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DISCOS Y OTRAS PASTAS www.otraspastas.blogspot.com EMAIL: [email protected] AÑO 10 NÚMERO 73 EDICIÓN DIGITAL FEBRERO 2016 1 Respaldado por el éxito de Tiburón, en 1977 Steven Spielberg presentó Close Encounters of the Third Kind (Encuentros Cercanos del Tercer Tipo) la historia de un padre de familia que pierde la razón en su intento por contactar a los alienígenas que han estado merodeando la Tierra. Casi tan famoso como la película fue su slogan (“We Are Not Alone”), que como un mantra, sepultaba para siempre la idea del hombre como único habitante del universo, la más egoísta de todas las teorías concebidas por los seres humanos. La portada del nuevo disco de la Electric Light Orchestra (ELO) parece rendirle tributo estético al film de Spielberg, sin embargo su título (Alone in the Universe) se encarga de desmentir sin atenuantes aquel célebre leitmotiv. Es que tantas veces intentó Jeff Lynne tomar distancia de la Electric Light Orchestra, una entidad que pese a los vaivenes en su formación lo reconoce como indiscutible alma mater, que al final se quedó solo, al punto tal que su nombre y el de la banda ya son sinónimos. Así que, digámoslo, Jeff Lynne´s ELO es una tautología por donde quiera que la abordemos. Habían pasado quince años desde Balance of Power (1986), virtual último disco de la ELO como grupo en el sentido estricto de la palabra, cuando Zoom (2001) evidenció el primer episodio de mimetismo entre Lynne y la ELO. En aquella oportunidad las colaboraciones de dos Beatles (George Harrison y Ringo Starr) solaparon la deserción casi total del resto de la banda (los créditos sólo reconocían la participación de Richard Tandy en un único tema). Ahora, casi tres lustros después de Zoom, en Alone in the Universe tan solo hay un tibio agradecimiento para Richard Tandy y múltiples rastros de los Beatles. Los parches de Ringo parecen sonar en cada compás y los ecos de la guitarra de George se hacen ostensibles en “When the Night Comes”, “All my Life” y “Blue”. Pero si la autoreferencia fuera un mal indicio, las inspiradas composiciones de este disco confirmarán que quién necesite una dosis de Lynne o de ELO encontrará en este álbum la resonancia de un sonido original que trascendió los ornamentos propios de cada época que atravesó (el clasicismo del homónimo disco debut, los experimentos conceptuales de El Dorado (1974) y Time (1981), la influencia disco en Discovery (1979)). Después de todo, Lynne construyó una brillante carrera como productor (¿cuántas personas pueden jactarse de haber producido a The Beatles?), compuso con éxito para otros (“Xanadu” – Olivia Newton-John) y formó proyectos paralelos de calidad como The Traveling Wilburys, qué tiene de malo que quiera volver al confort de su vieja banda. Lynne parece ensayar una suerte de defensa de su derecho natural sobre la ELO cuando en “The Sun Will Shine For You” canta “Anything you want - you can have for your own - It was always there for you - If only you’d have known -Try to find it - Try to love it - Try to see it through - and the sun will shine”, y entonces es imposible no recordar al viejo del film de Spielberg diciendo en perfecto castellano "El sol salió anoche y me cantó. JORGE CAÑADA JEFF LYNNE’S ELO - “ALONE IN THE UNIVERSE” … Y ENTONCES QUEDÓ UNO SOLO

Discos y otras pastas 73(febrero2016)

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ELO, El Renacido, Spotlight, Andrzej Zulawski, Muelle el grafitero, Mariátegui y Sergio Galarza.

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DISCOS Y OTRAS PASTAS www.otraspastas.blogspot.com EMAIL: [email protected]

AÑO 10 NÚMERO 73 EDICIÓN DIGITAL FEBRERO 2016

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Respaldado por el éxito de Tiburón, en 1977 Steven Spielberg presentó Close Encounters of the Third Kind (Encuentros Cercanos del Tercer Tipo) la historia de un padre de familia que pierde la razón en su intento por contactar a los alienígenas que han estado merodeando la Tierra. Casi tan famoso como la película fue su slogan (“We Are Not Alone”), que como un mantra, sepultaba para siempre la idea del hombre como único habitante del universo, la más egoísta de todas las teorías concebidas por los seres humanos. La portada del nuevo disco de la Electric Light Orchestra (ELO) parece rendirle tributo estético al film de Spielberg, sin embargo su título (Alone in the Universe) se encarga de desmentir sin atenuantes aquel célebre leitmotiv. Es que tantas veces intentó Jeff Lynne tomar distancia de la Electric Light Orchestra, una entidad que pese a los vaivenes en su formación lo reconoce como indiscutible alma mater, que al final se quedó solo, al punto tal que su nombre y el de la banda ya son sinónimos. Así que, digámoslo, Jeff Lynne´s ELO es una tautología por donde quiera que la abordemos. Habían pasado quince años desde Balance of Power (1986), virtual último disco de la ELO como grupo en el sentido estricto de la palabra, cuando Zoom (2001) evidenció el primer episodio de mimetismo entre Lynne y la ELO. En aquella oportunidad las colaboraciones de dos Beatles (George Harrison y Ringo Starr) solaparon la deserción casi total del resto de la banda (los créditos sólo reconocían la

participación de Richard Tandy en un único tema). Ahora, casi tres lustros después de Zoom, en Alone in the Universe tan solo hay un tibio agradecimiento para Richard Tandy y múltiples rastros de los Beatles. Los parches de Ringo parecen sonar en cada compás y los ecos de la guitarra de George se hacen ostensibles en “When the Night Comes”, “All my Life” y “Blue”. Pero si la autoreferencia fuera un mal indicio, las inspiradas composiciones de este disco confirmarán que quién necesite una dosis de Lynne o de ELO

encontrará en este álbum la resonancia de un sonido original que trascendió los ornamentos propios de cada época que atravesó (el clasicismo del homónimo disco debut, los experimentos conceptuales de El Dorado (1974) y Time (1981), la influencia disco en Discovery (1979)). Después de todo, Lynne construyó una brillante carrera como productor (¿cuántas personas pueden jactarse de haber producido a The Beatles?), compuso con éxito para otros (“Xanadu” – Olivia Newton-John) y formó proyectos paralelos de calidad como The Traveling Wilburys, qué tiene de malo que quiera volver al confort de su vieja banda. Lynne parece ensayar una suerte de defensa de su derecho natural sobre la ELO cuando en “The Sun Will Shine For You” canta “Anything you want - you

can have for your own - It was always there for you - If only you’d have known -Try to find it - Try to love it - Try to see it through - and the sun will shine”, y entonces es imposible no recordar al viejo del film de Spielberg diciendo en perfecto castellano "El sol salió anoche y

me cantó”. JORGE CAÑADA

JEFF LYNNE’S ELO - “ALONE IN THE UNIVERSE”

… Y ENTONCES QUEDÓ UNO SOLO

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 2 FEBRERO 2016

En una ocasión, Luchino Visconti le dijo a Romy Schneider: "Quiero ofrecerte un personaje que ya conoces. Adivina de quién se trata". Y ella, sin vacilar, le respondió de inmediato: "¡De una prostituta!". El director, sorprendido por la respuesta, le contradijo impresionado: "No, no, en absoluto. Es Elisabeth". Romy estaba decidida a destruir ese pasado de jovencita inocente e ingenua. ¿Hacer de Sissi una vez más? ¿Volver a los recuerdos de un pasado mediocre? Todo indicaba que ella iba a rechazar la propuesta del maestro. Y, sin embargo, aceptó el papel. Lo hizo porque el gran Visconti se lo pedía, y la Sissi que ahora iba a encarnar tendría cuarenta años y vestiría de negro. La encantadora Romy estaba dispuesta a ir al mismísimo infierno si con ello lograba

destruir la sonrisa angelical de la candorosa Sissi de sus comienzos. Andrzej Zulawski la llevó al infierno. El cineasta polaco construyó para la

bella Romy esos planos de su rostro, tan hermosos y tan sombríos a la vez. Ella hacía de una actriz de películas porno, que ahora vivía su decadencia. Al fin Romy había conseguido convertirse en el cine en una prostituta, en una mujer que había caído al fondo del pozo con su miseria y su tristeza. Con el rostro cansado y excesivamente maquillado, que la cámara nos acerca más y más hasta quedar fijo ante nosotros, la mirada de Romy termina por imponerse, por apoderarse de nuestro imaginario y borrar –casi para siempre- ese

rostro de expresión fresca y juvenil que hiciera las delicias de nuestra infancia. Y cuánta emoción nos despierta ese gesto dramático y hechicero cuando mirando a la cámara, le dice al fotógrafo: "¡No, por favor, nada de fotos! Soy actriz y puedo hacer otras cosas, ¿Si? ¡Esto solo lo hago para comer!". Es entonces cuando, desconcertados, ya no sabemos si lo que estamos viendo es ficción o es el mensaje sentido, desesperado y auténtico de un ser torturado, que saliendo de la pantalla revela esa realidad dura, de una mujer maltratada por la vida,

y que nos pide comprensión, que nos ruega que la dejemos en paz. Porque el mundo feliz que ella anheló, nunca se materializó. Las impactantes imágenes del cineasta motivan esta pequeña reflexión sobre su actriz y protagonista de uno de sus grandes y controvertidos films, y cuyo título pareciera aludir a ese sentimiento que anidaba en el corazón de Romy: Lo importante es amar (1975). Así es como recordamos ahora a Andrzej Zulawski. Sí, lo

evocamos a través de estas imágenes tan espléndidas como turbadoras, inspiradas por la presencia de la más bella actriz de todos los tiempos. Haces unos días Andrzej Zulawski, el cineasta que tuvo el privilegio de trabajar con Romy Schneider, Isabelle Adjani y Sophie Marceau, partió hacia la eternidad. ¡Que la imagen de sus encantadores rostros te acompañe en tu viaje final! ROGELIO LLANOS

ANDRZEJ ZULAWSKI

(1940 – 2016)

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 3 FEBRERO 2016

“En la calamidad, hijos míos, no hay flechas de dirección / obligatoria. Por eso existió Muelle. / Y este mundo de las corazas diminutas hechas de poliéster. El cielo-periferia / color jean, / las redondas gafitas / de cien mil leguas de los niños que no pueden dibujar barcos”. (Martha Asunción Alonso)

Los ochenta, los de mi infancia y adolescencia, fueron años dorados para mi ciudad, Madrid. La capital del reino dejaba atrás décadas de dictadura política y mugre cultural. “Los ochenta son nuestros” rezaba una obra de teatro muy popular en aquellos años; “Madrid me mata” era el eslogan de la movida, aquel movimiento artístico y cultural que puso a Madrid en el mundo. O al menos eso creímos los madrileños. A España todo llegaba tarde, si llegaba. El rock era un invento del diablo, la estética moderna era de sucios, las pintadas en las paredes, vandalismo. No vamos a engañarnos, las cosas no han cambiado tanto. Seguimos llevando décadas de retraso; la cultura es vilipendiada y maltratada. Así es España. Aquellos años Madrid pasaba, o lo intentaba, del blanco y negro al tecnicolor. Lo hacía de la mano de pintores, escritores, músicos, fotógrafos, diseñadores y artistas. Y si hablamos de colores, un joven de barrio sería el encargado de dar otro aire a las paredes de mi ciudad. Juan Carlos Argüello. Muelle, su nombre de guerra. El primer grafitero de Madrid. Un mito olvidado por las instituciones pero adorado por toda una generación. Su estilo, talante, valentía y misterio le hizo inmortal entre sus conciudadanos. La batalla de Muelle en las calles comenzó en 1984. Loco por la batería y el punk, armado de sprays y

a lomos de su inseparable moto, comenzó a dejar su firma, castiza y personal, en muchos muros de Madrid. No se consideró grafitero sino “escritor” o “flechero”. Su inconfundible creación estaba subrayada por una espiral y acabada en flecha. Imitada hasta la saciedad por muchos otros, marcó la edad de oro del grafiti madrileño. Adorado, mitificado, se ganó el respeto de la calle. Él mismo marcó sus reglas: no pintar en cualquier sitio, ni en el metro ni en propiedad privada. Disfrutó mucho tiempo del anonimato, pero pronto su firma le trascendió. La leyenda cuenta que una marca de colchones le ofreció millones por su firma. Muelle decidió que su identidad valía más que el dinero y lo rechazó. Patentó su creación y siguió a lo suyo, perfeccionando su obra, estando en todas partes. Los medios de comunicación acabaron por fijarse en él. Alcanzó la fama, pero al final llegó el hastío, consideró que su discurso estaba agotado. Muelle colgó los sprays y se centró en otros proyectos. Dos años después de dejar la calle, en 1995, moría de una

grave enfermedad. Solo tenía 29 años. Sobrevive una firma de Muelle en Madrid. En el muro de un edificio en litigio en la céntrica calle Montera. Espera tapada con mallas a que la administración decida si la convierte en Bien de Interés Cultural. Ese sería su indulto. Estos años de desidia y olvido político se

compensan de alguna forma con la noticia de que en breve Muelle tendrá una calle en su, nuestro, Madrid. Inmortal Muelle, maestro de “escritores”, protagonista de las memorias de tantos chicos de barrio, símbolo de toda una época. Muelle, ilustrador de una épica marginal y suburbial. Iremos a rendirte pleitesía a esa calle tuya, que ya es nuestra. Larga vida a Muelle.

JUKEBOX DESDE EL OTRO LADO ESCRIBE: CONX MOYA

MUELLE, EL MÍTICO GRAFITERO DE MADRID

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 4 FEBRERO 2016

Una profunda investigación periodística a cargo del equipo Spotlight del periódico The Boston Globe, comprueba los casos de pederastia y abusos contra menores por noventa miembros del clero bostoniano

en cincuenta años; y cómo los niveles de corrupción en la Iglesia Católica y en el sistema judicial norteamericano mantuvo oculto e impune semejante monstruosidad. Subyace un tema importante, grande, de alto impacto. En un filme correcto, lineal, frontal, de puesta en escena invisible. Pero ¿Qué más? Nada más. Frente a la combinación, modestia y enfilamiento crítico, acostumbro tomar prudente distancia. Son muchas las películas norteamericanas progresistas, liberales, socialmente responsables, políticamente correctas (verbigracia, Síndrome de China, Desaparecido, Farenheit 9/11) que alzan la voz, señalan y argumentan con contundencia; procurando un golpe de timón en el mundo, cambiar el estado de cosas. “En Primera Plana” no es la excepción. Es una crónica sobre una investigación periodística después de “El fin de la historia” de Fukuyama. O sea, en un tiempo en el que los ideales se hicieron añicos y no había en qué creer. Y el nuevo editor del Boston Globe, Martin Baron (Liev Schreiber), lector de las columnas del diario, retoma una denuncia contra un Cardenal por violación y abuso de menores. Es el inicio de todo. Entra a tallar entonces el equipo de investigación periodística interpretado por Michael Keaton, Mark Ruffalo, Rachel McAdams, John

Slattery y Brian d'Arcy James (todos notables, especialmente Keaton), y alharacas idealistas más, alharacas idealistas menos, surge la verdad. No sólo las violaciones sino la manipulación judicial. Progresivamente tomamos posición sobre el tema pero no sobre la película. El cine después del café, que en lo personal recuso. Y, a pesar de todo, se trata de un gran homenaje al

subgénero periodístico, a “Todos los hombres del presidente” (1976) de Alan Pakula. Donde abundaba la sutileza, el cinismo, el ánimo liberal. En cambio en “Spotlight” abunda el maniqueísmo.

Alguna vez un cronista me dijo que los artículos sobre asesinos seriales y violadores no tienen pierde. Pues son los preferidos de los editores, la gente los lee con fruición, ganan premios de prensa, etc. Pero los periodistas deben contar la historia de los criminales sin sentenciarlos. Evitando que las emociones aniquilen los hechos y las ideas. Siendo los casos de violación de menores por sacerdotes un asunto abominable, una degeneración como resultado de siglos de celibato y rigideces actitudinales propias del catolicismo; creemos que “Spotlight” o “En primera plana” debió producir las ambigüedades y contradicciones suficientes para pensar en lo bueno y malo del Catolicismo. Porque no todo es monstruoso en el Catolicismo ¿O sí? ÓSCAR CONTRERAS

“SPOTLIGHT” (2015) – DIRECTOR: TOM McCARTHY

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 5 FEBRERO 2016

Desde el episodio “Octavio y Susana” con el que abría Amores Perros, su asombroso debut del año 2000, no le veía una película tan sólida y consecuente al mexicano Alejandro González Iñárritu, cineasta ampuloso, de pretensiones desmedidas, que despierta entusiasmos y odios entre la cinefilia mundial. “El Renacido” tiene una parte central estupenda. Lo mejor en la carrera de Iñárritu. Digo, cuando el personaje de Hugh Glass (Leonardi Di Caprio) el explorador de las regiones montañosas de Wyoming y Dakota, comerciante de pieles, despierta de esa suerte de "entierro prematuro" y se lanza a la supervivencia, en condiciones atroces, en un medio agreste, gélido, lleno de peligros (la fauna salvaje, las tribus indias y los mercenarios franceses), apacentado su desgracia e integrándose al paisaje, en ese momento hay cine de gran nivel. Aparecen largas secuencias (silenciosas, contemplativas, registradas en grandes planos generales) de enorme belleza, que ensimisman y activan el poder reflexivo del espectador. Las panorámicas de Di Caprio en los bosques, ríos, praderas y montañas, han sido logradas por uno de los mejores directores de fotografía de esta hora: el también mexicano Emmanuel Lubezki. Todo eso me lleva a indicar que en “El Renacido” hay una

mentada muy clara al cine de tres directores: Terrence Malick, Andrei Tarkovski y Werner Herzog. La reflexión filosófica, el simbolismo, la odisea constituyen la servidumbre de paso, la zona de maniobras, a partir de la cual Iñárritu construye el relato. Pero a esa mentada no podría llamarle tributo. Porque un tributo es un celebrar honrando. Y aquí Iñarritu se desbarranca (pocas veces, por cierto, y regresa rápido a la "pista" narrativa) debido a sus desmesuras y engolamiento. Afectando el conjunto. Sucumbe a la tentación de hacer un cine grande, de alto impacto, impresionista, sin respaldo... y entonces cualquier referencia a los nombres divinos se convierte en una herejía. Iñárritu tiene un gusto retorcido por hacer de lo fácil

algo difícil. Por ejemplo, es incapaz de registrar una conversación simple entre dos o más personas. Siente que debe mover la cámara todo el tiempo, llevar la charla a la altura del contexto importante. La gimnasia y el parti pris ante todo. El plano secuencia, que desde los orígenes del cine, ha generado un efecto de realismo, de temporalidad próxima a los hechos que se registran o representan (porque sin cortes de

edición, la cámara generalmente viaja en un espacio y tiempo determinado para mostrar acciones y objetos que agregan intensidad o revelan un dato dramático) en “El Renacido” es objeto de uso y

“THE REVENANT” (2015) – DIRECTOR: A. GONZÁLEZ IÑÁRRITU

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 6 FEBRERO 2016

abuso. El efecto funciona algunas veces. Y otras no. Sucede lo mismo con algunas

EL OCTAVO ENSAYO AUTOR: ALDO MARIÁTEGUI (PERÚ) Siempre hay que desconfiar cuando se asume que algo es cien por ciento malo o bueno. Tanto la izquierda como la derecha peruana, tienen sus pros y contras. Este libro tiene un solo objetivo: gastar más de cien

páginas en convencernos de que la izquierda peruana es el cáncer de este país, que las mayores catástrofes económicas, sociales y políticas tienen origen zurdo. “El octavo ensayo” es irónico, irreverente, tendencioso por momentos pero nunca llega a ser aburrido. No esperemos rigurosidad académica, ni la exposición de ideas bien sustentadas o lúcidas, porque el “hígado” y la “verborragia” le ganan al autor. Pero nos encontraremos con sabrosas anécdotas y pasajes históricos que no está demás conocer, recordar o verlos desde otro punto de vista. Tanto el abuelo (José Carlos Mariátegui, máxima figura de la izquierda peruana) como el nieto (Aldo Mariátegui, periodista y de ultra derecha) ya están desfasados para estos tiempos. Pero al primero le tomó más de sesenta años perder vigencia con tan solo treintaicinco años de vida. HENRY A. FLORES

escenas sangrientas, donde la brutalidad es importante, expresiva, necesaria. Y otras, simplemente, añaden sadismo. Tampoco funcionan: la referencia a la esposa india de Hugh Glass -que aparece y desaparece en las ensoñaciones y delirios del personaje, en un chiche mágico-realista-, el duelo final -casi telenovelesco- y los planos finales. La actuación de Di Caprio es estupenda. Balance positivo para “El Renacido” de Alejandro González Inárritu, alias "El Negro". ÓSCAR CONTRERAS

CUENTOS PARA BÚFALOS AUTOR: SERGIO GALARZA (PERÚ) Los cuentos de Galarza nos resultan familiares, nos invitan a la inmersión, con personajes tan comunes y silvestres que tienes la sensación de que has

vivido estas historias o le ha pasado a algún amigo tuyo. Lo cotidiano se hace entrañable, la música se hace vital, una necesidad primaria. Su lenguaje simple, directo y fluido, sin artilugios ni adornos, le permite narrar con soltura y despreocupación, como si alguien te estuviera contando los hechos en un café. “Cuentos para Búfalos” reúne diez relatos escritos en diferentes épocas, ya sea a pedido de alguna revista o para participar en concursos, pero la mayoría comparten algunos personajes y sobre todo ronda en cada uno de ellos la nostalgia, la música, el fracaso y el destierro. Ya han pasado veinte años de su debut literario con el crudo y sorprendente “Matacabros” (1996), ya no es la gran promesa que algunos proclamaron, aun así Galarza todavía es capaz de noquearte. HENRY A. FLORES

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