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Cultura Afrocubana

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    CAPTULO II

    EL NEGRO EN LA CUBA PRE PLANTACIONAL

    Siempre la esclavitud y slo

    la esclavitud fue la base de la

    estructura econm ico social de

    la colonia en Cuba.

    FERNANDO ORTIZ

    Jorge Castellanos & Isabel Castellanos, Cultura Afrocubana, tomo 1, Universal, Miami 1988

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    El rgimen esclavista que com prende, entre much as otra s

    cosas,

    las oscilaciones cuantitativas y cualitativas de la trata, las

    relaciones jurdicas y sociales entre amos y siervos, las condicio

    nes de vida y de trabajo de estos ltimos, etc.) atraviesa en Cuba

    po r dos etapas perfectamen te diferenciadas. La prim era es muy

    larga: ocupa los siglos xvi, xvii y buena parte del xviii. La segun

    da se inicia ya bien avanzada la ltima mitad del siglo xviii y se

    prolonga ha sta el mom ento de la abolicin de la esclavitud en

    1886.

    No es difcil en con trar un m arbete clasificatorio pa ra este

    segundo perodo. Puesto que la plantacin azucarera deviene en

    tonces el eje central de la economa, bien puede ser denominado

    perodo plantacional. Y la prolongada etapa preced ente, pa ra sim

    plificar la terminologa, puede recibir el ttulo de pre-plantaciona.

    Nos encontramos ante dos tipos distintos de esclavitud, producto

    de dos momentos distintos de la economa y de la sociedad cuba

    nas. En este captulo vamos a resumir las caractersticas de la

    esclavitud y la situacin del negro libre en esa primera fase de

    la evolucin econmica y social del pas. Pero antes hay que aludir

    al marco que las encierra.

    Economa y Sociedad en la CubaPre Plantacionat

    En 1955, en un ensayo titu lado Tierra y Nacin uno de los

    autores de este libro resuma la situacin histrica de Cuba en

    los siglos XVI y XVII diciendo que en esa poca la Isla no era m s

    que una Factora una colonia de posicin. En los primeros mo

    mentos de su historia apenas si serva como trampoln, de donde

    se saltaba a otras empresas de conquista y colonizacin de ms

    calado en el Continente. Luego, por mucho tiempo el pas retuvo

    su carcter de simple punto de escala, de sitio de trnsito. Espaa

    no vea n l, en lo esencial, ms que un puesto de valor estrat

    gico,

    un lugar llave, que le aseguraba el dominio de las rutas co

    merciales entre el Nuevo y el Viejo Mundo. En la larga y san-

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    Jorge Castellanos & Isabel Castellanos, Cultura Afrocubana, tomo 1, Universal, Miami 1988

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    grienta contienda por el dominio de los metales y los mercados,

    impuesta por las tesis mercantilistas del capitalismo naciente,

    Cuba jugaba papel clave. Pero, aunque clave, no era ms que papel

    de centinela. La Isla se haca y pronto el ttulo devendra ofi-

    ical

    Llave

    del Nuevo Mundo y

    Antemural

    de las Indias. En re

    ferencia al desarrollo del pas en esos 200 aos se agregaba en

    ese trabajo que tras la fugaz fiebre de oro de los primeros colo

    nos,

    la economa cubana vino a asentarse fundamentalmente, en

    l siglo XVI, sobre el latifundio ganadero y tener como canales de

    intercambio el irregular comercio de las Flotas y el contrabando.

    La ganadera, extensiva por aquella poca, demandaba amplios es

    pacios despoblados para pastos y poca mano de obra. Todo el

    progreso de Cuba estaba subordinado a estas realidades geopolti

    cas y geoeconmicas. El lentsimo avance de la poblacin durante

    los siglos

    XV

    y XVII constituye un ndice que habla por s slo. En

    1608,

    a casi un siglo de la Conquista, Cuba no tiene ms que 20.000

    ha bita nte s: 0.18 habitan tes p or k ilm etro cuadrado . En 1660 al

    canza la cifra de 30.000, o sea, 0.27 habitantes por kilmetro cua

    drado. En 1700 sube a 50.000, es decir, a 0.46 habitantes por kil

    m etr o cua drado . A principios del siglo xviii , Cuba e ra todava un

    pas vaco. No es sino en el perodo que va de 1700 a 1762 cuando

    se produce el desarrollo econmico y social que har posible el

    gran salto cualitativo del ltimo tercio del siglo xviii.

    La aparicin en 1975 y 1976 del terce r, cu arto y qu into tomos

    de la notable obra de Lev Marrero

    Cuba Economa y Sociedad

    (dedicados al siglo xvii) obliga a la rectificacin de algunos de

    esos criterios, que se basa ban en la historiografa cuba na vigente

    en su hora. En el prlogo del volumen III, Marrero acepta que

    Cuba tuvo carcter de factora y presidio militar, sin duda. Pero

    aade que lo fue en un sentido limitado, mientras fue, adicional-

    m ente, m ucho ms. Y en el prim er captulo del mismo tomo , aun

    que califica el acrecentamiento de la poblacin insular como mo

    desto, llama la atencin hacia el hecho de que ese aumento, cuya

    . tas a an ua l fue de 1.5 po r 100 sob re la ba se de todo el siglo, resul

    ta en el fondo sorprendente, por dos razones: 1) porque en la

    m isma poca la m etrpoli espao la perda u n 18 po r ciento de su

    poblacin, y 2) porque despus del descenso catastrfico del siglo

    xvi (que alcanz su punto ms bajo hacia la dcada de 1540) la

    curva demogrfica cubana tom un impulso ascendente que ya

    no se detendra. Por otra parte aclara Marrero en ese prlo

    go

    Cuba no era en el siglo xvii, como se ha repetido con exa-

    gerada insistencia, una isla aislada, desasida de contactos exter-

    1. J. Castellanos (1955), pp. 3-5.

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    n o s , fue ra de l e spac iado paso por La Habana de F lo tas y Armadas .

    El comerc io leg t imo con Canar ias , por nav ios sue l tos , fue cuan

    t ioso . . . Las re lac iones comerc ia les au to r izadas en t re los puer tos

    cubanos y los de Tie r ra F i rme , Honduras y Nueva Espaa , no ce

    sa ron , aunque su f r ie ran por la acc in de los p i ra tas , mien t ras se

    a mp l i a b a n su b re p t i c i a me n te l o s c on ta c to s c on J a ma ic a y o t r a s

    poses iones de

    herejes

    en- toda opor tun idad p rop ic ia . . . Y agrega :

    En 1700 no e ra Cuba , pues , e l ye rmo lamentab le de mediados de l

    s ig lo XVI. N o e ra tam po co un p res id io ha ba ne ro enq u is ta do , n i

    una fac to r a implan tada por ex t ran je ros que mira ran hac ia e l ho

    r izon te como dueos de la l e jan a , mien t ras desdeaban e l sue lo

    en que v iv an de paso . Tampoco e ra n icamente , un a rch ip i lago

    de ha tos y cor ra les donde g rupos mn imos de b rbaros que cu i

    daban de la s bes t ia s o lv idaban cas i que e ran hombres . Ta l t ipo

    ex is t a . . . pe ro tambin ex is t a una pob lac in dominan te , nac ida

    de una sucesin de generaciones af incadas en la i s la que se expre

    saba con p rec i s in y en tend a los p rob lemas ms u rgen tes . . .^

    Es ta nueva v i s in , ms ampl ia , ms comple ta , de l s ig lo xv i l

    c r io l lo , se a lza sobre una base documenta l ind i ta t an cuan t iosa

    como b ien in te rp re tada . Ev iden temente es s ta una poca de s iem

    bra , de pos i t ivos aunque todav a endeb les enra izamien tos . Es e l

    p e r od o e n q u e se e s t ru c tu ra n l a s i nd u s t r i a s fu nd a me n ta l e s . En

    que se af ianzan los lazos comercia les con Europa y fr ica que

    han de reg i r e l des t ino insu la r por va r ia s generac iones . En que

    com ienza a for jars e la o l igarq ua que va a do m in ar a l pa s po r

    la rgos aos . Los bayameses demues t ran por p r imera vez en es ta

    e ra su indes t ruc t ib le e sp r i tu independ ien te . Nace en tonces e l con

    cep to de

    patria

    qu e aun qu e todava l im itado a lo local , ya da ba

    pruebas de una conc ienc ia de a r ra igamien to p ro longado y sus tan

    c ia l . Da los p r imeros pasos la l i t e ra tu ra cubana con e l poema he

    roico de Si lvest re de Balboa . De las escuelas de gramt ica sa len

    muchos c lr igos . Y no son pocos los cr io l los que a lcanzan t tu los

    de presb tero y de l icenciado. Se rene e l pr imer Snodo d ioce

    sano de Cuba en 1680 y surgen las cofradas y las hermandades y

    se organizan la as is tencia socia l , la car idad y la medic ina . Se le

    vantan no s lo ig les ias y for ta lezas s ino innumerables casas pr i

    vadas de mampos te r a , a lgunas de dos p i sos , o

    dos altos

    en La

    Habana . Arqu i tec tu ra s l ida , con mirada de fu tu ro . Comienza a

    surg i r un sen t ido soc ie ta r io de pe rmanenc ia , de comunidad p ro

    longada en e l t iempo y en e l espacio , de cont inuidad h is tr ica . La

    nacin todava es t le jos , en la d is tancia , pero su proyecto em

    br ionar io , ta l vez inconsciente an, se anuncia en e l corazn y la

    2. M arre ro, Vol. II I 1975), pp . V III y IX

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    mente de los h i jos del pas . S , Cuba era una Factor a , pero era

    c i e r t am en t e . . . m ucho m s . . .

    La economa cubana en e l s ig lo xvi i s igue asentndose por lar -

    go t recho en la ganader a de t ipo extensivo, lo que expl ica , en

    par te , l a escasez de pob lac in , pues para a tender un ha to de

    cua t r o l eguas de d i m e t r o bas t aban un m ayor dom o y dos o t r e s

    esclavos. Otro factor de gran impor tancia econmica era la es tan-

    c ia de l as F lo tas en e l puer to de La Habana . Los pasa je ros que en

    e l las v ia jaban p re fe r an pern ac ta r en t i e r r a y pag aba n a l t as sum as

    po r hosped a je , a l imen tos y o t ro s se rv ic ios . Los ba rcos aprovecha-

    ban l a ocas in para a tender a sus aver as . Y , adems , con v i s t a a l

    largo via je de regreso a Espaa, las f lo tas se aprovis ionaban en

    Cuba de carne de res sa lada, tocino, aves , casabe, tabaco, miel

    de caa, agua, lea , e tc . S in embargo, es ta fuente de ingresos

    empez a decaer , s iguiendo e l curso de la cr i s i s del poder o mun-

    dia l de Es pa a . E n 1608 pa r t ie ro n de la Pen nsula ha cia Am r ica

    202 nav ios . E n tre 1670 y 1680 hic iero n esa t rave sa u n pro m ed io

    an ua l de 17 nav io s . Algo pare c ido oc ur r i en es ta cen tur ia con l a

    producc in de l cobre . Las minas de E l P rado , ce rca de San t i ago

    de Cuba, pr od uje ro n en t re 1610 y 1615 u n pro m ed io an ua l d e

    2.016 qu ta les . E n tr e 1648 y 1672 la pro du cc in ba ja a un a m ed ia

    an ua l de 48 qu ta les . O tra fuente de r iqueza qu e decay a lo

    largo de la centur ia fue la const ruccin de navios , que aprovecha-

    b a la excelen te cal idad y ca nt id ad de las m ad er as c r io l las . La pro-

    gresiva pobreza del gobierno espaol condujo a la reduccin de la

    F lo ta . Cada ao se o rdenaban menos barcos a los cons t ruc to res

    nava les ha ba ne ros p o r par te , de l a Rea l Hac iend a , aun qu e segu an

    cons t r uyndose nav i o s m enor e s pa r a pa r t i cu l a r e s i n t e r e sados en

    el comercio de cabota je .

    T am poco l a p r oducc i n de azca r i n i c i ada m uy t em pr ano

    con m t od os e l em en t a l es log r la p r ep ond e r anc i a q ue ob t en d r a

    despus . Es c ie r to que duran te e l s ig lo xv i i e sa indus t r i a , aunque

    con a l t iba jos , tuvo una t endenc ia genera l a l a scenso . Los p r imeros

    ingen ios comenzaron a sus t i tu i r a los ine f ic ien tes t r ap iches p r imi -

    t ivos en la l t ima dcada del s ig lo , proceso que cont inu despus

    de l p rs tamo conced ido por e l Rey a los hacendados en e l ao

    1600. Es tos ingen ios r equ er a n c ua t ro o c inco veces m s t i e r r a s

    que l a es tanc ia p romedio y por lo genera l cons taban de t r es casas

    de fbr ica la de m ol iend a, de cald eras y de pu rga ) , la casa de

    vivienda y los bo ho s d e los esclavo s. El t ipo m ed io de ingenio a

    f ines del xvi i exiga una dotacin de unos 20 a 25 esclavos, pero

    hab a m uch os , m s peq ue os , que f abr icaban con 10 o 12 neg ros .

    De t odos m od os , e r a n em pr esa s que r equ e r an ya bas t a n t e cap i-

    ta l .

    S u nm er o po r e s t a poca no puede p r ec i sa r se exac t am en t e .

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    Pa rec e q u e en 1692 ha b a en la regin oc cide ntal de la Isla un os

    70,

    de los cuales slo 30 quedaron en condic iones de produci r

    t ras e l devastador c ic ln que ar ras e l rea en ese ao. Tambin

    hab a un nmero menor en o t r as par tes , como San t iago de Cuba ,

    Ba ya m o, e tc . E l cul t ivo del tabac o fue u na c on sta nte d e la rea li

    dad econmica cubana . Por mucho t i empo se h izo en pequea

    escala y para e l consumo local . Pero , como sucedi con e l azcar ,

    slo vino a recibir la atencin de la Corona a f ines del siglo xvii ,

    cuando sta decidi es tablecer un rgimen de adquis ic in de la

    hoja por la Real Hacienda. Se reanim de ese modo su cul t ivo ,

    ha s ta conve r t ir se en e l p ro du c to m s im po r tan te en la eco nom a

    cubana en la pr imera mi tad del s ig lo xvi i i . Los vaivenes del co

    m ercio exte r ior de la I s la ref le jan e l proc eso de su des ar ro l lo .

    A f ines del xvi y com ienzos d el xv i i e l pr inc ipal pr od uc to de ex

    por tac in e ran los cueros . Pos te r io rmente , e l azcar y e l t abaco

    se d i spu tan l a p r imac a .

    No contradice en lo ms mnimo a las revis iones de Lev Ma-

    rrero sobre el siglo xvii el colocar , junto a los factores posi t ivos,

    las l imitac ion es qu e sufr a el pa s en 1700. Su pob laci n, lo h em os

    vis to ,

    no pas ab a de 50.000 ha bi ta nte s : 2.3 k i l m etro s cu ad rad os

    po r cad a ha b i t a n te . Con toda r azn hab la M ar re ro de Cuba com o

    de ima isla casi despob lada . Y se ref iere a l sem idesier to qu e

    era an Cuba.^ La imagen que nos ofrece del pas en ese ao de

    1700 qu eda resu m ida en es te p r rafo : Podem os ima gin ar e l pre

    dominio de enormes espacios de v i rg inidad natura l s lo v iolada

    por e l ganado suel to , los per ros j baros y a lgunas veredas que se

    cerraban

    cad a a o desp u s de la estaci n de las l luvias. Y disper

    sos ent re e l los , prx imo s a inde ntacio nes coste ras , a r os , ojos de

    agua, babineyes y lagu nas , las rancheras o r anch ue los fo rm ados

    por unos cuan tos boh os que conf i rmaban e l

    poblamiento

    de ha

    tos y corrales.

    H as ta pr incip ios del s ig lo xv i i i , la econ om a cu

    bana , que hem os l l am ado pre-plantacional, era u n rgim en de

    bas e agr cola , ga nad era y ar tes ana l , donde e l desa r rol lo cap i ta l i s ta

    era todav a incipien te , los res idu os sem ifeudales num ero sos y l

    t ens in en t re l as c lases r e la t ivamente r educ ida . E ra l a cubana una

    soc iedad de com unid ades peq ue as l a n ica c iudad de a lguna

    im por ta nc ia e ra La Ha bana ) y de un idad es p rod uc t iva s de poco

    tam a o aun en e l sec to r azuc are ro , com o acaba m os de ver lo , p re

    dominaban los pequeos ingen ios o

    cachimbos ,

    don de los pa t ro

    nos y l a m ano de obra p od an e s tab lecer con tac tos per son a les

    di rectos e n t imos. Esta es t ructura socia l y es te gnero de re la-

    3. M ar re ro , Vol. I I I 1975), p p . 219 y 227.

    4. M arr er o, Vol. I I I 1975), p . 227.

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    c lones c las i s tas cons t i tuyen hechos de cap i ta l impor tanc ia para e l

    gnero de v ida de l a pob lac in negra cubana de l a poca . Porque

    una sociedad as cons t i tu ida es t abier ta a todos los fac tores mi

    t iga nte s de la esclav itud. Con raz n R. B. To plin dice en Slavery

    and Slave Relations in Latin Am erica qu e las re lac ione s socia les

    en la Cuba del s ig lo xvi i i e ran relativamente id l icas y el t r a to

    que recib an los esc lavos ms humano, o s i se quiere , menos

    cruel .^ Ya tendremos ocas in de volver sobre e l tema ms ade

    lan te , cuando es tud iemos las ca rac te r s t i cas de l a esc lav i tud cu

    bana en la e tapa p rep lan tac iona l .

    Para comple ta r e l cuadro econmico de l a poca que es tamos

    es tu dia nd o, d iga m os qu e e l pe r o do de 1700 a 1762 en q ue s ta

    culmina, es uno de los ms d inmicos de la h is tor ia de Cuba. To

    dos los f ac to res po s i t ivos qu e se iban a cum ula ndo a t r avs de l

    s ig lo XVII ace leran su cu rso d e m od o no tab le . El crec im iento de

    mo grf ico es im petu oso . La tas a anu al , de 3.6 p o r c ien to , du

    pl ica la del s ig lo anter ior . La poblacin cubana suba de 50 .000

    ha bi ta n te s en 1700 a m s de 160.000 en 1762. E n es ta et ap a e n tr a n

    en Cuba m s esclavos que e n tod o e l pe r od o a nte r io r a 1700: a l

    re de do r de 50.000 af r icano s . Segn e l go be rna do r Fra nc isco Caji

    gal de la Vega, a mediados del s ig lo la tasa de mor ta l idad esclava

    en los ingenios er a de un 10 po r c ien to anua l , lo qu e obl igab a a

    im po r ta r cad a ao un os 800 neg ros ) . Las piezas de bano e ra n

    sumin is t r adas por los asen t i s tas : p r imero los por tugueses , luego

    los franceses y, por f in, los ingleses , as como por la Real Com

    p a a d e Co m ercio de La H ab an a de 1741 a 1760. Los ingleses

    in t r o d u je r o n a l r ed ed o r d e cu a t r o m i l d u r an t e s u b r ev e e s t an c i a

    e n la capi ta l . A eso s ha y qu e agreg ar los qu e pro ce da n del com er

    c io c landes t ino , los l l amados

    de mala entrada

    En 1762 la pobla

    c i n d e co lo r r ep r e s en t a b a ap r o x im ad am en te u n 44 p o r c i en to

    del to ta l 18 p o r c iento l ibres y 26 po r c ien to esclavos) . El aum en

    to de la po blac in b lan ca e ra cas i tod o de ca r ct er vege ta t ivo .

    H u b o , p o r s u p u es to , i n m ig r ac i n , m ay o r m en te e s p a o la , p e r o n o

    en g r an d es can t id ad es .

    Par e jo a l demo grf ico , e l auge econ mico es no tabl e d e 1700

    a 1762. La gan ade r a s igue crecien do. Es c ier to q ue en e l com ercio

    ex temo e l azcar y e l t abaco la ven an aven ta jando

    relativamente

    des de fines del xv i i , pe ro en e l in te r ior se for ta lec i a m ed ida

    que c rec a l a demanda de ca rne con e l aumento de l a pob lac in .

    A m ed iad os d el sig lo xv i i i se obt en an u no s 60.000 cu ero s , q ue

    cor r espo nd an m s o m eno s a l to ta l de r eses s ac r if i cadas pa ra e l

    consumo in te rno y para l a expor tac in lega l y c landes t ina . E l t a -

    5. Toplin 1974), pp. 204-205.

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    baco se convierte por esta poca en la actividad productiva y co

    mercial ms importante. La demanda europea creca sin cesar.

    Y Cuba, con su hoja excelentsima, comenz a ocupar un puesto

    destacado en el mercado internacional, pese a las limitaciones im

    puestas por las autoridades espaolas, empeadas en hacer pasar

    por la Pennsula el tabaco producido en su colonia. La creacin

    de la Factora y elest nco condujeron a las famosas rebeliones de

    los vegueros, en 1717, 1720 y 1723. Desde 1727 a 1734 funcion la

    Intendencia General de Tabacos y de 1734 a 1740 se concedieron

    sientos

    monopolistas a comerciantes espaoles, hasta que en

    1741 qued organizada la Real Compaa de Comercio de La Ha

    bana que abasteci de tabaco las fbricas reales entre esa fecha

    y 1760. A veces el tabaco exportado se co braba e n esclavos, que

    luego eran empleados en el cultivo y la molida de la ho ja una

    parte de la produccin se enviaba al extranjero en rama y otra en

    polvo). Hacia 1760 la produccin total de la Isla era de unos cua

    tro millones largos de libras anuales. La industrializacin del ta

    baco produccin de rap , torcido, etc.) agregaba otro im po rtante

    aporte a la economa.

    Una vieja fuente de riquezas el sistema de Flotas y Arma

    das se extingui, po r fin, en el siglo xviii, despus de prolongad a

    decadencia. Pero en 1700 se produce en Espaa un cambio de

    dinasta. Toman el poder los Borbones. Y uno de sus primeros em

    peos fue restaurar el podero naval hispnico. Para ello, entre

    otras medidas, el Rey orden la reactivacin del Astillero de La

    Haban a. En 1713 una Real Cdula orden a la co nstruccin all de

    diez navios de 60 caones cada uno. De 1724 a 1760 se construyen

    en la capital de Cuba 46 bajeles, 32 de ellos con 50 caon es o m s.

    Por lo menos dos el San Alejandro a) El Fnix y el San Pedro

    a) El Rayo) portaban 80 caones. Desde 1741 a 1749 la Real

    Compaa de Comercio de La Habana, por orden real, oper el

    Astillero. Despus de esa fecha estuvo a cargo del Comisario de

    la Marina. Las inversiones de la Real Hacienda para el financia-

    m iento de los bajeles un prom edio de 125.000 pesos anuales) re

    presentaba una importante inyeccin de capital en la economa

    habanera, cuyo efecto multiplicador se extenda a todos los estra

    tos de la sociedad. El Real Arsenal de la Armada era, sin duda, la

    instalacin industrial de ms categora en La Habana. Empleaba

    unos 800 hom bres libres como carpin teros de ribe ra, calafates,

    cerrajeros, fundidores, etc.) y ms de doscientos esclavos, en su

    mayor parte utilizados en los cortes de madera situados en las

    cercanas. Adems se empleaban maderas procedentes de Sagua

    la Grande y Jagua, en las Villas y de Baracoa, Sagua de Tnamo

    y de los pinares de Mayar, en Oriente. Gran parte de los materia-

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    les u t i l izados se adqui r an en e l comercio capi ta l ino , que se be

    nef i c i vend iendo , apar t e de l as maderas , cuerdas , sebo , r es inas ,

    lonas , p lomo, campanas , a lqu i t r n , l i enzo e innumerab les gneros

    m s .

    La cont r ibucin del Arsenal a l desar ro l lo insular en la pr i

    mera mi tad del xvi i i fue tan in tensa como extensa .

    Algo parec ido puede dec i r se de l a indus t r i a azucare ra , en

    e l mismo per odo . Aunque e l azcar hab a comenzado l a cen tu r i a

    con dos dcadas de cr i s i s profunda, poco a poco se fue rehabi l i

    tando y comenz a crecer en ser io despus de la creacin en 1740

    de l a Rea l Compaa de Comerc io de La Habana , a l a que , en t r e

    muchas o t r as g rac ias , se l e conced ie ron dos impor tan t s imas : 1 )

    e l pe rmiso para impor ta r esc lavos con que fomenta r l a p roduc

    c in azucarera , y 2) la l iberacin de los derechos de ent rada a

    los azcares cubanos l l evados a Espaa . Es tos es t mulos impul

    sa ron un c rec imien to bas tan te r p ido de l a indus t r i a , como lo r e

    flejan e sta s dos cifra s elo cu en te s: en 1738 se fab rica n 160.000

    arrobas de dulce; en 1759 se hicieron 453.000 arrobas, un creci

    m ien to de casi u n 300 po r c iento en poco m s de dos d ca das . E n

    un padrn de 1745-1757 se incluye un total de 349 ingenios en toda

    la I s la . Pero es tas fbr icas , en su m ayo r a , ap ena s reb as ab an la

    ca tegor a de t r ap iches , que s lo hac an mie l y r aspadura para e l

    consumo local . sta era la s i tuacin sobre todo en e l ext remo

    or ien ta l y en e l cen t ro . La r eg in que avanz ms r p idamente

    fue la de La Habana, que a las venta jas mencionadas ms ar r iba ,

    agregaba l a ce rcan a de l as p r inc ipa les au to r idades , una mayor

    acumulac in de cap i t a l es y mayores f ac i l idades de t r anspor te

    t an to para t r ae r esc lavos como para t r as l adar e l p roduc to a l mer

    cado espaol . Ya en 1759 la produccin del rea capi ta l ina fue de

    370.826 ar robas lo que representaba ms de las t res cuar tas par tes

    de la produccin to ta l de la I s la . E l nmero de ingenios en la

    reg in habanera c rec a incesan temente , como puede ver se en es t e

    c u a d r o :

    I NGE NI OS E N L A HABANA

    1751 81 inge nios

    1759 88

    1760 93

    1761 98

    Y au n q u e h ab a t o d av a m u ch o s p eq u e o s , q u e em p l eab an m e

    no s de 20 esc lavos, la m ayo r a er an m edia no s con m s de v ein te)

    y ya ex i s t an cu a t ro g ran des r e l a t ivame nte hab lan do) con do ta -

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    cion es d e 100 escla vo s: el

    Jess M ara y Jos

    de Gabriel Peal-

    ver , el Santo Cristo de la Veracruz de Ju an O Far r i l , e l Nuestra

    Seora de Loreto de Igna cio Pealve r y el San M iguel del Rosario

    de Mara Teresa Chacn. Cada uno de es tos ingenios produca

    m s de 10.000 ar ro ba s de az car po r ao . Y rep rese nta ba n un a

    capi tal izacin cuant iosa pues solo en esclavos tenan que inver t i r

    ms de 30.000 pesos, ya que las

    piezas

    s e vendan a l prec io medio

    de 300 pesos , pero los ingenios neces i taban unos cuantos esclavos

    exper tos , t a les como

    paileros

    y

    azucareros

    etc. y stos val an alre

    de do r de 500 pesos po r cabeza . Ev identem ente en es tos desar ro l los

    encont ramos l a semi l l a de l gran cambio que ha de t ener lugar en

    el l t im o tercio del s iglo x vi i i y com ienzos del xix: la t rans icin

    hac i a l a ve rdader a plantacin azuc arera . Y lo pru eb a e l hec ho d e

    qu e ya el t rab ajo esclavo iba a en du rec erse en los ingenios . E n

    1751 el go be rn ad or Cajigal de la Vega sol ici ta disp en sa p a ra t ra

    bajar durante la zaf ra en los das fes t ivos : en las Pascuas de Na

    vidad y Pentecos ts . Menos asueto , ms horas de l abor , menos

    de scan so p a ra el neg ro en el ingenio: esa era la f lam ante pol t ica

    labora l de l a burgues a cubana . El s ndico procurador de l Cabi ldo

    habanero Manuel Fe l ipe de Arango, a l pedi r o t ras conces iones ,

    alud e en u n info rm e a l t rabajo sumo de los esclavos en las

    zafras a que es tn apl icados el mayor nmero de el los todos los

    ao s po r es te t i emp o (en l a Cu aresm a) , en qu e exp er im entan l a

    fa lt a de dorm ir mu y pocas ho ras de noc he y t en er e l d a oc up ad o

    en una tarea cont inua que los pi rva de todo descanso. Es te in

    form e de 1755 res ul ta un ant icip o de lo qu e ha de ven ir m uy

    pronto. Sobre las espaldas de los esclavos se haba levantado la

    Cuba pre-plantacional poc a de re la t iva mo derac in e n e l t r a to

    d e los esclavo s . So bre las espald as (ah ora m s l laga das q ue nun

    ca) de los esclavos se levantar la Cuba plantacionat donde su

    explotac in a lcanzar d imens iones dantescas .

    El ca m bio en la na tura lez a d e la esclav i tud cu ban a se deb e a

    los cambios que ocurren en la economa del pas y en la mental i

    dad de su clase dominante. En este perodo (1700-1762), que Lev

    Marrero ha baut izado como el o too de l a edad media cubana,

    los desc end ientes de la an t igu a ol igarqu a la t i fundis ta-ganad era

    cr io l l a , u t i l i zando como ins t rumento l a Real Compaa de Comer

    c io de La Habana , acumulan enormes capi ta les que invier ten en

    em pre sas m ercan t i l es de gran vuelo y en e l fomen to de l a produc

    cin azucarera. Cuando el pr imer rey borbn S . M. Fel ipe V le

    otorga car ta de honra y pres t igio a las act ividades comerciales e

    indus t r i a les , muchos de es tos nuevos burgueses capi ta l i s t as r ec i

    bieron t tulo de nobleza. Juan Muoz de Cas t i l la , act ivs imo mer

    cader de tabaco, fue hecho Marqus de San Fel ipe y Sant iago. El

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    r i co hacendado y accioni s ta ac t ivo de l a Real Compaa de Co

    merc io Jos de Bayona Chacn y Fernndez Crdoba rec ib i e l

    t tu lo de Conde de Casa Bayona. Gonzalo de Her rera , t p ico e jem

    p l a r de e s a mezc l a de mercader , hacendado y nob l e , os t en t aba e l

    Marquesado de Vi l l a l t a , e tc . El r pido enr iquecimiento de l a bur

    gues a ha ba ne ra qued a dem os t r ad o por un i nc iden t e ocu r r i do

    d u ra n te la gu err a con los ingleses en 1762. Do cenas d e sus m iem

    bros sacaron en car re tas sus caudales de l a c iudad de La Habana ,

    mient ras s ta se defenda de l asa l to br i t n ico . La suma to ta l pues

    ta a salvo ascendi a 2.253.000 pesos . Eso quiere deci r que, apar te

    de sus f incas , ingenios , es tablec imientos comerc ia les , esc lavos ,

    casas ,

    e t c ., l a burgu es a cu ban a pod a d i s po ner de un a can t i dad

    ex t r ao rd ina r i a de nu m era r io en mon edas de o ro y p l a t a , de d ine r o

    co nta nte y son an te . Y no deb e o lv idarse que a lgunos de los

    cap i t a l i s t a s habaneros , como Diego Anton io Mar r e r o , por e j emplo ,

    de j a ron a l marchar s e enormes s umas en t e r r adas en s us cas as . ) E l

    cambio econmico que i ba a marca r s e por l a t r ans i c in de l mo

    nopol io a l a l iber tad re la t iva de comerc io y a l desar ro l lo de l r

    g im en cap i ta l i s t a se debe , en pa r te , a l cam bio de d ina s t a y d e

    or ien tac i n f inanc iera de l gob ierno e spao l , pe ro t a m bi n y

    muy especia lmente a l a ges t in de l a

    nueva clase

    que va for

    m nd os e en Cuba . Como b i en r es um e Lev M ar r e r o : E s t a gene

    rac in r i ca , audaz y poco escrupulosa en l a mejor t r adic in de l

    capi ta l i smo de acumulac in , ser a l a que encont raron los br i t n i

    cos y no r team er ica no s a l f r ente de l a soc iedad y l a econom a cu

    ba na s en 1762. Con sus di r igen tes m s de cididos se en ten die ro n

    fc i lmente . E nt re e llos f iguraban se ha d icho los abuelos de

    los promotores de l a economa l ibera l -esc lavi s ta que domin la

    pr im era m i tad de l sig lo x ix cuba no.*

    Esclavitud y man umisin en la Cub a pre plantacional

    En todos los sec tores bs icos de l a economa pre-p lantac ional

    cubana , l os negros e s c l avos des empeaban un pape l impor t an t s i

    m o . Los encon t r amos en l a s c iudades como a r t e s anos , como es t i

    badores de los muel les , como peones de l As t i l l e ro , como cr iados

    del serv ic io doms t ico , como mano de obra en l a cons t rucc in de

    edificios pb l icos y pr iv ad os y de for t if icaciones ord en ad as p o r la

    Corona . Lo s ha l l am os t am bin en e l cam po: com o vaqu eros en l os

    ha tos y cor ra les gana dero s , com o t raba jad ore s en las vegas de

    tabaco, en l as p lantac iones caeras , en los ingenios y en l as minas

    6. M ar re ro , Vol. VI 1978), p . V.

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    de cobre. Por regla general, la situacin del esclavo en esta prime

    ra etapa de la economa cubana era relativamente mejor que la

    que sufri en la segunda. Frank Knight ha dicho en

    Slave Society

    in Cuba during the Nineteenth Century:

    En la era preplantacio-

    nal de la esclavitud cubana, las personas esclavizadas podan vivir

    bajo unas pocas reglas rigurosas. Un gran nmero de esclavos

    obviamente pertenecan al servicio domstico, mientras otros tra

    bajaban en los campos. A menudo los amos blancos y sus esclavos

    trabajaban juntos en las vegas de tabaco o en las haciendas gana

    deras.. .

    Plantaciones de tabaco como las que funcionaban en

    Virginia y otras reas del Sur de los Estados Unidos, constituan

    la excepcin en Cuba, donde los vegueros posean pocos esclavos

    y tenan una posicin social inferior a la de los hacendados gana

    deros. Estos tendan a ser tambin ms ricos que los vegueros,

    pero este hecho no resultaba en verdad importante porque ambos

    empleaban un nmero reducido de esclavos y los supervisaban en

    forma bastante laxa. Dondequiera que amos y esclavos se encon

    trasen, su relacin tenda hacia la intimidad y el patriarcado. En

    comparacin con las otras islas del Caribe, antes del siglo xviii,

    las relaciones entre amos y esclavos eran relativamente persona

    les. Esta situacin aparentemente amable se deba ms a las dis

    tintas etapas de desarrollo econmico en que cada sociedad estaba

    situada, que a las diferencias en sus respectivas tradiciones cul

    turales. (Aunque pro nto veremos que esas tradiciones culturales

    deben tambin ser tomadas en consideracin.)

    Esta cuestin del trato de los esclavos en los distintos sistemas

    esclavistas es una de las ms espinosas y polmicas de la historio

    grafa contempornea sobre el tema. Por mucho tiempo se crey

    que la esclavitud era una institucin homognea, bsicamente do

    tada de las mismas caractersticas donde quiera que se presentase.

    Hoy se sabe que no es as. En verdad, filosficamente hablan do ,

    la esclavitud constituye una especie de monstruo ontolgico, pues

    se produce por un trastrueque de esencias: la aplicacin al hom

    bre de caractersticas propias del bruto o de la cosa. El esclavo

    participa de la condicin de persona y, a la vez, de res non perso

    na. Y es por eso (como bien lo atestigua la historia com parada)

    que no puede hablarse de

    una

    esclavitud sino de

    muchas

    esclavi

    tudes. En todas sus formas siempre hay un hombre que posee a

    otro hombre, negndole as al posedo uno de los presupuestos

    fundamentales de la condicin humana: la libertad. En todas, el

    esclavo es considerado

    como lo que no es,

    como

    res,

    como

    cosa,

    y en consecuencia se le aplican leyes, reglas y principios que per-

    1. Knight (1970), pp. 5-6,

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    t enecen a l as cosas : los esc lavos pueden ser comprados , vendidos ,

    a lqui l ados , l egados , t raspasados como par te de una dote y t ra t ados

    com o seres desprovi s tos de vo luntad pro pia . Pero co m o re su l t a

    imposible olvidar que el esclavo es a la vez y por su misma esen

    c ia un hombre , un ser dotado de c ie r tos derechos inherentes a

    su na tura leza , l a cont rad ic in es inescapable . De ah que l as re l a

    ciones ent re e l amo y el esclavo y ent re ste y e l es tado esclavis ta ,

    as como el t ra to que el esclavo recibe y sus condiciones de exis

    t enc ia , puedan ser t an d iversos . E l esc lavo puede ser y muchas

    veces es t r a t a d o c o m o cosa. O pu ed e se r v i s to y a ra to s es

    t r a t a d o c o m o hombre. Ha y esc lavos qu e m ue re n ba jo e l l t igo

    imp lacab le de l am o. H ay esc lavos que rec iben l a l iber t ad y v iven

    luego ba jo el tech o del ex-amo casi com o m iem br os de la fami l ia .

    Los ex t remos pueden ser y son a es te respec to v io len t s imos .

    Los s i s t emas esc lav i s t as pueden d i fe r i r en formas muy var iadas .

    En rea l idad , l a ins t i tuc in puede ser concebida como un espec t ro ,

    que va desde l a cons i de rac i n de l hombre como res como p ro

    p i edad en un ex t remo has t a su cons i de rac i n como persona

    como se r humano en e l o t ro . En t re ambos po l os , p rec i samen t e

    com o en t odo espec t ro , pu ede n espe ra r se t odo s los m a t i ces , que

    se ref le jan en el vo cab ular io inf ini to de la inst i tu cin .

    El carc ter he terogneo de l a esc lav i tud en e l t i empo y en e l

    espac io convier t e a esa ins t i tuc i n en un a rea l idad m uy l b i l,

    ex t raord inar i amente suscept ib le de todo gnero de inf luencias

    i n t e rna s y ex t em as , in f i n i t amen t e cam bi ab l e y mod i f i cab l e . La

    esclavi tud nunca funciona en el vaco s ino en el contexto de una

    comple ja rea l idad soc ia l que ac ta sobre e l l a con sus pecul i a res

    va l o res , t r ans fo rm nd o l a en fo rmas m uy d i ve r sas . Esos f ac t o res

    mo di f ican t es pue den se r bs i ca m en t e de dos t i pos : mitigantes

    cuando t i enden a humani za r l a i n s t i t uc i n : exacerbantes c u a n d o

    t iend en a em bru tec er l a . Y am bo s fac tores m odi f i cantes a su vez

    se desdob l an en psicolgicos car c ter y pe rson al idad de l am o,

    del capataz, del esclavo mismo, e tc . ) ; sociales t rad icion es legisla

    t ivas , in f luencias re l ig iosas , s i s t em as de va lores , cos tum bre s se

    xuales , ideologas , e tc . ) ; econmicos t ipos de p rodu cc i n , m t odo s

    de t raba jo , e t c . ) . De todo s es tos fac tores e l m s im po r ta n t e cas i

    s i em pre es e l econm ico , po rq ue de term ina e l s i s t em a de l abor a

    que el esclavo es somet ido y ste , a su vez, regula las condiciones

    de v ida de l mismo. El esc lavo domst i co de l as c iudades rec ibe

    u n t ra to mu y d i s t in to a l qu e suf ren los que t rab a ja ba n en l as

    minas y l as p lan tac iones . Los medios de produccin , por s mis

    m os , i nde pen d i en t em en t e de l a na t u ra l eza de am o o l a s t r ad ic i o

    ne s soc ia les im pe ran tes , ex igen a jus tes qu e pu ed en re su l t a r dai

    no s o benef ic iosos p ar a los esc lavos : pu ed en a br i r l e pu er t as a l

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    desarro l lo de la propia personal idad o aplas tar su indiv idual idad

    y des t ru i r sus capac idades . No es lo mismo cor ta r caa por horas

    y h o ra s bajo el- sol , qu e reco ger caf con el fresco de las lo m as,

    o ayudar a l amo a cu ida r amorosamente cada ho ja de tabaco . De

    todas las formas de trabajo esclavo el peor fue el de las planta

    c iones que comienzan a nacer en la e ra p re -p lan tac iona l , aunque

    no a lcanzan su p leno desarro l lo has ta e l s ig lo x ix . Tanto las labo

    res indus tr ia le s de l ingenio m olienda de la caa , e labo racin y

    almacenaje de l azcar) as como las labores agr colas en e l campo

    cor te , a lza y t ranspor te de la caa a l ingenio , s iembra y cuidado

    de la p lan ta en t re la s za f ras ) ex ig an la rgas jomadas ago tadoras ,

    a veces de 16 y ms horas, de esfuerzo f s ico rudo y continuo.

    So bre es to ya ten dre m os ocas in de ha b la r en de ta l le m s ade

    lan te .

    Es ind iscu t ib le que

    antes

    de l desarro l lo de las p lantac iones

    azuc are ras , los fac to res m i t igan tes tend an a p re do m ina r sob re

    los exacerbantes en Cuba. El resul tado fue un rgimen esc lavis ta

    ms humano que e l que le s igu i , en t re o t ras cosas , porque es tas

    c i rcuns tanc ias pe rmi t ie ron que se a f ianzase in ic ia lmente en la

    Is la e l t ipo de esc lavi tud exis tente en Espaa en los s ig los xv y

    XVI que era ba s t an te m od era do . ste rgim en, basa do en e l cdigo

    de Jus t in iano, fue s is temat izado en las

    Siete Partidas

    de Alfonso X

    el Sabio en e l s ig lo x i i i , donde cur iosamente la esc lavi tud se acep

    taba a regaad ien tes , dec la rndose que e ra una ins t i tuc in ,

    contra

    razn de natura

    es decir , contrar ia a los derechos natura les de l

    hombre y , por lo tan to , admis ib le como un mal necesa r io y no

    c o m o u n b ie n p o s i ti v o : S e rv id u m b re rez a l a P a r t i d a I V ^ e s

    la m s v il y la m s desp reciad a cosa qu e ent re los ornes pu ed e

    ser . Porque e l ome, que es la ms noble e l ibre cr ia tura entre

    todas las o t ras cr ia turas que Dios f izo , se torna por e l la en poder

    de o tro ; de guisa que pueden fazer de l lo que quis ieren . . . E tan

    despreciada cosa es es ta serv idumbre , que e l que en e l la cae , no

    tan solamente p ierde poder de no fazer de lo suyo lo que quiere ,

    ms an de su pe rsona misma non es poderoso , s i non en cuan to

    manda su seor . Por eso las

    Partidas

    o torgaban a los esc lavos

    lo que pud ie ra cons ide ra rse su ca r ta de de rechos ind iv idua les

    mnimos. Por e jemplo , e l amo no d isf ru taba de

    jus vitae e t nocis

    no poda matar a l esc lavo, n i her i r lo o mal t ra tar lo que no lo

    pudiessen sofr i r . El esc lavo deba ser b ien a l imentado, ves t ido ,

    ca lzado y a lo jado. Tena e l derecho a cambiar de amo cuando e l

    suyo abusaba de l . Pod a , adems , t ener pecu l io p rop io , se r nom

    brado he redero y casa rse v l idamente , aun con t ra la vo lun tad de

    sus amos. Sobre todo tena e l derecho a ser

    aforrado ahorrado o

    manumit ido , que todo quer a dec i r lo mismo: rec ib i r l a l ibe r tad .

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    Tiene razn H, S. Klein en

    Slavery in the Americas

    cuando apun

    ta: En contraste directo con los tortuosos cdigos de Virginia, el

    esclavo de las

    Siete Partidas

    era considerado un ser humano, una

    personalidad legal, que posea... innumerables derechos tanto

    como obligaciones.^

    La legislacin esclavista colonial espaola contena, desde lue

    go,

    aspectos represivos, particularmente dirigidos a castigar la

    fuga

    y

    rebelin de los siervos. Pero tambin era una legislacin

    protectora, basada en las orientaciones fundamentales de las

    Siete

    Partidas

    As sucede, para citar un caso, con las famosas

    Ordenan-

    zas

    de Alonso de Cceres, en las que el oidor de la Audiencia de

    Santo Domingo, que visit a Cuba en 1574, intent poner orden

    en el caos de prcticas y leyes que regan la institucin en la Isla,

    combinando las medidas restrictivas (de control) con las protec

    toras,

    orientadas a eliminar algunas de las causas de intranquili

    dad y rebelin entre los esclavos. En este importante documento,

    antecesor de los innumerables reglamentos dictados a lo largo de

    los tiempos para pautar el sistema esclavista cubano, se ordena,

    por ejemplo, que los esclavos no pueden portar arma alguna (ar

    tculo 52); que ningn

    negro cautivo

    tenga boho prppio sino que

    duerma en casa de sus amos (art. 55); que el negro tomado fuera

    de la casa de su amo despus de taida la campana de queda

    si no fuere enviado por su amo a alguna gestin, se le den treinta

    azotes (art. 56). Pero, por otro lado, en el artculo 60 se estipulan

    las obligaciones del amo hacia el esclavo: Que porque muchos

    se sirven de sus esclavos y no les dan de comer y vestir para

    cubrir las carnes, de lo cual se sigue que los tales esclavos anden

    a hurtar de las estancias comarcanas para comer, y de los tales

    malos trata tien tos vienen a se alzar y andar fugitivos: orden am os

    y mandamos que todos los que tuviesen negros en estancias, hatos

    o criaderos de puercos y otras cosas, les den comida suficiente

    para el trabajo que tienen, y que as mismo les den dos partes de

    zaragelles y dos camisetas de caamazo cada ao por lo menos,

    y no les den castigos excesivos y crueles... Y en el artculo 61:

    Porque hay muchos que tratan con gran crueldad a sus esclavos,

    azotndolos con gran crueldad y mechndolos con diferentes es

    pecies de resina, y los asan, y hacen otras crueldades de que

    mueren, y quedan tan castigados y amedrentados que se vienen a

    matar ellos, y echarse a la mar, o a huir o alzarse y con decir que

    2.

    K lein (1970), p p .

    350-351.

    3. Las O rden anz as de Cceers fueron ratificad as el 27 de may o de 1640

    por el Rey y presentadas al Cabildo de La Habana el 26 de abril de 1641.

    Su vigencia co rresp on de m s a l siglo xv ii qu e al xvi, segn el crite rio de

    Ortiz. Vase Ortiz (1916), pp. 347-348.

    7

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    m at a su esc lavo no se p ro ced e co n t ra e l los : qu e e l qu e t a les

    crueldades y escesivos cast igos h ic iere a sus esclavos, la jus t ic ia le

    compela a que lo venda y le cast igue conforme a l esceso que en

    el lo hubiere fecho. En ju l io de 1600 e l Cabi ldo de La Habana, en

    o t ra o rdenanza , es tab lece un fondo para buscar los negros c ima

    r rones que anduvie ren hu idos de sus amos ; es t ipu la que los

    aprehendidos en t ren en l a c rce l de es ta c iudad donde sumar ia

    mente . . . s iendo la pr imera vez . . . se les den 50 azotes . . . ; y recuer

    da que por ley t iene que haber cepo en todos los cor ra les , hatos

    y es tanc ias de l munic ip io . Como con t rapar t ida , puede c i t a r se l a

    Re al Cd ula de 1693, dir ig ida al Ca pitn Gen eral de Cub a, d on de

    e l Rey mandaba que en cua lqu ie r c i r cuns tanc ia en que un amo

    mal t r a tase a sus esc lavos , e l Cap i tn Genera l deb a ap l i ca r los

    remedios necesar ios , agregando que no e ra jus to consen t i r excesos

    en es ta mater ia , pues la esc lavi tud era ya de por s suf ic iente pena

    para que la h ic iese peor e l excesivo r igor de los amos.

    L a l ec t u r a de l o s docum en t os que acabam os de m enc i ona r

    bas t a pa r a com pr ende r po r qu cuando c i t am os e l c r i t e r i o de

    Topl in sobre e l ca rc te r relativamente id lico de las rela cio ne s

    en t re amos y esc lavos en l a Cuba p re -p lan tac iona l , acen turamos

    de l i be r adam en t e l o de

    relativo.

    Es qu e, en defini t iva, dec ir escla

    v i tud es dec i r mal t r a to y negac in de derechos , sa lvo con tad s imas

    y a is ladas excepciones . En e l s ig lo xvi resul ta evidente que la ma

    yor pa r te de los esc lavos and ab an m al ves t idos , desca lzos , m al

    a l im enta dos y pe or a lo jados , po r lo qu e en g ra n n m er o se fuga

    ban y apalencaban es deci r , const i tu an palenques o c o m u n i d a d e s

    de fugi t ivos que resul taban un pel igro para la sociedad organiza

    da . L os a l zam i en t o s f ue r on endm i cos desde e l m om en t o m i sm o

    en que ar r ib ar on a la I s la . Com o lo fueron tam bi n los suic id ios .

    Y esos dos dat os son suf ic ientes p ar a ca l ibr ar la na tura leza del

    t r a to q ue r ec ib an . Pues com o b ien d ice Jo s Anton io Saco en

    Historia de la Esclavitud: Si en gen eral no fue d ur a la esc lavi tu d

    de l negro en los domin ios espao les cm o es que hub o t an tos

    alza m iento s y. fugas en las An t i llas y o t ra s pa r te s del co nt inen

    te? Alonso de C ceres legaliz en el ar t cu lo 62 de su s Ordenan-

    zas

    l a l ibre persecucin de los esclavos a lzados, con todos sus

    ho r r o r e s concom i t an t e s : P o r que m uch os neg r os se van a l o s

    m on tes y a rcab uco s y an da n m uch o t i em po a lzados y fug it ivos , y

    no pued en b ien se r p reso s s ino po r los m ayora les y es tanc ie ros

    donde a lgunas veces , o por los vaqueros de los c r i aderos de puer

    cos : o rdenamos y mandamos que e l t a l negro fug i t ivo que cua l

    qu ie ra l e pu ed a p re nd er y qu e e l es tanc ie ro o m ayo ra l o vaqu ero ,

    4. Saco (1938), Vol. II , p . 57.

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    u o tra cua lquier persona que prendiere negro fugi t ivo fuera de

    esta vil la hasta dos leguas, le d y pague el seor del esclavo

    cuatro ducados , y s i le prendiere ms le jos . . . le d doce ducados

    y s i lo pr en di er e de cua re nt a legua s en adela nte , le pagu e quin ce

    ducados .

    En e l s ig lo xvi i la s i tuac in era parec ida . Ya v imos que e l n-

    m er o de e sc lavos au m en t . En la s c iudades no fa l taban los ma l -

    t ra tos y ha s ta l a s m ue r te s de e sc lavos a m ano s de sus am os y la s

    fugas cons iguientes . La dureza de la esc lav i tud en las reas rura-

    les la revela un hecho: en los aos f inales del s iglo xvii fue

    nece sar io reva l idar con toda su fuerza la ord en anz a co nt ra los

    c im a r ro n e s q u e h a b a n a p ro b a d o lo s v e c in o s d e La H a b a n a e n

    1600.

    E l mot ivo e ra e l m ism o: e l n m ero c rec ien te de e sc lavos

    fugit ivos y apa lenc ado s que , t ra s esc ap ar de los m al t ra to s d e sus

    am os , con s t i tu a n una amen aza pa ra la segur idad d e los cam inos

    y las hac iendas de l campo. El Snodo Diocesano de 1680 l lam

    la a tencin de los amos hac ia sus obl igac iones mora les con sus

    respec t ivos e sc lavos , m an da nd o que n ingn am o p ro h iba a sus

    e s cl av o s c o n t r a e r m a t r im o n io y p ro h ib i e n d o q u e los e m b a rq u e n

    a vender fue ra de la c iudad , s in que vayan jun tos mar ido y mu-

    j e r .

    A cos ta de l am o ser a d evue l to e l s ie rvo ven dido de esa

    manera . Comenta Femando Or t iz que e l S nodo repe t a lo ya d i s -

    pu es t o por la l ey c iv il , pe ro e sa re i te rac in d em os t rab a e l desu so

    en que s ta haba ca do y cuan v is ib les e ran los abusos domini-

    cos en la esc lav i tud co lonia l , que borraban con su egosmo i r re-

    fren able v ario s s iglos de pi ed ad legislativa.* Tes tigos d e esa

    verdad fueron los f ra i les capuchinos Francisco Jos de Jaca y

    Ep i fan io de Borgoa , qu ienes a l pasa r po r La Habana , como ve re -

    m os a l ha b la r de l p r im er vag ido abo l ic ion is ta cub ano , den unc ia ron

    por an t ic r i s t i ana la in s t i tuc in de la e sc lav i tud . E l Padre Jaca en

    su

    Reso lucin sobre la libertad de los negros

    escr i ta en La Ha-

    b a n a en 1681, se refiere a la tr i s t e s i tua cin de los esclavo s, a la

    h am b re qu e padece n , a lo s g r i llo s , e spo sas , cade nas y cepos qu e

    los aherro jan y a los c rue l s imos azotes que les daban por todo

    e l cue rpo , con ne rv ios de bueyes y cue rdas y sogas embreadas .

    Y u n a o des pu s e l ob ispo G arc a de Palac ios le escr ib a a l R ey

    para denunciar le que los negros esc lavos de los ingenios , ha tos

    y co rra les ( t ra ba jan ) los dom ingo s y d as fes t ivos en un gn ero

    de t i e r ra s que l l aman

    conucos

    pa ra com er y ves t i r se , po rq ue sus

    amos no se lo dan, y s i los das feriados se lo dan es tan tenuo y

    co r to que no pu ed en sus ten ta r s e . Y e l ves t ido tan ind igno q ue no

    5. M ar re ro . Vol. V (1976), p . 30.

    6. Ortiz (1916), p . 349.

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    es ms que unos calzones , andando desnudos los ms de el los de

    la c in tura para ar r iba , y aun esc lavas , que es compas in ver los .

    Eso en el s iglo xvii . En lo que al s iglo xvii i se ref iere ya hemos

    sealado antes que las condiciones de los s iervos , en vez de me

    jorar , empeoraron a l comenzar e l desar ro l lo de l a indus t r i a azu

    carera y ampl iar se e l t amao de los ingenios .

    S in embargo, ins i s t imos en que

    relativamente hablando

    el tra

    to del esclavo era m ejo r en la era pre-plantacion al qu e . la subs i

    guiente . En pr im er lugar , po rqu e l as condic iones de t r aba jo , en

    gen eral , nu nc a l legaron a alcan zar el ca rc ter m o r ta l de pesa di l la

    que tuvieron en los ingenios del s iglo xix. Adems, al l donde la

    di s tancia en t re l as c lases e ra m eno r , e l t r a to t en da a m ejo rar y

    has ta se es tablecan ent re el seor y el s iervo cier tos lazos de

    sol idar idad. As ocurr a en Bayamo. Y de ah e l famoso episodio

    ocur r ido cuando e l secues t ro de l obi spo Juan de l as Cabezas y

    Altamirano por el pi rata f rancs Gi lber to Girn. Tuvo papel pr in

    cipal s imo en el rescate del clr igo el esclavo ms famoso en la

    hi s tor ia t emprana de l a I s l a ,

    un et ope digno de alabanza

    l lamado Salvador , negro va l i ente ,

    de los que t iene Yara en su labranza,

    h i jo de Golomn, negro prudente . . . ,

    segn le canta Si lves t re de Balboa en su pico

    Espejo de Pacien-

    cia.

    Sa lvador ar remet i cont ra Gi rn con su machete y su l anza

    y lo m at , lo qu e mu eve al poeta a ped ir le a Baya m o qu e lo

    ahorre es deci r , le otorgue su l iber tad:

    De las arenas de tu r o divino

    el pl ido metal que te enr iquece

    saca, y ahorra antes que el vulgo hable,

    a Sa lvador , e l negro memorable .

    Por donde l l egamos prec i samente a l f ac tor ms impor tante en l a

    suavizacin de las relaciones ent re el esclavo y su dueo: la pos i

    bi l idad y la f recuencia relat iva de la m an um is i n.

    Ya sealamos que el derecho a obtener la l iber tad le era otor

    gado a los esclavos en las Siete Partidas y vino con los conquis

    tadores a la Amrica desde la real idad social de Espaa, donde

    la m an um is in se prac t i cab a con f recuencia . En C uba las m anu

    mis iones t ambin fueron numerosas desde e l comienzo de l a

    7. M ar re ro , Vol. V (1976), p . 195.

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    colonizac in . Las haba de muy var iados t ipos . Algunas tenan

    lugar en v ida de l amo, quien las conceda por servic ios eminen

    tes de l esc lavo (por e jemplo , por haber le sa lvado la v ida) , o por

    lea l tad y buen serv ic io y has ta por egosmo (emancipacin de

    esc lavos v ie jos , in t i l e s o en fe rmos) . Ot ras manumis iones ta l

    vez ms f recuen tes resu l t aban de l a vo lun tad t e s tamenta r ia de

    los seores , quienes premiaban as los serv ic ios que haban rec i

    b ido en v ida de esos e sc lavos o ac tuaban por e sc rpu los mora les

    o de conciencia . Dos poderosas inf luencias se unan a las anter io

    r e s :

    l a pa te rn idad y e l l echo . Muchos hombres t en an h i jos i l eg

    t imos con negras y ex i s ten numerosas re fe renc ias documenta les

    a los esfuerzos que hacan para sacar de la serv idumbre a sus des

    cendientes mula tos . Por su par te dice Or t iz las negras goza

    ban adems de o t ra ven ta ja , de l a f ac i l idad de p roporc ionarse

    a lgn d ine ro y aun de logra r su emanipac in , hac iendo v ida sexua l

    comn con a lgn b lanco , caso bas tan te f recuen te . El lo e ra un

    honor pa ra l a f avorec ida , lo cua l no ex t raa r a l que haya l e do

    las c rnicas de a lgunas explorac iones de l fr ica occ identa l .

    La compra de los e sc lavos por pa r te de pa r ien tes fue es t imu

    lada s iempre por e l gob ie rno espao l . En una Rea l Cdu la de

    1583 dir igida a los oficiales de la hacienda real en la is la de Cuba,

    e l Rey exp resa : Por un a nu es t ra c du la fecha en c ua t ro d e fe

    b r e r o p r x imo p a s a d o d e s t e p r e s e n t e a o , h a b e mo s e n v i a d o a

    mandar que los e sc lavos nues t ros que en esa i s l a e s tn , de los

    que han t r aba jado en l a obra de l a For ta leza de La Habana , los

    vendis , de jando a lguno s i fuera menes ter para serv ic io de d icha

    for ta leza , como se cont iene en la d icha cdula que a l l ver is .

    Y po rqu e somos in fo rm ado s que a lgunos de los so ldados d e l a

    dicha for ta leza t ienen h i jos en a lgunas esc lavas nues t ras y que

    t i enen vo lun tad de compra r los y l ibe r ta r los , os mandamos que ha

    bindose de vender los h i jos de d ichos so ldados . . . p ref i r is a los

    padres de e l los que los qu i s ie ren compra r pa ra d icho e fec to .

    Muchas veces no son los padres eu ropeos qu ienes l ibe r tan a sus

    h i jos mula tos , s ino esc lavos manumi t idos los que cons iguen , me

    d ian te ac tos de compraven ta , l a l ibe r tad de sus pa r ien tes en cau t i

    ver io .

    Puede deci rse , s in lugar a dudas , que gran par te de los

    ahorros de los esc lavos de la Cuba colonia l se dedicaron a obtener

    l a ma n u mis i n d e s e r e s q u e r id o s , p r u e b a a d mi r a b l e d e l e s p r i t u

    8. Ortiz (1916), pp. 311-312. El amo poda conceder la libertad en igle

    sia,

    o ante juez, o por acta notarial, en testamento y por carta.

    9. Konetzke (1953-1962), Vol. I, p. 547. Ya hay indicios de la libertad con

    dicional de los esclavos en La HalDana desde el ao 1579, como lo prueba xma

    escritura pblica recogida por Rojas (1947.), p . 39.

    8

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    solidario, de la fortaleza de los lazos famil iares , de la tenacidad,

    el orgullo, el amor a la l ibertad y la capacidad de sacrif icio de los

    negros de Cuba, aun en l as desventa jos s imas c i rcuns tancias en

    que se vean obl igados a vivi r . Apar te de las manumis iones indi

    v iduales de los am os y de es tas co m pra s indiv iduales de los pa

    r i en t es , t ambin hubo manumis iones d i c t adas por e l Es t ado . P or

    ejemplo: levas en caso de neces idad bl ica (ataques de corsar ios

    y p i ra tas o de poten cias ext ran jeras ) ; o me rced es especia les en

    caso de grandes celebraciones of iciales ; o decis iones judiciales en

    cas o de ma l t r a to por pa r t e de l amo; o p r emios por t r ae r c imar ro

    nes del m on te, e tc . Y p o r fin, esa cur io sa form a de em anc ipac in

    conocida en Cuba con e l nombre de

    coartacin.

    Como hemos vis to, los esclavos tenan el derecho a emancipar

    se ent regando al amo el precio de su l iber tad. Quizs una de las

    pr imeras voces en fatTor de es tas autocompras fue nada menos que

    la de un rey de Espaa, Su Majes tad Car los V, quien en una Real

    Cdula de 1526 expresa al Gobernador y a los Oficiales Reales de

    la i s la de Cuba que para evi tar a lzamientos y es t imular a los

    negros a t rabajar y servi r a sus dueos con ms voluntad, ser a

    conveniente (adems de casar los ) e l que s i rv iendo c ier to t i empo,

    y dando cada uno a su dueo has ta ve in te marcos de oro , por lo

    menos , y desde ar r iba los que vosot ros paresc iere segn la ca l idad ,

    condic in y edad de cada uno, a es te respecto subiendo o ba jando

    en el t iempo y precio sus mujeres e hi jos de los que fuesen

    casados , quedasen l ibres y tuviesen de el lo cer t inidad, ser bien

    qu e en t re vo sot ros p la t iqui s en e llo , dan do a las per so na s qu e

    vos pareciere que convenga y de quien se pueda f iar , y me enviis

    vue s t ro pa r ecer .' Las au toc om pras empez aron en Cuba m uy

    tem pra no . A veces e l s i ervo no lograb a re un i r s ino un a p ar te de

    l a can t i dad neces a r i a pa r a ob t ener s u manumis in . En tonces s e

    coartaba

    es dec i r, l e en t reg ab a esa can t idad de d inero ah or rad a

    a su amo y, en cambio, adquir a el derecho a no ser vendido s ino

    por un prec io es t ipulado de l cua l se descontaba lo que haba dado

    en adelanto . Pos ter iormente , s i poda , en t regaba a l amo cant ida

    des parc ia les para cancelar e l r es to de l a deuda y adqui r i r l a p lena

    l iber tad . Es tamos pues , an te una especie de auto-compra que e l

    esclavo haca a plazos y s in f iador. Con la ventaja de que una vez

    f ijado el prec io, s te no poda ser mo dif icado. A veces la coar ta

    c in era e l r esul t ad o de un a grac ia t es tam en tar ia p or pa r te de

    a lgn b lanco, am o o pro tec to r . La coa r tac in l imi taba , r es t r inga ,

    coar taba l a potes tad dominica de l amo, por lo cual e ra c ier t amen-

    10. M ar re ro , Vol. II (1974), p . 346.

    11,

    O rtiz (1916), p . 313.

    9

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    t e impropio l l amar coar tado a l esc lavo , cuando en r igor e l coar t a

    do era e l seor . So bre e l s iervo se estab lece una especie de

    condominio:

    un a pa r t e per t enec e a l am o y l a o t ra a l s i e rvo mism o.

    La coar tac in se hac a pos ib le porque los esc lavos e ran capaces

    de acumular ahorros , debido a que o t ro de los derechos que se l e

    reconocan e ra e l de propiedad . En formas d iversas , con innega

    b les d i f i cu l t ades , pero con notab le perseveranc ia , a l amparo de

    ese de recho , nu m ero sos e scl avos fo rmaro n cen t avo a cen t avo sus

    pecu l i os que , en m uch as ocas i ones u t i li za ron pa r a co m pra r t o t a l

    o pa rc i a l men t e su l i be r t ad . E ra bas t an t e f r ecuen t e en l a s c i udades

    qu e a l gunos e scl avos fuesen a r r en da do s a un a t e rce ra pe r so na .

    La peq ue a bu rgu es a inve r t a sus ah or ro s a m enu do co m pra nd o

    un esc l avo como pod a compra r un an i ma l de ca rga y l o a r rendaba

    con vir t in do lo en fuente de ingreso. El esclavo se benefic iab a

    pu es a l re l a j a rse su re lac in con el am o, po da hac er t rab a jo s po r

    su cuenta y ganar a lgn d inero . La condesa de Mer l in expl i ca

    bas tan te b ien l as carac te r s t i cas de l a

    coartacin:

    No s lo pu ed e

    e l esc lavo , cuando posee e l p rec io en que se l e es t ima, ob l igar

    a l amo a dar l e l a l iber t ad , s ino que aunque no t enga toda l a can

    t idad , l e hace rec ib i r par t e de e l l a , s i endo ms de c incuenta pesos ,

    y as suces ivamente has ta que se red ima de l todo . Desde l a pr ime

    ra sum a que e l esc lavo paga , f ij a su prec io y no pu ed e au m en tr

    sele . . .

    Tan p ron t o como un negro se coa r t a t i ene l i be r t ad de no

    vivi r en casa de su amo y ganar la vida por su cuenta , con ta l

    que pague un sa la r io convenido y proporc ionado a l p rec io de l es

    c lavo; de modo que , desde e l momento en que s te paga los

    p r i meros c i ncuen t a pesos , adqu i e re l a mi sma i ndependenc i a que

    t i ene un hombre l ib re que se ve obl igado a pagar una deuda a su

    acreedor . Es dec i r , qu e de hec ho , m uc ho s coa r tad os e r an cas i

    l ib res , p ropie ta r ios de s mismos , excepto por esa espec ie de

    censo qu e sob re s pesa ba , com o d ice Fe rn an do O r t i z . E n e l

    s ig lo XVIII lo qu e has ta en tonce s e ra u na co s tu m br e a dq uier e san

    cin legal , pues la coartacin recibe la proteccin de la Corona,

    po r R eal Cdula d e 21 de jun io d e 1708. O tra de 21 de jun io de

    1768 ordena el cobro de la a lcabala en la venta de negros en Nueva

    Espaa , Per y Cuba , pero re f i r i ndose a los coar t ados es t ipu la

    que cuando e l esc lavo en t regue a sus dueos par t e de l p rec io

    que le cost , con el f in de que rebajado de su valor pr incipal

    12.

    Ortiz (1916), p . 312.

    13.

    Condesa de M erlin, Los Esclavos en las Colonias Espaolas Madrid,

    1841. Cit. por Ortiz (1916), pp. 316-317. Sobre la coartacin en Cuba vase

    tambin el artculo de Airaes en Yale Review 1909), pp. 412-431.

    14. Ortiz (1916), p . 312.

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    quede ms moderado y l en mayor aptitud de conseguir su liber

    tad, se anote el instrumento que le sirve de ttulo sin pago de

    impuesto.

    En el siglo xviii la ley no slo reconoce la vieja prctica de

    la

    coartacin

    sino que crea el cargo de

    procurador sndico

    (de

    fensor oficial de los esclavos) en cada distrito local. Mucho se ha

    discutido sobre los verdaderos efectos de sta y todas las bien

    intencionadas piezas legislativas en favor del esclavo. No cabe

    duda que su aplicacin en la prctica y realidad de la vida fue,

    en casos innumerables, muy deficiente. Pero alguna efectividad

    deban tener, porque con gran frecuencia los amos protestaron

    vigorosamente contra ellas, por entender que los perjudicaban

    grandemente. Por ejemplo como veremos en 1789 se elabor

    el Cdigo saturado del espritu Iluminista que regulaba la

    educacin, trato y ocupaciones de los esclavos en las posesiones

    espaolas. Pues bien, en 1790 un grupo de 69 hacendados azuca

    reros cubanos (otra prueba de que la sociedad cubana estaba en

    trnsito velocsimo hacia la sociedad plantacional) se dirigieron a

    Su Majestad para pedir su abolicin inmediata, por considerarlo

    daino para el funcionamiento adecuado de las plantaciones y

    peligroso para el futuro de Cuba. Para qu molestarse en pro

    testar, si la ley fuera totalmente como se pretende por algunos

    letra muerta? En definitiva, con todas sus limitaciones, puede

    afirmarse que la tradicin legislativa espaola ejerci en Cuba,

    en lo general, una influencia mitigante de los rigores del sistema

    esclavista, lo que no puede decirse, por ejemplo, de la tradicin

    legal de los estados del sur de los Estados Unidos. Basta repasar

    el meritsimo

    ndice

    donde Mara Teresa de Rojas reproduce y

    extracta los documentos notariales habaneros del siglo xvi, para

    cornprobr que desde_ los comienzos de la colonizacin espaola

    en Gub, el esclavo fue utilizado ciertamente como una propiedad

    cuzlquiera para operaciones de alquiler y compraventa, as como

    para fundar censos, otorgar dotes y garantizar hipotecas. Pero ob

    viamente era sujeto de derechos, por ejemplo, el de reclamar y

    recibir herencias. Y como las manumisiones abundaban, muchos

    negros /zorros, dedicados al comercio o a la artesana, elevaron su

    status econmico hasta el punto de necesitar mano de obra para

    sus negocios. Y as encon tram os en la coleccin de Rojas actas

    notariales donde aparecen negros libres alquilando, comprando y

    vendiendo esclavos de su propio color. *

    15.

    Bachiller y Morales (s/f), p . 152.

    16. Rojas (1947), pp. 7, 9, 12, 29, 33, 41, 47, 52, 56-58, 64-65, 69, 76, 79, 89 y

    passim

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    El modo ms e fec t ivo en que la ley h ispn ica a temper los

    r igores de la esc lav i tud en Cub a fue es t im ulan do las ma num is io

    n e s ,

    pu es e s t amos d e acue rdo con Tann enb aum e n que la ac t i tud

    con respec to a la manumis in es e l e lemento c ruc ia l en la esc la

    v i tu d . David B . Davis , en su epoca l t ra ta do The Problem of

    Slavery in Western Culture af irma con todo e l peso de su autor i

    dad : Es un hecho incontes tab le que los esc lavos ten an ms

    opor tun idad pa ra manumi t i r s e en l a A mr ica La t ina que en l a s

    co lon ias b r i tn icas o en los Es tados Unidos . Es ta acep tac in de

    la m anu m is in ind iv idua l , ju n t o con un a c rec ien te to le ranc ia

    de las d i fe renc ias rac ia les , p robablemente ayudaron a los la t ino

    amer icanos a ev i ta r los t rg icos od ios , los temores mal ignos y las

    inj us tas d isc r im inac ione s qu e s iguiero n a la abol ic in en la Am

    r ica del N o r te . ' ' (O, s i nO' a

    evitar

    c o m p l e t a m e n t e a g r e g a m o s

    noso t ros por lo menos a d isminui r esos od ios , temores y d isc r i

    minaciones .) Todos los v ia jeros que vis i tan a Cuba en la era colo

    n ia l s e so rp renden de lo numerosas que son l a s emanc ipac iones .

    C i t emos s lo un a mu es t r a : l a a f i rmac in de l ba r n A le jand ro de

    H umbold t : En n inguna pa r t e de l mundo donde hay e sc lavos , e s

    tan f recuen te la manumis in como en la i s la de Cuba , porque la

    leg is lac in espaola , con t ra r ia en te ramente a las leg is lac iones

    f ra i icesa e ing lesa , favorece ex t raord inar iamente la l iber tad , no

    ponindole t rabas n i hac indola onerosa . E l derecho que t iene

    tod o e sc lavo a bu sca r am o , o com pra r su l ibe r t ad s i pu ede pag a r

    e l impoi le de lo que cos t , e l sen t imien to re l ig ioso que insp i ra a

    m uc ho s am os b ien acom od ado s , la idea de conced er , en su tes ta

    men to , l a l i be r t ad a un nmero de te rminado de neg ros , e l hb i to

    de tener una porcin de e l los de ambos sexos para e l servic io

    dom s t ico , los a fec tos qu e ind is pen sab le m ente nace n de es ta espe

    cie de fam il iar idad con los b la nc os , la faci l idad qu e t ien en lo s

    ob rero s esc lavos de t ra ba ja r po r su cue n ta pag and o c ie r ta can t i

    dad d ia r ia a sus amos; es tas son las p r inc ipa les causas de por qu

    en l a s c iudades se l ibe ran t an tos n eg ros , pa san do de l a s e rv idum

    bre a l es tado de l ibres de color . . . La posic in de los l ibres de color

    n La Habana es ms fe l iz que en n inguna o t ra nac in de las que

    se l i son jean , hace muchos s ig los , de es ta r muy ade lan tadas en la

    ca r re ra de la c iv il izacin . E l tam a o y pro gre so de la poblac in

    l ibre de color en Cuba si se les compara con la s i tuacin coe

    t nea en lo s Es tados U n idos y o t r a s pa r t e s demues t r a que en

    la p rc t ica , con todas sus mataduras , e l s i s tema espaol de esc la -

    17. Ta nn enb au m (1947), p . 23.

    18.

    Davis (1966), p . 262.

    19.

    H um bol d t (1969), p p . 124-125.

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    vitud fue mucho ms benigno (por lo menos en l era pre-plan-

    tacional) que los sistemas de las dems potencias europeas.

    Como la Iglesia Catlica tena en Espaa y sus colonias el ca

    rcter de religin oficial del Estado, conviene que digamos unas

    palabras sobre su posicin en lo que a la esclavitud se refiere. El

    tema es muy polmico. Algunos autores le atribuyen a la Iglesia

    una influencia morigerante de gran magnitud. Esa es, por ejemplo,

    la tesis de H. S. Klein en su libro ya citado.^" Otros van al otro

    extremo y atribuyen el carcter ms humano del rgimen escla

    vista cubano en su primera poca no a la intervencin mitigante

    del Estado y de la Iglesia, sino pura y simplemente a las realida

    des econmicas. Magnus Morner sostiene que la proporcin rela

    tivamente baja de esclavos en Cuba y otras condiciones locales

    peculiares, especialmente antes de la aparicin de la economa de

    plantacin en la Isla, fueron los factores que permitieron una

    ac titud relativa mente to lera nte hacia los esclavos.^ Nosotros no

    ignoramos que muchos religiosos se aprovecharon individual y

    colectivamente de la infame institucin y condonaron los excesos

    a que sta conduca, en abierta violacin de los ms elementales

    principios cristianos. Adems, nos resulta evidente que la natura

    leza de la infraestructura econmica puede opacar y hasta destruir

    la influencia mitigante de otros factores. Pero tenemos por indu

    dable que en la Cuba pre-plantacional las circunstancias permitie

    ron el ejercicio de la accin atemperante de la Iglesia, crendose

    as y esto es muy importante una tradicin esclavista cubana

    peculiar y distinta, que iba a pesar luego sobre la institucin en el

    perodo ms duro de la sociedad de plantacin del siglo XIX.

    En Cuba, por lo menos en las zonas urbanas, la poblacin es

    clava reciba el bautismo en la misma proporcin que la blanca.

    Y las estadsticas de las parroquias muestran que exista una

    notable semejanza entre la tasa de matrimonios de esclavos y la

    de matrimonio de los blancos. Por ejemplo, segn informes de l

    Catedral de Santiago de Cuba, entre 1752 y 1755 se celebraron 75

    matrimonios de blancos y 55 de esclavos negros en esa parroquia.

    Como en esa ciudad haba por aquel entonces 5 765 esclavos y

    6.525 blancos, esas cifras significaban que haban tenido lugar un

    matrimonio por cada 104 esclavos y uno por cada 87 blancos. Lo

    que resulta, en verdad, sorprendente si se recuerda que una parte

    sustancial de la poblacin de todos los colores viva en esa poca

    en uniones libres. Otro dato notable que revelan las estadsticas

    eclesisticas es el elevado nmero de matrimonios perfectamente

    20.

    Klein (1967), pp . 87 y ss .

    21.

    M orne r (1967), p . 114.

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    legales entre esclavos y personas libres. Entre 1825 y 1829 (en

    plena sociedad plantacional), en seis parroquias de La Habana, el

    18,6 por ciento (casi la quinta parte) de los matrimonios celebra

    dos (131 de 702) eran de persona libre con persona esclava. Estos

    y otros muchos datos semejantes permiten arribar a la conclu

    sin de que el negro disfrutaba, con respecto a los sacramentos de

    la iglesia, del mismo status que sus amos.^ Ambos pertenecan al

    mismo cuerpo mstico. Ambos tenan acceso a los mismos templos

    y a los mismos altares. Y este hecho tiene necesariamente que

    haber atemperado en algo los peores efectos de la esclavitud, al

    menos en las ciudades.

    Los libres de color en la sociedad pre plantacional

    Mientras en el Sur de los Estados Unidos como ha sealado

    Ira Berln en

    Slaves Without Master

    el nmero de negros libres

    era escassimo en todo el perodo que precede a la Guerra de

    Indep endencia, en Cuba, en cambio, stos fueron muy numerosos

    desde el comienzo mismo de la era colonial, como consecuencia

    inevitable de la abundancia de manumisiones estatales e indivi

    duales, de coartaciones y compras de libertad por parte de parien

    tes a que acabamos de referirnos. El proceso es perfectamente

    visible ya en el siglo xvi. De esa poca hay noticias sobre negros

    libres que disfrutaban mercedes de tierras y de muchos otros (l

    mayora) que vivan en las ciudades, las mujeres trabajando como

    cocineras, sirvientas o lavanderas en casas de blancos y los hom

    bres ejerciendo diversos oficios, cultivando frutos menores en las

    afueras de las poblaciones y prestando servicios diversos. Las ne

    gras horras (o libres) llegaron a convertirse en un elemento in

    dispensable de la sociedad habanera del siglo xvi, pues posean

    tabernas, hospedajes y fondas y atendan a las necesidades de los

    viajeros de las flotas que hacan escala obligada en el puerto de

    la ciudad capital. A lo largo del siglo xvii como sabemos no

    creci mucho la poblacin de la Isla. Al comenzar el siglo xvin

    de los cincuenta mil habitantes que en ella vivan, la mitad era

    de color (es decir, negros y mulatos). Y en esa mitad, los escla

    vos tenan una ligera mayora sobre los libre s. A part ir de 1700,

    el proceso demogrfico se anima considerablemente. En el censo

    de 1774, realizado bajo el mando del marqus de la Torre, los

    blancos llegan a 96.440 y la poblacin de color se eleva a 76.180

    22. Klein (1967), pp. 91-98.

    1. Berln (1974), p..4.

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    o sea, 65,4 por ciento blancos y 43,6 por ciento de color). Estos

    ltimos, a su vez se dividan en 31.847 libres y 44.333 esclavos, es

    decir , que la proporcin de esclavos respecto de la poblacin

    tota l de la Is la era un 25 por c iento y la poblacin de color era

    libre en un 41,8 por ciento y esclava en un 58,2 por ciento. Se

    calcu la que a l ce rra rse e l s ig lo xv i i i los neg ros y m ula tos l ibre s

    de Cu ba su m ab an un os 90.000, lo que su pe ra ba en m s d e 30.000

    ind iv iduos e l nmero de negros y mula tos l ib res de todos los es ta

    dos esclav is tas del su r de Es tad os Un idos tom ad os en su con-

    junto.2

    En e l s ig lo xv i i i los negros y mula tos l ib res p rc t icamente

    e je rc an e l monopol io de las ocupac iones manua les en Cuba . La

    cas i to ta l idad de los ca rp in te ros , a lba i les , eban is tas , sas t res ,

    zap a te ro s , p la te ros , joyeros , e tc ., pe r te nec an a es te sec tor de la

    sociedad. Aunque colocados en una s i tuacin de infer ior idad, es tos

    ho m br es t rab a ja ba n pa ra los b lancos y, en consecuenc ia , le jos de

    v iv i r marg inados de la comunidad to ta l , e s taban in tegrados a e l la ,

    po r lo m eno s desde e l pu n t o d e v is ta econmico . La cues t in de l

    ve rd ad ero s ta tus de la po blaci n l ibre de colo r en las colonias

    h i spanoamer icanas ha dado o r igen a t an ta s po lmicas como l a

    cuest in del t ra to dado a los esclavos. Quizs e l nico modo de

    reso lver la sea con templando e l mundo pre -p lan tac iona l cubano

    como una soc iedad mix ta su i gener i s , e scenar io h is t r ico de una

    v io len ta lucha d ia lc t ica en t re fuerzas muchas veces con t rad ic to

    r i a s ,

    a lguna s de las cua les im pu lsaba n hac ia la in tegrac in y o t ra s

    p re s ionaban hac ia l a s epa rac in de lo s d i s t in to s g rupos , e s t r a to s

    o e s t amen tos . Es indudab lemen te c i e r to que lo s neg ros y mu la to s

    l ib res de Cuba d is f ru taban , re la t ivamente hab lando , de una se r ie

    de importantes venta jas . Una de e l las era la de per tenecer ^ya lo

    vim os a la Ig les ia of ic ial del Es tad o. En vez de prac t ic ar la re li

    g in en ins t i tuciones segregadas , la poblacin de color tanto

    l ib re como esc lava , per tenec a junto con los blancos a la Iglesia

    Catl ica Apostl ica y Romana. Aun los que pract icaban r i tos s in

    c r t icos se sen t an par te de esa comunidad re l ig iosa , como vere

    m os en su opo rtu ni da d. Y la inf luencia de la Ig les ia en todo s los

    aspectos de la v ida colonia l de Hispanoamrica fue , como es sa

    b ido , cons ide rab le . La je r a r qu a ec les is t ica con may or o m en or

    per fecc in ocu pab a un a pos ic in in te rm edia y m edia do ra en t re

    am o y esc lavo , ba sad a en la c reenc ia de que am bo s e ran m iem bro s

    de un a sola, n ica y ve rd ad era ig lesia , cuya aut or id ad m or al y

    hasta legal ambos deban respetar . Desde e l comienzo de la co-

    2.

    G ue rra 1971), p . 188; Klein 1967), p . 194. Sob re los horr o s en el

    siglo XVI, vase Rojas 1947), p p . 57, 64, 69 y

    passim.

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    Ionizacin, todos los negros ya l ibres , ya esclavos tenan dere-

    cho a l bau t i smo ,

    a

    la confirm acin , a l pe rd n de los pe cad os, a l

    m at r i m on io y , con e l t iem po, ha s ta las sagrad as rd ene s . E l c le ro

    fa l l muchas veces en e l cumpl imien to de sus deberes pas tora les

    respecto a los esclavos y a la poblacin l ibre de color . Pero s ta ,

    en gran par te de la era colonia l , v io en la ig les ia y sus doctr inas

    cr i s t ianas una fuerza n ive ladora y humanizadora que poda ayu-

    dar la a mejora r su condic in soc ia l .

    S i las puer tas de l templo es taban ab ie r tas para e l negro cuba-

    n o , l a s de la econ9ma por lo menos se le en t reabr an . Ya v imos

    que los esc lavos usaban e l derecho que ten an de fo rmar su pe-

    cu l io pa ra acu m ula r ah o r ro s con que co m pra ba n su l ibe r t ad y l a

    de los suyos . Con e l p ro gre so econ m ico genera l de l pa s a pa r t i r

    de l s iglo XVIII, pa ra le lam