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Consejo Editorial /Eugenio Suárez PérezJorge Luis Aneiros AlonsoBelkys Duménigo GarcíaIleana Guzmán CruzRolando Dávila RodríguezAida Soto-Navarro González

Edición y corrección /Belkys Duménigo García

Diseño y realización /Aida Soto-Navarro González

ISSN 2306-7101RNPS 2335

© Sobre la presente edición:Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2014

Estimado lector, le agradecemos que nos haga llegar su opinión acerca de este boletín. Si posee información importante relacionada con su contenido, o comprueba la existencia de errores u omisión de datos fundamentales puede comunicarnos.

Calle 8, no. 210, e/ Línea y 11, Vedado,La Habana, Cuba.Telf.: (537) 832 9149 / 855 5258 / 836 8846 Correo: [email protected]

Editorial / 3

artículosHace 60 años: Un canto de guerra contra Fulgencio Batista / 4 Primer plan de atentado contra la vida de Fidel / 6Fidel se hace cargo del gobierno revolucionario / 8Primera reunión oficial de la dirigencia revolucionaria / 16

MEMorias dE liborioDe todo como en botica: Agustín Lavastida / 19

PErlas dE fEbrEro En rEvoluciónpor Eugenio Suárez Pérez y Acela Caner Román / 21

EfEMéridEs dEl MEsFebrero por Rolando Dávila / 30

docuMEnto dE archivoCarta de Celia Sánchez Manduley / 32

inforMacionEsDos momentos de homenaje / 33Evento preparatorio del XXI Congreso Nacional de Historia / 33Cátedra Celia Sánchez Manduley: una sesión con los protagonistas / 33

Boletín Oficina de Asuntos Históricos / 3

Editorial

Esta edición le propone un grupo de artículos de mucho interés histórico. El pri-mero de ellos es un fragmento del libro La prisión fecunda, del Dr. Mario Mencía, que trata sobre la respuesta que le dieron a Fulgencio Batista los moncadistas que cumplían prisión en el Presidio Modelo de Isla de Pinos, cuando este visitó el lugar el 12 de febrero de 1954.

Otros tres trabajos recuerdan, en este orden, el primer intento de atentado al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz; la asunción de este al cargo de primer minis-tro; y la primera reunión de la dirigencia revolucionaria.

Dan continuidad las Perlas en Revolución exponiendo algunos de los principales acontecimientos que ocurrieron en Cuba en febrero de 1959. Están presente tam-bién las efemérides y las Memoria de Liborio o galería de los asesinos que sostenían al régimen batistiano; esta vez haremos referencia al tristemente célebre Agustín Lavastida.

Complementa el boletín un documento histórico de la compañera Celia Sán-chez Manduley, en el que deja ver su insistencia y constante preocupación por la recuperación de todos los documentos relacionados con la Revolución.

Por último, usted puede conocer sobre varias actividades internas realizadas por nuestra Oficina en enero.

Queremos destacar que el próximo mayo este boletín cumplirá su tercer ani-versario y es interés de quienes lo concebimos conocer los criterios de sus lecto-res con un solo objetivo: mejorar el contenido y su edición. Coincidentemente en mayo, el día 4, la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado cumple su medio siglo de existencia, aniversario que dedicaremos a su fundadora y forjadora Celia Sánchez Manduley.

Consejo Editorial

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Almeida, que encaramado a una ventana vi-gilaba el momento preciso en que Batista fue-ra a salir una vez terminada la aspavientosa ceremonia, por fin dijo “¡Ahora!”, y veintiséis voces al unísono, con la fuerza acumulada de la rebeldía toda de un pueblo, matizaron de hidalguía aquella mañana del 12 de febrero de 1954 con la desafiante letra y música de un himno de combate que después recorrería el mundo entero: la Marcha del 26 de Julio.

Quizás nunca canto de guerra alguno tuvo reposición de coraje en circunstancia similar; frente a frente, la voz primera en la vanguar-dia de una revolución temporalmente en-carcelada abofeteaba el rostro de un tirano opresor. […]

Se dice que al oír las voces de aquel coro Batista sonrió, quizás imaginando algún gesto de halago adicional por parte de la dirección del Reclusorio. Pero, a medida que fue presta-do atención y captó claramente la letra se le demudó el rostro. La sonrisa desapareció en-tre los labios fuertemente apretados, que sólo se abrieron para indagar quiénes eran los que cantaban, antes de salir intempestivamente seguido por su entonces enfurecida corte.

“¡Los mato! ¡Los mato!”, se oyó vociferar en el pabellón al descompuesto Pistolita. Pero de ahí no pasó en ese momento la nueva ex-hibición de guapería.

Ni la engolada voz de un politiquero local que le hizo entrega al “General” de un diplo-ma declarándolo “hijo adoptivo y predilecto”, ni los manjares y licores del banquete que le fue ofrecido por un terrateniente local, fueron suficientes remedios para borrar las huellas de disgusto en la cara del tirano, que horas

Boletín Oficina de Asuntos Históricos / 4

artículos

El dictador Fulgencio Batista visita el Presidio Mo-delo, donde se encontraban, cumpliendo prisión los revolucionarios que habían atacado dos cuarteles el 26 de julio de 1953. Era el 12 de febrero de 1954.

Tras los dos últimos pabellones del presidio de Isla de Pinos con tres naves divididas en tres secciones cada una; un almacén de ma-teriales y los talleres de zapatería, sastrería, herrería, mecánica, reparaciones, carpintería, mosaicos e imprenta; en la del centro, separa-da por el ancho de la calle de circunvalación del penal, la planta eléctrica, a menos de 20 me-tros del salón donde se hallaban encarcela-dos los moncadistas.

El cabo Ramos, a quien apodaban Pistolita por sus bufonescas poses provocativas, llegó muy temprano para anunciarles que esa ma-ñana no les estaría permitido salir al patio, que debían permanecer en la galera dormito-rio todo el tiempo.

Las desusuales medidas de seguridad y los ruidos que comenzaron a percibir desde el exterior le llamaron la atención. Uno de ellos, sobre los hombros de otro, pudo ver ha-cia afuera a través de una de aquellas nueve altas ventanas enrejadas. Allí, presente en el acto de instalación de un nuevo equipo para la planta eléctrica, y en medio de una cla-que retórica de cortesanos gestos y risibles entorchados sin gloria, acababa de llegar…, Fulgencio Batista.Corrió la noticia dentro del dormitorio. Con los largos pasos que ya le caracterizaban el gesto pensativo, Fidel dio unas vueltas, se detuvo de pronto y los llamo a todos. Se agruparon junto a él y, tras breve discusión, se aceptó unánimemente la idea.

Hace 60 años: Un canto de guerra contra Fulgencio Batista(Tomado del libro de Mario Mencía, La prisión fecunda, Editora Política, La Habana, 1980).

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después, para su regreso a Batabanó, retoma-ba aquel sábado el lujoso yate escoltado por unidades de la Marina de Guerra en que ha-bía llegado esa mañana Nueva Gerona.

En la prisión, el resto del día transcurrió tenso para los moncadistas, pues se espera-ba alguna represalia. Igual ocurrió durante la mañana del siguiente día, hasta después del almuerzo en que llegó el teniente Perico y leyó de un listado: “Ramiro Valdés, Oscar Al-calde, Ernesto Tisol, Israel Tápanes”. […]

A un costado del pabellón uno (hospital), el pabellón dos (de los enfermos mentales) con sus once celdas individuales de castigo: verdaderos nichos cuboidales de dos metros de largo por uno de ancho y uno y medio de alto, donde permanecer de pie era solo estar encorvado; hermética plancha de metal por puerta con una abertura hacia el piso al tama-ño exacto del plato para el cotidiano sanco-cho; inmunda litera de metal oxidado, desnu-do, plegable a la pared; pestilente hueco para orinar y excrementos en el suelo permanen-temente húmedo y cubierto de mugre; trán-sito de alimañas y asquerosos bichos en com-petencia sin ganador contra la trova figura de Cebolla, un cretino condenado a más de cien años por asesinatos cometidos fuera y dentro del penal, mayor (jefe) de aquel pabellón-pesadilla, galera-infierno donde dormir era posible de no oír los alaridos de los demen-tes bajo la única prescripción de cántaros de agua fría y bestiales golpes.

Allí fueron encerrados Ramiro, Oscar, Ernes-to e Israel. […]

Al siguiente día, lunes, fue llamado Agustín Díaz Cartaya y llevado también al pabellón de enfermos mentales.

– Ellos me dijeron, recuerda Cartaya: Así que tú eres el autor de la mierda esa. Bueno, pues ahora tienes que cantárnosla a nosotros.” En ese momento estaba Montesinos, estaba Peri-co y Cebolla. Me negué, desde luego, y Cebolla me dijo: “¿Así que tú eres guapo?” y se me acer-ca. En la cárcel yo era sumamente agresivo y le respondí “Oye, si te acercas voy a tirar.” Cebolla se echó para atrás. Pero después de la media-noche regresaron Montesinos, Perico y Cebolla acompañados del sargento Rojas y dos núme-ros más. Eran seis en total.

– Abrieron la celda, continúa relatando Díaz Cartaya, y me cayeron arriba. Me desnudaron dándome trompones, patadas y con “bichos de buey”.

Allí, sobre el piso de la celda número nueve fue dejado herido y sin conocimiento el au-tor de la Marcha en la madrugada del 15 de febrero.

Quince días allí, en aquellas celdas, Rami-ro Valdés, Oscar Alcalde, Ernesto Tizol, Israel Tápanes y Agustín Díaz Cartaya.

Mientras tanto, a sus demás compañeros les habían quitado el aparato de radio que tenían en el pabellón. No les llevaban los pe-riódicos ni les permitían comunicarse con el exterior. Le prohibieron la visita y nada sabían tampoco de Fidel.

El castigo a Fidel se inició con su aislamien-to total, en solitario, en una celda hacia la iz-quierda, a la entrada del pabellón-hospital. oah

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El 1ro. de febrero de 1959, una granada estalla en medio de una procesión que ha salido a pie desde Santiago de Cuba para rendir tributo a la virgen de la Caridad del Cobre en su santuario.

El lunes 2 se conocieron nuevos detalles de la explosión ocurrida en El Cobre. El suceso, trágico por sí mismo, ganó dimensión política cuando se supo que no se trataba de un accidente desgracia-do, semilla de muerte sembrada en los campos de batalla, sino advertencia de un peligroso complot contrarrevolucionario.

Fue una granada y no una mina terrestre la que provocó el estadillo. Un soldado del ejér-cito regular, José Duany Cobas, fue detenido, confesando en una conferencia de prensa la existencia de un plan destinado a dar muer-te a Fidel Castro y a derrocar el gobierno. A esos fines se había mezclado con los peregri-nos que se dirigían al santuario, acechando la ocasión para atacar un carro patrullero y apo-derarse de las armas. En esa oportunidad se le cayó el mortífero artefacto, produciéndose la catástrofe.

Complicados en la intentona aparecían otros miembros de las fuerzas armadas: Juan Alber-to Rivera, Miguel Vázquez, Jorge López, otro de apellido González y varios más. En su mayoría eran jóvenes alistados –“bocaditos”– que ha-bían combatido a los rebeldes en el frente de Guantánamo y Yateras. El proyecto contem-plaba el asesinar al Comandante en Jefe, apro-vechando su visita a Oriente y el inicio de una guerra de guerrillas en la Sierra Maestra.

A simple vista, el movimiento subversivo parecía una locura. Empero, afloraban otras circunstancias sospechosas capaces de in-quietar a la ciudadanía. En Jiguaní fue dete-nido el norteamericano Alan Robert Nye, de

treinta y un años, piloto civil y residente en Coral Gables, Florida. Vestía pantalón kaki y viajaba en un jeep, donde se ocultaba un rifle de mira telescópica, un revólver calibre 38 y abundante parque.

Según las actuaciones, Robert Nye llegó al país en una avioneta que aterrizó en las cerca-nías de Bayamo. Expresó que tenía el propósi-to de unirse a los rebeldes para ofrecerles sus servicios como piloto. En esos trajines le sor-prendió la caída de la dictadura. De momento no había constancia de cuáles fueron sus co-nexiones previas ni por cuáles vías pretendía incorporarse a las fuerzas de Fidel.

A juicio de las autoridades, el detenido, soldado de fortuna, abrigaba la intención de atentar contra la vida del caudillo revolucio-nario, a cambio de una recompensa de diez mil dólares. Resultaba significativo que se hu-biera encerrado en un terco silencio, rehusan-do, inclusive, hablar con el cónsul de su pro-pio país. Precisaba determinar si había alguna relación entre la granada de El Cobre y el rifle de mira telescópica de Alan Robert.1

Por informes que se encuentran en poder de las autoridades revolucionarias se pre-sume que Alan Robert ha mentido en sus manifestaciones ya que según datos obte-nidos, el propósito de este norteamericano era el de asesinar al líder rebelde doctor Fi-del Castro, cuando este cruzara por Bayamo o Santiago de Cuba en su viaje de regreso a La Habana. Asimismo, se determinó que Alan recibió la suma de 10 mil pesos para perpetrar el asesinato, por personas hasta el presente no identificadas.2

1 “Sección En Cuba”, Bohemia, (6): 90, La Habana, 8 de febrero de 1959.

2 Revolución: 11, La Habana, 3 de febrero de 1959.

Primer plan de atentado contra la vida de Fidel(Tomado del libro de Eugenio Suárez Pérez y Acela Caner: Fidel: en el año de la liberación, t. 1, enero-marzo de 1959. Editorial Verde Olivo, 2008).

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Días después, el periódico Revolución amplía la información.

El norteamericano Alan Robert Nye, que hace algunos días fue detenido al presumirse que quería atentar contra la vida del líder máximo de la Revolución, al ser interrogado hizo im-portantes declaraciones.

Declaró que es natural de Chicago y llegó a La Ha bana procedente de Miami con un plan que le había propuesto el ex dictador Batis-ta, por mediación de un cubano residente en Miami, nombrado Daniel Vázquez, que había sido acusado por el Movimiento 26 de Julio como traidor, conectándolo telefónicamente con el ex dictador quien lo puso en comuni-cación con el brigadier Carlos Tabernilla y con Orlando Piedra.

Al llegar a La Habana el día 12 de noviem-bre de 1958, comenzó las gestiones para in-gresar en el Ejército Rebelde, hospedándose en el hotel Comodoro, del día 1 al 19 de di-ciembre, con todos los gastos pagados por el brigadier Tabernilla y Orlando Piedra, utilizan-do el nombre de George R. Collins.

El día 19 se trasladó en el avión 231A de las fuerzas aéreas hasta Bayamo, con el pro-pósito de gestionar su ingreso en el Ejército Rebelde para llevar a cabo el asesinato del doctor Castro. El día 20 salió de Bayamo en dirección a la Sierra, pero fue capturado por dos soldados del Ejército Rebelde que proce-dieron a desarmarlo.

Continuó relatando el norteamericano Nye que recibió la oferta de cien mil pesos del bri-gadier Tabernilla si lograba la muerte del líder del Movimiento 26 de Julio, doctor Fidel Cas-tro, debiendo pasar a recoger el dinero una vez consumado el hecho en su casa situada en la calle 84 esquina a 19, en el reparto Mi-ramar.3

3 Revolución: 15, La Habana, 5 de febrero de 1959.

El libro La guerra secreta: Acción Ejecutiva, del general de brigada Fabián Escalante Font, recoge más informaciones sobre este primer plan fragua-do después del triunfo revolucionario para asesinar a Fidel Castro.

[…] Alan Robert Nye había sido reclutado desde hacía varios meses por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) para penetrar a los grupos de cubanos emigrados que conspira-ban contra la dictadura de Fulgencio Batista. Piloto de la Armada, había sido aparentemen-te expulsado de ese cuerpo, después de que el jefe de su base recibió una denuncia anóni-ma, donde lo acusaban de conspirar con los exiliados cubanos para lanzar ataques aéreos contra objetivos militares en Cuba.

En realidad, fue un plan cuidadoso del Buró Federal de Investigaciones para brindarle una sólida carta de presentación ante los medios emigrados cubanos que combatían a la dicta-dura batistiana. [

[…] En abril [de 1959], Alan Robert Nye fue sancionado por los tribunales revolucionarios y expulsado del país, para lo cual fue entrega-do a la embajada de los Estados Unidos. Así terminó el primer proyecto criminal contra la vida de Fidel Castro en el que participó una agencia del gobierno de los Estados Unidos, el Buró Federal de Investigaciones, en compli-cidad con la policía de la dictadura de Fulgen-cio Batista.4

4 Fabián Escalante Font: La guerra secreta: Acción Ejecutiva, pp. 2, 7.

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Fidel, ¡tienes que asumir la dirección del gobierno!

La crisis interna en el Gobierno Revolucionario se intensifica sin que se vislumbre una solución. Se necesita una dirección de verdadero prestigio y arraigo popular. El ala más revolucionaria del Con-sejo de Ministros llega a la conclusión de que Fidel Castro es la figura indicada para hacerse cargo del gobierno, como primer ministro.

La medianoche del 12 de febrero de 1959, Enri-que Oltuski, ministro de Comunicaciones, mira su reloj.

[...] Estábamos reunidos desde las dos de la tarde. Igual que el día anterior. Igual que los días anteriores. Discusiones interminables. Resultados: escasos.

El Consejo de Ministros no funcionaba. En la punta de la mesa presidía Urrutia. Era un radical en todo lo que tuviera que ver con el delito, con los criminales de la dictadura, con el juego, pero un conservador en cuanto a los cambios sociales y políticos.

Miró Cardona era el primer ministro. Lo único que le interesaba era poner en crisis a Urrutia para sustituirlo como presidente. Era obsesivo con esa idea. Era la gran ambición de su vida. Para ello trataba de estar bien con unos y con otros. Hablaba mal de Urrutia a sus espaldas y decía que era un incapaz.

Rufo López Fresquet, el ministro de Hacien-da, era el representante de la reacción. Como manejaba los fondos del Estado se dedicaba, con el pretexto de no malgastar el dinero, a fre-nar toda idea progresista.

Agramonte, el ministro de Relaciones Ex-teriores, era la imagen de lo inocuo, le decían “masa boba”. Estaba el grupo de ministros que proveníamos de las filas revolucionarias. Las

ideas no estaban claras para nosotros, actuá-bamos “individualmente”, no había un líder en el Consejo que coordinara nuestras acciones. Cundía el malestar entre nosotros. Faustino, Armando, Julio Camacho, Luis Buch, yo, que habíamos estado más unidos durante la insu-rrección, nos preguntábamos qué hacer.

Volví a mirar el reloj: la una de la madru-gada. Afortunadamente el Consejo tocaba a su fin. Mientras recogíamos nuestros papeles nos miramos a las caras, nuestros ojos refleja-ron el entendimiento.

– Esto no da más –dijo Faustino.– ¡Vamos! –dijimos todos y salimos a la calle.Luis Buch, como ministro de la Presidencia,

tuvo que quedarse, a él le tocaba ordenar lo tratado durante el Consejo y redactar la nota de prensa. Los demás tomamos nuestros au-tomóviles y nos dirigimos al hotel Habana Hil-ton, lugar que Fidel utilizaba frecuentemente para efectuar encuentros y desarrollar activi-dades.

Eran casi las dos de la madrugada cuando localizamos a Fidel en uno de los pasillos del hotel. Había un hervidero de gente en el lo-bby y en varios pisos. Soldados rebeldes, di-rigentes obreros, jefes del 26 de Julio y otras organizaciones formaban grupos en los que se discutía todo tipo de problemas. Si bien el gobierno que estaba en el poder era nominal-mente el de Urrutia, y Fidel era el jefe de las fuerzas armadas, no se podía hacer una clara distinción entre el gobierno y el Movimiento 26 de Julio. En el Consejo se sentaban minis-tros que provenían de nuestras filas. Todo el mundo sabía que el poder estaba donde es-taba Fidel y continuamente se dirigían a él en busca de orientación, a veces de decisiones, colocándolo en una situación compleja en la

Fidel se hace cargo del gobierno revolucionario(Tomado del libro de Eugenio Suárez Pérez y Acela Caner: Fidel: en el año de la liberación, t. 1, enero-marzo de 1959, Editorial Verde Olivo, La Habana, 2008).

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que por un lado se trataba de un gobierno que no era el suyo, y por otro, cualquier deci-sión afectaba la Revolución, que sí era suya. El corazón y el cerebro de la Revolución estaban aquí y no en el Palacio Presidencial. Fidel no conocía el descanso.

– ¿Pero qué hacen ustedes aquí? –nos pre-guntó al vernos.

– Queremos hablar contigo –dijo Faustino.– ¿Qué pasa? –insistió Fidel.– No podemos más –volvió a hablar Faus-

tino–. El Consejo de Ministros no funciona. Lo único que hacemos es hablar horas inter-minables. Juegan muchos intereses y no hay autoridad. ¡Tienes que asumir la dirección del gobierno!

– Fidel, este no es nuestro gobierno –dije yo–. Si tú no te haces cargo nosotros no que-remos seguir siendo ministros.

En la penumbra del pasillo se hizo el silen-cio. Todos mirábamos expectantes a Fidel, que se recostó contra la pared pensativo.

– Así que ustedes quieren que yo me haga cargo del gobierno –dijo al fin–, yo no quiero, pero bueno, vamos a hablar, ¿dónde pode-mos ir?

Algunos sugerimos ir a nuestras oficinas.– No, a una oficina no.Entonces se me ocurrió:– Fidel, ¿por qué no vamos a mi casa?– ¿A tu casa?... No es mala idea, ¡vamos!1

¿De qué gobierno estamos hablando?Oltuski continúa narrando.

Partimos en la noche. La calle 23 estaba de-sierta y pronto llegamos a mi casa, en el Bos-que de La Habana. Fidel ordenó citar a más compañeros a la reunión. Cuando todos estu-vimos reunidos no alcanzaban los asientos de la sala, algunos se sentaron en el suelo, otros en la escalera que llevaba al piso de arriba.

1 Enrique Oltuski: Gente del llano, pp. 271-274.

Nadie había comido y Martha, que estaba en estado de nuestro segundo hijo, se metió en la cocina a preparar algo de comer.

Todos mirábamos a Fidel que se puso de pie y se dirigió al centro de la sala. Todas las luces estaban encendidas y la figura de Fidel era hermosa en su juventud y fortaleza.

– Así que ustedes quieren que me haga car-go del gobierno, bueno, vamos a ver primero de qué gobierno estamos hablando –dijo, in-troduciendo la mano en el bolsillo izquierdo de la camisa de donde sacó una pequeña li-breta azul.

Paseó la mirada por todos los presentes.– Hablemos primero de la reforma agraria.Hizo una larga, detallada y profunda expo-

sición de su concepción de la reforma agraria, todos escuchábamos con gran atención. No hubo que discutir mucho, todos comparti-mos los criterios expresados por Fidel.

Fue pasando las hojas de la libretica: los al-tos alquileres, la falta de viviendas que sufría la población, las tarifas eléctricas, la educa-ción y la salud, las fuentes de trabajo. La lucha contra la pobreza, la corrupción, la prostitu-ción. El desarrollo económico. El Ejército Re-belde. La política exterior.

Las horas pasaban. Martha sirvió la magra cena. La gente masticaba automáticamente, el alimento estaba en las palabras de Fidel.

Amaneció, la luz entraba por las ventanas. Nadie tenía sueño, a pesar de que llevábamos 24 horas sin dormir. Unos estaban sentados en las butacas de la sala, otros en los pelda-ños de la escalera, había gente tendida en el suelo. Fidel tenía poco espacio para moverse. Cuando se detuvo, todos queríamos que si-guiera hablando.

– ¿Es este el gobierno que queremos? –pre-guntó.

– Sí, Fidel, sí –dijimos todos.– Entonces... ¡acepto!La gente fue partiendo y solo nos queda-

mos los que éramos miembros del gobierno.

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– Hay que hablar con Urrutia y sobre todo con Miró Cardona, pues es el cargo de primer ministro el que debo asumir.2

El primer ministro se convierte en jefe político del gobierno

Luis Buch rememora detalles de estos decisivos momentos.

[…] Localizaron a varios compañeros, en-tre ellos a mí, y allí se reunió la dirección del M-26-7. Esa fue la primera y más importante reunión después del triunfo revolucionario, en la que se hizo un análisis político y social de la nación.

Uno de los asuntos discutidos giró en tor-no a la designación de Rufo López Fresquet como ministro de Hacienda. Yo […] había he-cho la propuesta. En aquel encuentro varios compañeros me reprocharon haber actuado inconsultamente. Pedí la palabra para recono-cer mi error y renunciar al cargo de secretario del Consejo de Ministros, pero Fidel intervino y, para asombro de todos, estimó que la de-signación había sido correcta, pues sosegaría a la clase económica dominante en el país.

Ya iba a respirar con alivio, cuando Fidel cambió el tono de voz y, dirigiéndose a mí, dijo con energía: “Pero esta no es la forma de resolver [unipersonalmente] los asuntos que llevan consigo responsabilidades políticas. Debemos resolverlos en colectivo, que cada cual exprese libremente su criterio antes de tomar el acuerdo más conveniente para la Re-volución. El caso de Buch debe servirnos de ejemplo para que no se repitan errores como este”. […]

En cuanto a Fidel, sabíamos que no le sería fácil tomar la decisión de asumir el premiera-to. En más de una ocasión había manifestado el propósito de mantenerse como fiscalizador del gobierno, ya que así podía moverse con entera libertad, sin ataduras a reuniones, ac-

2 Ibídem, pp. 274-275.

tos oficiales y demás funciones. Sin embargo, ante la gravedad del momento, era necesario tomar medidas drásticas para evitar un posi-ble desastre.

El jefe de la Revolución, con su intuición innata, se percató de que no había otra so-lución y optó por el mayor de sus sacrificios: integrarse al gobierno como primer ministro.

Para ocupar ese cargo, planteó que debía tener el control directo de la política general, sin menoscabo de las facultades que, confor-me a la Ley Fundamental, le correspondían al presidente de la república.

Urrutia estuvo de acuerdo con las gestio-nes que veníamos realizando. Miró Cardona, consciente de que no podía continuar en el cargo, también coincidió en que para mante-ner la autoridad del gobierno era indispensa-ble que Fidel asumiera el premierato.3

Por su jerarquía histórica, es el jefe de la Revolución

La propuesta de Fidel Castro como primer minis-tro se aprueba la noche del 13 de febrero en una reunión del Consejo de Ministros.

[…] El 13 de febrero, Urrutia continuaba en-fermo. Miró Cardona citó en el Palacio Presi-dencial a los miembros del Consejo y a los pe-riodistas. Antes de comenzar la sesión de ese día se analizó el requisito planteado por Fidel para desempeñar el cargo de primer ministro. Esto dio lugar a un amplio debate. Buscamos la fórmula para modificar el artículo 146 de la Ley Fundamental, cuya redacción era igual al artículo 154 de la Constitución de 1940. Su texto expresaba: “El primer ministro represen-tará la política general del gobierno”.

El artículo 146 quedó redactado de la for-ma siguiente: “Corresponderá al primer mi-nistro dirigir la política general del gobierno, despachar con el presidente de la república

3 Luis M. Buch Rodríguez: Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos, pp. 73-74.

Boletín Oficina de Asuntos Históricos / 11

los asuntos administrativos, y acompañado de los ministros, los propios de los respecti-vos departamentos”. […]

Como se puede apreciar, no es lo mismo “representar” que “dirigir”. En virtud de este cambio, el primer ministro se convirtió en jefe político del gobierno.4

Al finalizar la sesión del Consejo de Ministros, Miró Cardona invita a los periodistas a que pasen al salón donde ha estado sesionando el Consejo, y lee su carta de renuncia, dirigida al presidente Urrutia. En ella, entre otras cosas, dice: “A mi jui-cio, corresponde asumir a quien por su jerarquía histórica es el jefe de la Revolución, doctor Fidel Castro”.5

Luis Buch, secretario del Consejo de Ministros, es el encargado de realizar los trámites oficiales.

A Fidel se le remitió de inmediato una copia de la carta de renuncia de José Miró Cardo-na. Le comuniqué que Urrutia había firmado el Decreto No. 562 por medio del cual Miró aceptaba dimitir; así como que por el Decre-to No. 563 el presidente le nombraba primer ministro y por el Decreto No. 564 le concedía licencia en el cargo de Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire de la re-pública, respectivamente. Esta jefatura sería asumida por el comandante Raúl Castro Ruz, que hasta entonces había sido segundo jefe de tales fuerzas. […]6

Búsquense otro primer ministroLuis Buch, en sus funciones de secretario del

Consejo de Ministros, le pide a Fidel Castro que le informe cuándo puede tomar posesión del cargo de primer ministro.

En la madrugada del 16 de febrero llamó por teléfono y me citó para el hotel Habana Hil-

4 Ibídem, p. 74.5 Revolución: 15, La Habana, 14 de febrero de 1959.6 Luis M. Buch Rodríguez: Gobierno Revolucionario Cubano:

génesis y primeros pasos, p. 76.

ton. Allí planteó que debía hablar con Miró para informarle que él se haría cargo del pre-mierato a las 6:00 p.m. Preguntó: “¿Tengo que quitarme el uniforme?”. Le contesté: “Bueno, Fidel, no sé; pero fíjate en las opiniones que priman en América sobre los militares como jefes de gobierno”. A lo que replicó: “¡Ah, no, no; este uniforme y estas barbas significan la rebeldía de la Sierra Maestra y de nuestra Re-volución, y no me las quito de ningún modo, búsquense otro primer ministro!”. Entonces le dije que en relación con el uniforme no ha-bría ninguna dificultad, pues por decreto pre-sidencial se podría autorizar a los miembros del Ejército Rebelde que vistieran el uniforme verde olivo con las insignias de sus grados. Pregunté cómo se efectuaría la ceremonia y rápidamente respondió: “Eso de ceremonia es asunto tuyo, yo no me meto en eso, solo sé que a las 6:00 p.m. estaré en Palacio para tomar posesión”.

Al despuntar el alba fui a la casa de Miró y lo puse al corriente de mi conversación con Fidel.7

Pocas horas antes del acto de toma de posesión como primer ministro, Fidel Castro se reúne en el Salón de Actos del Colegio Nacional de Arquitec-tos con los profesionales del ramo. Lo acompañan el presidente del mencionado colegio, el ministro de Obras Públicas y Pastorita Núñez, quien será la titular del Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda, organismo cuya constitución oficial está en proce-so de aprobación.

El propósito de la reunión es solicitarles a los ar-quitectos, en especial a los que no tienen trabajo, que organicen el Departamento de Construcciones del INAV en un plazo no mayor de cuarenta y cinco días. La premura obedece al interés de comenzar a edificar el reparto La Habana del Este, obra que dará trabajo a miles de obreros y cuyas viviendas serán para el disfrute del pueblo.

7 Ibídem, pp. 76-77.

Boletín Oficina de Asuntos Históricos / 12

El cargo público no es una posición para enriquecerse

En horas de la tarde del 16 de febrero, Fidel Cas-tro Ruz toma posesión del cargo de primer minis-tro. La solemne ceremonia, trasmitida en directo por la radio y la televisión, se celebra en una peque-ña sala contigua al Salón de los Espejos del Palacio Presidencial. Solo están presentes el presidente de la república, los ministros del gabinete, algunas al-tas figuras de la oficialidad del Ejército Rebelde y representantes de la prensa. El líder revolucionario comienza diciendo:

Paradójicamente, en los instantes en que reci-bo este honor de ponerme al frente del Con-sejo de Ministros no experimento sino una honda preocupación por la responsabilidad que se ha puesto sobre mis hombros, por la seriedad y la devoción que siempre he puesto en el cumplimiento de mi deber.

Tal vez, cuando lo que necesitaba era un buen descanso, lo que he recibido es más trabajo, un trabajo mayor que el que venía realizando: un trabajo, además, más respon-sable del que venía realizando, una prueba, además, muy dura.

De cuantas tareas he tenido que realizar en mi vida, ninguna considero tan difícil como esta; ninguna considero tan preñada de obs-táculos, ninguna tan dura de llevar adelante, porque estoy consciente de todas las difi-cultades, estoy muy consciente de todos los obstáculos.

De cuantas tareas me ha tocado realizar, en todas he actuado de motus proprio; en esta, porque me ha sido asignada, porque no la es-cogí yo, sino que me la escogieron, y solo con un profundo concepto de la necesidad de sa-crificarse por el país, sacrificio sincero, porque para nosotros el gobierno, el cargo público, no es una posición para enriquecerse, no es una posición para recibir honores, sino es una posición para sacrificarnos; y todo el que haya presenciado este proceso revolucionario,

todo el que haya observado mi conducta tie-ne que haber comprendido el desinterés con que he actuado.

Los cargos, como cargos, no me importan; los honores, como honores, no me importan. Aquí, desde esta posición, sigo siendo el mis-mo ciudadano que he sido siempre. Como ciudadano no me diferencio en nada de lo que me diferenciaba antes de cualquier otro ciudadano. Soy igual que cualquier otro mo-desto y humilde cubano; solo que un cubano con las mismas facultades que otro cubano cualquiera a quien se le ha asignado una gran y difícil tarea. Por tanto, cuando digo que para mí es un sacrificio, hablo muy sinceramente y muy en serio. No tengo, sin embargo, temor al esfuerzo que debo realizar, no tengo temor por las dificultades que haya de encontrar en el camino; soy un hombre de fe y siempre he afrontado las obligaciones resueltamente. Es-taré aquí mientras cuente con la confianza del presidente de la república y mientras cuente con las facultades necesarias para asumir la responsabilidad de la tarea que se me ha im-puesto. Estaré aquí mientras la máxima auto-ridad de la república, que es el presidente, lo estime conveniente, y mi conciencia me diga que soy útil. Reafirmo mi respeto a la jerar-quía, mi ausencia de ambiciones personales, mi lealtad a los principios, mi firme y profun-da convicción democrática.

Aprovecho la oportunidad para decir que aun cuando la Constitución de la república fue modificada por el Consejo de Ministros para que el requisito de la edad no fuese un obstáculo a los hombres jóvenes para aspirar a la presidencia de la república, debo decir que conmigo no se contó para esa modifica-ción y a mí ni siquiera se me consultó. Que fue un derecho del Consejo de Ministros y que yo no tenía ningún interés. Si se ha de instaurar el régimen semiparlamentario en Cuba, si desde esta posición puedo servir al país, des-de aquí lo sirvo o desde cualquier otra.

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Yo no soy un aspirante a la presidencia de la república y ojalá que no tenga que aspirar a la presidencia de la república, ojalá pueda ser otro entre los muchos cubanos que tienen méritos y capacidad suficiente para ello. Si desde aquí la puedo servir, lo que me interesa es hacer la Revolución; lo que me interesa es que la Revolución vaya adelante; lo que me interesa es que el pueblo no resulte defrauda-do y reciba todo lo que espera de nosotros.8

El primer Consejo de Ministros presidido por Fidel

Luis Buch narra en sus memorias lo que acontece en el Consejo de Ministros pocos minutos después de la toma de posesión de Fidel Castro.

Terminado el acto, el Consejo de Ministros se reunió en sesión extraordinaria. En el acta de ese día se plasmó que el presidente Urru-tia había aceptado la renuncia de José Miró Cardona, como primer ministro, y que, para sustituirlo, quedaba designado el doctor Fi-del Castro Ruz, quien después de haber jura-do y tomado posesión del cargo asistía a esa sesión. Urrutia subrayó la importancia de este hecho para la historia política de Cuba, pues conforme a la Ley Fundamental –modifica-da y aprobada por el Consejo de Ministros–, quien desempeñara esa función asumía la política general del gobierno.

Tras expresar a Urrutia su gratitud por el honor que le había conferido, Fidel destacó que esa prueba de confianza implicaba la ta-rea más ardua que se le hubiera asignado en la vida, pero había aceptado porque creía sin-ceramente que era necesario sacrificarse por el país. Como hombre cabal, siempre había afrontado con resolución las dificultades.

Dirigiéndose a Urrutia, le planteó que a partir de esa reunión haría uso de las facul-tades que le confería el artículo 146 de la Ley Fundamental, y en tal virtud, comenzaría a

8 Revolución: 1 y 2, La Habana, 17 de febrero de 1959.

presidir el Consejo de Ministros. Los proyec-tos de leyes le serían enviados a través del secretario del Consejo para que, dentro del término de 10 días, los promulgara. En el caso de que existieran objeciones, por ese mismo conducto los devolvería para que fueran nue-vamente considerados, y si las dos terceras partes del número total de los integrantes del Consejo votaban a favor del proyecto origi-nal, este se convertiría en ley.

Urrutia abandonó el salón del Consejo de Ministros encolerizado. Al levantarse del asiento, todos nos pusimos de pie. Oltuski y Ray lo acompañaron por el pasillo que co-municaba el salón con el despacho del presi-dente, donde estaba la escalera secreta que conducía al tercer piso. Yo me había quedado en el salón, y Fidel me dijo: “¿Y tú qué haces aquí? Acompaña al presidente”.

Para la cerradura de la puerta secreta solo había dos llaves, una estaba en poder de Urrutia y la otra la conservaba yo. Él, excitado, buscaba la suya en los bolsillos y no la halla-ba. Abrí la puerta con la mía y le pregunté si quería que lo acompañara. Me contestó: “A mí nadie tiene que acompañarme”, y subió rápi-damente la escalera.

Oltuski, Ray y yo nos reintegramos al Con-sejo de Ministros, que continuó sesionando presidido por Fidel, quien manifestó que él no había adelantado los puntos del progra-ma a ejecutar. Según su opinión, las medidas se debían aplicar después de realizar los estu-dios previos necesarios, sin violentar el orden de prelación.

Fidel declaró, de forma terminante, que los niños tendrían ciudades escolares; cientos de miles de campesinos disfrutarían de vivien-das higiénicas y se convertirían en pequeños propietarios rurales a través de la reforma agraria y la abolición del latifundio; se erradi-caría la usura en la venta de muebles a pla-zos, el financiamiento para la adquisición de automóviles y los préstamos personales; se

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rebajarían sustancialmente los alquileres de las casas; el pueblo tendría libre acceso a las playas; Cuba dispondría, en realidad, de una marina mercante; en cinco años se invertirían mil millones de pesos en la construcción de viviendas y dos mil millones en nuevas indus-trias; y los trabajadores que habían aplazado sus demandas para salvar la zafra, para con-solidar la Revolución, recibirían el fruto de su sacrificio.

También subrayó que era menester sa-near la administración pública, hacerla más eficiente rescatando el prestigio del Estado. Deberían integrarla, mientras actuasen bien, hombres de capacidad, de méritos revolucio-narios. Para comenzar, suprimiría los “gastos de representación” asignados a los ministros, pues ellos recibían salarios altos con los que podían cubrir todas sus necesidades. Decía: “Nosotros vamos a ganar menos y no vamos a robar. Vamos a demostrar que la honradez no es cuestión de necesidad más o menos, sino que es cuestión de convicción”.

Más adelante, destacó que con las medi-das antes expuestas y la implementación de las reformas arancelaria y fiscal, la campaña para que se consumieran artículos del país, y cuantas más fueran necesarias aplicar –todas dentro del respeto más estricto a las liberta-des humanas–, aumentaría notablemente la producción agrícola, se duplicaría la capaci-dad de consumo de la población campesina y Cuba borraría su pavorosa cifra de desempleo crónico, logrando para el pueblo un nivel de vida superior al de cualquier otra nación.

El primer ministro terminó diciendo que sabía que el fracaso de la Revolución sería la guerra civil, pero contaba con el respaldo del pueblo –al que nunca defraudaría–, con el consejo del señor presidente y la entusias-ta y capaz colaboración de sus compañeros de gabinete. Ellos, a su vez, podían tener la convicción de que a él jamás le faltarían la buena fe, la honradez, la decisión, la ecuani-

midad y la plena conciencia de sus deberes, que cumpliría con una conducta intachable, como corres pondía a un revolucionario por vocación.

Al hacer un análisis sobre los proyectos de leyes, Fidel expuso que se le habían pedido al país sacrificios para consolidar la Revolución. Si bien era cierto que el pago de los sueldos remunerativos a los funcionarios públicos era una política correcta del Estado, la honradez de los gobernantes dependería fundamen-talmente de la convicción y el espíritu de sa-crificio que ellos poseyeran. En tal sentido, presentó un proyecto de ley aprobado en el Consejo, por el que se suspenderían –a par-tir de marzo de 1959– las asignaciones y el cobro de estas consignadas en los “gastos de representación” de todos los miembros del gabinete, en los presupuestos generales del Estado para cada ejercicio fiscal en vigor, or-dinario y extraordinario.

Se aprobó un proyecto de ley por el que se suprimiría total y definitivamente la Renta de la Lotería Nacional, de tan triste historia de peculado y corrupción, y se crearía en su lugar un organismo autónomo, denomina-do Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda (INAV), con los objetivos de ahorrarle al pue-blo lo que perdía en el juego e invertir los fon-dos que se pudieran allegar para la solución del problema de la vivienda en nuestro país. Con esta medida se hizo posible que las capas medias y humildes alcanzaran también los beneficios de las actividades crediticias.

En esa misma sesión del 16 de febre-ro se aprobaron otros proyectos de leyes y disposiciones. Ejemplos de ellos fueron: la creación de la Oficina de Fomento Marítimo y la modificación de la Ley Decreto No. 1891 –de 21 de enero de 1955–, por la cual se ha-bía creado el Instituto Nacional de la Pesca como institución autónoma, con el traspaso al Ministerio de la Defensa Nacional de todas las facultades y atribuciones que tenía sobre

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mento el cual –no obstante haber cobrado la tiranía esa contribución en el año fiscal de 1957-1958– no se había iniciado el proyecto. Los politicastros, en sus robos, no respetaban la memoria de los héroes de la patria.

Por último, fue aprobado un proyecto de ley por el cual se ampliaría el crédito presupues-tario para la Comisión Nacional de Deportes, afectando en igual suma el presupuesto de la inoperante Cámara de Representantes. De esta forma terminó la primera sesión del Con-sejo de Ministros presidida por el jefe de la Revolución.9

Finalizada la sesión del Consejo de Ministros, Fi-del, el ministro de Educación, Armando Hart y el de Recuperación de Bienes Malversados, Faustino Pérez, llevan los acuerdos adoptados al periódico Revolución. Junto al director del diario, discuten y sugieren los cintillos de la próxima edición.

La primera renuncia de un ministro al Gobierno Revolucionario se produce al día siguiente de la toma posesión de Fidel. El doctor Ángel Fernández Rodríguez presenta su dimisión como titular de Justicia. Urrutia la acepta y ese mismo día el doctor Alfredo Yabur Maluf asume el cargo vacante.

9 Luis M. Buch Rodríguez: Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos, pp. 78-82.

ese instituto el Ministerio de Agricultura; se aprobó la disposición de que no podría ser cesanteado ningún miembro de la adminis-tración civil y de las instituciones paraesta-tales u organismos autónomos, salvo excep-ciones; se suspendió por el término de 180 días la aplicación del inciso 1 contemplado en el artículo 61 del Decreto No. 789, de 1938, que autorizaba el despido de los pa-trones a los trabajadores por motivo de re-ducción de gastos de las empresas. También se ordenó la restitución de los obreros des-pedidos al trabajo.

Además, se aprobó un proyecto de decreto por el que se autorizaba el otorgamiento de licencias a los miembros del Ejército Rebelde que se encontraban desempeñando cargos públicos, para que pudieran vestir el unifor-me verde olivo y usar las insignias y distinti-vos correspondientes a sus grados militares. Se aprobó un proyecto de ley para dejar de aplicar el Acuerdo Ley No. 37, de 1958, que extendía al ejercicio fiscal de 1958-1959 la contribución de medio día de haber para la creación de un monumento al lugartenien-te general Antonio Maceo y Grajales. Monu- oah

Boletín Oficina de Asuntos Históricos / 16Boletín Oficina de Asuntos Históricos / 16

Primera reunión oficial de la dirigencia revolucionaria(Tomado del libro de Eugenio Suárez Pérez y Acela Caner: Fidel: en el Año de la Liberación, t. 1, enero-marzo de 1959, Editorial Verde Olivo, La Habana, 2008).

El 19 de febrero de 1959, por vez primera se re-únen de manera formal y con carácter deliberativo los principales dirigentes sobre quienes descansa la responsabilidad del proceso revolucionario.

La significativa reunión, convocada por Fidel Cas-tro, cuenta con la presencia del Consejo de Minis-tros del Gobierno Revolucionario en pleno y de los más importantes jefes militares: comandantes Raúl Castro Ruz, Efigenio Ameijeiras y Pedro Luis Díaz Lanz y el capitán de corbeta Juan M. Castiñeiras, jefes del ejército, la policía, la aviación y la marina, respectivamente. También asisten los jefes mili-tares de cada una de las provincias, comandantes Camilo Cienfuegos (La Habana), Belarmino Castilla (Oriente), Ramiro Valdés (Las Villas), Calixto García (Matanzas), Huber Matos (Camagüey) y Dermidio Escalona (Pinar del Río), así como Universo Sán-chez. El comandante Ernesto Guevara se incorporó a la reunión en la segunda sesión de trabajo.

Por el Movimiento 26 de Julio están presentes Marcelo Fernández, su coordinador nacional, y tres coordinadores provinciales: Alberto Hernández (Pinar del Río), Ángel Fernández Vila (La Habana) y Quintín Pino Machado (Las Villas).

Se encuentran, igualmente, los comisionados pro-vinciales de Matanzas (Ricardo González), Las Villas (Cuco Rodríguez de la Vega), Camagüey (Agustín Tomé) y Oriente (Carlos Chaín), así como el comisio-nado municipal de La Habana (Arnol Rodríguez).

También asisten David Salvador y José Pellón, por la CTC-Revolucionaria, y Carlos Franqui, res-ponsable nacional de Propaganda del 26 de Julio; el anfitrión es el doctor Julio Duarte, presidente del Tribunal de Cuentas, lugar donde se efectúa el his-tórico encuentro.

La reunión se convocó para estudiar, de ma-nera coordinada, el modo de afrontar los pro-blemas vitales de la hora presente, así como

para impulsar, con mayor dinamismo, las ur-gentes tareas de la organización estatal, pro-vincial y municipal.1

[…] a puertas cerradas, el salón del pleno del Tribunal de Cuentas bullía de figuras del régimen naciente. Lo que muchos hombres de la Re volución ansiaban desde hacía tiem-po, o curría ahora: sus jefes más influyentes, y en primer término Fidel Castro, acometían el primer ensayo de autocrítica desde el prime-ro de enero.

Todos los responsabilizados en el poder: ministros, dirigentes obreros, regentes del Ejército Revolucionario y del Movimiento 26 de Julio, tomaban asiento para enjuiciar libre-mente, sobre la marcha, las fallas iniciales del régimen popular. […]2

Estos son los principales problemas que plantea Fidel en su intervención.

–Aquí hay una evidente falta de coordinación, pronunció resueltamente desde la mesa princi-pal. Atestada de papeles, proyectos y carteras.

Un círculo ansioso de miradas convergía en su maciza figura. Pausadamente, sin al-terar el tono de voz, con el aplomo del guía, prosiguió:

–Necesitamos que la maquinaria estatal funcione sistemáticamente si queremos ha-cer avanzar el programa revolucionario. Cada uno está haciendo lo que le viene en gana, sin ajustarse a una línea que coincida con la de los demás. Compañeros, esta es la única Re-volución en el mundo que cuenta con el no-venta y cinco por ciento del pueblo. Tenemos

1 Revolución: 1 y 15, La Habana, 20 de febrero de 1959.2 “Sección en Cuba”, Bohemia, (10): 86, La Habana, 8 de marzo

de 1959, Cuba.

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un apoyo casi total. Y en la medida en que lo-gremos mantener ese respaldo, será posible viabilizar la gran tarea que nos encargamos de desarrollar.

–Debemos trabajar concertadamente, para evitar que tengamos que utilizar la presión o la fuerza cuando tratemos de aplicar medidas de positivo beneficio popular. A veces resulta inevitable ir contra determinados intereses, y aun chocar con ellos; pero siempre es preferi-ble evitar la violencia innecesaria o superflua.

–Hay un hecho innegable: el gobierno luce como amarrado, como atrasado en la reali-zación del programa revolucionario. Ustedes saben que eso fue lo que determinó mi pre-sencia en el Consejo de Ministros. Yo hubiera preferido mantenerme de reserva, pero ese poder de que hablaba la gente, yo por un lado y el Consejo por otro, dificultaba tremen-damente las tareas a seguir. El aparato estatal tiene que avanzar, tiene que normalizar sus funciones. De ahí que estudiemos los planes de coordinación. No pueden andar cada uno por su lado el ejército, los ministros y el movi-miento obrero. Todos los factores deben ac-tuar de consuno para que el pueblo vea pron-to los frutos de la Revolución...

Empezó a citar ejemplos:

–El caso de los municipios es elocuente. Te-nemos que suprimir el sistema de los tres co-misionados, porque se diluye la responsabili-dad. Y ha habido graves errores. No diré robos o desfalcos, que esos no los puede haber en esta Revolución, pero sí aplicaciones de cré-ditos a necesidades ajenas a lo dispuesto en ellos.

Sugirió que los coordinadores provinciales del M-26-7 escogieran a uno de los tres comi-sionados para dirigir la administración muni-cipal; y si ninguno tenía respaldo, que busca-ran alguien que disfrutara de apoyo popular y supiera manejar el municipio.

–Hay casos de nepotismo. Me informan de algunos en Hacienda. Yo sé que Rufo es ajeno a eso, pero lo cierto es que se le están colando parientes, sobrinos y primos […] Compañe-ros, debemos vivir con la preocupación cons-tante de que la Revolución no puede crearse enemigos de más. Ya tendremos bastantes, sin necesidad de buscarlos...

– La Revolución, insistió, no debe ganarse adversarios con la práctica del nepotismo y las cesantías en masa. Yo sé que cualquier me-dida justa y revolucionaria que se dicte tiene que perjudicar intereses; pero por lo mismo hay que afectar a la menor cantidad posible. Les advirtió que “tenían que cuidarse mucho, porque dentro de 20 días podía desatarse una contrarrevolución”.

– A veces la contrarrevolución adopta for-mas abiertas, pero en otras se hace sutil. Hay la maniobra del cintillo del periódico, que solo atiende a cuestiones injustas. Se levan-ta la protesta de los familiares de los militares presos, pero no se destaca la de los parientes de sus víctimas. La Ley 11, que es revolucio-naria, a pesar de sus efectos, es combatida por los que quieren obstaculizar la obra de la Revolución. Se aprovecha la conducta de cualquier revolucionario, cuando lesiona in-tereses espurios, para atacar injustamente a la Revolución. Incluso diciendo que se la de-fiende.3

Fidel aborda el tema de la reforma agraria y la necesidad de canalizarla sobre bases seguras, que impulsen su inmediata realización.

El primer ministro hizo énfasis en condenar los repartos de tierra arbitrarios y factuales y las apropiaciones compulsivas y violentas, que al margen de la legislación que ha de re-gir la misma y de los métodos que han de pro-piciarla, en algunos lugares de la república

3 “Sección en Cuba”, Revista Bohemia, (10): 86, La Habana, 8 de marzo de 1959, Cuba.

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se han venido realizando. Fidel señaló que las mismas eran conductas contrarrevoluciona-rias, realizadas por elementos perturbadores, interesados en frustrar nuestra revolución agropecuaria.

Si el estado actual de cosas se dirige a res-catar la tierra de manos de los grandes geófa-gos, expresó el jefe de la Revolución Cubana, combatiremos con la misma energía la acción inconsulta y perjudicial de estos nuevos pe-queños geófagos.

La reforma agraria se realizará. Dirigida e impulsada por el Gobierno Revolucionario, único capacitado para reestructurar, sobre bases legales y permanentes, la necesaria re-distribución de la tierra y la creación de coo-perativas de producción y consumo sobre las que se asiente la rehabilitación económica del sufrido campesino cubano.

También se hizo hincapié en la iniciativa del Gobierno Revolucionario de acelerar el pro-ceso de industrialización del país, haciéndo-se mención de la postura sensata y plausible de los industriales cubanos, plenamente dis-puestos a colaborar con la implantación de la reforma agraria, paso indispensable del incre-mento industrial, ya que solo la incorporación total del agro cubano al mercado de bienes de consumo de manufactura cubana, justifica y hace posible la existencia de una próspera industria nacional.

Se revisó lo relativo a la política obrera, in-dicándose que se está plasmando en realidad la democracia sindical, convocando en el me-nor plazo posible a las elecciones en todos

los centros de trabajo del país, para que los trabajadores, libre y responsablemente, elijan las directivas definitivas de sus federaciones y sindicatos. Siendo tan sólida la posición del 26 de Julio en las masas obreras cubanas, es-tas apoyan decididamente a los dirigentes obreros de la Revolución.

Se habló de una política de elevados sala-rios y de pleno respaldo a los factores hones-tos capaces de propender el auge económi-co de la nación, asimilando las directrices del actual proceso revolucionario.

En cuanto al tema militar es propósito deli-berado del Gobierno Revolucionario y del Mo-vimiento 26 de Julio, apoyarse en las fuerzas populares y no en las de las armas que tanto combatimos y repudiamos. Los institutos ar-mados de la nueva república, reestructurados, adoctrinados y revolucionariamente educa-dos, servirán de sostén y salvaguarda de la Revolución, pero jamás volverán sus armas contra el pueblo, ni se pondrán al servicio de ningún interés que atente contra los principios fundamentales de aquella. Contando con el respaldo mayoritario del pueblo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que forman parte principalísima de aquel, serán parte del mis-mo, y, como tal, no volverán a abrirse abismos insondables entre los hombres de uniforme y los ciudadanos civiles de la patria redimida.

La urgencia de la hora, la necesidad de que el primer ministro cumpliera con el compro-miso de participar en el programa Ante la Prensa, pusieron punto suspensivo a cóncla-ve tan importante.4

4 Revolución: 1 y 15, La Habana, 20 de febrero de 1959.

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Memorias de liborioDe todo como en botica: Agustín Lavastida(Tomado de Las memorias de Liborio. La república de los años 50, del Instituto de Historia de Cuba, Editora Política, pp. 40-44, La Habana, 2005).

Quién cometiera los crímenes que ejecutó Agus-tín Lavastida no podía escapar a la justicia revolu-cionaria; sin embargo, en el país que proclama ser el primero en el respeto a los derechos humanos, lo acogieron como un héroe, a pesar de la negra his-toria que relataremos a continuación.

Ingresó en el cuerpo policiaco el 3 de abril de 1942, cuando tenía 22 años. Por su habilidad e inte-ligencia logró entrar en los servicios especiales de la Policía, desde donde inició una cruzada contra los banqueros de la charada, los proxenetas y tra-ficantes de drogas en Camagüey. Con la primera detención todos quedaban a su merced: la patente de corso para seguir operando tranquilamente la conseguían a costa de una parte de sus utilidades.

Lavastida comprendió que el éxito de la empresa a que ahora se dedicaba dependía del visto bueno de la alta oficialidad y comenzó a repartir ganancias a sus superiores. Ello le valió, en 7 años, el ascenso de vigilante a primer teniente. Sin embargo, su en-rolamiento en escándalos públicos con prostitutas y proxenetas fue tomado como argumento para ser expulsado de la Policía en enero de 1950. La ver-dadera causa fue que se había convertido en un intermediario demasiado caro y los jefes preferían negociar directamente con los hampones.

Dos años después, en 1952, acudió a su viejo ami-go de Camagüey el capitán Alberto del Río Chavia-no, ascendido por Batista a coronel, y gracias a él re-ingresa en la Policía, para continuar en Santiago de Cuba la labor iniciada en la Ciudad de los Tinajones.

A título personal comenzó una redada contra banqueros, chulos y traficantes de drogas que le permitió, en 8 meses, controlar y manipular a favor suyo y de Río Chaviano el contrabando de estupe-facientes, la prostitución y el juego. Al mismo tiem-po se destacó en la represión a los revolucionarios,

fundamentalmente aquellos que participaron en la acción del Moncada, a los que masacró bajo el eslo-gan: "Lo mismo abofeteo, que torturo", actitud por la que el 28 de julio de 1953, con el grado de capi-tán, el Mérito Policiaco y la Distinción 10 de marzo, era felicitado personalmente por Batista debido a su "valiente y activa" defensa del cuartel Moncada.

El general Martín Díaz Tamayo, quién reemplazó a Río Chaviano en Santiago de Cuba, reconoció las "virtudes y cualidades" de Lavastida como contro-lador del bajo mundo y lo utilizó hasta 1956, en que lo sustituyó. Para esta fecha Lavastida con su actitud se había ganado el derecho a ser uno de los oficiales más odiados en esa ciudad. Consiguió un puesto de igual categoría en Holguín y allí, bajo la sombra protectora del coronel Fermín Cowley Gallegos, continuó la explotación de los negocios ilícitos y su sed de sangre adquirió mayores dimen-siones.

A la vez que el juego aumentaba en Holguín como nunca antes, con la presencia incluso de profesionales de La Habana, Lavastida controla-ba el azúcar, el café, la madera y la droga. Recogía personalmente el dinero del juego y controlaba además este en los carnavales de Las Tunas. Con-juntamente "cuidaba" que los revolucionarios no entorpecieran las fiestas. Fue por ello que se con-virtió en la mano derecha del coronel Cowley en su operación "Pascuas Sangrientas"; engendro al parecer salido de la mano de Caronte, el barque-ro del infierno, y que costó la vida de 23 cubanos, torturados, vejados y finalmente asesinados por estos aprendices de Lucifer.

Los nombres de esos esos muchachos que en-grosaron el martirologio de la patria son: William Aguilera Ochoa, Enrique Casals Villarreal, Antonio Concepción Perodín, Ángel Valerio Consuegra,

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Pelayo Cusidó Torres , Pedro Miguel Díaz Cuello, Armando Marcelino Guzmán Guidi, José Mendoza García, Silverio Núñez Hernández, Thelmo Espe-rance Leveille, Manuel Aquiles Espinosa Salgado, Jesús Manuel Feliú Leyva, Gilberto Teodoro de los A. González Rojas, Loynaz Esmerando Hechevarría Codoves, Isaac Hernández Oliver, Héctor Infante Pé-rez, Enrique Morgan Nicolaus, Rafael Fausto Orejón Formet, Luis Peña Martínez, José Marcial Eustorgio Pérez Cruz, Luis Cera Moreno, Ramón Téllez Peña y Alejo Tomás López.

Frente a esta masacre los combatientes revolucio-narios en Holguín, en una operación comando, ajus-ticiaron al principal asesino de la zona, el coronel Cowley. Nuevamente la tiranía arremetió contra los jóvenes con o sin filiación política definida. Esta vez la represión fue encabezada por el segundo jefe del SIM Irenaldo García Baez y el capitán Lavastida, quienes convirtieron a Holquín en su coto de caza y los revo-lucionarios, o simplemente sospechosos de serlo, fue-ron la base material para sus despiadados instintos.

En menos de 72 horas los esbirros especializados en torturas habían utilizado, sin éxito, todos sus "refinados métodos" bajo la dirección de Irenaldo y Lavastida, quienes además ejecutaron personal-mente muchos prisioneros.

La "silla", por ejemplo, consistía en desnudar completamente al detenido y sentarlo a horcajadas en un taburete sin fondo y sin respaldar para que

los testículos de la víctima quedaran al descubierto. Les amarraban las manos hacia delante y los pies a las patas de atrás. En esa posición se le flagelaba el cuerpo con una fusta y le golpeaba los testículos. Terminada esta parte, el prisionero, que quedaba, casi siempre inconsciente, permanecía en el mismo lugar a sol y sereno, sin darle agua y por supuesto, ninguna alimentación.

Otro de sus métodos fue el "saltico de rana", que consistía en agarrar a los prisioneros por las pier-nas y las manos, juntarlas en la cabeza y lanzarlos contra el piso con toda su fuerza. El agudo dolor en todo el cuerpo y el estremecimiento que provoca-ban en la cavidad craneana los impactos contra el suelo son indescriptibles.

Pero no siendo suficiente para su instinto las tor-turas, acudían además al homicidio directo. Tal fue el caso ocurrido el 9 de diciembre de 1957, cuan-do los revolucionarios Atanagildo Cajigal, Manuel Angulo, Rubén Bravo, Ramón Flores, Mario Pozo y Pedro Rogena eran trasladados al Vivac de Holguín y fueron asesinados impunemente.

Los hechos ocurrieron así: Pérez Coujil apretó el gatillo y una larga ráfaga se hizo escuchar. Álvarez Noval, Lavastida, Irenaldo y Rosendo Abreu, simul-táneamente dispararon contra los indefensos cuer-pos. El silencio de la noche estalló en plomo, carne y sangre (…). oah

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Perlas de febrero en revolución

(Tomadas del libro de Eugenio Suárez Pérez y Acela Ca-ner: Fidel: en el Año de la Liberación, t. 1, enero-marzo de 1959. Casa Editorial Verde Olivo, 2008).

La Reforma Agraria ha comenzado en Cuba

El domingo 1ro. de febrero de 1959, a las dos de la madrugada, el Comandante en Jefe llega a Santia-go de Cuba en compañía de ministros, funcionarios, técnicos, médicos y maestros que se dirigen a la Sie-rra Maestra para comenzar la rehabilitación social en ese territorio. La reforma agraria está en marcha.

Fidel declara a los periodistas: Que venía a cum-plir con el pueblo que nos ayudó a triunfar y a ofre-cerle algo más que esperanzas. Venimos a ampliar la ley orgánica del Ejército Rebelde para acabar con los latifundios para que cada campesino pueda la-borar sus tierras.

Saludamos, dijo el doctor Castro, por medio de los campesinos orientales a los que tienen derecho a la tierra que laboran, por lo tanto no se trata ya solo de asegurarles la propiedad a los precaristas y aparceros, sino de hacer buenos los principios de la Revolución.

La Reforma Agraria –continuó expresando– am-pliamente aplicada será sólida porque ello consti-tuye el principal anhelo, la primera necesidad de nuestra población en este momento presente y la primera ley revolucionaria. Después de ella ven-drán otras leyes revolucionarias en marcha firme hacia la libertad, y estamos dispuestos a vencer to-dos los obstáculos y seguros de que en el momento final venceremos en nuestros esfuerzos.1

Se expropiará la tierra de los geófagos y latifundistas

En la provincia de Oriente, en un sitio conocido como Guayabal de Nagua, convocada por Fidel

1 Revolución: 1, La Habana, 2 de febrero de 1959.

Castro se efectúa la primera concentración campe-sina después del triunfo de la Revolución. Las pala-bras de Fidel son esclarecedoras:

–Hemos venido aquí para demostrar a los campesinos que no los hemos olvidado en el triunfo y para decirles a todos los cubanos que tengan presente, que tengan presente, repito, que nosotros los barbudos del Ejército Rebelde, somos de la Sierra y que exigimos al gobierno hacer la revolución agraria.

El discurso de Fidel Castro fue típico de su esti-lo. Un diálogo emocionado con el pueblo. Expresó Fidel que se expropiaría la tierra de los geófagos y latifundistas y que si estos se ponían tercos en-tonces se confiscaría. Explicó que no comenzó a repartir la tierra ese mismo día porque no estaba completo el reglamento de la Ley Agraria y que se corría el peligro de que se hiciera un reparto dis-parejo, pero que antes de 30 días –afirmó– tenía que estar en vigencia porque si no él, al frente de dos millones de cubanos, iba para La Habana en una invasión cívica.

Después dijo que haría una ciudad escolar en la Sierra Maestra, en la finca El Caney, con capacidad para 20 mil alumnos donde los educandos tendrían clínica, hospital, dispensario, liceo, sala de arte, etc. Ratificó que el Departamento de Construcción de Viviendas utilizararía dos millones de pesos men-suales para ir sustituyendo los bohíos de guano por casas modernas.

Entre otras cosas les rogó a los campesinos que lo ayudaran a erradicar el vicio de la marihuana y el juego.

El mitin se realizó en la explanada de un recodo del camino que va del central Estrada Palma a la Sierra Maestra. Se improvisó una tribuna de made-

por Eugenio Suárez Pérez y Acela Caner Román

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ra rústica con un altoparlante. Asistieron millares de personas. El acto comenzó a las tres y media de la tarde y los primeros en hablar fueron Isidro Sosa, el compañero Faure Chomón, del Directorio Revolu-cionario; Cristóbal Zamora; Crescencio Pérez y por último, el doctor Fidel Castro quien comenzó su discurso casi a las seis de la tarde y tuvo que pro-longarlo hasta pasadas las siete y media de la no-che. Cuando concluyó, en medio de una imponen-te oscuridad, recibió al centenar de maestras que acudieron a pie desde Bayamo y Manzanillo para ofrecerle su entusiasta cooperación para trabajar en la Sierra Maestra.2

Si los Estados Unidos toman medidas económicas, hallaremos soluciones

El periódico financiero norteamericano Journal of Commerce se hace eco de una cínica maquina-ción contra las reformas económicas planteadas para Cuba por el líder de la Revolución. El doctor Oscar Pino Santos así lo da a conocer en Revo lución.

Anúnciese que los Estados Unidos de Améri-ca tomarán represalias contra Cuba, rebajan-do la cuota azucarera que le pertenece en ese mercado.

El pretexto inicial se basa en la anunciada reforma arancelaria que Cuba necesita para su desarrollo económico. Hay una “habilido-sa” maniobra de por medio, también.

Dicen que serán los países latinoamerica-nos los que presionarán a los Estados Unidos de América para repartirse entre ellos la ta-jada que se le arrebatará a Cuba de su cuota azucarera. […]

La información del Journal of Commerce tiene sin embargo la importancia que representa el “segun-do movimiento” de los círculos más reaccionarios de los Estados Unidos de América contra la Revolu-ción cubana. El “primer movimiento” fue la campa-ña de difamación desatada con motivo del proceso de ajusticiamiento de los esbirros de la tiranía.

2 Revolución: 15, La Habana, 3 de febrero de 1959

Este “segundo movimiento” contra la Revolu-ción, expresado en la amenaza de una rebaja de la cuota azucarera, significa además un chantaje tan abierto que apenas si tiene precedentes en toda la historia de las relaciones de la América Latina con los Estados Unidos de América. El chantaje tiene además, todas las características de una interven-ción abierta.3

En Guantánamo, el martes 3 de febrero, Fidel Cas-tro participa en otra concentración popular, donde respondió a la maniobra yanqui:

[…] que no nos amenacen. Que no nos di-gan que van a rebajar la cuota azucarera. El pueblo cubano unido encontrará la salida a cualquier situación, haciendo todos los sacri-ficios que fueran necesarios. Nada se opon-drá a la reforma agraria, a la industrialización del país […]4.

Esta Revolución ha significado, en primer lugar, no solo que el pueblo es libre, no solo que se acabó el crimen, no solo que se acaba-ron los atropellos, las torturas, los golpes, las humillaciones que constantemente estaba sufriendo cualquier ciudadano: significa que el pueblo ha llegado al poder […]

Es decir que el ejército de Cuba es el pue-blo. Porque todo el mundo tiene que pelear. Entonces, hay que enseñar aquí en los sindi-catos, en los clubes juveniles, en los institutos, en todas partes, hay que enseñarle a manejar armas al pueblo, señores. Y los soldados del nuevo ejército, del ejército revolucionario, serán hombres bien entrenados para que si hay que defender la patria, cualquier soldado pueda mandar 20 o 30 o 100 hombres, como ha pasado aquí: que hombres que nunca ha-bían peleado, que no tenían instrucción mili-tar, terminaron siendo magníficos oficiales y mandaban 100 y 200 hombres.

Porque si el país tiene que defenderse al-gún día, todo el mundo tiene que combatir

3 Revolución: 1 y 15, La Habana, 5 de febrero de 19594 Hoy: 1, La Habana, 5 de febrero de 1959

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aquí. Y así no habrá dictadura nunca. Porque a un pueblo bien instruido, un pueblo prepa-rado, un pueblo que sabe defenderse, no hay quien le imponga una dictadura por ningún concepto. Y eso es lo que nosotros queremos: preparar al pueblo. […].5

Fraudes del batistato en el Ministerio de Comunicaciones

El periódico Revolución publica en su edición del 4 de febrero la noticia de fraudes del régimen anterior que se han descubierto en el Ministerio de Comunicaciones:

Bajo la regencia del ministro del Gobierno Revolucionario, ingeniero Enrique Oltuski, se vienen realizando amplias investigacio-nes para determinar las diferentes irregula-ridades cometidas por los ministros y fun-cionarios del pasado régimen de la tiranía, habiéndose descubierto, hasta el presente, documentos y datos que demuestran clara-mente la forma escandalosa en que se come-tían los fraudes y se dilapidaban los dineros del pueblo, y se enriquecían los personeros del “batistato”.

Un total de 318 individuos que ocupan plazas de funcionarios distribuidos, en for-ma nominal, en la siguiente forma: 172 en la oficina del ministro; 88 en la oficina del sub-secretario; 89 en el Negociado de Biblioteca y Publicidad y 14 en la Dirección de Servicios Públicos, percibían un total de $30 537.26 mensualmente, sin prestar servicio alguno, sin que se sepa el destino que se daba a esas cantidades que anualmente representaban una erogación de $366 447.12 que ahora el Gobierno Revolucionario revierte en benefi-cio del pueblo.6

5 Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolu-ción Socialista de Cuba: El pensamiento de Fidel Castro. Selec-ción temática, t. 1, vol. 2, pp. 389-390.

6 Revolución: 13, La Habana, 4 de febrero de 1959.

No habrá ministro que quiera enriquecerse

Fidel Castro se reúne en Bayamo con represen-tantes de las comadronas y de los colegios profe-sionales de maestros, médicos y dentistas. El pro-pósito es estructurar las medidas encaminadas a mejorar la vida del campesinado.

En una parte de su intervención, Fidel manifestó que había que luchar contra la rutina, contra el afán de dejar las cosas como estaban bajo la dictadura. Dijo que le sorprendía que funcionarios guberna-mentales mantuviesen aún el SIM [Servicio de Inte-ligencia Militar] y el BRAC [Buró de Represión para las Actividades Comunistas], y anunció que los eli-minaría; que haría una nueva depuración de arribis-tas y oportunistas, que en el futuro no habría minis-tros que quisiesen ir a esos cargos con el objetivo de enriquecerse, porque eso no sería posible; que se penaría severamente cualquier manifestación de inmoralidad administrativa.7

Mientras tanto, en La Habana sesiona el Consejo de Ministros. Al término de la reunión se da a cono-cer que en el último Consejo, al que asistió el doctor Manuel Urrutia Lleó, se aprobó la designación del comandante Raúl Castro Ruz como segundo jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire de la República.8

La dictadura agotó las reservas en oro y dólares

Felipe Pazos, presidente del Banco Nacional de Cuba, le envía una carta con fecha 6 de febrero al presidente de la república, en la que le informa so-bre la situación de las reservas monetarias interna-cionales de Cuba.

En cumplimiento de nuestro deber de infor-mar al gobierno y a la opinión pública, ten-go el honor de exponerle por la presente el estado en que hemos encontrado la situa-ción cambiaria de la nación y de las medidas adoptadas por el Fondo de Estabilización de la Moneda y el Banco Nacional de Cuba con

7 Hoy:4, La Habana, 5 de febrero de 1959.8 Ïdem.

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la cooperación del gobierno, para proteger la estabilidad de nuestra moneda y superar la crisis que nos ha legado el régimen depuesto.

En 31 de diciembre de 1958 el Fondo de Estabilización de la Moneda y el Banco Nacio-nal poseían activos internacionales en oro y dólares por un total de $373 057.938. De ese total, $262 346.991 estaban afectados a obli-gaciones con bancos extranjeros contraídas por el propio Banco Nacional y por otros or-ganismos de crédito paraestatales. Dejando una reserva libre de $110 710.947. Como de acuerdo con la ley el banco debió tener ese día existencias disponibles de oro y dólares ascendentes a 170 millones 199 640 pesos sus reservas internacionales estaban por con-siguiente, $60 millones, en números redon-dos, por debajo del nivel mínimo legal.

Esto significa que en sus siete años en el poder, el régimen depuesto redujo en $424 000.000 los activos internacionales de la nación de-jándonos reservas que son deficientes desde el punto de vista legal, e insuficientes desde el punto de vista económico. Para todos los efectos prácticos, la dictadura agotó las reser-vas en oro y dólares que acumuló nuestro país de 1941 a 1952, durante la II Guerra Mundial y años subsiguientes. No nos quedan, por con-siguiente, reservas contra las cuales girar para realizar inversiones por encima del nivel del ahorro nacional y estamos forzados a man-tener nuestros gastos públicos e inversiones privadas dentro de los límites de las recauda-ciones fiscales y del ahorro de los particulares, excepto en la medida en que obtengamos créditos o inversiones del exterior [...]

El nivel a que han bajado nuestras reservas nos ha obligado a establecer un sistema de control de los cobros y pagos internacionales.9

El periódico Revolución acompaña la carta con este comentario:

9 Revolución: 11, La Habana, 11 de febrero de 1959.

Tal pérdida de reservas no significará una de-valuación monetaria para Cuba, debido a que las autoridades han de tomar medidas ade-cuadas al respecto. Sin embargo, si la dicta-dura hubiera permanecido uno o dos meses más en el poder, es posible que esa devalua-ción fuera ya un hecho. [...]

Batista subió al poder con una deuda pú-blica de poco más de $217 millones. Cuando abandonó en fuga al país dejaba una deuda de alrededor de $1 300 millones.

El régimen gastó por otra parte, con los recursos ordinarios del presupuesto, más de $1 900 millones.

Los gastos ordinarios, más los extraordina-rios, especialmente estos últimos, se volcaron en obras públicas improductivas y pagadas a precios de oro, para permitir el amillonamien-to de los privilegiados que usufructuaban el poder.10

Otorgan a Ernesto Che Guevara la condición de cubano por nacimiento

El Consejo de Ministros aprueba el 7 de febrero la Ley Fundamental de la República, basada en la Constitución de 1940, aunque con algunas modifi-caciones acordes con el desarrollo del proceso re-volucionario. Luis Buch recuerda:

Uno de los artículos más discutidos de la mencionada ley fue el número 12 –relaciona-do con la ciudadanía–, pues cuando propuse que fuera reconocido el comandante Ernesto Guevara de la Serna como ciudadano cuba-no por nacimiento, el presidente reclamó esa condición para todos los extranjeros que ha-bían pertenecido al Ejército Rebelde.

Los ministros no estuvieron de acuerdo con su posición. Sin apoyo alguno, a duras penas aceptó que Che era una excepción y que a los otros extranjeros se les reconociera la ciuda-danía cubana por naturalización. No cabe la

10 Ïdem.

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menor duda de que su actitud en el caso de obstaculizar el reconocimiento al Che, res-pondía a su formación ideológica.

En definitiva, el artículo 12 quedó redacta-do en su inciso e) de la forma siguiente:

“Serán también cubanos por nacimiento los extranjeros que hubieran servido a la lucha contra la tiranía derrocada el 31 de diciembre de 1958 en las filas del Ejército Rebelde du-rante dos años o más y hubieran ostentado el grado de comandante durante un año por lo menos, siempre que acrediten esas condicio-nes en la forma que la ley disponga”.

Aprobado el artículo abandoné por breves momentos el Salón de Sesiones para dar ins-trucciones de localizar al Che y citarlo con ur-gencia a Palacio.

En mi despacho le informé el motivo de la citación: el Consejo de Ministros había acor-dado concederle la condición de cubano por nacimiento, por los méritos excepcionales de-mostrados durante la Guerra de Liberación.

Che, sin inmutarse, estimó inmerecido el acuerdo. Según él, solo había luchado en Cuba como hubiera hecho en cualquier otra parte del mundo, por la libertad de un pueblo. Presumí que por modestia no podía aceptar ese mérito y le dije: “Un honor de tal magni-tud no puede rehusarse, pues sería un desaire al pueblo de Cuba y al Gobierno Revoluciona-rio”. Entonces, emocionado, me abrazó.11

Si el gobierno revolucionario no hace leyes revolucionarias,

entonces no es gobierno revolucionarioFidel razona por qué no es conveniente estable-

cer los cuatro turnos en los centrales azucareros.

Les hablé de desesperación al principio aquí, les hablé que había que pensar en el futuro, les hablé que podía discrepar de algunos de los planteamientos de ustedes y les voy a de-

11 Luis M. Buch Rodríguez: Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos, pp. 71-72.

cir por qué, y se los voy a explicar. Aquí había una demanda que era la que más simpatías tenía, era la demanda que tenía la simpatía unánime de todos ustedes. Sin embargo, yo presenciaba ese espectáculo con tristeza: el espectáculo de ver que todos se levantaban y la apoyaban. Y yo decía: únicamente la deses-peración puede aconsejar semejante cosa. Veía que no se pedía un aumento de salario, sino que se pedía un aumento de empleo, una rebaja de horas de trabajo.

Mientras tanto, yo pensaba lo siguiente: ¿la aspiración del pueblo de Cuba de darles empleo a los cubanos que están sin trabajo tiene que ser, debe ser, a base de disminuir las horas de trabajo de los que están traba-jando, o debe ser a base de conseguir em-pleo nuevo para el que no lo tiene? Y yo me hacía este cálculo: supongamos 1 000 000 de cubanos trabajando con empleo fijo, y queremos darles empleo a 300 000 más. Y que digamos: vamos el millón de obreros a trabajar dos horas menos cada uno de no-sotros, para que esas horas las trabajen los otros 300 000 cubanos. El resultado sería que habría entonces 1 300 000 cubanos tra-bajando, pero estarían produciendo lo mis-mo que producían 1 000 000 de cubanos.

He creído siempre que a partir de ocho ho-ras... porque la demanda de rebaja de tiempo en el trabajo eran las demandas que se inicia-ron en el siglo pasado en las zonas industria-les de Inglaterra y de otros países de Europa, cuando se obligaba a los obreros a trabajar 15 y 16 y hasta 17 horas; fue la demanda de ir disminuyendo, disminuyendo y disminu-yendo las horas de trabajo, hasta que se llegó al límite general de ocho horas. Y he creído siempre que a partir de ese límite la rebaja en el tiempo de trabajo tendría que ser, ne-cesariamente, la consecuencia del progreso técnico y de la evolución social, cuando todo el pueblo estuviese trabajando, cuando la so-ciedad estuviese organizada de una manera

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más justa, de manera que el empleo de una nueva máquina, lejos de desplazar al traba-jador, sirviera para que un mismo número de obreros, en un número menor de horas pro-dujese la misma cantidad de mercancías; que la rebaja del tiempo dedicado al trabajo para poder disponer de más tiempo para el estu-dio, el paseo, las actividades de tipo espiritual del hombre, tenía que ser el premio al progre-so técnico de las sociedades y a la evolución social de los pueblos.

Me parece realmente absurdo, me parece realmente obra de la desesperación, el que nosotros pensemos en resolver el problema de los desocupados disminuyendo las horas de los que están trabajando. Y si bien es ver-dad que hoy resolvería el problema inmedia-to de 25 000; 35 000, estaríamos sentando un precedente, que, si se aplicara en todo el resto de la industria del país, estaríamos in-curriendo en el contrasentido de disminuir las horas de trabajo en un pueblo que ni está desarrollado técnicamente ni ha evolucio-nado socialmente, y que tiene, además, casi 1 000 000 de desempleados. [...]12

Este será siempre un ejército políticoLa noche del martes 10 de febrero, en el Parque

Central de La Habana se efectúa un gran acto obre-ro en defensa de la Revolución. El comandante Raúl Castro clausura el evento. Comenzó Raúl diciendo que venía representando al Comandante en Jefe de las fuerzas armadas, compañero Fidel Castro y que se encontraba lleno de satisfacción porque ade-más de representarlo a él, representaba al Ejército Rebelde, que no puede vivir de espaldas a la clase obrera. Continuó Raúl:

Nos honra en estos momentos servir de enla-ce entre las fuerzas armadas de la república y la clase más revolucionaria del país que es la clase obrera. [...]

12 Revolución: 14. La Habana, 11 de febrero de 1959.

Estamos en presencia del inicio de una época nueva para el país, atrás queda la ra-quítica existencia de una república ficticia, de una libertad limitada, de un ejército mercena-rio que solo supo defender lo peor.

Ese ejército que con el pretexto del apoli-ticismo era el instrumento de la peor política no existe, fue totalmente destruido ayudado por el jaque mate que representó la huelga general que permitió llegar al poder sin com-promisos. El ejército que hoy lo sustituye, no podrá ser apolítico precisamente para evitar que lo utilicen en lo peor, por lo tanto a pe-sar de lo que piensan muchos y de los que aspiran a que volvamos a los cuarteles con la boca cerrada, este será siempre un ejército político y presto a defender los intereses del pueblo.

Que sepa el obrero que el sable de la guar-dia rural no volverá a caer sobre sus espaldas, manifestó Castro, para agregar que en el futu-ro ejército que ha de quedar en nuestra patria hay una consigna que ha sido prédica cons-tante a nuestros combatientes, de que la úni-ca orden que jamás de nadie podrán obede-cer es que esas armas que empuñan, se viren contra el pueblo.13

Disolución definitiva de los organismos represivos

El 18 de febrero, quedan disueltos los organis-mos represivos de la dictadura batistiana.

El SIM y el BRAC […] y todos los odiosos orga-nismos represivos de la dictadura, quedaron definitivamente disueltos. Solamente que-dará organizado un solo aparato destinado a la vigilancia, contra los que conspiren para derro car la Revolución. Esta decisión fue cum-plimentada por el comandante Camilo Cien-fuegos, jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire de la provincia de La Habana.

13 Ídem.

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Explicando el carácter de ese único orga-nismo de vigilancia revolucionaria que se mantendrá, en los círculos militares del Cam-pamento Libertad se recalcó que no tendría función alguna contra el pueblo y sus organi-zaciones representativas.

El BRAC (y su sustituto transitorio, el BRAE) han desaparecido totalmente. El edificio que ocupaba en las proximidades del Campa-mento Libertad será destinado a otras labores muy distintas de las siniestras a que estuviera dedicado, al igual que su mobiliario y demás útiles.

El comandante Camilo Cienfuegos, jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire de la pro-vincia de La Habana, al dar cumplimiento a esta orden, una de las primeras del gobier-no bajo el premierato del jefe de la Revolu-ción doctor Fidel Castro, escribió: “Disuelto definitivamente hoy día 18 de febrero este organismo, desaparece con él, parte de la etapa de odio y vergüenza que aún queda-ba en Cuba.14

El periódico Revolución publica que en un exa-men realizado a treinta y dos construcciones públi-cas acometidas por la dictadura, se detectó el robo de $13 989 000. 95 por exceso de pago.

Viaja delegación militar a Puerto Rico. Primera encuesta popular En la sesión del Consejo de Ministros del 20 de

febrero, se faculta al comandante Camilo Cien-fuegos para que, a partir del presente mes de febrero, comience a pagar el salario correspon-diente a los servicios que prestan los miembros del Ejército Rebelde en las distintas unidades mi-litares.

Este mismo día, una delegación del Ejército Re-belde, integrada por los capitanes Ramón Pardo Guerra, Rogelio Acevedo González y Jesús Suá-rez Gayol, entre otros compañeros, viaja a Puerto Rico con la misión de agradecer al hermano pue-

14 Hoy: 1, La Habana, 19 de febrero de 1959.

blo la cooperación que ha brindado a la causa revolucionaria cubana. La delegación entregará a la Asamblea Legislativa de la isla caribeña un pergamino con el acuerdo del Consejo de Minis-tros que agradece la resolución de felicitación enviada al pueblo de Cuba por el triunfo de la Revolución.

Dos días después, el 22 de febrero, el comandan-te Camilo Cienfuegos llega a Nueva York junto a otros diez compañeros en un viaje de amistad.

Por su parte, la revista Bohemia da a conocer los resultados de la primera encuesta realizada des-pués del triunfo de la Revolución:

Hemos escogido para reiniciar nuestros sur-veys, al propio gobierno de la Revolución y al Ejército Rebelde como temas de la opinión popular; y en una muestra nacional, del 6 al 13 de este mes de febrero, recogimos las res-puestas que aquí ofrecemos. […]

Ni en nuestros surveys del 1946 al 1952, ni en nuestros estudios de surveys de otros paí-ses, en nuestra experiencia de muchos años, en fin, nunca habíamos visto una opinión pú-blica tan favorable a un gobierno como la que hemos recogido en esta investigación. […]15

Algunos resultados son: más del 90% de la pobla-ción nacional cree que el gobierno Revolucionario “lo está haciendo todo perfectamente bien” y más del 84% considera que el Ejército Rebelde “se está portando en todo perfectamente bien”. La justicia que ha hecho la Revolución, la forma de aplicarla, el castigo a los culpables, los juicios a los criminales de guerra y torturadores y el fusilamiento de estos son, en conjunto, la medida que encabeza “lo mejor que ha hecho” el gobierno; las de tipo económico, en particular la reforma agraria y las laborales, me-recen un segundo lugar; el restablecimiento de la libertad, el tercero.

15 Raúl Gutiérrez Serrano: “Survey nacional: El pueblo opina sobre el gobierno de la Revolución”, Bohemia, (8): 76, La Ha-bana, 22 de febrero de 1959.

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En la proa del yate GranmaPara festejar la efeméride patriótica del 24 de Fe-

brero, en La Habana se realiza una revista naval y aérea que comienza a las nueve y veinte de la ma-ñana.

El doctor Fidel Castro Ruz, líder de la Revo-lución y primer ministro del gobierno, con-currió a los festejos, acompañado de su escol-ta, confundiéndose entre el público situado frente al Castillo y que le tributó una cerra-da ovación. El doctor Castro se situó sobre el muro del Malecón y desde allí, presenció la salida de la boca del Morro del yate Gran-ma, histórica embarcación en la que se hizo a la mar desde Tuxpan, México […]

El doctor Fidel Castro decidió abordar el yate en el que hiciera aquella memorable travesía. Se le trasladó en una lancha hasta las proximidades del hotel Nacional, regre-sando en la proa del yate saludando emo-cionado a todo el pueblo situado a lo largo del Malecón. […] Posteriormente, el doctor Castro Ruz, se dirigió a la tribuna del Cas-tillo de la Punta, para saludar al ciudadano presidente, doctor Urrutia Lleó y sus acom-pañantes […]

El reporter de Revolución, interrogó al doc-tor Castro Ruz, sobre la noticia publicada en el sentido de que en las primeras horas de la mañana había partido hacia Santiago de Cuba para la aplicación de la ley de la reforma agraria.

Refirió el doctor Castro, que había decidido quedarse en La Habana para presenciar los festejos pero a las dos de la tarde abordaría un avión militar que lo trasladaría a Baire, para inaugurar centros escolares y otros sectores agrícolas de vital importancia, conforme ha-bía prometido.16

16 Revolución: 2, La Habana, 26 de febrero de 1959.

Esta es una Revolución única en el mundo

En horas de la tarde Fidel Castro se traslada en avión a la provincia de Oriente. En el pueblo de Baire se reúne con los campesinos para rendir ho-menaje al inicio de la Guerra de Independencia de 1895 y debatir acerca de la reforma agraria. En sín-tesis, sus pronunciamientos son:

–Hemos vivido juntos muchos sueños y es-tamos bien compenetrados. Estamos tan unidos, tan hermanados, que nada ni nadie puede separarnos. De aquellos campesinos que no conocíamos al desembarcar, hicimos soldados del Ejército Libertador. Por eso po-demos decir que el Ejército Rebelde es funda-mentalmente un ejército de campesinos.

–Para que se comprenda bien lo de la re-forma agraria voy a explicarles en qué etapa estamos. Primero fue la Ley Agraria del Ejér-cito Rebelde. La hicimos porque sabíamos las dificultades que se presentarían después del triunfo y empezamos por hacer leyes en el terri-torio liberado, para tener eso adelantado. Por eso entregamos a los aparceros, a los preca-ristas, a los pequeños colonos dos caballerías, que podían llegar hasta cinco, ofreciendo fa-cilidades para adquirirlas. Así está estableci-do en la Constitución y cumplíamos con ella. Faltaba solamente una cuestión de trámite, porque el Ejército Rebelde no podía en aque-llos momentos ocuparse de estas cosas y eso lo vamos a hacer ahora. Estas dos caballerías son suyas y nadie los sacará de ellas. Falta so-lamente darle forma legal y ese trámite es lo de menos.

–Pero ahora hay que confrontar un nuevo problema y es el caso de los que no tienen tie-rra. Eso lo resolverá la reforma agraria, que es mucho más amplia y completa que la otra. La reforma agraria comprende toda la Ley Agra-ria de la Sierra Maestra; pero además actúa sobre los latifundios para darles tierras a los que no la tienen. ¿Está claro?

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–De gran valor es la demostración dada por los obreros al aplazar sus demandas para hacer posible el rápido inicio de la za-fra. Sabemos que son explotados, pero este sacrificio que ellos están haciendo será pre-cisamente en bien de la república y de sus propias demandas. Dentro de unos meses las ventajas que podrán lograr serán mayo-res. Cuando les pedí el sacrificio respondie-ron presente y haré cuanto esté a mi alcance para ayudarlos. También serán beneficiados por la reforma agraria los obreros agrícolas del sector azucarero.

–El que traicione a la Revolución, a los mal-versadores, les espera la pena capital. Nadie podrá robarse el dinero del pueblo. De nues-tras mentes no se borrará jamás el sacrificio hecho por nuestro pueblo.17

17 Hoy: 1y 4, La Habana, 27 de febrero de 1959..

–A la gente que tiene hambre no se le pue-de decir que esté tranquila. Es necesario aca-bar con el hambre en el campo y entonces se acabará en la ciudad. Los campesinos podrán comprar lo que produzcan las industrias. Si no hay reforma agraria se hunde el país y Ba-tista, Tabernilla y demás criminales volverán otra vez. Aquí se arruina todo el mundo si no hay reforma agraria. […]

–Lo que hay que hacer es acabar con las injusticias, con la explotación del trabajador. Resulta injusto que ahora, que estamos em-peñados en llevar adelante la reforma agraria, la liberación del campesino y el obrero de la explotación, en darle un estándar de vida su-perior a nuestro pueblo, haya quien pretenda restarle apoyo a la Revolución; pero quien eso intente se encontrará frente a la masa del pue-blo, de los campesinos, de los trabajadores.

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Hace 60 años1954, 9 de febrero. Al conocer de la visita del tirano

Fulgencio Batista al Presidio Nacional para Hom-bres de Isla de Pinos, los moncadistas allí confi-nados entonaron las notas de la Marcha del 26 Julio. En represalia, las autoridades imponen a los revolucionarios distintas sanciones y Fidel Castro es incomunicado del resto de sus compañeros.

1954, 20 de febrero. Al cumplir la sanción de siete meses de privación de libertad, Melba Hernán-dez y Haydee Santamaría abandonan el Reclu-sorio Nacional para Mujeres de Guanajay.

Hace 55 años1959, 1 de febrero. Fidel Castro llega a Santiago

de Cuba para iniciar el plan agrario. Declara: “La Reforma Agraria ampliamente aplicada será só-lida porque ello constituye el principal anhelo, la primera necesidad de nuestra población en este momento presente y la primer ley revolu-cionaria”.

1959, 2 de febrero. Nuevamente Fidel Castro visi-ta la Sierra Maestra y habla a los campesinos en Guayabal de Naguas y Manzanillo, donde plan-tea que se “expropiarán a geófagos y latifundis-tas y se confiscará si ello fuera necesario¨.

1959, 3 de febrero. Fidel Castro sale del aeropuerto de Bayamo con varios periodistas nacionales y extranjeros para “bombardear” la Sierra Maes-tra con juguetes y ropa para sus habitantes. Ese mismo día visita Guantánamo a fin de asistir a una concentración campesina. De Guantánamo regresa a Manzanillo y habla en una concentra-ción del pueblo. Expresó: “Manzanillo es el pue-blo que no nos falló nunca, por eso es uno de los pueblos más nobles, diligentes y promete-dores de la Tierra”.

1959, 4 de febrero. Fidel Castro visita Bayamo y ha-bla en una concentración popular.

1959, 5 de febrero. El Comandante en Jefe visita Santiago de Cuba y en el cementerio Santa Ifi-

genia rinde tributo de recordación a los jóvenes orientales que cayeron luchando en defensa de la patria: Renato Guitart, Pepito Tey, Frank y Josué País, entre otros. En horas de la tarde se reúne en la Escuela Normal con más de cien ma-dres santiagueras que perdieron sus hijos en la lucha, y allí pronuncia discurso.

1959, 6 de febrero. La Asociación del Comercio y la Industria de La Habana propone la restauración y conservación en un museo del yate Granma.

1959, 7 de febrero. Promulgada la Ley Fundamen-tal que contempla los postulados básicos de la Constitución de la República de 1940 con mo-dificaciones acorde a las nuevas condiciones históricas.

1959, 8 de febrero. Se anuncia la presencia de Fidel en el Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio Nacional, para rendirle la última guardia de ho-nor a los mártires del yate Granma, cuyos restos fueron trasladados desde Niquero, actual pro-vincia Granma, para ser sepultados en la Necró-polis de Colón, en La Habana. El día siguiente asiste al entierro.

1959, 9 de febrero. El Consejo de Ministros otorga la condición de “cubano por nacimiento” al co-mandante Ernesto Guevara de la Serna, por sus servicios al país en las filas del Ejército Rebelde.Fidel realiza una visita informal a la Jefatura y dependencias de la Marina de Guerra. Visita el edificio del Estado Mayor General.

1959, 11 de febrero. Comienza en Ciudad Libertad un curso de alfabetización para los miembros del Ejército Rebelde. Cursos similares se abrirán en otras localidades del país.

1959, 13 de febrero. Ante el descontento popular por la lentitud del Gobierno Provisional de la Revolución en la toma de medidas que el país demanda con urgencia, se produce la renuncia del Consejo de Ministros y Fidel Castro asume el primierato en sustitución de José Miró Car-dona. Con ello se da solución a la primera crisis

Efemérides del mespor Rolando Dávila

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gubernamental posterior al triunfo del 1ro. de enero. El día siguiente toma posesión del cargo y pronuncia un discurso en el que expresa: “Soy un hombre de fe y siempre he afrontado las di-ficultades resueltamente. Lo que me interesa es que la Revolución siga adelante y que el pueblo no resulte defraudado”.

1959, 16 de febrero. El Comandante en Jefe Fidel Castro toma posesión del cargo de primer mi-nistro y anuncia el programa que llevará acabo, contenido en dos puntos fundamentales: inde-pendencia económica y reforma agraria.

1959, 17 de febrero. Fidel expone ante el país el programa del gobierno sobre la liberación eco-nómica, la Reforma Agraria, el proyecto de crea-ción del Instituto Nacional de Ahorro y Vivien-da, y la inmediata aprobación de la Ley sobre la Marina Mercante.-Se aprueba la Ley No. 85 que establece la re-ducción en un 50% de los salarios de los miem-bros del gabinete ministerial. El presidente de la república Manuel Urrutia se niega a rebajar su sueldo.-Promulgada la Ley No. 88 que suprime la renta de la lotería nacional y crea el Instituto Nacional de Ahorro y Viviendas (INAV), encargado de en-frentar el grave problema habitacional en el país.

1959, 18 de febrero. Por orden del comandante Camilo Cienfuegos, jefe del Ejército, quedan di-sueltos oficialmente el Servicio Inteligencia Mi-litar (SIM) y el Buró de Represión para las Activi-

dades Comunistas (BRAC), aparatos represivos de la derrocada tiranía.

1959, 23 febrero. Se dicta la Ley No.100 que insti-tuye siete departamentos de carácter civil en el Ejército Rebelde, adscriptos al Ministerio de Defensa Nacional, lo que ayuda a impulsar los planes socioeconómicos y culturales de la Re-volución.

1959, 24 de febrero. Asiste Fidel a una extraordi-naria concentración patriótica en Baire, actual Santiago de Cuba, en conmemoración de la gesta de 1895. Reafirma los ideales martianos de la Revolución.-En el litoral habanero se realiza una revista aé-rea y naval en recordación a la guerra de los cu-banos contra el colonialismo español en 1895. En el trascurso de la actividad militar el Coman-dante en Jefe Fidel Castro entra al puerto a bor-do del yate Granma.

1959, 25 de febrero. El primer ministro Fidel Castro inaugura en la arrocera Aguilera, provincia de Oriente, la primera cooperativa en el país.

1959, 26 de febrero. Fidel arriba a Holguín donde sostiene entrevistas con instituciones cívicas y habla ante una gran concentración popular frente al Ayuntamiento en el parque Calixto García.

1956, 27 de febrero. En el Palacio Presidencial re-cibe Fidel al senador chileno Salvador Allende. Durante la cena celebrada después del Consejo de Ministros Allende lo invita a visitar Chile. oah

Boletín Oficina de Asuntos Históricos / 32

documento de archivo

Comunicación emitida por Celia Sánchez Manduley al capitán del Ejército Rebelde René Pa-checo -vinculado en ese momento al trabajo de la Oficina de Asuntos Históricos- donde se aprecia su preocupación por la recuperación de los documentos históricos de la Revolución. El escrito se conserva en el fondo Celia Sánchez de nuestra Oficina.

El evento provincial en La Habana preparatorio del XXI Congreso Nacional de Historia convocado por la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC) se realizó del 16 al 18 de enero con la pre-sentación de más de 150 trabajos, con sede en la Biblioteca Nacional y la Quinta de los Molinos. Nuestra Oficina y su asociación de base estuvieron representadas por Eugenio Suárez Pérez y Jorge Luis Aneiros Alonso, director y subdirector general, respectivamente. El primero recibió un diploma de reconocimiento por su trabajo de apoyo a la labor de la unión, y el segundo presentó la ponencia La conservación y difusión de los fondos documentales e investigaciones en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.

El día 8 los trabajadores de la Oficina conmemoramos el 55 aniversario del triunfo de la Revolución, en coincidencia con la entrada a La Habana de la Caravana de la Libertad. Recordamos la fecha con la proyec-ción de pasajes de aquel suceso histórico, el repaso de algunos momentos del recorrido desde su salida de Santiago de Cuba, y fragmentos del discurso pronunciado por el Comandante en Jefe en Columbia. También se escuchó el poema Marcha Triunfal del Ejército Rebelde del Indio Naborí, y canciones alegóricas interpretadas por un trovador. En la clausura se develó una pintura al óleo con la imagen de Fidel, reali-zada en 1959 por el pintor mexicano Antonio Albanés García (1918-2013), que fue donado a la Oficina y restaurado en el museo Nacional de Bellas Artes; además se inauguró una muestra fotográfica con imáge-nes de los fondos del archivo.

Otro momento de homenaje fue el matutino del 28 del enero en el que rendimos homenaje al José Mar-tí a 160 años de su natalicio. El momento fue propicio para que el profesor Carlos M. Marchante se refiriera a la celebración en La Habana de la II Cumbre de la CELAC, muy vinculada con el pensamiento martiano, y comentara anécdotas del Apóstol ocurridas en su cumpleaños 41.

La victoria revolucionaria de enero de 1959 fue el tema que trató la primera sesión de la cátedra de estudios históricos Celia Sánchez Manduley en el mes de enero. El encuentro estuvo dedicado al destacado revolucionario Juan Nuiry Sánchez, re-cientemente fallecido.

La primera parte fue abordada por Antonio Llibre Artigas, quien fuera uno de los ayudantes del Co-mandante en Jefe en la Sierra Maestra; y por José Alberto León Lima, Leoncito, combatiente de la Co-lumna No. 17 del Segundo Frente Frank País, quien se integró al recorrido de la Caravana de la Libertad por los pueblos y ciudades del país, el que con apoyo de un audiovisual, hizo una explicación detallada de la ruta de la Caravana.

A continuación el joven Wilmer Rodríguez Fer-nández, periodista del Noticiero de la Televisión Cubana, recordó a Juan Nuiry y presentó un docu-mental sobre la creación del gobierno provisional en enero de 1959 hasta el 26 de julio de ese año.

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Informaciones

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Dos momentos De homenaje

evento preparatorio Del XXi Congreso naCional De historia

CáteDra Celia sánChez manDuley:una sesión con los

protagonistas

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