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Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

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libro sobre errores en ajedrez

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Page 2: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

Colección JAQUE MATE

Errores garrafales en ajedrez

Conocerlos. Evitarlos

Angus Dunnington

rJ.t HISPANO

LrJ EUROPEA

Page 3: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

Director de la Colección: Sergio Picatoste

Título de la edición original:

Blunders and how to avoid them

Es propiedad © Angus Dunnington

Edición publicada por acuerdo con Gloucester Pu­

blishers pie (Everyman Chess), Northburgh House,

1 O Northburgh Street, Londres EC1 V OAT (Inglaterra)

© de la edición en castellano 2007:

Editorial Hispano Europea, S. A. Primer de Maig, 21 - Poi. lnd. Gran Via Sud

08908 L'Hospitalet - Barcelona, España

E-mail: hispanoeuropea@ hispanoeuropea.com

©de la traducción: Sergio Picatoste

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autoriza­

ción escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las Leyes, la reproduc­

ción total o parcial de esta obra por cualquier medio

o procedimiento, comprendidos la reprografía y el

tratamiento informático, y la distribución de ejempla­

res de ella mediante alquiler o préstamo públicos,

así como la exportación o importación de esos ejem­

plares para su distribución en venta fuera del ámbi­to de la Unión Europea.

Depósito Legal: B. 50158-2007

ISBN: 978-84-255-1762-4

Consulte nuestra web:

www.hispanoeuropea.com

IMPRESO EN ESPAÑA LIMPERGRAF, S. L.- Mogoda, 29-31 (Poi. lnd. Can Salvatella)- 0821 O Barbera del Valles

PRINTED IN SPAIN

Page 4: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

ÍNDICE

Signos y abreviaturas .. ........ ............. .................. ................ ........... .. . .. . . . . . . . . ... . . . . . .. .... ................... ... .. . 4

Bi bliografía..... ... . .... .. ... . . .. . .. .. .. . ... ... ...... . . . . ............. ... ..... ............. . . ... .... .. . .. . .. . .. . . . . . ... .. ................... ... .. . . . . 4

Introducción...................... .. . . . . . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .... .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . .. . . ... .. .. . .......... . . ... .. . . . . . . . . 5

1. El sentido del peli gro .... ......... ....................... ....................... .................................. ... .. . . . .. ... . . ......... 7

2. Celad as y asechanzas ... .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... ... . . ....... . . . . . . . . ... .. . . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . . . ... .. .. . .. . .. .. ................ . . . . 22

3. Psicología... .. . .... . ...... . . . .. .... .. ... .. ... . ... .. ...... ........ .. .... ... ......................... ....... .... ... . . . . . . . . . . . . . . . . ................ 32

4. Las defensas del rey ... .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . .. . . . . . . ... . .. . . . . . . ... .. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . .............. 50

5. Jaques ..................... ...... ... ..... ... . . . . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . .. . . .. . .. . .. . . .. .. ......... .... . . . . 58

6. Planes defectuosos ..... . . . . . . . .. . .. ... .... . ... ... ... .... . . . . . . . . . . . . . .... . . . . . . . . . . ..... .. . ... . . . .. . . .. . ... . . . . . . . . .. . . .................. 65

7. Los peli gros de simplifi car .. ..... ..... . . . . ..... ... ........ ... ............ .. .... ................. ... .. . . . . .. . .. . .. . . .. . ................ 76

8. Tablas................. .. . . .. .... .. .. . . . . . . . . . . ...... . .. . .. . . . .. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .............. ........... 81

9. Finales ...................... ............................................................................................... ...... .. . .... . .. . . . . . . . . 92

10. Apuros de tiempo .. .. ............... . .............. .......... .... . .. . . . . . . . .. . .. .. . . . . . . .. . . .. . . . .. . .... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ............ 97

11. Perder cuando todo parece ganado......... .......................................... . ............... .......... .... .. . .. . . . . . 1 02

12. Espere lo inesperado ... . . . . . . . . . . . ... .. . . . . . . . . ... ... ... . . . .. .............. ............................................................ 113

13. Errores típi cos ............ ........ ........ . ..... .. ........................................... ... ............. ... ....................... .... . 118

14. Me gaerrores ..... ............. . ................. . ........ .... . . . . . . . . . . . . . . . . . ..... . . . . . . . . . . . .. . . . .. . . . . ... . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133

15. La dimensión desconocid a ................. ... ....... . ..... .... . . . . . . . . . .. .. . . . . . . .. .. . . . . . .. . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . 138

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Signos y abreviaturas

+

++

# !! ! !? ?! ? ?? 1 -o

%-% o -1 Cto.

(D) GM MI N. N.

jaque

jaque doble

jaque mate

jugada excelente

buena jugada

jugada interesante

jugada dudosa

mala jugada

jugada muy mala

las blancas ganan

tablas

las negras ganan

campeonato

diagrama

gran maestro (internacional)

maestro internacional

nomen nescio (se desconoce el nombre del jugador)

Bibliografía

Libros: CAFFERTY, Bernard: Boris Spassky-Master ot Tactics. Batsford, Londres, 1991. DAMSKY, lakov: Chess Brilliancy. Everyman, Londres, 2002. GuGORié, Svetozar: 1 Play Against Pieces. Batsford, Londres, 2002.

KRAMNIK, Vladimir; DAMSKY, lakov: Kramnik-My Lite and Games. Everyman, Londres, 2000.

LOMBARDY, William: Snatched Opportunities on the Chessboard. Batsford, Londres, 1973.

MoRTAZAVI, Ali: T he Fine Art ot Swindling. Cadogan, Londres, 1996. NESIS, Gennady: Khalitman-Lite and Games. Everyman, Londres, 2000.

TAL, Mikhail: T he Lite and Games ot Mikhail Tal. Cadogan, Londres, 1997.

Publicaciones periódicas y páginas web: ChessBase Magazine

Página web de curiosidades de ajedrez de Tim Krabbé.

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INTRODUCCIÓN

El tablero de ajedrez es el mundo; las piezas son los fenómenos del universo; las reglas son lo que llamamos las leyes de la naturaleza. No ve­mos al jugador que está al otro lado. Sabemos que su juego es siempre recto, justo y paciente. Sin embargo, también sabemos, a costa nuestra, que nunca deja pasar un error ni hace la menor concesión a la ignorancia.

Thomas H. Huxley (1825-1895), profesor y biólogo británico. Lay Sermons, adresses and

Reviews (1870)

Todos nos equivocamos; en la vida y en el tablero. Este libro se dirige a jugadores de club y de nivel medio y está concebido para llevar al lector por el buen camino -en contraste con el mal camino- en materia de errores garrafales. Es imposible erradicar las equivocaciones por completo; ni siquiera los mejores ajedrecistas, salvo en contadas ocasiones, juegan una parti­da sin cometer ningún tipo de error, de modo que conviene ver las cosas en su justa dimen­sión.

Sin embargo, al intentar comprender mejor la naturaleza de los errores, al reconocer qué clase de equivocaciones cometemos y por qué segui­mos cometiéndolas, nuestro juego mejorará (y, a su vez, nuestros resultados). Ser consciente de este aspecto del juego antes de sentarse al ta­blero es tan importante como estar al día en la teoría de aperturas -quizás más todavía-.

Desde luego, aprender tanto ajedrez como se pueda es útil de por sí, y no cabe duda de que estudiar cualquier parte del juego reducirá nuestros errores y aumentará las probabilida­des de reconocer los del adversario, pero sola­mente si incluimos el tema ••errores» en nuestra preparación casera. No tiene mucho sentido sa­berlo todo sobre las cadenas de peones, por ejemplo, si estropeamos una posición de esas características por culpa de un error tonto o una mala costumbre.

Veamos un ejemplo. A veces, estamos tan enfrascados en los aspectos profundos y signifi­cativos de la partida que pasamos por alto facto­res más prosaicos como las piezas colgando. Puede que el ridículo error que sigue nos haga reír por lo bajinis (elo FIDE de la víctima: 2.355), pero todos hemos incurrido -o incurriremos- en descuidos igual de ridículos.

Cacho-Rufino Murcia, 1997

N

Estamos ante una posición de la Defensa In­dia de Rey, en la que las negras están ocupadas en el flanco de rey. Las blancas, por su parte, tie­nen que expandirse en el otro flanco y acaban de jugar 14. a3. El bando negro, previendo b4 y un avance generalizado de los peones enemigos en el flanco de dama, busca un papel más agrada­ble para el caballo de a6.

14 . ... , c 6 15. b4, 0,c 7 16. d5, �e7 Mejorando la posición de la dama. 17. 0,d2, f5 18. J::rc 1, c xd5 19. 0, xd5, ... Las negras no quieren cambiar en d5, ya que

eso daría al adversario una mayoría de peones en el flanco de dama o la columna ••C» abierta por la que operar. Más aún, le entregaría el con­trol de la casilla e6. De todos modos, tienen pla­nes para el caballo, que ahora se dirige a d4.

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6

N

ERR O RE S GARRA FA L E S EN AJEDREZ . C O N O CER L O S . EVITAR L O S

19 . ... , l2Je6?? 1 -o Las consideraciones estratégicas hicieron

que las negras se olvidaran del detalle , más bien fundamental , de que la dama estaba en el punto de mira. Errores así pueden evitarse advirtiendo las amenazas que plantea la jugada que acaba de efectuar el adversario.

Sin embargo, como veremos en este libro , eli­minar los errores garrafales es más fácil de decir que de hacer y requiere algo de esfuerzo. Parece­mos demasiado ocupados , pensemos o no ...

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l. E L DE L

SE NTIDO PE LIGRO

Yo no me equivoco. Hago vaticinios que re­sultan erróneos de inmediato.

Atribuido a Murray Walker, comentarista bri­tánico de carreras automovilísticas para la televi­sión

Todos tenemos, hasta cierto punto, un senti­do del peligro. Simplemente, parece que no fun­ciona tan bien como debiera. La iniciativa y el sentido común del jugador proporcionan una con­siderable flexibilidad respecto al bosque de «re­glas de oro» que se ha acumulado con el correr del tiempo -y que sería más apropiado llamar pautas de oro-; de todos modos, las dificultades prácticas que se experimentan durante una parti­da de competición tienen la costumbre de «pillar» incluso a los jugadores más fuertes. No tiene mu­cho sentido invertir tiempo y esfuerzo lejos del ta­blero para desarrollar un sentido del peligro si tal preparación queda reducida a la nada durante la batalla por descuido o contumacia en no hacer caso de las señales de alarma.

A no ser que la situación exija correr riesgos, es una buena idea no incluir jugadas de aspecto «peligroso» como parte de una estrategia o un plan corriente. Una ironía cruel en relación con el sentido del peligro es que cuando no oímos los aparatos de alarma, hay muchas posibilidades de que el adversario sí los oiga, y tal vez estén a punto de producir música deliciosa, muy delicio­sa, para sus oídos.

La primera fila Cuando el rey tiene a su disposición una ca­

silla de fuga en el enroque, tendemos a tachar nuestra primera fila de la lista de posibles peli­gros. Es por eso por lo que el error que sigue aflora tan a menudo.

Em. Lasker-Von Scheve Berlín, 1890

N

Es obvio que las negras tienen compensa­ción por el peón en forma de una pieza menor muy superior, que ahora tratan de asentar en d3.

24 . ... , c5?? 25. ll xd3!, ... Ganando. Capturar con la torre está fuera de

lugar, ya que eso deja colgando la torre de aS ahora que se ha abierto la diagonal h 1-as.

25 . ... , 'iY' xd3 26. bí. e8+!, 1 -O

N

Las negras no pueden evitar graves pérdi­das de material por culpa de no haber descu­bierto que eran vulnerables por su primera fila. Después de 26 . .. . , ll xe8 27. 'iY'xd3, el caballo establece una gran diferencia, y 26 . ... , �h7

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8 ERR O RE S GARRA FA L E S E N AJEDREZ. C O N O CER L O S. EVITAR L O S

27. �xd3+, ll xd3 28 . .i::!.xa8 es todavía peor. 27. �h5 mate tampoco está mal.

Caer penosamente a causa de un error ga­rrafal relacionado con la primera fila es un acci­dente que podemos esforzarnos por evitar por la sencilla razón de que sabemos las reglas y sa­bemos lo que es el jaque mate. Incluso mis alumnos más jóvenes (con el tiempo, desde lue­go) aprendieron a apreciar esto: que el bochorno y el dolor que provoca el sucumbir por la prime­ra fila hacen que valga la pena tomar medidas precautorias cuando empieza a abrirse el juego para las piezas mayores y el rey -en general, enrocado- aún no tiene espacio para respirar. Que la partida siguiente sea de un torneo de aje­drez rápido no quita importancia a lo grave que es el haber elaborado el defectuoso plan de las blancas; tampoco le resta gravedad el hecho de que el primer jugador fuera un adolescente, por­que el culpable es, posiblemente, el GM de más talento desde que Kaspárov hizo su aparición en escena.

Radiabov-Anand Grand Prix de la FIDE, Dubai, 2002

B

El peón de ventaja de las negras debería ser irrelevante en vista de la dirección en la que apuntan las piezas blancas. Es interesante que, en vez de jugar h3, que a largo plazo proporciona al rey una casilla de fuga y a corto plazo quita el peón del punto de mira de la dama y el alfil ne­gros, el primer jugador pretende explotar su com­pacto muro de peones del flanco de rey para intensificar la presión sobre el monarca enemigo.

23. ge4?!, ... Ftácnik propone 23. c5!?, j,e7 24 . .ld b1 co­

mo mejora, con ventaja de las blancas. 23 . ... , lL\f6 24 . .ld h4, j,e7 25. !:!. h3, ... El quid: se utiliza h3 para poner la torre. Des­

pués de 25. d5, exd5 26. cxd5, �b3 27 . .ld h3, �xd5 28. �g3, la primera fila de las blancas es vulnerable, y el adversario puede ir derecho a la igualdad con 28 . .. . , �xd3 29. �xd3, !:!.xd3 30. ti. hxd3 (amenazando !:!. d8+!), �f8, etc.

25 . ... , h6 Descartando con sensatez todo trapicheo

que implique j,xh7+, lL\xh7 �h5. 26 . .u. b1 ?, ... Se sigue fanfarroneando, pero Anand no es

de los que se dejan intimidar. 26. d5, exd5 27. cxd5, .l::!. eS! 28. .tí. g3, � d6 favorece a las ne­gras, pero es el mal menor. Ahora las blancas echan en falta la ambiciosa torre.

26 . ... , I:!.xc4! Solamente ahora deben de haber advertido

las blancas que su propio rey necesita cuidados. 27 . .ldxb8, ... 27. �d1, .ld b4 deja al bando blanco a re­

molque, sin poder recurrir siquiera a d5 ahora que el peón de c4 ha desaparecido.

27 . ... , ldc1+ 28. j,f1, .Uxb8 Anand no tiene más que una torre por la da­

ma, pero el rasgo clave es la primera fila del rival, que está fuera del alcance de la torre de h3.

29. j,c3, !:!. bb1 30. �d3, a3!

B

La amenaza es más fuerte que su ejecución. Las negras mantienen maniatadas a las blancas y añaden el peón pasado a los preparativos. La posición del diagrama pone de relieve lo apurado

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E L SE N TID O DE L PE L IGR O

que está Radiabov por haber separado a la torre de su gente.

31. �xa6, a2 32. g4, ... Esto parece llegar bastante tarde. No obstan­

te, aparte de desalojar g2 para el rey, la textual también anima a las negras a equivocarse.

32 . ... , Ilxf1+! Sin caer en 32 . .. . , lt:Je4? 33. �a8+, i,f8

34. �xe4, ll xt1+ 35. �g2, y la tarea negra es menos cómoda; p. ej.: 35 . ... , 1::\. fc1 (amenazan­do ... , Idxc3) 36. 'iVa8!, y cae el peón ••a».

33. 'iVxf1' ... 33. �g2, � g1 + 34. �f3, .U b3 35. �e2,

1:1 xc3 36. �xa2, � xh3 no ayuda a las blancas. 33 . ... , lt:Je4! 34. i,a1, lt:Jd2! o -1

B

Está bastante manido, pero desde que llegó a h3 la torre desempeñó el papel de mera espec­tadora. Cuando se estudia la posibilidad de en­viar una torre lejos de la primera fila en una posición en la que todavía hay la mayoría de las piezas, tiene que haber una razón muy buena para hacerlo, y el rey tiene que gozar de la pro­tección suficiente. No apreciar alguna de estas condiciones es correr un verdadero riesgo; es por eso por lo que tendemos a ver las torres evolu­cionando por la primera fila durante la mayor par­te de la fase del medio juego.

No se deje engañar por una diagonal atestada de piezas

Golod-Lebedinsky Beer Sheva, 2002

N

9

Las blancas, que acaban de empujar el peón a a3, tienen las mejores perspectivas en vista del peón suplementario que poseen en el centro y las piezas menores bien colocadas en c5 y f5. ¿Cuál cree usted que es el plan más apropiado que han de seguir las negras en la posición del diagrama? Si comparamos las ventajas respecti­vas de las mayorías de peones, a las blancas no les falta mucho para poder lanzar la suya con f4 y e5, mientras que el flanco de dama negro que­da refrenado debido al agujero de c5. En conse­cuencia, una jugada candidata aquí es encarar este problema con 22 . .. . , lt:Jd7; p. ej.: 23. i,d6, c5, y se ha producido la liberación. Sin embargo, parece que las negras no estaban preocupadas por el jaque en e7, inofensivo de todos modos, si­no por el adelantado caballo blanco, que, de mo­mento, no puede desalojarse con ... , g6 porque esta jugada deja colgando el peón de h6.

22 . ... , �h7? Quizás evitar el jaque y proteger a la vez h6

da lógica a ... , �h7, pero el remedio planeado es peor que la enfermedad, pues ahora el rey ne­gro comparte diagonal con la dama enemiga. No debería sorprender que una política así implique algo de riesgo; este factor introduce dos proble­mas prácticos:

1) analizar los posibles inconvenientes de mostrarle el capote rojo al toro se nos come el tiempo, y

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10 ERR O RE S GARRA FA L E S E N AJEDREZ . C O N O CER L O S . EVITAR L O S

2) ¡no sería infrecuente que se nos escapara algo!

Dicho de otra manera, en una situación razo­nablemente «normal, tiene sentido buscar al­ternativas más sobrias, ahorrando tiempo y un posible disgusto. Además, si hacemos el esfuer­zo consciente de no colocar nuestras piezas va­liosas en el punto de mira -con independencia de lo «seguro, que pueda parecer-, reducimos de manera automática las probabilidades de equivocarnos. Es irónico que cuanto más fuerte es el jugador, más posibilidades hay de que in­tente infringir estas sensatas reglas usando su capacidad para demostrar que tal o cual caso es la excepción.

De todos modos, parece que las negras es­tán listas para realizar el plan de desalojar el ca­ballo con ... , g6 al juzgar que, como eso va a suceder en la próxima jugada y las blancas tie­nen tanto el caballo como un peón bloqueado en la misma diagonal, no hay nada por lo que preo­cuparse: el bando blanco no puede quitar dos piezas de en medio provechosamente para oca­sionar daños. Y ahí radica otro punto importante de esta clase de situación; las negras deberían mirar todas las maneras que podría tener el ad­versario de explotar la jugada de libre disposición que le permite el jaque en descubierta. De he­cho, es apropiado que en el castigo colaboren ambas piezas avanzadas.

23. CLJd6!, ... Opción de la que, hasta este momento, no

disponían las blancas, que ahora quitan el caba­llo de la diagonal clave y aciertan a suprimir el al­fil bloqueador, eliminando así el obstáculo que impedía adelantar el peón de e4.

23 . ... , J,xd6 Por desgracia para el segundo jugador, des­

pués de 23 . ... , l:ie7? 24. ct:lxb7, Uxd1+ las blancas tienen 25. J,xd1!, .Uxb7 26. f4, y se avecina e5+.

24 . .U,xd6!?, ...

N

Me gusta esta jugada. En vez de la mecánica 24. e5+, se da al rival una oportunidad para que se equivoque otra vez.

24 . ... , .ld,xd6 En vez de disminuir la presión, el ofrecimien­

to de cambiar las damas con 24 . .. . , �c4 no lle­va más que a un final muy malo para las negras luego de 25. �xc4, bxc4 26. e5, CLJd5 27 . .S. c1. Y 24 . ... , �e5? parece tan peligrosa como ... , �h7, pues deberíamos saber que no es reco­mendable bloquear peones con la dama: 25 . .S ad1! (25. J,d4!?), .S b8 (25 . ... , .l:!. xd6? 26. J,xd6) 26. J,d4!, ...

N

26 . ... , �e7 (26 . ... , �xd6?? 27. e5+) 27. J,xf6, gxf6 28. e5+, y el flanco de rey se de­rrumba.

25. e5+, g6 26. exd6, CLJd7 27 . .U. d1, ...

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E L SE N TID O DE L PE LIGR O

N

27. b4?! da contrajuego al rival después de 27 . .. . , �f6! 28. �d1, lL\xc5 29. bxc5, �c3, etc. Podemos ver en la posición del diagrama que el paso que las negras han dado por volun­tad propia hacia la zona peligrosa ha tenido co­mo resultado una difícil tarea defensiva.

A estas alturas, el segundo jugador debió de haberse percatado de que había estado preocu­pándose por la pieza que no correspondía, pues las blancas siguen controlando la importante ca­silla c5. Siguió:

27 . ... , lL\x c5 28. �x c5, �d7 29. b4, �g8 30. h4, h5 31. j,g2, f5?

Las blancas tenían la intención de forzar este debilitamiento estructural con �h2 y j,h3; por tanto, la jugada del texto parece bastante servicial.

32. j,f3, .l:ie6 33. � g2, .I:!.eB 34. � b6, �f8 35. l:i.c1, .U. cB 36. 'iVd4, �f7 37. �e 1,

N

La posición negra ha pasado de ser jugable a mala y a peor. Sometido a presión, enfrentado a un fuerte peón pasado avanzado y teniendo un horrible alfil haciendo compañía a los peones, el

1 1

bando negro tiró la toalla después de una docena más de jugadas. Nótese que las blancas no hi­cieron nada especial luego de ... , �h7. De he­cho, se limitaron a apreciar el cambio potencial de la situación -creado por el lapsus del adversa­rio- y responder en consecuencia tras investigar los medios posibles que había para explotar la nueva avenida, la diagonal b1-h7; quizás, incluso las ideas de «despeje •• surgieron al azar en un principio hasta que las variantes concretas em­pezaron a cobrar forma.

Hay que estar alerta ante lo obvio Todos nos hemos encontrado ante un valien­

te adversario cuyo ataque a nuestro rey parece haber llegado a un punto muerto; entonces, da­mos un suspiro de alivio al ver que el peligro ha pasado y dejamos la puerta abierta para que se produzca una última incursión, que es decisiva. Pasar por alto posibilidades de ataque brutales es otro de esos fallos que comparten jugadores de categoría muy alta y jugadores de categoría muy baja, mientras que los que están en el término medio tienden a ser más circunspectos. Observe cómo el GM lan Rogers estropea una bonita posi­ción con una calmosa maniobra de caballo.

l. Rogers-Lane Campeonato de Australia, Adelaida, 2003-2004

B

A cambio de consentir el deterioro de su es­tructura de peones en el flanco de rey, las negras han situado las piezas mayores delante del rey enemigo, pero la apuesta no se pagaría si las

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12 ERR O R E S GARRA F A L E S E N AJEDREZ . e O N O e E R L O S. EVITAR L O S

blancas jugasen 32. h4!, pues 32 . ... , .ldxh4? tropieza con graves problemas luego de 33. ét::Je7+, c;t>f8 34. ét::Jf5, con las dos amenazas � c8+ y capturar la torre gratis. Esto deja 32 . ... , c¡t>g7 33. c;t>h2, y el primer jugador tiene una posición bastante sólida en el flanco de rey, de modo que puede concentrarse en su ventaja ge­neral (la torre negra está entonces ociosa sin te­ner donde ir; Rogers da 33 . ... , .ld f5 34. f4). Sin embargo, al pensar que las negras no tenían na­da, las blancas enviaron el caballo de viaje.

32. ét::Je7+?, c;t>t8 33. ét::Jc8??, ... Persigue una finalidad, pero pierde. Todavía

hay una oportunidad de reducir las pérdidas y aceptar un final un poco peor con 33. �e2!, i,xf2+! 34. �xf2. c;t>xe7, etc.

33 . ... , � h3! 34. ét::Jx b6?!, ... 34. �f3, �xh2+ 35. c;t>f1, �h3+! es el mal

menor, pero sigue siendo muy desagradable pa­ra las blancas; p. ej.: 36. c;t>g1, .ld e5 o 36. �g2, �f5.

34 . ... , �x h2+ 35. c;t>t 1, � h1+ 36. c;t>e2, l:re5+

8

Las blancas tenían la intención de jugar aquí 37. c;t>d2, ¡pero eso tropieza en el acto con un mate en e1!

Siguió: 37. �e 3, � h5+ 38. �d2, l:i,xe3 39.

c;t>xe3, �e5+ 40. c;t>d3, c;t>g7 41. bieS, f5 42. f4, �e4+ 43. c;t>c3, �e3+ 44. c;t>c2, �x g3 45. l:i,xd6, �xf4 O - 1

No deje de analizar En el próximo ejemplo, las negras se toman

unas libertades con la dama que son «sospecho­sas» posicional y tácticamente.

1. c4, e6 2. ét::Jf3, ét::Jf6 3. b3, i,e7 4. i,b2, 0-0 5. e 3, d5 6. d 4, b6 7. i,d 3, i,b7 8. o-o, ét::Jbd7 9. ét::Jbd2, c5 1 0. �e2, ét::Je4 1 1 . .ll ac1, l:i.c8 12. 1:1 fd 1, � c7

Al inconveniente de empezar el segundo se añade que la tarea de las negras ha resultado más incómoda durante la fase de apertura al no tener una casilla natural para la dama por estar el alfil en e7. A fin de abrir paso a la otra torre para que se incorpore al juego en d8, el bando negro ha trasladado la dama a c7; este punto está ex­puesto en potencia o puede que no sea adecua­do, dado que la dama comparte la columna «C •• con la torre de c1.

1 3. cxd5, exd5 14. dx c5, bx c5 15. ét::Jd4, ...

N

Los cambios de peones han dejado a las blancas con una cómoda ventaja. Las negras tie­nen ahora un par de peones «colgantes •• por los

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EL SE N TID O DEL PELIGR O

que preocuparse, y la última jugada blanca apro­vecha la clavada que hay en la columna ••C» pa­ra activar el caballo (f5 ya hace señas). 15 . ... , CL:ld6 batiría tanto f5 como b5 (por si acaso), des­pués de lo cual podría estudiarse ... , �f6. En cambio, las negras ven la oportunidad de hacer una jugada que cumple tres finalidades (y a to­dos nos gusta ese tipo de jugadas).

15 . ... , 'iVe5? Defendiéndose de CLJf5, que parece fuerte,

saliendo de la clavada e incluso planteando una nueva clavada por la gran diagonal; todos estos rasgos convertirían esta acción en una buena ju­gada si no condujera a problemas.

1 6. CL:lc6!, ... No es la casilla en la que pensaban las ne­

gras, pero a estas alturas ya deberíamos ser conscientes de que todo lo que suponga atacar la dama o una pieza vulnerable (en este caso, el alfil de e7) debería estudiarse como es debido.

1 6 . ... , 'iVe6 17. CL:lxe7+, 'iVxe7

B

El segundo jugador ha entregado el alfil de casillas negras, pero ha solucionado el problema de encontrar un hogar aceptable para la dama. Por desgracia, la miniescaramuza no va a acabar aquí, como si los acuerdos que constituyen el ••trato» -las blancas se aseguran un alfil, influ­yente en potencia, por un caballo; las negras me­joran la posición de la dama y disminuyen algo la presión- excluyeran el análisis y la valoración continuados.

1 8. �xe4!, ... Una vez que se ha logrado obtener la pareja

de alfiles, parece ilógico hacer esta transacción, pero la apertura de la columna ••d» prepara una

13

táctica geométrica ante la que las negras nada pueden hacer. Nótese que al iniciar el cambio en e7, el bando negro cedió el turno de jugar a las blancas, importante concesión que los jugadores de nivel alto intentan no hacer si disponen de una alternativa adecuada.

1 8 . ... , dxe4 1 9. CL:lc4, ... Ahora las negras tienen que encarar la ame­

naza CLJd6, que ataca la torre y el alfil y apunta al escaque f5, desde donde el caballo atacaría a la vez e7 y g7.

1 9 . ... , �as Una clavada defensiva, pero las blancas tie­

nen otro as en la manga. 20. �x g7!, . . .

N

Decisiva. Desde que prácticamente invitaron a las blancas a tomar el mando, las negras han estado impotentes ante las amenazas, sin tener tiempo de organizar ni una defensa ni un con­traataque.

20 . ... , c;t>x g7 21. 'iYg4+, c;t> h8 22. ,S.xd7,

Ganando un peón sin soltar las riendas. 22. ..., f5 23. 'iVxf5!, 1::!, x f5 24. ld xe7,

�x c4 25 . .U. x c4, ld d 8 26. g4, ... El final no ofrece esperanzas al bando negro.

Gana la batalla y pierde la guerra Algunas aperturas y defensas presentan un

tema o estrategia en torno al que gira la fase temprana de la batalla; el éxito de ambos bandos lo determina la manera como encaran la lucha. El efecto psicológico de llevarse la mejor parte por lo que se refiere a esos temas convencionales

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14 ERR O RE S GARRA FA L E S E N AJEDREZ . C O N O CER L O S . E V ITAR L O S

puede perjudicar la causa general, conduciendo a un exceso de confianza y, en consecuencia, al temido error garrafal.

En la miniatura que sigue, las blancas eluden las continuaciones críticas ya en la jugada 7 in­troduciendo una novedad teórica en apariencia inofensiva, que da la sensación de querer ayudar a las negras a alcanzar su objetivo principal. Sin embargo, el segundo jugador es ajeno al punto de intersección de dos líneas rectas, y las cosas no le salen precisamente redondas.

Sakáev-Delchev Ohrid, 200 1

Benoni irregular

1. d4, tLl f6 2. tLl f3, eS 3. d5, b5 Las negras esperan explotar la falta de pro­

tección del peón de d5 combinando el juego en el flanco de dama con la presión sobre el centro enemigo.

4. i,g5, �aS+ 5. c3, 'Lle4 6. i,h4, . ..

6 . ... , i,b7 Las negras no se andan con rodeos en su

asalto al centro. Después de 6 . ... , b4, el juego podría continuar con 7. �c2, f5; p. ej.: 8. étJfd2, bxc3 9. bxc3, i,b7 1 O. 'Llxe4, fxe4 11. �xe4, e6 12. �c2, i,xd5 13. e4, i,c6 14. a4, con ventaja de las blancas en B. Kogan-Aiburt, Estes Park, 1985. 6 . ... , d6 conduce a un juego más so­brio; p. ej.: 7. e3, i,f5 8. i,e2, 'Lld7 9. 0-0, h6 10. 'Llbd2, étJef6 11. a4, Karp-Carreau, Bruselas, 1993, y las negras tuvieron problemas con c4.

7. e3!?, ...

La nueva jugada citada al principio. Antes se había jugado 7. �d3, f5 8. 'Llbd2 o incluso 8. g4, y la búsqueda de casillas blancas en el centro sigue a buen ritmo. Nótese que hasta ahora la acción está teniendo lugar en el centro; d5 y e4 están bajo el microscopio, y las negras se esfuer­zan por sacar el máximo provecho de la diagonal h 1-a8. Están preparadas para hacer concesiones a fin de justificar la ofensiva lanzada por el alfil de b7. El alfil de dama blanco, mientras tanto, está ocioso en h4 (eso no es así, como las negras pu­dieron comprobar a su costa).

7 . ... , e6? Es obvio que podemos esperar que un fuer­

te GM como Delchev conozca la teoría de esta liosa defensa, y hemos visto que el peón de f7 desempeña un papel si las blancas atacan el caballo. Ahora que Sakáev ha optado por dejar la dama en casa prefiriendo, en cambio, una só­lida jugada de desarrollo, Delchev saca partido de ello abriendo las casillas blancas con medios más convencionales, ofreciendo así al rey un poco más de seguridad en comparación con las líneas habituales. Sin embargo, interpretar la tranquila jugada 7 de las blancas como un me­dio de evitar la compleja teoría es la causa de la caída de las negras, ya que no aprecian que la nueva idea es, de hecho, bastante siniestra. Tsesarski ofrece 7 . ... , b4 8. c4, e6 9. 'iVd3, exd5 1 O. cxd5, 'Lld6 11. 'Llbd2 como mejora; las blancas dominan el centro, pero las negras no carecen de recursos.

8. dxe6, ...

El quid. El bando blanco está encantado con liberar el alfil de b7 sin lucha porque esta transac-

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E L SE N TID O DE L PE L IGR O

ción abre líneas a sus tropas. ¿Qué jugaría usted en la posición del diagrama?

8 . . . . , dxe6?? Lógica, pero perdedora. Y si es así, entonces

las negras tenían que capturar con el peón ccf>> ... No, eso pierde también: 8 . ... , fxe6? 9. l2\e5!, y, de repente, el rey negro tiene problemas debido a la amenaza �h5+; 9 . .. . , g6 10. "iYf3, l2\d6 11. �f6, l;l g8 parece que aguanta, pero tropie­za con 12. itxb5!! (D), que es aplastante.

N

12 . ... , �xb5 y 12 . .. . , l2\xb5 permiten el mate en d8 y f7 respectivamente, y las blancas amenazan ganar con 13. �xe6+ debido a la cla­vada que hay por la diagonal a4-e8. Bloquear en c6 no hace sino animar al bando blanco a cam­biar piezas en esa casilla, con lo que hay proble­mas para defender e6, y 12 . .. . , j,d5 13. e4 es fantástico para el primer jugador (compruébelo). Puesto que no es infrecuente que el peón de f7 deje su casilla inicial en este sistema, las negras, sin duda, habrán estudiado capturar hacia el cen­tro, pero se habrán decidido por la textual a cau­sa de los problemas que surgen por la diagonal h5-e8 y -en consecuencia- también por la diago­nal h4-d8. Dudo de que llegaran a 12. j,xb5 en sus cálculos, porque de lo contrario se habrían dado cuenta de la jugada ganadora que tenía Sakáev.

De hecho, la única jugada es 8 . .. . , f6!; p. ej.: 9. l2\bd2, l2\xd2 10. exd7+, l2\xd7 11. "iYxd2, � d8, con alguna clase de compensación por el peón.

9. j,x b5+!, . . . ¡Oh, cielos! La dama negra está ocupada de­

fendiendo de "iY d8 mate. En las variantes que

15

hemos visto, las negras consiguen insuflar algo de vida al alfil de la gran diagonal, pero muchas de las restantes líneas abiertas son de las blan­cas. Esta vez, el entrelazamiento de diagonales se combina con la columna ccd» para dejar al rey negro en situación desesperada.

N

9 . .. . , l2\c6? Apresurando el final, aunque en este nivel la

partida, de hecho, ya ha terminado; p. ej.: 9 . ... , itc6 10. itxc6+, l2\xc6 11.l2\bd2, etc.

1 0. l2\e5, 1 -o 10 . ... , VJ/ic7 11. VJ�ia4 es terminante. Las ne­

gras pagaron el precio de ver 7. e3!? como una jugada sumisa y no como una alternativa estraté­gica eficaz -y peligrosa- en potencia. Todos in­currimos en esta clase de arrogancia de vez en cuando ¡y en los errores que la acompañan! Sin embargo, una de las características del ajedrez es su flujo y reflujo, ya tome la forma de conce­siones menores, cambiando un rasgo por otro, ya tome la forma de algo más extremado y per­ceptible. A la larga, no hay sino un resultado -al final de la partida-, y todas las pequeñas victo­rias que se hayan obtenido en el camino son irre­levantes, así que no dé demasiado crédito a lo que parece una ganancia considerable, ya que hacer eso crea la desagradable costumbre de provocar errores garrafales que no suelen tener nada que ver con el tema original.

¡Atención a la jugada aguafiestas! Durante una fase táctica de la partida o al

analizar una situación complicada, recordamos (o deberíamos recordar) que hay que mantener los

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16 ERR O RE S GARRA F A L E S E N AJEDREZ. C O N O CER L O S. EVITAR L O S

ojos bien abiertos ante la proverbial aguafiestas, la jugada que consigue interrumpir nuestra acción y estropearlo todo. Sin embargo, cuando ninguno de los bandos está lanzando una ofensiva o no hay razón para creer que la partida ha entrado en zona de peligro, bajamos un poco la guardia en este sentido. Centramos la atención, en cambio, en la estrategia -sobria- que tenemos a mano, quizás con la idea de neutralizar una pieza enemi­ga conflictiva en potencia o aseguramos un pues­to avanzado aceptable. Un caso corriente en el que la interferencia inesperada puede ser desas­trosa es cuando se concibe un cambio temático, en el que las consideraciones posicionales tras­cienden todo lo demás y hacen al jugador más vulnerable a una sorpresa desagradable.

Vasiesiu-Felecan Bucarest, 1997

Las blancas acaban de adelantar el peón ccf>>' que, gracias al caballo central, el alfil de c2 y la torre que lo apoyan, puede seguir avanzando, después de lo cual las negras corren el peligro de verse arrolladas en el flanco de rey. Es obvio que el segundo jugador tiene que hacer algo para mantener la cabeza a flote. Empieza con buen pie, eliminando el caballo bien situado.

1 4 . ... , ct:Jxd 4 15. cxd 4, itf5? Siguiendo con el objetivo de cambiar las pie­

zas menores más influyentes de las blancas. Hay otra manera de molestar al alfil, 15 . .. . , �c6!, usando el tiempo que se gana al atacarlo para golpear en el centro después de 16. it d3, �b6; p. ej.: 17. ctJb3, c5, y las blancas están lo bas­tante distraídas, o 17. �f2, c5 (17 . .. . , ct:Jc5!?).

16. e6!, 1 - o

Tanto 16 . .. . , �xe6 como 16 . ... , fxe6 pier­den por 17. itxt5, y si 16 . ... , itxe6, 17. f5 es decisiva. La aguafiestas gana. El peón blanco es­tuvo en e5 un buen rato, sin que avanzarlo fuera útil hasta el momento, pero al llegar su compa­ñero a f4, el segundo jugador debía haber com­probado ideas que implicaran clavadas por la columna cce» (resultantes de e6) seguidas de f5. Es irrelevante que hubiera o no algo de lo que asustarse: lo que importa es que debería haberlo explorado de todos modos.

Más aún, en cuanto se planteó hacer .. . , itf5 debería haber comprobado otra vez la co­nexión entre el alfil y la dama, que lo defendía, y aquí vuelve a entrar en juego e6, pero vio su plan de liquidación como el adecuado para cortar de raíz la presión blanca, y por lo que a eso se refe­ría ya se había hecho la mitad de la tarea con ... , ct:Jxd4. Puesto que el proceso en sí no lleva más que dos jugadas (tres incluyendo itxt5, �xf5), no se le ocurrió que pudiera interrumpirse. No obstante, si ya hay que ir con cuidado en planes de una jugada, ¡uno que implique dos debería merecer el doble de atención!

Vigile las jugadas amenazadoras que tiene el rival

Incluso Krámnik, que todo lo ve, no apreció hace poco la amenaza clave que planteaba la ju­gada anterior del adversario.

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E L SE N TID O DE L PE L IGR O

Akopián-Krámnik Wijk aan Zee, 2004

B

La dama negra acaba de llegar a a2, y pare­ce que va a seguirle la obvia ... , ltJc4. Las blan­cas tienen que generar amenazas.

27. ltJf5, ltJc4 28. � c3, ... El caballo blanco tiene la mira puesta en g7

y -en particular- en e?. Las negras tienen dos opciones: 28 . .. . , �xb2+ 29. �xb2, l2Jxb2 30. �xb2, U e? (p. ej.: 31. t2Jxg7, �xg7 32. .l::!. h7+, �fa 33. ld h8+, j_ga 34. j,d5, �g7) o mantener la tensión y la presión sobre el rey blanco con ... , gc7 directa. Creyendo que su rey estaba seguro, Krámnik eligió esta última.

28 . ... , Uc7?? 29. gh7!!, ...

N

Puesto que esta jugada es la que les gustaría hacer a las blancas, y puesto que plantea un ja­que en descubierta si se captura la torre, es algo que las negras deberían haber estudiado al me­nos como posibilidad -en particular en este ni­vel-. De hecho, en caso de 29 . ... , �xh7 30.

17

t2Jxe7+, las negras están perdidas por completo; p. ej.: 30 . .. . , �h6 31 . .ld h1+, j,h5 32. g4.

N

La partida continuó: 29. . .. , �x b2+ 30. �x b2 , l2Jx b2 31.

� x g7+, �f8 32. ll h1 !, 1 -O Así pues, si bien CDf5 amenazaba una hor­

quilla en e?, la amenaza real, aunque escondida, era alcanzar al rey negro con � h7. Si volvemos al diagrama inicial, en el que el caballo blanco es­taba en d4 y el alfil vigilaba h7, se da el hecho in­teresante de que .id h7 era inocua. Quizás pueda decirse en defensa de Krámnik que tras decidir que la jugada no era eficaz, no la incluyó en su análisis un par de jugadas más tarde, porque las blancas ni siquiera tenían influencia en h7. Y ahí radica una causa común de errores garrafales: una jugada o idea hasta entonces inofensiva puede transformarse con gran facilidad en gana­dora, y pese a ello cometemos a menudo la equivocación de desechar esas posibilidades y quitarlas de la lista de prioridades, aunque las circunstancias hayan cambiado.

Evite el exceso de confianza Nuestro próximo ejemplo trae a colación un

episodio de la cuarta partida del encuentro dispu­tado entre Garri Kaspárov y X3D Fritz a finales de 2003, en el que el representante de los huma­nos cometió un error garrafal justo cuando pare­cía que llevaba las riendas de la partida.

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18 ERR O RE S GARRA FA L E S E N AJEDREZ. C O N O CER L O S . EVITAR L O S

X3D Fritz-Kaspárov Campeonato del Mundo Hombre-Máquina X3D, Nueva York, 2003

B

La posición del diagrama surgió en la segunda partida {la primera fue tablas); en ella, la máquina (que es mano) controla el flanco de dama, mientras que el hombre deja sentir su presencia en el flanco de rey. La mayoría de los jugadores fuertes que lle­varan las blancas continuaría incrementando la presión, quizás mejorando la posición de la dama poniéndola en c4. Sin embargo, a los ordenadores les gusta obtener el máximo rendimiento de las pie­zas, de modo que la próxima jugada de la máquina tiene por objeto abrir líneas para facilitar la explota­ción de su supremacía territorial.

28. cxd6?!, . . . Esta transacción debió de ser un gran alivio

para Kaspárov, que, en lo sucesivo, no se preo­cupa del flanco de dama (en el que las blancas han quedado limitadas a un único plan) y con­centra todas las energías en lanzar una ofensiva por el flanco de rey.

28 . ... , cxd6 29. b5, ax b5 30. �x b5, . . .

N

Todo según el plan de las blancas, pero las negras también tienen una misión que cumplir. Aquí se ha sugerido 30 . ... , h4 directa, y parece que las negras van bastante bien después de 31. 'iWc4, l2Jd4 32. �xd4, exd4 33. l2Jd2, �e5. Kaspárov prefiere una formación alternativa.

30 . . . . , �h6?! 31 . � b6, . . . Una amenaza «barata .. de la máquina, ya

que el peón de d6 está clavado sobre la dama. 31 . . . . , <;t>h7 Parando la amenaza, pero preparándose pa­

ra cometer un costoso error. 31 . ... , .l:i. f6!? 32. �c7, g8f7 33. 'iWc4 (33. 'iWdB+, �h7), .l:i.g7 34. �c3, h4 35. �d2, �xd2 36 . .i:lxd2 se ha valorado como bueno para las negras. Nótese que 32. '{i'xb7? tropieza con 32 . ... , lbe3! 33. !:í.4xe3, �xe3 34. lbxe3, �d3 35 . .l:i.e1, � d2 36. .a_ f1, .l:i. xf2, etc. Otra posibilidad es 31 . . . .• n g7 32. l2Jg3, h4 33. l2Jxt5, 1::!. xt5 34. �a3, ld f6, y «las negras están claramente me­jor» según Kaspárov.

La textual defiende la dama al tiempo que quita el rey de la columna «g» para alinear en ella las piezas mayores. Kaspárov ya iba un poco mal de tiempo aquí, pero el factor más importan­te parece ser su exceso de confianza, puesto que la máquina había aflojado mucho la presión al cambiar en d6.

32. �b4, ... Es interesante que, según Franz Morsch, pro­

gramador de X3D Fritz, también las blancas se habían implicado en la agresión del bando negro por el flanco de rey y la ofensiva que se avecina; la última jugada combina la dama y la torre por la cuarta fila para impedir ... , h4 al vigilar el peón de g4. Así, ambos jugadores están involucrados aho­ra en la búsqueda que hacen las negras de un medio para invadir el flanco de rey. Sin embargo, la diferencia, capital, es que las blancas son una máquina que no puede distraerse, no tiene senti­mientos, ni adrenalina, ni nervios y, en conse­cuencia, no es proclive a cometer errores tácticos garrafales, mientras que el segundo jugador -por más brillante que sea- lleva consigo las debilida­des propias de todos los humanos, las cuales, inevitablemente, pueden dificultar el proceso de reflexión en un momento dado.

32 . . . . , gg7??

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EL SE N TID O DE L PE L IGR O

8

Intransigente y agresivo, Kaspárov reacciona a la medida defensiva de la máquina renovando la amenaza de adelantar el peón «h>> . De hecho, no parece haber pensado en otra cosa desde que nos incorporamos a la partida. Por desgra­cia, en sus esfuerzos por demostrar qué ataque por el flanco es el más fuerte, no advirtió la se­gunda justificación de 32. �b4, jugada que tenía dos finalidades.

32 . ... , éLJg7 se ha evaluado como un poco mejor para las blancas, pero me parece que las negras están bien; la mejora propuesta por Kas­párov es 32 . ... , U ga 33. éLJg3, ttJxg3 34. hxg3, h4! 35. gxh4, g3; p. ej.: 36. fxg3 (36. f3, �f4), �xg3 37. �c3, U f3. Hay también 32. ... , U c7. Dicho de otra manera, Kaspárov ha­bía llevado la partida sin ningún problema has­ta la posición del diagrama, cuando la emoción desempeñó un desafortunado papel al pensar Kaspárov que iba lanzado, que la partida se es­taba decantando a su favor.

33 . .l:!.xe5!, ... Explotando otra clavada del peón de d6, es­

ta vez en la diagonal a3-fa, ya que la torre, que estaba protegida tres veces hace solamente dos jugadas, no tiene ahora apoyo alguno (este ex­traño hecho hace que sea más fácil comprender el error, pero aquí estamos hablando de Kaspá­rov). También es posible 33. �xe5.

33 . ... , dxe5 34. �xf8, ... Ahí se va, y con ella la esperanza de las ne­

gras. 34 . ... , éLld4? No es lo mejor, pero a estas alturas -un peón

menos y una mala posición ante una máquina que está inmunizada contra los errores garrafa-

19

les- el resultado es casi inevitable. 34 . ... , Ud7 35. �ca, �f7 es el mal menor.

35. �xd4, exd 4 36 . .1;d eS, ...

N

Hurgando en la herida al poner de relieve otro problema creado por el defectuoso plan ... , �h7 y ... , Ug7.

36 . ... , U g8 37. �e7+, U g7 37 . ... , �g7 3a. �e4+, �g6 39 . .l;de7+,

�ha 40. ¡yxd4+, �g7 41. 'ii'b6. 38. �d 8, l:i. g8 39. �d7+, 1 - o 39. 'iYd7+, .l;dg7 40. �ca, .Uga 41. Uxga,

�xga 42. �xb7+, �g6 43. a6, etc. Debería señalar -como uno de los millones de admirado­res que sienten un respeto reverencial por el ta­lento de Kaspárov- que Gazza se recuperó con brillante estilo anticomputadora y niveló el en­cuentro; en cierto modo, el hecho de que no con­siguiera ganarlo queda atenuado por ser este terrible error el culpable de ello. Esta vez, Kaspá­rov tuvo que pagar un precio por su ambición, empuje y (exceso de) confianza. Es humano, y, al fin y al cabo, todos nos equivocamos.

Una causa habitual de que nuestro sentido del peligro nos abandone es que un adversario de evaluación inferior muestre «debilidad>> en la fase de apertura. Sea esta debilidad falta de conoci­mientos teóricos o una aparente falta de técnica o entendimiento, el resultado es que bajamos la guardia. Pensamos algo así como: «Si es incapaz de demostrar un nivel de competencia aceptable en las diez primeras jugadas más o menos, tam­poco será capaz de crear problemas graves, así que el plan es ir "poniendo bien" las piezas y es­perar a que se equivoque a medida que avanza la partida . . . ». Si el ajedrez fuera tan fácil... En reali-

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20 E R R O R E S G A R R A FA L E S E N A J E D RE Z . e O N O e E R L O S . E V ITA R L O S

dad, semejante exceso de confianza y la relaja­ción del sentido del peligro son los ingredientes perfectos para que suframos un bochornoso re­vés, como demuestra el ejemplo siguiente. El elo FIDE de las blancas es 2.290, mientras que el de las negras supera los 2.500.

Carlsson-Mm-tensen Copenhague, 1998

Defensa Siciliana

1. e4, eS 2. ét:Jf3, e6 3. d 4, cxd4 4. ét:Jxd 4, a6 S. �d 3, ét:Jf6

La Defensa Siciliana puede ser un arma arriesgada para batir a jugadores más débiles por­que las líneas principales suelen ser complejísi­mas y, contra un adversario liante y completo, es fácil que una gran diferencia de elo pierda su im­portancia. La flexible Variante Kan tiene la ventaja para el jugador más fuerte de privar a las blancas de sistemas de ataque fáciles de aprender.

6. ét:Jd2!?, •..

Uno se imagina que aquí se han probado va­rias jugadas, pero la textual es una rareza. La con­tinuación principal es la lógica 6. 0-0, después de la cual las blancas pueden entrar en una Forma­ción Maróczy con c4 o seguir con los preparativos por el flanco de rey, quizás con c;t>h1, seguida de f4, etc. Tanto 6 . ... , d6 como 6 . ... , VJ/ic7 son ré­plicas sensatas a 6. 0-0. Es importante darse cuenta de que reclamar el centro con 6 . ... , d5 7. e5, ét:Jfd7? al estilo de la Variante Tarrasch de la Francesa, es aquí una equivocación, ya que las blancas aplastan al rival mediante 8. lt:Jxe6!; en-

tonces, 8 . ... , fxe6 9. VJ/ih5+ es terminante. Por ejemplo: 9 . ... , c;t>e7 10. �g5+, ét:Jf6 11. exf6+, gxf6 12. �xf6+, c;t>xt6 13. VJ/ih4+, etc. Sin em­bargo (al menos, viéndolo desde el lado donde se sienta el segundo jugador), las blancas ya han mostrado su ignorancia con la textual, de torpe aspecto, que coloca mal el caballo si va a jugarse c4 (entonces tiene que ir a c3) y no con­tribuye en nada a la estrategia por el flanco de rey. En consecuencia, el bando negro juzga -tal vez sin pensarlo muchcr- que la jugada 6 de las blancas no se hace porque le permite obrar en el centro.

6 . ... , dS 6 . ... , VJ/ic7 es flexible y la jugada de Kan. 7. es, ét:J fd7? Sin duda, Mortensen esperaba 8. ét:J2f3,

ét:Jc6, con la típica lucha que se da en la France­sa en torno a d4 y e5 y para la que las tropas ne­gras están bien situadas. Como veremos, eso no sucede, razón por la que las pocas veces que se ha visto 6. ét:Jd2, d5 7. e5 en la práctica interna­cional, las negras juegan 7 . ... , ét:Je4; el quid es que a las capturas en e4 sigue ... , VJ/ia5+, captu­rando el peón de e5.

8. lt:Jxe6!, ...

Y esto, decididamente, no es lo que las ne­gras esperaban porque, en comparación con el sacrificio que se produce después de 6. 0-0 (véa­se más atrás), esta vez el caballo de d2 obstruye el paso al alfil y descarta así la mortífera �g5+. Umm .. .

8 . ... , fxe6 9. VJ/ihS+, g6? Quizás las negras tenían la intención de jugar

en principio 9 . ... , c;t>e7 10. ét:Jf3, VJ/ib6 (10 . ... ,

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EL SE N TID O DEL PELIGR O

h6 11. �h4+[11.4jh4?,4Jc5 12.4Jg6+, �d7 13. 4jxh8, 4jxd3+ 14. cxd3, �b4+ 15. �d2, �xd2+ 16. �xd2, �xh8 17. �f7+, �d8 18. l:hc1, 4jc6]11 . ... , g5 12. �xg5+, hxg5 13. � xh8 es muy bueno para las blancas) 11. �g5+, 4Jf6 12. exf6+, gxf6 y no fue hasta este punto cuando vieron 13. �xf6+!, �xf6 14. �e5+, etc. En consecuencia, ya deben de estar preparadas para repartir el punto.

1 0. �x g6+, hx g6 1 1. �x g6+, ... 11. �xh8?, �c7 12. 4jf3, �xc2 13. 0-0,

4jc6 favorece a las negras. 1 1 . ... , �e7

Ahora el bando blanco puede forzar las ta­blas con 12. �g5+, �e8 13. �g6+, etcétera, pero sabe que los jugadores fuertes y con elo co­meten errores graves y no teme jugar a rematar la partida.

12. 4jc4!, ... 12. 4j f3 es la jugada obvia, pero la textual es

todavía más pulcra. 12 . ... , �h6 1 3. �g5+!, ...

2 1

13. �xh6?, �g8! deja que las negras se escabullan.

1 3 . ... , �ta Después de 13 . ... , �xg5 14. �g7+, �e8

15. 4Jd6 mate, vemos el quid de la jugada 12 de las blancas.

1 4. �xd 8,dx c4 Entre las negras reina la confusión. 15. �c7, ... Amenazando 16. �d6 mate. 15 . ... , �g7 1 6. �xe6, 1 -O

Dando por sentado que un jugador del nivel de Mortensen conocería bien la teoría y, por tan­to, compararía 6. 0-0 y 6. 4jd2 en relación con 4Jxe6, 7 . ... , 4jfd7? no puede etiquetarse de error corriente. En este contexto, si de veras esta­ba familiarizado con 4Jxe6, si ni siquiera tuvo que encontrar la jugada (más bien solamente analizar­la), el error hay que atribuirlo a un mal plantea­miento. Y si no apreciamos nuestras propias debilidades -sino que, al contrario, nos sentimos reforzados por las del adversario-, continuaremos cometiendo errores garrafales.

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2. CE LADA S Y A SE CHANZA S

Lo ideal es aprender de nuestras equivoca­ciones registrando los detalles necesarios de un desgraciado revés, de modo que la información pueda usarse en beneficio propio la próxima vez que surja una situación así. Desde luego, esta estrategia de refuerzo no es infalible (¿y si el pró­ximo escenario parecido no se produce hasta dentro de veinte años?), pero es útil de todos mo­dos. Se sigue, entonces, que nos familiarizamos con una serie de temas liosos y errores a fin de ampliar nuestra experiencia antes de sentarnos a jugar, en vez de aprender con el desagradable método de acumular desastres -evitables- con el correr de los años. Aquí tenemos, para empe­zar, una selección de situaciones liosas.

La tranquila jugada liosa ¿Cuántas veces hemos respondido a una ju­

gada modesta -pasiva, incluso- de una manera natural y coherente para acabar dándonos cuen­ta de que hemos caído en una astuta celada? Demasiadas. En estos tiempos de salvaje teoría de aperturas, puede ser un cambio agradable, en particular llevando las negras, disfrutar de un fá­cil desarrollo sin la perspectiva de que haya es­caramuzas tempranas o ser objeto de un feroz ataque. Algunos jugadores no cogen el ritmo hasta el medio juego, cuando se ha determinado el paisaje de la partida. Esos jugadores, llamados sólidos, dan un suspiro de alivio cuando queda claro que la transición de la apertura al medio juego será suave y sin problemas, cuando toda nueva jugada no requiere largos y pesados aná­lisis de las complicaciones. Irónicamente, la aper­tura en apariencia calmosa, insulsa, puede ser tan peligrosa como la Variante Najdorf de la Sici­liana o el Gambito de Rey si cometemos la equi­vocación de equiparar tranquilo a inofensivo. Observe la partida siguiente.

Sula va-Welling Andorra, 1999

Sistema Ptibyl

1 . t¿jf3, d 6 2. d4, .i, g4 Este sistema ofrece a las negras buenas opor­

tunidades de superar al adversario y es popular entre aquellos a quienes les gusta que el rival piense por sí mismo. Las blancas pueden esperar obtener ventaja, pero la partida tiende a girar en tomo a una buena estrategia a la antigua usanza.

3. e3, . ..

N

Las blancas tampoco están interesadas en implicarse en la línea principal, que comienza por la secuencia natural 3. e4, t¿jf6 4. l¿jc3. La alter­nativa principal a e4 es el fianchetto por el flanco de rey, concebido para explotar el temprano de­sarrollo del alfil de c8. La textual, por otra parte, sugiere que las blancas están contentas con dar un paseo hasta el medio juego.

3 . ... , t¿jd7 Preparando ... , e5. 4 . .i,e2, e5? Al MI holandés podría perdonársele esta ex­

pansión, de lo más natural, dado que la posición se parece a otros muchos ejemplos corrientes de . .. , e5 (la diferencia es que parece más tranquila que la mayoría). Sin embargo, las blancas pue­den ganar ahora un peón por fuerza.

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CELADA S Y A SECHA N ZA S

5. dxe5!, dxe5 No 5 . ... , l¿jxe5? 6. l¿jxe5, �xe2 7. �xe2,

dxe5 8. �b5+, y las negras pierden un peón a cambio de nada.

6. tZ:lxe5!, ...

N

¿Merecen las blancas librarse con esto? Su­pongo que sí. Una idea es que a 6 . ... , l¿jxe5 se contesta 7. �xg4, etc. Como gran admirador que soy de los sistemas que implican 1 . ... , d6 (en respuesta a cualquier cosa), he tenido el du­doso placer de cometer el mismo error que el se­ñor Welling, pero lo gracioso es que jugué 4 . ... , e5? ¡varias veces antes de que me dieran la lec­ción! Fui totalmente ajeno a la descarada ga­nancia de peón que tienen las blancas durante mucho tiempo, hasta que hace una década más o menos, un adversario que tenía un modesto elo FIDE se sumió en profundas cavilaciones en la jugada 5 en un torneo de ajedrez rápido (no es buena señal). Hasta entonces, todo el mundo ha­bía replicado casi de manera instantánea 5. c4 o 5. 0-0, pero él logró encontrar la refutación del juego tradicional de las negras. En aquella parti­da se continuó con 6 . ... , �b4+!? (esto parece mejor que la continuación de la partida principal) 7. c3, l¿jxe5 8. �xg4, �xd1+ (8 . ... , tLld3+ 9. �e2, l¿jxc1+ 10. �xc1, �d6 es otra opción; las blancas tienen un buen peón más) 9. �xd1, t¿jd3+ 10. �d2, 0-0-0, que parece estar bien, pero luego de 11. �c2 las esperanzas de obte­ner compensación se habían esfumado, ya que 11 . ... , tZ:lxt2 12 . .a;, f1 mete a las negras en pro­blemas; p. ej.: 12 . ... , �xd1 13. 1dxf2, etc. Po­cos meses más tarde, en la penúltima ronda de un torneo más serio que se jugaba en París, es-

23

taba sentado al lado del GM Goldin (ahora esta­dounidense) y observé divertido cómo se encon­tró en la misma situación después de 4. il,e2. También adelantó 4 . ... , e5? (sin pensarlo un mo­mento), pero vio la luz cuando su adversario (MI) tomó en e5 al cabo de segundos.

6 . . .. , il,xe2 La otra opción, que da a las blancas la opor­

tunidad de llevar a cabo la idea principal que se esconde tras la celada.

7. �xd7+, ...

N

Las mejores celadas muestran las ideas más inverosímiles, y no me sorprendería ver caer a más jugadores en esta trampa, ya que la posi­ción del diagrama está a años luz de distancia de las expectativas sobrias y de bajo tono que acompañan a 4 . ... , e5?

7 . ... , �xd7 8. tZ:lxd7, �xd7 8 . ... , il,a6 9. tLl xf8 no altera la valoración, y

las blancas pueden meter el rey en f2 después de jugar f3.

9. �xe2, ...

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24 ERR O RE S GARRA FA L E S E N AJ EDREZ . C O N O CER L O S . EVITAR L O S

El primer jugador tiene un peón de ventaja, y el bando negro carece de compensación en con­trapartida. Más aún, imagínese los ánimos res­pectivos de los jugadores en este punto. No se han hecho más que nueve jugadas, y las negras ya tienen la sensación de estar en el lado que no corresponde en un final prácticamente decisivo.

9 . ... , g6 9 . ... , ébf6 parece mejor, pero las negras to-

davía están aturdidas. 1 0 . .ti.d 1+ , � c6 1 1. i.,d2!, i.,g7 12. i.,c3,

j,x c3 1 3. ébx c3, ébe7 14. � d 4, 1 - O El abandono puede parecer prematuro, pe­

ro las blancas llevan mucha delantera. Aparte de que no hay indicio alguno de que vaya a pa­sar nada raro, merece la pena señalar que juga­dores más fuertes no estudiarían 5. dxe5 de todos modos. En estas posiciones, se sabe que capturar en e5 es una equivocación desde el punto de vista de las blancas porque libera la tensión en el centro, renuncia a toda posibilidad de hacerse con una ventaja de espacio median­te un futuro d5 y también da al alfil de casillas negras del enemigo más radio de acción al qui­tar el peón de d6 (luego de ... , dxe5). En conse­cuencia, tenemos otra situación en la que jugadores de menos nivel podrían evitar el error porque dxe5 formaría parte entonces del análi­sis de 4 . ... , e5. Desde luego, el mejor consejo que puede darse en posiciones de calma apa­rente es andarse con mucho ojo, en particular cuando la próxima jugada inicia capturas. El ajedrez es tan rico en posibilidades que el peli­gro está siempre a la vuelta de la esquina.

Lo que sigue no es tanto una celada como una falta de entendimiento por parte de las ne­gras.

Em. Lasker-Müller Zúrich, 1 934 Defensa Caro-Kann

1. e4, c6 2. ébc3, d5 3. ébf3, dxe4 4. ébxe4, j,f5 5. 4Jg3, ...

Esta partida se jugó en 1934, pero el error que sigue todavía pulula por ahí hoy en día.

5 . ... , j,g6? 5 . ... , i.,g4 es preceptiva, pero es obvio que

las negras están acostumbradas a la línea princi­pal: 1. e4, c6 2. d4, d5 3. ébc3, dxe4 4. ébxe4, j,f5 5. 4Jg3, j,g6, etc. Sin embargo, aquí la di­ferencia clave es que al sustituir d4 por ébf3 las blancas se dan un tiempo suplementario que va muy bien contra el jugador confiado.

6. h4!, . .. Amenazando ganar el alfil por medio de 7.

h5. 6 . ... , h6 6 . ... , h5 7. ct:Je5, �d6 8. 4Jxg6, �xg6 9.

d4 da una peligrosa ventaja de desarrollo, la pa­reja de alfiles y un objetivo en h5 a las blancas.

7. ébe5!, ... Y aquí está el problema de las negras. Por lo

común, al haber un peón blanco en d4 y estar el caballo todavía en g1, el bando negro puede adelantarse a esto contestando a ttJ f3 con ... , ébd7. El primer jugador ya tiene mucha ventaja, y las negras se ven obligadas a hacer una onero­sa concesión posicional o material.

7 . ... , i.,h7?! Es obvio que 7 . ... , 'i;Yd6 8. 4Jxg6, �xg6 9.

d4 es feo, pero la textual parece aún peor. 8. �h5, ... Evidente y la mejor. 8 . ... , g6 8 . ... , �d5? 9. j,c4 es terrible, de modo

que las negras deben encerrar su alfil favorito. 9. �f3, ... Vuelve a haber la amenaza de mate. 9 . ... , ébf6

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CELADA S Y A SECHA N ZA S

Esta vez, 9 . ... , �d5 pierde por 10. �xd5, cxd5 11 . � b5+, pues ... , <;t> d8 se mete en la horquilla en f7.

1 0. � b3!, . . .

N

Esta jugada amenaza mate por tercera vez consecutiva (!) y es el toque final de la estrategia blanca, prácticamente decisiva; el quid es que, de repente, el peón de b7 está en el punto de mira.

1 0 . . . . , l{Wd5 10 . .. . , t¿jd5 11. �xb7, �c7 12. l{Wxc7 deja

a las blancas con un peón gratis y mejor partida. 1 1 . �x b7!, l{Wxe5+ 12 . �e2, [ . . . ] 1 - O La torre negra está a punto de desaparecer,

y hay que encarar una cuarta amenaza de mate en una. Las blancas van a salir de la aventura a la que se lanzaron en la apertura con una cali­dad y un peón de ventaja. En uno de los libros que he consultado, las negras abandonan aquí, pero creo que arrastraron la partida veinte juga­das más antes de tirar la toalla. Sea como fuere, no necesitamos ir más lejos. Tal vez vea esta «celada» (y esta posición) durante su carrera ajedrecística (esperemos que desde el lado de las blancas). Son muchísimos los jugadores que se equivocan muy al principio de la partida debi­do a que ¡no entienden bien sus propias líneas favoritas!

Temas Veamos una celada muy popular que siem­

pre se cobra algunas víctimas entre los juveniles. 1 . e4, e6 2. d4, d5 3. e5, c5 4. c3, . . . En la Variante del Avance de la Defensa Fran­

cesa, las blancas se esfuerzan por mantener un

25

bastión en el centro apoyando bien d4 y e5; el ob­jetivo es obtener más espacio y explotarlo.

4 . . . . , tZ'lc6 5. tZ'lf3, �b6

Llevando otra pieza para vigilar d4 y hacer que las blancas lo piensen dos veces antes de poner el alfil en el lugar más activo, d3.

6. �d3, . . . ¿Pierde esto un peón? 6 . . . . , cxd 4 7. cxd4, l¿jxd4? Mordiendo el anzuelo. Es necesaria 7 . ... ,

�d7; entonces, el bando blanco está preparado para entregar ambos peones centrales a cambio de adelantarse en el desarrollo.

a. l¿jxd4, �xd4?? 9. �b5+, . . .

N

El jaque anuncia un ataque en descubierta a la dama, y las blancas ganan.

Este truco, con el que muchos jugadores es­tán familiarizados, es fácil. Sin embargo, no to­dos esos jugadores emplean la Francesa ni contestan 3. e5 al enfrentarse a ella. Darse cuenta de errores así no es un lujo que esté al alcance únicamente de los ajedrecistas en cu-

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26 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I T A R L O S

yas aperturas aparecen. Más aún, el mismo te­ma general puede aparecer en varias situacio­nes y de varias formas, así que merece la pena pasar un poco de tiempo -por lo común al estu­diar la teoría de aperturas- asegurándose de que se conocen ciertas «celadas» -para evitar­las o tenderlas-, pues se sorprendería usted de lo corrientes que son.

Pasemos a la siguiente:

La posición del diagrama se produjo a partir de una Caro-Kann (1. e4, c6 2. d4, d5 3. e5, i,f5). Las blancas quieren estabilizar el centro y dejar que sus peones avanzados sean los que cojan la batuta a principios del medio juego.

1 0 . ... , lbxd 4 1 1. cxd 4, � b6 Atacando los peones de b2 y d4, ninguno de

los cuales está protegido. De hecho, al no estar ya el alfil de dama blanco, el primer jugador corre el peligro de sufrir por las casillas negras; eso ayuda a explicar la jugada siguiente.

12. �d2, �xd4?? Hay que hacer 12 . ... , e6, que es segura. La

textual pierde, pero las negras se figuran que la captura es factible porque el alfil de d7 descarta el desagradable jaque en b5 y el ataque en des­cubierta a la dama que conlleva. Sin embargo, una mirada más atenta a la relación existente entre las piezas clave del ejemplo anterior -Va­riante del Avance de la Francesa-, a saber, la dama y el alfil blancos y la dama y el rey negros, nos permite captar mejor la posición que nos ocupa ...

1 3. e6!, ...

¡Hay muchas maneras de despellejar un co­nejo, como dice el refrán! El alfil negro estará ta­pando el jaque, pero la última jugada de las blancas gana en el acto; p. ej.: 13 . .. . , i,xe6 14. i,b5+, 13 . ... , fxe6 14. i,g6+ o 13 . ... , i,c6 14. exf7+, y 14 . ... , c;t>xt7 15. i,g6+ sigue ga­nando la dama, lo que significa que las negras deben desprenderse del alfil después de 13. e6.

Una vez que conocemos bien un tema deter­minado, podemos, en una partida, prever las si­tuaciones en las que podría ser un rasgo de la posición y obrar en consecuencia.

Medina-Zapuseck Olimpiada de Siegen, 1970

Defensa Francesa

1 . e4, e6 2. d4, d5 3. ctJd2, c5 4. l2Jgf3, lbc6 5. exd5, �xd5 6. i,c4, �f5?!

Las negras quieren mantener la dama en jue­go; retirarla a d6 permite lbe4, pero volver a la base con 6 . ... , �d8 es apropiado.

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CELADA S Y A SECHA N ZA S

7. o-o, t2Jf6 7 . ... , cxd4 8. étjb3, e5 9. Ue1 (o incluso 9.

étjg5) es incómodo para las negras, cuyo plan es, sencillamente, movilizar el flanco de rey.

8 . .:':t::lb3, a6 9 . .l::i,e 1, �e7 1 0. étjx c5!, �x c5 1 1. �d3!, ...

Artera reubicación del alfil. 1 1 . . .. , � h5 12. dx c5, o-o? Despidiéndose de manera definitiva del plan

de volver a capturar en c5. No obstante, el flojo juego de apertura que ha realizado el bando ne­gro ya ha causado daños considerables, y 12 . ... , ¡yxc5 13. �e3, �e7 14. �f4 plantea casi la misma celada que la partida y deja a las blancas con gran ventaja, pues mandan por los escaques negros.

1 3. �f4!, ... Amenazando plantar el alfil en d6, que­

dándose con ventaja decisiva. Teniendo presen­tes los ejemplos anteriores, ¿ve usted lo que se avecina?

1 3 . ... , �x c5?? 14. �d 6!, . ..

N

27

Una situación de todo punto distinta, pero el tema es exactamente el mismo. Las negras no pueden permitirse tomar el alfil debido a 15. �xh7+ y 16. ¡vxd6, así que están obligadas a ceder la calidad en f8, por la que no hay compen­sación.

Reacción en cadena No es infrecuente que un peón gane una par­

tida sin hacer nada más complicado que tomar piezas. Aquí tenemos una bonita celada basada en el peón «comilón».

1. e4, d 6 2. d 4, étjf6 3. étjc3, g6 4. �g5, �g7 5. �d2, . . .

N

Las blancas no esperan. La posición agresiva y la amenaza de acabar con el alfil <<importante» de las negras puede que sean simplonas, pero es­tos sistemas no son fáciles de tratar con negras. Los practicantes de la Pire que han crecido apega­dos al alfil de g7 tal vez probaran 5 . ... , h6 6. �h4, g5 7. �g3, ctJh5 8. 0-0-0, étjd7 9. étjge2, e6, aunque quizás esto no sea del gusto de todo el mundo (al menos descarta toda jugarreta que im­plique e5). Luego de 10. h4, a6 11. �h2, gxh4 12. e5, étjb6 13. lbf4, lbxt4 14. �xf4, las blancas tenían ventaja en Lékó-Svidler, Groninga, 1996.

5 . . . . , c6 6. o-o-o, ¡vas, ... 6 . ... , 0-0 es un poco mejor para el bando

blanco después de 7. �h6. La textual gana un tiempo y está concebida para explotar el hecho de que las blancas se hayan enrocado enseguida.

7. étjf3, b5? Las negras parten para el desastre; la idea

es frenar al adversario minando la protección de

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28 E R R O R E S G A R R A FA L E S E N A J E D RE Z . e O N O e E R L O S . E VI T A R L O S

e4 y d5 aprovechando que la dama blanca está a una distancia del peón «b •• que puede resultarle peligrosa. Incluso merece la pena pensar aquí 7 . . . . , h6 si las negras están contentas con dejar el rey en el centro. 7 . ... , J,g4 parece lógica.

8. e5!, ...

N

Haciendo caso omiso del agresivo avance del rival -de hecho, dándole la bienvenida-.

8 . ... , b4?? Consecuente y perdedora, aunque 8.

dxe5 9. dxe5, ltjfd7 no inspiró mucha confianza en P. Helbig-Wojtczik, correspondencia, 1967: 10. �b1 (las blancas deberían evitar 10. J,xb5?, cxb5 11. �d5, �b6 12. �xa8, J,b7, etc.) 10 . ... , b4 (10 . ... , ltjxe5 11. t2Jxe5, J,xe5 12. J,xe7, �xe7? 13. t¿jd5+, cxd5 14. �xa5) 11. ltje4, ltjxe5 12. ltjd6+!, etc.

9. exf6, bx c3? 9 . ... , exf6 10. ltje4, fxg5 11. ltjxd6+ es el

mal menor, que, de todos modos, es decisivo; p. ej.: 11 . ... , �e7 12. tbe5!, y las negras están en una situación desesperada.

1 0. �x c3!, �x c3 1 1. fx g7!, ...

N

Las negras están a punto de perder por puntos. Estamos muy acostumbrados a valorar un ataque a la dama como si fuera un jaque, de modo que no estudiamos sino las jugadas que hacen frente a ese ataque y dejamos que se nos escapen las alternativas fuertes. Sin embar­go, recuerde que la dama es una pieza como las demás.

Veamos ahora una ingeniosa manera de ex­plotar el concepto a cargo de Tal.

Tal-N. N. Exhibición de simultáneas, Stuttgart, 1958

Defensa Siciliana

Nota bene: Dependiendo de la fuente, esta partida se jugó en 1958, 1969 o 1970, y se han dado dos nombres distintos a la víctima de Tal. Sea como fuere, las jugadas en sí son un ejem­plo instructivo de un sencillo error garrafal de captura múltiple.

En la liosa Variante del Dragón de la Sicilia­na, las negras se las han arreglado sin enrocar, usando el tiempo que se han ahorrado para tra­bajar en el flanco de dama. Otro quid de no enro­car es que se evita verse sometido al tradicional ataque por la columna «h ••.

1 1. g4, ... Las blancas están listas para lanzar al ata­

que los peones del flanco de rey una vez que han situado el rey en b1 (esto protege el peón de a2 y también tiene consecuencias tác-ticas ... ).

1 1 . ... , h6?!

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CELADA S Y A SECHA N ZA S

B

Parece como si así se frenara al primer juga­dor, pero la continuación consecuente de la es­trategia que ha adoptado el bando negro en la apertura es seguir con operaciones activas en el flanco de dama mediante 11 . ... , l¿je5 , dando vía libre a la torre , vigilando el peón de f3 y plan­teando la posibilidad ... , l2Jc4.

12. h4, a6 1 3. �e2, l¿je5 14. g5, ... Se ha dado tiempo a Tal para que pegue pri­

mero , aunque las últimas jugadas eran parte del plan negro de cambiar las torres del flanco de rey y quedarse con la del flanco de dama , más activa.

1 4 . ... , hx g5 15. hx g5, �x h1 ?? Divertido error, si bien perfectamente natural

en apariencia. La alternativa 15 . ... , l2Jh5 16. lZ'lb3, �d8 17. l¿jd5, �b5 18. �b6, 'iYd7 19. �d4 parece deprimente.

1 6. gxf6!!, ... Estamos a punto de ver cuán importante es

que el rey blanco esté en b1 en vez de en c1. 1 6 . ... , ldxd 1+ 17. l¿jxd 1!, �xd2 1 8.

fx g7!, .. .

N

29

Brillante , aunque sencillo. Lo que podía pare­cer un mecánico cambio de las damas al analizar la línea varias jugadas antes no tiene ahora nada que ver con eso gracias a la amenaza de dar ma­te en g8 en el acto. Esto permite a las blancas capturar la desamparada dama en la jugada si­guiente.

1 8 . ... , �d 8 1 9. g8�+, � c7 20. �x c8+, 1 - 0

Las blancas se quedan con dos piezas de ventaja. Reconozco que este ejemplo tiene un carácter infrecuente , de problema , pero vol­viendo a la posición que se produce tras 15. hxg5 , en verdad no está fuera del alcance del jugador mediano de club encontrar la idea -sorprendente en apariencia- de las blancas , con tal de que dé a todas las jugadas el mismo grado de importancia al examinarlas. El quid es buscar las posibilidades más peligrosas del adversario , incluso después de lo que parece ser una jugada condicionante -en este caso , tanto 15 . ... , 1:í. xh1 como 17 . ... , �xd2-. El jaque es el único lance que interrumpe la parti­da (ni siquiera entonces podemos permitirnos relajación alguna , como demuestra con cruel­dad el capítulo dedicado a los jaques) , mien­tras que las demás jugadas , por más que exijan la atención del adversario , ofrecen cier­to margen de réplica. No conceder a estas po­sibilidades el respeto que merecen puede conducir a una sorpresa desagradable , y aun­que reveses así tienden a explicarse como ma­la suerte causada por una extraña ocasión que el azar brinda al adversario , no ver lo que , en esencia , son jugadas obvias no es más exótico o desafortunado que cometer un error garrafal a la antigua usanza.

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30 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V 1 T A R L O S

El «atraco» del ahogado No es tan raro como podríamos pensar . . .

Balogh-Castañeda Budapest, <<Primer Sábado» GM, 200 1

N

Las negras, que son mano, tienen dos peo­nes de ventaja y la pieza menor superior. Las blancas podrían abandonar, pero entonces deja­rían pasar una excelente oportunidad de intentar «atracar» .

60 . . . . , \.t>xa3?! 60 . . . . , � h3+ 61 . \.t>b2, g d3 62. t¿je4,

.ld b3+ es otra opción, pero la textual parece me­tódica y añade un peón a la colección.

61 . t¿jc4+! , �xc4?? El final de torres debería ser más sencil lo to­

davía . . . 62. � xa6+! , �xa6%-%

B

El ahogado ha aparecido cuando las negras menos lo esperaban.

El ejemplo siguiente se incluye como entrete­nimiento, pero de todos modos es instructivo.

Striebich-Bauschlein Baden,200 1

B

Las blancas están completamente perdidas y no pueden contener ambos peones centrales. Me imagino que las negras, por lo menos, iban aquí muy mal de tiempo (o las blancas poseen poderes hipnóticos), pues la partida acabó como sigue:

53. \.t>a5! , . . . E l signo de exclamación se pone por todo el

concepto. Si las blancas ya lo habían planeado todo, es probable que se merezcan un par más.

53 . . . . , d2 54. ñ g1 , e3 55. \.t>xa6, I:i. d7 No tiene nada de malo aquí 55 . . . . , e2. 56. Jld1 , e2 57. I;i.e1 ! ! , . . .

N

57 . . . . , dxe1 ¡v??% -112

Curioso. Rebobinemos un par de jugadas a fin de situarnos mejor en el escenario de este im­presionante «atraco» . Desde luego, al estar los peones avanzando no importa lo que hagan las blancas con la torre, pero me imagino que 56 . .id d1 fue una treta deliberada para infundir el

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C E L A D A S Y A S E CH A N Z A S

pensamiento de la captura en la mente del se­gundo jugador, de modo que cuando el peón lle­gara a e2 y amenazara la torre parecería un final apropiado de la partida trasladarla a e1 -quizás acompañando la jugada de un poquito de teatro («está bien, ahí va»)-. Todo lo que se requiere para que el atraco salga bien es que las negras estén bajo la impresión de que no hay nada que buscar, pues las blancas van ju­gando simplemente por una u otra razón (tienen mal perder o buen perder) . En fin, ha visto usted este estrafalario episodio, y es bastante diverti­do, ¡ pero no lo olvide!

Por último, uno de mis favoritos:

Horowitz-Pavey Estados Unidos, 1951

N

Las negras, que tienen una calidad y dos peones de ventaja y d4 y g5 en el punto de mira, ganan por todas partes. Las blancas acaban de poner la dama en e2; así, defiende el alfil y ame­naza jaque en e7. Por tanto, una opción sensata es 37 . . . . , �d7, descartando cualesquiera ja-

31

ques y renovando la amenaza de añadir peones a la cuenta. Desde luego, después de 38. �e3, �xe3 39. fxe3, b31a lucha ha terminado. Enton­ces, ¿por qué no abandonan las blancas? ¿Por qué molestarse en jugar �e2 si las negras pue­den evitar cualquier problema con tanta faci l i­dad? La respuesta es porque las negras tienen tanta ventaja que no sería infrecuente que se re­lajaran en demasía a medida que ven el punto entero cada vez más cerca, y la textual les ofrece un medio senci l lo de cortar de raíz todo jaque aguafiestas o toda incursión por el flanco de rey: forzar el cambio de las damas.

37 . . . . , �xf3+?? 38. �xf3, .ti.a3 Más pulcro que 37 . . . . , �d7, al quitar las dos

piezas blancas que están ••en juego» una tras otra.

39. �h4!, .ti. xf3 %-%

B

Un atraco muy bonito de las blancas, que, en vez de abandonar (que es lo que la mayoría de nosotros habría hecho a estas alturas), vieron una oportunidad de explotar la l ínea de pensa­miento del adversario -a saber, que la victoria no pel igraba; era cuestión de tiempcr-.

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3. PSICOLOGÍA

Los nervios y el tener el hormigui l lo en el cuerpo son buenos: son una señal física de que mentalmente uno está preparado y con ganas. Hay que lograr que las «hormigas» vayan en for­mación, ese es el truco.

Steve Bul l, psicólogo deportivo británico

Si bien hay jugadas concretas que provocan equivocaciones, a menudo es el estado general del juego lo que puede tener un efecto perjudicial sobre nuestro pensamiento. Situaciones distintas exigen planteamientos distintos, y desde un pun­to de vista práctico -en particular al haberse in­troducido controles de tiempo más restrictivos-, es la flexibil idad lo que cobra cada vez más im­portancia. Tenemos que ser capaces de desen­volvernos en escenarios que abarcan todo el espectro sin meternos en problemas.

La presión de tener que defenderse Un buen tópico del ajedrez es que un ataque

al rey (en general, un ataque por el flanco de rey) es más prometedor que, por ejemplo, ejercer presión sobre una casil la débil en una zona, por lo demás tranqui la, del flanco de dama. Esto es así porque equivocarse al mantener las defensas del rey puede conducir, en efecto, a la pérdida de la partida, mientras que desprenderse de mate­rial o una casil la clave puede suponer la pérdida de una batalla en vez de la guerra. Cuando el rey está en el punto de mira, siempre hay un poco más de presión, responsabil idad y tensión. La ta­rea defensiva se agrava por el hecho de que un simple desl iz, el pasar por alto un solo factor, por senci llo que sea, podría ser desastroso. Aquí te­nemos un buen ejemplo de un GM de alto n ivel que por propia voluntad se sienta en el lado incó­modo de un ataque por el flanco de rey, pero me­tiéndose en problemas.

P. H. Nielsen-Kotronias Hastings Premier, 2003-2004

N

Algunas aperturas y defensas son más procli­ves que otras a producir situaciones en las que de­fenderse con exactitud es de importancia capital. En casos así, el medio juego puede ser tan tenso que, en cada jugada, la l ínea que separa la victoria de la derrota es finísima, y la suerte del jugador de­pende de lo bien que trabaje bajo presión. La po­sición del diagrama es una l ínea principal, típica, de la Defensa India de Rey, en la que las blancas cifran sus esperanzas en imponerse por el flanco de dama, dada la ventaja territorial que tienen allí; las negras, en cambio, obtienen un ataque por el flanco de rey que dista mucho de ser suti l . No es de extrañar que ambos bandos tengan excelentes oportunidades de victoria. Veamos cómo la partida subió algunos grados de temperatura.

25 . . . . , g4 Después de concentrar tropas en el flanco de

rey, las negras ya están l istas para lanzar el ata­que.

26. i_xa5, . . . Mientras tanto, las blancas han ido combi­

nando el juego preventivo en el flanco de rey con maniobras activas en el otro flanco.

26 . . . . , �es Tomar en a5 y permitir 1d xc8 es de todo pun­

to erróneo. Las negras se encuentran a menudo

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P S IC O L O G Í A

prácticamente abandonando e l flanco de dama en su búsqueda de la gloria.

27. h4, gxf3 28. i.,xf3, i.,g4

B

Renovando la presión en la columna «g ... Nótese la importancia que tiene la torre de g7 en el ataque.

29. i.,xg4, ..•

29. {¡jc7?, i.,xt3 30. {¡jxe8, � xg2+ 31 . �h1 , b!. g3+ 32. �h2, ti:Jfg4+ da mate.

29 .... , l¡jtxg4 30. i.,b6, •..

El atareado alfil blanco, tras haber suprimido el peón de a5, desempeña un papel clave en la defensa.

30 . ... , Vjjje7 Atacando h4. 31 . 0Jxg4, 0Jxg4 32. i.,f2, •••

N

El alfil defiende tanto e3 como h4, y el cambio de un par de piezas menores ha disminuido algo -pero no del todo- la presión. Desde que nos in­corporamos a la partida, las blancas también se las han ingeniado para embolsarse un peón suple­mentario; teniendo en cuenta el alfil de f8 (que a

33

menudo tarda en intervenir en esta l ínea, ya que las negras tienen tropas suficientes con las que atacar), mantener cohesionado el flanco de rey debería bastar para llegar a un final aceptable. Por ejemplo, jugar enseguida 32 . . . . , l¡jxf2?! 33. Vjjjxt2, llg434.l:ra1 , VJ!ixh4? 35. VJ!ixh4, l:txh4 36. a5, � g4 37. �f1 es desagradabil ísimo para el bando negro. Sin embargo, Kotronias no tiene la intención de quitar el pie del acelerador, y las blan­cas deben esperar que el asalto continúe. ¿Cómo se sentiría usted en la piel de las blancas?

32 . . . . , f3! Las negras todavía tienen recursos suficientes

para plantear más problemas defensivos al primer jugador. La textual pone de relieve una vez más la influencia de la torre. Lo mejor que tienen las blan­cas ahora es 33 . .!le?, fxg2 34. � a1 , usando con eficacia el peón enemigo como protección y preparándose para eliminar la torre y trasladar la acción al flanco de dama. Quizás al bando blanco no le hacía ninguna gracia la perspectiva de que la dama adversaria llegara a f4 o incluso a h3 o qui­zás ni siquiera estudió tal posibi l idad, porque su próxima jugada era, sencillamente, parte de su es­trategia de contención en el flanco de rey.

33. g3??, . . . Ahora e l punto e3, l a columna « g » y h4 están

defendidos, y aparte de que � c7, seguida de !1xg7, sigue ahí, también hay que estudiar U c3xf3. Sin embargo, dado que N ielsen está contento con sentarse en el lado de las blancas de esta violenta l ínea y está preparado para tra­tar con el flujo constante de piezas enemigas que van hacia su rey, sí debería haber estudiado la próxima jugada de las negras.

33 . . . . , l¡je3!

B

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34 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . C O N O C E R L O S . E V I T A R L O S

Esto pedía a gritos que se jugara en cuanto el peón llegó a f3, lo que hace que el error garra­fal de las blancas sea más desconcertante. Tene­mos un caso de pieza sobrecargada; el caballo ha ido a e3 de todos modos, minando la defensa de g3, y para colmo de males el peón de h4 tam­bién está colgando debido a la clavada.

34. i,xe3, Il xg3+ 35. rj;>f2, •..

35. Wh1 , br h3+! conduce por fuerza al ma­te, así que las blancas deben ceder la dama.

35 . . . . , br g2+ 36. rj;>xf3, br xc2 37. br xc2,

N

La torre y el caballo no son rival para la da­ma, y el rey está expuesto. Las negras concluyen la partida asépticamente.

37 . . . . , �xh4 38. 1:r g1 , . . . O bien 38 . .l:ic4, �g4+ 39. rj;>f2, i,e7 40.

rj;>e1 , i,h4+ 41 . i,f2 (41 . rj;>d2, 'l!lVg2+), g f8, con ventaja decisiva; p. ej . : 42. i,xh4, �xh4+ 43. rj;>e2, 'l!lVg4+ 44. rj;>e1 , �g3+ 45. rj;>e2, �g2+, etc.

38 . . . . , .i:r xa4 39. i2Jc3, 1::!. c4 40. rj;>e2, i,h6!

B

Bonito toque. 41 . i,b6, . . . 41 . i,xh6, 'iVh2+; 41 . ld gc1 , i,xe3 42.

'íitxe3, �g3+ 43. 'íite2, h4. 41 . . . . , lhe4+ o - 1

Si, a cambio de obtener la iniciativa o una es­trategia favorable en un determinado sector del tablero, el jugador quiere permitir que su rey se vea sometido a ataque, debe estar preparado pa­ra caminar por una cuerda muy delgada. Si la ex­periencia le sugiere que usted propende a pasar por alto la táctica o truco ocasionales, el mejor consejo es que evite aperturas que conlleven se­mejantes obl igaciones defensivas. Sin embargo, una actitud así es poco constructiva, y, como de costumbre, es más sensato situarse en el feliz término medio.

Es imposible evitar que el rey esté en el pun­to de mira con independencia del repertorio de aperturas que util ice, así que prepárese y sea consciente de las situaciones en las que se re­quiere una defensa más circunspecta de lo habi­tual . En este ejemplo, lo interesante es que el error de las blancas se dio justo cuando parecía que habían capeado el temporal; las tropas de ataque del enemigo se habían reducido, y la ven­taja del primer jugador en el flanco de dama era más perceptible. Es en este estadio, cuando co­menzamos a percibir la recompensa por el traba­jo bien hecho, cuando somos propensos a que se nos escape algo.

Otro problema surge cuando nos dan jaque y tenemos más de una opción . Tendemos a tratar tales decisiones como especiales, críticas inclu­so, porque el objetivo es el rey (pese al hecho de que un jaque es una jugada como cualquier otra), y esta tensión adicional puede provocar equivo­caciones. Kaspárov fue víctima de esto contra el joven Krámnik en Linares en 1 994.

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P S IC O L O G Í A

Krámnik-Kaspárov Linares, 1994

B

Nos incorporamos a la partida en el momen­to en que las blancas tienen ventaja: dos peones por la cal idad y dos saludables caballos, en parti­cular el de e6. Antes de ponerse a trabajar, el bando blanco priva al adversario de un jaque que le permiti ría ganar un tiempo.

35. �h2, . . . No 35. tt:Jxc5?, l:!. f1 +! 36. �h2, bb. b1 , con

la amenaza . . . , bb. ff1. 35 . . . . , i,c1 36. b!,e5, . . . Krámnik prefiere mantener las piezas activas

en el tablero y tomar por objetivo el peón de g4 en vez de permitir cambios mediante 36. t¿je5, U f5 37. U xf5, .U. xf5 38. tt:Jxg4 (38. d6, b!. xe5 39. d7, g d5 40. d8�+. l'!!,xd8 41 . t¿jxd8, c4) 38 . . . . , �f7 39. tt:Jxc5, bb. xd5 40. t¿jxb7, i,a3, que no es claro.

36 . . . . , bb. f1 37. bb. e4, U d1 38. bb. xg4+, . . .

N

Las negras tienen dos casi l las para el rey, y una parece más segura que la otra . Kaspá-

35

rov toma la decisión más sensata en aparien­cia.

38 . . . . , �h7? Manteniéndose fuera de la esquina, pero,

de hecho, da la sensación de que las negras es­tán perdidas (!) después de esta equivocación . La ún ica jugada es 38 . . . . , Wh8. 39. tt:Je5? es buena solamente para hacer tablas luego de 39 . . . . , g ff1 40. t¿jg6+, � h7 41 . t¿jgf8+, �h8 debido a la amenaza de mate en h 1 , lo que de­ja 39. g e4, I;Ixd5 (39 . . . . , 1d ff1 40. �h3) 40. tt:Je5 (40. g4, g e7 41 . tt:Jxc5, b!,xe4 42. tt:Jxe4, l:rd4 43. t¿jcd6, i,f4+) 40 . . . . , � f6 41 . t¿jf3!, y las blancas tienen la partida más fá­cil (nótese que 41 . . . . , c4 42. U xc4, U xe6 43. 1'!!. xc1 , bb. xb5 44. g4 complica la vida a las ne­gras) .

39. tt:Je5, . . . Enviando l a cabal lería. 39. t¿jg5+? no sirve

más que para devolver el favor, ya que 39 . . . . , i,xg5 40. bb. xg5, � ff1 41 . �h3, .ld h1 + 42. <;,i,(g4 tropieza con 42 . . . . , bb. d4+.

39 . . . . , bb.e7 Equivale a abandonar, pero 39 . . . . , bb. ff1 40.

g g7+, �h6 no cambia nada; p. ej . : 41 . t¿jg4+ (o41. étJf7+, g xf7[41 . . . . , Wh5 42. g4+, �xh4 43. g3#] 42. g xf7, etc.) 41 . . . . , �h5 42. tiJf6+, bb.xt6 (42 . . . . , Wh6 43. tt:Jg8+, �h5 44. g4+, �xh4 45. g3#) 43. g4+, �h6 44. g5+, �h5 45. gxf6.

40. étJf8+! , 1 -o

N

Los cabal los han resultado demasiado fuer­tes; 40 . . . . , �h6 evita la horquil la en g6, pero se mete en problemas más graves luego de 41 . .ld g6+, �h5 42. g4+, �xh4 43. g3 mate.

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36 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I T A R L O S

Enredar las cosas: ¿Quién engaña a quién?

Hay un riesgo al sal i rse de las l íneas conven­cionales para confundir al adversario: tal vez po­dría ser uno víctima de su propia estrategia . . .

Emelin-Jarlov Moscú, 2002 Apertura de los Cuatro Caballos

1 . e4, eS 2. Qj f3, Qj c6 3. j, b5, Qj f6 4. Qjc3, j,d6?!

El GM ruso (elo FIDE: 2.63a) rechaza 4 . . . . , j,b4, 4 . . . . , j,c5, 4 . . . . , Qjd4 e incluso 4 . . .. , d6 y opta por esta jugada poco corriente que blo­quea el paso al peón . Contra un jugador despre­venido, a ser posible más débil, no es una mala idea, pero en este caso el elo F IDE del bando blanco pasa con holgura de los 2.500, y el primer jugador es perfectamente capaz de orientarse en la apertura. En consecuencia, el planteamiento de las negras es dudoso en sí mismo.

5. d3, h6 Una vez que se ha jugado el alfil a d6, no hay

que dejar que se clave el caballo. 6. h3, . . . Misma jugada, distinta idea. 6 . . . . , o-o 7. g4!?, . . .

N

Lejos de haber quedado desconcertado por la l ínea secundaria que ha empleado el adversa­rio, el bando blanco se aplica a tratar la posición con lógica. Puesto que la répl ica temática a una ofensiva por un flanco implica un contraataque en el centro, las blancas juzgan que tienen una buena oportunidad de lanzar adelante el peón ccg» al estar obstaculizado el peón de d7. Ahora, lo mejor que tienen las negras parece ser 7 . . . . , a6 a. j,xc6, dxc6, que recuerda a la Variante del Cambio de la Española; Podlesnik-Pavasovié, Liubliana, 2002. En esa partida, las negras, por lo menos, habían favorecido el desarrollo al l iberar el alfi l de ca. Por alguna razón, Jarlov no está contento con 7 . . . . , a6 (¿demasiado ortodoxa?) y pretende seguir su propio camino.

7 . . . . , .l:!. eS?! 8. g5, hxg5 9. j,xg5, . . . Así, e l primer jugador consigue clavar e l ca­

ballo de todos modos -planteando la amenaza Qjd5- y obtiene posibi l idades de generar algo por la columna ccg» .

9 . . . . , Qj d4? Sin duda, esto es lo que se ocultaba detrás

de . . . , .id ea, pero Emelin tiene una sorpresa de reserva. 9 . . . . , j,b4 es más apropiada; enton­ces, 1 0. l::i.g1 , Qjd4 1 1 . j,c4, Qje6 1 2. j,xe6, b:í, xe6 1 3. � d2 sería más fácil de jugar con blancas, y está claro que 1 1 . . .. , c6 1 2. a3, j,xc3+ 1 3. bxc3, Qje6 1 4. j,xe6, � xe6 1 5. Qjh4 da ventaja a las blancas.

1o. QJds!, . . . Dado que tienen que vérselas con l a clavada

y la inminente ocupación de la columna ccg», las negras deberían haber tenido más consideración con el caballo de f6, aunque se hubiera pasado por alto la textual porque deja desprotegido el al-

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P S IC O L O G Í A

fil de b5. A l fin y a l cabo, las blancas han estado tramando atacar f6 tanto con el alfi l como con el caballo desde que el alfi l negro l legó a d6. Si 1 O . . . . , 'Llxb5 1 1 . i,xf6, i,e7 1 2. 'Llxe7+, .l::l_xe7, el bando blanco echa leña al fuego con 1 3 . .J::¡ g1 , y 1 1 . . . . , gxf6? 1 2. l:í. g1 + conduce al mate por fuerza; p. ej . : 1 2 . . . . , �fa ( 1 2 . . . . , �h7 1 3. 'Llh4) 1 3. 'iVd2.

1 0 . . . . , i,e7 Tsesarski da 1 O . . . . , c6? 1 1 . 'Llxd4, exd4

(yo diría que las negras aguantan después de 11 . . . . , cxd5 1 2 . 'Llf5 con tal de que jueguen 1 2 . . . . , i,fa y eviten 1 2 . . . . , 'iVa5+ 1 3. c3, 'iVxb5? 1 4. 'Llxd6) 1 2. 'Llxf6+, gxf6 1 3. i,h6, � e5 1 4. � g 1 +, .ti.g5 ( 1 4 . . . . , �h7 1 5. 'iVg4) 1 5. i,xg5, fxg5 1 6. 'iVh5, i,f4 ( 1 6 . . . . , cxb5 1 7. It.xg5+, �fa 1 a . .l::i,f5, 'iVa5+ [1 a . . . . , 'iVea 1 9. 'iVha+, �e7 20. 'iVf6+, �fa 2 1 . � h5] 1 9. �e2, �ea 20. 'iVha+, �e7 21 . 'iVf6+, �ea 22. !;Ig1 ) 1 7. i,c4, con ventaja decisiva de las blancas.

1 1 . 'Llxe7+, 'iVxe7 1 2. 'Llxd4, exd4 1 3. l:tg1 ! , . . .

Quizás las negras esperaban que e l adversa­rio hiciera algo esta vez con respecto a su de­satendido alfil, dada la horqui l la que se amenaza en b4, pero de nuevo el primer jugador sigue adelante con su estrategia por el flanco de rey. De hecho, a estas alturas, Jarlov debe de estar lamentando el experimento que ha hecho en la apertura.

13 . . . . , c6 Aparte de lo obvio, se prepara . . . , d5. Aceptar

la invitación con 1 3 . . . . , 'iVb4+ sale mal; p. ej . : 1 4. c3!, dxc3 ( 1 4 . . . . , 'iVxb5 1 5. i,xf6, g6 1 6. 'iV d2, y ahora desalojar el alfil con 1 6 . . . . , 'iVb6 1 7. i,xd4, c5 1 a. i,e3 deja al segundo jugador con un peón menos y todavía con problemas de­fensivos que superar en vista de sus débiles ca­sil las negras) 1 5. i,xt6!?, cxb2+ 1 6. �f1 , bxa1 'iV ( 16 . . . . , g6 1 7 . .l:db1 , 'iVxb5 1 a. ld xb2, �c6 1 9. e5 parece el mal menor) 1 7 . .M.xg7+,

37

N

1 7 . . . . , �fa 1 a. 'iVxa1 , 'iVxb5 ( 1 a . . . . , � e6 1 9. ld h7, �ea 20 . .U. ha+, 'iVfa 21 . i,da!?) 1 9. � h7 o 1 5. a3, 'iVd4 1 6. i,e3, 'iVe5 1 7. ld g5, 'iVe6 1 a. bxc3, c6 1 9. i,c4, d5 20. exd5, 'iVxh3 21 . �d2, cxd5 22. i,xd5, n xe3 23. fxe3, t¿)xd5 24. 'iVg1 . En el mejor de los casos, las negras tienen que batallar mucho para sobrevivir en estas l íneas, lo que indica el lío en el que se han metido. Hasta ahora, Jarlov no ha logrado si­no desconcertarse a sí mismo; en concreto, so­bre cómo debería proteger el flanco de rey.

1 4. 'iVta!, . . .

N

¿Es que no han leído las blancas el guion? Los escaques relacionados f6 y g7 parecen ser todo lo que les preocupa; lo que pasa en el flan­co de dama es lo último en lo que piensan. Pues que les vaya bien. El último gesto de ataque in­crementa la presión todavía más; el segundo ju­gador está empezando a echar de menos al guardián de las casi l las negras. Debe de ser ho­ra de hacer 1 4 . . . . , �fa a fin de enfriar un poco el entusiasmo que muestra el rival por la columna ccg •• ; p. ej . : 1 5 . 'iVg3, d5! 1 6. i,a4 (1 6. i,h6?,

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38 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I T A R L O S

i,g4!), 'iVb4+ ( 1 6 . . . . , dxe4 1 7. 0-0-0) 1 7. i,d2, 'iYxb2, y las blancas pueden elegir entre 1 8. 'iYxg7+, r-Ji;e7 1 9. i,gs, �xa1 + 20. �e2, �xg1 21 . i,xf6+, �e6 22. �xg1 , �xf6 23. f4 y 1 8. �e2, «senci l la», pero quizás más eficaz. Las negras podrían probar suerte con 1 7 . . . . , �xa4 1 8. �xg7+, r-Ji;e7 1 9. M,g6, lbxe4 20. dxe4, i,e6, que no es agradable, pero parece más fuerte que la continuación de la partida.

14 . . . . , �b4+? Las negras ya no pueden resistir la tentación

más tiempo; están tan frustradas por los aconte­cimientos que tienen lugar en el flanco de rey que están deseando aprovechar sus oportunidades en cualquier otra parte del tablero. Podían haber evitado esta imprudencia adoptando una varian­te de apertura más sobria; ahora surge la deses­peración -caldo de cultivo segurísimo de errores garrafales-, y solamente pueden culparse a sí mismas.

1 5. �d1 , . . . Parece que las blancas l o han calculado to­

do. La estrategia sigue girando en torno al caba­llo de f6. Teniendo esto presente, habrán investigado 1 5 . . . . , lbxe4 1 6. dxe4, ¡yxb2 1 7. i,c4!, . . .

N

1 7 . . . . , d5 ( 1 7 . . . . , 'iVxa1 + 1 8. �e2, M_xe4+ [1 8 . . . . , d5 1 9 . .l:íxa1 , dxc4 20. M,g1 no hace más que prolongar la tortura] 1 9. 'iVxe4, �xg1 20. �e8+, �h7 21 . i,d3+, seguido de mate) 1 8. M_c1 , �c3 ( 1 8 . . . . , dxc4 1 9. i,f6, g6 20. �h5) 1 9. �xc3, dxc3 20. exd5.

15 . . . . , �xb2

Las negras están contra las cuerdas; su flan­co de rey está maduro para la cosecha. A pesar de la inesperada jugada 4 del adversario, las blancas han conseguido conducir la partida muy bien; su reacción temática, constructiva, ha logra­do poner la situación en contra del bando negro por completo. La estrategia de este último estaba concebida para desestabi l izar al contrincante y, en consecuencia, ponerle nervioso e inducirle a jugar mal. Sin embargo, ha sido lo contrario lo que ha pasado: los nervios del segundo jugador son los que se han visto afectados, y es él quien ha cometido las equivocaciones . . .

1 6. i,c1??, . . . i Uy! La idea es correcta, s u ejecución, no.

Atacar la dama pierde, de hecho, un tiempo, ya que la dama negra se ve obl igada a retirarse a una casi l la desde la que puede organizarse una defensa. 1 6. �xf6 directa muestra la diferencia capital de que 1 6 . . . . , gxf6 1 7. i,c1 +, �h7 1 8. i,xb2, cxb5 1 9. i,xd4 es horrible para las ne­gras; en otras variantes, el alfi l se queda en g5 -ganando así val ioso tiempo- salvo aviso en contrario (y las blancas ganan). 1 6 . . . . , .i:te6 da al bando blanco dos alternativas agradables en­tre las que elegir: 1 7. �d8+!, �h7 1 8. l::í.c1 , �xb5 1 9. f4 y 1 7. �xg7+, �xg7 1 8. i,c1 +, ld g6 1 9. M. xg6+, �xg6 20. i,xb2, cxb5 21 . �d2, d5 22. t!,g1 +, �h5 23. exd5, i,xh3 24. i,xd4. Poner la dama en la esquina con 1 6 . . . . , 'iVxa1 + 1 7. i,c1 , g6 pierde por 1 8. l,Ig4; p. ej . : 18 . . . . , M_e6 1 9. �d8+, �g7 20 . .S,h4. En cuanto a 1 6 . . . . , 'iVxb5, las blancas emplean el tiempo que se han ahorrado para jugar 1 7. i,h6.

Es interesante que este error no se haya pro­ducido como resultado de una jugada sorpren-

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P S IC O L O G Í A

dente del rival que requiriera u n análisis actuali­zado -el primer jugador debe de haber tenido la posición del diagrama en la cabeza antes de em­prender esta acción-. Es de suponer que tampo­co puede achacarse la equivocación a los apuros de tiempo, ya que solamente se han hecho quin­ce jugadas. En real idad, el error se centra en f6 y la columna «g,, (como todo lo demás) . Así pues, ¿qué es lo que se les escapó a las blancas y por qué? Una posibil idad es que tal vez no les aca­bara de convencer el final que resulta de 1 6 . . . . , gxf6 1 7. �c1 +, etcétera. Si así es, no debería haber sido así. De manera alternativa, puede que hubieran pasado por alto la jugada 1 7 de las ne­gras y -al resultar la dama negra una pieza de tan poca util idad en tantas otras variantes hasta el momento- no vieran más que 1 7 . . . . , g6?? (véase el comentario a la jugada 1 7 de las ne­gras). O podrían haberse distraído por la desven­turada dama y decidido -con mal criterio- matar dos pájaros de un tiro y atacar la dama y abrir a la vez la columna "g" con �c1 , jugada de ••do­ble finalidad» . O fueron los nervios, al fin y al ca­bo (¿ la perspectiva de dar una lección al GM Jarlov por su falta de respeto . . . ?) .

16 . . . . , ¡vxb5! 1 7. ¡vxf6, �h5+! 1 7 . . . . , g6?? 1 8. �xg6+, fxg6 1 9. ¡vxg6+,

<;t>f8 20. �h6+, cJ;;e7 21 . �g5+, etc. 1 8. f3, g6 1 9. l:[g5, . . .

N

1 9 . . . . , ¡vh7? Dejando escapar 1 9 . . . . , ¡vxh3! 20. ldxg6+

(20. ¡vxd4, ¡vxf3+ 21 . <;t>d2, d5 22. �b2, ¡vf4+ 23. <;t>d1 da igualdad) 20 . .. . , fxg6 21 . ¡vxg6+, <;t>f8 22. �a3+ (22. �h6+, <;t>e?) , 1:;! e? 23. ¡vf6+, <;t>g8 24. �xe7, ¡vf1 + 25.

39

cJ;;d2, ¡vf2+ 26. <;t>c1 , �e1 + 27. <;t>b2, �c3+, con jaque continuo.

20. �xd4, ¡vg7 21 . �b2, ¡vxd4 22. �xd4, d6??

Sin duda, las negras consideraron que había pasado lo peor y habían evitado con habil idad el posible bochorno de perder rápida y brutalmente con 4 . . . . , �d6. Sin embargo, el sufrimiento va a volver a empezar porque, de hecho, la única manera de impedir otra pesadi l la es mediante 22 . . . . , d5! , más agresiva.

23. h4, . . .

N

22 . . . . , d6?? fue demasiado pasiva. El estado de ánimo del segundo jugador parece haberse adaptado a la dirección , en apariencia pacífica, que ha seguido la partida, y su nivel de adrenalina ha ido equil ibrándose ante el final que se avecina -de ahí que pusiera el peón en d6 a fin de apun­talar los vulnerables escaques negros-. La última jugada de las blancas, sin embargo, anuncia una nueva ofensiva por el flanco de rey, esta vez con el plan de explotar el control de la gran diagonal a1 -h8 para que el peón «h» dé en la diana.

23 . . . . , �ta Saliendo de la clavada. 23 . .. . , d5 l lega de­

masiado tarde: 24. h5, dxe4 25. fxe4, ld e6 26. \ird2, y la otra torre entra en combate.

24. \ird2, \ire7 25. f4! , . . . Las blancas -una vez más- demuestran que

es difíci l quitárselas de encima. La amenaza es f5; entonces, . . . , gxf5 deja el camino expedito al peón «h» .

25 . . . . , c5 26. �b2, \ird7 26 . . . . , b6 27. f5, gxf5 28. exf5, �b7 29. h5,

d5 30 . .S,e1 +, \ird6 31 . .S.xe8, �xe8 32. �f6

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40 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . C O N O C E R L O S . E V I T A R L O S

y 26 . . . . , �d7 27. f5, .i::í,g8 28. l:lag1 no ayudan a las negras.

27. f5, gxf5 27 . . . . , �c6 28. fxg6, fxg6 29. l:!.xg6, �e6

30. h5, �f7 31 . ll g7!, �xh5 tropieza con 32. .u h1 ' �f3 33 . .ll h3, _¡:¡ f8 34 . .l::í. gg3.

28. h5!, . . .

N

28. exf5 es senci l la y fuerte. 28 . . . . , fxe4 29. h6, . . . Adelante. 29 . . . . , �c6 29 . . . . , e3+ 30. �e2, f5 31 . .U xf5, �c6 32.

.Id f4, d5 33. �f6, d4 34. h7, �e6 35. a4, �d5 36. l:lh4.

30. h7, e3+ 30 . . . . , exd3 31 . h8¡v, l:I xh8 32. �xh8,

dxc2 33 . .ld g8. 31 . �e2, f6 32. �xf6, �e6 33. ld h1, bi. h8

34. �xh8, .U. xh8 35. �xe3, b5 36. a3, aS 37. l::í. h6, a4 38. id xe6, l:!. xh7 39. l:t gg6, 1 - O

Instructiva partida. El segundo jugador pagó caro su plan de juego, que falló por completo. Las equivocaciones que cometió y el juego cons­tructivo de las blancas hicieron que pasara apu­ros durante toda la partida. El efecto psicológico que esto produjo en él fue contentarse con el fi­nal tras retroceder con la dama a h7 (a diferencia de buscar 1 9 . . . . , ¡yxh3), después de lo cual Emelin continuó representando el papel de agre­sor. El bando negro se puso en evidencia, y su nivel de juego también se resintió.

Reajuste En el próximo ejemplo, la única posibil idad de

las blancas es que el adversario no se adapte al hecho de que es él quien manda.

Lutz-Yusúpov Essen, 2002

N

Cualquiera que sea la diversión que hayan tenido las blancas, está a punto de tocar a su fin; malas noticias cuando el precio por hostigar al rey negro ha sido una pieza l impia.

32 . . . . , �c6 Desalojando la torre y preparándose por fin

para poner la propia en juego. Lutz podría pensar en abandonar, pero al menos los alfiles no pue­den enfrentarse, y las negras tal vez se equivo­quen (y no ganamos las partidas abandonando) .

33. l:l: h3, � g8 El puesto natural; se doblan las piezas ma­

yores en la columna ccg» a fin de dominar la si­tuación mediante la amenaza de cambiar las damas. Psajis sugiere 33 . . . . , � f8 y 33 . . . . , b4!? como buenas alternativas; la segunda incluso usa la posición de la torre en el flanco de dama.

34. ¡y h1, .••

Las blancas también hacen que las piezas mayores trabajen en equipo.

34 . . . . , ¡y g2 Las negras echan el resto y dan a probar al ri­

val un poco de su propia medicina tomando el rey por objetivo. Abrir un frente en el otro flanco con el avance 34 . . . . , b4 de nuevo parece sensato.

35. � h7+, �f8 36. ¡y hs, . . . Puede que e l segundo jugador tenga ventaja

decisiva de material, pero al estar estacionadas tres piezas enemigas delante del rey y haber una

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P S IC O L O G Í A

amenaza de mate a l instante, no hay margen de error. Incluso corregir el rumbo volviendo con la dama a g6 sería bueno (en particular si se va mal de tiempo); p. ej . : 36 . . . . , 'iVg6 37. 'iVh2, b4, qui­zás seguido de . . . , �a4.

36 . . . . , 'iVxf2+ 37. �c1 , . . .

N

Se ha apresado un peón, pero la amenaza de mate todavía se cierne sobre el rey. El peón «f» es insignificante, pero el bando negro podía haber salido bien parado de su operación de ra­piña si hubiera vuelto a la columna «g» median­te 37 . . . . , 'iVg1 + 38. �b2, 'iVg6, contestando de nuevo . . . , b4 a la retirada de la dama blanca. Nótese que 37 . . . . , �eS?? pierde en el acto por 38. 'iVh6+!, Cbxh6 39. �e7 mate.

N

Da la sensación de que las negras pasaron por alto este descarado tema de mate, porque su próxima jugada se basa en defender con el alfi l .

37 . . . . , 'iVf4+?? Un jaque de más, después del cual ¡ la dama

ya no puede ayudar en la defensa, y las negras están completamente perdidas!

41

38. �b2, �ea 39. 'iVxf5!, ... Impresionante e ingenioso «sacrificio» de da­

ma, pero muy sencillo en realidad. El primer juga­dor no hace más que suprimir la pieza que defiende del mate que hay en e7 (en caso de que se capture en f5) . Las negras tienen una tentati­va, que parece desesperada, de sobrevivir en forma del contrasacrificio 39 . . . . , 'iVc1 +!, pero después de 40. �xc1 , ,llg1 + 41 . �d2, exf5 42. e6, � g6 43. l:i. h8+, .U gB 44. �e7+, �g7 45 . .U xg8+, �xg8 46. �e3 pasan apuros en el final resultante en vista de la infi ltración inminen­te del rey blanco.

39 . . . . , l:r.g4? Dejando l ibre g8, pero también varias opcio­

nes al rival para rematar la faena. 40. ,ll h8+, . . . Esto no tiene nada de malo, n i tampoco 40.

'iVxe6, pero mi posición final favorita se produce después de 40. �g7+!?, �e7 (40 . . . . , �g8 41 . 1:t h8+, �xg7 42. 'iVh7#) 41 . 'iVf8+!, 'iVxta (41 . . . . , �d7 42. �ffi+) 42. �f6 mate (D), que es un poco más lento.

N

40 . .. . , �f7 41 . 'iVh7+, 1 -o

El honniguillo en el cuerpo Con independencia de su categoría y capaci­

dad, el jugador siempre será propenso a ponerse nervioso. Cómo reaccionamos a la presión es un factor clave que determina el éxito o el fracaso. Debemos aceptar -como demuestran los ejem­plos de este l ibro, a menudo de manera brutal­que las equivocaciones y el error de padre y muy señor mío son inevitables en todos los niveles;

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42 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I T A R L O S

en tal caso, cuando nos equivocamos en una partida, deberíamos intentar ser realistas a fin de permanecer centrados -por si acaso nos dan la oportunidad de seguir luchando-.

El «proverbio•• ajedrecístico según el cual el que comete el último error pierde la partida pue­de parecer simpl ista -incluso cómico-, pero es verdad en la mayoría de los casos. Tomar malas decisiones no conduce por fuerza a la derrota, porque puede que los errores pasen inadverti­dos, el adversario tal vez se equivoque a su vez o incluso sea incapaz por cualesquiera razones de darse cuenta de la respuesta apropiada. Cuando eso sucede, es preceptivo mantener al­guna clase de equilibrio por lo que se refiere a los nervios; así se incrementan al máximo las posibi­lidades de volver a <<meterse•• en la partida, acli­matándose a todo cambio. A medida que la tensión aumenta también lo hace la probabi lidad de que aparezcan escenarios que induzcan a co­meter errores; en estas circunstancias, merece la pena valorar una y otra vez la importancia de tal o cual rasgo a fin de facil itar el proceso de toma de decisiones. Recuerde apartar de la cabeza to­do error anterior y las oportunidades perdidas y céntrese en la posición que hay en el tablero.

Nuestro próximo ejemplo, una partida de dos GM, presenta varios errores garrafales (por am­bas partes), pero no deja de ser típico del juego de ese nivel . Con la ayuda de algunos comenta­rios (para ChessBase) del ameno y talentoso GM Gershon, nos hacemos nuestra composición de lugar de los altibajos emocionales experimenta­dos en una partida de competición. No estamos ante el pensamiento maquinal, frío, calmado, cal­culador, claro y flu ido que algunos jugadores de club creen que es el distintivo del ajedrez de GM, sino ante los mismos temores, esperanzas, con­fusiones y errores de cálculo que todos conoce­mos. Agárrese fuerte .. .

Grünfeld-Gershon Campeonato de Israel por Equipos (desempate), Te! Aviv, 2002

B

Tenemos aquí una típica situación de ata­ques mutuos en la que los jugadores han enroca­do en flancos distintos y, a continuación, han lanzado los peones a abrir l íneas contra el rey enemigo. Las blancas, que son mano, no están interesadas en 26. ¡yxb5; p. ej . : 26 . . . . , i.xg4 27. ¡yxa5, i.e2; entonces, 28. bt f2?? pierde por 28 . . . . , ¡yxh4, aunque hay 28. btxf7!, .U.xf7 29. i.xf7, ¡yxh4 30. Jd g 1 , ¡vg5, y el bando blanco está mejor, pero las negras no carecen de posibil idades. Tampoco es deseable 26. i.xe6, ¡yxe6 27. ¡yxb5, ¡yxg4 28. ¡yxa5, ¡yxe4 si las blancas quieren ganar. En vez de todo esto, con­tinúan con las operaciones por el flanco de rey.

26. g5!?, i.xb3 27. axb3, a4 28. gxh6, gxh6 29. ¡y xb5, axb3 30. �xb3, . . .

N

El ritmo de la partida se ha acelerado mucho debido a los cambios recientes, y aunque las

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P S IC O L O G Í A

blancas tienen un peón suplementario, de mo­mento es irrelevante, ya que ambos reyes están expuestos. Así pues, parece poco probable que se dé un final largo. No importa cuál fuera antes el estado de ánimo de los jugadores: es seguro que en la presente situación están bajo presión .

30 . . . . , .!:1a8 Gershon da 30 . . . . , �b8 31 . �g3!, .l':tg8

32. �f3, .!::t. b7 33. � hg1 , .U. gb8 34. b3 como claramente mejor para las blancas y juzga que la columna «a» es el mejor sitio para la torre. Como veremos, esta decisión es exacta.

31 . �b6! , . . .

Atacando h6. 31 . . . . , f6 32 . .i:i hg1 ' VJ/ifl? Gershon: «E l plan erróneo, pasando por alto

la senci l la jugada 34 de las blancas•• . Debería jugarse 32 . . . . , c;t>h7, seguida de . . . ,

l:!. a? (y doblar las torres) o . . . , �f7. 33. b3, �e??? Las negras no han descubierto el plan del

adversario y no han anal izado más que 34. �g6??, �a3! 35 . .l:i.xh6+, c;t>g7, etc. Es intere­sante que, habiendo visto que atacar el peón de h6 con la torre augura problemas a las blancas, Gershon acabara su análisis aquí (donde tiene la partida ganada) en vez de comprobar si el punto h6 podía ofrecer algo más al rival . Quizás esta seguridad en uno mismo sea un rasgo de los ju­gadores más fuertes. De nuevo, la única jugada es 33 . . . . , <;t>h7; entonces, 34. �e3, .l::!,a6 35. �f3, .U. fa8 traslada la atención al desasosiego que sufre el rey blanco.

34. �e3! , . . .

N

43

34 . . . . , c;t>h7 Ahora la amenaza a h6, más mortífera, per­

mite a las blancas ganar un tiempo vital para ace­lerar la ofensiva en el flanco de rey.

35. �g3, �f7 36. �g4!, . . . Planteando una nueva amenaza: �f5+, se­

guida de .U g6. Las cosas no pintan bien para el bando negro en comparación con hace algunas jugadas, pero ha aceptado que se ha equivocado y ahora debe tratar el problema actual . Tenien­do esto presente, su próxima jugada es una ré­pl ica excelente.

36 • ... , h5! Gershon: « Intentando aprovechar mi última

oportunidad. Esta jugada, que parece inútil, l leva, de hecho, una desagradable idea» .

36 . . . . , �ga 37. �f5+, c;t>ha 38. ld xg8+, bt xg8 39. �xf6+, por otra parte, es, sin ir más lejos, demasiado negativo, pues deja a las ne­gras un final terrible, en el que no hay posibil ida­des realistas de escaparse con las tablas.

37. �f5+, c;t>h6

B

Podemos suponer sin temor a equivocarnos que el primer jugador estaba encantado de la vi­da en este punto. Con un peón de ventaja y las piezas lo bastante cerca para susurrar amenazas al rey negro, parece que lo tiene todo bajo con­trol . Y así es. En consecuencia, ese estado de ánimo es comprensible e incluso excusable, pero es justo el estado de ánimo que las negras espe­raban que tuviera el rival. Si hubieran reacciona­do a su razonamiento, defectuoso o descuidado, de pasar por alto 34. �e3 con espíritu derrotista, echándole la culpa de sus apuros al error y ha-

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44 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . C O N O C E R L O S . E V I T A R L O S

ciendo meras jugadas defensivas hasta l legar a un final perdido, no habrían sido lo bastante opti­mistas y realistas para advertir un rasgo intere­sante de esta disposición de las piezas.

38. ld f3??, . . . Con e l plan sencillo y eficaz d e doblar las to­

rres en la columna «g», seguido de aceptar la rendición de las negras. Es el plan correcto y ga­nador, pero, curiosamente, había que empezar con 38. !t g3. ¿Ve por qué?

38 . ... , ld a6?? Es irónico que el segundo jugador, pese a ser

el único que ha visto lo peculiar de la posición, no perciba de todos modos la diferencia que hay en­tre 38. ld g3 y 38. l:l f3. Si no se le estuviera agotando el tiempo, habría jugado 38. . . . , .l::i. a 1 +! ! -explotando el hecho de que la torre de g1 está desprotegida- para activar un terrorífico mecanismo de tablas. Debido a la torre que está colgando (lo que no ocurriría de haberse efectua­do 38 . .ld. g3 porque entonces la torre de f1 esta­ría defendida por la dama), las blancas deben contemporizar: 39. �xa1 , .U. a8+ 40. �b1 , :l,a1 +, y la posición de ensueño que buscaba Gershon (que vio al jugar 35 . . . . , h5) aparece tras 41 . �xa1 , �a7+ 42. �b2 (42. �b1 , �a1 +), �a3+ (pero no 42 . . . . , �a1 +?? 43. l::!,xa1 !, li­berando al rey negro) 43. �c3, �xb3+ 44. �d2, �d3+ 45. �c1 , �xc2+ 46. �xc2,

N

¡ahogado! Desde luego, las blancas también pueden pro­

bar 41 . �b2, g a2+ 42. �c1 , 1:rxc2+ 43. �d1 , ld c1 + 44. �e2, � xg1 45. �xf6+, �xf6 46. � xf6+, �g7 47 . .i::!. f5, 1:!. g4 48. � xe5, � xh4,

pero el final resultante es tablas. ¿Deberíamos perdonar al bando blanco por no figurarse más re­sultado que un rápido 1 - O al prepararse para do­blar las torres? Probablemente. Los ahogados en este nivel son muy poco frecuentes. Sin embargo, como puede verse en cualquiera de estas pági­nas, las señales de alarma están ahí y son muy fá­ciles de ver siempre y cuando mantengamos un recordatorio mental sobre tales posibil idades es­condidas en los bancos de memoria.

39. Utg3, . . .

N

39 . . . . , .tl,a1+! Gershon : «Si hubiera explotado una bomba

en la sala de juego, habría tenido menos efec­to en mi adversario que esta jugada, ¡ hecha en una posición en la que él estaba seguro de que las negras abandonarían! Este hecho psicológico tiene mucho que ver con las próximas equivoca­ciones de las blancas>> .

En efecto. La pregunta aquí es si el primer ju­gador, despertado de su sueño por este jaque conmocionante, puede adaptarse con rapidez a la nueva situación, sacar la conclusión que co­rresponde y, por consiguiente, tomar la senda correcta. ¿Qué es lo que pasaría por la mente de Grünfeld en estas circunstancias? Recuerde que la oportunidad que perdieron las negras al jugar 38 . . . . , U a6?? por lo menos formaba parte de un plan importante, cuyo tema es justo el mismo que tenemos ahora, aunque bien es verdad que con un par de detalles de diferencia. En consecuen­cia, las negras están jugando a su conveniencia, según su programa específico, mientras que las blancas se encuentran de repente en terreno des-

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P S IC O L O G Í A

conocido. En estas circunstancias, e l estado real del juego, el resultado probable suponiendo que ambos bandos «jueguen lo mejor», puede ser de menor importancia que el estado psicológico de cada uno de los jugadores. Incluso la última serie de jugadas -incluidos dos categóricos erro­res garrafales completamente distintos- desem­peña un papel psicológico de primer orden . Grünfeld, creyendo -con toda razón- que estaba a punto de ganar, se preparó para doblar las to­rres de manera decisiva en la columna «g», des­pués de lo cual las negras respondieron con . . . , J:;1 a6; sin embargo, al completar la maniobra, vio que la propia torre negra arremetía, como si las negras hubieran tendido una celada y estuviesen esperando .1:1 f3-g3 después de todo. Es verdad que esperaban eso, aunque no deberían haberlo esperado, ¡ pero las blancas son ajenas por com­pleto a esta parte de la historia!

B

40. <;t>b2?, •••

Dados los últimos acontecimientos y el hecho de que Grünfeld tiene un peón más y mejor posi­ción, este error es comprensible. Sin embargo, ¿habría sido tan procl ive a darle la razón al ad­versario de no tener enfrente a un joven GM de alto nivel que se acerca al h ito de los 2.600 pun­tos Elo en fase tan temprana de su carrera? Me imagino que no. Contra un rival de mucho menos elo, tal vez hubiera sido menos acomodaticio, y, de hecho, luego de 40. <;t>xa1 , � a8+ 41 . <;t>b2, � a2+ 42. <;t>c1 puede ponerse al descubierto el «farol» de las negras: 42 . . . . , .il xc2+ 43. <;t>d1 (nótese que 43. <;t>xc2??, �xb3+ demuestra por qué las negras habrían tenido que esperar después de 38. ;a, g3 a que las blancas doblasen

45

las torres en la columna «g», ya que, al estar en­tonces la torre en f1 , la sencil la 44 . .l:i. xb3 ¡ habría l iberado al rey negro!) 43 . . . . , �c1 + (43 . . . . , U d2+ 44. <;t>xd2, y las negras no tienen ningún jaque útil porque 44 . . . . , �d7+ 45. �xd71ibera el peón «f,, y 44 . . . . , �d5+ 45. exd5 l ibera el peón «e») 44. <;t>e2, � c2+ 45. <;t>f1 , 1l c1 + 46. <;t> g2, etc.

40 . ... , .U a2+ 41. <;t>c1, Id a1 + 42. <;t>d2, ld d8+ 43. <;t>e2, . . .

N

43 . . . . , bt,xg1 44. l:txg1, . . . Las blancas siguen e n cabeza tras este cha­

parrón de jaques, pero la partida tiene que ganar­se de nuevo . . .

44 . ... , llgS! Tendiendo otra celadita. 45. �g5!, . . . Sin caer e n 45. J;lxg8??, �c4+! 46. <;t>f3,

�e2+ 47. <;t>g3, �g2+ 48. <;t>xg2,

N

ahogado. 45 . . . . , Jd dS 46. �f3, ,id d6 47. ,tl f5, �g6

48. <;t>t1, � a6 49. <;t>f2, � d6

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46 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . C O N O C E R L O S . E V I T A R L O S

Ambos jugadores iban mal de tiempo para el resto de la partida, lo que aumentó la tensión y la lista de errores.

50. �e3+, �h7 51 . � f3?, . . . Es necesaria 51 . c3. 51 . . . . , �g4 Dejando escapar 51 . . . . , b!. d4! ; p. ej . : 52.

l:t f5, �g4, y las negras están mejor. En conse­cuencia, las blancas podrían estudiar aquí c3.

52. bi. g3??' . . .

N

Consecuente, agresiva y perdedora en vista de 52 . . . . , �d1 ! 53. b!,f3, b!,d2+ 54. �g3, .idxc2; entonces, 55. �a7+ (a las negras les preocupaba su propio rey), �g6 no ayuda al bando blanco: 56. � e3, .l:i. e2, etc. De nuevo, 52. c3 parece sensata.

52 . . . . , VJ!jd7?? Gershon: «Devolviendo el favor» . Esta vez, las negras creen al adversario. 53. �f3, �a7+ 54. �f1 , �f7 55. ]dg2,

.idaS 56. �g1 , �h6 57. �h2! , . . .

N

Gershon : •• ¡ Las blancas han acabado reagru-

pando las piezas! Las negras vuelven a estar perdidas[ . . . ]>> .

57 . . . . , 1:í. d6 58. c4, . . . E l primer jugador puede movi l izar por fin los

peones pasados, y eso es presagio de victoria. 58 . . . . , .l:!, d4 59. eS, li b4 60. bí, g3, ti. b8

61 . 'iYd3, b!,g8 62. �d2+?!, . . . 62. 'iVd5 gana. Las blancas siguen yendo

muy bien después de la textual, pero en estos fi­nales tiene sentido el iminar las damas en cuanto sea posible, pues se suprime la pieza más fasti­diosa del bando débi l .

62 . . . . , �h7 63. j¿xg8?, . . . Parece q ue los apuros de tiempo se deja­

ron sentir aquí. Sin embargo, las blancas ya son conscientes de que los finales de damas son di­ficilísimos de ganar, dadas las múltiples posibi l i­dades de dar jaque que tiene la dama del bando débil al haber tantas líneas y espacios abiertos. En consecuencia, la textual es índice del estado de ánimo en que se encontraba Grünfeld.

63 . . . . , �xg8 64. 'iVd7+, �h6 65. 'iVd2+, �h7 66. �e2, �xb3 67. �xh5+, �g7

Gershon : « ¡ Las negras nunca estuvieron tan cerca de las tablas en esta partida! >> .

68. �g4+, . . .

N

Ahora debería jugarse 68 . . . . , �f7 69. �d7+, �fa 70. �d6+, �g7 «Con muchos ja-ques [ . . . ]>> (Gershon).

68 . . . . , �h6?? Gershon: « ¡ Las negras se relajan y se meten

en una red de mate! >> . 69. h5!, �h7 69 . . . . , �f7 70. �g6+, �xg6 71 . hxg6,

�xg6 72. c6, y el peón corona.

Page 48: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

P S IC O L O G Í A

10. �g6+, <;t>hs 71 . �xf6+, <;t>9s 72. �xe5, 'iVc2+ 73. <;t>g3, �d3+ 74. <;t>h4, <;t>h7

B

Gershon: «La agonía[ . . . )•• . 75. �f5+, <;t>hs 76. h6, 1 -o Gershon concluye sus sinceros comentarios

así: «Una de las partidas más raras que haya jugado nunca•• . No obstante, como dije al pre­sentar la partida, estos casos no son tan infre­cuentes. Sin embargo, es obvio que el tema (recurrente) de ahogado sí era infrecuente; la existencia de tales ahogados y el hecho de que las negras tuvieran las tablas a su alcance de una manera tan seductora fue lo que contribu­yó, en última instancia, a provocar el error defi­nitivo y perdedor de Gershon. Las posibi l idades de hacer tablas, aunque no fueran el resu ltado de un juego exacto, fueron tan numerosas que «enmascararon" hacia el final las verdaderas perspectivas de tablas, más reducidas, que te­nían las negras hasta el punto de que el segun­do jugador pensó que no se requería más esfuerzo en el final, senci l lo y, en apariencia, calmoso. Como él mismo dice, se relajó. Todo el trabajo duro ya se había hecho: es el mismo es­tado de ánimo inductor de errores que se había apoderado de las blancas cuando la partida to­mó su caprichoso rumbo . . .

Orgullo En el próximo ejemplo, las negras no mues­

tran nada peor que la naturaleza humana.

47

Gligorié-Stahlberg Split, Encuentro (partida 3), 1949

B

Después de estar un buen rato pasando apuros con un alfil «malo», las negras aprove­chan de manera automática la oportunidad de li­berarlo; sin embargo, mejor defensa habría sido devolverlo a un puesto pasivo. El alfil negro ha tenido días mejores, y las blancas no desperdi­cian la ocasión de suprimir un defensor clave.

39. lL\xfS, . . . Preferible a 39. lL\xd7, lL\xd4 40. lL\b8, lL\bS

41 . lL\xc6, U c7 42. lL\b8, que reporta un peón, pero ayuda a activar las piezas enemigas. También tiene sentido, desde un punto de vista psicológico, dejar a las negras con el típico alfil «malo».

39 . . . . , .i,xfS 40. lL\a4, .i,d3 ¡ Libertad! De repente, el alfil negro disfruta de

lo que parece ser un papel activo por sí mismo, lo que, a la larga, será la perdición del segundo juga­dor.

41 . lL\c5, . . .

N

Aquí se aplazó la partida; Stahlberg hizo la se-

Page 49: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

48 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V 1 T A R L O S

creta. ¿Qué haría usted si estuviese en su piel? El caballo negro ha desaparecido, pero también uno de las blancas. La torre negra está pasiva -a dife­rencia de la blanca-, y hay el problema del alfil, que está dominado por el caballo. Luego tenemos los peones: los blancos están perfectamente se­guros, lejos del alcance del alfil, mientras que los negros exigen considerable atención. El alfil, por lo menos, puede ahora contribuir a la causa, al ha­bérsele permitido salir de la jaula de d7. Todo esto parece bastante razonable.

Veamos lo que dice Gligorié en 1 play agaínst píeces: «No compartía la opinión de los especta­dores que me criticaron por haberme apresurado a simpl ificar y permiti r que se activara el alfil, al considerar que eso incrementaba las posibil ida­des que tenían las negras de hacer tablas [ .. .]. Las blancas lo tendrían más difícil después de 41 . . . . , � f5, aunque con esta jugada el alfil "vuelve a la cárcel". [ . .. ]».

41 . . . . , �b5? Gligorié: « ¡ Ejemplo característico de una ilu­

sión óptica en ajedrez! Con franqueza, era la úni­ca jugada que esperaba (aunque también anal icé 41 . ... , �f5), porque difícilmente habrá alguien que deje pasar una ocasión tan poco frecuente de sacar el alfil de la cárcel y, en vez de eso, devol­verlo al sitio de donde acababa de salir» .

Si bien es verdad que un ordenador (en teo­ría) hace la mejor jugada disponible en el mo­mento y no se ve influido por otros factores, tampoco puede hacer ju icios basándose en la psicología, lo cual, más a menudo de lo que algu­nos jugadores estarían dispuestos a reconocer, puede ser una parte importante de la partida. En cuanto a 41 . . . . , �f5!, dificulta más la tarea de las blancas porque el flanco de rey está bien pro­tegido, ya que la amenaza ... , h4 provoca 42. h4, después de la cual las blancas tienen que buscar una ruptura en el flanco de dama. Ahora el alfi l parece mejor que antes, pero, de hecho, no con­tribuye en nada, ya que las blancas pueden ac­tuar mucho mejor en el flanco de rey.

42. f5! , . . . Aprovechándose enseguida de l a jugada se­

creta, que es del tipo «mucho estilo y poca sus­tancia» . El rey negro ya tiene menos espacio para respirar.

N

42 . . . . , � as 42 . ... , U e7 se topa con 43. tLle6 (con la in-

tención de efectuar .ld g1 ) ; p. ej . : 43 . ... , �d3? 44. ltJdB+. Esperar en la fila mediante 42 . ... , .l:t. c7 no hace sino dar tiempo a las blancas para mejorar la posición de la torre; p. ej.: 43. ll e3, l:t e7 44. tLle6, 1::!. e8 45. .U. g3, r:!. g8 46 . .l:i xg8, �xg8 47. �e3, etc. El alfil, en efecto, está impotente.

43. lLlb7!, �g7 44. l:i.g1 +, . . . El primer jugador hace simplemente una

prueba: las negras tal vez el ijan -de manera in­correcta- la columna «h» , después de lo cual todas sus piezas ocuparían posiciones horri­bles.

44 . . . . , �f7 45. � e1 , �g7 46. tLld6, h4 47. �f3, .)ddS 48. lde7+, �gB 49 . .l:le6, �g7 50. �e3!, . . .

N

Manteniendo el control en vez de caer en la tentación de jugar 50. �g4; entonces, con 50. . .. , d4! 5 1 . cxd4, �c4! el alfi l entra en acción . Las blancas también deberían evitar 50. tt:JeB+, �f7 51 . tLlxf6, d4!, que sigue pareciendo malo

Page 50: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

P S IC O L O G Í A

para las negras, pero no tan desesperanzador como la variante de la partida.

50 . . . . , i,a4 Se amenazaba ganar con lL\xb5. 51 . �d4, .ld gB 52. �es, . . . Las tres piezas blancas están e n posiciones

privilegiadas: seguro que cae algo. ¡Nótese lo có­mico que es el alfil ahora!

52 . . . . , �h7 53. lL\eB! , .l::í. g2 54. lL\xf6+, �g7 55. lL\d7, � f2 56. f6+, �g6

56 . . . . , �f7 57. �d6. 57. lL\e5+, �h5 O bien 57 . . . . , �f5 58. �d6, etc. 58. f7, d4 59. l:í.eB, 1 - O

N

Las negras no solamente echaron de menos el alfil en el flanco de rey, sino que al trasladarlo a b5 perdieron la partida. Este error no se habría cometido si hubiesen mirado la posición después de 41 . lL\c5 por vez primera.

Tome sus propias decisiones Así como deberíamos recordar que «tener

un plan, del tipo que sea, es mejor que no tener ninguno», también es provechoso no tener mie­do a tomar decisiones propias. El lenguaje cor­poral del adversario (o el comportamiento de los espectadores si la partida ha generado tal in­terés) o las opin iones generales de otras per­sonas no deberían distraerle de sus propias convicciones. De lo contrario, puede que adop­te a sabiendas un planteamiento en el que no cree o se abstenga de hacer cierta clase de ju­gadas. Aquí tenemos un divertido ejemplo del joven Fischer.

49

Fischer-Tal Torneo de Candidatos, Bled, 1959

B

Es obvio que las blancas, a las que les toca jugar, tienen compensación por la pieza. Lo que si­gue se ha tomado de los comentarios de Tal en The Lite and Games of Mikhail Tat «[ . . . ] [F]ue aquí donde tuvo lugar entre nosotros un duelo psicoló­gico muy conocido [ . . . ]. Fischer apuntó la jugada 22 . .l::í. ae1 !, sin duda la más fuerte, y la escribió no en su habitual notación inglesa, sino en la euro­pea, ¡casi en la rusa! Entonces empujó, sin gran habil idad, la planil la hacia mí. «Está pidiendo apro­bación>>, pensé; sin embargo, ¿cómo tenía que re­accionar? Fruncir el ceño era imposible y si sonreía, él sospecharía que había «gato encerra­do», así que hice lo natural . Me levanté y empe­cé a andar con calma por el escenario. Me encontré con Petrosián, bromeé un poco y él me contestó. Fischer, que a sus quince años en reali­dad no era más que un niño grande, se sentó con una expresión de desconcierto en el rostro, miran­do primero la hi lera delantera de espectadores en la que estaba sentado su ayudante y luego a mí. Entonces apuntó otra jugada, 22. � c6+?, y des­pués de 22 . . . . , .Ud7 23 . .Uae1 +, i,e7 24. .l::i. xf7, �xf7 25. �e6+, �fB! 26. �xd7, �d6 me quedé con la pieza de ventaja y gané» .

Cuando Tal preguntó a Fischer más tarde por qué no había jugado 22. .U ae1 , el estadouni­dense replicó: ••Bueno, ¡te reíste cuando la apun­té! Fischer acabó teniendo la confianza suficiente para no dejar que nada le indujera a cambiar de opinión, lo que es una buena actitud. La incerti­dumbre puede conducir con facil idad a cometer errores garrafales.

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4. LA S DEFENSA S DEL REY

En el juego, hay dos placeres entre los que elegir; uno es ganar, y el otro, perder.

Lord Byron (1 788-1 824), poeta británico.

Todos aprendemos a poner el rey a buen re­caudo enrocando enseguida, pero una vez que hemos enrocado, comprometemos sus defensas al tomarnos demasiadas libertades con la barre­ra de peones. Dejamos los peones expuestos a un ataque o creamos debil idades en las casil las vecinas. En este capítulo, veremos lo serio que es proteger al rey enrocado.

Enroques en flancos distintos Quizás el momento más incómodo para el

rey es cuando se han llevado a cabo enroques en flancos distintos y ambos jugadores pueden lanzar los peones contra el enemigo. En estas circunstancias, es importante mantener un muro defensivo, ya que mover un peón que está delan­te del monarca acelera el combate cuerpo a cuerpo con los peones adversarios o entrega una casil la crítica en potencia. En el ejemplo si­guiente, la mera presencia de un caballo enemi­go y la perspectiva de caer víctimas de un sacrificio inducen a las negras a comprometer la barrera defensiva que tienen delante del rey. «Si no está roto, no lo arregle» fueron las sabias pa­labras que me dijo el dentista hace algunos años, cuando tuve una desafortunada experiencia con un bocadillo.

Bologán-Obodchuk Poikovsky, 2002

N

El caballo acaba de llegar a h5 para consti­tuirse en una molestia, aunque solamente sea porque vigila f6 y g7 y deja que a las negras -que son mano- se les ocurran historias de miedo. De hecho, el segundo jugador sería negligente si no estudiase posibles sacrificios, y resulta que 27 . . . . , j,d7, por ejemplo (con la intención de dar al alfil un doble papel de atacante y defensor en e6), se topa con 28. éL:)xg7! ! , �xg7 29. e5, que plantea la amenaza iVh5; p. ej . : 29 . . . . , ld xe5 30. iVh5, j,f5 31 . iYh6+, \t>g8 32. j,xt5, b!. xf5 33. b!. xf5, �xf5 34. 'iVxd6, y es induda­ble que las blancas tienen ventaja. Sin embargo, eso no significa que el bando negro deba ser presa del pánico, y 27 . . . . , a5 28. g f2, a4, suge­rencia de Tiomkin, aplica parte del mismo trata­miento al flanco de dama y genera contrajuego suficiente.

27 . . . . , j,es Sin perder de vista g7 y f6. 28. b!. f2, ti e6 29. ld df1 , g6??

Page 52: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

L A S D E F E N S A S D E L R E Y

B

Las negras ceden a la tentación, a pesar de que habían ido jugando de manera circunspecta hasta ahora. Quizás el volumen del ejército blan­co en el flanco de rey, combinado con el del elo FIDE del primer jugador (2.652 cuando se jugó la partida; el de las negras era 2.435), invocaron a los fantasmas, y el alfil fue a e5 para forzar la su­presión del cabal lo y nada más. En vez de entre­gar en bandeja la casi lla f6 y buscarse problemas entrando en contacto directo con los peones blancos (y, por tanto, dejando prácticamente la puerta abierta, dada la posibi l idad h5, etc.) era posible l levar a cabo un reagrupamiento eficaz con 29 . . . . , �d7, seguida de pasar la torre a c6 y el alfil a e6. Bloqueando el peón de e4 de modo satisfactorio, las negras también mantienen al al­fil enemigo encerrado en d3.

30. t2Jf6+, . . . Al bando blanco l e quedan piezas suficientes

para cambiar su buen caballo por el alfil bueno del rival, en particular al controlar tan bien el pun­to f6.

30 . . . . , �xf6 31 . I!. xf6, . . . Establecer u n peón e n f6 -vislumbrándose

amenazas de mate que impliquen �h6- da tiempo a las negras de atacar e4 con 31 . gxf6?, ll feS. La textual hace que tengan que estar en alerta, pues se ataca f7, y a ese punto dirige aho­ra su atención el segundo jugador.

31 . . . . , �d7 32. �f2, .U. xf6 33. �xf6, . . . Amenazando e l peón de a6 por s i acaso. 33 . . . . , �e6 34. h5, . . . Por s i e l agujerazo de f6 no fuera bastante,

las negras también tienen que lidiar con otra con­secuencia de . . . , g6.

34 . . . . , gxh5

51

Desde luego, esto parece horrible, pero tam­bién lo parece 34 . . . . , .S eS 35. h6, �fS 36. 'li'xd4, etc., que es demasiado pasivo.

35. e5! , . . . Liberando e l alfil, que hasta ahora no ha he­

cho nada pero es una pieza clave. Incluso este último desarrollo puede atribuirse al error garrafal de las negras en la jugada 29.

35 . . . . , 'li'd5 El bando negro está inerme ante la amenaza

'li'h6. Enfrentar los alfiles con 35 . . . . , �c4 pier­de por 36. �xh7+!, \t>xh7 37. 'li'h6+, �gS 3S. g6, y hay mate por fuerza.

36. b3, I:i. ca 37. 'li'h6, . . .

N

El flanco de rey negro se ha desmoronado por completo. Si bien fueron temores imaginarios los que movieron a las negras a desesperarse con 29. . . . , g6?, los apuros por los que están pasando ahora debido a esa jugada son muy reales.

37 . . . . , �xe5 3a. �xh7+, �ha 39. �g6+, 1 -o

39. �g6+, �gS 40. �h7+, �fS 41 . g xf7 + da mate. Toda jugada de peón crea debi­l idades, y aunque somos conscientes de el lo, tendemos a subestimar el alcance de sus conse­cuencias, en particular cuando se trata de la se­guridad del rey.

¿Qué peón? A menudo, tenemos que elegir entre varias

jugadas de peón (en general bastante temprano) al plantear el adversario una amenaza inquisitiva de alguna clase que nos obliga a comprometer la posición de uno de los peones del enroque. Se-

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52 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V 1 T A R L O S

mejantes decisiones tal vez parezcan de lo más corriente y una mera cuestión de gustos, pero las consecuencias de empujar un peón hacia delan­te siquiera una casi l la pueden ser tremendas. Aquí tenemos un clásico tema de mate que es posible solamente porque se eligió la mala de dos opciones disponibles.

Esta posición es del Gambito de Dama Re­husado. Las blancas han jugado por voluntad propia j,g5xét:Jf6 antes de que las negras pu­dieran apoyar el caballo con . . . , ét:Jbd7. Esta transacción mengua las defensas de h7, y mue­ve a las blancas a hacer 1 1 . 'iVc2, la jugada que ha conducido a esta posición. E l flanco de rey negro ha permanecido intacto hasta este momento, pero ahora hay que tomar una deci­sión y escoger entre 1 1 . . . . , g6 y 1 1 . . . . , h6. La primera anima a seguir pidiendo expl icaciones con h5, pero parece lo bastante sólida y tiene la ventaja de acortar la diagonal del alfil enemigo. La segunda, por otra parte, elude la amenaza, pero permite que el bando blanco controle por completo la diagonal b1 -h7. Asimismo, seleccio­nar el peón «h» mantiene cerrada la columna «h•• , aunque podría incitar a que se jugara g4-g5, etc., en el futuro.

1 1 . . . . , g6? De hecho, después de 1 1 . . . . , h6 1 2 . g4? !,

c5! -respondiendo temáticamente a una ofensi­va por el flanco con un contraataque en el cen­tro, de lo más eficaz al estar el rey blanco todavía en e 1-, el avance que ha real izado el primer jugador no está justificado porque 1 3. g5, cxd4! 1 4. gxf6, 'iVxf6 explota la clavada por la columna «e» .

1 2. h5, ét:Jd7? La tarea defensiva que comenzó en la jugada

anterior no ha terminado. 1 2 . . . . , �g7 es pre­ceptiva, aunque las blancas tienen preponde­rancia porque el destino del flanco de rey, en realidad, está en sus manos; las negras no pue­den estudiar en serio abrir líneas con . . . , gxh5 y deben esperar, por tanto, a que el rival actúe (después de 0-0-0 y otros preparativos) .

1 3. hxg6, hxg6 14. j,xg6!, . . .

Un escenario típico. La lógica que siguen las negras las veces que se permite este sacrificio -que son muchas- es que si pueden pararse las amenazas directas, las molestias bien valen la ganancia de material. Por lo que se refiere a pa­sar por alto j,xg6, no hay excusa, en particular en cuanto se ha puesto el peón en g6.

14 . . . . , fxg6 1 5. 'iVxg6+, j,g7 1 5 . . . . , �f8 no ayuda: 1 6. ét:Jg5!, j,xg5 ( 1 6.

. . . , ld e7 1 7. ét:Jh7+, l:i. xh7 1 8. �xh7, 'iVe8 1 9. 'iVf5) 1 7 . .U. h8+, �e7 1 8. b:r h7+ da mate.

1 6. ét:Jg5, 'iVe7 1 7. � h8+!, . . . La clave de este tema de mate, y l a jugada

que atrapa a las víctimas. Luego de 1 7 . . . . , �xh8, se da mate en h7. Espero que ahora que ha visto este mate, tenga cuidado en el fu­turo en situaciones afines al estudiar . . . , g6 (o g3 si l leva las blancas) para anular al alfil ene­migo mientras la torre del adversario está aún en la columna «h» .

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L A S D E F E N S A S D E L R E Y

N

El fiancheuo vacío Los admiradores del fianchetto por el flanco

de rey (yo incluido) le tienen un cariño especial al alfil de rey, y hay una tendencia a sentirse incó­modo e inseguro en caso de que se cambie esta importante pieza. En el ejemplo siguiente, incluso Kiril Georgiev reacciona a la ausencia del alfil de g7 deteriorando, sin mucha base, la estructura de peones del flanco de rey.

Shírov-K.i. Georgiev Grand Prix de la FIDE, Dubai, 2002

B

Las blancas han maniobrado con el alfi l has­ta situarlo en d4 a fin de privar al adversario del alfil «dragoniano» y sacar partido entonces de su predominio territorial .

15. �xg7, �xg7 16. �d4+, �g8 Las negras no quieren estropear la típica for­

mación Dragón con 1 6 . . . . • f6, pues entonces 1 7. .U ad1 da una cómoda ventaja a las blancas. Las dos piezas menores del primer jugador están a

53

una jugada de distancia del nuevo agujero creado en e6, y cambiar el caballo no conseguiría reducir de manera suficiente los accesos que tienen las blancas.

1 7. l:t ad1 , �xd5 Una decisión comprometedora, dado el radio

de acción de la restante pieza menor del bando blanco. La alternativa es 1 7 . . . . , _Idea.

1 8. �xd5, . . . La presión que ejerce Shírov sobre f7 no es

muy sofisticada, pero sí eficaz, al maniatar a las negras y subrayar la ventaja de espacio.

18 . . . . , 1:!. f8 1 9. �g5, . . . Amenazando e5 con objeto de originar una

posición más abierta para el alfi l , al que las ne­gras obligan ahora a ir a un puesto menos activo.

1 9 . . . . , lt:\c5 20. �c2, �c7 21 . .l:I e3!?, . . . Las blancas aún podían insistir e n adelantar el

peón <<e» : 21 . e5!? , dxe5 22. �xe5, �c6. y a continuación 23. �xe7, lt:\xa4 24. g d6, �ea 25. �xa4, �xa4 parece estar bien para las ne­gras, pero 23. b4, axb4 24. cxb4, lt:\xa4 (24 . . . . , lt:\a6 25. �e4) 25. �e4 es interesante. Shírov prefiere mantener más piezas en el tablero porque quiere ver cómo responde el contrincante a la ma­yor atención que se le concede al flanco de rey.

21 . . . . , .tí: fd8 22. �h6, . . .

N

Tras haber perdido de vista f7 --que no era más que un tema temporal de todos modos-, las blancas buscan más campo de acción en h7; la l legada de la dama a h6 es un problema típico al que se enfrenta el bando que se defiende cuan­do le falta el alfil de casil las negras. Esta vez, la amenaza que se avecina (a h7) tiene más <<ga­rra» porque h7 no es tan fácil de proteger como

Page 55: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

54 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I T A R L O S

f7. En consecuencia, es fundamental cómo traten las negras la situación, pues no hay más que dos temas defensivos, y ambos afectan al estado de la estructura de peones.

22 . . . . , e6? Errónea decisión cuando había un 50% de

probabilidades de acertar. Las negras deben sen­tarse y esperar a que las blancas busquen otras incursiones después de 22 . . . . , CLJd7 23 . .l:!. h3, CLJf6 o 23 . . . . , CLJf8 o alterar de manera irrevoca­ble su convencional formación de peones que se extiende desde h7 a d6. La pasividad no es la ma­nera más placentera de jugar al ajedrez, pero al ser las blancas las que tienen que encontrar algo concreto mientras el caballo permanece en f8 o f6 -y la posición negra es, no obstante, sólida-, tam­poco es demasiado difícil aceptarla. Después de la textual, en cambio, las blancas tienen por lo me­nos un objetivo ya preparado en forma del peón de d6, y muchos jugadores tendrían razón al cre­er que las molestias que se sufren al desarreglar la estructura de peones negra son un problema, pero otro bien podría ser que, a la larga, ni siquie­ra eso sea suficiente para proporcionar al rey una defensa adecuada. Es obvio que es mucho más fácil ahondar en los pros y los contras de tal o cual idea en retrospectiva. Sin embargo, un buen con­sejo que debería ayudar la próxima vez que su flanco de rey esté sometido a presión y una parte del proceso de toma de decisiones afecte a la ba­rrera defensiva de peones, es contar las debil ida­des que van a surgir. Está claro que el caballo negro estaría mucho mejor viajando por el tablero que paralizado en f8 o f6, pero al menos ahí se queda, mientras que toda jugada de peón que se haga en las inmediaciones del rey negro después de . . . , e6 contribuye a crear nuevas debil idades y aumenta las obligaciones. Además, antes de com­prometer los peones, recuerde que si elige otra es­trategia, tal vez sea posible de todos modos pasar al plan ccb» más adelante.

23 • .l:!. h3!, . . . Forzando otra concesión . Las blancas debe­

rían estar contentas al ver avanzar los peones negros, ya que con cada avance se renuncia a la influencia que estos ejercían en la tercera fila.

23 . . . . , f6

8

En no más de un par de jugadas, la forma­ción negra se ha transformado de la tradicional disposición Dragón del principio en una que muestra cuatro peones compartiendo la tercera fila, cada uno de los cuales -hasta cierto punto­parece bastante vulnerable. En consecuencia, las blancas tienen más objetivos, y las negras, más por lo que preocuparse.

24. b4!?, . . . Típico de Shírov. E l bando blanco tiene aquí

un sinfín de posibil idades. Con la textual, planea atacar el peón de e6, pero una buena alternativa es 24. '/Wh4 para tomar por objetivo primero f6; p. ej . : 24 . . . . , VJ/i g7 25. f4, .l:!. ab8 (25 . . . . , .U a6? 26. e5, y ambos peones están clavados sobre la torre de d8) 26. b4, axb4 27. cxb4, tt:Ja6 28. �b3, y las blancas tienen ventaja.

24 . . . . , axb4 25. cxb4, tt:Jxa4 26. �b3, .l:!. e8 27. g4, . . .

Las blancas juzgan que l a fea estructura que tiene el flanco de rey del adversario hace que puedan permiti rse este lujo, que proporciona al rey espacio para respirar sin dejar la torre enca­l lada en h3 (después de g3, a modo de ejemplo) .

27 . . . . , t¿jc3 28 . .l:!. xd6! , . . . Fuerte sacrificio de calidad que es posible

gracias a la equivocación que cometieron las ne­gras en la jugada 22.

28 . . . . , ltje2+ Obligando al bando blanco a l levar el rey a

e2, aunque el de las negras está a punto de ser el más atareado de los dos.

Page 56: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

L A S D E F E N S A S D E L R E Y

B

29. �f1 , 'iVxd6 No 29 . . . . , ltjc1 ? 30. i.,xe6+, l::i. xe6 31 .

,ld xe6, 'iVc4+ 32. �g2, �xe6 33. 'l!Wxh7+, �f8 34. �xg6, etc.

30. 'iVxh7+, . . . Otro peón muerde e l polvo. 30 . . . . , �f8 El rey, que no hace mucho estaba bastante

seguro, comienza una huida no deseada al flan­co de dama.

31 . 'l!Wh8+, . . . Por supuesto, 31 . 'iVxb7?, .l:!. a1 + 32. �xe2,

'iV a6+ 33. 'iVxa6, U xa6 no es lo que pensaban las blancas. En vez de el lo, continúa la demoli­ción de las defensas del rey enemigo, demolición que las propias negras comenzaron al dañar de manera voluntaria la cadena de peones.

31 . . . . , <:J;;e7 32. �g7+, �d8 33. �xf6+, �c8 34. �xe2, �b8

B

Echemos una ojeada al problema que el error de las negras ha causado a su propio rey. Puede que el rey blanco esté expuesto a un ja­que o dos en e2, pero no tiene problemas de se-

55

guridad, mientras que el negro carece de protec­ción en general después de la caída de tres miembros de la otrora orgul losa colección de peones (y los dos que quedan parecen senten­ciados) .

35. U d3, . . . Cambiando l a torre de posición. 35 . . . . , 'iV'xb4 36. 'iVe5+, �a7 37. i.,xe6,

Otro al saco. La creciente mayoría de peones que posee el primer jugador -y que también sirve de refugio al rey ahora que el alfil ofrece protec­ción suplementaria- debería resultar decisiva a medida que se acerca el final.

37 . . . . , U ad8 38. �a1 +, �b8 39. ¡ves+,

De ningún modo 39. i.,d5??, U xd5!, etc. 39 . . . . , �a7 40. U xd8, � xd8 41 . i.,dS, . . . Las negras tienen un peón pasado, pero el

alfil ayuda a las blancas a mandar en la partida desde el centro del tablero.

41 . . . . , U c8 42. �f1 !?, U c3 La alternativa es privar al bando blanco de la

dama, magníficamente central izada, con 42 . . . . , 'iVc3, pero después de 43. �xc3, U xc3 44. h4, las blancas deberían ganar la carrera; p. ej . : 44 . . . . , b5 (44 . . . . , U h3 45. h5, gxh5 46. g5, � h4 47. f3, U f4 48. �f2) 45. i.,f7!, b4 46. i.,xg6, b3 47. e5, etc.

43. �g2, 'iYb2? El mal menor es 43 . . . . , I;i. d3!? 44. 'iVa1 +,

U a3 45. 'iV g7, U a6 46. h4, aunque las negras pasan apuros.

44. ¡vd4+, �b8 45. ¡ves+, �a7 46. h4, �b4 47. �f6, 1:1 c2 48. 'iVxg6, .. .

Aparte del hecho de que 22 . . . . , e6? salió mal porque facil itaba la ofensiva en ciernes contra el flanco de rey al proporcionar al agresor más ob­jetivos, las negras también se las ingeniaron pa­ra perder todos y cada uno de los miembros de la cadena de peones d6-h7. Si se hubieran confor­mado con la sólida defensa . . . , ltjf8 o f6 . . .

La partida final izó así: 48 . . . . , �d4 49. 'l!Wf7, � b2 50. g5, li b1

51 . 'iVf3, �h8 52. h5, ¡va1 53. g6, 'iVeS 54. 'l!Wa3+, �b8 55. 'iVg3, �xg3+ 1 - O

Page 57: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

56 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V 1 T A R L O S

Castigue los avances apresurados del adversario

Parece que las blancas se han dejado el en­tendimiento posicional en casa en nuestro próximo episodio. Además de no castigar el debil itamiento de la posición del rey enemigo que las negras han provocado de manera voluntaria con la superagre­siva . . . , g5, ¡se las arreglan para cometer un error mucho más grave con su propio peón ccgn !

Dorfman-Lamprecht Cto. de Alemania por Equipos, 2001

N

El primer jugador tiene un peón menos pero ninguna debi l idad, excelentes puestos para las piezas, la pareja de alfiles -escaques negros- y una masa de peones práctica -con presencia en el centr<r-. Las negras deberían esperar aconte­cimientos y poner el alfil en juego con . . . , i,e6, pero se muestran ambiciosas en el flanco de rey, donde no tienen representación suficiente.

17 . . . . , g5? Con una jugada, el bando negro descuida

una colección de casil las importantes en poten­cia que están justo delante del rey, además de avanzar el peón a un escaque que podría ser di­fícil de apoyar al no estar el alfil de escaques ne­gros. Sería de esperar que un GM de 2.600 como Dorfman ideara con relativa facil idad algu­na clase de refutación de la estrategia defectuo­sa y poco sutil del adversario.

1 8. i,g3, � f6 Activando la torre y l iberando fB para reagru­

par la dama. Adelantar el peón "g" ha obligado a las negras, de hecho, a pasar a la ofensiva de to­dos modos, ya que volver a desarrollarse con so-

briedad no hace frente a la nueva situación del flanco de rey; p. ej . : 1 8 . . . . , i,e6 1 9 . .!::i. fe1 , a5 20. �e2, y las blancas se concentran en h5.

1 9. h4, . . . Aunque esto es una respuesta temática a la

tambaleante estructura negra del flanco de rey, no hay necesidad de apresurarse (los peones enemigos no van a ninguna parte) . Quizás las blancas podrían estudiar 1 9. éL\c4, éL\xc4 20. i,xc4, i,e6 21 . i,e5, � f7 22. �e2, de nuevo poniendo la mira en h5.

1 9 . . . . , �f8

B

Las negras tienen el cuidado de no «soltar­sen demasiado. El tosco contraataque 1 9 . . . . , f4 hace que el rey se quede más bien solo después de 20. hxg5, hxg5 21 . exf4, gxf4 22. i,h4.

20. �d2?!, . . . Las blancas empiezan a i r a l a deriva a partir

de este punto. Tsesarski propone 20. hxg5, hxg5 21 . ld fe1 , con la intención de castigar la audacia de las negras aumentando el ritmo mediante e4.

20 . . . . , f4 21 . i,h2, i,e6 22. � fe1 , �g7 23. e4, éL\e7 24. hxg5, hxg5

B

Page 58: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

L A S D E F E N S A S D E L R E Y

Las reservas de las negras se han incremen­tado durante las últimas jugadas; el resultado es que tienen más influencia en el flanco de rey y sus anteriores debil idades son menos percepti­bles. Sería interesante saber cómo valoraron las blancas la posición del diagrama. Su próxima ju­gada sugiere cierto descontento en relación con la manera como han conducido la partida desde que el rival cometió el fallo, quizás con verdaderas pre­ocupaciones por la firme concentración de tropas negras que se ve en el flanco de rey. Sin embar­go, Tsesarski ofrece un instructivo análisis que ilustra bien las consecuencias que tiene transfor­mar imprudentemente en una unidad de ataque el muro defensivo de peones que hay delante del rey enrocado. Puede que las negras hayan tapa­do las grietas, pero las debil idades permanecen: 25. 1d a1 ! , l:I h6 26. l:i. a5, y el peón de g5 o ese escaque enseguida va a estar en el punto de mira; p. ej . : 26 . . . . , �h8 27. t¿jf3, g4 28. g g5+, � g6 29. �b4. bt. eS (29 . . . . , gxf3 30. �xe7, �g7 31 . �xg7+, �xg7 32 . .l::í. xg6+, �xg6 33 . .,txt4) 30. 'iVd6, �g7 31 . l':t xg6, t¿}xg6 32. t¿}g5, �ts 33. �xtB+, �xts (33 . . . . , ttJxts 34 . .,txt4, .,tc4 35 . .,tc2) 34. e5, �g7 35. l:I a1 , .,tc4 36 . .,txc4, t¿}xc4 37 . .l:l. xa7, ll. e7 38. t¿}e4 o 30 . . . . , .,tf7?! 31 . e5, l:t g7 32. e6, .,th5 33 . .l:t ee5, gxf3 34 . .U. xh5, � xg2+ 35. �f1 , �g7 36 . .,th7+, �h8 37 . .,te4+, �g8 38 . .,txt3. Desde luego, las negras siguen luchando en es­tas l íneas, pero las blancas llevan las riendas, al­go que no puede decirse después de la próxima jugada que hacen.

25. g3??, . . . Es irónico que las negras hayan podido sal i r

adelante con las l ibertades que se han tomado en el flanco de rey y sean las blancas las que come­ten un delito posicional más grave. Una de dos: el bando blanco aún pensaba que estaba socavan­do el flanco de rey al atacar las casil las negras o decidió que tenía problemas. Sea como fuere, g3 no hace sino empeorar las cosas. Incluso estando en h2, el alfil contenía los peones enemigos (y tal

57

vez hubiese oportunidades más ventajosas de adelantar el peón «g» un paso) , pero ahora el cuadro es de todo punto distinto, ya que han que­dado comprometidos los propios peones blancos.

25 . . . . , .l:l. h6! Ahora las negras van muy en serio. No 25 .

. . . , � d8? 26. gxf4, gxf4+ 27. �h1 , l:i. xd4 (27.

. . . , t¿}g6 28. U g1 ) 28. ld g1 , t¿}g6 29. �c3, M. d8 30 . .,te2, y se avecina .,th5. Esta l ínea tal vez fuera la que estudió el primer jugador al deci­dirse por 25. g3, pero si es así, h izo caso omiso del consejo que él mismo habrá dado a muchos otros a lo largo de los años: respete a su rey.

26. f3, . . . Por desgracia para las blancas, luego de 26.

gxf4, gxf4+ 27. �h1 , t¿}g6! 28. bt g1 , las ne­gras fuerzan el mate: 28 . . . . , .U. xh2+ 29. �xh2, �h8+ 30. �g2, �h3 mate; 28. f3, t¿}xe5 29. dxe5, �xe5 es decisivo.

26 . . . . , t¿jd7 27. gxf4, gxf4+ 28. �h1 , t¿}xe5 29. dxe5, �xe5

Las negras deberían tener la partida bien en­carri lada hacia la victoria, pero la batalla dista de haber terminado, y el error espectacular todavía está por llegar . . . (Véase el capítulo 8.)

De alguna manera, las blancas se las inge­niaron para hacer que la equivocación inicial del contrincante pareciera el principio de una poten­te ofensiva en el flanco de rey que iba para largo. Todo a causa de una jugadita de peón .

Page 59: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

5 . J A Q U ES

La partida nunca está perdida hasta que es­tá ganada.

George Crabbe (1 754-1 832), poeta británico

El jaque tiene una importancia especial tanto para los que no juegan (siempre que sale el aje­drez en una pel ícula, a modo de ejemplo, puede estarse seguro de que alguien anunciará " ¡ja­que! ") como para los principiantes. Es obvio que, al exigir respuesta inmediata, el jaque, en efecto, es único y la causa de muchos disgustos . . .

Empezaremos con u n error garrafal cómico, aunque habitual. Siempre es necesario estar alerta ante los jaques, en particular cuando el rey no está seguro.

Volkov-Sargissián Cto. de Europa (3."• eliminatoria), Batumi, 2002

B

La naturaleza simétrica de la posición que refleja el diagrama sugiere unas tablas; la única causa de preocupación para el segundo jugador es el alfil de casil las negras «suplementariO>> que tienen las blancas. El bando blanco se pone aho­ra a tomarle el pelo al rival con este alfil de mane­ra divertida.

28. �e3, ttJea 29. �b6, t¿jf6 30. �e3, t¿jd7 31 . �f4, . . .

En vez de intentar demostrar cualquier venta­ja que les pueda conferir el control de los esca­ques negros, las blancas acosan al adversario. Esto resulta ser una treta psicológica satisfacto­ria.

31 . . . . , 'Llb6 Las negras «explotan" que la casil la b6 está

disponible. Nada de malo tiene 31 . . . . , 'Llf6. 32. b3, 'Llb4 33. �es, 'Lld7 33 . . . . , Qjc6 parece buena, pero las negras

planean aprovechar la presión que ejercen por la columna "c" para dar caza al fastidioso alfi l .

34. �d4, t¿jc2?? 34 . . . . , 'Llc6 da igualdad, pero obstruye el

paso a la torre, mientras que la textual pretende obligar al alfi l a quedarse en d4 y esperar a que lo capturen . . .

35. �e4+, 1 - o Seis de las siete jugadas de las blancas des­

de que nos incorporamos a la partida las hizo el alfil de casil las negras, y eso parece que tuvo un efecto hipnótico en las negras, cuya obsesión por suprimirlo ¡ les llevó a olvidarse del otro alfi l !

N

El jaque dado a la ligera En el ejemplo siguiente, las blancas están

mal , y su próxima jugada no les sirve de ayuda.

Page 60: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

J A Q U E S

M. Gurévich-Shírov Trofeo Eurotel, Praga, 2002

B

56. <;t>g3, . . . Podría ponerse un « ? ! » o un « ! » a esta juga­

da según lo que Gurévich hubiera visto o no an­tes de hacerla.

56 . . . . , t¿jdS?! Como esta partida es de ajedrez rápido y ya

hemos pasado las cincuenta jugadas, podemos suponer que a estas alturas el fantasma de los apuros de tiempo ya había aparecido. No obstan­te, es sorprendente que a las negras se les esca­pe 56 . . . . , h4+! ; entonces, 57. tt:Jxh4?, CLJh5+ y 57. <;t>xh4?, t¿jd5+ pierden la torre, y 57. <;t>h2, h3 permite que el peón avance.

57. l! d6, .i::!. g4+?? Dar este jaque también da la gran ventaja

que tienen las negras, permitiendo que las blan­cas hagan tablas. Después de 57 . . . . , tt:Jc3, la tarea defensiva del bando blanco, nada envidia­ble, continuaría.

58. <;t> h2, . . .

N

59

Por desgracia para las negras, el caballo es­tá atacado, y el jaque ha dejado la torre en la peor casi l la posible, dada la amenaza adicional de la horqui l la de caballo en h6. ¿Fue la jugada 56. <;t>g3 una artera treta en una mala posición?

58 . . . . , CLJf4 59. CLJh6+, <;t>g7 60. tt:Jxg4, hxg4 [ . . . ] %-%

Como el final corriente de torre contra caballo es tablas se mire por donde se mire, las negras ni siquiera necesitan aqu í los peones, pero eso no impidió que Gurévich siguiera moviendo las piezas hasta la jugada 1 OO.

Cuando dar un jaque -erróneo- también im­pl ica capturar o cambiar algo, parece tener pode­res mágicos que atraen nuestra atención. ¡Antes de saber qué pasaba, la jugada ya se ha hecho!

L. Milov-Galdunts Griesheim (GM), 2002

N

Las blancas están aquí un poco mejor, pues la tensión creada por el enfrentamiento en g5 y f6

ha puesto a las negras a la defensiva. Gofshtein recomienda 40 . . . . , d5 41 . exd5, cxd5 42. c3 (42 . .i::!. xd5, �xa4 da igualdad) 42 . . . . , �d6 43. ld xd5, �xa4 44. tt:Jxa5 como medio de reducir la ventaja blanca al mínimo. En cambio, las ne­gras «activaron •• una torre.

40 . . . . , .i::!. b8? La columna «b•• tal vez parezca un buen ho­

gar, pero la textual sitúa la torre en la misma dia­gonal que el alfi l blanco.

41 . c3! , . . . In icio de una fuerte secuencia forzada. 41 . . . . , �es 42. �xc4, tt:Jxc4

Page 61: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

60 ERR O RES G ARRAFALES EN AJEDREZ . C O N O CERL O S . E V I TARL O S

La diagonal h2-b8, que parecía i rrelevante hace un par de jugadas a causa del cabal lo negro, bien asentado en la casil la e5, ofrece aho­ra una ventaja decisiva a las blancas con 43. tt'lxc5! , .l::i. b2+ 44. �a1 , dxc5 45. gxf6+!

N

Las blancas ganan por la clavada en la co­lumna «g» y la incómoda situación del alfi l y el rey negros. Esta variante es bastante fácil de en­contrar (en especial para un jugador de 2.500) , y todo lo que había que hacer era continuar con la secuencia en el orden correcto. Bonito y senci l lo.

43. gxf6+??, ... tt'lxc5 está gritando a voces que debe jugar­

se primero y las blancas dan un jaque. Así quitan la clavada decisiva que debería hacerles ganar la partida. Luego de 43 . . . . , gxf6 44. tt'lxc5, � b2+ 45. �a1 , la situación ha cambiado por completo, ya que las negras tienen 45 . . . . , .l:í:. xg3, y lo me­jor que puede hallar el bando blanco es 46. i_xd6+, tt'lxd6 47. �xb2, con un peón de ven­taja -aunque rezagado-, pero esta l ínea parece mejor para intentar jugar a ganar que la continua­ción de la partida.

43 . . .. , gxf6 44. ttJ 1 d2, U xg3 45. i_xg3, tt'lxd2 46. ,ldxd2, ,llg8!? 47 . .i,h2, l:!,g4 48. tt'lxc5, dxc5 49 . .i,d6+, �es 50 . .U.e2, _tes! 51 . 'it>b3, i_a6 52. ld e3, i_t1

Y que se activara el alfi l negro bastó para asegurar las tablas (% - %; sesenta y tres juga­das).

Estoy seguro de que las blancas se dieron cuenta de que se habían equivocado justo des­pués de tomar en f6, pero la perspectiva, en apa­riencia mística, de cambiar peones con jaque consiguió desviar a un fuerte jugador de la ruta

clara hacia la victoria por el otro lado del tablero, como si se viera retrotraído por un momento a la primera vez que anunció «jaque•• al aprender a jugar. Ciertamente, los ejemplos de este capítulo muestran que nadie -por más fuerte y experi­mentado que sea- está a salvo de este instinto básico.

La diferencia que establece un jaque

Los jaques tienen la desagradable costumbre de no sal ir en nuestros análisis y anunciarse lue­go sin ninguna consideración una vez que hemos emprendido una acción irrevocable. El caso más común es el de las secuencias de cambios.

Sutovski-�tohl Kaskady, 2002

Ambos reyes están desplazados, y las blan­cas esperan que su desarrollo, superior, compen­se con creces el peón. Lukács da 22 . . . . , �d6 como la mejor jugada de las negras; el bando blanco tiene una posición prometedora después de 23 . .i,h3, tt'le7 24. l:!. ae1 , etc. Sin embargo, ante la horqui l la de caballo en e6, el GM �tohl decidió que a ese juego podían jugar dos . . .

22 . . . . , tt'ld6?? Planteando su propia amenaza de horqui l la.

Prestarse a seguir al adversario de esta manera entraña peligro porque siempre se está jugando para estar a la par con él, y, por tanto, no hay margen de error. Más vale prevenir que curar de­bería haber sido aqu í el lema de las negras, ya

Page 62: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

JAQUES

que las blancas estaban muy dispuestas a ese juego.

23.ctJe6+, •..

Gracias. 23 . ... , �es 24. lt:JxfB, lLle4+ 25. �e2,

lt:Jxd2 26. �h3+, 1- O

Gracias a este jaque, las blancas ganarán un tiempo (otro jaque) para su caballo en la próxima jugada, después de lo cual se l imitan a apresar al desventurado intruso de d2. Estar ojo avizor ante los jaques al analizar cambios múltiples debería ser un acto reflejo en todo jugador, así que man­tenga los ojos bien abiertos.

Aqu í tenemos un entretenido ejemplo de ja­que inesperado.

Steiner-Helling Berna, 1 928

8

Las blancas, que son mano, están someti­das a considerable presión, pues tienen todas las piezas ociosas mientras el rey está atacado. El

61

bando negro había visto, claro está, que después de 1 5. hxg4, �xg4 1 6. f3, �g3 1 7. fxg4, �h2+ 1 8. �f1 , �h1 + 1 9. �e2, _ldae8+ 20. �e3 hay 20 . . . . , �xe1 , decisiva, lo que deja la alter­nativa que sigue para defenderse.

1 5. �f3, ... Acudiendo en ayuda de f2 (y atacando a8 por

si acaso) , o eso parece. 1 5 . ... , lt:Jxf2? El segundo jugador podía ofrecer el reparto

del punto repitiendo jugadas con 1 5 . . . . , �h2+ 1 6. �f1 , �d6 1 7. �g1 , etc . , pero las blancas pueden probar 1 7. �f4 ( 1 7. hxg4, �xg4 1 8. g3, �h5 1 9. �d5, �h2 20. �e3, �xg3 dista de ser claro) 1 7 . . . . , �b7 1 8. �xg4, �xg4 1 9. hxg4, �xf4 20. a4, y el peón de ventaja cada vez es más grande.

1 6. �xf2?, ...

N

1 6. l:r e2! es calmosa y fuerte; p. ej . : 1 6 . . . . , lt:Jxh3+ 1 7. gxh3, �xh3 1 8 . .l::i.e4, �g3+ 1 9. �xg3, �xg3 20. �g5!? , y la ventaja es clara. La textual parece que acepta el plan negro.

1 6 . ... , �g3?? Las negras podían sentirse razonablemente

contentas con su posición después de efectuar 1 6 . . . . , �h2+! 1 7. �f1 antes de 1 7 . . . . , �g3. Una continuación plausible luego de 16 . . . . , �g3 es 1 7. �f3, �xe1 1 8. �xa8, �xh3 1 9. �d5, y el bando blanco debería poder escabu­l l i rse al final, pero todavía queda mucho trabajo por hacer; p. ej . : 1 9 . . . . , �f2+ 20. �f1 , �g1 !? 2 1 . �xg1 , �e1 + 22. �h2, �xc1 23. �xh3, �xb2, etc. Ahora, sin embargo, las negras se llevan un susto de órdago.

1 7. �xf7+!, 1 - o

Page 63: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

62 E R R O R E S G A R R A FA L E S E N A J E D RE Z . e O N O e E R L O S . E V 1 T A R L O S

N

iÜOh ! Dé siempre jaque . . . Las negras han estado tan ocupadas buscando maneras de al­canzar al rey enemigo que han cometido la anti­quísima equivocación de olvidarse del propio. Además, al tener lugar todo en el flanco de rey y no desempeñar las tropas blancas del flanco de dama -excepto el alfil de c1- papel alguno en ninguna de las variantes anal izadas, hay tenden­cia a relegar esas piezas a la posición de espec­tadoras. Sin embargo, el alfil de b3 representa ahora un papel de protagonista, pues clava la to­rre después de 1 7 . . . . , l':!.xt7, lo que permite el mate en eS. Volviendo a la jugada 1 6, si se hu­biera optado por 1 6 . . . . , i,h2+ 1 7. �f1 , i,g3, el recurso de las blancas habría sido inútil porque entonces . . . , .i:txf7 sería jaque. Incluso 1 7. �f3 pierde su razón de ser, pues tras 1 7 . . . . , i,xe1 1 8. �xa8?? hay mate en f2.

La tentadora caza del rey Una de las maneras más gratificantes de ga­

nar una partida es hacer sal i r al rey adversario, alejándolo de sus guardianes y atrayéndolo hacia las tropas propias. Una vez que parece claro que el rey enemigo está llegando al punto en que no hay vuelta atrás, acecha la tentación de centrar­se en esa zona concreta del tablero, dando por sentado que todas las variantes pertinentes giran en torno a las (pocas) posibi l idades de supervi­vencia que tiene el rival. El peligro es que en una situación así se pase por alto un recurso que puede darle la vuelta a la tortil la y se acabe su­friendo una bochornosa e inesperada derrota.

Asylguzhin-Citak Batumi, 2002

N

Las blancas esperan que la influencia con­junta de los alfiles ofrezca compensación por la calidad; una posible baza puede ser la amenaza �d4, pues g7 no puede protegerse debido a la clavada que hay por la diagonal a2-g8. Teniendo esto presente, la próxima jugada negra sirve a dos propósitos.

40 . ... , �b6 41 . b4, �g1 Comienza la infiltración. La amenaza directa

es el mate en b1 . Las blancas no tienen más elección que avanzar con el rey.

42. �b3, �b1 + 43. �a4, . . .

N

Al haber tantas piezas en juego, podríamos esperar que se diera caza a un rey que está en la cuarta fila o se perdiera material para salvarlo. Y tendríamos razón. Atlas recomienda ahora 43. . . . , .1'1 ed8!? ; el quid es que 44. �d4 ••se refuta elegantemente•• por medio de 44 . . . . , �c2+! 45. �a5, l':!.xd5+!

Page 64: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

JAQUES

B

Después de 46. ¡fxd5, ¡fxc3, las blancas pueden abandonar, y 46. cxd5, .l::!, b5+ es mate en dos. Sin embargo, las negras se deciden por el final directo -y, para ser justos, el más obvio-.

43 . ... , itc2+?? 44. <;;t>a5, ¡fb3 Imaginándose que ¡fd4 es irrelevante ahora

debido a la amenaza de mate instantáneo, pero las piezas blancas aún apuntan al rey negro . . .

45. itxf7+!, <;;t>h8 46. itxg7+, ...

N

Apenas una sorpresa, dado que las blancas necesitan encontrar algo de todos modos. El ma­te es forzado, pero la víctima es el rey negro.

46 . ... , <;;t>xg7 47. ¡fd4+, <;;t>fB 48. ¡fd6+,

48. ite6+ es más rápida; p. ej . : 48 . . . . , r:!;e7 49. ¡fd7 mate.

48 . ... , .l::i.e7

63

B

O bien 48 . . . . , <;;t>g7 49. ¡ff6+, <;;t>f8 50. ite6 mate.

49. ¡fxb8+, ... 49. �h6 mate cumple, pero tal vez las blan­

cas se sintieron avariciosas. 49 . ... , <;;t>g7 50. ¡fg8+, 1 - o Por f in. El surtido de jaques y mates que te­

n ían las blancas para elegir hace que el error ga­rrafal de las negras sea todavía más doloroso.

Cuidado con el mortífero jaque en descubierta ...

Deberíamos ser muy cautos con los jaques en descubierta, que son temibles. A causa de la jugada de l ibre disposición que permiten , la pieza que descubre el jaque puede ser devastadora; así que es mejor evitar estas descubiertas, y si eso no es posible, hay que tener el mayor cuida­do para reducir los daños todo lo que se pueda.

Kariakin-McShane Pamplona, 2003

B

Page 65: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

64 ERR O RES G ARRAFALES EN AJE DREZ . C O N O CERL O S . E V I TARL O S

E l primer jugador, que es mano, tiene cuatro peones por la pieza y puede hacer capturas por todas partes, pero nuestra atención se dirige a la columna ccg .. , en particular al alfil de g3. Las de­fensas blancas se han quitado de en medio, y hxg3 conduce al mate después de . . . , �xg3+. Eludir el jaque en descubierta con 33. \t>f1 y de­jar dos piezas colgando debería ser bueno para el bando blanco; p. ej . : 33 . . . . , liJeS 34 . .U.xc8, �xc8 35. hxg3, �f5+ 36. �f4, �h3+ 37. \t>e2, �g2+ 38. �f2, �f3+ 39. \t>e1 , �xf2+ 40. \t>xf2, �xd1 41 . ftjxg8, \t>xg8, con un gru­po de peones por la pieza en el final (otra posibi­l idad es 33 . . . . , ftjd4!?) ; sin embargo, 33. ttJxg8 parece lógica y fuerte. El juego podría continuar con 33. . .. , .id xg8 para mantener la posición amenazadora por la columna ccg» , pero luego de 34. �f6+, I;. g7 35. �xc6, �e5+ 36. �xg7+, �xg7 37. �xe4, las blancas tienen ventaja de­cisiva de material y un ejército demasiado nume­roso para que la dama pueda enfrentarse a él . Así, no queda más que 33 . . . . , �xh2+ 34. \t>f1 , 1:1 f8+ 35. ftjf6, �g6, pero a las negras se les agota la potencia de fuego, y 36. \t>e2, ld xf6 37. �g5, �f8 38. l;i xc6, � f2+ 39. \t>e1 es terminante. Convincentes variantes, y en modo alguno difíciles de encontrar en el tablero, en es­pecial para un adolescente a quien muchos con­sideran un futuro campeón mundial.

33. ftjxe4??, �f4+ Por supuesto. 34.ftjg5, �xg5

B

35. �e6?, . . . Por s i u n jaque en descubierta a l día no fuera

bastante, el bando blanco, curiosamente, permi­te que el adversario vuelva a ti rar los dados, es­ta vez de manera más mortífera, pues está claro que están cargados a favor de las negras. Qui­zás las blancas no evaluaron sus posibi l idades de sobrevivir después de 35 . .U xg5, � xg5+ 36. �xg5, l::r g8, pero por lo menos aquí hay una brizna de esperanza, ya que 37. �xg8+, �xg8+ 38. \t>f1 , ftje5 no gana de modo tan tri­vial y 38 . . . . , �xa2? 39. �xc6, �c4+ 40. \t>f2, �xc6 41 . l;i d4 incluso hace tablas, porque las blancas ya han construido una fortaleza.

35 . . . . , �xe3+ El segundo jaque en descubierta provoca de­

masiadas pérdidas de material. La partida finali­zó así:

36. \t>h1 , �xc5 37. �xc6, z:tg6 38. �f7, .U. cxc6 39. bxc5, � cf6 40. � d5, � c7 O - 1

Page 66: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

6. PLANES

DEFECTUOSOS

A no ser que esté muy equivocado [ . . . ]. ES­TOY muy equivocado.

Murray Walker, comentarista británico de te­levisión de carreras automovil ísticas.

Un error garrafal no tiene por qué ser una ju­gada concreta: toda estrategia que sea poco só­lida o inapropiada, por ejemplo, puede ser igual de desastrosa. Piense en las veces que ha perdi­do una partida, pero no comprendió dónde o por qué se equivocó o en las ocasiones en las que el error resultó ser la jugada que usted consideraba fuerte y parte de un profundo plan.

En la min iatura siguiente, un GM de más de 2.600 está tan absorto en su defectuoso plan que tiene que abandonar antes de hacer la ju­gada 1 0.

Lautier-Bologán III Enghien-les-Bains, 1 999

Defensa Caro-Kann

1 . c4, c6 2. e4, d5 3. cxd5, cxd5 4. exd5, é2Jf6 5. é2Jc3, . . .

La transposición a l a Caro-Kann tiene u n ai­re a Gambito de Dama una vez que las blancas se quedan con el peón de dama aislado. La ju­gada más natural y sólida de que disponen aho­ra las negras es 5 . . . . , l2Jxd5. Bologán decide que puede privar al bando blanco de un poco de actividad capturando el peón de d5 a su conve­niencia.

N

5 . . . . , lLlbd7 6. l2Jt3, a6 Descartando un incómodo jaque en b5 y pre­

parándose para contestar a j,c4 con . . . , b5. 7. d4, lLlb6 8. l2Je5, . . .

Desarrollarse con senci llez mediante 8 . j, d3 o bien 8. j, e2 tiene sentido en vista del tiempo que tarda el segundo jugador en llevar a cabo su plan (recuérdese que podía haber empleado un solo tiempo para plantar un caballo en d5) ; sin em­bargo, no hace falta ser un genio para descubrir lo que está haciendo, de modo que las blancas tien­den una artera celada por si no es consciente del peligro. La textual es lógica de todos modos, ya que, al concentrarse en d5, las negras han dejado la casilla e5 a las blancas.

8 . . . . , lLlbxd5??

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66 ERR O RES G ARRAFALES EN AJEDREZ . C O N O CERL O S . E V I TARL O S

Continuando con e l plan que, supuestamen­te, impl icaba aumentar el control sobre d5 me­diante . . . , b5 y . . . , il,b7; después, dado el dominio negro del centro, podría elegirse entre e7 y g7 para poner el otro alfi l . Desde luego, si las negras pudieran idear con tanta comodidad una posición tan prometedora contra el peón de dama aislado, no veríamos 5 . . . . , lZ:\xd5 tan a menudo. Es obvio que este sencil lo razonamien­to lógico no se le ocurrió a Bologán, conocido por sus planteamientos creativos. Por desgracia, la jugada del texto no es una de sus mejores ideas. Las negras deberían tomar en d5 con el caballo de rey, pero esa jugada obstruye el paso al peón «b» y parece errónea.

9. �84+!, ... El quid, explotando la falta de protección que

sufre la torre de aS, pues bloquear con . . . , b5 es inútil luego de il,xb5+.

9 . . . . , il,d7 1 0. lZ:\xd7, 1 - O

Divertida posición final. La perdición del ban­do negro la provocaron sus cabal los, en aparien­cia impresionantes, que convirtieron de repente el puesto avanzado d5 en un lastre. Si 1 0 . . . . , �xd7, 1 1 . il,b5!, y se pierde demasiado mate­rial después de 1 1 . . . . , axb5 1 2. �xa8+, �d8 1 3. �xb7. Parece que el segundo jugador l levó a cabo la mayor parte del análisis cuando dio por vez primera con el plan de enviar el cabal lo de dama a capturar en d5; la idea era evitar quedar sometido a presión ensegu ida luego de, por ejemplo, 5 . . . . , lZ:\xd5 6. il,c4. Por el camino, vio que podía el iminar il,b5+ con 6 . . . . , a6, y 7 . . . . , lZ:\b6 impedía �a4+ al tiempo que el caballo se dirigía a d5. Sin embargo, en cuanto las blancas

hicieron 8. lZ:\e5, Bologán debería haber mirado qué se pretendía al situar el caballo en este puesto avanzado, en particular dado que el ban­do blanco podría haber incrementado su ventaja de desarrollo.

La estrategia de las negras era puramente po­sicional, y toda valoración que hayan hecho se ha­brá basado en el juego corriente; todo giraba en tomo a d5. Ahora bien, 8. lZ:\e5 mueve una pieza por segunda vez y pone d7 (y f7} en primer plano, introduciendo posibles factores tácticos que mere­cen que se interrumpa la ejecución automática del larguísimo plan negro. Desde luego, elaborar pla­nes es una parte muy importante del juego, y no parece práctico poner la cosa en marcha y reanu­dar el anál isis después de cada jugada, pero me­rece la pena recordar que cuanto más largo sea el plan, mayor será el riesgo, porque las circunstan­cias pueden cambiar con mucha facilidad.

Aunque usted se haya ocupado de los deta­lles más sutiles de la estrategia, hay que mirar la situación de nuevo cuando el adversario se acti­va o -lo que no es menos peligroso- efectúa una jugada en apariencia inofensiva, pero inespera­da. Hacer un esfuerzo por mantenerse en con­tacto con los acontecimientos a medida que suceden -en contraposición con ejecutar a toda velocidad una secuencia predeterminada de ju­gadas PROPIAs- le salvará de algún que otro bochorno suplementario en el futuro.

Los peligros de la emigración masiva

Algunas de las partidas más instructivas, «modélicas••, fueron posibles solamente porque la víctima seleccionó una estrategia dudosa. Cuando un error garrafal recibe su castigo de inmediato, registramos el resultado en alguna parte de la mente -esperemos- con vistas a mantener los ojos bien abiertos en situaciones parecidas que puedan darse en el futuro. Sin embargo, cuando un plan defectuoso conduce a una muerte anunciada, el proceso de aprendi­zaje es de todo punto distinto, pues aqu í es ne­cesario comprender por qué el mal juego del perdedor equ ivale en conjunto, de hecho, a un error garrafal . Algunos de los comentarios del

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PLANES DE FECTU O S O S

ejemplo siguiente, e n e l q ue a Tarrasch, a me­nudo tan di recto en sus afirmaciones, le da una lección de ajedrez Janowski, se basan en los de lakov Damski en Chess Brilliancies.

Janowski-Tarrasch Ostende, 1 905

N

Una Apertura del Peón de Dama bastante tranqui la ha dado por resultado la nivelada posi­ción del diagrama, en la que no sucede gran co­sa y en la que las piezas negras están situadas de manera aceptable para vérselas con cualquier agresión que maquinen las blancas en el flanco de rey.

1 5 . . . . , c4?! Lasker: ••Hasta aquí, Tarrasch, fiel a su esti lo

habitual, ha mantenido la tensión sin hacer con­cesiones posicionales. Sin embargo, ahora em­pieza un ataque dudosísimo por el flanco de dama, donde las blancas no tienen debil idades obvias. Se quita la presión del peón de d4, mien­tras que el peón de d5 pronto se convierte (des­pués de e4!) en débi l » .

En sí, este avance, s i bien es cuestionable, no es un error garrafal; no obstante, la manera como las negras conducen el resto de la partida es muy errónea. Quizás desde un punto de vista psicológi­co podemos, de hecho, añadir un signo de interro­gación a la textual, pues ahora las blancas ya no tienen que preocuparse analizando líneas que im­pliquen . . . , cxd4 (la torre negra está en eS, des­pués de todo), e4, a su vez, tiene más mordiente y -esto es importante-1 5 . . . . , c4?! equivale a anun­ciar la estrategia general del segundo jugador de

67

aquí en adelante. En consecuencia, se facilita mu­cho más la tarea de las blancas.

1 6. ébd2, . . . Vigi lando d e inmediato e l peón de c4 para

dar más valor a la jugada e4. Las negras hacen retroceder ahora al adversario en el flanco de rey, aunque eso no es más que una fase temporal antes de concentrarse en justificar su jugada 1 5.

1 6 . . . . , f6 1 7. ébef3, Jl,g6 1 8. �c1 , h6?! Como podemos ver por el capítulo 4, toda ju­

gada de un peón que está delante del rey enro­cado debería hacerse con precaución, y aquí las negras parecen animadas al haber forzado las cosas durante el par anterior de jugadas. Quieren mantener el alfil en la diagonal b1 -h7, pero, a la larga, la textual no sirve más que para debil itar las casi l las blancas. Podían retirar la dama a d8 enseguida para dejar el paso l ibre al peón ••b» u ofrecer un cambio de alfiles con 1 8 . . . . , JÍd6.

1 9. ébh2, �d8 20. JÍf3!, b5 21 . e4, ...

N

Comienza la batalla entre la influencia que ejercen las blancas en el centro y el flanco de rey y la ofensiva que han desencadenado las negras en el flanco de dama. Nótese lo útil que es el alfil de g3, que impide situar una torre en b8, jugada que sería deseable.

21 . . . . , ébc6 22. exd5, exd5 23 . .ld e1 , . . . Senci lla y eficaz. 23 . . . . , b4 24. ébdf1 ' . . . E l primer jugador sigue mejorando l a situa­

ción de las piezas, que no parecen demasiado amenazadoras, pero todas tienen a tiro al rey ne­gro, así como el centro. El bando negro, mientras tanto, no puede generar, de hecho, presión algu­na en el flanco de dama sin comprometer allí al-

Page 69: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

68 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I T A R L O S

gunas piezas; el problema de la simpl ista estra­tegia caracterizada por . . . , c4 en estas posicio­nes es que el iminar la tensión en el centro ayuda a las blancas por lo que a este sector se refiere y, en consecuencia, subraya la superioridad que tiene el bando blanco en el flanco de rey.

24 . . . . , bxc3? 24 . . . . , a5 es una mejora, continuando el asal-

to de peones y permitiendo . . . , ll a 7 si es necesa­rio. La textual es parte de un plan, pero vuelve a eliminar la tensión, facilitando la tarea defensiva de las blancas.

25. bxc3, �a5?

Tartakower: «Las negras siguen consideran­do el flanco de dama el principal campo de bata­lla [ . . . ]".

De hecho, Tartakower recomienda 25 . . . . , �d7 como «más circunspecta•• , lo que tiene sentido, pero Tarrasch sigue cometiendo la mis­ma equivocación estratégica que tan a menudo vemos entre los aficionados, al interpretar su ventaja de espacio y amenazadora concentra­ción de tropas en el flanco de dama como una auténtica in iciativa cuando, en real idad, los ras­gos más importantes son los que muestra el otro flanco.

26. 4:Je3, i.f7 27. �d2, . . . 27. 4:Jxc4? fracasa después de 27 . . . . , dxc4

28. i.xc6, i.a3! , etc. 27 . . . . , i.a3? El deseado éxodo temático al flanco de dama

continúa. 27 . . . . , �d8 es negativa, pero más se­gura.

28. llab1 , 4:Jd7 29.l:;!.b7!, 4:Jb6

B

El problema de atenerse a un plan de todo punto erróneo y entonces hacer una serie de juga­das consecuentes pero inapropiadas es la facilidad con que el adversario puede conducir su estrategia correcta. Por cierto, nótese que los alfiles blancos tienen un potencial de ataque en el flanco de rey, pero siguen encadenando a las negras en el centro y el flanco de dama. La próxima jugada de las blancas es la reacción obvia a lo desatendido que ha dejado Tarrasch el flanco de rey.

30. 4:Jf5, �a6 Buscándose problemas, pero a estas alturas

una jugada defensiva como 30 . . . . , i.f8 no opo­ne más que una resistencia simbólica, ya que las blancas ponen en juego otra de sus unidades concentradas en el flanco de rey con 31 . 4:Jg4, amenazando irrumpir de manera decisiva en h6: otro fruto del defectuoso juego de las negras.

31 . 4:Jxh6+!, . . . Inevitable. Simplemente, cuente las piezas. 31 . . . . , gxh6 32. 1:!. xf7!, . . . E l flanco de dama bien pudiera estar a un mi­

l lón de kilómetros de distancia. 32 ... . , �xf7 33. �xh6, . . .

N

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PLANES DEFECTU O S O S

Basta echar una ojeada a l a cómica distribu­ción de las tropas negras.

33 . . . . , c;t>ga 33 . . . . , �f8 34. �h7+, �g7 35. �h5+,

c;t>fa 36. �d6+, Cjje7 37. �xe7 mate es una de­mostración impresionante del potencial blanco.

34. �g6+, c;t>ha 35. �xf6+, c;t>ga 36. �g6+, c;t>h8 37. bi,e5!, 1 - 0

Todo el planteamiento de las negras a partir de 1 5 . . . . , c4 ?! es, en el aspecto estratégico, un error garrafal como los de una jugada.

Evite crear casillas débiles Al vérselas con tantas casil las y tantas piezas

enemigas no siempre es fácil evitar debi l idades, pero es arriesgado crear por propia voluntad un agujero que puede usar el adversario en exclusi­va, en particular cuando la casil la está cerca del rey. Una equivocación típica es hacer un avance de peón irrevocable siendo plenamente cons­ciente de las consecuencias posicionales o es­tructurales adversas, pero justificándolo, en lo esencial, por ventajas a corto plazo. Aquí, el pro­blema es que el « interés» del préstamo puede convertirse a largo plazo en una gravosa carga sobre los recursos. Incluso el gran T igrán Petro­sián incurrió en este error en la partida que sigue.

Gligorié-Petrosián Belgrado, 1 954 Benoni Checa

1 . d4, Cjjf6 2. c4, c5 3. d5, e5 4. Cjjc3, d6 5. e4, Cjjbd7 6. Cjjf3, a6 7. �e2, �e7 8. o-o, o-o

B

69

Esta partida también demuestra que un cra­so error posicional del bando débil en una aper­tura poco ambiciosa puede tener consecuencias más graves de las que tendría en un sistema más combativo. En la posición del diagrama, las blancas tienen una provechosa ventaja de espa­cio que, combinada con el centro cerrado, deja a las negras bastante pasivas.

9. Cjje1 , . . . Es corriente llevar e l caballo a d3, desde don­

de puede ayudar a realizar las dos rupturas te­máticas (b4 y f4) .

9 . . . . , Cjjea El bando negro también deja el paso l ibre al

peón ,,f, y abriga el plan de adelantar el peón << b» ; asimismo, el alfil puede ir a g5 para efectuar el cambio tradicional .

1 0. Cjjd3, Cjjc7?! En vista de las dificultades que experimentan

más tarde las negras, quizás 1 0 . . . . , �g5 direc­ta sea mejor, sin decidir dónde va a ir el caballo de e8. Una continuación plausible es, por ejem­plo, 1 1 . f4, exf4 1 2 . �xf4, �xf4 1 3. bi, xf4, �e7 1 4. �d2, Cjje5 1 5. Cjjxe5, �xe5 1 6. bi,af1 , Cjjf6 1 7. �e3, �d7, y las negras iban bien en Kristinsson-Ciocaltea, Hal le, 1 967.

1 1 . a4, . . . De momento, reacción a l apoyo que da e l ri­

val al escaque b5, pero el avance del peón <<a>> también forma parte de la estrategia de conten­ción que l leva a cabo el primer jugador.

1 1 . . . . , bi,b8 1 2. �e3, . . .

N

1 2 . . . . , �g5 Transacción temática, privando a las blancas

del alfil << bueno>> . Nótese que 1 2 . . . . , b5? ! 1 3.

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70 E R R O R E S G A R R A FA L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I T A R L O S

axb5, axb5 1 4. cxb5, l2\xb5 1 5 . l2\xb5, .llxb5 1 6.l2\xe5, .llxb2 1 7. l2\c4, .llb8 1 8. jlf4 favo­rece a las blancas.

1 3. �d2, jlxe3 14. �xe3, h6?! Prefiero 14 . . . . , V/iie7, ya que en la partida las

negras no siguen con . . . , �g5, y . . . , h6 parece una pérdida de tiempo.

15. aS! , . . . Quitando e l veneno a u n futuro . . . , b5 al po­

der jugar axb6 a fin de dejar aislado el peón de a6. La textual también da más valor a la propia ruptura b4 de las blancas si se mantuviera el sta­tu quo en el flanco de dama, pues ahora se ha minado el apoyo de c5 debido a la influencia que se ejerce sobre b6. Las negras se decantan por obrar de inmediato.

15 . . . . , b5 16. axb6, l2\xb6 1 7. b3, .lla8 1 8. f4! , . . .

N

Al tener el flanco de dama bajo control has­ta cierto punto, el bando blanco puede volver al flanco de rey, lo que subraya su superioridad te­rritorial . Gracias a la ubicación de los caballos enemigos, las blancas no tienen por qué preocu­parse por la casil la e5.

18 . . . . , exf4 1 8 . . . . , f6 es demasiado pasiva y obsequia a

las blancas con la agradable tarea de elegir entre empezar la demolición mediante f5 y una ruptura subsiguiente en g5 y la sencil la l ínea 1 9. fxe5, fxe5 20 . .llxf8+, V/iixf8 21 . .llf1 , VJife7 (21 . . . . , �ea 22.l2\xc5, y 22 . . . . , dxc5 23. VJifxc5 pertur­ba a los caballos negros) 22. jlh5, etc.

19. �xf4, f6 Forzada. De lo contrario, las blancas tienen

la jugada e5 y dejan a las negras con un lastre

en c5. Por desgracia para el segundo jugador, la textual es un paso atrás en lo que atañe a los es­caques blancos.

20. l2\d1 !, . . . Ahora, a l otro caballo se l e encarga una mi­

sión más importante: dirigirse a e3 para vigilétr f5 al haber quedado un poco comprometido el flan­co de dama negro.

20 . . . . , 'f;e7 21 .l2\e3, . . .

N

Si comparamos las influencias respectivas de los caballos de cada bando, la estructura de peones del segundo jugador, más bien delicada (las tres islas de peones necesitan apoyo), y la ventaja de espacio de las blancas (que les pro­porciona más terreno para maniobrar y, por tanto, les permite disfrutar de una armon ía que las ne­gras no pueden sino soñar) , puede decirse sin te­mor a equivocarse que la situación de las negras no es fácil . Sin embargo, su próxima jugada con­vierte una posición difícil en una que, de hecho, está perdida.

21 . . . . , g5? ,, Impulsiva jugada que demuestra que las ne­

gras sobreestiman su posición . Al querer ganar más espacio e incrementar la presión por la co­lumna «e» , debi l itan gravemente la posición del rey. » (Giigorié) . Las ventajas a corto plazo han nublado la mente del bando negro. 21 . . . . , .lla7 tal vez fuera úti l , pero parece pasiva, así que po­dría probarse 21 . . . . , a5; entonces 22. l2\xc5, .ll e8 debería estar bien; p. ej . : 23. jlh5, dxc5 24. jlxe8, l2\xe8 o 23. l2\e6, jlxe6 24. dxe6, l2\xe6. La textual, sin embargo, conl leva graves consecuencias posicionales en forma de un agu­jerazo en f5, sin olvidar los peones que hay de-

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PLANES DEFECTU O S O S

!ante del rey negro y que están en situación com­prometida.

22. 'Llf5, i,xf5 Forzada. Y causa más dificultades defensivas. 23. �xf5, �h7 24. �g4, . . .

N

Está claro que a las blancas les conviene mantener las damas en el tablero. En situaciones de este tipo, en las que un bando defiende debi­l idades, el bando atacante tiene más l ibertad y, por consiguiente, debería obtener el máximo ren­dimiento de su potencial de ataque.

24 . . . . , .U ae8 25 . .l:!. f5, . . . Gligorié: ••Ahora puede verse que las ex­

pectativas de las negras han superado sus apti­tudes y su jugada 21 ha beneficiado más al adversario•• .

Nótese que en tales circunstancias e l daño, al ser estructural , no puede repararse.

25 . . . . , 'Lld7 26. 1:!. af1 , .l:!. e7 27. b4!, . . .

N

No es infrecuente ver que la dominación en un ala alcanza su punto culminante con una rup­tura en la otra.

71

27 . . . . , cxb4 28. c5!, h5! Capturar en c5 permite la horqui l la d6. La tex­

tual tienta a las blancas a entrar en 29. �xh5?, �xh5 30. i,xh5, .l:!. xe4, etc.

29. 'iV g3, .S. xe4 30. c6, . . . E l defensor más útil del bando negro, e l ca-

bal lo, queda sometido a presión; p. ej . : 30 . . . . , 'Llb6 31 . 'ij'xd6, .l:!.xe2 32 . .Ilxg5+! o 30 . . . . , CL!e5 31 . CL!xe5, dxe5 32. i.,d3, Jdg4 33. �xg4! , hxg4 34 . .l:!.xg5+, fxg5 35. i,xh7+. Nó­tese el papel que desempeñan en estas l íneas la torre de f5 y el propio peón de g5: todo gracias a la floja jugada 21 de las negras.

30 . . . . , .l:!.xe2 31 . �xd6!, . . .

N

Explotando el hecho de que el caballo de d7 tiene que permanecer en su sitio de nuevo a cau­sa de .l:!.xg5+.

31 . . . . , 'Llb5 32. �xb4, 'LlbB 33 . .U. xg5+, c!;f7 34 . .l:!. xf6+!, c!;xf6 35. �xf8+, �xg5

35 . . . . , �f7 36 . .l:!. f5+. 36. h4+, 1 - o

N

El mate en la jugada siguiente es inevitable.

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72 E R R O R E S G A R R A FA L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I TA R L O S

Piezas mal situadas Cuando un plan supone hacer que las piezas

trabajen en condiciones muy difíci les, obl igándo­las a ocupar casil las inseguras o poco naturales, es mejor evitarlo si hay una alternativa sólida. En ciertos niveles, poner por propia voluntad las pie­zas en escaques inseguros o poco naturales es tan inexcusable como perderlas por un error en una jugada. Recuerde que los errores garrafales y el mal juego derivados de un plan pueden ser más frustrantes que los meros descuidos.

Kasimdzhanov-Bacrot Grand Prix de la FIDE, Moscú, 2002

N

Las blancas acaban de responder a . . . , .r! xc4 mejorando la posición del alfil al l levarlo de d2 a c3. Ahí, vigila la gran diagonal, importan­te en potencia, y da rienda suelta a la torre de d1 . Mientras tanto, el caballo está muy bien situado.

26 . . . . , �eS? Tentativa de cortar de raíz toda amenaza pe­

ligrosa que pueda acechar por la gran diagonal. Sin embargo, las piezas negras están a punto de ir a casi l las poco idóneas, de modo que la jugada apropiada para tratar de neutralizar el peligro es 26 . . . . , ,ldc5 ! , con la intención de igualar cam­biando dos veces en d5.

27. �e2, . . . Una senci lla horqui lla que obliga a l bando ne­

gro a enviar el alfil a h2. 27 . . . . , �h2+ 28. �h1' . . .

N

Ahora la dama negra está obl igada a defen­der el alfi l , que corre peligro de quedar cazado, y la torre tiene que apresurarse.

28 . . . . , g h4 Dirigida contra la jugada g3, que habría sido

la réplica a 28 . . . . , b5; por ejemplo: 29. g3, �xg3 30. fxg3, �xg3, y ahora 31 . �xe6! es el típico anuncio fastidioso de los problemas «suplemen­tarios» que se experimentan a menudo después de cometer una equivocación . El quid es que 31 . . . . , fxe6? 32. tt:Je7+ da mate enseguida, y 31 . . . . , .U. h4 32. l::t d3! también es terminante; p. ej . : 32. . . . , �xd3 33 . tt:Je7+, Wh8 34. �xg7+, �xg7 35. �f6 mate. Tampoco ayuda 29 . . . . , �xd5+ 30. ldxd5, �xg3 31 . fxg3, �xg3 32. g d3, �h4 33. �g2, etc.

Después de 28 . . . . , R h4, las tropas negras parecen amenazadoras porque apuntan al rey adversario, pero la real idad es otra. Son las pie­zas blancas, mucho más superiores, las que do­minan y controlan casi l las importantes.

29. ld fe1 !, . . . Bonita. Cuando las jugadas senci llas, sin pre­

tensiones, contribuyen a dar gran ventaja, es se­ñal de que el bando débil ha hecho algo mal.

29 . . . . , �g4? Consecuente con el juego desplegado hasta

ahora y l levando otra pieza al ataque. Sin embar­go, también pone otra pieza en una casil la inse­gura. Todavía peor que la textual es 29. �xh3?? (D) .

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PLANES DEFECTU O S O S

B

De nuevo, la alineación que hay en la colum­na cch» podría dar la impresión de que las negras están en alza, pero el hecho de que una situa­ción parezca peligrosa o incómoda no impide plantear las cosas con lógica, como haríamos en una posición más reposada.

Demasiados jugadores -yo inclu ido- serían incapaces de demostrar que la jugada 26. . .. , .i,e5? fue, en realidad, defectuosa precisamen­te porque las blancas respondieron 27. �e2, pues las piezas negras se encuentran rondando al rey blanco. Poco sentido tiene intentar famil ia­rizarse con errores garrafales si nos falta valor para apreciar por completo la naturaleza del cas­tigo que les sigue.

Sea como fuere, en este caso en concreto las blancas tienen 30. t¿je7+! , �hB 31 . gxh3; entonces 31 . . .. , l:i. xh3?? pierde por 32 . .i,xg7+, �xg7 33. �g4+, etc. En vez de agra­var el problema, las negras deberían encararlo y volver al redi l con el díscolo alfil mediante 29 . ... , .i,d6; las blancas están claramente mejor des­pués de 30. �d2, .i,xd5 3 1 . �xd5 debido a la falta de coordinación de las piezas negras.

30. �e4 • ...

Clavando y ganando. La última equivocación del bando negro, de hecho, no amenazaba nada en caso de que se hiciera la textual, ya que aho­ra 30 . ... , .i,xd1 31 . �xh4, .i,c2 anima a jugar 32. t¿je7+, �hB 33. �f6 ! , _ldg8 (33 . ... , gxf6 34 . .i,xf6#) 34. �xf7. etc.

30 . . . . , h5 30 . ... , .i,f4 31 . .i,xg7! , �xg7 32. �d4+,

f6 (32 . ... , .i, e5 33. ld xe5) 33. 4Jxt4 es decisi-vo; p. ej.: 33 . ... , .i,xd1 34. 4Je6+, �hB 35. �xh4, .i,c2 36. g c1 !? , .i,f5 37 . .l:;í.c7.

73

31 .4Je7+, �h8 32.4Jf5, 1 - 0

N

Qué horrible amasijo de piezas.

(Falta de) Desarrollo En la miniatura que sigue, el bando negro

descuidó el desarrollo, perdió tiempo, creó aguje­ros, dio al adversario demasiado espacio y, por si fuera poco, no hizo nada para defender al rey, y todo eso en no más de veinte jugadas.

Gligorié-Velimirovié La Haya, 1 966 Defensa Benoni

1 . d4, 4Jf6 2. c4, eS 3. d5, g6 4. t¿jc3, .i,g7 s. e4, o-os. 4Jf3, eS?!

Para ser justos con el segundo jugador, fa­moso por haber dado nombre a una emocionan­te variante de la Defensa Siciliana, la textual es el principio de un experimento fall ido.

B

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74 ERR O RES G ARRAFALES EN AJE DREZ . C O N O CERL O S . E V I TARL O S

7. i,e2, U es? Intentando arreglárselas sin la habitual . . . , d6.

En 1 Play Against Pieces, Gligorié escribe: cela idea de organizar presión enseguida sobre la ca­silla e4 es interesante, pero exige demasiado a las negras, que aún no han solucionado el proble­ma de cómo desarrollar las piezas» .

B. eS! , .. . A veces tenemos que estar preparados para

invertir un peón o dos a fin de refutar las equivo­caciones que ha cometido el adversario en la apertura. Esto es pertinente, en particular, al lle­var las piezas blancas, ya que la apertura es la fase de la partida en la que las negras tienen me­nos capacidad de organizar una defensa de ma­nera adecuada.

s . . . . , lL\g4 9. i,gs, �as 1 0. o-o, lL\xes 1 1 .lL\e4, . . .

N

Ahora vemos la lógica que subyace en el sa­crificio que han realizado las blancas: el escaque e4 ha quedado l ibre, y el caballo se concentra de repente en los agujeros de d6 y f6, además de vi­gilar c5. El bando negro ya va a la zaga en el de­sarrollo, y no parece que sus piezas del flanco de dama puedan contribuir a mejorar la situación en un futuro próximo.

11 . . .. , lL\xf3+ 1 2. i,xf3, 'iVb6 La dama ha tenido que jugarse de nuevo por­

que se amenazaba 1 3.lL\d6, .l::l.f8 1 4. i,e7; p. ej . : 12 . . . . , i,xb2 1 3. lL\d6, y a continuación 1 3. . . . , i,xa1 1 4. �xa1 , .l:!. f8 1 5. i,h6 (D) es el fin.

N

De manera alternativa, 1 3. .. . , U f8 deja al­gunas opciones a las blancas; una es 1 4. ll b1 , i,e5 1 5. lL\xc8, ldxc8 1 6. dxe6, dxe6 1 7. i,xb7, etc. Después de 1 2 . . . . , �b6, Gligoriéve la situación como sigue: celas negras están aho­ra muy atrasadas en el desarrollo, así que no hay más que abrir la posición , y la fortaleza negra se derrumbará» .

Así, dados los agujerazos de d6 y f6, la próxi­ma jugada de las blancas no debería ser muy di­fícil de encontrar.

1 3. b4! , .. .

N

Decisiva. 1 3 . ... , cxb4 1 3 . . . . , i,xa1 1 4. �xa1 equivale a abando-

nar, y después de 1 3 . . . . , 'i!lxb4 1 4. lL\d6, .)¿ f8 1 5 . .l::rb1 , �a51as blancas tienen 1 6. i,e7 o el plan mencionado antes que acaba en la captura i,xb7.

14. eS, . . . La tortura continúa. 14 . ... , �c7 1 S. �e1 , lL\a6 Incluso el tardío desarrollo del bando negro

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PLANES DEFECTU O S O S

hace daño a l a vista. ¡ A estas alturas, Vel imirovié debía de estar lamentando su jugada 7 ! ; 1 5 . . . . , exd5 1 6. C2lf6+ incluso da mate.

1 6. d6, �a5 1 7. C2lf6+, . . .

N

1 7 . . . . , �f8 1 7 . . . . , j,xf6 1 8. j,xf6 no hace sino aplazar

el resultado final. El segundo jugador no puede tener esperanzas de sobrevivir sin el alfil de casi-l las negras; p. ej . : 1 8 . . . . , 'iVxc5 1 9. bí,e5, 'iVc4 20. g h5!? , e5 (20 . . . . , gxh5 21 . �d2; 20 . . . . , �f4 21 . j,e5, �c4 22. �d2) 21 . bí,xe5, bí,xe5 22. j,xe5, �h4 23. j,d5, CZJc5 24. .Sc1 , C2le6 25. � c4, �g5 26. f4, �d8 27. bí,xb4 o 27. f5 .

75

1 8. ct:Jxh7+, \t>gS 1 9. CLJf6+, \t>f8 20. Ue5, . . .

Tomar l a torre también es decisivo, pero el caballo es aqu í la pieza fuerte.

20 . . . . , .u. b8 21 . ¡vd2, 1 - o

N

Las negras están indefensas ante j,h6. Una equivocación fue suficiente para crear problemas al bando negro, aunque a primera vista 7 . . . . , .S e8 no parecía tan mala. Una inspección más detenida, sin embargo, sobre la base del potente tratamiento que apl icaron las blancas, revela lo contrario .

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7. LOS PELIGROS

DE SIM PLIFICAR

El planteamiento de jugar a simpl ificar -por definición un poco pasivo- no es, sin duda, la res­puesta fácil a los problemas (reales o no) del ban­do que se defiende que muchos jugadores creen . Aparte del hecho de que a menudo l leva tiempo idearlo y durante ese tiempo el adversario podría mejorar su suerte de todos modos, una pol ítica así bien pudiera fracasar en la tarea de reducir la presión. Busque posibil idades de simplificar cuan­do esté incómodo, pero recuerde que la opera­ción en sí puede que no sea nada fácil y, de hecho, sí bastante peligrosa. Un error garrafal es una cosa; invertir tiempo preparándolo, otra.

Gligorié-Tukmakov URSS-Yugoslavia, Odesa, 1 975

N

Las negras, que son mano, han estado so­metidas a presión desde la apertura. Por tan­to, después de descartar h5 poniendo su propio peón en h5 y obl igando a la dama enemiga a ir de g4 a g3, están deseosas de reducir las tropas blancas.

20 . . . . , ld feS 21 . j, d2!, . . . Desde luego, las blancas no pueden entregar

la columna «C» solamente para evitar cambios. Mientras tanto, la textual usa un poco de psicolo­gía para tender una astuta celada.

21 . . . . , gxe1 ?!

Como se esperaba, las negras acaban apro­vechando la oportunidad de empezar a conducir la partida hacia las tablas. 21 . . . . , l2Jd5 es mejor, pues cambiar las cuatro piezas en d5 les crea un peón <<d» aislado, pero también les entrega la ca­sil la c4. Sin embargo, las blancas van bien des­pués de 22. C2Jd3! , seguida de C2Jc5.

22. l:he1 , .l:í. eS?? Aqu í, el aspecto psicológico es interesante y

no habrá pasado inadvertido al primer jugador. El bando negro, que necesitaba aliviar la presión y había estado prácticamente telegrafiando sus in­tenciones, ten ía tantas ganas de desembarazar­se de todas las torres que es muy posible que situara la segunda torre en eS sin pensarlo. Más aún, tras decidirse por este curso de acción an­tes de que las blancas jugaran j,d2, en aparien­cia inofensiva, es poco probable que se detuviera a hacer una nueva valoración (quizás estudió 21 . . . . , l2Jd5, pero luego volvió a lo que ten ía entre manos) .

23. ,UxeS+, j,xeS 24. �e3, 1 - O

N

Las negras pierden una pieza. Nótese tam­bién que cuando se habrían planteado jugar . . . , � ca la dama blanca aún estaba en g4 (y el alfil en e3) ; dicho de otra manera, no desempeñaban papel alguno en los asuntos del flanco de dama.

En el próximo ejemplo, la urgencia por llevar a cabo cambios general izados condujo ensegui-

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L O S PEL I G R O S DE S I M PL I F I CA R

da a u n error que provocó l a pérdida de u n peón en una combinación básica de dos jugadas.

Adams-Bareev Wijk aan Zee, 2004

N

Las blancas, que acaban de avanzar el peón a h3, tienen las tropas más activas; está claro que son preponderantes. El adversario se atiene a un plan que va directo hacia un final sostenible.

1 9 . . . . , j,xd4 El dominador caballo es el primero en caer. 20. ld xd4, j, c6 21 . � e3, ll xd4 22.

�xd4, . . .

N

Gracias al reducido ejército blanco, las ne­gras pueden respirar un poco mejor, y una conti­nuación sensata sería, p. ej . , 22 . . . . , ctJd5 23. j,g3, �da 24. l:I d1 , �g5, que les da una dis­posición sólida y puestos avanzados aceptables para las piezas. En cambio, siguen con la estra­tegia del aspirador.

22 . . . . , �d8?!

77

El quid es que luego de, por ejemplo, 23. �xd8, 1:t xd8 24. j,xt6, gxf6 son las blancas las que tienen que demostrar la importancia de la da­ñada estructura de peones que tiene el enemigo en el flanco de rey. El bando blanco sigue el plan , pero de manera un poco distinta.

23. j,xf6!, �xf6?? Parece que Bareev no cuenta las piezas sino

a medida que abandonan el tablero y promueven la causa de obtener un final nivelado. Él mismo emprendió este breve pero atareado viaje con 19 . . . . , j,xd4 y ha cometido la equivocación de no analizar lo suficiente el destino final. La textual es­tá concebida para forzar el cambio de la pieza blanca más peligrosa a la vez que mantiene intac­to el flanco de rey y activa la dama, planteando, además, la <<amenaza•• . . . , ,lld8 si se rechazara el cambio. Esto tiene más sentido que 23 . . . . , gxf6, pues entonces las blancas podrían pasar al flanco de rey con 24. �h4, aunque después de 24 . . . . , �h71as negras van bien; la columna «g•• incluso les permite hacer una maniobra como .. . , �g8-g5. Por desgracia para el segundo jugador, la ejecución temática de su plan global ha pasado por alto un detalle.

24. �xf6, gxf6 25 . .ld xe6, .. .

N

¡Ay! Las negras pierden un peón vital (y la partida) en vista de 25 . . . . , fxe6 26. j,xe6+ y 27. j,xc8, etc. Bareev se las ingenió para hacer exactamente lo que quería, pero todo el plan te­n ía un defecto fatídico. Para ser justos, no espe­ramos que un desagradable lance táctico como este aparezca aquí , y como la idea del segundo jugador era sacudirse la presión y eliminar la po­sibi l idad de quedar sometido a un ataque -y de

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78 E R R O R E S G A R R A FA L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V 1 T A R L O S

equivocarse ante las piezas blancas situadas de manera agresiva- mediante una serie de cam­bios, es lógico suponer que el peligro disminuye con cada cambio. Tal suposición es lógica, sí, pe­ro no por eso hay que dejar de analizar o mirar detalles específicos.

Aquí, sin embargo, tenemos un buen ejemplo (teniendo en cuenta los jugadores impl icados) de cómo, una vez que hemos seleccionado un plan y determinado que es sólido, lo que recibe toda la atención son las alternativas que tiene el adver­sario a la continuación deseada. La prioridad de Bareev antes de decidi rse por ese curso de ac­ción fue sopesar las consecuencias de . . . , gxf6 en el final, concentrándose -como debía- en de­talles generales, a largo plazo. Una vez que que­dó satisfecho con ello, miró, al parecer, maneras que tuvieran las blancas de evitar los cambios. Cada cambio se interpretó como un pequeño éxi­to en el camino hacia las tablas, de modo que el sentido del pel igro de las negras debió de rela­jarse.

Anand-Kárpov Trofeo Eurotel, Praga, 2002

N

Las blancas preponderan gracias a sus tro­pas, más activas, entre el las un alfil superior (que vigi la f7) , y a que controlan la columna «e». En situaciones así , el bando que se defien­de tiende a querer quitarse algo de presión me­diante cambios, pero 23 . . . . , �xh3 24. �xh3 (a diferencia de 24. '{i'xf6? ! , gxf6 25. gxh3, <;t>fS) no habrá gustado a las negras debido a la incapacidad del cabal lo para tratar con las l í-

neas abiertas. En consecuencia, Kárpov prefie­re acometer la tarea de simplificar ofreciendo el cambio de las torres.

23 . . . . , �f8!? 24. i2Jf4, . . . 24. g4, �d7 25. �xf6, gxf6 26. f3, 1::!. eS

daña el flanco de rey de las negras, pero les permite concentrarse en sus propios objetivos en el otro flanco, y 24. �a6, bxa6 25. �xc6, 1::!,c8 26. �f3, �g6 27. iL:lf4, �g4 no parece más que un poquito mejor para las blancas. La textual mejora la posición del caballo y mantie­ne la presión. A deci r verdad , teniendo presente la jugada anterior de las negras, Anand deja la puerta abierta a que el adversario se equ ivo­que.

24 . . . . , �d7 Tras haber in iciado la marcha para disputar

la columna «e» , la mayoría de los jugadores ha­ría 24 . .. . , 1::!,e8?? después de .. . , �f8 sin pensarlo, pero esta jugada, de hecho, es una grave equivocación , ya que 25. 1::!,xe8+, <;t>xe8 26. iL:lh5, �g6 se mete en 27. �xf5 debido a la horqui l la en g7. Kárpov también tuvo cuidado de no caer en 24 . . .. , �xh4? 25. �xf7 ! ; enton­ces con 25 . . . . , <;t>xf7 26. '{i'd5+, �f6 27. � e6+, �xe6 28. �xe6+, �g5 29. iL:lh3+, \t>h5 las negras fallecen de muerte violenta después de 30. �f5+, g5 31 . '{i'f7+, <;itg4 32. '{i'f3 mate. Por su parte, 25 . . . . , '{i'g4 26. �xg4, �xg4 27. �d5 (amenazando mate en g6), iL:le7 (27 . . . . , g5 28. iL:le6+, �xe6 29. 1:1 xe6) 28. �xb7 deja a las blancas con un ne­to peón de ventaja.

25. g3, . . . Stohl sugiere 25. �g3!? , con ligera ventaja

de las blancas. Sin embargo, la psicología de los errores desempeña aquí un papel , pues las ne­gras, de hecho, han telegrafiado su próxima juga­da al hacer las dos jugadas anteriores. Teniendo esto presente, el bando blanco se l imita a apoyar el caballo a fin de dar vía l ibre a la dama para que cumpla funciones más agresivas.

25 . . . . , I:!.eS?

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L O S PEL I G R O S DE S I M PL I F I CA R

B

25 . . . . , ldcB deja que las blancas man­tengan la ventaja, pero la textual es una conti­nuación consecuente. Por desgracia, el plan de simplificar es defectuoso y sirve para convertir la ligera presión en algo mucho más problemático.

26. l:l. xe8+, i,xe8 La captura alternativa 26 . . . . , 'lt>xe8 no ayuda

después de 27. 'iWe4+; p. ej . : 27 . . . . , �f8 (27 . . . . , 'lt>dB 28. t¿jh5 o 27 . . . . , �e7 28. �h7, �f8 29. t¿jh5) 28. �h7, t¿je7 (luego de 28 . . . . , g5 29. t2lh5, �g6 30. �xg6, fxg6 31 . t¿jf61as blancas ganan algo: 31 . . . . , gxh4? 32. t2lxd7+, �e7 tro­pieza con 33. i,b5! , etc.) 29. i,d3! (amenazando t¿jh5), t¿jg8 (29 . . . . , i,f5 30. �h8+, t¿jg8 31 . t¿jh5 es decisivo) 30. t¿jh5, �f3 31 . �xg7+, 'lt>e7, y ahora las blancas deberían evitar el terro­rífico error 32. �xg8?? , i,c6, ¡ganando las ne­gras! , en favor de 32. t¿jf4! , i,c6 33. d5, i,xd5 34. t¿jxd5+, �xd5 35. i,f1 , etc.

27. �e4, . . .

N

La dama va a e4 de todos modos; el quid es que �h7 empieza una ofensiva. Este nuevo punto débil existe solamente porque las negras

79

se atuvieron a un curso erróneo con . . . , 'lt>f8. El rey no puede volver a g8 porque eso dejaría el al­fil colgando.

27 . . . . , g5 Como sucede a menudo, el error ha creado

una situación en la que la defensa posterior su­pone hacer una concesión posicional . 27 . . . . , i,d7 28. 'iWh7 transpone a 26 . . . . , 'lt>xe8, y la tentativa de impedir el acceso a la dama con 27 . . . . , g6 anima a efectuar 28. t¿jd5 (28. h5 también es posible) ; entonces, 28 . . . . , �d8 29. h5 es ex­celente para las blancas, 28 . . . . , �e6 29. �f4, h5 30. t2le3, �d7 31 . �h6+, 'lt>e7 32. t¿jd5+, 'lt>d8 33. �h8 es decisivo y la fea 28 . . . . , �f5 29. �xf5, gxf5 es el mal menor.

28. hxg5, . . . 28. t2ld5!? e s otra opción. 28 . . . . , �xg5 Aceptando quedarse con peones aislados,

pero 28 . . . . , hxg5 29. t¿jd5 apenas es una mejo­ra; p. ej . : 29 . . . . , �g6 (29 . . . . , �e6? 30. �h7 o 29 . . . . , 'fVg7 30. 'iVf5, y ahora 30 . . . . , �g6 es forzada) 30. 'iYxg6!? , fxg6 31 . t¿jf6, 'lt>e7 32. tt:Jxe8, �xe8 33. Wg2 (33. i,d5!?) , tt:Je7 34. �f3, y el final es bastante desagradable para las negras.

29. i,d5, i,d7? Las cosas no han ido según el plan, y esta ju­

gada dificulta la vida todavía más, aunque 29 . . . . , 'iVf6, que es superior, también es floja.

30. 'iWh7, �f6 Volver con 30 . . . . , i,es tropieza con 31 .

�h8+, �e7 32 . .i,c4, seguido de t2ld5-f6, y 30 . . . . , �g7 31 . 'iWb1 ! , b6 32 . �b5, t¿jb8 33. 'iWc4 es una bonita maniobra.

31 . i,xf7!, . . .

N

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80 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I T A R L O S

Bonito. El quid es contestar a 31 . . . . , Vl/ixf7? 32. l2Jg6+; entonces, 32 . . . . , �ea 33. Vl/ih8+ es terminante. Siguió:

31 . . . . , t2Je7 32. i,b3, i,fS 33. lLJhS, i,xh7 34. lLJ:xf6, i,g6 35. l2Jg4, �g7 36. lbe3, i,e4 37. g4, �f6

37 . . . . , l2Jg6 38. i,d5, i,xd5 39. lbxd5, �f7 40. f4, �e6 41 . f5+, �xd5 42. c4+! sería un divertido final.

38. �h2, b6 39. �g3, �g5 40. i,f7, . . . 40. f4+, �f6 llega a l o mismo. 40 . . . . , �f6 41 . i,c4, �g5 42. i,b3, �f6

43. f3, i,g6 44. f4, . . . Y las blancas ganaron e n l a jugada 59. Volviendo a la posición in icial , resu lta que la

torre bien situada que ten ían las blancas era, en

realidad , un señuelo, puesto que la errónea de­cisión de Kárpov -esforzarse por suprimirla- fue la causa de su derrota. Desde luego, describir . . . , ti. e8 en este ejemplo como un error garrafal parece severo porque la gran mayoría de los ju­gadores no lo descubriría o no apreciaría el por­qué. Sin embargo, el proceso de toma de la decisión, más bien mecán ico, -y la subsiguien­te ejecución del plan- sí merece el signo de in­terrogación . Las negras parecían tan decididas a neutralizar la posición , amenazadora en po­tencia, del rival que no buscaron ni se plantea­ron una estrategia alternativa como 25. . . . , .U. c8. (Si Kárpov hubiese estado menos preo­cupado, tal vez habría estudiado jugar ensegui­da 23 . . . . , .tí.c8.)

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8. TABLAS

Leí en un boletín de ajedrez hace poco que las tablas estropean la partida. Sin embargo, las tablas son intrínsecas al ajedrez, y compartir el punto a menudo es el único resultado justo. El empate, en sí, no es un final indigno de una par­tida interesante y bien jugada.

El mero hecho de que las tablas sean un re­sultado posible puede tener un efecto interesan­te en la partida. Por ejemplo, el jugador que tiene ventaja quiere ganar, y el que lucha por sobrevi­vir no quiere sal ir de la partida sin nada. Desde luego, no siempre obtienen lo que quieren .

Esperando a estrechar la mano ... Aunque piense que la partida es tablas y no

hay nada constructivo que pueda hacer ningu­no de los bandos, debería seguir prestando toda su atención al juego. De lo contrario, «desconec­tar» sí da al adversario una ventaja inquietante en potencia.

�adadze-Urushadze Campeonato de Europa por Equipos, Batumi, 2002

8

Se han cambiado en f5 los dos últimos pares de piezas menores, y el resultado ha sido uno de esos finales de piezas mayores en los que la me-

ra masa de peones restringe mucho la movilidad. Una breve ojeada a la posición del diagrama bas­ta para conclu i r que las blancas son las únicas que pueden albergar esperanzas de ganar la partida; la única ruptura disponible es la jugada a5, y la columna «f>> proporciona a las torres del primer jugador al menos una apariencia de activi­dad. Sin embargo, al disponer de los recursos defensivos suficientes para emplearlos en los ob­jetivos que pudieran verse sometidos a presión, las negras, en este punto, debieron de confiar en que harían tablas. Veamos cómo continuó la ba­talla.

37. �b2, . . . Poniendo l a vista de inmediato e n e l flanco

de dama; en lo sucesivo, a5 y b6 son lugares en los que puede haber actividad.

37 . . . . , l:':th7 Al estar el peón de f6 bien protegido, la torre

retrocede para tener el otro flanco a su alcance. 38 . .l:!.b1 , �d7 39. �a3, . . . Jugando con a4-a5. Nótese que las blancas

deberían ser cautelosas en lo que se refiere a avanzar el peón «a>> , ya que siempre hay el peli­gro de quedarse con un peón (pasado) menos debido a los peones «C>> doblados.

39 . . . . , �c7 40 . .U. b5, .id bS! Ahora el primer jugador debe estudiar en qué

medida abrir la columna «b>> ayudaría al adver­sario a activarse; de ahí la siguiente jugada de precaución .

41 . Wh2, �da La sensata reorganización que ha l levado a

cabo el bando negro permite a la dama apoyar b6 y f6 -así como b8- al tiempo que deja libre la torre de rey para que pase al flanco de dama si fuera necesario.

42. 1:!. f1 , . . . La emigración continúa. 42 . . . . , as

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82 E R R O R ES G A R R AFA L ES EN AJE D R EZ . C O N O CE R L O S . E V I TA R L O S

Pese al hecho de que hasta ahora a5 no re­sultaba eficaz, las negras son conscientes de que en un momento dado, con la preparación su­ficiente, la ruptura sí podría ser pel igrosa. Desde un punto de vista práctico, nunca es fácil sentar­se a esperar y contemplar de continuo una posi­bil idad tan manifiestamente confl ictiva, así que las negras deciden suprimir un problema a costa de crear otro en forma del peón <<b>> rezagado. Desde luego, es fácil ver que pueden defender b6 sin pasar apuros, además de sortear cuales­quiera trucos por la columna «b>> que impliquen .)¿ xa5. La textual también es índice de que con­fían en que la partida acabe de modo pacífico, pues este bloqueo elimina la última posibil idad de romper con los peones. Las blancas no pueden hacer ahora nada más constructivo que mover las torres y la dama de manera que parezca amenazadora, y continuar así demasiado rato sería absurdo. Las tablas están en el bolsi l lo.

43. �b2, M f7 44. �f2, �ca No hay necesidad de permitir �f5+, por si

acaso. 45. ti. fb1 , M fb7 46 . .ld 11 , 1::1. f7 Parece absurdo atacar de manera alterna ob­

jetivos que se protegen con facil idad. Tras hacer frente sin dificultades a estas «amenazas>> y ha­biendo dejado de ser una preocupación la jugada a5, el segundo jugador debe de haber oprimido el botón de avance rápido en alguna parte del ce­rebro, pensando, quizás, dónde relajarse por la noche (después de haber defendido con calma el medio juego y el final) .

47. �b2, �da

B

¿Es que no pueden las blancas captar la indi­recta? Ni b6 ni f6 corren peligro de caer, sin que importe en qué orden sitúe las piezas el primer ju­gador. Y las negras no estaban dispuestas a per­mitir siquiera un jaque, inocuo, en f5. ¿No están siendo las blancas un poco frescas haciendo per­der el tiempo al rival? Bien, eso no debería impor­tar. Durante la partida, la única discusión o debate debería tener lugar en el tablero, y si el resultado se produce mucho tiempo después de lo que se «suponía>> , así será. Seguir jugando y jugando a menudo se tilda de antideportivo (incluso «avari­cioso>> ) , pero es perfectamente legítimo y una op­ción bastante justa si hay la posibil idad de que surja una situación en la que la debil idad de uno de los jugadores pueda manifestarse de por sí de modo decisivo, sea como error garrafal cometido bajo presión (si bien autoimpuesta), falta de en­tendimiento de un elemento fundamental de la partida o incluso mala técnica en una situación convencional y sencilla. Innumerables puntos «SU­plementarios>> se ganan y se pierden así. Algunos jugadores se han convertido en verdaderos exper­tos en trabajar victorias laboriosas y reconocer qué adversarios son más proclives a pasar apuros en esas circunstancias, mientras que (muchos) otros se encuentran sin querer en el extremo opuesto del espectro, acumulando a lo largo de su carrera ajedrecística una historia tras otra de «mala suer­te>> . Los errores son casi siempre creación y res­ponsabil idad exclusiva del que los comete, y no hay excusa para pasar por alto una jugada por lo demás obvia o caer en una sencilla celada des­pués de que el adversario siguiera jugando injus­tamente en una partida que era tablas por todas partes (o -peor- que debería haber abandonado).

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TA B LAS

48. U t5, . . . A l no haber podido hacer incursión alguna en

el flanco de dama, la torre vuelve a f5. 48 . . . . , U bb7 Las negras también se preparan para el tras­

lado que se avecina. 49. Vit'c2, U h7 Estando b6 a punto de quedar tranquilo y f6

custodiado sin problemas, las negras ofrecen al peón de h5 un poco más de protección por si acaso.

8

50. U b1 , U hf7 Así que, ¿al restaurante esta noche? ¿Chi-

no? ¿ Indio? ¿ Ital iano? 51 . U bt1 , U a7 Ital iano. ¿Pasta? ¿Pizza? 52. �e2, . . . Aparte del rey, que estaba e n g1 e n vez de

en h2, las piezas blancas ocupan las mismas po­siciones que ten ían cuando nos incorporamos a la partida. Mientras tanto, se han anulado todos los truquitos que podían aparecer en el flanco de dama con la ruptura a5.

52 . . . . , U ab7?? Las blancas han probado suerte en el flanco

de dama, han visto cómo se levantaba el puente levadizo y ahora vuelven en un viaje de trámite al flanco de rey. La tarea de las negras ya está he­cha. No hay razón para ofrecer tablas después de todo esto. De hecho, que sea el bando blanco el que se rebaje y reconozca que las últimas quince jugadas más o menos no han sido más que una pérdida de tiempo. Pizza.

53 . .id xh5!, . . .

83

N

¡Chúpate ese hueso, que tiene caña! Las tro­pas blancas habrán vuelto a sus puestos in icia­les, pero la ubicación de las negras ha cambiado, en particular la de la torre de f7. Así, las blancas lanzaron los dados por última vez, pero el segun­do jugador ya había fi rmado la planil la mental­mente y tal vez examinara otros asuntos (¿queso y piña de postre?) . El error en este caso no es no darse cuenta del peligro, sino más bien no mo­lestarse en mirar como es debido. Si hubiera mi­rado bien después de 52. �e2, el bando negro habría jugado, sin ir más lejos, 52 . . . . , U fa, re­trocediendo con la torre para despejar la diagonal h5-ea, de modo que la dama pudiera defender h5 yendo a ea. Ahora 53 . . . . , �xh5 acaba en mate por fuerza después de 54. U f5+, �h6 55. 'iWxg4 y U h5 mate. Por desgracia, la caída del peón de h5 ha dejado g4 colgando, y 53 . . . . , �ca no ayuda en vista de 54. U ff5, etc.

53 . . . . , f5 54. u fxf5, 1 - o

Korchnói-Dáutov Essen, 2002

8

Page 85: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

84 E R R O R ES G A R R AFALES EN AJE D R EZ . C O N O CE R L O S . E V I TA R L O S

Las negras parecen pasivas, pero dado que quedan pocas piezas y considerando que el peón de c6 es la ún ica debi l idad , todo lo que el segundo jugador tiene que hacer para asegu­rar las tablas es aguantar. Las blancas no pue­den permitirse el lujo de descuidar el flanco de dama porque las negras controlan la única co­lumna abierta. En consecuencia, el bando blanco hizo un esfuerzo por explotar el alfi l suplementa­rio avanzando en el otro flanco.

32. h4, h5! Prefi riendo impedir h5 y también tentando a

las blancas a abrir el juego de manera automáti­ca.

33. �f2 . . . . 33. gxh6?! , �xh6 dirige l a atención a f4 y,

por tanto, no ayuda sino a las negras. En vez de eso, al estar ahora cerrado el flanco de rey, las blancas envían el rey al centro.

33 . . . . , �f8? Las negras ya se están preparando para divi­

dir el punto (cosa que ocurriría poco después de algo como 33 . . . . , '!Wa4, por ejemplo), quizás es­perando estrechar las manos una vez que ambos reyes lleguen al centro, cuando ya no habrá nada constructivo que hacer, pues el flanco de dama es­tá seguro y el flanco de rey está cerrado. Además, 33. \t>f2 tal vez haya aumentado las expectativas negras de lograr un acuerdo de paz, ya que es menos probable que las blancas intenten algo arriesgado teniendo el rey más expuesto a un ata­que. De hecho, es en estas circunstancias, una vez que se ha hecho el trabajo y las aguas han vuelto a su cauce, cuando se cometen tantos erro­res garrafales. Incluso fuertes jugadores, al pare­cer, dejan de pensar, convencidos de que ya se han anulado los medios potenciales que tiene el adversario para presionar y obtener ventaja, con lo que el equilibrio es así más evidente. De manera irónica, el periodo que sigue a la última tentativa que emprende el rival para util izar una posible ventaja a menudo puede ser decisivo. El jugador que se ha ido ••ganando» las tablas tiende a rela­jarse un poco --{) mucho-, lo que va agarrotando el mecanismo de defensa consciente y alimentado por la adrenalina. El resultado es que se traslada el foco de atención de los posibles lugares de pe­ligro en tomo a los que había girado la partida has-

ta entonces a asuntos más prosaicos, pero menos complicados. En fin , el GM de más de 2.600 aca­ba de cometer una grave equivocación . . .

B

34. \t>e3?, . . . . . . pero e l antiguo aspirante a l Campeonato

del Mundo -bien conocido por su planteamien­to de gladiador y deseo de ganar- también ha re­ducido las operaciones y planta maquinalmente el rey en el puesto deseado. El lector atento (ayu­dado por el título y el tema de este l ibro) tal vez haya descubierto aquí 34. d5! ; el quid es que después de 34 . . . . , �xc3 35. '!Wxc3, forzado, merece la pena investigar el daño que puede ha­cer la dama al llegar a h8. Una l ínea divertida es 35 . . . . , exd5 36. '!Wh8+, \t>e7 37. f5 ! , gxf5 38. g6!, y el peón es inmune porque el jaque por la fi­la captura la dama. Aquí, 37 . . . . , �e? 38. '!Wf6+, \t>e8 39. fxg6 requiere un mínimo análisis; p. ej . : 39 . . . . , '!Wh2+ 40. \t>e3, '!Wg1 + 41 . \t>e2, '!Wh2+ 42. \t>d3, fxg6 43. '!Wxg6+, \t>e7 44. '!Wf6+, \t>d7 45. g6 o 42 . . . . , '!Wxh4 43. gxf7+, \t>f8 44. '!Wd8+, \t>xf7 45. g6+, etc.

Esto deja 35 . . . . , cxd5 36. f5!

N

Page 86: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

TA B LAS

Bonita y temática, pero inútil si el rey está aún en g8. Ahora 36 . . . . , �g8 37. fxe6, fxe6 38. �e5 es decisivo, y 36 . . . . , gxf5 37. �h8+, �e? 38. g6, �a2+ 39. �e2 no parece atrayente, así que el mal menor es 36 . . . . , exf5 37. �h8+, �e? 38. �f6+, �es 39. �xd5, �e?, y las negras pasan apuros.

Es posible que ambos jugadores hubiesen descartado (con buen criterio) d5 desde hace mucho y, convencidos de que se habían agota­do las vías más real istas , se ••olvidaron •• de el la.

34 . . . . , �e7?? Peor todavía que su anterior equivocación,

este error garrafal sugiere que las negras -a es­tas alturas por lo menos- eran ajenas a la jugada d5 y no pensaban más que en las anheladas ta­blas. Sin ir más lejos, volver con el rey a g8 resta­blece el equi l ibrio.

35. d5, . . . Korchnói , s i n embargo, e s un antiguo aspi­

rante al Campeonato del Mundo -bien conocido por su planteamiento de gladiador y deseo de ganar-, y, así como yo no necesitaba escribir esto dos veces, él tampoco tiende a necesitar una segunda oportunidad. Quizás descubrió más tarde el error y esperaba que las negras no lo advirtieran. Sea como fuere, las blancas aca­baban de completar una min iestrategia al cam­biar el rey de sitio y podían ver la posición con «nuevos ojos» . De hecho, al estar el rey negro tan cerca, la textual no es difícil de encontrar, lo que hace que el error de las negras tenga me­nos excusa todavía.

N

35 . . . . , �xc3 36. d6+, . . .

8 5

¡Qué transformación ! E l peón «d» , antaño re­zagado, está ahora protegido y pasado.

36 . . . . , <;t>d7?

8

Quizás desestabil izado por el repentino giro de los acontecimientos, el segundo jugador en­cuentra otro error, aunque después de 36 . . . . , �d8 37. �xc3, �d7, preferible, el final simple­mente se aplaza.

37. �xc3, �es 3S. �hS+, �b7 39. �dS, . . .

E l peón de d6 establece l a diferencia; gracias a él , las blancas pueden permitirse el lujo de con­ceder a las negras una colección de jaques sim­bólicos.

39 . . . . , �a3+ 40. �f2, �xb4 41 . �c7+, �as 42. d7, �d2+ 43. �g3, . . .

N

Ahora el peón de c6, que debería haber sido fácil de defender, es un auténtico problema.

43 . . . . , �e1 + 43 . . . . , �xd7 44. �xd7, L'L\xd7 45. �xc6+. 44. <;t> h3, 1 - o Los errores del bando negro en este ejemplo

Page 87: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

86 E R R O R ES G A R R AFA L ES EN AJE D REZ . C O N O CE R L O S . E V I TA R L O S

podrían haber tenido varias causas en el contex­to de una situación «normal•• , pero al estar las ta­blas tan cerca después de 32 . . . . , h5, pasar por alto d5 (dos veces) puede achacarse a la defec­tuosa suposición de que la partida tardaría muy poco en ser tablas y no podía acabar de otro mo­do. Si la posición hubiera sido más tensa, con otras dificultades que vencer, las negras habrían estado alerta ante toda ruptura por el esti lo. Se las habían ingeniado para mantener a raya al gran Korchnói durante varias horas y no ten ían más que continuar en la misma vena algunas ju­gadas más. En vez de ello, se relajaron y pusie­ron el pi loto automático.

Cuando solamente satisface la victoria ...

Una de las peores ocasiones en las que se presentan las tablas es cuando hemos estado ju­gando a ganar -<¡uizás incluso teníamos la parti­da ganada en algún momento- en una compleja batalla. En esas circunstancias, cuando parece que la in iciativa se nos va de las manos pero la situación sigue impl icando mucho movimiento, no es infrecuente atenerse a la noción, por com­pleto injustificada, de que como hemos l levado la iniciativa hasta entonces, todo tema táctico o agresivo desde ese punto en adelante todavía redundará en nuestro beneficio. Al fin y al cabo, ¿por qué habrían de cambiarse las tornas de re­pente? Desde luego, esta manera de pensar es naturalísima, pero dejar que los acontecimientos del pasado dicten lo que debe hacerse no va a ayudar más que al rival . Evitar las tablas simple­mente porque parecía que antes se ganaba es i lógico, poco práctico y, a menudo, preludio del desastre. En el ejemplo siguiente, tomado del ex­celente l ibro de Gennadi Nesis Khalifman: Lite and Games, vemos cómo la combinación de re­nuencia de las blancas a aceptar las tablas des­pués de haber estado atacando y el inventivo juego del adversario conduce a una victoria bru­tal del «bando débi l » .

Jálifman-Tseshkovski LIII Campeonato de la URSS, Kiev, 1 986

8

A costa de un peón y gran parte de su flanco de dama, las blancas han conseguido generar un ataque al rey enemigo que parece pel igroso. Con este fin, el curso de acción más directo es 26. M h5! , que amenaza 27. �xg6+! , hxg6 2S. M hS+, <;t>f7 29. M f1 mate. Entonces, el juego podría continuar así: 26 . . . . , �eS (26 . . . . , e6 27. dxe6, �eS 2S. M d7) 27. M d4, l levando la últi­ma pieza al ataque y planteando la amenaza M Xh7! ; p. ej . : 27 . . . . , M g7 2S. M Xh7! (incluso 27 . . . . , h6 tropieza con 2S. M Xh6, M Xh6 29. M g4+, �fS 30. Jlg7+) .

26. h4?, . . . E l dominio blanco en e l flanco de rey es tal

que las opciones aumentan la probabil idad de equivocarse. Jál ifman : «26. h4? no pierde la par­tida, desde luego, pero todos sabemos que las equivocaciones nunca vienen solas» .

26 . . . . , e6! Buena respuesta desde un punto de vista

práctico. 27. M f4, . . .

E l primer jugador tiene planes para e l peón «d» y quiere conservar el peón «h» . Sin em­bargo, 27. dxe6! , �xh4 2S. M f4, �g5 29. �e4 y 30. �b7 o 2S . . . . , �e7 29. M XC4 es una mejora.

27 . . . . , b5! Poniendo el alfil en juego de nuevo. 27 . . . . ,

exd5? 2S. h5 es lo que las blancas habían pla­neado.

28. d6, . . .

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TA B LAS

N

Aún es parte del plan , mientras que es mejor evitar 28. dxe6, �b6+, seguido de tomar en e6, y 28. h5, i,b6+. Después de la textual, el peón «d» subraya los problemas que tienen las negras al amenazar simplemente seguir avanzando, po­sibi l idad que el segundo jugador debe tener en cuenta mientras defiende el flanco de rey.

28 . . . . , i,b6+ 29. �h1 , c3 Es preceptivo que las negras se muestren

activas, aunque no sea más que para distraer al adversario; de lo contrario, el bando blanco, sen­cil lamente, ganaría a placer. Ahora, con cada me­jora de la posición negra, el margen de error que tienen las blancas disminuye.

30. �e4?, . . . Y aqu í está e l error. Quizás Jál ifman conside­

ró que el flanco de rey era el lugar apropiado pa­ra agredir. Lo que está claro es que el tiempo no es un rasgo de la ventaja blanca. Por tanto, 30. d7, en cualquier caso obvia, es correcta; p. ej . : 30 . . . . , I:r c4 (30 . . . . , I:r c5 31 . i,xc3) 31 . I:r xc4, bxc4 32. g3! , y las negras están maniatadas.

30 . . . . , I:r c4! Forzando el cambio de la activa torre enemi­

ga y abriendo paso a una inusitada manera de activar la dama.

31 . �f3, g xf4 32. �xf4, . . .

87

N

Podemos apreciar que las perspectivas de las blancas no parecen haber disminuido desde que nos incorporamos a la partida; el peón «d» ofrece compensación suficiente por la elimina­ción de la torre. El peón «C» ha perdido el apoyo, y el bando blanco amenaza poner la torre en f1 , además de que h5 también es una posibil idad. Motivos para tener confianza.

32 . . . . , �f8? Las negras, a su vez, son conscientes de los

problemas que puede tener su rey. Sin embargo, luego de 32 . . . . , �a8! es el rey blanco el que, de repente, está en el punto de mira, y después de 33. �f3 (33. �h2, c2 34 . .ld c1 , �d5} 33 . . . . , �xf3! 34. gxf3, c2 35. I:r c1 , .l:. g1 +! es el peón pasado negro el que resulta más significativo.

33. 'iVe4, . . . Las blancas quieren ganar y, por tanto, n o es­

tán interesadas en simplificar con 33. �xf8+, �xf8 34. i,xc3. Jálifman afirma que 33. d7, �xf4 34. i,xt4, i,d8 35. i,g5, g xg5! 36. hxg5, a5 favorece a las negras.

33 . . . . , �f5 34. �a8+, 'iVt8 35. �e4, �f5 36. 'iVa8+, 'iVfB

B

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88 E R R O RE S G A R R A FA L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V 1 T A R L O S

Invitación a compartir el botín por tablas foto­gráficas en caso de 37. �e4.

37. �c6??, . . . Nada de tablas. Jálifman: ,,Qué fue l o que

me obligó a rechazar las tablas no lo recuerdo. Fuera por sobreestimar mi posición, por buscar la victoria a cualquier precio, por subestimar la si­guiente combinación de las negras o por rabia conmigo mismo a causa de mi débil juego prece­dente, el caso es que la jugada 37. �c6 merece ( ¡por lo menos!) dos signos de interrogación •• . Es interesante que Gennadi Nesis se refiera a este error garrafal como un «vehemente rechazo» de la repetición de jugadas. En efecto, no se men­ciona que las blancas fueran mal de tiempo.

37 . . . . , ll g4! 38. g3, . . . Creando una nueva debil idad e n f3, que aho­

ra está protegida por la dama; de ahí la siguiente jugada de Tseshkovski .

38 . . . . , ld c4 Otra torre va a c4 con ideas. 39. �g2, . . . A estas alturas, las blancas debieron de ha­

berse dado cuenta de su equivocación. La textual es forzada, ya que 39. �xb5, �f3+ 40. �h2, �e2+ 41 . �h3, l::t xh4+ pierde la dama, y 39. �d7, c2! 40. �xe6+, �f7 41 . �xf7+, �xf7 42 . .ti. f1 +, �e6 43. i,b2, i_e3 es decisivo.

39 . . . . , c2 40 . .l::í. c1 , i_e3 La posición aplazada. Jál ifman se sentó al ta­

blero durante mucho tiempo; casi todo el mundo supuso que estaba pensando en abandonar.

B

41 . d7! , i_xc1 42. �h3, �a8+! 42 . . . . , �f7! 43. �f1 +, i,f4 44. i_xt4,

�d8! también basta para decidir la partida, pero

42 . . . . , �f3+? 43. � h2, � d5?? , natural y orde­nado, es el error que esperaban las blancas; en­tonces, 44. d8�+! , �xd8 45. �xe6+, \t>f8 46. �f5+, �e8 47. �e6+ hace tablas; p. ej . : 47. . . . , �e7 48. �g8+, �d7 49. �d5+, �c8 50. �a8+, etc. Incluso poseyendo una torre de ven­taja, estando a punto de coronar y teniendo un rey por diana, ¡ las negras deben mantener los ojos bien abiertos!

43. �h2, �f7 44. �f1 +, . . . Las blancas todavía no están acabadas . . . 44 . . . . , i,f4! Evitando sabiamente otro desastre: 44 . . . . ,

�e7?? 45. �f6+, �xd7 46. �f7+, �c6 47. �f3+.

N

El juego podría continuar así: 47 . . . . , �b6 48. �xa8, i_a3 49. �b8+, �a6 50. i,f4, � xf4 51 . �c8+, y las blancas terminan atra­pando el latoso peón «C» .

45. i,xf4, �e7 46. i,g5+, �xd7 47. �f7+, �d6 48. i,f4+, e5 49. �f6+, �d7 50. �f7+, �c6 51 . �e6+, �b7 52. �e7+, . . .

52. �d5+, �a6 53. �xa8, exf4. 52 . . . . , �a6! 53. �a3+, �b6 54. i_e3+,

�c6 55. �a6+, \t>c7 56. �h6, �e4 57. �g7+, �es o - 1

Buena demostración de lo rápido que puede cambiar la suerte; no es una buena noticia si se obceca uno en no querer medio punto por creer que todo está a su favor y es el adversario el que tiene que hacer las tablas.

Las blancas tampoco querían compartir el punto en el próximo ejemplo.

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TA B LAS

Kallio-Blehm Bennuda, 2002

8

Además de calidad y peón de ventaja, el pri­mer jugador tiene dos peones pasados y ligados y piezas activas. Nos incorporamos a la partida diez jugadas antes del error clave a fin de apre­ciar mejor las circunstancias. El único atisbo de compensación que pueden tener las negras es la falta de peones protectores delante del rey ad­versario. Dicho esto, las blancas podían haber dado los toques finales a la partida con 44. � d7 para atacar f7. Por ejemplo, luego de 44 . . . . , .U, f8 45. a4 las negras están demasiado pasivas, y 44. . . . , éZ'ld8 45. .U. f6 (amenazando 46. ll xg6+, fxg6 47. ¡vg7#) 45 . . . . , 1:t e6 tropieza con 46. ¡ve?, ¡vxc7 47. l::i, xc7, con la mortífera amenaza .l::!. c8, etc.

44. l:r de2?! , . . . Esto n o es e n s í u n error (la victoria sigue es­

tando al alcance), sino más bien el preludio de uno.

44 . . . . , .Id ea 45. ¡vh3??, . . . No sabemos cuánto vieron las blancas, pe­

ro podemos determinar con faci l idad que 45. �b3 es decisiva. La textual l leva la idea correc­ta, pero permite que las negras creen fuerte contrajuego.

45 . . . . , U c4! 46 . .U. xe6, . . . E l quid, pero e l adversario puede dar u n fas­

tidioso jaque antes de tomar. 46 . . . . , .u. g4+!

89

8

Ya hay marejada, tanta que las blancas ya no ganan . Siempre es una buena idea, una vez que la partida ha dado un brusco giro en la di­rección que no corresponde, mi rar la nueva si­tuación desde una perspectiva nueva. Si ya no es realista obtener el buen resu ltado que se es­peraba, hay que encarar los hechos, mantener la calma y concentrarse en los nuevos factores clave. Eso significa a menudo corregi r el rumbo conduciendo la partida a las tablas, lo que pu­diera dar la impresión de que es perder medio punto. No obstante, las cosas podrían i r peor, as í que sea real ista. De hecho, las blancas po­d ían haber salido de apuros con 47. ¡vxg4, hxg4 48. g e?! (48. ll e3, g3 49. 1:t b2, �f4 50. l:r be2, j,f3 51 . :t xf3, ¡vxt3 52. b5, �g7 tal vez fuera un pel ín mejor para las negras) 48 . . . . , ¡vb6 49 . .l:l exf7, g3 50. � f8+, �g7 51 . U 8f7 +, etcétera, pero el igieron una alternativa igual de sólida.

47. j,g2, fxe6 48. ¡vd3, . . . A l estar obstruida l a diagonal hasta e6, las

blancas ponen la mira en g6. 48 . . . . , j,e4! 49. ¡vd7, . . .

N

Page 91: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

90 ERRORE S GARRAFALE S EN AJEDREZ. CONOCERLO S. EVITARLO S

49 . ... , �b6! Defensa activa, que tiene la ventaja de dar al

rival la oportunidad de cometer otra equivo­cación. Teniendo en cuenta lo que ha sucedido durante las últimas jugadas, es una buena polí­tica, en vez de cerrar el paso con la sólida 49 . . . . , i,f5; entonces, la mejor continuación es 50 . .S,xt5, exf5 51 . �e6+, �g7 52. �f6+, �h7 53. �f7+, �h8 54. ¡vf6+, etc. Es verdad que después de la textual la primera fi la de las negras parece vulnerable, pero recuerde que la dama blanca es la única pieza que puede moverse ahora, ya que las otras dos están clavadas.

50. �f7+, �h8 51 . �f8+, �h7 52. �e7+, �g8

Y así, las blancas pueden forzar las tablas. Al estar b4 bajo presión, h4 colgando y las dos ter­ceras partes de sus tropas de ataque clavadas, eso sería la única opción.

53. �eS??, ... Nada de tablas. Que las blancas fueran ga­

nando cuando nos incorporamos a la partida ya no es relevante, pero para algunos jugadores compartir el punto con un adversario que estaba a punto de perder es una píldora demasiado amarga de tragar. Por desgracia, cuando nos hal lamos en este terco estado de ánimo tende­mos a buscar un plan -incluso una única juga­da- que no necesariamente ayude a presionar para obtener ventaja o la iniciativa, pero impida al adversario robarnos el 50% de nuestro punto. Este ejemplo en concreto es bastante común: el bando atacante interpreta su anterior ventaja de­cisiva y su potencia actual para decidir el curso de la partida como señales de que tiene el con­trol y, por tanto, está justificado seguir jugando. Las blancas creen que son el las las que l levan las riendas y deberían ganar. En consecuencia, en vez de dar un paso atrás y contentarse con el generoso jaque continuo, maniobran con la da­ma y la ponen en c5, saliendo de la clavada sin perder de vista f8 (que ahora está disponible pa­ra la torre, l iberada). Es probable que el análisis de las blancas llegara hasta aqu í, siendo un atractivo suficiente el hecho de negarle las ta­blas al adversario.

N

53 . ... , �d8! Es notorio que las jugadas fuertes que impli­

can una retirada son difíciles de ver. El primer ju­gador ten ía, sí, el poder de influ ir en el resultado, pero al esforzarse por seguir asumiendo el papel de agresor no tuvo en cuenta el hecho de que podría acabar en O - 1 . Ahora, las blancas no so­lamente no pueden alcanzar al rey enemigo, si­no que su torre es de poca util idad porque está, de hecho, amarrada al sitio, pues debe defender el alfil (clavado) . Las negras amenazan dar un jaque muy desagradable en d1 , y el espacioso flanco de rey blanco se tambalea.

54. �h2, ... 54. �c1 , i,xg2 55 . .S,xg2, 'iNd4+ 56.

�h2, .S,xh4+ 57. �g3, �g4+ 58. �f2, �xb4 no ayuda a las blancas.

54. .. . , .S. xh4+ 55. � g1 , .S. g4 56. 'lit h2,

El bando blanco tiene ahora el ánimo mucho más pacífico, pero es demasiado tarde.

56 . ... , �b8+ 57. �g1 , i,xg2 58 . .S,xg2, .S,xb4

Las negras tienen un peón de ventaja, mejo­res piezas y el rey más seguro. Las blancas se derrumbaron por completo luego de:

59. �e3, .S,b1 + 60. �f2, �f8+ 61 . �g3, �d6+ 62. �f4?, h4+! 63. �f3 (63. �g4, .u. b4}, .u. f1 + [ ... ] o- 1

Nótese que algunos jugadores, viendo que al adversario no le satisfacen las tablas por el moti­vo que sea, proponen tablas (quizás haciendo un poco de «teatro» por si acaso) al efectuar una ju­gada como 49 . .. . , �b6. Las blancas podrían forzar el jaque continuo de todos modos, así que, ¿qué se puede perder? Como veremos más ade-

Page 92: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

TABLA S

lante, el hecho en sí de ofrecer tablas puede te­ner resultados interesantes.

El gran ahogado que nunca fue .. . La posición del diagrama debería resultar fa­

mi l iar porque aquí es donde dejamos la partida Dorfman-Lamprecht, Campeonato de Alemania por Equipos, 2001 , que vimos en el capítulo 4.

B

Las negras, de manera injustificada, avanza­ron el peón «g» , que estaba delante del rey, y las blancas, en vez de hacerse poco a poco con el control localizando las deficiencias posicionales de un plan tan arriesgado, se las ingeniaron para en­contrar un error mayor al avanzar también ellas su peón <<g•• . En todo caso, en este estadio las negras van ganando. La partida continuó como sigue:

30. � c4, cJ;;f7 30 . . . . , �xc4 31 . .l:i. xc4, cJ;;f7 es muy bue­

no, seguido de pasar la otra torre a la columna

31 . �xe6+, cJ;;xe6 32. ll e2, .l:i. ah8 Parte del plan de i r de puntil las por la colum­

na << h•• , pero dado que tienen tres peones pasa-

9 1

dos y l igados en e l otro flanco, las negras tam­bién habrían podido dejar la torre en casa y jugar 32 . . . . , a5.

33 • .l:i,g2, .. . Ahora 33 . . . . , .l:i. h3 34 . .l:i. f1, �f6 35. cJ;;g1 ,

t¿jg6 es terminante. Nótese lo grave que es la clavada por la columna <<h•• . . .

33 . ... , t¿jg6?? Sin molestarse en hacer . . . , .l:i. h3, al fi­

gurarse, sin duda, que las blancas estaban lo bastante amarradas de todos modos a causa del alfi l . De hecho, hasta cierto punto esto sería co­rrecto, pero solamente hasta cierto punto porque las blancas pueden ahora salvar la partida de manera espectacular: 34. .l:i. xg6+ ! ! , .l::l, xg6 35. l:i,xc6+, bxc6 36. �d7+, \t>f6 37. �g7+!

N

Hay ahogado si se toma la dama. Nótese lo grave que es la clavada por la columna <<h•• . . . Maravil losa oportunidad de ahogado producida por un descuido garrafal de las negras. En la par­tida, las blancas jugaron 34 . .l:i. d1 ?, permitiendo al adversario mantener su posición ganadora (el resto de la partida, inclu ido el resultado, tiene muy poco sentido) .

Page 93: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

9. FINALES

A menudo se considera el final la fase más difí­cil de estudiar, tanto antes de la partida como du­rante su transcurso. El hecho de que haya en acción menos piezas que en las fases anteriores tiende a hacer que a algunos jugadores les preocu­pen menos las posibles equivocaciones (de cual­quier bando), pero es el jugador que tiene vista de lince el que sale beneficiado en esas situaciones.

En nuestro primer ejemplo, las blancas de­ben de haber pensado en algo por el estilo de «el rey es una pieza activa en el final, , pero habrían hecho mejor recordando que « los peones pasa­dos deberían adelantarse» . . .

Lane-Solomon Campeonato de Australia, 2003-2004, Adelaida

B

Los finales de caballos son l iosos, pero al menos aqu í el primer jugador, que es mano, de­bería estar a salvo.

41 . �eS??, ... De las dos opciones posibles, las blancas eli­

gen la mala: 41 . c7 es necesaria. 41 . ... , tt:Jxc6! Siempre he dicho que los caballos tienen las

patas cortas cuando se l lega a estos finales, y aquí las negras sopesan los valores respectivos de los peones pasados para quedarse con el ju­gador clave en f4.

42. tt:Jxc6, ... 42. t¿je2, t¿je5 parece inúti l . 42 . ... , f3 43. t¿jd4, f2 44. tLle2, ... Sin esperar que las negras caigan en la hor­

qui l la que hay en g3 después de 44 . . . . , f1 V/!i??, pero ¿quién sabe?

44 . ... , �f3 45. t¿jg3, �g2 46. �b6, h5!

B

Después del avance . . . , h4, desalojando el caballo, las blancas están acabadas.

Alerta con las tablas de libro

Vera-Quesada Campeonato de Cuba, Holguín, 2002

B

Page 94: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

FINALE S

Las blancas l levan las de ganar. Algunos ju­gadores que lo ven todo negro abandonarían , pero incluso en esta situación eso sería un error. El primer jugador cambia ahora el alfil de sitio a propósito.

52. i,a6, Wf6 53. i,b7?!, . . . En conjunción con l a próxima jugada blanca,

es probable que la textual merezca un «?•• , pero hasta ahora la victoria sigue siendo posible. Esta­ría justificado que las negras abandonaran des­pués de 53. Wc5, We7 54. i,b5! , i,h3 55. d6+, Wd8 56. Wd5, seguido de We5-f6; al te­ner el rey negro que aguantar la posición en d8, el alfil se ve obligado a jugar, y el peón «h•• corre apoyado por el rey blanco.

53 . . . . , i,h3 54. i_c6??, . . . 54. d6, We6 55. Wc5! gana con faci l idad ,

pero e l juego del experimentado GM ha cobrado de repente una carácter cómico.

54 . . . . , i,g2! Clavando el peón y forzando las tablas. ¿Ve

por qué? 55. Wc5, i,xd5! % -% Las blancas tienen el alfil que no correspon­

de o el peón de torre que no corresponde, según como se mire. Lo que está claro es que las ne­gras pueden, sencillamente, d i rigirse a h8 con una sonrisa, sabiendo que no puede echarse al rey.

8

Si las negras sonreían en el ejemplo anterior, ¿qué decir del sigu iente?

Cruz-Santos Lisboa, 2001

8

93

El peón está cerca de la l ínea de meta, pero hay que tener cuidado de no permitir un jaque perpetuo. Por ejemplo, después de la apresurada 85. b7 la dama blanca está mal situada, y las ne­gras pueden arremeter con 85 . . . . , �a5+; p. ej . : 86. Wd7, �f5+ (no 86 . . . . , �d5+ ?? 87. �d6+) 87. r:j;;e7, 'iVg5+, etc.

85. �f8+! , Wa5? 86. �C5+?, .. . Tal vez las blancas estaban disfrutando tanto

que no querían rematar la faena enseguida con 86. �a8+, pero pronto dejaron de sonreír . . .

86 . . . . , Wa6 87. b7??, . . . Amenazando mate en b6 además d e coronar. 87 . . . . , �f4+! 88. Wc8, . . . Espere siempre l o inesperado . . . 88 . . . . , �b8+!

8

Y aqu í está, como se esperaba. 89. Wxb8, %-% Momentos bochornosos así en estos finales

«desesperados•• pueden evitarse si mantenemos

Page 95: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

94 ERRORE S GARRAFALE S EN AJEDREZ. CONOCERLO S. EVITARLO S

los ojos bien abiertos ante jugadas desespera­das.

Es notorio que los finales de peones son l io­sos, en particular cuando hay peones pasados. Eche un vistazo al ejemplo que sigue.

Krasenkov-Macieja Campeonato Mundial de la FIDE (k.o.), Nueva Delhi-Teherán, 2000

N

Las blancas tienen problemas para movilizar el peón de torre, y no hay nada que pueda obsta­cul izar a las negras en el flanco de dama.

58 . ... , b5 59. cxb5!, ... 59. �h7 no ayuda sino a las negras des­

pués de 59 . . . . , �f7 60. h6, b4 61 . �h8, a5 62. h7, a4 63. bxa4, b3, etc.

59 . ... , axb5 60. �h7, ...

N

Ha l legado la hora de que el bando negro to­me una decisión. Dispone de un par de jugadas obvias y buenas. La candidata menos obvia es 60 . . . . , �f7! , y luego de 61 . h6 hay 61 . . . . , b4 62.

�h8, c4 63. h7, c.i;>f8 64. bxc4, b3 65. c5, b2 66. c6, b1 'iV 67. c7, 'iVa1 mate o la divertida 61 . . . . , c4 62. b4, c3 63. �h8, c2 64. h7, �g6 65. �g8, c1 'iV, etc. También es buena 60 . . . . , b4! ; p . ej .: 61 . �g8, �g5 62. �g7, �xh5 63 . �f6. c4 64. bxc4, b3 65. c5, b2 66. c6, b1 'iV, etc.

Sin embargo, las negras prefieren lo más ob-vio.

60 . ... , c4?? Nótese que es la jugada más condicionante.

Al esforzarnos por disminuir las posibil idades y, así, la probabi l idad de equivocarnos, a menudo buscamos la ruta más directa. Por desgracia pa­ra las negras, la textual encamina la partida por fuerza en la dirección que no corresponde.

61 . bxc4, bxc4 Equivale a ofrecer tablas. Quizás el segundo

jugador pretendía continuar con 61 . . . . , b4 62. c5? , b3 63. c6, b2 64. c7, b1 'iV+, pero advirtió que las blancas todavía podían servirse del peón cc h» para atraer al rey negro y hacer tablas en la carrera y la partida intercalando 62. c.i;>g8! , c.i;>g5 63. c5.

62. h6, ... El resto es divertido, pero forzado. 62 . ... , �f7 62 . . . . , c3 63. �g8. 63. �h8, c3 64. h7, c2%-%

B

Aqu í tenemos un ejemplo de lo importante que es el rey en la fase final .

Page 96: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

FINALE S

Jiganchine-Sokourinski Campeonato de Canadá (Zonal), Richmond, 2002

8

Un l ioso final de torres. El rey blanco está lo bastante cerca y el negro demasiado lejos de los peones l igados, con lo que las blancas pueden l levarse el punto entero mediante 44. a5, d1 � + 45. l:!.xd1 , l'b.xd1 46. �c4! , �e4 47 . a6! Un entreten ido final es entonces 47 . . . . , ll c1 + 48. �b4! , �d4 (48 . . . . , �d5 49. a7 , bi.b1 + 50. �c3) 49. a7 , bi.b1 + 50. �a3, �c3 51 . �a2. l:i,b2+ 52. �a1 .

44. �b4??, ... El rey no tiene que seguir en la columna ••b»

en esta situación . Ahora la partida debería aca­bar en tablas si ambos bandos juegan bien .

44 . ... , d1 "iV 45. bi.xd1 , bi.xd1 46. �c5, ...

N

46 . ... , l::!. c1 + Las negras pierden el final porque se equi­

vocan de pieza; confían demasiado en la torre, cuando es el rey el que tiene que representar un papel activo. De hecho, aqu í hay unas bonitas ta-

95

bias: 46 . . . . , �e4! 47 . b7 , � b1 48. �c6, bi. c1 + 49. �b6, �d5! 50. a5 (50. b8�, .ld b1 + 51 . �c7 , !:i,xb8 52. �xb8, �c5) 50 . . . . , l:l.b1 + 51 . �c7 (51 . �a7 , �c6 52. a6 [52. b8�, bi.xb8 53. �xb8, �b5] 52 . . . . , �c7 53. �a8, bi. b2 l lega a lo mismo) 51 . . . . , .l:l c1 + 52. �b8, �c6 53. a6, ll b1 ! 54. �a8, �c7 55. a7 , ll xb7 , con un chusco ahogado.

47. �d5, 1'1 b1 48. a5, ...

N

48 . ... , k:!, b5+?? Pierde. Las negras vuelven a sobrevalorar el

poder de la torre. Y, de nuevo, dar un papel al rey asegura las tablas justo a tiempo. El curso co­rrecto es 48 . . . . , �d3! 49. �c6 (49. �c5, b:i, a1 50. a6, n a5+! , y ahora 51 . �c6, Id xa6 clava y hace tablas) 49 . . . . , l::!.c1 +! 50. �b7 (50. �d7 , ll b1 ) , �c4 51 . a6, �b5 52. a7 , 1'1 a1 ! , etc.

49. �c6, bi. xa5

8

50. b7, ... El peón amenaza coronar. El rey blanco impi­

de que la torre vaya a la columna ••b•• . 50 . ... , bi. a6+ 51 . �c5, b:i, a5+ 52. �c4, ...

Page 97: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

96 ERRORE S GARRAFALE S EN AJEDREZ. CONOCERLO S. EVITARLO S

El procedimiento para obtener el triunfo dura hasta que a las negras se les agoten las filas.

52 . ... , l:r a4+ 53. <;t> c3, U a3+ 54. <;t> b2, [ ... ] 1 - o

Se acabó la fiesta, la coronación es inevitable. Las blancas ganaron el final de dama contra torre después de veinte jugadas más. Según el tiempo que le quedara al bando negro cuando estudió 48.

. . . , ld b5+, no debería ser muy difícil llegar a la po­sición del diagrama; eso le habría puesto sobre la pista de la alternativa (exacta) si es que no le hu­biera llevado directamente a ella. Más aún , este mismo final puede encontrarse en cualquier libro aceptable de finales; familiarizarse de antemano tanto con la secuencia de jaques, condenada al fracaso, como con el procedimiento que hay para

hacer tablas es, probablemente, la mejor manera de evitar un craso error (por lo menos, la teoría de finales de ce manual•• es finita y, por tanto, de más utilidad práctica que la teoría de aperturas).

N

Page 98: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

10.

DE APUROS TIEMPO

Estuve tentado de no incluir ejemplos que mostrasen los apuros de tiempo como un factor, sobre todo porque podemos evitar equivocarnos en los apuros de tiempo evitando caer en ellos. Este es el mejor consejo que se puede dar y -con franqueza- el más fácil de seguir. Como MI aceptable que soy, una de cuyas excusas por no haber escalado cumbres más elevadas en el mundo ajedrecístico es que se le fueron dema­siados puntos en los apuros de tiempo, creo que en la mayoría de los casos podría haber evitado sin problemas esa situación i lógica y tonta si no hubiera jugado con tanta lentitud. Y sin que se re­sintiera mi n ivel de juego.

La mayoría de los jugadores incurre en apu­ros de tiempo porque carece de confianza, anali­za demasiado y se asusta de fantasmas y demon ios al estudiar incluso la más sencil la de las l íneas. Sin embargo, es mucho mejor seguir un ritmo «normal» y sensato: de lo contrario, cuando le queden pocos minutos (o segundos) ¡se le aparecerán todos esos demonios a la vez!

No obstante, veamos algunos ejemplos en los que el tiempo es un factor de una manera u otra.

Las ganas de atacar cuando se va mal de tiempo

Incluso los jugadores más tranqui los se en­cuentran abandonando su planteamiento habi­tual a largo plazo, bien meditado (no es de extrañar que tengamos apuros de tiempo) cuan­do les queda muy poco tiempo en el reloj . La ne­cesidad de l imitar nuestro campo de análisis a un n ivel razonable nos mueve a encontrar maneras de condicionar las cosas a fin de reducir las op­ciones del adversario. Por desgracia, semejante juego agresivo exige que se cumplan ciertos re­quisitos que lo justifiquen cuando el tiempo no es importante, y es fácil que se venga abajo incluso entonces. No es sorprendente, pues, que tantas

derrotas causadas por la falta de tiempo parez­can tan brutales y repentinas.

Dáutov-Krasenkov Essen, 2002

N

El primer jugador, que va mal de tiempo, acaba de l levar la dama de d3 a b3. 20. � e3, i,d6 habría dado la igualdad. 20. �b3 es activa y condicionante.

20 . ... , a6 21 . i,c4?! , ... Explotando la clavada en la columna «b» y

activando el alfi l . Las blancas siguen en la misma vena positiva que en la jugada anterior. Una me­jora es 21 . \t>b1 ; entonces, 21 . . . . , e3? 22. d5 es claramente mejor para el las porque -a diferencia de lo que pasa en la partida- la dama no se ve paralizada por tener que defender el alfil de c4 manten iendo la clavada; p. ej .: 22 . . . . , i,d7 23. �xe3, etc. Lo mejor que tienen las negras es 21 . . . . , i,ds 22. �e3, �f7 23. a3, i,d6 24. i,g2, �f5, y el juego está equil ibrado.

21 . ... , e3! Esta vez, después de 22. d5?, i,d7, las

blancas no pueden jugar �xe3, con lo que de­jan a las negras l levar las riendas tras 23. i,c3 (22 . . . . , �xe5 23. dxc6+, \t>c7 24. ld xd8, \t>xd8 25. l:;td1 + es incierto) 23 . . . . , exf2.

22. i, f7??' ...

Page 99: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

98 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V 1 T A R L O S

Parece que la man iobra de alfil era lo que pretendían las blancas al jugar �b3; así pues, es poco probable que hubieran estudiado bien 22. S he1 (forzada, pero eficaz); entonces 22 . . . . , �f3 23. Sxe3, �xd1 24. �xd11es ofrece suficiente compensación gracias al control que tienen del centro y a sus fuertes alfi les. 22 . . . . , exf2 23. S e2, S ca 24. �b1 por lo menos da igualdad.

El quid aquí es que las blancas iban bien sin forzar las cosas , pero se sintieron obl igadas a asumir lo que parecía una in iciativa para camu­flar el problema práctico de que iban mal de tiempo.

22 . ... , �e4! !

B

La servicial 22 . . . . , VJ!ie?? 23. fxe3, �xh 1 24. S xh 1 parece agradable para e l bando blan­co, pero la textual -que a primera vista no ame­naza nada, pues n i siquiera da jaque- es un típico aguafiestas para la víctima de los apuros de tiempo. También proporciona a las negras una ventaja decisiva, pues 23. �xea, S ca+ 24. �c3 se mete en la cruel 24 . . . . , Sxc3+ 25. bxc3, �a3 mate.

23. S d3, ... Es irón ico que sean las blancas las que ha­

gan el trabajo de las negras, poniendo por volun­tad propia otra torre en el punto de mira.

23 . ... , Wie7 24. S c3, �xh1 !? 25. S c7+, VJ/ixc7+ 26. �xc7, exf2 O - 1

B

La dama y el alfil todavía mandan por la dia­gonal a2-ga, pero las cosas han cambiado mu­cho en otras partes. Las blancas abandonaron ante 27 . �c4 (27 . Wid1 , �g2), S ca, etc.

Ángeles (con caras sucias) Tener miedo a fantasmas puede ser un pro­

blema, pero la falta de tiempo también puede hacer que veamos ángeles. Las l íneas que sue­len parecer demasiado buenas para ser verdad cobran un aspecto mucho más atractivo cuando se agotan los segundos. Observe el ejemplo que sigue:

Savon-Spasski Campeonato de la URSS, Ereván, 1 962

B

Las negras acaban de jugar 1a . . . . , VJ/id7 , que ataca l a pieza blanca más activa. Después de 1 9. éL:Jfd4, e3, seguido de 20 . . . . , �xd5, van bien . Spassk i , al parecer, estaba preocupado por 1 9. lL:Jxg7 , c;.t>xg7 20. c4, y las blancas tienen al-

Page 100: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

A PURO S DE TIEM PO

go de presión , pero 1 9 . . . . , �e3, material ista, parece buena; p. ej .: 20. �e1 , �xc1 21 . �xc1 , �xd5 22. h3, �xg7. Sea como fuere, los acon­tecimientos siguieron un curso distinto porque las blancas habían visto un mate . . .

1 9. ctJed4?, �xd5 20. h3?, ... Según el plan e in iciando una l ínea «forza­

da» . Es preferible 20. itJe3 para establecer un bloqueo y conformarse con estar un poco peor, intercalando incluso c3 si fuera necesario.

20 . ... , e3 21 . "'iVc3, ctJf2+

B

22 . .l:!.xf2, ... ¿Quién está engañando a quién? Después

de 22. �h2, �xg2 23. �xg2, �xd4! 24. itJxd4, "'iVxh3+ 25. �f3, el rey blanco está de­masiado cerca del enemigo; p. ej . : 25 . . . . , ctJd5 26. �c6, "'iVg4+ 27. �g2, itJxf4+, seguido de mate. La textual pretende recuperar la in iciativa en la jugada a fin de asestar el golpe fatídico. Re­cuérdese que no hay tiempo de serenarse y ha­cer balance después de cada jugada, y las blancas juzgan que tienen todas las piezas que necesitan para asegurar el punto.

22 . ... , �xd4 23. �xd4, exf2 Ahora 24. �xd5! , �xf5! 25. �g2, .l:!.ae8

26. �xf2, itJe4 es una larga carretera que con­duce a la derrota de las blancas -o corta si j ue­gan 27. �d4?, ya que esto tropieza con 27 . . . . , ltJxg3+ 28. �h2, ctJh5, etc.- .

24. ctJh6+??, o - 1 El quid. Sin embargo, habiendo l legado has­

ta aqu í, ¡ las blancas abandonan ! Por desgracia, corrían en dirección contraria, pues luego de 24. . . . , gxh6 25. �xf61a posible diagonal clave, a1 -h8, se convierte de repente en agua de borrajas,

99

ya que la otra gran diagonal entra en juego debi­do a la clavada del alfil de g2, que posibil ita 25 . . . . , �xh3 mate. Es irón ico, en verdad, que en las situaciones de apuros de tiempo cuanto más se ve, menos se ve.

N

Cuente las jugadas Si se va mal de t iempo, perder la cuenta

de las jugadas agrava el problema. ¿Cuántos de nosotros hemos cometido la misma equivocación que las blancas en el próximo episodio?

Dobrov-Golod Pardubice, 2002

N

Ambos jugadores tienen apuros de tiempo, lo que ayuda a explicar la dudosa maniobra de ca­ballo que realizan las negras.

35 . ... , itJf7?! 35 . . . . , .l:!. 8c3! favorece al bando negro. 36. �h5, itJgS?! 37. ltJxe5!, �es 38 .

<;i;>h1 , .l:!.xd1 ?

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100 ERROR E S GARRAFAL E S E N AJEDREZ. e O N O e E R LO S. E V 1 T ARLO S

Típico lance táctico a corto plazo en apuros de tiempo y típico descuido táctico a corto plazo. 38 . . . . , .il c3 es preferible.

39. éLlg6+!, Wg8 40. �xd1 , hxg6

8

Se ha l legado al control de tiempo, pero, co­mo sucede a menudo, las blancas no estaban seguras. En consecuencia, h icieron otra jugada para quedarse tranqui las (por lo menos en lo que al reloj se refería) . Póngase en su piel y eche una ojeada (rápida) a la posición del diagrama con vistas a hacer lo mismo. Y muchos se habrían sentido atraídos enseguida por . . .

41 . h4??, . . .

N

El talentoso juven i l encuentra una jugada condicionante que le satisface: no cede la in icia­tiva en la jugada y le permite ser el primero en contribuir a la próxima fase de la partida, la pos­terior al control de tiempo (que, probablemente, esperaba in iciar con fxg6) . La alternativa f unda­mental es 41 . fxg6, pero parece que eso da car­ta blanca a las negras para desplegar su propio juego.

Sin embargo, si el primer jugador hubiera l levado bien la cuenta, podría haber ordenado sus pensamientos una jugada antes, lo que le habría dado mucho tiempo para advertir que to­mar primero en g6 deja al caballo sin casi l la de reti rada y, da la casualidad, sin defensa ante la amenaza h4.

Por cierto, la partida continuó así: 41 . . . . , éLlh7 42. fxg6, éLlfB 43. �g4, �d6

44. e5!, fxe5 45. ll xe5, .U. c4! V2 -% Se acordaron las tablas en vista de que 46.

�g3, �xg6 (46 . . . . , éLlxg6?? 47 . .U.e8+) 47 . .l:!. g5, �f6 48. h5 equil ibra la posición .

Equivocarse en los apuros de tiempo del adversario

Esto es un pecado ajedrecístico. Y uno que me ha regalado muchos puntos (desde luego, yo he dado más por los apuros) . Si al adversario le queda muy poco tiempo, pero usted todavía tie­ne mucho, empezar a jugar deprisa es un méto­do seguro para buscarse la ruina, e inexcusable. En algunos casos, el efecto de forzar una répl ica al instante podría ser favorable, pero el rival siempre se ve ante el inconven iente práctico de tener un tiempo para pensar muy l imitado de to­dos modos y está obligado a responder con rapi­dez gaste usted diez minutos o diez segundos en una jugada. Por lo menos, haga un esfuerzo por no «tirar» la partida.

Tozer-Mortazavi Oakham, 1 990

N

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A PURO S DE TIEM PO

En la posición del diagrama, las blancas es­taban sometidas a considerable presión en el flanco de rey. Tal presión , combinada con el he­cho de que solamente ten ían unos veinte segun­dos para hacer las cinco jugadas que faltaban para l legar al control de tiempo, no habla mucho en favor de las posibi l idades de supervivencia que ten ían . Las negras, que son mano, podrían estudiar 35 . . . . , i,f4, y el primer jugador debe elegir entre dos incómodas maneras de impedir el mate en h2. Por ejemplo, 36. �g1 , .l:!. f8 37 . d6+, �h8 es mortífero, lo que deja 36. �g1 , �h3; p. ej . : 37 . d6+, �h8, y las negras están a punto de embolsarse material de ventaja, o 37 . e6, i,e3 38. d6 (38. �f1 , bt f8) , i,xg1 39. e7+, �xb3! (39 . . . . , �h8?? 40. i,xg7#) 40. axb3, i,b6 41 . i,d4, i,d8 42. exd8�, .l::!,xd8 43. i,c5, �f7 , etc. Dicho de otra manera, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que las negras están a punto de ganar por posición y el tiempo es irrelevante.

35 . . . . , I!. f8?? Ya hemos visto en el comentario anterior que

poner la torre en la columna «f» puede ser fuerte, pero hacerlo así introduce una posibil idad suple­mentaria. Si el bando negro hubiese empleado algo de tiempo de su i hora! de ventaja, la habría visto, así como los beneficios que reporta 35 . . . . , i,f4.

36. d6+, . . .

N

10 1

36 . . . . , �h8 37. �xf8 mate En su ameno l ibro The Fine Art of Swindling,

el M I Al i Mortazavi dice lo sigu iente sobre esta bochornosa experiencia: « Pocos meses des­pués de la partida, una dosis de hon radez me l levó a la triste conclusión de que [ . . . ] jugué de­masiado rápido en los apuros de tiempo del ad­versario. No fue hasta una partida que jugué posteriormente aquel mismo año cuando revisé mi «técn ica» por completo [ . . . ]. Quedándome poco más de cinco minutos para hacer treinta y dos ( ! ) jugadas, respondí con una jugada que había visto que perd ía por fuerza. El adversario dejó pasar la oportun idad [ . . . ]. Lo interesante es que, al principio, mi rival estaba jugando a un rit­mo lento razonable, cuando me quedaban cua­tro minutos. Recuerdo haber intentado analizar variante tras variante lo más rápido posible, pe­ro la situación del reloj no me permitía hacer va­loraciones concretas: estaba viendo fantasmas. A medida que me iba quedando menos tiempo, el adversario fue incrementando la velocidad de juego, e, instintivamente, empecé a jugar bien . En la 40, h ice la ú ltima jugada en posición gana­dora•• .

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1 1 . PER DER CUAN DO PARECE GANA DO TO DO

No quiere decir nada jugar bien y perder. Thomas Fuller ( 1 654-1734), médico y escritor

britán ico. Gnomologia ( 1732)

El gol en propia puerta en el ú lt imo minuto del part ido, cuando se iba ganando uno a cero, el golpe inesperado en el ú lt imo asalto, caer en la ú lt ima val la cuando se l levaba una ventaja de cuarenta y cinco metros , una bola fuera de l ímites en el hoyo 1 8 . . . Este capítulo presenta una instructiva colección de h istorias de mala suerte.

Antes de detenernos en el punto crítico de nuestro primer ejemplo, veamos cómo el autor se ganó primero su supuesta victoria moral.

Volkov-Tkachiev Moscú, 2002

Las blancas tienen una torre y dos piezas muy buenas por la dama, lo que, aqu í, es un buen trato. En realidad, la ventaja blanca pronto resultó ser decisiva.

34. 4:'le4, �d8 35. 4:Jc3!, b!,a3 36. 4:'lb5, gd3

36 . . . . , .l:la2 37 . .Uxc7 , axb4 38. �e4 i lus­tra bien cómo el ejército más numeroso se impo­ne al más pequeño.

37. bxa5, c6 38. a6!, .. .

Las blancas son conscientes de que tienen una baza para triunfar en la columna <<a» .

38 .. . . , cxb5 38 . . . . , U xf3 es inúti l : 39. 1:!. xf3, cxb5 40.

a7 , h5 41 . jd a1 , �a8 42 . .l:I b3, y la torre pron­to l lega a b8 para hacer sal ir a la dama.

39. U a1 !, �f6! 39 . . . . , Uxt3 40. b!, xt3, �d4 41 . .Ufa3,

� a7 42. U b3 retrasa un poco más que el co­mentario anterior la l legada del peón a la meta. La textual, por otra parte, es la ú ltima tirada de dados antes de abandonar, opción por la que se decantarían las negras después de 40. �e2! , que es un sencil lo ataque doble a las restantes piezas enemigas . . .

40. �e4??, . . . Un sencil lo ataque doble a las restantes pie­

zas enemigas . . . 40 . . . . , .l:l.a3!

. . . y las negras ganan . No puede tomarse la dama porque hay . . . , .U xa1 +, seguida de captu­rar la otra torre, y 41 . .U. xa3, �xf1 + 42. �h2, �f4+ 43. g3 (43. �g1 , �c1 + 44. �f2, �xa3) 43 . . . . , �xe4 da la victoria a las negras. En con­secuencia, las blancas deben entregar la niña de sus ojos de a6, por la que antes habían sacrifica­do el cabal lo. iUy!

41 . Uad1 , �xa6 42. �d5, f5 43. �f3, �h6 44 . .l:t b1 ' b4 45. u fd1 ' u xf3!

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PERDER CUANDO TODO PARECE GANADO 103

No cabe duda de que las circunstancias han cambiado.

46. gxf3, 'iYe2 47. ,Ut1 , �g5! 48. �g1 , �h4 49. ti f2, �e3 50. �g2, 'iVt4 51 . .u bb2, g5 52. � h1 ' � d6 53 . .u fd2, 'iVt4 54. l:If2, h5

Y las negras acabaron ganando en la juga­da 65.

¿Cómo expl icamos el error garrafal de las blancas? Es obvio que vieron 40. �e2! , pero es­taban demasiado ocupadas ganando para ver el peligro. Por si amenazar la dama y la torre no bastara, también quisieron seguir ten iendo en la mira la casil la de coronación . Sin embargo, eso fue «pasarse>> un poco, y el tiempo que emplea­ron asegurándose de que exprimían al máximo la posición final esperada podía haberse empleado mejor revisando dos veces (o una nada más) que no hubiera una piel de plátano.

De nuevo, en vez de pasar directamente al próximo fracaso, sería mejor hacerse una idea de la habil idad con que el culpable acometió la l í­nea victoriosa. Al hacer eso, podemos tener has­ta cierto punto una idea de cuál era su estado de án imo al autodestru irse.

Sagalchik-L. Kaufman Campeonato de Estados Unidos, Seattle, 2002

Quizás la primera jugada que acude a la men­te en la posición del diagrama es 1 6. tt:Jxa4, ga­nando tiempo a expensas de la dama. Entonces, 1 6 . . . . , �a7 17. Gbc5, �xe4 1 8. 'iVxe4, .l::i,c8 1 9 . .U a4, �b6 parece un pelín preferible para el bando blanco, al igual que 1 6 . . . . , �b5 17 .

¡vxb5+, axb5 1 8. �xb7 , .Uxa4 1 9 . .l::í.xa4, bxa4 20. .U a1 , �d7 21 . .U xa4, cJ;;c7 22. �e4, cJ;;b6. En vez de eso, las blancas producen un ejemplo de manual de cómo explotar la posición del rey enemigo cuando todavía reside en el cen­tro por tener dañada la estructura del flanco de rey.

1 6. �xb7, �xb7 1 7. d5!, . . .

E l practicante experimentado del Gambito de Dama siempre debería andar a la caza de este temático sacrificio de peón , que puede tener va­rias aplicaciones. En este caso, la idea es abrir la columna ••e>> , después de lo cual las negras ten­drán graves problemas con el rey.

17 . . . . , Gbxd5 17 . . . . , exd5 1 8. tb d4 es parecido a la parti­

da. 17 . . . . , e5? 1 8. d6, �d8 1 9. tt:Jxe5, y captu­rar en e5 se encuentra con una horquil la. Las negras prefieren aprovechar la oportunidad de su­primir una pieza atacante peligrosa en potencia.

1 8. t¿jxd5, exd5 1 9. t¿jd4, ...

Se ha completado la fase 1 . Esto es más fuerte que 1 9 . .U xa4, 0-0 20. GtJd4 porque luego

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104 ERRORE S GARRAFALE S EN AJEDREZ. CONOCERLO S. EVI TARLO S

de la textual las negras no pueden jugar 1 9 . . . . , 0-0? , ya que entonces 20. l¿jf5 amenaza ganar tanto el alfil como el rey (con �g4+) . Tampoco está claro todavía dónde está mejor situada la to­rre de dama blanca, de modo que tiene sentido plantar primero el caballo en el puesto deseado.

19 . .. . , c;;t>ts Sabemos que 1 9 . . . . , 0-0? pierde por 20.

l¿jf5, pero el segundo jugador debería preferir 1 9 . . . . , �d7, protegiendo -si bien de manera temporal- f5 (así como el peón de a4, por si sirve de algo) . Entonces, Juzman sugiere 20. �h5, y la iniciativa blanca compensa los dos peones con holgura. La misma valoración puede hacerse después de 20. �f3 o 20. M. e1 .

20. lLJts, . . . 20. �h5!? e s una posibi l idad también aqu í,

y parece que es lo que pensaban las negras a juzgar por su próxima jugada.

20 . . . . , h5?! 20 . . . . , M,ga ofrece mejores posibil idades de

frenar a las blancas, aunque la partida se ha vuelto difícil para el bando negro.

21 . .ld xd5!, . . .

N

Fase 2. Esta descarada jugada pone de relie­ve la superioridad de las blancas; el quid es que 21 . . . . , �xd5? 22. �xe7+, c;;t>ga 23. �xf6 amenaza tanto mate en g7 como una horqui l la en e7, lo que obliga a las negras a desprenderse de la dama. Al eliminar el peón de d5, se abre pa­so para que las torres aúnen fuerzas en el ata­que que se avecina. Mientras tanto, las negras no tienen más remedio que l imitarse a hacer frente a las amenazas.

21 . . . . , .Sea 22 . .U.ad1 !, . . .

La última jugada negra apoya e l alfi l , pero también ha introducido una amenaza simból ica de ataque en descubierta. Al doblar las torres, las blancas tienen la intención de efectuar la incur­sión decisiva en d7, pero estarían más que con­tentas si les hiciesen la j ugada de alfi l ; p. ej . : 22. . . . , .i,b4?? 23. �xe8+, c;;t>xe8 24 . .ld d8 mate.

22 . . . . , �c6 Adelantándose a .U. d7 y defendiendo la torre

a fin de liberar el alfi l . 23. h4!?, . ..

N

Clara señal de que las blancas controlan to­talmente la situación. Incluso el final parece bue­no (pero las negras no deberían sobrevivir tanto tiempo) , y el primer jugador da al rey algo de es­pacio para respirar con objeto de evitar todo de­sastre por la primera fila. Las blancas han jugado de manera excelente hasta ahora.

23 . . . . , .i,b4 24. ld d8, . . . La fase 3 debería ser l a parte final d e l a par­

tida, quedándose las blancas, de hecho, con una torre más que facilitara la consecución del triunfo.

24 . . . . , aS 25. U 1 d7??, . . . En un par de jugadas, las blancas, ebrias de

victoria, se las ingenian para encontrar una ma­nera aún más rápida de perder. La senci l la 25. M. xe8+, �xe8 26. �a6! , seguida de 'li'xf6, con las amenazas duales �xh8 mate y .U. d8 es la parte más fácil de toda la campaña que ha l le­vado a cabo el primer jugador; 26 . . . . , .i,e7 pier­de por 27. M. e1 .

Desde que nos incorporamos a la partida, las negras no han planteado ni una amenaza genui­na, al estar demasiado ocupadas en tareas de­fensivas. Han tenido que reaccionar de continuo a

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PERDER CUANDO TODO PARECE GANADO 105

la implacable acción del adversario, que ha lanza­do numerosas amenazas por el camino; incluso el estado de las respectivas estructuras de peones habrá potenciado la sensación de poder ío, cada vez mayor, que tenía el primer jugador. En conse­cuencia, la partida ha l legado a un punto en el que las blancas no pueden ver las jugadas del ad­versario más que como meros recursos defensi­vos: de ahí el error.

25 . . . . , �xd7 O - 1

La única manera de defenderse del mate, pe­ro esta captura, muy obvia, gana.

Entrar a matar La psicología del ataque de mate actúa de

modo que cualesquiera dudas que el agresor pu­diera haber tenido antes de la parte inicial de la ofensiva o durante ella se van disipando a medida que el rey enemigo va quedando más expuesto y aumenta la confianza del atacante. En conse­cuencia, cuando l lega la hora de entrar a matar o cobrar una recompensa de material, la ccconfirma­ción» de que el ataque era correcto y tr iunfaba de verdad excluye los pensamientos negativos como la existencia de un recurso defensivo u otro agua­fiestas por el estilo.

Aqu í vemos una ofensiva en el flanco de rey, bien dir igida por un MI , que termina en dos erro­res garrafales (uno detrás de otro y de gravedad creciente) .

Konguvel-Mohota Abierto de Goodricke, Calcuta, 2002

B

Enroques en flancos distintos, y las blancas, cierto es, han progresado más por lo que se re­fiere a montar el ataque. Ah í van . . .

1 9. g5!, hxg5 20. �h5, . . . No 20. Uxg5?, i,f4+. 20 . . .. , f5 20 . . .. , i, e5 tropieza con 21 . i,xe5, �xe5

22. � xg5, etc. 21 . i,xg7!, . . . E l rey negro ya está más bien solo, así que

las blancas están preparadas para invertir mate­rial a fin de quitar la barrera defensiva.

21 . ... , i,f4+ 22. �b1 , �xg7 23 . .U.xg5+!,

Sin duda, este nuevo sacr ificio, que es clave, fue lo que convenció al pr imer jugador de avan­zar el peón ccg» en pr imer lugar.

N

23 . .. . , i,xg5 24. �xg5+, �f7 25. �h5+,

A primera vista parece como si las blancas

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106 ERROR E S GARRAFAL E S E N AJEDREZ. e O N O e E R LO S. E V 1 T ARLO S

no tuviesen nada mejor que hacer tablas por ja­que continuo, pero el MI ha visto más lejos y -y esto es importante- no tiene la intención de com­partir el punto con su adversario, de elo bastante inferior, que desde que nos incorporamos a la partida no ha hecho más que bailar al son que le han tocado con una serie de réplicas forzadas.

25 . ... , �f6 26. �h6+, . . .

N

26 . . . . , �f7 26 . . . . , �e7? pronto acaba en mate des-

pués de 27. �g7+; p. ej . : 27 . . . . , �ea 2a. ,txts (seguida de ,tg6#) , exf5 29. l:le1 + o 27 . . . . , �d6 2a. i.e2+, �c5 29. �c3+, �b6 30. �b4+, �c6 31 . ,tf3 mate.

27. i.e2!, . . . E l quid. 27. �h7+?, �f6 2a. �h6+, �f7

no hace más que tablas; la textual busca una nueva ruta para el alfi l a fin de asestar el golpe mortífero en h5 (forzando el mate). Las blancas tienen una torre menos, pero es el número de piezas que tienen acceso al flanco de rey lo que debería decidir la partida.

27 . . . . , ll g8

B

La única jugada, aunque las negras sean im­potentes para impedir el jaque.

28. ,th5+?, . . . E l primer error, después del cual las blancas

deben aceptar las tablas. La manera de dar fin a un ataque bien jugado era efectuar 2a. �h7+! antes de hacer entrar en acción al alfi l . Por ejem­plo, tras 2a. . . . , �f6 29. �h4+! , �f7 30. i.h5+, el mate es forzado, al igual que en caso de 2a . . . . , .l::[g7 29. ,th5+, mientras que 2a . . . . , �fa 29. ,th5, ,tea 30. �xc7, i.xh5 podría haber desanimado a las blancas si creyeran que merecían más por su ataque con sacrificios. Sin embargo, luego de 31 . � e1' n ea 32. �xb7, tendrían un fácil triunfo por puntos.

28 . . . . , �e7 29. �h7+, �f6

B

30. l:lxd7??, . . . Podemos suponer que esto todavía es parte

del plan global al creer que el jaque que se aveci­na en la primera fila no hace más que aplazar el fin de las negras. 30. �h6+ hace tablas después de 30 . . . . , �e7 31 . �h7+, �f6 y 30 . . . . , �e5?! 31 . �e3+, �f6 32 . �h6+, aunque en esta última variante las blancas, quizás, podrían intentar conseguir algo más con 31 . f4+.

30 . . . . , ]::tg1 + 31 . ,td1 , l::i,xd1 + 0· 1

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PERDER CUANDO TODO PARECE GANADO 107

Justo cuando el primer jugador da el ú ltimo toque al ataque tiene que abandonar, ya que 32. :1 xd1 , �xh7 le deja sin dama.

••Tirar" la victoria es una cosa, pero cometer un error garrafal cuando se podía ganar ensegui­da es increíblemente frustrante.

l. Faragó-Acs Campeonato de Hungria, Balatonlelle, 2002

Las blancas han ganado un buen peón de ventaja después de jugar hace poco l¿jxa5 y tie­nen buenas perspectivas de victoria. Ahora pue­den imponerse obl igando a las negras a evitar los cambios.

39. ¡ves, 'iVes 39 . . . . , 'iVxc6+ 40. l¿jxc6 es inúti l , así que

hay que cifrar las esperanzas en hacer algo por el flanco de rey.

40.l¿jc4, . . . Reactivando e l caballo con ganancia de

tiempo.

N

40 . . . . , 'iVg5 40. . . . , 'iVf5?? 41 . 'iVxe8+, �xe8 42.

t¿jd6+. 41 .l¿jd6, lle6 42. 'iVaB+, . . . Después de 42 . . . . , �e? , hay l a sencilla 43.

l¿jb5; entonces, 43 . . . . , h4 44. l¿jxd4, h3+ 45. �f1 , cxd4 46. 'iVa7+ es decisivo, así que las negras prefieren no exponer el rey.

42 . . . . , �g7

B

Las blancas han jugado bien para incremen­tar la ventaja. De hecho, la posición del diagrama ofrece la oportunidad de acabar con una floritura, util izando un motivo que se vio en una partida Petrosián-Spassk i del Campeonato del Mundo de 1 966. ¿Lo ve usted?

43. t¿jb5??, . . . S i a usted se l e ha escapado l a victoria, tam­

bién se le escapó a Faragó, que contesta a . . . , �g7 con la misma jugada que habría hecho contra . . . , �e?. Sin embargo, después de forzar 40 . . . . , 'iVg5 por la horqui l la con que se habría repl icado a . . . , 'iVf5, las blancas deberían haber sido capaces de ver otra: 43. �h8+!

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108 ERRORE S GARRAFALE S EN AJEDREZ. CONOCERLO S. EVI TARLO S

N

43 . . . . , �xh8 (43 . . . . , �g6 44. 'fWg8+, �f6 [44 . . . . , �h6 45. Cbxf7 mate] 45. 'fWxt7+) 44. ctJxf7+, �g7 45. ltJxg5, y la pérdida de otro peón casi justificaría el abandono en este nivel .

43 . . . . , h4! Por desgracia para el primer jugador, hay una

diferencia capital entre esta jugada y la variante dada en el comentario a su jugada 42: ahora no hay jaque en a7. En consecuencia, la dama está demasiado lejos de las amenazas de mate.

44. �f1, . . . 44. Cbxd4, h3+ 45. �f1 , cxd4, y l a amenaza

. . . , 'fWes decide la partida (46. 'tWbS , 'tWdS) . 44 . . . . , h3 45. t4, 'fWts o - 1 Quizás debería ponerse un <<?» a 42 . . . . ,

�g7, pero como la alternativa l leva de todos modos a una derrota bastante trivial, al menos esta opción da al adversario una oportunidad pa­ra que se equivoque. En cuanto a las blancas, podemos ver por otros ejemplos de este l ibro que ¡merece la pena investigar los jaques de manera sistemática!

La línea tenue en el final A continuación vemos un típico final de torres

que podría aparecer desde el nivel de principian­te hasta el de campeón mundial. Ambos bandos tienen un peón pasado, y los peones pasados deberían adelantarse, ¿verdad?

Socko-Zilberman Moscú, 2002

N

67 . . . . , h4 Las negras van ganando porque su rey está

más cerca del peón pasado propio. 68. c6, . . . Después de 68. �c4, e l bando negro debe­

ría jugar 68 . . . . , .1::!. h7! ; entonces, 69. c6, h3 70. ld aS , h2 71 . .l:i. a1 , h1 'fW 72. I;I xh1 , .l::!. xh1 ex­plota la mala posición del rey blanco, que no ha avanzado lo suficiente; p. ej . : 73. �eS , �f4 74 . �d6, Wf5 75. c7, 1:!. c1 (D).

8

Las blancas han l legado a un punto muerto. 68 . . . . , h3 69. �d4, h2?? La carrera continúa. Sin embargo, este avan­

ce automático da un giro de 1 80 grados a la si­tuación , ya que ahora las blancas pueden ganar por fuerza. Causa pavor que una jugada tan na­tural pueda ser tan dañina habiendo tan pocas piezas en el tablero (no hay mates que <<dejar­se» , damas que perder, no hay horqui l las, etc.) y en este nivel (el segundo jugador es un experi-

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PERDER CUANDO TODO PARECE GANADO 109

mentado GM). Sin embargo, el hecho de que nos encontremos en un final de torres también quiere decir que las opciones son l imitadas, lo que, a su vez, facil ita la tarea de mirar hacia el futuro. En este caso, el bando negro puede esperar que la torre rival vaya a la columna «h» de inmediato, senci l la observación que debería mover a efec­tuar 69 . . . . , !Ih7! , después de lo cual las blan­cas no tienen nada mejor que 70. c7; entonces, 70 . . . . , 11 g7! amenaza adelantar el peón, pero esta vez estando la torre blanca pendiente del peón de c7.

10 . .U. g8+, Wf3 11 . 1d ha, Wg2 12. Wc5!,

N

Ahora las blancas tienen un plan fáci l para ganar: ceder la torre, ganar el peón «e» tras ex­pulsar la torre enemiga y luego vigilar uno de los peones hasta que alcance la gloria.

72 . ... , .1::!. eS 73. 1::!. h6, h1 'li' 74. .ld. xh1 , wxh1 75. Wd6, ...

Las negras habrían preferido tomar en h 1 con la torre, más ági l , y dejar e l rey más cerca del lugar de la acción. Compárese esta posición con la que surge después de 75 . . . . , l::í.c1 en el co­mentario a la jugada 68 de las blancas: allí , el rey blanco también estaba en d6, pero la torre negra estaba detrás del peón pasado, y el rey, en f5. Las negras se apresuran a volver con el rey, pe­ro en vano.

75 . .•. , Wg2 76. Wd7, tr ha n. wxes, Wg3 78. Wd7, ti. h7+ 79. Wd6, Wf4 so. es, Wf5 s1 . e7, .l::í.hs s2. Wd7, We5

B

83. c7, 1 - o Las blancas evitan 83. e8'li'+??, .l:;Ixe8 84.

wxe8, Wd6, quedándose rey contra rey.

El ajedrez no tiene bonificación por dar espectáculo

Ganar es bonito. Ganar con estilo es más bo­nito. Y así nos encontramos, cuando la partida está muy bien encarrilada y tenemos ventaja de­cisiva a nuestro alcance, agradablemente sor­prendidos al presentarse un medio directo, brutal y más impresionante de ganar. Por ejemplo, en vez de obtener el punto con esfuerzo en el final que veníamos trabajando, ¿por qué no decidirse por la nueva alternativa, si bien inesperada, de aplastar al adversario por el flanco de rey? Algu­nas veces, el nuevo curso de acción será de lo más sól ido, pero muchas otras, no, y el problema es encontrar una salida cuando un par de piezas enemigas, hasta entonces inactivas, que han vuelto a la vida gracias a nosotros mismos como efecto secundario de la nueva y l lamativa mane­ra de ganar que nos había deslumbrado, nos van a asestar un golpe mortífero. Dadas dos posibles estrategias de victoria muy diferentes, a la larga merece la pena elegir la opción más segura. Cuanto más llamativa es la victoria, mayor es el riesgo de equivocarse. Observe el siguiente com­bate entre holandeses.

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1 10 ERRORE S GARRAFALE S EN AJEDREZ. CONOCERLO S. EVITARLO S

Tnnman-Van Wely Wijk aan Zee, 2004

B

Las negras tienen una ligera ventaja de ma­terial , pero las piezas menores blancas dominan ; las tres están en excelentes posiciones centrales y tienen acceso a ambos flancos.

Mientras tanto, las tropas negras carecen de cohesión, e incluso la dama y la torre de a2 son inofensivas. En consecuencia, las negras acaban de jugar el caballo de a6 a c7 a fin de enfrentarlo al caballo de e6. Las blancas pueden enviar aho­ra el otro cabal lo a territorio enemigo con 37. t¿jd6! , atacando la torre (que no tiene casil la se­gura, ya que . . . , � g8 permite un mate ahogado en f7) y amenazar simplemente 38. l¿Jxe8, l¿Jxe8 39. �eS , etc. Por tanto, el juego podría continuar así: 37 . . . . , lZ:lxe6 38. l¿Jxe8, t¿jf8 39. �c5! , 'iVxc5 (39 . . . . , �f7 40. �d5, �xe8 41 . �xa2) 40. dxc5, .l::!, xb2 4 1 . c6, .S. xh2+ 42. �g1 , .l:r c2 43 . .S. b1 .

N

Las blancas tienen un peón menos de mo­mento, pero pronto se quedarán con una impor-

tante ventaja de puntos gracias al peón «C•• pa­sado y la incómoda posición del alfil negro. Esta l ínea forzada no es en modo alguno difícil de ha­llar para un jugador de club y es fácil para alguien como Timman, que es probable que la hubiera visto varias jugadas antes. Además, es una ruta de todo punto segura hacia un final muy pro­metedor, porque después de cambiar las damas en c5 las negras no tienen nada mejor que . . . , .l:I xb2; las alternativas les dejan con un peón menos, así como vigilando de manera pasiva el peón «C••. Así, hemos determinado que las blan­cas podían haberse asegurado con relativa facili­dad excelentes posibilidades de ganar.

37. l¿Jxg7??, ... Sin embargo, la atención de Timman se ha

visto atraída por un asalto, en apariencia aplas­tante, al rey negro; la textual es una vía nueveci­ta que solamente es posible seguir ahora, porque . . . , lZ:lc7 cortó la comunicación que había por la fila entre la dama negra y el flanco de rey. Cuan­do se abren nuevas puertas (que revelan botines tentadores, apetecibles) tenemos que empezar a anal izar otra vez. Eso requiere una nueva base, una nueva dirección, un nuevo foco de atención y -cuando la intención original era seguir un curso más sobrio- cambiar a un modo de pensar que subraye lo táctico y lo complejo. Añádase una po­sible mezcla de nervios y falta de tiempo en uno de los jugadores o en los dos y tendremos un buen caldo de cultivo de errores garrafales.

37 . ... , .S,g8!

La primera l ínea que puede haber atraído a las blancas al nuevo plan es 37 . . .. , �xg7 38. .l:!,g 1 +, �h8 39. �h6, lZ:ld5 40. �xd5; p. ej . :

Page 112: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

PERDER CUANDO TODO PARECE GANADO 1 1 1

40 . ... , .l:í.a6 41 . éi:Je5! , J,xe5 (41 . . . . , fxe5 42. f6) 42. dxe5, �d7 43. J,e4, y las negras siguen ten iendo problemas por el flanco de rey.

38. éi:Je6, éi:Jxe6 39. fxe6, �xd4 40. �h6,

N

El quid. Esta posición forma parte del proce­dimiento para ganar; la amenaza de mate es, en apariencia, decisiva, ya que 40 . . . . , � g7? an ima a jugar 41 . J,xh7; entonces, 41 . .. . , J,f4 42. �h5, btxh7 43. e7! , l:i.xh5 44. e8�+, �g7 45. �xh5 y 41 . . . . , �f4 42. �xf4 (42. g xf4??, .l:l.a1 +), J,xt4 43. J,e4 dejan al bando negro con problemas. Sin embargo, en vez de tirar la toal la, las negras hicieron lo que resultó ser una jugada ganadora.

40 . ... , .l:í.a7! o - 1 Por desgracia para Timman , así como para

los espectadores, también se las había ingen ia­do para complacer al adversario. Ahora h7 está protegido sin que quede comprometida la pri­mera fila negra, y la amenaza es, sencil lamente, cambiar las tornas al ineando las torres en la co­lumna ••g» mediante . .. , .l:í.ag7, ¡concentrándo­se en g1 !; nótese que el peón de f6 es tabú : 41 . �xf6+??, �xf6 42 . .l:í.xf6 , g a1 +, etc. Las blancas abandonaron en vez de sufrir tortura en el final con 41 . � e3.

El ejemplo siguiente aparece en el ameno li­bro de lakov Damsk i Chess Brilliancy e i lustra que en ocasiones la bril lantez puede perjudicar a jugadores que tienen el talento suficiente para crear arte en el tablero.

Tal-Svéshnikov XLI Campeonato de la URSS, Moscú, 1 973

B

Ambos reyes residen aún en el centro, pero el bando blanco tiene las tropas más activas, la inicia­tiva y el tumo de jugar. Y el bando blanco es Tal. ..

1 2. tZ:lxf7!, ... . . . así que, ¿qué podíamos esperar, si no? 12 . ... , �xf7 1 3. J,xe6+, ... El quid: el alfil es inmune en vista del jaque

en c4, de modo que una vez que se ha abierto brecha en el muro defensivo, las blancas están a punto de invadir.

1 3 . ... , �f8 1 4. o-o, ... Amenazando e5 ahora que la torre ya no es­

tá en la diagonal h1 -a8. 14 . ... , �c8 1 5. btxd7!, ...

N

Dado que la jugada 1 5. e5 tropieza ahora con 1 5 . ... , �c6, las blancas pasan al ••plan "b"•• , in­virtiendo más material para mantener el ímpetu que empezó con el sacrificio in icial en f7.

1 5 . ... , éi:Jxd7 1 6 . .l:í. d1 , J,c6 1 7. éi:JdS, �b7

Page 113: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

1 12 ERRORE S GARRAFALE S EN AJEDREZ. CONOCERLO S. EVITARLO S

Después de 1 7 . .. . , i_xd5 1 8. ll xd5, ll a7, el primer jugador recuerda al adversario por qué cambió de ritmo primero: 1 9. ld xh5 ! , ld g8 20. i_xg8, y 20 . . . . , �xg8 21 . ¡vc4+ es mate.

1 8. e5, �e8

B

Tal : cela variante siguiente, sencil la, me pare­cía demasiado prosaica: 1 9. i_xd7+, ¡vxd7 20. e6, ¡vxd5 (si no, 2 1 .tLlc7+) 21 . .l:i.xd5, i_xd5 22. ¡ves, i_c6 23. ¡vc7, i_b5 24. c4, i_xc4 25. i_d6! , ganando [ ... ]». En consecuencia, las blancas se sintieron atraídas por una manera más meritoria de dar fin a la partida.

1 9. i.f7+??, �xf7 20. e6+, �fS

B

21 . lL:Jxe7, ... El quid del apoteósico final que preveían las

blancas iba un ido a 21 . . . . , �xe7 22. exd7+, �f7 (22 . . .. , �d8 23. i_g5+, �c7 24. ¡ve5#) 23. ¡vc4+, �g6 24. � d6+, �h7 25 . .U,h6+! ! , gxh6 26. ¡vf7 mate.

N

Espectacular, y algo con lo que todos soña­mos. También es impresionante descubrir la con­clusión unas ocho jugadas de antemano.

Por desgracia, Svéshnikov, él mismo un juga­dor creativo, había leído otro guion y encontró una gran mejora.

21 . ... , tLlf6! Y empezó una nueva fase de la partida (las

blancas, al parecer, tuvieron suerte de escaparse más tarde con jaque continuo).

Dado que la réplica que esperaba Tal a 2 1 . tLlxe7 acerca más el rey negro a las tropas ene­migas y permite tomar un caballo con jaque esta­bleciendo a la vez un úti l peón en la séptima fila ( ! ) , la alternativa por la que optó Svéshnikov difí­cilmente podría ser una sorpresa (aunque permi­ta la horqui l la en g6; a estas alturas, las negras tienen una torre por dos peones, y las blancas se están quedando sin artil lería). Sin embargo, Tal , después de 18 . . . . , �e8, cuando las negras, en efecto, eran presa fáci l , ya no dio preferencia a asegurar el triunfo, sino a buscar el modo más apropiado de ganar que fuera consecuente y digno del bri l lante tema que in ició en la jugada 1 2. Damsk i escribe lo siguiente: «Así, la manera más sencil la de ganar es, de hecho, la verdad. Por consiguiente, podemos y debemos criticar al ex campeón mundial: en el tablero vio cómo ga­nar y persiguió algo más espectacular de mane­ra deliberada [ ... ]•• .

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12. ES PERE LO INES PERA DO

No hay regla que diga que debemos hacer solamente jugadas que parezcan sensatas. En real idad, el ajedrez es tan rico en posibil idades que casi toda partida tendrá un rasgo infrecuente -ya salga a la luz, ya quede escondido en un es­cenario alternativo- que será una sorpresa para uno de los jugadores. Y cuando lo inesperado es también muy fuerte, la partida tiende a acabar justo ahí. En consecuencia, merece la pena man­tener los ojos bien abiertos en busca de sorpre­sas desagradables antes de que sucedan de verdad.

La fuerte retirada En la posición sigu iente, las blancas, un tan­

to preponderantes gracias a su ventaja de desa­rrollo y la presión que ejercen sobre el centro, acaban de jugar 1 1 . 1:!. c1 .

Spasski-Korchnói Zonal, Moscú, 1 964

N

Nótese que el caballo de e5 vigila casil las clave y ha dejado de ser un estorbo para el alfil de g2. La amenaza es 1 2. éLlb5, ante la que las negras deben efectuar 1 1 . . . . , c6, jugada poco atractiva. Korchnói -que nunca rechaza una con­tinuación agresiva, ni siquiera con negras- se de-

cide, por supuesto, por la opción más condicio­nante.

11 . ... , eS? Las jugadas candidatas apropiadas que tie­

nen las blancas ahora son 1 2. e3 y 1 2. f4 a fin de mantener el influyente puesto avanzado en e5.

1 2. é2Jd3!, ... En este nivel, esta retirada inesperada (que

incluso hace caso omiso del enfrentamiento de peones en d4) es casi decisiva. La casil la e5 era un sitio tan bueno que la idea de que el caballo buscase nuevos pastos puede pasarse por alto con facil idad. El quid de retroceder es incremen­tar la presión sobre el peón de d5, que ahora es­tá protegido por la dama, el alfil y el cabal lo. Se amenaza aumentar a tres el número de atacan­tes, y puede el iminarse uno de los defensores con �xf6.

1 2 . ... , cxd4

1 3. �xf6 .... 1 3. é2Jf4, �e5 1 4. �xf6 también es bueno,

pero no lo es 1 4. tt:Jcxd5? ! , é2Jxd5 1 5. �xe7? (1 5. �xd5 da igualdad), é2Jxf4! 1 6. �xb7, tt:Jxe2+.

1 3 . ... , �xf6 Después de 1 3 . ... , dxc3 1 4. �xc3, �d6,

las negras tienen una posición lamentable debido al peón aislado, débi l , y la armon ía y la flexibi l i­dad de que gozan las tropas blancas. Por ejem-

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1 14 ERRORE S GARRAFALE S EN AJEDREZ. CONOCERLO S. E V I TARLO S

plo, el primer jugador podría privar al adversario de su única pieza menor aceptable con 1 5. ét:Jb4, �xb4 1 6. �xb4 (1 6 . . . . , .i:l. d8 1 7 . .i:l. c7, etc.) o empezar la tortura del medio juego con 1 5. e3.

La continuación de la partida descarta cual­quier situación desagradable de larga duración para las negras.

14. ét:Jxd5!, �xd5 1 5. ét:Jf4, �d6 1 5 . . . . , �xg2 1 6. ét:Jxe6, �xf1 1 7. ét:Jxf8,

�h3 es inútil: 1 8 . '{Wd3, �xf8 1 9. '{We4, y las negras se vienen abajo por la gran diagonal .

16. ét:Jxd5, . . .

N

El bando negro sigue sufriendo por la gran diagonal ; es imposible dar una respuesta ade­cuada a la mortífera descubierta. Debería haber­se conformado con 1 1 . . . . , c6.

16 . ... , �g5 1 6 . . . . , �d8 1 7. ét:Jf4. 17. f4, �da 1 8. ét:Jc3!, ét:Ja6 1 9. �xas,

'{WbS 20. ét:Jd5, �xaS 21 . �xd4, ét:Jc5 22. b4, ét:Je6 23. l{Wd3, ld es 24. e4, 1 - o

El momento escogido Algunas jugadas inesperadas son, de hecho,

bastante sencil las. Más bien, lo inesperado es el momento escogido para efectuarlas, porque el que comete el error cree que acaba de hacer una jugada contra la que hay pocas réplicas.

Santo Roman-Spasski Copa de Francia por Equipos (Final), París, 2002

B

Las blancas, que son mano, van bien. Tie­nen la mayoría de peones más saludable y las tropas centralizadas. La torre negra acaba de l le­gar a a2 en una incursión inofensiva a la que po­dría contestarse de modo sensato 35. �f3; entonces, 35 . . . . , ét:Jd5 36. �a1 , ld eaB 37. c4 da una posición nivelada.

En cambio, el primer jugador, que controla con fi rmeza el puesto avanzado e5, prefiere ha­cer frente a la simból ica actividad que despliega el rival en el flanco de dama.

35 . .i:l. a1 ??, ... El quid es suprimir una torre enemiga o

atraer la otra (después de . . . , .l::!, ea8) y alejarla del centro (y entonces las blancas podrán incluso l levar el rey a e4) ; la casil la e1 también queda li­bre para que el alfi l acceda desde ella a f2 si es conveniente.

35 . ... , ét:Jd5! o - 1 Las negras no juegan ninguna de las opcio­

nes supuestamente forzadas. Se gana de inme­diato porque el alfil está atacado y 36. 1:!. xa2, ét:Jxc3 produce la divertida posición que sigue:

Page 116: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

E SPERE LO INE S PERADO

B

La jugada ganadora distaba de ser misterio­sa o electrizante, e incluso aparece en un senci­llo análisis de la posición del diagrama inicial . Sin embargo, tenemos la costumbre de dejar aparte posibi l idades así cuando hay otro elemento es­pecífico de la partida que debemos encarar.

Piezas mayores, golpes duros A medida que avanza la partida y los peo­

nes y las piezas van desapareciendo, las pie­zas mayores intervienen cada vez más. Y como el radio de acción de estos grandes atacantes aumenta, también aumenta su cc pegada» . En consecuencia, vale la pena vigilar más de cerca las l íneas abiertas una vez que las piezas ma­yores empiezan a hacerse notar si queremos reducir las probabi l idades de cometer errores garrafales.

Bologán-Akopián Grand Prix de la FIDE, Moscú, 2002

B

1 15

Las blancas (que son mano) tienen un peón menos, pero quedan más piezas que peones y el rey negro está expuesto, de modo que hay pers­pectivas de hacer tablas. De hecho, en la posi­ción del diagrama, la mejor continuación es 47. ¡yc6, amenazando b!, e8+. Después de 47 . . . . , b!. f7 48. � e8+, .U. xe8 49. ti xe8+, �g7 50. �c3+, b!. f6 (50 . . . . , �f6 51 . �xg3+) 51 . VJ/ic7+, los jaques compensan el peón de déficit.

47. l:!. e5?, . . . E l "? '' s e pone solamente por l a equivoca­

ción que van a cometer las blancas, aunque es­ta jugada perjudica las posibil idades que tienen de hacer tablas.

47 . ... , ¡uf6 48. ¡ves+, �g7 49. ¡yxb5??,

El bando blanco, sin duda, no habría situado la dama en b5 si ese escaque estuviera vacío, de modo que la única final idad de la textual es nivelar el tanteo. Sin embargo, esta situación no es de esas en las que está justificado perder tiempo tomando un peón. A mayor abundamien­to, los medios para obtener las tablas giran en torno a hostigar al rey negro, estrategia a la que ¡vxb5 no contribuye en nada. El curso lógico de acción es 49. VJ/fc7+, que, de hecho, además de quitarles la jugada a las negras, les da una oportunidad para que se equivoquen con 49 . . . . , �g6? 50. b!, e6, g f1 + 51 . l:r xt1 , ¡vxe6 52. ¡yxd8 (es poco probable, quizás, pero está ahí de todas formas) . Esto deja 49 . . . . , �f8; enton­ces, puede probarse 50. b!, 5e4!? , seguida de poner la torre en g4, o buscar la seguridad que ofrece un sobrio final con 50. ¡yc5+, �g8 51 . b!. e6, U f1 + 52. 1!!. xf1 , ¡yxe6 53. 'iVf5, �xf5 54. b!. xf5, bi. d1 + 55. �g2, .U. d2+ 56. �xg3, b!. xb2 57. h4.

49 . ... , b!, e3! ! La insolente torre e s inmune, ya que captu­

rarla permite un mate en dos con . . . , �f2+. Nó­tese que con todo lo bril lante que es la jugada negra, no hubo necesidad de encontrarla varias jugadas antes, pues el error garrafal que come­tieron las blancas, amablemente, no planteaba ninguna amenaza directa. Eso dio tiempo al se­gundo jugador para mirar de nuevo la posición en busca de algo constructivo, lo que, dadas las ap­titudes de las piezas involucradas, no es desea-

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1 16 ERROR E S GARRAFAL E S E N AJEDREZ. e O N O e E R LO S. E V 1 T ARLO S

bellado en modo alguno. Podemos esperar aquí la inesperada jugada ganadora más que , por ejemplo, en un final de caballos con un par de lentos peones por bando.

B

50. �b7+, �h8 [ ... ] o - 1 Las blancas abandonaron en la jugada 53.

Nada ha cambiado, y deben perder una torre.

Filas y columnas Concentrarse en su peón pasado y la prime­

ra fila hace que Kárpov caiga en una celada.

Kárpov-Taimánov Leningrado, 1 977

N

Las blancas tienen un peón pasado de venta­ja y ninguna preocupación. Las negras intentan atracar.

36 . . . . , �d4 Las piezas mayores son malos bloqueadores;

a pesar de ello, la dama mantenía el peón a raya.

37. b6?, l:í. a1 Podemos suponer que las blancas habían

estudiado esta jugada, pero se habían concen­trado principalmente en 37 . . . . , �xd5; entonces, 38. � c3, l:r b8 39. ld c7+, �f6 (39 . . . . , �h8? 40. �c3! , �d1 41 . �h3+, �h5 42. �xh5+, gxh5 43. b7) 40. i.,c4, �d4 41 . .ll f7+, �g5 42. �c1 +, �f4 43. �xf4+, �xf4 44. b7, e4 45. �g1 parece una posición difici l ísima para las negras.

38. � b1 ??, ... Perdiendo de inmediato, pero la partida ya se

ha complicado desde el punto de vista de las blancas; p. ej . : 38. �e2, �xd5 39. � d3 (39. ll f3, ctJd4), ctJd4 40. �f2. �c4 o 38 . . . . , �c5!? 39. b7 (39 . .l::!. h3, ctJd4 40. �f2 [40. �d3, e4) 40 . . . . , �b5) 39 . . . . , �c2.

38 . . . . , ltJg3+! o - 1 39. �xg3, .ld xb1 40. �f3, e4 41 . �e2,

�d3 no ofrece esperanzas, y 39. hxg3 -dados los problemas que hay por la primera fila- anima a un bonito y largo retroceso para ir a la columna «h» que se acaba de abrir: 39 . . . . , .ll a8 (D).

B

¡Cuidado con la pieza inmóvil! No hay excusa para el error garrafal que co­

meten las negras en el ejemplo siguiente. En vez de aguantar fi rmes para hacer tablas (contra Tal , lo que me parecería un planteamiento sensato), se las ingenian para tramar un rid ículo mate de ayuda en un final, y eso teniendo el rey bastante central izado.

Page 118: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

E SPERE LO INE S PERADO

Tal-Averkin XLI Campeonato de la URSS, Moscú, 1 973

En este nivelado final , las negras acaban de retirar el caballo de c5 a e6, quizás planeando cambiar las torres al amenazar activar la suya con . . . , l::i. c5.

68. U a8, ... Obligando al caballo a volver a c5 para prote­

ger el peón de a4, y lo más probable es que la partida acabe en tablas, ya que el caballo blanco también debe permanecer donde está.

68 . ... , U c5? Las negras siguen queriendo mejorar la posi­

ción de la torre. 69. J.::!. xa4, ll c4?? 69 . . . . , ctJd4 es el mal menor, aunque el

peón de ventaja es significativo en este estadio. Sin embargo, ahora la torre negra amenaza h4,

1 17

esta vez clavando el caballo por la fila a fin de fre­nar a las blancas.

70. ctJd5!, 1 - o Esto debió de ser una desagradable sorpre­

sa. Resulta una divertida posición final después de 70 . . . . , .l:l. xa4 71 . tt:Je7 mate.

N

Un caballo es suficiente. Por desgracia para las negras, impedir el mate con 70 . . . . , n c7 no hace más que aplazar la derrota, ya que 71 . tt:Jxc7, tt:Jxc7 deja al caballo negro impotente ante dos peones pasados (y l igados) . Lo que es interesante de este error es que el caballo blan­co (cuando el negro estaba en c5) estaba clava­do sobre el peón «b» , y las negras -y esto es comprensible- siguieron creyendo que queda­ría amarrado ah í porque la próxima clavada era sobre la torre.

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1 3 . ERRORES T Í PICOS

La mayoría de los partidos están perdidos, no ganados.

Charles ccCasey» Stengel ( 1 890-1 975), juga­dor y directivo estadounidense de béisbol.

Este capítulo presenta una selección de erro­res garrafales típicos que son corrientes entre los jugadores de club (¡y en modo alguno infrecuentes entre aquellos de los que alguno podría pensar que están por encima de cometer equivocaciones elementales!) . Algunos ejemplos son errores ge­nuinos, mientras que otros son el resultado de una mala costumbre.

El enroque cc Enrócate porque quieras o porque debas,

pero no porque puedas» son palabras muy sa­bias que leí una vez no sé dónde. En cuanto he­mos aprendido los principios básicos, se nos enseña que hay que poner el rey a buen recau­do, comunicar las torres y demás. No faltan ejemplos de los peligros que comporta dejar el rey en el centro demasiado rato, etc. Desde lue­go, deberíamos preocuparnos por el bienestar de nuestro rey, pero no hasta el punto de hacer del enroque una jugada mecánica.

1 . e4, eS 2. Qjf3, Qjc6 3. d4, exd4 4. lt:Jxd4, .,tes s. i,e3, ...

Amenazando 6. Qjxc6 y 7. i_xc5, pero las negras no caen en esto.

S . ... , �f6 6. c3, ... 6. lt:Jxc6?, i_xe3. 6 . .. . , �g6 7. Qjd2, Qjf6 8. �c2, o-o??

cc Enrócate [ . . . ] no porque puedas» sería aquí, sin duda, un buen consejo.

9. Qjxc6!, . . •

Y las blancas ganan una pieza por nada, ya que esta vez 9 . . . . , i_xe3 pierde la dama por 1 O.

QJe7+, con mortífera horqui lla.

El error natural No nos puede gustar ninguna clase de error,

pero hacer una jugada de lo más natural por aplicar el concepto -incluso el ingenio- y ver a continuación que pierde después de la réplica del adversario es particu larmente fastidioso. Al­gunos jugadores se equivocan, parece ser, con regularidad , mientras que aqu í estamos no­sotros, apl icando la experiencia y el talento na­tural a una posición corriente y moliente y pagando el precio por saber adónde deberían i r las piezas. ¿Dónde está la justicia? Desde lue­go, con independencia de lo que parezca apro­piado, en cualquier situación dada debemos conceder a las características de la posición un lugar singular en nuestras deliberaciones. Más aún, lo que algunos consideran un desgraciado error que en circunstancias normales sería una buena jugada o plan, otros podrían considerarlo inexcusable.

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ERRORE S T Í PICO S

M. Gurévich-San Segundo Abierto de Nueva York, 1 998

N

Aqu í tenemos una típica situación de peón de dama aislado en un Gambito de Dama Re­husado. Las negras tienen compensación por el objetivo en potencia de d5 en forma de un desa­rrollo aceptable y una disposición de las piezas bastante sólida. Un caballo blanco acaba de lle­gar a d4, pero la captura i2Jxe6 no debería ser un problema, pues . . . , fxe6 refuerza el centro ne­gro. La captura en c6, en cambio, es una idea más temática porque el nuevo peón «C» podría necesitar ayuda. Luego de 1 3 . . . . , ¡vd7 1 4. �b5, jd ac8 1 5. '?i'a4, las blancas tienen clara ventaja, así que Donev sugiere 1 3 . . . . , C2Jxd4 14. ¡vxd4, ¡vas y 1 3 . . . . , �d6 1 4. �xd6, �xd6 1 5. i2Jcb5, �e5! , con ventaja blanca en ambos casos, aunque menor.

1 3 . . . . , .�::!. ca? Poniendo la última pieza en juego. Las ne­

gras optaron por dejar la dama en casa de mo­mento, prefiriendo vigilar la casi l la c6 con la jugada que parecía más lógica.

1 4. C2Jxc6, . . .

Pero aquí abandonaron. Por desgracia, des-pués de 1 4. i2Jxc6, bxc6 ( 1 4 . . . . , jd xc6 1 5. �b5), hay 1 5. �a6; entonces, 1 5 . . . . , jd as se topa con 1 6. �b7, y la torre está cazada:

1 19

N

¿Cómo pudo el segundo jugador, fuerte GM, meterse en este l ío? La razón principal es el jue­go estereotipado en una posición en apariencia segura. En este nivel , durante la fase de apertura y en una l ínea tradicionalmente sobria, las ne­gras se l imitaron a seguir de manera convencio­nal. Creyeron que estaban mejorando su pieza peor situada al tiempo que se adelantaban al cambio de la estructura de peones, y este plan­teamiento es de lo más lógico.

Lejos de ser infal ible, un GM tiene, en algu­nos aspectos, por lo menos tantas probabi l ida­des de cometer esta clase de error garrafal como un jugador de menor entidad. Es raro que parti­das en las que se enfrentan GM entre sí acaben de este modo, pues los años de experiencia en un alto nivel de competición van relegando poco a poco a un segundo plano la posibil idad de per­der material en terreno muy tranquilo y conocido. En circunstancias poco habituales o aperturas liosas se hace un esfuerzo consciente por buscar agujeros, pero aqu í el análisis que realizó el ban­do negro -por breve que pudiera haber sid<r- se ocupó de aspectos posicionales.

En cambio, un jugador de club mucho más débi l , pero de todos modos aceptable, acostum­brado a ser el bando que comete los errores, aunque no tanto a conducir el principio del medio juego pensando en sopesar la estructura y tener una estrategia a largo plazo, se plantearía la po­sición del diagrama in icial de manera totalmente distinta. Esta vez, estudiaría las ventajas de 1 4 . . . . , jd eS, pero al ser incapaz de apreciar al ins­tante las diversas consecuencias estratégicas (o faltarle seguridad), intentaría investigar todas las posibil idades, incluidas jugadas de ataque obvias

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120 ERROR E S GARRAFAL E S E N AJEDREZ. e O N O e E R LO S . E V 1 T ARLO S

como 15. �a6. A medida que mejoramos, ad­vertimos que cada vez más opciones a las que llegamos de manera automática son bastante buenas, pero esto significa que estamos dejando atrás necesidades más vulgares como ••esca­near•• el tablero en busca de las jugadas poco sutiles, pero desagradables, que puede tener el adversario. Cuanto más nivel tiene el jugador, más bochornosas son las equivocaciones ele­mentales, como en ocasiones se les recuerda a los jugadores que tienen el título de maestro.

Más pensamiento natural La posición del diagrama es un escenario tí­

pico de peón de dama aislado en el que las blan­cas prefieren mantener las piezas en el tablero para explotar con más facilidad la ventaja de es­pacio y las tropas más activas que poseen, mien­tras que las negras confían en su superioridad estructural, concentrándose en mantener un fir­me control del centro.

N

A estas posiciones «de peón de dama aisla­do» puede llegarse a través de diversas apertu­ras y defensas y, en consecuencia, presentan innumerables características comunes. Aquí, las piezas menores negras parecen estar situadas sensatamente, y d5 está bien vigilado. Las blan­cas acaban de jugar �h3 para presionar más sobre el peón de h7, que goza de la protección adecuada. No obstante, cuando el alfil y la dama se combinan para amenazar un posible mate, la alarma debería lanzar alguna clase de aviso, aunque no fuera más que para recordarnos que debemos ser aún más circunspectos. Sin embar-

go, �h3 no es infrecuente en estas posiciones, y h7 está defendido, así que las negras pueden dirigirse al flanco de dama a fin de continuar de modo temático.

14 .... , ,U.c8??

8

Dado que el peón de d4 no va a ninguna parte, y, por tanto, no sucede nada en la colum­na «d», el bando negro a menudo procura ge­nerar juego por la columna «C», y el escaque c8 no es menos corriente para la torre en estas posiciones que cualquiera de los puestos de las blancas (incluso la posición del alfil de b1 es ló­gica, como veremos pronto). Sin embargo, los métodos convencionales de tratar esta clase de posición llevando las negras son 14 . ... , 4Jxc3 (animando a las blancas a aceptar otro centro imperfecto después de bxc3) y 14 . . . . , �c6, y las negras no deberían preocuparse lo más mí­nimo por 4Jxc6, ya que el nuevo peón de c6 afianza su dominio sobre d5. Así pues, tenemos -por lo menos- tres jugadas muy naturales dis­ponibles para las negras. Por desgracia, la tex­tual pierde de inmediato.

15. 4Jxd5!, exd5 16. 4Jxd7, ... Después de todo, el alfil de d7 estaba mal si­

tuado en este ejemplo en concreto. El problema es el sobrecargado caballo, que está obligado a defender h7. Ahora vemos por qué lo indicado era 14 . .. . , tt:Jxc3 (descartando 4Jxd5) o 14 . ... , �c6 (apoyando d5).

16 .... , �xd7 17. �xh7+!, ... Aunque el caballo defienda h7, no puede

ayudar, pues tomar el alfil pierde la dama.

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ERRORES TÍPICOS

N

17 . ... , �h8 18. j,f5+, ... Incluso situaciones y temas conocidos deben

tratarse con cuidado. Si bien el jugador «a» pudie­ra afirmar que perder así es cosa de mala suerte y que ha hecho antes jugadas como ... , .l:!. ca de manera automática en circunstancias parecidas sin tener problemas, el jugador ccb•• podría repli­car sin más que, por lo que a él se refiere, el mé­todo de victoria que han utilizado aquí las blancas es también una posibilidad natural, dadas las dis­posiciones respectivas de las piezas.

Contexto ObseiVe lo que sigue.

1. e4, c5 2. t¿jf3, 'Llc6 3. d4, cxd4 4. 'Llxd4, a6 5. 'Llc3, e6 6. j,e2, VJiic7

Un rasgo clave de la Variante Taimánov de la Siciliana es que las negras usan la columna «C». Es característico que sitúen la dama en c7 ense­guida y movilicen las tropas del flanco de dama con rapidez.

12 1

7. f4, 'Llxd4 8. VJjjxd4, 'Lle7 A fin de hacer ... , 'Llc6 y ganar un tiempo,

pero la teoría prefiere a . ... , bS directa; entonces, 9. j,e3, j,b7 10. 0-0-0, .l:!.ca 11. Rd2, t¿jf6 produce una posición que podría augurar proble­mas para el jugador descuidado o que se confun­de con facilidad luego de 12. j,f3, j,e7 13. ,ldhd1, 0-0 14. eS.

N

Ambos bandos han estado ocupados acumu­lando tropas para entrar en combate, y ha llega­do el momento de cruzar la cuarta fila. Las negras se han concentrado en la columna «C», mientras que las blancas han combinado n d2, en un principio de carácter defensivo, con ejercer presión por la columna «d». Mientras que eS es la posibilidad agresiva que tiene el primer juga­dor, el bando negro tiene lista ... , b4. En Elvest­Andersson, Belfort, 19aa, se cóntinuó con 14 . ... , j,xf3? 1S. gxf3, b4? 16. exf6, bxc3 17. l:[g2!; las blancas tuvieron ventaja decisiva, que se re­mató mediante 17 . ... , VJjjb7 1a . .!:1xg7+, �ha 19 . .l:!. ga+!, 1 -o.

N

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122 ERROR E S GARRAFAL E S E N AJEDREZ. e O N O e E R LO S . EVITARLO S

Si 19 . ... , �xg8 20. l:i,g1+, \t>h8 21. fxe7+, f6 22. exta¡v +, .U xf8, las negras se quedan con una pieza menos por nada, y 19 . ... , .l:ixg8 con­duce al mate por fuerza después de 20. fxe7+, l:i. g7 21. U g1, 'iVxb2+ 22. c;t>d1, ¡vb1 + 23. j,c1, etc.

La manera correcta de jugar con negras es 14 . ... , b4!, y son las blancas las que tienen que evitar la piel de plátano: 15. exf6? (15. tL'la4, j,xt3 16. gxf3, t¿jd5 17. lL'lb6 es incierto) 15 . . . . , bxc3 -y no hay columna «g» abierta; Hector­Cramling, Valby, 1991- da demasiada ventaja a las negras después de 16. �xc3, ¡vxc3! 17. fxe7, �xe3.

Es obvio que esta variante es liosa, y vemos que la columna «C>> es de verdad un factor clave; ... , l:i,c8 es una parte esencial de la disposición negra. Recuérdelo.

9.j,e3, b5 9 . ... , tL'lc6 directa deja a las negras bastan­

te constreñidas después de 1 O. 'iVb6. 10.()-(H), t¿jc6 En comparación con la línea dada en el co­

mentario a la jugada 8 de las negras, en la que el segundo jugador eligió f6 para el caballo, aquí ... , tL'lc6 ha obligado a la dama blanca a retirarse del centro.

11. ¡vd2, j,b7 12. j,f3, SeS?? Y aquí lo tenemos. De momento, el caballo

obstruye el paso a la dama y la torre, pero desde c6 (en vez de f6) por lo menos puede darse más fuerza al flanco de dama con ... , tL'la5, y enton­ces la casilla c4 hace señas. En todo caso, ese es el plan, pero tiene un defecto capital.

13. j,b6! , ...

N

Por desgracia para las negras, la presente colección de piezas en el flanco de dama signifi­ca que la llegada de la torre a c8, temática por tradición, deseable incluso, quita a la dama la única casilla que tenía para retirarse. En conse­cuencia, pueden despedirse de cualesquiera es­peranzas que albergaran de lanzar una ofensiva por la columna ••C>>, pues 13 . ... , 'iVxb6 permite el mate en d7.

Descubra la amenaza Compruebe siempre si la jugada anterior del

contrincante plantea una nueva amenaza.

Almeida-Abreu Campeonato de Cuba, Holguín, 2002

N

Tenemos aquí un típico escenario, pacífico, del Gambito de Dama Rehusado. El cambio de dos pares de piezas menores ha acabado prácti­camente con toda esperanza que tuviesen las blancas de causar problemas al adversario en el medio juego. Sin embargo, dentro de diez juga­das, las negras abandonarán.

16 .... , j,g7 17. h4!?, ... La jugada anterior del bando negro no puede

criticarse porque este avance no debería dar na­da a las blancas; ahora bien, si hubieran dejado el alfil en f6, las negras podrían haber evitado lo que sigue y, así, no facilitar que el rival pudiera al­terar el carácter de la partida.

17 .... , tL'lc4 Puede estudiarse 17 . ... , h5, aunque no hay

razón para que las negras fijen el flanco de rey.

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ERRORES TÍPICOS

18. h5, t¿jd6 18 . ... , gxh5 no sirve más que para compro­

meter el muro defensivo del rey. 19. hxg6, hxg6 20 . .U. bd1, i,f6

8

Es irónico que la previsión que ha mostrado el segundo jugador ante la columna «h•• recién abierta vaya a ser el factor fundamental de su caída.

21. g3, �g7 22. �g2, 'iVd7 23. gh1, tLJts

23 . ... , l:t. h8 parece sensata y segura. 24. e4, ... Necesaria apertura del centro a fin de que

otra pieza pueda llegar al flanco de rey. 24 . ... , dxe4 25. t¿jxe4, 'iVdS?? Las negras han conseguido trasladar el ca­

ballo al flanco de rey y ahora pretenden sacar el máximo provecho de la dama poniéndola en la misma diagonal que el rey blanco. Sin embargo, 25 . ... , 'iVe7 habría sido una opción más sobria.

26 . .u. h7+!, 1 -o

N

El fin. Capturar la torre permite una desa-

123

gradable horquilla en f6. Tal vez haya notado que cuando las blancas capturaron en e4 ya ha­bían planteado la amenaza .U. h7+ gracias a que la dama enemiga estaba en d7. Así, ¿en qué estaban pensando las negras al jugar la da­ma a la otra casilla peligrosa? Es de suponer que estudiaron qué representaba la llegada del caballo a e4, pero la vieron nada más como «amenaza, de situar mal el rey negro después de 4Jxf6 o un alto en el camino hacia c5. Sin embargo, la geometría de la posición después de 4Jxe4 debería haber disparado la alarma, y aunque no fue así, eso no habría importado si las negras hubiesen mirado de manera automá­tica el jaque en h7, nada más que para asegu­rarse ...

«Escanee» el tablero Como la zona de juego en el ajedrez es bas­

tante pequeña teniendo en cuenta el número de piezas implicadas, es preceptivo vigilar de conti­nuo todos los sectores, aunque parezca que so­lamente una parte del tablero es relevante por una u otra razón.

Akopián-Ponomariov Grand Prix de la FIDE, Moscú, 2002

N

Las blancas acababan de retirar el caballo del puesto avanzado f4, en potencia amenazan­te («inmune» a una captura en vista de la clava­da por la gran diagonal), al escaque d3, en apariencia incómodo. En consecuencia, las ne­gras aprovecharon la oportunidad de explotar lo

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124 ERROR E S GARRAFAL E S E N AJEDREZ. e O N O e E R LO S . E V 1 T ARLO S

que consideraron un centro semicerrado, esta­ble, aumentando el ritmo en el flanco de rey ...

21 .... , g5?? Por desgracia para Ponomariov sí había una

amenaza en el otro flanco.

B

22. l¿jc5! , ... Mortífera horquilla en vista de que el segundo

jugador no puede retirar la dama para defender el alfil.

22 . ... , dxc5 23. �xd7, h6

El precio de no haber «escaneado•• siquiera el flanco de dama para buscar amenazas es al­to: peones débiles y dispersos, piezas mal si­tuadas (el alfil da pena) y una inoportuna visitante en d7.

24. tled1, .Ue6 25.l¿jd2, ... Otro plan eficaz es 25. l¿je1 !, con vistas a

atacar el peón de c5; p. ej.: 25 . ... , Iice8 26. l¿jd3, i,f8, y ahora la llegada de otro caballo a d3 facilita que la dama se transfiera al flanco de rey con 27. 'li'e2. La textual pretende, de mane­ra muy sensata, obligar prácticamente al bando

negro a desprenderse de su caballo, quedándo­se así con la lastimosa pieza de g7.

25 . ... , l¿jd6 26. l¿Jc4! , l¿Jxc4 27. bxc4, gf8

27 . ... , 'li'xc4? pierde por 28. 'li'b7. 28. 'li'b7, ... En una posición tan dominante, las blancas

tienen otras opciones, pero esto parece lo más sencillo.

28 . ... , 'li'xb7 29. ld xb7, a6 30. b:!. dd7, ...

N

La situación de las negras no tiene remedio, y el primer jugador acabó ganando el final. Lo que llama la atención de este ejemplo es la velo­cidad a la que se deteriora la posición negra. Cuando nos incorporamos a la partida, podía ju­garse con toda tranquilidad, pero un descuido condujo a una situación desastrosa en diez juga­das nada más.

Los peligros de atacar «automáticamente» una pieza enemiga

Verse enfrentado a una pieza enemiga bien avanzada y situada puede ser un poco como un acertijo. Un buen puesto avanzado puede sentar las bases de un ataque o limitarse a di­ficultar nuestras maniobras. El mejor remedio suele ser oponer algo a esa pieza para cam­biarla o hacer que se retire. Otra opción es ata­carla con un peón, lo que puede dar resultado, pero también crear una debilidad mucho más grave que el problema inicial.

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ERRORES TÍPICOS

Zviagintsev-Kasimdzhanov Essen, 2002

N

Está claro que aquí la pieza clave de las blan­cas es el caballo de e5, bien apoyado, que vigila ambos flancos y, en general, no pierde de vista varias casillas importantes. Que contribuya de ve­ras a un plan concreto y eficaz es otra cuestión. Quizás las blancas podrían mirar si pueden lanzar un ataque por el flanco de rey poniendo la torre en juego en g3 vía f3. Sin embargo, no parece que las negras deban preocuparse por ahora. En este momento, el bando negro no puede disputar e5 con ... , lL'ld7 porque el escaque d7 está bati­do por dos piezas blancas, así que Dáutov sugie­re 23 . ... , �c8, que es lógica. Desde luego, las negras no cabrían en sí de gozo si se suprimieran los alfiles, y después de 24. �f3, el alfil puede volver a b7 (24 . ... , �b7), defendiendo d5 y reno­vando la amenaza ... , lL'ld7. Las negras, en cam­bio, estaban lo bastante preocupadas para emprender una acción más contundente.

23 . ... , f6?? En vez de jugar pasivamente de aquí para

allá y quizás no queriendo sustituir el adelantado caballo de e5 por un adelantado peón (en caso de un futuro ... , lL'ld7xe5, f4/d4xe5), las negras plantean una amenaza coherente. El precio es la creación de un agujero en g6, pero se habrán asegurado de que 24. tLJg6 no logra nada a pe­sar de que se envía el caballo más adelante. También esperan tomar por objetivo el peón re­zagado de e3.

24. �g6! (D}, 1-O Por obligar a las blancas a retroceder. Resul­

ta que abandonar g6 es una gran equivocación.

125

La llegada de la dama en vez del caballo es deci­siva, y el caballo es tabú; 24. �g6, fxe5 25. �e6+, �h8 26. fxe5, �a3 27. �f5 conduce al mate por fuerza; p. ej.: 27 . ... , �g8 28. �h7+, �f8 (28 . ... , �f7 29. �e6+, �xe6 30. �f5#) 29. �e6+, �f6 30. �g8+, �e? 31. �f7 ma­te.

Tampoco ayuda 24 . ... , �f8, ya que con 25. �f5, fxe5 26. �h7+, �f7 27. fxe51as blancas ganan el rey o la dama: 27 . ... , �a3 (27 . ... , �e? 28. �e6+) 28. �g6+, �g8 29. �b1, etcétera.

N

Dado que tenía la mayoría de las piezas en el flanco de dama, el bando negro debería haber prestado especial atención a todo lo que implica­ra comprometer la protección del flanco de rey. Volviendo al punto en el que nos incorporamos a la partida, imaginemos que el caballo de e5 fuera un poco menos amenazador y las negras no tu­viesen preocupaciones en absoluto. ¿Habrían estudiado con seriedad jugar ... , f6, de extraño aspecto? No, desde luego que no. La próxima vez que se plantee hacer una jugada de peón, irrevocable, con el único propósito de atacar una pieza fastidiosa, piense si la misma jugada sería una buena idea desde el punto de vista de la es­tructura.

En el ejemplo siguiente, las blancas se vie­nen abajo después de haberse sentido atraídas por la bonificación de ganar un tiempo «mejoran­do» la posición del rey a la vez que atacaban a una intrusa.

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126 ERROR E S GARRAFAL E S E N AJEDREZ. e O N O e E R LO S . EVITARLO S

Gélfand-Krámnik Copa de Europa de Clubes, Berlín, 1996

N

Las negras acaban de sacrificar un peón a fin de abrir una línea de ataque en la columna

20 . ... , .l:!,b3 21. �a2?, ... «Quizás la equivocación decisiva•• (Krámnik).

Matando dos pájaros de un tiro. Ciertamente, tie­ne sentido dejar vacante la columna ••b», y es natural querer limitar las opciones del adversario. Sin embargo, si hubiesen mirado con más dete­nimiento las consecuencias que tenía dar como refugio al rey la casilla a2, más expuesta en po­tencia, las blancas hubieran usado a1; p. ej.: 21. �a1, c4 (amenazando 22 . ... , c3) 22. ,l:Ic1, l:!,c8 23. i..c3; entonces, Krámnik recomienda 23 . ... , l2'lb8!? a fin de incrementar la presión con ... , t2lc6. Incluso 24. t2le5, t2lc6 25. t2lxc6, .ld xc6 mantiene el ímpetu.

21 . ... , Zi fb8 22 . .U b1, e5!

8

Al ser el flanco de dama el centro de aten­ción, las blancas tal vez hayan estado ocupadas

con 22 . ... , c4, pero la textual abre un nuevo fren­te, al haber descubierto enseguida el bando ne­gro los inconvenientes de �a2: el peón «e» deja sitio para ... , �e6.

23 . .ld hc1, ... 23. dxe5, t2lxe5 24. ct:Jxe5, �xe5 25. i..c3,

ct:Jxc3+ 26. bxc3, �e4 gana en vista de 27 . .l:!. xb3, �c2+ 28. �a1, �xb3, seguido de ma­te.

23 . ... , �e6 Al poner la dama en la misma diagonal que el

rey blanco, se plantea la amenaza 24 . ... , t2Jc3, 25 . ... , .l:I xb2+ y 26 . ... , � a2 mate. El primer ju­gador debió de estar lamentando aquí no haber­se conformado con 21. �a1, porque su próxima jugada es forzada.

24. �a1, exd4 25. ldxc5, ... La última posibilidad de provocar marejada. 25 . ... , t2lxc5 26. �xc5, ...

N

La idea es contestar a 26 . ... , dxe3 con 27. ctJd4, pero las negras han puesto la mira en algo más suculento.

26 . ... , l2Jc3! Ganadora. 27. lLl xd4, ... La alternativa 27. i..xc3, dxc3 no puede sal­

var a las blancas: 28. l2'ld4, cxb2+ 29. �a2, .l::i.xa3+ 30. �xa3, �a6+ o 29. ldxb2, bi,xb2 30. t2lxe6, U b1 + 31. �a2, .ld 8b2 mate.

27 . ... , .ldxb2! 28. llxb2, �a2+ O -1 «El primer mate de mi carrera que puede

considerarse de problema en sentido estricto. In­cluso a mí me gustó [ ... ]» (Krámnik). Así pues, cuando planifique la seguridad del rey, en par­ticular en casos de enroques en flancos distintos,

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ERRORES TÍPICOS

intente reducir las líneas en las que podría verse sometido a presión. En este ejemplo, al estar to­davía las damas en el tablero, las blancas, nor­malmente, no preferirían a2 en vez de a1, pero la aparente ganancia de tiempo les nubló la mente.

La réplica automática Así como atacar una pieza al azar tiene gra­

ves consecuencias, replicar de manera automáti­ca es otra mala costumbre.

Rustemov-Lugovoi Campeonato de Rusia, San Petersburgo, 1998

N

Aquí, el alfil acaba de llegar a g5 porque se lo atacó con ... , e5, jugada que libera al alfil de ca y apoya a su compañero para que se consolide en d4.

14 . ... , h6 Otra reacción inmediata a la clavada. 15. �h4??, ...

127

Las clavadas, desde luego, son útiles y cau­san molestias al adversario, así que, a no ser que haya algo que ganar tomando en f6, en esta cla­se de posición la textual es una respuesta típica y natural. Las blancas habrán concluido que, al dejarse sentir en el centro del tablero la presen­cia del alfil enemigo, que todo lo ve, sería una concesión entregar el guardián de los escaques negros, en los que parece que están sucediendo muchas cosas y sobre los que el segundo juga­dor ya goza de más control. Quizás a Rustemov no le gustaba mucho 15. �xf6, ¡yxt6 16. 'iVd2, y la alternativa que sería deseable, 16. 0-0?, �xc3 17 . .l:!.xc3, e4!, resulta un mal negocio por haber ayudado a la dama negra.

De todos modos, hacer las dos jugadas del texto no debería alterar nada, a no ser, quizás, que el flanco de rey negro está comprometido, así que otra vez son las negras las que tienen que dar el próximo paso: que se las vean con la clavada o encuentren algo constructivo que ha­cer ...

15 . ... , �XC3+ 0 ·1 El segundo jugador gana una pieza después

de 16 . .l:!.xc3, "iVd4.

8

La horquilla explota una diferencia capital de carácter geométrico gracias al desamparado alfil de h4. Había dos razones importantes que con­vertían la retirada a h4 en la opción automática. Las blancas querían mantener la clavada, mania­tando así con eficacia la dama y el caballo del ri­val, y eran reacias a entregar las casillas negras; sin duda eran conscientes, en particular, de que había un alfil enemigo asentado con firmeza en d4. De hecho, el alfil está tan bien situado en el

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128 ERROR E S GARRAFAL E S E N AJEDREZ. e O N O e E R LO S . E V 1 T ARLO S

centro que al primer jugador tal vez le resultara im­posible plantearse que la casilla d4 pudiera usar­la otra pieza en un futuro lejano. En todo caso, no hizo la distinción entre mantener una clavada y mantener toda una posición e incurrió en un jue­go rutinario.

Una de dos Cuando tenemos que elegir solamente entre

dos jugadas, siempre es posible escoger la ma­la ...

Kozakov-Maximenko Lvov, 2001

8

Habiéndose resignado a perder el peón «C», las blancas deberían enviar el rey a e3, y des­pués de 39. <;Í(f2, ,l:Id2+ 40. <;t>e3, exf3 41. gxf3, ldxc2 (41 . ... , Uxh2 42. tt:Je2, �e1 pa­rece arriesgado) 42. <;Í(d3, l:i. c1 43. ld c6, �d2 44. l:t xc1, �xc1 45. b4, Wf7 no están peor.

39. <;Í(e2??, ll e1 +! 40. <;Í(f2, e3 mate

8

La pieza olvidada En la posición siguiente, nadie puede discutir

el hecho de que las blancas controlan la situa­ción, sobre todo gracias al férreo dominio que tie­nen de la influyente casilla d5, puesto avanzado perfecto para el caballo -que subraya la debili­dad de b6-.

Bologán-Kariakin Pamplona, 2003

8

23. tL:lb4??, �c4 La dama no tiene donde esconderse. Si bien

está claro que se trata de un terrible descuido del talentísimo GM (elo FIDE: 2.673), podríamos de­cir que el caballo de d5 ejercía una acción tan restrictiva sobre las piezas negras que ... , �c4 -que hasta entonces ni siquiera era legal- senci­llamente no podía hacerse en lo que atañía a las blancas. Además, la casilla c4 era una opción pa­ra la torre tanto antes como ahora, de modo que atacar la torre con tL:lb4 puede hacer que ... , 1:!. c4 parezca la única alternativa a ... , � c7.

Por cierto, la partida continuó así: 24. tt:Jxc6, �xd3 25. tL:la7, �b8 26.

�xd3, tt:Jcs 27. lddd1, tL:le6 (27 . ... , �xa7? 28. b4) 28. tL:ld5, tL:ld4 29. I:i.xd4, exd4 30. �xd4, f5 31. c3, �d8 O -1

Teoría de aperturas: se permite pensar

No podemos tener esperanzas de sobrevivir mucho tiempo en el tablero -en cualquier nivel de competición- sin aprender por lo menos una mo-

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ERRORES TÍPICOS

desta cantidad de teoría de aperturas. A medida que vamos acumulando información, formamos un repertorio y adquirimos experiencia, hay el peli­gro de que en ocasiones pongamos el «piloto au­tomático» durante la fase de apertura. Si nos acostumbramos a confiar demasiado en la memo­ria en vez de emplear un poco de tiempo en estu­diar de veras la posición que tenemos delante, seguro que acabaremos viniéndonos abajo. Y eso les sucede a los mejores jugadores del mundo.

Svidler-Bareev Wijk aan Zee, 2004 Defensa Francesa

1. e4, e6 2. d4, d5 3. CL!c3, dxe4 4. CL!xe4, t¿jd7 5. t¿jf3, t¿jgf6 6. �d3, c5 7. o-o, CL!xe4 8. �xe4, t¿jf6 9. �g5, cxd4 10. CL!xd4, ...

Svidler ya ha jugado antes esta posición. En Svidler-lzoria, Bled, 2002, se continuó con 10 . ... , �c5 11. c3, h6 12. �xf6, ¡yxt6 13. ¡ya4+, �d7 14. ¡yc4, �xd4 15. cxd4, .ldc8 16. ¡yb4, �c6 17. �xc6+, bxc6 18. ¡yb7, 0-0 19. ¡yxa7, .U. fd8 20. !! fd1, c5 21. dxc5, ¡yxb2 22. h3, y ta­blas . Si ya al jugador de club medio le entusias­ma prepararse contra el adversario hoy en día, podemos suponer sin temor a equivocarnos que Bareev conocía esta partida.

10 . ... , h6? Parece que a las negras se les olvidó, sin

más, jugar ... , �c5 antes de hacer la textual. 11. �xf6, ¡yxf6 12. ¡yd3!, .. . La diferencia entre esto y 1 O . .. . , �c5 11.

c3 es que en la partida anterior las negras ga-

129

naron un importante tiempo a costa del caba­llo, mientras que aquí deben perderlo a causa de la amenaza, tosca pero real, ¡yb5+. Yendo a la zaga ya nada menos que tres jugadas de desarrollo, esto les sienta como un tiro a las negras.

12 . ... , a6 13. ldad1, ...

N

Las negras están contra las cuerdas. 13 . ... , �e7 Leí no sé dónde que ahora 13 .... , �c5 14.

t¿jb3, �a7 tropieza con 15. tiJaS, pero me da en la nariz que el quid que subyace en .ld ad1 es preparar sorpresas desagradables como 15. �xb7! (D), decisiva.

N

No hay duda de que Bareev habrá visto esta línea, pero lo que agrava sus apuros es que el daño ya está hecho y no hay nada que pueda ha­cer para solucionar el problema. La textual es más segura, pero sigue sin contener la marea debido a que las blancas dominan la situación por completo.

14. t¿jc6!, e5

Page 131: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

130 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I T A R L O S

A grandes males, grandes remedios, aunque el plan negro está condenado al fracaso. A las negras les gustaría poner el rey a buen recaudo con 14 . ... , 0-0, pero entonces, mediante 15. tt"Jxe7+, 'f/j¡xe7 16. �d6, �xd6 17. Uxd61as blancas mantienen la ventaja de desarrollo y el control.

15. tt"Jxe7, lJ/iixe7 16. f4! , ...

N

Las negras penden de un hilo, así que las blancas no aflojan las tuercas. Lo mejor que tiene el bando negro es 16 . ... , 0-0; entonces, 17. 'flj¡e3! es fuerte. El quid es que 17 . ... , exf4?? pierde la dama por 18. �h7+. Solamente queda, pues, 17 . ... , �g4 18. �d2; p. ej.: 18 . ... , .U. ad8 19. ld xd8, 1:1. xd8 20. fxe5 (20. .. . , 'f/j¡xe5?? 21. �h7+) o 18 . ... , f6 19. �d5+, �h8 20. fxe5, fxe5 21. � df2, etc.

Sin embargo, a estas alturas, las negras de­bían de estar bastante desmoralizadas, lo que podría explicar la jugada que sigue.

16 . ... , exf4?? Después de la natural 17. ldxt4, �e6, el

bando negro tendría esperanzas de escabullirse con 18. 'fJj¡ d6, .l::i. c8 o 18. 'f/j¡f3, 0-0, pero al ha­ber bajado la guardia, Bareev pasó por alto un golpe definitivo.

17. �xb7!, 1 -O

N

El castigo por el «error de dedo•• ha termina­do, ya que 17 . ... , 'f/j¡xb7 consiente el mate en d8, 17 . ... , �xb7 permite la clavada por la co­lumna ••e•• y 17 . ... , l:rb8 18. �c6+, �f8 19. 'flj¡d8+ es terminante. Las negras podían haber opuesto mayor resistencia, pero la tarea defensi­va era dificilísima. Además, el efecto psicológico de haber hecho una tras otra las jugadas que les metieron en el barullo puede ser muy extenuan­te. Puede que los controles de tiempo se estén acelerando hoy en día, pero no olvide hacer las jugadas en el orden correcto.

No debería ser necesario decirlo, pero ¡re­cuerde siempre que hay que estudiar la réplica más obvia del adversario antes de jugar! Por ejemplo, antes de enviar una pieza a territorio enemigo, es preceptivo ver cómo podría atacarse esa pieza, algo que las negras no hicieron en la partida siguiente.

Vaulin-Pasztor Tenkes Kupa Harkany, 1994 Apertura Inglesa

1. c4, e5 2. g3, tt"Jcs 3. �g2, t¿jf6 4. t¿jc3, �b4 5. ctJd5,t¿jxd5

No es forzada en modo alguno, así que po­demos suponer que las negras habían pensado un plan.

6. cxd5, ...

Page 132: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

ERRORES TÍPICOS

Bien, le atacan el caballo. ¿Dónde debería ir? Poco sentido tiene sentarse a jugar al ajedrez si no se dedica a esta cuestión el tiempo y el es­fuerzo suficientes.

6 . ... , í2Jd4? La opción activa. Nunca sabremos qué pen­

saba el segundo jugador, porque las blancas hi­cieron la primera jugada que le acude a la mente a todo aquel que sea consciente del valor de ca­da una de las piezas.

7.e3, ... No me molestaré en añadir un signo de ex-

clamación aquí o a la próxima jugada blanca. 7 . ... , íLJfS 7 . ... , t¿jb5 8. �a411ega a un final parecido. 8. �g4, 1-0

Este error es difícil de explicar. No podía ha­cer mucho tiempo que los jugadores se habían sentado al tablero, de modo que no puede acha­carse a la falta de tiempo, y la situación tampoco es compleja. No está claro si el análisis que hicie­ron las negras de . . . , t¿jd4 concluyó de manera tan repentina que no vieron la réplica blanca o si

13 1

no miraron más después de la incómoda 7 . .. . , t¿jf5, pero no hay excusa para no comprobar (in­vestigar parece una palabra excesiva en este ca­so) cómo podría seguir atacándose la pieza en cuestión .

Veamos otra derrota a las primeras de cam­bio . . .

Petrosián-Ree Wijk aan Zee, 1971 Apertura Inglesa

1. c4, es 2. t¿jc3, t¿jf6 3. t¿jf3, í2Jc6 4. g3, �b4 5. í2Jd5, ...

N

En comparación con la partida anterior, las blancas han sustituido �g2 por í2Jf3, rasgo que las negras pretenden explotar ahora.

5 . ... , t¿jxd5 5 . ... , �c5, 5 . ... , a5 y 5 . ... , e4 son tres al-

ternativas respetables. La textual no tiene nada de malo, a no ser por la manera como continúan las negras aquí. Dicho esto, y visto lo que les ocurre pronto, pica la curiosidad por saber qué les pasó por la cabeza al tomar en d5, forzando las cosas ya en la jugada 5 contra un ex cam­peón mundial.

6.cxd5, e4?

Page 133: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

132 E R R O R E S G A R R A FA L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V 1 T A R LO S

Es correcta 6 . ... , tL'ld4, dando a las blancas una oportunidad para que se equivoquen con 7. tL'lxe5?, VJ/ie7; entonces, 8. tL'ld3?? se mete en un mate ahogado en f3. Por tanto, el primer juga­dor tiene que hacer 8. f4, y se queda con una po­sición horrible después de 8 . ... , f6 9. e3 (9. tL'ld3, 'iVe4), fxe5 10. exd4, exf4+, etc. Debería jugar 7. tL'lxd4, exd4 8. 'iVc2, 'iVe7 9 . .,tg2, .,ta5 1 O. 0-0, 0-0 11. e3, y ahora 11 . ... , c5! ase­gura una partida nivelada.

Por lo que se refiere a 6 . ... , e4, no ser el pri­mero en jugar a ce hacer lo que haga el líder» pue­de ser arriesgado; el tiempo de ventaja que tiene el adversario exige que se le preste atención su­plementaria, por si acaso. Antes de pasar a la partida, ¿ve qué se les escapó a las negras?

7. dxc6, exf3 8. 'iVb3!, 1 -O

N

Es posible que Ree fuera demasiado feliz con 8. cxb7?, .,txb7 9. exf3, 'iVe7+, pues 10. 'iVe2, i.xf3 11. 'iVxe7+, r:t;xe7 12. l::t g1, .l:t heS está muy bien para las negras, y estuvie­se bastante contento con 8. e3, dxc6 9. a3, .,td6 1 O. 'iVxf3, etc., para advertir la ingeniosa réplica de Petrosián.

Una vez más, el alfil ha sido proclive a tener accidentes en b4 con excesiva rapidez, en este caso al estar clavado sobre el peón de b7, ya que (por ejemplo) 8 . .. . , a5 9. a3 1e obliga a irse, y a continuación 1 O. cxb7 gana material decisivo.

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14. MEGAERRORES

No creo en la suerte [ ... ] pero sí creo que es necesaria.

Alan Ball, futbolista y directivo inglés.

Este capítulo muestra errores garrafales que son más sorprendentes de lo habitual. ..

Incluso les sucede a ex campeones mundiales ...

Kárpov-J. Polgár Budapest (ajedrez rápido), 1998

B

75. �f3??,%-% Para ser justos, era una partida rápida (eso

es lo que decimos todos). De ocho casillas, siete eran inaccesibles pa­

ra el rey negro, y las blancas dan un pasito a la izquierda con la dama y baten también el último sitio. Asombroso. Tras haber visto que tantas partidas disputadas entre jugadores muy jóvenes acaban en ahogado, el consejo, en situaciones como la posición del diagrama, de «nunca sitúe la dama demasiado cerca del rey solitario del ri­val•• ( ¡a no ser que le dé mate!) siempre hay que tenerlo presente, así que los apuros de tiempo no deberían ser una excusa. Sin embargo, notará en este ejemplo que, en comparación con la ma-

yoría de los ahogados de manual (en los que pa­rece obligado suprimir toda pieza enemiga), las negras aún tienen un peón. Este peón, técnica­mente, como todos hemos aprendido a nuestra costa, basta para reclamar la partida si a las blancas se les agota el tiempo. No obstante, in­cluso agotándose los segundos, el procedimien­to de mate no llevaría tanto, y tampoco es necesario ser como Frítz y buscar la ruta más corta para alcanzar al rey enemigo. El mate es inevitable, así que mantenga la distancia.

... y a campeones mundiales Intentamos ser cuidadosos cuando las pie­

zas están atacadas en la apertura o el medio jue­go, y también debemos serlo en el final.

Lasker-Euwe Nottingham, 1936

N

El Dr. Max Euwe, entonces campeón del mundo, tiene una ligera ventaja debido al peón de dama aislado. Su caballo está atacado, así que Euwe contraataca:

1 . . .. , i,aS?? 2. b4! , i,xb4 3. tL\c2, 1 -O

Page 135: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

134 E R R O R E S G A R R A F A L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V 1 T A R L O S

..• y al «invencible»

Capablanca-Jaffe American National, Nueva York, 19 13

N

Las blancas, que ya han invertido un peón en su esfuerzo por generar algo en el flanco de rey, acaban de jugar g4xf5, anunciando que la colum­na ••g» va a ser el centro de atención durante la próxima fase de la partida.

23 . ... , <;t>h8 24. �g4, �g7 25. <;t>h1, �h6 26. M g1, �e7 27. f4, ...

Las blancas siguen socavando la posición enemiga.

27 . ... , exf4 28. �b2, ... Capablanca está impresionado por la combi­

nación de la columna «g» y la gran diagonal. La amenaza es 29. �xg5, explotando la clavada. 28. �xf4 da gran ventaja al bando blanco; p. ej.: 28 . ... , c6 29. e5, M g8 30. tLlf3 o 28 . ... , �d6 29. �xg5 (29. �e3, �g3), fxg5 30. �xg5, �xg5 31. M xg5, y las virtudes y debilidades de las estructuras de peones respectivas son, en la práctica, decisivas.

28 . ... , MQ8

29. �xf4??, ... Parece que las negras están sometidas a

presión; una línea de muestra es 29 . ... , �d6 30. �e3, �xh2 31. <;t>xh2, Mae8 32. Mg4, etc.

29 . ... , 4Jh3!

El rey blanco, que había vivido confortable­mente hasta este momento, tiene problemas de repente ahora que las negras han «defendido•• la columna ccg•• . En consecuencia, 30. �xh6 per­mite enseguida el mate en f2.

30. MXQ8+, MXQ8 31. �f1, �e3 0 -1 No podrá negarse al caballo la entrada en f2.

Otro caso de un agresor que asigna al rival el pa­pel de defensor y ya no se le ocurre pensar en la posibilidad de que pueda tener una jugada gana­dora.

¡Bien, Evans! En la posición siguiente, las negras tienen

una pieza de ventaja y pueden eludir con facili­dad el ataque doble mediante 48 . ... , �f6 por-

Page 136: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

ME GAERRORES

que gxf4 consiente el mate luego de ... , �xh4+, etc. En vez de eso, eligieron la ruta directa hacia la victoria.

Evans-Reshevsky Nueva York, 1964

N

48 . ... , �xg3?? Se dice que Evans alargó la mano y que

cuando Reshevsky iba a aceptar el abandono, vio que Evans, en realidad, se disponía a jugar ...

49. �g8+!!, <;t>xg8 50. Uxg7+, %-%

N

Se acordaron las tablas porque toda captura da por resultado el ahogado, y el rey negro no tiene escapatoria, pues si 50 . ... , c;t>f8 51. U f7+, c;t>e8, la torre se convierte en su sombra; p. ej.: 52 . .l,de7+, c;t>d8 53. ,Ud7+, etc.

135

¡Recuerde cómo se mueven las piezas!

Los alfiles se mueven en diagonal. Sí, usted ya lo sabía, pero el GM Rogozenko está a punto de olvidarlo:

Rogozenko-Ki. Georgiev Skopie, 2002

Tenemos una posición de lo más normal. Y el curso de la partida también fue bastante nor­mal. Durante algunas jugadas.

14. i,a6, i,e4 15. h3, bi,fd8 16. ldfd1, .:{Jb8

Esto parece bastante negativo. 17. i,b5, a6

8

18. i,e1??, ... Rogozenko: cela gran diagonal resultó "de­

masiado grande" para mí, ya que no observé que la torre de a8 está protegida [ ... ]». 18 . .:{Jg5, y la posición está nivelada.

18 . ... , axb5 O -1

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136 E R R O R E S G A R R A FA L E S E N A J E D R E Z . e O N O e E R L O S . E V I T A R L O S

¡Recuerde las reglas! Ahí va uno divertido:

T. Ruck-Dely Campeonato de Hungria por Equipos, 1998

En la posición del diagrama, las negras vie­ron un modo de conducir la partida a un medio juego sin damas.

7 . ... , tt::lxe4 8. tt::lxe4, dS 9. tt::lf3, ... 9. _ig5 parece mejor. 9 . ... , dxe4 10. �xd8+, �xd8 11. tt:Jgs,

�e8 12.tt::lxe4, _1d7 Las blancas se han adelantado en el desa­

rrollo, pero no pueden generar nada especial. Podríamos estar a punto de ver unas tablas rápi­das o un largo final, según el estado de ánimo de los jugadores.

13. 0-0, _ic6 14. lle1, tt::ld7 1S. _if4, tt::lcS 16. tt::lc3, 1 -O

Para desgracia suya, el segundo jugador (MI, 2.410) hizo 16 . ... , 0-0-0, tras haber olvidado de al-

guna manera que en solamente cinco jugadas ya había movido el rey dos veces. En ocasiones, los jugadores se salen con la suya infringiendo las re­glas así (o nadie se da cuenta hasta después de la partida) -incluso en el nivel más alto-, pero esta vez la realidad fue que las negras, al haber tocado el rey, tuvieron que jugarlo. Es irónico que la última jugada blanca llevara consigo la amenaza de ob­tener ventaja decisiva mediante 17. b4, y ninguna jugada de rey hace nada para encarar este proble­ma como es debido; de ahí el abandono.

Lo que hace que este bochornoso «error ga­rrafal•• sea todavía peor es que fueron las negras las que iniciaron la secuencia de cambios, lo que debe de significar que habían tenido en cuenta la renuncia al derecho a enrocar al decidirse por 7 . ... , tt:Jxe4.

Autodestrucción Como plan global de autodestrucción, la par­

tida ••brillante» que sigue va a ser difícil de supe­rar (por decirlo as�.

Ganguly-Venkatesh Campeonato de la India, 2003 Defensa Siciliana

1. e4, eS 2. tt::lf3, tt::lc6 3. d4, cxd4 4. tt::lxd4, tt::lf6 S. tt::lc3, d6 6. _igs, _id7 7. � d2, .1::!. c8 8. 0-0-0, tt::lxd4 9. �xd4, �aS 1 O. h4, eS 11. �e3, tt:Jg4 12. �e1, ...

N

Con el correr de los años, he jugado casi to­das las defensas contra 1. e4, y la Siciliana resul-

Page 138: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

ME GA ERRORES

tó ser la más frustrante. Una jugada puede esta­blecer la diferencia sea cual sea la apertura, pero en la Siciliana incluso los jugadores fuertes pue­den cometer errores garrafales y no ser cons­cientes de las desgraciadas consecuencias que conllevan hasta mucho más tarde, cuando la par­tida ha terminado. Así es la naturaleza de la ma­yoría de las líneas principales de la Siciliana: ambos bandos tienen muchas oportunidades de generar actividad o crear confusión, y sin embar­go puede llevar tiempo determinar la validez de estas ideas. En consecuencia, podemos empren­der el camino tan campantes, metiéndonos en tal o cual escaramuza o contraataque, y acabar dándonos cuenta de que en alguna parte hemos perdido el norte ...

Un rasgo posicional importante de esta Sici­liana es el agujero de d5, casilla que las negras, que son mano, han abandonado en su deseo de ejercer la acostumbrada presión sobre el rey blanco. De hecho, hay un medio de conseguir que su juego de apertura produzca dividendos aquí, a saber, el sacrificio de calidad en c3, bas­tante convencional y, cierto es, especialidad de la casa; la captura con el peón, forzada (13. �xc3?, �xc3 14. bxc3, t¿jxt2), deja la protec­ción blanca gravemente maltrecha y ofrece al se­gundo jugador compensación suficiente. En cambio, las negras echaron mano de otro recur­so y utilizaron el fiel peón «b>> .

12 . ... , b5? 13. �b1, b4 14. t¿jd5, ...

N

14 . ... , b3?? El quid -por desgracia para las negras- es

137

que se altera de manera radical el curso de la partida creando un desequilibrio de material.

B

15. �xa5, bxc2+ 16. �c1, cxd1�+ 17. �xd1, tt:Jxf2+ 18. �e1, t¿jxh1 19. �d8+!, 1 - o

N

¿Había visto esto después de 14 . ... , b3 o, quizás, antes incluso? En realidad, no importa, porque aunque no hubiese el cómico mate aho­gado que sigue, 19 . ... , .a; xd8 20. tt:Jc7#, las blancas estarían claramente mejor. La dama con­tribuye mucho más al juego que las dos torres negras: una está enterrada en la esquina, la otra no tiene apoyo. Dicho de otra manera, el plan ne­gro era horrible de todos modos, pero se elevó a la categoría de desastroso al haber un mate de autobloqueo en el tablero. Más aún, con ... , b3 las negras fuerzan lo que sigue, y los errores ga­rrafales que ni siquiera dan al adversario la po­sibilidad de equivocarse no tienen la menor posibilidad de pasar inadvertidos.

Page 139: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

15. LA DI MENS IÓN DES CONOCIDA

Para acabar el libro, tenemos algunas par­tidas en las que los errores garrafales son los resultados. Una vez abandoné una partida contra un fuerte GM después de que la posi­ción se hubiera repetido dos veces y media y mi próxima jugada no le dejaba mejor opción que ¡permitir la repetición completa! Me estaba defendiendo e iba bastante mal de tiempo (na­da de lástima, pues) y por alguna razón no me gustó el cariz de su última jugada, muy agresi­va. Así que abandoné. No puedo explicar bien por qué. Sin embargo, ahora sé que en mu­chos casos es lógico dejar que la partida siga su curso natural, que es lo que algunos de los jugadores que figuran a continuación deberían haber hecho.*

Arrancamos este capítulo con una vieja joya.

Von Popiel-Marco Montecarlo, 1902

B

Las blancas llevan las riendas cómodamen­te, y 35. e6 es una manera eficaz de explotar la precaria situación del rey negro; p. ej.: 35 . ... , 'iVxe6 (si 35 . ... , .Id dS, la réplica 36. e5 es fuer­te) 36. M fS+, Wh7 37. e5+, g6 3S. M f6, �es

39 . .M xg6, WhS 40. e6, etc. En vez de eso, en­cuentran lo que parece asimismo un aséptico método de victoria.

35. éLlfS?, ¡vxe5 Las blancas pueden seguir adelante con 36.

éLlh4, �es 37. e5. 36. l:!.d1??, 1 -o

N

El alfil clavado mueve a las negras a abando­nar. Estaban perdidas justo un momento antes, de todos modos ... ¡pero ahora ganan gracias a 36 . ... , jLg1!

Si el alfil está atacado, las negras, por lo me­nos, deberían haber buscado un lugar peligroso en el que ponerlo antes de abandonar, en espe­cial cuando todo lo que se necesita para que el plan blanco fracase es una jugada de libre dispo­sición con la que cambiar las tomas en la colum­na «d>> . Curioso descuido.

Búsquese un «salvoconducto» Antes de abandonar, eche al menos un vista­

zo en busca de cualesquiera recursos que pudie­ra tener.

"Este mismo consejo da Klaus Trautmann en El último error. 128 partidas abandonadas erróneamente (Hispano Europea). (N. del t.)

Page 140: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

LA DI ME N S IÓ N DES CO N OCIDA

M. Mitkov-V. Georgiev Albania, 2001

B

Las blancas abandonaron en esta posición porque tomar la dama pierde, simplemente, por ... , U xf1 + y ... , hxg3+, tomar la torre pierde la dama y la dama y la torre, en efecto, no pueden moverse.

No parece muy prometedor para las blancas, pero, de hecho, ganan de manera sencilla con 43. tt::lf5+!, gxf5 44. �xg3+, hxg3 45 . .id xc1, y la torre domina.

¿Abandonar o dar mate? La respuesta debería ser obvia, pero es sor­

prendente ver cuántos son los que eligen la pri­mera opción.

Pedersen-Bergstrom Campeonato de Europa de Clubes, Halkidiki, 2002

N

139

Las blancas acaban de jugar la dama a e5. El rey negro es el más expuesto de los dos, y el segundo jugador abandona el final porque el cambio de las damas deja el peón «C» libre y re­tirarse consiente el mate en h8. La alternativa a abandonar es encontrar la línea 54 . ... , �xe5 55. fxe5, f4!

B

Las blancas no pueden escapar del mate.

Juegue ... Dudo mucho que las negras hubieran aban­

donado la partida siguiente ante un jugador infe­rior. El caso es que, al estar sentado ante el imponente y legendario Korchnói, el MI belga tiró la toalla en una posición que tenía ganada.

Korchnói-Van der Stricht Campeonato de Europa por Equipos, Plovdiv, 2003

N

1 -o

Page 141: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

140 ERROR E S GARRAFAL E S E N AJEDREZ. e O N O e E R LO S . E V 1 T ARLO S

Al ver que el gran Korchnói situaba la torre de manera tan amenazadora en g6 (desde g4), las negras abandonaron porque no querían despren­derse de la dama o «seguir las formalidades" de permitir el mate con �xh6# (explotando la cla­vada del peón de g7). Sin embargo, en vez de re­matar con estilo un bonito ataque, la optimista jugada de Korchnói debería haber conducido a una posición indefendible para las blancas des­pués de 36 . ... , tt:Jxe5! 37. 1:t xe6, tt:Jxd3.

8

Ahora hay la mortífera amenaza ... , tLlf4+, y el quid es que 38. g xh6+ no conduce al mate en h6 porque 38 . ... , gxh6+ es jaque (!), después de lo cual 39. �f1, .U. g6 da demasiado a las ne­gras por la dama.

Juegue ...

Recuerde las reglas (y 2)

Sznapik-Van Gils Lieja, 1986

N

Las negras, que son mano, no pueden tomar el alfil en vista de 'l:Wxg6+, seguida de mate en f7, y, al no ver defensa contra el jaque terminante en g6 ni contra j,xg7, abandonaron. Sin embar­go, podían haberse enrocado, sencillamente, y el peón de ventaja se dejará sentir.

Todo el monte podría ser orégano ...

En el próximo ejemplo (GM contra GM), las blancas están tan sorprendidas por su buena suerte que no se dan cuenta de que podrían ha­ber tenido más suerte.

Kurajica-Kozul Split, 200 1

N

Las negras, que son mano, tienen un buen peón más y la posición del rey un poco mejor, da­do que controlan f3.

64 . ... , 'l:Wc3?? La dama ya estaba bien situada. 64 . ... , b3,

que es obvia y amenaza ... , b!. c2, gana con faci­lidad. Ahora las blancas ven un agujero para su dama.

65. 'l:Wd6!, .U,c5?? Me da en la nariz que al segundo jugador se

le escapó la jugada 68 del adversario, aunque esto es de todos modos un error garrafal, si bien consecuente con la equivocación anterior. Luego de 65 . ... , .U. c7 66. 'l:Wf8+, �h7 67. 'l:Wg8+, �h6 68 .. .u d4, f5 69. 'l:Wh8+, .u h7 70. 'iVf8+, .l::!. g7 71 . .1::1. xb4, 'l:W a3, la partida está nivelada.

66. 'l:Wf8+, �h7 67. 'l:Wg8+, . ..

Page 142: Errores Garrafales en Ajedrez - A. Dunnington

LA DI ME N S IÓ N DES CO N OCIDA

Es probable que 67. �xf7+ sea lo que ha­bían visto las negras; entonces, 67 . ... , �g7 68. � e6, ld e5 no está claro (pero lo que está claro es que las negras no ganarán).

67 . ... , <;i;>h6 68. l:!_d4!, ...

N

El bando negro paga el precio por aventurar­se a ir a c3. En comparación con el diagrama ini­cial, tenemos una historia de todo punto distinta: el peón «b•• es intrascendente, y lo único impor­tante es la salud de los reyes. La amenaza de mate en una en h8 exige atención de inmediato.

68 . ... , g5 68 . ... , .l::tc8 69. �xf7, ldc7 (69 . ... , �c7

70. bi. d7) 70. �f8+, �h7, y las blancas pueden elegir entre ambas maneras de capturar en b4.

69. �h8+, ... 69. U d6+, f6 70. .l::i. d7 es más preciso y

también habría señalado el camino correcto al primer jugador. Sin embargo, recuerde que sola­mente hace cinco jugadas estaba a punto de caer derrotado y desde entonces se ha recupera­do explotando la posición del rey enemigo con un par de jaques. Recobrar medio punto en tan po­co tiempo le deja a uno muy satisfecho.

69 . ... , �g6 70. 1:í. d6+, f6%-% Se ha dejado al bando blanco salir del atolla­

dero, y coge las tablas que parecían casi imposi­bles no hacía más que unos momentos. Después de 71. �g8+, �f5 (71 . ... , �h6 72 . .l:1d7) 72. �h7+, �e5 73. �e7+, �f5 puede perdonár­sele (quizás) por creer que no hay nada más que jaque continuo, pero una mirada más detenida -y un poco más de ambición- revelan un mate por fuerza: 74. g4+!, hxg4 (74 . ... , �xg4 75. �xe4 mate; 74 . ... , �g6 75. 1:t d7) 75. h5.

14 1

N

El mate (en una) es inevitable. Si los recuer­dos que tenían las blancas de los acontecimientos anteriores de la partida se hubiesen borrado en la jugada 70, no hay duda de que el experimentado GM habría encontrado el modo de ganar, pero te­nía nublada la mente por la bonificación de las ta­blas.

Ofrecer tablas a destiempo A fin de intentar apreciar qué subyace en la

negativa manera de pensar que muestra Korch­nói -inusitada en él- al final de la próxima parti­da, merece la pena empezar por el principio.

Korchnói-Luther Essen, 2002 Apertura Catalana

1. d4, e6 2. c4, d5 3. ltJ c3, c6 4. ltJ f3, ltJ f6 5. g3, dxc4 6. �g2, tt::lbd7 7. o-o, b5 8. �g5!?, �b7 9. a4, �b6 10. tt:Jes, tt::lxe5 11. aS?, ...

Korchnói da 11. dxe5, tt::ld5 (11 . ... , tt::ld7 12. tt::le4) 12. axb5; p. ej.: 12 . ... , tt::lxc3 13. bxc3, cxb5 14. �xb7, �xb7 15. �d4 o 12 . ... , cxb5 13. �xd5, exd5 14. tt::lxd5, �c6 15. e4, �c5 16. b4!; por sus comentarios, está claro que no está cómodo con la manera como ha ido la aper­tura.

11 . ... , �a6 12. dxe5, tt::ld5 13. tt::le4, h6 14. �e3, ...

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142 ERRORES GARRAFA L ES E N AJEDREZ. CO N OCER L OS . EVITAR L OS

N

Por el peón, las blancas tienen ventaja de de­sarrollo y dominan las casillas negras, que es a lo que atiende la última jugada.

14 . ... , tbxe3 14 . ... , 0-0-0 15. �c5! pone el cepo a los es-

caques negros, así que el segundo jugador se desprende de su buen caballo. El bando blanco se queda con tres peones "e", pero a estas altu­ras Korchnói necesita irrumpir de alguna manera -o, al menos, eso cree-.

15. fxe3, :! d8

16. �xd8+, ... Korchnói: «Desesperación. Y podría decirse,

todavía sin motivo". Recomienda, en cambio, 16. �c2, �e7 17 . .U. f4, 0-0 18. t¿jf6+, con ataque; 16 . ... , l:i,d5 17. I;!.f4, l;Ixe5 18. ldaf1, f5 19. � c3, .ld d5 20. lb f6+! parece que crea proble­mas.

16 . ... , Wxd8 17. b!xf7, ...

Con la artera amenaza 18. gxf8+! y 19. tbc5, cazando la dama.

17 . ... , b4 17 . ... , c3 1a sugiere Korchnói, y da la impre-

sión de que las negras llevan la voz cantante. Sin embargo, en posiciones complejas es bastante posible que ninguno de los bandos esté conten­to con su suerte, y en no más de tres jugadas la partida ha acabado.

18. b!d1+, �ea?? 18. . .. ' Wc8 pide a gritos que se juegue;

p. ej.: 19. k! dd7, c3 20. bxc3, bxc3 21. tbxc3, �c5 o 21. b!c7+, �b8 22. gxb7+, �xb7 23 . .l:;!.xb7+, �xb7 24. t¿jxc3, �c5.

19 . .l:;!.dd7, c3 20. t¿jd6+ 1/2-%

N

Korchnói: «En este momento me di cuenta de que las blancas no pierden y, mientras hacía la jugada, ofrecí tablas. Entonces, pocos segun­dos después, ¡vi que las blancas tienen más que jaque perpetuo, que las negras no pueden evitar el mate!•• .

Para que un luchador como Korchnói ofrezca tablas en posición ganadora, debe de haber es-

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LA DI ME N S IÓ N DES CO N OCIDA

tado verdaderamente incómodo durante buena parte de la partida, descontento de la manera en que jugó la apertura. Mientras tanto, el segundo jugador, un GM muy bueno, se las había inge­niado para idear una posición perdida con 18 . ... , �eS??, cuando la alternativa parecía decisiva. ¿Lo hizo porque poner el rey en e8 ccobligaba•• a su ilustre adversario a hacer tablas?

Sea como fuere, después de 20 . ... , �xd6 21. exd61as negras están perdidas por completo; p. ej.: 21 .... , �xa5 22 . .8. fe7+, <;!ita 23 . .8. xb7.

N

Ahora (dejando aparte 23 . ... , 'iVb6), la par-tida podría terminar así: 23 . ... , 'i¡yda 24. ld f7+, <;itgB 25. b:i.xg7+, �f8 26. llbf7+, �ea 27. �xc6+, etc.

Acabe la partida

Svidler-Anand Dos Hermanas, 1999

8

143

Empecemos por aquí. Recuerde que los ca­ballos son malos defensores cuando se enfren­tan a un peón pasado o dos, en especial cuando los peones están separados por varias colum­nas. Eso es lo que ocurre en esta posición y ha­ce que la tarea del rey sea asimismo inútil.

65. �e2!, l¡jc7 65 . ... , �xf4 66. h6. 66. �d3, ... Se avecina un Zugzwang. 66 . ... , �f6 Hay que entregar e4. 66 . ... , liJaS 67.

�xd4, y el rey negro tiene que quedarse sin ha­cer nada mientras el blanco va a b7.

67. �e4, ... No 67. �xd4??, fijb5+ 68. �e4, liJxa7, y

tablas. 67 .... , �fl 68. f5, �f6 O bien 68 . ... , �g7 69. �d3, �f6 70. h6. 69. h6, �fl % -%

8

Después de haber hecho los progresos ne­cesarios, las blancas consienten las tablas. Y no juegan hasta el final. No sé si Peter era todavía un adolescente cuando lo conocí, pero era muy simpático, ingenioso y tenía buen humor, y así ha continuado con el correr de los años. Ciertamen­te, aquí es muy amable, porque 70. �xd4 gana ahora que los peones han avanzado más; p. ej.: 70 . ... , fijb5+ 71. �c5, liJxa7 72. <;itb6!, liJeS+ (72 . ... , �g8 73. f6! [73. �xa7??, �h7 74. �b6, �xh6 75. �c6, �g5]73 . ... , liJeS+ 74. �c7, fija? 75. �d7) 73. �c7, y no impor­ta qué camino siga el caballo. Podemos empezar por 73 . ... , liJa?: 74. �d7, liJb5 75. h7, �g7 76. f6+, �xh7 77. f7, �g7 78. �e7 o 74 . ... ,

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144 ERRORES G A RR A F A LES E N A JEDREZ. CO N OCERLOS . EVI T A RLOS

�f6 75. h7!, �g7 76. f6+, �xh7 77. f7, �g7 78. �e8!, etc.

Esto deja 73 . ... , ti:Je7, que parece más lógi­ca. Entonces, 74. h7, tjjd5+ 75. �d6, �g7 76. �xd5, �xh7 77. �e6, �g7 78. �e7 es sen­cillo, y 74 . ... , �g7 se mete en 75. ffi+!

N

Sin duda, esta horquilla es lo que se le esca­pó a Svidler, pero podemos perdonárselo, desde luego. Sin embargo, estoy seguro de que la ha­bría descubierto con facilidad si hubiera seguido jugando, al acercarse la situación. Vale la pena asegurarse de que el análisis es correcto, sa­biendo que no hay nada que perder (y en este caso sería bonito equivocarse).

Casi cinco años más tarde, Svidler se las in­genió para cometer el mismo error; esta vez, el beneficiario del medio punto de bonificación fue Krámnik:

Krámnik-Svid.ler Wijk aan Zee, 2004

El marcador está nivelado, pero las blancas tienen un peón pasado. La presencia de las torres también beneficia al agresor, así que las negras conducen la partida hacia las tablas forzando un cambio.

N

42 . ... , ,U.e3 43 . .l::!. xe3, ..txe3 44. �b5, �e5

Abandonando el inútil peón «f•• a fin de no perder de vista el peón «C••, más importante.

45 . ..txf7, �d6 46. c4, ..tf2 47 . ..tes, �e7 48 . ..tes, �d6 49 . ..tb7, 1 -o(??)

N

El súper GM abandonó aquí porque pensó que contener el peón «C•• , defender el de a5 y mantener al rey blanco fuera del flanco de rey era una misión imposible. Para desgracia suya, no todo esto es necesario, ya que las negras pue­den desentenderse tranquilamente de su peón <<a••, después de lo cual el primer jugador no pue­de penetrar. Además, el plan para hacer tablas es sencillo: se mantiene el alfil en la diagonal g1-a7 y, cuando el monarca blanco intente cruzar esa barrera, el rey negro le cierra la puerta. A mo­do de ejemplo, a �a6 se contesta ... , �c7, o a �d3, ... , �e5.

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Fernando Ruiz
Texto escrito a máquina
FRR