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Ciclo de Conferencias Instituto Luis Vives de Valencia
ISBN.84-8471-079-3
Depósito Legal: V-5313-2004
Sesión de clausura del ciclo de conferencias del curso escolar
2000-2001
(30 de mayo de 2001)
EL ESPLENDOR DE LA VALENCIA DEL
SIGLO XV
Dr. JOSÉ VTE. GÓMEZ BAYARRI Catedrático de Historia del I.B. Luís Vives
Académico de la RACV
SR. PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS DEL
INSTITUTO DE BACHILLERATO “LUIS VIVES” DE VALENCIA
JUNTA DE GOBIERNO DE LA ASOCIACIÓN
DISTINGUIDAS SEÑORAS Y SEÑORES
Considero un honor, que me brinden la posibilidad de poder impartir esta
conferencia a esta entrañable Asociación y en este Centro Docente, que tanta
promociones de excelentes profesionales valencianos ha alumbrado y que
tanto han hecho por nuestra querida Valencia.
Y doblemente me congratula: primero, por haber sido alumno del Luis Vives
y, en segundo lugar, por impartir docencia en este mismo Instituto, que era
una de mis mayores aspiraciones.
Asimismo, deseo agradecer les elogiosas palabras vertidas sobre mi persona,
del Dr. Francisco Zaragosí i del compañero profesor D. Daniel Sala, propias
de excelentes amigos que mi estiman es exceso.
José Vicente Gómez Bayarri
2
EL ESPLENDOR DE LA VALENCIA DEL SIGLO XV
1. GENERALIDADES
La mayoría de la historiografía valenciana coincide en presentar el Cuatrocientos como
un siglo de prosperidad y esplendor del Reino de Valencia en el seno de la Corona de
Aragón. Valencia asume la hegemonía en los aspectos demográficos, socioeconómicos,
culturales, etc. Se consolidan las instituciones políticas y, es un hecho incuestionable, el
afianzamiento de su personalidad jurídica y lingüística. Este contexto significó la
reafirmación del particularismo de la personalidad valenciana. (1)
El siglo XV valenciano comprende los reinados de Martín el Humano (1395-1410), el
interregno hasta el Compromiso de Caspe (1412), los reinados de Fernando I de
Antequera (1412-1416), Alfonso el Magnánimo (1416-1458), Juan II (1458-1479) y
Fernando II el Católico (1479-1516).(2)
El fenómeno del expansionismo cuatrocentista valenciano se puede sintetizar, como ha
expuesto R. Ferrer Navarro en El Sigle d’Or: realitat o ficcio, (3) en los siguientes
postulados:
1. Una demografía en alza, preferentemente en la ciudad de Valencia.
2. Aumento de calidad de vida y del lujo en la ciudadanía.
3. Equilibrio de precios y salarios, apoyados en una gran estabilidad monetaria.
4. La edificación de grandes construcciones públicas y privadas.
5. La concesión de numerosos préstamos por parte de las instituciones
valencianas a los monarcas.
Estas realidades originaron, a su vez, una serie de problemas específicos:
1. El total desequilibrio de la ciudad-campo en el crecimiento demográfico.
2. El endeudamiento de las arcas de la ciudad de Valencia por el
desabastecimiento.
3. La necesidad de importar alimentos de primera necesidad ocasionó
fluctuaciones de los precios y salarios.
4. El dinero prestado a los monarcas originó inmovilidad de capitales que fueron
restados de la actividad productiva valenciana.
Estos hechos, a finales del siglo XV, determinaron la inflexión de la tendencia
expansionista, percibiéndose los primeros síntomas de cambios sustanciales:
1. La ciudad de Valencia tenderá progresivamente a perder su aureola de ciudad
cosmopolita.
2. Se acentúa el autoritarismo real en el gobierno municipal en detrimento de la
oligarquía imperante en el “Consell” de la ciudad.
3. Imposición del cristianismo y dictamen de medidas tendentes a la restricción
del pluralismo religioso - Inquisición y decretos de expulsión -.
4. Predominio de una cultura dirigida desde el poder frente a una popular.
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
3
Hasta los siglos XIV y XV no conocemos para Valencia textos que planteen los
problemas urbanísticos de esta urbe. El franciscano Eiximenis en su obra Dotze del
Crestiá o Regiment Civil dels homens e de les dones escrita y publicada a finales del XIV
describe lo que entiende que debía ser la ciudad ideal. (4)
Dos etapas podemos distinguir en la evolución urbanística de la ciudad de Valencia en la
época cristiana medieval: la primera abarcaría los siglos XIII y XIV y la segunda el s.
XV. Esta segunda fase se iniciaría en el reinado de Pedro el Ceremonioso (1336-1387) y
se extiende esencialmente a lo largo del siglo XV. En este período la ciudad de Valencia
experimentó las transformaciones más determinantes en su espacio y planificación
urbana hasta el siglo XIX.
El incremento demográfico de la ciudad y ampliación de los barrios periféricos, las
revueltas de la Unión, las amenazas de guerra e incursiones de Pedro el Cruel de Castilla
hasta el mismo palacio Real, impulsaron al rey Pedro el Ceremonioso a instar al Consell
Municipal, en 1356, a diseñar y construir una nueva muralla que incluyera dentro del
recinto los barrios extramuros que hasta ese momento estaban ubicados fuera. Para ello,
el rey Ceremonioso decidió crear, por un Real Privilegio de 24 de agosto de 1358 un
organismo anejo al municipio foral de Valencia, denominado “Junta de Murs i Valls”.
(5) Su finalidad fue construir y mantener las murallas y puertas de acceso a Valencia, así
como velar por su alcantarillado, puentes y caminos públicos. Ahora bien, la
consolidación y reorganización administrativa de dicha institución no se alcanzó hasta
la promulgación de la “Sentencia arbitral” de 4 de agosto de 1406. (6)
Esta centuria se inicia con un proceso de desarrollo y embellecimiento urbanístico de la
capital y villas más importantes del Reino; manifestación del poderío socioeconómico
que se extendía por el territorio valenciano. Un ejemplo de ese embellecimiento de la
ciudad lo recoge el Dietari del capellà d’Anfons el Magnanim al constatar que en 1444,
“Migant lo mes de maig, foren acabats de derrocar los alberchs dels apuntats per fer plaça
a la Longa”. (7)
El Cuatrocientos cubrió, en lo constructivo y funcional, las necesidades de la boyante
ciudad de Valencia, configurada y desarrollada con numerosas edificaciones civiles y
eclesiásticas. Algo similar sucedió en las poblaciones más importantes del Reino en ese
momento. Las construcciones góticas representan el progreso urbano que esta
manifestación artística tenía en la Corona de Aragón, y concretamente en el Reino de
Valencia con sus peculiaridades propias y singulares.
El gótico civil de la ciudad Valencia configuró los rasgos urbanos, levantándose el
Almudín, las Atarazanas, el Santo Hospital, la Lonja de los mercaderes y numerosos
palacios, etc. Fuera de la ciudad quedaban las murallas, fortalezas, atalayas, recintos
fortificados cerrados, que se construyeron sobre elementos arquitectónicos romanos,
árabe o de los primeros siglos de la Edad Media cristiana de Valencia.
La mayoría de las murallas de las poblaciones del Reino de Valencia fueron destruidas a
lo largo del siglo XIX, quedando en pie solamente algunas puertas o torres. En la ciudad
de Valencia, las denominadas “Torres de Serranos” y las “Torres de Quart. Se conservan,
también, puertas o torres en Morella, Peñíscola, Mascarell, Benassal, Benissanó,
Guadalest, etc.
José Vicente Gómez Bayarri
4
De todas ellas, la más emblemática son las “Torres de Serranos”, cuya construcción
corrió a cargo de la Junta de Fábrica de Muros y Valladares - Murs e Valls -, con los
impuestos aplicados a trigos y carnes. Su edificación se realizó entre 1392 y 1398. El
cantero encargado de dirigir los trabajos fue Pere Balaguer. El “Portal dels Serrans”, más
que una finalidad defensiva, simbolizó la entrada regia a la ciudad y el marco idóneo para
bienvenida a personalidades. Es un ejemplo de arquitectura cívico-militar de finales del
XIV.
En la ciudad de Valencia muestran el esplendor gótico las casas palacio de la Scala -
actual palacio de la Diputación -, de los Escrivá, de los Almirantes de Aragón, de los
Borja - actual palacio de las Cortes - etc. o el Palacio de la “Generalitat” del Reino,
pasando por algunos edificios de la calle de Caballeros de Valencia, y de Moncada en
Xátiva o en conjuntos urbanos de poblaciones del Maestrazgo. (8)
El siglo XV valenciano es el período en el que el arte gótico alcanzó su plenitud. Valencia
es un ejemplo del esplendor del gótico. Según afirma F. Garín Ortiz de Taranco, Valencia
y su Reino está pensada en gótico. En dicha sensibilidad artística está esquematizado,
esencialmente, su urbanismo. Numerosos palacios y construcciones civiles emplearon
elementos arquitectónicos góticos en su edificación. Gran número de las iglesias antiguas
de la ciudad tienen estructuras de arte gótico: su Catedral, (9) las de feligresía, las
conventuales. Su extraordinaria pintura, extendida con retablos excepcionales por todo
el Reino de Valencia y las artes suntuarias obedeció a los gustos góticos.
Otros ejemplos de gótico valenciano se manifiestan en acueductos, puentes, pretiles,
hornos góticos, cruces de término, y, sobre todo, en la Lonja de los mercaderes o de la
seda de nuestra ciudad, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Fue el Consejo General de la ciudad, durante el reinado de Fernando el Católico, el que
decidió construir una nueva Lonja de mercaderes que fuera:
“molt bella e magnifica e sumptuosa, que sia honor e ornament de aquesta insigne
ciutat”.
Su realización se encargó a los maestros “picapedrers” Pere Compte y Johan Ivorra, pero
al fallecer el segundo, fue Pere Compte quien dirigió los trabajos que se iniciaron en
1483 y concluirían en una primera fase en 1498.
El espíritu de su construcción se refleja en una inscripción que se puede contemplar en
la parte superior del Salón columnario que traducida del latín afirma:
“Casa famosa soy, en quince años construida. Compatricios, comprobad y ved
que bueno es el comercio que no lleva el fraude en la palabra, que jura al prójimo
y no le falta, que no da su dinero con usura. El mercader que así haga, rebosará
de riquezas y después gozará de la vida eterna”.
Esta espléndida joya arquitectónica tardo-medieval simboliza el potencial del patriciado
valenciano de finales del XV y se inscribe dentro del ámbito de las relaciones comerciales
y culturales que enlazaron las ciudades del Mediterráneo Occidental. (10)
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
5
A la mesurada gestión socio-política de la primera mitad del Cuatrocientos le sucede el
florecimiento mercantilista de la segunda mitad de siglo. La riqueza natural de parte de
las tierras valencianas, la benignidad del clima, la instalación de industrias menestrales,
el dinámico movimiento mercantil, el desarrollo de las cofradías y gremios y el impulso
del patriciado urbano y la nobleza elevaron la Valencia foral a unos niveles de prestigio
no alcanzado hasta el momento. Todo ello fructificará, a finales del siglo XV, en la
construcción de la Lonja de la Seda, y de numerosos palacios y construcciones nobles,
embellecidos con decorativas cerámicas y “socarrats” y en la potenciación de la “Taula
de Canvis”, convirtiendo Valencia en un gran centro de contratación comercial de la
Europa de la época.
La ciudad de Valencia se convirtió en una urbe cosmopolita, abierta a toda clase de
visitantes, de manifestaciones y corrientes culturales. Era una gran ciudad no sólo en el
ámbito peninsular sino también de reconocido prestigio en el ámbito europeo. Fue una
de las ciudades artesanales, mercantiles, financieras más activas del Mediterráneo. De
ello dan testimonio las instituciones públicas, el montante de las transacciones
comerciales, la actividad cultural, el urbanismo, el arte, la indumentaria y las
manifestaciones lúdicas y recreativas.
La organización política de la ciudad y Reino de Valencia reforzó el carácter autóctono,
de manera semejante a la concepción de las “Ciudades-Estado” italianas. La ciudad
estaba organizada bajo un fuerte poder municipal, cuyos “jurats”, elegidos entre un
reducido número de familias poderosas, tenían el control del municipio, con cierta
independencia del poder de la Corona.
La sociedad valenciana supo articular las diversas corrientes culturales, anticipándose al
resto de la Península y del Occidente europeo, imbuyéndose de aspectos italianizantes
renacentistas cuando otros Estados o regiones vivían todavía en plena Edad Media.
Valencia estaba preparada y fue receptiva a las influencias sociales, literarias, artísticas
y religiosas de la Italia del “Quatrocento”. La propensión de los ciudadanos regnícolas
hacia la cultura y el comercio abrieron puertas a las nuevas tendencias, y Valencia recibió
nuevas improntas. Se vivía momentos de ensamblaje de tendencias culturales.
Las ciudades y villas valencianas supieron compaginar la vinculación y arraigo a su tierra
con la receptividad y absorción de tendencias culturales nuevas; la observancia de la
religiosidad con el espíritu alegre y festivo; la vida ostentosa con la caridad y la
compasión. El espíritu abierto y emprendedor de los valencianos nos abrió las puertas
de lejanas tierras, empapándose de nuevos modales y costumbres, a la vez, que supimos
exportar nuestra idiosincrasia.
El Renacimiento italiano penetró en el Reino de Valencia, y el Humanismo reemplazó al
caballeresco clasicismo medieval, teniendo escuela propia en Valencia. Una espléndida
floración de traductores y creadores literarios expresarán sus sentimientos en forma
delicada y léxico escogido.
El reinado de Alfonso el Magnánimo fue transcendental para que un conjunto de
escritores valencianos se relacionaran con la corte napolitana del rey Alfonso, tomaran
contacto con los maestros italianos, se impregnaran del espíritu y estilo de vida
renacentista y pudieron acceder a los originales textos greco-latinos. Su corte protegió a
José Vicente Gómez Bayarri
6
los poetas, y aunque amó el latín con un gran fervor renacentista fomentó la producción
de obras literaria en lenguas románicas.
La docencia y la exposición de conferencias por parte de profesores que procedían de
otros países y eran contratados por “els jurats” de la ciudad de Valencia fue una práctica
habitual en el siglo XV. Els Manuals de Consells constatan que aprovechando la estancia
en la Corte de Nápoles de algunos valencianos, le suplicaron que influyera para que
viniese a Valencia el Maestro y poeta Guillem Venecia, el cual dirigía en los dominios
del Magnánimo “un estudi e escoles dart” con el fin de “legir per hun any aquel libre o
libres de poetes que volrien, la qual lectura faria publicament en les cases de la Ciutat”;
por cuyo trabajo percibiría unos 300 florines. Se cuenta que primeramente leyó el libro
del poeta Virgilio Eneydos, y el libro de Boecio De consolatio, tarea que continuó con
otros poetas y moralistas, señalándose que:
“per la qual dita lectura los hoints aquella son instruits e be informats axi del dits
libres dessus dits, com daltres actors poetics e morals, en tant que sa instruccio en
les dites coses basta a molt”. (11)
El “Consell Municipal” de Castellón también dictaba “provisions”, una de 1403, para
asalariar a un “mestre” en Gramática y otra de 1404 para un “mestre” experto en
“Theología e en sciencia de Llull”. (12) En 1428, los jurados del “Consell” de Alicante
concedieron una subvención de 330 sueldos a un maestro de la villa, cantidad que debía
ser complementada con aportaciones de los alumnos que recibían la enseñanza.(13)
Caballeros y burócratas que visitaron la corte del Magnánimo se persuadieron de su
espíritu y siguieron su ejemplo en tierras de procedencia. Entre los valencianos que
ocuparon algún destino en la corte napolitana podemos citar: Luis Despuig, que
posteriormente fue virrey de Valencia; Eximen Pérez de Corella, conde de Cocentaina;
Micer Pere Roiç de Corella, arcediano de Xátiva; el jurisconsulto Pere Joan Belluga; el
gran camarero Pere de Milá, sobrino del cardenal de Valencia, Alfonso de Borja; el poeta
Jordi de Sant Jordi; Manuel Díez, señor de Andilla y otros de alta posición social e
ilustración literaria.
Desde el punto de vista de la expresión literaria cabe tener presente que a partir de 1395
y a lo largo del siglo XV se producirá una consolidación de la lengua valenciana y una
conciencia idiomática propia y diferenciada de los escritores del Reino de Valencia,
como se testimonia expresamente en sus obras en bastantes ocasiones.(14)
2. TESTIMONIOS SOBRE LA VALENCIA DEL SIGLO XV
Fray Francesc de Eiximenis escribió a finales del siglo XIV el tratado Regiment de la
cosa publica dedicado “als jurats de la ciutat de Valencia”. En dicha obra, al resaltar “les
especials belleses de la ciutat de Valencia”, afirma: “si paradis es en la terra, que en regne
de Valencia es”. (15) Señala como excelencia y gracia de la tierra valenciana el ser “apta
en fer fruits estranys e drogues orientals”. Considera que “els mercaders son vida de la
cosa pública” y que “deuen esser afavorits”. (16) Estas aseveraciones reflejan una visión
de la Valencia de la época y justifican lo que significará política, social y culturalmente
Valencia, en el siglo XV, en el contexto de la Corona de Aragón.
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
7
El caballero y escritor Joanot Martorell en el capítulo CCCXXX de su novela Tirant lo
Blanch, escrita a mediados del siglo XV, relata que la ciudad de Valencia:
“fon edificada en prospera fortuna de esser molt pomposa e de molt valentissims
cavallers poblada e de tots bens fructifera; exceptat species, de totes les altres
coses molt abundosa, de hon se trahen mes mercaderies que de ciutat que en tot
lo mon sia. La gent qui es de alli natural, molt bona e pacifica e de bona
conservacio”. (17)
La rica agricultura y la variedad de cultivos sorprendieron extraordinariamente al viajero
Antoine de Lalaing induciéndole a escribir:
“(...) al otro lado de Valencia, hasta cerca de cinco o seis leguas de distancia, están
los pueblos y los jardines más hermosos que se puedan ver, adornados con
higueras, naranjos, granados, almendros y otros frutos no vistos en nuestro país.
Crece también allí el arroz, el azafrán, el algodón, y en grandes cañas crece allí el
azúcar, el cual refinan en la ciudad de Gandía (...) Todo el azúcar que llamamos,
en nuestro país, de Valencia, viene de allí”.
El cronista Gaspare da Verona, en su obra De gestis Pauli II (1468), en una referencia
que alude al papa valenciano Calixto III -Alfonso de Borja- afirmó:
“Valencia es hoy en día una ciudad famosa por su esplendor, que Calixto III solía
comparar con la urbe de Roma. Se refería al nombre, pues, como él mismo repetía
a menudo, Roma significa en idioma argólico “fuerza” y “valor”, es decir
“Valencia”.
El viajero alemán Jerónimo Münzer que visitó la ciudad y Reino de Valencia, en 1494,
después de recorrer Cataluña, plasmó la sorprendente impresión que le causó y escribió:
“Hállase situada en un inmenso llano (...). En esta llanura, a poca distancia del
mar, álzase Valencia, ciudad mucho mayor que Barcelona, muy poblada y en
donde viven condes, barones, algunos duques, más de quinientos caballeros ricos
y otras personas de condición”.
Describe la belleza de los jardines de Valencia, los frutos que proporciona la fértil huerta
de Valencia, la actividad mercantil, belleza de la Lonja, la riqueza de la Catedral, los
famosos monasterios que posee la ciudad, las vicisitudes de los judíos, la venta de
esclavos de Canarias, etc.
Le llamó la atención la abundancia y riqueza de las iglesias:
“Nunca habíamos visto otra ciudad cuyas iglesias estén tan ricamente adornadas
con tantos ornamentos de altar y dorados retablos”.
Sin embargo, es al describir la “Cortesanía de Valencia” cuando mejor refleja la Valencia
de finales del XV.
“El pueblo de Valencia es extraordinariamente afable y cortesano. Viven en la
ciudad dos duques, uno de ellos hijo del papa Alejandro VI; muchos condes, como
los de Oliva y de Aversa, y más de quinientos caballeros. Mercaderes, artesanos
José Vicente Gómez Bayarri
8
y clérigos pasan de dos mil. Visten los hombres ropa larga y las mujeres con
singular pero excesiva bizarría”.
Al autor le sorprende la intensa vida activa de la ciudad, este hecho se refleja al relatar
que:
“Los habitantes de la ciudad, así hombres como mujeres, acostumbran a pasear
de noche por las calles, en las que hay tal gentío que se diría estar en feria, pero
con mucho orden, porque allí nadie se mete con el prójimo. No hubiera creído
que existía tal espectáculo a no verlo visto, como lo vi, en compañía de mis
paisanos, los honrados mercaderes de Rafensburgo. Las tiendas de comestibles
no se cierran hasta media noche y, así, a cualquier hora puede comprarse en ellas
lo que se desee”. (18)
Nicolás von Popplau, viajero que visitó las tierras valencianas a finales del siglo XV,
también dedicó textos elogiosos a nuestra actividad artesanal. A este cronista de la época
le sorprendió la excelente producción ceramista, y resalta que naves enteras se envían
cargadas de este producto con destino a Venecia, Florencia, Sevilla, Portugal, Aviñón,
Lyon, etc.
Roca Traver al estudiar el tono de vida en la Valencia medieval describe perfectamente
una visión de cómo debía ser la Valencia cuatrocentista. (19)
El ritmo del tiempo en la sociedad foral de la Valencia del XV transcurría pausadamente.
El hombre vivía inmerso en sus quehaceres cotidianos que repetía de manera monótona,
sin nostalgias ni inquietudes. Soluciona intuitivamente sus problemas o necesidades
aunque se muestra abierto a cualquier adelanto. El progreso se advierte muy lentamente
y eso que Valencia era una ciudad dinámica.
La jornada del ciudadano medieval se veía marcada por el ritmo que marcaba el sol.
“En despuntar el dia, la Vila va cobrant vida; els llauradors ixen cap al camp;
algunes dones matineres es dirigixen a la capella del convent, a on es celebra la
primera missa del mati; unes atres, van a armar les paradetes en el propet mercat
moro; un grup de menestrals es reunix en la plaça, comentant algunes incidencies
de la profesio, abans d'incorporar-se als obradors; un mestre d'obra, al front de la
colla d'obrers, fa cap a l'alberc que estan alçant; solament uns savis en cascun dret
i meges queden en ses cases, en estes hores del mati i hem d'esperar que amijane
el dia per a vore'ls discorrer pels carrers de la poblacio”.(20)
El esplendor político y social de la Valencia de finales de la Edad Media se irá gestando
a lo largo de etapas precedentes. Las bases se habían puesto en siglos anteriores con la
genial estructuración política que se había otorgado a Valencia con la concesión de los
“Furs i Privilegis de la Ciutat i Regne”, las disposiciones emanadas en Cortes valencianas
y las provisiones del régimen foral municipalista.
La ciudad de Valencia bien podría ser un ejemplo de lo que sucedió en las villas más
importantes del Reino, en algunos aspectos.
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
9
3. LA POBLACIÓN DE LA CIUDAD Y REINO DE VALENCIA EN EL SIGLO
XV
Las investigaciones sobre la demografía medieval valenciana nos permiten cuantificar,
aproximadamente, la población de la ciudad y Reino de Valencia en el siglo XV.
Partiendo de la premisa de que los permisos de avecinamiento en la ciudad de Valencia
representaron cuantitativamente un porcentaje migratorio minoritario en el siglo XV,
debemos tener en consideración que los datos que aporta Mª D. Cabanes Pecourt, al
analizar la inmigración vecinal, a través de los Libres d’Avehinaments del Archivo
Municipal del “Cap i Casal del Regne, (21) solamente suponen un número limitado del
monto total de los nuevos habitantes asentados. La cifra global que se extrae de dicha
fuente asciende a 2.489 personas, casi todas nacidas fuera de la ciudad de Valencia.
Mª D. Cabanes Pecourt ha estructurado el computo total en períodos de veinticinco años,
cuantificando el número específico de “avehinaments” y el porcentaje que representa.
Los datos son los siguientes:
Años Número de avecinados Porcentaje en %
1400-1424 771 30,98
1425-1349 559 22,46
1450-1474 536 21,53
1475-1499 623 25,03
Estas cifras no reflejan exactamente el ritmo real de inmigración, puesto que sólo están
constatadas aquellas personas que habían decidido acogerse a la plena ciudadanía
valenciana para tener condición jurídica, profesional, política, etc., en el ámbito
municipal, acto administrativo que era voluntario.
Si se analiza el origen de procedencia de la inmigración se observa que de los 2.489
nuevos vecinos contabilizados solamente se especifica en 1.902 casos, representando un
porcentaje del 76,41% del total de los asentados.
Este porcentaje se agruparía de la siguiente manera:
Procedentes del Reino de Valencia ...............................................................43,11%
Procedentes de otros territorios de la Corona de Aragón ............................. 16,83%
Procedentes de la Corona de Castilla.............................................................. 8,68%
Procedentes del Reino de Navarra ................................................................. 1,65%
Procedentes del resto de los países.................................................................. 5,46%
Estos datos demuestran que el mayor porcentaje procedían del propio Reino;
concretamente: un 28,53% de la actual provincia de Valencia; un 11,49% de la de
Castellón, y sólo un 3,09% de la provincia de Alicante.
De los procedentes de otros territorios de la Corona de Aragón cabe señalar que un 9,48%
vinieron del Reino de Aragón; un 6,47% de Cataluña, y 0,88% de las Islas Baleares.
Estos guarismos proporcionados, aunque no representan el monto, total tienen un valor
indicativo de la tendencia que se produjo en la recepción de avecindados en la capital del
Reino en el Cuatrocientos.
José Vicente Gómez Bayarri
10
Diversos estudios nos proporcionan datos sobre los “focs” o casas existentes en un
número considerable de ciudades, villas y pueblos del Reino de Valencia. Esos datos nos
permiten dar cifras sobre numerosas poblaciones del territorio valenciano. (22)
Pérez Puchal cuantificó el número de “focs” de diversas poblaciones del Reino, y registró
para 1418 los siguientes guarismos: Morella, 2.898; Castellón, 1.100; Vilarreal, 598;
Borriana, 592; Almassora, 281, y Segorbe 684 “focs” - en 1421-. Ademuz contaría con
146; Castielfabib, 247; Alpuente, 272; Liria, 462; Morvedre, 853 - dato de 1421 -; la
ciudad de Valencia, 8.000; Alzira, 1.652; Cullera, 400; Xátiva, 2.809; Ontinyent, 450;
Biar, 125; Alicante, 342; Orihuela, 1.000 “focs”.(23)
Probablemente los datos ofrecidos para Morella, Xátiva, Alzira, Orihuela, Alpuente
corresponden a un ámbito territorial más amplio que el estrictamente urbano. Si
aplicamos el coeficiente multiplicador de 4,5 habitantes por “foc”, la villa de Morella
superó los 13.000 hab., Xátiva los 12.500, Alzira se aproximaría a los 7.500 y Orihuela
tendría 4.500 hab. La población de Alicante sólo tenía 342 hogares, es decir, alrededor
de 1.700 hab.
Hacia 1418 la población registrada en una serie de poblaciones valencianas se cifraba en
algo más de 24.000 “focs” - fuegos o casas - de las cuales 8.000 correspondían a la capital
del Reino. Si aplicamos un coeficiente multiplicador de 4 ó 4,5 habitantes por “focs”,
que es el mayoritariamente adoptado para la demografía histórica de la época, resulta que
el montante total de la población estimada para el conjunto de las localidades que se
disponen de datos oscilaría entre 96.000 y los 108.000. En el cómputo total, la densidad
de población de esta área geográfica, si excluimos la ciudad de Valencia, se cifraría entre
18 y 24 hab. /Km2, cantidad relativamente notable para el siglo XV. (24)
Otra referencia demográfica de las poblaciones valencianas corresponde al año 1469. En
torno a esa fecha, la población atribuida a una serie de poblaciones era la siguiente:
Castellón, 626 “focs”; Vilarreal, 279; Borriana, 166; Almazora, 108; Morvedre, 522;
Castielfabib, 228; Alpuente, 245; Liria, 257; Alzira, 507; Valencia, en el año 1483,
tendría alrededor de 15.000 “focs”.
Valencia según censo de 1418 debía tener entre 32.000 y 36.000 habitantes, que
resultarían de aplicar a los 8.000 “focs” un coeficiente multiplicador de 4 ó 4,5. Otros
autores la estiman en unos 40.000 habitantes. Hacia 1483 se ha calculado que alcanzaría
los 15.000 “focs”, lo que supondría una población que oscilaría entre los 60.000 o 67.500
habitantes. Otros estudiosos del tema - entre ellos Roca Traver - cuantifican la población
de Valencia en torno a los 75.000 ciudadanos; lo que significa haber casi duplicado la
población en el término de sesenta y cinco años, debido no solamente al crecimiento
natural sino también a la inmigración. La superioridad de Valencia dentro de la Corona
de Aragón era incuestionable, pues Barcelona no llegaría a los 30.000 habitantes,
Zaragoza contaría con unos 20.000 y la ciudad de Mallorca unos 15.000 ciudadanos. La
capital del antiguo Reino cristiano de Valencia alcanzó la hegemonía absoluta en la
Corona de Aragón en el siglo XV, y era una de las urbes más populosas de la Península,
rivalizando con Sevilla y la Granada musulmana. Sólo superaban su población muy pocas
ciudades de la Europa coetánea.
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
11
Comparando las referencias de los años de 1418 y 1469 de los habitantes de la actual
capital de la provincia de Castellón, observamos una disminución significativa de “focs”;
descendiendo de 1.100 en 1418 a 626 “focs” en 1469. Tendencia similar a la seguida por
la mayoría de villas y pueblos valencianos de los que disponemos datos, si exceptuamos
la capital del Reino, que experimentó un crecimiento espectacular.
De Alicante se conservan desde 1373 datos del “morabatí”, impuesto que abonaban las
villas y ciudades. Es una fuente fiscal que permite hacer previsiones sobre la tendencia
demográfica, tomando como base el número de “focs”. Del análisis de los datos, según
J. Hinojosa, se extrae que el número de “focs” pasó de 350 en 1373 a 624 en 1493, lo
que supone un incremento considerable de población. El ritmo alcista más elevado se
detecta entre 1469 y 1493 y se refleja en la vitalidad de la villa. Esta tendencia
expansionista tiene su plasmación en el censo de 1510. Según dicho censo utilizado para
las Cortes que se celebraron en la villa de Monzón, se fijó la población en 780 fuegos.
La localidad de Alicante que ocupaba la posición número trece en 1418 dentro de las
villas del Reino, detrás de localidades como Castellón, Morvedre, Segorbe, Vilarreal,
Borriana; Liria, Cullera, pasó en 1510 al quinto lugar, sólo superado su número de
habitantes por Valencia, Xátiva, Orihuela, Morella y con una demografía prácticamente
igual a Alzira. La población de Alicante consolida las estructuras sociales, su carácter
urbano e impulsó su economía. (25)
Las pestes aparecidas en 1428, 1439, 1450, 1459 y 1466, con virulencia desigual, en el
territorio del Reino de Valencia, junto con la inmigración del campo, pueblos y villas a
la ciudad de Valencia fueron las causas fundamentales que originaron el descenso de
población en la inmensa mayoría del Reino, si exceptuamos su capital. El atractivo de la
prosperidad urbana, mayor seguridad laboral y las medidas adoptadas por el “Consell
Municipal de Valencia” condujo a muchos habitantes de las diversas comarcas
valencianas a asentarse en el “Cap i casal del Regne”.
El fenómeno epidemiológico en el siglo XV fue consustancial a la evolución
demográfica. (26)
4. RASGOS DE LA ECONOMIA VALENCIANA DEL SIGLO XV
Los mercaderes valencianos, con sus transacciones comerciales, consolidaron su
economía personal y la del Reino de Valencia. Representaban la mentalidad burguesa
del Cuatrocientos y el dinamismo del progreso, en un siglo de innovaciones en muchos
órdenes de la vida. Su espíritu emprendedor desafió los viajes marítimos y terrestres, y
se familiarizaron con las costumbres y lenguas de otras áreas geográficas. Concibieron
la ciudad de Valencia como una empresa mercantil, participando activamente en el
“Consell” municipal. F. Eiximenis ya resaltó que los mercaderes son la vida de la “cosa
pública” y por tanto deben ser favorecidos con disposiciones y medidas que ayuden a
desarrollar su actividad.
Los primeros síntomas del cambio de la fase depresiva a un período de expansión
económica se constatan en la transición del siglo XIV al siglo XV.
La abundante documentación corrobora la superioridad de Valencia dentro de la Corona
de Aragón, lo que indujo a manifestar a Fernando el Católico en 1494 que la ciudad de
José Vicente Gómez Bayarri
12
Valencia con mayor facultad puede pagar el armar una galera que no Barcelona ni
Mallorca. Entre 1472 y 1515, según F. Sevillano, la ciudad de Valencia hizo veintidós
préstamos a Fernando el Católico por un importe total de alrededor de 8,5 millones de
“sous”, es decir, unos 140 millones de la moneda castellana maravedís. Con anterioridad,
la ciudad de Valencia ya había concedido, al menos, diecinueve préstamos a Alfonso el
Magnánimo para financiar su política. La cuantía de estos empréstitos ascendería a más
de dos millones y medio de sueldos reales de Valencia. Asimismo, el rey Juan II solicitó
once empréstitos a instituciones valencianas durante su reinado. (27) Asimismo,
Winfried Küchler estudió las finanzas de la Corona de Aragón durante los reinados de
Alfonso el Magnánimo y Juan II, y constató las débitos de la Corona con el Reino de
Valencia a la muerte de Juan II, consecuencia de los préstamos que se les concedieron,
teniendo en cuenta que su antecesor había accedido al trono con un real patrimonio sin
deudas. (28) Son los años en que se produce la expansión de la Valencia burguesa,
artesanal y mercantil y se erigió en capital financiera de la Corona de Aragón y
posteriormente, por unos años, de la Monarquía hispánica.
La creación de la “Taula de Canvis” en 1407, la Diputación surgida en 1403 y
consolidada en 1418, y la construcción de la Lonja nueva (1483-1498) son reflejos del
esplendor económico que llevó a Valencia a ser el centro comercial y financiero de la
Corona de Aragón. A principios del siglo XV, la organización financiera se estructura en
tres niveles: la hacienda real, la municipal y la “Generalitat”. Esta última institución
regulaba los impuestos sobre la entrada y salida de mercancías en el Reino y sobre la
compra de productos y consumo interior.
La fuerte actividad mercantil del Reino de Valencia fue una consecuencia de una rica
agricultura, del desarrollo de la artesanía e industria, y del pujante comercio. El
incremento demográfico creó mayores necesidades y nuevas perspectivas de la sociedad.
La política mercantilista impulsada por los monarcas de la Corona de Aragón favoreció
al Reino de Valencia. La instalación de comerciantes extranjeros se detecta desde
principios del siglo XV, incluso con anterioridad. Los Libres de Avehinament (29) del
“Consell” municipal de Valencia registran numerosos asentamientos de inmigrantes
mercaderes durante el siglo XIV y a lo largo del siglo XV.
El tráfico comercial con Sicilia, Génova, Venecia, Florencia, Palermo fue considerable.
También se practicó un comercio activo con las ciudades francesas de Narbona,
Perpiñán, Marsella, Aviñón. Asimismo, frecuentaron nuestras costas, barcos procedentes
de Lisboa y Oporto. El comercio con los flamencos, igualmente, alcanzó cierta
importancia.
Los intercambios comerciales con la Berbería también fueron notables. El comercio
norteafricano estaba desarrollado por mercaderes mudéjares valencianos, judíos y por
conversos de nuestras tierras. De Africa procedía oro, cueros, ceras, especias, dátiles y
se les suministraba diversos tipos de paños y productos artesanales. Se utilizaron como
punto de arranque los puertos valencianos y alicantinos. (30)
El análisis del comercio valenciano, en el siglo XV, a través de las “coses vedades de
mar e terra” nos proporciona datos concretos sobre productos, lugares de procedencia u
origen, destino, nombre del patrón de la embarcación o del mercader, precio e impuestos
especiales, etc. (31)
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
13
Juntamente con el comercio controlado por asociaciones o sociedades mercantiles, que
estaba dirigido por grupos de familias; el comercio de subsistencia y al por menor
constituía el recurso comercial ordinario de los habitantes del Reino de Valencia y de
áreas limítrofes. Se trataba de una actividad comercial de ámbito local, comarcal, de un
área geográfica limitada o de los reinos vecinos. Estaba realizado por comerciantes poco
profesionalizados, sin grandes recursos y que, en ocasiones, tenían otras ocupaciones u
oficios.
Este tipo de comercio tuvo que soportar trabas de muy diversa índole: señoriales,
jurídicas, monetarias, impositiva, que repercutían en el precio del valor de la venta.
El comercio con regiones limítrofes fue bastante activo. Con Aragón se ejercía a través
de dos vías de penetración: una, que desde Valencia se dirigía por Morvedre, Segorbe,
Teruel, Daroca a Zaragoza, y otra, que desde las costas castellonenses conducía por Sant
Mateu y Morella a Alcañiz, para enlazar con la otra vía en Teruel. La actividad comercial
la practicaban judíos, sarracenos y cristianos valencianos y aragoneses, y los productos
comercializados, principalmente, eran objetos de metal, manufacturas, lana, y alimentos
y productos derivados.
Con Castilla se practicaba comercio, principalmente, con gentes procedentes de las
actuales provincias de Cuenca, Toledo, Madrid, y con las poblaciones entonces
castellanas de Sevilla, Murcia, Cartagena, etc. El papel de los judíos fue esencial en este
comercio. De Castilla procedían, prioritariamente, cereales y lana; y se exportaba
manufacturas de latón, cuchillería, cerámica, trabajos de cáñamo, instrumentos para
cardar la lana y tijeras para esquilar los rebaños. La mayor cantidad de lana castellana
que llegaba a Valencia para ser embarcada procedía de la Serranía de Cuenca. Era de
gran calidad, se cotizaba mejor y era la preferida por los mercaderes. La vía de
penetración era por Moya, Utiel y Requena, y desde aquí, seguía hacia la ciudad de
Valencia o bien se dirigía por Xátiva hacia el Sur del Reino.
El comercio con Cataluña se realizaba, bien por vía marítima, a través de los puertos de
Barcelona, Tortosa, Tarragona, Blanes; o por vía terrestre. Buena parte de los envíos de
Valencia a Cataluña fueron materias primas que se trasformaban en el lugar de destino.
También arribaron a las costas del Reino de Valencia mercaderes procedentes de
Mallorca e Ibiza para abastecerse de materiales y aparejos para sus embarcaciones y en
busca de productos como tejidos, velas, cáñamos y madera, y nos portaban sal de Ibiza.
Los mercaderes valencianos constituyeron una nutrida colonia en el reino nazarí de
Granada al que suministraban principalmente paños a cambio de oro, seda y azúcar.
Alcanzaron relieve mercantil la comercialización de productos y manufacturas propias
del Reino. Eran famosos los telares y la confección textil de Morella; los vinos de
Morvedre y Liria; las pasas, higos y almendras de Xátiva, Gandía y Denia; la caña de
azúcar cultivada en las huertas de Gandía, Valencia y Castellón; el esparto y la cestería
de zonas del interior; las cerámicas de Paterna y Manises; la producción de dulces y
algunas manufacturas fabricadas en la ciudad de Valencia.
La estabilidad política, la explotación de una rica agricultura de exportación, la
producción sedera y algodonera, de paños y tejidos, y las excelentes condiciones
José Vicente Gómez Bayarri
14
económicas por las que atravesó el Reino de Valencia en el siglo XV atrajo gente y
capitales procedentes de otros territorios que coadyuvaron a potenciar la economía
valenciana, lo que se plasmó en el auge y esplendor del “Cuatrocientos valenciano”.
El estudio de la evolución ponderada de los precios y salarios, como han hecho Hamilton
para los Estados peninsulares, (32) y el análisis de A. Santamaría sobre la economía
valenciana durante el siglo XV (33) constatan una coyuntura favorable en el área de
Valencia, en gran parte de dicho siglo, hecho que coincide con la crisis general por la
que atravesaba la Corona de Aragón.
La situación privilegiada de la ciudad y Reino de Valencia en el Mediterráneo Occidental
convirtió Valencia en una plaza importante dentro del comercio mediterráneo,
rivalizando con Génova, Nápoles, Marsella y superando a Barcelona a lo largo del siglo
XV. Pierre Vilar apunta que hacia 1430 en los libros del mercader de Venecia, Andrea
Barbarigo, apenas se alude a Barcelona y se menciona con profusión y elogios a la ciudad
de Valencia a la que considera la “factoría favorita.”
El tráfico marítimo en los últimos años del siglo XV en la Corona de Aragón, fue notable
y ha ido estudiado por J. Guiral-Hadziiossif. (34)
5. LA SOCIEDAD VALENCIANA EN EL SIGLO XV
En el transcurso del siglo XV, el Reino de Valencia consolida su personalidad en los
diversos aspectos sociales e institucionales. En la sociedad valenciana del Cuatrocientos
toman carta de naturaleza el capitalismo artesanal-financiero, y las organizaciones
gremiales participarán en la gestión de la res publica de los importantes municipios
valencianos. En esta centuria la ciudad de Valencia es un polo de atracción para
artesanos, comerciantes, labriegos y masas de población, tanto del Reino como de otros
Estados de la Corona de Aragón y del extranjero.
En este siglo se convocan las Cortes Valencianas con asiduidad; se exige a los monarcas
jurar y respetar los Furs i Privilegis del Regne; la “Generalitat” es reconocida como
institución permanente de las Cortes Valencianas; el jurista P. J. Belluga propugna en su
obra Speculum principium (1441) la igualdad jurídica de los Estados que configuran la
Corona de Aragón, incluso proclama la superioridad sociopolítica del Reino de Valencia
por su preponderancia económica, demográfica y cultural. En el aspecto religioso, la
diócesis de Valencia se desliga de la dependencia eclesiástica de Tarragona y alcanza el
arzobispado; proporciona un santo, evangelizador y político, San Vicente Ferrer, y
proporciona dos Papas, de la familia de los Borja, a la Cristiandad: Calixto III (1455-
1458) y Alejandro VI (1492-1504). Culturalmente, florece el “Segle d’Or de les Lletres
Valencianes” y se obtiene la concesión de la Bula Pontificia para instituir la Universidad
Valentina.
Gran peso de la sociedad valenciana del siglo XV recaía en los comerciantes burgueses.
El monarca Alfonso III el Magnánimo, el 15 de marzo de 1421, otorgaba la condición de
caballeros a todos los ciudadanos honrados, doctores y licenciados, jurisperitos, y a los
ciudadanos que hubiesen ejercido o ejerciesen en lo sucesivo los oficios de justicia
criminal o civil, jurados o “mustaçaf”. Poco después, el médico y escritor, Jaume Roig,
que fue médico de cámara de la reina María, mujer del rey Alfonso el Magnánimo y
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
15
“conseller” de la ciudad de Valencia, el año 1456, satirizaba en su famosa obra El libre
de les dones o Spill a las distintas clases sociales. Dicho autor nos proporciona una visión
de los grupos sociales representados y reglamentados desde el Furs. Dicho tratado es
una loa al ascenso de la clase social burguesa que junto con los caballeros ostentarán el
poder político y se habían constituido en clase dominante. En estratos inferiores estaba
la clase trabajadora: “escuders”, “cuiners”, “cambrers”, “llanterners”, “pagesos”,
“jueus”, etc. y en el escalón más bajo la numerosa clase sometida, compuesta por
“esclaus”, “alemanys”, “sarraïns”, “negres”, etc. La obra rechaza el código caballeresco,
y apuesta por la praxis de la vida burguesa.
En el Cuatrocientos, la sociedad valenciana era un verdadero mosaico sociodemográfico.
Un patriciado reducido compuesto por industriales, ricos mercaderes, juristas, médicos,
artistas y altos funcionarios constituían una oligarquía. Era un estamento culto y que
amaba el lujo y la ostentación de riqueza.
Las clases urbanas inferiores la integraban los artesanos y menestrales.
Dentro de las masas urbanas inferiores existieron también diversos estratos: “fadrins”,
“maçips”, braceros, obreros, etc. En los estratos inferiores de estas capas ínfimas de la
población se encontraban la población mendiga, vagabunda y esclavos.
En la sociedad valenciana, afirma J. San Valero en su obra El pueblo del Reino de
Valencia. Configuración de la personalidad valenciana (35) había una interdependencia
de los distintos sectores sociales. Los servidores se subordinaban a los señores; los
soldados o milicia a sus oficiales y Monarca; los artesanos a los mercaderes, y éstos a los
patrones de embarcaciones. Artesanos, mercaderes y patrones dependían, en parte, de
financieros o banqueros, cristianos o judíos, y a su vez éstos de las instituciones y
administradores reales que podían influir en favorecer las transacciones comerciales y
negocios.
En la intrincada sociedad bajomedieval existían, especialmente, dos minorías socio-
religiosas que sufrieron los avatares de la represión política y la envidia social: fueron
las minorías judaica y morisca. (36)
El latente antijudeísmo de la sociedad cristiana a finales del siglo XIV desembocó en
altercados y violencia contra las principales juderías del Reino.
Los asaltos y saqueos a las juderías del Reino, instados por los decretos antijudaicos de
1391, hizo que se disgregaran las aljamas de Castellón de la Plana, Borriana, Liria,
Chelva, y Ademuz. Lo mismo sucedió con las de Alzira, Xátiva, Gandía, Bocairente,
Alicante, etc., lo que mermó considerablemente los ingresos y tributos a la Corona. La
protección de algunas autoridades y del patriciado urbano evitó represalias físicas contra
los judíos de Orihuela. De las principales juderías, sólo la de Morvedre se libró del
avasallamiento y no padeció las consecuencias de los asaltos.
En las Cortes valencianas de 1401-1403 convocadas por Martín I el Humano se
aprobaron fueros relativos a las minorías morisca y judía. Respeto a la judaica se ordena
que
José Vicente Gómez Bayarri
16
“Iuheu alcu o iuhia del regne de Valencia no puxe star o habitar en la ciutat de
Valencia. E si alcu per actes o affers de mercaderia (...) entrara en la dita ciutat
(...) no puxa posar o habitar en alcuna partida de les parroquies de Sent Thomas,
Sent Andre o Sant Steve, ans haja a posar fora los limits de les tres parroquies (...)
no puxa star o aturar en dita ciutat mes de deu dies continuus apres la dita
entrada.”
Incluso se establece que debían llevar el distintivo característico de esta minoría en el
pecho:
“una roda de drap, la meytat vermella e laltra meytat groga”. (37)
A la muerte de Martín I el Humano, la entronización de la dinastía Trastamara en la
Corona de Aragón por acuerdo tomado en el Compromiso de Caspe (1412), repercutirá
en la precaria vida de las minorías judaica y morisca, pues ya el 2 de enero de 1412, el
mismo infante D. Fernando de Antequera había promulgado en Valladolid el
Ordenamiento sobre el ençerramiento de los judíos e de los moros, y en 1414, siendo ya
rey de la Corona de Aragón publica el mismo ordenamiento, con ámbito de aplicación a
sus dominios, lo que significaba restringir las antiguas libertades que gozaban dichas
comunidades en el Reino de Valencia.
Entre febrero de 1413 y noviembre de 1414 tuvo lugar en Tortosa-Sant Mateu las disputas
o controversias judeo-cristianas que concluirían con la lectura del texto de la Bula Etsi
doctoris Gentium del papa aragonés Benedicto XIII - Papa Luna- que fue publicada en
1415 en Valencia. En este período de cinco años que media entre la muerte de Martín el
Humano (1410) y la publicación de la Bula (1415) se detecta un decaimiento
generalizado de las juderías de la Corona de Aragón.
Fernando I de Antequera instaba a los judíos a que asistieran a las predicaciones del pare
Vicent Ferrer
El acceso al trono en 1416 de Alfonso III de Valencia, el Magnánimo, significó un
cambio radical en la política antijudaica. Alfonso el Magnánimo logró que la minoría
judaica viviera años de tranquilidad y convivencia con los cristianos, hecho que no se
daba desde finales del siglo XIV, después de la destrucción y robos de las aljamas.
Los judíos pagaron su protección, a lo largo del siglo XV, con fuertes aportaciones
económicas e impuestos que ingresaba la Corona. Algunos de ellos llegaron a convertirse
en verdaderos banqueros del Rey.
La expulsión general de los judíos de los reinos hispánicos en 1492 tuvo su plasmación
en ciudades y villas del Reino.
Los decretos antijudaicos de 1391 y los asaltos a las aljamas no sólo afectaron a los
hebreos, sino también a los conversos.
A partir de 1477 se incrementó la inseguridad de los conversos valencianos. El mismo
“Consell” de la ciudad de Valencia dispuso la exclusión de conversos de cargos oficiales
y que no pudieran ocupar oficios ni beneficiarse de la ciudad. El mismo Juan II que había
sido un protector de los conversos tuvo que soportar las presiones de “jurats”. También
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
17
se presionaría a Fernando II para que los conversos fueran expulsados de los cargos que
seguían ocupando en el gobierno municipal.
Los conversos fueron un grupo de fuerte cohesión interna, mantenida a través de los lazos
matrimoniales, lo que provocaba recelos, teniendo que pagar impuestos a la Corona a
cambio de garantizarse su protección. Constituyeron un sector de la población de la
sociedad valenciana del XV que irrumpió con fuerza, merced al comercio que
desarrollaron y a que fueron hábiles y activos hombres de negocios. Montaron compañías
mercantiles y establecieron lazos comerciales, no sólo con los diversos reinos
peninsulares sino también internacionales.
Las minorías mayoritarias de los mudéjares - no mudan de religión - y de los moriscos -
cambian de religión - permanecieron en el Reino de Valencia tras la reconquista e
incorporación de estas tierras a la órbita cristiana. Población que permaneció en el Reino
de Valencia después que se hubiera configurado como Reino independiente. Razones de
índole económica, pactos, cartas-pueblas condescendientes, tolerancia y respeto a sus
costumbres, les indujo a su permanencia en estas tierras.
En el largo reinado de Alfonso el Magnánimo se dispusieron diversos fueros relativos a
la minoría mudéjar. Concretamente en las Cortes valencianas de 1417-1418 se
proveyeron fueros relativos al rescate de moros de la Berbería y sobre la “Çala”,
decretándose sobre esto último, que en la ciudad, villa o lugar del Reino de Valencia, los
mahometanos no puedan ser llamados desde torres, mezquitas u otro lugar público. En
las Cortes de 1443-1446, en el fuero otorgado sobre “servuus fugitivus”, se dispone que
los labradores sarracenos, pertenecientes a un señorío, si mudan de lugar pierdan los
inmuebles y muebles y pasen al señor de la heredad o lugar donde están situados los
bienes.
En las Cortes valencianas convocadas durante el reinado de Fernando II se abordaron,
igualmente, asuntos sobre los sarracenos valencianos. Está documentado que en las de
1484-1488 se dictaron disposiciones que mantenían el fuero que prohibía a los moros del
Reino de Valencia pasar a tierra de moros, pero se exceptuaba el caso de que pasen a
Aragón, Cataluña o Castilla a trajinar mercaderías. De no ser así, podían ser detenidos
por cualquier oficial con la condición de cautivos. La pérdida de los bienes del fugitivo
se aplicaría aunque no se le apresara en el término o lugar de su fuga. En las Cortes
celebradas en 1510 se hizo “fur nou” que ordenaba que:
“los moros vehins stadants e habitants en les ciutats e viles reals e altres ciutats,
viles e lochs e alqueries de eclesiastichs, richs-homens, nobles, cavallers,
ciutadans e altres qualsevol persones no sien expellits, foragitats ni lançats del
Regne de Valencia, ni de les ciutats e viles reals de aquell, constrets ni forçats a
ferse cristians (...) no sia fet empaig algu en lo comerciar, negociar e contractar
ab e entre cristians de llurs fets, negocis e contractes, mas que liberament ho
puixen fer si e segons fins a huy fer han acostumat”.(38)
En el Reino de Valencia coexistió junto con el derecho cristiano el derecho islámico -
Çuna y Xara -, además de fueros promulgados sucesivamente por las Cortes valencianas
hasta 1525, momento en que se insta a la conversión forzosa de los moriscos.
José Vicente Gómez Bayarri
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La agricultura fue la principal dedicación de los moriscos. También se ocuparon como
jornaleros, peones, tenderos, menestrales, marineros, mercaderes.
Tres famosas familias valencianas de conversos vivieron a finales del siglo XV y
principio del XVI. La de los Vives, familia judaizante y conversa de mercaderes de
paños, que padeció procesos inquisitoriales. Uno de sus descendientes fue el humanista
universal Juan Luis Vives March. Otra familia fue la de Luis de Santángel, banquero de
los Reyes Católicos y que contribuyó a sufragar gastos del descubrimiento de América
por Cristóbal Colón, y la tercera fue la del médico y poeta setabense Luis Alcañiz, que
ocupó puestos de alta relevancia en la enseñanza y control profesional de las prácticas
médicas y quirúrgicas.
La conquista de Granada y su Reino a finales del XV y una posterior pragmática de 1502,
dictada después de una revuelta, obligó a los musulmanes a bautizarse o salir de aquel
Reino. En la Corona de Aragón no se promulgó ningún edicto similar al de la Corona de
Castilla, disponiéndose en una de las rúbricas aprobadas en las Cortes celebradas en la
villa de Monzón en 1510 que los moros no fueran expulsados del Reino de Valencia, ni
de las ciudades y villas reales, ni forzados a hacerse cristianos.
A finales del siglo XV y principios del XVI, aunque no se disponen de datos precisos por
deficiencias de las fuentes demográficas, la población mudéjar se cifra en una cantidad
que oscila entre los 135.000 y los 170.00 habitantes, y representaban, aproximadamente,
un tercio de la población del Reino de Valencia.
VI. FLORECIENTE ESPLENDOR LITERARIO
La sociedad cuatrocentista valenciana era proclive a imbuirse del espíritu que
caracterizaban los factores burgueses - economía y racionalismo - y la mentalidad y estilo
de vida caballeresca, en la que la clase aristocrática y caballeros hacían uso de sus
privilegios feudales. Pero también el ambiente literario renacentista estuvo presente en
la Valencia de la segunda mitad del siglo XV. La afición por el lujo desmesurado, por la
vida alegre, fue compatible con un ambiente que impulsó una boyante literatura
valenciana.
En estas coordenadas socioculturales, ya a partir de finales del siglo XIV, se convocaron
diversos concursos poéticos. En el cuatrocientos, el más famoso, sin duda, de los
certámenes literarios de Valencia fue en honor a la Virgen María, por orden del virrey
Lluis Despuig y organizado por Mossén Bernat de Fenollar, al que concurrieron
alrededor de 45 poetas, cuyos poemas configuraron la obra Les trobes en lahors de la
Verge Maria (1474), composiciones que debían constar de cinco estrofas, con dedicatoria
y estribillo.
Certamen literario que ha suscitado el estudio y análisis de numerosos bibliógrafos y
autores: Joseph Rodríguez, Vicente Ximeno, Justo Pastor Fuster, Ferrer i Bigné, F. Martí
Grajales, Luís Guarner, Martí de Riquer, Sanchis Guarner, A. Ferrando Francés, etc. (39)
El artífice técnico de la convocatoria fue Mossén Bernat de Fenollar, autor bien
relacionado en los círculos literarios de la época. El certamen suscitó la concurrencia de
numerosas personalidades de los diversos estratos sociales de la vida valenciana, entre
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
19
los que encontramos: Mossén Jordi de Centelles (canónigo), Joan Roiç de Corella
(maestro en teología), Mossén Bernat Fenollar (presbítero), Mossén Francí de Castellví
(caballero), Mossén Francesc Barceló (caballero), Mestre Lluis Alcanyís (maestro en
medicina), Mossén Joan de Nájera (presbítero), En Berenguer Cardona (notario), En Pere
Péreç (notario), En Joan Verdanxa (notario), En Joan Moreno (notario), N‘Antoni
Vallmanya (notario), En Lluis Munyoç (notario), En Joan Gamiça (notario), En Narcís
Vinyoles (ciudadano) y otros ilustres hombres de letras, como Mossén Jaume Gassull
(caballero) o Jaume Roig (maestro en medicina).
En el certamen de 1474 participaron poetas consagrados - Jaume Gassull, Joan Moreno,
Miquel Péreç, Antoni Vallmanya, Joan Verdanxa, Narcís Vinyoles etc. - junto a otros
de los cuales no conocemos producción literaria alguna, si exceptuamos el poema
recogido de Les Trobes.
Otros certámenes literarios y diversas justas poéticas fueron convocados en años
sucesivos, plasmando las inquietudes literarias y el fervor religioso de los poetas
participantes, así como, en ocasiones, las vanidades personales.
En la literatura valenciana del XV proliferan los documentos que plasman la tendencia a
la conciencia idiomática propia, en virtud de la fragmentación lingüística latina que se
había produciendo a lo largo de la Baja Edad Media. (40)
A partir de finales del S. XIV, concretamente entre 1395 y 1474 se produce un periodo
de consolidación e implantación generalizada de la singular denominación de “lengua
valenciana”.
En la administración pública y en la obra literaria se usa preferentemente el valenciano,
lengua viva que se extiende a todos los niveles. El uso del latín se circunscribe a textos
específicos. Independientemente de los documentos notariales y administrativos, se
conservan los testimonios literarios, de Antoni Canals, Bonifaci Ferrer, Sant Vicent
Ferrer, Jordi de Sant Jordi, Jaume Roig, Joanot Martorell, que aunque publicó el Tirant
lo Blanch en 1490, fue escrito poco después de 1460, y finalmente la pléyade de poetas
que participaron en el Certamen Literario de Les trobes en lahors de la Verge Maria,
primer libro literario impreso en Valencia, (1474).
Se caminaba hacia la implantación y reconocimiento de la conciencia idiomática singular
valenciana que se consolidará en los reinados de Martín el Humano, el interregno hasta
el Compromiso de Caspe, y los reinados de Fernando I de Antequera, Alfonso III de
Valencia (V de Aragón) y Juan II - fase en la cual prolifera el gentilicio específico de
“lengua valenciana” y entraríamos en el “Segle d’Or de les Lletres Valencianes”,
momento en que nuestra historia literaria alcanzará su cenit, merced a la gran pléyade de
excelentes escritores valencianos.
Desde 1474 a 1523 es una etapa de pujanza como demuestra la abundancia de los
testimonios documentados de una incontrovertible conciencia idiomática valenciana. Los
escritores valencianos se expresan, y así lo hacen constar, en múltiples ocasiones en
“lengua valenciana” particularizada y singularizada. A ello, contribuyeron,
esencialmente, a parte de los autores ya mencionados, los Roiç de Corella, Luis de
Fenollet, Miquel Pérez, Joan Esteve, Bernardí Vallmanya, Fra Tomás de Vesach, Joan
Moreno, Narcís Vinyoles, Bernat Fenollar, Jaume Gaçull, entre otros.
José Vicente Gómez Bayarri
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Posteriormente se origina el inicio del retroceso y se entra en un proceso de
castellanización, en el que cada vez se observa mayor indigencia de obras escritas en
valenciano, aunque continuará la propia conciencia idiomática valenciana.
Los primeros textos documentados, que conocemos, que constatan específicamente el
gentilicio “valenciana” para identificar nuestra lengua autóctona son: el testimonio de
Antoni Canals “vulgada lenga materna” (1395), el Acta Notarial de 28 de junio de 1408,
de un pleito entre la villa de Onda y la Orden de Montesa, “vulgar lengua valenciana”,
el Acta de 6 de junio de 1412 de los diputados y notarios asistentes al Compromiso de
Caspe, “in ydiomate valentino”, y entre los documentos pontificios, uno correspondiente
al pontificado del Papa valenciano, Alejandro VI, datado en 1504, donde se lee “lingua
vulgari valentini expeditarum”.
En el primer testimonio, donde aparece la expresión “lengua valenciana” sin ningún
calificativo, y que además une los conceptos de conciencia idiomática con el de
conciencia nacional, es en el “Prólogo” de la obra Libre de Tresor de Guillem de Copons,
correspondiente a 1418. Este sentimiento nacionalista valenciano le indujo, asimismo a
Joanot Martorell, en el “Prólogo-dedicatoria” del Tirant lo Blanch (1490) a unir el
binomio “lengua” y “nación valenciana”.
El Reino de Valencia, con el “Segle d’Or de les Lletres Valencianes”, puede
vanagloriarse de haber tenido entre sus hijos grandes poetas, novelistas y lexicógrafos
que propiciaron el camino, con un pre-renacimiento literario, al Renacimiento y “Siglo
de Oro español”. La Monarquía de la Corona de Aragón y las fuerzas sociales del siglo
XV valenciano dieron soporte al esplendor cultural y literario valenciano. La aparición
de la imprenta activó la producción bibliográfica, y la figura de autor literario comenzó
a tener más importancia. La imprenta hizo innecesaria la lectura en voz alta a colectivos
e incrementó el acto individual de la lectura.
Incluso la aureola de la lengua valenciana superó los límites regnícolas y estuvo presente
en la Corte pontificia; pues después del pontificado del papa valenciano Calixto III
(1455-1458), llegaría otro papa de la familia setabense de los Borja, Alejando VI (1492-
1503), hablándose la lengua vernácula valenciana en ambientes de la curia entre sus
familiares y con los numerosos compatriotas que vivían o frecuentaban Roma.
Aunque en un principio, la “Unión Peninsular” de las coronas de Aragón y Castilla, con
los Reyes Católicos, no restó vitalidad a la lengua valenciana, posteriormente el cambio
de actitud de las clases dominantes, la actuación del Santo Oficio, y factores
sociohistóricos propiciaron la paulatina disminución del sentimiento histórico y literario
valenciano y la tendencia regresiva de obras escritas en lengua vernácula valenciana.
VII. COLOFÓN
De las diversas opiniones de escritores y viajeros extranjeros que visitaron el Reino; del
análisis de los aspectos demográfico, económico, social, artístico y literario; de la
observación del afianzamiento de las instituciones políticas y de la consolidación de la
personalidad jurídica, se deduce que la ciudad de Valencia y su reino, en el siglo XV,
alcanzaron un notable esplendor en todas las facetas del desarrollo del progreso,
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
21
convirtiéndose el “Cap i casal” en el referente económico y cultural de la Corona de
Aragón.
José Vicente Gómez Bayarri
22
NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA
1 Cfr. SEVILLANO COLOM, F. Préstamos de la Ciudad de Valencia a los reyes Alfonso V y Juan II
(1426-1472). Valencia, 1951. Reedición, Valencia, 1997. ROCA TRAVER, F. “Cuestiones de demografía
medieval”. Hispania. XIII. Revista española de Historia, 1953. “Inmigración a la Valencia medieval”.
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Obras de investigación histórica. LX. Castellón, 1983. HAMILTON, E. J. Money, price and wages in
Valencia, Aragon and Navarre (1351-1500). Colección “Harvard Economic Studies”, vol. LI, Cambridge-
Massachusetts, 1936. CABANES PECOURT, Mª. D. Los monasterios valencianos. Su economía en el
siglo XV. Valencia, 1974. BELENGUER CEBRIÁ, E. València en la crisi del segle XV. Barcelona, 1976.
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y Alfonso el Magnánimo, rey de Aragón, Nápoles y Sicilia (1396-1458). Valencia, 1992. MUÑOZ
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medievals en les fonts oficials. El fons de la Governació del regne de València en temps d’Alfons el
Magnànim (1417-1458). Valencia, 2000. GÓMEZ BAYARRI, J. V. La Valencia Medieval. Volumen III
de la Historia General del Reino de Valencia. RACV. 1ª edición. Valencia, 2003. 2ª edición, 2009,
2 Cfr. GÓMEZ BAYARRI, J. V. Reyes forales medievales del Reino de Valencia. Valencia, 2000.
3 Cfr. FERRER NAVARRO, R. El sigle d’Or: realitat o ficcio. Publicaciones de Lo Rat Penat, núm. 34.
Valencia, 1996.
4 El tratado fue redactado entre los años 1384-1385, en la ciudad de Valencia, y se publicó en 1484.
Concretamente, en el capítulo CX describe cómo debía ser planificado el ordenamiento racional de la
ciudad en la que los poderes civil, religioso y los gremios deben tener su área específica diferenciada.
5 Para analizar el funcionamiento y objetivos de este organismo, Cfr. LLOP, Joseph. Murs i Valls.
Introducción, traducción y notas por Daniel Sala Giner. Valencia, 2001, y MELIÓ URIBE, V. La Junta de
Murs i Valls. Historia de las obras públicas en la ciudad de Valencia del antiguo régimen, siglos XIV-
XVIII. Consell Valencià de Cultura. Valencia, 1991. Asimismo, para aproximarse al estudio de la historia
de las murallas y puertas de acceso a la ciudad de Valencia Cfr. ALDANA FÉRNANDEZ, S. Valencia.
La ciudad amurallada. Consell Valencià de Cultura. 2ª edición. Valencia, 2000.
6 Cfr. AMV, Libro de la Sotsobreria de Murs i Valls, núm. 5, y CÁRCEL ORTÍ, M. y TRENCH ODENA,
J. “El Consell de Valencia: disposiciones urbanísticas (siglo XIV)” en La Ciudad Hispánica durante los
siglos XIII al XVI. Tomo II. Madrid, 1985.
7 Dietari del capellà d’Anfos el Magnanim. Introdució, notes y transcripció per JOSEP SANCHIS I
SIVERA. Valencia, 1932, p. 184. El Dietari es una crónica valenciana del cuatrocientos, escrita por un
“prevere” -¿Melchor Miralles?- . El manuscrito se encontraba en la Biblioteca del Convento de los frailes
Predicadores de Valencia. Una copia de ésta se conserva en la Biblioteca Universitaria de Valencia. El
Título que tiene y que transcribió Vicente Ximeno es Canoniques Despanya dels Reys de Aragó, e dels
comptes de Barcelona, e de la Hunitat de Aragó ab lo compdat de Barcelona, e memoria de les coses e
fets antich, e passats, e dels presents. En la copia impresa el 18 de julio de 1742 aparece con el título
Dietari de varies coses sucseides en el regne de Valencia y en altres parts, escrites per un capellà del rey
Don Alfonso el V de Aragó, fins al any 1478. Añadides altres memories Diaries desde 1516 hasta 1588.
En la edición valenciana publicada por “Acción Bibliográfica Valenciana”, 1932, se reproduce fielmente
el texto original con la misma extraña ortografía, erratas, descuidos de redacción, etc. Jamás se ha dado a
conocer el nombre del autor del Dietari. Actualmente, con fundamento, se atribuye a Melchor Miralles.
De la lectura de la obra se deduce fácilmente que el autor no es escritor, ni tiene condiciones de historiador.
Contiene numerosas equivocaciones visiblemente constatables. Su estilo es duro, pesado, seco y
desaliñado. A pesar de ello, el Dietari del capellà d’Anfos el Magnanim es una de las crónicas más
interesantes que se conocen, por las noticias que proporciona y por escribir el ambiente de la época que
trasluce todo el volumen. Existe otra edición más reciente, basada en el manuscrito conservado en la
El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
23
Biblioteca del Colegio de Corpus Christi - Iglesia del Patriarca San Juan de Ribera - , Dietari del capellà
d’Anfos V el Magnanim. Textos Medievales, 85. Edición e índices de Mª. D. CABANES PECOURT.
Zaragoza, 1991. Existe también otra edición del Dietari del capellà d’Anfos V el Magnanim, con
introducción, selección y transcripción de V. J. ESCARTÍ. Edicions Alfons el Magnanim. Valencia, 1988;
y una selección de textos de la misma obra con estudio y notas históricas de J. V. GÓMEZ BAYARRI y
selección, edición y notas lingüísticas de Josep GINER. Edicions L’Oronella. Valencia, 1999.
8 GARÍN ORTIZ DE TARANCO, Mª.F. Historia del Arte de Valencia. Valencia. Valencia, 1978. pp. 122-
138.
9 Estudiada por numerosos autores, entre los que citamos: Sanchis Sivera, Tormo Monzó, Castell Maiques,
Segura del Lago, F. Garín de Taranco, etc. Cfr. SANCHIS SIVERA, J. La Catedral de Valencia. Valencia,
1909. TORMO MONZÓ, La Catedral Gótica de Valencia. Valencia, 1923. SEGURA DE LAGO, La
repristinación de la Catedral de Valencia. Valencia, 1971. GARÍN ORTIZ DE TARANCO. F. Nuevos y
decisivos datos para el estudio de la Catedral Gótica de Valencia. Madrid, 1975. CASTELL MAIQUES,
V. La catedral de Valencia. Expresión de fe, arte y cultura. Separata de “Archivo de Arte valenciano”.
Valencia, 1977.
10 Cfr. ALDANA FERNÁNDEZ, S. La Lonja. Valencia, 1991.
11 Manual de Consells, años 1423-1425, fol. 83 vº y Cuentas de Clavería Comuna, años 1424-1425, fol.
98. Archivo Municipal de Valencia. (A.M.V.)
12 ROCA TRAVER, F. “Documentos, 5 y 39”. El tono de vida en la Valencia medieval. Castellón, 1983.
pp. 143 y 158.
13 HINOJOSA MONTALVO, J. “La sociedad medieval”. Historia de Alicante. Alicante, 1989, p.230.
14 Cfr. ALMINYANA VALLÉS, J. Crit de la llengua: Testimonis. Valencia, 1981. GÓMEZ BAYARRI,
J. V. La transición del mundo musulmán al cristiano en el Reino de Valencia. RACV. Serie Histórica,
núm. 8. Dos volúmenes. Valencia, 1991. FAUS I SABATER, S. Recopilacio historica sobre la
denominacio Llengua Valenciana. Valencia, 1994
15 EIXIMENIS, F. (Eximenes, F.), Regiment de la cosa publica. Valencia, 1499, p. 22.
16 EIXIMENIS, F. (Eximenes, F.) , op. cit. pp. 167 y 169.
17 MARTORELL, J. Tirant lo Blanch. Transcripció íntegra i fidel de l’edició valenciana de 1490 per Mª
D. Cabanes Pecourt. Valencia, 1980. Vol. III, p. 110.
18 MÜNZER, J. Viaje por España y Portugal (1494-1495). Versión del latín. Noticia preliminar y notas
por J. Pujol. Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Madrid, 1924, pp. 36-46.
19 Cfr. ROCA TRAVER, F. El tono de vida en la Valencia medieval. Sociedad Castellonense de
Cultura. Obras de investigación histórica. LX. Castellón, 1983, pp. 18-21.
20 ROCA TRAVER, F. “Un dia en la societat foral: el ritme del temps en la Valencia del XV”. Revista
de Filologia Valenciana, núm. 2. Valencia, 1995, pp. 111-112
21 Cfr. CABANES PECOURT, Mª D. “Inmigracio veïnal en la Valencia del sigle XV”. Revista de
Filologia Valenciana, núm. 9. Valencia, 2002, pp. 25-45.
22 ROCA TRAVER, F. “Cuestiones de demografía medieval”. Hispania. XIII. Revista española de
Historia, 1953. “Inmigración a la Valencia medieval”. BSCC. LIII. Castellón, 1977. ARROYO ILERA, F.
“Estructura demográfica de Segorbe y su comarca en el siglo XV”. Hispania”. Madrid, CSIC., Tomo
XXIX, 1969, pp. 287-313. ESPINÓS SOLIVERES, Mª J. Estructura demográfica del Alto Turia en el
siglo XV. Memoria de licenciatura en el Departamento de Historia Medieval de la Universidad de Valencia,
1970. FERRER NAVARRO, R. “La Plana; su estructura demográfica en el siglo XV”, Hispania.
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de la comarca de Alcira. Memoria de licenciatura en el Departamento de Historia Medieval de la
José Vicente Gómez Bayarri
24
Universidad de Valencia. PILES ROS, L. La población de Valencia a través de los “Llibres de
Avehinament”. 1400-1449. Valencia, 1978. PÉREZ PUCHAL, P. Geografía de la población valenciana.
Valencia, 1978.
23 PÉREZ PUCHAL, P. Geografía de la población valenciana. Valencia, 1978, pp. 13-14 y ss.
24 PÉREZ PUCHAL, P. op. cit. p. 15.
25 HINOJOSA MONTALVO, J. “La sociedad medieval”. Historia de Alicante. Alicante, 1989, p.224-
225.
26 Cfr. GALLENT MARCO, M. “Valencia y las epidemias del XV”. Estudios de Historia Social, X-XI.
1979. La asistencia sanitaria en València (1400-1512). Valencia, 1980. GARCÍA BALLESTER, L. La
medicina en la València medieval. Valencia, 1988. RUBIO VELA, A. “Las epidemias de peste en la ciudad
de Valencia durante el siglo XV. Nuevas aportaciones”. Estudios Castellonencs. Núm. 6. 1994.1995, pp.
1179-1221.ALCANYIS, LL. Regiment preservatiu e curatiu de la pestilència. Introducción de José M
López Piñero; Estudio y edición a cargo de Antoni Ferrando. Valencia, 1999.
27 Cfr. SEVILLANO COLOM, F. Préstamos de la Ciudad de Valencia a los reyes Alfonso V y Juan II
(1426-1472). Valencia, 1951, o bien en Alfonso el Magnánimo y el Reino de Valencia. Cincuenta
Aniversario de la Institución Alfonso el Magnánimo. Valencia, 1997. Asimismo, puede consultarse,
Bilance y cuenta de los préstamos hechos por la ciudad de Valencia a la Regia Corte desde el año 1426
hasta 1560. Hecha de acordio con la dicha insigne ciudad de Valencia. A.C.A. Consejo de Aragón, vol.
162.
28 Cfr. KÜCHLER, Winfried, Les finances de la Corona d’Aragó. (Regnats d’Alfons V i Joan II).
Valencia, 1997. Dicho autor analiza la organización y la historia de la administración financiera de los
Estados de la Corona de Aragón, las impuestos y subsidios, los ingresos extraordinarios, las instituciones
financieras y sus limitaciones, las contribuciones de los estamentos, la pugna entre el rey y las Cortes por
los créditos, etc., centrándose esencialmente en los reinados de Alfonso el Magnánimo y Juan II. Es
interesante, preferentemente, el capítulo V, “Els crèdits”, pp. 327-482.
29 Cfr. PILES ROS, L. La población de Valencia a través de los “Llibres de Avehinament”. 1400-1449.
Valencia, 1978. CABANES PECOURT, Mª D. Avehinaments. (Valencia, s. XIV). Valencia, 2000.
30 HINOJOSA MONTALVO, J. “Las bases económicas durante la Edad Media”. Historia de Alicante.
Alicante, 1989, p.259.
31 Cfr. CABANES PECOURT, Mª D. Coses vedades, en 1381. Comercio medieval valenciano. Valencia,
1971. FERRER NAVARRO, R. Coses vedades, en 1393. Valencia, 1975. HINOJOSA, J. Coses vedades,
en 1404, Valencia, 1972.
32 Cfr. HAMILTON, E. J. Money, price an wages in Valencia, Aragon and Navarre (1351-1500).
Colección “Harvard Economic Studies”, vol. LI, Cambridge-Massachussets, 1936.
33 Cfr. SANTAMARÍA, A. Aportación al estudio de la economía de Valencia durante el siglo XV.
Valencia, 1966.
34 Cfr. GUIRAL-HADZIIOSSIF, J. Valencia, puerto mediterráneo en el siglo XV (1410-1525). Valencia,
1989, y “Valencia entre el Mediterráneo y el Atlántico”. La Corona d’Aragó. El Regne de València en
l’expansió mediterránea (1238-1492). Valencia. 1991, pp. 120-123.
35 SAN VALERO APARISI, J. El pueblo del Reino de Valencia. Configuración de la personalidad
valenciana. Valencia, 1987, p. 65
36 Cfr. RODRIGO PERTEGÁS, J. La judería de Valencia. Valencia, 1913. GRAU MONSERRAT, M.
“La judería de Morella. (Siglos XIII-XIV)”. Sefarad, XXII, 1962. MAGDALENA NOM DE DEU, J. R.
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El Esplendor de la Valencia del Siglo XV
25
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37 SIMÓ SANTONJA, V. L. Les Corts Valencianes 1240-1645. Valencia, 1997, p. 251.
38 SIMÓ SANTONJA, V. L. op. cit. p. 369.
39 Cfr. RODRÍGUEZ, Joseph, Biblioteca valentina. Valencia 1695-1747. XIMENO, V. Escritores del
Reyno de Valencia. Valencia, 1747-1749. PASTOR FUSTER, J. Biblioteca valenciana. Valencia, 1827-
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Valencia, 1894, y Ensayo de un diccionario biográfico y bibliográfico de los poetas que florecieron en el
Reino de Valencia hasta 1700. Madrid, 1927. GUARNER, L. El primer incunable español. Les trobes en
lahors de la Verge Maria. Edición facsímil. Prólogo y versiones. Valencia, 1974. RIQUER, M. de, Historia
de la literatura catalana, Vol. III. Barcelona, 1984. SANCHIS GUARNER, M. Les trobes en lahors de la
Verge Maria. Facsímil, Estudi preliminar i transcripció. FERRANDO FRANCÉS, A. Els certàmens
poètics valencians. Valencia, 1983.
40 Cfr. ALMINYANA VALLÉS, J. Crit de la llengua: Testimonis. Valencia, 1981. FAUS I SABATER,
S. Recopilacio historica sobre la denominacio llengua valenciana. Valencia, 1994. FERRANDO
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valenciana”. La transición del mundo musulmán al cristiano en el Reino de Valencia. Vol. I. Aspectos
socioculturales y sociolingüísticos. Serie Histórica, núm. 8, RACV. Valencia, 1991, pp. 115-148.
Valencia, 22 enero de 2003
Nota. Conferencia impartida el 3 de mayo de 2001 el Salón de Actos del Instituto de
Bachillerato Luis Vives de nuestra ciudad, organizada por la Asociación de Antiguos
Alumnos de dicho centro.