DECONSTRUIRLAACTUALIDADJacquesDerrida

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    DECONSTRUIR LA ACTUALIDAD

    Jacques DerridaEntrevista con Jacques Derrida (Passages, n 57, septiembre de 1993, pp. 60- 75). Palabras recogidas por

    Stphane Douailler, mile Malet, Cristina de Peretti, Brigitte Sohm y Patrice Vermeren.Trad. C. de Peretti.

    El Ojo Mocho. Revista de Crtica Cultural(Buenos Aires) 5 (Primavera 1994).Edicin digital de Derridaen castellano.

    -A menudo da la impresin y se trata de una impresin que segn

    hemos comprobado, es compartida tanto en Bogot y en Santiago de

    Chile, en Praga y en Sofa, como en Berln o en Pars- de que su

    pensamiento incide en la actualidad. Comparte usted esta sensacin?

    Es usted, si no ya un filsofo del presente, s al menos un filsofo

    que piensa su tiempo?

    -Quin puede estar seguro de hacerlo? Adems incidir en la actualidad y pensar sutiempo no es lo mismo. En ambos casos, habra que hacer algo, algo ms, o algo distinto, quecomprobar y describir: formar parte, tomar partido y pertenecer. A partir de ah, se incide y, porconsiguiente, se transforma, por poco que sea, se interviene, como suele decirse, en untiempo que ni est ante uno ni est dado de antemano. Nunca hay normas preestablecidas paraestar seguros de que se incide en la actualidad o, por utilizar su expresin, de que se piensasu tiempo. En el caso de algunos, lo uno va a menudo sin lo otro. Pero me considero incapazde improvisar una respuesta para semejantes cuestiones. Es preciso que contemos con eltiempo de la entrevista y lo tenemos contado. Hoy en da ms que nunca, pensar su tiempo,

    (sobre todo cuando al hacerlo se corre el riesgo o la suerte de la palabra pblica) consiste entomar nota, para ponerlo en prctica, del hecho de que el tiempo de esa misma palabra seproduce artificialmente. Es un artefacto. En su mismo acontecer, el tiempo de ese gesto pblicoes calculado, forzado, formateado, inicializado por un dispositivo meditico (hagamos uso deestas palabras para ir de prisa). Esto merecera un anlisis casi infinito. Quin pensara sutiempo hoy y, sobre todo, quin hablara de l, les pregunto, si en primer lugar no prestaraatencin a un espacio pblico, por lo tanto a un presente poltico transformado a cada instante,en su estructura y su contenido, por la teletecnologa de lo que tan confusamente se denominainformacin o comunicacin.

    Su pregunta no nombraba slo el presente sino lo que se denomina la actualidad.Permtanme marcar, esquemticamente, dos de los rasgos ms actuales de la actualidad.Resultan demasiado abstractos para delimitar lo ms propio de mi experiencia o de cualquierotra experiencia filosfica de la susodicha actualidad pero designan lo que constituye laactualidad en general. Podramos arriesgarnos a darles dos apodos compuestos:artefactualidad y actuvirtualidad. El primer rasgo es que la actualidad, precisamente, esthecha:para saber de qu est hecha, no es menos preciso saber que lo est. No est dadasino activamente producida, cribada, utilizada y performativamente interpretada por numerososdispositivosficticiosoartificiales, jerarquizadores y selectivos, siempre al servicio de fuerzas

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    e intereses que los sujetos y los agentes (productores y consumidores de actualidad -a vecestambin son filsofos y siempre intrpretes-) nunca perciben lo suficiente. Por ms singular,irreductible, testaruda, dolorosa o trgica que sea la realidad a la cual se refiere la actualidad,sta nos llega a travs de una hechura ficcional. No es posible analizarla ms que al precio deun trabajo de resistencia, de contrainterpretacin vigilante, etctera. Hegel tena razn al

    exhortar al filsofo de su tiempo a la lectura cotidiana de los peridicos. Hoy, la mismaresponsabilidad exige tambin que sepa cmo se hacen y quinhace los peridicos, losdiarios, los semanarios, los noticieros de televisin. Sera preciso que pudiera ver del otro lado,tanto del de las agencias de prensa como del teleprompter.[i] No olvidemos jams todo elalcance de este indicio: cuando parece que un periodista o un hombre poltico se dirigen anosotros, en nuestras casas, mirndonos directamente a los ojos, estn leyendo en unapantalla, con el dictado de un apuntador, un texto elaborado en otra parte, en otro momento, aveces por otros, incluso toda una red de redactores annimos.

    -Tendra que ser un deber cultivar la crtica sistemtica de lo que

    se denomina la artefactualidad. Usted dice: sera preciso.

    -Si se trata de una cultura crtica, de una especie de educacin, pero nunca dir serapreciso, nunca hablar de ese deber tanto del ciudadano como del filsofo, sin aadirle dos otres precauciones de principio.

    La primera concierne a la cosa nacional (por responder en parte a aquello a lo queapuntaba su pregunta, como si, de vuelta del extranjero, hubiera alguna razn para arrancarlade un diario de viaje: esto es lo que se dice de usted en el extranjero, qu pensar de estanoticia? Me hubiera gustado comentar ese gesto. Pero dejmoslo). Entre las filtraciones queinforman la actualidad, y pese a una internacionalizacin acelerada pero tanto ms equvoca,

    est ese privilegio indesarraigable de lo nacional, lo regional, lo provincial -o de lo occidental-,que sobredetermina todas las otras jerarquas (en primer lugar el deporte, luego el poltico -yno lo poltico-, despus lo cultural, por orden de demanda, espectacularidad y legibilidadsupuestamente decrecientes). Ese privilegio secundariza una masa de acontecimientos: losque se creen alejados del inters (supuestamente pblico) y de la proximidad de la nacin, lalengua nacional, el cdigo y el estilo nacional. En la informacin, la actualidad esespontneamente etnocntrica, excluye lo extranjero, a veces dentro del pas, antes de todapasin, doctrina o declaracin nacionalista, y aun cuando esas actualidades hablen de losderechos del hombre. Algunos periodistas hacen esfuerzos meritorios para escapar a esta leypero, por definicin, nunca se hace lo suficiente, y esto no depende en ltima instancia de losperiodistas profesionales. No hay que olvidarlo, principalmente hoy, cuando viejosnacionalismos asumen formas inditas con la explotacin de las tcnicas mediticas msavanzadas (la radiotelevisin oficial de la ex-Yugoslavia no sera sino uno de sus ejemplossobrecogedores). Dicho sea de paso, algunos creyeron no hace mucho que haba que volver adiscutir la crtica del etnocentrismo o, si simplificamos mucho su imagen, la deconstruccin deleurocentrismo. Aqu o all, todava hoy es de buen tono, como si estuviramos ciegos a lo quetrae la muerte en nombre de la etnia, en el corazn de la misma Europa, una Europa que no

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    tiene hoy otra realidad, otra actualidad que la econmica y nacional, y cuya sola ley, tanto paralas alianzas como para los conflictos, es la del mercado.

    Pero la tragedia, como siempre, obedece a la contradiccin o la doble postulacin: lainternacionalizacin aparente de las fuentes de informacin se realiza a menudo a partir de unaapropiacin y concentracin de los capitales de informacin y difusin. Recuerden lo que pas

    durante la guerra del Golfo. Que eso haya representado un momento ejemplar de toma deconciencia y, aqu o all, de rebelin, no debe disimular la generalidad y la constancia de estaviolencia en todos los conflictos, en Medio Oriente y otras partes. A veces, tambin puedeimponerse una resistencia nacional a esta homogeneizacin aparentemente internacional.Primera complicacin.

    Otra precaucin: esta artefactualidad internacional, esta monopolizacin del efecto deactualidad, esta apropiacin centralizadora de los poderes artefactuales de crear elacontecimiento pueden ir a la par con un progreso de la comunicacin en directo o en tiempollamado real, en presente. El gnero teatral de la entrevista hace sacrificios, al menosficticiamente, a esta idolatra de la presencia inmediata, en directo. Un diario siempre prefiere

    publicar una entrevista con un autor fotografiado, ms que un artculo que asuma laresponsabilidad de la lectura, la evaluacin, la pedagoga. Entonces, cmo hacer para noprivarse de los nuevos recursos de la emisin en directo (videocmara, etctera), al mismotiempo que se siguen criticando sus mistificaciones? Y en primer lugar, mientras se siguerecordando y demostrando que el directo y el tiempo real nunca son puros: no nos entreganni intuicin ni transparencia, ninguna percepcin despojada de interpretacin o intervencintcnica. Una demostracin semejante apela ya, por s misma, a la filosofa.

    En definitiva -lo sugera demasiado a la ligera hace un instante-, la deconstruccinnecesaria de esta artefactualidadno debe servir de coartada. No tendra que ceder a un afnde emulacin en el simulacro y neutralizar toda amenaza en lo que podra llamarse el embuste

    del embuste, la denegacin del acontecimiento: Todo -se dira entonces-, y aun la violencia elsufrimiento, y la guerra y la muerte, todo est construido, ficcionalizado, constituido por y convistas a los dispositivos mediticos, nada sucede, no hay ms que simulacro y embuste. Alllevar lo ms lejos posible una deconstruccin de la artefactualidad, hay que hacer, por lo tanto,todo lo que est a nuestro alcance para prevenirse de ese neoidealismo crtico y recordar noslo que una deconstruccin consecuente es un pensamiento de la singularidad, por ende delacontecimiento, de lo que conserva de irreductible, sino tambin que la informacin es unproceso contradictorio y heterogneo puede y debe transformarse, puede y debe servir, comolo hizo a menudo, al saber, la verdad y la causa de la democracia venidera, como a todas lascuestiones que entraan. Por ms artificial y manipuladora que sea, no puede no esperarse quela artefactualidad se rinda o se pliegue a la venida de lo que viene, al acontecimiento que latransporta y hacia el cual se transporta. Y del que aportar testimonio, aunque sea en defensapropia.

    -Hace un momento, propuso otro apodo que hacia referencia no ya a la

    tcnica ni al artificio sino a la virtualidad.

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    -Si tuviramos tiempo para ello, yo insistira sobre otro rasgo de la actualidad, de lo quesucede hoy y de lo que le sucede hoy a la actualidad.Insistira no slo en la sntesis artificial(imagen sinttica, voz sinttica, todos los complementos protticos que pueden hacer las vecesde actualidad real) sino, en primer lugar, sobre un concepto de virtualidad(imagen virtual,espacio virtual y por lo tanto acontecimiento virtual) que sin duda no puede ya oponerse, con

    toda serenidad filosfica, a la realidad actual, como no hace mucho se distingua entre lapotencia y el acto, la dynamis y la energeia, la potencialidad de una materia y la formadefinidora de un telos, y en consecuencia tambin de un progreso, etctera. Esta virtualidad seimprime directamente sobre la estructura del acontecimiento producido, afecta tanto el tiempocomo el espacio de la imagen, el discurso, la informacin en suma, de todo lo que nos refierea la mencionada realidad, a la realidad implacable de su presente supuesto. Entre otras cosas,un filsofo que piensa su tiempo debe estar hoy atento a las implicaciones y consecuenciasde ese tiempo virtual. A las novedades de su puesta en marcha tcnica, pero tambin a lo quelo indito recuerda de posibilidades tanto ms antiguas.

    -Podemos de nuevo proponerle que vuelva a una actualidad msconcreta?

    -Quiz piensen que, desde hace un rato, estoy derivando o desvindome de su pregunta.No contesto a ella de modo directo. Algunos dirn: est perdiendo el tiempo, el suyo, el nuestro.O bien, est ganando tiempo, retrasa el momento de contestar. Lo ltimo que puede aceptarsehoy en televisin, en la radio o en los diarios, es que en ellos algunos intelectuales se tomen sutiempo, o pierdan el tiempo de los otros. Esto es, tal vez, lo que habra que cambiar en laactualidad: el ritmo. Se supone que los profesionales de los medios no pierden nada de tiempo.Ni del suyo ni del nuestro. Cosa que, al menos, estn seguros de lograr con frecuencia.

    Conocen el costo, si no el valor del tiempo. Antes de denunciar el silencio de los intelectuales,como se hace habitualmente, por qu no interrogarse sobre esta nueva situacin meditica?Y sobre los efectos de una diferencia de ritmo? sta puede reducir al silencio a ciertosintelectuales (los que necesitan un poco ms de tiempo para los anlisis necesarios y noaceptan adaptar la complejidad de las cosas a las condiciones que se les imponen para hablarde ellas), puede hacerlos callar o hacer que sus voces queden ocultas bajo el ruido de algunosotros, al menos en los lugares donde dominan ciertos ritmos y ciertas formas de habla. Ese otrotiempo, el tiempo de los medios, produce sobre todo otra distribucin, otros espacios, ritmos,relevos, formas de toma de la palabra e intervencin pblica. Lo que es invisible, ilegible,inaudible en la pantalla de la mayor exposicin puede ser activo y eficaz, de inmediato o enltimo trmino, y no desaparecer ms que a los ojos de quienes confunden la actualidad con loque ven o creen hacer en la vidriera de gran superficie. En todo caso, esta transformacin delespacio pblico obliga a trabajar, y el trabajo se realiza, creo, se lo percibe ms o menos bienen los lugares donde se lo suele esperar demasiado. El silencio de quienes leen, escuchan oven los noticieros, y tambin los analizan, no es tan silencioso como parece precisamente dellado en que esos espacios de noticias parecen o se vuelven sordos o ensordecen todo lo queno habla segn su ley. Por ello, habra que invertir la perspectiva: cierto ruido meditico conrespecto a una pseudoactualidad cae como el silencio, hace silencio sobre todo lo que habla y

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    acta. Y se escucha en otra parte o por otra parte, si se sabe prestar odos. Es la ley del tiempo,terrible para el presente y que siempre hace esperar y hasta contar con lo intempestivo. Habraque hablar aqu de los lmites efectivos del derecho a rplica (por lo tanto, a la democracia):antes que a toda censura deliberada, obedecen a la apropiacin del tiempo y el espacio pblico,a su ordenamiento tcnico por quienes ejercen el poder meditico.

    De todas formas, si me permito esta pausa o esta pose,[ii] una manera como otras, puesson maneras, s, de pensar nuestro tiempo, ser en la medida en que, en efecto, intentoresponder de todas las maneras posibles: responder a vuestras preguntas al responder a unaentrevista. Para asumir esta responsabilidad, hay que saber al menos a qu y a quin sedestina una entrevista, en particular con alguien que adems escribe libros, ensea o publica enotra parte, a otro ritmo, en otras situaciones, calculando de otra manera sus frases. Unaentrevista debe procurar una instantnea, como una fotografa de pelcula, una imagen detenida:he aqu cmo alguien, tal da, en tal lugar, con tales interlocutores, se debate como un animal enuna situacin difcil. ste, por ejemplo, cuando se le habla de actualidad, de lo que pasa todoslos das en el mundo, y si se le pide que diga en dos palabras lo que piensa, resulta que

    retrocede hacia su guarida, como un animal perseguido, multiplica los ardides, nos arrastra a unlaberinto de precauciones, de dilaciones y relevos, y nos repite con todos los tonos: esperen,no es tan simple (lo que siempre inquieta o hace rer burlonamente a los imbciles, paraquienes las cosas siempre son ms simples de lo que se cree), o si no: uno a veces complicapara evitar, pero la simplificacin es una estrategia de evitacin an ms segura. Tenemos porlo tanto una fotografa virtual: ante una pregunta como la que ustedes me hicieron, he aqu migesto ms probable. No es ni puramente espontneo ni absolutamente calculado. Consiste enno negarse a responder una pregunta o a alguien, pero para eso mismo intentar respetar, loms posible, sus condiciones indirectas o sus desvos invisibles.

    Por ejemplo, ustedes han distinguido entre filsofo del presente y filsofo que piensa su

    tiempo. Y en su opinin, yo me parecera ms a ste que a aquel. Eso puede entenderse devarias maneras. Tal filsofo puede ocuparse del presente, de lo que se presenta en el dapresente, de lo que sucede actualmente, sin preguntarse, hasta el abismo, qu significa,presupone u oculta ese valor de presencia. Ser un filsofo del presente? S, pero no. Otropuede hacer lo contrario: hundirse en la meditacin sobre la presencia o la presentacin delpresente sin prestar la menor atencin a lo que sucede en el da presente en el mundo o a sualrededor. Ser un filsofo del presente? No, pero s. Sin embargo, estoy seguro de que ningnfilsofo digno de ese nombre aceptara esta alternativa. Como cualquiera que trate de serfilsofo, est claro que yo no querra renunciar ni al presente ni a pensar la presencia delpresente -ni a la experiencia que nos los sustrae al drnoslos-. Por ejemplo, en lo que hace unmomento llambamos la artefactualidad. Cmo enfocar ese tema de la presencia y elpresente? En qu condiciones interrogarse al respecto? Qu enlazan esas preguntas?Este lazo no es, en el fondo, la ley que gobernara, directa o indirectamente, todo? Trato desometerme a ella. Por definicin, esa ley es inaccesible, permanece ms all de todo.

    Pero esa es otra manera ms dirn ustedes- de evadirse y de no hablar de lo queustedes, por su lado, llaman el presente o la actualidad. Por consiguiente, la primera pregunta,aquella que les haba devuelto, como un eco sera: Qu quiere decir hablar del presente?Desde luego, sera fcil mostrar que, en efecto, no me ocup ms que de problemas de

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    actualidad, de poltica institucional o de poltica a secas. Se multiplicaran entonces losejemplos, las referencias, los nombres, las fechas, los lugares, etctera. Pero no quiero ceder aesta facilidad mediaggica y aprovechar esta tribuna para entregarme a alguna autojustificacin.No considero tener ningn derecho para ello y haga lo que haga, al respecto, para no huir de lasresponsabilidades polticas, eso nunca es bastante, siempre me reprochar no hacer nunca

    bastante.Pero tambin trato de no olvidar que a menudo son los enfoques intempestivos de lo que

    se denomina actualidad los que ms se ocupan del presente. Dicho de otra manera, ocuparsedel presente, en filosofa por ejemplo, es tal vez no confundir constantemente el presente y laactualidad. Hay una manera anacrnica de abordar esta ltima que no deja escaparnecesariamente lo que hay hoy de ms presente. La dificultad, el riesgo o la posibilidad, loincalculable, quizs, tendra la forma de una intempestividad que llega a tiempo: sta y no otra,la que llega justo a tiempo?,justo porque es anacrnica y est desajustada (como la justiciaque siempre carece de mesura, extraa a la justeza o a la norma de adaptacin, heterognea alderecho mismo al que debera regir), ms presente que el presente de actualidad, ms de

    acuerdo con la singular desmesura que marca la fractura del otro en el transcurso de la historia.Esta fractura tiene siempre una forma intempestiva, proftica o mesinica, y no necesita paraello ni de clamor ni de espectculo. Puede mantenerse casi inaparente. Por las razones de quehablbamos hace un momento, no es en los diarios donde ms se habla de esepluscuampresente del hoy. Lo que no quiere decir que eso suceda todos los das en losmensuarios o semanarios.

    La respuesta, una respuesta responsable a la urgencia de la actualidad exige estasprecauciones. Exige el desacuerdo, lo desacordado o discordante de esta intempestividad, el

    justo desajuste de esta anacrona. Hay que diferir, alejarse, demorarse y precipitar, a la vez. Hayque hacerlo como es debido para acercarse lo ms posible a lo que pasa a travs de la

    actualidad. A la vez cada vez, cada vez que es otra vez, la primera y la ltima. En todo caso, megustan los gestos (tan raros, sin duda incluso imposibles, en todo caso no programables) quealan en ellos lo hiperactual a lo anacrnico. Y preferir la alianza o la aleacin de esos estilos nopodra ser nicamente una cuestin de gustos. Es la ley de la respuesta o la responsabilidad, laley del otro.

    -Qu relacin vera usted entre esa anacrona o esa intempestividad

    y lo que denomina, escribindola con una a, la diffrance?

    -Esto vuelve a conducirnos, tal vez, a un orden ms filosfico de la respuesta, aquel por elcual comenzamos, al hablar de la temtica del presente o la presencia, es decir, tambin deltema de la diffranceal que a menudo se acus de favorecer la dilacin, la neutralizacin, elsuspenso, y por consiguiente relajar demasiado la urgencia del presente, en particular suurgencia tica o poltica. Nunca advert oposicin entre la urgencia y ladiffrance.Me atrevera deciral contrario?Sera simplificar una vez ms. Al mismo tiempo que marca unarelacin(una ferencia) -una relacin con lo que es otro, con lo que difiere en el sentido de la alteridad,por lo tanto con la alteridad, con la singularidad del otro-, ladiffranceremite tambin, y por esomismo, a lo que viene, lo que llega de manera a la vez inapropiable, inopinada, y por lo tanto

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    urgente, imprevisible: la precipitacin misma. El pensamiento de la diffrance es entoncestambin un pensamiento de la urgencia, de lo que no puedo ni eludir ni apropiarme, porque esotro. El acontecimiento, la singularidad del acontecimiento: sa es la cosa de ladiffrance.(Espor eso que recin deca que significa muy otra cosa que esa neutralizacin del acontecimientocon el pretexto de que es artefactualizado por los medios.) Aun si ella tambin lleva consigo,

    inevitablemente, al mismo tiempo (ese a la vez, ese mismo tiempo de lo que lo mismo sedestempla todo el tiempo, un tiempo outof joint, un tiempo descompuesto, dislocado,desordenado, desproporcionado, como dice Hamlet), un movimiento contrario para reapropiar,desviar, aflojar, para amortiguar la crueldad del acontecimiento y muy simplemente la muerte ala que se entrega. Por lo tanto la diffrancees un pensamiento que intenta entregarse a lainminencia de lo que viene o va a venir, del acontecimiento, por ende a la experiencia misma, entanto que sta tiende tambin inevitablemente, al mismo tiempo, con vistas al mismo tiempo,a apropiarse de lo que sucede: economa y aneconoma del otro a la vez. No habra diffrancesin la urgencia, la inminencia, la precipitacin, lo ineluctable, la llegada imprevisible del otro enquien recaen la referencia y la deferencia.

    -Con relacin a esto, qu sentido tiene, para usted, hablar de

    acontecimiento?

    -Es otro nombre para lo que, en lo que llega, no se llega a reducir ni a negar (o slo anegar).[iii] Es otro nombre para la experiencia misma que es siempre la experiencia del otro. Elacontecimiento no se deja subsumir en ningn otro concepto, ni siquiera el de ser. El hay o elque haya algo y no ms bien nada compete tal vez a la experiencia del acontecimiento msque a un pensamiento del ser. La llegada del acontecimiento es lo que no puede ni debeimpedirse nunca, otro nombre del futuro mismo. No es que sea bueno, bueno en s, que suceda

    todo o cualquier cosa no es que haya que renunciar a impedir que ciertas cosas se produzcan(no habra entonces ninguna decisin, ninguna responsabilidad, tica, poltica u otra), pero unono se opone jams sino a acontecimientos de los que se piensa que obstruyen el porvenir otraen la muerte consigo, acontecimientos que ponen fin a la posibilidad del acontecimiento, a laapertura afirmativa para la venida del otro. Es en ese punto donde un pensamiento delacontecimiento abre siempre cierto espacio mesinico, tan abstracto, formal y desrtico, tanpoco religioso como debe serlo, y es tambin en ese punto donde esta pertenencia mesinicano se separa de la justicia, que distingo aqu una vez ms del derecho (como propongo hacerloenForce de loiySpectres de Marx,[iv] de los que en el fondo es la primera afirmacin). Si elacontecimiento es lo que viene, adviene, sobreviene, no basta decir que ese venir no es, queno viene a ser lo mismo que alguna categora del ser. El sustantivo (la venida) o el verbosustantivado (el venir) no agotan tampoco el ven del que vienen. A menudo intent, en otroslugares, analizar esta especie de apstrofe performativo, este llamado que no se pliega al serde nada de lo que es. Dirigido al otro, no dice todava, simplemente, ni el deseo, ni la orden, ni lasplica, ni la demanda, que anuncia, es cierto, y despus puede hacer posibles. Hay que pensarel acontecimiento a partir del ven, no a la inversa. Ven se dice al otro, a otros a los que anno se estableci como personas, como sujetos, como iguales (al menos en el sentido de laigualdad calculable). Es con la condicin de ese ven que hay experiencia del venir, del

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    acontecimiento, de lo que llega y por consiguiente de lo que, porque llega del otro, no esprevisible. Ni siquiera hay horizonte de expectativa para ese mesinico anterior al mesianismo.Si lo hubiera, si hubiera previsin, programacin, no habra ni acontecimiento, ni historia(hiptesis que, paradjicamente, y por las mismas razones, jams puede excluirse con todaracionalidad: es casi imposible pensar la ausencia de un horizonte de expectativa). Para que

    haya acontecimiento e historia, es preciso por lo tanto que un ven se abra y se dirija a alguien,a algn otro que no puedo ni debo determinar de antemano, ni como sujeto, yo, conciencia, nicomo animal, dios o persona, hombre o mujer, vivo o no vivo (se debe poder llamara unespectro, apelar a l, por ejemplo, y creo que no es ste un ejemplo entre otros: tal vez haya unaparecido y un vuelve en el origen o el fin de todo ven).[v]Aquel, aquella,quienquiera sea aquien se dice ven, no debe dejar determinarse por anticipado. Para esta hospitalidad absoluta,es el extranjero, el recin venido. No tengo que pedir al recin venido absoluto que comience pordar su identidad, por decirme quin es, en qu condiciones voy a ofrecerle hospitalidad, si va aintegrarse o no, si voy a poder asimilarlo o no a la familia, la nacin o el Estado. Si es un recinvenido absoluto, no debo proponerle ningn contrato ni imponerle ninguna condicin. No debo

    hacerlo y adems, por definicin, no puedo. Es por eso que lo que se parece aqu a una moralde la hospitalidad va mucho ms all de una moral, y sobre todo de un derecho y una poltica. Elnacimiento, que se parece a lo que intento describir, tal vez ni siquiera sea adecuado, de hecho,a este arribo absoluto. En las familias, aqul es preparado, condicionado, nombrado, colocadoen un espacio simblico que amortigua el arribo. Lo cierto es que, pese a esas previsiones ynominaciones, el acaso no se deja reducir, el nio que llega sigue siendo imprevisible, habla des mismo como en el origen de otro mundo, o en otro origen de este mundo.

    Lucho desde hace tiempo con este concepto imposible, el arribo mesinico. Trato deprecisar al menos su protocolo enApories[vi]ySpectres de Marx. Lo ms difcil es justificar,por lo menos provisoria, pedaggicamente, ese atributo mesinico: se trata de una experiencia

    a priori mesinica, pero a priori expuesta, en su expectativa misma, a lo que no serdeterminado sino a posteriori por el acontecimiento. Desierto en el desierto (uno que haceseas al otro), desierto de un mesinico sin mesianismo, por lo tanto sin doctrina y sin dogmareligioso, esta expectativa rida y privada de horizonte no conserva de los grandesmesianismos del Libro ms que la relacin con el recin venido que puede venir -o no venir

    jams- pero del que por definicin no debo saber nada por anticipado. Salvo que se trate de lajusticia, en el sentido ms enigmtico de esta palabra. Y por eso mismo de la revolucin, acausa de lo que liga el acontecimiento y la justicia a ese desgarramiento absoluto en laconcatenacin previsible del tiempo histrico. Desgarramiento de la escatologa en la teleologaque hay que disociar aqu de ella, lo que siempre es difcil. Se puede renunciar a ciertaimaginera o a toda retrica revolucionaria, incluso a cierta poltica de la revolucin, por decirloas, tal vez a toda poltica de la revolucin no se puede renunciar a la revolucin sin renunciar alacontecimiento y la justicia.

    El acontecimiento no se reduce al hecho de que algo acontezca. Esta tarde puede llover ono llover, y eso no ser un acontecimiento absoluto porque s qu es la lluvia, al menos si y enla medida en que lo s, y adems no es una singularidad absolutamente otra. Lo que llega conello no es un recin llegado. El recin llegado debe ser absolutamente otro, un otro que esperono esperar, que no espero, cuya espera est hecha de una no espera, una espera sin lo que en

    http://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ffrances%2Fspectres_de_marx.pdf&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNEEn0sZK4SV_g3t68_3Qo9RlYVvAQhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_edn6&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNHPEUh3cXJog6MHjZdBal9PAk-ooghttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_edn5&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNGvMaFrfEh4s43Er586JWuhWNeVeQ
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    filosofa se llama horizonte de expectativa, cuando cierto saber anticipa an y amortigua deantemano. Si estoy seguro de que habr acontecimiento, no ser un acontecimiento. Seralguien con quien tengo una cita, tal vez el Mesas, tal vez un amigo, pero si s que llega, yestoy seguro de que llegar, en esa medida al menos no ser un recin llegado. Pero desdeluego la llegada de alguien que espero tambin puede, por tal o cual otro lado, sorprenderme

    cada vez como una oportunidad inaudita, siempre nueva, y por lo tanto sucederme una y otravez. Discretamente, en secreto. Y el recin llegado siempre puede no llegar, como Elas. Es enel hueco siempre abierto de esta posibilidad, a saber, la no venida, la inconveniencia absoluta,que me relaciono con el acontecimiento: ste tambin es lo que siempre puede no tener lugar.

    -Es decir que para que haya acontecimiento es preciso que haya

    sorpresa?

    -Si, eso mismo

    -Por tomar un ejemplo reciente, le ha sorprendido que haya habidoesa mezcolanza que de pronto se ha descubierto entre la extrema

    derecha y un pensamiento de izquierda?

    -Vuelta brutal a una cuestin de actualidad! Tienen razn, teniendo en cuenta lo queacabamos de decir, es preciso no eludirla. La mezcolanza de la que hablan es complicada,pero quiz menos improbable de lo que parece a primera vista. Habra que avanzar con cautela,es difcil hacerlo improvisando, y tener en cuenta un gran nmero de rasgos de datos (quextrema derecha, qu pensamiento de izquierda, etc., qu mezcolanza, quin, dnde ycundo, dentro de que limites?, etc.) Antes de considerar algunos gestos singulares y atpicos,

    siempre los ms interesantes y ms innovadores, aqu como en todas partes, podemosrecordar ciertas cadenas de inteligibilidad general, ciertos programas o ciertas lgicas que nosorprenden: no es la primera vez que posiciones de extrema derecha pueden, en ciertos temasaliarse con posiciones de extrema izquierda. A partir de motivaciones o de anlisis distintos,cierta oposicin a Europa puede alentar estrategias con aire nacionalista, tanto en la izquierdacomo en la derecha. A partir de inquietudes que pueden considerarse legtimas con respecto aleconomicismo o simplemente a la poltica econmica, incluso monetaria, y hasta a la poltica asecas en la que estn embarcados los Estados que dominan Europa, cierta izquierda puedeencontrarse repentinamente en posiciones de alianza objetiva con un nacionalismo o unantieuropesmo de extrema derecha. En este momento, Le Pen insiste en su oposicin allibrecambismo o al liberalismo econmico. Esta retrica oportunista puede hacer su aliadoobjetivo, como se deca no hace mucho, de quienes, a la izquierda y con otras motivaciones,critican una ortodoxia capitalista y monetarista en la que se hunde Europa. Slo la vigilancia y laclaridad de los actos, as como la de los discursos, pueden disolver tales amalgamas,resolverlas al anlisis. El riesgo es constante, ms grave que nunca y a veces objetivamenteirreductible: en el momento de votar, por ejemplo. Aun si se agudizan las distinciones y losclivajes, como siempre hay que intentar hacerlo, en los anlisis, en los considerandos, en todolo que se emparenta con una explicacin del voto, y por ltimo en los lugares de publicacin,

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    al revisionismo (en Spectres de Marx cito un ejemplo particularmente chocante de estanecedad represiva en un gran diario estadounidense)? Qu victoria para todos losdogmatismos si a cada momento se levanta un fiscal para acusar de complicidad con eladversario a quienquiera intente plantear nuevas preguntas, perturbar las buenas conciencias olos estereotipos, complicar o reelaborar, en una nueva situacin, el discurso de izquierda o el

    anlisis del racismo o el antisemitismo! Desde luego, para dar el menor asidero posible a esosprocesos, hay que redoblar la prudencia en el discurso, el anlisis y la intervencin pblica. Escierto que jams se promete, y menos an se da, ninguna seguridad absoluta. Algunosejemplos recientes podran adems servirnos de leccin, si fuera necesario.

    Vuelvo a la literalidad de su pregunta: Le ha sorprendido, se preguntaban, semejantemezcolanza? No he propuesto ms que una respuesta general y de principio: stos son losesquemas de inteligibilidad, stos los programas que hacen que dicha mezcolanza sorprendamenos de lo que podra parecer a primara vista, pero he ah por qu, sin embargo, no hay quemezclarlo todo. En lo que concierne a los casos singulares los ms interesantes,necesitaramos ms tiempo y otra situacin para analizarlos. Este es el lugar de las sorpresas

    y de los contratiempos. Entre las lgicas ms generales (la mayor previsibilidad) y lassingularidades ms impredecibles, est el esquema intermedio delritmo. Por ejemplo, desdelos aos cincuenta lo que desacreditaba y condenaba al hundimiento a los totalitarismos deEuropa del este se conoca, era el pan cotidiano de la gente de mi generacin (con el viejodiscurso, hoy remendado, del tipo Fukuyama, sobre el presunto fin de la historia, el fin delhombre, etctera). Lo que segua siendo imprevisible eran el ritmo, la velocidad, la fecha: porejemplo la de la cada del muro de Berln. En 1986-1987, nadieen el mundopoda tener unaidea siquiera aproximada. No es que ese ritmo fuera ininteligible. Es posible analizarlo aposteriori si se tienen en cuenta nuevas causalidades que hasta no hace mucho escapaban alos expertos (en primer lugar por el efecto geopoltico de las tele comunicaciones en general:

    toda la secuencia en que se inscribe una seal tal como, por ejemplo, la cada del muro deBerln, sera imposible e ininteligible sin una cierta densidad de la red de telecomunicaciones,etctera).

    -Para prologar de otro modo lo que dice hoy da no hay ms

    inmigracin de la que haba hace medio siglo. Sin embargo, hoy en da

    la inmigracin sorprende. Da la impresin de que ha sorprendido al

    cuerpo social y a la clase poltica, y que, al rechazar a los

    inmigrados clandestinos, los discursos de derechas y de izquierdas

    han pegado, inesperadamente un patinazo hacia la xenofobia.

    Al respecto y, al menos en el discurso de las dos mayoras as llamadas republicanas,hay sobre todo diferencias de acento. La lnea poltica declarada es la misma en rasgosgenerales. El axioma comn. El consenso, como suele decirse, es siempre: nada deinmigracin clandestina, nada de hospitalidad desmedida, improductiva, excesivamenteperturbadora La puesta en marcha de dicho consenso resultara ms difcil hoy en da, laatmsfera ha cambiado, y se trata de una diferencia que no hay que pasar por alto. Pero losprincipios siguen siendo los mismos- hay que proteger a la comunidad nacional contra aquello

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    que podra afectaren excesosu cuerpo propio, es decir la conciencia que se cree debera tenerde su cuerpo propio (axioma a partir del cual, dicho sea de paso, habra que prohibir todo tipo deinjertos biolgicos o culturales, y eso llevara muy lejos a menos que no lleve a ninguna parte, ala muerte sin ms). Cuando FranoisMitterrand habl de umbral de tolerancia (algunos denosotros reaccionarnos pblicamente ante esa frmula que se le escap y que, luego, tuvo el

    insigne mrito, el coraje o la habilidad de corregir), ese lapsus tan torpe deca la verdad de undiscurso comn a los partidarios republicanos de izquierdas y de derechas, incluso de extremaderecha: no tiene que haber recin llegados en el sentido en l que hablbamos hace un rato,hay que controlar la llegada, filtrar la inmigracin.

    No crean que quiero ocultarlo, el discurso que pronunciaba hace un momento con respectoal recin llegado es polticamente inaceptable, al menos si la poltica se ajusta, como lo hacesiempre en cuanto tal, a la idea de la identidad de un cuerpo propio al que se denomina Estadonacin. Hoy no existe en el mundo un solo Estado nacin que como tal acepte declarar:Abrimos las puertas a todos, no ponemos lmites a la inmigracin. Que yo sepa, y no s siustedes me podran citar un contraejemplo, todo Estado nacin se constituye a partir del control

    de las fronteras, el rechazo de los inmigrantes clandestinos y una estricta limitacin del derechoa la inmigracin y el derecho de asilo. Este concepto de frontera constituye, justamente comosu frontera misma, el concepto de Estado-nacin.

    A partir de all el concepto puede abordarse de diferentes maneras, pero esas diferenciaspolticas, por ms importantes que sean, siguen siendo secundarias con respecto al principiopoltico general, a saber, que lo poltico es nacional. Autoriza a filtrar los pasos y a proscribir lainmigracin clandestina aun si se reconoce que en realidad es imposible e incluso, encondiciones econmicas dadas (hipocresa complementaria), poco deseable.

    De lo que deca hace un momento sobre el recin llegado absoluto no puede extraerse unapoltica en el sentido tradicional de la palabra poltica, una poltica que un Estado nacin pueda

    poner en prctica. Pero sin ocultarme que lo que sealaba del acontecimiento y el recin llegadoera, desde el punto de vista de ese concepto de la poltica, una proposicin apoltica einadmisible, sostengo no obstante que una poltica que no conserve una referencia a eseprincipio de hospitalidad incondicional es una poltica que pierde su referencia a la justicia.Conserva tal vez su derecho (que distingo aqu una vez ms de la justicia), el derecho de suderecho, pero pierde la justicia. El derecho de hablar de ella de manera creble. Por otra parte,aunque aqu no podamos ocuparnos de ello, habra que tratar de distinguir entre una poltica dela inmigracin y el respeto del derecho de asilo. En principio, ste (tal como, todava por untiempo, se lo reconoce en Francia por razones polticas) es paradjicamente menos poltico,porque no debe ajustarse a los intereses del cuerpo propio del Estado nacin que lo garantiza.Pero adems de que es difcil distinguir entre los conceptos de inmigracin y asilo, es casiimposible delimitar la naturaleza propiamente poltica de los motivos de un exilio, los que ennuestra Constitucin justifican, en principio, una solicitud de asilo. Despus de todo, ladesocupacin en un pas extranjero es un disfuncionamiento de la democracia y una especie depersecucin poltica. Adems -es tambin la parte del mercado-, los pases ricos siempre tienenuna parte de responsabilidad (aunque sea por los intereses de la deuda externa y todo lo questa simboliza) en las situaciones poltico-econmicas que empujan al exilio o la emigracin.Tocamos aqu los lmites de lo poltico y lo jurdico: siempre podr demostrarse que, en cuanto

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    tal, un derecho de asilo puede ser nulo o infinito. Este concepto, por lo tanto, carece siempre derigor, aun cuando slo nos preocupemos por ello en los momentos de turbulencia mundial.Habra que reelaborarlo de arriba abajo si se quiere comprender o cambiar algo en el debate encurso (por ejemplo entre el constitucionalismo por una parte y, por la otra, el neopopulismo dequienes, como el seor Pasqua, querran cambiar en el acto la Constitucin para adaptar el

    artculo sobre el derecho de asilo a las voluntades presuntas de un nuevo o muy antiguo pueblofrancs, que repentinamente no sera ya el que vot su propia Constitucin). Pero debera tratarde volver a la perspicacia de su pregunta Parece, decan, que el cuerpo social y la clasepoltica de hoy en da estn sorprendidos. Por la inmigracin o por la xenofobia?

    -Por la xenofobia

    -Aquello a lo que se adapta la clase poltica, la que estuvo en el poder desde 1981 y la quehoy la sucede, no es tanto a la xenofobia misma que a las nuevas posibilidades de explotarla oabusar de ella abusando de la credibilidad del ciudadano. Se disputan un electorado, en lneas

    generales el de los securitarios (como se habla de los sanitarios, porque, se nos dice, se trataverdaderamente de la salvacin y la salud de un cuerpo social en torno del cual hay que tenderun cordn, como tambin se dice, sanitario), el electorado del Frente Nacional, para el quedomina una cierta imagen de la higiene casi biolgica del cuerpo propio nacional. (Casi biolgicaporque el fantasma nacionalista, como la elocuencia de los polticos, pasa con frecuencia poresas analogas organicistas. Tomo como ejemplo, entre parntesis, la retrica de unaintervencin reciente de Le Pen (vase Le Mondedel 24 de agosto de 1993), notable, comosiempre, por su lucidez sonmbula. A la idea clsica de la frontera territorial como lnea dedefensa, Le Pen prefiere en lo sucesivo la figura, oportuna y anticuada a la vez, de unamembrana viva que deja pasar lo que es favorable pero no lo que no lo es. Si fuera capaz de

    calcular de antemano esa filtracin, un ser viviente alcanzara tal vez la inmortalidad, pero paraello tambin tendra que morir por anticipado, dejarse morir o hacerse matar por anticipado, portemor a verse alteradopor lo que viene de afuera, por el otro a secas. De all ese teatro demuerte al cual se avienen tan a menudo los racismos, los biologismos, los organicismos, loseugenismos, y a veces las filosofas de la vida. Antes de cerrar este parntesis, subrayemosadems esto, que no puede complacer a nadie: quienquiera que, a izquierda o derecha, ycomo todo el mundo, propicie el control de la inmigracin, excluya al clandestino y pretendareglamentar al otro, suscribe de hecho y de derecho, quiralo o no, con ms o menos eleganciao distincin, el axioma organicista de Le Pen, axioma que no es otro que el de un frente nacional(el frente es una piel, una membrana selectiva: no dejar pasar ms que lo homogeneizable, loasimilable o a lo sumo lo heterogneo supuestamente favorable: el inmigrante apropiable, elinmigrante que acta con propiedad).[vii] No hay que taparse la cara ante esta ineluctablecomplicidad: est arraigada en lo poltico en tanto se liga y mientras se ligue al Estado nacional.Y all donde debe reconocerse, como todo el mundo, que no puede hacerse otra cosa queproteger lo que uno cree su cuerpo propio, cuando se quiere regular la inmigracin y el asilo(como se dice unnimemente a izquierda y derecha), que al menos no se den grandes aires niimpartan lecciones de poltica, con toda buena conciencia, invocando los grandes principios. Ascomo a Le Pen siempre le costar muchsimo justificar o ajustar el filtro de su membrana, hay

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    entre todos esos conceptos y lgicas que se dicen opuestos una permeabilidad ms difcil decontrolar de lo que se cree o se dice a menudo: hay hoy un neoproteccionismo de izquierda yun neoproteccionismo de derecha, tanto en economa como en materia de flujos demogrficos,un librecambismo de derecha y un librecambismo de izquierda, un neonacionalismo de derechay un neonacionalismo de izquierda. Todas estas lgicas neo atraviesan tambin, sin control

    posible, la membrana protectora de sus conceptos y suscriben una alianza oscura en eldiscurso o los actos polticos y electorales. Reconocer esa permeabilidad, esa combinatoria yesas complicidades no es pronunciar un discurso apoltico ni concluir en que se ha llegado al findel clivaje entre la derecha y la izquierda o al fin de las ideologas. Al contrario, es apelar a latarea de una formalizacin y una tematizacin valerosa de esa terrible combinatoria, elementoprevio indispensable no slo para otra poltica, otro discurso sobre lo poltico, sino para otradelimitacin del socius, en especial en su relacin con la ciudadana y el Estado-nacionalidaden general, y ms ampliamente con la identidad o la subjetividad. Cmo hablar de todo esto enuna entrevista y entre parntesis? Y pese a ello, como saben, estos problemas son hoycualquier cosa menos abstractos y especulativos.) . Pues bien, en Francia-otra vez vuelvo a

    ello-, la alternancia de las mayoras se juega en el 1% o 2% para las presidenciales, en el 10% o15% para el resto. La cuestin era, pues, como decamos, saber cmo atraer, motivar, seducir(a la vez inquietar y tranquilizar) a una fraccin de xenfobos en potencia que votan al Frentenacional.

    Esto remite a otras preguntas Por qu puede el Frente Nacional explotar ese temor oexacerbar esa impaciencia? Por qu, en lugar de hacer lo que hay que hacer (pedagoga ypoltica socioeconmica, etctera) para desarmar ese sentimiento, se intenta o bien apropiarsede las tesis del Frente Nacional, o bien explotar la divisin que ste introduce en la derechallamada republicana? Todo esto mientras el flujo inmigratorio se mantuvo muy estable: alparecer, no vara desde hace dcadas, si no es que disminuy. Entonces, sorpresa o no? El

    anlisis siempre tiende a disociar la sorpresa. Caba esperarlo, se dice posteriormente cuandose descubre el elemento que escapaba al anlisis, cuando se analiza de otra manera (porejemplo, el aumento de la desocupacin, la permeabilidad creciente de las fronteras europeas,el retorno, por doquier, de las religiones y las reivindicaciones identitarias -religiosas,lingsticas, culturales- entre los mismos inmigrantes: todo esto hace que el mismo ndice deinmigracin parezca ms amenazante para la identificacin de s del cuerpo social receptor).Pero un acontecimiento que sigue siendo acontecimiento es una llegada, un arribo: sorprende yse resiste a posteriori al anlisis. Cuando nace un nio, primera figura de un recin llegadoabsoluto, se pueden analizar las causalidades, las premisas genealgicas, genticas osimblicas y todos los preparativos de bodas que se quiera. De suponer que este anlisispueda agotarse alguna vez, jams se reducir el acaso, ese lugar del tener lugar habr pese atodo alguien que hable, alguien irreemplazable, una iniciativa absoluta, otro origen del mundo.

    Aun cuando deba disolverse en el anlisis o volver a las cenizas, es una carbonilla de absoluto.La inmigracin de la que estuvo hecha la historia de Francia, de su cultura, de sus religiones ysus lenguas, fue en primer lugar la historia de esos hijos, hijos de inmigrantes o no, que fueronotros tantos recin llegados absolutos. La tarea de un filsofo, de cualquiera, por lo tanto, y porejemplo del ciudadano, es llevar el anlisis lo ms lejos posible para intentar hacer inteligible elacontecimiento hasta el momento en que toca al recin llegado. Lo que es absolutamente nuevo

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    no es esto ms que aquello, sino el hecho de que eso sucede una sola vez, es lo que indica unafecha (un momento y un lugar nicos), y es siempre un nacimiento o una muerte que fecha unafecha. Aun si la cada del muro de Berln se poda prever, sucedi un da, hubo adems muertes(antes y durante el derrumbe), y eso es lo que hace de ella un acontecimiento imborrable. Loque se resiste al anlisis es el nacimiento y la muerte: siempre el origen y el fin del mundo...

    -Aquello que resiste al anlisis del acontecimiento es lo que

    podramos denominar lo indeconstructible? Existe lo

    Indeconstructible? En qu consiste?

    -Lo indeconstructible, si lo hay, sera la justicia. El derecho es deconstructible,afortunadamente: es indefinidamente perfectible. Me tienta entender la justicia hoy en da comoel mejor nombre para aquello que no se deja deconstruir, es decir aquello que da su movimientoa la deconstruccin, que la justifica. Es la experiencia afirmativa de la venida del (lo) otro comootro: ms vale que algo suceda que lo contrario (experiencia del acontecimiento que no se deja

    simplemente traducir en una ontologa que algo sea, que el ente sea antes que nada). Laapertura del futuro vale ms, se es el axioma de la deconstruccin, aquello a partir de lo cualsta siempre se puso en movimiento y lo que la liga, como el futuro mismo, a la alteridad, a ladignidad sin precio de la alteridad, es decir a la justicia. Es tambin la democracia comodemocracia venidera. Es posible imaginar la objecin. Alguien les dira, por ejemplo: A vecesvale ms que esto o aquello no suceda. La justicia ordena impedir que ciertos acontecimientossucedan (ciertos recin llegados lleguen). El acontecimiento no es bueno en s, el futuro no esincondicionalmente preferible. Es cierto, pero siempre podr mostrarse que aquello a lo queuno se opone, cuando prefiere condicionalmente que esto o aquello no se produzca, es algo delo que piensa, con razn o sin ella, que obstruye el horizonte o que simplemente forma el

    horizonte (palabra que quiere decir el lmite) para la venida de cualquier otro, para el futuromismo. Hay all una estructura mesinica (si no un mesianismo en mi librito sobre Marx distingotambin lo mesinico como dimensin universal de la experiencia, de todos los mesianismosdeterminados) que anuda indisociablemente entre s la promesa del recin llegado, loimprevisible del futuro y la justicia. No puedo reconstruir aqu esa demostracin y reconozco quela palabra justicia puede parecer equvoca. No es el derecho, excede y funda los Derechos delHombre, no es tampoco la justicia distributiva, ni siquiera es, en el sentido tradicional deltrmino, el respeto del otro como sujeto humano, es la experiencia del otro como otro, elhecho de que yo deje al otro ser otro, lo que supone un don sin restitucin, reapropiacin ni

    jurisdiccin. Cruzar aqu, desplazndolas un poco, como intent hacerlo en otra parte,[viii] lasherencias de varias tradiciones: la de Lvinas cuando define simplemente la relacin con el otrocomo justicia (la relacin con el prjimo, es decir la justicia[ix]) y la que insiste a travs de unpensamiento paradjico cuya formulacin en principio plotiniana se encuentra en Heidegger yluego en Lacan: dar no slo lo que se tiene sino lo que no se tiene. Este exceso desborda elpresente, la propiedad, la restitucin y sin duda tambin el derecho, la moral y la poltica, siendoas que deba aspirarlas o inspirarlas.

    http://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_edn9&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNHo6906qlCxlPd_VnASXoKvlaFjOAhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_edn8&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNFJOtJoy5ry3uYPoA_tSAXix6TKFQ
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    -No se debate, al mismo tiempo, la filosofa con la idea de que

    algo, lo peor eventualmente, puede retornar?

    -S, se debate, precisamente, con ese retorno de lo peor, de ms de una forma En primerlugar todo lo que pudo anunciar una filosofa de las Luces o heredar de ella (no slo el

    racionalismo, que no se le asocia necesariamente, sino un racionalismo progresista,teleolgico, humanista, crtico) combate, en efecto, un retorno de lo peor que la enseanza y laconciencia del pasado siempre deberan poder evitar. Aunque ese combate de las Luces asumaa menudo la forma de una conjuracin o una denegacin, no se puede sino tomar parte en l yreafirmar esa filosofa de la emancipacin. Por mi lado, creo en su futuro y nunca me sent deacuerdo con las declaraciones sobre el fin de los grandes discursos emancipatorios orevolucionarios. Lo cierto es que su afirmacin misma atestigua la posibilidadde aquello a locual se opone: el retorno de lo peor, una compulsin de repeticin ineducable en la pulsin demuerte y el mal radical, una historia sin progreso, una historia sin historia, etctera. Y las Lucesde nuestro tiempo no pueden reducirse a las del siglo XVIII. A continuacin, otra manera, an

    ms radical para la filosofa, de debatirse con el retorno de lo peor, consiste en desconocer(negar, exorcizar, conjurar, otros tantos modos a analizar) aquello de lo que puede estar hechaesta recurrencia del mal: una ley de lo espectral que se resiste igualmente a una ontologa (elfantasma o aparecido no est ni presente ni ausente, no es ni no es y tampoco se dejadialectizar) y a una filosofa del sujeto, del objeto o de la conciencia (del ente presente) quetambin est destinada, como la ontologa o como la filosofa misma, a ahuyentar al espectro.

    As, pues, tambin a no escuchar ciertas lecciones del psicoanlisis sobre el fantasma peroasimismo sobre la repeticin de lo peor que amenaza todo progreso histrico a lo cualagregara con demasiada ligereza que, por una parte, esto no amenaza ms que a ciertoconcepto del progreso y que no habra progreso en general sin esta misma amenaza y, por la

    otra, que hay tambin lo que domin el discurso psicoanaltico hasta aqu, comenzando por elde Freud, cierto desconocimiento de la estructura y la lgica espectrales, un desconocimientopoderoso, sutil, inestable pero compartido con la ciencia y la filosofa. S, un fantasma puedevolver como lo peor, pero sin esta vuelta posible y si se recusa su irreductible originalidad, nosprivamos de memoria, herencia, justicia, todo lo que vale ms all de la vida y por lo cual seaprecia la dignidad de sta. Es lo que trato de sugerir en otra parte y me cuesta esquematizaraqu. Pero supongo que al nombrar el retorno de lo peor estaban ustedes pensando, mscerca de nosotros, en lo que pas antes de la guerra en Europa

    -S.

    -No slo en Europa, no lo olvidemos. Dentro de este conjunto, cada pas tiene su historiaoriginal y su economa de la memoria Mi sentimiento ms inmediato es que lo que sucedi enFrancia mucho antes de y durante la Segunda Guerra Mundial, y ms an, dira yo, durante laguerra de Argelia, superpuso, y por lo tanto sobredetermin, unos estratos de olvido. Estacapitalizacin del silencio es particularmente compacta, resistente y peligrosa. De manera lenta,discontinua, contradictoria, este pacto del secreto cede a un movimiento de liberacin de lamemoria (sobre todo de la memoria pblica, si puede decirse as, de su legitimacin oficial, que

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    nunca avanza al ritmo del saber histrico ni de la memoria privada, si la hay, y pura). Pero sieste develamiento es contradictorio, tanto en sus efectos como en su motivacin, es

    justamente a causa del fantasma. Al mismo tiempo que se recuerda lo peor (por respeto haciala memoria, la verdad, las vctimas, etctera), lo peor amenaza con retornar. Un fantasma llamaal otro. Y a menudo se apela a uno porque se ve el anuncio del resurgimiento, la cuasi

    resurreccin del otro. Se recuerda qu urgente es conmemorar la redada del Veldromo deInvierno o declarar cierta responsabilidad del Estado francs en lo peor de lo sucedido bajo laOcupacin en el momento en que (y porque) algunos signos anuncian ese retorno, en uncontexto totalmente diferente, a veces con el mismo rostro, a veces con otros rasgos, delnacionalismo, el racismo, la xenofobia, el antisemitismo. Las dos memorias se sacan a flote, seexasperan y se conjuran una a la otra, se hacen necesariamente, una y otra vez, la guerra.Siempre al borde de todas las contaminaciones posibles. Cuando los fantasmas aborrecidos,por decirlo as, estn de vuelta, recordamos los fantasmas de sus vctimas, para salvar sumemoria pero tambin, indisociablemente, para el combate de hoy, y en primer lugar para lapromesa que lo incita, para el porvenir sin el cual no tendra el menor sentido: para el porvenir,

    es decir, ms all de toda vida presente, ms all de todo ser vivo capaz de decir ahora, yo.La cuestin -o la demanda- del fantasma es tambin la del futuro y la de la justicia. Ese dobleretorno alienta una tendencia irreprimible a la confusin. Se confunden lo anlogo y lo idntico:Es exactamente la misma cosa que se repite, exactamente la misma cosa. No, una ciertaiterabilidad (diferencia en la repeticin) hace que lo que vuelve sea no obstante unacontecimiento completamente distinto. El retorno de un fantasma es cada vez otro retorno enotra escena, en nuevas condiciones a las cuales siempre hay que prestar la mayor atencin sino se quiere decir o hacer cualquier cosa.

    Ayer, una periodista alemana me llam por telfono (a propsito de ese llamado deintelectuales europeos a la vigilancia que cre deba firmar con otros, sobre el cual y alrededor

    del cual habra tanto que decir, pero no tenemos tiempo para hacerlo seriamente). Al comprobarque, por razones evidentes, ese gesto fue saludado y juzgado oportuno, en particular en lasituacin actual de Alemania, por numerosos intelectuales de ese pas, la periodista sepreguntaba si se recuperaba en l la tradicin de un yo acuso. Dnde est hoy Zola?,preguntaba. Trat de explicarle por qu, pese a mi inmenso respeto por Zola, no estoy segurode que sea se el nico o el mejor modelo para algn yo acuso de hoy. Todo cambi, elespacio pblico, los trayectos de la informacin y la decisin, la relacin del poder con elsecreto, las figuras del intelectual, el escritor, el periodista, etctera. Lo que est perimido no esel yo acuso, sino la forma y el espacio de su inscripcin. Desde luego, hay que acordarse delcaso Dreyfus, pero es preciso saber que nunca puede repetirse exactamente igual. Puedehaber peores, eso jams debe excluirse, pero no el caso Dreyfus como tal. En suma, parapensar (pero, qu quiere decir pensar entonces?) lo que ustedes han denominado el retornode lo peor, habra que abordar, ms all de la ontologa, de una filosofa de la vida o la muerte,ms all de una lgica del sujeto consciente, las relaciones entre la poltica, la historia y elreaparecido...

    -Ya habl usted de ello en Del espritu. Heidegger y la pregunta.

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    -Desde la primera frase, en efecto, ese libro estaba orientado ante todo hacia una lgicadesconcertante del espritu como espectro, la cosa es tratada de otra forma pero, as loespero, con cierta consecuencia, en el libro que he publicado sobre Marx No es espiritualista,como tampoco el libro sobre Heidegger era antiespiritualista, pero es cierto que la necesidad deuna estrategia paradjica me impulsa, en apariencia al menos, a desconfiar de un determinado

    espritu en Heidegger y a hablar a favor del espritu, de cierto espritu, uno de los espritus oespectros, en Marx

    -Usted aludi a Marx, en los aos setenta, en un curso de la Escuela

    Normal Superior.

    -Hice ms que aludir a l, permtame subrayarlo, y en ms de un seminario. Ms all de lasreferencias, este librito trata de explicar esa situacin, ese relativo silencio, esas relacionesdifciles pero, creo yo, ntimas entre la deconstruccin y cierto espritu del marxismo.

    -Qu es lo que, hoy en da, le lleva a hablar de Marx?

    --Me va a costar trabajo decirlo en unas pocas palabras improvisadas. Este pequeo textosobre Marx fue, en un primer momento, una conferencia pronunciada en abril en EstadosUnidos, con motivo de la apertura de un coloquio titulado Whither marxism?(Adnde va elmarxismo?, pero asimismo, juego de palabras, est decayendo-wither-el marxismo?) En l,esbozo, ciertamente, un trabajo sobre el texto de Marx, sobre todo aquello que puede regir en lla problemtica del espectro (es decir, asimismo, del valor de intercambio, del fetichismo, de laideologa y de otras muchas cosas). Pero, con un gesto en primer lugar poltico, he tratado demarcar, tal y como considero que se debe hacer hoy en da, un punto de referencia a un

    consenso dogmtico sobre la muerte de Marx, el fin de la critica del capitalismo, el triunfo finalde mercado y de lo que ligara para siempre a la democracia con una lgica del liberalismoeconmico, etc. Intento mostrar dnde y cmo dicho consenso se vuelve dominante y, a veces,obsceno en su euforia a la vez inquieta ygesticulante, triunfante y manaca (utilizo adrede ellenguaje de Freud cuando habla de una determinada fase en el trabajo de duelo: este ensayosobre los espectros es tambin un ensayo sobre el duelo y la poltica). No consideran que esurgente sublevarse contra un nuevo dogma antimarxista? A ese nuevo coloso de pies dearcilla lo encuentro no slo regresivo y precrtico en la mayora de sus manifestaciones, sinotambin ciego a sus contradicciones, sordo a los crujidos de la ruina, de la estructura ruinosa yarruinada de supropia racionalidad. Resulta tanto ms urgente combatir ese dogmatismo yesa poltica cuanto que la misma urgencia parece venir a destiempo (otro tema del ensayo es eldestiempo en poltica, y la anacrona, la intempestividad, etc. Esto concuerda con lo quedecamos antes acerca del mesianismo y del acontecimiento, de la justicia y de la revolucin).

    La responsabilidad de sublevarse concierne a todo el mundo pero, en primer lugar, aaquellos que, sin haber sido nunca antimarxistas o anticomunistas, se han resistido siempre, noobstante, a cierta ortodoxia marxista, durante esos tiempos (fue mucho tiempo para losintelectuales de mi generacin) en que fue, al menos en un determinado crculo, hegemnicaMs all de ese tomar partido, pero tambin para sostenerlo, entablo asimismo un debate con el

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    texto de Marx, orientado por la cuestin del espectro (en red con las de la repeticin, el duelo, laherencia, el acontecimiento y lo mesinico, todo lo que supera las oposiciones ontolgicas entrela ausencia y la presencia, lo visible y lo invisible, lo vivo y lo muerto y por lo tanto, sobre todo, laprtesis como miembro fantasma, la tcnica, el simulacro teletecnolgico, la imagen desntesis, el espacio virtual, etctera reencontramos los temas abordados hace un rato, la

    artefactualidady lavirtuactualidad).Ustedes recuerdan la primera frase delManifiesto delPartido Comunista: Un espectro recorre Europa, el espectro del comunismo. Yo investigo,merodeo un poco junto a todos los espectros que literalmente obsesionan a Marx. Hay en ellouna persecucin de Marx. Los persigue por doquier, los ahuyenta pero ellos tambin lo acosan:en El 18 brumario, en. El capitalpero sobre todo enLa ideologa alemana, que despliega,como saben, una crtica interminable, puesto que fascinada, cautivada, encadenada, de laobsesin stirneriana, alucinacin ya crtica y de la cual a Marx le cuesta muchsimo deshacerse.

    Trato de descifrar esa lgica de lo espectral en la obra de Marx. Propongo hacerlo, sipuede decirse as, frente a lo que pasa hoy en el mundo, en un nuevo espacio pblicotransformado tanto por lo que se denomina con ligereza el retorno de lo religioso como por las

    teletecnologas. Qu es el trabajo del duelo con respecto al marxismo? Qu procuraconjurar? La palabra y el concepto tan ambiguos de conjuracin(al menos en tres lenguas,francs, ingls y alemn) cumplen en ese intento un papel tan importante como los de herencia.Heredar no es en esencia recibiralgo, un elemento dado que entonces se puede tener. Es unaafirmacin activa, responde a una conminacin pero supone tambin la iniciativa, la firma o larefrendacin de una seleccin crtica. Cuando se hereda, se clasifica, se criba, se valora, sereactiva. Tambin creo, pero no puedo mostrarlo aqu, que todo emplazamiento de herenciaalberga una contradiccin y un secreto (es como el hilo rojo de ese libro que vincula el genio deMarx con el de Shakespeare -que a aqul le gustaba tanto y a quien cita con tanta frecuencia, enparticular en el caso de Timn de AtenasyMuch Ado About Nothing- y con el padre de

    Hamlet, que podra ser el personaje capital de este ensayo).Hiptesis: siempre hay ms de un espritu. Cuando se habla del espritu, se evocan en elacto los espritus, los espectros, y cualquiera que hereda escoge un espritu antes que otro. Seselecciona, se filtra, se criba entre los fantasmas o entre las conminaciones de cada espritu.Slo hay herencia all donde los emplazamientos son mltiples y contradictorios, bastantesecretos para desafiar la interpretacin, para exigir el riesgo sin lmites de la interpretacinactiva. Es all donde hay una decisin y una responsabilidad que deben asumirse. Cuando nohay double-bind, no hay responsabilidad. Es preciso que la herencia guarde una reservaindecidible...

    Si heredar es reafirmar una conminacin, no slo un haber sino un emplazamiento adescifrar, no somos ms que lo que Heredamos. Nuestro ser es herencia, la lengua quehablamos es herencia. Hlderlin dice poco ms o menos que el lenguaje nos fue dado para quediramos testimonio de aquello cuya herencia somos. No la herencia que tenemos o recibimos,sino la que somos, de parte a parte. Lo que somos, lo heredamos. Y heredamos el lenguaje quenos sirve para atestiguar el hecho de que somos lo que heredamos. Crculo paradjico en elcual hay que luchar y resolver a travs de decisiones que heredan e inventan a la vez,necesariamente sin norma asegurada, sin programa, sus propias normas. Decir que laherencia no es un bien que se recibe, recordar que somos de parte a parte herederos, no tiene

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    por lo tanto nada de tradicionalista o pasatista. Somos, entre otras cosas, herederos de Marx yel marxismo. Trato de explicar por qu hay en ello un acontecimiento que nada ni nadie puedeborrar, ni siquiera, y sobre todo, la monstruosidad totalitaria (los totalitarismos -hubo ms deuno-, todos los cuales participaron del marxismo y no pueden interpretarse nicamente comoperversiones o malversaciones de la herencia). Y hasta la gente que no ley a Marx, o que

    ignora incluso su nombre, aun los anticomunistas o los antimarxistas, son herederos de Marx.Adems, no se puede heredar a Marx sin heredar a Shakespeare, la Biblia y bastantes otrascosas.

    -Para seguir con esto, no le sorprendera que hubiese cierto

    retorno, bajo otra forma y con aplicaciones diferentes, del

    comunismo, que retornara as, aunque se le llamase de otro modo? Y

    lo que podra hacerle volver, es la necesidad que hay en la sociedad

    de traer de nuevo alguna esperanza?

    -Es lo que denominbamos la justicia hace un momento. No creo en el retorno delcomunismo bajo la forma dominante del Partido (la forma partido est sin duda en vas dedesaparicin, de manera ms general, en la vida poltica, una supervivencia que, desde luego,puede ser dura de pelar) ni en el retorno de todo lo que nos decepcion de cierto marxismo ycierto comunismo. Espero que eso no vuelva es poco menos que seguro, y en todo caso hayque estar alerta. Pero que la misma insurreccin, en nombre de la justicia, vuelva a dar lugar acrticas de inspiracinmarxista, deespritumarxista, eso no dejar de regresar. Hay signosde ello. Es como una nueva Internacional, sin partido, sin organizacin, sin asociacin sta sebusca, sufre, piensa que la cosa no funciona, no acepta el nuevo orden mundial que se nosquiere imponer, considera siniestro el discurso que inspira ese nuevo orden mundial. Lo que

    esta inquietud insurreccional encontrar en la inspiracin marxista son fuerzas para las quefaltan nombres: aunque esto se parezca a veces a los elementos de una crtica, intento explicaren qu sentido no es ni debera ser nicamente una crtica, un mtodo, una teora, una filosofa ouna ontologa. Asumira una forma completamente diferente y tal vez exigira leer a Marx de muyotra manera pero no se trata de lectura en el sentido filolgico o acadmico del trmino, no setrata de rehabilitar un canon marxista. Cierta moda, a la que ataco en ese ensayo, bien podraestar neutralizando suavemente a Marx de otra manera: ahora que el marxismo est muerto ysus aparatos desarmados, se dira, vamos a poder leer El capital y a Marx tranquila,tericamente, vamos a poder devolverle una legitimidad merecida de gran filsofo cuyosescritos (en su inteligibilidad interna, como dice Michel Henry) pertenecen a la gran tradicinontolgica. No, intento explicar por qu no deberamos contentarnos con esa relecturatranquilizadora.

    -Usted siempre ha reivindicado una responsabilidad tico-poltica de

    la experiencia de la deconstruccin. Cul es la diferencia entre

    este enunciado y la antigua frmula del compromiso del Intelectual?

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    -No me siento ni tentado ni autorizado a desacreditar lo que denominan la antigua frmulade los compromisos del intelectual en el pasado. En Francia sobre todo, Voltaire, Hugo, Zola,Sartre, siguen siendo, a mi modo de ver, ejemplos admirables. Un ejemplo inspira, a menudopermanece inaccesible, pero en modo alguno hay que imitarlo en una situacin, lo decamoshace un momento, estructuralmente diferente. Una vez tomada esa precaucin, me parece,

    dicho de forma muy global, que esos valientes compromisos suponan, precisamente,contrincantes identificables y una especie de cara a cara: por una parte, un campo socio-polticodado, por la otra, un intelectual que tena su discurso, su retrica, su obra literaria, su filosofa,etc. Y que intervena, como suele decirse, se comprometa con un campo para tomar partidoen l o para tomar posicin. En el momento de hacerlo, se cuestiona y no intenta transformar,como tales, ni la estructura del espacio pblico (prensa, medios de comunicacin, modos derepresentacin, etc.) ni la naturaleza de su lenguaje, la axiomtica filosfica o terica de supropia intervencin. Dicho de otro modo, compromete, pone al servicio de una causa poltica,del derecho y a menudo ms all de la legitimidad, de una causa justa, su cultura y su autoridadde escritor (los grandes ejemplos franceses que acabo de citar son, ante todo, populares

    debido a su obra literaria, ms que filosfica). No estoy diciendo que Hugo o Sartre no se hayancuestionado o no hayan transformado por s mismos esa forma ya dada del compromiso, lonico que digo es que, para ellos, no era un tema constante ni una preocupacin primordial. Nopensaban, tal y como sugiere Benjamin, que primero conviene analizar y transformar el aparatoy no slo confiarle contenidos, por revolucionarios que sean. El aparato en cuestin no sonsolamente unos poderes tcnicos o polticos, unos procedimientos de apropiacin editorial omeditica, la estructura de un espacio pblico (por consiguiente, presuntos destinatarios a losque dirigirse o a los que nos dicen hay que dirigirse), es tambin una lgica, una retrica, unaexperiencia de la lengua, toda la sedimentacin que presupone. Plantearse estas preguntas, eincluso preguntas acerca de cuestiones que nos imponen o nos ensean como siendo las

    cuestiones buenas, preguntarse incluso por la forma-pregunta de la crtica, no slopreguntarse sino pensar la prueba que acarrea una cuestin, es quizs una responsabilidadprevia, como si fuera su condicin, a la de aquello que se denomina el compromiso. No bastapor s misma, pero jams ha impedido o retrasado el compromiso, sino todo lo contrario.

    -Si est de acuerdo, nos gustara preguntarle algo ms personal. Hay

    algo que retorna en una parte del mundo, sobre todo en Argelia con

    ese lado religioso. Se trata de cierto discurso sobre Argelia que los

    polticos, incluso los Intelectuales, mantienen, y que consiste en

    decir que, finalmente, la identidad de Argelia nunca ha existido, por

    oposicin a Marruecos, a Tnez, y que el que este pas est asolado

    hoy en da se explica por el hecho de que carece de identidad, de que

    le falta algo. Ms all del terreno de lo afectivo, cmo ve lo que

    all est pasando?

    --Pregunta personal, dicen. No me atrevera a comparar mi sufrimiento o mi angustiapersonal con la de tantos argelinos all o en Francia. No s de qu modo podra yo tenerderecho a decir que Argelia sigue siendo mi pas. Pero, si me permiten recordarlo, nunca

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    abandon Argelia durante los diecinueve primeros aos de mi vida, luego he vuelto conregularidad y algo de m no se march jams de all. Es verdad que la unidad de Argelia pareceestar amenazada hoy en da. Lo que all ocurre no est lejos de parecerse a una guerra civil.Slo de forma muy lenta toma la informacin en Francia la medida de lo que sucede en Argeliadesde hace aos: la preparacin de la toma del poder, los asesinatos, los maquis y, como

    respuesta, la represin, las torturas, los campos de concentracin. Igual que en todas lastragedias, el crimen no est de un solo lado, ni siquiera de ambos lados: el FIS y el estado nopodran afrontarse y, a la vez, hostigarse uno al otro segn el ciclo clsico (terrorismo/represinpenetracin social y popular de un movimiento que ha tornado clandestino un Estadodemasiado poderoso y, a la vez, impotente, imposibilidad de proseguir una democratizacinesbozada, etc.), no habra un cara a cara infernal con tantas vctimas inocentes sin un tercertrmino elemental y annimo, quiero decir: sin la situacin econmica y demogrfica del pas, elparo y la estrategia elegida para el desarrollo desde hace tanto tiempo. Eso favorece un duelo alque quizs he hecho mal en conferir una simetra (algunos amigos argelinos ponen en tela de

    juicio dicha simetrizacin en la violencia de la respuesta estatal y en la suspensin del proceso

    electoral ven la nica rplica posible a una estrategia de toma del poder largamente preparadaque atentaba contra la democracia misma se les puede entender pero habr que terminarinventando un modo de consulta o de intercambio que acalle las armas y reemprenda elinterrumpido proceso). Ahora bien, si se considera ese tercer miembro sin nombre, por asdecirlo, la responsabilidad no slo es ms antigua sino que, adems, no puede serargelo-argelina sin ms. Conviene recordar lo que decamos antes a propsito de laemblemtica deuda externa Pesa mucho sobre ese pas. No se trata de recordarlo paraentablar nuevos procesos sino para marcar nuestra responsabilidad. Al tiempo que se respetalo que incumbe, en primer lugar, a los propios ciudadanos argelinos, todos nosotros estamosconcernidos aqu y tenemos que dar cuenta de ello, sobre todo nosotros los franceses, por

    razones demasiado evidentes. No podemos permanecer indiferentes, sobre todo ante la suertey los esfuerzos de todos los argelinos que tratan de no ceder a los fanatismos ni a ningunaclase de intimidacin. Como saben, arriesgan sus vidas (las vctimas de los recientesasesinatos son a menudo intelectuales, periodistas y escritores, lo cual no debe hacernosolvidar muchas otras vctimas desconocidas con ese espritu algunos de nosotros nos hemosagrupado, bajo la iniciativa de Pierre Bourdieu, en un comit internacional de ayuda a losintelectuales argelinos -CISIA- algunos de los miembros fundadores ya han recibidoamenazas de muerte, todo hay que decirlo). Decan ustedes que, para algunos, la identidad de

    Argelia no slo es problemtica o est amenazada, sino que jams habra existido de formaorgnica, natural o poltica Hay varias formas de entenderlo. Una consiste en invocar losdesgarramientos y las particiones de esa Argelia arbigo-bereber, las divergencias entre laslenguas, las etnias, los poderes religiosos y militares y, a veces, en concluir que, en el fondo, lacolonizacin es la que ha formado, como en muchos otros casos, la unidad de unEstado-nacin que despus, una vez adquirida formalmente la independencia, se debate enunas estructuras en parte heredadas de la colonizacin. Sin poder entablar aqu un largoanlisis histrico, dir que es cierto y falso. Es verdad que Argelia no exista en cuanto tal, consus fronteras actuales y en su forma de Estado-nacin, antes de la colonizacin. Pero eso noimplica que haya que poner en tela de juicio la unidad que se ha realizado en, contra y a lo largo

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    de la colonizacin. Todos los Estados-naciones poseen esa historia laboriosa, contradictoria,complicada de descolonizacin-recolonizacin. Todos tienen un origen violento y como stosconsisten en fundar su derecho, no lo fundan en ningn derecho previo, pese a lo que pretendano (se) enseen luego al respecto. No se puede poner en duda una unidad so pretexto que es elhecho de una unificacin. La unificacin o la fundacin logradas nunca logran ms que hacer

    olvidar que all no haba ni unidad natura ni fundamento previo. La unidad del Estado italiano, quetambin es muy reciente, atraviesa asimismo, en estos momentos, algunas turbulencias. Perojustifica eso, tal y como algunos tienen sin duda la tentacin de hacer, y con fines que no sonslo de historiador, que se ponga en cuestin la unidad debido a que ha sido fundada hace pocoy sigue siendo, como todos los Estados-naciones, un artefacto? No hay unidad natural ninguna,slo procesos de unificacin relativamente estables, a veces slidamente estabilizados durantelargo tiempo pero todas las estabilidades estticas/estatales, todas las estadsticas queconocemos son estabilizaciones. Israel sera otro ejemplo de Estado recientemente fundado y,como todos los Estados, fundado en la violencia, una violencia que slo podr tratar de

    justificarse despus y slo si una estabilizacin nacional e internacional termina por revestirla de

    un olvido siempre precario. No hemos llegado ah. Nuestro tiempo es ssmico al respecto paratodos los Estados-naciones y, por consiguiente, ms propicio que otro para esta reflexin. Estambin una reflexin acerca de lo que liga (o no) a la idea democrtica con la ciudadana y conla nacionalidad.

    Ciertamente, la unidad de Argelia est amenazada de dislocacin pero las fuerzas que allse desgarran no oponen, como a menudo se dice, a Occidente y a Oriente, o, como dosbloques homogneos, a la democracia y al Islam, sino tambin diversos modelos dedemocracia, de representatividad o de ciudadana -y, sobre todo, diversas interpretaciones delIslam. Una de nuestras responsabilidades, asimismo, es estar atentos a esa multiplicidad yexigir constantemente que no se confunda todo.

    [i] Dispositivo por el cual los conductores de programas de televisin pueden leer en unapantalla grande, invisible para la audiencia, lo que deben decir ante las cmaras (N. del T.).[ii] Pause y pose, homfonos en francs (N. del T.).[iii] Es conveniente tener en cuenta el uso -y el juego- constante que hace Derrida, tanto aqucomo en lo que sigue, dearriveren sus diversos sentidos: llegar, lograr, suceder, pasar (N. delT.).[iv] Jacques Derrida, Force de loi. Le fondement mystique de l'autorit, Pars, Galile,1994 Spectresde Marx, Pars, Galile, 1993.[v] Revenant(aparecido) y reviens(vuelve) en el original, ambos de la familia de venir (N. delT).[vi] Aporie. Mourir - sattendre aux limites de la vrit, en Le passage des frontires, Pars,Galile, 1994 (publicado despus separadamente, Galile, 1996).[vii] En el original, limmigrant propre: el inmigrante limpio (N. del T).

    http://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_ednref7&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNHAiTxbI8IXIVSWMir5FC_Y8iieSAhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fesperarse.htm&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNGYdXWPmSwDewE_oDWtJ5t9g3wgnQhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_ednref6&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNF52eKjHfpHYaMYItundmcI2Yha0Ahttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_ednref5&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNGqKNDjpwB5bCCWphAJfnML3hrU9Qhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ffrances%2Fspectres_de_marx.pdf&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNEEn0sZK4SV_g3t68_3Qo9RlYVvAQhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ffrances%2Fspectres_de_marx.pdf&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNEEn0sZK4SV_g3t68_3Qo9RlYVvAQhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ffrances%2Fspectres_de_marx.pdf&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNEEn0sZK4SV_g3t68_3Qo9RlYVvAQhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_ednref4&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNHxW4QqHCECfqcAEo6Aumm4zjIJgAhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_ednref3&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNHAaOYKE86k2x-HBlyOvpC9sCqhZAhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_ednref2&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNFxhuZ1N2ryyNIoSiInTujqREPLeAhttp://www.google.com/url?q=http%3A%2F%2Fwww.jacquesderrida.com.ar%2Ftextos%2Fartefactualidades.htm%23_ednref1&sa=D&sntz=1&usg=AFQjCNEO3mBJ3oXqtvKaKNaGjcsgrTKzBw
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