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$4.000 / The Last Great Climb / Marea Roja / El hilo de la vida / Mi romance con Etiopía / Monte Sarmiento / Destino Bugaboos / Portafolio: Alain Denis / Info_Montaña: San Valentín 33

Escalando 33

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Contenidos: / Cine escalando: The Island - Vol. 1 Por Daniel Castro / Recuento del Anticristo. Por Rodrigo Fica / Paige Claassen: Escalada con sentido. Por Camilo Castellanos / Crónicas del montañismo chileno: Osvaldo Latorre. Por Felipe González Donoso / Escalando la ruta de regreso. Por Rannveig Aamodt / Destino: Indian Creek Por Macarena Sánchez y Matías Meyerholz / Portafolio: Chris Christie. Por Camilo Castellanos / Info_Montaña: Volcán Corcovado. Por Sergio Infante / Ciencia de Escalar: Fuerza. Por Paula Gálvez / Comparativa de productos: Sacos de dormir de pluma. Por Ignacio Díaz

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$4.000

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/ The Last Great Climb/ Marea Roja/ El hilo de la vida/ Mi romance con Etiopía/ Monte Sarmiento/ Destino Bugaboos/ Portafolio: Alain Denis/ Info_Montaña: San Valentín

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m10 jacket

Casa Matriz: Don Carlos 2945, Las Condes, Santiago I Portal La Dehesa: Av. La Dehesa 1445 Loc. 2074, Lo Barnechea, Santiago I Mall Sport: Av Las Condes 13451 Loc. 225, Las Condes, Santiago I Pucón: Fresia 248 Loc. C I Puerto Varas: San José 192 facebook.com/patagonia.chile

vimeo.com/patagoniachile @patagoniachile

El embajador de Patagonia Hayden Kennedy desciende, agotado pero feliz, después de esta-blecer una nueva ruta en la cara sur del Ogro 1. Un mes antes, estableció una nueva ruta en la cara este del K7, por lo que su temporada en Pakistan fue de esas para los libros. Karakoram, Pakistan. KYLE DEMPSTER © 2013 Patagonia, Inc.

Nuestra chaqueta más ligera para el clima más pesado

Amada por nuestros embajadores, la M10 está de vuelta. Aún más ligera y más técnica, es la chaqueta impermeable/respirable de 3 capas más

liviana que hemos fabricado jamás, con menos de 226 gramos. Como todas las capas con H2No® Performance Standard, la M10 ha pasado por las más rigurosas pruebas de laboratorio y terreno de la industria. Descubre por qué los escaladores demandaron que la pusiéramos de vuelta en al colección en patagonia.com

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6 Editorial

8 In-boxLa voz de nuestros lectores. Notas de la vida en la montaña.

16 NuevosProductosJuguetes, fetiches y novedades del mercado vertical.

18 Cineescalando: TheLastGreatClimb.La última obra del director Alastair Lee, muestra una expedición de escalada al fin del mundo en la Antártica, donde un grupo que reúne a lo mejor de la escalada mundial lucha por abrir una ruta en paredes que parecen de otro planeta y donde las condiciones climáticas extremas son el principal desafío. Por Daniel Castro

24 MareaRoja.La gigantesca y plana Placa Roja aparece en el camino que se adentra en el Cajón del Maipo. Una historia trágica marcó su roca, sin embargo esto no detuvo a Rodrigo Fica quien buscó abrir, en solitario, la primera ruta deportiva por la pared Oeste de la Placa. Por Rodrigo Fica

30 Elhilodelavida.Un primer viaje a Patagonia y una lucha contra adversarios grandes y temibles. La historia de una dura escalada invernal a las gigantescas paredes de Patagonia. Por Michael Sánchez.

36 MiromanceconEtiopía.Una búsqueda por abrir zonas de escalada en el país más montañoso de África, donde los lugareños no entendían por qué subirse a las rocas si hay un camino más fácil y donde los niños fueron los que más se enamoraron del deporte. Por Nicholas J. Parkinson

42MonteSarmiento.Una expedición multidisciplinaria buscó abrir una ruta en la montaña blanca que sobresale en Tierra del Fuego. El primer ascenso invernal a una codiciada cumbre llena de historias de aventura que la han marcado con el paso del tiempo. Por Camilo Rada

54DestinoBugaboos.

Entre los glaciares del Bugaboo Glacier Provincial Park, en Canadá, aparecen gigantescas paredes llenas de fisuras que permiten realizar escalada tradicional de big Wall, con gran variedad de estilos. Por Lina Torres

62Portafolio:AlainDenisUn aventurero por naturaleza. Sus ansias de viajar, escalar y surfear, lo han llevado a conocer lugares increíbles y llenos de cultura alrededor del mundo, donde ha podido realizar su impresionante fotografía de aventura. Por Camilo Castellanos

70Info_Montaña:ElmonteSanValentín. Se encuentra en un extremo del Campo de Hielo Patagónico Norte, siendo, con casi 4.000msnm, la cumbre más alta de la Patagonia Austral. Un lugar inhóspito, con un clima hostil de frío intenso y fuertes vientos. Conoce la historia de triunfos y derrotas que ha tenido a través del tiempo esta imponente montaña. Por Sergio Infante

76CienciadeEscalar:despuésdeescalar. ¿Qué hacer para no terminar “molidos”? Ciencia de Escalar responde esta pregunta con una guía de ejercicios para relajar el cuerpo y prepararlo para un nuevo día de trabajo. Por Paula Gálvez

78PuntoRojo.Una nueva temporada de encadenamientos de alto nivel ha culminado con logros importantes para la escalada chilena. Entérate de lo que ha sucedido en el mundo de la escalada deportiva en roca. Por Camilo Castellanos

82Comparativa:zapatillasdeaproximación. Un elemento que no es tomado mucho en cuenta, pero que puede influir desde nuestra comodidad, hasta la seguridad en terrenos complicados. Toda la información para ver cuáles elegir antes de tu escalada. Por Ignacio Díaz

Contenidos

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Inés Dussaillant y Camilo Rada toman un respiro luego de las fuertes ráfagas de viento y nieve durante el segundo por-teo hacia el camapamento alto en el glaciar Conway, en el Monte Sarmiento Natalia Martínez

Foto de portada. Como dos minúsculos puntos, Natalia Martínez y Camilo Rada se abren paso a través de la majes-tuosa pared Norte del Monte Sarmiento, estableciendo una bella línea de ascenso jamás intentada y que completarían con éxito logrando la segunda ascensión tras 57 años desde el histórico primer ascenso logrado por Carlo Mauri y Clem-ente Maffei en 1956. Inés Dussaillant

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DirectorErick [email protected]

EditordeMontañaRodrigo [email protected]

RedacciónCamilo CastellanosPaula López

DirectordeArteErick [email protected]

DirecciónComercialChristian Moscoso

DireccióndefotografíaClaudio Vicuña

DiseñoFrancisca VillalónNatalia Correa

ColumnistasGuilherme ZavaschiRodrigo FicaDiego TapiaPaula GálvezIgnacio DíazDaniel Castro

FotografíaMateo BarrenengoaFrancisco Herrera

Ventas/[email protected]

Contacto/Colaboració[email protected]

Webwww.escalando.org

No. 33Noviembre 2013

CamiloRada. con solo 31 años este escalador se ha posicio-nado como uno de los mayores ascensionistas de montañas en la Antártida y además ha conseguido múltiples cumbres en lugares tan diversos como el Himalaya y la Patagonia. Licenciado en Astronomía, con post grados de Geofísica y Glaciología, su pasión científica es una excusa para escalar las cumbres más inexploradas. En esta edición nos narra su increíble ascenso al Monte Sarmiento, el segundo a esta co-diciada montaña desde hace más de 50 años.

Sergio Infante 30 años. Licenciado en Música, padre de fa-milia y motivado montañista. Su interés por la historia del montañismo lo plasma en esta edición al ser el encargado del Info_Mountaña, uno dedicado al patagónico monte San Valentín.

Nicholas “Jah” Perkins. Escritor, periodista, aventurero e hijo de Utah (EEUU). Actualmente vive con su esposa chilena y su quiltro Mino en en Liberia, Africa. Es uno de pocos esca-ladores que habla el agárico, la lengua Etíope, lo que le per-mitió realizar un proyecto para desarrollar una nueva zona y brindar la escalada a los niños de un pueblo cercano a Adís Abeba, la capita de Etiopía.

Agradecimientos:

Francisco Herrera

Rodrigo Gonzalez

Guy Wenborne

Inés Dussaillant

Natalia Martinez

Carlos Lastra

Manuel ReyesDiego Sáez

Gonzalo Encina

Rafael Olavarría

Eugenio Guzmán

Pablo Besser

Rafael Pantoja

Leonel Aguiera

Y a todos los que hicieron posible

la realización de este número.

Esta edición de 1.500 ejemplares se imprimió en los talleres de

World Color.

Ediciones de Montaña Limitada. Representante Legal:

Erick Vigouroux. Dr. Manuel Barros Borgoño 384, of. 21,

Providencia, Santiago.

Escalando es una marca registrada. Prohibido cualquier

uso o reproducción total o parcial de la marca o de esta revista

sin consentimiento previo. Las opiniones y publicidad contenidos

en esta revista son de exclusiva responsabilidad de quienes las

emiten o publican.

LinaTorres. Colombiana de nacimiento pero escaladora Chi-lena. Vende su alma trabajando para una gran compañía de software norteamericana a cambio de mucha libertad para organizar sus viajes de escalada por Chile y el mundo. Sus aires de grandeza y su tamaño pequeño la hizo formar parte del team Bonsái (grupo de escaladoras miniaturas). Disfruta escalando cualquier montículo de roca, nieve y hielo y aspira seguir haciéndolo por el resto de su vida.

Laescaladaesundeportedealtoriesgoquerequiere

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Embajadora: Rodolfo TorrensFotógrafo: Juan Luis De HeeckerenEmbajadora: Rodolfo TorrensFotógrafo: Juan Luis De Heeckeren

Summer 2014

AlainDenis. En 1992, este fotografo canadiense, accionó su moto de enduro Suzuki Dr 350, cargada con equipo de escalada, una tabla de surf, una cámara fotográfica y lo básico para tener una vida de trotamundos. Recorrió las carreteras entre Jasper Al-berta, Canadá, y Tierra del Fuego. Un viaje de más de tres años dondé buscó empaparse de la cultura, la naturaleza y capturar todo en imágenes. Hoy en Portafolio Escalando reconocemos su trabajo y traemos una selección de sus mejores instantáneas.

Michael Sánchez. Oriundo de Puerto Montt, “Mike” es ya un consagrado escalador y guía de su zona. Importantes ascensos sobre el cuerpo, le dieron la confianza sufiente para probar su suerte en las torres patagónicas del Chaltén, pero nada menos que en invernal. Aunque las consecuencias podrían haber sido desastrosas, vivió para contarlo -en estás páginas- y aprender con ello desde su peculiar visión de la vida.

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Embajadora: Rodolfo TorrensFotógrafo: Juan Luis De HeeckerenEmbajadora: Rodolfo TorrensFotógrafo: Juan Luis De Heeckeren

Summer 2014

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El característico Glaciar Crescent, en el Parque Provincial Bugaboo, en Brit-ish Columbia, Canadá, es el telón de fondo de nuestra sección “Destinos” en esta edición. Lamenablemente su belleza tiene los días contados, al igual que el Glaciar Vowell, el más grande del parque, que debido al cambio climático, ha retrocedido más de 1,5 kilómetros en solo 15 años. Diego Sáez

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Editorial

¿Preparado? estás a punto de sumergirte en las mejores historias que llegaron a la redacción de Revista Escalando durante esta temporada.

En las siguientes 88 páginas, recorreremos el planeta reviviendo las aventuras, colo-res, olores, sabores y emociones, experimentados por quienes comparten sus relatos e imágenes. Qué es, sin duda, el resultado de una particular forma de ver el mundo.

Desde el granito y los hielos eternos de los Bugaboos hasta la torre Ulvetanna, pasando por la Guillaumet en la Patagonia, y el Monte Sarmiento, al que Camilo Rada y Natalia Martínez coronaron con un nueva ruta directa por su cara norte. Y cómo no destacar lo su-cedido en las cálidas tierras africanas, donde un grupo de franceses abrió las puertas de la escalada a los habitantes del pueblo etíope de Kile. Una experiencia que no solo dio un giro a la vida de los niños del pueblo, sino que también alimentó el espíritu de sus gestores.

Esperamos transmitir de la mejor manera posible las historias de nuestros autores, hacer volar tu imaginación y que, en definitiva, esto se traduzca en unas profundas ganas de viajar, despertar frente a un paisaje diferente, experimentando el fenómeno de la vida con todos los canales abiertos y no cometer el error de perder un día más.

¡Buen Viaje!

Erick VigourouxDirector

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PerseverantesenCordilleraBlanca2013

Un viaje express a Cordillera Blanca, Perú. Nuestro objetivo era escalar el Nevado Chacra-raju 6.010 msnm siguiendo la famosa “Jeager Route”, clasificada como: 800 mts. ED 85°-90°. Sabíamos que teníamos solo una oportunidad para intentar hacer cumbre, con suerte dos, por lo limitada de nuestra estadía. Esa posibilidad se vio frustrada por el mal tiempo.

Realizamos el proceso de aclimatación en el Nevado Pisco 5.752 msnm.Montaña bastante visitada por sus parajes, además de contar con uno de los refugios de Don Bosco a 4.600 msnm, y por considerarse que posee una de las mejores vistas de la Cordillera Blanca desde su cumbre, y la verdad que tiene bastante para contar con ese mérito.

Al séptimo día en la montaña ya nos encontrá-bamos en la Laguna 69, en busca del objetivo principal:

Día 7 “campamento al pie de la vía”: abrimos huella por el este del glaciar del Chacra, tarea que nos tomó casi 6 horas por la mala calidad de la nieve (sin cohesión) y la obligación de

sortear las grietas. Tan mala calidad, que no hubo forma de hacer un lugar óptimo para la carpa a los pies de la ruta.

Ese mismo día luego de 4 horas de descanso, a las diez de la noche, salimos a ver las condicio-nes de la ruta que ya estaba frente a nosotros, con la sorpresa de tener que abrir por 2 horas con nieve hasta la rodilla, para superar la rima-ya que da inicio a la vía.

Día 8 “los americanos y nuestra espera”: al despertar vemos a los americanos en la mitad de la pared, pensábamos que no lo intentarían (atacaron cumbre desde la laguna 69).Así pasó el día, observándolos y viendo como el tiempo empeoraba. Llegó la noche y el viento soplaba fuerte y comenzaba a nevar, ahora nuestra preocupación eran los americanos. Finalmen-te a las 22 horas aparecieron, los invitamos a la carpa y con gran alegría nos contaron que hicieron cumbre. Les dimos jugo y comida para que tuvieran fuerzas para el retorno, en medio de la oscuridad y el mal tiempo, a su campamento. Estos 2 americanos, pese al gran logro realizado con humildad, nos dicen gracias por abrir huella hasta la rimaya, lo cual les significó un alivio.

Día 9 “mal tiempo”: esa noche cayeron 50 cm de nieve, frustró posibilidad alguna de intentar la escalada por probabilidades de avalancha (3 días después a causa de la acumulación de nieve murió un aspirante a guía en el Huant-sán, montaña que presenta características similares al Chacraraju, y 10 días después falleció un Argentino en la “Jaeger Route” por lo mismo). Amaneció y siguió nevando con fuertes vientos. Desarmamos nuestro cam-pamento sin mucho hablar, todo congelado y mojado. Sin huellas que seguir, iniciamos un descenso sin comida, a la deriva de las grietas y por una morrena que se hacía peligrosa con la cantidad de nieve.

El nivel técnico en nuestro país ha crecido bastante y estamos seguros que hay personas con las capacidades para escalar montañas como estas, pero falta creerse capaz e inten-tarlo. Agradecemos a quienes nos estuvieron apoyando, desde Chile y desde los alrededores del Chacra, cuando veían nuestras luces en la carpa al pie de la vía. A nuestros auspiciadores que hicieron más cómoda nuestra estancia en la montaña con su equipo (peso, eficiencia, co-modidad, etc.): Andesgear, Outdoor Research, CAMP, Nativa.

Carlos Bravo, de chaqueta celeste, y Fernando Villela, más abajo de casco blanco, en el inicio del glaciar del Chacraraju Este. Atrás se alcanza apreciar la laguna glaciar 69. Maximiliano Villar

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Harry Brito usando técnica de piolet tracción. Marco Poblete

CerroLaZaranda.

La actividad invernal en Patagonia había rendido sus frutos. Todo comenzó en junio pasado, cuando hicimos un digno intento por nueva ruta al Pico Triangular Sur (2.500 m) en el sector Zeballos, al sur de Los Antiguos (Argentina). Más tarde vino un full day a la cumbre de un macizo innominado en el sector Pedregoso, al norte de Villa Mañihuales (1.600 m), un par de largos interesantes en un cerro junto a lago Las Torres, algo de escalada en hielo de fusión en el sector del Portezuelo Ibáñez y un par de cosas más.

Sin embargo -y a pesar del poco tiempo que entregan los fines de semana- estaba en la búsqueda de alguna montaña que me permitiera cerrar el invierno con un “buen aporreo” en un lugar inexplorado. Eso llegó los días 14 y 15 de septiembre, cuando partí junto a mi amigo Camilo Hornauer a un atractivo cerro de 1.830 metros, vecino del conocido y granítico cerro Picacho, en busca de su primera absoluta e invernal.

Iniciamos la jornada a 330 metros en un campo junto a la Carretera Austral. Primero superamos un bosque alto y abierto, mas luego continuamos ascendiendo entre arbustos, matorrales y coligues sobre una ladera muy empinada que

nos hizo pasar más de algún susto. A cota 1.000 conectamos con un canalón de nieve dura que nos llevó a la cumbre de un espolón donde montamos nuestro vivac. Habían sido 6 horas de pateo y 870 metros. de desnivel.

Luego de una “placida” noche sobre las rocas a 1.200 metros comenzamos a movernos a las 05.00 AM. Inicialmente superamos algunas pasadas expuestas sobre roca y nieve, para más tarde alcanzar una pala de nieve dura (35º - 40º) sin descansos. Eran las 08:30 cuando montamos nuestra primera reunión. Un poco de chocolate, algo de jugo “frappe” y a seguir poniéndole. Serían 230 metros de escalada en hielo y nieve sobre una fuerte pendiente (50° - 60°). La temperatura se mantenía en -7 y nosotros nos obsesionábamos con salir al collado que separaba dos grandes cumbres, la Norte y la Sur, esta última levemente más baja. Asegurando nuestra progresión con estacas, salimos de nuestra ruta por la cara oeste a la 11:00 AM, evidenciando ya el cansancio de la jornada, pero esperanzados en conseguir el objetivo.

Luego de un breve respiro fuimos por la cumbre norte, desplazándonos sobre un terreno glaciar que lucía muy nevado. Faltando 15 minutos para el medio día detuvimos nuestro peregrinaje

sobre la inescalada cumbre del macizo, a 1.830 m. Estábamos contentos y satisfechos, sorprendidos del inmaculado panorama invernal que se habría frente a nuestros ojos. Los cerros Picacho, Elefante, Punta Tehuelche y otras desconocidas montañas estaban ahí, observándonos.

El descenso consistió en 7 rapeles (solo llevamos una cuerda) y por mi parte varias desescaladas. Alcanzamos el vivac a eso de las 17:00 y nuestro punto de partida a las 21:00, justo cuando promediábamos 16 horas de actividad non-stop. Propusimos bautizar la montaña como C° La Zaranda, atendiendo al nombre que tiene el sector y una laguna homónima ubicada en su base.

Marco Poblete M.

Nombre: C° La ZarandaUbicación: Región de AysénRuta: Cara OesteDesnivel: 1.500 mts.Escalada: 230 mts.Graduación: AD/60ºComentario: 1ra absoluta e invernalFecha: 14 y 15 de septiembre de 2013

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LaUIAA,porsegundavezenChile

Ha sido un año de avances. En marzo, la Fede-ración de Andinismo de Chile (FEACH) recibió una de las noticias más importantes de su historia en lo que se refiere a la enseñanza del montañismo y la escalada.

La Union Internationale des Associations d’Alpinisme (UIAA) a través de su “Moun-tainering Comission” certificó a la FEACH con “Training Standards” en la actividad de escalada deportiva. Esto significa que la “Formación de Técnico Deportivo Nivel 1 en Escalada Deportiva – Guía /Instructor” de la Escuela Nacional de Montaña (ENAM), está validada por la UIAA.

En octubre de este año, la UIAA nuevamente se hizo presente en Chile. Esta vez a cargo de Steve Long, guía UIAGM, responsable del “Tra-

ining Standards” de la organización. Ahora su objetivo fue observar y evaluar las formaciones de Montañismo y Ski de Montaña de nuestra escuela y federación. Parece simple, pero su presencia en Chile ha sido el fruto de un largo esfuerzo que hoy nos tiene ad portas de dos nuevas certificaciones.

Todo se inició a finales de 2008 cuando se creó la Dirección Técnica (DT) al interior de la FEACH, la cual tiene como principal objetivo crear y mantener un estándar de formación para los guías e instructores nacionales. De esta forma, la DT sería la responsable de cer-tificar a partir de su pauta de formación y la ENAM sería la encargada de desarrollar los procesos educativos.

Automáticamente se buscó la referencia en los estándares internacionales, siendo uno de los más prestigiosos el que entrega la UIAA. Pero para iniciar estos procesos a nivel nacional se requería contar con profesionales compe-tentes, que lideraran las labores de diseño y desarrollo de los programas educativos, para posteriormente homologar y certificar a los guías/instructores con el nuevo formato.

La homologación se desarrolló a partir de la valoración de competencias deportivas, técni-cas y profesionales. En esta etapa del proceso participaron más de 70 guías/instructores en 5 actividades deportivas agrupadas en 3 niveles. El interés y el apoyo de la comunidad de pro-fesionales se trasformó en el gran pilar de la DT-FEACH y de la ENAM.

En paralelo la DT-FEACH se inscribió para de-sarrollar el “Training Standards “en la reunión de la “Mountainering Comission” desarrollada en Francia, en abril del 2009.

Posteriormente vino quizás lo más difícil: elaborar los programas educativos. Lo cual se inició con las formaciones de Nivel 1 en Monta-ñismo y Escalada Deportiva.

Luego, en abril de 2012, y después de revisar la documentación presentada por la FEACH, la “Mountainering Comission” aceptó venir

a Santiago de Chile a observar y evaluar la Formación de Escalada Deportiva. La tensión y las expectativas eran máximas, la visita se realizó del el 9 al 15 de septiembre de 2012. La DT y la ENAM vivenciaron lo que desde hace 3 años había partido como un sueño: tener a la UIAA en Chile y certificar nuestras actividades formativas.

La votación fue unánime, la “Mountainering Comission” nos dio la aprobación de “Training Standards”, siendo Chile, el primer país de Sudamérica que obtiene dicha certificación, uniéndose a las grandes potencias federativas de Europa. Esto validó los procedimientos docentes, las metodologías educativas, las téc-nicas, el cuerpo de instructores y los sistemas evaluativos, entre otros.

Sin duda, la DT-FEACH y la ENAM hoy disponen de herramientas nunca antes desarrolladas en la educación chilena para actividades deportivas de montaña y escalada. Esto nos da la certeza de que estamos entregando, a la comunidad de guías/instructores, conocimientos técnicos actualizados y metodologías modernas de enseñanza.

Es fácil, en el ámbito de la montaña y profe-sional pensar que lo que uno hace es lo mejor técnicamente y es extremadamente difícil aceptar críticas y otros puntos de vista. Estos procesos educativos han sido desarrollados gracias al trabajo colaborativo y desinteresado de un selecto grupo de guías e instructores, que con gran valor y responsabilidad pusieron sus conocimientos a disposición del análisis y el debate dentro de la comunidad. Sin duda esta larga ruta ha sido una emocionante ex-pedición que hoy nos deja con grandes ense-ñanzas y una certificación para compartir con nuestros montañistas y escaladores.

La humildad fue la base para poder aportar y crear, mientras que la confianza y el respeto en el equipo fue la fortaleza que ha sostenido este proyecto en el tiempo.

Alberto Pérez LobosDirector de la Escuela Nacional de Montaña.

En la foto, los instructores Steve Long y Alberto Pérez llegando a la cumbre del Mirador del Morado, du-rante la evaluación final de la Formación de Guía In-structor Nivel 2 de Ski de Montaña. Nicolás Palma

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CrónicasdelAnticristo.

Demasiado pronto para nuestra conciencia subdesarrollada, tendremos con nosotros Crónicas del Anticristo, el libro del personaje homónimo que reúne un decenio de sus colum-nas, notas y artículos.

El centenar de escritos que contiene se han caracterizado por un análisis crítico y sin analgesia, constituyendo el primer esfuerzo en Chile por analizar seriamente el fenómeno del montañismo. Pero también, con la misma aspereza y claridad con que redacta acerca de escalada, andinismo y exploración, plantea sus ideas y disquisiciones en relación a hechos de la vida, deshechos de la muerte y de la com-binatoria de aquellas. Lo que explica por qué fue inevitable que sus reflexiones encontraran resistencia, gatillaran polémicas y que, por supuesto, se convirtieran en hitos. Historias y ensayos que no hacen concesiones, que no siguen las reglas de aceptación de los tiempos digitales que vivimos y dirigidos a quienes se precian aún de usar sus cerebros, para algo más que llevar un casco.

Por cierto, Crónicas del Anticristo también incluye un completo registro de los accidentes fatales y ascensos notables que ocurrieron durante ese período de tiempo. Al respecto, quizás una duda inocente, ¿la Colchoneta de Tungsteno alguna vez fue realmente entrega-da? Lo cierto es que aquella premiación im-puesta por el Anticristo, y validada por omisión si acaso no esperada con ansias, cala y se lee. Y por cierto, nos pone a todos en el lugar que tienen nuestras actividades montañeras, con una pregunta simple, directa y concreta: ¿a quién le has ganado?

Otra duda no tan inocente. ¿Por qué Rodrigo Fica es el Anticristo? Reflexione sobre quién realmente parece ser un mesías de una actividad, es invitado a workshops empresa-riales, auspiciado por marcas aspiracionales, fotografiado como superhéroe, seguido por la masa impresionable y publica en medios en un tono acorde a tal branding. El Anticristo es justo lo contrario; el anti-mesías, cuyas afirmaciones y estilo no pasan el filtro hellow kitty del workshop, pero que sus verdades las vivimos en el cerro y que en su letra, de máqui-

na antigua y en mal estado, se concretan casi como confesión.

Como sea, lo tendremos disponible en digital, para leer, regalar o presumir, ya sea en tablet, computadores o celulares, pudiendo comprarlo en Amazon, iTunes y otros sitios de distribución digital. En dos versiones diferentes: uno para todas las plataformas del mercado, incluyendo Android, y otro especial que trae 90 fotografías y leyendas alusivas a los textos, pero que sólo estará disponible para dispositivos Apple.

El lanzamiento será el día jueves 28 de noviem-bre del 2013, a las 20:00 horas en el Club Ale-mán Andino (DAV-Chile), Providencia, en calle El Arrayán 2735.

Y a no esperar ternuras, frases políticamente correctas ni poses de gurúes o héroes. Esto es montaña de verdad; si no le gusta, váyase a la playa con un balde y una palita.

Manuel ReyesIngeniero C. MatemáticoPhD(c) Mining Engineering

En abril del 2003 fue publicada esta columna, Diapodistorsión, la primera que dio inicio a las Columnas del Anticristo. ¿Quién hubiera imaginado que 10 años después sería parte de un libro digital?

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Nuevos Productos

ADIDAS incursiona en las zapatillas outdoor con las Terrex Swift R, un modelo donde prima la liviandad y la funcionalidad para el aire libre. A diferencia de las botas grandes y pesadas que es común ver para estos terrenos, esta zapatilla propone una alternativa que tiene una mezcla entre la rapidez de los zapatos para correr y la solidez de las botas comunes de trekking.

Con un peso de alrededor de 350 gramos, estas zapatillas de bajo perfil cuenta con un forro Gore-Tex® impermeable, amortiguación adiPRENE® debajo del talón que absorbe los impactos y da protección junto con estabilidad. Además tiene suela Traxion™ que permite el tracción en terrenos húmedos y entrega agarre en diferentes direcciones sin tener que realizar mucha presión con el resto del pie.

Depende de las preferencias personales buscar una zapatilla liviana y de mayor movimiento como esta, o una más rígida y que de mayor soporte. Las Terrex están hechas para la mayoría de terrenos y condiciones que se pueden encontrar al aire libre, sin embargo puede que no sean la elección más especializada para terrenos técnicos como aproximaciones a lugares de escalada.

La rigidez de la suela se mantiene en terrenos de roca y tierra. Es una zapatilla con la cual se siente que se podría correr en caminos tanto en cerro como de cemento. El tipo de cordones entrega la facilidad de que se pueden ajustar rápidamente y con guantes.

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TERREX SWIFT RAdidas

Para muchos escalar con Jeans es más que moda o algo meramente estético. La resistencia de esta tela puede ayudar, muchas veces, a evitar molestos rasmillones o incluso aportar la adherencia extra necesaria para encadenar ese búlder o ruta que nos está exigiendo.

El Axiom Jean de prAna no solo tiene los beneficios de un jeans normal, sino que se han preocupado de incluir algunos detalles específicamente pensados para quienes desean exponer su pantalón a las inclemencias de la roca y el magnesio.

La mezcla entre algodón (98%) y Spandex (2%) le otorga a la prenda una elasticidad que le permite acompañarte en una amplia gama de movimientos, manteniendo la rodilla en su lugar, evitando que las piernas del pantalón suban exponiendo tus tobillos y canillas al frío o la roca.

Posee amplios bolsillos frontales, especialmente pensados para que cuando estés trabajando ese problemilla en techo o desplome no dejes caer llaves, monedas o tu querido celular a piso.

Ideal para el búlder, entrenamiento en gimnasio o escalada deportiva, pero especialmente pensado para quién después de escalar continúa disfrutando de su día con un café o cerveza entre amigos.

Este y otros productos prAna podrás encontrarlos en la nueva tienda de Props en el Mall Sport, su casa matriz de Av. Luis Pasteur 6666 (2do piso, local H).

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THE LAST GREAT CLIMB

Director:

ALASTAIR LEEProductor:

POSING PRODUCTION Producción ejecutiva:

LEO HOULDINGCámara:

ALASTAIR LEEDAVID REEVESEscaladores:

LEO HOULDING, SEAN LEARY, JASON PICKLES & CHRIS RABONEModelación 3D: SHREWD APE MEDIAAjustes de color y Sonido:JEZ HOGGMúsica:

DUNCAN PRESTBURY & JACK TO PHONODuración:

60’:00’’

CINE ESCALANDO Por Daniel Castro

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Sean Leary en una de las fisuras de la cara noreste de Ulvetanna (2.931m). Una de las escaladas más limpias entre los diferentes estilos que se requiri-eron en esta pared, que incluían escalada artificial y runouts de más de 50 metros. Alastair Lee

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Sobre estas líneas. En Antártica, uno de los lugares más remotos del planeta, se alzan como cuchillos estas gigantescas paredes de roca que son el objetivo de esta expedición. Al frente, lu-ego de liberarse de un salvaje off width, Sean Leary escala sin problemas por una estupenda fisura de manos. No solo las condiciones climáticas extremas fueron un desafío, la ruta incluyó diferentes secciones de variada dificultad y estilo. Alastair Lee

Ulvetanna, Antártica: el lugar más remoto e inaccesible después de la luna.

Ser un descubridor, caminar por lugares en los cuales nunca antes haya estado una persona, es hoy prácticamente imposible. De acuerdo, si se trata de espeleología aún queda bastante terreno virgen por descu-brir, pero en lo que respecta a montañas, como dice Sir Chris Bonington: “En el pre-sente, todas las líneas obvias ya han sido escaladas”.

Por eso, para el equipo de “The Last Great Climb”, llegar a los pies del Ulvetanna y escalar la cara Noroeste, la última que aún no había sido escalada, fue una experiencia literalmente única.

Ulvetanna 2.931 msnm, es parte de las montañas Fenriskjeften y queda a 150 ki-lómetros de la base antártica Rusa. Hasta 1994 (solo veinte años atrás), este era un lugar inexplorado, nadie lo había filmado, fotografiado, ni menos aún puesto un pie encima. En 35 días Holding, Pickles, Leary y Rabone, escalaron los 1.750 metros de la cara noroeste, aprovechando el verano antártico, caracterizado por días intermina-bles en los que el sol nunca se oculta.

Tras la realización de “The Asgard Proyect” 2010 y de “Autana”2012, “The Last Great Climb” (60’, 2013) pareciera ser el paso lógi-co para Alastair Lee y su reducido equipo. En este film, Lee logra amalgamar lo mejor de sus dos realizaciones anteriores. Así, trans-

mite el espíritu de aventura y al mismo tiem-po expone una escalada única en cuanto a su entorno, logística y condiciones extremas.

Mientras Alastair y su mano derecha en terreno, David Reeves, se encargan de plas-mar la expedición con excelente fotografía e impecable factura; Leo Holding, Jason Pickles, Sean “Stanley” Leary y Chris Rabo-ne, descrito por sus colegas como el cuerdo del grupo, se encargan no solo de escalar a pesar de temperaturas que alcanzan los -32ºC, sino que también de transmitir el buen ánimo, camaradería y divertida senci-llez que los caracterizan.

Esto último puede que no parezca un gran mérito, pero la intimidante montaña, que

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emerge del hielo como un colmillo, digno de una novela de Lowecraft o de un paisaje de “la Cosa” de Carpenter, es capaz de desanimar hasta al más optimista.

Son precisamente estos momentos los que destacan este film de la gran masa de películas de escalada. Lee logra captar lo cotidiano en una situación que carece por completo de cotidianeidad: el hecho de que Alastair Lee sea director y editor explica mucho acerca de la factura y la mirada, imprimiendo su sello de autor. Las incur-siones propuestas en Autana para graficar los viajes psicodélicos de los escaladores, tienen en “The Last Great Climb” un eco en momentos donde el frío antártico ataca sin

piedad a los escaladores resguardados en la precariedad de sus portaledges. En este caso los delirios del frío dan resultado y marcan el punto de inflexión que da inicio a la recta final y decisiva de la expedición.

Momentos notables son: el cruce de una aris-ta de más de ciento cincuenta metros de lar-go a más de quinientos metros de altura sin ninguna posibilidad de poner protección de ninguna clase, la llegada a la cima con toda la emoción que conlleva, la celebración de año nuevo y cómo no mencionar el incidente de la parca impregnada en curry.

Por último, pero no menos importante, cabe destacar la calidad y asertividad de la banda

sonora a cargo del diseñador de sonido, Duncan Prestbury. La atmósfera que logra crear le otorga la tensión y emoción necesa-ria a las imágenes de Leo y compañía, bata-llando para llegar a la cúspide de Ulvetanna.

Sin duda esta película debería ser parte de cualquier videoteca de un escalador y me atrevo a decir que será de los mejores films del 2013.

Felicitaciones a todo el equipo. Si lograr conquistar una montaña de estas carac-terísticas ya es de por sí difícil, lograr capturar todo esto con tal profesionalismo y humanidad es una proeza pocas veces realizada.

Con temperaturas que alcanzaron los -32°C, estos escaladores fueron progresando por la pared. En la foto Leo Houlding escalando con todo el abrigo posible. Al fondo se alcanza a ver la arista en positivo que siguieron estos escaladores con runouts gigantescos y roca de mala calidad. Alastair Lee

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Alastair Lee, el encargado de capturar en imágenes toda esta exposición y probablemente uno de los que tuvo el trabajo más complicado en la pared, con fuertes vientos y frío extremo. Colección Posing Production

http://Otro ascenso loable es el que realizaron Thomas y Alexander Huber el 2008. Imágenes hermosas y un enfoque mucho más contemplativo es el que ofrece este compacto de imágenes. goo.gl/J6zxHN

Para un “inside” más profundo, posterior al desafío que significó abrir la ruta de la cara Noroeste de Ulvetanna, acá les dejo una entrevista a Leo Holding donde explica los pre-parativos y pormenores de la expedición. goo.gl/Wp3nbB

Y por último un “behind the scenes” de The Last Great Climb donde queda claro lo titánico de la proeza de registrar un ascenso en esas condiciones. Parte 1: goo.gl/KysRGcParte 2: goo.gl/yLLDbK

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marea Roja

No era fácil saber.

Arrojé una piedra y ésta cayó libre por algunos segundos, sin ni siquiera tocar la pared. Hice un

cálculo rápido; unos 200 metros.

Demasiado como para llegar y lanzarse así como así. No me hacía gracia involucrarme en equipar una ruta de escalada deportiva, gastando equipo, tiempo y dinero, solo para encontrar a medio camino una sección de roca podrida, de esas que los andes

centrales chilenos son tan pródigos en concebir.

Por supuesto, no había forma de saberlo. Excepto metiéndome de lleno en esta, el primer murallón en mi vida que capturó mi imaginación, 20 años atrás,

mucho antes de saber acerca de qué era todo esto.

La Pared Oeste de la Placa Roja.

Por Rodigo fica

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The undiscovered country, at whose sightthe happy smile, and the accursed damned.

Pero la historia venía con carga emocional agregada, pues poco tiem-po antes, diciembre del 2010 para ser exactos, Agustín Cabrera había fallecido en esta misma vertiente, al ser impactado por un bloque de roca mientras estaba en su reunión, asegurando a su compañero. Si bien había ocurrido más bien en el extremo izquierdo de la Pared, lejos de donde yo pretendía abrir mi ruta, las dudas que planteó el accidente eran válidas. Especialmente a aquellas que se referían a si la calidad de la roca permitía, o no, esculpir una vía de escalada deportiva bajo estándares modernos. Una que eventualmente concen-traría tráfico y que, por lo tanto, podía transformarse en una bomba de tiempo si no se escogía y limpiaba bien.

Además, patético, no pude convencer a nadie que se sumara, lo que, más que hablar mal de los demás, dice suficiente de nuestros defectos. Sí hubo tanteos y casi-casi, todos ellos interrumpidos por otras igual-mente azarosas emergencias de géneros que algún día les contaré a mis nietos, así la calidad de esas historias. Pero al final quedó claro que esta sinfonía sería tocada por la orquesta de un solo violín.

Y comencé. En junio del 2011. Escalé la ruta normal a la Placa Roja y pronto estuve en su cumbre, lanzando esa piedra al vacío, viéndola caer inevitable como el paso del tiempo, en busca de su propio destino.

Que en cuanto al mío, estuvo determinado pronto. Tras un rapel de 50 metros desde un punto ubicado más al sur de la cima, encontré la respuesta a todas las preguntas importantes.

La roca era mala.

Caesar. The ides of March are come.Soothsayer. Ay, Caesar; but not gone.

Equiparía desde arriba, para poder limpiar bien y también porque ha-cerlo desde abajo es una torpeza. Y como era obvio que tendría que hacer numerosos viajes a la cumbre, para desde ahí descolgarme por la Pared y trabajar, opté por instalar una línea auxiliar de cuerdas fijas por el canalón de acceso que separa la Placa Roja de la Gris. Operativo que también me exigió acarrear material, instalar anclajes con pernos de expansión y limpiar la variante de acceso desde arriba hasta abajo (unos 250-300 metros). O sea, la pura preparación fue un mini-proyec-to en sí que me hizo perder varios kilos.

Luego comenzó el trabajo propiamente tal, una rutina que varió poco. En promedio venía dos veces al mes, por 3 o 4 días seguidos. Desde el jeep subía hasta un vivac que establecí al lado de la placa que recuer-da a Alfredo Piñeiro (muchacho que falleció 20 años atrás al fallar el anclaje de su rapel en la Placa Gris). Lo hacía yo llevando dos pesadas mochilas, con ferretería y comida. Dejaba las cargas, desandaba mis pasos un poco y me montaba al filo norte de la Placa Roja, su ruta normal, escalándola en free solo con el mínimo equipo posible. Una vez en la cumbre me iba a mi escondite y desplegaba las cuerdas fijas, en dirección sur, a mi línea de anclajes auxiliares. Después hacía seis rapeles que me dejaban justo de nuevo al lado del vivac Piñeiro. Un alfajor, algo de agua, maldecir la vida y vuelta a subir, pero esta vez

usando los puños bloqueadores y con la mochila lo más pesada que pudiera. Llegada a la cima por segunda vez, me descolgaba por la Pared Oeste y a trabajar. Por horas, hasta que el sol se pusiera. Ahí vuelta a subir a la cumbre (y ya iban tres), bajar por las cuerdas fijas y desplomarme en el vivac.

No recuerdo mucho más de aquellos fríos días de invierno, salvo la brutal golpiza. No sé si mía a la roca o de ésta a mí. Golpear, cincelar, romper; golpear, cincelar, romper. Imágenes confusas de polvo, sol y ausencia total de humanidad. Dedos heridos y manchados de sangre. Paf, paf, paf y boom, KA-BOOM. Bloques cayendo como bombas, impactando el suelo con fuerza y retardo sónico. Dejando hongos y cráteres atómicos.

Tareas a lo largo y ancho de la Pared que me llevaron a entender final-mente su morfología. En realidad la roca era durísima; perfecta y más lisa que vieja con botox. El problema era otro: que en algunas partes tenía un revestimiento, especialmente en el sector superior, que a ve-ces se expresaba en forma de una delgada cáscara que se podía sacar con el dedo, pero que en otras eran masivos bloques podridos.

Tan lentamente como el olvido fui avanzando. Y llegué a sectores vír-genes, donde volví a tener esa espléndida sensación de entrar a luga-res desconocidos por el hombre. Hastiado de hablarme a mí mismo, contándome los mismos viejos chistes, sucio a más no poder... y de repente llegar y encontrar una flor silvestre, en una fisura que nunca jamás ser humano contempló.

Impagable. Inspirador.

Who, falling there to find his fellow forth,Unseen, inquisitive, confounds himself.

¿Yo? Siempre colgando. Pues el suelo, bien gracias, mandó saludos. Lo veía desde lejos, sin apreciar que me acercara algo, ni un poco, a pesar que el trabajo progresaba y yo ya evidentemente traficaba por el sector medio de la Pared.

Mas un día en la tarde me pareció que quizás si tiraba una cuerda, en una de esas tocaba el piso. “A ver”, me dije y la lancé. Vi cómo se desplegaba y... ¡Bingo! La punta golpeó como látigo el suelo y levantó un poco de polvo. Apenas tocaba la tierra, pero suficiente. Ni la con-templación de algún cola-less me hubiera producido tanta alegría.

“¿Qué estamos esperando?”, me comenté. Tomé conmigo el taladro también y mientras bajaba aproveché de colocar un par de anclajes intermedios. Error. Por goloso. Pues olvidé que con ello consumí el poco de cuerda que tenía de holgura y, al llegar al final del rapel, me vi colgando a cinco metros del suelo. Atrapado.

Podría haberme devuelto, pero no soportaba más estar colgado. De-seaba tocar el piso. Necesitaba sacarme el arnés, que ya picaba. Que-ría hacer de este un momento mágico. Y mirando bien, me di cuenta que a mi izquierda la tierra ascendía lo suficiente como para sortear esos metros finales si es que penduleaba un poco. Así es que comencé a balancearme a un lado y al otro, y luego pasé a modalidad running tipo Ethan Hunt. Hasta que justo en el momento en que ya se hacía peligroso me estiré al máximo y agarré una planta con las dos manos.

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Dormir donde y como sea; oh maravillosa virtud, que muy pocos poseen, pero que luego de varios días de agotador trabajo vertical aflora como por arte de magia. Andrea Sánchez.

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- ¡Yiaaaaaaaaaaaa!

Había llegado tan justo que la cuerda me tiraba para arriba y para atrás. Pero no importaba. Lo había hecho. Había sobrellevado las du-das y surcando lo desconocido había conectado por vez primera este cielo y su tierra. Grité y comencé a cantar y bailar. Y al son de la can-ción que escuchaba, alcé los brazos para celebrar la victoria.

Pero sin estar agarrado a la planta, la cuerda ejerció su natural fuerza y salí disparado hacia atrás como cohete, rebotando una y otra vez por la misma pared que pretendía haber conquistado.

Things won are done;joy’s soul lies in the doing.

Las heridas sanaron. Llegó la primavera y el aire se entibió. Como ahora transitaba por la ruta misma, también hice desaparecer la vía auxiliar de subida, sacando todo, dejándola tal y como estaba antes.Ya había sentido de avance, pero el trabajo seguía siendo brutal. Un robot, sin sentimientos ni raciocinio. Alimentado por el polvo, la tierra y peñascos. Los días pasaban y paré de contarlos. Feriados, Navidad, mi luto de cumpleaños. No hubo día libre que no fuera a esculpir. Por-que eso es lo que estaba haciendo. Una creación. Una modelación de algo que de otra forma no se habría producido espontáneamente. Arte, ¡esto es arte!

Taladraba según el libro. Con seguros de salida, siempre en roca bue-na y “tratando” de respetar la regla de uno cada dos metros y medio. También apliqué pegamento epóxico a unos cantos que se romperían

pronto si no se les afirmaba, además de fijar un par de bloques enor-mes que no pude sacar, con la consigna de “si no se bota, se pega”. También, hombre precavido, tomé la decisión de colocar los relevos fuera de la línea de escalada, (dejando los largos en forma de “J”) y en lugares protegidos, idealmente debajo de algún techo.

Nunca dejé de limpiar, pero a esas alturas estaba claro que siempre habría algo más que botar. Por lo que lo realista era alcanzar un punto razonable, por ejemplo eliminando los “killers” para que nadie fuera a recibir un proyectil mortal. Y tener la esperanza, no utópica, que con el tiempo el mismo tráfico en la ruta se encargaría de ir eliminando los más pequeños.

Por ese entonces fue que se corrió la voz de lo que estaba haciendo. Y mágicamente ahora surgieron ofertas para ayudarme. Ahora. Cuando ya había resuelto el problema y que no había compromiso. Deberían haber tenido más fe antes. No; lo que solo se empieza, solo se termi-na, y dije que no.

El verano arribó fuerte, con atardeceres intensos. Y fue precisamente en uno de ellos, al terminar de rapelear, a pie de pared, afiebrado a más no poder por una rebelde gripe, que vi como ésta refulgía por el atardecer. Tanto que llegaba a irradiar el entorno. De un rojo profundo y total. Y se movía, en olas, vibrando, moviéndose como un remoto mar bermejo que alguna vez vi en mi vida. Hermoso, diferente, único. Magnífica marea roja, que acompañó otra igual de emociones y que me regaló finalmente paz.

Había terminado.

Rodrigo Fica, asegurado por Mar-celo Henríquez, en el segundo largo de Marea Roja Andrea Sánchez

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If we do meet again, why, we shall smile.If not, why then this parting was well made.

Para cerrar la historia tenía todavía que encadenar la ruta. Pero esta vez preferí que alguien me asegurara y le pedí ayuda a Marcelo Henríquez; también necesitaba algunas fotos y Andrea Sánchez no tuvo problemas en hacerlas.

El verano había terminado ya y aquel día, el último, es-calé sintiéndome liviano. Encadenando movimiento tras movimiento. Aprovechando de sacar más de algún poroto que se me había pasado por alto. Tirándoselos a la ca-beza de Marcelo y luego yo mirando hacia arriba como viendo de dónde habían venido.

A las 6 de la tarde estuvimos en el bloque gigante que marca la cumbre de la Placa Roja. Los tres. Mirando los valles. Corría viento pero estaba cálido. Era el fin de esos locos nueves meses que abarcaron continentes y esta-ciones y que ahora dictaban el momento de irse. Feliz en todo caso.

Pues yo ya no estaré, pero esta ruta vivirá por los eones que están por venir. Hasta que el mismo tiempo desgaste estas montañas.

Ser o no ser. Esa es la pregunta.

Marea Roja es la primera ruta de escalada deportiva que surca la Pared Oeste de la Placa Roja. Se llega a ella en media hora caminando, cerro arriba, desde el camino que une Lo Valdés con Termas de Colina, en dirección a la ruta normal de la Placa Roja. En el momento adecuado ha de desviarse un poco hacia el oeste para tomar un cuasi sendero que recorre la base de la Pared Oeste. Aproximadamente 70 metros antes que se llegue a la Placa Gris, se encuentra un Petzl Lifelong que marca el inicio de Marea Roja.

La ruta puede realizarse con una sola cuerda de 60 metros, pues existen 8 anclajes con largos de 20, 20, 30, 25, 25, 25, 25 y 17 metros (este último más bien un trepe “fácil” que conecta el fin de la ruta con la cumbre). Subiendo se pueden encadenar los largos 1-2, 4-5 y 6-7, reduciendo la vía a 4 largos, en cuyo caso se ha de considerar tener 17 cintas express (de lo contrario, bastan con 10).

La dificultad está por ratificarse pero está en el rango del 5.10c-5.11a. El crux pareciera estar en el segundo largo. En cuanto al tipo de escalada, es de regletas y manos-pie, con varios techos. Hay sectores con hoyos increíbles. Muy poco, o nada, de fisuras.

AGRADECIMIENTOSEquipar Marea Roja sólo fue posible gracias a la generosa contribución del Club Alemán Andino de Chile (DAV-Chile) vía un proyecto especial que trajo los recursos necesarios para financiar la iniciativa. A tal es-fuerzo se sumaron también mis auspiciadores de Petzl, Lippi y Punto-Bat, quienes también aportaron con equipo, consejos y difusión. También agradecer a Marcelo Henríquez y Andrea Sánchez por haberme apoyado todo este tiempo. Muchas gracias a todos ustedes. Muack.

FICHATÉCNICA

Surcando los sectores inferiores vía cuerdas fijas. Visión que explica bien el nombre de la ruta. Rodrigo Fica

Ejemplo perfecto de la morfología de la Pared Oeste de la Placa Roja. Basta escarbar algunos milímetros, a veces con el dedo, y listo, aparece la capa de roca durísima. Rodrigo Fica

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El HILO DE LA VIDA

Por Michael Sánchez

Michael Sánchez en los últimos metros antes de la anhelada cumbre, luego de una lucha contra el frío y la montaña. Michael Sánchez

Una de las grandes promesas del montañismo nacional y su primer viaje a Patagonia. Una honesta historia que nos hace reflexionar acerca de la correcta

valoración de las cosas.

Los exploradores tienen búsquedas, los guerreros batallas; cuando un hombre abre las puertas a su oponente, éstos no se separan jamás, hablan desde su interior y sus presencias se encarnan; solo el cumplimiento del destino los salva de la locura.

Nunca presioné mi viaje a Patagonia, cuestión de tiempo me dije. La vida me había dado oportunidades para estar ahí; solo tentación, miraba a otro lado como para no prendarme de sus ojos. Ésta conoce las debilidades de un escalador y a cada movimiento de su mano acerca un poco más a los espíritus salvajes y solitarios que se dejan tentar por sus ideales. Siempre tuve la duda de si la montaña me eligió a mi o yo a ella; de cualquier forma esta vez no tuve que hacer nada para escalar, solo mi presencia sería recibida como lo hace la Patagonia; pura, verdadera, indomable y caprichosa.

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Como siempre no he estudiado nada y, en un asalto de decisión, compro mi pasaje de avión. Es todo lo que tengo. Ordeno mi equipo y meto algunas discusiones en mi bolsillo, más de lo que puede decir mi billetera. ¿Será un mal augurio?, pienso, y, con un “ahí me las arreglo”, llego a Puerto Natales. Junto al día soleado me recibe José, quien sería mi acostumbrada corda-da y, después de algunas conversaciones, nos ponemos a analizar cuáles serían nuestras invernales posibilidades. José lo tenía claro. Objetivo: “Su-percanaleta”. Copio el topo y nos aprendemos un par de curiosidades de la montaña: itinerarios, tiempos, historias, aventuras y desventuras. Cada vez más conocíamos su estampa y a cada conocimiento que agregábamos a nuestras cabezas nos sacamos el miedo viendo las posibilidades de arre-meter lo desconocido. Fitz Roy. Si lo lográbamos iríamos directo a la gloria.

Así Chalten se transforma en nuestra ciudad. No vemos mucha gente y el resto está un tanto dormido; el pueblo esta hibernando, al igual que las montañas cansadas de viajeros y turistas que en sus épocas más benévo-las se dejan seducir. Espejismos de escaladores de renombre van y vienen por sus calles y, una vez acomodados, manos a la obra, la oportunidad

de subir a nuestro campamento base estaba siendo justo ahora. Arregla-mos rápidamente nuestras cosas e iniciamos nuestras acciones, llegando prácticamente de inmediato al campamento que nos tendría por algunas semanas en su seno.

La transparente luz llena de colores las cosas y mis ojos hurgan los rincones; es otro escenario. Me asalta la duda de si mi daltonismo me ayuda o no a comprender lo que estoy viendo; olvidándome de eso dis-fruto del paisaje mientras camino. Todo gris y el cielo sobre nosotros, como directamente en nuestras cabezas, y la idea del frío se mezcla con nuestras manos y pies. El aire que respiro se hace presente en cada bocanada de nube; está más calmo que el viento que ha doblado los ñirres, lengas y coihues a mi alrededor. Las negras montañas se recor-tan con la nieve dando un aspecto húmedo y frío en sus faldas; el cielo las difumina y les quita los límites mezclándolas con las alturas; el río brama y tintinea en mis oídos. Es todos los sonidos al mismo tiempo, ahí están todas la voces… un momento. ¿Dónde están las rocas ana-ranjadas, puntos de colores suspendidos en el aire? ¿Dónde están las tardes rojas estivales de las fotos en internet y las revistas? Pues se han quedado justamente ahí, en el verano y en las revistas.

La nieve comienza como olas a abrazar nuestras botas, y nuestra marcha se vuelve lenta. José, liderando las acciones, nos lleva por el camino correcto, resolutivo y, aunque sin haber estado nunca en el lugar con pleno conocimiento de donde estábamos, no ha dejado nada al azar. El aire se enfría y la nieve se pone honda; los cristales de la tarde vuelan dándole un tono de colores al espacio, miramos a nuestra alrededor y así como así vemos lo que estábamos esperando, Unas espaldas rojas bañadas de sol, desnudos con cabellos de nu-bes, hombros glaseados y un largo bostezo de sol y viento despierta a quienes serán nuestros adversarios, en un movimiento tan rápido que me lo pierdo. Pero la gran familia ya nos ve y, sabiendo nuestras intenciones, con una mezcla de molestia y pudor, nos interpela con

una tormenta que durará un par de días. Es el invierno, es tiempo de dormir y estos insolentes nos molestan.

Estamos bien preparados. El miedo a las historias de la Patagonia bufona elevando barriletes de las mejores marcas y modelos nos hace pegarnos a un bloque que nos protege de los huracanes del norte; estamos cerca del agua y nos sentimos satisfechos, hablamos de nuestras estrategias y sabemos que nos escuchan. Algunas cosas se reservan al pensamiento, no deben ser oídas por nadie, son nuestra formas de ser; profundidades y voluntades las que finalmente la montaña no comprenderá; es el lenguaje profundo de nuestras verdades y belleza. Este es un lugar secreto al que la montaña no puede llegar y es ahí donde se quedaran pues son mi fortale-za… Aún no comprendo a qué es lo que vinimos.

Entendemos el mensaje, no estamos siendo bienvenidos. José con su cla-ridad y yo con mi “siempre ir” decidimos retroceder; la tormenta nos tapa la carpa con metro y medio de nieve, ha sido una buena elección el lugar donde nos quedamos; estamos salvados de los embates del viento, pero no

nos escapamos del deporte diario de los días salvajes: palear la nieve de nuestra carpa. Retrocedemos ante las acciones de los gigantes, podemos aguantar pero la comida y nuestros recursos van a agotarse; bajamos rápi-damente donde ahora sí seríamos bienvenidos por nuestros congéneres… ¿Dónde dejaste la pala? Pregunto y la respuesta me lleva al naranjo interior de la carpa, ¿cómo la haríamos a la vuelta? Después de algunas preguntas y sonrisas conocemos a Bry y Romi que nos reciben amablemente.

Nos llenamos de recibimientos en Chalten; preguntas y miradas nos en-vuelven y caracterizan de locos. Bienvenidos aguantamos nuestros ánimos y el tiempo que se deja caer, curioseamos para saber de las tan esperadas ventanas y volver al ruedo; internet, un libro, dormir, todo despacio; pasan los días y sentimos la presión de querer estar ahí nuevamente. ¡Ah! ¡A us-tedes les gusta el frío! nos dice un argentino, y con algún consejo y mirada del internet nos lanzamos a volver ahora con mal tiempo. ¿Estaría nuestra carpa aún? Y sin más dinero, pero premunidos de nuestro dedo gordo, ya estábamos justo afuera de la casa de Brai y Romi. Sonreímos y aprovecha-mos la oportunidad, pedimos algo para descubrir nuestra carpa y Romi nos pasa dos “técnicas” palas de basura que serían la llave de nuestra casa; desde ahí una caminata más y avanzamos por un día gris hasta cru-zar el río Eléctrico; disfruto de la caminata una empinada ladera hasta pie-dras negras con la mochila liviana, nuestros pensamientos no tanto pues no sabíamos bien qué pasaba con nuestra carpa.

Al cruzar el río nuevamente nos sentimos como en una exploración en otro planeta, a un lugar para el cual no estamos diseñados; la montaña duerme aún, pero sabe que estamos ahí, pues todo lo ve, sabe lo que necesitamos antes que a nosotros nos haga falta, sabe lo que tenemos y lo que no. Como niña traviesa envía grandes olas de nieve blanca que no temen ser mezcla-das con el color de nuestra carpa y la cubren hasta el techo. Ilusos creemos que es esta su advertencia, pero con el tiempo entenderíamos la verdade-ra jugada. Finalmente la encontramos como un tesoro escondido, como aguantando, ahí está nuestra nave. Nos lanzamos al control de daños y

“¿Qué estarán haciendo estos locos?, ¿no saben que están tan lejos?, dice el rey Fitz y una

blanca carcajada aúlla a lo lejos.”

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afortunadamente con nuestras nuevas palas técnicas descubrimos que ha soportado firmemente las pesadas enaguas de nuestra contendiente; lim-piamos con cuidado y nos lanzamos a su seguridad, como escondiéndonos antes de que despierte nuevamente. Unos días de dormir, comer, hablar, leer y palear; el tiempo pasa lento y lo peor tomarse su tiempo para mear, ¡hay que vestirse para la ocasión!

Sueños extraños me visitan nuevamente, se abre mi intuición y las reve-laciones de mi vida aparecen como sonrisas, cabellos, espacios, lágrimas y verdades. Ahora es tiempo de moverse y avanzar, salgo de la carpa y descubro los últimos movimientos de la montaña que, adormilada, co-

mienza a destaparse. Debe de estar en ese momento en que los párpados se agitan por primera vez dentro de las sábanas, un poco desorientada se está estirando, las nubes corren rápido haciendo aparecer el sol de vez en cuando. No sabemos bien qué tan estable será, pero al menos coincide con nuestra información de la ventana; ahora es cuando debemos movernos. Salimos de la carpa y nuestros movimientos lo alertan; ahora nos ve de lejos, no es un buen despertar, quiere estar solo y nos ve por ahí andando con arrogancia. El Sol finalmente nos ayuda a limpiarnos del frío eterno y comenzamos a llenar nuestras estrategias e ideas; debemos avanzar de-jamos todo listo y a nuestro objetivo.

¿Qué estarán haciendo estos locos?, ¿no saben que están tan lejos?, dice el rey Fitz y una blanca carcajada aúlla a lo lejos. Comenzamos nuestra marcha y descubrimos la real estrategia, nos hundimos; pesados y lentos, nos hundimos, en nuestros pies con la nieve y en nuestros pensamientos; las que deberían haber sido 3 horas hasta el Paso del Cuadrado, se trans-

forman en 6. Recuerdo el último momento en que me puse los esquís, aho-ra desarmado me bato con más emoción que razón, con más ganas que piernas, mas nadando que caminando. José con más claridad me dice que volvamos, veo al Fitz desde el Cuadrado y hundido en el amplio sentido de la palabra, deshago mis pasos hasta reunirnos. Volvamos Mike, no vamos a llegar a ningún lado así. Vuelvo con la nieve entre las piernas. La Luna apa-rece y apago mi linterna y la calma de la noche inunda los sentidos; más arriba el rey satisfecho y en calma nos ve alejarnos, penitentes y hundidos.

Ingenuos, ¿acaso no saben qué estas no son épocas? Y un suspiro pene-tra por la carpa; estaba justo afuera, tan cerca, nos rodeaba y observaba,

la presencia pesada estaba ahí, podíamos sentirla el cielo libre de nubes reveló nuestras serias intensiones y desde aquí en adelante el segundo round estaba por comenzar. “Niños no pierdan detalles”, y el viento nueva-mente por las rendijas que ya comenzaban a verse en nuestro cubre techo. Sus largos y helados dedos se escucharon pulir por nuestra carpa; sabe que mañana tendrá un día de diversión, un momento que observar y unos hombres por enfrentar. Guilloumet nos ha elegido.

Calentamos un poco de agua y salimos de noche. Ahora la luna llena el mundo de formas y nos acompaña por nuestros pasos hechos en la nieve el día anterior. Terminamos el camino andado y ahora a clavar nuestros fríos pies; comienzan los estertores matutinos y nos encuentra ya cerca de sus piernas, donde al truco de la nieve honda agrega el del viento. Tal recibimiento es una invitación, sería descortés alejarnos con una tormenta a esta altura, así que solo la risa ventosa nos deja entrar; cansados y fríos hacemos una pausa, nos reponemos tomamos agua, reparo mi chaqueta y

Guilloumet, Mermoz, Fitz Roy; los tres gigantes adversarios en su esplen-dor invernal. Michael Sánchez

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José se acomoda cual lagartija para recibir el calor del sol; una media hora hasta volver a nuestro trance.

Esta debe ser. Claramente reconocemos la Amy como nuestra ruta de acceso; condiciones, esfuerzo y graduación nos acompañan, tomamos nuestra armas y cruzamos una rimaya; entramos con firmeza. ¿So-litario?, se escapa de mi boca, y José asiente. 250 metros de un col frío y ventoso, hielo plástico cruje bajo nuestras frías uñas metálicas, un poco de sazón y la nieve cae sobre nuestras cabezas como un río, denso y blanco; sin amilanarnos encaramos los embates y jugarretas, a eso vinimos. El frío entra en nuestros huesos, y ésta, con una mue-ca de desinterés, nos cambia el horizonte por uno más elevado; ahora nuestra cuerda y protecciones son nuestros escudos. Una reunión me lleva hasta la vertical y el hielo es más difícil de encontrar; escalada

lenta. Algo de verglás y nieve desplomada; busco por protecciones en la roca y mis antiguos friends calzan perfecto. Extiendo una runner y voy pasando con delicadeza; ataco con fuerza usando mis piolets, estaría mal caer aquí tan lejos. Otra reunión y con una mezcla de desdén y res-peto me observan de lo alto, quizás este pequeñín tiene algo… pero no, no merece estar aquí y el largo se hace cada vez más delicado; la risa entrecortada de la montaña me da algunas luces, está jugando con no-sotros. Después de unos 45 minutos de exótica escalada y dolor en las manos, salgo al final del canal al que nos recibe el tan preciado Padre Sol, unos temblores de agua dentro de mi chaqueta y grito “¡Libre!”, la Amy en nuestras manos. El viento ruge. José más abajo comienza su escalada intuyendo que la verdadera naturaleza de las tretas y jugadas no fue la verticalidad ni la dificultad.

“Estás Loco” escucho por enésima vez. Faltan 200 metros para la cumbre, estamos fríos y tarde, encadenamos en libre y ahora solo trepar. José con prudencia y sin cumbre me conmina a bajar, escu-cho en silencio y medito la opción de seguir. Estamos a pasos, solo pasos, ¡¡¡ya no hay escalada!!! ¿Por qué José siempre tiene la razón? Y después de un par de fotos bajamos. Seis rapeles se suceden, pero las condiciones se ponen difíciles, los mosquetones se pegan y mis dedos cada vez más torpes; ahora la montaña con el pecho hinchado de victoria nos da la estocada final, cruzo la rimaya y me preparo para desembarazarme del arnés, y tan cerca de mi hombro que pude sentir su aroma: la Guilloumet estaba ahí, viendo sin pudor como mi cara se desfiguraba al ver los dedos de mis manos inútiles y de madera, la frustración recorre mi espalda y el miedo llega desde mis congelados dedos.

Nos apresuramos a bajar y como por arte de magia la noche calma el am-biente; ya se aburrió de nosotros. Ahora nos deja tranquilos para llegar a salvo; solo se hace la dormida, con un ojo abierto sigue observando nues-tras acciones, no se quiere perder nada. La noche como desierto blanco y las formas de la nieve nos revelan nuestro campamento. Cansado y derro-tado dejo caer mi mochila, empujo mi cuerpo dentro de la carpa, “ahora sí me quedo tranquilo, ahora sí estoy cansado”, limpio mis botas como acos-tumbro a hacerlo y comienzo a sentarme en el palco de la tragedia.

¿Cómo están tus pies?, pregunto a José y éste responde que no sabe. En mi mente dando vueltas las imágenes de los míos ya descubiertos y escondi-dos en mi saco de dormir. Espero tranquilo el desenlace, pero sin saber qué decir o hacer; sabía lo que se venía. “Esto está mal”, contesta José, observo

José Dattoli realizando el Paso de la Guilloumet. A la Izquierda, José recupe-rando la carpa después de que fueran literalmente sepultados por una tor-menta. Michael Sánchez

Al frente. Michael Sánchez en la Base de la Guilloumet, después de una dura es-calada donde Patagonia mostró su cara más cruda del invierno. José Dattoli

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su cara y esta se cae a pedazos, sus dedos negros y torcidos se mueven torpemente y en mi mente ”no lo puedo creer”. La obra estaba completa, magistralmente como en una película, el viento nocturno por fuera de la carpa se traduce a un “se los dije, no me molesten”.

La batalla ha terminado, nos retiramos a nuestros sueños, cómo bajaría-mos lo solucionaríamos mañana. Dormimos mal y sin reponernos de la impresión, al menos la montaña nos regala un día más para poder bajar; no por misericordia, sabe que fuimos buenos contendientes, pero entre no-sotros la frase “esto no ha terminado” es el augurio de seguir luchando y de sorpresas venideras.

Descendemos ya no como hombres en el ruedo, sino más bien como niños castigados al colegio. José arrastrando su mochila por el suelo,

yo más atrás haciendo pucheros, unas miradas y sonrisas amargas nos alientan a seguir las casi 9 horas que nos separan de cualquier ayuda; los pies doloridos y cansados como perros nos sumen en el trance nueva-mente. Guilloumet y el Fitz Roy ya abrazan a su hija Mermoz, olvidándose de nosotros.

Llegamos a la casa de Bry entrada la noche. José ya está adentro y decidió dejar su mochila en el camino y así llegar más rápido. Yo más atrás no saco nada, ni mi mochila ni mis botas; llego a la casa y las siluetas se acercan por la puerta, tibio y obscuro unos ojos grandes nos ven con sorpresa. José ya estaba descongelando sus dedos cerca de la estufa y mi miedo me hacía empujar hasta que nos viera algún profesional. Bry decide sacar su cuadrimoto y un carro en el que viaja-

mos hasta Chaltén; era el carruaje que nos sacaría del ruedo. Ahora a las curanderas, después de un par de conversaciones, caras torcidas, y risas el veredicto: a descansar por un tiempo. Ahora sí nos quedamos tranquilos.

Me sumerjo en algunos sueños nuevamente y me vino a ver, ya no como adversarios, sino como amigos. Me mostró sus manos, sus faldas y, por qué no decirlo, sus piernas. Hablamos de algunas cosas importantes, y me cuenta que no lo hemos perdido todo, que lo hemos hecho bien; el viento me lleva el pelo y mezcle mi aliento con su voz… “esto no ha terminado”.

Despierto y mis manos torpes e insensibles dejan caer el libro de la Patagonia Vertical una ojeada más, solo una más, y ahí estaba: ¡estuvi-

mos equivocados todo el tiempo! Era la Guillot, una via no tan repetida y en invierno menos… Era mucha escalada, 6 rapeles, ¿250 metros? Imposible, ahora lo entiendo todo. MD estival a MD Invernal, mordidos y castigados por la más acertada de las equivocaciones..

El sacrificio de nuestros pies y el destino se cumpliría inexorablemente.

Afortunadamente José se recupera satisfactoriamente de sus lesiones hoy en día, mientras lo acompaña su familia en la nueva aventura, esa que es parte de la montaña y que estamos dispuestos a aceptar. Pues cada vez que nos enfrentamos a algo que es superior a nosotros es tam-bién una oportunidad de demostrar nuestro carácter. Sublimes acciones son las que nos definen.

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Por Nicholas J ParkinsonFotos por Matt Robertos

Un proyecto de escalada en el país más mon-tañoso de África que llamó la atención de los

lugareños y llegó al corazón de los niños.

En Etiopía hay mucha roca. Aparte de los sacerdotes, no hay mucha gente que haga escalada allí. Para la mayo-ría, la historia de la escalada en el país empezó con Ver-ticle Ethiopia, un libro que recoge las fotos de un grupo de mujeres extranjeras escalando grietas perfectas en el valle de Gheralta. Sin embargo, antes de eso, escala-dores belgas ya habían equipado un sector de escala-da tradicional en un lugar llamado Waseya, ubicado en las montañas Tembien. Y anteriormente , un escalador estadounidense equipó un par de rutas mixtas en las montañas Entoto cerca de Addis Ababa. Añade un par de expediciones más y tendrás registrados a casi todos los que han tocado la roca en Etiopía.

Mi romance

con EtiopiA

Mi romance EtiopiA

Después de escalar las rutas más fáciles, los ni-ños de Kile quisieron aprender a asegurar tanto con ATC como con Gri-Gri. Haile, de 12 años, asegura a uno de sus amigos. Matt Robertos

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Aunque esta lista es corta, el potencial para la escalada en el país más montañoso de África es enorme. Existen muchas razones por las que a casi nadie se le suele ocurrir ir a escalar a Etiopía, las imágenes de las sequías y las hambrunas han sido probablemente las que más han perjudicado a este país. Desafortunadamente, para mucha gente, Etiopía es la cara de la pobreza africana y para toda una generación de niños, es la razón por la que se tenían que terminar de comer todo lo que había en el plato.

La roca es muy importante para el pasado de Etiopía. Mucha de la historia del país está tallada en rocas. Las antiguas dinastías tallaron estelas de 30 metros en el granito rojizo, los cristianos etíopes esculpieron iglesias subterráneas en la roca de basalto y los monjes ortodoxos crearon mo-nasterios enteros de roca en las montañas del norte. Etiopía es, a la vez, donde nace el Nilo y el techo de África. Según la leyenda local, las cordi-lleras del mundo se reunieron una vez en este país y cuando la reunión acabó, nadie volvió a casa.

Me siento muy identificado con esta visión porque me pasó lo mismo. Es-tuve tres años en el país trepando con escaladores increíbles en busca de líneas nunca descubiertas y torres sin coronar. Sin embargo, no me di cuenta de que al lado de casa—a las afueras de Addis Abeba—había un lugar perfecto que más tarde yo mismo equiparía y se convertiría en el pri-mer sector de escalada deportiva de Etiopía.

Elnacimientodeunapared

En marzo de 2013 empecé a equipar rutas en Armora Gedel, una pared que se sitúa sobre el barrio Farensay en Addis Abeba. La roca de basal-to mide unos 60 metros y es una mezcla de color café, negro y naranja salpicado de musgos verdes y amarillos. Las rutas varían desde grietas a huecos, regletas y romas. La roca está viva y quiere ser descubierta, esto es, que alguien la escale.

La mayoría de los etíopes no pueden unir los dos conceptos: escalada y seres humanos y, por ello, definen este deporte como el comportamiento

de los babuinos. ¿Por qué escalar una pared si existe un camino fácil que llega hasta arriba? Mi plan era cambiar la pregunta de por qué escalar, a cómo escalar.

Armora Gedel—“el precipicio del águila” en amárico—se ubica en las montañas Entoto, a unos 2.800 metros por encima de la metrópolis de Addis Abeba. Los campesinos de Kile, el pueblo en lo alto del precipicio, cultivan trigo y teff en los campos del valle. Aquí, como en el resto de la Etiopía rural, la gente ara con bueyes, dependen de la lluvia e integran a sus hijos en el ciclo agrícola a muy temprana edad, produciendo pastores en vez de estudiantes.

Aquel día de marzo, las lluvias “pequeñas” no llegaron, el sol brillaba y líneas infinitas de ropa bailaban al son del viento. Siguiendo el olor a café, llegamos a la casa de Werke. Para darnos la bienvenida, empezó a barrer el suelo de la entrada de su casa y su hija se puso a preparar el café en una jarra de greda, algo intrínseco a la hospitalidad etíope.

Quizá para los lugareños de Kile, nosotros representábamos el Addis Abe-ba cosmopolita: un grupo de farenji (así nos llaman a los blancos), que están en posesión de las últimas y más avanzadas maravillas de la moder-nidad, como casas hechas de fibras mágicas que repelen la lluvia, cocinas pequeñas y fuertes que se encienden con una sola cerilla y camas ligeras hechas de aire. Además, llegábamos con grandes bolsas con los equipos de escalada. Éramos extranjeros, misteriosos, y era casi seguro que ese proyecto de escalada iba a cambiar al pueblo de Kile de una forma u otra.

De inmediato, todos los campesinos que no estaban trabajando en el campo cosechando, vinieron a la casa de Werke. Desde vecinos, tíos borrachos con licor casero y niños que no estaban en clase, hasta un viejo que era ciego, sordo, o las dos cosas, se acercaron para escuchar lo que decían aquellos visitantes.

¿Cómo podía convencerlos de que no estábamos taladrando la roca para extraer riquezas escondidas? Les enseñé una revista de escalada, expli-cándoles que había profesionales que hacían lo mismo que nosotros, pero

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Wubeaelem, de 11 años, celebra la primera vez que llega a la reunión de Oysters Nuts, la ruta más fácil de la zona.

Al frente, Etiopía es el país más montañoso de África, sin embargo el potencial para la escalada no se había aprovechado. Ahora los que viven en Addis Ababa, Armora Gedel, tienen una rápida salida de la ciudad hacia el aire puro. Matt Robertos

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que eran tan buenos que recibían un sueldo por ello. Aunque el nombre Chris Sharma no les dijo nada especial, las brillantes fotos seguramen-te les impresionaron.

“Ustedes tienen una pared aquí, en su pueblo, que queremos escalar tal como hace esa gente de la revista”, les expliqué en amárico, el idioma que une a las etnias etíopes. “No vamos a matarnos, y si alguien quiere escalar la roca, estamos aquí para enseñarle.” Los etíopes todavía te-nían sus dudas.

“No me voy a acercar a ese precipicio nunca. Tengo la tensión alta”, dijo un vecino. “Armora Gedel es donde viven los pájaros. No es un lugar para los humanos.”

Me puse un arnés y los zapatos y les di el equipo de escalada a los ve-cinos. Traté de demostrarles que era un deporte: sus hijos jugaban al fútbol, nosotros escalábamos rocas, así de simple. Finalmente ninguno de ellos se opuso a la idea, pero era obvio que les costaba verlo como un deporte. Varios vecinos me vinieron a preguntar si lo que yo buscaba era oro. Otro vecino aseguró que había venido otra gente en busca de petróleo, pero que se habían marchado sin nada. Me di cuenta de que mis palabras no iban a convencer a nadie.

“Venid conmigo. No vamos a estar más en el suelo. Vamos a flotar en el aire,” dije alzando el taladro Bosch.

Pequeñosescaladores,pequeñospasos

Ese mismo día pusimos un rapel y taladré anclajes en los primeros y segundos largos de las primeras rutas. No habíamos hecho más que empezar, y ya los lugareños estaban más que confundidos. “Si esas cuerdas de repente se rompen, sus cuerpos se enterrarán en el cam-po”, repetía un vecino una y otra vez.

Todos los días los jóvenes de Kile venían a la base de la pared para mi-rar cómo escalábamos hasta arriba y bajábamos; arriba y abajo. Cada día su interés y curiosidad fueron aumentando. Era obvio que querían aprender a escalar la pared de su pueblo.

Un día trajimos un arnés y unas zapatillas lo suficientemente pequeñas para los niños y atamos a la cuerda a Wubalem, con tan solo 12 años. Escaló unos 3 metros antes de que el miedo superara su valentía. Lo mismo pasó con el siguiente escalador, Wondessen, y luego, Hailu. Te-nían miedo pero lo que había sido una idea loca, el hogar de los pájaros, se convirtió por primera vez en un parque de juego.

Sobre esta líneas. Nicholas escalando el primer largo de Cracked Wheat (5.10+), la primera vía que fue equi-pada en Armora Gedel. Más arriba. El autor ajusta el arnés de uno de los granjeros el primer día que escal-aron con los habitantes del lugar. Izquierda. Un vecino de Kile inspecciona uno de los Camalots con sorpresa. La escalada para ellos era solo el comportamiento de los babuinos. Matt Robertos

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Fui a Armora Gedel muchas veces durante los próximos cuatro meses, equipé rutas deportivas, tradicionales y mixtas. A muchas rutas les di nombres en amárico como Taragaga (“Tranquilízate”) y Jegna Almotem (“Los héroes no mueren”). A los niños les gustaba mi presencia y tra-taban de vigilar al ganado desde la base de la pared. Pronto, Wubalem ya estaba asegurando a Wondessen y Hailu, e iban turnándose. Los burros y las ovejas pastaban por el valle. Nuestra relación se estrechó y los adultos dejaron de prestarnos atención. Para los niños, estos mo-mentos en la pared significaron quizás la primera vez en que se podían desconectar de la dura vida del campo y del pueblo.

Después de un par de semanas, en las segundas y terceras pruebas, todos los niños llegaron hasta la reunión de la ruta más fácil de la pa-red, “Oysters Nuts”. Mientras nosotros trazábamos rutas más difíciles, ellos empezaban a apreciar la belleza de este deporte.

Cada vez que iba a la pared, me tropezaba con personas de Kile. Nos saludábamos en el idioma Oromifa (su idioma preferido) y me pregun-taban si iba a dormir en Kile y si me quedaría en casa de Werke. Yo les preguntaba por sus hijos y sus hermanos. Nos llenábamos de sonri-sas y abrazos. Compartíamos más que una pared debajo de su pueblo, compartimos vitalidad.

En junio de 2013, creé una campaña para recoger equipo como arneses y zapatillas para los niños de Kile y envié pósters a clubs de escalada de todo el mundo. En menos de dos semanas, el club de Pamplona, en España, había recogido la donación más significativa de la campaña: 5 arneses, 3 pares de zapatillas, 5 ochos y varias bolsas de magnesio.

Un día me tropecé con la madre de Wubalem en el camino a Armora Gedel. Nunca la había visto antes pero pude reconocer el parecido físico con su hijo enseguida. Unos días antes, le había regalado a Wubalem el equipo donado por los españoles. Se presentó y entre lágrimas, me abrazó.

“Tu hijo es el futuro del proyecto,” le expliqué. “Cuando los escaladores vengan a Armora Gedel, les va a enseñar el camino.”

“Mi hijo nunca ha sido parte de algo,” me dijo dándome las gracias re-petidamente.

Los niños de Kile tienen que ser añadidos a la lista de escaladores de Etio-pía. Mientras ellos esperan que lleguen las grandes lluvias, yo espero que mi proyecto de escalada cambie positivamente Armora Gedel. Una vez más, la historia del país vuelve a tallarse en la roca, y yo sólo espero que mi relación con los niños de Kile permanezca para siempre.

Los niños de Kile llegaron todos los días a mirar a los escaladores. Se fueron metiendo cada vez más en el deporte, logrando llegar al top en las rutas fáciles. Matt Robertos

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MONTE SARMIENTO

PorCamiloRada

“Lo que no he podido hallar es el alma de la cordillera, prometida en la enorme poesía de su primera visión... Detrás del cuadro no había nada ¡La Cordillera no tiene alma!”

“Emprendí pues el viaje a la “islas de la lluvia”, para buscar al hombre, los indios primitivos del ex-tremo austral, que, según mis cálculos, deberían haberse refugiado allí en número reducido para sobrevivir a los “beneficios” de la civilización, pero no he podido hallar ni rastro de ellos. Habitada no hace mucho tiempo en sus partes bajas – mesetas, valles, fiordos -, la montaña tenía un alma india que los invasores blancos han destruido. Somos, pues, los responsables de la muerte de lo sobrena-tural en los Andes australes. Hemos destruido los viejos mitos sin reemplazarlos. Al morir los indios se han llevado el alma de la cordillera, y este desierto sobrenatural representa para nosotros el peso del

pecado, el precio que debemos pagar por la incalificable destrucción de la raza cobriza”

“Todo parecía tener que acabar sobre esa nota de muerte definitiva, pero no era así. Después de la desaparición de la raza cobriza, el hombre blanco volvía a la cordillera, y, por el andinismo, reanudaba

la tradición de sacrificio, de sangre...”

- Saint-Loup (Marc Augier), 1952 -

La espectacular silueta de la cara Sur del Monte Sarmiento bajo la luz del atardecer patagónico. Esta es la vista del Monte desde las aguas del canal magdalena, se puede observar el glaciar Schiaparelli a la izquierda de la imagen y el Glaciar Conway bajando por la ladera del monte. Guy Wenborne

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Después de una fuerte tormenta durante el cruce del estrecho de Magallanes, el clima se apacigua en el canal Magdalena permitiendo una navegación tranquila y la posibilidad de admirar el paisaje. Camilo Rada y Rodrigo Bahamondez vigilan la navegación en la cubierta del velero Arcoiris. Inés Dussaillant

El magnetismo del monte Sarmiento no nace sólo de su imponente mole, alzándose 2.200 metros directamente desde el mar como un gigantesco iceberg, ni de los caprichosos hongos de escarcha que ri-betean su silueta. Ese magnetismo nace de su “alma andina”, cons-truida por aventuras y sueños urdidos durante cuatro siglos, y a pesar de la brutal e irreparable mutilación de sus raíces Yámanas, Selknam y Kawéskar

Otra historia de piratas

El primer capítulo de esta historia trató probablemente del lugar de esta imponente montaña en la cosmografía indígena y de los mitos y leyendas en torno a él, sin embargo nada de ello fue transmitido a nosotros debido a la extinción de dichas culturas.

El siguiente capítulo, sin embargo, es conocido y comienza con los azotes del pirata Drake a las colonias españolas del Pacífico, y con Don Pedro Sarmiento de Gamboa, marino español, encomendado para su captura.

El explorador, pese a su fracaso en la tarea de capturar al corsario, escribi-ría el episodio más épico de las tierras australes, iniciando la desventurada colonización del Estrecho de Magallanes. Y a su paso descubriría “un volcán

altísimo nevado, en que (al parecer) por natural modestia la nieve y el fuego se respetan recíprocamente, y encogen en si mismos sus fuerzas y activida-des: porque ni él se apaga , ni ella se derrite por la vecindad del otro.”

A partir de ese momento los mapas de la Tierra del Fuego llenarían el blanco incógnito de su interior con la figura humeante de un volcán, escon-dido entre los fiordos y acompañado por los monstruos marinos e indíge-nas gigantes que les habitaban.

Recién con las exploraciones de Parker King y de Fitz Roy, capitán del H.M.S. Beagle, esta “terra incognita” comenzaría a revelar sus misterios. Primero con la observación de estos exploradores, quienes dándose cuen-ta que el “Volcán Nevado” de Sarmiento de Gamboa no era tal, lo rebauti-zan como monte Sarmiento, en honor a su desdichado descubridor.

La montaña se hizo parte de la mística de Patagonia, eje omnipresente en cada aventura de estas tempestuosas regiones.

El asedio de la Esfinge de Hielo

Los sentimientos inspirados por el monte Sarmiento a los primeros exploradores a menudo tenían, en sus propias palabras, un tinte de

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espanto y pavor, fue incluso descrito como un “espectro de regiones sepul-crales”, pero en 1882 llegó el momento en que el temor fue vencido por el deseo de alcanzar la cumbre, siendo Doménico Lovisato quien diera el pri-mer paso, y aunque sin éxito, daría inicio a una aventura centenaria en torno a esta mágica montaña.

En 1898 llegaría el gran explorador Sir Martin Conway, quien tras realizar el primer ascenso del Illimani en Bolivia, y de quedar a metros de completar la segunda ascensión al Aconcagua, tomó rumbo Sur para tentar la escalada del monte Sar-miento. En esta tarea se vio detenido a 1.000 metros de altura, pero logró estable-cer una excelente ruta de aproximación, la que fue seguida por muchos, incluidos nosotros, 115 años después.

Al alba del siglo XX, entró en la escena el infatigable explorador salesiano Alberto María De Agostini, quien se vio hechizado por la figura del Sarmiento, intentando su ascenso en dos oportunidades entre 1913 y 1914 hasta que, sin darse por vencido y con 73 años de edad, regresó en 1956, a la cabeza del mejor equipo de alpinistas italianos de la época. Tras casi dos meses de frustrados intentos, realizarían un audaz ascenso alpino, protagonizado por Clemente Maffei y Carlo Mauri, quienes en medio de la niebla y el viento coronan finalmente la mítica montaña el 7 de Marzo.

Luego de varios días de lluvias, nieve y viento finalmente se despeja el cielo permitiendo ver por primera vez completamente despejada la silueta del Monte Sarmiento. Se puede observar completamente la vertiente Noroeste del monte mientras el Arcoíris descansa tranquilo en las aguas del canal Mag-dalena. Guy Wenborne. Abajo, una de las famosas portadas ilustradas del semanario Italiano “La Domenica del Corriere” publicada el 25 de Marzo de 1956 mostrando la épica conquista Italiana en la cumbre del Monte Sarmiento.

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57 años de hechizos

Muchos, desde entonces, han seguido estos primeros pasos. Primero los japoneses en 1965-66, quienes tras soportar un tiempo implacable aban-donaron la montaña en busca de objetivos menos ambiciosos.

Luego, por el italiano Giuseppe Agnolotti, quien, presa del hechizo de esta montaña, realizaría tres expediciones en 1969, 1971 y 1972 (Agnolotti sería privado de la satisfacción de la cumbre Oeste por pocos metros). En 1984, los Galeses Alun Huges y Paul De Mengel remarían en sus kayaks desde Punta Arenas para medirse sin éxito contra el coloso. Luego, a 30 años de la primera ascensión, Maffei regresaría al Sarmiento para anotarse otra victoria junto a los Ragni di Lecco, conquistando por primera vez la cumbre Oeste, en la víspera de Navidad de 1986.

En 1976 César Pérez de Tudela realizó un intento que terminaría con la primera y única víctima fatal de la montaña, la de su compañero Fernando Martínez, quien perdiera la vida producto de una caída de rocas.

Los latinoamericanos entraron en la escena en 1991, con la expedición ar-gentina compuesta por Jorge González, Pablo Bello, Félix Memelsdorff y Guillermo Roque González, que intentaría sin éxito alcanzar la cumbre des-de el valle Lovisato. Luego en 1993, el monte Sarmiento vería por primera vez una mujer en sus laderas, cundo la expedición británica compuesta por Caradoc Jones, Philip Swainson, Susan Cooper y Henry Todd se aventurara en sus laderas, pero sin lograr el ansiado objetivo.

Una expedición colmada de estrellas del montañismo intentaría coronar ambas cumbres en 1995. El equipo compuesto por Stephen Venables, Jim Wickwire, John Roskelley, Tim Macartney-Snape y Charlie Porter, tendría que conformarse con el logro no menor de la segunda ascensión a la cum-bre Oeste, escabulléndose de sus manos la cumbre principal.

En 1999 la primera expedición chilena visitó la montaña. Sergio Echeve-rría y Hernán Jofré, acompañados por el legendario explorador nortea-mericano Jack Miller. Sin embargo el mal tiempo les impediría alcanzar su objetivo.

En 1999 aparecería Ralf Gantzhorn, otro de los “hechizados”. El alemán, frustrado en su empresa, volvería el 2002 y el 2005 con los chilenos Rodrigo Fica y Patricia Soto. En la cuarta oportunidad, el año 2010, logró la tercera ascensión de la cumbre Oeste junto a los prestigiosos escaladores Robert Jasper y Jörn Heller.

El mismo año 1999 el hechizo caería también sobre los brasileños Nelson Barretta, Nativo Fransen, Eduardo López y el argentino Wal-ter Rossini, quienes, sin desalentarse por un primer fracaso, volverían nuevamente el 2003 junto al chileno Julio Contreras, ocasión en la que produjeron el galardonado documental “Extremo Sul” (pero sin lograr la ansiada cumbre).

Los chilenos regresaron el 2002, con Cristián García Huidobro, Felipe Howard, Diego Vergara, Tito Gana, Pablo Gutiérrez, Nico Boetch, Vivi Isso y Tali Santibañez, en una notable expedición que a pesar de los esfuerzos se vería rechazada por el inclemente clima.

La dupla andaluza de Iván Jara y José Antonio Pérez Jorge harían un intento el 2004, y de la misma madre patria llegaría un año después el equipo del programa “Al filo de lo imposible”, con José Carlos Tamayo, Iñaki San Vicente y Mikel Zabalza. Pero el clima no los dejó “ni pelear” por lo que no tuvieron ni cumbre ni imágenes para su programa.

El 2008, los holandeses Ronald Naar, Martin Fickweiler, Coen Hofstede y Edwin Klerkx realizarían el primer intento invernal, pero tras montar

Cerca de una hora de caminata bajo el bosque Magallánico fue necesaria para alcanzar las primeras laderas abiertas del Monte. Camilo Rada y Na-talia Martinez caminando bajo el bosque completamente nevado durante los primeros porteos. Inés Dussaillant

Izquierda. Natalia Martinez cruzando con mucha cautela por un tronco resbaladizo durante la primera parte de la ruta que avanza bajo el bosque Magallánico de Lengas, Coihues y Canelos. Inés Dussaillant

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tres campamentos la escasa visibilidad les impidió seguir a la cumbre. Finalmente el 2010, una dupla formada por los legendarios escaladores Erhard Loretan y Romulo Nottaris harían también un intento pero no lo-graron alcanzar la esquiva cima.

Y así pasaron 57 años sin que se alcanzara la cúspide de esta montaña, cuya “alma andina”, se volvía cada vez más y más seductora con cada gota de sudor derramada en sus laderas y cada sueño sepultado en sus nieves eternas.

Para nosotros era un quijotesco sueño imposible, una excalibur de cristal clavada en el confín de la tierra.

Monte Sarmiento... ¿y por qué no?

Junto a Natalia Martínez, y como parte de nuestro proyecto UN-CHARTED, planeábamos hace tiempo visitar la Cordillera de Darwin. El monte Sarmiento estaba en nuestra lista de sueños desde hacía mucho, pero jamás nos habíamos planteado la idea de un intento, hasta que Gonzalo Campos nos invitó a cenar junto a Gino Casassa y Jorge Quinteros. En esta ocasión hablaríamos de la “volada” de COR-DARWIN.13, expedición multidisciplinaria sin fines de lucro, organi-zada por Gonzalo y su compañía Xplorator, que congregaría múltiples equipos, y perseguiría metas científicas, artísticas, documentales y andinísticas.

Por supuesto nos pareció una locura, nos sentíamos como David contra Goliat, pero tal como sugiere la historia bíblica... podíamos intentarlo... ¿El Sarmiento? ¿por qué no?

Y, último detalle, a nuestro equipo se sumaría la escaladora, esquiadora y fotógrafa Inés Dussaillant (Nine).

El mar: extraño elemento...

El día 9 de agosto de 2013 llegamos a Punta Arenas y en el meteo se consolidaba lentamente una ventana para el día 23 de agosto. Comen-zó así una angustiosa espera mientras el viento azotaba sin tregua las aguas del Estrecho, frustrando cualquier intento de zarpe. Pasaron 3, 4, 5, 6 días y la espera se hacía cada vez más difícil, no sólo por el ocio si no porque la presión pronosticada para el día 23 subía y subía, llegando a la excepcional marca de los 1040 milibares. Y nosotros seguíamos en Punta Arenas.

Finalmente el viento nos dio una tregua y pudimos zarpar a la madrugada del 18, esperando llegar antes del mediodía a los pies del Monte Sar-miento. En este primer viaje iba el equipo de kayak, conformado por Cote Marchant y Rodrigo Bahamóndez, el fotógrafo Guy Wenborne, Gonzalo como capitán y John Gibbons como tripulante.

Cuando la quilla empezó a rasgar las aguas del estrecho nos llenamos de alegría por estar finalmente rumbo a la montaña, pero las sonrisas se fueron diluyendo en la medida que el viento encrespaba las aguas y el barco comenzada a cabecear. El flamante equipo de montaña figuraba al poco navegar tendido en las literas y reducidos a su más mínima expre-sión. Mientras Gonzalo, Guy, la Cote y Rodrigo luchaban estoicos contra el mar, nosotros no podíamos más que luchar contra nuestro almuerzo que intentaba a toda costa salirse de las tripas. Yo fui el primero en fracasar y el olor de mi almuerzo semi digerido desencadenó en el resto una potente reacción en cadena... ¡el grupo de montaña ya estaba trabajando en equipo!

El viento y las corrientes transformaron un viaje de 7 horas en uno de 2 días. Anclamos la tarde del día 19 frente al coloso y Nine y Natalia fueron las primeras en bajar para identificar el lugar de campamento. Tras sólo 3 minutos, y mientras cruzaba un precario puente de troncos, Natalia in-

Camilo Rada y Natalia Martinez bajan de vuelta al campamento base luego del primer porteo mientras las ultimas luces del atardecer iluminan las aguas del canal Magdalena y el lago Azul. A la derecha se puede observar la pared frontal del glaciar Schiaparelli de un color azul intenso rodeado por el exuber-ante bosque Magallánico de Coihues y Canelos. Inés Dussaillant

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Camilo Rada lidera el ascenso hacia el campamento alto entre las grietas del Glaciar Conway completamente cubiertas por la nieve en esta época inver-nal. A lo lejos se alzan entre los fiordos las misteriosas cumbres de la Tierra del Fuego. Inés Dussaillant

auguraba la jornada yéndose de piquero al río y mojándose hasta el alma. Con este chapuzón, y la consecuente invocación a toda la descendencia de las prostitutas del mundo (... una a una), se iniciaba una larga lista de “eventos” que caracterizaron la expedición. Algunos quedarán plasma-dos en estas líneas, pero muchos otros quedarán reservados para con-versas en días de tormenta o en torno a una fogata.

Contra el tiempo y el tiempo.

Por la tarde ya teníamos montado el campamento base en un idílico rin-cón del bosque, pero el panorama no era fácil. Habiendo planificado la logística para 30 días, ahora teníamos que montar el campamento alto en sólo 3 días... Parecía imposible pero había que intentarlo, no podíamos darnos el lujo de desaprovechar la ventana que se nos venía.

(20 de agosto) Muy temprano salimos con el primer porteo, pisando una delicada capa de nieve a través de un bosque de aspecto mágico, donde serpentea un sendero trazado probablemente por Agnolotti, en 1972, junto a sus cinco toneladas de equipo y el refugio “cubo”, una estructura de ma-dera que montarían en el col Vittore.

A los 300 metros de altitud nos calzamos los esquíes. La nieve era excelen-te por lo que a cada paso íbamos pensando en la bajada. Cortinas de niebla nos envolvían a veces por completo y otras se dispersaban para dejarnos disfrutar el magnífico paisaje que regalaba el glaciar Schiaparelli, el lago Azul y el canal Magdalena.

El viento comenzaba a bambolearnos y la niebla se cerraba cada vez más mientras subíamos, así que terminamos los últimos cientos de metros hasta el col a punta de GPS. Luego, caminando a tientas, ba-jamos al glaciar Conway y, entre dos agujas de roca, dejamos nuestro primer depósito y emprendimos la bajada. Sobre los esquíes perdimos altura rápidamente. Algunos rayos de sol que se colaban entre la nie-bla nos permitieron disfrutar a ratos una nieve polvo extraordinaria... Empezábamos con el pie derecho.

(21 de agosto) Al día siguiente apuntábamos a llegar al campamento alto en el collado Norte, pero el clima no ayudó. Repetimos el camino del día anterior entre gruesos copos de nieve e insistentes ráfagas de viento. Las más fuertes nos lanzaron al suelo una y otra vez. Mientras Natalia se recuperaba de una embestida, una segunda ráfaga lanzó su mochila en picada por la pendiente hasta hacerla desaparecer entre las rocas. Este traspié nos hizo considerar distintos escenarios, en todos ellos la pérdida de la mochila significaba el fin de la expedición. Con alivio la encontramos hundida en la nieve polvo bajo una pared de roca.

A medida que nos acercábamos al col, el viento se desataba cada vez con más furia. Las ráfagas se anunciaban con graves rugidos, en ocasiones nos resistimos con fuerza y en otras simplemente nos dejábamos caer, sabiendo que era batalla perdida. En una oportunidad, mientras caía, al-cancé a ver a Natalia y a Nine cayendo en serie detrás de mí como fichas de dominó.

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Alcanzamos el depósito. Ahí concluimos que, aunque podríamos forzar la marcha hasta el collado Norte, armar un campamento en estas condicio-nes sería muy arriesgado. Decidimos entonces quedarnos junto al depósito y cavar una cueva en la nieve para pasar la noche.

Sabíamos que este cambio de planes nos impediría llegar al campamen-to a tiempo para aprovechar la ventana, pero hacía más sentido planificar en base a las brutales condiciones existentes que a un pronóstico incierto. Mientras cavamos, las ráfagas nos obligaban a andar en cuatro patas y, en ocasiones, a salir corriendo detrás de nuestras mochilas, que a pesar de estar cargadas con más de 30 kilos de peso, no eran más que un juguete para el viento.

En la nieve dura y compacta no conseguimos cavar más que un reducido nicho. Cubrimos el piso con lo que teníamos y nos preparamos para pasar la noche sentados, usando nuestras colchonetas para protegernos de las gélidas paredes. Aun cuando la condición era precaria, nos reímos larga-mente de nosotros mismos y de los chascarros del día.

(22 de agosto) Encorvados y todo pasamos una buena noche. La moral es-taba alta para salir a batirse nuevamente contra las ráfagas, que seguían arremolinándose afuera, pero al parecer mermando sus fuerzas.

La falta de espacio complicaba cada maniobra. Cualquier cosa que necesi-taras estaba debajo del trasero de alguien, detrás de su espalda o tapando

algún agujero en la puerta. Así, entre contorsiones, logramos equiparnos y armar las cargas.

Cruzamos rápidamente la cuenca del glaciar Conway para comenzar a en-hebrar nuestro camino entre grietas y seracs. El primer punto de inflexión es de especial cuidado por ser “en teoría” zona de grietas en “A”; al poco andar una pequeña abertura que se abrió al sondear nos dejó ver que no eran sólo teoría; ante nosotros un mundo subterráneo se abría a través del pequeño agujero.

Poco a poco fuimos contorneando cada campo de grietas hasta ganar el collado Norte. Era un lugar muy expuesto, por lo que nos pasamos la tarde armando un campamento fuerte, a buena altura y con un muro potente.

(23 de agosto) El pronóstico no se equivocó y una noche calma precedió una mañana épica; las brillantes agujas del monte Sarmiento se lanzaban hacia el cielo al centro de una cúpula azul. Bajo la cumbre se veía clara-mente la ruta que hace rato recorríamos en nuestra imaginación. Todo era perfecto para la escalada, una de esas oportunidades que en Patagonia no se deben desaprovechar. Mientras todo decía ¡arriba! no podíamos creer que tuviéramos que bajar... una profunda contradicción nos embargaba.

Por seguridad habíamos subido todo lo necesario para sobrevivir acá arriba en caso de un cambio inesperado del tiempo, de forma que la mayor parte del equipo de escalada aún estaba en la cueva.

Camilo Rada e Ines Dussaillant luchando contra las ráfagas de viento de más de 140 km/h que azotaron durante el segundo porteo. Un poco más ar-riba se alcanza a ver la silueta del Col Vittore que abre el paso hacia el glaciar Conway. Natalia Martinez

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Con un intenso sentimiento de angustia iniciamos un descenso en esquíes que hubiera sido de los mejores de mi vida, si no fuera porque teníamos que ir encordados.

De vuelta en el campamento no dejábamos de maravillarnos con el pai-saje que nos rodeaba, lo que se combinaba con un justificado pesar ante la perspectiva de que tal vez habíamos dejado pasar nuestra única opor-tunidad para subir el cerro. Aun así nos acostamos con la mente alineada para la escalada y con vivas esperanzas que la Patagonia nos regalara un día más.

Claro de luna

(0:30 h, 24 de agosto) Despertamos en el mundo de nuestros sueños. Las estrellas se definían en todas direcciones y la bóveda celeste se recortaba con el perfil audaz de la montaña. La luz pálida de la luna revelaba cada de-talle de los caprichosos hongos de escarcha que estallaban en cada vértice de la montaña. Un paisaje surrealista, más propio de Neptuno o de alguna ingrávida luna congelada de Júpiter.

(3:45 h, 1216 m) Iniciamos sobre esquíes la marcha rumbo a la pared, a cada zigzag veíamos como la Cruz del Sur se levantaba tras la cumbre del monte Sarmiento. Rápidamente ganamos altura con la mente extraviada entre un laberinto de grietas y el mundo sobrenatural que nos rodeaba.Tras un punto de inflexión hizo su aparición la primera gran incógnita de la ruta: la rimaya. En este paisaje ajeno se perdía todo sentido de perspecti-va y la rimaya parecía de proporciones terroríficas. Mientras avanzábamos con el alba pisándonos los talones, nuestro cerebro trabajaba tratando de

figurarse el correcto tamaño del obstáculo, mientras lo escudriñábamos buscando su punto débil.

Hacia el Este, el horizonte se teñía de naranjo, resaltando la silueta audaz del monte Buckland y dejando escapar los primeros rayos que tiñeron de dorado los hongos de escarcha sobre nosotros.

Cadencia

(7:30 h, 1.808 m) Salen las botas de esquí y entran las de montaña, los crampones y piolets. En su talón de Aquiles la rimaya ofrecía un extraplo-mo de 5 metros cubierto de abundante escarcha. Tras un breve intento de escalarlo en libre, nos damos cuenta de que era en vano. Comenzamos entonces a progresar en artificial, cambiando el piolet por la pala y cavando una zanja en diagonal hacia arriba, buscando el hielo que se ocultaba bajo casi un metro de escarcha inconsistente y vacía. Saltando de tornillo en tornillo, finalmente superamos el obstáculo, y escapamos luego por una angosta terraza hacia la derecha. Por olvidar poner un seguro a la salida lo transformamos en un difícil puzle para el segundo de cordada.

(12:00 h) Una vez reunidos sobre la rimaya todo dio un giro y la perspectiva fue alucinante. Sobre nosotros la ruta se lanzaba elegantemente hacia la cima por un canalón rodeado de exuberantes coliflores heladas, el hielo era excelente y las condiciones perfectas. Rápidamente la cuerda comenzó a fluir al ritmo de los piolets y el tintineante compás de los tornillos de hielo... crampón, crampón… piolet, piolet… y así seguía la tonada. Era un sueño haciéndose realidad, un momento que sabíamos jamás se borraría de nuestra memoria.

Natalia Martínez minutos antes de alcan-zar la Rimaya, punto clave del ascenso y crux de la ruta, mientras las primeras luces del amanecer comienzan a ilumi-nar las laderas del monte Sarmiento.

Camilo Rada

Página del frente. A la izquierda, Camilo progresando en uno de los largos en medio de la pared, disfrutando un hielo de excelente calidad, poco antes de en-frentar una sección casi vertical de la ruta. Natalia Martinez

A la derecha. Disfrutando fantásticas condiciones, Camilo organiza el equipo de escalada en una reunión en medio de la pared de ocho largos que sigue la vía. Natalia Martinez

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La pendiente era más amable de lo que habíamos esperado, muy soste-nida eso sí, pero rara vez superando los 75°. El hielo era excelente para la progresión, pero demandaba trabajo para proteger, pues las capas duras requeridas por los tornillos se escondían bajo 5 a 15 cm.

Largo tras largo fuimos ganando altura, mientras el paisaje que se alza-ba a nuestras espaldas nos maravillaba cada vez más. La breve jornada invernal se acercaba rápidamente a su ocaso y, mientras escalábamos ensimismados, las sombras se alargaban silenciosas. De golpe regresa-mos a la realidad con un frío penetrante, lo que nos recordó la urgencia de la escalada. Estas condiciones no durarían demasiado... y podrían no repetirse en meses.

(18:30 h) Sin casi darnos cuenta comenzaba a regresar el viento, y nues-tro horizonte infinito se veía reducido al metro cuadrado que iluminaban nuestras linternas. La ruta elegida estaba basada en una apuesta bastan-te audaz, pues el canalón terminaba en un circo franqueado por terrorí-ficos hongos de hielo extraplomado. Las sombras que pudimos observar en algunas fotos nos indujeron a pensar que uno de los hongos de la izquierda estaba desconectado de la pared, abriendo una canaleta que “esperábamos” nos permitiría escapar hacia las suaves pendientes que conducían a la cumbre. La dichosa canaleta, sin embargo, no aparecía. A cada paso la mancha de luz saltaba nerviosa a la izquierda buscando la salida, y comenzábamos a temer fuera solo un producto de nuestra imaginación. Pasaban los metros y la canaleta no aparecía, hasta que de pronto... crampón, crampón…, piolet, piolet… y a la siguiente mirada a la izquierda el haz penetró en un canalón profundo y directo que se habría

camino entre dos colosales hongos de hielo. Resultó ser un túnel de vien-to, que nos impulsaba con fuerza hacia arriba para llegar al nevero y con ello al fin de las dificultades.

(21:00 h) Nuevamente nos sorprende una brutal acumulación de nieve pol-vo. A esas alturas y hundidos hasta la cintura ya no nos importaba nada. Estábamos ahí y solo faltaba caminar. El sueño, aunque invisible entre la obscuridad y la nieve, estaba allí, al alcance de la mano.

Magia

El frío y el viento contuvieron la ansiedad de la cumbre. Tras un promon-torio abrigado del viento hicimos una pausa para ordenar el equipo, tomar algo de té caliente y ponernos nuestra quinta y última capa de ropa.

(22:45 h, 2.207 m) Danzando con las ráfagas finalmente caminamos al pun-to que consolidaba un sueño de años. La cumbre, más que un logro en sí misma, era la validación de un proceso fascinante, construido de historias, luchas, pasiones, coincidencias y por sobre todo de amistad. Alcanzarla no era más que un hito que nos mostraba la potencia de esa amalgama capaz de llevarte a coronar tu sueño más imposible... pisar el lugar más salvaje.

El descenso siempre es de cuidado; llevábamos 20 horas de esfuerzo inin-terrumpido y sabíamos que la cumbre no era motivo para bajar la guardia. Mientras nos preparábamos para el descenso una luna naranja como el sol se alzaba sobre el horizonte, haciéndose mudo testigo de nuestra alegría.

A la salida del túnel de viento montamos el primer descuelgue en una esta-

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Desde el campamento alto se observan las siluetas de Camilo Rada y Natalia Martinez sorteando el 4° largo de la espectacular pared, bajo un cielo completamente despejado y sin viento horas antes de alcanzar la cum-bre. Posteriormente se le otorgará el nombre Suerte de Sarmiento a la ruta directa seguida por los montañistas en la pared norte. Inés Dussaillant

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ca de nieve a la que seguirían varias “V’s” de hielo (Avalakovs). El cansan-cio se notaba y en las esperas de cada reunión el sueño nos vencía por segundos, dando paso a ideas confusas que revoloteaban en la cabeza mientras aún colgábamos a cientos de metros de altura.

En una ocasión se nos pasó un nudo de la punta de la cuerda y se quedó atascado en la reunión... La p&%#*$%&#... Nos vimos obliga-dos a desplegar fuerzas que no teníamos, escalar un largo más con brazos y piernas que solo querían descansar. Pequeños trozos de hielo barrían la pared incesantemente… Al menos el golpeteo en los cascos nos mantenía despiertos.

(7:30 h) Agotados, pero profundamente felices, finalmente llegamos a la base de la rimaya donde nuestros esquíes nos esperaban. El cielo se ha encapotado de nubes pero allá lejos en el horizonte Este, en el seco dominio de la pampa, una rendija dejaba escapar los rayos del sol que nuevamente teñían de dorado la montaña. Era nuestro segundo amanecer en este lugar tras 24 horas en la pared Norte del Monte Sarmiento. La visión fue breve y el sol se escondió tras su escudo de nubes llevándose la luz que nos hizo soñar con un hermoso descenso. La niebla, cerrada como siempre, toma su lugar; todo volvía a la normalidad.

(10:00 h) Con una pupila en la punta de los esquíes y la otra en el GPS, tras casi 30 horas de esfuerzo ininterrumpido, avistamos nuestro campamento; primero una pequeña mancha obscura en un mundo totalmente blanco, y luego la materialización de todo lo que deseá-bamos: comida y descanso.

Dicen que soñar es necesario para fijar y digerir las experiencias vivi-das, si es así, teníamos mucho trabajo por delante.

Monte Sarmiento 2207m

20-40° nieve honda

L8 55m, 60-70°

L7 55m, 65-80°

L6 55m, 60-70°

L5 55m, 75-88°

L4 55m, 65-75°

L3 55m, 60-75°

L2 55m, 60-75°

L1 Rimaya (crux) - 55m (5m a 110°) 1800m

Marcelo Arevalo - www.xplorator.cl

Resumen

El 19 de agosto 2013, Natalia Martinez, Inés Dussaillant y Camilo Rada ins-talaron un campamento base en la playa Bardonecchia al Oste del Monte Sarmiento y el día 22 ubicaron el campamento alto en el Collado Norte a 1.200 metros. El día 24, Martínez y Rada ascendieron a la cumbre (2.207 m), alcanzándola a las 22:45 horas, siguiendo una nueva ruta directa por la Cara Norte, la que es bautizada Suerte de Sarmiento (400 metros, D+). Abandonaron la montaña el día 29 de agosto.

Agradecimientos

Primero que nada, a Natalia, mi compañera en la aventura y la motivadora por excelencia en todo momento. Y a Nine, que sufrió y se rio de todas las peripecias del viaje y cuya ayuda fue clave para el éxito de la escalada.

En segundo lugar al equipo de CORDARWIN.13, que nos apoyó en todo momento. En especial a Gonzalo Campos, que en busca de un sueño logró materializar el de muchos.

A Cristian Donoso, Mario Sepúlveda y Uber Quirilao, quienes compartieron generosamente con nosotros su experiencia en la zona, lo que fue clave para lograr el objetivo.

Tenemos que agradecer también a nuestro espónsor OR, que tiene gran parte del mérito cuando se trató de enfrentar condiciones climáticas ad-versas. La tecnología de sus prendas fue clave para salir adelante en el duro clima Patagónico. A Vertical, que siempre nos ha apoyado en lo que hemos necesitado, y a G3, por sus extraordinarios esquíes de travesía sin los cuales no hubiéramos llegado a ningún lado.

Finalmente a Ana María Rada, gran exponente de la calidez humana de Patagonia, y a Pamela Rojas por su ayuda en la redacción de esta nota.

Para saber más acerca del Proyecto UNCHARTED, ver más imágenes y videos visita www.facebook.com/patagonia.uncharted o www.unchart.org

Natalia, Inés y Camilo siguieron la linea señalada como Ragni 1986 hasta el plateau su-perior, desde donde iniciaron una linea nunca antes explorada, alcanzando la cumbre y bautizando la ruta Suerte de Sarmiento. ©Proyecto UNCHARTED

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“Lina,¡todavíanoescalamosnáh!Noparadellover”,medijerondesde

Canadá.

Primera semana de julio y, aún con recelo por el clima, aterrizo en

Vancouver para encontrarme con mis amigos Rose y Diego y un sol

resplandeciente,elmismoquenosacompañaríaporvariassemanas

más,obsequiándonosunaintensatemporadadegranitoenSquamish.

A la base del Chieff empiezan a llegar las buenas noticias sobre el

excelenteclimaennuestrodestinodeescaladalosBugaboos.Nohabía

tiempoqueperder,pueslaventanaallíescorta(julioyagostosonlos

mesesideales).Partimoselmiércoles7deagostoynosfuimosalejando

delocéanoPacíficoparaadentrarnoscadavezmásenverdesbosques

eimponentesyagrestesmontañas.Despuésdemásde800kilómetros,

unoslindospaisajesymuchaexpectativa,llegamosalestacionamiento

delparque.¡Alfin!

BugaboosPor Lina Torres

La aguja “Bugaboo” vista desde el glaciar Vowell. Diego Sáez

Canadá

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El Bugaboo Glacier Provincial Park está ubicado al sudeste del estado British Columbia en Canadá, en las Purcell Mountains. Una cadena que cuenta con altura promedio de 3.000 msnm, siendo un poco más baja que su vecina: las Rockies. Hace cien años tuvo sus primeras ascensiones por parte del pionero guía austriaco Conrad Kain y, desde entonces, ha cautivado a escaladores de todo el mundo. Es famoso por sus glaciares impresionantes, escarpadas paredes de granito y rutas de escalada de clase mundial.

En el estacionamiento notamos varias cosas interesantes. Primero, el lu-gar estaba más lleno de lo que esperábamos, los canadienses realmente disfrutan de las actividades al aire libre. Segundo, todos los autos estaban envueltos en cercos improvisados con mallas, piedras y palos, esto para evitar que los puercoespines muerdan las gomas y cualquier parte plásti-ca de los vehículos. De esto ya habíamos sido advertidos y con algunas de las muchas mallas que se guardan en el estacionamiento, construimos nuestro cerco. Y tercero, la vista inicial del glaciar Bugaboo con una verti-cal torre de granito en el medio: la Hound’s Tooth. Esta pequeña imagen nos llenó de mucho entusiasmo, ninguna de las fotos podía acercarse ni un poco a lo que teníamos al frente. Solo estar ahí ya justificaba los esfuerzos y callaba cualquier duda que pudiéramos tener.

El parque cuenta con un refugio muy bien equipado, el Conrad Kain Hut,

y dos áreas de campamento, el Boulder y el Applebee. Servicio de agua y baños químicos bien mantenidos y también lockers para proteger la comida de los animales. El camino de aproximación desde el estacio-namiento hasta el Applebee es de unos 5,5 kilómetros y 930 metros de desnivel. Lo encontramos en óptimas condiciones y los pasos más ex-puestos tienen escalera y pasamanos, además hay puentes para cruzar algunos riachuelos. Sobra decir que no hay basura y que los visitantes realmente respetan y cuidan. Gran parte de la labor de mantenimiento es realizada, junto con el gobierno, por el grupo de voluntarios Friends of Bugaboos; lo cual nos hace pensar sobre las posibilidades y trabajo por hacer en nuestro país.

Instalados en el Applebee, con comida para una semana y pronóstico de buen clima, no hay excusa. ¡A escalar! Nuestros abrebocas fueron las más cercanas, con aproximaciones en promedio de 30 minutos: la Cres-cent Spire (2.842 msnm) por las rutas McTech Arête y Paddle Flake, dos diedros muy buenos y continuos, graduados 5.10 y 5.10+ bien sostenidos de tradicional y que terminan en la cumbre. Y la Crescent Tower (2.830 msnm) por la Lion’s Way, un muy visitado y accesible 5.6 con más estre-llas en la guía de las que creemos que se merece.

En un día perfecto de mucho sol y poco viento escalamos la vía Sunshine Crack 5.11 en la Snowpatch Spire (3.063msnm). Siempre a la sombra,

“Bugaboos es un destino excepcional para todos los amantes de la montaña, desde personas realizando un trekking por el día, escaladores de todos los grados, ansiosos fotógrafos, hasta los más experimentados y duros alpinistas. La única excepción quizás es para los enamorados del taladro pues allí está prohibido.”

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Las inusualmente altas temperaturas del verano de este año 2013 derritieron rápi-damente la nieve formando pequeños lagos. En este se refleja la cara noreste de la aguja “Snowpatch”. Diego Sáez

Página del frente. Izquierda, Diego empezando el offwidth de “Sunshine Crack”. Rosario Toro. Derecha. Rosa-rio empotrando en las fisuras verticales de un lindo diedro del “Paddle Flake”, 5.10+. Una de las primeras vías que pro-baron en la pared Crescent Spire (2.842 m). Diego Sáez

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esta estética, continua y muy entretenida línea brinda 9 largos del mejor granito que he probado en mi vida. Combina un marcado offwidth 5.10+, con fisuras de diferentes anchos donde dominan los puños, varios techos fáciles y un techo fino pero bien protegido que define el crux. Coincidimos con diferentes escaladores en que esta ruta realmente se merece todas las estrellas y recomendaciones que le dan. ¡Filete!

Unos días después y con el clima un poco más inestable, visitamos nue-vamente el Snowpatch. Dado que la Sunshine Crack no terminaba en cumbre, teníamos una tarea pendiente y fue por la Surfs Up 5.9 que final-mente la alcanzamos. Esta linda aguja nos regaló una vista extraordinaria del glaciar Vowell y de las torres ubicadas más al oeste, que no son visi-bles desde el campamento, entre ellas la Pigeon y las Howser Towers. Desde el primer vistazo estuvimos claros, allá teníamos que ir.

Se venían varios días de lluvia y los aprovechamos para portear comida y renovar fuerzas. La vida en el campamento fue muy divertida y relajan-te. Escaladores principalmente de Norteamérica, unos pocos europeos y nosotros, los únicos sudamericanos, compartíamos comidas, té e his-torias. La calma del lugar era esporádicamente interrumpida por deste-llantes y ruidosas tormentas eléctricas.

Las nubes cargadas de agua fueron compañía durante la segunda sema-na y, en los dos únicos días soleados y estables, aprovechamos para ir primero por la Pigeon Spire (3.124 msnm) y después por la South Howser Tower (3.364 msnm).

La Pigeon es otra de las vías súper populares del parque y siempre que el clima lo permita tendrá numerosas cordadas ávidas de recorrer sus tres cumbres que son delineadas por su ruta regular: The West Ridge. Nun-ca pensé que escalar un 5.4 fuera tan entretenido y elegante, elegimos hacerla sin cuerda, pero es posible ir asegurando ya que el granito es de excelente calidad y fácil protección. Ningún escalador debe menospre-ciar esta ruta por su grado, pues es realmente espectacular y, dado que se realiza en un corto tiempo, se puede disfrutar tranquilamente de las cumbres. Equipo indispensable, una cámara de fotos. Como decía Diego: “este lugar es muy fotogénico”.

La base de la Pigeon está cerca de la mitad del camino de aproxima-ción a nuestro siguiente objetivo: la South Howser Tower por su filo sur oeste, ruta Beckey-Chouinard. Aprovechamos para dejar todo el equipo resguardado en unos búlders, así al siguiente día caminaríamos más li-vianos y rápido.

El refugio Conraid Cain Hut, nombrado así en honor al explorador austriaco que hizo las primeras ascensiones de esta zona hace más de 100 años. Diego Sáez

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Los primeros rayos del sol iluminan la aguja “Snow-patch” mientras Rosario Toro y Lina Torres suben para cruzar el Bugaboo-Snowpatch Col. Diego Sáez

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Lina finalizando el primer largo del “McTech Arête”, vía graduada como 5.10 y que sigue un diedro sostenido de pura escalada tradicional, terminando en la cumbre. Diego Sáez

En 1961 Yvon Chouinard y Fred Beckey escalaron por primera vez la To-rre Sur de las Howser por su cara más larga, el filo sur oeste. La ruta fue bautizada con sus apellidos y con sus 20-22 largos ha sido graduada como TD+ 5.10. Hace parte de las cincuenta clásicas de Norteamérica y según diferentes fuentes, es una de las rutas más consideradas y esti-madas de la región.

Con buen clima es común tener a más de una cordada intentándola. La aproximación es de 3 a 4 horas en promedio desde el campamento Applebee y muchas personas optan por un vivac intermedio. Nosotros decidimos hacerla por el día e ir livianos, pues la ventana de buen tiempo era corta. Empezamos la caminata a las 2:30 am con la idea de partir la escalada con la primera luz. Fuimos muy afortunados porque la luna lle-na reflejada en la nieve y el granito nos facilitó avanzar sin hacer casi uso de nuestras frontales. Rápidamente cruzamos el glaciar Crescent y el Bugaboo-Snowpatch Col, circundando sus cada vez más grandes grietas. Ya arriba continuamos por el glaciar Vowell que lleva al Pigeon-Howser Col. Recogimos nuestro equipo y descendimos al East-Creek, unos cientos de metros más adelante completamos las trepas que condu-cen finalmente a la base de la pared.

La escalada en esta ruta no demerita para nada su fama, es una lí-nea evidente, bella y muy sostenida donde se deben realizar muchas de las técnicas de la escalada tradicional, incluyendo chimeneas, diedros, techos y empotres de todos los tamaños. El crux es una travesía por una fina placa protegida con un clavo, pero encontramos que defini-tivamente la dificultad de la ruta no está dada por su grado, sino por su longitud, continuidad y compromiso. Las reuniones se hacen con seguros móviles y son generalmente cómodas y claras. La cumbre es hermosa, pero la disfrutamos por poco tiempo, pues aún nos quedaba mucho por recorrer, queríamos terminar de bajar con luz. La línea de descenso va por la cara noreste, justo la cara contraria de la torre y está equipada con seguros fijos. El último rapel cruza la amenazante rimaya para finalizar sobre la parte superior del glaciar Vowell. Con cuidado de las grietas iniciamos nuestra caminata de regreso al campamento. Al siguiente día supimos que Alex Honnold había escalado “La Beckey” en free solo por su variante Lost in the Towers (5.11).

Volvió la lluvia para asentarse por varios días. Cansados por la maratónica jornada del día anterior, pero muy satisfechos, nos despedimos de este inolvidable lugar. A solo 70 kilómetros de allí unas relajantes termas nos

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destino loquedebessaber

esperaban y eran el aliciente para recorrer el camino de regreso con las pesadas mochilas.

Además de los logros, experiencias y nuevos amigos, Bugaboos dejó algunas reflexiones que quiero compartir. Encontramos numerosas cordadas femeninas, lo cual llamó poderosamente mi atención. Espero que en nuestros países la re-presentación de las mujeres en este deporte sea cada vez más frecuente y llamo a las chicas que aún tienen dudas sobre visitar lugares así, a que se preparen pero sobre todo se motiven. También fue muy bonito ver varias cordadas padre-hijo(a), esto habla de compartir el tiempo en familia, enseñar desde el ejemplo una vida sana y vivir valores como el respeto y amor por el medio ambiente. Y por supuesto, (last but not least) las frecuentes cordadas de personas “mayores”, recordándonos que no hay límites de edad para vivir nuestra pasión.

Bugaboos es un destino excepcional para todos los amantes de la montaña, des-de personas realizando un trekking por el día, escaladores de todos los grados, ansiosos fotógrafos, hasta los más experimentados y duros alpinistas. La única excepción quizás es para los enamorados del taladro pues allí está prohibido.

Agradezco a Andesgear por su apoyo con CAMP y OR.

CómollegarEn auto, no hay transporte público que llegue al lu-gar. Los pueblos más cercanos son Golden y Radium Hot Springs a 120 y 70 kilómetros respectivamente.

DóndeabastecerseEn Golden y Radium hay supermercados y todo lo que se necesite.

DóndealojarEl parque tiene un refugio que funciona con reservas y dos campamentos. El campamento cuesta 10 dóla-res por noche por persona.

CuándoirLos caminos están abiertos de fines de junio a fines de septiembre.

ToposExisten dos guías de escalada que se consiguen en el MEC y otras tiendas de montaña, aunque no son muy recientes y algunas de las rutas nuevas solo se encuentran buscando en internet.

TipodecambioLa moneda es dólar canadiense que se mantiene muy cercano al dólar estadounidense.

InformaciónPara más información visitar la página del parque: http://www.env.gov.bc.ca/bcparks/explore/parkpgs/bugaboo/

Rosario, Diego y Lina en la cumbre de la Aguja Pigeon. La foto fue tomada por otros escaladores con quienes compartieron la cumbre.

Bugaboo

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A la i n DenisP O R T A F O L I O

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Alain Denis es un reconocido fotógrafo de aventura. Su pasión lo ha llevado a las más impensables experiencias en búsqueda de las imágenes: un cruce oceánico de 10.000 kilómetros en 1998 de Tailandia a Grecia, correr en las calles de Katmandú en una “rickshaw” compitiendo con los locales, entre muchas más.

“Mi fotografía es en esencia una representación de mi amor por este vasto y colorido mundo”, dice Denis sobre su trabajo.

Nació al este de Canadá, pero en 1992 sintió el llamado de la costa oeste y se mudó a la región de Sea to Sky en British Columbia. En 1995, la curiosidad de ver más allá del horizonte lo llevó hacia los estados del sur en un viaje de escalada en roca, equipado con su primera cámara (una 35mm compacta) para documentar y narrar sus aventuras. Desde ahí ha buscado recorrer el mundo y plasmar sus experiencias en imágenes. “Siempre he amado viajar, no me puedo quedar en un lugar por mucho tiempo, así que recorrer me mantiene motivado. Me inspiro viendo las diferentes culturas y paisajes. Cuanto más ves, más quieres seguir viendo, es una adicción a los viajes”, señala Denis sobre su estilo de vida.

En 2007 decidió recorrer toda América en su moto. “La idea de un medio de transporte como las motos es que te da libertad, te alinea con el ambiente, los olores, los sonidos, la paz y la locura, una magnífica forma de ser parte de la cultura”, señala Denis. Un viaje que financió consiguiendo dinero como taxista y fotógrafo freelance y que le permitió realizar su fotografía de aventura en lugares que van desde las selvas con humedad que no permite respirar en Centro América, hasta las infinitas y solitarias carreteras del desierto de Atacama.

Ahora está a punto de cumplir 41 años, instalado en Saint- Sauveur des Monts, Quebec, donde sigue realizando fotografía de aventura, luego de volver de sus viajes y de vivir en Jasper Alberta por dos años para escalar en hielo.

Por Camilo Castellanos

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1 Calixte Leblanc escalando las clásicas Canadian Rockies Curtain

Call, un WI 6 en Alberta Canadá.

2 Jay Smith haciendo en free solo un WI5 en Ouray Ice Park, Colorado.

3 Autorretrato tomado en el valle Frey, Argentina, durante su viaje en

moto que cruzó a lo largo el continente americano.

4 Isabel Laughrea escalando en uno de los lugares de escalada

deportiva más escénicos y con mejor paisaje en Kamouraska, Quebec.

Al fondo se puede ver el río Saint Laurence.

5 La fuerte escaladora colombiana, Viviana Gómez, en Paisanísate un

5.12a en las rocas de Suesca, Colombia.

6 La leyenda viva de la escalada, Fred Beckey, con 90 años de edad en

Mount Edith Cavel, Alberta, Canadá.

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Monte San ValentínPor Sergio Infante • Ilustraciones de Erick Vigouroux

Ubicado en el extremo septentrional del Campo de Hielo Patagónico Norte, el monte San Valentín o San Clemente alza su majestuosa figura hasta los casi cuatro mil metros de altitud, coronándose así como la cumbre más alta de la Patagonia Austral.

Sus gélidas paredes fueron silentes testigos de los nu-merosos esfuerzos desplegados, durante décadas, para poder acceder a su esquiva cumbre. Hito que se vio ma-terializado en diciembre de 1952, cuando una expedición del Club Andino de Bariloche encontró, al fin, el camino hasta el punto más alto del San Valentín.

El Campo de Hielo Patagónico Norte (CHPN a partir de ahora) corresponde a una extensa masa de hielo de 4.400 km2 ubicada en el extremo del continente americano, que se extiende por 120 kilómetros de norte a sur y por 45 kilómetros de este a oeste. Su posición geográfica se encuentra entre los 46°30’y los 47°30’ S y en términos políticos se ubica íntegramente en la XI región de Aysén, Chile.

Sus límites están definidos por el río Exploradores en el norte y la cuenca del río Baker por el sur, que a su vez lo separa del Hielo Patagónico Sur. El cordón montañoso que nace en el San Valentín, y que se extiende hacia el sur con cumbres que fluctúan entre los 2.400 y 3.400 metros de altitud, constituye su límite este, y hacia el oeste las planicies de hielo bajan su cota paulatinamente, hasta llegar al océano Pacífico en forma de lenguas glaciares como el San Rafael o el San Quintín (entre otros).

Es en el extremo noreste del CHPN donde se emplaza el monte San Valentín, la montaña más alta de los Andes Patagónicos al sur de los 40° S. Su altura según el IGM es de 3.910 metros; no obstante desde su cumbre se han registrado con GPS cotas superiores a los 4.000. Junto a sus vecinos, los montes Pico Sur, Cuerno de Plata, Fiero y la Torre Theo Tobler, conforman un anfiteatro de hielo que cae hacia el oeste hasta conectarse al plateau propiamente tal.

El principal punto de acceso es la laguna San Rafael, situada a cerca de 40 kilómetros al oeste del macizo. Aunque también es posible aproximarse a la montaña desde el este, ingresando por el lago León, y desde el norte por el glaciar Circo.

Reconocible fácilmente por el carac-terístico glaciar que hace una curva de arriba a la derecha hacia abajo, a la iz-quierda (aunque en la actualidad ha ret-rocedido tanto que entrar escalando a él no es tan fácil como otrora). Vertiente que da hacia el Cajón de Morales, área que en la actualidad pertenece al Mon-umento Natural El Morado, adminis-trado por CONAF. Iván Vigouroux

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El clima de la región es hostil; intenso frío y fuertes vientos acompañan a las constantes precipitaciones. De hecho, el éxito en el CHPN se ve condicionado por este factor. Muchas expediciones han fracasado debido al persistente mal tiempo en la zona. Sin duda un lugar inhóspito, pero a la vez de una belleza que conmueve, donde se puede apreciar en toda su magnitud el poderío y la grandeza de la naturaleza.

En suma, tal como lo describió alguna vez el pionero Federico Reichert, “en esta región siempre llueve, y cuando no llueve es porque se está preparan-do para llover”.

PionerosLa historia montañera del San Valentín comienza a escribirse en el año 1921, cuando el alemán asentado en Argentina Federico Reichert organizó la primera expedición. Por aquellos años el CHPN era un lugar práctica-mente inexplorado donde la cartografía de la zona era precaria y escasa. Aventurarse a la conquista del San Valentín era toda una osadía.

Reichert, junto a Cristóbal Hicken, Martín Gusinde, una persona de apellido Fritzsche, Alfred Bachmann y el chileno Antonio Llan Llan, comenzaron el viaje en Puerto Montt, desde donde se dirigieron rumbo al sur. Según Rei-chert, la manera más simple de ingresar al CHPN era penetrando desde la laguna San Rafael, desechando la sugerencia del geógrafo alemán Juan Steffen que proponía hacerlo desde el glaciar San Quintín.

Tras la tentativa que los llevó hasta el famoso nunatak (termino esquimal para describir un islote de roca), Reichert estaba seguro de que esta ruta

podía llevarlos hasta la misma cumbre, pero de todas formas su espíritu explorador lo llevo a probar otras alternativas. Así fue como en 1939 orga-nizó otra expedición al CHPN esta vez ingresando por el lago León. De esta incursión quedó para la historia el descubrimiento del lago y cerro Fiero.Otro destacado pionero fue el geólogo suizo Arnold Heim, quien lideró dos expediciones a la zona del San Valentín. La primera fue en el verano de 1939–1940, donde junto a Hermann Hess y W. Schmitt lograron cruzar el lago León y ascender a los glaciares al oeste del lago. Heim volvería a intentarlo en 1945, nuevamente con Hess y tres socios del Club Andino de Bariloche. En aquella oportunidad lograron cruzar nuevamente el lago León y ascender por primera vez el cerro Tronco, de 2.400 metros de altitud.

PrimerascensoLa conquista del San Valentín se desarrolló con éxito a comienzos de la década de los 50, época dorada para el montañismo. Ya en 1950 Herzog y Lachenal conquistaban el primer ochomil al alcanzar la cumbre del Annapurna y tres años más tarde Hillary y Tenzing Norgay alcanzarían el punto más alto del planeta al coronar la cima del Everest. La Patagonia no se quedaba atrás y a comienzos de 1952 la cordada Terray-Magnone ascendía el Fitz Roy. Así se iban sucediendo las conquistas de las cumbres emblemáticas. El asediado Monte San Valentín no sería la excepción.

El Club Andino de Bariloche (C.A.B), asumió la responsabilidad de preparar una expedición con el fin de acabar con los intentos y poder conquistar por fin la cumbre de este macizo patagónico. Organizada por el presidente del Club Emilio Frey, el esfuerzo comenzó a tomar forma a mediados de 1952, reclutando a los integrantes y procurando no dejar nada al azar. Así,

Fotografía tomada por Meier en diciembre de 1945, poco antes de acometer lo que sería una de las más importantes actividades del montañismo chileno de todos los tiempo: la primera escalada de la Pared Sur del San Francisco, junto a Luis Krahl. Eberhard Meier - Colección Dav

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el 1 de diciembre emprendieron el viaje en bus hasta Puerto Aysén para luego dirigirse a la laguna San Rafael, lugar que, tras estudiar las previas expediciones a la zona, decidieron utilizar como punto de entrada al CHPN.

Una vez en el hielo todo fluyó y conspiró para que la hazaña fuera posible. A pesar de la lluvia, la nieve y los campos de grietas que tuvieron que sortear, tras instalar 5 campamentos, el 18 de diciembre de 1952 remontaron los mil metros finales de hielo vírgen e hicieron cumbre. El San Valentín se había dejado conquistar por vez primera. Desde lo alto las mediciones con altímetro dieron una altura de 4.060 metros.

Fotografía tomada por Meier en diciembre de 1945, poco antes de acom-eter lo que sería una de las más importantes actividades del montañismo chileno de todos los tiempo: la primera escalada de la Pared Sur del San Francisco, junto a Luis Krahl. Eberhard Meier - Colección Dav

“Ahí está la misteriosa región con sus hielos

sucios, milenarios, cuajados de piedras, seme-

jantes a un mar donde emergen los picos de algu-

nas montañas como formidables torres góticas.

El mapa poco nos dice de estas cosas tremendas;

solo el monte San Valentín marca una sombra en

la carta sobre esa inmensa zona blanca, donde la

palabra inexplorado parece ser el único detalle

conocido” -Benjamín Subercaseaux.

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Es interesante destacar que el grupo atacó la cumbre en 3 cordadas, cada una por una variante diferente desde el sur. Gregorio Ezquerra y Carlos Sonntag ascendieron por la cara sur; Juan J. Neumayer y el alemán Otto Maeiling subieron por la arista SO para luego cruzar a la arista SE y Dinko Bertoncelj, Birger Lantschner y Tonchek Pangerc intentaron ascender directamente por la arista SO, pero al encontrar una barrera de roca, descendieron un poco y tomaron el mismo camino que abrieron Neumayer y Maeiling.

LogrosposterioresCasi 40 años después del primer ascenso una cordada decidió incursionar y probar suerte en pleno invierno. En 1989, el destacado alpinista italiano Casimiro Ferrari, que ya tenía a su haber las cumbres del cerro Torre, Fitz Roy y San Lorenzo, escogió esta gélida estación, que a pesar de contar con días más cortos y más fríos, tiene la fama de carecer de vientos extremos y contar con un tiempo más estable. Utilizando al igual que los pioneros del 52 la laguna San Rafael como punto de entrada, la expedición resultó todo un éxito. Giuliano Maresi, Egidio Spreafico, Carlos Buzzi y Casimiro Ferrari, tras ascender por una línea nueva y directa en el centro de la técnica Pared Oeste, alcanzaron la cumbre el 7 de agosto. Notable ascenso.

Tres años después vendría el tercero, realizado el 22 de enero de 1991 por un grupo de 8 franceses, 1 nepalí y 4 argentinos, guiados por el también argentino Marcos Couch. Actividad que sentaría un precedente en lo que a expediciones guiadas se refiere pues, con los años, el San Valentín se incorporaría al circuito comercial por parte de las empresas de turismo (el primer guía chileno en lograrlo sería Rafael Pantoja, en el 2006).

El primer ascenso nacional al San Valentín es el realizado por la expedición de la Rama de Montaña de la Universidad de Santiago (USACH) liderada por Claudio Gálvez (QEPD). Tras ingresar por la laguna San Rafael, el grupo de montañistas coronó con éxito la cumbre el 22 de enero de 1992. Sergio Zarate (QEPD), Malcom Moreno, Darío Alfaro, Marcelo Quiroz y Rodrigo Vivanco fueron parte de la expedición.

Más tarde, en marzo de 1993, la expedición francesa liderada por Ilario Previtali, tras ingresar por la laguna San Rafael, logra la cumbre y prosigue su camino hasta salir por el glaciar Steffen, concretando de esa manera la primera travesía norte–sur del CHPN.

Posteriormente, en el 2001, la expedición chilena de un grupo de alumnos de la UC, agrupados bajo el colectivo denominado “Cumbres Australes” (Eugenio Guzmán, Juan Pablo Meza, Nicolás Martínez, Gerardo Saffer y un joven Camilo Rada), siguieron los pasos de Ferrari y se internaron en el CHPN en invierno, ingresando también por la laguna San Rafael. Combi-nando esquís y crampones, recorrieron los 40 kilómetros de aproximación

RutasNo es sencillo graficar las rutas debido a la escasa información existente de las mismas, pero basados en relatos de los ascensionistas, las rutas hasta ahora son:

1CaraSur:Gregorio Ezquerra y Carlos Sonntag, 1952.2AristaSur–Oeste/Este:Dinko Bertoncelj, Birger Lantschner, Tonchek Pangerc, Juan Neumayer y Otto Maeiling 1952.

3Cara Oeste: Casimiro Ferrari, Giuliano Maresi, Egidio Spreafico, Carlos Buzzi, 1989. (No se incluye en esta representación por falta de datos).

4RutaNormal–FiloSur-Este(No sé tienen antecedentes de los primeros ascen-sionistas, pero es la ruta más utilizada hoy en día).

“No conozco en la tierra, ni siquiera en el Hi-

malaya, región de hielos tan bella como estas

montañas de la Patagonia Austral azotadas por

las tormentas”-Arnold Heim

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y, tras instalar 8 campamentos, atacaron la cumbre por el sur, alcan-zado la cima el 11 de agosto todos los miembros de la expedición, realizando el segundo ascenso invernal y segundo nacional. Las me-diciones que realizaron con GPS y altímetro promediaron una altura de 4.071 metros.

El hasta ahora último ascenso chileno del que se tiene registro co-rresponde a la cumbre lograda por Pablo Besser, Elías Lira y Fernan-do Millar, quienes tras aproximar al monte desde el Este por el Lago León, Alcanzaron la cima el 19 de Noviembre del 2011 atacando por el filo Sureste.

Sin embargo, a más de 60 años del histórico primer ascenso, el mon-te San Valentín aún presenta importantes desafíos. Las escarpadas y técnicas caras norte y este siguen esperando a quienes desafiando las inclemencias del tiempo patagónico se aventuren a su conquista.

TragediasyaccidentesLa historia escrita en el San Valentín no ha estado exenta de trage-dias. Los éxitos deportivos se mezclan con desgracias que de vez en cuando nos recuerdan lo severo que puede llegar a ser el clima en la Patagonia. En este aspecto es imposible dejar de mencionar algunos acontecimientos trágicos ocurridos en el Campo de Hielo.

En 1981, la expedición de los “Cóndores Australes”, integrada por Sergio Saldivia, Juan Vargas, W. Millar y Daniel Vidal, tras intentar alcanzar la cumbre por una nueva vía desde el glaciar Circo (por el norte), y a causa del mal tiempo, sufre en el descenso la muerte de Vidal por congelamiento. Es prudente señalar que en algunas pu-blicaciones se deja abierta la posibilidad de que hayan alcanzado la cumbre en condiciones de mal tiempo. Sin embargo no hay nada que acredite tal afirmación. De ser así sería un hito destacable ya que no existen hasta hoy registros de ascensos por el norte (hasta el cierre de este artículo ha sido imposible contactar a los involucrados).

Otro lamentable acontecimiento es el ocurrido en 1986, cuando dos miembros del Club Andino de Chile desaparecieron durante una ten-tativa a la montaña. Pese a las intensas búsquedas, los cuerpos de Patricio Keller y de Henri Istillarte nunca fueron encontrados.

Pero quizás la tragedia más grande ocurrida en las cercanías del San Valentín corresponde a la acontecida en diciembre del 2002, cuando 7 miembros de la expedición organizada por la Rama de Montañismo de la Universidad Federico Santa María, Patricio Jiménez, Daniel Bustamante, Dennis Gómez, Daniel Núñez, Hernán Pontio, Héctor Romo y Lucía Vivar, perdieron la vida en medio de una tormenta mientras se acercaban a la montaña. Los otros 3 miembros de la expedición, Camilo Hornauer, Carlos Vidal y Pablo Carrasco, sobre-vivieron al encontrar refugio en una grieta y permanecer 48 horas en ella. Luego de salir por sus propios medios en búsqueda de ayuda, fueron encontrados por un grupo de montañistas de la UC en las cercanías del lago León.

Como se puede apreciar, la prominente silueta cubierta de hielo de esta hermosa montaña, ha atraído las miradas y sueños de mon-tañistas y aventureros del mundo entero, quienes han escrito una historia de éxitos y fracasos; de vida y de muerte, desafiando a la naturaleza que en aquellas latitudes se manifiesta indómita.

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Con manos en la nuca hay que dejar

caer el peso de los brazos y pegar la

pera al pecho para así estirar la mus-

culatura cervical, 30 segundos.

CienciadeEscalar

Para relajar hay que flectar las piernas

y moverlas como “jalea” durante 30

segundos.

En “posición vela”, hay que dejarse caer

hacia atrás como un “estacionamiento

de bicicleta” durante 30 segundos.

Con piernas en “posición mariposa”

(planta con planta), se debe pre-

sionar con los codos hacia abajo

durante 30 segundos.

En posición “leyendo el diario” con

una pierna cruzada sobre la otra

flexionada, se debe pasar una mano

entremedio de las piernas y la otra por

el lado, entrelazarlas y dejarse caer

hacia atrás 20 segundos por pierna.

Sentado sobre los talones hay que

tomar el codo y tocar con la mano

la espalda durante 30 segundos por

brazo, luego tomar el codo sobre la

cabeza tocando el cuello con la mano

otros 30 segundos por cada brazo.

Después de escalarLa mayoría de las veces, las personas terminan de escalar cuando ya no les queda más tiempo o no les da para más, pero se olvidan de que hay ejercicios que sirven para relajarse, volver a la calma y no quedar tan “molidos”. Tomarse el tiempo para hacerlos es de gran ayuda para mantener una buena flexibilidad y dejar listo al cuerpo para una nueva jornada. Se pueden aplicar en cualquier lugar y resultan muy útiles también en la montaña luego de una larga jornada con peso en la espalda. Los invitamos a hacer la prueba.

P o r P a u l a G á lv e z • I l u s t r a c i ó n p o r Fr a n c i s c a V i l l a l ó n

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Posición del “gato asustado”: pegando la

pera al pecho y mirando hacia atrás du-

rante 30 segundos; en la misma posición

se debe dejar la espalda recta y extender

los antebrazos con los dedos de la mano

mirando hacia las rodillas durante otros

30 segundos, para luego sentarse sobre

los talones y apoyar el dorso de la mano

también por 30 segundos.

“Secuencia playa” completa: primero hay

que ponerse en posición lateral en el suelo,

tomar el empeine para estirar el cuádriceps,

luego tomar la punta del pie con la pierna

extendida y acercar la pierna al cuerpo.

www.escalando.cl/ciencia

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Finalmente apoyar la espalda en el suelo

y traccionar la pierna para estirar la parte

posterior. Cada paso durante 30 segundos

y realizar cambio de lado.

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Chilenos encadenando y encadenamientos en ChileAbril 2013-Noviembre 2013Por Camilo Castellanos

Tomás demostró ser el escalador más fuerte en roca de Chile al conseguir ser el primero en encadenar este grado y el tercero en Lati-noamérica. La ruta fue “Sankukai”, una corta y técnica vía de extraplomo, localizada en la zona de escalada Entraygues, Francia.

“La dificultad se concentra en 18 movimien-tos, son agarres laterales y romos, la ruta es bien técnica y progresiva”, dice Ravanal sobre esta vía que ya había probado en 2012 y que volvió a intentar este año mientras viajaba a competir en el circuito europeo.

El encadenamiento fue más una batalla mental que física. “Es un grado que nunca había alcanzado, entonces la inseguridad y poca confianza hacían que me cayera. Me

costó porque es un grado nuevo para mí”, señala Tomás.

La vía llegó al punto de frustrarlo, ya que las emociones no le permitían llegar a las cadenas. “Después de un momento me estaba rindien-do, sentí que no me podía salir la ruta. Fue ahí cuando me relajé y todo fue más fácil. Pude encadenarla tranquilo, escalando súper bien, a buen ritmo. Cuando llegué arriba sentí una felicidad enorme”.

Con ocho años de practicar este deporte, To-más logró llevar la escalada de dificultad de Chile un nivel más arriba. Él siente un compro-miso con la escalada y tiene planeado en los próximos años dedicarse a desarrollar la alta dificultad en el país.

¡MuchaactividadenlasChilcas!En las Chilcas, el epicentro de la escalada de dificultad en Chile, fue donde Lucas Gaona, re-conocido escalador de búlder, se escapó de su especialidad y consiguió encadenar “Si los pe-rros ladran es porque cabalgamos” 8c (5.14b), ruta ubicada en el sector del Tecnobloque.

“La primera vez que me metí fue hace como 2 años, dejé las cintas puestas y le daba pegues de vez en cuando, súper al lote”, señala Lucas. Sin embargo este año comenzó a trabajar más seguido la vía que recorre una dura y extraplo-mada travesía, pero su especialidad en bloque le cobró la cuenta, cayendo 4 veces pasado el crux por falta de resistencia. Al final logró llegar a las cadenas y llevarse una de las rutas más difíciles de Chile.

Se acerca el final del 2013 y se cierra un año de grandes logros en la escalada deportiva, con una actividad concentrada en la ruta y no tanto en el búlder. Lo más representativo es el encadenamiento del primer 9a (5.14d) para un chileno, a manos de Tomás Ravanal, quien se escapó de las agotadoras competencias del circuito europeo para conseguir este triunfo. Por su parte, en Chile, la escalada de dificultad se concentró en la clásica zona de las Chilcas, donde por décadas se ha visto pasar a generaciones de escaladores que luchan por conseguir los grados más altos.

Tomás Ravanal en su segundo viaje a Entray-gues, Francia, insiste con Sankukai (9a), para conseguirlo y transformarse en el primer no-venogradista nacional. Carlos Lastra

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BelénVillalónsiguesumandoLuego de encadenar “Los rizos de rubia” 7b+/7c a vista y haber conseguido llegar a las cadenas de “Luna creciente” 8a, esta escaladora de la Universidad de Chile continuó con los encade-nes de alto nivel en su zona favorita de escala-da: Las Chilcas.

Belén consiguió “Do Re Mi” 8a (5.13b), ruta ubi-cada en el sector del Espino. Una vía sostenida con agarres chicos y regleteros.

“La ruta la probé el año pasado, luego la dejé por varios meses. Retomé en junio y le di un par de pegues, el intento anterior al encadene fue terrible, no pude pasar la sección del crux y me bajé bastante frustrada. Luego el 6 de julio iba con la intención de trabajar ‘Doble discurso’, pero estaba mojada, así que subí sin ninguna expectativa a ‘Do Re Mi’”, dice Belén.

Al parecer la falta de expectativas la hicieron ir más relajada, ya que al siguiente intento consiguió el top. “Comencé a escalar y me sentía bastante bien, llegué al descanso muy empopeyada, pero pude soltar, así que fui por el crux gritando como nunca en mi vida. Los pasos fueron saliendo hasta que llegué a las cadenas”, señala.

Solo 7 días después, Belén volvió a las Chilcas, esta vez para encadenar “Doble discurso” 7c+. Casi cinco meses de entrenamiento y muchos pegues, fue lo que necesitó para poder llegar a las cadenas en esta ruta del sector El Cubo. “El paso de la entrada fue el que más se me di-ficultó, dado que es bien bulderero”, dice Belén sobre este encadene. Esta escaladora continúa su entrenamiento como preparación a un viaje de escalada a España.

Siguiendo con la escalada femenina, Soho Langbehn demostró que su fuerte no son solo las competencias y encadenó Blanca Nieves 8a+ (5.13c) en las Chilcas, en el mes de junio, siendo el primer ascenso a manos de una mujer a esta dura ruta ubicada en el sector del Espino.

Luego en su viaje por Europa en la zona de Gor-ges du Tarn, Francia, encadenó dos 7c+ al se-gundo intento y un 7c a vista. Al parecer esto le sirvió como entrenamiento para la competen-cia, ya que se llevó el primer puesto del cam-peonato Mountain Hardwear de dificultad y del Master de Bouldering de Perú.

DosoctavosenundíaJuan Manuel Fercovic, escalador que ha con-seguido 8b en deportiva y diferentes ascensos

de escalada alpina, logró encadenar dos oc-tavos en un día: “La extensión de la furia del ermitaño” 8a y “La pura puntita” 8a+, ambas en las Chilcas.

“Fue una experiencia asombrosa, sobre todo porque son rutas súper distintas. ‘La exten-sión…’ es una vía muy concentrada y explosiva, recorre un desplome súper fuerte por unas 6 chapas, con pasos muy difíciles. Luego ‘La pura puntita’ es de resistencia, de regletas en un desplome suave, con un crux al comienzo y uno bien arriba”, comenta Fercovic.

Ahora este escalador se encentra en Vancou-ver, Canadá, teniendo como proyecto encade-nar su primer 5.14.

UnresidentedeChoriboulderCabe destacar el desempeño de Sergio Quiro-ga (Keko) en Choriboulder, lugar que ya pare-ce ser su segunda casa y donde el primero de noviembre consiguió realizar el búlder “Lucas no” un V9 del sector. Este escalador además ha estado muy activo en la apertura de nue-vas vías de bloque. “Tengo dos proyectos en las Melosas que deben andar cerca del V11 y un proyectazo en Choriboulder muy muy duro, ¡pero que tiene pinta!”.

Luego de recuperarse de una lesión de hombro y una formidable temporada encadenando varios octavos, “Juanma” se propuso probar suerte en los 5.14’s en su nuevo hogar: Canadá. En la foto, probando Dream Catcher (5.14d), en Squamish. En estos pegues Juanma, aplicando mucha presión, revienta uno de los pies clave de partida de la famosa ruta... pero ¡shhh! no le digan a nadie... Francisco Herrera

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Zapatillasdeaproximación:CaminoalSpotPor Ignacio Díaz

Por fin llega ese día o esos días (los más afortunados), en que ¡nos vamos a roca! Todas esas horas de resina quedan atrás, juntamos el equipo en la mochila, tomamos nuestro nunca bien ponderado sándwich, algo de agua y ¡a escalar! Pero hay un gran detalle que no siempre tomamos en cuenta… las zapatillas de aproximación. ¿No será mucho? Se preguntarán algunos, ¿no bastarán las regalonas y la mejor disposición a caminar? Puede que en algunos sectores sí, pero para los que tienen ese espíritu “aventurero” y siempre buscan nuevos lugares, el sector de lujo o encontrar nuevas paredes, no.

Por zapatilla de aproximación, entendemos una zapatilla cuyo diseño está pensado para largas caminatas, durabilidad a la abrasión, una suela adherente y un diseño que nos permita pequeñas escaladas, pisar regletas, agujeros, trepar, cantear y salir victorioso camino al sector, o bien, hasta boulderear un poco con ellas.

En esta edición revisaremos las distintas opciones de zapatillas disponibles en el mercado a la fecha.

Sobre el Test*: buscamos zapatillas que reúnan en su confección los tres puntos que consideramos más importantes a la hora de decidir por cuál: el diseño, la adherencia y su comportamiento en los distintos tipos de terreno.

Diseño: nos centramos en zapatillas diseñadas específicamente para la aproximación o bien que reúnan gran parte de las características para poder clasificarla como tal. Una buena puntera con goma, suela que nos permita pisar pequeñas regletas, comodidad para caminar, una construcción en material resistente al desgaste por abrasión de la roca y características de escalada que el fabricante incorpore.

Adherencia: punto vital en la comparativa, al igual que en nuestra zapatilla de escalada, buscamos que la goma con que se fabrica, el tipo de diseño y forma de la suela nos permita resolver escaladas medias y fáciles, tanto camino a la roca, como para movernos con facilidad de una ruta a otra o permanecer cómodos en la reunión.

Comportamiento: como no existe la perfección, intentaremos clarificar en qué terreno se desenvuelve mejor cada modelo, pensando en que algunos funcionan muy bien para caminar por senderos, otros tienen muy buenos detalles de escalada, diseños robustos para trekking, caminatas con cargas pesadas, o un poco de todas estas características.Solo hay que definir qué es lo que buscamos y necesitamos a la hora de salir a escalar.

* Hemos fijado la escala de 1 a 7

Claudio Vicuña

ComparativadeProductos

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EspecificacionesPrecio: $59.900Material: Ante y rejillaSuela: Vibram FriXion® formula AT con Impact Brake SystemMedia Suela: EvaPeso: 880gr

Evaluación:Diseño: 6Adherencia: 4Comportamiento: 5

Pros:resistente, un caballo de batalla para los que no desperdician posibilidad de ir a roca. Fabricada en cuero, con una suela resistente y confortable, hacen de esta zapatilla una gran opción para quienes buscan una buena relación precio calidad. Tiene una suela enfocada en otorgar tracción y resolver problemas de escalada, la media suela de Eva permite una buena absorción de impactos sobre todo en la bajada.

Contras: pesada, lo que no la hace la mejor compañera para los amantes de esos lejanos sectores en donde hay que dejar las piernas caminando. La suela no es particularmente adherente.

MejorUso: sectores cercanos, pero de aproximaciones técnicas. Vías Ferrata.

Comentario: robusta y durable, una buena opción para quienes buscan una buena zapatilla, con un precio accesible y que sea por sobre todo resistente. Incorpora el tipo de ajuste en el cordón de la zapatilla de escalada Mythos de la misma marca, permitiendo un muy buen calce.

5Puntos

6,7Puntos

5,7Puntos

EspecificacionesPrecio: $79.900Material: Ante, Forro GoreTex Extended ComfortSuela: Vibram® IdroGripMedia Suela: EvaPeso: 900gr

Evaluación:Diseño: 5Adherencia: 7 Comportamiento: 5

Pros:buen diseño para aproxima-ción, presenta una buena puntera para canteos y pequeñas regletas, refuerza en Kevlar los puntos de ajuste en el cordón entregando mayor duración. La suela IdroGrip de Vibram entrega gran adherencia sintiendo la confianza de una zapatilla de escalada. La sujeción de los cordones abarca el talón, lo que da un ajuste completo. Incorpora un nuevo diseño de talón que entrega gran estabilidad.

Contras: la media suela puede ser demasiado rígida, sobre todo llevando carga pesada por mucho tiempo lo que puede terminar siendo cansador. A tomar en cuenta su peso, sobre todo para un uso muy prolongado.

MejorUso:por diseño no se queda atrás, puede ser usada tanto para aproximación, bicicleta de montaña o salidas multipropósito.

Comentario:si lo que buscas es adherencia, esta puede ser una muy buena opción. Construida con un muy buen diseño multi propósito, otorga estabilidad al talón y un muy buen ajuste por medio del nuevo sistema de cordón.

EspecificacionesPrecio: $65.000Material: Cuero, con micro gamuza sintética y nylon balísticoSuela: Vibram® IdroGripMedia Suela: EvaPeso: 850gr

Evaluación:Diseño: 7Adherencia: 7 Comportamiento: 6

Pros: adherencia y diseño inspirado en zapatilla de escalada, hacen de este modelo una zapatilla orientada al rendimiento. La forma de la suela y la calidad de la goma permiten en terreno plano funcionar igual que un pie de gato. Incorpora la tecnología CradleT para entregar mayor estabilidad y confort en el talón formando una cuna. Una puntera estrecha y un ajuste de cordón casi desde la punta dan la sensación de tener un guante.

Contras:no hay.

MejorUso:su excelente desempeño, diseño y confort la hacen una buena opción para tenerla a mano para cualquier salida de fin de semana tanto como para aproximaciones técnicas.

Comentario:se nota una dedicación en el diseño por parte del fabricante. La puntera más estrecha permite mantener los dedos en una posición de escalada sin incomodar. El sistema de talón, con una inserción plástica, otorga gran estabilidad y comodidad, especial para terrenos pedregosos. Los materiales de construcción entregan una buena resistencia al desgaste por roce, a destacar, buena suela y adherente. A tomar en cuenta si lo que buscamos es un todo en uno.

BoulderXLa Sportiva (Italia)

www.lasportiva.com

HyperGTXLa Sportiva (Italia)

www.lasportiva.com

VertoThe North Face (USA)

www.thenorthface.com

RedburnGTXMammut (Suiza)

www.mammut.com

6Puntos

EspecificacionesPrecio: $89.900Material: Cuero/textilSuela: Gripex™ Cougapproach Media Suela: EvaPeso: 884grs

Evaluación:Diseño: 6Adherencia: 6 Comportamiento: 6

Pros:zapatilla Multifuncional de enfoque técnico, desarrollada para caminatas, aproximaciones o pequeñas escaladas. Integra el sistema de ajuste patentado por Mammut Base Fit, que transfiere las cargas a las plantas, evitando el des-lizamiento y por ende el excesivo roce, logrando mayor seguridad y tracción. El diseño incorpora una lengüeta elasticada de neopreno, evitando incómodos puntos de presión. Incorpora membrana GORE-TEX Extended Comfort Footwear y diseñada para lugares cálidos donde brinda gran respirabilidad.

Contras: su suela rígida y la puntera mas estrecha la hacen excelente para escalada y aproximación, pero no así para un uso casual o caminatas, donde se torna muy dura. Por el tipo de diseño y goma, no otorga mucha seguridad en terrenos barrosos.

MejorUso:aproximación, escaladas fáciles de varios largos.

Comentario: buen diseño para quienes gustan de la escalada. El talón rígido y el sistema de transferencia de carga a la planta entregan gran seguridad para aproximaciones técnicas y comprometi-das, integra paneles de ventilación, para lugares calurosos, no así para sectores de mucha humedad.

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ZenScarpa (Italia)

www.scarpa.it

5,3Puntos

EspecificacionesPrecio: $74.900Material: cueroSuela: Vibram® SpyderMedia Suela: P-FlexPeso: 900gr

Evaluación:Diseño: 6Adherencia: 4 Comportamiento: 6

Pros:zapatilla de diseño clásico y cómodo. Apunta a lo que se busca generalmente en este tipo de modelos: confort y durabilidad. La suela Spyder de Vibram permite buena tracción y resistencia, la fabricación en cuero entrega una buena respuesta a la abrasión y roce en la roca. El sistema de cordón casi al tope permite un buen ajuste.

Contras: no incorpora ningún tipo de sujeción especial en el talón, lo que lo hace inestable con cargas pesadas. La goma Spyder de Vibram no es la más adherente de todas.

MejorUso:aproximación y caminatas en general.

Comentario:Scarpa diseña este modelo pensando en la clásica zapatilla de aproximación, sin olvidar una goma durable y una puntera en la planta que permite buenos canteos y pisar pequeñas pestañas. Disponible en su versión para mujeres.

CampFourFive Ten (USA)

www.fiveten.com

6Puntos

EspecificacionesPrecio: $76.900Material: cueroSuela: Stealth C4 –propia del fabricante-Media Suela: S1–propia del fabricante-Peso: 1043grs

Evaluación:Diseño: 5Adherencia: 7 Comportamiento: 6

Pros:un todo en uno, para los que gustan hacer todo en la naturaleza. Si bien es un diseño pensado para esas aproximaciones en terrenos difíciles, lejanos y pedregosos, es también un muy buen zapato de trekking que, por su excepcional adherencia, no se quedaría corto para escaladas simples o un búlder rápido mientras descansamos. De diseño robusto, se desenvolverá bien en los terrenos más complicados como en esos acarreos destruye zapatos. Posee un talón ancho y reforzado, lo que nos da protección y seguridad.

Contras: al ser un all around, esta zapatilla es grande a la hora de empacarla en la mochila, además de ser uno de los modelos más pesados del mercado en su tipo. Por porte y diseño, no es muy buena para canteos.

MejorUso: trekking y aproximaciones con terrenos complicados, grandes paredes, salidas por el día.

Comentario: por lejos la más comprometida en el mercado. Un diseño durable y una goma muy adherente harán de la Camp Four el modelo indicado si lo que buscas es escalar en zonas de difícil acceso o aproximaciones largas y complejas. Disponible en su versión para mujeres.

GuideTennieFive Ten (USA)

www.fiveten.com

5,7Puntos

EspecificacionesPrecio: $76.900Material: Cuero NubuckSuela: Stealth C4 –propia del fabricante-Media Suela: S1–propia del fabricante-Peso: 818gr

Evaluación:Diseño: 6 Adherencia: 6Comportamiento: 5

Pros: el favorito de muchos escaladores y guías, la Guide Tennie es la zapatilla para quienes buscan algo liviano, durable y que permita desarrollar escaladas de media dificultad sin necesidad de cambiar de zapatos. Construidos con la suela C4 de 5.10, entrega gran adherencia en todo tipo de rocas y su bajo peso permiten largas caminatas.

Contras:la media suela y talón pueden ser demasiado rígidos, lo que no permite una gran absorción de los impactos, dificultando el caminar con cargas pesadas.

MejorUso: aproximación, grandes paredes, escaladas simples.

Comentario: excelente opción para salidas cortas o aproximaciones con poco peso, en donde hay que combinar caminatas y escaladas, no por nada es una de las zapatillas de aproxi-mación más vendidas del mundo. Buena adherencia y un calce ajustado permiten resolver más de algún paso complejo.

5,7Puntos

EspecificacionesPrecio: $79.900Material: Cuero Hydrobloc ®Suela: Vibram LinkMedia Suela: EvaPeso: 730gr

Evaluación:Diseño: 6Adherencia: 6Comportamiento: 5

Pros: clásica zapatilla de aproximación, suela baja especial para largas caminatas de sendero, con buena adherencia y tracción; incorpora goma en la puntera y talón para dar mejor protección y mantener la forma a pesar de un uso prolongado. Entre suela de Eva de doble densidad entrega gran confort en terreno irregular, la suela más delgada en la puntera permite mantener una buena sensibilidad al pisar en escaladas cortas.

Contras:cuesta encontrar el punto bajo, podríamos mencionar que al ser una zapatilla de perfil bajo y liviana, no es la más indicada para aproximaciones de acarreo o terrenos demasiado irregulares.

MejorUso: aproximación, vías ferrata, salidas de varios días.

Comentario: una muy buena opción para quienes buscan comodidad y una buena prestación. Zapatilla liviana, especial para esos viajes de escalada o para caminatas largas de aproximación; buenos detalles, como el tratamiento Hydrobloc y la suela Eva de doble densidad en el talón, el sistema de cordón casi desde la puntera permite un excelente calce.

LaserRRZamberlan (Italia)

www.zamberlan.com

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CÓMODAS, ESPACIOSAS,LIGERASY SUMAMENTE RESISTENTES

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