Danto - Kallifobia en El Arte Contemporáneo

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  • 8/18/2019 Danto - Kallifobia en El Arte Contemporáneo

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    Kallifobia en el arte

    contemporáneo.

    O ¿qué le sucedió

    a la belleza?

    Con traducción del inglés de Vi lma Ort iz , este texto const i tuye la segunda

    entrega del Proyecto REI (ramona estética integral), integrado por Rosaura

    Audi, Julieta Regazzoni, Laura Rossi, Laura F. Vázquez y José Fernández Ve-

    ga y que pretende dar a conocer t rabajos de los más interesantes pensa-

    dores clásicos y contemporáneos sobre el arte.

    P o r A r t h u r C . D an t o   Odio darme cuenta de que algo me gusta, si es que

      so y

      capaz

    de hacer algo, de tal man era qu e con sólo repertirlo podría

    volverse un hábito. En ese caso, me detengo inmediatam ente.

    Y hago lo mism o si ame naza con vo lverse bello.

    —Dieter Roth

    1 Kall ifobia, voz compuesta a

    partir de términos griegos

    kalós y phobia, cuyo significa-

    do sería aversión a la belle-

    za (N. del E.).

    La kal l i fobia de Dieter Roth, como para darle un término cl ínico a lo que

    se ha vuelto una epidemia en los círculos de vanguardia desde principios

    del s iglo XX, ut i l iza la expresión "amenaza" para algo que en cualquier

    otro contexto que no fuese art íst ico sería motivo de r isa

    1

    . ¿Quién si no

    un vendedor de paraguas diría que un día "amenaza" con ser hermoso;

    o quién diría qu e una hi ja "am ena za" con transfo rma rse en una bel la

    joven salvo que se tema despertar los celos de los dioses? En la mayo-

    ría de los contextos de la vida humana hablaríamos de la promesa más

    que de la amenaza de la bel leza, es por eso que la

     kallifobia

      requiere un

    diagnó st ico y se i lus t ra con su an tónimo

      kallifilia. Kallifobia

      es entonces lo

    que se podría pensar como la condición de "privación" estét ica para el

    ser hum ano; privación que t iene que ver con la carenc ia de bue nave ntu-

    ra y fel ic idad, con la fal ta de aprecio por lo mejor que t iene la vida y por

    aquel lo que brinda un mundo en el que vale la pena viv ir . ¿Cómo es posi-

    ble que la bel leza, considerada desde el Renacimiento como el objet ivo

    y propósito de las artes visuales, se haya transformado en una contrain-

    dicación para el las, al punto de ser una fobia en nuestros t iempos?

    La

     kallifobia

      pertene ce al síndro me qu e caracteriza lo qu e en mi l ibro,

      El

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    abuso de la belleza,

      he da do en llamar " la intratable vang uardia " . En el la

    se enrolaron, en primer lugar, los miembros del movimiento Dada de

    Zürich quienes, durante la Primera Guerra Mundial , decidieron el iminar la

    bel leza para mostrar su desprecio hacia la sociedad responsable de una

    guerra en la cual mi l lones de jóvenes se mataban brutalmente unos a

    otros. Fue una especie de huelga en la cual los art istas, antes que crear

    bel leza, preferían poner en práct ica payasadas de cabaret. La bel leza se

    pol i t izó al convert i rse en f lagrante tr iv ial idad.

    Que la bel leza se convirt iera en la ofrend a de sa cri f ic io de una guerra s im-

    ból ica contra la guerra real no era una nimiedad: sólo en un entorno en el

    cual el arte y la bel leza se apre ciaban hasta un grado incom pren sible para

    el contexto actual , la ant iestét ica del dadaísmo y sus seguidores podía

    resultar tan efect iva. En primer lugar, y sólo si se consideraba al Art ista

    como un ser exaltado, el espectáculo de esos dadaístas haciéndose los

    payasos en el Café Voltaire de Zürich se podría tomar como una crí t ica

    fuerte. Sólo si se valorara la bel leza al extremo de venerarla se podría

    considerar su omis ión co m o una pérd ida importante. Tom é el t í tu lo de mi

    l ibro de una l ínea de un poe m a de Arthur Rim bau d de 1873, Una tem -

    2 Arthur C. Danto, The Abuse

    of Beauty. Aesthetics and the

    Concept of Art, Open Court,

    Chicago and La Salle, 2003; El

    abuso de la belleza, Barcelo-

    na, Paidós, 2005, trad. C.

    Roche Suàrez (N. del E.).

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    porada en el inf ierno. Dice Rimbaud: "Un día, senté a la bel leza en mis

    rodil las, m e resultó am arg a y la ultrajé

    3

    " . Sentí que esto expre saba co n

    exactitud la actitud de los dadaístas. Ellos encontraban amarga la belleza

    porque habían s ido envenenad os por una soc ied ad qu e la veneraba. S us

    gobierno s, al desatar una gu erra terr ible, v iolaban la just ic ia. En simb ól ica

    retribución, los artistas ultrajaban la belleza.

    He aquí un pasaje característ ico de una obra publ icada en 1853, t i tulada

    Lo verdadero, del f i lósofo f rancé s  V i c to r Cous in

    4

    :

    El artista es antes q ue nada u n artista; lo que lo inspira es el sentimiento

    de lo bello; lo que quiere transmitir al alma del espectador es el mism o

    sentimiento que lo emb arga. Se confió a la virtud de la belleza; la hace

    fuerte con todo el poder,todo el encanto del ideal; la belleza debe, enton-

    ces, llevar a cabo su propia labor; el artista ha cump lido la suya cuando

    ha logrado que otras almas nobles experime nten el exquisito sentimiento

    de la belleza. Este sentimiento puro y desinteresado es un noble aliado d e

    la moral y de los sentimientos religiosos; los despierta, los protege y hace

    que se desarrollen. Es así como el arte, que se basa en este sentimiento,

    que se inspira en él, que lo amplía, es, a su vez, un poder independiente.

    Está naturalmente asociado con todo lo que ennoblece el alma, con la

    moral y la religión, pero el arte brota de sí mismo.

    M a x E r n s t que había servido en la arti l lería y se unió a los dadaístas des-

    pués de la guerra:

    Para nosotros, Dada es, antes que nada, una reacción moral. Nuestra ira

    tenía com o objetivo la subversión total. Una guerra h orrible y fútil nos

    había robado cinco años de nuestra existencia. Expe rimentam os el

    derrumb e hacia el ridículo y la vergüenza de todo lo que representaba

    para nosotros lo justo, lo auténtico y lo bello. Mis obras de aquel período

    no estaban concebidas para atraer, sino para hacer gritar al espectador.

    3 Según la traducción del

    poeta Raúl Gustavo Aguirre:

    Una noche senté a la

    Belleza en mis rodillas. -Y la

    encontré amarga. -Y la inju-

    rié . Arthur Rimbaud, Una

    temporada en el inf ierno. Las

    iluminacione s. Carta del vi-

    dente, Caracas, Monte Ávila,

    1976, p. 13, (N. del E.).

    4 Du vrai, du beau et du bien

    es el título original de la obra

    citada. Victor Cousin (1792-

    1867), fue un pensador fran-

    cés, ecléctico y espiriualista,

    de amplia influencia en su

    momento (N. del E.).

    El dadaísmo proporcionó a los art istas alemanes, quienes realmente

    sabían por experiencia personal lo que era la guerra, una misión muy dis-

    t inta de la que los f i lósofos con su espír i tu ideal ista habían retratado. En

    lugar de presentar una vis ión enaltecedora, el arte se transforma en un

    medio para exhibir la fealdad moral de la sociedad que los había obl iga-

    do a atravesar por semejante inf ierno. El dadaísta George Grosz, quien

    intentó suicidarse para no volver al f rente, di jo: "Dibujé y pinté animado

    sólo por un espír i tu contestatario, tratando de que mis obras convencie-

    ran al mundo de que éste era feo, enfermo y falso." No hay nada bel lo en

    la pintura de G rosz de aqu el la época , ni en la de O tto Dix, quien se había

    desempeñado como ametra l lador, o en la de Max Beckmann, quien

    sufr ió un colapso menta l en Flandes donde s i rv ió com o enfermero duran-

    te la guerra.Fue al arte, considerado como un portador casi sagrado de

    la bel leza, a quien el movimiento Dada de Berl ín dio por muerto en 1922.

    Desde esta ópt ica es di f íc i l ignorar el notoria campaña de Adolf Hi t ler

    para restaurar la perdida reputación del arte: en 1937, organizó una exhi-

    b ic ión de ar te de vanguardia presentándolo como ar te degenerado. Con

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    el f in de investir a las clases trabajadoras con la belleza de la pintura rea-

    l ista social ista, el arte vanguardista fue cr iminal izado en la Unión Sovié-

    t ica. El espír i tu del nortea me ricanism o patr iót ico sirv ió para que los regio-

    nal istas representaran a EE. UU. como bel los y al arte de vanguardia

    como subversivo y foráneo. La historia del arte en el s iglo XX fue mucho

    más convu ls ionada q ue esa exposic ión l ineal de un m ovimiento t ras ot ro

    que presentan, por e jemplo, los cursos e lementa les sobre modernismo.

    Como consecuencia de estas convulsiones, la bel leza se pol i t izó a tal

    punto que f i lósofos como Cousin di f íc i lmente lo hubieran imaginado; y la

    vanguardia, inic iada por Dada, l levó a un extremo tal su papel de crí t ica

    social que el más mínimo indicio de bel leza en cualquier obra equival ía a

    haberse vendido a l

     establishment.

      En el prefacio de su l ibro de 1983

      The

    Anti-Aesthetic

    5

    , Hal Foster dice: "Las aventura s de la estét ica co nst i tuye n

    uno de los grandes relatos de la modernidad".

    La intención de Foster con el t í tulo de su obra es "señalar que lo cues-

    t iona do es la noción m isma de la estét ica y su red de ideas ". Y a pesar

    de que pocos de los ensayos reunidos en su obra abordan e l tema de la

    estét ica directamente, interpretó su l ibro como una interrogación, que yo

    espe ro sea retórica, acerca de si " las catego rías avaladas por la estét ica

    eran aún vál idas". Hasta do nd e alcanzo a ver, Foster tenía la intención de

    formular una oposic ión entre e l mo dernism o y e l posm odernism o, a l cual ,

    con cautela, ident i f ica como ant iestét ico. Por eso interpreto que él adop-

    ta una posición contraria a los valores estét icos defendidos por la intra-

    table vanguardia dentro de la historia del arte moderno. Foster entendía

    que el posmodernismo era una crí t ica pol í t ica a la sociedad burguesa

    bajo la apariencia de una crí t ica de los valores estét icos con los cuales

    los posmodernos asociaban a la burguesía. La "ant iestét ica" era parte del

    mismo ideario al que en su momento pertenecieron la muerte de la pin-

    tura y la muerte del museo. Como el Dada seis décadas atrás, el ant i -

    estet ic ismo ( léase posmodernismo) fue inspirado por una movi l izadora fe

    en el poder del arte para lograr transformaciones polí t icas a través de

    manipulaciones estét icas. Cualquiera haya sido la revolución que Foster

    y sus pares apoyaban, ésta no se material izó: la pintura no murió, el

    museo no perdió vi tal idad. Lo que ocurr ió en su lugar, es lo que yo l lamo

    "el f in del arte

    6

    " . Durante las do s déc ada s siguientes a la pub l icación d e

    La ant iestét ica se ha hech o cada vez más evidente que la nuestra es una

    época de apertura radical en la cual todo es posible en el arte. Lo que tal

    vez resulte menos evidente es que el plural ismo se ext iende a la estét ica

    misma. Si en el arte todo es posible, todo es posible también en la esté-

    t ica. Esto, creo, es en gran medida, el legado de la intratable vanguardia,

    la cual provocó una apertura que hubiera s ido impe nsable cuan do la bús-

    que da de la bel leza era con sidera da co m o el obje t ivo def ini tor io del arte.

    En los comienzos del modernismo, por razones h is tór icas que hasta hoy

    s iguen s iendo inc ier tas, los paradigmas académicos de exact i tud mimé-

    t ica ya no signi f icaban una impo sición ni para los pintore s ni para el públ i -

    co conocedor. Tal vez, para los propios art istas no era suf ic ientemente

    c laro de qué mo do deberían ser in terpretadas sus obras. Et iquetas c om o

    5 Hal Foster es un crítico

    contemporáneo. Su l ibro The

    Anti-Aesthetic. Essays on

    Posmodern culture (que

    podría traducirse como La

    anti-estética. Ensayos sobre

    la cultura posmoderna) es de

    1983 y no hay de él edición

    en castellano (N. del E.).

    6 Sobre el tema: Arthur C.

    Danto, Después del f in del

    arte. El arte contemporáneo

    y el linde de la historia,

    Barcelona, Paidós, 1999,

    trad. de Elena Neerman. El

    autor argumenta allí que en la

    actualidad una cierta narra-

    tiva que sostenía al arte,

    aquella vinculada a la espe-

    ranza de progreso histórico

    que animó a las vanguardias

    modernas, ha l legado a un su

    fin. Una nueva narrativa plu-

    ralista, sin pretens iones de

    guiar el progreso, ocupa su

    lugar (N. del E.).

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    7 Historiador y crítico del a rte

    inglés (1866-1934). En 1910

    difundió el término posim-

    presionismo, cuya vaguedad

    reconoció pues no agrupaba

    pintores que tuvieran mucho

    en común, aunque ayudaba

    a identificar una actitud de

    superación del impresionismo

    y una preocupación por nue-

    vas formas de expresión. El

    término, además, fue acep-

    tado porque permitía desig-

    nar un periodo complejo en

    el que el impresionismo había

    entrado en crisis (N. del E.)

    " fauvista" o "cubista" oscurecían por completo el sent ido de las drást i -

    cas desviaciones respecto de la mímesis y, al mismo t iempo, de la rect i -

    tud estét ica. Las expl icaciones más frecuentes sostenían que los art istas

    estaban locos, que eran un fraude, que no sabían pintar. ¿Qué quiso

    hacer realmente M atisse en su Desnud o azul o en La dam a del som bre -

    ro? ¿Y por qué él y tantos otros abandonaron los logros de la pintura,

    considerados como gloria de la civ i l ización occidental y prueba de su

    super ior idad? Me sent í par t icu larmente afectado por un comentar io

    hecho por Roger Fry en respuesta al aluvión de crí t icas que atacaron las

    exhib ic iones que los posim presio nistas habían organ izado en 1910 y en

    1912

    7

    . "Mu cho se ha hablado sobre estos ar t is tas que buscaron lo feo en

    lugar de consolarnos con lo bel lo", escribió Fry. "Se olvidan de que toda

    innovación creat iva es fea hasta que se la percibe como bel la". Me pare-

    ce que Fry dio por sentado que si los cuadros eran art íst icamente exce-

    lentes, entonces debían ser bellos, una vez que aprendiéramos a mirarlos

    como se debe. Mi enfoque en El abuso de la bel leza es el opuesto. En mi

    opin ión, las controvert idas obras de Mat isse mostraban que es pos ib le

    una pintura excelente desde el punto de vista art íst ico y, a la vez, fea. A

    pesar de lo mucho que admiro a Fry por los r iesgos que asumió y por su

    agudeza crí t ica, s iento que su tarea debería haber sido mostrar que no

    era necesario que el arte fuese bel lo para que sea bueno. Vale la pena

    poner de rel ieve la idea conjunta de bel leza y consolación en el argu-

    mento de Fry ya que arroja una cierta clar idad sobre la negación de la

    bel leza por parte de los dadaístas: ¿por qu é debían los art istas sat isfacer

    a los bel ic istas? Es aún más pert inente, s in embargo, reconocer que si

    Fry estuviera en lo cierto, el proyecto de los dadaístas habría estado con-

    dena do a l f racaso d esde e l comienzo . Hubiera s ido imp osib le hacer ar te

    de cal idad sin que, al m ismo t iem po , se brindara bel leza. La enorm e co n-

    tr ibución del dadaísmo a la f i losofía del arte consist ió en abrir una brecha

    conceptual entre arte y bel leza en la cual otras cual idades estét icas, aún

    la fealdad, pudieran f luir ; lo cual hizo po sible que los art istas alemane s d e

    la época de la Primera Guerra Mundial mostraran los horrores de esa

    guerra y usaran el arte como espejo moral izante. Kant decía que, con la

    única excepción de lo repugnante (Ekel), no existe nada tan feo que no

    pueda ser representado como bel lo, y la guerra era un ejemplo. ¿Pero por

    qué deberían los art istas "em bel lece r"? ¿Por qué no podrían mostrar lo

    feo como feo o, todavía más, representar en una pintura fea a una mujer

    bel la? ¿Y qué sen t ido tendría hacerlo si , al f in y al cab o, el arte con t inua-

    r ía s iendo considerado como algo bel lo?

    La belleza es siempre fáci l de contem plar. No requiere más entrenam iento

    que el necesario para percibir que algo es rojo o verde. Los f i lósofos han

    desest imado los juic ios sobre si algo es bel lo por considerarlos mera-

    mente subjet ivos y como si no tuvieran nada que ver con la real idad. Los

    posit iv istas lógicos propugnaron la teoría emotiva del s igni f icado en

    conexión con los términos estét icos y morales. Desde este punto de

    vista, dichos términos no poseen un signi f icado descript ivo sino que en

    cambio se ut i l izan para expresar sent imientos placenteros: decir que algo

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    es bel lo equivale a emit i r un si lbido de aprobación ante su presencia. Eso

    no consigue captar el efecto de consolación que era la fal la que los crí t i -

    cos de Fry encontraban en el arte que él mostraba. En 1935, el positivista

    Rudolph Carnap sostenía en su

      Filosofía y lógica sintáctica

      que "gran

    cantidad de enunciados l ingüíst icos son equivalentes a la r isa en cuanto

    a que solamente t ienen una func ión de expres ión y no de representa-

    ción

    8

    . Ejemplos de esto son exclam aciones tales com o '¡Oh, oh ' o, en

    mayor escala, los versos lí r icos". Térm inos co m o 'correc to' y 'b ueno ',

    'bello' y 'feo' no pose en referencia objetiva."

    Pero Dieter Roth sabía perfectamente lo que debía buscar en su arte.

    Sobre la base de lo que más caracteriza a la obra de Roth, resul ta di f íc i l

    creer que frecuentemente ocurría que la intromisión de la bel leza lo hacía

    detenerse. Tomemos en cuenta su obra de 1978,

      Tibidabo,

      que consis te

    en veint icuatro horas in interrumpidas de ladr idos de perros. Pude cono-

    cer esta obra durante una exhibic ión de sus trabajos en una de las gale-

    rías del MACBA de Barcelona. Mi opinión sobre la obra es que nuestra

    respue sta a el la es exa ctam ente igual a la que tendría mo s en la vida d ia-

    ria ante un perro que ladra sin cesar. Crispa los nervios. Fastidia. Lo que

    no podemos imaginar es que alguien l legue a decir: he aprendido a

    encontrar bel leza en el ladrido constante de los perros. Pero es justa-

    mente por esta razón que no puedo imaginar que Roth se detuviera por-

    que pe nsara que los ladridos eran bel los. Todo s reacciona mos igual frente

    a los ladridos de los perros, y Roth no es dist into del resto. De hecho , los

    podía tolerar sólo por unas pocas horas, luego delegaba en sus asisten-

    tes la f inal ización de la grabación. El argumento es simple: en cuanto

    encontrara algo bello debía, de acuerdo a sus principios, dejar de hacerlo.

    Y esto se apl ica en general a toda la obra de Roth. De hecho, creo que

    frente a el la reconocía que algunas cosas son bel las, tal como lo hace

    todo el mundo. Sólo que él que no quería que las cosas bel las formaran

    parte de su arte.

    Roth era miembro de Fluxus, grupo que a veces se denominaba a s í

    mismo neo-Dada

    9

    . Un pun to impo rtante en el prog ram a de Fluxus, era la

    "superación de la brecha entre el arte y la vida". Roth tomó este impera-

    t ivo m ás a pecho que n ingún ot ro ar t is ta que conozco : p uso su v ida cas i

    l i teralmente en su arte, el cual, en gran medida, consistía en objetos

    tomados de su vida cot idiana. Ut i l izaba como materiales art íst icos ele-

    mentos de l

      Lebenswelt

      [mund o de la v ida cotid iana] que hasta entonces

    nunca habían hallado un lugar en la historia de los materiales del arte:

    chocolate, queso, excrementos. Estos elementos no sufrían cambio alguno

    cuando se t ransformaban en ar te: conservaban, como ar te, las cual ida-

    des estét icas que pudieran tener en la vida diaria. La exposición que vis i-

    té en Barcelona se l lamaba "La piel del mundo" e incluía transparencias de

    todas las casas de Reykjavik, en Is landia, donde vivía Roth: 36.000 trans-

    parencias guardadas en 400 carreteles. No hay esfuerzo alguno por

    embel lecer: así es como se ven las casas de Reykjavik. Roth sacó el piso

    de su tal ler y lo transformó en una escultura, incluyendo las manchas y

    las rayaduras que tenía. Su obra personif ica la estét ica del diar io viv ir

    8 Rudolf Carnap (1891-1970)

    figura relevante de l positivis-

    mo lógico (o empirismo lógi-

    co o neoposit ivismo), escue-

    la filosófica que llegó a

    adquirir enorme importancia

    en el mundo anglosajón,

    pero se originó en Viena en

    las primeras décadas del

    siglo XX. Ella intenta vincular

    al empirismo con la lógica

    formal y posee una marcada

    tendenc ia antimetafísica. Pos-

    tula, entre otras cosas, que

    as proposiciones cuyo con-

    tenido no se puede verif icar

    por medios empíricos care-

    cen de sentido. (N. del E.).

    9 Grupo iniciado en Alema-

    nia por George Maciunas

    hacia 1962 y al que en algún

    momento perteneció, entre

    otros, Joseph Beuys. Se pro-

    ponía tomar distancia del

    mundo del arte comercializa-

    do y burgué s, individualista e

    íntimo. Aunque resultó menos

    politizado que Dada, mantu-

    vo su vigencia y un notable

    nivel de actividad, sobre todo

    a través de la organización de

    happenings (N. del E.).

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    10 Palabra que alude a algo

    sucio y carente de orden. A

    finales de los años 1980 se

    denominó así a un t ipo de

    rock influenciado por el punk

    y el heavy-metal (N. del E.).

    11 John L. Austin (1911-

    1960), representante de la

    corriente filosófica de Oxford

    denominada de análisis del

    lenguaje corriente. A Plea

    for Excuses [ Un pedido de

    excusas ], Proceedings of

    the Aristotelian Society, LVII

    (1956-1957), 1-30. Compila-

    do en Philosophical Papers,

    Oxford U. P., 1970 (2a.ed.)

    (N. del E.).

    como tal , no hermoso, no feo, s ino tal cual es: " la piel del mundo". Kant

    poseía un esquema tr ivalente: lo bel lo, lo feo y lo corr iente. Lo corr iente

    es lo que Duchamp consideraba "no estét ico" . No ex is te un vocabular io

    estét ico específ ico para la mayor parte de la obra de Roth, pero eso no

    quiere decir que el la carezca de estét ica. El léxico del adolescente esta-

    dounidense nos ofrece la palabra

      grunge'

    0

    . Grunge

      se usó casi de una

    manera dada para establecer una brecha entre los que lo pract icaban y

    los representantes de la autoridad: padres, maestros, en suma, todo el

    mundo adul to. El

     grunge

      se acerca a la estét ica de Dieter Roth a pesar

    de que, por supuesto, hay mucho más para decir sobre el la que sólo

    expl icar có m o los adolescentes provocaban deso rden para expresar

    resistencia.

    En "A Plea for Excuses"

    11

    , el t rabajo con el cual el f i lósofo de Oxford, J.

    L. Aust in puso en marcha su programa más característ ico sobre lo que

    denominaba "trabajo de campo" en f i losofía del lenguaje, se lee que

    "sería deseable que se emprendiera un trabajo de campo simi lar en la

    estét ica si pudiéramos dejar de lado por un momento lo hermoso bel lo y

    quedarnos con lo del icado

      (dainty)

      y lo regordete

      (dumpy) .

      Al incluir la

    bel leza en la mism a catego ría que lo del ica do y regordete, Au st in trata-

    ba clarame nte de "bajarle los hum os" a la belleza, de apartarse de la idea

    clásica de que la bel leza, junto con la verdad y la bondad, forman parte

    del tr iunvirato de valores funda me ntales. En esa épo ca de la f i losofía an a-

    l ít ica era de r igor soslayar mo delo s ejemp larizantes tradicionales, usarlos

    lo menos posible. Cuando Aust in hablaba de la *iakrasia o " fal ta de auto-

    control" —una idea importante en la f i losofía moral de los ant iguos—

    recurr ió a un ejemplo que lo mostraba a él mismo sirv iéndose una por-

    ción extra de postre en una cen a form al cua ndo sabía qu e era incorrec -

    to hacerlo pues sólo había una para cada comensal. Pref i r ió este ejem-

    plo al del asesinato de niños a los cuales se ama, co m o en la Mede a de

    Eurípides. Precisamente, al equiparar la bel leza con lo del icado y lo

    regordete en una ambiente f i losóf ico en el cual a " lo bel lo" sólo se le

    reconocía un sent ido emotivo, Aust in impl icaba también que era un voca-

    b lo con c lara cap acidad descr ip t iva.

    Según e l enfoque de

      A u s t i n :

    Nuestro com ún acervo de palabras corporiza todas las distinciones que

    los hom bres han considerado relevantes h acer a lo largo de la vida de

    much as generaciones. Ellas son sin duda, y con toda probabilidad,

    much o más numerosas, efectivas (puesto que resistieron a la larga prue-

    ba de supervivencia de los má s aptos) y más sutiles, al men os para cual-

    quier orden razonablem ente cotidiano o práctico, que cualquier distinción

    que tú o yo podamos elaborar una tarde desde nuestros sofás y con el

    mejor método alternativo.

    La escuela de Oxford no perduró t ras la temprana muerte de Aust in en

    1958

    11

    , pero apelo a esta obs erva ción para pone r de relieve qu e nue stro

    vocabulario estét ico es signi f icat ivamente más ampl io que el ut i l izado por

    el discurso tradicional de los f i lósofos de la estét ica. Los textos clásicos,

  • 8/18/2019 Danto - Kallifobia en El Arte Contemporáneo

    8/12

    a part i r de Burke y Kant, hubieran mencionado lo "subl ime", además de

    lo "bel lo" , com o forma ndo parte de aquel lo de lo que se ocup an los espe-

    cial ista en estét ica. Kant prestó part icular atención a lo " feo", sobre todo

    en relación con la idea de que " las cosas que son feas o d esagradab les

    en la naturaleza tales como las furias, las enfermedades, las devastaciones

    de la guerra y otras de ese tenor" pueden ser representadas com o bel las a

    través de los buenos of ic ios de una obra de arte. Al concluir su

      Crítica de

    la facultad de juzgar,  Kan t

      puso de rel ieve unos recursos adicionales que

    se pueden uti l izar para hacer una descripción estética:

    A menudo describimos bellos objetos de la naturaleza o del arte con pala-

    bras que les parecen conferir, en sus fundam entos, una valoración moral.

    Hablam os d e edificios o árboles majestuosos o ma gníficos, llama mo s gra-

    ciosos o alegres a los paisajes, incluso calificamos a los colores como ino-

    centes, modestos o tiernos porque excitan sensaciones que guardan cier-

    ta analogía con el estado de conciencia que producen los juicios morales.

    Aún así y, tal vez por una buena razón, lo del icado y lo regordete nunca,

    o muy raramente, fueron incorporados a los cánones tradicionales y, tal

    vez justamente por esta razón, el punto de vista de Aust in debió ser que

    si no podemos dar cuenta de estas palabras, ¿qué se puede hacer con

    el vocablo bel leza que carga con una estela metafís ica desde Platón y

    Plot ino hasta Kant y Hegel? Es cierto que resulta cómico pensar que

    pueda haber en Oxford un curso l lamado "Invest igación estét ica: de lo

    del icado a lo regordete", en el cual un grupo de profesores reunidos en

    seminario se dediquen a elaborar las reglas del uso de los términos esté-

    t icos a part i r de aquel los que comiencen con la letra "d" según el

      Oxford

    Encyclopaedic Dictionary.

      Respetar ían un orden a l fabét ico desde "da p-

    per" (at i ldado), "dappled" (moteado) y "dashing" (gal lardo), s iguiendo por

    "del icate" (del icado) y "dirty" (sucio) hasta "drab" (monótono), "dreary"

    ( lóbrego) y "dul l" (aburr ido), y harían que nos preguntemos si alguna vez

    se le podría ocurr i r a alguien pensar cu ál es el cr i ter io que de termina si

    un término es o no estét ico. El ceramista Jun Keneko da forma a grandes

    masas de arci l la a gran escala y las l lama Dangos, un término que en la

    cocina japonesa se usa para designar un bol lo dulce rel leno. "Dumpl ing"

    es un término de expresión afectuosa en inglés, ut i l izado como metáfora

    cariñosa para referi rse a alguien que es dulce y que despierta deseos de

    abrazarlo. Keneko intenta señalar que sus obras expresan algo más afec-

    tuoso que abrumador, son como gigantes amables con quienes debe-

    mos relacionarnos con un espír i tu de juego, y los diseños con que las

    decora recalcan su naturaleza lúdica. En una obra de Dickens, Dombey

    (encontré el dato en el

     Oxford Encycloplaedic Dictionary),

      a un hombre le

    dicen que "debería buscar una pequeña esposa l inda y t ierna

      (dump y) .

    Ésta no es la fórmula adecuada para encontrar una esposa hermosa, s ino

    una esposa cál ida y bon ita que despierte des eos d e abrazarla. Suzanne, la

    esposa de Edouard Manet, era exactam ente una mujer de ese t ipo y

    Manet la adoraba. Cita de un texto de 1865 en el

      Oxford Encyclopaed ic

    Dictionary:

      "Ella no tenía idea de que una figura regordeta

      (dumpy)

      podía

    12 La fecha posiblemente

    sea un error del autor. Todas

    las fuentes indican que Aus-

    tin falleció el 8 de febrero de

    1960 (N. del E.).

  • 8/18/2019 Danto - Kallifobia en El Arte Contemporáneo

    9/12

    13 El autor escribe Sybley ,

    pero es incorrecto. De Frank

    Sibley (1923-1996) existe una

    compilación de escritos sobre

    estética titulada Appro ach to

    Aesthetics (Oxford, 2001) (N.

    del E.).

    ser bonita." M anet, que pintaba a Suzanne co n frecuencia, sabía del tema.

    El término del icado

      (delicate),

      para restr ingirnos por el momento a la letra

    "d" , fue subrayado en un sorprendentemente or ig inal y muy controvert i -

    do ar t ícu lo de Frank Sib ley —"Aesthet ic Concepts

    1 3

    " (1959)— donde se

    alega que los conceptos estét icos, en tanto grupo, no están "sujetos a

    condic iones" , a l menos en e l sent ido de que no ex is ten condic iones

    necesarias y suf ic ientes para su apl icación. Sibley di jo que los apl icamos

    con referencia al gusto personal lo cual, en resumidas cuentas, equivale

    a decir que, senci l lamente, algo se "percibe" como frági l . Esto exige una

    aclaración que Sibley no hace. Usamos el término "del icado" para for-

    mulaciones estét icas y no estét icas. Decimos que alguien se hal la en un

    "del ica do estad o de salud", por ejem plo, y esto signi f ica qu e dicha pe r-

    sona debe tomar precauc iones que la gente saludable puede obv iar. De

    manera parec ida, un mecanismo del icado debe ser protegido de conmo-

    c iones e impactos para que func ione co m o es debido. La mayoría de los

    dibujos son del icados en este sent ido, lo cual podría no tener nada que

    ver con lo estét ico. Pero si hablamos de un dibujo estét icamente del ica-

    do no nos estam os ref i riendo a l cu idad o que e l d ibujo ex ige para su c on-

    servación. Para seguir con el ejem plo de Sibley, hablam os de un del ica-

    do jarrón de Ming y eso no t iene relación con el cuidado que se debe

    tener para que el jarrón no se rompa. Todo objeto de porcelana f ina es

    del icado en e l sent ido de que debe ser manejado con cuidado. Pero no

    todos los objetos de porcelana son estét icamente del icados: las baña-

    deras o los inodoros, por ejemplo. Los objetos pueden ser del icados en

    ambos sent idos, de la misma manera que c ier tos objetos pueden ser

    " roth ianos" de dos m aneras, depe ndiend o de s i forma n parte de la v ida

    o son parte de la obra art íst ica de Roth.

    Los sabores del icados requieren capacidad de d iscern imiento para ser

    aprec iados; q ue estén descr ip tos con del icadeza impl ica que e l autor ha

    tomado especial cuidado en su elección de los cal i f icat ivos. Pero, en

    general , la del icadeza pertenece a lo que se podría denominar la estét ica

    de lo corr iente. Por ejemplo, en

      L'air du Paris

      de Duchamp, que s i no

    hubiese sido una obra de arte sería un simple recipiente farmaceútico, la

    del icadeza se debe al material empleado: el v idr io.

    Pero hay a lgo que d is t ingue a los conceptos estét icos como grupo y que

    va más al lá de los principios de su apl icación, es decir, la manera en que

    los objetos que están afectado s por esos conc ep tos in f luyen sobre quien

    los percibe. Lo repugnante, por ejemplo, es algo que nos afecta visceral-

    mente de manera negativa, como la et imología del término inglés lo reco-

    noce con su táci ta referencia al sent ido del gusto [dis-gust- ing]. Pero aún

    más al lá de esto, la cuest ión se vuelve más compleja cuando se piensa

    en cuánto contr ibuye la del icadeza al s igni f icado del jarrón Ming. Y esto

    t iene m enos que ver con la fenome nología de la percepción e stét ica que

    con lo que se podría l lamar la lógica de la descripción estét ica de las

    obras de arte. Las cual idades estét icas de la obra de Roth contr ibuyen a

    su signi f icado, y este signi f icado debe extenderse a las consideraciones

    de Fluxus y, en particular, al uso que Roth hizo de ellas. Al excluir la belle-

  • 8/18/2019 Danto - Kallifobia en El Arte Contemporáneo

    10/12

    za, como señalé anter iormente, no había muchas pos ib i l idades de que

    ésta ingresara en el m un do d e Ro th. En su arte él hacia alarde de su est i -

    lo de v ida bohem io.

    Esto me obl iga a volver sobre la bel leza,

      primus inter pares

      en el verda-

    dero y vasto léxico de la terminología estét ica. Dentro del concepto de

    arte no existe realmente razón intrínseca alguna que obl igue a los art is-

    tas a l imitarse a la belleza o a cualquier otra cualidad estética que evoque

    el placer visual. Pero la bel leza pose e, co m o señalé en mi primer párrafo,

    un papel en la v ida humana que es independiente del papel que desem-

    peña en el arte. Sería perfectamente posible, y de hecho es el caso, que

    valoráramos la bel leza en el

     Lebenswelt

      mientras desp rec iam os su pre-

    sencia en el arte. Su importancia para nosotros, los humanos, expl ica su

    prest ig io como uno de los valores fundamenta les, junto con la verdad y

    la bondad. Sería imposible viv ir una verdadera vida humana sin verdad o

    bond ad, y no necesi tamos reflex ionar dem asiado para admi t ir que no e le-

    giríamos viv ir en este mundo sin bel leza en caso de que se nos diese la

    oportunidad de elegir. Esto no se puede apl icar al arte. Es necesario ape-

    lar a un razona miento l ibre de estas atadu ras si vam os a just i f icar la bel le-

    za en el arte. Puede estar presente o no en el arte. Pero de be haber una

    razón para su presencia.

    La contr ibuc ión más importante de

      El abuso de la belleza

      es la dist inción

    que establezco entre lo que l lamo belleza "interna" y "externa". La belleza

    en el arte es interna cuando su presencia en una obra art íst ica es parte

    de su signi f icado. Con frecuencia esto nos exige dist inguir entre una obra

    y el objeto material que ésta representa; entonces se debe decidir s i se

    transf iere o no un atr ibuto del objeto a la obra. Normalmente, esto exige

    una in terpretac ión. Un buen e jem plo es La fuente de Ducham p, do nde e l

    objeto es un urinal de porcelana blanca de producción masiva. En 1917,

    cuando Duchamp intentó incluir lo en la exhibic ión de la Sociedad de

    Art istas Independientes, se discutía que, en real idad, el ur inal era un

    forma bel la , con parec idos a las escul turas de Brancusi . Admi tamos en

    que esto es así. ¿Es la obra hermosa, en consecuencia? Sólo si el objeto

    y la obra son idént icos. Pero esto no es necesariamente así. La obra fue

    muy atrevida en 1917, pero el ur inal en sí era un accesorio muy común,

    nada atrevido. Exhibir lo en la vidr iera de un negocio de artefactos sanita-

    r ios no era osado, pero exhibir lo en una muestra de arte lo fue. Lo que le

    dio a *La fuente un lugar importante en la historia del arte es dist into de

    lo que le dio al urinal un lugar importante en la historia de las instalaciones

    sanitarias. Diría que la belleza del urinal era externa al signif icado de La

    fuente y en nada formaba parte de su signi f icado.

    En con traste, la belleza del

      Viet Nam Veterans Mem orial [Monumento a la

    memoria de los veteranos de Vietnam]

      de M aya Lin es intrínseca a su sig-

    ni f icado. La bel leza de la obra se adentra en el proceso de reconci l iación

    que debía lograr en la vida estadounidense y para el cual fue diseñada.

    Apelo al Libro de Isaías de

      La Biblia para ilustrar esta idea.

      El profeta

    escribe: "Dénles bel leza en lugar de cenizas". Eso es lo que uno dese a

    que ocurra en el Ground Zero de Nueva York. El art ista El lsworth Kel ly

  • 8/18/2019 Danto - Kallifobia en El Arte Contemporáneo

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    propuso como recordator io del Wor ld Trade Center un promontor io de

    césped vis ible desde el puerto de Nueva York. Sería como uno de los

    grandes cementerios indígenas de Ohio. La bel leza sería inherente a su

    signi f icado. Hay una cierta bel leza interna en el s igni f icado de esas pin-

    turas del s iglo XVII l lamadas vanitas. Por ejem plo, con frecuen cia t ienen

    una vela que arde perm anentem ente c om o las que se usaron en los san-

    tuar ios espontáneos que surg ieron en Nueva York después del a taque

    del 11 de sept iembre de 2001. En una

      vanitas,

      la vela se usa para poner

    de rel ieve lo efímero de la vida y recordar al observador que es mejor

    pensar en lo eterno. Pero la bel leza de la vida form a pa rte de lo que nos

    distrae y nos aparta de nuestro dest ino superior. Las úl t imas palabras de

    la hermosa y joven mística francesa, María Bashkiertseff, aún convencida

    de que era mejor dejar este m und o, fueron: "Ma m á, ma má la vida era,

    no obstante, tan bel la". Ese no obstante es lo que vuelve conmovedoras

    a sus palabras. La belleza del mundo no se puede negar, aún cuando nues-

    tra me nte se debería conc entra r en cosa s má s elevadas y eternas. Ése es

    también el mensaje de las vanitas. La bel leza de estas pinturas t iene la

    intención de hacer pensar al espectador y de cambiar su vida: la bel leza

    es vana y es en vano.

    Hace poco pensé en un excelente ejemplo de bel leza interna: la obra de

    Jacques-Louis David de 1793,

      Marat assassiné.

      El la ayuda a poner de

    relieve la cuestión de que la belleza en el arte no tiene por qué ser anti-

    té t ica respecto de la acc ión pol í t ica, como muchos defensores de lo

    ant iestético, o sea más o m enos espe cí f icame nte de la

     an ti-belleza,

      pare-

    cen pensar. Es preciso saber algo sobre Marat y la Revolución Francesa

    para contemplar lo como un cuadro con connotac iones pol í t icas. Pero

    cua nd o David lo pintó, to do el m und o conoc ía la si tuación y sus cir-

    cunstancias: Marat, polemista feroz, había sido asesinado a traic ión por

    una joven, Charlotte Corday, quien pensó que al matarlo se restauraría el

    orden en Francia. El la era la mujer bomba suicida de la Revolución

    Francesa. David no representó el momento del asesinato, s ino sus con-

    secuencias, en lo que Baudelaire describe como un poema visual. El cua-

    dro se parece a un descenso de Cristo de la cruz. Marat es bel lo, tal

    como lo es Cristo en la pintura tradicional, y a pesar de lo que ha sufr ido

    (como en la pel ícula La pasión de Mel Gibson). A Marat se lo muestra,

    p luma en mano, f i rmando una pet ic ión, un acto bondadoso en favor de

    su asesina. Hay un cuchi l lo en el suelo, sangre en la sábana que se con-

    virt ió en su mortaja. Debemos considerar a Marat como a Jesús, y dejar-

    nos conmover de piedad e ident i f icarnos con su causa y su sacri f ic io.

    Conocemos los sent imientos que debemos exper imentar , pero nosotros

    no a lcanzamos a sent i r los dad o qu e no forma m os parte de la real idad del

    momento en que el cuadro se pintó. No podemos l levar a la acción los

    sent imientos que exper imentamos, pero las acc iones que e l cuadro

  • 8/18/2019 Danto - Kallifobia en El Arte Contemporáneo

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    intenta provocar son polí t icas, como lo son los sent imientos mismos y, s i

    poc o po dem os hacer aparte de contem plar e l cuadro , eso no quiere dec i r

    que los sent imientos y las intenciones que convoca no conf iguren en sí

    una experienc ia. La obra estaba con ceb ida para provoca r una reacc ión y

    esa fuerza aún se hace sent i r . Como f i lósofo, lo que me impresiona es

    que la bel leza visual de esta obra se hal la internal izada en su efecto pol í-

    t ico.

     Allons enfants de la patrie, le jour de gloire est arrivé...

    Revisión: M ariana Jubany, Laura F. Vázque z y Nicolás Dojma n.

    Reprod ucido y traducido con expresa autorización del autor. Título origi-

    nal: Kalliphobia in Contem porary Art; or: Wh atever happe ned to

    Beauty? , aparecido en: *Daeda lus. Journal of the Am erican A cadem y of

    Arts and Sc iences *, Fall 2002.

    P L TIN

    A r r o y o 8 2 1 T e l /F a x 5 4 1 1 ) 4 3 2 7 . 0 6 2 0

    C 1 0 0 7 A A A ) B u e n o s A i r e s A r g e n t i n a

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