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    APROXIMACIONESTERICAS

    ALDEBATECONTEMPORNEO

    DELOSDERECHOSHUMANOS

    Alan Arias Marn

    Mxico, 2011

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    PRIMERAEDICIN:

    diciembre, 2011

    ISBN OBRACOMPLETA:

    978-607-8211-26-5

    ISBN:

    978-607-8211-28-9

    D. R. COMISINNACIONAL

    DELOSDERECHOSHUMANOSPerifrico Sur nm. 3469,esquina Luis Cabrera,

    colonia San Jernimo Ldice,Delegacin Magdalena Contreras,C. P. 10200, Mxico, D. F.

    DISEODELAPORTADA:Flavio Lpez Alcocer

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    CONTENIDO

    Presentacin ..................................................7Prembulo....................................................9

    I.El debate acerca de los derechos humanos

    en el siglo XXI ...................................11 1.Los derechos humanos en el siglo XX 11 2.Las ltimas dcadas. Crisis entre

    prctica y teora ............................. 13 3.Hacia una visin multidisciplinaria

    de los derechos humanos ................ 15 4.Intervenciones humanitarias

    y derechos humanos ...................... 17 5.Terrorismo y la guerra al terrorismo:

    los derechos humanos en cuestin ...19 6.El desafo multicultural ................... 21 7.Nuevas condiciones, desarrollos,

    contradicciones y resistencias; nueva

    agenda de derechos humanos? ........ 22 8.El caso de Mxico: aislamiento

    y atraso............................................. 26 9.Agenda de problemas. Los grandes

    desafos: multiculturalismoy multidisciplina ............................ 27

    II.Derechos humanosy multiculturalismo ............................ 32

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    Coleccin de Textos sobre Derechos Humanos

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    1.Multiculturalidady multiculturalismo......................... 32

    2.El desafo multicultural ................... 33 3.Conflicto de valores, universalismoy pluralismo .................................. 36

    4. La relacin entre multiculturalismoy derechos humanos ....................... 40

    III. Globalizacin y derechoshumanos .......................................... 44

    1.Elementos de la globalizacin .......... 44 2.Una periodizacin tentativa de la

    globalizacin y los derechoshumanos ...................................... 49

    Bibliografa ................................................. 54

    Sitios en la internet ...................................... 58

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    PRESENTACIN

    La Comisin Nacional de los Derechos Humanos, confundamento en el artculo 6o., fraccin IX, de su propialey, tiene entre sus funciones la de Promover el estudio,la enseanza y divulgacin de los Derechos Humanos enel mbito nacional e internacional. Asimismo, el artculo1o. constitucional dispone la obligacin de promover,respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de

    conformidad con los principios de universalidad, interde-pendencia, indivisibilidad y progresividad.

    La Coleccin de Textos sobre Derechos Humanos,en paralelo a otras colecciones especializadas que se es-tn incorporando a las publicaciones de la Comisin Na-cional, tiene como propsito brindar al lector una gamade escritos cortos que lo introduzcan a diversos temas

    sobre derechos humanos, pero que por su trabajo de inves-tigacin tambin sean de utilidad para los estudiosos dela materia.

    En esta ocasin se comienza con escritos introducto-rios, relevantes y actuales sobre derechos humanos, comoson: el origen y la evolucin histrica de los derechos hu-manos hasta la reforma constitucional de junio de 2011;la proteccin no jurisdiccional; el derecho internacionalhumanitario; el principio de legalidad; los derechos eco-nmicos, sociales y culturales en el derecho internacio-nal; la desaparicin forzada de personas; la prevencin ysancin de la tortura; los derechos de los pueblos indge-nas, y el debate contemporneo en materia de derechoshumanos.

    No obstante, con las reformas constitucionales pu-

    blicadas en el Diario Oficialde la Federacin los das 6 y10 de junio de 2011, en materia de amparo y de derechoshumanos, respectivamente, se han dado cambios que, sinduda, tienen una importancia toral para el fortalecimien-to de la proteccin de los derechos humanos. Las refor-

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    Coleccin de Textos sobre Derechos Humanos

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    mas introducen y modifican diversos temas, que tambinse vern reflejados en la adecuacin de la normativa; pormencionar algunos de ellos, se encuentran los que se re-fieren a la propia Comisin Nacional y a los dems Orga-nismos de Proteccin de Derechos Humanos contempla-dos en el artculo 102, apartado B, de la Constitucin.

    La Comisin Nacional tiene, en esta materia, dos gran-des retos: 1) la realizacin de material de difusin gene-ral, para el estudio de los temas, porque la gran mayorade textos, con las reformas constitucionales mencionadas,

    ha perdido su vigencia, como por ejemplo, el cambio degarantas individuales a derechos humanos, y 2) el es-tudio de un gran nmero de temas sobre los que se puedereflexionar y profundizar. Por lo anterior, se pretende quela Coleccin que se presenta en esta ocasin funja comoun medio de difusin y progresivamente se le incorporennuevos textos que aborden temas y problemas de los de-

    rechos humanos, tanto para el pblico en general que ten-ga el inters de acercarse a los temas, como para los estu-diosos de la materia que quieran acudir a textos actualesy vigentes.

    La Comisin Nacional, atenta al cumplimiento de susfunciones y a las necesidades del pas, contribuye consus trabajos en la promocin y divulgacin de los dere-chos humanos, con la publicacin de temas relevantes conescritos manejables y accesibles para el lector.

    Dr. Ral Plascencia VillanuevaPresidente de la Comisin Nacional

    de los Derechos Humanos

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    PREMBULO

    El conjunto de artculos del presente fascculo intituladoAproximaciones tericas al debate contemporneo de losderechos humanos, busca servir como material de con-sulta y estudio para los interesados en la problemtica

    actual de los derechos humanos. Se trata de textos de es-tudio, a la manera de los folletos de temas selectos enalguna materia, en este caso sobre derechos humanos. Sonensayos contrapuestos que se refieren, sin embargo, a te-mas no slo complementarios entre s sino sistemtica-mente articulados.

    El debate contemporneo de los derechos humanosno resulta comprensible en su sentido, ni explicable ensus problemticas especficas, si la argumentacin noasume la matriz material e intelectual del proceso de glo-balizacin, ni trabaja con las teorizaciones crticas quepostulan la multidisciplinariedad inherente a los derechoshumanos, no digamos si es indiferente a la interpelacindel multiculturalismo.

    Se abordan aqu cuestiones actuales relativas a los

    derechos humanos. Los textos analizan diversos aspectosde una temtica comn, y enfatizan explcitamente las de-terminaciones polticas y tericas del contexto contempo-rneo sobre los derechos humanos. El primer artculo (decarcter primordialmente descriptivo), a modo introduc-torio, refiere a su evolucin reciente, los nuevos desafos,la expansin de su conocimiento e influencia, as como

    a la necesidad de un nuevo abordaje multidisciplinario y lapertinencia de una relegitimacin terica y valorativa. Elsegundo texto atiende al desafo que el discurso multicul-turalista plantea a los derechos humanos, el cuestiona-miento a sus pretensiones de universalidad y validez trans-

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    cultural, toda vez su construccin en clave monocultural(occidental). El tercer ensayo establece lneas de com-prensin y periodizacin del proceso de la globalizacincomo matriz y contexto promotor e inductor de nuevascondiciones para el desarrollo terico y prctico de los de-rechos humanos.

    Los artculos no pretenden ser exhaustivos, ms bienensayan con la finalidad de despertar la curiosidad delos interesados a partir de las claves tericas del discur-so crtico y el planteamiento de los principales problemas

    que se han expuesto en la discusin internacional acercade los derechos humanos; asimismo, buscan cuestionarcrticamente (mostrar las paradojas) el entendimiento tra-dicional establecido y dominante (la doxa) en relacin conla teora y la prctica de esos derechos y su doctrina en laactualidad.

    El abordaje temporalmente contrapuesto (no se

    apuesta al desarrollo de una lnea cronolgica rgida)deja grandes vacos histricos e intocados autores filos-ficamente decisivos, as como importantes problemas adilucidar; espero llenar y complementar paulatinamentelas problemticas tanto histricas como propiamente con-ceptuales en trabajos sucesivos.

    El autor

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    I. ELDEBATEACERCADELOSDERECHOSHUMANOS

    ENELSIGLOXXI1. Los derechos humanos en el siglo XXI

    El proceso de globalizacin, con todo su dinamismo ycomplejidad, mismo que dura ya ms de veinte aos, tie-ne entre sus elementos distintivos en el plano cultural ypoltico una intensa y persistente preocupacin por los te-mas y la cultura de los derechos humanos.

    Un elemento que ayuda a explicar tal coincidencialo constituye el hecho de que el proceso de globalizacinha sido catalizado e impulsado (acelerado) por un con-junto de procesos liberalizadores y de democratizacin(transiciones a la democracia) en diversas regiones del mun-do. La denominada tercera ola democratizadora (Hun-

    tington), ocurrida en numerosos pases de Amrica Latinay frica, a la cual contribuy significativamente en exten-sin y profundidad el desplome del bloque de pasesdel socialismo real.

    Todo ello ha apuntalado la preponderancia de unaperspectiva del derecho de los derechos humanosy delas diversas disciplinas jurdicas, no digamos del conjun-

    to de las disciplinas sociales, liberada respecto de loslmites territoriales de las naciones y sustrada, por tanto,al predominio sin contrapunto de las soberanas naciona-les. Irrupcin dinmica y necesaria de una correspondien-te concepcin multidisciplinaria de los derechos huma-nos y del consecuente debilitamiento de la hegemonajuridicista en la teora y en la prctica de su defensa y supromocin.

    Esa perspectiva transnacional ya era constitutiva dela Declaracin de los Derechos del Hombre (1948), queconsideraba en un plano de igualdad a todos los indivi-duos sin distincin alguna, explicitando su negativa a

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    cualquier diferenciacin determinada por el hecho del lu-gar de nacimiento, residencia o trabajo.

    Se puede adelantar, con intencin didctica, un es-quema de periodizacin propio de la era moderna-contem-pornea de la evolucin histrica de la cultura (y la pol-tica) de los derechos humanos. ste sera el siguiente:

    Primera fase: periodo inmediato posterior a la pos-guerra de la Segunda Guerra Mundial (1948-1949).Etapa de fecundidad intelectual y poltica; refunda-

    cin de los derechos humanos; desarrollo notabledel derecho internacional humanitario (DIH); redi-seo de instituciones internacionales (ONU). La fi-nalidad de la propuesta humanista de ese momen-to fue, expresamente, en contra de la guerra, sushorrores (enfticamente, el holocausto del pueblojudo) y sus consecuencias polticas, culturales y

    ticas, as como el acento en un sentido en pro dela paz y la convivencia pacficas (resolucin pacfi-ca de controversias).

    Segunda fase:la llamada Guerra Fra (1950-1989).Dcadas de congelamiento de los derechos hu-manos, tanto en sus desarrollos tericos como enlo que respecta a emplazamientos de envergadurahistrica e institucional para su defensa y/o pro-mocin. Una especie de hibernacin intelectual yuna subsecuente politizacin instrumental porparte de los bloques sociopolticos en pugna, prin-cipalmente del mundo libre en contra de los go-biernos de los pases socialistas y/o en transicinrevolucionaria; tendencia que explicara, en par-te, la distancia crtica y la desconfianza de la iz-

    quierda (y el marxismo) respecto del discurso delos derechos humanos.

    Tercera fase: finales del siglo XX y comienzos delsiglo XXI (1990-2001/2011). Desarrollo de unaetapa nueva y decisiva para la cultura de los de-

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    rechos humanos. Amplia difusin de sus proble-mticas y contenidos, creciente percepcin de susignificado e importancia en las relaciones interna-cionales, multiplicacin de Convenios, Declaracio-nes y Conferencias de los organismos multinaciona-les referidos o con presencia explcita de la temticade los derechos humanos; todo ello acompaadopor desarrollos en el derecho internacional y, en elplano interno, por la multiplicacin de adopcionesy adaptaciones expresas de los derechos humanos

    en el mbito del derecho constitucional de numero-sas naciones.

    2. Las ltimas dcadas. Crisis entre prctica y teora

    Ese ltimo periodo de auge y desarrollo de la cultura de losderechos humanos apunt hacia una crisis cuando, en la

    primera mitad de los aos noventa, las guerras en la exYugoslavia y el genocidio de los tutsis en Rwanda supera-ron las peores expectativas y la capacidad de asombrocolectivo ante la gravedad de los hechos, lo que se sumal pasmo y la impotencia resultantes de la incapacidad dela comunidad internacional para intervenir oportuna yadecuadamente ante la flagrante comisin de delitos delesa humanidad, incluso modalidades de genocidio y laviolacin ostensible de los derechos humanos.

    Ese momento conform un punto de inflexin a par-tir del cual se ha desarrollado un mayor involucramientopoltico, intelectual y moral respecto de los derechos hu-manos, acompaado de una discusin viva y controver-sial acerca de los mismos sus contenidos, sentido yfundamentacin, as como en relacin con las modali-

    dades prcticas ms eficaces para su defensa, realizaciny difusin a escala global.

    El aumento y enriquecimiento del discurso de los de-rechos humanos mantiene una tensin, una desigualdad,en cuanto a la prctica. Esa falta de adecuacin ha indu-

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    cido a conceptualizar los derechos humanos como unconjunto heterogneo de prcticas sociales aprehensiblesslo de manera multidisciplinaria y a cuestionar su unila-teralismo juridicista. A la vez, el abismo entre la prdicaretrica de los derechos humanos y su irrespeto e imprac-ticabilidad ha constituido un factor de mayor compleji-dad de la realidad sociopoltica contempornea, acen-tundose su contradictoriedad. Por un lado, una mayorconciencia, esfuerzos intelectuales de redefinicin teri-ca, ampliacin de su campo intelectual y mejor planea-

    cin prctica, y por el otro, el imperio del realismo pol-tico, centrado en intereses particulares e inmediatos, ascomo una creciente instrumentalizacin poltica de losderechos humanos.

    La convocatoria al respeto de los derechos humanosse ha generalizado, a pesar de que, en muchas ocasiones,sirve nicamente para justificar comportamientos y ac-

    ciones con las que se abusa de otros individuos o gruposy se vulneran de nueva cuenta esos mismos derechos pro-clamados. Tambin ha sido perceptible la preocupacinintelectual y poltica respecto de la creciente burocratiza-cin de los organismos pblicos y privados, nacionales einternacionales, dedicados a la defensa y promocin delos derechos humanos.

    No obstante y a pesar de las contradicciones y obs-tculos, se puede afirmar tambin que la cultura de losderechos humanos ha logrado, en pocos aos, espaciosrelevantes de autonoma terica y autoafirmacin prcti-ca; sin embargo, el discurso de los derechos humanos co-rre el riesgo, asimismo, de mutar en ideologa (tipo deconocimiento distorsionado ligado a intereses individua-les, grupales o profesionales especficos) y, en consecuen-

    cia, a manipulaciones y desviaciones contrarias a su pro-pio carcter emancipatorio y preservador de libertades.

    Esta tendencia de afirmacin y autonoma se libra endos vertientes principales:

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    1. La creciente difusin de valores de convivenciafundados en los derechos humanos, con el pesosuficiente para influir en la poltica y la justiciainternacionales.

    2. El lenguaje de los derechos humanos tiende adebilitar sus caractersticas dominantes tcnico-jurdicas, con el predominio profesional corres-pondiente, y apunta a convertirse en un discursoen vas de apropiacin por un nmero crecientede personas, colectivos y gobiernos.

    Los derechos humanos estn en el momento crticode una redefinicin de su identidad; pasar de un conjuntonormativo a un conjunto de mltiples y multidimensiona-les prcticas sociales; momento de una necesaria relegiti-macin de sus exigencias de reconocimiento y de justifi-cacin y defensa de sus reivindicaciones.

    3. Hacia una visin multidisciplinaria

    de los derechos humanos

    Es en el seno de una transformacin de poca la globa-lizacin, con el impulso de un cambio determinante ennumerosos regmenes polticos la llamada transicindemocrtica en muchos pases, que se ha incentivadoel desenvolvimiento de un proceso terico de importan-cia significativa para el discurso de los derechos huma-nos: la complejizacin, extensin y debilitamiento delDerecho como la modalidad hegemnica en la descrip-cin, constitucin y legitimacin teortica de los dere-chos humanos y como uso dominante en su defensa y pro-mocin.

    Huntington define esa oleada de expansin demo-crtica global cuando una serie de Estados transitan de unrgimen autoritario a uno democrtico. La primera olase puede ubicar de 1828 a 1926; la segunda ola, de

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    1943 a 1964, y por ltimo, la ms reciente y que atae anuestro argumento, la tercera, que transcurre de 1974a 2001. As, en el ao de 1995, de los 191 pases recono-cidos por la ONU, 117 se podan considerar democra-cias, esto es, 61.3 %; en cambio, en el ao de 1974, delos 142 pases reconocidos slo 39 se podan considerardemocracias, es decir, 27.5 por ciento.1

    Como correlato de esta tendencia se ha materializa-do una ampliacin e involucramiento de la poltica y lasociedad en el campo de los derechos humanos, as como

    una irrupcin revitalizada del conjunto de las disciplinassociales en sus terrenos tanto prcticos como discursivos.

    La cultura y la poltica de los derechos humanos sehan expandido en trminos disciplinarios, incorporandocomo ramas imprescindibles a la historia, la economa, laantropologa, la sociologa, la ciencia y la filosofa polti-cas, adems de incluir el estudio de las relaciones inter-

    nacionales, la geopoltica y el pensamiento estratgico. Elotrora discurso dominante del derecho se ha debido so-meter a un replanteamiento radical respecto de los dere-chos humanos y a enfrentar inditos problemas concep-tuales y numerosos desafos tericos y metodolgicos enese mbito.

    De otra parte, el determinante peso y omnipresenciade los medios de comunicacin masiva tradicionales,escritos, electrnicos o de las nuevas tecnologas (TIC),as como su papel en el proceso de globalizacin, si bienhan impulsado la difusin del lenguaje de los derechoshumanos, han favorecido tambin su simplificacin, con-tribuyendo al reduccionismo de sus significados y a pro-piciar su utilizacin retrica, limitando las posibilidadesexplicativas y educativas de sus contenidos y valores.

    1 Vase Samuel P. Huntington, The Third Wave: Democratization in the Late Twentieth

    Century.Cabe sealar que los criterios de diferenciacin utilizados para distinguir

    los regmenes democrticos de los autoritarios se reeren exclusivamente a losdenominados mnimos democrticos.

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    4. Intervenciones humanitarias y derechos humanos

    Este complejo y profundo replanteamiento en el plano

    terico de la cultura y el discurso de los derechos huma-nos, su multidisciplinarizacin, con el correspondienteacotamiento del dominio de la perspectiva jurdica, hacoincidido en el plano de la prctica como se apunten prrafos anteriores con los efectos y las consecuen-cias de la crisis desatada por la imposibilidad poltica deintervenir con un sentido y una legitimidad humanistas

    en la ex Yugoslavia y en Rwanda. Pero tambin ha influidoen ello como una cuestin determinante la afirmacinpor parte del gobierno de China2ya en ese momentouna potencia econmica y militar de considerar imperti-nente la pretensin de aplicar la limitada concepcin delmundo implcita en la cultura occidental de los derechoshumanos (con minscula, positivizados).

    A la crtica problematizacin terica de la cultura oc-cidental y, por consiguiente, de sus paradigmas conceptua-les, jurdicos y polticos los derechos humanos y la de-mocracia, desarrollados desde hace algunas dcadaspor el multiculturalismo, las perspectivas comunitaristasy el relativismo cultural de la antropologa social y jurdi-ca, se ha sumado, ahora, el cuestionamiento explcito delos fundamentos valorativos, construidos en clave mono-

    cultural, de la organizacin misma de la comunidad in-ternacional.

    Es as que en pocos aos entre finales del siglo XXy comienzos del siglo XXI el debate acerca de la teora yla prctica de los derechos humanos ha mostrado granvivacidad, extensin y radicalismo, reedicin de viejasdiscusiones, intervencin vigorosa del conjunto de las dis-

    2 En el informe del Consejo de Estado chino, titulado Registro de los derechos hu-

    manos en Estados Unidos en 2010, se exige a este pas acciones concretas paramejorar su propia situacin de derechos humanos y que abandone la hegem-

    nica prctica de usar stos para injerir en los asuntos internos de otros pases.

    VaseRegistro de los derechos humanos en Estados Unidos en 2010.

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    ciplinas sociales y de diversas posturas filosficas, ascomo de un cuestionamiento en profundidad de los valo-res tradicionales (liberales y/o cristianos) occidentales delos derechos humanos.

    La revitalizacin y las nuevas configuraciones adop-tadas por la violencia social y poltica desarrolladas parael ejercicio de las modalidades contemporneas de do-minacin, que fueron motivo de reflexin en la ltimadcada del siglo pasado, de manera original en la teoriza-cin de las nuevas guerras (conflictos armados de nue-

    vo tipo),3ha entrado en interaccin con las problemti-cas, anlogas aunque diferenciadas y especficas, relativasa la intervencin humanitaria, la guerra justa y, en ge-neral, con diversas temticas fundamentales de los dere-chos humanos.

    En el mbito de los organismos multilaterales, resul-taba perentorio un replanteamiento global respecto de

    varios temas decisivos para la convivencia internacional,ntimamente vinculados a temticas propias y/o afines alos derechos humanos. Entre algunos de los temas mssobresalientes destacaban, a saber:

    La interaccin y los lmites entre el derecho inter-nacional y sus instituciones en relacin con la so-berana nacional, debilitada y en transicin efec-tiva por el proceso de la globalizacin;

    Respecto de las modalidades de compromiso po-ltico de los Estados ante los retos planteados en elterreno de los derechos humanos, la necesidad denuevas definiciones y conceptualizaciones que in-

    3 Vanse, para esa conceptualizacin, entre otros, Mary Kaldor,New and Old Wars:

    Organized Violence in a Global Era; Johan Galtung, Tras la violencia, 3R: resolucin, re-

    construccin, reconciliacin. Afrontando los efectos visibles e invisibles de la guerra y la violencia;Johan Galtung, Paz por medios pacfcos: paz y conicto, desarrollo y civilizacin; Peter

    Lock, Experiencias y caractersticas en otras regiones, trasferibles a Colom-bia?, en Linda Helfrich y Sabine Kurtenbach, eds., Colombia. Caminos para salir de

    la violencia, pp. 475-492, y Peter Lock, Transformaes da guerra: a dominao

    da violncia reguladora, en Theotonio Dos Santos, coord., Globalizao Dimensese Alternativas, pp. 64-82.

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    tegraran campos problemticos soslayados y dis-tantes del juridicista modo dominante de interpre-tacin y activismo de los derechos humanos;

    Repensar las formas tradicionales de actuar de losEstados y las organizaciones en cuanto a esos te-mas, y

    En relacin con la pertinencia, legalidad y legiti-midad de las intervenciones humanitarias.

    5. Terrorismo y la guerra al terrorismo:

    los derechos humanos en cuestin

    El 11 de septiembre de 2001 constituy un punto de in-flexin radical, tanto en las relaciones internacionalescomo en el seno mismo de los Estados nacionales. Las ca-ractersticas inditas del terrorismo, inscritas ejemplar-mente en los ataques a ciudades estadounidenses ese da,

    paradigmticamente la destruccin de las Torres Gemelasen Nueva York, determinaron una reaccin y produjeronunos efectos de profunda repercusin en el mbito de losderechos humanos. En rigor, se tiene que hablar de unaecuacin que articula el terrorismo, con sus modalidadescontemporneas especficas, con la guerra al terroris-mo adoptada por el gobierno de Estados Unidos deAmrica y sus aliados, y con el proceso y las secuelas quehan condicionado y mucho la vida poltica y social,as como la cultura de las dcadas subsiguientes.

    Las relaciones internacionales, las relaciones entrejusticia y poltica, el comportamiento de los Estados y lasociedad civil, la conducta de los ciudadanos, el desem-peo de la diversidad de grupos y organizaciones de lasociedad civil; as tambin, la limitacin de valores y pre-

    rrogativas de libertad individual y colectiva hacia priori-dades de seguridad y control, las legislaciones normaliza-doras de situaciones de excepcin (como la Patriotic Acten Estados Unidos de Amrica) u otras atentatorias delhabeas corpus(tales como el arraigo en la Constitucin

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    de Mxico), as como el quebranto de muchas de las dis-tinciones claves de la convivencia moderna, como la di-ferenciacin entre inocentes y culpables o entre civiles ybeligerantes. Todo ese conjunto abigarrado y dismbolose ha visto alterado y, en muchas ocasiones, refuncionali-zado por el impacto y las secuelas de la actividad terro-rista de estos aos, ya desde antes del 11 de septiembrede 2001 y claramente despus de esa fecha sintomtica.

    Un aspecto decisivo ha sido la afirmacin de unapoltica de unilateralismo por parte del gobierno de Esta-

    dos Unidos de Amrica. Esa tendencia ya se haba mani-festado en las discusiones acerca de la creacin de la Cor-te Penal Internacional y el Estatuto de Romaque la rige;ese unilateralismo debilit el papel de la ONU y determi-n decisiones sumamente controversiales, generando ten-siones contradictorias en el seno del sistema de la comu-nidad internacional. Es notable cmo la invasin de Irak

    distanci a los gobiernos de Francia y Alemania en rela-cin con las iniciativas blicas aliadas.Las posibilidades de un acumulado criterio de una-

    nimidad sobre el tema toral de la seguridad internacionaly la de los Estados en particular se han visto cuestiona-das y debilitadas, muy a menudo, con argumentaciones yacciones contrarias a la cultura de los derechos humanos,por lo menos respecto de la que apareca como hegem-nica al inicio de esta centuria. De este modo los disensosy las controversias relativas a la guerra preventiva, la gue-rra justa y la guerra de agresin, que sirvieron de inducto-res consensuados para las intervenciones humanitariasy/o las misiones de paz de las fuerzas militares interna-cionales, se han acrecentado con sus correspondientesconsecuencias.

    Por otro lado, si bien de modo indirecto, las fisuras yel debilitamiento de la ONU y otras instancias transna-cionales han repercutido en el sistema y la cultura de losderechos humanos, toda vez que, en teora, constituyen

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    su fundamento y sus coincidencias ms profundas (con-cepciones no del todo homogneas, ciertamente, pero sanlogas).

    Quizs el punto ms neurlgico y que focaliza unode los desafos ms serios para la preservacin y desarro-llo de la cultura de los derechos humanos es la tendenciaa la limitacin de los derechos individuales y colectivosen casos de emergencia y/o con carcter de excepcin. Eltipo ms notable, que ya hemos referido, es el que tieneque ver con la lucha contra el terrorismo; la cuestin se

    multiplica en virtud de que, por la hegemona de la doc-trina de seguridad estadounidense, el combate antiterro-rista sirve de proteccin para otras formas delincuencia-les como el narcotrfico, el trfico de personas e, incluso,algunas de las formas ms radicales de la protesta socialy la disidencia poltica.

    6. El desafo multicultural

    Otros riesgos globales pueden ser asumidos con una p-tica de estado de emergencia y con criterios belicistasque suponen limitaciones o mutilaciones a los derechoshumanos y a sus garantas jurdicas. Las grandes migracio-nes transnacionales o internas, las situaciones de excep-cin generadas por los desastres naturales, los accidentesnucleares y qumico-farmacuticos, y no digamos las epi-demias, presentan casos en que se tensan los derechos hu-manos respecto de las responsabilidades de los Estados ode otros sujetos susceptibles de violaciones, como lasgrandes corporaciones transnacionales en materia ecol-gica o en cuanto a las libertades de informacin, difusiny expresin.

    Asimismo, muchos de los fenmenos sociales, pol-ticos y culturales del presente remiten a las diferencias re-ligiosas, potenciadas por la multiculturalidad inherente alas sociedades contemporneas y a los crecientes flujos

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    propiamente jurdico, ciertas temticas tienen especialrelevancia.

    En las dcadas recientes han tenido particular signi-ficancia los estudios y las polmicas respecto de la uni-versalidad reivindicada por la doctrina tradicional y do-minante de los derechos humanos y el relativismo afirmadopor las diferentes culturas; el contraste y la diferenciacinentre derechos individuales y derechos colectivos o entrederechos de generaciones o de dimensiones distintas; ladefensa de los principios tradicionales de no intervencin

    y autodeterminacin de cara al pragmatismo de las inter-venciones para ponderar o impedir las violaciones de losderechos humanos, incluidas las acciones militares paraevitar masacres y prcticas genocidas; el respeto a las de-cisiones de los organismos internacionales o su sustitu-cin y/o reemplazo por grupos de pases aliados por lavoluntad de superar el inmovilismo o la pasividad deter-

    minados por los intereses polticos; los dilemas entre ladefensa de la paz y las propuestas que propugnan la noviolencia.

    Ahora, de nueva cuenta, as como en otras situacio-nes pasadas ya descritas, se sobrepone al conjunto de losdebates sobre los temas aludidos la necesidad y la premu-ra por construir una nueva definicin de los derechos hu-manos y una cultura multidisciplinar que tienda a integrarlos distintos segmentos y perspectivas del universo tericoy el mundo poltico. El mbito propiamente jurdico estllamado tanto a mantener su relevancia e influencia tra-dicionales como compelido a incluir otras dimensionestericas, a replantear una colaboracin inter y multidisci-plinaria. Elderechodelosderechoshumanosviveuna cir-cunstancia de migracin terico-cultural, obligado a una

    autocrtica radical y a contribuir con modestia (un nuevopapel no dominante) a la perentoria y necesaria relegiti-macin contempornea de los derechos humanos.

    Todo este universo de reivindicaciones se ha conver-tido en referencial para un cmulo de nuevos desarrollos,

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    innovaciones y adaptaciones en las legislaciones nacio-nales y, sobre todo, para la creacin de muchos de losinstrumentos recientes del derecho internacional. La teo-ra de los derechos humanos se ha convertido en un as-pecto decisivo de la poltica internacional de los Estados,ya que su aceptacin y consenso, por parte de los demscomponentes del sistema global,4resulta determinante; enparticular, el polo de atraccin que los derechos humanosejerce sobre la sociedad civil internacional y sus organiza-ciones (ONG) se convierte en una forma de control y pre-

    sin en la poltica exterior de los Estados. En las dos dca-das recientes, las relaciones polticas y jurdicas del sistema

    global, incluidas las temticas operacionales y administra-tivas vinculadas con la funcin y contenidos del derechointernacional, han influido en los fundamentos filosficosy tericos de esa rama del Derecho.

    En el plano especfico de los fundamentos tericos

    del derecho internacional, el debate autocrtico de la doc-trina de los derechos humanos ha contribuido y marcadoostensiblemente el debilitamiento del positivismo jurdi-co, el nacionalismo y las concepciones basadas en lasideas de la voluntad del Estado, y ha presionado haciauna mayor apertura en cuanto a las concepciones fun-damentadas en la socialidad del fenmeno jurdico (teo-ra de los valores, neojusnaturalismo, realismo jurdico,institucionalismo).5

    El fondo de estas perturbaciones crticas radica en elreconocimiento de la nueva teora de los derechos huma-nos relativa a que su base y origen radica en la concretaexperiencia de las comunidades sociales (en el presente ya lo largo de la historia) y su vnculo con los diversos y plu-rales ordenamientos jurdicos. Ese presupuesto referencia-

    4 Para profundizar en la nocin de sistema globalcomo ms pertinente e idneo que

    el de comunidad internacional o el de relaciones internacionales, vase MaryKaldor,El poder y la fuerza.

    5 Para el anlisis de las consecuencias de este conjunto crtico sobre el derecho y sus

    diversas ramas, vase Pierre Bourdieu y Gnther Teubner,La fuerza del derecho.

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    do histrica y socialmente (materialmente) promueve einduce a la superacin crtica de las concepciones mstradicionales y posicionadas, las cuales tienden a funda-mentar los derechos humanos comoderechos pblicossubjetivos, con la concepcin implcita de una autolimi-tacin de los Estados y la consecuencia de que su respetosolamente atae al plano de las relaciones entre indivi-duos y la autoridad pblica, no a las relaciones entre in-dividuos; al problematizarse esa concepcin se abre lapuerta a una idea de eficacia no verticalista (individuo-

    autoridad) sino ms bien horizontalista de los derechoshumanos.6

    Lo referido en prrafos anteriores ha detonado unaexplosin de desarrollos tericos y polticos, de novedo-sos problemas y perplejidades; ha catalizado la discusinterica y filosfica-acadmica y diletante (polticos, mili-tantes y ONG), sobre los problemas de fundamentacin,

    naturaleza, estructura, operacionalidad y prctica de losderechos humanos; se puede decir que ha reestructuradoen cantidad y calidad la agenda terica y prctica delos derechos humanos para el siglo XXI.

    La especificidad terica de los derechos humanos entanto que saber acerca de mltiples y diversas prcticasde resistencia y emancipatorias, como conocimiento dela conexin del saber terico con la prctica vivida, losestatuye como un objeto prctico, dotado de su corres-pondiente dominio objetual;7estamos frente a un discur-so y una prctica (jurdica) hegemnicos que se realizaprimordialmente a travs de resoluciones conceptualespropias, cuyo inters cognoscitivo es de ndole prctico-tcnica, lo que induce a subordinar y, en algunos casos,

    6 Vanse John Rawls, El derecho de gentes, en Stephen Shute y Susan Harley,

    eds.,De los derechos humanos,pp. 71-75; y en el mismo libro, Jean-Francois Lyotard,

    Los derechos de los otros, pp. 137-147.7 Para la nocin de dominio objetual, vase Jrgen Habermas, Teora de la accin co-

    municativa,vol. 1, pp. 76 y ss., citado por Alan Arias Marn en Tesis para unaaproximacin multidisciplinar a los derechos humanos.

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    reprimir el sentido originario emancipatorio de la prcti-ca y la teora de los derechos humanos en aras de un afnregulatorio.

    Es sintomtica la proverbial manera como en el De-recho con frecuencia se remiten los problemas teri-cos relativos de la determinacin de un hecho o de unaaccin al mbito de las caractersticas y definiciones deun delito y su sancin, dando preeminencia al inters tc-nico-formal en detrimento de la comprensin y explica-cin, con lo que se abandona el estatuto especfico propio

    de un conocimiento como el de los derechos humanos ysu inters emancipatorio y/o crtico.

    El conocimiento crtico, orientado al conocimientopor el conocimiento (inters performativo del conocimien-to como fin en s mismo), es un conocimiento emancipa-do, es decir, libre de determinaciones pragmticas o utili-tarias (liberado de otros intereses); ese modo cognoscitivo

    es el que corresponde a la naturaleza prctica y terica delobjeto de los derechos humanos. Se trata de un conoci-miento definido por su inters emancipatorio (resistente),que tiende a mantener una referencia permanente, aun silatente y/o potencial, como saber terico de la accin, unconocimiento de articulacin del saber de la teora con lasexperiencias de la accin.8

    8. El caso de Mxico: aislamiento y atraso

    Sobra decir que este clima de discusin terica ha tenidopoca repercusin en Mxico, no obstante el ascenso ver-tiginoso de la violencia relacionada con el narcotrfico ysu potenciacin con la estrategia gubernamental (2007-2011) de la mal llamada guerra al narcotrfico, con

    las graves consecuencias en el deterioro del respeto a losderechos humanos y la regresin a modalidades de vio-lacin graves como homicidios, desapariciones forzadas,

    8 Cf.A. Arias Marn,ibid., pp. 47-49.

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    torturas y privaciones ilcitas de la libertad, atribuidas alEjrcito Mexicano, la Marina Armada y la Polica Federal.

    Del lado de los derechos humanos, las Comisionesestatales de defensa no jurisdiccional de los mismos y lasOrganizaciones No Gubernamentales (ONG) han vividoun periodo de burocratizacin y autocomplacencia; sinnegar o minusvalorar algunas iniciativas importantes dedefensa y promocin de los derechos humanos, se puedeafirmar que han centrado su actividad en trminos de sureproduccin y ampliacin de operaciones, esto es, en la

    obtencin de recursos y en su consolidacin institucio-nal. Se ha podido observar, en consecuencia, una cre-ciente politizacin y una instrumentalizacin del queha-cer prctico e intelectual de las instituciones pblicas ylas ONG vinculadas con los derechos humanos. En elplano intelectual, prevalece el estancamiento terico, re-dundancias juridicistas ad nauseamy vana bsqueda de

    modalidades, indicadores e instancias de cuantificacincon miras de justificacin presupuestal. La reforma cons-titucional en materia de derechos humanos, pese a cam-bios significativos, sobre todo en el plano de la apertura ala legislacin internacional, no parece escapar a las ten-dencias anticosmopolitas y de burocratizacin dominan-tes en el pas.

    9. Agenda de problemas. Los grandes desafos:

    multiculturalismo y multidisciplina

    A continuacin delineamos, con un criterio ms enuncia-tivo de los cambios en curso que propiamente explicativode los mismos, la serie de temas tericos, jurdicos y po-lticos que se desprenden de la explosin crtica vivida,

    por lo menos en las dos ltimas dcadas,9 debido a laconjuncin contradictoria entre el desarrollo histrico y

    9 Seguimos en estas enunciaciones de agenda, aunque con diferente nfasis, las

    lneas generales planteadas por Flores Groppi y Pisillo en suDiccionario Bsico de

    Derechos Humanos.

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    sociocultural del sistema global y la experiencia prcticay cultural de los derechos humanos.

    a) Una primera observacin apunta al incremento delcorpusnormativo referido a los derechos humanos dentrodel conjunto del derecho internacional. El (moderno) de-recho internacional de los derechos humanos, surgido enel decenio de 1940, luego de la Segunda Guerra Mundialy del impacto cultural de su tragedia, tuvo tanto en la Car-ta de las Naciones Unidas como en la Declaracin Univer-sal de Derechos Humanos su fe de nacimiento. Durante

    un buen tiempo estuvo conformado por un nmero esca-so de normas convencionales (soft law), sin contar prcti-camente con consecuencias vinculatorias o garantistas.La transicin se percibe notable en cuanto al nmero denormas, mismas que prefiguran un sistema extenso, siste-mtico y especfico de normas primarias y secundarias(relativas a las consecuencias del irrespeto de las prime-

    ras), y de un incipiente conjunto de garantas. Concomi-tantemente al crecimiento normativo sealado, se desa-rrolla el derecho penal internacional, complemento delcorpusjurdico internacional, el cual pone nfasis en lassanciones. Con este nuevo bagaje jurdico e intelectual esque se replantea como propio del mbito de los derechoshumanos el derecho penal internacional; la discusin deesta adscripcin enfoca sus argumentaciones en la ideade que la responsabilidad grave en materia de derechoshumanos no descansa solamente en trminos de la tradi-cional responsabilidad internacional de los Estados, sinoen que los individuos (grupos, corporaciones, mafias,guerrilla y/o paramilitares) son susceptibles tambin deser violadores graves de esos derechos.

    b) En sentido semejante, se constata la creciente rela-

    cin entre el derecho internacional de los derechos hu-manos y el derecho internacional de guerra y el humani-tario. Esta creciente red conectiva entre los tres sectorestradicionales del derecho internacional, antao estanco yceloso de sus respectivos espacios, ha acentuado la inter-

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    dependencia. El ncleo de aglutinamiento es la referen-cia a valores compartidos (construccin de consensos rela-tivos, no necesariamente sustanciales) en diversos gradosde universalidad. Esta convergencia tiende a debilitartodava ms la distincin cannica de las genera-ciones de derechos,10fuertemente arraigada en la con-cepcin occidental de los derechos, reivindicada por lastradiciones socialista y tercermundista (muy interesadasen promover los derechos econmicos y sociales, adosn-doles el carcter de derechos humanos); por otra parte, la

    coincidencia del derecho en el paraguas conceptual yconsensual de los derechos humanos problematiza la dis-tincin entre derechos fundamentales y no fundamenta-les, as como la separacin entre libertades negativas yderechos positivos.

    c) El impacto del desarrollo crtico de la teora de losderechos humanos no ha sido exclusivo del mbito jur-

    dico, sino que se ha extendido al de las ciencias socialesen su conjunto; ha inducido a una relativizacin de susrespectivas parcelas de conocimiento y a una interrelacinms intensa, as como, en ciertos territorios (por ejemplo lafilosofa del derecho y la filosofa poltica), a un radical ycomplementario intercambio conceptual (el radical impe-rativo multidisciplinario de los derechos humanos con-temporneos). El sistema mundo(Wallerstein) o el sistema

    global(Kaldor) han sido tocados en zonas altamente sen-sibles. Uno de ellos es la tendencia a regular las relacio-nes entre los Estados y los individuos; con ello se amplanlos contenidos comnmente aceptados por el derechointernacional de los derechos humanos de regulacin ex-clusivamente interestatal. Otro es la tendencia de quehaya normas internacionales que atribuyan titularidad y

    obligaciones a individuos, con lo que el horizonte de ac-

    10 Karel Vasak, Pour un Trosime Gnration des Droits de lHomme, en Cristo-phe Swinarski, ed.,Studies and Essays on International Humanitarian Law and Red Cross

    Principles.

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    tores involucrados en esta disciplinarizacin de relacio-nes se avendra mejor a ideas de sistema (global o mun-dial) que a la vieja conceptualizacin de comunidad

    internacional. Por ltimo, el intensificado debate acercade la teora de los derechos humanos, su replanteamientoy obligada relegitimacin, parece conducir a la consoli-dacin de una expansin progresiva de la funcin y ca-rcter tradicionales del Derecho, al situar como una delas claves de la discusin la proteccin de inditos intere-ses colectivos y de solidaridad, y no slo los de carcter

    individual o de reciprocidad entre Estados. No sobra indi-car que esta migracin hacia nuevos continentes suponela tarea de una refundamentacin sobre la base de valoresy criterios de naturaleza publicista o constitucionalista.11

    d) Otro territorio afectado renovadoramente por la dis-cusin crtica del discurso de los derechos humanos esel de la teora de las fuentes del derecho internacionaly la construccin de tratados. La proteccin diplomtica,el tratamiento y proteccin de los extranjeros y los mi-grantes, la revigorizacin de las figuras delasilo y de losrefugiados, la proteccin ambiental y lo relativo a los de-rechos al desarrollo y los intercambios econmicos. Par-ticularmente relevantes son las discusiones relativas a lainmunidad de los Estados, el uso de la fuerza, las accionesde justicia extrajurdicas (como el asesinato de Bin Laden)

    y, por ende, lo que concierne, en general, a la responsabi-lidad de los Estados.

    No obstante lo promisorio de esta compleja y multi-dimensional agenda, existe una resistencia de espaciosrenuentes y/o cerrados a la crtica, que se suman a las difi-cultades inherentes al propio campo problemtico no re-suelto por el debate en curso. Se trata de posiciones y

    11 Para estas discusiones, vanse los textos de Luigi Ferrajoli y sus crticos (Vitale,Zolo, Bovero, Guastini et al.),Los fundamentos de los derechos fundamentales,y tambin,del mismo autor,Derechos y garantas; con otras perspectivas, Boaventura de SousaSantos, Sociologa jurdica crtica, y el ya mencionado de P. Bourdieu y G. Teubner,

    La fuerza del derecho.

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    puntos de vista, algunos propiamente doctrinarios, aun-que, las ms de las veces, sustentados por privilegios e in-tereses dominantes, que se resisten al debilitamiento oprdida de sus condiciones de privilegio. Los avances encuanto a la productividad normativa y a la regulacin noautoritaria de la obediencia jurdica encuentran una fuer-te asimetra en el desarrollo y aplicacin de las funcionescoercitivas institucionales, as como en las jurisdicciona-les12y cuasijurisdiccionales del Derecho. No se puedendesligar estas debilidades y omisiones de la correlativa de-

    bilidad de la ONU y las deficiencias estructurales (e inte-resadas) de su sistema de seguridad colectiva, y tampocode la ausencia de organizacin e institucionalizacin delsistema global.

    De modo ms especfico, subsisten conflictos, con-tradicciones mltiples no resueltas y/o que encuentran re-sistencias a ser siquiera abordadas con empeo crtico,

    no digamos con miras a su resolucin prctica. En el planodel discurso opuesto y/o reticente a la renovacin de lateora de los derechos humanos y sus desarrollos crticos,persisten intereses concretos y principios jurdicos anta-gonistas a las nuevas tendencias y a sus desarrollos aten-tos a las exigencias multidisciplinarias o al desafo multi-cultural. As, podemos sealar el principio de la soberanade los Estados y sus consecuencias,13las atribuciones ex-clusivas del Estado en determinadas materias relaciona-das con los intereses colectivos (seguridad, orden pblicoo situaciones ms agudas como, en el caso de Mxico,las cuestiones laborales y electorales); en otro plano, la

    12 La constatacin jurisdiccional de violaciones del derecho internacional de los de-rechos humanos depende de organismos regionales: la Corte Europea de Dere-

    chos Humanos y las Comisiones y Cortes americanas o africanas, respectivamen-te; sus resoluciones coercitivas son inciertas (en sentido anlogo a las fragilidadesdel ius cogens y erga omnes).

    13 El caso mexicano, en el que la Suprema Corte de Justicia de la Nacin se resiste auna plena aceptacin de la jurisdiccin de la Corte Interamericana de DerechosHumanos y a las consecuencias jurisprudenciales y legislativas de sus recientesfallos en contra del Estado mexicano.

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    prevalencia de los intereses econmicos del Estado o deactores de peso en el mbito internacional.

    A todo ello, es necesario recordar algunas tenden-cias si bien paradojales, mencionadas con anteriori-dad en este fascculo, como son las tendencias de disgre-gacin y aun de balcanizacin del regionalismo duro ylos aspectos regresivos de versiones fundamentalistasde los relativismos tnicos, lingsticos, culturales, reli-giosos o jurdicos. Deca paradojal porque, como hemossostenido aqu, los desafos valorativos del multicultura-

    lismo o los de carcter intraterico como el imperativomultidisciplinario son las claves de los desarrollos crticosdel discurso terico prctico de los derechos humanos. Loscambios sustanciales del desarrollo humano propiciadospor la globalizacin y, ms puntualmente, la exigenciamultidisciplinar y el reto multicultural a los derechos hu-manos han sido el reactivo necesario para un perentorio

    replanteamiento de la prctica y la teora de los derechoshumanos y de su necesaria y pertinente tarea de relegiti-macin.

    II. DERECHOSHUMANOSYMULTICULTURALISMO

    1. Multiculturalidad y multiculturalismo

    Actualmente, resulta difcil encontrar una sociedad endonde se ponga en tela de jucio el reconocimiento de lafacticidad multicultural y la diferenciada pluralidad deidentidades culturales (tnicas, nacionales, lingsticas,religiosas y en su dimensin propia de gnero) comoelementos determinantes y constitutivos de las socieda-des contemporneas. Esa constatacin de hechos refierea una multiculturalidadcomo componente social, polti-co y cultural del mundo contemporneo. El multicultura-

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    lismo, en cambio, supone no slo la aceptacin de esehecho decisivo sino que el conjunto de esas diferencia-ciones sea asumido con una valoracin positiva que jus-tifica la lucha por el reconocimiento de las mismas.

    La premisa del multiculturalismo respecto de que lasdiferencias son condicin constitutiva y bien valorada delas sociedades contemporneas plantea un reto al mode-lo universalista occidental. Es as que el multiculturalismoproblematiza, desde el enfoque de la heterogeneidad, loscriterios de homogeneidad inherentes a los Estados na-

    cionales, as como cuestiona la validez del paradigma delos derechos humanos y de la democracia, toda vez queasume con radicalidad el pluralismo de valores. En con-secuencia, busca la proteccin y el reconocimiento deesos grupos diferenciados social y culturalmente al inte-rior de los Estados nacionales. Esta perspectiva terica yprctica, en su ncleo duro, resulta en un cuestionamien-

    to de hecho y tambin teortico del paradigma de losderechos humanos como base suficiente para la convi-vencia civilizada.

    2. El desafo multicultural

    El fin del bipolarismo global ha trado consigo que Occi-

    dente aparezca como una esfera cultural explosiva y frag-mentaria, donde la heterogeneidad se constituye comoprincipio de autonoma y criterio constructor de las iden-tidades individuales y colectivas. Si se observa bien, eldesafo multicultural a Occidente no proviene tanto delchoque de civilizaciones (Huntington), es decir, comoresultado de una confrontacin proveniente del exterior,sino ms bien de una contradiccin implosiva. Es en elpropio seno de las sociedades occidentales donde se in-cuban y se materializan sus antinomias y sus paradojas,al ser confrontadas por la potencia fctica e intelectual delas diferencias culturales, sus irresolubles confrontacio-

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    nes valorativas, catalizadas por las condiciones impues-tas por la globalizacin.

    El poderoso imperativo multicultural se convierte endesafo e impele a una respuesta de las sociedades demo-crticas de Occidente frente a las reivindicaciones deciudadanos, grupos y comunidades culturalmente dife-renciadas que reclaman reconocimiento de sus derechosy que no estn dispuestos a admitir validez y legitimidaduniversales a la democracia y sus valores y procedimien-tos. El cuestionamiento se extiende a la doctrina y la

    prctica de los derechos humanos, ms a su ethospro-piamente regulatorio que a su potencial emancipatorio,por ser una de las expresiones ms altas de reconciliacinentre las diferencias culturales y valorativas, encauzndo-las y refirindolas al mbito de una naturaleza universal yhomognea del hombre(o a complejas y controvertidasconceptualizaciones de la dignidad humanay/o laperso-

    na humana, cuya asimilacin pragmtica es recusada porel multiculturalismo).El pluralismo se postula como va de solucin a la

    contraposicin entre ese modelo universalista y el relati-vismo cultural (Bernard Williams e Isaiah Berlin). No obs-tante, lo que prevalece es la confrontacin prctica e in-telectual, toda vez el carcter inescapable del conflictode valoresimplcito en el impulso histricamente domi-nante de la perspectiva occidental y sus formas poltico-culturales, paradigmticamente la democracia y los de-rechos humanos; la reincidencia consecuente en el conflicto,como clave de la gramtica del poder. Las contradiccionesse precipitan al territorio dirimente de la poltica y la luchapor el reconocimiento como condicin bsica de la cons-truccin de identidades.

    La irrupcin del fundamentalismo integrista religioso(de matriz inicial cristiana y posterior y derivadamenteislmica) y de sus extremismos violentos, en los alboresdel nuevo siglo, ha puesto de nueva cuenta sobre la mesala temtica del conflicto derivado de las diferenciaciones

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    culturales, si bien en trminos lmite. Un entendimientoadecuado del discurso multiculturalista puede proveer deciertos elementos heursticos para la produccin de unaposibilidad poltica, incluso como una probable solucina la inseguridad de los Estados liberal-democrticos antela exacerbacin de las diferencias. Las nociones crtica-mente claves en el discurso multicultural de ciudadanacultural (Kymlicka) y de poltica del reconocimiento (Ta-ylor), resultan en las premisas bsicas para esa compren-sin positiva del multiculturalismo.

    Tras esta desafiante realidad multicultural, el Estadono slo ha dejado de ser un instrumento suficientementeeficaz de unificacin nacional, sino que tambin ha reve-lado, en ocasiones de manera explosiva y dramtica, sucarcter artificial, necesitado por ello de nuevas modali-dades de legitimacin y solidaridad.

    Esta irrupcin del pluralismo y la heterogeneidad en

    disputa con el universalismo y la homogeneidad, todavadominantes aunque erosionados, se encuentra indi-solublemente asociada a la incrementada interconexinentre los Estados, al advenimiento de un modo (ms o me-nos) sistemtico de gobernanza global y la notable multi-plicacin de movimientos, grupos, redes y organizacio-nes que han conformado un debate pblico global y/otransnacional (elementos todos ellos del proceso de glo-balizacin). En esa discusin colectiva de alcances mun-diales, la temtica de los derechos humanos ha ocupadoun lugar central, tanto como objeto de crtica valorativa,toda vez que su construccin y fundamentacin se hanrealizado en clave monocultural (occidental, judeocris-tiana), como por el desarrollo de un debate de revalora-cin, redefinicin y relegitimacin del discurso y la teora

    de los derechos humanos de cara a las modificadas con-diciones del presente.

    Estos cambios no suponen, como ingenuamente tien-de a creerse, la desaparicin de los Estados nacionales.Con independencia de la validez del debate sobre su pre-

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    valencia, los Estados habrn de continuar como deposita-rios de la soberana, si bien resulta evidente su condiciona-miento y sus limitaciones cada vez mayores y determinadastanto por el consenso interno como por su obsecuencia yrespeto (tendencialmente obligatorio) de los modos de go-bernanza internacionales. Los cambios aludidos apuntan aque el sistema global(preferible a la vieja terminologa delas relaciones internacionales) se ha ido constituyendo y loseguir haciendo, de manera creciente, por estratos dife-renciados de instituciones polticas, individuos, grupos,

    empresas y redes, as como Estados y organismos interna-cionales y transnacionales.

    3. Conficto de valores, universalismo y pluralismo

    La tensin entre derechos humanos (que se ubican tradicio-nalmente en un plano de adscripcin universal y de acuerdo

    con un principio de igualdad general) y multiculturalismo(como reconocimiento a las diferencias de pertenencia cul-tural e identidad particulares) surge cuando la demanda degrupos culturalmente diferenciados resulta imposible de rei-vindicar sin desprenderse de su interrelacin con el Estado,ese espacio poltico de supuesta igualdad universal in-tegrado a partir de conceptos universales y presuntas con-diciones de homogeneidad. Esto es, el multiculturalismoemplaza lo plural frente al modelo universalista occiden-tal (uniformizador), incluidos los derechos humanos, queson su expresin paradigmtica tanto en el plano axiol-gico como programtico.

    La explosin y multiplicacin generalizada de visio-nes del mundo (Weltanschauugen)14ha propiciando, en elmundo contemporneo, una catica circulacin de imge-

    nes. Esta visibilidad de minoras tnicas, lingsticas, racia-les, culturales y sexuales constituye un verdadero reto para

    14 Gianni Vattimo, Posmoderno: Una sociedad transparente?, en Benjamn Ar-diti, ed.,El reverso de la diferencia,p. 22.

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    el pensamiento occidental, dificultad acentuada sobrema-nera en la construccin de teoras y conceptos. Habitamosuna sociedad multicultural donde compiten imgenes, va-lores, interpretaciones y construcciones, lo que hace quetomemos conciencia de la naturaleza histrica, contingen-te y limitada de todos los sistemas de valores y creencias,incluyendo los nuestros.15

    La evolucin del discurso multicultural se beneficiade la irrupcin de diferencias tico-culturales, y de la ero-sin de los conceptos universales potenciado en el pensa-

    miento post-fundamento propio de finales del siglo XX yque gravita en el todava bien posicionadopensamiento

    posmoderno. Resultado de ello es que se alza una toscainversin pendular de planos en el debate filosfico yen el mbito de la filosofa de los derechos humanosque va del esencialismo de la totalidad al esencialismode los elementos particulares. La crtica posmetafsica y

    posmoderna se ha avenido bien con las propuestas polti-cas multiculturalistas de reconocimiento de las identida-des culturales y la reivindicacin de la diferencia.

    El multiculturalismo (cuya efervescencia da inicio enel decenio de 1970) emerge de tradiciones arraigadas alcurso de la filosofa poltica del liberalismo y del relativis-mo cultural en clave antropolgica (en Norteamrica searticula a la desencantada escuela marxista anglosajona).La derivacin refiere, entonces, al conflicto de valoresque supone la inherente e implcita supremaca valorati-va de la democracia, sus valores y procedimientos, sobreotras formas poltico-culturales; supremaca implcita yafn de cultura dominante que no se resuelve prctica-mente ni se supera intelectualmente con la mera apela-cin al pluralismo y a la tolerancia como virtud inheren-

    te, caractersticas del discurso liberal.As es que el multiculturalismo, como facticidad so-

    ciohistrica y como ensayo de proposicin proyectual

    15 Idem.

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    poltica, exige paradjicamente en su reiterada y pol-ticamente deliberada afirmacin liberal un trata-miento conceptual que implique su emplazamiento einscripcin en el marco de los valores liberales clsicos,entre ellos y de manera primordial, la universalidad delDerecho, incluidos los derechos humanos en tanto queellos son su expresin axiolgica y programtica ms ele-vada; esto implica la exigencia de que el discurso multi-culturalista no sea entendido como algo exgeno y pat-geno, irreductible a la comprensin racional dominante

    en Occidente.No obstante, las polticas de la diferencia han puesto

    de manifiesto un problema irresuelto. Se trata del proble-ma de sipara reivindicar un derecho especfico y particu-lar y transmutarlo en una realidad jurdica y social, enton-cesslo ser posible hacerlo, si y slo sise concreta ennombre y bajo la forma de un principio universal. Las

    demandas particulares se refieren necesariamente al dis-curso de los derechos, con la fuerte carga de valoracinuniversal que posee y tambin en tanto que premisa fun-cional de la formalizacin jurdica que le es inherente;adems, reivindicar una demanda particular en tanto quederecho, tiene como premisa tica y de operacin el pos-tulado de la igualdad poltica universal. Se trata de unacierta circularidad inescapable en el diseo del derechoen la que el discurso de los universales funciona para pro-ducir universales por medio de universales.16

    El nudo de la cuestin radica en que tanto lo univer-sal como lo particular son conceptos inestables, autno-mos slo en apariencia, al final, indecidibles, puesto queson parte de una red de conceptos en la que cada trminonuevo lleva la huella de lo que se le opone y le precede.17

    La cuestin es, por supuesto, externa al mbito jur-dico (metajurdica,en la terminologa de Kelsen); tema

    16 B. Arditi, La impureza de los universales.17 Jacques Derrida,La escritura y la diferencia, p. 284.

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    slo discernible en trminos sociohistricos. Los concep-tos universales adolecen de un defecto de construccin.La produccin de los universales ha estado y est in-tervenida por la fuerza y la potencia violenta propia delconflicto poltico y su sustancia material, la lucha por elreconocimiento de la alteridad y el logro de una relacinde dominio sobre otros. De ese modo, los universales sonimpuros, generados sobre la base de una materialidadviolenta de poder; slo as es que se desarrollan los pro-cesos de formalizacin y legitimacin correspondientes.

    Tenemos, pues, conceptos universales si no arbitrariamen-te producidos y s impuestos o por lo menos negociados ysometidos a posterior legitimacin.

    Ello supone una renuncia a su pretensin de validezuniversal y destruye cualquier aspiracin de cultura o devalores culturales inconmensurables (culturas autosufi-cientes y cerradas en s mismas). La conclusin explo-

    sivamente crtica de este ncleo argumental multicul-turalista es que tal relativizacin atae, por supuesto, a lacultura dominante occidental y al conjunto de sus disposi-tivos polticos e intelectuales (Estado, democracia, dere-chos humanos), aunque, tambin y por igual, al conjuntode las otras culturas dominadas, excluidas y/o colonizadas.

    Importa introducir un atemperamiento (a su vez) crti-co que mitigue el discurso multicultural de extremo relati-vismo cultural. La apuesta por las diferencias, su afirmacincomo irreductibles identidades culturales inconmensura-bles, no resulta ser una anttesis crtica a la cultura univer-salista de Occidente, sino tan slo un deslizamiento haciaotro centro distinto, la otra cara de la moneda del mismouniversalismo homologador. El mismo esquema concep-tual etnocntrico trasladado a favor de las culturas domi-

    nadas e indebidamente subordinadas.

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    4. La relacin entre multiculturalismo

    y derechos humanos

    No puede evadirse el hecho de que el multiculturalismoafecte los principios, las instituciones y las reglas de deci-sin de los Estados democrticos. Como hemos visto, ensu acepcin ms general, multiculturalismo refiere al con-junto de polticas y arreglos institucionales que, a partir deconsiderar no como un hecho sino como un valor elpluralismo cultural y de formas de vida de las sociedades

    actuales, busca responder a las demandas y luchas por elreconocimiento colectivo de ciertos grupos (minoras na-cionales, pueblos indgenas, inmigrantes, refugiados, gru-pos religiosos u otros afroamericanos, gitanos, etcte-ra; vase clasificacin de Kymlicka y Norman18).

    Es conveniente evitar dos equvocos de consecuen-cias negativas en lo que respecta a una comprensin per-tinente del multiculturalismo, as como, sobre todo, in-convenientes para una apropiacin normativa adecuadadel tema. Lo primero es entender que el discurso y laspropuestas de accin poltica multiculturalistas no se refie-ren empricamente a grupos sociales determinados, carac-terizables slo y primordialmente por sus rasgos sociolgi-cos objetivos, tales como ser indgena, gitano o musulmn,o habitar el territorio de una comunidad histrica, o ser

    migrante o refugiado; no se trata, en general, de poseeruna condicin tnica o religiosa acreditable a algn es-quema de demografa esttica, sino que el multicultura-lismo alude a colectivos propiamente polticos.

    Por tanto, no todos los miembros que renen los ras-gos objetivos requeridos se identifican con el grupo y sucultura; adems, los que s lo hacen poseen perspectivas

    plurales al respecto. Aqu se habla de procesos de cons-truccin poltica de la identidad de grupo que poseen

    18 Vanse Will Kymlicka y Walter Norman, Citezenship in Diverse Societies, y W.Kymlicka, Ciudadana multicultural.

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    componentes de eleccin y estrategia decisivos que, ade-ms, son dependientes del contexto.

    El concepto de multiculturalismo se refiere no a gru-pos e identidades colectivas como tales, sino a la dimen-sin poltica y cultural de los mismos y los contextos socia-les y polticos, movimientos, discursos, liderazgos, ademsde las polticas y arreglos institucionales correspondientes.Para el discurso multicultural, la existencia de tensiones yconflictos entre igualdad econmica conflictos de cla-se y tensiones y conflictos de reconocimiento cultural

    derivados de exclusiones, marginaciones y/o discrimina-ciones, no es de mayor relieve que la tensin poltica exis-tente entre derechos individuales y colectivos o entre laidentidad de grupo y la comn identidad que fundamentala convivencia plural en un Estado democrtico.19

    El discurso multicultural, en sentido amplio, incor-pora no slo diferencias meramente culturales (diversida-

    des culturales de cultura abstracta), sino que involucra unprincipio capaz de subvertir la propia homogeneidad dela nacin, en tanto que se trata de un concepto acompa-ado de un proyecto de comunidad poltico-cultural.20Esta consideracin condiciona cualquier ensayo de ela-boracin normativa de la diferencia, pues afirma laplura-lidad de modos de vida plausibles. Mundos de vida (en laterminologa de Habermas) no nicamente respecto delexterior de s mismos y sus referencias culturales, sino enel seno mismo de las sociedades y comunidades. Ello notendra que significar radical y necesariamente la inexis-tencia de valores universales, ni rehusarse a la exigenciade derechos humanos asimismo universales; no obstante,s implica el cuestionamiento de los axiomas establecidosen el pensamiento liberal y democrtico.21

    19 Vase Charles Taylor, La poltica del reconocimiento, en la obra del mismo

    autor,El multiculturalismo y la poltica del reconocimiento, p. 101.20 Gerd Baumann, El enigma del multiculturalismo. Un replanteamiento de las identidades

    nacionales, tnicas y religiosas,p. 15.21 J. Habermas,La inclusin del otro. Estudios de Teora Poltica, p. 189.

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    Quedan bajo el fuego crtico del discurso multicul-tural la pretensin de un modo de vida superior derivadode una comn naturaleza humana, una civilizacin uni-versal hacia la que todas las culturas convergeran de unmodo u otro; asimismo, la idea de que los valores y dere-chos slo son realizables mediante un nico sistema po-ltico como modelo universal (la democracia representa-tiva occidental) y, por ltimo, el cuestionamiento de laconfianza en que las potencialidades, aspiraciones y va-lores son conciliables en un todo armonizable. Una lec-

    tura crtica (y no meramente positiva-liberal) del multi-culturalismo sugiere que las capacidades, virtudes y valoreshumanos se consideran siempre destinados al conflicto,cargados contradictoriamente en virtud de su intrnsecaheterogeneidad y de que las apreciaciones valorativas di-ferenciadas determinan que las diversas concepciones dela humanidad resulten ser limitadas y parciales.

    Cabe destacar que lo decisivo aqu es que incorporaen el corazn del debate poltico y filosfico polticocontemporneo (lo que incluye la discusin respecto delos derechos humanos) el conflicto de valores, esto es, unpluralismo irreductible de valores (al modo del polites-mo poltico weberiano), no nicamente como diversidadde creencias e ideales ticos personales, sino como modossociales de vida compartidos, dotados de necesidadesdiferentes.22

    Resulta sumamente complejo hablar de un pueblo ouna cultura del todo pura, desarrollada y constituida sininfluencia de otras culturas; el multiculturalismo no es unasunto de hoy, puesto que su mayor actualidad provienede la mayor intensidad de su percepcin. La novedad ra-dica en el cuestionamiento del horizonte universalista,

    as como del individualismo, caractersticos de la filosofapoltica liberal. El liberalismo deja de lado en su argu-

    22 Amy Gutmann, Introduccin, en Charles Taylor,El multiculturalismo, op. cit., p. 16.

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    mentacin los temas relativos a la proteccin de las iden-tidades colectivas, ya que es en el plano de las libertadesindividuales donde se resuelve la posicin particular dela identidad cultural de cada ciudadano.

    Los ciudadanos deben justificar sus reclamos polti-cos en trminos de su estatus de individuos libres e igua-les. Ante tal premisa, el discurso multicultural seala quela ciudadana no es simplemente un estatuto legal sinouna identidad que se deriva de la pertenencia a una co-munidad poltica.

    As, los miembros de ciertos grupos culturalmentediferenciados seran incorporados a la comunidad polti-ca en su calidad de individuos y por medio del grupo depertenencia (ciudadana multicultural). Esto indica que laorganizacin de la sociedad abierta respecto de la perte-nencia de determinados grupos diferenciados, por lo re-gular minoritarios, se contrapone al concepto tradicional

    de sociedad que se basa de manera unilateral (abstracta-mente) en la idea liberal de ciudadana (los ciudadanosliberales como individuos de la comunidad sin comuni-dad concreta).

    De ese modo, el multiculturalismo recusa la afirma-cin liberal de que los derechos de las minoras culturalesse protegeran adecuadamente mediante la garanta delos derechos civiles y polticos de los individuos en tantoindividuos; derechos adscritos universalmente a todos encuanto personas y que, por tanto, hace innecesario esta-blecer tipo alguno de derechos colectivos. Ello debido aque la matriz terica y prctica del liberalismo ha sidopugnar por la universalizacin de los derechos civiles me-diante los procedimientos del Estado democrtico, comoextensin y otorgamiento de los derechos sociales de

    prestacin y de derechos polticos de participacin. Sinembargo, esta exclusin de derechos especiales para gru-pos minoritarios ha radicalizado las posturas de estosgrupos promulticulturales en la consecucin de sus dere-chos. El conflicto obligado responde a la incomprensin

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    de la realidad de las sociedades multiculturales, resulta-do de la falta de diferenciacin respecto de la historia dela tradicin liberal y que exigira una reestructuracin de lacomprensin y el comportamiento del Estado, con la fina-lidad de proteger los derechos culturales minoritarios.

    El estudio del discurso y la prctica multiculturalistaresulta, pues, de gran importancia para la comprensinde las sociedades contemporneas; resulta, tambin, im-postergable para la redefinicin y la relegitimacin de losderechos humanos que las dramticas condiciones del

    siglo XXI reclaman.

    III. GLOBALIZACINYDERECHOSHUMANOS

    1. Elementos de la globalizacin

    Las condiciones actuales de la sociedad muestran, por unlado, una fuerte tendencia hacia la homogeneizacin,posibilitada por pautas econmicas y culturales hbi-tos y modas a partir del consumo extendidas por todoel mundo; no obstante, por el otro, se observa el reforza-miento de una heterogeneidad cultural a partir de la rei-

    vindicacin de identidades tnicas, religiosas, culturalesy de diverso tipo, las cuales determinan que, en dichascondiciones sociales y culturales, unas y otras cohabitenen el seno de una tensa paradoja. Se trata de una parado-ja de bipolaridad persistente, que no tiende a resolverse afavor de uno de los polos en tensin y genera un campode fuerza de complejas tensiones, pues a medida que lasrelaciones sociales se amplan, se produce al mismo tiem-po una intensificacin de las diferencias, lo que indicaque los procesos globalizadores carecen de esa unidad deefectos que generalmente se da por sentada en la socie-dad globalizada.

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    As, el trminoglobalizacin se suele relacionar conla aprehensin de su carcter irresuelto, sus tensionescontradictorias y sus efectos indeseados: de la sociedadde riesgo (Beck) o sociedad lquida (Bauman), con es-pacios que fluyen (Castells), (en) un mundo turbulento(Rousenau) y desbocado (Giddens), que es susceptible alchoque de civilizaciones (Huntington), fundamentado apartir del surgimiento de un sistema mundial capitalista(Wallerstein) y que produce, como resultado de su carcterparadojal, procesos de individualizacin (Beck), retri-

    balizacin (Maffesoli), transculturalizacin y reterrito-rializacin (Garca Canclini).23

    La globalizacin tiene que ver con la organizacindel tiempo y del espacio mundiales, categoras construi-das, a su vez, con categoras y criterios relativos y conven-cionales; as, tiempo y espacio sufren, debido a la simul-taneidad temporal y la condensacin de los espacios por

    la revolucin comunicativa caracterstica de la globaliza-cin, una serie de afectaciones y perturbaciones que lasrefuncionalizan e inducen a su redefinicin. La separacinentre el tiempo y el espacio es la premisa que permiteconstruir la crucial distincin de la globalizacin, a saber,la posibilidad de ser simultneamente locales y globales;lo que Anthony Giddens denomin desanclaje.24

    Por primera vez en la historia de la humanidad, elindividuo y la sociedad se encuentran interrelaciona-dos en un nivel global.25 Si se altera la nocin de tiempo,tambin existe la posibilidad de la implosin en la idea

    23 Vanse, lrich Beck, La sociedad del riesgo global;Zygmunt Bauman, Tiempos lqui-dos;Manuel Castells,La era de la informacin;James Rousenau, Turbulence in World

    Politics. Theory of Change and Continuity; Anthony Giddens, Un mundo desbocado;Im-manuel Wallerstein,El moderno sistema mundial II. El mercantilismo y la consolidacin

    de la economa-mundo europea,1600-1750;Ulrich Beck y Elizabeth Beck-Gernsheim,Individualization: Institutionalized Individualism and Its Social and Political Consequences;

    Michel Maffesoli, El tiempo de las tribus;Nstor Garca Canclini, La globalizacinimaginada.

    24 Anthony Giddens, citado en Gina Zabludovsky,Modernidad y globalizacin,p.14725 G. Zabludovsky, op. cit., p. 149.

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    de espacio. Zygmunt Bauman refiere que el espacio (dis-tancia), lejos de ser objetivo, impersonal, fsico y estable-cido, es un producto social y, como tal, en la globaliza-cin el entrelazamiento de eventos y relaciones socialesque se producen a distancia de los contextos locales re-sulta tener un efecto mayor en nuestra vida inmediata quemuchos de los producidos en el entorno local. En la glo-balizacin, sostiene Bauman, los usos del tiempo y el es-pacio son tan diferenciados como diferenciadores. La glo-balizacin divide en la misma medida que une: las causas

    de la divisin son las mismas que promueven la uniformi-dad del globo.26

    As entendido, podemos adelantar, de manera es-quemtica, que la globalizacin es un fenmeno socialemergente, un proceso en construccin, una dialcticadotada con sentidos contrapuestos, opciones de valor in-eludibles, con carga ideolgico-poltica y de matriz eco-

    nmico-tecnolgica.La globalizacin, bajo la determinacin de su fuertevariable econmica, forma parte del viejo proceso cre-ciente de mundializacin del sistema capitalista (teoriza-do de modo cannico por Marx);27se trata de una fase depeculiar intensidad en ese sentido expansivo de valoriza-cin del capital, cargada de implicaciones sociales y cul-turales condicionadas desde una novedosa y revolucio-naria plataforma informtica y ciberntica, mismas queson caractersticas de la poca contempornea. Desdela economa-mundo,28 en la perspectiva de Wallers-tein, la globalizacin no se podra entender efectivamen-te al margen del capitalismo; ambos conceptos represen-tan un fenmeno ms amplio que cualquier unidad polticajurdicamente definida, y el vnculo bsico entre ambos

    es lo econmico. Tanto el capital globalizado y sus flujos

    26 Zygmunt Bauman,La globalizacin. Consecuencias humanas,p. 3.27 Karl Marx,El capital.28 I. Wallerstein,El moderno sistema mundial...,op. cit., p. 26

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    instantneos, como la acentuacin y localizacin de lamarginacin social son quiebras decisivas de la vida so-cial en la globalizacin. Un ejemplo sintomtico es loexpresado en los estudios condensados en la idea de lasociedad global 20:80, en la que la quinta parte rica detodos los Estados domina y decide sobre 84.7 % del pro-ducto interno bruto mundial, desarrollan el 84.2 % delcomercio mundial y poseen 85.5 % de todos los ahorrosinternos.29

    La globalizacin tambin ha alterado el significado

    contemporneo de la soberana poltica y jurdica30y, apartir de ella como consecuencia, todo el debilitamientode las estructuras estatales frente al escenario global. ElEstado nacional, seala Bauman, se erosiona, se extingueante fuerzas transversales invisibles que operan fuera desu capacidad de planificacin y accin.31

    Las consecuencias del desplazamiento del Estado

    como organizador social, el notable vaciamiento de la es-fera pblica, resultan en la prdida y la ausencia de senti-mientos de vinculacin solidaria y de una ideologa que lecorresponda, lo que genera las condiciones materiales yculturales de una sociedad tendencial y dominantementeindividualizada.

    Se afirma, por ello, que el poder poltico se encuen-tra localizado mientras el poder econmico se ha desbor-dado de las fronteras en forma global.32El poder para es-tar en condiciones de actuar con eficacia por parte delEstado se ha tenido que desplazar hacia el polticamenteincontrolable espacio global, de tal forma que las institu-ciones son cada vez menos capaces de responder a losproblemas surgidos de esa nueva condicin de la vida desus ciudadanos. La sociedad, respecto del Estado, se ve y

    29 Martin Hans-Peter y Harald Schumann,La trampa de la globalizacin,p. 41.30 La globalizacin, reere Marramao, es la erosin de la soberana. Giacomo

    Marramao,Poder y secularizacin,p. 9831 Z. Bauman,La globalizacin,op. cit., pp. 88-90.32 Z. Bauman,Tiempos lquidos, op. cit.,p. 41.

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    se trata ms como una red que como una estructura,33y entre sus espacios se aloja la incertidumbre como elprincipal miedo.

    En el proceso de la globalizacin est implicado elindividuo mismo; ahora ste es colocado en una enfticacentralidad, antes desconocida. La globalizacin repre-senta una disolucin de la estructuracin y jerarquiza-cin social y priva a la accin colectiva de gran parte desu antiguo atractivo; socava los fundamentos de la solida-ridad social, toda vez que el individuo es desprendido

    en quiebra de la continuidad histrica, modernidad s-lidaen Bauman de sus condiciones tradicionales de cla-se y de las referencias de aprovisionamiento de la familiay, consecuente y abruptamente, remitido a s mismo. Entrminos de la conceptualizacin de lrich Beck, el in-dividuo mismo se convierte en la unidad reproductiva delo social en el mundo de la vida.34

    Se trata de una posicin que coloca a los individuosen un espacio inestable (como lo son nuestros empleos yempresas), donde las perspectivas vitales son incapacesde aminorar el ritmo vertiginoso del cambio, volvindosevctimas de innumerables, inescapables e indefendiblespeligros, tales como el terrorismo, las epidemias, los ac-cidentes tecnolgicos y las catstrofes naturales que seenseorean en el mundo globalizado.

    Paradjicamente, frente a la individualizacin comoproceso de socializacin histricamente contradictoriosegn Beck, en la globalizacin se configura el surgi-miento de las nuevas comunidades socioculturales comobarreras y resistencias sociales y polticas ante un mundoglobal que parece erosionar todo vnculo posible en lasociedad.35

    33 Ibid., p. 9.34 . Beck,La sociedad, op. cit., p. 98.35 Ibid., p. 99.

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    2. Una periodizacin tentativa de la globalizacin

    y los derechos humanos

    Los debates y posicionamientos tericos en torno a la glo-balizacin deben ser interpretados a la luz de las diferentesaportaciones tericas; ello implica el establecimiento delneas de continuidad en la conceptualizacin, lo que im-pele a la construccin de una posible periodizacin que(didcticamente) ayude a situar y orientar, as como posibi-lite relacionar las pautas sobre el desarrollo de dicho fen-

    meno en el siglo XXI.El desarrollo y evolucin de los derechos humanosen el marco de la globalizacin, a lo largo del siglo XX,ha pasado de ser un discurso bajo sombra de duda o aso-ciacin de lgica capitalista, como consecuencia de suuso durante la Guerra Fra, al de un reconocimiento mun-dial acerca de la necesidad y pertinencia poltica de losderechos humanos. Tal vuelco de la visin respecto delos derechos humanos, seala Boaventura de Sousa San-tos, slo se entiende a partir de las tensiones dialcticaspropias de la modernidad, acicateadas por el proceso deglobalizacin y sus consecuencias paradojales; se tratade una tensin dialctica-creativa entre los principios deregulacin social y emancipacin social.

    En el seno de esa gran tensin histrica, los derechos

    humanos se encuentran en el ncleo de una doble crisiscontempornea: la crisis de la regulacin, representadaprincipalmente por la crisis del Estado-nacin, y la crisisde la emancipacin, simbolizada por la crisis de la revo-lucin y el socialismo.36

    La poltica de los derechos humanos, a finales delsiglo XX y comienzos del XXI, ha suplido las categoras de

    intencionalidad crtica, tradicionalmente utilizadas parala comprensin de la poltica vinculada al principio eman-

    36 Boaventura de Sousa Santos,De la mano de Alicia. Lo social y lo poltico en la posmoder-nidad,p. 346.

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    cipatorio, tales como revolucin y socialismo, entre otras,mismas que ya se haban constituido en un lenguaje deanticuario y en crisis prctica y teortica. No obstante, sihoy se invocan los derechos humanos, no nicamente espara llenar el vaco dejado por la poltica socialista, sinotambin porque la poltica de los derechos humanos hasido adoptada por millones de personas y miles de organi-zaciones en defensa de las clases oprimidas y de grupossociales que han sido victimizados, incluso por Estadoscapitalistas democrticos. Con esto ltimo, y bajo la im-

    pronta del multiculturalismo, la discusin se ha orientadohacia el surgimiento de concepciones no occidentales delos derechos humanos. El intercambio crtico doctrinariode las dcadas recientes anuncia los retos de la doctrina yla prctica de los derechos humanos, la necesidad de nue-vos replanteamientos enriquecedores y plurales respectode los modos tradicionales y dominantes del derecho de

    los derechos humanos, as como la pertinencia de un tra-bajo terico y prctico de reformulacin y relegitimacin.Roland Robertson fue uno de los primeros en tratar

    de definir la globalizacin mediante una propuesta quese derivaba de la compresin del mundo y la intensifica-cin de la conciencia del mundo en su conjunto, propi-ciado por la misma globalizacin; asimismo, con ese em-peo, realiz una periodizacin histrica del proceso deglobalizacin como momento constitutivo y privilegiadode la mundializacin capitalista, de acuerdo con las si-guientes fases:37

    Fase germinal: de principios del siglo XV hastamediados del siglo XVIII. Crecimiento incipientede las comunidades nacionales. Acentuacin de

    las ideas de individuo y humanidad.

    37 Roland Robertson, citado en Gina Zabludovsky,Modernidad y globalizacin,p. 171;R. Robertson, Mapping the global condition: globalization as the central con-

    cept.

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    Fase incipiente: la Europa de mediados del sigloXVIII hasta el ao de 1870. Fuerte inclinacin ha-cia la idea de un Estado homogneo y unitario.Cristalizacin de las nuevas concepciones sobreel papel de las relaciones internacionales. Impor-tancia de la nocin de individuo como ciudadanoy de una idea ms desa