El Dolor Físico [Juan-David Nasio]

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Psicosomatica

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  • El dolor fsico

    A lo 11'110 de ftlH ~1'lIH ~ al dolo< ftsico. CllltrN ~t< p

  • J D N ' .- . :1510

    EL DOLOR FSICO

  • PSICOANLISIS / ECONOBOOK

    El dolor de amar j.-D. Nas;o

    Cmo se decide una psicoterapia de niilos 1V1arie-Ccile y Edmund Onigucs

    El objeto en psicoanlisis El [eliche, el welpo, el nlo, 1" ciencia

    11'1. Aug, lVl. Dav;d-lvIcnard, W. Granoff, J.-L. Lang yO. lVIannon;

    Un saber que no se sabe Ld experencia al7dUticd

    lVIaud lVIannon;

    CIENCIAS HUMANAS / ECONOBOO<

    Lenguaje y silencio Ensayos sobre /{l/itLTdllfra J el lenguaje JI lo inbuJi'Iano

    Gcoroc Srcincr b

    FL DOLOR FSICO

    J.-D. Nasio

    Traduccin de Alcira Bixio

  • TtllJO elel origin;l en rr,11lcs: Lo clouleurph1Jsique

    \:_ ,J,-D. Nassio. 2007 Este libro es Lll1G n:rsn rcvisad;; y aumentada de cliver

  • El dolor de la lesin

    El dolor de 1" collmocin

    El dolor de rCtlcciOJ7

  • L

    E:L )Ui.(ll', F1S1CU

    que interviene en la gnesis dc ,)(lo dolor corpoLl1.

    Quiero destacar que, curiOS;lC!ente, hoy los investigadores de bs llcurocienci;lS comp;1rten nuestro inters pOI delimitar de \;1 mejor manera posible el compo-nente psquico que interviene e 1 el hecho doloroso. Nlc sorprendi descubrir, por ejemplo) bs duelas e interrogaciones qllC se plantcabJl1 los cientficos reunidos en la International Association for the Study of Pain (IASP) acerca de la incdencia dcl psicuismo en la ncurofisiolog;:-I del dolor. Sin lograr explicarlo formalmente, estos invcstig,Jdores consideran que el factor psi"quico es una de las causas principales de b emocin dolorosa cuyos resortes si-guen an sin ser explorados. Est::nlal1, par-ticularmente, que e5e factor dc.::conocido tambin sera responsable de un dolor co[-por:ll muy atpico calificado de psico-gnico, es decir, de origen excl1.lsivalTIen-;c psquico. Se trata de una sen, acin do-lorosa expcrjmentada, sin dur',a, por el

    . .

    sUJeto, pero que no tIene IlIng;Jna causa identificable que la cxplique.

    AS, la definicin oficia]" :lcl dolor propuesta por la IASP deja cntrever esus distintos incertidumbres relativ,

  • JI; El. !lOLOlt [-lsleo

    lor05a )' el dolor psquico F,ropiamcntc dicho. Ello se debe) como ),_1 dijimos) a que el dolor es Ull fenmcllo mixto que surge en el lmite que se estab. cee entre el cuerpo y la psique. Por ejemplo, cuando estudiamos el dolor corporal comproba-mos que, al margen de sus es victos meca-nismos neurobiolgicos) esencialmente la emocin dolorosa tiene su explicacin en una perturbacin del psiqu smo.

    Proceso de formacin del dolor

    Ahora tenemos que identificar las diferen-tes etapas de la formacin de Vil dolor, sea el que fuere. Ya se trate de ur dolor cor-poral provocado por una lesi6n en los te-jidos, ya sea un dolor psquico provocado por un s!Jocl, psicolgico, el d.)lor se for-ma en un instante. Sin embareo veremos

    ,) ,

    que su gnesis, aunque insrand.nca, sigue un proceso complejo: comienza con una ruptura, contina con la C0711;1oCn ps-quica. que esa ruptura dcsenc~dena V cul-mina con una 1-eacn defcn~;iva del yo que intenta detener la. conmocin. En ca-da una de estas etapas domina un aspecto concreto del dolor.

    As a.parecen, sucesivament;:, un dolor propio de la ruptura, luego un dolor in-herente a la conmocin y, por ltimo, un dolor suscitado por la defen,,, refleja del yo en respuesta a la conmoci'!1. Eviden-tcmentc, en realidad estos tres dolores slo son los diferentes ospeetos de un nico)' mismo dolor formad~) instant

  • /s EL nOlOH rislen

    cuando sufre un dao en los (ejidos que se traduce, desde el punto de vi ta energti-co, en UJla excitacin brut" I percibida imaginariamente en b perifcl

  • 20

    Sin los ojos 1/0 ,)(')"[1111105, pero la 'Usta 110 cst,i CII los ojos, SfIlO L'/I cllbl//o occipital de! c1!1"ebro.

    - El IJI) I 1." I{ I I ~ ti: \'

    go, b vcnbd es I11UV distint \. El dolor n() esd en la hc:rieb slno en d yo misl11O, cOl:dcns:ldo en la imagen !l1cnral dellug;lr leSIonado.

    P;lr;1 resumir) digamos que el yo es un C:1ptor sensible a los cambios tisulares) pero un m;tl cartgrafo. No slo Se equi-\'oca cuando identifica cu;dquier dolor corporal con una lesin exterior, sino que tambin yerra cuando crce que la fuente del dolor est en Ll lesin. PI~ro entonces, dnde se encuentra la fllene del dolor? El dolor no est en la lesin; la sensa-cin dolorosa est en el cerebro y la enl0cin dolorosa est en }e produjo la lcsin.

    o hnrrgi]]ario: puesto que el cucrpo se vive como eXTerior al yo; la sensacin dolorosa ser percibid imaginaria-mente como si cmanJse de la herida, y la herida como lln hDstigador de quien uno quiere-deshacerse.

    :;.

    El dolur fisicu 21

    El dolor de la conmocin

    Pasemos ahora al dolor de la conmocin \' precisemos ensegud;l que, si la eXcit;1ci;, sensorial es de dbil intensidad, 110 se produce. Es necesaria un estimu!acin suficientemente fllene que, I1l;lS alLl del c!Jo tisular, desencadene un trJUI11J in-terno.

    Ya dijimos que el dolor era el resultado elc una doble percepcin: una, vuelta ha-cia fuera (percepcin externa) para captar la lesin y la sensacin dolorosa, y la otra, vuelta hacia dentro (percepcin interna), para captar el trastorno psquico que so-breviene, Los neurocienrricos denomi-nan la primera percepcin S0I11atosenso-riab; nosotros llamaremos a la segunda percepcin somJtopulsionah. Si reto- mamas el ejemplo de la quemadura, el su-jeto percibe a la vez el dolor que emana de su brazo magullado y el sufrimiento inte-rior que lo estremece. El dolor de la le-sin incide en la frontera de su cuerpo, micntras que el de la conmocin le consu-me dcsde el interior. Es como si primero apareciera la lacerante sensacin de que-madura del brazo, locllizada en un punto de la periferia:

  • responder, rctomaremos ahoLl hs hip-fesis frcudian;ls del dolor fsico F rcsenta-d;IS en el "Proyecto y las :1plicFemos :11 Cl$O del dolor de L1 quemadura, [liremos, pues, que el calor de la llama, al atacar la epidermis, se transform inmedi~tamente en unJ corriente de energa interna, de-vasladoLl y no dominada, que hunde al yo en un estado de shock: traumitict\. Por la brecha Jbicrta en la barrera de pruteccin (la epidermis lesionada) hace irrupcin, en el seno elel )'0, un aflujo sbito y masi-vo ele energa que sobrecarga el psiquismo hasta en su ncleo, constituido pelr ((neu-ronas del recuerdo". La homcos1asis del sistema psquico se rompe y su p:~inciplo regulador -el principio de placer- queda momentneilmcnte ilbolido (vas'2 b fig, J). As es como el yo, aunquc trasl ornado profundamente, consigue percibil su pro-pio trastorno, es decir, el desbaLlt:\miento de sus tensiones pulsionales. Esta ':ingubr auto percepcin que realiza el -'(o e e su es-tado de conmocin intern;1 -pcrl:epcin somatopulsional- crea b emoci:l dolo-rOS;1.

    La memoria inconsciente del dobr

    E/ d%/' es el /tiuo /nllo, iJlmor(I, de la JI! T./CllUUI.

    As como el imp;1cto de la excitacin ex-terna y local imprime en el Yo la magen de lo zona lesionada y dolorida, la violen-cia de la conmocin deja sus luellas.

    envoltorio de proteccin --- - .

    del Yo

    El dolor fsi("!

    agresin exterior

    23

    neuronas del recuerdo

    Figura 1. El dolor procede de una lesin del envoltorio de proteccin del vo y de un afluio masivo de energa que llega hasra las neuronas

    'def recuerdo, El yo aparece reprcsent,1do atlu con la forma simplificada de una vescula viva.

    "El hecho oh.dado 110 reaparccc el/ /11 forma de ft1/ 'rcC/lcrdo; lo /;(/CC en /a forma de 111'/;1 accin, El enfermo )'Cpile, 5/1/ sabcr qtle se trata de l/Ila repeticin. j.

    FREIJO

    Tambin en este caso se te:tta de la forma-cin de una imagen, pero muy diferente de la imagen conscicntc cincelada instJn-t;.ncamente en el momento de la lesin. La sacudida imerna es [an perturbadora )' dolorosa que su impacto no slo imprime una imagen en la memoria corriente (el recuerdo), sino tambin Ulla imagen gra-bada en la superficie del inconsciente quc tambin es memoria, aunque una 11lcrno-riJ diferente. En efecto, el inconscientc encubre el pasado pero no lo reflcja en la superficie de la conciencia. La conmocin y el dolor que provoca aquella sacudida interna tJmbin permanecen marcJdos en

  • 1/

    El dolor del pdSildo retorna en e/ presente (0/1101111 IlfIe'-uo

    d()IOJ~ fllIfl [J/It1, 1111 paso a/ lelo y hastil 1I111 alccc!rin pscoson,i lC,1.

    El. DOll)( lrS~n

    el inconsciente, pero sus rC;l]lanClones en el presente adoptarn Otr.1:: ilP;1riencias diferentes del recuerdo mis J menos fiel de un episodio desgraci;1do. ~;cgur;1mcntc ];1 perSOJ1;1 que sufri un l,raumatisJl1o pucde recordar las circunstaEci;1s del ;1cci-dente, revivir las sensncionC5 insop0r[n-bies que experiment entone:s y vivir te-miendo una nueva ;gresi '1, pero hay otras formas de retorno del raumatismo que lo persona ignora, El dolcq' pasado re-surgir de manera inesperacb l en otro lu-g;1r diferente de la mcmori~! consciente. Puede tener la forma de otre dolor inex-plicado, por ejemplo un dolor psicogni-ca; o bien ancbrsc en el cw'rpo mismo, como una manifestacin psic)somtica; y hnsta en b conciencia, tran:Jigtlrado en Otro afecto tan oprimente co.no la culpa, por ejemplo; o incluso transFormarse en una conducta impulsiva O d" fracaso, A travs de tod,-1S estas cvcntualidades el do-lor del pasado retorna al presente sin que identifiquemos que se trata d,-;: reaparicio-nes de sufrimientos olvidados, Por eso ca-lificamos como inconsciente" JI antiguo dolor corporal que retorna transfigurado en el presente. Registrado C.'l el incons-ciente, ese clolor regresa adq!liriendo di-versas npanCnCli.1S que se nos mponen Sin que nos demos cuenta.

    As es como distinguimos netamente unn primern experiencia dolerosa, difcil de tolerar, y su reproduccion ulterior. U na cosa es la experiencia p,'sada de un dolor violento provocado por un inciden-te rc;-!, como la quemadura, otra muy distinta su reaparicin trans gurach C;1

    25

    Ecn J\'lagriuc, L.l Memoria IJ (1948): leo sobre [cla, coleccin del Estado bclg; (in"cnrario 666) fOtotcCI Ren l'Vlagrinc-Girauclon,

    ADAGP, Pars, J 996.

    "Vemos una '(frente inmvil que sbitamente recuerda esto o aquello y la sien que se impregna con un antiguo acontecimIento trgico"))

    HENRI MICJ-IAUX

  • ,c) guli,;

    lln~l nueva scnsacin, un;! Jesi;)n psi coso-mticJ J un afecto, un comportJmicnto impulsivo o una conducta que tiende al fracaso. Mientras el dolor del posado ho-ba sido provocado por un agente exter-no, las J11i:lOifcsLJcioncs dolor;., Freud imaginaba que el yo est com-puesto de dos elementos esen-;:iales: una (energa que circula y tiend-:: a la des-carga y ,(ncuronas>~ que la rr;\nsportan. Una parte de la energa proviene del ex-terior y otrJ se propaga por el lnterior en el espacio intra e intcrncuron;ll. En cuan-to a las neuronas, se subdivid,;n en tres grupos. Un grupo, localizado :n la peri-

    El el"j!'r f,i':ll

    (criil elel VO, tiene la funcin de percibir las cstjm~113ciones del mundo cxtcrior.-' Un scoundo OrUJ10 SitLLldo en el centro b b - , del \'0, compuesto por las neuronas elel

    recl~crdo, cumple b funcin no de per-cibir, sino de conservar b huella de los acontecimientos memorJbles.~ Este lti-mo grupo es el que llcgaL1 a constituir, en el pensamiento frelldiano, el ',sistema inconsciente. En efecto, la neurona del recuerdo es el antepasado conceptual de la nocin freudiana de la representacin inconsciente, Del mismo modo en que la representacin psquica contiene dos ele-mentos indisolubles -un contenido fi-CTurativo, llamado "representante)), y la b energa que Jo inviste-, la neurona de! reCitado contiene la huella o la imagen mnemnica de un acontecimiento pJsado V del afecro que la carga. En esros dos

    ~asos, estamos en presencia de un conte-nido representativo y de su nvestidura afectiva.

    Finalmente, el tercer conjunto neuronal cumple, como el primero, una funcln de percepcin dirigida no hacia el mundo ex-terior, sino hacia el interior} para caprJr las fluctuaciones de la energa interna. Es-tas neuronas perceptivas no slo tienen b tarea de detectar las variaciones de la ten-sin psquica, sino tambin la de hacer-las repercutir en la conciencia, donde ad-quieren la forma de afecros agradables, desagradables o dolorosos. Agradables, cuando el ritmo del flujo energtico es sin-crnico; desagradables, cuando ste es ace-lerado, y asincrnico, y doloroso, cuando el ritmo se enloquece o se rompe.

  • 28

    Qu debemos retener de e ::;tc cuadro sinttico? Ante todo, que esta ficcin del yo, imaginada por rrcud en le:> primeros aos del siglo xx, contina siendo, COI1 al-gunas variantes, b matriz de la vidJ ps-'luic;] tal como hoy b ma}'or;] de los psicoanalistas la conciben. Y ,':s unJ fic-cin sorprendente por el ceo q'Je encuen-tra en los progresos cientficcs actuales. Tengamos presente este concepto de '\neuronas del recuerdo, pu es nos servlr para comprender el p;]SO de un dolor fsi-co a un dolor inconsciente.

    El paso de un antiguo dolor corporal a un dolor inconsciente

    Como hemos mostrado, el yo~ trastorna-do por la irrupcin m3siva ~1e Llna impla-cable energa, consigue sin embargo auto-percibir su estado de conmoci6n interna y el dolor es la traduccin, en la I:onciencia, de esta percepcin, Tambin dijimos que el aflujo masivo de excitacin, que entr por lo brech;] abierta de la lesin, llega hasta el grupo central de las n,;:uronas del recuerdo. El paso forzado del flujo ener-gtico tiene dos consecuencias: por un 10do, se inscribe una imagen rnnemnica en algunas de esas neuronas y, i)or el otro, se acrecienta la excit;]bilidad ckl conjunto neuronal. La imagen que qued:d- grabada en lo neurona es la de un dcralle de la agresin del objeto igresor. Si retoma-mos el ejemplo de la quemadr.ra, proba-blemente retengamos un aspecto del fue-go, su crepitacin, su olor, SlL: colores o bien un elemento elel context,) del acci-

    VII doloroso suciio de mllli/ac/lI puede pro7)Qcilr, en el lIIomento en fjlle In persona despierti-l, If/l ll}a!idalltc dolo)" el 111/(/ pierna.

    El Jolor fsiro

    dente. Ahora bien, esta Imagen, Illscnt1 para siempre en el yo por la conmocin, es muy diferente de la que imprimi la le-sin. Ya no se trata de la representacin consciente del asiento de la lesin, sino de una imagen no percibida por b conciencia que representa una particularidad del ac-cidente.

    As pues, el yo conservara en b memoria la "fotografa de un detalle de la agresin, una imagen mnemnica definitivamente asociada a lo experiencia dolorosa, De to-das maneras, la neurona que conserva esta imagen se vuelve extremadanlente irrita-ble. Est pronta a reaccionar ante una eventual excitacin, lo que puede llevarla a descargar su energa de otra forma, en otro dolor, una lesin, una accin O un afecto penoso, Freud hablaba de un c;]-Il1ino abierto) para referirse a ese fenme-no de sensibilizacin de las neuronos del recuerdo. El aflujo de energa ha sensibi-lizado de tal modo ],S neuronas que las excitaciones ms dbiles bastarn para re-activarlas y reanimar la imagen que con-tienen. Estas excitaciones ya no seLin bnl-tales como lo fue la quemadura, sino casi imperceptibles}' de baja intensidad; po-cld.n ser externas o internas. Pero, desde el momento en que una de esas excitaciones inadvertidas reactiva la imagen mneI11-nica de la agresin, puede aparecer, por ejemplo, un nuevo dolor, menos violento que el primero y situado en un punto del cuerpo diferente de aquel que result le-sionado en el accidente inicial. En este c;]-so el sujeto experimentar una sensacin dolorosa inexplicada, es decir, que no ren-

    " ,

  • .JO El lOLO!', FsICO

    dr;' una CllIS;1 orgnica dCllTninablc. Su-riL, pucs, sin s;1bcr que su color prescn-te es el recuerdo representad, de un dolor pasado.

    rJucrr;l dctenerme 1111 inSi.',nte en . t ~ ." es J cuestin del retorno doloroo, por el 01-cancc que tiene en la prJC[ic~, clnica. Este ncodolor, motivo frecuente de consult:1 mdic:1, se le presenta con frcl,'uencia al cl-nico C0l110 un sufrimiento f::ico sin causa org;:'inica. 1 maginemos a un mdico cuyo paciente se lamenta porque ,,;ientc un do-lor en un tcndn, muscubr o visceral) inexplicable. Probablemente el mdico se contente con atribuirle un vao-o orioen b b psicolgico y con diagnost::car un dolor psicognico>" Prudentementc, tal vez lc prescriba un medicamento ansioltico \' hasta un placebo. Sin embono estoy co~ vencido de qu'c este mdic~:'c~mbiara su actitud clnica si admitiera -,como propo-nemos en estas pginas- qu'~ el cuerpo es una pantalla en la que se ,:royectan re-cuerdos y que el sufrimientt:' somtico ac-tual de su paciente es la re::paricin viva de un dolor anterior olvidado. En ese c;!-so, el doctor invitara a su rlacicnte a que ste hablose de todas aqu,lIas antiguas conmociones traumticas! psquicas o corporales, que pueda evocar.

    Pero yo dijimos que el antiguo dolor tambin poda apatecer tr;:nsfigurado cn otro afecto tan penoso como un senti-miento de culpa, transformado en lesi" psicosomtica y hasta meta:;norfoseado en acto impulsivo. Cmo explicar, pues, cs tos avatares del dolor?

    ,,{JI Id e'ida psirl/inl rli1d, se )ade, IliIl/.1 des,parece, todo lo que se furm, JC ((mSCJ~J{/ . )' pUl'de l'Caparecer. ,.

    FItEUD

    El Julor f~i("o 31

    Puede suceder que el aflujo de energa dolorosa golpee otras neuronas difcrentes de aquellas donde se inscribe lo imagen de la agresin. Otras neuronas, por eje'-mplo, que contenan las huellas de

  • .

    32

    "Los afectos snn !/s reprotitfccio-I/L'S de acollteci-mlcJlros alltigllos, de imp0r!rllzcia Ujtlt!, cvel1-l!wfmcllte pn:illdividlltl!es . . H

    FREUD

    El. IhlLOH l:f~IC(}

    en inconsciente debe pcrcu:ir ncccsari:1-mente en lo vida del sujeto el lo forma de incidentes penosos. No ob;tante, surge un:1 preguntJ. Si admitimos

  • El {//CCIO IllfJ/U es pIro, SIL'lIlpre lo redct!'.ltt l//IL/ [lIltl1sj/ cxprCSllt/d por IIlld IJr/'1!JrI1 Y es el mol-uD de I1l1a cOl/dllct,r.

    AlllhlrgclI de que lu /1101/1('11105 " ! fa 11 11 u t uJ>', porque es el rcw!tado de fmJ agresin, () " I JI COI/ S ci C 11 te,, por SIIllplitlld /J.1/"1I rCrlce; y htlSI.-J

    "prill7ordi"d", J'd (jite es /11 madre de todus los 511[rlm /C17 (o s, Siempre h'{;/,1II1OS del mismo dolor,

    [O nul'\'o, el afeno siempre lS el fruto de Ul1;1 rcpcrlClun.

    Pero qu es lo que define intrnseca-mente un afecto? Cul es la ;ustancia n-tima y vibrante del sentinlir: nto que me conmueve en este instante? rJo podemos responder a esto. Tal vez lo cJ.ractersrico de dicha vivencia es esta sensacin pura, simple e inmediata, esa rea!j(,ad descono-cicla que llamamos energa. lero esta res-puesta es insuficiente para cefinir la na-turaleza de un afecto. As, puesto que no sabemos qu es, tratemos dt' determinar de dnde procede: cul es 5\1 origen? La gnesis de un afecto no es otr;1 cosa que un despertar, el clespertar de un afecto pasa-do. Insistimos. Tocio afecto es lo repeti-cin ele Ulla experiencia enl0ciol1al pri-mordial. Es evidente que esc': concepcin eminentemente freudiana eS lo que nos permitira identificar el afecto con el signi-ficante lacaniano. Un signifi::antc, enun-cia Lacan, es siempre la repeccin de otro significante. De ah que decir lue el afecto sera un significante equivale ; afirmar: s-lo hay afectos repetidos.

    El dolor inconsciente no es una sensacin sin conciencia; es un proceso estructurado COill0 un lengnaje

    A lo brgo de es ros pginas hemos trans-formado insensiblemente lo Irutal sensa-cin de una quemadura en un inasequible dolor inconsciente. Al pregunLlrnos de qu manera un traumatismo deja sus huellas en el inconsciente y cmo esas IT.lclbs reani-

    35

    madas se cxtcriorizJn, finalmente hemos llegado a postular que el dolor incons-ciente es la mellloria de un antiguo sufri-miento traunL1tico. A f1cs;1r del rnor de b eS[;l definicin) de tocios modos quiero clisip:u un ltimo malentendido sobre el concepto de dolor inconsciente.

    Cuando nos interrogamos sobre la na-turaleza de un sufrimiento traumtico tan profundo y tan antiguo, que ha permane-cido vivo a pesar de todo, nos sentimos atrados por el reflejo mental de imaginar-lo como una materia afectiva que palpita en los entraas del ser. Es verdacl que, al identificar el antiguo traumatismo con el dolor inconsciente, probablemente dimos a entender que aqulla. era una emocin confinada en un lugar cerrado del psiquis-1110. Con todo) sera un error pintarlo as. El dolor inconsciente no puede reducirse al sufrimiento de un 1110mento, por trau-mtico que sea, ni concebirse siquiera co-1110 un enclave de energa hostil. El dolor psquico abarcJ una nocin mucho mis amplia que designa un proceso activo) un proceso que comienza con un sufrimien-to somtico Illuy intenso provocado por una agresin externa y se complementa con otro) despertado por una ligera exci-tacin, generalmente interna. Para decirlo de otra manera, cuando la agresin exter-na que provoc un dolor traumtico deja huellas en el inconscielHc, tambin instala en l un estaclo de hipersensibiliclad que, e011 lo menor chispa, puede hacer que re-nazca un nuevo dolor. Para ser m6.s preci-sos) diremos que el dolor inconsciente no designa una cosa ni una sensacin sin con-

    I 1

  • )r

    gnl:-.:

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    CiCllCi,l, sino un circuito qu '. rC;lCliv,ldo por l1n;l liger;1 estimllbcin) St:' dCSc.lrg;l eJl un;l J1l;lnifl'st;lcin penosa. '-

    Fin;lIll1cntc, el dolor incPl1scil'ntc es una ;lplilUd, la ;lpritlld del -Y,) para rcmc-lllOr;1f lIn antiguo tLlll!l1;uisno doloroso de lln;l maH.Ti.l diferente del recuerdu consciente: el dolor incofls

  • 38 :I [lllLl'lt [-hle,1

    UIl esfuerzo de clcfcns;l, ;lntcs, ue en la mc~ ra manirestacin ele U11 ~1taque alos lejidos.

    Pero qu es esta ddens;l ,_!ue h;lce su-fri-? Cuando el VD se ellcuenira e11 esudo de conmocin) qu h;cc p,l,"a defe11der~ se?, cmo reilcciol1:1? Desesper;ldo, rC;llj~ Ll un gesto que todava le hart'i sufrir ms: [L1Ll desmaadamcnre ele al:vi:lrse solo) apel:1Ild a UIla especie de a1,ltocuracin. En respuesta a la agresin) el Yo conccn~ [ra roda la energa de que dispone al'Tde-dor de la herida para tapar la Jrecha y de-tener el aflujo masivo de exci:.aciones. Ese movimiento reactivo de energ; -que Freucl Ihm "contrainvcstidura'i> o "contraCJ.r~ g;l',- es lo que intenta freIlar la irrupcin brutal de energa liberacl;- en el momento de 1:1 qllei11:1dura. Pero no no:: engaemos, esta aUlocuL1Cil1 no se apli.:.:a sobre los tejidos lastimados de la herida, sino que recae sobre la reprcscnlaci;' psquica de la herida. Ahora bien, el hecho de que la contrainvestidura defensiva ~~ dirija, no a la herida mismJ} sino J su reFTcsentacin, revela la naturaleza indiscutiblemente ps-quica de todo dolor corporaL Por qu? Porque la rcspuestJ a una agresin fsicl no slo es de orden fisiolgi

  • en, NI'}/[ r,1 Sil '.'j'Ii,-"ci611 ('JI 1.1 C(iIlCC}llr'CIOIl (le Id Il~'(,slidllr/ !iuiJi!!.;!; el! /01 rcpn'.\ClIlilcirll P{j: rle/ I!gdr du/oudo .re/ n;eJ"pu. Sobre 1's!c punID se I',,,'de f. .. Ir,liis(erir " St'}I.,.I(illI de dolor ,rl dUJlIlJlo /ISUjlUCO. "

    1'.1 ])()LUI':: i-iSICU

    CULTpt) O esc aspectu de los scres o hs co-sa~ a los cuales estamos Jfecriva \ durade-ralllente apegados. PoStUl.l!l10S, p\Jes~ 1.1 si-guiellte hiptesis: cuando qllcdalT,os priv~ld()s de la integridad Jc nuestro :~uerpo o de nuestro objeto de apego, se pr;)c!llce un exceso de investidura ;fccrivJ el,;, la im,1-gCII dellligar he)'ido del C/ierpo, cIando lo que est en juego es nuestra intep'iebd f-sica; o un exccsode investidura afeniva de la ;n7.1gell del objeto perdido, cuanto lo que

    est~ en juego es la presC'!lcia del CITO. Este e::-,:ceso compensatorio se traduce ':n dolor. En psicoanlisis, la 50brei!lve5tidura de L1 imagen psquica de un punto de nuestro cuerpo se denomina "sobreinvcsti ;1urallar-cisisl

  • "Ll rllplffnl de ,150CldCl011CS es

    sicllljJn! /111 d%~~ro "

    FREUO

    vamente: el dolor se orit;in;1 en este ltilllL) esfuerzo de rC;lccin elel Yo.

    Pero aqu se nos preSenl:1 '')tr:1 pregun-[:1: por qu el Jpego apJSiOll;!do a unsl11-bolo -es decir, un exceso de carga energ-tica depositado en un;l repn:sentJcin- se traduce en dolor? La respuc.~;ta estriba en UllO sola polobra: exclusill, S, lo repre-sentacin mental del rg;1no lesionado es-t tan cargada ele energa que~ agobiada, se asla y se excluye del COlljUllU de los otros representaciones estructuran tes del yo. En-tonces la cohes1n psquicJ desaparece )' el yo debe funcion;1r con una estructura desest

  • J_;

    (un,l persnn~l) unJ COS',!, un \:,IIIJr). r\l~s ;lLlcblltt' H)!\'t'r(,llln~; ,-t lr;1t:l'" mi" ;llllplia-mente cl dulor psquico o t!nlur de :llll,H, pero pnr el momento tCIlCI1l:.-1S que definir

    Jll~S CLlf. Estas frmulas son engao-~as, pues c!;ln a entender que el contenido imaginario es la copia fiel ele b parte ma-gullada del cuerpo. Sin embar;o, sabemos quc nunC;1 e5 un;1 rplic;1 exacta. La ima-ncn del IU2:ar dolorido -sea o no cons-t> L.' cicnlc- nunca se ajusta a la anatoma rcal, sino que corresponde a una ;1natoma fan-t;:lseacla. Ninguna imagen ele una regin corporal ofrece el estricto reflejo del cuer-po -al oL11 es. 1\1is percepciones siempre son interpretaciones dcfonn;lntes de la rea-lidad, ele las vivencias rantascacLts de mi cuerpo.

    AdCl11;ls, el cOlltenido 1111;1glI1ario de la representacin se integra en una fantasa (fmlfdsme) ya dispuesta por nuestros de-seos incoJlscientes. El lugar del cuerpo afectado por blcsin se presenta siempre l'ncelT:ldo ell la escena L1J1taseada de un sllciio \' i1sociada a la accin de un perso-naje fi~ticio. P;ua decirlo brevementc, la fepresellLlcill de 1:1 ZOI1:l dolorida, surgi-eh de mis 111l[Jresiones p~lsacbs y actuales, 1ll0dcLld" por el impacto del cuerpo de 105 otros, lli1cie!J con la lesin y dcsrin:lc!;l

    ,"

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  • /.,r c,I',ci{,/{! de ~'I'ir el dolo)")' lit'

    rel' re)' e JI r, 1 nI o s ru 11 i C/ 1'11 [L'J1JI.!JJ t L' el Il/gllr dI.' /;; herid" .'e ,!ljflC)C ()"i/S la.i prhl7crtls fcp,r/OUlll'.';

    trtlIlliI,llCdS de! I1I7ClmiCIl!:J y de! desldi'.

    a COllCC'lltr;r ell cl1.1 el flujo inconrrohdo de l'nergLl) C'S la imagen imprlcis~l de un fragmento dl cuerpo situ;1cLll'n el centro dl' una C'SCell:1 LlllLlscac!a. Si bien puede pc-llctr;n en el GlmpO de b. concie,le:1, esen-cialmente esta imagen sigue lcnclo in-consciellte. CU~lndo se hace consciente, su contenido imagin;lrio suele tOJTi1r presti1-da una configur~lcin espaci;-I producida por sCllsi1cioncs, tanto visuales (J1110 ccti-les, tanto sinestsiclS como ccnestsicilS. As, cu,lndo el sujeto sufriente visualiza 1.1 regin dolorida internJ o cxtlTna de su cuerpo, se la rcpn:senlil en el c.;pacio. Al tratar de describir su dolor, cmplca fr-mulas como: "Sienlo que me pesa una ca-pa', o un punto,, "C0I110 un globo o Ul1-.1 "barra):> y hastJ "como pas. 'To(hs eS[JS expresiones muestran en qu llcdida la imagen consciente del cuerpo d,.)lorido es la metorOra espacial e imprecisa de la sen-sacin dolorosa.

    Cul es el aspecto mas ImpO'tantc que debemos rescatar del dolor corpcral? Esen-cialmente, que es el afecto que e

  • Slo hay dolor sobre un fondo de 31110r::

    e Por qu, en su condicin de psicoana-list{/, se {e-es" usted por el tenw del dolor?

    Trabajo con la cuestin elel dolor des-de h;1CC unos veinte anos. Pero por que quise retomar y profundizar el seminario que habfa org;:nizJdo sobre este tcm;]. en el perodo 1984-1985)' volcarlo en un li-bro titulorlo El libro del dolor y del amor? Porque el tcma del dolor, tanto el fsico como el psquico, ha sido poco tLuado en el campo del psicoanlisis. Cuando uno observa la bibliografa psicoanaltico y has-ta la psicolgica, comprueba que se ;1borcla muy poco b cuestin del dolor, aun cuan-do ltimamente VC;-1110S que hay cierta re-vitalizacin del tema. Los grandes maes-tros del psicoanlisis, como Frcud, LacJn o JVle1anic Klcin, lo lralJrOll, pero muy brevemente. Frcud slo hizo referencia al dolor en dos o (res artculos en el marco

    L;ts pr('~untJS y rcspucst.15 que siguen fueron extraebs de una entreviSLl n:,lliz,ld,l por Caro!ine Rey y Didit'r Llllru, J1l1blic;1da en la n:vi:;t,l EII/(f]~ ces el Psy, 1998, n.'" 5, Eres, p!,s. 51-57.

  • 50

    de UIU ObLl que se extiende durailte ClLl-renta ;1ilos! De modo que p;1ra m" fue un desafo intcresarme en el tcma, ;llovic\o por el deseo de tratar una cuestir'ql poco elaborada por los otros autores. Y LllTI-bin constituy un reto interesaLne en el estudio del silencio)' publicar una obra colectiva sobre El silencio en psiuunlisis. No obstante, en lo que respecta ,,1 dolor, no sc tl";1t slo de un desafo te.',-ico. lvli experiencia personal, tras experin: cntar el dolor provocado por la prdida ele un ser querido, y mi trabajo con pacientl.'s, escu-chando su dolor, me llevaron a ,:,'laborar profundamente la cuestin. Inicidmente, en 19% quise titular la obra El fibra del dolor, pero comprend que era tan incom-pleta que necesitaba agregarle un ,:omple-mento. Reelaborando el libro me ji cuen-ta de que el complemento estaba rresente, porque no poda hablar del dolO!" sin ha-blar del amor. En efecto, slo b",)' dolor sobre //11 Jo 11 do de amor. Y sta 1'5 mi hi-ptesis, al margen del tipo de doled', ya sea corporal o psquico, )' de la ed,d de la

    persona~ sea niilo, adolescente, ;dulro o JnCJano.

    El dolor es Ulla reaccin afectiva a una prdida. Siempre se trata de la prdida de una unidad, tanto en el caso del d,)]or fsi-co -cuando se pierden la. arlllon:;. y la in-tegracin equilibrada de las cUeremes partes del cuerpo- como en el del dolor psquico, cuando la prdida est relacio, nada con un ser querido. El dol"r es uno reaccin afectiva y una prdida brutal y violenta de Ulla parte que ten::mos en gr3.11 estima y de la que depende nuestra

    51

    unidad. Para que podamos ILlbLlr de do-lor debe haber una prdida, la prdida vio-lenta e imprevista de un:1 unidad. Si la prdida no es brutal no hablo de dolor, si-no de sufrimiento. Para m el dolor est vinculado con el tiempo) con b inlllcdi:1-tez, C011 lo imprevisto.

    e Cul e:; Id dl/ci"cJlcid entre doloTfsi~ co y dolor psquico?

    Desde el punto de vista analtico, en rea-lidad no hav diferencia entre dolor fsico y dolor psql;ico. NL1ntcnelllos artificialmcll'-te b diferencia para elaborar b cuestin e investigarla. Continuemos diciendo que hay un dolor corporal)' un dolor psqui-co, sabiendo que en el concepto del dolor hay una unidad. Comencemos por el do-lor fsico que todos hemos experimenta-do, AClualmente se conocen bast3.nte bien los mecanismos de produccin de un do-lor corporal (la circulacin del influjo doloroso, los receptores, los mecanismos bioqumicos, etcter3.). Pero los cientficos reconocen que no s.lbell qu es una emo-cin dolorosa, Sabell responder a 1.1 pre-gUllta cmo se produce un dolor?, pero no saben explicar cmo se siente un dolor en el cuerpo y en el espritu. Distinguen la sensacin dolorosa de la elllocin doloro-sa. Dilmasio va ms lejos y hace investiga-ciones relativas a la emocin dolorosa de-jando de lado las referencias al tlamo y al hipot,ilamo, para decir que la emocin do-lorosa tiene que ver con la representa-cin,' Si "bordalllos el tema del dolor ps-quico, lleg:1i1los a un fenmeno todava ns complejo, No conocemos ni los IllC-

    '/

  • c,lnismos de produccin de C.sr< dolor ni 1:1 ll1ucin psquica du!nro5:1.

    H~l)' puntos en comn entre el dolor f-sico V el dolor p.squico. El dolor slo puede comprenderse sobre ll!\ fondo de :11110r, pues no podemos sufrir en el senti-do de expcrimCnlilr dolor, n(,) podemos "dolernos -algo diferente del verbo su-frir:-, si no es por h prdich el;, un objeto que aprecialllos mucho, inrcns:mentc) con pasin, con un apego que nos e;; indispen-sable, ms all de quc se trare ,le un obje-tu perteneciente :11 mundo fsico o al mundo psquico. J\dcmjs, h:ly otro :15-pecto importante: no hay dolo!' sin rcprc-scnt~lcin psquica dcl objeto ;1 i cual eSLl-mos :1pcg:1dos. El dolor siempre :1parcce acompaii:1do por una transformacin de eS[;l rcpresentllcin mental eDil un aflujo dc energa hacill b representacn, Puede ser la representacin de un s(:r querido desap:lrecido (1 de una parte del cuerpo herida, En cualesquiera de los dos casos, el dolor corporal u el dolor psquico, el yo snbrcnvste la repn:senl:1cin mental del objeto perdido.

    Q Con ,-cspccto (l /'15 rcpres(,]lttlciuJIcs, en Sil Icori1, usted dbonld dos dspcctos di-feren/es. Usted describe IfiM F!jJrcSCJlta-ci n 'visllal del dolcn)' habla d, "!otogra-j/a" i1S0ciadi1d dolor. Podrra desarrollar un poco ms lo que dice de la relacin con el dolor del qlle filO se 'de{icI1L'e crcando un sgJlZficmlu.'?

    Deca antes que el dolor ;lpaL:ca aCOIl1-jlllil:1do por una tI:;lllsfonnaci!l de la rc-

    53

    !J]"eSl'llL1Cin melltal del nLil'ro. En el C1-so de un infarto de mioc.ndio, por cjl'lll-pll")) b perSUIl;l ellferma rcndri una repn.'-2.1'1lL1Cin JllCnL1L ;HlIlCJl1C se;l imperfl'Cl:1, de L1 zona dc'.]nrida. Y sohrl'in\'l:,stiLi ('su rcprcscllt;-cin melltal del corazn enfer-mo. L; rcpn:sCllt:lcin pucde ser visual, l'l'j") 110 sicmpn lo cs. Puede ocurrir Cjue 1.1 jJcrsonil lL'Il~:l 111Ll il1Llt,l'n imprecis;l, V,l!;;l, de] lU~;1r dtJlldc sicllfL' dolor. cumo unJ especie dc fntn~r;lr;l difusa, poticJ, rom;ntica V no muy biell localiz~lda. EstJ ima)2;cn, cn'rcJlicbJ', no tiene nada que ver L'OIl 1.1 \'erebdcra anatoma. Es una reuin

    " fallL15mitic;1 y esa fJJ1tas:1 ser el objeto ele la sobrein"csticlura, Podemos decir que b sobrein\'cstidura energtica de esta re-presentacin es una especie de defensa del yo frente a lo prdida. Pierdo algo)' roda mi encrga se concentra en b rcpresenta~ cin de h COS;1 perdida. En mi espritu, L1 sobrcc;1rgo, El dolor serJ h "ivellci;l

    cmocion~d correspondiente a la sobrein-vestidura dc la represcntacin Illcllt;ll de la zona dolori,h (en el coso del dolor car-p'Jr

  • o Los reciL;" JldcidOS J tlellell cprCSCH-tdcioncs?

    En efecto, podemos pbnlcarno3 !J cues-tin de saber si un beb de pecho tiene re-presentaciones, si un beb de do: das que perdi ;,1 su madre dULlnre el pano puede experimentar dolor. Freud lItiliz.1 mucho t'St:1 nocin de prdida de h representa-cin. Pienso en un p;1s:1je de In{Jibicin, sntoma y arzglfstid en el cual eseJ ;be: "SO-bre la engustie del beb ele pecho es evi-dente que no h:1.y ninguna ducb, pero la expresin del rostro y la n\lccin dellbn-tO permitcn proponer b hiptesi,; de que, adems de angustia, tambin siente dolur. Parece que en l confluyen estos dos sen-timientos que posteriormente se rlividir;ln [b angustia y el dolor]. El nir< an no puede diferenciar la ausencia ex?erimen-tada temporalmente y la prdida duradera; desde el momento en que pierde :le vista a su madre, se comporta como si n(l hubiese ele verla nunca ms y necesita experiencias consoladoras repetidas para finalmente ;1prender que a esa dcs;paricin de su ma-dre suele suceder su re:1paricin" ,.

    Freud afirma, pues, que el beb,? expcri-mcntJ angustia y siente dolor. E n ciertas circunstancias, el pequciio vivt los dos afectos confundidos porque alr no sabe distinguir la ausencia temporal de su ma-dre (angustia) de su desaparicin definiti-va (dolor). Confunde el hecho ce perdcr de vista a su madre y perderla re llmentc. En ese momento experimenta 1'n senti-miento mezclado de angustia y de dolor.

    Sl~) m:s urde, alrededor de los c:os aiios,

    l>rq.;\Hl!.l~;)' resptlt'SD5 ~obre el dolor fsilOo 55

    cuando sepa discernir una prdida pro\'i-sionel de une prdida definitiva, podL di-ferenciar la angustia del dolor.

    Freud slo distingue el dolor de le ;1n-gusti~l por los ndice exteriores. La expre-sin del rostro permite reconocer que un niiio sufre. Parece trivial decirlo, pero Freud ye lo pudo hacer en su poca y has-ta pode distinguir el dolor de la angustie. El beb slo puede vivir el dolor y la an-gustia, am bas reacciones afectivas, con la condicin de tener un;:t representacin del objeto perdido, en el ceso l11cncionedo le medre. Puedo estar seguro de que el beb tiene una representacin porque estoy se-guro de que sicmc dolor. Porque es huma-no, ese pequeo se ha epegado el otro (la madre, en este caso), na como un Jnimal sino en virtud de elementos de representa-cin y de lenguaje. Un recin nacido que ha perdido a su madre como consecuencia del parto presenta ll1;:tnifestaciones dolo-rosas. Puede mostrar un canttcr

  • 50

    unido a lo brgo de todo e] L'l1lb:trazo. Por t;HHO, el beb tielle un;l rcprc:;cnLlcin; UI1:t represcnLlcin rrimiti\'a, -lntaSC;c!a, rudimcnt,lri:t, elelllL'lltal, pero r;prcsent;~ cill:11 fin, yeso me permite dc::ir que es~ la represent:1cin que existe es 1.1 dolor.

    o ElllmIto, puede exjJn:stlr ot:".1 cosa que no sed el dolor?

    Podemos considerar ellL1I1[o de dos ma-neras. Podemos entenderlo desde un pun~ to de vista psicoJ11otor y econmico, CO~ mo una descarga el1locion:tl qU 1 :! alivi:t a b persona. Pero tambin podcmcs illtcrpre~ tarlo de otra manera, C01110 un;; necesidad, es decir, la necesidad de expres;; r unJ emo~ cin. ste es un punto de vist:! dinSmico que considera el lbnto no )'J corno una descarga, sino como b expre~ in de una eT\ocin dolorosa quc b persc na debe vi~ vil' p:tra s~tlvagu;1rcbr la unid~ld psquica. Ahora bien, podemos prcgunt:lrnos si los llantos y Jos gritos cdmJn el c!,:)lor. Hegel, en uno de sus libros de juvenLlcl, presen-taba una hiptesis sobre la funcin que cumplbll hs lloronas quc ::1clynpai'ban a los deuclos en las ceremonias "nebrcs. y propona que el hecho de llorar y gritar c11ma \' alivia el dolor; no lo hace desapa-recer, l;cro le otoq;a serenidad. Elll::1nto y los gritos permiten una integracin del dolo-r. Yo dira, pues, que el llanto y los gritos pucden ser no slo manifestaciones del dolor} sino tambin"lementos, expre~ siones fsicas que '

  • violenci" (no milizo el ejemplo del dolor), cuya presencia no sabemos que existe en nuestro intcrior.'~ Son scnsaciOllC que pue-den aparecer durante un;) pes;;Llilb o un sueilo. En realidad) )'0 me cc;uivocaba. Hoy, no creo que haya scnsacic: nes de las que no tengamos conciencia. C:'CO que el concepto del dolor inconscicnt
  • 1_1 :"1 'L-' I :',

    pcrson.I, Id expCriCJlLnlo, no SI cnnInc)"-le en I!JZ mero rcccpltclflo Ihlsi'l)() de ftil r-gano especi(Jl1 .. ddo IJUC slo le" dr{{/ que obedecer t1 dPO Isi como fflld serie de 1J10-el l! I,- UOJl es ll~:!f rob io/dg iCd s 1m ji enon d 1(' S que pOdn'tlll ['.\.plic1rsc ffllictlJJen{c me-dianie!tl fisiologid. Cmo llcgllr 111 c,1rt"c-lerpcrsOJli11 y snbictic-'() dc! dolor_ (di como parece proponer lUlO de los plfJllOS jl/Jldd-meJllalcs de 1,7 dC!l"lZicon del du/ur ingeri-da por 111 I;lSP (jJ/[cnIi-1tioJ7,rI A5soclatioJl for Ibe SliIdl' 01' P"in)? En esld dcepcin,

    "la 5011-1 dcsc;-j}~ljJ1 de [.UId 'i.VL-'I1c1I l/lle hace rc!f.TClICZ iI un dai"io l!sllla r btlstartl pdrll /;;1bl"r de dolor. As, por ['emplo, el hipoCOJldrfdco cstl-[a includo (:;1 esta de-Inicin.

    Seilor Nasio: lfsted es psiljlli,lf:"a)' psico-a7ldlista y hi1 pllblic~1dn 1!JlIl obr,'1 titulada El libro del dolor y del amor. Debo decir-le que eSd obra slfscit ell m, corno CJl 7Illf-eIJos atroslcelarcs, inI Vl7.JO inter, porque propone lfJlil "verdlulera mctdpsi~'olog,{( del dolor)' porqu' desar}'o/!;l su r(;J!cxin de lfna mancra tJl rigurusa como pL'd

  • mor;ll, en ddinitiva ha sido uc asunto mu\' poco estudiado. Se habla ml,cho del duelo, pero no hay un libro que 'ir ~l\'cnturc a decir cu.-l es la natuLl1cza el:; un do-lor, el que vivimos cuando perdemos ;1 un ser querido. Esto es lo que me ]Jc" a tra-baj,lr en ese libro. Al cLlbor:u ese tcm;l en~ontr el problema del dolor cOl'poral )' lef lo que los ncurocientficos dicen al res-pecto. )\] mismo tiempo y partiendo de los tcxlOS de Freud, de mi propa e"pe-ricllcia y de mi pensamiento, tra; de pre-sentar 'llgunas hiptesis sobre d dolor carpor;)l. Creo que cuando se tral} de do-lores SOJl1;(icos~ corporales, hay (L1C dis-til1"uir dos aspectos fundamenL,Jcs: una

    o cosa es L, sensacin dolorosa y otra la emocin. De la sensacin doloro!:a ya co-nocemos los mecanismos neuror:isiolgi.:. cos, ncuroqumicos, y en este se 'nido ha habido progresos muy notables. Es indis-cutible que da

  • que se IlamJ al11,)r propio. El cuarto vnculo de amor cs m;s difcil de discer-nir, pero cn el tr;lb:1jo psicn'1'1;1Irico lo obser\':ll11os perl11:1ncntclllcntc; es el ;11110r no por cl ser que :1.1110, sino po;- el ''-''?lodo t1J}70TOSO. Amamos C~lar en un l'SLldo de enamoramicnto. J\l11amos :lmar y scr ;lI11J-dos. Este sentimiento e~' !11ll": Importantc, sobre todo para las mujeres, L; mujer es un sujeto -y digo la muje. J cr 1 la r rso-na no necesariamente tiene que ser ;:, :,t6-lllic;1111ente mujer; tambi.J pu :(:c ser un hombre en posiCIn de nll.;l. '- 0 el Ser hum:1.no en posicin "femcnina, que es un sujeto que mantiene un:l re':;:cin fun-damental y h;1st;1 podra decirs( que nece-saria con ese vnculo mismo de amor.

    De modo que hay cuatro Ylnculos de amor: amor por el ser amado, ;"! mor por el cuerpo, amor por la propia imagen y amor por el vnculo amoroso mismo. La ruptu-]';1 de cualesquiera de estos cuatro vnculos provoca un dolor que es un dclor psqui-co. La brusca ruptura de un vnculo, sbi~ ta, definitiva, con el ser que an:;11110S es lo '.'.:e llamamos duelo. La ruptu"a, la quie-bra de nuestra imagen que :,(' produce CHanclo perdemos la integridad de la im;1-gen que tenemos de nosotros "nisl11os, es el dolor de la humillacin. La :uptura del vnculo con mi cuerpo, con b integridad de mi Cllerpo) es el tercer dolor, d de la mu~ tilacin. Es el caso de una pacic,ltl' a la que atiendo actualmente '~quc 'viene a vermc porque sufre de cncer en am':)os pechos y me dice: Doctor, vengo a verle porque me aconsejan hacerme la abla.:in de los dos pechos)' no s si preficn.' continuar

    -------------_._ .. _ ..

    Prq:;UI11;l, L. rCsplh'5t;S sobrt: el dolor fsico 65

    viviendo con esta enfermedad o mOrir pues no soporto perder mi cuerpo y los dos pechos. Es[a lllujer se despbza en si-lb de ruedas V tiene una dolencia muv grave, muy av~nzada. Lo que siente es U;l espantoso dolor de mutilacin. Yeso est:. en el cuarto dolor psquico: es el dolor no por el ser am1do que va a morir, sino el dolor de perder al ser amado, de que se va-ya, de que me abandone; en este caso po-demos hablar de un dolor de abandono. stas son, de alguna manera, las cuatro va-riantes del dolor psquico. El dolor ps-quico es una ruptura, es un estado, podra decirse de hemorragia afectiva~ consecuen-cia de la ruptura de un vnculo amoroso. Desde el punto de vista corporal, por su-puesto, hay repercusiones, pero no preci-sas; por tanto no hay una localizacin pre-cisa del dolor psquico en el cuerpo. En cambio, en cuanto al dolor que podemos calificar de psicognico y que es un moti-vo frecuente de consulta sobre todo en medicina gener::d, es importante precisar que no se trata de un dolor en la cabeza, sino en el cuerpo, es un dolor corporal, pero cuyo origen orgnico no es identifi-cable. Digamos que el origen de este dolor sin razn fsica es psquico. A pesar de la r1z psi, es necesario distinguir claramente el dolor psquico del dolor psicognico. El dolor psquico no es corporal, mientL1s que el dolor psicognico s es corporal pe-ro de origen psquico. En general, el ori-gen psquico del dolor psicognico eSLl ligado a un conflicto interior, pasado, an-tiguo, que termina por expresarse con un dolor en el cuerpo. .

  • 66

    ('.:' geJio.:l

    EL [J' JI UE jsICt"l

    , posible i,. '111 poco I,s lejos en estos dijCre/ltes paisajes psicoanalticos? Puede Jfsted t1c1dn1Tnos las 'lociones de afecto, sntoma)' objeto que !;a desarro-llado para que podamos prec'sar ms lo-dos estos conceptos?

    Lo cierto es que finalment

  • (,8

    t

  • 70

    \.

    EL DI'U!il1-!S\Ctl

    rcconcctar una historia. Cll:!lldo ::t!guien sufre y viene a pedirnos ayuda, lo prime-ro que podemos hacer es da!e la posibili-dad de conslruir una histori,', ..

    En suma, la primera hiptesis para com-prender b naturaleza de la emocin dolo-rosa es la hiptesis de la memoria, es de-cir, el hecho dc considerar q'.IC un dolor eS la repeticin de un dolor ant:'guo, y tal vez sta sea la primera manera de concebir el psiquismo del primer dolor

    La segunda hiptesis es que, cuando su-frimos unJ lesin en el cucr:~lo y esa lesin nOS provoca un dolor, inn1C,diatamcnte se produce una representacin mental de la regin dolorida, de la regin lastimada. Hay, pues, una reprcsenlacin mental. Pero esta representacin m',~ntal no es una representacin figurativa, DO es perfecta; es una representacin vag:l, un poco in-distinta, difusa, aunque una representa-cin al fin y al cabo. y la hiptesis conti-na del modo siguiente: Lt persona, con todo sU ser, investir inten:;amente, es de-cir afcctivamcntc, esta rcprc5entacin men-tal, al margen de que dicha representacin

    . ..

    sea conSCiente, preconsClf;nte o Incons-ciente. 'Todas las energas de la persona se dirigirn hacia esta representacin mental de la zona dolorida. De modo que, para concluir mi hiptesis, ye dira que esta sobreinvesticlura, la spbreinvestidura afec-tiva de esta representacln, tendra el efecto de acrecentar la int~nsidad del do-lor. En otros trminos, podramos decir que, cuanto ms inviste uno la representa-cin, tanto ms sufre. Dgedi!J;1

    PregullL1s y respues;s sobre el dolor roi(o 71

    e Quiere usted decir que el do 1m cor-para! .J'!O debe atribuirse nicamente il la le5/011_ y a toda 1" perturbacil1 que la

    [[coJJ7p~n[[) smo que se debe (1Smismo tI los n~ecr/JllSrnOS de delenstl destinados [[ n:ac-ClOnar contra esa conmocin?

    S; S! representamos el yo como una burbuJ, la herida ~cal, cura);. la representacin de la herida. Esto refuerza la idea de que cuando nos atacan nos defendemos mal, es decir, la Idea de que tenemos malas defensas),'. Es, de a~una manera, como si ante un ataque

    r~accIon;ramos como lo hace el que se es-ta ahogando, dando brazadas desespera-das y lanzando golpes a diestro y sinies-

    ~ro, a veces contra la misma persona que Inte~nta salvarlo. En nuestro caso, el yo hara.como una especie de movimiento dc-

    f~nsIvo, una acci?n desmaada, inapro-pIada, que sobrell1vestir excesivamente la representacin, y justamente sa sed una de las fuentes de la emocin dolorosa.

    En SIl primera hiptesis, IIsted habl del dolor sntoma que se presCllla en cer-

  • EL nt-H\ll, -ISIU!

    lo modo como 1fna trrunp1 p.1rtl /,1; rcpre-seJlltlcioncs, con todo lo que impliL -l el do-lor en S1l !1Incin conmeJ770rati-)l.

    En la scg1fndi1 IJIjJlCsis! lIsted h7"isti en la valoracin exccsivd reacl.'(l el'; la re-presenlt1n de la )N7rte heridd y e)" lo ina-propiado y hasta perj1fdicitl1 fue reslllta este fenmeno de defensa doloras". el/l

    seril~, pues, /(1 terccra hiptesis?

    La tercera hiptesis contina 2stando relacionada con el tem;1 de la representa-cin; en el caso de b emocin dnloros3, habra no slo una sobreinvestidHra de la representacin de la zona lesionada y do-lOI-ida, sino 3dems una exclusin) un re-chazo, un aislamiento de esta rep:-esenltl-ci71 del conjunto de las representaciones meJ7la.!es. De alguna manera, yo asimilo esta idea con lo que pensamos re:;pecto a lo psicosis. Es verdad que, debem"s admi-tirlo} no sabemos mucho de la pSICOSIS. FIay que decirlo claramente, tencLlos muy pocos conocimientos sobre el c-mo y el porqu de una esquizofrenia, por :.,jemplo. Hoy muchos teoras sobre el tena. Hay una que explica elmccanismo psi :tico y que se denomina la teora de la fD:-c1u~inJ del rechazo, si se quiere. Este me ::a1llS1110 sera el siguiente: en un determinitdo mo-mento (que es el que desencoden:t el pro-ceso psictico)} el paciente psic(:tico re-chaza, excluye, Jsla una reprcs;,~ntacin mental del conunto de -represen lacioncs mentoles que pueblan nuestra psique. Yo dira que hoy una similitud entre .. se fen-meno de rechazo, esa operacin di; forclu-sin

    J de 3isbmicnto, y la cmocir; cloloro-

    sao Creo que en la emocin doluro.')a se da primero un fenmeno de sobreinvcstidura de b representacin )'} en segundo lugilr) una exclusin de la rcprcsent;1cin.

    o Si (lbora consideramos los d%res psi-cognicosJ e5 dec~ esos d%res que se sien-ten corporalmente, que se viven en el clferpo pero que no tienen un origcn org-nico que los jusufiquc J cules son jJa}"aus-ted las figuras clnicas de esos dolores psi-cognicos?

    Esto es lo que proponemos los psicoa-nalistas: los dolores psieognicos repre-sentan situaciones que, en suma, son bas-tante frecuentes en la medicina general; son esos casos en los que el mdico le di-ce al paciente: ((Usted no [iene nada.

    Hay dos figuras clnicas de este dolor psicognico. Uno sera la figuro del do-lor psicognico de carcter histrico y la otro lo del dolor de carcter hipocondra-co. Por supuesto) decir que un paciente sufre un dolor psicognico de carcter his-trico no significa que se trate de un hist-rico. As como, cuando hablamos de un paciente con un dolor hipocondriaco, no es(amos haciendo inmediatnn1ente un diag-nstico de hipocondra.

    En el caso de! dolor psicognico de ca-rcter histrico, el paciente tiene deseos de hablar de su dolor. Hablo mucho, sobre todo si tiene un mdico que le alienta el hacerlo. Son pacientes que quieren hablar de sus dolores)' hoblor;n de ellos como si fueran persol.lajes diferentes de s mismos

  • :,):n!i_\.:l

    EL ))\)I-UI, FlslCU

    que cstJn presentes en su cuerpo. Es un dolor aislado, la persona lo aconpaiiJ, co-habita con l. El dolor est prcente y ve-mos sobre todo que tiene un c;!rJctcr n;)-rrativ\.J. La segunda p;lI'ticularidad es ql~c ese dolor psicognico es nm;:; ~b, err;.tJ-co. Se desplaza, nunCl cstS en el mismo lugar. Y ademJs suele cambiar de intens!-clacl. Por supuesto, uno tiene la tendencia a pensar en la ccfaJea, pues la cefalea es uno de los ejemplos ms ilust ~ativos de este tipo de dolor. Hasta podra decirse que es el ejemplo mismo del dolor psi co-gnico. Las cefalcns, con todas sus ~aractersticas, nmacbs, narrativas. vanables en intensidad, tambin son cLfcilcs de situar en el tiempo. En el caso del dolor psicognico de carJcter histrico, ~l pa-ciente lo vive como algo que esd en el y la explcacin del origeJ~ de este dolor sera un conflicto psquico anterior no resuci-to, por ejemplo una culpa, un ;lm~r apa-sionado, excesivo y hasta algtm tIpO ele delirio amoroso, tanto en e1 hClJnbre co-mo en la mujer, e incluso el odio. r-lay, por ejemplo, oelios vvidos, int:~nsos, po-tentes, que cst~n en el origen de conflictos que terminan lllanifesLlndose como un dolor O a\ouna otra seilal en el cuerpo. ~

    El caso del dolor psicogl1ico oe carcter hipocondraco es distinto. El p,ciente no Jo vive como algo que tiene y qce lo habl-ta; l mismo es el dolor. Con es to quiero decir que el dolor es sti- dOCll'llento de identidad, es l mismo, es su ser. Desde un punto ele vista psicoanaltico y tI1 lengua-je psicoanaltico, decimos que e dolor del hipocondraco es un objeto puseguidor

    75

    en el cuerpo. Por l'SO la hpocondri'a se asemeja a la par;lnoi;l. En la paranoia, el objeto perseguidor eSLl fuera y el sujeto se siente perseguido, hostigado. En el ca-so del hipocondraco, el perseguidor est~ en su propio cuerpo y, aunque hostigado, el hipocondraco se identifica con este objeto.

    o Esto rile bace pCllsdr en aquel chiste que cuenta que sobre la tumba de llJl hi-pocondraco apareca la siguiente leyendL1: " Les dI/e que cstbtl enfermo}.>.

    Efectivamente, toda su vida, toda su existencia est impregnada, podramos de-cir perrificJcIJ, encarnada, de dolor. Quie-ro hacer una lti!lla observacin sobre el dolor psicognico. Por supuesto, no se trata de un dolor simulado. El pacientc no inventa sus dolores. El dolor psicognico es un dolor que se sufre realmente. El pa_ ciente no simub y es importante sealarlo, porque, cuando se habla de histeriCl, con frecuenciJ la ncnte tiende a pcnSJr que se

    " trata ele simulacin.

    Q En cierto estadio crnico, aUll clfandu ht7l'a lfJla expresin de verdadero dolor cu;por,dJ siempre se da simultneamente una si71to771atologa psquica que complictl an ms el panorm]]{l. En el plano psqui-co a menudo es difcil, si no ya imposible, explicar las cosas ~tendiendo a lf7M causa-lidad lhzeal y uno se 've obligado {/ expre-sarse de 01,-0 modo, es decir, [{ no bllscdr verdadermnc!llC el porqu del dolo; sino fl tratar de comprender ms !,H Cosas aten-diendo a na /illlcin,; quc; funcin est

  • cumpliendo esto? PaTd qu sir7..'f este do-/or en la economa psquiCtI de! :1clentc? 0, incluso) parl? ql! sir'i.}(;' este dclm- ell 1" ccollona de las relaciones del prli iente?

    Podemos h3bbr de [uncin senlndaria del dolor, como en el caso Je los dolores crnicos. Supongamos, por ejemplo, el C;lS0 de un paciente que ha sufrido una prdida importante. Sufre un dudo, hace su duelo. Este duelo es difcil y k provo-ca dolores. Aparece el dolor. P'.ro aqu me opongo J un:1 id ca, presentad;"; con ex-cesiva rrecuenciJ, scgn la cual:;] dolor del duelo sobreviene porque une ha per-dido a un ser querido. Al escuelar a los p:1cicntes, podemos darnos cuent:t de que el dolor e1el duelo, si bien se da en alguien que aC3ba de perder a un ser querido, en el curso del proceso de duelo Ll n1Jnircs-tjndose con accesos de dolores, de quejas de episodios dolorosos, Estos e)jsodios apart:cen cada vez que la persona se apro-xima mentalmente J b persona desapare-cida, al difunto. Es decir quc, en calidad, el dolor -y esto abona mi hiptesis ele la in\'cstidura de la rcpresentacin- :.1parece cada vez que revivo su presencia. Es el ca-so, dig~1l110S, de un viudo que perdi ;l su mujer hace varios meses; esta to;hva en ese perodo perturbador, dolormo. Abre la puerta de un armario y se da C!ellt1 de que all ella guardaba sus pJueios. Esta mane!';} de hacer revivir la prcsenl.::ia de la persona amada desaparecida le har sufrir. A partir de este lipo de experien,;ias ela-boramos st1 hiptesis de la sobn: investi-dura de la representacin del cuerpo do-lorido, pero, en el caso de ese V}lh!O, ser:l

    77

    de algn modo una sobreinvestidura de b reprcsent:.1cin del ser perdido.

    Pero, volviendo J Sll pregunta , a veces \"e1110S que 1.1 persona, sin que haya nin-gn delalle en la "ida real que pueda con-ducirla a ese recuerdo del dirunto, sufre dolores y has(a encuentra cieno placer en vivir el dolor. En mi opinin, esto no tiene nad:l que ver COIl.el placer maso-quista, no tiene nada que "er con un pla-cer perverso. Es como una especie de ho-menaje que se le rinde al muerto. De al-gn modo, el dolor se conviene en unJ suene de ofrenda J aquel que ya no esta. COIllO bien sabemos, el dolor adquiere la medida del apego; CUJnto ms intenso fue el apego, (anto l11s dolorosa ser la separacin.

    o Abara querra reslImir sus palabras JI cerrar este diilogo tan fecundo con una conclusin. PL1ra la persOJw que suIn..!) es d[c; que soporla /111 do 1m; el problema se cnCllcnlTt1 clarmnente en la experiencia l-mite de un L1JlOiladamiento :;;:empre posi-ble) JI aqu desembocamos en todas las re-laciones con la angustia y las experiencias psicopalolgicas. Hasta el sntoma orgni-co puede utilizarse como metIo1't? de liJ} sufrimiento psicolgico qlfe no encontr las palabras para expresarse y con el CIIal el indi'i.}lduo tuvo que sobrevl~vir en una soledad mayor yen un ambiente dr' no re-COnOCIJ17 lent o.

    Si lino intc17JTcta adecuadamente lo que IIsted dice, el dolor se explicara en Dirllld del siguiente mecanismo: la representacin de la Zonil lesionada estara tan l!/trai1l7)I.'S-

  • 78 EL llLll!( FISJCU

    tidl7 que el yo se ve impulsado a d;'sCmVd-rtlZdrse de sus representacin hdCl\mdo Inl iJ1O'"I.)Jmiento de Iorclusi71 vjoleJlta~

    Jo)', lluestra tarea es hacer Locle lo posi-ble j

  • se EL nu!.o? FI~,cn

    Abordemos primeramentt: el problema de b memoria. Qu nos ensean jos neu-rocielltficos? Formulan hiptesi;: asom-brosamente seme;JJ1tcs a los p:~imeros desarrollos de Freud de b memo,ia tras-bdada por las clulos llamadas "n'curonas elel recuerdo;,).I~ ActuJlmcnte algLl10s in-vestigadores, cntre ellos ]eaJ1-Pierre Chan-geux, suponen la existcncJ de imgenes mentales aln1acenadas en las neuronas, J\;-tn1Jelas ((objetos ment;-tles),.L' Olros, co-mo Damasio, consideran gue las ingenes mentales, en lugar de estar almacenadas en las clulas, se elaboran a pani,. de una protoill1Jgen que llaman ((representacin potenciah. La apJricin de un E'Cuerdo penoso, po,. ejemplo, sera el resu.tado de lo activacin de dicha representacin po-tencial que no es el reCllerdo mismo, sino el medio de formar el recuerdo. En rea-lidad, la expresin (representacin po-tencial", no designa un element') ntrJ-neuronal sino, ms bien, una c(>nexin muy particular entre diferentes ni:uronas que est a la espera de una reactiv'tcin.

    Ahora bien, ya sea que los n,'uronas conserven una imagen almacenad;!, o que la elaboren a partir de una representacin en potencia, no le parece que las hipte-sis cientficas se ascmejan asombrc-sa!l1en-te a las primeras elaboraciones reuclia-nas? Tenga usted en cuenta nuestL obser-vacin sobre las neuronaS del rt::cucrdo capaces de conservar la imagen deJ objeto agresor presente en el origen del primer dolor. Habamos dicho que la n:activa-cin de las neuronas del recuerdo a causa de una ligera excitJcin endgena provo-caba, o bien la aparicin de un d .:,Jor se-

    Ld I)Jcmoria del dojO); l11cj;nte JI dolor inicial, o bien diversas

    mani{est;:ciones en 1.1s esferas dcl penS;1-miento o de la accin, manifestaciones que la persona viviL) sin llegar a comprender las rJZoncs que !J impulsan.

    rJ d' . lenso a emas en otra sen1cpnza que podemos mencionar entre el Freud de ayer y los investigadores de hoy, referen-te precisalTIente a esas neuronas del re-cuerdo y a la transmisin bioqumica del influjo nervioso. En efecto, actualmente sabemos que uno de los factores que clan por resultado la sensacin dolorosa es la mediacin de una protl'nJ llamada sus-tancia P (Paill, que significa "dolor>.. El mensaje nociceptivo se transmite cuando el axn de una neurona segrcrra el neuro-

    , b

    transmisor P, que entra en contacto con los receptores localizados en la dendri-tJ de otra neurona. Ahora bien, sorpren-de descubrir en el (Proyector. la hiptesis que sostiene la existencia de un Contacto qumico de este tipo entre las neuronas del recuerdo y otra cateooriJ de neuro-

    . b

    nas llamadas (neuronas secretoras. Se-gn Freud, estas ltimas, al recibir el es-tmulo de dbiles excitaciones interllls liberaran una SLlStancia generadora dd dolor. Sustancia que, una veZ destilada, excitara las neuronas del recuerdo, reani-mara la imagen del objeto hostil l' des-pertara el dolor del pasado. Po;lcmos imaginar, por tanto, gue una dbil excita-cin endgena, transmitida por una sus-tancia secretJdJ, podra reanimar la neu-rona del recuerdo y hacer aparecer un nuevo dolor. Encuentro sumamente sor-prendentes estas ideas de Freud, tenienclo

  • -82 EL iltll (lit -j5IU'

    en cuenta la poca en que bs p '"opuso (1895), y asombrosamente acruaie:: segn las teoras neurocientficas moderr:J.s.

    La nlcl1loria inconsciente y las ncuI'ociencias

    e Usted propone la idea de llna memo-ria incoJlsente apo)'lindose en el cUlcepto de ,'(neuronas del recuerdo;,, Podda pre-cisar un poco ms la nUtraleztl de eS.15 nelfronas)' 511 reldcin con el incons:iente?

    Recordemos primero quc, en el "Pro-yecto;.), Freud conceba el yo como una red neuronal formada por d~s componen-tes principales: las neuronas del re,cuerdo y las neuronas de percepcin, Las Drime-ras, llamadJs tambin HneurOI1:lS "de re-tencin) o (clulas del recuerdo, ::on las neuronas de la memoria. Ya hemos habla-do de ellJs. Tienen la funcin de registrar la excitacin que les llega; archivar la ,-(fo-tografo" dejada por el agente que provo-c la excitacin (foto del objeto hcstil, en el coso del dolor; foto del objeto eL. amor, en el coso del placer); y finalmente ')erma-necen en suficiente estado de vigili;, como para reaccionar m5s tarde a una sc-gunda excitacin, por mnima que st:l s-;'a, Las otras neuronas, llamadas clulas de per-cepcin -ele los que hablaremos iuego-tambin tienen la [uncin de tratar, a exci-tacin pero, a diferencia de las nel:lronas del recuerdo, se dejan atraVesar por el flu-jo de excitacin sin conservar sus huellas.

    U incollsciellte es Ahora bien, usted me prcguntab~ justa-:1Il" J/]{'lJlfJri,, men~e cU~ll es la rebcin entre las leuro-

    Oscilacio/Jcs de ,H sdia!cs JlcJ",-'JSi/S l' riJll10 de 1,15 -mol/cs,

    ognJis:1

    Pn:g\llllJs!, fCSPUt:S(JS ~ubre el Jol o !" risi':ll

    Ilas ,del recuerdo)' el inconsciente, lo que eqlllvale a preguntarme cmo justifico mi proposicin de considerar las neurOJ1;S elel recuerdo como los antepasados con-ceptuales de las represenLlciones incons-cientes. -'{o respondera sencillamellte afir-

    mand~ que esas neuronas, como hs repre-sentaCIones, poseen esta singular facultad ele conservar el pasado sin lJevado necesa-riamente a la conciencia. Se forma un re-cuerdo del pasado que no es consciente. Qu es el inconsciente sino un:l memoria cuyos recuerdos no se actualizan en b conciencia sino que lo hacen ell nuestros actos, en los slleiios y en el cuerpo sin que lo advirtamos?

    Pero retomemos nuestro cuadro com-pJrarivo entre psicoanlisis y neurobiolo-ga Jbordando ahora el segu"ndo punto de coincidencia entre ambos. Este punto SOIl las "Jriaciones temporales de L1 propaga-cin de las sciiales nerviosas es dccir'-- el ritmo de la [ransJ~1isin del 'influjo n'cr_ vioso. 1-10)', las ltimas investigaciones neurocientficas sobre la natural~za de la conciencia se orientan precisamente al problema del ritl110 V de las oscilaciones del flujo nervioso i~tra e interncuro!l:ll. Un cientfico como R, LlinJs define la concienciJ C0l110 una relacin armoniosa entre el ritmo de las neuronas oscibntes del t:lamo y el ele las neuronas de la cor-teza cerebral.

    Precisamente, esta preocup;lci6n Je los neurofisilogos por las OSCi];lciones v los ritmos del influjo nervioso 110S remi-ten o Freud y al inters que sent" por el

  • el dolor es 1/11 "fl'C!O {('.',gri{,-b!c, pero /lO ('5 el disp Id I'i')'.

    ritmo de hs v;1riaClones pulsion:des. ;1s COlllO ;1 nuestra propia I1UJ1Cra de (Dl1ccbir el dolor COlllO la expresin consc:ente de la ruptura de lo cadencia pulsicnal. En efecto, Frcud lll;1l1ificsta tmidamente este inters por el ritmo y solamente en dos oC

  • !_d !Uro/ugirl llo/ron,tI J Id csrrucfn)", rdJ/ul/'c,.d,l del yo.

    EL I.lULll!'. :!SICO

    el dolor. Tambin el dolor es IIi alccto !n:rciln-do conscientemente (j!fe exjJ' esa '"()(/-ridciollC5 il1{o/cr/lb/cs JI bruscas r fjJtllfd5 del ritmo de las plIlsiolles.

    Prosigamos nuestra comparaciln COIl bs neu~ocencias y abordemos ~'"hora el tercer punto de co~tacto. Si bien ne alej un poco, lo hicc con el propsito dc pro-fundizar al)1,o 1ll,1S cn este temJ,

  • ss EL POLOI( )-l'iC()

    tos puntos de analoga con nues'ro pro-pio pensamiento inspirado en el p\lcoan-lisis. I);lITIasio distingue dos com: Onentcs en !:t percepcin del dolor; por UEa parte, una percepcin somatoscnsorial r ue nace de la piel, de una mucosa o de la :' ona del rgJno donde se sita una lesin -es b percepcin de un cambio local d~1 cuer-po- y, por otra parte, la percep:in de una perturb:1cin global del cuerpo, de un cambio general del cuerpo. A esU, ltin1a percepcin correspondera la emocin dolorosa. I (, Segn este Jutor, parti1~ndo de estas percepciones, el cerebro f:)rmara dos imgenes del dolor que se superpon-dran en el momento del sufrimiento: una imagen som

  • 90

    El dolor psicognico

    :Podrc1 'UOf.7..Jt'r usted allem-l del do-C 'b' lor psicognico? Cmo es pOS1 ie qrte rtn

    dolor se loctllicc en un /ugm" del Clferpo y }1O en otro?

    Recordemos ante todo que el dolor psi-coonico no es un dolor pSquicc, sino un

    b I .' sufrimiento COl"pOfa J 11111111110 l.l,'ropongo

    Pero, [in,tlmen te, qll es pIles lo que se tr(llls[oTlna en dolores fsicos? Y Id resp1/esta es: algo (jite habria podido y (fue /;,lln'1 debidD el,u 111tcimiC'l1to ir l/JI dolor moral."

    FREUD

    Ogtdio:

    91

    tres orgenes posibles del dolor pSlcog-l1ICO.

    La primera de las causas psquicas capa-ces de prOVOC;1[ un padecimiento psicog-!lico supone la idea de un cllerpo dOlado de memoria. Recordemos lo que dec:1-mos al comienzo. Un dolor antiguo, in-tenso y experimentado en un punto del cuerpo, dej tales huellas en el incons-ciente que) mJS tarde, una excitacin in-terna o externa -una situacin de estrs, por ejemplo- podr suscitar un dolor dis-minuido en el mismo lugar o en otra zona del cuerpo. Este segundo dolor, recuerdo somtico de un dolor pasado, se presenta-d a los ojos del clnico como un sufri-miento fsico completamente real pero in-justificado.

    La segunda hiptesis del origen psqui-co se apoy;1 en la teora freudiana que con-sidera la conversin bistrictl como el sal-to de la psique a lo somtico. Una pulsin reprimida salta del terreno del incons-ciente al del cuerpo y se transforma en dolor somtico. Una emocin pasada! ya olvidada, pero que permaneci activJ en el inconsciente en cuanto pulsil1, se con-vierte, por ejemplo, en un dolor muscular inexplicado. Pero qu parte del cuerpo elegir la pulsin para manifestarse como sensacin dolorosa? O, 10 que sera lo mismo: en qu zona corporal se percibi-r el dolor? El dolor se localizar precisa-mente en la parte del cuerpo que alguna veZ fue alcanzada por una emocin per-turbadora e intensa, esa emocin que fue la forma de emerger momentnea de una

  • jJlllsin inconsciente. La zOlla c)rporal m:1rcac!;l por semejantc emocin perma-ncce, pucS 1 impresa en el inconsciulte ;1 1.1 l11al1era de una imagen.

    Tomcmos elc.iemplo de llnJ jovC'l hist-ricl que sufre de una conlranuJ'a en el muslo derecho. A lo largo de la cura, el t-rJpclItJ se cntera de que, poco ;lntes de quc aparecieran esos dolores, L: mujer cuichba a su padre enfermo y un (:;[a, sen-toda a la cabecera de la cama jurto a l, haba tomado tiernamente la cabeza del hombre y la haba apoyado sobre umus-lo derecho en un gesto carioso. En ese momento sinti un extrao reparD, n1ez-cla de vergenza y d~ placer incc 5tllOSO. Esta corta secuencia nos IllUestr:l clara-mente la aparicin imperiosa de una pul-sin incestuosa reprimid1 por e: pudor (represin) y vivida como 1lfl si'~uacin embarazosa. As, una emocin tan profun-eh quedar asociada a ese lugar prc ~i50 del cuerpo, el muslo derecho, lugar ckl deseo culpable de hoy, lugar de dolare" fsicos de mailana.

    i Qu pas? La pulsin incestucsa aflo-r primero a la conciencia com(J senti-miento de incomodidad. Luego re;orn al plano inconsciente llevndose consigo la imagen del muslo al ms cxactan~ente, la imagen tctil del contacto scnsu:J entre lo piel del muslo)' el cabello de padre. lVIs tarde, la pulsin reapareci con la forma de una contractura doloras;; locali-zada en el lugar mismo donde se apoy la cabeza del padre. La sensacin ergena y culpable de un da se transform, d~ pron-

    I'lgnlis:l

    ;;3

    to, en sensacin doloros1 sin razn apa-rente.

    j\ilicntras cs[e segundo oricrcn del dolur ..... b

    psicognico encuentra su explicacin en la transformacin de una pulsin en dolur inmotivado, la tercera causa psquica se refiere a otro modo de relaciones entre 1'lfl-sin.1' ClfC1PO.

    Retomemos el ejemplo de la joven v modifiqumoslo para ilustrar nuestra te1:-cera explicacin. Imaginemos que, en el momento en que la joven se siente in-cmoda al tener la cabeza de su padre apo-yada en la pierna, fortuitamente siente un calambre en el hombro. As pues, el senti-miento embarazoso, forma adoptada por la pulsin incestuosa para manifestarse, coincide con la aparicin de un dolor mus-cular a lo altura del hombro. Por tanto PD-demos decir que la pulsin encuentra por azar un dolor banal que se le agrega. A partir de entonces, este dolor J11l1s~cular incidental marca la pulsin y sus destinos quedarn unidos para siempre. Y, en nues-tro ejemplo, la pulsin marcada por el do-lor del hombro se transformar ms tarde en una sensacin dolorosa situada preci-samente en el hombro y sin motivo apa-rente. Es decir que una pulsin reprimida puede convenirse en cuerpo sufriente por-que hace tiempo fue mordida, "calada, por un antiguo dolor orgJnico l por insig-nificante que haya sido. Llamaremos a es-te tercer mecanismo impronta somtica sobre la pulsin. En otros trminos, un dolor trivial que aparece en un determi-nado lugar del cuerpo y esti asociado al

  • 1-:1_ r,\l!.\II( l'ISICl)

    surgimiento de una pulsin abri'l el ca-minu p,ua que dicha pulsin) [1' ;:1lana, resurja adquiriendo la forma de una sen-sacin dolorosa inexplicada en el mismo lugar del cuerpo.

    Si ahora queremos comp;uar el orinen histrico del dolor psicognico con ;ste otro origen que acabamos de dest;l';3.f, ha-remos la siguiente observ;lcin: mientr3.s lo caracterstico de b conversin histrica esre, contenido en la frmula freud.ana del '-

  • ~- .

    m

    EL nnLU11 F15CU

    lb del objeto :1grcsor como si fllCr1 un:l [0-toorafa con la form;l de Uf:a imagen mne-

    b ' , mnic;l de ese objeto. La renrescnt;lcin as formJela tiene dos partes: un continente imaginario, que es la imagen-recuerdo del objeto agresor, ms prec';;llllcnte de un detalle de ese objeto )1, per otra P;1rtC, b carga de encrg;l que da vic:a

  • scns;1cin sin conciencia)" pu:-a, simple y desconocil.L1, C0l110 dira 1Vlair e de Biran. sino un encadenJlllicllto c1esc)!1ocido d; eventos que da por resultado el dolor que siento hoy.

    ScgurJfl1Cl1re el dolor inconsciente slo existe en la ;1CLualidad concreta de mi dolor presente. Si queremos ser an 111

  • lor EL JllLUH FSJCl)

    p;ra el practiC1J1tC. Ser ms e aro. Si h rt-prcscnt;cin psfquicJ hubiese sido mantl'-Ililb J dist.1l1cia pero quedar 1 en el seno del sistema, el dolor corporal ,e explicara en -virtud de Un mecanismo eL conversin semejante al ele la histeria. El dolor sera, pues, el doble somtico de en elemento simblico 0, en otros trminos, la expre-sin somtica de la representacin del cuerpo herido. Siguiendo esta Jricntacin, consideraramos el dolor corporal como un sntoma histrico o hasta lj~garamos J la conclusin de que todo sufrimiento fsi-co, sea el que fuere, comporta ,lna parrc de histeria. Hasta podr;:mos enu neiar que la parre psquica que est en el o"igen de to-do dolor orgnico e.'ir sometida a las mis-mas leyes de la conversin his; rica.

    Si, por el contrario, seguinos la otra orientacin, que sostiene que la exclusin de la representacin del cuerp') lesionado es una exclusin radical del :,"0, asimila-ramos el mecanismo del dolO! corporal al de la forclusin, mecanismo e::pecfico de la psicosis. En este tlltimo ca';o debera-mos saCar otra conclusin: todo dolor f-sico obedece a las mismas lc:,.cs de pro-duccin que una alucinacin psictica.

    Finalmente, qu posicin dcb,mos adop-tar? No podramos detcrminTlo. Com-probamos, una vez ms, hasta g LI punto el dolor se nos escapa entre los dedos y se SUstrae J la raZn. Y hasta: qu punto se si-ta en el lmite, no slo entre el cuerpo y el alma, tambin entre lo histeria Ji la psicosis.

    Cuadro comparativo entre el dolor fsico y el dolor psquico

    I DOLOR DOLOR pSQUICO O FSICO DOLOR DE AMAR j I---~~:':::"'_-+-;-\.-P-L;I-d-'-d,-'-d-"-{ ,-c-,-,,-,,-,,-,_I-B:-.-::P-:-,,-:-'~d-,,-,~h-' ~1';-"-"-t'-1 I o Lo bn mi 1oc>. L':"b;n "ti 10,,1;- ~::'::::tO:I:,n::,~,po I

    liz;tJ;t en el cuerpo. Zal;t erroncamentc en '-l como al l)trn Il1js

    El dolor se vive err-neamente en el cuer-po, pero en re

  • Notas

    1. "Proyecto de una psicologa cientfica)), en Los orgenes del psicoanlisis, PUF, 1979. Al releer el "Proyecto n veremos que uno de los f;1Sgos ms sorprendentes de este texto fundador es su viva actu;didad, una actualidad confirmad; por algunas de las hiptesis ncurocicntricas recientes sobre el trayecto seguido por clmensaje del dolor.

    2. El yo "ive el cuerpo como una periferia a veces externa (piel) mucosas), a veces interna (en el caso de los rganos). Para ilustrar la relacin entre el yo y el cuerpo, podemos imaginar al yo como si estuviera situado en el cenrro de un espacio rodeado por una cinta de Mocbius. ESla cinta circular representara el cuerpo percibido por d yo como un borde que en un momento ofrece su lado externo (sensaciones visuales, t~cties, etctera) y en otro su costado interno (sensaciones internas propiopercep-tivas).

    3. Para dar mayor cbridad a mi demostracin preficro em-pIcar indistintamcnte las expresiones '

  • J04

    br lL: L1s llCUrOn,lS de] recundo que,;11 haber qucd:do sensibi-lii'~ad,ls como consecllcllci:t de pasos sucesivos de CIV rga (aper~ tUL! de una brech:t), CSLll1 sometiebs J. la regulacin de su exci-t;bilidacl y al control elL-la call1iebcl ele energa que ercierran. El .vo es el nombre de Ull; instancia reguladorJ. de b e: citabiliehd de L1s neuronas dtl lTcucrdo y de las carga:; que las i;lVisrcn.

    6. Los neurocitntficos n(1 vacilan en suponer, ;:omo hizo Frcud, qut.' el homhre cunocera tI dolor en virtud di: una lejana mcmoria dt la especie. Damasio declara qllt b sens;lcin llolo-rO$;l obedect a "l1ltcanis!llos neurol1:1les innatos", ti lnsmiticlos por mcns

  • Ftcud)' Lacan rt7riJ vez liban/aran el lema del dolor)' nllJI-ca le dedicaron /In eSlfIdio exclusivo. Llis citas siguientes fuc-1'011 tonlildas de pasajes mff)' vreves diseminados en el conjun-lo de la obra de estos autores.

    El dudo de cada ajJartado, as como los comentarios ('11 cursiva que presentan cada extracto,

    pertenecen a j.-D. N(/sio,

    El dolor fsico

    Frelld considera qlle el dolor jfsico es el resultado de la irrupcin ,[.n'olenta de grmules cantidades de energa que alcanzan al corazn mismo del yo, donde se sitlan las nell-ronas del n,'cuerdo, es deciJ~ en el ni'Uel del inconsciente, El dolor en el cuerpo se inscribe en el inconsciente,

    "Es posible que el sentimiento especfico penoso que acompaila ;11 dolor .fsico provenga de una ruptura parcial de la barrera de proteccin, AS, excitaciones proceden-tes de esta regin perifrica afluyen continuamente hacia el aparato psquico centrab I Frelld

    El dolor consiste en una irrupcin de grandes cantida-des de energa [provenientes del exterior] en las neuro-nas del recuerdo.))" Frclfd

  • .

    lOS

    "El dolor pone en marcha el sistema [de percc:cin ex-tern;] )' el sistema ele neuronaS del recuerdo; nin:_:n Ob5-dculo entorpece su tL1nsmisin. Lo consideramc s el ms imperioso de todos los procesos,' Frflld

    Frelld defille el dolor fsico como IIlIa irmpcilI masiva de cncr8i1 en el )'0 que, como lUZ enamoramiento sf,~i[o, Slf-prime todas hu resistencias l' (r!c{/nza el J'l1clco de 1,15 nCll-mlws del rec/lerdo, dOllde ceja 511 hllella,

    "La cantielad ele energa externa produce la ::pertura de una senda y es un hecho que el dolor, a su p'so, deja brechas abierras en Lts neuronas dcl recuerdo, C:)ITIO un flechazo amoroso.4 Frcud

    El dolor fsico signilzca una desbaralmnielllo grm'c del yo J' la parlisis del priJlCipio de place); gllardi" de 7/lIestro equilibrio psquico, El dolor expres" algo 'lile est ms all del l' 1'''1 Clj,,'o de placer, Conmociona al )'0 pero n, lo des-[rU)'E.

    "Un suceso, por ejcmplo un traumatismo exterior, pro-ducir siempre una gran perturbacin en la ee onoma energtica del organismo y pondr cn marcha tcdos los medios de defensa, Pero el primero que quedar lucra de combate ser el principio de pJacer.))c, Freud

    El dolor es una seudopulsin

    En las pocas ocasiones en que FrClfd defini el dclar fsi-cO J lo compar con la pu/sin. La agresin externa vanor-mal que provoca dolor evoca la agresin interna J' ;lonnal de la plllsin, En los dos casos, la excitacin e5 co:stanle,

    "Tampoco del dolor sabemos gran Cosa, El nico conte-nido cierto est:i dado por el hecho de que el dolor [fsico] 1 ",] aparcce cuando un estmulo que aLlca en h Fcriferia ":1;"'1\

  • ....

    l/O

    El placer y el displacer expresan el ritmo pdsional. El dolor, en cambio -tal como lo hemos defirido- es una ruptura de ese -itIllO

    DlI7"mlle ml(cho tiempo) Frclfd consider el Ilacer y el dis-placer como las expresiones c/fiditrl'vas de ;fJ1a dismiJlli-cin o /(71 t1iill7Cnto de la tcnsiJI-psquica. En 1924, despus de babe?- e'cnfi"cado que existen bajadas de tensin desa-grtdablcs y suuidas de tensin placenteras, clmbi de cri-terio. Desde entonces, las sensaciones de pla e- J' displacer cOiTe!Jpondern no )lIt a la intensidad de las l::J1s/ones, sino al ritrno de las variaciones tel1sionalcs. Esta JUleVd manera q/le M/opta Fre/ld para entender el placeri el displacer -que, sin embargo, 110 desarroll- HOS incit a dcfini1- eL dolor como /fna fuptlf)'{1 de! ritnzo jJ,,!sional ya distinguir-lo del displace)'.

    (,[ ... ] l-Iay tensiones marcadas de placer y distensiones desagradables [ ... ]. De modo que el placer "o el displacer no pueden atribuirse al acrecentamiento y 1:;; disminucin de una cantidad que llamamos tensin de c.>tmulo. [ ... ] Parece que no dependen de ese factor cuantiutivo, sino de un carcter [ ... ] cualitJtivo. 'Tal veZ sea el ritmo, el fluir temporal en las modificaciones, o los aumentos y dismi-nuciones de la cantidad de estmulo; no lo sabemos. ;,' Frcud

    "Probablemente, el displacer o el placer "O dependan del grado absoluto de ! Frcud

    El antiguo dolor traumtico hizo qlfe las neuronaS del re-clferdo sc volviesen tan sensibles quc la menor estilJ1Jfla-ci}] interna las reactiva l' hace aparecer un nuevo dolor. FrclId llama ,(afecto.>' a ~5te nuevo dolor JI ,(apertura de Jli1t7 brechtP\ al fenmeno de sensibilizacin de 1,1s neuro-nas.

    "El dolor pasa por rodas las vas abiertas. [ ... ] El dolor deja a su paso brechas permanentes abiertas en las neuro-

    n~lS del recuerdo, comO un flechazo ~lmoroso.) : Fn:ud

    Como todo arecto, 1m dolor experimentado eS el rcwerda de U?l dolor anle01:

    "El afecto no es ms que la reminiscencia de Ulla expe-ricnci'l.)) H Frcud

    [Los afectos seran] reproducciones de acontccimien-toS antiguos, de importancia vital, evcntualmente anterio-res al individuo." Frcud

    "Los a[ecros en general [ ... .1 se incorporan a la vic'" del ;lIma como precipitados de experiencias muy antiguas vi-vidas de manera traumtica, que Juego se evocan en situa-ciones similares como smbolos mnemnicos .. '>''-' Frclfc!

    Todo dolor es el recuerdo de un dolor antiguo y toda prdida es la reproduccin de una primera prdida ya olvidada

    Virmos adquiriendo la ci1pacidad de representarnos una le-sin corpor,,1 a medida que suFimos direrentes prdidm en r,)gnli;';1

  • J12 El IJtlLU1( F1SIC:O

    la inf.lncltt: el Jlacimiento) el destete o la defec:'cin, Estas prueas enseiian ~d niJlo que le pueden Ia!ttlr las COSaS esenciales. Cuando el 'lJarn llega a repreSeJllane la prdi-da del pene) aptnece Id angltstia de la prdida, (, ue conoce-mos con el norrzbrc de "angustia de cast'racin)-'

    ((.El niiio adquiere la representacin de un daj"',o l1;1rc5i8-ta por prdida corporal desde el momento en que pierde el pecho materno despus de haber mamado, de"de elmo-mento en que desprende cotidianJ1l1ente las heces y aUn desde la separacin del ventre materno en el momento del nacimiento. Sin emb;1rgo, no se deberi;1 habhr ck un con1-piejo de castracin sino a partir del momento en que esa representacin ele una prdida se refiere al rgano genital masculino,:) I~ Freltd

    (( Llega un momento en que el nii1o, tan orgullC50 de po-seer un pene, tiene ante sus ojos la zona genit;] ele una niila y necesita convencerse de que a un ser tan parecido :J l le Falte el pene. As, para l se vuelve representable lo prdida de su propio pene." u. Frmd

    El dolor inconsciente

    Freud defini el dolor inconsciente como 1f71 cslab,')n inter-medio entre 1/11a percepcin externa JI Ot/'tl intl.'i"nt1, Lr /mella que dej un da/ar pas"da en el inconscien:e puede COJlVC7-tirse en una excitacin interna capaz de de~'e71cadellar otro dolOl: El dolor pasado fue provocado por ,:l1a per-cepcin externa, nzicntras que lo que despierta e,! nUC1)O dolor es Una percepcin interna.

    "Del mismo modo que las tensiones producidas por las necesidades, el dolor, ese eslabn intermecli entre la per-cepcin interna y la percepcin externa, que se comporta como llJ1a percepcin intcrnJ -aun cuando tenga S~l fuen-te en el mundo exterior-, puede permanecer iguJ :mcnte

    inconsciente.))~' Frclfd ) gnli,.,;

    El dolor corporal halla su explicacin en la sobreinvestidura de la representacin mental de la f13rte herida del cuerpo

    /1]

    [El dolm fsico] tambin se cxpliGl en virtud de la con-centracin -de la investidura en IJ represelllacin psquicl del lugar dolorido del cuerpo. Ahora bien, la analoga que permiti la trallSferencia de la sensacin de dolor a la esfe-ra anmica parece residir precisamente en este punto.~" Frelld

    El dolor fsico es un exceso de amor por el organo lesionado en detrimento de los otros objetos de amor

    As es C01]10 reacciona el yo al trauma qlfe sigue a /[Jla efraccin de {os tejidos protectores: reZ:ine todas {as fuerzas de que dispone )', pagando el precio de debilitane, f,u con-centra (contracargas) en un solo punto, el de la herida; ms exacttZmellte, en e{ plinto de la Tepresentan psqJfica de la herida.

    y qu reaccn [del yo] contra esta irrupcin pode-mos esperar? [El yo] apelo a todas las cargas de energa existentes en el organismo a fin de constituir un;t carg

  • ..

    ll-l El DUI PR rslcu

    "L, persona que sufre un dolO?' orgnico r ... ] abandollJ su inters por L1S cusas del mundo exterior por :uanto s-ras no tienen relacin con su sufrimiento, [.,.: J\c!cm;ls, rctiLl su inter0s libidinal de los objctos de ame'!' quc dCj,l de alllar durante tudo el tiempo que sufrc.;> rr::lfd

    El dolor fortna nuestro yo y nos ensea a des,:ubrir nuestro cuerpo

    Cut/lulo sentimos dolor, nos representmnos el cferpo y, al h'7ccrlo) constituimos nuestro yo, pues el yo IZtl(f: de todas 1.:1S percepciones sensoriales y de h/.s reJTeSellttlcinles qJfe se formall en el psirlfismo.

    "El propio cucrpo y, antc todo, su superficie ,:10 piel] es un lugar de donde pueden provenir simultneamente per-cepciones externas e internas. El dolor [ ... ] p:"recc tener una parte en esto. [ ... ] Uno adquiere un nue,'o conoci-miento de sus rganos)' llega a representarse su propIO Cllcrpo.):; Frcud

    Elyo es IfIla SlIpCljlcic doble: la imagen 117ell/d de la 5/1-pCljicie del c/lapo )' la 5/1pelficic perceptiva a el aparato psqUICO,

    "El )'0, finalmente, se deduce de sensaciones corporales [entre ellas, el dolor], principalmente de las qu" tienen su fuente en la superficie del cuerpo. [el yo] puede, pues, considerarse como UllJ proyeccin mental de lZi superficie del cuerpo v adems [ ... ] representa la superficie del apa-rato [psquico].'" 1're/l'/

    El dolor psicognico

    El dolor psicognico es aqu la expresin so}]uit;ca de una mIsin masoquista y reprimida; en lugar de lI:la plflsin n7t1Soqflist:1, aparece un d%rfisico sin Ct1!fsa or:/nica qlfe

    //5

    lo jllstifiqlfe. Si /d repn:sin no hubiese detenido el tl'l-'iIllCr de la plf!sin J stt1 se habra expresado plenmnellte C0l/70 un dolor mm-id

    Pero, finJlmcllte, qu es lo que se transforma en du-lOTes f{sicos? Y la prudente respuesta es: algo que habra podido y que habra debido ehr nacimiento a un dolor moral." Frclld

    El mcclnislllo [generador de un dolor histrico] es 1;1 conversin, es decir que, en el lugar de los dolores morales evitados, sobrevienen dolores flsicos.)~:; Frcl-ld

    El dolorj/sico puede ser JI}] sntonul j es dcci1~ la sdtisfaccin slfstitutiV7 de una plllsin reprimida.

    "Tomemos como ejemplo el dolor de cabeza o los dolo-res lumbares histricos. El anlisis nos muestra que, mc-diante la condcnsacin y el desplazamicnto, esos dolores han llegado a ser una satisfaccin sustitutiva de toeb un;l serie ele fantasas o de recuerdos libidinales."l' Fre/ld

    Dolor y goce

    Para LacmI, el dolorfsico es la figura ms pUhl del goce.

    [ ... ] pues lo que yo llamo goce, en el sentido en que el cuerpo se siente a s mismo, es siempre del orden de 1;1 tensin, de lJ activacin, de la dcfensa, hasta de b h;1zaa. Indiscutiblemente, hay goce en el nivel donde comienza J aparecer el dolor y sabemos que slo en ese nivel elel dolor se puedc experimcntar toda una dimensin del orgJnisl11o quc, de otro modo, queda velada.": Laca]]

    ognli'>:l

  • ....

    N atas de los extractos

    1. "Au-clcJa clu principe de plaisir, en Essais de pSYc/hIJla/y-se, Payor, 1971, pg. 37.

    2. Esquissc d'une psychologie scicntifique;}, en LI1 Nais-sanee de la ps)'chanalyse, PUF, ]1.)91, pg. 326.

    3. 1bid. 4. 1bid., pg. 327. 5. "Au-dela du principe de plaisirJ', op. cit., pg. 37. 6. Inhibtion, sympromc el angolsseJ', a!.Jfvrcs completcs,

    PUF, lOmo XVII, 1992, p;'ig. 285. 7. "Au-dela du princjpc de plaisip>, op. cit., p;.g. 37. 8. ,

  • 118

    21. "i\u-clelJ c/u principc de pbisir,,~ op. cit., pg. ,i7. 7, "lnhibirioll, symptollll' tI ~1Jlgoissc}', op. cit., p,ig. 285. :23. ,Pour inrroduire le l1arcissisll1c->" en La \fi' se:c'icllc, PUf,

    1981, p,lgs. 8S-89. 11, "Le [vIoi el le (:'P" op. cit., p;ig. 238. 2.5. fL'id. :::6. /;id. 27. {[{lIles Slfr I'byslrie, PUF, 1990, p;g. 132. 28. lbd. 29. ]lllrod"c!iol1 { fa ps)'chawd)'sc, Payor, 1961, p:ig. 368. 30, .(Psychan~dyse el mclecillc), en Letlrr:s de !'-':colc frcll-

    dicl1nc, n.O 1, '1966 o tambin en Le Bloc-Notes de la ps),cba-1117/YSC, 1987, n.o 7, p;.gs.14-25.

    Agradecemos a Jos editores de cada obra citad8 de Freud y LaCi111 habernos permitido su inclusin en esta); pginas.

    Freud, s.

    Seleccin bibliogrfica sobre El dolor fsico

    "Esquissc d'U!lC psychologic scicmifiquc\), en Lr N,llSSmlCe de la psychanlysc, PUF, 1991, p'gs. 326-327, 338-339, 350 l' 352.

    L'Jlllerprlatioll des rc'

  • ....

    no

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