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TÍTULO: “UNA CUESTIÓN DE SEMÁNTICA. GREENBERG, FRIED Y LA EXPRESIÓN EMOTIVA EN ARTES PLÁSTICAS” AUTOR: DAVID DÍAZ SOTO La tradición formalista de teoría del arte es adversa a todo exceso subjetivista en las artes, rechazando entender a éstas como medios de expresión emotiva. Rechaza también la concepción de la obra de arte como ‘signo’ (con transitividad semántica, e interpretable remitiéndolo a un significado ‘externo’) 1 . Por eso, es hostil a los enfoques interpretativos, viendo en ellos un intento de “traducción”, o “reducción”, de los productos de las artes no verbales a los cauces de lo verbalizable, que los sometería al imperialismo del lenguaje verbal. Y análogamente, repudia la intromisión de lo “literario” en artes distintas a la literatura. Ello está vinculado a la aversión formalista hacia la “contextualización” de la obra artística en su entorno social, histórico, biográfico y mundano de origen, al ver en tal proceder un intento de saltar por encima de aquello que es propio de la obra artística, para buscar su “explicación” en cosas ajenas a ella. Sin embargo, es justamente este proceder al que, casi espontáneamente, tiende la disciplina de la Historia del Arte. Un ejemplo significativo es Konrad Fiedler, quien menospreciaba lo que él denominaba “significado material”, y otras veces, “contenido conceptual” o “ideal” de la obra (el cual sería lo que su autor supuestamente “quiso decir” mediante ella): Es evidente que este contenido [conceptual] no es artístico cuando se trata, por ejemplo, de representaciones simbólicas o alegóricas ingeniosas. Pero, además, es a menudo muy difícil diferenciar entre el significado artístico del material y el significado material de la obra de arte. El objeto de la representación, el contenido, la idea de la obra de arte, guardan por lo general una relación tan estrecha con la intención artística que resulta difícil mantener la consideración del puro resultado de la actividad

David Diaz Soto

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  • TTULO: UNA CUESTIN DE SEMNTICA. GREENBERG, FRIED Y LA

    EXPRESIN EMOTIVA EN ARTES PLSTICAS

    AUTOR: DAVID DAZ SOTO

    La tradicin formalista de teora del arte es adversa a todo exceso subjetivista en las

    artes, rechazando entender a stas como medios de expresin emotiva. Rechaza tambin la

    concepcin de la obra de arte como signo (con transitividad semntica, e interpretable

    remitindolo a un significado externo)1. Por eso, es hostil a los enfoques interpretativos,

    viendo en ellos un intento de traduccin, o reduccin, de los productos de las artes no

    verbales a los cauces de lo verbalizable, que los sometera al imperialismo del lenguaje

    verbal. Y anlogamente, repudia la intromisin de lo literario en artes distintas a la

    literatura. Ello est vinculado a la aversin formalista hacia la contextualizacin de la obra

    artstica en su entorno social, histrico, biogrfico y mundano de origen, al ver en tal proceder

    un intento de saltar por encima de aquello que es propio de la obra artstica, para buscar su

    explicacin en cosas ajenas a ella. Sin embargo, es justamente este proceder al que, casi

    espontneamente, tiende la disciplina de la Historia del Arte.

    Un ejemplo significativo es Konrad Fiedler, quien menospreciaba lo que l

    denominaba significado material, y otras veces, contenido conceptual o ideal de la obra

    (el cual sera lo que su autor supuestamente quiso decir mediante ella):

    Es evidente que este contenido [conceptual] no es artstico cuando se trata, por ejemplo, de

    representaciones simblicas o alegricas ingeniosas. Pero, adems, es a menudo muy difcil diferenciar

    entre el significado artstico del material y el significado material de la obra de arte. El objeto de la

    representacin, el contenido, la idea de la obra de arte, guardan por lo general una relacin tan estrecha

    con la intencin artstica que resulta difcil mantener la consideracin del puro resultado de la actividad

  • artstica libre de inters por el contenido conceptual. Y, sin embargo, es necesario, pues el inters por el

    arte empieza en el momento en que se apaga el inters por el contenido ideal de la obra, por paradjico

    que pueda parecer. El contenido que cabe en la expresin conceptual no es el que debe su existencia a la

    fuerza esencialmente artstica del creador: existe antes de que se haya acomodado a la expresin de la

    obra. El artista no lo crea, tan slo lo encuentra.2

    Frente al contenido conceptual, que la obra de arte meramente toma del acervo icnico y

    cultural ya previamente disponible en la poca a la que pertenece, el verdadero significado

    artstico de la obra constituira la aportacin original del arte y del artista a la cultura, y sera

    irreductible a trminos de esta ltima. Por su parte, Eduard Hanslick, en el terreno de la

    esttica musical, polemiz contra la esttica del sentimiento, segn una de cuyas variantes

    la msica sera un arte representacional, cuyo objeto de representacin seran sentimientos.

    Para Hanslick, la verdadera obra musical es la forma sonora en movimiento, que slo expresa

    ideas puramente musicales: los propios recursos y procedimientos del arte de la msica3.

    Frecuentemente se condena esta resistencia formalista a la semntica como un

    ascetismo de signo presuntamente iconoclasta4. Pero es justamente lo opuesto al ascetismo.

    Por ejemplo, Ernest Jones refiere un comentario de Freud, padre del Psicoanlisis (enfoque

    hermenutico donde los haya), que censuraba el formalismo excesivo de ciertos pintores,

    diciendo: El significado es poca cosa para estos hombres, todo lo que les importa son lneas,

    formas, armona de contornos. Estn entregados al principio de placer5.

    Entre los ltimos grandes representantes del formalismo figura el crtico

    norteamericano Clement Greenberg6. Pero en Greenberg (como antes de l, en Roger Fry7)

    hay una tensin entre el tpico rechazo formalista a concebir la obra artstica como signo, y

    el reconocimiento de la dimensin emotiva y semntico-expresiva del arte8. Ahora bien,

  • Greenberg entiende la emocin y el significado en las artes plsticas de un modo muy

    peculiar.

    En su artculo Complaints of an art critic (1967)9, Greenberg rechaza diversas

    concepciones habituales del significado artstico, por ser o bien triviales (caso del subject matter,

    el tema u objeto explcito de una representacin figurativa) o bien arbitrarias e

    incontrastables. Greenberg concibe el verdadero significado artstico de las artes plsticas

    como un intraducible efecto emotivo, producido en el espectador por las cualidades

    sensibles, las formas y recursos plsticos presentes en la experiencia de la unidad formal de la

    obra de arte10. El carcter kantianamente contemplativo de esta experiencia, lejos de reducir

    su intensidad, permitira, dice Greenberg, experimentar [la obra de arte] con menos intrusin de

    irrelevancias, y por tanto, ms plena e intensamente11. Dicha respuesta emotiva sera exclusiva

    de la experiencia artstica (nada que ver con las emociones corrientes del mundo vital

    extraartstico). Y poseera cierta universalidad, ligada al fundamento objetivo del juicio

    crtico sobre el valor artstico de la obra; pues Greenberg la llega a identificar con la calidad

    artstica misma12. Pero, paradjicamente, aunque tal significado propiamente plstico sera

    el aspecto crucial de la obra, jams tendra sentido alguno pretender explicitarlo directamente

    mediante el discurso. Ya que, al ser accesible nicamente en la experiencia de cualidades

    plsticas de la obra de arte, resultara constitutivamente inefable13.

    No piensa as Michael Fried, quien achaca al formalismo una concepcin dualista de

    la forma y el contenido en el arte14, cuyo rechazo es premisa de la serie de estudios

    historiogrficos abierta por su libro fundacional Absorption and theatricality15:

    Bsicamente, entiendo que el formalismo en historia del arte o crtica de arte implica un enfoque en el

    cual: 1) las consideraciones de tema estn sistemticamente subordinadas a consideraciones de forma,

  • y 2) estas ltimas se entienden como invariables o transhistricas en cuanto a su significado (el segundo

    aspecto a menudo se deja implcito). Ahora bien, en contraste con semejante enfoque, mi preocupacin

    por los problemas de absorcin y teatralidad [el peculiar enfoque de la historiografa de Fried desde los

    aos 70] implica tomar el tema en serio, o ms bien, implica eliminar la distincin entre tema y forma

    [Fried, Courbets realism]16.

    En realidad, los formalistas cortocircuitaron la dualidad forma/contenido, sosteniendo que el

    verdadero contenido de las artes eran sus propios recursos formales. Pero con ello, otorgaron

    legitimidad terica exclusiva a las categoras morfolgicas y gnoseolgicas del estilo y los

    modos de visualidad, reduciendo el contenido a irrelevantes cuestiones de identificacin

    y semejanza icnica de la representacin. Cosa que Fried rechaza: para l, el arte, lejos de ser

    slo cosa de la mano y el cerebro17, expresa o encarna (to embody) emociones, ideas,

    pensamientos, que constituyen todo un modo de subjetividad del artista (el cual puede

    reflejar, a su vez, aspectos de la cultura de su poca).

    Ya en textos crticos muy tempranos, Fried desarrolla un explcito discurso sobre el

    contenido y sobre las emociones expresadas en la obra de arte, relegando a veces las

    consideraciones formales a un plano subordinado. Fried identifica aqu grados de

    abstraccin o generalizacin de las emociones expresadas, y las valora ticamente. Para

    l, una emocin abstracta tiene valor negativo: sera una emocin indiferenciada, de rango

    inferior al de las emociones propiamente humanas, que es aqul que Fried considera digno de

    ser expresado y comunicado por las obras de arte. Con tal criterio, en Epstein amid the

    Moderns (1962), Fried reprocha a este escultor britnico el embrutecimiento expresivo y la

    falsedad teatral18 de su tosca representacin del cuerpo humano y del gesto:

    A menudo [Epstein] lleg ms lejos y aadi los brazos y manos de sus modelos como una especie de

  • atrezzo, como si una vez que el logro estructural de sus primeras piezas quedaba ya fuera de su alcance,

    estuviera resuelto a ofrecer, de todos modos, buen teatro. La impresin final es compleja, la de un

    talento frgil e introvertido, pronto pervertido entre ideas generosas, muecas brutales y teatro inspido. 19

    Y en Bacons achievement (tambin de 1962), Fried censura el logro perverso del pintor

    Francis Bacon20, quien exhibira su oscura subjetividad patolgica, explotando meras

    imgenes, motivos figurativos introducidos ad hoc, para producir artificiosamente un

    ambiguo efecto expresivo21.

    Para Fried, de acuerdo en esto con Greenberg, los elementos plstico-formales

    poseeran una capacidad semntico-expresiva propia: un significado abstracto (ahora sin

    connotacin peyorativa), independiente de cualquier imagen literal o iconografa

    representada por la obra. Dicho significado es vivido y sentido, rebasando la condicin de

    la obra de arte como mero artefacto material (aspecto de la obra al que Fried y Greenberg

    denominan literalidad)22. Pero, contra lo que sostuvo Greenberg, segn Fried este

    significado no sera inefable, sino accesible al discurso verbal. Y la verdadera virtud y

    finalidad de buena parte del mejor arte moderno y abstracto radicara en el refinamiento de

    tales capacidades expresivas, poniendo, explica Fried, un nfasis primordial en el carcter

    intrnseco del lenguaje [...] que parece haber ido de la mano con un profundo sentimiento de

    insatisfaccin con el lenguaje como agente denotativo. Ello estara vinculado a una

    profunda desconfianza [...] hacia la capacidad representacional de la pintura23

    Fried se inspira en ciertas poticas simbolistas, de Mallarm a Crane, y ms tarde,

    en Saussure, Merleau-Ponty, o Wittgenstein, as como en Stanley Cavell, con quien entabla

    fructfero dilogo desde 1965. Cavell critic la estrecha nocin de sentido de los filsofos

    analticos oxonienses, restringida al lenguaje ordinario, pero difcil de aplicar al lenguaje

  • potico: lo que da sentido a las palabras no es ninguna regla de uso preestablecida, sino la

    intencin expresiva con que las usa el hablante24. As como signos y cosas poseen sentido en

    virtud de convenciones instituidas que responden a necesidades profundas, las obras de arte

    cobran significado (que para Fried es lo opuesto a la arbitrariedad25) en virtud de la firme

    intencin significativa del autor, la cual es evaluable en trminos de autenticidad.

    Esta temtica la desarrolla Fried en sus artculos sobre tres de sus artistas predilectos,

    los pintores Kenneth Noland y Jules Olitski y el escultor Anthony Caro, cuyos logros, no

    circunscritos al plano formal, radicaran en la dimensin semntico-expresiva. En Olitsky, la

    expresin se desplegara libremente a travs del color; mientras que los cuadros de Noland

    seran declaraciones emocionales, que expresan el yo individual o la identidad personal26,

    pero donde la expresividad se hallara en tensin con el inters formal modernista por la

    estructura deductiva (otro concepto clave de Fried en esta poca). Fried lleva su discurso

    an ms lejos en el caso de Caro. Con su tcnica de ensamblaje de piezas de hierro, Caro

    habra superado las limitaciones expresivas del inerte medio material de la talla figurativa en

    piedra, cuya tradicin culmin en Rodin. En obras como Span u Horizon, Caro creara gestos

    expresivos abstractos que, sin mimetizar el cuerpo humano, s poseeran la expresidad propia

    de ste, en tanto que ser corpreo habitado por una conciencia que tiene una experiencia

    fenomenolgica de los objetos de su mundo sensible27.

    El tema de la expresividad gestual del cuerpo humano seguir presente en textos

    historiogrficos de madurez de Fried. En ellos, Fried desarrolla su tesis sobre los orgenes del

    arte moderno28, que estaran en una tradicin antiteatral francesa, nacida en el siglo XVIII.

    Dicha tradicin respondera al problema de la teatralidad: la representacin artstica ha de

    evitar toda sensacin de ser un artificio producido para mostrarse y complacer al espectador;

  • de lo contrario, no convencer a ste, sino que resultar teatral, y parecer que los

    personajes representados posan. Un problema, pues, de relacin retrica entre

    representacin y espectador, que afectara a las obras pictricas expresivamente poco

    convincentes, o de temtica narrativa ambigua o ininteligible.

    En Absorption and theatricality, Fried explica que esta tradicin teatral surge como

    reaccin contra las convenciones de la representacin alegrica en la pintura decorativa y

    mural del rococ, con sus composiciones ambientales, dispersas en amplias superficies, y

    sus figuras de gestos retricos, estereotipados y carentes de vnculo narrativo, que resultaran

    ambiguos y carentes de conviccin29. La alegora pretende transmitir bajo el ropaje sensible

    del arte un significado abstracto, mediante un simbolismo que ha de descifrarse a travs de un

    cdigo que no est dado en la obra misma, sino, por ejemplo, en textos literarios o filosficos,

    que juegan el papel de contexto indispensable para su comprensin. Ello reduce la obra de

    arte a una escritura o vehculo sgnico, y su contemplacin a un acto intelectual y mediato de

    lectura y traduccin. Lo cual contrara la aspiracin antiteatral a restituir la relacin entre obra

    y espectador a su estado prstino de ingenuidad, credibilidad, inmediatez y comunicacin.

    Los primeros tericos antiteatrales, encabezados por Diderot, habran comprendido

    que el problema de la mediacin contextual de la inteligibilidad no afecta slo a la alegora,

    sino a toda representacin pictrica figurativa del gesto, la accin y la narracin. En la vida

    real, comprendemos de un modo aparentemente natural el sentido de los gestos, como parte

    de un curso de accin ms amplio, y en virtud de un contexto de convenciones, instituciones

    sociales, y situaciones cotidianas habituales. Pero la representacin de esos mismos gestos

    como ficcin artstica, fuera del contexto de la vida real en que se dan, puede resultar ambigua

    o ininteligible. Para evitarlo, la tradicin antiteatral, a lo largo de su desarrollo, habra

  • empleado diversas estrategias de representacin (como la absortiva, o la dramtica, y

    etc.)30, siempre obedeciendo al ideal normativo del tableau: la obra pictrica conuvrevincente,

    completa y autosuficiente, independiente del espectador y del contexto de su exhibicin.

    Este desarrollo concluira a mediados del siglo XIX, al constatarse la impotencia ltima de

    cualquier estrategia de representacin para neutralizar la dependencia contextual de su

    comprensin. La figura clave sera Manet, que renunciara al ideal de inmediatez e

    inteligibilidad narrativa y expresiva, emprendiendo una verdadera destruccin del

    significado, como nica va posible para que la tradicin artstica prosiguiera su desarrollo,

    saliendo del impasse31.

    No ha de creerse que Fried simplemente asume la actitud anti-alegrica de los crticos

    antiteatrales sobre los que habla: por contra, Fried emplea una metodologa interpretativa que

    a veces l mismo denomina alegrica, e interpreta ciertas obras destacadas en trminos de

    alegora real del acto pictrico de su propia produccin. En ese contexto, Fried prosigue su

    discurso sobre cuerpo, gesto y expresividad, aadiendo ahora la perspectiva genealgico-

    crtica de un Foucault sobre el cuerpo como construccin histrica. En general, Fried prioriza

    una imagen positiva del cuerpo: sano, vigoroso y expresivo. Pero en su libro Menzels

    Realism, tematiza explcitamente la contraposicin entre el cuerpo vivido, ser animado y

    expresivo, y su negativo: el cuerpo abyecto, como objeto fsico inerte e inexpresivo (o en

    trminos de Scheler, la contraposicin entre Leib y Krper)32. Se trata aqu no slo del caso

    evidente de la representacin del cadver, sino tambin de ciertos aspectos, partes, e incluso

    modos de experiencia del cuerpo vivo que, segn Fried, resultan expresivamente opacos: el

    vello, las experiencias de enfermedad, lesin, fatiga, vejez, o la prdida de sensibilidad en un

    miembro. Incluso el cuerpo animado de la persona puede a veces resultar opaco e inexpresivo.

    Fried vincula la abyeccin a la opacidad literal de la obra artstica y a la arbitrariedad de las

  • relaciones entre los elementos de la representacin, cuya prdida de poder de conviccin

    ilusionista va ligada a una falta de claridad de la intencin expresiva de su autor.

    Esto nos permite entender un importante aspecto de la polmica de Fried, culminada

    en su clebre artculo Art and objecthood (1967), contra el Minimalismo y otras tardo-

    vanguardias, que l denomin literalistas. Los partidarios de stas acusaban a los artistas

    que practicaban la escultura de construccin en hierro, apreciada por Fried y Greenberg, de no

    realizar obras verdaderamente abstractas, sino antropomrficas y de retrica expresionista.

    Fried, que sostena una lectura antropomrfica, pero al mismo tiempo antimimtica, de la

    escultura de Caro, les devuelve esas acusaciones: sera en las obras de los literalistas donde

    habra una suerte de naturalismo latente u oculto, incluso de antropomorfismo33. Segn

    Fried,

    ...las entidades o seres que se encuentran en la experiencia de todos los das que ms cerca se aproximan

    a los ideales literalistas de lo no-relacional, lo unitario, y lo holstico, son las otras personas.

    Similarmente, la predileccin literalista por la simetra, y en general por un tipo de orden que es

    simplemente orden... una cosa tras otra, no est enraizada, como Judd parece creer, en nuevos

    principios cientficos o filosficos, sino en la naturaleza. Y en tercer lugar, la oquedad aparente de la

    mayora de las obras literalistas la cualidad de poseer un interior es casi descaradamente

    antropomrfica. Es, tal como numerosos comentaristas han observado con aprobacin, como si esas

    obras en cuestin tuvieran una vida interior, incluso secreta. [Fried, Art ando bjecthood, p. 156]

    As como en las obras de arte hay un aspecto objetual y otro propiamente artstico, los seres

    humanos tienen tanto rasgos propiamente personales junto a otros de meros cuerpos fsicos.

    Los primeros radican en su condicin de seres inteligentes y animados, en virtud del cual su

    cuerpo y su accin expresan un sentido transparente a nuestra comprensin. Esta expresividad

    es la que posee la buena escultura abstracta, sin imitar las formas humanas. En cambio, como

  • organismo inexpresivo, el cuerpo humano es un mero objeto, que estudia la Anatoma; y sera

    este peculiar objeto el que llama la atencin a los literalistas.

    Segn Fried, lo malo del arte literalista no sera su antropomorfismo, sino su carcter

    mimtico; pues representara el cuerpo humano literamente, como objeto inerte teatralizado:

    Mi crtica de la apelacin literalista al espectador no consista en que no hubiese lugar en el arte para la

    corporeidad como tal, sino ms bien en que el literalismo teatralizaba el cuerpo, lo pona

    interminablemente en escena, lo haca extrao u opaco a s mismo, lo vaciaba, apagaba su expresividad,

    negaba su finitud y en cierto sentido su humanidad, y etctera. El cuerpo en el literalismo tiene algo de

    vagamente monstruoso, hubiera podido decir. [Fried, An introduction to my art criticism, p. 42]34

    Aqu resultan aclaradoras las reflexiones de Cavell sobre el problema de las otras mentes.

    El moderno sujeto post-cartesiano, presa del escepticismo, duda de su propia capacidad para

    comunicar sus emociones a travs de sus palabras y acciones. Duda tambin de la vida

    interior de sus prjimos, que le parece secreta e inescrutable. Deja, pues, de verlos como

    personas (como cuerpos habitados por un alma). Ve slo la presencia misteriosa e inexpresiva

    de cuerpos opacos que le hacen frente, como robots; individuos taimados y de propsitos

    oscuros, que parecen estar fingiendo. Del mismo modo, al espectador se le enfrenta la obra

    literalista como una presencia extraa, y las intenciones de su autor le resultan enigmticas.

    Los artistas literalistas pretendan mostrar una concepcin crtica, antihumanista y

    anticartesiana, de la relacin del sujeto con su propio cuerpo y con el de los otros; relacin

    que ya no sera de transparencia ni de posesin del cuerpo por el alma que lo habita y que

    se manifiesta a travs de l: el cuerpo poseera entidad y vida propias. Pero para Fried, las

    obras literalistas simplemente ponen en escena la pesadilla del escepticismo de las otras

  • mentes, representando el cuerpo y los seres humanos tal como los ve el moderno hombre

    escptico. Lo haran mediante estrategias como el nfasis en la cruda materialidad, u

    objetualidad, de la obra35; la escala de magnitud comparable al cuerpo humano; los rasgos

    formales poco articulados, uniformes y holsticos; la sensacin misteriosa de tener un

    interior hueco y oculto36. El artista literalista se recreara gratuitamente en el escepticismo

    (que en su origen es una problemtica epistemolgica legtima), con el fin de asegurarse un

    impactante efecto teatral de presencia ante el pblico para sus obras, en realidad mediocres.

    Fried polemiza contra lo que l denomina, a secas, Teora (entre cuyos

    representantes estara Paul de Man): un materialismo lingstico, que concibe la obra de

    arte como mero conjunto de signos materiales de interpretacin completamente abierta37. En

    Barthess punctum (lectura antiteatral de la propuesta de Barthes sobre la fotografa38),

    Fried ha sealado precisamente como rasgo central del literalismo una indeterminacin

    semntica de principio, vinculada con la objetualidad, o reduccin literalista de la obra a

    mero artefacto, que luego es teatralizado; esto es, inserto en una situacin de exhibicin

    escenografiada, de la cual es tambin componente fundamental el propio espectador. En tal

    experiencia, todo acto interpretativo queda bloqueado, procediendo en crculos interminables;

    pero no por una plenitud inagotable de sentido, sino por la incomprensible inagotabilidad del

    sinsentido. Pues, tras la apariencia enigmtica de la obra, en realidad no hay nada que

    comprender en ella, salvo el crudo hecho de que se trata de un objeto cuya forma es obvia,

    pero que en s mismo est desprovisto de todo sentido. Los discursos tericos del artista

    literalista son slo justificaciones ideadas al margen de la obra: metadiscursos nihilistas sobre

    el sinsentido, que ni pueden ni tal vez siquiera pretenden dotarla de ningn significado

    determinado. En este juego deliberado con la ambigedad, Fried denuncia una deshonestidad

  • e inautenticidad de intenciones, y una falta de compromiso por parte del artista con su propia

    prctica artstica, as como un ejercicio de violencia sobre el espectador.

    As culminara la paulatina prdida del carcter significativo y convincente de la

    representacin pictrica del cuerpo, el gesto y la accin humana, iniciada a ya comienzos del

    siglo XIX. Artistas sensibles como Gricault habran sabido percibir en esa prdida el sntoma

    de la coetnea destruccin del mundo como escenario de la accin humana dotada de

    autenticidad y significado expresivo pleno39. Prdida que, tras la intervencin radical de

    Manet, dejara al arte moderno enfrentado a un proceso de simplificacin y abstraccin que

    Greenberg, un siglo despus, denomin reduccin modernista; el cual, funestamente

    entendido, seala Fried, conducira directamente al literalismo. Pero, mientras que Manet

    habra renunciado a la expresin e inteligibilidad motivado por un compromiso autntico con

    los valores de tradicin artstica, y con la finalidad de abrir nuevos caminos para sta40, en el

    literalismo no habra ms que la complacencia malsana en una corrupta sensibilidad teatral,

    que destruye deliberadamente toda capacidad de conviccin, y un nihilismo escptico hacia

    todo valor artstico. Y es en la mirada formalista, fra, analtica y esteticista, donde encuentra

    Fried el precursor y el cmplice culpable del literalismo.

    1 Por citar la formulacin que suele usar Lambert Wiesing para plantear la tesis de la teora de la percepcin:

    una imagen, como cualquier otro objeto, puede ser un signo, pero no tiene por qu serlo necesariamente; pues,

    como tales, las imgenes se ven, no se leen (cfr. Wiesing, Lambert, Artifizielle Prsenz. Studien

    zurPhilosophie des Bildes, Frankfurt a. M: Suhrkamp., 2005, pp. 34, 36).

    2 Empleamos la trad. cast. en Fiedler, Konrad, Escritos sobre arte, ed. e intr. Francisca Prez Carreo, trad.

    Vicente Romano, Madrid: Visor, 1991, p. 56. Las cursivas son nuestras.

    3 Cfr. Hanslick, Eduard, Vom musikalisch Schnen, Wiesbaden: Breikopf & Hrtel, 1989 [1891], todo el cap. II

    Die Darstellung von Gefhlen ist nicht der Inhalt der Musik, pp. 20-57. Ms complicado es ya el caso de la

  • msica que acompaa a textos cantados, donde Hanslick habla de la coloracin musical de un significado

    exclusiva y propiamente aportado por el texto musicado (ibd., p. 36).

    4 O ms sofisticadamente, como un sometimiento disciplinario de lo sensorial a la moderna organizacin

    burocrtica de dominacin. sta es la tesis bsica en Jones, Caroline A., Eyesight alone: Clement Greenberg and

    the bureaucratization of the senses, Chicago and London: University of Chicago Press, 2005.

    5 Jones, Ernst, The Life and Work of Sigmund Freud, 3 vols., London: Hogarth Press, 1953-1957, Vol.3, p. 441.

    Cit. en Gombrich, El ingenio verbal como paradigma del arte: las teoras estticas de Sigmund Freud, en

    Tributos: versin cultural de nuestras tradiciones, Mxico: F.C.E., 1991, p. 108. Debemos esta referencia a

    Guillermo Solana.

    6 En lo sucesivo, nos referimos a la edicin siguiente de sus textos: Clement Greenberg, The Collected Essays

    and Criticism, ed. John OBrian, 4 vols., Chicago and London: University of Chicago Press, 1986-1993.

    7 En An Essay on Aesthetics, discutiendo las tesis de Tolstoy, Fry admite la importancia de la emocin en arte;

    pero de una emocin desligada del juicio moral de la vida prctica, y beneficiada de su clarificacin a travs

    del arte (cfr. Roger Fry, Vision and design, ed., intr. y notas de J. B. Bullen, Minneola, N.Y.: Dover, 1981

    [1920], pp. 18-22, 25-26). Y en Art and life, tal vez debatiendo con Fiedler, Fry minimiza la importancia para

    el arte del aspecto cognoscitivo de la experiencia esttica o vida imaginativa (aspecto ste que Fry vincula al

    arte figurativo y al Impresionismo, cuyo mtodo cientificista y difuso sentido organizativo l critica), en favor

    de su otro aspecto, el emotivo: nos hemos vuelto mucho menos interesados en la tcnica y nada en absoluto en

    el conocimiento (op. cit., pp. 7-8; cfr. tambin su distincin de los dos usos debelleza en ibd., p. 22).

    8 Greenberg, lindando el inicio de su etapa ms intensamente formalista, lleg a titular uno de sus textos Feeling

    is all (1952), cfr. Greenberg, op. cit, vol. 3, pp. 99-106. Otras alusiones suyas al asunto son ms dispersas. Cfr.,

    por ejemplo, David Smith's New Sculpture (1964), op. cit., vol. 4, p. 193; The Jackson Pollock Market Soars

    (1962), ibid., pp. 110-111, Introduction to an Exhibition of Morris Louis, Kenneth Noland and Jules Olitski

    (1963) ibid., p. 153.

    9 Complaints of an Art Critic, recogido junto con el intercambio polmico con Max Kozloff y Robert

    Goldwater, en: Greenberg, Clement, The collected essays and criticism, ed. John oBrian, Chicago and London:

    University of Chicago Press, 1988-1993, vol. 4, pp. 265-274.

    10 No es, pues, un contenido conceptual que haya de comprenderse intelectualmente. Por ejemplo, no se trata

    de una especie de autorreferencial idea-sobre-el-medio, concebida por el artista y que hara de su obra la mera

  • ilustracin de un esquema terico que el artista sostendra sobre en qu consiste su propia prctica artstica. As

    lo ha pretendido Paul Crowther en su Greenberg's Kant and the problem of Modernist painting, British Journal

    of Aesthetics, vol. 25 no. 4 (1985), p. 319.

    11 Particularmente interesante es su argumentacin en este sentido en The case for abstract art (Greenberg, op.

    cit., vol 4, p. 75-77, 82).

    12 As lo declara Greenberg con esta frase: La calidad de una obra de arte inhiere en su contenido, y

    viceversa. La calidad es contenido (Greenberg, op. cit., vol 4, p. 267).

    13 De aqu la objecin que le espeta a Greenberg un joven y airado Maz Kozloff: puesto que, segn Greenberg,

    las emociones que son el significado y tambin la calidad artstica misma, al tiampo que constituiran el

    fundamento de la validez ojetiva de dicho juicio, el crtico Greenberg al proscribirse a s mismo toda va

    discursiva de acceso al significado de las obras, ms all del juicio valorativo de la calidad (el cual nicamente

    afirma esto es bueno, esto es malo), habra despojado de toda potencia persuasiva y justificativa su propio

    discurso, reducindolo al papel de la muda apologa de una reaccin visceral (cfr. Greenberg, op. cit., vol. 4, p.

    273).

    14 Conforme a la tesis purovisualista del formalismo, si el significado es algo que slo se entiende pero no se ve,

    y si, por su parte, las artes plsticas son pura visualidad, entonces en stas el significado est de ms. Esto da

    lugar a cierta contraposicin entre ver y saber (lo que se sabe es distinto de lo que se ve); pero abre la

    posibilidad, por ello mismo, de que haya un saber que sea especfico del ver y no homologable a ningn otro

    tipo de conocimiento. Fried rechaza tanto el purovisualismo como la distincin ver/saber; lo hace, unas veces, al

    atacar la posicin de Greenberg; y otras, como sucede en su Menzels Realism, al criticar la de John Ruskin

    15 Fried, Michael, Absorption and theatricality: Painting and beholder in the age of Diderot, 2 ed., Chicago:

    University of Chicago Press, 1988; trad. cast. El lugar del Espectador: Esttica y Orgenes de la Pintura

    Moderna, trad. Amaya Bozal, Madrid: Antonio Machado, 2000.

    16 Fried, Michael, Courbets Realism, Chicago and London: University of Chicago Press, 1990, p. 47 (hay trad.

    cast.: El Realismo de Courbet, trad. Amaya Bozal, Madrid: Antonio Machado Libros, 2003).

    17 No sern infrecuentes pasajes donde Fried reproche a algn artista que, por lo dems, l encuentra de inters,

    el haber realizado en una determinada de sus obras una mera exhibicin de tcnica (a mere technical display).

    Cfr., por ejemplo, cierto pasaje donde Fried, refirindose a una exposicin de Derain, critica en algunos de sus

    paisajes lo que l considera su frialdad calculadora: Como siempre en Derain, estos [paisajes de los aos 1920]

  • son producto de una aguda inteligencia, pero su efecto final es algo desasosegante como si la pintura fuese una

    cuestin slo de mano y cerebro (Fried, Epstein amid the Moderns, Arts magazine 36 [Jan. 1962], p. 52).

    18 No obstante, resultara apresurado identificar las observaciones sobre gesticulacin y teatro presentes en

    este artculo temprano con la teora de la teatralidad de los textos historiogrficos maduros de Fried: aqu la

    teatralidad no es an una consciencia exacerbada de la relacin de confrontacin entre obra y espectador, ni de la

    reduccin de la obra a un mero artefacto, sino que radica en la brutalidad emotiva, la expresividad enftica y la

    gesticulacin forzada de las obras. stas seguramente causan a Fried una sensacin de distanciamiento, pero sin

    que Fried tematice an dicha sensacin misma como condicin teatral de la obra artstica. S, en cambio, se

    tematiza en estos textos tempranos la voluntad forzada por parte de ciertos artistas de emplear trucos para

    compensar carencias de su obra y ganarse al espectador. Y esto anticipa y conduce, de algn modo, a la posicin

    antiteatral de los ltimos textos de crtica de arte abstracto del joven Fried (posicin que ms tarde Fried

    ubicar en la estela de la tradicin antiteatral historiogrficamente estudiada por l mismo).

    19 Fried, op. cit., p. 51. Fried denuncia la perniciosa influencia de idelogos antihumanistas de la vanguardia

    britnica radical, como Thomas Ernest Hulme (1883-1917), el crtico, terico y poeta del Imagismo, el

    Vorticismo y otros ismos britnicos de principios del siglo XX.

    20 Fried, Bacons achievement, Arts Magazine, 37 (Sept. 1962), pp. 28-29.

    21 Fried, Bacons achievement, p. 28. Este efecto expresivo ambiguo de los motivos figurativos de Bacon

    resutara, adems, incongruente con la expresividad de sus fondos plsticamente abstractos, ms matizada y

    artsticamente arriesgada (cuando se esperara que fuese justo al contrario).

    22 A lo captado en la comprensin, visual e intelectual, de dicho aspecto constructivo (que en Fried no slo

    abarca lo propiamente fsico-material de la obra, sino tambin algunos aspectos plsticos), Fried la llama a veces

    significado literal de la obra. Cfr. Two Sculptures by Anthony Caro, Artforum 6 (Febr. 1968), pp. 24-25;

    reimpr en Art and objecthood, pp. 180-184, esp. p. 182-183, para su discusin sobre los significados literal y

    artstico.

    23 Some notes on Morris Louis, Arts Magazine no. 37 (November 1963), pp. 22-27, el texto citado est en p.

    26. Estas ideas las retoma Fried, ya en 1967, en su Morris Louis (New York: Abrams, 1971); ste es, a su vez,

    una versin revisada y ampliada de la introduccin al catlogo de la exposicin de 1967 Morris Louis: 1912-

    1962, reimpr. bajo el ttulo The Achievement of Morris Louis (en Artforum 5 [Feb. 1967], pp 34-40), y

    finalmente, como Morris Louis (en Art and Objecthood, pp. 100-131; cfr. esp., pp. 126-127).

  • 24 Cfr. Cavell, Stanley, Must we Mean what we Say? A Book of Essays, New York: Scribners, 1969; rempr.:

    Cambridge and New York: Cambridge University Press, 1976, especialmente las pp. 54-56, 62-60, 74-82, y el

    propio ensayo que da ttulo al volumen: Must we mean what we say?, pp. 1-43.

    25 Sobre esto, cfr., por ejemplo, Fried, Two sculptures by Anthony Caro, en Art and Objecthood, p. 181.

    26 Fried, An Introduction to my art criticism, en Art and Objecthood, p. 7.

    27 En Two sculptures by Anthony Caro, escrito ya tras Art and objecthood y la polmica de Fried contra las

    tardo-vanguardias, Fried denomina modos de ser en el mundo a dicha experiencia fenomenolgica (cfr. Fried,

    Art and Objecthood, p. 181). Fried confiere a la exploracin escultrica de sta el rango de un verdadero

    proyecto cognitivo, que precisamente respondera a la difcil situacin actual del arte y la sensibilidad, donde

    las tendencias teatrales contaminaran de su literalidad a la experiencia de dicho mundo y dicha existencia.

    28 La exposicin bsica de estas ideas est en Fried, Michael, Absorption and theatricality: Painting and

    beholder in the age of Diderot, 1 ed., Berkeley, University of California Press, 1980; 2 ed., Chicago, University

    of Chicago Press, 1988; trad. cast. Fried, Michael: El lugar del Espectador: Esttica y Orgenes de la Pintura

    Moderna, trad. Amaya Bozal, Madrid: Antonio Machado, 2000. Los libros Courbets Realism y Manets

    Modernism son desarrollos de este mismo argumento, que completan su llamada triloga de la tradicin

    antiteatral francesa.

    29 Fried localiza pasajes de esta crtica antiteatral a la alegora rococ en textos tericos de la poca en

    Absorption and theatricality, pp. 88, 211 n. 77 (en relacin con Grimm); pp. 90, 212-214 nn. 83-87 (en

    referencia a Diderot y otros autores). Esta es una cuestin ambigua y compleja, puesto que el mtodo

    interpretativo del propio Fried reivindica la pertinencia de aspectos literarios y textuales para el anlisis de

    obras pictricas, y en su Courbets Realism llegar a alinearse con la defensa de la alegora que resulta tan

    caracterstica de cierta teora del arte antiformalista y postmoderna.

    30 El problema de la inteligibilidad no se resuelve, pues, con un realismo mimtico del gesto natural; pero era

    precisamente mediante la representacin de la expresin gestual del cuerpo humano en accin como la pintura

    narrativa tena que comunicar su significado. Por ello, segn presenta Fried la situacin, se impuso el empleo de

    sutiles y ponderadas medidas de estilizacin, y as, los tericos antiteatrales del XVIII invocaban principios

    selectivos de idealizacin de los gestos representados y de clara explicitacin de un contexto de contenido

    narrativo, moral, histrico, etc., que a los espectadores a los que previsiblemente se diriga la obra les resultara

    suficientemente evidente, permitindoles aprehender sin dificultad ese significado dramtico de la

  • representacin. ste, y no una supuesta reaccin conservadora de restauracin neocsica, habra sido, segn

    Fried, el verdadero sentido del restablecimiento en Francia de la doctrina tradicional de los gneros pictricos

    mayores y menores, y del primado del gnero de historia.

    31 Cfr. Fried, Manets Modernism, pp. 354-356. En Manet, el rechazo de las estrategias antiteatrales ira

    acompaado de una resistencia a los modos disponibles de comprensin pictrica, y en general, de una

    incapacidad por parte de sus contemporneos para hacerse cargo en su integridad del sentido de su proyecto

    pictrico (Cfr. Fried, Manets Modernism, pp. 111, 359, 401). Aunque no, sostiene Fried, por una intencin

    malvola de ocultamiento por parte de Manet, que por contra, habra pretendido presentar sus intenciones ante su

    audiencia con toda honestidad. El propio Fried slo en parte afirma haber logrado descifrar el sentido de su

    proyecto artstico: no sera la mera despreocupacin formalista por cuestiones de tema y representacin, y

    tampoco sera un gesto destructivo de abandono nihilista (como explica Fried en su How Modernism Works,

    en Francis Frascina (ed.), Pollock and after: The critical debate, p. 66, respondiendo as a la interpretacin

    sostenida por T. J. Clark en Clement Greenbergs theory of art, en Frascina, op. cit., pp. 52, 55 n, 60), sino que

    tendra la finalidad positiva de abrir un horizonte nuevo para la pintura.

    32 Fried cita a Scheler en Menzels Realism, p. 197. Aunque Fried sostiene que la experiencia de vividez

    corprea el cuerpo como vivido desde dentro es tal que el cuerpo fsico o cuerpo-cosa resulta poco menos

    que invisible para el sujeto, excepto bajo circunstancias extraordinarias, en realidad tales experiencias en que

    nuestro propio cuerpo se nos desboca y vuelve opaco no son nada excepcionales. Pero Fried mantiene una

    concepcin implcita del cuerpo que tiende a ser triunfalista y positiva: un cuerpo siempre en plena forma y bajo

    el control de la mente que lo habita; dejando poco espacio para la enfermedad o los procesos corporales fuera de

    control (salvo aquellos procesos vegetativos inconscientes que tienen, por su condicin de soporte fundamental

    de la vida, un papel positivo, y que Fried asocia a su compleja nocin de absorcin). K. Malcolm Richards ha

    puesto de relieve esta concepcin idealizada y optimista del cuerpo subyacente en el discurso de Fried: Fried

    suea con un cuerpo que est fsicamente en forma. No sufre. La ceguera es otro estado absortivo que est

    vinculado a la plenitud de la experiencia de este cuerpo, un cuerpo atltico [...]. Este cuerpo es masculino, viril y

    erecto. Se alza y mira conscientemente al mundo. Su experiencia del mundo es la de una continuidad (cfr.

    Richards, K. Malcolm, Eavesdropping/Eves Dropping, en Jill Beaulieu, Mary Roberts y Tony Ross (eds.),

    Refracting vision: Essays on the writings of Michael Fried, Sydney, Power Publications, 200, p. 250).

    33 Fried, Art and objecthood, en Art and objecthood, p. 155.

  • 34 Es significativa la aparicin, en este comentario retrospectivo de Fried sobre su artculo de treinta aos antes,

    del trmino monstruoso. En la reflexin de Fried sobre el acto creativo literario de la escritura, el trmino

    designa un momento crtico en que el creador pierde la concentracin en su acto imaginativo y, en cambio, toma

    traumtica conciencia de lo artificioso y literal de su actividad de trazar signos, y de la materialidad de la hoja

    blanca como soporte de la misma

    35 Fried, Art and objecthood, pp. 151-152, 168 n. 4.

    36 Op.cit., pp. 151, 155-156.

    37 Sobre el debeate de Fried con el materialismo lingstico como marco terico del literalismo artstico, cfr.

    Fried, An introduction to my art criticism, pp. 52, 73-74 n. 77; y tambin de Fried, Stephen Cranes upturned

    Faces, en Realism, Writing, Disfiguration: on Thomas Eakins and Stephen Crane, University of Chicago Press,

    1987, pp. 93-161; Almayer's Face: On Impressionism in Conrad, Crane, and Norris, Critical Inquiry, vol. 17

    no. 1 (Autumn 1990), pp. 193-236; Response to Bill Brown, Critical Inquiry, vol.18, no. 2 (Winter 1992), pp.

    403-10; Impressionist Monsters: H. G. Wells's The Island of Doctor Moreau, en Stephen Bann (ed.),

    Frankenstein and monstrosity, London: Reaktion Books, 1994, pp. 95-207. Igualmente resultan de inters:

    Brown, Bill, Writing, race, and erasure: Michael Fried and the scene of reading, Critical Inquiry, Vol. 18, No.

    2. (Winter, 1992), pp. 387-402; Mitchell, W. J. T., Against theory: Literary studies and the new pragmatism,

    Chicago: University of Chicago Press, 1985; Michaels, Walter Benn, The shape of the signifier: 1967 to the end

    of history, Princeton, N.J.: Princeton University, 2004; as como Ashton, Jennifer, Modernisms new

    literalism, Modernism/Modernity, vol. 10 no. 2 (2003), pp. 381-90l, y Rose is a rose: Gertrude Stein and the

    critique of indeterminacy, Modernism/Modernity, vol. 9 no. 4 (2002), pp. 581-604.

    38 Fried, , Michael, Barthess Punctum, pp. 571-573; cfr. tambin Courbets Realism, p. 282-283 n.

    39 Fried, Michael, Thomas Couture and the theatricalization of action in 19th Century French painting,

    Artforum 8 (June 1970), p. 43

    40 Conforme a la explicacin de Fried, con su estrategia de destruccin del significado, Manet intentara

    hacerse cargo de la problemtica de una tradicin artstica viva de su tiempo del mejor modo en que le era

    posible, dadas las circunstancias histricas de su desarrollo reciente, para asegurar que siga siendo posible en el

    futuro la creacin de valor y de calidad, y que siguiera existiendo algn tipo de tradicin artstica, pero de ningn

    modo para destruir gratuitamente la que hasta el momento exista. Manet no habra pretendido destruir toda

    capacidad de conviccin de la obra de arte, sino hallar nuevos modos en que la obra de arte pudiera suscitarla.

  • Como vemos, todo es cuestin de la intencin y los valores en virtud los que una determinada estrategia artstica

    se pone en juego.