Emerson, Ru - La Princesa en Llamas

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    Ru Emerson

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    Ttulo original: The Princess of Flames

    NDICE

    PRIMERA PARTE: LA BASTARDA

    SEGUNDA PARTE: EL ARZOBISPO

    TERCERA PARTE: ELFRID

    Ru Emerson naci en el estado de Montana (USA) y estudi en la Universidad de Montana, en Missoula. Ha trabajado como redactara publicitaria y secretaria y ha vivido

    en Salem (Qregn) y en el sur de California antes de fijar su residencia en Dallas en 1983,donde trabaja en la administracin y ha iniciado su carrera de escritora. LA PRINCESA DE LAS LLAMAS (1986) fue su primera novela y ha obtenido un inesperado xitode ventas tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaa. Su obra ms reciente es unatriloga de fantasa con el ttulo genrico The Tales of Nedao, que se compone de THE FIRSTTALE OF NEDAO : To THE HAUNTED MOUNTAINS (1987), THE SECOND TALE OF NEDAO : IN THECAVES OF EXILE (1988) y THE THIRD TALE OF NEDAO : ON THE SEAS OF DESTINY (1989).

    Comentario [LT1]:

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    PRESENTACI N

    Es inevitable constatar el gran xito de la nueva narrativa fantstica en los ltimos aosnacida al amparo de las colecciones especializadas inicialmente en la ciencia ficcin. Condicho auge ha aparecido ya una amplia variedad de subgneros fantsticos que algunosllegan a extender incluso a la narrativa de terror (dark fantasy o fantasa tenebrosa enla nomenclatura anglosajona) que se emparenta con las viejas historias de autores yaclsicos como H.P. Lovecraft y August Derleth.

    Prcticamente todos los comentaristas coinciden en caracterizarEL SEOR DE LOSANILLOS, (1954-1955) de J.R.R. Tolkien, como el origen de este exitosorenacimiento de la literatura fantstica, centrada esta vez en un mundo esencialmentemgico y en el enfrentamiento arquetpico entre el bien y el mal. Con toda seguridad, laobra de Tolkien constituye el modelo central en el que se han inspirado muchas de lasnarraciones de la nueva fantasa que podramos etiquetar como fantasa mgica y quetambin ha recibido a veces el nombre de alta fantasa (high fantasy).Pero existe otro modelo (tambin clsico) de fantasa nacida, con la ciencia ficcin, alamparo de las revistas pulp norteamericanas de los aos treinta. Se trata de la llamadafantasa heroica, posiblemente uno de los modelos ms conocidos de la fantasamoderna, que culmina en las narraciones de tipo belicoso y aventurero que tienen su principal ejemplo en la serie deCONAN(1932-1936) de Robert E. Howard.

    La primera denominacin que se utiliz para este tipo de fantasa fue posiblementela de science fantasy (fantasa cientfica) en un intento de asimilarla al sentido de lomaravilloso habitual en la ciencia ficcin que se publicaba en esas mismas revistas pulp. Muy pronto se abandon dicha denominacin por la ms conocida y ya citada defantasa heroica. Tambin se utiliza con gran xito la expresin acuada en 1960 porel autor Fritz Leiber que etiquet dicho subgnero como espadas y brujera y de laque es claro ejemplo su serie sobre Fafhrd y el ratonero gris recopilada a partir de1968.

    Las narraciones tpicas de espadas y brujera se caracterizan esquemticamente por unacierta brutalidad en la ambicin heroica de sus protagonistas, que encuentran aventuras enmundos con estructuras sociales de tipo feudal, parecidos en parte a los mundos antiguoy medieval terrestre. Los elementos ms definitorios de la narracin son,efectivamente, el uso de la espada y el recurso a la brujera y la magia para resolver lassituaciones conflictivas. En definitiva, se trata de una forma ms de la tradicional novelade aventuras de tanto xito en todas las pocas.

    En realidad la fantasa heroica se haba encuadrado histricamente dentro de la cienciaficcin por motivos puramente coyunturales, ms que en razn de sus contenidos o de suafinidad temtica. Las primeras revistas norteamericanas de ciencia ficcin se publicabanen papel reciclado o de pulpa (pulp) de escasa calidad. Y tambin en ese tipo de revistasse publicaban en los aos veinte y treinta las narraciones de fantasa heroica, a menudodentro de las mismas colecciones. La asociacin ha seguido vigente y, tal vez por ello, para algunos autores de ciencia ficcin ha sido inevitable dar un tono de fantasa heroica

    a las aventuras de sus protagonistas cuando transcurren en mundos inventados dotados decaractersticas ligeramente medievales y en los que se dispone de escasos conocimientoscientficos o tecnolgicos.

    Desgraciadamente algunas de dichas narraciones son exageradamente violentas, amenudo con un altsimo grado de machismo e incluso, segn algunos crticos, contendencias claramente fascistas. Un caso paradigmtico de lo peor de esta fantasa heroicade corte marcadamente reaccionario lo constituye la serie sobre el planeta Gor iniciada en1966 por John Norman (pseudnimo del escritor norteamericano y profesor de filosofaJohn F. Lange ]r.). Dicha tendencia ha sido brillantemente ridiculizada en obras comoEL SUEO DE HIERRO(1972) de Norman Spinrad, que es precisamente una violentanovela de fantasa heroica racista presuntamente escrita por Adolf Hitler.

    En realidad la fantasa heroica presenta al lector inteligente escasas variantes temticas

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    y tan slo el pulso narrativo, ciertos ambientes bien descritos y el tono blico de sushazaas pueden mantener el inters durante algn tiempo. Es fcil encontrar lectoresque opinen que, ledas dos o tres novelas de fantasa heroica, se agotan definitivamentelas escasas ideas que el subgnero pueda ofrecer.

    Pero, precisamente cuando todo haca presagiar que la fantasa heroica empezaba adar muestras de agotamiento ante la riqueza temtica de otros subgneros fantsticos yde la misma ciencia ficcin, en los ltimos aos ha aparecido una nueva variante de lafantasa heroica (emparentada tambin en algunos casos con la fantasa mgica) que leha dado un inesperado renacimiento.

    Segn mi parecer, el fenmeno deriva directamente del hecho de que muchos de losmejores autores de la nueva fantasa en las ltimas dcadas son mujeres. Cuando hacedcadas las escritoras abordaban la temtica de la fantasa heroica en poco se diferenciabasu obra de la de los autores de sexo masculino. Y as se puede constatar, por ejemplo, enla serie de relatos de Catherine L. Moore sobre Northwest Smith.

    Pero los aos setenta y ochenta han visto tambin cmo la fantasa heroica dabaentrada al sexo femenino, no slo en su papel de autoras, sino tambin como protagonistas de las narraciones. Por ello es frecuente encontrar hoy en da un conjunto denarraciones de fantasa heroica escritas y protagonizadas por mujeres que unen a lanarracin aventurera tradicional de este subgnero fantstico una mayor sensibilidad hacialas motivaciones y sentimientos de los personajes. Las nuevas protagonistas de lafantasa heroica harn gala de los valores de arrojo, valenta, fuerza y habilidad con laespada que hasta entonces parecan privativos de los hercleos y escasamente reflexivos protagonistas inspirados en Conan. Pero junto a las habilidades marciales, encontramosen esta nueva fantasa heroica de mujeres, otros valores hasta ahora inditos en elsubgnero: sensibilidad, mayor atencin a la caracterizacin psicolgica de los personajes,eliminacin del burdo machismo de la fantasa heroica clsica etc.

    Todo ello es ya visible en narraciones como las de las Amazonas Libres de Darkover,de Marin Zimmer Bradley, iniciadas enLA CADENA ROTA(1976), pero alcanza su punto culminante en los aos ochenta. Algunas novelas fundamentales de dichatendencia se darn pronto cita en nuestra coleccin con obras comoLAS SEORAS DEMANDRYGIN (1986), de Brbara Hambly, y tambin con una de las frecuentesincursiones en la fantasa (PALADN, 1988) de una reputada autora de ciencia ficcincomo es C.J. Cherryh.Y precisamente en esa lnea se inscribe la novela que hoy presentamos,LA PRINCESA DELAS LLAMAS(1986), que es la primera novela de Ru Emerson e incorpora al mismotiempo elementos de la clsica fantasa heroica junto con otros claramente derivados dela fantasa mgica de raz tolkieniana. La novela ha obtenido un gran xito tanto enEstados Unidos como en Gran Bretaa, lo que no es usual en la primera obra de unanueva autora.

    La trama argumental es simple y, curiosamente, no puede ser contada con detalle pesea que hay muchos elementos francamente habituales en este tipo de narracin. El reySedry, el usurpador, se sienta en el trono de Darion, obsesionado por los ojos silenciososy grises de su hermanastra Elfrid, la Bastarda, cuyo Poder Mgico es parecido al suyo propio y que, en contra de la tradicin, ha sido tambin entrenada en el manejo de lasarmas. Tras ocho aos de exilio, Elfrid, la mujer guerrera, volver para vengarse deSedry y de sus otros hermanastros y para convertirse enLA PRINCESA DE LAS LLAMAS(una figura fundamental en el juego adivinatorio del Tarot), precisamente cuando losmisteriosos Fegez amenazan las fronteras del reino y el Arzobispo Guerrero Gentry debemostrar lo mejor de su habilidad como estratega y lder para enfrentarse a ellos.

    El eje central de la historia es, evidentemente, la venganza de la joven Elfrid y ello permite la intriga y tambin enfrentamientos con espada y daga, sin olvidar las batallascon los salvajes Fegez que amenazan Darion. Todo ello est narrado con el suficienteatractivo para distraer e interesar a todo t ipo de lectores.

    Pero junto a los habituales elementos de la fantasa heroica,LA PRINCESA DE LASLLAMASincorpora tambin otros aspectos de la ms clsica fantasa mgica al estilo deTolkien. La magia, los poderes ocultos y el poder adivinatorio del Tarot se dan cita en

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    esta narracin como un elemento de fondo que, de forma casi subterrnea pero muyefectiva, forma parte del mundo en que transcurre la accin que se nos narra.

    Por lodo ello, esta novela, pese a su temtica un tanto clsica, ofrece un enfoquenovedoso que es una buena muestra de la nueva fantasa heroica, escrita y protagonizada por mujeres. Al atractivo aventurero de las narraciones que hicieran famoso a Conan, seincorporan en LA PRINCESA DE LAS LLAMASmultitud de elementos mgicosomnipresentes y tambin una adecuada atencin a la psicologa de los personajes, junto auna cautivadora sensibilidad a la que no es ajena la presencia de elementos marcadamenteshakespearianos en la trampa argumental: el rey loco que viaja con un compaero queno reconoce o la referencia casi inevitable a la mujer disfrazada de hombre.

    En resumen,LA PRINCESA DE LAS LLAMASes una sorprendente primera novela que aportatodo el aliciente de los mejores relatos de la fantasa heroica, pero tambin un algo ms quela hace especialmente interesante.

    MIQUEL BARCEL

    Para pap y mam, que siempre me animaron. Para Doug, que vivi para contarlo. Y para Bill Spahr , por el empuje que hizo que se mantuviera en marcha.

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    PRIMERA PARTE

    LA BASTARDA

    Elfrid solt poco a poco el aire inspirado, mientras la tercera esfera tomaba cuerpo yquedaba suspendida junto a las otras dos iridiscentes, luminosas en la penumbra del palco de los juglares. Senta adormecida una pierna; cambi de posicin con cuidado, ojos ymente concentrados en la temblorosa imagen que flotaba, al alcance de su mano, sobre elmajestuoso saln de Alster.Bien. Entonces, pues...

    Frunci el ceo. Intentar tener una visin clara era buscarse un dolor de cabeza. Peroquizs esta vez...

    De pronto, en el globo de la izquierda y en el de la derecha aparecieron dos tenuesfiguras: un hombre y una mujer. Una sonrisa curv los labios de Elfrid y fue rpidamentereprimida a medida que los hologramas se difuminaban. Madre. Padre. Despus de todo, suinstructor estaba equivocado y Rolend tena razn: empezar con imgenes conocidas, hastalograr una visin clara; y despus volver a los ejercicios, una vez que ya se haba tenido laexperiencia.

    En el globo central, una diminuta llama iluminaba las figuras laterales y a la muchachaque las modelaba: diecisis aos, tal vez, aunque era tan delgada que podra haber sido ms joven. Slo los ojos grises, de mirada grave y solemne, lo desmentan.

    Una hora dedicada a este ejercicio tambin produca dolor de cabeza. Los llamados DonesReales lo producan, si se perfeccionaban como ella perfeccionaba los suyos. La verdad esque era probable que nunca la convocaran para usarlos oficialmente. Pero ella habadesmentido con su prctica a los que afirmaban que para conquistar los Dones era requisitoindispensable tener sangre real por va paterna y materna. En comparacin con esta formaavanzada de la Luz Difusa, el Aura casi no requera entrenamiento ni esfuerzo alguno; laLlama, rara vez algo ms que una dbil chispa, aun en los descendientes ms fuertes deAlster, era un juego de nios; y la Adivinacin, apenas un ejercicio aburrido.

    Pero el raro Toque Curador, eso s era algo que valdra la pena desarrollar. Eso leenseara a Sedry! Desde luego, para trabajarlo tendra que conseguir a alguien dispuesto asoportar el toque de una bastarda. No era imposible.

    La visin vacil otra vez; impaciente, dej de lado la febril charla mental, los trillados pensamientos. Sus ojos pasaron con orgullo de un rostro sonriente al otro. Elfrid! Dnde ests, nia? Elfrid! se oy de pronto.

    Los hologramas se desvanecieron, los globos que los haban contenido estallaron como pinchados por un alfiler. Al resplandecer la Llama, el globo central solt un breve destello, yluego se apag. Maldicin. Elfrid suspir al or la voz de Panderic, cascada por la edad y conacento malhumorado, resonar por el estrecho pasillo. Entonces estir sus largas piernas y sedesliz del elevado alfizar. Era intil ignorar a la vieja mujer; como Ama de los hijos deAlster, Panderic conoca casi todos los escondites de aquella parte del castillo, y se daracuenta de que ella estaba evitndola. Y durante muchos das le hara la vida imposible.Solt su amplio vestido, que por comodidad llevaba recogido en el ancho cinturn liso,hasta que le cubri los tobillos. Panderic? La voz de Elfrid era baja y algo ronca, y tuvo que repetir su nombre alverla aparecer: Panderic era bastante sorda.

    Qu haces aqu? Quieres que me gaste las suelas buscndote? Irritada, se acomodlos mechones grises que haban escapado de su cofia y que la humedad pegaba sobre la toscafrente . El Rey quiere verte, ahora mismo, (aunque l sabr para qu) aadi farfullando ymirndose las manos fuertes y arrugadas.

    Elfrid tena un odo excelente, pero su rostro delgado e impasible no mostr la menorseal de haber escuchado el comentario, ni tampoco de haber notado los modalesinsultantes de Panderic al dirigirse llamndola nia a ella, una Princesa, aunque slo lofuese nominalmente. Ninguno de los otros hijos del Rey haba recibido nunca untratamiento tan descomedido. Se les llamaba mi Seor, mi Seora, desde la infancia; a

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    todos, desde el Prncipe Heredero Sedry y la Princesa Sigron hasta el Prncipe Rolend.Desde luego, Alster se haba casado con la Dama Sigurdy, y Elfrid era la nica hija del Rey ysu joven amante de Marga. Por eso desde muy temprana edad haba aprendido a ignorar losinsidiosos comentarios de Panderic; las pullas del Prncipe Heredero y el PrncipeAscendiente, Hyrcan; y los desaires de sus hermanastras.

    No eran slo sus hermanastros y su Ama quienes as la consideraban. Elfrid tena plenaconsciencia de que la mayora de los que moraban detrs de los altos muros del castillo deArolet, como sin duda tambin gran parte de la nobleza de Darion, miraban con grandisgusto a la hija bastarda del Rey. Si ella hubiese sido una persona ms dbil, ese hecho lehabra causado un profundo sentimiento de inferioridad. Pero de algn modo, Elfrid habasalido de la niez con su autoestima bastante intacta.

    Eso se deba en gran medida a Alster, ya que trataba a su hija menor exactamente igualque a sus otros hijos, si bien por tradicin tendra que haberla alejado o, mejor dicho,exiliado de la Corte, junto con su madre. Pero Alster no haba hecho ni una cosa ni la otra,sino que haba afrontado imperturbable la ola de desaprobacin que circulaba por laCorte.

    Era una actitud totalmente acorde con la personalidad del Rey Campesino, como lellamaban los nobles a sus espaldas. Alster prefera abiertamente la compaa de susmaestros de armas y sus palafreneros a la de sus pares y hasta a la de sus hijos legtimos. YElfrid, la nica hija de su amada Miriellas, era el solaz de su madurez. Parecida a l en elaspecto fsico, aunque algo delgada para la tendencia familiar, y de ojos ms oscuros, la joven se le pareca tambin en las ideas y en el carcter; y durante el ltimo ao Alster sehaba aficionado a pasar con ella, cada vez que poda, parte de las tardes. Juntoscabalgaban, visitaban las perreras y los establos, pescaban o cazaban. Y Elfrid levantabaestas horas preciosas como un escudo contra los sinsabores de la vida cotidiana.

    Poco despus de que la vieja Ama la encontrara, Elfrid, con el vestido de nuevo recogidohasta las pantorrillas para facilitar sus movimientos, bajaba corriendo la estrecha escalera decaracol que llevaba desde sus habitaciones a los aposentos privados del Rey. No haca buen tiempo para pescar, pero tal vez podran cabalgar. O quiz su padre la llevase otra vezal patio de armas. Alster, desafiando el dictamen de la costumbre tanto para las mujerescomo para los hijos ilegtimos, le haba permitido al Maestro de Armas que la entrenase enel uso del arco. Por suerte, a Gontry le preocupaba la tradicin tan poco como a Alster, yslo le importaban las aptitudes que afirmaba ver en ella: La haba estimulado y hasta lesugiri al Rey que la joven se las apaara muy bien con la espada.

    Elfrid aminor el paso para no resbalar en los escalones de piedra, y una extraasonrisa se dibuj en sus labios. Apret los puos. Desde luego, ella no se atrevera. Ni su padre ni Gontry se atreveran. Pero una espada, Alayya, Elorra, una espada...

    Se detuvo bruscamente antes de llegar a la cmara del Rey, an oculta por el ltimo tramode escaleras: a sus odos llegaban voces apagadas. El estruendo de la voz de bajo de su padre, sus palabras confusas. Y otra voz, aguda y que pareca a punto de quebrarse comola de un nio bajo la presin de la furia: la de su hermanastro Sedry, el Prncipe Heredero.

    ... ya estoy cansado de todo eso, Padre! Quin te ha dado el derecho a estar cansado de algo? Elfrid se reclin contra la fray hmeda pared, asustada. Alster era famoso por su mal genio, pero ella nunca lo haba

    odo tan furioso . Qu buen hijo, un hijo maravilloso... una sanguijuela! Qu digo! Algo peor, un maldito estpido!

    Son mis posesiones, Padre, t me las concediste cuando cumpl veinte aos. Tus posesiones, s, Prncipe. Con cierto grado de supervisin que, evidentemente,

    todava necesitas. Por los Dos! Qu pretendes? Tomar el control absoluto de la Marca,sin direccin ni prueba? No has aprendido nada estos ltimos aos, Sedry! No puedoconfiar en que gobernars con sensatez una provincia, por no hablar de Darion cuando yoya no est! Joven idiota, intrigando con los hijos de mis barones para arruinarnos...

    No hicimos ningn dao, Padre! En todo caso, hicimos ms bien del que tusconsejeros criticones, con sus interminables intrigas, me hubieran permitido hacer.

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    Hombres viejos agitando las banderas de la tregua con manos paralticas! Aj! escupi .Me repugna! Los salvajes han estado merodeando por Darion desde que yoera nio. Crees que unos pedazos de trapo atados en palos los detendrn?

    Un Prncipe de Darion estall Alster , no se refiere a los Fegez como asalvajes! Eso es propio de ignorantes y no va contigo, Sedry!

    Elfrid baj un escaln ms y luego otro, pegada a la pared. El spero muro de piedraraspaba las trenzas que ella segua hacindose, pese a la insistencia de Panderic en queera un peinado infantil e impropio de una muchacha ya crecida. Sedry volvi a escupir.

    Pronto se apoderarn de toda Darion, gracias a t i y a tus viejos cobardes yserviles! Es eso lo que quieres lograr, Padre? Lo que hicimos, mis hombres y yo...

    Hombres? Alster solt una carcajada burlona . T y tus hombres nos podraishaber hecho entrar en guerra, muchacho estpido, atacando por sorpresa sus montaas,como hicisteis. Los Fegez no se lo han tomado a la ligera, y los Dos saben cunto nos costarapaciguarlos.

    Apaciguarlos? Apaciguar a los salvajes? Apaciguarlos, s! Eso dije y eso quise decir! grit el Rey, interrumpiendo la brutal carcajada de Sedry . O es que prefieres barrerlos de las

    tierras, Prncipe? Ve, entonces, ve con tu banda de cachorros, si es eso lo que quieres!Pero no me culpes por vuestras muertes, Sedry!

    Valiente declaracin, Padre! exclam Sedry, airado . Te gustara, no? Librartede m...

    Sedry! El rugido de Alster reson en la escalera. Elfrid se dej caer y se apret lasmanos entre las rodillas, para que dejaran de temblar. Saba muy bien lo que era unadisputa, sobre todo entre su padre y su excitable primognito y heredero. Pero nuncahaba odo ninguna tan feroz como aqulla. Adems, odiaba las escenas, los gritos;odiaba todo aquello . Si yo quisiera desheredarte, fjate bien, si quisiera, lo hara.Aunque no me complace elegir entre Hyrcan y t. l es an ms parecido a su madre quet. Todos vosotros, toda la prole de Sigurdy, sois maliciosos, hipcritas, egostas, como loera ella. Nunca fui tan feliz como el da en que la envi a Bienes.

    Se hizo un breve y desagradable silencio, roto una vez ms por el Rey. Desvanecida la ira,habl clara e incisivamente, y cada palabra tena el peso de un voto sagrado.

    Escucha, primer hijo de mi sangre, y presta atencin a lo que voy a decirte. sta es laltima vez que me desobedeces, a m o a los consejeros que envi a la Marca paracompletar tu educacin. Otro incidente como ste y te encontrars convertido en un exilia-do, pidindoles asilo a los beldenianos; t y tus amigos pendencieros. Un Prncipe no tieneleyes propias, lo sabes muy bien. Existe el Consejo de los Barones y tambin el Witan; yambos deben ser tenidos en cuenta. Y no digo nada del bien comn, y menos an delsentido comn, porque no lo entenderas.

    Cmo puedes decirme eso a m! exclam Sedry, evidentemente tratando decontrolar su propia furia . T, que ms de una vez has sometido las leyes a tus deseos,a tus caprichos! Desoyes las advertencias de tu querido Consejo, contradices a tu antojo alWitan...

    Eso crees? Pero nunca en perjuicio de Darion como lo has hecho t, Sedry. Adems,cmo te atreves a juzgarme? Y se lo preguntas al primognito de la Reina Sigurdy?

    Se lo pregunto al primognito de la Dama Sigurdy, Prncipe! Ella dej de ser Reinadesde que yo obr con sensatez y la envi a servir a los Dos, como bien sabes. Nmbrameun solo caso en que yo haya actuado con imprudencia y puesto a Darion en peligro. Sehizo un silencio . No puedes, verdad?

    Tergiversas mis palabras, Padre. La voz de Sedry se elev, quebrada por la ira .Puedo mencionar una ocasin en que actuaste en contra del Consejo y del Witan, para nohablar de las tradiciones y el honor! Y tambin puede hacerlo mi Seora Madre.

    Eras un nio de corta edad y con menos juicio que el que tienes ahora, si eso es posible, cuando tu madre dej mi casa para ir al convento de Elenes. Obedeciendo tus rdenes, Padre...

    No me interrumpas! T no sabes nada de ese asunto, Sedry. No sabes nada de nada! Por lo menos s que debo creer en las palabras de mi madre antes que en las tuyas!

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    estall Sedry; sus palabras eran casi ininteligibles . Repudiar a tu esposa, anular esaunin desafiando las convenciones y todas las enseanzas de los Dos. T, t queabiertamente haces ostentacin de la hija de tu ltimo juguete, para ofender a tus hijoshonestos!

    Silencio! rugi el Rey. Su grito reson, quebrado por el chasquido de metalcontra metal: uno de los dos haba sacado su espada. Elfrid baj corriendo los ltimosescalones y se detuvo al pie de la escalera. Sedry le daba la espalda, tan cerca que habra podido tocarlo con la mano. Su alta y delgada figura estaba tensa. Sus brazos rgidosestaban elevados a modo de escudo. Su capa era un charco azul a sus pies, donde habacado. Tena la cabeza vuelta hacia un lado, y miraba con cautela al Rey, que se enfrentabaa l a tan slo unos centmetros de distancia. El rostro por lo general plido del ancianoestaba encendido, le temblaba la corta barba y sus ojos grises resplandecan de furia. Nohaca falta el Aura que expanda un nimbo verdoso sobre sus hombros y sus manos paraver cuan indignado estaba. Sostena la daga un juguete enjoyado contra el vientre desu hijo.

    Se oy un repiqueteo de botas que avanzaban hacia la cmara: tres de los guardias personales del Rey, alertados por las voces, se acercaban a toda carrera. Elfrid retrocedialgunos peldaos en silencio, tratando de no ser vista. Las ltimas palabras de Sedry anquemaban en sus odos.

    Estoy desarmado, Padre. La voz del Prncipe Heredero se elev para que le oyeranlos guardias.

    Ya veo. Olan! Seor? respondi uno de los guardias, acercndose.

    El Prncipe no se siente bien, est exhausto. Escltalo hasta sus habitaciones y cuidade que permanezca en ellas.

    Pero, Padre... Obedece, Olfan. El Rey interrumpi con firmeza la splica de su hijo . El Prncipe

    tomar sus comidas en sus aposentos, hasta nueva orden. Padre!

    Como mandis, Seor. Se oy un breve forcejeo y despus los pasos se alejaronhasta perderse por el corredor.Hubo un silencio.

    Elfrid? llam Alster. La muchacha descendi una vez ms los ltimos peldaos. ElRey segua en el mismo lugar; de su mano colgaba, olvidada, la daga . Lo has odo todo,no es cierto, pequea? Elfrid asinti . Lo siento.

    No me importa, Padre dijo ella. No era del todo una mentira; al menos no bastaba para desencadenar el extraordinario y agudo sentido de Adivinacin del Rey. La repeticinde ofensas semejantes durante diecisis aos haba llegado a limar la aspereza de las palabras . Sedry siempre sabe qu decir para herir ms. El Rey solt una risitamalhumorada.

    As es. Sedry es impaciente. Siempre ha sido impaciente, desde nio. Siempre haquerido tener ms de lo que poda abarcar. Alster pas un brazo alrededor de losdelgados hombros de su hija. Al hacerlo mir la daga y frunci el ceo como si no recordarade dnde la haba sacado ni para qu. Despus la guard, con un encogimiento de hombros,en la vaina que llevaba en el antebrazo. Se acerc a la joven . Estaba impaciente por tenerun arco cuando debera haberse conformado con practicar la lucha y jugar con sus amigosy sus perros. Cuando consigui el arco, quiso una espada. Cuando aprenda el control de laLuz Difusa, quera perfeccionar la visin a distancia y la Llama plena. Pero, desde luego, noquera trabajar para lograrlo. Ahora, tendra que estar aprendiendo el arte de gobernar yquiere mandar sobre toda Darion. Alster suspir con pesadumbre mientras cruzaban elsaln . Qu piensas t, Elfrid? Debera l gobernar Darion?

    No replic ella. Era un juego que practicaban a menudo desde haca un tiempo: lla interrogaba como si fuera su ms valioso consejero; ella reflexionaba y despus respondaseria y cuidadosamente.

    Y por qu no?

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    Es demasiado irascible. En realidad no le interesa Darion, excepto como una cosa ms para tener, como una posesin. Y adems, l slo podr gobernar despus de que t hayasmuerto, Padre. El Rey se ri entre dientes; recuperaba pronto su buen humor.

    Eres una jovencita inteligente; y conoces muy bien a Sedry. En cuanto a esto ltimo quehas dicho, espero que de verdad lo pienses.Elfrid levant la cabeza y lo mir a los ojos.

    Crees que yo hablo como Merasma? No, Padre. Esta vez el Rey solt unacarcajada, echando la cabeza hacia atrs, mientras entraban, juntos y abrazados, en elsoleado patio.

    S que eres inteligente, muchacha. Yo dira que Merasma nunca ha dicho lo que pensaba en toda su vida. Slo dice lo que cree que los dems quieren or. Mujercitafastidiosa! escupi . Son todos fastidiosos, los hijos de Sigurdy. Son iguales que ella:amables conmigo por lo que pueden conseguir. Y se preguntan por qu me divorci deella y la envi lejos. Piensan mujeres, todos piensan lo mismo, desde Sedry hasta Sigron.Pues bien, no fue por eso, condenados sean! Ya me gustara ver a uno de ellos casadocon una criatura como Sigurdy durante tanto tiempo como yo lo estuve! Habranencontrado razones para divorciarse antes, mucho antes. Su brazo estrech los hombrosde Elfrid . Ninguno es como t, nia.

    No soy ninguna nia, Padre! Elfrid le mir, exasperada El Rey volvi a rerse,encantado.

    Vaya, vaya! exclam . No, desde luego, no eres una nia. Pero eres cuatro aosmenor que Rolend. Eres mi hija menor y la ltima.

    Tengo diecisis aos, casi diecisiete dijo Elfrid con voz neutra. Lo s, muchacha, lo s. Ven, hoy slo disponemos de una hora. Qu haremos?

    Quieres ir a pescar, eh? Le sonri y tirone una de sus largas trenzas oscuras.Elfrid levant la cabeza y le mir, todava con el ceo fruncido, pero cuando l le gui

    un ojo, dijo, como avergonzada: No quiero ir a pescar, Padre. El ro est demasiado bajo y hace calor. Hay cachorritos

    recin nacidos en el establo; y adems... bueno... si Gontry no est ocupado, tal vez... Podra darte otra leccin de tiro con el viejo arco de Rolend, no? S que te lo ha

    prometido. Pero no se lo cuentes a nadie, hija; trataremos de evitar problemas mientras podamos. En fin, ya veremos. As que tenemos nuevos cachorros? Cruzaron el patio.Desde su ventana, el Prncipe Sedry les miraba. Detrs de los prpados entrecerrados deira, su mirada les sigui hasta que desaparecieron detrs de la Torre de la Princesa.

    La enfermedad del Prncipe Heredero dur seis meses, y Sedry nunca se la perdon aAlster, si bien aprendi a hablar con prudencia y, quizs, a controlar mejor su carcter.Siempre meditabundo, aadi un motivo ms de rencor a los muchos que ya tena. Si Alsterle hubiera dado algo ms que un dominio simblico de la Marca Oriental, razonaba conamargura, jams se habra presentado aquel problema. Pero pasarse medio ao prisionero por insultar a la amante del Rey y a su maldita hija, aquello era ms de lo que podaaguantar.

    Elfrid, consciente del odio de Sedry, se acostumbr a evitarlo en cuanto fue liberado de sushabitaciones; pero aquello slo contribuy a aumentar su disgusto. Qu propsito lallevaba, criatura malvada, a ocultarse de l? Qu se propona, sino congraciarse con elRey para obtener algn provecho?El rencor de Sedry hubiera sorprendido mucho a Alster, que nunca persista en su clerauna vez desaparecida la razn que la haba provocado. Nunca se le habra ocurrido pensarque en aquello, como en tantas otras cosas, sus hijos eran muy diferentes a l: jams se lehabra ocurrido hacer vigilar a Sedry despus de su liberacin; se hubiera horrorizado ante lamenor insinuacin de que deba usar la Adivinacin para invadir la mente de su hijo. Despusde todo, el muchacho haba sido castigado y haba aprendido la leccin, no?

    Doce das despus de la recuperacin del Prncipe Heredero y slo tres antes de quetuviera que regresar a la Marca, sucedi que Hyrcan lleg cabalgando desde el Norte parasolicitar ante el Rey libros para su madre. Y Rolend, todava demasiado joven para sus posesiones en el Sur, haba llegado desde el Castillo Orkry, veinte leguas al Sudoeste,donde estaba completando sus estudios y su entrenamiento militar. El Rey haba partido a

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    una cacera que durara toda la noche, y se haba llevado a Elfrid con l. Aquella noche tuvolugar una reunin en las habitaciones superiores de la Torre de la Princesa, desiertas desdehaca largo tiempo.

    Los ltimos rayos del sol poniente se desvanecan detrs del alfizar de piedra, y muchoms abajo los ruidos de hombres y animales se oan apagados. Contra la pared opuesta,cerca de la puerta, estaban colocadas una mesa y varias sillas sin respaldo, apresuradamentecepilladas para quitarles el polvo de varios aos. Sobre la rstica mesa de maderaesparcanse un farol tiznado, un jarro de vino y varias copas. Sedry se recost contra la pared de piedra, sentado en una silla en equilibrio precario sobre dos de sus patas. Sus ojosseguan con pereza el movimiento mientras echaba vino tinto en su copa; una dbil bola deLuz Difusa iluminaba las ondulaciones de la superficie de la bebida. Rolend, la mejilla apo-yada contra un dosel suave y desteido, miraba por la ventana, ms all de los tejados deLertondale, hacia los lejanos bosques. Hyrcan era una sombra inmvil cerca de la puertacerrada.

    Si slo estamos esperando a las damas, hermano... Tendremos que esperar, Hyrcan. Ellas no pueden ir y venir a su antojo, como nosotros.

    La Luz Difusa, olvidada, se extingui. Sedry vaci su copa y dej descansar la silla sobresus cuatro patas, al tiempo que se incorporaba. Su cuerpo, delgado y fuerte pese a los seismeses de encierro, se mova con la indolente gracia de un guerrero, como si su dueo tuviera plena consciencia de su belleza. La vacilante luz de la vela iluminaba su cara, revelando los pmulos altos y una barbilla firme y bien afeitada pero en la que despuntaba ya unaincipiente barba rojiza. Los ojos, de un gris plido, casi plateado, se escondan detrs deunas pestaas oscuras y unas cejas rectas. La cabellera, de un oscuro tono dorado conreflejos rojizos, le caa espesa hasta los hombros, sujeta en lo alto de la frente por unaestrecha banda de plata. Un rostro agraciado, finamente dibujado, casi hermoso, excepto por la boca algo petulante.

    Para qu las necesitamos, Sedry? Dentro de un ao estarn casadas y se habrn ido.Morelis, probablemente a Embersy. La voz de Hyrcan era ms bien aguda y algo nasal .Esto no les concierne.

    Quin sabe. Si no a ellas, tal vez a sus seores, quienesquiera que sean. Adems,Hyrcan prosigui Sedry en tono seductor , eso ya lo hemos hablado antes, t y yo. La primera vez que confi en ti. Recuerdas?

    Hyrcan sonri. Lo recordaba. Sedry haba hablado primero con l. Saba cmo hacerlesentir importante a uno. En parte, desde luego, gracias a su Rasgo: el Carisma de Sedry, si bien de naturaleza diferente y dirigido en otro sentido, no era inferior al de Alster ni menoseficaz, aun cuando uno le conociera. Tal como su propio Rasgo, el nico aspecto de su partede los Dones que l cultivaba; aunque uno supiera que lo que le apretaba el estmago erael Miedo, no importaba.

    Merasma y Morelis tienen nuestra misma sangre prosigui Sedry . Son tan vidas, sias quieres llamarlo, de poder y riqueza, como nosotros.

    S todo eso gru Hyrcan. Se alej de la pared y se acerc a la oscilante luz de lavela. Sus cejas espesas y muy juntas casi se tocaban . Llena tambin mi copa, Sedry aadi, adelantndola. Sedry sirvi vino para ambos y agreg un chorro de agua a la copade su hermano. Hyrcan beba poco, y slo vinos livianos.

    Comparado con el resto de su familia, aun con slo dos de sus hermanos presentes,Hyrcan pareca como su madre sola decir en broma un nio cambiado. Casi unacabeza ms bajo que sus dos hermanos, aunque tres aos mayor que Rolend, Hyrcan slo tenade Alster los claros ojos grises. Plido, pecoso y de cabellos oscuros, sus facciones eran anms delicadas que las de sus hermanas.

    Hasta la plida Morelis envidiaba las pestaas y los labios de Hyrcan. Sin embargo, algose trasluca en su rostro casi afeminado que no permita que se le considerase apuesto, nisiquiera guapo. El Rasgo, por supuesto. Pero Hyrcan era tambin uno de los ms diestrosespadachines de Darion, de soberbia musculatura, aunque ya a los veintitrs aos tenacierta tendencia a engordar. Ms an, era un hombre peligroso, capaz de matar confrecuencia, por diversin o por motivos ftiles, y sin remordimiento.

    Escchame, Hyrcan continu Sedry, levantando su copa en un saludo antes de

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    beber , t sabes muchas cosas, pero no las relacionas correctamente. Merasma y Morelisson como nosotros, como he dicho. Pero adems son mujeres: curiosas, aburridas por larutina domstica, y hasta podramos decir, algo fisgonas. Ayudadas por la Adivinacin, queambas poseen en alto grado. Si no las incluimos en nuestros planes y se enteran de algo o losospechan, ysin ninguna duda eso ocurrir, bueno! Te apuesto a que en un par de das todo estara entresus pequeas y delicadas manos, y se enredaran los pies en sus hermosos dobladillos bordados, de la prisa que tendran en contrselo a nuestro Padre.

    Oh, s! dijo Hyrcan, inexpresivo . Ya veo. Hizo una mueca, respir hondo yvaci su copa de un solo sorbo.

    Debemos complacerlas, adularlas prosigui Sedry con ardor. Haca meses que nousaba su Rasgo tan a fondo . Debemos convencerlas de que nuestros planes slo pueden beneficiarlas, de que una delacin les causara un dao irreparable; aunque desde luego,slo se lo daremos a entender esta noche, cuando les pidamos ayuda. Debemos hacerlesver que nuestro Padre ser menos til para sus fines que nosotros. Te das cuenta?

    Y una vez que se hayan puesto de nuestro lado, ya no podrn contarle a nuestro Padre loque pensamos hacer, sin meterse ellas mismas en un lo, no es as? De pronto Hyrcanesboz una sonrisa burlona.

    Qu astuto, Hyrcan! Sedry levant una fina ceja dorada .A veces uno se olvidaque detrs del fuerte brazo del guerrero, tambin hay una mente noble.Hyrcan pareci muy complacido por esta observacin.

    Y t, Rolend? Qu tienes que decir? Sedry se volvi hacia la ventana . Estsmuy callado esta noche.

    T crees? Rolend se apart con brusquedad de la cortina, la copa vaca sujetadistradamente entre sus largos dedos . Mis excusas, entonces.

    Aceptadas, aceptadas, hermanito dijo Sedry, riendo con amabilidad . Aunque tusilencio ms bien es un alivio por el ruido que hacemos los dems. Pero pareces indeciso,Rolend. Todava tienes dudas? Dime cules son, que yo las disipar. La mirada del joven Prncipe de Gennen era clida cuando se cruz con la de su hermano mayor. Sedrysegua siendo el hroe de Rolend, su protector, alguien a quien imitar, aunque ya no eldolo sin mancha de su infancia.Haba cierto parecido entre esos dos hermanos, un parecido mayor que el existenteentre los dems hijos de Alster. Y al igual que Sedry y que Alster, el Rasgo Personal deRolend atraa hacia l a hombres y mujeres por igual. Pero a diferencia de su padre, queusaba su Carisma para desafiar a su antojo las convenciones, y de su hermano, que usabael suyo casi siempre para seducir a las muchachas de la aldea y a las jvenes esposas desus compaeros de la Marca, el Rasgo del ms joven de los Prncipes de Darion ibaacompaado de una compasin rara en la lnea Real de su generacin, y Rolend senta profundamente la responsabilidad de tal sentimiento.

    A sus veinte aos, Rolend era delgado para su estatura, y no mostraba tendencia alguna ala obesidad, como Hyrcan, o a cierta blandura, como Sedry. Su rostro era anguloso y tenalos ojos hundidos debajo de las cejas rectas. Un bigote incipiente, de un plido tono doradocomo su cabello, le sombreaba el labio superior.

    No. Me has convencido, Sedry. Rolend se volvi y clav los ojos en la luna nacienteque, enmarcada por la ventana, pareca suspendida contra un cielo rojizo y sin nubes . Esmi propia conciencia la que debo tranquilizar.

    Conciencia? Hyrcan solt una risa spera . Dnde estaba la conciencia de nuestroPadre cuando se divorci de nuestra Madre y la mand a Elenes, slo porque se habacansado de ella? Qu conciencia...? Pero se interrumpi cuando Sedry le puso unamano en el brazo y le mir en seal de advertencia.

    S muy bien todo eso, Hyrcan replic Rolend, impaciente . Es diferente para ti.Lamento lo que sucedi con nuestra Madre, desde luego: el divorcio, con todo lo que elloimplica, y el retiro en un convento. Pero ella se fue cuando yo era todava un beb y no lahe visto desde entonces. Cmo podra tener los mismos sentimientos que t? Y no puedo creer que eso justifique el derrocamiento de un Rey. No, Hyrcan, no trates dehacerme callar! estall, sosteniendo la feroz mirada del Prncipe Ascendiente y

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    contemplndole con frialdad. El Aura de Hyrcan resplandeci con un rojo turbio eintermitente, y se apag . No puedo creer que haya algo que justifique nuestros actos!

    No se trata slo de nuestra Madre, aunque estoy de acuerdo contigo, Hyrcan, en que esun motivo suficiente. Esa no es mi nica razn dijo Sedry con serenidad. Su mano apretel brazo de su hermano y, al advertir que Hyrcan no daba seales de volver a enfurecerse, lesolt.

    Ya lo s suspir Rolend. Levant su copa, frunci el ceo al ver que estaba vaca,y se dirigi hacia la mesa . Me lo has dicho muchas veces, Sedry. No, no estoy haciendouna crtica. Quizs hasta tengas razn dijo con voz sombra, ms para s mismo que para sus hermanos . Tal vez sea un error que losBarones hayan sido despojados de sus antiguos derechos, sobre todo cuando debemoscontar con ellos y sus hombres para enfrentarnos con Marga o con los Fegez. O conGenneldry, aunque las treguas podran mantener a Genneldry a raya. Ya lo s, s que lastierras que nuestro Padre les devolvi son otra razn. Volvi a suspirar y se encogi dehombros. Una sonrisa incmoda se esboz en sus labios y la reprimi . Y, adems, estElfrid. La verdad, Sedry, es que le das demasiada importancia a la muchacha. Qu puedehacer nuestro Padre, excepto disfrutar de su compaa? Ella... es de baja cuna.

    Con qu delicadeza lo expresas! se burl Sedry. Rolend golpe su copa sobre lamesa.

    S, es una bastarda! Y adems, mujer, hermano! Y de Darion! Bajo semejantetriple carga, no hay nada que nuestro Padre pueda hacer para elevarla! Si nuestro Padrefuese Rey de Margayno de Darion, Elfrid podra tener plenos derechos. l podra haberdeclarado morgantica a la mujer y legtima a la hija. Aqu, en cambio, Elfrid slo sigueviviendo por gracia de nuestro Padre. l no puede darle el trono, si es eso lo que crees!

    Hasta se podra pensar que la quieres, Rolend seal Sedry secamente. Frunci elceo . No s qu pretende hacer nuestro Padre, pero sabes muy bien lo que piensa de lascostumbres. Acaso no es bastante que la tenga en nuestra casa? Podra haberla mandado devuelta con los parientes de su madre, a Marga. O mejor an, podra haberle hechotomar la cofia de los Dos, tal como hizo con Sigron cuando se neg a casarse con elhombre que l le haba elegido. Por los Dos, un hombre sensato la hubiera hecho asfixiaren la cuna!

    Sedry tiene razn, Rolend. La aguda voz de Morelis llen la habitacin, aunque habahablado bajo. Ella y su hermana gemela, Merasma, haban entrando sin ser advertidas .Siento haber llegado tarde, Sedry. Aun con ayuda de Panderic, tuvimos que caminar hasta lacapilla y salir por la puerta trasera durante los servicios. Algunas de nuestras mujeres noson de confianza.

    Y la vieja Panderic s lo es? pregunt Hyrcan.Morelis clav en su hermano menor sus ojos levemente saltones y de pestaas claras.

    Cmo puedes preguntar tal cosa? Panderic nos protege a todos, pero por ti sedejara matar, Hyrcan. Sin duda puedo confiar en ella ms que en ti! Levant conaltivez la cabeza.Merasma se alej de ellos con su habitual manera discreta y modesta.

    Sedry tiene razn prosigui Morelis . Es un insulto para todos nosotros, para m,que a las amantes de nuestro Padre se les haya consentido vivir aqu. Cuando por fin estaltima mujer muri... Por lo cual debemos dar gracias a los Dos y a todos los santos...

    Muy divertido, Sedry buf Merasma . La podran haber dejado morir estril. Desdeentonces l no slo ha trado a esa maldita criatura a nuestra casa, sino que ha hecho de ellasu favorita. Abri los brazos en un gesto ampuloso . No puedo soportarlo!

    No tendrs que soportarlo mucho tiempo ms farfull Hyrcan . Y nosotros? Pero cuntas veces, querido hermano pregunt Morelis levantando la voz te has

    visto obligado a compartir las dependencias de la casa con Elfrid? Eres hombre, libre de ir yvenir a tu antojo. Puedes salir de caza y volver, si as lo deseas, a tus propias posesiones.Pero Merasma y yo...

    Puedes llamarles posesiones, si quieres replic Hyrcan con voz ceremoniosa. Ladesenfadada Morelis y l nunca haban simpatizado. Las gemelas eran slo un ao mayores

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    que l . En realidad, es una broma de mal gusto de nuestro Padre, y t la repites. Detodos modos, es probable que este ao Ersonbol de Embersy del Sur te pida enmatrimonio. As que, qu te importa?

    Siempre que l no le ofrezca a Elfrid, en vez de a m estall Morelis. Sedry y Hyrcanla miraron . ltimamente est estudiando a los nobles solteros prosigui, pronunciando las palabras clara y cuidadosamente, como para dbiles mentales , con in-tencin de encontrar pretendientes para tres, no para dos. Por lo menos, eso es lo que nosha dicho.

    No se atrever! No, Sedry? dijo Morelis con una sonrisita agria . Acaso crees que a Ersonbol le

    preocupara mucho que su esposa fuera bastarda, teniendo en cuenta que es la hija de Alster,y por lo tanto vinculada al trono de Darion?

    Un vnculo tan lejano de Sedry que es como si no existiera! replic Rolend,sombro. Le pareca ms fcil enfrentarse a Hyrcan que a las gemelas . Entre Elfrid y elderecho al trono somos seis, contando a Sigron (como debemos hacerlo, aunque sea mujery haya profesado). Lo nico que l puede hacer es darle una dote.

    Que sale de mi parte y de la de Merasma, hermanito. Pero de lo que se trata es de laidea prosigui Morelis, furiosa . Sentirse en competencia con esa... con esa...

    Basta! grit Sedry, golpeando con las dos manos sobre la mesa. Las mujeres sesobresaltaron; Hyrcan sonri, incmodo . No es prudente quedarnos demasiado tiempoaqu, aun cuando nuestro Padre est ausente. Y slo los Dos saben cundo volveremos aestar todos juntos, sin peligro de despertar sospechas. Tenemos poco tiempo. Y yo no quierovolver a pasar meses contemplando las paredes de mis habitaciones. Meras, Morelis, estisconmigo?

    Morelis acept el asiento que Rolend le ofreca, antes de levantar la barbilla y contemplarcon dura mirada a su hermano.

    Sin duda has credo que estara contigo; de lo contrario, yo nunca me hubiese enteradode esta reunin, no es as, Sedry? Nunca te hubieras arriesgado.

    Quiz. Pero t, mi querida hermana, debes confiar en lo que te ofrezco. Si no, noestaras aqu, dado que lo que quieres es lo mejor para ti.

    Como hija de Alster, no veo otra manera de seguir adelante. T s? Creo que no. Losriesgos estn bien equilibrados, Sedry. O yo no estara aqu. Por lo menos, en este momento aadi, con helada dulzura . no te parece, hermanito? Sedry tuvo una sonrisaamable.

    Qu bien nos entendemos, Morelis. La vbora en las garras del halcn; pero la vboratiene colmillos. Se volvi en la silla . Merasma, querida: en este asunto, piensas comoMorelis?

    Merasma se encogi de hombros. Su Aura parpade con fulgor azulado alrededor de loshombros: estaba incmoda por sentirse de pronto el centro de atencin. As como suhermana no tena pelos en la lengua, Merasma rara vez expresaba sus propias opiniones; prefera contestar lo que su interlocutor quera or. Por consiguiente, dijo:

    No me importa lo que nuestro Padre haya hecho ltimamente. Detesto a lamuchacha.

    Tan claro como sera de esperar de ti dijo Sedry, en tono seco. Pero sonri conamabilidad y Merasma le devolvi una mirada inexpresiva. Es una broma, Sedry? Tu sentido del humor siempre se me escapa prosigui la joven,volvindose . Pero no importa, puesto que las dos estamos aqu. Qu planes tienes y en qu podemos ayudar? No olvides que Morelis y yo no podemos quedarnos mucho tiempo; nosesperan despus de los oficios.

    Tienes razn, desde luego, y te pido disculpas, hermanita. Sedry levant una desus piernas, enfundadas en un elegantsimo pantaln, y se sent en el borde de la mesa.Rolend volvi a la sombra junto a la ventana, y Hyrcan acerc un taburete . Hyrcan y yohemos alcanzado la mayora de edad, y a Rolend le falta poco. Pero nuestro Padre todavadirige nuestros menores actos como si furamos dos nios. No tolera ningn tipo deiniciativa. Por ejemplo, ya sabis lo que pas cuando mis hombres y yo hicimos retrocedera los Fegez hasta la frontera oriental. Se nos podan haber echado encima otra vez! Ya

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    sabis lo mucho que se puede confiar en los salvajes! Lo sabemos. Pero el tiempo es corto le record Morelis secamente . Nuestro Padre

    no delega nada, aunque pueda. Contina. No ha hecho nada prosigui Sedry , excepto mantener Darion tal como nuestro

    abuelo se la dej. Un movimiento cerca de la ventana le hizo levantar la cabeza . Deacuerdo, Rolend, la flota mercante fue idea de nuestro Padre, y una buena idea. Te loconcedo. Lertondale es un centro comercial ms grande que cualquier ciudad de Marga o deGenneldry; y Carlsport ha triplicado su tamao en los ltimos treinta aos. Pero queDarion permanezca intacta no se debe slo a l. Podra haber mantenido las provincias deMantran en el Sur, sobre todo si hubiera trado mercenarios de Belden, como yo leaconsej. Miles de salvajes nos caern encima el prximo invierno, si no ste; pero l no permitir que luchemos contra ellos. Dice que quiere tener vecinos pacficos. Prefieredivertirse con su nuevo juguete gru Sedry, asqueado.

    O ir de caza intervino Merasma, de pronto. Mir desafiante a su hermano mayor .Supongo que ya sabis que Elfrid tiene un arco. Y que lo usa.Sedry la mir sin expresin. Luego dijo:

    Nunca se atrevera... no, desde luego s que se atrevera! l se burla de lastradiciones, de las leyes! No me explico cmo el pueblo le quiere tanto, para no hablar delos mercaderes. Porque sera de pensar que un divorcio, seguido de un rebao deamantes...

    Las amantes han sido slo tres, para ser justos le record Rolend con suavidad . Yes improbable que los mercaderes o el pueblo le abandonen. Nuestro Padre ha hechoinmensamente ricos a los primeros y ha liberado del peso de la nobleza a los segundos. Porsupuesto que le adoran. Aun sin el Rasgo, le adoraran.

    Pero un arco! murmur Seldry, como hablando para s mismo . A las mujeresles est prohibido usar armas.

    Costumbre que rara vez se respeta, Sedry, como bien sabes le interrumpiRolend . La mitad de las esposas de nuestros Barones de la Marca manejan el arco tan bien como sus maridos. Y qu me dices de la Dama Aldion, que encabez el ataque contralos Fegez hace dos aos, a caballo y con cota de malla?

    Sedry rechaz lo de la Dama Aldion con un gesto de impaciencia. De todos modos, el hecho de ser bastarda debera bastar para prohibirle el uso de las

    armas dijo con firmeza . Nmbrame una sola excepcin, aqu en Darion, hermano. Rolend se encogi de hombros y volvi a la ventana.

    Los Barones protestan, y con razn intervino Hyrcan. Por supuesto que protestan dijo el Prncipe Heredero, yendo de pronto al grano

    . Quin querra tener por Rey a un hombre con aspecto y modales de campesino? Y sieso fuera todo... Pero no lo es. El ao pasado nuestro Padre y su querido Consejo, elWitan, hicieron valer su derecho a fijar los impuestos en sus feudos. Y se es slo el msreciente de los insultos que han recibido. El Rey apoya abiertamente a los siervos en contrade sus seores! Un Barn ya no puede obligar a sus campesinos a trabajar las tierras, a permanecer en sus aldeas natales, no puede disponer de los rebaos de sus siervos...

    Rebaos de los siervos, por los Dos! murmur para s Hyrcan. Por los Dioses! exclam Sedry . Los campesinos le adoran, s. Y eso qu

    importa? Eso es asunto suyo dijo Merasma con remilgo . Es de muy mal gusto que unPrncipe busque la adulacin del vulgo; le rebaja.

    Estamos de acuerdo contigo, hermana, no lo dudes replic Morelis secamente . Esa nuestro Padre a quien tenemos que convencer. Merasma le ech una mirada sombra.

    Ya es demasiado viejo para aprender exclam Sedry. Se puso en pie de un salto yrecorri inquieto la habitacin . No es como si nuestro Seor no lo hubiera intentado. No,es imposible. Por el bien de Darion, tiene que retirarse.

    No se retirar, Sedry dijo Hyrcan, contemplndose las manos con aire pesimista. Desde luego que no lo har! Nunca he esperado que lo hiciera; o bien perd la

    esperanza cuando me entreg el gobierno de la Marca y despus envi a cinco viejos paraque vigilaran que yo no tomara ninguna medida, no dictara ninguna ley que no hubiera

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    podido ser dictada por l mismo. Sedry gir de repente sobre uno de sus talones, volvien dos zancadas hasta la mesa, y se apoy en ella para contemplar fijamente a sushermanas . Darion desaparecer si tengo que esperar a que l muera y me la deje. Paraentonces habr pasado a formar parte de Genneldry o de Marga o la habrn arrasado lossalvajes. Eso si no me deshereda en uno de sus arranques de mal humor, que son cadavez ms frecuentes. Volvi a mirar a sus hermanos, uno tras otro . Es capaz dehacerlo, lo sabis, y pronto. En tal caso, Hyrcan, podra desheredarte tambin a ti, y arrojarel manto real sobre los jvenes hombros de Rolend. Ech una mirada al ms joven, que sevolvi, incmodo . Y se sera el menor de todos los males posibles aadi, con unasonrisita irnica que, a su vez, hizo sonrer a Rolend.

    A l nosotras no le importamos nada dijo Morelis entre dientes . Nos abandona, aMeras y a m, durante meses. Slo de vez en cuando se digna invitarnos a alguna cenaoficial, para exhibirnos ante los prncipes visitantes. Sigron, enterrada viva en Elenes, comonuestra Madre, y por qu? Por haberse negado a casarse con el viejo Creav de Genneldry,de sesenta aos y medio loco. Adems...

    No era tan mal negocio seal Sedry secamente . Si Sigron se hubiese tragado sumal genio y se hubiera casado con el viejo, hoy sera Reina y Regente de un joven Prncipe,como lo es la Reina Tevella. Pero excusadme prosigui con dulzura , decais? Morelis le ech una mirada malvola; la furia contraa una de las comisuras de sus labios.

    A ti tampoco te quiere, Sedry estall al final . Y en cuanto a ti, hermano... aadi, mirando de reojo al Prncipe Ascendiente.

    En cuanto a m, qu? pregunt Hyrcan. Su voz suave era amenazadora. Morelis ledevolvi una sonrisita perversa.

    En la corte se dice que nuestro Padre se hace purificar por los sacerdotes cada vez quetu sombra le toca.

    Hermana... Basta, maldicin! grit Sedry. Morelis le dirigi otra sonrisa malvola a su

    hermano menor y despus se volvi . As es: nuestro Padre no nos ama demasiado. ARolend le quiere un poco. Pero s se preocupa bastante por la que esta noche estcazando con l. Dices, Meras, que tiene un arco? Los Barones se enfurecern cuando losepan. Se detuvo un momento y continu . Muy bien. No obstante, nuestro Padre tieneque ocuparse de nosotros porque la Bastarda sola no le sirve de nada, y l es unhombre prctico cuando hay que serlo. Nuestras dos hermosas hermanas son excelentes prendas comerciales para Darion...

    Qu amable! Estall Merasma en uno de sus raros accesos de furor. Sedry hizo ungesto de disculpa con la mano, y se encogi de hombros.

    Sin embargo, as es. Y lo mismo puede decirse de Belladessa de Embersy del Norte,que ser mi esposa si nuestro Padre y sus hombres cierran el trato. Es un hecho de la vida para la gente de nuestra clase y t lo sabes muy bien, Merasma. A una Princesa se la entrega acambio de oro, prestigio, paz; o bien los trae con ella. El hecho de que seas de Darion te da prestigio, y ese prestigio es tuyo. Belladessa, en cambio, dar gracias todos los das si esentregada en matrimonio al heredero del trono de Darion y no al cuarto hijo de Jochim deMarga.

    Merasma reprimi otro estallido de ira, apret los labios y se acerc a la ventana. No continu Sedry , tal vez nuestro Padre no nos ame a ninguno, pero debeocuparse de nosotros. No puede desheredarnos a todos. Un hijo, y legtimo, tiene que

    sucederle. Pero eso no viene al caso. En un ao ms, a lo sumo en dos, nuestro Padre no podr desheredar a nadie. Y slo quisiera aadir dijo, en un magnfico despliegue de falsatimidez , que ninguna de vosotras, hermanas mas, quedar perjudicada por apoyarme simis planes dan sus frutos antes de que seis... digamos... concedidas.

    Desde luego que no contest con aspereza Morelis, interrumpiendo con una mirada aMerasma, que iba a replicar . Nosotras tambin somos peones en tu juego y tienes quecolocarnos bien en el tablero. Hasta dnde ests seguro de tus fuerzas?

    Hasta dnde puede uno estar seguro de nada? Sedry se encogi de hombros .Todos los Barones de la Marca me apoyarn, dado que nuestro Padre no hace nada para protegerles de los salvajes. Muchos de los ms jvenes ya estn conmigo. Los sureos todava

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    consideran suyas las montaas de la frontera. Y a nuestro Padre nunca le ha preocupadomucho lo que sus seores puedan pensar. Les atropella as como nuestro Abuelo atropello alos campesinos. Pero a diferencia del vulgo, los Barones son capaces de morder la manoque les castiga. Y entonces quiz corra sangre.Rolend se movi, inquieto, y Merasma se retir de la ventana.

    No hablemos de sangre dijo Merasma. Sedry se ech a rer. Dioses! Qu delicada eres, querida Merasma! Y sin embargo, si pudieras meter una

    daga entre las costillas de Elfrid sin que nadie lo advirtiera, tal vez no seras tan fina. No,claro levant una mano para detener la airada respuesta , se no es tu estilo.Veneno, tal vez? Un accidente?

    Por quin me tomas? sise Merasma, sus plidos ojos estaban repletos de furiahelada.

    Por alguien como yo, querida ma murmur Sedry. Parecan estar solos en lahabitacin envuelta en sombras . Por alguien que conoce el valor de un riesgo calculado.Alguien cuyo Rasgo es sensato. Qu til debe ser, querida hermana, pasar inadvertida, sercasi invisible, slo con desearlo! Alguien entrenado en el Fuego, como lo somos todos; unoportunista, alguien que cree en el azar, un azar que podra asumir la forma de unamuchacha, sola de pie en lo alto de la empinada escalera interior; o sentada, tambin sola, enel estrecho alfizar de una arcada en la galera de los juglares. Pinsalo: la sbita aparicinde alguien podra sobresaltar a una muchacha perdida en sus pensamientos; y si a ello sesumara una chispa de...

    No! dijo Rolend, con voz profunda y spera . Esto ya lo hemos hablado antes t yyo, Sedry. Elfrid no sufrir ningn accidente, ni ahora ni cuando t accedas a la corona.Tampoco se derramar la sangre de nuestro Padre; y eso incluye a la muchacha. Sostuvosin temor la mirada de su hermano mayor . Yo no lo tolerar.

    T no lo tolerars? Eso he dicho, hermano le interrumpi Rolend, furioso. Hyrcan contempl atnito a

    su hermano menor . No est bien, para empezar... No! Escuchadme, todos vosotros!Est mal y va contra todas las enseanzas de los Dos. Pero vayamos al grano, Sedry:Crees de verdad que podras lastimar a Elfrid sin que nuestro Padre se diera cuenta de tu participacin? Jams ha usado la Adivinacin contra nosotros, lo sabes, todos los sabis.Pero acaso tienes alguna duda de que en semejantes circunstancias la usara? Se hizo unsilencio . Adems, se dara cuenta, con Adivinacin o sin ella, aunque lo planearas contodo detalle. Silencio.

    Reflexionad! Nuestro Padre siente un gran afecto por ella. Si Elfrid cayese desde laventana de su habitacin esta noche, uno de nosotros sera culpado. Si comiera pescadomal preparado y enfermara, maana a esta hora ya estaras a mitad de camino rumbo aGenneldry, por haberla envenenado, Sedry. Rolend hizo una pausa. El silencio eraincmodo . Deja de lado toda idea de accidente, Sedry. Yo, en tu lugar, cuidara la vidade esa muchacha ms que la ma propia.

    Sedry permaneci varios minutos con la mirada perdida en la creciente oscuridad. Slo seoa el roce del vestido de Merasma contra el piso spero y desnudo. Por ltimo, asintilentamente.

    Tienes razn, por supuesto. Y ahora veo por qu nuestro Padre te tiene en tan altoconcepto. T piensas, cuando los dems actuamos. T razonas; yo, en cambio, muchasveces slo veo el sentido general de mis actos cuando ya es demasiado tarde. Adems continu, pensativo , no necesitar hacerle nada a la muchacha, si sigue demostrando eseimpropio inters por las armas. Los campesinos podrn defenderla; los nobles, no.

    Todo lo que ellos hagan ser cargado en tu cuenta, Sedry dijo Rolendtranquilamente ; aun cuando nuestro Padre le diera una espada.

    Nunca se atrevera! exclam Hyrcan riendo. No? Si ella se la pide, lo har. Y Elfrid es capaz de semejante cosa, Hyrcan. A m no me sorprendera coment Morelis, con malevolencia . La muchacha es

    francamente masculina en muchos aspectos. No tanto intervino Merasma. Los ojos le brillaban de malicia . T viste cmo

    miraba a ese joven de la Marca en la ltima Fiesta de la Cosecha.

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    Oh, bueno. Pero slo eso... De todos modos, le mir. S, pero t le viste a l tan bien como yo, hermanita. Dej escapar una risita . Flacoy con el cabello cortado a la moda de la Marca. Se contuvo . De todos modos, no tieneimportancia: Contina, hermano, tenemos poco t iempo.

    Bien. Sedry hizo una pausa como para distanciarse del chismorreo de sus hermanas.Dioses! Qu vida tan limitada llevan las mujeres, pens . No importa lo que nuestroPadre pretenda hacer, a menos que lo haga rpido. Y eso no suceder, ya le conocemos.Adems, tened en cuenta, hermanas, que un casamiento con el heredero de Embersyapartara a la Bastarda de su lado para siempre. Y eso es algo que l no desea, no esas?

    No olvidis lo que he dicho seal Rolend . Cualquier dao que Elfrid puedasufrir nos ser atribuido a nosotros. Y yo rechazar de plano toda ayuda del Sur si significaalgn perjuicio para nuestro Padre... o para Elfrid. Lo juro.

    Lo tendr muy en cuenta le asegur Sedry . Pero se est haciendo tarde y es mejorno poner a prueba la paciencia de los Dioses esta noche.

    Morelis y yo tenemos que regresar por la capilla y eso significa un camino ms largo dijo Merasma . Creo que ya es suficiente por esta noche. Se levant bruscamente .Vamos, hermana.

    Sedry se inclin en una reverencia gentil, bes por turno las manos de sus hermanas ysostuvo la puerta mientras Merasma convocaba una bola de suave Luz Difusa y la segua ensilencio, junto a su hermana, a lo largo del corredor oscuro y desierto.

    Cunto tiempo ms vamos a esperar? inquiri Hyrcan de pronto . Madre no se haencontrado bien este ltimo ao; otro invierno en Elenes puede matarla.

    Hyrcan, sabes muy bien que dar el golpe tan pronto como los Barones me respalden. Sedry entorn la puerta y volvi a la mesa . T tambin has empezado a sondear a tusamigos, no? Bien. Muy bien. Pero los signos an no son favorables.

    Bah! Hyrcan mir con acritud a su hermano mayor . Supersticiones, Sedry.Tienes fe en cosas prohibidas! Cartas, cuencos llenos de agua y viejas que adivinan elsignificado de las ondas. Todo eso contrara las normas de los Dos dijo por fin, concierta pedantera.Sedry ri en silencio.

    Escchame, Hyrcan. Acepto la chchara de los sacerdotescontra las adivinas. Pero no se trata de que yo me valga de ellas, como lo hacen los salvajes, para leer el futuro en las visceras de una oveja muerta! Mir abstrado por la ventana .Pero los caminos de las estrellas... Hay algo de cierto en todo eso, Hyrcan. Lo hecomprobado ms de una vez. Sabes, es sorprendente lo que una mujer me dijo hace poco, ysin saber nada ms que la hora de mi nacimiento. Me dijo... Le ech una mirada a suhermano y suspir . Bien, olvdalo.

    Piensas liberar a nuestra Madre enseguida? Hyrcan haba seguido el hilo de sus propios pensamientos, ignorando gracias a su larga prctica, la exaltacin de Sedry . Teconozco, Sedry. No te importa que nuestra Madre est prisionera en ese lugar, verdad?Quiero decir corrigi, confundido , que es una casa de los Dos y, desde luego, santa.Pero tan pobre! Las habitaciones son rsticas, la comida es mala y no hay diversiones.Cuando pienso que ella est all, que ella...

    Lo s, Hyrcan. Sedry pas un brazo alrededor de los robustos hombros del PrncipeAscendiente . Y siento lo mismo que t, creme. No s demostrarlo, eso es todo. Confaen m, hermano mo. Mi primer acto como Rey ser enviarte a Bienes a por ella. Sonri . Ests satisfecho? Hyrcan asinti lentamente. Sedry levant la voz y dijo:

    Prncipe de Gennen tengo vuestra venia? Rolend suspir, levemente, cerr los ojosy asinti. Te doy mi palabra, Sedry.

    No lo olvidar, Rolend. Y ahora podis iros, jvenes. Salid por las escaleras traseras. Rolend cruz la habitacin en silencio, se desliz por la puerta entreabierta y desapareci.

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    Las manos de Sedry se demoraron un momento sobre los hombros de Hyrcan . Juro anteti, hermano, que nuestra Madre tiene prioridad en mis pensamientos. No pasa da sin queyo sienta el insulto a nuestra sangre.

    Pero es el insulto a ti, no a ella, lo que sientes replic Hyrcan, con la sbita y raraagudeza que en ocasiones haca recordar a sus familiares y compaeros que su inteligenciano era tan nula como pareca. Se encogi de hombros e hizo una mueca. Como Rolend,Hyrcan nunca haba perdido del todo su veneracin por aquel gallardo hermano mayor, auncuando conoca las debilidades de Sedry tan bien como las suyas. Incluso mejor, puesto queHyrcan no era dado a la introspeccin Lo que importa es el resultado, Sedry aadi.

    Bien. Necesito tu ayuda, Hyrcan. Nuestro Padre es un enemigo peligroso. Debemostener cuidado, t y yo. Dej caer las manos, conjur una bola de Luz Difusa y la hizooscilar hacia adelante y hacia atrs . Debo regresar al Este esta semana. Ser mejor que nousemos el correo, puesto que hasta ahora nunca lo hemos hecho. Nada raro, nada inusualdebemos hacer. Recurdalo!

    Y si necesito enviarte un mensaje, Sedry? Quiz con palomas mensajeras. Me entretuve con ellas todo este ao y algunas estn

    entrenadas para volar entre mis posesiones y las de Eavon y Gorst. Sera sencillo entrenarotras entre las tierras de Eavon y el sur de las tuyas, Hyrcan.

    Confas en el viejo Eavon? Es ntimo amigo de nuestro Padre, Sedry! Lo s. Pero tiene cinco hijos; y el menor, Baldyron, come de mi mano. De pronto

    record los chismorrees de sus hermanas: flaco y con los cabellos cortados a la moda de laMarca. Dioses! Sera posible? Su joven e idealista seguidor y la Bastarda? Rechaz el pensamiento por temor a rerse y ofender a Hyrcan . Le he prometido tierras. Nunca lasconseguir de otro modo. Me ocupar de que muy pronto te enven como regalo algunas palomas y un entrenador. Si alguien te pregunta, dirs que ya habamos hablado de eso yque yo te lo haba prometido.

    As lo har. Bien. Ahora vamos, hermano. Se estrecharon las manos e Hyrcan se intern en el

    oscuro vestbulo con aquella gracia felina tan sorprendente para su robusta figura de piernascortas. Sedry le contempl sombramente algunos momentos. Por ltimo, apag las velas yse dirigi a sus aposentos.

    Nueve das despus de la reunin clandestina, Sedry parti hacia sus posesiones del Este y,al parecer, se apacigu. No hubo ms fiestas ni salvajes partidas de caza, y tampocoincursiones en las aldeas Fegez vecinas ni depredacin de los rebaos y los campos de losaldeanos. El Prncipe dedicaba gran parte de su tiempo a estudiar (tanto el arte de gobernarcomo el desarrollo de sus Dones personales) y escuchaba con seria y correcta atencin a losmariscales de su padre; segua sus advertencias y consejos y hasta obedeca sus rdeneshaciendo alarde de tranquila buena voluntad.

    Transcurri un ao, el segundo. Hasta los ms encarnizados detractores de Sedry se veanobligados a reconocer que se haba operado en l un cambio sorprendente. En cuanto aAlster, feliz de pensar que su primognito haba entrado por fin en razn, estaba encantado.Durante la visita del Prncipe al Castillo Arolet para el Solsticio de Invierno (ocasin en laque prest la misma solemne atencin al Witan y al Consejo de los Barones) Alster, una vezms, le proclam pblicamente su heredero.Hyrcan permaneci durante la mayor parte del tiempo solo en el Norte, con los asesoresde Alster. Su instructor personal en los Dones Reales, intimidado por el excepcional dominioque Hyrcan tena de su Rasgo, y por su total indiferencia por el resto de la Magia familiar,haba desistido de su tarea y regresado a su Monasterio desde haca tiempo. El PrncipeAscendiente visitaba a su madre con frecuencia, como siempre lo haba hecho, en abiertodesafo a la orden de su padre de que la Dama Sigurdy deba permanecer en estrictoconfinamiento. Por lo dems, tambin se esforzaba por gozar del favor del Rey.El nuevo pasatiempo de Hyrcan, el adiestramiento de palomas mensajeras, le tomaba,segn sus asesores, ms tiempo del debido; pero como Sedry haba recuperado los favores deAlster, no se lo recriminaron. Era evidente que aquellos pasatiempos satisfaran a Hyrcan

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    hasta que Sedry le encomendase otras tareas.Rolend alcanz su mayora de edad y le fueron entregadas sus posesiones del Sur, junto

    con una legin de consejeros para ayudarle a administrarlas. El joven Prncipe pasaba casitanto tiempo en Arolet como en Mergriv, pero por lo dems prestaba total aquiescencia alos deseos de su padre; y a Alster se le oy ms de una vez decir que la marca de Sigurdyno estaba en todos.

    Dos aos produjeron tambin un gran cambio en la hija menor del Rey: de unamuchacha delgada y demasiado solemne, Elfrid, a los dieciocho aos, se haba convertido enuna mujer alta y esbelta, de cuerpo musculoso y casi desprovisto de curvas femeninas. So- brepasaba en estatura por varios centmetros a sus hermanastros y hasta a su padre, el Rey.Su rostro, si bien no se poda considerar bello, era impactante: un valo de delicado diseoenmarcaba unos ojos gris oscuro, que resaltaban sobre la piel tostada como la de un guerrero.Tena pecas en la nariz; y la boca, ms bien grande, rara vez se abra en una sonrisa.Adems, Elfrid se haba vuelto an ms retrada. Le gustaban poco los quehaceres femeninosy prefera, en cambio, cabalgar, pescar y cazar. En dos aos haba llegado a ser certera conel arco y tambin gil y diestra con la espada.

    Ya no intentaba ocultar sus preferencias, como lo haba hecho antes. Por otra parte,habra sido imposible: sus primeros enfrentamientos con los jvenes que Gontry le haba puesto por delante eran tema de conversacin en todas las tabernas y puestos de mercadode Lertondale. Si la joven en cuestin no hubiera sido Elfrid, la reaccin habra sido dedisgusto y total desaprobacin. Pero las gentes de la ciudad eran tolerantes, la considerabanuna persona algo extravagante y, al igual que su padre, no sujeta a las convenciones.Tratndose de Elfrid, sus virtudes guerreras no constituan sino una faceta ms de su singular personalidad, y suscitaban la admiracin de los campesinos y los mercaderes.

    La nobleza estaba escandalizada porque, siendo mujer y noble, llevaba pantalones y seentrenaba en las artes marciales. Sedry, con la conciencia tranquila por no haber sido lquien difundiera las habladuras, no perdi tiempo en ganarse las sensibilidades ofendidas,sino que sigui consolidando el apoyo que precisaba para tomar Darion y hacerla suya. No necesitaba, en realidad, ms de quinientos hombres, porque pensaba atacar Arolet. Erauna jugada bien calculada: el segundo hogar del Rey, Orkry, estaba en el Sur, en la zona demayor descontento. Lertondale era, y siempre haba sido, la ciudad del Rey. Pero el Castillode Arolet estaba atravesado por antiguos tneles y pasadizos, la mayora slo conocidos por unos pocos. Por medio de aquellas vas, antao de escape y que ahora serviran paraatacar, Sedry planeaba tomar por sorpresa al Rey y a su guardia personal. Orkry, encambio, poda ser fortificada; y Sedry no pensaba gastar tiempo y esfuerzo en un sitio.Dejara que las gentes de Darion le vieran firmemente establecido en el trono. De ese modo,la sorpresa desbaratara todo apoyo que el anciano podra, de otro modo, conseguir. Encuanto a la ciudad, que los mercaderes y el vulgo se atrevieran a atacarla en nombre deAlster, y ya veran qu clase de hombre les gobernaba!

    El cuerpo principal de los seguidores de Sedry sera desplegado en varias direcciones, para asegurar que el Rey no pudiera recibir ayuda alguna. A las rdenes del hombreescogido por Hyrcan, dos mil hombres permaneceran en el Norte, donde Sedry no estabaseguro del apoyo con que poda contar. La liberacin de la Reina Madre ayudara all, sinduda, pero aun as...

    Hacia el Este, haba un nmero excesivo de Barones de la Marca que no daban muestras dehaber perdido su lealtad al anciano Rey. Era de verdad sorprendente, dado que Sedrycontaba con el apoyo de los Barones ms jvenes y de los numerosos nobles sin tierra. El pueblo de la Marca haba estado inquieto en los ltimos tiempos, pero aquel problema erainsignificante: la guerra con los salvajes les mantendra ocupados.

    Desde luego, habra que invertir mucho en Lertondale. Sedry no quera correr riesgos all.En el Sur, era extrao cunto amaba el campesinado a su padre, sentimiento que los noblessin duda no compartan. Sedry ya se haba asegurado de la participacin de mercenarios beldenianos, porque en el Sur podra haber verdadera lucha. Y quiz Genneldryconsiderara la guerra civil como una oportunidad para anexionarse ms territoriosfronterizos de Darion.

    Hyrcan y Rolend estaran con l, por supuesto, cuando Arolet fuera tomada: una

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    demostracin de solidaridad familiar significara una ventaja adicional. Hyrcan se habanegado a permanecer en el Norte bajo ningn concepto; y Sedry pensaba que Rolend, a pesar de sus recelos, y aunque se haba comprometido con una compaa completa, sera unaayuda de gran valor para mantener a raya al Prncipe Ascendiente. En cualquier caso,Rolend era uno de los pocos hombres partidarios de Sedry que de verdad no tema aHyrcan, que no sufra la influencia de su Rasgo (o al menos as lo pareca). Hyrcan,desmandado, poda estropearlo todo. El nico que poda controlarle era Rolend, si esque alguien poda.

    Tres das despus de la Fiesta de la Trilla, dos aos despus de los seis meses deenfermedad de Sedry, quinientos hombres armados y con cota de malla se reunieron en elClaro del Cazador, cuatro leguas al suroeste de Lertondale. Desde all avanzaron por laniebla en grupos de diez o doce hasta llegar a la entrada del antiguo refugio queconduca directamente a la sala de los banquetes, en el corazn mismo del hogar de Alster.

    El estruendo reson a travs de las grandes salas, haciendo temblar el suelo. La joven sedespert de repente, pero tard algunos instantes en darse cuenta de lo que pasaba. Las puertas interiores, arrancadas de los viejos goznes, se haban derrumbado en el vestbuloembaldosado, debajo mismo de las ventanas de su habitacin. As parecan indicarlo lossperos gritos que se oan cada vez ms cerca. Salt de la cama, se arranc de un tirn lafina camisa de dormir y la arroj lejos. Un breve destello de Luz Difusa le bast paraencontrar los pantalones de montar y la hermosa camisa nueva que se haba sacado pocashoras antes. Dej que la luz verdosa flotara sobre su cabeza mientras se vesta, con un odoatento a los gritos que resonaban en el patio. La cota de malla corta; no, mejor dejarla. Erauna prenda demasiado reciente y no estaba familiarizada con ella. Por lo menos, no tantocomo con los pantalones de montar y la camisa que, al final y a regaadientes, el Rey le habaautorizado a llevar para su entrenamiento en las armas. La cota sera una molestia ms queuna proteccin. Arrebat el viejo cinturn donde llevaba la espada, la daga tirada sobre lamesa y, descalza, se precipit hacia los aposentos del Rey.

    Es obra de Sedry, pens. No le caba ninguna duda, aun antes de que en el extremo delcorredor aparecieran los hombres corriendo hacia la Guardia personal del Rey. Todosllevaban los colores del Prncipe Heredero: azul claro y blanco. Elfrid corri hacia ellos,lanzando gritos de aliento y alertando a la guardia. Uno de los hombres de Sedry se echsobre ella, riendo, y muri con la risa burlona en los labios.

    Un estrpito de pasos en el espacio cerrado le hizo volver la cabeza: ms hombres bajaban por la escalera de caracol. Algunos estaban ataviados con los colores del PrncipeHeredero; otros, con los del Prncipe Ascendiente: rojo y amarillo. En medio del grupo,alguien mantena en alto una pica, y en ella flameaban los blasones de los tres hermanos.Rolend aliado con Sedry? Oh, Dioses, no! Rolend? No poda creerlo.

    Desech todo pensamiento y sigui corriendo. Los invasores se precipitaban hacia el Rey,que haba salido de sus aposentos y, en ropas de dormir, permaneca de pie, atnito,espada en mano.

    Pero Alster no estaba tan confundido como para bajar la guardia, y dos de susadversarios cayeron heridos de gravedad antes de que tambin l cayera, golpeado en lacabeza por el mstil del estandarte. El portador del estandarte muri un instante despus:la espada de Elfrid le atraves la garganta. La Guardia del Rey acudi en su ayuda y losatacantes huyeron hacia la puerta principal. Los guardias les persiguieron. La joven quedsola con el Rey cado, los muertos y los moribundos.

    Durante un momento, Elfrid permaneci inmvil, mirando con aire ausente al portaestandarte muerto. Despus se inclin, lo arrastr a travs del saln y lo arroj sobreotro de sus camaradas. Sobre ambos tir la pica con los blasones. Con movimientos gilesvolvi sobre sus pasos y se arrodill junto al Rey, le puso una mano en la frente y la otrasobre la garganta, para sentir el pulso. He matado, pens; sinti un vago asombro, pero el pensamiento no significaba nada. Se volvi hacia el anciano, que haba abierto los ojos. Al principio no pareci verla. Padre?

    Elfrid. Fueron... fueron mis hijos. Su voz era temblorosa. Con un esfuerzo seincorpor y contempl los cuerpos cados, el estandarte con sus colores claramente visibles .

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    Yo crea en Sedry, confiaba en l... yo... Cerr los ojos . No puede ser! Todos mishijos! grit de pronto y se desplom contra el cuerpo de su hija. Elfrid le sostuvo e inspir profundamente. No est muerto, se ha desmayado, pens. Un hilo de sangre corra por lafrente del Rey, manchaba los cabellos blancos. Haban hecho violencia contra un anciano, pero aqulla no era la verdadera herida.

    El corredor se llenaba de humo. Un alarido de mujer se elev por encima del fragor dela batalla, y ces abruptamente.

    No habrn incendiado el castillo! Pero el humo disminuy hasta desaparecer. No, no nosquemarn vivos, no necesitan hacerlo. Volvi a arrodillarse. Luchaban cerca, pero nadie seacercaba. Esto no es un mero asesinato. Sedry nos ha atacado con todas sus fuerzas paraarrebatarle Darion al Rey. Y despus: Pobre Padre. Crey que se haban asustado porque les mostr los dientes.

    Pens en llevar al anciano hasta su dormitorio y defender la puerta. No, imposible. ElRey era pesado; podra arrastrarle hasta la habitacin pero no lograra acostarle en su cama.Y Sedry conoca todos los recovecos de Arolet tan bien como ella. Haba dos pasadizosdebajo de aquel cuarto. A dnde llevarle? Quizs a... No, tampoco. Era demasiado tarde.Muy bien, entonces...

    Apret los labios, solt poco a poco el aire contenido, sac la larga y delgada dagadel cinturn y la coloc en el suelo, junto a la espada y cerca de su rodilla. Empuj al Reylo ms cerca que pudo de la pared y lo medio cubri con las pesadas colgaduras. Despus sevolvi y esper.

    Le pareci que transcurran horas. Ms humo, y despus nada. Gritos, entrechocar dearmas, por un momento cerca y despus alejndose hacia el ala del castillo donde Merasma yMorelis, an solteras y sin compromiso, seguan viviendo. Desde la direccin opuesta, losestruendos de una lucha encarnizada, cada vez ms cerca.

    Con pesar, Elfrid se apart de su padre y empu las armas con sus manos largas yfirmes. De la penumbra surgan figuras que reconoca a medida que entraban en la zonailuminada. Se detuvieron de repente cuando la vieron de pie, sola en medio del corredor,los muertos y el estandarte a sus espaldas.

    T! Hyrcan se adelant. Con un gesto de la espada detuvo a los siete hombres quele seguan. Mostr los dientes en una mueca feroz al ver las plidas vestiduras del hombrecado junto a la pared, detrs de la joven y a su derecha . Nuestro Padre y t juntos! Qusuerte!

    Suerte, Hyrcan? Atrvete a tocarle! Elfrid levant su espada.Hyrcan se ech a rer, pero su mirada segua siendo salvaje. Su Aura, rara vez visible,

    esparca ahora un siniestro resplandor rojizo alrededor de sus hombros y sus manos; su Rasgoirradiaba terror en todas direcciones.

    Sedry me dijo que el muy idiota lo haba permitido. Armas de caballero para una bastarda! Detrs de l hubo un leve movimiento de protesta. Hyrcan habl por encima delhombro . El primero de vosotros que se mueva, es hombre muerto! escupi .Decirme que me atreva, cuanto t te has atrevido a esto! Atraves la distancia que lesseparaba de un salto felino y su espada choc con la de Elfrid . Protgele, entonces... si puedes!

    Elfrid se sobrepuso al miedo. Su rostro, entrenado desde haca tiempo para serinexpresivo, permaneci impasible. Se movi levemente hacia atrs, y se coloc entre suhermanastro y su padre cado, la espada lista. Su mano izquierda, que aferraba la daga,colgaba laxa pero separada del cuerpo.

    Era una pose desesperada, una pose de tonta, lo saba. Un ao y medio de lecciones con elanciano Gontry no eran nada, al menos contra Hyrcan, con diez aos o ms deentrenamiento. Su espada, forjada para su peso y su fuerza, era demasiado estrecha yliviana, no poda medirse con la de Hyrcan. Sus brazos, aunque vigorosos por el ejercicioconstante, tampoco eran nada comparados con los del hombre. Y, adems, l haba matadoya antes, por necesidad o por placer. Y ella?

    Fatalista, se rega a s misma con ferocidad, mientras paraba un ataque fulminante y casirompa la guardia de su adversario. Est pesado como un oso viejo, ya no es joven, y est ebrio degozo por su traicin. Levant la barbilla y consigui esbozar una fra sonrisa en respuesta a la

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    mueca iracunda de Hyrcan.Tan intensa era su concentracin que casi no advirti las risas que estallaron entre los

    secuaces de Hyrcan cuando dos de los hombres apostaron por ella, ni el sbito e incmodosilencio cuando otro de la compaa, las serpientes gemelas de sus brazos como sombrasoscuras contra el tabardo verde plido, les hizo callar speramente.

    Es Baldyron! Le habra reconocido en cualquier parte, en cualquier circunstancia menosen sta (tonta de m!). El hijo de Eavon del lado del sanguinario Hyrcan?El miedo le haca un nudo en el estmago, amenazaba ahogarla.

    Maldito seas, Hyrcan! sise . Crees que puedes usar eso contra m? aadi, conuna voz baja y suave que contrastaba con el odio helado de sus ojos oscuros . De verdadquieres que hagamos intervenir las habilidades de la familia? La punta de su espadarestall y saltaron chispas. Hyrcan palideci y sacudi la cabeza . Tal vez dijo Elfridmaliciosamente no puedes derrotarme de otro modo?

    El Prncipe salt hacia adelante con un alarido salvaje; Elfrid blandi su espada ydetuvo los furiosos golpes.El mero hecho de que se defendiera era un tributo a su destreza y su coraje y tambin alas enseanzas de Gontry; pero no se atreva a alejarse del Rey y aquello jugaba contra ella.El brazo con que empuaba la espada empezaba a dolerle y estaba entumecido, al igual quela mano, despus de haber interceptado un golpe por lo alto que habra bastado parasepararle la cabeza del cuerpo. Senta las piernas pesadas. De pronto, el eco de variasvoces se abri paso hasta su conciencia: Sedry! Viene Sedry!

    Hyrcan hizo una finta, arremeti, lanz una estocada a fondo y la punta de su espadaatraves la camisa de Elfrid y se desliz de arriba abajo, a la altura de las costillas. Elladej escapar un grito y se tambale, pero cuando el Prncipe Ascendiente avanz, con laespada en alto para matar, Elfrid golpe con la mano izquierda y le enterr la daga en elvientre. Hyrcan la mir, atnito, retrocedi tambalendose y cay. Elfrid, aturdida por eldolor lacerante en el costado, se dej caer pesadamente sobre una rodilla, logrando con unsupremo esfuerzo de voluntad mantener su posicin entre los hombres de Hyrcan y el Rey.Sus ojos grises examinaron a los hombres uno por uno, evitando la oscura figura ataviada conlos blasones de la Casa de Eavon. Oh, Dioses! Cmo ha podido? Con Hyrcan!

    Tocad al Rey si os atrevis! Cualquiera de vosotros! Nadie se movi.Entonces Hyrcan gimi. Uno de sus hombres se adelant, examin con manos diestras laherida y apoy sobre sus rodillas la cabeza de frondosa cabellera.

    Si muere, t, juguete del Rey... escupi. Si muere, sirviente de Hyrcan, Rolend ser el Prncipe Ascendiente interrumpi

    Elfrid con voz fra. Los cabellos oscuros le caan sobre la frente . T no puedes hacermenada peor que lo que Sedry ya ha planeado. No hubo respuesta. Uno o dos de loshombres parecan estar incmodos.

    Otro breve silencio, roto por el sonido de unos pasos rpidos bajando la escalera circularque llevaba a las habitaciones de Elfrid. Aparecieron Sedry y Rolend, acompaados porunos cuarenta hombres. A espaldas de Elfrid, el Rey se agit y murmur algo, pero cuandoella se arriesg a echar una mirada, se haba desvanecido de nuevo.

    Aprtate de l. Una mirada le haba bastado a Sedry para darse cuenta de los hechosy se plant frente a la joven, los labios apretados para contener una furia creciente. Su Auraarroj un resplandor rojizo a travs del estandarte cado. No.

    Vivir mi hermano?Sus ojos entrecerrados no se apartaban de la figura cada. El servidor de Hyrcan asinti

    pero, al darse cuenta de que el Prncipe no poda verle, habl. Es probable que s. Con muchos cuidados. Es una herida fea y profunda, pero vivir. Rolend, enva a un hombre a por Panderic. Y t, ve...

    No, hermano. Yo hago falta aqu. Rolend hizo un gesto a uno de sus hombres, quese volvi y emprendi a toda prisa el mismo camino por el que haban venido; pero l seacerc a Sedry.

    El Prncipe Heredero le ech una mirada siniestra, que Rolend mantuvo con firmeza.

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    Condenado muchacho, debera haberme imaginado que me causara problemas. Al final, Sedryse encogi de hombros y se volvi hacia Elfrid.

    Muvete, he dicho! Ya! Una chispa brot de su mano y golpe a la joven en elhombro. Elfrid se estremeci pero no hizo ningn movimiento.

    Vas a matarle, Sedry? Hars lo que Hyrcan no pudo hacer? No me mover.

    Su espada oscil y volvi a quedar quieta. Sedry se ech a rer con una risadesagradable.

    Hyrcan es un tonto. No pretendo asesinar a mi padre. No? Hay pocas cosas que no seras capaz de hacer, Sedry. Pero de todos modos, yo

    no tengo nada que perder. Fui sentenciada a muerte cuando derribaste las puertas, y losabes tan bien como yo. Ro