen monólo-gos teatrales, sobre cómo ellos, los trotskistas, eranreaccionarios, contrarrevolucionarios, fascistas, enemi-gos de la clase obrera, por un período de veinte años ycómo finalmente en una prisión de la GPU, entendie-ron el carácter salvador de la política de Stalin. Porotro lado éste, en vísperas de una nueva hecatombesangrienta, encontró necesario decir a la clase trabaja-dora: Si estoy obligado a destruir la vieja generaciónbolchevique, es solamente en interés del socialismo.

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    31Exterminé a los leninistas en base a la doctrina de Le-nin.

    Este es el verdadero sentido del artículo del 12 defebrero. No tiene ningún otro. Estamos frente a unarepetición abreviada de la maniobra de la constitucióndemocrática. La primera extorsión (llamemos las co-sas por sus nombres verdaderos) fue dirigida princi-palmente contra los círculos democráticos occidenta-les. La más reciente tenía en mente principalmente alos obreros. Los gobiernos conservadores de Europa yAmérica no tienen por qué preocuparse. Para una polí-tica revolucionaria es necesario un partido revolucio-nario. Stalin no lo tiene. El Partido Bolchevique ha sidoasesinado. La Comintern está completamente desmo-ralizada. Mussolini tiene razón a su manera: nadie haasestado a la idea de la revolución proletaria golpessemejantes a los del autor del artículo del 12 de febre-ro.

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    Mensaje a la reunión de protesta deNueva York21

    9 de marzo de 1938

    Desde el interior de la fortaleza ganada por el prole-tariado, Stalin asesta golpes al socialismo, como nadieantes lo ha hecho. Si alguien sabotea el desarrollo cul-tural y económico de la Unión Soviética, es Stalin. Sialguien socava el poder militar de la Unión Soviética,es Stalin. Si alguien envenena las filas de la vanguar-dia revolucionaria con traición y deslealtad, es Stalin.Si la reacción unida del mundo buscara un agente desu propia elección, no podría encontrar uno mejor queStalin. Los Juicios de Moscú son un intento único en lahistoria para engañar a toda la humanidad. Sin embar-go, si la bajeza es ilimitada, no lo es la credulidad. Elpensamiento estrangulado y una conciencia horroriza-da están despertando. La humanidad progresista seprepara a arrojar el veneno del stalinismo. Natalia y yoestamos presentes espiritualmente en vuestra reuniónde protesta y desafío. Vemos en vuestras filas el espí-ritu de León Sedov, caído en su puesto de batalla. Connosotros o sin nosotros, llevareis a la victoria nuestragran lucha libertadora.

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    Una clave en los Juicios de Moscú22

    10 de marzo de 1938

    El Juicio de Moscú ha fatigado a la opinión públicamundial con sus incongruencias sensacionales aunantes de terminarse. Hasta un periodista mediocrehabría podido prever con anticipación el discurso finaldel fiscal Vishinski, excepto tal vez, por la profusión deviles calumnias.

    Vishinski mezcló un importante elemento de ven-ganza personal en el juicio político. Durante los añosde la revolución pertenecía al partido de la GuardiaBlanca. Cuando cambió de colores después del triunfobolchevique, se sintió humillado y sospechoso. Ahorase venga. Es libre de escarnecer a Nikolai Bujarin, AlexeiRikov, C. G. Rakovski, nombres que pronunció por añoscon la más obsequiosa reverencia. Y al mismo tiempo,los embajadores Alexander Troianovski, Iván Maiski yJakob Surits,23 cuyo pasado se parece al de Vishinski,declaran al mundo civilizado que son ellos los herede-ros de los ideales de la Revolución de Octubre, mien-

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    34tras Bujarin, Rikov, Rakovski, Trotsky y otros los trai-cionaron. Todo está cabeza abajo.

    La única conclusión posible para Vishinski despuésde la última serie de los Juicios de Moscú es que elgobierno soviético no es nada más que una maquinariacentralizada de traición.

    Los jefes del gobierno y la mayoría de los comisariosdel pueblo (Rikov, Kamenev, Rudzutak, Smirnov,Iakovlev,24 Rosengoltz, Chernov, Grinko, Ivanov, Osinskiy otros); los más importantes diplomáticos soviéticos(Rakovski, Sokolnikov, Krestinski, Karajan, Bogomolov,25

    Iurenev y otros); todos los dirigentes de la Internacio-nal Comunista (Zinoviev, Bujarin, Radek); los princi-pales jefes de la economía (Piatakov, Smirnov,Serebriakov, Lifshits26 y otros); los mejores capitanesy jefes del ejército (Tujachevski, Gamarnik, Iakir,Uborevich, Kork, Muralov, Mrajkovski, Alksnis, el almi-rante Orlov,27 y otros); los más sobresalientes revolu-cionarios obreros producidos por el bolchevismo entreinta y cinco años (Toriski, Ievdokimov, Smirnov,Bakaev, Serebriakov, Boguslavski28 y Mrajkovski); losjefes y miembros de los gobiernos de las repúblicassoviéticas rusas (Sulimov,29 Varvara Iakovleva); los je-fes de todas las repúblicas soviéticas sin excepción, esdecir, los dirigentes producidos por el movimiento denacionalidades liberadas (Budu Mdivani, Okudshava,Kavtaradze, Cherviakov, Goloded, Skripnik,Liubchenko,30 Néstor Lakoba, Faizul Jodshaev, Ikramovy docenas de otros); los jefes de la GPU en los últimosdiez años, Iagoda y sus colaboradores; finalmente yesto es lo más importante, los miembros del todopo-deroso Politburó, actualmente el poder supremo delpaís, Trotsky, Zinoviev, Kamenev, Tomski, Rikov, Bujarin,

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    35Rudzutak, ¡todos ellos conspirando contra el poder so-viético durante los años en que lo tenían en sus ma-nos!

    ¡Todos ellos, como agentes de poderes extranjeros,trataron de hacer pedazos la federación soviética cons-truida por ellos y esclavizar al fascismo a los pueblospor los que habían luchado docenas de años!

    En esta actividad criminal, ministros, mariscales yembajadores se sometieron invariablemente a un indi-viduo; no al dirigente oficial, no, ¡a un exiliado! Erasuficiente para él mover un dedo y los veteranos de larevolución se transformaban en agentes de Hitler o delmikado.

    Por instrucciones de Trotsky a través de un inter-mediario incidental de la agencia TASS, los jefes de laindustria, del transporte y la agricultura, destruyeronlas fuerzas productivas del país y su cultura.

    Por una orden del enemigo del pueblo enviadadesde Noruega o México, los trabajadores ferroviariosdel Lejano Oriente destruyeron trenes militares y losvenerables médicos del Kremlin envenenaron a suspacientes. Este es el asombroso cuadro del estado so-viético que Vishinski está obligado a hacer en base alas revelaciones de los últimos juicios.

    Pero aquí se presenta una dificultad. Un régimentotalitario es una dictadura de la burocracia. Si todaslas posiciones claves estaban ocupadas por trotskistassometidos a mí, ¿por qué está Stalin en el Kremlin y yoen el exilio?

    En estos juicios todo está al revés. Los enemigos dela Revolución de Octubre se hacen pasar por susejecutores; los oportunistas se dan golpes de pechocomo campeones de ideales; especialistas en fraudes

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    36se disfrazan de magistrados investigadores, fiscales yjueces.

    Pero sin embargo, dice el hombre de sentido co-mún, es difícil creer que cientos de acusados, adultose individuos normales y lo que es más, dotados ensumo grado de caracteres fuertes e intelectos excep-cionales, se han acusado a sí mismos de una manerainsensata ante toda la humanidad de crímenes terri-bles y detestables.

    Como sucede a menudo en la vida, el sentido co-mún cuela mosquitos pero se traga camellos. Por su-puesto no es fácil comprender por qué se degradancientos de personas. ¿Pero es más fácil creer que estosmismos cientos cometieron crímenes terribles que con-tradecían sus intereses, su psicología, toda la causa ala cual habían dedicado sus vidas? Para juzgar y eva-luar deben considerarse condiciones concretas. Estaspersonas dieron su testimonio solamente después deser detenidas, con la espada de Damocles suspendidasobre ellos; cuando ellos, sus esposas, madres, pa-dres, hijos y amigos habían caído completamente enpoder de la GPU; cuando no tenían ninguna defensa niningún rayo de esperanza; bajo una tensión mental,los nervios humanos no son capaces de resistir.

    Por otro lado estos crímenes improbables por losque reconocieron su culpa, fueron cometidos -si lescreemos- en una época en que eran completamentelibres, ocupaban altas posiciones y tenían una absolu-ta oportunidad de reflexionar, estudiar y elegir.

    ¿No es evidente que la mentira más absurda, dichabajo la boca de un revólver, es muchísimo más naturalque la cadena de crímenes insensatos cometidos deli-beradamente?

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    37¿Qué es más probable: que un exiliado político, pri-

    vado de medios y poder, separado de Rusia por un velode calumnias, con un movimiento del meñique obliguea ministros, generales y diplomáticos, a traicionar a supaís y a sí mismos en nombre de objetivos absurdos ysin esperanzas, o qué Stalin, teniendo a su disposiciónun poder ilimitado y un tesoro inagotable, es decir, to-dos los medios de intimidación y corrupción, obligue alos acusados a dar un testimonio que cumpla con susobjetivos?

    Con el fin de superar definitivamente las dudas mio-pes del sentido común, podemos plantear una últimapregunta: ¿Qué es más probable: que en la edad me-dia las brujas tuvieran realmente comunicación con lospoderes infernales y ocasionaran el cólera, la pestenegra y la plaga del ganado en sus aldeas después deuna consulta nocturna con el demonio (el enemigodel pueblo)...o qué estas desgraciadas mujeres sim-plemente se degradaron bajo el hierro candente de laInquisición? Es suficiente plantear la pregunta para quetoda la superestructura Stalin-Vishinski se derrumbe.

    En medio de todas estas confesiones forzadas de losacusados, hay una que, tal como puede juzgarse a dis-tancia, ha pasado desapercibida, pero que aislada aclarano sólo los enigmas de los juicios de Moscú sino tam-bién todo el régimen de Stalin. Me refiero al testimoniodel doctor Levin, antiguo director del hospital delKremlin. Este hombre de sesenta y ocho años declaróen la corte que deliberadamente ayudó a precipitar lamuerte de Menshinski, Peshkov (hijo de Gorki),Kuibishev y Máximo Gorki.

    El profesor Levin no habla de sí mismo como untrotskista secreto y nadie lo acusa de esto; ni siquie-

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    38ra el fiscal Vishinski le atribuye aspiraciones de tomarel poder en interés de Hitler. No, Levin mató a sus pa-cientes bajo la amenaza de Iagoda, por entonces jefede la GPU.

    Levin temía la destrucción de su familia. Ese esliteralmente el testimonio en que se apoya el proceso.

    El asesinato de Kirov, cometido por todos los cen-tros; los planes para desmembrar a la Unión Soviéti-ca; la destrucción maliciosa de trenes; el envenena-miento masivo de obreros todo esto no es nada encomparación con el testimonio de Levin.

    Los ejecutores de los crímenes especificados actua-ron supuestamente por sed de poder, odio o avaricia;en una palabra por algo semejante a fines personales.¡Levin al cometer el más odioso de los crímenes, elasesinato pérfido de pacientes confiados, no tenía enabsoluto motivos personales! Por el contrario, amabaa Gorki y a su familia. Asesinó al hijo y al padre te-miendo por su propia familia. No encontró otra manerade salvar a su propio hijo e hija, sino el consentir enenvenenar a un escritor enfermo, el orgullo del país.¿Entonces qué nos queda por decir? En un estado so-cialista, bajo la más democrática de todas las cons-tituciones, un viejo médico, extraño a las intrigas yambiciones políticas, envenena a sus pacientes pormiedo al jefe de la policía secreta. El instigador de loscrímenes es este, investido del alto poder para lucharcontra el crimen. Aquél cuya profesión es salvar la vidaes el que asesina. Y asesina por miedo.

    Admitamos por un momento que todo esto es ver-dad. En ese caso, ¿qué puede decirse de todo el régi-men? Levin no es un individuo casual. Era el médico deLenin, de Stalin, de todos los miembros del gobierno.

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    39Conocí a este hombre tranquilo y concienzudo. Comomuchos médicos famosos tenía relaciones casi protec-toras con sus altos pacientes. Conocía muy bien lascolumnas vertebrales de los señores dirigentes y cómofuncionaban sus riñones autoritarios. Levin tenía libreacceso a todos los altos oficiales. ¿No podría haber de-nunciado la sangrienta extorsión de Iagoda a Stalin,Molotov o algún otro miembro del Politburó? Pareceque no pudo. En vez de acusar al canalla de la GPU, eldoctor se vio obligado a envenenar a sus pacientes conel fin de salvar su propia familia. De este modo, en elpanorama judicial de Moscú se revela el régimen stali-nista, en su propia cúspide, en el Kremlin, en la partemás íntima de éste, en el hospital para los miembrosdel gobierno. ¿Qué sucede entonces en el resto delpaís?.

    Pero todo esto es una mentira, exclama el lector.¡El doctor Levin no envenenó a nadie! Simplementedio un falso testimonio bajo la amenaza del Mauser dela GPU. Esto es absolutamente correcto. Pero por ellola perspectiva se vuelve más siniestra.

    Si un médico amenazado por el jefe de la policíacomete realmente un crimen, sería todavía posible,olvidando el resto, decir: un caso patológico, un com-plejo de persecución, chochez senil, lo que ustedesdeseen. Pero no, el testimonio de Levin constituye unaparte integral del plan judicial inspirado por Stalin yelaborado conjuntamente por el fiscal Vishinski con elnuevo jefe de la GPU, Iezov. Esta gente no temió recu-rrir a una trama de pesadilla. No la consideraron unaimposibilidad. Por el contrario, de todas las variacionesposibles eligieron la más probable, es decir, aquella quecorrespondía más a las condiciones y costumbres exis-

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    40tentes. El presidente de la corte preguntaría escasa-mente al antiguo director del hospital del Kremlin porqué se sometió al criminal en vez de denunciarlo. Aunmenos capaz de plantear una pregunta tal es Vishinski.

    Cada participante del juicio, toda la prensa soviéti-ca, todos los que manejan el poder confiesan tácita-mente la total verosimilitud del hecho de que la GPUpuede forzar a cualquier persona a cometer cualquiercrimen, aun cuando esa persona sea libre, ocupe unaalta posición y utilice la protección de los altos dirigen-tes. Pero una vez que la situación se aclara así, ¿esentonces posible dudar por un momento que la omni-potente y la siempre perspicaz GPU puede forzar a cual-quier prisionero en las celdas de la Lubianka a confesarvoluntariamente la culpa por crímenes que nuncacometió? El testimonio del doctor Levin proporciona lasolución de todo el juicio. La clave abre todos los se-cretos del Kremlin y al mismo tiempo sella definitiva-mente las bocas de los defensores de la justicia stali-nista en todo el mundo.

    Que nadie nos diga: ¡He aquí el fin al cual nos trajola Revolución de Octubre! Sería lo mismo que decir alver el puente sobre las Cataratas del Niágara que secayó recientemente: este es el resultado de nuestralucha contra éstas. La Revolución de Octubre no nosha traído solamente fraudes judiciales. Fue un impulsopoderoso a las fuerzas económicas y a la cultura deuna gran familia de pueblos. Pero de la misma maneraengendró nuevos antagonismos sociales en un nivelhistórico más alto. El atraso y el barbarismo, herenciadel pasado, encontraron su expresión más acabada enla nueva dictadura burocrática. En la lucha contra lasociedad que vive y se desarrolla, esta dictadura sin

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    41ideas, sin honor y sin conciencia ha sido llevada a crí-menes sin precedentes y con eso a una crisis fatal.

    La acusación de sadismo contra el doctor Pletnevcomo un episodio en la preparación del presente jui-cio; los asuntos románticos de Iagoda como causa dela muerte del hijo de Gorki; el talismán religioso de laesposa de Rosengoltz y especialmente las confesio-nes del doctor Levin, son todos episodios que despi-den el mismo olor podredumbre que se levantó del asun-to Rasputín en el último período de la monarquía.31

    La capa dirigente capaz de arrojar tales gases estácondenada. El actual juicio es la trágica lucha a muertede la dictadura stalinista.

    Depende de la voluntad del pueblo de la Unión So-viética, tanto como de la opinión pública mundial, queen su caída inevitable este régimen no arrastre al fon-do del abismo histórico todas las conquistas socialespor las cuales una serie de generaciones del puebloruso sufrió innumerables sacrificios.

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    El caso del profesor Pletnev32

    10 de marzo de 1938

    En esta declaración utilizamos exclusivamente da-tos oficiales tomados de Pravda de Moscú.

    El acusado Pletnev, profesor de medicina, tiene ahorasesenta y seis años. Fue el médico del Kremlin casidesde los días de la Revolución de Octubre. Nunca sepreocupó de la política. Lenin, Krupskaia33 y todos losfuncionarios del Kremlin usaron sus servicios. Pletnevdisfrutó de no pocas distinciones. La prensa soviéticale prodigó más de una vez grandes alabanzas. Pero lasituación cambió súbitamente a mediados de 1937:Pletnev fue acusado públicamente de sadismo y estu-pro.

    En Pravda del 8 de junio de 1937, apareció un ex-tenso artículo donde se describe detalladamente lasupuesta violación de la paciente B. El artículo citabauna carta de la señora B a Pletnev que incluía las si-guientes líneas: Maldito seas criminal ruin por conta-giarme una enfermedad incurable y mutilar mi cuer-

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    43po..., etcétera. Pravda relató que Pletnev, en vista delas quejas de la señora B, supuestamente trató de re-cluirla en un manicomio y que a sus reproches respon-dió: Consiga veneno y mátese. El artículo produjouna impresión aun más espantosa puesto que fue pu-blicado antes de que se le hiciese juicio alguno a Pletnev.Para alguien que conoce la moral de la actual burocra-cia soviética es completamente claro que un artículotal contra un doctor de tan gran reputación solamentepodía ser publicado en Pravda con el consentimientode Stalin o bajo una orden directa suya. Aun entonces,surgió la sospecha que el asunto estaba ligado con unaprofunda intriga contra Pletnev y que la misteriosa pa-ciente B era con toda seguridad una agente de la GPU.

    Inmediatamente, es decir antes de cualquier juicio,la llamada opinión pública fue movilizada desde uncentro invisible; para expresarlo más precisamente, alos doctores en Moscú, Kiev, Tula, Sverdlovsk, etcéte-ra, se les ordenó pasar resoluciones exigiendo la sen-tencia más severa para este monstruo. Por supuestolas resoluciones fueron publicadas en Pravda. Tene-mos estos números a la mano.

    El 17 y 18 de julio de 1937, el caso de Pletnev fueconsiderado en una sesión cerrada de una corte deMoscú. En la Unión Soviética se impone a menudo lapena de muerte por robar una bolsa de harina. Por lotanto era más razonable esperar una sentencia inmi-sericorde a un médico sádico que había contagiado unaenfermedad incurable y mutilado el cuerpo de unpaciente. Mientras tanto, en el mismo Pravda del 19 dejulio, los lectores se enteraron de que Pletnev habíasido sentenciado condicionalmente a dos años de pri-vación de la libertad, es decir, realmente estaba libre

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    44de cualquier castigo. La sentencia resultó tan inespe-rada como antes lo había sido la acusación.

    Siete meses después, nos lo encontramos como acu-sado por la aceleración deliberada de las muertes deMenshinski, Kuivishev y Máximo Gorki. Por supuestoPletnev confiesa su culpa. Parece que cometió estoscrímenes monstruosos bajo la orden de Iagoda, anti-guo jefe de la GPU. ¿Por qué se sometió a Iagoda? Pormiedo. El doctor del Kremlin, conociendo a todos losmiembros del gobierno no se atrevió a acusar al crimi-nal sino que se convirtió en su instrumento sumiso.¿Es esto improbable? Tal es el testimonio. No hemosoído más nada acerca del sádico Pletnev. La pacienteB no fue llamada a atestiguar. Había terminado sulabor antes del juicio. El sadismo no le interesa a nadiemás. Ahora Pletnev, médico desde la época zarista,resulta ser un agente terrorista del grupo trotskista-bujarinista bajo la dirección de Iagoda, antiguo jefede la GPU.

    ¿Es posible dudar de que entre los dos juicios dePletney existe una compacta relación interna? Para atri-buir actos terroristas a los trotskistas, era necesarioinventarlos. Con este objetivo, Iagoda, el verdugo delos trotskistas, se transformó en agente de los trots-kistas y un doctor se convirtió en envenenador. La acu-sación de sadismo fue anunciada hace siete meses conuna alharaca ensordecedora, a fin de quebrar la volun-tad del viejo médico, padre de familia, y de convertirloen instrumento obediente en las manos de la GPU parael próximo juicio político. La muerte amenazaba aPletnev cuando se le acusó de violar a la paciente B;sin embargo, entre bastidores, se llegó a un acuerdopor el cual la sentencia fue condicional. Tal fue el pre-

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    45cio de sus fantásticas confesiones en el juicio de losveintiuno. El caso de Pletnev es especialmente instruc-tivo porque en él todos los motivos están a la vista.

    Posdata: La noticia de que Stalin era supuestamen-te un agente provocateur durante los días zaristas y deque ahora se venga de sus viejos enemigos ha sidoampliamente difundida por la prensa. No confío en ab-soluto en este chisme, Stalin fue un revolucionariodesde su juventud. Todos los hechos de su vida lo ates-tiguan. Reconstruir su biografía ex post facto significaremedar al Stalin actual, que de revolucionario llegó aser el jefe de la burocracia reaccionaria.

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    Carta a Jeanne Martin34

    10 de marzo de 1938

    Amadísima Jeanne, nuestra pequeña Jeanne: Nataliaacaba de recibir dos cartas tuyas, yo recibí una, sincontar el informe sobre el estado de la enfermedad deLiova [Sedov]. Natalia te envió un telegrama. Todavíano puede escribir. Lee y relee tus cartas. Llora y lloramuchísimo. Cuando logre librarme de mi trabajo (deresponder a nuevas acusaciones contra León y contramí), me uniré a su llanto. Ella te quiere muchísimo.Siempre te ha amado, Jeanne. Piensa y habla de tí congran afecto. Te imagina en el pequeño apartamentoque compartiste con León hasta hace poco. Piensa enestas cositas y sobre todo en tí Jeanne. Para Natalia nosólo eres Jeanne, la hija a quien ama con tanta ternuray reserva -como sólo Natalia sabe amar-, ahora eresparte de León, lo que queda del aspecto más íntimo desu vida personal en los últimos años. Mi pequeña...

    León significó muchísimo para mí. Mucho más de loque la gente piensa. Era la persona a quien más ama-

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    47ba después de Natalia. Con su ayuda traté de expresaren palabras la magnitud de la pérdida que acabamosde sufrir. No aceptamos la idea de que se ha ido. Meencuentro pensando diez veces al día: tengo que es-cribir a Liova... tengo que preguntarle a Liova... ¿YNatalia? Se aflige por ella, por mí y por tí. Jeanne,estamos dispuestos a aceptar cualquier propuesta re-lacionada con tu futuro. Si deseas venir aquí para abra-zar a Natalia, para que ambos te abracemos, haremosinmediatamente todo lo posible para que se realice tuviaje. Si decides quedarte con nosotros, serás nuestrahija amada. Si después de dos o tres meses encuen-tras que sería mejor regresar a París lo aceptaremoscomo lo más natural. Finalmente, si sientes que seríademasiado difícil separarte ahora de Sieva y los otros,entenderemos cómo te sientes. El viaje de Sieva aquíimplicaría ciertas dificultades, la escuela, la lengua, peroestamos dispuestos a considerar tal posibilidad.

    A pesar de sus lágrimas y su pena, Natalia me ayu-da en mi trabajo. Luchamos por la memoria de León,por nuestro movimiento. León ya tomó su lugar en lahistoria de nuestro movimiento para siempre. De todoel mundo recibimos cartas sobre él. La juventud estáaprendiendo a conocerlo y amarlo. Como Karl Liebknechty otros, nuestro pequeño Liova llegará a ser una figurasimbólica. Sí, amadísima Jeanne, nuestra pequeñaJeanne, él ya no está a tu lado, ni lo estará nunca más.Pero ha entrado en una nueva vida, la que se ha unidoal movimiento de liberación. Debemos seguir adelantecon valor. En París o aquí con nosotros, mi pequeña, lavida será muy dura para tí. La única manera de supe-rar sus golpes es a través de la lucha... Natalia te es-cribirá en cuanto tenga la fuerza de sostener una plu-

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    48ma. Pero espiritualmente te ha escrito continuamentedesde las terribles noticias del 16 de febrero. Nataliate abraza con todo su desgarrado corazón. Yo tambiénJeanne. Te enviaremos otro telegrama esta noche. Pen-samos en ti. Sufrimos contigo.

    Tuyo, L.T.

    Posdata: En la prensa mejicana leímos tu declara-ción al Journal referente a los dólares americanos.Magnífico que hayas entrado en la lucha. Debes conti-nuar. Es necesario escribir sobre Liova... sobre su vidaen Berlín y París. Los tres escribiremos su biografía.Reuniremos la documentación sobre su vida. Liova te-nía una naturaleza heróica en el verdadero sentido dela palabra. Debe continuar -continuará- en la memoriade la humanidad... Valor, mi pequeña Jeanne.

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    Los acusados Zelenski e Ivanov35

    11 de marzo de 1938

    La figura de Zelenski se ha deslizado a través deljuicio como una pálida sombra. Pero no es una figurasin importancia. Durante varios años fue secretario delComité de Moscú, la principal sección del partido, ymiembro del Comité Central. Más tarde fue jefe de laorganización cooperativa de la Unión Soviética, la po-derosa maquinaria de distribución que negocia en bi-llones. Hace quince años fue amigo del difuntoKamenev, un miembro del Politburó y presidente delConsejo de Trabajo y Defensa; pero desde el momentode la ruptura abierta entre Kamenev y Stalin (1926)Zelenski se pasó a Stalin. Con toda seguridad no podíaaceptar en silencio la ejecución de los viejos bolchevi-ques a los que él perteneció. Esto selló su destino.Dentro de estos límites, el destino de Zelenski no difie-re del de muchos de los otros acusados. Lo que pareceasombroso es el carácter de la acusación presentadacontra él. Si creemos al sumario y al mismo Zelenski,

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    50éste era un agente de la policía zarista en Samara en1911. Una acusación similar se hace contra Ivanov.¡En cuanto a un antiguo miembro del Comité Centraldel partido y comisario del pueblo de la industriamaderera, esta acusación es realmente asombrosa!

    ¿Es verdad? No nos preocuparemos de especulacio-nes psicológicas, que en tales casos siempre tienenuna naturaleza incierta, usaremos solamente hechosinexpugnables. Inmediatamente después de la tomadel poder por los bolcheviques (noviembre de 1917),el Comité Central del partido y después la Cheka co-menzaron el estudio de los archivos de la policía zaristay los órganos locales de la Ojrana. Se descubrieronnumerosos provocateurs, fueron juzgados por las cor-tes populares y los más corrompidos fueron fusilados.El estudio de los archivos, la clasificación del materialy las verificaciones detalladas, fueron terminados en1923. ¿Cómo entonces ese pasado provocateur deZelenski e Ivanov permaneció en la oscuridad? ¿Cómopudieron haber ocupado puestos de tanta responsabi-lidad y por qué sólo ahora vino a descubrirse el secretoen conexión con el juicio actual, es decir veinte añosdespués? Consideramos necesario revelar aquí lo que,por supuesto, el fiscal no revela.

    Entre los revolucionarios de la época zarista, no fue-ron pocos los que en un interrogatorio policial se com-portaron con valor insuficiente o falta de prudencia.Algunos repudiaron sus puntos de vista. Otros nom-braron a sus camaradas. Estas personas no eran agen-tes de la policía y menos aun provocateurs. Simple-mente demostraron cobardía en ciertos momentos.Muchos de ellos, después de abandonar la prisión, re-velaron francamente sus errores a los dirigentes del

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    51partido. De acuerdo a su comportamiento posterior, elpartido los excluyó para siempre o los aceptó una vezmás dentro de sus filas.

    Desde 1923, Stalin, como secretario general delpartido, concentró todo este material en sus archivos yfue en sus manos un arma poderosa contra cientos deantiguos revolucionarios. Al amenazar con revelacio-nes, arreglos o expulsión del partido, Stalin obtuvo deesta gente una sumisión de esclavos y los llevó paso apaso a una completa desmoralización.

    Puede aceptarse absolutamente la posibilidad de queen su pasado político, Zelenski, miembro del ComitéCentral e Ivanov, comisario del pueblo, cometieron erro-res como los mencionados antes. Stalin tuvo que ha-ber conocido estos hechos hace quince años, ya quepara todos los nombramientos de responsabilidad sehacían en los archivos las investigaciones más meticu-losas sobre los candidatos. Por consiguiente, puededecirse, con absoluta seguridad, que ni Zelenski niIvanov fueron jamás agentes de la policía zarista, peroStalin poseía documentos que le dieron la oportunidadde romper la voluntad de estas víctimas y forzarlos almáximo grado de degeneración moral. ¡Así opera elsistema de Stalin!

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    Otra vez sobre el caso Reiss36

    12 de marzo de 1938

    Apreciados camaradas:Me informan que el camarada Vereecken ha tratado

    de embellecer el papel de Sneevliet en el caso Reiss alpasar la responsabilidad a León Sedov. Me abstengoaquí de caracterizar este intento como se lo merece.Simplemente anuncio que tengo a mano toda la co-rrespondencia, incluyendo la carta de Sneevliet, y queeste último documento es completamente suficientepara juzgar el asunto. Enviaré toda esta documenta-ción a la Conferencia Internacional y pediré a una co-misión especial establecer la responsabilidad de todoslos partidos en este importante y trágico asunto.

    Sólo deseo decir con anticipación que León Sedovera la personificación del deber. No hay la menor man-cha en su memoria. Verdaderamente él podría servirde ejemplo a todos aquellos que lo culpan de errores ycrímenes cometidos por otros. Nuestra internacionaljuzgará.

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    El golpe de Hitler contra Austriaayudado por el juicio de Moscú37

    12 de marzo de 1938

    Hay un trágico simbolismo en el hecho de que elJuicio de Moscú termina bajo la fanfarria que anunciala entrada de Hitler en Austria. La coincidencia no esaccidental. Por supuesto Berlín está completamenteinformado sobre la desmoralización a que la camarilladel Kremlin, en su lucha por la autopreservación, llevóal ejército y a la población del país. Stalin no movió undedo el año pasado cuando Japón se tomó dos islasrusas en el río Amur; en ese momento estaba ocupadoejecutando a los mejores generales del Ejército Rojo.Con mayor seguridad pudo Hitler durante el nuevo jui-cio enviar sus tropas a Austria.

    No importa qué actitud tenga uno sobre los acusa-dos de los Juicios de Moscú, no importa cómo juzguesus conductas en las garras de la GPU, todos ellos,Zinoviev, Kamenev, Smirnov, Piatakov, Radek, Rikov,Bujarin y muchos otros, han probado en el transcurso

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    54de sus vidas su devoción desinteresada al pueblo rusoy sus luchas por la liberación. Al ejecutarlos a ellos y amiles menos conocidos, pero no menos dedicados a lacausa de los trabajadores, Stalin continúa debilitandola fuerza moral de la resistencia del país en su conjun-to. Los arribistas sin honor ni conciencia, sobre quie-nes está obligado a apoyarse cada vez más, traiciona-rán al país en un momento difícil. Por el contrario, losllamados trotskistas, que sirven al pueblo pero no ala burocracia, ocuparán puestos de batalla en caso deun ataque a la Unión Soviética como lo hicieron en elpasado.

    ¿Pero qué es todo esto para Vishinski, quien duran-te los años de la revolución se escondió en el campo delos blancos y se unió a los bolcheviques solamentedespués de su victoria definitiva, cuando se abrieronlas posibilidades de hacer una carrera? Vishinski pidediecinueve cabezas y primero que todo la cabeza deBujarin a quien Lenin llamó más de una vez el favoritodel partido y a quien llamó en su testamento el me-jor teórico del partido. ¡Cuán estruendosamente losagentes de la Internacional Comunista aplaudieron losdiscursos de Bujarin cuando aún estaba en su cenit!Pero tan pronto lo derrocó la camarilla del Kremlin, losbujarinistas de ayer se inclinaron con deferencia antelas monstruosas falsificaciones de Vishinski.

    El acusador pide la cabeza de Iagoda. Indudable-mente, de todos los acusados es el único que mereceun castigo severo, aunque no por los crímenes de losque se le acusa. Vishinski compara a Iagoda con elbandido norteamericano Al Capone y añade: Pero Ru-sia, gracias a Dios no es Norteamérica. ¡Ningún trai-dor podría haber hecho una comparación más peligro-

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    55sa! Al Capone no era el jefe de los agentes federales enlos Estados Unidos. Pero por más de diez años Iagodapermaneció a la cabeza de la GPU y fue el más estre-cho colaborador de Stalin. De acuerdo a Vishinski,Iagoda fue el organizador e inspirador de crímenesmonstruosos. Pero todas las detenciones, destierros yejecuciones de los oposicionistas, incluyendo el juicioZinoviev-Kamenev, se hicieron bajo la dirección del AlCapone moscovita. ¿No es por lo tanto obligatorio revi-sar miles de represiones? ¿O es que cesaron de sercrímenes monstruosos los actos del secreto trots-kista Iagoda, cuando fueron cometidos contra los trots-kistas? No hay posibilidad de desenredar esta madejade contradicciones y mentiras.

    Vishinski pide la cabeza de Levin y los otros médi-cos del Kremlin, quienes en lugar de prolongar la vidase ocuparon en acelerar la muerte. Pero si creemos enla investigación judicial, cometieron estos crímenes,no por motivos políticos o personales, sino por temor aIagoda. El jefe de la GPU, el mayordomo de Stalin,amenazó a los doctores con asesinar a sus familias sino envenenaban a los pacientes indicados y era tangrande el poder de Iagoda, que hasta los más impor-tantes médicos del Kremlin no se atrevieron a denun-ciar a Capone, sino que ejecutaron sus órdenes silen-ciosamente. Vishinski construye sus acusaciones so-bre estas confesiones. Parece que el poder de Caponeera ilimitado en la Unión Soviética. Es cierto que ahoraIezov tomó su lugar. ¿Pero cuáles son las garantías deque sea mejor? En un ambiente de despotismo totali-tario, con la opinión pública estrangulada, con una to-tal ausencia de control, cambian solamente los nom-bres de los bandidos pero el sistema continúa siendo el

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    56mismo.

    Vishinski habló cinco horas y media, exigiendo die-cinueve ejecuciones, es decir, diecisiete minutos porcabeza. Para Rakovski y Bessonov el magnánimo fiscalpidió solamente veinticinco años de cárcel. De estemodo Rakovski, luego de haber dedicado su energía ysu considerable fortuna personal durante cincuenta añosa la causa de los trabajadores, tiene la esperanza deexpiar sus supuestos crímenes cuando cumpla noven-ta años.

    El único consuelo frente a este juicio, al mismo tiem-po terrible y bufonesco, es el cambio radical en la opi-nión pública. La voz de la prensa mundial es completa-mente unánime. Nadie, en ninguna parte, cree en losacusadores. Todos entienden el verdadero sentido deljuicio. No puede haber ninguna duda de que la pobla-ción de la Unión Soviética no se compone de ciegos ysordos. Los organizadores del fraude se aislaron de todala humanidad. El presente juicio es una de las últimasconvulsiones de la crisis política de la Unión Soviética.Mientras más pronto se convierta la dictadura de AlCapone en el autogobierno de los obreros y los campe-sinos, más fuerte permanecerá la Unión Soviética antelas amenazas del fascismo tanto internas como exter-nas. La regeneración de la democracia soviética daráun ímpetu tremendo al progreso de la humanidad ysonará con ella el toque de difuntos para Hitler, Mussoliniy Franco.

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    Sobre Hearst38

    13 de marzo de 1938

    Durante el Juicio de Moscú el Daily Express de Lon-dres me pidió un artículo exclusivo sobre el juicio. Altelegrafiar el artículo no tenía la más mínima idea deque regresaría de Londres y aparecería en los periódi-cos de Hearst.

    Permitan que los fanáticos que apoyan a Stalin yVishinski hagan lo que puedan con este hecho. No meafecta en absoluto. De ninguna manera es una cues-tión de colaboración literaria con Hearst. Mi labor y lade mis colaboradores durante estos días era lanzar a lacirculación mundial el mayor número posible de he-chos y argumentos contra los verdugos y de este modotratar de detener sus manos. Si tuviera que poner car-teles advirtiendo a la gente de una epidemia de cólera,utilizaría igualmente las paredes de escuelas, iglesias,tabernas, casinos y aun peores establecimientos.

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    Una explicación para Freda Kirchwey39

    13 de marzo de 1938

    Señora:En su carta del 20 de diciembre de 1937, me propo-

    ne que dé un artículo a Nation exponiendo mi filoso-fía. Mi repuesta se ha demorado por una serie de cir-cunstancia que no es del caso exponer aquí.

    Durante los Juicios de Moscú, mi nombre, el de LeónSedov -mi difunto hijo - y el de mis amigos, fueron,con la ayuda de las confesiones de las desgraciadasvíctimas de la GPU, mancillados e infamados; luego lasvíctimas fueron fusiladas. Usted ocupó una posición,que en el mejor de los casos podría considerarse comoneutral y benevolente hacia los calumniadores,falsificadores y verdugos. Algunos de sus más íntimoscolaboradores, como el conocido Luis Fischer, se decla-raron directos agentes literarios de Stalin, Vishnsk, yIezov. Usted misma, señora, abandonó ruidosamenteel Comité de Defensa de Trotsky, cuando le parecíaque la Comisión, encabezada por el doctor John Dewey,

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    59era capaz de arrojar una sombra sobre la castidad de laTemis soviética.

    Si usted ahora me ha pedido que exponga mi filo-sofía en Nation es porque obviamente ha llegado a laconclusión de que las acusaciones contra mí son fal-sas. ¿Declaró usted esto abiertamente? Los fraudes deMoscú, sin embargo, no cayeron del cielo. ¿Ha explica-do a sus lectores, que usted no tuvo una comprensiónoportuna del significado de los Juicios de Moscú por-que evaluó incorrectamente la evolución de la buro-cracia soviética durante todo el último período? ¿Se haseparado de los mercaderes de mentiras tales comoWalter Duranty y Louis Fischer, que durante muchosaños engañaron sistemáticamente a la opinión públicanorteamericana y facilitaron así el trabajo de losfalsificadores y los verdugos de Moscú?

    Espero que publicará en las páginas de Nation estacarta que comprende un elemento esencial de mi filo-sofía.

    León Trotsky

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    Notas al margen de los relatos dePravda40

    Marzo de 1938

    1. El acusado Bessonov asegura que, a fines de di-ciembre de 1936, envió una carta a L.D. Trotsky pormedio de Johanssen. Unos pocos días más tarde reci-bió respuesta de él.

    El 18 de diciembre de 1936, L.D. Trotsky fue traídosecretamente a bordo del barco tanque Ruth por lapolicía noruega. El 19 de diciembre zarpó de Oslo yllegó a Tampico, México solamente el 9 de enero de1937. A finales de diciembre de 1936, L.D. Trotsky notenía ninguna posibilidad de correspondencia con na-die. También le fue prohibido usar el telégrafo.

    Dagbladet, Oslo, del 7 de marzo de 1938, da pruebaincontrovertible de que el testimonio de Bessonov so-bre la carta a Trotsky es tan ficticio como el vuelo dePiatakov a Oslo. Desde el principio de setiembre de1936, todo el correo de Trotsky fue revisado por el jefede la oficina central de pasaportes y se sacó una copia

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    61de toda carta que salía o llegaba (testimonio de Konstad,jefe de esta oficina). El 19 de diciembre L.D. Trotskydejó a Noruega y no tenía posibilidades de comunicar-se con el mundo exterior (testimonio del oficial de lapolicía Jonas Lie quien lo acompañó en el barco).

    Es verdad que para evitar este disparate, sería sufi-ciente leer Les Crimes de Stalin (pp. 80-81 y 128).

    2. Krestinski confirma la refutación de Trotsky.Bessonov asegura que Trotsky se reunió con Krestinskien Merano en octubre de 1933. Trotsky refutó esto in-mediatamente: en octubre de 1933 estaba en Franciaen Bagneres (Pirineos) con su esposa y un amigo. Suestadía en este lugar de vacaciones era conocida de lapolicía francesa.

    Durante el interrogatorio de Bessonov, Vishinskipreguntó a Krestinski, si confirmaba el testimonio deBessonov. Krestinski confirmó que estaba en esa épo-ca en Merano. Estaba allí para un tratamiento y nun-ca vi a ninguno de los trotskistas (sesión del 2 demarzo -el énfasis es nuestro-). Pero en la sesión del 4de marzo (Pravda, 6 de marzo) durante su segundointerrogatorio, Krestinski confiesa no solamente quese había encontrado con Trotsky en Merano, sino quehasta da detalles: Trotsky llegó a Merano cerca del 10de octubre, acompañado de Sedov. Y para evitar todaposible refutación de L.D. Trotsky, declara precisamen-te. Trotsky, según me dijo, llegó con un pasaporte fran-cés falso... (el énfasis es nuestro).

    3. Sobre las reuniones de Sedov con el acusado.a) En 1929. De acuerdo al testimonio de Krestinski yRosengoltz (Pravda del 6 de marzo) Sedov se reuniócon Krestinski en Kissingen (Alemania) en setiembrede 1929. Desde la época de su exilio de la Unión Sovié-

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    62tica, en febrero de 1929, hasta febrero de 1931, Sedov,como lo comprueba su pasaporte y numerosos testi-gos, vivió en Turquía y nunca la abandonó. b) Lo mis-mo puede aplicarse al testimonio de Krestinski, que,supuestamente, antes de abandonar Berlín, se encon-tró con Sedov con el fin de ponerlo en contacto con elgeneral Seeckt. c) En 1933. La reunión en Velden (Aus-tria) con Rosengoltz. En este caso Rosengoltz es bas-tante cuidadoso y no da más detalles; pero Sedov noestaba en Austria en 1933. Hasta marzo de 1933 vivióen Alemania, desde donde continuó directamente aFrancia. d) En 1934. La reunión con Rosengoltz enCarlsbad (Checoslovaquia). Desde el momento de sullegada a Francia (1933) Sedov nunca abandonó esepaís. La falsedad de esta declaración puede probarsecon documentos.

    4. Bessonov asegura que se reunió con Sedov enBerlín en 1931, después de un incidente relacionadocon la hermana de Sedov. Todos los periódicos debenhaber escrito sobre L. D. Trotsky y sus hijos en esaépoca en relación con este incidente. La hermana deSedov, Zinaida, llegó a Berlín a finales de 1931; nadale sucedió y ningún periódico escribió sobre ella enton-ces. Solamente en 1933, cuando se suicidó, todos losperiódicos hablaron de L.D. Trotsky y sus hijos.

    Como curiosidad expongo la suma total de dinero,que, de acuerdo al testimonio de los acusados le fuedada a Trotsky y sus amigos: 2.020.000 marcos deoro, 930.000 dólares y 27.000 libras esterlinas. Estedinero, de acuerdo a Krestinski, se gastó en propagan-da en el extranjero, publicaciones, etcétera. La entre-vista del camarada Trotsky, que apareció en la prensamundial, es una respuesta suficiente a esta ridícula

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    63mentira.

    6. No hay duda de que las acusaciones del asesinatode Gorki, Menshinski y Knibishev fueron inventadassolamente dos semanas antes del juicio y la acusaciónde preparar el asesinato de Lenin, Stalin y Sverdlov en1918, solamente el 19 y 20 de febrero, es decir, tresdías antes de la terminación de la instrucción. a) Rikovconfesó el asesinato de Gorki, apenas el 10 de enerode 1938. b) El doctor Kazakov del Kremlin sólo confe-só el asesinato de Menshinski el 4 de febrero. c) Lossocial-revolucionarios de izquierda Kamkov41 y Kareliny los viejos comunistas de izquierda Iakovleva, Osinskiy Mantsev confesaron, solamente el 19 y 20 de fe-brero, que en 1918 Bujarin trató de matar a Lenin,Sverdlov y Stalin.

    7. En el sumario nos informan que Rakovski se vol-vió espía japonés en 1934, en la época de su viaje alJapón. Recordemos que en su testimonio a la Comisiónde Investigación en abril de 1937, L.D.Trotsky predijola posibilidad de esa acusación. Habla claramente deesto en las páginas 338-39 del informe estenográfícode su interrogatorio (El caso de León Trotsky); estacita estaba incluida en el último número del BiulletenOpozitsi, N° 62-63, p. 14.

    8. Es curioso notar que los informes del juicio apa-recen bajo diferente luz en la prensa soviética y la ex-tranjera, especialmente en aquellos periódicos repre-sentados por sus propios corresponsales. Así, por ejem-plo, es interesante comparar el interrogatorio de Bujarinde acuerdo a los relatos de Pravda con la descripciónde un corresponsal a duras penas objetivo como M.Berlan de Le Temps. Sobre la acusación de ser espía,Bujarin declaró: Oigo esto por primera vez. No se dijo

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    64una palabra sobre esto durante la investigación aun-que el fiscal me interrogó por tres meses. (Le Temps,9 de marzo de 1938). No hay una sola palabra de estoen Pravda.

    Las siguientes palabras de Iagoda, no incluidas enel relato de Pravda, deberían también notarse: Si yohubiese sido un espía, docenas de países podrían ha-ber soltado sus agentes secretos en la Unión Soviéti-ca. (Le Temps, 10 de marzo de 1938). La falta deespacio nos prohibe dar más ejemplos.

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    El Caín-Dshugashvili va hasta el fin42

    17 de marzo de 1938

    La bajeza del último juicio palidece a veces ante suestupidez. Stalin todavía cree que con un truco inven-tado por él y Yagoda pue