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Entre la cultura, el lenguaje, lo "social" y los actores: la nueva historiografía anglófona sobre la Revolución francesa Author(s): Álvaro Santana Acuña Source: Historia Social, No. 54 (2006), pp. 157-181 Published by: Fundacion Instituto de Historia Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40340987 . Accessed: 08/08/2011 13:12 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social. http://www.jstor.org

Entre la cultura, el lenguaje, lo 'social' y los actores ... · francesa seria uno de los ejemplos paradigmaticos actualmente. Desde esta premisa de la internacionalizacion investigadora,

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Entre la cultura, el lenguaje, lo "social" y los actores: la nueva historiografía anglófona sobrela Revolución francesaAuthor(s): Álvaro Santana AcuñaSource: Historia Social, No. 54 (2006), pp. 157-181Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40340987 .Accessed: 08/08/2011 13:12

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Perspectives historiogrdficas

ENTRE LA CULTURA, EL LENGUAJE, LO "SOCIAL" Y LOS ACTORES: LA NUEVA HISTORIOGRAFIA ANGLOFONA SOBRE

LA REVOLUCION FRANCESA*

Alvaro Santana Acuna

Quienes al iniciar este articulo piensen que la Revolution francesa, efectivamente, est terminee -como proclamara Frangois Furet-; que los debates del bicentenario de 1989 estan tamDien mas que terminaaos; que la histona de la Kevolucion (incluida su histono- grafia) es de sobra conocida por todos; y que, en definitiva, consideren que sobre la Revo- lution no hay nada nuevo que descubrir, contar o explicar -y mucho menos si algo anglo- fono esta de por medio- se les invita a finalizar la lectura en el proximo punto y aparte, ya que a partir de este se defendera todo lo contrario.

Cronologicamente, la Revolution francesa est terminee, pero no est morte histo- riograficamente. Tras su bicentenario, la Revolution ha continuado siendo una mina ina- gotable de investigation empirica y un laboratorio privilegiado para la teoria en historia y ciencias sociales. La restauracion explicativa de la politica, el ascenso (y actual casi-

* Este articulo forma parte de la investigation llevada a cabo principalmente en la Stanford University (EE.UU.), bajo la supervision de Keith Baker, y en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris, bajo la de Roger Chartier. Mas inmediatamente, es en parte el resultado de las conferencias pronunciadas en la Universidad de La Laguna (Espana) en el seminario de Miguel Cabrera "La situation de la historia" en el 2003 y en la Ecole des Hautes Etudes en el de Jordi Canal "Histoire de la contre-revolution en Europe au XIXe sie- cle" en el 2005. Junto a los agradecimientos incluidos mas adelante, deseo aqui agradecer a K. Baker, M. Ca- brera, R. Chartier y Teresa Norefia su confianza y asistencia en esta investigation. Tambien a Ignace Adant, J. Canal, Betlem Castella y Patricia Martin por sus criticas y sugerencias al texto. Salvo indication expresa, to- das las traducciones son del autor. La financiacion provino de los programas de becas F.P.I, y Fulbright. E- mail: [email protected]

Historia Social, n.° 54, 2006, pp. 1 57- 1 8 1 . | 157

monopolio) de la historia cultural, la influencia del giro linguistico, la crisis de la historia social, el retorno del sujeto, la explosion de la historia de las mujeres y del genero, asi como de los estudios postcoloniales, son rasgos que caracterizan el curso teorico y temati- co de ambas, historia y ciencias sociales, en los ultimos veinticinco aiios. Absolutamente todos han sido no solo aplicados a investigaciones sobre la Revolucion, sino que ademas entre sus principales adalides figuran precisamente especialistas de la misma.

Sin embargo -he aqui la novedad-, una parte sustancial de este desarrollo no ha teni- do lugar en Francia, sino en el contexto anglofono -sobre todo, en los Estados Unidos e Inglaterra-. Si se desea tener constancia de los ultimos avances teoricos y empiricos en el estudio de la Revolucion tras el bicentenario, ha de dirigirse, pues, la atencion del hexago- no frances hacia los trabajos realizados al otro lado del Canal de la Mancha, del Oceano Atlantico e, incluso, del mundo -caso de Australia-. Nuestro primer objetivo, por tanto, es advertir cierta migracion del centro de gravedad de la investigacion tras el bicentenario al contexto anglofono y su perceptible ralentizacion en Francia tras el boato (historiografico) de 1989. l Afirmar lo anterior no significa necesariamente defender que en la actualidad la mejor investigacion sobre la Revolucion sea la anglofona, sino percatarse de que Francia no ostenta hoy en solitario la supremacia de los estudios historicos sobre la Revolucion. Una explication plausible es la creciente internacionalizacion -o globalization- de la in- vestigacion cientifica, que hace cada vez mas complejo el dominio de historiografias na- cionales sobre eventos y procesos historicos tradicionalmente considerados clave para la genesis del mundo moderno y contemporaneo occidental. 2 En este sentido, la Revolucion francesa seria uno de los ejemplos paradigmaticos actualmente.

Desde esta premisa de la internacionalizacion investigadora, se propone, a continua- tion, una sintesis de la historiografia anglofona mas relevante sobre la Revolucion tras el bicentenario. Este viaje historiografico alrededor del mundo es analitico mas que descrip- tivo, dado que el objetivo central es caracterizar las que consideramos tendencias teoricas de vanguardia (organizadas en torno a los terminos de cultura, lenguaje, "social" y acto- res) y, a su vez, ofrecerlas como posible cuadro clasificatorio del panorama actual de la historiografia en general, en la medida en que tanto esta como la vanguardia historiografi- ca de la Revolucion buscan, en esencia, resolver el interrogante acerca de la naturaleza del espacio de mediation entre la accion de los seres humanos y el condicionamiento externo. Interrogante que hoy se responde -segun la tendencia- haciendo uso de la esfera cultural, la construction lingiiistica de la realidad, la determination de las estructuras socioecono- micas o la accion consciente del sujeto racional. Cada tendencia sera introducida teorica- mente de modo sumario, a lo que seguiran sus autores mas representativos para la Revolu- cion francesa. (No obstante, son varios los historiadores estudiados que interaccionan con mas de una tendencia.) Dado que este articulo persigue familiarizar por primera vez a una audiencia castellano-parlante con un volumen importante de nueva investigacion y en aras de una mayor claridad expositiva, no se abordaran los debates internos entre los autores, sino exclusivamente la presentation de sus tesis centrales y su relevancia interpretativa.

1 Para la evaluation mas actualizada del estado de la historiografia francesa sobre la Revolucion tras el bi- centenario: M. Lapied y C. Peyrard (dirs.), La Revolution francaise au carrefour des recherches, Univ. de Pro- vence, Aix-en-Provence, 2003. Vease nuestra resena en French History, 19:2 (2005), pp. 280-3. Para los resul- tados historiograficos del coloquio anterior: J.-C. Martin (ed.), La Revolution a Vceuvre, Presses Univ. de Rennes, Rennes, 2005. Para un analisis sumario de la situation de la profesion historica francesa: P. Anderson, "Degringolade" y "Union sucree", London Review of Books, 26:17-18 (septiembre 2004) -or. Id., La Pensee tiede, Seuil, Paris, 2005.

2 Una reflexion similar en: G. Iggers, Historiography in the Twentieth Century, Wesleyan UP, Hannover y Londres, 20052, esp. epilogo. 158

PreAmbulo: Clasicismo vs. revisionismo y la historiografia del post-bicentenario

Hasta finales de los anos setenta del siglo xx, la interpretation clasica de la Revolu- tion -encarnada entonces por Albert Soboul- dominaba incontestada. La Revolution era explicada como el resultado de un proceso social y economico que acabo radicalmente y por completo con un modelo de sociedad casi milenario, el Antiguo Regimen, sustituyen- dolo por la sociedad burguesa liberal-capitalista. El ano 1789 marco, en suma, el triunfo de la burguesia sobre otras clases sociales.

Tras su publication en 1978, Penser la Revolution frangaise de Frangois Furet sento definitivamente las bases (en Francia) de una nueva interpretation que paso a ser conocida popularmente como revisionismo; iniciado la decada anterior en el contexto anglofono por parte, sobre todo, de Alfred Cobban y George Taylor. Furet propuso la rehabilitation de la politica y una vision de larga duration de la Revolution. Asi, esta no se explicaba como una lucha de clases sociales sobre la base del condicionamiento socioeconomico, sino como el resultado del colapso politico e institucional de una monarquia francesa en pleno proceso de reforma y transformation de su cultura politica. Sin este colapso, la Revolu- tion no hubiese sido necesaria. De hecho, esta resulto liberticida, mas que libertadora, pues, segun Furet, la violencia fue consustancial a la propia Revolution desde 1789 y no tan solo durante el Terror (1793-1794). La revision de Furet implico, grosso modo, susti- tuir lo social por lo politico; pasar de una revolution social con consecuencias politicas a una revolution politica con consecuencias -entre otras- sociales. Esta interpretation do- mino ampliamente la celebration del bicentenario en Francia y, tambien, en el contexto anglofono. 3

Mas alia de su dimension politica (o, si se quiere, ideologica), el debate entre clasicis- tas y revisionistas encarno, en realidad, el profundo cambio historico asociado a la percep- tion y conceptualization contemporanea del objeto "revolution" -en el que aiin estamos inmersos-. Este debate ha modificado sustancialmente la explication de los origenes, au- toria y desarrollo de las revoluciones -no exclusivamente la francesa-, 4 dado que ha cues- tionado su naturaleza exclusivamente social, su caracter rupturista y su desarrollo progre- sivo. No en vano, insiste en la importancia de factores representacionales o culturales, subraya la continuidad entre el antes, el durante y el despues de la revolution y, por ulti- mo, se interroga nuevamente sobre si sus consecuencias inmediatas fueron el progreso y la liberation. En efecto y al menos para el caso frances, resulta sintomatica la aceptacion del concepto "cultura politica" -central en la revision furetiana-, que es hoy empleado tanto por seguidores de Furet como por historiadores sociales. Tras 1989, se ha convertido en patrimonio de las cuatro tendencias, razon por la que la nueva historiografia anglofona no puede comprenderse sin este concepto. Aunque es cierto que su significado varia sustan- cialmente segiin la tendencia (y por tanto su position explicativa), la cultura politica trata, basicamente, de caracterizar el conjunto de lenguajes y practicas politicas mediante las cuales las politicas pre y revolucionarias se desplegaron.

Otro concepto clave del post-bicentenario es el de esfera piiblica (o espacio piiblico). Asociado a la obra clasica de Jiirgen Habermas Strukturwandel der Offentlichkeit, 5 una

3 Para su influencia en el marco anglofono: K. Baker et al. (eds.), The French Revolution and the Creation of Modern Political Culture, Pergamon Press, Oxford y Nueva York, 1987-1994. 4 vols. 4 Ejemplos actualizados del debate en otras revoluciones son: para la inglesa, N. Carlin, The Causes of the English Civil War, Blackwell Publishers, Oxford, 1998; para la mexicana, T. Benjamin, La Revolucion, Univ. of Texas Press, Austin, 2000; para la rusa, O. Figes y B. Kolonitskii, Interpreting the Russian Revolution, Yale UP, New Haven y Londres, 1999; y para la china, R. Bin Wong, China Transformed, Cornell UP, Ithaca y Lon- dres, 1997, esp. cap 11. Para una sintesis del estado actual de la teoria revolucionaria: J. Goldstone, "Toward a Fourth Generation of Revolutionary Theory", Annual Review of Political Sciences, 4 (2001), pp. 139-87. 5 Luchterhand, Neuwied am Rheim y Berlin, 1965 (1962). 159

parte sustancial de la investigation tras 1989 pasa por aceptar o refutar su aplicacion al si- glo xvm frances. Tal y como la define Habermas, la esfera publica es "la esfera de gente privada que se reiine como publico" (Habermas, 1965: 38). Esta esfera aparecio a lo largo del siglo xvm europeo como resultado de la expansion de la economia de mercado, consti- tuyendose como un nuevo espacio institucional y sociocultural -esto es, "lo piiblico"- dentro del cual comenzo a operar un nuevo grupo: la burguesia. Este grupo articulo su opinion (convertida en "opinion publica") como un instrumento de poder para definir sus intereses frente a los de las autoridades piiblicas. Mediante la opinion publica, por consi- guiente, la burguesia transformo sus intereses privados en el "bien publico" de la colectivi- dad y apoyo politicamente esta transformation a traves de la esfera publica.

Este sucinto cuadro conceptual se completa con el jansenismo. Junto a la reevalua- cion de la influencia de la Ilustracion, este ocupa tras el bicentenario una position capital como uno de los motores intelectuales de la Revolution. Brevemente, el jansenismo fue un movimiento de reforma surgido dentro de la iglesia catolica a partir de mediados del siglo xvii. Los jansenistas defendian que la salvation solo era posible a traves de la gracia divi- na y predicaban la penitencia verdadera y un modo de vida mas ascetico. Ya en el siglo xvm su influencia se extendio a la corte real, los abogados, a todos los escalafones del cle- ro frances y, a traves del clero parroquial, a los laicos. Ante su expansion, Luis XIV y Luis XV, en coalition con el catolicismo jesuitico y vaticano, lo atacaron y prohibieron al ame- nazar su control de la iglesia francesa y cuestionar el absolutismo de derecho divino. Sin embargo, el resultado fue el opuesto y la monarquia claudico a mediados del siglo xvm. Su relation causal con los origenes de la Revolution estriba en que la lucha contra el jan- senismo se convirtio en un vehiculo crucial para criticar a la monarquia absolutista y, tam- bien, a la alta jerarquia catolica no-jansenista. Teologicamente, el jansenismo proclamaba el uso (libre) de la conciencia e independencia individuates, en un contexto en el que la in- 160 |

fluencia de la Ilustracion era tambien creciente. Por tanto, el jansenismo proporciono va- rias de las instancias conceptuales de oposicion a la cultura politica del Antiguo Regimen y sento las bases para la generation de la cultura politica revolucionaria.

El reconocimiento de la importancia del jansenismo revela, finalmente, que el dialo- go entre el Antiguo Regimen y la Revolution sigue presente en la historiografia anglofona post- 1989 -frente a la tesis clasica de la ruptura de 1789-, por lo que se tiende a subrayar la continuidad historica entre ambos mediante prestamos culturales, linguisticos, sociales o practicos. De hecho, esta historiografia insiste en que la Revolution francesa pertenecio al siglo xvm (no al xix), pero que -al mismo tiempo- no lo goberno. En otras palabras, frente a la biisqueda obsesiva de los origenes revolucionarios, nos propone una vision mas compleja que cuestiona la tesis (teleologica y unilineal) de un siglo xvm frances que con- dujo inexorablemente a la Revolution. Es decir, de lo que se trata no es de privarla de sus origenes, sino de desenmascarar la "ilusion retrospectiva" creada por la propia Revolution y que se esconde, por ejemplo, en la interpretation tradicional de la Ilustracion -Roger Chartier ya demostro como fue la Revolution quien, en cierto modo, hizo la Ilustracion y no al contrario- o en el uso del termino "Antiguo Regimen" -que no seria mas que una unidad historica ficticia y uniformadora del pasado inventada por los revolucionarios en 1789 y, luego, adoptada inocentemente por los historiadores.6

En definitiva, tras el bicentenario estos y otros objetos analiticos -tan solidamente enraizados como "a prioris" de la profesion historica- estan siendo seriamente cuestiona- dos. De ahi que la extendida creencia de que la Revolution francesa esta historiografica- mente terminada tras el debate entre clasicistas y revisionistas no se sostenga; de hecho, como se esbozara en la conclusion, la Revolution reivindica de nuevo su centralidad expli- cativa en la genesis del mundo contemporaneo, pero en esta ocasion a traves de un debate (en torno a las nociones de "sociedad" y lo "social") con profundas implicaciones episte- mologicas para la historia y las ciencias sociales.

Cultura: La Revolucion (cultural) francesa tras el bicentenario

Antes incluso del bicentenario, la historia cultural ya dominaba en parte la historio- grafia -no solo anglofona sino tambien francesa- de la Revolucion. Sin embargo, ha sido tras 1989 cuando esta tendencia ha impuesto largamente su agenda. Como es de sobra co- nocido, la historia cultural sostiene, en sintesis, que la cultura no es un mero derivado o re- flejo de la realidad, sino un ingrediente constitutivo de las condiciones sociales y economi- cas que estan en la base de la practica y la action de los agentes historicos. Ahora bien, este poder constitutivo -y por tanto explicativo- de la cultura no ha llegado nunca a ser uniformemente teorizado (quizas ahi radique la clave de su exito historiografico); por el contrario, contiene multiples opciones que van desde el reconocimiento de una interaction bidireccional y horizontal entre la sociedad y la cultura (pasando por una tenue mediation cultural de lo social) hasta autonomizar por completo la cultura. En este ultimo caso, toda realidad es -y se explica como- cultural, con lo que el determinismo socioeconomico es sustituido por el cultural. 7

6 Chartier, Les Origines culturelles de la Revolution frangaise, Seuil, Paris, 2000 (1990), esp. caps. 1 y 4. Para la critica del concepto "Antiguo Regimen", vease n. 9.

7 L. Hunt (ed.), The New Cultural History, Univ. of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1989; V. Bonnell y L. Hunt (eds.), Beyond the Cultural Turn, Univ. of California Press, Berkeley, Los Angeles y Lon- dres, 1999. Mas recientemente, G. Spiegel (ed.), Practicing History, Routledge, Nueva York, 2005. Agradezco a G. Spiegel el haberme facilitado el texto antes de su publication. I 161

Entre las mas importantes contribuciones de la historia cultural continiia destacando la de Lynn Hunt, 8 no solo una de las principales teoricas de la new cultural history esta- dounidense, sino tambien la historiadora cultural de la Revolucion francesa mas conocida internacionalmente. Tras su pre-bicentenario e influyente Politics, Culture, and Class in the French Revolution (1984) -su paso de la historia social a la cultural-, Hunt ha prose- guido su analisis de los simbolos, lenguajes y rituales que inventaron y transmitieron la cultura politica y la action revolucionarias. En particular destaca su provocativo The Fa- mily Romance of the French Revolution, en el que conecta simbolismo politico y psicoana- lisis para demostrar que las nociones de familia y politica estuvieron estrechamente unidas durante la Revolucion. El primero de los conceptos clave que introduce es "romance fami- liar", que adapta libremente de Sigmund Freud y se refiere a la fantasia neurotica median- te la cual los hijos expresan el deseo de eliminar y remplazar a sus padres por otros. El se- gundo concepto es el de "chivo expiatorio", que toma del pensador frances Rene Girard y alude a la victima sacrificada para expiar la violencia interna de una comunidad. Aplican- do ambos conceptos a la Revolucion, Hunt explica como las relaciones entre la monarquia y el pueblo frances -al igual que en otros Estados europeos del siglo xvm- estaban codifi- cadas en terminos familiares: Luis XVI era el rey-padre de la nacion-familia francesa. El inicio de la Revolucion, cuando la soberania paso del rey absoluto a la Asamblea Natio- nal, significo un cuestionamiento radical de la autoridad y rol patriarcal del soberano, ya erosionado durante el xvm. (Hunt insiste aqui y en The Invention of Pornography en el pa- pel clave que jugo la pornografia -en particular, contra los monarcas- a la hora de socavar la legitimidad del Antiguo Regimen como sistema sociopolitico.)

En este contexto de creciente desacralizacion, la muerte del rey-padre en enero de 1793 no solo fue posible, sino que requirio la invention de un nuevo orden que fuera capaz de dar significado a lo que estaba pasando y al mismo tiempo legitimarlo. Esta fue la funcion desempenada por los diversos "romances familiares" de la Revolucion al crear una nueva relation entre padres e hijos. Los hijos homicidas se convirtieron en hermanos que sustituyeron al rey-padre para asumir juntos la soberania y compartir la culpabilidad freu- diana del parricidio del chivo expiatorio. La Revolucion simbolizo, por tanto, el paso del patriarcado familiar a la "banda de hermanos"; es decir, que una vez eliminados los pa- dres, los hijos-hermanos actuaron autonomamente. En los "romances familiares" se con- denso, en suma, el inconsciente politico colectivo de la Revolucion francesa y fueron lo que, en ultimo termino, ayudo -como "constructo imaginativo de las relaciones de po- der"- a "organizar la experiencia politica de la Revolucion" (Hunt, 1992: xv y 196).

La investigation actual de L. Hunt se centra en los origenes -culturales- de los dere- chos humanos, que, defiende, son una invention puramente occidental que no data mas atras del siglo xviii. La novedad de su interpretation reside en que estos origenes estuvie- ron ligados a la aparicion de una nueva notion del "ser" en el xviii. Gracias a los cambios en la perception del cuerpo y del individuo, la notion de "derechos humanos" (o, mejor

8 Tras el bicentenario destacan: "Relire l'histoire du politique", en Martin, La Revolution a loeuvre, 2005a; con J. Censer, "Imaging the French Revolution", The American Historical Review [en adelante, AHR], 110:1 (2005b), pp. 38-45; "The World We Have Gained: The Future of the French Revolution", AHR, 108:1 (2003a), pp. 1-19; con J. Censer, Liberty, Equality, Fraternity, The Pennsylvania State UP, Pennsylvania, 2001; "The Paradoxical Origins of Human Rights," en J. Wasserstrom et al. (eds.), Human Rights and Revolutions, Rowman & Littlefield Publishers, Lanham, 2000, pp. 3-17; "Pornography and the French Revolution", en Hunt (ed.), The Invention of Pornography, Zone Books, Nueva York, 1993, pp. 301-39; y The Family Romance of the French Revolution, Univ. of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1992. Y co-autora de unos de los mejores sitios web dedicados a la Revolucion: <http://chnm.gmu.edu/revolution/index.html>. Agradezco a L. Hunt el compartir conmigo su parecer sobre la evolution futura de la historia cultural e historiografia revolu- cionaria en una entrevista en Los Angeles en el 2002. 162

dicho, del hombre) comenzo a partir de las decadas de 1750 y 1760 a emerger como "na- tural" en el sentido de ser una realidad auto-evidente. Segiin Hunt, el surgimiento de una nueva forma cultural, la novela, fue clave para la emergencia de los derechos humanos, pues en ella se configuro un nuevo modelo cultural de "empatia imaginada" por parte de los lectores hacia los personajes. De ahi que concluya que la lectura de novelas tuvo "efec- tos somaticos" sobre los lectores del xvm; como fue el caso de las novelas de Rousseau Julie ou la Nouvelle Heloi'se y Emile (Hunt, 2000: 8-15).

Su ultimo articulo, "Imaging the French Revolution", en colaboracion con Jack Censer y otros cinco historiadores e historiadores del arte, es un proyecto electronico sin preceden- tes que analiza la imagineria visual de la multitud durante la Revolucion -en concreto, el modo en que la violencia popular fue representada en imagenes por los contemporaneos-, lo que les lleva a cuestionar las tesis clasicas sobre dicha violencia (pues tradicionalmente se han nutrido en exclusiva de textos escritos), al tiempo que insisten en la profusion de sig- nificados de la imagineria para la propia audiencia revolucionaria.

Por ultimo, cabe mencionar la co-autoria, tambien con Censer, de Liberty, Equality, Fraternity, la mejor -y casi unica- sintesis disponible de la Revolucion segiin las premisas teoricas de la nueva historia cultural. Sobre la base de la economia y sociedad del Antiguo Regimen, Censer y Hunt integran la causalidad cultural y los temas a esta ligados. En lo relativo a los origenes de la Revolucion estos son: la desacralizacion de la monarquia, la difusion del jansenismo, el surgimiento de la opinion y esfera piiblicas, la espectacular ex- pansion del libro (unida a la de la Ilustracion) y la critica emergente a la soberania real y a la politica monarquica. Y, en lo relativo al curso de la Revolucion, los autores subrayan su condition de autentica revolucion cultural mediante el analisis de sus imagenes, cancio- nes, rituales, simbolos, etc., asi como el rol de las mujeres y un capitulo exclusivamente dedicado al -hasta hace poco considerado marginal- tema de la Revolucion en las colo- nias.

Al otro lado del Atlantico, Colin Jones 9 es uno de los mas aclamados representantes de la historia cultural inglesa. Especialista en la Edad Moderna francesa, la historia de la medicina y la Revolucion francesa, es tambien uno de los historiadores que mejor ha com- binado una historia cultural en permanente dialogo con la causalidad socioeconomica, con el giro lingiiistico y con la rehabilitation de la historia politica de la Revolucion y del siglo xvm franceses. Empiricamente, su propuesta se articula en torno a la defensa de un vincu- lo fundamental entre la expansion del capitalismo comercial y el de una mayor conciencia hacia el mercado (que se tradujo en la aparicion progresiva de una nueva cultura del con- sumo), asi como la genesis de la sociabilidad civica a traves de la emergencia de la esfera piiblica burguesa (frente a la interpretation "de-economizada" de la esfera piiblica de Ha- bermas, defiende su filiation social claramente burguesa ligada al despliegue de las rela- tiones de production capitalistas (Jones, 1996: 16)).

Su defensa del materialismo y la demostracion empirica del desarrollo economico ca- pitalista esta en la base de su interes por aquellas evidencias materiales -especialmente,

9 Tras el bicentenario destacan: "Michel Vovelle and the French Revolution", French History, 19:2 (2005), pp. 168-76; con D. Wahrman (eds.), The Age of Cultural Revolutions, Univ. of California Press, Berke- ley, Los Angeles y Londres, 2002a; The Great Nation, Penguin Books, Londres, 2002b (sobre la critica al con- cepto "Antiguo Regimen": pp. xix-xxi); con R. Spang, "Sans-culottes, sans cafe, sans tabac: Shifting Realms of Necessity and Luxury in Eighteenth-Century France", en M. Berg y H. Clifford (eds.), Consumers and Luxury, Manchester UP, Manchester, 1999, pp. 37-62; "The Great Chain of Buying: Medical Advertisement, the Bour- geois Public Sphere, and the Origins of the French Revolution", AHR, 101:1 (1996), pp. 13-40; y "Bourgeois Revolution Revivified: 1789 and Social Change", en C. Lucas (ed.), Rewriting the French Revolution, Claren- don Press, Oxford, 1991, pp. 69-1 18. Agradezco a C. Jones sus comentarios sobre la historiografia de la Revo- lucion y el proporcionarme varios de sus trabajos aun en prensa. 163

productos y mercancias- que ilustran el cambio cultural hacia el consumo, tal y como de- muestra en dos de sus articulos: "Sans-culottes, sans cafe, sans tabac" y "The Great Chain of Buying". En el primero historiza las nociones de "subsistencia", "necesidad" y "lujo" al evidenciar su cambiante signification durante el siglo xvm frances. Durante el Terror, el aziicar y el cafe -convertidos en ingredientes basicos de la dieta del trabajador urbano de Paris- representaban ya una necesidad popular que provoco las llamadas revueltas sans- culottes del aziicar en el invierno de 1792-1793. Que ambos fueran los desencadenantes (y no el pan) revela que la notion de "necesidad" no fue (ni es) un reflejo simple y bruto de la realidad, sino el resultado de un cambio cultural que modifico su significado: la "cre- ciente mercantilizacion de la cultura material" (Jones, 1999: 47).

En el segundo articulo, Jones reintroduce socialmente a la burguesia y reorienta el cambio economico, que relaciona causalmente con la genesis de la esfera publica burguesa y la difusion del lenguaje medico. A traves del estudio de los affiches (prensa de anuncios surgida a mediados del xvm y que en 1789 representaba la mitad de los titulos periodisti- cos publicados en Francia), narra la emergencia progresiva de una sociedad comercial y de consumo, su vinculo con la burguesia y, a largo plazo, con los origenes sociales y cultura- les de la Revolution. De esta manera, traza una imaginativa y sugerente conexion entre los anuncios de los affiches, el consumismo, la cultura burguesa, la terminologia medica, el fin de la monarquia y el estallido de la Revolution. Esa conexion fue "la gran cadena de la compra"; dispuesta horizontalmente y basada en el intercambio y la sociabilidad humanas, encarno la "organization social abierta y relativamente igualitaria" que sirvio de sustento a la expansion de una sociedad comercial -al mismo tiempo que se opuso a la cadena je- rarquica de la monarquia, que unia todos los cuerpos de la nation, como una cadena, al primer eslabon: el rey (Jones, 1996: 14). Los affiches, gracias a su creciente terminologia medica (crisis, purga, regeneration, etc.) que criticaba soterradamente la "salud" de la mo- narquia y expresaba la necesidad de su reforma, se convirtieron en un eslabon clave de esa nueva gran cadena de la compra, contribuyendo paralelamente a la creation de una esfera publica burguesa y una opinion publica que trasladaron el cuerpo politico del monarca a la nation.

Observamos, por tanto, que -frente a la narrativa tradicional de un decadente Antiguo Regimen- Jones ofrece una vision de la Francia del siglo xvm mucho mas dinamica. Una sociedad ni estancada, ni tradicionalista, sino comercial y de mercado y en la que la bur- guesia (compuesta por una mezcla de propietarios, mercaderes, tenderos, artesanos, profe- sionales liberates, compradores de oficios y cargos venales y el "campesinado-mercader") fue en gran parte responsable del desarrollo capitalista previo a la Revolution. De ahi que Jones afirme que la sociedad del siglo xvm experimento una relativa "burguesificacion", que el termino "revolution burguesa" mantenga aiin mucha de su "fiierza y utilidad" y que los origenes sociales de larga duration de la revolution no pueden ser excluidos de la ex- plication historica (Jones, 1991: 78, 93 y 109-10). No obstante, esta revindication de lo "social" la realiza a traves de la historia cultural. El siglo xvm fue asi "la era de las revolu- ciones culturales" mas que la era de la Revolution dual hobsbawmiana, que interpretaba los origenes de la contemporaneidad como el resultado de los cambios socioeconomicos derivados de las Revoluciones francesa e industrial inglesa. Como alternativa sostiene que estas revoluciones no han de verse tanto como transformaciones sociales, economicas o politicas sino como culturales (Jones y Wahrman, 2002a: 3).

De vuelta a los Estados Unidos, destacamos a David Bell, 10 quien -aunque ligado

10 Entre sus publicaciones sobresalen: "Les Origines culturelles de la guerre absolue, 1750-1815", en Mar- tin, La Revolution a Voeuvre, 2005; "Class, Consciousness, and the Fall of the Bourgeois Revolution", Critical Review, 16:2-3 (2004), pp. 323-51; "Nation et patrie, societe et civilisation: Transformations du vocabulaire so- 164

teoricamente a la historia cultural- ha subrayado tambien con claridad la importancia del lenguaje y los conceptos en la generation de procesos historicos. Su primer libro, Lawyers and Citizens, es una biografla colectiva de la orden de abogados de Paris desde el reinado de Luis XIV hasta la Revolution, en la que muestra la evolution de este grupo minusvalo- rado y alienado por la monarquia hacia su liberation y position dominante durante la Re- volution como miembros del Tercer Estado. A fines del siglo xvn, seiiala Bell, la abogacia se convirtio en profesion legal independiente, liberandose de la presion monarquica ya en el siglo xvm fundamentalmente a traves de los espacios abiertos, primero, por las luchas politico-religiosas vinculadas al jansenismo y, segundo, por la genesis de la esfera piiblica, lo que les permitio transformarse en portadores de la opinion piiblica ilustrada en las deca- das previas a la Revolution. Por tanto, en ese periodo los abogados pasaron de simples (y no bien considerados) tecnicos institucionales de la monarquia absoluta a auto-proclama- dos portavoces de la opinion piiblica y lideres de la oposicion politica; lo que les llevo a pensarse a si mismos como organos para la expresion de una voluntad politica soberana. Su contribution central fue, pues, la forja de una nueva cultura politica que les llevo a do- minar la mayoria de las instituciones politicas de la Revolution como la elite del Tercer Estado.

Su siguiente libro, The Cult of the Nation in France, constituye un referente no solo por sus implicaciones para la historia francesa, sino sobre todo porque obliga a repensar los origenes del nacionalismo en el mundo contemporaneo. En primer lugar y frente a las tesis "modernistas", Bell sostiene que los nacionalismos no se originaron en el siglo xix (de la mano del capitalismo y la industrialization), sino que fueron una invention del xvm. Y, en segundo lugar, lo que hizo el nacionalismo pensable fue una serie de cambios materiales, politicos, filosoficos y, en particular, religiosos en torno al afio 1700 que com- binados produjeron una modification de la cosmovision de los franceses. Los conceptos de "nation" y "patria" mutaron a lo largo del siglo xvm en multiples contextos y no exclu- sivamente en el politico. Uno de los contextos clave foe la religion. En sus origenes mas tempranos, el nacionalismo (al menos el frances) resulto, en gran parte, de la transferencia del entramado conceptual de la religion catolica a la nation. Por consiguiente, el naciona- lismo surgio en gran medida contra la religion catolica y, al mismo tiempo, a partir de la misma (Bell, 2001: 216). La progresiva ausencia de Dios en la esfera de los acontecimien- tos humanos genero el espacio conceptual e intelectivo para el ascenso de la "nation". De este modo, Bell traza una sugerente conexion explicativa entre los origenes del nacionalis- mo y el avance progresivo de la secularization en Francia y Europa.

El nacionalismo no emergio como un sentimiento, sino como un programa politico de construction de una comunidad soberana, dotada de una personalidad colectiva y homoge- nea (Bell, 2001: 20). Fue la puesta en marcha de este programa en el xvm lo que permitio rechazar la religion como la fuerza vinculante de la vida piiblica y, al mismo tiempo, hacer posible la Revolution. Conforme avanzo el siglo, no seria una linica iglesia (la catolica), ni el monarca lo que mantendria unida a la poblacion, sino una linica nation: Francia. Bell seiiala que ya a finales de la decada de 1780, "nation" y "patria" poseian un poder simbo- lico sobresaliente y eran empleados como los conceptos organizadores de la cultura politi- ca francesa, al aludir no simplemente a la colectividad que vive en un territorio particular,

cial francais, 1700-1789", en L. Kaufmann y J. Guilhaumou (eds.), L' Invention de la societe, EHESS, Paris, 2003, pp. 99-120; "Jumonville's Death: War Propaganda and National Identity in Eighteenth Century France", en Jones y Wahrman, The Age of Cultural Revolutions, 2002, pp. 33-61 ; The Cult of the Nation in France, Har- vard UP, Cambridge y Londres, 2001; y Lawyers and Citizens, Oxford UP, Nueva York, 1994. Agradezco a D. Bell sus comentarios sobre la historiografia de la Revolution y a la primera version del presente articulo en dos encuentros en Baltimore en el 2004 y en Paris en el 2005. 165

sino a una intensa union politica y espiritual entre ciudadanos. Asi, en 1789 los Estados Generates procederian autonomamente a constituirse en Asamblea National, proclamando que la fiiente de toda soberania residia en la nation. Por tanto, mas que crear el nacionalis- mo, la Revolution francesa culmino una larga evolution historica.

Los origenes de la guerra es precisamente el tema actual de su investigation. En sin- tesis, defiende que los origenes de la "guerra absoluta" son culturales y pertenecen a la Ilustracion europea. El estallido de la Revolution hizo desaparecer las formas de guerra propias del Antiguo Regimen -tamizadas por los valores culturales de la nobleza heredita- ria y la sociedad cortesana- e instaurar la guerra entre naciones. Napoleon fue la expresion mas pura de esta nueva cultura de la guerra (Bell, 2005: en prensa).

Otras sobresalientes contribuciones de historiadores culturales tras el bicentenario -que por razones de espacio solo podemos mencionar- son las de Robert Darnton sobre la cultura (impresa clandestina) del siglo xvm frances y su impacto sobre la mentalidad pre- rrevolucionaria, de Sarah Maza sobre la burguesia francesa explicada como un mito gene- 166

rado por el imaginario social de la Revolution, de Paul Friedland sobre el cambio de la notion de "representation" a partir de la segunda mitad del siglo xvm y su influjo revolu- cionario, de Malcolm Crook sobre la genesis de la cultura electoral, de Dale Van Kley so- bre la influencia del jansenismo en la formation de la cultura politica revolucionaria y de James Livesey, quien rehabilita la Revolution francesa como cuna de la democracia euro- pea. La historia cultural de las mujeres y del genero, por ultimo, ha continuado estando marcada por el debate sobre si el siglo xvm y la Revolution tuvieron un impacto negativo (sobre todo, Joan Landes y Dena Goodman) o positivo (en especial, Carla Hesse y Clare Crowston) sobre las mujeres. Esta ultima es la interpretation que ha prevalecido en los ul- timos anos. n

Lenguaje: 1789 como revoluci6n discursiva

El conocido como giro linguistico defiende, basicamente, una conception del lengua- je como matriz significativa de la realidad y no como un simple medio de comunicacion. 12 El lenguaje, en definitiva, no es un mero reflejo (instrumental) de la realidad, sino que la construye en tanto que objeto significativo. Por tanto, segiin el giro linguistico, la clase, el genero, la identidad, al igual que otros objetos historicos, no tienen una existencia inde- pendiente del lenguaje, sino que se generan en estrecha relation con un regimen discursivo que les otorga su significado. A partir de este principio homogeneizador, las posiciones varian entre quienes sostienen que toda realidad ocurre dentro del lenguaje y su codifica- tion historica como discurso -K. Baker y J. Scott- hasta quienes defienden una relation mas horizontal entre la construction linguistica de la realidad y el condicionamiento so- cioeconomico o sociocultural -W. Sewell, J. Cowans y S. Rosenfeld.

Keith Baker 13 es uno de los representantes mas reconocidos del giro linguistico apli- cado a la historia moderna de Francia y, en particular, a la Revolution francesa. Bajo las influencias de la Cambridge School del lenguaje y la notion foucaultiana de discurso, sos- tiene que el lenguaje no describe simplemente, sino que actiia. El discurso de la Revolu- tion activo una cadena intertextual de significados que construyo la realidad sobre la cual

11 Darnton, George Washington 's False Teeth, W. W. Norton & Company, Nueva York, 2003, esp. cap. 2; The Corpus of Clandestine Literature in France, 1769-1789, W. W. Norton & Company, Nueva York y Londres, 1995; y The Forbidden Best-Sellers of Pre-Revolutionary France, W. W. Norton & Company, Nueva York y Lon- dres, 1995; Maza, The Myth of the French Bourgeoisie, Harvard UP, Cambridge, 2003; y Private Lives and Pu- blic Affairs, Univ. of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1993; Friedland, Political Actors, Cornell UP, Ithaca, 2002; Crook, Elections in the French Revolution, Cambridge UP, Cambridge y Nueva York, 1996; Van Kley, The Religious Origins of the French Revolution, Yale UP, New Haven y Londres, 1996; Livesey, Making Democracy in the French Revolution, Harvard UP, Cambridge, 2001; Landes, Women and the Public Sphere in the Age of the Revolution, Cornell UP, Ithaca, 1988; y Visualizing the Nation, Cornell UP, Ithaca y Londres, 2001; Goodman, The Republic of Letters, Cornell UP, Ithaca y Londres, 1994; Hesse, The Other Enlightenment, Princeton UP, Princeton y Oxford, 2001; Crowston, Fabricating Women, Duke UP, Durham y Londres, 2001. 12 Sobre su repercusion en la profesion historical M. Cabrera, Historia, lenguaje y teoria de la sociedad, Catedra, Madrid, 2001; Spiegel, Practicing History; y E. Breisach, On the Future of History, Univ. of Chicago Press, Chicago y Londres, 2003.

13 Tras el bicentenario destacan: con P. Reill (eds.), What's Left of Enlightenment? , Stanford UP, Stanford, 2001a; "Transformations of Classical Republicanism in Eighteenth-Century France", The Journal of Modern History, 73:1 (2001b), pp. 32-53; "Enlightenment and the Institution of Society: Notes for a Conceptual His- tory," en S. Kaviraj y S. Khilnani (eds.), Civil Society, Cambridge UP, Cambridge, 2001c, pp. 84-104; "The I Idea of a Declaration of Rights", en D. Van Kley (ed.), The French Idea of Freedom, Stanford UP, Stanford, 1994a, pp. 154-96; "A Foucauldian French Revolution?", en J. Goldstein (ed.), Foucault and the Writing of History, Blackwell, Oxford y Cambridge, 1994b, pp. 187-205; con R. Chartier, "Dialogue sur l'espace public", Politix, 26 (1994c), pp. 5-22; e Inventing the French Revolution, Cambridge UP, Cambridge, 1990. | 167

los revolucionarios desplegaron sus practicas. El discurso fue, en consecuencia, el signifi- cador general de la practica historica. La causalidad social, por tanto, no seria exterior al discurso (como si se tratara de una entidad preexistente), sino un resultado practico del mismo. De ahi que, segiin el, la distincion entre realidades sociales no-discursivas y practi- cas discursivas no sea posible, sino tan solo observar el despliegue permanente de diferen- tes practicas discursivas o juegos lingiiisticos (Baker, 1994c: 6-8). La Revolucion fue, pues, una "transformation de la practica discursiva de una comunidad, un momento en el que las relaciones sociales son reconstituidas y el discurso que define las relaciones politi- cas entre individuos y grupos es cambiado radicalmente" (Baker, 1990: 18).

Para Baker, la Revolucion francesa fue inventada (o devino pensable) dentro del espa- cio conceptual del Antiguo Regimen. A partir de mediados del siglo xvm, la monarquia -al no poder sostener el centro discursivo- tuvo que ceder el control de la hegemonia poli- tica a la opinion piiblica. En consecuencia, esta fue generando una esfera de discusion y de poder al margen del Estado y de la monarquia: la esfera piiblica, que favorecio esta ultima al luchar tambien por el control de la opinion piiblica. A diferencia de Habermas, la opi- nion piiblica para Baker seria un dispositivo retorico para la generation de la autoridad po- litica y no una realidad sociologica preexistente que se impone automaticamente sobre los actores politicos (Baker, 1994c: 13-5). En suma, la opinion piiblica signified la aparicion de un nuevo modelo de entender las relaciones politicas y la ostentation del poder: una nueva cultura politica. Esta surgio como una nueva forma de autoridad politica que, ligada a la Ilustracion y al jansenismo, se apoyo en la tesis de la razon y la utilidad, esto es, en la aplicacion de un criticismo racional. La autoridad politica migro asi paulatinamente del monarca a la nation. Por eso, concluye que la cultura politica del Antiguo Regimen "in- vento, estructuro y limito la Revolucion" (Baker, 1990: 1 1).

Baker ha desarrollado esta labor de reconstruction de la cultura politica prerrevolu- cionaria a dos niveles: los discursos y los conceptos. En el primer caso, trata de identificar los discursos concurrentes mediante los cuales la Revolucion fue inventada. La opinion piiblica y la monarquia compitieron por el control de los significados a partir de 1750, cuando tres discursos (antes unificados bajo el concepto de autoridad monarquica) se divi- dieron: los discursos de la justicia, la razon y la voluntad. El primero era un discurso judi- cial que enfatizaba la justicia y se encarno en el lenguaje empleado por los miembros del Parlamento de Paris. El segundo era un discurso administrativo que acentuaba la razon y se trato del discurso de la Ilustracion y de los administradores ilustrados. Y el tercero era un discurso politico que destacaba la voluntad. Segiin el, este ultimo discurso derroto a sus adversarios, lo cual causo el radicalismo de la Revolucion desde 1789 y explico tambien los origenes del Terror. Ahora bien, estos tres discursos no causaron per se la Revolucion, pero si crearon la cultura politica que proveyo a eventos (como la toma de la Bastilla) con un significado nuevo y explosivo, que estuvo en la base de la creation de un nuevo orden y la destruction del Antiguo Regimen.

En el segundo caso, Baker ha estudiado las migraciones semanticas de conceptos como "revolucion" y "representacion" bien a lo largo del siglo xvm o bien durante la Re- volucion. Respecto al de "revolucion" muestra, primero, como se convirtio en una palabra cada vez mas presente en el vocabulario de la epoca y, segundo (y mas importante), como paso de significar el movimiento de revolucion de los planetas a dotarse de un significado cada vez mas politico conforme avanzo el xvm -aqui la influencia de la Ilustracion resulto decisiva-. De modo que en visperas de la Revolucion, la palabra ya habia adquirido gran

de su significado moderno: un cambio radical, un momento de vida o muerte del

Iparte

cuerpo social, un fenomeno de signification universal con su propia dinamica y cronolo- gia e inmediatamente percibido y vivido como tal por los agentes historicos coetaneos (Baker, 1990: 219). El concepto de "representacion", por su parte, fue fundamentalmente

redefinido en el siglo xvm por Rousseau, quien lo rechazo por ser incompatible con la vo- luntad general. Sin embargo, Sieyes procedio, al inicio de la Revolucion, a mezclar la no- tion rousseauniana de voluntad general con la representation politica soberana y la teoria social de la representation a traves de la division del trabajo (lo que excluia a la nobleza y al clero por ser improductivos), con lo que, a juicio de Baker, desato una de las grandes paradojas de la Revolucion francesa: el intento de unificar "representation" con "voluntad general", lo que termino generando el Terror (Baker, 1990: 251 y 305).

Mas recientemente, Baker ha revisitado los origenes del Terror analizando la evolu- tion del republicanismo clasico en el siglo xvm frances. Tras la fuga del rey y el estableci- miento de la repiiblica, los diputados de la Asamblea Legislativa tuvieron que optar entre dos republicanismos: el de los modernos (basado en el lenguaje de los derechos, la razon y la representation) y el clasico (basado en la voluntad general). Baker matiza que el Terror no foe simplemente una aplicacion directa del segundo, sino que derivo de la "manera ex- plosiva en la que la Revolucion francesa combino el republicanismo clasico y el discurso de la Ilustracion" (Baker, 2001b: 53).

En sintesis, poder (politico) y lenguaje estan estrechamente unidos en la interpreta- tion que Baker propone del fin del Antiguo Regimen y de los origenes y desarrollo de la Revolucion. Tanto la monarquia absoluta como los diputados revolutionaries tuvieron que luchar por el control de la autoridad linguistica para implantar su autoridad politica. Por esta razon, la Revolucion foe un problema de apropiacion de esta autoridad, es decir, que en esencia se trato de una revolucion linguistica.

Frente a esta interpretation, Jon Cowans l4 sostiene, al analizar la opinion piiblica du- rante la Revolucion, que, aun siendo un dispositivo retorico para establecer y legitimar li- derazgos, ideas y autoridad politicas, no puede ser desconectada de la foerza sociologica producida por fenomenos socioeconomicos y actuando sobre los actores politicos. Para Cowans, la lucha por el control de las definiciones de "soberania" y "opinion piiblica" ex- plicaria el problema cronico de legitimidad politica de la Revolucion.

Sophia Rosenfeld, 15 por su parte, ha historizado precisamente la interpretation lin- guistica de la Revolucion, al demostrar como los propios revolucionarios eran ya cons- cientes del impacto del lenguaje sobre la practica politica. Rosenfeld sostiene que la Revo- lucion pudo entenderse como una lucha por la autoridad sobre las palabras y los signos debido a la influencia de la teoria linguistica del Antiguo Regimen -y sobre todo de los philosophes ilustrados-, que hizo pensable e instituyo en la practica revolucionaria la rela- tion entre lenguaje y poder (politico), es decir, entre causalidad semiotica y cambio socio- politico.

Joan Scott 16 es, sin duda, una de las historiadoras del genero mas influyentes de su generation y, a su vez, destacada partidaria de la aplicacion del giro linguistico a la histo- ria del feminismo. En su analisis de la contribution de las feministas francesas -y en parti- cular, durante la Revolucion, de Olympes de Gouges-, revela las contradicciones del dis- curso liberal inaugurado por los revolucionarios. Este discurso universalista perpetuo y excluyo de la ciudadania a las mujeres y otros grupos, porque el republicanismo frances genero una division entre el universalismo de los derechos politicos individuates -los dere- chos naturales del hombre a la libertad y la igualdad: el legado de la Ilustracion y de la Re- volucion- y el universalismo de la diferencia sexual, que se conceptualizo como una di-

14 To Speak for the People, Routledge, Nueva York y Londres, 2001 . 15 A Revolution in Language, Stanford UP, Stanford, 2001. 16 Sobre el genero: Gender and the Politics of History, Columbia UP, Nueva York, 1988 (19992). Para la

relation entre la Revolucion, el feminismo, el liberalismo y el genero: Only Paradoxes to Offer, Harvard UP, Cambridge y Londres, 1996. | 169

ferencia "natural" entre los hombres y las mujeres. Es decir, que de una parte, se estable- cieron los derechos naturales -en la practica solo aplicables a los hombres, blancos y con ciertos recursos economicos- y de otra las diferencias "naturales" que no se pueden tras- cender y que justificaron la exclusion de las mujeres. En el discurso liberal, lo politico sig- nifica lo racional, publico y universal, mientras que las mujeres al ser definidas como "na- turales" fueron apartadas de la politica. De este modo, Scott concluye que la paradoja (vincular la abstraction "igualdad universal" con la practica de la desigualdad) redunda en que el proyecto feminista no podra realizarse sino fuera de los terminos definidos por el discurso liberal.

William Sewell, Jr. I7 es uno de los principales animadores del debate teorico y el dia- logo entre la historia y las ciencias sociales de las ultimas dos decadas -aunque nos limita- remos a sus trabajos sobre la Revolution-. Su Work and Revolution in France (1980) sento las bases para la introduction del giro linguistico en el estudio del movimiento obrero frances, al historizar las categorias sociales por medio de las cuales los trabajadores cons- truyeron su identidad de clase. En efecto, la conciencia de clase no fue un proceso directo derivado de condiciones socioeconomicas objetivas, sino el resultado de su articulation con los conceptos procedentes de la Ilustracion y los lenguajes de la Revolucion francesa y la Francia decimononica. Esta tesis la aplico posteriormente al movimiento popular sans- culotte durante el Terror. Frente a la tesis de Soboul en Les Sans-culottes parisiens en Van II (1958) -que explicaba su accion como el resultado directo e inmediato de su position socioeconomica-, Sewell sefiala que "los determinantes economicos [y sociales] estaban mediados por la cultura politica preexistente y por procesos especificos y contingentes de la lucha politica" (Sewell, 1994a: 250).

La subsistencia -el abastecimiento y el precio de los alimentos- durante el Terror es uno de los espacios clave para la observation de este fenomeno. Sewell apunta como la laicizacion de la Revolucion (con la consecuente expulsion de la religion) traslado la ex- plication de los eventos revolucionarios a la naturaleza. La subsistencia paso asi a ser en- tendida como el primer y sagrado derecho natural del hombre, ya que se unio a la creencia popular de que la naturaleza producia los bienes suficientes para alimentar a los seres hu- manos. Sobre esta retorica sans-culotte de la subsistencia influyeron, por tanto, la cultura politica popular y de las elites del Antiguo Regimen, mas las condiciones revolucionarias de 1792 y 1793. Su combination produjo las ideas sobre el maximo general de precios y el control de las subsistencias, pero sobre todo hizo que las revueltas por el pan antiguorregi- mentales se articularan, ya durante el Terror, como verdaderas protestas de orden politico.

Segun Sewell, lo mas significativo es, en primer lugar, que no se puede trazar un vincu- lo social o politico directo con la retorica sans-culotte, es decir, esta no tenia una afiliacion social o politica definida, sino que fue compartida por diferentes posiciones sociales y po- liticas. Y, en segundo lugar, que no existe una relation causal directa entre la accion sans- culotte y su referente: el hambre. La respuesta al hambre no es natural y objetiva, sino his- torica, al depender de la mediation conceptual: de como el hambre fue conceptualizada y proveida de un significado preciso en un marco historico dado. En definitiva, para el, si- milares condiciones socioeconomicas, pero bajo diferentes principios discursivos, generan acciones historicas (identidades, intereses, practicas politicas, etc.) diferentes tambien.

17 Tras el bicentenario destacan: "Historical Events as Transformations of Structures: Inventing Revolu- tion at the Bastille", Theory and Society, 25:6 (1996), pp. 841-81; "The Sans-Culotte Rhetoric of Subsistence", en Baker, The French Revolution, vol. 4, 1994a, pp. 249-69; y A Rhetoric of Bourgeois Revolution, Duke UP, Durham y Londres, 1994b. Su ultima contribution teorica: Logics of History, Univ. of Chicago Press, Chicago, 2005. Agradezco a W. Sewell sus impresiones sobre la historiografia revolucionaria y el actual retorno de lo "social" en el contexto anglofono en una entrevista en el Institute for Advanced Study de Princeton en el 2003. 170

Su intento actual de relacionar el giro linguistico y la historia social queda mas paten- te en su trabajo sobre iQue es el Tercer Estado? de Sieyes. Si bien acepta la tesis revisio- nista de que la Revolucion no puede ser entendida al margen del lenguaje y el repertorio conceptual de los revolucionarios, la critica al mismo tiempo por eliminar las considera- ciones sociales de la historia de la Revolucion y del estudio de los textos revolucionarios. Mediante el analisis del texto de Sieyes, defiende una alternativa socio-textual. En sintesis, iQue es el Tercer Estado? -como cualquier otra publication- fue en si misma una activi- dad social que involucro un conjunto de procesos e intereses sociales. Por tanto, desde esta perspectiva socio-textual, el texto no fue una mera respuesta critica a las desigualdades del Antiguo Regimen por parte de las clases no-privilegiadas de la sociedad francesa, sino que represento en si mismo un intento de transformar el sentido comun, de obligar a los lecto- res a ver un contexto politico y social familiar con nuevos ojos (Sewell, 1994b: xix-xx).

Esta biisqueda de un equilibrio teorico entre los modelos semiotico y materialista esta igualmente presente en su trabajo sobre la toma de la Bastilla, donde redefine el espacio explicativo de los eventos historicos en la configuracion de los discursos en los que estan insertos y -he aqui la novedad- cual es su capacidad transformadora de las estructuras his- toricas. La pregunta de partida es clara: £por que el evento "la toma de la Bastilla" el 14 de julio de 1789 adquirio ese marcado significado simbolico que lo identifica con la Revolu- cion? En primer lugar, Sewell sostiene que el evento acontecio en un contexto de disloca- tion de las estructuras, que permitio, en segundo lugar, poderlo calificar como un acto re- volucionario y no como una simple revuelta. El evento se convirtio en "revolucionario" al combinar la accion "violencia popular" con el concepto de "soberania popular". El paso definitivo para considerarlo como tal acto revolucionario ocurrio cuando el rey cedio ante la Asamblea Nacional tres dias mas tarde, es decir, cuando resulto claro el impacto de la accion popular sobre la alta politica, en ese momento surgio la categoria moderna de revo- lucion. Por consiguiente, Sewell muestra que el evento "la toma de la Bastilla" no adquirio un significado univoco inmediatamente (no en vano, la propia Asamblea Nacional lo inter- preto en clave negativa y pesimista cuando tuvo conocimiento de el), sino que dependio de un acto de signification. En otras palabras, de la interaction simbolica con los patrones de significados disponibles en aquel momento en un contexto de dislocation estructural.

"Social": la renovacion de la historia social

La historiografia de la Revolucion francesa y la historia social fueron casi hermanas gemelas a lo largo de algo mas de medio siglo -desde los anos veinte hasta finales de los setenta del siglo xx-. Durante este periodo del "giro social" (como lo ha denominado re- cientemente Eric Hobsbawm para referirse a la trayectoria de la historiografia en el mundo occidental18), la Revolucion francesa se convirtio en un tema prioritario -junto al movi- miento obrero y a la Revolucion industrial- para evaluar el nivel de afinidad entre la histo- ria y lo "social". Fue este el periodo de los trabajos de Mathiez, Lefebvre y, sobre todo, Soboul. Incluso los origenes del revisionismo anglofono de Cobban y Taylor se realizo so- bre una aceptacion implicita del condicionamiento socioeconomico. Solo con la revision de Furet, la historiografia modifico sustancialmente su itinerario, con lo que dicha afini- dad quedo en suspenso desde entonces. Actualmente, la renovacion de la historia social pasa por el reconocimiento e intento de determinar con precision el peso causal de lo poli- tico en la configuracion de lo "social". I

18 "Manifeste pour l'histoire", he Monde Diplomatique (diciembre 2004), pp. 1, 20-1. 171

Es el caso, sin duda, del historiador australiano David Garrioch, 19 uno de los princi- pales renovadores de la historia social no solo de la Revolucion, sino del xvm frances y la historia social y urbana de Paris. Su propuesta de renovation la acomete a traves de una teoria de la historia centrada en los agentes y sus vivencias, mas que en sus experiencias. Sin embargo, no renuncia a los adelantos historiograficos pre- y post-bicentenario, sino que los incorpora dentro de un marco explicativo, en ultimo termino, social. Asi, el motor cau- sal es la "energia humana" (Garrioch, 2002: 292), esto es, en la base de los procesos histori- cos se localizan los cambios en los patrones, redes y practicas sociales de los grupos, para lo cual recurre frecuentemente al microanalisis. Al reconocer un nivel de interaction mas complejo entre lo social y lo politico como respuesta al revisionismo, mas que marginar el concepto de cultura politica, lo somete a la causalidad de las relaciones sociales.

Su The Formation of the Parisian Bourgeoisie es la formulation mas refinada de su propuesta. Aqui sostiene categoricamente que en el Paris del siglo xvm "no existia la bur- guesia" (Garrioch, 1996: 1), sino mercaderes, abogados, profesores, fabricantes y rentis- tas, en resumen, lo que en ese entonces se denominaba bourgeois de Paris -notion muy distinta a la futura de "burguesia"-. El bourgeois de Paris no formaba una clase social ho- mogenea, sino lo que Garrioch considera clases medias. Al estar fragmentadas localmente y carecer de redes sociales y vinculos ciudadanos, no disponian de una identidad propia que les permitiera reconocerse como burguesia. No en vano, las instituciones sociales y politicas Servian mas para mantener esa fragmentation identitaria que para generarla. Esta situation se modifico durante un largo siglo xvm (del ultimo cuarto del xvn al primer ter- cio del xix), que culmino en 1830 con el nacimiento de la burguesia de Paris como una clase social y politica plenamente difundida por toda la ciudad, con intereses comunes y una fuerte conciencia de su propia identidad. Mediante el estudio del suburbio jansenista de Saint Marcel, defiende que la formacion de la burguesia parisina fue un proceso de lar- ga duration, que, marcado decisivamente por la Revolucion, permitio a la burguesia defi- nir sus intereses en un marco local, luego ciudadano (Paris) y, por ultimo, nacional, evolu- cionando paralelamente hacia la forma historica de la clase social.

El efecto de la Revolucion fue, finalmente, el de ensamblar las estructuras adminis- trativas y politicas, asi como la ideologia politica y social en proceso de cambio ya durante el Antiguo Regimen; ensamblaje que estara en la base de la identidad politica burguesa de- cimononica. En efecto, la Revolucion abrio las puertas a este grupo aim en formacion, pero cuando ya era importante demografica y economicamente y, tambien, influyente en la vida piiblica -lo que se tradujo en su control del poder revolucionario-. Al estudiar la composition de sus detentadores, Garrioch concluye que la Revolucion fue controlada por esta burguesia en formacion, incluso durante el Terror (Garrioch, 1996: 174). Podria, pues, argumentarse que para Garrioch no fue tanto la burguesia la que -exclusivamente- genero la Revolucion, sino que la propia Revolucion jugo un papel central en la creation de una identidad de clase burguesa. De hecho, solo una vez formada y auto-consciente en el siglo xix, la burguesia empleo la Revolucion como su mito de origen identitario.

Entre los factores formativos que la Revolucion acelero y, tambien, modifico en par- te, Garrioch mezcla tanto el condicionamiento como la evolution interna. Tales factores fiieron la centralization monarquica y la expansion de la administration estatal, el impacto del capitalismo nacional e internacional y el desarrollo del consumismo domestico, el

19 Tras el bicentenario destacan: The Making of Revolutionary Paris, Univ. of California Press, Berkeley, Los Angeles y Londres, 2002; y The Formation of the Parisian Bourgeoisie, Harvard UP, Cambridge, 1996. Agradezco a D. Garrioch las aclaraciones y precisiones sobre su trabajo con ocasion de una entrevista concedi- da en el 2004 en Paris. 172

declive del linaje familiar local como la celula basica de organization social, mutaciones ideologicas y de la sociabilidad y, por ultimo, una nueva perception del espacio piiblico como resultado de una mayor integration urbana.

Esta densa red causal estuvo tambien en la base de las transformaciones del propio Paris en el siglo xvm; protagonista de su ultimo libro, The Making of Revolutionary Paris. Garrioch analiza la relation historica entre la ciudad y su poblacion, estructurando la in- vestigation en torno al interrogate de como la Revolution fue posible en Paris: en una ciudad en la que la Ilustracion era bandera, las tasas de criminalidad eran bajas y existia una (aparente) pasividad politica. Esta fue posible, explica, a causa de los cambios en la naturaleza y el sistema de relaciones y practicas sociales de los parisinos en el siglo xvm. Frente a la imagen de un Antiguo Regimen estatico, la sociedad parisina era dinamica, en cambio constante y permeable a la circulation social. Estos cambios se intensificaron a partir de la segunda mitad del xvm, cuando la organization costumbrista, corporativa y je- rarquica de la ciudad estaba ya siendo seriamente cuestionada. En suma, se avanzaba hacia una sociedad de clases. Ahora bien y contra toda ilusion teleologica (que encauza inexora- blemente hacia la Revolution todo lo ocurrido en el xvm), esos cambios de larga duration explican solo en parte el estallido revolucionario. En efecto, "la Revolution parisina no emergio de la nada", pues los cambios en la ciudad y su sociedad a lo largo del xvm apor- taron el contexto fisico, social y cultural para la Revolution, haciendo ciertos eventos posibles (en ocasiones incluso probables), pero ayudando solo en parte a dar forma a las reacciones ciudadanas frente a los eventos revolutionaries (Garrioch, 2002: 10). En ultimo termino, estos cambios ofrecieron al pueblo de Paris un marco experiential nuevo (pero 173

tambien laxo) para interpretar la Revolution. De este modo, Garrioch defiende la interac- tion entre el condicionamiento estructural de larga duration y cierta libertad creativa de los eventos revolucionarios, resultando de ambos la creation del nuevo Paris.

La reevaluacion del vinculo causal entre la sociedad, la economia y la action humana sobre el medio ambiente, asi como el sometimiento de la politica a la practica y la opinion de la gente corriente, son la piedra angular de la propuesta de renovation de la historia so- cial del tambien australiano Peter McPhee. 20 Sus trabajos The Politics of Rural Life y, sobre todo, Revolution and Environment in Southern France buscan explicar la "ecologia social" (McPhee, 1992: 9) de comunidades o regiones especificas y testimonian la influen- cia annalista de una historia construida sobre el estudio del medio fisico, la experiencia rural de las revoluciones entre 1789 y 1848 y la interaction campo-ciudad durante las mis- mas, mostrando que las cronologias no siempre coincidieron, ni tampoco la perception de una ruptura radical en el dia a dia rural respecto a Paris.

Este enfoque esta tambien presente en sus sintesis de historia francesa y en particular en su The French Revolution, 1789-1799, que es la mejor sintesis (post-bicentenario) an- glofona de historia social disponible. McPhee contesta las tesis revisionistas, pues defien- de el caracter central, radical y rupturista de la Revolution, recupera la dinamica social revolucionaria (basicamente burguesa) y rechaza las explicaciones del Terror (y de la vio- lencia) en terminos meramente ideologicos y politicos. Por el contrario, restaura la clasica "tesis de las circunstancias": el Terror fue la respuesta contingente e ineluctable a las gue- rras civil e international que amenazaban el fin de la Revolution. No obstante, un analisis mas detallado revela su aceptacion de principios y conceptos revisionistas, como la cultura politica o la existencia de dos revoluciones (y no solo una), entrelazados con un marco teorico fuertemente social; asi como una interpretation del Terror y de su impacto sobre la vida cotidiana de la gente corriente en terminos no politicos, sino socio-culturales al argu- mentar que se trato de una verdadera "revolution cultural" (McPhee, 2002: 134).

Tras el bicentenario, otras destacadas contribuciones de historiadores sociales son las de los estadounidenses Suzanne Desan y John Markoff y de los ingleses Alan Forrest y David Andress. Desan analiza la transformation de las relaciones sociales durante la Re- volution a traves de la notion de "familia". Markoff restituye la centralidad y los efectos positivos de la revolution campesina. Forrest ha cuestionado particularmente el "Paris- centrismo" revolucionario y ha demostrado la naturaleza diferente de la Revolution en la Francia provincial. Por ultimo, Andress, centrandose en las masas, el pueblo y los sectores populares, insiste en la existencia de un conflicto social al interior de la Revolution.21

20 Tras el bicentenario sobresalen: A Social History of France, Palgrave Macmillan, Houndmills y Nueva York, 2004; The French Revolution, 1789-1799, Oxford UP, Oxford, 2002; y Revolution and Environment in Southern France, Oxford UP, Oxford, 1999. Vease tambien: The Politics of Rural Life, Clarendon Press, Ox- ford, 1992.

21 Desan, The Family on Trial in Revolutionary France, Univ. of California Press, Berkeley, Los Angeles y Londres, 2004; Markoff, The Abolition of Feudalism, Pennsylvania State UP, University Park, 1996; Forrest, Paris, the Provinces, and the French Revolution, Arnold, Londres, 2002; The Revolution in Provincial France, Oxford UP, Oxford y Nueva York, 1996; y The soldiers of the French Revolution, Duke UP, Durham, 1990; Andress, The French Revolution and the People, Hambledon & London, Londres, 2004; Massacre at the Champ de Mars, Boydell Press, Woodbridge, 2000; y French Society in Revolution, Manchester UP, Manches- ter, 1999. 174

ACTORES: EXPERIENCIA, PRACTICAS, CREENCIAS, EMOCIONES Y EVENTOS

Comparada con las anteriores, el termino "actores" caracteriza una tendencia de limi- tes algo menos definidos, pero cuyo eje primordial es el sujeto, ya sea mediante el estudio de su experiencia, sus creencias, sus emociones o del impacto de los eventos sobre sus practicas. Como Gabrielle Spiegel senala, este "giro practico" posee un perfil teorico com- plejo -sus referentes van desde Bourdieu a Giddens pasando por Stedman Jones-, pero en- tre un alto porcentaje de sus partidarios se advierte un deseo de rehabilitation de la notion de "sujeto rational", probablemente como reaction frente a los excesos de supresion de la agencia humana por parte del giro linguistico. 22 Este retorno del sujeto se logra mediante una conception del mismo mas representacional, en el sentido de actuation. De ahi, la in- sistencia en el cuerpo (como laboratorio o sitio historico), la importancia de conceptos como "actores historicos" y "practicas", como el interes por enunciados o expresiones "perfomativas" del sujeto.

En el caso de la Revolucion, un buen ejemplo lo constituye la investigation de Ti- mothy Tackett, 23 quien fundamenta su explication en el evento-marco (o "evento estructu- rante") y las practicas de los agentes historicos. Frente a los condicionamientos, de una parte cultural o socioeconomico estructuralista y, de otra, lingiiistico-discursivo post-es- tructuralista, Tackett restaura el poder explicativo de los actores, los eventos y las practi- cas. Por esto, la contingencia y la espontaneidad ocupan un lugar central en su narrativa de la Revolucion, que interpreta como "un proceso continuo de cambios revolucionarios", como una dinamica cuyo curso no puede explicarse exclusivamente a priori, sino median- te el estudio evolutivo de las practicas (Tackett, 2004: 17). Por tanto, entre actores, eventos y practicas existe una relation activa, reciproca y flexible, que es la piedra angular de los cambios permanentes en la topografia mental de los agentes historicos.

En su libro Becoming a Revolutionary estudia los primeros meses de la Revolucion y se pregunta como los diputados se convirtieron en revolucionarios tras su separation de los Estados Generales y su constitution en Asamblea Nacional en junio de 1789, dado que aquellos no llegaron ya con ganas de hacer una revolucion. Al revisionismo -obsesionado con los origenes de la Revolucion-, Tackett opone la fuerza del presente: la Revolucion no emergio en mayo de 1789, sino en el curso de eventos como los debates de la Asamblea en el verano de ese ano. Mediante el analisis de las reglas de comportamiento de los diputa- dos, sus sentimientos, sus asunciones internas y sus experiencias pre- y revolucionaria, describe como sus valores y modos de pensar fueron cambiando en el curso de la "dinami- ca revolucionaria", es decir, como aprendieron a ser revolucionarios. Por tanto, propone el estudio de la "escuela de la Revolucion", pasar del estudio de los origenes al de "la expe- riencia revolucionaria de individuos concretos que tomaron parte y encarnaron la Revolu- cion" (Tackett, 1996: 7). De este modo, contesta la tesis revisionista de que la cultura poli-

22 Spiegel, "Introduction", en Spiegel, Practicing History y P. Burke, "Performing History: The Impor- tance of Occasions", Rethinking History, 9:1 (2005), pp. 35-52. Tambien: S. Turner, The Social Theory of Prac- tices, Polity Press, Cambridge, 1994; D. Stern, "The Practical Turn", en S. Turner y P. Roth (eds.), The Black- well Guide to the Philosophy of the Social Sciences, Blackwell Publishers, Oxford, 2003, cap. 8; y T. Schatzki et al. (eds.), The Practice Turn in Contemporary Theory, Routledge, Londres y Nueva York, 2001. 23 Tras el bicentenario destacan: "La Grande Peur et le complot aristocratique sous la Revolution frangai- se", Annales Historiques de la Revolution francaise, 335 (2004), pp. 1-17; When the King Took Flight, Harvard UP, Cambridge, 2003a; "Collective Panics in the Early French Revolution, 1789-1791: A Comparative Pers- pective", French History, 17:2 (2003b), pp. 149-71; "Interpreting the Terror", French Historical Studies, 24'A (2001), pp. 569-78; "Conspiracy Obsession in a Time of Revolution: French Elites and the Origins of the Ter- ror, 1789-1792", AHR, 105:3 (2000), pp. 691-713; y Becoming a Revolutionary, Princeton UP, Princeton, 1996. 175

tica y la practica prerrevolucionarias de los diputados estuvieran imbuidas de los valores de la Ilustracion y afirma que eran, al contrario, hombres pragmaticos y expertos en la vida politica municipal y regional del Antiguo Regimen.

Mas recientemente, Tackett ha estudiado el periodo entre 1790 y 1792 para explicar la genesis del Gran Miedo, la fuga frustrada de Luis XVI y la familia real y la relation de ambos eventos con los origenes del Terror. Defiende que la fuga del rey, la noche del 21 de junio de 1791, fue un evento clave para el futuro de la Revolucion. El impacto de este evento singular nos alerta contra las conexiones causales lineales y directas, al tiempo que nos recuerda "el caracter impredecible, contingente de la Revolucion -y quizas de todo gran movimiento historico" (Tackett, 2003a: 219). Insistiendo en el caracter impredecible de la historia de la fuga del rey, Tackett refuerza el poder estructurante del evento e intenta repensar su lugar en el marco explicativo de los historiadores, pues argumenta que fue solo tras descubrirse la conspiracion para efectuar la fuga real cuando aparecieron el miedo y las sospechas hacia la nobleza, el clero y los individuos que prefiguraron el Terror.

Esta tesis la ha desarrollado mas extensamente en dos articulos con el objetivo de in- suflar a los origenes del Terror de mas "necesidad y contingencia", concluyendo que este fue el producto de la cronologia imprevisible y no lineal de los eventos que amenazaban la Revolucion. El miedo obsesivo a la conspiracion fue una de las fuerzas rectoras de los ori- genes del Terror al hacer que el "estilo paranoico" de la politica de los Jacobinos se impu- siera en la Convention Nacional. Desde este punto de vista, el Terror no seria unicamente un aparato juridico para intimidar y castigar a los enemigos de la Revolucion -como tradi- cionalmente han propuesto los historiadores-, sino un estado permanente de miedo y sos- pecha experimentado por los propios revolucionarios (Tackett, 2001: 572 y 574-5).

En otros dos articulos, Tackett ha explorado asimismo los cambios de practicas aso- ciados a los miedos de 1789 y 1791. Sobre ambos, insiste que para la gran masa de la po- blacion francesa (especialmente la de provincias) la transformation de las actitudes y las mentalidades solo emergio despues de que la revolucion politica comenzara. Esta transfor- macion no ocurrio "como un abrupto 'cambio de paradigma', sino evoluciono a lo largo de un periodo de meses, incluso de anos, impelida por un amplio rango de nuevas institu- ciones y practicas que se desarrollaron despues de la crisis de mediados de julio" de 1789 (Tackett, 2003b: 170).

La centralidad explicativa del evento, su naturaleza y desarrollo contingentes, ademas de su resultado imprevisible sobre las practicas del sujeto historico, son tesis tambien de- fendidas por Michael Fitzsimmons. 24 En su ultimo libro, arguye que el 4 de agosto de 1789 fue la noche en la que el Antiguo Regimen termino. Los eventos acontecidos en la reunion de la Asamblea Nacional, que condujeron a la abolition del feudalismo antiguo- rregimental, se sucedieron inesperadamente como atestiguan las cartas de los diputados presentes. En consecuencia, la reunion no solo tuvo un "profundo impacto en la manera en que cualquier individuo percibio" la Revolucion, sino que forjo su experiencia de la misma a partir de entonces y, mas ampliamente, constituyo "quizas la mas profunda y virtualmen- te incruenta revolucion de la historia" (Fitzsimmons, 2003: 215-6 y 221).

En sus trabajos, Jay Smith,25 por su parte, intenta hilvanar una interpretation (en cier-

24 The Night the Old Regime Ended, Pennsylvania State UP, University Park, 2003. 25 Nobility Reimagined, Cornell UP, Ithaca, 2005; "Recovering Tocqueville's Social Interpretation of the

French Revolution: Eighteenth-Century France Rethinks Nobility", en R. Schneider y R. Schwartz (eds.), Toc- queville and Beyond, Univ. of Delaware Press & Associated Univ. Presses, Newark y Londres, 2003, pp. 52-70; "Between Experience and Discourse: Agency and Ideas in the French Revolution", History and Theory, 40 (di- ciembre 2001), pp. 116-42; "Social Categories, the Language of Patriotism, and the Origins of the French Re- volution: The Debate over noblesse commergante", The Journal of Modern History, 72:2 (2000), pp. 339-74; "No More Language Games: Words, Beliefs, and the Political Culture of Early Modern France", AHR, 102:5 176

to modo, tambien social) de la Revolution como respuesta al revisionismo mediante la rei- vindicacion de las practicas del sujeto, al buscar la reconstruction de sus "estructuras de creencias", entendidas, primero (y en general), como la unidad central de experiencia so- cial y, segundo (y en el contexto de la Revolution), como el espacio cognitivo en el que los revolucionarios derivaron su agencia politica (Smith, 2000: 343). Por tanto, ofrece una res- tauracion del poder creativo humano en los procesos politicos y la autonomia cognitiva del sujeto fuera del discurso. Para ello una de las vias que propone es el estudio de la conexion entre creencias y palabras, esto es, estudiar la historia semantica de las palabras empleadas por el agente historico. En su primer libro, The Culture of Merit, investiga el uso de la pa- labra "merito" y demuestra como su filiation (y el origen de la meritocracia) no fue bur- guesa, sino la creation del noble del siglo xvn en su practica de servicio a la monarquia. Asi, mediante el estudio de palabras como "merito", es posible acceder a la conciencia del agente y explicar la relation entre su pensamiento y action politica.

Como defiende en Nobility Reimagined y en "Between Experience and Discourse", los historiadores han de centrarse en el "laberinto de la mente y la production de la con- ciencia" (Smith, 2001: 1 19). Mientras en el primer trabajo traza un vinculo explicativo en- tre un nacionalismo ya maduro en el siglo xvm -gracias al aporte del patriotismo prove- niente del xvn- y los debates prerrevolucionarios sobre la categoria y papel de la nobleza y el impacto de ambos en la conciencia de las elites en la genesis de la nation, en el se- gundo trabajo reconstruye "las operaciones internas de la mente" del revolucionario Ser- van y explora como su conciencia politica fue cambiando en la segunda mitad del siglo xviii. Servan en sus escritos ensalzo a la nobleza medieval, pero tambien mostro su admi- ration por el republicanismo de la Antigiiedad griega y romana y manifesto un deseo de reforma de la sociedad francesa -todo lo cual no era contradictorio en aquel entonces-. En 1789, sin embargo, frente a la arrogancia de la nobleza, renuncio a defender la reconcilia- tion del Tercer Estado con ella y el clero como habia hecho hasta entonces y se convirtio en un acerrimo defensor del Tercer Estado. Este cambio respecto a la nobleza se debio en ultimo termino a una mutation de su conciencia revolucionaria o mas concretamente de sus "disposiciones interpretativas" que han de entenderse como diversas, de multiples fa- cetas (y no como simples ideas completamente formadas) y que Servan genero en la inter- action con "los eventos que coronaron su conciencia y su mundo" (Smith, 2001: 127 y 139).

Este retorno del sujeto pasa, ademas, por el estudio de sus emociones como propone William Reddy en su libro The Navigation of Feeling, 26 al sostener que la Revolution puso fin al "regimen emotional" del sentimentalismo inaugurado en el reinado de Luis XIV Este regimen, basado en la creencia de que "las emociones sinceras eran de gran im- portancia politica" (Reddy, 2001: 142), fue convertido en sistema de gobierno y se exten- dio finalmente de la corte a toda la sociedad. Reddy explica que el florecimiento del senti- mentalismo fue clave en el desarrollo de la Revolution -momento tambien de su maximo apogeo- y particularmente durante el Terror, cuando las emociones se asociaron inextrica- blemente a un gobierno revolucionario que queria implantar una repiiblica de la virtud, pero (contradictoriamente) mediante el uso de la coercion. Segiin Reddy, la caida de Ro- bespierre sirvio para cuestionar el papel de las emociones en la politica y para acabar con el regimen emocional del sentimentalismo, inaugurandose el regimen liberal y romantico de las emociones que distinguio con claridad entre la razon y la emotion.

(1997), pp. 1413-40; y The Culture of Merit, Univ. of Michigan Press, Michigan, 1996. Agradezco a J. Smith las reflexiones sobre su trabajo y la historiografia revolucionaria en una entrevista en Paris en el 2004.

26 Cambridge UP, Cambridge, 2001, esp. cap. 6. I 177

Epilogo: iQuo vadis Revolucion francesa?

Tras el bicentenario de 1989, la agenda revisionista y el giro cultural no solo han do- minado ampliamente la production historiografica anglofona, sino que actualmente ambos han comenzado a ser revisados. Este post-revisionismo, sin embargo, no cuestiona la cen- tralidad de la Revolucion en la fabrication del mundo contemporaneo, sino que la ratifica plenamente. No obstante, su novedad radica en ahondar la localization del centro explica- tivo de la contemporaneidad en el siglo xvm, alejandolo aun mas del xix. Uno de los te- mas clave de esta nueva historiografia es el estudio de la genesis de lo "social". Ahora bien, nuestro epilogo sintetiza lo que constituye una reflexion (transversal) tan embriona- ria que ni tan siquiera, en varias de las contribuciones que se citaran, existe plena concien- cia de las implicaciones generales de la misma para la historia y las ciencias sociales.

El estudio de la genesis de lo "social", sin embargo, no debe confundirse con una re- surrection del debate clasicismo versus revisionismo (o, si se prefiere, con un simple re- torno de lo "social"). La circunstancia de que al menos un historiador de cada tendencia (Hunt y Bell en cultura, Baker y Sewell en lenguaje, Desan en "social" y Smith en actores27) haya reflexionado en los liltimos anos sobre el tema de lo "social" durante la Revolucion y el siglo xvm franceses revela que se trata de un problema cientifico de dimensiones mu- cho mas amplias. De hecho, al ser cotejada con otras recientes publicaciones mas genera- les, 28 esta reflexion transversal entre las cuatro tendencias sobre lo "social" pre- y revolu- cionario guarda mayor relation con la progresiva emergencia de un nuevo entendimiento de lo "social" que con su renovation o mero retorno.

Traducido a la escala de la Revolucion francesa, la respuesta culturalista de L. Hunt es que aquella tuvo efectos historicos tan profundos, precisamente "porque afrontaba nada menos que la constitution de lo social". En otras palabras, la Revolucion hizo "lo social y lo politico mas visible a todo el mundo" (Hunt, 2003b: 291). Durante el siglo xvm, segiin ella, se asistio a un "cambio de densidad" de lo politico y lo "social", lo que explica su perceptible autonomizacion respecto a otros dominios de la realidad y, en consecuencia, que emergieran como "categorias del entendimiento humano" (Hunt, 2005a: en prensa). D. Bell, por su parte, ha revelado tambien que nociones tales como "publico", "civiliza- tion" y, en particular, "sociedad" experimentaron una redefinition fundamental a lo largo del siglo xvm, que presencio su progresiva mutation y ascenso como categorias centrales de la realidad occidental contemporanea; en conexion, segun el, con el avance de la secu- larization y la genesis del nacionalismo (Bell, 2003: 109-12).

La contribution de K. Baker, una de las mas sobresalientes hasta la actualidad, expli- ca como las nociones de "sociedad" y "social" fueron instituidas en el siglo xvm frances

27 Hunt, "Relire l'histoire du politique", en Martin, La Revolution a Voeuvre, 2005a; y "L'Histoire des femmes: Accompli ssement et ouvertures", en Lapied y Peyrard, La Revolution frangaise, 2003b, pp. 281-92; Bell, "Nation et patrie, societe et civilisation", en Kaufmann y Guilhaumou, L 'Invention de la societe, 2003, pp. 99-120; Baker, "Enlightenment and the Institution of Society", en Kaviraj y Khilnani, Civil Society, 2001c, pp. 84-104; Sewell, "Whatever Happened to the 'Social' in Social History?", en J. Scott y D. Keates (eds.), Schools of Thought, Princeton UP, Princeton, 2001, pp. 209-26; y Logics of History, 2005; Desan, The Family on Trial, 2004; y "What's after Political Culture? Recent French Revolutionary Historiography", French Historical Studies, 23:1 (2000), pp. 163-96; y Smith, "Recovering Tocqueville's Social Interpretation", en Schneider y Schwartz, Tocqueville and Beyond, 2003, pp. 52-70. 28 N. Gane (ed.), The Future of Social Theory, Continuum, Londres, 2004; Kaufmann y Guilhaumou, L 'In- vention de la societe, 2003; P. Joyce (ed.), The Social in Question, Routledge, Londres y Nueva York, 2002; M. Calloni et al. (eds.), Pensare la societd, Carocci, Roma, 2001; y Kaviraj y Khilnani, Civil Society, 2001. Para una sintesis en castellano del estado actual del debate: M. Cabrera y A. Santana, "De la historia social a la historia de lo social", Ayer (2006), en prensa. 178

-el papel de la Ilustracion fue clave-. Para el, "la institution de la sociedad" constituyo una de las grandes transformaciones del entendimiento humano del mundo, puesto que la "sociedad" fue (y es) una invention; en suma, "una representation del mundo instituida en la practica y no simplemente un hecho en bruto y objetivo". Mediante esta transformation mayor, el objeto historico "sociedad" se convirtio en (y sigue siendo) la base ontologica de la existencia humana (Baker, 2001c: 85 y 99-100). Reconociendo tambien la historicidad de lo "social", W. Sewell propone, no obstante, su redefinition y el ratificar su capacidad explicativa para la historia y las ciencias sociales. Una conception de lo "social" en la que cada esfera de la realidad esta "constituida por logicas discursivas y extra-discursivas que estan siempre fuertemente entrelazadas en la practica social" (Sewell, 2001: 222).

Esta redefinition es igualmente buscada por S. Desan, para quien la revision de lo "social" pasa por "repensar los movimientos sociales" (Desan, 2000: 193). Al aplicarla a la Revolution francesa, ella argumenta que no se trata de rechazar la notion revisionista de cultura politica, sino de buscar lo "social" dentro de lo institucional y de las practicas politicas como, por ejemplo, en la definition revolucionaria del concepto "familia".

Finalmente, J. Smith, en parte como reaction al revisionismo, aspira a "recuperar la dinamica de las relaciones sociales" (Smith, 2003: 53). Sin embargo, su aspiration escapa a un mero rescate de lo "social" al expresar abiertamente su interes por recuperar lo "so- cial" en la interpretation tocquevilliana de la Revolution. En otras palabras, su intento hace mas visible lo "social" como una categoria historica de explication y practica de la realidad. Ahora bien y frente a la position de Baker, Smith (como Sewell y Desan) sigue defendiendo el caracter analitico (lease: objetivo) de las nociones de "sociedad" y lo "so- cial", que vincula a su objetivo final de reconciliar las interpretaciones social tradicional y la politica-revisionista de la Revolution francesa.

En sintesis, estas nuevas contribuciones de cada tendencia (en consonancia con el ac- tual debate sobre lo "social") muestran que la historiografia anglofona, por una parte, desea recuperar la interpretation social de la Revolution y, por otra, esta colaborando para sentar las bases de un nuevo modelo de ocurrencia de lo historico, puesto que lo que cues- tiona no son simplemente los derivados practicos (clase social, identidad, genero, entre otros) de las nociones organizadoras de la realidad del mundo contemporaneo occidental ("sociedad", "politica" y "economia"), sino el estatuto ontologico de esas mismas nociones.

Traducido a una escala superior a la de la Revolution francesa, los historiadores y los cientificos sociales ya han comenzado a historizar las nociones de lo "social" y "socie- dad", al explicarlas como abstracciones nacidas en el mundo occidental (sobre todo) a lo largo del siglo xvm y que, en el siglo siguiente, fueron instituidas en la practica cotidiana de los agentes historicos. Se trato, en definitiva, del proceso historico que comienza a co- nocerse como "el ascenso de lo social". Pero a diferencia de las historizaciones arriba mencionadas (clase social, genero e identidad), la relativa a las nociones de lo "social" y "sociedad" va mucho mas alia, puesto que obliga a los historiadores y cientificos sociales a interrogarse explicitamente sobre la pretendida naturalidad u objetividad del contexto historico dentro del cual esas nociones adquirieron (y aiin hoy poseen) su significado con- temporaneo. Por tanto, lo que paulatinamente esta poniendose en cuestion es la interpreta- tion tradicional, segiin la cual lo "social" y la "sociedad" son entidades naturales y objeti- vas (dicho de otro modo, simples reflejos de la realidad social). La interpretation que comienza a emerger como alternativa, por el contrario, sostiene que son una representa- tion o codification especifica (esto es, historica) de las relaciones humanas inventada en I Occidente en el siglo xvm (y que en el xix fue instituida cientificamente por las ciencias I sociales). En otras palabras, este debate cuestiona la tesis de la referencialidad objetiva, I natural y transhistorica entre realidad y sociedad. | 179

Ademas de las contribuciones arriba sintetizadas (junto a la del lingiiista Jacques Guilhaumou 29), los trabajos de Michel Foucault30 y Charles Taylor31 subrayan el lugar central de la Revolucion francesa y del siglo xvm (frances) en la institution practica de lo "social". Con la Revolucion, tomo carta de naturaleza una codification y division tripartita de la realidad (que llega hasta la actualidad) en politica, economia y sociedad. Al interior de esta triparticion se ha desarrollado la implementation practica de la realidad en el mun- do occidental a lo largo de los ultimos dos siglos -proceso que intentan aprehender los conceptos de "biopolitica" y "gubernamentalidad" de Foucault y el de "imaginario social moderno" de Taylor. Como los lectores ya habran advertido, las proposiciones (aiin en ciernes) de este debate internacional e interdisciplinar nos obligan a repensar en su totali- dad los conceptos fundacionales de la realidad contemporanea occidental dentro de la cual se encuentra -sin ir mas lejos- la propia genesis, vocabulario y teorias de la historia y las ciencias sociales. Sus profundas implicaciones epistemologicas para ambas estan, solo ahora, empezando a quedar al descubierto, pero lo que aun resta intacto es el papel de la Revolucion francesa como uno de los laboratorios mas fecundos (y, por tanto, motor predi- lecto) de la teoria historica, si bien -como se ha defendido aqui- tras el bicentenario no es ya un laboratorio de reflexion historiografica nacional sino mas global.

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