El Orden Natural. Sacheri

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  • 7/28/2019 El Orden Natural. Sacheri

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    CARLOS A. SACWERI

    el ordennaturalQUINTA EDICION

    ~ BUENOSAIRES1980

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    Agradecemos a la direccin de La N ue w Provinciala autorizacin para incluir en este librotextos que fueron oportunamente publicadosen su diario.

    Ira. edicin: octubre de 1976 - IPSA2da. edicin: agosto de 1977 - IPSA3ra. edicin: octubre de 197 9 - IPSA4ta. edicin: octubre de 19 79 - EUDEBABta. edicin: noviembre de 198 0 - Edicionea del CruzamantcCopyright by Mara Marta Cigorraga de SacheriImpreso en el Uruguay

    PROLOGO

    "El orden es la unidad resultante de la convenien tei l l~posic inde muchas cosas". (C on tra Gentes, 111-71). Es1.1 pluralidad, reducida a la unidad mediante e l ordena-tiilcn to de los fines. La ley de la finalida d es inseparabletlc todo lo que diga relacin al orden.Hay un orden natural y hay un orden sobrenatural.Ambos exaltan y revelan la ntima unidad de Dios, tanto,rd intra como ad extra. Es por esto que el cosmos, eliiniverso siente en s mismo una metafsica exigencia deorden y de unidad.El orden n atura l no es un su bmu ndo o un orden decmergencia. No es tampoco obra de la libre determinacinhumana. El orden natural es anterior al hombre. Sefundamenta en Dios y participa del recndito misterio delmismo Dios, cuyo orden divino y eterno se refleja en e lorden natural.El orden n atu ral es una realidad acabada en s misma,aun cuando la revelacin nos descubra el orden sobrenatu-ral y nos muestre a qu grado de perfeccin y elevacinpuede ser llevado el orden natural informado por la gracia.Por su p rop ia natu ralez a es inv iola ble e l orden natural.La actitud del hombre debe ser de total acatamiento. Lavulneracin de este orden introquce un tipo de violenciaInterior, cuya vctima inmediata es e l mismo hombre quevulnera el orden.El acatamiento, la fidelidad a las exigencias del ordennatural, en definitiva son formas de acatamiento a Dios ydc aceptacin de su Voluntad. Acatamiento que perfec-ciona al individuo y lo libera de servidumbres.

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    Iir

    ' i i r i~i l i ir . i l rq una de las leyes esenciales de lat 111 I r l vrtiple ejemplo del cuerpo humano. De suIII 11 drpcndc la salud, el crecimiento, la perfeccin

    kit .c y y.t.ln parte de su plenitud humana.I r l c arden resplandece por fuera transformado enIlr /, i , Se explica as la profunda percepcin de la belleza

    1 1 0 1 oiden natural de los artistas, de los genios y de losS . ~ I ~ I O S . El orden natural, a su modo, es una maravillosacyil,in/a.

    Pero cite orden natural se proyecta de una maneram ltip le: orden- moral, orden . social, orden econmico,orden poltico. Distintos aspectos y distintos fines de unmismo orden natural, con sus leyes propias.Este orden lamentablemente est siempre jaqueado. Esfdcil vulnerarlo, mxime que en su realizacin e l hombreinterviene con todo lo que es suyo. Por otra parte, la luzde la razn no basta por s mism a -o se le hace muydi fic il- para abarcar tod o el orden natural y definir, siem-pre en concreto, la s lneas maestras de este orden.Finalmente, e l orden natural pese a su vigor intrnseco,a su fu ndame nto en Dios, a su pa rtici pacin en las leyeseternas, ,necesita sin embargo de la defensa del hombre. Yviceversa. El orden defiende al hombre y e l hombre alorden.Su con trar io -el desorden- es una excrecencia con

    races abismales, nunca estirpadas a fondo.U n gran Pensador y un gran Maestro -Carlos Sacheri-intuy las profundas subyacencias en el pensamiento y ene l corazn del hombre actual. Subyacencias cargadas deerrores y negadoras no solo del orden sobrenatural, sinotambin del orden natural.

    El pensamiento moderno se preocupa del hombre.Pero su concepcin del hombre es falsa. El hombre esmitificado, aparentemente convertido en el fin y en elcentro de la Historia, manipuleado luego como cosa.Sacheri advirti que el muro se iba agrietando veloz-mente por el doble rechazo del orden sobrenatural y de l

    orden natural. Vio la problemtica del ordcn nniiii,ilsubvertido y vigorizado por una tcnica portentosa. Y rvolc de lleno, no a llorar, sino a restaurar el ordcrinatural. Aqu est la razn de su sangre mrtir.Contribucin suya fueron los artculos que Sacheripublicara con el ttulo de La Iglesia y lo social*. El partede la Iglesia como Institucin divina y por lo tanto, comoMisterio de Fe. El Magisterio de los Papas que l analiza yaprovecha tiene la misma raz sobrenatural. Pero en todossus artculos campea o subyace la realidad del ordennatural, como requisito indispensable para asentar luego e lorden sobrenatural.Este libro mereca mejor prlogo. Supla el afecto lapobreza de estas lneas.

    MONS. ADOLFO TORTQLOArzobispo de ParanParan, setiembre 75 de 7975.

    * A q u aparecen con el ttulo definitivo de El orden natural (N. del E.)

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    1. LA IGLESIA Y LO SOCIAL: SU OBRA HlSTORlCADesde el origen mismo del Cristianismo, la Iglesia ha venidodesarrollando una labor constante por el reconocimiento de losderechos humanos fundamentales y por asegurar la vigencia prcticade los mismos en los paises a travs de los cuales ha ido extendien-do su influencia benfica. La dimensin social de su apostolado seha traducido progresivamente en tantas iniciativas e instituciones,que ninguna otra institucin humana podra jactarse de haberrealizado obra semejante.La magnitud de lo emprendido impide toda enumeracin ex-

    haustiva. Pero bastar una breve consideracin de ciertos hechossignificativos para comprobar hasta qu punto el mensaje de salva-cin que el Cristianismo aporta a los hombre se ha reflejado en unaobra admirable de promocin humana y social.El Cristianismo primitivo

    El mensaje de caridad evanglica muestra ya en las Epstolas deSan Pablo su dimensin social. Cuando el Apstol se dirige alesclavo l e recuerda sus derechos a la par que sus obligaciones paracon su seor, y de este modo, tan simple y silencioso, la difusin dela fe cristiana fue transformando radicalmente la antigua institucinde la esclavitud. El testimonio imparcial de los historiadoresde laantigedad, pone de relieve la eficacia de la labor desarrollada en talsentido por las primeras comunidades cristianas que se constituyerona lo largo de todo el lmperio Romano.El signo caracterstico de la vida evanglica es aqul " Miradc6mo se aman! " de los Hechos de los Afistoles, con el cual lospaganos reconocan las consecuencias prcticas de la nueva religin.Millares de mrtires, vctimas de crueles persecuciones, testimonia-ron con su vida la vocacin de paz que los inspiraba.Durante los siglos II a V, los Santos Padres de la Iglesia tantolatina como griega desarrollaron en sus escritos un pensamientoprofundo'en materias sociales y hasta econmicas, sentando as lasbases de la elaboracin teolbgico-moral de los siglos siguientes.

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    wtrn el nllnrnae,,,1-r Alta

    rtl tnedleval I1de1 lmperlo pagano, transform rpidamente a Europam i i r i i i i ~ ~ t * l c oe pueblos y naciones que se invadan y dominaban11s 61 . 1. n fucrza de las comunidades cristianas existentes y el~ I r I i i ihnagado de los mis ioneros, fueron sentando las bases de lallltac10n social. Una nueva Europa surgi paulatinamente, unifi-l e por la comn adhesin a los mismos valores religiosos yI l e t .I n* congregaciones religiosas recientemente surgidas crearon lasnlnrat escuelas, para la instrucc in elemental del pueblo. E l rico

    ~ s u ~ r oe las literaturas griegas y latin a fueron conservadas por lostrit~ ii(n t, mediante el penoso proced imiento de la copia de losmaniimcrltos rescatados de la des truccin y del saqueo vandlico.' i i . l r r a su esfuerzo, la cultura occidental logr subsistir en loiiclnl; obra tanto ms meritoria s i se considera el lastre de~ornlldadque empaaba los valores de tantas creaciones de latlgadad.

    I r i el plano social, las realizaciones del cristian ismo med ievalron mliltiples. No solo la primaca de los valores re lig i~ so sil r6 numerosas inicia tivas de t ipo asistencial, como ser, la crea-rinri de hospitales ("casas de Dios") y dispensarios, asilos deri i~ la no s orfelinatos, etc. Tamb ikn presidi en materia econmicala organizacin de talleres y de los primeros gremios profesionales,Iritlliuclones que organizaban las actividades econmicas de cada:lo o artesana, a la vez que asuman eficazmente la defensa de losireses comunes frente a la nobleza y al monarca. Lo mismorla tefalar en cuanto a la marcada descentra lizacin de lascomunas y munic ipios en el orden po ltico, con e l reconocimientot l i sus au tonom as a travs de la legislacin fora l y los privilegios detiu@~ozabanmuchas ciudades. En cuanto a la poltica "internacio-r inl" te refiere, la autoridad religiosa desempe durante siglos laIitnclhn da rbitro supremo al dirimir los conflictos de los monarcasen I lt l ~ lo , segurando as la paz entre los pueblos. Por otra parte, notlshr olvidarse que la moral cristiana cre una serie de institucionesy LIWS, como la "tregua de Dios", la "paz de Dios", la pro hib ici nrlel u u, da ciertas armas, la inv iolab ilidad de ciertos recintos , etc.,r icyo rsrpato aseguraba la disminucin de la crueldad y de latlrrlrucclOn. propias de toda contienda. El reciente caso de Biafra,lvel de degradacin colectiva alcanzado por las naciones

    Edad Media testimon i elocuentemen te el valor que laIyIetIn riignh siempre al cultivo de las ciencias y de las artes.' b t ~ ~ y l c c t o i l4% primeras Universidades (Pars, Ox ford , Bologna) con el

    esplendor de la elaboracin filosfica y teolgica (S. Toms, S,Buenaventura) y el cultivo de las ciencias experimentales (S. AlbertoMagno, R. Bacon). Las letras y las artes alcanzaron una perfeccinincomparable con las catedrales gticas, las obras del Dante y losfrescos y cuadros de Giotto y Fra Anglico.Los tiempos modernos 'Durante el Renacimiento, la Iglesia presidi el desarrollo de lasletras y las artes, ,con Papas como Julio II. Pero al mismo tiempoinspir sentido misional a los descubrimientos y colonizaciones denuevas regiones. Los telogos espaoles del siglo XV I sentaron lasbases de los derechos humanos, con una precis in que nada tieneque envidiar a la Declaracin de la O. N. U. de 1948. Al mismotiempo elaboraron los principios del moderno derecho internacionaly asumieron la defensa de los derechos de los aborgenes. Ennuestro pas an existen vestigios de la admirable obra de promo-cin cultu ral y social de las misiones jesuticas, franciscanas, etc.

    Frente al capitalismo en formacin la Iglesia reiter incansable-mente la prohibici6n de la usura, con documentos como la BulaDetestabilis de Sixto V (21-10-1586) y la Bula Vix pervenit, deBenedicto XIV (1 1 1-1745). Denunci enrgicamente la supresin delos derechos de reun in y de asociacin y la disoluc in de lasorganizaciones gremiales existentes, por imposicin de la ley LeChapelier dictada por los revolucionarios franceses.La "cue stin social" acababa de nacer. Las nefastas consecuen-cias del liberalismo econmico y poltico ensombreceran e l surgi-miento del romn tico siglo XI X, con la miseria de cientos de milesde hogares obreros y e l em pobrec imien to de las clases medias, enbeneficio de una burguesa prspera que logr aduearse del poderpoltico, destronando reyes en nombre del "pueblo soberano".Por su parte, la Iglesia, defensora del orden natu ral y de losderechos humanos, se aprest a co mb ati r con nuevas armas a losenemigos de la Fe y de la civilizacin.

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    2. LA IGLESIA Y LA CUESTION SOCIAL (el Yglo XIX )El pro- revolucionario

    Como lo han reiterado incansablemente los Pontfices, sobretodo, a partir de Po IX, los grandes males de la civil izacinmoderna provienen de las errneas ideologias que se difundieron enlas naciones occidentales. La crisis intelectual dio paso a la corrup-cin de las costumbres y sta ltima origin una serie -an hoyinacabada- de crisis polticas y sociales, de guerras civiles einternacionales, cuya etapa ms reciente estara configurada por laguerra subversiva. El diagnstico de los Papas es unnime alrespecto; para comprobarlo basta con releer documentos tan signifi-cativos como e l Syllabus de Po IX e lnmortale Dei de Len X l l l yconfrontarlos con la encclica Ad Petri Cathedram de Juan XXl l l einnumerables alocuciones de Pablo VI. Las falsas ideologas llevan ala corrupcin moral y 6sta desemboca en la subversin social. Elsurgimiento y la evolucin de la llamada "cuestin social" en lossiglos XIX y XX constituyen una prueba elocuente.Las crisis sociales

    La cada del "ancien r6gime" de las.monarquas europeas, comoconsecuencia de la Revolucin Francesa, perturb profundamente elorden social sumando a las consecuencias desastrosas del liberalismocapitalista, la inestabilidad de los regmenes polticos. El profundocambio tecnolgico que ocurriera principalmente a lo largo del sigloXVll l Y que se conoce con el nombre de "rsvoluci6n industrial",contribuy singularmente a aumentar los desequilibrios socialesexistentes bajo e l absolutismo monrquico.

    La aplicacin sistemtica de maquinaria de reciente invencin alproceso de la produccin industrial, coincidi histricamente con e lauge del Enciclopedismo o llumlnismo y la formulacibn del liberalis-mo econmico y polf'tico. Lo que estaba llamado a acelerar e lprogreso econmico de la humanidad, se vio, pues desvirtuado porel influjo de las ideologias. El avance tecnol6gico permitib que la

    nueva burguesa industrial aumentara constantemerite su podnreconmico, en detrimento de la clase obrera y de la clase media yhasta de la propia nobleza. Surge as un fenmeno social otroradesconocido: el proletariado. El auge industrial foment la desercinrural al par que favoreci la concentracin urbana de la poblacin.Las familias emigradas no lograban trabajar sino en condicionesmisrrimas, carentes de toda proteccin y estabilidad.Los abusos de todo tipo y el pauperismo creciente de enormesmasas de poblacin,. terminaron por hacer tomar conciencia de lanecesidad de unirse para defenderse. As surgen por un lado, lascorrientes socialistas y, por otro, los primeros esbozos de organiza-cin sindical.La cuestin social: sus etapas

    Podemos caracterizar a la "cuestin social" como la cuestin delas deficiencias del orden social de una sociedad para la realizacindel bien comn. Su solucin supone el anlisis de las causas y de losmedios para superarlas.Como toda realidad histrica, la cuestin social ha evolucionadosensiblemente hasta nuestros das. En su transformacin podemosdistinguir tres etapas principales. En su fase inicial, el problemasocial se concentr en e l pauperismo del proletariado industrial; esla "cuestin obrera". En una segunda etapa, los efectos perniciososdel capitalismo liberal se extendieron a todos los sectores de lapoblacin, agregndose a la cuestin obrera, el problema del artesa-no, e l de la poblacin rural, e l de las clases medias y la crisisfamiliar. Todas as estructuras comunitarias fueron desapareciendo,atomizando a la sociedad en un conglomerado de individuos,inermes ante la opresin de los poderosos y la indiferencia delEstado.Hacia 1930 la cuestin social toma un nuevo cariz, al internacio-nalizarse. La crisis financiera se extiende a casi todo e l mundo, lasegunda guerra sume a los pueblos en la inquietud y la inestabilidad.Numerosas naciones cobran conciencia del desequilibrio crecienteentre las naciones industrializadas y aquellos que an no han salidode una economa rudimentaria de tipo agropecuario. El crecimientodemogrfico agrava e l panorama ya sombro. Es la "cuestin delsubdesarrollo", abordada por Juan XXll l en Mater e t Magistra y porPablo VI en Populorum Rogressio.La obra de la IglesiaA medida que las naciones occidentales se iban apartando

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    7pcif irnr lvrmnntn da las canvlcclonas rall~larnsy de las prcticasiiiotrlsc tlrl catolicismo, la Iglesia fue dla~nactlandoen formaio ii nr r la raiz de los males y puntuallz6 los prlnclplos permanentesiIn loda autntica organizacin social.Su obra se desarroll a travs de dos medios principales. El unoterico, e l otro prctico. El instrumento terico lo constituy lallamada "Doctrina social de la Iglesia"; el instrumento practico,estuvo dado por la mult iplicidad de iniciativas de todo tipo,mediante las cuales aquella doctrina fue aplicada concretamente alas diferentes situaciones y problemas.La doctrina social de la lglesia existi desde siempre. Podemosdecir que comienza con el evanglico "Dad al CCsar lo que es delCsar, y a Dios lo que es de Dios". La Patrlstica, la teologlamedieval, la escoldstica del siglo XVI, jaionan su elaboracin histri-ca. Pero es a parti r del Papa Benedicto XV, que la doctrina esformulada en forma sistemtica, metdica a travs de las enciclicaspapales. Una plyade de grandes Papas dio una sntesis coherente ycompleta sobre todos los problemas de orden social contempordnaoa la luz de los eternos principios del derecho natural y delEvangelio.En el plano de las realizaciones concretas, surgieron por doquierlas primeras medidas prcticas para superar la cuastibn social. Entodos los pases catlicos se organizaron centros da estudios sociales,que llevaron a cabo las primeras acciones concretas. El circuloviens de Vogelsang, el centro de estudios socialas de Malinas,fundado por el Card. Mercier, los centros alemanes animados porMons. Ketteler, los grupos franceses inspirados por Oranam y por F.Le Play, Albert de Mhn y La Tour du Pin, son otros tantos ejemplosde militancia concreta en lo social.

    A estos grupos se debieron la creacibn del salario familiar, laorganizacin de los sindicatos catlicos, la constitucin de lasprimeras mutuales y asociaciones de seguros sociales (accidentes deltrabajo, pensiones, etc.) para los mineros austracos, talleres decapacitacin obrera y tantas otras iniciativas admirables realizadaspor hombres como Len Harmel, modelo del empresario catlico.Nuestro pas recibi el influjo de esas iniciativas a trav6s de losgrupos del Padre Grote, La J. O. C los crculos catlicos deobreros, las mutuales, etc. cuya admirable historia est an porescribirse.

    3. PORQUE UNA "DOCTRINA SOCIAL"?Muchas personas se sorprenden al constatar que la lglesiaGtblica interviene con frecuencia en el campo de los problemasn~onbmicos, sociales, polticos y culturales, mediante una serie deilocumentos del Magisterio, alocuciones, encclicas, etc. El ConcilioV,iticano II ha rei terado esta actitud permanente de la Iglesia. Talestiechos preocupan, pues no siempre se perciben claramente lasrnrones de tal intervencin en terrenos ajenos a lo propiamentereligioso. Por otra parte, se observa que esta actitud de la lglesia al

    formular una "doctrina social" constituye una verdadera excepcinrespecto de las dems confesiones religiosas; stas ltimas, rara vezse pronuncian sobre estos temas. No habr pues, una extral imitacinpor parte de la Iglesia? Y si no la hay, a qu se debe tal inter-vencibn y qu alcances tiene?Razones de una intervencin

    Buena parte de estas inquietudes son las resultantes del espritulaicista que imper durante todo el siglo XIX y, entre nosotros,durante buena parte del presente siglo. El laicismo, caracterstico deliberales y de socialistas, relegaba la lglesia "a la sacrista"; noadmita la menor vinculacin entre religin y orden social. Cuandono han sido abiertamente hostiles a lo -religioso, sostenan comopostura ms benigna la total independencia entre la fe y la vidacotidiana.La oosicin de la lglesia Catlica en esta materia es completa--mente hiferente a la del laicismo. El Vaticano 1 1 (a formula conprecisin: "L a misin propia que Cristo confi a su lglesia no es deorden poltico, econmico o social. El f in que le asign es de ordennligiow>". Pero es precisamente de esta misma misin religiosa quederivan funciones, luces y energas que pueden servir para establecery consolidar la comunidad humana segn la ley divina... Lasanergas que la lglesia puede comunicar a la actual sociedad humanaradican en esa fe y esa caridad aplicadas a la vida prctica. No

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    rrillc*ri en cl pleno dominio exterior ejercido con medios puramentehumlinos" (Gaudium et Spes. n. 42).

    Po X II haba ya fo-rmhado /a misma distincin respecto delfin propio de la Iglesia: "Jesucristo, su divino fundador, no le dioningn mandato ni le fij ningn fin de orden cultural. El fin queCristo le asign es estrictamente religioso... La lglesia no puedeperder jams de vista ese fin estrictamente religioso, sobrenatural. Elsentido de todas sus actividades, hasta el ltimo cnon de suCdigo, no puede ser otro que e l de procurarlo directa o indirecta-mente" (9-3-56).

    En otras palabras. La lglesia tiene por misin el conducir loshombres a Dios. Pero los hombres alcanzan su destino eterno, segnque respeten o no e l designio providencial de Dios, durante su vidaen la tierra. De ah que la doctrina cristiana haya siempre afirmadola vinculacin ntima que existe entre el orden natural y el ordensobrenatural, entre la naturaleza y la Gracia, entre la vida terrena yla beatitud eterna.

    Un principio teolgico fundamental afirma: "La Gracia wpmla naturaleza; no la destruye, sino que la sobreeleva". En el ordenmoral, por ejemplo, no hay perfeccin cristiana real que noimplique la rectitud moral natural. Las virtudes teologales de fe,esperanza y caridad suponen la prctica de la templanza, la fortale-za, la justicia y la prudencia, que son virtudes humanas. Losobrenatural aade, por cierto, mayores exigencias a lo simplementehumano, en razn de la mayor perfeccin del fin a alcanzar; perosupone siempre, el respeto absoluto de todos los valores humanos.

    Del mismo modo, existe una profunda correspondencia entre lasverdades naturales, al alcance de la razn, con las verdades sobrena-turales contenidas en la Revelacin divina. As como la caridadpresupone la.justicia, as tambin la Fe presupone la razn, Chester-ton lo expresaba grficamente al decir: "Lo que la lglesia le pide alhombre para entrar en ella, no es que se quite la cabeza, sino tansolo que se quite e l sombrero".

    En razn de su misin sobrenatural, la lglesia debe velar sobretodos aquellos valores y actividades que puedan afectar directa oindirectamente al progreso religioso de los hombres. Su campoespecfico de accin es lo que hace directamente a la Fe y la moral.Cabe preguntar si esas normas morales pueden regir sensatamentepara lo meramente, ndividual o s, por el contrario, deben abarcartambin las actividades sociales de la persona. Evidentemente, lamoral incluye ambas dimensiones: lo personal y lo social. "De laforma dada a la sociedad, en armona o no ron !a eya divinas,depende el bien o el mal para las almas" (Po XII, 1-6-41).

    Ullil "doctrina"La ensefianza pontificia en materia social constituye una doct ri-na. Esta presenta tres caractersticas principales: 1) slntesis especula-

    tiva; 2) de alcance prctico y 3) moralmente obligatoria.Implica una sntesis terica puesto que contiene y ordena en untodo armonioso, un conjunto de principios que cubren todos losassectos fundamentales del orden temporal, tanto en b nacionalcomo en lo internacional.Pero esa teora del recto orden humano de convivencia estdestinada a iluminar la acci6n; tiene un alcance prActico. "Todoprincipio relativo a la cuestin social no debe ser solamenteexpuesto, sino que debe ser realmente puesto en prhctica" (Mater etMagistra, n. 226).

    Por ltimo, la doctrina reviste un carcter de obligatoriedadmoral, ya que obliga en conciencia a los cristianos a vivir y obrar enconformidad a sus enunciados: "Esta doctrina es clara en todas suspartes. Es obligatoria; nadie puede apartarre de ella sin peligro parala fe y el orden moral" (Po XII, 29-4, 1945).Una doctrina "social"

    El punto de partida o la fuente de esta doctrina es doble: laRevelaci6n y la ley natural. Sobre este doble fundamento la lglesiaformula los principios arquitectnicos de todo recto orden social. Esdecir, de todo ordenamiento humano.La necesidad de tal formacin, sobre todo en el ltimo siglo ymedio, resulta manifiesta s i se considera lo dicho respecto de lanaturaleza y evolucin de la cuestin social. La crisis de lahumanidad se ha ido agravando ms y ms, abarcando todas lasactividades e insti tuciones humanas. Crisis de los derechos humanos;crisis de las familias; crisis de las relaciones laborales, de lasempresas y de las profesiones; crisis de las comunidades nacionales;crisis del orden internacional. "Tales son los males que padece elmundo en la actualidad", sealaba Po XI en 1922 (Ubi ArcanoDei).Una doctrina social "cristiana"

    El carcter "catlico" de esta doctrina social tiene dos aspectosbsicos. Es catlica, primeramente, porque es formulada a la luz delos principios eternos del Evangelio y vincula constantemente e lorden social con las exigencias de la moral cristiana. Pero lo estambin por una razn circunstancial: solo la lglesia Catlica haem~rendido a ardua tarea de criticar todos los desrdenes actualesy formular los principios de su solucin.

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    4. NATURALEZA DEL MAGISTERIONecesidad del Magisterio: su origen histrico

    En la concepcin cristiana, la verdadera lglesia de jesucristo esuna. As lo profesa el Credo o smbolo de la fe: Creo en la Iglesia,una... Esta unidad es la Iglesia, como sociedad de todos los fielesconsiste esencialmente en una unidad de fe, porque la virtudsobrenatural de fe es el primero de los vnculos que unen al hombrecon el Creador: Un solo Seor, una sola fe, un solo bautismo (S.Pablo, Efesios, 4, 5) .

    El Papa Len XIII, en la 'encclica Satis Cognitum sobre launidad de la Iglesia, expone ampliamente la necesidad de unMagisterio que mantenga vigente el mensaje que Cristo trajo a lahumanidad. El mandato evanglico acuerda, precisamente, la prior i-dad a la difusin de la doctrina: Todo poder me ha sido dado enel cielo y sobre la tier ra Id, pues, y ensead a todas las naciones...Enseadlas a obsewar todo l o que os he mandado (S. Mateo, 28,18-20). Si la base del catolicismo es la comunin de los fieles enuna misma doctrina, resulta absolutamente indispensable asegurar enel seno de la lglesia la unidad y pureza en la transmisin yprofundizacin de la verdad revelada.

    A qu sesextiende el Magisterio?Len Xl l l ensea que Jesucristo instituy en la lglesia unmagisterio vivo, autdntico y adems perpetuo, investido de su propiaautoridad, revestido del espritu de verdad, confirmado por milagros,y quiso que las enseanzas de dicho magisterio fuesen recibidascomo las suyas propias. S. Agustn subray la importancia delmagisterio y su enorme provecho para las almas: Si toda ciencia,an la ms humilde y fcil, exige para ser adquirida, el auxil io de undoctor o de un maestro, puede imaginarse un orgullo ms temera-rio, tratndose de libros de los divinos misterios, que negarse arecibirlos de boca de sus interpretes y sin conoarlos querercondenarlos? ( ~ etilitate Fidei, 17, 25).

    El Magisterio eclesistico se extiende al conjunto de las vardadnqde salvacin, esto es, a todas las enseanzas contenidas \en IrRevelacin divina y que son necesarias para que los hombre\puedan alcanzar su fin sobrenatural. Pero la Palabra de Dios esinfinitamente rica en contenido y no se limita a lo expresamenteenunciado en la Sagrada Escritura. Lo explcitamente revelado,contiene a su vez verdades implcitas (revelacin virtual) de granutilidad; la razn humana, iluminada por la fe, puede ir desentraan-do progresivamente tales verdades. Esta es la labor de la Teologa.As por ejemplo, la Biblia no dice expresamente que la Virgen Marahaya nacido sin pecado original o que se encuentre en el cielo encuerpo y alma; la tradicin teolgica ha ido elaborando estosdogmas a travs de los siglos y los Papas Po I X y Po XI Ienunciaron solamente la lnmaculada Concepcin y la Asuncin deMara, respectivamente.Pero las verdades de fe o dogmas no bastan para asegurar lasantificacin de los fieles. El Catolicismo afirma que los hombresIian de cooperar activamente con Dios en su propia salvacin. Poreso dice S. Pablo que la fe sin obras es cosa muerta; la fe debe sercompletada por las virtudes de esperanza .y caridad. El mensajecristiano incluye, pues, un conjunto de principios morales queorientan la conducta cotidiana de los 'creyentes. Estas normasmorales forman parte de la Revelacin divina, por ejemplo, los diezmandarriientos que Dios comunica a Moiss o e l "Sermn de lamontaa".

    Dentro del orden moral, el Magisterio de la lglesia se extiendetambin a aquellas normas fundamentales que la sola razn humanapuede alcanzar por s misma. En este caso, la Revelacin y elMagisterio no hacen sino ratificar con su autoridad las certezasnaturales. "No matar", "No robar", etc. son verdades naturalmenteaccesibles a todos los hombres, creyentes o no. Pero la lglesia lasratifica para facili tar su conocimiento y aplicacin, dado que elpecado original ha debilitado el poder de nuestro entendimiento yde nuestra voluntad. Esto es particularmente aplicable a la doctrinasocial de la Iglesia, la cual no hace sino expresar las exigencias de lajusticia y de la caridad en el plano de lo econmico, de lo social, delo poltico y de lo cultural.

    En consecuencia, e l Magisterio de la lglesia se extiende a todaslas verdades de fe y a los principios morales, tanto revelados comonaturales, que son indispensables para la salvacin de los hombres.El Magisterio del Papa: su carisma de infalibil idadEl primado de la lglesia es ejercido, por voluRtad de Jesucristo,

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    por el Romano Pontfice, sucesor de Pedro: T6 eres Pedro, y sobreesta piedra edificar6 mi Iglesia (S. Mateo, 16, 23). El magisterio esejercido dentro de la Iglesia, por el Papa y por los obispos: Fuera delos legtimos sucesores de los apstoles, no hay otros maestros porderecho divino en la Iglesia de Cristo (Po XI I, 31-5-54).

    El Vaticano Ii en estricta continuidad con e l Vaticano 1 ha rei-terado las enseanzas de ste respecto de la infalibilidad del Papa. Es-ta infalibilidad que el divino Redentor quiso que tuviese su Iglesia,cuando define la doctrina de fe y costumbres se extiende tantocuanto abarca el dep6sito de la Revelacin, que debe ser custodiadosantamente y expresado con fidelidad (Lumen Gentium, n. 25). Enel mismo documento expresa: "Esta doctrina (del Concilio Vaticano1) sobre la institucin, perpetuidad, poder y razn de ser del sacroprimado del Romano Pontfice y de su magisterio infalible, el santoConcilio la propone nuevamente como objeto de fe inconmovible atodos los fieles (dem, n. 18).

    El Papa ejerce su magisterio en dos formas fundamentales: e lmagisterio extraordinario y el magisterio ordinario. En e l primerodefine solemne e infaliblemente, la doctrina de fe y de moral,siendo su enseanza absolutamente irreformable; es lo que el Vaticano1 expres con la frmula ex cathedra. El magisterio ordinario, encambio, no presenta necesariamente esta nota de infalibilidad, puesno define solemnemente verdades dogmticas o morales, y tienegeneralmente un carcter pastoral, como el Vaticano 11 lo ha declaradoexpresamente de sus propios documentos: "Dado el carcter pasto-ral, el Concil io ha evitado pronunciar de forma extraordinariadogmas dotados con la nota de infalibil idad; pero sin embargo, hafortalecido sus enseanzas con la autoridad del supremo magisterioordinario; magisterio ordinario y plenamente autntico que debe seraceptado dcil y sinceramente por todos los fieles" (Pablo VI,5-8-64). Debe aclararse que el carcter propio del magisterioordinario no ha sido precisado hasta ahora en forma oficial, en loque a su posible infalibilidad se refiere (ver Humani Generis de PoXl ).

    Debe distinguirse el magisterio pont ifi cio del magisterio episco-pal o magisterio de los obispos. Este l timo puede asumir la nota deinfal ibilidad solo en la medida de su unin con el Papa. El Vaticano IIdeclara: "La infalibilidad, prometida a la lglesia reside tambin en elCuerpo de los Obispos cuando ejerce el supremo magisterio enunin con e l sucesor de Pedro" (Lumen Gentium, n. 25). Cadaobispo no goza por s de la prerrogativa de'infalibilidad, pero puedeproponer infaliblemente la doctrina de Cristo, manteniendo elvnculo de comunin entre s y con el Romano Pontfice.

    5 . EL VALO R DE LAS ENClCLlCAS SOCIALESQu6 es una enciclica

    A partir del pontificado de Gregorio XVI, e l Magisterio romanoha empleado cada vez ms frecuentemente ciertos documentosdenominados "encclicas". Con este trmino se designan las CartasApostlicas (Li ttetae ~ncycl icae) el Magisterio Oficial de la Iglesia,que el Papa dirige a los obispos de una regin o pas, o bien msgeneralmente a todos los obispos del mundo, para exponer oreafirmar la doctrina cristiana sobre tenias determinados.

    Etimolgicamente, encclica deriva del griego y significa: algocircular, redondo y, por extensin, algo completo, acabado. As porejemplo el trmino "enciclopedia" significa un Compendio sobretodos los temas. En este sentido, una Carta Encclica contienehabitualmente una ekposicin doctrinal completa o, al menos. sufi-cientemente extensa sobre ciertos temas cuyo esclarecimiento... 0teafirmacin aparece como exigido por las circunstancias.Naturaleza de las encclicas sociales

    Toda encclica es un acto del Magisterio ordinario del Papa. Ennota anterior se seal la diferencia entre los actos del Magisterioextraordinario y los actos del Magisterio ordinario. En estos ltimosel Pontfice expone habitualmente y a travs de documentos dediversa naturaleza, su enseanza y sus decisiones concretas de ordenpastoral. En este sentido, las Encclicas constituyen los documentosms formales y extensos del Magisterio ordinario.

    Respecto de las "Encclicas sociales" debe sealarse que laexpresin alude a la temtica de dichos documentos, sin implicarpor ello una forma .o especie particular de los mismos. En esasencclicas los Papas de los ltimos tiempos, especialmente a parti rde Len XI II , elaboraron un cuerpo doctrinal sin parangn algunoen la historia humand. En l se contienen los principios rectores detodo orden social autnticamente humano, tanto en lo econmico,como en lo social, lo pol tico y lo cultural. Principios esenciales

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    i ~ i i n ~nl.li1rr.i de estructura arquitectnica deben configurar todo elc~iilrriir 11s relaciones humanas en sociedad.

    1 ~ 1ormulacin doctrinal en el campo social no obedece a unauiirrtc de intromisin de la Iglesia en una esfera ajena a su misin,conio sostuvo e l laicismo. Ella no establece "normas de carcterpuramente prctico, casi diramos tcnico", pues ello no le compete(f'o XII , Mensaje de Pentecosts, 1941). Le compete, en cambio,juzgar si las bases de un orden social existente estn de acuerdo conel orden inmutable que Dios Creador y Redentor ha pomulgadopor medio del derecho natural y la revelacin (op. cit.). "La leynatural. He ah el fundamento sobre. el cual reposa la doctrinasocial de la Iglesia. Es precisamente su concepcin cristiana delmundo la que ha inspirado y sostenido a la Iglesia en la edificacinde esta doctr ina sobre dicho fundamento. Cuando combate porconquistar o defender su propia libertad, lo hace por la verdaderalibertad, por los derechos primordiales del hombre, A sus ojos esosderechos esenciales son tan inviolables, que contra ellos nineuna

    "razn de Estado, ningn pretexto de bien comn podran prevale-cer" (Po XII, 25-9-49).

    En consecuencia, la Iglesia interviene en el campo social en lamedida misma en que ste se vincula al orden moral. En la medidaen que una sociedad se edifica en el respeto de la persona y susderechos, favorece el cumplimiento del sentido cristiano de la vida.En caso contrario, al desconocer en los hechos al hombre y sudignidad propia, dificultar la vigencia de los valores religiosos y, enconsecuencia, comprometer la salvacin de las almas.Valor de las encclicas

    La cuestin del valor propio de las Encclicas del Magisterioordinario permanece abierta entre los especialistas. El Vaticano I no sepronunci sino sobre e l Magisterio extraordinario y el Vaticano II nohace referencia al tema sino en un aspecto particular, aunque muyimportante.

    El problema se reduce, en lt ima instancia, a saber s i e lprivilegio de la infalibilidad papal se extiende o no al Magisterioordinario. Una acti tud muy simplista y difundida consiste en negarla imperancia a todo acto que no sea ex cathedra. La cuestin distade ser tan simple y as lo seala Po XII , en Humani Generis,cuando dice: "Tampoco debe estimarse que lo que es propuesto enlas Encclicas no exige de suyo, el asentimiento, por no ejercer enellas los Papas el poder supremo de su Magisterio. A lo que seensea por el ministerio ordinario tambin se aplica la palabra:'Quien a vosotros escucha, a M me escucha'; v casi siempre, lo

    que est expuesto en las Encclicas ya pertenca, por otra parte, a l adoctrina catlica. Si los Papas formulan expresamente en sus acta1un juicio sobre una materia hasta entonces controvertida, todo clmundo comprende que esa materia, en el pensamiento y voluntadde los Sumos Pontfices, ya no puede ser en adelante consideradacomo una cuestin libre entre telogos".Siguiendo a Paul Nau 0. S. B., el mejor expositor de este difciltema, cabe sealar que ninguna Enccl ica aislada puede aspirar a lainfalibilidad de una definicin rigurosa de la fe. Pero esa infalibili -dad se halla implicada estrictamente cuando se da la total conver-gencia sobre una doctrina en una serie de documentos, pues talcontinuidad excluye por s toda posible duda respecto del contenidoautntico de la enseanza romana. (Une source doctrinales: lesEncycliques, ed. du Cedre, Pars, 1952, p. 75). Es la coherencia, laconstancia, la insistencia de una misma doctrina la que asegura, almenos, la equivalencia prctica de la inerrancia.

    As lo reafirma el Vaticano II, al insistir en que los documentosdel Magisterio ordinario obligan en conciencia a todos los fieles:"Este obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento demodo particular ha de ser prestado al magisterio autntico delRomano Pontfice aun cuando no hable ex cathedra; de tal maneraque se reconozca con reverencia su magisterio supremo y consinceridad se preste adhesin al parecer expresado por CI, segn sumanifiesta mente y voluntad, que se colige principalmente ya sea porla ndole de los documentos, ya sea por la frecuente proposicin dela misma doctrina, ya sea por la forma de decirlo" (LumenGentium, n. 25).

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    6. COMO INTERPRETAR LOS DOCUMENTOSPONTlFlClOSUna di ficultad muy corriente en materia de doctrina social de la

    Iglesia consiste en creer que tales documentos son de "uso exclusi-vo" de los Obispos y telogos o, al menos, restringidos a una litelimitada. Ta l confusin suele basarse en la creencia gratuita, en ladificul tad de interpretar correctamente los documentos pontificios;otras veces se alega que los mismos documentos dan pie a interpreta-ciones divergentes, peligrosas, etc., razn por la cual se concluye que"mejor es no meterse".

    Saliendo al cruce de tales objeciones, Po XII seal que dichadoctrina "es clara en todas sus partes" y afirm su caricterobligatorio pava todo catlico (29-4-45). Cierto es que la claridad delas encclicas no implica necesariamente que cada uno de susprrafos sin excepcin, sean de una total claridad y no den pie aninguna divergencia interpretativa. Pero el que tales cosas ocurranno prueba la ambigedad ni la dificultad de la doctrina, sino quetraduce nuestra; imperfecciones, nuestros apriorismos, o nuestrasprecipitaciones personales.

    Por otra parte, la doctrina social se dirige primeramente a losObispos, en cuanto que ellos participan en la obligacin de ensearla verdad cristiana a los fieles, sin retaceos ni falsos compromisos.Pero son los laicos los directamente llamados a aplicar ese cuerpo deprincipios a la sociedad de la cual forman parte. El mayor errorconsistira en hacer caso de tales objeciones y abandonar el estudiometdico de una doctrina tan elevada, profunda y armoniosa, puesello implicara renunciar al deber de dar testimonio cotidiano deCristo.Las reglas de interpretacin

    Resulta conveniente recordar algunos principios bsicos y debuen sentido, en la interpretacin de aquellos textos ponti ficios oconciliares de interpretacin controvertida. Podemos resumirlas enlas siguientes reglas:

    1 ) Establecer o restablecer el texto autntico del pnsarnlrnfc~pontificio.Resulta manifiesto que la mejor garanta de una buena interpre-

    tacin es parti r del tex to oficial del Magisterio papal y no doversiones poco seguras. Al respecto conviene recordar que el textooficial de un documento papal es aquel que se publica en las ActaApostolicae Sedis, editada en el Vaticano. El texto oficia l es casisiempre el redactado en latn; ninguna traduccin puede reemplazarla referencia al texto latino. Pero, en general, uno puede remitirse alas traducciones publicadas en L'Osservatore Romano, aunque conla salvedad antes expresada. Las traducciones o ediciones hechas porparticulares valen segn su fidelidad al original. Un ejemplo conoci-do es el del trmino "socializacibn";que algunos han pretendidouti lizar como sinnimo de socialismo, cuando el texto lat ino deMater et Magistra habla de "aumento o incremento de las relacionessociales", lo cual nada tiene que ver con el socialismo.2) Analizar cuidadosamente las expresiones del Papa.

    Los documentos papales son objeto de una redaccin muypulcra y meditada, luego de numerosas consultas con telogos yespecialistas, segn la importancia del tema. Por lo tanto, no resultaserio hacer afirmaciones a la ligera, sin tener en cuenta los maticescon que cada principio es formulado. Esto requiere cierto estudio yno el contentarse con una somera lectura,3) Aclamr el texto verificando los textos paralelos en los que elmismo tema haya sido vbordado.

    Esta es una regla fundamentel, pues la experiencia muestra quelas mayores dificultades desaparecen al aplicarla. Los textos parale-los son aquellos otros pasajes, de otras encclicas o alocuciones, enlos cuales un Papa ha tocado el mismo problema u otro similar. Alconstatar la admirable continuidad de pensamiento que caracteriza alas encclicas, uno puede aclarar un pasaje di f ci l mediante losdems documentos. Este recurso elimina casi todas las dificultadesde interpretacin. Para ello se requiere un conocimiento adecuadode los documentos ms importantes, lo cual pone a prueba nuestraconstancia y seriedad.4) La interpretacin debe ir del todo a la parte y de la&rte altodo.

    Cada pasaje debe ser ubicado en su contexto inmediato, demodo ta l que a partir de cada principio fundamental uno pueda

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    aii~itrtilrrrnl contenido del resto y, recprocamente, el conjunto delI rN l i i clr l~o luminar cada uno de los prrafos.5 ) Considerar las circunstancias que han originado el documento.

    Cada documento emana de una preocupacin del Papa frente asituaciones o problemas concretos, ms o menos generales. As porcjcmplo, los discursos de Pablo VI a las Naciones Unidas o a la O. 1.T. se dirigen a cierto auditorio, en determinadas circunstancias.Mediante el anlisis de tales elementos, uno puede comprendermejor la intencin pontificia y medir el grado de universalidad ogeneralidad de la doctrina expuesta, segn que se refiera a uncontexto muy particular o a problemas humanos esenciales.6) Distinguir claramente lo doctrinal de lo prudencial.

    Todo acto del Magisterio encierra una enseanza determinada,esto es, un conjunto de principios doctrinales referidos a unproblema dado. El enunciado de los principios reviste de suyo uncarcter universal, o sea vlido para la totalidad o la mayora de loscasos. Pero adems de enunciar principios, las enclclicas y alocucio-nes incluyen referencias de tipo prudencia, es decir aplicaciones asituaciones o ejemplos particulares. Estos ltimos no tienen elmismo alcance universal de los principios doctrinales, pues implicanjuicios o aplicaciones a casos particulares, en funcin l e as circuns-tancias propias de cada caso. En estos aspectos prudenciales, resulta-ra posible cierta inadecuacin o confusin por parte del Pontfice,pues en materia tan compleja no compromete al Magisterio comotal. Pero el buen sentido indica que, antes de discrepar con unaapreciacin prudencial del Papa debemos inclinarnos en principio aseguir su juicio y aguzar la razn para captar. cules son los motivosque puedan fundamentarlo. Lo mismo cabe decir con las consignasprcticas o las exhortaciones que casi siempre incluyen los documen-tos pontificios; su valor se limita a lo prudencial pero no por esodeben ser desodos ni descuidados.7) Aclarar el texto a la luz de /a teologa y de la filosofia.

    El contenido de los documentos suele incluir referencias a losPapas anteriores y a las obras de los Padres de la Iglesia y losDoctores. Tales referencias no son recursos de falsa erudicin, sinoorientaciones concretas que el Papa da para garantizar la rectacomprensin de la doctrina que enuncia. Por eso los fieles tienenque recurrir a las enseanzas de la. tradicin teolgica y filosficadel Cristianismo a lo largo de los siglos. A l respecto cabe sealar e l

    lugar eminente que tiene en la Iglesia la doctrina de Santo Tomlr daAquino, nico Doctor Universal, pues en sus obras hallamos el,m6ifirme fundamento filosfico y teolgico de toda buena formacihnreligiosa. As lo reitera e l concilio Vaticano II en dos documentos:Optatam Totius y Gravissimum Educationis.

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    casos. Todo cambia, todo se transforma incesantemente, sln qiin

    7. EXISTE ACASO U N ORDEN N ATU RAL ?La cultura moderna ha ido perdiendo gradualmente el sentidodel orden a medida que la filosofa se fue desvinculando de la

    realidad cotidiana para refugiarse en un juego mental, sin contactocon las cosas concretas. Como consecuencia de este proceso histri-co, el hombre fue reemplazando los datos naturales de la experien-cia con las construcciones de la razn y de la imaginacin.Las negaciones modernas del orden

    As han surgido en los lt imos dos siglos diversas doctrinas, aveces opuestas entre s , pero cuyo comn denominador consiste enla negacin de un orden natural.

    E! materialismo positivista, el relativismo, el existencialismo,coinciden en negar la regularidad, la constancia, la permanencia dela realidad y, en particular, la existencia de una naturaleza humanay de un orden social natural que sirvan de fundamento a las normasmorales y a las relaciones sociales.

    El materialismo positivista sostiene que todo e l universo, tantofsico como humano, est constitudo por un nico principio que esla Materia. Afirma que la materia est en movimiento y trata dejustificar la variedad de seres de toda especie que existen en nuestroplaneta, diciendo que las diversas partculasmateriales van cambian-do de lugar, se asocian como consecuencia de fuerzas mednicas,que se ir an combinando por un azar gigantesm. El azar csmico eserigido para poder negar la existencia de Dios y su inteligenciaordenadora del mundo... - -Por su parte, la corriente nlat iv is h niega la existencia de todarealidad permanente. Apoyndose en la experiencia del cambio, delas variaciones que se dan tanto en la realidad fsica como en lahumana, el relativismo niega toda verdad trascendente y todo valormoral universal. En semejante concepcin todo conocimiento, todanorma tica, toda estructura social, son relativos a un tiempo dadoy en un lugar determinado, pero pierden toda vigencia en otros

    pueda hablarse de un orden esencial.En forma semejante al relativismo, la corriente exlmnclallN

    hace hincapi en la contingencia, en las incesantes variaciones queafectan a la condicin humana. El hombre carece de naturaleza-proclama e l existencialista ateo Jean-Paul Sartre- y al no teneruna naturaleza, tampoco existe un Autor de la naturaleza, es decir,Dios (ver L'existentialisme est un humaniune, Ed. Nagel, Pars,1968, p. 22). En consecuencia, el hombre se construye a s mismo atravs de su libertad; es e l mero "proyecto de su libertad", carecede esencia y solo existe en un mundo absurdo, sin orden ni sentidoalguno. No hay por lo tanto otra moral que la que cada individuo sefabrica para s. El existencialismo es un uibjetivismo radical, en elcual se esfuma toda referencia a la realidad objetiva.La raiz del error

    En todos estos apstoles del cambio por el cambio mismo, elrechazo de la Naturaleza y su orden procede de un mismo. errorfundamental. Participan de la falsa creencia de que hablar de"esencia" de "naturaleza", de "orden", implica caer en una posturargida, inmvil , totalmente estbtica. Esto es totalmente gratuito,pues no hay conexin alguna entre ambas afirmaciones.

    El problema real consiste en explicar el cambio, el movimiento.Para poder hacer debemos reconocer que en toda transformacinhay un elemento que varia y otro elemento que permanece. Si asno fuera, no podramos decir que un nio ha crecido, que unasemilla ha germinado en planta o que nosotros somos los mismosque nacimos alguna vez, hace 20, 30 o 70 aos... Si nada per-maneciera, tendramos que admitir que e l nio, la planta onosotros mismos, somos seres absolutamente diferentes de aqullos.Para que haya cambio debe haber algo que cambi6, es decir, unsujeto del cambio. De lo contrario, no habra cambio alguno.La filosofa cristiana opone a estos errores una concepcin muydistinta y conforme a la experiencia. MAS all de todo cambio, hayrealidades permanentes: la esencia o naturaleza de cada cosa O ser.La evidencia del cambio no solo no suprime esa naturaleza sino quela presupone necesariamente. La experiencia cotidiana nos muestraque los perales dan siempre peras y no manzanas ni nueces, y quelos olmos no producen nunca peras. Por no d qu deplorable"estabilidad" las vacas siempre tienen terneros y no jirafas nielefantes y, l o que es an ms escandaloso, los terneros tienensiempre una cabeza, una cola y cuatro patas... Y cuando en algunaocasin aparece alguno con cinco patas o con dos cabezas, el buen

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    rnnt ltlo axclrma espontneamente. " Qu barbaridad, pobre ani-III.II, club defectuoso! ". Reacciones que no hacen sino probar queIIO +ola hay naturaleza sino que existe un orden natural. Larvidcncia de este orden universal, es lo que nos permite distinguir lonormal de lo patolgico, al sano del enfermo, al loco del cuerdo, almotor que funciona bien del que funciona mal, al buen padre delmal padre, a la ley justa de la ley injusta.La ciencia confirma la existencia ce un orden

    El simple contacto con las cosas nos muestra, pues, que lonatud existe en la intimidad de cada ser. Esa naturaleza es laexplicacin de las operaciones y actos de cada ser. Porque lahormiga es lo que es, puede caminar y alimentarse y defendersecomo lo hace; porque el hornero es como es, puede construir sunido tal como lo hace; porque e l hombre es como es naturalmente,puede pensar, sentir, amar y trabajar "humanamente"...Pero la ciencia nos aporta una confirmacin asombrosa a laconstatacin no solo de que cada ser tiene una esencia o naturaleza,sino de que esa naturaleza no es el fruto de un Azar ciego, sino queposee un Orden, una jerarqua, una armona que se manifiesta entodos los seres y en todos los fenmenos.

    La simple observacin nos muestra, en efecto, que hay leyesnaturales que presiden los fenmenos fsicos y humanos. El hombresiempre se ha admirado de la regularidad de la marcha de losplanetas, de las innumerables constelaciones; siempre se asombr delri tmo de las estaciones, de las mareas, de la generacin de la vida.Pero el progreso cientf ico actual, la fsica y la qumica contempo-rneas nos dicen que una simple molcula de protena contiene 18aminocidos diferentes, dispuestos en un orden bien estructurado.Una sola molcula de albmina incluye decenas de miles & millonesde tomos, agrupados ordenadamente en una estructura disimdtricaHoy sabemos que un ser vivo est constitudo principalmente pormolculas de protenas que contienen entre 300 y 1000 aminoci-dos. Las transformaciones qumicas de las clulas son catalizadas porenzimas, que a su vez poseen estructuras particulares. Un soloorganismo unicelular posee una multitud de protenas, a mds delpidos, azcares, vitaminas, cidos nucleicos. Cmo explicar enton-ces a la luz de estas constataciones que la estructura ntima de lamateria en sus niveles ms elementales exige un ordenamiento tanperfecto, tan delicado, tan constante, para poder producir el mssimple de los seres vivos? Si a ello sumamos la existencia no de unosino de millones de millones de organismos monocelulares y lacomplejidad pavorosa de los organismos ms complejos, cmo

    wstener que un Azar ciego preside tanta maravilla? El modernoclculo de probabilidades prueba la imposibilidad de Una Puracombinacin fortuita.En consecuencia, ni el azar ciego del materialismo, ni e lrelativismo, ni el subjetivismo existencialista, pueden expliur e lorden asombroso del cosmus fsico y de la vida humana.Por otra parte, cmo explicar lgicamente la incoherencia delos relativistas, para quienes -como ya lo puntualid Aristteleshace 25 siglos- todo es relativo salvo e l propio relativismo? ..

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    o Del Vecchio a reconocer la existencia de un orden supra-legal, qunsirva de fundamento a las leyes humanas.iQuC es el Derecho Natural?

    8. OR D E N N A TU R A L Y DERECHO NATURAL (1 )En la nota anterior se puso de manifiesto la existencia de un

    orden natural, a travs de las asombrosas regularidades que rigen losfenmenos fsicos, qumicos, biolgicos y humanos.

    Corresponde ahora determinar s i la naturaleza del hombreincluye necesariamente ciertas leyes o normas que deban ser respeta-das por cada persona en su obrar cotidiano. En otras palabras, existeacaso una ley natural, un derecho natural?Origen del concepto

    Desde la mds remota antigedad, los hombres han reconocidoque la validez de ciertas normas de conducta escapaban al arb itriode los legisladores humanos y tenan un origen superior. LaAntgona de Sfocles, herona del derecho natural, enuncia clara-mente esta creencia comn a la Antigedad: hay leyes de origendivino, que deben ser respetadas por los gobernantes. Por su parteCicern lo expres claramente en el De Legibus: "En consecuencia,la ley verdadera y primera, dictada tanto para la imposicin comopara la defensa, es la recta razbn del Dios supremo" (11, c. V, 11).

    Los pueblos de la antigedad, situados histricamente antes dela Encarnacin de Cristo, participaban, pues, de la conviccin'deque existe un orden natural emanado de Dios y que es principio deregulacin moral de los actos humanos.

    Esta afirmacin de ciertos derechos como naturales o esencialesal hombre, se mantuvo a travs de los tiempos. Es curioso constatarque, aun cuando tal concepto haya sido negado por algunos autorespositivistas (Bergbohm, Kelsen, etc.), la nocin de derecho naturalreaparece constantemente cada vez que se cuestionan los fundamen-tos de un orden jurdico o de una ley. Por eso Rommen habla del"eterno retorno" del derecho natural. El oso reciente ms significa-tivo ha sido el proceso de Nremberg sobre los crmenes de guerranazis pues ninguna ley positiva haba previsto el delito de "genoci-dio". Hechos anlogos han llevado a grandes juristas como Radbruch

    Podemos decir que el derecho natural "es lo que se le debe alhombre en virtud de su esencia", esto es, por el simple hecho de serhombre. El derecho natural incluye un conjunto de principios onormas que todo hombre por ser tal puede considerar y exigir,como suyo, como algo que le es debido.El Papa Len X l l l lo ha expresado claramente al decir: "Tal esla ley natural, primera entre todas, la cual est escrita y grabada enla mente de cada uno de los hombres, por ser la misma raznhumana mandando obrar bien y prohibiendo pecar. Pero estosmandatos de la razn humana no pueden tener fuerza de ley sinopor ser voz o intrprete de otra razn ms alta a la que deben estarsometidos nuestro entendimiento y nuestra libertad" (Enc. Liber-tas).

    El derecho natural est integrado por todos aquellos principiosque los hombres conocen espontdneamente y con seguridad, aplican-do su razn natural al conocimiento de su propio ser y de los bienesque le son connaturales y necesarios.

    Por qud llamamos a estas normas derecho "natural"? Por undoble motivo: 1) porque son descubiertos naturalmente por nuestrarazn, ya que la evidencia de su contenido se impone espontnea-mente a todos los hombres; y 2) porque son derechos relativos a laesencia o naturaleza del hombre. As por ejemplo, el derecho aconservar la propia vida, a contraer matrimonio, a educar a sushijos, a recibir una educacin intelectual y moral, etc., son derechosesenciales a toda persona. Basta una simple consideracin de lo quees el ser humano y de los bienes que le son necesarios para 'vivirhumanamente', para que surja la evidencia de que todo individuoposee los derechos antes mencionados.Por otra parte, todo lo que no es esencial al hombre, quedaincluido en el llamado derecho positivo, que es aquel que dicta laautoridad competente. Mientras el derecho natural puede ser deduci-do del propio ser del hombre, las normas del derecho positivo,nopueden ser deducidas de la naturaleza humana y requieren unadecisin de la Zutoridad poltica. As, por ejemplo, el derecho a lavida es algo "natural", como vimos; pero la norma que me imponeque debo conducir mi automvil por la derecha y no por laizquierda, es algo meramente impuesto por el legislador.Si bien ambos tipos de leyes son necesarios y se complementanmutuamente, resulta manifiesto que la ley natural debe ser el

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    v tci t i t l r i rwn!~

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    I i ~ ~ ~ i i , i ~ i l r l , i t lilcstiguan que no se alcanza la perfeccin personal ni1111.1 t I ~ r . ~ ~ l c r ~ ~onvivencia social, s i no es en la observancia cabal de11% lri~ linac ion es humanas fundamentales. Nadie puede ser feliz s iV IVC "insta lado" en la men tira, en el rob o, en e l erotismo desenfre-ii,rdo, o en la injusticia.Por otra parte, todos reconocemos espontneamente que notodo derecho tiene como nico origen la ley positiva o los usossociales. La experiencia de la inju sticia de ciertas leyes o convenios,slo es posible en la afirmacin de derechos superiores, de otroorigen: "An la ms profunda o mi$ su til ciencia del derecho nopodra utilizar otro criterio para distinguir las leyes injustas de lasjustas, e l simp le derecho legal del derecho verdadero, que aquel quese percibe ya con la sola luz de la raz6n po r la naturaleza de lascosa y del hombre mismo, aquel de la ley escrita por el Creador enel corazn del hombre y e*presamente confirm ada po r la Revela-cibn" (Po XII, 13-11-49).Asimismo, nuestra concienc ia moral atestigua permanentementela vigencia del orden natural. Quien vive de la coima o miente,puede escapar a la sancin social, al desprestigio, etc., si no esdescub ierto, pero no escapa al "tribunal interi or " de la prop iaconciencia.

    El contenido del Derecho NaturalEl ser humano posee tres inclinac iones esenciales. En prime rlugar, y como todos los dems seres, tiende a la conservacibn de su

    existencia. En segundo lugar y como todos los seres vivos, tiende ala propagac in de la vida, humana, es decir, a la consere cin de laespecie. Por l timo como ser racional que es, tiend e a su perfec cinhumana, inte lectual y m oral, social y religiosa.Estos tres niveles de las tendencias naturales originan los diversosderechos esenciales de la persona humana, agrupados en tres rdenescorrespondientes. Al primero corresponden e l derecho a la vida, a laiotegridad corporal, a l cuidado de la salud, a la dispos icin de losbienes materiales, a la propiedad privada, etc. En igual sentido a esteprimer orden se vincula la condenacin del hom icidio, de la tortura,del aborto, del suicidio, del robo, etc.Al segundo orden, rela tivo al b ien de la especie humana,corresponden e l derecho al matrimonio, a la procreacin, a laeducacin de los hijos. En este orden se fund ame nta el repud io delas relaciones prematrimoniales, del adulterio, de la homosexualidad,l e los mtodos anticonceptivos, del divorcio, etc.A l tercer orden, refere nte a lo propiamen te humano, correspon-

    den el derecho a la verdad, al obrar libre y ra tpon~hlamnntr , lobrar virtuoso, a la convivencia social, al conoclrnlanto da L)Io* y ,*la prctica del culto divino, etc.Existe un orde n en tre estos derechos?

    Debe sealarse que todo el orden de las normas morales dependade un primer principio tico, evidente por s mismo: "Hay quehacer el bien y evitar el mal". De este princip io dependen los tresrdenes de derechos antes mencionados, pues cada uno de ellos noes sino la apl ica ci no conc recin de la noc in de bien a un aspectoparticular de la vida humana. Este principio no admite ningunaexcepcin y excluye toda posib ilidad de error.Por otra parte, el conocimiento que poseemos de los derechosnaturales no es igual para todos ellos, ya que unos derivan a manerade conclusiones de los ms fundamenta les. Estos ltimos rec iben ladenomin acin de "preceptos primarios" , mientras que los de ellosderivados son "preceptos secundarios". El derecho a la vida, porejemplo, implica como consecuencia e l derecho a la libre disposicinde los bienes materiales, pues estos son indispensables para laconservacin de la existencia; a su vez la libre disposicin de losbienes implica el derecho a la propiedad privada. Santo Tomscalifica a este ltimo de'"derecho secundario'' pues presupone otrosanteriores y an ms fundamentales.Esta d istincin tiene importancia, pues los principio s secundariosno son necesariamente conoc idos por tod os los indiv iduos conevidencia, pues suponen c ierto discw so de la razn. Cuanto ms sealejan de los preceptos primarios, tanto mayor es el peligro de error.Pero lo dicho no implica que pierdan su carcter de "naturales" oesenciales.iC 6m o se explican tantas infracciones al orden na tural?

    Cotidianamente constatamos que muchos individuos, a vecessociedades enteras admiten como actos lcitos, ciertos composta-mientos contrarios a la ley natural. Prueba de esto es la extremadavariedad de los usos y de las reglas morales vigentes en pueblosdiferentes, a lo largo del tiempo y del espacio. C mo se explicaeste fenmeno? -Diversas razones existen para explicar tales conductas. Lasprincipales son las siguientes:1) El que un individuo sepa cmo debe actuar moralmente segn elorden natural, no garantiza en absoluto que cada uno de susactos sean rectos.

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    ') I l , ty cl~iirc,loncs muy complejas en las cuales no resulta fcili I i \ tn tr i l i cudl es el comportamiento tico mis adecuado. EnI.ilr\ casos son frecuentes los errores.

    I) 1.0s pueblos primitivos no alcanzaron un conocimiento suficien-temente claro de algunos principios naturales, por la hostilidaddel medio o un desarrollo intelectual muy rudimentario. Porejernplo, los onas no contaban sino hasta dos, cmo podrandescubrir ciertas normas?4) La fuerza de las costumbres, las tradiciones ficticias, la difusinde doctrinas errneas hacen peligrar la rectitud de mucha gente.El erotismo actual pone a prueba al hombre contemporneo enmateria de aborto, de divorcio, de relaciones prematrimoniales,etc., con el consiguiente peligro de oscurecer su concienciamoral, an en aspectos bsicos.

    Nota: Consultar J. Messner, Etica social, pollt ica y econmica a laluz del derecho natural, Rialp, Madrid; E. Welty, Catecismosocial, vol. 1, Herder, Barcelona.

    10. LA PERSONA HUMANA Y SU DIGNIDADEn las notas anteriores se ha puesto de relieve la existencia de lapersona humana, cuyo lt imo fundamento es la "ley eterna" o sea,la sabidura divina en cuanto ordena y dirige hacia su fin latotalidad de los fenmenos y actividades del universo. El ordennatural es asl fundamento de los llamados "derecho naturales" de lapersona humana. Corresponde explicar de un modo ms precisocules son los caracteres esenciales de la persona para poderentender cul es la raz de su dignidad peculiar.

    Persona y naturaleza racionalA diferencia de los animales, el hombre posee por esencia unanaturaleza racional. El conocimiento humano trasciende las limita-ciones de la sensibilidad y capta, en el seno de cada realidad, suconstitucin esencial, lo que cada cosa es. Sabemos por experienciasque alcanzamos, a partir de los datos individuales sensibles, ideas oconceptos universales, susceptibles de ser aplicados a muchos indivi-duos. Cuando, por ejernplo, decimos: "hombre", "silla", "rbol",etc., tales conceptos son aplicables a muchos objetos individuales,que no han sido percibidos por nuestros sentidos.La universalidad propia de nuestro conocimiento intelectual

    explica la espiritualidad de nuestra alrna, pues la actividad racionales independiente de todo rgano corporal. Tal independencia asegu-ra al alrna humana su incorruptibil idad, pese a formar un cuerposusceptible de destruccin. A su vez, s i el alma humana no sedestruye al morir el hombre subsiste an separada del cuerpo; enotras palabras, es inmortal. Tales afirmaciones, ya formuladas porAristteles en su tratado De l alma, han sido constantemente reafir-madas por la lglesia a lo largo'de toda su historia: "As como nadieha hablado de la simplicidad, espir itualidad e inmortalidad del almatan altamehe como 'la Iglesia Catlica, ni la ha asentado con mayorconstancia, as tambin ha sucedido con la libertad; siempre haenseado la lglesia una y otra cosa y las defiende como dogma de fe"(Len Xlll, Enc. Libertas, n. 5) .

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    I r3rpacldad ntelectual del hombre constituye su esencia. Asrn sspr ru comnmente al definir al ser humano como "animalrneloiinl". El hombre puede conocer mediante su inteligencia latc~t.ilidddde lo real. Su conocimiento tiene por objeto la esencia de1.1s cosas y, pese a todas las limitaciones y los riesgos propios de lacondicin humana, alcanza la verdad. La sed natural por la verdadcc la ra(z del progreso humano. La aspiracin a conocerlo todo y aalcanzar un conocimiento verdadero de las cosas, tiene una dobledimensin, terica y prctica. Por la primera, el hombre contempla,considera todo lo real para captarlo tal cual es; esta actividad tericaes la base de los conocimientos cientficos. Por la segunda, elhombre conoce las cosas, con miras a dirigir su accin.Persona y libertad

    Al aplicar su capacidad de conocimiento al plano de la accin,surge otra propiedad esencial del ser humano: su condicin de.serlibre. En qu consiste esta libertad? Alguien es libre, cuando esdueo de sus actos, cuando es causa de sus actos. El dominio de lospropios actos o libertad, es una cualidad de los actos humanos.

    A diferencia del comportamiento animal, que obedece al instin-to, la conducta de la persona es la consecuencia de sus propiasdecisiones. Es el propio individuo quien delibera, decide y acta enconsecuencia; sus actos le pertenecen, por cuando l mismo losorienta hacia los fines de su vida. A travs de sus actos voluntariosel hombre tiende a realizar el bien, que es el objeto propio de suvoluntad. Para que un acto sea voluntario, debe el sujeto actuar conconocimiento del fin y con libertad.

    La libertad humana tiene por rafz a la inteligencia. Al poderconocer mediante la razn una infinidad de cosas, la voluntad puedetender a un sinnmero de objetos, para el logro de su bien oplenitud. Pero como ninguna cosa particular puede significar toda lafelicidad del ser humano, Bste permanece libre frente a todos losbienes particulares que conoce; por lo tanto, puede elegir entreellos, los ms convenientes para alcanzar su perfeccin o plenitudpersonal. Solo Dios contemplado "cara a cara" en la visin beatficapuede colmar el anhelo de perfeccin de la persona. Respecto detodos los bienes creados, el hombre es libre.Las cocas existentes son para el sujeto otros tantos medios parasu propia realizacin. A l elegir entre ellas, el hombre "S elige a smismo", diciendo su destino. Claro est que esa libertad no esabsoluta, como predic errneamente el liberalismo; la libertadhumana est condicionada por mltiples factores (herencia, tempera-mento, educacin, medio social). A l decidir del sentido de su vida,

    el sujeto debe obrar segn su razbn, en funclhn da lo* medlnb mAaaptos que su inteligencia capta. En consecuencia, nlnguna pcrsonn n*"libre de hacer lo que se le ocurra", pues su libertad estd regulit1.1por bienes y normas objetivas, que su razn descubre.Persona y responsabilidad

    De las propiedades sealadas (razn y libertad), surge unatercera: la responsabilidad. El hombre es responsable de sus actos.El concepto de responsabilidad supone que el sujeto es capaz deresponder por las consecuencias de sus actos. Un nio es capaz deromper un vidr io, pero es incapaz de reparar el dao causado por suaccin; por eso vive bajo la dependencia de sus padres. La personamadura, adulta, puede y debe responder por los efectos de susdecisiones de cada dCa, por los valores que ha realizado u omitido,por el sentido que ha' dado a su vida toda.La dignidad personal

    Podemos comprender ahora en qu consiste la dignidad de lapersona. Digno es lo que tiene valor en s i mismo y por sC mismo."El hombre logra esta dignidad (humana) cuando, liberado total-mente de la cautividad de las pasiones, tiende a su fi n con la libreeleccin del bien y se procura medios adecuados para ello coneficacia y esfuerzo crecientes" (Vaticano II, Gaudium et Spes, n.17).Esta concepcin de la dignidad personal que hace del hombrealgo "sagrado" tiene tres consecuencias fundamentales respecto delorden social. La primera es que la sociedad politica se ordena a laperfeccin de las personas: "La ciudad existe para el hombre, no elhombre para la ciudad" (Po XI, Divini Redemptoris). La segundaconsiste en que la condicin de persona, hace al hombre sujeto dederechos: "En toda convivencia bien organizada y fecunda hay quecolocar como fundamento el principio de que todo ser humano es'persona', es decir, una naturaleza dotada de inteligencia y devoluntad libre y que por lo tanto de esa misma naturaleza nacendirectamente al mismo tiempo derechos y deberes que, al seruniversales e inviolables, son tambin absolutamente inalienables".(Juan XXIII , Enc. Pacem in Terris, n. 6).Por ltimo, toda recta concepcin del bien comn polticorequiere concebir al hombre como agente activo de la vida social;"El hombre en cuanto tal, lejos de ser tenido como objeto yelemento pasivo, debe por el contrario ser considerado como sujeto,fundamento y f in de la vida social" (Po XII. Aloc. del 24-12-44).

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    f 1 1 1 IIIIIII . i t t i t i \ terminar esta nota sin recordar que la ltima raiz '111~!11ii!.iiIiumnna reside en su carcter de Imago Dei, imagen

    1115, Il.cni,tdo por El a participar eternamente de la plenitud de.,, l t l,i: "La razn m6s alta de la dignidad humana consiste en lavo(*ilhn (del hombre a la unin con Dios" (Gaudium et Spes n. 19).

    11. LOS DERECHOS ESENCIALES DE LA PERSONAUna vez analizado e l concepto de persona humana y de la

    dignidad que le es propia, corresponde considerar cules son losderechos fundamentales de toda persona, a la luz de esta afirmacinimportantstima del Vaticano II. "La persona humana es y debe serel principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones" (Gaudiumet Spes, n. 25; idem. Po XII, Alocucin del 24-12-44).El error del positivismo jurdico

    El positivismo filosfico del siglo pasado, en su esfuerzo porrevalorizar el conocimiento sensible ante las negaciones racionalistas,formul una concepcin materialista y evolucionista del hombre,negando validez a todo conocimiento metafsico y toda posibilidadde una moral universal.

    Esta concepcin estrecha del ser humano tuvo gran influencia enla ciencia jurdica de fines del siglo pasado y principio del actual.Las teoras de Lombroso, Ferri y Garfalo en Italia, el mismo JosIngenieros en la Argentina, son ejemplos claros de la influenciapositivista. An en nuestros das, el positivismo jurdico sigueejerciendo su 'influencia en algunos pensadores calificados comoKelsen, Hart, Ross, Olivecrona y Bobbio.El positivismo jurdico consiste esencialmente en reducir elderecho y la justicia a lo establecido en la ley positiva que dicta laautoridad poltica. Por ello niega validez a la doctrina del derechonatural, reduce la moral y la justicia a una valoracin puramentesubjetiva y niega a la persona todo derecho que no l e sea expresa-mente reconocido por la autoridad. La Iglesia siempre ha rechazadoesta concepcin aberrante del derecho, sealando que conduce a lospeores excesos de los regmenes totalitarios: "El simple hecho de serdeclarada por el poder legislativo una norma obligatoria en elEstado, tomado aisladamente y por s solo, no basta para crear unverdadero derecho. El 'cri terio de simple hecho' vale solamentepara Aquel que es el Autor y la regla soberana de todo derecho,

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    h a , Aplicarlo al laglsiador humano lndlstlntamente y definltlvn.rtwiita, Lomo s i su ley fuese la norm a suprema del derecho, ss elerror del positivismo jurldico en el sentido propio y tdcnlco da lar)rlrbra , err or que est en la base de l absolutismo del Estado y queequivale a una deificacin del Estado mismo". (Po X II, D iscursodrl 13-11-49).Las masacres stalinianas, los crimenes de Hitl er que die ron lugaral ju icio de Nremberg, acaso no fueron cometidos al amparo del"derecho legal"? El pos itivism o no tiene respuesta a* ales objecio.nes de la conciencia moral universal...Qu son los derechos humanos?

    Los derechos humanos se iden tifican con las prescripciones delderecho natural. Un derecho humano es aquel que todo hombretiene en victud de su naturaleza, debiendo, por tanto, ser respetadopor todos los hombres. Los derechos humanos fundamentales .oesenciales son aquellos que sirven de base y fundamento a losdems.Sus propiedades princ ipales son las siguientes: 1) tienen u n valorabsoluto, rigiendo siempre y en todo lugar, sin limitac in alguna; 2)son innegables, por ser de la esencia de la persona, deben serrespetados por todos; 3) son irrenunciables, pues ninguna personapuede abdicar de ellos voluntariamente; 4) son imperativos, puesobligan en conciencia aun cuando la autoridad civil no los sancioneexpresamente; 5) son evidentes, razn por la cual no requierenpromulgacin expresa.

    Cules son los derechos de la persona?Ya los telogos espaoles del siglo X VI profu ndiz aron la elabo-racin de los derechos esenciales de la persona humana. En 1948,

    la s Naciones Unidas promu lgaron una declaracin de los principalesderechos. Esta Declaracin si bien contiene formulaciones discutiblesen algunos aspectos, constituye un paso importante en el reconoci-miento de los eternos princ ipios del derecho natu ral. (cf . Enc.Pacem in Terris n. 72).La En cclica Pacem in Terris de Jua n XXI II, enumera unasntesis de los principales derechos del hombre, sin pretender dar unlistado exhaustivo de los mismos. Los p rincipales son:

    Darecho a los medios indispensables para un nivel de vlda dlgnoDerecho a la seguridad frente a los riesgos vitalesDerecho al respeto de la propia personaDerecho a l honor y la buena reputacinDerecho a la libertad para buscar la verdadDerecho a pensar y obrar seglin la recta concienciaDerecho a la educacinDerecho a una sana y objetiva informacinDerecho de reunin y de asociacinDerecho a obrar segn la virtudDerecho a honrar a Dios segn la recta concienciaDerecho al matrimonio y a la educacin de los hijosDerecho a la vocacin religiosaDerecho al trabajo y a la iniciativa econ6micaDerecho a una justa retribucin personal y familiarDerecho a la propiedad privadaDerecho a la participacin activa en la vida pblicaDerecho a circular y a emigrarDerecho a la proteccin jurldica del 'EstadoLos derechos naturales enumerados estdn inseparablemente uni-dos en la persona a los deberes correspond ientes, en el cump lim ien-to de los cuales se instaura progresivamente un sano orden social. Laconvivencia social ha de fundarse en la verdad, la justicia, la liber tady el amor.Por su parte, la autorida d polt ica tiene el deber de "tu tela r e lintangible campo de los derechos de la persona humana y facilitar elcum plim iento de los debcresl'. (Pio XII, Alocuc i6n del 1-6-41);(Rcem in Terris, n. 44; Gaudium et Spes, n. 74).

    Derecho a la conservacin de la vidaDerecho a la integridad fsica y a la salud

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    12 . LA IGLESIA FRENTE AL L IBERALISMOUna de las corrientes principales que caracterizan a la culturamoderna es el llamado liberalismo. Como su etimologCa lo indica, ladoctrina liberal tiene por esencia propia la exaltaci6n de la libertadhumana.La Iglesia siempre rechaz al liberalismo en numerosos documen-tos, condenando formalmente sus tesis ms graves. El Pontfice PoIX conden 80 proposiciones o tesis herticas en su enciclicaQuanta Cura con su Syllabus anexo, el 8-12-1864, reiterando

    las advertencias que l m ismo haba form ulado en 32 documentosanteriores. La casi totalidad de las tesis condenadas hari sidosostenidas por diversos autores de ins piracin libera l.La actitud de la Iglesia frente a los errores del liberalismo fueconstante y reiterada en innumerables textos del Magisterio. Desdela carta Quod Aliquantum (10-3-91) de Po VI hasta la recienteCarta de Pablo VI al Cardenal Roy (14 -5-7 1) la coherencia doc trina lde los documentos pontificios es invariable en su continuidad de dossiglos.Cules son los mo tivos de ta l severidad po r parte de La Iglesia,frente a una doctrina que domin a las naciones de Occidentedurante casi tres siglos? Una consideracin atenta de los principalesaspectos de la doctrina liberal, nos permitir comprender las razonesdel sostenido combate que la Iglesia ha librado heroicamente, contodos los riesgos que ello supuso, con todos los mrtires que conten sus filas.Fuentes doctrinales

    La corriente liberal tuvo particular vigencia durante los siglosX V l l l y XIX. A travs del proceso revolucionario francs de 1789-que constituy la primer Revolucin internacional- se extendirpidamente en los pases europeos, difun dida por los ejrcitosnapolenicos, e infundi su inspiracin ideolgica al movimientoemancipador de los pases de hispanoamrica. Desde fines del siglo

    XIX, el liberalismo cllsico fue adoptando posturas mds matlradrr,ante la tremenda evidencia del caos social y econmico causado criEuropa por la aplicacin de sus p rincipios fundamentales.Las raFces doctrinales de la corriente liberal pueden sintetizarseen cuatro principales: 1) el nominalismo del siglo XIV, con sunegacin de la unive rsalidad del conoc imie nto y su nfasis en loindividual; 2) el raciqnalismo del siglo XVI con su exaltacin de larazn humana; 3) el iluminism o que dio lugar al libre-pensamiento ya la concepcin del hombre como absolutamente autnomo en lomoral. A ellos debe sumarse el influjo del protestantismo, sobretodo en su versin calvinista, que fom ent -como lo prueban losestudios de Troelsch, Tawney, Sombart, Belloc y Max Weber- e lesp iritu de acum ulacin de riquezas.El humanismo liberalDesde el punto de vista filosfico, el liberalismo considera a lalibertad como la esencia misma de la persona, desconociendo quelos actos humanos son libres en cuanto suponen una gua uorientacin de la razn.El hombre es considerado c o ~aturalmente bueno y justo,poseedor de una libertad absoluta, que no recono'ce lmite alguno.El "buen salvaje" rousseauniano es e] arquetipo del individuoindependiente y soberano,. incapaz de malicia alguna. Es bueno porel simple hecho de .ser hombre, sin que su perfeccidn requiera unaeducacin, un esfuerzo o una decisin personales.Eii la medida del ejercicio pleno de su independencia, el serhumano estd llamado a un progreso indefinido y necesario., tantointelectual como moral. En el plano de la conducta, el sujeto nopuede estar sometido a regulacin tica alguna que no provenga desu pro pia autodete rmina cin. Este subjetivism o moral, lleva apareja-do la negacin de todo orden objetivo de valores, del derechonatural y de la ley o Providencia divina.La economla liberalEl liberalismo econmico centra todo en la iniciativa y el intersindividuales. Adam Smith habla del "sano egosmo individual" comomo tor del dinam ismo econmico. La nica ley fundam ental es la leyde la oferta y la demanda; respetndola cabalmente se producirespontneamente la armonia de los intereses particulares.Esta concepcin asigna al lucro, a la ganancia por la gananciamisma, e l carcter de fin ltimo de la economa. El afn de lucrono reconoce limitacin de ningn tipo moral n i religioso. El derecho

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    rla proplad ,~d es exa ltado como derecho absoluto , de m odo ta l quenl tliiaflo puede llegar hasta la destruccin del bien que posee, ennombre de sus derechos (ver "Declaracin de los Derechos delHombre y del Ciudadano" de 1791 ); no se asigna a la propiedadnlnguna funcin social.El trabajo humano -en parti cula r, el del obrero - es asimilad o auna mercancla ms, objeto de compra-venta en el mercado, conolvido total de la dignidad propia del asalariado. El salario, sometidoa la "ley de bronce", solo tiene en cuenta al indiv iduo que trabaja yno al sostenimiento de su familia.La sociedad y el Estado

    En razn de postular que el solo respeto de la libertad absolutade cada ciudadano asegura ,automtica mente la armona de losintereses particulares, el liberalismo suprime todos los grupos einstitu ciones existentes entre los indivi duos y el Estado, Es as( comola familia se ve gravemente afectada po r la intro duc ci6n deldivorcio, por la total libertad de designar herederos, por la divisindel patrimonio familiar. As l tambin, la ley Le Chapelier (1791)sup rimi todas las organizaciones artesanales y profesionales existen-te s en Francia, prohibiendo toda forma de reunin y de asociacin,por considerarlas atentatoria s de la liberta d ind ividual.El Estado, definido como dictatorial por naturaleza, es relegadoa mero custodio de la libertad y la propiedad de cada ciudadano; envirt ud del "laissez faire, laissez passer"; la autor idad polt ica carecede toda funcin positiva.La moral y el derecho

    Dado que el individuo es autnomo, no reconoce otras nor-mas que las que l mismo se dic te. Todos los valores morales sereducen a lo subjetivo, razn por la cual, lo que uno concibe comorecto o justo no tiene por qu ser admitido por los dems.As como la moral se separa totalmente de la religin, elderecho se independiza de la mora l (positiyismo jurdico). T ododerecho es subjetivo y no reconoce otra regla que la volun tad de lossujetos que libremente acuerdan convenios, contratos, sociedades,etc. En nombre del sufragio universal y de la soberana popular, lademocracia liberal expresa en forma de ley lo que los individuos handecidido. El derecho positivo no reconoce ninguna dependencia conrelacin al derecho natural y se exige en princip io la separacintotal entre Iglesia y Estado.

    f'irltrira y r e l l ~ l d nI rl n axaltacibn de los valores individuales, tambikn afecta olpl.rno de la cultura, que es concebido como una actividad autno-

    t i c i , dcsvinculada de los valores ticos. E l cu lto del "arte por el?irle1'cs una expresin concreta de tal actitud.En el plano religioso, el liberalismo conduce primeramen te a unindiferentism o y, luego, al ateismo. Su naturalismo integral loscculariza todo . La reli gin se reduce a sentim ientos subjetivos,separados de las ac tividades diarias.Ese atesm o p rdctic o se tradu ce en el laicismo educa tivo ysocial, que elimina toda referencia a lo trascendente y exalta lalibertad de conciencia y de cultos. El reciente Concilio ha definidoclaramente esta concepcin: "Los que profesan este ateism o afirmanque la esencia de la libert ad consiste en que el hom bre es el f in des i mismo, el Gnico artifice y creador de su propia historia".(Gaudiu m et Spes, n. 20).Lo expuesto muestra claramente que la doctrina liberal elaborauna conc epcin de la persona y de las relaciones sociales en abiertaoposicin al sentido cristiano de la vida.

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    13. LA IGLESIA FRENTE AL CAPITALISMO

    Uno de los grandes temas que preocupan actualmente al hombrees el sistema llamado "capitalismo" o economFa capitalista. Alenjuiciar tantas injusticias, sobre todo en el plano econmico, surgela cuestin relativa a la legitimidad del capitalismo y, en consecuen-cia, se plantea e l problema de s i la solucin a tales desrdenes resideo no en la modif icacin o an en la destruccin del actual sistemasocio-econmico capitalista. La gravedad de tales planteos requiereun examen atento del problema a la luz de los principales documen-tos del Magisterio de la Iglesia.Distinciones previas

    En materia tan controvertida, suelen deslizarse con frecuenciaconfusiones y equvocos respecto de los conceptos bsicos. Estoocurre constantemente en materia de Capitalismo.En primer lugar, conviene recordar que en su significado estric-to, "capital" no es mero sinnimo de "dinero". La ciencia econmi-ca define el capital como "un bien destinado a la produccin deotros bienes econmicos". As por ejemplo, es "capital" toda lamaquinaria, utilizada en la industria para la produccin de diversos

    artculos (tejidos, automviles, muebles, etc.). El "bien de capital"se contrapone al "bien de consumo.", esto es, a los bienes destinadosdirectamente a satisfacer la s necesidades primarias del hombre. Eldinero, en este contexto, solo es "capital" en tanto que implica laposibilidad de adquirir bienes de capital.Pero el mayor de los equvocos reside en el concepto mismo deCapitalismo. En su sentido corriente, el capitalismo designa la actualeconoma; al constatar muchos abusos que se dan en la vida diaria,se achacan a l capitalismo esas injusticias y, en consecuencia, algunosconcluyen que el capitalismo es de suyo un sistema injusto, opresor,inhumano. En esto hay una parfe de verdad, pero tambin unaconfusin profunda, pues se ignora que por capitalismo puedenentenderse dos cosas muy diferentes.

    tltrr rl~n lficados e capitalismoPn sentido estricte, se denomina economa capitalista a "aquellacrconomia en la cual los que aportan los medios de produccin y losclue aportan su trabajo para la rea!izacin comn de la activ idadrconbmica, son generaimente personas distintas". (Po XI, Quadra-gcsimo Anno, n. 100). Esto implica asimilar la economa capitalista

    a l rCgimen del asalariado. En trminos generales puede decirse que lacconoma anterior al siglo X Vll no era "capitalista", en cuanto quelos medios de produccin o capital estaban en las mismas manosque ejecutaban los trabajos. Los talleres o empresas familiares, losartesanos, los pequeos comerciantes, son ejemplos de ewnomano-capitalista. En la actualidad, lo que predomina es la dist incindel sector capitdl y del sector trabaio, lo que configura una econema capitalista, segn se ha dicho.Pero existe otro sentido, muy difundido, de capitalismo. Por lse designa un proceso histrico determinado, el cual debera Ilamar-se capitalismo liberal. Podemos caracterizarlo w n palabras de PabloVI : "Pero, por desgracia, sobre estas nuevas condiciones de lasociedad ("la revolucin industrial"), ha sido construido un sistemaque considera el provecho como motor esencial del progreso econ-mico, la concurrencia como ley suprema de la economa, lapropiedad privada de los medios de produccin como un derechoabsoluto, sin limites n i obligaciones sociales correspondientes. Esteliberalismo sin freno, que conduce a la dictadura, justamente fuedenunciado por Po XI como generador de "el imperialismo interna-cional del dinero". No hay mejor manera de reprobar tal abuso querecordando solemnemente una vez ms que la economa est alservicio del hombre". (Populorum Rogressio, n. 26) .El texto citado sintetiza claramente la realidad de los dosltimos siglos: al sistema capitalista se agreg la ideologa delliberalismo econmica (ver Nota 12). Como surge claramente de sulectura, Pablo VI se refiere al l iberalismo a secas, sin emplear eltrmino capitalismo salvo para hacer la distincin siguiente: "Pero s ies verdad que un cierto capitalismo ha sido la causa de mucbossufrimientos, de injusticias y luchas fraticidas, cuyos efectos durantodava, sera injusto que se atribuyera a la industrializacin mismalos males que son debidos al nefasto sistema que la acompaa. Porel contrario, es justo reconocer la aportacin irremplazable de laorganizacin del trabajo y del progreso industrial a la obra deldesarrollo". (idem. n. 26).

    Del texto resulta manifiesta la dist incin arriba realizada entre elsistema capitalista (divisin capital-trabajo) y el liberalismo econmi-co que, de hecho pero no de derecho, lo acompa histricamente.

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